PROLOGO - folkloretradiciones.com.ar SOBRE LA... · Para ubicarnos en contexto, muy brevemente...

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1 Por Prof. Rafael Stahlschmidt Año 2011 PROLOGO abiendo observado y asombrándome el haber visto las imágenes anteriores, entablé mi primera incógnita ¿de dónde son estos bailarines?, sospecho que algunos son rusos o húngaros (lo dejo que usted adivine), y los otros, sospecho que podrían ser argentinos al menos así se denominan- y no pude aguantarme y me puse a escribir, esperando que algún argentino con interés, me lo explique, y se de cuenta de semejante barbaridad. Sinceramente lo digo; espero que alguien me lo diga, pero eso sí, que antes estudie para luego tratar de explicar lo inexplicable, el absurdo.

Transcript of PROLOGO - folkloretradiciones.com.ar SOBRE LA... · Para ubicarnos en contexto, muy brevemente...

1

Por Prof. Rafael Stahlschmidt

Año 2011

PROLOGO

abiendo observado y asombrándome el haber visto las imágenes anteriores, entablé

mi primera incógnita ¿de dónde son estos bailarines?, sospecho que algunos son

rusos o húngaros (lo dejo que usted adivine), y los otros, sospecho que podrían ser

argentinos –al menos así se denominan- y no pude aguantarme y me puse a escribir, esperando

que algún argentino con interés, me lo explique, y se de cuenta de semejante barbaridad.

Sinceramente lo digo; espero que alguien me lo diga, pero eso sí, que antes estudie para luego

tratar de explicar lo inexplicable, el absurdo.

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Soy un curioso de lo que encuentro sospechoso. No me interesa investigar más de lo que

ya sé, que no es mucho. Pero hay cuestiones que todavía no he sabido entender o saber, porque

nadie me las ha sabido explicar, o ¿porqué no puedo tener razón?

Leyendo historia, y un poco de sociología, lo que aprendí en mis estudios superiores, un

poco de sentido común, y estudiando páginas de investigadores de verdad, tanto de Folklore

como de Historia, y sus ciencias añadidas, no encuentro razón alguna que justifique todo lo que

se hace en nombre del Folklore.

El Folklore tiene una razón telúrica, de antaño, de la historia de la tierra, influida por

grandes distancias en el tiempo pero que ha sido traído a épocas más contemporáneas. Siguiendo

estas premisas, y más sabiendo lo que los mismos “folkloristas” dicen que es, alguien debe estar

equivocado porque Williams John Thoms ni fue científico, ni un estudioso, es más parecido a mí,

que lo único que hizo fue unificar en una palabra el significado de los usos y costumbres de

tiempos ha, pero con un sentido lógico.

Se identifica a esta palabra, por lo que cubre, como ciencia que como tal define para serlo

una serie de requisitos que no pueden ser cambiados, ni modificados, y mucho menos

actualizados, sin razón alguna. En sentido teológico, sería una herejía científica.

Entonces, hacer “algo” denominado Folklore, que ni por asomo lo es, es desconocimiento,

más aún, “una flor de desconocimiento”. Por ejemplo pretender “modernizar, actualizar,

modificar, inventar” cosas a las que se les puso nombres sui generis “folklorísticos”, por muchos

que, como en las fotografías previas, hacen creer que lo es, es de estultos. Y no lo digo yo, lo

dice la ciencia, y por lo tanto me baso en ella para decir que no puede ser, y menos hacer

aparecerlo como una parafernalia circense.

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Entonces, me decidí a escribir, medio alborotado, algo sobre este tema que descubra

algunas de las cuestiones que hacen al “verdadero folklore”, cosa que deberían tener en cuenta los

“enseñadores de danzas” (que no es lo mismo que baile).

-I-

Puede que los que enseñan a bailar Folklore (sic) utilicen coreografías diferentes para un

mismo baile; eso podría ser tolerable científicamente, porque el 99% de ellas se desconocen, y

algo hay que hacer, salvo algunas que por simple costumbre han resultado similares, pero no

puede considerarse Folklore. El 1% restante de los bailes se inventaron con música y

coreografía, las que no son folklóricas en absoluto, en ambos casos porque no cumple con los

requisitos impuestos.

Ahora, ya que no se sabe, ¿por qué no se trata de hacer menos parafernalia y tratar de

adaptarlas lo más posible a lo que la historia, la etnografía, la geografía y otras ciencias den

alguna idea como de algo posible? Estudiar un poco nunca está de más, y más aún, cuando se

tiene que enseñar y obviamente si hace falta.

Inventar coreografías por “aproximación científica” es admisible, es más, identifica que

alguien estudió un poco, pero inventar coreografías que más se parecen a danzas clásicas, solo se

consigue dar un espectáculo híbrido que puede gustar, y surgidas de mentes ocurrentes en algunos

casos, pero no versados del todo en sentido científico. Coreografías sin valor alguno, sin

seguridad que sean de donde se dicen que son, o, como me corrigió una Licenciada en Folklore

diciéndome: “algo tienen de valor”, puede ser, como gimnasia puede ser valioso, se baja de

peso y se evita el colesterol.

Cuando estudiaba en el Instituto Superior de Folklore Andrés Chazarreta, se nos enseñaba

una serie de movimientos a tener en cuenta para que un baile sea más o menos vistoso, pero sin

perder de vista su aproximación a los estudios sociológicos, antropológicos, etnográficos,

geográficos; en una palabra, se nos exigía leer, estudiar y sacar conclusiones, de lo que se

supondría se puede haber hecho. O sea que por fuerza estábamos algo dentro de lo que se hacía

en la generalidad, pero aplicábamos la ciencia para tomar decisiones de tipo folklórico.

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Esto me hace recordar que nuestra Escuela –Aspah Sumaj de ese Instituto Superior-, fue

designada representante de la provincia de Córdoba al 1er

Festival Juvenil de la Ciencia del

Folklore y sus Bailes- Fr. Salvador Tomas Salvador Santore, op, llevado a cabo en la ciudad de

San Miguel de Tucumán en el año 1967, en el cual participaban todas las provincias argentinas,

pero siempre que cumplieran con algunos requisitos; el principal era que cada delegación

presentara un 90% de bailes de la zona y un 80% de veracidad de la ropa mas usual al baile que

se hiciese. Esto le llevó a nuestro grupo casi un año de estudios intensivos y costó mucho

esfuerzo e investigación. No es mi pretensión que se dediquen a eso, es más, con el disgusto que

significa leer, pretender que se estudie es medio como tonto de mi parte; hay algunos que dicen

que “es una mala costumbre”. Pero, ya la cosa así, solo espero se trate al menos de no cometer

tonterías como las de las fotografías del principio.

Para este encuentro verdadero de Folklore, nos encontramos con un verdadero problema;

mientras más investigábamos, no encontrábamos cuales eran los bailes folklóricos de Córdoba, y

mucho menos la vestimenta que se usaban. Biblioteca universitaria, la Nacional, estudiosos

reconocidos, gente de las distintas zonas, viajes, libros, todo aquello que nos diese una referencia,

como los escritores que se dedicaron más a la zona norte de la provincia nos fue de utilidad, y

llegamos a la conclusión que “no teníamos baile típico, salvo, mal que les pese a algunos, El

Sombrerito”, y otros bailes que se aquerenciaron “de paso” por el camino real durante los siglos

XVII y XVIII. ¡¡¡Ni les cuento lo que fue identificar la ropa!!!. Bueno, presentamos el proyecto

con las aclaraciones del caso, y ganamos como mejor delegación por el simple motivo de no

haber “inventado” nada. No teníamos y no teníamos, así de simple. Hubo delegaciones que

estábamos muy cerca una de otras, pero hubo otras que, como ahora, inventan en vez de estudiar.

Así y todo, por comparación con lo que se hace ahora, aquello fue un centro académico.

Hay a quienes les gusta la investigación sociológica, etnográfica, de los arraigos e

idiosincrasias, del estudio de significados de los bailes. Esto nos lleva a la conclusión que desde

SIEMPRE, con raras excepciones, todo baile –al menos de los que se conoce algo y que son de

cortejada-, el varón siempre realiza una marcha coreográfica similar a la dama, pero al solo

efecto del galanteo; deja pasar a la dama, y una vez que lo hizo, paso detrás y completa la figura.

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Eso es así desde el tiempo e’ñaupa hasta

hoy, es tradición. La galantería en especial en la

zona rural aún existe.

Hacer la figura igual, darle la espalda o

mirarla de lejos, significa un GRAN desprecio

por la dama, lo cual pierde el sentido

o significado del baile, ¿queda lindo?, ¿Qué

gusta?, sí, puede ser; Santo Tomás lo explica

filosóficamente y en latín a esto, pero yo lo voy a explicar mejor al estilo de las comadres que

hacían las relaciones, sentadas debajo de la higuera (porque las relaciones por lo general no la

hacían los bailarines), suelen aún hoy decir: “gustos son gustos, dijo una vieja, y se sentó en un

hormiguero”

Repito, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, el varón le da la espalda a la mujer.

Además SIEMPRE se termina el baile con la coronación, y no mirando para ningún lado de

forma hasta si se quiere incoherente (como se puede ver en la figura), suponiendo que sean

argentinos, si no pido disculpas. ¿o son polacos?

