Psicologia Analitica

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Biografía de Jung Carl Gustav Jung (1875-1961) nació en una pequeña aldea suiza llamada Kesswil, junto al lago Constance. Hijo de un pastor reformista suizo (interés por lo religioso) y nieto de un prestigioso profesor de medicina de la Universidad de Basilea (interés por la ciencia). Su madre sufrió una hospitalización de varios meses debido a una enfermedad nerviosa vinculada a problemas conyugales (interés por el sufrimiento psicológico), por lo cual fue cuidado por una tía y la criada. Dos niños que hubieran sido sus hermanos murieron antes de que Jung naciera. Una vez descubrió el cadáver de un hombre investigando los daños causados por una inundación (interés por la muerte). Jung jugó solitario en su infancia, dado que su hermana recién nació cuando él tenía 9 años. A los 11 años dejó la escuela de la aldea y continuó su educación en una gran escuela de la ciudad de Basilea. La escuela le resultaba tediosa y comenzó a padecer frecuentes desmayos a los cuales los médicos no encontraban razón clínica. Esta rara enfermedad lo salvaba de ir a la escuela. Cierto día sorprendió a sus padres en una conversación que le reveló el estado de peligrosa pobreza en que se encontraban. Escuchó a sus padres angustiados por el futuro de su hijo enfermo que no podría ganarse la vida. A partir de ese momento, la dolencia desapareció para siempre y se dedicó a estudiar con gran energía. Jung experimentó en carne propia una neurosis. Ingresó a la universidad en la carrera de medicina destacándose en sus estudios.

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Biografía de Jung

Carl Gustav Jung (1875-1961) nació en una pequeña aldea suiza llamada Kesswil, junto al lago Constance. Hijo de un pastor reformista suizo (interés por lo religioso) y nieto de un prestigioso profesor de medicina de la Universidad de Basilea (interés por la ciencia). Su madre sufrió una hospitalización de varios meses debido a una enfermedad nerviosa vinculada a problemas conyugales (interés por el sufrimiento psicológico), por lo cual fue cuidado por una tía y la criada. Dos niños que hubieran sido sus hermanos murieron antes de que Jung naciera. Una vez descubrió el cadáver de un hombre investigando los daños causados por una inundación (interés por la muerte). Jung jugó solitario en su infancia, dado que su hermana recién nació cuando él tenía 9 años.

A los 11 años dejó la escuela de la aldea y continuó su educación en una gran escuela de la ciudad de Basilea. La escuela le resultaba tediosa y comenzó a padecer frecuentes desmayos a los cuales los médicos no encontraban razón clínica. Esta rara enfermedad lo salvaba de ir a la escuela.

Cierto día sorprendió a sus padres en una conversación que le reveló el estado de peligrosa pobreza en que se encontraban. Escuchó a sus padres angustiados por el futuro de su hijo enfermo que no podría ganarse la vida. A partir de ese momento, la dolencia desapareció para siempre y se dedicó a estudiar con gran energía. Jung experimentó en carne propia una neurosis.

Ingresó a la universidad en la carrera de medicina destacándose en sus estudios.

Durante su juventud vivió algunas situaciones misteriosas. Cierto día, mientras estudiaba, escuchó un ruido imponente en la habitación de su madre. Al acudir encuentra a su madre sentada con una expresión extraña en su rostro y una gran mesa de sólido nogal partida al medio. Consultó a varios carpinteros que le aseguraron que era imposible que semejante mesa de madera estacionada se rompiera por un cambio de temperatura o por humedad. En su autobiografía relata otros episodios afines (interés por lo oculto). A los 22 años le causó gran impresión la conducta de una niña de 15 años que dirigía sesiones de médium, y decidió a dedicarse a la psiquiatría.

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En 1900 consigue su primer empleo como ayudante en el Hospital Mental de Burgölzli, cuyo director era Eugen Bleuler famoso por sus investigaciones sobre esquizofrenia. Pero su mayor influencia fue, sin dudas, Sigmund Freud, cuyos trabajos lo apasionaron, en particular "La interpretación de los sueños".

Tres años después se casa con Emma Rauschenbach quien se convierte en su gran colaboradora.

A los 30 años, Jung es titulado profesor de psiquiatría en la Universidad de Zurich y envía copias de algunos de sus artículos al mismísimo Freud. Este lo invita a Viena y se apunta que en su primer encuentro charlaron durante 13 horas seguidas.

Cuando se funda la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1913, Jung, propuesto y alentado por Freud, se constituye en el primer presidente.

Con el tiempo, comenzarán a surgir diferencias entre las ideas de estos dos pioneros de la psicología moderna, lo cual, dado el carácter especial de ambos, deriva en una lamentable enemistad.

Al ser expulsado de la Asociación Psicoanalítica, Jung atraviesa un período de confusión teórica que lo decide a renunciar a su cátedra en la Universidad y dedicarse a una intensa introspección.

Luego de este período comenzó a realizar frecuentes viajes. Estuvo primero en Túnez y en el desierto del Sahara. Regresó al año siguiente y efectuó una larga travesía por Africa que finalizó en Egipto. Viajó también a México a estudiar las creencias de los aborígenes (interés por la mentalidad primitiva y el inconciente colectivo). Hizo varios viajes a la India y Ceilán (interés por la cultura oriental). Llegó a subrayar las características introvertidas de la civilización oriental en oposición a la extroversión que caracteriza a occidente.

De su vida hogareña con su mujer y cinco hijos (4 niñas y un varón) es poco lo que se sabe. Cierta vez expresó que necesitaba tener una vida normal para equilibrar su advenedizo mundo interior plagado de sueños, mitos y experiencias enigmáticas.

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LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA

La psicología analítica (nótese el parecido lingüístico con el término Psicoanálisis) es el nombre que nuclea a una corriente de psicología basada en los postulados de Jung. Además de dar origen a esta corriente, las ideas de Jung han influido y servido de base a otras escuelas de psicología. Examinemos entonces algunos de sus conceptos más destacados.

Para Jung, la psiquis es un todo que abarca pensamientos, sentimientos y conductas tanto concientes como inconcientes y funciona como guía que regula y adecua al individuo a su medio social y físico. Jung distingue tres niveles en el psiquismo: la conciencia, el inconciente personal y el inconciente colectivo.

LA CONCIENCIA

Es la parte del psiquismo que la persona conoce en forma directa. Jung es uno de los primeros investigadores en postular que la conciencia probablemente aparezca en el ser humano antes del nacimiento.

El ser humano alimenta su conciencia a partir de cuatro funciones mentales básicas: pensamientos, sentimientos, sensaciones e intuiciones. Las personas no suelen utilizar estas funciones en la misma medida, lo cual conlleva la predominancia de algunas funciones sobre otras. Esto interviene en las diferencias de carácter. Así es como hay personas que son más pensantes, otras más sentimentales, etc.

Además de estas cuatro funciones, Jung postula la importancia de dos actitudes que resuelven la orientación de la conciencia: extraversión (orienta la conciencia hacia el mundo exterior) e introversión (orienta la conciencia hacia el mundo exterior).

La meta que propugna Jung respecto a la conciencia gravita en expandirla al máximo posible. A este proceso consistente en conocerse a sí mismo tan completamente como sea posible Jung lo llama "individualización". La etimología de la palabra individuo surge de "indiviso". Llegar a ser un

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individuo psicológico implica reducir al máximo las divisiones en la personalidad integrándolas en un todo.

EL EGO

Referido a la conciente surge un concepto significativo: el ego. Jung utiliza este término para referir a la organización de la mente conciente. El ego se compone de percepciones, recuerdos, pensamientos y sentimientos concientes. Si bien, el ego constituye apenas una porción del psiquismo total, cumple la función de filtrar la entrada a la conciencia. Cada día vivimos una gran serie de experiencias, la mayoría de las cuales no se tornan concientes porque el ego las filtra.

El funcionamiento del ego está determinado por la función dominante. Por ejemplo, si una persona es preponderantemente sentimental, el ego dejará pasar a la conciencia más experiencias emocionales.

"El ego provee la identidad y la continuidad de una personalidad, porque con la selección y eliminación del material psíquico el ego puede mantener una cualidad continua de coherencia en la personalidad."[1]

Para que el proceso de individualización pueda avanzar, es necesario lograr que el ego permita que mayor cantidad y variedad de experiencias se tornen concientes.

EL INCONCIENTE PERSONAL

Las experiencias que no logran pasar la barrera del ego, no dejan de existir sino que son almacenadas en lo que Jung denomina "inconciente personal".

El tránsito de material del inconciente a la conciencia y viceversa es un tema demasiado amplio como para abordar en este resumen.

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Complejos

En el inconciente personal suelen presentarse grupos de contenidos que se unen hasta formar una especie de aglomeración. A estos racimos de material inconciente Jung los denominó "complejos".

Una de las herramientas terapéuticas que Jung empleaba es el test de asociación de palabras. En este test, el terapeuta selecciona una serie de palabras que va leyendo de a una por vez al paciente pidiéndole a este que responda con la primera palabra que le venga a la mente.

"Jung observó que a veces la persona se tomaba largo rato antes de responder. Cuando le preguntaba por qué demoraba tanto en contestar, la persona no podía explicar su demora. Jung conjeturó que la demora era causada por una emoción inconciente que inhibí la respuesta. Al explorar más a fondo este asunto, halló que otras palabras que se relacionaban con aquella que había provocado una demora también producían momentos de reacción lenta. Entonces razonó que debían haber grupos asociados de sentimientos, pensamientos y recuerdos (complejos) en el inconciente. Cualquier palabra que tocaba este complejo causaba una respuesta demorada."[2]

Jung llegó a concluir que los complejos son como pequeñas personalidades disgregadas dentro de la personalidad total. En un principio, Jung, bajo la influencia de Freud, creía que los complejos debían originarse en experiencias traumáticas de la primera infancia. Con el tiempo, llegó a la conclusión de que estos complejos se originaban en una instancia mucho más profunda y universal a la que denominó "inconciente colectivo".

EL INCONCIENTE COLECTIVO

Jung asevera que, así como la evolución tiene una importancia incidencia en el cuerpo, también la tiene sobre el psiquismo. La mente está ligada al pasado, no solamente al pasado de la infancia sino también al pasado de la especie.

El inconciente colectivo es una porción del psiquismo que no depende de la experiencia personal y su contenido es un depósito de predisposiciones y potencialidades para experimentar y responder al mundo de las misma manera que lo hacían los antepasados de la especie.

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Estas predisposiciones que hereda el ser humano se expresarán y desarrollarán de distintas maneras según el contexto y las experiencias que le toque vivir a cada individuo.

Arquetipos

Los contenidos del inconciente colectivo se denominan "arquetipos". A lo largo de su obra, Jung fue describiendo numerosos arquetipos, señalando que existen tantos como experiencias típicas en la vida: Dios, el demonio, el anciano sabio, el héroe, la madre tierra, etc.

“Las formas arquetípicas no son, precisamente, modelos estáticos. Son factores dinámicos que se manifiestan en impulsos, tan espontáneamente como los instintos.”[3]

Los arquetipos son universales. Todo ser humano hereda las mismas imágenes arquetípicas básicas. Las diferencias culturales e individuales determinarán la forma en que estos arquetipos se manifiesten.

El concepto de arquetipo comienza a rondar la mente de Jung a partir del análisis de los sueños. Jung halló con frecuencia en los sueños, la presencia de elementos que no podían derivarse de la experiencia personal del sujeto. Freud ya había usado la expresión “remanentes arcaicos” para referirse a ciertas expresiones mentales cuyo origen parecía venir de mucho más allá de la historia personal. “Así como el cuerpo humano representa todo un museo de órganos, cada uno con una larga historia de evolución tras de sí, igualmente es de suponer que la mente esté organizada en forma análoga.”[4]

Vamos a dedicar aquí, ya para ir finalizando este resumen, un conciso comentario sobre cuatro arquetipos fundamentales para la psicología analítica: el personaje, el ánima/ánimus, la sombra y el yo.

El Personaje

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Etimológicamente, la palabra personaje remite a las máscaras usadas por los actores en la antigua Grecia. En la psicología analítica este arquetipo cumple una función similar a la de la máscara de un actor, permitiéndonos representar un papel. El personaje es la careta o fachada que exhibimos públicamente, con el propósito de exteriorizar una imagen favorable. El objetivo del personaje es la aceptación social. El personaje constituye el soporte de la vida social.

Una persona puede usar diferentes máscaras en diferentes contextos. Una máscara para el trabajo, otra para el trato con familiares, otra en el contexto de un grupo de amigos.

El rol del personaje puede ser provechoso o nocivo para la persona. Puede permitir obtener beneficios materiales que pueden ser canalizados luego para llevar una vida privada más satisfactoria. Pero también puede acontecer que la persona se fusione demasiado con el personaje. En ese caso, el ego puede verse llevado a identificarse exclusivamente con el personaje, y otras facetas de la personalidad serán dejadas de lado. A la identificación exclusiva del ego con un personaje Jung la denomina “inflación”.

A esto se encuentran expuestos, por ejemplo, los políticos con sus asesores de imagen que los aconsejan y “entrenan” para lucir, decir y hacer lo conveniente para ser aceptados y votados. Los asesores de imagen no son otra cosa que “entrenadores” del arquetipo del personaje. Si “los asesorados”no practican una buena introspección pueden terminar identificados con el personaje. Al menos en Argentina, esto se ve mucho en la clase política.

Los casos de “personaje inflado” suelen mostrar personas con cierto éxito social que en algún momento comienzan a tener sensación de sin sentido en su vida. En el análisis suelen percatarse de cierta hipocresía en sus relaciones e intereses sumada a una intensa sensación de incomodidad.

El objetivo del tratamiento gravita en deflacionar al personaje procurando que se expresen los otros aspectos de la personalidad.

El Anima y el Animus

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Para Jung, el personaje conforma la cara exterior de la psiquis, dado que es el rostro que se muestra al mundo. A la cara interior del psiquismo la designa bajo los términos “ánima” (en el hombre) y “ánimus” (en la mujer). El ánima representa el lado femenino de la psiquis del varón; y el ánimus es la parte masculina de la psiquis femenina.

“El hombre ha desarrollado su arquetipo ánima por la continua exposición a las mujeres durante muchas generaciones, y la mujer ha desarrollado su arquetipo ánimus por su exposición a los hombres. A través de la vida y la interacción uno con otro durante generaciones, cada sexo ha adquirido características del sexo opuesto que facilitan las respuestas adecuadas y la comprensión del sexo opuesto.”[5] Se deduce de esto la importancia de estos arquetipos en las relaciones con el sexo opuesto.

Cada hombre lleva dentro de su psiquis una estampa de todas las impresiones producidas por la mujer a través de los siglos. Lo propio sucede con las mujeres y el ánimus. Dicha estampa, imagen o rastro es inconciente, y tiende a ser proyectada hacia la persona amada. El ánima en el hombre y el ánimus en la mujer es una de las principales causas de la atracción apasionada o del rechazo exaltado.

La cultura occidental tiene vastos antecedentes en relación a menospreciar lo femenino en los hombres y los aspectos masculinos en la mujer. Ya desde la infancia se estila burlar y cohibir con los motes de “mariquitas” y “marimachos” a los niños y niñas que exteriorizan características del sexo opuesto. Esto suele conducir a que el personaje adquiera prioridad y sofoque al ánima o ánimus.

Este desequilibrio podría ocasionar una rebelión del ánima o ánimus, en cuyo caso estaríamos frente a una reacción comúnmente evaluada como excesiva. Lejos de querer agotar la explicación de la homosexualidad y el transvestismo, Jung considera que una identificación del hombre con su ánima puede tener significativa incidencia en algunos casos.

La sombra

Hemos mencionado que el ánima y el ánimus manejan las relaciones entre los sexos proyectándose hacia el sexo opuesto. Ahora bien, Jung postula la presencia de otro arquetipo al género propio del sujeto y que condiciona las relaciones de la persona con los sujetos del mismo

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sexo. Se trata de “la sombra”, uno de los arquetipos junguianos que más aceptación ha tenido en otras escuelas psicológicas.

Se trata de un arquetipo depositario de elementos de la naturaleza animal primitiva del hombre.

Al integrarse a la cultura, el ser humano es civilizado; esto implica moderar y refrenar los impulsos animales. En este proceso de civilización, que guarda mucha relación con el desarrollo del arquetipo del personaje, el individuo se desliga de su sabiduría instintiva.

Estos contenidos censurados, al deber su energía a profundas raíces evolutivas, no se doblegan fácilmente; se guarecen en el inconciente donde permanecen en estado latente.

Las personas tienden a proyectar los empujes de su sombra en otras del mismo sexo generando hostilidad y rechazo entre personas del mismo género. Cuando una persona manifiesta una exagerada aversión hacia otra persona del propio sexo, Jung sospecha que la persona ve en el otro a su propia sombra expulsada de sí.

La impugnación de la sombra empobrece la personalidad. La naturaleza animal del hombre no es necesariamente algo malo. En ciertas ocasiones, por ejemplo, cuando debemos decidir y actuar velozmente ante una situación de peligro, el ego suele quedar apabullado ante la conmoción repentina y dependemos de nuestras predisposiciones animales.

Si se permite la integración de la sombra en la personalidad del individuo podría lograrse que la misma enriquezca y complemente a las demás facetas del sujeto.

El Yo

El yo es el arquetipo organizador de la personalidad. Es el arquetipo de la unificación que procura atraer y armonizar a los demás arquetipos, confiriendo a la personalidad un sentido de unidad. Cuando una persona dice que se encuentra en armonía con sí misma, en caso de que esta sensación sea verdadera, el arquetipo del yo está efectuando exitosamente su tarea.

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Para Jung esta tarea no se logra desde la ignorancia sino desde el conocimiento de sí. La persona que no se conoce termina proyectando los elementos reprimidos de su inconciente sobre los demás.

Es interesante no confundir el yo con el ego. El arquetipo del yo es un principio unificador, una especie de guía interior. El ego, en cambio, se ve tironeado entre las demandas sociales y los impulsos del inconciente, entre el ánima o el ánimus y el personaje.

Arquetipos y psicología. Inconsciente colectivo y C.G.Jung.

C.G. Jung (1875-1961) fue el primero que habló de arquetipos en el ámbito de la psicología. La exploración de las profundidades de la psique lo llevó a estudiar exhaustivamente la filosofía, la mitología, la alquimia, las religiones orientales y el misticismo occidental. Paralelamente se interesó también en el estudio del tarot, el I Ching, la astrología, los ovnis, los mandalas y las culturas de los pueblos primitivos..

C.G.Jung revolucionó el paradigma mecanicista de la psicología, recalcando la importancia del inconsciente por encima del consciente, de lo misterioso en lugar de lo conocido, de lo místico en lugar de lo científico, de lo creativo en lugar de lo productivo.

Entendía el inconsciente como algo que iba mucho más allá de lo personal e individual. Además del inconsciente individual, hablaba de un inconsciente universal y suprapersonal al que denominó inconsciente colectivo. Este, que es el mismo para toda la humanidad, contiene la inmensa herencia psíquica de la evolución humana. Los arquetipos son los contenidos o estructuras de este inconsciente colectivo.

Jung descubrió que existen símbolos de naturaleza universal, a los que llama arquetipos, que se relacionan con una serie de experiencias comunes en distintos pueblos y culturas (el embarazo y el parto, la infancia, la vejez y la muerte, el amor, la búsqueda, la lucha,.). Son experiencias compartidas por los seres humanos en todas las épocas, que recogen una sabiduría común a toda la humanidad. Estas experiencias se organizan en campos comunes (arquetipos) dentro del inconsciente colectivo. De este modo nos encontramos con arquetipos como el de madre, niñ@, amante, guerrer@, sabi@, etc. Los arquetipos aparecen en forma de "personajes" en los mitos y

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cuentos de hadas de todos los pueblos, dando voz al inconsciente colectivo. Hoy en día los encontramos también en el cine, la literatura, el arte, la publicidad, etc.

La relación entre experiencias y arquetipos es dinámica y bidireccional, de modo que no sólo las experiencias contribuyen a que se formen y actualicen los arquetipos, sino que a su vez éstos operan en la vida de todo ser humano produciendo un impacto directo sobre su psicología. Aunque se trata de experiencias comunes, producen un impacto diferente en cada persona y por eso se registran de distinto modo en el inconsciente personal. Los arquetipos funcionan como patrones subyacentes a partir de los cuales se configura la estructura individual; funcionan como modelos psicológicos, emocionales, de conducta y relacionales, que influyen y determinan, por lo tanto, nuestra psicología, nuestras emociones, nuestra conducta y nuestras relaciones.

Jung distinguía entre arquetipos e imágenes arquetípicas. Nos dice que los arquetipos mismos carecen de forma y no son visualizables; "el arquetipo, como tal es un factor psicoide que pertenece, por así decir, al extremo invisible y ultravioleta del espectro psíquico". Según él no pueden comprenderse directamente por análisis intelectual, el intelecto no puede contenerlos ni alcanzar las profundidades de sus múltiples significados, sólo podemos sentirlos cuando se llenan de contenido individual.

En realidad, lo que llega a nuestra consciencia son siempre las imágenes arquetípicas, o sea manifestaciones concretas y particulares de los arquetipos. Pueden llegar a través de sueños, sensaciones, imágenes o palabras, y suelen ser percibidas como independientes de nuestra experiencia personal. A veces llegan como algo nuevo, desconocido, y esto hace que su impacto sea muy poderoso.

Las imágenes arquetípicas están conectadas con el pasado y también con el futuro. Por eso son transformadoras. Jung decía: "el Yo no sólo contiene el depósito y la totalidad de la vida pasada, sino que también es un punto de arranque, el suelo fértil a partir del cual brotará toda vida futura". De este modo las imágenes pueden funcionar como guía, como línias indicadoras que nos muestran el camino, aunque sin obligarnos a seguirlo.

Además de la capacidad de intuir, Jung también reconoce en los arquetipos la posibilidad de hacerse con todo el control de la psique y "poseer" al individuo. De hecho, cuando un arquetipo se expresa de forma inconsciente, puede poseernos y determinarnos, mostrando en la mayoría de los casos su faceta negativa; mientras que si lo acercamos al consciente aprendemos de él,

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recuperamos el poder de elección, podemos adecuarlo a nuestra individualidad, ampliar nuestro potencial y expresarlo de la forma que nosotr@s prefiramos.

Para expresar la cualidad esencial de los arquetipos, Jung utiliza la palabra numinosidad y con ella se refiere a su carácter sagrado. Reflejan y favorecen la experiencia de los divino. Aproximarse a los arquetipos significa acercarse a lo numinoso.

Así pues, los arquetipos son los arquitectos de nuestra vida. Desarrollar la visión simbólica y arquetípica nos ayuda a comprender nuestra existencia y nuestro objetivo vital. Permite también ver la vida con un grado de claridad espiritual que ayuda a curar heridas emocionales y espirituales acumuladas. Y hace posible sentir la guia divina en nuestra alma.

Con algunos extractos de www.alcione.cl, y de Carolina Myss en El Contrato Sagrado.

Arquetipos, naturaleza y ciencia. Campos morfogenéticos de Rupert Sheldrake, David Bohm y otros.

