Psicologia Ambiental (Urbanismo)
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RESUMEN:
Toda obra arquitectónica tiene como origen y finalidad responder a las necesidades y aspiraciones de
espacio de la sociedad, identificando este hecho con la habitabilidad arquitectónica; la cual depende de la
cultura, del lugar y del momento histórico en que se manifieste.
Para lograr reconocer el contenido de la habitabilidad, es necesario realizar una investigación
propedéutica que identifique el destino de los espacios, su ubicación y su economía
Se presentan algunos comentarios sobre la forma de interpretar el programa arquitectónico señalando que
en esta etapa se busca definir las intenciones de las obras arquitectónicas más que elaborar una lista de
requerimientos, contando para tal fin con las herramientas de investigación de la Psicología.
INTRODUCCIÓN:
El presente documento surge de la lectura del Arquitecto José Villagrán García, principalmente de los
textos titulados "La estructura Teórica del Programa Arquitectónico" y "La morfología de la forma". Tiene
como intención hacer una recapitulación de sus ideas y señalar las aportaciones que las Ciencias Sociales
en general y la Psicología en particular pueden hacer al tema.
Para muchos profesionales y maestros de arquitectura José Villagrán es un autor fuera de época. Para los
profesionales, durante su práctica, no hay mucho tiempo para reflexionar sobre los planteamientos
expuestos por Villagrán o cualquier otro, la reflexión parece algo inútil. Por otra parte algunos docentes se
confunden la teoría con las corrientes de estilo actuales, sin observar que una cosa es la manera de dar
forma expresiva a las obras arquitectónicas y otra es la manera de explicarlas.
Ante estas circunstancias deseo retomar el sentido de teoría con una finalidad académica, entendiéndola
como una síntesis comprensiva de los conocimientos que una ciencia ha obtenido en el estudio de un
determinado orden de hechos. Observando que los conocimientos no son modas, son razonamientos que
se demuestran con hechos y argumentos que, mientras no se encuentren hechos o argumentos que los
nieguen o modifiquen, continúan siendo válidos independientemente de su época
Es por esta razón que interpreto a Villagrán, porque sus argumentos son eficientes, aún cuando hay
nuevas aportaciones que le complementan, como a continuación se expondrá.
El analizar el programa arquitectónico tiene pertinencia debido a la falta de bibliografía y de acuerdo sobre
lo que es y contiene. Además de que tiene una importancia fundamental, ya que representa la primera
etapa de concepción de la obra arquitectónica, la que orienta, establece los criterios del proyecto y los
parámetros para evaluar la eficiencia o no de los resultados del mismo.
Cabe observar que al analizar el programa arquitectónico desde la perspectiva de Villagrán no representa
un método de diseño, plantea las herramientas teóricas de un método de investigación para identificar las
metas que deberá seguir la composición arquitectónica, representa el proceso conceptual inicial de
identificación y concepción de las exigencias que la obra debe responder para satisfacer integralmente las
necesidades de habitabilidad de la humanidad.
Desde luego el planteamiento y desarrollo de estas ideas implican una definición de la arquitectura y del
proceso de concepción que pueden ser ampliamente discutidos. El presente trabajo no pretende una
posición acabada sólo busca participar de la reflexión que requiere el tema.
LA FINALIDAD Y CAUSA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO
Para entender qué es el programa arquitectónico, es importante ubicar su origen y su propósito, es decir
identificar no sólo las causas de forma mecánica, sino exponer la lógica a la que responde. Sólo a partir
de estas aclaraciones se podrá entender el contenido que tiene el hacer arquitectura, su teleología.
La finalidad y causa de la arquitectura es construir espacios habitables es decir espacios en los que el
hombre y la sociedad puedan satisfacer sus necesidades de espacio de forma integra y plena. Por tal
motivo su origen es el hombre y la sociedad, eso resulta obvio, sin embargo es importarte explicar ¿de
qué manera los edificios y ambientes deben satisfacer las necesidades espaciales de forma integral? ¿de
qué manera se puede transformar el espacio natural y el espacio cultural, para obtener edificios y
ciudades en que el hombre habite?.
La habitabilidad debe ser la finalidad de todo programa arquitectónico, porque cuando deja de estarlo, las
formas construidas no son arquitectura, así respondan a otros fines que, como la habitabilidad, puedan ser
esenciales.
La habitabilidad no se refiere sólo a los espacios construidos interiores y cerrados, sino a todos los
espacios que en la amplia connotación arquitectónica abarca los delimitados como los delimitantes ( los
muros y el espacio que contiene), tanto edificados como naturales o paisajísticos. LA HABITABILIDAD ES
LA CATEGORÍA ESENCIAL DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICO.
LA IDENTIFICACIÓN DE LA HABITABILIDAD ARQUITECTÓNICA
Para conseguir este fin es necesario entender a la cultura y utilizar este conocimiento para la elaboración
de los espacios arquitectónicos. En este proceso intervienen diferentes factores que a continuación se
explicarán:
EL DESTINO Y LA LEY CRONOTÓPICA
Lo que todo arquitecto necesita hacer para iniciar su trabajo es conocer qué es lo que se desea construir,
este hecho parece simple, sin embargo, es necesario que el arquitecto defina con que fin se piensa
edificar, el destino que una obra tendrá, lo cual depende del lugar y el momento histórico en que se
encuentre.
Un hecho común es simplificar esta labor a través de prototipos, como si automáticamente al utilizar un
modelo se lograra el éxito. La experiencia demuestra su fracaso a través del rechazo de la sociedad.
Enrique del Moral en su obra "El Hombre y la Arquitectura" publicado por la UNAM señala que cuando el
arquitecto impone sus criterios genera obras estériles, carentes de significado social. Así el primer paso
que debe dar el arquitecto es entender la necesidad espacial del habitante, lo cual sólo podrá lograrse
cuando el propio arquitecto tenga conocimiento de la forma en que vive una cultura y manifiesta su
personalidad. Observando que la comprensión del problema espacial va mas allá de la cultura, ya que de
no lograrse este fin las inconveniencias se manifiestan en lo económico cuando los espacios, al no
responder a las expectativas de los habitantes, pierden valor o, cuando las construcciones, al no
responder a las demandas de la sociedad, se vuelven un conflicto político.
Para iniciar la explicación de cómo responder a las demandas de espacio y definir el contenido de las
obras arquitectónicas, su destino, Villagrán invita a considerar lo que el llama Ley Cronotópica. En ella
explica que todas las culturas son únicas y aún cuando llegan a compartir tiempos o espacios que las
identifican, el desarrollo de cada una de ellas es diferente.
Cabe observar que el problema de la diversidad cultural también lo vive cada individuo; el mismo
arquitecto vive este proceso y le imprime su personal estilo a su trabajo de manera que aun él mismo debe
llegar a conocerse.
Para que un arquitecto pueda realizar su trabajo necesita entender cuáles son las creencias, y las
conductas espaciales de los habitantes, porqué actúan de determinada manera, de qué manera juzgan los
hechos y ubican los objetivos de su vida cotidiana, sin conocer esto actuaría a ciegas. Aún cuando sepa
que tiene un encargo específico su imaginación no podrá operar conociendo sólo la idea del edificio, el
destino aisladamente no resuelve en su totalidad el problema, La construcción será diferente de acuerdo
al lugar en que se ubique, no sólo por el clima, también el suelo y la cultura del lugar lo afectarán.
