PROPUESTA DE REFORMA AL CDIGO PENAL · quedar fuera de tal ámbito, así como, en su caso, la...

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PRESIDENTE DEL H. CONGRESO DEL ESTADO DE GUANAJUATO P R E S E N T E . JUAN CARLOS ROMERO HICKS, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Guanajuato, con fundamento en los artículos 56 fracción I de la Constitución Política del Estado de Guanajuato y 133 fracción I de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, me permito someter a la consideración de la Asamblea de la Honorable Quincuagésima Novena Legislatura la iniciativa de reformas y adiciones al Código Penal para el Estado de Guanajuato, en atención a la siguiente: EXPOSICIÓN DE MOTIVOS La llamada parte especial del Código Penal se destina a la definición de las conductas que por su antisocialidad el legislador eleva al rango de delitos y, en consecuencia, les asigna la punibilidad que considera condigna. La configuración de los tipos penales ha de ser, por lo ya dicho, el esencial contenido de toda esa parte de la codificación punitiva, que no debe reducirse a una mera catalogación de hipótesis delictivas, sino que su estructura substancial requiere ponderar factores de gran importancia, que atiendan lo mismo a aspectos de orden técnico que a criterios de índole axiológica y, lo más trascendente, a decisiones de política criminal. Lo anterior es así, porque decidir lo que ha de ser reprimido penalmente y lo que debe quedar fuera de tal ámbito, así como, en su caso, la medida de la consecuencia punitiva, es traducir en derecho positivo los principios sancionadores que adopta el poder público, por lo que debe tenerse especial cuidado no sólo al resolver cuáles procederes han de incluirse en la lista de delitos, sino también en cómo será su tratamiento legislativo, esto es, de qué manera se regularán sus definiciones, alcances, modalidades, supuestos especiales, discriminaciones sancionatorias, etc., pues sólo con previsiones claras, precisas y de fácil

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PRESIDENTE DEL H. CONGRESO DEL ESTADO DE GUANAJUATO P R E S E N T E .

JUAN CARLOS ROMERO HICKS, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Guanajuato, con fundamento en los artículos 56 fracción I de la Constitución Política del Estado de Guanajuato y 133 fracción I de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, me permito someter a la consideración de la Asamblea de la Honorable Quincuagésima Novena Legislatura la iniciativa de reformas y adiciones al Código Penal para el Estado de Guanajuato, en atención a la siguiente:

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS La llamada parte especial del Código Penal se destina a la definición de las conductas que por su antisocialidad el legislador eleva al rango de delitos y, en consecuencia, les asigna la punibilidad que considera condigna.

La configuración de los tipos penales ha de ser, por lo ya dicho, el esencial contenido de toda esa parte de la codificación punitiva, que no debe reducirse a una mera catalogación de hipótesis delictivas, sino que su estructura substancial requiere ponderar factores de gran importancia, que atiendan lo mismo a aspectos de orden técnico que a criterios de índole axiológica y, lo más trascendente, a decisiones de política criminal.

Lo anterior es así, porque decidir lo que ha de ser reprimido penalmente y lo que debe quedar fuera de tal ámbito, así como, en su caso, la medida de la consecuencia punitiva, es traducir en derecho positivo los principios sancionadores que adopta el poder público, por lo que debe tenerse especial cuidado no sólo al resolver cuáles procederes han de incluirse en la lista de delitos, sino también en cómo será su tratamiento legislativo, esto es, de qué manera se regularán sus definiciones, alcances, modalidades, supuestos especiales, discriminaciones sancionatorias, etc., pues sólo con previsiones claras, precisas y de fácil

entendimiento puede lograrse en la práctica el desideratum que a través de la ley penal se busca.

Sobre el particular, no debe perderse de vista que la sanción de orden penal sólo es aconsejable cuando los instrumentos de otra índole que pueden ponerse en juego han resultado ineficaces y que, por lo mismo, no queda más remedio que enfrentar la conducta antisocial con el más drástico de los castigos, por cuya razón ha de evitarse una obesa catalogación de delitos, pues la proliferación y el consecuente casuismo sólo conducen a la confusión y, más riesgoso todavía, al indiscriminado castigo de conductas que no era la intención legislativa considerar delictuosas. Por ello, el principio de regulación mínima debe prevalecer en la materia de que se trata y, por lo mismo, obligar a una cuidadosa estructuración de cada tipo en particular, que tenga la suficiente amplitud para comprender lo que sea digno de punirse pero que deje fuera lo que no amerite así tratarse.

Procediendo de esa manera, se logra el propósito fundamental de la pena: preservar los valores fundamentales, de que son titulares los individuos en particular, pero cuya vulneración afecta también a la colectividad, haciéndolo con una pretensión no primariamente represiva, sino disuasoria, preventiva, de manera que la conminación del castigo para una determinada acción u omisión sirva para convencer de su no realización y sólo cuando se supere esa pretensión inhibitoria sea aplicada la consecuencia punitiva.

Por tal razón, no parece conveniente estimar al Código Penal como el único instrumento adecuado para el control social y, por lo mismo, no puede vérsele como la solución más inmediata para captar y reprimir todo actuar que con algún matiz de diferencia respecto de los ya definidos aparezca en el grupo social, pues esto lo convertiría en un receptor casuístico, inagotable, de previsiones para particularidades que no tienen razón de ser si se cuenta con definiciones fundamentales, precisas, cuya latitud no requiera de cambios constantes, pues que éstos quedan comprendidos en lo que aquéllas en su concisión abarcan.

Sobre esta premisa, no se intentará la multiplicación de los tipos penales sólo por innovación o por afán de resolver aspectos puntuales en la práctica, sino porque ésta de manera evidente exige que algunas definiciones delictivas se mejoren en su conceptuación o estructura o que se incluyan algunas otras cuya carencia hoy afecta los principios de política criminal que orientan la actuación estatal, pero en ambos casos las propuestas que en seguida se harán intentan conservar los fundamentos que ya se enunciaron, esto es:

mínima regulación punitiva, evitación de la innecesaria proliferación de los tipos penales y no incidir en un código extenso, obeso y casuístico. Bajo esas premisas, se ha considerado pertinente hacer las siguientes propuestas de reformas y adiciones:

