PROHISTORIA 09 (2005) - COMPLETA

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REVISTA PROHISTORIA, Año IX, Núm 9 - Rosario, 2005. Número monográfico: La trayectoria de la cultura política peronista, 1943-2003. Coordinado por Omar Acha y Nicolás Quiroga.

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edi tor ia l .................................................................................................................. p. 7

historia... ................................................................................................................ p. 9

“Presentación” ............................................................................................. p. 11OMAR ACHA Y NICOLÁS QUIROGA – coordinadores

“La planificación económica en el peronismo (1945-1955)” ............... p. 15ANÍBAL JÁUREGUI

“Las políticas migratorias del primer peronismo:la tensión entre los enunciados, los conflictos institucionalesy las prácticas administrativas” .................................................................. p. 41

CAROLINA BIERNAT

“Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social:de la Junta de la Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina” ...... p. 67

ADRIANA VALOBRA

“Los rostros del General: Perón, del retrato protocolara la caricatura” ............................................................................................. p. 83

MARCELA GENÉ

“La propaganda oficial sobre la inmigraciónen la filmografía Argentina durante el peronismo(1946-1955)” ................................................................................................. p. 109

IRENE MARRONE Y MERCEDES MOYANO WALKER

Índice

Número MonográficoLa trayectoria de la cultura política peronista, 1943-2003

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“Lo que se dice de lo que es. Reflexiones públicassobre el peronismo después de 1955” ..................................................... p. 131

JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO

“La recurrencia del recuerdo. Prácticas de historizaciónentre trabajadores desocupados del conurbano bonaerense” .............. p. 153

VERÓNICA MACEIRA

…políticas de la historia ............................................................................... p. 179

“1955. Imágenes históricas, interpretaciones políticas,alternativas tenaces” .................................................................................... p. 181

ALEJANDRO CATTARUZZA

“La Revolución Libertadora. Una ilusión antiperonista” .................... p. 185MARÍA ESTELA SPINELLI

reseñas ...................................................................................................................... p. 191

ABOY, Rosa Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en elbarrio Los Perales. 1946-1955, por Diego Roldán

CAMPIONE, Daniel Prolegómenos Del Peronismo. Los cambios en el EstadoNacional 1943-1946, por Agustín Nieto

GIRBAL-BLACHA, Noemí Mitos, paradojas y realidades en la Argentinaperonista (1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones políticoeconómicas, Andrea Torricella

SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la“revolución libertadora”, por Pablo Martín Pérez Branda

JAMES, Daniel Doña María: historia de vida, memoria e identidad política,por Juan Iván Ladeuix

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MACOR, Darío y TCACH, César (eds.) La invención del peronismo en elInterior del país, por Alejandra Ardanaz

SALAS, Ernesto Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista, por EduardoWeisz

PANELLA, Claudio (comp.) El gobierno de Domingo Mercante en BuenosAires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial. La Plata, por KarinaRamacciotti

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www.latindex.unam.mxprohistoria es una publicación científicaindependiente, de carácter anual, editada por elgrupo del mismo nombre. Promueve debatesdisciplinares e interdisciplinares y difunderesultados de investigación básica o estudioshistoriográficos. Se distribuye por venta, canje odonación en países de América y Europa. Publicainvestigaciones originales, elaboradas sobre fuentesde primera mano; la orientación temática se publicitaen su propio sitio web. Recibe, para su evaluaciónpor réferis, trabajos de historiadores y otrosinvestigadores provenientes de las ciencias socialescomprometidos con la producción de unconocimiento científico crítico y reflexivo.

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EDITORIAL

Desde 2003, miembros de nuestro comité editorial y de nuestro consejo asesor trabajaronen la elaboración de la convocatoria –primero– y en la evaluación de las propuestas deartículos –después– sobre un tema de contornos difíciles pero de interés patente. Estenúmero monográfico sobre La trayectoria de la cultura política peronista (1943-2003) esel resultado de esas tareas. Agradecemos a los coordinadores, a los autores y las autorasque nos propusieron el resultado de sus investigaciones y a las lectoras y los lectoresespecialistas que remitieron sus evaluaciones. Celebramos que, gracias a la generosidadde aquellos (y otros) aportes intelectuales, hoy publicamos un número que propone mira-das heterogéneas y enriquecedoras sobre un tema que es todo, menos sencillo.

Hemos acompañado el bloque monográfico con dos textos que versan sobre los sig-nificados de 1955: evocar el cincuentenario de la “revolución” libertadora o fusiladora,episodio que fraguó el tercer golpe de estado perpetrado por las Fuerzas Armadas ennuestro país durante el siglo XX, nos pareció insoslayable.

En tercer lugar, hemos integrado reseñas sobre libros que tratan temas vinculadosdirecta o tangencialmente con el motivo principal del tomo. Por último, las ilustracionesde nuestro colega y amigo Marcelo Mottola, constituyen otro discurso que seguramenteserá apreciado por nuestros lectores y nuestras lectoras.

El volumen que presentamos no tuvo en el momento de su gestión ni tiene en este, eldía de su presentación al público, pretensión de exhaustividad: de los treinta y dos trabajosrecibidos, fueron seleccionados los que a juicio de este comité y del consejo asesor cum-plían más adecuadamente con las exigencias de una investigación original, bien realizaday cuidadosamente presentada. Desde luego que muchos ángulos que el tema permite que-daron sin cobertura. Tantos otros, ni siquiera eran abordados en aquellos trabajos que nofueron seleccionados. La vastedad de la temática –así como su complejidad y su riqueza–conspira contra toda intención abarcadora.

Dirigiéndose a los intelectuales, el 27 de noviembre de 1947, Juan Perón expresó:No creo que hayamos realizado ni aprovechado todo lo que la providencia y la naturalezahan puesto a nuestra disposición. Creo que tenemos que trabajar más. Creo, Señores, queel genio es también trabajo. Aunque citadas aquí fuera de contexto, esas frases no parecencontener una sugerencia despistada.

Rosario, noviembre de 2005

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historia…La trayectoria de la

cultura política peronista 1943-2003

Nicolás Quiroga y Omar Acha(coordinadores)

Aníbal JáureguiCarolina BiernatAdriana ValobraMarcela GenéIrene Marrone

M. Mercedes Moyano WalkerJulio César Melón Pirro

Verónica MaceiraIlustración: Marcelo Móttola

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MonográficoLa trayectoria de la cultura política peronista, 1943-2003

PRESENTACIÓN

Peronismo e inconsciente historiador

En la Crítica de la razón práctica, Kant estipulaba que las pasiones debían ser con-tenidas para que el imperativo categórico de obrar según un deber universal (y node acuerdo a las inclinaciones meramente subjetivas) pudiera imponerse sobera-

no. De otro modo el sujeto se condenaba a lo patológico.El tema del peronismo ha querido ser domesticado a través del ideal académico de la

distancia y de la imparcialidad. Se trata de un mandato necesario. Sin embargo, una pistaregia para observar el inconsciente político de la historiografía, su irreprimible aspiraciónde influencia –aun si el término refiere vagamente a la figura del consegliere– es su pasiónpor el peronismo. No se trata, claro, del número de historiadores e historiadoras que revisitanel tema; no se trata de la precedencia del tópico en la historia contemporánea, pero sí,efectivamente, de los procedimientos aplicados en el debate sobre sus orígenes, su forma-ción y sus consecuencias. Más de medio siglo después de los primeros intentos de explica-ción (en absoluto por ello desdeñables), la baquía para indagar sobre los senderos delperonismo parece haber desplazado su eje: de la persecución de irracionalidades a pesqui-sas profesionales, sin una seña de apelación ostensible al presente. Ese desplazamientoque indiscutiblemente afecta a los estudios sobre el peronismo, lejos está de diluir lasfricciones con las que las culturas políticas del peronismo mellan las herramientashistoriográficas: por momentos activa los debates que pretendían hormar al peronismo conel molde de la irracionalidad, por momentos pretende ser parte de las pruebas del labora-torio de una historiografía que supone límites bien precisos entre la acción política y lainvestigación científica.

Las culturas políticas del peronismo informan así el cuestionario historiográficosobre el siglo XX argentino, en una nebulosa de narrativas realistas (puesto que en efectoel peronismo posee protagonismo decisivo en la segunda mitad del XX) y devenires deposiciones políticas que a duras penas la escritura académica pretende y no logra ocultar.Y la figura de un cazador que pretende no ser cazado, borrando sus huellas, remitenuevamente al consejero. ¿Le habla la historiografía a lo político toda vez que aborda sumateria? Suponemos que sí. Pero sólo pocas veces ambos gestos, el profesional y elmilitante, son ejercidos en la producción historiográfica con un mismo y lúcido ritmo. Laliteratura sobre peronismo abunda, en una cadencia acelerada en estos últimos años, ennuevos temas, y en menor medida, variaciones sobre viejas incógnitas. No se desprendede ello la imagen de un camino evolutivo en el que, como punto de fuga, se halle un textoque no roce las posiciones políticas de quien lo enuncie, un escrito que hable sobre

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peronismo sin evocar nuestras convicciones sobre los conceptos liberales que,principalmente hoy, inciden en la labor historiográfica. Sino que, contrariamente, sobreesa cámara de vacío, sobre esa experiencia de la asepsia, ha trabajado durante 50 añosuna larga relación entre las mayorías argentinas y un movimiento carismático, un partidohegemónico y una estructura de sentimientos. Las preguntas que reverberan en ellaboratorio de lo académico insisten siempre sobre esa prefiguración política, sobre losmitos primigenios del plesbicito y la razón.

Peronismo terminable e interminableA cincuenta años de la caída del gobierno peronista en setiembre de 1955, la historia delperonismo no ha concluido. A pesar de variados y a veces discordantes diagnósticossobre sus crisis y agonías, ese mundo complejo que es el peronismo parece sobrevivir a símismo. La Argentina ha cambiado drásticamente a lo largo de las décadas, y el ciclo delperonismo se renueva, muta, constituyéndose incluso en el partido del orden de un paísque viene de atravesar una grave crisis.

La persistencia del peronismo en la realidad argentina explica en cierta medida supermanencia en la agenda historiográfica. Pero así como el peronismo es múltiple, sueficacia en el campo historiador es desigual y cambiante.

Después de 1955, el decenio que venía de clausurarse con la razón de las armas, sehabía impuesto como el nudo problemático de las ciencias sociales y humanas. Hoy, cuandolas condiciones son muy otras, cuando incluso otros momentos de la historia contienentemas de arduo debate, el peronismo no ha cedido su vigencia. En efecto, si es cierto queel eje del interés de la historiografía tiende gradualmente a ser el de la sociedad quetranscurrió entre el Cordobazo y la transición democrática de 1984, en ese desplazamientoel peronismo sigue siendo un actor fundamental.

El primer peronismo no es ya estudiado como un evento distorsivo en la historiaargentina. Leído en distintas claves, en el entendimiento historiográfico es inoperante unarepresentación del mismo como una Segunda Tiranía o meramente como una Fiesta. Unamirada inteligente parece inclinarse a situar matices, a proponer ambigüedades. Estaprudencia es sin embargo más inusual cuando nos acercamos al momento en que elOnganiato comenzó a delatar sus fisuras. Entonces las narraciones develan las posicionesdel sujeto historiador; en otras palabras, esa época se torna más propensa a mostrar losanclajes subjetivos. Y si ello sucede es porque “los setenta” interpelan nuestras estructurasde sentimiento como ningún otro período de la historia argentina. Obviamente, el peronismode esos años constituye un riel principal del devenir social que siguió al Cordobazo.

Después del aparente eclipse peronista que insinuó el triunfo electoral de la UniónCívica Radical en octubre de 1983, los años noventa reinstituyeron al peronismo en elcentro del proceso neoliberalizador, y cuando ese proceso se incineró entre las aporías dela convertibilidad fue también el plástico movimiento peronista el que proveyó las másrecientes fórmulas de un orden político.

OMAR ACHA Y NICOLÁS QUIROGA “La trayectoria de la cultura...”

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Es imposible, en suma, ensayar una comprensión de la historia contemporánea sincalar el surgimiento, desarrollo y transformaciones de lo que alguna vez se denominó el“fenómeno peronista”. Descartada la escuadra culturalista que explicaría el peronismopor un carácter nacional, una tarea esencial consiste en revisitar su historia. En ese intentolos baches que aún se observan son numerosos. Una historia cultural de la construcciónde las fidelidades peronistas está aún por ser ensayada. Apenas estamos comenzando aconocer con rigor sobre las oposiciones al régimen. Los procesos a nivel provincial hansido parcialmente estudiados, pero en los niveles municipales o barriales la indagación esaún tentativa. El relevamiento de los cambios en el consumo y las sexualidades está ensus inicios.

Para los años de la proscripción post-55 y hasta el retorno de 1973 disponemos deobras centradas sobre todo en la historia sindical, en las élites peronistas o en algunasorganizaciones armadas. Las representaciones sobre el peronismo surgidas fueronanalizadas especialmente en el terreno de la literatura.

Como hemos dicho, para el peronismo de los años setenta (como para el períodopostCordobazo en general), las ideas que permean las cuadrículas culturales actuales sonmás evidentes, y quizás constituyan un obstáculo mayor cuando éstas se remiten a uncatálogo normativo de qué es una buena sociedad y qué situaciones son racionales. Puesen efecto, cuando se imponen modelos anacrónicos o extraños a la época, esto es, cuandose renuncia a comprender la dinámica específica de antaño, los resultados estánexcesivamente inclinados a la simplificadora teratología.

El monográficoEste número monográfico encaja entre el aumento de la literatura sobre los años 1960s. y1970s. (incluso de la llamada literatura gris: ponencias, confererencias, etc.), y la yaavanzada “normalización” de los estudios enfocados al peronismo clásico: luego de laspertinentes instancias de evaluación, la mayoría de los textos seleccionados tratan,finalmente, sobre el peronismo clásico. ¿Se debe a las consecuencias de unaprofesionalización de los estudios sobre el primer peronismo? ¿Se debe la aplicación decuestionarios sofisticados a un período sobre el que la cuña ideológica había formuladopreguntas sometidas a presupuestos –advertimos el trabajo sobre el cuestionario delhistoriador y no sobre las respuestas? ¿Obedece a los problemas de investigar períodoscercanos al presente del historiador? ¿Se trata de la construcción de una distancia analíticasobre una lejanía política? No nos hemos puesto de acuerdo. Pero podemos advertir conseguridad un movimiento allí que merece ser discutido; un procedimiento en el que lasensibilidad política y la formación académica difícilmente puedan excluirse entre sí.

Los textos que integran este monográfico arrojan luz sobre el “fenómeno peronista”ya sea ampliando el cuestionario historiográfico, ya sea arriesgando nuevas respuestas ainterrogantes “clásicos”. Así, Aníbal Jáuregui [“Ideas en torno a la planificación económicaen el peronismo clásico (1945-55)”] y Carolina Biernat [“Las políticas migratorias delprimer peronismo: la tensión entre los enunciados, los conflictos institucionales y las

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prácticas administrativas”] indagan sobre las políticas estatales durante el peronismoclásico. Jáuregui lo hace a partir de la planificación económica, mientras que Biernatestudia las políticas migratorias. Ambos estudios se inscriben en la preocupación por elestado que se ha impuesto en la agenda historiográfica de los últimos lustros, que aúndebe definir el lugar de la estatalidad peronista en el largo período que va desde susorígenes a la actualidad.

En “Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social durante el primerperonismo. El caso de la Unión de Mujeres de la Argentina”, Adriana Valobra indagasobre prácticas políticas surgidas desde organizaciones no peronistas. Su revisión de lasestrategias de la Unión de Mujeres de la Argentina no sólo propone otro prisma deobservación para tratar el problema de la movilización de masas, sino también un nuevoacercamiento a cuestiones de género en la historia política contemporánea.

El artículo de Marcela Gené [“Los rostros del General. Perón, del retrato protocolara la caricatura”] y el de Irene Marrone y Mercedes Moyano Walker [“La propagandaoficial sobre la inmigración en la filmografía Argentina durante el peronismo (1946-1955)”]se detienen en algunas cuestiones vinculadas a la propaganda peronista. Gené lo haceanalizando retratos del líder y su papel en la representación política; Marrone y MoyanoWalker trabajan sobre la relación entre filmografía y políticas migratorias peronistas.

Allende 1955, Julio Melón Pirro indaga en su artículo [“Lo que se dice de lo que es.Reflexiones públicas sobre el peronismo después de 1955”] sobre las distintassignificaciones que en el espacio público adquirió el peronismo, luego del golpe de estadode 1955. La compulsa de esas representaciones con los distintos y complejos procesospolíticos contemporáneos nos permite profundizar más en los combates del período.

Last but not least, Verónica Maceira presenta un artículo [“Prácticas de historizaciónentre los trabajadores desocupados del conurbano bonaerense”] sobre las formas detratamiento del pasado en ámbitos específicos. El examen a través de entrevistas oralesde las arduas relaciones entre prácticas políticas e historización arroja luz sobre laparticipación social y la construcción de identidades en la actualidad.

OMAR ACHA (UBA) yNICOLÁS QUIROGA (UNMDP)

–coordinadores–

OMAR ACHA Y NICOLÁS QUIROGA “La trayectoria de la cultura...”

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Recibido con pedido de publicación el 31 de marzo de 2004Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004

Vesión definitiva recibida el 17 de mayo de 2005Aníbal Jáuregui es Profesor e Investigador en las Universidades Nacionales

de Luján y de Buenos Aires, República [email protected]

a planificación económicaen el peronismo (1945-55)L

ANÍBAL JÁUREGUI

ResumenSi bien la planificación económica bajo el ré-gimen peronista parece inscripta dentro de loque comunmente se denomina “intervenciónestatal en la esfera económica”, ella reflejaalgo más que el control de variables econó-micas para asegurar el pleno empleo, objeti-vo declarado de esa intervención. Hay en laplanificación peronista el deseo de aseguraruna continuidad a largo plazo de las políticaseconómicas y de lograr una neutralizacióncreciente de los efectos negativos del cicloexterno.

Palabras Claveperonismo – planificación económica – rela-ción estado-sociedad – opinión pública

AbstractEven if the economic planification under theperonist regime seems another case of those so-called “state intervention in the economicworld”, it reflects more than the control of theeconomic variables to ensure full employment,wich is declared target of that intervention.There is in the peronist planification the wishto safeguard the long-term continuity of theeconomic policies and to achieve theneutralizatión of the negative effects of theoutside cycle.

Key WordsPeronism – Economic Planning – State-SocietyRelationship – Public Opinion

JÁUREGUI, Aníbal “La planificación económica en el peronismo (1945-55)”, prohistoria, año IX,número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 15-40.

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En general, en la literatura sobre la política económica peronista no se observa unareflexión específica sobre el significado otorgado por dicho régimen a la planifica-ción, que es considerada como un mero emergente de la intervención estatal, que se

proyecta en el tiempo lo que constituiría una especie de sinónimo.1Desde nuestro punto de vista, la planificación peronista fue una propuesta que conte-

nía un modelo específico de economía caracterizado por los altos niveles de empleo ysalarios que alteraba las reglas de juego del mercado vigentes hasta entonces a través de laredistribución de los roles económicos de los sectores productivos, de la desvinculaciónde la actividad productiva nacional del mercado mundial y del avance del estado sobre lasociedad. Este último aspecto, que se inscribe dentro de los rasgos definitorios de lo quegenéricamente Touraine denominara movimiento nacional popular, también explica unacaracterística que le es peculiar: la inclusión de objetivos de naturaleza diversa, en los quelo económico se funde con la cultura, la educación, la investigación científica, el deporte.

Tal cual suele suceder con otros desarrollos nacionalistas, la creación de un modelotendiente a la autodeterminación no surgió del designio unilateral del régimen sino que seasentaba en una reciente pero sólida tradición mundial en la que abrevarían los funciona-rios planificadores del peronismo para construir su propio método de orientar la acciónpolítica de largo plazo.

En este artículo analizaremos primero las diversas expresiones del plan y de la plani-ficación en los capitalismos centrales en las décadas previas a la formación del peronismo;después estudiaremos la formulación del ideario de la planificación argentina, que seguiríaconstante más allá de las tribulaciones políticas; en los apartados sucesivos analizaremosla puesta en marcha de los Planes Quinquenales y convocatoria a la participación de lasorganizaciones sociales. Por último haremos un balance de los resultados obtenidos.

1. La planificación en los capitalismos centralesLa Gran Depresión puso de manifiesto la incapacidad de los instrumentos teóricos y prác-ticos de la economía neoclásica para dar cuenta de las nuevas condiciones del capitalismohegemónico –cuya configuración, por lo demás, no acabaría por definirse sino después de1945. Poco a poco, fue surgiendo un consenso sobre la necesidad de adoptar un ordena-miento económico por medio de políticas activas, con consenso del sector privado. Eldebate implicó tanto a los estudiosos de la economía como a policy makers, intelectuales yperiodistas que se planteaban preguntas por entonces obligadas: ¿cómo evitar la virulenciade las oscilaciones cuando estas respondían a los desequilibrios naturales entre oferta ydemanda? ¿Era posible ordenar las economías de mercado, ponerlas a resguardo de suspropias contingencias sin afectar los principios básicos de la propiedad privada?

El plan y la planificación fueron surgiendo como respuestas prácticas a estas cuestio-nes. Sin embargo, ellas estuvieron teñidas de vaguedad: se sabía que indicaba que ya no

1 IANNI, Otávio Estado e planejamento econômico no Brasil, 1971.

ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

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reinaban las leyes del mercado pero se aplicaban al New Deal,2 como a las experienciastotalitarias. En verdad los casos más exitosos y emblemáticos de ambos se encontraban enel mundo nazifascista, y en el caso soviético, del que se hablaba aunque con escaso cono-cimiento de su verdadero funcionamiento.

En pleno apogeo del nazismo, el sociólogo húngaro Karl Mannheim escribió untrabajo en el que se consideraba que la planificación sería el método apropiado para laépoca de reconstrucción social tras la caída del régimen hitlerista. Teniendo en cuenta quela sociedad occidental se encontraba en una crisis de desintegración, sería necesario adop-tar medidas capaces de orientar el curso futuro de la sociedad y la economía. La cuestiónno era entonces optar entre planificar o no, sino escoger entre la buena y la mala planifica-ción. Si planificar podría conducir a la dictadura, no planificar también. Se trataba enton-ces de encontrar una planificación que garantizara la libertad en sociedades inevitable-mente condenadas a la reglamentación. El peligro residía en que ésta se llevara a cabo sinplan. “Queda el camino de la planificación unificada que se produzca mediante una inteli-gencia, un acuerdo y una transacción.”3

El pensamiento planificado encarnaba una racionalidad programada, instrumental,en oposición el pensamiento inventivo, libre y desinteresado de los resultados para la so-ciedad de los actos libres de individuos libres. Aunque el plan haya sido instrumento degobiernos antidemocráticos, su uso no significaba abdicar de las convicciones democráti-cas sino aprender de esas experiencias sacando lo mejor de ellas al servicio de otros obje-tivos.

Es obvio, especialmente si se está pensando en los préstamos ideológicos delperonismo, que dentro de esta línea de políticas públicas se encontraba el Plan Beveridgecuyo objetivo principal estribaba en una ocupación plena de los factores productivos en unEstado de Bienestar que no sólo recuperaba el nivel de demanda sino que además restable-cía el equilibrio social, dejados tras la crisis y la guerra.4 Beveridge estuvo entre quienespostulaban enfáticamente sobre la necesidad, y la posibilidad de hacerlo eficazmente, depolíticas distribucionistas que a largo plazo servirían para superar los problemas del ciclo.

Pero por entonces la misma economía de guerra era planificada. ¿Sería factible trans-ferir los métodos del planeamiento al proceso de reconstrucción para evitar la repeticiónde la experiencia de la entreguerras?

Esto fue teóricamente intentado por algunos de los más significativos autores de lanueva economía para la cual la intervención estatal y la planificación eran instrumentos

2 El Estado norteamericano propició formas planificadoras. Ver por ejemplo NATIONAL RESOURCESCOMITTEE The Future of State Planning, Washington D.C. 1938.

3 MANNHEIM, Karl Libertad y planificación social, Fondo de Cultura Económica, México, 1942, [1ª ed.en alemán 1935; 1ª ed. en inglés 1940], p. 179.

4 “La ocupación depende del gasto; en cualquier comunidad la ocupación plena y constante requiere que elgasto total tanto el público como el privado sea siempre de magnitud suficiente para absorber todos losrecursos de la comunidad.” BEVERIDGE, William La ocupación plena, sus requisitos y consecuencias,Fondo de Cultura, México, 1947, pp. 8-9.

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obligados de recuperación post-bélica. Así W. Arthur Lewis impulsó una planificacióndentro del capitalismo, como una forma de superar las imperfecciones de la competenciade mercado. En vista de su evolución reciente, la economía de mercado constituía unsistema inadecuado por su enorme propensión a la distribución desigual del ingreso, por suinestabilidad, por los desequilibrios en las paridades monetarias, por su ineficacia parahacer frente a los cambios necesarios y por su tendencia al derroche.5 “Ya no hay ningúncreyente en el laissez faire –decía– excepto entre las personas que están al borde de lalocura.”6 Diferenciaba dos formas de planificación: compulsiva o inductiva. La primera,típica de los tiempos de guerra, operaba a través de mecanismos coercitivos como preciosmáximos o racionamiento del consumo. Como en ciertas condiciones, o mal ejecutada lacompulsión podía contrariar los objetivos propuestos, consideraba más propicio el méto-do inductivo, a través del cual el Estado, especialmente a través del gasto público, creabalas condiciones para que la sociedad por medio de sus propios mecanismos suprimiera lacarencia que se proponía erradicar. Sin embargo, ambos métodos podían ser complemen-tarios,7 a favor de objetivos de crecimiento económico como de distribución del ingreso.En síntesis, la propuesta de Lewis residía en una regulación económica, por medio delpresupuesto, que no sólo moderara la brusquedad del ciclo sino que permitiera una distri-bución progresiva del ingreso.

Una propuesta más radical partió de la escuela sueca de pensamiento económicocuya heterodoxia era anterior a la Teoría General. Gunnar Myrdal defendía la posibilidadde una planificación específicamente capitalista, fundada en la generalización de las tran-sacciones realizadas por sujetos colectivos que habían reemplazado a los consumidoresindividuales y a las empresas familiares aisladas. Estos nuevos contratantes estaban cons-tituidos por vastas organizaciones nacionales y funcionarios públicos, electos y nombra-dos que celebran acuerdos en los que se refiere a precios, beneficios e ingresos en el marcode la denominada economía mixta. El Estado no podía dejar que los grupos directamenteinteresados regulasen el mercado entre ellos ya que las posibles combinaciones teníanconsecuencias demasiado grandes y demasiado extensas, como para que el Estado se omi-tiera.

Los factores que inducían a la planificación eran de naturaleza diversa: necesidad dearticular conflictos entre patrones y obreros, resguardar intereses privados con probadacapacidad de presión sobre el sector público,8 solucionar la “cuestión social” que con la

5 LEWIS, W. A. La planeación económica, FCE, México, 1952 [1ª edición en inglés 1949], pp. 14-15.6 LEWIS, W. A. La planeación…, cit., p. 16.7 “El principal instrumento de planeación es el presupuesto, pero éste puede necesitar que se le complemente

con la planeación por compulsión, en todo caso en que hay marcado desequilibrio entre la demanda y laoferta.” LEWIS, W. A. La planeación…, cit., p. 33.

8 “Después de cierto punto, […], la masa de intervenciones estatales diversificadas debe ser coordinada enestructuras unificadas de las regulaciones estatales dentro de una economía planificada. Se hace cada vezmenos posible sostener que la nuestra es una sociedad de “libertad de empresa” con excepciones para unnúmero de regulaciones estatales. Las excepciones se han convertido en la regla. Gradualmente ha debido

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difusión de la democracia política presionaba a favor de políticas redistributivas,9 enfren-tar los desórdenes originados por las guerras y la entreguerras que afectaron particular-mente al mercado internacional de capitales10 y responder a un nuevo tipo de psicologíasocial resultado de la causación acumulativa de estos fenómenos.11

La planificación económica generaría la integración de las regulaciones del merca-do, establecidas después de una negociación colectiva compleja, en donde las organiza-ciones de trabajadores, agricultores, patronos industriales y quizá banqueros y consumido-res participarán bajo la dirección gubernamental. Esta reformulación de las reglas de juego–según Myrdal– implicaba que todos los precios de la economía pasaban a ser de hechopolíticos, al ser establecidos por las autoridades en consideración de costos que también loeran.12 El gobierno y la administración, encargados de la planificación económica centraly respaldado por un Parlamento con poderes soberanos para legislar, comenzaban a descu-brir que dirigir las negociaciones y controlar los acuerdos entre las organizaciones deinterés nacional en los sectores corporativos de la sociedad, era tanto o más importante quelegislar o administrar.

Estas consideraciones de Myrdal respecto a la planificación estaban acompañadascon advertencias bastante razonables sobre las distorsiones consecuentes con su aplica-ción. Myrdal señalaba tres de estas consecuencias, ciertamente no deseables y que se con-firmarían en la experiencia argentina: la inflación, la desaparición gradual de incentivos a

comprenderse que la nuestra es una sociedad regulada centralmente, dejando una cierta cantidad de liber-tad de empresa para moverse dentro de la estructura establecida por los contralores del Estado.” LEWIS, W.A. La planeación…, cit., pp. 508-509.

9 “…los grupos en desventaja en una sociedad democrática tienen un interés palpable en tener sus decisionesindividuales subordinadas lo más posible a las normas generales establecidas. Ahora bien, cuando la pre-sión a favor de políticas de distribución generadas por las políticas fiscales y sociales llegan a un límite laintervención estatal se vuelca hacia la producción […] la presión aumenta respecto a qué puede hacer elEstado para racionalizar la industria y la agricultura y por consiguiente elevar el volumen total de la pro-ducción nacional.” LEWIS, W. A La planeación…, cit., p. 513.

10 La crisis de 1931 obligó a la creación de un control de cambios sobre el movimiento del capital. Estadesestructuración del sistema de pagos del patrón oro obliga a la adopción de políticas nacionales. El tipode interés pasó a ser un precio político sumamente importante que los Estados tienden a mantener en unnivel bajo para asegurar alivianar el peso de la deuda pública y para mantener activa la economía.

11 “…no hay duda de que la planificación económica nacional necesitaba o daba un acicate mediante losdisturbios internacionales, obrando continuamente a su vez como un obstáculo importante para restaurar elequilibrio internacional en el comercio y en los pagos mediante ajustes automáticos dentro del mecanismode precios. La esencia de la planificación económica nacional es en mucho grado la resistencia por parte delos Estados individuales a aceptar tales regulaciones.”, LEWIS, W. A La planeación…, cit., p. 523.

12 “Todos los precios y salarios y, en realidad, todas las curvas de oferta y demanda, son por consiguiente enun sentido “políticos” Estamos tan lejos como es posible del mercado perfecto de la teoría liberal económi-ca. Como el problema de equilibrar el monto de la oferta y de la demanda en toda la comunidad, se vatransformando cada vez más en una cuestión central de la política económica nacional, este tipo de nego-ciaciones y acuerdos nacionales regulando los ingresos de todos, se convertirá en una base necesaria paratoda la planificación económica restante.” MYRDAL, Gunnar “La tendencia hacia la planificación econó-mica”, en Hechos e Ideas, núm. 95, febrero 1952, pp. 507-508.

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la inversión y a la innovación técnica, y la tendencia de la planificación a transformarse enautárquica.

Tras esta enumeración de las ideas sobre el plan en el mundo, puede concluirse sindificultad que en el contexto de la postguerra mundial había un estado de ánimo fuerte-mente favorable a la corrección de las fuerzas de mercado por acción estatal, racionalizan-do en el tiempo medios y objetivos. Aunque estas ideas se pergeñaron y se aplicaron a uncontexto claramente diferente al argentino, operó legitimando procesos endógenos quetendían a la intervención programada del Estado en pro de la autarquía económica. Fueronparadójicamente marcos de referencia en un universo dominado por la interdependenciacreciente.

2. La planificación en la Década InfameDurante la Gran Depresión, el plan apareció en la Argentina como la solución agorera demales importados, incluso para quienes comulgaban con fe profunda en las leyes del mer-cado. En este clima, no fue difícil para los gobiernos conservadores utilizar distintos pro-cedimientos de intervención estatal macro-económica destinados a contener las presionesdepresivas provenientes del exterior. Especialmente este se hizo visible en el su� Plan deAcción Económica de 1933, implementado por el ministro de Hacienda, F. Pinedo quienbuscó autonomizar la política monetaria del influjo exterior al mismo tiempo que financia-ba y regulaba la producción nacional. Entre las herramientas que se crearon por entoncesse encontraban las famosas Juntas Reguladoras, cuya acción buscaba garantizar ciertoequilibrio aunque no implicaba específicamente una determinación de objetivos cuantifi-cados.

El frustrado Plan de Reactivación Económica de 1940 –presentado por el mismoPinedo con la asistencia de Raúl Prebisch y un grupo de nóveles economistas– presuponíain nuce metas más ambiciosas de ordenamiento económico de largo plazo para resistir unaguerra que se suponía larga y de efectos recesivos por el cierre de los mercados exteriorespara la producción argentina. Aunque el plan no llegara a aplicarse, algunos de los meca-nismos previstos, como el crédito industrial, fueron llevados a la práctica poco después.

Si bien la conexión entre la política económica conservadora, específicamente elPlan Pinedo, y la del peronismo es problemática13 –la antecedencia no implica continui-dad– la primera sirvió para crear parte del herramental teórico y burocrático puesto enmarcha por la segunda. Con una diferencia fundamental: el eje de la intervención estatal enla denominada Década Infame apuntaba a la preservación de la estructura productiva, en elcaso del Plan de 1933 y al combate a la recesión en el Plan de 1940, sin modificacionescentrales de la distribución de ingresos.

Las orientaciones favorables al planeamiento no sólo eran visibles en el oficialismopolítico. También en las filas opositoras se advertían esta inclinación favorable al ordena-

13 Véase el conocido artículo LLACH, Juan José “El Pan Pinedo de 1940, su significado histórico y losorígenes de la economía política del peronismo”, en Desarrollo Económico, núm. 92, enero-marzo, 1984.

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miento estatal. Desde el radicalismo, la revista Hechos e Ideas también postulaba la nece-sidad de hilvanar la economía a través de la gestión gubernamental.14 Por su parte, lasfuerzas armadas, cuya influencia política resulta obvio destacar, estuvieron directamenteinteresadas en la planificación destinada a quebrar la dependencia armamentista ysiderometalúrgica, una preocupación que derivó en la creación de la Dirección Nacionalde Fabricaciones Militares primero y en el Plan Siderúrgico del general Manuel Savio,más tarde.

3. La concepción “argentina” de la planificaciónLa prolongación de la guerra mundial en los años 1940s. y la extensión de los escenariosmundiales comprometidos en ella creaba la sensación de que el tránsito a un nuevo ordenpodría estar pleno de acechanzas para una economía que se presumía aún débil como paraenfrentar a una renacida industria europea. Fueron estas preocupaciones las que originaronal Consejo Nacional de Postguerra, usina de la primera generación de política económicadel gobierno peronista, en el que se gestó la convicción compartida de que la intervencióny planeamiento estatal no debían ser pasajeros de la pesadilla bélica sino mecanismosrutinarios de la acción gubernamental.

La planificación fue pensada en 1946 para continuar el ciclo de crecimiento iniciadoen la última etapa de la guerra, aislando al país de las presiones depresivas y quebrando lasconsecuencias negativas del ciclo capitalista. La planificación peronista se diferenciaba delas experiencias previas ya que dejaba de ser una respuesta a condiciones externas excep-cionales para encarnar una nueva modalidad, en donde lo público avanzaba sobre lo priva-do.15 Se ambicionaba también garantizar la armonía social al posibilitar la coincidenciaentre los intereses colectivos y los individuales. La planificación llevaba a un terreno prác-tico de la política ejecutiva, la moral no individualista que permeaba al justicialismo. Elplan era una manifestación de la acción colectiva para superar los límites de la capacidadindividual, que en este caso se arropaba con la figura del político, y alcanzar así los finesde la comunidad cualquiera fuera su ejecutor.

Los beneficios económicos de la planificación se harían sentir de dos maneras: de unlado, el gasto público fortalecería materialmente al Estado que pasaba a ser el articuladory orientador de la vida nacional; por otra, este gasto público y la coordinación de las

14 La revista Hechos e Ideas, perteneciente por entonces al ala renovadora del radicalismo, publicó un artículodel belga Henry de Man en el que le otorga la planificación un carácter particular definido, a diferencia deun programa por la voluntad de ejecución que su concepción entraña. “El programa bosqueja deseos. Elplan precisa una voluntad […] El plan dice: nosotros queremos hacer tal cosa en un plazo determinado. Esun compromiso preciso [...] El plan es una línea divisoria establecida en nuestro programa, con miras a unarealización inmediata.” DE MAN, Henry “¿Qué es un Plan?”, en Hechos e Ideas, núm. 39, noviembre1940, p. 486.

15 BERROTARÁN, Patricia “La planificación en la época peronista (1946-1949)”, en AGUSTINHO, MaríaA. (coord.) IX Encuentro de Cátedras de Ciencias Sociales y Humanísticas para las Ciencias Económicas(Mar de Plata junio 2002), E. Suárez, Mar del Plata, 2002, p. 436.

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actividades privadas previstas por este Estado consolidado permitiría el pleno empleo delos factores productivos. El círculo virtuoso se completaba con el minucioso equilibrioentre oferta y demanda, que amén de satisfacer necesidades de consumo y empleo evitabalas oscilaciones cíclicas. Esto facilitaría el acceso de la población a todo aquello que cons-tituía sus consumos necesarios. La justicia y la racionalidad se daban de la mano en unsistema perfecto de equivalencias:

“No habrá exceso ni escasez porque la producción no será mayor nimenor que lo que exijan las necesidades del consumo [...] El Pueblono carecerá de nada porque no se producirá al azar –como antes– sinoque la producción servirá razonablemente a las necesidades reales delconsumo.”16

En contrapartida, y en beneficio del orden colectivo, los ciudadanos debían adecuarsea los objetivos propuestos por el gobernante: el industrial, el agricultor, el obrero, el con-sumidor, el funcionario público y el propio Estado.17

El planeamiento era un signo indiscutible de aquellos tiempos. Aún en los paísescapitalistas –dice un funcionario oficial refiriéndose a los países centrales– existen planespero no son iguales a los argentinos ya que allí los planes son hechos por capitalistas parafavorecerse.18 La planificación argentina no significaba la absorción de todas las activida-des por parte del Estado ni la libre competencia del capitalismo liberal, que generaba laexplotación del trabajador.19 El Estado debía hacerse cargo de orientar de una manerataxativa a la actividad privada:

“Hay que racionalizar y decir: ‘Aquí se debe sembrar tal cosa, que dáel ciento por ciento y no otra cosa que dá el tres por ciento y hace que

16 PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Manual práctico del Segundo Plan Quinquenal, Subsecretaría de Infor-maciones, Buenos Aires, 1953, pp. 25-26.

17 Ver PRESIDENCIA DE LA NACION Puntos de vista del Gobierno y Estado Nacional para iniciar, deinmediato, la ejecución del “Plan de Acción sobre el equilibrio de la economía nacional”, Secretaría dePrensa y Difusión, Buenos Aires, 1954.

18 “…aún en los países que se jactan de ser ultraindividualistas y partidarios del laissez faire, de la inacciónvigilante o del estado gendarme existen asimismo regulaciones, limitaciones e intervenciones de todo tipo.Claro está que no cuentan con planes como los nuestros […] porque los planes los hacen los capitalistas,para determinarla orientación y el alcance de sus actividades, prescindiendo de las necesidades de lostrabajadores.” Conferencia del Administrador General de Obras Sanitarias, Ing. Hamlet D’AGNILLO, 12/03/1953 en Ministerio de Obras Públicas, Difusión del 2° Plan Quinquenal, Buenos Aires, 1953, pp. 26-27.

19 “Desaparece con el sistema de planificación argentina el grave peligro de absorción progresiva de todas lasactividades por parte del Estado y el no menos grave de la coerción estatal […] Tampoco se cae en losextremos de la economía liberal capitalista que tras el escudo de la libre competencia, oculta la despiadadaexplotación de la comunidad en provecho exclusivo del capital manejado por minorías.” Carpeta del Mi-nisterio de Asuntos Técnicos. Presidencia de la Nación, AGN, Caja 639.

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se esté perdiendo el noventa y siete por ciento del trabajo del agricul-tor’.”20

El aprovechamiento de los recursos y de la capacidad productiva estaba en sintoníacon la necesidad de sostener el equilibrio del sector externo que debía ser garantizadoademás por una adecuada política internacional. Se aspiraba a modificar las relacioneseconómicas internacionales a través de la igualación de las relaciones entre los países, sinconsiderar las diferencias de los productos exportados (materias primas y manufacturas)ni diferencias de poderío económico relativo.21 Una nueva forma de negociación interna-cional permitiría alcanzar dichos objetivos, a través de convenios que tuvieran “...cláusu-las adecuadas al mantenimiento de los términos del intercambio, a fin de que los planes deproducción de los países signatarios puedan ser adaptados según el interés mutuo.”22

En cuanto a las unidades de producción, la planificación en el largo plazo permitiríamodificar en el mediano plazo el concepto imperante en el capitalismo de empresa y debeneficio empresario. Dentro de la nueva utopía que se presentaba a los argentinos, laexistencia legal de una empresa debía depender no sólo de la observancia de las leyes queregían el funcionamiento de la sociedad sino del cumplimiento de una función social,fijada y definida por la autoridad. Lo problemático de esta concepción estriba en que lascondiciones que debía cumplir la empresa para ser reconocida al servicio del bienestarcolectivo podían muchas veces quedar fuera de la objetividad de la ley: producción aprecios inaccesibles, ofrecimiento a los obreros de malas condiciones de trabajo, no brin-darles una adecuada participación en las ganancias, no significar un progreso técnico yeconómico para la colectividad. El apoyo estatal a las empresas privadas estaba condicio-nado a que estuvieran afinadas con los intereses superiores de la comunidad.23

La nueva empresa adquirió status constitucional al entrar en la reforma de 1949donde se afirmaba en forma concluyente que la propiedad privada era relativa y estaba

20 PERÓN, Juan Palabras pronunciadas por el exmo. Sr. Presidente de la Nación en la reunión del ConsejoFederal Coordinador de Planes de Gobierno, Subsecretaría de Informaciones, mímeo, Buenos Aires,1953, p. 5.

21 “…el comercio internacional debe realizarse mediante la aceptación mundial del concepto de paridad entrelos precios de los artículos manufacturados y de materias primas. Este concepto se sustenta en la premisaperonista de que el nivel de vida del productor de artículos primarios debe ser equiparado con el nivel devida del productor de artículos manufacturados, otorgando a ambos igualdad en el acceso a los beneficiosdel progreso.” PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Segundo Plan Quinquenal, XVIII. G. 6.

22 PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Segundo Plan Quinquenal, XVIII. E. 6.23 Si el Estado pasaba a convertirse en muchos casos en un auxiliar de la empresa privada, “…la protección

que preste el Estado a la actividad productiva no sea indiscriminada, sino, por el contrario, orientadapreferentemente hacia aquellas empresas que mejor se avengan con los superiores intereses económicos,sociales y políticos de la comunidad”, Borrador del Ministerio de Asuntos Técnicos, AGN, SecretaríaTécnica, Caja 639.

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sometida a obligaciones legales y morales.24 La propiedad impersonal y secreta cuyo únicofin es la obtención de lucro dejaba su lugar a la propiedad personal y pública dedicada a lasatisfacción de necesidades.25 El empresario debía aceptar pues la liquidación de su poderarbitrario dentro de la empresa y someterse al plan proyectado por el Estado e inspirado enla solidaridad social.26 De aquí que, ya en 1946, el diario oficialista Democracia propicia-ba una planificación que incluyera una reforma jurídica de la propiedad, en oposición a latesis sostenida por la Corte Suprema de Justicia.27 Inscripta en esta lógica, aunque con uninocultable sentido práctico, se juzgaba que la fijación del precio no podía ser un arbitrioempresarial. La utilidad estaba limitada por el justo precio, inspirado en consideracionesreligiosas, fruto a su vez de la influencia eclesiástica en la conformación del régimen.28 Poresta razón no era raro encontrar economistas que, remembrando las opiniones de Myrdalsobre los precios políticos de que hablábamos más arriba, sostenían que el sistema deprecios debía tener en cuenta tanto a consumidores como a productores en vistas del biencomún.29

Ciertamente estas definiciones entraban en una contradicción no carente de conse-cuencias prácticas con las manifestaciones explícitas a favor de la propiedad y del recono-cimiento de las diferencias sociales provenientes del derecho natural. Se reconocía enotras partes la irrevocable necesidad de existencia de las empresas privadas y las limitacio-nes a la estatización de la economía (según la palabra oficial sólo se admitiría la creaciónde empresas públicas cuando no hubiese capital privado para la explotación de un produc-to necesario a la comunidad o cuando estuvieran relacionadas con la seguridad nacional).

En cierta medida la planificación peronista parece deudora del keynesianismo. Elmodelo de economía planificada y de intervencionismo anticíclico del Estado siempre haestado asociado con el autor de la Teoría General… Los argumentos de tipo keynesianosusados en los considerandos del plan de 1947 pueden ser resumidos en: intervención esta-tal creciente, redistribución del ingreso (aumentando los componentes sociales del sala-rio), política bancaria y crediticia más flexible, con baja de la tasa de interés para generar

24 MARTÍNEZ CASAS, Mario “Exigencias jurídicas de la nueva economía”, en Hechos e Ideas, núms. 66-67, sep.-oct., 1949, p. 41.

25 MARTÍNEZ CASAS, Mario “Exigencias…”, cit., p. 48.26 “Glosas políticas”, en Hechos e Ideas, núm. 111, junio 1953, p. 101.27 “Para esto hay que modificar el principio romano del derecho de propiedad sustentado por el Código Civil,

ya que con él no habrá reforma agraria ni solución al problema de la vivienda ni nuevo régimen impositivo,ni aún al menor intento de planificación. Por eso hemos aplaudido el enjuiciamiento de la Corte Supremade Justicia, expresión de un orden jurídico que debe superar, humanizándolo. Pero no basta cambiar loshombres. Habrá que cambiar la ley.” Democracia 28/09/46, p. 3

28 ZANATTA, Loris Del Estado liberal a la Nación católica, Universidad de Quilmes, Bernal, 1996.29 “Si se desea restaurar la economía sobre bases sociales no hay duda de que debe establecerse un sistema de

precios que tenga en cuenta los legítimos intereses de productores y consumidores, contribuyendo al biencomún.” LENNA, Carlos “Función del mercado en la economía”, en Horizontes Económicos, núm. 25,septiembre 1947, p.158.

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inversión, intensos programas de inversión pública, y énfasis en el pleno empleo.30 Losministros, como Ramón Cereijo, solían usar ese tipo de razonamiento para defenderlo.31

Sin embargo, como veremos en el apartado sexto la política peronista no podría encuadrar-se dentro de los clásicos instrumentos anticíclicos que caracterizan a Keynes.

Tal vez esto se explique porque dentro de una síntesis ecléctica de ideas y prácticasque Perón supo anudar, los tópicos reformistas se conectaban con otros anticapitalistas, enlos que no faltaba la influencia estalinista. Esto se hizo visible cuando el senador oficialistaArmando Antille en vísperas del lanzamiento del Plan 1947-1951 declaraba en Montevi-deo que Perón preparaba un plan quinquenal similar al sistema de Stalin, “pero sin comu-nismo”.32 Aunque Antille fue desmentido, la influencia soviética o de lo que se conocía deella, era innegable: el mismo Cereijo –quien representaba una línea menos heterodoxadentro del gobierno– exaltó ante el Senado nacional los beneficios que la planificaciónsoviética había producido a la sociedad.33 Una revista simpatizante moderada del oficialismo,con una miscelánea de la planificación moscovita, mostraba las ventajas del camino.34

Todavía en 1951, cuando la guerra fría se había exacerbado y el anticomunismo era másfuerte, un autor oficialista hacía referencia elogiosa a la forma en que Stalin impuso a losbolcheviques la reconstrucción técnica de la economía nacional, a la que se oponían porconsiderarla burguesa. El mismo autor terminaba diciendo que las instituciones republica-nas y democráticas del Estado argentino habían encorsetado la voluntad del gobierno dePerón para dar soluciones prácticas y revolucionarias a los problemas argentinos.35 Unmilitante sindical peronista también demostraba admiración por la experiencia rusa y larelacionaba con las condiciones a las que había llevado la herencia deficitaria del zarismo.Buscaba justificar de esta forma la necesidad de promulgar una ley de participación obreraen las ganancias empresarias.36

30 VERSACI, A. J. “Influencia del pensamiento keynesiano en la política económica peronista. 1946-1955”,en Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, año 95, t. 4, pp. 977-996.

31 CEREIJO, Ramón “El ordenamiento Económico Financiero en el Plan de Gobierno 1947-1951”, en Hori-zontes Económicos, núm. 25, septiembre 1947, pp. 21-22.

32 “Un plan y veintisiete proyectos”, en Qué sucedió en siete días 10/10/1946, p. 4.33 CEREIJO, Ramón “El ordenamiento…”, cit., p. 166.34 “El Gosplan se reconstruye así. Primero: averigua el potencial humano disponible. Jóvenes o viejos, todos

tienen un lugar en las filas del trabajo. Segundo: averigua la capacidad productora actual de cada unidad detrabajo y lo que ésta requiere de materias primas y de facilidades de créditos y de transporte para sosteneresa plena capacidad de producción. Tercero: averigua las necesidades de las multitudes de individuos quefabrican los objetos o prestan los servicios, en cuanto a alimentación…” “Un plan y veintisiete proyectos”,en Qué sucedió en siete días 10/10/1946, p. 6.

35 BERTOTTO, José Guillermo “La educación en el Plan Perón”, en Hechos e Ideas, núm. 90, septiembre1951, p. 141. Bertotto pertenecía al grupo de colaboradores de esta revista oficialista.

36 “El comunismo en sí es una gran idea. Pero nosotros, desde el día en que surgimos ante el mundo comonación, hemos sido campeones de la libertad, de la democracia y de la justicia social […] El comunismo delos Soviets es revolucionario y violento. El comunismo de los Soviets es el hijo del odio justo de una clasesumida en la esclavitud más vergonzosa y cruel que tuvo ese pueblo bajo la tiranía de los zares. La ley de

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4. El Primer Plan. Propuesta y debateEl Plan 1947-1951 fue instrumentado, siguiendo la preceptiva vista más arriba, por unsector de la burocracia gubernamental destinado específicamente a elaborar este tipo deinstrumentos. La Secretaría Técnica de la Presidencia a cargo del catalán José Figuerolaserá el principal órgano, pero también lo integraban el Consejo Económico y Social y laSecretaría Política de la Presidencia a cargo de A. Subiría. Las leyes básicas que permitie-ron su puesta en marcha incluían una amplia variedad de temas: Reforma del Estado,legislación social, obrera y sindical y medidas de protección económica.37 Comprendíatambién un conjunto de obras públicas (cuadros I, II y III) que se aplicaba como un meca-nismo activador de la demanda interna. Las obras previstas serían financiadas con aquellosrecursos crediticios estatizados mediante la nacionalización del Banco Central y el sistemabancario.38 La construcción de represas y canales para riego y colonización, obras de ener-gía eléctrica, puentes y caminos, petróleo y gas serían la “gran [espina] dorsal” del paísdesde la cual se establecerían colonias agrícolas, industrias, poblando el dilatado espacionacional. En palabras de Perón:

“Desconcentración de industrias, energía barata y transporte econó-mico mediante la electrificación progresiva de los FFCC […] La regu-lación de todo el programa se hará desde el plan industrial: será ‘laboca del embudo’. Será el robinete regulador. Se dará más industriali-zación cuando llegue la deflación y tendrá tres aspectos: protección delas industrias existentes, fomento de las nuevas y reemplazo de las queaconseje el movimiento de importación y exportación.”39

participación en las ganancias ocupará el lugar del decreto del salario vital y móvil cuyas dificultades deaplicación práctica son muchas.” Para apaciguar las desigualdades sociales es que se impulsaba en el Pri-mer Plan el proyecto de distribución ganancias presente en la Ley del Accionariado Obrero, el que evitaríalas tensiones revolucionarias vividas en Rusia. GUEVARA JOTAITE, A. El peronismo y la participaciónen las ganancias, Buenos Aires, 1946, pp. 25-6.

37 Las leyes presentadas fueron: 1- Creación de cuerpo de abogados del Estado, 2- Organización de los minis-terios, 3- Régimen municipal para la Capital Federal, 4- Derechos electorales de la mujer, 5- Derechoselectorales para los suboficiales de las fuerzas armadas, 6- Organización de la sanidad pública, 7- Serviciosde salud pública, 8- Bases sobre educación primaria, secundaria y técnica, 9- Reforma universitaria, 10-Reorganización de la justicia federal, 11- Extensión del fuero de trabajo, 12- Regulación de las funcionesnotariales, 13- Creación de la jurisdicción contencioso-administrativa, 14- Organización del servicio exte-rior de la nación, 15- Bases para la inmigración, colonización y población, 16- Arrendamientos rurales yaparcería, 17- Accionariado obrero, 18- Seguro social, 19- Fomento de la vivienda, 20- Reorganización dela dirección nacional de energía, 21- Ley nacional de energía, 22- Pesca y caza marítima, 23- Defensa de lariqueza forestal, 24- Creación del centro nacional de investigaciones agropecuarias, 25- Fomento de laindustria nacional, 26- Modificación de la ley de aduanas, 27- Bases de creación del cuerpo de aduanas.

38 GIRBAL BLACHA, Noemí “Diagnóstico, legislación financiera y planificación económica (1946-1955)”,en Revista de Historia del Derecho, núm. 23, 1995, p. 165.

39 Palabras de Perón en “Un Plan y veintisiete proyectos”, en Qué sucedió en siete días 10/10/1946, p. 6.

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Se esperaba que las obras de infraestructura generaran las economías externas y pre-pararan la desconcentración geográfica de la actividad productiva. Los estímulos a la ofer-ta de bienes industriales locales consistente en la adopción de derechos adicionales defomento para las industrias iniciales y las industrias amenazadas por el dumping, cuotas deimportación (para evitar subas de precios y garantizar una parte a la industria nacional),permisos de importación (para evitar maniobras de monopolio), subsidios para los casosen que la producción nacional sea pequeña con relación al consumo interno, alentarían elnivel de actividad en las ramas más amenazadas por la desocupación, aquellas que máshabían crecido durante la guerra.

Semejante batería de enunciados no podían pasar desapercibidos para una opiniónpública y una oposición todavía expectante ¿Cómo fue recibido por ellas el Plan? Algunasreacciones eran de preverse; conservadores y radicales unionistas adoptaron una rígidaposición crítica frente a lo que consideraban una inaceptable intromisión del Estado en laórbita privada. Sin embargo otros sectores del campo político opositor acompañaban laidea de que la economía debía estar organizada para servir a los intereses colectivos. Losradicales intransigentes eran favorables a la planificación pero centraban sus críticas en laausencia de participación parlamentaria en su diseño y ejecución. Los socialistas, por suparte, defendían una planificación no centrada exclusivamente en el Estado. Al rechazar lapropiedad estatal de los servicios públicos propiciaban el cooperativismo como la fórmulaque permitiría conciliar la necesidad inevitable de reglamentación y de planeamiento conlas libertades individuales.40

Para los comunistas existía una verdadera intencionalidad de aprovecharse del pres-tigio de la planificación soviética, para generar una copia absolutamente diversa del origi-nal ya que –como diría Victorio Codovilla:

“Dentro de los marcos del régimen capitalista, es imposible la realiza-ción de los planes ordenadores de la economía […] [ya que ésta está]en manos de los grandes terratenientes, de los grandes capitalistas y delos monopolios nacionales y extranjeros.”41

Fuera de esta objeción básica, se encontrarían elementos positivos en el plan presen-tado, aunque no dejaban de advertir contra la metodología autoritaria con que fuera lanza-do.

Alguna prensa no partidaria se mostraba inquieta por la contradicción entre una con-vocatoria a la discusión y la desautorización de quienes no concordaran con el programa“...al punto de considerar traidor a la patria a quien no secunde su acción.”42 La prensa

40 CONSTANZA, Walter El Estado y las nacionalizaciones. Socialismo y planificación, La Vanguardia,Buenos Aires, 1948.

41 La Hora 16/12/1946, p. 1.42 “Para que se pide colaboración y se ofrece discusión si ya se tiene un juicio inamovible a su respecto al

punto de considerar traidor a la patria a quien no secunde su acción”, en Hoy 2/10/1946, p. 4.

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económica, reflejando una opinión difundida en los medios empresarios se manifestabaescéptica sobre posibilidad de alcanzar objetivos de la magnitud propuesta por la fragili-dad de los medios que se disponía para alcanzarlos,43 aunque algunos como Carlos A.Tornquist –que se encolumnaba entre los patrones oficialistas– aprobaban los planes acondición de que se mantuvieran equilibradas las cuentas públicas.44 El Instituto Alejan-dro Bunge, por su parte que había contado en sus filas hombres del gobierno como Figuerola,aunque se manifestara favorablemente a la planificación en general y a este plan en parti-cular, consideraba puntos débiles del mismo la escasez de mano de obra, maquinaria ytransporte. Por último, la prensa católica recelaba del fortalecimiento de los recursos esta-tales ya que ellos obrarían en detrimento del poder temporal de la Iglesia.45

A pesar de que existía la idea bastante generalizada de que se imponía ordenar laeconomía, parecían no faltar razones que alimentaban la desconfianza hacia los planes porparte de los opositores. La planificación estaba concebida dentro de un modelo políticoque colocaba a los partidos no oficialistas en una posición marginal; además el plan limi-taba las posibilidades del parlamento de controlar al Poder Ejecutivo Nacional. Ello sepodría observar en los años siguientes y en el silencio al que fueron sometidas las vocesdisidentes en 1952, en ocasión de conocerse una nueva y más acabada muestra de la plani-ficación peronista.

5. El Segundo Plan Quinquenal: evaluación y ajustes de los mecanismos propuestosPara 1952 el ajuste y la lucha anti-inflacionaria habían pasado a ser los principales propó-sitos de la agenda económica, dentro del modelo de pleno empleo. El sector externo pre-sentaba un panorama complejo a partir de la merma vertical del volumen exportado. Lavuelta al campo se impuso como una fórmula inevitable de recuperación de las exporta-ciones agrarias. El ajuste pasaba también, obviamente, por la reducción del gasto público,que había animado la actividad económica durante todo la etapa del primer plan.46

43 “¿Será posible –se preguntaba Acción Industrial– realizar tanto, tan bien, en tan poco tiempo? ¿Dispondráel país de los elementos humanos, técnicos, financieros, materiales, para llevar a cabo, no ya el total delplan sino su parte basamental, sin caer en la falta de conexión de las obras públicas realizadas hasta lafecha.” “El Plan Quinquenal y las industrias”, en Acción Industrial 8/10/1946, p. 7.

44 Si la amplitud del plan quinquenal y una adecuada ejecución del mismo permite esa realización, habremosllevado a cabo un factor importante de nuestra reconstrucción. La obra social realizada que involucra elretiro de elevadas sumas de dinero de la circulación no ha tenido su contraparte. Es necesario reajustar lapolítica financiera de la previsión social para devolver a la actividad económica las enormes sumas queobligan al Estado a crear cada vez nuevos títulos de deuda pública.[es necesario realizar obra pública,resolver los problemas de combustibles, aprovechar los ríos, etc.] El BCRA tendrá una misión de responsa-bilidad extraordinaria para ajustar su conducta a las verdaderas necesidades. Encargando de las funcionesa gente de experiencia. TORNQUIST, Carlos A. “El país frente al plan quinquenal”, en El cronista comer-cial 1/11/1946, p. 49.

45 El Pueblo 17/11/1946, pp. 1-2.46 FERRER, Aldo Crisis y alternativa de la política económica argentina, FCE, Buenos Aires, 1977.

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El gobierno abrió públicamente en febrero de 1952 una etapa de discusión internapara el lanzamiento del Segundo Plan Quinquenal, a cuya formulación se invitaba a lasorganizaciones sociales, convocatoria de la que se excluyó a los opositores políticos.47

Este anuncio coincidía con las discusiones de precios y salarios entre la ConfederaciónGeneral del Trabajo y la recientemente formada Confederación General Económica. Enagosto, el Ministerio de Asuntos Técnicos remitió los planes de sus respectivas áreas aministerios nacionales y provincias. La redacción del plan desató un debate entre los fun-cionarios acerca de los resultados del Plan 1947-51 y por ende acerca de las característicasdel nuevo proyecto. El propio balance oficial reconocía deficiencias en el Primer Plan,pero las atribuía a la falta de estadísticas y de control de la infraestructura de transportes yde finanzas, a la acción divisoria de los partidos políticos y a la insuficiente penetración dela Doctrina Nacional.

Años más tarde Gómez Morales reconocería que el Primer Plan había contenidoerrores de estimación que obligaban a que debían incluirse a priori mecanismos de reajus-tes.48 No se le escapaba que muchas de las medidas propuestas en el plan 1947-51 nopasaban de ser meros enunciados sin instrumentos adecuados de realización en los plazosprevistos. En ese sentido, en la discusión de 1952, el Ministerio de Transportes hizo obser-vaciones a los objetivos previstos para el agro, considerando que la distribución de tierrasno podía quedar limitada a un quinquenio. El dato evidente de la disminución del áreasembrada hacía necesario revisar instrumentos y previsiones para el Plan Agrario de eseaño.49

El Segundo Plan50 se lanzó finalmente como un instrumento de largo plazo por loque podía exceptuarse del cumplimiento de las economías que proponía el Plan de Ajuste,

47 Las reacciones contrarias al Segundo Plan fueron mucho más contenidas que en 1946. Las posibilidades deresistencia a las decisiones del Poder Ejecutivo Nacional estaban mucho más limitadas por el éxito alcanza-do por el gobierno en términos de consenso social, por la fragilidad de la oposición pero también por elrígido control que se ejercía sobre la prensa. Sólo las voces aisladas de algunos diputados opositores, comola del radical Oscar Alende, trascendieron en la prensa sin mayor repercusión.

48 GÓMEZ MORALES, Alfredo La política económica del Segundo Plan Quinquenal, citado porGERCHUNOFF, Pablo y ANTÚNEZ, Damián “De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo”, en TO-RRE, Juan C. (ed.) Los años peronistas. 1943-1955, Sudamericana, Buenos Aires, 2002, p. 182.

49 En Plan Agrario no se “…indican los medios que se pondrán en práctica para pasar de una tendenciadeclinante de las áreas sembradas, a un crecimiento considerable de las mismas. Es evidente que para poderopinar sobre la posibilidad de cumplimiento del plan, es necesario conocer como se han calculado las cifrasque en él se incluyen y saber si se han tenido en cuenta todos los factores que juegan favorable y desfavo-rablemente, para la obtención de la finalidad mencionada.” Rodolfo Vago, Director Nacional a VíctorVelasco Director Nacional de Planificación, AGN, Secretaría técnica, Caja 631. Carpeta. consideraciones yobservaciones de los ministerios provincias territorios nacionales y municipalidad de Buenos Aires a losplanes nacionales, X-Acción Agraria.

50 En diciembre de 1952 el gobierno envía el Congreso las leyes que darían vigencia al nuevo plan que debíaregir a partir de principios del año que terminaba. El debate sobre las leyes que darían sanción al plan llevóvarias sesiones luego de los largos discursos de Perón y de Raúl Mendé, ministro de Asuntos Técnicos. El19 de diciembre se aprobó en Diputados y el 21 en el Senado.

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iniciado a comienzos de ese año. Aun así se insistía a lo largo de sus documentos en lasexigencias de austeridad y de autocontrol.

El plan establecía metas de producción para distintas ramas (tabla V) de difícil al-cance, que podían ser revistas a la baja con el correr del tiempo, como había sugeridoGómez Morales. La producción de las empresas privadas quedaba implícitamente incluidaen esas metas, controladas y estimuladas a través del gasto público, de la política fiscal ydel crédito. La fijación de metas parece estar determinada por un optimismo voluntaristaque poco se acomodaba con la proclamada aceptación de los principios tecnocráticos degestión gubernamental.

Más aun esto se evidencia si consideramos que el plan de 1952, también llamadoPlan Perón, trascendía a la economía. La vida cultural, educativa, deportiva, de salud pú-blica, emergía destacada en los cinco gruesos volúmenes en los que quedó impreso. Aque-lla aspiración a planear la mayoría de los aspectos de la vida social se encontraban disemi-nados en ellos como fruto de la limitación de los espacios autónomos. Aunque los mediosa través de los que se buscaba obtener lo propuesto fueran por demás vagos, el controlestatal se expandía notablemente.

6. La participación empresaria y sindicalLa amplitud cuantitativa y cualitativa de las metas se encuadraba dentro de la convocatoriaa las organizaciones sociales. Tal cual se ha presentado en otros países, como en el Bra-sil,51 la planificación dotaba de sentido práctico a la estructura corporativa que el Estadoaspiraba a consolidar. En cierto sentido, al menos desde la propaganda oficial, la planifica-ción podría ayudar a poner en marcha la integración de la sociedad en el Estado, constru-yendo un canal de lo que Halperin denominara la “unanimidad militante”.52 La asociaciónentre organizaciones sociales y Estado creaba el punto intermedio entre el estatismo colec-tivista y el atomismo liberal permitiendo una más armónica integración entre persona,organizaciones y sociedad. Cuando se lanzó en 1946, el primer plan oficial de gobierno, laconvocatoria a las organizaciones no desempeñó un papel relevante. De todas formas losplanes fueron acompañados –al menos discursivamente– de la creación de órganos deconsulta integrados por funcionarios y representantes del sector privado, como fueron elConsejo Nacional de Postguerra, el Consejo Económico y Social y la Comisión Económi-ca Nacional, que debían asesorar al gobierno en cuestiones económicas y presupuestarias:concretamente en la disminución del gasto público, la eliminación de la inflación y elcumplimiento general de los objetivos del Plan.

51 Una diversa gama de consejos se constituyeron en el primer período del gobierno varguista (1930-1945).Sin embargo, en la presidencia de Dutra (1946-1951) como en el segundo gobierno de Vargas (1951-1954),los consejos estatales seguían incluyendo delegados empresariales que participaron de la redacción deplanes y programas. Si por una parte, la integración colegiada permitía integrar a las organizaciones de lasociedad civil, esta también se convertía en un mecanismo de fortalecimiento de las corporaciones.

52 HALPERIN DONGHI, Tulio La larga agonía de la Argentina peronista, Ariel, Buenos Aires, p. 27.

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En 1952 la convocatoria a las organizaciones sociales adquirió un tono de epopeya.Se hacía un llamado a todas las instituciones para que remitieran sus inquietudes a laPresidencia de la Nación para ser estudiados: el resultado, afín con el discurso de la armo-nía social, sería un “plan de todos y para todos.”53 Siguiendo teóricamente al modelocorporativista, el Estado planificador auspiciaba oficialmente a las asociaciones patrona-les pero el derecho de formular institucionalmente sus reclamos presuponía la obligaciónde hacer públicas sus operaciones y de quedar sujeto al contralor estatal. En el caso espe-cífico de los empresarios, las organizaciones deberían velar por “el correcto desenvolvi-miento de las actividades de sus propios miembros.”54 Supuestamente, este sistema tenía laventaja de la transparencia frente a la opacidad que suponía la canalización clandestina delas negociaciones no institucionales. Pero esta transparencia era asegurada por un sistemade contralores que empezaba por el Estado y bajaba escalonadamente por intermedio delas asociaciones de grado decreciente. Además las organizaciones patronales estaban lla-madas a disciplinar a sus miembros para mejorar los servicios que estos últimos prestabana la sociedad buscando, entre otros, la eliminación de los costos superfluos, la racionalizaciónde los métodos, la sistematización contable y la seguridad laboral. “Ya no se trata –conclu-ye Gómez Morales en una de las más explícitas manifestaciones a favor de la participaciónde las corporaciones en la cosa pública– de cooperar en la ejecución del derecho económi-co sino de asumir una función activa en el proceso de su creación.”55 Entre lo privado y lopúblico no cabía sino una discriminación de grado ya que “…los intereses privados lícitos,tomados en conjunto, representan el interés general público en su expresión concreta ehistórica.”56

Estas ideas se tradujeron en la creación de cuerpos colegiados ad hoc, en los quefortalecer los lazos del régimen con el empresariado. En 1952 se creaba la Comisión Na-cional de Precios y Salarios, con tres representantes de la CGT, tres de la CGE y otrostanto de los consumidores. En enero de 1953, comenzaban las reuniones de la Comisión

53 “Hago por fin un llamado a todos los argentinos de bien para que apoyen con sus ideas y su esfuerzonuestros trabajos actuales de planeamiento a fin de que el Segundo Plan Quinquenal sea el plan de todos ypara todos.” PERÓN, Juan “Segundo Plan Quinquenal” [mensaje radiofónico emitido el 3 de diciembre de1952], en Hechos e Ideas, núm. 94, enero 1952, pp. 469-472.

54 GÓMEZ MORALES, Alfredo La organización de las fuerzas económicas y la función de gobierno, Mi-nisterio de Asuntos Económicos, Buenos Aires, 1954, p. 15.

55 “El contralor inmediato por el Estado del conjunto de empresas que deben ejecutar obligaciones de derechoeconómico es poco menos que imposible. El único modo de llevarla a cabo en una medida de razonableeficacia, es crear dimensiones intermedias de contralor que se vayan escalonando desde la empresa hasta elEstado en progresión creciente de generalidad. Las empresas pueden controlarse por medio de sus Cáma-ras, Federaciones y Confederaciones. De este modo, la tarea de vigilancia que cumple la autoridad políticase aliviará en parte y al mismo tiempo ganará en eficiencia.” GÓMEZ MORALES, Alfredo La organiza-ción…, cit., p. 16.

