Proyecto de Etica

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PROYECTO DE ETICA Un proyecto de ética para el Director de la SAT NECESIDAD DE IMPULSAR LA ÉTICA EN LA ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA El tema de la ética para incrementar la eficacia y eficiencia de la administración tributaria, se fundamenta en la imperiosa necesidad de recuperar la credibilidad de la población en la Superintendencia de Administración Tributaria, y en el compromiso del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT) de promover los principios incorporados en la Carta-Documento “Atributos Mínimos Necesarios para una Administración Tributaria Sana y Eficaz”, adoptada por los países miembros del CIAT en 1996. Sobre el carácter ético que debe tener la recaudación de impuestos, cabe recordar que Benvenuto Griziotti dio un enfoque ético a la tributación destacando que, antes de que como fenómeno jurídico y político, el impuesto debe ser considerado como una norma más general de carácter ético, “la vida social del Estado implica el concurso de los asociados a los fines a que tienda la sociedad, en cuanto los fines a lograr tornan siempre en beneficio de los propios asociados; también la obra que el Estado desarrolla requiere de gastos, los cuales en cuanto que se efectúan por la asociación son colectivos; por lo que, teniendo en cuenta la utilidad de los particulares asociados, deben repartirse entre ellos. También sostenía que si el Estado recurriera sólo al poder de la coacción para obtener los ingresos públicos, esto le sería imposible porque los habitantes tratarían de eludir la obligación, y el Estado debería luchar contra ellos en condiciones que determinarían que el gasto y la reacción política suscitada por la exacción de los ingresos superarían la utilidad realmente obtenida de los tributos; por ello el componente ético de la tributación jamás debe ser menospreciado. Según Héctor Villegas, el fundamento ético– político de la tributación se puede resumir así: “Si los ciudadanos han creado el Estado, es lógico que contribuyan a su funcionamiento”; sin embargo esas

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PROYECTO DE ETICAUn proyecto de tica para el Director de la SAT

NECESIDAD DE IMPULSAR LA TICA EN LA ADMINISTRACIN TRIBUTARIA

El tema de la tica para incrementar la eficacia y eficiencia de la administracin tributaria, se fundamenta en la imperiosa necesidad de recuperar la credibilidad de la poblacin en la Superintendencia de Administracin Tributaria, y en el compromiso del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT) de promover los principios incorporados en la Carta-Documento Atributos Mnimos Necesarios para una Administracin Tributaria Sana y Eficaz, adoptada por los pases miembros del CIAT en 1996.

Sobre el carcter tico que debe tener la recaudacin de impuestos, cabe recordar queBenvenuto Griziotti dio un enfoque tico a la tributacin destacando que, antes de que como fenmeno jurdico y poltico, el impuesto debe ser considerado como una norma ms general de carcter tico, la vida social del Estado implica el concurso de los asociados a los fines a que tienda la sociedad, en cuanto los fines a lograr tornan siempre en beneficio de los propios asociados; tambin la obra que el Estado desarrolla requiere de gastos, los cuales en cuanto que se efectan por la asociacin son colectivos; por lo que, teniendo en cuenta la utilidad de los particulares asociados, deben repartirse entre ellos. Tambin sostena que si el Estado recurriera slo al poder de la coaccin para obtener los ingresos pblicos, esto le sera imposible porque los habitantes trataran de eludir la obligacin, y el Estado debera luchar contra ellos en condiciones que determinaran que el gasto y la reaccin poltica suscitada por la exaccin de los ingresos superaran la utilidad realmente obtenida de los tributos; por ello el componente tico de la tributacin jams debe ser menospreciado. Segn Hctor Villegas, el fundamento tico poltico de la tributacin se puede resumir as: Si los ciudadanos han creado el Estado, es lgico que contribuyan a su funcionamiento; sin embargo esas contribuciones deben ser percibidas y aplicadas correctamente.

El CIAT ha identificado tres garantas necesarias para una administracin tributaria moderna y progresiva, que son las siguientes:

1. Garantizar la integridad e imparcialidad de una administracin tributaria;2. Garantizar la continuidad de una administracin tributaria adecuada; y3. Garantizar la confianza de los contribuyentes.

La tica y su Importancia:

Existen oportunidades para las entidades recaudadoras de ingresos fiscales, de todos los pases, de participar en prcticas corruptas, cuando est se da, los problemas morales que resultan son siempre controvertidos, en cualquier contexto social, econmico o poltico que se de. Derivado de lo anterior, la tica se ha convertido en una seria preocupacin de quienes trabajan ya sea en el sector pblico o en el privado. Tradicionalmente, la idea se aplicaba a la conducta individual, no a la conducta de grupos y menos todava a un organismo de gobierno o una gran sociedad annima.

La tica Pblica:

Son los principios morales o normas de conducta que rigen la conducta en el mbito pblico. Ser tico es hacer lo que es moralmente correcto, justo y honorable. La definicin del trmino no es el problema, se puede llegar a un consenso fcilmente. Los verdaderos retos que se enfrentan son desarrollar, implementar y mantener una cultura tica dentro de una administracin pblica, especialmente en la administracin fiscal, que est directamente relacionada con la percepcin y administracin de los ingresos del Estado y en la administracin de justicia. La sinceridad del gobierno en la eliminacin de la corrupcin depende no slo de formular y publicitar medidas contra la corrupcin, o crear entes burocrticos ineficaces en la lucha contra la corrupcin. Su credibilidad se basa en la implementacin efectiva de dichas medidas y sus consecuentes efectos en la conducta de los funcionarios y empleados pblicos y la sociedad en su conjunto, concretando sanciones administrativas, civiles y penales contra de los funcionarios y empleados corruptos.

Importancia de la tica:

La tica en la administracin pblica debe ser un proceso permanente y continuo, que exige mucho esfuerzo. Su xito depender de la voluntad de toda la sociedad. Es una condicin fundamental de un gobierno democrtico. El combate contra la corrupcin y la promocin de la tica pblica son elementos decisivos para mantener el desarrollo econmico y un prerrequisito para hacer una transicin exitosa a la economa de mercado, es indispensable en un Estado de Derecho y contribuye a la Gobernabilidad.

PRIMERO: PROBLEMATICA DEL TEMALA CORRUPCIN Y SUS EFECTOS

La Corrupcin, Ruta de Dos Vas:

Para que se d la corrupcin, necesariamente se necesitan dos sujetos: Un sujeto activo que es el funcionario o empleado pblico que pide o acepta la exaccin, y el sujeto pasivo que es su contraparte en el sector privado que ofrece o acepta pagar la exaccin ilegal. Es conveniente sealar que en cada caso quien ms beneficio recibe de la corrupcin es la persona del sector privado que participa en ella, si se da una exaccin de diez mil quetzales el beneficio obtenido fraudulentamente puede ser de cien mil quetzales o ms, nadie va a pagar ms de lo que obtendra o le correspondera pagar legalmente; sin embargo no hay que perder de vista que el beneficio acumulado por los funcionarios o empleados pblicos corruptos es muy grande, porque reciben recursos indebidos de varios corruptores del sector privado.

Como el objeto de este trabajo no es cargar las culpas al sector privado, es necesario indicar que en muchos escndalos en los pases latinoamericanos y africanos, una gran parte de la corrupcin se ha desarrollado sin la participacin del verdadero sector privado. En esos casos, lo que ha sucedido es que muchos gobernantes y sus funcionarios y parientes cercanos, antes de asumir sus cargos en el gobierno o inmediatamente despus de haberlos asumido, proceden a crear empresas de fachada (de cartn) u organizaciones sin fines de lucro (ONGs, tambin de cartn) por medio de sus parientes o testaferros a las cuales, sin que sean realmente unidades productivas del sector privado ni organizaciones no gubernamentales de beneficio social, proceden a otorgarles compras, contrataciones de obras y transferencias corrientes o de capital, llenando en la mayora de veces los requisitos formales pero con evidente elusin de las normas tendientes a lograr transparencia y equidad en las contrataciones del Estado y en la concesin y prestacin de los servicios pblicos..

