Programa Región Metropolitana

4
Programa Encargado Metropolitano I. ¿Cuál es la importancia de la articulación orgánica del partido? La oportunidad política que nos entrega la crisis de la élite requiere no solo de una fuerza que tenga definido un quehacer común, sino que también una forma determinada de construirse. Actualmente carecemos de la amplitud social necesaria para irrumpir en el escenario político y nos falta cultivar una amplitud política con los demás esfuerzos emergentes desde fuera del duopolio. Para ello, es necesario que la actual compartimentación que tiene nuestra organización se acabe. Ella atenta contra la unidad de la fuerza, nos vuelca hacia un internismo que nos hace poco atractivos y fomenta diferencias identitarias (nativos- inmigrantes) que nos vuelven estrechos y poco convocantes. Para poder recibir la enorme heterogeneidad que está afuera de nuestros muros es necesario que el partido sea abierto, poroso y se halle en constante construcción. Tales cuestiones no solo son imperativos derivados de principios, sino que son centralmente una necesidad política para el periodo. Además hay elementos estratégicos que se juegan en su constitución y que son relevantes porque ellos envuelven los límites democráticos de nuestra fuerza. El partido en su organización debe prefigurar en su forma el horizonte que nos imaginamos. Las experiencias de la izquierda durante el siglo estuvieron llenas de instrumentalizaciones antidemocráticas en pos de la “política” y la “unidad”. Los resultados inevitables de esos tipos de construcción con el tiempo se hicieron visibles: autoritarismo y burocratización. De lo anterior, se siguen varias discusiones, y me gustaría puntualizar en tres, con la prevención que tales razonamientos operan bajo principios de construcción que deben situarse en las condiciones políticas concretas: 1) Relación de nuestro partido y la subalternidad El partido debe ser una expresión viva de las luchas del pueblo. En caso contrario, corremos el riesgo de burocratizarnos. Si el capitalismo es camaleónico, transforma todo a su paso y de paso se transforma, las expresiones del pueblo que luchan contra él también mutan, y su vez, van enriqueciendo el horizonte socialista. Por tanto, debemos ser una fuerza abierta, permeable y que tiene que estar dispuesta a redefinirse en todo momento. La militancia no puede estar escindida de las luchas del pueblo, cada militante debe pertenecer a una organización de base y los espacios sectoriales y regionales deben tener preponderancia en la construcción del partido. De la misma manera, no puede ser solo expresivo de algunas luchas, debe ser un ecualizador de todas estas en un plano común. Si se precia de ser una herramienta del pueblo no debiese ser opaco respecto de este, es decir, no puede tener discusiones que se den a sus espaldas.

description

Nicolás Valenzuela

Transcript of Programa Región Metropolitana

Programa Encargado Metropolitano

I. ¿Cuál es la importancia de la articulación orgánica del partido? La oportunidad política que nos entrega la crisis de la élite requiere no solo de una fuerza que tenga definido un quehacer común, sino que también una forma determinada de construirse. Actualmente carecemos de la amplitud social necesaria para irrumpir en el escenario político y nos falta cultivar una amplitud política con los demás esfuerzos emergentes desde fuera del duopolio. Para ello, es necesario que la actual compartimentación que tiene nuestra organización se acabe. Ella atenta contra la unidad de la fuerza, nos vuelca hacia un internismo que nos hace poco atractivos y fomenta diferencias identitarias (nativos-inmigrantes) que nos vuelven estrechos y poco convocantes. Para poder recibir la enorme heterogeneidad que está afuera de nuestros muros es necesario que el partido sea abierto, poroso y se halle en constante construcción. Tales cuestiones no solo son imperativos derivados de principios, sino que son centralmente una necesidad política para el periodo. Además hay elementos estratégicos que se juegan en su constitución y que son relevantes porque ellos envuelven los límites democráticos de nuestra fuerza. El partido en su organización debe prefigurar en su forma el horizonte que nos imaginamos. Las experiencias de la izquierda durante el siglo estuvieron llenas de instrumentalizaciones antidemocráticas en pos de la “política” y la “unidad”. Los resultados inevitables de esos tipos de construcción con el tiempo se hicieron visibles: autoritarismo y burocratización. De lo anterior, se siguen varias discusiones, y me gustaría puntualizar en tres, con la prevención que tales razonamientos operan bajo principios de construcción que deben situarse en las condiciones políticas concretas:

1) Relación de nuestro partido y la subalternidad

El partido debe ser una expresión viva de las luchas del pueblo. En caso contrario, corremos el riesgo de burocratizarnos. Si el capitalismo es camaleónico, transforma todo a su paso y de paso se transforma, las expresiones del pueblo que luchan contra él también mutan, y su vez, van enriqueciendo el horizonte socialista. Por tanto, debemos ser una fuerza abierta, permeable y que tiene que estar dispuesta a redefinirse en todo momento. La militancia no puede estar escindida de las luchas del pueblo, cada militante debe pertenecer a una organización de base y los espacios sectoriales y regionales deben tener preponderancia en la construcción del partido. De la misma manera, no puede ser solo expresivo de algunas luchas, debe ser un ecualizador de todas estas en un plano común. Si se precia de ser una herramienta del pueblo no debiese ser opaco respecto de este, es decir, no puede tener discusiones que se den a sus espaldas.