El habitante y aún arquitecto reaccionan diferente dependiendo del momento histórico que viven y del
lugar en que se encuentran, por esta misma razón el destino adquiere diferentes perfiles según su
ubicación espacial y temporal.
Es muy importante observar que toda cultura se da en el tiempo y el espacio, de tal manera que al variar
cualquiera de estas coordenadas varía toda la cultura, cambiando en sentido progresivo o regresivo pero
cambiando al fin. A partir de estos cambios es posible observar cómo se manifiesta la identidad y la
evolución cultural o la imposición y la confrontación cultural.
Al planteársele un problema, a cualquier arquitecto, es ineludible intuir una forma. Si, por ejemplo, se le
solicita construir una casa, lo primero que se le ocurre es formular una idea personal de que es una
"casa". Si desarrollara su trabajo sólo a partir de ese arquetipo caería en los errores antes señalados por
lo que, a partir de esta idea, de este arquetipo, es necesario preguntarse todas las particularidades para
salirse de él y penetrar en la concreción de lo particular. Preguntarse por ejemplo:
¿ Para que se vaya a usar esta casa?
¿ Qué tipo de casa quieren?
¿ Qué capacidad tendrá?
¿ Que forma de vivir tendrán las personas que las habiten?
La conciencia de qué es lo que necesita contener el espacio para satisfacer las necesidades del habitante,
identificar las exigencias espaciales no es fácil ni inmediato a la conciencia. Es un hecho más práctico que
racional.
El contestar a las preguntas anteriores no es suficiente para dar un cabal sentido a las exigencias del
espacio, es necesario hacerse otras elementales preguntas al lado de ¿El para qué? También es
fundamental conocer ¿ el dónde? El lugar en que se vaya a construir un espacio no es un elemento
fundamental para definir la finalidad, como ya se explico el principio básico de la demanda se encuentra
en el hombre y la sociedad, sin embargo no se podrá dar cabal respuesta a él sin entender el lugar en que
se ubica el habitante. Su clima, topografía y geología. Estos aspectos determinan las diversas
manifestaciones de la cultura y las diversas formas constructivas que resuelven las dificultades que el
medio ofrece para alcanzar un espacio más habitable para el ser humano.
El problema del arquitecto es hacerse consciente de lo que el habitante vive, para lo cual tiene que
realizar una indagación.
Concretamente, señala Villagrán que, la ley de cronotopos aplicada al programa, o sea A LA
IDENTIFICACIÓN DE LAS EXIGENCIAS ESPACIALES QUE DEBE SATISFACER UNA OBRA POR
PROYECTAR, se expresa diciendo que: a cada tiempo histórico y a cada espacio geográfica, corresponde
un Programa propio y a la inversa: todo Programa esta determinado por su ubicación, tanto en el espacio
como en el tiempo. En otras palabras, cada Programa se estructura acorde con su ubicación cronotópica
y, consecuentemente, ningún programa puede pertenecer a un tiempo ajeno al suyo o un espacio
diferente del propio, independientemente de que, en un momento dado, las culturas de dos espacios
geográficos diferentes coincidan y sus determinantes físicos coincidan también por igual. Las variaciones
están supeditadas a las actitudes vitales humanas ante la cultura que las anima.
SUBJETIVIDAD Y OBJETIVIDAD, EL PROBLEMA Y EL PROGRAMA
Cabe observar que la ubicación cronotópica provoca diversas relaciones entre la subjetividad del
arquitecto y las condiciones objetivas en que se presenta el problema de espacio que demanda una
intervención arquitectónica.
Lo objetivo de las determinates espacio temporales se ve filtrado por lo subjetivo del habitante y al mismo
tiempo por la subjetividad del arquitecto. Estos determinantes son aprendidos por él y se proyectan sobre
el programa elaborando un "diagnóstico". una primera imagen de conocimiento, un principio de creación,
fruto de la idea que se hace el arquitecto del problema, y por lo mismo cargada de subjetividad y de una
objetividad relativa, pues el diagnóstico está basado en los determinantes de origen que plantean el
problema.
La subjetividad y objetividad son categorías del programa arquitectónico, observando que está
determinado por el problema, ambos permanecen correlacionados pero independientes entre sí, el
problema es aprehendido por el arquitecto y el programa es el resultado de esta aprehensión (se realiza
un análisis y se llega a una síntesis, se identifican las partes y posteriormente se elabora un juicio).
Son tres los elementos que se presentan en este proceso de identificación de la habitabilidad: el problema
objetivo (en el que se encuentra presente la subjetividad de la cultura y la objetividad del medio en que se
ubica) el arquitecto como sujeto (que filtra también subjetivamente, de acuerdo a su formación y
personalidad el problema objetivo) y finalmente el programa que adquiere así un carácter subjetivo y
objetivo simultáneamente.
El arquitecto filtra las ideas del problema en dos medios, uno el de la cultura en que se mueve y otro en su
personalidad.
La cultura reinante establece finalidades circunstanciales basadas en los modos de vivir y de edificar, y
después pasa por estas mismas circunstancias por la personalidad del arquitecto. Esto provoca estilos,
marca épocas, identifica a las culturas y hace que la arquitectura sea tan diversa como la humanidad
misma.
"Estas sencillas reflexiones muestran que el problema está fuera del arquitecto y que sólo compete su
aprehensión (no sólo intelectual, también emocional) y su proyección en el programa propiamente
dicho para, de este primer paso de la creación proseguir hacia los otros dos tiempos de este trascendente
proceso":
1. Vivencia
2. Identificación de las exigencias expresivas de la sociedad (Diagnóstico)
3. Formación de ideas
El carácter objetivo del problema coloca al arquitecto frente a él y no dentro de él. Es el problema por sí, a
mediación del cliente genérico y de los asesores que funjan en su planteamiento, el que proporciona al
arquitecto el cuadro frente al que formula el cuestionario que su preparación y talento le inspiran, con la
idea de captar de la mejor manera la totalidad de determinantes que posee dicho problema, a través de su
personal evidencia, lo investiga, incursiona por él y al final elabora su primer paso creador que es el
programa. Este proceso de investigación es lo que denominamos propedéutica arquitectónica por la
similitud que este estudio tiene con las propedéuticas médica y quirúrgica pre - operatoria; pues ambas
tienden a la obtención de los datos sintomáticos a través de los cuales el médico y el cirujano establecen
su diagnóstico para de ahí plantear el tratamiento que convenga seguir con el paciente.
El arquitecto procede de manera semejante. A partir de su vivencia llega a la composición.
Es necesario cuidar de imaginar al arquitecto como la fuente de solución a todo problema que se le
plantee, es fundamental conocer el problema antes de intentar una propuesta.
Todo programa, en su aspecto general se refiere por lo visto a una serie de determinantes y fines
esenciales que proceden del habitat y de la cultura; de tal modo que el arquitecto de todos los tiempos ha
aprendido estos determinantes en lo geográfico – físico y en lo geográfico cultural; pero no debe perder de
vista que en todos los casos, frente a estos dos macizos haces se alza la misma cultura como orientadora
y nervio o alma de estructuración, de su aprehensión y, cosa importante, de su autocontemplación.