La implantacin de una cultura tica en una empresa no se diferencia de implantar una cultura tica en una administracin encargada de recaudar tributos. Ambas acciones exigen trabajo y mucho esfuerzo; exigen una combinacin de sistemas de control y de rendicin de cuentas, fiscalizacin y que la direccin establezca el ejemplo. No debe sorprender que el inters mundial sobre este aspecto aumente si se considera que:

1. La corrupcin socava los esfuerzos destinados a implantar la infraestructura de una buena gestin gubernativa y los realizados para atraer inversiones vitales.2. Una reputacin de falta de integridad cierra las puertas a la firma de convenios bilaterales y multilaterales vitales que son esenciales para el desarrollo econmico y disuade a los organismos donantes internacionales de prestar asistencia financiera y tcnica; y en todo caso, limita las posibilidades de negociar en similares condiciones, los gobiernos corruptos, conociendo el rechazo internacional de que son objeto, estn dispuestos a renunciar a los ms sagrados intereses nacionales, con el objeto de concluir negociaciones supuestamente exitosas, aunque damnifiquen a toda o a una parte de la poblacin nacional, debido a su manifiesta debilidad negociadora.3. Un estudio que investig empricamente el efecto de la corrupcin sobre la estructura tributaria revel que un punto de aumento en el ndice de corrupcin reduce la recaudacin de ingresos fiscales hasta en ms de un 2% del PIB, en Guatemala, puede afirmarse que ms que las sentencias de inconstitucionalidad contra algunos impuestos especficos, la cada en la carga tributaria del ao 2003, se debi a la manifiesta corrupcin gubernamental, situacin que ya se haba manifestado en el ltimo ao del gobierno demcrata cristiano.4. La prctica regular de corrupcin tiene incluso mayores consecuencias ya que destruye el vnculo de confianza indispensable entre los ciudadanos y el Estado. Desde el punto de vista de la administracin tributaria socava el supuesto fundamental en que se basa el cumplimiento y la autoliquidacin tributaria, y aumenta la resistencia de la poblacin a pagar y enterar los tributos retenidos.

Corrupcin:

Es el mal uso del poder confiado con fines de obtener ganancia privada. Esa definicin incluye corrupcin en el sector pblico y en el sector privado, tanto a nivel de menor cuanta como de mayor cuanta. La corrupcin va desde malversar fondos pblicos hasta contratar personal no capacitado por compromisos polticos o nepotismo y burocratizar el aparato estatal con cargos y puestos innecesarios.

Corrupcin es privar a un pueblo de los medios para crecer, es la prevalencia del inters particular sobre el inters general, es poner al gobierno al servicio de intereses sectarios o grupos privilegiados, es la concesin de privilegios a unos como los familiares, amigos y testaferros e imponer cargas al resto de los habitantes, es concentrar los ingresos de muchos ciudadanos en unos pocos, que ponen el aparato estatal a su servicio y se sirven de l; es la impunidad de los crmenes sin castigo, es el poco riesgo de ser castigado por malversar fondos pblicos y realizar trfico de influencias.

Los gobiernos y los sectores econmicos y sociales de todo el mundo deberan estar seriamente preocupados acerca del impacto de la corrupcin sobre las economas nacionales. La corrupcin crea condiciones que distorsionan la competencia y socavan la democracia; cuando se deja sin control la corrupcin puede causar daos considerables a todos los niveles en la actividad econmica privada y pblica; socava a un gobierno transparente y democrtico; por ello, se debe combatir la corrupcin. La corrupcin debe ser una preocupacin esencial de un buen Gobierno, debido a que es perjudicial para los negocios y para la economa, tanto a nivel nacional como internacional.

Los administradores tributarios, encargados de la recaudacin de un gran porcentaje de los ingresos nacionales, deben tener la responsabilidad de recaudar con transparencia los impuestos que en justicia le corresponden al gobierno. Dicha responsabilidad es enorme si se tiene en cuenta que los impuestos financian la seguridad, educacin, salud y asistencia social, creacin y mantenimiento de la infraestructura y todos los servicios pblicos que en conjunto deberan enriquecer la calidad de vida de la poblacin.

LA CORRUPCIN Y LA TICA PARA LA ADMINISTRACIN TRIBUTARIA

Importancia Para la Administracin Tributaria:

Hay entidades pblicas en las cuales, las precondiciones clsicas de corrupcin institucional estn tan convenientemente presentes como en las administraciones recaudadoras. La potente mezcla de monopolio administrativo junto con el ejercicio de una amplia discrecin, particularmente en un trabajo cuyo medio ambiente puede carecer de los sistemas de control y rendicin de cuentas adecuados, puede fcilmente llevar a la corrupcin. Una administracin tributaria infectada con corrupcin ser gravemente disfuncional, y por ello, la consecuencia de la corrupcin llegar a sentirse en todo el pas. Adems, las administraciones tributarias no deben ser armas de terrorismo fiscal en contra de los adversarios polticos, la Prensa independiente y los crticos de los gobiernos de turno; ese es un peligroso expediente que debe evitarse por todos los medios posibles, debido a que con ello se inmiscuye en la vida privada de las personas con fines obscuros y nefastos, que persiguen la detentacin del poder poltico por parte de los gobernantes corruptos.

Un reciente estudio hecho por el Banco Mundial seala: Por ser a menudo el servicio pblico ms visible e interactivo que presta un gobierno, la administracin tributaria, desempea un papel clave en formar la percepcin que tiene el ciudadano de la confiabilidad e integridad del gobierno, a fin de mantenerse competitivo. La eficacia y eficiencia de una administracin tributaria, en la realizacin de su funcin primordial de recaudar es de enorme importancia. Esto es particularmente cierto y evidente en la actual economa globalizada, en la que los gobiernos estn confrontados con la reduccin del dficit y la deuda, combinados con la creciente tendencia a nivel mundial de no aumentar la carga tributaria, e incluso de reducirla, situacin que en Guatemala es impensable, debido a que es la ms baja de la regin y que las demandas por servicios pblicos bsicos de seguridad, educacin y salud, requieren recursos muy por arriba de las actuales posibilidades financieras del Estado.

La capacidad de la Administracin Tributaria para cumplir con ese cometido depende de una variedad de factores, dentro de los cuales se incluyen: el estado de la economa, el apoyo del pblico a las prioridades gubernamentales, su opinin respecto a la legitimidad del rgimen de gobierno y la voluntad de la ciudadana de cumplir con las normas del sistema tributario. La voluntad de la ciudadana de cumplir las normas del sistema tributario es afectada, en gran medida, por el hecho de si el pblico percibe el sistema como justo, equitativo y confiable.

Una administracin tributaria, aunque no sea necesariamente responsable por la formulacin de tales polticas, es la responsable de poner en marcha los contrapesos y salvaguardias a fin de asegurar que esas polticas se realicen en la manera formulada. En consecuencia, las administraciones tributarias tienen un papel muy significativo en la capacidad de un gobierno de administrar eficazmente y de alcanzar sus metas sociales y econmicas. De muchas maneras, el sistema tributario es una forma de contrato social entre los gobiernos y sus ciudadanos

Factores que Pueden Conducir a la Falta de Integridad en una Administracin Tributaria:

Hay algunos factores que pueden conducir a la falta de integridad en una administracin tributaria, entre los cuales se citan los siguientes:

1. La ejecucin de leyes tributarias complejas, con muchas excepciones, exenciones y deducciones, y tratos especiales, a menudo ligadas con la ejecucin de prestaciones sociales y econmicas.2. Las bases jurdicas para las decisiones frecuentemente permiten un considerable espacio de discrecin.3. Frecuentes contactos entre contribuyentes y administradores fiscales son necesarios para determinar la obligacin tributaria y el pago de impuestos.4. Controles dbiles e inadecuados.5. Falta de rendicin de cuentas.6. Procedimientos complejos y burocrticos.7. Remuneracin inadecuada.8. Patrones culturales inadecuados (cultura de la corrupcin y del dinero fcil).9. Falta de medidas disciplinarias efectivas.10. Falta de inversin en la administracin tributaria y de apoyo.

