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PULEP TYM824 BEETHOVEN CELEBRANDO A Ñ O S Nicolás es uno de los más versáti- les y reconocidos músicos de la actual escena en Colombia. Es pianista, compositor, arreglista, productor, cantante y docente. Ha sido arreglista en diferentes pro- yectos filarmónicos junto a grupos como Aterciopelados, Herencia de Timbiquí, El Kanka y los Rolling Ruanas. Ha hecho los arreglos musicales de las producciones de la compañía de teatro musical MISI durante los últimos 7 años y ha trabajado como productor, arre- glista o pianista con reconocidos artistas como Fonseca, Claudia Gómez, Marta Gómez, Melina Mo- guilevsky, Victoria Sur entre otros. Lidera su propio proyecto de can- ciones que ya ha presentado en diferentes países como España, Perú, Australia, Estados Unidos, Argentina y Brasil. Paralelamente trabaja con el dúo comico musical “Intentalo Carito”, que actualmente cuenta con más de 31 millones de visitas en su canal de youtube. Así mismo da regularmente talleres de composición de canciones y de canto con armónicos en diferentes lugares del mundo. PROGRAMA CATALICIO ROJAS (1896-1974) Ojo al toro EZEQUIEL CUEVAS (1949-) El moro MARIO LAGINHA (1960-) Chorinho Feliz MICHEL LEGRAND (1932-2019) You Must Believe In Spring CHICO BUARQUE (1944-) Beatriz NICOLAS OSPINA (1980-) Fuga Móvil NICOLAS OSPINA (1980-) De visitar por las Nubes CARLOS AGUIRRE (1965-) Milonga Gris SIMÓN DIAZ (1928-2014) Tonada de Luna llena Nada en el repertorio del recital que nos ofrece el bogotano Nicolás Ospina (1980) está dejado al azar. Cada una de las piezas incluidas hace parte de una necesidad apenas ineludible: aferrarse a sus raíces en el momento del desarrai- go. Digamos coloquialmente que es la banda sonora de su memoria como intérprete y creador. Allí se revelan, por ejemplo, matices camerísticos no exentos de buen humor, músicas enraizadas en los cancioneros populares latinoameri- canos, encuentros sutiles entre el jazz y la música andina colombiana o aquellas nostalgias provenientes del sur del continente. Probable- mente el más importante de los compositores del Tolima Grande ha PROGRAMA N O T A S A L por Luis Daniel Vega sido Cantalicio Rojas (1896 – 1974). Tocó bandola, guitarra e hizo las veces de clarinetista en la banda del municipio de Natagaima, a donde llegó a sus 20 años de edad. En la década del 50, el interés por las músicas de los indígenas Natagai- mas lo llevó a inventar sus famosas cañas, un género musical que se convirtió en una auténtica expresión regional. La más conocida de ellas es “Ojo al toro”, según Ospina, uno de sus primeros acercamientos a la música andina colombiana. Simón Díaz (1928- 2014) debutó con ¡Ya llegó Simón! (1963), una graba- ción en la que cristalizó su largo proceso creativo alrededor de los cantos de trabajo venezolanos. Obsesionado con la candidez y la profundidad de esas músicas liga- das a las faenas agrícolas, Díaz se dio a la tarea de convertirlas en un género. Ya fuera en la radio, la tele- visión o en los discos, Tío Simón le dio un carácter universal que hoy es un canon, por lo menos para los cantantes hispanoparlantes. “Tonada de luna llena”, la más famosa de esas canciones, fue incluida originalmente en Criollo y sabroso (1965). El ilustre cantautor barbacoense rememora el momen- to en el que la conoció: «Todavía recuerdo a “Fudules”, un viejo can- tador de coplas llaneras, en una barranca, a la luz de la luna. Y noso- tros, Guillermo Rodríguez Blanco, Enrique Ancheta, Don Jacinto Lagrave, sus hijos y yo, enfrente en el otro barranco, a la orilla del río, oyendo aquella maravillosa voz, atiplada, lanzada como un cuchillo en el hato “El Gavilán”, que queda en el sur del Estado Anzoátegui a orillas del Orinoco. Fue en un paseo de Semana Santa: “Anda muchacho a la casa y me traes la carabina, pa’ matar a este gavilán que no me deja gallina”». Las ombligadas son alegres rituales simbólicos que las mujeres del Pací- fico colombiano llevan a cabo cuando nace un nuevo integrante de la comunidad. Eso es lo que retrata el poeta y compositor Ezequiel Cuevas Sanclemente (1949) en “El moro”, una canción a ritmo de abozao que fue grabada por Alé Kumá en el disco Cantaoras (2002). Dentro de sus múltiples oficios como pianista, Nicolás Ospina hizo en algún