56 GÓMEZ MORALES, Alfredo La organización…, cit., p. 17.

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Económica Consultiva en cumplimiento de los objetivos del Segundo Plan Quinquenal, enla que se sentaban representantes de la CGE.57

La participación de las entidades empresarias en los consejos destinados a diseñar ymonitorear los planes no contenía la disposición de una capacidad de veto efectivo sobrela línea adoptada al no disponer de una asociación representativa, dotada de capacidadpara la acción autónoma. En verdad, estos ámbitos propiciaban la distribución de créditosy subsidios para las empresas privadas. Las entidades corporativas empresarias, la CGEpor caso, estaban específicamente contempladas en la asignación de créditos. Puntualmen-te, el Banco de la Nación debía considerar la opinión de los distintos estamentos de la CGEpara abordar los problemas específicos sectoriales, incluso al nivel local a través de laarticulación y colaboración mutua entre las Gerencias Zonales del Banco y las entidadesde base de la confederación empresaria.58 El Banco de Crédito Industrial, por su parte, através de la coordinación con la confederación y las federaciones industriales permitía lapreparación de planes de trabajo, particularmente en la minería. La CGE debía encausarlos requerimientos financieros de sus asociados, particularmente en el interior del país deacuerdo a los principios descentralizadores propuestos por el plan de gobierno.59

Para los trabajadores, la planificación se constituiría en parte del ritual de adhesiónal Perón y al estado peronista. El 24 de enero de 1947 la Confederación General del Traba-jo realizó una concentración popular en apoyo al Plan iniciado en ese año. En sus actoscotidianos, sindicatos y CGT auspiciaban y propagandizaban los planes oficiales.60 Lasdeclaraciones cegetistas aplaudían dichos instrumentos al evaluarlos como una modifica-ción esencial del carácter de la sociedad capitalista en la que la acción de trabajar no seríaahora un acto de sometimiento. Pero siguiendo el tono que imprimió el gobierno a laconvocatoria del Segundo Plan Quinquenal, los dirigentes sindicales debieron dejar senta-do que este beneficio contenía una contrapartida para los trabajadores. La ConfederaciónGeneral del Trabajo, cuya secretaría general ejercía José Espejo, formalizó la Proclama delos Deberes del Trabajador en las que se consignaban como obligaciones del trabajador ala productividad, la austeridad, la puntualidad, la asistencia, las premisas dominantes de la

57 A pesar de estas ideas desarrolladas por Gómez Morales y que concretan las ya expresadas por Perón en ladécada de 1940, la ley 14.295/ 53 es mucho más liberal de lo que la filosofía peronista expresa, seguramen-te influida por la necesidad de contar con un mayor apoyo empresarial.

58 REVESTIDO, Miguel Las finanzas y la organización económica, s/e, Buenos Aires, 1954, p.13.59 BRENNAN, James “Industriales y bolicheros: la actividad económica y la alianza populista peronista.

1943-1976”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, núm.15, 1° semestre de 1997.

60 En los documentos oficiales de la CGT se utilizaba el sello que decía Los Trabajadores con el II° PlanQuinquenal. Por otra parte en sindicatos como ATE se utilizaba el lema Cumpla el Plan Económico 1952.El diario oficialista Democracia editaba una serie de notas bajo el título de El Plan Quinquenal y Nosotros.En cada número un sindicato era elegido como modelo de compromiso de los trabajadores con los objetivosnacionales desarrollados desde el gobierno. El caso de los ceramistas, 06/04/1953. Después aparecen loschangadores, 23/04/1953, los encargados de casas de renta, la UOM. Los obreros textiles que se presentana la redacción del diario encabezados por Framini, aparecen el 27/02/1953.

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economía de la década de 1950. Según esa Proclama, el trabajo cotidiano del obrero ar-gentino era resignificado al formar parte del programa de gobierno

“Trabajar para el Plan Quinquenal no es trabajar sólo para mejorasindividuales ni para el enriquecimiento de un hombre, ni para servir ala […] oligarquía es trabajar para todos […] Sin la realización delPlan Perón todos nuestros derechos quedarían en simples declaracio-nes teóricas […] Los obreros por su parte han de responder frente aeste nuevo estado de cosas, comprendiendo que un esfuerzo más paratrabajar y producir no será en beneficio del patrón sino en beneficio deun plan, que en última instancia persigue el bien de todos y falta tam-bién que los patronos contribuyan a esta obra, fijando límites justos asus ganancias.” 61

La última parte de la declaración citada se inscribía en la puja con las organizacionespatronales, cuya relación con el régimen había estado condicionada por la orientación delEstado a favor de los trabajadores y sus demandas en la etapa de constitución del movi-miento.62 Aunque las organizaciones obreras manifestaban públicamente su disposición acolaborar, circulaba bajo cuerda cierto malestar por la presión oficial para ceder en suspretensiones salariales y por la demanda de aumentos de productividad.

7. Un balance de los resultadosEl análisis de los resultados materiales de los planes peronistas no permite llegar rápida-mente a conclusiones definitivas, en primer lugar por la complejidad y variedad de objeti-vos que se aspiraba a alcanzar, especialmente para los objetivos no mensurados o muygenéricos. Para el caso del Plan 1947-1951 se advierte –y esto fue reconocido oficialmen-te– una sobre-estimación de los datos. Si analizamos el cuadro V, se verá que los gastospresupuestos en el plan, para los que no había ingresos fijados, fueron sub-ejecutados enun porcentaje variable. La determinación de ese porcentaje se hace más dificultosa porqueno siempre las denominaciones de la ley que derivó en el Plan de 1947 fueron mantenidasen el agregado de datos de las Memorias de la Contaduría, por ejemplo en Agua y EnergíaEléctrica.

En cuanto a los resultados dentro de actividades productivas, se evidencia una signi-ficativa desviación respecto a los objetivos propuestos según se observa en el cuadro VII.Pero la desviación es errática. Mientras que en algunas industrias como las generadoras deinsumos los resultados fueron muy menores a los calculados, en otras como las actividadescon un amplio mercado local fueron mayores. En lo que respecta al Segundo Plan, la

61 Nota de la CGT al Presidente Perón, nov. 1947, AGN, Asuntos técnicos, Caja 499. Carpeta “Declaración delos deberes del trabajador”.

62 Hemos analizado esto en JÁUREGUI, Aníbal P. “Los industriales ante el surgimiento del peronismo”,Cuadernos de Historia Regional, UNLU, núms. 20-21, 1999.

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comparación entre proyectado y concretado resulta más problemática por la obvia razónde que el régimen peronista había caído en 1955, por lo que las conclusiones sólo puedenser muy poco concluyentes. No obstante aquí también se observan profundas divergenciasentre las metas planteadas y los resultados efectivamente alcanzados.

Para el período comprendido entre 1952 y 1955 se tiene la impresión de que el ajusteincluido en el Segundo Plan tuvo un resultado razonable. La inflación se redujo a nivelestolerables, a través de la utilización de controles de precios y salarios. El salario real quecaía en picada desde 1949 tuvo una firme recuperación entre 1952 y 1955. El gasto públi-co fue asignado en mayor proporción a inversiones reproductivas que a gasto social. Labalanza comercial externa fue positiva en 1953 y 1954, aunque negativa en 1955, fruto deuna caída de importaciones y una importante suba de exportaciones.

El aspecto específico de crecimiento económico tuvo una resultante menos satisfac-toria. Los objetivos eran tan ambiciosos que más bien parecían ensayos de optimismo. Laeconomía en su conjunto creció aunque con valores más bajos de los que se preveían,algunos de los cuáles hemos consignado en la cuadro V. La industria en su conjunto creciópor encima del 20% entre 1952 y 1955. Las diferencias entre los valores efectivamentealcanzados por el desarrollo productivo y aquellos previstos por los planes oficiales nosólo encuentran su justificación en el forzado optimismo de los planificadores guberna-mentales. El cuadro VIII muestra algunas desviaciones sorprendentes en la producción dearrabio -96.3 % y acero -79.2%, al tiempo que la producción de automóviles y tractoresmuestra también diferencias categóricas, aunque partiendo de valores bajos.

Creemos que estas divergencias pueden explicarse por una variedad de causas. Enprimer lugar las insuficiencias propias de la estructura económica, e incluso de la dotaciónnatural de recursos hacían muy difícil lograr alcanzar las cifras esperadas. En segundolugar podríamos incluir un inconveniente de tipo conceptual. A pesar de lasfundamentaciones de tipo keynesianas analizadas en el apartado 3, la política económicapredominante en el período cubierto por el plan, funcionó en la práctica como un factorprocíclico cuyo objetivo explícito era apuntalar la política de ingresos del gobierno. Untipo particular de heterodoxia monetaria y crediticia que dominaba en el gobierno, conce-bía una relación muy estrecha entre economía monetaria y economía real en las que seinvertía el papel otorgado al dinero en la teoría neoclásica como reflejo pasivo del nivel dela actividad económica. Según ésta, la expansión monetaria inducía un aumento de la acti-vidad productiva que era superior a la suba de precios.63 Pero esta aplicación desaprensivade la heterodoxia económica afectó la capacidad de actuar en el mediano y largo plazo,impidiendo una respuesta más adecuada cuando la fase bajista del ciclo se hiciera presen-te. Esto fatalmente sucedió a partir de 1949 y obligó a un giro de la política económica quefue desarrollándose en el trienio 1949-1952 y que privilegiaba la eficiencia sobre la distri-

63 GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas Los desafíos económicos argentinos, Mercado, Buenos Aires,1998, p. 27.

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bución. Hecho que influyó claramente en la desviación los objetivos previstos en 1946,dando resultados diferentes a los esperados.

Por último también es necesario considerar las capacidades estatales existentes. Yapara entonces se veía con mayor claridad la falta de capacitación técnica entre los funcio-narios públicos y de las empresas estatales, responsables en buena medida de los resulta-dos macroeconómicos64 y encargados de la planificación y de la ejecución. En los inicios,estas tareas estaban concentradas en Secretaría Técnica y en menor medida en la Secreta-ría Política y en el Consejo Económico y Social y presuponían una concentración de latoma de decisiones. En 1952 este modelo fue modificado en beneficio de un método labe-ríntico de toma de decisiones que dificultaba la ejecución en gran parte las iniciativaspropuestas. Esto puede concluirse después de la lectura del cuadro VI en el que se reflejajustamente la superposición de tareas y la proliferación de ministerios que debían abocarsea la resolución de los problemas económicos. Aunque es difícil precisar las modalidadesque operaban para la ejecución de cada objetivo, es fácil presumir que la ausencia de unaautoridad definida incidía negativamente sobre la eficacia. El gabinete ministerial se en-contraba en su totalidad responsabilizado de su marcha. Cada objetivo planificado no seríaejecutado aisladamente por una institución (Ministerio o Secretaría) sino que concurrían asu realización varias oficinas públicas interesadas. Más aún, como en los planes reprodu-cía el formato federal del país se creaba el Consejo Federal Coordinador de Planes deGobierno, integrado con un delegado de la Presidencia de la Nación, uno por cada provin-cia, uno por el Ministerio del Interior en representación de los territorios nacionales y otropor la Municipalidad de Buenos Aires, que debía estudiar la evolución de los planes en las74 zonas económicas en que había sido dividido el país. Es fácil advertir que esta complejaasignación de funciones hacía más difícil la ejecución de las políticas planificadas y obsta-culizaban el aislamiento burocrático inevitable en una expansión eficaz de las fronterasdel quehacer estatal.

Palabras finalesLos planes fueron alguna vez definidos como la eliminación del azar en la vida económicay social. Esta expresión traduce cabalmente la noción de ordenamiento económico quesubyace y que buscaba dotar a la intervención estatal de racionalidad y consistencia en elmediano y largo plazo. El estado, y no el mercado, pasaba a ser el integrador social porantonomasia, incumbido entonces de la tarea de colocar a la economía al servicio delbienestar colectivo. Semejante propuesta contenía un sinfín de problemas de ejecución yde eficiencia.

64 Se puede poner en consideración el relevante papel desempeñado por los técnicos e ingenieros en el famosoPlano de Metas del presidente brasileño J. Kubistchek, lanzado después que Perón fuera desalojado de lapresidencia. Véase entre otros LOPES, Lucas Memorias do desenvolvimento: Lucas Lopes, depoimento,CPDOC/FGV, Río de Janeiro, 1991.

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Hemos intentado mostrar que la dirección impresa por el gobierno de Perón a lapolítica económica estuvo inspirada por este ideal planificador, nacido precisamente en lasáreas del mundo que eran epicentros de la crisis, aunque aquí se la dotó de una improntaespecífica a tono con la épica tercerista. El contexto ideológico internacional parecía jus-tificar en principio la propuesta planificadora peronista reforzada por el efecto de demos-tración. Los inconvenientes de la planificación fueron sin embargo previstos por aquellosmismos que le habían dado sustento teórico como G. Myrdal y W. A. Lewis. En efecto,¿podían la inflación, la pérdida de incentivos a la inversión y a la innovación técnica y latendencia a la autarquía gubernamental ser eludidos o al menos reducidos? Esta posibili-dad dependía de su instrumentación. Justamente, la debilidad que se advierte en el modelode planificación del peronismo consistía en la adopción de objetivos vagamente enuncia-dos con una fuerte tendencia a la magnificación de las posibilidades. Por otra parte laejecución de los proyectos estuvo perjudicada por la ausencia de órganos técnicos idóneosy la escasa definición de las responsabilidades políticas sobre cada uno de los renglonesconsiderados. Por último ellos también sufrieron las consecuencias de una excesiva varie-dad, en lo que podríamos denominar la planificación global.

La enorme cantidad de discursos de Perón en referencia a la planificación dan fe desu interés en el tema y de su convicción acerca de la relevancia que podía tener en lagestión de gobierno. Colocando al gobierno en el centro de la escena política y retomandoeste caudal de inspiración foránea, la planificación del régimen peronista fue más ambicio-sa que una mera corrección keynesiana; quería ser un “…gran programa de desarrolloeconómico de aliento histórico”,65 que apuntalara el proyecto de Perón de construir unanueva sociedad bajo la guía previsora del Estado.

Buenos Aires, 10 de mayo de 2005

65 VERSACI, A. J. “Influencia del pensamiento…”, cit., p. 984.

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Cuadro I: Gastos presupuestados para el período 1947-1951

Concepto Monto asignado

Obras Públicas y Transporte .................... $ 3.710.000.000

Plan Nacional de Energía ......................... $ 2.235.000.000

Salud Pública ........................................... $ 625.000.000

Inmigración y colonización ...................... $ 200.000.000

Producción ............................................... $ 20.000.000

Total ......................................................... $ 6.790.000.000

Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Ley 12.966. Plan 1947-1951

Cuadro II – Obras Públicas y Transporte

Navegación ............................................... $ 600.000.000

Vialidad .................................................... $ 555.000.000

Ferrocarriles ............................................. $ 800.000.000

Obras Sanitarias ....................................... $ 600.000.000

Edificios Públicos .................................... $ 670.000.000

Elevadores de Granos .............................. $ 50.000.000

Turismo .................................................... $ 65.000.000

Aeropuerto Ezeiza .................................... $ 120.000.000

Total ......................................................... $ 3.460.000.000

Fuente: Ley 12.966. Plan 1947-1951

Cuadro III – Plan Nacional de energía

Petróleo .................................................... $ 620.000.000

Gas ........................................................... $ 271.000.000

Combustibles minerales ........................... $ 163.000.000

Combustibles vegetales ............................ $ 56.000.000

Agua ......................................................... $ 640.000.000

Electricidad .............................................. $ 485.000.000

Total ......................................................... $ 2.235.000.000

Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Ley 12.966. Plan 1947-1951

CUADROS

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Cuadro IV – Casos de ejecución de obras públicas para el período 1947-51

Sector Valor a $ constantes 1947

Ferrocarriles ............................................... 464.127.319

Agua y energíaEléctrica ............................. 564.890.534

Petróleo ...................................................... 412.659.954

Obras sanitarias .......................................... 296.868.364

Vialidad ...................................................... 325.708.071

Fuente: Elaboración propia sobre REPÚBLICA ARGENTINA, Memoria de la Contaduría Generalde la Nación, Organismos Descentralizados, Plan de Obras, 1947-1951 y Indice de Precios Mayoristas

(Nivel General) Boletín Estadístico del BCRA

Cuadro V – Crecimiento porcentual esperado de algunas ramas de producciónpara el período 1952-1957

Plomo ........................................ 116 Zinc ............................................ 154

Estaño ....................................... 900 Cobre ........................................ 1066

Plata .......................................... 117 Antimonio .................................. 66

Fundición .................................. 100 Acero ......................................... 485

Alcalis ....................................... 154 Prod. Electroquímca ................. 716

Prod. Sintéticos ........................ 1282 Lámparas incandescentes ........... 74

Motores eléctricos ...................... 62 Cales ........................................... 41

Cemento ..................................... 66 Arena y canto rodado ................. 45

Artefactos sanitarios ................... 21 Madera aserrada ......................... 43

Pasta para papel ........................ 657 Papel para diario ....................... 108

Rayón ........................................ 140 Calzado y marroquinería ............ 33

Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, Segundo Plan Quinquenal. Legislación prevista parael quinquenio 1953-1957, Buenos Aires, Ministerio de Asuntos Técnicos, 1953.

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Cuadro VI - Responsabilidades ministeriales sobre objetivos consignados en el Segundo Plan Quinquenal de acuerdo a las disposiciones gubernamentales

Tema Ministerios con Ministerios conresponsabilidad principal responsabilidad “concurrente”

Función social de la tierra Agricultura y ganadería Finanzas-Asuntos económicos-Justicia-Asuntos políticos

Mecanización agraria Agricultura y ganadería Industria y comercio-Trabajoy previsión-Finanzas

Asistencia técnica en minería Industria y comercio Finanzas-Defensa

Regadío y equilibrio demográfico Industria y comercio Agricultura-Asuntos técnicos-Industria y comercio

Racionalización de las empresas Asuntos económicos Educación-Agriculturay Ganadería-Transportes

Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, 2° Plan Quinquenal. Legislación previstapara el quinquenio 1953-1957, Buenos Aires, Ministerio de Asuntos Técnicos, 1953.

Cuadro VII - Diferencias entre resultados y metas fijadas en el Plan 1947-1951En toneladas

Producción prevista Producción real Diferencia porcentual

Hilados de algodón 80.000 91.900 +15

Hilados de lana 30.000 24.000 -20

Hilados de rayón 8.000 8.296 +3.7

Lavado de lana 100.000 41.000 -59

Papel de obra y otros 190.000 140.000 -26

Soda cáustica 40.000 31.200 -22

Acero 315.000 131.500 -58.3

Aluminio manufacturado 1.400 13.000 -830

Fuente: Elaboración en base a PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, Plan de Gobierno, 1947-1951,Bs. As 1946; MINISTERIO DE INDUSTRIA Y COMERCIO, Memoria correspondiente al año 1951,

Bs. As., 1952. y Censos Industriales de 1946 y 1950. Tomado de Belini66

66 BELINI, C. F. “Estado y política industrial durante el primer peronismo, 1946-1955”, en BERROTARÁN,Patricia; JÁUREGUI, Aníbal y ROUGIER, María Sueños de bienestar en la “Nueva Argentina”, ImagoMundi, Buenos Aires, 2005.

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Cuadro VIII - Diferencias entre resultados y metas en el Plan 1953-1957En toneladas

Producción Producción Diferenciaplaneada para 1957 en 1957 porcentual

Arrabio 640.000 23.700 -96.3

Acero 1.040.000 221.400 -79.2

Automóviles 5.000 u. 15.635 u. +210

Motocicletas 10.000 u. 12.352 u. +23

Tractores 4.000 u. 10.578 u. +164

Cemento 2.500.000 2.300.000 -8

Papel para diarios 50.000 20.000 -60

Cartón y cartulina 125.000 104.000 -16

Lana lavada 65.000 41.000 -37

Hilados y tejidos de algodón 110.000 176.120 +60

Hilados de rayón 18.000 13.549 -25

u.: unidades

Fuente: Elaboración en base a PRESIDENCIA DE LA NACIÓN,2do. Plan Quinquenal, 1953, tomado de Belini.67

67 BELINI, C. F. “Estado y política industrial…”, cit.

ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

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Recibido con pedido de publicación el 26 de noviembre de 2004Aceptado para su publicación el 20 de febrero de 2005

Carolina Biernat es profesora de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires(UNCPBA) e Investigadora del CONICET (República Argentina)

[email protected]

* El presente artículo forma parte de un trabajo mayor, mi tesis de Maestría en Historia, defendida en laUniversidad Nacional de Mar del Plata en agosto del corriente año y que lleva por título “La inmigracióndurante el primer peronismo: ideas, políticas y prácticas administrativas (1945-1955)”.

as políticas migratorias del primer peronismo:la tensión entre los enunciados, los conflictos institucionalesy las prácticas administrativas*

CAROLINA BIERNAT

ResumenEl artículo analiza la puesta en práctica de laspolíticas migratorias del primer peronismo enuna excepcional coyuntura de alta oferta y de-manda de ingreso de extranjeros. Para ello, exa-mina los conflictos institucionales que se desa-rrollan en el seno de la administración públicapor la organización y el control de los aparatosque tendrán el poder de aplicar la legislaciónsancionada y, por otro, evalúa la capacidad delos órganos de la burocracia estatal para cum-plir con los lineamientos sugeridos por las di-rectivas legales. Como resultado, prácticas deadmisión complejas, arbitrarias, contradictoriasy permeadas por la corrupción, darán cuenta deldistanciamiento operado entre los criterios nor-mativos y los procedimientos institucionales delproceso de ejecución de la particular políticamigratoria argentina durante la segunda posgue-rra.

Palabras clavepolíticas públicas – peronismo – inmigración –demografía

AbstractThe article analyzes the implementation of themigratory policies of the first Peron administration,in an exceptional historical juncture of high offerand demand for foreigners to enter the country.In doing so, it examines the institutional conflictsthat evolved in the public administration’s innercircles for the organization and the control of thegovernmental bodies that will have the power toexecute the passed legislation and, at the sametime, it assesses the ability of the publicadministration bureaucracy to fulfill therequirements included in the legislation. As aresult, very complex admission policies –arbitrary,contradictory, and infiltrated by corrupt practices-bring into evidence the distance between theregulated policies and the institutional proceduresto the execution process of the unique ArgentineanImmigration Policy during the second post-worldwar.

Key WordsPublic Policies – Peronism – Immigration –Demography

L

BIERNAT, Carolina “Las políticas migratorias del primer peronismo: la tensión entre los enuncia-dos, los conflictos institucionales y las prácticas administrativas”, prohistoria, año IX, número 9,Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 41-66.

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La Argentina se inscribe dentro del grupo de países que se propusieron abrir laspuertas a la inmigración una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. La consi-derable oferta de hombres –desplazados por razones ideológicas, políticas o eco-

nómicas– dispuestos a dejar el escenario donde se desarrolló el conflicto bélico, encuen-tra eco en las tierras del Plata donde el factor humano es concebido por el gobiernoperonista como un eslabón indispensable para sus planes de crecimiento económico. Laatracción de extranjeros, preferentemente europeos, además de cumplir con su históricopapel modernizador, es considerada para cubrir el déficit de mano de obra en los ámbitosde la construcción de obras públicas, los proyectos industriales militares y las actividadesrurales y manufactureras. Por su parte, la elevación del salario real, el incremento delconsumo interno y las restricciones impuestas por Estados Unidos a los aspirantes a in-gresar a su país, hacen de la Argentina un destino tentador y, a su vez, posible.

A pesar de estas intenciones aperturistas del Estado argentino, la política migratoriaresultante no se parecerá a aquella de “puertas abiertas” vigente desde la segunda mitaddel siglo XIX hasta los años 1920s. de la siguiente centuria. Los prejuicios y temores, losmarcos legales y los instrumentos administrativos restrictivos del período anterior estaránpresentes, de forma inercial o como parte del universo de convicciones, en la elaboraciónde las políticas de admisión, en su reglamentación y en su puesta en práctica. Por otro lado,un Estado en pleno proceso de cambio será el encargado del diseño y la implementación deestas nuevas políticas. Lejos del modelo liberal del siglo XIX, su horizonte será ahora laintervención en los fenómenos sociales y económicos a través de ambiciosos planes dedesarrollo. Ambición que entrará rápidamente en conflicto con la falta de consenso para suelaboración y con la carencia de una máquina administrativa lo suficientemente consolida-da como para llevar a la práctica estos planes con alguna coherencia.

El presente trabajo, complementario de otros que han analizado los procesos de con-formación de los enunciados discursivos del gobierno peronista respecto del tema inmi-gratorio y de elaboración del corpus normativo que sistematizó sus principios, tiene porobjeto el estudio de los conflictos institucionales que se desarrollan en el seno de la admi-nistración pública por la organización y el control de los aparatos que tendrán el poder deaplicar la legislación sancionada y, por otro lado, la evaluación de la capacidad de losórganos de la burocracia estatal de llevar a la práctica las directivas legales. Con ello seintenta profundizar en el distanciamiento operado entre los criterios normativos y las prác-ticas institucionales durante el proceso de ejecución de la política migratoria del primerperonismo y, probablemente, de la mayor parte de las políticas estatales.1

1 Este trabajo podría ser leído en contrapunto con otro en el que he analizado el proceso de formulación yreglamentación de los enunciados legales de la política inmigratoria del primer peronismo: BIERNAT,Carolina “Planificación, legislación y convenios internacionales: el Estado argentino frente a la ofertainmigratoria de la segunda posguerra”, en BERROTARÁN, Patricia; JÁUREGUI, Aníbal y ROUGIER,Marcelo (eds.) Sueños de bienestar en la nueva Argentina: estado y políticas públicas durante el peronismo,1946-1955, Imago Mundi, Buenos Aires, 2004.

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1. Conflictos institucionales y la búsqueda del consenso

a) Gestión de política inmigratoria entre 1945 y 1947A fines del año 1945 es nombrado en el cargo de Director de Inmigración Santiago Peralta.Este antiguo militante radical personalista, simpatizante de las ideas nacionalistas de dere-cha, nativistas y antiliberales, Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de BuenosAires, especializado como Técnico Antropólogo en la Universidad de Berlín en los prime-ros años de 1930 y en contacto con el Instituto Ibero-Americano del Tercer Reich desde1934, se consideraba a sí mismo como un “especialista” en temas etnográficos y sugeríadejar en manos de “verdaderos profesionales” la planificación y control migratorios. Si-guiendo esta idea, criticó las orientaciones propuestas al Ministerio de Agricultura por elPrimer Congreso de Población, en 1940, dado que a pesar de haber opinado y aconsejado,no pudo tomar una sola resolución pues no había un sólo “profesional” que pudiera hacer-lo. Además, según Peralta, al confundirse en las conclusiones del Congreso el concepto denacionalidad (político), con el de raza y pueblo (social y antropológico) y al establecer laigualdad del género humano en lugar de la igualdad de los hombres ante la ley, el Congresono pudo proponer una ajustada diferenciación entre “mala” y “buena” inmigración.2

Sus consejos parecen haber sido escuchados ya que en marzo de 1946, un mes des-pués del triunfo electoral de Perón, se le encarga la organización del Instituto Étnico Na-cional, dependiente de la Dirección de Inmigración. En el decreto de su creación se esta-blece “la necesidad de contar con estudios y elementos técnicos que permitan seleccionary orientar racionalmente las corrientes inmigratorias, en forma de facilitar la adaptación delos inmigrantes al medio en que habrán de radicarse y desenvolver sus actividades.”3 Peraltaavanza sobre estas orientaciones generales aclarando sus conceptos sobre inmigración enlas Instrucciones de difusión al Personal. En las mismas define los cambios operados en

2 Algunos datos biográficos de Santiago Peralta pueden hallarse en KLICH, Ignacio “Perón, Braden y elantisemitismo: opinión pública e imagen internacional”, en Ciclos, año II, vol. 2, núm. 2, Buenos Aires,1er. semestre de 1992, p. 12. La opinión de Peralta sobre las conclusiones del Congreso Nacional de Pobla-ción (1940) en PERALTA, Santiago Influencia del pueblo árabe en la Argentina. Apuntes sobre inmigra-ción, Buenos Aires, 1946, pp. 379-409. Resulta interesante seguir, a su vez, la crítica de José Imbelloni,titular desde 1939 de las cátedras de Antropología y de Etnografía de la Facultad de Filosofía y Letras de laUniversidad de Buenos Aires y director, desde 1947, del Instituto de Antropología de dicha universidad, ala falta de preparación disciplinaria de Peralta para desempeñarse como director de Inmigración. Segúneste reconocido antropólogo, Peralta había diseñado un plan de inmigración “basado en nubes de humoteórico, pseudoantropológico, y perentorias afirmaciones sobre razas fuertes y razas flojas [...] y una clasi-ficación racial binaria.” IMBELLONI, José “La formación racial argentina. Se reanuda la inmigración”, enArgentina en Marcha, Comisión Nacional de Cooperación Intelectual, Buenos Aires, 1947, t. I, p. 293.Cabe aclarar que estas críticas se dan en el marco del proceso de construcción de la antropología, al mismotiempo como saber de Estado y como disciplina académica. Un análisis de dicho proceso en LAZZARI,Axel “Antropología en el Estado: el Instituto Étnico Nacional (1946-1955)”, en NEIBURG, Federico yPLOTKIN, Mariano (comps.) Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Ar-gentina, Paidós, Buenos Aires, 2004, pp. 203-229.

3 Decreto nº 9435 del 30/03/1946. Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Asuntos Técnicos (AT),legajo 547.

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este campo, a partir de la –aplicación de la antropología que considera al hombre “en sufaz pueblo, es decir puramente humana y no nacional y política”–. De allí que los criteriosselectivos deban basarse en las leyes de sangre, más que en la nacionalidad. La “razablanca” es preferida a las otras –provenga ésta de Europa o, en los casos que se deseepoblar regiones desérticas o selváticas, de Asia– y, dentro de ella, los grupos “celtas” y“semitas de origen mediterráneo” (árabes) son considerados como superiores. A su vez,divide a la inmigración en “buena”, cuando explota la tierra, “mala”, cuando viene a explo-tar al hombre, e “indeseable”, cuando está constituida por mendigos, ladrones y genteasociada a la “mala vida”. Por ello aconseja el ingreso de agricultores –en especial si estánacompañados de su familia– y obreros especializados, descartando a comerciantes, indus-triales, técnicos, abogados, médicos e ingenieros, salvo en casos de “utilidad pública”. Eneste último punto, a pesar de sus preferencias, Peralta no puede ignorar los planes dedesarrollo industrial y científico impulsados por el gobierno peronista y la consecuentenecesidad de éste de propiciar el ingreso de “sabios y pequeños sabios”.4

La consecuencia de la aplicación de estos conceptos –confusos y hasta a veces con-tradictorios entre sí, que no sólo revelan la debilidad intelectual del personaje sino tambiénla necesidad de conservar sus alianzas políticas en el seno del Consejo de Defensa Nacio-nal, único organismo del gobierno que lo respalda, al menos en los primeros tiempos de sugestión– es una práctica discriminatoria con respecto a ciertos grupos étnicos y religiosos,a aquellas personas que presentan defectos físicos (incluidas las que poseen pie plano) y alos extranjeros procedentes de ámbitos urbanos, escenarios de todas las “deformacionesmorales y físicas” (ladrones, mal vivientes, explotadores, mujeres estériles). Convienedestacar, sin embargo, que las directivas de Peralta no son uniformemente acatadas por elcuerpo consular, encargado de visar la documentación de los aspirantes a emigrar y gestio-nar ante las autoridades migratorias los permisos de ingreso, dando lugar a numerososcasos de excepción. Dichas contradicciones son expresadas por el Director de Inmigraciónen reiteradas notas al Director de lo Contencioso Administrativo del Ministerio de Rela-ciones Exteriores, en las que denuncia el otorgamiento de visas a elementos “inasimilables”e “indeseables”, a lisiados de guerra y a enfermos.5

4 PERALTA, Santiago Conceptos sobre Inmigración. Instrucciones de difusión al Personal, Dirección deMigraciones, Buenos Aires, 1946, pp. 3, 5, 7 y 9. Ignacio Klich nos sugiere que, si bien la predilección dePeralta hacia el pueblo árabe podría estar reforzada por sus contactos con dicha comunidad en la Argentina–su libro sobre este grupo fue financiado por inmigrantes sirios de la ciudad de Jabrut– esta preferencia seconstruye sólo como alternativa a la inmigración celta y en el único caso de profesar la religión católica ydedicarse a tareas rurales. Por otro lado, la extendida imagen del primer peronismo como pro-árabe puedematizarse si se piensa en el elevado índice de árabes ortodoxos y musulmanes rechazados en ese período.KLICH, Ignacio “The Chimera of Palestinian Resettlement in Argentina in the Early Aftermath of the firstArab-Israeli War and Other Similary Fantastic Notions”, en The Americas, núm. 1, 1996, pp. 15-44.

5 Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (AMRECIyC), FondoDirección Contencioso Administrativo (CA), Migraciones, Colonización y Turismo (MCT), Legajos 1299/46, 4522/46, 4588/46, 67025/46.

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Si hasta los primeros meses del año 1946 la oposición de otras líneas internas dentrodel Poder Ejecutivo a la política seguida por Peralta no tienen carácter público, circunscri-biéndose al ámbito de las prácticas administrativas o a comentarios informales, el Proyec-to de Ley de Bases para solucionar los problemas de inmigración y colonización en elmarco del Plan de Gobierno 1947-1951 –surgido, a su vez, de la negociación entre funcio-narios de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, más reticentes a la aper-tura de las puertas a la inmigración por temor a la competencia que ésta pudiera ejercer ala oferta de mano de obra local, y funcionarios del Ministerio de Trabajo y Previsión y delInstituto Argentino de Promoción e Intercambio (IAPI) en estrecha colaboración con elBanco Central, de una clara posición “aperturista”– las pone en evidencia.6 En dicho Pro-yecto se subordina el tema inmigratorio al Plan de Industrialización definiendo, sin embar-go, en su artículo primero un criterio amplio de selección profesional que incluye activida-des agrícolas, ganaderas y artesanales como así también a obreros y técnicos. Si bien estoscriterios han sido calificados de “económico-urbanos” y opuestos a los “étnicos-rurales”sustentados por la Dirección de Inmigración, no parecen alejarse demasiado de los pro-puestos por Peralta, ni prescinden totalmente, aunque de forma velada, de criterios deselección étnica sujetos a la condición de asimilación del inmigrante. En este sentido, elartículo tercero del Proyecto de Ley de Bases establece que “en ningún caso la inmigraciónserá restringida ni prohibida por razones de origen ni de credos de ninguna especie, peroserá preferida aquella que por su procedencia, usos y costumbres e idioma sea la másfácilmente asimilable a las características étnicas, culturales y espirituales de la Argenti-na.”7

De todos modos, las implicancias más importantes y polémicas del Proyecto sonaquellas institucionales, en la medida que desplaza a la Dirección de Inmigración del con-trol casi exclusivo del ingreso de extranjeros. Por un lado, propone delegar a los cónsulesel trámite y la concesión de los permisos de inmigración, facultad que desde el año 1923era privativa de la Dirección. Por otro, sugiere la creación de nuevos instrumentos –laDelegación Argentina de Inmigración en Europa (DAIE) y la Comisión de Recepción yEncauzamiento de Inmigrantes (CREI)– bajo la jurisdicción administrativa del IAPI. Los

6 Fernando Devoto ha sugerido, tomando como base los testimonios de los diplomáticos italianos, la proba-ble oposición a las ideas raciales de Peralta en el seno del Ministerio de Trabajo y con él de las estructurassindicales y del Partido Laborista. En un plano más general, los representantes del gobierno italiano pare-cen insistir en que, hasta la primera mitad del año 1946, el gobierno de Perón no tenía una decisión tomadaacerca de la política migratoria, sobretodo porque la misma debía enmarcarse en los proyectos más genera-les de reforma social y en especial de reforma agraria. DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados ycriminales en la ‘vía italiana’ hacia la Argentina en la segunda posguerra”, en Ciclos, Buenos Aires, año 10,vol. 10, núm. 19, Buenos Aires, 1° semestre de 2000, pp. 161-162.

7 La visión dicotómica de los criterios de selección “étnica” sostenidos por Peralta, contrarios a los criteriosde selección “económica” propuestos por el IAPI, han sido sugeridos por: SENKMAN, Leonardo “Perón yla entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949: un caso de cadena migratoria”,en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 10, núm. 31, 1995, pp. 675-677. Proyecto de Ley deBases para solucionar los problemas de inmigración y colonización, 1946, AGN, AT, legajo 547.

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proyectos de decreto de constitución de estas instituciones, proponen para la DAIE lasfunciones de “convenir, organizar, prever y dar ejecución en Europa a todo lo relacionadocon la inmigración en la Argentina dentro de lo previsto en el proyecto de ley de basessobre inmigración y colonización del Plan de Gobierno, conforme a las directivas e ins-trucciones que le sean impartidas por intermedio del Instituto Argentino de Promoción delIntercambio” y la facultan “por delegación de las funciones específicas del Ministerio deRelaciones y Culto y la Dirección General de Migraciones para otorgar la documentaciónque estime necesaria para el ingreso al país”; y establecen que la CREI, presidida por laautoridad principal del IAPI e integrada ex officio por el gerente general del Banco Centraly en carácter consultivo por el director de Migraciones y por representantes de los Minis-terios de Relaciones Exteriores y Culto y de Agricultura, de las Secretarías de Industria yComercio, Trabajo y Previsión y Salud Pública, del Consejo de Defensa Nacional y pordos delegados (obrero e industrial) nombrados por el Poder Ejecutivo, tendrá a su cargotodo lo relacionado con la “recepción, encauzamiento, radicación y establecimiento de losinmigrantes en la República”.8

La respuesta al proyecto no se hace esperar. A mediados de agosto de 1946 se reúnela comisión de Potencial Humano, órgano de planificación creado dentro del Consejo deDefensa Nacional, a los efectos de considerar la política inmigratoria a seguir, evaluar susituación actual y sus repercusiones futuras en la natalidad y en el poblamiento regional.Dicha comisión está integrada por el Director de Inmigración, por representantes militaresdel Consejo de Defensa Nacional, por el director de Culto del Ministerio de RelacionesExteriores y por funcionarios de las Direcciones Nacionales de Transporte, Energía, VialidadNacional, del Banco Central y del Consejo Agrario Nacional. En febrero de 1947 la Comi-sión presenta un memorándum ante el presidente del Consejo de Defensa Nacional –pro-ducto de un largo debate en el seno de la subcomisión técnica, que opone a quienes apoyana Peralta, por un lado, y a los representantes del Banco Central y el Consejo AgrarioNacional, por otro–, en el que se propone rectificar los decretos del Poder Ejecutivo quecrean la DAIE y la CREI. El memorándum está acompañado por un proyecto de reformade dichos decretos, fundamentado en objeciones legales-administrativas y de seguridadinterna. Entre las primeras, se cuestionan las facultades de selección y fiscalización confe-ridas al IAPI, por ser supuestamente exclusivas de la Dirección de Inmigración; entre lassegundas se sostiene que con la nueva estructura descentralizada para la práctica inmigratoria–que excluye a la Dirección de Inmigración de las funciones técnicas y administrativas quele son propias– se corre el riesgo de facilitar el ingreso de inmigración no apta, al diluirsela fiscalización y las responsabilidades.9

8 Proyecto de los decretos nº 20.707/46 y nº 23.112/46, AGN, AT, legajo 547.9 “Memorándum del presidente de la comisión de estudio nº6 (Potencial Humano), Pablo Dávila, al presi-

dente del Consejo de Defensa Nacional para proponer rectificación de los decretos 20707/46 y 23112/46”,Buenos Aires, febrero de 1947, AGN, AT, legajo 547.

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Con todo, esta alianza de algunos miembros del Consejo de Defensa Nacional conSantiago Peralta, a pesar de ser pensada por este último como una estrategia para defenderla autonomía de la Dirección de Inmigración, parece poner de manifiesto la insatisfaccióncon la política de Perón de los sectores más tradicionalistas de las Fuerzas Armadas, queya se había registrado en 1945.10 En el Plan elaborado por la Subcomisión Técnica de laComisión de Potencial Humano se establece que los fundamentales problemas a cargo delInstituto Étnico Nacional “no deben quedar en manos profanas ni expuestas a los proble-mas de la política”. Al poseer un criterio inmutable que orientará a la Nación a través delos siglos, su funcionamiento debe estar vinculado con el de las fuerzas armadas, ya seabajo la dependencia del Ministerio de Guerra o de la Secretaría de Defensa Nacional, hastatanto se cree el Ministerio de las Fuerzas Armadas o de la Defensa Nacional. Además, estarepartición debe defender al país de la penetración de “elementos humanos indeseablestanto en su forma clandestina como en la seudo-legal”, por lo cual se aconseja refundir enun sólo organismo a las actuales Dirección de Inmigración, Consejo Agrario Nacional eInstituto Étnico Nacional. Por otro lado, en sus puntos de vista acerca de la políticainmigratoria, el Ministerio de Guerra presenta su propia posición: prohibir la entrada alpaís de extranjeros de color, “en particular negros de África y asiáticos de raza amarilla”;restringir la entrada de los súbditos de aquellas nacionalidades o colectividades que handemostrado ser “poco asimilables o adaptables” o que acusen “marcada tendencia a esta-blecerse en las ciudades y vivir del fruto del trabajo ajeno o explotando las necesidades delprójimo” (hebreos e ingleses); dar preferencia a los inmigrantes de “raza blanca”, quehablen el castellano, profesen el culto católico, sepan leer y escribir y que han demostradohistóricamente su capacidad de asimilación rápida (italianos y españoles en particular);fijar cuotas tanto en lo que respecta a la cantidad como a la calidad; orientar la inmigracióna fin de evitar la agrupación en colonias, arraigando en una misma zona pequeños gruposde inmigrantes de distintos países y que, una vez radicados en ella, les llegue la “acciónrectora y educadora de la escuela y la iglesia” y tomar las medidas necesarias para evitar lainfiltración de elementos comunistas.11

Aunque no es posible probarlo a partir de la documentación de la Secretaría Técnicade la Presidencia, sería interesante preguntarse hasta qué punto este proyecto relativamen-te autónomo de las fuerzas armadas conspiró en contra de la posibilidad de una alianzapolítica fuerte entre Peralta y el Consejo de Defensa Nacional. Tampoco sabemos –dada la

10 Según lo advierte Axel Lazzari la conexión de Peralta con los círculos militares data de los años deentreguerras. Su tesis doctoral sobre antropometría militar le permitió circular por recintos militares encalidad de “técnico”, promocionando su saber racista e identificándose con los valores nacionalistas defen-didos por el ejército. En 1943 apoya la revolución militar y accede, de la mano del general Urdapilleta,Ministro del Interior de Farrel, a la jefatura del Servicio Étnico del Ministerio de Guerra y, más tarde, a laDirección de Migraciones: LAZZARI, Axel “Antropología en el Estado...”, cit., p. 208.

11 “Plan inmigratorio y sugestiones afines preparado por la subcomisión técnica de la Comisión de Estudio nº6” y “Puntos de vista sustentados por el Ministerio de Guerra con respecto a la política inmigratoria”,agosto de 1946, AGN, AT, legajo 547.

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limitada información contenida en los Legajos Personales del Archivo del Ejército Argen-tino– cuáles eran las líneas internas dentro del Consejo de Defensa y su relación con lasdistintas fuerzas del ejército. Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos de estos gruposdisconformes con la intervención del IAPI y del Banco Central en la selección y encauza-miento del flujo inmigratorio, los decretos de creación de la DAIE y la CREI, sancionadosel 2 y el 17 de diciembre respectivamente, no fueron modificados.

Ante el efectivo recorte de su poder jurisdiccional, Peralta intenta reforzar su posi-ción frente al cuerpo consular. En mayo de 1947 envía al director de lo Contencioso Admi-nistrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores una nueva ficha de inmigración quepermite seleccionar automáticamente a los extranjeros en su lugar de origen y reemplaza alformulario de permiso de libre desembarco, otorgado exclusivamente por la Dirección deInmigración desde 1938. La misma, debe ser llenada por los cónsules, salvo su tercerapartado sobre “tipo humano” que será completado por la Dirección de Inmigración, y susimple acuse de recibo significa el otorgamiento de la visación que habilita al interesado aingresar al país. Para llevar a cabo este procedimiento “que se ajusta más exactamente a lasnuevas orientaciones que en materia de inmigración ha planificado el Gobierno de la Na-ción”, Peralta solicita la “eficaz colaboración del Cuerpo Consular Argentino”.12

No obstante este pedido, la Cancillería –institución que desde el año 1923 competíajurisdiccionalmente con la Dirección de Inmigración, con un alto grado de conflictividad,en el proceso de admisión de extranjeros, en tanto visaba la documentación presentada porlos aspirantes a inmigrar– parece no acceder al mismo, dejando a Santiago Peralta casi sinaliados.13 Así el hombre que logró dividir a la opinión pública, sobretodo después de lasdenuncias que la prensa periódica local e internacional realizaron desde principios de 1946,hasta ser identificado por el imaginario de la oposición como el símbolo de la nueva polí-tica inmigratoria peronista, concluye sus funciones en julio de 1947. Cabe aclarar, sinembargo, que el relevamiento de Peralta de su cargo se produce, además, en el marco de un

12 Expediente nº 1761, 1947, AMRECIyC, CA, MCT. En cuanto a la nueva documentación propuesta porPeralta, se trata en verdad de una ficha antropométrica concebida por él desde hacía tiempo. La mismaincluye preguntas acerca de la religión, región de procedencia y la zona dentro de ella (montaña, llanura,fluvial, marítima), razones de la emigración, grupo étnico de pertenencia (germano, celta, semítico, eslavo),defectos físicos y mentales y fecundidad. Ficha incluida al informe de Romero Fiori a Giovanni Fornari,Incaricato d’ Affari d’ Italia en Buenos Aires, Telespresso n. 2776/721 a la Direzione Generale AffariPolitici, Ministero degli Affari Esteri, 19/7/1946, ASMAE, b. 3, f. 9, p. 89/1.

13 Según lo recuerda Fernando Devoto, en 1923 el gobierno de Alvear reglamenta la Ley de Inmigración de1876 desdoblando el control inmigratorio en dos lugares: el de origen a través del visado de la documenta-ción del postulante extranjero en los consulados argentinos y el de arribo a cargo de las autoridades de laDirección de Inmigración, dándoles a éstas la facultad definitiva para resolver la admisión. En 1938 undecreto del Poder Ejecutivo agrega el requisito de un permiso de libre desembarco que debe ser solicitadopor los consulados a la Dirección de Inmigración. La aplicación de ambos procedimientos dará lugar a unsinnúmero de conflictos entre las dos reparticiones y entre los ministerios a los que estaban subordinadas,por ocupar espacios de poder. Un estudio del problema en DEVOTO, Fernando “El revés de la trama:políticas migratorias y prácticas administrativas en la Argentina (1919-1949)”, en Desarrollo Económico,núm. 162, Buenos Aires, julio-septiembre 2001, pp. 282-292.

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replanteo de las relaciones de la Argentina con Estados Unidos que parece haber dejadocomo condición implícita el blanqueo de la imagen pública internacional del gobiernoargentino, después de la actitud neutral asumida durante la guerra y de las veladas simpa-tías de Perón por los regímenes totalitarios del Eje. Así la suerte, también, del generalOrlando Peluffo, ministro de Relaciones Exteriores y Culto, del general Juan FilomenoVelazco, jefe de la Policía Federal y del general Oscar Silva, secretario militar del presi-dente, todos ellos declarados ultranacionalistas y antijudíos.14

b) Gestión de la política inmigratoria entre 1947 y 1955La gestión de Peralta parece haber dejado, al menos, dos reflexiones al gobierno peronista.Por un lado, la acentuada exposición pública de las autoridades encargadas del controlinmigratorio en una coyuntura de fuerte demanda de ingreso de extranjeros, de criteriosapenas delineados para su selección y de escasos medios materiales para llevar a cabo eltrabajo administrativo de admisión. Por otro lado, la dificultad de funcionamiento de ladescentralizada, compleja y hasta a veces poco racional estructura institucional, intervinienteen la organización y toma de decisiones respecto del problema inmigratorio. Heredada delperíodo de entreguerras y complicada aún más por la creación de nuevas instituciones talescomo la DAIE o la CREI, dicha estructura no sólo enfrenta a los responsables de cadarepartición en el plano de la superposición de tareas y de la competencia de intereses enjuego sino también, como hemos visto, en el plano de criterios más generales defendidospor los organismos a los que se encuentran subordinadas.

Si para evitar las consecuencias de la alta exposición es nombrado como Director deInmigración, sin demasiado éxito, Pablo Diana, figura de bajo perfil procedente delperonismo de la provincia de Buenos Aires; para desafiar la segunda limitación se recorre,no con mejor suerte, un largo camino con la intención de organizar un sistema burocráticomás eficiente que pueda responder a los nuevos lineamientos de la política inmigratoria.

La Dirección de Inmigración se convierte en la protagonista principal de la mayorparte de los cambios. En noviembre de 1947 pasa a depender de la Secretaría de Trabajo yPrevisión –organismo encargado junto con el IAPI y el Banco Central de supervisar lapuesta en marcha del plan industrial del gobierno– con la categoría de Dirección General.Aunque la explicación de este ascenso de categoría podría encontrarse en la necesidad dedotarla de una estructura administrativa capaz de dar respuesta a los proyectos oficiales deincorporar cuatro millones de extranjeros en el quinquenio 1947-1951, en las memoriasdel año 1947 de dicha repartición parece justificarse, en términos bastante confusos, por laexigencia de una mayor autonomía de decisión de la Dirección. En palabras del propiodirector de Inmigración:

14 Las acusaciones a Peralta en la prensa local en Mundo Israelita, 29/06/1946; La Hora, 21/06/1946 y 2 y11/02/1947; El Pueblo, 2/02/1947 y Clarín 18/08/1947. Un análisis de los esfuerzos de Perón por mejorarsu propia imagen internacional y la de la Argentina en KLICH, Ignacio “Perón, Braden y el antisemitis-mo...”, cit., pp. 10-13.

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“…la Repartición en todas las épocas, sin ser una dependenciaautárquica, mantuvo una autonomía casi propia, si bien con una co-nexión directa con el departamento del cual dependía. En virtud de lascircunstancias del momento esa conexión es más directa con la Presi-dencia de la Nación, Secretaría de Trabajo y Previsión y Ministerio deRelaciones Exteriores, por así exigirlo la solución de problemas dife-rentes. Esta situación colocó a la Repartición en un plano, sino deabsoluta independencia sí obligada a desligarse de la subordinacióndirecta de la Dirección de Previsión Social, como revistaba”.15

Esta autonomía es legitimada por la autopercepción de la importancia eimprescindibilidad de las tareas a realizar por quien se considera a sí misma la “rama deEstado custodia de la población del país”. Entre las funciones que le son propias reconocela selección de extranjeros dentro de los parámetros del plan de Gobierno, el rechazo deelementos “indeseables” que puedan resultar peligrosos para el orden interno o de enfer-mos que puedan constituir una carga para el Estado o instituciones de beneficencia y labúsqueda de la mejor inmigración (jóvenes y “de trabajo”, técnicos, obreros especializa-dos, hombres de ciencia, industriales). En su esfuerzo por recalcar el rol que le cabe en laadmisión de extranjeros, parece querer diferenciarse de los otros organismos que tambiénparticipan en el proceso de selección y encauzamiento de la inmigración y cuyas atribucio-nes habían sido legalizadas por un decreto de mayo de 1947. El mismo facultaba a laDirección General de Migraciones a autorizar el ingreso de extranjeros –cualesquiera fue-ra el grado de parentesco con personas residentes en la República, el tiempo de permanen-cia de las mismas y el lugar en el que se inicien los trámites–, a la CREI a acreditar aentidades o empresas a actuar en la tramitación de inmigrantes de llamada y al cuerpoconsular a hacer exención del derecho consular a todos los inmigrantes beneficiados, di-rectos o regulares y de llamada y de técnicos especialistas, artesanos, obreros con oficio ycolonos, cualquiera fuera su nacionalidad, que hayan llenado los trámites ante la Delega-ción Argentina o autoridades consulares, “con prescindencia de la intervención o no quehubiere tenido la Dirección de Migraciones.”16

La superposición de atribuciones será especialmente conflictiva con el cuerpo con-sular, sobretodo después de octubre de 1948 cuando el Poder Ejecutivo prohibe, en elmarco de su alineación con los fundamentos de la Guerra Fría norteamericanos, el otorga-miento de visas a candidatos “nacidos en países eslavos y satélites inmediatos de la URSSo que hayan residido en ellos hasta una época relativamente cercana”, así como a “aquellosque seguían residiendo en los mismos.” La razón fundamental esgrimida por el gobiernoes que estos grupos constituyen un peligro para sus connacionales ya radicados en el país,

15 Memoria de la Dirección General de Inmigración, Secretaría de Trabajo y Previsión, año 1947, p. 10. Elmencionado decreto del Poder Ejecutivo es el número 34.728 del 6/11/1947, AGN, AT, legajo 547.

16 Memoria de la Dirección General de Migraciones, año 1947, cit., p. 6 y decreto nº 14.882 del 29/05/1947,AGN, AT, legajo 547.

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desde el punto de vista ideológico, político y social. De este modo, queda prohibida laextensión de visas a los naturales de Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia, Hun-gría, Rumania o URSS, siendo exceptuados los eslavos oriundos de Austria, Trieste yFinlandia, por encontrarse entre ellos, probablemente, técnicos y especialistas en fabrica-ciones militares de interés para los planes de desarrollo industrial de la gestión peronista.17

La Cancillería encuentra en esta medida una fuente de legitimación a su diferenciación conla Dirección de Migraciones aplicándola con extremado celo. Su cruzada anticomunistano se detiene, sin embargo, en la “cortina de hierro”. Los cónsules italianos, por ejemplo,exigirán a las personas munidas de un permiso de libre desembarco, nativos de esa tierra orefugiados en ella, un certificado del Partido Demócrata Cristiano o la aprobación de un“experto que conoce especialmente la región balcánica”, para sellar sus pasaportes.18

En este conflicto por el ejercicio de la última decisión acerca de la desiribilidad yconveniencia de los postulantes a inmigrar, la Dirección General de Migraciones sostendráuna postura mucho más laxa, quizás también por el desborde administrativo que implicabarecibir a tantos extranjeros con una estructura dotada de escasos medios y personal. Nume-rosas pruebas sobre dicha actitud servirán de argumento a un grupo de cónsules aliadoscon miembros del Senado, para iniciar un conjunto de denuncias sobre irregularidadescometidas por el director de Migraciones. Las acusaciones surgen de la pluma de Alejan-dro Mathus Hoyos, senador nacional peronista por la provincia de Mendoza, quien en unlargo viaje por Europa recoge las quejas de un conjunto de funcionarios consulares haciala gestión de Pablo Diana. A ella se le agregan, también en forma escrita, la del cónsulgeneral en Viena José R. Virasoro y la del ex-cónsul en Estambul Carlos T. Brunel,cesanteado a su vez en noviembre de 1948 como resultado de denuncias realizadas enBeirut por el mal desempeño de sus funciones, su oposición al gobierno peronista y sutrato discriminativo hacia los árabes.19

Las “graves irregularidades” cometidas por la Dirección General de Migraciones,según el criterio de estos funcionarios, se basan en facilitar el ingreso al país de “delin-cuentes, vagos, enfermos y amorales”, denegando sistemáticamente permisos a personas“honestas y sanas”. Dichos permisos son concedidos, en muchos casos, a grupos numero-sos en base a listas presentadas por personas “ajenas a nuestros legítimos intereses”. Porotro lado, se constatan contradicciones entre algunos informes negativos producidos porlos cónsules respecto de postulantes “indeseables” y la extensión de los permisos respecti-vos por parte de la Dirección General de Migraciones, al tiempo que se deniegan los favo-

17 Circular Reservada n° 84 A y Circular Ampliatoria n° 6-A, AMRECIyC, División Política, Expediente 21/1948.

18 Cartas del embajador argentino en Italia, Rafael Ocampo Jiménez, al Ministro de Relaciones Exteriores del15/05 y 24/08/1948, AMRECIyC, División Política, Italia, Caja 23, Expediente 3, 1948, pp. 15-16 y 28-29. Sobre las interdicciones a la inmigración eslava en el marco de la Guerra Fría: SENKMAN, Leonardo“Política internacional e inmigración europea en la Argentina de post-guerra (1945-1948). El caso de losrefugiados”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 1, núm. 1, Buenos Aires, 1985, pp. 118-121.

19 AMRECIyC, Fondo Legajos Personales, caja 51.

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rablemente informados. En el fondo, tal cual las declaraciones del embajador en ParísVictorica Roca, el origen del problema se encuentra en que el cuerpo consular no posee elcontralor directo siendo que está “…en mejores condiciones que nadie para comprobar laidoneidad de las personas y no un señor que no tiene ni una vaga noción de lo que esEuropa ni de la República Argentina”.20

Como consecuencia de estas denuncias Pablo Diana es cesanteado y las autoridadesde la Dirección General de Migraciones sometidas a un sumario administrativo. La Canci-llería no sacará, sin embargo, demasiado provecho institucional del escándalo. Un decretode febrero de 1949 vuelve a concentrar las competencias del control migratorio en la Di-rección Nacional de Migraciones que pasa a depender de la Secretaría Técnica de la Pre-sidencia. El nuevo organismo es dotado de autonomía administrativa y financiera y tiene asu cargo al resto de las instituciones intervinientes en el proceso de selección y encauza-miento de extranjeros tales como la DAIE, la CREI y el Instituto Étnico Nacional. Entrelas justificaciones de este reordenamiento se encuentra la necesidad de centralizar en unasola repartición los diversos aspectos que comprenden el procedimiento de admisión, sim-plificando los trámites y agilizando su desarrollo.21

Un amplio inventario de las funciones de la Dirección Nacional de Migraciones, acargo ahora del prestigioso militar Enrique González, incluye el estudio y propiciamientode la solución de los problemas relacionados con los movimientos migratorios, la promo-ción de la correlación entre la población urbana y rural de todo el país, la selección yencauzamiento de los extranjeros –en especial hacia áreas que se destinen a la coloniza-ción–, la concertación de tratados bilaterales y plurilaterales de inmigración, la propuestade modificaciones a las normas vigentes en materia de inmigración, la prevención y repre-sión de los ingresados de forma clandestina, el registro de las personas que entren o salgandel país.22

A pesar de este esfuerzo de reordenamiento y centralización administrativa, los con-flictos entre la Dirección Nacional de Migraciones y la Cancillería acerca de a quién lecorresponde la última palabra respecto de la calificación de un postulante a inmigrar con-tinuarán al menos hasta 1951. A través de la circular secreta número 14 del año 1949, elMinisterio de Relaciones Exteriores prohibe a los cónsules visar pasaportes para el ingresopermanente, temporario o de turismo a la Argentina, a todo ciudadano perteneciente a laUnión Soviética o a sus países satélites, de no mediar una expresa orden de dicho Ministe-rio, aún cuando los recurrentes estén en posesión de documentos en regla. El procedimien-to seguido es el llenado, por parte de cada cónsul, de una ficha –con datos acerca delaspecto físico, ideología, religión, profesión comprobada, antecedentes morales y policiales,

20 Resolución nº 560 de la Dirección Nacional de Inmigración y Memorándum del senador Mathus Hoyos alDirector de Migraciones Enrique González, AGN, AT, legajo 547, Sumario Administrativo, Expediente295.342/49 (en adelante, “Sumario”).

21 Decreto nº 2896 del 4/02/1949, AGN, AT, legajo 547.22 Decreto nº 10283 del 29/04/1949, AGN, AT, legajo 547.

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asimilación y conveniencia al país, documentación en posesión y autoridad otorgante, fe-cha de salida del lugar de origen, países de residencia y actividades desarrolladas– que esminuciosamente estudiada por personal del Departamento de lo Contencioso Administra-tivo antes de otorgar la autorización de ingreso. La prohibición será levantada recién afines del año 1951 por medio de la circular secreta número 50 que reconoce la competen-cia directa en el otorgamiento de ingresos permanentes o temporarios de la DirecciónNacional de Migraciones. A partir de esa fecha, aunque algunos cónsules se nieguen avisar documentación de libre ingreso, la Cancillería los obligará a hacerlo.23

Un nuevo conflicto institucional involucrará a la Dirección Nacional de Migracionesa partir de los años 1950s. pero, esta vez, con un organismo dependiente de otro poder delgobierno federal. Se trata del enfrentamiento con el Poder Judicial iniciado por los recur-sos de hábeas corpus solicitados por extranjeros que, habiendo ingresado de forma clan-destina al país y alojados preventivamente en el Hotel de Inmigrantes, intentan ampararseen los derechos que a los habitantes le otorga la Constitución Nacional para conseguir unpermiso de residencia. La Dirección Nacional de Migraciones defenderá sus atribucionesde contralor de la inmigración denegando las autorizaciones, aún en los casos en los quemedien resoluciones judiciales favorables. Para ello contará con el apoyo de la DirecciónGeneral de Asuntos Legales del Ministerio de Asuntos Técnicos y del Director del Cuerpode Abogados del Estado quienes confirmarán que es a la Dirección de Migraciones a quiencorresponde otorgar permisos de libre desembarco, controlar el ingreso de extranjeros alpaís y declarar como de permanencia legal a un infractor, en virtud de que son atribucionesprivativas del Poder Administrador.24

Tal vez una respuesta a este tipo de conflicto, sin descartar la influencia de miembrosde la Cancillería en la toma de esta decisión, sea el nuevo traspaso de la Dirección Nacio-nal de Migraciones a la esfera del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en el año1954. Dicha determinación se toma en el marco de una reestructuración de los ministerios,con la intención de racionalizar la estructura orgánica del gobierno para poder cumplir conlos objetivos del Segundo Plan Quinquenal. El principio que legitima estos cambios es ladivisión de las tareas de ejecución, a cargo de los Ministerios, de aquellas de planificacióny concepción de objetivos. En virtud de ello desaparecen Ministerios, como el de Asuntos

23 Cuestionarios de antecedentes enviados por los cónsules en Frankfurt, Bucarest y Budapest entre marzo ydiciembre de 1951, AMRECIyC, CA, MCT, expedientes 178.282-50, 178.236-50 y 178.967-50. Carta delCónsul en Berna al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jerónimo Remorino, del 17/04/1952.AMRECIyC, CA, MCT, expediente 178.295-50.

24 Informe del Director General de Asuntos Legales del Ministerio de Asuntos Técnicos al Director Generaldel Cuerpo de Abogados del Estado, del 28/05/1951; Informe del sub-procurador del Tesoro de la Nación alDirector General de Asuntos Legales del Ministerio de Asuntos Técnicos del 7/07/1952 y Memorándumdel Director General de Asuntos Legales del 4/09/1952, AGN, AT, legajo 548.

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Técnicos del que dependía la Dirección Nacional de Migraciones, responsables de laboresde programación.25

2. Prácticas administrativas: entre la arbitrariedad,la contradicción y la corrupción

a) Estructura y organización de la Dirección de MigracionesLas consecuencias de la reactivación del flujo inmigratorio a la Argentina durante la se-gunda posguerra, producto de la revitalización de la oferta de extranjeros –entre los que seencuentran junto con trabajadores pertenecientes a grupos étnicos de tradición migratoriaa las tierras del Plata, soldados movilizados originarios de Europa del Este, refugiados pormotivos políticos o religiosos y prófugos– y de la particular política “aperturista” del pri-mer peronismo, se proyectan dramáticamente sobre las estructuras de las instituciones deadmisión.

El problema más grave parece ser la falta de personal y de dependencias suficientescomo para atender las crecientes demandas de ingreso al país. Un ejemplo de estas limita-ciones puede verse en que de los 47.000 expedientes ingresados en 1946 en la Direcciónde Inmigración, sólo se despachan 2.000 y si en 1947 logran resolverse 10.000 más, a los35.000 restantes se le suman 120.000 nuevos. Al desborde de las tareas burocráticas se leagrega el control efectivo de la entrada al país de extranjeros. Mientras que en los puestosfronterizos estratégicos la Dirección General de Migraciones cuenta con destacamentospara realizar la tarea fiscalizadora, en los puertos del sur la misión está a cargo de laPrefectura General Marítima y en el resto del país de la Gendarmería Nacional. El resulta-do de esta delegación de funciones hace más vulnerables aún determinados puntos de lafrontera, habilitando a personas cuyos expedientes han sido rechazados o se encuentrandemorados, a ingresar clandestinamente al país.26

El panorama en los consulados no es mucho más alentador. Por un lado, las oficinascon mayor demanda de pedidos de visado, como la de Roma, no incrementan su personal,obligando a los potenciales inmigrantes a largas esperas. Por otro, los cambios del mapapolítico europeo requieren de la apertura de nuevas representaciones diplomáticas. Lademora del Ministerio de Relaciones Exteriores en tomar la decisión –sea por causas pre-supuestarias como alega, sea por asumir una actitud expectante ante el confuso escenariopolítico de la posguerra– impiden la tramitación de la documentación a los extranjerosresidentes en esos puntos sumando, en muchos casos, trabajo a los consulados ya existen-tes. Ilustrativa de la situación es una carta del Comité Católico Argentino de Asistencia al

25 Decreto 12.204 del 22/07/1954, AGN, AT, legajo 547. Sobre la justificación de la reestructuración de losministerios: JUÁREZ, Carlos “La nueva reestructuración de los Ministerios”, en Hechos e Ideas, año XV,núms. 122-123, Buenos Aires, junio-julio 1954, pp. 27-70.

26 Memoria de la Dirección General de Migraciones, año 1947, cit., pp. 7-9 y declaraciones de Pablo Dianaen “Sumario”, f. 105, pregunta 225, AGN, AT, legajo 547.

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Inmigrante, dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto y fechada el 20 de agostode 1947, que describe el lento otorgamiento de visaciones (diez por día) en el consulado enRoma, como consecuencia de la falta de personal y la dificultad de los individuos despla-zados en los territorios de Austria y Alemania de inmigrar a la Argentina, por no contardicho país con representaciones diplomáticas en esas tierras. Por su parte, una carta de laSociedad Eslovena de Buenos Aires del 6 de mayo de 1948 presenta la imposibilidad delos refugiados de esa nacionalidad de viajar al consulado argentino en Viena, recientemen-te instalado, por tener que atravesar por la zona soviética. Por lo tanto piden al Ministerioque envíe al cónsul a los campos de refugiados como ya lo ha hecho en Italia.27

La falta de personal parece potenciarse con la dudosa idoneidad de los empleadosexistentes. En 1947 de los once funcionarios con cargos que implican alguna responsabili-dad en la Dirección General de Migraciones, salvo el Director y el Sub-director que sontrasladados desde otras secciones de la administración pública, el resto ingresa como per-sonal de ordenanza y tras avanzar paulatinamente en jerarquía, recibe un último ascensoimportante después de 1945. Como se ha sugerido en otros trabajos, los mecanismos dereclutamiento parecen haber respondido a lógicas clientelares y parentales y el últimoascenso de la mayor parte de los empleados podría estar vinculado a favores presentadosen el terreno sindical o político, a los que el gobierno peronista solía responder con gene-rosidad. En todo caso, el perfil de empleado resultante es de poca calificación formal peromucha experiencia en la repartición.28

Contrasta con la carencia de medios y de personal de la Dirección General de Migra-ciones su compleja y heterodoxa organización en la que conviven, al menos hasta 1949,tres estructuras paralelas pero interdependientes de admisión de extranjeros y otorgamien-to de radicaciones. En primer lugar la estructura oficial compuesta por un director general,un sub-director y un secretario general a los que están subordinados por un lado las ofici-nas encargadas de conceder los permisos de entrada (consulares, de llamada y “especia-les”) y tramitar la concesión de radicaciones en todo el país y, por otro, los organismos decontrol tales como identificaciones (dactilografía, ficheros y registros), contralor de entra-das (marítima aérea y destacamentos) y división sanidad (inspección médica).29

En segundo lugar la Secretaría Privada del Director, nexo entre la Dirección Generalde Migraciones y la División de Informaciones de la Presidencia, encargada ésta última dellevar adelante los pedidos especiales para el ingreso de personas de interés para el gobier-no para cumplir con sus proyectos de desarrollo industrial y autarquía bélica. Se trata en

27 Expedientes n° 3.169/47 y 173.062/48, AMRECIyC, CA, MCT.28 DEVOTO, Fernando “El revés de la trama…”, cit., pp. 297-298. Esta hipótesis es defendida al extremo,

pero con un uso político, por la Comisión Nacional de Investigaciones creada por el gobierno de Aramburuquien, al presentar los resultados de su indagación confirma que Carlos Mende Brun, nombrado director dela DNM en 1950, era padre del ministro de Asuntos Técnicos. Ver Documentación, autores y cómplices delas irregularidades cometidas durante la segunda tiranía, Vicepresidencia de la Nación, Comisión Nacio-nal de Investigaciones, Buenos Aires, 1956, t. III, p. 660.

29 Memoria de la Dirección General de Migraciones, año 1947, cit., p. 11.

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general de técnicos y científicos, “sabios y pequeños sabios” como se los dio en llamar,habitantes o nacionales del Tercer Reich y otras naciones sometidas a su influencia, cuyanacionalidad y documentación y, por lo tanto, eventualmente su identidad, era difícil deprecisar por los vencedores. Entre ellos se encontraban individuos que simplemente vivie-ron bajo el régimen nazi alemán y sus estados satélites o asociados; partidarios del nazis-mo y del fascismo en sus diversas expresiones –desde ignotos adherentes o militantes deesa ideología, pasando por funcionarios de esos regímenes, integrantes de sus fuerzas ar-madas o científicos y técnicos de la importante industria alemana– y partidarios del EjeRoma-Berlín acusados y/o condenados por tribunales nacionales europeos y cortes inter-nacionales, a partir de su condición de colaboracionistas, como criminales con diferentegrado de responsabilidad entre los que se encontraba un número significativo decolaboracionistas y eventualmente de criminales de guerra. El reclutamiento de estos “ale-manes útiles” estuvo a cargo de funcionarios o de representantes militares que enviabaPerón a las tierras europeas con este fin. Las embajadas argentinas en Bélgica, Dinamarca,Suiza y Holanda y la Delegación Argentina de Inmigración en Europa actuaron tambiéncomo agentes de reclutamiento y estaban instruidas para reducir al mínimo las formalida-des administrativas, a fin de facilitar el ingreso de estos grupos al país. Un sinnúmero deasociaciones privadas, entre ellas la Cruz Roja Internacional o la Obra San Rafael, depen-diente de la Iglesia Católica, oficiaban de intermediarias y procuraban a los aspirantes adejar el continente europeo documentación y asistencia. Por último, el ingreso a la Argen-tina de estos “sabios y pequeños sabios” y, junto con ellos, de gran cantidad de inmigrantesmás convencionales de las tierras del depuesto Tercer Reich, se produjo a través de tresrutas “ilegales” principales, dada la imposibilidad de hacerlo por caminos legales por nocontar con la documentación requerida y, en los primeros años de la posguerra, por lainexistencia de representaciones diplomáticas argentinas en estos puntos. La primer rutapasaba por los Pirineos rumbo a España, para terminar en Sudamérica; la segunda se ini-ciaba en la frontera germano-danesa y, desde Dinamarca, continuaba en viajes directosdesde puertos escandinavos hacia Sudamérica en barcos oceánicos destinados a esos efec-tos; la tercera llamada “ruta vaticana”, probablemente la más notoria y efectiva (utilizadapor Adolf Eichmann y Klaus Barbie) se desarrollaba a través de una cadena de claustroscon jalones en varias ciudades europeas hasta llegar a los puertos italianos de embarquecon destino ultramarino.30

30 El ingreso a la Argentina de estos “sabios y pequeños sabios” ha dado lugar, en los últimos años, a numero-sas investigaciones. Algunos de los trabajos que analizan el contexto, las razones y, en algunos casos, lasformas o vías de ingreso al país de estos distintos tipos de inmigrantes: KLICH, Ignacio “La pericia cientí-fica alemana en el amanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigrantes judíos”, en Boletíndel Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, núm. 10, Buenos Aires, 2° semestrede 1994, pp. 61-89 y “Los nazis en la Argentina: revisando algunos mitos” (ensayo bibliográfico), enCiclos, año 5, vol. 5, núm. 9, Buenos Aires, 2° semestre de 1995, pp.193-220; SENKMAN, Leonardo“Perón y la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949. Un caso de cadenamigratoria”, cit.; NEWTON, Ronald El cuarto lado del triángulo. La “amenaza nazi” en la Argentina,1931-1947, Sudamericana, Buenos Aires, 1995; MEDING, Holger La ruta de los nazis en tiempos de

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Al frente de la División de Informaciones de la Presidencia se halla Rodolfo Freude–hijo del hombre de negocios alemán Ludwig Freude, amigo personal de Perón, acusadopor los aliados de colaborar con el Tercer Reich desde Buenos Aires– mientras que el jefede la Secretaría Privada del Director es José María Bruhn. Entre ambos, existe una conste-lación de mediadores enviados por la Presidencia –Luis María Orliac, Dalmiro IgnacioAmaya, Bernardo Amaya, Eduardo Hartkopp y Luis Roover– y, entre ellos, la figura deCarlos Fuldner que si bien presta servicios en la División de Informaciones, revista delpresupuesto de Migraciones. La confusa figura de pertenencia administrativa de este últi-mo le valió ser sometido a las investigaciones del sumario administrativo a la DirecciónGeneral de Migraciones y eximido por su instructor, Ángel Saturnino Taboada, de lassospechas de haber sido autor de violaciones reglamentarias por probarse el “carácterestrictamente reservado de sus tareas”.31 Ilustrativo al respecto es el testimonio del Secre-tario General de la repartición quien asegura que

“Carlos Fulner revistaba como empleado de la Dirección y prestabaservicios a las órdenes del señor Jefe de División Informaciones de laPresidencia de la Nación, señor Rodolfo Freude en misiones reserva-das y confidenciales en materia de entrada al país que considerabanindispensables para las funciones de gobierno. El señor Fuldner fuecomisionado a Europa, por cuenta oficial del gobierno para buscarconfidencialmente, esa clase de personas, que en la generalidad de loscasos eran sacadas subrepticiamente de Alemania y llegaban al paíscon documentación ajena, con conocimiento de la Presidencia de laNación y a quienes el señor Jefe de Contralor de Entradas, señor Pe-dro A. Suárez, personalmente les facilitaba su entrada, impartiendoinstrucciones precisas a los inspectores actuantes, sea en los buques oen los aviones. Esas personas a veces iban destinadas al Banco Centraly otras según lo manifestara el Director, al los ministerios de Defensadel país. En síntesis surgía que la misión del señor Fuldner era estric-tamente confidencial, de la que nunca teníamos noticias concretas ypor orden de la Presidencia de la Nación”32

Por la Secretaría Privada del Director no sólo pasan los pedidos “de Presidencia”,que cuentan con libros de registro especiales, sino también los trámites preferenciales, quetienen su origen en solicitudes de legisladores, militares, eclesiásticos, miembros del cuer-

Perón, EMECE, Buenos Aires, 1999; DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados y criminales...”, cit.;KLICH, Ignacio “La contratación de nazis y colaboracionistas por la Fuerza Aérea Argentina”, en Ciclos,año 10, vol. 10, núm. 19, Buenos Aires, 1° semestre de 2000, pp. 177-216.

