Pruebas de sonido

2
Pruebas de sonido La lógica del ‘pacto con Madrid’, que administra el nacionalismo canario y que tanto ata la política isleña a la española, acusa turbulencias. Aparentemente el PSOE ha relevado al PP como sostén de una Coalición Canaria en fase de desgaste. Pero no hay un cambio de ciclo por ahora. Son sólo pruebas de sonido ante las Autonómicas de 2007, una batalla campal a tres bandas. H abía una vieja máxima de la política cana- ria que decía que quien gobernaba en Ma- drid en seguida lo hacía en las Islas. En una épo- ca en la que el proceso autonómico estaba aún en fase de consolidación, los canarios (el votan- te medio, esa mayoría no alineada) optaban muy acusadamente por el que aparecía como gana- dor en España. Ese mirar un tanto boquiabierto al decurso político español venía inducido en buena medida por la sensación de fragilidad y aislamiento de las Islas. Una vieja constante. El atraso sociocultural respecto del resto del país, que hacía albergar un mortificante complejo de inferioridad, y el peso de la lejanía –la africani- dad geográfica–, la pequeña dimensión insular y su fragmentación territorial en un estado de- terminado y preciso de las relaciones centro- periferia anterior a la famosa globalización com- portaban ya esa ineludible determinación de partida... Claro que el llamado capitalismo tardío –o informacional– ha abierto una época que trastoca la percepción de los lugares, otorga un papel mucho más difuso y volátil a lo geográ- fico y alienta la multiplicidad y diseminación de visiones del mundo. Y en esa época las Islas no han salido mal paradas. Fruto de ello es que ser canario ha dejado de constituir un dato radical- mente singular, ha perdido buena parte de ese acusado carácter diferencial. Y, a lo largo de un proceso de legitimación social en términos de autoestima, la condición insular aparece ya en el Archipiélago como un hecho parejo al de ser mi- lanés, escocés o valenciano. El aumento especta- cular de los niveles de renta (hoy en veinte mil dólares por habitante) está en el centro de este cambio, que sitúa a Canarias –con todas las con- tradiciones sociales de ese capitalismo tardío– como una prototípica región opulenta, cuya foto de referencia es el servicio doméstico o la agri- cultura, copados progresivamente por inmigran- tes que han hecho ahora de las Islas su tierra pro- metida. Este salto de escala coincide y contribuye, por lo demás, al desdibujamiento del pleito insular, antes columna vertebral de la política isleña que se cruzaba para transgredir tanto el plano de las identidades políticas como de las relaciones con el Estado. Y si ha retrocedido ese conflicto no es porque no haya forcejeos interinsulares e in- tentos de acaparar trozos del pastel presupues- tario y la Administración, que los hay, sobre to- do desde Tenerife –una sociedad en franca evolución, pero aún menos dinámica que la gran- EN PORTADA Antonio G. González El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (i), con el jefe del Ejecutivo canario, Adán Martín, en La Moncloa. i LP/DLP canaria–, sino porque el despegue económico es regional y, además, regionaliza (en las Islas incluso internacionaliza a las empresas). Avivar el pleito insular –que se ha interiorizado en ca- da partido– como programa político no parece ya viable. La incidencia de lo que era central en la Canarias ensimismada de hace dos décadas se ha relativizado, se ha vuelto periférico y se percibe socialmente como presupuesto incapaz de abarcar la interconexión general a la que se debe el nuevo estatus económico y social cana- rio. Curiosamente la periferia en el Archipiélago ya no son tanto lugares –y no son las islas me- nores (basta verlas)– como actitudes y modos de proceder ineficientes: el recelo hacia las otras islas. La modernización productiva sin precedentes de Canarias se enmarca en el mapa de efectos de tres factores que se combinan y alimentan entre sí. El primero es el reencaje eu- ropeo de España –el despegue español– y una paralela universalización de los servicios bási- cos (educación, sanidad, asistencia social...) que en las Islas, por mayor contraste, intensifica el alcance del cambio. El segundo es el abultado cheque europeo recibido por las Islas en la dé- cada de los noventa. Y el tercero –y quizás prin- cipal– es el auge mundial de la geografía del sol. La preeminencia de las regiones tropicales en el mundo, que atesoran hoy los nuevos patrones de calidad de vida (turismo, residencia...) en un mundo cada vez más interconectado, ha refor- zado inéditamente esa condición de centralidad P La globalización ha favorecido a Canarias; su nueva centralidad turística la ha vuelto opulenta y el pleito insular se relativiza ante la homologación social 42 / IV DOMINICAL Domingo, 29 de mayo de 2005

description

Pruebas de sonido

Transcript of Pruebas de sonido

Pruebas de sonidoLa lógica del ‘pacto conMadrid’, que administra elnacionalismo canario y quetanto ata la política isleña a laespañola, acusa turbulencias.Aparentemente el PSOE harelevado al PP como sostén deuna Coalición Canaria en fasede desgaste. Pero no hay uncambio de ciclo por ahora. Sonsólo pruebas de sonido ante lasAutonómicas de 2007, unabatalla campal a tres bandas.

