PROGRAMACION DE LA PASTORAL FAMILIAR A TRAVES DEL CONSEJO PARROQUIAL DE PASTORAL | ALIANZA DE AMO

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    HOMBRE Y MUJER LOS CREOAo 2009 n 7mayo

    Pg. 2 Asociacin Persona y Familia

    La programacin de la pastoral familiar

    El entrenamiento adecuado para alcanzar ese objetivo pasa por la lectura de Familiaris Consortio, la Carta alas Familias y la Exhortacin sobre la Familia, santuario de la vida, esperanza de la sociedad. Al hilo de su estudiosurgir en nosotros, con toda seguridad, la interpelacin sobre algn aspecto de la vida familiar o conyugalque nos resulte ms iluminador, porque roce muy de cerca nuestros problemas vitales o descubra la fuente dealguna de nuestras experiencias elementales. Dar con esos prrafos decisivos de alguno de esos documentos,aunque no sean muy extensos, puede ser el factor que desencadene el proceso de una reflexin propia, queir tomando cuerpo al hilo de la elaboracin de esos trabajos anuales que el Mster requiere y que puedenconstituir el germen progresivo de la propia tesina.

    Cules fueron en mi caso esos textos que iluminaron y orientaron la elaboracin de la tesina? Fundamental-mente tres. El primero, por orden de descubrimiento, fue la siguiente cita del Directorio de los Obispos sobre laPastoral Familiar:

    Por ser la pastoral familiar una accin vertebradora de la pastoral de la Iglesia, le corresponde a toda la comu-nidad eclesial la tarea de llevarla a cabo. Sin embargo, al ser la vida de las familias el fin de toda esa pastoral,las familias son tambin los sujetos primeros de la misma (CEE, Directorio de Pastoral Familiar de la Iglesia Espa-ola, n 264, Edice, Madrid 2003).

    En esas pocas lneas se encuentra un principio iluminador de lo que es y de lo que no debe ser la pastoral fami-liar: una accin de toda la comunidad eclesial que le compete prioritariamente a las propias familias. Para unsacerdote que trabaja en la vida parroquial este principio ayuda a comprender en profundidad que la pastoral

    familiar no consiste tanto en que el cura organice cosas para que las familias participen de ellas, cuanto msbien al revs, que el sacerdote se haga partcipe de la vida de las familias y oriente su ministerio sacerdotal co-mo un cauce de gracia y enriquecimiento mutuo para l y para las familias a las que sirve.

    Desde aqu se entiende el segundo texto que es un prrafo de la Exhortacin postsinodal sobre la familia delPapa Juan Pablo II:

    Cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar conciencia ms viva de la graciay de la responsabilidad que recibe del Seor, en orden a la promocin de la pastoral familiar (JUAN PABLO II,Familiaris Consortio, 70).

    La doble alusin de este texto a la gracia y a la responsabilidad que competen a cada parroquia en la tareade aterrizar la pastoral familiar no solamente evocan bellamente el ttulo del libro del Cardenal Wojtyla Amor yresponsabilidad, sino que tambin se presta a convertirse en una imagen de la tarea que implica aunar el Con-

    cilio Vaticano II (la gracia) y la Humanae Vitae (la responsabilidad) como dos acontecimientos eclesiales queno admiten una hermenutica de ruptura, sino que han de ser comprendidos mutuamente como la gracia y laresponsabilidad que la Providencia ha querido dar a su Iglesia al inicio del Tercer Milenio.

    Finalmente, este otro texto del mismo documento fruto del Snodo de 1980 sobre la Familia, indica con claridadlas tareas concretas que toda pastoral familiar ha de afrontar:

    Es necesario por tanto penetrar ms a fondo en la singular riqueza de la misin de la familia y sondear sus mlti-ples y unitarios contenidos. En este sentido, partiendo del amor y en constante referencia a l, el reciente Sno-do ha puesto de relieve cuatro cometidos generales de la familia:

    1. formacin de una comunidad de personas;

    2. servicio a la vida;

    3. participacin en el desarrollo de la sociedad;4. participacin en la vida y misin de la Iglesia.

