Proletariado y organización - C. Castoriadis

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Proletariado y organizacin, I*Las organizaciones que la clase obrera cre para liberarse, se han convertido en engranajes del sistema de explotacin. Es la brutal constatacin que trabajadores, militantes, y todos cuantos miran de frente a la realidad tienen que hacer. Y muchos, hoy, se sienten paralizados por este dilema: cmo actuar sin organizarse? Y, cmo organizarse sin caer de nuevo en la evolucin que ha hecho de las organizaciones tradicionales los ms encarnizados enemigos de los fines que trataban de realizar? Algunos creen poder resolver la cuestin de un modo puramente negativo. La experiencia, dicen, demuestra que todas las organizaciones obreras han degenerado; por tanto, toda organizacin est condenada a degenerar. Esto es extraer de la experiencia demasiadas cosas, o demasiado pocas. Hasta hoy, todas las revoluciones han sido vencidas o han degenerado. Hay que deducir de ello que es preciso abandonar la lucha revolucionaria? La derrota de las revoluciones y la degeneracin de las organizaciones expresan, cada una a su nivel, un mismo hecho: la sociedad establecida sale provisionalmente victoriosa de su lucha contra el proletariado. Si de ah se saca la conclusin de que seguir sucediendo siempre lo mismo, lo mejor ser ser consecuente y retirarse del mundo. Porque plantear el problema de la organizacin slo tiene sentido entre quienes estn persuadidos de que pueden y deben luchar en comn organizndose por tanto, entre quienes no empiezan por postular la inevitabilidad de su derrota. Pero para stos, las cuestiones que plantea la degeneracin de las organizaciones obreras toman entonces pleno sentido, y exigen respuestas positivas. Por qu han degenerado esas organizaciones, y qu significa exactamente tal degeneracin? Cul ha sido su papel en el fracaso momentneo del movimiento obrero? Por qu el proletariado las ha apoyado y no las ha superado? Qu conclusiones hay que sacar sobre la organizacin y la accin en el futuro? No hay respuesta simple para tales cuestiones, porque todas ellas afectan a todos los aspectos y tareas del movimiento obrero contemporneo. Tampoco hay una respuesta terica a secas. El problema de la organizacin revolucionaria solamente se resolver a medida que la propia organizacin vaya construyndose realmente, lo que a su vez depender del desarrollo de la actividad de la clase obrera. Pero s debe, desde ahora mismo, lograr un principio de solucin. Los revolucionarios no pueden abstenerse de toda actividad en espera del desarrollo de las luchas obreras, porque esas luchas no resolvern el problema de la organizacin de los revolucionarios solas, se limitarn a plantearlo a un nivel ms elevado. Y en el desarrollo de esas luchas, la organizacin tiene su papel. No habr construccin real de la organizacin sin desarrollo de las luchas, ni desarrollo duradero de las luchas sin construccin de la organizacin. Si no se acepta este postulado, si se piensa que lo que se haga o deje de hacerse carece de importancia, si se trata nicamente de ponerse en regla con la propia conciencia moral, es mejor no leer las pginas que siguen. Ese inicio de solucin no puede ser algo emprico, ni puede ser un conjunto de recetas negativas. Una colectividad de revolucionarios no puede adoptar ms que reglas positivas de actividad y funcionamiento, y esas reglas deben nacer de sus principios. Por muy reducida que sea la*

S. ou B., n. 27 (abril 1959).

organizacin, su funcionamiento, su actividad, su prctica cotidiana, han de ser la encarnacin visible y controlable de los fines que proclama. Responder al problema de la construccin de una organizacin revolucionaria exige pues partir del conjunto de la experiencia del movimiento revolucionario y analizar las condiciones ante las que se encuentra ese movimiento en al segunda mitad del siglo xx. Para lograrlo, es preciso realizar algo que puede parecernos un desvo, y no lo es: volver a las ideas ms fundamentales, reconsiderar los objetivos revolucionarios y la historia del movimiento obrero.

1ELSOCIALISMO: GESTIN DE LOS TRABAJADORES POR LOS TRABAJADORES

Hay un hecho que domina, por sus consecuencias directas e indirectas, la historia de la humanidad en el siglo xx: la clase obrera ha realizado una revolucin victoriosa en Rusia, en 1917; y, lejos de llevar al socialismo, esa revolucin ha terminado por llevar al poder a una nueva capa explotadora: la burocracia. Cmo y por qu?1 El proletariado ruso se moviliz en 1917 para destruir el poder del zar y de los capitalistas, para suprimir la explotacin; se arm y se organiz en soviets y comits de fbrica, para desarrollar su lucha. Pero cuando despus de una larga guerra civil quedaron eliminados los ltimos residuos del antiguo rgimen, se encontr con que el poder econmico y poltico volvan a estar concentrados en manos de una nueva capa de dirigentes, cristalizada en torno al partido bolchevique. El proletariado no asuma la direccin de la nueva sociedad, es decir, de otra manera, no era la clase dominante. Por tanto, no poda sino seguir siendo la clase explotada. La degeneracin de la revolucin rusa no es otra cosa que el retorno al poder exclusivo de una capa especfica. Cuantos factores condujeron a esa degeneracin tienen, en definitiva, el mismo significado profundo: el proletariado no ha asumido la direccin de la revolucin y de la sociedad que de ella naci. El partido bolchevique trat desde el principio, y consigui muy pronto, controlar la totalidad del poder en el pas. El partido se haba construido en torno a la idea de ser el dirigente natural del proletariado, la expresin de sus intereses histricos. Pero las ideas y la actitud del partido bolchevique no hubieran podido prevalecer si no hubieran sido compartidas por una gran mayora de la clase obrera, si la clase obrera no hubiera tenido tendencia a ver en el partido el rgano necesario de su poder. As, los organismos que deban expresar el dominio poltico de las masas trabajadoras, los soviets, fueron transformados rpidamente en meros apndices del poder bolchevique. Sin embargo, aunque esa evolucin no se hubiera realizado en el plano poltico, no habra cambiado nada fundamental, porque la revolucin no haba aportado ninguna modificacin profunda de las relaciones reales de produccin. Los propietarios privados fueron expropiados o exiliados, y el estado bolchevique confi la direccin de las empresas a los dirigentes nombrados por l, mientras combata las pocas tentativas de los obreros para apoderarse de la gestin de la produccin. Y quien manda en la1

El anlisis de esta cuestin ocup un lugar central en el trabajo de Socialisme ou Barbarie; aqu no podemos sino resumir el contenido de las conclusiones. Vase S.B., R.P.R., C.S.I., etc.

produccin, manda, en ltimo trmino, en la poltica y en la sociedad. Se form as rpidamente una nueva capa dirigente de la produccin, que se amalgam con los dirigentes del partido y del Estado, para constituir la nueva clase dominante.2 La conclusin fundamental de la experiencia de la revolucin rusa es, pues, que no basta con que el proletariado destruya el dominio burgus del Estado y de la economa. El proletariado solamente puede lograr el objetivo de su revolucin si edifica su propio poder en todos los terrenos. Si la direccin de la produccin, de la economa, y del Estado, vuelven a ser funcin de una categora especfica de individuos, la explotacin y la opresin de los trabajadores renacern sin remedio. Y con ellas renacer tambin la crisis permanente que aflige a las sociedades contemporneas, y cuyo origen ltimo est en el conflicto entre dirigentes y ejecutantes dentro de la produccin. El socialismo no es, ni puede ser, sino la gestin de la produccin, la economa y la sociedad por los trabajadores. Esta idea, que ha constituido desde su inicio el centro de las concepciones de Socialisme ou Barbarie, ha sido confirmada de forma evidente por la revolucin hngara3. La autonoma del proletariado La idea de gestin obrera de la produccin y de la sociedad implica que el nico poder en la sociedad post-revolucionaria sea el de los organismos de masas de los trabajadores (los Consejos), que lo ejercen directamente. No se trata, ni mucho menos, de que unos organismos especiales cualesquiera, por ejemplo los partidos polticos, asuman las tareas de poder y gobierno. Sino que es algo ms que una simple norma constitucional; una idea que obliga a reconsiderar en su conjunto los problemas tericos y prcticos que se plantean al movimiento revolucionario. En efecto, no tendra sentido alguno hablar de gestin obrera si los trabajadores no fuesen capaces de asumirla y de producir, por tanto, unos nuevos principios de organizacin y orientacin de la vida social. La revolucin, y an ms, la construccin de una sociedad socialista, presupone que la masa organizada de los trabajadores es ya capaz de dirigir, prescindiendo de cualquier intermediario, el conjunto de las actividades de la sociedad, es decir, por tanto, que es ya capaz de dirigirse a s misma en todos los terrenos, y de manera permanente. La revolucin socialista slo puede ser producto de la actividad autnoma del proletariado, autnoma significando que se dirige por s misma, que no2

Durante mucho tiempo se intent reducir los factores que provocaron la degeneracin de la revolucin rusa al aislamiento internacional de la revolucin y al carcter atrasado de Rusia. Es una explicacin que no explica nada: el aislamiento internacional y el atraso del pas tambin podran muy bien haber llevado a la pura y simple derrota de la revolucin y a la reinstauracin del capitalismo, y no nos muestran en absoluto por qu la revolucin pudo triunfar y degenerar al mismo tiempo. Poner el acento en esos factores es al mismo tiempo escamotear lo que constituye la especificidad histrica de la revolucin rusa y dejar en silencio sus enseanzas ms fecundas para la prctica revolucionaria. Aislamiento y atraso favorecieron esa evolucin, concretaron su forma, pero no determinaron su significado. Es imposible convertir a la burocratizacin en un accidente, y es igualmente imposible pretender que si la revolucin se hubiese extendido a Alemania, por ejemplo, no hubiera podido degenerar. La evolucin posterior demostr ampliamente que el problema de la burocracia se le planteaba al conjunto del proletariado internacional, y no poda resolverse ms que en funcin de una experiencia de la burocracia como realidad. 3 V. el n 20 de S. ou B., dedicado casi exclusivamente a la revolucin hngara, y los textos revolucionarios hngaros publicados en los n 21 y 23.