2) Heterogeneidad del Partido Si el partido pretende representar al pueblo, la diversidad es una condición necesaria. Más hoy, en un contexto de dispersión de los abajo, debemos buscar los comunes que nos agrupen en contra los poderosos. Así las cosas, la libre asociación y la libertad de crítica deben ser principios fundamentales de la organización. Esto no quiere decir que unidad es sinónimo de homogeneidad. Precisamos que: unidad en la acción y en la lucha, no en el debate. A medida que las organizaciones ahogan la diversidad dentro de sí, pierden la criticidad y su filo revolucionario se va gastando. Cuestiones expresivas de ello son por ejemplo que las elecciones de nuestros representantes se vayan dando por cualidades personales antes que por posiciones políticas.

3) El elemento prefigurativo en la transformación Sabemos que el cambiar al neoliberalismo es un cambio eminentemente productivo. Tal cuestión que parece un horizonte utópico realmente pareciera serlo cuando lo imaginamos de un día para otro, como si el cambio viniese decretado por la élite política. Esa es la forma en que ha funcionado su política, la de los dominantes. El cambio de las dimensiones que nos imaginamos solo puede provenir de la acción conjunta de los excluidos de siempre. Hoy más que nunca, resulta fundamental construir organizaciones democráticas de la subalternidad que vayan recuperando ámbitos de soberanía sobre la vida propia. El partido es el elemento activo en la construcción de la prefiguratividad, debe observar las diferentes experiencias de comunalidad del pueblo, replicarlas donde sea posible y construir otras nuevas donde sea necesario. El proyectar una nueva sociedad, implica vivir una nueva sociedad, con una nueva ética y desde luego, ella solo puede provenir de una nueva práctica.

II. Importancia de articulación local del partido ¿Qué implica la constitución de un referente regional para el partido? La existencia de un espacio donde todos los militantes de la fuerza, sin importar la labor, tarea o construcción a la que estén encomendados, son iguales. Es un espacio que permite, a nivel de base, relacionar las diferentes experiencias del partido. Compartir y contrastar tesis, formas de construcción, errores, triunfos, en fin, experiencias. Ayuda a la politización de los espacios con menor constitución y por su permeabilidad al sentido común y el roce cotidiano con múltiples experiencias, permite la elaboración de tesis que luego determinen la creación de nuevos frentes sectoriales/otros espacios del partido ahora ausentes (trabajo, infancia, economía) que engrosen políticamente nuestra fuerza. Facilita el entendimiento y la coordinación de los diversos frentes y su integración en las demás perspectivas (ej. educación no sexista).

III. Santiago y su conflictividad Santiago es una ciudad que representa una gran acumulación de capital, y por tanto, violencia asociada a su fijación y desplazamiento. La RM es escenario de múltiples conflictos, el ser la capital política administrativa de un país centralista, sumado a tener la mayor concentración demográfica, hacen que todo conflicto “regional” aspire ser audible en el escenario metropolitano. Ej. Hidroaysén y Barrancones, pesca, camioneros, mapuche.

Existe un diálogo fluido entre actores vinculados a la conflictividad inmobiliaria, por extracción de recursos y por conflictos de vivienda. Tienen un diagnóstico común, pero su discurso no es todo lo masivo que podría, se acompañan en sus movilizaciones fraternalmente, sin embargo, no articulan sus demandas bajo un mismo paragua. Falta un sustrato político que dé un sentido común a esos sectores movilizados. Estos actores comparten la tesis de la necesidad de asumir la disputa de los gobiernos locales sea mediante prácticas disruptivas (gestión comunitaria de espacios permanentes o transitorios, organización de actividades que promueven la asociatividad en los vecinos y otros vivienda) o mediante la disputa del espacio institucional (municipio Doris, CoSoc y concejalía de Yungay).

1) Articular descontento

Así como lideramos la disputa educacional-estudiantil, debiéramos construir un discurso que dialogue con los otros sectores movilizados descritos en el párrafo anterior, para ponerlos detrás de demandas movilizadoras que no poseen un actor definido y que resultan transversales a los habitantes clasemedieros de la RM, como son las demandas relacionadas con los usuarios de la salud y del sistema previsional, cotizantes de fondos de pensiones y pensionados, consumidores del retail y la banca.

2) Movimientos Los núcleos territoriales (en principio Sgto. centro y Ñuñoa) deben fomentar la asociatividad en sus espacios de referencia. El núcleo regional debe ir sopesando los avances y retrocesos que se tengan en los distintos frentes sectoriales y/o que vaya surgiendo de la práctica local para desplegar acciones que den cuenta de una lectura política lúcida y situada y a la vez, transformadora. La dirección ejecutiva tendrá asiento en Santiago, por ello es difícil que los regionales RM deban actuar como correa de transmisión de todo aquello que la dirección ejecutiva decida, más bien la correa debe ir en sentido inverso, para alimentar la reflexión del ejecutivo con sus reflexiones producto de su constante contacto con los procesos de disputa metropolitanos.

3) Apuesta política

Orgánica democrática y permeable (núcleos territoriales más frentes sectoriales) Diálogo fluido de los movilizados RM Articulación de descontento (política-dinero) Levantar experiencias ejemplares Apoyo a liderazgos de dirigentas sociales Doris y Rosario para las municipales. Conflictos de la RM Conflictos por reivindicación de Derechos Sociales: Bien articulados: Educación, Salud (funcionarios, no privados y no usuarios) Desarticulados: Pensiones, Previsión Conflictos por precarización laboral Huelgas frecuentes de bancos y retail

Conflictos territoriales Vivienda: Gentrificación (fenómeno más que conflicto) Exclusión: Estación Central, Toma Don Bosco, Toma Peñalolén Impacto: Inmobiliarias: Panul, Yungay, Industria extractiva: Quebrada de la Plata, No Alto Maipo Transporte: Público (protestas alzas pasaje Metro, espontáneas manifestaciones contra Transantiago) Vialidad (Autopista La Florida, Túnel Minero La Reina)