Provincia de San Juan de Dios en Mëxico

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® Asociación Española de Americanistas Gutiérrez Escudero, Antonio, María Luisa Laviana Cuetos (coords.): Estudios sobre América: siglos XVI-XX .. Sevilla, AEA, 2005 La provincia del Espíritu Santo de San Juan de Dios de Nueva España Adriana Rocher Salas Universidad Autónoma de Campeche, México LOS JUANINOS EN AMÉRICA Las tierras descubiertas por Cristóbal Colón significaron para muchos un sueño de riqueza, prestigio y la posibilidad de un rápido ascenso social. Esta premisa, aplicada a individuos, puede ser también válida si se usa en ciertas corporaciones. La joven Congregación de Juan de Dios compartía esos sueños, aun- que en un plano distinto al de los individuos seglares. Su obra, en muchos aspectos novedosa e innovadora, necesitaba mostrar al Estado y a la Iglesia su valía y eficacia. Debía demostrar que salvar enfermos rescataba súbdi- tos para el rey y daba fieles a la Iglesia. La primera ocasión en que se menciona la existencia de hospitales juandedianos en ultramar es en la bula de Gregorio XIII In Supereminenti, que hace dos referencias al respecto: la primera, en el apartado Noveno: “y otros muchos semejantes [hospitales fundados] con el favor divino en diversas provincias del Mar Océano”; la segunda mención la hace en el apartado Décimo: “cada uno de los hospitales fundados tanto en los Reinos de España, como en las Indias del mar Océano”. 1 1 Bula en la que se comunican y extienden a todos los hospitales de la Congregación de Juan de Dios los Privilegios, Indulgencias, y Gracias concedidas por el Breve de San Pío V al Primitivo hos- pital de la Ciudad de Granada. Dado en Frascate, a 28 de abril de 1576. Parra y Cote, Alonso: Bulario de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Granada, 1987, págs. 44-53. 1299

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Orden Hospitalaria en México

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  • Asociacin Espaola de Americanistas Gutirrez Escudero, Antonio, Mara Luisa Laviana Cuetos (coords.): Estudios sobre Amrica: siglos XVI-XX.. Sevilla, AEA, 2005

    La provincia del Espritu Santo de San Juan de Dios de Nueva Espaa

    Adriana Rocher Salas Universidad Autnoma de Campeche, Mxico

    LOS JUANINOS EN AMRICA

    Las tierras descubiertas por Cristbal Coln significaron para muchos un sueo de riqueza, prestigio y la posibilidad de un rpido ascenso social. Esta premisa, aplicada a individuos, puede ser tambin vlida si se usa en ciertas corporaciones.

    La joven Congregacin de Juan de Dios comparta esos sueos, aun- que en un plano distinto al de los individuos seglares. Su obra, en muchos aspectos novedosa e innovadora, necesitaba mostrar al Estado y a la Iglesia su vala y eficacia. Deba demostrar que salvar enfermos rescataba sbdi- tos para el rey y daba fieles a la Iglesia.

    La primera ocasin en que se menciona la existencia de hospitales juandedianos en ultramar es en la bula de Gregorio XIII In Supereminenti, que hace dos referencias al respecto: la primera, en el apartado Noveno: y otros muchos semejantes [hospitales fundados] con el favor divino en diversas provincias del Mar Ocano; la segunda mencin la hace en el apartado Dcimo: cada uno de los hospitales fundados tanto en los Reinos de Espaa, como en las Indias del mar Ocano.1

    1 Bula en la que se comunican y extienden a todos los hospitales de la Congregacin de Juan de Dios los Privilegios, Indulgencias, y Gracias concedidas por el Breve de San Po V al Primitivo hos- pital de la Ciudad de Granada. Dado en Frascate, a 28 de abril de 1576. Parra y Cote, Alonso: Bulario de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Granada, 1987, pgs. 44-53.

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    En las Constituciones realizadas durante el primer Captulo General

    de la orden de San Juan de Dios celebrado en 1587 se volvi a citar la exis- tencia de hospitales juaninos en Indias. En esta ocasin la referencia fue ms explcita, sealando como sus hospitales los de Juan de Dios en Mxico; el de la Ciudad del Nombre de Dios en Panam y el Hospital de la Ciudad de los Reyes, en el Per.2

    Los historiadores de la Orden intentan explicar este hecho sealando que los individuos o agrupaciones que los fundaron, conociendo la existen- cia de la organizacin hospitalaria fundada en Granada, pensaron entregr- selos para su mejor administracin y por ello los pusieron a nombre de la orden de Juan de Dios.3

    Este argumento es poco consistente, toda vez que los hospitales de la Ciudad de Nombre de Dios y de la Ciudad de los Reyes fueron fundados en fechas posteriores al Captulo de 1587. Por otra parte, ninguno de los tres en sus inicios estuvo dedicado a Juan de Dios.

    Entonces, cmo explicar la existencia de referencias explcitas a fun- daciones en las Indias del mar Ocano aun sin haberlas? Sin ser una res- puesta, no debe olvidarse que los hombres del siglo XVI con respecto a Amrica se guan ms por sus expectativas que por los hechos. Estas refe- rencias no constituyen una excepcin; no sera la primera ni la ltima oca- sin que en documentos oficiales, estatales o eclesisticos se edificaran castillos en el aire.

    Aunque la tradicin juandediana menciona una expedicin de ocho hospitalarios a cargo del padre Francisco Hernndez que trabaj en Cuba, no se tiene noticia cierta del paso de la orden a Amrica hasta 1596, un ao despus de obtener la aprobacin de Felipe II. El monarca, que en 1584 se haba negado a darles el pase,4 en esta ocasin les dio todas las facilidades para pasar a Amrica pues, adems de costear los gastos de la expedicin, los eximi del engorroso trmite de la informacin requerida sobre cada individuo que deseara pasar a Amrica. Adems, orden que les fueran entregados los hospitales de Cartagena, Ciudad de Dios y Por- tobelo. Cartagena de Indias fue el punto de llegada y el lugar donde ini-

    2 Primitivas Constituciones. Hermanos de San Juan de Dios, Madrid, 1977, pg. 130. 3 Ver Ortega Lzaro, fray Luis: Para la Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de

    Dios en Hispanoamrica y Filipinas, Madrid, 1992, pg. XXVII. Ciudad Gmez, Juan: Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Archivo Interprovincial, Granada, pg. 135.