Las economas y sistemas polticos del mundo estn evolucionando rpidamente lo cual impide que se pueda dar todo por supuesto. Vivimos en un mundo donde o nos perfeccionamos o estamos destinados al fracaso. A medida que el comercio mundial contina expandindose, los gobiernos de los pases enfrentan presiones cada vez ms fuertes para que estimulen el libre flujo de mercancas, servicios e inversiones entre los pases. Cada vez con mayor frecuencia, las empresas privadas de los pases del CIAT y en otras partes del orbe, estn compitiendo por participacin en el mercado con empresas que estn al otro lado del mundo. Al mismo tiempo, surgen nuevos retos con el crecimiento del comercio electrnico, la mayor movilidad del dinero y la mayor atraccin por los parasos fiscales. Estos retos exigen enfoques innovadores para asegurar que todos respeten las leyes, los reglamentos y los procedimientos.

Esos retos exigen que se asegure la integridad de la administracin tributaria.

Uno de los numerosos retos que enfrentar la gran mayora de los pases del continente, en un futuro cercano, es la implementacin del tratado de comercio hemisfrico. Ello podra tener un efecto importante sobre las economas nacionales del rea. A medida que los aranceles aduaneros se reduzcan o se eliminen, la importancia de la base impositiva aumentar en forma extraordinaria. La atencin se centrar en los administradores fiscales y tributarios y sobre todo en lo bien que ellos puedan garantizar la eficacia de sus administraciones.

Por ejemplo, las empresas deben estar en condiciones de confiar en que la administracin tributaria no estar imponiendo una carga innecesaria en materia de cumplimiento, lo cual es un costo importante en un mundo competitivo. Los empresarios quieren certidumbre en el trato y transparencia en la forma de conducir las actividades. Los sectores empresariales son muy buenos para interpretar a partir de lo que perciben son las tendencias polticas, sociales y econmicas actuales en el mundo en que funcionan. La importancia de la transparencia, apertura, profesionalismo y equidad no se debe subestimar. Las administraciones fiscales que nopromueven esos principios tendrn mayor dificultad para atraer empresas legtimas.

SEGUNDO: BASES QUE SUSTENTAN LOS VALORES ETICOS PARA ESTE TEMA

CONCIENCIA Y LEY

La unin de las palabras conciencia y ley puede parecemos hoy algo paradjico; incluso evocan diversos mundos de ideas y resonancias afectivas opuestas. En efecto, no es la conciencia el lugar ms ntimo e inviolable de la persona, el lugar en que stase afirma en su autonoma y en su libertad, en su singularidad y en su responsabilidad? No es la ley, por el contrario, sinnimo de todo lo que sobreviene desde fuera a la conciencia, es decir, de imposiciones y obligaciones?

Sin embargo, toda la historia de la tradicin cristiana en materia de tica nos muestra la total correlacin de estos dos trminos, muchas veces asociados como instancias por donde pasa la respuesta a la llamada de Cristo. No es cierto que el discernimiento de la conciencia cristiana busca su camino y su luz en el cumplimiento objetivo de la voluntad amorosa de Dios, en una ley de gracia? Por eso, en el plano de la simple experiencia humana natural, el progreso humano sigue un camino semejante. Si se toman los trminos de conciencia y ley en su sentido fundamental, aparecen indisolublemente asociados en la afirmacin de la dignidad humana.

Si queremos entender nuestra poca y contribuir a resolver sus contradicciones, es importante saber cmo, a veces por razones muy legtimas, se ha llegado a esta oposicin entre conciencia y ley. Pero, al mismo tiempo, veremos que los problemas actuales son una invitacin a encontrar la antigua dialctica que articula conciencia y ley en la unidad sinttica de la persona y del cuerpo social en que sta se inserta. Si la necesidad de anlisis exige el examen separado de estas dos instancias ticas, se debe a la complejidad del destino del hombre, llamado a realizarse libremente, pero en el mundo de los valores y realidades en que se halla situado.

I . LA CONCIENCIA

El trmino conciencia', aplicado al campo de la tica, tiene un contenido muy poco homogneo. Puede encubrir sentidos diferentes, entre los que destacan los siguientes: adhesin a un conjunto de principios fundamentales que caracterizan una tica (se hablar en ese caso de objecin o de clusula de conciencia); responsabilidad moral personal (por ejemplo, libertad de conciencia); sede de la moralidad, como lugar y rgano de las decisiones en funcin de juicios de valor (especie de voz interior que aprueba o condena, segn los casos), etc.

1. Conciencia moral y realizacin del hombre

El trmino general conciencia (cum-scientia) evoca la idea de conocer con, el conocimiento de un testigo que constata y que juzga a propsito de un contenido de este saber. Si nos referimos nicamente a la constatacin de un saber o de un hecho conocido y percibido como tal, se trata de una conciencia puramente psicolgica. Si, adems, este conocimiento gira en torno al valor de la cosa conocida y, sobre todo, al valor del acto personal relacionado con la cosa, es decir, en torno al vnculo existente entre ella y la realizacin del sujeto que desea, nos hallamos ante la conciencia moral. En este caso, no se trata solamente de un sujeto consciente y cognoscente, sino de un sujeto que compromete su personalidad y su responsabilidad. Mientras que en el primer caso el sujeto puede estar pasivo o indiferente ante aquello de lo que es consciente, en el segundo se sita en su totalidad, en una opcin libre (aceptacin o rechazo) que considera vital para l. Estos dos momentos de la conciencia deben distinguirse siempre con claridad, a pesar de la pobreza del vocabulario de las lenguas latinas, que slo cuentan con una expresin para los dos casos.

Es fcil comprender que la conciencia moral no se identifica con una serie de actos puntuales consistentes en juicios de valor, sino que es la expresin ms profunda de la personalidad en su globalidad y en su deseo de realizarse. Este inters por la realizacin humana es tan fuerte en nuestros das que se deja sentir en todo el problema de la conciencia moral.

2. La conciencia, norma tica.

Un dato psicolgico esencial domina la comprensin de la funcin de juicio moral de la conciencia, dato resaltado por la filosofa moderna, por la fenomenologa y el existencialismo: la conciencia es siempre conciencia de algo distinto de s; remite siempre a una realidad de la que ella es transmisora no como contenido ajeno al continente, sino como realidad que se muestra (intencionalidad) en ella sin ser ella.

Esta verdad adquiere todo su sentido en el campo tico: la conciencia moral no es nunca conciencia puramente pasiva o receptiva, sino que tiene que elegir y decidirse; se identifica con su eleccin en el acto de decisin no para encerrarse en una especie de ghetto, sino para proyectarse fuera del sujeto en juicios de valor. Los valores que se ofrecen a este juicio de conciencia afectan a la realizacin de la persona a travs de los bienes de que tiene necesidad y a travs de las relaciones con otro. La persona, ser de deseos, ser en el mundo, es tambin un ser hecho para vivir y desarrollarse en relacin (sobre todo de amor) con las dems personas como un ser con los otros.

La vida real, que ofrece a la persona bienes y ocasiones de realizarse, requiere la mediacin de la conciencia que la proyecta sobre este mundo exterior, para aprehenderlo y hacerlo suyo si fuera necesario. Partiendo de la opcin fundamental de que hemos hablado anteriormente, las opciones concretas que son la trama de la vida cotidiana reciben sentido de su referencia a la conciencia fundamental. Sin embargo, cuando se toma una decisin concreta contra esa conciencia nos hallamos ante una renuncia de la persona que constituye una falta moral.