LA ECONOMIA DE LA OBRA ARQUITECTÓNICA
Dentro de los aspectos que debe indagar el arquitecto no se puede pasar por alto conocer ¿Con qué
recursos se cuenta para hacer la obra? conocer la cantidad de recursos financieros con los que se cuenta
para realizar el trabajo. Solo al poseer la cabal respuesta a estos tres puntos se dispondrá de los
elementos necesarios para poder concebir una idea, en la imaginación primero, en el papel después y
finalmente en la construcción misma.
COMENTARIOS FINALES
Villagrán expone que un programa es: " el conjunto de exigencias que debe satisfacer una obra por
proyectar" Resulta de vital importancia entender ese conjunto de exigencias.
Por lo expuesto se puede entender que las exigencias representan lo que el arquitecto identifica como
demanda espacial, después de conocer las necesidades y aspitaciones espaciales del habitante, el lugar
en donde piensa ubicar el espacio con que busca satisfacer su exigencia espacial y los recursos con los
que cuenta. Villagrán critica el que se elabore una lista de carácter económico o funcional de lo que el
edificio necesita tener debido a que esto provoca que el programa arquitectónico pierda su contenido y se
convierta en un conjunto escasamente elocuente de datos sin significado y sin análisis. A Villagrán le
interesa que el programa identifique lo que culturalmente, simbólicamente, necesita el espacio adquirir
como contenido, que esta identificación motive y oriente el proceso de composición y construcción de la
obra. Es obvio que lo económico y funcional deberá estar presente, pero es fundamental que el arquitecto
palpe los propósitos y deseos que el habitante desea alcanzar con el espacio.
Las preguntas simples y fundamentales acerca de
¿ Qué ?
¿ Para qué ?
¿ En dónde ?
¿ Con qué ?
deben ser resueltas por el arquitecto para determinar claramente las exigencias de habitabilidad que
orientarán todo el proceso arquitectónico.
Quizás el problema está en la palabra programa, entendiendo con ella un modo de ordenar actividades,
como un anuncio o exposición de lo que se piensa hacer. Quizás sea más conveniente hablar de
Intenciones Arquitectónicas. Eso es un punto que deberá analizarse en la academia y que por ahora sólo
queda como un comentario.
Otro aspecto importante a destacar es el planteamiento de resolver de forma "integral" las necesidades
humanas al exponer expresa su inquietud porque el hombre encuentre satisfacción a su condición física,
biológica, social, psicológica, y estética. Sólo al satisfacer todos los requerimientos se lograría una
completa habitabilidad y una concepción total de las necesidades.
La identificación de estas diferentes dimensiones de la habitabilidad no es tarea fácil, sobre todo los
elementos psicosociales y estéticos, en los que la cultura manifiesta el modo de pensar y juzgar, al grado
tal que modifican el juicio de lo físico y biológico dependiendo de la formación social en que se
desarrollado una manera de pensar. Es necesario hacer algunas observaciones más sobre estos
aspectos.
La manera de valorar un espacio construido, no depende de criterios únicos y universales, al observar en
diferentes épocas, diversas manifestaciones de ser y vivir, se encuentran diferentes maneras de dar
contenido y expresión a las obras arquitectónicas, de manera tal que la manera de evaluarlas no depende
de lo que personalmente piense un crítico, depende de la correcta ubicación en el tiempo y el espacio de
la obra y de la correspondencia entre las necesidades y aspiraciones de la sociedad con los espacios que
construyó.
APORTACIONES.
Para que el arquitecto defina sus intenciones profesionales o los criterios de evaluación de un espacio
construido, es fundamental que reconozca qué necesita o desea el habitante del espacio y que contenido
le da.
Esto no es tarea fácil y desde la perspectiva de Villagrán depende de la sensibilidad artística del
profesional pues estas aspiraciones y necesidades son de carácter espiritual, con un contenido de
diversidad infinita. Y en efecto lo son, pero es oportuno recurrir a lo que la Psicología puede aportar para
llegar a identificarlas.
Existen diversas herramientas que permiten reconocer la manera en que perciben los habitantes su
espacio y la manera en que lo evalúan, las cuales pueden ser de utilidad al arquitecto, dependiendo del
adecuado uso de las mismas.
Los mapas cognoscitivos, las redes semánticas, la simulación de ambientes, la observación conductual,
las escalas de actitud, son algunas de ellas.
Estas técnicas de carácter psicométrico, formuladas por una disciplina en formación como la Psicología
Ambiental, no encuentra aún su lugar en el campo profesional de la Arquitectura debido a la falta de
orientación de los objetivos de una y otra, mientras que para la psicología el problema es identificar sus
categorías de análisis (hacinamiento o satisfacción por ejemplo) o en el mejor de los casos explica la
interacción del hombre y su espacio de manera general, para la arquitectura su problema fundamental es
la concepción del contenido que el espacio requiere tener, analiza también la relación del hombre con el
espacio pero de forma muy particular en las obras arquitectónicas. Sin embargo la necesidad de vincular a
una y otra está planteada en el discurso mismo de la arquitectura y es ineludible su articulación.
El arquitecto construye edificios que habitará el ser humano y requiere, por lo mismo,
conocer todas las necesidades espaciales que los seres humanos tenemos para que estos
espacios, estén completos.
Al realizar esta acción más que construir muros, techos, puertas y ventanas el arquitecto
construye los lugares en los que vivirá un hombre, una familia, una sociedad. Los cuales no
se constituyen sólo por los ladrillos de las paredes sino también por los anhelos,
experiencias, deseos y todas las manifestaciones culturales del hombre y la sociedad.
La búsqueda del espacio para vivir es un hecho natural a todo ser vivo, sin embargo para el hombre el espacio
tiene una característica distinta, no sólo es lo que la naturaleza por si misma ofrece, también es algo significativo.
El espacio que se habita no sólo existe de forma natural, existe también a partir de la mente del ser humano.
El espacio habitable adquiere realidad en la medida en que la humanidad vive y se despliega geográficamente,
alrededor de lo que la naturaleza le ofrece y la transforma dándole un nuevo contenido.
Esta creación del espacio habitable se da en la medida en que el ser humano se mueve entre la naturaleza en
busca de los satisfactores a sus necesidades e identifica las características del lugar por el que camina;
guardando esa información en su memoria y asignándole a cada sitio una interpretación. Es a partir del
significado, del contenido que poseen los sitios, que se delimita no sólo la identidad del individuo mismo, sino
también del espacio.
Expliquemos más éstas ideas.
Al hablar de espacio surgen diferentes conceptualizaciones de esta idea, Cassirer, por ejemplo, señala las
diferencias entre espacio orgánico, el que está determinado por las necesidades biológicas de todo ser vivo, y el
espacio abstracto, aquel que se desarrolla por la reflexión humana, la cual extrae del mundo natural sus
cualidades para formular ideas.
Dentro de este espacio se indica un nivel práctico, el de la identificación de los lugares inmediatos, el de la vida
diaria. También identifica el espacio perceptivo, como una característica de los animales superiores y que surgen
de la experiencia sensible, óptica, táctil, acústica y quinésica, todas estos estímulos se conjugan para dar una
imagen del espacio perceptivo.