obedece sino a s misma. No hay que confundir esta cuestin con la de la capacidad tcnica del proletariado para dirigir la produccin4. El proletariado es el conjunto de los trabajadores asalariados y explotados, el productor colectivo. Hace mucho tiempo que el conocimiento tcnico ha dejado de ser monopolio de algunos individuos; que pertenece a una masa de trabajadores de despacho o laboratorio, sometidos a una divisin del trabajo ms acentuada cada da, y cuyo salario es apenas superior al de los trabajadores manuales. Los jefes tcnicos resultan, en la produccin, algo tan superfluo como los capataces; no son ya grandes ingenieros insustituibles, sino burcratas que dirigen y organizan, es decir desorganizan el trabajo de la masa de tcnicos asalariados. El conjunto de los trabajadores explotados de talleres y oficinas contiene en s mismo la totalidad de capacidades tcnicas de la humanidad contempornea. Para el proletariado en el poder, la cuestin de la direccin tcnica de la produccin no ser, pues, en absoluto una cuestin tcnica, sino la cuestin poltica de la unidad de los trabajadores, de los talleres y de las oficinas, de la cooperacin entre ellos, de la gestin en comn de la produccin. Sern tambin cuestiones polticas las que se plantearn al poder proletario en todos los campos: su propia organizacin, las relaciones entre centralizacin y descentralizacin, la orientacin general de la produccin y de la sociedad, las relaciones con las otras capas sociales (campesinos, pequea burguesa), las relaciones internacionales, etc. El socialismo presupone pues un grado elevado de conciencia social y poltica en el proletariado. No puede nacer de una simple rebelin del proletariado ante la explotacin, sino, nicamente, de la capacidad del proletariado para encontrar por s mismo respuestas positivas a los inmensos problemas que ha de plantear la reconstruccin de la sociedad moderna. Nadie puede tener esa conciencia por el proletariado, en su lugar: ni un individuo, ni un grupo, ni un partido. No se trata tan slo de que una sustitucin semejante llevara indefectiblemente a la cristalizacin de una nueva capa de dirigentes, y devolvera en poco tiempo a la sociedad a su estado anterior. Se trata de que resulta imposible que una categora especfica asuma las funciones que pertenecen a toda la humanidad, y slo a ella. Una minora de dirigentes puede resolver tan slo los problemas de una sociedad de explotacin; o ms bien, podra resolverlos, porque la crisis de los regmenes contemporneos es precisamente expresin de un hecho: que la direccin de la sociedad moderna es una labor que sobrepasa ya la capacidad de cualquier categora especfica. Lo que es todava mucho ms cierto con respecto a los problemas que plantear la reconstruccin socialista de la sociedad, que no podrn resolverse, ni tan siquiera plantearse correctamente, sin desplegar toda la actividad creadora de la inmensa mayora de los individuos. Porque esa reconstruccin significa exactamente, y rigurosamente, reiniciarlo todo y rehacerlo todo: las mquinas, las fbricas, los objetos de consumo, las casas, los sistemas educativos, las instituciones polticas, los museos, las ideas, la ciencia misma. Y hacerlo de acuerdo con las necesidades de los trabajadores y desde su perspectiva, porque de esas necesidades y de la manera de satisfacerlas, slo los trabajadores mismos pueden ser jueces. Incluso si en torno a un punto particular el concepto de los especialistas es ms correcto, ser intil en tanto en cuanto los interesados no vean su justeza y su necesidad. Y cualquier tentativa de imponer a la gente, en lo que concierne a su propia vida, soluciones que no aprueben, har que se conviertan4

Confusin que constituye lo esencial de los pseudo-anliss de Burnham sobre la burocracia. Vanse los primeros captulos de La era de los organizadores

de inmediato y automticamente en soluciones monstruosamente falsas. El desarrollo del proletariado hacia el socialismo El socialismo as concebido, es una perspectiva histrica, una posibilidad que existe dentro de la sociedad moderna, o un sueo? El proletariado, es simplemente un material de explotacin, una clase moderna de esclavos industriales que de vez en cuando estalla en revueltas sin esperanza? O tal vez las condiciones de su existencia y de su lucha contra el capitalismo le llevan a desarrollar una conciencia, es decir, una actitud, una mentalidad, ideas y acciones, cuyo contenido se dirige hacia el socialismo? La respuesta a esa pregunta est en el anlisis de la historia real del proletariado, de su vida en la produccin, de sus movimientos polticos, de su actividad durante los perodos de revolucin; anlisis que, de nuevo, conduce a la alteracin de todas las ideas tradicionales sobre el socialismo, las reivindicaciones obreras o las formas de organizacin. En primer lugar, la lucha del proletariado contra el capitalismo no es nicamente reivindicativa, ni tampoco nicamente poltica: comienza en la produccin. No se constrie simplemente a la reparticin del producto social ni, en el otro extremo, a la organizacin general de la sociedad, sino que desde el principio se dirige contra la realidad fundamental del capitalismo, las relaciones de produccin en la empresa. La llamada racionalizacin de la produccin capitalista no es ms que una red de contradicciones. Consiste en organizar el trabajo al margen de los trabajadores y al suprimir el papel humano de stos cosa intrnsecamente absurda desde el punto de vista de la eficacia productiva misma pretende aumentar constantemente la explotacin, lo que la hace enfrentarse constantemente a los obreros. La lucha de los trabajadores contra esa organizacin est lejos de tener como nico objetivo el salario, y domina todos los aspectos e instantes de la vida de la empresa. Porque, primero, el conflicto entre obreros y direccin en torno a los salarios no puede dejar de afectar rpidamente a todos los aspectos de la organizacin del trabajo5. Despus, sea cual sea el nivel de los salarios, los obreros se ven necesariamente obligados a combatir unos mtodos de produccin que implican su deshumanizacin en forma cada da ms intolerable. Tal lucha no se limita, ni puede limitarse, a ser puramente negativa, no pretende nicamente limitar la explotacin. La produccin tiene que llevarse a cabo de cualquiera de las maneras, y los obreros, al mismo tiempo que combaten las normas de produccin y el aparato burocrtico coactivo, mantienen una disciplina de trabajo e instauran una cooperacin que se opone, tanto en su espritu como en su letra, al reglamento de la fbrica. Asumen as algunos aspectos de la gestin de la produccin, al mismo tiempo que ponen en prctica unos nuevos principios de organizacin de las relaciones humanas en la produccin; combaten la moral capitalista de la ganancia individual mxima, y tienden a sustituirla por una nueva moral de solidaridad e igualdad6.5

En la mayor parte de los casos, el nivel efectivo de los salarios est menos influido por los niveles oficiales de salario, los convenios colectivos y los acuerdos sindicales que por lo que sucede en la produccin: control de las piezas, reparticin del tiempo de los obreros entre tipos diferentes de trabajo y, sobre todo, las normas, tienen una importancia decisiva en ese punto, y son todos factores de lucha permanente, y encarnizada, entre obreros y direccin. 6 Los socilogos industriales burgueses, como Elton Mayo, se dieron cuenta de ello hace mucho tiempo. Los marxistas actuales son casi siempre encarnizados defensores de la jerarqua. Por poco que se entienda esta situacin en la empresa contempornea, se ve

La lucha no es accidental, ni est unida a una forma especfica de organizacin de la produccin capitalista. Cada vez que, para prevenirse, el capitalismo modifica las tcnicas y mtodos de produccin, aparece de nuevo. La tendencia gestionaria de los obreros que representa, tiene un alcance universal, tanto en extensin como en profundidad. Existe tanto en Rusia como en los Estados Unidos, en Inglaterra o en Francia. Y aunque la lucha del proletariado en la produccin permanezca oculta, porque no implica ni organizacin formal, ni programa formulado, ni accin a las claras, su contenido se encuentra en la actividad de las masas cada vez que una crisis revolucionaria agita la sociedad capitalista. Los obreros combaten constantemente las normas de todas las fbricas del mundo; y la supresin de las normas era una de las reivindicaciones ms importantes de los Consejos obreros hngaros de 1956. Los Consejos obreros se constituyeron sobre el principio de la revocabilidad de los delegados, como lo haban hecho la Comuna y los Soviets. Los delegados de taller (Shop-Stewards) de las fbricas inglesas son siempre revocables por los trabajadores que los eligieron y a los que dan cuenta regularmente de su actividad. La concepcin socialista de la sociedad nace en la oscuridad de la vida cotidiana de los productores, y se abre a plena luz en las revoluciones proletarias que jalonan la historia del capitalismo. El proletariado, lejos de alzarse simplemente contra la miseria y la explotacin, plantea el problema de una nueva organizacin de la sociedad en su conjunto, y da respuestas positivas. La Comuna de 1871, los Soviets de 1905 y 1917, los Comits de fbrica en Rusia en 1917-1918, los Consejos de fbrica en Alemania en 1919-1920, los Consejos obreros en Hungra en 1956, fueron a la vez organismos de lucha contra la clase dominante y su Estado, y nuevas formas de organizacin de los hombres a partir de principios radicalmente opuestos a los de la sociedad burguesa. Creaciones del proletariado que refutaron con la prctica las ideas que dominan desde hace siglos la organizacin poltica de los hombres. Que mostraron la posibilidad de una organizacin social centralizada que, lejos de expropiar polticamente al pueblo en beneficio de sus representantes, somete al control permanente de sus mandatarios y realiza por primera vez en la historia moderna la democracia, a escala de toda la sociedad. Y tambin, la gestin obrera de la produccin que pedan los Comits de fbrica rusos en 1917 fue realizada por los obreros espaoles en 1936-1937 y proclamada como uno de sus objetivos fundamentales por los Consejos obreros hngaros en 1956. Pero el desarrollo del proletariado hacia el socialismo no se manifiesta solamente en la vida de la empresa, o en las revoluciones. Desde el comienzo de su historia, el proletariado lucha de manera explcita contra el capitalismo, es decir, que lucha mediante organizaciones polticas. La tendencia de la clase obrera, o de amplias capas de ella, a organizarse para luchar de forma abierta y permanente, recorre como un hilo rojo toda la historia moderna; ignorarlo supondra condenarse a comprender tan poco al proletariado y al socialismo como si se pretendiera ignorar la Comuna, o los Consejos. Porque manifiesta a la vez en el proletariado la necesidad y la capacidad de plantear el problema de la sociedad en cuanto tal no slo en las explosiones revolucionarias sino con carcter sistemtico y permanente; ir ms all de la defensa de los propios intereses econmicos y oponer a la ideologa burguesa la propia concepcin de la sociedad; salir del marco del taller, de la empresa, de la nacin incluso, y plantear la cuestin del poder a escala internacional. Porque es completamente falso que la clase obrera noinmediatamente la inanidad de todo socialismo que se limite a modificaciones exteriores a la empresa, sin empezar por dar vuelta al rgimen cotidiano de produccin.