El dominio de la conciencia fundamental (suponiendo que sea moralmente buena, es decir, basada en un conjunto de valores positivos) exige que haya homogeneidad entre el fin global buscado (forma de felicidad, de realizacin de s) y los medios elegidos en las decisiones concretas. Esta homogeneidad slo es posible si se percibe claramente la relacin entre el fin y los medios. La percepcin de tal relacin slo puede ser obra de la razn, cuya misin propia es precisamente captar lo universal en lo particular. Entonces, por ser racional, se dice que el acto de juicio de valor procedente de la conciencia es moral (es decir, para el bien del hombre).

Tambin se puede decir, con la tradicin tomista, que la razn es norma fundamental de moralidad, lo cual equivale a decir que esta norma es la voluntad de Dios, ya que la razn es el lugar privilegiado del hombre en que se realiza su ser de imagen de Dios, hasta el punto de que toda regulacin tica racional es una participacin en la ley de Dios (lo veremos detalladamente ms adelante, a propsito de la ley). As, pues, siguiendo la recta razn en la ntima conviccin de estar en la verdad, el hombre realiza la voluntad de Dios en un plano radical, como hemos recordado antes en el resumen histrico. Esta enseanza adquiere para el cristiano una dimensin todava ms interior: en l, el querer divino, la imitacin de Jesucristo, el discernimiento en la fe, slo tienen sentido por la mediacin de su conciencia, que, iluminada por la racionalidad sobrenatural de la fe (efecto de la gracia), establece y percibe el vnculo racional entre esta llamada divina y la respuesta concreta del hombre. La conciencia es el lugar donde se une lo divino y lo humano, el lugar en que descansa su dignidad, la norma prxima y ms ntima de la moralidad.

De aqu se desprende una consecuencia importante, que hace referencia a dos condiciones que debe cumplir la conciencia. En primer lugar, y en la medida de lo posible, debe tender a ser una conciencia cierta. En efecto, la gravedad de lo que est en juego (el destino del hombre) hace que el juicio de valor slo presente un carcter normativo (es decir, vinculante para la conciencia) cuando afecta a un valor esencial. Entonces, en este mbito vital, el juicio de conciencia debe tender a un grado real de certeza: actuar en la duda sera aceptar la posibilidad de arriesgarse a romper con la conciencia fundamental.

Adems, la conciencia debe ser recta. Est claro que no puede darse normalmente relacin de homogeneidad en dos actos contradictorios. Excepto en el caso en que no haya evidencia racional al respecto (y entonces es legtimo que haya pluralidad de opiniones), algunos actos no pueden considerarse conformes al destino del hombre (por ejemplo, el homicidio), la conciencia no puede ratificarlos (salvo en casos extremos, examinados ms adelante). Sin embargo, si percibe mal la relacin, por un error involuntario, y est convencida de estar en la verdad (buena fe), su decisin es (en el plano subjetivo) moralmente buena.

I I . LA LEY

Si bien, en el contexto actual, puede parecer intil que tratemos el tema de la ley ls en una iniciacin teolgica moderna, no podemos olvidar que se trata de un tema que recorre toda nuestra historia cristiana o la historia sin ms. En las pginas anteriores hemos visto tambin cmo la conciencia, por su intencionalidad profunda, remita a otra instancia moral y slo adquira sentido articulndose con ella.

En efecto, la persona humana no est encerrada en su subjetividad. Como ser en el mundo, est sumergida en un universo y en una sociedad en que puede desarrollarse, pero a condicin de saber que esta relacin con el mundo y con el otro est sometida a reglas precisas, a estructuras que se imponen al hombre (la actual crisis ecolgica nos lo recuerda). Nos encontramos ante la que podamos llamar segunda vertiente de la conciencia moral. Despus de analizar la primera, la subjetiva (la conciencia como tal), tenemos que abordar la segunda, la de su intencionalidad objetiva, designada con el trmino (un tanto ambiguo) de ley. Tras una advertencia sobre la problemtica actual veremos cmo las dos instancias, libertad de conciencia y ley, se reclaman mutuamente.

1. Depreciacin actual de la ley

Frente a la creciente estima de que goza la conciencia en el contexto del hombre moderno (y no precisamente en su sentido catlico), la instancia moral de la ley ha experimentado la suerte contraria. Para muchos de nuestros contemporneos se ha ido perdiendo progresivamente su conexin con el desarrollo y realizacin del hombre. Muchas veces slo se la considera en su funcin social impositiva y represiva, como una necesidad extrnseca a la conciencia, la cual necesita que se limite un poco su libertad para que pueda funcionar la de los otros. De ah a pensar que, si no se hace mal a nadie, se puede ignorar o quebrantar la ley, no hay ms que un paso, que muchas veces se da alegremente.

Comprender las razones histricas de este fenmeno, en principio de orden cultural, resulta indispensable para una presentacin actual del problema moral de la ley.

Se sabe que nuestra sociedad moderna se constituy en reaccin histrica contra el antiguo absolutismo, en el que la ley como forma de la voluntad del prncipe tena siempre la ltima palabra. El advenimiento de los regmenes democrticos no signific la abolicin o el menosprecio de la ley, si bien es cierto que la ley, toda ley en cuanto tal, ha descendido en la escala de valores. Sin que se la considere siempre como un mal menor, aparece sobre todo como una limitacin exterior, concesin necesaria a la vida en comn.

Nuestra poca tiene, sin duda, el privilegio de entender en toda su amplitud el sentido de esta evolucin, viendo en ella el advenimiento de un nuevo humanismo. El hombre moderno considera que su definicin y, por tanto, su destino, no es un dato atemporal y fijado definitivamente en una especie de mundo platnico de las ideas, una especie de modelo que sera la norma de su accin. Adems, la ampliacin de su poder, gracias al extraordinario progreso cientfico y tcnico, le convence de que en adelante todo le es posible. Tras siglos de servidumbre, de alienacin, en que no se defina si no era dentro de un orden de cosas que lo dominaba, comprende ahora que su grandeza est, ante todo, no en intentar realizar un tipo de ser, en obedecer a una ley dada por otros, sino en poder crearse libremente. Es lo que expresaba muy bien un personaje de J.-P. Sartre: No ha habido nada en el cielo, ni Bien, ni Mal, ni nadie que me diera rdenes... Yo soy hombre, Jpiter, y cada hombre debe inventar su camino w. El hombre moderno sabe que su libertad est limitada necesariamente por la de los dems, pero esta limitacin, significada por la idea de la ley, sigue siendo para l puramente extrnseca, es decir, no contiene ninguna obligacin que afecte a la conciencia. El hombre no se siente obligado moralmente ms que en la medida en que haya contrado libremente un compromiso, el cual slo tiene valor para l en la medidaen que subsiste la situacin que lo vio nacer.

Esta depreciacin de la ley se ha contagiado a numerosos cristianos, que tienen dificultades para conciliar el evangelio y su ideal de libertad con la limitacin inherente a toda ley. Esta reaccin cristiana antilegalista ha sido facilitada por la aparicin de un clima de le golismo moral en la Iglesia. Recordemos lo dicho antes sobre la primaca concedida al precepto y a la prohibicin por una teologa moral que haba roto con las grandes perspectivas medievales. Esta inflacin legalista se manifest en la Iglesia en dos actitudes caractersticas. Por un lado, frente al nacimiento de un mundo nuevo, que proclamaba la libertad como valor primordial y que evolucionaba hacia su secularizacin y laicizacin, los eclesisticos manifestaron cierta tendencia a encerrarse en la actitud de defensa, caracterstica de las antiguas estructuras poltico-religiosas. De ah las reacciones crispadas de vuelta a las instituciones del pasado, la llamada reiterada a la obediencia incondicional a la ley moral. Por otro lado, se asista a una especie de degradacin naturalista de la ley, por la generalizacin de un concepto de naturaleza ms prximo al estoicismo que a la gran tradicin teolgica, hasta el punto de que la ley moral se estudiaba ms en relacin con una ideologa llamada natural (veremos este punto ms adelante) que con el evangelio y su ley de libertad y de amor. Esta evolucin, contraria a la observada en el mundo profano, es uno de los aspectos del divorcio y de la incomprensin entre la Iglesia y el mundo moderno. Lo cual da al problema de la ley un inters actual especial, el de ser uno de los lugares en que debe realizarse la renovacin cristiana.