    (JUAN PABLO II, Familiaris Consortio, 17)

    Al hilo de estos tres textos se puede descubrir por dnde aterrizar la tarea enorme que a una parroquia lecompete en la pastoral familiar. Obviamente para ello hay que hacer algunas opciones metodolgicas. Unapuede ser ceirse a cmo articular esa misin ms intraeclesial que el texto de Familiaris Consortio seala encuarto lugar como participacin en la vida y misin de la Iglesia. Una parroquia, sobre todo, est llamada aser un cauce fundamental para que cada familia pueda vivir y desarrollar esa misin que le compete. Para ellosera bueno tanto familiarizar la vida de las parroquias, como apoyar la especificidad familiarista que brindanalgunos movimientos eclesiales. Esa doble orientacin contribuir, sin duda a estructurar familiarmente la vidade las parroquias desde el Consejo Parroquial de Pastoral. Este organismo constituye, hoy por hoy, una platafor-ma imprescindible para proponer cualquier enriquecimiento de la vida pastoral de esas clulas bsicas de laIglesia que constituyen las parroquias, gracias a las familias (autnticas Iglesias domsticas). Plantear orgnica-mente lo que supone para la vida pastoral de una parroquia adoptar una estructuracin familiar en la doblelnea apuntada ser el itinerario que se presentar a continuacin en tres pasos sucesivos.

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    Pg. 4 Asociacin Persona y Familia

    La programacin de la pastoral familiar

    ral de la parroquia es una clave importante para reco-rrer las tareas fundamentales de la actividad parro-quial, porque sugiere posibles actuaciones que haganrealidad esa perspectiva familiar en la pastoral generalde las parroquias.

    2. VISIBILIDAD DE LA FAMILIA EN LA VIDAPASTORAL DE LA PARROQUIA

    La fuerza del testimonio de familias jvenes que vivensu fe con naturalidad puede ser el gancho pastoral queatraiga a otras personas y que provoque la sana envi-dia de vivir la fe en familia a tantas personas que no lohacen as, pero podran hacerlo. Ciertamente ese plan-teamiento puede por s mismo renovar el conjunto deactividades pastorales que se realizan en cualquier pa-rroquia y que abarcan las clsicas funciones eclesiales

    de anunciar el evangelio, celebrarlo y servirlo, por uti-lizar las expresiones de la Exhortacin postsinodalEcclesia in Europa.

    Respecto al anuncio del Evangelio, competencia de laComisin de Evangelizacin de una parroquia, se po-dra ver en qu medida conviene mantener una ofertatan sectorializada de la catequesis en funcin de laedad de los nios, o si ms bien se puede implicar alas familias como protagonistas y destinatarios, a lavez, de la accin pastoral catequtica con sus hijos.Esa es la lnea en la que se est impulsando toda unarenovacin pastoral de la iniciacin cristiana, que tie-ne sus referentes en algunos documentos episcopalesverdaderamente fundamentales5 y que sin el suelo dela familia como Iglesia domstica no se har nuncarealidad.

    Sobre el campo celebrativo, competencia de la Comi-sin de Liturgia de la Parroquia, cabe revisar las posi-

    bilidades familiares que brindan la celebracin de lossacramentos de esa iniciacin cristiana, anteriormentealudida. Pero no se debe descuidar la importancia de

    una orientacin familiar doctrinal ni en la predicacindominical, ni en la recepcin del sacramento de la pe-nitencia6, por cuanto se trata de elementos bsicos pa-ra la coherencia de la vida cristiana de los fieles casa-dos, que repercuten visiblemente en el testimonio delas familias que viven su adhesin al Magisterio de laIglesia con toda naturalidad. Por descontado que la

    preparacin para la celebracin del Matrimonio revisteuna importancia tan singular que no cabe reducirla asu etapa inmediata, con la celebracin de los cursillos

    prematrimoniales7, sino que al menos debe impregnartambin, como mnimo, la educacin afectivo sexual8que la parroquia brinde en el proceso catequtico de

    preparacin a la Confirmacin y Post-confirmacin,

    en estrecha colaboracin de catequistas y padres.