Hay una categoría más planteada por Cassirer, el del espacio simbólico, fruto de la memoria y desarrollado a
través del lenguaje, condición que favorece la acepción del espacio y que se gesta a partir de diferentes
experiencias espaciales dentro de la sociedad.
Al plantearse estas reflexiones Cassirer apunta que el hombre requiere desarrollar el sentido del espacio La
existencia humana es lo que es sólo en relación con un espacio. La existencia es espacio ().
La espacialidad es una definición esencial de la existencia humana esta idea es ampliamente explicada en el
texto de Fiedrich Bollnow con título "Hombre y espacio"(). Aquí explica el autor que es conveniente no confundir
la vivencia del espacio como experiencia psíquica con lo vivencial. La expresión de espacio vivido tiene la
ventaja de indicar que no se trata de algo psíquico, fruto de una experiencia momentánea, sino del espacio
mismo, de la imagen que se adquiere al vivir en él y con él, del espacio como medio de vida humana.
La existencia humana es lo que es sólo en relación con un espacio. La existencia es espacio, señala categórico
Bollnow.
Al hacer estas reflexiones sobre el espacio apunta que la referencia a esta condición espacial no significa que el
hombre, así como todo su cuerpo, llene un ámbito determinado, que ocupe un volumen(), expresa más, indica
que el hombre está circunscrito en su vida siempre y necesariamente por un espacio que le rodea.
"El espacio no se reduce a las simples relaciones geométricas que fijamos como si, limitados al simple papel de
espectadores curiosos o científicos, nos encontrásemos fuera del espacio. Vivimos y actuamos dentro del
espacio y en él se desarrolla tanto nuestra vida personal como la vida colectiva de la humanidad "()
"La vida se extiende en el espacio sin tener una extensión geométrica en sentido propio(). Para vivir necesitamos
extensión y perspectiva. Para el despliegue de la vida el espacio es tan imprescindible como el tiempo"
Estas reflexiones señalan la importancia del espacio en el hombre observando que uno y otro son inseparables.
Sólo en la medida en que exista la posibilidad del espacio existirá el hombre, es decir, sólo en la medida en que
exista la posibilidad de que el humano pueda desplegar a su alrededor las acciones necesarias para la
satisfacción de sus necesidades podrá existir como tal. El espacio se convierte así en la forma general de la
actividad humana.
Como ser creador y desplegador del espacio, el hombre necesariamente no es sólo el origen sino también el
centro permanente del espacio. Pero no debe simplificarse esto concibiendo como si el hombre llevara consigo
mismo su espacio - indica Bollnow - como el caracol su casa, sino que tiene perfectamente sentido cuando se
dice, sin reflexionar detenidamente que el hombre se mueve "en" su espacio, donde por consiguiente, el espacio
es algo fijo con respecto al hombre, algo dentro de lo cual se realizan los movimientos humanos ()
Así pues, la espacialidad de la vida humana y el espacio vivencial del hombre se corresponden en una
correlación estricta.
Del espacio humano en general, de la cualidad que adquieren los objetos a partir de la relación que se establece
entre ellos mismo y el hombre, hay que distinguir al espacio arquitectónico, el primero representa la totalidad del
ámbito en donde nos encontramos todos, es el espacio natural que tiene límites a partir de lo que puede ser
percibido. El espacio arquitectónico por otra parte, representa la construcción edilicia, la formación de un espacio
pero ya no de manera natural sino artificial. Creado por las necesidades del hombre bajo su inventiva.
La importancia de integrar la concepción del hombre en el espacio es fundamental para la arquitectura ya que es
a través de la particular manera de dar forma al espacio como se logran identificar diferentes épocas en la
humanidad Villagrán desde 1939 explicaba lo anterior de la siguiente manera:
" el construir para el hombre considerado en sus aspectos totales, integralmente constituido, ha sido en todo
tiempo el objeto de la arquitectura: este integralismo constituye el barómetro de las arquitecturas: cuando una
época mutila en sus obras al hombre, desconociéndolo en cualquiera de sus aspectos, ya sea concediéndole
sólo idea o sólo materia orgánica, la reacción natural brota: contra el tradicionalismo helénico en Alemania y el
ojival en Francia, brota el efímero "art nouveau" de principios de siglo, preludiando el movimiento contemporáneo
cuyas raíces ideológicas se hunden, por fortuna, en el histórico desenvolvimiento de la humanidad.
El hombre construye para sí el escenario permanente en que desarrolla sus actividades todas, por ello el hombre
se constituye en centro y medida de su propia obra: la arquitectura" ()
Señalada así la importancia del espacio hay que dar paso a la explicación de las necesidades espaciales de
manera más precisa. De principio, para iniciar la explicación de su contenido, cabe apuntar que ellas surgen de
la vida cotidiana al comer, al dormir, al vestirse, al convivir. Todas estas actividades responden a necesidades,
que tienen su fundamento en requerimientos biológicos y psicosociales. Necesidades que no pueden
concretarse, no pueden encontrar su solución, sin que el hombre posea un espacio, lo cual no significa que para
todos los seres humanos tenga el mismo contenido el espacio. Por el contrario las necesidades espaciales
surgen a partir de la búsqueda de lugares() que el hombre convierte en sitios asignados a un propósito y con
cualidades específicas. Especificidad que surgirá de la dinámica psicosocial que viva cada individuo en sociedad.
Todos necesitamos comer, por ejemplo, pero no todos comemos de la misma manera o dormimos del mismo
modo. Basta hacer un recuento de las amistades más cercanas para percibir que hay diferencias en nuestros
espacios, fruto de las diferentes maneras de vivir. No a todos les gusta comer y fumar, ni a todos les agrada
dormir acompañados por música. ¿Cuantos pueden dormir sin almohada? O ¿ Cuantos requiere de una sobre
cama especial para que su recámara les resulte bonita y cómoda?. Cada una de estas preferencias estará
irremediablemente reflejada en el espacio.
Son estas circunstancias psicosociales, condicionadas por el contexto social, económico, ideológico, tecnológico
y biológico, las que determinarán la manifestación de las necesidades espaciales y le darán contenido al entorno
a través de las diferencias en el tiempo y en la geografía.
Al buscar el satisfactor de las necesidades el ser humano se enfrenta a la dinámica del medio social, del medio,
natural e incluso a su propia dinámica personal como fuerzas que le orientan hacia un determinado medio, hacia
un espacio, de manera que las necesidades humanas no encuentran su solución de la misma manera en todo
momento, por el contrario, esta dinámica permite encontrar una infinita variedad de posibilidades de ser que, sin
embargo, tienen como común denominador el que son diferentes formas de manifestar las necesidades
humanas.
Esa es la riqueza humana. En su infinita capacidad de interpretación y proposición, busca el modo de subsistir,
adaptándose de diferentes maneras al medio, planteando soluciones que, de principio son únicas, individuales,
pero que al ser compartidas y aceptadas por los miembros de su grupo, forma una cultura, un lenguaje con el
que aseguran la subsistencia de todos. Lenguaje que no sólo está compuesto por sonidos o signo gráficos, el
espacio en que se vive en su totalidad expresa un mensaje.