El biólogo inglés Rupert Sheldrake (nacido el 1942) lanzó la hipótesis de que el universo no está funcionando de acuerdo a leyes inmutables sino más bien a modelos de hábitos creados por la repetición de ciertos sucesos en el tiempo. En su libro Una Nueva Ciencia de la Vida propone que todos los sistemas se regulan por campos organizadores invisibles. Estos campos funcionan como si fuesen modelos para la forma y el comportamiento. Ahí coincide con la definición que Jung da al concepto de arquetipos.

Según Sheldrake, los campos morfogenéticos permiten la transmisión de información entre organismos de la misma especie sin mediar efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del universo, sea ésta una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano, existiese un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel sub-cuántico fuera del espacio y del tiempo. Este vínculo es lo que Sheldrake denomina campo mórfico o morfogenético.

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Esta teoría le fue sugerida en parte a Sheldrake por ciertos experimentos de la psicología animal donde dicho efecto parecía tener lugar. Estos experimentos realizados en 1920 en la Universidad de Harvard por el el fisiólogo McDougall, trataban de descubrir en qué medida la inteligencia de las ratas era heredada. McDougall medía la inteligencia por la habilidad de los roedores en recorrer un pequeño laberinto. Las ratas "inteligentes", aquellas que resolvían el laberinto rápidamente, eran apareadas con otras ratas "inteligentes" y lo mismo se hacía con las ratas "torpes". Veintidós generaciones más tarde, en vez de ser las ratas "inteligentes" las únicas más listas, todas las ratas resultaron poseer una mayor inteligencia a la hora de resolver los laberintos. Las ratas de la camada "menos inteligente" recorrían el laberinto diez veces más rápido que cualquier rata de la camada original.

Un apoyo adicional a la teoría de Sheldrake se encuentra en el libro de Lyall Watson (Lifetide: The Niology of Conciousness). En él Watson relata el sorprendente suceso que pudo observar en una colonia de monos en la isla de Koshima, en aguas de Japón. Un grupo de científicos alimentaba a estos monos con batatas o boniatos sin lavar. Una hembra descubrió que lavando la batata en el mar, además de perder la molesta arenilla, sabía mejor. Pronto todos los monos de la isla de Koshima aprendieron el truco. Pero es más, el hábito aparentemente saltó por encima de las barreras naturales y apareció en otras islas e incluso en Takasakiyama, en Japón; y ello a pesar de haberse evitado el contacto de los monos de la isla de Koshima con los del resto del país.

Watson se imagina el proceso de la siguiente manera: hay un número de monos necesario para pasar una especie de umbral y conseguir los que se podría llamar la masa crítica para que el aprendizaje se extienda a toda la especie.

De este modo, supone la existencia de mecanismos en la evolución distintos a aquellos gobernados por la selección natural. El fenómeno observado por él puede explicar la manera en cómo algunos elementos mnésticos, ideas y costumbres se propagan por toda nuestra cultura. Es posible, dice Watson, que si un número suficientemente grande, entre nosotros, cree que algo es cierto, esto se torne en verdad para todo el mundo.

Lo mismo parece suceder con cristales. Algunas sustancias son muy difíciles de cristalizar en laboratorio. Pero tan pronto como un laboratorio tiene éxito en la tarea, la sustancia en cuestión comienza a cristalizar con mucha mayor facilidad en otros laboratorios alrededor del mundo. Al principio se pensó que la causa pudiera ser que investigadores visitantes portaran diminutos trozos de cristal en sus ropas o en sus barbas. Pero finalmente esta causa fue desechada. Aparentemente los cristales aprenden mediante resonancias mórficas.

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Después de la publicación de Una Nueva Ciencia de la Vida, el Dr. Sheldrake realizó dos experimentos para refutar o verificar su teoría. Ambos parecieron confirmarla.

En uno de ellos, a personas de distintas partes del mundo se les daba un minuto para encontrar rostros famosos escondidos en un dibujo abstracto. Posteriormente la solución fue emitida por la BBC en un franja horaria donde la audiencia estimada era de un millón de espectadores. Inmediatamente después de la emisión, se realizó el mismo "test" sobre otra muestra de personas en lugares donde no se recibe la BBC. El número de sujetos que halló los rostros dentro del tiempo de un minuto fue un 76% mayor que en la primera prueba. La probabilidad de que este resultado se debiera a una simple casualidad era de 100 contra uno. Según Sheldrake, los campos morfogenéticos habían transmitido la información a toda la "especie".

En el otro, a varios grupos de personas se les pidió que memorizasen 3 poemas distintos. El primero era una canción infantil japonesa, el segundo un poema de un autor japonés moderno y el tercero un galimatías sin sentido. Tal como la teoría de los campos morfogenéticos predice, la canción infantil, habiendo sido aprendida por millones de niños durante muchas generaciones, aunque éstos fueran japoneses, fue memorizada notablemente más rápido que las otras dos alternativas.

La hipótesis explica muchos fenómenos enigmáticos en la investigación científica cuando ocurre un cambio en una unidad y sus efectos se trasladan vía los respectivos campos morfogenéticos a todos los campos existentes y a los que existirán en el futuro.

Otros experimentos, como el del psicólogo Gary Schwarz de la Universidad de Yale confirman la teoría de Sheldrake.

En la misma línia, hay otro científico al que cabe mencionar, David Bohm. Conocido por sus trabajos sobre física cuántica, colaboró con Einstein y trabajó con Oppenheimer. Llegó a la conclusión de que el mundo material que nosotros vemos, tocamos y medimos es el orden explícito; detrás existe el orden implícito, que no se ve, y que procede a su vez de un orden superimplícito o supercampo, al que denomina holomovimiento por su dinámica holográfica (debido a la cual el Todo está en cada una de sus partes).

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Al concepto de inconsciente colectivo se acerca también la idea de memoria genética que desarrolló el científico ruso Iván Efremov, según el cual todo lo pensado, hablado y actuado por nuestros antepasados está grabado de alguna forma en el código genético.

nconsciente colectivo, filosofía y esoterismo. Archivos akashicos.

En occidente, el primero que se acercó al concepto de arquetipo fue el filósofo griego Platón. Según él, todas las cosas, tanto materiales como abstractas, tienen su modelo y su esencia en otra dimensión, el reino de las ideas. Sólo nuestra alma puede recurrir a ellas, pues posee su misma esencia; y lo hace a través del pensamiento. De hecho, Platón no concibe el pensamiento sin el apoyo de esas ideas que se encuentran en otra dimensión.

El concepto de archivo o registro akashico proviene del término sánscrito akasha que significa éter: una finísima sustancia que baña todo el universo. Los archivos serían un espacio, simbólico y parafísico, situado en el éter, en el que se recogerían todas las palabras emitidas y las acciones cometidas por los seres humanos a lo largo de los tiempos. Es el registro o memoria del cosmos, la recopilación de la sabiduría universal, cuya naturaleza reflejada microcósmicamente en el corazón del ser humano, "se extiende por todas partes, lo sostiene todo e irradia por todo el mundo". Como se puede ver, coincide bastante con el concepto de inconsciente colectivo de C.G.Jung. También es llamado crónica akasha por Steiner y los antropósofos, luz astral por Eliphas Levi y los ocultistas, memoria del mundo por los canalizadores, éter de zafiro por los cabalistas, y éter reflector por los rosacruces. Muy parecido es, también, el concepto de "nudosferio" de T.de Chardin.

Algunos autores como Walter Bonin, consideran que es un concepto ajeno al pensamiento hindú y suponen que fue H.P. Blavatsky quien introdujo esta idea en la Teosofía a través de su obra Isis Desvelada, partiendo del Anima Mundi de Paracelso quien, a su vez, posiblemente importó las ideas del Hermetismo de Plotino.

Determinadas personas, mediums, clarividentes o dotados psíquicos son capaces de leer este archivo y obtener información sobre el pasado y el futuro de las personas. Para los yoguis, se puede entrar en contacto con este registro en ciertos estados psíquicos de conciencia.

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El popularizador del archivo akashico en el occidente contemporáneo fue el polémico Lobsang Rampa, en su libro El Tercer Ojo. Según él, se trata de un concepto explicable sólo desde un punto de vista tetradimensional.

Otro contemporáneo que cabe destacar es D.Meurois-Givaudan, cuyas incursiones en lo que él llama "libro del tiempo" lo han llevado a publicar una serie de libros donde relata sus experiencias y donde también reescribe la Historia en base a la lectura de los denominados anales akáshicos. Según él se trata de "una reserva inmensa, casi inconcebible, una base de datos tal como la llamarían los informáticos, abarcando todo el pasado del universo desde el principio de los Tiempos".

Con algunos extractos de www.alterguia.com, de www.andesenios.net, y de www.asociacionideatica.com.

Arquetipos

"Los arquetipos son sistemas de aptitud para la acción y, al mismo tiempo, imágenes y emociones (...) Por un lado, representan un conservatismo instintivo muy fuerte, y por otro, constituyen el medio más eficaz concebible para la adaptación instintiva. Así que son, esencialmente, la parte infernal de la psique (...), aquella parte a través de la cual la psique se une a la naturaleza".

Jung quiere decir que lo arquetípico es el fundamento libidinal de la psique. Los arquetipos son los motivadores últimos de la conducta, de los sentimientos y los pensamientos humanos. Por este carácter basal en la dinámica psíquica Jung los considera infernales, en el sentido de daimones, "demonios", potencias instigadoras de la vida psíquica mucho más allá de nuestra voluntad, a la que están supraordinados, y también porque su identidad instintiva los relaciona con nuestros impulsos animales tanto como con nuestras tendencias artísticas y espirituales. En este sentido, estamos tentados de decir que su influencia no se detiene en ser egregios emisarios de la pulsión biológica, ni en la intromisión psicosomática, sino que embarga la regulación del sustrato fisiológico general. Sin arriesgar nada, podemos decir, en definitiva, que los arquetipos son los constituyentes esenciales de todo el espectro de aquello que concebimos como naturaleza humana, desde lo animal al espíritu.

"Psicológicamente (...) el arquetipo como imagen del instinto es una meta espiritual buscada por toda la naturaleza del hombre; es el mar hacia el cual se encaminan todos los ríos, el premio que el héroe extrae de su lucha con el dragón".

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Si el Arquetipo es la causa última del ser y el obrar, averiguar su esencia y desvelar su verdadero sentido significan descubrir realmente nuestra auténtica identidad y nuestro destino. Recordemos que la conciencia otorga una amplia variabilidad en el concebir y el obrar, una amplia versatilidad moral, pero sólo se concibe a sí misma, aislada de sus propios fundamentos. Se siente como un cochero solitario en el pescante, que recibe muy mal las indicaciones del amo, oculto dentro de la carroza, y siempre anda temiendo desviarse de la ruta o dar contraproducentes rodeos.

"La imagen primigenia es, pues, una expresión que abarca el entero proceso vital. A las percepciones sensoriales y a las percepciones espirituales internas que al principio aparecen de un modo desordenado e inconexo, la imagen primigenia les da un sentido ordenador y vinculador y con ello libera la energía psíquica de la vinculación a la mera e incomprendida percepción. Pero la imagen primigenia vincula también las energías desencadenadas por la percepción de los estímulos a un determinado sentido, el cual encamina el obrar por las sendas correspondientes al sentido. Libera energía inutilizable, estancada, remitiendo el espíritu a la naturaleza y llevando el mero impulso natural a formas espirituales".

Antes que nada, es preciso aclarar que en esta declaración de Jung existe una confusión semántica entre los conceptos imagen primigenia y arquetipo. Es una definición temprana, aparecida en su obra Tipos Psicológicos, y aún no se había ocupado profundamente, como hizo después, de otras manifestaciones arquetípicas allende la imaginería simbólica (onírica, visionaria, artística o arqueológica). Así que se toma la licencia de hablar indistintamente de una y otro, porque aún para él la imagen primigenia es prácticamente el único modo que tiene de aprehender lo arquetípico, y lo percibe así como una relación unívoca por biyectiva. Nosotros tenemos que tener presente que la imagen es el símbolo, la metáfora, el significante, y el arquetipo es el significado, la realidad misteriosa y oscura aludida. Él mismo aclaraba en otro lugar que el arquetipo es un factor psicoide, trascendente incluso a lo psíquico, que pertenece, en su esencia, a un extremo invisible, inaprensible desde nuestras facultades cognoscitivas. En ese mismo sentido expresó también esta sentencia: "Los arquetipos no pueden ser representados en sí mismos, pero sus efectos son discernibles en imágenes y motivos arquetípicos". Podríamos entenderlos como algo semejante a la energía, que inferimos desde manifestaciones materiales. La imagen primigenia no es una manifestación material, pero sí lo es psíquica. Hecha esta aclaración, comentamos que Jung quiere hablar aquí de los arquetipos como categorías y formas kantianas, a priori, de aprehensión y conocimiento. Gracias a ellos, la psique diferencia objetos, distingue espacio de tiempo, abstrae y ordena cualidades, y no se ahoga en un caos de sensaciones. Lo mismo se aplica a la información recibida por vía estrictamente psíquica, refiriéndose aquí al aparato cognoscitivo intuitivo. Su función no termina ahí, pues el arquetipo es una fuente de energía que irradia en todas las direcciones psíquicas, y después de servir a la recopilación, ordenamiento y consideración de la

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información, y de alentar a ello, convoca al acto, a través de la motivación conductual. Se produce así un reflujo que avanza desde lo físico a lo espiritual, para luego regresar a lo físico de nuevo. Convoca así, igualmente, a la abstracción espiritual y al impulso actuante en el mundo. La soledad meditativa del sabio, cuyo conocimiento se transforma luego en una moral que cambia el entorno. El Buda que asciende y regresa, por la "compasión" hacia el mundo. Demasiado profundas consideraciones para extendernos aquí en ellas, pero quedémonos con la idea remarcada de los arquetipos como objetivos últimos de nuestra necesidad de conocimiento, autoconocimiento y moral. Y fundamentos mismos de esa urgente necesidad. En este sentido, Jung vuelve a decir:

"No podemos liberarnos legítimamente de nuestras bases arquetípicas a menos que estemos dispuestos a pagar el precio de una neurosis, tal como no podemos deshacernos de nuestro cuerpo y sus órganos sin cometer suicidio. Si no podemos negar los arquetipos o neutralizarlos de otro modo, nos vemos enfrentados, en cada nueva etapa de diferenciación de la conciencia a la cual aspira la civilización, a la tarea de encontrar una nueva interpretación apropiada para esa etapa, a fin de conectar la vida del pasado que aún existe en nosotros con la vida del presente que amenaza con escaparse".

Las cualidades y atributos de los arquetipos son claramente visibles, sobre todo, cuando hacen acto de presencia irrumpiendo desde lo inconsciente en una conciencia individual. Entonces, meditar en el símbolo revelado, reflexionar, buscando la abstracción por encima de sus aspectos concretos, produce ideas filosóficas cada vez más profundas y universales. Su emotividad predispone a afrontar cambios en la dirección vital. La morfología concreta de la imagen a veces infunde determinado comportamiento práctico. El modo en que altera la organización del entorno ambiental es el rostro con que se presenta aquello que llamamos Destino. Por supuesto que lo arquetípico, como fundamento libidinal psíquico, no precisa hacerse consciente en ningún grado para ejercer de motor de la conciencia. Su actividad es preexistente a la aprehensión de cualquiera de sus eventuales y flagrantes manifestaciones. Pero, eso sí, las ideas, motivaciones y actos que produce en una personalidad profundamente inconsciente de estos sus basamentos últimos tienden a ser más confusos, dispersos, vacilantes e incongruentes, y más propensos a posesiones y proyecciones compulsivas concretistas, a la corta o a la larga, inconducentes. Es por esto que las culturas atesoran representaciones mitológicas colectivas, que intentan prestar inspiración y orientación libidinal a todas aquellas conciencias, las más numerosas, donde el Inconsciente Colectivo, matriz de los arquetipos, no hace acto íntimo, explícito e individualizado de presencia.

Como hemos ido comprobando, Jung no escatima energías en recalcar la relación de los arquetipos con lo instintivo, lo terrenal, la realidad fáctica. Su intención en todo momento es evitar que se conciban sólo como productos de la mera fantasía, formas psíquicas etéreas, caprichosas y vacías. O bien como residuos obsoletos de arcaicas y erróneas formas de meramente

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pensar. En otro lugar habla de los arquetipos como autorrepresentaciones del instinto, es decir, formas en que nuestro basamento instintivo se revela a nuestra conciencia, facilitándonos la aprehensión de un sentido inteligible dentro de él. Para ilustrar esta idea, usó el símil del espectro de la luz, donde la franja infrarroja correspondería a la esfera instintiva fisiológica y la franja ultravioleta a la esfera imaginal, espiritual, conceptual. Así, dejaba claro que las dos esferas participan de la misma naturaleza sustancial: la luz (siguiendo el símil):

INSTINTOS

Infrarrojo

Fisiológicos:

síntomas físicos, percepciones instintivas, etc.

ARQUETIPOS

Ultravioleta

Psicológicos:

sueños, conceptos, imágenes, fantasías, etc.

En realidad, debería haber usado, en lugar de una progresión lineal, un círculo, donde ambos extremos se tocasen, aunque esto ya se escaparía del juego con la metáfora de la luz. De todos modos, gracias al fenómeno de la sincronicidad, que es una manifestación arquetípica más allá de la imagen primigenia, donde flagrantemente queda incluido el mundo físico allende incluso el cuerpo y la psique, podemos dar el paso más audaz en la consideración de los arquetipos como realidades aun más robustas que lo psíquico, lo etológico e incluso lo biológico, al extenderse su esencia hasta la realidad material más externa y objetiva, aquella de la que se ocupa la Física. Su universalidad, que ya asegura el ser elementos colectivos, no individuales ("el (...) arquetipo, es siempre colectivo, o sea, es común cuando menos a pueblos enteros o a épocas enteras. Es probable que los temas mitológicos más importantes sean comunes a todas las razas y a todos los

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tiempos (...)"), da un paso más allá al atravesar incluso la frontera de lo transpersonal, hacia lo "transhumano". Como decimos, en estas áreas los arquetipos se revelan participantes de la naturaleza de lo físico, después de haberlo hecho de lo instintivo y lo espiritual. Jung concluirá que la materia de la que están hechos es ontológicamente trascendente a lo psíquico y lo físico. Participa de las dos, y son algo que está, por ello, más allá.

El problema del origen de los arquetipos. Evolución del concepto.

Después de dar cuenta de ciertos rasgos de su naturaleza vemos que es muy difícil siquiera postular cómo se origina un arquetipo. Reflexionando sobre el conspicuo carácter innato de la imagen primigenia, nos topamos pronto con el grave problema que supone el modo desconcertantemente preciso en que parece heredarse y transmitirse, pues la sorprendente identidad formal de ciertas imágenes primordiales que se revelan hoy día desde los trasfondos inconscientes con sus antecedentes arqueológicos remotos fue precisamente lo que puso a Jung en la pista del gran descubrimiento, y lo que sirvió de excusa para su bautizo (Arquetipo=modelo arcaico). Al principio, parecía que la cuestión debía entenderse considerando los arquetipos como adquisiciones culturales que, de algún modo, quedaban integradas en los trasfondos más profundos de lo inconsciente, y desde ahí se heredaban de generación en generación (esta explicación apresurada y preliminar es, sin embargo, una de las más popularmente aceptadas hoy día, y la que más malentendidos causa alrededor de la comprensión de la naturaleza arquetípica). Jung matizó estas reflexiones hablando del arquetipo como el precipitado de infinitamente repetidas experiencias humanas sobre temas esenciales y universales a lo largo de eones, que se iba sedimentando y arraigando en la Psique, como un poso de infinita sabiduría práctica sobre el vivir y la vida. Todo esto recuerda bastante al pensamiento freudiano que postulaba que los contenidos formales del inconsciente fueron antes contenidos conscientes, vivencias externas, que acabaron cayendo ahí, pero llevado al plano de lo Inconsciente Colectivo. Con estas ideas freudianas alrededor de la ontogenésis de lo inconsciente Jung no comulgó nunca, pero se ve que dudó mucho en rechazarlas aplicadas a su filogénesis. Comprendemos que estas explicaciones querían abarcar ese aspecto tan refinado, artístico, en definitiva, tan propio de lo cultural consciente, que tienen las imágenes primigenias, aún nacidas espontáneamente desde los trasfondos inconscientes, donde la mente lógica tiene una natural tendencia a esperar poco más que un informe caos de deseos, propios de una entidad animalesca, opaca y ciega. En rigor, ocupándonos del arquetipo en su faceta de patrón elaborado de comportamiento relacional y cultural, su faceta, digamos, moral, se hace muy difícil alejarnos del mundo consciente humano y buscar orígenes que no estén en este estrato. La línea argumental es clara: algo tan preciso y diferenciado es propio como creación de las facultades psíquicas superiores, y éstas están en lo consciente. Así que la génesis tuvo que ocurrir desde afuera, hacia dentro: "nada es en el arquetipo que no estuviera antes en los sentidos".

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Pero ninguna de estas consideraciones abarca y hace justicia a la auténtica esencia del arquetipo. Su abismal preexistencia a todo lo consciente, su naturaleza inasible por remotamente inconsciente, y sus cualidades (a caballo entre lo psíquico y lo físico), tan extrañas y diversas en tantos puntos a las aptitudes y actitudes conscientes, tan contrastables con los familiares modos de encarar las vivencias y experiencias (por más eones que pasen) que tiene la conciencia, no permiten relajarse postulando explicaciones que traten de deducir su realidad interior, insólita, desde experiencias en el ordinario afuera. En general, no esperemos mucha certeza de ninguna explicación que trate de fundamentar un a priori sólo desde un a posteriori.

En efecto, el primer gran escollo con que se encuentra, antes que después, toda teoría explicativa sobre la génesis de los arquetipos que trate de poner el acento en el factor aprendizaje es, precisamente, darse de bruces con el oponente natural que tiene en psicología toda aserción behaviourista: las consideraciones sobre lo innato, lo genetista. Imposible darle esquinazo a este conflicto en este contexto, pues precisamente la cualidad ontológica fundamental de la que partimos para intentar comprender el arquetipo es su carácter filogenético. Y no sólo su llamativo carácter hereditario nos remite al contexto de los genes, también lo hace su definitivo carácter "infrarrojo", instintivo, que lo "corporiza" acentuadamente. Lo fisiológico, lo orgánico, lo corpóreo, nos remiten inmediatamente también al estrato de lo genético. Jung postula la directa relación entre lo corpóreo, lo genético, y el arquetipo, en esta sentencia: "(Los arquetipos) se heredan con la estructura cerebral (en verdad, son su aspecto psíquico)". Si la tomamos como válida, tendremos que resolver el acertijo del huevo y la gallina de este modo: el cerebro hizo al hombre, y no el hombre a su cerebro. Al menos, según lo que creemos saber hoy día con respecto al desarrollo evolutivo de las especies. Jung va tratando de encontrar la solución a la paradoja entre lo innato y lo adquirido, con mucho esfuerzo, en aseveraciones como ésta: "No se (...) trata de ideas heredadas, sino de posibilidades de ideas heredadas. Tampoco son adquisiciones individuales sino, principalmente, comunes a todos, como puede deducirse de [su] presencia universal". Aquí el arquetipo pierde definición, elaboración, cualidades que nos resultan más cercanas al aprendizaje y la instrumentalización conscientes, para irse convirtiendo en lo prefigurado, la matriz preforme, la categoría abstracta kantiana, que nos parece cuadrar más con lo que intuímos sobre aquello que puede ser lo innato psíquico.