2. La ley moral al servicio de la realizacin del hombre

Conviene precisar que vamos a tratar esencialmente de la ley moral, es decir, de la norma no escrita (aun cuando para las tradiciones juda y cristiana se haya formulado en el declogo), ley que la con- ciencia humana percibe desde que tiene conocimiento del mundo y de la sociedad como percepcin racional de una necesidad que presida sus decisiones. Las leyes humanas escritas (o consuetudinarias) no seran ms que prolongaciones y precisiones histricas y positivas de esta ley moral interior. Vemos, pues, que el nivel de estas reflexiones se sita no en el plano de una legislacin humana (civil o eclesistica), sino en el de la conciencia considerada en su vertiente objetiva, orientada hacia el mundo.

Como ya hemos sealado, el hombre, a travs de cada uno de sus actos libres, realiza o no su vocacin, construye o degrada su realidad de persona humana (y, para el cristiano, ilumina u oscurece la imagen de Dios que lleva impresa en su estructura de ser humano). Llamado a creer y a desarrollarse libremente en orden a esta finalidad, debe disponer de un medio que le permita adaptar cada uno de sus actos a este fin que les da todo su sentido. En otros trminos: el hombre debe poder disponer de una medida o regla que le permita orientar sus opciones a fin de realizar su vocacin. La idea de regulacin o de medida (en el sentido de medio que permite una comparacin, una adecuacin a un fin perseguido) parece algo intrnseco al desarrollo de una vida humana. Esta regla debe referirse a la actuacin concreta y al fin de la misma, permitiendo decir si este acto, con toda su complejidad (intencin, objeto, circunstancias, etc.), realiza el objetivo y aproxima al trmino.

Esta regulacin debe servir de vnculo entre la persona y su accin objetiva. Por un lado, debe encontrar un punto de apoyo en la libre decisin, en el juicio ntimo y prctico de la conciencia, y por otro, apunta a una realizacin objetiva. Es preciso determinar si no contradice el destino y el fin fundamental del hombre. Esta regla o norma, esta medida de los actos libres no es otra cosa que la ley moral, regulacin racional y objetiva del comportamiento humano, que se propone a la conciencia, responsable de una decisin de aplicar esta regulacin a un caso concreto. Veamos ms de cerca el funcionamiento de esta regulacin.

a) Ley y libertad de conciencia.

Para comprender mejor el nivel interior en que funciona la ley moral, conviene entender su vnculo congnito con el ejercicio de la libertad y, por tanto, de la realizacin de la persona.

Indiquemos en primer lugar que es imposible conformarse con la simple nocin de libertad (de conciencia). La libertad no se basta a s misma. Lo mismo que la conciencia es siempre conciencia de otra cosa distinta de s, la libertad, en cuanto poder, energa o posibilidad, slo es determinada, aun cuando aqu se trate de la autodeterminacin, por la accin a que se dirige y realiza. En un primer momento, el descubrimiento del campo ilimitado que se ofrece a la libertad puede producir la ilusin de que lo puede todo. Pero en esta fase, la libertad no ha pasado de ser pura potencialidad.

En el seno de la libertad hay algo paradjico: la libertad, que en el punto de partida significa indeterminacin ante un abanico de posibilidades, no se realiza, a no ser que desemboque en una decisin, en una eleccin determinada. No puede quedar en suspenso, de lo contrario significara la renuncia de la persona. La libertad est al servicio de la vida y la vida obliga a decidirse. En pocas palabras: el ser libre est obligado a usar su libertad. sta constituye una primera necesidad que limita de alguna forma la libertad desde dentro de ella misma, obligndola a salir de la indiferencia.

De esta primera necesidad surge otra, tambin significativa: si bien es cierto que la obligacin de decidirse (y hasta la negativa a elegir es una decisin) es ineluctable, esta eleccin no puede dejarse en manos del azar o de la arbitrariedad, sino que debe tener un sentido, una racionalidad, pues en ella es donde se hace realidad la persona. Y ya hemos visto antes, al hablar de la actividad de la conciencia, que sta slo se afirma en su dignidad si conserva cierta conexin entre el fin perseguido y los medios elegidos. En este plano es donde se plantea el problema moral: no se trata simplemente de la necesidad de utilizar la libertad, sino de utilizarla conforme a un fin que se considere digno del hombre. En este segundo grado de necesidad aparece lo que podemos llamar la ley moral fundamental: utilizar la libertad para conseguir valores dignos del hombre.

En otros trminos: se trata de dar contenido a la libertad, de ponerla al servicio de una causa vlida y adaptar a ella las decisiones concretas, es decir, de conformar la propia vida a una norma reguladora que, aunque no nos guste la palabra, es una norma moral. La conciencia y su libertad radical hacen brotar de lo ms profundo del ser humano esta necesidad o ley y manifiestan su sentido verdadero, el de llevar a la prctica una actuacin estructurada por una norma racional. En este nivel fundamental, la ley moral designa simplemente la ley de la realizacin de la persona.

La dimensin social del mismo problema manifiesta de forma todava ms espectacular la conexin entre ley moral y progreso humano. En efecto, lo mismo que ocurre en el individuo, un grupo social cualquiera, si quiere realizar su bien, afirmar su deseo de vivir, debe utilizar la libertad. No puede quedarse en la indiferencia, pues incluso el neutralismo es una toma de postura. As, por poner un ejemplo, frente a las enormes injusticias, bien dentro de una nacin, entre las clases sociales, bien en el plano internacional, entre naciones desarrolladas y naciones del Tercer Mundo, los diversos movimientos de liberacin no pueden dejar de definir el contenido que dan a las libertades que se quieren conquistar. Quiz no haya ejemplos ms claros de exigencia tica que todas estas luchas por conseguir una mayor justicia social, por llegar a una regulacin racional de las relaciones humanas. Aqu, menos que en ninguna otra parte, la libertad no debe considerarse como un absoluto, pues algunos pueden utilizarla para conservar una situacin desigual e injusta. Por encima de ella se abre paso una prioridad imperiosa, la del derecho humano, expresin social de la ley, la ley que toda una tradicin occidental ha llamado derecho natural (o ley natural), y que, en la actualidad, provoca rechazo o incomprensin.

Las leyes humanas.

Consideraremos dos aspectos muy diferentes: el de la leyes civiles del Estado y el de las leyes cannicas de la Iglesia.

Las leyes civiles. Cada sociedad est ligada a una cultura y a una historia y tiene un modo particular y contingente de concebir las relaciones sociales. Por eso, las normas de la ley natural no bastan, por ser demasiado universales. Deben ser determinadas, aplicadas a cada tipo de sociedad, segn la estructura procedente de la geografa y de la historia. Estas leyes humanas (o positivas) reciben su legitimidad de la relacin que tienen con la ley natural, a la que determinan. El vnculo moral creado entre ellas y las conciencias de los ciudadanos no es puramente exterior, pues afecta a una realidad profunda del hombre: la necesidad de realizarse en el seno de un grupo social. Por eso, toda ley aspira a su interiorizacin; se dirige a la conciencia moral como si fuera una llamada y una pedagoga.