Había una vieja máxima de la política cana-ria que decía que quien gobernaba en Ma-

drid en seguida lo hacía en las Islas. En una épo-ca en la que el proceso autonómico estaba aúnen fase de consolidación, los canarios (el votan-te medio, esa mayoría no alineada) optaban muyacusadamente por el que aparecía como gana-dor en España. Ese mirar un tanto boquiabiertoal decurso político español venía inducido enbuena medida por la sensación de fragilidad yaislamiento de las Islas. Una vieja constante. Elatraso sociocultural respecto del resto del país,que hacía albergar un mortificante complejo deinferioridad, y el peso de la lejanía –la africani-dad geográfica–, la pequeña dimensión insulary su fragmentación territorial en un estado de-terminado y preciso de las relaciones centro-periferia anterior a la famosa globalización com-portaban ya esa ineludible determinación departida...

Claro que el llamado capitalismotardío –o informacional– ha abierto una épocaque trastoca la percepción de los lugares, otorgaun papel mucho más difuso y volátil a lo geográ-fico y alienta la multiplicidad y diseminación devisiones del mundo. Y en esa época las Islas no

han salido mal paradas. Fruto de ello es que sercanario ha dejado de constituir un dato radical-mente singular, ha perdido buena parte de eseacusado carácter diferencial. Y, a lo largo de unproceso de legitimación social en términos deautoestima, la condición insular aparece ya en elArchipiélago como un hecho parejo al de ser mi-lanés, escocés o valenciano. El aumento especta-cular de los niveles de renta (hoy en veinte mildólares por habitante) está en el centro de estecambio, que sitúa a Canarias –con todas las con-tradiciones sociales de ese capitalismo tardío–como una prototípica región opulenta, cuya fotode referencia es el servicio doméstico o la agri-cultura, copados progresivamente por inmigran-tes que han hecho ahora de las Islas su tierra pro-metida.Este salto de escala coincide y contribuye, porlo demás, al desdibujamiento del pleito insular,antes columna vertebral de la política isleña quese cruzaba para transgredir tanto el plano de lasidentidades políticas como de las relaciones conel Estado. Y si ha retrocedido ese conflicto noes porque no haya forcejeos interinsulares e in-tentos de acaparar trozos del pastel presupues-tario y la Administración, que los hay, sobre to-do desde Tenerife –una sociedad en francaevolución, pero aúnmenos dinámica que la gran-

EN PORTADAAntonio G. González

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero (i), con el jefe del Ejecutivo canario, Adán Martín, en La Moncloa. i LP/DLP

canaria–, sino porque el despegue económicoes regional y, además, regionaliza (en las Islasincluso internacionaliza a las empresas). Avivarel pleito insular –que se ha interiorizado en ca-da partido– como programa político no pareceya viable. La incidencia de lo que era central enla Canarias ensimismada de hace dos décadasse ha relativizado, se ha vuelto periférico y sepercibe socialmente como presupuesto incapazde abarcar la interconexión general a la que sedebe el nuevo estatus económico y social cana-rio. Curiosamente la periferia en el Archipiélagoya no son tanto lugares –y no son las islas me-nores (basta verlas)– como actitudes y modosde proceder ineficientes: el recelo hacia las otrasislas.

La modernización productiva sinprecedentes de Canarias se enmarca en el mapade efectos de tres factores que se combinan yalimentan entre sí. El primero es el reencaje eu-ropeo de España –el despegue español– y unaparalela universalización de los servicios bási-cos (educación, sanidad, asistencia social...) queen las Islas, por mayor contraste, intensifica elalcance del cambio. El segundo es el abultadocheque europeo recibido por las Islas en la dé-cada de los noventa. Y el tercero –y quizás prin-cipal– es el auge mundial de la geografía del sol.La preeminencia de las regiones tropicales en elmundo, que atesoran hoy los nuevos patronesde calidad de vida (turismo, residencia...) en unmundo cada vez más interconectado, ha refor-zado inéditamente esa condición de centralidad

P La globalización hafavorecido a Canarias; sunueva centralidad turísticala ha vuelto opulenta y elpleito insular se relativizaante la homologación social

42 / IV DOMINICALDomingo, 29 de mayo de 2005

rializado en las últimas décadas la contrapartidade su propia acentuación como singularidad y,por lo tanto, la de una mayor dependencia políti-ca de las Islas de la voluntad de la UE y de Espa-ña. Es como la negatividad que genera todo avan-ce, aunque ésta actúe, debe recalcarse, en elmarcode una Canarias globalizada, cuyo rol turístico leha otorgado una autonomía de vuelo nunca vista.