1. Regla especial para el concurso de delitos La seguridad pública no sólo es una función más del Estado, sino uno de sus principales imperativos. Es fundamental que los órganos estatales, en el desempeño de sus elementales obligaciones, se cuestionen permanentemente sobre qué exige la sociedad hoy en día ante el fenómeno de la inseguridad. No puede dejar de reconocerse que nuestra sociedad actual, asumiendo una actitud dinámica, organizada, informada y determinante, reclama la asunción de más y mejores medidas en la lucha contra el delito. Para ello, el derecho se erige como su instrumento básico en la realización de los fines y exigencias sociales. En ese sentido, la actitud del poder público frente a la delincuencia debe nutrirse de posturas firmes y contundentes que replanteen los principios angulares del derecho punitivo. No hacerlo así, implicaría chocar de frente con las claras exigencias sociales. En la actualidad la norma vigente del concurso de delitos, luego de establecer sus reglas para la punibilidad de los delitos, señala como límite a la de prisión el que no exceda de los cuarenta años. Es claro que esta regulación resulta notoriamente insuficiente ante las demandas sociales que se plantean en aquellos casos en que los delitos en concurso involucran bienes jurídicos fundamentales para la vida comunitaria, como la vida, la libertad y el patrimonio. Por ello se sugiere que tratándose de concurso de homicidio, secuestro, violación o robo calificado con cualquier otro delito (es decir, de cualquiera de dichos delitos con otro, o incluso con alguno o algunos de los listados), se acumulen las sanciones que por cada delito se impongan. En esta regla especial que se propone, el concurso puede ser de cualquier índole, estableciéndose dicha suma no como una posibilidad, sino como un imperativo para el juzgador, sin sujetarse al límite general de 40 años que tiene asignado la pena de prisión, ya que para aquel caso sería de 60. Para que opere esa regla excepcional, se propone incorporarlo como tal en el artículo 39. 2. Secuestro

Probablemente en décadas pasadas se pudo pensar que el secuestro era un delito de “elite”, al considerarse que sólo los integrantes de la clase social alta podían ser objeto de este ilícito, por ser quienes podrían contar con los medios o recursos para cubrir el rescate solicitado o la contraprestación exigida. Sin embargo, en los últimos años la alta incidencia de este ilícito demuestra que los sujetos pasivos del plagio no son sólo aquellos económicamente fuertes, sino que se constituye en todo individuo capaz de redituar algo de interés para los captores, así la obtención de beneficios no necesariamente económicos o bien los estrictamente pecuniarios. De ahí la importancia de contar con una adecuada legislación que permita reprimir eficazmente al secuestro. Ahora bien, el delito de secuestro tiene peculiares características, ya que afecta o tiene repercusión no únicamente en la víctima, sino en todos aquellos que se encuentran estrechamente vinculados a ésta. Además, las secuelas del mismo pueden ser incluso permanentes, pues no en contados casos se provoca una alteración psicológica de tal importancia que ni el ofendido, ni sus familiares, vuelven a llevar una vida normal; sin soslayar que padecen durante el tiempo que dura la privación de libertad, lo que los psicólogos suelen denominar “muerte suspendida”, entendida como el sufrimiento prolongado de la probabilidad real de muerte del sujeto pasivo del delito. Por otra parte, el plagiario o plagiarios obtienen diferentes ganancias a través del hecho de secuestrar. Suele hacerse mayor énfasis en la pecuniaria y la política, pero también hay otros beneficios que se derivan de las anteriores.

El secuestro es un acto de fuerza que denota tener la capacidad de controlar la libertad de algunos miembros de la comunidad; devela la limitación del Estado para asegurar los derechos constitucionales de sus asociados. Estas ganancias dan a los plagiarios un sentido de territorialidad, de autoridad en las zonas de secuestro, en las que pudiera decirse que desplazan al poder estatal. De ahí la importancia, se insiste, de contar con los mecanismos legales necesarios no sólo para combatir sino para erradicar el delito de secuestro; uno de estos instrumentos lo constituye la adecuada tipificación penal de todas aquellas conductas que inciden directamente en el plagio.

No debemos perder de vista que la “industria del secuestro” constituye una manifestación criminal ligada en la mayoría de los casos a la delincuencia organizada, y que al considerarse un delito de alto impacto y afectar por ende el clima de seguridad pública, su

incidencia puede constituir un elemento que ahuyente la inversión en el Estado del sector productivo nacional e internacional, con las repercusiones que ello implica.

Ante tal panorama, estimándose que la codificación penal actual no contiene todos los supuestos fácticos susceptibles de sancionarse, es por lo que se sugiere su reforma y adición. En tal tesitura, se sugiere la hipótesis penal de un delito de secuestro en el que lo único que se requiera sea la privación de la libertad con el objeto de obtener cualquier clase de beneficio. Por otra parte, también se propone la creación de una figura penal en la que atendiendo a las características y condiciones especiales de la víctima, al número de sujetos activos, a la calidad de éstos, o bien a las modalidades de ejecución del ilícito, sea calificada, esto es, agravada con sanciones de mayor importancia. Especial referencia merece la calificativa señalada en la fracción IV del artículo 174. Con la propuesta, se pretende diferenciar que la violencia puede dirigirse a las personas (a la víctima o a quienes circunstancialmente se encuentran con ella) o a las cosas; en cambio, los actos humillantes o de tortura se encuentran referidos sólo a los que se aplican a la víctima del secuestro. Ahora bien, considerando que lo de mayor importancia es la salvaguarda de la integridad de la víctima del delito, es por ello que, como un aliciente para que el agente activo se desista de su pretensión delictiva, se establecen sanciones atenuadas para el caso de que se libere espontáneamente al ofendido dentro de las veinticuatro horas siguientes de su captura, sin que el activo hubiere conseguido sus intenciones ilícitas. Sobre el particular, es importante señalar que al considerar en la propuesta del supuesto típico básico que la temporalidad ha dejado de valorarse como el criterio rector para la configuración penal del secuestro, resulta obvio afirmar que el criterio de los tres días asumido por el Código Penal vigente en su artículo 175 resulta excesivo, pues en ese lapso la afectación al bien jurídico se consuma, al actualizarse severamente el daño. Por otro lado, el puente de oro que se le brinda al o los plagiarios, tiene como sustento la “espontaneidad en la liberación” del sujeto pasivo, lo que hace que la consecuencia punitiva sea más benévola; espontaneidad que encuentra explicación precisamente cuando dicha