Pero justo hablando de psique y cerebro tenemos que traer a colación algo que dará un giro sorprendente a todas las consideraciones expuestas hasta aquí sobre el origen y la transmisión de los arquetipos. Los estudios e hipótesis del biólogo Rupert Sheldrake han sido jubilosamente acogidos por toda la comunidad junguiana. Como etólogo, especialista en el comportamiento animal, ha creído encontrar fenómenos tan extraños en las pautas de aprendizaje y transmisión de éste en las comunidades animales, que se ha visto obligado a formular la existencia de lo que él ha

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bautizado como "campos mórficos" o "morfogenéticos", algo así como entidades metafísicas, bastante más allá de los cuerpos y los cerebros, donde se guarda toda la información relativa a las pautas de comportamiento y a la memoria colectiva de las especies. En realidad, él ha ampliado el campo de jurisdicción de los campos mórficos a todo lo existente, más allá de la biología, para convertirlos en moldes abstractos de la forma y el comportamiento de todo lo fenomenológico físico. Esta es, exactamente, la misma línea especulativa que con el tiempo fue Jung adoptando en relación a la explicación de la naturaleza y origen últimos de lo arquetípico. Un fundamento de esta guisa, de esencia metafísica, es lo único capaz de empezar a explicar toda la bizarra fenomenología, desde la abundante parapsicología (telepatia, presciencia, precognición) hasta la sincronicidad, que suele presidir las irrupciones del arquetipo. El inconsciente colectivo, como campo mórfico, unifica la preexistencia, lo innato, con lo derivado, pues es a la vez una matriz preformadora con una tendenciosidad teleológica dada, aunque no estrictamente definida, y un compendio de información concreta y elaborada que se va actualizando a sí mismo con las sucesivas aportaciones desde las conciencias individuales que componen la especie. Es inapelable como un gen, y a la vez dúctil y maleable. Al pertenecer a un estrato extraordinario, nos explica el acaecer paranormal de lo arquetípico, tan suprahumano, y al estar esencialmente imbricado con la etología ordinaria humana podemos entender que lo percibamos a menudo con un antropomorfismo acusado (justo en el punto de contacto entre estos dos órdenes es donde se aparece el arquetipo del Mago). No está en el cerebro, no está en el cuerpo, no está en los genes, pero es la causa última de lo humano heredado, desde lo físico al carácter. Afecta muy concretamente al individuo, a la especie, pero en sí parece conectado holísticamente con el Todo. Gracias a esta perspectiva privilegiada, asomada a lo universal, y como matriz de nuestra inteligencia, nutriéndose a la vez de ella, contiene un conocimiento excelso y supraordinado, que representa antropomórficamente el arquetipo del Viejo Sabio.

CARL GUSTAV JUNG Arquetipos e inconciente colectivo

EL INCONCIENTE COLECTIVO

Jung asevera que, así como la evolución tiene una importancia incidencia en el cuerpo, también la tiene sobre el psiquismo. La mente está ligada al pasado, no solamente al pasado de la infancia sino también al pasado de la especie.

El inconciente colectivo es una porción del psiquismo que no depende de la experiencia personal y su contenido es un depósito de predisposiciones y potencialidades para experimentar y responder al mundo de las misma manera que lo hacían los antepasados de la especie.

Estas predisposiciones que hereda el ser humano se expresarán y desarrollarán de distintas maneras según el contexto y las experiencias que le toque vivir a cada individuo.

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Arquetipos

Los contenidos del inconciente colectivo se denominan "arquetipos". A lo largo de su obra, Jung fue describiendo numerosos arquetipos, señalando que existen tantos como experiencias típicas en la vida: Dios, el demonio, el anciano sabio, el héroe, la madre tierra, etc.

“Las formas arquetípicas no son, precisamente, modelos estáticos. Son factores dinámicos que se manifiestan en impulsos, tan espontáneamente como los instintos.”[3]

Los arquetipos son universales. Todo ser humano hereda las mismas imágenes arquetípicas básicas. Las diferencias culturales e individuales determinarán la forma en que estos arquetipos se manifiesten.

El concepto de arquetipo comienza a rondar la mente de Jung a partir del análisis de los sueños. Jung halló con frecuencia en los sueños, la presencia de elementos que no podían derivarse de la experiencia personal del sujeto. Freud ya había usado la expresión “remanentes arcaicos” para referirse a ciertas expresiones mentales cuyo origen parecía venir de mucho más allá de la historia personal. “Así como el cuerpo humano representa todo un museo de órganos, cada uno con una larga historia de evolución tras de sí, igualmente es de suponer que la mente esté organizada en forma análoga.”[4]

Vamos a dedicar aquí, ya para ir finalizando este resumen, un conciso comentario sobre cuatro arquetipos fundamentales para la psicología analítica: el personaje, el ánima/ánimus, la sombra y el yo.

El Personaje

Etimológicamente, la palabra personaje remite a las máscaras usadas por los actores en la antigua Grecia. En la psicología analítica este arquetipo cumple una función similar a la de la máscara de un actor, permitiéndonos representar un papel. El personaje es la careta o fachada que exhibimos públicamente, con el propósito de exteriorizar una imagen favorable. El objetivo del personaje es la aceptación social. El personaje constituye el soporte de la vida social.

Una persona puede usar diferentes máscaras en diferentes contextos. Una máscara para el trabajo, otra para el trato con familiares, otra en el contexto de un grupo de amigos.

El rol del personaje puede ser provechoso o nocivo para la persona. Puede permitir obtener beneficios materiales que pueden ser canalizados luego para llevar una vida privada más satisfactoria. Pero también puede acontecer que la persona se fusione demasiado con el personaje. En ese caso, el ego puede verse llevado a identificarse exclusivamente con el personaje, y otras facetas de la personalidad serán dejadas de lado. A la identificación exclusiva del ego con un personaje Jung la denomina “inflación”.

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A esto se encuentran expuestos, por ejemplo, los políticos con sus asesores de imagen que los aconsejan y “entrenan” para lucir, decir y hacer lo conveniente para ser aceptados y votados. Los asesores de imagen no son otra cosa que “entrenadores” del arquetipo del personaje. Si “los asesorados”no practican una buena introspección pueden terminar identificados con el personaje. Al menos en Argentina, esto se ve mucho en la clase política.

Los casos de “personaje inflado” suelen mostrar personas con cierto éxito social que en algún momento comienzan a tener sensación de sin sentido en su vida. En el análisis suelen percatarse de cierta hipocresía en sus relaciones e intereses sumada a una intensa sensación de incomodidad.

El objetivo del tratamiento gravita en deflacionar al personaje procurando que se expresen los otros aspectos de la personalidad.

El Anima y el Animus

Para Jung, el personaje conforma la cara exterior de la psiquis, dado que es el rostro que se muestra al mundo. A la cara interior del psiquismo la designa bajo los términos “ánima” (en el hombre) y “ánimus” (en la mujer). El ánima representa el lado femenino de la psiquis del varón; y el ánimus es la parte masculina de la psiquis femenina.

“El hombre ha desarrollado su arquetipo ánima por la continua exposición a las mujeres durante muchas generaciones, y la mujer ha desarrollado su arquetipo ánimus por su exposición a los hombres. A través de la vida y la interacción uno con otro durante generaciones, cada sexo ha adquirido características del sexo opuesto que facilitan las respuestas adecuadas y la comprensión del sexo opuesto.”[5] Se deduce de esto la importancia de estos arquetipos en las relaciones con el sexo opuesto.

Cada hombre lleva dentro de su psiquis una estampa de todas las impresiones producidas por la mujer a través de los siglos. Lo propio sucede con las mujeres y el ánimus. Dicha estampa, imagen o rastro es inconciente, y tiende a ser proyectada hacia la persona amada. El ánima en el hombre y el ánimus en la mujer es una de las principales causas de la atracción apasionada o del rechazo exaltado.

La cultura occidental tiene vastos antecedentes en relación a menospreciar lo femenino en los hombres y los aspectos masculinos en la mujer. Ya desde la infancia se estila burlar y cohibir con los motes de “mariquitas” y “marimachos” a los niños y niñas que exteriorizan características del sexo opuesto. Esto suele conducir a que el personaje adquiera prioridad y sofoque al ánima o ánimus.

Este desequilibrio podría ocasionar una rebelión del ánima o ánimus, en cuyo caso estaríamos frente a una reacción comúnmente evaluada como excesiva. Lejos de querer agotar la explicación

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de la homosexualidad y el transvestismo, Jung considera que una identificación del hombre con su ánima puede tener significativa incidencia en algunos casos.

La sombra

Hemos mencionado que el ánima y el ánimus manejan las relaciones entre los sexos proyectándose hacia el sexo opuesto. Ahora bien, Jung postula la presencia de otro arquetipo al género propio del sujeto y que condiciona las relaciones de la persona con los sujetos del mismo sexo. Se trata de “la sombra”, uno de los arquetipos junguianos que más aceptación ha tenido en otras escuelas psicológicas.

Se trata de un arquetipo depositario de elementos de la naturaleza animal primitiva del hombre.

Al integrarse a la cultura, el ser humano es civilizado; esto implica moderar y refrenar los impulsos animales. En este proceso de civilización, que guarda mucha relación con el desarrollo del arquetipo del personaje, el individuo se desliga de su sabiduría instintiva.

Estos contenidos censurados, al deber su energía a profundas raíces evolutivas, no se doblegan fácilmente; se guarecen en el inconciente donde permanecen en estado latente.

Las personas tienden a proyectar los empujes de su sombra en otras del mismo sexo generando hostilidad y rechazo entre personas del mismo género. Cuando una persona manifiesta una exagerada aversión hacia otra persona del propio sexo, Jung sospecha que la persona ve en el otro a su propia sombra expulsada de sí.

La impugnación de la sombra empobrece la personalidad. La naturaleza animal del hombre no es necesariamente algo malo. En ciertas ocasiones, por ejemplo, cuando debemos decidir y actuar velozmente ante una situación de peligro, el ego suele quedar apabullado ante la conmoción repentina y dependemos de nuestras predisposiciones animales.

Si se permite la integración de la sombra en la personalidad del individuo podría lograrse que la misma enriquezca y complemente a las demás facetas del sujeto.

El Yo

El yo es el arquetipo organizador de la personalidad. Es el arquetipo de la unificación que procura atraer y armonizar a los demás arquetipos, confiriendo a la personalidad un sentido de unidad. Cuando una persona dice que se encuentra en armonía con sí misma, en caso de que esta sensación sea verdadera, el arquetipo del yo está efectuando exitosamente su tarea.

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Para Jung esta tarea no se logra desde la ignorancia sino desde el conocimiento de sí. La persona que no se conoce termina proyectando los elementos reprimidos de su inconciente sobre los demás.

Es interesante no confundir el yo con el ego. El arquetipo del yo es un principio unificador, una especie de guía interior. El ego, en cambio, se ve tironeado entre las demandas sociales y los impulsos del inconciente, entre el ánima o el ánimus y el personaje

Lo Colectivo

"Llamo colectivos a todos aquellos contenidos psíquicos que son peculiares no de un individuo, sino de muchos individuos a la vez, esto es, de una sociedad, de un pueblo o de la humanidad. Tales contenidos son las "representaciones místicas colectivas" (représentations collectives) de los primitivos descritas por Lévy-Bruhl, y también los conceptos generales de derecho, Estado, religión, ciencia, etc., que le resultan corrientes al hombre culto. Pero no sólo han de calificarse de colectivos las nociones y los conceptos, sino también los sentimientos. Lévy-Bruhl muestra cómo en los primitivos las representaciones colectivas constituyen a la vez sentimientos colectivos (...) En el hombre culto se asocian también sentimientos colectivos a ciertos conceptos colectivos, como la idea de Dios o de derecho o de patria. El carácter colectivo es propio no sólo de elementos o contenidos psíquicos individuales, sino de funciones enteras" (i) (pensamiento, sentimiento, sensación e intuición)

No es difícil, por lo tanto, entender cuál es el estrato colectivo de la psique, en cuanto se significa, de entrada y principio, en algo tan evidente como la riqueza cultural grupal, comprendida la cultura como modo de ser humano en sociedad en todas las direcciones psíquicas, como explica Jung arriba. Todo aquello que nos identifica con un grupo humano, todo aquello que nos afecta y es a la vez afección a nuestro alrededor, general, desde el cuerpo de leyes que nos gobiernan en conjunto hasta las comunes creencias y celebraciones religiosas, pasando, por ejemplo, por la devoción a los mismos personajes famosos, es psíquico colectivo.

En principio, pareciera que esto psíquico colectivo, definido sólo hasta ahí, fuera un estrato de ubicación y generación externa, cuyo territorio propio es el lugar en que lo personal se integra en una sociedad y pasa a relacionarse con los otros. Que lo colectivo es ámbito sólo del uso y la costumbre, del hombre y su circunstancia social, y que la adaptación al medio, a menudo apoyada por la subyacente facilidad humana para el contagio mental, son los únicos avales de esta instancia psíquica. Esta visión relativiza el valor de la representación colectiva y coloca frente a ella un valor con la posibilidad de ser más genuino: el de lo individual y personal.

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Sin detrimento de que parte de la cuestión hasta ahí nos lleva, en efecto, queda sin embargo por incluir en la ecuación psíquica de lo colectivo una magnitud de importancia crucial, que cambia el aspecto completo de la apreciación de estas cosas, y que coloca un fundamento basal de lo colectivo en una posición excepcional: lo más profundo del individuo, su propia mismidad, su raíz y naturaleza humana genuina primordial, en un nivel más allá de lo personal. Se trata del Inconsciente Colectivo. De este modo, llegamos a ver que en realidad los opuestos que se enfrentan no son lo colectivo social y lo individual personal, sino que, en última instancia, son lo colectivo consciente y lo colectivo inconsciente. El valor del código legal político, el rito religioso y la costumbre moral social, frente a sus propios fundamentos internos, frente a la fuente de la que nacieron, en la que se reflejan, y de la que toman prestado su más o menos ocasional, su más o menos universal y legítimo, según su tino y acierto, valor.

El individuo aparece así como el punto de contraste entre el ser humano primordial y sus genuinos instintos, desde lo animal a lo cultural, que subyace latente en su inconsciente profundo, y la forma ocasional en que se ha intentado resolver ese contenido y se ha concretado en lo externo comunitario, que llamamos sociedad. El camino hacia el Inconsciente Colectivo, no olvidemos la paradoja, es un camino por lo tanto extremadamente íntimo e individual, y ahí radica, dicho sea de paso, el valor universal del individuo heroico en todo colectivo humano: el profeta que por sí mismo renueva la fe de toda una sociedad, el ideólogo que es capaz desde su inquietud personal de acabar provocando un movimiento de masas y una revolución. El Héroe es una figura cuyo valor colectivo, pues, no se basa en haber logrado hacer aquello que quería conseguir para sí, contra toda dificultad, sino en que al hacerlo, al expresar su más profunda genuinidad, ha dado expresion a un aspecto del alma humana universal.

El Inconsciente Colectivo

Capa estructural de la psique humana que contiene elementos heredados, difiere del inconsciente personal (...).

El inconsciente colectivo contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad, que nace nuevamente en la estructura cerebral de cada individuo.

Jung derivó su teoría del inconsciente colectivo de la ubicuidad de los fenómenos psicológicos que no podían explicarse en base a la experiencia personal. La actividad de la fantasía inconsciente, por ejemplo, puede caer en dos categorías:

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1-Fantasías (incluyendo sueños) de carácter personal, que vuelven indiscutiblemente a experiencias personales, cosas olvidadas o reprimidas, y por eso se pueden explicar totalmente a través de la anamnesis individual.

2-Fantasías (incluyendo sueños) de carácter impersonal, que no pueden reducirse a experiencias pasadas del individuo, y por eso no se pueden explicar como algo adquirido individualmente. Estas imágenes de la fantasía sin duda tienen sus análogos más cercanos en los tipos mitológicos...Ya que estos casos son tan numerosos, estamos obligados a suponer la existencia de un sustrato psíquico colectivo, que yo he llamado el inconsciente colectivo.

El inconsciente colectivo -antes de entrar en detalles- parece estar constituido por motivos mitológicos o imágenes primordiales, razón por la cual los mitos de todas las naciones son sus verdaderos exponentes. De hecho, toda la mitología puede considerarse una especie de proyección del inconsciente colectivo...Por lo tanto, podemos estudiar el inconsciente colectivo de dos maneras: en la mitología o en el análisis del individuo.

Cuanto más ahondemos en la asimilación de los contenidos del inconsciente personal, más nos acercaremos a las revelaciones subyacentes en el rico estrato de imágenes y motivos contenidos en el inconsciente colectivo. Así se produce la expansión de la personalidad.

De este modo, surge una conciencia que ya no está aprisionada en el pequeño y extremadamente sensible mundo personal del ego, sino que participa libremente en el mundo más amplio de los intereses objetivos. Esta conciencia ampliada ya no es ese quisquilloso y egoísta conjunto de deseos, miedos, esperanzas y ambiciones personales que siempre debe ser compensado o corregido por las contratendencias inconscientes; más bien, es una función de relación con el mundo de los objetos, que conduce al individuo a una comunión absoluta, valedera e indisoluble con el mundo en general (ii)

n arquetipo es un modelo o ejemplo de ideaso conocimiento del cual se derivan otros tantos para modelar los pensamientos y actitudes propias de cada individuo, de cada conjunto, de cada sociedad, incluso de cada sistema.

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El inconsciente colectivo es la región de la estructura de la mente más profunda y de mayor importancia para Jung. Es la fuente de toda la energía psíquica, incluida la consciencia, y es la parte básica de la libido. Posibilita que el sujeto se ponga en contacto con las fuerzas cósmicas supra-individual (No en vano se ha considerado a Jung como el primer psicólogo transpersonal). Contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad, las grandes "imágenes primordiales" de como las cosas han sido para la humanidad, y aparece nuevamente en la estructura cerebral de los sujetos. El inconsciente "objetivo" es el inconsciente colectivo, al contener la misma información heredada para todos los sujetos, frente al inconsciente personal que es de tipo "subjetivo" al contener las experiencias y deseos personales de la vida particular de cada uno.

Las imágenes primordiales son los "arquetipos”. Los arquetipos, los define Jung, como formas o imágenes de naturaleza colectiva, que dan casi universalmente como constituyentes de los mitos y, al propio tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente. Los arquetipos son los patrones fundamentales de la formación de símbolos que se repiten en los contenidos de las mitologías de todos los pueblos de la historia de la humanidad. De los arquetipos dependen las últimas y más profundas motivaciones de la mente y la conducta humana individual y colectiva. Las pautas culturales en última instancia dependen de los arquetipos. Son los substratos universales y perennes de toda la vida psicológica individual y colectiva.

En la concepción de Jung, los arquetipos no se refieren tanto a contenidos específicos de la mente, sino más bien a tendencias dominantes que estructuran intrínsecamente la mente inconsciente . De este modo se entiende, pongamos por caso, la existencia de diferentes religiones pero con arquetipos o "imágenes primordiales" similares. Lo que se hereda en los arquetipos son los patrones subyacentes a la formación de símbolos, no los mismos símbolos. Los símbolos, expresan conscientemente la parte de configuración de los arquetipos inconscientes subyacentes. Las imágenes y las ideas en las que se expresan los arquetipos, que son los patrones fundamentales en la formación de símbolos, se manifiestan en una gama simbólica que barca experiencias tan diversas como los sueños, el arte, las mitologías y religiones, las llamadas experiencias "paranormales" y gran infinidad de actividad humana.

Jung identifica varios arquetipos en la humanidad. Entre estos están el arquetipo de Dios . A partir de la adoración al dios-sol que da calor y luz, las religiones han simbolizado de manera distinta a Dios. Para Jung el hecho de que existan los arquetipos como universales inconscientes, no determina la no existencia real de lo simbolizado en los mismos. El arquetipo del héroe o de Dios, no niega o afirma la existencia misma de los héroes o de Dios. El problema para Jung, no era confirmar o negar los símbolos como algo con realidad externa a la mente, sino como la mente ya lleva pre-configurada la posibilidad de creación de símbolos a partir de los arquetipos del inconsciente colectivo. Jung estaba interesado por las expresiones universales de la mente, no por el misticismo ajeno a esta.

En la obra de Jung se hace referencia a múltiples arquetipos como es el héroe niño, representado por Moisés salvado de las aguas, Jesús ocultado por José y María, etc. el arquetipo del viejo mago

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que representa la sabiduría de la experiencia pasada, el arquetipo del nacimiento, de la madre, etc.

Carl Jung había llegado a su concepción del inconsciente colectivo y sus rasgos dominantes de los arquetipos a través de diversas fuentes (Rubino, 1995):

1º. Los restos arcaicos y las proto-fantasías de las personas

2º. El estudio de las representaciones colectivas y mitologías

3º. El estudio de los filósofos como Heráclito, Schopenhauer, Carus y Cassirer

4º. El estudio de las "ciencias ocultas" como la alquimia, la parapsicología o la ufología (ovnis).

5º. El estudio de la "transferencia arquetipal" de contenido mítico

LOS SÍMBOLOS

La energía psíquica de la libido se utiliza primariamente para las funciones de supervivencia. Una vez satisfechas estas necesidades, el exceso de energía sobrante se utiliza en la formación de símbolos. El símbolo no es como se supone una especie de metáfora que sustituye a algo conocido. Los símbolos resultan de una condensación de varios elementos que aportan analogías o representaciones del inconsciente, formando complejos. En suma, el símbolo puede entenderse como una representación de un complejo. Es el complejo proyectado en forma de imagen.

Es importante destacar que el símbolo es una unidad sintética de significado entre dos polos opuestos: lo manifiesto y lo oculto. Tras su sentido objetivo y visible se oculta otro sentido invisible más profundo. Lo simbólico se puede expresar tanto en el arte gráfico o artístico como en las formas dinámicas de las fantasías, las visiones y los sueños. Otra función de los símbolos es unir a través de sus imágenes la vida consciente e inconsciente del individuo, a modo de integración. Por último el símbolo puede también representar la confluencia de los complejos del inconsciente personal y los arquetipos del inconsciente colectivo: Por ejemplo, se puede considerar el símbolo de la cruz como expresión del amor divino de Cristo, pero la interpretación de la cruz, es simbólica, situándola por encima de todas las explicaciones imaginables, como confluencia de los dos inconscientes, y en el fondo como expresión de un arquetipo

Otros conceptos de Jung:

Anima, Animus, Sombra, Persona, Sí-mismo

«una tendencia innata a generar imágenes con intensa carga emocional que expresan la primacía relacional de la vida humana».