31 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, f. 60, preguntas 81 y 82, Informe de Angel Saturnino Taboadasobre los resultados del sumario administrativo, f. 423, AGN, AT, legajo 547.

32 “Sumario”, Declaraciones de Héctor Magistrali, f. 135, pregunta 54. AGN, AT legajo 547.

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po diplomático, funcionarios de jerarquía y amigos personales de Pablo Diana. Estos ex-pedientes son sometidos únicamente a consideración del Director y entregados a los inte-resados por la Secretaría Privada.33

Una tercer estructura de admisión está compuesta por un conjunto de asesores confi-denciales para los casos en los que se presentan dudas acerca de la conveniencia del can-didato a ingresar al país. Se trata en general de grupos de inmigrantes minoritarios peropotencialmente peligrosos por su presumible filiación comunista o por la posibilidad dehaber fraguado su identidad religiosa. De allí que los asesores elegidos sean figuras repre-sentativas de las comunidades extranjeras ya instaladas en el país y reconocidas por laPresidencia de la Nación o por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Tratándose de po-lacos se consulta a Miroslaw Arciszewski –legado polaco en Buenos Aires entre 1942 y1946 que pasa a ser, después de que la Argentina establece relaciones diplomáticas con laRepública Popular de Polonia, representante del Gobierno Polaco en el Exilio en Londresy presidente del Comité de Coordinación de Asuntos Inmigratorios Polacos, manteniendocontactos con el Ministerio de Relaciones Exteriores local–, de rusos a MonseñorConstantino Isratzoff –jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la Argentina durante casi 50años–, de franceses al Conde Menou –conocido nacionalista y anti-comunista–, deyugoslavos a Branco Benson –Ministro del Estado Libre de Croacia, embajador del go-bierno croata ante el Tercer Reich y, una vez en la Argentina, dirigente de la corrienteanticomunista de la colectividad croata–, de ucranianos a Sergio Simonoff –empleado delInstituto Étnico Nacional–, de belgas a Pierre Daye –acusado de colaborar con las tropasde ocupación alemanas, enjuiciado y condenado a muerte por el Consejo de Guerra deBruselas el 18 de diciembre de 1946 y solicitada su extradición por el gobierno belga–, dehúngaros a un sacerdote que presidía la Comisión de Refugiados de la misma nacionalidady de rumanos al señor Guenea –ex embajador rumano en España.34

Si bien esta constelación de asesores parece haber conocido el apogeo de su inter-vención durante la gestión de Pablo Diana, algunos de ellos, como Branco Benson yMiroslaw Arciszewski, formaban parte del círculo del anterior director de Migraciones.Según el representante diplomático del Gobierno Polaco en el Exilio, Peralta lo convocaen 1945 convencido de que la población argentina, saturada por el aporte italiano y espa-ñol necesita imperiosamente, como lo ha hecho el pueblo norteamericano, mezclar su san-

33 “Sumario”, Informe de Ángel Saturnino Taboada sobre los resultados del sumario administrativo, pp. 419-420, Interrogatorio a Pablo Diana, reverso f. 92, pregunta 174, f. 98, pregunta 203, f. 99, pregunta 208 eInterrogatorio a José María Bruhm, reverso del f. 238, pregunta 11 y pregunta 15, AGN, AT, legajo 547.

34 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, reverso del f. 43 y f. 44 y su reverso, preguntas 6 y 7, interrogato-rio a Alfredo Tortello, f. 64, pregunta 25, interrogatorio a José María Bruhm, reverso del f. 237 y f. 238pregunta 7, interrogatorio a Héctor Magistrali, reverso f. 125, pregunta 25 y Nota de Alfredo Tortellodirigida a Juan Lucero Smidt informando sobre los asesores confidenciales de Pablo Diana, f. 29, AGN, AT,legajo 547. Datos sobre la vinculación de Branco Benson y Pierre Daye con el nazismo en GUREWICH,Beatriz y WARZASKI, Paul (comps.) Proyecto Testimonio. Revelaciones de los archivos argentinos sobrela política oficial en la era nazi-fascista, CES-DAIA, Planeta, Buenos Aires, 1988, pp. 487-488 y 492.

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gre para formar una gran nación. En esta empresa los eslavos (especialmente los polacos)y los árabes son considerados como los pueblos óptimos dado su vigor físico y su expe-riencia en las tareas agrícolas. Ambos se ponen de acuerdo para organizar el ingreso deimportantes grupos de polacos que se encuentran disponibles para emigrar al cono sur delcontinente americano. Mientras que los requisitos propuestos por Peralta son la selecciónfísica y moral de los aspirantes, el asentamiento en regiones rurales de los llegados y ladiscreción del acuerdo dada la oposición de la opinión pública al ingreso de otros gruposque no sean de origen latino, Arciszewski propone que a la par de trabajadores rurales, laArgentina acepte obreros, técnicos y profesionales liberales. De todos modos, hasta me-diados de 1947 no arribarán a Buenos Aires transportes masivos de polacos, concentrán-dose la gestión de Arciszewski en la Dirección de Inmigración a la resolución de casosindividuales.35

Estas tres instancias están permeadas, a su vez, por la intervención de asociaciones yorganizaciones de protección al inmigrante, algunas de ellas autorizadas desde los prime-ros días de la posguerra. Tal el caso de Cáritas Internationalis, Obras San Rafael, la IglesiaOrtodoxa Rusa, la Organización Israelita Argentina o el Comité Coordinador de la Inmi-gración Polaca en la Argentina. Cada organismo gestiona ante la Dirección de Migracio-nes permisos de desembarco, colectivos o individuales, para víctimas de la guerra o perso-nas desplazadas, contando para ello, en algunos casos, con secretarios que trabajan en lasdependencias de la Dirección misma.36

El complejo panorama descrito, que combina contradictoriamente estructuras oficia-les carentes de dependencias y empleados con organismos informales abarrotados de per-sonal y recursos, parece encontrar al menos dos explicaciones. Por un lado, el estado en elque las instituciones de admisión, vaciadas de facultades y de medios materiales despuésde casi quince años de políticas restrictivas, deben hacer frente a la nueva primaverainmigratoria. Por otro, actores administrativos y organizaciones representantes de intere-

35 Informe de Arciszewski al Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno polaco en Londres de 04/05/1953, Archiwum Polish Institut and Sikorski Museum, A.11.E-1151, pp. 1-2. Agradezco a KlementynaCzerniczka el haberme facilitado este documento. La mención de Branco Benson como asesor de Peraltajunto con otras personas de la amistad de dicho director que intervienen en la resolución de tramitación en“Sumario”, interrogatorio a Pablo Diana, f. 44 y reverso, pregunta 7 e interrogatorio a Héctor Magistrali,reverso del f. 126, pregunta 20, AGN, AT, legajo 547.

36 Entre los representantes de organizaciones trabajando en la Dirección se encuentra el secretario del ComitéCoordinador de la Inmigración Polaca en la Argentina, Henryk Mauer, quien desde el año 1947 se encargade estudiar los listados de aspirantes a inmigrar enviados por las oficinas del Gobierno Polaco en el Exilio,por representantes militares o por distintas organizaciones internacionales encargadas de los desplazadospor la guerra en Europa, a fin de eliminar a los candidatos dudosos por su filiación política, condiciónmoral o estado físico. Una vez cumplida su tarea, el Director de Inmigración firma los pedidos para serenviados a los consulados argentinos en Europa. Informe de Arciszewski, cit., pp. 5-6 y 9. Algunas mencio-nes a la gestión de las asociaciones de protección al inmigrante en “Sumario”, Interrogatorio a José MaríaBrhun, reverso f. 236, pregunta 6; Interrogatorio a Pablo Diana, reverso f. 60 pregunta 84; Interrogatorio aAlfredo Tortello, f. 77, preguntas 104 y 105; Interrogatorio a Félix Daguerre, reverso f. 152, pregunta 23 eInterrogatorio a Héctor Magistrali, reverso f. 132, pregunta 45, AGN, AT, legajo 547.

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ses sectoriales que encuentran en ese vacío un espacio para desarrollar su poder y negociarbeneficios. Del cruce entre ambas realidades resulta una creciente privatización de la ges-tión del ingreso de extranjeros que lleva, además de a un alejamiento cada vez más eviden-te entre normas y prácticas administrativas, a la exacerbación de los conflictos institucionalespara dirimir los réditos del control inmigratorio.

b) Mecanismos de admisiónSi el análisis de la estructura de admisión de extranjeros nos permite adelantar algunashipótesis acerca de las causas que le dieron origen, el estudio de su funcionamiento nosaproxima a una visión más dinámica que abre la posibilidad de adentrarnos en la compren-sión de su lógica. Aunque a simple vista los mecanismos de selección de inmigrantespueden parecer contradictorios con las disposiciones legales establecidas y hasta anárqui-cos respecto del propio entramado institucional en el que se desarrollan, creemos que es enestos puntos disruptivos en los que adquieren capacidad explicativa en tanto dejan ver lasacciones concretas de los distintos actores intervinientes, movidos por una pluralidad deintereses. De allí que el desafío del siguiente apartado sea describir el funcionamiento delsistema de admisión de extranjeros en su intersección entre estructura y actoresinstitucionales.

En principio se trata de un sistema de procedimientos sencillos, reglados por lossucesivos decretos de los años 1920s. y 1930s. y heredados por la gestión peronista –unpermiso de libre desembarco otorgado por la Dirección de Migraciones, tres certificados(de no mendicidad, de salud y de falta de antecedentes policiales), un contrato de trabajo,comprobantes de los datos de nacimiento y del estado civil, todos ellos legalizados por losrespectivos consulados argentinos en el exterior– que dan lugar, como ya se ha menciona-do, al desarrollo casi ilimitado de la arbitrariedad de las instituciones actuantes. La posibi-lidad de acceder al ejercicio de dicha arbitrariedad, fuente de poder y recursos, genera lamultiplicación de carriles burocráticos de concesión de autorizaciones de ingreso al país,muchos de ellos permeados por prácticas corruptas, y enfrenta a los distintos organismosencargados de la selección de inmigrantes.

Conforme va ascendiendo la oferta inmigratoria, el sistema de otorgamiento de per-misos de libre desembarco se complejiza en estructuras y actores. Hacia 1947, año en elque los ingresos superan en diez veces a aquellos del período bélico, se produce un desdo-blamiento de circuitos administrativos de admisión dependiendo del origen nacional delos aspirantes a inmigrar. Tratándose de españoles, italianos y portugueses, de elevadonúmero pero probada desiribilidad para el país, las solicitudes no pasan por el escritoriodel director y son firmadas directamente por el subdirector o por el secretario, siempre quereúnan las condiciones generales exigidas.37

Los permisos solicitados por súbditos de otras naciones, por su parte, son destinadosa la Secretaría Privada donde el Director decide personalmente acerca de la conveniencia

37 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, f. 45, pregunta 11, AGN, AT, legajo 547.

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del ingreso. En la mayoría de los casos ya han pasado por el “visado” del asesor correspon-diente, quien coloca su inicial sobre la carátula del expediente o da su autorización verbal.Si, además, se trata de pasajeros con “documentación deficiente”, provenientes en generaldel centro de Europa, Alemania o Japón, les es otorgado el permiso si interviene la Divi-sión Informaciones o alguna persona residente en el país que goce de buen concepto asu-me la responsabilidad.38

La Secretaría Privada se convierte así en una instancia de coordinación de la volun-tad del Director, quien decide según sus propios criterios salvo órdenes de la Presidencia,de los juicios vertidos por los asesores, de las necesidades de la División de Informacionesy de las solicitudes presentadas por las organizaciones de protección al inmigrante. De lacapacidad de negociación de cada uno de ellos, en constante cambio según la jerarquía delos pedidos y las utilidades acumuladas tras sucesivas gestiones, depende el carácter de laresolución de los permisos de libre desembarco, sin tener un peso definitivo las condicio-nes del postulante a ingresar al país.

En el extremo de estos mecanismos que podríamos llamar mixtos, llevados a cabopor organismos reconocidos oficialmente pero que no dependen administrativamente de laDirección de Migraciones, se encuentran aquellos que remiten a negociaciones particula-res entre el Director y personas públicas –tales como legisladores, militares, eclesiásticos,miembros del cuerpo diplomático o funcionarios de jerarquía–, particulares influyentes oamigos personales.39

Numerosos ejemplos recogidos por las indagaciones de los sumariantes a Pablo Dia-na dan cuenta de esta desnaturalización pública de la tarea administrativa. Tal el caso deFederico Amsterdam quien poseía una fábrica de tejidos y en muchas ocasiones concurrióa la Dirección con el propósito de gestionar la venida al país de técnicos y obreros especia-lizados para su propia industria y para otras de la misma rama, cobrando por ese serviciohonorarios; o la firma social CIDEC que inició los trámites del permiso de libre ingreso alpaís de Ernesto Reiman y señora aún cuando en dicha solicitud no se expresaba la profe-sión del beneficiario –y tal vez tampoco el origen religioso, fuente de preocupaciones delos denunciantes del Director de Migraciones–; o las recomendaciones otorgadas por elRector del Seminario Mayor de La Plata; o las gestiones del doctor Dubrosky –amigopersonal del Presidente, médico, dueño de un Sanatorio, dirigente de la Delegación deAsociaciones Israelitas en la Argentina– para conseguir permisos de desembarco,

38 “Sumario”, Interrogatorio a Héctor Magistrali, reverso del f. 125, pregunta 15 y f. 126, pregunta 18; Inte-rrogatorio a Pablo Diana reverso del f. 44, pregunta 8, f. 45, pregunta 11, f. 53 y su reverso, pregunta 65 yf. 91, pregunta 167; Interrogatorio a Alfredo Tortello, f. 82, pregunta 137 e interrogatorio a BlamarseRamiro Castro, reverso del f. 174, pregunta 5. Según el Director de Immigraciones por “Documentacióndeficiente importa suponer que el candidato a ingresar al país no está provisto, o le falta alguno de losdocumentos exigidos para que los Cónsules le puedan dar su visación.” Interrogatorio a Pablo Diana,reverso f. 96, pregunta 191, AGN, AT, legajo 547.

39 “Sumario”, Interrogatorio a José María Bruhm, reverso del f. 238, pregunta 15, AGN, AT, legajo 547.

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radicaciones definitivas y libertad de pasajeros clandestinos de origen judío; o la firma desolicitudes por parte del señor Kairuz, político y familiar del Presidente.40

La administración Peralta, por su parte, parece no haber sido ajena a este tipo deintervenciones. Según las declaraciones de Héctor Magistrali, Secretario General de laDirección de Migraciones, a pesar de las reiteradas negativas del Director de resignar a suautonomía de decisión respecto del otorgamiento de radicaciones, finalmente es obligadopor el Sub-secretario de Trabajo y Previsión a conceder una al señor Dazar Kunhbergquien había ingresado de forma “clandestina” al país junto con su familia.41

El caso Kunhberg además de ilustrar las interferencias de hombres públicos, ajenosa la repartición oficialmente facultada en los procedimientos de admisión y otorgamientode radicaciones a extranjeros, nos ilustra acerca de la naturalidad con la que son vistos losingresos clandestinos y la facilidad con la que se producen. En efecto, muchos postulantesa inmigrar rechazados por la Dirección de Migraciones y con intenciones de establecerseen el país, cruzan la frontera terrestre logrando eludir el control de Gendarmería Nacional.Aquellos que son detenidos tienen la posibilidad de presentar un recurso de hábeas corpuspara que les sea reconocido su derecho de permanencia en territorio argentino en su cali-dad de habitantes por el sólo hecho de haber ingresado al país, o son liberados por órdenesde la Presidencia. Finalmente, a pesar de la opinión contraria de algunos funcionarios de laDirección de Migraciones, su situación tiende a ser regularizada otorgándoles la radica-ción definitiva.42

El enmarañado mecanismo de concesión de permisos de libre desembarco se vecomplicado aún más con la intervención del cuerpo consular quien está facultado por elreglamento de la ley de inmigración del año 1923 a visar la documentación presentada porlos candidatos a emigrar y por el decreto 8.972 del año 1938, a dar una primer opiniónacerca de la desiribilidad del postulante y a otorgar el permiso de entrada, sin la interven-ción de la Dirección de Migraciones, a turistas, personalidades, nacionales de países limí-trofes en tránsito o pasajeros en tránsito que presenten un certificado aprobado por elcónsul del país al que se dirigen. Este doble control, en el lugar de origen y de destino,alimentará la tensión entre dos organismos tradicionalmente enfrentados. En numerosasocasiones los directores de la oficina de Migraciones elevan sus quejas a la Dirección en loContencioso Administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores por considerar quelos cónsules se han extralimitado en sus funciones o han decidido con criterios contrarios

40 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, f. 72 y reverso, preguntas 108 y 110, reverso del f. 88 y f. 89,pregunta 153, reverso del f. 103, pregunta 214 e Interrogatorio a Héctor Magistrali, f. 128, pregunta 29 y f.133, pregunta 47, AGN, AT, legajo 547.

41 “Sumario”, Interrogatorio a Héctor Magistrali, fs. reverso del 121, 122 y su reverso, pregunta 10, AGN, AT,legajo 547.

42 “Sumario”, Carta de Héctor Emilio Magistrali dirigida a Ángel Taboada y Román Sosa Liprandi, junio de1949, fs. 146-147, AGN, AT, legajo 547 e Informe del cónsul en Santa Cruz de la Sierra al Ministerio deRelaciones Exteriores acerca del ingreso clandestino de inmigrantes, con permiso de libre ingreso denega-do, a través del punto fronterizo de Yacuiba, 22/04/1949, AMRECIyC, Dirección Contencioso Administra-tivo (CA), legajo 176.369, año 1949.

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a las normas vigentes. El origen de las acusaciones radica fundamentalmente en la discre-cional y abusiva aplicación, por parte del cuerpo consular, de las facultades que les sonotorgadas por el decreto del año 1938. Así, la concesión de permisos para turistas o pasa-jeros en tránsito se convierte en un recurso para respaldar el ingreso de extranjeros que hansido rechazados por la Dirección de Migraciones por su estado físico, condición moral opor su origen nacional o religioso.43

Por su parte, los cónsules se quejan de que sus informes acerca de las condiciones delos candidatos a inmigrar no son tenidos en cuenta por la Dirección de Migraciones almomento de otorgar los permisos de libre desembarco. Según el testimonio del cónsulgeneral en Beyrouth, en el año 1948 remitió muchas solicitudes de ingreso con opiniónnegativa y en todos los casos recibió de la Dirección de Migraciones un despacho favora-ble. En cambio para aquellos que informaba debía concedérseles libre entrada la respuestaera invariablemente negativa, hasta darse el caso de recibir una nota denegando el pedido,comunicar la resolución al interesado y aparecer éste con otra comunicación, de fechaposterior, en la que se autorizaba su libre ingreso al país.44

El origen de estas resoluciones contradictorias –generadas por la posibilidad de rei-terar la presentación de solicitudes denegadas hasta lograr su aprobación definitiva– pare-ce encontrarse, además de en la tensión entre los organismos intervinientes en la concesiónde permisos de entrada, en el desborde administrativo de la Oficina de Migraciones. Sumismo Director llega a reconocer que un pedido cursado por un consulado que haya sidoresuelto negativamente, sea porque el interesado no proporciona mayores informes o por-que el funcionario consular omite su opinión en el pedido o porque ella no es lo suficien-temente completa, puede ser reconsiderado en virtud de gestiones de los familiares de losaspirantes que se realicen directamente ante la Dirección General de Migraciones.45

Así todo, de entre estos dos organismos, quien tiene la última palabra respecto delingreso de extranjeros es la Dirección de Migraciones y ejerce esa prerrogativa a través delcontralor de entradas y la inspección médica. En esta instancia tampoco se ven reconcilia-dos el plano de las normas con aquel de las prácticas. En el momento del desembarco nosólo son burladas las disposiciones referentes a la documentación, que como se ha visto esaceptada con grandes deficiencias, sino también aquellas que remiten a cuestiones másevidentes para los funcionarios de la Dirección de Migraciones como los defectos físicos,el padecimiento de tracoma o la condición de “clandestino”.46

43 Cartas de Santiago Peralta al Director de lo Contencioso Administrativo del Ministerio de RelacionesExteriores del 8 y 23/04/1946 y del 19 y 21/11/1946, AMRECIyC, CA, Inmigración Colonización y Turis-mo (ICT), Legajos 1299, 1496, 4522 y 4588, año 1946; Informe n° 84 de la Dirección de Migraciones alDirector General de Previsión Social de 03/09/1946, AMRECIyC, CA, ICT, Legajo 67025, año 1946, pp.55-61.

44 “Sumario”, Carta del cónsul Carlos Brunel de 05/05/1949, AGN, AT, Caja 547, f. 27.45 “Sumario”, Carta de Pablo Diana al Cónsul en Estambul, Carlos Piñeyro, de 1°/10/1948, fs. 393-394,

AGN, AT, legajo 547.46 “Sumario”, Interrogatorio a Héctor Magistrali, f. 126, pregunta 18 y Consideraciones de la Resolución 560

de la Dirección Nacional de Migraciones, 30/12/1949, AGN, AT, legajo 547.

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La confusión administrativa y la inobservancia de las disposiciones migratorias ali-menta la sospecha acerca de la existencia de organizaciones privadas encargadas de facili-tar la tramitación de permisos de libre desembarco. Según las denuncias del cónsul CarlosBrunel, dichas organizaciones actúan no solamente en el país sino en toda Europa puestoque se trata de un negocio que rinde ingentes cantidades de dinero dado el elevado númerode personas que desean dejar el viejo continente. Entre las anomalías que presenta comopruebas se encuentran la aceptación de solicitudes de libre desembarco sin presencia delinteresado, fichas consulares cuyas impresiones se realizan fuera de la oficina diplomática,cobro excesivo de derecho de libre desembarco y retenciones de expedientes favorables afin de obtener por medios ilícitos sumas de dinero. Del otro lado del Río de la Plata, lasdenuncias de Carlos Brunel son ratificadas por testimonios de representantes diplomáticosy particulares quienes aseguran la existencia de organizaciones que otorgan cédulas deidentidad paraguayas o uruguayas a extranjeros que aspiran ingresar a la Argentina pero leha sido denegado el permiso de libre desembarco.47

El año 1949 se convierte en un límite para este sistema de admisión basado en lasuperposición de carriles de concesión de autorizaciones de ingreso que dan lugar a lailegalidad y a la corrupción en gran escala. Las denuncias surgidas del seno la Cancilleríatraerán como consecuencia la separación de su cargo del Director de Migraciones y lasuspensión, a través de resoluciones ministeriales, de muchos de los mecanismos paralelosde otorgamiento de permisos de libre desembarco. Una de las primeras medidas del nuevoDirector Enrique González es no acceder al pedido de numerosas entidades, comisiones ycompañías para gestionar permisos colectivos o individuales de ingreso de inmigrantes alpaís. Las razones que justifican tal decisión son, por un lado, el hecho de que la Direccióncuenta con oficinas especializadas que perfectamente pueden atender dichos trámites, tan-to en la capital como en el interior del país, y, por otro que “…cualquier inconveniente quese planteara entre los Consulados Argentinos y los solicitantes, los primeros están acredi-tados para tomar resoluciones que el caso requiera.” La única excepción la constituye laOrganización Israelita Argentina, para ese entonces reconocida por el gobierno comointerlocutora de los intereses de la comunidad judía en detrimento de la DAIA, que esautorizada a presentar hasta 250 solicitudes personales por año. La determinación y susrestricciones son legitimadas por la búsqueda de un equilibrio entre el principio nodiscriminatorio de la política migratoria y la necesidad de procurar la “plenitud del acervoracial” del país.48

Poco es lo que sabemos de la gestión que siguió a aquella de Pablo Diana. De todosmodos cuesta creer en la desaparición total de prácticas tan arraigadas originadas en un

47 “Sumario”, Memorandum del ex-cónsul Carlos Brunel a Enrique P. González, 5/05/1949, fs. 27-28, AGN,AT, legajo 547, Informe del embajador argentino en Asunción al Ministerio de Relaciones Exteriores de 30/11/1948, AMRECIyC, CA, Legajo, 179.779, año 1948 y Carta de Manuel Escalada al Ministro de Relacio-nes Exteriores de 19/11/1949, AMRECIyC, División Política, Legajo 182.580, año 1949.

48 Resoluciones 60 a 82 de 16/05/1949 y Resolución 304 de 20/09/1949, AGN, AT, legajo 549.

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sistema heredado de los años de la primera posguerra. El único testimonio del que dispo-nemos al respecto, es una nota del subsecretario de Relaciones Exteriores al Cónsul Gene-ral de la República en Génova que advierte de la existencia de un matrimonio italianoquien, en connivencia con el Cónsul italiano en la ciudad de Rojas (provincia de BuenosAires), se dedica a gestionar permisos de ingreso al país recibiendo a cambio de esa ges-tión 25.000 liras. De todos modos, no parece haber indicios de que las autoridades argen-tinas estén comprometidas en el ilícito. Lo que sí tiene alguna credibilidad es que, a medi-da que el flujo de extranjeros comienza a descender hacia los años cincuenta, la lucha porespacios de poder tiende a desplazarse hacia otras áreas institucionales y la maraña deorganismos intervinientes en el sistema de admisión de inmigrantes comienza a simplificarse.Por otro lado, la cada vez más evidente inmigración de oriundos de países limítrofes,desplazará la brecha entre normas y prácticas administrativas del campo de la selecciónrespecto al de control de las fronteras. Nuevamente, la intención planificadora del Estadose verá saboteada por el universo de intereses y acciones de las instituciones que lo compo-nen.49

A modo de conclusiónDesde cualquier perspectiva que se analice la política inmigratoria del primer peronismo,resulta inevitable ver cuánto tiene de continuidad con aquella del período que la precedió.El origen de su proceso de construcción debe rastrearse en las primeras décadas del sigloXX, cuándo un modelo restrictivo de admisión de extranjeros comienza a convivir entensión con el de libertad inmigratoria vigente desde los años de la organización nacional.La contradicción resultante de la convivencia de estos dos paradigmas inmigratorios sehace evidente no sólo en el plano discursivo sino, también, en la incapacidad de generar unnuevo orden normativo capaz de responder de forma integral a las pretensiones restrictivasdel Estado dando lugar, con ello, a una exacerbada arbitrariedad de las reparticiones admi-nistrativas para llevar a la práctica disposiciones tan confusas como discordantes entre sí.

La primavera inmigratoria de la segunda posguerra, profundizará aún más las contra-dicciones del sistema de admisión de inmigrantes y de los discursos que lo sustentan. En elcampo de las ideas, debates que parecían haber sido resueltos en los últimos años de ladécada de 1930 encuentran una nueva justificación. Tal el caso de la conveniencia de abrirlibremente las puertas a la inmigración o de los criterios de selección a adoptar por laspolíticas públicas, ambos integrados en una discusión mayor del pensamiento poblacionistaargentino, focalizada en la pregunta acerca de si la dependencia de la oferta de extranjerosgarantiza por sí sola el crecimiento sostenido de la población y, con él, la expansión econó-mica. Aunque la mayor parte de estas discusiones están vinculadas con temáticas que co-mienzan a formar parte del campo disciplinar de la demografía, en pleno proceso deprofesionalización y diferenciación de otras ciencias, no excluyen planteos más generalescomo por ejemplo aquél de la facultad del Estado de intervenir legítimamente para torcer

49 AMRECIyC, expediente 176.399, año 1949.

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el rumbo de determinados aspectos de la sociedad y la economía, como puede ser la previ-sión del crecimiento y la distribución de la población o la asimilación de los extranjeros ala sociedad nativa. De allí que el debate se extienda tanto a sectores más amplios de laopinión como a las instituciones y actores que componen al Estado mismo.

El diseño de la política inmigratoria de la segunda posguerra se ve cruzado, también,por estos interrogantes y contradicciones. Frente a la intención del gobierno de abrir laspuertas a la inmigración, siempre que ésta sea debidamente seleccionada y encauzada, seoponen tanto la imposibilidad de construir un consenso capaz de formular una nueva leyde admisión de extranjeros, como el peso de un confuso corpus normativo heredado delperíodo de entreguerras. Estas dos fuertes limitaciones serán salvadas de forma provisoriaa través de la solución más económica políticamente pero más confusa jurídicamente, larectificación de las leyes vigentes y la organización de los aparatos encargados de llevarlasa la práctica a través de disposiciones administrativas. El efecto resultante, bastante aleja-do del programado por un Estado que se asume con capacidades para intervenir y contro-lar un fenómeno social y más cercano a la modalidad vigente desde los años de la entreguerra,es una estructura legislativa tan heterogénea como confusa y poco pertinente que requierede una actualización constante no sólo para cumplir limitadamente con sus objetivos sino,también, para sostener su legitimidad.

Con todo, el aspecto en el que la política inmigratoria pone más en evidencia lacontradicción entre la ambición planificadora del gobierno y su incapacidad material parallevarla a cabo, es en el administrativo. Frente al preciso cálculo de la necesidad de incor-porar en el primer quinquenio de la gestión peronista a 4.000.000 de extranjeros,presumiblemente indispensables tanto para desempeñarse como mano de obra en los nue-vos emprendimientos industriales y agrícolas como para estimular el crecimiento de lapoblación local, se opone una estructura institucional descentralizada, compleja, carentede recursos y de personal, ineficiente y de difícil control. Su organización, que combinalineamientos y organismos heredados del período de entreguerras con otros incorporadoscon el advenimiento del nuevo gobierno, se revela como la principal contrincante de unEstado que, habiéndose puesto como meta intervenir en los fenómenos sociales y econó-micos para corregirlos, se descubre incompetente para establecer límites a sus propiasreparticiones.

Es probablemente en la definición de este nuevo perfil del Estado argentino que estetrabajo intenta contribuir a una reflexión mayor, desde una problemática tan acotada comoes la de la construcción de las políticas migratorias. En este sentido, el primer peronismopuede ser concebido como el último escalón de la transición entre un modelo de Estadoliberal a otro intervencionista. De ahí que las continuidades y rupturas convivan en tensiónpermanente, las contradicciones se potencien y los tiempos se aceleren.

Buenos Aires, septiembre de 2004

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ResumenEste trabajo analiza el surgimiento de la Unión deMujeres de la Argentina (UMA). El disparador escomprender cómo un proyecto del Partido Comunis-ta Argentino desbordó los límites partidarios inten-tando constituirse como un movimiento de masasfemenino. La atención se colocará sobre el hecho deque este conjunto de mujeres rescató una experien-cia de movilización que las precedió: la Junta de laVictoria (JV). La UMA capitalizó en el contexto delos primeros años del gobierno peronista (1947-1949)varias propuestas de la JV durante la entreguerras.Así logró movilizar redes de sociabilidad y adhesiónque se conjugaron con un proyecto de mujer ciuda-dana activa y partícipe justificada en la arena políti-ca, social y económica desde su lugar de madre. Elcorpus se compone de entrevistas a dirigentes deambas agrupaciones y del Partido Comunista asícomo de recursos escritos tales como diarios y revis-tas que se pondrán en juego para comprender las com-plejidad de la temática propuesta.

Palabras clavepartido comunista – movimientos sociales – gé-nero – peronismo – identidad

* Trabajo realizado sobre la base del Informe de Avance (noviembre-diciembre 2003) de la Beca de Perfecciona-miento en la Investigación de la UNLP bajo la dirección de Dora Barrancos. Agradezco a O. Acha, I. Cosse, C.del Franco, C. Barry, K. Ramacciotti y A. Bisso la generosidad con las fuentes, ideas y producciones queaportaron para la realización de este trabajo; a D. Barrancos, J. Balsa y A. Viguera por sus observaciones ypaciente conducción; a S. Peláez, E. Scirica y M. Salgado por su comprometida colaboración; a Tati, por sucordial atención; a Gonzalo por dar con la UMA y a las entrevistadas por concederme su tiempo y el preciosoregistro de su palabra.

artidos, tradiciones y estrategias de movilización social:de la Junta de la Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina*P

ADRIANA MARÍA VALOBRA

AbstractThis work analyzes the beginning of the Unión deMujeres de la Argentina. The insight is to understandhow a project of the Argentine Communist Partyoverflowed the in favor limits trying to constitute itselflike a feminine movement shift. The light will be puton the fact that this set of women rescued amobilization experience that preceded them: the Juntade la Victoria (JV). The UMA capitalized, in thecontext of the first years of the Peronist government(1947-1949), several proposals used by the JV duringthe interwar. Thus UMA managed to mobilizenetworks of sociability and adhesion. This wereconjugated with a project of justified active andcontributor citizen woman in the political, social andeconomic sand, from his place of mother. Corpus ismade up of interviews to leaders of both groupingsand the Communist Party as well as of resourceswritten such as newspaper and magazines. Both typesof material will be put into play to understand thecomplexity of the thematic proposal.

Key WordsCommunist Party – Social Movements – Gender –Peronism – Identity

Recibido con pedido de publicación el 29 de marzo de 2004Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004Vesión definitiva recibida el 21 de noviembre de 2004

Adriana Valobra es profesora de la Universidad Nacional de La Plata [email protected]

VALOBRA, Adriana María “Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social: de la Juntade la Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario,Argentina, primavera 2005, pp. 67-82.

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Introducción

Los estudios sobre la condición de la mujer han tenido un desarrollo importante y degran riqueza analítica desde mediados del siglo XX. Estos abordajes no sin dificultadganan terreno en el campo académico por lo que aún se aprecian importantes vacíos.

El caso de este estudio no es la excepción a esta caracterización. Las acciones colectivasde mujeres fueron analizadas con particular interés en el período anterior a 1945,centrándose especialmente en las militantes socialistas y anarquistas y privilegiando elretrato de trayectorias destacadas (“las grandes mujeres”) que nuclearon en torno a sí unaorganización mayor, aunque no es ésta referente de estudio especialmente. En torno a1945, las prácticas femeninas aparecen en los análisis unidas alrededor del sufragiofemenino. Luego, la organización de la acción femenina entre 1946 y 1952 ha sido eclipsadapor el Partido Peronista Femenino y su líder, Eva Perón.

Al calor de estas observaciones, se señala que no se ha continuado la reconstrucciónde los recorridos que siguieron los grupos de mujeres. Hay un silencio significativo entorno a la continuidad de una serie de agrupaciones dinámicas en el período entreguerras.

En este estudio se intenta rastrear la relación entre un movimiento del período deentreguerras, la Junta de la Victoria (JV), y uno surgido en el contexto del primer gobiernoperonista, la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA). Ambos, impulsados por el PartidoComunista Argentino, permitirán recuperar las tensiones entre el hecho de ser diseñadospara convertirse en organizaciones intermedias del partido y la pretensión de universali-dad que se esperaba imprimirles como grupos rectores de un movimiento de masas.

Metodológicamente, este trabajo combinará fuentes orales (entrevistas a dirigentes yparticipantes de la agrupación) así como fuentes escritas (autobiografías, la revista Nues-tras Mujeres –órgano de la UMA– así como otras revistas y diarios de la época). El juegode relaciones, contradicciones y coincidencias entre ambos tipos de fuentes permite sinosuperar las dificultades propias de cada una de estos materiales de abordaje histórico almenos contraponerlos.

Conceptualmente, interesa retomar algunos planteos de Sydney Tarrow en la medidaque permiten dar cuenta de cuándo y cómo surgen los movimientos sociales. Según Tarrow,el “contexto de oportunidades políticas” remite a las condiciones del sistema social en lasque un grupo organizador conduce un proceso de enmarcado de las demandas sociales deconjuntos dispersos preexistentes canalizándolas en una acción común y sostenida. Para laaparición de movimientos sociales “…las principales oportunidades son los cambios en laestructura de las oportunidades políticas…”1 Los cambios más destacados para Tarrowson la apertura del acceso a la participación, los cambios en los alineamientos de los go-biernos, la disponibilidad de aliados influyentes y las divisiones entre las élites y en el senode las mismas. Tanto el período entreguerras como el del surgimiento del peronismo tuvie-ron varios de estos factores en juego.2

1 TARROW, Sidney El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política,Alianza Universidad, Madrid, 1997, p. 49.

2 TARROW, Sidney El poder en movimiento..., cit., pp. 48 y 156.

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Esta perspectiva se pondrá en juego con la de Alberto Melucci, pues este autor seña-la aspectos relevantes que Tarrow analiza menos profundamente; en especial, en torno a lacuestión de la constitución del sujeto y el tipo de acción colectiva que construye. Es decir,la perspectiva de Melucci permitirá comprender –sin dejar de lado la cuestión de los con-textos tarrownianos– el quién y el qué de los movimientos sociales.

1. El contexto de oportunidades políticas de la Junta de la VictoriaLa Argentina de la entreguerras se encontraba en la llamada “restauración conservadora”teñida no sólo por el fraude –que fue uno de los elementos distintivos de una democraciaformal3– sino también por la violencia política contra toda forma de oposición.4

La Guerra Civil Española, primero, y la Segunda Guerra Mundial, después,complejizaron el panorama internacional demandando posicionamientos de los gobiernosy sectores políticos que no fueron fáciles ni claros. Como señala Bisso, “…los paralelosque se cruzaban entre la política local y la realidad internacional fomentaban el propósitode los diferentes grupos políticos, de utilizar los ideales de la Segunda Guerra Mundialcomo mito de movilización interna.”5 Un rasgo distintivo fue el aglutinamiento en torno aagrupaciones multipartidarias en las que las élites partidarias volcaron sus esfuerzos deorganización.

Esta estrategia no estuvo ausente en el PCA. Efectivamente, los aprendizajes euro-peos y la historia nacional lo habían ubicado a la cabeza de estos emprendimientos a escalanacional. Si bien este desdoblamiento se registraba en todos los partidos en el contextonacional, el PCA encontró motivaciones propias. “La persecución estatal y la intransigen-cia política del PC, férreamente alineado con las directivas emanadas de su organizacióninternacional, habían contribuido a este aislamiento.”6 Los 1930s. y 1940s. habían dejadoel juego político acotado merced a las prácticas coercitivas y fraudulentas que seimplementaban desde el gobierno para con los partidos políticos y las organizaciones sin-dicales. Este contexto, fue un aliciente extra para la inserción del PCA en estructurasextrapartidarias. El viraje internacional impulsó al PCA a la política de frentes y se convertióen promotor de “…frentes electorales. En ese contexto se inscriben los intentos frustrados

3 DE PRIVITIELLO, Luciano “La política bajo el signo de la crisis”, en CATTARUZZA, Alejandro (dir.)Nueva historia Argentina, Crisis económica, avance del estado e incertidumbre política (1930-1943), t.VII, Sudamericana, Madrid, 2001, p. 120.

4 CANTÓN, Darío; MORENO, José y CIRIA, Alberto La democracia constitucional y su crisis, Paidós,Buenos Aires, 1980, p. 166.

5 BISSO, Andrés “De Acción Argentina a la Unión Democrática: el civismo antifascista como prédica polí-tica y estrategia partidaria del Socialismo Argentino (1940-1946)”, en Prismas. Revista de historia intelec-tual, núm. 6, Universidad de Quilmes, 2002, pp. 257-264. En este sentido también DE PRIVITIELLO,Luciano “La política...”, cit., p. 134.

6 MACOR, Darío “Partidos, coaliciones y sistema de poder”, en CATTARUZZA, Alejandro (dir.) Nuevahistoria…, cit., p. 82.

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del Frente Popular de 1936, su apoyo a la candidatura presidencial de Alvear en 1937,7 ylos primeros ensayos de Unión Democrática”.8

Los conflictos bélicos mundiales conmovieron los cimientos identitarios de la pobla-ción argentina que hundía sus raíces en Europa. La asistencia a los aliados en el ViejoMundo se convirtió en un símbolo de la lucha contra el fascismo y movimientos de ayudase organizaron en todo el mundo. En Argentina, una de las agrupaciones destacadas fue laJunta de la Victoria (1941) privilegió los derechos humanos, la labor social y la política.La ayuda material realizada por la JV era sustentada por ciento veinticinco filiales en lasque las mujeres eran mayoría absoluta. Éstas organizaron “...cientos de talleres donde seconfeccionaron centenares de miles de prendas [...] además de colectas populares, reco-lectó de todo tipo de alimentos no perecederos, conformando cada envío una verdaderamovilización de masas.”9 El grado de organización fue importante y se amplió a otrasactividades.10

Una característica de la Junta era la heterogeneidad de su composición. Las comu-nistas trabajaban junto a mujeres socialistas, radicales, conservadoras, apartidarias, católi-cas. Ana Rosa Schliepper de Martínez Guerrero, presidenta de la JV y representante de laélite local, compartía sus tareas con una militante del PCA, Cora Ratto, secretaria de laJunta. Esta camaradería se comprende a la luz de la particular situación en que se encontra-ba el país frente al conflicto bélico mundial –y tenía antecedentes como la Unión Argenti-na de Mujeres (1936)–.11 En el caso de las comunistas, se dio también una estrategia delpartido por permanecer activo en un contexto por demás difícil para ello. Los objetivos dela organización remitían a la articulación político-ideológica de la Junta. El Estatuto de laJV los condensaba en el Artículo 1° donde informaba que:

“…propenderá a unir a las mujeres democráticas para prestar ayudamoral y material a los que luchan contra el fascismo. Su acción no seráajeno (sic) a ningún esfuerzo por aniquilar definitivamente al fascis-mo, para estabilizar la paz, para defender los derechos de la mujer ysolucionar los problemas de la salud y la educación de los niños.”12

7 Cattaruzza agrega que entre 1939 y 1941 se encuentra en la de “antiimperialismo vehemente”.CATTARUZZA, Alejandro “Descifrando pasados: debates representaciones de la historia nacional”, enCATTARUZZA, Alejandro (dir.) Nueva historia..., cit., p. 435.

8 MACOR, Darío “Partidos, coaliciones...”, cit., p. 82.9 EDELMAN, Fanny J. De Pasiones, Banderas y Camaradas, Ediciones Dirple, Buenos Aires, 1996, p. 86.10 Por ejemplo, contaba en sus filiales con comedor, Jardín de infantes, cursos varios, taller de costura y

enseñanza de primeras letras. JUNTA DE LA VICTORIA Boletín informativo, núm. 3, s/e, Buenos Aires,07/06/1946, p. 2.

11 Ésta no debe confundirse con la UMA analizada aquí. UMA, UAM y JV tuvieron en común el multipartidismoy varias dirigentes. OLIVER, María Rosa La vida cotidiana, Sudamericana, Buenos Aires, 1969, pp. 348-354.

12 JUNTA DE LA VICTORIA Estatutos, s/e, Buenos Aires, s/f.

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Así, el compromiso asumido para el sustento material de la República españolainvolucró a quienes veían en el fascismo una amenaza para la paz mundial. La JV movilizólas sensibilidades democráticas allende las diferencias partidarias.

Sin embargo, 1943 evidenció para la “oposición democrática” la presencia del“nazifascismo” en la Argentina. La JV tensó relaciones con el gobierno convirtiéndose enun polo opositor: “[e]n agosto de 1944, para celebrar la liberación de París, había convo-cado a un acto en Plaza Francia de la Capital, que fue la primera demostración opositora engran escala.”13 El gobierno de facto no dudaba acerca del destino de esta organización nide los “peligros” que implicaban las militantes de izquierda ocultas en ellas. Asimismo nodebería desestimarse un alto componente misógino estatal pues la acción de las mujeresfue específicamente silenciada en un tema de gran visibilidad pública como los derechospolíticos femeninos. El 28 de junio de 1943, la JV fue clausurada. El 17 de enero de 1944un decreto de Ramírez (1050) suspendió definitavemente la actividad de la Junta así comola de otras agrupaciones proaliadas.14 La JV pasó a actuar en la clandestinidad.

A principios de 1945, la promesa de un llamado a elecciones movilizó políticamentea la sociedad y se vio acompañada por una incipiente apertura que logró reinstalar laactividad de las entidades suspendidas al mismo tiempo que la reaparición del PCA que el1º de septiembre de ese año realizó su primer mitin y comenzó a reabrir sus locales.

La política autoritaria del gobierno había unificado a los partidos y reflotó el proyec-to de “unidad democrática” que antes se había intentado construir con fines electoralistas.La Unión Democrática (UD) cristalizó ese proyecto con una base heterogénea que incluíapolos ideológicos que iban desde el Partido Comunista Argentino hasta el Partido Conser-vador pasando por el radicalismo y socialismo.

Los comunistas, con su pertenencia a la UD, lograban incluirse en el frente antifascista-democrático. Sin embargo, el cálculo de oportunidades políticas que realizaron parecióestar distorsionado por un exceso de optimismo. El apoyo a la fórmula presidencial de laUD naufragó tras la derrota del 24 de febrero de 1946, en la que el “naziperonismo” habíalogrado empinar a Perón. Como sostiene James, Perón había logrado correrse de la duali-dad que la UD le imponía entre libertad o nazifascismo a través de una nueva que poníacomo centro de la discusión la oposición a Braden, el embajador estadounidense en laArgentina.15 En este corrimiento, Perón retomaba uno de los principios fundamentales delcomunismo, el antiimperialismo, y cristalizaba en su beneficio electoral una prédica pro-pia del PC. Además, se beneficiaba de las contradicciones comunistas que al alinearse en

13 DELEIS, Mónica; DE TITTO, Ricardo y ARGUINDEGUY, Diego Mujeres de la política argentina, Aguilar,Buenos Aires, 2001, p. 393.

14 BISSO, Andrés “¡Estar alerta! Mítines, asambleas, conferencias y otras estrategias de movilización socialpara la construcción de una identidad cívica desde la práctica política de la agrupación Acción Argentina(1940-1946)”, en II Jornadas Nacionales de Espacio, Memoria, Identidad, Universidad Nacional de Ro-sario, 9, 10 y 11 de octubre de 2002.

15 JAMES, Daniel Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976,Sudamericana, Buenos Aires, 1990.

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la UD legitimaba las libertades democráticas pero se unía a los adalides del fraude, losconservadores.16

2. El contexto de oportunidades políticas de la Unión de Mujeres de la ArgentinaA la luz de la situación resultante tras las elecciones de 1946, el contexto político de laArgentina se modificó notablemente. El peronismo se instaló en la escena haciendo galade su mayoría y no fue un escenario mucho más propicio para las acciones de oposición.

Las movilizaciones realizadas desde el Estado ilustran las nuevas prácticas políticasdel peronismo que complementaban la acción de acercamiento a los sindicatos.17 Elperonismo se instalaba en la escena exhibiendo de su capacidad de movilización y domi-nio de la mayoría que lo había legitimado en las urnas. Esto implicó el establecimiento deuna conflictiva relación con la oposición. Sin embargo, la oposición no mantuvo el proyec-to de unidad. Cada partido desplegó sus tácticas para superar la derrota electoral y encararun nuevo proyecto de acción política.

Los opositores, y el comunismo especialmente, fueron blanco de la represión poli-cial o de grupos ultranacionalistas ligados al gobierno, como la Alianza Libertadora Na-cionalista. El escenario se presentó poco propicio para las acciones críticas lo cual nosignificó que no existieran. Si este contexto de hostigamiento –conocido por el comunis-mo– podía ser una constricción para la acción, el PCA buscó explotar otros elementos quevisualizó como habilitantes18 para posicionarse como legítimo interlocutor de las masas alas que intentaba enmarcar19 en la acción colectiva contraponiéndose a los peronistas.20

El Comité Central del PCA retomó la lucha contra el imperialismo como eje de suacción política.21 La consigna fue no dejar a las “masas” a merced del peronismo. El XICongreso del Partido Comunista, en 1946, compendia este giro. Sin embargo, el PCA nopropició una confrontación total con el gobierno pues hubiera sido una impugnación a losseguidores del peronismo que era a quienes quería captar. Así, abandonó el esquema del

16 Ciria señala que “Perón supo hacer un empleo efectivo de esta contradicción”, en CIRIA, Alberto Partidosy poder…, cit., p. 190.

17 PLOTKIN, Mariano Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimenperonista (1946-1955), Ariel, Buenos Aires, 1994, p. 49.

18 Melucci precisa que los factores de tipo coyuntural “contribuyen a la emergencia de fenómenos colectivos.Pero estos factores no podrían operar sin la capacidad del actor de percibirlos e integrarlos en un sistema deinteracción y negociación de las orientaciones, respecto a los fines, medios y ambiente de su acción».MELUCCI, Alberto Acción colectiva vida cotidiana y democracia, El Colegio de México, México, 1999,p. 44.

19 TARROW, Sidney El poder en movimiento..., cit., p. 214.20 Éstos se configuraban a través del Partido Peronista y una multitud de organizaciones locales permitiendo

al peronismo presencia barrial, capacidad de movilización popular y maquinaria electoral para los tiem-pos comiciales. ACHA, Omar “Sociedad civil y sociedad política durante el primer peronismo”, en Desa-rrollo económico, vol. 44, núm. 174, julio-septiembre 2004.

21 Declaración del Comité Central del PCA, 8/05/1946. Tomado de ARÉVALO, Oscar El Partido Comunista,CEAL, Buenos Aires, 1983, p. 72.

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naziperonismo22 con el que desde el “frente democrático” había fustigado el ascenso dePerón. Además, adoptó una retórica que criticaba las prácticas gubernamentales utilizandola lógica y el discurso de la propuesta peronista apoyando al mismo tiempo las iniciativasconsideradas atinadas y creía reflejaban sus proposiciones.23 Con esta actitud, el comunis-mo usaba una estrategia similar a la de Perón al apropiarse de conceptos caros al PCA(como “la tierra para el que la trabaja” o “antiimperialismo”).

Teniendo en cuenta estos aspectos debe señalarse que entre los grupos movilizados,las mujeres fueron uno de los sectores que mayor interés despertaron en todos los partidospolíticos. Éstas eran una apetecible “clientela política” por su probada presencia en lacoyuntura previa y por ser inminentes futuras electoras. Captarlas fue perentorio para to-dos los partidos.

Al comunismo le preocupaba que la expansión del peronismo se realizaba en secto-res en los que había intentado crear sus núcleos duros (obreros, campesinado y mujeres).24

En cierta medida, el peronismo montaba sus estructuras sobre la movilización propiciadaen el período entreguerras en la que el comunismo había tenido un rol sumamente impor-tante.25 Ciertamente, un Partido Peronista Femenino (PPF) in nuce entre 1946 y 1949 através de los centros cívicos26 y la Acción de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón,había salido a disputar con eficacia a las mujeres.27 El PCA no veía en Evita un rivaldesestimable pues reconocía su habilidad para erigirse como adalid de los derechos políti-cos de la mujer y organizadora del consumo.28

En el XI Congreso, Alcira de la Peña, una de las dirigentes comunistas más impor-tantes del período, reclamó para las mujeres una incorporación numéricamente mayor enlos cargos directivos del partido al tiempo que manifestaba la necesidad de impulsar una

22 ALTAMIRANO, Carlos. “Ideologías políticas y debate cívico”, en TORRE, Juan Carlos (dir.) Los añosperonistas (1943-1955), Sudamericana, Madrid, 2002, p. 230.

23 Según Codovilla, “Apoyar al gobierno no estaría mal, siempre que se trate de apoyar a los elementosdemocráticos y no a los sectores reaccionarios y profascistas.” CODOVILLA, Victorio Unir a las mujeresen la lucha por sus derechos, Folleto, Editorial Anteo, Buenos Aires, marzo de 1947, pp. 13 y 14. Altamiranoseñala que este período táctico del PCA de apoyar lo positivo y criticar lo negativo llega hasta 1949 en quetras la reforma de la Constitución se retoma la idea del peronismo como una forma de nazismo. ALTMIRANO,Carlos “Ideologías...”, cit., p. 246.

24 HOROWITZ, Joel “El movimiento obrero”, en CATTARUZZA, Alejandro (dir.) Nueva historia..., cit., p.263.

25 CAMARERO, Hernán “Los comunistas argentinos en el mundo del trabajo, 1925-1943. Balancehistoriográfico e hipótesis interpretativas”, en Ciclos, núm. 22, 2001, pp. 137-155.

26 BARRY, Carolina. “Las Unidades Básicas del Partido Peronista Femenino. (1949-1955)”, enRAMACCIOTTI, Karina y VALOBRA, Adriana Generando el peronismo. Estudios de género, cultura ypolítica, 1946-1955, Proyecto Editorial, Buenos Aires, 2004.

27 La magnitud que alcanzaba la movilización y organización de las mujeres aún antes del comienzo de lainstalación formal del Partido Peronista Femenino en 1949 puede observarse a partir de la manifestaciónorganizada el 3/09/1947 ante la posibilidad del tratamiento de la ley sobre derechos políticos de la mujer.

28 CODOVILLA, Victorio Unir..., cit., p. 13.

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organización extrapartidaria de mujeres.29 Además, había otros factores que conminaban ala acción entre las mujeres. Los modelos internacionales y las disposiciones del PCUSfueron sumamente influyentes.30

El nuevo emprendimiento presentaba interrogantes que no encontraban una respues-ta directa ni única. ¿Qué animadoras podrían ponerse a la cabeza de la nueva organiza-ción? ¿Podían ser los mismos cuadros del partido o era necesaria una nueva estrategiapolítica en el contexto de difícil convivencia con el peronismo? ¿Cómo lograr amplitud departicipación sin perder el rol hegemónico en el movimiento de masas? ¿Cómo lograrreeditar una organización de la envergadura y la presencia de la Junta de la Victoria sin losproblemas de convivencia que acarreaba una organización masiva que pretendía incluirpersonas de distinto signo político? ¿Cómo recuperar las demandas socioeconómicas es-pecíficas del partido? ¿A qué subjetividades apelar para lograr la captación política de lasmujeres?

La creación de la Unión de Mujeres de la Argentina constituye un intento de respues-ta del PCA a estos planteos. En febrero de 1947 Victorio Codovilla delineó lo que sería elprograma de esa futura agrupación de masas. La UMA debía acelerarse frente a los pasosagigantados del peronismo. Por ello era necesario promover un movimiento que logrararespuestas válidas a estos planteos, recuperara a las mujeres menos subyugadas por elfenómeno del peronismo y encauzara las energías que en las agrupaciones mencionadashabían volcado tanto las militantes del partido como muchas mujeres no insertas en él.

El comunismo debió diseñar una estrategia acorde a las circunstancias. Contandocon un buen número de mujeres avezadas en las lides político-organizativas, filiales con-cretas de distintas organizaciones y grupos empapados en ciertas consignas, debía sortearlas circunstancias que lo dejaban en un marco de acción clandestino aún cuando no siem-pre estuviera prohibida legalmente su acción. Pero a la vez, el PCA debía solucionar losobstáculos propios del modo de acción que hasta el momento había desarrollado el parti-do. Por un lado, los mismos varones e incluso algunas mujeres, desestimaban la tarea entrelas masas femeninas por considerarlas secundarias dentro del partido.31 Por otro lado,había una práctica que los compelía a impulsar al partido entre los sectores que contabancon cierta simpatía previa por él.32 En el contexto del peronismo, no podían darse ese“lujo” y se conminó a las militantes a desdoblar aún más su actividad.

Codovilla exhortaba a que la nueva agrupación recuperara lo positivo de las expe-riencias pretéritas pero evitando repetir los errores por los que habían naufragado. La

29 DE LA PEÑA, Alcira La Mujer Argentina en la lucha por su emancipación, núm. 19, Editorial Anteo,Buenos Aires, 1946.

30 SINEAU, Mariette “Las mujeres en la ciudad, derechos de las mujeres y democracia”, en DUBY, Geroge yPERROT, Michelle Historia de las Mujeres. Siglo XX, Taurus, Madrid, 2000, pp. 577 y 578.

31 De la Peña insinuaba la necesidad de que el partido apoyara la expansión del movimiento de mujeres. En1948, sin embargo, la propuesta no había encontrado la respuesta esperada y de la Peña cargaba las tintassobre el prejuicio tradicional burgués que el partido sostenía “…al subestimar la capacidad política de lamujer.” DE LA PEÑA, Alcira Los comunistas..., cit., pp. 22 y 23.

32 CODOVILLA, V. Unir..., cit., p. 16.

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Junta de la Victoria fue una experiencia capital pues había logrado ser –como se señaló–una presencia políticamente inquietante. En ella las comunistas habían tenido un destaca-do papel compartido con representantes de otros grupos políticos. Pero esa fortaleza habíasido también su limitación. Las desavenencias se debían no sólo a que habían desapareci-do las condiciones de existencia de la JV al firmarse la paz mundial, si no también a lahegemonía compartida en la dirección de la entidad.33

El desafío de la UMA fue cómo reeditar una organización semejante a la de la Juntade la Victoria en cuanto a su envergadura y capacidad de absorción de identidadesmultipartidarias y religiosas, articulando demandas políticas y socioeconómicas puntualespero manteniendo la dirección del comunismo entre las masas movilizadas. Con este obje-tivo, preparada por una Comisión de Auspicio, la Reunión Nacional de Mujeres efectuadaen Paraná 555 de la ciudad de Buenos Aires entre el 11 y 13 de abril de 1947 constituyó laUnión de Mujeres de la Argentina.34

3. La UMA: tradiciones aggiornadasEl intento del PCA de reeditar con la UMA una organización semejante a la de la Junta dela Victoria en cuanto a su envergadura y capacidad de absorción de identidadesmultipartidarias y religiosas permite una reflexión acerca de las complejas relaciones quese generaron entre la UMA, el partido y las experiencias de movilización precedentes. Lasbases de la Unión de Mujeres de la Argentina así como algunos medios señalaban que laconvocatoria a la primera reunión hacía abstracción de ideas políticas.35 La UMA habríaconvocado a representantes de diversas ideologías en el intento de ampliar las bases deapoyo.

¿En qué medida esta convocatoria fue algo más que un formalismo si se tiene encuenta que la UMA fue un evidente emprendimiento del PCA? A la luz de lo expuesto,podría afirmarse que dado que las comunistas impulsaron la UMA, ésta fue un satélite delPCA que se utilizó para “camuflar” las tareas partidarias en un contexto político difícil. Elmovimiento de masas fue más una expresión de deseo que una realidad, pues la UMAactuó como organización intermedia.

33 La JV ya había evidenciado las diferencias de origen y concepciones de las integrantes así como las limita-ciones de la unidad. Fanny Edelman señala “Las comunistas que tanta pasión pusimos en la labor de laJunta de la Victoria estábamos convencidas que su ciclo se había cumplido y en la práctica, todo eseenjambre de mujeres [...], comenzó a tomar otros rumbos encauzando su acción hacia la lucha por lasolución de sus problemas concretos.” EDELMAN, Fanny Pasiones, banderas…, cit., p. 99. Nari confirmala visión desde la perspectiva de las integrantes de la élite que participaron en la JV: “…esta vinculacióncon mujeres comunistas profundizó en sectores nacionalistas y católicos la percepción del feminismo comoideología extranjera, extraña a la esencia nacional, y disolvente del orden natural-divino...” NARI, MaríaMarcela Alejandra “Maternidad, política y feminismo”, en GIL LOZANO, Fernanda; PITA, Valeria e INI,Gabriela Historia de las mujeres en Argentina. Siglo XX, Taurus, Buenos Aires, 2000, p. 214.

34 Debe diferenciarse de Unión Argentina de Mujeres dirigida por Schliepper de Matínez Guerrero en los años1930s.

35 ¿Qué sucedió en siete días?, 22/07/1947, Actividad femenina, p. 40. y La Nación, 11/07/1947, p. 7

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Superando la visión tarrowniana y retomando a Melucci es posible rescatar un sujetoque no precede a la acción colectiva sino que se constituye en ella. En los años formativosde la UMA aparece una tensión entre las directivas del PCA y la propia dinámica de laacción que puede sindicarse como un movimiento social. Más allá de la estrategia del PCAy la actividad comunista en la UMA, debe entenderse que la pretendida dinámica de ma-sas, por definición, obligó a desbordar los límites partidarios. El tipo de convocatoriaimpulsado por estas actrices permite indagar la manera en que construyeron ciertos valo-res para promover su propia subjetivación. Teniendo esta idea presente, a continuación seintentarán analizar las tensiones al interior de la UMA y la pugna por la construcción deciertos “valores de identificación colectivos” que permitieran construir un “nosotras, lasumistas”.

La persistencia de animadoras y estructuras de la Junta de la Victoria fue un rasgoque caracterizó los primeros años de la UMA.36 Es esta continuidad la que ayuda a com-prender que en la UMA se realinearon una multitud de mujeres que, aglutinadas por diver-sos móviles durante la entreguerras (la democracia, la paz, la nación) encontraron un nue-vo cauce para orientar sus energías.

Por ello, es posible encontrar afiliadas pertenecientes a grupos políticos y religio-sos37 heterogéneos.38 En cuanto a mujeres provenientes de partidos políticos, además delas militantes del PCA, puede señalarse la presencia de alguna socialista –aunque no fue lanorma–.39 Las peronistas sumaron un número mayor.40 Las fuentes orales señalan la pre-

36 En primer lugar, la permanencia material de filiales de la JV ¿Qué sucedió en siete días?, 22/07/1947,Actividad femenina, p. 40. El recuento de las filiales adherentes a esta primer reunión así como a lassiguientes permite destacar el lugar que tuvo la movilización de recursos preexistentes (En base a revistaMujeres en la Ayuda, Nuestras Mujeres y entrevistas a dirigentes de la JV y el PCA). No comunistas en laJV y la UMA: Margarita de Ponce y Mané Bernardo, entre otras. También hubo continuidad en las dirigen-tes del PC que ocuparon puestos en la UMA pues la mayoría habían tenido un rol destacado en la JV lo queseñala la evidente intención de sostener los lazos de sociabilidad creados. Son militantes del PCA partíci-pes en la UMA y la JV: Fanny Edelman, Delia Boschi, María C. Bidon Chanal, Vicenta Simón, María R.Oliver, Matilde Alemán. En Santa Fe, Lina de Mónaco y Zulema de Borzone.

37 El mismo PCA sostenía un discurso que buscaba un acercamiento entre las posturas religiosas intentandohacer abstracción de los componentes antagónicos. En este sentido, lo que podían tener en común lastrabajadoras (la explotación) era más importante que lo que podía separarlas (la religión). DE LA PEÑA,Alcira Los comunistas..., cit., p. 37. Ya Codovilla había planteado la misma posición en el folleto Loscomunistas, los católicos y la unidad nacional, s/d.

38 Los grupos religiosos se expresaron a través del diario El Pueblo. Desde el judaísmo, Ceffi Pitterberg, delCentro Israelita de Ramos Mejía, militaba en la UMA.

39 Una de ellas fue Marta Vera, quien había actuado como corresponsal en España para la JV y había sidomiembro del Comité de Ayuda al Gobierno Español del Frente Popular durante la Guerra Civil Española[Información tomada de “Comité Argentino Pro Ambulancia de España” aparecido en �“Mujeres”. Orga-nización Argentina Antiguerra, año I, núm. 2, mayo de 1937, pág. 7.] Ésta habría integrado el PartidoSocialista.

40 Ya señalado por ¿Qué sucedió en 7 días? Las entrevistadas rescatan nombres concretos. Una peronista enla UMA fue María Vázquez, presidenta del Centro Femenino del Norte, una Asociación Barrial surgida en

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sencia de muchas afiliadas de base, las menos integradas en la dirigencia del PPF.41 Unaentrevistada precisa: “¡Después, el peronismo, Dios mío! Teníamos ahí mucha gente queera del peronismo.” Otra entrevistada especifica que, al estar la UMA centrada en lasnecesidades barriales y hacer del barrio su unidad regional, era generalizada la presenciade simpatizantes peronistas: “…era un lugar de lucha para defender las cosas del barrio[...] [y] en los barrios, el que no era peronista no era nada…” Además, hubo dirigentes queno eran afiliadas a partido alguno.42

El modo de organización de las filiales permitió a la UMA abrir múltiples frentesdiseminando su presencia. La UMA se organizaba con un Consejo Directivo y un ConsejoEjecutivo a escala nacional. Las secciones eran agrupaciones intermedias con carácterprovincial o territorial que reunían a las entidades adheridas a la UMA, de una provincia oterritorio.43 Las filiales se organizaban siguiendo los estatutos establecidos en la primeraAsamblea y elegían por voto a sus representantes. La revista Nuestras Mujeres se encarga-ba de difundir el modo de organización a través de distintos artículos intentando que laslectoras trajeran nuevas afiliadas.44 Del número de afiliadas dependía la continuidad de laagrupación así como también el peso de la UMA. Aunque se unificaba la dirección a nivelnacional, existía una gran cantidad de filiales dispersas en el territorio que conservabanautonomía de acción y formación. Así, el poder de desencadenar secuencias de accióncolectiva no fue lo mismo que el poder de controlarlas.45 Efectivamente, el funcionamientode la UMA excedió no sólo las intenciones del PCA sino que imprimió una variedad deestrategias y prácticas que excedieron las directivas de la UMA central. En este sentido esque se rescata a Melucci respecto a la subjetivación en la acción. Las prácticas espontá-neas eran capitalizadas como modos de organización sistemático de las filiales. Las sec-ciones de la revista “UMA en marcha” y la historieta “Doña Juana” tenían una relación decomplementariedad entre las acciones autárquicas y los consejos para realizar una acción

el período anterior al calor de la problemática de los desalojos en el barrio de Palermo. Hacia 1949, seregistra a Dalinda J. de Ocaranza. (NM, 01/08/1949. Cómo viven las mujeres en nuestro país. Un reportajea D. J. de Ocaranza, presidenta del Comité Peronista Femenino de Bella Vista, Tucumán).

41 Esta hipótesis sugerida por Carolina Barry fue confirmada por las entrevistadas.42 Según una entrevistada, una de ellas era “…doña Trinidad, que era una joya y que no era una mujer política

[...] pero [tenía] un sentimiento de defensa de lo suyo y de la gente que la rodeaba, impresionante.” Otrasentrevistadas rememoran a sus compañeras: “Todas esas mujeres que te nombré, no siendo las Méndez,ninguna era comunista. Las obreras de Danubio especialmente venían y las de alrededor [...] Ni la Beggega[...] Patting [...] Después estaba Amalia Caffarena, que era una mujer del interior; no era militante deningún partido...” Otras militantes de la UMA como Aura Fleitas no era partidaria en el período estudiadoaunque en la década de los 1970s., antes de morir, se afilió al PCA.

43 NM 01/02/1948, p. 3.44 La campaña de adhesión de 20.000 nuevas socias lanzada en el primer congreso para efectivizarse en

marzo de 1949 fue intensa. La afiliación personal era la forma más común de adhesión aunque tambiénexistió un carnet para grupos de adherentes de bajos recursos. NM 01/02/1948, “Cómo trabajar en UMA”,p. 3.

45 TARROW, Sidney El poder en movimiento..., cit., p. 58.

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efectiva. La dinámica cotidiana de las filiales también dejó una impronta propia que con-tribuye a quebrar la idea de la UMA como unidad homogénea y le devuelven la pluralidadde elementos que convergen en la acción colectiva de un movimiento social.46

Las impulsoras de la UMA explotaron redes de reclutamiento que permitieron orga-nizar rápida y efectivamente la acción colectiva.47 En este sentido, la UMA contó con unimportante potencial de movilización en tanto era construida por un sector de la poblaciónque presentaba actitudes favorables hacia ciertos temas (como la paz mundial y la situa-ción en España) y proclives a reclamar por ellos.48 Al utilizar las ex filiales de la JV como“entornos huésped” se garantizaba a la UMA la reducción de los costes socialestransaccionales de la convocatoria de manifestaciones al tiempo que mantenía unidas a lasparticipantes de las otrora agrupaciones –incluso una vez que algunos de los móviles de suacción habían prácticamente desaparecido–. Además, se revitalizaba la confianza y co-operación que se habían generado entre las participantes merced a presupuestos comparti-dos avanzándose en la construcción de una identidad colectiva de umista. Finalmente,alimentaba las expectativas de los implicados en tanto percibían su consistencia y conti-nuidad.49

Las expectativas para la participación no necesariamente eran las mismas para todoslos movilizados. Se han delineado específicamente las del PCA, pero, como se señaló, ladinámica de la movilización involucró otros grupos no comprometidos con el partido quepresentes desde la Primera Asamblea intentaron hacer de la UMA un espacio articuladorde sus demandas. Si bien la propuesta era de las comunistas, existieron otros grupos quetambién construyeron la UMA imprimiéndole sus expectativas.50 La visualización de unmovimiento social como un espacio en constante modelación donde se juegan roles yrelaciones de poder ayuda a visualizar las tensiones en su interior.