haya creado otra cosa que asociaciones econmicas o profesionales (los sindicatos). En algunos pases, como Alemania, los obreros empezaron por constituir un movimiento poltico, del que los sindicatos fueron una emanacin. En la mayora de los dems casos, como en los pases latinos e incluso en Inglaterra, los sindicatos mismos no eran, en un principio, unas organizaciones meramente sindicales, ni mucho menos: su objetivo declarado fue la abolicin del trabajo asalariado. Y es igualmente falso que las organizaciones polticas del proletariado hayan sido creacin exclusiva de intelectuales, como se ha dicho, tanto para felicitarse por ello como para deplorarlo. Incluso en donde los intelectuales desempearon un papel predominante en la organizacin, las organizaciones nunca hubieran podido adquirir una realidad concreta s no se hubiesen adherido a ellas numerosos obreros, si no las hubiesen alimentado con su sangre, si la gran mayora de la clase obrera no se hubiese reconocido tanto tiempo en sus programas. Carcter contradictorio del desarrollo del proletariado Hay pues un desarrollo autnomo del proletariado hacia el socialismo, que parte de la lucha de los obreros contra la organizacin capitalista de la produccin, se expresa en la constitucin de organizaciones polticas y culmina en las revoluciones. Pero ese desarrollo no es ni el resultado mecnico y automtico de las condiciones objetivas en las que vive el proletariado, ni una evolucin biolgica, una maduracin inevitable que se alimenta a s misma. Es un proceso histrico y, esencialmente, un proceso de lucha. Los obreros no nacen socialistas ni se transforman en ello milagrosamente al penetrar en la fbrica. Se convierten en, o ms precisamente, se hacen socialistas durante su lucha contra el capitalismo, y en funcin de ella. Pero hay que ver con exactitud qu lucha es sa, en qu terreno tiene lugar, cul es el verdadero enemigo. El proletariado no combate solamente al capitalismo como una fuerza exterior a l. Si no se tratase ms que del poder material de los explotadores, su Estado y su ejrcito, la sociedad de explotacin habra sido abolida hace mucho tiempo, porque no dispone de ninguna fuerza propia fuera del trabajo de los explotados. Puede sobrevivirse slo en tanto en cuanto pueda conseguir que acepten su propia situacin. Sus armas ms temibles no son las que utiliza intencionadamente, sino las que le facilita automticamente la situacin objetiva de la clase explotada, la disposicin de las cosas en la sociedad actual y la organizacin de las relaciones sociales, que tiende a reproducir permanentemente sus propias bases. El proletariado no slo sufre un adoctrinamiento sistemtico por parte de la burguesa y de la burocracia. Es tambin, por lo general, desposedo de un grado importante de la cultura. De su propio pasado, ya que no puede conocer su propia historia y sus luchas pasadas sino en la medida en que se lo toleran las clases dominantes. De su propia realidad de clase universal, mediante la compartimentacin local, profesional, nacional, que implica la estructura social actual. Y de su presente, puesto que todas las informaciones estn controladas por las clases dominantes. A pesar de su situacin de clase explotada, el proletariado combate esos factores, o los compensa. Desarrolla una desconfianza sistemtica ante el adoctrinamiento burgus y una crtica de su contenido. Tiende a absorber por mil medios la cultura que se le oculta, al mismo tiempo que crea los primeros elementos de una cultura nueva. Ignora su propio pasado desde

un punto de vista libresco, pero encuentra ante s sus resultados esenciales, bajo forma de las condiciones de su accin presente. Pero, con mucho, el obstculo ms impresionante que se presenta ante el desarrollo del proletariado, es el renacimiento permanente de la realidad del capitalismo en el seno del propio proletariado. El proletariado no es algo ajeno al capitalismo; nace en la sociedad capitalista, est en ella, participa, la hace funcionar. Ideas, normas, actitudes capitalistas, tienden constantemente a introducirse en el proletariado y, mientras dure la sociedad actual, no dejar de ser as. La situacin del proletariado es absolutamente contradictoria, porque al mismo tiempo que es el que hace nacer los elementos de una nueva organizacin humana y de una nueva cultura, no podr nunca separarse por completo de la sociedad capitalista en la que vive. La ms profunda huella de esa sociedad se manifiesta ms en los planos en los que menos se suele pensar: las costumbres seculares, las evidencias del sentido comn burgus que nadie pone en tela de juicio, la inercia, la inhibicin de la creatividad y la actividad de los hombres organizada sistemticamente por la sociedad. Durante una revolucin, el capitalismo puede ser vencido militarmente y, sin embargo, seguir en su papel de vencedor si, para vencerlo y con el pretexto de la eficacia, el ejrcito revolucionario o la produccin se organizan segn el modelo capitalista (como en la Rusia de 1918-1921); porque la victoria del espritu de la antigua sociedad se transformar rpidamente en victoria total. Los obreros pueden dejar escapar la enorme victoria que es la construccin de una organizacin revolucionaria que exprese sus aspiraciones, y convertirla en derrota si piensan que una vez construida la organizacin basta con otorgarle confianza para que resuelva por s misma todos los problemas. La lucha del proletariado contra el capitalismo es pues, en su aspecto ms importante, una lucha del proletariado contra s mismo, una lucha para desgajarse de todo lo que en l permanece de la sociedad contra la que combate. La historia del movimiento obrero es la historia del desarrollo del proletariado a travs de esa lucha, desarrollo que no es un ascenso continuado sino una progresin contradictoria, desigual, que contiene perodos enteros de retroceso parcial o total7.

2 LADEGENERACIN DE LAS ORGANIZACIONES OBRERAS

La evolucin de las organizaciones obreras slo puede entenderse dentro de ese contexto. Desde hace un siglo, el proletariado ha constituido, en todos los pases, organizaciones destinadas a ayudarle en su lucha, y todas esas organizaciones, sindicales o polticas, han terminado por degenerar e integrarse en el sistema de explotacin. Da lo mismo a este respecto que se hayan convertido en puros y simples engranajes del Estado y la sociedad7

Retroceso o progresin que no se miden nicamente por la combatividad del proletariado, sino por su actitud frente a los problemas con que se encuentra, y que no se reducen a los problemas polticos. La izquierda francesa se complace en considerar al proletariado francs como ms avanzado que el proletariado norteamericano o ingls, porque el primero segua mayoritariamente a una organizacin como el P.C., mientras que en Inglaterra o los Estados Unidos los obreros votan a partidos reformistas o burgueses. Nunca se ha fijado en que los obreros americanos o ingleses, que considera polticamente atrasados, son mucho ms combativos y difciles en la produccin que los obreros franceses; ni siquiera entiende lo que quieren decir estas palabras.

capitalista, como las organizaciones reformistas; o que, como las organizaciones estalinistas, pretendan realizar una transformacin de la sociedad que entregue el poder econmico y poltico a una capa burocrtica dejando intacta la explotacin de los trabajadores. Lo esencial es que se han convertido en los ms encarnizados enemigos del que era su objetivo inicial: la emancipacin del proletariado. No se trata, naturalmente, de que haya habido por parte de los dirigentes errores o traiciones. Los dirigentes que traicionan o se equivocan acaban por ser apartados de las organizaciones que dirigen. La degeneracin de las organizaciones obreras, por el contrario, ha ido de la mano de su burocratizacin, es decir, de la constitucin dentro de ellas de una capa de dirigentes inamovibles e incontrolables. Y la poltica de las organizaciones expresa, desde ese momento, los intereses y aspiraciones de esa burocracia8. Comprender la degeneracin de las organizaciones obreras, es comprender de qu manera ha podido nacer una burocracia a partir del movimiento obrero. La burocratizacin signific, para decirlo brevemente, que la relacin social fundamental del capitalismo moderno, la relacin entre dirigentes y ejecutantes, se reproduca dentro del propio movimiento obrero, y lo haca de dos formas. Por un lado, en el interior de las organizaciones obreras, que respondieron a su propio crecimiento y a la multiplicacin de sus tareas adoptando un modelo burgus de organizacin, instaurando una divisin del trabajo cada vez ms profunda que ha terminado por llevar a la cristalizacin de una nueva capa de dirigentes separados de la masa de militantes, reducidos ya al papel de ejecutantes. Por el otro lado, entre las organizaciones y el proletariado; las funciones que gradualmente fueron asumiendo las organizaciones fueron las de dirigir a la clase obrera, en provecho propio, naturalmente, y la clase obrera ha aceptado la mayora de las veces el someterse a las organizaciones y ejecutar sus consignas. Se ha llegado as a la negacin completa de lo que es la esencia misma de un movimiento socialista: la idea de la autonoma del proletariado. Tal evolucin vea al mismo tiempo su equivalente en la evolucin correspondiente de la ideologa y la teora revolucionaria, que haca posible el carcter contradictorio que es propio del marxismo desde su nacimiento. En cierto sentido, nada de todo lo que venimos diciendo sobre la gestin obrera y la autonoma del proletariado es cosa nueva. Todo se remonta a la frmula de Marx: La emancipacin de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos. Dicho de otra manera, no habr emancipacin sino en la medida en que los trabajadores decidan por s mismos los objetivos y medios de su lucha. La intuicin marxiana de la autonoma va unida a los aspectos ms profundos y positivos de su obra: la importancia capital que concede al anlisis de las relaciones de produccin en la fbrica capitalista, la crtica radical de la ideologa burguesa en todos sus aspectos, y de la nocin tradicional misma de teora, la visin del socialismo como una realidad nueva cuyos elementos aparecen ya en la vida y la actitud de los obreros. Pero el marxismo, nacido tambin dentro de la sociedad capitalista, no se separ, ni poda separarse, completamente de la cultura que fue su lugar de nacimiento. Su situacin como la de cualquier ideologa revolucionaria, como la del proletariado hasta la revolucin, sigui siendo contradictoria.8

Evidentemente, tiene tambin otros aspectos, porque de una parte expresa tambin los intereses de la conservacin del sistema de explotacin en general, y de otra debe permitir a las organizaciones proletarias mantener su influencia sobre el proletariado, sin la que no seran nada. Pero son aspectos secundarios en relacin al problema que se discute en el texto.