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En el libro “Realidad del alma”, Jung propone que en el mundo primitivo todos los hombres poseían una especie de alma colectiva, pero con el pasar de los años y la evolución, surgió un pensamiento y una conciencia individual que ayudó en gran parte con la formación del modo de pensar de cada cultura y de su tipo de actuar. Una persona está integrada por conductas regidas por arquetipos, junto con sus diferentes caminos y sus estadios. Existen tres caminos: Conocimiento, Poder y Amor.

eoría de la mente y los sueños

A) LA ESTRUCTURA DE LA MENTE

En el modelo de Jung la psique consta de tres partes: la conciencia, el inconsciente personal y el inconsciente colectivo.

La conciencia tiene un papel secundario respecto a los dos inconscientes. Su función fundamental es servir al sujeto para adaptarse al ambiente. El "ego" es la parte central de la conciencia y tiene la función de otorgar el sentido de continuidad e identidad personal a través de la vida, el sentido de "si-mismo". Esta parte de la mente, que es la conciencia, es la única parte que el individuo conoce directamente. El Yo (ego) por lo tanto no es idéntico a la totalidad de la Psique. Esta actividad yoica organiza la actividad consciente que consta de pensamientos, recuerdos, percepciones y sentimientos conscientes.

Además el yo juega el papel de guardián del umbral de la conciencia, de modo de que todo lo que no entre en su actividad permanece inconsciente. El papel selectivo del yo permite que el individuo mantenga su sentido de identidad y continuidad personal, pues a través de la selección y eliminación de ciertos materiales psíquicos el sujeto se siente organizado y portador de una identidad, identidad que se vería amenazada por la irrupción de la psicosis y la desorganización personal si la función del yo desapareciera por completo. Sin embargo las funciones del yo cuando son en exceso preponderantes, desequilibran la homeostasis con los elementos inconscientes de la psique, y producen determinados trastornos psicológicos como las neurosis.

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El inconsciente personal abarca aquellos aspectos de la mente que han sido reprimidos y los recuerdos aparentemente olvidados. También contiene las funciones de la "percepción subliminal" y la actividad de los sueños y fantasías relacionadas con recuerdos, deseos y experiencias personales reprimidas u olvidadas. Jung, en este aspecto del inconsciente personal subscribe parcialmente la concepción de Freud.

El inconsciente personal no se caracteriza Jung por tener solo una carga sexual y/o agresiva. Este punto lo aclara en una concepción de la Libido distinta a la freudiana. La libido o energía psíquica inconsciente que guía las motivaciones humanas tiene para Freud una finalidad sexual, mientras que para Jung tiene un componente indiferenciado al estilo de la energía vital (elan vital) de Henri Bergson . La libido para Jung es una energía vital indiferenciada, el soplo de la misma "alma", concebida psicológicamente. También, el inconsciente personal, puede contener experiencias personales olvidadas o reprimidas por otras motivaciones, y sobretodo en su actividad destacan los "Complejos". El inconsciente personal, a diferencia de los procesos conscientes que pueden ser conocidos directamente al percatarnos de ellos, solo puede ser inferido a través de ciertas actividades humanas como los síntomas, los complejos y los símbolos. Jung propuso que su "test de asociación de palabras" puede detectar los complejos vinculados al inconsciente personal (Freud lo tubo en cuenta, en la época en que ambos colaboraron, pero lo relegó a segundo plano frente a su método de "asociación libre"). En el método de la asociación de palabras se le pide al sujeto que conteste a una palabra, de una lista de unas cien palabras, con la primera que se le venga a la mente. El examinador toma nota de la respuesta junto al tiempo que se tarda en responder. Si el sujeto no percibe inconscientemente que la palabra estímulo no se relaciona con ningún complejo (ver apartado de los complejos) este responderá rápidamente con alguna otra palabra.

Jung consideró que determinadas respuestas indican la presencia de un complejo emocional : (1) una reacción retardada , (2) respuestas múltiples (el sujeto emplea varias palabras como indicador de no control de su respuesta, que intenta ocultar ), (3) respuestas personales (p.e ante la palabra estímulo se responde : bailar--->la amo , azar---->no creo en el) , (4) la perseveración (dar las mismas respuestas ante palabras estímulos muy variadas ) , (5) responder con una asociación superficial (p.e casarse---->casado) , (6) repetir la misma palabra del estímulo , (7) la absoluta imposibilidad de responder (el indicador más fuerte de la presencia de un complejo ) , (8) indicadores de pobre reproducción (cuando en una segunda pasada del test hay más de un 20% de respuestas diferentes puede estar presente un complejo) y (9) la presencia de respuestas emocionales al test como el tartamudeo, el carraspeo, sonrojarse, sorpresa, cambios frecuentes de postura y otras reacciones . La concepción del inconsciente personal se basa en la teoría de los complejos, y difiere de la freudiana, en cuanto al papel autónomo que tienen estos en la concepción de Jung. En el apartado de los complejos nos extenderemos en este punto.

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La tercera región de la psique, el inconsciente colectivo, es la más importante en la vida del sujeto. Es el substrato más profundo de la mente, presente en todos los individuos desde su nacimiento. Conforma la dimensión objetiva de la psique (frente a la subjetiva del inconsciente personal) , al contener la experiencia humana de las generaciones de la humanidad . El inconsciente colectivo está dotado de propósito e intencionalidad, cuya fuerza energética reposa en elementos primordiales o arcaicos, llamados "arquetipos" . Esta región de la mente jamás puede enfermar, ya que contiene las experiencias y los mensajes primordiales de la humanidad. Por otro lado el inconsciente colectivo no deriva de las experiencias ambientales y personales del sujeto.

B) LA LIBIDO

En 1912 Jung publicó sus ideas relativas en la libido en sus libros "Transformación y símbolos de la libido" y "La psicología del inconsciente", obras que marcaban sus diferencias y ruptura con Freud. La libido suponía la totalidad de la energía psíquica indiferenciada, de manera similar al "elan vital" de Henri Bergson. La energía general de la vida, que subyace a los procesos físicos y mentales del hombre, constituyen su libido. La conducta humana no está determinada por la libido sexual de Freud, ni por la compensación del sentimiento de inferioridad de Adler. Solo existe la "energía vital indiferenciada" que como fuerza motriz de la conducta puede adoptar la forma de persecución del placer sexual, lucha por la superioridad, la creación artística u otros fines.

La finalidad de la energía vital es fundamentalmente proporcionar la conservación y la continuidad de la especie humana. Una vez satisfechas las necesidades de supervivencia de origen biológico, la energía vital puede ser canalizada hacia otros fines como las producciones culturales o creativas del sujeto.

El "principio de los opuestos" o dialéctica interna de la psique, rige la actividad de la libido, es la ley inherente a la actividad humana. La mente es un sistema que se auto-regula en base a la lucha entre tendencias opuestas. Existe una función reguladora de los opuestos llamada "Enantiodromía" (entropía) que para Jung es la ley fundamental y a la base de todo el funcionamiento psicológico. Este principio de la entropía fue descubierto por el filósofo griego Heráclito, al que Jung estudió profundamente, y llega hasta Hegel en su dialéctica. La energía psíquica es el resultado de una lucha entre actividades opuestas, consciente versus inconsciente, el calor frente al frío, etc. Cuanto mayor es el conflicto y la oposición entre los opuestos, mayor es la energía liberada. La energía mental además sigue el principio de conservación o "equivalencia" que establece que la falta o ausencia de energía en una región psíquica se hará presente en otra

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área o actividad mental. Otra ley relacionada es la "entropía" que establece que si una parte de la mente o la personalidad se haya cargada de una gran cantidad de libido y otra con poca cantidad, esta irá de la primera a la segunda.

Cuando en la mente existe un equilibrio entre la energía de sus regiones, estando las fuerzas opuestas equilibradas, hay un movimiento de "progresión" suave de la actividad psíquica desde los niveles inconscientes a los más conscientes, experimentando el sujeto un sentimiento de bienestar y felicidad llamado "sentimiento vital”. El desequilibrio produciría un proceso contrario de "regresión" y malestar subjetivo. En este caso la actividad inconsciente invade las capas de la conciencia en explosiones afectivas difíciles de manejar y asimilar. El movimiento regresivo supone un fallo de la regulación consciente ya sea por un exceso de represión o no atención suficiente para captar y simbolizar los procesos inconscientes en marcha, se produce una intensificación de los contenidos inconscientes personales y/o colectivos. Esto puede llevar a la neurosis, si opera un exceso de la represión o de la psicosis si se interrumpe la regulación consciente e irrumpen los simbolismos arcaicos del inconsciente colectivo. El movimiento regresivo puede tener sin embargo aspectos positivos si el sujeto intenta reajustar su armonía de la entropía reintegrando los aspectos inconscientes que han surgido en esta experiencia, como parece que vivió el mismo Jung al observar sus propios sueños y profecías espontáneas sobre la primera guerra mundial.

El gran problema de la psicología para Jung, es la reintegración de los contrarios, siguiendo la ley de la termodinámica de la entropía, cual proceso "alquímico". En su libro "Psicología y alquimia" (1944) se ocupa, entre otros temas de cómo integrar el mal (Satán), asimilándolo en la "experiencia numinosa" . El conflicto interior de la psique y de las experiencias humanas como actividades de esta, entre el consciente versus el inconsciente, el bien frente al mal de las religiosas, y otros conflictos humanos, solo puede ser superado integrando los opuestos.

Integrando la psique inconsciente con la consciente, especialmente atendiendo a los mensajes del inconsciente colectivo, se logra esa experiencia (numinosa) de asimilación entre los opuestos. Los opuestos representan el drama humano, drama que tiene su raíz y su solución en los mensajes de la libido del inconsciente colectivo.

El principio de los opuestos posibilita la comprensión de toda forma de vida como una lucha de fuerza antagónicas (Rubino, 1995). Las grandes cosmovisiones de la humanidad se basan en este principio: la lucha del bien contra el mal, el Ying y el Yang, lo masculino frente a lo femenino, lo consciente versus lo inconsciente, la alquimia y su filosofía hermética, etc. La libido expresa este principio de los opuestos, y es regulada por el mismo. La energía vital de la libido contiene un potencial de mensajes para el propio sujeto que le aportan soluciones para los problemas vitales,

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problemas que ya vivieron otras generaciones y que se encuentran en los arquetipos del inconsciente colectivo.

C) LOS COMPLEJOS DEL INCONSCIENTE PERSONAL

Un complejo es la imagen de cierta situación psíquica que tiene una fuerte carga emocional y que además es incompatible con la actitud normal de la conciencia.

La vía regia al inconsciente personal, dice Jung, no es el sueño como suponía Freud, sino el complejo.

Los complejos interfieren las intenciones y voluntad consciente, producen alteraciones en la memoria y bloquea el flujo de las asociaciones (p.e test de asociación). Aparecen y desaparecen regidos por sus propias leyes. Influyen de manera inconsciente y se comportan como entidades independientes.

La etiología frecuente de los complejos se encuentra en los traumas o shocks emocionales. Producen el conflicto moral que aparece entre el yo y el inconsciente personal, en los deseos y motivaciones ajenas a la voluntad y la razón consciente.

Tener complejos no se identifica necesariamente con la aparición de una neurosis, aunque tengan una presentación dolorosa. El sufrimiento forma parte de la naturaleza humana, el polo opuesto a la felicidad.

Experimentar un complejo es tener en cuenta la presencia de que estamos ante la presencia de una parte de nuestra psique que no es asimilada y elaborada adecuadamente. Un complejo solo se vuelve patológico cuando lo negamos y pensamos que no lo tenemos. Los complejos se superan asimilándolos al vivirlos completamente, atrayéndolos hacia nosotros, percatándonos en sentido pleno de los mismos.

Para Freud el complejo es una cierta cantidad de energía vinculada a un deseo inconsciente (p.e "Complejo de Edipo" y "Complejo de Electra"). Jung acepta lo expuesto por Freud, pero va aún más lejos en su propuesta de los complejos. Les otorga "vida autónoma" dentro del inconsciente personal. Conforman una especie de entidades independientes y constelaciones que se activan

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por regiones, de manera autónoma. Los complejos pueden irrumpir en los sueños en forma de disfraz de caracteres, experimentando eventos o roles independiente a su voluntad

Cuando un complejo está muy aislado del resto de los complejos del inconsciente personal, la salud mental se ve comprometida. Igualmente los complejos pueden reactivar los niveles más profundos del inconsciente personal, activando los arquetipos de este otro inconsciente, de modo que puede aparecer la psicosis.

Uno de los complejos más frecuentes es la "persona" (en latín significa máscara). Cada sujeto representa diferentes roles y papeles en la vida (padre, empleado, esposo, etc.), asumiendo esas máscaras. Otro importante complejo es "la sombra”. La sombra contiene los deseos y necesidades que no pueden ser aprobadas por el yo consciente. Viene a ser como una personalidad, dentro de la misma personalidad. La sombra representa los impulsos sexuales y agresivos olvidados o reprimidos. Posee su propia energía psíquica y puede llevar al sujeto a realizar actos peligrosos o irresponsable a los ojos de otros. Un rasgo básico de la sombra, es la "proyección”. Solemos atribuir a las otras

personas, las cualidades malignas y rechazadas en nosotros mismos, aspectos que conscientemente no reconocemos. La sombra es lo más opuesto al "ego"(yo). La sombra de los hombres, además suelen adoptar una forma femenina ("anima") frente a su ego consciente masculino, y en las mujeres la sombra adopta el rasgo masculino ("animus"). La mente de los hombres y mujeres tienen elementos inconscientes opuestos a los de su ego, partes masculinas y femeninas ocultas.

En las actividades donde desciende el nivel de conciencia, como pueden ser ejemplos, los estados hipnóticos, los sueños o el éxtasis artísticos, emergen los complejos del inconsciente personal con actividad propia y autónoma.

Todo complejo consta de: (1) un elemento nuclear significativo, consciente y autónomo, y de (2) asociaciones determinadas vinculadas entre sí por una tonalidad afectiva. Jung adaptó el test de asociación de palabras del psicólogo Wundt al estudio de los complejos, como ya expusimos al hablar de la estructura de la mente.

D) EL INCONSCIENTE COLECTIVO Y LOS ARQUETIPOS

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El inconsciente colectivo es la región de la estructura de la mente más profunda y de mayor importancia para Jung. Es la fuente de toda la energía psíquica, incluida la consciencia, y es la parte básica de la libido. Posibilita que el sujeto se ponga en contacto con las fuerzas cósmicas supra-individual (No en vano se ha considerado a Jung como el primer psicólogo transpersonal). Contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad, las grandes "imágenes primordiales" de como las cosas han sido para la humanidad, y aparece nuevamente en la estructura cerebral de los sujetos. El inconsciente "objetivo" es el inconsciente colectivo, al contener la misma información heredada para todos los sujetos, frente al inconsciente personal que es de tipo "subjetivo" al contener las experiencias y deseos personales de la vida particular de cada uno.

Las imágenes primordiales son los "arquetipos”. Los arquetipos, los define Jung, como formas o imágenes de naturaleza colectiva, que dan casi universalmente como constituyentes de los mitos y, al propio tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente. Los arquetipos son los patrones fundamentales de la formación de símbolos que se repiten en los contenidos de las mitologías de todos los pueblos de la historia de la humanidad. De los arquetipos dependen las últimas y más profundas motivaciones de la mente y la conducta humana individual y colectiva. Las pautas culturales en última instancia dependen de los arquetipos. Son los substratos universales y perennes de toda la vida psicológica individual y colectiva. El núcleo central de los significados contenidos en los arquetipos no son definibles por ser esencialmente inconsciente, por lo que solo se pueden circunscribir la forma de sus contornos a través de los mitos, leyendas, religiones y otras actividades humanas colectivas e históricas.

A menudo se ha criticado la idea de arquetipo en Jung como un intento de reintroducir el concepto de "ideas innatas" en psicología. En la concepción de Jung, los arquetipos no se refieren tanto a contenidos específicos de la mente, sino más bien a tendencias dominantes que estructuran intrínsecamente la mente inconsciente . De este modo se entiende, pongamos por caso, la existencia de diferentes religiones pero con arquetipos o "imágenes primordiales" similares. Lo que se hereda en los arquetipos son los patrones subyacentes a la formación de símbolos, no los mismos símbolos. Los símbolos, expresan conscientemente la parte de configuración de los arquetipos inconscientes subyacentes. Las imágenes y las ideas en las que se expresan los arquetipos, que son los patrones fundamentales en la formación de símbolos, se manifiestan en una gama simbólica que barca experiencias tan diversas como los sueños, el arte, las mitologías y religiones, las llamadas experiencias "paranormales" y gran infinidad de actividad humana .

Jung identifica varios arquetipos en la humanidad. Entre estos están el arquetipo de Dios . A partir de la adoración al dios-sol que da calor y luz, las religiones han simbolizado de manera distinta a

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Dios. Para Jung el hecho de que existan los arquetipos como universales inconscientes, no determina la no existencia real de lo simbolizado en los mismos. El arquetipo del héroe o de Dios, no niega o afirma la existencia misma de los héroes o de Dios. El problema para Jung, no era confirmar o negar los símbolos como algo con realidad externa a la mente, sino como la mente ya lleva pre-configurada la posibilidad de creación de símbolos a partir de los arquetipos del inconsciente colectivo. Jung estaba interesado por las expresiones universales de la mente, no por el misticismo ajeno a esta.

En la obra de Jung se hace referencia a múltiples arquetipos como es el héroe niño, representado por Moisés salvado de las aguas, Jesús ocultado por José y María, etc. el arquetipo del viejo mago que representa la sabiduría de la experiencia pasada, el arquetipo del nacimiento, de la madre, etc.

Carl Jung había llegado a su concepción del inconsciente colectivo y sus rasgos dominantes de los arquetipos a través de diversas fuentes (Rubino, 1995):

1º. Los restos arcaicos y las proto-fantasías de las personas

2º. El estudio de las representaciones colectivas y mitologías

3º. El estudio de los filósofos como Heráclito, Schopenhauer, Carus y Cassirer

4º. El estudio de las "ciencias ocultas" como la alquimia, la parapsicología o la ufología (ovnis).

5º. El estudio de la "transferencia arquetipal" de contenido mítico.

E) LOS SÍMBOLOS

La energía psíquica de la libido se utiliza primariamente para las funciones de supervivencia. Una vez satisfechas estas necesidades, el exceso de energía sobrante se utiliza en la formación de símbolos. El símbolo no es como se supone una especie de metáfora que sustituye a algo conocido. Los símbolos resultan de una condensación de varios elementos que aportan analogías o representaciones del inconsciente, formando complejos. En suma, el símbolo puede entenderse como una representación de un complejo. Es el complejo proyectado en forma de imagen.

Es importante destacar que el símbolo es una unidad sintética de significado entre dos polos opuestos: lo manifiesto y lo oculto. Tras su sentido objetivo y visible se oculta otro sentido invisible

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más profundo. Lo simbólico se puede expresar tanto en el arte gráfico o artístico como en las formas dinámicas de las fantasías, las visiones y los sueños. Otra función de los símbolos es unir a través de sus imágenes la vida consciente e inconsciente del individuo, a modo de integración. Por último el símbolo puede también representar la confluencia de los complejos del inconsciente personal y los arquetipos del inconsciente colectivo: Por ejemplo, se puede considerar el símbolo de la cruz como expresión del amor divino de Cristo, pero la interpretación de la cruz, es simbólica, situándola por encima de todas las explicaciones imaginables, como confluencia de los dos inconscientes, y en el fondo como expresión de un arquetipo.

F) EL SELF O SI-MISMO

El concepto del si-mismo deriva de otro concepto jungiano el de ánima. En las primeras obras de Jung, el ánima era la parte oculta o "sombra" del inconsciente femenino (cualidades femeninas) del hombre. En su últimas obras cuando el ánima se hace consciente, es equiparada al proceso alquimista (Jung era un gran estudioso de la alquimia), donde se unen los elementos conscientes e inconscientes. Siempre que el individuo promueve y saca a la luz, vivencialmente, su ánima, la personalidad experimenta grandes y profundos cambios. El sí-mismo es el resultado de la confluencia en la psique de la parte inconsciente del animal y la conciencia. La armonía de la parte inconsciente y consciente del sujeto se encuentra en el sí-mismo, verdadero núcleo de la entropía psicológica.

Esta integración de la personalidad está muy bien representada en la cultura oriental por el símbolo de la "Mandala" que reviste la forma de un cuadrado o círculo con un punto central. El mandala representa la conciliación de lo opuesto, del bien (lo divino) y del mal (lo demoniaco), de lo consciente y lo inconsciente del hombre. El punto central de la mandala representa para Jung la meta del sí-mismo la producción de un nuevo centro de la personalidad. Jung llegó a identificar las visiones de los ovnis en su obra "Sobre cosas que se ven en el cielo" con la necesidad del mandala que llevamos dentro. Los mandalas vienen de la edad media, aunque se encuentran en los arquetipos de todas las épocas. Los mandalas del cristianismo presentan a Cristo en el centro con los cuatro evangelistas, o sus símbolos, en los puntos cardinales. La astrología, en la que Jung también se interesó, representa mandalas similares.

Los distintos complejos de la personalidad pujan por imponerse, como centros autónomos que son. Si uno de ellos se impone desequilibra la psique, produciendo trastorno mental y conflictos internos. El equilibrio solo se logra a través de la "individuación" atendiendo a los distintos aspectos de la personalidad.

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El self (sí-mismo), hay que resaltar este punto, es lo opuesto al yo. El yo es un complejo, en el que el "ego" es su parte más consciente. En cambio el self es un arquetipo equilibrador de las partes conscientes e inconscientes del sujeto. Aquí anotamos la influencia del concepto del self en la psicología más actual como la constructivista y las nuevas tendencias del psicoanálisis y la psicología humanista- experiencial. La salud mental del sujeto equivale al proceso adecuado del self, que atiende tanto a los elementos de la conciencia como a integrar adecuadamente los aspectos relevantes del mundo inconsciente. Si las experiencias del inconsciente no son adecuadamente atendidas y simbolizadas se produce malestar emocional. En este punto Jung se adelantó a los psicólogos humanistas como Rogers y la terapia gestalt .

G) LA INDIVIDUACIÓN

Se denomina "individuación" al proceso por el que se facilita el desarrollo de las diferentes partes de la personalidad. La meta de la individuación es por un lado liberar al si-mismo de las falsas defensas de la Persona (complejo de las mascaras o roles) y del otro del ánima inconsciente y sus imágenes.

En el proceso de individuación se logra una integración intermedia entre el nivel consciente y el inconsciente, favoreciendo el desarrollo de la personalidad. Jung rechaza las fases del desarrollo psicosexual de Freud, al funcionar la libido en su modelo de modo diferente. Los primeros años del niño, hasta los cinco, sirven para adquirir las habilidades básicas de autoprotección, como el andar, caminar, hablar, todas ellas encaminadas a sobrevivir . Alrededor de los cinco años la libido se desplaza hacia los intereses sexuales. Hacia los veinte años el individuo elige a su cónyuge, forma una familia y se establece en una ocupación. Hasta entonces el individuo se ha volcado en el mundo externo, en su modo de "extroversión". A la edad de los últimos treinta y primeros cuarenta años, tiene lugar los grandes cambios. El individuo se vuelve en "introversión" hacia los valores espirituales, religiosos o morales. Si el individuo atiende a estos valores internos, gobernados por sus arquetipos inconscientes, quizás tenga que abandonar en cierto modo los estándares externos del éxito y las ganancias materiales, pero aumentará su creatividad interior y su madurez psíquica.