    4 Los hermanos del hospital de Granada solicitaron pasar a las Provincias de Tierra Firme y Per, pero la propuesta fue rechazada en 1584. Ortega Lzaro, Para la historia de la Orden, pg. 497.

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    ciaron su obra en Amrica. Despus de presentar sus despachos al Go- bernador y al obispo, recibieron el hospital de la ciudad, bajo el nombre de san Sebastin.

    Mediante real cdula fechada el 1 de agosto de 1602, Felipe III auto- riz una segunda expedicin de religiosos juaninos a Amrica, sealando que sus integrantes deban distribuirse de la siguiente forma: cuatro para Nueva Espaa, cuatro para La Habana, cuatro para Cartagena y cuatro para Portobelo, para que sirvieran en los hospitales de aquellas provincias.5

    A Mxico llegaron en 1604. Aunque la cdula de Felipe III deca expresamente que a los destinados a Nueva Espaa se les diera el hospital de Alonso Rodrguez, que no era otro que el Hospital Real de la ciudad de Mxico, el Virrey Marqus de Montesclaros prefiri entregarlo a los her- manos de la orden hospitalaria de san Hipolito,6 por lo que a los juaninos les dio un pequeo hospital, el de Nuestra Seora de los Desamparados. Este sera su principal centro hospitalario en la Nueva Espaa.

    Las fundaciones juandedianas en el Per se iniciaron con la tercera expedicin, aprobada por real cdula del 30 de julio de 1604, compuesta de cinco religiosos a cargo de fray Francisco Lpez. Al poco tiempo de su lle- gada a la Ciudad de los Reyes, en 1606, recibieron el hospital de San Diego de Lima, el cual sera su casa matriz en el virreinato peruano.7 Al igual que en el resto de Amrica, la Orden se extendi rpidamente, como lo mani- fiesta el hecho de que a mediados del siglo XVII, los juaninos tuvieran bajo su cuidado una veintena de hospitales.8

    Durante estos primeros aos, los hermanos de Juan de Dios estuvie- ron sujetos a la autoridad de los obispos de sus lugares de asiento, al igual que sus hermanos espaoles. Los breves de Paulo V de abril de 1608 y julio de 1611 sumados a otro de Urbano VIII fechado el 20 de junio de 1624, que devolvieron a la congregacin hospitalaria su perdida condicin de orden religiosa con todas las prerrogativas y privilegios que ello significa-

    5 Archivo General de Indias (AGI), Indiferente, 3.076. Real Cdula de 1 de agosto de 1602. 6 La Orden de san Hiplito o de la Caridad, fundada por Bernardino lvarez a fines del siglo

    XVI, es considerada como la primera orden religiosa mexicana. El reconocimiento como tal lo recibe el 20 de mayo de 1600 por Breve de Inocencio XII. Su campo de accin fue muy vasto, pues se ocu- p lo mismo de hurfanos y desocupados, que de locos, retrasados mentales, enfermos y convalecien- tes. Ver, Santos, Juan: Cronologa hospitalaria y resumen histrico del glorioso patriarca San Juan de Dios, t. I, pg. 77. Muriel, Josefina: Los hospitales de la Nueva Espaa, Mxico, 1960, t. II, pgs. 9 y 10.

    7 Ciudad Gmez, Historia de la Orden, pgs. 162, 163. 8 Vanse en Ortega Lzaro, Para la Historia de la Orden, los captulos dedicados a Per,

    Bolivia, Ecuador y Chile. Tambin en Santos, Cronologa hospitalaria, t. II, pgs. 405 y 406.

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    ba,9 plantearon la necesidad de organizar los hospitales americanos con una estructura similar a la existente en Espaa, que cohesionara a todos los hos- pitales bajo una sola cabeza. Esta reorganizacin se presentaba como un asunto prioritario; si se desligaban de la autoridad de los diocesanos, como era su deseo, y se ponan bajo el gobierno directo de sus autoridades en Espaa, no era difcil prever que su lejana convertira esa dependencia en un obstculo para su buena administracin y gobierno.

    La solucin adoptada por el definitorio de la orden fue crear en 1626 la Comisara general de Indias, cuyo titular tendra las mismas facultades y poderes que el General en Espaa. El primer Comisario general fue fray francisco Lpez, bajo cuya autoridad se pusieron los religiosos y hospita- les juandedianos en Amrica.

    La pretensin de la orden de trasladar a Amrica los privilegios y exenciones pontificias recibidos encontr la resuelta oposicin de las auto- ridades civiles y eclesisticas locales, que hasta entonces haban tenido bajo su cargo la administracin de los hospitales. stas elevaron sus quejas ante el Rey quien, por real cdula de 3 de noviembre de 1630, oblig a los hermanos de Juan de Dios a rendir cuentas y sujetarse a la vigilancia de las autoridades civiles o eclesisticas, sin poder oponerse valindose de las exenciones y privilegios concedidas por la silla apostlica. Adems, se refrend su obligacin de solicitar la licencia real para recibir o fundar nue- vos hospitales.10

    La apelacin interpuesta por los hermanos hospitalarios ante orden tan contraria a sus intereses motiv la revisin del caso por parte del Consejo de Indias. Esto tuvo como resultado la promulgacin de una serie de reales cdulas que consignaron las prerrogativas, derechos, obligaciones y restricciones de la orden, las cuales marcaron la manera en que se deb- an administrar los hospitales de la Orden de Juan de Dios en Amrica, dis- posiciones que adquirieron su forma ms acabada en la Ley 5, Libro I,