De ésta manera, al observar una reliquia arqueológica, una manifestación cultural, no sólo sé observan las
cualidades estéticas que posean, se observa también el desarrollo tecnológico, la manera de interpretar el mundo,
los valores que dominaban en el medio, en suma, la manera de vivir de un pueblo. Claro está, dichas cualidades
no surgen del aspecto material, inmediato de los objetos, es algo más intrínseco, fruto de las interacciones del
humano con los objetos mismos.
Estas circunstancias las explica el Arq. Vargas (1991) de la siguiente manera:
"Si tenemos en cuenta lo que ya Hegel había establecido y le adjuntamos la reiteración de Marx, no nos costará
trabajo entender que, efectivamente, los objetos son "portadores" "depositarios" mensajeros o repositorios de las
relaciones de producción con arreglo a las cuales se les produjo...
El hecho de que los espacios arquitectónicos sean construidos empleando materiales de edificación y que a
primera vista sus formas pétreas parecieran ser tan inanimadas como las de éstos, ha llevado en muchos casos
a pasar por alto la sustancial distancia que media entre unos y otros.
De este modo se ha olvidado que, a diferencia de los objetos naturales inanimados, en las obras de Arquitectura
toma cuerpo y cobra forma tangible la amplia y variada gama de anhelos y aspiraciones, expectativas e ilusiones
e incluso veleidades de todo tipo, que los grupos sociales e individuos participantes en su realización esperan ver
reflejadas en ellas o consumadas a su término (sus necesidades de habitabilidad).
Sí, los productos humanos son de índole muy distinta. La intencionalidad que promueve y modifica tanto la forma
y disposición de los materiales naturales como los nuevos espacios que crea con éstos, se adhiere a unos y a
otros y los hace adoptar la dimensión espiritual de la colectividad que les ha dado nueva vida. ¡ El espíritu
humano se corporiza !. Son espíritu materializado que obliga a las piedras a tomar otra dimensión, una
dimensión social que no tenían originalmente. Son piedras humanizadas que forman parte de un mundo nuevo:
el que el hombre ha producido a su imagen y semejanza.
Y es la permanente presencia de ese espíritu a todo lo largo del proceso de producción de la Arquitectura, la que
le permite imprimir su particular sentido en cada uno de sus productos. Por esto lejos de desvanecerse de las
obras cuando han sido concluidas, permanece en ellas impregnándolas con su matriz. Gracias a esto es posible
vincularlas con la particular espiritualidad humana que motivó a su realización y de la cual son un testimonio. A
este especial carácter de las obras humanas, genéricamente lo llamamos su "dimensión social". Dimensión
social de la Arquitectura que emana fundamentalmente de este hecho y no solamente de que en su realización
hayan participado más o menos directamente diversos grupos, sectores o individuos.
La producción social de los espacios habitables, expresada en su dimensión social, convierte a la Arquitectura, a
su producto, en un objeto espiritualizado, tal y como lo planteó Hegel; tal y como lo refrendó Marx.
De este modo, las expectativas que anteceden la producción de las obras que lleva a cabo el ser humano fungen
respecto de ellas como su causa, como su "programa", como el haz de motivos que impulsa su realización y,
simultáneamente, como la finalidad que se espera alcanzar con ellas una vez terminadas. Y de suyo se
comprende que todas ellas. la Arquitectura incluida, pueden ser entendidas y valoradas únicamente mediante la
reconstrucción mental del "programa" que las hizo posibles." (fin de cita)
Así entonces, al pretender estudiar los niveles de habitabilidad o las distintas demandas de espacios, se
observará que éstos dependen de la manera en que se planteen las necesidades de los mismos.
Con la finalidad de poder hacer más explícito el contenido de las necesidades enumeraremos a continuación
algunas de las características de las necesidades humanas y reflexionaremos sobre sus implicaciones
espaciales.
En primer lugar: Las necesidades siempre han existido, sólo cambian con el tiempo y el espacio, son
condiciones, demandas o exigencias internas de cada individuo y sociedad que surgen de su herencia
psicosocial y biológica.
El que siempre haya existido no significa que siempre hayan sido las mismas ni que sean iguales hoy que ayer.
De principio la característica biológica del ser humano hace pensar en necesidades comunes no sólo a los
hombres sino a todo ser vivo, pero en la medida en que somos seres pensantes y con cultura se puede observar
cómo las necesidades cambian en su contenido dando la posibilidad a generar necesidades nuevas.
En segundo lugar: Las necesidades son impulsos o motivos que empujan a los seres humanos para realizar una
actividad. Esta exigencia constituye una fuerza o impulso interno que genera la búsqueda de la satisfacción,
respuesta o solución a la demanda.
En tercer lugar: Las necesidades no
se dan en abstracto sino en
condiciones específicas. Tienen un
sustento material. La dirección y la
meta a la que se llegue a partir del
impulso generado por las
necesidades se da en un tiempo y
un espacio específicos.
Es importante resaltar ésta idea ya que comúnmente parece ser que la gente quiere y hace algo simplemente
porque si. Sin embargo aún cuando no se posea conciencia total del porque, la realidad se encuentra
estructurada y el deseo surge dentro de la cadena de acontecimientos que rodea el momento de la decisión.
Así por ejemplo es curioso observar como, entre quienes comparten experiencias, de pronto aparece un gusto
similar por las cosas.
Desde luego esto no intenta negar la posibilidad de la innovación y la genialidad de la proposición, lo cual sería
motivo de un análisis diferente, únicamente se intenta resaltar lo que sucede dentro de la sociedad y el
pensamiento común de los individuos.
En cuarto lugar: Dentro del orden de ideas indicado anteriormente, es importante apuntar que el surgimiento y
desarrollo de las necesidades se da de una manera organizada, las condiciones del medio físico, social político y
económico determinan las formas que adquieren las necesidades. Estas fuerzas organizan la acción. Las
acciones de los individuos no son fortuitas o caóticas, la dirección de la fuerza es precisa, está dirigida a un fin.
En quinto lugar: También es importante señalar que el surgimiento y satisfacción de las necesidades depende de
las posibilidades tecnológicas, económicas incluso ambientales en que se encuentre el individuo y la sociedad en
su conjunto.
En sexto lugar: Un hecho interesante a ser destacado es que las necesidades están acompañadas por
sentimientos y emociones, el satisfacerlas o no produce distintos efectos.
En séptimo lugar: Una característica particular de las necesidades es que no siempre se posee conciencia de
ellas, se manifiestan conforme los individuos requieren de diferentes satisfactores y sólo en caso extremo,
cuando la posibilidad de obtener lo que se requiere está negada, dichas necesidades afloran como demandas.
El hecho de que no se manifiesten abiertamente las necesidades no significa que no sea posible identificarlas, es
importante observar que las características del espacio en que se mueven los individuos expresan su manera de
pensar de manera que en ellas es posible buscar las manifestaciones de sus necesidades indagando así el
motivo de determinados comportamientos. Aquí es importante matizar un hecho, la lógica con la que se
estructura el fenómeno tampoco surge de la mente de quien lo analiza, ésta depende de la historia personal y de
los antecedentes socioculturales de cada individuo, es muy peligroso plantease lógicas ajenas a la manifestación
existencial de los individuos, según la apreciación del investigador.