El concepto de individuación implica el equilibrio y armonización de la psique, la búsqueda de la realización del propio ser como proceso arquetipal (Rubino, 1995). La posibilidad de integrar la totalidad de lo profundo, del inconsciente colectivo, se aparta de la concepción freudiana del inconsciente reprimido y de la psicopatología , hacia la opción de la creatividad y el desarrollo personal, la autorrealización. Para los jungianos, la única posibilidad que tiene el hombre de salir de la angustia y vacío del mundo moderno, es abrirse a los mensajes de crecimiento personal que

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proporciona el inconsciente universal y objetivo, los mensajes del inconsciente colectivo. La tragedia moderna supone no ya una represión del deseo sexual como proponía Freud, sino una "represión ontológica" (Rubino, 1995), que aparta al hombre y su conciencia de la riqueza de su propio mundo interior creativo, de sus propias capacidades y potencial de su inconsciente. El único camino es apartarse de la ilusión (Maya) del mundo moderno y experimentar las fuerzas "numinosas" (espirituales), las verdades universales y eternas, que residen en su inconsciente colectivo. La psicoterapia, la autoexploración y el análisis de los arquetipos en las mitologías y acciones humanas, se convierten así en fuerzas de crecimiento personal y colectivo.

H) ANIMA Y ANIMUS

En su concepción inicial, el ánima eran los aspectos femeninos inconscientes de todo hombre , mientras que el animus eran los aspectos masculinos inconscientes de toda mujer . Posteriormente el anima la entiende Jung como el inconsciente encarnado en cada individuo, el arquetipo inherente a la vida misma.

El anima no es el alma en el sentido religioso, como algo puramente inmaterial, pues tiene una función mental. El anima y el animus, cumplen cinco leyes (Daco, 1985):

1º. Todo sujeto tiene cualidades masculinas y femeninas inconscientes. La individuación aporta un equilibrio al hombre y mujer que integra adecuadamente los aspectos de su personalidad oculta (la sombra). Un hombre equilibrado es a la vez activo y flexible, racional e intuitivo, posee ternura y dureza, es agresivo y acogedor, etc. Igualmente obraría para una mujer equilibrada.

2º. Las cualidades masculinas y femeninas cuando se encuentran proporcionadas llevan al equilibrio y la salud mental.

3º. El anima y el animus son aspectos de la "sombra" del inconsciente.

4º. Todo lo que no está integrado en la mente, incluido el anima y el animus, corre el riesgo de ser proyectado para bien o para mal. El enamoramiento es un ejemplo de cómo proyectamos nuestra anima o animus en el ideal o imagen del hombre o mujer ideal de nuestros sueños. Otro ejemplo serian las proyecciones de la imagen del padre a través del arquetipo del padre supremo (Dios) que puede ser proyectado en imágenes de castración, autoritarismo, culpabilidad, etc., hacia el propio padre o como se vive una religión concreta.

5º. Si la represión (ontológica) se transforma en consciente cesa la proyección y sus aspectos pasan a ser integrados.

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I) LAS CUATRO FUNCIONES PSÍQUICAS

La libido o energía vital puede adoptar cuatro funciones mentales en la actividad del individuo : pensamiento, sentimiento, sensación e intuición .

El pensamiento está relacionado con el razonamiento y la reflexión lógica de los hechos, con el juicio racional y cartesiano. El sentimiento se relaciona con la percepción afectiva del mundo interno y externo. La sensación se vincula a la percepción más física del mundo. La intuición es un modo de relación con el mundo que conlleva la conciencia inmediata y global de las cosas.

El pensamiento y la sensación son rasgos más propios del hombre, y el sentimiento y la intuición más propios de la mujer. Una de las cuatro funciones se puede hacer dominante en la vida del sujeto al llegar la libido a la conciencia y vincularse a una forma de relación de objeto determinada. Ello conformaría una personalidad dominada por esa tendencia, pero en peligro de no integrar las otras tres restantes, en peligro de abortar la individuación, de desequilibrio mental. En la "sombra" estarían las otras funciones, que desde los complejos o los arquetipos producirían sus manifestaciones inconscientes; manifestaciones que si no son integradas o percatadas en sus mensajes, darían lugar a la perturbación mental.

J) LOS TIPOS PSICOLÓGICOS

La teoría de los tipos psicológicos se encuentra muy vinculada a la idea de individuación antes expuesta. En ella presenta Jung su teoría de la personalidad. La integración de los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales de la mente dan lugar a formas de relaciones objetales.

Jung fue uno de los primeros teóricos de las relaciones objetales y el único de los psicólogos dinámicos clásicos que presentó una teoría de la personalidad perfilada. La personalidad en la concepción jungiana gira en torno a tres polaridades: (1) extroversión/introversión, (2) sensación /intuición y (3) pensamiento/sentimiento.

Entre las formas de relación de objeto (relaciones con otras personas e intereses) está la polaridad "extroversión/introversión" . Los sujetos extrovertidos están orientados hacia el exterior, hacia las personas, objetos, intereses y situaciones externas. Su reflexión personal está vinculada a la

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comprobación y el razonamiento en base a la actividad externa. Los sujetos introvertidos están orientados hacia el interno, especialmente sus pensamientos, reflexiones e imágenes mentales. Los sujetos extremadamente extrovertidos suelen ser caprichosos y volátiles en sus relaciones, los llamados histriónicos en la psicopatología actual. Los sujetos extremadamente introvertidos pueden estar apartados del mundo externo y envueltos en sus ensoñaciones, siendo lo que hoy en día se denominan sujetos esquizoides . La extroversión y la introversión son conceptos de los que se sirve la psiquiatría y la psicología actual para estudiar la personalidad.

Otro eje de relación de objeto es el "eje perceptivo de la sensación y la intuición" . La percepción de la sensación conlleva a apreciar los detalles específicos de las situaciones en el presente. La intuición por su parte es un modo de aprehensión de la realidad psíquica que integra totalidades en vez de partes. Es notable el anticipo de Jung, a lo que posteriormente en psicología se ha dado en llamar estilos cognitivos o estilos de pensamiento.

Un tercer eje de relación de objeto está vinculado a como se elabora o procesa la información en la mente una vez percibida. En esta área Jung habla de la polaridad "pensamiento/sentimiento”. Los sujetos con predominio del pensamiento elaboran sus percepciones en base a juicios basados en la lógica y el razonamiento, mientras que aquellos en que predominan los sentimientos elaboran sus percepciones en base a sus estados afectivos.

Los principales tipos psicológicos resultantes de los tres ejes polares anteriores son:

(1) Tipo extrovertido de pensamiento: Acepta el mundo que le llega por sus sentidos, las impresiones sensoriales, que clasifica.

(2) Tipo extrovertido de sentimiento: Se deja llevar por el sentimiento que produce el objeto de su percepción; suele entablar relaciones afectivas con otros.

(3) Tipo extrovertido de sensación: Es materialista y realista, dejando llevar por las propiedades físicas del objeto.

(4) Tipo extrovertido de intuición: Se deja llevar por su percepción global del objeto más que por sus características definidas. Intenta controlar y manipular al objeto.

(5) Tipo introvertido de pensamiento: Se deja llevar por pautas o ideas prefijadas de pensamiento. Puede tener un éxito más limitado en las relaciones sociales.

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(6) Tipo introvertido de sentimiento: Se deja llevar por los sentimientos que despiertan sus ensoñaciones e ideas subjetivas. Es la persona soñadora que vive en paz con el mundo externo.

(7) Tipo introvertido de sensación: Se deja llevar por las sensaciones internas. El artista creativo se vincula más a este tipo.

(8) Tipo introvertido de intuición: Se deja llevar sobre todo por su imaginación. Puede ser muy egocéntrico y se puede vincular al profeta religioso, el visionario, el loco fanático o el artista.

La mayoría de los individuos son "ambiversos" ya que integran los aspectos de introversión y extroversión, permitiendo así su mejor desarrollo personal.

La sociedad actual y los medios de comunicación potencian las modalidades extrovertidas de personalidad y consideran más raros y excéntricos a las personas más introvertidas. Sin embargo ambos aspectos han de ser integrados para la individuación del sujeto.

K) LA SINCRONICIDAD

La sincronicidad es la relación simultánea entre una idea inconsciente y un hecho físico, de modo que uno no es causa del otro. Este fenómeno mental permite interpretar los llamados fenómenos ocultos y la parapsicología, los fenómenos de la telepatía, la clarividencia, los ovnis, etc.

Jung elaboró su teoría de la sincronicidad a partir de sus propias experiencias de clarividencia como el anticipar la primera guerra mundial y otros hechos. Es famosa su experiencia estando junto a Freud, cuando en el transcurso de una conversación con este le anticipó por dos veces que varios libros de la estantería que se encontraban bien sostenidos, caerían como por arte de magia, produciéndose finalmente este hecho. Jung esperó hasta 1952 para revelar sus ideas de la sincronicidad.

La teoría de la sincronicidad se basa en el relativismo de los conceptos de espacio y tiempo en la mente inconsciente, especialmente en el inconsciente colectivo. En el inconsciente colectivo las nociones de espacio y tiempo desaparecen y los hechos pueden aparecer simultáneamente fuera de toda lógica racional. Pero Jung postuló además que la actividad de la mente inconsciente podía proyectarse en el mundo externo de los hechos, en aparentes coincidencias, y los hechos del mundo externo, del universo coincidir con los arquetipos del inconsciente colectivo. El era consciente de que esta afirmación se apartaba, y se sigue apartando de las concepciones

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dominantes de la ciencia actual, siendo tildadas de irracionales, místicas o disparatadas Para los parapsicólogos esta teoría es interesante para fundamentar los hechos que estudian. Para los científicos puede ser absurda o fuente de reflexión, según el caso.

L) LOS SUEÑOS

Jung concede una importancia fundamental a la interpretación de los sueños, como especie de mitología camuflada en el hombre. Los sueños representan para Jung un lenguaje lleno de mensajes coherentes y lleno de posibilidades creativas, y más aún cuando están libres de las leyes causales y del tiempo. Hay que decir que fue a partir de los propios sueños y visiones de Jung como llegó a la concepción del inconsciente colectivo. El había tratado vanamente de interpretar sus sueños en términos freudianos.

En los sueños encuentran los psicólogos jungianos no solo la actividad de los complejos específicos del inconsciente personal, sino también una función prospectiva de anticipación de posibles vías creativas de solución a los problemas. Esto es así porque en ellos se representan los símbolos derivados de los arquetipos como problemas a los que se enfrentaron muchas generaciones anteriores de hombre y mujeres en la historia de la humanidad. Por lo tanto la función de los sueños es presentar de manera inconsciente tanto los problemas como las posibles soluciones a los que se enfrenta el sujeto.

En los sueños, como en la actividad artística, operan en su formación una serie de mecanismos inconscientes comunes (Rubino, 1995). Por una parte está la "condensación" donde se fusionan varias realidades formando un conjunto de significado. Otro mecanismo es el "desplazamiento" donde núcleos de imágenes primarias y mas importantes quedan relegadas por elementos secundarios que reciben la atención en lugar de los primeros, en forma de expresiones disfrazadas. Gracias a estos disfraces pueden hacerse conscientes elementos de la libido que de otra manera serian reprimidos o rechazados por la conciencia. La "Sombra" es la parte de la pulsión libidinal que no es asumida vivencialmente por la conciencia, por entrar en contraste y no armonía con la dirección consciente elegida en la vida, con los intereses conscientes. El "alter ego", el otro yo o la personalidad oculta está en la sombra. La sombra aparece en el contenido latente (expresión de Freud) del sueño, en su parte ocultada y también en las obras de arte (p.e Fausto de Goethe, El retrato de Dorian Gray de Óscar Wilde, El misterioso caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde de Stevenson). Gracias al desplazamiento la vivencia de la sombra puede ser proyectada en el sueño y la obra de arte.

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Los sueños pueden interpretarse en función de los mecanismos que lo conforman (especialmente la condensación y el desplazamiento), e identificando los complejos y arquetipos que conllevan.

El método jungiano de interpretación de los sueños se basa en tres estrategias técnicas: la amplificación, la síntesis y la imaginación activa.

Cuentos de hadas arquetipos

Introducción

Los cuentos populares nos hablan de un inconsciente colectivo, pero ¿qué es esto? Jung (2002) decía que ninguno de sus conceptos había tropezado con tantos malentendidos. Es necesario, entonces, aclarar la diferencia entre el Inconsciente colectivo, y el inconsciente personal. Mientras que el Inconsciente personal, consta de contenidos que fueron conscientes alguna vez y desaparecieron por haber sido olvidados o reprimidos, los contenidos del Inconsciente colectivo, nunca estuvieron en la consciencia, ni fueron adquiridos por el individuo, sino que existen gracias a la herencia. Y lo constituyen formas preexistentes, que pueden llegar a ser conscientes solo de modo secundario, y que dan formas definidas a ciertos contenidos psíquicos, y son los llamados arquetipos; pero no se trata de ideas en el sentido platónico, sino que son formas inconscientes, pero activas, vivas, que prefiguran instintivamente e influencian el pensar, sentir y obrar. No están determinados en el contenido sino en la forma y esto solo relativamente. Un arquetipo está determinado en su contenido sólo cuando es consciente y eso es porque ha sido rellenado con el material de la experiencia consciente. Hay que tomar en cuenta que aquello a lo que aludimos con el término de arquetipo no es en sí perceptible, pero ejerce efectos que posibilitan representaciones arquetípicas perceptibles (Jacobi, 1983).

Los cuentos, y específicamente de hadas, aportan un material que sirve de puente directamente entre el Inconsciente colectivo y el personal, ya que son una manifestación conocida de los arquetipos. Marie Louis Von Franz (1990) en su análisis sobre el origen de los cuentos de hadas, nos dice que los cuentos son la expresión de los procesos psicológicos del inconsciente colectivo y que constituye un sistema relativamente cerrado que expresa un sentido psicológico esencial traducido a una serie de imágenes y símbolos.

Por eso es que Jung (2002) aplica a la tradición mitológica una regla: "no se propagan relatos de cualesquiera acontecimientos pasados, sino sólo aquellos que expresan un pensamiento de la humanidad, pensamiento general, y que siempre vuelve a remozarse". Por lo tanto, tiene que haber mitos típicos como verdaderos instrumentos que sirvan a los pueblos para elaborar sus

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complejos psicológicos. La disposición de los símbolos arquetípicos, sigue un modelo de completamiento en el individuo, y una comprensión adecuada de los símbolos puede tener un efecto curativo (Jung, 1997).

En los mitos y los cuentos, igual que en el sueño, el alma dice algo sobre sí misma y los arquetipos se manifiestan en su interacción natural como "modelación, remodelación, eterna conservación del eterno sentido" (Ghoete citado por Jung, 2002).

Ahora bien, para Jung lo importante era descubrir los arquetipos del inconsciente colectivo subyacentes al transcurso de sanación y evolución de sus pacientes, y a esto lo llamó Individuación, y puso especial atención en tres arquetipos que representaban secuencialmente los estadios del proceso de individuación: La Sombra, que personifica todos los rasgos personales ignorados o negados (representados generalmente por figuras del mismo sexo); el anima/animus, que sirve de conexión con el Inconsciente colectivo impersonal (representado por una figura del sexo opuesto); y el Self, arquetipo de la totalidad y trascendencia (citado por Robertson, 2002) y que vendría a ser el espíritu en los cuentos populares (Jung, 2002).

Estos tres arquetipos se tratan en el artículo, junto con el arquetipo de Iniciación del héroe. Jung a través del análisis de escritos y fantasías de una de sus pacientes, haciendo paralelo con mitos antiguos, asignó al héroe el papel de crear conciencia, sacrificando a la "madre", es decir esa actitud infantil pasiva, asumiendo la realidad de una manera adulta o abordando la realidad de una manera activa (citado por Stein, 1998).

Otros arquetipos que se tratan, son algunos de los que Pearson (1992) propone en su libro Despertando a los héroes interiores, como el arquetipo del Inocente, el Bienhechor, el Guerrero, el Destructor, el Mago, el Sabio -que vendría a ser el espíritu-, el Bufón, y las sombras de todos estos.

Es importante para este estudio, tomar en cuenta, que todo arquetipo siempre parece implicar a otro y a la vez cada arquetipo tiene una serie difícilmente abarcable de aspectos y símbolos, y cada símbolo puede tener un sentido positivo y uno negativo, (Jung, 2002) puede contener en sí, una cara diurna y una nocturna, son pluridimensionales y pueden expresar la primera bipolaridad y la síntesis de los contrarios (Chevalier, 1999).

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En el presente artículo, se escogieron dos cuentos en donde la figura central es femenina, lo cual no quiere decir necesariamente que se trate de la psicología de la mujer, ya que podría estar representando a la vez la proyección del anima de un hombre. El hecho de que el último autor o recopilador de este escrito sea en el caso de Barba azul, un hombre, Charles Perrault, y en el caso de la Bella y la bestia, una mujer, Madame Leprince, solo refleja una parte del contenido (Von Franz, 1990). Cuando se interpretan desde un ángulo femenino proporcionan un rico material que tal vez no sea muy revelador ante el punto de vista masculino, pero en este caso, lo que se pretende, sí es darle un enfoque al proceso femenino, haciendo una comparación entre ambos cuentos y ver algunos de los caminos posibles que cualquier mujer se encontraría en su trayecto. Se propone, que en una situación arquetipal, la mujer percibe y actúa de acuerdo a un esquema básico inherente en ella, pero cuyo principio es igual para todos los hombres y mujeres, porque no es material reprimido, sino que ha estado ahí desde un principio. Y cómo en la interacción de símbolos y arquetipos, la heroína de cada cuento, según su desarrollo y su momento, escoge su propio camino.

Acercamiento al proceso femenino a través de arquetipos en los cuentos de hadas

Es necesario, para empezar, aclarar algunos términos pertenecientes a la teoría analítica, en relación con el arquetipo, como son anima y animus. El anima es un arquetipo que en su proyección tiene siempre una forma femenina con determinadas propiedades, representa también al arquetipo de la vida; en cada hombre y mujer existen estos arquetipos, pero el anima como arquetipo femenino es una figura que compensa la conciencia masculina, personifica las tendencias psicológicas femeninas en la psique de un hombre, manifestándose desde el inconsciente su lado femenino interno. El animus como arquetipo masculino viene a ser la figura que compensa la conciencia femenina, y así como el hombre hace brotar parte de su creación de su femenino interno, así también el masculino interno de la mujer crea elementos capacitados para fecundar lo femenino del hombre. Cualidades como iniciativa, objetividad y raciocinio, son las que, entre otras, depositará el animus en la conciencia de la mujer si ésta sabe reconocer en su inconsciente este arquetipo de una manera positiva y le da un buen uso.

Una mujer poseída por su animus corre el peligro de perder su femineidad, que es su calidad de lo femenino (Bueno, 2000), su persona femenina adaptada, lo mismo que el hombre en igualdad de circunstancias corre el riesgo de perder su masculinidad (Jung, 2002) El arquetipo ya sea anima o animus es una figura femenina ó masculina en la psicología del hombre ó de la mujer, respectivamente. Y se expresa en los mitos, la idea de estas energías dentro del mismo cuerpo. Cabe aclarar, que estos arquetipos anima y animus, se presentan en forma negativa, y también lo hacen en forma positiva, como fuente de iluminación (Jung, 2002).

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Las diosas de la mitología griega, por ejemplo, nos proveen de una necesaria participación con la esencia original y profunda del ser de cada uno. Shinoda Bolen (1998) afirma que cuando dejamos de adorar a la diosa y de respetar el ciclo de las estaciones y de la vida, perdemos nuestra relación con la tierra, lo que puede llevarnos a estados depresivos, por lo que se vuelve urgente restablecer la relación con la madre naturaleza, con el arquetipo de madre en su aspecto femenino.

El no reconocer a las diosas, el tenerlas dormidas puede hacer que al invocarlas se tenga un despertar violento, ya que cuando una mujer comienza a sentir y experimentarse, y se despabila su verdadera feminidad, suele desencadenarse la furia de la diosa abandonada, por lo que necesita reconocer que sus antepasadas corrieron quizá peor suerte que ella y no pasaron por etapas de iniciación en la feminidad, y así dejaron a sus hijos una herencia de cólera femenina inconsciente (Woodman, 1990).

Shinoda (1998), desarrolla una teoría a través de la perspectiva Junguiana, en la que reconoce que las mujeres activan a determinadas diosas en su vida psíquica, habla de patrones internos que toman la forma de diosas arquetípicas de la mitología griega. Menciona que cuando una mujer siente que existe una dimensión mítica en lo que emprende, este conocimiento entra en contacto con ella para afectarla e inspirarla, por lo que los mitos evocan sentimientos e imaginación y tocan temas que forman parte de la herencia colectiva de la humanidad (Shinoda, 2000). Esta autora va más allá al preguntarse si la parte animus se podría reconocer o equiparar también con un arquetipo femenino, qué necesidad tendrá una mujer cuyo arquetipo dominante sea el de la diosa griega Hestia, si el de desarrollar su animus o el de tener a Artemisa y Atenea como arquetipos activos. Los sentimientos subjetivos y personajes que aparecen en los sueños pueden llegar a determinar si este contenido está asociado a un animus masculino o a un patrón femenino de diosa, según sea la forma de responder de cada mujer. Reconoce que los arquetipos femeninos activos en Artemisa y Atenea, pueden proporcionarle a la mujer, acceso a las capacidades de expresión y firmeza, al igual que puede hacerlo el animus o la parte masculina de su personalidad. Habla de que un animus bien desarrollado, es como un varón interno al que se puede requerir, pero puede ser también que ésta lo sienta ajeno a sí misma. Entonces, una mujer puede descubrir que la competencia en el mundo le llega a través de las cualidades de Atenea o Artemisa, o del desarrollo de su parte masculina. De todas formas es una imagen arquetípica interna, sea reconocida o no.

Para Von Franz (1990), el ánima es como la mujer interior, por medio de la cual, los hombres expresan su lado interno femenino, mientras que el animus, viene a ser el hombre interior, por el que las mujeres expresan su lado interno masculino; habla de la gran importancia que tiene el

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reconocer a éstos elementos como fuerzas interiores y buscar de alguna forma la interrelación entre ambos.

Woodman (1990), reconoce que el animus positivo se manifiesta en la energía creativa de la mujer, dice que es el amante interior y el guía que conduce hacia el sí mismo. Es una realidad psíquica que actúa como un transformador de energía y al aceptarlo, la mujer se abre a una dimensión de su sexualidad. Lo que es aceptable también en el caso del hombre; por el contrario, si vive ignorando sus sentimientos y se deja guiar sólo por opiniones racionales, traicionará de esta forma su alma (Woodman, 1990).