Lo curioso es que quien ha alentado–y consolidado– esta dinámica de interpenetra-ción entre la política española y la isleña es Coa-lición Canaria (CC). Aun reclamándose naciona-lista, esta formación en realidad ha venido arepresentar finalmente una especie de regiona-lismo de perfil centrista, una suerte de UCD ca-narizada con el aporte de un sector de la izquier-da insular que desde los años setenta esgrimióuna acentuada reflexión propia sobre lo canario.Demodo que CC ha tenido la virtud de casar conla moderación isleña, esa prudencia histórica aveces rayana en la ambigüedad y tallada con losperfiles de la condición fronteriza de Canarias,con la que de inmediato esta formación logró laprimacía política que aún detenta en la actuali-dad. Y ha mostrado la habilidad estratégica asi-mismo de decantarse por administrar desde elpoder regional la lógica del pacto con Madrid,gobernando con unos y otros (siempre con el quelo hacía en el Estado) en una escena autonómicasin mayorías absolutas previsibles a lo largo deestos doce años. Fue un hecho que, además, con-virtió las demandas isleñas (ese expediente lato-so pero insoslayable) en un vademecum con elque se mide la política en las Islas: el primer exa-men. Constituyendo, por otra parte, el Grupo Ca-nario en Las Cortes –hoy casi disuelto por con-flictos internos– proyectaba sobre la sociedadespañola (y, sobre la canaria, que se miraba en elespejo de la primera) la idea de un nacionalismoamable, una posición responsable y “constitu-cional”. Ha sido éste un factor que, además, la havuelto buena compañera de viaje, aunque sea encalidad de florero político cuando sus votos noson imprescindibles, para todo inquilino de LaMoncloa, a exhibir por éste, además, como prue-ba de buen entendimiento con el nacionalismoperiférico cuando lo vasco o catalán se ca

Y no resulta menor, por último,entre las condiciones de posibilidad que alum-braron a CC el hecho de gobernar en un contex-

to de desideologización –que nivela los discur-sos políticos– y de complejidad social. Se tratade un signo de época que acaba haciendo des-cansar la disputa partidaria básicamente en ladimensión gerencial (punto flaco de CC, forza-da a repartos aleatorios de las tareas de gobier-no por sus propias diatribas internas) y en elcampo de los talantes y estilos del poder (en laque la Oposición socialista ha insistido para pre-sentar al nacionalismo canario como una ver-sión del PRI mejicano). No se trata tanto de queno pueda haber diferencias en el modo de abor-dar los problema, aunque éstas se hayan redu-cido... no en vano, la salida de las tropas espa-ñolas de Irak y el avance de los derechos civilesque significan a Zapatero son un ejemplo de locontrario. Pero la desmitologización de muchasde las medidas que concretaban las políticas clá-sicas ha incrementado la ductilidad de los par-tidos, lo que se traslada a su política de pactos.Así que para desesperación del PP y el PSOEcanarios, forzados a alinearse con una terceravía dominante o pasar a la oposición, CC ha lo-grado consolidar una marca política con éxitosocial por encima de las crisis interna –aparato-sas y continuadas– que el origen dispar de suscomponentes y los juegos de dominio arrojan.Pero este hecho naturalmente no ha podido elu-dir que el desgaste del poder haya comparecido.

Es justamente ese desgaste políticode CC lo que ha entrado ahora en juego como fac-tor político casi central en las Islas. Y en torno aello se han organizado con vistas a las eleccionesautonómicas de 2007 los otros partidos. La expul-sión reciente del PP del Gobierno canario, sociode los nacionalistas a lo largo de la etapa de Aznar,es fruto de la llegada de Zapatero a La Moncloa. Yla precipitó la actitud de los populares canarios detratar de utilizar al Ejecutivo regional en la estra-tegia nacional del PP de acoso a los socialistas en

toda España, lo que importunaba la lógica del pac-to con Madrid. No fue ajeno a ello el PSOE –ahoraoficialmente dispuesto a apoyar al nuevo Ejecutivoen minoría–, con sus veladas advertencias de rom-per con la buena racha insular en las cuentas esta-tales y quizás en las gestiones ante Bruselas en unmomento sensible, de reválida del dossier europeode las Islas en un momento complejo en la UE.Pero prueba evidente de que debilitar aCC apro-