-II-

Otra de las situaciones ancestrales, tal vez de las menos conocidas (por no decir

desconocidas por los que bailan ahora en nombre del Folklore), de origen post colombino, es el

tema de los colores, que si bien es cierto por estos pagos se lo copiaron a los europeos, tienen un

sentido muy representativo –como que forma parte de una ciencia-, y que se trasladó a lo criollo,

a lo nativo en forma parcial, simplemente por desconocimiento total de su naturaleza, pero se

intuía que significaba.

Esta verdadera manifestación hizo que el tiempo la hiciera desconocer, y observamos que

el colorinche suplantó al significado, llegando a utilizar cualquier color en el uso del pañuelo

en los bailes. El color del pañuelo, no es significado de belleza o de “que bien disfrazado está”,

sino de motivación o no de una manifestación personal o de una señal; es una sensibilidad

sociológica, psicológica incluso. Es una representación de algo que se quiere decir y que es

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imprescindible porque forma parte de la coreografía, y no para el lucimiento de la misma. Y esto

surge, como la mayoría de nuestros sentires telúricos, desde fines del siglo XVII por la influencia

europea, en Iberoamérica, que trajo esa singular novedad para estos lares, que es la CIENCIA el

simbolismo heráldico.

-III-

Para ubicarnos en contexto, muy brevemente diremos que la heráldica es la ciencia que se

define como el «arte de explicar y describir los escudos de armas de cada linaje, ciudad o

persona, por medio de colores y rampantes». Es también un campo de expresión artística, un

elemento del derecho medieval y de las dinastías reales hasta nuestros días. Más recientemente,

ha sido admitida dentro de las ciencias anexas de la historia junto con la sigilografía, la

vexilología, la falerística y la diplomática, a la cual se le agrega la ciencia del Folklore.

Se desarrolló durante la Edad Media en toda Europa, por necesidad de codificar

identificaciones y acciones, y que por su practicidad, progresivamente fue adoptada por la

nobleza y la Iglesia Católica se sumó, como un elemento que su utilización permitía reconocer

linajes, siendo igualmente adoptado por otros colectivos humanos, para la identificación de

familias, origen de apellidos, gremios y asociaciones, además de ser adoptado para la identidad

de ciudades, villas y territorios, feudos, condados y marquesados.

Es muy interesante y conveniente a la cultura general, estudiar algo de esta ciencia, pero

me limitaré a decir que, en primer lugar se le otorga como principal medio simbológico a los

colores, que se refleja en las vestimentas, en telas artísticas, de banderas, y de señalamiento,

como las banderolas de mar, porque resulta a simple vista, la identificación de sucesos o

sentimientos que de otra forma duraría mucho tiempo en explicar, o la lejanía impidiese sus

sonidos.

Su nombre de “heráldica”, proviene del heraldo, que venía a ser el asistente principal del

caballero de armas, o un joven de familia noble que se formaba en la caballería como cadete bajo

la protección de un caballero; este joven, era quien llevaba sus armas tangibles, y lucía en su

ropaje los colores del blasón del caballero a quien servía. Hasta que, logrado su formación, el

superior de la jerarquía: príncipe, duque, rey, emperador, le otorgaba el escudo de armas con un

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significado determinado que, por lo general, era el de su profesión original que después se

transformaba en apellido. Para esto, los campos tenían colores que significaba la base, que,

aunque con los mismos o distintos colores, puestos de diferentes formas o relaciones, con solo

mirarlo se sabía a quién pertenecía.

Las figuras y las formas en el escudo del caballero significaban su familia, rango, condición,

jerarquía, y cuyos colores y armas eran protegidos por los heraldos, dan origen a la heráldica,

por eso es que, paradójicamente, la heráldica es esencialmente la ciencia de los heraldos, y su

origen no puede comprenderse sino a través de su rol, y si bien asume los colores del blasón

nobiliario, pero es su personaje el que la titula.

Aunque originalmente nació como un objetivo militar, estos elementos, armas y colores

blasonados, fueron retomados en todo su equipo –incluido el heraldo- para permitir reconocer al

titular, pero también para representar con los colores del estandarte y marcar su propiedad

(cascos y armaduras de caballos, territorio, reinados, imperios, etc).

Montaner Frutos, Alberto, en Identificación, evocación y conformación en los emblemas

heráldicos: el caso de las armas parlantes», Emblemata, vol. XVIII, dice en su tratado: “En un

principio reservadas a los jefes de guerra que las portaban en sus escudos (fin del Siglo XI), el

uso de armerías se extendió progresivamente a los caballeros y después a la nobleza (Siglo XII).

A través de la identificación de la persona por las armerías, notablemente en los sellos, el uso se

extendió a las mujeres y a los nobles prelados (fin del Siglo XII) y de los prelados a los

burgueses, artesanos y jueces, capítulos, corporaciones, comunidades urbanas (principios del

Siglo XIII), comunidades eclesiásticas y órdenes religiosas (Siglo XIV), señoríos, dominios,

provincias, universidades y administraciones civiles... Transformadas en un signo de identidad

social, las armas se vuelven hereditarias y designan a casas, es decir a las familias y vínculos de

parentesco (Siglo XV), después, y más generalmente, a vínculos sociales, que son cada vez más

representados”.

Además, se transforma en costumbres significativas a través de los colores para transmitir

sentimientos u ocurrencias populares, tanto en su vestimenta como en sus fiestas,

representaciones vulgares, ocasiones sociales, acorde a la clase de que se trate. Los vasallos de un

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noble, los villeros, tenían sus fiestas y danzas, y siempre, en su mayoría utilizaban los colores de

su patrón como forma de identificarse, y estas costumbres, siglos después, Williams John

Thoms las incluyó dentro del campo del folklore.

La investigadora en heráldica, Ana Manzano Peral en su trabajo El simbolismo de los

colores - Iconos Medievales , expresa que “la expresión a través de los colores está dada por la

sensación que capta y causa un determinado color en mi espíritu primero y que quiero decir a

alguien. Esto ocasiona sensaciones que va removiendo mis condiciones espirituales. Cualquier

color no produce las mismas sensaciones, salvo que a cada quien no le importe lo que quiere

causar. A través de la vista, percibo por los colores sensaciones de ánimo, de amor, de rechazo,

de alegría o tristeza, de desamparo, de salud o de grandeza. De vida o muerte”.

Así es que, en forma definitiva y científica, cada color tiene su significado –para

simbolismos no puede ni debe ser de cualquier color, directamente sería inútil-, y este código

pasó a la significación de la heráldica. Como una forma de verlo dentro del campo folklórico, que

tomó Thoms, y anteriormente Hume, podemos tener en cuenta cuatro colores utilizables: El

blanco, el rojo, el verde y el azur (no el azul, lo digo “por si las moscas”) son los colores básicos

benéficos, mientras que el negro, el amarillo y el violeta evocan el duelo y la penitencia; el

rechazo.

Los reinos en especial utilizaron como símbolo de su majestad, familias nobles, heraldos,

burgueses ennoblecidos, favores, a los colores como significado de sus hazañas, aventuras,

cuentos, leyendas, misterios, estados de ánimo. Fue esta ciencia, la heráldica, la que fue

trasladada a América y aquí fue acomodada a nuestras costumbres, pero manteniendo las

representaciones básicas que tenían, y tienen todavía en la actualidad.

Es concluyente, entonces, que la Heráldica pasó a formar parte de la vida social de América,

y que etnográficamente la vamos a encontrar permanentemente, cualquiera sea el rango social.

Domingo-Arnau y Rovira en La primera representación heráldica de América, explica que

“las grandes migraciones españolas a América, trajo consigo la costumbre arraigada de siglos de

la heráldica, y que ella, con mayores y menores rangos, solicitaron nuevos escudos nobiliarios y

colores”.

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Los colores se fueron haciendo

costumbre social en nuestro país, en

especial desde el virreinato. La falaz

Revolución de 1810, con sus idas y

venidas, que eran monarcas o eran

republicanos, llegaron a la famosa

Asamblea del Año XIII, en donde se

elimina todo, no lo necesario, en particular

todo lo que se distinguiera como nobleza,

incluso la simbología de los colores, pero ya era tarde; el pueblo la había adoptado a la

simbología por usos y costumbres; ya estaba imbuida en el sentimiento popular, en sus

fiestas, en sus halagos, en su actividad social. Ya no significaba nobleza, sino significados o

señales a transmitir, tanto civil como militar.

Se lo subestimó, pero ya estaba incluido en el Folklore. Los colores se trasladaron por

copia a los criollos, a los paisanos, cuyas costumbres calaron hondo en estas regiones. Y como

todo lo inconveniente para los gobiernos, para la historia de este país, lo que no pudo hacerse

desaparecer se lo transformo o degeneró, así se fabricó una historia oficial de facto.