El diario El Pueblo hizo una referencia a la participación de varias mujeres identifi-cadas con sus ideales en la UMA. En primer lugar es necesario señalar que este medio“…era la publicación católica más antigua del país. Fundado en 1900 por el padre Grote,El Pueblo se había mantenido siempre muy próximo a la jerarquía, que lo había apoyado,incluso económicamente, durante años. De calidad intelectual y periodística bastante me-

46 MELUCCI, Alberto Acción colectiva..., cit., p. 43.47 Como señala Melucci “Las redes de reclutamiento juegan un papel fundamental en el proceso de implica-

ción individual. Ningún proceso de movilización comienza en el vacío [...] quienes se movilizan nunca sonindividuos aislados y desarraigados.” Melucci, Alberto Acción colectiva... cit., p. 62.

48 La implicación en un movimiento social nunca es individual. Si bien los movimientos se componen deindividuos, éstos se integran a través de sus relaciones interactivas y la influencia recíproca. MELUCCI,Alberto Acción colectiva..., cit., pp. 62 y 63.

49 MELUCCI, Alberto Acción colectiva..., cit., p. 64.50 Es necesario aclarar que el sesgo hacia el PCA se debe a que las entrevistas se realizaron a tres militantes

del PCA que actuaron en la UMA. Si bien se detectaron en las fuentes escritas y orales referencias a otrasdirigentes de la UMA no pertenecientes al PCA, todas ellas han fallecido por lo que no se cuenta con superspectiva.

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diocre, su valor como fuente proviene justamente de los lazos con la Curia”.51 El periódi-co, con cierta simpatía estratégica por el peronismo, denunció en 1948 los manejos de lascomunistas en el Primer Congreso de la UMA. El artículo refería “…la maniobra comunis-ta en el Congreso de la Unión de Mujeres Argentinas” mediante la cual “…se negó lapalabra a las delegadas que exponían el verdadero sentir de la mujer argentina.”52 El Pue-blo cargaba las tintas sobre los manejos en la posesión de la palabra (“Hubo un grupo de‘mujeres argentinas por nacimiento y sentimiento’ que no pudo hablar”) y la toma de deci-siones. Estos fragmentos resultan interesantes pues destacan que la UMA fue visualizadapor estos representantes católicos como un espacio de poder donde las comunistas eranuna fuerza más. Aún reconociendo la acusación y la maniobra comunista, efectivamente laUMA incluyó en su nómina sectores de arcos ideológicos opuestos que participaron acti-vamente en su fundación y que, además, entendieron que podían cuestionar el intento dehegemonizar la UMA por parte de las comunistas. El Pueblo presentó a sus delegadascomo exponentes de una subjetividad nacional femenina contrapuesta a una subjetividadexótica a ese perfil impulsada por las comunistas.

Este caso permite, además, observar las transacciones entre comunistas y no comu-nistas con el fin de armonizar los intereses de las integrantes de la UMA. El mismo medioperiodístico, El Pueblo, señalaba días después que en el Congreso se había decidido “…pedirla igualdad jurídica de los hijos ilegítimos y legítimos”,53 entre otros. La confrontación sehabía generado porque las comunistas sostenían que esa equiparación debía realizarse sindiferencias acerca de estado civil de los padres, lo cual era inadmisible para estas mujeresde extracción católica. La forma final que adoptó la decisión fue la de “Igualdad de loshijos ante la ley.”54 Así se presentó la demanda rescatando una fórmula más general dondeprimaba la problemática de los hijos sin verter referencias sobre el estado civil de lospadres.

En la UMA, su alineamiento comunista fue tensado por la intención de que fuera unmovimiento de masas al estilo de la Junta de la Victoria. En este intento, efectivamente,incluyó presencias ajenas al partido. En este sentido, la UMA parece haber tenido mayoresdificultades que la JV para enmarcar su acción multi y extrapartidariamente. La UMAintentó resolver esta dispersión merced al intento de delinear un modelo de “umista” quediera cuenta si no de la diversidad al menos de lo que consideró común a todas ellas. Esteaspecto que se indagará a continuación.

4. Acción colectiva y subjetivación femenina: la construcción de una identidadLas instituciones de la sociedad civil y política conservaban hasta avanzados los 1940s.espacios de uso exclusivo para cada sexo y, además, orientaciones específicas para cada

51 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia Católica, Ariel, Buenos Aires, 1995, p. 93.52 El Pueblo, 15/08/1948, p. 11.53 El Pueblo, 18/08/1948.54 Boletín del Congreso de la UMA, en NM, agosto de 1948, Derechos de la infancia.

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uno. Si existían excepciones eran precisamente eso. Así, las agrupaciones con fines bené-ficos, por ejemplo, eran cotos femeninos. Las direcciones de los partidos políticos y susconsejos directivos eran exclusivamente masculinas –con salvedades que no hacían másque confirmar la norma–. Esto estaba elaborado en base a la separación dicotómica de laesfera civil y política. En la primera podía actuar la mujer y en la segunda el varón. Sinembargo, tanto la UMA como la JV fueron movimientos de mujeres reflejando lasindexaciones genéricas del contexto cultural las cuales no se propuso modificar. La UMAsurgió como una agrupación de mujeres que actuaba por reivindicaciones sociales, políti-cas y económicas. Su esfera de acción no fue sólo civil o sólo política porque –como seafirmó– su surgimiento se dio a partir de la imbricación de estas dos lógicas. Las mujereseran, en principio, activadoras de demandas, las cuales no necesariamente tenían que vercon cuestiones específicas para las mujeres aunque abordaban la problemática generalesdesde la implicación femenina. Así, por ejemplo, la carestía o el aumento de precios era unproblema para las amas de casa que debían realizar largas colas, recorrer enormes exten-siones, elaborar una dieta equilibrada en condiciones penosas, entre otras.

Por otro lado, la acción de la UMA se constituyó en una acción eminentemente polí-tica. Ello en tanto puntualizaba sobre las problemáticas que el gobierno peronista daba porresueltas con la “justicia social”. Su demanda generalmente utilizó vías legales sin disputarel poder al gobierno sino más bien reclamando al Estado su intervención. Sin embargo,esta táctica erosionaba lentamente la legitimidad del peronismo y ello hacía que el gobier-no visualizara a la UMA como un movimiento conflictivo.

En el apartado anterior se puntualizaron las tensiones y resoluciones de conflictosque las integrantes de la UMA plantearon en relación a sus objetivos, temas convocantes,valores y tratamiento. Los ejemplos señalados tuvieron una resolución que intentó conci-liar posiciones recuperando lo que de común tenían las demandas. En esta sección seseñalará el intento de construir, en el plano simbólico, una mujer ideal que lograra cristali-zar los elementos compartidos de esas identidades fragmentarias que pugnaban en la UMA.

En este sentido, la UMA buscó generar una identidad que cobijara las identidadesdisgregadas que pretendía aunar. A diferencia de la Junta de la Victoria y más cercana a lasAB, las umistas excluyeron el componente aristocrático del perfil de las afiliadas. Si bienel pilar de la UMA serían las trabajadoras y las amas de casa, también interpeladas comotrabajadoras, fue el lugar de la madre el que permitió a la UMA un llamado más amplioque buscó destacar lo que tenían en común antes que sus diferencias.

La UMA convirtió la maternidad en el eje de la subjetivación socio-política tal comolo habían hecho otros movimientos. En efecto, la característica de la movilización de mu-jeres adoptó los roles tradicionales para demandar públicamente, “…lo privado y lo perso-nal se transforman en el eje de situaciones y enfrentamientos públicos, no por una elabora-ción ideológica abstracta sino a partir de los afectos y de las necesidades de las personanparticulares con quienes las mujeres se relacionan.”55 En este juego la retórica de la “ma-

55 JELIN, Elizabeth (comp.) Los nuevos movimientos sociales. Derechos humanos. Obreros. Barrios, t. 2,CEAL, Buenos Aires, 1985, pp. 33 y 34.

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dre” alcanzará el status de modelo femenino.56 Éste se encarnó en distintas mujeres perosin duda la que le dio el nuevo contenido a la expresión de “madre” mixturada con la de latrabajadora y ciudadana fue la figura de Dolores Ibarruri, Pasionaria, destacada militantecomunista que luchó en la Guerra Civil Española, perdió a muchos de sus hijos por losconflictos políticos que ensangrentaron España y se enfrentó al franquismo hasta su muer-te.57 Su figura logró gran capacidad de identificación. Las tapas de la revista ejemplificantambién la importancia de la maternidad como estrategia de convocatoria que ampliara elespectro de participantes.58 La madre como figura universal permitió reforzar los vínculossolidarios contribuyendo a crear un nosotras colectivo.

La figura de Pasionaria, además, contribuyó a mantener los vínculos con España y seintegró en un conjunto de dispositivos claves para disparar la sensibilidad femenina haciauna solidaridad internacional especialmente unida a la vencida República española identi-ficada con la hermandad hispana. Movilizaciones, petitorios, ayudas e, incluso, una nuevaestrategia dentro del repertorio de acción: la comunicación directa con las presas políticasa través de cartas.59 De este modo, la UMA buscaba sostener el compromiso que la JVhabía logrado como defensora de las fuerzas aliadas y progresistas.

Asimismo, España invocó para la UMA otra potencialidad: las madres debían unirseen defensa de la paz que era la defensa de sus hijos. Vencida la República española, ladictadura franquista se erigía como el símbolo de la continuidad fascista que era la princi-pal amenaza de la paz. Desde allí se intentaba movilizar emocionalmente a las mujerescomo madres que era lo que las convertía en inigualables depositarias del mantenimientode la paz.60

La madre como figura universal permitió reforzar los vínculos solidarios contribu-yendo a crear un nosotras colectivo. De este modo se alcanzaba una implicación individualen la UMA propiciada por las redes de reclutamiento y los elementos simbólicos ya activa-dos que jugaban en el reconocimiento del valor de los incentivos para la participación.61

Reflexiones finalesLa UMA se constituyó como un movimiento que retomó planteos previos de diversa temá-tica. La UMA, bajo la maternidad como figura emblemática, anudó sus lazos con las de-mandas que en el pasado habían aglutinado a importantes sectores de la opinión pública.La cuestión española fue uno de los tópicos centrales en la UMA que le permitió retomar

56 JELIN, Elizabeth (comp.) Los nuevos movimientos sociales, cit., pp. 33 - 34.57 NM publicó en varios números referencias a la vida de Pasionaria y una historieta con su biografía.58 Sólo una portada utilizó la imagen del padre (NM 01/08/1948). Su singularidad confirma lo expresado.59 NM 01/03/1948, “Responden las mujeres españolas”. También, NM 05/10/1948, “Dos mensajes: uno de

aliento y otro de esperanza. De la Unión de Mujeres Antifascistas Españolas.” En 1949, un boletín especialde la UMA titulado “La mujer española, mártir de la Libertad”, reproducía varias misivas.

60 NM 20/12/1947, p. 2. “Defendamos la paz”; NM 01/02/1948, p. 2. “Las mujeres salvarán la paz”; NM 01/02/1948, p. 3. “No queremos la guerra, por la vida de nuestros hijos defendamos la paz.”

61 MELUCCI, Alberto Acción colectiva..., cit., p. 63.

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las problemáticas de la democracia y el autoritarismo propias del período anterior,aggiornadas al nuevo contexto de posguerra en el que esa puja reflejó los resabiosamenazantes del pasado sobre la nueva bandera que se enarbolaba: la búsqueda de la paz.

La indagación de una agrupación como la UMA permite cuestionar la idea de que elperonismo clausuró la existencia de una vigorosa sociedad civil y política que se habíagestado en el período entreguerras. La UMA permite observar qué tipo de estrategiasdesplegaron las actrices de agrupaciones preexistentes para proseguir una tarea singular.Si bien concebida como una estrategia del PCA por reorganizar sus fuerzas y frentes deacción en un movimiento de masas femenino en el que sus cuadros formaran la vanguar-dia. La información fragmentaria hasta el momento sólo permite matizar esta injerenciacomo un campo de lucha más complejo que el que ubica a la UMA como mero satélite delPCA. El año 1949 fue un punto de inflexión que aquí se toma como finalización de losaños formativos. Luego de dos años, la UMA se fortaleció y el gobierno pudo medir sucapacidad de acción. Ese año marca el inicio de una escalada ascendente del endureci-miento de las relaciones con el Estado peronista que, a su vez, reprime manifestaciones dela UMA, clausura sus locales y persigue a sus dirigentes. Su continuidad y su expansión,aún con las dificultades con el gobierno, son indicadores de la vitalidad que sostuvieron enun contexto distinto de acción. La indagación de la UMA es un punto de partida para laintelección de una genealogía de acción femenina que aún busca su camino.

La Plata, noviembre-diciembre 2003

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Recibido con pedido de publicación el 26 de noviembre de 2004Aceptado para su publicación el 20 de febrero de 2005

Marcela Gené es profesora e investigadora de la Facultadde Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires

[email protected]

os rostros del General Peróndel retrato protocolar a la caricatura

MARCELA GENÉ

ResumenLos retratos de Juan y Eva Perón circularon endiversos soportes desde los retratos al óleo, losafiches y las piezas de propaganda oficial has-ta las caricaturas difundidas en panfletosantiperonistas. Elaborados en diferentes regis-tros –erudito, popular, satírico– esos retratospermiten distinguir una iconografía dominan-te: la expresión “sonriente” del General y suesposa, un rasgo que se transforma –o es trans-formado por la propaganda– en una marca dis-tintiva de la pareja. La metodología empleadaes tributaria de la propuesta por Ernst Gom-brich cuando explora el problema del pareci-do en el retrato en términos de psicología de lapercepción, así como la capacidad de estasexpresiones de “empatizar” con el espectador.En el caso del peronismo, a la hora de la selec-ción de imágenes personales en la comunica-ción política, la del “General sonriente” ase-guraba un alto grado de eficacia por su capaci-dad de estimular respuestas positivas a nivelde recepción colectiva.

Palabras claveimágenes – política – propaganda – peronismo– Argentina – siglo XX

AbstractLos retratos de Juan y Eva Perón circularon endiversos soportes desde los retratos al óleo, losafiches y las piezas de propaganda oficial has-ta las caricaturas difundidas en panfletosantiperonistas. Elaborados en diferentes regis-tros –erudito, popular, satírico– esos retratospermiten distinguir una iconografía dominan-te: la expresión “sonriente” del General y suesposa, un rasgo que se transforma –o es trans-formado por la propaganda– en una marca dis-tintiva de la pareja. La metodología empleadaes tributaria de la propuesta por Ernst Gom-brich cuando explora el problema del parecidoen el retrato en términos de psicología de lapercepción, así como la capacidad de estasexpresiones de “empatizar” con el espectador.En el caso del peronismo, a la hora de la selec-ción de imágenes personales en la comunica-ción política, la del “General sonriente” ase-guraba un alto grado de eficacia por su capaci-dad de estimular respuestas positivas a nivelde recepción colectiva.

Key wordsImages – Politics – Propaganda – Peronism –Argentina – XX Century

L

GENÉ, Marcela “Los rostros del General Perón, del retrato protocolar a la caricatura”, prohistoria,año IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 83-108.

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Ni bien se traspasa el umbral del Museo de la Casa de Gobierno, el imponente ó-leo de Juan y Eva Perón irrumpe en medio de las severas efigies de los presi-dentes argentinos. En las antípodas del canon retratístico oficial, la pieza

desarticula el relato curatorial de un museo consagrado a la memorabilia de los hombresde estado. Al lado de los austeros retratos de Alvear o Victorino de la Plaza, compuestosde acuerdo a una tipología que casi anula las semblanzas individuales, la pareja gobernantecon la apariencia de actores cinematográficos derrocha glamour frente a los flashes delos fotógrafos. (Fig. 1) Que el retrato exhiba al radiante General acompañado por suesposa en el momento previo a la gala, no es el único dato que singulariza al períodoperonista y lo recorta del resto de la historia presidencial. Luego de atravesar la salaatestada de bastones, bandas y condecoraciones sin hallar ningún objeto privado de Perón–tal vez atribuible a la avidez del coleccionismo o a la alta cotización en el mercado– sellega a un sector del museo reservado a la exhibición de un magro conjunto de afiches,estampillas y folletos, entre otros objetos de la parafernalia propagandística que acompañósu vida política. En todos ellos se reproduce su imagen, tan sonriente y relajada como enel cuadro que iniciara el recorrido: dos tipos de producciones –una en la tradición de lasbellas artes, destinada a la permanencia; otra, efímera y multiejemplar– trazadas sobre unmismo patrón iconográfico. Naturalmente no fue el único, pero muchos de los asistentesal museo, en especial los extranjeros para quienes el mito de Eva y Juan es una atracciónturística más, saldrán del recinto conservando la impresión de la distintiva sonrisaperonista. Tal impresión no es del todo errónea.

Puestos a examinar los rostros del General sobre series elaboradas según el soportey los ámbitos de circulación, se observa la apelación a un rango no demasiado amplio demodelos. Si el retrato protocolar se ceñía a convenciones de representación, en las imáge-nes impresas para distribuirse en circuitos amplios y populares se privilegió el uso deimágenes más espontáneas. En principio, esta distinción entre conjuntos de un mismo tipo,podría conducir a una calle sin salida en el sentido de que encuentra su explicación a partirdel criterio básico con el que se organizaron los corpus. En otras palabras, que el cuadro alóleo pondere los atributos de la investidura, y que las reproducciones a gran escala el gestoamigable que acorta distancias con el público, parece una afirmación tan obvia que el temade las iconografías de Perón podría liquidarse en este mismo párrafo.

Sin embargo, si avanzamos en la observación es posible detectar intersecciones entreconjuntos que reorganizan nuestra primera clasificación: no todos los retratos al óleo secomponen sobre la expresión austera ni todos los afiches difunden la imagen distendida ysonriente.

En qué casos los pintores e ilustradores recurren a cada tipología, cuáles fueron laspautas establecidas para la elaboración de imágenes oficiales y cuáles los efectos desea-bles en su recepción, son algunos de los objetivos de este análisis. Partiendo de estasiconografías, examinaremos en segundo término sus derivaciones en revistas y otros pro-ductos de la industria cultural peronista, camino que conduce casi naturalmente a interro-garse acerca de las caricaturas de Perón pergeñadas por la prensa opositora. En este senti-

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do, el examen de los rostros del General en diferentes registros –el erudito, el popular y elsatírico– pone de manifiesto tanto las características propias a cada uno de ellos comoaquéllas que son compartidas, en la medida en que los límites entre registros son porosos.Si bien analizaremos imágenes fijas, las fotografías no serán específicamente considera-das sino como matriz de los retratos y el medio que articula los demás registros.

Perón fue el político más mediático de la era pre-televisiva. Su extroversión y sucómoda relación con la cámara, no parecía ofrecer dificultades a los fabricantes de caris-ma. Baste con compararse a los esfuerzos de los propagandistas de Stalin, como señalaBronislaw Baczko,1 o a los desvelos de Marcel Bleustein-Blanchet, el publicista de DeGaulle, para convencerlo de que cuando se trata de presentaciones públicas, la elocuenciano es todo.2 Sin negar la importancia de los dispositivos que operan en la construcción deliderazgo carismático,3 es necesario también considerar que muchas de las estrategias po-dían desarrollarse de manera más fluida a partir de las características personales de Perón.Una personalidad carismática que había comenzado a imponerse públicamente en 1943,bastante antes de ser objeto de una construcción propagandística consciente, y que en1946 llega a elecciones en una campaña improvisada en la urgencia, contando con supropia imagen como único estandarte.4 Como muestran fotografías y noticieros, la sonrisao acaso la risa abierta fue su gesto más frecuente, un rasgo que se transforma –o es trans-formado– en una marca distintiva al punto de ingresar en la memoria colectiva como unsigno por sí mismo evocador de una época y aún independientemente de su dueño. Oquizás deberíamos decir una máscara, si atendemos a las distinciones que hace ErnstGombrich entre máscara y cara al explorar el problema del parecido en el retrato entérminos de psicología de la percepción, así como la capacidad de estas expresiones deempatizar con el espectador.5

Tal distinción es para el historiador del arte, “una paradoja central en el campo de lapercepción fisonómica” en la medida en que un determinado rasgo –la máscara– se impo-

1 BACZKO, Bronislaw “Stalin: fabricación de un carisma”, en Los imaginarios sociales. Memorias y espe-ranzas colectivas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1991.

2 DELPORTE, Christian “Image, politique et communication sous la Cinquième Republique”, en VingtièmeSiècle. Revue d’Hstoire, núm. 72, octobre-décembre 2001, pp. 109-123.

3 PLOTKIN, Mariano “La apropiación del espacio simbólico: rituales políticos y el carisma de Perón” enMañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955),Ariel, Buenos Aires, 1994.

4 Entrevista concedida por Leopoldo Marechal, uno de los organizadores de la campaña electoral del 1946.ANDRÉS, Alfredo Palabras con Leopoldo Marechal, Carlos Pérez Editor, Buenos Aires, 1968.

5 GOMBRICH, Ernst H. “La máscara y la cara: la percepción del parecido fisonómico en la vida y en el arte”,en GOMBRICH, Ernst; HOCHBERG, J. y BLACK, M. Arte, percepción y realidad, Paidós Comunica-ción, Barcelona, 1983 [1° ed. Londres y Baltimore, The John Hopkins University Press, 1972] En esteartículo Gombrich profundiza algunas de las reflexiones vertidas diez años antes en Arte e ilusión. Estudiosobre la psicología de la representación pictórica, Gustavo Gili, Barcelona, 1979. [1° ed. The Trustees ofthe National Gallery of Arts, Washington D.C., 1959.]

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ne fuertemente en la experiencia al punto de prevalecer sobre la percepción de las constan-tes fisonómicas –la cara– que se mantienen a pesar de las transformaciones operadas por eltiempo.6 La máscara no sólo facilita el reconocimiento veloz, sino que constituye a menu-do el pilar sobre el que los actores de la escena pública –ídolos populares o personalidadesde la política– modelan su imagen. Para el caso, basta pensar en el gesto de Napoleón conla mano en el chaleco, que devino en fórmula para representar altas aspiraciones de man-do, o en la sonrisa gardeliana, recuperada por algunos cantantes en sus intentos por consa-grarse. No importa cuán banal sea este rasgo distintivo –prosigue Gombrich– siempre quesea coherentemente identificable. Es aquí donde el límite entre retrato y la caricatura seesfuma.7

El análisis del inspirado teórico es funcional a la naturaleza de nuestro objeto ya quepermite articular los diferentes registros de imágenes de Perón, sobre una línea que losatraviesa horizontalmente. Veamos entonces las obras.

CuadrosDestinado a la sala de un coqueto departamento y no al sitio que la historia quiso que hoyocupara, el óleo de Juan y Eva Perón en ropa de soirée fue encargado en 1948 por JuanDuarte a Numa Ayrinhac, el prestigioso retratista de señoras de alta sociedad, quien seconvirtió desde entonces y hasta su muerte en 1951 en el pintor oficial de la familia.8 Enesos cuatro años, los más gloriosos para el pintor, los retratados y el comitente, Ayrinhacprodujo una veintena de retratos, una serie no solamente integrada por brillantes versionesde la dama, sino también del General y del mismo Juancito, cuyo destino se ignora y queconocemos gracias a las fotos que conserva su heredero.9 Andrea Giunta describió la mo-dalidad de trabajo del artista. Ayrinhac componía sus obras sobre fotografías y bocetos yno sobre el modelo natural, en un procedimiento tradicional para la época que ahorraba nosólo fatigosas sesiones de pose sino que le permitía trabajar con rapidez para satisfacer unademanda sostenida de retratos.10 Que el cuadro de Perón y Eva fue pintado sobre unafotografía parece confirmarse por la mirada que los protagonistas dirigen a las cámaras,sobre los que se vuelven fugazmente, y no al punto de vista del artista. [Fig. 1] La concen-tración minuciosa en los detalles de las figuras contrasta con los fondos ciertamente

6 GOMBRICH, Ernst “La máscara...”, cit.7 GOMBRICH, Ernst “La máscara...”, cit.8 Para una biografía de Numa Ayrinhac, véase GIUNTA, Andrea “Eva Perón: imágenes y publico”, en AA.VV.,

Arte y recepción, VII Jornadas de Teoría e Historia de las Artes, CAIA, Buenos Aires, setiembre de 1997,pp.177-184. En este artículo, la autora analiza el retrato Eva realizado por Ayrinhac, que cobró fama mun-dial a través de su reproducción en la tapa de “La Razón de mi vida”.

9 Agradezco a Laura Malosetti Costa que me haya facilitado las fotografías tomadas en el archivo de la casade Ayrinhac en Pigüé (Provincia de Buenos Aires), para su reproducción en este artículo.

10 Giunta señala que en los retratos de Eva, Ayrinhac seleccionaba diversas fotografías de manos y rostros,componiendo sobre esos fragmentos un “modelo” básico, con la misma pose, al cual cambiaba de vestidos.GIUNTA, Andrea “Eva Perón: imágenes…”, cit., p. 180.

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fantasiosos, que en éste como en otros ejemplos, se completaban a posteriori con urgencia,a grandes y delgadas pinceladas. El efecto de collage resultante, así como el ambienteartificioso en que sitúa a los personajes no es el único dato que revela la excentricidad deAyrinhac y de su cliente: la desproporción de las figuras, tan estilizadas que rayan en loetéreo, conforme al estilo déco que Ayrinhac profesaba casi con fanatismo, satisfaciendoen este punto a un Duarte ávido por atesorar imágenes de su hermana y conquistar, a travésde obras de arte, símbolos de status. Tratándose de un encargo privado, las libertades delartista quedan justificadas, pero las condiciones diferían a la hora de responder a lacomitencia estatal de retratos protocolares, para su emplazamiento en los transatlánticos,como indica Giunta, y en los despachos de funcionarios de jerarquía.11 Sin embargo, siAyrinhac desafió las convenciones, o al menos tanto como lo permitía la larga tradición deun género que aceptaba pocas variantes,12 se debió quizás a un encuentro de voluntades,deseos y aspiraciones. Por un lado de los retratados, de modelar su imagen conforme a suspropios intereses de afirmación política, –pero sobre todo social y estética–, y por otro, delartista, por entonces bien instalado como retratista de sociedad, que probablemente hayavisto allanado el camino de integración a las más altas esferas de la política.13

Si visitáramos los museos históricos de la Argentina y de otros países americanos,veríamos cuánto se repite la fórmula de representar a los presidentes según un estereotipotrazado sobre la investidura que se impone a las particularidades expresivas del sujeto.14

En términos de Gombrich, la máscara del rol social que desempeñan prevalece sobre suscaras, homologadas en gran medida bajo la expresión concentrada, a veces severa, querefiere a los valores morales del individuo.15 Cualidades tales como honor, reputación,trabajo, integridad, condensadas en la noción de carácter weberiano, constituyó desde elsiglo XIX un modelo de presentación social que comenzó a modificarse en las primerasdécadas del XX, a partir de la era de masas. La cultura de la personalidad reemplaza a la

11 En los de menor rango, en cambio, se colocaban fotografías de los originales al óleo, en versión reducida, ola fotografía “oficial” de Perón en traje de militar. Los noticieros cinematográficos –Sucesos Argentinos,Noticiario Bonaerense– han sido una fuente inestimable para determinar la ubicación de los retratos.

12 El cuadro de Napoleón I en su estudio, pintado por Jacques-Louis David en 1812, es cabeza de serie en losretratos ceremoniales del siglo XIX. Véase BOIME, Albert “Iconografía napoleónica”, en Historia socialdel arte moderno. El arte en la época del Bonapartismo. 1800-1815, vol. 2, Alianza Editorial, Madrid,2002. Por lo general se presenta a la figura de tres cuartos, –con menor frecuencia de cuerpo entero–; enuniforme militar o de frac con la banda presidencial; en el despacho, de pie junto al escrito, con la manoapoyada sobre la Constitución.

13 MICELI, Sergio Imagens negociadas. Retratos da élite brasileira (1920-1940), Companhia das Letras,San Pablo, 1996.

14 Ello no significa que los retratados carezcan de características expresivas particulares. Para un análisis de lacomplejidad que históricamente atravesó el problema de la expresión en el retrato, véase entre otros,GOMBRICH, Ernst H. “El experimento de la caricatura” en Arte e ilusión, cit; “Sobre la percepciónfisonómica” y “El arsenal del caricaturista”, en Meditaciones de un caballo de madera, Seix Barral, Barce-lona, 1967. [1° ed. Londres, Phaidon Press, 1963].

15 Véanse a este respecto los retratos de Victorino de la Plaza, Roque Sáenz Peña e Hipólito Irigoyen.

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del carácter, postulando nuevos valores como la seducción, el charme, el atractivo, enrelevo de los morales.16 En plena expansión del cine, las grandes personalidades de lapantalla fueron el espejo en el que algunos de los líderes de entreguerras forjaron su ima-gen magnética y fascinante.17 Sofisticados y encantadores también Juan y Eva, en la estelarapariencia que les concede el pintor, más próximo a un director de escena que al retratistacortesano.

Pero fuera de este molde hollywoodense aunque no demasiado lejos, Ayrinhac com-puso tres retratos individuales de Perón. En dos de ellos, trazados sobre la misma fotogra-fía, se reitera el gesto y la pose, cambiando, como si de una imagen de vestir se tratara, laindumentaria: en un caso, de etiqueta, en otro, uniforme militar de gala y en ambos con labanda presidencial.18 De pie, con las manos cruzadas en el frente, es el General quien noscontempla, sobrio e imperturbable, con la mirada reposada que encuentra a la del especta-dor en un mudo e imaginario intercambio. [Fig. 2]

Hasta aquí, la descripción podría corresponder a cualquier modelo clásico de retratofrontal19 de no ser por el romántico ambiente creado por Ayrinhac para situar al personaje:un sugestivo nocturno como escenografía de fondo. Sabiendo de la afección del artista porpintar extravagantes paisajes crepusculares, el óleo es uno más en el conjunto, pero desdeel punto de vista de las convenciones representativas del género, constituye a todas lucesuna curiosa excepción. Tanto como el que exhibe al mandatario, esta vez de cuerpo enteroen su oficina, próximo a un busto clásico, sonriendo abiertamente, una vez más, ante lascámaras. [Fig. 3] ¿Se habrá tratado, también en este caso, de un encargo de su secretario ycuñado, de una dependencia estatal, o del mismo Perón? La falta de documentación en elarchivo familiar deja éste y muchos otros interrogantes sin respuesta. Quizás por la amis-tad que unía al pintor con Juan Duarte hayan contratado informalmente, en el caso que estaobra haya sido efectivamente una pieza más para su colección privada.

La vida de Ayrinhac terminó cuando el régimen estaba todavía lejos del ocaso. Lagloria que logró a través de su labor en esos años, no alcanzó para inscribir su nombre enninguna historia del arte argentino, pero sí en la del peronismo, para quien fue “el retratistadel pueblo.”20 Fuera de estas obras, no hubo casi producción de retratos de Perón en claveerudita. Inversamente, anónimos autores modelaron su rostro para multiplicado en las im-prentas.

16 Para un análisis de estas nociones aplicadas al “mito Mussolini”. Cfr. FALASCA-ZAMPONI, SimonettaFascist Spectacle. The aesthetics of power in Mussolini´s Italy, University of California Press, Berkeley &Los Angeles, 1997.

17 METZ, Christian The imaginary signifier: Psychoanalysis and the cinema, Indiana University Press,Bloomington, 1982.

18 El retrato en el que luce uniforme militar presidía el despacho del Cnel. Mercante en La Plata. Posiblementehaya sido encargado por la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires.

19 Compárese con el óleo de Alvear, cuya pose y actitud son casi idénticas, a excepción del fondo que en éstees neutro. Museo de la Casa de Gobierno.

20 GIUNTA, Andrea “Eva Perón: imágenes…”, cit.

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ImpresosSi Ayrinhac fue el pintor oficial, fueron varios los ilustradores que elaboraron retratos dePerón para su reproducción en escala y en amplios circuitos. De todos ellos, probablemen-te sea Roberto Mezzadra quien merezca el título de ilustrador oficial. Periodista y jefe dedibujantes de Noticias Gráficas desde su fundación, Mezzadra estaba a cargo de la páginade caricaturas deportivas del diario, en tiempos en que el box se contaba entre los deportesmás populares. La pasión que unía al periodista y al General, asiduo concurrente al LunaPark, fue el comienzo de una amistad que permitió al periodista tratarlo en forma privada.Cuando Noticias Gráficas pasó a integrar la órbita de la prensa estatal, Mezzadra combinósu tarea en el diario con la producción de afiches para la Dirección General de Propagandade la Subsecretaría de Informaciones, dependencia que coordinaba la realización y distri-bución de la propaganda gráfica. Muchos otros dibujantes trabajaban para este organismo,pero no todos se especializaban en la fisonomía del Líder, de modo que circulaban dos otres modelos básicos, –como el de Alfredo Pachelo o el de Saúl Borobia– cambiándose lasleyendas en virtud de las circunstancias en que eran empleados.21 Sin embargo, la imagenacuñada por Mezzadra, un Perón de amplia sonrisa y en camisa, [Fig. 4] fue una de las másreproducidas tanto en afiches como en algunas portadas de folletos y en una serie de es-tampillas,22 si bien no fue la única de este tipo. [Fig. 5 y 6] Siguiendo la misma modalidadque el pintor de retratos, Mezzadra trabajaba a partir de fotografías, cuya espontaneidadparece indicar que se trataba de tomas en el ámbito privado. Pero si miráramos un conjuntode fotos de Perón, elegidas al azar entre las correspondientes a las presidencias, así comolas previas o las posteriores a esos años, y tanto las personales como las públicas, saltaríaa la vista la habitualidad de tal expresión, que la teoría de la percepción fisonómica llamaexpresión general dominante, en la medida en que su recurrencia inscribe una marca per-manente en el semblante. En este sentido, puede inferirse el tono emocional de un indivi-duo, su humor global y ciertas características de su personalidad.23 Es fácilmente recordableel permanente ceño adusto de Hitler, siempre gélido e inabordable o, en el vértice opuesto,el gesto encantador de Franklin Roosevelt y de algunos de los que lo sucedieron en elcargo.

Aunque estos indicios no bastan para trazar un perfil psicológico completo de Perón,cuestión lejana a nuestros propósitos, son sin embargo instrumentos válidos para inferiralgunos criterios entre los diversos que operan a la hora de la selección de imágenes perso-nales. De acuerdo a principios básicos de la comunicación política, la del presidente afa-ble aseguraba un alto grado de eficacia por su capacidad de estimular respuestas positivasa nivel de recepción colectiva. Estas explicaciones pueden no agregar nada a los dictados

21 Alfredo Pachelo fue varias veces premiado en concursos entre 1940 y 1944, –cuando obtuvo el primerpuesto en la Exposición de Minería– y colaborador de El Hogar, La Nación y La Prensa hasta fines de ladécada.

22 La misma imagen se reitera en la portada del folleto “Las fuerzas espirituales de la Nación”, s/f y a escalamonumental como ornamentación en actos públicos. AGN (SDG-SDF).

23 GOMBRICH, Ernst H. “La máscara...”, cit.

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del sentido común. No obstante, a pesar de que las consideraciones acerca de las influen-cias de la psicología en el campo de la propaganda política parezcan anacrónicas,24 hanocupado un sitio privilegiado dentro del arsenal de los analistas y técnicos de la propagan-da en tiempos modernos.25 Gombrich ha contribuido a la explicación de estos fenómenos,al revitalizar la teoría finisecular de la empatía a la luz de la psicología de la percepción,que en lo sustancial refiere a cuando determinadas expresiones estimulan respuestas emo-cionales afines.26 Llevado al terreno de las representaciones gráficas, la expresión domi-nante del General –su sonrisa– dialoga con la de los trabajadores, en consonancia conestrategias rentables de la propaganda peronista de conformar un mundo imaginario dedeseos satisfechos:27 líder y trabajadores asumen en la gráfica una fisonomía que los iden-tifica, modelados bajo la común máscara de la armonía y el bienestar. [Fig. 7]

En el itinerario que hemos desarrollado desde el inicio, hemos postulado a la risa o lasonrisa como un rasgo dominante, que al tiempo que define aspectos personales es poten-ciado por el aparato publicitario. Conviene aquí hacer un rodeo para referirnos a otra serieiconográfica que cobra particular relevancia en 1950 y que reaparece en forma aisladahasta 1955. En el Año del Libertador, un Perón imperial ensombrece provisoriamente alcarismático líder popular.

Trazada sobre estilemas del más puro clasicismo, su imagen es por entonces un so-brio perfil que actualiza y evoca la figura del imperator cincelada en las caras de las mone-das.28 Austero, con la neutralidad expresiva de un altorrelieve de piedra o bronce, que sedestina a la eternidad, el General escatima el rostro, exhibiendo en líneas precisas, sucontorno. [Fig. 8] En algunas, el halo de autoridad que rodea a la efigie expresa una distan-cia infranqueable; [Fig. 9] en otras, la sola silueta basta para evocar el inconfundible perfil.Luego, el retrato se vuelve doble y en la superposición, se amalgaman casi en un cuerpoúnico Eva y Juan: en la cúspide de la jerarquía social, son la pareja gobernante. [Fig. 10]Como en las medallas conmemorativas de las asunciones presidenciales, que exhibían losperfiles dobles del primer magistrado y su vicepresidente,29 la consagración simbólica delmatrimonio en el poder se celebró a través de la reproducción de ese modelo tradicional,

24 Gustave Le Bon escribe Psychologie de foules en 1895, en el clima de las investigaciones freudianas.25 Actualmente, la mayoría de las agencias publicitarias y especialmente las encargadas de campañas políti-

cas, estiman imprescindible la presencia de psicólogos sociales en sus staffs26 Gombrich refiere a Teodoro Lipps y Worringer. Partiendo de la Einfühlung, propone trasladar el análisis de

la proyección emotiva del campo de las formas al de la expresión humana, GOMBRICH, Ernst H. “Lamáscara...”, cit., pp, 54-55.

27 Para un reciente análisis de las iconografías del trabajador, ver GENÉ, Marcela Un mundo feliz. Imágenesde los trabajadores en el primer peronismo (1946-1955), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,2005.

28 Véase “Les monnaies comme instrument de propagande” en Numismatique dans l´Antiquité. Dossierd´archéologie, núm. 248, novembre 1999, pp.78-87.

29 Véase la de Manuel Quintana y Victorino de la Plaza en el Museo Casa de Gobierno.

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que además de las medallas, se desplegaba en los materiales impresos, así como en llaverosy ceniceros metálicos, sin olvidar las etiquetas de la sidra navideña. [Fig. 11]

Magnético y risueño o severo y distante, el General asumía los múltiples rostros quelos dibujantes debían concederle, tantos como los roles que él mismo quería jugar. Fueradel marco de la producción oficial, la risa y el perfil siguieron otros caminos en los lápicesde la oposición.

Caricaturas“Desde hoy ya tiene el periodismo tan gustoso de uniformarse en el cuello y en la camisa,un órgano que por su índole misma carece de gemelos y trabas: DESCAMISADA. Hacíafalta una revista pecho al aire, franca y amplia como la risa del pueblo. Hacía falta, ¡quéembromar! Ya es hora de que empecemos a tomar en soda ese aparato grandilocuente,fastuoso, tirado para atrás y voluminoso, que empieza con los cargamentos de avisos ytermina en los 140 kilos del doctor ‘Chanchorini’...”30 Así se presentaba en sociedad enenero de 1946, la revista Descamisada, promotora de la risa peronista, en el marco de unacampaña que sin demasiados recursos hizo pie en el humor. La contienda electoral seescenificó a través de una pelea de box, donde Perón, un musculoso boxeador de sonrisaencandilante y apretada gomina a lo Gardel, evocaba la hazaña de Firpo tirando fuera delring a un gordo y torpe Tamborini.31 Mientras el caricaturista Rechaín modelaba al Coro-nel con las características que la imaginación popular atribuía al macho argentino, sucompetidora Cascabel, que siguió de cerca su meteórico ascenso desde la gestión en laSecretaría de Trabajo y Previsión, prefirió el atajo metafórico de una colosal pera parasatirizar el triunfo, en la portada del 28 de febrero de 1946. Por entonces, el apellido delcandidato proveía material suficiente para aludirlo en tono jocoso, sin recurrir a aspectosde su fisonomía.32

“Cualquier cosa podía decirse de Perón, –opina Félix Luna– menos que fuese un tiporidículo.”33 Ciertamente, su aspecto físico no era fácilmente ridiculizable, excepto por susbrazos en alto y la sonrisa estereotipada. Y contra ella cargó el lápiz opositor. El rasgodistintivo que definía al afable conductor pronto habría de transformarse en una rígida

30 El staff reunía, entre otros, a Manuel Alcobre (Erbocla), José Gobello y Arturo Jauretche, que firmaba conel seudónimo de El Fabriquero. Entre los dibujantes, Arístides y Délfor Rechaín, Lubrano, y GonzálezFossat.

31 Firmada por Arístides Rechaín, dibujante de Crítica y La novela semanal en los años veinte y treinta;ilustrador de La Época desde 1948 y La Prensa desde 1953. Fue el autor de uno de los afiches-retrato deEva Perón.

32 Cascabel fue una empresa de humoristas amateurs, surgida de un grupo de socios del Jockey Club. Entresus redactores se contaban Conrado Nalé Roxlo (Chamico), Rodolfo Taboada, Florencio Escardó (Piolín deMacramé), Sixto Pondal Ríos, Enrique Santos Discépolo, Carlos Warnes (César Bruto) y el español RamónGómez de la Serna. Los dibujantes Alcides Gubellini, Lino Palacio, Lorenzo Molas y León Poch, sonalgunos entre los muchos que desfilaron por la editorial en sus seis años de existencia.

33 LUNA, Félix El 45, Sudamericana, Buenos Aires, 1995, p. 443. [1° ed. 1971]

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mueca disociada del rostro, capaz por sí misma de connotar la corrupción moral del nuevogobierno, desde la óptica de amplios sectores de la sociedad. Para ellos, la risa del Generalfue la máscara de la hipocresía y la demagogia que terminó por fagocitar a la cara.34 [Fig.12]

Desde las páginas de La Vanguardia, Tristán fustigó al General desde todos los flan-cos posibles.35 Las aspiraciones dictatoriales fueron pronto el blanco predilecto para elataque en caricaturas que describen escenas complejas, abarrotadas de objetos y persona-jes. Soberbio y autoritario, Perón es presentado en ropa militar, armado con un sable mitadgarrote y con el napoleónico gesto de la mano en la chaqueta –un código estabilizado en elhumorismo gráfico–, solazándose con el canto de diabólicas tentaciones voceadas por uncoro de oscuros y sumisos maniquíes a cuerda. [Fig. 13] Como un prefiguración de lasaugustas imágenes que en el Año del Libertador inundarían la prensa, Tristán carga lastintas en los atributos del César, al rodear la cabeza con laureles y un halo de santidadhecho de alambre, como los usados en los disfraces de angelito: ridícula figura con aires deprócer que contempla, emocionado, una alpargata colgando de la pica. [Fig. 14]

Si en algo se regodeaba el dibujante, era en exaltar los vicios morales del Coronel,personificados en coristas y mujeres ligeras, condensando el sentir del antiperonismo, dan-do forma a los rumores en veladas alusiones a la decencia de su esposa, puesta en duda porquienes eran los lectores habituales del diario.

Pueden imaginarse, en consecuencia, los efectos de estas caricaturas. En 1947, losánimos se caldearon más aún cuando Tristán desoculta los coqueteos del líder con la CGTen una escena donde hasta el más mínimo objeto se carga de significados: ella, una robustabailaora, danzando al son de las castañuelas para entretenimiento de él, mórbido gigantónechado en un diván, envuelto en los vapores del narguile, mientras cierta atmósfera deserrallo se percibía en la sala. [Fig. 15] Ni rastros quedaban de aquella santidad, irónica-mente sugerida por el alambre, pero las hojas de laurel perduraban sobre una cabeza plan-teada en la estructura básica de la pera, similar a la del retrato enmarcado de una reinacoronada y labios de corazón, en la mesa del primer plano. Poco después La Vanguardiafue clausurada y por entonces también desapareció Cascabel, mientras las publicacionesde humor pro-peronista se expandían considerablemente.

Si estas caricaturas apuntaban a cuestionar jocosamente los valores morales de Perón,el ejemplo de una broma gráfica aparecida en un panfleto confeccionado por militantescatólicos en 1954 persigue la misma finalidad pero por un camino diferente.36

34 GOMBRICH, Ernst H. “La máscara…”, cit., p. 29.35 Seudónimo de José María Guinzo dibujante de La Vanguardia desde 1934.36 Sectores de la militancia católica iniciaron una sostenida campaña de contrapropaganda luego del discurso

del 11/11/1954 que pone al descubierto el enfrentamiento del peronismo y la Iglesia. Félix Lafiandra (h),uno de los promotores de la campaña, reunió la colección de panfletos en Los panfletos. Su aporte a laRevolución Libertadora, Itinerarium, Buenos Aires, 1955. En la introducción el autor relata el espíritu deesta empresa, que estima fundamental en la caída del régimen.

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Que un panfleto se ilustrara era bastante excepcional cuando debían imprimirse contoda rapidez y en forma clandestina.37 En este caso, un dibujante ciertamente amateurapela a los códigos de la antropometría, pseudociencia positivista que establece relacionesentre las características fisonómicas de un individuo y las morales o conductuales. Esteinstrumental técnico de la policía del siglo XIX para la identificación criminal, había caídoen desuso, pero se mantuvo latente en los años 1920s. y 1930s. como recurso de losilustradores de la prensa popular, –en particular del diario Crítica–, algunas veces comoargumento a favor de la inocencia y en otros para fundamentar la culpabilidad del sujeto,siempre inferidos a partir de marcas corporales.

Sometida a mediciones, la estructura craneana de Perón es interpretada a la luz de laparodia antropométrica, con la exclusiva finalidad de la descalificación moral. Más quecomo delincuente o pervertido, se exaltan las condiciones físicas que designan a un sub-normal, subrayada por el abrupto contorno que convierte en vulgar un perfil que tiempoantes lucía imperial. [Fig. 16]

Finalmente, un montaje fotográfico interviene la zona de la boca, estampando dondehabía una amplia sonrisa, unas fauces desproporcionadas, al borde de devorar el micrófo-no. [Fig. 17] Es obvio señalar el sentido que subyace en esta operación, sabiendo del usofrecuente que Perón hacía de la radio. Con todo, se apuntó directamente a vulnerar laexpresión que durante más de una década había identificado al carismático líder de lostrabajadores: la risa que el ‘55 propuso aniquilar.

Quienes visiten el Museo de la Casa de Gobierno, se encontrarán solamente con elrostro sonriente del General. Quizás se trate de una estrategia del mismo museo, cuyatienda está atestada de souvenirs de la pareja, al ofrecer la imagen más seductora y expor-table de uno de los mitos del siglo XX, en sintonía con la que la cinematografía norteame-ricana difundió a nivel mundial. Quizás también, otros visitantes reconozcamos en ella unamarca indeleble de la cultura política argentina contemporánea.

Buenos Aires, octubre de 2004

37 En principio se copiaban a mano, luego se trasladaron imprentas de colegios católicos a los domicilios delos militantes. Algunas imprentas comerciales también prestaron colaboración. LAFIANDRA, Félix Lospanfletos…, cit.

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ResumenEn la segunda posguerra Europa se convierte enexpulsora masiva de población y Argentina seráun destino codiciado. El gobierno peronista in-terviene y planifica su política inmigratoria im-pulsando criterios que dan lugar a un intensodebate expresado en las campañas de propagan-da realizadas desde la Subsecretaría de Informa-ciones y Prensa, la cual incluye películas docu-mentales con el fin de generar consenso en elgran público y legitimar sus continuas transfor-maciones. En este artículo realizamos un análi-sis e interpretamos las políticas migratorias delperonismo a través de cuatro películas documen-tales de cortometraje que han quedado en losrepositorios del Poder Ejecutivo Nacional (Ar-chivo General de La Nación): Inmigración(1947), Rumbo a la Argentina (1947), Para to-dos los hombres del mundo (1949) y Ha llegadoun barco (1953).

Palabras claveinmigración – filmes documentales – peronismo– segunda posguerra – propaganda

a propaganda oficial sobre la inmigraciónen la filmografía argentina durante el peronismo (1946-1955)L

IRENE MARRONE

M. MERCEDES MOYANO WALKER

AbstractDuring the second post-war Europe became anexpeller of population and Argentine would bea wishfull destination. The peronist governmenthad an active participation and planned itsinmigratory policies, which lineaments incitean intense debate publicized by the Subsecre-taría de Informaciones y Prensa. About this, thegovernment tried to influence the society byincluding documentary films. In this article wemake an interpretation of the migratory policiesduring the peronism period trough the analysisof the following films: Inmigración (1947),Rumbo a la Argentina (1947), Para todos loshombres del mundo (1949), and Ha llegado unbarco (1953).

Key WordsInmigration – Oficial Institucional Filmes –Peronismo – Second Postwar – Propagation

Recibido con pedido de publicación el 15 de diciembre de 2003Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004

Vesión definitiva recibida el 14 de noviembre de 2004Irene Marrone y M. Mercedes Moyano Walker son profesoras e investigadoras

de la Universidad de Buenos [email protected]

[email protected]

MARRONE, Irene y MOYANO WALKER, M. Mercedes “La propaganda oficial sobre la inmigra-ción en la filmografía argentina durante el peronismo (1946-1955)”, prohistoria, año IX, número 9,Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 109-130.

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“El Gobierno Federal fomentará la inmigracióneuropea; y no podrá restringir, limitar ni gravarcon impuesto alguno la entrada en el territorioargentino de los extranjeros que traigan porobjeto labrar la tierra, mejorar las industrias, eintroducir y enseñar las ciencias y las artes.”

Constitución Justicialista de 1949. Art. 17

I - Introducción

En la segunda posguerra Europa se convierte en expulsora masiva de poblaciónhacia diversos países, entre los que Argentina será un destino codiciado. En esesentido el gobierno peronista interviene y planifica su política inmigratoria con el

Primer Plan Quinquenal, procurando que la inmigración sea seleccionada, asimilable,económicamente útil y distribuida racionalmente de acuerdo a intereses regionales. Estoscriterios dan lugar a un intenso debate interno e internacional alrededor del cual se juegamucho más que la política migratoria, ya que la variable población es percibida comoclave para el desarrollo y para la concreción del proyecto peronista. La polémica se expresaen una intensa campaña de propaganda y difusión permanente realizada desde distintasdependencias burocráticas estatales y vehiculizada a través de la Subsecretaría deInformaciones y Prensa.1 La propaganda oficial incluyó folletos, afiches, panfletos, yespecialmente la exhibición obligatoria de filmes documentales y noticieros cinematográ-ficos.

Para la época distintas productoras privadas, como Sucesos Argentinos, Emelco,Noticiero Panamericano, Sucesos de América y algunos noticieros o direcciones estatalescomo Noticiero Bonaerense, Secretaría de prensa y Difusión de la Provincia de BuenosAires trabajaron supervisadas y coordinadas por la mencionada Subsecretaría de Informa-ciones de la Nación o de la Provincia de Buenos Aires, según fuera el radio abarcado,cubriendo la noticia del momento y difundiendo la política del gobierno.2 Por esta razón esposible rastrear las disputas ideológicas sobre la inmigración a través de los discursos e

1 La Subsecretaría de Informaciones y Prensa, creada durante el gobierno del Presidente Pedro Ramírez el 21de octubre de 1943, se convierte, junto a Perón, en una herramienta clave para la construcción del consen-so. Al frente del organismo, Raúl Alejandro Apold maneja un presupuesto anual de 40 millones de pesos,con un personal de más de mil agentes, distribuidos en varias direcciones generales: de prensa, difusión,publicidad, espectáculos públicos, archivo gráfico, registro nacional y administración. La propaganda sedistribuye a través de la Dirección General de Difusión por todo el país y en el extranjero por medio de laCancillería. En Revista Primera Plana, núm. 241, Buenos Aires, 08/08/1967.

2 Emelco nace en 1937, fundada por Kurt Lowe, Sucesos Argentinos en 1938 por Antonio Díaz, ArgentinaSono film en 1940 crea el Noticiero Panamericano, bajo la dirección de Adolfo Rossi, y durante los años1940s. Antonio Díaz funda Sucesos de América. La mayoría de las productoras realizan documentales depropaganda institucional como forma de financiar el noticiero. Solían exhibir sus noticieros semanalmenteen los cines como complemento de funciones habituales, en otras ocasiones presentaban películas docu-

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iconografías que construyen3 la propaganda fílmica oficial peronista diacrónica y sincróni-camente. Sobre esta cuestión, consideramos que los discursos sobre la política inmigratoriadel estado peronista no fueron homogéneos,4 y que variaron según las tradiciones adminis-trativas de las dependencias que intervinieron en la gestión inmigratoria y según las nece-sidades políticas y económicas de la alianza peronista.

Comparamos entonces los filmes documentales de propaganda oficial sobre el tema–Inmigración (1947), Rumbo a la Argentina (1947), Para todos los hombres del mundo(1949) y Ha llegado un barco (1953)– que se hicieron en esos años y que son los únicosque han quedado en los repositorios del poder Ejecutivo Nacional (Archivo General de laNación). En función de interpretar esas transformaciones y el universo ideológico y políti-co desde el cual se instituyeron sus discursos, tomamos en cuenta en el análisis fílmico lascaracterísticas temáticas y retóricas teniendo en cuenta las siguientes dimensiones analíti-cas: a) punto de vista historiográfico que adopta el relato fílmico; b) los criterios demográ-ficos (etnia, sexo, edad), de hábitat (rural y urbano) y ocupacionales (colono, obrero-pro-fesional) propuestos en el filme para la selección del inmigrante; c) el papel del estado conrelación al inmigrante (prescindencia, encauzamiento, políticas de integración). En suma,nos interesa interpretar el sentido de la diversidad de los imaginarios sobre la inmigraciónque el gobierno peronista promocionó entre miles de espectadores a través de un discursoque por estar hecho con imágenes de la realidad parecía más verdadero. Nos anima tam-bién el interés de aportar novedosos significados a una historia social de las mentalidadesque incorpore lo audiovisual como materia de su relato.

II - Inmigración y políticaEn la segunda posguerra el mito de América volvió a modelar la utopía europea.5 Como enlos años de inmigración masiva de fines del diecinueve y principios del siglo pasado,Argentina recuperó su lugar como destino privilegiado.

mentales producidas por varias productoras conjuntamente con la Subsecretaría de informaciones y prensa–SIP– debido a la gran centralización de la propaganda oficial.

3 Según el Mayor Carlos Vicente Aloé, director de la Editorial Alea (monopolio estatal de la prensa oficialista)y gobernador de la Provincia de Buenos Aires a partir de 1952, “…la información suministrada a losmedios de difusión era construida por la Subsecretaría.” En entrevista realizada por Primera Plana, núm.217, Buenos Aires, 1967.

4 Devoto considera que no hubo homogeneidad política sobre la cuestión migratoria, primó el conflicto y ladiversidad entre distintas líneas internas del estado administrativo peronista y del movimiento peronista.En DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados y criminales en la “vía italiana” hacia la Argentina en lasegunda posguerra”, en Ciclos, núm. 19, 2000, pp. 156-161.

5 Durante la era del librecambio, siglo XIX, la migración transoceánica fue de 60 millones de personas quedejaron Europa. EE.UU. acogió 35 millones, Hispanoamérica entre 12 y 15 millones, las áreas del imperiobritánico recién ocupadas 10 millones. CAMERON, Rondo Historia económica mundial, Alianza,Salamanca, 1985.

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En la etapa aluvial el mito se alimentó de la creciente prosperidad del país comogranero del mundo.6 Los hombres que proyectaron el nuevo Estado-Nación argentino comoSarmiento, Alberdi y Mitre preferían una inmigración blanca, noreuropea y anglosajona.Pero en un contexto de bonanza económica, primó la necesidad de poblar y la aceptaciónde una concepción liberal de puertas abiertas. No obstante los que llegaban se incorpora-ron como habitantes y no como ciudadanos. En el mismo sentido la Ley Avellaneda deInmigración y Colonización de 1876 no impuso criterios de selección ni reguló su poste-rior integración.7 Se consideró inmigrante8 a todo extranjero que viniera con pasaje desegunda o tercera clase y se lo libró a su suerte al llegar.9 Al país llegaron italianos yespañoles, franceses, rusos, alemanes, polacos, árabes y judíos, entre otros, pero sobretodo italianos y españoles. Esta mayoría tangible contrastaba con la propuesta de crisol derazas que buscaba evitar el predominio de algún grupo étnico sobre los demás o sobre laidentidad nacional. Frente a este aluvión inmigratorio hubo reacciones defensivas, duranteel Centenario de la Patria con la irrupción de una mentalidad antipositivista con elemen-tos de raíces hispánicas coloniales de tradición católica, y hacia los años 1920s. cuando elnacionalismo integrista configuró un discurso con elementos xenófobos y jerarquizando laraíz criolla de la identidad nacional argentina.

En los años de entreguerras emergieron ideas políticas migratorias restrictivas entodo el mundo, aunque en Argentina paralelamente los hijos de inmigrantes accedieron ala participación política impulsada con el sistema educativo, el servicio militar obligatorioy una gran movilidad social ascendente. Este proceso de integración no estuvo desprovistode tensiones y prejuicios raciales y sociales, como lo expresa la literatura con tintes deantisemitismo, contra los no europeos como los sirio-libaneses, latinoamericanos, chinos,e incluso antiitaliana.10 Hacia 1930, luego de la crisis mundial, el flujo migratorio cayó

6 El promedio anual de inmigrantes arribados entre 1890 y 1914 fue de 138.271 y entre 1920 y 1929 de136.044. Hacia 1930 se redujo el flujo a 42.780 ingresos y ascendió a 61.693 entre 1945 y 1960. BARBE-RO, María Inés y CACOPARDO, María Cristina “La inmigración europea a la Argentina en la segundaposguerra. Viejos mitos y nuevas condiciones”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 6, núm.19,1991.

7 La Ley de Inmigración y Colonización de 1876 crea un Departamento General de Inmigración para prote-ger la inmigración. Como única aspiración pretendía una inmigración “honorable y laboriosa” y frenabasólo aquella que fuese “viciosa o inútil”.

8 La Ley Avellaneda establecía como inmigrante “...a todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricul-tor o profesor que siendo menor de 60 años y acreditando moralidad y aptitudes, llegase a la Repúblicapara establecerse en ella [...] pagando pasaje de segunda o tercera clase, o teniendo el viaje pagado porcuenta de la nación, de las Provincias o de empresas particulares...” La cursinva pertenece a las autoras.

9 Como único respaldo la Ley Avellaneda establecía entre “…las ventajas especiales estaba el ser alojado ymantenido a expensa de la Nación durante el tiempo fijado […] ser colocado en el trabajo o industria […]a que prefiriese dedicarse, y ser trasladado a costa de la Nación al punto donde quisiere fijar su domicilio.”No obstante, Sarmiento aconsejaba encauzar la inmigración en función del proyecto de modernizaciónagrícola.

10 HALPERIN DONGHI, Tulio “Para qué la inmigración”, en El espejo de la Historia, Sudamericana, Bue-nos Aires, 1983.

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drásticamente y las políticas migratorias quedaron dominadas por prejuicios hacia los lla-mados indeseables, en especial los judíos y refugiados que crecieron en la segunda mitadde la década. Este criterio se aplicaba en los pasaportes donde debían constar las condicio-nes requeridas para entrar a un país, no tener enfermedades contagiosas, no venir a ejercerla mendicidad y no adherir a ideologías anarquista o comunista. En esos años, se difundie-ron ideas sobre compatibilidades raciales entre los grupos latinos católicos y un supuestoethos cultural y/o racial argentino. En las Ciencias Sociales, desde el Instituto de Investiga-ciones Económicas y Sociales fundado por Alejandro Bunge y desde el Museo SocialArgentino se promovían ideas de selección migratoria y exclusión racial y religiosa, para-dójicamente insertas entre ideas poblacionistas y natalistas.11

Con el golpe del GOU de 1943 y el ascenso de Perón las políticas migratorias que-dan atravesadas por importantes cambios políticos mundiales, a la vez que por renovadosfactores de expulsión y atracción. En primer lugar debe reconocerse la precaria situacióndiplomática de Argentina en la posguerra dada su negativa a abandonar la neutralidadlargamente solicitada por Estados Unidos durante la guerra.12 A pesar del aislamiento delos primeros años de gobierno peronista, en los que se priva al país de importacionesesenciales para su desarrollo, su economía se expande merced a la estrategia de industria-lización por sustitución de importaciones derivada de una política proteccionista y merca-do internista. Estados Unidos denuncia al gobierno peronista, lo acusa entre otras cosas dellevar adelante políticas migratorias racistas, discriminatorias, pro-nazis.13 Entre losmigrantes disponibles se constituyen varios grupos a partir de diferentes factores de expul-sión, y la responsabilidad de tal misión en el llamado mundo libre le cabe en contexto deguerra fría al país del Norte. El arco de los desarraigados se muestra multicolor, hay

11 Las corrientes poblacionistas o natalistas consideraban que un país estaba en decadencia si descendía oenvejecía su población, por tanto aconsejaban la inmigración como forma de promover su crecimientopotencial.

12 Escudé señala que la apertura de los archivos británicos y norteamericanos de la década de 1940 demuestraque Argentina fue sometida a un severo y constante boicot económico y desestabilización política por partede EE.UU. debido a su neutralismo pro-británico durante la guerra. Cfr. ESCUDÉ, Carlos 1942-49 GranBretaña, Estados Unidos y la declinación Argentina, Ed. Belgrano, Buenos Aires, 1983. Por su parte,Rappoport relativiza esta idea y circunscribe las causas de esta enemistad a la disputa por el liderazgoregional en América Latina. En RAPPOPORT, Mario et al. Historia Económica política y social Argentina(1880-2000), Macchi, Buenos Aires, 2000.

13 La propaganda antinazi de EE.UU. y contraria a la neutralidad de los gobiernos argentinos (Ortiz-Castillo-Farrell-Perón) difunde la apariencia “engañosa” de que la contratación de nazis por parte de la FuerzaAérea Argentina obedecía a razones ideológicas. Al igual que EE.UU. y la URSS, la campaña de recluta-miento argentina, si bien no exceptuó criminales de guerra, buscó satisfacer las necesidades de su industriamilitar. Cfr. KLICH, Ignacio “La contratación de nazis y colaboracionistas por la Fuerza Aérea Argentina”,en Ciclos, núm. 19, 2000. La imagen de un Eje Madrid-Buenos Aires, pantalla que ocultaba el traslado debienes del Tercer Reich sumada a la propuesta española hacia los países hispano parlantes de formación deun bloque de neutrales (con el Vaticano, Suiza y Suecia) abonaron el mito sobre la complicidad del gobier-no peronista. Cfr. QUIJADA, Mónica y PERALTA RUIZ, Víctor “El triángulo Madrid-Berlín-Buenos Ai-res y el tránsito de bienes vinculados al Tercer Reich desde España a la Argentina”, en Ciclos, núm. 19,2000.

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judíos sobrevivientes del genocidio nazi, personas vinculadas a los regímenes nazi-fascis-tas derrotados, migrantes por hambre, pobreza, desocupación, masas desplazadas por ladivisión de áreas de influencia entre el bloque soviético y el pro-occidental.14 Diferentesorganismos nacionales e internacionales promueven en Europa la reubicación de estosgrupos. Entre los nacionales, en 1946 se crean la Delegación Argentina de Inmigración enEuropa (DAIE), encargada de seleccionar los candidatos a emigrar en Italia y España, y laComisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes (CREI), presidida por el presi-dente del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), cuyo fin era ubicar alos inmigrantes en el mercado de trabajo argentino. Estos organismos entre sus muchasatribuciones autorizaban a los inmigrantes a viajar con las cartas de llamada de sus parien-tes en Argentina o de empresas que los necesitaban. Entre los internacionales la Cruz RojaInternacional y el Comité Internacional para las Migraciones Europeas (CIME) asistían alos refugiados y desplazados como consecuencia de la guerra.15

En este contexto el gobierno argentino juega un delicado equilibrio para evitar elaislamiento internacional. Por un lado busca distanciarse de la acusación de filofascistadifundida entre la opinión pública internacional,16 presentando una política migratoria menosselectiva y más abierta que otros países, por el otro mantiene cierta ambigüedad respectodel tema de la inmigración, ya que debe aunar un frente interno soslayado por complicadosroces administrativos, institucionales y sociales originado entre otras cosas en la heteroge-neidad de sus apoyos. En 1946 Perón gana las elecciones con el flamante partido Laborista–en alianza con la vieja dirigencia sindicalista y ex-socialista–,17 una fracción minoritariade la UCR, algunos grupos conservadores provinciales, personalidades y grupos naciona-listas18 y el apoyo institucional de las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. Con el triunfo

14 Los pormenores sobre la ubicación de los grupos potencialmente migrantes, en particular de los judíospuede estudiarse en GALANTE, Miguel y JMELNIZKY, Adrián “El primer peronismo y los migrantes deposguerra vinculados a la Shoá (Holocausto) 1946-50”, en Revista de Ciencias Sociales, año 34, núm. 20,Buenos Aires, 2000.

15 El CIME, Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas asistía a los emigrantes sin recursospagándoles transporte e instalación en los países de destino, básicamente ayudaba a víctimas de la guerra.CREI, Comisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes fue reactivada en esta etapa para facilitarla inmigración de contratados directamente por empresas radicadas en el país.

16 Frente a la acusación de que Argentina reclutaba técnicos y científicos nazis o ústachas croatas para laindustrialización, Perón firma el Acta de Chapultepec (Art. 6º) por la que se compromete a no otorgarrefugio a los culpables y responsables de crímenes de guerra y sus cómplices. Asimismo, en 1948 otorgauna Amnistía Inmigratoria que legaliza a centenares de judíos que habían entrado ilegalmente al país antesde esa fecha.

17 Hugo del Campo estudia la tradición sindicalista y descubre algunas semejanzas con el peronismo quehacen a las prácticas que venía desarrollando esta corriente desde los años 1920s. Entre ellas el pragmatismo,el burocratismo, el reformismo y la búsqueda de vinculación con el poder político. DEL CAMPO, HugoSindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, CLACSO, Buenos Aires, 1983.

18 Altamirano señala que casi todos los grupos nacionalistas pusieron “…sus ojos en el Coronel Perón”.Compartían el reclamo por el fin del estado liberal, la instauración de un nuevo orden, defendían la neutra-lidad en la guerra y simpatizaban con los regímenes fascistas. Perón encarnó en esta primera etapa el

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de febrero de 1946, Perón resuelve ampliar su alianza policlasista hacia sectores económi-cos que antes se mostraban en la oposición con el objeto de impulsar su proyectoindustrialista mercadointernista.

Así se retoma con el Primer Plan Quinquenal de 1947-51 una inmigración seleccio-nada, asimilable, económicamente útil y distribuida racionalmente conforme a principiosambivalentes como la espontaneidad y la selección y encauzamiento. La mayor novedadestá en el interés por regular –seleccionar y encauzar– desde el estado el flujo migratorio.Con ese fin se crean organismos, como el Instituto Étnico Nacional en julio de 1946, y sereplantea el papel y la ubicación en el engranaje institucional de otros, como la DirecciónGeneral de Migraciones19 que reportaba desde noviembre de 1943 a la Secretaría de Tra-bajo y Previsión. En ambas reparticiones se desempeña una figura cuestionada por suadhesión al nacionalismo conservador,20 Santiago Peralta. En sus primeros años el gobier-no peronista adopta la preocupación, heredada y compartida con el régimen de 1943, decontar con una población homogénea e integrada cultural y étnicamente. Este criterio seimpuso a la hora de dar preferencia a un tipo de inmigrante seleccionado a partir de carac-teres étnicos, religiosos e ideológicos compatibles con la tradición argentina, favoreciendoen los hechos a inmigrantes latinos de fe católica.21 No obstante esta triple selectividad irásufriendo transformaciones, sujetas a lo largo de todo el período a permanentes conflictosentre diferentes proyectos políticos dentro del gobierno como así también de tradicionesadministrativas disímiles. Por un lado se desplegó desde la Dirección de Migraciones unavisión antropológica de la inmigración, y por otro una visión económica impulsada desde

“Cesar” libertador de la masa del pueblo que muchos esperaban desde los tiempos uriburistas.ALTAMIRANO, Carlos Bajo el signo de las masas (1943-73), Ariel, Buenos Aires, 2001.

19 La Dirección General de Inmigración reportaba en el Ministerio de Agricultura en sus orígenes durante elperíodo aluvial. Pedro Orieta, consultor de la OIM refiere que pasó a integrar la Secretaría de Trabajo yPrevisión mediante el decreto Nº 1504 de 27/11/1943 y que el 04/02/1949 mediante el decreto acuerdo Nº2896/49 la DNM pasó a la Secretaría Técnica de la Nación. Ver ORIETA, Pedro W. “Apuntes para unahistoria de la Dirección Nacional de Migraciones”, en Revista de la Dirección Nacional de Población yMigración de la República Argentina, Buenos Aires, 1991. Por su parte, Novick refiere que entre 1932 y1943 esta dirección dependió del Ministerio del Interior, aplicando una reglamentación de tipo restrictiva.1932 y 1943. NOVICK, Susana Política y población. Argentina 1870-1989, CEAL, Buenos Aires, 1993.

20 Santiago Peralta, antropólogo, autor de libros discriminatorios como La Acción del Pueblo Judío en laArgentina (1943). Se propuso durante su gestión en la DGM aplicar criterios supuestamente científicos yantropológicos para la práctica inmigratoria. Para Senkman la mayor interdicción étnica y religiosa pesósobre los judíos desplazados mientras que la mayor interdicción ideológica discriminaba a los comunistasfueran o no latinos. Ver SENKMAN, Leonardo “Etnicidad e inmigración durante el primer peronismo”, enEstudios interdisciplinarios de América Latina y El Caribe, vol. 3, núm. 2, julio-diciembre, 1992.

21 La preocupación por dar cohesión étnica a la población Argentina puede rastrearse la Revista de EconomíaArgentina dirigida por Alejandro Bunge, en la Encuesta sobre Inmigración y en el Congreso de Poblaciónorganizado en 1939 y 1941 por el Museo Social Argentino, en debates parlamentarios, etc. Para Senkman,la Ley de Bases acerca de Inmigración y Colonización de octubre de 1946 discrimina a la enorme masa derefugiados y desplazados no latinos de la guerra en beneficio casi exclusivo de italianos y españoles. EnSENKMAN, Leonardo “Etnicidad e inmigración…”, cit.