momento parte de la céle- bre agrupación dirigida por el con- trabajista Leonardo Gómez. Allí conoció esta tonada propensa a la improvisación virtuosa, y que en sus manos rezuma jolgorio. Uno de los músicos que más ha influenciado a Nicolás Ospina es Carlos ‘El Negro’ Aguirre (1965). Nacido en Seguí, provincia de Entre Ríos, se dio a conocer como pianis- ta de Quique Sinesi y Silvia Iriondo. Su impronta como compositor salió a relucir en discos que plantean una delicada síntesis –entre la música de cámara y el jazz- del chamamé y varias expresiones sonoras del folclore argentino. Caminos (2007) es un disco de piano solo que inclu- ye “Milonga gris”, estremecedora pieza de la que podríamos decir que es un hilo muy tenso que vibra con dulzura. Una de las figuras cimeras del jazz en Portugal es el pianista lisboeta Mário Laghina (1960), quien, junto a la cantante María João, son los refe- rentes más conocidos fuera de su geografía natal. Su particular estilo –que cruza fuentes de la música popular, jazz clásico afroamericano y aires vanguardistas europeos- se consolidó con una serie de discos que grabó con João. De Cor (1998), en la que conmemoran la llegada de Vasco da Gama a la India, se desprende “Há gente aquí”, todo un reto para la mano izquierda de los pianistas que la interpretan. Por su parte, Chorinho feliz (2000) contiene la pieza del mismo nombre con la que Laghina celebra la existencia del choro, un género musical que, se presume, surgió como consecuencia del asenta- miento, a principios del siglo XIX, de la Familia Real Portuguesa en territorio brasileño. Agitada y alegre, esta manifestación de mes- tizaje sonoro es una forma autócto- na de tocar ritmos extranjeros como el vals y el chotis europeos. Reconocido ampliamente como compositor de bandas sonoras, el actor, cantante, pianista y director de orquesta Michel Legrand (1932- 2019) tuvo una profunda relación con el jazz. De ello dan cuenta gra- baciones junto a Stan Getz, Sarah Vaugh y Miles Davis, además de algunos discos firmados a su nombre como el clásico I love Paris de 1954. Su impronta sincopada y nostálgica quedó impresa en la película Las señoritas de Rochefort (1967), cuya canción más famosa –que contó con la letra de Jacques Demy, su director– se convirtió con el pasar de los años en un estándar inamovible del jazz. “La chanson de Maxcense”, luego traducida al inglés como “You must believe in spring”, fue grabada varias veces por Bill Evans, quien la inmortalizó junto a Tony Bennett en 1976. Inspirado en un poema de Jorge de Lima, “Bea- triz” es una canción que apareció originalmente en O grande circo místico, un espectáculo de teatro, baile, poesía y circo, estrenado en 1983. Con música de Edu Lobo, letra de Chico Buarque (1944) y la magistral interpretación de Milton Nascimen- to, esta genialidad lírica de Buar- que –quien hace que la palabra “tierra” (chão) coincida con la nota más grave de la melodía y “cielo” (céu) con la más aguda– narra la historia de amor entre un aristócra- ta y una acróbata de nombre Agnes, cuyo nombre fue cambiado por el de Beatriz para situarla en el séptimo cielo de Dante. Respecto a las dos composiciones originales que interpretará en este concierto virtual, Nicolás Ospina nos revela algunos aspectos: «"De visita por las nubes" es una canción que hice para rendirle un pequeño homenaje a Claude Debussy, un compositor y pianista que admiro mucho. Aparte, tenía ganas de hacer algo cantado ya que desde hace unos años el oficio de cantautor juega un papel crucial en mi vida artística. Por otro lado, "Fuga móvil" es una pieza reciente con la que le rindo una suerte de homenaje a los teatros y escenarios vacíos. Para ello fusioné una icónica estructura pianística del barroco -la fuga- con una melodía que me remitiera directamente a la actualidad. Así que tomé uno de los ringtones más conocidos -el clásico del celular Nokia- e hice una fuga a 4 voces para piano. Posiblemente sea una de las melodías que más se han escuchado en teatros, escena- rios y bares de todo el planeta, pero siempre desde el público. Ya que estos días extraños no hay público, hice que sonara desde el otro lado: desde el lado del pianis- ta». Nicolás Ospina C O L O M B I A GALA NEGRA Con el apoyo de Juan Pablo Cediel Ballesteros Director artístico