    9 Al llegar los hermanos de Juan de Dios a Amrica la orden tena poco menos de 60 aos

    de haber sido fundada. En ese lapso de tiempo, la orden haba pasado de ser una simple comunidad de indi- viduos que compartan una vocacin hospitalaria, a ser reconocida como orden religiosa (1586) y, unos pocos despus, ser suprimida como tal mediante un breve de Clemente VIII del 13 de febrero de 1592, en el que, entre otras cosas, se orden a los juaninos someterse a la autoridad episcopal y dejar de pronun- ciar los votos de pobreza, obediencia y castidad, propios de toda orden religiosa, limitndose a proferir el voto de servir a los pobres. Parra y Cote, Bulario, pgs. 87, 88. A consecuencia del breve supresor de Clemente VIII los hospitalarios italianos y espaoles se dividieron, formando dos congregaciones inde- pendientes, una con sede en Espaa y otra afincada en Italia. Al respecto, vase Santos, Cronologa hos- pitalaria, t. I. pgs. 453-457, y Ciudad Gmez, Historia de la Orden, pgs. 129 y 130.

    10 Ciudad Gmez: Historia de la Orden, pg. 177.

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    Ttulo IV, de la Recopilacin de las Indias, dada el 20 de abril de 1652. Esta normativa se hara extensiva a todas las rdenes hospitalarias que ope- raban en Amrica.11

    Las leyes que tuvieron por objeto regular la vida de las rdenes hos- pitalarias dejaron claro que stas estaban en Amrica para salvar cuerpos no almas; se les quera como hospitalarias no como religiosas. De ah que, entre otras cosas, deban sujetarse a la visita y vigilancia de las autorida- des civiles y eclesisticas, sus hospitales no podran ser llamados conven- tos ni sus superiores recibir el ttulo de priores, sino slo el de hermanos mayores.

    Las ordenanzas formadas por el Consejo de Indias y mandadas a observar por la real cdula de 7 de abril de 1634, hicieron necesaria una nueva reorganizacin de la orden del beato Juan de Dios en Amrica.12 En sus artculos 6 y 7 se ordenaba que no se concediera el hbito de la orden a ningn sbdito, espaol o criollo, ms que en las casas de Panam , Lima y Mxico, las nicas autorizadas como casas conventuales y noviciados. El artculo aada que esas tres casas seran matrices de provincia, pues en ellas deban residir sendos Comisarios generales.

    El general de la orden, fray Fernando de Montaos, en obedecimiento a tales disposiciones, agrup los hospitales americanos en tres provincias: la de San Bernardo de Tierra Firme;13 la del Arcngel San Rafael de Per y Chile;14 y la del Espritu Santo de Nueva Espaa.15 A cargo de estas provin- cias qued un Comisario General y su definitorio, con las mismas atribu-

    11 Adems de la Orden de San Juan de Dios y la de San Hiplito, tambin estuvieron las rde- nes hospitalarias de Nuestra Seora de Belem y la de Los Cannigos Reglares de San Agustn del Instituto de San Antonio Abad. La primera, tambin conocida como Betlemtica, fue fundada en la segunda parte del siglo XVII por el religioso canario Pedro de San Jos de Vetancourt y obtuvo el reco- nocimiento papal como Orden religiosa en 1672. Fueron sus principales obligaciones, adems del cui- dado y atencin de enfermos y convalecientes, ensear a leer, escribir y contar a los nios pobres. Tuvo la caracterstica de ser la nica religin hospitalaria en Amrica que tuvo religiosas de su Instituto y Regla, que atendan a las mujeres. La segunda, slo tuvo a su cargo un hospital, el de San Antonio Abad de la Ciudad de Mxico, dependiente de su matriz espaola. Su obra la desarroll entre un tipo de enfer- mos poco atendidos por los dems hospitalarios, los leprosos o quienes padecan de una enfermedad que, por su manifestaciones externas, eran confundida con la lepra, la cual era un tipo de avitaminosis conocida como mal de San Antn, Fuego Sacro o mal leonino. Ver Santos, Cronologa hospita- laria, t. I, pg. 77; Muriel, Los hospitales, t. I, pgs. 10-15.

    12 El 21 de septiembre de 1630, Urbano VIII expidi el Breve In Sede Principis Apostolorum por el cual conceda el ttulo de beato a Juan de Dios. Parra y Cote, Bulario, pgs. 182-185.

    13 Comprenda a Panam y Colombia. 14 Inclua a Per, Bolivia, Ecuador y Chile. 15 Se extenda por Mxico, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Filipinas y

    un hospital en La Guaira, Venezuela.

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    ciones que anteriormente se haban otorgado al Comisario General de Indias. Estas reformas fueron aadidas a otras enmiendas que se agregaron a las Constituciones de 1632 y que fueron aprobadas por la sede pontificia el 9 de noviembre de 1640.16

    Ante la rpida expansin de la orden en el territorio americano, noto- ria no slo por sus hospitales en creciente nmero sino por el aumento de vocaciones y solicitudes para tomar el hbito juandediano, las casas de Lima, Panam y Mxico vieron rebasada su capacidad para satisfacer tal demanda. Es por ello que se permiti que las casas de Santa Fe en la Nueva Granada, Santiago en Chile y Potos en el Per fueran tambin casas con- ventuales y de noviciado, como aparece sealado en la ley de abril de 1652.

    LOS JUANINOS EN LA NUEVA ESPAA

    Al tomar posesin del hospital de Nuestra Seora de los Desam- parados en la ciudad de Mxico, fray Cristbal Muoz estaba colocando la primera piedra del que sera el edificio ms grande de la obra juandediana en Amrica: la provincia del Espritu Santo de Nueva Espaa.