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el IAPI. Asimismo existían tensiones entre la Dirección de Migraciones y el Consulado,dependiente del Ministerio de Relaciones exteriores encabezado por el ex-socialistaBramuglia22 con relación a los criterios de entrada de inmigrantes latinos, lo que se tradujoen la firma de convenios bilaterales con Italia (1947-1948) y España (1948). Pero mientrasel gobierno italiano, acosado en la posguerra por la desocupación, los campos de refugia-dos y la conflictividad, promovía la inmigración sin controlar demasiado su operatoria ysus beneficiarios, el gobierno de España quería retener mano de obra, por lo que instituyóformas burocráticas para limitar el flujo hacia nuestro país.23

Desde 1950 Argentina ya no es la Meca inmigratoria y el estado tampoco la promue-ve. A partir de 1949 el gobierno peronista enfrenta la crisis del modelo industrialista re-orientando la economía después con el Plan de Emergencia Nacional. Ya con el SegundoPlan Quinquenal (1953-1957) el aporte poblacional queda sujeto a un crecimiento vegetativoy progresivamente liberado de encauzamientos. El agotamiento del modelo de industriali-zación por sustitución de importaciones y la necesidad de obtener capitales extranjerosauguran la salida del aislamiento. Perón comienza lentamente la apertura económica conuna nueva Ley de inversiones extranjeras y créditos externos con el fin de desarrollarnuevas estrategias de crecimiento. La propaganda oficial sobre la política migratoria que-dará impregnada de este propósito.

III - Cine y políticaMuchas preguntas aparecen a la hora de utilizar imágenes documentales como fuenteshistóricas ¿Qué aportan estas cintas en las que el peronismo y otros gobiernos hacían supropaganda a las que denominamos “documentales”? ¿Qué herramientas metodológicasutiliza el historiador al analizar documentales?.

Desde nuestro enfoque creemos que los documentalistas y sus patrocinadores cons-truían el mundo real desde el momento en que seleccionaban temas, personajes, escena-rios, estructuraban un guión narrativo o elaboraban un montaje. Entre las imágenes de larealidad y su representación hay un conjunto de estrategias de mediación que conllevan unestilo particular, una retórica y estructura propia de este género. Por eso, para el historia-dor que trabaja con documentales habrá un nivel del relato en que tendrá que considerar aestos filmes como una ficción más y por tanto buscará confrontar sus discursos e iconografíascon otras fuentes históricas.

El documental institucional de propaganda política fue de una gran riqueza ideológi-ca, tuvo gran capacidad para configurar iconografías y generar identificación entre losciudadanos, fue una herramienta clave para la construcción del consenso.

Con el gobierno del Gral. Pedro Ramírez, el 21 de octubre de 1943 se creó la Subse-cretaría de Informaciones y Prensa y se reglamentó la obligatoriedad de presentar las polí-ticas nacionales en los cines, a la vez que se procedía a subsidiar la producción de noticie-

22 DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados…”, cit.23 BARBERO, María Inés y CACOPARDO, María Cristina “La inmigración europea…”, cit.

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ros y documentales. Bajo el gobierno de Perón se consolidó un modelo comunicacional enel que periodismo y medios se involucraron en la promoción y difusión de obras y “causaspatrióticas”. Fue decisivo el rol que jugó Raúl Alejandro Apold, quien asumió en 1947 laDirección General de Difusión y en 1949 la dirección de la Subsecretaría de Informacio-nes y Prensa, al revolucionar la práctica comunicacional del estado y convertir estas de-pendencias de hecho en un ministerio de propaganda.

Volviendo a la relación entre el historiador que utiliza filmes como fuentes históri-cas, en nuestro caso consideramos necesario adoptar un enfoque pluridisciplinario de tipocualitativo. La teoría del documental y del montaje narrativo proveen herramientas funda-mentales para la comprensión del género tratado, la teoría de la enunciación ayuda a en-marcar el texto fílmico en un contexto determinado24 y el relevamiento de la “mirada” de lacámara se realiza a través de la descripción y comprensión del contenido visual de lasimágenes e inscripciones gráficas en sus aspectos cinematográficos, composición fotográ-fica y montaje y en sus aspectos extra cinematográficos, que se abordan con herramientasque aportan la sociología y la psicología social sobre la teoría de los imaginarios y de losdiscursos sociales.25

Finalmente cabe acotar que este trabajo sigue la perspectiva de los estudios de histo-ria y cine que viene realizando desde hace treinta años el historiador Marc Ferro26 y queapuntan a recalar en la importancia y el valor de los filmes como fuentes y agentes históri-cos.

IV – Encauzamiento y homogeneización de la inmigraciónen los filmes del Primer Plan Quinquenal

“En ningún caso la inmigración será restringi-da ni prohibida por razones de origen ni de cre-do de ninguna especie, pero será preferida aque-lla que por su procedencia, usos y costumbrese idiomas sea la más fácilmente asimilable alas características étnicas, culturales y espiri-tuales de la Argentina y se dedique a la activi-dad agrícola.”

Plan quinquenal, 1947-51 Inmigración yColonización. Proyecto Ley de Bases, art. III.

24 VAN DIJK, Teun A. La noticia como discurso, Comprensión, estructura y producción de la información,Paidós, Buenos Aires, 1996.

25 VERON, Eliseo “La palabra adversativa; Observaciones sobre la enunciación política”, en VERÓN, Eliseo;ARFUCH, Leonor, et al. El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Buenos Aires, Hachette, 1997.

26 FERRO, Marc Cine e historia, Gustavo Gilli, Madrid, 1980.

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a - Inmigración (1947)27

El Heraldo del Cinematografista anuncia, con críticas elogiosas el 26 de noviembre de1947, el estreno del corto Inmigración. La fecha no es fortuita como veremos a lo largo delanálisis fílmico. El corto abre mostrando un barco repleto de hombres, mujeres y niños quellegan desde ultramar al puerto de Buenos Aires. Son inmigrantes blancos europeos. Inme-diatamente comienza el relato histórico a través de un montaje de imágenes ficcionalesque representan los hechos ocurridos en los orígenes del Estado-Nación en tono coinci-dente al del imaginario liberal mitrista y sarmientino. Una voz en off señala los problemasdel pasado: “…un problema enorme quedaba por resolver, el desierto, el indio, el abrojo,la distancia…” Y su representación incorpora tomas rápidas, superpuestas y caóticas delas matanzas a los caudillos federales y del genocidio aborigen, a la vez que destaca la obrarealizada por un ejército nacional que se presenta como pacificador.

La inmigración fue en el pasado y es para el peronismo en este filme la herramientamodernizadora. Así el leit-motiv “Gobernar es poblar” es coreado a viva voz en reiteradasoportunidades con el fin de generar una idea de continuidad con las políticas implantadasdesde el origen del estado argentino, en la que la inmigración recobra el sentido y lascaracterísticas que tuvo en el pasado.28 Se insiste que en las esferas oficiales, en la prensa,en la calle, todos repiten esa máxima “poblar, poblar, poblar”. El alambrado y la locomo-tora avanzan hacia el espectador, superponiéndose a primeros planos de las piernas de losgringos “arando el desierto”. De esta forma se articula la adscripción a una modernidad,centrada en el modelo agro exportador, en la que el espacio pampeano se convierte, comoen el pasado, en alegoría del progreso de todo el territorio nacional. En el mismo sentido,la perspectiva historiográfica del filme asume los hitos y héroes del ideario liberal mitrista.Aún no es tiempo de revisionismo histórico para el peronismo. Tras las imágenes de Sar-miento, Urquiza, Alberdi y Echeverría el filme retoma el panteón liberal de la patria. Sinembargo no todas son continuidades. Hay una critica importante a la política liberal o delaissez-faire que promovieron los gobiernos anteriores. Se dice que en aquellos tiempos“...el enorme torrente inmigratorio había caído en un río sin lecho, nadie encauzó aquelcaudal humano...” y se representan los efectos negativos de la política migratoria del pe-ríodo aluvial con la mendicidad, la vagancia, la prostitución, las villas miserias y la radica-ción de los inmigrantes en la ciudad. Se denuncia la falta de una política con sentido socialen el campo, retomando viejos reclamos de los chacareros arrendatarios nucleados desdevarias décadas atrás en Federación Agraria Argentina.29

27 Film La inmigración. Ficha Técnica: Fecha estreno: 26/11/194. [Heraldo del Cinematografista, año 17,vol. XVII, núm. 847, p. 226.] Duración 11 minutos, Editora: EMELCO. Jefe de producción: S. Rives -Fotografía A. Casasnovas - Sonido G Szulem - Relator: C. D´agostino - Montaje sonoro: C. Fahey/L.A.Ducieri- Realización Fernando Bolin.

28 Ver CHAINA, Verónica; NOTAFRANCESO, Natalia y ONGANÍA, Andrés Inmigración en Argentina du-rante el gobierno peronista. 1946/55, Archivo de la Cátedra del Dr. Mallimaci, Historia Social Argentina,Carrera de Sociología. UBACYT, s/f.

29 Una bandera histórica de Federación Agraria Argentina era la reivindicación por las mejoras en las condi-ciones de arrendamiento. GIRBAL BLACHA, Noemí “Ayer y hoy en la Argentina rural”, en Papeles de

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“…el labrador enterraba el arado en surcos que no eran suyos [...] noplantaba un árbol junto a su rancho porque sabía que un día se le ena-jenaría hasta su sombra, era la víctima de un régimen de arrendamien-to sin sentido social.”

Sin embargo, la denuncia tiene en este filme de 1947 límites precisos, se circunscribea la falta de una política estatal y de una legislación a los más desprotegidos, sin apuntar aresponsabilidades sociales más amplias como las que había hecho Perón a la oligarquíadurante la etapa de ascenso al poder entre 1944 y 1946. La injusticia social se presentacomo herencia del pasado. En ella los afectados y sus organizaciones carecen deprotagonismo. El estado en el filme los redime a través del crédito. Dice el relator que “...elPlan Quinquenal prevé la ayuda en créditos que permitan al labrador el alivio de unapequeña huerta, de una granja modesta.”

Este afán regulador e intervencionista se manifiesta en grotescas proposiciones so-bre la importancia de respetar el medio geográfico de origen de los inmigrantes al reorga-nizar su relocalización con tintes casi deterministas:

“...el Plan Quinquenal ha corregido los viejos errores, cada inmigran-te será ubicado en el medio […] ambiente adecuado, quien viene delbosque irá al bosque, quien de la montaña a la montaña, quien de lallanura a la llanura.”

De pronto, la cámara enfoca una placa de bronce del Instituto Étnico Nacional yelogia la obra de la Dirección General de Migraciones señalando al enunciatario del dis-curso fílmico. La referencia institucional invita a recordar algunos cambios importantes.En 1943 el régimen militar reabre selectivamente la inmigración relocalizando la Direc-ción General de Migraciones en la Secretaría de Trabajo y Previsión bajo los auspicios dePerón. El gobierno de Farrell crea en marzo de 1946 una oficina Etnográfica, que funcionaprovisoriamente bajo la Dirección General de Migraciones, y en julio del mismo año Peróncrea el Instituto Étnico Nacional.30 El Director de Migraciones, Santiago Peralta, fue unafigura muy cuestionada dentro y fuera del gobierno por su perfil ultranacionalista, racistay antisemita.31 Peralta se desempeñó en el cargo hasta julio de 1947, al ser acusado por laprensa32 y por organismos internacionales y desplazado por Perón. Pero conservó la direc-

Investigación, Ed. La Página, UNLP/UNL/UNQUI, Buenos Aires, 1998; MASCALI, Humberto Desocu-pación y conflictos laborales en el campo argentino 1940-1965, CEAL, Buenos Aires, 1986;TECUANHUEY SANDOVAL, Alicia La revolución de 1943. Políticas y conflictos rurales, CEAL, Bue-nos Aires, 1988.

30 Anales del Instituto Étnico Nacional vol. 1, Ministerio del Interior, 1948. Citado en SENKMAN, Leonardo,“Etnicidad …” cit.

31 BUCHRUCKER, Cristian Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), Sudamericana, Buenos Aires, 1987.

32 Los diarios La Prensa y La Nación se opusieron a la política selectiva de la Dirección General de Migracio-nes a cargo de Peralta. Se pronunciaban a favor de una inmigración aluvial no restrictiva y liberal. Ver

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ción del Instituto Étnico Nacional seis meses más hasta enero de 1948. Entre los meses dejulio y enero de 1948 se desata un conflicto por la sobrevivencia de este sector dentro delgobierno hasta que finalmente naufraga. Sin embargo las prácticas discriminatorias y res-trictivas continúan, a juzgar por los sumarios que acredita su sucesor Pablo Diana. Enpleno conflicto entre distintos sectores del estado que bregaban por el alejamiento defini-tivo de este grupo, el 26 de noviembre de 1947 se estrena en los cines de la capital el filmeInmigración bajo los auspicios de la Dirección General de Migraciones y del InstitutoÉtnico Nacional. Así cobra sentido político y polémico esta obra que busca legitimar lasconcepciones y la gestión de Peralta, filtrando en las imágenes los límites precisos de laapertura migratoria con una concepción presentada como geo-antropológica y cientificista,y que en realidad encubre prácticas prejuiciosas y discriminatorias a partir de razonesétnicas, religiosas y políticas.

En el filme la voz en off destaca la labor de la Dirección General de Migracionescomo encargada de auspiciar la inmigración “…racional y humanamente a través de cuer-pos técnicos y científicos, y al amparo de leyes sociales…” La idea de sistematizar cientí-ficamente la obra inmigratoria se documenta a través del constante ir y venir de funciona-rios de esta dirección vestidos con impecables guardapolvos blancos, consultando archi-vos, carpetas, catalogando ingresos, anotando cuidadosamente cada dato, midiendo cadadetalle, asesorando a los recién llegados. Era la ciencia puesta al servicio de la política deestado.

El relator habla de crisol de razas, pero se construye una iconografía de familiasinmigrantes blancas y con el fenotipo latino o eslavo.33 En él se intercala una secuencia deficción en la que una familia de inmigrantes con rasgos físicos de Europa del Este seintegra al país en un medio rural. El Primer Plan Quinquenal, retomando las ideas dehomogeneización de la población gestadas durante el período de entreguerras, proponíaque vinieran aquellos que “…por su procedencia, usos y costumbres fueran las más fácil-mente asimilables a las características étnicas, culturales y espirituales de la Argentina.”La oposición radical acusó por momentos al gobierno de estar discriminando en favor deuna inmigración de europeos latinos y no latinos católicos y anticomunistas, rechazando alos indeseables, sector de desplazados y refugiados no latinos, no católicos, comunistas,judíos, etc. Entre 1947 y 1949 la DAIE a pedido de las Naciones Unidas, InternationalRefugee Organization (IRO), hizo ingresar a varios miles de refugiados croatas, ucranianos,polacos, húngaros, bálticos colaboracionistas, también a nazis alemanes y austríacos.

BIERNAT, Carolina “Prensa diaria y políticas migratorias del primer peronismo; dificultades y aciertos enla construcción de una opinión pública 1945-55”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 14,núm. 43, Buenos Aires, 1999; ALBÓNICO, Aldo “Italia y Argentina 1943-55: Política, emigración e infor-mación periodística”, en Estudios Interdisciplinarios América Latina y Caribe, núm. 1, 1992.

33 Según las estadísticas de la Oficina Sectorial de Desarrollo de Recursos Humanos del Ministerio del Inte-rior, para el año 1946, en relación a la entrada de inmigrantes europeos el primer grupo correspondía a losespañoles (18542) el segundo a italianos (11167) y el tercero a polacos (9835) y para 1947 el primer gruposon los italianos (38510), el segundo los españoles (27948) y el tercero los polacos con (12700).

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Muchos arribaron custodiados por la Cruz Roja Internacional y la IRO con nombres ficti-cios.34

a - 1- Inmigrantes-colonos para una utopía agraria“Un día plantarán árboles que darán sombra a sus hijos.” Así introduce la voz en off unasecuencia que representa la necesidad de arraigar al inmigrante al agro.35 Santiago Peraltabasándose en el Artículo 25 de la Constitución Nacional, auspiciaba una inmigración deraza blanca, para trabajar la tierra, integrada por grupos familiares. Se proponía impedir lainmigración urbana, incluso de comerciantes e industriales o técnicos e ingenieros, debíaexcluirse ladrones, ancianos, mujeres estériles, gente con defectos físicos o formas desvia-das por factores hereditarios. De allí que considerara la existencia de una inmigraciónbuena, mala o indeseable; la buena tenía como principal criterio el estar destinada a traba-jar la tierra garantizando un auténtico mestizaje de agricultores con la población local.

El relato fílmico se detiene en la historia particular de una pareja mítica formada porun chacarero joven con su mujer y sus hijos nacidos en el país, remitiendo a las necesida-des demográficas y económicas de colonización agraria planteadas en el Primer PlanQuinquenal. Esta pareja reviste los atributos externos preferidos por el nacionalismo racis-ta y vitalista de Peralta, son agricultores blancos, de aspecto eslavo y por ende católicos.Dice el filme, son “…hombres y mujeres [...] jóvenes y sanos [...] con manos laboriosas.”36

En el filme la familia chacarera parece vivir en una utopía agraria, trabaja su tierra,el estado la protege, no teme a enemigos ni peligros, todos sus reclamos parecen cumpli-dos.

La insistencia del Plan Quinquenal y del filme en canonizar la imagen de una inmi-gración necesariamente relacionada con la colonización agrícola parece extraña frente a lanecesidad primordial de abastecimiento de mano de obra obrera que el desarrollo indus-trial requería. Sin embargo, algunos datos del contexto sobre el enfrentamiento institucionalque sufren las políticas migratorias aportan pistas para interpretar esta aparente contradic-ción iconográfica. Esta concepción migratoria antropológica y ruralista de Peralta recibeapoyo del Consejo de Defensa Nacional y de militares ultranacionalistas, pero se enfrentaa la del Ministerio de Trabajo, del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI)y de las nuevas dependencias creadas para promover la inmigración como la DelegaciónArgentina de Inmigración en Europa (DAIE) y la Comisión de Recepción y Encauzamien-to de Inmigrantes (CEI), en las que los funcionarios sostienen una visión más económica yurbana sobre la inmigración y el Plan Quinquenal como veremos en el Filme Rumbo a laArgentina.

34 SENKMAN, Leonardo “Etnicidad …”, cit.35 SENKMAN, Leonardo “Etnicidad…”, cit.36 “La selección […] se verificará teniendo en cuenta las prohibiciones establecidas por la Ley en orden a

enfermedades, antecedentes y actividades del inmigrante.” Art. IV del Proyecto Ley de Bases, Primer PlanQuinquenal.

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Las imágenes de una utopía agraria en el corto Inmigración se interponen a las nece-sidades materiales de la industria y, si bien la mayoría de los inmigrantes que se radicaronen el país provenían predominantemente de la agricultura, fueron a parar a la industria, yaque la demanda externa de productos agrícolas mermó ostensiblemente después de 1948.Sin embargo la visión de Peralta circuló con fluidez dentro del imaginario del progresoargentino porque venía abonado desde el período aluvial con las imágenes del desarrolloagrícola y las ventajas económicas y espirituales que la tierra aportaba.

Finalmente se intercala una secuencia que comienza diciendo “Ha pasado el tiem-po...” En ella se representa el futuro de esta pareja de inmigrantes que dramatiza el mo-mento de integración a la nación en una escena familiar en la chacra de la que parten a laescuela dos niños con sus guardapolvos blancos. La escuela, sumado a imágenes del de-porte, de hogares armoniosos, de un barrio con casas tipo chalet con tejas todas iguales,van fundiéndose con un desfile de cadetes portando la bandera Argentina. El filme cierracomo si mostrara el cumplimiento de propósitos de larga data. Parece decirnos que tierra,familia, escuela pública, vivienda, deporte y ejército integran y disciplinan al inmigrante ala nación.

b - Rumbo a la Argentina (1947)37

Este filme tiene especial interés, ya que abre con las imágenes de Perón anunciando en elCongreso de la Nación la política inmigratoria puesta en marcha desde el Primer PlanQuinquenal. La cámara recorre cuidadosamente el recinto republicano mientras se interca-lan imágenes pujantes de una Argentina mecanizada, moderna, con tractores, cosechadoras,torres industriales humeantes, despliegue de trenes, obreros trabajando, fábricas textiles ymetalúrgicas. Es Perón quien desde instituciones republicanas planifica una Argentina detrabajo y de progreso. La presencia de Perón en el filme no es un dato menor ya que adiferencia del anterior, en el que no aparece, legitima personalmente una línea institucionalde gobierno.

La cámara se instala fuera del país. Las imágenes del Coliseo nos sitúan en Roma.Otro es el mundo institucional estatal que encauza al inmigrante en esta ocasión, el que sevincula con el Ministerio de Relaciones Exteriores. El relator señala la importancia delConvenio Inmigratorio entre Argentina e Italia (1947). Dice que es La Comisión de Re-cepción y Encauzamiento de Inmigrantes (CREI) el lugar al que llegan los “... anhelos demiles de hombres y mujeres útiles […] trabajadores y no desocupados […] que seránseleccionados para evitar los efectos perniciosos del aluvión humano.” Las imágenes mues-tran una oficina con ficheros entre los que se mueven diligentes empleadas que abren ycierran carpetas en las que puede leerse un criterio de catalogación del inmigrante segúnun principio ocupacional. Un hombre joven, soltero de un medio rural lee una carta fecha-da el 18 de mayo de 1947 enviada por el Ministerio del Lavoro e della Providenza Sociale.Dice el relator que Argentina envía por esos “…bronceados campesinos meridionales,

37 Filme Rumbo a la Argentina, Emelco, 1947/8.

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montañeses del centro, artesanos del norte cuando se tiene la certeza de que son imprescin-dibles para nuestras industrias.” La partida y despedida será un paréntesis de esperanza, sedice que pronto la novia habrá de seguirlo definitivamente al lugar que anhelan, indicandode esta forma que no será una inmigración transitoria. Un tren lo lleva a una ciudad italiana–¿Génova?– en la que se encuentra la Delegación Argentina de Inmigración en Europa(DAIE). Allí se dice que “…son individualizados y sometidos a estricto examen médico ypsicológico […] se observan sus condiciones morales y capacidad para adaptarse.” Lasimágenes se suceden en un consultorio médico, en el que le practican rayos x, análisisodontológico y luego marcan sus huellas dactilares, le sacan una foto y numeran su pron-tuario hasta darle un pasaporte. Dice el relator que es para asegurarse de “…contar conhabitantes fuertes, dignos de mezclar su sangre en el magnífico crisol de nuestra raza.” Lasecuencia sugiere una minuciosa selección en la que se imponen algunos criterios a travésde la imagen: juventud, salud física, utilidad ocupacional y fortaleza moral. Respecto deesto último, recordemos que uno de los dos directores de la DAIE era el padre salesianoJosé Silva. Desde 1943 y durante los primeros años del gobierno peronista, fue usual quemiembros de la iglesia e intelectuales católicos nacionalistas ocuparan lugares de impor-tancia en el estado argentino ejerciendo un papel de reguladores morales. Silva cumplía unpapel en la selección de los potenciales migrantes asegurando la ausencia del peligro co-munista y de la vagancia que podía infiltrarse en el flujo migratorio dada su masividad.Asimismo, era de hecho el canal de recomendación por donde se filtraban prófugos, refu-giados, criminales de guerra, y colaboracionistas del nazismo.38 Por el canal de la DAIE yde las congregaciones religiosas se canalizaron los pedidos de contratación de las empre-sas argentinas, ya que el otro director de la mencionada delegación era miembro del IAPIy otorgaba también garantías de moralidad y buena disposición para el trabajo de loscandidatos a migrar. El Ministerio Degli Affari Esteri italiano por su parte incentivó lamigración hacia la Argentina, insistiendo en que no debía haber discriminaciones raciales,étnicas o religiosas. Con esta amplitud ideológica buscaba encubrir la necesidad de resol-ver el problema de los prófugos extranjeros en Italia de los que se quería deshacer.

Como Peralta, los miembros de la DAIE demostraron preocupación por poner laciencia al servicio de la política de estado. Resulta significativa la incorporación en estaentidad de una figura del mundo de las ciencias sociales como José Antonio Güemes,cuyas ideas de selección y exclusión racial y religiosa se entroncaban con las del Institutode Investigaciones Económicas y Sociales de Alejandro Bunge, cuyos proyectos se diri-gían a formar una Argentina industrialista poderosa en la que la potencialidad tenía unfundamento también en el número de los habitantes y en su homogeneidad cultural. Pero elmundo vinculado al Ministerio de Relaciones exteriores no se agotaba en una sola línea deprejuicios ideológicos, étnicos y religiosos. Su Canciller Bramuglia, ex-dirigente socialis-

38 Devoto analiza la llamada “Vía de las ratas” camino seguido por los criminales nazis y muestra las vincu-laciones que tuvieron con la iglesia y la Santa Sede para salir de Europa. DEVOTO, Fernando “Inmigrantes,refugiados…”, cit.

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ta, se oponía a los criterios de indeseabilidad que tenía el padre Silva quién contaba con elapoyo de hombres como Miranda y del Banco Central de la República Argentina.39 En esesentido, el punto de cohesión política fue el anticomunismo militante al que adscribíantodos dentro del gobierno en general.

La complejidad del aparato administrativo y de las tendencias internas del gobiernoperonista y del peronismo se evidencian también en el filme, en el momento de arribo deljoven trabajador quien llega desde ultramar a la Argentina. Dice el relator que los funcio-narios de la Comisión de Recepción (CREI) se encargarán de incorporarlo a la vida nacio-nal. Al bajar del barco un funcionario controla sus papeles y lo deriva al hotel de losInmigrantes. Allí se los atiende mientras se les consigue “...ocupaciones dignas y se lostransporta al lugar donde podrán ser felices […] ya que […] industriales de todo el paíssolicitan sus manos hábiles, sus brazos fuertes […] donde trabajarán con obreros criollos.”El sentido del discurso cierra con las imágenes de trabajadores industriales y rurales enuna Argentina de gran modernización industrial.

c - Para todos los hombres del mundo (1949)40

La Dirección General de Migraciones cambia en febrero 1949 su denominación por la deDirección Nacional de Migraciones, y deja la Secretaría de Trabajo y Previsión para que-dar definitivamente bajo la órbita de la Secretaría Técnica dependiente directamente dePresidencia de la Nación.41 Algunos meses antes de este traspaso institucional y en tono debalance se realiza el filme Para todos los hombres del mundo. En él las marcas de enuncia-ción dan indicios de que aún se reporta a Trabajo y Previsión. El relator refiere:

“Para todos los hombres del mundo que llegan a nuestra tierra, la ins-titución que asegura el bienestar de todos los trabajadores del país quevengan de donde vinieran es la Secretaría de Trabajo y Previsión.”

Perón cambia la historia de esta oscura dependencia nacida como Departamento deTrabajo en 1907 y dedicada simplemente a estudios estadísticos e involucrada en la repre-sión sindical. La nueva Secretaría de Trabajo y Previsión se convierte desde 1943 en resor-te clave para la construcción de la nueva hegemonía peronista. Por eso no sorprende ladinámica que irá adoptando la política inmigratoria bajo su auspicio, cercana a los ámbitossindicales manejados por dirigentes del ex-laborismo. Progresivamente se van dejando loscriterios discriminatorios anteriores repudiados internacionalmente y se ensaya una nueva

39 RAPOPORT, Mario y MUSACCHIO, Andrés “El Banco Central de la República Argentina y el oro nazi”,en Ciclos, núm. 19, 2000, p. 77.

40 Filme Para todos los hombres del mundo. Ficha Técnica: Tres empresas distintas (Noticiero Bonaerense,Emelco y Sucesos Argentinos) realizado en 1949 por orden del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires,Coronel Mercante y Edición de Sucesos Argentinos (Archivo General de La Nación). Según nos informa(entrevista el 15 de mayo 2002) Tadeo Bortnowske, operador y director en ambos, Noticiero Bonaerensefuncionaba como una oficina del gobierno, tenía sus instalaciones en la calle 52 de La Plata y dependía delMinisterio del Interior de la Provincia.

41 Decretos 2896/49 y 10283/49. NOVICK, Susana Política y Población…, cit.

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interpretación más universalista de los postulados quinquenales. El estado se comprometeentonces con una inmigración más abierta compuesta por hombres de todas las razas,recuperando desde el título del filme los fines del preámbulo dirigido a todos los hombresdel mundo. Este principio, caro a los constituyentes de 1953, se recupera en el filme comocontinuidad de un “... plan histórico que lleva casi 100 años.”

La pantalla penetra en las páginas de un libro de historia que abre con la estampa delGeneral San Martín y evoca tanto el valioso aporte de los hombres de mayo, criollos comoMariano Moreno y Manuel Belgrano, como el de “hombres nacidos bajo cielos extraños”entre los que cita a Liniers, Matheu, Bonpland, Burmeister, europeos y blancos, pero tam-bién cita el aporte de “los humildes turcos […] que fundaron hogares felices y próspe-ros…” Sin embargo, criterios selectivos aún imprimen algunos límites a esa apertura. Diceel filme que la Secretaría de Trabajo y Previsión encauza y protege el proceso inmigratorioprefiriendo aquella que sea “…más fácilmente asimilable a los caracteres étnicos, cultura-les y espirituales de la Argentina”, coincidiendo con los postulados del Primer PlanQuinquenal. Apenas algunos días después del traspaso de la dirección a la Secretaría Téc-nica, el 17 de marzo de 1949 se juraba la nueva Constitución Justicialista. En ella Argen-tina se comprometía en su Artículo 17 a “[f]omentar la inmigración europea prohibiéndoselimitar el ingreso de extranjeros laboriosos mediante impuestos…”, sin aludir siquiera a lainmigración de países limítrofes42 que venía aumentando atraída por la estrategiaindustrializadora del Plan Quinquenal. La preferencia por italianos y españoles, mayoríadel substrato aluvial anterior, se impondría finalmente por política del estado y por in-fluencia de las cadenas migratorias. El filme no descarta a nadie “…por su raza y credo”,43

defendiéndose posiblemente de las acusaciones de antisemitismo que circulaban debido ala gran cantidad de judíos ingresados ilegalmente al país recientemente admitidos por lasamnistías de 1948 y 1949.44 En ese período Estados Unidos restringía totalmente la entra-da de judíos.

El Artículo 31 de la Constitución Justicialista fijaba igualdad civil con los argenti-nos a quienes entrasen al país sin violar las leyes, e incluso otorgaba derechos políticosluego de 5 años de obtención de la ciudadanía. El filme corporiza la idea de una repúblicapuesta al servicio de todos, a través de la imagen encuadrada simétricamente del Congreso

42 La inmigración de países limítrofes no se tuvo en cuenta en la nueva constitución. Para regular su entrada,ya que finalmente fueron absorbidos debido al alto índice de empleo, se sancionaron: la ley 14345/382 y eldecreto 15971 y el 13721/51 y se realiza una amnistía que permite legalizarlos en alguna medida.

43 Entre 1946-66 los dos grupos mayoritarios que ingresaron al país fueron 356.000 italianos y 231.360españoles; SENKMAN; “Etnicidad…”, cit. p. 16.

44 El año 1949 fue el año de mayor rechazo, sin embargo las amnistías de 1948/1949 fueron elogiadas por laOIA (Organización Israelita Argentina creada por iniciativa de Perón en 1947) porque permitieron la excar-celación y legalización de refugiados judíos detenidos. La OIA calcula que esta medida benefició a 30.000judíos de entre 200.000 europeos y sudamericanos. En SENKMAN, Leonardo “El peronismo visto desde lalegación Israelí en Buenos Aires; Sus relaciones con la OIA 1949-54”, en Unión Mundial de EstudiosJudaicos, Judaica Latinoamericana, Estudios Históricos Sociales, Edit. Univ. Magnes, Universidad He-brea, AMILAL, Jerusalem, 1993.

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de la Nación desde la Avenida de Mayo con un primer plano de un grabado de la Justiciasobre las paredes del edificio de Tribunales. Las palabras apoyan la imagen al corroborarque se “…los equipara a sus propios hijos en derechos y libertades […] y […] que lajusticia los contempla y protege como a los argentinos.” Por su parte la estrategia de Perónpara desacreditar a la oposición, que lo atacaba por antidemocrático, será cambiar el sen-tido común que daban las clases dirigentes a las palabras libertad e igualdad para apropiar-se de ellas dotándolas de un nuevo sentido herético asociándolas a la idea de justicia so-cial.45

La educación pública aparece como otro valor de equiparación, que consolidando elproyecto disciplina y homogeneiza a la sociedad en función del trabajo. Dice una voz“...no hay una celda de la enseñanza nacional desde la primaria hasta la universidad que noesté abierta a sus inquietudes...” Simultáneamente las imágenes recuperan aulas ordenadascon niñas de pulcros guardapolvos blancos, tarimas de aulas magnas universitarias conjóvenes trajeados en clases de medicina o ingeniería. La fachada de una escuela GranjaNacional Dr. R. Santamarina provee la imagen de la educación técnica orientada hacia laslabores de campo, y la de jóvenes con overol aprendiendo en escuelas técnicas. El filmeparece apoyar el sentido herético de la frase “alpargatas sí, libros no” al contrastarse con lapromoción de una educación que parece dirigirse a “Todos los hombres...”

c - 1 - Inmigrantes trabajadores rurales e industrialespara el desarrollo de todo el país

“Así como están abiertos los puestos de fábri-cas y talleres para ellos, para los que vienen,los dispuestos a sumar sus energías al magnífi-co impulso que industrializa el país...”

(Cartel del filme)

La iconografía de impronta fordista en el filme refuerza este mensaje mostrando encontrapicado las clásicas torres humeantes con planos generales de impecables obrerascontrolando la línea de montaje en la que se transportan productos alimenticios, centena-res de obreras alineadas sobre sus máquinas de coser, obreros metalúrgicos, obreros deprensa, obreros transportando rollos de papel y también imágenes de obreros en la vendi-mia, pescadores jalando redes desde los barcos, técnicos apicultores extrayendo la miel,obreros del tambo ordeñando y acarreando sus cubas de leche.

Según el Primer Plan Quinquenal entre las pautas que el estado debía asumir estabala descentralización de la industria y el fortalecimiento de nuevas zonas diversificando la

45 James señala como de connotaciones heréticas en algunos casos al discurso de Perón por el cambio desentido que le otorga a las palabras respecto de las jerarquías de la vieja Argentina. JAMES, Daniel Resis-tencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-76, Sudamericana, BuenosAires, Sudamericana, 1988.

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producción en función de los mercados consumidores.46 Una industria liviana, con pococapital, poca tecnología y abundante mano de obra distribuida adecuadamente integrabanla inmigración a un espacio de alcance nacional. Por su parte, entre los sindicalistas allega-dos a la Secretaría de Trabajo, ex-laboristas en su mayoría, se difundía la idea de que lainmigración traería beneficios económicos al aumentar la fuerza de trabajo y el consumo,y así contribuiría al desarrollo de la producción.47

Trabajo, educación, familia y estado son las instituciones inclusivas de la inmigra-ción desde la propuesta de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Las imágenes dan cuentade una sociedad armónica y ordenada en la que los únicos sujetos son los trabajadores y elestado, sin representar a los empresarios capitalistas nacionales o extranjeros. Las omisio-nes a veces dicen más que las identificaciones porque van construyendo una memoria quese esfuerza por recordar pero sobre todo por olvidar. Sin enemigos, sin burguesía, sinfuerzas armadas, el filme articula sin representar tensiones el ideario peronista del estadobenefactor, en un contexto en el que el estado peronista se ha apropiado íntegramente delespacio simbólico.48

Reforzando este imaginario, el filme cierra con el flamear de la bandera argentina.En la versión producida por Noticiero Bonaerense, la insignia patria se superpone al inten-so desfilar de estudiantes de overol y muchachas normalistas caminando hacia el futuro.Llamativamente, en otra edición realizada por la empresa Sucesos Argentinos a la imagende la bandera se le agrega la de una cortina en la que los que desfilan son cadetes y milita-res. Detrás de estas diferencias iconográficas se insinúa la competencia institucional queanida la alianza peronista, la de los futuros trabajadores y la de las fuerzas armadas.

V – Fin del encauzamiento en filmes del Segundo Plan Quinquenal

a - Ha llegado un barco (1953)49

En 1949 se desató la crisis económica y Argentina perdió el atractivo para la inmigraciónmasiva. Los desequilibrios en el modelo de industrialización por sustitución de importa-ciones marcados por escasez de capitales, el descenso de las exportaciones agropecuarias,las intensas sequías y la inflación entre otras causas traen aparejados el descenso en lademanda de mano de obra y la caída de los salarios comparados con los de otros países.Aunque en 1954 hay un repunte en la situación, la tendencia migratoria transatlántica optapor otros países, como Venezuela, para el quinquenio 1952-1957. En este contexto el Se-gundo Plan Quinquenal asigna al crecimiento vegetativo de la población el lugar antesotorgado a la inmigración europea. La inmigración deja de ser un tema central en esta

46 RAPOPORT, Mario et. al Historia Económica…, cit., p. 384.47 En periódico El Líder de enero de 1949; junio de 1950 y febrero de 1952. Este periódico del Sindicato de

empleados de Comercio fundado por Angel Borlenghi, presenta la política inmigratoria como un triunfodel estado en el plano demográfico y justifica su promoción fundada en razones económicas.

48 PLOTKIN, Mariano Mañana es San Perón, Ariel, Buenos Aires, 1993.49 Ficha técnica del film Ha llegado un barco, Producido por Panamericano, Argentina Sono Film, 1953.

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segunda etapa, aunque la Constitución Justicialista de 1949 (Art. 17) fomenta especial-mente la llegada de europeos con el “…objeto de labrar la tierra, mejorar las industrias, eintroducir y enseñar las ciencias y las artes.” De esto último se trata el filme Ha llegado unbarco. En él es perceptible el cambio del concepto de inmigrante, al considerar que lo eraquien manifestara el deseo de establecerse en el país, independientemente de si viajaba ensegunda, tercera o primera clase como antes. En el filme los inmigrantes llegan en un barcoen primera clase. Asimismo parece interesar un nuevo tipo de inmigrante, con otra inser-ción en el mercado, ya no en las actividades manuales, agrícolas o industriales como en elPrimer Plan Quinquenal, sino en las de tipo intelectual como profesionales, empresarialesy las que promuevan las ciencias y las artes. Se dice en el filme que:

”Todos los días, desde todos los pueblos del mundo, llegan barcos alpuerto de Buenos Aires. Vienen de Suecia y de Hamburgo, de Japón,de Inglaterra y de todas las naciones de la tierra [...] Este es el Yapeyú,un barco más, en él llega Chang Dai Chen. En ese mismo barco vienentambién numerosos inmigrantes. Algunos llamados por parientes oamigos ya establecidos en la Argentina, otros simplemente atraídospor la gran esperanza de un país donde paz, libertad y justicia no sonpalabras vacías.”

Estas últimas palabras resumen el sentido del acuerdo que en 1953 firma Argentinacon el CIME para la asistencia a las víctimas de la guerra, a quienes facilitarán sureunificación familiar a través del sistema de llamada. El CREI por su parte facilitó elingreso a quienes acreditaran contratación laboral directa.50

El filme insiste en la generosidad de la convocatoria, extendiéndola hasta el últimoconfín de la tierra con un alcance que en su afán cosmopolita raya en lo exótico. La cámarahace un primer plano de un periódico de setiembre de 1953 en el que se anuncia la llegadadel mencionado pintor chino, artista renombrado quien al arribar declara a los periodistas“…me siento muy feliz de encontrarme en esta nación generosa en la que no existen discri-minaciones raciales.” La imagen refuerza la idea de igualdad civil en la secuencia en la queuna elegante pasajera comparte naturalmente su asiento en el colectivo con un hombretrajeado de piel negra, registrando esta situación como algo corriente en clara alusión a losconflictos interraciales no resueltos en Estados Unidos. Para ejemplificar los tipos de in-migración esperada el filme construye tres personajes ficcionales que bajan del barco cu-yas historias resumen su destino al llegar. Hay un holandés, técnico en radio que vienecontratado por una gran empresa, un japonés cuyo hermano es propietario de una florería,y una joven nacida en Galicia casada por poder con un coterráneo que llegó poco antes a laArgentina. Cada uno arriba con una posición y trae su propio proyecto.

50 Ver BARBERO, María Inés y CACOPARDO, María Cristina “La inmigración europea…”, cit.

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Esta inmigración de élite luce impecable.51 La pareja de futuros esposos terminaindividualmente sus trámites en la Aduana y se sumerge en la metrópolis soñada sin me-diar estructuras estatales de encauzamiento. Luciendo él como un galán y ella como unaestrella de Hollywood miran deslumbrados hacia delante. Un contraplano nos devuelve sumirada: la vertiginosa ciudad, con sus espacios simbólicos, el moderno rascacielosKavanagh, algunos autos cruzando velozmente, luces y brillantes marquesinas encandilana gente bien vestida cruzando las calles. Van todos apurados.

b - Capitales para el Segundo Plan QuinquenalEl paseo de la cámara por el centro porteño permite valorar los aportes del aluvión inmi-gratorio en el pasado y qué se proyecta conquistar. Ya no se rescata el aporte de trabajado-res inmigrantes, sino las empresas que levantaron. En 1953 la necesidad manifiesta es la deobtener capitales extranjeros. Una voz refiere que los extranjeros poseen en Buenos Airesimportantes instituciones bancarias y comerciales, la cámara enfoca la fachada del BancoEspañol del Río de la Plata, de la Banca Di Napoli, The National City of New York, delBanco de Italia y del Río de la Plata, del Banco Francés, The Royal Bank of Canada,Societé Generalle y de importantes comercios como la Juguetería Kitsa, The London Taylor,Heinonen, la Fábrica de muebles Toscano, A.M.SCHEIN & BIANCHI, Relojes Flextion,Luis Salmun, O´NEIL. La voz señala que diferentes colectividades han fundado diversos eimportantes centros culturales y sociedades cooperativas muchas de las cuales cuentan consus propios hospitales. Entre ellos se muestra la fachada del Centro Gallego, del Hospitalalemán, del Británico, y del Hospital Francés. Asimismo se hace hincapié en la libertad deculto y el permiso a todos los credos, católicos, judíos, metodistas, ortodoxos, a la par quese muestran las imágenes de sus templos levantados “…en cualquier lugar de la repúbli-ca”. El aporte realizado por extranjeros en el plano educativo se circunscribe a las escuelasprivadas, por haber contribuido a acrecentar el acervo cultural de la Nación. El mensaje eselocuente: bancos, comercios, empresas, hospitales y escuelas privadas, en fin, entidadeslevantadas con capitales privados ocupan el lugar simbólico que en los otros tres filmesocupaba el trabajo.

Vaciada de contenido político e histórico, sin apelaciones a la patria o al estado, lapertenencia a la nación se construye iconográficamente en esta obra a partir de una imagenaérea sobre la cancha de Racing, lugar otorgado desde la retórica fílmica al proceso deargentinización. Dice la voz en off:

51 Del mismo tenor son las notas sobre inmigración aparecidas en los noticieros del momento. Al respecto,Noticiero Panamericano refiere que ha llegado el barco “Anna C” repleto de inmigrantes. Este modernotransatlántico de la línea Costa genovesa es descripto como “…palacio encantado en el que llegan contin-gentes después de 18 días de feliz navegación.”

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“…el holandés ya se siente argentino y ha comenzado por elegir suequipo de fútbol, el asiático también ha tomado partido y es un hom-bre feliz porque su negocio prospera diariamente [...] y Milagros […]ya ha comenzado a producir frutos argentinos.”

El deporte, la empresa y la familia son los factores de inclusión propuestos en elfilme. En el caso del pintor chino se agrega el paisaje y lo nativo a este deslucido soporteidentitario. Al pasar los años, ya instalado en Mendoza, Chang va trocando el arte orientalque lo hizo famoso por otros motivos de inspiración, como los rasgos nativos de un changocuyano o el paisaje majestuoso de los cielos y montañas andinas.

VI - En síntesisEl análisis de los discursos e iconografías en los filmes sobre la política inmigratoriaperonista aportó evidencias acerca de su heterogénea implementación, expresadas sincró-nica y diacrónicamente. Esta diversidad del discurso respondió tanto a las necesidadeseconómicas, políticas e ideológicas del estado peronista como a las contradiccionesinstitucionales internas propias del aparato estatal intervencionista. Al respecto, la super-posición de jurisdicciones, la diversidad ideológica y política de los componentes de laalianza peronista y la ambigüedad de las premisas sobre inmigración masiva y selectividadfueron los pivotes desde los cuales se hicieron perceptibles las contradicciones sobre loscriterios de encauzamiento y homogeneización durante el Primer Plan Quinquenal.

En contraste, la elección de otros destinos por parte de la migración masiva europea,puso fin a la política de encauzamiento durante el Segundo Plan Quinquenal, a la par quese diluían las posturas institucionales encontradas en pos de una línea de prescindenciaestatal para el tema.

Buenos Aires, noviembre de 2004

IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

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o que se dice de lo que es.Reflexiones públicas sobre el peronismodespués de 1955*

* Este texto constituye una versión resumida de la primera parte de la ponencia “Tema, problema, cuestión:el peronismo entre 1955 y 1960”, presentada en las VII Jornadas de Historia Política. Estado y poderdurante el peronismo: los espacios provinciales y regionales. UNMdP, 29 y 30 de agosto de 2003. Agra-dezco los comentarios de Ricardo Falcón, Nicolás Quiroga y Oscar Aelo.

Recibido con pedido de publicación el 22 de marzo de 2004Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004Vesión definitiva recibida el 22 de diciembre de 2004

Julio César Melón Pirro es profesor de la Universidad Nacional de Mar del Platae investigador del Instituto de Estudios Históricos Sociales

e [email protected]

ResumenLo que se dice públicamente sobre el peronis-mo trasciende con facilidad los márgenes desu enunciado. A través del análisis de algunosdebates y reflexiones públicas posteriores a suderrocamiento, el presente trabajo examina elmodo en que el tema aparece a los contempo-ráneos que se asignaron la tarea de explicar larealidad. El peronismo puede ser reconocidoasí como un objeto que remite a una experien-cia histórica reciente pero que constituye unpretexto de primer orden para discutir el país.

Palabras claveperonismo – postperonismo – interpretaciones– reflexiones públicas

AbstractWhat is publicly said about Peronism easilytranscends the semantic field of the word. Thispaper examines through the analysis of somedebates and public reflectios after Peronismwas overthrown, how the issue appears to thecontemporaries of the movement, whoundertook the job of explaining it. Peronismcan be thus acknowledged as an object thatlooks back on a recent historic experience butthat turns into the top pretext to discuss theArgentine historic identity.

Key WordsPeronism – Postperonism – Interpretations –Publics Reflections

JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO

L

MELÓN PIRRO, Julio César “Lo que se dice de lo que es. Reflexiones públicas sobre el peronismodespués de 1955”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 131-152.

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Introducción

Mediado por condicionamientos legales en ocasiones, incentivado por urgenciaselectorales en otras, generalmente originado en especulaciones prospectivas yconfundido a menudo en un modo de examinar la identidad nacional, lo que se

dice públicamente sobre el peronismo después de su derrocamiento trasciende con facilidadlos márgenes de su enunciado. Tienta, en particular, a aquellos que se asignan la tarea deexplicar la realidad al punto de que, pese a la existencia de cortapisas legales que limitanla libertad de expresión, es posible reconocer un tema alrededor del cual se articula undiálogo racional, bien que de pluralidad restringida.1

Aquí consideraremos que el peronismo no constituyó entonces sólo un problema aresolver o un sentimiento vastamente arraigado en la sociedad y de considerable importan-cia en las luchas políticas, sino, precisamente, un tema y, en cierto sentido, una “simplifica-ción globalizante”.2

No en vano Beatriz Sarlo ha señalado que durante los treinta años que van de 1943 a1973, fechas marcadas por el surgimiento, la caída, la proscripción y el regreso delperonismo, este movimiento –o este objeto de estudio, reflexión y debate– retuvo sucentralidad como el verdadero enigma a resolver de la política argentina,3 y Federico Neiburgha reparado en que en orden a sus interpretaciones, el peronismo es, en verdad, una inven-ción posterior a 1955.4

Debe tenerse presente que en dicha invención no intervinieron sólo los peronistascuya voz, dificultosamente escuchada por los contemporáneos, suele perderse para el his-toriador. El predominio de lo heteroreferencial deviene en buena medida de que, más alláde sus matices, es el antiperonismo el que posee la palabra pública,5 de donde analizar

1 Se trataría, entonces, de una “seudo opinión pública.” HABERMAS, Jürgen Historia y Crítica de la Opi-nión Pública, Gustavo Gili, Serie Mass Media, Barcelona, 1981. Habermas habla de una opinión públicareal o crítica como un diálogo que se realiza y que forma parte de una auténtica democracia, aunquetambién se ha referido a la carencia de mediaciones críticas en la comunicación política como un fenómenoque alcanza a la mayoría de las democracias formales.

2 Esto es, en palabras de Luhmann, una especie de haz de luz una de cuyas funciones sería la de “focalizar yconcentrar la atención en un escenario”, en definitiva algo a partir de lo cual se establece una tematizacióncomún. LUHMANN, Niklas citado en DADER, José Luis El Periodista en el Espacio Público, Bosh CasaEditorial, Barcelona, 1992, p. 107 y ss.

3 SARLO, Beatriz La batalla de las ideas (1943-1973), Biblioteca del Pensamiento Argentino, vol. VII,Ariel, Buenos Aires, 2001, p. 14.

4 NEIBURG, Federico “La constitución de la sociología en la Argentina y la invención del peronismo”, enDesarrollo Económico, núm. 136, enero-marzo 1995, pp. 533-553, y Los intelectuales y la invención delperonismo, Alianza, Buenos Aires, 1998. Para una síntesis de las interpretaciones historiográficas sobre elperonismo con posterioridad a 1955 ver PLOTKIN, Mariano “Perón y el peronismo: un ensayo bibliográfi-co”, en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (EIAL), vol. 2, núm. 1, Tel Aviv, enero-junio 1991.

5 Sobre las diferentes variedades políticas y el discurso público del antiperonismo ver SPINELLI, Estela LosVencedores vencidos. Las alternativas políticas en el contexto de la autodenominada RevoluciónLibertadora. 1955-1958, Universidad Nacional de Córdoba, Tesis Doctoral, 1999, p. 44 y passim.

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pues lo que se dice en dichos ámbitos no debe asimilarse, sin más, a lo que es, en principioporque se opacan las manifestaciones del otro real, presentes, por ejemplo, en la vidainterna de los sindicatos o, para citar un caso estudiado, de modo menos directo en laprensa de oposición a los gobiernos posteriores a setiembre de 1955.6

Tanto las interpelaciones oblicuas por parte de representantes de partidos políticosconscientes de lo que implicaba la proscripción del peronismo en términos de ampliacióndel territorio de caza, como la liturgia de los actos de los trabajadores son, en este sentido,sintomáticas. Las primeras permiten entender que, para los supuestos de los políticos pro-fesionales, el receptor del discurso es, entre los peronistas, aquel que más se correspondecon el tipo del obrero industrial y, en menor medida, el peón rural.7 Las segundas confir-man francamente que los símbolos identificatorios de la condición peronista constituyenuna moneda fuerte en la lucha por el consenso a la vez que una marca de identidadinasimilable a la conducta del otro.8

De Sur a Contorno, de culpas y concienciasCon todo, la discusión en torno al peronismo es portadora de una autonomía que excedelos límites de la interpelación pragmática, y es en el plano intelectual donde suele expre-sarse con clara independencia de la política electoral, de la lógica de las diferenciacionespartidarias o de las luchas por el consenso en las organizaciones de los trabajadores. Elmodo en que esta cuestión aparece en el célebre número 237 de Sur, y sobre todo la inco-modidad de quienes escribían en Contorno, señalan menos la distancia entre aquella di-mensión política9 y estas aproximaciones desde la cultura liberal y de izquierda respectiva-

6 Muchos trabajos aluden a las ventajas que reportaba la enunciación peronista en las luchas sindicalesposteriores a 1955. Sobre la prensa de oposición ver MELÓN PIRRO, Julio César “La prensa de oposiciónen la argentina post-peronista”, en EIAL, Tel Aviv, 2002, pp. 115-137.

7 Fundamentalmente, en la prédica de la Unión Cívica Radical Intransigente pero también, en menor medi-da, en la de otras fuerzas políticas. A título de ejemplo digamos que durante 1957 y 1958 el sector delconservadorismo bonaerense que seguía a Vicente Solano Lima competía con otras fuerzas condenandopor peligroso el revanchismo antiperonista, a la vez que apostaba decididamente a ganar el corazón de losproscriptos. “Sin gorilas ni peludos que país más macanudo” era uno de los lemas que se utilizaron en laprovincia de Buenos Aires por los dirigentes de esta fuerza política que, además, introdujo el uso delbombo en sus actos públicos.

8 Ejemplo de ello podrían encontrarse tanto en la prohibición de utilizar símbolos peronistas como en ladeliberada afirmación de los mismos en un sentido excluyente por parte de los peronistas, particularmenteen determinadas coyunturas relacionadas con la historia del movimiento obrero.

9 Debería entenderse por político, aquí, no sólo la participación directa en la pugna por el control institucional,sino la forma y el alcance, es decir la dimensión, a través de la cual todo discurso participa en la lucha porla imposición de sentidos en el espacio social. Más allá de este reconocimiento no considero necesario aquíasumir la complejidad teórica de los estudios lingüísticos que se refieren a la enunciación en su doble (ynecesariamente ambigua) condición de instancia textual y acto.

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mente, que el ensanchamiento súbito de las posibilidades de lectura sobre un tema ahorainsoslayable.10

En plena Revolución Libertadora, Sur, cuya línea editorial se había caracterizadopor la renuencia al tratamiento directo de los asuntos políticos, convocó a varios intelec-tuales y literatos a pronunciarse “Por la reconstrucción nacional” pues, como advirtieraVictoria Ocampo en el prólogo de aquel primer número publicado con posterioridad alderrocamiento de Perón, había llegado “La hora de la verdad”.11 Ninguno de los textos queentonces aparecieron en la revista analizaba en realidad el peronismo, y mucho menos losautores parecían directamente preocupados por la búsqueda de una interpretación de cosassobre las que en realidad sentían –y expresaban– un indisimulable disgusto, pero el temaera omnipresente. El peronismo era presentado como lo que había sido: un orden policial(de allí que sólo en la cárcel podía vivirse en la verdad, según Ocampo)12 o un régimen denaturaleza estrafalaria, patético, vulgar y nutrido del engaño, en suma, una burda ficción(como aparece en el recordado artículo de Jorge Luis Borges).13 Había, sí, una idea debuscar en el pasado las raíces del mal, pero en general los términos utilizados remitían a lacaracterización, ya vieja de una década, del peronismo en tanto fenómeno asociado alfascismo y al rosismo.14 En la medida de que el peronismo se presentaba como un dramainsensato de la historia nacional, predominaba un tono parecido al de la teoría del parén-

10 Sobre este tema ver particularmente TERÁN, Oscar “Rasgos de la cultura argentina en la década de 1950”,en TERÁN, Oscar En busca de la ideología argentina, Catálogos, Buenos Aires, 1986, pp. 195-253. Esteanálisis sobre los rasgos de la cultura argentina –un título defensivo para un proyecto originalmente conce-bido para concentrarse aún más en la franja denuncialista, como reconoce el autor– pondera al Centro deEstudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el cual aparece como un verdaderogrupo constituyente. Los más notables participantes de las actividades intelectuales de dicho Centro –cuyasposiciones sigue para el período 1951-1959 a través de la publicación de distintas notas en las revistasCentro y Contorno– se contarán entre “…los afluentes fundamentales de la cultura de los sixties.” TERÁN,Oscar En busca de la ideología…, cit., p. 196.

11 OCAMPO, Victoria “La Hora de la Verdad”, en Sur, núm. 237, noviembre-diciembre 1955, pp. 3-8. “Por lareconstrucción nacional” era el título que inspiraba la presentación de este número, que comenzaba conuna pequeña nota de Paul Valéry, sobre la despreciativa invasión del peronismo en el mundo de la cultura,la ciencia y la creación en general.

12 “En la cárcel, uno tenía por lo menos la satisfacción de sentir que al fin tocaba fondo, vivía en la realidad.La cosa se había materializado. Esa fue mi primera reacción: ‘Ya estoy fuera de la zona de falsa libertad; yaestoy al menos en una verdad...’” Evocaba allí la escritora los días que pasó en la residencia del BuenPastor a la vez que invitaba a una toma de conciencia sobre la necesidad de que los intelectuales se compro-metan con la enunciación de una “verdad” que había sido acallada por el régimen peronista. OCAMPO,Victoria “La Hora…”, cit., pp. 3-8.

13 Perón había renunciado ante funcionarios sindicales “para que todo fuera satisfactoriamente vulgar”, mientrasque la naturaleza ficcional del régimen había aparecido en toda su entidad con los ejemplos de su caída.BORGES, Jorge Luis “L’illusion comique”, en Sur, cit., pp. 9-10.

14 Esta extendida identificación era compartida, entre otros, por los socialistas. Américo Ghioldi había sidoun pionero en este sentido al considerar la “restauración rosi-totalitaria” como lo propio del régimen peronistaen un ciclo de conferencias que publicó en 1946. GHIOLDI, Américo Alpargatas y libros en la historiaargentina, s/e, Buenos Aires, 1946. Dicha tesis que conjugaba el fascismo con el renacimiento de la montoneray del rosismo “resumía un punto de vista extendido en el campo de la oposición liberal y de izquierda” y

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tesis enunciada por aquellos que habían querido integrar –en realidad expurgar– la expe-riencia del fascismo en la historia de una Italia liberal,15 renunciando tácitamente, por logeneral, a la identificación del régimen caído con el radicalismo yrigoyenista, cuyos tonospersonalistas, plebiscitarios y plebeyos fueran vilipendiados en el pasado por el liberalis-mo argentino.16 Por lo demás, aunque la mayor parte de estos artículos apuntara al señala-miento de la singularidad de la experiencia que parecía sobrevenida desde una especie deaccidente, lo que resaltaba el halo de inautenticidad que acompañaba al peronismo, éstevenía a ser algo peor que el rosismo y que el fascismo (y, por extensión, que casi cualquierforma de totalitarismo) entre otros factores porque había sido menos necesario que elprimero y porque –dado que ni siquiera podía invocar los antecedentes del último– resul-taba menos interesante que todos ellos como objeto de estudio o comentario.17 Hay signi-ficativas coincidencias entre éstas apreciaciones y aquellas otras que, con similar caráctery mayores pretensiones, habían sido y eran formuladas por los socialistas argentinos queen última instancia compartían estos cánones de análisis. Lo que había afirmado en sumomento Américo Ghioldi en el sentido de que el peronismo no había sido sino una “malacopia del fascismo”18 se prolongaba en un examen que, todavía consistente con aquél,tenía ahora la virtud de explicar el extrañamiento de una década. Para estos cultores delantiperonismo más radical, no se trataba solamente de descalificar a Perón comparándolocon los dictadores europeos,19 sino de explicar/se de alguna manera la particular situaciónque los había hecho las principales víctimas históricas de su advenimiento. Después de1955 las notas más incisivas de parte de esta corriente política apuntaron a la forma en quese había llevado a cabo la incorporación a la política de los sectores populares bajo el

constituía una de las interpretaciones más corrientes del peronismo. ALTAMIRANO, Carlos Bajo el signode las masas (1943-1973), Biblioteca del Pensamiento Argentino, vol. VI, Ariel, Buenos Aires, 2001, p.31.

15 Cfr. DE FELICE, Renzo El fascismo, Paidós, Buenos Aires, 1972.16 Esto era casi tanto como aceptar que el peronismo había sido una ruptura cuyos rasgos plebeyos borraron el

recuerdo amargo del yrigoyenismo, otrora condenado por su “connubio con las multitudes inferiores.”DEVOTO, Fernando; FERRARI, Marcela y MELÓN, Julio “The Peaceful Transformation? Changes andContinuities in Argentinian Political Practices, 1910-22”, en DEVOTO, Fernando y DI TELLA, Toruato(eds.): Political Culture, Social Movements and Democratic Transitions in South America in the XXThCentury, Annali della Fondazione Feltrinelli, Milán, 1997, pp. 167-191.

17 A diferencia de aquellos regímenes que habían negado la libertad, el peronismo sólo había fomentado laestupidez, y mientras “a fin de cuentas detrás de Stalin... estaba Marx bajo la sombra de Hegel, y a espaldasde Mussolini se cernía el espectro de Sorel... El retardado discípulo de tales maestros careció de esoselementos” y encarnó una “voluntad prepotente al servicio de una inteligencia menos que mediocre.”GONZÁLEZ LANUZA, Eduardo “Rescate de la cordura”, en Sur, cit., pp. 49-54.

18 GHIOLDI, Américo De la tiranía a la democracia social, Ed. Gure, Buenos Aires, 1956, p. 79.19 Ghioldi había publicado durante su exilio montevideano, en 1954, un artículo que se inspiraba en la carac-

terización que un diputado socialista italiano había hecho del fascismo y encontró rápidamente coinciden-cias entre la ritualidad fascista y peronista, resultando ambos regímenes también comparables en tantotenían por finalidad la supresión de la libertad y la corrupción de la inteligencia. Lo reeditó en De latiranía..., cit.

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peronismo, algo que no sólo habría implicado un choque innecesario con los derechos yvalores culturales de otros sectores sociales sino que era considerado como un ingredientesustantivo de la explicación de su propio fracaso.20

La historiografía aún no acostumbraba a pronunciarse públicamente sobre estas cues-tiones, aunque eran conocidas las posiciones de José Luis Romero y el joven Tulio HalperinDonghi sobre el particular. Mientras el primero hablaba de la línea del fascismo para plan-tear la continuidad entre un importante sector del nacionalismo argentino durante los años1930s. y el peronismo, el segundo pronto acuñaría la fórmula del fascismo posible pararesumir la experiencia peronista. En el citado número de Sur, no obstante, el artículo deHalperin se circunscribía a realizar un análisis del fracaso del peronismo en “…la tentativade crear una cultura y una historiografía consagradas a la mayor gloria del régimen” y aafirmar que ni siquiera en el orden de la erudición se habían logrado avances sino que“…toca a los historiadores de hoy enmendar, completar y a menudo comenzar de nuevo sutrabajo”.21 La identificación, no obstante, estaba presente en ambos y si Romero encontra-ba continuidades fascistas respecto de los antecedentes de muchos nacionalistas durantelos años treinta (la consumación de esta perspectiva había sido el advenimiento final delfascismo con el gobierno de Perón)22 Halperin Donghi –en un artículo sobre el que volve-remos y que publicó en Contorno– se centraba en una comparación más compleja que sinembargo terminaba en el señalamiento de la culpa original del peronismo: “su nacimientode una tentativa fascista.”23

Problemas que serían nudo de debates posteriores –el tema de la manipulación polí-tica asociado a la idiosincrasia de los migrantes internos, de tanta repercusión en lahistoriografía, por ejemplo– estaban pues en ciernes y por ahora subsumidos en una matrizde apreciación más amplia que no lograba eludir la seducción comparativa con las expe-riencias europeas.

Las excepciones eran, tanto desde la valoración como desde la presentaciónprospectiva del problema, escasas. En el mismo número de Sur, un artículo de Jorge Paitaadvertía sobre la ceguera de las clases medias ante la persistencia de ciertos problemas que

20 Junta Consultiva Nacional, Tomo II, 30 reunión ordinaria, 8 de noviembre de 1956. Intervención de AliciaMoreau de Justo, p. 1105, citado por SPINELLI, Estela Los vencedores vencidos..., cit., p. 131. Los socia-listas entendían el advenimiento del peronismo en relación a las limitaciones que había sufrido su accióneducativa y a la interrupción de la progresiva conquista de sectores sociales que, habiendo sido apartadosdel camino de una transformación pacífica, desviaron el curso de la historia.

21 Ver HALPERIN DONGHI, Tulio “La historiografía argentina en la hora de la libertad”, en Sur, cit., pp.114-121.

22 En Las ideas políticas en Argentina José Luis Romero dedicó un capítulo a explicitar lo que a su entenderera “la línea del fascismo.” En ella habrían participado, desde diferentes vertientes, Julio Irazusta comointegrante del “núcleo inicial” en el que ejercieron gran influencia Maurras y Mussolini hasta integrantesde FORJA, donde “predominaron grupos filofascistas que seguían a Raúl Scalabrini Ortíz.” ROMERO,José Luis Las ideas políticas en Argentina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1956, p. 238.

23 HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo al peronismo”, en Contorno, núms. 7-8, julio de 1956, pp. 15-21.

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eran los que habían engendrado el peronismo y se apelaba a cierto deber aristocrático enel sentido de carga y responsabilidad para la construcción de una democracia que estabaal final del preludio revolucionario. Paita hablaba incluso del respeto a los vencidos, en-tendía la necesidad de reformas sociales preventivas y sugería, al mismo tiempo, la califi-cación del voto.24

En Contorno encontramos un conjunto de posiciones que, aunque diferentes, se dis-tinguen con claridad de las anteriores. Se ha dicho que en lo que respecta a la historia de laliteratura –o de las definiciones político-literarias–, esta revista expresa, junto con Centro,la ruptura con sus padres liberales posicionados en Sur, y que ésta ruptura sólo se consumadespués de la caída del peronismo.25 Una atenta lectura de lo publicado en los primerosnúmeros consagrados ahora casi enteramente a temas políticos quizá permita recuperar laoriginalidad de las posiciones allí expresadas y, sobre todo, contribuya a recuperar el climade ideas tal y como éste se expresaba en los círculos asociados a las posiciones de laizquierda intelectual que se sentían aún más compelidos a decir sobre el peronismo.

Era todavía en buena medida, como en Sur, más el lenguaje de la introspección, el deun examen de conciencia no libre de deslizamientos hacia lo patético (a la manera en queluego lo expresaría Ernesto Sabato), que el de una interpelación que se propusiera alcanzarun horizonte de recepción más amplio, como no fuera el que desde este punto de vista seexpresaba como un alerta a sus lectores formulado en un momento de aceleración políticay de cambio en el que no se sabe bien qué es lo racional y qué es –era, o seguía siendo– loreal.26

24 El problema no era Perón –a quien es el único en nombrar en la revista– sino las masas, lo que quedabaclaro al alertar en lenguaje orteguiano sobre los peligros del antiperonismo “El que se declara anti-Pedro nohace, traduciendo su actitud a lenguaje positivo, más que declararse partidario de un mundo donde Pedrono existía. Pero esto es precisamente lo que acontecía al mundo cuando aún no había nacido Pedro. Elantipedrista, en vez de colocarse después de Pedro, se coloca antes y retrotrae toda la película a la situaciónpasada, al cabo de la cual está inexorablemente la reaparición de Pedro”. PAITA, Jorge “Aproximación aciertos problemas”, en Sur, núm. 237, cit., p. 89. Ortega en realidad había dicho lo citado en 1930, parareferirse a la imposibilidad de superar el liberalismo del siglo XIX con su negación contemporánea, elfascismo (o, también, el bolchevismo): “la innovación que el anti representa se desvanece en vacío ademánnegador.” ORTEGA Y GASSET, José La rebelión de las masas, citado por PAITA, Jorge “Aproxima-ción…”, cit. p. 90.

25 Entre el “partido de la justicia social” y la oposición de “la libertad” los universitarios quedaban dentro delliberalismo, por lo que para que se produjera el “distanciamiento radical con los ‘padres’ la franja contes-tataria necesitó la desaparición del peronismo del Estado”, explica quien más se ha dedicado ha examinardicho divorcio. TERÁN, Oscar En busca de la ideología, cit., pp. 195-253 y 214. El autor, que considera laexistencia de un campo cultural unificado en clave antiperonista hasta 1955, ha interpretado este momentocomo el de la escisión de la generación contestataria que se perfila en revistas como Centro y Contornofrente al liberalismo de sus padres, cuyo paradigma es, precisamente, Sur.

26 Desde la presentación la revista procuraba diferenciarse netamente de Ocampo en lo que a introspección serefiere: “Era, por cierto, riesgoso escribir sobre política o actuar en política, pero jamás faltó la suficientelibertad de autoengañarnos y declarar paladinamente que se nos impedía tocar la realidad más urgente yatractiva. Los intelectuales argentinos en su casi totalidad preferimos disfrazar nuestra inepcia con resigna-das y lamentosas imputaciones a un sistema que no nos respetaba ni nos admitía...” y, más adelante: “…no

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Es sin embargo ya la asumida voluntad de preguntarse por lo otro y, también, latentación de aventurarse, de especular con aquello que había sido y era lo suficientementereal –al menos como “experiencia proletaria”– como para merecer ser reconocido en unaclave racional.

Los contendores no son, obviamente, los trabajadores peronistas, en lo que sueleencontrarse un punto de diferenciación esencial con la profusa literatura antiperonista dela época: “…mientras la burguesía se da a sí misma sus propios fines, la apariencia devalor, y no los realiza [...] el proletariado, en cambio, está pronto a surgir para plegarseanhelosamente a los fines que le proponen y que hace suyos. Perón, digámoslo, fue elprimero que le propuso concretamente los fines inmediatos que se acomodaban con susintereses”, aunque ese punto de satisfacción inmediata haya coincidido con la demagogia,observa León Rozitchner.27

También la clase obrera aparece exculpada en Osiris Troiani, cuyo examen de con-ciencia lo lleva a reconocer, junto a la soledad de los intelectuales de izquierda colocadosayer entre “la barbarie y la decadencia”, una nota positiva en la ideología peronista porhaber ésta implantado, por debajo de sus mistificaciones, “la política sobre nuevas bases:defensa de los intereses populares y de la comunidad nacional”, junto a una manifestaciónde repudio al “nuevo lote de mentiras que seduce a la clase media”, esto es, aquellas que sereducen a “la concepción de la libertad como epifenómeno de la libre empresa.”28 Disgustotambién con las izquierdas, que ante las masas “…han ido cobrando el aire de esas soltero-nas que se preguntan por qué los hombres miran y preñan a otras mujeres”, en la delibera-da aspereza de Ismael Viñas29 que clama por un “toque de pasión” en cuya ausencia pareceencontrar un factor más entre los que allanaron el camino a un movimiento que tuvo y

tenemos derecho a recogernos en la sospechosa penumbra de una libertad que por ahora es solamente elargumento de los satisfechos y el contra argumento de los hambrientos.” De la presentación de Contorno,núms. 7-8, julio de 1956, pp. 1-2. Véanse, además del tenor de varios artículos allí publicados, los siguien-tes títulos y/o subtítulos: “Examen de conciencia”, de Osiris Troiani, pp. 9-11; “Miedos, complejos ymalosentendidos. Complejo de culpa...”, de Ismael Viñas, pp. 11-15, etc. También, de David Viñas, “Sola-mente los huesos”, fragmento publicado en el primer número de Centro –revista del centro de estudiantesde Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires–, Noviembre de 1955, pp. 51-71.

27 “No le habló de libertad, porque la libertad la necesita la burguesía para seguir ejerciendo su tiranía; lehabló, simplemente, de lo que inmediatamente entendían”, y esa satisfacción concreta es “el punto departida de todo movimiento revolucionario.” ROZITCHNER, León “Experiencia proletaria y experienciaburguesa”, en Contorno, cit. pp. 3 y 7. El texto es igualmente una impugnación a las pretensiones de“nuestra culta ‘elite’” que habla desde “la espiritualidad del gabinete o desde las revistas que les costea labenevolencia de los rapaces”, es decir, de los que son considerados beneficiarios de la “aparente pureza queel liberalismo les prepara como una extensión de la propia buena conciencia.”