    Desde la actividad socio-caritativa que se desarrollaen las parroquias a travs del voluntariado de Critas yotras organizaciones (grupos de S. Vicente de Pal,Frater, Legin de Mara, etc...) la perspectiva familiarde su accin evangelizadora viene como anillo al dedo

    para reforzar el trabajo que hacen, que siempre tienecomo destinatarios a personas que o carecen de fami-lia o estn insertos en familias con problemas de inte-gracin social o desestructuracin familiar. Son cauceadecuado, por tanto, para hacer realidad en muchoscasos esa pastoral con matrimonios en casos difcileso en situaciones irregulares, que describi perfecta-mente Familiaris Consortio en el ltimo apartado desu cuarta parte9.

    Especial importancia tiene tambin la perspectiva fa-miliar en el talante pastoral con que desarrolle su ser-vicio ministerial el prroco y los dems sacerdotes quetrabajen en la parroquia. Es este un aspecto que mere-cera mayor atencin del que se le ha prestado, no slo

    porque repercute existencialmente en la madurez afec-tiva del propio sacerdote, sino porque su vida misma

    puede desarrollarse a veces en la carencia ms absolu-ta de un ambiente familiar en su propia casa parro-quial, con la carga aadida de estar llamado a serviruna perspectiva familiar de la que l muchas vecescarece como experiencia personal. De ah la conve-

    niencia de que los sacerdotes puedan vivir en autnti-cos hogares familiares, que admiten multiplicidad deconcreciones en funcin de las posibilidades persona-les y del contexto social y cultural en el que se viva.

    3. MOVIMIENTOS ECLESIALES Y PARROQUIA

    Durante el Postconcilio la relacin entre los movi-mientos eclesiales y las dicesis ha sido generalmente

    problemtica y esa difcil situacin ha tenido su reper-cusin en las parroquias10. No han faltado alientos po-

    sitivos en la bsqueda de un mutuo entendimiento en-tre los movimientos apostlicos y las parroquias11,

    pero la sinergia entre ambas slo se ha ido vigorizan-do desde la celebracin festiva del primer encuentrode los movimientos eclesiales en el Vaticano, durantela vspera de Pentecosts de 1998. Slo trabajosamen-te se ha ido admitiendo la riqueza que suponen losmovimientos eclesiales para la pastoral de las dicesis,en orden a llevar a cabo la nueva evangelizacin.12

    Esa percepcin, aun con los matices que en el caso de

    cada movimiento en cuestin haya que hacer, es la queha extendido a la Iglesia universal el Papa BenedictoXVI tras la celebracin de un segundo encuentro detodos los movimientos eclesiales en el Vaticano, du-

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    La programacin de la pastoral familiar

    rante la vspera de Pentecosts de 2006. La riqueza delas alocuciones papales, tanto de Juan Pablo II, comodel Papa actual, en tales ocasiones reseadas, ayuda adespejar un panorama futuro de mutua estima entre losmovimientos y las parroquias en la pastoral de los

    prximos aos13.

    Los movimientos familiaristas gozan de buena salud,una vez despejadas los malentendidos aludidos y otrosms especficamente referidos a ellos, a propsito dela crisis eclesial tras laHumanae Vitae14. La verdad esque la hondura de esa crisis doctrinal en el seno de laIglesia no slo ha afectado profundamente a la teolo-ga moral postconciliar15, sino a la misma conviccinacerca de la necesidad de instituciones eclesiales espe-cficamente referidas a promover la bondad del matri-monio y la familia, que mantuvieran una clara ad-hesin al Magisterio de la Iglesia16.

    Lo cierto y verdad es que basta asomarse a cualquiersesin del Mster de la Familia del Pontificio InstitutoJuan Pablo II para comprobar la presencia de familiascuyos cnyuges pertenecen a una larga lista de movi-mientos eclesiales, que mantienen una sintona clara-mente envidiable con todo lo referido a la pastoral fa-miliar, as como al Magisterio de la Iglesia. Eso esrealmente lo decisivo para poder trabajar en una dobledireccin: que en las parroquias se conozca y promue-va esa riqueza eclesial que poseen los movimientos, a

    la vez que stos aprenden a insertarse adecuadamenteen la vida pastoral de esas estructuras eclesiales, quetienen una naturaleza propia bien definida.