    Desde el momento de su arribo autoridades civiles y eclesisticas de toda la Nueva Espaa comenzaron a solicitar su presencia para fundar o para hacerles entrega de hospitales ya fundados, con la certeza que al cui- dado de los juaninos estaran mejor administrados y atendidos. La real cdula de 2 de marzo de 1606 despej el camino para su expansin, pues en ella se ordenaba al virrey de Mxico, marqus de Montesclaros, que les otorgara las licencias necesarias para las fundaciones y entregas de hospi- tales. Su xito fue tal que menos de 20 aos despus, al ordenarse la reor- ganizacin territorial de la orden en Amrica con su divisin en tres pro- vincias, la del Espritu Santo tena a su cuidado 14 hospitales.17 Su expansin sigui una curva ascendente y al finalizar el siglo XVII eran ya 27 los hospitales bajo su administracin.

    16 Constituciones de la Orden de la Hospitalidad de San Juan de Dios N.P. confirmadas por la Santidad de Urbano Papa VIII en 9 de noviembre de 1640.

    17 Despus de recibir el hospital de Nuestra Seora de los Desamparados, fundaron o les fue- ron entregados los hospitales de Colima (1605), Guadalajara, Zacatecas y Durango (1608), San Luis de Potos (1611), Len (1616), Orizaba (1619), Celaya (1623), Puebla de los ngeles (1620) y Mrida (1630), a los que hay que agregar el hospital de La Habana (1603), Cavite (1620), Manila (1624), estos ltimos en Filipinas, que tambin dependan de la provincia del Espritu Santo.

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    La capacidad de crecimiento de los juaninos era mayor que la de sus

    hermanas hospitalarias. Goz de la indudable ventaja que su origen euro- peo le brind, toda vez que, adems de las vocaciones americanas, existi un permanente bombeo de personal que desde su matriz espaola les era enviado para completar la cuota de religiosos necesaria para sostener su rit- mo expansivo. En cambio, bethlemitas e hiplitos, por ser rdenes ameri- canas, no contaron ms que con los miembros que lograran reclutar en Amrica, lo que sin duda puso lmites a su crecimiento.

    Los juaninos supieron aprovechar el decidido apoyo que la Corona le otorg, librndola de obstculos que hubieran frenado su trabajo hospitala- rio. No sin dificultades, hizo valer sus fueros y privilegios frente a los obis- pos;18 y aunque las leyes indicaban lo contrario, en la prctica, permaneci exenta de la vigilancia de las autoridades virreinales.19 Libre de la injerencia episcopal y virreinal, pudo administrar sus hospitales con absoluta libertad. Sin embargo, la orden, que en Europa haba manifestado su falta de madu- rez para gobernarse, en Amrica no supo dar mejor uso a esa facultad.

    Entre los primeros juaninos que arribaron a Mxico se encontraban algunos elementos con un largo historial de conflictos y problemas, de ah que desde fechas muy tempranas se iniciaran las divisiones al interior de la provincia. Los primeros provinciales, electos en captulo, tuvieron que afrontar la indisciplina y rebelda de sus gobernados, llegando a ocurrir que uno de ellos, fray Gabriel Bermejo fuera apresado y desterrado.

    La creacin de la Comisara General en Nueva Espaa agrav, si cabe, la problemtica interna de la provincia. El primer Comisario General, fray Juan Pobre, slo dur en su cargo 2 aos; despus de sobrevivir al veneno que sus propios hermanos le pusieron en sus alimentos, abandon la Nueva Espaa y regres a Espaa.20

    18 Fray Juan Pobre en 1633 entreg al virrey Marqus de Serralbo las bulas apostlicas que exentaban a su orden de la jurisdiccin de los Ordinarios, obteniendo la proteccin y auxilio real para hacerlas vlidas.

    19 AGI, Mxico, 2.743. Don Antonio de Urizar, alcalde de corte de la sala del crimen de Mxico, al emitir su dictamen sobre la Visita y Reforma de 1772-1774, seala: ser a lo menos importan- tsimo que todos los conventos formasen todos los aos una razn exacta de su estado activo y pasivo ... As mismo de los gastos ordinarios, y extraordinarios y numero de los individuos de que se compone cada convento... Casi esto mismo debe practicarse conforme leyes reales de estos reinos, y conforme tambin, los sagrados cnones y disposiciones conciliares, con todas las iglesias catedrales y hospitales del Real Patronato, pues todos los aos reconocen sus cuentas, y estado de sus rentas... Los conventos y hospitales de San Juan de Dios, son de igual naturaleza, porque no se ha de practicar esta diligencia con ellos y otros conventos y lugares pos que son semejantes?. Mxico, 18 de octubre de 1781.

    20 Santos, Cronologa hospitalaria, t. II, pgs. 157-158.

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    Su sucesor, fray Jos Medrano, juanino novohispano, gobern la pro-

    vincia haciendo caso omiso de los designios del general de la Congregacin espaola.21 No respet el lmite de seis aos impuesto a los Comisarios Generales y de hecho, mantuvo a la provincia separada de su matriz espaola. Buscando legitimar su gobierno, alegando ser demasiado gravoso para la provincia los gastos de traslado del Comisario General, pidi al virrey autorizacin para celebrar captulo con el propsito de ele- gir provinciales y definitorio, lo que le fue concedido en diciembre de 1643.22 As mismo, envi al general de la Congregacin espaola una infor- macin sobre la conveniencia de que la provincia novohispana eligiera a sus autoridades en captulo.23

    En el captulo celebrado en marzo de 1644, Medrano fue electo pro- vincial y cre cinco vicaras provinciales para las regiones ms apartadas de la provincia, como era el caso de La Habana, Yucatn, Guatemala, Filipinas y Durango.24 Es probable que esta medida, adems de reconocer la dificultad de gobernar desde la ciudad de Mxico hospitales diseminado en un territorio tan extenso, tuviera el afn de evitar nuevos conatos sepa- ratistas al permitir que sus hospitales ms lejanos pudieran gozar de mayor autonoma. El captulo tambin dictamin que no se admitiera Comisario General proveniente de Espaa y que de todo esto se informara al Papa, al Rey y al General de la Congregacin espaola.25

    No fue fcil para el gobierno general de la orden disciplinar a la pro- vincia rebelde. Los conflictos que en Espaa haba provocado el generala-

    21 Como mencionamos anteriormente, a fines del siglo XVI, los hermanos hospitalarios de Juan de Dios se dividieron en dos congregaciones independientes: una con sede en Italia y otra en Espaa; de sta ltima dependieron las provincias juaninas de Amrica. Ver nota 8.