En la imagen anterior, se ve el colorinche de los pañuelos, bellos por cierto, pero

inadecuados e inaceptables para que se llamen de Folklore. Mire mi estimado lector, llame usted

como quiera a eso que están haciendo, pero le puedo asegurar con certeza que no es Folklore, ni

siquiera tradicional. A nadie que sea un estudioso de la ciencia, o cuando menos tenga cierto

sentido común, puede ocurrírsele justificar “eso” como folklore. (Obviamente, no solo por los

colores, sino por varias particularidades que se explican en otros artículos)

Era y es obvio, que ni los mismos criollos paisanos estaban muy seguros de lo que eso

quería decir, pero lo habían visto por “la ventana” y lo utilizaban, porque intuían lo que quería

decir, no solo el color, sino los movimientos que con esa prenda se hacía, como los marinos

hacen señales con banderas de colores y movimientos codificados. No hace falta que diga que la

heráldica era desconocida para el paisano; ni idea tenían, como ni idea tienen los que ahora se

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dicen folkloristas, pero aquellos paisanos al menos “algo” imaginaban que significaba por cómo

se usaba y cuando. Y LO USABAN, no se atrevían a no hacerlo.

Sensato es pensar que el paisano no sabía de heraldos y de edad media, no cualquiera podía

entender lo que significaban los colores y menos de la ciencia heráldica, pero llegó a utilizarlos

con cierta coherencia con solo aplicar una pizca de sentido común, mirando por la ventana en los

salones donde bailaba la alta sociedad de las grandes ciudades, preguntándose del porqué se

utilizaban esas gamas de colores, adivinaban o preguntaban a sus patrones y luego la aplicaban en

sus fiestas o tablaos.

Los colores se usan como significados, señales, representaciones, etc, y nada de esto es

casual (y ya me refiero a estos pagos), es el mismísimo caso de los colores de las banderas

nacionales, o Vexilología, como el caso de la nuestra, cuyos colores surgen de los colores de la

Medalla de Honor de Carlos III – Azur (repito: azur) y blanco, que no solo tiene significado

heráldico sino de ciencia, como en este caso a la religión y a la filosofía. Por si acaso no se

alcanza a entender, la bandera de la patria, tiene EL SENTIDO DE LA CONDICION DE LA

MISMA Y SUS COLORES HERALDICOS LA IDENTIFICAN, y no hay dos banderas iguales.

Eso se llama Vexilología.

Y esto no es consecuencia que nace en el siglo XIX, sino de mucho antes, pero de

exclusividad nativa, porque el color es representativo a través de la historia. Relativizar o no darle

importancia a los colores no es lo debido; antes de la colonización ya los colores por estos

andurriales pre-americanos, ya tenían un significado heráldico (sic). Esos colores formaban parte

de la sociedad en su conjunto, y reflejaba las condiciones que cada grupo o persona tenía en la

misma, o que quería decir con un simple símbolo. Cada tribu, población, imperio (azteca, maya)

tenía colores y escudos o símbolos que los identificaba. Hasta su armamento, flechas, arcos, eran

identificados por sus formas y pinturas de plumas y maderas. O sea que no es un capricho de los

que estudiamos Folklore, sino que guste o no, FORMA PARTE DE EL, desde ANTES de la

colonia.

Leonardo Flores Ávil, investigador sociológico de Cuba, en su trabajo El color: Influencia

sobre el estado anímico de las personas en los espacios arquitectónicos, dice que: “En América

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las culturas Incas utilizaron el color fundamentalmente para el diseño de su vestuario, de

forma tal que esto permitiera diferenciar jerarquía e identificar la pertenencia a uno u otro grupo

étnico, el mundo de los colores era patrimonio casi exclusivo de la nobleza, por lo que es

frecuente encontrar la utilización de múltiples colores en el diseño Cumbi que era un tipo de

tejido fino reservado solo para la nobleza, en oposición de los colores naturales de la ropa

utilizada por los pobres.

En atención a ello, Santillán, citado por Gabriela Siracusano, historiadora del arte, expresó:"

Que cada uno vista y adorne conforme a la cualidad que tiene, el plebeyo como plebeyo y el

noble como noble (...)"

¿Hace falta que lo explique?.......

Esta tradición llega hasta la actualidad por lo que en algunos grupos quechuas existe una

división acorde al significado que se le quiere dar a los colores naturales, utilizados en telas

relacionadas con el trabajo o con el medio laboral, como el marrón y gris, y los colores

derivados del arco iris, el negro, blanco, el azul, verde, rojo, amarillo, asociados a ceremonias

sociales o como indicador de nivel o identidad social, muy utilizados en las provincias del Norte

Argentino y de Bolivia, Norte de chile, Sur del Perú, o sea todo lo que en origen era un solo

territorio que pertenecía a la Argentina (pero este es otro tema)

El cromatismo cosmogónico de la cultura maya de Teotihuacan tenía una orientación

geográfica de los colores, en virtud del cual, el levante del sol el nacimiento, la vida, era rojo; el

norte blanco, la búsqueda espiritual; el sur amarillo, la vida, la guía humana y el oeste negro, la

muerte, el apagón, la agonía y, el verde se relaciona con la vida íntegra, el paso por ella.

Entonces, no podemos hablar solo de influencia europea en nuestro folklore, cuando la

misma ciencia determina que lo tiene desde siglos antes de la colonización. No se puede arbitrar

como folklore a todo aquello que se les ocurra a los “enseñadores”, cuando no se ha estudiado

convenientemente. Al menos haber leído (y no me refiero a El Tony). Eso puede gustar, pero, en

lo personal pienso que NO REPRESENTA NADA DE LO NUESTRO; ESAS PANTOMIMAS

SON LA ANTITESIS DE LO QUE SE ENTIENDE EN LA CIENCIA DEL FOLKLORE.

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Entonces, nos podemos dar cuenta que, estos significados de los colores no solo son para

moda o lucimiento; algo puede ser, pero tiene en nuestro origen una relevante importancia para

la vida social, que no resultó muy difícil por ello adaptarla a la heráldica venida de Europa, la

cual ¿casualidad?, tenía los mismos significados o muy parecidos a los que ya existían. Ergo: no

cualquier color es utilizado en cualquier baile.

No quiero multiplicar ejemplos sobre esto, porque estas menciones de investigación no son

un tratado. Prefiero que lo haga el lector, pero que quede claro que no es cuestión de usar el

“color al antojo”, sino que cada uno tiene su significado, europeo el que entra por el Este, y euro-

americano, el del camino del Inca, desde el Norte-noroeste, incas, aztecas, aimaraes, diaguitas.

Entonces, ignorar esos significados y tradiciones, no es bueno para el Folklore y la cultura en

general.

Los colores están íntimamente ligados al Folklore. Esto se da cuenta Williams Johns

Thoms, observa la cantidad de ciencias que componen un estudio social de usos y costumbres, e

inventa una palabra identificatoria. (No entiendo que a esto no se le dé importancia, y el

1er.

Congreso de Folklore realizado en Buenos Aires, haya realizado un escudo para identificar al

folklore, y encima le inventa una orientación que deja mucho que desear –para otro artículo-, pero

que le da importancia a los colores. ¿Se fijó usted?)

El emblema que representa a los folkloristas argentinos -

elegido por el Primer Congreso Nacional del Folklore en 1948 -

es el árbol, porque el folklore también hunde sus raíces en la

tradición, sus ramas representan el pensamiento, el sentido y la

imaginación por un lado y la obra de las manos, es decir la

creatividad artesanal por el otro. Las escasas hojas representan

la juventud primaveral de la ciencia. Las palomas, la unión de

lo material con lo espiritual en la amplitud del folklore.

Y por último quiero hacer una aclaración. La ciencia, como tal lo he repetido innumerables

veces, tiene normas y requisitos de los que no se puede uno apartar. La ciencia de la Heráldica,

obviamente, tampoco, por eso es un absurdo cuando se ve que cada quien “fabrica” un escudo

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representativo de algo, poniendo cualquier cosa que le parece bien, sin estudiar antes. Recuerdo

que tuve que hacer un escudo para una institución académica superior, y me pasé más de un año

estudiando y viendo cómo se podía diseñar una que cumpliera los requisitos.

¿Es tan difícil el folklore?...., por supuesto que no, solo no hay que hacer sonseras.

-IV-

Los colores, por su impronta, se hicieron de uso frecuente en los salones de las grandes

ciudades, y pasaron a ser parte de prendas y de todo otro objeto que se quisiera representar. Así

se llega al siglo XIX y entrado el XX, donde se acostumbraba a que los bailes de la alta sociedad

se hicieran principalmente aquello europeos o de estilo europeo, con sus colores significativos,

que de por sí ya estaban dando cuenta de la posible relación que pudieran tener sobre el pueblo

común.

Obviamente, eso influyo en las costumbres criollas, paisanas, hasta que se hizo costumbre

por influencia de dos ramas principales: la telúrica y la extranjera. Los avances e inventos

ridículos o desconocidos por falta de estudio, significó que se perdiera su filiación llegándose al

extremo de no darle importancia, transformándose en moda.

La ciencia considera a los colores como importantes, no solo para usarlos en la vestimenta,

según la condición de la dama o caballero. No es infrecuente, aún hoy en día, la utilización de

colores antinómicos como el blanco y el negro: pureza, vida, y luto, muerte, sino que eran prenda

de bailes folklóricos o de uso para él con sus representaciones.

De esos colores surgían las variaciones que los mismos permitían, menos los dorados o

plateados, por ejemplo, que eran colores especiales para los nobles o de condición real (Duques,

Príncipes, Reyes). La simbología heráldica era tan importante, que incluso se veía reflejada en los

uniformes de los distintos regimientos americanos.