liberación ocurre en un breve tiempo y no precisamente, como se ha señalado, cuando el daño sobre el pasivo se ha consumado. La investigación, persecución y represión del delito de secuestro, en muchas ocasiones se encuentra condicionada por una serie de conductas desplegadas por personas, que sin haber sido autores o partícipes del secuestro, sí limitan las actividades de los órganos estatales. Por ello, con la finalidad de inhibir estas conductas se propone la creación de un tipo penal accesorio a los tipos básicos de secuestro. Debe señalarse que la intención de la propuesta es castigar la perversidad y mala fe de quienes colmen estos supuestos, y no a quienes actúan evidentemente con entera buena fe. Las manifestaciones criminales son dinámicas, pues encuentran o crean espacios y formas novedosas de delinquir, que aunque formalmente pudiesen captarse en tipos penales ya existentes, su especial índole obliga a definirlos por separado para su mejor tratamiento jurídico y punitivo. Es lo que ocurre con quienes montan toda una farsa para convencer que se está ejecutando un secuestro sin que tenga correspondencia con la verdad. Podría esa conducta caber en el supuesto de fraude, pero son muy distintos los bienes jurídicos que con ello se afectan y que no sólo tienen que ver con el patrimonio. Por tal razón, se propone la creación de una figura de secuestro simulado con dos diferentes hipótesis fácticas: la maniobra engañosa sin que se colmen los propósitos de quienes la despliegan y la relativa a cuando éstos se agotan, desde luego con una agravación de penas en este último caso. Tampoco debe perderse de vista que el secuestro simulado en muchas ocasiones se presenta entre quienes tienen relaciones de parentesco o de gran intimidad. En este caso, se ha considerado recomendable establecer una excepción para que el delito se persiga por querella de parte ofendida. Dada la dinámica criminológica del delito de secuestro, su comisión puede verse vinculada a la realización de otro tipo de delitos, como homicidio y violación. En estos casos, el secuestro adquiere una significativa antisocialidad que debe verse correspondida con una consecuencia punitiva estatal adecuada a su gravedad.

Con la reforma al artículo 39 y la adición del artículo 31 bis ya antes comentados, se pretende punir con la firmeza socialmente exigida y con justicia, no sólo el caso específico del concurso de secuestro con otros delitos graves, sino también de éstos entre sí.

3. Robo de ganado La actividad ganadera en México tiene una importancia tal, que por sí sola aporta el 2.6% del producto interno bruto. Para darse una idea de la trascendencia que reviste habrá que mencionarse que de la extensión territorial con que cuenta el País (1.96 millones de kilómetros cuadrados), el 62.5% del territorio es dedicado a la cría de ganado. Ahora bien, este ramo de la economía es muy complejo, pues abarca desde la crianza del ganado para consumo humano, hasta la producción del mismo para eventos de competencia o deportes, así como para la producción de pieles o cueros, de ahí que genere como se ha apuntado una importante derrama de divisas, la que en no pocas ocasiones se ve afectada ante la actuación de la delincuencia.

Por ello, al contarse hoy en día con una legislación penal insuficiente, que sólo contempla como una agravante del robo simple el hecho de que el objeto del hurto lo constituya una o más cabezas de ganado (esto es, ni siquiera se trata de una figura penal autónoma) se deja fuera una serie de conductas que no siendo siempre en sí mismas delictuosas, requieren ser reprimidas por ser las que agotan al abigeato, pues mediante éstas se logra desde la comercialización del ganado en pie, hasta su venta en productos o subproductos, de ahí la necesidad de sugerir la reforma al Código Penal a efecto de que se comprendan todas aquellas actuaciones que pueden ser objeto de sanción, por ser de relevancia en la actividad económica clandestina generada por el robo de ganado.

Su comisión, dadas sus características, en muchas ocasiones implica la invasión a propiedades particulares y la intervención de dos o más personas en la sustracción del ganado, lo que aumenta su antisocialidad, además de que su incidencia afecta a este sector productivo tan importante, desalentando la inversión.

Por otra parte, también se estima que la penalización que actualmente se da al robo de ganado no es lo suficientemente grave, como se requiere, a efecto de lograr una verdadera prevención, sobre todo si se considera la facilidad con la que se puede evitar que se identifique el ganado una vez sacrificado y desde luego cuando ya se convierte en productos y subproductos (res en canal, destazada, cueros, vísceras, entre otros).

La tipificación que rige sólo habla del apoderamiento de una o más cabezas de ganado, resultando por ello incompleta, pues deja fuera conductas tan importantes como las de la simple posesión, detentación o aquellas más complejas como las de destazar, comercializar, enajenar, vender, traficar, usar, trasladar, pignorar o consumir los objetos, productos o subproductos del hurto de ganado, con lo cual se escapa una diversidad de conductas que convergen de manera importante en el abigeato, lo que propicia una grave impunidad, pues se deja sin sanción a quienes de manera directa o indirecta se ven beneficiados con la ejecución del apoderamiento ilícito de los animales; sin olvidar desde luego aquellas actuaciones tendientes a alterar o eliminar las marcas de animales vivos o pieles ajenas; así como las de marcar, contraremarcar, señalar o contraseñalar animales ajenos sin derecho para el efecto, o bien la expedición de certificados falsos para obtener guías simulando ventas o el uso de certificados o guías falsificados para cualquier negociación sobre ganado o cueros. También resulta importante destacar que las sanciones requeridas para penalizar las conductas citadas deben ser de tal magnitud que logren ser ejemplares a efecto de propiciar efectivamente una verdadera prevención general, disuadiendo así las intenciones criminales de quienes pretendan incurrir en este tipo de conductas delictuosas. Actualmente se cuenta con una tipificación penal limitada pues, se insiste, no contempla conductas que se constituyen en un reclamo social por la relevancia que tienen en la afectación patrimonial de los particulares, de ahí que deban ser contempladas en la ley punitiva a efecto de que sean sancionadas con la severidad necesaria. Con la reforma propuesta se colmaría la pretensión ya indicada, respecto a que la punibilidad para tales supuestos fácticos obedece a fines muy específicos: inhibir conductas que atentan contra la actividad ganadera guanajuatense. Como consecuencia de tales propuestas que gravitan sobre la figura autónoma de robo de ganado, habría que derogar la fracción IX del artículo 194. 4. Daños A fin de ampliar la protección punitiva prevista en el artículo 211, que contempla una figura agravada de daños en razón de los bienes en que éstos recaen, se propone sustituir el

término biblioteca por el de edificio, en virtud de que éste último, además de incluir al primero, abarca más supuestos, lo que finalmente constituye el telos de esta figura delictiva, pues con la redacción actual no se contempla el resto de la infraestructura pública, que también requiere protección penal. 5. “Grafitti” De conformidad con los principios fijados al inicio de esta exposición, no resulta pertinente la proliferación de tipificaciones delictivas cuando la particular conducta tenga ya un adecuado tratamiento legislativo que, ante la exigencia social, sólo requiera precisiones y mejoras.

Es el caso del delito de daños, cuando son causados acudiendo a la utilización de aerosoles o pinturas especiales, con las que se aplican leyendas o dibujos, generalmente por jóvenes, lo que ha dado origen a lo que se denomina “el grafitti”, que en estricto rigor es una afectación a inmuebles o incluso muebles que no pocas veces tienen un alto valor económico o, más grave aún, cultural, histórico o artístico y que en otras lesionan gravemente el patrimonio de particulares.