    22 AGI, Indiferente, 3.076. Peticin de Fray Jos de Medrano prior del Convento y hospital Real de los Desamparados de esta ciudad al virrey Garca Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra. Mxico, noviembre de 1643.

    23 Medrano en su peticin cita a fray Fernando de Montaos como General de la Orden. Sin embargo, entonces el General era fray Justiniano Snchez Alberola, quien haba sido electo en 1638 como sucesor de Montaos. Este error resulta significativo, pues da la pauta del grado de alejamiento de la provincia mexicana con respecto a su madre en Espaa.

    24 Santos, Cronologa hospitalaria, t. II, pg. 520. 25 El acuerdo del captulo acordaba escribir a Su Santidad, a su Majestad y a nuestro Rvmo.

    Padre General y se determin, vot y orden que si como puede sucediese venir algn comisario General visitador u otra persona aunque fuese religioso de esta provincia con algunos recaudos, bulas, constituciones o mandatos de cualesquiera gnero o especie que sean por ningn modo o camino se reciban, admitan, notifiquen ni obedezcan hasta que no estn juntos provincial, definidores, secretario, procuradores generales y compaero y si alguno contra esta orden dispusiere ... sea preso y castigado como perturbador de la paz y buen gobierno de esta santa provincia. AGI, Indiferente, 3.076. Mxico, marzo de 1644.

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    to de fray Andrs Ordez (1644-1647) absorban buena parte de sus ener- gas. Sin embargo, no se poda permitir el lujo de perder a la mayor de sus provincias, por lo que tom cartas en el asunto y, con el apoyo real, consi- gui deshacer el nudo atado por Medrano. Ordnez, en unin de su defini- torio, design a fray Fracisco Trillanes como nuevo Comisario General, haciendo hincapi en que tales nombramientos slo podran hacerse desde Espaa. Medrano no cej en su empeo y mand encarcelar a quien deba sucederle, acusndolo de haber mal administrado los bienes del hospital de Campeche, del que Trillanes haba sido prior de 1642 a 1645.26 A pesar de su resistencia, fray Jos Medrano tuvo que dejar el poder, toda vez que el Consejo escuch la solicitud del general juanino y dio el pase a las paten- tes otorgadas a Trillanes. Casi 20 aos despus el entonces general juanino fray Fernando Snchez Ruiz, queriendo cerrar cualquier rendija por la cual nuevamente un comisario general pudiera intentar rebelarse al gobierno central de la orden, dirigi una carta al Consejo de Indias puntualizando que si bien aqul, dentro de su jurisdiccin, tena la mismas facultades que el general, careca de la autoridad para convocar captulos provinciales.27 Sin embargo, pese a la accin de Snchez Ruiz, los religiosos de la provin- cia mexicana siguieron manifestando su inconformidad por no poder inter- venir en la designacin de su principal autoridad.

    Los problemas del gobierno de la provincia novohispana no dejaron de influir en el rgimen religioso y hospitalario de los juaninos. Algunos religiosos, sin dejar de sealar a las autoridades venidas de Espaa como las principales culpables, elevaron sus quejas ante las mximas autoridades polticas y eclesisticas del virreinato: los hospitales que son a cargo de la religin de San Juan de Dios se hallan por los suelos, perdidos y aniquila- dos ... y esto nace as de la malicia como omisin de los Comisarios o prio- res que les administran pues aunque de ese reino pasan espaoles que pare- cen santos, aqu se vuelven luego en demonios. Este religioso tambin revelaba las condiciones casi de indigencia en que vivan sus hermanos, toda vez que los recursos para su digna manutencin eran dilapidados por sus prelados.28

    Las quejas e inconformidades por la mala administracin de los hos- pitales puestos al cuidado de los hospitalarios de San Juan de Dios y la fal-

    26 AGI, Mxico, 36. Carta de fray Jos Medrano al Consejo de Indias. Mxico, 10 de octubre de 1645.

    27 AGI, Indiferente, 3.076. Madrid, 14 de diciembre de 1665. 28 Ibdem. Sin nombre. Villa de Len, 28 de enero de 1702.

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    ta de observancia de la vida religiosa de sus miembros provoc que algu- nos obispos intervinieran intentando poner orden en el caos reinante. Tal fue el caso, en la segunda mitad del siglo XVIII, de los obispos de Oaxaca y Puebla; incluso este ltimo quit los hospitales de Atrixco y Orizaba de la administracin juandediana, ponindolos directamente bajo la supervi- sin de la mitra poblana.

    Al ordenar Carlos III la Reforma de todas las rdenes religiosas en Amrica se design a fray Pedro Rendn Caballero para hacer la visita de la Provincia del Espritu Santo de Nueva Espaa.29 Con el objeto de evitar posibles conflictos con los prelados de la provincia novohispana, a Rendn Caballero se le dot de las facultades propias de un Comisario General.

    Al llegar a Nueva Espaa, Rendn Caballero se encontr a una pro- vincia profundamente dividida, mal administrada y decadente. El deplora- ble estado de la principal casa de la provincia, el hospital de Nuestra Seora de los Desamparados, con un edificio urgido de reparaciones, una econo- ma en ruinas, agobiado por las deudas y por los problemas entre sus reli- giosos, con una biblioteca semivaca que no contaba con las lecturas bsi- cas para la formacin y manejo de sus conventuales, constitua el mejor espejo donde mirar la situacin de toda la provincia. De ah que para el visitador, adems de ser el punto de partida obligatorio de su reforma, fue- ra tambin el laboratorio donde experimentar soluciones a los males que aquejaban a los juaninos novohispanos.