28 “... nos falta Perón […] la libertad que hemos reivindicado contra Perón no la queríamos para disfrutarla,sencillamente. Una triste caterva de intelectuales se presta hoy a los más viles menesteres, al servicio de losnuevos amos […] Nosotros […] queremos la libertad para usarla contra quienes la conceden...” TROIANI,Osiris “Examen…”, cit., p. 11.

29 “Ni aún el Partido Comunista se salva”, en tanto el Partido Socialista ha encontrado la tranquilidad: “se hanconvertido simplemente en derechistas.” VIÑAS, Ismael “Miedos, complejos…”, cit., 12.

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cultivó, a su manera, las virtudes opuestas. Mientras “…la seriedad estaba siendo expulsa-da de Europa” junto al ascenso de las masas el peronismo expresó este hecho en la Argen-tina desde que el 17 de octubre de 1945 “Buenos Aires fue invadida por multitudes dehombres sin saco y de mujeres”. El sinsaquismo peronista –como el sansculottismo en laRevolución Francesa– expresó, pues, decididamente una virtud ya que “…supo captar elsentido revolucionario activo que tenía lo que de por sí era síntoma de una revolución:llevarlo a símbolo.”30

En “Sur o el antiperonismo colonialista” Oscar Massotta formula una requisitoriacontra aquella revista y su directora, a quienes atribuye directamente una razón de compli-cidad manifiesta con un gobierno que –so pretexto de depurar al país del totalitarismo–encarna cabalmente una política reaccionaria y fundamentalmente antiproletaria ante lacual los intelectuales no deben permanecer callados.31 Pero el texto más provocativo es el“Testimonio” de Juan José Sebreli que justifica la experiencia histórica del peronismo entérminos que resultan decididamente revulsivos al sentido extendido en lo que por enton-ces se publica.32 Por un lado intenta inscribir el peronismo en una perspectiva histórica enla que Perón no sólo no es el mal sino poco más que un accidente de un movimiento quefinalmente lideró y que estuvo originado en un conjunto de condiciones políticas, econó-micas y sociales. Así, en la explicación que ensaya, el desarrollo de una industria nacional“…chocó con el carácter de dependencia de los monopolios imperialistas (causa económi-ca) y, por ende, debió oponerse a la oligarquía agropecuaria, principal sostén del imperia-lismo (causa política)” lo que determinó el surgimiento de “…un proletariado nacional,con más interés que la propia burguesía en llevar la revolución nacional democrático-burguesa antioligárguica y antiimperialista, hasta sus últimas consecuencias (causa so-cial).”33 Perón representó, pues, los intereses de la incipiente industria nacional al mismotiempo que los ideales del proletariado, y el peronismo fue, a la vez, “…la dictadura de laburguesía y el embrión de un poder popular.”34 Perón no debía ser identificado con Hitlero Mussolini porque desde varios puntos de vista constituía una grosería comparar alperonismo con el fascismo. De modo fundamental e independiente de las formas democrá-ticas o totalitarias a que se oriente la acción de gobierno, el contraste no puede ser másacusado. Mientras su real carácter antiobrero y una vaga prédica antiplutocrática dieron alfascismo el apoyo de la pequeña burguesía,35 en la Argentina la clase media era la claseantiperonista por excelencia, siendo su punto de sensibilidad la movilidad social propicia-

30 VIÑAS, Ismael “Miedos, complejos…”, cit., p. 15.31 MASOTTA, Oscar “‘Sur’ o el antiperonismo colonialista”, en Contorno, núms. 7-8, julio de 1956, pp. 39-

45.32 SEBRELI, Juan José “Aventura y revolución peronista. Testimonio”, en Contorno, cit., pp. 45-49.33 SEBRELI, Juan José “Aventura y revolución …”, cit., p. 47.34 SEBRELI, Juan José “Aventura…”, cit.35 Sebreli habla de “los empleados, los funcionarios, los pequeños comerciantes, los artesanos, los pseudo

intelectuales, de toda clase de difícil ubicación y de ambigua posición, de esa clase sofocada...” SEBRELI,Juan José “Aventura…”, cit.

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da por el régimen y su expresión más característica la actitud racista hacia el cabecitanegra. El peronismo había implicado, también, un desafío cierto a las costumbres y a lamoral de la Vieja Argentina: se había dirigido a los jóvenes en un sentido que llevaba adesconocer la autoridad paterna36 y había alentado en las masas un sentido de indiferenciao desafío a la “…hipócrita ideología de la virtud y la explotación.”37

Importa destacar que el autor observa que aunque el peronismo no estaba destinadoa crear ni construir, sino “…a disolver, quebrantar y perturbar al viejo orden, instándonosa crear uno nuevo”, había hecho mucho más por la conciencia del proletariado que lospuristas del socialismo.38 Es decir, pese a que en buena medida fue “una revolución que nose hizo” y en la que la justicia social, la independencia económica y la soberanía política“no encontraron en el peronismo más que un portador infiel”, fue precisamente gracias a lapropaganda peronista que estos principios “prendieron en nuestro país” ya que “toda unageneración de argentinos fue educada en ese lenguaje revolucionario totalmente descono-cido antes de Perón.” Estas circunstancias, y las transformaciones llevadas a cabo durantela pasada década, eran a juicio del joven escritor la prueba de que el peronismo “…no hasido el sucedáneo de la revolución social, sino su propedéutica.”39

36 El autor apuntaba que Perón, en sus discursos a la juventud no hablaba de obediencia ni de respeto a lospadres o a los superiores y citaba La razón de mi vida, un libro que se había leído en las escuelas, pararecordar cómo Eva Perón había celebrado el desorden, la revolución y la liberación de la casa paterna: “Nisiquiera he podido tolerar esa especie de esclavitud que es la vida en la casa paterna o en el pueblo nata [...]He querido vivir por mi cuenta, y he vivido por mi cuenta.” SEBRELI, Juan José “Aventura…”, cit., p. 48.

37 “Los diez años de peronismo significaron, en suma, un desafío al imperio de las costumbres, a la majestadde los valores establecidos.” A esto no había sido ajena la experiencia de la inflación que había afectado losintereses y la sensibilidad de la pequeña burguesía: “Cuando hasta los valores estampados en billetes y entítulos de propiedad caían, ¿en qué valor creer?” la inflación acarreó “…la inevitable destrucción de lamoral burguesa sustentada en el ahorro, en el orden, en la conservación de la propiedad. A medida que nosíbamos desprendiendo de nuestros ahorros nos íbamos desnudando [...] nos íbamos liberando de la moral.Ya no era posible hacer cálculos, proyectar [...] Entonces, había que divertirse, vivir plenamente en laborrachera de la fiesta, del juego, del erotismo [...] La alegría, como el papel moneda, valía poco, pero esosí, abundaba.” SEBRELI, Juan José “Aventura…”, cit. El libro de CORREAS, Carlos La operación Masotta[Catálogos, Buenos Aires], escrito para desmitificar al aludido en el título, se refiere a las afanosas búsque-das intelectuales del joven Sebreli, pero, más allá del estilo deliberadamente provocador del “Testimonio”,tanto el carácter festivo del peronismo como el abandono de la deferencia de parte de los sectores popularestiene un lugar reconocido en la historiografía que está más allá de los alcances del ensayo testimonial.Tengamos presente el significativo título de LUNA, Félix La Argentina era una fiesta, Sudamericana,Buenos Aires, 1985. Sobre el abandono de la deferencia en un contexto alejado de los ámbitos urbanos alos que se refiere Sebreli, MACKINNON, Moira “La primavera de los pueblos. La movilización popular enlas provincias más tradicionales en los orígenes del peronismo” en Estudios Sociales, Año VI, Santa Fe,primer semestre, 1996.

38 “es absolutamente imposible convencer mediante un lenguaje puramente racional a conciencias alienadas,es decir, seducidas, embrujadas por sus opresores [...] Sólo es posible sacar al proletariado de la alienaciónen que vive mediante una nueva alienación, mediante una seducción de otro tipo, con un sentido másprogresista, en nuestro caso la seducción peronista...” LUNA, Félix La Argentina…, cit., p. 49.

39 El “testimonio” de Sebreli es un fragmento de su libro Aventura y Revolución Peronista.

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En un recordado y ya aludido ensayo, Halperin Donghi llegó a la conclusión de quela clave del asunto radicaba en la conciencia que adquirió la clase obrera durante elperonismo, socialmente conservadora aunque revolucionaria en lo político,40 algo que a sujuicio de por sí definía al peronismo. El historiador cuenta cómo la salida electoral delgobierno militar se vinculó con el plan del secretario de Trabajo Perón, un “…intentoreaccionario de despojar bruscamente a los partidos liberales de su clientela popular” sin-gularizado no obstante por “…un éxito que superaba acaso las previsiones y los deseos dequien lo desencadenó.” En la explicación de este éxito descansaba la que luego sería cono-cida, más tarde revisada pero nunca abandonada interpretación ortodoxa del origen delperonismo: “El sector más antiguo y mejor organizado (de la clase trabajadora) resistiósólo débilmente a las tentaciones de la nueva aventura política”, algo de lo que se haresponsabilizado al reformismo en el movimiento sindical que precede al peronismo. Esesector organizado “…se vio arrastrado por la impetuosa irrupción de otras capas de forma-ción más reciente”, migrantes internos tan sensibles a la satisfacción material como ajenosa la cultura política urbana y leales, en fin, a quien parecía asegurarles una especie defelicidad perpetua y gracias a esto disfrutaba de un margen de maniobra no restringido nipor las instituciones tradicionales a las que las masas eran insensibles –la Constitución, laley, los partidos– ni condicionado por la exigencia inmediata de nuevos cambios socialesen beneficio de esa clase obrera que empezó y terminó siendo su principal base desustentación.41 La fórmula del fascismo posible surgía de la afirmación de que mientras en1943 “Argentina parecía madura para el fascismo […] el mundo se revelaba demasiadomaduro para él.”42 y es lo que perduró de un ensayo en el que la ironía y las observacionespunzantes respecto de los vencidos se solapan con las intuiciones del historiador.43

Dos ensayos, una revelaciónFue alguien no dedicado específicamente a los menesteres académicos, por otra parte ré-probo de aquella Argentina liberal y a quien no cabe imaginar habitué de los salones de Sur

40 HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 18-19.41 “Esos grupos se consideraban ya beneficiados por el tránsito de una durísima vida campesina al arrabal

fabril, donde en medio de la suciedad y promiscuidad que no eran para ellos nuevas conocían por lo menos[...] una despreocupación por el futuro, una holgura [...] que eran del todo nuevas.” El mérito del secretariode trabajo Perón habría sido, así percatarse de que esa clase era tan sensible a lo adquirido y prometidocomo “…ajena a las preocupaciones de decoro gubernativo y corrección constitucional que animaban a laresistencia…” El sentimiento de clase que estaba detrás del peronismo no era, según afirmaba Halperin, elde un grupo que se sentía víctima de la sociedad, sino el de un grupo que había visto colmadas sus aspira-ciones. HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 19.

42 HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 17.43 Luego de asociar el “talante de romería” del peronismo a esa forma de conciencia y a la falta de ferocidad

que, pese a las incitaciones de la jerarquía peronista, caracterizó al pueblo peronista, el autor modera el tonode su discurso sin conseguir sino acusarlo en una medida que lleva a ver el despreciado mal en la sociedadademás de en su liderazgo: “La anterior caracterización no quiere ser una crítica de quienes así veían supresente y su futuro, y creían candorosamente que las jubilaciones y las licencias por enfermedad eran ya larevolución social.” HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 19.

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ni de los cafés de Contorno, el autor de un libro de más importante repercusión. MarioAmadeo había sido Ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Lonardi,era un reconocido nacionalista y como tantos de ellos parecía ver en la hora una nuevaoportunidad para quienes sostenían sus ideas. En abril de 1956 publicó Ayer, Hoy, Maña-na, texto que conoció inmediatas reediciones y suscitó debates y comentarios públicos,por lo que constituye un punto obligado a la hora de referirse a la cuestión.44 Como quienesescribían en Contorno aunque desde una óptica ideológicamente opuesta, el autor partíade la necesidad de interpretar el hecho peronista y asumir desde donde se lo hacía. El libroconstaba de tres grandes capítulos constituidos por un Ayer que es un resumen de la actitudpolítica del autor durante el peronismo –desde las expectativas positivas generadas en1943 hasta su participación en el golpe que derrocó a Perón en 1955, incluyendo un relatode su gestión en el gobierno provisional que le sucedió– y un Hoy signado por el hechoperonista, esto es, por el desafío que comportaba en términos de lograr una efectiva unidadnacional el comprender que dicho objetivo –una de las opciones del Mañana– aparecíacondicionado por la manera en que se lo interpretase. Allí el autor distingue algunos tiposde antiperonismos, desde el conservador, que lo entendía como el resultado de la activa-ción de los instintos de la plebe (y que podía disentir en cuanto a la vigencia de dichaslealtades) hasta el propio de la izquierda liberal, donde el peronismo aparecía como nazi-fascismo y para la cual no cabía sino proceder a una desperonización sin miramientos45

pasando por la detección de una izquierda antiliberal, que por momentos identifica comotrotskista, la cual, favorecida por la ceguera de los antiperonistas, se interesa en penetraren el proletariado. Todo pasaba por entender, según Amadeo, que del peronismo habíaresultado el establecimiento de una nueva conciencia que podía verificarse en el tratocotidiano que se dispensaban personas de distinta condición social y que esto, junto a unamejora importante en las condiciones de vida era algo que no podría ser borrado por losmaestros de la Revolución libertadora.46 Amadeo era dirigente de un partido, el novelpartido Unión Federal, de raigambre nacionalista, pero su diagnóstico de lo que el peronismoera no difería tajantemente del de algunos de los autores ya citados. Desde las antípodasideológicas de aquellos, consideraba también que Perón había tenido méritos indiscutiblescomo los de interpretar y satisfacer las necesidades de las masas a las que por primera vezles habló desde el poder en un lenguaje claro que había “succionado” buena parte dellenguaje político y que como ocurría particularmente con los que habían sido sus grandeslemas –soberanía política, independencia económica y justicia social– “…aún fuera delperonismo y sin reconocer su embarazosa paternidad, nadie se atreve ya en el país a negarexplícitamente...”47 La obra constituía además una referencia permanente para los nacio-

44 AMADEO, Mario Ayer, hoy, mañana, Ed. Gure, Buenos Aires, 1956.45 Para Amadeo formaban parte de esta izquierda liberal el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresis-

ta y el “unionismo” radical.46 AMADEO, Mario Ayer, hoy…, cit., pp. 99-100.47 Amadeo consideraba que el peronismo era un gran “succionador de temas”, y que los aludidos habían sido

tomados, precisamente, “de una agrupación nacionalista” AMADEO, Mario Ayer, hoy…, cit., p. 114.

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nalistas del semanario Azul y Blanco, interesados en generar una plataforma política paraun emprendimiento electoral capaz de contar con el apoyo de parte del peronismo48 y fuemuy leída a juzgar por sus reediciones y el lugar que ocupó en los comentarios de laprensa,49 tanto que Ernesto Sabato se consideró en la obligación de contestarle pública-mente.

La respuesta de Sabato, que desde su título anunciaba la pretensión de señalar “elotro rostro” del peronismo,50 en otro sentido también era, sino una verdadera requisitoriacontra la tradición liberal, una explícita advertencia a quienes aún comulgaban en su coro-lario: la idea del peronismo como un fenómeno manipulativo que había distorsionado lahistoria nacional pero sobre cuya rústica autenticidad cabía colocar un discreto paréntesis.Perón, surgido como resultado del descreimiento y de la situación de abandono de lasmasas trabajadoras que llevó al rencor y a la desilusión del pueblo argentino, se revelócomo alguien particularmente dotado para explotar dicho resentimiento:

“…tanto su aprendizaje en Italia, su natural tendencia al fascismo, suinfalible olfato para la demagogia, su idoneidad para intuir y despertarlas peores pasiones de la multitud, su propia experiencia de resentidosocial –hijo natural como era– y […] su absoluta falta de escrúpulos[...] todo lo capacitaba para convertirse no solamente en el jefe de lasmultitudes argentinas sino también en su explotador.”51

El autor, que recrimina a Amadeo pasar demasiado rápidamente por las actitudesfilofascistas que en el marco de la defensa de la neutralidad tuvieron los nacionalistas,considera que el propio Perón –un entusiasta epígono de la doctrina nazi– encontró suoportunidad cuando se hizo evidente la derrota de las armas alemanas: “…había un cargovacante de líder, masas dispuestas a seguirlo... ¿qué faltaba? Nada... Fue un típico fenóme-no de nuestro tiempo, uno de esos fenómenos ante los cuales los racionalistas se han deva-nado y seguirán devanándose los sesos...”52 A la responsabilidad del nacionalismo en el

48 MELON, Julio César “La prensa nacionalista y el peronismo, 1955-58”, en BIANCHI, Susana y SPINELLI,Estela (comps.) Ideas, actores y proyectos políticos en la Argentina del siglo XX, Instituto de EstudiosHistóricos y Sociales “Juan Carlos Grosso”, Tandil, 1997, pp. 215-232.

49 Contorno le dedicó, por ejemplo, una extensa crítica con un título suficientemente ilustrativo: “Catecismopolítico para un nuevo Uriburu. Ayer, hoy y mañana de Mario Amadeo”, en Contorno, núms. 7-8, pp. 55-57.

50 “En un importante libro, acaba usted de exponer sus ideas sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestropaís. No son pocas las ideas en que coincidimos, pero tengo discrepancias capitales...” El escritor conside-raba “si todos sus ciudadanos significativos tienen la obligación de meditar en este cruce de caminos, sushombres de pensamiento [...] tienen una ineludible y tremenda responsabilidad.” SABATO, Ernesto El otrorostro del peronismo. Carta abierta a Mario Amadeo, Buenos Aires, julio de1956, s/e, p. 1.

51 Para Sabato “las masas son femeninas, se enamoran de un líder, y en ese amor no hay cálculo ni sensatez,como es propio de cualquier amor. De modo que frente al excelente candidato, honrado y puro, buenmuchacho y trabajador, estudioso y abstemio –que significaba el Partido Socialista– [...] se fueron con elprimer aventurero que supo llegar a su corazón.” SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 19-20.

52 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 23-25.

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advenimiento del peronismo se sumó “la trágica miopía de la oposición”, al punto querelata su propio fracaso y el de un grupo de intelectuales en incorporar al programa de laUnión Democrática algo más sustantivo en términos sociales que la abstracta defensa de lalibertad... “Y entonces, durante diez años, asistimos todos al desencadenamiento de lapesadilla peronista...”53

El otro rostro aparece en verdad en las últimas veinte páginas que comienzan con el“histórico divorcio” de setiembre de 1955 registrado a partir del contraste entre el estadode ánimo de “doctores, hacendados y escritores” respecto del de “multitudes de compa-triotas humildes” que el autor simboliza en la tan citada desde entonces tristeza de lasempleadas domésticas de una residencia tucumana.54 Es el prólogo para señalar el “resen-timiento casi cómico” de los líderes de izquierda hacia las masas a las que han insultado,sólo sensibles a diferenciar entre un “proletariado platónico, que se encuentra en los librosde Marx, y un proletariado grosero, impuro y mal educado que desfilaba en alpargatastocando el bombo” al que emparenta, pero considera más responsable, con la actitud de lasdamas que en base a la pintura de Delacroix encuentran romántica a la multitud que canta-ba la Marsellesa sin comprender que “se parecía extrañamente a la que en nuestras callesvivaba a Perón.”55 El amor que aquellas masas femeninas brindaron a su líder tiene, en lostrámites finales del escrito, un fundamento menos arbitrario que al principio:

“…en el movimiento peronista no sólo hubo bajas pasiones y apetitospuramente materiales: hubo un genuino fervor espiritual, una fepararreligiosa en un conductor que les hablaba como a seres humanosy no como a parias […] Había [...] –y lo sigue habiendo– algo muchomás potente y profundo... una justificada ansia de justicia y de recono-cimiento, frente a una sociedad egoísta y fría.”56

Eso es según Sabato (“lo demás es detalle”) lo que movilizó Perón y la mayoríaseguía no queriendo ver. Y eso es lo que el peronismo había traído a la vida nacional y porlo tanto ya no podía desconocerse so pena de asegurar el fracaso:57 “…no únicamentedemagogia y tiranía, sino también el advenimiento del pueblo desposeído a la vida políticade la nación.”58

53 “Aquella patria de nuestra infancia”, SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 32 y ss.54 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., p. 40. Es, efectivamente, el fragmento más citado y por lo tanto

más conocido de este libro.55 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 41-43.56 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., p. 43.57 Se impone, según Sabato, una política social comprensiva de los derechos de los trabajadores, rehuir las

venganzas y las persecuciones y reconocer “que todos hemos sido culpables” SABATO, Ernesto El otrorostro…, cit., pp. 50-54. De lo contrario, “no se desmontará así la máquina peronista: sólo se lograráreforzarla hasta convertirla en una tremenda, incontenible y trágica aplanadora”, SABATO, Ernesto El otrorostro…, cit., p. 61.

58 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., p. 48.

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Los unos y los otrosHasta aquí hemos trazado un breve panorama sobre este tema de un modo que, aunquecentrado en lo heteroreferencial y circunscripto al análisis de unos pocos textos escritos apoco del golpe de Estado, nos parece sin embargo suficiente para presentar los nodos deuna reflexión que por cierto se revelaría perdurable.

Por supuesto que algunos de los planteos aquí referidos, tempranamente revisionistasen relación al peronismo, poco tenían que ver con la prolífica literatura política del perío-do. Ésta, que por lo general no trasciende el carácter de denuncia del régimen caído, fueentonces preponderante aunque no prevaleciera en el tiempo. A ello contribuyó decisiva-mente una posteridad que potenció, digámoslo así, las dudas de Sabato, la búsqueda deContorno, los giros nacionalistas y los cambios en la izquierda respecto de opiniones que,generalmente vertidas en forma de libros, solían permanecer en los márgenes del análisis yla condena moral.59 Importa destacar también que estas discusiones precedieron o acom-pañaron –como una especie de heteroreferencialidad crítica– las mucho más escasas asig-naciones de valor provenientes del peronismo mismo –los otros–, refiriéndonos en primerlugar a los textos producidos por el propio Perón60 y sobre todo a las formulacionesidentitarias de corte intelectual que, provenientes de autores afines al movimiento proscripto,suscitaron debates y comentarios cuya importancia estuvo lejos de decrecer, sino más bienlo contrario, en los años subsiguientes.61 Esta última literatura, aparecida en el primer

59 Entre muchos trabajos ni siquiera citados en el texto, DAMONTE TABORDA, Raúl Ayer fue San Perón.Doce años de humillación argentina, Ed. Gure, Buenos Aires, 1955 y ¿Adonde va Perón? De Berlín aWall Street, Ediciones de la Resistencia Revolucionaria Argentina, Montevideo, l955; DEL CARRIL,Bonifacio Problemas de la revolución y de la democracia, Emecé, Buenos Aires, l956; Bajo el imperio dela fuerza, Emecé, Buenos Aires, l958 y Crónica interna de la Revolución Libertadora, Emecé, BuenosAires, 1959; GHIOLDI, Américo De la tiranía a la democracia social; cayó la dictadura, ¿y ahora qué?,Gure, Buenos Aires, l956; NUDELMAN, Santiago Proceso contra la dictadura, 2 vols., Ed. del autor,Buenos Aires, l955, En defensa de la democracia y de la moral administrativa, s/e, Buenos Aires, 1956, yEl régimen totalitario, Ed. del autor, Buenos Aires, 1960. SÁNCHEZ ZINNY, E. F. El culto a la infamia;historia documentada de la segunda tiranía argentina, Ed del autor, Buenos Aires, l958. [también editadapor Stylograf, Buenos Aires, l959.] SANTANDER, Silvano Técnica de una traición. Juan Domingo Peróny Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina, Antygua, Buenos Aires, 1955.

60 PERÓN, Juan Domingo La fuerza es el derecho de las bestias, Montevideo, l958. [reeditada por Síntesis,Buenos Aires, l976], La realidad de un año de tiranía, s/e, 1958; Del poder al exilio. Cómo y quienes mederrocaron, s/e, 1958 [Reeditado por Ediciones Argentinas, Buenos Aires, l973], Los vendepatria, 1958.[reeditado por Freeland, Buenos Aires, l972.] La edición de estos libros testimoniales y de propaganda porparte de Perón ha sido minuciosamente reconstruida por Samuel Amaral en la introducción a AMARAL,Samuel y RATLIFF, William E. (eds.) Cartas del Exilio, Legasa, Buenos Aires, 1991.

61 JAURETCHE, Arturo El Plan Prebish, retorno al coloniaje, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires, l957, y Losprofetas del odio, Peña Lillo, Buenos Aires, l957. HERNÁNDEZ ARREGUI, Juan José Imperialismo ycultura, Buenos Aires, l957 [Plus Ultra, l973] y, fundamentalmente, La formación de la conciencia nacio-nal, Buenos Aires, l960 [Plus Ultra, l973]. Tanto desde el nacionalismo como desde la izquierda se produ-jeron textos interesantes: PUIGBÓ, Raúl La revancha oligárquica y el porvenir obrero, Sigla, BuenosAires, l957; RAMOS, Jorge Abelardo Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Amerindia, Bue-nos Aires, l957.

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lustro de la proscripción, fue la que prevaleció posteriormente, aunque no haya sido unrenglón relevante en las interpelaciones de los propios peronistas, a juzgar por el conteni-do de una prensa partidaria que, por lo general, se expresaba menos en términos de unareflexión sobre el lugar del peronismo en la historia y en el presente argentino y operabamás bien sobre las urgencias políticas de la hora. No será precisamente en este últimolugar, cuyas expresiones que en buena medida siguieron apegadas en el funcionamiento dela semiclandestinidad aunque en ocasiones aspiraron a suplir la carencia de una organiza-ción partidaria62 donde deberá buscarse la posibilidad de un diálogo deliberado sobre loque es, una pregunta que –al modo de Contorno o de Sabato– sí estaba presente entre loscomunistas heterodoxos que con posterioridad a 1955 redoblaron sus interrogantes sobrela nación y el peronismo.63 ¿Dónde encontrar pues una tematización racional y a la vezplural en la que aparezcan los términos de los unos y los otros sino en eventos que seorganizaron precisamente para resolver la ausencia de un verdadero espacio de opiniónpública?

Para recuperar una solución de continuidad con el horizonte de discusión que venía-mos proponiendo consideraremos dos debates portadores de una lectura del peronismoque se realiza en el contexto de las discusiones sobre su inclusión en el panorama de lacultura y de la historia nacional. Uno se realizó en la Universidad de Buenos Aires; el otroen un importante sindicato, pero ambos expresan las posibilidades y límites, las líneas dereconocimiento y conflicto, entre varios de quienes a la sazón eran considerados especia-listas en el decir público, así como, secundariamente a nuestros propósitos, las necesida-des y los puntos de interés de quienes organizaban o concurrían a dichos eventos.

El 22 de agosto de 1958 se realizó la primera de tres mesas redondas sobre temaspolíticos organizadas por el Centro de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad deBuenos Aires. Hicieron uso de la palabra sobre el tema “1930” Sergio Bagú, José P. Barreiro,Olegario Becerra, Carlos Sánchez Viamonte, Rodolfo Irazusta e Isidro Odena; no partici-

62 Las particulares condiciones en que los peronistas enfrentaron la situación con posterioridad a su derroca-miento permite distinguir un primer momento que denominamos de prensa testimonial y en el que losmedios intervienen autónomamente en las luchas por la hegemonía de la resistencia o en el perfilamientode las primeras actitudes neoperonistas de una segunda instancia en el que son reemplazados por otrasempresas cuyo formato y estilo no difiere esencialmente de las anteriores pero que se caracteriza por aspirara convertirse en voceros oficiosos del peronismo conducido por Perón. Palabra Argentina y Rebeldía en elprimer caso; Línea Dura y Norte en la última perspectiva son, entre muchos otros medios de menor impor-tancia y de vida más efímera, los más notorios representantes de una serie de empresas periodísticas que ala luz del nuevo contexto se convirtieron en actores políticos relevantes y esenciales para conocer la historiadel movimiento proscrito. Algunos intelectuales peronistas como Fermín Chávez –que publicaba a la vezen Dinámica Social y en Columnas del Nacionalismo Marxista– escribieron, no obstante, comentarios ynotas críticas relacionadas con las reflexiones públicas que se han citado. Abordé la primera cuestión en untrabajo titulado “Informe sobre la prensa clandestina. Los peronistas entre 1955 y 1960”, presentado en lasII Jornadas Culturas Políticas y Políticas Culturales. La prensa como objeto y como problema, , IEHS-UNICEN, 28-29 de abril de 2005.

63 Uno de los productos más acabados, o al menos más interesantes, de esta búsqueda son las notas contenidasen Columnas del Nacionalismo Marxista, un original quincenario dirigido por Eduardo Astesano en 1957.

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paron de la reunión, aunque fueron invitados, los conservadores Federico Pinedo, MatíasSánchez Sorondo y José Aguirre Cámara. La principal polémica de la mesa se entablóentre Irazusta y el diputado intransigente Becerra, en torno a la participación de un sectordel radicalismo en la revolución de 1930 y de la persona de Hipólito Yrigoyen, quien ajuicio del primero había inaugurado “la época de los santones...”. El tono general deldebate fue amable y pródigo en referencias retrospectivas y justificatorias de la actitud delmovimiento estudiantil y de la opinión pública de entonces, que Irazusta –otra vez para lapolémica– volvió a encontrar tan comprometida con el derrocamiento de Yrigoyen en1930 como con el de Perón en 1955.

El 29 de agosto tuvo lugar la segunda reunión, y sobre el tema “1943” hablaronEnrique Grande, Rodolfo Ghioldi, Oscar Albrieu, Agustín Rodríguez Araya, HoracioDomingorena y Juan José Hernández Arregui. A mitad de la conferencia irrumpió ErnestoSabato, quien se había excusado de participar (también lo había hecho Silvio Frondizi) porrazones de salud pero cuya intervención ocupó el centro de la escena. Pidió disculpas porno encontrarse en condiciones de hablar pero pidió también la palabra. Fiel a su estilo ytambién de acuerdo con su fina sintonía de la época, encaró decididamente el intríngulisdel peronismo que había empezado a revelar tempranamente en El otro rostro... Sabatocomenzó con la afirmación de un presupuesto y un hallazgo expresivo. El primero erapoco original aunque sí lo fue su extensión al conjunto de la conferencia: el peronismo –Perón, según el disertante en expresión que no dejaba de arrancar los silbidos del público–había revolucionado la vida del país y había politizado la sociedad en una medida que noreconocía precedentes históricos. El hallazgo consistía en observar que en la Argentina lasexpresiones empezaban con mayúsculas, pasaban luego a minúsculas y terminaban siendoutilizadas finalmente entre comillas, ya que si otrora habíase verificado tal proceso conexpresiones como patria, nación, ejército (lo que, de paso, servía para explicar la hostili-dad de los jóvenes universitarios para con el naciente peronismo) algo parecido acababade ocurrir con el término Revolución libertadora. La cuestión no se circunscribía, para eldicente, en una mera cuestión de claridad de lenguaje, una claridad que de todos modos sedeclaraba imprescindible para no reiterar el desencuentro entre los intelectuales y el pue-blo, esto es, la necesidad de evitar que la utilización de la palabra libertad apareciera antelos obreros con un sentido “apócrifo y farisaico”. Más allá del significado de las palabrasel escritor entendía que lo que se imponía era la revisión de toda la historia argentina, unatarea que debía comenzar aceptando la necesidad de encararse con el tema peronismo,crucial en el presente y revelador de las dimensiones más problemáticas de la historianacional. El escritor blanqueó en su intervención, finalmente, que se discutía cuál era eltema de toda conferencia sobre temas políticos: “…estamos aquí reunidos en virtud, preci-samente, de ese complejo proceso que significó la revolución peronista, que todo lo trastocó,que todo lo ha revuelto, que ha puesto sobre el tapete los problemas más importantes de lanacionalidad.” Dado que tenía enfrente a Hernández Arregui no pudo menos que intentarzanjar las inconsecuencias que se le señalaban en las obras de éste de un modo muy afín a

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su estilo: “Me considero un especialista en errores, pero al menos quiero reivindicar paramí el mérito de reconocerlos, y de reconocerlos públicamente.”64

Sabato apuntó, seguidamente, a la médula de las críticas que había recibido cuandocomparó a los descamisados de la Revolución Francesa con los autóctonos, y provocó alpúblico –a los dos públicos– cuando comparó al gran ausente con Churchill.

El Director de Relaciones Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultode la República Argentina interpretaba que “el alfabetismo era un factor subordinado a laintuición” lo que, bien mirado, no dejaba de guardar sintonía con aquella directa requisito-ria contra la intelectualidad argentina que Arturo Jauretche, en plena Revolución libertadora,había enunciado en Los profetas del odio...65

Aunque hubiera habido corrupción, agregaba Sabato, “…también es cierto que elpaís se desarrolló industrialmente, que se echaron las bases para la liberación nacional yque además se levantó [...] la bandera de la soberanía...”. Quien así hablaba era una com-binación del autor de El otro rostro... con el funcionario de gobierno, mediado por laexperiencia de haber sido un hombre de la Revolución libertadora. Aunque sus palabrasdenunciaran un importante cambio de percepción sobre el peronismo, es evidente queSabato no se dirigía fundamentalmente al público presente como quizá a peronistas yantiperonistas, y seguramente a uno de sus contertulios públicos, el ya nombrado HernándezArregui que había cargado contra su conciencia intelectual en Imperialismo y cultura, unade sus obras más recientes.

La disonancia entre las palabras de Sabato y la percepción del público presente no sehicieron notar sino a raíz de las intervenciones de quienes le sucedieron en el uso de lapalabra. Las gradas violaron la norma de no-intervención prescripta por los organizadoresdel evento al interrumpir con frecuencia las apreciaciones del comunista Rodolfo Ghioldi,del peronista Oscar Albrieu y del intransigente Rodríguez Araya. La defensa de la UniónDemocrática que hizo el primero fue coronada por gritos, aplausos y silbidos de parte de labarra, pero pudo terminar su alocución consistente en una defensa histórica de la perspec-

64 Sabato era ahora funcionario del gobierno de Frondizi y había sido cuestionado en un libro que acababa depublicar Hernández Arregui. En 1956, luego de haber sido designado director del semanario Mundo Argen-tino por el gobierno de la Revolución libertadora renunció a su cargo tras denunciar la práctica de torturascontra los presos peronistas.

65 No eran esas las únicas coincidencias entre el descubrimiento de Sabato y las afirmaciones de Jauretche. Siel primero se desplazaba desde la impronta de las domésticas llorando la caída del dictador hasta revivirahora y de esta manera su experiencia bergsoniana en clave populista, el segundo partía de un populismoantiintelectualista para descansar en el mismo valle de opciones políticas. Sin dejar de presentarse nuncacomo un crítico del intelectualismo liberal Jauretche ni como la patética culpa de la razón expresada enclave existencialista Sabato, estuvieron lejos de conformar a los peronistas. Si el uno fue tan criticado comoreconocido por Hernández Arregui el otro había sido decididamente cuestionado por otros intelectualesperonistas. Juan Cruz Romero –seudónimo de Fermín Chávez– le dedicó “al compañero autor de El PlanPrebish” una ácida crítica ante una nota de Jauretche aparecida en Qué. “¿Frondizi, síntesis en el dilema:civilización y barbarie?”, en Qué 06/05, y la Crítica escrita por CHÁVEZ, Fermín “Bestiario: El loboestepario, el gorila, el lomo negro”, en Norte, núm. 715, 15/05/1958.

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tiva antifascista que entonces asumieron las principales fuerzas democráticas argentinas.Quien estuvo a punto de no poder comenzar su discurso fue Oscar Albrieu, uno de losúltimos ministros de Perón y a la sazón miembro principal de los organismos de conduc-ción de los proscritos. Los silbidos y gritos de desaprobación inundaron el recinto, alpunto que sólo la intervención del director de la mesa redonda y del diputado RodríguezAraya lograron acallar las protestas. “Aquí, en la Facultad de Derecho, hablan todos losargentinos”, sentenció el segundo, rara avis del panorama político argentino que en plenaRevolución libertadora había propiciado en numerosas ocasiones la amnistía y el cese delas persecusiones a los peronistas. Luego de dos nuevas interrupciones del público, elmoderado dicente peronista pudo contestar a Ghioldi equiparando la Revolución de Mayocon la Revolución social del 17 de octubre, porque su clave de identificación no radicaexclusivamente en el reemplazo de una clase por otra en el poder, sino “…cuando secambia la aceptación común de determinados valores sociales”. El tumulto se repitió tresveces más cuando el orador incursionó en la fundamentación filosófica del justicialismo eidentificó a la gesta de Perón con la de Nasser, “…de idéntica jerarquía y finalidades”. Elclima de la reunión hizo que Rodríguez Araya eligiese diferenciarse nítidamente del ora-dor precedente, con lo que entró en liza con un sector del público que acusó una referenciacontundente a los fusilamientos de la Revolución libertadora, a partir de lo cual el debatese dio entre el diputado y las numerosas y ruidosas manifestaciones del público que torcie-ron definitivamente el tono de una reunión que se escapó del temario confeccionado porlos convocantes. La tercera reunión prevista, sobre 1955, no pudo materializarse, por loque los organizadores recurrieron a solicitar la versión escrita de sus respectivas ponen-cias, que fue finalmente publicada.66 La poco común experiencia había demostrado loslímites del pluralismo en un contexto político que condicionaba la comunicación racionalentre las partes.

Poco más de un año después, en el Teatro de Cámara del Sindicato de Trabajadoresde la Alimentación tuvo lugar un autodenominado Congreso de Liberación Nacional con-vocado según sus propulsores para “…servir al esclarecimiento público de los problemasque hacen al ser nacional y a la subsistencia de la Nación”. El encuentro fue cubierto por larevista Mayoría, en una nota bastante extensa.67

En esta oportunidad y ámbito, Juan José Hernández Arregui ocupaba el centro y nolos márgenes de la escena. Reiteró entonces algunos de los tópicos presentes en su ensayísticapero se sintió animado a anunciar toda una prospectiva política cuando habló de un frentede Liberación Nacional compuesto esencialmente por el peronismo, “…fuerza mayorita-ria de indudable trascendencia nacional y con la clase trabajadora a su vanguardia”. Tam-bién fue congruente con sus trabajos y prospectivo a la vez cuando reconoció a las corrien-tes nacionalistas un papel clave en la historia argentina que podría volver a validarse posi-

66 AA.VV. Tres Revoluciones (los últimos veintiocho años), Ed. Emilio Perrot, Buenos Aires, 1959. [Versióntaquigráfica del ciclo de mesas redondas celebrado en la UBA en agosto y setiembre de 1958.]

67 Mayoría, 11/01/1960, pp. 8 y ss.

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tivamente en el futuro inmediato. Las fuerzas de este origen, observó, parecen destinadasa ser protagonistas de la transición hacia nuevas formas políticas, aunque su “indeclinablevocación patriótica” no haya sido siempre “canalizada positivamente”. En la Revoluciónde 1930 el nacionalismo fue la transición que desembocó en la Década Infame, en 1943sirvió de puente para el acceso del pueblo al poder y en 1955, fue el “…caballo de Troyadel que se sirvió para el asalto al poder la oligarquía liberal”. Actualmente, apuntó elconferencista, se ha renovado la esperanza de que muy pronto pueda ser la feliz transiciónhacia la “instalación definitiva del pueblo en el poder”. Finalizó su exposición apuntandouna tenue evolución que vislumbraba menos que profetizaba, en factores de poder como elEjército y la Iglesia que enfrentan “el empuje de las masas populares”, reconociendo losaportes de la izquierda a la Revolución Nacional y saludando “ese fermento que aflora enlos movimientos juveniles y todos los partidos políticos –socialismo, UCRI, UCRP,democristianos y hasta en el comunismo–” y que amenaza “derrumbar estructuras fenecidasy jerarquías caducas”.

Rodolfo Puiggrós encontró un contexto propicio para avanzar en las tesis que lohabían acercado a lo nacional. Como de costumbre, la línea expositiva estuvo fundada enargumentos históricos. Según lo reprodujo la revista, con Bernardino Rivadavia se habíainiciado la “introducción del liberalismo inglés en la Universidad de Buenos Aires” por loque podía decirse que “desde ahí comienza la claudicación nacional y se genera la con-ciencia entreguista de los intelectuales cipayos.” Sostuvo que las masas hicieron su apari-ción con Yrigoyen, quien tuvo que romper con su partido para acercarse al pueblo, y queesas masas, ya con la conciencia social puesta de manifiesto el 17 de octubre de 1945,llevaron al poder a Perón, cuya caída se debió a la descomposición de las fuerzas que losustentaban. Terminó exhortando al pueblo a “…despojarse de los prejuicios liberales,para luchar en todos los frentes por la soberanía política, la libertad económica (sic) y lajusticia social.” Puiggrós había comenzado comunicándose con su auditorio mediante unainterpelación sencilla: “Si se reconoce que la democracia es el gobierno del pueblo, ¿porqué está Arturo Frondizi en la Casa de gobierno y no Juan Domingo Perón?”

Carlos Alberto Voss, quien fue presentado como “…la voz de las AgrupacionesJusticialistas de Lomas de Zamora” procedió a criticar algunos aspectos de la gestión degobierno de Frondizi pero, fundamentalmente, señaló como agentes del comunismo a losfundadores y dirigentes del Fondo Monetario Internacional. Esto último era fruto de unrazonamiento y tenía una consecuencia lógica que sintetizó como sigue: “La oligarquíaliberal nos está empujando al comunismo, pero los peronistas nos aferramos a nuestrasbanderas.” De historia, pues, habló Hernández Arregui como autoridad; sobre política seexpresó Cooke, y todos estuvieron de acuerdo, de modo tácito o no, en que el peronismotenía que ocupar un lugar importante en la libración nacional.68

68 Hubo otros oradores como Reinaldo Frigerio (quien explicó su timidez por el handicap desfavorable que leproporcionaba su apellido), Rodolfo Arce (joven médico peronista interesado en la legislación agraria) yAdolfo Silenzi de Stagni (que en 1955 había sido una de las voces más escuchadas en la oposición a los

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El acto fue cerrado por John William Cooke, quien fue el único que habló de unprograma concreto para el Frente de Liberación y el que expuso las alternativas políticasde un modo más claro que, no obstante, no perdía de vista la fundamentación teórica ni laargumentación histórica. No podía haber liberación sin el peronismo, pero tampoco podíahaberla exclusivamente con el peronismo; no podía partirse de los partidos políticos comotales, pero el frente podría nutrirse y enriquecerse con el aporte de sus desertores; no podíaeludirse la intrínseca vinculación entre cuestión nacional y cuestión social, ni el carácterrevolucionario de la lucha, derivado este último –vale la pena reparar en ello– de la pros-cripción de la fuerza mayoritaria. La composición del Frente debía hacerse, pues, sobreuna triple base: 1) el peronismo, “parte insustituible y fundamental del movimiento”; 2) laclase trabajadora, “a la que se le han tendido todas las trampas ideológicas y prácticas paraeliminarla como fuerza, reduciéndola al ‘apoliticismo’ y encerrándola en el círculo dehierro de la lucha por salarios...”; 3) los estudiantes, “a quienes toda una retórica aparente-mente revolucionaria e izquierdizante los mantuvo alejados del pueblo, determinando ac-titudes profundamente reaccionarias, de las que ahora se aperciben ante el hecho concretode nuestra sumisión y coloniaje” y 4) el ejército, “desde 1955 guardia pretoriana de laoligarquía”, punto sobre el cual Cooke se ve obligado a aclarar que está pensando en unaevolución sanmartiniana de los oficiales que torne capaces a las Fuerzas Armadas de inte-grarse en un Frente de Liberación, y no en propiciar un golpe militar.

El autor de la nota, que escribía con el seudónimo de Javier López Seis, aparecíacomo un observador entusiasmado en apuntarse una definición correcta y a la vez funcio-nal del peronismo. Se congratulaba en presentar las exposiciones de destacados intelectua-les y políticos ubicados en una línea nacional que a su juicio comprendía “…matices quevan desde la derecha nacional hasta la izquierda nacional” incluyendo a “…esa síntesis deambas que aspira a ser el justicialismo, que ubicándose en un plano humanista en lo funda-mental, rompe los moldes estrechos de las presuntas ortodoxias de ambos extremos”, todolo cual imponía la “…preocupación por dar un contenido concreto a las postulacionesdoctrinarias del peronismo.”69

Si el primero de los encuentros referidos ilustra la confirmación del peronismo comotema vertebrador de opinión en los ámbitos intelectuales, ésta última conferencia conden-sa el sentido y hasta la estructura de la autorreferencialidad peronista allí y hasta donde esposible distinguirla. Por un lado, las grandes obras de lo que posteriormente sería recono-cido como izquierda nacional como sostenedoras de un discurso revisionista sobre el pasa-do que anuncia –o anticipa– una determinada lectura del peronismo que llegará a estarmuy extendida a comienzos de los años 1960s. Por otro, el tono sostenido por “la voz de deLomas de Zamora” guardaba una significativa sintonía con lo que los peronistas podían

contratos petroleros que firmó el gobierno de Perón y ahora atacó la política económica de Frondizi), peropor encima de algunas disidencias sobre la prioridad de una reforma agraria todos hablaron de “conquistade una definitiva independencia integral.”

69 Mayoría, 11/01/1960.

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70 Digo esto menos en el sentido de excusa que en el de “pre-texto” o condición necesaria. Dicha condición serevela tanto en la información pública como en la producción y el debate intelectual del momento, aunquede modo mucho más claro respecto de lo segundo. El peronismo es pre-texto o condición necesaria derealización para los proyectos en pugna, aunque las “simplificaciones globalizantes” tal y como puedenaparecer en la prensa no suelen incluirlo con nombre propio (siendo sustituido por ejemplo, por la formula-ción de antinomias como es el caso de “democracia” frente a “totalitarismo”) y por mucho tiempo prevale-ce un nominalismo eufemístico (“régimen depuesto”, “dictadura”, etc.).

leer en una prensa propia en la que las expresiones de tono populista de distanciaban,deliberada o inevitablemente, de la reflexión intelectual.

En conclusiónEl lugar que ocupa el peronismo en el discurso que aspira a adquirir relevancia en laArgentina de este tiempo se extiende mucho más allá del que le conceden los directamenteinvolucrados en las competencias electorales, ya que deja una huella perdurable en laensayística de la época y hasta puede ser reconocido en el revés de los planteos académi-cos. Si impregna por necesidad las fórmulas interpelativas de partidos y dirigentes políti-cos y sociales a quienes les resulta ineludible recurrir o contar con la identidad peronista,tienta particularmente, como hemos visto, a aquellos que se asignan la tarea de explicar larealidad. Lo menos que puede afirmarse al respecto es que casi siempre que se discutiópúblicamente en la Argentina de este tiempo, el peronismo constituyó, efectivamente, par-te esencial de la cuestión.

El peronismo podría ser reconocido así, desde varias perspectivas, como una simpli-ficación globalizante que remite a una experiencia histórica reciente a la que no sólo se leatribuyen defectos y virtudes. Dado que dicha simplificación, dichas reducciones, o, si seprefiere, dichas interpretaciones, aparecieron articuladas en torno a símbolos y formasinterpelativas que se concibieron como eficaces en la lucha por el consenso pero que porotra parte interesaron per se a quienes aspiraban a dar racionalidad a lo real, no puedemenos que afirmarse que constituyeron un pretexto de primer orden para discutir el país.70

Mar del Plata, diciembre de 2004

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* Agradezco los valiosos comentarios y sugerencias de Emilio Crenzel, Elizabeth Jelin, Ricardo Spaltenbergy de dos réferis anónimos que se han expedido sobre este artículo. Agradezco también su decisiva partici-pación en esta experiencia tanto a las personas entrevistadas como a los militantes sociales que colaboraronen la realización de los contactos.

ResumenEl artículo presenta una exploración sobre lasprácticas de historización que se hacen presen-tes entre las distintas generaciones de trabaja-dores desocupados del conurbano bonaerense.En base a 28 entrevistas en profundidad, seanalizan las formas que asumen las referenciasal pasado reciente en términos de la organiza-ción del campo temporal y las articulacionesque se establecen entre un pasado común y labiografía personal, así como la intensidad dela incorporación de la esfera pública como áreade relevancia. Se localizan los contextos his-tóricos concretos considerados como sustanti-vos y la significación otorgada a los mismos.En este marco se analizan especialmente lasformas que asume la elaboración de la historiaperonista.

Palabras clavememoria – identidades – clase obrera –peronismo – dictadura

a recurrencia del recuerdo.Prácticas de historización entre trabajadores desocupadosdel conurbano bonaerense

VERÓNICA V. MACEIRA

AbstractThis paper presents the results of an exploratorystudy analyzing the forms of historicalrepresentation between different generations ofthe desemployed workers. The research isbased on 28 interviews. It describes the waysof organizing the temporal field and thearticulations between social past and personalbiographie. The study finds the historicalcontexts that are more relevant by the workersand analyzes the meanings given to them.

Key WordsMemory – Identities – Working Class –Peronism – Authoritarianism

Recibido con pedido de publicación el 29 de marzo de 2004Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004Vesión definitiva recibida el 10 de diciembre de 2004

Verónica Maceira es Becaria Postdoctoral Conicet/[email protected]

L

MACEIRA, Verónica V. “La recurrencia del recuerdo. Prácticas de historización entre trabajadoresdesocupados del conurbano bonaerense”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario, Argentina, pri-mavera 2005, pp. 153-178.

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I

Señala Huyssen1 que uno de los fenómenos culturales y políticos más sorprendentesde los últimos años es el surgimiento de la memoria como preocupación central dela cultura y de la política de las sociedades occidentales. En nuestros países

latinoamericanos, el surgimiento de dicha preocupación tiene un contenido político bastantemás específico, vinculado con las luchas por la verdad y la justicia con relación a lasdictaduras de los 1970s. y los 1980s. y sus políticas genocidas. Particularmente enArgentina, distintos actores sociales han asumido este mandato de “recordar”, que es, enrigor, asumir un lugar en la lucha por la interpretación y significación de ese pasado.2 Eltrabajo que presentamos aquí busca, sin embargo, acercarnos a las prácticas de elaboracióndel pasado en otros territorios sociales y culturales no autoidentificados a priori comouno de estos actores de las luchas por la memoria de lo ocurrido en el pasado reciente dela Argentina y no interpelados usualmente al respecto. En esa dirección, hemos realizadouna exploración sobre algunas de las formas de representación, elaboración y significacióndel pasado reciente que se hacen presentes entre un grupo de trabajadores desocupadosdel conurbano bonaerense.

El estudio constituye un primer avance dentro de una investigación más amplia quebusca desentrañar y comparar las orientaciones sobre lo social de heterogéneos grupos detrabajadores. Se basa en 28 entrevistas realizadas en profundidad durante marzo y abril del2001, a varones de entre 18 y 59 años de edad residentes en el partido de la Matanza, en elconurbano bonaerense.3

Antes de avanzar en los contenidos del artículo, resulta pertinente introducir algunosseñalamientos que serán de utilidad para enmarcar y significar los resultados del estudio yque remiten a la especificidad de los sectores que son objeto del mismo.

El partido de la Matanza es una otrora zona fabril afectada especialmente por elproceso de desindustrialización y reestructuración que caracterizó la economía argentinaen las últimas décadas. La magnitud y características generales de dicho proceso determi-nan que parte de quienes se encuentran hoy desocupados, y aparecen incluso como super-numerarios, sean trabajadores desplazados de antiguas inserciones estables. Esto se expre-sa justamente en el tipo de trayectoria socio-ocupacional de la mayor parte de nuestrosentrevistados mayores de 30 años. Junto con ellos encontramos a los más jóvenes, queingresaron al mercado de trabajo ya en este contexto y muestran trayectorias extremada-mente precarias, cuya nota característica es la falta de inserciones fabriles.

1 HUYSSEN, Andreas En busca del tiempo futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 2002.2 JELIN, Elizabeth y KAUFMAN, Susana “Los niveles de la memoria: reconstrucciones del pasado dictato-

rial argentino”, en Entrepasados. Revista de Historia, año X, núms. 20-21, Buenos Aires, 2001, pp. 9-34.3 En este sentido, las prácticas, representaciones y orientaciones observadas, han sido producidas en el mar-

co de este dispositivo específico con el que contamos los cientistas sociales. Los resultados obtenidos noson ajenos a este encuadre y deben ser valorados como evidencia histórica interpretable en el marco de taleslimitaciones.

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Por otro lado, desde mediados de la década del noventa y en el marco de los nivelesinéditos alcanzados por el desempleo abierto y la subocupación, los desocupados se incor-poraron como protagonistas de la protesta social a través de múltiples organizaciones quelos nuclean.4 Esta protesta estuvo en el origen de la extensión de asistencia gubernamentala través de planes de empleo que contribuyeron, a su vez, al fortalecimiento numérico ysostén de estas mismas organizaciones. En el caso del partido de la Matanza, bastiónperonista dentro del tradicionalmente peronista conurbano bonaerense, los masivosagrupamientos de desocupados que surgieron se enraízan en una historia organizativa te-rritorial de más largo plazo. Se construyeron con relativa autonomía y en competenciaorganizativa con respecto al partido justicialista,5 cuyas ya consolidadas redes clientelareshabían experimentado a su vez una fuerte expansión en la región desde mediados de losaños 1980s.6 Distintas investigaciones han advertido sobre el cuestionamiento al peronismoque supondría el surgimiento de estas organizaciones sociales y políticas, no sólo en térmi-nos político-organizacionales, sino también en cuanto a su capacidad de articulación yexpresión de las transformaciones socioculturales que se operan en los sectores popula-res.7

Los entrevistados que participaron de este ejercicio exploratorio constituyen un uni-verso de interés en tanto presentan la particularidad de anudar algunos de los importantesprocesos a los que hicimos referencia: se trata de desocupados, beneficiarios de planes deempleo, residentes en localidades tradicionalmente peronistas del conurbano pero organi-zados actualmente a través de una de las agrupaciones de amplia inserción territorial eneste partido.

Nuestro estudio permitirá, entonces, aproximarnos acotadamente al estudio de lasidentidades presentes entre los sectores populares en el postmenemismo a partir de laobservación y análisis de las prácticas de historización de estos hombres.

Desde la perspectiva que guió este trabajo no asumíamos a nuestros entrevistadoscomo inscriptos en un territorio social que se limita a incorporar pasivamente representa-ciones y significaciones del pasado producidas por otros. Tampoco los presuponíamos

4 MACEIRA, Verónica y SPALTENBERG, Ricardo “Una aproximación al movimiento de desocupados en elmarco de las transformaciones de la clase obrera en Argentina”, en Observatorio Social de América Latina,CLACSO, núm. 5, Buenos Aires, 2001, pp. 23-26.

5 DELAMATA, Gabriela Los barrios desbordados. Las organizaciones de desocupados del Gran BuenosAires, Eudeba/Libros del Rojas, Serie Extramuros, núm. 8, Buenos Aires, Abril 2004; SVAMPA, Maristellay PEREYRA, Sebastián Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras, Edito-rial Biblos, Buenos Aires, 2003; OVIEDO, Luis Una historia del movimiento piquetero. De las primerasCoordinadoras a las Asambleas Nacionales, Ediciones Rumbos, Buenos Aires, 2001.

6 AUYERO, Javier La política de los pobres. Las prácticas clientelares del peronismo, Manantial, BuenosAires, 2001; FOURNIER, Marisa y SOLDANO, Daniela Los espacios en insularización en el conurbanobonaerense: una mirada al lugar de las manzaneras, UNGS, Buenos Aires, 2001; LEVITSKY, Steven“Del sindicalismo al clientelismo: la transformación de los vínculos partido-sindicatos en el peronismo,1983-1999”, en Desarrollo Económico, vol. 44, núm. 173, abril-junio 2004, pp. 3-32.

7 SVAMPA, Maristella y PEREYRA, Sebastián Entre la ruta…, cit. y OVIEDO, Luis Una historia…, cit.

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como necesariamente portadores de una memoria subalterna espontánea, verdadera o re-sistente. Antes bien, nos preguntábamos justamente cuáles son las relaciones que se esta-blecen entre culturas dominantes y subalternas en este campo. Entendemos que las memo-rias no se construyen por fuera o por arriba de las diferencias de clase, de género8 y étnicas.Por el contrario, aquellos eventos que pudieron tornarse significativos para determinadogrupo social pueden no serlo para otro o bien involucrar una significación distinta, por loque las representaciones con respecto al pasado, como todas las representaciones relacio-nadas con lo social, están siempre condicionadas por aquellas coordenadas que definen lapropia identidad. En esa dirección, estuvimos atentos a localización de contenidos al me-nos parcialmente alternativos, esto es, a las maneras en que las narrativas de nuestrosentrevistados pudieran ser una expresión de una experiencia “desde abajo” y cuál era elcarácter de la misma.

Asimismo, en tanto la memoria es un determinante básico en la formación de lasorientaciones sociales y políticas,9 nuestra propuesta de investigación involucró no sólo elinterés de estudiar las formas de representación del pasado por parte de los trabajadoressino también las formas de incorporación (o no incorporación) de la experiencia pasada alpresente.

Con esta serie de inquietudes abordamos este acercamiento a las prácticas dehistorización dominantes en este universo. Retomamos el término “prácticas dehistorización”, presentado por Roxana Guber10 para enfatizar con ella los “…aspectoscreativos y procesuales de los usos del pasado, contrastando con la memoria consideradacomo contenido y archivo donde se almacenan hechos pretéritos.” Por “prácticas dehistorización”, Guber hace referencia a “…la selección, clasificación, registro y

8 Dado que, por los objetivos generales de la investigación en la que se inscribe este ejercicio, los desocupa-dos entrevistados son exclusivamente varones, es necesario enfatizar que las observaciones realizadas en elmismo no pueden ni deben extenderse a trabajadoras mujeres, lo que asumimos como una limitación deltrabajo que aquí presentamos. Estudios particulares sobre esta materia nos advierten sobre las diferenciassustantivas entre las prácticas de historización de varones y mujeres, no sólo en cuanto a los contenidosespecíficos que tendencialmente serían materia del recuerdo y la significación otorgada a los mismos, sinofundamentalmente en cuanto a las formas de organización de las narrativas y a los referentes sociales yespaciales que se incorporan en el relato. [PORTELLI, Alessandro The Battle of Valle Giulia. Oral Historyand the Art of Dialogue, University of Wisconsin Press, Wisconsin, 1997 y JAMES, Daniel Doña María’sStory: Lyfe History, Memory, and Political Identity, Duke University Press, 2000.] Algunos trabajos reali-zados en la última década [AUYERO, Javier La política…, cit.; JELIN, Elizabeth, et al. Vida cotidiana ycontrol institucional en la Argentina de los 90, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1996; JELIN,Elizabeth y KAUFMAN, Susana “Los niveles…”, cit.; JAMES, Daniel Doña María…, cit.] han avanzadoen distintos tópicos referidos a las representaciones y significaciones del pasado reciente entre las mujeresde los sectores populares de nuestro país.

9 Moscoso por ejemplo, señala que la memoria es el modo en que es procesado el resultado de confrontacio-nes sociales anteriores, pudiendo actuar durante generaciones. MOSCOSO, Leopoldo “Lucha de clases:acción colectiva, orden y cambio social”, en Zona Abierta, núms. 61-62, Madrid, 1992.

10 GUBER, Rosana “Las manos de la memoria”, en Desarrollo Económico, vol. 36, núm. 141, abril-junio1996, pp. 424-441.

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reconceptualización de la experiencia, donde el pasado se integra y recrea significativamentedesde el presente a través de prácticas y nociones socioculturalmente específicas de tem-poralidad, agencia y causalidad.”

Entendemos que estas prácticas involucran necesariamente una gramática temporal,esto es, una disposición de los hechos en un eje temporal que es lo específico de unapráctica histórica (académica y no académica). Esta construcción no siempre supone loque para el investigador pudiera aparecer como la “asignación correcta” de un antes y undespués. Pueden, por el contrario, hacerse presentes criterios de temporalidad no siempreidénticos y aún diversos de aquellos que operan en la representación lineal.

Asimismo, la práctica de historizar no es sólo la selección de hechos relevantes y suordenamiento temporal, sino también la puesta en relación que puede establecerse entrelos mismos, a la manera, podríamos decir, de un códice cuyos pictogramas se tornancomprensibles en el marco del discurso que los incorpora y los relata. Por otro lado, pue-den hacerse presentes formas distintas de organizar las propias narrativas, de acuerdo,entre otros elementos, a los referentes sociales y espaciales que se incorporen al relato.11

Del resultado de la observación de estos aspectos involucrados en las prácticas dehistorización de nuestros entrevistados damos cuenta en este ejercicio. En el mismo seanalizan las formas que asumen las referencias al pasado, en términos de la organizacióndel campo temporal y de los niveles de relaciones sociales involucrados en estas prácticas.Se observan, en particular, las articulaciones que se establecen entre un pasado común y labiografía personal, así como la intensidad con la que se incorpora subjetivamente la esferapública como área de relevancia.

Asimismo, se localizan los contextos históricos concretos considerados recurren-temente como sustantivos y la significación otorgada a los mismos desde la perspectiva delos entrevistados. En este tópico nos detuvimos especialmente en las formas que asume laelaboración de la historia peronista, dada la relevancia de esta temática en la rememora-ción de los mismos entrevistados y su importancia concurrente en el estudio de las orienta-ciones de los trabajadores en la Argentina.

IILas prácticas de historización observadas presentan regularidades y variaciones asocia-das, en parte, a las diferencias etarias. Esta constatación no es ciertamente sorprendente entanto sabemos que el momento del curso de la vida en que ocurrieron determinados acon-tecimientos es un factor crucial que marca la manera en que éstos son vividos,12 por lo quealgunos contextos históricos cruciales tienden a tornarse significativos para las distintascohortes y, en forma más general, pueden compartirse formas y claves interpretativas através de las cuales se elabora el pasado.

11 PORTELLI, Alessandro The Battle…, cit.12 JELIN, Elizabeth y KAUFMAN, Susana “Los niveles…”, cit.

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Por este motivo, es que organizaremos nuestro trabajo atendiendo justamente a lasdistintas edades de nuestros entrevistados. Al respecto, es necesario señalar que los cortesetarios a los que nos referiremos aquí no son un a priori de la investigación, sino unaresultante de la observación de las continuidades y quiebres en las formas dominantes queasumen las representaciones de los entrevistados y su correspondencia con las edades delos mismos. En ese sentido, en el análisis realizado ha sido posible discriminar a los entre-vistados por su localización en lo que aparecen como cuatro cohortes distintas, a saber: a)quienes tenían 55 años y más al momento de la entrevista; b) los hombres de entre 40 y 54años; c) una cohorte conformada por quienes tenían entre 27 y 37 años y c) los entrevista-dos de hasta 25 años al momento de la entrevista.13

Las cohortes más antiguasLos hombres de 55 años y más al momento de la entrevista son aquellos que vivieron losprimeros gobiernos de Juan D. Perón siendo niños. Para ellos, el primer peronismo tiendea ser un contexto histórico significativo de sus propias biografías, cuya rememoración seproduce en distintos momentos de las entrevistas:

“…en el tiempo de Perón, antes del ‘55, que yo me recuerdo que man-dé una carta a Evita, me mandó dos bolsas llenas de ropa, zapatillas,una pelota de fútbol también me mandó. Cuando estaba Perón, estosno son peronistas, son, como se dice […] conservadores. El peronismode Perón, ¿qué diría que fue lo más importante? La mujer que tenía, élestaba bien por la mujer, lo ayudó mucho, diga que se murió, sino […]Ojalá que hubiera otra mujer como esa, pero no… pienso yo… por loque vi.”

“Cuando iba al colegio, estaba Perón y Evita. Si faltaba calzado, vosibas al colegio, te miraban el que tenía roto el calzado y ya te entrega-ban otro. Te faltaba una hoja para terminar el cuaderno y ahí te dabaotro cuaderno nuevo, así, que por lo menos morfi no te faltaba. Asíque vos en esa temporada por el calzado, por los guardapolvos, por elcalzado, no tenías problemas, y eso no sé qué año era, pero era laépoca de Perón y Evita.

“– Usted era muy chico.

“– Sí, te daban galleta, te daban leche, si vos te ibas, si salías del cole-gio sin comer, ahí te hacían. Eso fue lo mejor y después empezó, cuan-do yo ya era más grande, empezó, si querías zapatillas, tenías que com-prarte vos, si no tenías morfi, tenías que poner vos de tu bolsillo. Eso

13 En el curso de este trabajo se conservan las edades que los entrevistados tenían al momento de las entrevis-tas, realizadas –como ya señalamos– en marzo y abril del 2001.

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era antes, así que nosotros íbamos al colegio, comía o no comía, tenía-mos que comer.

“– Y recuerda algún otro hecho.

“– No.“– Así que ese es el único hecho importante para usted.

“– Sí. Porque no pensábamos si nuestros viejos nos iban a comprarunas zapatillas, siempre íbamos al colegio y te miraban las zapatillas yya a la tarde tenías zapatillas. Ahora no tenés cuaderno, no tenés li-bros, tenés que ponerte vos y con lo poco que ganás, por lo menos, unsuponer, que yo tenga cinco o seis hijos, cómo le voy a comprar uncuaderno, un libro, si tengo que mandar tres, cuatro, en el colegio. Nole mando y ya está. Ese es el problema de ahora. Antes no. Vos teníashijos, y eso es lo que tiene que hacer el gobierno, cuando ve que vostenés cuatro o cinco hijos, que mande casa por casa, si tiene cincohijos, cuánto ganás, tanto, bueno, ahí tenemos que darle la ayuda.

“– Así que la época de Perón y de Evita, otro hecho no…

“– No, porque ahí se viene en pendiente. Se viene cayendo desde ahí.”

En estos casos, y con relación a los ámbitos de relaciones que se hacen presentes enla elaboración del recuerdo de los primeros gobiernos peronistas, los eventos de la esferapública se entraman con la biografía personal, estableciendo una vinculación cuya intimi-dad y afectividad difícilmente se repita, en este universo, con otros eventos de la historiasocial y política del país.

Asimismo, el primer peronismo es un hito a partir del cual organizar la historia socialdel país o bien la historia de los trabajadores, es un punto de inflexión significativo quepermite una periodización sintética. Porque, como dice nuestro segundo entrevistado, elprimer peronismo es para muchos, un estado a partir del cual “se viene cayendo.”

Queremos hacer hincapié sobre esta capacidad “organizativa” del peronismo conrelación al campo temporal, dada la importancia que cabe a una periodización en todainterpretación del pasado. Si bien la periodización es uno de los procedimientos más co-munes en la construcción de un discurso histórico,14 es también uno de las más comprome-tidos. Toda periodización involucra la puesta en relación de un evento con todo el campotemporal, y dentro de este campo, la localización de puntos de inflexión significativos, decontinuidades y rupturas y, por lo tanto también, de posibles causas y consecuencias.15

14 PORTELLI, Alessandro The Battle…, cit., p. 99.15 PASSERINI, Luisa Fascism in Popular Memory. The Cultural Experience of the Turin Working Class,

Cambridge University Press, Cambridge, 1987.

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Por último, el peronismo como contexto histórico significativo (con las característi-cas reseñadas) se circunscribe aquí a los años de los primeros gobiernos de Perón. Esteelemento pone de relieve el trabajo de “selección” que tiene lugar en toda práctica dehistorización: en estas narrativas, ni el período de la llamada resistencia peronista, ni elcamporismo, ni el tercer gobierno de Perón son mencionados ni incorporados a la versiónde la historia peronista que se entrelaza significativamente con las historias de vida deestos trabajadores. Este señalamiento cobra relevancia al considerar que estos últimoseventos sucedieron durante el período que sería considerado tradicionalmente como polí-ticamente formativo en la vida de estos entrevistados, mientras que, por el contrario, losaños del primer gobierno peronista son anteriores al mismo. Asimismo, esta observaciónejemplifica sobre el juego entre aquello vivido y aquello transmitido que opera en el traba-jo de la memoria: si bien es innegable que la recepción de los útiles escolares y las zapati-llas son hechos vividos por estos entrevistados como niños, la significación otorgada a losmismos supone, desde el inicio, un elemento de transmisión intergeneracional.

En las entrevistas de los trabajadores desocupados de la cohorte posterior, esto es,aquellos que siendo mayores de cuarenta años al momento de la entrevista no llegaron avivir los primeros gobiernos peronistas en su infancia, el peronismo tiende a perder estecarácter de contexto histórico significativo de la propia biografía. Este desplazamiento esabsolutamente previsible en lo que concierne a los primeros gobiernos peronistas, en tantoresponde naturalmente a la no contemporaneidad de éstos y las biografías personales deesta cohorte. Sin embargo, con algunas excepciones a las que nos referiremos más adelan-te, los entrevistados de esta cohorte (tal como sus compañeros más viejos) tampoco tien-den a incorporar otros eventos posteriores de la “historia peronista” como contextos signi-ficativos.

Para la mayoría de los entrevistados peronistas de esta cohorte, este desplazamientoinvolucra además, un doble movimiento. Por un lado, en tanto período no vivido personal-mente, los años del primer gobierno peronista se retoman como referencia recibida a tra-vés de la transmisión (fundamentalmente la transmisión familiar) para preservar intensa-mente su carácter de legitimante de la propia identidad peronista.

Por otro lado, sin embargo, gran parte de estos entrevistados presentan una tendenciaa la rememoración de la propia biografía en una clave eminentemente privada, no articu-lando ningún evento de carácter público como encuadre significativo de sus propias vidas.El eje a partir del cual estructurar su propia biografía está dado reiteradamente por surelación con el mundo del trabajo, que actúa como principio organizativo de una cronolo-gía construida con relación a logros o fracasos en este espacio de relaciones. La propiabiografía se periodiza construyendo períodos positivos o negativos, determinados por sihabía “mucho” o “poco” trabajo y por el momento que, debido a los logros en ese campo,se accede al terreno y a la vivienda propia. Este ámbito de relaciones es representado, enalgunos casos explícitamente, como ajeno a todo contexto político. Las referencias en esesentido son abundantes. Por ejemplo:

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“…yo, como siempre trabajé, yo nunca me puse a ver si tal gobierno otal gobierno.”

“…lo importante para mí era querer trabajar y tener una casa. Cuandollegué acá y pude trabajar. Nunca pensé en la parte política. [...] vivíasiempre pensando en lo mío.”