Las leyes positivas, por el hecho de expresar una cultura particular, tienen caracteres y determinaciones que pueden presentar divergencias con las leyes de otros pases, como deca Pascal: Verdad a este lado de los Pirineos, error al otro (Pensamientos, 230). Estas divergencias no contradicen la universalidad moral de la ley natural que las leyes deben aplicar o determinar. La divergencia slo se da en el plano cultural. As, por ejemplo, en materia de circulacin por carretera, dos pases pueden tener dos reglamentaciones opuestas (en uno circular por la izquierda, en otro por la derecha). Bajo esta aparente divergencia se expresa una misma exigencia universal de justicia: no atentar contra la vida y los bienes de otro y, para ello, circular slo por una de las mitades de la calzada, evitando as las colisiones. La influencia de la ley natural sobre las positivas se ejerce en el nivel fundamental en que la naturaleza humana universal se expresa en las particularidades de las culturas histricas, ponindolas al servicio del hombre.

La finalidad de la ley es la promocin del bien comn (conjunto de condiciones y de estructuras que pueden permitir a cada uno realizar su fin particular), y una ley no puede referirse ms que a actos moralmente buenos, es decir, que contribuyan a la realizacin del hombre. Por el contrario, si una ley prescribe actos inmorales, pierde su legitimidad, su conexin con la ley natural y se convierte en ley injusta que no obliga en conciencia. Esta relacin entre la ley, incluso la civil, y la ley moral no debe perderse nunca de vista, sobre todo en una poca como la nuestra, en que el crecimiento y la complejidad de las relaciones sociales han llevado a una proliferacin de leyes, de decretos, de reglamentos, ante los que el simple ciudadano se encuentra perdido. Se trata de un problema de justicia poltica, que no podemos abordar aqu: cmo evitar que, debido a una legislacin cada vez ms extendida, que implica una acentuacin del papel del Estado, ste no caiga en el exceso del autoritarismo y en una planificacin estatal que prive a los ciudadanos de toda ocasin de ejercer una verdadera responsabilidad?

Para evitar este peligro, la enseanza social ha subrayado siempre la importancia de los cuerpos intermedios (entre el ciudadano y el Estado, como los sindicatos, municipios, regiones, asociaciones diversas, etc.) y del principio de subsidiarle dad: todo lo que no afecta directamente al bien comn debe confiarse a la responsabilidad de los ciudadanos, a los que el Estado debe ayudar y proteger. Para un cristiano, la construccin de la ciudad terrestre por la obediencia a las leyes civiles, que debe integrar en la visin global de sus relaciones con Dios, que le llaman a ayudar a construir su reino desde aqu abajo, participando activamente en la formacin de una ciudad ms justa, ms solidaria, lugar de encarnacin del amor cristiano.

TERCERO: PROYECTO

GENERACIN DE UNA CULTURA TICA

Promocin de la tica, una Responsabilidad Comn:

Si bien los gobiernos tienen condiciones culturales, polticas y administrativas diferentes, a menudo confrontan dificultades ticas similares. Por tanto, sus respuestas en la conduccin de la tica muestran caractersticas comunes. Los medios de comunicacin, la sociedad civil y el sector privado son colaboradores indispensables del gobierno en esta labor. La responsabilidad de promover la tica pblica no puede asumirse aisladamente. Los esfuerzos de todos deben ser parte de una estrategia de gobierno general para combatir la corrupcin. Si la corrupcin est ampliamente difundida y enraizada en un pas, los esfuerzos de reforma realizados por las administraciones tributarias enfrentarn grandes dificultades. La autoridad es clave en la promocin de una cultura tica.

Cuando se ha realizado una lucha contra la corrupcin, en varios pases, se aprendieron varias lecciones con esas reformas:1. La corrupcin no se puede eliminar simplemente a travs de cambios sistmicos (tales como el aumento de salarios y la modificacin de las estructuras organizativas). Esa lucha debe estar en funcin de la actitud y la cultura dentro de una organizacin empezando por los cuadros superiores hasta los ms bajos; adems, cuando en la prctica en algunos pases se ha tratado de reducir el contrabando, animando a los funcionarios y empleados de aduanas a la persecucin del contrabando, dndoles recompensas por descubrir los fraudes, y aunque los sistemas aumenten su vigilancia, los resultados han sido prcticamente nulos, no son los cazadores de ratas los destinados a extinguir a esa especie de roedores, pues se les acabara el negocio.2. La mayor capacidad en todos los niveles de los servicios y programas es indispensable en cualquier programa de reforma contra la corrupcin.3. La continua fiscalizacin de quienes estn a cargo de un programa de reforma es clave para asegurar su sostenibilidad, en ese sentido es recomendable la creacin de unidades de asuntos internos.4. Los esfuerzos de reforma realizados por una administracin tributaria deben ser parte integral de los esfuerzos gubernamentales para abordar la corrupcin en el pas y el gobierno en su conjunto.5. Una condicin necesaria para el xito de una reforma, es la presencia de apoyo poltico y compromiso que respalden decididamente.

Los esfuerzos de reforma realizados por los gobiernos tienen buena recepcin por parte de las instituciones donantes internacionales. El futuro financiamiento otorgado por las organizaciones internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial y de gobiernos como el de los Estados Unidos de Amrica, depender de la capacidad de los pases para erradicar la corrupcin. Esta tendencia es muy comn a medida que aumenta la demanda de asistencia financiera. Las instituciones financieras, organismos donantes, organizaciones multilaterales, organizaciones no gubernamentales y gobiernos y pueblos de los pases cooperantes, estn de acuerdo en que promover la tica y combatir la corrupcin es fundamental para alcanzar la meta mayor de un gobierno eficaz, imparcial y eficiente.

Las instituciones financieras estn unidas en su mensaje: El acceso de los gobiernos a financiamiento depender, en gran medida, de su voluntad de reformar instituciones y de imponer una buena gestin gubernativa. Otro buen ejemplo de ello, es el establecimiento de la Nueva Concertacin para el Desarrollo Africano (New Partnership for African Development NEPAD-). frica ha ocupado un lugar privilegiado en los programas de los jefes de Estado del G8 desde 2002. Esta nueva iniciativa, desarrollada por los africanos mismos, se abocar al fortalecimiento de instituciones y la gestin gubernativa. La NEPAD fue una respuesta a un dilema. Los gobiernos africanos, enfrentados a niveles de ayuda para el desarrollo cada vez menores y trminos comerciales cada vez peores, quieren ms ayuda financiera. Los pases desarrollados, por otra parte, desean garantas de estabilidad y democracia de los Estados que sus bases nacionales a menudo perciben como corruptos.

La NEPAD propone que los pases africanos desarrollen sin demora condiciones de buena gestin gubernativa y buena administracin econmica. A cambio, los pases desarrollados establecern una nueva relacin para el desarrollo, con los Estados africanos que tengan xito, en razn de la cual habr mayor ayuda, comercio, condonacin de la deuda e inversiones privadas. Es muy simple, el plan propone que las Naciones africanas se comprometan, asuman su responsabilidad y rindan cuentas. Lo expuesto en este apartado, tambin se cumple para Guatemala y los pases del rea.

La Cultura tica en las Administraciones Tributarias:

Es evidente que los esfuerzos de las administraciones tributarias para desarrollar una cultura tica, no deben efectuarse aisladamente del resto del pas. Los esfuerzos deben complementar la estrategia general del Gobierno para asegurar la estabilidad poltica, social y econmica de un pas. Una respuesta de parte del gobierno debe incluir: apoyo y compromiso poltico, marco normativo y jurdico claro; una estrategia bien concebida y direccin de parte de los cuadros superiores.

Apoyo y Compromiso Poltico:

Sin apoyo poltico, las iniciativas para mejorar la tica en la administracin pblica sern como plantar en el desierto o arar en el mar, afortunadamente para Guatemala, hoy se cuenta con la decisin del nuevo Gobierno de la Repblica de luchar contra la corrupcin e impulsar una nueva administracin imbuida de los valores ticos y morales, que tanto necesita el pas. A fin de abordar eficazmente la corrupcin, desde el comienzo, se debe aprovechar el compromiso claro y evidente del Gobierno para enfrentar este problema. Ello va ms all de las meras declaraciones que se dieron en el pasado reciente, de que la corrupcin no sera tolerada, debe llegar incluso a llamarle la atencin, separar de sus cargos y sancionar a todos aquellos funcionarios y empleados que traicionen la confianza del pblico.