Las ideas dominantes de una poca son las ideas de la clase dominante es una frase que significa algo ms que esas ideas son las que tienen mayor difusin material y las que son aceptadas por mayor nmero de personas; significa tambin que son ideas que tienden a ser admitidas, en parte inconscientemente, por aquellos mismos que las combaten violentamente. La lucha del movimiento revolucionario para liberarse de la garra del capitalismo es una lucha permanente, tanto en el terreno terico como en el prctico. La decadencia de la teora revolucionaria Desde muy pronto comenz a prevalecer la idea de que el marxismo era la ciencia de la sociedad y de la revolucin. Se quiso presentar la teora revolucionaria como sntesis y continuacin de las creaciones de la cultura burguesa (filosofa clsica alemana, economa poltica inglesa, socialismo utpico francs), olvidando que lo ms fundamental que haba en la obra de Marx era precisamente el haber derribado los postulados fundamentales de esa cultura. Con la misma naturalidad, lleg a decirse a continuacin que la conciencia poltica socialista debe ser introducida en la clase obrera desde fuera; porque la conciencia socialista moderna slo puede surgir a partir de la base de un conocimiento cientfico profundo y el soporte de la ciencia no es el proletariado sino la intelligentsia burguesa9. Que estas formulaciones de Kautsky hayan sido utilizadas por Lenin no quiere decir que caractericen en modo alguno el bolchevismo; expresan tambin la actitud tpica de los dirigentes de la II Internacional, de los reformistas10. An ms, su espritu podemos encontrarlo en Marx. La degradacin de la teora revolucionaria est simbolizada en la distancia que hay entre el subttulo de El Capital: crtica de la economa poltica (no crtica de la economa poltica burguesa, sino crtica de la economa poltica a secas, de la idea de que existe una ciencia de la economa poltica) y aquello en lo que se ha convertido en el curso de su elaboracin: una tentativa de establecer las leyes del movimiento de la economa capitalista. En manos de sus epgonos, se transforma incluso en prueba cientfica de la inevitabilidad del desmoronamiento del capitalismo y de la victoria del socialismo, garantizadas por las leyes de la naturaleza11. De este modo, la teora trata de reproducir el modelo de las ciencias de la naturaleza aplicado a la sociedad, lo que equivale a decir que toma sus estructuras lgicas del pensamiento burgus de su poca, y su mtodo de elaboracin de la cultura burguesa; porque, concebida as, no puede elaborarse, en efecto, por quienes no sean unos intelectuales especializados y separados del proletariado. Hasta sus postulados de base acaban por reflejar finalmente ideas esencialmente burguesas. La teora econmica en sentido estricto que se expone en El Capital est basada en el postulado de que el capitalismo llega a transformar efectivamente e integralmente al obrero que no aparece en l ms que como fuerza de trabajo en mercanca; por tanto, que el valor de uso de la fuerza de trabajo la utilizacin que de ella hace9

Son las expresiones de Kautsky usadas por Lenin en Qu hacer? No cambia nada de la cuestin el que los reformistas hayan utilizado sobre todo la idea de prediccin cientfica de la evolucin de la economa capitalista para condenar la idea de revolucin y probar que es necesario acogerse al funcionamiento de las leyes econmicas para realizar el socialismo. 11 Es una expresin de Kautsky, en la introduccin que escribi a El Capital y que se public por separado con el ttulo de Introduccin al conjunto del marxismo, sirviendo para la formacin de generaciones enteras de militantes.10

el capitalista est determinada enteramente, como toda otra mercanca, por el usuario, de la misma manera que su valor de cambio el salario lo est nicamente por las leyes del mercado y, en primer lugar, por los costos de produccin de la fuerza de trabajo. Este postulado es necesario para que exista ciencia econmica segn el modelo fsico-matemtico que sigui, en grado creciente, Marx en su elaboracin de El Capital. Pero contradice la realidad ms esencial del capitalismo: tanto el valor de uso como el valor de cambio de la fuerza de trabajo son objetivamente indeterminados, no se determinan sino por medio de la lucha del proletariado y el capital en la produccin y en la sociedad. Ah est la raz ltima de las contradicciones objetivas del capitalismo (Cf. Sobre el contenido del socialismo, III, supra). La tentativa de hacer de ellas variables cuyo comportamiento est ntegramente determinado por leyes objetivas no conduce, en contra de lo que pensaba Marx y con l varias generaciones de marxistas, a la demostracin de una crisis inevitable del capitalismo, sino por el contrario a la demostracin de su perpetuidad: si, como postula El Capital, el proletariado dejase que las cosas siguieran su marcha al 100 %, no habra nunca crisis del capitalismo alguna. La paradoja es que el inventor de la lucha de clases haya escrito una obra monumental sobre unos fenmenos que esa lucha determina pero de los que est completamente ausente. No hace casi falta indicar hasta qu punto esa idea est en contradiccin con la concepcin de una revolucin socialista consciente de las masas; stas, en efecto, no tendran entonces ms papel que el de aportar una verificacin de lo que la teora haba deducido a priori12. La poltica revolucionaria tendera al mismo tiempo a transformarse en una tcnica. El ingeniero aplica la ciencia del fsico en unas condiciones dadas y a la vista de determinados objetivos; el poltico revolucionario aplica en unas condiciones dadas las conclusiones de la teora cientfica de la revolucin. Al calificar a Lenin de maquinista genial de la locomotora de la historia, Stalin no hizo otra cosa que expresar esta idea con la falta de sutileza aplastante que le caracterizaba. La decadencia del programa y de la funcin del partido Ese carcter tcnico es pura y simplemente el aspecto que se va imponiendo gradualmente en el programa de las organizaciones polticas. De un lado, los objetivos del proletariado pueden y deben estar determinados por la teora; la emancipacin del proletariado ser obra de los tcnicos de la revolucin, aplicando correctamente su teora a las circunstancias concretas. De otro lado, lo que tal teora permite aprehender a los tericos son, nicamente, los elementos objetivos de la evolucin de la sociedad, y el propio socialismo aparece cada vez ms privado de todo contenido humano, como una simple transformacin objetiva y externa: en lo esencial, como una modificacin de ciertas disposiciones econmicas de donde derivara lo dems por aadidura en un futuro no determinado. Se hace entonces inevitable preocuparse exclusivamente de la distribucin del producto social, del estatuto de la propiedad o de la organizacin general de la economa (la nacionalizacin o la planificacin), y se oculta por completo el hecho de que lo que el socialismo debe ante todo significar es12

En ningn sitio se ve ms claramente esta contradiccin que en Rosa Luxemburg, la revolucionaria que subray de la forma ms extrema la importancia de la experiencia propia de las masas y de su accin autnoma, y que dedic todo su trabajo terico a una tentativa vana, hay que aadir de demostrar que el proceso de acumulacin haba de conducir inexorablemente al derrumbamiento del capitalismo.

una modificacin radical de las relaciones entre los hombres, tanto en la produccin como en la poltica. Si el socialismo es una verdad cientfica a la que llegan los especialistas mediante la elaboracin terica, la funcin del partido debiera, lgicamente, ser la introduccin del socialismo entre el proletariado. ste no podra, en efecto, llegar al socialismo a partir de su propia experiencia; como mucho podra reconocer en el partido que encarna esa verdad al representante de los intereses generales de la humanidad, y apoyarlo. No hay ni que pensar en que lo controle, excepto por su pasividad y la negativa a seguirlo. Incluso entonces, el partido debiera simplemente de concluir que no ha sabido hacer suficientemente concreto su programa, ni suficientemente convincente su programa, o que ha cometido algn error en la apreciacin de la situacin; pero no podr aprender mucho sobre el fondo de esas cuestiones. El partido es quien detenta la verdad socialista, puesto que es quien detenta la teora nica que lleva hacia l. Es pues quien tiene por derecho la direccin del proletariado y quien debe ejercerla de hecho, porque la decisin slo puede estar en manos de los especialistas de la ciencia de la revolucin. La democracia no ser entonces, en la medida en que se admita, ms que un procedimiento pedaggico, una adaptacin justificada por el carcter imperfecto de la ciencia revolucionaria. Y es el partido quien sabe y puede determinar la dosis til. El partido revolucionario organizado segn un modelo capitalista Tal concepcin o, ms exactamente, tal mentalidad halla su equivalente dentro de la organizacin, en su modo de funcionamiento, el tipo de trabajo que en ella se efecta, las relaciones que se establecen. La accin de la organizacin ser correcta si resulta conforme a la teora o al menos al arte, a la tcnica de la poltica, que tienen sus especialistas. Cualquiera que sea el grado de democracia formal que existe dentro de la organizacin, los militantes tendrn conciencia de que es misin de los especialistas estudiar la situacin objetiva y deducir la lnea que se impone; su actividad consistir entonces, durante todo el ao, en ejecutar lo que los polticos hayan decidido. La divisin de funciones, indispensable en cualquier lugar en que se precise cooperacin, se convierte as en una verdadera divisin del trabajo, el trabajo de direccin queda separado del trabajo de ejecucin. Esta divisin tiende a ampliarse y hacerse ms profunda por s misma tan pronto como se ha establecido, los dirigentes especializados en su papel se hacen indispensables, y los ejecutantes se dedican a sus tareas concretas; al estar privados de informacin, de una visin general de la situacin y de los problemas de organizacin, detenidos en su desarrollo por su falta de participacin en el conjunto de la vida del partido, los ejecutantes van teniendo cada vez menos posibilidades y menos capacidad de controlar a los dirigentes. Se pretende que esta divisin del trabajo encuentra un lmite en la democracia. Pero la democracia, que debiera significar que dirija la mayora, se limita a significar que la mayora designa a los dirigentes; es decir, est calcada del modelo burgus de democracia parlamentaria, privada de contenido real, y se convierte rpidamente en el velo que cubre el poder incontrolado de los dirigentes. La excusa de elegir una vez al ao a unos delegados que designen a su vez a un comit central no basta para hacer que sea la base quien dirige la organizacin, lo mismo que no es el pueblo quien manda en las repblicas parlamentarias aunque se diga que

elige peridicamente a sus diputados que designan al gobierno. Consideremos como ejemplo el centralismo democrtico tal y como se supone que funciona en un partido leninista ideal. Que el comit central sea designado por un congreso elegido democrticamente no hace cambiar el hecho de que, a partir de su eleccin se convierta en el amo absoluto de la organizacin, de hecho y de derecho. No se trata simplemente de que estatutariamente tenga poder sobre el cuerpo del partido (capaz de disolver organizaciones de base, de excluir militantes, etc.) y que, en esas condiciones, pueda determinar cul ser la composicin del congreso siguiente. El comit central podra usar de sus poderes con honestidad, podra debilitarlos; los miembros del partido pueden disfrutar de derechos polticos y de la posibilidad de expresarse en las publicaciones internas, incluso de fuera, formar tendencias, etctera. Pero eso no modificara sustancialmente la situacin. Porque el comit central seguira siendo el rgano que define la lnea poltica de la organizacin, controla su aplicacin de arriba abajo, monopoliza, en una palabra, permanentemente las funciones de direccin. La expresin de opiniones tiene slo un valor limitado a partir del momento en que el tipo de funcionamiento de la colectividad evita que esas opiniones se asienten sobre bases slidas, es decir, sobre una participacin permanente en las actividades y en la solucin de los problemas planteados. Si el funcionamiento de la organizacin convierte la solucin de los problemas especficos en la funcin especfica y el trabajo permanente de una categora de militantes, slo la opinin de stos ser, o parecer, vlida para el resto. Y esa situacin se trasladar al interior de las tendencias polticas que existan en el partido. En esas condiciones, un congreso que se rene a intervalos regulares no resulta ms democrtico que unas elecciones parlamentarias; uno y otras se limitan, en efecto, a invitar de vez en cuando a los electores a pronunciarse sobre unos problemas de los que se les mantiene alejados el resto del tiempo, quitndoles adems cualquier medio de controlar lo que suceder a continuacin. Esta crtica no es aplicable nicamente al bolchevismo, sino tambin a las organizaciones socialdemcratas y a los sindicatos de todo tipo. La diferencia a este respecto entre un partido estalinista y un partido reformista es comparable a la que existe entre un rgimen totalitario y un rgimen burgus democrtico. Los derechos formales de los individuos puede que sean mayores en el segundo caso, pero eso no cambia en absoluto la estructura real del poder que, en ambos casos, pertenece en exclusiva a una categora determinada.