Es fundamental buscar la explicación del contenido del espacio a partir de la vivencia de los propios habitantes,
aún cuando esta pueda parecer ilógica al investigador. Las necesidades obedecen a la lógica (consciente o no;
manipulada o libre) de su origen y bajo esa perspectiva hay que entenderlas.
En octavo lugar: Y como punto fundamental para el manejo de los espacios. Toda necesidad impulsa a moverse
espacialmente.
La necesidad es un hecho psicológico, pero al motivar a encontrar una respuesta se plantean condiciones físicas
que se dan en un contexto espacial.
En algunos casos esta actividad es manifiesta y toma cuerpo en una demanda, es decir como una exigencia al
medio social y que puede ser manifiesta desde una solicitud o hasta como una reclamación. En otros casos la
actividad que da contenido a la necesidad no es abierta, representa una acción realizada casi
inconscientemente, en la búsqueda de un equilibrio biopsicosocial. Cabría hacer la observación de que, ya sea
que se manifieste como una demanda o como una simple acción, la actividad que da contenido al espacio estará
sustentada en los antecedentes de la realidad que vive el habitante, lo cual permitirá comprender su significado
dentro de su contexto mismo.
En noveno lugar: El hecho de que el medio circundante ofrezca a los individuos la posibilidad de que realice la
actividad espacial requerida de una manera satisfactoria, es decir que habite el espacio, representa la
habitabilidad del espacio.
La habitabilidad es una realidad determinada simultáneamente por las condiciones que posee el espacio y por
las solicitudes o demandas que el hombre hace de él para poder vivir, de manera que lo objetivo y lo subjetivo se
unen para dar contenido a esta dimensión de la realidad. Por lo mismo al identificar la habitabilidad del espacio
es necesario recurrir a estas dos dimensiones, la de las cualidades físicas de las condiciones materiales de un
lugar y a los sentimientos, emociones, creencias, gustos que la gente tiene por vivir en un cierto lugar.
Es por esta razón que la actividad de composición arquitectónica requiere no sólo conocer los elementos de
construcción de un edificio, sino también requiere conocer las necesidades espaciales, manejarlas hasta lograr
dar un contenido a las propuestas compositivas.
Estas ideas no son ajenas a la mayoría de los arquitectos sin embargo, comúnmente, bajo una lógica
matemática y esquemática, se proponen hallar una formula que explique toda necesidad. Cometiendo el error de
formular estereotipos que al confrontarse con la experiencia resultan inoperantes. Por ejemplo se acepta la
creencia de que el azul es frío y el rojo caliente aceptándolos como hechos universales, o se cree que sinónimo
de la privacidad es el aislamiento.
Por el contrario, al adentrarse en el estudio de las necesidades espaciales se descubren dimensiones ocultas,
características del espacio que son exclusivas a un grupo social y que le dan a las cualidades de los espacios
posibilidades calidoscópicas.
Edward Hall () , por ejemplo apuntó la manera diferente de percibir el espacio que tienen los árabes, de los
franceses y los estadounidenses, destacando la imposibilidad de hallar definiciones universales.
El arquitecto al acercarse al conocimiento de las necesidades espaciales y a la composición de espacios que le
den respuesta debe poner cuidado en no caer en la formulación de estereotipos acerca de lo que el ser humano
es, simplificando la manera de habitar a un listado de espacios aplicables indiscriminadamente a todo tipo de
persona. Al actuar así se corre el riesgo de que los habitantes, al no encontrar los espacios que necesitan, al no
hallar solución a sus demandas, desarrollen insatisfacción que, además de generar un descontento personal,
provoque una incredulidad en el trabajo arquitectónico
Así entonces, el problema de dar satisfacción a las necesidades espaciales estriba en reconocer que cada
persona y cada grupo social tienen una manera particular de vivir y los espacios que proyecte un arquitecto
deben ser la respuesta a sus característica.
Cabe hacer una advertencia más ya que, en caso de lograr comprender las necesidades espaciales y llegar a un
buen planteamiento, la solución que se ofrezca no podrá ser eterna, las necesidades espaciales y la realidad
espacial misma son dinámicas, cambian, de manera que sólo a partir de identificar esta constante evolución será
posible mantener el sentido de utilidad que ofrezcan los espacios.
La dificultad mayor que encuentra el arquitecto para lograr desarrollar "la sensibilidad" necesaria para identificar
las necesidades espaciales es el evitar formular estereotipos.
Desdichadamente el exagerado sentido de economía que dirige a nuestra sociedad actual desarrolla el principio
de soluciones en serie, llevando a que la arquitectura se convierten cada día más en técnica de construcción y
pierda su función de arreglar, organizar y crear espacios.
A lo expuesto sobre las características de las necesidades espaciales es posible añadir otras tres características
más, no menos importante que las anteriores.
En décimo lugar: Las necesidades tienen jerarquía, dependiendo tanto de situaciones internas como externas,
hay necesidades que son más valoradas que otras.
En décimo primer lugar: Las necesidades se fusionan. Con un sólo acto se pueden satisfacer diferentes
necesidades.
En décimo segundo lugar habrá que apuntar que la manera en que se concreta la satisfacción de las
necesidades es una decisión, de hecho el satisfacer una necesidad produce conflicto pues obliga al individuo a
tomar una resolución sobre qué camino tomar ante las diversas posibilidades de satisfacerlas, no sólo con
respecto al lugar u objeto que elegirá, sino también a que tipo de necesidad dará respuesta ya que no podrá
hacer todo lo que desea simultáneamente.
Esta última reflexión llevará a una décimo tercera característica muy importante: De la satisfacción del tipo
necesidades a partir del tipo de satisfactores específicos, dependerán el funcionamiento del individuo y de la
sociedad.
Aquí cabe anotar que dicha posibilidad de elección del satisfactor para una determinada necesidad no es abierta.
El concepto de necesidad no puede ser estudiado aislada de los de libertad y posibilidad, pues cuando el
individuo siente una, se le presentan diversas maneras de satisfacerla y depende de las posibilidades reales, de
la libertad con que pueda optar entre uno y otro camino el que logre realizarse. Sin embargo en la medida en que
sus medios están coartados de antemano dicha libertad no existe.
"Sólo soy libre de optar entre una cosa y otra, por lo tanto sólo soy libre de adaptarme a un sistema regido por la
lógica del consumo "()
Al reflexionar sobre estos temas Luis Rodríguez Morales en su texto "Para una teoría del Diseño"() apunta las
siguientes ideas:
a) Las necesidades son de individuos, pero su desarrollo y los medios para satisfacerlas son histórico sociales.
b) Para que un individuo satisfaga una necesidad es necesario que tenga posibilidades reales de acceso al
satisfactor.
c) La "normalidad" de una necesidad no es más que la expresión ideológica de las necesidades del núcleo social
dominante en un lugar y en un tiempo determinados.
d) Las necesidades expuestas al diseñador, se ven deformadas al representar las necesidades del sistema y no
necesariamente las del usuario.
e) La función de un objeto es una situación compleja, que va más allá del simple uso. Una de sus funciones -
pocas veces bien estudiada en los procesos proyectuales - es la psicológica.
i) Las necesidades mínimas son fijadas ideológicamente por el núcleo social dominante.
j) Para el consumismo no hay límite pues se funda en una carencia.
k) El usuario busca y establece asociaciones psicológicas con los objetos que utiliza.