Desdeñar, o no darle importancia a los colores dentro del ámbito folklórico desde el Siglo

XV en adelante, no es prudente; a nuestro alrededor, en nuestra vida cotidiana, en la historia de la

humanidad, los colores no solo han servido para la moda de las damas y caballeros, sino como

simbología especialmente para las relaciones interpersonales. Creer entonces que el Folklore no

lo contiene, es un absurdo, casi rayano con el desconocimiento. Ergo: No se puede hablar de

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Williams John Thoms, alegremente, sin tener en cuenta todo esto. La ciencia no admite “medios”;

es “todo” o no es “nada”.

Yendo al campo de los bailes, además de las vestimentas, los paisanos por su condición

económica, solo lucían esos colores significativos, los principales, en especial en los pañuelos,

tanto sean estos para bailar, o cuando no, prendidos al cuello, y su color no era elegido al azar.

Se sabe a través de estudios realizados por excelentes investigadores, como Carmen Arolf,

en su obra Evocaciones Argentinas, toma como ejemplo que el medio de la relación entre

caballero y dama, y los nobles paisanos y paisanas, para bailar usaban pañuelos más grandes que

los comunes, y de colores que reflejaran lo que se insinuaba. No faltaba la dama que llevaba dos,

tres y hasta cuatro pañuelos, y según la situación que se presentara, era el color que elegía para

tener en la mano y a la vista. Incluso, llegado el caso, hasta el negro usaba si la situación se

volvía molesta o indeseable.

Las damas, por lo general usaban cuatro colores de pañuelo, y sus vestidos igual, aunque

esto era más liberal, pero siempre uno más que el del caballero: el negro. Los pañuelos que se

usaban eran:

El Pañuelo blanco: símbolo de la pureza, de virtudes, simboliza igualmente síntoma de

atracción, de aceptación, de “bueno dale”; es el color que significaba la fuerza del Génesis.

Símbolo de la inocencia. Color de la unidad y de la pureza. De unidad que dan vida a la

naturaleza.

El Pañuelo verde: Tranquilizador, ten calma, espera, esperanza, descanso, serenidad, ya

llegará. Aplaca las “ANSIEDADES”.

El Pañuelo azur: Símbolo espiritual. Religioso (por eso, aunque se piense lo contrario, era

de raro uso porque no era símbolo de bandera ni lo es en la ciencia heráldica). Significa la pureza

llevada al máximo, la castidad, el aire, el agua, el cristal y el diamante. Lo más preciado. El cielo,

el espacio, equilibrio, armonía y de alegría de vivir. Significa la aceptación de la entrega a algo

Superior. Simboliza lo tradicional, los valores permanentes, la eternidad sin tiempo.

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El Pañuelo negro: Es la negación, el desprecio. El cese de la vida, la negación de lo

humano, la muerte. Es la antítesis del blanco, el otro color de la dualidad natural. Evidentemente

se ha atribuido a este color toda la maldad de la que es capaz la humanidad.

El Pañuelo rojo: Pasión arrolladora, era más demostración de “ANSIEDADES

DESMEDIDAS”, que de galanterías finas con intenciones adecuadas. Era muy difícil que se

usara, y menos cuando se tenía verdadero interés en la honestidad de los sentimientos. Era poco

usual.

Tomamos los colores básicos de los pañuelos usuales, pero no en vano si nos fijásemos,

esos colores no es que estén de moda solamente, tanto así que para guardar luto, por ejemplo,

puede ser blanco (en lugar del negro más usual), porque se cree en la vida eterna. (Esto hace a

otra ciencia: la Filosofía)

Como dice Alberto Franco en Leyendas del Tucumán, en el baile, tanto de salones como de

la paisanada campestre, el color era una singular forma de transmisión de sentimientos.

O sea que, el color blanco, azul y verde tenían objetivos de una fina galantería, el asunto era

cuanto de amistad se estaba dispuesto a otorgar. Pero, ¡ay si te sacaban el pañuelo negro! Y el

varón, el paisano, cuando veía que la “prienda” tenía pañuelo negro en la mano, ¡pobre de él!, ni

acercarse, pero solía inmediatamente sacar él un pañuelo negro representando también su dolor

y la pena, o el “rojo” que quería decir “ya vas a ver”, síntoma perverso de la venganza.

Entonces, ¿es de darse cuenta que no es una cuestión de moda dentro de la ciencia?

Definitivamente, forma parte de la Antropología Folklórica el color y su significado. Hoy en

día, por desconocimiento o por moda estoy casi seguro que, como dije anteriormente, es por

descuido de haber averiguado antes, aunque se haga lo que se quiera. Y eso no deja de ser una

ventaja: no se puede hacer lo que no se conoce, entonces se hace cualquier cosa. Aunque ver

bailar a esos “gauchos de fantasía” con colorinches dignos de gitanos húngaros, puede ser lindo

pero no es folklórico.

Pero, volviendo al tema folklórico, existía una singularidad que se daba: cuando la pareja

ya estaba consolidada ambos solían utilizar el color blanco, o el azur lo que significaba su

próxima unión. La pareja iba utilizando distintos colores hasta que se consolidaba una relación,

16

momento desde el cual ambos utilizaban el mismo color, cerrando el circuito caprichoso del

sentimiento.

O sea que, creer que los colores son por desvarío, investigadores de gran laya (al decir del

paisano), lo han descrito como una especie de obligación en el cortejo.

El Folklore no es una cuestión desestimable, por algo es ciencia.

Pareciera que el Folklore es nada más que bailar a los saltos. No, fíjese todos los aspectos

que intervienen nada más que en el baile.

La mayoría de los bailes la pareja se galantea permanentemente, ella lo hace bajando

siempre la mirada, casi sin mirar, y el hombre lleva las de andar pero de forma caballeresca,

siempre intentando cortejar a esa dama esquiva, pero que no se aleja demasiado (por el contrario,

la torpeza no es requisito para el cortejo), y por medio de un ritmo se envían permanente señales

gestuales y con el significado del color del pañuelo, prenda que se use o no siempre está en el

conjunto. Es esa la utilidad principal de una coreografía, que la lleva e incita la dama por lo

general, tratando de esquivar los embates amorosos del caballero, y que a veces cuando utilizan el

pañuelo con sus movimientos trata de enviar señales que, con los esquives de la dama, y el

movimiento del pañuelo, no le es permitido llegar demasiado cerca, salvo que ella así lo desee.

Entonces, es el mismo pañuelo el que dice si se aleja, que espere, que se acerque, o que

directamente se vaya.

No importa de qué baile se trate ni de qué país; el pañuelo y su color es una demostración de

sentimientos. El baile es un acto sociológico, de relación interpersonal, como lo era hasta hace

poco (y digo “era” porque ahora cada quien se mueve como quiere, solo o a la “que te criaste”)

No es seguro que determinados bailes se hayan bailado originalmente con o sin pañuelo,

pero que éste es símbolo de señales no quedan dudas, al igual que sus colores son importantes.

Incluso, existieron actitudes, relacionadas con festividades paganas, como el baile de las

cintas, en que el color es muy importante porque se están utilizando para espantar al “diablo”,

antes de la festividad de la Pachamama. Si bien no es un baile de parejas –incluso no hay

seguridad de que sea baile-, los colores de las cintas tampoco era algo caprichoso, sino que

promovían un ceremonial. En un Velorio de Angelito se bailaba, porque aunque éste era una

17

especie de fiesta, se procedía en parejas, pero no era baile de cortejo, sino de demostración,

siempre trasuntaba un luto, una pena, un dolor.

Tuve la oportunidad de contemplar un evento de este tipo, al noroeste de Santiago del

Estero, allá por alrededores de la primera mitad de la década de „70 aproximadamente, que

después de la chacarera de rigor, se bailaba una zamba con pañuelos de color negro. No era un

cortejo, era una demostración de pesar.

-V-

En cuanto a las coreografías en sí, no deja de ser un tema muy escabroso, incluso para los

investigadores. A través de estudios que se han realizado, y búsquedas en libros del Archivo de

la más antigua Universidad del Virreynato del Rio de la Plata, estaba claro que ya en el siglo

XVII existían ciertos movimientos con un mayor carácter coreográfico (como lo podríamos

llamar hoy), pero generalmente significaban homenajes a fiestas paganas, mixtas, mezclaban

ritos religiosos europeos con los de los pueblos originarios americanos, como surge de su primera

aparición en un manuscrito musical por Gaspar Fernández (1570-1629), fue el villancico

"Zarabanda tengue que tengue, zumba casú cucumbé". O como en 1746 los "conventículos" y

procesiones de mulatos y negros en la mayoría de América, con música de corneta y tambor, a

manera de comedias musicales caseras en las que prevalecía "grandísimo desorden", y esos

movimientos desordenados, es lo que se llamaba “conventículos” (de ahí deriva “conventillo”).

