PROYECTO HOGARES

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PROYECTO HOGARES Proyecto H Por Javiera Olivares y Gloria Godoy / La Nación A inicios de los ’80, en Chile se iniciaban las primeras manifestaciones callejeras contra la dictadura. Mientras, a 6.307 kilómetros de Santiago, en la isla caribeña de Fidel, los hijos de los miristas que volvieron a la resistencia fueron acogidos por el Proyecto Hogares. Los días miércoles eran los de visita. Se iban todos los domingos en la tarde, casi oscureciendo al internado en la guagüita amarilla, manejada por un barbudo. Así llamaban al autobús que hacía las veces de furgón escolar y que los viernes los traía del colegio a la casa con sus padres comunitarios. Eran los niños, miembros del Proyecto Hogares, hijos de militantes miristas que a inicios del año 80 -mientras sus padres retornaban a Chile

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PROYECTO HOGARES

Proyecto H

Por Javiera Olivares y Gloria Godoy / La Nación

A inicios de los ’80, en Chile se iniciaban las primeras manifestacionescallejeras contra la dictadura. Mientras, a 6.307 kilómetros de Santiago, enla isla caribeña de Fidel, los hijos de los miristas que volvieron a laresistencia fueron acogidos por el Proyecto Hogares.

Los días miércoles eran los de visita. Se iban todos los domingos en latarde, casi oscureciendo al internado en la guagüita amarilla, manejada porun barbudo. Así llamaban al autobús que hacía las veces de furgón escolar yque los viernes los traía del colegio a la casa con sus padres comunitarios.Eran los niños, miembros del Proyecto Hogares, hijos de militantes miristasque a inicios del año 80 -mientras sus padres retornaban a Chileclandestinamente- se encontraban a cargo de otros cuidadores en Cuba.

El internado, dedicado especialmente a niños de exiliados chilenos, sellamaba Solidaridad con Chile y, además de hijos del MIR -que

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eran alrededorde 70-, acogía a cerca de doscientos chilenos y de distintos países:argentinos, angoleños, guyaneses, rusos, entre otros.

La casa, que estaba a media hora de La Habana, en el barrio Alamar, era unañoso edificio del sector con el número D22, donado por el Gobierno cubano.Con 20 departamentos de tres piezas cada uno, living, comedor, cocina ybaño, el block de cuatro pisos acogía a cerca de 20 cuidadores, o padressociales, quienes se hacían cargo de tres a seis niños cada uno.

Las fiestas y cumpleaños de Alamar

En el barrio se gestaba la vida comunitaria de adultos, niños y adolescentesque pasaron años creciendo juntos: todo en colectivo, como buen paíssocialista. "Teníamos algo, que eran los cumpleaños colectivos, donde secelebraba a todos los que cumplían el mismo mes", dice Macarena Aguiló -hijadel ex miembro de la comisión política del MIR, Hernán Aguiló- y quientrabaja en un documental sobre el Proyecto Hogares, del cual fue parte.

Además de las fiestas de cumpleaños -que incluía el típico

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regalo de unlibro de José Martí-, había actividades recreativas por montones. La ideaera que los niños no sintieran la ausencia de su familia y pudierandesarrollarse de la mejor forma posible junto a los tíos y hermanossociales. Obras de teatro, tardes de dibujo y pintura, cine, fogatas al airelibre e incluso escapadas a Varadero, todo estaba cuidado para ser unambiente cálido y acogedor. "Vivíamos como familias, pero al mismo tiempocomo gran colectivo para todo lo que tenía que ver con actividadesrecreativas y talleres. La identidad se daba a nivel natural, porque éramos70 cabros chicos en un mismo lugar donde lo único que hacíamos era jugartodo el día", explica Macarena.

Uno de los valores más recordados por los niños de Alamar fue elcompañerismo, el respeto al "Che" y la abolición de la propiedad privada:los juguetes pertenecían a todos.

Los pequeños se adaptaron al acento cubano, a las tibias playas caribeñas, alos ciclones y huracanes. A ser chilenos sin saber realmente qué era serlo.

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Desde un principio supieron que sus padres estaban en Chile combatiendo ladictadura, recibían noticias de ellos por medio de casetes grabados y cartassecretas que siempre tenían una chapa.

El hombre tras el proyecto

"Fue una idea de Miguel", dice la voz trémula y algo triste de una de lasmilitantes del MIR que rememora el Proyecto Hogares del otro lado delteléfono. En su voz refleja la tristeza que le significa recordar al líderdel movimiento revolucionario Miguel Enríquez. Fue él quien poco antes demorir -en un enfrentamiento con la DINA en 1974- planteó la idea deimplementar un hogar de acogida para los hijos de padres que estuvieran enla resistencia chilena. Por esos días, la apuesta de Miguel no seimplementó.

Más tarde, en 1976, con el inicio de la política de retorno del MIR, lasmilitantes que eran madres plantearon la necesidad de que el movimientobrindara un espacio para sus hijos, mientras ellas aportaban a lainsurgencia. Se hizo más urgente, entonces, concretar la idea de

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Miguel.

El tiempo era poco, así que a fines de los ’70, los dirigentes pusieronmanos a la obra. Para el diseño y puesta en práctica del plan, el comitéexterior del MIR contactó al experto: un siquiatra chileno, ex militante yexiliado político que trabajaba con niños víctimas del exilio y larepresión. ¿Su nombre? Jorge Barudy, el mismo profesional que en 2005 fueconvocado por el fiscal Xavier Armendáriz para ser el principal perito delproceso contra el ex senador DC Jorge Lavandero.

Por esos años de mediados de los 70, Barudy puso todos sus conocimientos alservicio de la causa y se dedicó a diseñar el proyecto para los hijos delMIR.

Los encuentros en Europa

Un primer tema fue escoger a los adultos o padres sociales. En eso, Barudyno tuvo mucho que decir, fue la dirección del MIR la que pidió "voluntarios"entre las familias que se encontraban en el exilio. Una vez hecho eso, elneurosiquiatra se dedicó a realizar la preparación de los cuidadores

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elegidos para instalarse en Cuba.

La mayoría de ellos estaban exiliados en Europa, por eso para los primerosencuentros con sus nuevos hijos se escogió Lille en Francia y Lummen enBélgica, países que concentraban un importante número de familias relegadas.En ambos lugares, el equipo profesional -que además de Barudy integraba ados médicos europeos-, realizó dos "campamentos comunitarios". En una semanaen Lille, se comenzó la capacitación de los futuros cuidadores. Después, lacomunidad viajó a Bélgica, donde en un internado, se siguió formando a lospadres y se preparó a los niños para el momento de la separación.

Fue recién en esa etapa del proceso que comenzó a cruzarse en la mente delos pequeños la isla caribeña. De a poco, las nuevas familias comenzaron atomar el avión con dirección a La Habana.

Una vez en Cuba, en el D22 de Alamar, Barudy monitoreó que la separación nofuera muy terrible para los niños, de ahí las constantes cartas ygrabaciones en casetes que los padres enviaban a sus hijos.

Tras cuatro años de Proyecto Hogares, las diferencias de la

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comunidad acargo comienzan a hacerse más notorias. Aunque hubo niños que no se dieroncuenta porque siguieron viviendo allí, el proyecto terminó el año 1984. "Enla cúpula del MIR cubano no todos estaban de acuerdo, Gladys Díaz nuncacreyó en el proyecto. La dirección propone que la base a cargo de éste sedisuelva y se dedique a otra estructura política", explica Macarena.

Esto, unido a las diferencias políticas al interior del MIR tras lafrustrada operación retorno, provocó el término definitivo de Alamar D22.LND

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