El animus representa un dios que puede ayudar a la mujer a reconocer y potenciar su parte masculina. Hay una variedad de arquetipos, que así como las diosas mitológicas, pueden actuar como modelos de independencia y guías, ya que están vivas en la psique de una mujer y esperan ser reconocidas para actuar en quien las invoque.

El camino que se propone en este artículo es precisamente, primero buscar esos arquetipos en los dos cuentos escogidos, ver cómo se activan y desactivan a través del contenido del cuento y cuáles son los arquetipos que finalmente acompañan a la protagonista hasta el final. Cuáles son los que le ayudan a superar los obstáculos, y cuáles los que la ayudan a reflexionar. En suma, cuáles son los que la protagonista femenina tiene que activar y en qué momentos para conseguir el resultado. Los arquetipos en el cuento, se ven a través de los diferentes personajes, tanto femeninos, como parte de su feminidad, como masculinos, como representantes de su animus. Como en los sueños, se trata de la ley de compensación, la cual, según Jung (citado por Von Franz, 1993) caracteriza los productos del inconsciente. Así, en los cuentos de hadas, el material inconsciente, ayuda a mantener una actitud consciente en un equilibrio saludable, es decir, tienen una función sanadora. La diferencia es que siendo una manifestación conocida de los arquetipos, en los cuentos de hadas, se trata de formas específicamente acuñadas y transmitidas a través del tiempo, y en los sueños la manifestación es inmediata, más individual y más comprensible o ingenua.

En el cuento, de Perrault (2000), Barba Azul, el esposo-monstruo degüella a sus esposas la primera noche de bodas. A la última de ellas le entrega una llave, que tiene una huella indeleble de sangre, y le advierte no abrir la puerta prohibida de la habitación secreta. Pero ella, sin resistir a la tentación de la curiosidad y desoyendo las advertencias, abre la puerta prohibida y encuentra, envueltas en sangre, los cadáveres de las anteriores esposas de Barba Azul, quien, luego de sorprenderla, la condena a morir como a sus predecesoras por el simple hecho de haberle desobedecido. Aquí empieza su lucha por su propia vida, se ayudará de varias estrategias para salir victoriosa, como su estrategia de rezar, y de varios arquetipos: sus hermanas ayudando y viendo

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por ella, y sus hermanos que vienen a salvarla. Al final el esposo-monstruo, que al principio fue tan generoso, y luego un asesino descubierto, recibe el castigo que se merece.

Según Von Franz (1993), "muchísimos mitos y cuentos de hadas hablan de un príncipe convertido por hechicería en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el amor de una doncella: un proceso que simboliza la forma en que el animus se hace consciente,como en el caso del cuento la Bella y la Bestia. En este cuento de Madame Leprince de Beaumont (citada por García, 2005), El padre de la Bella comete una trasgresión en el palacio de la Bestia y éste le pide que lleve a su hija menor si quiere vivir, el padre no quiere, pero la hija se sacrifica y después de vivir en el palacio un tiempo aprende a amarlo por sus virtudes. Cuando la Bestia le permite visitar a su padre y la estadía en la casa paterna se alarga, la bestia está a punto de morir por la promesa incumplida de la Bella, ella aparece en los últimos momentos y se da cuenta de cuánto lo ama, lo cual rompe el hechizo que le había impuesto un Hada poderosa al príncipe para enseñarle que la virtud es mejor que la belleza y la inteligencia cuando hay arrogancia. Aquí el personaje de Bella también atraviesa por un proceso en el que tiene que librar batallas y pruebas y aprender de esos arquetipos que se presentan en la historia, que son: sus hermanas, hermanos, padre, la Bestia, y la misma Hada, a parte de todos los otros arquetipos que tiene que activar y desactivar para ser asertiva.

Mismos arquetipos en los dos cuentos de hadas, diferentes procesos

Como dice Pearson (1992), cada arquetipo trae una tarea, un don, que en conjunto nos enseñan cómo vivir y se encuentran en nuestro interior. En ambos cuentos se puede ver claramente, como la protagonista al inicio del cuento, antes de empezar su travesía de héroe, se encuentra presente el arquetipo del inocente, es un ambiente lleno de optimismo y confianza (aunque la confianza no esté justificada). Tanto Bella, como la hija menor en el cuento de Barba azul, se encuentran seguras en su casa, con su familia y gozando no tanto de riqueza, como de seguridad. Pero ya muy pronto, se cierne sobre ellas una sombra, en el caso de Bella, el padre cae en desgracia y empiezan a tener problemas económicos; en el otro caso, el vecino rico Barba azul, ha tenido ya antes varias esposas y nadie sabe de su paradero. Ahí, cuando algo sale o parece mal, es cuando empieza el aprendizaje, está presente la Sombra del Inocente, no se es capaz de analizar lo que sucede, más bien hay negación para no ver lo que está pasando realmente (Pearson, 1992), pero se recupera pronto el optimismo, y así mientras una anima a la familia y hace todos los quehaceres, la otra empieza a ya no ver tan feo el azul de la barba y se deja seducir.

Se está recién, en la preparación del largo viaje hacia el encuentro con uno mismo, que es la travesía del héroe. En el momento en que mensajeros peligrosos amenazan la estructura de

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seguridad que se ha construido para uno y para la familia, pero a la vez "diabólicamente fascinantes", porque como nos dice Campbell (1998),"llevan las llaves que abren el reino entero de la aventura deseada y temida del descubrimiento del yo". Es el reencuentro con la propia naturaleza, con los orígenes, con la parte salvaje de la mujer (Pinkola, 2002), que tiene que conectarse con las partes más oscuras. Ambas muchachitas van a tener un encuentro con el depredador, el captor, el hombre oscuro que vive en la psique de todas las mujeres. "Fuerza psíquica incontrovertible que hay que refrenar y aprenderse de memoria".

Dice Pinkola (2002) que para refrenar ese depredador va a hacer falta que la mujer conserve todas sus facultades instintivas como perspicacia, intuición, resistencia, capacidad de amar con tenacidad, aguda percepción, previsión, agudeza auditiva, capacidad de cantar por los muertos, de sanar intuitivamente, y de cuidar las propias hogueras creativas. Esta sería una forma de ver el proceso de preparación para enfrentar el problema, Pearson (1992), habla de cuatro capacidades con las que se debe empezar ese proceso: anhelar, desprenderse, amar y crear.

Entonces el héroe (heroína en estos casos) inicia su aventura desde lo cotidiano, hacia una región desconocida, donde va a enfrentar fuerzas sobrenaturales y eventualmente ganar una batalla decisiva, de donde va a retornar a otorgar dones a sus hermanos (Campbell, 1997). La travesía, nos dice Pearson (1992), consiste en una metamorfosis. En donde hacerse responsable por completo de la propia vida, transformar y curarse (y a otros), desapegarse y comprometerse con la verdad, y ser alegres y espontáneos, son en sí lo que se obtiene del viaje del héroe.

Lo que hace héroe al ego de estos personajes femeninos, es la nobleza de espíritu manifestada en preocupación y compasión (Pearson, 1992), se trata de separarse lo suficiente de la visión colectiva para formar sus propios valores, opiniones y deseos independientes y usarlos sin fines egoístas. Los arquetipos: Inocente, Huérfano, Bienhechor y Guerrero, las ayudarán a hacerse responsables, a tener carácter y confianza, también el sentido de interdependencia y de hacer la parte que les corresponde, así como el coraje para pelear por ellas mismas o por los demás. Esto ayuda a formar el Ego dentro del que puede fluir el Alma (Pearson, 1992). El despliegue de lo Femenino dentro del alma permite al "yo" individual empezar a retornar y concretar con su ser más vasto, que es el cuerpo, con su alma y con su espíritu universal, como nos dice Colegrave (citada por Zweig, 2001).

Shinoda Bolen (citada por Zweig, 2001), propone tomar conciencia, poniendo nombre a los arquetipos y detectándolos (cada mujer), en sí mismas, para más adelante aprender a elegir con cuáles aliarse y cuáles rechazar. Y agrega que no es fácil hacer esto, implica una atención vigilante

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para ser capaces de percibir a través de la intuición la conciencia arquetípica dentro de ellas mismas.

Pearson (1992), hace un mapa de lo que sería la travesía del héroe en cada enfrentamiento con el dragón/problema, que resulta como una espiral: Primero se abre el aprendizaje: algo sale mal, y al principio no se desea considerar el problema (la Sombra del Inocente), luego recupera el optimismo (Inocente), y se lanza a investigar la situación. Lo que sigue es una sensación de impotencia y dolor, pero luego se recurre a la ayuda de alguien (Huérfano). Luego reúne sus recursos y desarrolla un plan para abordar el problema (Guerrero). Al implementar el plan también se ocupa del apoyo emocional que requiere él y los otros (Bienhechor). Recolecta más información (Buscador), abandona esperanzas y vanas ilusiones (Destructor) y hace nuevos compromisos de cambio (Amante) para poder producir una nueva solución (Creador), es decir, responde a una crisis como una manera de crecer y de ser más de lo que era. Una vez resuelta la crisis, se pone a considerar qué pudo haber hecho para contribuir al problema (Gobernante) - si así fue- y actúa para reparar esa parte de su vida (Mago) de modo que no la repita o conforta su parte dolorida por un problema que no ayudó a generar, y eso le permite considerar qué puede aprender de una situación semejante (Sabio). El aprendizaje lo libera para que pueda seguir disfrutando de la vida (Bufón) y continuar confiando en los procesos de la misma (Inocente).

La Bella y la Bestia

Una vez que se dio el primer paso, el siguiente será distinto en cada caso. En el cuento de la Bella y La Bestia, Bella que hasta este momento ha sido ecuánime y no ha perdido ni el optimismo, ni la esperanza, va a dar un paso más en su proceso, el padre pierde de golpe su fortuna y tienen que irse a vivir a una casa en el campo. Aquí se activa en ella el arquetipo del Huérfano: Se pierde la seguridad y falta la nutrición (Pearson, 1992). Pero en ella está presente el arquetipo que no pierde las esperanzas ni se sienta a llorar "-nada obtendré, por mucho que llore. Es preciso tratar de ser feliz en la pobreza" (Leprince citada por García, 2005).

Sus hermanas, que en todo momento se comportan cínicas y enojadas por la pérdida de la fortuna, vienen a representar la parte de Bella que tiene que ver con el arquetipo de la sombra del Huérfano, es su parte que boicotea, y traiciona sus propios valores. Al traicionarse se entrega a un enemigo interior, creyendo protegerse contra otras heridas, pero no, esas vidas falsas e inauténticas de las hermanas solo quieren eludir el dolor y hacen que la herida sea más grande, y así se vuelven contra sí mismas. Bella sabe que ellas se sienten impotentes y paralizadas por el dolor, y que necesitan amor, apoyo y ayuda para salir de su inmovilización, por eso es que son victimarias y las ayuda para que no se queden en el cinismo (Pearson, 1992). En este cuento, el

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hermano interior del mismo sexo es negativo, la sombra, las hermanas hostiles que adquieren el carácter de una figura interna como un alter ego, que expresan el profundo deseo de muerte del ego, para abandonarse a algo superior a éste (Downing, citada por Zweig, 1998).

Empieza la batalla interna, por un lado el cinismo y la inconformidad, por otro ella aparentemente conforme y contenta con su miseria, pero valiente y luchadora. El padre lo sabe, en el cuento es una afirmación importante, ya que es su parte masculina (animus) la que se da cuenta de ello y decide salir en la búsqueda del tesoro, de lo que pueda liberarla de esa situación incómoda.

El padre viaja para resolver unos negocios con los cuales posiblemente recupere su fortuna, y Bella le pide le traiga una rosa blanca. Una parte de Bella, viaja con el padre, se lanza a buscar y así como una de sus metas es encontrar la flor blanca, para su ego será recuperar la seguridad perdida. Pero su animus aun está muy primitivo: el padre lucha por recuperar la riqueza pero pierde todo, y más decepcionado inicia el regreso. Aquí, como Parsifal, (cuyo nombre significa inocente), todavía no está listo, ni consciente para hacer la pregunta importante al Grial (Johnson, 1995) y debe regresar, es demasiado ingenuo. En el cuento de la Bella y la Bestia, el padre ya de regreso a su casa encuentra el palacio de la Bestia, su animus aun tiene que vencer otras pruebas, ya no en el área fenomenológica sino en su interior. Entra pues al palacio y se toma varias libertades como calentarse, cenar, dormir en una habitación, y a la mañana siguiente ponerse ropas nuevas y desayunar, pensando que la anfitriona es un hada buena. Recibe la generosidad de entes desconocidos.

Equiparándolo con el mito de Parsifal (Johnson, 1995), cuando los hombres buscan el Grial fuera, agotan su self. De hecho el Grial está a la mano, pero hay que emprender el camino de la búsqueda y pasar por todas las etapas: desde sentir culpa, (el padre se siente culpable, por eso emprende la aventura), obtener un nombre, aprender que la masculinidad por imitación no es sólida, no sin humillación, y que un padre sustituto, puede repararla. Parsifal va de aventura en aventura, venciendo a sus propios demonios (complejos, sombra, etc.), hasta el momento de transición: o reduce su consciencia o da el paso e incluye a lo femenino. En el cuento que nos atañe, el padre ya casi se va del castillo cuando ve las rosas y recuerda el pedido de Bella: el animus incluyendo lo femenino. Corta una rosa y desata la furia de la Bestia, la Sombra del animus aparece en todo su esplendor. Hasta este momento, la Bestia, que era el verdadero anfitrión, había representado el arquetipo del Bienhechor (Pearson, 1992), ayudando a los viajeros perdidos o necesitados, sin egoísmo, que es lo que más teme el bienhechor y dando sin inmolar a otros o a sí mismo. Pero ante la trasgresión aparece la parte negativa del bienhechor, que es el devorador, el Mártir Sufriente, que es la Bestia, que ahora castiga lo que nunca había aclarado, La bestia no había manifestado que las rosas no podían ser cortadas. Y se presenta justo cuando el elemento femenino es evocado, siendo otra parte de la sombra del bienhechor querer mantener los vicios,

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en este caso que el animus, no haga conciencia. Sin embargo, es preciso notar que la Bestia, siendo el elemento más oscuro en la psique femenina, va a tener varias de las partes oscuras a su vez, de distintos arquetipos a través de la historia, por lo que es importante aclarar que descubrir la Sombra va a fomentar, más tarde o temprano la relación con el inconsciente, y mantener una relación adecuada con ella, reestablece el contacto con esas capacidades ocultas (Zweig,1998). No olvidemos que Jung (citado por Zweig, 1998) definió a la Sombra como uno de los principales arquetipos del Inconsciente colectivo.

Viendo el cuento como una de las vías que podría tomar el proceso femenino, la aparición de la sombra (en este caso la Bestia enojada y metiendo miedo) es como una válvula de escape que en el interior de Bella está a punto de estallar al haber querido ser valorada solo por su feminidad y que ha metido en un saco todo lo masculino, llegando al punto de tener que enfrentar todo ese rechazo a sus propios aspectos masculinos (Bly citado por Zweig, 1998).

Sigamos con el cuento. La Bestia le dice al padre de Bella: " Yo no me llamo Monseñor -respondió el monstruo- sino la Bestia. No me gustan los halagos, y sí que los hombres digan lo que sienten; no esperes conmoverme con tus lisonjas. Mas tú me has dicho que tienes hijas; estoy dispuesto a perdonarte con la condición de que una de ellas venga a morir en lugar tuyo. No me repliques: parte de inmediato; y si tus hijas rehúsan morir por ti, júrame que regresarás dentro de tres meses".

Aquí la Sombra sí está poniendo límites, reglas y exigiendo responsabilidad al animus de la heroína que emprendió esta travesía. Porque la Sombra no es intrínsecamente mala, y siempre tiene motivos para hacer lo que hace, motivos relacionados con alguna cualidad reprimida del ego (Sanford, citado por Zweig, 1998).

Entonces el padre decide ir a despedirse de sus hijas y la Bestia "dadivosa" le permite llevarse un cofre lleno de monedas. Aquí la Bestia regresa a su meta como Bienhechor que es ayudar a otros a transformar el mundo mediante el amor y el sacrificio. Sin abandonar su tarea que sería dar sin anularse a sí mismo o a los demás (Pearson, 1992), por más que en este momento parezca una paradoja.

El padre cuenta a sus hijos lo que pasó y Bella no llora. Las hermanas la critican severamente. Son al fin y al cabo otra parte de su sombra. Como decía Jung (citado por Zweig, 1998 ) la figura de la sombra suele representarse como un hermano en los mitos y en la literatura, lo que él

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denominaba "el motivo del enfrentamiento entre hermanos", eran esas formas antagónicas de tratar con el poderoso inconsciente. La confrontación pues, con esta sombra arquetípica, es parte de una experiencia primordial de no-ego que nos enfrenta a ese oponente interno y sirve de guía en el proceso de aproximación al inconsciente.

Las hermanas la tildan de egoísta, y ella explica que no está triste porque ella se sacrificará por los demás e irá en lugar de su padre con la Bestia. Ella aquí está haciendo esa polarización que tiende a exagerar las diferencias. Ser lo que la otra no es, como dice Downing (1993): "Tú eres aquello a lo que aspiro pero sé que nunca llegaré a ser y también aquello otro que más me enorgullece no ser, pero en lo que temo convertirme".

Entonces esos personajes en el interior deben ser reintegrados "antes de poder asumir el compromiso real de acometer el trabajo de individuación que nos obliga a enfrentarnos a los arquetipos del sexo opuesto", es decir, que Bella debe sacrificarse por ellas, e incluso interceder para que el padre les dé el oro del cofre como dote, y en el cuento se verá que tendrá otras partes que integrar de este arquetipo representado por sus hermanas, antes de pasar a un nivel más alto en su relación con la Bestia.

En este momento en su travesía, el padre por un lado, (Huérfano), se siente impotente y herido y recurre al consuelo de sus hijos. Bella asume el arquetipo de Guerrero, reuniendo sus recursos y elaborando un plan para enfrentar el problema. Al hacer esto Bella se ocupa del apoyo emocional que requiere ella y su familia, y prioriza (Pearson, 1992). En este caso los hermanos que ofrecen evitarle el sacrificio e ir a matar a la Bestia, son la parte positiva del arquetipo de los hermanos, que le sirven de espejo (Downing, 1993), ella debe ir más allá y enfrentar el problema, por eso decide ir, su psique, a estas alturas de la travesía, ya aprendió que es la parte femenina la que debe activarse, y asumió su responsabilidad en lo acontecido, ahora es ella la que asume la parte más positiva del arquetipo del Bienhechor que tiene como meta no solo ayudar, sino transformar el mundo mediante el amor y el sacrificio, siendo su don la compasión y la generosidad (Pearson,1992).

Ella está convencida de que la Bestia quiere devorarla, pero está aparentando tranquilidad, y nos dice el cuento "sobrado coraje". Y es el paso al siguiente arquetipo: el Buscador. Para desarrollar la conciencia hay que buscar lo que se oculta detrás de lo directamente observable, Bella empieza a descubrir mensajes en los libros y en las puertas, "la capacidad de resistir lo que averigüe permitirá a una mujer regresar a su naturaleza profunda, en la que todos sus pensamientos, sus sensaciones y sus acciones, recibirán el apoyo que necesitan" (Pinkola, 2002).

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En este cuento lo que la mueve no es el deseo de escapar, sino el ser fiel a una verdad superior o más profunda (Pearson, 1992). Está ahí para salvar a su padre, pero en el camino del héroe, es para descubrir los símbolos necesarios para subir de nivel. Empieza la aventura del personaje femenino en ese castillo que es su inconsciente y responde con ecuanimidad, su ego está listo para ésta aventura.

Ahora bien, la Sombra del Buscador se manifiesta como una necesidad obsesiva de ser independiente y de permanecer solos y aislados (Pearson, 1992). Bella se encuentra a solas en ese hermoso lugar en donde cada día descubre algo, tiene todo lo que puede cubrir sus necesidades físicas e intelectuales, pero ella no puede olvidar el motivo por el cuál se encuentra ahí, piensa en su padre y un espejo mágico la conecta con aquello que le pueda permitir la metamorfosis. Ella así, pasa al arquetipo del Destructor. Ha aceptado su mortalidad, pero le espera la tarea de aprender a desapegarse. Esa experiencia iniciática es catalizada en este caso con la petición de la Bestia de que se case con él. Decía Campbell (citado por Zweig, 1998) que en lo más profundo del abismo, puede escucharse la voz de la salvación, y en los momentos más oscuros, se puede escuchar el verdadero mensaje de transformación. Para recuperar nuestra sombra tenemos que afrontarla e integrarla. Es el objetivo del proceso de individuación, el de abrazar simultáneamente la luz y la oscuridad (Zweig, 1998) como en un matrimonio sagrado, en donde lo inconsciente se vuelve consciente. Bella lo rechaza algunas veces, pero con sinceridad, sin ocultar la verdad, sin embrago aun no está lista para la unión, aun le falta vencer otros dragones.

Bella experimenta impotencia y se siente atrapada en el castillo, pero esa experiencia no la paraliza ni la hace hacer lo que no quiere, sino que la transforma. Ella puede nombrar la experiencia, pero aun no se desprende de lo viejo, algo la tiene atada a su casa familiar. La Bestia le permite regresar por ocho días a la casa del padre y ella liga al arquetipo de la destrucción, la virtud que se le asocia, es decir la humildad. Bella en este punto ya se desprendió de gran parte de lo que no le sirve para su travesía y el Destructor es su aliado, pero aun teme por el futuro de algunas partes suyas, representadas por su familia, y sobre todo, por su padre enfermo de tristeza por el destino de Bella. Ella trata de equilibrar el Ego, el Self y el Alma, pero debe renunciar a los bienes y relaciones terrenales al servicio de una vida espiritual (Pearson, 1992).

Al dejarla partir, su Sombra, es decir, la Bestia, está fungiendo como la sombra del Destructor, decide autodestruirse, también está viviendo un dolor, una pérdida, en este momento prevalece la confusión.

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Bella vuelve y cae, en principio en las garras de sus hermanas,(sombras) que idean incluso una treta para que no regrese, con la esperanza de que el monstruo se la coma de una vez por todas. A Bella le está costando trabajo desapegarse, pero ahora sabe que una parte suya también se quedó en el castillo encantado (Inconsciente). Y su meta que es la ventura, es en lo profundo la unión, teme desconectarse de esa parte que tanto le ha enseñado, ya que la Bestia carente de intelecto y de belleza, en cambio es el prototipo de la bondad. La única respuesta a esta nueva inquietud, cuando teme que la Bestia muera, es amarla. Y por consecuencia comprometerse con lo amado. Ha incumplido su promesa pero aun está a tiempo de restituirla porque está en contacto con sus emociones más profundas (Pearson, 1992).

Cuando Bella regresa al castillo, la Bestia casi no respira, se ha dejado morir de hambre porque creía que no regresaría. Es necesario enfrentarse a lo que más se le teme, él a no verla más, ella a no volver a verlo. Es necesario tocar la muerte. Dice Pinkola (2002) que en los cuentos más sabios, el amor rara vez es un encuentro entre enamorados, sino la unión entre dos seres cuya fuerza conjunta permite, que uno, o los dos hagan contacto con lo espiritual y participen en el destino como si fuera una danza con la vida y la muerte.