Cabe destacar que por esos grandísimos desórdenes, estas reuniones estaban prohibidas por

las autoridades, y de allí viene la denominación “conventículos” -Del lat. Conventicŭlum.- Junta

ilícita y clandestina de algunas personas. Real Academia Española // Conciliábulo s. m. Reunión

de personas que no ha sido convocado por persona autorizada o que se reúne para tratar un asunto

que se quiere mantener oculto. Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse

Editorial, S.L)

Es muy repetitivo lo de influencia europea, pero al criollo, al mestizo y mulato, la influencia

le venía de nuestros propios salones, en particular de las ciudades grandes y las trasladaba a sus

fiestas.

18

El hablar de movimientos coreográficos más o menos específicos, es hablar de 200 años a lo

sumo, pero totalmente indefinidos. Pero nuestro Folklore arrastra influencias de mucho tiempo

atrás, varios siglos diría, y no se conocen muchos de esos bailes, al menos de nombre, y menos

aún, tal como especifica José Antonio Robles Cahero en Un paseo por la música y el baile

populares de la Nueva España, no se conocen cuáles eran esas notaciones de bailes con

influencia europea como: El chuchumbé (1766-1784), El animal (1767-1769), el Pan de manteca

(1769-1796), La cosecha (1772 y 1778), el Pan de jarabe (1772-1796), Sacamandú (1778 y

1796), las Seguidillas (1784-1803), El jarabe gatuno (1801-1807), el Torito (1803) y el Vals

(1808 y 1817).1 Que sepa, NUNCA he visto bailar estas músicas, no se saben si tuvieron

coreografía, cosa que dudo, y razonable resulta que a nadie se le ocurrió inventar alguna sonsera.

No faltará quien las descubra, y le invente música, letra y coreografía; total, ¿Quién sabe?

Pero hay algo que unifica a los bailes folklóricos y no es una coreografía, sino que ésta

más bien la aleja de ser Folklore, vaya a saber uno cual era el movimiento que se quisiera hacer

tratando de significar lo que se sentía o creía. Recién en el Siglo XX, y bien entrado, se unifican

casi en todo, pero no todos los bailes, a los efectos de poder ser aprehendida de forma regulada;

pero lo modificado cuando es nuevamente modificado, se transforma es deformado o

desconocimiento. Ejemplos de esas deformaciones, que aunque no son folklóricas, pero son

antiguas, se encuentra la famosa Zamacueca, el Chorrillo, el Oficiante, etc, de los cuales surgen

otros bailes hasta que, de tanto invento, se pierde la condición de anónimo, y por lo tanto su

condición de Folklore. Y nada que ver con lo que pudiera ser lo más original, como el caso de la

Cueca en Chile.

En una palabra, no podemos asegurar que una pieza folklórica es “de tal forma” cuando no

conocemos como fue. Por ejemplo, en la zona del Norte del Litoral, la música tenía gran

influencia de la tradición jesuita y franciscana post colombina. Pero su Folklore es HOY

prácticamente desconocido; lo que se hace es “algo que se le ocurrió a alguien”, derivados de

polkas, shotis europeos, caso que se daba en todo el litoral en particular entre ambos grandes ríos.

La influencia, al igual que del Norte, solo provenía de Europa, no de Paraguay, sur del Brasil o

1 - José Antonio Robles Cahero - Un paseo por la música y el baile populares de la Nueva España Ed. Cenidim - España

19

Uruguay, porque esa zona PERTENECIA al Virreynato del Rio de la Plata, luego entregado,

como Bolivia y casi todo el Chile actual, por la mismísima Argentina, pero su influencia no era

extranjera sino propia.

La influencia del Norte y Oeste argentino, en cuanto a música y bailes folklóricos, la

mayoría eran “propios”; recién se podía hablar de influencia allá desde el Norte del Alto Perú. Y

la del Este y Noreste la influencia entraba o por Buenos Aires, la culta, fina, europeizante, o por

lo poco de música de estilo barroco, con inventos traídos por los inmigrantes del Siglo XX, con

sus pizzicas, derivadas en tarantelas y luego traídas aquí, cuya característica, vaya usted a saber,

era el pañuelo de los bailarines (¿casualidad?); las sevillanas españolas, de donde se cree que

puede haber tenido gran influencia para el chamamé; la tarántula (o taranta/taranta), que es de

gran influencia en la música popular del litoral, y que ¡oh casualidad!, se podía bailar, siempre en

parejas, pero de distinto o del mismo sexo. ¿Qué curioso no? Ni que hablar de las Seguidillas,

Sardanas y Muñeiras, mezcla de todas estos bailes hicieron el “inventado” Folklore litoraleño en

el siglo XX.

¿Y, muchachos?, hay muchas más bailes que la chacarera y la zamba, solo hay que ponerse

a estudiar.

Solo para aclarar, la música italiana, tiene mucho de propio, no tanto como la española que

tiene gran influencia de siglos de moros y judíos, cuya mistura aparcó por estas tierras entrando

por el Este. Y la música y bailes “de alta sociedad” entra por donde entró el europeísmo a la

Argentina: por Buenos Aires, que luego se expande por la curiosidad de paisanos criollos, con las

degeneraciones que se le iban produciendo, o sirviendo de base para nuevos bailes, como La

Condición, por ejemplo, baile tan particular en su origen. Los barcos que anclaban, bajaban su

carga en manos de negros, quienes agregaron para sus bailes de sus lejanas tierras, sin

instrumentos de otro tipo ponían solo ritos tamboriles, del que surge únicamente el cajón, que

ahora en la actualidad se lo ponen a todo, y encima eléctrico y con parlantes.

Al Norte, zona del Alto Perú, aunque estaban franciscanos y dominicos, la música siguió

teniendo sentido telúrico, y baste ver los distintos bailes actualmente, para saber que no hay

coreografías específicas. Pero bajando hacia el sur, entrando al ACTUAL suelo argentino, sigue

20

siendo la misma simplemente porque desde el Alto Perú nos pertenecía, Bolivia NO EXISTIA.

¿Entonces de que influencia boliviana se habla?

Las más acriolladas, ingresan por el oeste, por el lado de Chile, que la mayor parte de su

territorio actual pertenecía a nuestro país, por lo tanto ¿de qué influencia se habla?, aunque

paradójicamente, es la que mantiene más “el sabor” de sus bailes folklóricos, e influye de una

forma más folklórica en nuestro catálogo musical.

Y al Sur, se puede decir con cierta seguridad, que desde principios del Siglo XX se

comienza a inventarle un Folklore a toda la Patagonia, cuando los aborígenes sostenían fiestas

permanentes, sin ningún objetivo, solo para “la macha”, para alegría festejando por lo general los

robos, en donde la “ngolin” (borrachera) con licor de uva desecada, o de ese aguardiente robado

en malones traído de Chile, era lo común en sus festividades, o vendido por los tramposos

“blancos huincas”, porque ya los había en ese tiempo (lo de tramposos, me refiero)

Por eso decir “Folklore patagónico” es hacer mención de grandes bacanales conocidas ya

por investigaciones a mediados del siglo XIX y principios del XX y las describen muchos

historiadores conocidos. Los varones bailaban, gritaban, tomaban hasta que caían exhaustos,

mientras las mujeres golpeaban con palos gruesos troncos para dar un ritmo como salga. Más que

eso no tienen. Arrogar un Folklore, en la Patagonia, es casi diría, un atrevimiento fuera de lugar.

Pero, es bueno de abrir un interrogante investigativo, porque esas bacanales podrían tener

significado, entonces sí, pero ¿Quién lo sabe?

Se inventaron movimientos que más parecían “pringue rebañega” que luego algunos

inventores más contemporáneos llamaron Loncomeo, el Chorrillero, e instrumentos como el

Kultrun, simple tambor de cerámica con un solo parche. Y se acabó el Folklore. Por eso no

amerita hablar mucho sobre ello, aunque lo hay, pero no lo haré en este trabajo. ¿Qué suena

lindo?, obvio, a quien le guste dele nomás, pero que se sepa que con ese criterio podrían

llamarle “la cumbia patagónica”, y resultaría lo mismo; mal de cualquier forma.

-VI-

Personalmente, veo bien el haber uniformado posiciones y relaciones coreográficas de los

bailes, hasta es lógico, pero eso no significa ni que sea folklórica, ni que se le invente también un

21

lugar por donde se sabe, o se especula, como por caso del baile El Sombrerito, del cual se tienen

comprobaciones que surge en la región del Toco-Toco (zona de Cruz del Eje-Córdoba), que toma

ese nombre porque apantallaban el fuego alrededor de la fogata para derretir la grasa con el

sombrero, para hacer las velas, y su vestimenta aproximada, por lo que se sabe era poncho corto,

pantalón cortado en dos, sombrero panza de burro, y cáligas o ushutas de yute, o sea del típico

paisano cordobés de noroeste. ¿De dónde salió eso que se baila de coya y entró por Bolivia?..., no

sé, ¿y cuál es la coreografía?, tampoco se sabe en rigor…., a pesar de mis infructuosas y muy

escasas investigaciones.