Un buen ejemplo de esto, es la Declaracin Final, Luchar Contra la Corrupcin a travs de Integridad, Transparencia y Control, respaldada por los Ministros, Secretarios y representantes de gobiernos de varios pases, que asistieron al Foro Global II sobre Corrupcin, en La Haya. En esa conferencia, los Ministros y Secretarios reconocieron pblicamente su responsabilidad de adoptar polticas para reducir o erradicar prcticas corruptas a nivel nacional e internacional. Los Ministros y Secretarios tambin acogieron con beneplcito la decisin de la Asamblea General de las Naciones Unidas de comenzar la elaboracin de un instrumento internacional eficaz contra la corrupcin. Las negociaciones respecto de una Convencin de las Naciones Unidas contra la Corrupcin ya comenzaron, y se completaron a fines de 2003. Esto puede tener implicaciones para todos los pases.

No Ingerencia de Poltica Partidista en la Administracin Tributaria:

De especial importancia es asegurarse de que no haya interferencias de poltica partidista en casos de impuestos personales. Un poltico elegido no debe involucrarse en la administracin de los asuntos tributarios de un ciudadano particular. Todos los contribuyentes particulares deben estar protegidos frente al escrutinio partidario de sus asuntos. Por ejemplo, en Canad, el Ministro puede consultar para asegurar que los contribuyentes reciban un trato justo, pero no estar involucrado en las decisiones.

Concertar la Creacin y Modificacin de las Leyes Tributarias y Aplicarlas en FormaAdecuada:

Se puede reforzar la confianza en una administracin tributaria, mediante la aplicacin imparcial, confiable y transparente de las leyes y normas tributarias, un servicio accesible, formal y mediante la consulta de los contribuyentes. La imposicin de los impuestos debe estar fundada en el Derecho. Las leyes tributarias y reglamentos deben estar a disposicin del pblico. Los proyectos de nuevas leyes y la enmienda de las vigentes y sus reglamentos, normas y procedimientos se deben publicitar y publicar antes de su aprobacin, para consultar y recoger la reaccin de la poblacin, que en ltima instancia ser la que soportar las cargas y recibir los beneficios.

Se deben hacer todos los esfuerzos posibles para introducir legislacin de tal forma que permita tanto a los usuarios como colaboradores prepararse adecuadamente para su implementacin. La creacin de un ambiente reglamentario donde no haya sorpresas quizs sea el signo ms importante de que una administracin tributaria est construyendo un fundamento slido de confianza con los contribuyentes. Para aumentar la certeza jurdica, debe evitarse la prctica de las frecuentes modificaciones a las leyes tributarias, ello permitir a los agentes econmicos una mejor toma de decisiones.

Proceso Simple, Transparente y Eficiente:

Una de las responsabilidades de la administracin tributaria es poner en marcha sistemas y procesos simples, giles, transparentes y eficientes, que sean comprendidos con facilidad. Hay dos razones para este enfoque:

1. 1 Primero, facilita el cumplimiento por parte de los contribuyentes.2. 2 Segundo, reduce las oportunidades de corrupcin.

La transparencia y relaciones sin lazos de dependencia entre los contribuyentes y los funcionarios y empleados de la administracin tributaria son claves para reducir la vulnerabilidad a la corrupcin.

Proteger la Confidencialidad y la Informacin Personal de los Contribuyentes:

La confidencialidad es un derecho bsico de los contribuyentes. Los contribuyentes tienen todo su derecho de esperar que la informacin personal y comercial proporcionada por ellos sea tratada con estricta confidencialidad y se emplee slo para los fines permitidos por la ley. Las administraciones tributarias deben asegurar que los contribuyentes sepan por qu motivo se les pide la informacin, cmo se emplear la informacin y qu podra suceder si el contribuyente no cumpliere. Los contribuyentes deben poder confiar en que las autoridades fiscales no se entrometern innecesariamente en su informacin personal, menos an con fines polticos o represivos como el denominado terrorismo fiscal.

Por lo anterior y considerar que las reformas de ltima hora del Cdigo Tributario, que permiten dar los nombres de los supuestos evasores de impuestos, antes de ser llamados, odos y vencidos en juicio, que evidentemente contravienen la confidencialidad de la informacin tributaria, garantizada en la Constitucin Poltica de la Repblica de Guatemala y la Ley Orgnica de la Superintendencia de Administracin Tributaria, y la garanta constitucional de presuncin de inocencia, deben ser rechazadas por la propia Superintendencia de Administracin Tributaria e impugnadas ante la Corte de Constitucionalidad.

ELEMENTOS DE LUCHA CONTRA LA CORRUPCIN Y DEL DESARROLLODE UNA CULTURA TICA EN LA ADMINISTRACIN TRIBUTARIA

Fuerza de Trabajo Bien Remunerada, Informada, Especializada y Profesional:

Los contribuyentes tienen derecho a esperar que los funcionarios de la administracin tributaria conozcan, tengan capacidad tcnica y los medios auxiliares para trabajar con eficacia en un ambiente que promueva y reconozca el desempeo ejemplar. Es fundamental contar con personal calificado, informado y profesional. La organizacin en su conjunto depende de ello y la administracin tributaria es juzgada desde fuera por la competencia de su personal. No se debe pasar por alto la importancia de contar con funcionarios bien remunerados. La capacidad de un gobierno de atraer y retener personal capacitado, profesional y tico debe proveer una remuneracin adecuada y otras prestaciones.

Otras medidas que se pueden adoptar para desarrollar y asegurar un personal tico son:1. Introducir y aplicar medidas correctivas en casos de conducta que falte a la tica profesional;2. Rotacin del personal;3. Separacin de la responsabilidad;4. Fortalecimiento de los cuadros de direccin;5. Dar formacin, capacitacin y perfeccionamiento6. Remuneracin de las competencias interpersonales, evitando incrementos salariales1. generalizados.7. Proporcionar un medio ambiente laboral adecuado.

Cdigos, Normas y Directrices:

Un buen enfoque ha sido divulgar los valores de la organizacin con la expectativa de que los empleados tomarn decisiones ticas basadas en esos valores. En varios pases se ha elaborado una serie de herramientas destinadas a promover la conducta tica. Entre esas herramientas, se mencionan las siguientes:

Cdigo de tica y de Conducta:

El Cdigo de tica y de Conducta, debe ser un marco general para las polticas de la administracin tributaria relacionadas con asuntos de tica y de conducta. El Cdigo debe describir la norma de conducta esperada en campos especficos, tales como:1. Divulgacin de informacin;2. Conflicto de intereses;3. Confidencialidad y divulgacin de informacin;4. Contacto con el pblico;5. Salud e higiene;6. Asuntos financieros;7. Acoso y discriminacin, y,8. Conducta cvica.

Adems, debe describir las posibles sanciones disciplinarias en caso de infraccin del Cdigo.

Poltica en Relacin con Regalos, Atenciones Sociales y Otros Beneficios:

La poltica debe establecer claramente que un empleado debe rechazar todo regalo, atencin social u otros beneficios que podran influir sobre su juicio o llamar la atencin sobre la integridad del empleado, as como indicar las sanciones a imponer en caso de incumplimiento de esa poltica.

Cdigo y Directrices Sobre el Conflicto de Intereses:

Se debe pedir que los empleados acten en una forma que no perjudique o sea potencialmente perjudicial para la organizacin. El Cdigo les debe pedir a los empleados que eviten las situaciones que podran conducir a conflictos de intereses reales o posibles, o que una tercera parte independiente podra percibir que genera un conflicto de intereses.

Poltica de Uso Informtico:

La poltica del uso de los medios informticos debe ser clara y precisa, los empleados pueden utilizar los computadores, equipos, redes, Internet, Intranet y el correo electrnico para los fines autorizados por la organizacin, excepto para el limitado uso personal sealado en la poltica. Ese uso personal no puede afectar la productividad, debe cumplir con todas las normas de la administracin tributaria y no puede imponer una alta carga de almacenamiento en los sistemas.