    Rendn Caballero procedi a reparar el edificio, pagar las deudas y a proveer a los religiosos de todos los avos necesarios tanto para su manu- tencin como para el desempeo de su ministerio. Los recursos los obtuvo en parte gracias a donativos extraordinarios, pero sobre todo, mejorando la administracin de los ingresos que ordinariamente fluan al Convento. Habiendo advertido la falta de Constituciones actualizadas, hizo imprimir 700 ejemplares de ellas, repartindolas a todas las casas de la provincia del Espritu Santo.30

    Consciente de que la inmensidad del territorio haca prcticamente imposible visitar cada una de las casas que la orden tena en Nueva Espaa,

    29 Rendn Caballero haba sido miembro del definitorio general de su Orden y en dos ocasio-

    nes provincial de la provincia hospitalaria de Nuestra Seora de la Paz de Sevilla. Para una sucinta rela- cin de sus cargos dentro de la orden de San Juan de Dios, vanse los encabezados de los documentos por l emitidos que citamos a continuacin.

    30 AGI, Mxico, 2.743. Testimonio del cuaderno quinto en que se contiene la respuesta del R.P. visitador reformador del convento de San Juan de Dios de esta corte. Mxico, 3 de noviembre de 1779.

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    Rendn Caballero solicit y obtuvo del Virrey la autorizacin para que la visita se hiciese desde el Convento de Nuestra Seora de los Desamparados de la ciudad de Mxico. En diciembre de 1773 el reformador envi despa- chos a todos sus conventos hospitales para que el Prior o un representante se presentara en la ciudad de Mxico llevando consigo los libros de cuen- tas, as como informes sobre enfermos atendidos, nmero de religiosos y ayudantes, bienes del hospital y, en general, de todas las actividades que llevaran a cabo.

    Despus de analizar los informes, el reformador lleg a la conclusin de que no exista cosa especial en que hacer reparo, pues vuestras pater- nidades y reverencias (por lo que expresan y nos informan) viven unidos en paz y caridad, observando nuestras santas leyes y obligacin hospitala- ria.31 Sin embargo, algunas circunstancias parecen contradecir tan feliz afirmacin.

    A la par de las actividades de Rendn Caballero, las autoridades virreinales realizaron su propia investigacin, solicitando informes a los gobernantes civiles y eclesisticos de los lugares donde hubiese hospitales a cargo de la Orden de San Juan de Dios, pidindoles que en ellos efectua- ran un dictamen sobre si consideraban conveniente que continuara la admi- nistracin hospitalaria juanina. Si la respuesta era negativa deban proponer los medios para darle nueva forma al sistema hospitalario; si por el contra- rio era positiva, que sealaran el nmero de religiosos que deban tener los hospitales juandedianos.32

    Los informes realizados por las autoridades civiles y eclesisticas, contradicen las afirmaciones de Rendn Caballero. El arzobispo de Mxico y los obispos de Puebla y Antequera de Oaxaca son especialmente duros al sealar las anomalas existentes en esos hospitales: corrupcin en todos los aspectos, inobservancia de la vida religiosa, apropiacin indebida de fon- dos y por sobre todas las cosas, un psimo desempeo como hospitalarios. El fiscal de la Audiencia de Mxico, a la luz de esos informes, no pudo evi- tar exclamar que en los hospitales que tiene a su cuidado la religin de San Juan de Dios lo menos que han pensado sus religiosos ha sido observar su Instituto, en recibir y atender a los pobres enfermos y en administrar y con- servar las rentas destinadas a tan santos fines.33

    31 Velasco Ceballos, Rmulo (comp.): Visita y reforma de los hospitales de San Juan de Dios de Nueva Espaa en 1772-1774, Mxico, 1945, t. II, pg. 48.

    32 Ibdem, pg. 98. 33 Ibdem, pg. 193.

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    Por otra parte, la efectividad de la visita y reforma tuvo desde sus ini-

    cios un obstculo insalvable, el inmenso territorio de la Nueva Espaa. La debilidad de los informes realizados por los superiores de los Conventos- hospitales acerca de su propio desempeo salta a la vista: en caso de exis- tir desrdenes seran ellos los principales responsables, por lo que el false- ar sus declaraciones sera, ante todo, una medida obligada y lgica de autodefensa.

    Sin embargo, no debe dejarse de sealar que, si la defensa de intereses particulares resta credibilidad a los informes juandedianos, algo parecido sucede con los realizados por las autoridades eclesisticas. El aejo enfren- tamiento, curia diocesana- orden religiosa, constituye un factor que no pue- de dejarse de lado. Las cartas de los diocesanos reflejan enojo y frustracin por el poco respeto que los juaninos haban mostrado hacia su autoridad.

    El dictamen del obispo de Puebla, el ms encendido detractor del tra- bajo juandediano, resulta esclarecedor al respecto. En su alegato, hace uso indiscriminado de la legislacin indiana y pontificia, citando una u otra segn su conveniencia. Hace notar que, desobedeciendo las leyes de Indias, los juaninos haban usado de los hospitales como si fueran de su propiedad, eximindose de la jurisdiccin ordinaria y poltica mediante privilegios papales que en Amrica carecan de validez.34 Sin embargo, en otra parte realiza la misma operacin pero en sentido inverso, es decir, utiliza las bulas pontificias, aun las contrarias a los deseos de la Corona. As, mencio- na los breves de Urbano VIII de 1636 y 1642 que prohiben el trabajo de los religiosos juaninos fuera de su convento hospital, olvidando que, contando con el apoyo de la Corona, la orden haba solicitado y obtenido la dispen- sa de esos mandatos.