Las condiciones objetivas de la burocratizacin La degeneracin y burocratizacin de las organizaciones es por tanto fenmeno total, que abarca todos los aspectos de su existencia. Es proceso de degradacin tanto de la teora revolucionaria como programa, la actividad, la funcin y la estructura de las organizaciones, trabajo que los militantes realizan en ellas13.13

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Casi no es necesario repetir que tal proceso ha sido contradictorio o, ms bien, que la realidad de tales organizaciones fue contradictoria desde el principio y durante la mayor parte de su historia. Si las organizaciones sindicatos, partidos de la II y III Internacionales hubieran sido slo burocracia, no habran sido nada de nada, no habran podido alcanzar las dimensiones que han alcanzado, ni desempeado el papel que han desempeado. En la

Esto no significa que la evolucin histrica real sea resultado de la degradacin de las ideas en la cabeza de los individuos. Esa degradacin no es sino la expresin de la persistencia de la realidad capitalista, de los modos de pensamiento y accin capitalistas, en el movimiento obrero. Significa que el movimiento obrero no consigue libarse de la frula de la sociedad bajo la cual nace, que cae de nuevo bajo su influencia indirecta incluso cuando cree combatirla ms radicalmente. Que la fuerza del capitalismo tenga una base en el conjunto de las relaciones productivas, econmicas, polticas, ideolgicas de la sociedad establecida, que en particular la evolucin burocrtica de las organizaciones obreras haya estado condicionada por la evolucin objetiva del propio capitalismo, es evidente. Una burocracia reformista no puede concebirse fuera de un desarrollo de la economa capitalista que hace posible un cierto reformismo. Una burocracia revolucionaria y totalitaria, como la burocracia estaliniana, no se concibe fuera de una situacin de crisis permanente de la sociedad y de una incapacidad de las clases dominantes tradicionales para resolverla. Generalizando ms, una burocracia obrera de cierta amplitud no es concebible sin un cierto grado de concentracin de la produccin y de estatalizacin de la vida econmica: concentracin de las empresas y de la fuerza de trabajo, y sindicatos gigantescos cuya gestin escape con facilidad de la iniciativa de los miembros; intervencin del Estado en la vida econmica y social que ofrezca a la burocracia el terreno ideal, tanto reivindicativo como poltico, para ejercer su actividad. Esta clase de anlisis es indispensable, pero incompleto e insatisfactorio. Sera falso presentar la burocratizacin de las organizaciones obreras como el mero resultado de la evolucin del capitalismo hacia la concentracin y la estatalizacin. La accin del proletariado o de las organizaciones jug desde muy pronto un papel determinante en la evolucin de la sociedad moderna, de suerte que a partir de una determinada fase no pueden distinguirse ya causa y efecto. Las organizaciones burocrticas han transformado el medio social para hacerlo adecuado a su existencia, y continan hacindolo. Pero, sobre todo, lo que nos ensea ese anlisis es que la situacin objetiva haca posible la degeneracin burocrtica (cosa sabida ya), y no que la haca inexorable. Es, en cambio, muy poco til en lo que concierne a la accin revolucionaria en el futuro. Sera vano, por ejemplo, pretender discernir una evolucin futura que hiciera de la burocratizacin algo

prctica de esas organizaciones, antes de que degenerasen totalmente, hay un equivalente de lo dicho antes a propsito de la teora marxista misma: una doble realidad. Podemos verlo tambin en el ejemplo, sin duda el ms importante de todos histricamente, de las posiciones de Lenin frente a las relaciones entre partido y masas. La concepcin del partido como detentador de la conciencia socialista y del proletariado, al no lograr por s misma ms que llegar hasta el trade-unionismo, juega un papel ms bien episdico en Qu hacer? y Trotski asegura (en su Stalin) que Lenin habra acabado por abandonarla. Sin embargo la recoge de nuevo, con fuerza, en La enfermedad infantil... (1920), donde Lenin opone sus ideas sobre el partido y las masas similares a las de Qu hacer?, a las de los izquierdistas. Pero, mientras tanto, haba escrito El Estado y la Revolucin (1917), en el que el partido est ausente por completo. Estas contradicciones se encuentran an ms agudizadas en la prctica de Lenin, tanto poniendo el acento en la construccin del partido y, despus de 1917, intentando resolver todos los problemas por medio de l, como inspirndose en lo que el movimiento de masas creaba de original y profundo, apelando a las masas frente al partido y, en sus ltimos aos, constatando con angustia el abismo que se abra entre unas y otro. A este respecto hay que sealar, para uso de ciertos crticos profesionales del bolchevismo, que los aspectos burocrticos del leninismo existieron igualmente en los socialdemcratas simplemente ms hipcritamente, pese a que no hablen nunca de ello, y a que sea vano buscar en ellos el equivalente de los aspectos revolucionarios del bolchevismo.

objetivamente imposible14. Es cierto que la sociedad capitalista dar siempre la posibilidad de que una fraccin dirigente de las clases explotadas se integre en el sistema de explotacin. Y es cierto tambin que las tendencias que han favorecido el nacimiento y desarrollo de la burocracia obrera son tendencias dominantes del capitalismo moderno, que se convierte da a da en un capitalismo burocrtico. El anlisis objetivo tiene una importancia capital porque nos muestra que la burocratizacin no es en absoluto algo accidental y pasajero, sino un factor con el que tendr que contar siempre el movimiento revolucionario. Pero no es suficiente ni para explicarla ni para guiar su accin. Podemos verlo todava mejor con un ejemplo particularmente importante: Se tiende a veces a presentar la burocratizacin de las organizaciones como resultado inevitable de su crecimiento numrico: los sindicatos o partidos que cuentan con centenares de miles de militantes no pueden, se piensa, organizar, coordinar, centralizar sus actividades ms que creando unos organismos especficamente encargados de esas tareas, y por tanto convirtiendo la direccin en un trabajo independiente que se confa a unos individuos que se dedican a l profesionalmente. Hay que subrayar de inmediato la esterilidad de tal clase de consideraciones: si as fuese, la construccin de una organizacin obrera, por poco importante que fuese, sera imposible sin burocratizacin, y probablemente lo sera tambin la construccin de una sociedad socialista. Porque este razonamiento equivale a afirmar que el problema de la centralizacin slo puede resolverse mediante la burocracia. Pero vemos inmediatamente que tal anlisis objetivo no es objetivo en absoluto; porque ya antes de comenzar ha aceptado el ms profundamente arraigado de los prejuicios burgueses. Lo objetivo, irremisiblemente planteado por la realidad moderna, es el problema de la centralizacin. Problema al que se pueden dar dos soluciones: ah termina la objetividad. De acuerdo con la solucin burguesa y burocrtica, la centralizacin es la funcin especfica de una capa determinada de dirigentes. sta es la respuesta que acabaron por adoptar las organizaciones obreras, aceptando implcitamente el razonamiento antes evocado. Pero el proletariado ha resuelto, a lo largo de sus luchas, el problema de la centralizacin de una manera totalmente distinta. Una asamblea general de huelguistas, un comit de huelga elegido, la Comuna, los Soviets, los Consejos de empresa..., son centralizacin. La respuesta proletaria al problema de la centralizacin es la democracia directa y la eleccin de delegados revocables en todo momento. Y nadie puede demostrar que haya sido imposible que las organizaciones obreras resolvieran el problema de la centralizacin inspirndose en esta respuesta en vez de en la respuesta burguesa. De hecho, el proletariado ha tratado de organizarse a su manera algunas veces, incluso en perodos normales. Los primeros sindicatos ingleses practicaban lo que Lenin llam despectivamente en Qu hacer? y admirativamente en El Estado y la Revolucin, la democracia primitiva. Eran tentativas que tenan que desaparecer antes o despus. La vanguardia, que jug un papel preponderante en la constitucin de las organizaciones, no vea que sa fuera la manera de organizarse; pero, no obstante, no hubiera podido hacer prevalecer su punto de vista si no hubiera sido aceptado por la propia clase obrera. Y esto nos permite ver otro aspecto esencial de todos14

Como Lenin frente a la burocracia reformista, y Trotski a la estaliniana, cuyos fundamentos crean ambos que destruira la crisis objetiva del capitalismo. Es un tipo de razonamiento que acaba por remitir a la idea del derrumbamiento inevitable del capitalismo.