En este caso es la mujer y su animus los que inician esta danza. Bella se compromete con su animus, con su Sombra, con lo que ama. Es su tarea, seguir la propia felicidad con pasión, y acepta la unión: le dice que se casará con él, y de esa forma transforma una fuerza destructiva en una creadora. Se aprecia aquí la presencia de los arquetipos Amante y Creador (Pearson, 1992).

El Hada a pesar de que aparece hasta el final y solo ha dejado que se escuche su voz y se le vea en sueños, es la que ha permitido que suceda el viaje al interior. Ella viene a encarnar el ancestro femenino y divino que en la imaginación personal y colectiva es la forma que aspiramos llegar a ser. (A imagen y semejanza) (Shinoda, citada por Zweig, 2001). Si vemos al hada como espíritu, desde el punto de vista junguiano, sería –el espíritu- el fenómeno psíquico, de naturaleza arquetípica, que se basa en la existencia de una imagen primigenia autónoma, y que existe en la psique humana con anterioridad a la conciencia. Aparece generalmente en sueños, y en mujeres representa su animus positivo, que indica la posibilidad de una empresa espiritual consciente. (Jung, 2002). Es notable que en este cuento de hadas, dicha imagen está representada por un ser femenino. Las mujeres anhelan imágenes que representen como auténticamente femeninas, la creatividad, la lealtad, el valor, la autoconfianza, la capacidad de adaptación, y de tener clara percepción, la tenacidad, inclinación a la introspección e intensidad de pasión (Downing, citada por Zweig 2001).

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Jung (2002), habla del espíritu en los cuentos de hadas, y dice que es frecuente que aparezca como en los sueños como un hombre anciano y sabio que hace reflexionar, da consejos y también lo confronta, pero es principalmente, él mismo la reflexión útil y la concentración de las fuerzas morales y psíquicas ahí, donde todavía no es posible la conciencia. Esto al provocar tensión entre las fuerzas psíquicas provoca algo que parece magia. Transformación, diría Pearson (1992), como cualidad del arquetipo del Mago.

Entonces la situación que parecía desesperada ya no lo es, el animo que da el anciano, y en el cuento las breves intervenciones del hada, hacen que la heroína pierda el miedo, adquiera seguridad y con ello la garantía del éxito. Ese "espíritu" no solo tiene prudencia, sabiduría y conocimiento, también posee cualidades morales y examina las de los hombres haciendo depender de sus dones esa prueba (Jung, 2002). Es así como el Hada primero hechiza a la Bestia por arrogante, luego va guiando a la protagonista, indicándole cuando actúa bien moralmente y al final premia a Bella, retira el castigo a la Bestia y castiga a las hermanas convirtiéndolas en estatuas por su comportamiento negativo. Pero es notable ver que a pesar de que por ejemplo, la Bestia la llama Hada maligna, o que juzga a las hermanas, es ella la que permite la verdadera complitud al final del cuento, Bella y el príncipe viven felices con familia, súbditos y estatuas, la situación no les causa infelicidad, sino que deja ese elemento presente, es decir, que el cuento no niega las partes oscuras, ni los opuestos, están ahí y los integra. Es el Hada el sabio interno de Bella que le permite considerar qué es lo que debe aprender de la experiencia (Pearson, 1992).

Barba Azul

El cuento empieza describiendo a un hombre exitoso y que vive en la abundancia pero con un pequeño inconveniente, (desgracia) el color del cabello de su barba. Perrault (2000) lo hace en tan solo un pequeño párrafo, pero simbólicamente hablando no es posible no tomarlo en cuenta con la debida atención. En el Diccionario de los Símbolos (Chevalier, 1999), barba, es símbolo de virilidad, de coraje y de sabiduría, lo cual ya nos habla de un guerrero u héroe capaz, con las características más generales de lo masculino. No hay que olvidar que siendo este un estudio arquetipal, estamos hablando del animus de la que será la protagonista. Da muchos más datos el color azul: el más profundo e inmaterial de los colores, vacío acumulado. Aplicado a un objeto, el azul aligera las formas, las abre, las deshace, es camino de lo indefinido donde lo real se transforma en imaginario. El pensamiento consciente deja sitio poco a poco a lo inconsciente. Y también es el color del yang, del Dragón geomántico, y por tanto, de las influencias bienhechoras (Chevalier, 1999). Es pues, la barba azul del asesino de sus esposas, el equivalente al llamado a buscar en el interior, a iniciar el recorrido necesario para llevar a cabo el proceso femenino de individuación. Es como si la receptividad de lo femenino, hiciera surgir a la conciencia las partes del alma reprimidas, negadas, disociadas e inconscientes y sensibilizara a las diferentes imágenes

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del alma para recibir y percibir en la conciencia las heridas emocionales pero con responsabilidad y entonces viene la transformación (Colegrave citada por Zweig 2001).

Y una de esas partes reprimidas es la personificación masculina del inconsciente de la mujer, es decir el animus, que puede mostrar aspectos tanto buenos como malos y tiende a salir más en forma de una convicción "sagrada" oculta (Von Franz citada por Jung, 1997). Barba Azul viene a ser la representación de un animus negativo, asesino, que personifica todas las reflexiones semiconscientes, frías, destructivas que invaden a una mujer cuando tiene que enfrentarse a situaciones que tienen que ver con sus emociones, y no lo logra, sino que es poseída por esa figura del animus que le hace pensar y sentir lo que no piensa ni siente realmente. Un animus que a esta ingenua mujer le está queriendo enseñar, que no debe seguir viviendo con la cabeza, sino utilizar su parte femenina (Henderson, citado por Jung, 1997).

Barbazul pretende a las dos hermanas, las dos del mismo sexo, vienen a ser paradójicamente el yo ideal y la sombra y se hallan en un proceso de autodefinición. Tratan de convencerse una a la otra de casarse con lo desconocido. Pero entre las hermanas hay jerarquías y es la menor la que empieza a no ver tan amenazante el azul de la barba y se casa con él. Hay ocasiones en que una mujer ingenua se equivoca al elegir pareja, algo en ella sabe que no está bien, sin embargo como hipnotizada sigue la pauta destructiva, como si su insistencia fuera a lograr la sensación paradisíaca que busca (Pinkola, 2002). Y aquí estaríamos viendo el primer estadio del que nos habla Pearson, (1992), en donde el arquetipo del inocente, teme ser abandonado, se enfrenta al problema negándolo o buscando ser rescatada, pero confía y es optimista, y se entrega. Pero a diferencia de la Bella que lo hace por su familia, como Bienhechora, esta heroína se encuentra en un nivel más primitivo y es la hermana quien la ayuda a descubrir quién es realmente (Downing, citada por Zweig, 1994). Volveremos a este arquetipo hermana, más adelante.

El cuento sigue: Pasa un mes después de la boda, y Barba Azul va a hacer un viaje de negocios. Esta hermana menor, no solo no acepta las facetas asesinas de su propia psique, sino que se deja seducir por los placeres del ego, y pasa por alto sus intuiciones, casándose "la unión de lo dulcemente ingenuo, con lo vilmente oscuro" (Pinkola, 2002). Le deja a su esposa las llaves de toda la enorme casa y permiso para abrir todas las puertas excepto la que abre una pequeña llave que abre un gabinete en la planta baja, con la advertencia de que si la abre caerá sobre ella toda su cólera e indignación. Y ella promete no usar la llave (Perrault, 2000).

Al casarse una mujer con su depredador, se empieza a vivir de una manera falsa, en donde ella se cree la reina cuando se esta planeando realmente su asesinato, y la manera de salir de ahí es posible con una llave que le desvele el secreto, que le de el permiso para buscarlo en lo profundo

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de la psique. Su destructor sigue su plan y le da una aparente libertad, haciéndola que se comprometa psíquicamente, pero no le da acceso al descubrimiento de su propio depredador, aunque ella algo intuye. Barba azul le prohíbe la única llave que la puede llevar a la conciencia y eso es despojarla de su naturaleza intuitiva que la haría correr el velo (Pinkola, 2002). Si ella obedeciera a Barba Azul y no abriera el gabinete, sería un suicidio espiritual, tiene que arriesgarse. Se requiere de un Buscador y de un Destructor, el Buscador cuyo deseo básico es encontrar autenticidad, y un sentido de valor superior para su vida, y un Destructor, que despierte, que mueva, aunque sea con dolor y miedo, y cómplice de la muerte, ataque las defensas para ir a nuestro Self o Sí mismo más profundo (Pearson, 1992).

Entonces amigos y vecinos que nunca entraban a la lujosa mansión por miedo a Barba Azul, esta vez lo hacen y la recorren apreciando todo. Se ve toda una comunidad interesada en recorrer la mansión, en curiosear. Esta versión que se revisó para el artículo no les da sexo a estas personas, y nos hace pensar que lo que interpretaron Freud y Bettelheim (citados por Pinkola, 2002) acerca de que los eventos con Barba azul son castigo a la curiosidad sexual femenina, en este caso, son arquetipos tanto masculinos como femeninos, despertando la capacidad de investigación de la protagonista que incluso, los deja a un lado, porque sus instintos están despertando y saben lo que es importante para ella, y en ese momento es encontrar la puerta del gabinete, que se presenta como una barrera psíquica. Es algo sombreado que no nos permite saber, lo que ya sabemos, pero para romperlas o transgredirlas, está el símbolo de la llave (Pinkola, 2002). Cabe mencionar la versión masculina de un cuento alemán muy parecido a Barba Azul, y que menciona Jung (2002) es un hombre joven el que por curiosidad abre la puerta y libera a un cuervo que se hallaba clavado y era realmente un diablo hechizado.

Ella no disfruta enseñar sus tesoros por la enorme curiosidad que la embarga, solo puede pensar en el gabinete cerrado, prohibido y en la pequeñita llave que la abre en su poder. Sin pensar en la descortesía de abandonar a sus invitados, y a pesar de reflexionar en las posibles consecuencias. La llave, es un elemento muy importante en el proceso femenino, porque tiene a la vez un papel de iniciación y de discriminación (abre y cierra); y poseer la puerta es haber sido iniciado, y aproxima al misterio. Ahora bien, el tipo de llave también nos da luz del estadio en el que se encuentra el iniciado, en este caso es una llave pequeña (Chevalier, 1999). Si hay algo secreto, prohibido, así sea lo más sombreado, es necesario verlo, para el desarrollo de la conciencia. Pero, la capacidad de resistir lo que va a ver detrás de la puerta, es lo que le va a permitir a la mujer regresar a su naturaleza profunda. (Pinkola, 2002).

La tentación es más grande y la vence: abre la puerta y al acostumbrarse a la oscuridad, descubre los cadáveres de todas las anteriores esposas de Barba azul, colgadas de la pared, y el suelo cubierto de sangre coagulada. Esa escena sangrienta está en alguna parte de su inconsciente, pero

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esta vez es capaz de afrontarla conscientemente, porque aunque al principio accedió a casarse con el depredador de su propia psique, está empezando a tomar medidas para resolverlo en este proceso arquetípico femenino (Pinkola, 2002).

Creyó morir de espanto y la llave que había sacado de la cerradura, se le cayó de la mano. Muerta de susto sale y cierra y se da cuenta que la llave se manchó de sangre y hace todo para tratar de quitársela pero no lo logra. Ingresar a los misterios casi siempre requiere un encuentro con el temor y la admisión de que la realidad última no es ni bonita ni está bajo control, sino que amenaza al ego (Pearson, 1992).

La sangre se considera un vehículo de la vida y para algunos pueblos, del alma (Chevalier, 1999). La sangre de la cámara está coagulada, detenida, pero aunque ella sale de ahí apresuradamente, la llave empieza a manar sangre que representa una disminución de los más hondos y más espirituales aspectos de la propia vida creativa. Los horrores que vio, esa inmovilidad, ya no es posible ocultarla, la llave goteando sangre la evidencia. Y no queda más que remediar la situación. Ya no es posible volver a negar o reprimir, -cosa que haría el ego censor-, la misión de la llave es recordar lo que empezó a ser evidente (Pinkola, 2002). Porque todo lo que negamos en la mente inconsciente, nos posee y nos hacemos agentes involuntarios de aquello que negamos (Pearson,1992). Por eso detiene la creatividad, y por eso surgen conductas autodestructivas que nuestro destructor negativo promueve precisamente comportándose como un cuidador celoso de la psique.

Al volver Barba Azul la descubre y la amenaza con llevarla a ocupar su puesto en el gabinete. Ella le ruega perdón, pero él no se conmueve y la condena a muerte. Y ella lo que pide entonces, es tiempo para rezar. El estado infantil quiere creer que un Dios-padre benevolente la va a rescatar, pero ella está creciendo y lo que hace es apelar a una parte femenina interna (hermana), experimentando los misterios (incluso la muerte) como una iniciación a un nivel superior de existencia para que el potencial sagrado del Inconsciente modele una expresión individual particular de lo divino en forma humana (Pearson, 1992).

Barba Azul le concede medio cuarto de hora, Cuando se queda sola, busca a su hermana, y le pide por favor que suba a la torre más alta y mire si vienen sus hermanos que le prometieron venir ese día "si los ves venir, hazles señas para que se den prisa". Nos dice Von Franz (citada por Jung, 1997), que el animus tiene un lado muy positivo y valioso y que también construye un puente hacia el sí mismo, mediante su actividad creadora. Vemos así, como esa parte suya empieza a despertar en su interior, viene a lo lejos, cabalgando en la forma de sus hermanos. La hermana, mientras es "sus ojos", comparte en esos momentos la intensidad de sus emociones, no solo la

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está conectando con los sentimientos más profundos, y con su Alma que le permite afrontar la muerte, sino que además se fortalece al incorporar el mutuo apoyo de los hermanos, que se acercan, la hermana que los ve y los apresura con señas, y ella, que conectándose con su feminidad más misteriosa y portadora de vida, es decir de transformación creativa, en lugar de quedarse solo relacionada con la muerte (Downing, 1994).

Después le pregunta a la hermana con angustia si ve a sus hermanos llegar, y la hermana contesta que solo ve el polvo y la hierba, a la tercera vez ve una nube de polvo y resulta ser un rebaño y es hasta la cuarta vez, que ve a los hermanos.

Mientras, Barba azul se arma con una cimitarra para degollarla y hace que la casa tiemble con sus gritos, llamándola para terminar con su vida. Es común que la experiencia de la desgracia se perciba como un descuartizamiento. Cuando la destrucción proviene de fuerzas exteriores, se experimenta impotencia (en manos del destino). Pero no se es simplemente víctima inocente, sino que la muerte, el mal, la crueldad están alojados en nuestro Self. Saber que la muerte está instalada en el interior es una poderosa experiencia de la Sombra. A veces el dolor nos permite abrirnos a la experiencia del poder creativo (Pearson, 1992).

Ella baja y le ruega de nuevo, en balde. Como último recurso ella pide un momento para concentrarse en sí misma. La clave para la travesía del héroe, es una disposición al sacrificio por la curación o mejoramiento del mundo. Necesaria, porque al enfrentar nuestros peores temores adquirimos libertad para desapegarnos; al abrirnos a la transformación damos surgimiento a la compasión en nosotros y en los demás. La muerte está seguida por un renacimiento que provee de coraje necesario para persistir en nuestra travesía aún cuando nos lleve al inframundo. (Pearson, 1992). No es pues, un acto de sumisión, sino prepararse para hacer acopio de energía y poderla transmitir (Pinkola, 2002).

Barba Azul no la oye y le aconseja encomendarse a Dios, levantando el cuchillo, cuando se abre la puerta y penetran los jinetes con las espadas desenvainadas, lanzándose contra Barba Azul, quien los reconoce, pues son uno dragón y el otro mosquetero e intenta huir, sin lograrlo, pues al llegar a las gradas del pórtico lo matan. Ella a estas alturas reconoció ya a través de todo el evento sus necesidades de cambio, y optó por renunciar a su inocencia no sin dolor; y es entonces, cuando su Destructor, se convierte en su aliado (Pearson, 1992). Es la única forma de acabar con la fuerza destructora: abrir la puerta de la psique, contemplar su propia muerte, las partes de su naturaleza femenina que han sido asesinadas, pues al comprender lo atrapada que está, es que logra estar en condiciones de imponerse con toda su fuerza (Pinkola, 2002). Llegan los hermanos, propulsores fuertes y agresivos de la psique, que representan su fuerza interior, que llegan a tiempo para

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eliminar los impulsos malignos, no antes porque la mujer tenía que prepararse, que practicar el conjuro de su naturaleza combativa, esperar que surgiera en ella su Guerrero, su energía interior masculina (Pinkola, 2002). Y completa la misión de ese arquetipo Destructor, que buscaba la metamorfosis, cuyo temor era la aniquilación, pero su respuesta es desapegarse de esa fachada de inocencia con humildad. Logra la integración de su animus Guerrero que lucha por lo importante (Pearson, 1992), y que es un compañero interior que la dota de espíritu atrevido, emprendedor, y en su forma más elevada la dotará de profundidad espiritual (Von Franz, citada por Jung, 1997).

En la vida siempre se presentan oportunidades, y muchas veces se está ante la disyuntiva de escoger, de tener que elegir una u otra opción. Se toma un camino y se asumen las consecuencias, o se toma otro en donde tal vez se llegará a lo mismo pero con más esfuerzo o quizá con más experiencia.

¿Cómo saber escoger el mejor camino? ¿el ideal? ¿Cómo evitar sufrimiento? y sobre todo ¿Cómo obtener consciencia, para no elegir el erróneo en otra ocasión? Estas son preguntas que cualquiera se haría. Pero aún en las preguntas que cada uno se hace a sí mismo en los momentos de crisis o de duda, uno puede elegir. Por ejemplo, si se toma el camino que parece el ideal, ¿Es realmente el que se necesitaba? ¿O del que se pueda adquirir un buen aprendizaje? Y ante esa serie de cuestionamientos y de reflexiones, es que surge por primera vez la señal, el llamado, la convocatoria a conocerse más, a hacerse responsable, la voz o reclamo a la conciencia.

En el presente artículo, se desglosa lo que viene después de esa invocación hecha a la mujer, a una mujer, cualquiera, y en cualquier parte del mundo, de cualquier edad, complexión o clase social. Porque no se trata de un llamado a una lucha feminista o a un cambio de roles en la sociedad, sino del llamado a sumergirse, cada una, a un viaje interior, a un encuentro con su propia psique con sus componentes arquetipales.

¿De qué manera puede darse dicho encuentro? Esto varía según el proceso y el nivel de autoconocimiento en el que se encuentre cada mujer. Pero habrá señales y símbolos que le indiquen la ruta. Habrá partes de sí misma que se irán despertando para guiar, y en ocasiones para obstaculizar el camino, para hacerlo más largo o menos tedioso, para engañar o para empujar, según vaya siendo necesario.

Esas partes de su psique siempre están, representados por los personajes de los cuentos, de los sueños, de todo lo que encuentre su psique para manifestarse, todas las fuerzas y debilidades

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sustentando y mostrando el mejor camino, así sea el más doloroso, si con esto el Alma continua ese viaje hacia el conocimiento, sin hacer caso de los quejidos del Ego que muchas veces, intentarán detenerla.

En ese camino, una vez emprendido, cada mujer se encontrará con la oportunidad de escuchar todo lo que su sombra tiene que decirle, y se le presentará la oportunidad de integrarla; también podrá oír a su animus cuando necesite ser guerrera y desenvainar la espada, pero además aprenderá a escucharlo cuando se necesite guardar la espada para oír la otra parte, la femenina, que pareciera que les es más obvia a las mujeres, pero no, es a veces la más inconsciente.

Esa parte femenina, con todas las características propias para contener e integrar, se ha ido diluyendo en cada mujer ante los reclamos y vicisitudes de la sociedad que provoca a arrebato y a defenderse hasta con los dientes, negando tanto la feminidad como la femineidad en cada una, y parece ser que se necesita de un monstruo o de un marido depredador, que hagan sentir de cerca la mortalidad, para darse cuenta de que dentro de cada mujer existe toda la energía interior para hacer todos los recorridos necesarios en su vida, toda la energía para cada vez subir peldaño a peldaño y alcanzar la suficiente creatividad para transformar todo a su alrededor, una vez que ha empezado los cambios internos y ha ido aprendiendo a integrar sus partes y a negociar con las dificultades.

Porque esa parte pérdida de la mujer no es otra que la parte creativa, la que da vida, la que instaura, la que construye, y por lo tanto la que da frutos. Y con esto no se habla de logros hacia el exterior, ni de engendrar hijos, sino la fuerza de lo femenino como incluyente incluso de lo masculino, integradora.

Por que a fin de cuentas, todo está en ella, como en Bella o como en el personaje de Barba azul, están las posibilidades de elegir qué arquetipo escuchar y en qué momento, toda mujer puede lograr al preferir la virtud, la unión con la inteligencia, la belleza y la bondad. Es decir haciendo emerger su parte femenina, sin excluir las características masculinas. Y poder así seguir aprendiendo y continuar su proceso femenino de manera asertiva.

Las dos protagonistas de los cuentos seleccionados, después de escuchar y atender el llamado, inician su camino de heroínas que se van a enfrentar con los verdaderos dragones, y para ello echan mano de todos sus recursos, apelan, invocan o dan la bienvenida a todos los arquetipos necesarios, no solo para acabar con el problema, sino para conocerse mejor y seguir sus

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intuiciones, para reconciliarse con sus partes oscuras, para dialogar con las nunca escuchadas, para preparar su psique para nuevos dragones.

Esta experiencia es la que deja cada uno de los cuentos. Cada protagonista con sus propias peripecias y sus propios dones y su manera de enfrentar y confrontar, pero al fin de cuentas, ambas dándole su perfecto valor a la experiencia. Sin ésta no hay conciencia. Y si no hay conciencia, de todas formas el potencial está ahí en el inconsciente personal de cada mujer, en sus arquetipos que si no se activaron en este trayecto, se activarán en otro.

Es así como tenemos, en estos dos cuentos populares, ejemplos del proceso femenino de transformación, en sus similitudes, y variaciones, según el estadio en que se encuentre cada mujer al iniciar la travesía necesaria para hacer los cambios requeridos. Travesía en la que se presentarán diferentes arquetipos, símbolos, situaciones, luminosas u oscuras, sacando de cada mujer el potencial tanto para crecer, como para quedarse ahí, si es lo que decide para su vida. Pero siempre está también, la posibilidad de hacer uso de esa fuerza creativa femenina para continuar el viaje, o volverlo a empezar, si es necesario.

Análisis de los sueños

Introducción

El análisis de los sueños, como toda obra cultural, ha tenido diferentes ciclos a lo largo de la historia. Después del empuje de las primeras obras psicoanalíticas y sus segundas generaciones, algunos escritores opinaron que la técnica había disminuido considerablemente como método de exploración psicoterapéutico. Esto sin contar, que las escuelas que lo avalan son muy escasas, ya que en sus presupuesto teóricos aceptan que los contenidos psíquicos del ser humano van mas allá de la conducta, los pensamientos, las emociones o las relaciones.