    De todas formas, no slo por delimitar bien las com-petencias de cada uno en su terreno, sino para facilitarese mutuo entendimiento que tantas veces se echa enfalta, bastara hacerse cargo de que son los movimien-tos quienes pueden realmente impulsar una pastoralfamiliar especfica en el seno de nuestras parroquias,as como es claro que sta necesita extender la pers-

    pectiva familiar a toda su pastoral general y para ellono siempre, ni necesariamente, sern las personas msidneas quienes pertenecen a determinados movimien-tos familiaristas. Pero excluir a priori de la pastoralgeneral de las parroquias a quienes pertenecen a movi-mientos eclesiales es un error prctico, porque no se

    puede generalizar el principio de que los laicos de mo-vimientos van a lo suyo, como si no fuese tambinrealmente lo nuestro. A la vez que, efectivamente, eltrabajo al servicio de la pastoral general en la Iglesiaexige una capacitacin que muchos movimientos no

    brindan en su formacin especfica y que normalmen-te se adquiere con el rodaje de la vida parroquial: acaminar se aprende andando!

    Es deseable, por tanto, que haya cada vez ms prro-

    cos realmente satisfechos de la experiencia de comu-nin y enriquecimiento que brindan los movimientoseclesiales en el trabajo pastoral de sus parroquias, ascomo es exigible que los sacerdotes conozcan la pecu-liaridad de los distintos movimientos apostlicos yrespeten su identidad gozosamente, como el mejorservicio a la comunin que pueden darles.

    Como expresa D. Fernando Sebastin de manera clari-vidente, la parroquia, entendida como comunidad decomunidades comprende diversos grupos, asociacio-nes, movimientos, comunidades de talla humana,etc., que comparten, desde sus peculiaridades propias,los bienes comunes de toda la comunidad parroquial.Estas pequeas comunidades, no pueden vivir cerra-das sobre s mismas, ni pueden sustituir a la amplitudeclesial de la parroquia, sino que tienen que abrirse ala vida general de la parroquia y de la dicesis, ocu-

    pando su sitio en el proyecto comn parroquial y dio-cesano de vida y de accin apostlica. Todos los gru-

    pos particulares han de vivir como propios los bienescomunes y los proyectos de la parroquia y de la Iglesialocal entera, por eso mismo todos se renen en unamisma celebracin, especialmente en la gran noche dela Vigilia pascual y en las grandes celebraciones cris-tianas17. Esa es la tarea y el reto a la vez: dejarnoseducar mutuamente las parroquias y los movimientos,que en su mayor parte tienen un anclaje natural en lavida de las parroquias18.

    CONCLUSIONES

    Es realmente lo ms eficaz para implantar la pastoralfamiliar en el mbito de las parroquias el apuntarhacia las tareas de programacin que competen alConsejo Parroquial de Pastoral? No ser esa apuestaun error estratgico que agoste en la burocracia ecle-sial interna las posibilidades de renovacin que la mis-ma pastoral familiar es capaz de impulsar?19

    No hay cauce mejor para implantar la riqueza que lapastoral familiar lleva en s para las parroquias que elaterrizaje de toda esa propuesta en el engranaje delConsejo Parroquial de Pastoral. Un inconveniente se-rio para tal aterrizaje sera ciertamente la inexistenciade ese organismo en la vida de muchas parroquias,

    pero el intento de organizar una pastoral familiar enuna parroquia que carezca de esa bsica organizacin,que es el Consejo Parroquial de Pastoral, es comoquerer construir la segunda planta de un edificio sinhaber levantado la primera. Por ello va de suyo elconstatar que donde no exista ese consejo de pastorala nivel parroquial la urgencia de apuntar hacia unamnima organizacin de la pastoral familiar ser la

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    ocasin que propicie la creacin y la orientacin bsi-ca de ese organismo necesario que es el Consejo Pa-rroquial de Pastoral.

    Hay problemas prcticos que no se resuelven slo conbuenas dosis de teora, sino con la voluntad de afron-tar una reorganizacin de la vida de la parroquia en

    tono familiar. Seguramente la carencia de familias enla vida de la parroquia es el mal que evidentementeaqueja a muchas parroquias.