estos problemas. El papel del proletariado en la degeneracin de las organizaciones La degeneracin significa que la organizacin tiende a separarse de la clase obrera, que se convierte en un organismo aparte, en su direccin, de hecho y de derecho. Pero eso no sucede a causa de los defectos estructurales de las organizaciones, de sus concepciones errneas o de algn maleficio que vaya unido a la organizacin como tal. Son rasgos negativos que expresan el fracaso de las organizaciones, el cual a su vez no es sino un aspecto del fracaso del proletariado mismo. Cuando se crea una relacin de dirigente a ejecutante entre el partido o el sindicato y el proletariado, significa que el proletariado ha aceptado que se instaure en su seno una relacin de tipo capitalista. La degeneracin no es pues un fenmeno especfico de las organizaciones. No es sino una de las expresiones de la supervivencia del capitalismo en el proletariado; del capitalismo como ideologa, como tipo de estructuracin social y de relacin entre los hombres, no como corrupcin de los jefes por medio del dinero. Manifiesta la poca madurez del proletariado en relacin al socialismo. Corresponde a una fase del movimiento obrero y, ms generalmente an, a una tendencia constante del movimiento obrero. Lo que en la organizacin se expresa como tendencia a integrarse en el sistema de explotacin o a apuntar al poder para s misma, se expresa de manera simtrica en el proletariado como tendencia a remitirse, explcita o pasivamente, a la organizacin para resolver sus problemas. Igualmente, la pretensin del partido de que al poseer la teora posee la verdad y debe dirigirlo todo, no tendra el ms mnimo alcance real si no encontrara en el proletariado la conviccin reproducida da tras da por la vida bajo el capitalismo de que las cuestiones generales son patrimonio de los especialistas, y que su propia experiencia de la produccin y de la sociedad no es importante. Las dos tendencias traducen un mismo fracaso, se originan en la misma realidad y la misma idea, son imposibles e inconcebibles la una sin la otra. Hay que juzgar de modo diferente, sin duda, al poltico que quiere imponer su punto de vista por todos los medios y al obrero impotente para dar respuesta a su torrente de palabras o para eludir sus astucias, y an ms al jefe que traiciona y al obrero que es traicionado; pero es preciso recordar que la nocin de traicin slo tiene sentido en las relaciones sociales. Nadie puede traicionar mucho tiempo a quienes no quieren ser traicionados y hacen lo necesario para no serlo. Comprender esto permite apreciar en su justo valor el fetichismo del proletariado y la obsesin anti-organizativa que se ha apoderado recientemente de algunos. Cuando los jefes sindicales hacen prevalecer una poltica reformista no lo consiguen porque la masa obrera se muestre aptica, contemporizara o no reaccione suficientemente. Si el proletariado francs lleva cuatro aos permitiendo el asesinato y la tortura de los argelinos y no se agita dbilmente ms que cuando se trata de su propia movilizacin y de sus salarios, es muy superficial decir que se trata de una fechora de Mollet o de Thorez o de la burocratizacin de las organizaciones. La gran parte de culpa de las organizaciones en este sentido no significa que la clase obrera est exenta de ella. El proletariado no es una entidad absolutamente irresponsable, ni es tampoco el sujeto absoluto de la historia; y quienes no ven en su evolucin ms que el problema de la

degeneracin de las organizaciones, quieren hacer de l, paradjicamente, ambas cosas a la vez. Oyndoles, parece que el proletariado saca toda su fuerza de s mismo, y no tiene parte alguna en la degeneracin de las organizaciones. No; en una primera aproximacin, el proletariado no tiene ms organizaciones que las que es capaz de tener. Su situacin obliga al proletariado a emprender y reiniciar sin descanso la lucha contra la sociedad capitalista. En el transcurso de esa lucha, hace aparecer nuevos contenidos y nuevas formas, formas y contenidos socialistas; porque combatir al capitalismo significa tener a la vista unos objetivos, unos principios, unas normas, unos modos de organizacin que se oponen radicalmente a la sociedad establecida. Pero en tanto que esa sociedad dure, el proletariado estar de alguna manera sometido a su influencia. Influencia que se manifiesta de manera particularmente visible en las organizaciones obreras. Cuando se hace dominante, las organizaciones degeneran, cosa que va unida a su burocratizacin. Mientras dure el capitalismo, habr siempre unas condiciones objetivas que harn posible esa degeneracin; aunque eso no quiera decir que sea inevitable. Los hombres hacen su propia historia. Las condiciones objetivas permiten simplemente un resultado que es producto de la accin y la actitud de los hombres. En este caso, tal accin ha tomado un sentido claramente definido: por un lado, los militantes revolucionarios han quedado parcialmente o han vuelto a ser prisioneros de las relaciones sociales y de la ideologa capitalista. Y de otro lado, tambin el proletariado ha permanecido bajo esa influencia y ha aceptado ser un ejecutante de sus organizaciones.

3 COMIENZAUN NUEVO PERODO DEL MOVIMIENTO OBRERO

Bajo qu condiciones puede modificarse en el futuro esa situacin? Que la experiencia del perodo precedente permita tanto a los militantes revolucionarios como a los obreros tomar conciencia de lo que las concepciones y actitudes tanto de unos como de otros tenan de contradictorio y, en resumen, de reaccionario. Que los militantes puedan efectuar el cambio necesario y logren concebir de una forma nueva, de una forma socialista, la teora, el programa, la poltica, la actividad, la organizacin revolucionarias. Que el proletariado, por otra parte, logre ver su lucha como una lucha autnoma, y ver la organizacin revolucionaria no como direccin encargada de su suerte sino como momento e instrumento de su lucha. Existen ahora esas condiciones? El cambio necesario es cuestin de voluntad, de inspiracin, de una nueva teora ms correcta? No; el cambio se ha ido haciendo posible gracias a un hecho objetivo enorme, y que es precisamente la burocratizacin del movimiento obrero. La accin del proletariado ha producido la burocracia. La burocracia se ha integrado en el sistema de explotacin. Si la lucha del proletariado contra la explotacin contina, se volver tambin no slo contra los burcratas como personas, sino contra la burocracia como sistema, como tipo de relaciones sociales, como realidad y como ideologa correspondiente. se es un complemento esencial a todo lo dicho ms arriba sobre el papel de los factores objetivos. No hay leyes, econmicas ni de ninguna clase, que hagan imposible en adelante la burocratizacin; pero hay una evolucin que se ha convertido en objetiva, porque la sociedad est burocratizada y por

tanto la lucha del proletariado contra esa sociedad no puede ser sino lucha contra la burocracia al mismo tiempo. La destruccin de la burocracia no es, pues, inevitable, igual que la victoria del proletariado en su lucha tampoco es inevitable. Pero las condiciones de la victoria estn ahora dadas por la realidad social, porque la toma de conciencia del problema de la burocracia ya no depende de razonamientos tericos ni de una lucidez excepcional, sino que puede producirse a partir de la experiencia cotidiana de los trabajadores, que encuentran ante ellos una burocracia a la que ven no como una amenaza a muy largo plazo, sino como adversario de carne y hueso, nacido de su propia accin. Proletariado y burocracia en el perodo actual Los acontecimientos de los ltimos aos nos muestran que el proletariado ha sufrido la experiencia de las organizaciones burocrticas no como direcciones que se equivocan o traicionan, sino de un modo infinitamente ms profundo. En los lugares en los que esas organizaciones estn en el poder, como en los pases del Este, el proletariado ve en ellas necesariamente la encarnacin pura y simple del sistema de explotacin. Cuando logra romper la coraza totalitaria, su lucha revolucionaria no se dirige simplemente contra la burocracia, sino que apunta a otros objetivos que dejan ver una positiva experiencia de la burocratizacin. Los obreros de Berln Oriental pidieron en 1953 un gobierno de metalrgicos, los Consejos obreros hngaros reivindicaban la gestin obrera de la produccin15. En la mayora de los pases occidentales, la actitud de los trabajadores frente a las organizaciones burocrticas nos muestra que ven en ellas unas instituciones externas y extraas a ellos. En ningn pas industrializado, al contrario de lo que suceda todava al final de la segunda guerra mundial, siguen creyendo los trabajadores que partidos o sindicatos puedan cambiar fundamentalmente su situacin. Pueden apoyarlos como mal menor, votando por ellos; pueden utilizarlos caso muy frecuente, especialmente en cuanto a los sindicatos como se utiliza a un abogado o a los bomberos. Pero muy raramente se movilizan en su favor, o a peticin suya; y nunca participan. Aumenten o disminuyan los inscritos en un sindicato, el nmero de asistentes a las asambleas sindicales es nulo. Los partidos se ven obligados a contar cada vez menos con la militancia activa de sus miembros obreros, y funcionan sobre todo a base de funcionarios pagados, pequeos burgueses e intelectuales de izquierdas. Partidos y sindicatos son parte del orden establecido ms o menos podridos que el resto, pero iguales a los dems en lo fundamental, a ojos de los trabajadores. Cuando se desencadena alguna lucha obrera, suele desarrollarse al margen de las organizaciones burocrticas, a veces directamente en contra de ellas16. Hemos entrado pues en una nueva fase del desarrollo del proletariado que podemos situar si se quiere, a partir de 1953; es el comienzo de un perodo histrico en el que el proletariado va a tender a desembarazarse de los residuos de sus creaciones de 1890 y de 1917. En adelante, cuando los trabajadores propongan sus propios objetivos y quieran luchar seriamente15

V. los n.os 13 y 20 de S. ou B. y los textos reproducidos en La sociedad burocrtica, 2: La revolucin contra la burocracia. 16 V. los textos sobre las huelgas de 1953 y 1955 en Francia y sobre las huelgas en Inglaterra y en Estados Unidos en los n.os 18, 19 y 26 de S. ou B. (reproducidos parcialmente en La experiencia del movimiento obrero, I: Cmo luchar). Sobre el significado de la actitud de la poblacin francesa frente al gaullismo, vase el texto Balance, supra