También tenemos el caso de la Cueca, cuyo ingreso a nuestro territorio se le adjudica por

dos naciones distintas, lo cual se tendría que estudiar algo de geografía, porque tanto gran

parte de Chile,

Argentina, hasta el Alto Perú pertenecían a las

Provincias Unidas del Rio de la Plata, como

pueden verlo en cualquier mapa. Por eso, hablar

con soltura de la cueca es un atrevimiento

riesgoso; la Cueca chilena, con la Cueca norteña,

no tienen el mismo origen, para nada, ni siquiera

se baila igual. ¿No sé de donde salió que ambas

tienen la misma influencia, como la zamba que

deriva de la zamacueca? ¿Vieron cómo se baila la

cueca chilena? ¿por qué se dice entonces que es

diferente a la nuestra?, o ¿por qué la bailamos

distinta?, ¿Cuál es la verdadera?...., ya es hora de

que pensemos un poco. Y decir que entro por

Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay o Sur del

Brasil, es lo mismo que decir ARGENTINA

(Virreynato del Rio de la Plata), por lo tanto su

influencia, de tenerla, es de mucho más arriba del

22

Perú, en donde estaba el otro virreinato, y sus bailes eran llaneras, bambucos, curulaos,

joropos, y sus instrumentos eran la bandurria, la bandola, por decir algunos.

¿Me quieren decir cuál de estos bailes e instrumentos influyeron en nuestro folklore?

Antes de continuar, quiero dejar aclarado que no he pensado hablar sobre el llamado

“Folklore litoraleño”, porque llevaría mucho tiempo además que requiere otro análisis. Lo dejo

para otro análisis.

Muy bien mis estimados y pacientes lectores. De este alboroto de ideas puestas a

consideración, no se termina el asunto, pero solo se trata de intrigarlos sobre cuestiones

históricas o folklóricas, y también asumir de una vez por todas que lo que se hace actualmente no

es Folklore, y algunas cosas que se hacen, ni siquiera son tradicionales, pero eso ya es cuestión de

cada uno sobre el gusto. No es malo hacer algo que se parezca a lo tradicional, lo que no está bien

es creer que lo es.

Ahora, ¿qué sentido tiene tanta complejidad y tanto barullo para bailar un Gato o una

chacarera cuyo autor es conocido, y decir que es Folklore? ¿Por qué imprimirle una velocidad

rítmica increíble a lo poco conocido: chacarera y algo de zamba? ¿por qué inventar “danzas

nativas”, que parecen de fórmula I?

No es delito bailar a “lo que se me antoje y como se me antoje”, si gusta, allá vamos, ahora

bien; si baila una zamba a los saltos, es una cuestión de antojo, pero no es Folklore ni tradición.

Nadie puede adjudicar con certeza que tal o cual baile es folklórico, a aquellos que han

sido inventados con conocimiento del autor de la letra y música, según la ciencia, no. Habla mal

de aquellos que lo hacen, porque significa que, o no conocen la ciencia, o no les importa, o no

saben leer. Y el mismo caso es cuando, la música es de origen folklórico pero la letra no, porque

tiene propietario; es más, está en SADAIC y cobra.

Algo hemos mencionado sobre que formamos parte del Virreinato del Río de la Plata

(creado en 1776) pero también, más atrás en el tiempo, del Virreinato del Alto Perú. No está de

más –entonces- recordar que el del Río de la Plata incluía parte de la Argentina (catorce

provincias, sin el Sur) pero también amplios territorios que no forman parte actualmente de

nuestro país: las intendencias de La Paz, Cochabamba, Charcas y Paraguay, y las provincias de

23

Moxos, Chiquitos, Montevideo y Misiones (parte de esta última sería argentina). Y que el Sur se

integra al tiempo de Julio A. Roca.2

Ya habían penetrado en lo que es hoy Argentina, influencias extrañas, pero distorsionadas.

Aunque entraron de muy arriba, o por el puerto de Buenos Aires, dueño de la Aduana, o poco por

el puerto de La Serena/Coquimbo, en Chile. Debe entenderse entonces, que no tuvimos

influencia directa, sino que es mucho más amplia. De tal modo hacer una particularidad de las

notaciones coreográficas es cuando menos de relativa consistencia científica. Las condiciones

para que algo sea Folklore está muy sabido, por lo tanto es ese desconocimiento de autor lo que

da el muy probable desconocimiento sobre la verosimilitud de las formas de bailar. Entonces,

reitero, ¿de dónde se sacan las coreografías?

Pareciera que algunos tienen satisfacción en lucir desconocimiento.

La formación de nuestra nacionalidad fue muy lenta y tuvo dos rutas esenciales de

penetración: el Río de la Plata y el Río Paraná por el Este y los caminos del Inca y otras entradas

naturales del Noroeste (o sea que no existían los bolivianos porque no existía Bolivia).

En 1535 Pedro de Mendoza funda Nuestra Señora del Buen Ayre. Con él vinieron varios

músicos: Diego de Acosta fue Maestro de Ministriles, Antonio Rodrigues era flautista y cantante.

Juan de Salazar de Espinosa funda Asunción en 1537. En un artículo publicado para Mozarteum

– Jujuy, por Pablo Bardin, en el mismo se afirma que: “Continuarían en las siguientes décadas las

fundaciones de las capitales de todo nuestro Centro y Norte y el impulso civilizador se iría

expandiendo, pese a las dificultades de las grandes distancias o a las hostilidades de las etnias

aborígenes. Los militares trajeron su música y usaron, nos dice Vicente Gesualdo, “pífanos,

trompetas lisas, atabales y tambores o cajas de guerra, de larga caja cilíndrica”. Lange por

su parte considera que la calidad de la música militar fue muy baja pese a que abundó, y eso

produjo que la mistura con la que habría aquí, empeoró la cosa, pero se produjo lo telúrico, lo

folklórico, pero no se conoce cómo, aunque haya quienes lo desconozcan.

2 - Leer literatura sobre los indios araucanos chilenos, invasores del sur argentino, que sí tenían más musicología y

celebraciones que los nuestros, y que eran los verdaderos indios peligrosos, porque eran protegidos por Chile. La bibliografía

sobre ellos es voluminosa. Los nuestros muy poco, casi nada, tenían.

24

O sea que, a pesar de algunos, ya en 1550 había una especie de mezcla de músicas, incluso

de aquella que es la clásica, que en ese tiempo no lo era. ¿De dónde podían conseguir un pífano

los nativos?, puede ser de una tibia de animal o de humano, inclusive, y resultaba una flauta de

hueso, pero cabe preguntarse ¿cómo sonaría ejecutada por alguien que no sabía nada de música

integral, solo soplar?, la verdad no me imagino, y es de no creer a aquel que dice que algo puede

ser.

Además, si esto es simplemente demostrado, ¿de cuáles bailes y de que coreografías se

habla?..., es muy probable que El Bailecito (por decir algo) ya existiera, pero ¿quién sabe si tenía

coreografía?...., y además, siguiendo el razonamiento de los “enseñadores de danzas nativas”

entró por Bolivia, ¿con o sin coreografía?....¿venía del Perú?, si no es así entonces es de nuestro

territorio.

Los nativos de la zona, tenían sus instrumentos, en especial los del noreste, que obviamente,

pronto se vieron infiltrados por los extraños. Al ver los tambores extranjeros, sus cajas se

convirtieron en bombos y tamboriles; las guitarras en charangos, los violines en violín de una

cuerda; el arpa en sacha guitarra; clarinetes, oboes, los vientos en general, en tarkas, anatas, sikus,

sikuris, erkes, pero, lo que no pudieron remplazar fueron los músicos que supieran música, e

inventaron para nuestra gracia, lo que se puede considerar Folklore, esa desconocida ciencia que

nos da la identidad, y que nosotros nos encargamos de arruinar. ¿qué le gusta?...., y, si está bien

hecho dele nomás…., no está prohibido.

Ahora sí, me voy a detener brevemente en la zona del litoral, del Noreste y Este de nuestro

territorio y su musicalización.

La llegada de los conquistadores, trajo sacerdotes los que hicieron una labor extraordinaria

en la zona de Misiones y Paraguay que era en ese entonces hasta casi fines del Siglo XIX nuestro.

Las famosas ruinas de San Ignacio son una muestra de lo que hicieron y de cómo enseñaron

artesanías, y distintas profesiones que hizo que los indígenas cambiaran su ritmo de vida, a pesar

de los ataques alevosos de los bandeirantes de la zona portuguesa, con sus crímenes horrendos.

Pero, había un problema, la iglesia utilizaba -hasta el día de hoy porque no ha sido

derogado- la música sacra cuyo instrumento principal era el órgano. Traer semejante armatoste de

25

ese tiempo y armarlo, era imposible pensar. Entonces se arreglaban como podían, inventando

instrumentos como el famoso violín de una cuerda, la ocarina, la caña trunca.