    Por ser la pastoral familiar una accin vertebradorade la pastoral de la Iglesia, le corresponde a toda lacomunidad eclesial la tarea de llevarla a cabo. Sin em-

    bargo, al ser la vida de las familias el fin de toda estapastoral, las familias son tambin los sujetos primerosde la misma20. La pastoral familiar no consiste enhacer cosas con las familias, pensando que el que tieneque hacerlas es el cura. El cambio de perspectiva res-

    pecto a lo que se ha considerado durante aos pastoralfamiliar es evidente si se subraya que los principales

    agentes de esa pastoral son las propias familias, quecomo no puede ser de otra manera, organizan su vidacon la autonoma y creatividad que les corresponde.

    Saberse servidor de la vida de las familias es un hori-zonte pastoral adecuado para los sacerdotes, que tantasveces no sabemos qu hay que hacer en este campo dela pastoral tan concreto y tan urgente a la vez. Servirministerialmente la vida de las familias incluye unconjunto de actividades que lgicamente se puedenconcretar y detallar en la vida pastoral de la parroquia

    para estructurarlas en perspectiva familiar. Eso no im-pide que en el seno de las parroquias se inserte la pas-toral familiar especfica que normalmente tienen capa-cidad de impulsar los distintos movimientos eclesia-

    les, particularmente los familiaristas. Ambas coorde-nadas, la pastoral general de la parroquia estructuradaen perspectiva familiar y la pastoral familiar especfi-ca, gestionada por feligreses con o sin adhesin a losmovimientos eclesiales, son la clave para articular unaincidencia real en las parroquias de la programacinde la pastoral familiar que la Iglesia viene promovien-

    do a distintos niveles (universal, nacional y diocesa-no), que careceran de sentido si no fuera para aterri-zarlos en el nivel bsico de la pastoral eclesial: el delas parroquias.

    Pero en toda esa tarea la funcin del Consejo Parro-quial de Pastoral resulta imprescindible para canalizartodas las tareas necesarias y lograr una autntica es-tructura organizativa en la que sustentar las propuestasde renovacin que la pastoral familiar brinda. Por todoello parece que un cauce adecuado para extender la

    pastoral familiar en las parroquias ser apoyar toda ladinmica pastoral que vaya en la lnea de crear y forta-lecer los Consejos Parroquiales de Pastoral. En esaonda se sitan muchas programaciones pastorales dio-cesanas actuales21, con las que es preciso esforzarse

    por converger, para que no se malinterprete toda lapastoral familiar como una oferta ms de las pastora-les especficas, que piden su hueco en el organigrama

    parroquial. Cmo lograr esa conjuncin?

    El primer paso para caminar hacia esa conjuncin de

    fuerzas es formar y sensibilizar a los miembros de losconsejos parroquiales de pastoral en torno a esa tem-tica y plantearles cmo es posible dinamizar y revitali-zar tales estructuras desde algo tan sencillo como urgirla presencia de matrimonios y familias en su seno22. Sientre los miembros que componen un consejo parro-quial de pastoral no hay matrimonios y familias ente-ras (los hijos, los abuelos, por ej.) difcilmente calarla orientacin familiarista de la pastoral, ni la necesi-dad de una pastoral especficamente familiar en las

    parroquias. Por tanto urge empezar por familiarizar el

    propio Consejo Parroquial de Pastoral. Esa es una ta-rea que exige tacto y prudencia pastoral, sobre todopor parte del Prroco.

    No se trata de excluir a ningn feligrs del acceso aese rgano de corresponsabilidad, especialmente a lasreuniones de los tres plenos que durante un curso pas-toral se celebran ordinariamente, pero s que se puede-con toda intencin- pedir la colaboracin de feligre-ses que habitualmente participen como matrimonio enla vida de la parroquia, para as garantizar esa visibili-dad de la familia en el seno del propio Consejo Parro-quial de Pastoral.