Aún cuando tales procederes caben dentro de la hipótesis típica de daños, es un reclamo social que se les reprima con mayor eficacia y severidad, por lo que a efecto de mejorar su tratamiento persecutorio y punitivo, se propone que en lo que a tal supuesto se refiere, el delito deje de ser de querella y baste para su indagación por el órgano público correspondiente una simple denuncia, así como que las penas previstas para las conductas antes descritas se eleven hasta en una mitad más de su cuantía. Dado que son los específicos medios empleados los que califican la gravedad de la conducta típica, así como la intensidad de la lesión que causan, a efecto de que haya congruencia sobre el particular, se propone dar también tratamiento persecutorio de oficio a los supuestos agravantes que ya se contienen en el Código en vigor.

6. Violencia intrafamiliar

Por medio del tipo penal de violencia intrafamiliar, se pretende salvaguardar el bien jurídico denominado familia, concebido como el grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros.

Esta figura fue creada por el legislador a fin de contar con instrumentos jurídicos que protejan a las personas, principalmente a aquéllas que se encuentren en situaciones de mayor vulnerabilidad, como las mujeres, los niños y las personas de la tercera edad. En ese sentido, a través del tipo penal de violencia intrafamiliar se busca frenar este fenómeno social recurrente que de manera alarmante genera conductas que atentan contra el normal y correcto desarrollo de la institución familiar y contribuir así al enriquecimiento de valores como el respeto, la consideración y la tolerancia, a fin de lograr relaciones armónicas y equitativas dentro de la sociedad. Al Estado le es imperativo tutelar la convivencia armónica que debe prevalecer en toda relación que se de dentro del seno familiar. Hay casos que por su índole son de extrema gravedad y no son suficientemente punidos tal y como está la legislación penal actual. En ellos, es la condición vulnerable del pasivo lo que vuelve grave el hecho: por la edad (niños y ancianos), por alguna discapacidad funcional, por enfermedad mental, o por cualquier otras circunstancia. Esta condición vulnerable cualifica al sujeto pasivo, pues lo coloca en una posición de desventaja notoria ante el agresor, aunada a aquella que de por sí ya se deriva del círculo de la violencia establecido entre el receptor y el generador de la misma. Por tales razones, se propone una hipótesis agravada, que regularía aquellos supuestos en que la violencia se haga consistir en lesiones que por lo menos tarden en sanar más de quince días, y en las que la pena correspondiente a las lesiones de que se trate pueda aumentarse hasta el doble. Con esta propuesta, se precisa que para la actualización del delito de violencia intrafamiliar no se requiere una reiteración de la conducta que lo constituye, supuesto que es suficiente con que se produzca el resultado exigido. 7. Falsificación de documentos y uso de documentos falsos El derecho penal como un instrumento de control social sólo justifica su intervención ante cuestiones de medular importancia para la sociedad, ya que es utilizado como el último recurso del Estado para conservar la seguridad y estabilidad de una sociedad, atendiendo al principio de mínima intervención; de ahí que la legislación penal sólo contemple la tutela

de aquellos valores fundamentales para la supervivencia y convivencia armónica de los hombres, razón por la cual el derecho punitivo es eminentemente realista al atender siempre a los requerimientos que le plantea su tiempo.

En tal tesitura, al advertir que día a día la moneda de curso legal es sustituida con mayor frecuencia por el denominado dinero plástico: tarjetas comerciales; instrumentos que a partir de hace unos cuantos años, se han hecho accesibles para un grueso importante de la población, al constituirse en una practica generalizada de las personas físicas o jurídico colectivas en sus operaciones comerciales al adquirir bienes o hacer uso de diversos servicios; de ahí que la utilización del dinero plástico sea de tal incidencia que pudiera pensarse que en un futuro inmediato viniese a sustituir en un importante porcentaje al uso del dinero, todo lo cual provoca un cambio considerable en las prácticas sociales; las personas ahora en lugar de portar dinero llevan consigo tarjetas comerciales, con las cuales pueden acceder a todo tipo de servicios y bienes, lo que a su vez también conlleva al cambio de la forma de operar de la delincuencia, la que sabe que sus víctimas en un mayor número de casos portarán tarjetas y no dinero, por lo cual no podrán despojarlas de éste último; situación que es enfrentada de diversas formas por el delincuente, duplicando, fabricando, alterando o usando las tarjetas comerciales de sus víctimas.

Sin embargo, ahí no queda la actuación de los delincuentes, ya que éstos al conocer el enorme potencial de lucro o provecho que pueden obtener a través de las tarjetas comerciales, hacen lo mismo que con la moneda; falsifican y alteran o “clonan” las tarjetas, conductas que no siempre quedan comprendidas en alguno de los supuestos penales existentes, por lo cual habrá de adecuarse la legislación a efecto de no dejar impunes algunas de estas actuaciones con las que se perjudica no sólo el patrimonio de los pasivos, sino además la estabilidad de la actividad comercial.

Según se ha apuntado, algunas de las conductas en las que se usa como instrumento del delito una tarjeta comercial se encuentran perfectamente contempladas en la codificación, como son las relativas a la adquisición de un bien o servicio a través del uso ilícito de una tarjeta comercial ajena, sobre la cual no existe ninguna facultad dominical por parte del activo, caso en el que indudablemente se está ante un robo; otros supuestos son los relativos a la falsificación de la tarjeta, esto es, la fabricación, duplicación, alteración o simulación de la tarjeta con el fin de obtener provecho; en los que se estaría hablando de una falsificación de documento (artículo 233), o bien cuando mediante el uso de tarjeta falsa,

alterada o robada se obtiene un lucro, supuesto en el que indudablemente se estará frente a un fraude.

No obstante, habrá conductas en las que a pesar de advertirse en sí mismas su antisocialidad, no pueden ser sancionadas por escapar hoy al ámbito de lo penal, como acontece con el simple detentador de tarjetas de procedencia ilícita, que sabe de tal circunstancia; es evidente que al tener conocimiento de que los objetos en cuestión tienen un origen indebido, el propósito de la detentación no puede ser legal, sin embargo, como no fue el que las fabricó, ni tampoco las ha utilizado, tal conducta ha escapado al derecho represivo; lo mismo acontece con quienes se encargan de distribuir las tarjetas falsas, robadas o alteradas.