vechando su desgaste es el objetivo indiscutible deun PSOE en alza lo constituye la resolución parla-mentaria en el Congreso contra el REF durante eldebate sobre el Estado de la Nación, que los socia-listas firmaron en solitario con Esquerra Republi-cana de Cataluña (ERC). Nada más prescindir elnacionalismo isleño del PP, tras negociar un acer-camiento al PSOE, éste organizó un ataque sor-presivo (y medido, Solbes estaba al tanto) a la líneade flotación de esa lógica del pacto conMadrid queinstituye a CC. ¿Por qué? Porque lo que en realidadpersigue el PSOE, a través del Gobierno central, esmostrarla en estado de fragilidad, despojada delpapel arbitral del nacionalismo isleño, colocarlacomo una opción ya inoperativa ante otra etapaque se abre: la de esa Canarias ahora bien reenca-jada que puede (y debe) permitirse las alternan-cias.No hay, por lo tanto, cambio de ciclo, ni siquiera

cambio de pareja por el momento con la recientesalida del PP del Gobierno canario. Tan sólo se tra-ta de pruebas de sonido de todas las partes para lafiesta de 2007, que va adquiriendo contornos in-dudables de una batalla campal. Las previsionesdel PP, por lo demás, no parecen muy descamina-das: El alejamiento (calculado o no) de sus sociosnacionalistas puede hacerle conservar el gruesodel voto grancanario a través de un victimismo deocasión, efímero. Y, de pasar algo así, se reeditaríael juego a tres bandas.

La alcaldesa de Las Palmas de G.C, Pepa Luzardo, y el presidente del Cabildo grancanario, José Manuel Soria, del PP, en un acto público. i LP/DLP

turística europea de las Islas. Éstas han pasado aser un nodo de primer orden de esa malla tu-rística mundial que conforma el segundo círcu-lo de centralidades de una economía global enla que la industria del ocio ocupa el segundopuesto como actividad económica: Los destinosturísticos son ahora las aglomeraciones de ca-pital y personas más importantes después delas denominadas urbes globales. Canarias, endefinitiva, ha ganado centralidad por el turismo,relativizándose en términos reales como perife-ria, más allá de terminologías al uso en el con-texto europeo y aun cuando la globalización ha-ya hecho trizas la vieja renta de situación en unostiempos de geometrías geográficas variables.

Sin embargo, esta inserción exitosade las Islas en la globalización, que no sólo com-porta un profundo cambio sociológico sino quecoincide, además, con la consolidación de nive-les de autogobierno desconocidos, no sólo no harebajado sino que, por el contrario, ha intensifi-cado paradójicamente esa vinculación estrechade la política canaria con la nacional. No es tantoun contrasentido como una paradoja: No se tratade una dejación en el ejercicio de las competen-cias (al contrario, cada vez se reclaman más) si-no de una actualización de una antigua constan-te insular: la interdependencia con el exterior.Sólo que lo que hoy determina este amarre ha

cambiado. Por un lado, ya no es el mero productode la sensación de vulnerabilidad (ya más desdi-bujada) de la sociedad insular, sino su contrario:la nueva opulencia y centralidad canaria, la co-nectabilidad lograda ya por el concurso de todos–Bruselas, Madrid y Canarias–, que ahora debeser asegurada al modo como el que posee actúapara preservarlo y a la manera en que esa nuevadinámica de lugar con peso y perfil se inscribefinalmente en el mapa político del Archipiélago.Pero, por otro lado, el marco económico-fiscal

sobre el que en parte se ha cimentado el salto is-leño sigue constituyendo un expediente aparteen Bruselas y en Madrid en un escenario de ar-monización europea creciente. Y hace insiste-matizable una parte de los intereses y estrategiasisleñas en relación con los del conjunto de Espa-ña. Es una circunstancia que incide en paráme-tros relativos a la inversión estatal y europea (cu-yo reparto sigue dominado por los Estados en laUE). Esta diferenciación política es el contrapun-to de la homologación social canaria. Y tiene laprimera en su reconocimiento y en la satisfac-ción financiera (compensatoria) que se ha mate-

P La ostensiblesatisfacción delas demandasfinancierasisleñas fue unfactor clave enel despegueeconómico,pero a la vez haaumentado ladependenciapolítica delEstado y la UE

P La primacíapolítica de CCobedece a quese decantó poradministrar lalógica del ‘pactocon Madrid’ enun momentopropicio paraque la clásicamoderaciónisleña rebasarasu mero mirarboquiabierto

P El desgaste inevitabledel nacionalismo surgecomo el factor único entorno al cual PSOE y PP seorganizan con vistas a lasAutonómicas de 2007, queserán una batalla campal

LA PROVINCIA/DIARIO DE LAS PALMAS

DOMINICAL V / 43