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  • PULEP TYM824

    BEETHOVENCELEBRANDO

    A Ñ O S

    Nicolás es uno de los más versáti-les y reconocidos músicos de la actual escena en Colombia. Es pianista, compositor, arreglista, productor, cantante y docente. Ha sido arreglista en diferentes pro-yectos filarmónicos junto a grupos como Aterciopelados, Herencia de Timbiquí, El Kanka y los Rolling Ruanas. Ha hecho los arreglos musicales de las producciones de la compañía de teatro musical MISI durante los últimos 7 años y ha trabajado como productor, arre-glista o pianista con reconocidos artistas como Fonseca, Claudia Gómez, Marta Gómez, Melina Mo-guilevsky, Victoria Sur entre otros. Lidera su propio proyecto de can-

    ciones que ya ha presentado en diferentes países como España, Perú, Australia, Estados Unidos, Argentina y Brasil. Paralelamente trabaja con el dúo comico musical “Intentalo Carito”, que actualmente cuenta con más de 31 millones de visitas en su canal de youtube. Así mismo da regularmente talleres de composición de canciones y de canto con armónicos en diferentes lugares del mundo.

    P R O G R A M A

    CATALICIO ROJAS (1896-1974) Ojo al toro

    EZEQUIEL CUEVAS (1949-) El moro

    MARIO LAGINHA (1960-) Chorinho Feliz

    MICHEL LEGRAND (1932-2019)You Must Believe In Spring

    CHICO BUARQUE (1944-) Beatriz 

    NICOLAS OSPINA (1980-) Fuga Móvil

    NICOLAS OSPINA (1980-) De visitar por las Nubes

    CARLOS AGUIRRE (1965-) Milonga Gris

    SIMÓN DIAZ (1928-2014)Tonada de Luna llena

    Nada en el repertorio del recital que nos ofrece el bogotano Nicolás Ospina (1980) está dejado al azar. Cada una de las piezas incluidas hace parte de una necesidad apenas ineludible: aferrarse a sus raíces en el momento del desarrai-go. Digamos coloquialmente que es la banda sonora de su memoria como intérprete y creador. Allí se revelan, por ejemplo, matices camerísticos no exentos de buen humor, músicas enraizadas en los cancioneros populares latinoameri-canos, encuentros sutiles entre el jazz y la música andina colombiana o aquellas nostalgias provenientes del sur del continente. Probable-mente el más importante de los compositores del Tolima Grande ha

    PROGRAMAN O T A S A L

    por Luis Daniel Vega

    sido Cantalicio Rojas (1896 – 1974). Tocó bandola, guitarra e hizo las veces de clarinetista en la banda del municipio de Natagaima, a donde llegó a sus 20 años de edad. En la década del 50, el interés por las músicas de los indígenas Natagai-mas lo llevó a inventar sus famosas cañas, un género musical que se convirtió en una auténtica expresión regional. La más conocida de ellas es “Ojo al toro”, según Ospina, uno de sus primeros acercamientos a la música andina colombiana.

    Simón Díaz (1928- 2014) debutó con ¡Ya llegó Simón! (1963), una graba-ción en la que cristalizó su largo proceso creativo alrededor de los cantos de trabajo venezolanos.

    Obsesionado con la candidez y la profundidad de esas músicas liga-das a las faenas agrícolas, Díaz se dio a la tarea de convertirlas en un género. Ya fuera en la radio, la tele-visión o en los discos, Tío Simón le dio un carácter universal que hoy es un canon, por lo menos para los cantantes hispanoparlantes. “Tonada de luna llena”, la más famosa de esas canciones, fue incluida originalmente en Criollo y sabroso (1965). El ilustre cantautor barbacoense rememora el momen-to en el que la conoció: «Todavía recuerdo a “Fudules”, un viejo can-tador de coplas llaneras, en una barranca, a la luz de la luna. Y noso-tros, Guillermo Rodríguez Blanco, Enrique Ancheta, Don Jacinto

    Lagrave, sus hijos y yo, enfrente en el otro barranco, a la orilla del río, oyendo aquella maravillosa voz, atiplada, lanzada como un cuchillo en el hato “El Gavilán”, que queda en el sur del Estado Anzoátegui a orillas del Orinoco. Fue en un paseo de Semana Santa: “Anda muchacho a la casa y me traes la carabina, pa’ matar a este gavilán que no me deja gallina”».