Como puede advertirse, en las descripciones típicas vigentes no se contempla supuesto alguno relativo a la detentación o posesión de tarjetas comerciales por quienes saben que éstas tienen una procedencia ilícita, ya sea por ser producto de un robo o porque han sido fabricadas clandestinamente. Tampoco se prevé lo relativo a la venta, enajenación, distribución o compra de dichos instrumentos; por ende se requiere que todas estas conductas se encuentren contempladas por la legislación represiva, pues representan el paso inmediato para la comisión de ilícitos más graves, además de que por sí mismas revisten un carácter de ilegalidad. Ante tal panorama, lo pertinente según se estima es reformar el capítulo correspondiente a los delitos de falsificación de documentos y uso de documentos falsos, no el concerniente al fraude, como lo han sugerido distintos sectores. 8. Pornografía infantil La explotación sexual infantil, ha de entenderse como todo abuso cometido en el campo de lo sexual en contra de los menores, que tiene como propósito desde la satisfacción personal del activo de sus depravados instintos hasta la obtención de beneficios económicos de considerable importancia al comercializar con la exhibición corporal del menor o bien con la prostitución del mismo. Es un problema social que al igual que todo lo que tiene que ver con los delitos contra la libertad sexual tiene una ejecución oculta, silenciosa, que lo hace de difícil detección, pero no por ello impide que se conozca su alcance, sus efectos y repercusiones.

Para tener una idea de lo que en la actualidad significa la explotación sexual de los menores, debe citarse que según datos de la UNICEF (hasta agosto de 2001), dos millones de menores en el mundo se dedican a la prostitución y pornografía; por su parte la ONU afirma que de los 27 millones de personas que se encuentran atrapadas en la prostitución forzada, la mayoría son mujeres y niños; en tanto que en el País, según informa el DIF Nacional, la cifra de menores explotados sexualmente asciende a 17 mil; por otra parte, se calcula en 67 billones de dólares a nivel mundial la ganancia que deja la explotación sexual infantil con fines comerciales. Los anteriores datos hablan por sí solos de la gravedad del problema, lo que hace patente la necesidad de contar con una legislación penal acorde a los requerimientos sociales, que por una parte contemple todas aquellas conductas que vulneran el sano desarrollo sexual de los menores e incapaces y, por otra, que éstas se sancionen con la gravedad requerida a efecto tanto de prevenir como de reprimir su comisión. La tipificación penal que hoy rige en la Entidad en el rubro de lo que pudiera ser la pornografía infantil resulta muy limitada, ello en razón de que el artículo 236 no atiende precisamente a lo que se pretende combatir, pues habla de la fabricación, publicación, reproducción, transportación, posesión o enajenación de cualquier objeto de carácter obsceno con la intervención o protagonización de un menor de dieciocho años o incapaz; sin embargo, debe pensarse que si lo que se quiere salvaguardar es el sano desarrollo sexual del sujeto pasivo, aquél puede afectarse seriamente con la simple exhibición del menor al desnudo con el único propósito de ser admirado por el sujeto activo o por otros, conducta que ya no engasta en la hipótesis penal de referencia, pues no se fabricó, tampoco se reprodujo, ni se publicó o enajenó algún objeto obsceno; por otra parte, las sanciones contempladas no son lo suficientemente graves. Así, se propone una tipificación en donde no se hable de “cualquier objeto de carácter obsceno”, sino de actos de exhibicionismo sexual realizados por el menor a iniciativa de un tercero, quien lo obliga, emplea, facilita o induce a ello; con lo cual se logra engastar todo acto que atente contra el normal desarrollo sexual del menor. La protección que con el tipo penal comentado se otorga al bien jurídico se extiende también al supuesto en que sea el agente quien realice los actos de exhibicionismo para que éstos se observen por el pasivo.

Así mismo, se sugiere la creación de supuestos penales en donde se comprenda a aquel que financia, supervisa o fomenta la ejecución de cualquier tipo de pornografía infantil, sujeto de especial importancia, si se toma en cuenta que es el más interesado en la empresa de la pornografía infantil por los cuantiosos dividendos que ello le representa.

Por otra parte, se sugiere la creación de un supuesto penal en donde la nota delictiva la constituya la cantidad importante de material pornográfico detentado o poseído, por ser esta circunstancia la que permite evidenciar la finalidad de la detentación: venta, comercialización, distribución, transportación, arrendamiento, exposición, publicación, difusión o tráfico del material pornográfico; conducta que no debe quedar impune, pues se constituye propiamente en la actuación que permite ofertar el producto entre los consumidores de dichas mercancías.

Así mismo, se considera conveniente el sancionar aún más severamente al activo, cuando éste tiene una relación especial para con la víctima, como cuando es un ascendiente o tiene algún otro vínculo de semejante cercanía que lo lógico sería esperar protección de éste y no la agresión o degradación de que hace objeto al menor. Finalmente, en concordancia con la gravedad de la agresión de que es objeto la víctima y en atención a las secuelas que generalmente presenta en su desarrollo psicológico, debe estimarse a dichos ilícitos como graves y por ende incluírseles en el listado del artículo 11 del Código Penal.

Cabe apuntar que a efecto de ser más precisos en cuanto a cual es el bien jurídico tutelado en el Capítulo Único del Título Quinto del Código Penal, debe cambiarse su denominación, debido a que la actual: “De los delitos contra las personas menores e incapaces”, es tan genérica que de entrada no se sabe que tipo de delitos contempla, ya que los ahí contenidos no son los únicos que se cometen en contra de los menores e incapaces, por ello se estima más conveniente un título que haga referencia a la clase de ilícitos que contiene, de ahí que se aprecie pertinente la siguiente: “Corrupción de Menores e Incapaces. Explotación Sexual”, en razón de que se describen aquellas conductas tendientes a propiciar cualquier tipo de degeneración en el pasivo, pero sobre todo aquéllas en las que se usa al menor o incapaz como un artículo de consumo sexual.

9. Prostitución infantil Los argumentos esgrimidos para sustentar desde la perspectiva de la política criminológica la institución del delito de pornografía infantil, sirven de fundamento para la creación del delito de prostitución infantil. En ese sentido, con el objeto de crear esquemas legislativos más eficaces que protejan a la niñez guanajuatense, se sugiere establecer una figura delictiva que amplíe su descripción a otras conductas que en torno a la prostitución infantil, realizan agentes que sin ser quienes actualizan de manera directa la conducta típica contemplada en el artículo 240, promuevan, faciliten, consigan o entreguen al menor para que ejerza la prostitución. La figura que se propone, además contempla dos supuestos típicos: uno, donde el activo no obtiene ningún provecho, y otro, cuando obtiene el beneficio o bien, emplea la violencia, supuesto último en que las penas se agravan. Con esta inclusión también sería necesaria la modificación del artículo 237 para eliminar de él la referencia a la prostitución de menores. La ubicación natural de ese tipo penal sería dentro del Título Sexto y Capítulo Único, denominados respectivamente “Del Delito de Lenocinio” y “Lenocinio”; y por ello, se sugiere substituirlos por el de “De los Delitos de Lenocinio y Prostitución de Menores” y “Lenocinio y Prostitución de Menores”. 10. Abuso de autoridad En la actualidad, el tipo penal sólo exige que el servidor público, de manera dolosa, rebase el límite que sus atribuciones le imponen, sin importar la magnitud o antisocialidad de ese exceso, lo que si bien es acertado tratándose de ciertas actividades públicas, especialmente las de orden policiaco, en las que por mínima que sea la extralimitación, ha de reputarse suficiente para ser considerada delictiva, no puede tal criterio aplicarse en otra clase de funciones, de naturaleza netamente administrativa, en las que el apartarse de las normas que les rigen, aunque constituya una trasgresión o exceso, no reviste la suficiente antisocialidad para colmar la teleología que caracteriza a la norma punitiva. Por ello y a efecto de armonizar ambas pretensiones, se propone incorporar a la definición típica elementos con los que se precisan aquéllas, específicamente los relativos a la