Esta exposición tiene como fin resaltar la importancia del análisis psicosocial en la arquitectura.
Se destaca el análisis psicosocial debido a que, de acuerdo a los elementos de los cuales se parta, hay
diferentes formas de entender el quehacer arquitectónico. El bioclimatismo, por ejemplo, impone una forma de
razonar la arquitectura; el sistema constructivo obliga a otro tipo de conclusiones o la geometría, o los estilos,
pero no es sobre estos campos sobre los que se desea razonar, es sobre lo psicosocial.
Cuando se aborda el problema psicosocial como un elemento a considerar en la composición arquitectónica
parece obvio de qué se está hablando y prácticamente hay un acuerdo general sobre la importancia del tema,
aún cuando en realidad no es fácil encontrar respuesta a la pregunta de:
¿ Cómo incorpora lo psicosocial en el proyecto?.
A primera vista el problema se resuelve hablando con el habitante, pero ¿ qué es lo que se necesita saber de
él?.
Su edad, sexo, ingreso, estado civil, ¿ son suficientes estos datos para proyectar un espacio?.
¿ Qué importancia tiene los rasgos de personalidad o la condición de clase de una persona?
Desde una perspectiva humana, la importancia de estos planteamientos es innegable pero hay que hacer notar
que el análisis psicosocial es una actividad distinta a la arquitectura y que los resultados de este tipo de análisis
no son trabajo arquitectónico. Eso se hace evidente cuando, después de realizar una amplia investigación
demográfica o económica, o psicológica el arquitecto decide guardar todos los datos y toma la hoja en blanco
para iniciar su trabajo.
Posiblemente es por esta circunstancia que muchos arquitectos juzgan inútil desarrollar toda una investigación y
consideran suficiente dejarse guiar por su humanismo logrando éxito pero sin dejar establecida la técnica social
con la que trabajaron.
El problema entonces sigue vigente
¿ Cómo hacer una investigación que de indicaciones claras sobre el contenido social que deben tener los
espacios arquitectónicos?
Para explicar esta postura conviene reflexionar sobre el hombre y el espacio, sobre las condiciones que requiere
tener un sitio para que pueda ser habitado, sobre su habitabilidad.
Al pensar en la relación hombre - espacio se dará cuenta que no puede concebirse al ser humano sin ubicarlo en
un lugar, lo cual no significa que este "hallarse" corresponda a un simple "estar".
El hallarse en un lugar no tiene el mismo sentido que acomodar los zapatos debajo de la cama, el ser humano no
es un objeto inerte, es un ser vivo y creativo, de manera que el ocupar un sitio no sólo significa que el hombre
este ahí, también plantea su proyección como individuo y como ente social.
A partir de esta concepción el espacio se presenta como la condición existencial básica del hombre, es ineludible
hallar un lugar para desarrollar las actividades con las cuales satisfacer las necesidades y expresarse como
persona.
Heidegger en el ensayo que titulo, "pensar habitar y construir" plantea que comúnmente se cree que se
construyen los edificios son la parte principal y primera de la habitación y señala el error de esta concepción ya
que el principio se encuentra en el hombre que necesita habitar y por eso se construye el edificio.
Las necesidades son exigencias que requieren ser satisfechas para que el individuo pueda desarrollar sus
actividades y potencialidades; éstas son un impulso que genera actividad. Actividad que por condición existencial
debe ser realizada en un espacio. Espacio que de inicio representa un espacio natural pero que en la medida en
que se desarrolla una actividad intencional, empiezan a formar parte del espacio arquitectónico.
Al hecho de "ocupar" el espacio, de encontrar el lugar en donde residir, se le denomina habitar, de manera que el
hombre sólo se realiza como tal habitando el espacio, no puede ser de otra manera. Habitar significa, desde esta
perspectiva, encontrar el lugar para solucionar las necesidades. Imagine cualquiera: estudio, convivencia,
intimidad, amor; inmediatamente surge dentro de la mente una imagen, una persona, un objeto, una situación, la
cual estará irremediablemente ligada a un lugar.
El arquitecto parte comúnmente de una demanda, es decir, de la manifestación abierta de una necesidad. Pero
es aquí en donde empieza el problema de la lógica arquitectónica. El arquitecto únicamente parte de la demanda
del espacio, no conoce cuál es el contenido que requiere tener el espacio, y ante esta situación se deja guiar por
estereotipos por "intuiciones" que substituyen los sentimientos de los propios habitantes y desvían el contenido
de los espacios hacia aquello que creen más conveniente. Da por supuesto que conoce cual es el espacio que
requiere. Se hace lo que se cree aunque no se tenga ningún fundamento.
Para evitar ésta desviación del contenido del trabajo arquitectónico y que los espacios proyecten la solución a las
necesidades de los individuos y de la sociedad, se plantea la exigencia de conocer cuál es el contenido que el
propio habitante da a los espacios. Es decir se plantea la necesidad de realizar una investigación, previa al
proyecto, acerca de ¿ cómo son las necesidades de los habitantes? ¿Cómo realizan las actividades con las que
solucionan dichas necesidades? ¿Cómo son los espacios que usan?. Es decir, se requiere una valoración
psicosocial de la habitabilidad. Tarea que el Arquitecto José Villagrán García llamó Propedéutica Arquitectónica.
Al realizar dicha propedéutica, aún cuando se está en la búsqueda del contenido del espacio, en ningún
momento se espera que el resultado del trabajo sea un trazo, ni siquiera se intenta plantear el problema de
composición, lo que se sugiere es un método en el que el arquitecto haga suya la vivencia del espacio del
habitante y elabore un adecuado programa arquitectónico, el cual, como lo señaló el Maestro Villagrán debe
contener el conjunto de exigencias y requisitos de la construcción.
Para generar en el arquitecto la vivencia que del espacio tienen los habitantes debe tenerse en cuenta que este
hecho no es mecánico, no es el simple fenómeno biofísico de estímulo respuesta, ni es factible hallar modelos
que expliquen universalmente las reacciones del hombre ante el espacio. A pesar de que es posible identificar
ciertas constantes en cuanto a la capacidad auditiva, visual o táctil e incluso pueden hallarse constantes en
cuanto al tipo de necesidades que motivan la actividad de individuos y sociedad, a pesar de todo ello el ser
humano es un ser cambiante. Este hecho es lo que permite la diversidad cultural y plantea el derecho a la
identidad.
Así entonces cada circunstancia le exigirá al arquitecto entender las formas de habitar el espacio observando
que el propio arquitecto no es ajeno a su condición psicosocial, también él modifica lo que ve a partir de sus
propias motivaciones, sus propias necesidades. Sin embargo, en la medida en que a través de la propedéutica
indicada identifique los rasgos de la cultura, de la sociedad, de la personalidad de los que demandan el espacio,
contará con el apoyo de estos datos para fundamentar sus decisiones, no será simplemente guiado por la
casualidad el que logre una obra exitosa; aún cuando cabría apuntar que, aún cuando no se cuente con la
formación explícita para captar la cultura del medio, habrá quienes por su sensibilidad lo logran.