Los indígenas se amoldaron a lo que se les enseñaba, a regañadientes se acostumbraron a lo

que se les inculcaba como fe, como religión en contra de sus milenarias creencias. La música y

algunos bailes eran sumamente extraño para ellos, pero la curiosidad y el gusto intrínseco de

aprender de todo hombre, los llevaba a imitar, aunque no les resultó fácil a los sacerdotes, porque

el paganismo se resistía a irse. Lo más difícil para los frailes era el tema de las costumbres

idólatras, sus bailes y las imperdibles fiestas paganas que, en el fondo, aún se tenían presente. Era

una mescolanza. Así es de suponer que había bailes, pero ninguno llegó a la actualidad, ni

siquiera en su conocimiento, porque desapareció junto a esas civilizaciones. Esa oscuridad se

mantuvo y mantiene en algún lugar de la historia de la colonia. Tenemos una valiosa referencia

relatada por el Padre Francisco Javier Miranda con respecto al mantenimiento de la música en la

Colonia: y en las funciones eclesiásticas ordinarias se contentaban con cantar lo que ocurría a

capricho, con un organillo mal o bien aporreado, de una harpa mal arañada, y de alguna guitarrilla

de mala muerte”. “En las fiestas regias y más clásicas nos pedían las Catedrales y los Conventos

nuestra Música instrumental y vocal, toda compuesta de nuestros negros esclavos, que les

concedíamos con mucho gusto, sin paga de interés alguno”. Desgraciadamente no nos han

llegado inventarios de los repertorios, que hubieran sido fascinante lectura, pero en cambio hubo

abundante mención de instrumentos, que fueron en verdad abundantes e incluyeron algunos de

uso renacentista, desfasados con respecto al Barroco europeo, como los rabeles o los salterios y

las liras. Incluso pudieron identificarse las especialidades de ciertas misiones en la construcción

de determinados instrumentos (p.ej., arpas, claves y campanas en la Candelaria, o rabeles en

Yapeyú)3.

Los sacerdotes debían oficiar misa –como ahora y siempre-, por dos motivos: porque es su

obligación hacerlo todos los días, y segundo, porque les servía para hablarles a los indígenas e

incentivarlos a comprender que lo que le decían era verdad.

3 -Ref: La influencia de la música europea sobre los argentinos Articulo para Mozarteum Jujuy por Pablo Bardin

26

La música en el templo, llamémosle así por ahora al lugar que sea en donde celebraban

(aunque basta ver la Iglesia principal en San Ignacio en Misiones, San Bernardo en Paraguay,

para darse cuenta que semejante imponencia no era fruto de la casualidad). La música sacra se

realizaba con los instrumentos que tenían, que conservaban pero que se agotaban; no tenían

reparación, eran remplazados con otros de fabricación ya local y así nacen varios de los

instrumentos –bocinas, cornetas y trompas-, que hoy, si los conocemos, si serían folklóricos,

pero que se expanden por poco tiempo. Obviamente, los órganos existían muy pocos, y de mala

calidad y fabricados “sin técnica alguna”, que obviamente significaba toda una proeza su

construcción y la preparación de organeros, que procedían por intuición y prueba y error y no por

método. Sin embargo, el francés Luis Joben fabricó algunos órganos de buena técnica si se tiene

en cuenta los materiales que usa, a partir de 1785; uno de ellos se conserva en la Catedral de

Buenos Aires.4 Así y todo, no alcanzaban para cubrir todo el amplio territorio de las misiones, y

por eso resultó de gran ayuda la aparición del sistema de acordeones, pero sólo el órgano podía

ser utilizado como Órgano.

En el punto 120 Sobre La Sagrada Liturgia5, de la Iglesia Católica, ratifica el uso del

Órgano para las celebraciones litúrgicas: “Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de

tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a

las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades

celestiales”, por lo tanto en aquellas épocas en donde la Iglesia era más estricta que ahora, solo

hay que imaginarse la desesperación de los curas.

El griego Ctesibios de Alejandría, es su inventor hacia el año 246 a.C. La primera

aplicación musical de este instrumento en Occidente fue el órgano hidráulico (organa

hydraulica). El Órgano no significaba –ni significa- un capricho de los frailes, sino que estaba

instituido – y está- como el instrumento principal para la música sacra, porque da un espíritu

especial a la liturgia religiosa, por su especial sonido que apoyaba perfectamente los ritos, y su

sonido permite una meditación sin interrupciones.

4 -Ref: La influencia de la música europea sobre los argentinos Articulo para Mozarteum Jujuy por Pablo Bardin

5 - Constitución Sacrosanctum Concilium – Concilio Vaticano II

27

A simple aclaración, aquí se da también una paradoja. La música sacra proviene de los

orígenes de la Iglesia, y se ha ido modificando acorde a los antojos del clero, de los ignorantes de

música, de los de cultura general, incluso, como ahora, de los que quieren modificar lo

modificado. Para aquellos que toman la guitarra y la batería, y pegan gritos desaforados en el

templo, aduciendo que es permitido por el CV.II, les digo que no, pero como siempre, aducen lo

que no saben, o sea, en este caso leer los documentos del mencionado Concilio, y se darán cuenta

que no es como lo dicen. “Punto 121: Cualidades y misión de los compositores. Los

compositores verdaderamente cristianos deben sentirse llamados a cultivar la música sacra y a

acrecentar su tesoro. Compongan obras que presenten las características de verdadera música

sacra y que no sólo puedan ser cantadas por las mayores "Scholae cantorum", sino que también

estén al alcance de los coros más modestos y fomenten la participación activa de toda la asamblea

de los fieles. Los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina

católica; más aún: deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes

litúrgicas.6

Entonces no es difícil darse cuenta no solo de la importancia del órgano, sino de todos los

instrumentos que de una forma u otra, se inventaban para remplazarlo, y que algunos quedaron y

otros desaparecieron. Aprovecho para decir que, como existen falsos gauchos festivaleros,

también hay curas que hacen de la Santa Misa un festival de estupideces, sin que nadie le diga

nada, al contrario, les resulta lindo y les gusta. ¡Y bueh!, al que le guste dele nomás, pero sepa

que no es lo que dice la Iglesia. ……¿qué parecido no?.....

Volviendo al tema, el órgano en ese entonces, era difícil de ejecutar, y de grandes

dimensiones, no era accesible todavía para estos pagos. Había que remplazarlo. Pero ¿con

qué?....., la música no era sacra como establecía el canon, se hacía lo más parecido o se intentaba

hacerla. La música no hace a la religión, pero “eleva el alma” lo que potencia lo espiritual.

Obviamente, hablo de la buena música.

Pero el tiempo, siglos, pasaban y el órgano sin aparecer. Entonces los frailes, llegado fines

del Siglo XVIII, principios del XIX se propusieron remplazar al órgano, por vía de un sacerdote

6 -Constitución Sacrosanctum Concilium – Concilio Vaticano II

28

del centro europeo que había visto cómo, artesanos europeos, a sabiendas de esta necesidad allá

en el sur de las Indias, se entregaron a diseñar y fabricar un instrumento que fuera portátil y que

remplazara al órgano; tenía que “sonar” como un órgano. Después de intentos, se desembocaría

finalmente en una creación del luthier Cyrill Demian del primer acordeón rústico. A botoneras de

notas y botones de bajos, sencillo, simple. Y es este instrumento el que viene a estos parajes, y

resulta muy útil para que sonara algo parecido al órgano, con un sonido muy similar al “órgano

de boca; la lengüeta libre; principio sonoro”7

Ahora, veamos la situación planteada: ¿cuál es para “algunos” el instrumento folklórico por

excelencia del litoral?, el acordeón a piano, más exactamente un instrumento cuyo SISTEMA es

el acordeón (o sea funciona como un fuelle), no es un instrumento en sí; hay muchas variedades

de acordeón, incluso el bandoneón es un acordeón (acordion). Este sistema fue inventado en

1829, por el austríaco Marck Muñichz, y posteriormente aparece el Konzertina (o bandoneón),

lo cual no solo que ambos tienen fabricante conocido, que eso está en disputa entre Carl

Friedrich Uhlig (1830) y Carl Zimmermann (1849), aunque su nombre proviene de Heinrich

Band (1821-1860) porque éste había sido el comerciante del instrumentos. Este instrumento

viene en la primera mitad del Siglo XIX, se estima, y fue un estallido de mejoría con relación al

órgano, y lo remplaza principalmente en las zonas adonde no podían llegar los órganos grandes,

aparatosos, aunque ya en el Rio de la Plata existían un par de ellos en grandes iglesias, pero no en

el norte. El éxito del acordeón para la música sacra fue inmediato, y el bandoneón fue adoptado

por las provincias del Rio de la Plata, incluyendo Uruguay, y es Buenos Aires quien “se apodera”

del instrumento. O sea que, adjudicarle a Santiago del Estero, Mendoza, Jujuy, el acordeón es una

falsedad folklórica. Ahora, repito, al que le guste allá él.

Después de estas aclaraciones, desde el vamos nos damos cuenta que, con guitarras,

acordeones y bajos, conocidos sus autores la explosión de una música popular, cuyo ritmo está

influenciada directamente por músicas europeas, nada de América, es imposible considerarla

folklórica; puede que tradicional, pero dificulto hasta eso.

7-Pablo Cepeda – Historia y Evolución del acordeón – Nº 5 Verano de 2001

29

La gran inmigración que los “ilustres próceres” argentinos promovieron a destajo, que les

salió mal porque esperaban ingleses y franceses rubios de ojos azules, y llegaron italianos,

españoles, judíos y los famosos “turcos”, y les arruinaron la nueva raza que ellos pretendían.

Mal que les pese a los oligarcas porteños, esa inmigración en su

inmensa mayoría, junto a los criollos, hizo grande al país, pero los

inmigrantes trajeron consigo sus costumbres, lo cual resultaba lógico.