para llevarlos a la prctica, slo podrn hacerlo fuera de y con frecuencia en contra de las organizaciones burocrticas. Lo que no significa que vayan a desaparecer. Mientras el proletariado acepte el sistema de explotacin, seguir habiendo organizaciones que expresen ese estado de cosas y que representarn los engranajes de integracin del proletariado en la sociedad capitalista, cuyo funcionamiento ser, en adelante, inconcebible sin ellas. Pero este mismo hecho har que cada lucha tienda a oponer a los trabajadores a las organizaciones burocrticas; y si tales luchas crecen, surgirn nuevas organizaciones del propio proletariado, porque habr fracciones de obreros, de empleados, de intelectuales que sentirn la necesidad de actuar sistemticamente, permanentemente, para ayudar al proletariado a realizar sus nuevos objetivos. La necesidad de una nueva organizacin Si la clase obrera debe entrar en una nueva fase de actividad y desarrollo, aparecern inmensas necesidades prcticas e ideolgicas. El proletariado necesitar rganos de expresin, que permitan que la experiencia y la opinin obreras lleguen ms all del taller o la oficina en que las encierra la estructura capitalista de la sociedad, rompiendo el monopolio burgus y burocrtico de los medios de expresin. Harn falta rganos de informacin, datos sobre lo que sucede en las diversas capas de obreros, entre las clases dominantes, en la sociedad en general, en los dems pases. Sern necesarios rganos de lucha ideolgica contra el capitalismo y la burocracia capaces de extraer una concepcin socialista positiva de los problemas de la sociedad. Se sentir la necesidad de que se defina una perspectiva socialista, que los problemas que afronta un poder obrero sean aclarados y elaborados, que se extraiga la experiencia de las revoluciones pasadas y se ofrezca a las generaciones presentes. Harn falta instrumentos materiales, enlaces interprofesionales, interregionales, internacionales. Ser preciso atraer al campo socialista a empleados, tcnicos, intelectuales, e integrarlos en la lucha. Son necesidades que la clase obrera no puede satisfacer directamente fuera de un perodo revolucionario. La clase obrera puede hacer espontneamente una revolucin, plantear las ms profundas reivindicaciones, inventar formas de lucha de eficacia incomparable, crear organismos que expresen su poder. Pero la clase obrera, en cuanto un todo indiferenciado, no har, por ejemplo, un peridico obrero nacional cuya ausencia se deja sentir tanto, hoy da; sern obreros y militantes quienes lo hagan, quienes se organizarn necesariamente para hacerlo. No ser el conjunto de la clase obrera quien difunda el ejemplo de una lucha concreta que se lleva a cabo en un lugar concreto; s no son los obreros y militantes organizados quienes lo difunden, ser un ejemplo perdido, porque quedar annimo. La clase obrera como tal no integrar, en perodos de normalidad, a tcnicos e intelectuales, que toda la vida de la sociedad capitalista tiende a separar de los obreros; y sin esa integracin sern insolubles una serie de problemas que tiene planteados el movimiento obrero en una sociedad moderna. Ni la clase obrera como tal, ni los intelectuales como tales resolvern el problema de la elaboracin continuada de una teora y una ideologa revolucionarias, que slo pueden hacerse fundiendo la experiencia obrera y los elementos positivos de la cultura moderna; y el nico lugar en la sociedad contempornea en el que puede realizarse esa fusin es una organizacin revolucionaria. Trabajar para dar respuesta a esas necesidades significa pues,

inevitablemente, construir una organizacin lo ms amplia, slida y eficaz que sea posible. Organizacin que no podr existir sin dos condiciones: La primera, que la clase obrera reconozca en ella un instrumento indispensable para su lucha. Sin un apoyo importante de la clase obrera, la organizacin no lograra desarrollarse ni bien ni mal. La fobia antiburocrtica que aparece actualmente en algunos olvida este hecho fundamental: una nueva burocracia no tiene apenas sitio, ni objetivamente (las burocracias existentes cubren las necesidades del sistema de explotacin), ni, sobre todo, en la conciencia del proletariado. O bien, si el proletariado volviera a dejar que se desarrollase una organizacin burocrtica y a caer de nuevo bajo su dominio, tendramos que concluir que todas nuestras ideas sobre estos temas son falsas, al menos en el perodo histrico actual y, probablemente tambin en la perspectiva socialista. Porque eso significara que el proletariado es incapaz de establecer una relacin socialista con una organizacin poltica, que no puede resolver sobre bases sanas y fecundas el problema de sus relaciones con la ideologa, con los intelectuales, con otras capas sociales; que por tanto, en fin, el problema mismo del Estado sera insoluble para l. Pero la organizacin no ser reconocida por el proletariado como instrumento indispensable de lucha ms que si es la segunda condicin extrae todas las enseanzas del perodo histrico terminado, y se sita en la perspectiva de la experiencia y las necesidades actuales del proletariado. La organizacin slo se podr desarrollar, slo podr incluso existir, si su actividad, su estructura, sus ideas, sus mtodos corresponden a la conciencia antiburocrtica de los trabajadores, si expresan esa conciencia, si es capaz de definir sobre unas nuevas bases la poltica, la teora, la accin, el trabajo revolucionario. La poltica revolucionaria El fin, y al mismo tiempo el medio de la poltica revolucionaria es contribuir al desarrollo de la conciencia del proletariado en todos los terrenos y, particularmente, all donde los obstculos para tal desarrollo son mayores: el problema de la sociedad como un todo. Pero la conciencia no es registro y reproduccin, aprendizaje de ideas venidas del exterior, contemplacin de verdades ya conocidas. Es actividad, creacin, capacidad de produccin. No se trata por tanto de desarrollar la conciencia mediante lecciones, sea cual sea la calidad de su contenido y de los pedagogos, sino de contribuir al desarrollo de la conciencia del proletariado en cuanto facultad creadora. Una poltica revolucionaria no tiene pues, ni mucho menos, que imponerse al proletariado, ni manipularlo; no puede pretenderse que sea predicar o ensear al proletariado una teora correcta. La tarea de una poltica revolucionaria es contribuir a la formacin de la conciencia del proletariado aportando elementos de los que ste carece. Pero el proletariado no puede controlar esos elementos ni, lo que es todava ms importante, integrarlos efectivamente en su propia experiencia y, por tanto, fecundarlos, s no estn orgnicamente unidos a ella. Es precisamente lo contrario de la simplificacin o de la vulgarizacin e implica ms bien una profundizacin constante en las cuestiones. La poltica revolucionaria ha de mostrar constantemente cmo los problemas ms generales de la sociedad se encuentran en la actividad y la vida cotidiana de los trabajadores, e inversamente, como los conflictos que desgarran esa vida son, en un ltimo

anlisis, de igual naturaleza que los que dividen a la sociedad. Debe mostrar la correspondencia entre las soluciones que dan los trabajadores a los problemas que encuentran en la empresa, y las que son vlidas a escala de la sociedad entera. Debe, en resumen, separar los contenidos socialistas que crea constantemente el proletariado ya sea en una huelga, ya en una revolucin, y formularlos, difundirlos, mostrar su alcance universal. Esto est lejos de significar que la poltica revolucionaria sea la expresin pasiva, el reflejo de la conciencia obrera. Tal conciencia lo contiene todo, los elementos socialistas y los capitalistas, como hemos sealado ya. Ha habido Budapest, y ha habido tambin grandes ncleos de obreros franceses que tratan a los argelinos como apestados; hay huelgas contra la jerarqua y huelgas por establecer categoras. La poltica revolucionaria puede y debe luchar contra la penetracin permanente del capitalismo en el proletariado, porque la poltica revolucionaria es slo un aspecto de esa lucha del proletariado contra s mismo. E implica necesariamente una eleccin en lo que produce, pide y acepta el proletariado. La base de tal eleccin est en la ideologa y la teora revolucionarias. La teora revolucionaria La concepcin de teora revolucionaria que ha prevalecido durante largo tiempo ciencia de la sociedad y de la revolucin, elaborada por especialistas e introducida entre el proletariado por el partido est en contradiccin directa con la idea misma de una revolucin socialista como actividad autnoma de las masas. Y es tambin completamente errnea en el plano terico mismo. No hay demostracin vlida del hundimiento inexorable de la sociedad de explotacin17, ni tampoco una verdad sobre el socialismo que pueda ser establecida mediante la elaboracin terica fuera del contenido concreto creado por la actividad histrica y cotidiana del proletariado. Hay un desarrollo propio del proletariado hacia el socialismo, sin el que no existira perspectiva socialista. Las condiciones objetivas de ese desarrollo estn dadas por la propia sociedad capitalista. Pero esas condiciones se limitan a trazar un marco, a definir los problemas que el proletariado encuentra en su lucha, estn muy lejos de determinar el contenido de las respuestas. Las respuestas constituyen una creacin del proletariado, que toma algunos elementos objetivos de la situacin, pero al mismo tiempo los transforma y construye as un campo de accin y unas posibilidades objetivas desconocidas e insospechadas anteriormente. El contenido del socialismo es precisamente esa actividad creadora de las masas que ninguna teora ha podido anticipar nunca, ni lo podr jams. Marx no pudo anticipar la Comuna (no como acontecimiento, sino como forma de organizacin social), ni Lenin los Soviets, y ni uno ni otro pudieron profetizar la gestin obrera. Marx slo pudo extraer conclusiones y centrar el significado de la accin del proletariado parisino durante la Comuna, y tuvo el mrito inmenso de hacerlo dando un giro total a sus concepciones anteriores. Pero sera igualmente falso decir que una vez extradas esas17

Sea cual fuere la agudeza de la crisis como han demostrado recientemente los acontecimientos de Polonia la sociedad de explotacin slo puede derribarse si las masas adems de ponerse en accin, llevan esa accin al nivel necesario para que una nueva organizacin social ocupe el lugar de la antigua. Si eso no sucede, la vida social debe continuar y continuar segn el modelo antiguo, ms o menos modificado en la superficie. Y ninguna teora puede demostrar que las masas accedern indefectiblemente a ese nivel de actividad; tal demostracin sera una pura contradiccin en sus trminos.

conclusiones, la teora posee la verdad y puede fijarla en unas frmulas que tendrn en adelante un valor ilimitado. Tales frmulas no sirven ms que hasta la fase siguiente de entrada en accin de las masas, porque stas tienden a sobrepasar a cada ocasin el nivel de su accin anterior y, por eso mismo, las conclusiones de la elaboracin terica precedente. El socialismo no es una teora verdadera que se opone a unas teoras falsas; es la posibilidad de un mundo nuevo que se alza desde las profundidades de la sociedad y que pone en cuestin hasta la misma nocin de teora. El socialismo no es una idea correcta. Es un proceso de transformacin de la historia. Su contenido es que quienes son la mitad del tiempo objetos de la historia se conviertan en sus sujetos permanentes, cosa que sera inconcebible si el sentido de tal transformacin fuera patrimonio de una categora especfica de individuos. La concepcin de la teora revolucionaria tiene que modificarse, en consecuencia. Debe ser, en primer lugar, modificada en lo que concierne la fuente ltima de sus ideas y principios, que slo puede ser la experiencia y la accin del proletariado, tanto histrica como cotidiana. Toda la teora econmica ha de ser reconstruida a partir del germen contenido en la tendencia de los obreros a la igualdad de salarios; toda la teora de la produccin, a partir de la organizacin informal de los obreros en la empresa; toda la teora poltica, a partir de los principios encarnados por los Soviets y los Consejos. Estos puntos de referencia son los nicos que la teora necesita para iluminar y utilizar lo que tiene un valor revolucionario en la creacin cultural general de la sociedad contempornea. En segundo lugar, la concepcin de la teora ha de modificarse en lo concerniente a su objeto y su funcin, que ya no pueden ser el producir las verdades eternas del socialismo, sino ayudar a la lucha para la liberacin del proletariado y de la humanidad. Esto no significa que la teora sea un apndice utilitario de la lucha revolucionaria, ni que su valor se mida por el rasero de la eficacia propagandstica. La teora revolucionaria es en s misma un momento esencial de la lucha por el socialismo, y lo es en la medida en que es verdadera. No como verdad especulativa, verdad de contemplacin, sino como verdad unida a una prctica, verdad que ilumina un proyecto de transformacin del mundo. Su funcin es pues formular explcitamente cada vez el sentido de la empresa revolucionaria y de la lucha de los obreros; iluminar el marco en el que se sita esa accin, situar sus diversos elementos y proporcionar un esquema global de comprensin que permita enlazarlos entre s; mantener viva la relacin entre el pasado y el futuro del movimiento. Pero, sobre todo, elaborar la perspectiva socialista. Para la teora revolucionaria, la garanta ltima de la crtica del capitalismo y de la perspectiva de una nueva sociedad, es la actividad del proletariado, su oposicin a las formas de organizacin social establecidas, su tendencia a establecer unas nuevas relaciones entre los hombres. Pero la teora puede y debe dar a esta actividad un estatuto de verdad, dando a conocer su alcance universal. Debe mostrar que el rechazo de la sociedad capitalista por el proletariado expresa la contradiccin ms profunda de esa sociedad; debe mostrar la posibilidad objetiva de una sociedad socialista. Debe pues, a partir de la experiencia y de la actividad del proletariado, definir la perspectiva socialista de la manera ms completa posible en cada momento dado, y, en correspondencia, interpretar su experiencia a partir de esa perspectiva. La concepcin de la teora, en fin, debe modificarse en lo concerniente a su modo de elaboracin. La teora revolucionaria es expresin de lo que tiene un alcance universal en la experiencia del proletariado y fusin de esa