Será pertinente agregar que, independientemente de que pueda ser conceptualizadapor nosotros como una relación de carácter político, la adhesión al peronismo es presenta-da, desde la perspectiva de la mayoría de estos entrevistados, como un hecho de la esferaprivada. La misma es entendida como un sentimiento, ya sea negando la propia pertenen-cia a toda organización política al tiempo que se afirma la identidad peronista, o bienremitiendo al famoso “…yo, en política no me meto, soy peronista”. Por lo que esta adhe-sión parece apoyarse en lo que Nun ha referido como una “memoria privada” delperonismo.16

Esta última forma de representación del pasado en clave privada parece contrastarcon la de aquellos mayores, anteriormente mencionados, que han vivido una “época deoro” del peronismo y lo entraman en su biografía personal. Unos y otros, sin embargo,forman parte de distintas cohortes de un mismo territorio social y cultural, fuertementeinvolucrado en los primeros años de la experiencia peronista y que probablemente no hayaexperimentado una interpelación posterior de igual intensidad por otro proyecto o aconte-cimiento político. En esa dirección, para quienes la vivieron en su infancia, la experienciade los primeros años del gobierno peronista es un contexto histórico significativo quepuede ser entramado cronológicamente en su biografía personal. No es audaz afirmar quelos primeros años del peronismo involucran para estos sectores sociales, un canal abiertoentre el mundo doméstico y comunitario y la esfera política nacional, una imbricaciónentre lo privado y lo público, entre la biografía y la historia. Por tanto, estos años aparecensubjetivamente, en las prácticas historizantes de estos trabajadores, como aquello que efec-tivamente fueron: una instancia decisiva en la ciudadanización e integración social de lostrabajadores argentinos.17 El peronismo de esos años es vivido, a diferencia de otros even-tos de la historia posterior, no como algo que simplemente pasó, sino como aquello que“les” pasó a estos trabajadores,18 ya sea en términos biográficos o en términos de una

16 NUN, José Averiguaciones sobre algunos significados del peronismo, Espacio Editorial, Cuaderno delGECUSO, núm. 3, Buenos Aires, 1994.

17 Sobre el carácter social de este proceso ver MARÍN, Juan Carlos Los hechos armados. Argentina 1973-1976. La acumulación primitiva del genocidio, Ediciones P.I.CA.SO./Rosa Blindada, Buenos Aires, 1996.Sobre los rasgos particulares asumidos por este proceso en el marco de la experiencia peronista ver JAMES,Daniel Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-76, Sudamericana,Buenos Aires, 1990.

18 De los señalamientos aquí presentados dan cuenta tanto lo que dicen como lo que no dicen nuestros entre-vistados al hablar de su vida y de la historia del país, así como una serie de situaciones que observamos yregistramos a lo largo de las entrevistas. Por ejemplo, la protagonizada por un entrevistado de 48 años,

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identidad transmitida intergeneracionalmente. Por su parte, para quienes no lo vivieronpero participan de una misma identidad política, el primer peronismo mantiene su papellegitimante de la propia identidad peronista, pero pierde naturalmente su carácter de con-texto histórico de la propia vida, mientras que eventos públicos posteriores aparecen (porrazones en las que nos detendremos más adelante) como experimentados con cierta rela-ción de exterioridad, por lo que las narrativas tienden a construirse en clave eminentemen-te privada.

Por otro lado, encontramos excepcionalmente a dos entrevistados peronistas de estasegunda cohorte para quienes el contexto histórico significativo de su propia biografía setraslada al tercer gobierno de Perón. Entre estos últimos entrevistados aparece una formade incorporación de la “época de Perón” a la propia biografía que, con variaciones, encon-traremos en algunos entrevistados más jóvenes: la “época de Perón” no tiene una tempora-lidad muy clara y puede asimismo, condensar los distintos gobiernos de Perón. Ciertamen-te esto no es un error de quienes así elaboran sus recuerdos sino más bien una formacaracterística del trabajo de la memoria sobre el pasado. Como señala Portelli, distintoshechos discriminados por los historiadores pueden condensarse y existir simultáneamenteen la Gestalt de la memoria y una vez que un determinado evento ha sido seleccionadocomo significativo, detalles de otros eventos o situaciones se incorporan a éstos.19 Asimis-mo, esta temporalidad indefinida que a su vez puede condensar la época dorada peronistacon el último gobierno del líder, es incorporada a la propia biografía personal, sin precisarciertamente su pertinencia cronológica pero como claro indicador de cómo aquel períodoha operado en la construcción de la propia identidad del entrevistado.

El contenido que asume el peronismo en la representación de los entrevistados de lasdos cohortes más antiguas es mayormente el del peronismo de los humildes, ligado a lafigura de Perón pero también fundamentalmente, a la presencia de Evita, y a su tarea deasistencia social, enfatizándose el carácter protector del estado para los sectores más des-poseídos y su papel de garante del acceso a condiciones dignas de vida. Es también unperonismo que, en contraposición con otros significados posibles,20 nos presenta una ima-gen pasiva del papel de las clases subalternas en esa relación con sus líderes, una imagen

quien no había mencionado en ningún momento la última dictadura militar, por lo que hacia el final de laentrevista le preguntamos:–“¿Recuerda Ud. el último golpe militar?”-“Sí, el de 1955.”, contestó.En el mencionado contexto, entendemos que la traslación de fechas es un síntoma de aquello que habíaquedado claro a lo largo de la entrevista: lo sustantivo desde la perspectiva de este entrevistado sucedióhasta el golpe de 1955, lo que vino después carecía de toda textura subjetiva.

19 PORTELLI, Alessandro The Battle…, cit., p. 101.20 Para una exploración de la diversidad de significaciones atribuidas a la adhesión al peronismo ver NUN,

José Averiguaciones…, cit. Sobre las representaciones actuales del peronismo y el carácter que asumedicha adhesión en distintos grupos de los sectores populares ver MARTUCCELLI, Danilo y SVAMPA,Maristela La Plaza Vacía. Las transformaciones del peronismo, Editorial Losada, Buenos Aires, 1997;SVAMPA, Maristella “Identidades astilladas. De la patria metalúrgica al heavy metal”, en SVAMPA,

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de perceptores más que de actores del proceso histórico. Al respecto, es pertinente advertirque, en la rememoración del período fundante del movimiento peronista, no apareceenfatizado entre estos entrevistados el papel de los trabajadores ni el de sus organizacionescorporativas.21

Ahora bien, en tanto estimamos que uno de los aspectos más relevantes de los estu-dios de la memoria reside en entender la dinámica política que se establece entre pasado,presente y futuro, será pertinente avanzar algunas observaciones más en relación a cómoopera esta memoria extendida de aquel período añorado, especialmente entre los entrevis-tados que se reconocen como peronistas. Ciertamente, como ya comentamos, es una me-moria que legitima la propia adhesión al peronismo. En rigor, la forma en que se relacio-nan con el peronismo la casi la totalidad de estos entrevistados dista de poder serconceptualizada como una “adhesión”: no es una opción entre otras sino un alineamientoque aparece con el peso de lo estructural. Todos nuestros entrevistados peronistas de estasdos cohortes han “nacido” peronistas, son peronistas por “descendencia”, sus padres fue-ron peronistas, y hasta hay quienes asumen que sus abuelos (a quienes no conocieron)fueron peronistas porque: “¿…qué otra cosa podrían ser?” Si se es pobre, si se es trabaja-dor, si se es de la Matanza, si se es de acá, entonces se es peronista: “…acá no vas aencontrar ningún radical.”

La memoria de los primeros años peronistas es la del momento fundante de esa iden-tidad. Desde la perspectiva de estos trabajadores, se presenta como un momento de reali-zación de valores que han sido desplazados y condiciones que no han vuelto a repetirse enla historia posterior. Se trata de un pasado que contrasta con el presente de la entrevista yque, en las mismas representaciones de estos hombres, aparece como difícilmente integrablea la cultura política actualmente dominante.

Sin embargo, no por ello se presenta como activamente alternativo a esta cultura22 yraramente se actualiza como matriz de interpretación del presente. Quizás el elementoclave al respecto sea que, en la representación de estos entrevistados, no hay ningunaexpectativa de un horizonte futuro23 en el que se realice este “…peronismo de Perón, porlo que, esta memoria de aquellos años dorados del peronismo no aparece en diálogo con elpresente.”

Maristella (ed.) Desde abajo. La transformación de las identidades sociales, UNGS-Editorial Biblos, Bue-nos Aires, 2000; AUYERO, Javier, La política…, cit.

21 Al respecto, ver por ejemplo TORRE, Juan Carlos “El 17 de octubre en perspectiva”, en TORRE, JuanCarlos (comp.) El 17 de octubre de 1945, Ariel, Buenos Aires, 1995; TORRE, Juan Carlos La vieja guar-dia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Sudamericana/Instituto Torcuato di Tella, BuenosAires, 1990.

22 Para las distinciones que aquí realizamos ha sido sugerente WILLIAMS, Raymond Marxismo y literatura,Península, Barcelona, 1980.

23 Sobre la dinámica entre pasado, presente y futuro, y en particular la relación entre el “espacio de experien-cia” y el “horizonte de expectativa”, ver KOSELLECK, Reinhart Futuro Pasado. Para una semántica delos tiempos históricos, Paidós Básica, Buenos Aires, 1993, pp. 333-358.

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No es superfluo enfatizar que, en tanto estos rasgos peculiares de la manera en que serememora el pasado peronista no involucran una dilución de la identidad peronista deestas cohortes, dicha identidad no deja de tener efectos políticos concretos en la actuali-dad. Así por ejemplo, aún en el entendimiento de importantes diferencias entre esteperonismo de Perón que se rememora y el representado por distintos dirigentes actualesdel Partido Justicialista, sigue siendo la común identificación como peronistas la que deli-mita un espacio político exclusivo, dentro del cual estos entrevistados han realizado yrealizan sus opciones electorales.

Si bien no hay otro evento que se entrame tan compleja e íntimamente con la identi-dad de los sectores que estamos estudiando como los gobiernos de Perón, algunos trabaja-dores peronistas y no peronistas de estas cohortes, traen al momento de la entrevista otroscontextos también considerados significativos.

Es el caso de la última dictadura. El posicionamiento de nuestros entrevistados conrespecto a la última dictadura y sus interpretaciones con respecto al genocidio llevadoadelante durante ese período deberá ser, por su especificidad y complejidad, objeto de otrotrabajo. Sin embargo, nos interesa presentar algunos comentarios referidos a la intensidadcon que este período es considerado espontáneamente como un encuadre relevante desdelas representaciones de estas cohortes, y a la forma en que el mismo es conjugado en unagramática temporal, esto es, de qué manera se articula, en la representación de estos traba-jadores, con otros eventos anteriores y posteriores, articulación que puede involucrar unasignificación e interpretación.

Entre las dos cohortes más antiguas, que son quienes vivieron la dictadura comoadultos, ésta es actualizada como un evento contemporáneo relevante por sólo cuatro delos trece entrevistados. En dos de los mismos, esto se vincula con la desaparición forzadade sus familiares no directos.

En estas menciones espontáneas la significación otorgada a este evento no es unívoca.Por un lado, la dictadura militar es evocada a partir de su contenido de muerte y terror,pero al mismo tiempo, se enfatiza con relativa independencia lo que son consideradascomo condiciones relativamente favorables imperantes en el mercado de trabajo duranteese período. Por ejemplo:

“Pienso que yo empecé a trabajar en tiempo de la dictadura, en esetiempo se podía trabajar bien, yo por lo menos tuve trabajo y el tiempode la dictadura era jodido, sin embargo trabajé muchos años. Lo únicoque me acuerdo bueno de la época de ellos es que había trabajo, otracosa, no, porque mataron a gente, gente que no tenía nada que ver, esome acuerdo malo de ellos.”

“Yo trabaje tranquilo, tuve trabajo todo el tiempo del gobierno militar.Yo, durante el gobierno militar, siempre tuve trabajo. También se po-día estar bien porque teníamos trabajo y teníamos un poco más deseguridad, pero no para todos. La seguridad era para algunos [...] Por-

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que no había tanta gente desocupada, el que quería trabajaba, real-mente trabajaba, y aparte el que no quería trabajar, que era vago, loobligaban a trabajar. Yo tengo personas conocidas que vivían en lavilla, y entraban los militares muchas veces y al que no quería trabajar,lo llevaban preso, así que tenía trabajar obligado, obligado tenía que ira trabajar.”

Debemos señalar que la vinculación que aquí se establece entre la dictadura y condi-ciones relativamente mejores en el mercado de trabajo forma parte de un discurso espe-cialmente difundido entre las cohortes que estamos estudiando. En esta dirección, y acontramano de las consideraciones que han llevado a reflexionar sobre el carácter de re-vancha clasista24 que tuvo la última dictadura militar, un entrevistado asegura:

“Para un obrero, los militares estuvieron bien y encima el patrón tam-poco, no verdugueó a los obreros, les pagaba como correspondía, lespagaba en término, el obrero no se podía quejar. El sindicato también,el sindicato venía, te defendía como correspondía. Así que yo los mi-litares no tengo nada que quejarme, yo, personalmente.”

Por un lado, entendemos que la recuperación del pasado centrada en estas dimensio-nes se ve en parte propiciada por la situación de desempleo prolongado y extrema necesi-dad que experimentan estos trabajadores. Asimismo, frente al actual deterioro de susinserciones en el mercado de trabajo, los contextos en los que las propias trayectoriaslaborales aparecían como promisorias o relativamente estables son, por contraste, valo-rados positivamente.

Por otro lado, sin embargo, este tipo de recuperación se vincula con un rasgo yacomentado, presente en algunos de nuestros entrevistados. Nos referimos a la primacíaotorgada a la propia situación laboral inmediata como parámetro para la significación delos distintos momentos de la historia social que les ha tocado vivir. Será pertinente adelan-tar aquí que este rasgo, especialmente difundido entre los entrevistados mayores de cua-renta años será desplazado en la cohorte siguiente. Nuestra interpretación es que tal prima-cía no es ajena a la clausura unilateral de la escena pública y la compulsiva privatizaciónde la vida25 operada, en su momento, por el mismo poder dictatorial, y que puede serinterpretada dentro de sus efectos de larga duración sobre la subjetividad de quienes fue-ron sus contemporáneos.

24 O′DONNELL, Guillermo Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Paidós,Buenos Aires, 1997; BASUALDO, Eduardo Concentración y Centralización del Capital en la Argentinadurante la década del noventa, Universidad Nacional de Quilmes Ediciones-FLACSO-IDEP, Buenos Ai-res, 2000.

25 OSZLAK, Oscar “Privatización autoritaria y recreación de la escena pública”, en OSZLAK, Oscar (comp.)“Proceso”, crisis y transición democrática / 1, CEAL, Buenos Aires, 1984.

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En un estudio exploratorio sobre los efectos “microsociales” del poder dictatorialllevado a cabo en aquel período, O′Donnell observaba que las acciones que el régimendesplegaba para lograr la despolitización de la sociedad realizaban sus objetivos en laextrema privatización de las preocupaciones: desde la perspectiva de los entrevistadospara este estudio “…la vida se trataba del trabajo y la familia y de manera eventual, consuerte, de comprar los objetos electrónicos que el gobierno permitía importar como panpara sus súbditos.”26 A nuestro entender, esta suerte de “aprisionamiento de la visión” querefiere el autor es la que se expresaría, también aquí, permeando todavía las prácticas dehistorización de los trabajadores. Digamos, además, que el éxito de tales políticas puederastrearse en los únicos apoyos abiertos a la dictadura que aún encontramos entre nuestrosentrevistados, y que se hacen presentes, exclusivamente, en estas cohortes.

Por otro lado, si bien el gobierno militar trató de legitimar su propia intervención, yaún su práctica genocida, como salida única frente a lo que presentaba como el “caos” dela movilización popular combativa anterior, son pocos los entrevistados que espontánea-mente conjugan la dictadura con imágenes del carácter armado que asumió la confronta-ción política en los tempranos 1970s. Y las mismas no operan aquí legitimando tal inter-vención.27

En el otro extremo cronológico, en dos de los entrevistados contemporáneos a loshechos, este período es conjugado con la reinstauración posterior del estado de derecho,valorada positivamente.

Por último, el conjunto de los trabajadores de estas cohortes no parece establecerespontáneamente, en términos generales, ninguna relación de causalidad entre el gobiernomilitar y sucesos posteriores en la historia contemporánea. Consistentemente, ningunaperiodización se inicia en el relato de nuestros entrevistados a partir de la dictadura militar.Esta ausencia de una consideración espontánea de las consecuencias a largo plazo de ladictadura militar se observa independientemente de las heterogéneas posiciones que alrespecto sustentan los trabajadores.

Al respecto, y tomando el conjunto de las observaciones realizadas en torno a lasrepresentaciones sobre la dictadura militar entre estas cohortes, nos interesa agregar algu-nos últimos señalamientos.28

26 O′DONNELL, Guillermo Contrapuntos…, cit., p. 154.27 Un trabajador no peronista de 45 años al momento de la entrevista, es el único de todos nuestros entrevis-

tados (de todas las cohortes) que espontáneamente hace presente la actuación de las organizaciones políti-co-militares como hecho relevante. Esta referencia marginal contrasta fuertemente con lo reseñado en unainvestigación realizada en la provincia de Tucumán por ISLA, Alejandro y TAYLOR, Jully Parando laolla. Transformaciones familiares, representaciones y valores en los tiempos de Menem, Norma, BuenosAires, 1999.

28 Nos basamos para ello no sólo en las observaciones realizadas entre los entrevistados que han mencionadoespontáneamente a la dictadura militar sino en lo explorado con respecto al conjunto de los trabajadores deestas cohortes. En tanto la exploración sobre el posicionamiento con respecto a la última dictadura military la desaparición forzada de personas, así como la significación otorgada a los mismos, era uno de losobjetivos específicos de nuestro programa de investigación de mas largo plazo, se incorporó una guía de

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Sabemos que si bien la historia de la República Argentina del siglo XX se ha carac-terizado por sistemáticas interrupciones del estado de derecho, la dictadura militar de 1976se diferenció de los anteriores golpes de estado. Las políticas llevadas adelante durante lamisma se orientaron a producir un quiebre histórico en el modelo económico-social vigen-te hasta ese momento, como vía para el disciplinamiento social. Aunque no llegó a deli-near una estrategia alternativa a la de la sustitución de importaciones, impuso sí una altera-ción en las relaciones de fuerza entre el capital concentrado (que vio fortalecido su podereconómico social) y las otras fracciones del capital, así como entre el capital y la claseobrera, más vulnerable a los nuevos requerimientos de la acumulación capitalista.

En contraste con esta caracterización (sobre la que existe amplio consenso en lasciencias sociales)29 observamos en la representación de nuestros entrevistados, una débilvinculación de la dictadura con otros procesos posteriores. En todo caso, la dictadurapuede ser considerada un evento desgraciado, pero del que no se derivan, como tendenciadominante en la significación dada por estos hombres, consecuencias actuales de granrelevancia.

En segundo lugar, y más específicamente, no observamos una tendencia dominante ala atribución de un carácter social específico a las políticas dictatoriales.

En tercer lugar, hemos visto que, si bien la gran mayoría de los entrevistados contem-poráneos a los hechos son peronistas, fueron especialmente pocos quienes significaron ladictadura militar como particularmente enfrentada a esta identidad política de la que par-ticipan. En particular, si bien un porcentaje sustantivo de los desaparecidos reivindicaba sucarácter peronista, este rasgo es mencionado sólo marginalmente por nuestros entrevista-dos al ser consultados al respecto, aún por aquellos contemporáneos a los hechos.

Las representaciones sobre la cuestión no son homogéneas, pero los elementos re-cién destacados pretenden enfatizar lo que debemos reconocer como cierta relativa ajenidad(social y política) con la que gran parte de los hombres entrevistados se relacionan con loshechos de referencia, aún entre quienes adoptan una posición condenatoria basada en unasentida defensa de los derechos humanos. Esta ajenidad última se nos aparece, en su pesa-dez, no tanto como resultante de una reelaboración posterior, sino como expresión de unaperspectiva desde la cual los hechos fueron vividos, a la que las sucesivas coyunturas dereprocesamiento de los mismos no lograron desarticular.30

preguntas hacia el final de la entrevista para conversar con los entrevistados sobre el período. De tal maneraque, cuando los entrevistados no hubiesen considerado estos eventos de forma espontánea durante la entre-vista, se los inquirió directamente al respecto.

29 Por ejemplo, ver especialmente: AZPIAZU, Daniel; BASUALDO, Eduardo y KHAVISSE, Miguel El nue-vo poder económico, Legasa, Buenos Aires, 1987; BASUALDO, Eduardo “Economía y Genocidio”, enGELMAN, Juan y LA MADRID, Mara (comps.) Ni el flaco perdón de dios, Planeta, Buenos Aires, 1996.

30 Estas observaciones son coincidentes con lo señalado por O′Donnell, cuando afirma que el repliegue polí-tico de una parte importante de sus entrevistados se localiza temporalmente con anterioridad a la emergen-cia del régimen dictatorial de 1976. Sin embargo, no interpretamos este repliegue como la resultante de loque el autor describe como una “…tendencia psicológica y políticamente regresiva de aspirar a la emergen-cia de un poder supremo que garantice cierto orden”, después “…de un período vivido como la suma del

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Para finalizar el análisis de las prácticas de historización de esta cohorte, digamosque los últimos contextos relevantes considerados son la hiperinflación de fines del go-bierno alfonsinista y su articulación con el programa de estabilización macroeconómicamenemista. Estas menciones son menos frecuentes que la de los contextos ya comentados.La rememoración del gobierno alfonsinista cobra mayor intensidad dramática en los pocoscasos en que los entrevistados sufrieron la pérdida económica de aquello que habían logra-do durante largos años de trabajo y ahorro. Por su parte, el primer período del menematoes valorado positivamente, en contraste con el contexto anterior, pero se significa tambiéncomo causante del posterior contexto de hiperdesocupación.31

La cohorte intermediaEntre los entrevistados que tenían entre 25 y 37 años al momento de la entrevista, encon-tramos formas distintas de elaboración del pasado. Sin embargo, en esta diversidad, lasprácticas de historización de los hombres de esta cohorte presentan algunas característicascomunes que contrastan tanto con lo observado entre los entrevistados más viejos comocon las formas de representación de los entrevistados más jóvenes de este universo.

En primer lugar, no se hacen presentes aquí los relatos del pasado en clave exclusiva-mente privada en los que nos detuvimos anteriormente y, en términos generales, es despla-zada la evaluación de la propia situación laboral como prisma excluyente a través del cualse significan los distintos períodos vividos. En el mismo sentido, y contrastando especial-mente con lo que veremos entre los entrevistados algo más jóvenes, observamos aquí un

caos, la violencia y la incertidumbre.” [O′DONNELL, Guillermo Contrapuntos…, cit., p. 141] Antes bien,consideramos que esta ajenidad sería expresión del éxito de una política más específica que buscó la neu-tralización de las fracciones ideológicamente más débiles de los sectores populares y el aislamiento de loscuadros sociales y políticos del movimiento popular, construyendo las condiciones en las cuales el genoci-dio iba a desenvolverse. Seguimos aquí a Marín, quien en una investigación sustantiva sobre la temáticadescribe cómo, en ese período y con los objetivos mencionados de neutralización y aislamiento, la repre-sión policial convencional actuaba directamente sobre las movilizaciones populares mientras la políticaclandestina del régimen elegía como blanco primordial los cuadros políticos que mediaban entre las orga-nizaciones revolucionarias y el movimiento de masas. [MARÍN, Juan Carlos Los hechos…, cit.]

31 En relación a las representaciones sobre el menemato, la mayoría de nuestros entrevistados, preguntadospuntualmente al respecto, consideraron que la situación de su familia fue relativamente mejor durante elprimer gobierno de Menem en comparación con el resto de los gobiernos de las últimas tres décadas. Loscriterios que operan en esta evaluación son una valoración positiva del plan de estabilización macroeconómicay lo que consideran mejores condiciones relativas del mercado de trabajo durante el período. Es pertinenteagregar que, a pesar de la filiación peronista de dicho gobierno, esta evaluación no parece involucrar, comoen el caso de los primeros gobiernos peronistas, un compromiso importante con el mismo por parte denuestros entrevistados. Es interesante anotar que, en el trabajo de campo que estamos realizando actual-mente, en el cual hemos realizado cuarenta amplias entrevistas con trabajadores ocupados y desocupadosde la misma zona, la evaluación relativamente positiva del primer gobierno de Menem se mantiene, pero seacompaña con mucha mayor intensidad que en las entrevistas realizadas hace tres años, de consideracionesacerca de las consecuencias negativas a más largo plazo que tuvieron las políticas implementadas en aquelperíodo. Esto sugiere la presencia de un acelerado proceso de reinformación y reelaboración del pasadomás reciente.

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mayor nivel de incorporación de la esfera pública como área de relevancia en su elabora-ción del pasado reciente.

Dos son los contextos políticos y sociales significativos que estos hombres recono-cen recurrentemente a través de sus rememoraciones: la muerte de Perón, vivida por unaparte de esta cohorte durante su infancia, y el período que se inicia en estas rememoracionescon la dictadura militar e incorpora como hito sustantivo su finalización y la restitución delestado de derecho.

La muerte de Perón es rememorada por esta cohorte desde la mirada de aquellosniños que eran entonces, pero es significada también desde las posiciones políticas queposteriormente asumieron en su vida como adultos.

El impacto público del acontecimiento supuso para esta cohorte un “asomarse” a unespacio más amplio que el de la esfera doméstica. A veces, los relatos conservan la aten-ción en aquellos tópicos propios del mundo infantil, por lo que la muerte de Perón apareceen ellos como fuera de foco, y lo que era una tragedia para los mayores aparece como unmomento de excepción, como un salirse de la rutina, y por lo tanto paradójicamente, comouna suerte de fiesta, desde la perspectiva de los niños.

“…la muerte de Perón… era muy chico yo, no sabía nada de nada y, derepente, me sacan de la escuela porque había… mi papá era muyperonista [...] me pareció importante, porque ese día me dejó marca-do, mi vieja me saca de la escuela..., que es un día peronista, no sé,estaba en tercer grado, en el 74 –¿puede ser?– estaba en tercer grado,creo que estaba, fue la muerte de Perón, me sacó de la escuela, y des-pués me llevaron al velatorio, ¡una amansadora! pero nosotros éramoschicos y nos compraban helado, nos compraban de todo, estábamos defiesta.”

La muerte de Perón fue también el momento en que comenzaron a ser incorporadosa una tradición política que muchos asumirán posteriormente como propia.

“…y, te sentís peronista… yo te digo, porque yo veía las imágenespor televisión, veía a mis tíos, cuando llevaban el cuerpo de Perón, losveía llorar, y me queda esa imagen de pibe, los vi a ellos, y digo: ¿tangrande fue?”

Para algunos de estos entrevistados que participan de esta tradición, la muerte dePerón involucra también (como para sus mayores) un hito sustantivo a partir del cual orga-nizar la historia social del país. Muy radicalmente incluso, dos de estos entrevistados en-tienden que todo lo sucedido posteriormente forma parte de una historia adversa o ajena.

“– Lo poquito que yo tengo acá, desde el ‘73, tengo que marcar cuan-do falleció el general Perón y creo que ahí terminó la vida de los obre-ros, con él murió todo eso, ahí poquito, después ahí los obreros yachau… y fijate después de eso, lo que fue trabajo, quedó toda la gente

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sin laburo, yo sé lo que es la historia. Después que se murió Perón, sevolvió todo para atrás, lo que él había hecho avanzar. Estamos comoestaba cuando asumió él ahora, estamos un poquito atrás del ‘73, aho-ra, estamos, o sea los poquitos pasos que él dio, retrocedimos paraatrás de nuevo… me parece que fue el único que pensó en la gente.”

“…lo único que me acuerdo: cuando vivía Perón, que después murió,en el ‘73, ‘74. Después más adelante… no me acuerdo ninguno.”

El relato de un entrevistado de 35 años, nos permite observar tanto el sentido y laimportancia de la transmisión intergeneracional del peronismo como otros significadosotorgados al mismo en este universo, que no habían aparecido como dominantes en lascohortes anteriores.

Al respecto, nos dice que, ya en el contexto posterior de la dictadura:

“…se respiraba miedo, la gente mayor… no podías tener fotos, nada.Mi viejo que era más tetero, le decían que no pegue y pegaba (lasfotos). Mi viejo decía que había que cuidarse mucho… para que noperdamos el orgullo de seguir siendo nosotros mismos. El seguía te-niendo su foto.”

La foto en cuestión es la de Perón. El miedo es, aquí, el miedo a la desaparición físicapero, sobre todo, el miedo a la desaparición de la propia identidad, frente al cual la men-cionada terquedad paterna funciona como resistencia, a partir de la autoafirmación de esaidentidad, que es tanto política como social y está simbolizada, en este caso, en la imagendel líder muerto.

No es casual la mención a la foto. Fue una foto (en rigor otra), la de Evita, la que,utilizada como “contraseña”, ha pasado a formar parte de la leyenda de la resistenciaperonista.32 La mención dislocada a la foto es la referencia a un peronismo de la resisten-cia, no tanto como localización de un período determinado de la historia sino como signi-ficado otorgado al peronismo. Es un significado y una conjugación del peronismo que noson dominantes en este universo y se diferencian claramente de lo observado, en esteejercicio, en las cohortes anteriores. La identidad peronista, en la visión de este entrevista-do que parafrasea a su padre, involucra un carácter contracultural y no armoniza (reple-gándose en razones privadas) con la dictadura militar, sino que, por el contrario, apareceen solapada confrontación con ésta.

Por otro lado, la mayoría de los hombres de esta cohorte son aquellos cuya experien-cia personal de “entrada” al mundo político coincide con la salida de la dictadura y la

32 La fuerza de este ícono y su recorrido vinculado al peronismo resistente [JAMES, Daniel Resistencia…,cit., p. 138] reaparece en otro entrevistado muy joven, poco informado con respecto a la historia recientedel país en términos generales, pero que sin embargo estima que los desaparecidos eran gente humilde quetenían “la foto de Perón y Evita” y “por eso se los llevaron”.

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restitución del estado de derecho, momento en que lo sucedido durante el período anteriorestaba siendo intensamente procesado en forma pública. No es una sorpresa entonces que,por un lado, este contexto sea mencionado como significativo tanto en términos socialescomo personales y, por otro, que el “clima” político de aquél período haya dejado sushuellas en la manera en que estos entrevistados se representan y significan ese pasado.

Si bien las posiciones no son homogéneas y en algunos entrevistados encontraremosapoyos parciales y vedados a la política dictatorial, las menciones espontáneas con respec-to a la dictadura militar tienden a perder el carácter que tenían en las cohortes anteriores.Ciertamente, en tanto no vivieron aquel período como adultos, esta cohorte no se encuen-tra en la posición de tener que legitimar su propia actuación durante el período. En particu-lar, observamos que tiende a ser desplazada aquí aquella valoración positiva a partir de lapropia situación laboral que mencionábamos párrafos arriba. Es que, en definitiva, estosentrevistados parecen participar en mayor medida de una significación de la dictaduramilitar, que se torna dominante con posterioridad a la misma, con relación a la cual lasvaloraciones positivas con respecto a tal o cual aspecto de la política dictatorial, han per-dido legitimidad. Si bien lo dicho no involucra a todos los entrevistados de esta cohorte, esuna tendencia claramente presente y expresa, en términos de las representaciones indivi-duales, un cambio de la cultura política que justamente tiene su génesis en el períodoformativo de esta cohorte.33

Con respecto a este período, en algunos de estos entrevistados opera un “darse cuen-ta” que no localizamos en los mayores y un distanciamiento con respecto a una posiciónsimultánea a los hechos que es, a la vez, un distanciamiento con respecto a las posicionesde las cohortes mayores que valoraban el período tomando como eje una situación perso-nal puntual. Así, un entrevistado, autocriticándose, señala: “…yo con los milicos estababien”, decía, “…llegué a pensar que yo con los milicos estaba bien!!!, porque yo estababien, personalmente.”

Asimismo, las consecuencias de la dictadura militar tienden a ser consideradas conmayor severidad. En este marco, un entrevistado hace referencia a la guerra de Malvinas,evento en el cual estuvieron compulsiva y directamente afectados otros individuos de lamisma cohorte que estos entrevistados:

33 Una anécdota sintomática puede ilustrar los señalamientos realizados. Preguntado por los acontecimientosrelevantes que le tocaran vivir, un entrevistado de 37 años había señalado la dictadura militar, localizándolagráficamente en un eje cronológico y enfatizando su posición fuertemente crítica al respecto. Por otro lado,remarcó la importancia del Mundial de 1978, como “…una de las glorias más grandes que tuvo la Argen-tina” pero lo localizó gráficamente por fuera y a distancia del período de la dictadura militar. Nuevamente,esta traslación temporal no puede ser interpretada como un simple “error” de este entrevistado, que semostró como un hombre “informado” sobre los eventos que comentaba. Creemos que puede ser leído másbien como una manera en que el trabajo de la memoria buscaba sortear una posible contradicción dada porla contemporaneidad de dos hechos relevantes pero de valoración totalmente opuesta desde la perspectivade este entrevistado, preservando su recuerdo feliz como hincha de fútbol sin hacer mella en su enfáticacondena a la dictadura militar.

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“Robaron más de lo que pudieron hacer y encima mandaron a todosesos pibes jovencitos a que los maten. Ahí destruyeron todo. Manda-ron a pibes a pelear con machetes cuando le tendrían que haber dadoun fusil, con palos.”

Entre estas consecuencias, un entrevistado incorpora justamente con impactante cla-ridad la ruptura de la transmisión intergeneracional:

“…eso es el proyecto de reorganización que hicieron, el lavaje de ca-beza, y te sacaban a los chicos, más que nada, de la mentalidad de losgrandes. O sea, te querían separar, eso con el tiempo lo asimilo. En esetiempo te querían separar las décadas, yo lo veo así, hacer una menta-lidad nueva sumida y separar como caudillismo de los viejos, separar.Por eso yo creo que la generación de los ochenta no tuvo, y yo meincluyo, no tuvo responsabilidad, no tuvo una idea fija, una base polí-tica, porque no tuvimos ideales. No tuvimos… no pudimos compraralgo nosotros, nos vendieron, nos vendieron, la música, el arte, nosvendieron, yo siempre me he manejado por ese lado […] y la genteque abría su mente a los ochenta y la tenía vacía, la tenía vacía, y yome incluyo, yo la tenía vacía…”

La “vuelta a la democracia”, (como es referenciado este momento entre nuestrosentrevistados), se torna en muchos casos o bien el único momento considerado trascenden-te o bien un hito a partir del cual organizar toda la historia contemporánea. Para quienes,como parte de esta cohorte, este hecho coincide con el inicio de una nueva etapa en suciclo de vida, la “vuelta a la democracia” es rememorada como un despertar, un doblepasaje que refuerza la valoración del momento. La vuelta de la democracia fue vividacomo una fiesta, una murga, dicen nuestros entrevistados.

En resumen creemos que los elementos mencionados, sumados a lo que se presentacomo una fuerte coincidencia relativa entre estos hombres con respecto a los contextosconsiderados como relevantes, parecen estar hablando de una socialización política enacción . La misma opera ciertamente no sólo en la manera en que estos entrevistadoselaboran el pasado que les ha tocado vivir y su relación con el mismo, sino también, másampliamente, en sus orientaciones con respecto a lo social. Al respecto, esta cohorte mues-tra homogéneamente un perfil que nos gustaría caracterizar como “ciudadano”, atribuyen-do a este término un contenido que fue también característico de una construcción deciudadanía fechada en su período formativo. Período en el que primó una concepciónprocedimentalista de la democracia, desembarazada, a la vez, de las condiciones económi-cas y sociales que suponían su implementación,34 y en el que se internalizó la defensa de

34 NUN, José Democracia. ¿Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos?, Fondo de Cultura Económica,Buenos Aires, 2000.

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los derechos humanos, pero se tornó dominante una lectura de los mismos que los acotabafundamentalmente a algunos derechos civiles y políticos.35

Según hemos observado en el análisis de nuestras entrevistas,36 este tipo de orienta-ción se diferencia además, en otros aspectos, de los perfiles observados en las cohortesanteriores, más vinculados de una u otra manera, a su identidad como “trabajadores”, másconscientes del papel de estos últimos en la sociedad capitalista y de la necesidad de unadefensa colectiva de sus intereses comunes. Entre los entrevistados de esta cohorte inter-media, la mayor relevancia otorgada al ámbito de lo público que observamos al analizarlas prácticas de historización, se verifica también en otros campos de las prácticas derazonamiento y se acompaña con una mayor oposición a las experiencias políticas autori-tarias y con una condena mayor y más informada a las violaciones de los derechos huma-nos. Pero esto se conjuga, de manera peculiar, con una total desestimación del papel de lossindicatos, de la acción gremial y de las medidas de acción directa, y una visión de lasrelaciones entre clases como tendencialmente no contradictorias. En este perfil generacionalse desplaza toda reivindicación corporativa de los derechos sociales (que fuera a su vezcaracterística de los entrevistados de las cohortes más antiguas) y la relevancia de un ám-bito político parece incorporarse de forma relativamente independiente, sin que supongaentonces, una clave de lectura para la dominación social.

Los más jóvenesEn los registros de nuestros entrevistados más jóvenes, de entre 18 y 25 años en el momen-to de la entrevista, la rememoración y la inclusión del pasado aparecen mucho másacotadamente que en las cohortes anteriores.

Esto se corresponde en primer lugar, con la corta edad de algunos de nuestros entre-vistados, para quienes los eventos a rememorar forman parte en realidad de la mismacoyuntura que se está desarrollando al momento de la entrevista. En ese sentido, los he-chos pueden ser la reciente adquisición del beneficio del plan asistencial o a la incorpora-ción de un nuevo ministro al gabinete ocurrida en la misma semana de la entrevista. Enestos casos, el investigador tiene la impresión de que el cambio etario supuso también uncambio en el “dominio” de la elaboración histórica, en el sentido de un pasaje a otra escalaen la rememoración del pasado. Y ciertamente, como señalara Levi-Strauss, los distintosdominios de la historia se corresponden con historias de potencias desiguales.37 De resul-tas, los entrevistados más jóvenes parecen otorgar significación a eventos puntuales queprobablemente fueran desplazados en una elaboración de larga duración.

35 MARCHESI, Alberto Las lecciones del pasado, memoria y ciudadanía en los informes “Nunca más” delCono sur, CEIL-FHCE-UdelaR - Instituto Universitario-CLAEH, Montevideo, 2001.

36 En MACEIRA, Verónica “Identidad y conflicto social: representaciones y orientaciones entre los desocu-pados del partido de la Matanza”, en Revista de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales, núm.1, Buenos Aires, diciembre 2004, delineamos las distintas orientaciones observadas entre estos trabajado-res desocupados.

37 “La historia biográfica y anecdótica, que ocupa un lugar muy bajo de la escala, es una historia débil, que nocontiene en sí misma su propia inteligibilidad, pues la alcanza solamente cuando se la transpola, en bloque,

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Por otro lado, encontramos que, en algunos jóvenes, los relatos se centran en lainmediatez de su situación familiar y barrial, expresando una absoluta y total extrañezacon relación a la esfera pública que no sólo involucra sus prácticas de historización sinoque se observa ampliamente en sus representaciones y orientaciones con respecto a distin-tas dimensiones de lo social, contrastando con lo reseñado para la cohorte anterior.

Entendemos que este rasgo puede vincularse con las trayectorias de vida de estosjóvenes, y en particular con su incorporación tempranamente frustrada al mercado laboral.Si bien estos entrevistados comparten con los de otras cohortes su situación de desocupa-dos, creemos que su extremadamente débil incorporación económica actual produce efec-tos más sustantivos en la constitución identitaria de los más jóvenes, en tanto tiene lugar enel período formativo de esta cohorte. Advirtamos sucintamente que la incorporación sub-jetiva de un pasado “común” supone, por parte del individuo, la posibilidad de incorporarsimbólicamente un conjunto de relaciones sociales como ámbito de referencia para suhistorización, de manera tal que la misma remita a hechos compartidos, de alguna u otramanera, con otros. En este sentido, estos jóvenes difícilmente han experimentado aquellaampliación de las relaciones sociales más allá de las relaciones primarias del ámbito do-méstico restringido o extenso, que, desde distintas perspectivas se reconoce como una delas “funciones”38 de la incorporación al mundo del trabajo.39

Tomando el conjunto de los jóvenes menores de 25 años entrevistados, llama tam-bién la atención, la relativa dispersión de los contextos señalados, en contraste con lacoincidencia en la relevancia otorgada a pocos contextos significativos por parte de lacohorte anterior. Cada uno de aquellos jóvenes que incorpora en su relato biográfico con-textos públicos como relevantes, hace presente un evento distinto y sin mayor conjugacióntemporal. También en esa dirección, las formas de rememorar de la cohorte anterior, aúnen su diversidad, daban más la impresión de ser el resultante de una socialización políticacomún en acción, frente a la cual, las representaciones del pasado de los más jóvenesaparecen como más fragmentadas.

De estos señalamientos generales se escapa el recuerdo del primer peronismo, en unadoble excepción. Por un lado, el primer peronismo es el único hecho no contemporáneorememorado por miembros de esta cohorte. Por otro lado, es mencionado espontáneamen-

al seno de una historia mas fuerte que ella, y esta última mantiene la misma relación con una clase de rangomas elevado.” LEVI-STRAUSS, Claude El pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica, México,1962, p. 270.

38 JAHODA, Marie Empleo y desempleo Un análisis socio-psicológico, Morata, Madrid, 1987.39 Ciertamente el mundo del trabajo mercantil no es el único espacio de “socialización secundaria” posible.

En los casos en que estamos comentando es pertinente señalar sin embargo, otros elementos que van en lamisma dirección. Dadas las características del universo de estudio, la permanencia de estos jóvenes en elsistema educativo formal es especialmente acotada en términos temporales. Asimismo, si bien formanparte de una organización social que los nuclea en tanto desocupados, en los casos a los que nos estamosrefiriendo en este párrafo, la participación en las mismas se circunscribe a aquella requerida comocontraprestación necesaria para la recepción del plan asistencial.

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te por varios jóvenes entrevistados. Una coincidencia que, como vimos, no se repite en lamención espontánea de ningún otro hecho. Esta doble excepcionalidad destaca la impor-tancia que tuvo en estas fracciones la experiencia del primer peronismo y la fuerza con quesu recuerdo se ha transmitido intergeneracionalmente. Pero pone de relieve también elmedio de esta transmisión y el carácter que asumen estas memorias: se trata de una trans-misión familiar de un “recuerdo de familia”, del que participan aún algunos de aquellosjóvenes cuya socialización política más amplia aparece como frustrada o postergada.

IIISi bien las formas que asumen las rememoraciones varían de un individuo a otro y el actode recordar es, en definitiva, un acto que se realiza individualmente, a lo largo de nuestroestudio fue posible observar que las prácticas de historización presentan algunas regulari-dades al interior de cohortes determinadas. No sólo ciertos eventos se tornan contextossignificativos en la rememoración de las distintas cohortes, sino también las formas mis-mas de incorporación del pasado, y las representaciones y orientaciones sobre lo social engeneral, aparecen condicionadas por estos contextos que sirvieron de marco a socializa-ciones particulares.40 Las cohortes funcionan aquí, en realidad, a la manera de indicadorsintético de un conjunto de procesos económicos, políticos y culturales compartidos, an-clados temporalmente, y difíciles de escindir en su gran complejidad, que intervienen en laconstitución identitaria produciendo configuraciones subjetivas específicas.

Hemos comentado que, en las variadas formas observadas de elaboración del pasadode los desocupados mayores, se destaca una referencia casi exclusiva y excluyente a losaños dorados del primer peronismo, mientras que entre los entrevistados de entre 40 y 54años aquellos años pierden naturalmente su carácter de encuadre biográfico significativo,aunque mantienen su papel legitimante, y se torna dominante una representación eminen-temente privada de la propia historia.

En la generación intermedia observamos una alta incorporación de la esfera públicacomo área de relevancia en las formas de representación del pasado, junto con la valora-ción de pocos y recurrentes contextos sociales significativos, entre los que se destaca elperíodo de apertura democrática, momento que aparece como sustantivo en la formaciónpolítica de esta cohorte.

En las prácticas de los más jóvenes enfatizamos, entre otros rasgos, un menor nivelde incorporación subjetiva del pasado y una mayor fragmentación en los sentidos y valora-ciones de los contextos que han vivido.

40 En un sentido similar, recordamos que Zeitlin, en su clásico estudio sobre la clase obrera cubana y larevolución, observó diferencias generacionales en las orientaciones de los trabajadores y postuló que lasmismas se derivaban de una socialización diferencial. Advirtiendo con esto la centralidad de la observaciónde los contextos sociales y políticos que pueden considerarse como experiencias formativas para cadageneración. ZEITLIN, Maurice La clase obrera y la revolución cubana, Amorrortu, Buenos Aires, 1967.

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La recurrencia del recuerdo de los primeros gobiernos peronistas entre los entrevis-tados que lo vivieron, y su persistencia a través de la transmisión intergeneracional, se hatornado a lo largo de este ejercicio objeto de particular consideración.

El análisis de las formas de historización de este pasado ha puesto de relieve, una vezmás, la particular imbricación entre lo público y lo privado que la experiencia peronistasupuso entre los sectores populares.

Asimismo, encontramos que el peronismo que se hace presente dominantemente entreestos entrevistados es el peronismo de los humildes. En relación con ello, los eventos quese seleccionan de la historia del movimiento remiten fundamentalmente a los primerosgobiernos de Perón, y en ese marco, particularmente a las mejoras en las condiciones devida que estos gobiernos involucraron y a la tarea asistencial de Evita. En contraposición,la incorporación de otros fragmentos de la historia peronista como contextos significativosde la propia biografía y la atribución de otras significaciones a la propia adhesión alperonismo son aquí más bien excepcionales.

No consideramos que esta acepción del peronismo deba ser leída en sí misma comouna suerte de degradación de un significado unívoco que el peronismo clásico habría teni-do para los sectores populares, dado que, aún entre los trabajadores, los significados atri-buidos al peronismo fueron históricamente diversos.41 Sin embargo, es justamente estamagra diversidad en la conjugación del peronismo en este territorio social la que interpelaal investigador.

Desde nuestra perspectiva, el tipo de significado del peronismo dominante en eluniverso que estudiamos (fundamentalmente entre los entrevistados de las cohortes másantiguas) sería actualizado aquí, no solamente por la interpelación de la versión oficial delperonismo bonaerense y por el soporte relacional específico vinculado a la red clientelardel partido justicialista42 (del que, por otro lado, participan sólo de modo tangencial),43

sino también por su experiencia presente como desplazados de la fuerza de trabajo activay, por tanto, transformados en población asistida directa o indirectamente por el estado.

41 NUN, José Averiguaciones…, cit.42 Auyero observó la persistencia de la adhesión al peronismo en poblaciones residentes en asentamientos

precarios del conurbano bonaerense y vinculó dicha persistencia a la presencia y expansión de las redesclientelares del justicialismo. El autor encuentra en estas tramas relacionales no sólo los soportes que man-tienen vivos los remanentes de la identidad peronista sino los estímulos que actualizan selectivamentedeterminados significados del peronsimo ligados fundamentalmente a la distribución de bienes esenciales.AUYERO, Javier La política…, cit.

43 Como bien señala Delamata el resultado del proceso de organización de los desocupados de la últimadécada no supone ciertamente el final de la red clientelar del peronismo o de las prácticas clientelares engeneral, sino el quiebre de su monopolio y el aumento de la competencia entre redes asistenciales alterna-tivas. [DELAMATA, Gabriela Los barrios…, cit., p. 28] De resultas de lo cual, los trabajadores que hemosentrevistado, en tanto organizados territorialmente por el movimiento de desocupados, participan de estasredes alternativas, a la vez que su vinculación en las redes clientelares del partido justicialista es relativa-mente periférica.

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Nuestra exploración sobre las formas de rememoración del pasado peronista, y ladinámica que al respecto se establece entre pasado, presente y futuro, nos sugiere algunosseñalamientos ulteriores en torno a la adhesión al peronismo y su articulación en las iden-tidades en formación que son objeto de nuestro estudio.

En tanto La Matanza es una zona tradicionalmente peronista del conurbano bonae-rense, no resultó sorprendente corroborar que casi la totalidad de los desocupados de lascohortes más viejas se reconocen enfáticamente como peronistas. Por su parte, la presen-cia de entrevistados no peronistas entre los menores de cuarenta años no debe hacernossoslayar lo que entendemos es en sí un dato relevante: nos referimos tanto a la persistenciade una fuerte intensidad en la adhesión al peronismo, incluso entre los menores de 40 años,como al hecho de que los pocos desocupados no peronistas de las cohortes más jóvenes noreconocen otra orientación política ni otras lealtades electorales. Este señalamiento ponede manifiesto, como ya enfatizamos, la fuerza de la tradición peronista en este territoriosocial, así como la importancia de su transmisión familiar, en tanto participan de estatradición aún algunos de aquellos jóvenes cuya socialización más amplia aparece comotempranamente frustrada o postergada.

Lo dicho abona en parte los señalamientos realizados por Oviedo44 cuando afirmaque los cortes de ruta fueron protagonizados por aquellos que mantuvieron su opción elec-toral por el peronismo aún después del primer período del menemato. Asimismo, nuestrasobservaciones permiten inferir que, aún cuando estos apoyos se mantienen, el menematoestá siendo objeto de un acelerado proceso de reinformación y reelaboración. Pero si bienel surgimiento de estas organizaciones se entrama con la crisis del peronismo en los secto-res populares, lo que nuestro trabajo también nos advierte es que no es pertinente vincularunívocamente la expansión de estas organizaciones con un futuro derrumbe de la hegemo-nía política del justicialismo en el conurbano bonaerense.

Ciertamente, dadas las coordenadas políticas y sociales que definen la situación denuestros entrevistados, ellos mismos aparecen frente al investigador como el territorio dela “lucha cuerpo a cuerpo” que, siguiendo a Svampa y Pereyra,45 se entabló entre las inci-pientes organizaciones de desocupados y la estructura del partido justicialista bonaerense.Sin embargo, es relevante considerar que, desde la perspectiva subjetiva de estos trabaja-dores, su participación en dichas organizaciones no involucra, por el momento, una con-tradicción abierta con su autoidentificación como peronistas ni con sus opciones electora-les previas.

Por otro lado, junto con esta persistencia en la adhesión al peronismo, nuestro traba-jo aporta otras observaciones que pueden ser leídas, en la dirección ya planteada por otrosautores,46 como indicadores de un debilitamiento del mismo en términos socio-culturales.

44 OVIEDO, Luis De las primeras Coordinadoras…, cit., p. 7.45 SVAMPA, Maristella y PEREYRA, Sebastián Entre la ruta…, cit.46 MARTUCCELLI, Danilo y SVAMPA, Maristella La Plaza Vacía…, cit.

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Al respecto, señalamos que si bien sigue siendo la común identificación comoperonistas la que delimita un espacio político exclusivo dentro del cual estos entrevistadoshan realizado y realizan sus opciones electorales, la adhesión al peronismo no los involucraen ninguna otra práctica política.

Asimismo, y sin desmedro de la importancia que tuvo la experiencia de los añosfundantes del peronismo entre los sectores que analizamos, observamos ya que esta me-moria peronista va tornándose crecientemente una “memoria privada”, y difícilmente seactualiza como una matriz activa de interpretación del presente. En ese sentido, la memo-ria de los buenos viejos tiempos del peronismo parece funcionar, en la mayoría de loscasos, como nostalgia.

Hasta aquí, nuestras preguntas y el análisis realizado a partir del ejercicio propuesto.Sin desmedro de las regularidades observadas y comentadas, queremos enfatizar que nuestrasconclusiones al respecto no pueden extenderse sin más a otros grupos no entrevistados.Las mismas también están acotadas y ancladas al momento de las entrevistas: las memo-rias son ellas mismas históricas y, por lo tanto, abiertas. Otros contenidos y significacionessobre los eventos del pasado pueden producirse y/ o activarse a futuro, entre estos mismoshombres, a partir de nuevas experiencias.

Buenos Aires, noviembre de 2004

VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

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Ilustración: Marcelo Móttola

Alejandro CattaruzzaMaría Estela Spinelli

… políticas de la historia

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a invitación de Prohistoria a proponer algunas consideraciones acerca del golpede Estado de 1955 encierra para mí un desafío cuyo origen deviene de variascircunstancias, que podrían plantearse de manera sumaria con esta fórmula: para

un historiador que, por muchos años, militó en el peronismo y luego, apenas asumióMenem, se alejó de él, como es mi caso, la reflexión sobre 1955 no puede liberarse de lareflexión sobre la propia trayectoria política y sobre las siempre complicadas relacionesentre la investigación científica y la intervención pública. Ello ocurre no sólo porque elpropio golpe tenía en sí mismo un alto valor simbólico a la hora de asumir una identidadperonista, sino porque el período de dictaduras que se sucedieron luego de 1955 marcó elinicio de procesos también decisivos para el movimiento derrocado. Los comienzos quehoy se reconocen casi inmediatos de la resistencia, las ejecuciones de junio de 1956, elejercicio del voto en blanco, eran también piezas centrales en la historia que el peronismocontaba de sí.

Puesto en otros términos, me resulta difícil discernir cuáles de los argumentos quesiguen son tributarios de mi actividad historiográfica y cuáles de una vocación de interven-ción en debates más amplios que, aún fundada en la anterior, suele permitir por su propianaturaleza menos matices. De todas maneras, esta tensión entre el compromiso y la distan-cia, concebida al estilo de Elias, parece ser una de las que torna productiva la investigaciónen ciencias sociales.

Para quienes nos incorporamos muy jóvenes a la actividad política a través delperonismo, por alguna de las anchas y múltiples puertas que hacia 1973 parecían abrirse,el golpe de Estado de 1955 constituía un episodio cuyo sentido era evidente, indiscutible,transparente. Se trataba de una acción que juzgábamos oligárquica, patronal, en la que sehabían complicado partidos despojados de apoyo popular, impulsada por lo más reaccio-nario de la Iglesia y de las Fuerzas Armadas, decidida a alinear a la Argentina con lapolítica imperial y a aplicar, luego de haber bombardeado a la población civil en el durísi-mo intento de junio, medidas de represión que llegaban al extremo de la prohibición de losnombres y símbolos de los derrocados y de los fusilamientos, clandestinos y públicos. Ungolpe que lograba combinar en un solo capítulo, revelar de una sola vez, todos los atribu-tos “gorilas”, de derecha o de izquierda. En el esquema, la primera era plenamente conciente

Imágenes históricas, interpretaciones políticas,alternativas tenaces

ALEJANDRO CATTARUZZA(UBA, UNR, CONICET)

1955

L

CATTARUZZA, Alejandro “1955 Imágenes históricas, interpretaciones políticas, alternativas tena-ces”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 181-183.

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de sus intereses, mientras que la segunda era víctima de su propia miopía al analizar elproblema argentino.

En ese sentido, 1955 nos ofrecía un criterio firme para ordenar el mundo político –nuestro mundo político, cuando menos– hacia 1973. Había, desde ya, excepciones que noterminaban de acomodarse al cuadro, pero quedaban subsumidas en aquella interpretacióndel golpe que era funcional tanto al diagnóstico que se realizaba acerca de los primerosgobiernos peronistas como sobre los años posteriores al período 1955-1958. Sucesos queya por entonces eran visibles, sobre los cuales insistió la investigación histórica, no mere-cían mayor atención: la fragmentación de los actores políticos en los primeros años; lasdificultades que el sistema de partidos tendría para encontrar una pauta de funcionamientoalejada de la tutela militar.

La fuerza y la debilidad de aquella versión, que compartí, provenían del mismo nú-cleo de convicciones: el verdadero enfrentamiento se había librado entre dos bloques, elperonista y el antiperonista –lo que a su vez remitía a otros pares antagónicos, quizás másprofundos: la liberación y la dependencia, la nación y el imperio, el pueblo y la oligarquía,los explotados y los explotadores– cuya homogeneidad apenas era puesta en duda. Nobastaba para conmover esas certezas que fuera manifiesta la presencia, en el peronismo, degrupos sociales diversos y de corrientes políticas que ya habían dado señales de estardispuestas a librar una batalla interna que pronto se tornaría feroz; tampoco se registrabanlas extravagantes convivencias que, desde el punto de vista ideológico, existían en uno yotro bando.

Al mismo tiempo, curiosamente, aquella versión encerraba uno de los interrogantesque todavía hoy parece estar en el centro de las preocupaciones historiográficas referidasal peronismo: el complejo proceso de construcción de identidades políticas durante elperíodo. Más específicamente, la apuesta mayor parece ser lograr una explicación satis-factoria de los sólidos anclajes sociales del peronismo, que lo vinculaban a los sectorespopulares y obreros. La organización de una imagen de los primeros gobiernos peronistas,que era simultáneamente una imagen del pasado reciente y poseía fuertes efectos identitarios,parece ser otros de los frentes de investigación más inquietantes y prometedores para elperíodo abierto en 1955.

Desde esta perspectiva que intenta aprehender históricamente el fenómeno, entiendoque el golpe revela también rasgos de la cultura política argentina que demuestran muchaestabilidad, inscribiéndose en una larga tradición. Una de ellas es, a mi juicio, la inclina-ción de los actores a plantear un combate central y exclusivo que cubre todo el escenariopolítico, impugnando esencialmente la legitimidad del adversario. Si en tiempos delperonismo –y, desde ya, también con anterioridad– esa tendencia había indudablementefuncionado, ella no se desactivó luego de 1955, sino que se exacerbó al límite; una pruebacasi innecesaria es la de los fusilamientos y la proscripción.

Otra de esas características más generales y duraderas es la que refiere a lo peculiarde la organización de los bloques que, se supone, libran la contienda juzgada central.Evidentemente heterogéneos en su composición social y en los impulsos ideológicos que

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los animan, logran sin embargo hallar unidades firmes, aún por la negativa. El conflictoperonismo-antiperonismo, que había articulado discursivamente –y puede suponerse queno sólo discursivamente- las disputas políticas entre 1945 y 1955, exhibe esa característicaen ambos polos. Así, hubo entre los golpistas de 1955 quienes se sintieron llamados aparticipar para conseguir la restauración del orden social amenazado, creían, por elperonismo; quienes en cambio vieron en la acción militar la oportunidad para conseguir elrespeto a las libertades civiles que entendían violadas; a su vez, hubo quienes lo hicieron,sin más, en nombre de Cristo, impulso que hasta poco antes les había indicado otros sende-ros. Entre los elencos derrocados la heterogeneidad era semejante y ella devenía de laamplitud con que el peronismo había albergado a intelectuales y dirigentes cuyas trayecto-rias previas los vinculaban a tradiciones muy diversas

El golpe de 1955, como señalaba, extremó esas tendencias de mayor duración. Losnuevos golpes de Estado que, luego de la revolución en Cuba, se sucedieron desde 1962permitieron luego, y casi tornaron imprescindible, la reinterpretación del ocurrido en 1955,poniendo en crisis lo que quedaba de la imagen de unas Fuerzas Armadas “libertadoras” ycustodias de la democracia; ellas terminarían en los primeros años de la década de 1970vistas por amplios sectores como mero aparato represivo e instrumento de los poderosos.Una visión que, hoy en día, no me parece demasiado desacertada.

El esfuerzo de comprensión y de explicación constituye un imperativo para el histo-riador, tal como concibo sus tareas; también lo es a mi entender la toma de posición frentea procesos que, en última instancia, ameritan la exposición de una opinión ético-política.Convocado entonces a ofrecer una consideración sobre el golpe de Estado de 1955, deboseñalar que creo que él constituyó no sólo una tragedia para el peronismo, se tratara de susdirigentes o de los sectores populares que hallaron allí su identidad política, sino tambiénpara la democracia, precisamente el valor tras el cual algunos de quienes lo apoyaron sehabían movilizado haciendo visible, una vez más, la confusión que suele reinar en nuestrasdecisiones políticas.

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El nombre “revolución libertadora”, con su enorme carga valorativa, sólo podíaquedar librado a la controversia. Ese nombre que el antiperonismo triunfante dio asu llegada al poder, fue sin duda representativo del maniqueísmo vigente en 1955

y junto con él se proyectó con fuerza en la cultura política argentina de la segunda mitaddel siglo XX, como sinónimo del antiperonismo más radical.1 En realidad, este fue elúnico que a la postre, siguió reivindicando la causa y la justicia de ese hecho.

En este breve ensayo partimos de la consideración de la “revolución libertadora”como un acontecimiento rupturista y violento que marcó un antes y un después en la con-vulsionada sociedad política dividida por el enfrentamiento peronismo antiperonismo. Sussignificados fueron diametralmente opuestos. Mientras buena parte del antiperonismo laconcibió, en su momento, como “liberación”, “república rescatada”, “hora de la libertad”y la equiparó a “Mayo y a Caseros” en su afán de gloria2 los peronistas, desde su experien-cia, la llamaron “libertadura”, “revolución fusiladora”, “revolución gorila”. Esto implicauna enorme dificultad para construir una interpretación equilibrada que dé cuenta de lasvivencias de los actores en pugna.

Aquí nos ocuparemos centralmente de la primera línea de esos significados, la de losantiperonistas. Partimos de la hipótesis de que la “revolución libertadora” fue entre otrasmuchas cosas, una ilusión de regeneración cultural y política.

Un breve relato de la conspiración antiperonistaLa conspiración político militar antiperonista produjo su primera acción concreta el 28 deseptiembre 1951, el fallido levantamiento del general Benjamín Menéndez que tuvo porfinalidad derrocar al gobierno de Perón e impedir su reelección presidencial. La asonada

La “revolución libertadora”Una ilusión antiperonista

María Estela Spinelli(UNCPBA - UNMDP)

1 Los representantes más notorios de ese antiperonismo radical, fueron el Almirante Rojas, caso paradigmá-tico dentro de las fuerzas armadas. Entre los partidos políticos, el Partido Socialista, el Partido DemócrataProgresista, la mayor parte de las fracciones en que se dividió el Partido Demócrata Nacional. En los otrospartidos, la línea unionista de la UCR y los demócratas cristianos, hasta 1958. Estos fueron los que identi-ficaron al peronismo con el nazifascismo y propusieron la restauración liberal democrática con la exclusióntotal del peronismo. Véase SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revo-lución libertadora”, Biblos, Buenos Aires, 2005, pp. 133 a 170.

2 Todos estos calificativos aparecieron en el número 237 de la revista Sur de diciembre de 1955, ejemploparadigmático del pensamiento antiperonista, dedicado al balance del peronismo.

SPINELLI, María Estela “La ‘revolución libertadora’. Una ilusión antiperonista”, prohistoria, añoIX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 185-189.

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fue apoyada públicamente por la mayor parte de los dirigentes políticos de la oposición,incluso de aquellos que tenían representación parlamentaria, como los radicales ArturoFrondizi y Mauricio Yadarola.3

Pocos meses más tarde, en enero de 1952, según el relato de Isidoro Ruiz Moreno,4

se desbarató un complot organizado por el coronel José Francisco Suárez, destinado aatacar la residencia presidencial y matar al presidente. En las redadas posteriores fue aprisión el general Lonardi. En la cárcel intentó retomar el hilo de la conspiración –habíaestado implicado con la preparación del levantamiento de Menéndez– y trabó contactocon el general Pedro Eugenio Aramburu. Pero éste lo desalentó rotundamente, impresio-nado por la enorme adhesión popular que seguía conservando el peronismo.5 Las conver-saciones y contactos continuaron por esos y otros carriles. La rebelión antiperonista semantuvo siempre viva y latente. En este sentido las memorias y ensayos políticos de losprotagonistas son elocuentes, y la mayor parte de ellos revelan que tanto los militarescomo los jefes políticos discutían asiduamente la forma de derrocar al gobierno, en sulenguaje “hacer la revolución”.6

Hubo también otros opositores que soñaron en estos mismos años con la “revolu-ción”, algunos sectores católicos. César Tcach sostuvo que en 1952, frente a la peronizacióncompulsiva impulsada desde el gobierno, comenzó “la ofensiva católica”.7 Primero crean-do asociaciones civiles de estudiantes y profesionales, dos años después apelando a lamovilización de masas. Un testimonio tardío de uno de los militantes católicos encuadra-dos en estas organizaciones en la Capital Federal, Florencio Arnaudo,8 narró las alternati-vas del armado de las acciones finales entre los comandos civiles católicos desde 1954, entodo aquello que fue la campaña de los panfletos9 y la búsqueda de visibilidad de la oposi-

3 Ambos firmaron su adhesión a la proclama del golpe junto a otros conocidos dirigentes opositores AméricoGhioldi, Julio Noble, Reynaldo Pastor, Gregorio de Laferrere, Horacio Thedy, entre otros. Su texto aparecereproducido en GARCÍA, Eduardo Augusto Yo fui testigo. Antes, durante y después de la segunda tiranía,Buenos Aires, 1971.

4 RUIZ MORENO, Isidoro La Revolución del 55, Emecé, Buenos Aires, 1994, Vol. I.5 El general Aramburu retornó a Buenos Aires en 1952 luego de una gestión en Brasil. Su llegada coincidió

con los funerales de Eva Perón que dieron lugar a una de las manifestaciones más imponentes de dolorpopular.

6 Al respecto pueden verse las memorias de Alejandro Gómez (1963) y Nicolás Babini (1984) que abundanen detalles sobre reuniones con militares y rumores que circulaban entre la militancia radical de preparati-vos para la “revolución”, así como del entrenamiento en el manejo de armas de “comandos civiles” de lospartidos.

7 TCACH, César Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba 1943-1955, Sudamericana, BuenosAires, 1991, pp. 223-240.

8 ARNAUDO, Florencio El año que quemaron las iglesias, Pleamar, Buenos Aires, 1996.9 Gran parte de los panfletos que circularon en la etapa preparatoria para crear el “clima de la revolución” en

la sociedad y llamaron a las fuerzas armadas para que entren en acción, fueron recopilados por otro dirigen-te de las organizaciones católicas, LAFIANDRA, Félix Los panfletos. Su aporte a la Revolución Libertadora,Buenos Aires, s/d.

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ción católica, a través de las procesiones de la Inmaculada, en diciembre de 1954 y deCorpus Christi, en junio de 1955.

A esta oposición civil católica que apostaba al derrocamiento del peronismo, se su-maron cuadros del nacionalismo. Estos, por sus vinculaciones, se convirtieron en activosenlaces con las fuerzas armadas.10

Las distintas líneas de la conspiración antiperonista estaban tendidas a comienzos de1955, aunque no actuaran unificadamente. Los activistas nacionalistas y católicos fueronlos principales elementos de apoyo del sector de la Marina que se lanzó al ataque del 16 dejunio, que tenían también vínculos con dirigentes políticos, Américo Ghioldi, Miguel Án-gel Zavala Ortiz y Adolfo Vichy. Estos aparecieron como los titulares de una hipotéticajunta de gobierno revolucionaria.

El sangriento intento fracasó,11 la represalia peronista contra las iglesias, causó estu-por en el antiperonismo, pero la suerte del gobierno peronista estaba echada. El juicio a losresponsables no hizo más que cohesionar a las fuerzas armadas y sumar nuevos jefes mili-tares al golpe.12 Los dirigentes políticos otra vez se sumaron a las conversaciones prepara-torias de la “revolución” que se inició el 16 y culminó el 23 de septiembre con la asuncióndel flamante presidente provisorio, general Eduardo Lonardi y la imponente manifestacióndel “día de la libertad”.

¿Para qué la “revolución”?Los distintos grupos y sectores que habían contribuido a generar el consenso para la “revo-lución libertadora” tuvieron expectativas y aspiraciones diversas con respecto a ella. Unavez que el objetivo de derribar al enemigo, la “dictadura”, que les había dado cohesiónestaba cumplido, había que “restaurar”, “construir”, “normalizar”, o “abrir el juego políti-co”. El único acuerdo que todos los que apoyaron la “libertadora” respetaron fue NO aPerón.

Pero el antiperonismo de la víspera había unido circunstancialmente a viejos enemi-gos ideológicos y políticos. Por eso la lucha entre ellos comenzó al día siguiente. La líneadivisoria básicamente pasó entre quienes buscaron la solución mediante la apelación a la

10 El caso de Mario Amadeo, por ejemplo fue típico, el había sido profesor de derecho internacional en laEscuela Superior de Guerra y en la Escuela Naval. Véase AMADEO, Mario Ayer, hoy y mañana, BuenosAires, 1956.

11 Hubo alrededor de trescientos cincuenta muertos y más de setecientos heridos, la inmensa mayoría de ellosciviles. El presidente Perón días después llamó a la conciliación.

12 Las memorias del contralmirante Jorge Perren, del almirante Rojas, de Ernesto Lonardi, del mayor Guevaray el ensayo histórico de Bonifacio del Carril presentan abundante evidencia de esta situación. PERREN,Jorge Puerto Belgrano y la Revolución Libertadora, Solaris, Buenos Aires, 1997; LONARDI, ErnestoDios es justo, Colombo, Buenos Aires, 1958; DEL CARRIL, Bonifacio Crónica interna de la RevoluciónLibertadora, Buenos Aires, 1959; GONZÁLEZ CRESPO, Jorge Memorias del Almirante Rojas. Conver-saciones con Jorge González Crespo, Planeta, Buenos Aires, 1993; GUEVARA, Juan Francisco La Argen-tina y su sombra, Buenos Aires, 1970.

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fórmula de “unidad nacional”13 y quienes la buscaron por la vía de la corrección del siste-ma político al que el peronismo había vulnerado, instaurando un sistema de pluralismopolítico. Estos últimos, de quienes a continuación nos ocupamos, concibieron la “revolu-ción libertadora” como restauradora y reparadora de la tradición liberal-democrática en laque ellos se habían formado intelectual y políticamente.

La ilusión de la regeneración cultural y políticaPara aquellos que se identificaron con la resistencia antifascista, los antiperonistas de la“primera hora”, socialistas, demócratas progresistas, demócratas conservadores y demó-cratas cristianos, la lucha contra el peronismo se inició con el triunfo electoral de éste,porque lo consideraron ilegítimo. La elección de 1946 fue interpretada por ellos como “laopción de las masas por el fascismo”.14 Más aun, consideraron al peronismo como una“mala copia del nazi fascismo” en todo aquello que tenía de resabio de caudillismo, polí-tica criolla, pero sobre todo de “vulgaridad” –decían– de su personal político y la apela-ción a los sectores populares en su propio lenguaje.15

Estos partidos, con excepción de los demócratas nacionales que quedaron fuera,fueron los que más duramente sufrieron la derrota de la Unión Democrática en 1946,porque perdieron prácticamente toda representación parlamentaria a nivel nacional.16 Sinembargo, esto no significa que su influencia desapareciera. Sus vínculos con los sectoresmás establecidos del mundo de la cultura y el medio académico fueron sólidos y perma-nentes. Es más, estos últimos, desde su lugar, también habían sido “resistentes”. Lo habíasido el grupo de ASCUA, Asociación Cultural Argentina para la Recuperación de Mayo ytambién la SADE, Sociedad Argentina de Escritores, que sugirieron al gobierno provisio-nal que la “Revolución Libertadora” debía inscribirse en la tradición liberal-democráticade Mayo y Caseros. Ese fue uno de los sentidos de la “restauración”, frente a lo que habíanvisto como devaluación de los valores de la tradición patriótica liberal y de la culturanacional, por parte del peronismo.17

13 Fue la línea política promovida durante el gobierno de la “libertadora” por las revistas Qué sucedió en 7días y Mayoría que llevó a la búsqueda del voto peronista. Exitosamente representada por sectores del“frondizismo”.