evidente dolosidad del agente activo, que no puede a la luz de principios racionales dar explicación satisfactoria de su indebido proceder y al resultado, que se traduce siempre en un detrimento para un particular o para la propia función pública. 11. Encubrimiento por receptación en el supuesto de robo de vehículos El robo de vehículos se ha convertido en la actualidad en una de las empresas ilícitas de mayores dividendos –según estadísticas, apenas superado por el narcotráfico–, lo cual ha propiciado que a su alrededor se genere una serie de conductas que no siendo en sí mismas constitutivas de apoderamiento, requieren ser reprimidas por ser las que agotan a dicho ilícito, pues mediante éstas se logra desde la comercialización de la unidad como tal, hasta la venta de sus partes, o bien el uso de la unidad motriz para la ejecución de distinto delito. Si bien es cierto que la legislación penal local contempla algunas de estas conductas, como se verá más adelante, también lo es que no contiene todas aquellas que pueden ser objeto de sanción, por ser de relevancia en la industria ocasionada por el robo de vehículos, lo cual obliga a sugerir la reforma de tal figura penal. La tipificación que rige sólo habla de recibir, adquirir u ocultar el objeto, producto o efecto del delito, dejando fuera conductas tan importantes como las de la simple posesión, detentación o aquellas más complejas como las de desmantelar, comercializar, enajenar, vender, traficar, usar, trasladar, pignorar, modificar o alterar los objetos, instrumentos o productos del delito, con lo cual se escapa una diversidad de conductas que convergen de manera importante en la industria del robo de vehículos, lo que propicia una grave impunidad, pues se deja sin sanción a quienes de manera directa se ven beneficiados con la ejecución del apoderamiento ilícito de los automotores. Además de ello, resulta importante destacar que las penas previstas para las conductas hoy descritas no resultan lo suficientemente graves como para ser ejemplares y lograr uno de sus cometidos, que lo es la prevención general. No debe perderse de vista que en estricto rigor técnico, las conductas que ahora se pretende se sancionen, al ser posteriores a la comisión del robo de automotor, constituyen propiamente formas de encubrimiento, por lo cual se sugiere incluirlas en la figura de encubrimiento por receptación, con lo que se atendería a la verdadera naturaleza jurídica de dichas conductas delictuosas, además de que permitiría reprimirlas tan severamente como

se requiere; claro está, que se tendría que establecer una figura específica de encubrimiento a efecto de atender al fin punitivo que se busca dar a las conductas de que se ha hablado, que lo es fundamentalmente el que se contemple el mayor número de ellas, pretendiendo que no escape ninguna, para evitar la impunidad de quienes participan en la industria del robo de vehículos y además, reprimir de tal manera que se inhiba su ejecución; por ello, se considera pertinente que queden comprendidas en la institución jurídica del encubrimiento. Las sanciones son inferiores a las contempladas en las fracciones I y II del artículo 191 del Código Penal vigente, con lo cual se evita sancionar más gravemente al encubridor que al autor del delito.

Empero, también se propone la creación de un encubrimiento por receptación culposo referido únicamente a aquellos casos en el que el objeto, producto o instrumento del delito sea un vehículo automotor. Además, se sugiere la creación de una figura calificada del encubrimiento por receptación, que abarcaría únicamente al de ejecución dolosa, el que pudiera ser estimado como grave a efecto de lograr una mayor prevención general, pues este supuesto al incluírsele en el listado de delitos graves, evitaría la posibilidad de la libertad provisional, lo que desde luego impediría la reiteración de estas conductas.

Por lo aquí expuesto y fundado, se propone a la Asamblea la aprobación del siguiente:

DECRETO

Artículo único.- Se derogan, reforman y adicionan los artículos 11 fracciones XIII, XIII bis y XIX, 31 bis, 39, 173, 174, 175, 175 bis, 175 ter, 194 fracción IX, 194 bis, 194 ter, 194 cuar, 210, 211, 211 bis, 221, 221 bis, 234 bis, 236, 236 bis, 236 ter, 237, 239, 239 bis, 240, 240 bis, 261, 275, 275 bis y 275 ter; y se modifican las denominaciones del Capítulo Único que integra el Título Quinto; del Título Sexto y su Capítulo del Código Penal para el Estado de Guanajuato, para quedar como sigue:

“Artículo 11.- Se consideran como delitos graves, para todos los efectos legales los siguientes: I.-... II.-... III.-... IV.-... V. ... VI.-.... VII.-... VIII.-... IX.-... X.-... XI.-... XII.-... XIII.- Corrupción de menores e incapaces, contemplada en los artículos 236, 236 ter y 237; XIII bis.- Prostitución de menores a que se refiere el artículo 240 bis; XIV.-... XV.-... XVI.-... XVII.... XVIII.-... XIX.- Encubrimiento por receptación calificado, previsto en el artículo 275 bis. Artículo 31 bis.- Tratándose del concurso de homicidio, secuestro, violación y robo calificado con cualquier otro delito, se acumularán las sanciones que por cada delito se impongan, sin que la suma de las de prisión pueda exceder de 60 años. Artículo 39.- La prisión consiste en la privación de la libertad personal, en la institución penitenciaria que el Ejecutivo del Estado designe. Su duración podrá ser de diez días a cuarenta años, salvo lo dispuesto en el artículo 31 bis. Artículo 173.- Comete el delito de secuestro quien priva de la libertad a una persona, sin importar el tiempo que esto dure, con la pretensión de obtener rescate, conseguir un beneficio de cualquier naturaleza, obligar a la autoridad o a un particular a que realice o deje de realizar una función o acto o causar un daño o perjuicio a cualquier persona.