experiencia y de los elementos revolucionarios que existen en la cultura contempornea, y no puede ser elaborada, como en el pasado, por una casta especfica de intelectuales. Slo tendr valor, slo ser coherente con lo que proclama por lo dems como sus ms esenciales principios, si se nutre constantemente, en la prctica, de la experiencia viva de los trabajadores tal y como se forma cotidianamente. Esto implica una ruptura radical con la prctica de las organizaciones tradicionales. El monopolio de los intelectuales en materia terica no se rompe porque una pequea capa de obreros sea educada por la organizacin, transformndolos de ese modo en intelectuales de segunda; por el contrario, eso es algo que no sirve ms que para perpetuar el problema. La tarea que se plantea a la organizacin en ese terreno es asociar orgnicamente a intelectuales y trabajadores, en cuanto trabajadores, a la elaboracin de sus concepciones. Esto significa que los problemas planteados, los mtodos de discusin y de elaboracin deben ser transformados de manera tal que sea posible la participacin de los trabajadores. No se trata de una concesin pedaggica, sino de la condicin primordial para que la teora revolucionaria resulte adecuada a sus principios, a su objeto, a su contenido. La participacin, evidentemente, no puede ser igual en todos los temas; lo importante es que exista en los principales. Y la primera conversin que los revolucionarios han de hacer es relativa a esa cuestin: qu es un tema esencial. Es cierto que los trabajadores no podran participar, en cuanto trabajadores y a partir de su experiencia, en una discusin sobre el problema de la baja del margen de beneficios. Pero, como por casualidad, sucede que tal problema no tiene ninguna importancia (ni siquiera cientfica), hablando estrictamente. En trminos ms generales: en las organizaciones tradicionales, la no participacin iba a la par de una concepcin de la teora revolucionaria como ciencia que no tena nada que ver, salvo en sus consecuencias ms alejadas, con la experiencia de la gente. Lo que aqu decimos equivale a situarse en un punto de vista diametralmente opuesto: en la teora revolucionaria no hay nada esencial por definicin, si no se lo puede enlazar orgnicamente a la experiencia misma de los trabajadores. Y es evidente, tambin, que ese sistema de enlace no ser siempre directo y sencillo, que la experiencia de la que se trata no ser la experiencia reducida a lo inmediato. La mistificacin espontanesta, para la cual el trabajador puede mediante una operacin mgica encontrar sin esfuerzo en el aqu y el ahora de su experiencia todo lo que necesita para llevar a cabo una revolucin socialista, es la contrapartida exacta de la mistificacin burocrtica a la que pretende oponerse, y tan peligrosa la una como la otra. Estas consideraciones nos muestran cmo es intil hablar de teora revolucionaria al margen de una organizacin revolucionaria. Solamente una organizacin que se constituya como organizacin obrera, en la que los obreros dominen numricamente e impongan las cuestiones de fondo, que establezca una fuerte corriente de intercambio con el proletariado, le permitirn hacer til la experiencia ms amplia de la sociedad, solamente una organizacin as puede hacer realidad una teora que sea algo distinto del producto del trabajo en solitario de los especialistas. La accin revolucionaria La tarea de la organizacin no es llegar a una concepcin, la mejor posible, de la lucha revolucionaria, y guardrsela para s. Tal concepcin slo tiene

sentido como momento de esta lucha; slo tiene valor si sirve para ayudar a la lucha de los obreros y a la formacin de su experiencia. Los dos aspectos son inseparables. La experiencia de los obreros no se forma, como la de un intelectual, por medio de la lectura, la informacin escrita y la reflexin especulativa, sino en la accin. La organizacin no podr pues contribuir a la formacin de la experiencia obrera ms que si: a) acta por s misma ejemplarmente, y b) ayuda a los trabajadores a actuar de forma eficaz y fecunda. La organizacin no puede renunciar a actuar o tratar de influenciar en un sentido determinado las acciones que se desarrollan sin renunciar a existir. Ninguna forma de accin considerada en s misma puede proscribirse por anticipado. Cualquier forma ha de juzgarse exclusivamente por su eficacia con respecto a la finalidad de la organizacin, que es siempre el desarrollo duradero de la conciencia del proletariado. Van desde la publicacin de peridicos y folletos hasta la difusin de octavillas convocando a una accin determinada o de consignas que, en una situacin histrica dada, puedan permitir una cristalizacin rpida de la conciencia de los objetivos y la voluntad de accin del proletariado. Accin que la organizacin slo puede producir de modo coherente y consciente si tiene un punto de vista sobre los problemas, tanto histricos como inmediatos, que afronta la clase obrera, y lo defiende ante sta: dicho de otra forma, si acta segn un programa que condense y exprese la experiencia del movimiento obrero hasta ese momento. En el perodo actual son tres las tareas ms urgentes de la organizacin, las que exigen una definicin ms precisa. La primera es lograr la libertad de expresin de los obreros, ayudar a los obreros a tomar conciencia de la conciencia que ya tienen. A esa expresin de los trabajadores se oponen dos obstculos enormes. El primero es la imposibilidad material de expresarse que resulta del monopolio de la burguesa, los partidos polticos de izquierdas y los sindicatos sobre los medios de expresin. La organizacin revolucionaria habr de poner a disposicin de los trabajadores, organizados o no; sus rganos. Pero hay un segundo obstculo, todava ms formidable: incluso disponiendo de medios materiales, los obreros no se expresan. La raz de tal actitud est en la idea, creada constantemente por la sociedad burguesa y propagada por las organizaciones obreras, de que lo que tienen que decir no es importante. La conviccin de que los grandes problemas de la sociedad no tienen relacin con la experiencia obrera, que son de la competencia exclusiva de los especialistas y los dirigentes, penetra constantemente en el proletariado: y esta conviccin es, en ltimo trmino, la condicin para la supervivencia del sistema de explotacin. Y la organizacin revolucionaria es quien debe combatirla, primero mediante su crtica de la sociedad actual, en particular mostrando el fracaso del sistema y la incapacidad de sus dirigentes para resolver los problemas; luego, y sobre todo, mostrando la importancia positiva de la experiencia de los trabajadores y la respuesta, que en esa experiencia se contiene en germen, a los problemas ms generales de la sociedad. Los obreros solamente se expresarn en la medida en que sea destruida la idea de que lo que tienen que decir carece de importancia. La segunda tarea de la organizacin es poner ante el proletariado una concepcin que abarque el conjunto de los problemas de la sociedad actual, y en particular el problema del socialismo. El principal obstculo en el camino de una accin revolucionaria del proletariado en esta poca de crisis profunda de las relaciones sociales del capitalismo es la dificultad que los

trabajadores tienen para ver una posibilidad de gestin obrera de la sociedad, la degradacin sufrida por la idea del socialismo a travs de sus caricaturas burocrticas. Incumbe a la organizacin suscitar de nuevo entre el proletariado la conciencia de la posibilidad de socialismo, sin la cual el desarrollo revolucionario ha de ser infinitamente ms difcil. La tercera tarea de la organizacin es ayudar a los trabajadores a defender sus intereses inmediatos y su condicin. La completa burocratizacin de los sindicatos en la enorme mayora de los casos, la inanidad de cualquier intento que pretenda sustituirlos por unos nuevos sindicatos mejorados, hacen que slo la organizacin revolucionaria pueda, en el perodo actual, asumir una serie de funciones esenciales para el xito e incluso la simple subsistencia de luchas reivindicativas: funciones de informacin, de comunicacin, de enlace; funciones materiales; finalmente, y sobre todo, funciones de clarificacin sistemtica, mediante la difusin de reivindicaciones, de formas de organizacin, de mtodos de lucha ejemplares creados por tal o cual categora de trabajadores. Esta accin de la organizacin no contradice en lo ms mnimo la importancia que puedan adquirir, en el prximo perodo, las agrupaciones de lucha minoritarias autnomas de los trabajadores en las empresas. La accin de esas agrupaciones no podr ser eficaz, en definitiva, si no consiguen superar el marco estrecho de la empresa y extenderse en el plano interprofesional y nacional; la organizacin debe facilitar una contribucin decisiva a esa extensin. Y sobre todo, como demuestra la experiencia, esas agrupaciones no pueden existir ms que de forma pasajera, si no hay unos militantes convencidos de la necesidad de la accin permanente que las animen y que, por consiguiente, unen su accin a problemas que sobrepasan la situacin de los trabajadores en su empresa. Esos militantes encontrarn en la organizacin un apoyo indispensable para su accin y, sin duda, procedern casi siempre de ella. Dicho de otra manera, la constitucin de agrupaciones minoritarias de lucha en las empresas se efectuar la mayor parte de las veces en funcin de la actividad de la organizacin revolucionaria. La estructura de la organizacin Tambin en este terreno, la organizacin ha de inspirarse en las formas socialistas que el proletariado ha creado a lo largo de su historia. Ha de dejarse guiar por los principios en que se basan los Soviets o los