La propuesta de análisis psicosocial que aquí se presenta, consiste en que el arquitecto geste en sí mismo la
vivencia del usuario y formule un programa que indique el contenido que los espacios requieren tener de acuerdo
a la vivencia espacial del propio habitante, el trabajo del arquitecto será traducir estas vivencias en formas que
tengan un contenido útil, firme, didáctico, estética y simbólico.
Así entonces el arquitecto, ya desde la elaboración del mismo programa, pone a trabajar su imaginación, realiza
una prefiguración de lo el espacio contendrá. Concibe una película de cómo podrá ser el edificio y de lo que
habrá de suceder en él, restringiéndose a las características de los personajes, los habitantes.
En este trabajo de prefiguración, a partir de la perspectiva psicosocial que se plantea, el espacio arquitectónico
estará compuesto no sólo por el volumen, por el continente de las actividades, también por los objetos, los
colores, los muebles, los interiores de ese espacio.
Esta preocupación por los interiores no es un problema de decoración, es el problema de proveer a los individuos
del espacio que requieren para satisfacer sus necesidades. Necesidades que no sólo son de carácter biológico o
primarias. El hombre es un ser complejo que requiere de la autorrealización, de la identidad, de su proyección y
éstas situaciones no son consideradas, se trata al hombre como a un objeto que mide 70 cm, al sentarse o 1.80
al estar de pie, sin considerar sus necesidades existenciales.
El problema es que el arquitecto tome en cuenta las diferentes condiciones en que se encuentra un individuo,
identifique necesidades de los habitantes de un espacio y la manera que tienen para resolverlas. Así entonces
las formas que proponga y construya serán espacios que fomenten y fortalezcan la manera de vivir del hombre.
El plantear el respeto por la forma de vida de las personas no significa que se fomente una sociedad rígida ni
estática, no se busca continuar con las casas de piso de tierra y defecación al aire libre, sino entender ¿cómo
son? y a partir de éstos datos proyectar.
Comúnmente dentro del campo profesional se insiste en la importancia de ser innovador y habría que señalar
que el innovador es aquel que, entiende las metas de una sociedad y encuentra nuevas maneras de llegar a
ellas, ¡Ese es el reto!.
En éste caso la meta es crear espacios que fomenten la solución de las necesidades integrales del hombre y, a
pesar de las distintas limitaciones económicas y políticas, esto dependerá de la manera de entender cómo es el
hombre, cómo realiza las actividades, con qué satisface sus necesidades, cómo se relaciona con el espacio.
Por otra parte, hay que observar que en esta gestación del programa y prefiguración de los espacios, el
arquitecto desarrolla una lógica distinta a cómo lo hace cualquier otra ciencia ya que, cuando se menciona
conocer las necesidades, no se busca realizar una explicación del porqué, ni desarrollar una teoría de lo que es
el hombre, este es un conocimiento propio de la sociología, la psicología o la antropología, conocimiento que es
adquirido y utilizado por el arquitecto, pero que no es desarrollado por él, su problema lógico es otro, es exponer
una propuesta, una hipótesis que según la identifican Margarit y Buxade tiene un carácter hipotético
experimental.
¿ En que consiste el trabajo hipotético experimental del arquitecto?
Consiste en plantear una proyección, una prefiguración de lo que puede ser el espacio. Una hipótesis, pero no
una hipótesis explicativa, sino una hipótesis de solución o alternativa a la forma que pudiera tener un espacio
para que el hombre solucione sus necesidades. Esto es, un tipo de conocimiento que requiere ser sujeto a
experimentación, que necesita construirse y ser habitado para que la hipótesis se confirme.
En este trabajo de prefiguración se inicia la composición y, a través del análisis y la síntesis, se realizan
mentalmente diferentes pruebas en las que se contrasta la imagen que se gesta contra las diferentes
condicionantes que tiene problema espacial por resolver, hasta encontrar el mejor contenido de la forma.
Después se construye el espacio y se cierra el ciclo en el momento en que se verifica la propuesta compositiva
con la experiencia del habitante.
Durante este ciclo el trabajo psicosocial interviene sólo en dos momentos específicos. En primer lugar en el
momento de gestación del programa durante la fase propedéutica, pero posteriormente, en la tarea compositiva
misma se deja de lado toda investigación y se aborda el problema espacial con otras lógicas, la de la geometría,
la de los materiales, la de los costos, la de las técnicas y no es sino hasta el momento en que el habitante ocupa
el espacio en que nuevamente tiene injerencia en el análisis el trabajo psicosocial.
En esta segunda participación, que los norteamericanos llaman Evaluación Post Ocupacional, se analizan
nuevamente las necesidades y se observa si los espacios realmente las satisfacen, desarrollando así dos fases
de conocimiento. En un primer momento el arquitecto desarrolla una hipótesis con un conocimiento << a priori >>
y, al valorar el trabajo final, hay un conocimiento << a posteriori >> que podrá revitalizar el ciclo arquitectónico si
el arquitecto es capaz de tomar conciencia de los beneficios que esto le puede ofrecer.
Habrá que señalar que las necesidades son complejas no se solucionan en su totalidad simplemente con una
"buena construcción", requiere de elementos expresivos que van más allá de la técnica y los mínimos de
bienestar, los cuales se hallan sólo en el contexto psicosocial en que se dan, el problema es poder observarlos.
Esa es la situación que enfrenta el alumno cuando, después de realizar una visita de campo se le pregunta sobre
los rasgos arquitectónicos de la población que se visito y contesta que ¡No vio nada! Para él el lugar es como un
espacio vacío. Está tan acostumbrado a sus esquemas, a los espacios estandarizados que sólo imagina un lugar
de reunión si éste se encuentra en una sala, pero si la gente se sienta a la sombra de un árbol o en un pórtico no
tiene significado.
El problema será entonces capacitarlos para ver la relación entre necesidades y espacios más allá de una
"tipología arquitectónica".
Finalmente hay que apuntar que desgraciadamente el sistema es enajenante, se sacrifica el bienestar por el
consumismo, las modas se imponen y, en lugar de buscar soluciones alternativas se fortalecen día a día los
modelos comerciales.
Seguramente para los inversionistas de la construcción en serie estas reflexiones son inútiles. Sin embargo las
consecuencias sociales que se sufren en lo político y en lo psicológico a costa del beneficio económico no
pueden ser sostenidas indefinidamente, es necesario que las políticas económicas observen que un beneficio en
la calidad de vida de la población logrará no sólo el beneficio de los individuos, sino también el de la sociedad
incluidos los inversionistas.
En la medida en que los espacios ofrezcan mayores potencialidades, esto se revertirá en un mayor rendimiento
general del individuo, de la sociedad y del medio.
En realidad el costo de este tipo de trabajos es bajo, sólo se requiere realizar valoraciones psicosociales,
propedéuticas arquitectónicas que fortalezcan los programas, dejar de lado la visión del arquitecto como un
técnico ajeno a su mundo y recobrar su visión humanista.
Es fundamental que la arquitectura vuelva a sus orígenes, la satisfacción del hombre, sólo produciendo
esquemas operativos que convenzan a la sociedad de la validez y utilidad de la profesión se podrá recobrar la
identidad de la arquitectura, de lo contrario la posibilidad de producir bienestar, de generar un sentimiento de
satisfacción, seguirá siendo un campo exclusivo para privilegiados que tienen a la belleza como indicador de
prestigio y poder.