    En segundo lugar, una vez conseguida la presencia devarios matrimonios en el Consejo Parroquial de Pasto-

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    1 Comenta Domingo J. Andrs Gutirrez al respecto: Aunque su osatura es la que los cc. 511-514 deli-nean para el diocesano, es evidente que su creacin no debe limitarse a copiar estos cc. diciendo p-rroco donde dicen Obispo; es ms frtil, especfico y necesario reflejar la realidad global de cada

    parroquia, tanto en el plano compositivo y representativo, como en el de las funciones y fines y enel de la armona con otros varios consejos sectoriales imprescindibles al dinamismo de una parro-quia en A. BENLLOCH (ed.), Cdigo de derecho cannico, Edicep, Valencia 1993, 265.

    2 Cf. A. MARZOA, Los consejos pastorales diocesanos e infradiocesanos en ASOCIACIN ESPAO-LA DE CANONISTAS, Derecho particular de la Iglesia en Espaa, Universidad Pontificia, Sala-manca 1986, 67-102.

    3 A. VIANA, Organizacin del gobierno de la Iglesia, Eunsa, Pamplona 1995, 280.4bidem, 281.5 Cf. CEE,La iniciacin cristiana. Reflexiones y orientaciones, Edice, Madrid 1999; CEE, Orientaciones

    pastorales para la iniciacin cristiana de nios no bautizados en su infancia, Edice, Madrid 2004.6 Cf. CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA, Vademcum para los confesores sobre algunos te-mas de moral conyugal enEnchiridion de la Familia, Palabra, Madrid 2000, 841-863.

    7 Cf. CEAS, Preparacin al matrimonio cristiano, Edice, Madrid 2001; DICESIS DE MLAGA YCRDOBA,La preparacin al Matrimonio y a la vida familiar, (libro de los catequistas y libro delos novios), Cajasur, Crdoba 2007; Delegacin Diocesana de Pastoral Familiar, Algunos criterios

    para la revisin y actualizacin de los encuentros de preparacin al sacramento del Matrimonio,Ciudad Real 2008.

    8 Bien sea a travs del Teen Star o de algunos materiales como el que ofrece N. RICO (ed.), Aprendamosa amar, Encuentro, Madrid 2007.

    9 J. PABLO II, Familiaris Consortio, nn. 77-85. Especial inters tiene para esta tarea el artculo de E.MARCS, Pastoral de los divorciados vueltos a casar en CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FA-MILIA,Lexicn, Palabra, Madrid 2004, 925-942.

    ral, se puede abordar la presentacin del horizonte derenovacin pastoral de la Parroquia y de su programa-cin en tono ms familiar. El simple conocimiento deese horizonte es algo a lo que tal vez no se han asoma-do los miembros del Consejo Parroquial de Pastoral yque puede constituir la labor de todo un curso pasto-ral.

    Finalmente, ser imprescindible que surjan grupos pa-rroquiales de matrimonios o que se incorporen a suvida pastoral los movimientos familiaristas que exis-ten en la vida de la Iglesia en la actualidad. Creo quesi el orden de estos tres pasos apuntados puede abor-darse indistintamente, sin que el orden de los factoresaltere el producto final, no se puede pensar lo mismodel resultado final si ste no consigue que realmente la

    pastoral familiar quede encajada a travs del conductoreglamentario en la vida de la parroquia, es decir, a

    travs de la coordinacin pastoral que el Consejo Pa-rroquial de Pastoral est llamado a ejercer como sujetoineludible. Sin ello, tal vez no slo dejaramos dehacer algo debido, sino que la presencia de posiblesgrupos matrimoniales o de movimientos eclesiales enla parroquia se quedara sin incidir realmente en latransformacin y revitalizacin pastoral de toda la vi-

    da de la parroquia en su conjunto. Ese es el reto y lapastoral familiar en el seno de las parroquias puede serel camino para afrontarlo con ilusin y esperanza.Compartir ese horizonte pastoral el prroco y un es-trecho grupo de familias parece el camino ms prcti-co para ser operativos a travs del Consejo Parroquialde Pastoral, que tiene por misin estructurar y hacer

    pblicamente compartida la vida cristiana de una co-munidad parroquial, en la que todos los miembrosasuman sus respectivas responsabilidades.