Este delito será sancionado con prisión de veinte a cuarenta años y de doscientos a cuatrocientos días multa. Artículo 174.- Se impondrá prisión de treinta a cuarenta años y de mil a dos mil días multa, si en el secuestro concurre cualquiera de las circunstancias siguientes: I.- Que la víctima sea menor de dieciséis o mayor de sesenta años de edad o se encuentre indefensa, por sus condiciones especiales, frente al secuestrador; II.- Que intervengan dos o más sujetos activos; III.- Que el activo tenga o haya tenido, en los cinco años que antecedan a la comisión del delito, funciones de seguridad pública o privada, de investigación de delitos, de procuración o administración de justicia o de ejecución de penas; IV.- Que el delito se cometa en un lugar desprotegido o haciendo uso de la violencia, o bien que se apliquen actos humillantes o de tortura al secuestrado al efectuar su detención o durante el tiempo que permanezca privado de su libertad; o V.- Que se realice aprovechando la confianza depositada en el agente activo. Artículo 175.- Si se pone espontáneamente en libertad a la víctima, dentro de las veinticuatro horas de haberla secuestrado, sin que se hayan agotado los propósitos del activo, la pena a imponer será la señalada en el artículo 169, siempre y cuando no concurra ninguna de las circunstancias agravantes definidas en el artículo que antecede, con excepción de la contenida en su fracción I. Artículo 175 bis.- Se impondrá prisión de dos a diez años y de doscientos a quinientos días multa al que en relación con las conductas sancionadas por los artículos anteriores y sin el consentimiento de quienes representen o gestionen legítimamente a favor de la víctima: I.- Actúe como intermediario en las negociaciones de rescate; II.- Colabore en la difusión pública de las pretensiones o mensajes de los secuestradores, fuera del estricto derecho a la información;

III.- Persuada a no presentar la denuncia del secuestro cometido o bien a no colaborar u obstruir la actuación de las autoridades; o IV.- Efectúe el cambio de moneda nacional por divisas o de éstas por moneda nacional, sabiendo que es con el propósito de pagar el rescate de un secuestro. Las mismas sanciones se aplicarán a quien intimide a la víctima, a sus familiares, a sus representantes o gestores durante o después del secuestro para que no colaboren con las autoridades competentes. Artículo 175 ter.- A quien simule un secuestro con la pretensión de obtener rescate, conseguir un beneficio de cualquier naturaleza, obligar a la autoridad o a un particular a que realice o deje de realizar una función o acto o causar un daño o perjuicio a cualquier persona, sin importar los medios empleados ni la condición simulada de secuestrador o secuestrado, se le aplicará de cinco a diez años de prisión y de ciento cincuenta a cuatrocientos días multa. Cuando quienes fingiendo la condición de secuestrador o secuestrado obtengan sus pretensiones, la sanción podrá agravarse de una mitad del mínimo a una mitad del máximo de las señaladas en el párrafo anterior. Se requerirá querella cuando el delito se cometa entre cónyuges, concubinos, ascendiente y descendiente, adoptante y adoptado, tutor y pupilo, madrastra o padrastro e hijastro o bien entre hermanos. Artículo 194.- Se considera calificado el robo cuando: I.-... II.-... III.-... IV.-... V.-... VI.-... VII.-... VIII.-... IX.- Se deroga. X.-...

... Artículo 194 bis.- A quien se apodere de una o más cabezas de ganado ajeno, sin consentimiento de quien legalmente pueda disponer de ellas, se le impondrá prisión de tres a quince años y de diez a trescientos días multa.

Artículo 194 ter.- Se impondrá prisión de seis meses a seis años y de diez a cien días multa, a quien: I.- A sabiendas de su origen ilícito, detente, posea, custodie, adquiera, venda, enajene, destace, comercialice, trafique, pignore, reciba, traslade, use, oculte o consuma ganado o productos o subproductos del mismo; y

II.- En su calidad de autoridad intervenga en las operaciones precisadas en la fracción que antecede, conociendo la procedencia ilícita del ganado, de sus productos o subproductos.

Si el valor del ganado, sus productos o subproductos, es de cuando menos ciento cincuenta veces el salario mínimo, se aplicará de dos a diez años de prisión y de setenta a cien días multa. Artículo 194 cuar.- Se impondrá prisión de seis meses a cuatro años y multa de diez a cien días, a quien:

I.- Altere o elimine las marcas en animales vivos o pieles ajenas, sin estar facultado para ello; II.- Marque, trasherre, señale o contraseñale animales ajenos, en cualquier parte, sin derecho para el efecto; o

III.- Expida certificados falsos para obtener guías simulando ventas o haga conducir animales que no sean de su propiedad sin estar debidamente autorizado para ello, o haga uso de certificados o guías falsificados para cualquier negociación sobre ganado o cueros.

Si en los actos mencionados participa algún servidor público que tenga a su cargo funciones de verificación, certificación o expedición de documentación relacionada con la

procedencia del ganado o cueros, además de las sanciones a que se refiere este artículo, se le inhabilitará para desempeñar cualquier empleo, cargo o comisión públicos, por un período igual al de prisión. Artículo 210.- ... Este delito se perseguirá por querella, salvo que se refiera a los supuestos previstos en los tres artículos siguientes o que se ejecute por quienes conduzcan vehículos que estén prestando un servicio público o remunerado de transporte de personas o cosas o que se encuentren bajo el influjo de bebidas alcohólicas, estupefacientes, psicotrópicos u otras sustancias semejantes. Artículo 211.- Si el daño se causare a museos, archivos o edificios públicos o a bienes que tengan valor artístico, se le aplicará de uno a siete años de prisión y de diez a cien días multa. Artículo 211 bis.- Si el daño se causare mediante la aplicación de signos o caracteres gráficos con pinturas o substancias similares, se castigará hasta con una mitad más de las penas previstas en los artículos anteriores. Artículo 221.- ... ... ... ... Este delito se perseguirá por querella, salvo que la víctima sea menor de 18 años, caso en el que se perseguirá de oficio. Artículo 221 bis.- Cuando la violencia se haga consistir en lesiones que por lo menos tarden en sanar más de quince días, inferidas a una persona que por razón de su edad, discapacidad o cualquiera otra circunstancia no esté en condiciones de resistir la conducta delictuosa, la pena se aumentará hasta otro tanto más de su duración y cuantía.

Artículo 234 bis.- Se impondrá prisión de tres a nueve años y de cuarenta a doscientos días multa a quien: I.- Sin el consentimiento de quien esté facultado para ello, fabrique, enajene o distribuya tarjetas comerciales que puedan ser utilizadas para el pago de bienes o servicios. II.- Falsifique o altere tarjetas comerciales, que puedan ser utilizadas para el pago de bienes o servicios. III.- Adquiera, utilice, posea o detente tarjetas comerciales para el pago de bienes o servicios, a sabiendas de que son falsificadas o alteradas.