    Las ombligadas son alegres rituales simbólicos que las mujeres del Pací-fico colombiano llevan a cabo cuando nace un nuevo integrante de la comunidad. Eso es lo que retrata el poeta y compositor Ezequiel Cuevas Sanclemente (1949) en “El moro”, una canción a ritmo

    de abozao que fue grabada por Alé Kumá en el disco Cantaoras (2002). Dentro de sus múltiples oficios como pianista, Nicolás Ospina hizo en algún momento parte de la céle-bre agrupación dirigida por el con-trabajista Leonardo Gómez. Allí conoció esta tonada propensa a la improvisación virtuosa, y que en sus manos rezuma jolgorio.

    Uno de los músicos que más ha influenciado a Nicolás Ospina es Carlos ‘El Negro’ Aguirre (1965). Nacido en Seguí, provincia de Entre Ríos, se dio a conocer como pianis-ta de Quique Sinesi y Silvia Iriondo. Su impronta como compositor salió a relucir en discos que plantean una delicada síntesis –entre la música

    de cámara y el jazz- del chamamé y varias expresiones sonoras del folclore argentino. Caminos (2007) es un disco de piano solo que inclu-ye “Milonga gris”, estremecedora pieza de la que podríamos decir que es un hilo muy tenso que vibra con dulzura.

    Una de las figuras cimeras del jazz en Portugal es el pianista lisboeta Mário Laghina (1960), quien, junto a la cantante María João, son los refe-rentes más conocidos fuera de su geografía natal. Su particular estilo –que cruza fuentes de la música popular, jazz clásico afroamericano y aires vanguardistas europeos- se consolidó con una serie de discos que grabó con João. De Cor (1998),

    en la que conmemoran la llegada de Vasco da Gama a la India, se desprende “Há gente aquí”, todo un reto para la mano izquierda de los pianistas que la interpretan. Por su parte, Chorinho feliz (2000) contiene la pieza del mismo nombre con la que Laghina celebra la existencia del choro, un género musical que, se presume, surgió como consecuencia del asenta-miento, a principios del siglo XIX, de la Familia Real Portuguesa en territorio brasileño. Agitada y alegre, esta manifestación de mes-tizaje sonoro es una forma autócto-na de tocar ritmos extranjeros como el vals y el chotis europeos. Reconocido ampliamente como compositor de bandas sonoras, el

    actor, cantante, pianista y director de orquesta Michel Legrand (1932- 2019) tuvo una profunda relación con el jazz. De ello dan cuenta gra-baciones junto a Stan Getz, Sarah Vaugh y Miles Davis, además de algunos discos firmados a su nombre como el clásico I love Paris de 1954. Su impronta sincopada y nostálgica quedó impresa en la película Las señoritas de Rochefort (1967), cuya canción más famosa –que contó con la letra de Jacques Demy, su director– se convirtió con el pasar de los años en un estándar inamovible del jazz. “La chanson de Maxcense”, luego traducida al inglés como “You must believe in spring”, fue grabada varias veces por Bill Evans, quien la inmortalizó junto a

    Tony Bennett en 1976. Inspirado en un poema de Jorge de Lima, “Bea-triz” es una canción que apareció originalmente en O grande circo místico, un espectáculo de teatro, baile, poesía y circo, estrenado en 1983.

    Con música de Edu Lobo, letra de Chico Buarque (1944) y la magistral interpretación de Milton Nascimen-to, esta genialidad lírica de Buar-que –quien hace que la palabra “tierra” (chão) coincida con la nota más grave de la melodía y “cielo” (céu) con la más aguda– narra la historia de amor entre un aristócra-ta y una acróbata de nombre Agnes, cuyo nombre fue cambiado por el de Beatriz para situarla en el

    séptimo cielo de Dante. Respecto a las dos composiciones originales que interpretará en este concierto virtual, Nicolás Ospina nos revela algunos aspectos: «"De visita por las nubes" es una canción que hice para rendirle un pequeño homenaje a Claude Debussy, un compositor y pianista que admiro mucho. Aparte, tenía ganas de hacer algo cantado ya que desde hace unos años el oficio de cantautor juega un papel crucial en mi vida artística. Por otro lado, "Fuga móvil" es una pieza reciente con la que le rindo una suerte de homenaje a los teatros y escenarios vacíos. Para ello fusioné una icónica estructura pianística del barroco -la fuga- con una melodía que me remitiera directamente a la

    actualidad. Así que tomé uno de los ringtones más conocidos -el clásico del celular Nokia- e hice una fuga a 4 voces para piano. Posiblemente sea una de las melodías que más se han escuchado en teatros, escena-rios y bares de todo el planeta, pero siempre desde el público. Ya que estos días extraños no hay público, hice que sonara desde el otro lado: desde el lado del pianis-ta».

    Nicolás OspinaC O L O M B I A

    G A L A N E G R A

    Con el apoyo de

    Juan Pablo Cediel BallesterosDirector artístico

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