    A pesar de su fe en los informes de sus prelados, las recomendaciones del mismo Rendn Caballero a sus sbditos dejan entrever una problem- tica mucho ms acusada de la que haba sealado en su dictamen; de hecho, todas ellas dan respuesta a las acusaciones realizadas contra su orden. De este manera, el reformador recomienda mayor cuidado y caridad en la aten- cin a los enfermos; transparencia en el manejo de los recursos destinados a los enfermos que no deban, bajo ninguna circunstancia, ser usados para otros fines; orden en la administracin de los hospitales y para ello era imprescindible que se llevaran puntualmente los libros de cuentas, bienes, enfermos, fallecidos y de religiosos; prohibi terminantemente que los reli-

    34 Ibdem, pg. 190.

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    giosos se inmiscuyeran en negocios ajenos y participaran en juegos de azar; encarg a los priores que no dejasen de proporcionar a sus gobernados el vestuario y dems implementos para el cumplimiento de su misin y que no permitieran a los religiosos salir sin acompaante y mucho menos que durmieran fuera del convento.35

    Rendn Caballero tambin tuvo que poner en orden a los religiosos conflictivos. La variedad de soluciones que aplic fue desde reprimendas verbales hasta el destierro de la casa Matriz y la crcel conventual. Estas medidas ocasionaron nuevos problemas con aquellos que resultaron afecta- dos, los que se convirtieron en un autntico dolor de cabeza para el refor- mador.

    Sus detractores acusaron a Rendn Caballero y a su secretario, fray Jos Barrera, de velar por sus propios intereses, de enriquecerse ilcitamen- te y de hostigar con elevadas exigencias a los conventos. Segn los incon- formes, el gobierno del visitador haba superado en tirana y corrupcin al de los Comisarios Generales.36

    El omnmodo poder otorgado a Rendn Caballero obligan a otorgar el beneficio de la duda a tales sealamientos. Sin embargo, dos hechos hacen que la balanza se incline a favor del reformador. Por una parte, est la investigacin realizada para aclarar las anomalas denunciadas absolvi de toda culpa al visitador. Por otra, el anlisis de la trayectoria de los distintos actuantes en el conflicto tambin favorece al visitador.

    Y es que mientras Rendn Caballero vino acompaado de excelentes cartas credenciales, apoyado por recomendaciones tanto de la curia juani- na como de personajes ajenos a la orden tanto eclesisticos como secula- res, sus detractores contaban con antecedentes opuestos. El caso ms claro es el del Padre Francisco Paulin, uno de sus principales enemigos, quien durante el tiempo que fungi como capelln del hospital de Orizaba fue acusado de mala conducta por el obispo de Puebla. Rendn Caballero lo desterr por tres aos del Convento principal, adems de condenarlo a seis aos de crcel por golpear a un hermano donado.37

    Las controversias que se suscitaron a raz de la visita y reforma de los hospitales de San Juan de Dios en Nueva Espaa provocaron que se abrie- ra una investigacin al respecto, que por real cdula de 24 de mayo de 1778

    35 Ibdem, pgs. 46-63 36 AGI, Mxico, 2.743. Carta dirigida a don Jos de Glvez fechada en Mxico, a 26 de junio

    de 1777. 37 Ibdem. Sin nombre. Julio de 1780.

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    se encarg al alcalde del Crimen, Jos Antonio de Urizar. Este, en su reso- lucin final realizada el 18 de octubre de 1781, adems de absolver a fray Pedro Rendn Caballero, emiti un juicio sobre lo que consideraba eran las causas principales de los desrdenes al interior de la orden juandediana.

    Seala como fuente inagotable de desavenencias los problemas entre sacerdotes y legos, fruto de las reglas que impedan a los sacerdotes ocupar cargos dentro del gobierno juanino, por lo que recomienda que se les diese la oportunidad de acceder a las prelacas o que de lo contrario desaparecie- ran de la Orden. As tambin consideraba inconveniente el que los priores o prelados manejaran los recursos, ya que esto constitua no slo una ten- tacin, sino una distraccin de los deberes que su instituto les impona. Es por ello que aconseja que los bienes y caudales de los hospitales fueran administrados por sndicos seglares, tal como suceda con la orden de San Francisco de Ass.

    La Visita de Rendn Caballero es aprobada por la Audiencia de Mxico en 1779, siendo Virrey de la Nueva Espaa Martn de Mayorga, aunque la real cdula al respecto se emiti el 26 de octubre de 1785 a cau- sa del retraso de algunos informes. Para entonces, el visitador ya estaba de vuelta en Espaa, como se le orden por cdula de diciembre de 1781.

    Los hechos que se sucedieron despus de la marcha de Rendn Caballero de Mxico pusieron de manifiesto, por una parte, que la situacin de la Orden hospitalaria era mucho ms grave de lo que el visitador se atre- vi a aceptar y por otra, que estas anomalas no eran producto de circuns- tancias coyunturales.

    El sucesor de Rendn Caballero, fray Miguel Gabiola y su secretario de provincia, fray Jos Surez, protagonizaron un enfrentamiento en el que salieron a relucir las mismas acusaciones de antao: fraudes, venta de prio- ratos y faltas a la observancia de los votos de pobreza y castidad. El pro- blema trascendi los muros del hospital de Nuestra Seora de los Desamparados; el arzobispo virrey de la Nueva Espaa, la Audiencia de Mxico, el gobernador de La Habana y el definitorio y General de la Congregacin de Espaa se vieron obligados a intervenir. Sin embargo, pese al escndalo, la decisin final no entra el castigo para ninguna de las partes en conflicto; el Consejo de Indias se limit a dictaminar que, puesto que el tiempo de gobierno del Comisario General y de su secretario haba finalizado, se llevara a efecto la eleccin de sus sucesores.38