IV.- Adquiera, utilice, posea o detente tarjetas comerciales para el pago de bienes o servicios, sin consentimiento de quien esté facultado para ello.

V.- Altere los medios de identificación electrónica de tarjetas, títulos o documentos para el pago de bienes o servicios.

VI.- Adquiera, utilice o posea equipos electromagnéticos o electrónicos para sustraer la información contenida en la cinta o banda magnética de tarjetas, títulos o documentos, para el pago de bienes o servicios, así como a quien posea o utilice la información sustraída de esta forma.

Si el sujeto activo es empleado o dependiente del ofendido, las penas se aumentarán en una mitad.

TÍTULO QUINTO DE LOS DELITOS CONTRA EL DESARROLLO DE LAS PERSONAS

MENORES E INCAPACES

CAPÍTULO ÚNICO CORRUPCIÓN DE MENORES E INCAPACES. EXPLOTACIÓN SEXUAL

Artículo 236.- A quien por cualquier medio obligue, emplee, facilite o induzca a una persona menor de dieciocho años o incapaz, a fin de que realice actos de exhibicionismo sexual, con el objeto de que se le observe, muestre, fotografíe, filme, videograbe o de cualquier modo se generen u obtengan imágenes impresas o electrónicas, se le impondrá de seis a once años de prisión y de quinientos a cinco mil días multa, así como el decomiso de los objetos, instrumentos y productos del delito, incluyendo la destrucción de los materiales gráficos. Artículo 236 bis.- Se impondrá de dos a seis años de prisión y de ciento cincuenta a mil quinientos días multa, a quien realice exhibiciones sexuales en presencia de menores de dieciocho años o de incapaces.

Si el delincuente ejerce violencia sobre la víctima, las penas se incrementarán de la mitad del mínimo a la mitad del máximo de las aquí señaladas.

Artículo 236 ter.- Se impondrá de seis a diez años de prisión y de quinientos a cinco mil días multa, a quien:

I.- Venda, comercialice, distribuya, transporte, arriende, exponga, publicite, difunda o de cualquier otro modo trafique con el material a que se refiere el articulo 236;

II.- Aporte recursos económicos o de cualquier especie o colabore de alguna manera al financiamiento, supervisión o fomento para posibilitar la ejecución de alguno de los delitos a que se refiere este capítulo; o

III.- Posea material de pornografía infantil en tal cantidad, que no tenga otro destino que su venta, comercialización, distribución, transporte, arrendamiento, exposición, publicación, difusión o tráfico.

Artículo 237.- A quien procure, facilite o mantenga en la corrupción a un menor de dieciocho años de edad o a un incapaz, mediante actos lascivos o sexuales, o lo induzca a la mendicidad, ebriedad, a realizar una conducta homosexual, al uso de estupefacientes, psicotrópicos u otras substancias semejantes, a formar parte de una asociación delictuosa o a cometer cualquier delito, se le aplicará prisión de tres a ocho años y de cincuenta a doscientos días multa. Si el agente ejerce violencia sobre el pasivo la sanción se aumentará hasta una tercera parte.

Artículo 239.- Las sanciones que señalan los artículos anteriores se aumentarán hasta en una mitad más cuando el delito se cometa por quien tenga parentesco por consanguinidad en línea recta o colateral hasta el segundo grado, por afinidad o civil o habite en el mismo domicilio con la víctima aunque no existiera parentesco alguno, así como por el tutor o curador. Además, se le impondrá la pérdida de la patria potestad respecto de todos sus descendientes y el derecho a alimentos que le correspondiera por su relación con la víctima. Artículo 239 bis.- Además de las sanciones impuestas a quienes incurran en los delitos descritos en este capítulo, quedarán inhabilitados para ser tutores o curadores.

TÍTULO SEXTO

DE LOS DELITOS DE LENOCINIO Y PROSTITUCIÓN DE MENORES

CAPÍTULO ÚNICO LENOCINIO Y PROSTITUCIÓN DE MENORES

Artículo 240.- ... Si la víctima fuere menor de dieciocho años o incapaz, se duplicarán las sanciones señaladas. Artículo 240 bis.- Comete también lenocinio quien aun sin obtener algún provecho, promueva, facilite, consiga o entregue a un menor de dieciocho años para que ejerza la

prostitución. Se le castigará con pena de cuatro a ocho años de prisión y de mil a cinco mil días multa. Si obtiene algún beneficio o emplea la violencia, las penas se aumentarán hasta en una mitad más. El agente activo además perderá los derechos a la patria potestad y alimentos que tuviere respecto de la víctima y quedará inhabilitado para ser tutor o curador. Artículo 261.- Al servidor público que, dolosa e injustificadamente, con motivo de sus funciones, exceda el límite de sus potestades o atribuciones, en detrimento de un particular o de la función pública, se le impondrá de un mes a seis años de prisión, de diez a cincuenta días multa, destitución del empleo o cargo e inhabilitación hasta por seis años. Artículo 275.- Se impondrá prisión de seis meses a cinco años y de diez a sesenta días multa a quien sin haber participado en la comisión de un delito, posea, detente, custodie, adquiera, venda, enajene, desmantele, comercialice, trafique, pignore, reciba, traslade, use, oculte, modifique o altere los objetos, instrumentos o productos de aquél, con conocimiento de esta circunstancia.

Si el valor del instrumento, objeto o producto del delito es de cuando menos quinientas veces el salario mínimo, se aplicará de dos a ocho años de prisión y de setenta a cien días multa.

Si en los actos mencionados participa algún servidor público que tenga a su cargo funciones de prevención, persecución, aplicación o ejecución de sanciones respecto de delitos, además de las penas a que se refiere este artículo, se le aplicará destitución de aquéllas y se le inhabilitará para desempeñar cualquier empleo, cargo o comisión públicos por un período igual al de la pena de prisión.

Artículo 275 bis.- Se considera calificado el encubrimiento a que se refiere el artículo anterior, cuando el agente activo ya hubiere sido condenado en sentencia firme por el mismo delito y se castigará con las penas en aquél previstas, aumentadas hasta una mitad más.

Artículo 275 ter.- A quien sin haber participado en la comisión de un delito, cuyo objeto, producto o instrumento fuese un vehículo automotor, lo adquiera sin tomar las precauciones necesarias para cerciorarse de su ilícita procedencia, se le impondrá de diez días a dos años de prisión y de diez a cuarenta días multa.”

T R A N S I T O R I O

ARTÍCULO ÚNICO.- El presente decreto entrará en vigor a los sesenta días siguientes contados al de su fecha de publicación en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado.

Guanajuato, Gto., 19 de julio de 2004

Juan Carlos Romero Hicks Gobernador Constitucional del Estado de Guanajuato