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    10 Un tratamiento equilibrado y muy reciente de esa temtica puede encontrarse en el captulo 9 de A.SCOLA, Quin es la Iglesia? Una clave antropolgica y sacramental para la eclesiologa , Edicep,Valencia, 2008, 237-264.

    11 Cf. J. ALIAGA, P. PEREZ, M A. ALONSO, Movimientos apostlicos y parroquia en AA.VV.,Congreso Parroquia evangelizadora, Edice, Madrid, 1989, 209-213.

    12 Cf. J. L. RESTN, Movimientos eclesiales y nueva evangelizacin en AA. VV., Jesucristo, la bue-

    na noticia, Edice, Madrid 1997, 459-464.13 Cf. BENEDICTO XVI,Los movimientos en la Iglesia, Paulinas, Madrid 2006.14 Cf. J. J. PREZ-SOBA, La Humanae Vitae cuarenta aos despus en Vida Nueva, n 2647 (7-13 de

    febrero de 2009), 23-30.15 Cf. L. MELINA, La renovacin de la teologa moral, Eiunsa, Barcelona 2000; L. MELINA, J. NO-

    RIEGA, J. J. PREZ-SOBA, Caminar a la luz del amor, Palabra, Madrid, 2007.16 Resulta verdaderamente instructivo el conocimiento de la historia del Instituto Juan Pablo II, por bre-

    ve que sea el lapso de sus primeros 25 aos de andadura: en ellos puede leerse, entre lneas, los gra-ves problemas que ha tenido que sortear la teologa del matrimonio y la familia, con la repercusin

    evidente de esos conflictos en el terreno pastoral. Cf. J. LARR, La historia del Instituto Juan Pa-blo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia, Fundacin Casa de la Familia, Madrid 2006.Con motivo del 40 aniversario de esa encclica se han celebrado en el ao 2008 diversos CongresosTeolgicos Internacionales, cuyas actas sern publicadas prximamente. El Papa Benedicto XVIdirigi un importante Discurso a los asistentes a uno de esos Congresos.

    17 F. SEBASTIN, Ordenamiento de la pastoral parroquial. Orientaciones prcticas, Publicaciones pas-torales n 8, Dicesis de Pamplona y Tudela, 2000, 58.

    18 Cf. M. M BRU,Nuevos movimientos eclesiales, Edibesa, Madrid 1998.19 Las preguntas pueden surgir tambin de otras propuestas para tratar de organizar la pastoral familiar,

    no slo en general, sino tambin en el mbito de la parroquia: Cf. L. VIVES (ed.), Organizar lapastoral familiar, Edice, Madrid, 2007; L. VIVES (ed), Misin de la familia en la Nueva Evangeli-zacin, Edice, Madrid, 2007; S. TALTAVULL (ed.), La familia transmisora de la fe, Edice, Ma-drid, 2007; R. ACOSTA,La luz del amor que ilumina el camino de la vida , Edice, Madrid, 2007; R.ACOSTA, E. ARANDA,La pastoral familiar en las parroquias, Edice, Madrid, 2008.

    20 CEE,Directorio de Pastoral Familiar de la Iglesia Espaola, n 264, Edice, Madrid 2003.21 La programacin trienal de la Dicesis de Madrid para los aos 2008-2011 est centrada en la pastoral

    familiar, tal y como explica la Carta Pastoral del Cardenal Arzobispo Mons. Antonio M Rouco Va-rela,La familia: vida y esperanza para la humanidad(24 de junio de 2008).

    22 Como material bsico para esa formacin inicial puede resultar til L. VIVES, R. ACOSTA, E.

    ARANDA, La pastoral familiar en la parroquia, Edice, Madrid, 2008; as como el captulo 7 dellibro de R. ACOSTA, La luz que gua toda la vida, Edice, Madrid, 2007, 233-269.

    FERNANDO GARCA-CANO LIZCANO

    Sacerdote y profesor de filosofa. Doctor en Filosofa por la Universidad de Navarra y Licenciado enEstudios Eclesisticos por la Universidad de Comillas. Especialista Universitario en Pastoral Familiar

    por el Pontificio Instituto Juan Pablo II.