    38 AGI, Mxico, 2.539. Consejo de Indias, sala primera a 1 de septiembre de 1789.

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    Fray Jos Benavides, sucesor de Gabiola, enfrent acusaciones simi-

    lares a las realizadas contra su antecesor. Calificado de dspota, fue acusa- do de saquear las arcas de los conventos, de beneficiar a un sobrino suyo y de mantener ilcita amistad con la esposa de ste. Fue enviado a Espaa a comparecer ante sus superiores y el Consejo de Indias. Fue absuelto de los cargos e incluso, lo premiaron dndole el cargo de secretario de su suce- sor en la Comisara General de la Nueva Espaa, fray Manuel Merchante.39

    Los escndalos en los gobiernos de Gabiola y Benavides dieron pie a la recomendacin por parte del Consejo de Indias de que desaparecieran los cargos de Comisarios Generales para Indias y su lugar lo tomaran provin- ciales electos en captulo.40 La aceptacin del Rey tiene una doble lectura: adems de intentar poner coto a los desrdenes al interior del organismo hospitalario se buscaba debilitarlo, pues al separarlo de su matriz espaola se converta en una organizacin local, lo que facilitara su control por par- te de las autoridades novohispanas, tanto civiles como eclesisticas. A la desaparicin de las Comisaras Generales sigui la ley que suprima las rdenes monacales el 1 de diciembre de 1820, que en la Nueva Espaa fue observada con toda puntualidad.

    Un balance de la labor de la orden de San Juan de Dios que dejase de considerar las situaciones adversas que tuvo que enfrentar, adems de injusto, sera una limitante para comprender su desempeo y trayectoria. En sus informes de Rendn Caballero realiz una serie de sealamientos en descargo de su Instituto que no eran ajenos a la realidad. La escasez de recursos para sostener sus hospitales, la sobrepoblacin de los mismos y no contar con el personal suficiente para la atencin de los enfermos, fueron parte de la cotidianeidad del trabajo de los hospitalarios juandedianos.

    Aunque no hubo raza, profesin ni enfermedad a quien se diera una especial preferencia, los pacientes de los hospitales juandedianos tenan como elemento comn su pobreza. Un documento de la segunda mitad del siglo XVIII resulta bastante claro al respecto: no siendo creble que haya sujeto de algn caudal por pequeo que sea, que elija el ir a un hospital, dejando el regalo y conveniencia de su casa, en la ocasin que ms lo necesita.41

    Los enfermos constituan una inversin poco redituable. El gasto de su atencin era alto, pues se procuraba que fueran atendidos de una mane-

    39 AGI, Mxico, 2.544. Consejo de Indias de 23 de julio de 1801. 40 Ibdem. 41 AGI, Mxico, 698. Sin nombre, Madrid 15 de diciembre de 1749.

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    ra integral. Adems de los cuidados mdicos y las medicinas para sus dolencias, eran alimentados, aseados y por supuesto, consolados espiritual- mente. Sin embargo, su pobreza haca que en la mayora de los casos fue- ra el hospital quien absorbiera los gastos de su atencin.

    El sostenimiento de sus hospitales represent uno de los mayores retos de la orden de San Juan de Dios en Amrica. Su cuarto voto de hos- pitalidad que los obligaba a atender a todo aquel que pidiera su ayuda, les impeda cobrar por sus servicios; slo podan esperar la gratificacin que sus enfermos pudieran darle.

    Sostener un hospital a base de limosnas era una tarea complicada. La ayuda de la Corona o de los gobiernos locales resultaba insuficiente, de ah que hospitales y gobiernos buscaran diversas soluciones. La ms importan- te y significativa se dio en los hospitales ubicados en poblaciones portua- rias, por la que se oblig a algunas corporaciones a aportar, mediante impuestos o contribuciones preestablecidas, una cantidad fija que les per- mitiera gozar de los servicios hospitalarios que necesitasen. Ejemplo de ello fue el caso del impuesto que, desde el segundo cuarto del siglo XVII, se oblig a pagar a todas las naves que arribaran a los puertos de Veracruz, La Habana, Cartagena y Campeche.42 La novedad de estas aportaciones fue total, pues de hecho pueden ser consideradas como las que establecieron el seguro social hospitalario en Amrica.43

    Los problemas internos y los causados por circunstancias ajenas a su control no evitaron que la obra juandediana alcanzara grandes magnitudes, no slo en la Nueva Espaa, sino en toda la Amrica espaola. La frialdad de los nmeros resultan indicativos de la trascendencia de su labor: duran- te el ltimo cuarto del siglo XVIII, en Hispanoamrica la orden hospitala- ria de san Juan de Dios atenda un promedio anual de 28.500 enfermos, en 63 hospitales servidos por 575 religiosos. En Nueva Espaa, de mayo de 1768 hasta mayo de 1773, los 36 hospitales de la Provincia del Espritu Santo, con una capacidad aproximada de 1.316 camas, dieron atencin a 129.983 personas, de las cuales fallecieron 9.819.44

    42 AGI, Mxico, 1.681. Hospital de Nuestra Seora de los Remedios de Campeche. Aprobacin de consignaciones para su subsistencia hechas en 1673. Cdula, 14 de enero de 1673.

    43 Muriel, Los hospitales, t. II, pg. 157. 44 Tabla de los enfermos y soldados que se han recibido y curado y los que han fallecido de

    ambos sexos en los conventos hospitales de esta Santa Provincia del Espritu Santo, en: Constituciones de la Orden y Hospitalidad de San Juan de Dios confirmadas por la Santidad de Urbano Papa VIII en 9 de noviembre de 1640 debajo de la proteccin siempre de sus Majestades Catlicas ... reimpresas a solicitud del Rmo. P. fray Pedro Rendn Caballero, Mxico, 1774.

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    Las rdenes hospitalarias, y ms que ninguna otra, la de San Juan de

    Dios, dieron respuesta a una demanda que ni el Estado ni la sociedad pod- an o queran afrontar; fueron esas organizaciones profesionales y especia- lizadas en el trabajo hospitalario quienes cargaron el mayor peso del, por as llamarlo, sistema hospitalario en la Nueva Espaa.

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