Polticas de Disciplina:

La disciplina debe alentar una conducta tica e intachable, no debe tolerar la mala conducta, debe corregir toda conducta inaceptable mediante la imposicin de sanciones y, en los casos graves, debe cancelar la relacin laboral y presentar las denuncias correspondientes.

Reuniones Nacionales y Regionales de Concientizacin:

Se debe realizar eventos para todos los empleados de la administracin tributaria con el fin de informarles qu es lo que se espera de ellos y cules sern las consecuencias si no siguen las normas. Dichas acciones hay que hacerlas a nivel nacional y regional, y donde sea posible, en los mismos lugares de trabajo de los colaboradores.

Asuntos Internos:

De igual importancia es un sistema de fiscalizacin e investigaciones internas. Una divisin de asuntos internos es un organismo importante en una administracin tributaria. Dicha unidad debe ser la responsable de realizar investigaciones de supuesta mala conducta o alegada de un funcionario o empleado, incluyendo: actividades fraudulentas tales como, hurto, hurto de bienes decomisados, colusin con contribuyentes, corrupcin en las contrataciones, mal uso de los recursos asignados, conflicto de intereses; acceso no autorizado y divulgacin de informacin; uso inapropiado de sistemas de informtica; quejas del pblico, etc. Para ser eficaz, debe complementar la responsabilidad de la Direccin de Auditora Interna, fiscalizar el rendimiento, asegurar de que se sigan las polticas de operacin y verificar que se cumplan las normas y procedimientos establecidos.

Percepcin que los Contribuyentes Tengan de la Administracin Tributaria:Derechos y Obligaciones de los Contribuyentes:

Una administracin tributaria debe prestar especial atencin a mantener un equilibrio entre los derechos de los contribuyentes y la capacidad de la administracin para ejercer autoridad. Las garantas de los contribuyentes que estn consagrados en la Carta Magna, leyes y reglamentos, incluyen el derecho de presuncin de inocencia; el derecho de defensa, el derecho a la proteccin y confidencialidad de la informacin proporcionada. Adems, pueden incrementarse con otras igualmente importantes, que aparentemente tienen un carcter accesorio, como el derecho a un trato corts y considerado: Es dramtico que se atienda y trate con desgano y disgusto, a un contribuyente que se est desprendiendo de algo que le ha costado y le pertenece, cuando est pagando sus impuestos y con ello financiado los gastos del Estado, que incluyen el sueldo del empleado pblico que lo est tratando mal. La administracin tributaria tiene el derecho de esperar que el contribuyente sea honesto, proporcione informacin verdica y pague los impuestos que le correspondan oportunamente.

Equidad e Imparcialidad:

Muchos sistemas se basan en la autoliquidacin tributaria y el cumplimiento voluntario, con la confianza como un elemento clave del proceso recaudatorio. En ese contexto, imparcialidad significa, antes que nada, que cada ciudadano debe pagar lo que le corresponde y que la administracin tributaria tomar las medidas necesarias para garantizar que todos sean tratados de manera equitativa. Eso tambin debe significar, que en los casos que existan injusticias, el gobierno tendr la responsabilidad de tomar medidas, incluida la modificacin de las leyes y reglamentos.Un gran problema para la administracin tributaria es encontrar la forma de ser consecuente y uniforme en la aplicacin de la ley y, al mismo tiempo, mostrar sensibilidad a las circunstancias personales.

Sistema de Recursos Imparcial y Eficiente:

El contribuyente debe confiar en que la administracin tributaria le dar todos los recursos para ser odo imparcialmente. Eso incluye darle informacin actual sobre el funcionamiento del sistema tributario y la forma en que se calculan los impuestos. Los contribuyentes deben estar informados de sus derechos, incluido el derecho de apelacin. Debe haber un mecanismo de objecin y apelacin por medio del cual el usuario tenga el derecho de impugnar o recurrir una decisin tomada o una cantidad determinada. En Guatemala, tanto el gobierno como los contribuyentes tienen derecho de llevar los casos no resueltos, al Tribunal de lo Contencioso Administrativo, cuya funcin es de contralor de la juridicidad de la administracin pblica y tiene atribuciones para conocer en caso de contienda por actos o resoluciones de la administracin y de las entidades descentralizadas y autnomas del Estado, as como en los casos de controversias derivadas de contratos y concesiones administrativas. Para ocurrir a este Tribunal, no ser necesario ningn pago o caucin previa. Sin embargo la ley podr establecer determinadas situaciones en las que el recurrente tenga que pagar intereses a la tasa corriente sobre los impuestos que haya discutido o impugnado y cuyo pago al Fisco se demor en virtud del recurso. Contra las resoluciones y autos que pongan fin al proceso, puede interponerse el recurso de casacin.

Aplicacin Responsable:

La meta de la administracin tributaria debe ser la ejecucin de programas de aplicacin de la ley que sean imparciales, responsables y efectivos, es decir programas basados en la colaboracin y la confianza. La coaccin responsable, es una estrategia de respuesta graduada que se basa en la seriedad del incumplimiento. En los casos ms serios, se debe iniciar programas amplios de identificacin de la evasin y el fraude tributario. Los resultados de esas acciones deben llevar a sanciones y acciones legales, que tendrn un efecto multiplicador sobre la recaudacin.

Rendicin de Cuentas:

Los sistemas de rendicin de cuentas poderosos deben constituir componentes claves de la buena gestin gubernativa, particularmente en el control de la corrupcin. El gobierno y las autoridades superiores de la administracin tributaria deben, responder y rendir cuentas por el funcionamiento justo y competente del sistema tributario y percibirse que as lo hacen

Para lograr el apoyo del pblico, se necesitan disposiciones de control eficaces, mecanismos flexibles de recursos legales y un sistema genuino y efectivo de deduccin de responsabilidades por los actos realizados. Las administraciones tributarias no pueden funcionar en verdadera colaboracin con sus usuarios y partes interesadas sin rendir cuentas. La rendicin de cuentas se puede lograr a travs de la presentacin peridica de informes a los legisladores y al pblico sobre sus acciones, iniciativas, desempeo y gastos. La divulgacin franca de sus operaciones sirve no slo para rendir cuentas en forma pblica, con sus riesgos, sino tambin para institucionalizar la confianza.

Una administracin tributaria, aunque no sea necesariamente responsable por la formulacin de tales polticas, es responsable de poner en marcha los contrapesos y salvaguardias a fin de asegurar que esas polticas se realicen en la manera formulada. En Guatemala el principio de la obligacin de rendir cuentas se debera ver reforzado por el papel que le corresponde desempear a la Contralora General de Cuentas, quien debe velar por que el sistema de administracin tributaria sea justo, equitativo y eficaz. El Congreso de la Repblica, el Gobierno y la administracin pblica reciben fondos pblicos que les son confiados para que ejecuten programas y presten servicios en beneficio de la poblacin. Por ello, un elemento importante del cumplimiento de las obligaciones tributarias est directamente relacionado con la confianza y la creencia, por parte de los contribuyentes, de que los fondos pblicos se gastan en forma acertada y eficaz.

El dinero recaudado debe obtener el mayor rendimiento posible y destinarse a la satisfaccin de las necesidades pblicas, los recursos estatales no deben emplearse sin la autoridad legal y moral, necesarias en una verdadera democracia. Para garantizar que los gastos se efecten adecuadamente, la Contralora General de Cuentas debe llevar a cabo auditoras independientes de las operaciones del Estado y de sus entidades descentralizadas y autnomas. Esas auditoras deben proporcionar a los miembros del Congreso de la Repblica y a la ciudadana, informacin objetiva para ayudarles a examinar las actividades del gobierno y exigirle que rinda cuentas con relacin a su gestin de los fondos pblicos.