Casi todos los judíos, croatas, polacos, griegos, se instalaron

en el litoral, y vinieron con su famoso instrumento portátil, muy

conocido en sus pueblos, y eran eficaces ejecutores de acordeón, y ya estamos hablando de fines

del Siglo XIX y principios del XX, cuyo instrumento básico: el acordeón diatónico era el más

usado en el litoral.

Junto con sus instrumentos, sumado a sus bailes y costumbres, se produce una simbiosis que

se convierte en tradicional. Se mezclan y por ende se funden, modificándose ambas tradiciones

folklóricas, y nace el famoso chamamé, mientras que particularmente en misiones, en donde el

arpa ya era de ñaupa instrumento común, ingresa la influencia del shotis, gavota y polkas, que

hasta hoy se escucha por esos parajes.

Instrumentos como el “pito de llaves”, el “xeremías”, el “alboca”, el “turuta de pregonero”,

“pífano”, “castrapuercas”, “pito de caja”, “flabiol”, “dulzaina”, eran instrumentos usuales, pero

que su agotamiento iba dando ideas para fabricar otros similares por estos lares, y que casualidad,

de ellos salen: la ocarina, la quena (diatónica y pentatónica), el clarinete y el bandoneón usado en

el tango, y así sucesivamente. Ahora, habría que preguntarse: ¿los instrumentos que consideramos

folklóricos, telúricos, son porque ya existían o porque se copiaron, o las dos cosas?....., pero ¿a

quién le interesa saberlo?.....

Los bailes y costumbres del litoral se vuelven aburrido, ya el tiempo corre, hasta el

automóvil aparece, ¡¡ya es hora de modificar lo modificado!!!, y es ahí, cuando por invento de

desconocedores de donde nacen, aprovechando el acordeón en su versión piano principalmente,

y la necesidad de una “aceleración” absurda, todas esas músicas cuarteteras que no son ni por

asomo folklóricas. En el caso del chamamé, que lo explico en la parte de anécdotas, es algo que

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fue descartado. Acelerar el ritmo es la consigna, y los bailes argentinos se transforman de

formula I.

Fíjese usted como se puede eliminar un hecho folklórico por una inconciencia, o por

desconocimiento, o por no importar nada.

Es una pena que la escuela que tiene una trascendencia inconmensurable e importante, no

tenga presente estos temas, es más, tendría que tener historia, pero una historia en donde los

docentes estén preparados para ello, y no dejarse guiar por lo que los entes oficiales quieren que

enseñen, y los que dicen que saben lo que no saben es que son ignorantes. No es culpa de ellos,

pero tampoco tienen en donde capacitarse, y tampoco tienen tiempo si tienen familia, porque hay

que prepararse para las incoherencias festivaleras.

¡¡¡¡Aquiiiiii, Coooosquín…..!!!!, sabía decir Julio Maharbiz, y ya era criticado ese seudo

festival folklórico por lo “modernizado”. ¡¡Si lo viera ahora con los que suben al escenario!!

El Folklore, y sus ciencias colaboradoras, se desprenden de la ciencia madre; la Historia.

Hoy en día, leer y analizar la Historia, significa algo así como leer a Agatha Christie, ni eso,

es más importante y entretenida esta última. Y como estos, son innumerables los ejemplos que se

pueden citar a Francisco Uzal en Conferencias en Instituto Italiano de Cultura en 1977: “Y según

los objetivos trazados por ese novelón con que todos nosotros hemos aprendido en las tres etapas

de la escuela oficial, la primaria, la media y la universidad, esa materia que se ha dado en llamar

Historia Argentina”8 Así es, y si no se “escarba” un poco en ella, el Folklore desaparece y abre

las puertas a la estulticia que se acostumbra ahora en su nombre.

Y la Historia, como la antropología, y las ciencias sociales en general, está condicionada,

incluso no se le da importancia. No conocerla es no conocer una parte importante de ella, que es

el Folklore. Jorge Abelardo Ramos – de quien me separan lejanías ideológicas, pero nadie puede

negar su inteligencia ni la razón cuando la tiene-, en su obra Las Masas y las Lanzas9 , establece

una incógnita: “Cabe aquí introducir otro interrogante: ¿por qué se falsifica la historia argentina?,

8 - “La patria en dos poetas, Gabriel D‟Annunzio y Leopoldo Lugones” y “El napolitano Don Pedro de Angelis” - conferencias

en el Instituto Italiano de Cultura, Francisco H. Uzal- 1977

9 - N.A.: Recomiendo leer esta obra de Jorge Abelardo Ramos, de Editorial Hyspamérica, autor sobre el que me separan

bastantes diferencias de interpretación histórica e ideológica, pero que con gusto haría mío su „Prólogo para una nueva

historia‟, el cual transcribiría textual.

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¿cuál es la causa de que los alumnos de la escuela primaria y del bachillerato se hastíen al

estudiar nuestro pasado, acribillado de imprecisas batallas, fechas misteriosas o héroes

abstractos? Debe existir alguna razón valedera para que los argentinos ignoren su propia historia

y se les antoje una especie de caos sin sentido.[...]“...solo la paciente mediocridad oficial y sus

medallones escolares han podido infundir a los argentinos desde su infancia una indiferencia tan

profunda hacia el pasado de su pueblo como el que se advierte en la enseñanza de la historia

nacional”.

El Folklore trae aparejado los valores razonables y nobles que antaño “el tiempo e‟ñaupa”,

daba por medio de la familia y la escuela. Esto duró poco, hasta Sarmiento como presidente,

cuando impuso la ley laica y gratuita. Lo que quería era destruir era esos valores que sin ser

religiosos, eran los valores que las misma tierra, nos daba.

A quien esto escribe, la madre lo enviaba a estudiar “danzas nativas”, para “que no

molestara en casa”, y así por esa casualidad, me agarro el gusto. Ahora se hace lo mismo, pero se

acepta la parafernalia payasesca porque es más divertida, eso es cierto, falta que bailar la

chacarera se cuelguen del trapecio (perdón…., les estoy dando la idea)

Entonces, visto y leído, si tuvo paciencia mi estimado lector, de todo lo anterior, que espero

haya sido comprendido, aunque no es lo demasiado intenso como para abundar más. Si quiero

decir como para ir terminando con esto, y entender cuáles son las razones por las cuales no se

puede llamar algo que no es como si fuera. La papa es papa, no calabaza. Y eso es lo que hacen

los seudos ballet y academias de danzas (?), y no quiero abrir un juicio taxativo de los porqué,

simplemente porque la necedad abunda y es plaga (además no tengo ganas de seguir escribiendo)

Como se dijo, no está mal homogeneizar las coreografías, pero inventar orígenes es

peligroso. La investigación, como todas, lleva años, siglos, y a veces ni siquiera se llegan a saber;

solo se especula. Y en cuanto a los bailes folklóricos en realidad son meras especulaciones sin

ningún valor científico. Esto, visto así es nada más que costumbre popular; costumbre que puede

ser buena o mala, o en el mejor de los casos en tradicional, que ya asume algunos valores, varios

paganos, otros mezcla de espiritual y esotérico, pero rescatan algunos de ellos. Pretender

“asegurar” por “donde ingresaron”, porqué se crearon y para que se realizaban, tanto festividades

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como bailes, surgidos vaya a saber dónde, la gran mayoría precolombinas, es un absurdo. Y de

aquellos otros que son post colombinos, con mayor razón, en menos razonable inventarles

historias que no resisten argumento.

¿Observaron algunas páginas dedicadas a este tema? Todas las danzas (que no se

denominan así), tienen un común denominador: “entraron por……..”, pero ninguna se aduce que

“entró por el mar….”. Ninguna tiene explicación SEGURA de sus orígenes inventados o

especulados. Y si no se animan de endilgarles un origen, se le inventa una leyenda, un cuento, y

yo le agregaría de “algún gaucho en grave estado de ebriedad en una pulpería”, que hablaba

sonseras, tomadas por algún “científico trucho” que justo estaba allí, que en vez de contar que era

un paisano borracho, contó cómo cierto las estupideces que decía. (y SIEMPRE citan a “otro” que

lo dijo, y no asumen la responsabilidad de estudiar e investigar, o al menos leer las otras ciencias

de apoyatura que ayudan, y cómo)

Acápite: Estimado amigo lector. Si usted quiere que diga que “lo que se hace y se ve es

bello, lindo”, desde ya cuente conmigo, porque hay cosas verdaderamente bien hechas. Ahora

bien, si usted quiere que diga que es Folklore, eso ya es otra cosa, categóricamente no. Y es eso lo

que cuestiono. Que no se diga, a mi juicio, que es lo que no es.

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Bibliografía

Es muchísima que hay sobre el tema. Este solo es alguna como referencia. Solo hay que

buscarla. El asunto es que, no siempre estarán de acuerdo con mis opiniones; ese no es el

problema. El asunto está en que se lea, se aprenda y se saque conclusiones. No he escrito esto

para discutir, sino para alertar. Si usted no está de acuerdo con lo escrito, es porque ha leído,

estudiado, y con eso me basta. Es más, hasta me hace cambiar de opinión llegado el caso. Sobre

lo que estoy muy seguro es sobre los requisitos del folklore, para que una pieza sea folklórica; lo

demás es investigación.

Acevedo Hernández, A. 1953 La Cueca: Orígenes, historia y antología Santiago, Chile: Ed.

Nacimiento

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