14 Al respecto pueden verse los testimonios de REPETTO, Nicolás Mi paso por la política, Santiago Rueda,Buenos Aires, 1957, vol. II y de GARCÍA, Eduardo Augusto Yo fui testigo…, cit. Un análisis de estapercepción política, en SVAMPA, Maristela El dilema argentino. Civilización o barbarie. De Sarmiento alrevisionismo peronista, El Cielo por Asalto, Buenos Aires, 1993.

15 SPINELLI, María Estela “El debate sobre la desperonización. Imágenes del peronismo en los ensayospolíticos antiperonistas (1955-1958)”, en BIANCHI, Susana y SPINELLI, María Estela (compiladoras)Actores, ideas y proyectos políticos en la Argentina Contemporánea, IEHS, Tandil, 1997.

16 GARCÍA SEBASTIANI, Marcela La oposición política al peronismo. Los partidos políticos en la Argen-tina entre 1943 y 1951, Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, Instituto Universitario Ortegay Gasset, Madrid, 1997.

17 Esa representación de lo que había sido el peronismo aparece nítidamente en MARTÍNEZ ESTRADA,Ezequiel ¿Qué es esto? Catilinaria, Lautaro, Buenos Aires, 1956.

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18 La Nación, 11 de noviembre de 1955, p. 1 “Fue inaugurada la Junta Consultiva Nacional”.

La caída del peronismo significaba para ellos el fin de la censura, del aislamientocultural y el comienzo de una etapa creativa. En el mundo académico y cultural, para ponerun ejemplo endogámico, ese optimismo era visible en el número 237 de Sur, entre otros, enel artículo de Tulio Halperin, “La historiografia en la hora de la libertad”, también en elnombramiento de José Luis Romero como rector normalizador de la U.B.A, y en elprotagonismo de la FUBA en el debate sobre la normalización de la Universidad.

Para comprender el optimismo de estos sectores políticos debe tomarse en cuentatambién el diagnóstico de situación del cual partieron. La idea de que el peronismo estabapolíticamente agotado y había perdido apoyo popular y que el estallido revolucionario,con su enorme apoyo civil era producto de su trabajo sobre las conciencias, como expresóel socialista Américo Ghioldi en la Junta Consultiva Nacional, era una opinión generaliza-da. Esta idea apareció también reflejada en la euforia de La Nación del 23 de septiembrede 1955, cuando hizo mención a la “reserva democrática” que ese día colmaba la Plaza deMayo. Poco más tarde, estuvo presente en el reconocimiento que tributó el almirante Ro-jas a “los diversos sectores políticos de la república, que por su historia y plataformaprepararon el clima de resistencia a la dictadura”.18

Estos sectores políticos tuvieron una influencia importante en el armado del progra-ma político del gobierno de la “revolución libertadora” de reforma constitucional previa alllamado de elecciones generales. Fueron, además, los primeros en promover ladesperonización, “desmontar el aparato totalitario”, la denominaron. Cuando asumióAramburu y fueron excluidos sus enemigos nacionalistas, ellos aportaron las ideas centra-les que tenían que ver con la restauración de la tradición política y el programa de reformasque contribuyera a perfeccionarla. Esto es, corregir el sistema de representación electoraly limitar el presidencialismo.

Una vez que se abrió la competencia electoral, en julio de 1957, fueron vencidos porel radicalismo, ya entonces dividido en Unión Cívica Radical del Pueblo e Intransigenteque iba detrás del voto en blanco (peronista). Con esta derrota, socialistas, conservadores,demócratas progresistas y demócratas cristianos perdieron toda esperanza en la reformadel sistema político y terminaron solos enfrentando, al gobierno de Aramburu y a los radi-calismos, por haber traicionado la “revolución libertadora”.

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Ilustración: Marcelo Móttola

reseñas

Diego RoldánAgustín Nieto

Andrea TorricellaPablo Martín Pérez Branda

Juan Iván LadeuixAlejandra Ardanaz

Eduardo WeiszKarina Ramacciotti

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ABOY, Rosa Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el barrio LosPerales. 1946-1955, Fondo de Cultura Económica–Universidad de San Andrés,Buenos Aires, 2005, 194 pp., 18 ilust. ISBN 950-557-626-9

La historiografía y las ciencias sociales en Argentina se han interesado por el pasadode la vivienda obrera y de los sectores populares. La historia social ha capitalizadoeste objeto a partir de los aportes pioneros de José Panettieri y las posteriores

aproximaciones de Leandro Gutiérrez a las condiciones de vida de los sectores populares.Los trabajos más específicos que, desde la historia sociocultural de la arquitectura, handesplegado Jorge Francisco Liernur y sus discípulos prestaron profundidad a los abordajessobre una temática que cuenta con una holgada trayectoria dentro de la historia de laarquitectura y del urbanismo. La problemática delimitada exhibe diversos accesos, aunquepuede reconocerse, en aras de simplificar, que los análisis han esbozado una doblepolaridad: los enfoques estatalistas y los que tratan de recuperar la experiencia social dela casa auto-construida; los estudios que pretenden dar cuenta del proceso histórico generaldel desarrollo de políticas ligadas a la vivienda popular y los que se concentran en algúncaso particular. De todos modos, la integridad de los abordajes argumentan que, allendeal ámbito de las ideas, la problemática material de la habitación popular sólo conoció unaintervención contundente de parte del Estado durante los gobiernos peronistas. Los alcancesde las iniciativas privadas, cooperativistas, confesionales, municipales y de la ComisiónNacional de Casas Baratas fueron invariablemente limitados.

Si bien Rosa Aboy mantiene vínculos con estas perspectivas, su trabajo tiende acombinar las opciones trazadas por la historiografía y a desmontar algunos supuestos ins-talados en el campo de los estudios urbanos argentinos. Su lectura ofrece una visión mássugerente y compleja de las políticas urbanas del peronismo orientadas a los sectores me-nos favorecidos de la sociedad. El estudio, focalizado sobre un caso específico (barrio LosPerales) establece relaciones con procesos y espacios más amplios. El razonamiento y laexposición, que avanza describiendo círculos concéntricos, relaciona las experiencias deconstrucción de viviendas baratas antes y durante el peronismo, al mismo tiempo quedespeja las influencias ejercidas en Argentina, desde fines del siglo XIX hasta el períodode entreguerras, por los modelos europeos y estadounidenses de construcción de viviendaspara obreros.

La primera parte del libro se consagra a precisar el recorte operado sobre el barrio.La justificación de la elección apunta razones cuantitativas, cualitativas y simbólicas, que,por lo demás, formarán parte de la estructura argumental de todo el texto. Las influenciasdel modelo alemán de la seidlungen y del suburbio norteamericano son contrapesadas conlos proyectos de saneamiento del hábitat popular en la Argentina. Del mismo modo, seanalizan los problemas de la carestía de la vivienda a la luz de las configuraciones socialesdisimiles que recibieron a la inmigración masiva de fines del siglo XIX y la migracióninterna, especialmente relevante luego de 1930. Aboy reseña las ineficaces políticas deviviendas públicas de las primeras décadas del siglo XX, el desarrollo de oficinas burocrá-

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ticas abocadas al estudio de reformas urbanas, los argumentos sobre la vivienda popularvertidos en el I Congreso Argentino de Urbanismo (1935) y en el Congreso Panamericanode la Vivienda Popular (1939). Los debates entre reformadores socialistas respecto a lavivienda colectiva y católicos sociales sobre la vivienda unifamiliar tienen especial rele-vancia en este tramo del trabajo. El objetivo de estas primeras páginas, además de mostrarcuáles fueron las preocupaciones sobre la política material de la ciudad, colocan el acentoen la inoperancia de estos debates para transformar la realidad y la prescindencia quesostuvo el Estado, antes de 1946, en políticas sociales de alto impacto.

La segunda parte del libro avanza sobre las discusiones y la diversidad tipológicaencarnada por las experiencias de intervención directa del primer peronismo en el campode la vivienda popular. Entonces, cobran interés las controversias y las irresoluciones teó-ricas respecto a la estructura de las viviendas populares (colectivas o unifamiliares), incer-tidumbres que fueron despejadas bajo la guía de la pragmática frase acuñada por elperonismo: “la mejor política es hacer obra”. Este pragmatismo configura una ecuación,cuyos términos estaban dados por los presupuestos ideológicos sobre la vivienda obrera,las necesidades sociales y políticas de la obra y los recursos materiales disponibles parallevarla a cabo. Los dos últimos componentes de la fórmula tuvieron una influencia cardi-nal en los resultados, decidiendo los problemas metodológicos y zanjando los debatesideológicos. Así, la morfología colectiva de Los Perales fue expurgada de sus presuntasconsecuencias revolucionarias y absorbida en el marco de un discurso y una acción políti-ca que ubicaba los sectores populares como los destinatarios de una transformación hechadesde arriba y cuyo impulsor era el Estado peronista. En esta atmósfera, discurren lostópicos de la propaganda política que contrastan el pasaje del conventillo a la viviendapropia (aunque obrera), de los locatarios a propietarios (aunque en barrios populares) y endefinitiva señalan que el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores había sido unaobra distintiva del peronismo, frente a los tan insensibles como inútiles diseños preceden-tes.

Al mismo tiempo, esta dotación de una nueva estructura habitacional, en el campodiscursivo, resultaba decisiva para transformar los hábitos de los sectores populares en posdel desarrollo industrial. El entorno, en este caso la vivienda, poseía cualidades capaces detransformar la subjetividad de sus habitantes. Del mismo modo, los equipamientos y áreascolectivas, dentro del barrio Los Perales, contribuían a moldear la civilidad de sus habi-tantes. Se trataba de espacios que diferenciaban al barrio de otros complejos habitacionales,como 1° de Marzo y Juan Perón, construidos por el Estado peronista durante la mismacoyuntura. Los Perales eran un hito urbano, su peculiar morfología y la dotación de espa-cios colectivos para el esparcimiento, como la gran pileta natatoria, revelaban su carácterde incrustación en la homogénea trama urbana.

Viviendas para el pueblo… no se limita al encuadramiento histórico de la construc-ción de viviendas populares durante el peronismo, ni se conforma con brindar al lector unpanorama complejo acerca de las elecciones tipológicas de las viviendas y las contradicto-rias inspiraciones que dieron origen al perfil de los barrios obreros patrocinados por el

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primer peronismo. Aboy trata de trascender –sin desatender– el análisis de las políticasestatales, considerando detenidamente sus parámetros ideológicos, sus préstamos cultura-les, la formación de los cuadros burocráticos, las intervenciones técnicas, la recepción ydifusión prestada a los proyectos por la prensa periódica. La superación de este marcoanalítico bastante convencional, aunque necesario, se incardina en la tercera parte del vo-lumen, donde la autora se arriesga a explorar las prácticas, sensibilidades y representacio-nes de los destinatarios de las viviendas públicas.

Así, el último tercio del libro, presenta un análisis cualitativo, cuyos insumos son unconjunto de entrevistas realizadas a los primeros habitantes del barrio y una historia noacadémica de Mataderos, redactada por un antiguo vecino. Inicialmente, se recuperan lasopciones que los habitantes realizaban para decidir afincarse en el barrio, se observa quelos sectores populares eran agentes bien informados y hábiles razonadores en el planoinstrumental. Del mismo modo, resultan atractivos los testimonios referidos a la construc-ción y difusión de la denominada Leyenda Negra de Barrio Los Perales, ésta presume quesus incultos habitantes habrían utilizado los pisos parquet como combustible para asados ylas tinas del baño como parcelas de cultivo. Actitudes políticas, divisiones sociales, rela-ciones Interior-Buenos Aires se juegan en la construcción de estas imágenes y en la recep-ción que le dispensan los vecinos. Instructiva resulta la voz del historiador de Mataderos,Ofelio Vecchio, quien pese a sindicarse como peronista e hincha de Nueva Chicago serefiere a los primeros habitantes de Los Perales como “los coyas que vinieron del norte” yratifica con énfasis sarmientino los argumentos de la Leyenda Negra. No obstante, cuandoVecchio es consultado sobre la época en que se construyó Los Perales, señala que notransitaba la zona por razones de seguridad y que, por lo tanto, no conocía el agrupamientoen detalle. Los argumentos de este historiador de domingo denuncian cierta heterogenei-dad dentro de las filas peronistas: el conjunto de adherentes presentan dimensiones imagi-narias diversas entre los que pertenecían a la inmigración masiva europea, como Vecchio,y los nuevos migrantes internos. Distinciones expresadas en el plano social, pero que ad-quieren especial vigor en el campo cultural e incluso obligan a Vecchio a formular algunascríticas a la naturaleza de las políticas peronistas.

El libro finaliza con consideraciones sobre la vida cotidiana de los habitantes en losespacios públicos y privados del barrio. En el primer conjunto son analizados el deporte,donde Nueva Chicago y su fútbol ocupan un lugar de privilegio, las fiestas populares y lasestablecidas por el peronismo, y las prácticas religiosas de la población, conjunto quecontribuye al esbozo de un perfil identitario. La vida privada, íntima y doméstica, es rele-vada a la luz del contraste que estas dimensiones ofrecen frente a la experiencia previa delos sujetos. Aboy pretende conocer hasta qué punto los nuevos dispositivos arquitectóni-cos fueron capaces de modificar sus pautas culturales. La autora, además, concede unaimportancia cardinal al incremento del nivel de vida y al inédito confort brindado por estasviviendas, sin descuidar la forma en que las nuevas experiencias se solaparon con la cultu-ra de los sectores populares. Este último capítulo responde a la intención de vislumbrarmás claramente, al margen de las discusiones producidas en torno a la urbanización popu-

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lar, las relaciones sociales que se producen en la sociabilidad cotidiana que permite elcomplejo de Los Perales y la capacidad de estas redes para forjar vínculos duraderos eidentidades compartidas, tendientes a reconstruir los parámetros axiológicos de sus inte-grantes.

Quizá el mayor mérito de este libro sea el ensayo de aproximación que realiza sobrela experiencia y la identidad de los sectores populares a través de sus prácticas y vidacotidiana: la sociabilidad, las formas de habitar, cocinar, divertirse y pensarse a sí mismos.Este costado del análisis devuelve la voz a los sectores populares y complejiza la compren-sión de las políticas del peronismo restituyendo la perspectiva de sus receptores. Además,Viviendas para el pueblo… consigue desintegrar la imagen presuntamente monolítica del“urbanismo peronista”, recuperando sus incertidumbres, sus debates internos y, por sobretodo, su aptitud para captar y equilibrar herencias e innovaciones contradictorias, aunquepragmáticamente utilizables. Estas vacilaciones no sólo comprometieron las políticas delgobierno durante los primeros años, sino que también interesan a la hora de observar lavaloración que algunos de sus partidarios realizan, aún hoy, respecto a aquella experienciade urbanización orientada a subvenir las postergadas necesidades de los sectores popula-res argentinos.

Diego Roldán(prohistoria – UNR – CONICET)

CAMPIONE, Daniel Prolegómenos Del Peronismo. Los cambios en el Estado Nacional1943-1946. manuel suárez – editor, Rosario, 2003, 244 pp. ISBN 987-975151-5

La problemática en torno al origen del peronismo es uno de los principales temas enla trayectoria de las ciencias sociales en el país. La intención de Campione esindagar sobre la misma, pero teniendo por puerta de acceso el Estado Nacional.

Esto marca una descentración del objeto de estudio, dejando de lado la reiterada miradasociológica sobre la relación entre el movimiento obrero y Perón.

Con este libro, que tiene como origen su trabajo de tesis de maestría, el historiadorpretende dar cuenta de la compleja e imbricada relación entre los cambios y las continui-dades que signan al Estado Nacional en los tres años que transcurren entre 1943 y 1946.Para lograr su objetivo, enmarca este proceso en un corte temporal más amplio, remontán-dose hacia 1930 y proyectándose hasta mediados de los 1950s.

En esos 25 años Argentina cambia su régimen de acumulación. En este proceso decambio, si bien participan varios actores sociales, el rol del Estado es fundamental. Dentrode este recorte, centra su atención en la trayectoria de sus agentes, logrando hacer observa-ble el reemplazo de la vieja elite por una nueva. Esta circulación de elites pone de mani-

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fiesto como los sectores periféricos dentro del aparato estatal pasan a posiciones de privi-legio.

A lo largo de todo el relato está presente la definición de Estado que el autor explicitaen el prólogo. El esfuerzo está puesto en delimitar en forma precisa el objeto de estudio enel que centra su análisis. Si bien la mirada se dirige principalmente a los organismos de-pendientes del Poder Ejecutivo Nacional, éstos se conciben como el “cuerpo” en el cual se“encarnan” las interrelaciones que mantiene la sociedad política con la sociedad civil. Elautor caracteriza el aparato del estado como un espacio atravesado por procesos sociales,pero con autonomía para accionar sobre la sociedad.

Otro de los conceptos utilizados para dotar de significado al proceso es el de “revo-lución pasiva” tomado de Antonio Gramsci. Esta conceptualización se va delineando através del análisis de los sucesos estudiados; pero es en la conclusión donde el autor laexplicita, entendiendo como tal el proceso de transformación social y política realizadodesde el Estado, a partir de 1930. El objetivo de dicha revolución es el mantenimiento delas relaciones sociales de dominación a través de la “modificación molecular” de las mis-mas.

En la introducción busca acercarnos al tema con una ubicación y caracterizacióngeneral del gobierno militar de 1943, teniendo en cuenta sus antecedentes y desarrollo.Esto tiene por fin situarnos en el sentido y orientación de las grandes transformaciones quese desarrollan en el período estudiado. Según el autor, ya en los primeros años de la décadadel cuarenta, encontramos desarrollado un “clima de ideas” favorable a la redefinición delos roles a cumplir por el Estado, especialmente en lo tocante a la política económica. Conel gobierno militar del ’43 el proyecto de “modernización sin apertura política” es reem-plazado por uno que combina modernización y apertura política.

El relato se centra en los cambios producidos en el aparato estatal. Por un lado,indaga sobre su personal en un momento de transformaciones del Estado. Por otro lado,analiza las modificaciones en su estructura y sus organismos. Por último, describe lasreacciones producidas por estos cambios en la esfera de la sociedad civil.

En el capítulo uno, el discurso se orienta a la caracterización del proceso de génesis,desarrollo y consolidación de una nueva elite y un nueva burocracia estatal. A través de unminucioso trabajo prosopográfico, el autor reconstruye la trayectoria de diversas personasque terminan ocupando posiciones de jerarquía en el aparato del Estado, sin descuidar lasrupturas y continuidades en sus modos de actuar, concluyendo en que la discontinuidaddista de ser total. Uno de los rasgos del período es la gradual, pero definitivaprofesionalización en el conjunto de las funciones de conducción económica. De este gru-po, se destacan aquellos que provienen de sectores periféricos dentro del Estado y compar-ten el hecho de asumir por vez primera funciones de nivel jerárquico. Otra característica esla presencia de conservadores en los elencos del gobierno militar desde el mismo año ’43.También desde el comienzo se observan vinculaciones entre el gobierno de facto y miem-bros de la UCR (pp. 69 a 71). Este primer capítulo trae un anexo con la trayectoria de losministros, secretarios y subsecretarios de Estado entre el 4 de junio de 1943 y el 4 de junio

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de 1946. Éste tiene como propósito brindar elementos empíricos que evidencian los ele-mentos de continuidad entre el periodo anterior (1930-1943) y el revolucionario (1943-1946) señalados por el autor.

El capítulo dos se ocupa de las modificaciones desarrolladas en el aparato estatalpropiamente dicho, atendiendo en primer lugar a las transformaciones en el plano econó-mico-social. La tendencia predominante es la creación de nuevos organismos. El gobiernode 1943-1946 corrige y amplia los mecanismos de intervención estatal en la esfera econó-mica y en la vida social construidos a lo largo de la década del treinta. Prevalece en aquelun fuerte criterio de desarrollo organizacional en ciertas áreas, fortaleciendo algunas com-petencias. Lo antedicho es reelaborado bajo la hipótesis de que las transformaciones noson parejas, además de no afectar a todas las áreas por igual (p. 112).

El capítulo tres profundiza el análisis desarrollado en el apartado precedente incor-porando una descripción detallada, área por área, de los cambios acaecidos. Siguiendo lareforma del Estado, organismo por organismo, el análisis logra elementos de síntesis acer-ca de la misma que no hubieran sido observables ante una visión más general. La Presiden-cia de la Nación, Agricultura, Industria y Comercio, Trabajo y Previsión, Hacienda, ObrasPúblicas, Interior, Consejos Nacionales, Sistema Bancario Oficial, Instituto Argentina dePromoción del Intercambio, Estadísticas y Registros, son las áreas abordadas para estable-cer el grado en que el Estado se propone encarar un proyecto de reorientación del procesode acumulación, redistribución de la riqueza e integración social, política y cultural desectores postergados, todo esto en forma consciente y racional a partir de junio de 1943 (p.154).

En el capítulo cuatro indaga las reacciones de la Unión Industrial Argentina y lasociedad Rural Argentina ante las transformaciones operadas en el aparato del Estado ysus relaciones. Indaga este tema en el afán por comprender, de una forma aproximada, lasreacciones existentes entre la sociedad civil y el aparato estatal. Las actitudes de las centra-les empresarias respecto al gobierno emanado del golpe del 4 de Junio van de un apoyoinicial a una “guerra total”, pasando por un progresivo distanciamiento de las iniciativaspropugnadas por el mismo. Este conflicto también es analizado hacia el interior de lasorganizaciones empresariales, en particular de la UIA, donde los enfrentamientos y lasescisiones terminan con su intervención gubernamental. (p. 212).

El capítulo quinto es una conclusión presentada en forma de sucinto balance de loscambios, su sentido y orientación, operados en el transcurso de los tres años del gobiernomilitar. Según Campione esta etapa de la historia del Estado argentino es de transición, loscambios no estaban consolidados, el Estado se adjudica amplios poderes a fines de preser-var un orden y una paz social puesta en riesgo potencial por la ceguera de los gobiernosconservadores. El nuevo modelo estatal debía resolver los conflictos, controlar la lucha declases para librarla de sus aspectos destructivos y transformarla en colaboración activa detodas las clases, manteniendo en alto el estandarte de la “unidad nacional”, valor funda-mental que se había intentado construir en los años anteriores, y que debía seguir su desa-rrollo de 1946 en adelante (p. 232).

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Los prolegómenos... señalan que, en cierta forma y desde la perspectiva del Estado,el peronismo vino a realizar de manera efectiva proyectos preexistentes. En medio de tantaruptura el autor nos muestra los elementos de continuidad que están presentes a lo largo detodo el período que abarca desde 1930 a 1955. Usando documentos oficiales, diarios de laépoca, publicaciones periódicas, testimonios y entrevistas realizadas por él, logra recons-truir minuciosamente el clima de ideas, las prácticas de las elites, los modos de operar delas distintas burocracias y en particular, los proyectos implementados por parte del gobier-no de facto. Esto sin perder de vista que no eran los únicos proyectos existentes y que endeterminado momento entraron en contradicción con los intereses de algunas organizacio-nes de la sociedad civil, como por ejemplo la UIA. En junio de 1946, con una nuevalegitimidad, con una estructura organizacional más compleja y con una perspectiva tempo-ral prolongada, el Estado debía probarse en la consolidación de una nueva fórmula políticay social que reemplazase de forma duradera el Estado “neo-oligárquico” precedente.

Agustín Nieto(UNMdP)

GIRBAL-BLACHA, Noemí Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista(1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político económicas,Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2003, 275 pp. ISBN: 987-558-017

La lectura de este libro ofrece un doble interés. En una primera aproximación, sepuede valorar su provisión de valiosa y abundante información sobre el créditootorgado a la producción por la banca nacional durante el peronismo. A través de

un trabajo archivístico de gran alcance sobre documentación bancaria (Banco de CréditoIndustrial Argentino, Banco de la Nación Argentina, Banco de la Provincia de BuenosAires y el Banco Hipotecario Nacional), la autora traza un panorama de las políticascrediticias seguidas por el gobierno nacionalista, popular y dirigista del General Perónentre 1946 y 1955. Analiza las apuestas financieras oficiales apuntadas a las industriasdinámicas que marcaron el perfil de la “nueva Argentina” en comparación a las querecibieron el agro, las industrias tradicionales, el cooperativismo agrario y algunas empresasde la cultura popular (editoriales, productoras cinematográficas y televisión). Meritoriotrabajo que deja disponible una masa de datos que dan cuenta de las cantidades ycondiciones de préstamo, el destino de los mismos y los sectores que fueron privilegiadoso postergados.

Pero creemos que la estructuración argumental, esto es, los problemas, las preguntasy las hipótesis que plantea la autora son el atractivo central de Mitos, paradojas y realida-des.... La reconocida historiadora cuestiona el carácter monolítico y de quiebre respectode la Argentina de principios de siglo, que tanto el discurso peronista como la historiografía

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“tradicional” le han dado al período 1946-1955. En esta tarea de confrontar discursos conprácticas, en materia de políticas crediticias, enfatiza el carácter heterogéneo y contradic-torio (paradójico) de la Argentina peronista.

¿Qué hechos o conceptos guarda la memoria colectiva y cuáles se han sumido en elolvido para la sociedad argentina? ¿Cuáles son las huellas y los borrones en la memoria delos argentinos? Con estas preguntas Girbal-Blacha introduce su reflexión sobre este perío-do de la historia argentina tan prolífico en mitologías, pero sobre un campo en el que nosuele hablarse en estos términos: el de las políticas económicas. Desde que Perón ganó laselecciones en febrero de 1946, las premisas de “justicia social, independencia económicay soberanía política”, combinadas con la nacionalización de los servicios públicos y larepatriación de la deuda, inauguran una visión homogénea sobre el peronismo. En estemarco y con relación al crédito otorgado a la producción, N. Girbal-Blacha intenta diluci-dar ¿cuánto hay de mítico y cuánto de realidad en estas imágenes?

La reforma financiera de 1946 que estatiza el Banco Central, nacionaliza la banca ylos depósitos fue un instrumento clave con el que contó el gobierno peronista para ladistribución del crédito a la producción. Con respecto a los sectores productivos más diná-micos, los principales beneficiarios fueron las fábricas textiles, el ramo de las metalúrgicasy las del sector alimenticio. Discriminando por sectores y ramas productivas, la autoraanaliza la concesión de crédito oficial a diferentes empresas y las deudas que las mismasmantuvieron con la banca nacional. Los resultados: el crédito estatal asume un rol funda-mental para la consolidación de ciertas empresas, ya sean nacionales o multinacionales.Un ejemplo de la pluralidad de casos estudiados es el de la multinacional automotriz Kai-ser.

La evaluación de las deudas que estas empresas mantienen, tributa a una de las tesiscentrales del libro: “el Estado vuelve a pagar los costos de un accionar financiero queelude el contralor del dinero prestado y que termina por perjudicar al Tesoro Nacional” (p.72). Teniendo en cuenta el destino otorgado a los empréstitos y el deficiente control esta-tal, la autora concluye que, a través del crédito oficial, la burguesía industrial financia lasmejoras sociales otorgadas por el gobierno y refinancia sus deudas postergando la moder-nización de las plantas fabriles.

El lugar que ocupó la Argentina “tradicional” en la agenda crediticia peronista esdesarrollado en un capítulo aparte que comprende un minucioso estudio de casos del sec-tor agro-ganadero e industrias tradicionales. Girbal muestra de qué manera el discursoamenazante hacia los actores sociales identificados con estos últimos rubros se contrade-cía con algunas decisiones y prácticas. El agro y la producción agraria fueron soportesestratégicos para llevar a cabo el Primer Plan Quinquenal. A pesar de que la estrategia delIAPI fuese monopolizar el comercio exterior y retener parte de la renta agraria pararedistribuir el ingreso, los sectores productivos de la Argentina tradicional nunca se vieronprivados de crédito oficial. En definitiva, en materia crediticia, la política industrial dePerón no desestimaba ni desalentaba la actividad agropecuaria ni a las agroindustrias. Otra

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paradoja: el Gobierno Nacional se envolvía en confrontaciones públicas y, a la vez, tendíaacuerdos privados.

Destaca un capítulo dedicado a la relación entre el Estado peronista y el cooperati-vismo agrario. También aquí la autora realiza un exhaustivo estudio de casos que refuerzanla hipótesis de que, a pesar de los cambios en la “nueva” Argentina, las continuidades estánsiempre presentes. Antes que emprender un cambio en el modelo de desarrollo vigente, sehabría tendido a reforzar el perfil agropecuario del país.

Una crítica que se reitera a lo largo de Mitos, paradojas y realidades... se refiere alpapel del Estado (tanto como supervisor y empresario). Los beneficios de un crédito ven-tajoso para los empresarios no se tradujeron en una mejora técnica ni productiva del sectorindustrial. El destino de los mismos fue la compra de materias primas y la financiación delas mejoras sociales que promovía el gobierno populista. La autora le atribuye la responsa-bilidad de haber desperdiciado la “gran oportunidad” tanto a la escasa decisión del Estadopara orientar y controlar el destino de los préstamos, como a la falta de decisión de laburguesía industrial para asumir el riesgo empresario.

Tal vez la pregunta referida a por qué la memoria colectiva atesora unos aconteci-mientos y deja de lado otros, no encuentre una única explicación en la confrontación de losmitos con las decisiones político económicas concretas. Muchos autores han profundizadoen el estudio de los mitos peronistas, pero, a nuestro parecer, siempre se ha priorizado loscentros de producción de esa mitología. Las vivencias y las elecciones de las personashasta ahora no han sido estudiadas.

Otra mirada al problema que plantea Girbal-Blacha sería un trabajo sobre las per-cepciones de los sujetos que han adherido o despreciado al Peronismo. La conceptualiza-ción del peronismo como un gobierno populista en clave germaniana, cuyo rasgo principales la manipulación de amplios sectores populares, recorta un fenómeno complejo como elde la memoria colectiva. En vez de plantear los intentos del gobierno por “adoctrinar” a lapoblación termina por afirmar que la manipulación realmente se dio.

A pesar de este último desencuentro interpretativo, el atractivo de Mitos, paradojasy realidades... es múltiple. Su riqueza documental lo transforma en una lectura estratégicapara el estudio del período. La autora propone una nueva mirada a los estudios sobre laspolíticas económicas: trabajar estos discursos como promotores de mitologías. Sus críti-cos interrogantes, no sólo a las políticas económicas, sino también a la memoria colectivalo sitúan como un libro de actualidad: una reflexión con un fuerte cuestionamiento políticoa un período que marcó el último medio siglo de historia nacional.

Andrea Torricella(UNMdP)

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SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revoluciónlibertadora”, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2005, 345 pp. ISBN 950-786-494-6

La literatura referida a la experiencia antiperonista durante la Revolución Libertadoraes a la vez amplia y parcial. Amplia porque la problemática ha sido abordadadesde múltiples enfoques, fundamentalmente desde las historias partidarias y desde

los relatos individuales de algunos de sus muchos protagonistas, ya sean civiles o militares,ya estén a favor o en contra de la coalición golpista. A la vez parcial, porque la mayoría delos estudios académicos indagan sólo sobre algunas de las fracciones o actores que seconstituyen dentro del bloque antiperonista.

María Estela Spinelli analiza en este libro la experiencia política de los dirigentes,partidos y gobiernos antiperonistas durante la “revolución libertadora”, explorando paraello en sus ideales, expectativas y proyectos, como también en sus fracasos, prejuicios yfrustraciones, a partir de un registro temporal deliberadamente estrecho (1955-58) aunqueremontándose hacia el período previo. Cruzando transversalmente el recorrido histórico,plantea también el debate sobre las dos nociones de democracia que serán esgrimidascomo posibles salidas de cara al futuro durante aquellos años.

El sugerente título Los vencedores vencidos... abona inmediatamente el diálogo crí-tico que sostiene la autora: “Bien pronto militares y políticos antiperonistas entablaron unaconfrontación para adueñarse de espacios, recursos y electorado, que a la postre condujoal desprestigio y la frustración del gobierno y de la revolución misma.” (p. 11)

El libro se divide en tres partes: En la primera, denominada “La revolución libertadora:expectativas y fracasos”, relata los entretelones de la sublevación antiperonista reconstru-yendo las alternativas de lucha previas al golpe cívico-militar entre peronistas yantiperonistas, desde la conformación de la Unión Democrática. También repasa en elprimer apartado los diferentes grupos de opinión, intelectuales y dirigentes que en el trans-curso de los gobiernos peronistas comienzan a sumarse a la oposición siendo luego partede la conspiración golpista.

Spinelli indaga sobre los grupos ligados a la iglesia católica, fuertemente reactivos algobierno peronista. Estas fracciones aparecen como un foco aglutinante entre losantiperonistas durante la antesala de la revolución libertadora. La revolución se caracteri-zó así por haber tenido “un largo y accidentado período gestación.” De tal modo, la pre-gunta sobre cuándo y bajo qué condiciones el antiperonismo estuvo maduro para triunfar,se transforma en una de las claves del libro.

Las dos experiencias ejecutivas que componen la etapa de transición revolucionariaaparecen analizadas en el libro con detalle.

La gestión de Eduardo Lonardi, la primera de la transición revolucionaria, ocuparáun lugar singular el la evaluación de Spinelli por tratarse de un intento conciliador inte-rrumpido. Algunos actores políticos de la época consideraron a Lonardi “el impulsor de unproyecto nacionalista que pretendió crear un peronismo sin Perón”. Sostiene la autora quela política de Lonardi se caracterizaba por el intento de llevar adelante el lema “pacifica-

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ción-desperonización” a partir de la pretendida colocación de su gobierno por encima delos bandos en conflicto.

La desperonización en tanto, es leit-motiv de buena parte del amplio espectro queformaba la coalición triunfante en función, para algunos, de construir una nueva “repúbli-ca restrictiva”.

Spinelli muestra que el fracaso del gobierno de Lonardi radicó “en la imposibilidadde compatibilizar el objetivo de pacificación con las ambiciones desperonizadoras de im-portantes sectores civiles y militares” (p. 63)

La gestión Aramburu-Rojas es contemplada por la autora como el momento de agu-dización en el conflicto peronismo-antiperonismo “El plan de acción del gobierno en estanueva etapa se funda en una noción mucho más homogénea de lo que había sido el peronismoen la historia política Argentina, la manifestación vernácula del nazi-fascismo.” (p. 74).

Pone el acento en el interrogante que para los actores epocales significará la subleva-ción peronista abortada, y el castigo ejemplificador que suponen los deleznables fusila-mientos posteriores.

Durante la segunda gestión revolucionaria quedó claramente expuesta la intenciónde reconstruir un nuevo orden político sin el peronismo. La autora remarca el protagonismoque pretenden adquirir los partidos en esta etapa, además de los posicionamientos frente aeste nuevo gobierno de transición, y la necesidad de una salida en el marco de las institu-ciones.

La segunda parte del libro, “Los partidos antiperonistas”, describe las tres diferentesfracciones del arco político de la coalición triunfante en 1955.

La primera vertiente, el “antiperonismo radicalizado” descrito como “liberal yrevanchista” según la visión recogida de sus críticos contemporáneos; está constituido porsocialistas, demócratas progresistas, demócratas cristianos y algunos conservadores. Estegrupo fue denominado al calor de los acontecimientos como “la revancha de las clasesilustradas sobre la plebe peronista”.

El revanchismo estuvo hegemonizado en el terreno de las ideas por las posicionesreformistas socialista y demócrata progresista. Su ideario tenía el objetivo de constituir“un reaseguro contra la dictadura de las mayorías” centrando su acción propagandística ensu actuación en la Junta Consultiva Nacional. Desde el papel que los antiperonistasradicalizados desempeñaron dentro de este órgano, Spinelli seguirá gran parte de la tra-yectoria e ideas de la fracción política en cuestión.

El segundo grupo es identificado por Spinelli como “antiperonismo optimista”, allídescribe a su principal componente, la UCR del Pueblo, que ofició de aliada y colaborado-ra del gobierno del general Aramburu.

Los optimistas serán los impulsores de la reforma constitucional de 1957 poniendolímites, rastreados por la autora, a las aspiraciones del antiperonismo radicalizado. Estafracción aparece como creyente de la justicia social en democracia; es decir, abonan lateoría del engaño considerando que desaparecido el peronismo el electorado podría sercaptado por los partidos verdaderamente democráticos.

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Los “antiperonistas tolerantes” forman la tercera de las fracciones. Entendidos porSpinelli como los que construyeron una alternativa política al segundo gobierno de larevolución libertadora, el rasgo base de los tolerantes será aceptar la legitimidad y existen-cia de la identidad peronista. En este frente se ubicaron radicales intransigentes, comunis-tas y también partidos nacionalistas (Unión Federal, Azul y Blanco) que aceptaron en darcurso a la candidatura de Arturo Frondizi y Alejandro Gómez a las elecciones presidencia-les de 1958.

La autora analiza las ideas y proyectos del grupo frondizista en el marco de la Con-vención Constituyente de 1957, sin perder de vista los importantes intelectuales que acom-pañaron y fundamentaron estas propuestas. El frente nacional, como también ha sido con-siderado, desnudó la temprana vocación de los intransigentes por constituirse en opciónelectoral, acompañados de las particulares tomas de posición de sus compañeros de ruta,los comunistas.

La última parte, “Por qué los vencedores fueron vencidos”, focaliza en la búsquedade respuestas al interrogante que titula el apartado, y constituye el principal problema de lapesquisa.

La autora analiza las propuestas antagónicas y las coincidencias que existen entre lastres tendencias antiperonistas descritas durante en la segunda parte del libro, y que abarcatemporalmente el último tramo del segundo gobierno provisional.

Las disputas respecto al nuevo orden político que debía instituirse, así como lasdiferentes imágenes que se construyeron del fenómeno peronista, ganaron la escena en eltiempo transcurrido entre la elección de constituyentes y las elecciones de 1958 que consa-gró la fórmula de la UCR intransigente.

Spinelli encuentra las claves del fracaso de la revolución libertadora, en los antago-nismos ideológicos y los posicionamientos coyunturales que se dan entre los diferentesgrupos políticos antiperonistas. El rasgo unitario que encuentra desde el comienzo de larevolución, es que a partir de diferentes proyectos todo el antiperonismo pretendía unasalida democrática.

La fuerza electoral del proscrito se entendió tempranamente por algunos como unproblema de difícil solución; extirpar bajo atisbos de legalidad y dosis coercitivas casi unadécada de historia social y política Argentina se presentaría casi como un camino sin retor-no en las décadas subsiguientes.

Pablo Martín Pérez Branda(UNMdP)

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JAMES, Daniel Doña María: historia de vida, memoria e identidad política, Manantial,Buenos Aires, 2004 [Doña María’s Story, Life, History, Memory, and Political Identity,(2000), traducción de Horacio Pons], 291 pp. ISBN 987-500-085-X

El presente trabajo de Daniel James posee una serie de aportes que llevan a que elmismo se transforme en mucho más que un libro sobre un relato de vida. De he-cho la reflexión que despierta en el autor el testimonio de María Roldán constituye

un claro de ejemplo de cómo la problematización histórica depende, en mayor grado, deltalento intelectual del historiador más que de la propia fuente histórica.

El relato de doña María, grabado entre 1987 y 1988, marcado por su experienciacomo obrera de la industria de la carne en Berisso, su militancia sindical y su identidadperonista, sirve para que James realice una profunda revisión del alcance de las fuentesorales en la práctica histórica. De tal forma este trabajo posee una calidad triangular: porun lado como narración de la experiencia –tanto de clase como de genero– de doña María,por otro como un trabajo histórico y etnográfico de Berisso y por último como una acaba-da problematización teórica.

De hecho, la estructura del texto deja entrever esta calidad. El libro está conformadopor cuatro partes en las cuales los tres niveles de análisis se entretejen para dar una formaacabada al trabajo.

El prólogo en realidad edifica una reconstrucción histórica, a partir del análisis delos monumentos del Centro Cívico de Berisso, del proceso de formación de las principalesidentidades colectivas de la ciudad: la inmigración, el trabajo en los frigoríficos y elperonismo. A su vez, a través del análisis de estos “paisajes de la memoria” (p. 18) el autorlogra no sólo la reconstrucción de la memoria colectiva, sino también entrever los conflic-tos latentes en la misma y su carácter paradójico como celebración de un pasado idealiza-do frente a la decadencia del presente. Este ejercicio da forma a una contextualizaciónsociohistórica que, a diferencia de la mayoría de la literatura testimonial en la Argentina,nos permite anclar el testimonio de doña María, cuya trascripción constituye la segundaparte del libro.

Si bien no pretendemos menoscabar el valor del relato de doña María –su importan-cia como militante sindical, su participación en el 17 de Octubre y su papel en la formacióndel laborismo y del peronismo en Berisso– lo cierto es que las reflexiones y la lectura deeste “constructo cultural” (p. 128) realizada por James a lo largo de los distintos capítulosde la tercera parte del libro son las que otorgan una mayor significación al relato.

Atento a los problemas de la historia oral, James evidencia, especialmente en elcapítulo “Escuchar en medio del frío”, sus propios problemas frente a la construcción delrelato de doña María; los riesgos y los aciertos de la empatía entre el historiador y elentrevistado, el peligro de la representación prosopopeica y la incapacidad del entrevista-dor para lograr una apertura ante su interlocutor. A su vez, James destaca cómo el testimo-nio oral –si bien posee un valor específico– ha sido utilizado erróneamente en los estudiossobre la memoria. Crítica que el autor vuelve contundente realizando un análisis sobre la

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memoria de los obreros del frigorífico Armour, a partir de un breve estudio de las ceremo-nias conmemorativas realizadas en la década de 1980 (pp. 146-159).

En cuanto al relato particular de doña María, el autor parte de la concepción deltestimonio oral como una narración que establece el “patrón clave de la estructura narrati-va” del mismo, marcado por una pretensión de ascenso social a partir de un rechazo de lainjusticia social y del consecuente compromiso social y político (p. 164). James rastrea losdistintos modelos narrativos que el testimonio asume, teniendo en cuenta las huellas delcontexto cultural, ideológico y moral que la realidad de Berisso le imprimió. De esta ma-nera el relato de doña María se construye a través de tres modelos narrativos principales: elépico, evidente en la reconstrucción del 17 de Octubre, las elecciones de 1946 y en lasreformas sociales del peronismo; el del romance, a través del cual doña María establece supapel individual dentro de la epopeya épica; y por último un modelo narrativo mucho máscomplejo y oscuro, que se hace patente en ciertas codas del relato que reflejan fuertestensiones en la propia experiencia de María Roldán.

El estudio específico de este modelo narrativo, el cual aparece en sucesivas ocasio-nes durante el relato, permite a James desplegar, de una forma práctica, las posibilidadesde un complejo y refinado corpus teórico. El análisis de una serie de anécdotascircunstanciales a lo largo del relato permitió al autor describir una serie de tensionesinternas que reflejan hechos de la vida de doña María que de cierta forma han resultadotraumáticos para ella. El sufrimiento de la represión, las desavenencias con la estructuradel peronismo y la suerte corrida por el Partido Laborista, son los hitos recurrentes de estemodelo, el cual el autor identifica como la “ironía trágica” del testimonio (p. 208).

En tal sentido la utilización de herramientas analíticas de una variada gama de co-rrientes le permite a James sonsacar, especialmente en el capítulo tres, el más oscuro de losproblemas que presenta el relato de doña María: el género. Si bien no es una de las clavesde autorrepresentación predilectas en este testimonio (en el cual aparece gracias a la insis-tencia del autor), la relectura propuesta demuestra las crecientes tensiones existentes entreel discurso ideológico formal con respecto al papel de la mujer, al cual adhiere doña María(aquel que le atribuyó el peronismo a la mujer), y los elementos de un emergentecontradiscurso surgido de su experiencia de genero en el contexto fabril de los años 1940s.No obstante queda claro, más allá de los elementos contradiscursivos –la representaciónde Evita como una luchadora, en contra de la imagen de la “señora de Perón”– elaboradospor doña María, que su adopción de la ideología dominante en cuanto al problema degénero tiene un peso relevante.

El análisis de un poema escrito por doña María a una compañera que murió a causade una tuberculosis en 1947, lleva al autor a completar este trabajo con un estudio sobrelos consumos culturales propios de doña María y de gran parte de los obreros de Berisso.James vislumbra una emergente tensión en el poema. Si bien podría enmarcarse en elmodelo del melodrama, común a la cultura popular argentina del período, la contradicciónentre un discurso conmemorativo de la mujer obrera frente al modelo impuesto por la

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ideología dominante, formaría parte de una “estructura de sentimiento emergente” críticade las concepciones dominantes sobre la mujer.

A pesar de la agudeza en su análisis, un lector desprevenido o cargado de prejuiciospodría creer que el esfuerzo de Daniel James redunda en una mera conmemoración de lavida de doña María Roldán o de la memoria colectiva de los trabajadores de Berisso. Y porextensión del propio peronismo. No obstante, el epílogo demuestra el profesionalismo delautor. La paradoja de un peronismo entregado a la lógica de un capitalismo globalizado,que llevó adelante la destrucción del mundo del trabajo, tendrá consecuencias irremedia-bles en la identidad política de Berisso. La memoria colectiva de un Berisso peronista nopodrá, según James, sobrevivir a la desaparición de las fábricas. Más allá de la empatía delautor.

En síntesis, este trabajo tiene la validez de aquellos textos que permiten su abordajedesde distintos niveles de lectura. Ya sea como un simple relato de vida, como una etno-grafía de la comunidad de Berisso o inclusive como un manual de historia oral, DoñaMaría se encuentra en consonancia con el importante aporte que James ha realizado a losestudios sobre el peronismo.

Juan Iván Ladeuix(UNMdP)

MACOR, Darío y TCACH, César (eds.) La invención del peronismo en el Interior delpaís, Ediciones UNL, Santa Fe, 2003, 480 pp. ISBN 987-508-211-2

ucho se ha escrito ya acerca de los orígenes del peronismo. Desde mediados dela década de 1950, literatos e historiadores se han propuesto develar los miste-rios del “enigma peronista”. Estos esfuerzos, sin embargo, no han podido esca-

par a ciertas generalizaciones impuestas por la mitología fundacional del movimiento, lacual extiende a todo el país fenómenos que fueron, más bien, reducidos a ciertas zonas. Ellibro de Darío Macor y César Tcach intenta superar estas macrointerpretaciones incorpo-rando nuevos espacios y líneas interpretativas que rescatan las especificidades provincia-les y que permitirían echar algo de luz en lo que respecta al proceso de construcción de losperonismos periféricos.

En el artículo que sirve de introducción al libro, los editores realizan una revisióngeneral de los principales estudios que se han ocupado del fenómeno peronista, y propo-nen una clasificación que los agrupa en tres grandes tendencias: las interpretaciones orto-doxas, surgidas a partir de mediados de la década de 1950 de la mano de Gino Germani,las interpretaciones heterodoxas, desarrolladas desde la década de 1970 como revisión delas precedentes –uno de cuyos más conocidos exponentes es el estudio de Murmis yPortantiero–, y finalmente, las interpretaciones extracéntricas, que surgen a mediados de

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la década de 1980. La particularidad de esta última línea interpretativa, en la que se inscri-be este trabajo, es que busca realizar una “reconstrucción genética del peronismo en lasprovincias argentinas” (p. 8). Esta propuesta le impone, necesariamente, alejarse de lostradicionales estudios provenientes del campo sociológico, centrados en Buenos Aires yen los efectos del proceso previo de industrialización como ejes analíticos.

En los once artículos restantes que componen esta compilación se analizan diversasexperiencias provinciales, a través de las cuales se busca comprender cuáles fueron lascaracterísticas que permitieron al peronismo originario ser viable en el interior del país, esdecir, en contextos poco o nada industrializados. Según Macor y Tcach, el surgimiento y laconsolidación del peronismo habría asumido, en los casos provinciales, una doble diversi-dad: por un lado, un proceso y modalidad de construcción diferente al presente en zonas demayor desarrollo obrero-industrial, y por otro, características locales específicas en lo queconcierne a las formas de procesar y resolver los conflictos sociales y políticos.

Los trabajos están organizados en cuatro núcleos espaciales: 1) Córdoba y Santa Fe;2) provincias cuya estructura productiva se organiza alrededor de la actividad azucarera(Jujuy, Salta y Tucumán); 3) Mendoza; y 4) los territorios patagónicos. El objetivo de estazonificación es localizar elementos comunes en los diversos conjuntos provinciales quepermitan diseñar un mapa explicativo más general. Si bien en cada zona se presentancaracterísticas locales no trasladables a otras regiones, los diferentes casos guardan entresí dos elementos en común: por un lado la fuerte presencia de sectores tradicionales conuna estructura de dominación social y política consolidada a través del tiempo, y por otro–excepto en el caso de Tucumán– una clase obrera relativamente débil y en vías de organi-zación sin presencia de elementos inmigratorios. El peso relativo de ambos factores encada contexto local es el eje que permite a los diferentes autores explicar las característicasespecíficas que tomó la construcción de los peronismos provinciales.

El primer grupo considerado presenta notables características: presencia de sectorestradicionales altamente consolidados, tanto en las estructuras partidarias provinciales comoen las instancias extra-partidarias de dominación, sobre los que el peronismo tendió aimplementar mecanismos más caracterizados por la agregación y burocratización que porla sustitución. En Córdoba, la fuerte presencia del conservadurismo, el nacionalismo y elcatolicismo brindó al proceso de constitución peronista un escenario sobre el que asentar-se a partir de la negociación con las más altas esferas del poder provincial. El PartidoLaborista cordobés, en este contexto, tenía pocas posibilidades de surgir como ala repre-sentativa dentro del nuevo movimiento. Los artículos de César Tcach y Marta Philp confir-man, de esta manera, el alto componente tradicionalista que caracterizó al peronismo cor-dobés en sus primeros años. En el caso santafesino, analizado por Darío Macor y NatachaBacolla, el peronismo también surgió como una “tradición de mezcla” resultado del pro-yecto de reconciliación y mediación con las tendencias políticas preexistentes: el naciona-lismo, el catolicismo y ciertos sectores del yrigoyenismo. Estas tradiciones constituyeronun punto de partida que proveía no sólo una estructura institucional y partidaria ya conso-lidada, sino también lazos y vías de acceso alternativas de probada efectividad hacia las

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bases. La nueva elite provincial que se constituirá en este período, por lo tanto, no consti-tuye una ruptura con las tradiciones previas, sino una reformulación al calor de la nuevacosmogonía que acompañaba al ascenso de Perón al gobierno nacional.

En el caso de las tres provincias azucareras, las variaciones en la relación entre sec-tores tradicionales, movimiento obrero y construcción peronista traen consecuencias bas-tante esclarecedoras. Adriana Kindgard analiza el caso jujeño, en donde la casi inexisten-cia de un movimiento obrero organizado y una fuerte experiencia previa de liderazgopersonalista por parte de una facción yrigoyenista (tanquismo) permitieron la consolida-ción de un peronismo homogéneo y cohesionado desde un primer momento. De acuerdo alestudio de Azucena del Valle Michel, Esther Torino y Rubén Correa sobre Salta, un patri-ciado azucarero que monopoliza los resortes políticos coexiste con organizaciones obrerasque, si bien son bastante débiles, hacen oír sus reclamos. Estos sectores obreros organiza-rán el Partido Laborista salteño, pero su inexperiencia y falta de estructura organizadaharán que el líder nacional se vuelque por otros apoyos mejor consolidados. En Tucumán,caso estudiado por Gustavo Rubinstein, la presencia obrera es mucho más fuerte en losorígenes del proceso. Sin embargo la organización gremial que nuclea a los trabajadoresdel azúcar tucumanos (FOTIA), actor clave en la formación del Partido Laborista tucumano,tuvo que atravesar una serie de enfrentamientos que lo fueron alejando de su lugar derepresentante de las bases obreras en el nuevo partido, facilitando la consolidación desectores más tradicionales. El trabajo de Noemí Girbal-Blacha, si bien se ocupa de anali-zar las relaciones entre las instituciones bancarias y los grandes ingenios tucumanos, ter-mina corroborando este fenómeno de colaboración entre, en este caso, los empresariosazucareros y el Estado peronista.

El proceso mendocino, analizado por Yamile Álvarez, es un claro ejemplo en el quela constitución del peronismo aparece como una construcción pragmática: aquí el nuevobloque de poder quedará constituido por una alianza, digitada por Perón, entre un sectorobrero débilmente organizado, uno independiente y uno radical, en donde los dos prime-ros estarán subordinados al tercero en razón de su mayor capacidad y experienciaorganizativa partidaria. Lo llamativo del caso de Mendoza es que el apoyo radical con elque contará el peronismo no provendrá de las líneas del lencinismo –experiencia de go-bierno populista y antioligárquica que tuvo lugar en las décadas previasa–, sino delyrigoyenismo más tradicionalista.

El último núcleo territorial, el de los territorios nacionales patagónicos, es analizadoen dos trabajos: el primero, a cargo de Enrique Mases y Gabriel Rafart, se centra en laszonas de Río Negro y Neuquén, mientras que el segundo, de Juan Vilaboa y Aixa Bona, lohace en Santa Cruz. Estas zonas fueron, por lo general, “descuidadas” tanto por los gobier-nos nacionales anteriores como por los partidos tradicionales (a raíz de su baja densidaddemográfica y a sus cualidades “fronterizas”). El cuadro de situación mostraba unas elitesdirigentes y una organización obrera sumamente débiles y sin trayectoria histórica. Lossectores populares, tanto rurales como urbanos, serán exitosamente interpelados por Perón,el primer dirigente nacional que se constituye en un potencial interlocutor para ellos, per-

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mitiendo la formación de un movimiento basado más en lazos personales de lealtad que enadscripciones partidarias. En el caso de las elites dirigentes, su fuerte heterogeneidad y ladebilidad de sus relaciones con otros partidos políticos habrían permitido el rápido encua-dramiento y la subordinación a las autoridades nacionales.

Los aportes que este libro provee son sumamente interesantes. El término “inven-ción”, presente en el título, es sugerente en cuanto a la necesidad de revisar ciertas explica-ciones, míticas o no, que han extendido y naturalizado una visión “espontaneísta” acercadel período formativo del peronismo. Por otra parte, la construcción del peronismo en loscasos provinciales analizados presenta ciertas características generales que la diferenciande los procesos, más estudiados, que tuvieron lugar en Buenos Aires y en otros grandescentros industriales: la existencia de un movimiento obrero relativamente débil –con laconsecuente debilidad del laborismo como actor fundacional– y la omnipresencia de sec-tores con una larga trayectoria de dominación, y por lo tanto, irreductibles en la arenapolítica y social. Por último, y al contrario de lo que comúnmente se supone, el apoyo deltradicionalismo provincial al peronismo no se circunscribió a los sectores conservadores,sino que amplias franjas de los sectores industriales, del catolicismo y de sectores de lapolítica –principalmente el radicalismo yrigoyenista– se nuclearon también tras las filasperonistas. Faltaría por revisar, para lo cual el presente libro podría ser un tentador puntode partida, la evolución que en lo sucesivo tuvieron estos casos provinciales y su relacióncon el desarrollo seguido por el peronismo en la provincia de Buenos Aires.

Alejandra Ardanaz(UNMdP)

SALAS, Ernesto Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista, Biblos, Buenos Aires,2003, 138 pp. ISBN 950-786-386-9

De reciente publicación, el trabajo de Ernesto Salas se inscribe en la copiosaproducción historiográfica sobre las décadas de 1960 y 1970 en la Argentina,que ha visto la luz en particular desde la segunda mitad de la década de los años

1990s. En esta producción, la década de 1970 recibe la mayor atención, lo que se explicasi tenemos en cuenta que las dos organizaciones principales del período –Montoneros yEjército Revolucionario del Pueblo (ERP)– tienen su acto fundacional en 1970: el“Aramburazo” y el V Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) enel que se fundó el ERP ocurrieron en mayo y en julio de ese año, respectivamente. Fue enesta última etapa en la que los procesos políticos y sociales que se abrieron en 1955aparecen desplegados y adquieren dimensiones masivas.

En este sentido, la obra de Salas permite enlazar el proceso abierto a partir de lacaída de Perón, la Resistencia Peronista, con los diferentes ensayos que sin solución de

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continuidad fueron conformando un espacio en el que se sucedieron diferentes experien-cias hasta que a fines de los 1960s. –ante el proceso de radicalización masiva del que elCordobazo y otros movimientos semi-insurreccionales dan cuenta–, se convirtieron enfuertes estructuras político-militares, con una importante llegada a sectores de masas ycapaces de jugar un rol decisivo en la política nacional.

A la luz de esta investigación, el lugar que los Uturuncos ocupan en los trabajos másimportantes sobre este período y específicamente sobre el movimiento peronista –v.g. eltrabajo de D. James y el de R. Gillespie– debe ser cuestionado. No nos parece que elproblema de la interpretación de estos trabajos sea el atribuirle a esta organización unescaso impacto durante su corta existencia, sino el no haber entendido, desde la perspecti-va que el tiempo otorga, en qué medida el desarrollo de la historia que llevó desde 1955hasta 1976 tuvo en esta organización un escalón en el que pueden encontrarse tensionesque recorren todo el período. Intentaremos desarrollar este aspecto.

La labor historiográfica de Salas, quien en 1990 había publicado un trabajo sobre latoma del frigorífico “Lisandro de la Torre”, le permite ubicar la experiencia de Uturuncosen el marco de ese proceso, con lo que esta organización se manifiesta como lo que el autorseñala desde el título de su libro: el origen de la guerrilla peronista.

Las características de esta organización, lo breve de su existencia, y el escenariorepresivo en el que actuó, resultan en la inexistencia de fuentes escritas originales: el autormanifiesta no haber encontrado ni documentos escritos, ni panfletos, ni proclamas quepermitan conocer las ideas políticas del grupo. El trabajo de Salas tiene entonces el méritode haber reconstruido vívidamente la existencia de esta organización a partir de artículosperiodísticos –algunos de ellos con relatos de los actores–, de entrevistas –unas realizadaspor el autor y otras por uno de los protagonistas de los hechos que poco después de laapertura democrática de 1983 viajó a Tucumán a entrevistar a sus ex compañeros–, y decartas escritas por participantes en la experiencia, en general muy recientes. El conoci-miento del período en el que surge esta organización, de los mecanismos objetivos y sub-jetivos por medio de los cuales la Resistencia Peronista encontró canales de expresión y deactividad política y sindical en el marco de la proscripción al peronismo, permiten al autortrazar las líneas fundamentales de la historia de esta organización, aún frente a lo exiguo delo que de su experiencia logró pervivir. En este contexto, es destacable el rescate de losnombres y orígenes de los participantes, de sus trayectorias hacia la organización, de susmovimientos iniciales y, ya en el monte, de sus relaciones con los sectores que los apoya-ron, de sus operaciones, y también de su final.

Producto de esta articulación, es posible entender y ubicar los orígenes de quienescompusieron los Uturuncos. Salas muestra convincentemente a esta organización como unproducto del Comando 17 de Octubre. Este, operando en Tucumán y Santiago del Estero,estaba vinculado al Comando Nacional Peronista estrechamente ligado a John W. Cooke,y fue en este sentido uno de los exponentes de las formas de organización determinantes dela Resistencia. También, y a través de ese Comando, la organización de los obreros de laindustria azucarera –la FOTIA–, de gran peso en esos años, estaba ligada a los orígenes de

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Uturuncos. Queremos señalar con esto que la ubicación que Salas da a esta pequeña orga-nización, su emergencia tanto como producto de la Resistencia como el inicio de unatáctica que de diferentes formas determinará la realidad política nacional por más de quin-ce años, está, a nuestro entender, sólidamente fundada en la investigación.

Sin embargo, el lugar en el que la organización queda ubicada históricamente pro-ducto del estudio de Salas, no alcanza para soslayar lo relativo de su importancia y trascen-dencia concreta. Es decir, cuando el autor discute con la afirmación del relevante estudiode Daniel James sobre la Resistencia Peronista, según el cual este grupo sólo tuvo escasoimpacto en la mayoría de los militantes de la Resistencia Peronista, no nos parece queaporte suficientes datos para refutarlo. La importancia histórica de los Uturuncos parecie-ra más dada por ser una instancia que permite reconstruir un proceso en varios sentidosunitario, que por su importancia concreta en su época: su corta existencia se ilumina sólo através de la cadena de acontecimientos de la cual es un eslabón.

En el último capítulo de su libro, Salas desarrolla las conclusiones de su estudio. Allíseñala tres factores que explicarían por qué el primer foco de guerrilla rural argentina fuerápidamente desbaratado. Estos son la delación a la policía por parte de los propios com-pañeros o los vecinos, el hecho de que por su militancia previa los dirigentes hayan sidoconocidos por los servicios de seguridad lo que habría hecho fácil descubrir la trama, y,por último, las divergencias entre los comandantes y la disputa por los liderazgos. Cree-mos que en estas conclusiones se manifiesta un problema más general de la investigación,el que remite a la relación entre historia y política. El análisis de esta organización es elanálisis de un aspecto particular de la historia reciente argentina, una historia que en mu-chos sentidos está siendo escrita y que debe ser analizada, especialmente en tanto se rei-vindique la validez de algunos de los objetivos más generales de las generaciones de lu-chadores y luchadoras que en esos 30 años bregaron por una cultura alternativa y enfrenta-ron a los sectores hegemónicos. Todo movimiento social que se proponga enfrentar ladominación debe necesariamente abrevar en las experiencias pretéritas. Estas pueden so-lamente actuar de insumos para nuevas generaciones en la medida en que sean cruzadaspor el arma de la crítica.

En este sentido, el trabajo de Salas nos ofrece un relato de los acontecimientos perocarece de una mirada reflexiva que permita elevarse por sobre las vicisitudes de la vida deesta organización para que su experiencia pueda ser más que un tramo de la historia argen-tina reciente. En la medida en que en su breve historia los Uturuncos ponen de manifiestoalgunas de las tensiones que recorren todo el período, esta falencia resulta más acuciante.

En este sentido, los elementos señalados por Salas como causantes de la derrota delos Uturuncos dejan de lado los profundos problemas políticos que, sin embargo, su inves-tigación permite vislumbrar. La delación por parte de compañeros o vecinos refleja unproblema político que implica analizar las relaciones al interior del grupo y con los secto-res periféricos. Del mismo modo, los servicios de seguridad no conocían más a estos diri-gentes que lo que conocerían a centenares de cuadros unos años después, no pudiendo sinembargo por ese solo motivo detenerlos. Evidentemente ha de buscarse otra explicación.

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Tampoco las divergencias entre comandantes o la disputa por liderazgos es una caracterís-tica exclusiva de esta organización. No parece que pueda atribuirse a estas causas el rápidodesenlace de la historia de este grupo. El análisis debería centrarse en las caracterizacionespolíticas de este grupo, sus estrategias y sus tácticas, su inserción social, sus vínculos conotras organizaciones de masas, todos aspectos que, más allá de las dificultades específicasante la falta de documentación, hubieran permitido una perspectiva más rica.

Por otro lado, es en el análisis de estos aspectos que, si Uturuncos debe ser leído enel marco de todo el período del cual es una instancia, podrían vincularse conclusionesemanadas de su estudio con algunos problemas que se repetirán en los 1970s. Aspectos delos que Salas da cuenta como problemas ligados a la relación entre dirigentes y base de laorganización, las relaciones, sobre todo desencuentros, entre el grupo y organizacionessindicales –especialmente la FOTIA–, o la preeminencia de la acción como andamiajeorganizativo, más que la comprensión común de la situación y las tareas planteadas, sonefectivas, ente problemas que se presentaron, en otra dimensión, en las organizaciones quehegemonizaron las luchas populares desde fines de los 1960s.

El trabajo de Salas es, en síntesis, un muy valioso aporte a la comprensión de losprocesos por los cuales se fue configurando la explosiva situación que estalló especial-mente desde fines de los años 1960s. Una mirada desde una posición más crítica, un énfa-sis en los problemas que se insinúan en la investigación pero que cobrarán absoluta tras-cendencia años después, hubiera permitido que su esfuerzo historiográfico se insertara enla búsqueda de respuestas para renovados espíritus emancipadores de nuevas generacio-nes de luchadores.

Eduardo Weisz(UBA)

PANELLA, Claudio (comp.) El gobierno de Domingo Mercante en Buenos Aires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial. La Plata, Archivo Histórico de la Provinciade Buenos Aires, La Plata, 2005, 379 pp. ISBN 987-21809-3-8

El peronismo ha sido uno de los acontecimientos históricos que ha marcado másprofundamente la historia argentina. La historiografía ha construido muchas ydiversas interpretaciones que no han estado exentas de las discusiones generadas

en el contexto político nacional. Así, las obras detractoras y retractoras del “peronismo”como fenómeno político cruzaron las producciones, en especial después de 1955. Lasmiradas posteriores han explorado no sólo lo institucional sino también la construcciónde una “subjetividad peronista” en los llamados sectores subalternos. La relevancia del“peronismo” en la historia argentina no se agota por las implicancias que aún hoy presenta

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para el país y es lo que lo hace especialmente atractivo. Cuando parece instalarse un “asífueron las cosas” también comienzan a percibirse nuevas líneas de investigación.

Los trabajos académicos durante el decenio 1946- 1955 fueron dominados temática-mente por el peronismo y se enfocaron en sus aspectos ideológicos fundamentalmentecentrados en definir su carácter populista. En esta conceptualización primó notablementela mirada de Gino Germani. Para el sociólogo las “masas disponibles” fueron fácilmentemanipuladas para ceder sus derechos políticos con el fin de adquirir los derechos sociales.1Los estudios posteriores2 se inscribieron en esta línea retomando algunos la idea de movi-lización,3 o intentando dar cuenta del peronismo como un caso de populismo.4

La agenda de investigaciones a partir de la primavera democrática de los años 1980s.estuvo centrada en el estudio de los partidos políticos al tiempo que la crisis de los años1990s. invocó los estudios relacionados con las elites políticas y su actuación en la cons-trucción del Estado y el en diseño de las políticas públicas.

Todos estos novedosos estudios, retomando o no los planteos precedentes sobre elperonismo, enfocan la mirada en el modo particular de organización que presentaron lospartidos y la situación de sus dirigencias con un especial acento en lo local. El trabajo deDarío Macor y Eduardo Iglesias5 y el de Macor y Cesar Tcach,6 dan cuenta de la construc-ción del peronismo en las provincias donde las huellas de la industrialización y del fenó-meno migratorio no habían sido tan marcadas. Estos enfoques al evidenciar las disputaspolíticas locales colaboran en el cuestionamiento a la homogeneidad pretendida para elperonismo en cuanto a los alcances del verticalismo que su líder intentó imponer entre susfilas y ponen en tensión la supuesta tendencia centralizante del gobierno nacional. Asimis-mo, los nuevos enfoques han tratado de quebrar la lógica unicista con que se presentaba“el peronismo”, la homogeneidad cosificante de un “PERONISMO” con mayúsculas.

En este contexto aparece la recuperación de una figura tan significativa como la deDomingo Mercante. La existencia de trabajos dispersos sobre quien fuera impulsor de lapolítica de justicia social en la provincia de Buenos Aires no lograba presentarse como unalínea disruptiva y cuestionadora de esa Historia unificada sobre “EL PERONISMO”. Sinduda, la obra compilada por Claudio Panella constituye un intento de cristalizar esas mira-das y se presenta como un referente insoslayable para la investigación del peronismo mos-trando los matices y la complejidad del proceso de construcción del peronismo.

1 GERMANI, Gino Política y Sociedad en una época de transición, Paidós, Buenos Aires, 1968.2 Un estado del arte sobre el particular en VIGUERA, Aníbal “Populismo y neopopulismo en América Lati-

na”, en Revista Mexicana De Sociología, 3/93.3 DI TELLA, Torcuato “Populismo y reforma en América Latina” en Desarrollo Económico, núm. 16, 1965.4 LACLAU, Ernesto Política e ideología en la teoría marxista –Capitalismo, fascismo, populismo-. Siglo

XXI, Madrid, 1978.5 MACOR, Darío e IGLESIAS Eduardo El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los oríge-

nes del peronismo santafesino, UNL, Santa Fe, 1997.6 MACOR Darío y TCACH, César (comps.) La invención del peronismo en el interior del país, UNL, Santa

Fe, 2003.

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Volviendo la mirada sobre el período comprendido entre 1946-1955 que abarca loque se denomina el “peronismo clásico”, los artículos que contiene este volumen aportanuna notable base empírica, abren discusiones generando preguntas y posibles respuestassobre las singularidades provinciales, los alcances y limitaciones de las acciones estatales,las particularidades político partidarias provinciales y el perfil político de quien fuera lla-mado “el corazón de Perón”.

Tres son los ejes que recorren los diferentes artículos de la compilación. En primerlugar rastrear la relación entre Mercante y los sectores ferroviarios. Este vínculo es enten-dido como un nexo clave para consolidar la base de poder de Perón. El segundo eje estádado por el examen de la política cultural, económica y social. Es interesante destacar queeste tipo de estudio de la política social se realiza centrándose en la política educativa, lasanitaria, las políticas de viviendas para los sectores obreros y las medidas implementadaspara estimular el turismo social. Esta sectorialización es sugerente ya que se permitenmatizar el carácter monolítico atribuido a la política social del período. El tercer eje pasapor analizar algunas cuestiones políticas tales como la reforma de la Constitución de laprovincia de Buenos Aires de 1949, el rol de la oposición política, más particularmente elradicalismo; el papel cumplido por el Partido Peronista Masculino marplatense y el análi-sis de las luchas internas que condujeron a la expulsión de Mercante.

En conjunto, estos abordajes merecen algunos comentarios. En primer lugar, al cen-trarse en los enunciados políticos descuidan el modo que estas normativas cambiaron o nola vida de las mujeres y varones del espacio bonarense. Es decir, hay un centramientogeneral en los discursos oficiales y no en las prácticas. En segundo lugar, en ciertas opor-tunidades las largas citas de fuentes primarias impide visualizar con claridad la posturadel/la investigador/a sobre las temáticas abordadas. Este es un problema metodológicoque tiene que ver con la supuesta objetividad narrativa de la historia que terminainvisibilizando a los autores con sus hipótesis y perspectivas teóricas. En tercer lugar, lasdescripciones de los procesos locales impiden puntualizar las diferencias y/o semejanzascon el contexto nacional. Sería interesante articular estos aportes dentro de un proceso másamplio con el fin de ver la singularidad del caso provincial. Esto en función de evitardescripciones de procesos que no se distancian sustancialmente de los procesos en el ám-bito nacional. En cuarto lugar se puede notar cierta heterogeneidad en los planteos de losartículos que no están puestos en discusión, aunque –no obstante– esto mismo podría re-sultar una fortaleza de la obra que no se ha cerrado a miradas críticas sobre la políticamercantiana ni ha desechado posturas teórico conceptuales disímiles.

Las anteriores observaciones no deben ocultar la importancia de esta audaz propues-ta e indudablemente constituye un primer paso para generar un espacio de discusión sobreun tema clave en la historia argentina como fue el caso del peronismo bonaerense bajo elgobierno de Domingo Mercante.

Karina Ramacciotti(UBA)

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