El siguiente escrito presenta una recopilación de las ideas más sobresalientes, en relación al tema de los sueños, de uno de los precursores del psicoanálisis, como lo es el psiquiatra suizo Carlos Gustavo Jung. A lo largo de su obra podemos encontrar varias definiciones sobre la naturaleza del sueño. Una de estas la hallamos en su libro "Psicología Analítica y Educación" (1926/1946), donde expone que "Los sueños… son la manifestación sin falsificar de la actividad creativa inconsciente". Muchos autores han ofrecidos sus conclusiones a este respecto, destacando entre ellas la obra del Dr. Sigmund Freud. Según el suizo, la gran divergencia de opiniones se debe, a que el terapeuta no posee la ventaja del psicólogo empírico de manipular las condiciones aisladas de un laboratorio. Por el contrario, tienen que enfrentarse a un ser humano real, completo y complejo, lo que ofrece una dificultad mucho más elevada para su investigación. Adicionalmente de su experiencia en el

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consultorio, el Dr. Jung, apoyó sus investigaciones con el estudio de la mitología, el folklore, las religiones comparadas y la antropología.

Debido a la amplitud del tema, el escrito ha sido divido en tres partes: los aspectos generales, los aspectos teóricos y los aspectos prácticos del análisis de los sueños. Se podría decir que el valor de esta recopilación es principalmente didáctico ya que el lector podrá encontrar en su contenido información valiosa en este respecto, que en ningún momento sustituiría la lectura de sus fuentes originales. Por otro lado, aunque las nuevas propuestas del autor son muy reducidas, su aporte podría apreciarse en la recopilación y organización de la información desplegada.

Aspectos generales del análisis de los sueños

a. Definición de Símbolo.

C. G. Jung, en su obra "El Hombre y sus Símbolos. Acercamiento del Inconsciente" (1946), expresó que símbolo es "un término, un nombre o una pintura que puede ser conocido en la vida diaria aunque posea connotaciones específicas además de su significado corriente y obvio". Cuando la mente consciente intenta acercarse al símbolo, se encuentra en un terreno que va más allá de los límites de la razón y la lógica. Presenta una dimensión inconsciente, vaga, oculta, seductora, atemorizante, que no está definida o explicada totalmente y que representa algo más de su significado inmediato. Por mucho esfuerzo que el consciente realice, se dará cuenta que no puede explicar o definir la amplitud desconocida del símbolo. La psiquiatra Magaly Villalobos, en su obra "Apuntadas" (2006), completa esta visión exponiendo que "Un símbolo siempre presupone que la expresión elegida es la mejor descripción posible o formulación de un hecho relativamente desconocido, que se sabe que existe, o que es postulado como existente. Es una realidad dinámica cargada de valores emocionales". La Dra. Villalobos continúa presentando que el símbolo es un unificador de contrarios, organizador de sistemas complejos, conciliador de elementos polares, abrazando lo físico y lo metafísico.

Jung afirmaba que "toda expresión psicológica es un símbolo si asumimos que establece o significa algo más que ella misma, lo cual escapa a nuestro conocimiento actual" (Darryl Sharp citando a C. G. Jung, 1994). Una imagen o palabra es simbólica cuando su significado va mas allá del entendimiento humano, no se puede definir o comprender. Los símbolos son una expresión de algo esencialmente desconocido.

Después de captados, los datos sensoriales, se convierten en sucesos y fenómenos psíquicos, cuya naturaleza final no podemos conocer, por lo que cada experiencia u objeto contiene un sin número de dimensiones desconocidas. Por otro lado, existen otros sucesos que por su intensidad han sido absorbidos subliminalmente, es decir han permanecido bajo el umbral de la consciencia. Una vía para que estos acontecimientos lleguen al umbral de la consciencia, es a través de los sueños, donde el aspecto inconsciente de tal fenómeno nos seria revelado, apareciendo como una imagen simbólica.

b. Precursores del análisis de los sueños en la Modernidad.

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Precisamente fue el estudio de las imágenes, en los sueños, asociaciones, recuerdos y fantasías, lo que permitió a los psicólogos y filósofos suponer la existencia y estudiar la psique inconsciente. Sin embargo, aunque la idea del inconsciente es ampliamente aceptada en nuestros días, tenemos muy poca información de su extensión, profundidad y naturaleza. Antes de las propuestas teorías y clínicas de Sigmund Freud y C. G. Jung, otros autores como Carus ya habían acuñado el término Inconsciente, Kant habló del "inconmensurable campo de las representaciones oscuras", Leibniz hablo del alma inconsciente y otros tantos como Janet y Flournoy. El científico que exploró por primera vez los contenidos del inconsciente desde un punto de vista empírico fue Sigmund Freud. Basado en las investigaciones de otros neurólogos, como el francés Pirre Janet, que afirmaban que la psiconeurosis estaba asociada a ciertas experiencias conscientes, Freud supuso que los sueños no eran algo casual y que su contenido estaba asociado a contenidos de la consciencia.

A finales del siglo XIX, Freud y Josef Breuer, había reconocido el significado simbólico de los síntomas neuróticos y psicosomáticos. Llegaron a la conclusión que estos síntomas son una manifestación de contenidos inconsciente al igual que los sueños. Freud utilizó los sueños como punto de partida para explorar los conflictos inconscientes de sus pacientes a partir del proceso de "asociación de palabras". En el desarrollo de su práctica psicoterapéutica, observó que si motivaba a sus pacientes a hablar de las imágenes oníricas y los pensamientos asociados a dichas imágenes, llegaba un momento en que el paciente se encontraba en un callejón donde revelaría el fondo de sus conflictos. Ya fuera por lo que decía o por lo que omitía. Al principio podía parecer una situación caótica e irracional pero tarde o temprano el paciente revelaba las razones de su malestar. Estas experiencias motivaron a Freud a crea su teoría de la represión y satisfacción de deseos como causante de las imágenes de los sueños.

c. Relación entre la consciencia y el inconsciente desde la perspectiva de C. G. Jung.

Explicar la relación de los contenidos conscientes e inconscientes en la dinámica psíquica no es nada fácil, los autores han planteado diferentes modelos a este respecto. El Dr. Freud como precursor en este campo, planteó en su teoría de la represión, que los contenidos psíquicos incompatibles al yo, debido a su contenido emocional, eran reprimidos y enviados al inconsciente. Así como eventos traumáticos, existen emociones vetadas por la cultura que igualmente son reprimidas hacia el mismo lugar apartado de la psique. Usualmente la represión es un mecanismo que se inicia en la infancia temprana del individuo, bajo las condiciones morales de su entorno, y continúan el resto de su vida. La teoría de la represión de Freud, convertía al inconsciente en el reducto del material que una vez fue consciente, pero que por su carga afectiva se había convertido en inconsciente. Posteriormente, el Dr. Jung en su obra, planteó que los contenidos psíquicos, no solamente eran reprimidos desde arriba, si no que tenían libertad de disminuir su nivel de intensidad y pasar por si mismos al inconsciente. A este mecanismo el Dr. Jung lo denominó supresión. Por esta razón denominó a los complejos afectivos como autónomos. El no estaba de acuerdo que el inconsciente era solamente el reducto de la consciencia, afirmaba que tenía vida propia, la capacidad de creación de símbolos e imágenes de forma autónoma y la posibilidad de auto curación.

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Los complejos afectivos, así como tienen la libertad de disminuir su nivel de intensidad y pasar al inconsciente (desligándose del yo), también tiene la autonomía de elevarla, haciéndose conscientes o perturbando al individuo desde el inconsciente. El efecto negativo de un complejo usualmente se manifiesta a través de la disociación de alguna de las funciones psíquicas (sentimiento, pensamiento, intuición y sensación) (Darryl Sharp, 1994). La autonomía y libertad de los complejos en la teoría junguiana quedo sellada con la afirmación de su autor cuando dice "hoy en día, todos saben que las personas tienen complejos. Lo que no sabe, a pesar de que teóricamente es mucho más importante, es que los complejos pueden tenernos a nosotros" ("Consideraciones Generales sobre la Teoría de los Complejos", 1934). El Dr. Freud opinaba que la vía regia de acceso al inconsciente eran los sueños, mientras que Jung afirmó que lo era el complejo, ya que estos eran los "arquitectos de los sueño". Sin embargo sostenía que esta vía, tampoco era muy "real" ya que el camino indicado por el complejo era tortuoso debido al contenido afectivo del mismo.

El material psíquico está compuesto por imágenes, sentimientos, deseos, pasiones, emociones, intuiciones, percepciones, pensamientos racionales e irracionales, análisis, conclusiones, estados de ánimo, preocupaciones y esperanzas. Gran parte de este material pertenece al reino del inconsciente. Una de las razones del oscurecimiento de este contenido es la falta de atención, pero debemos recordar que los elementos psíquicos tienen vida propia. En el inconsciente no solo se encuentran elementos del pasado, en el se haya el "germen de la nueva vida". La capacidad de creación de nuevos símbolos, imágenes e ideas que nunca fueron conscientes pero que forman parte integral del crecimiento de todo ser humano. De hecho el inconsciente es el más grande reservorio de la imaginación y allí se encuentra la capacidad de florecimiento de la genialidad.

Recordemos que toda idea, sentimiento o percepción mantiene una relación con su dimensión psíquica, que varía de intensidad y significado emocional en cada individuo. Toda nuestra personalidad influye en la textura con que manejamos la información que nos rodea. Son estos maticas personales, el ingrediente utilizado por el analista para penetrar en el lenguaje del sueño. Esto explica que durante la actividad onírica los objetos y situación de la cotidianidad adquieran una importancia emotiva sorprendente para el soñante. Nuestros muros racionales han bloqueado el contacto primordial de nuestras emociones, por lo tanto la intensidad psíquica que revisten las imágenes oníricas, obligan a poner nuestra atención sobre ellas.

d. Importancia del análisis de los sueños.

La vida cotidiana, racional y civilizada ha desentrañado las emociones de la mayoría de los objetos, personas y situaciones que nos rodean, al punto que nos comportamos indiferentes ante ellos. Las influencias externas como el trabajo, la sociedad, la cultura, la familia, el dogma, la política o la economía nos influyen de muchas formas y la mayoría de las personas no tenemos ninguna defensa ante tales embates. Estas influencias nos conducen por un camino alejado de nuestra profunda y verdadera individualidad. En última instancia el mensaje de los sueños, pueden alertarnos o enrumbarnos de nuevo por este camino hacia nuestra naturaleza única y original.

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Según el Dr. Jung, el objetivo principal durante el tratamiento de la neurosis es restablecer el equilibrio entre el consciente y el inconsciente. Esta tarea que se puede conseguir de diferentes maneras comenzando con "los modos de vivir naturales, las objeciones fundadas en la razón, la fortificación de la voluntad, hasta el análisis de lo inconsciente" ("De la Esencia del Sueño", 1945/1948). En muchos casos las etapas iniciales del tratamiento fracasan y las imágenes compensadoras de los sueños presentan un punto de apoyo para el análisis. Los sueños pueden traer recuerdos, ideas, vivencias y expectativas despertando potenciales o aclarando relaciones. Por esta razón muchas personas invierten largo tiempo analizando sus sueños asistidos por un profesional, con la motivación de enriquecer y aclarar su horizonte.

e. Recomendaciones ofrecidas por C. G. Jung ante el análisis de los sueños.

En todo caso la interpretación de los sueños es una empresa arriesgada y siempre deben tomarse precauciones. Muchos creemos y deseamos encontrar un manual donde nos presenten, en forma de flujo grama, la mecánica para la interpretación de cualquier sueño. Más aun si este flujo grama fuera realizado por una analista junguiano. Esta ilusión va desapareciendo en la medida que nos vamos dando cuenta la inmensa cantidad, variedad, profundidad y en ocasiones dificultad del material simbólico. Por otro lado la relación de un individuo con un psique es única, el ofrecimiento, lenguaje y disposición de las imágenes varían en cada caso. Definitivamente trabajar con el material onírico no es nada sencillo, tanto por su análisis como por su carga emocional.

Es importante una observación que realiza el psiquiatra suizo ante la interpretación de un sueño. El plantea dos puntos fundamentales en el tratamiento del material onírico: primero, el hecho que no deben realizarse suposiciones previas ante un análisis, excepto que el sueño, tenga un sentido claro; y segundo que el sueño es una expresión específica del inconsciente. Por otro lado hay que tener en cuenta, que los sueños son algo normal en la vida de cualquier ser humano, y que estos son causados, esto no quiere decir que pueden ser explicados solamente a través del principio de la causalidad, sino que presentan una razón de ser o una intencionalidad por muy sencillo o confuso que este parezca.

Por esta razón el Dr. Jung narra cómo le recomendaba a sus alumnos que: "Aprendan cuanto puedan acerca del simbolismo; luego olvídenlo todo cuando estén analizando u sueño". Esta frase sintetiza gran parte de la investigación que cimentó el enfoque analítico de la psicología junguiana. Es a través del estudio de la mitología, el simbolismo y el folklor que se fundamente el "método" de amplificación propuesto por el Dr. Jung, desplazando la visión reductiva del Dr. Freud.

El Dr. Jung hizo hincapié que el análisis de un sueño no debe ser realizado como la aplicación de un metodología mecánica, por el contrario exige el conocimiento intimo de todo el cuerpo analítico, que solo es digerido a través del análisis didáctico. "El error más absurdo que puede cometer un terapeuta es suponer en el analizando una psicología similar a la suya propia. Semejante proyección puede ser acertada en algún caso dado, pero la mayoría de las veces será pura proyección. Todo lo que es inconsciente es, por eso mismo, proyectado; de ahí que el analista deba tener consciencia al menos de los principales contenidos de su inconsciente, a fin de que no

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se enturbie la claridad de su juicio con las proyecciones inconscientes" ("Puntos de vista Generales acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). El autor continúa diciendo que cualquiera que pretenda analizar un sueño, debe comprender que no existe ninguna teoría sencilla para describir la naturaleza psíquica, del cual no sabemos nada cierto. Según el mismo, el estudio de la psique desde una óptica solo puede ofrecer destellos, pero difícilmente será una teoría concluyente.

Debido a la susceptibilidad que puede presentar el soñante en relación al contenido de un sueño, aunado a la dificultad que esta tarea representa, el Dr. Jung opinaba que cuando alguien le contaba un sueño y le preguntaba a cerca de su opinión, ante todo se decía a sí mismo "No tengo ninguna sospecha de que significa este sueño" ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948). Después de esta afirmación podía entrar en análisis.

El Dr. Jung concluyó afirmando que no se puede pretender estar en posesión de una teoría general satisfactoria a cerca de la naturaleza del alma, ya que esta es aún demasiado desconocida e incomprensible para el intelecto. El autor afirma que el objetivo de la investigación es ir aproximándose poco a poco a la verdad a través de los tanteos de diferentes puntos de vista teóricos.

Aspectos teóricos del análisis de los sueños

a. Método de asociación y análisis de contexto.

Como lo han expresado diferentes autores, enfrentarse con el material onírico no es nada sencillo. El Dr. Jung en su libro "De la Esencia de los Sueños" (1945/1948) expuso que el primer paso después de observar el relato de un sueño es realizar las asociaciones con las diferentes imágenes o elementos del mismo. Estas asociaciones solamente las puede hacer en primera instancia el soñante, que busca en su memoria los recuerdos de días pasados (o de su vida) relacionados directa o indirectamente con lo experimentado durante el sueño. Este método se ha denominado "asociación libre". El resultado de esta rememoración es la recolección de un material heterogéneo que en la mayoría de los casos no parece tener nada en común, excepto el contenido del sueño. El psiquiatra suizo hace la observación que se debe ser muy cuidadoso en esta exploración y saber en qué punto detenerse, ya que estas asociaciones pueden desembocar en toda la vida del soñante. Por lo tanto debemos investigar solo el material esencial para el análisis del sueño. Por lo tanto la extensión y profundidad de este material queda a consideración del analista, teniendo en cuenta que este sea necesario para ofrecer un significado útil para el soñante.

Según el Dr. Jung uno de los mayores meritos del Dr. Freud fue haber observado que sin la colaboración del soñante no se podría realizar ninguna interpretación, ya que el relato del sueño no presenta un solo sentido sino muchos. Cada imagen del sueño ofrece una relación directa con la vida del soñante, por lo tanto, este es el único que puede ofrecer el rastro de los elementos indispensables para realizar el análisis. Precisamente es la ayuda del sonante la que permite reducir la multiplicidad de significados que presentan las imágenes oníricas llevándolas a su

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esencia. Esta experiencia llevó al Dr. Jung a la conclusión que el análisis de un sueño es una vivencia que solo para dos personas, soñante y analista, está libre de objeción.

Basándose en esta noción, el Dr. Jung practicó un procedimiento que llamo "examen de contexto" y consistía en rastrear a través de las asociaciones del soñante, que matiz emotivo tiene cada detalle manifiesto en el sueño. Usualmente esta técnica no ofrece un drama totalmente comprensible sino importantes pistas de varias posibilidades. El examen de contexto suele ser un trabajo sencillo que presenta una importancia preparatoria. Elaborar este material y ofrecer la final interpretación del sueño requiere una "preparación psicológica, capacidad de combinación, intuición, conocimiento del mundo y del ser humano y sobre todo sabiduría especifica que depende tanto de un amplio conocimiento como de cierta inteligence du coeur" ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948). Según el autor todos estos requisitos son necesarios para el delicado arte del diagnostico medico y afirma que no se necesita un sexto sentido para esta tarea. Es necesario rechazar las explicaciones estereotipadas y concentrarse en la interpretación particular, concluida a través del examen de contexto. Esto se logra confesando la propia ignorancia ante cada sueño y renunciando a las ideas preconcebidas. Las raíces de los sueños ahondan en el trasfondo inconsciente, por la tanto el sueño ofrece la mayor fuente del material empírico para el estudio de la psique.

Debemos tener en cuenta que el objetivo de esta rememoración es aproximarnos a conocer por que el sueño trajo a una o a otra persona, porque eligió tal o cual escenario, de donde viene esta u otra situación y qué significado tiene para el soñante esta o aquella conversación. Por lo tanto después que el material asociativo es recolectado, este debe ser sometido a una selección y elaboración, cuyo objetivo es la reconstrucción "histórica" o "científica" de este material. Este procedimiento llamado "método comparativo", depende en gran parte de la experiencia, propósito y destreza del analista.

b. La causalidad y la finalidad en el análisis de sueños.

C. G. Jung dentro del cuerpo teórico que forma su obra, presentó que existen dos visiones de enfocar la dinámica psíquica, a saber desde un punto de vista causal mecanicista o desde otro energetista finalista. El psicólogo explica como la visión de la psique planteada por el Dr. Freud responde a una visión causal mecanicista, ya que describe "un evento como el efecto de una causa, en el sentido de que las sustancias inalterables cambian sus relaciones entre sí según leyes fijas" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). El Dr. Jung introdujo la visión energetista finalista basándose, en parte, en las leyes de conservación de la energía pertenecientes al campo de la física. En esta visión "el evento se reconstruye desde el efecto a la causa, suponiendo que algún tipo de energía sustenta los cambios de los fenómenos, que se mantiene como una constante en todos estos cambios y finalmente conduce a la entropía, estado de equilibrio general" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). Esta nueva visión llevó al psiquiatra a pensar que una neurosis es un intento de la psique para su auto sanación ("Lexicón Junguiano", 1994).

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Sin embargo el autor hace la observación que al referirse a finalidad esta denotando "la tensión psicológica inmanente hacia un fin" u "orientación hacia un objetivo" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). Esta aclaratorio la realiza con el objetivo de no crear confusión con el concepto de teleología, que designa el sistema filosófico orientado en el poder que presenta una meta para el proceso de desarrollo en miras de un fin determinado ("Introducción a Jung", 1999).

Las conclusiones obtenidas del análisis de un sueño dependerán en gran medida del enfoque con que se trabaje el material onírico, este enfoque contempla someter el sueño a una visión causalista o finalista. Cuando se examinan las asociaciones generadas por el sueño a una investigación causal solo es posible analizar el origen pasado del mismo, pero no permite conseguir el objetivo intrínseco de la manifestación onírica, es decir podemos decir: Ah! De allí vino el sueño, pero si el objetivo del análisis es la sanación del paciente esta conclusión es, en definitiva, insuficiente. El Dr. Jung aclara que no pone en duda las causas que generan el sueño, ya que las asociaciones originarias son las mismas, simplemente va mas allá preguntándose "para que sirve este sueño? o "que resultado persigue? El autor alega que la visión finalista puede ser aplicada a cualquier fenómeno psíquico o inclusive físico.

Según la visión del Dr. Freud, las imágenes oníricas se presenta en forma simbólica, ya que existe una instancia psíquica llamada "censura", que matiza todas aquellas emociones, ideas o sentimientos que son incompatibles a la conciencia moral, producto de la educación cultural recibida por un individuo a lo largo de su vida. Por lo tanto estos deseos no pueden alcanzar a la conciencia sin ser disfrazados ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). Esto quiere decir que un símbolo será analizado de forma completamente diferente si es sometido a un examen causalista o finalista. La teoría del Dr. Freud, cimentada en la visión causal, plantea la existencia de "un anhelo, de un deseo reprimido que se expresa en el sueño", anhelo que según otros autores es sencillo, aunque puede tomar múltiples formas. Por esta razón, para la teoría freudiana existen un gran cantidad de símbolos que significan exactamente lo mismo, al llegar al punto que la escuela ortodoxa afirma la popular frase que todos los objetos alargados o en punta son símbolos fálicos , y todos los objetos redondeados o huecos son símbolos femeninos.

Para la visión finalista, el análisis es totalmente diferente, cada símbolo presenta su propio valor y significado. En primera instancia, al ofrecer una imagen u otro, el material asociativo será diferente y por lo tanto se contemplará la situación consciente de forma diferente. Es precisamente en esta diversidad que reside la riqueza de las imágenes oníricas, riqueza que llevó la Dr. Jung a plantear un método de amplificación de estos contenidos, en lugar a la manera reductiva original del psicoanálisis, es decir a la interpretación fija de los mismos.

Para esta concepción ningún símbolo presenta una interpretación estática, ya que cada imagen contiene un valor intrínseco que la lleva a ser expuesta en el sueño. Para este enfoque la función del símbolo no es matizar o esconder, sino enseñar. En último caso, la visión finalista contempla la educación del paciente para que transite una vida más completa. En la práctica es de vital

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importancia tener clara ambas visiones, ya que la aplicación de una u otra alternativa llevará al análisis por caminos distintos. Por su puesto esto invita a discernir cual es la visión más apropiada. Para algunos autores el objetivo de la psicoterapia es la educación del paciente para su reinserción en la sociedad de una forma más saludable, reflexionando e incorporando a su vida posturas que antes no tomaba en consideración. La vía más expedita para esta integración es la comunicación natural ofrecida por el sueño, que busca la "plenitud y autonomía" de la personalidad de cada individuo.

Desde la aparición de los movimientos científicos impulsados por la teoría newtoniana, la causalidad ha sido la llave para la explicación de los fenómenos naturales, por lo tanto no es de sorprender que también reine en la psicología. Pero si queremos buscar una explicación completa que oriente al paciente y amplié su horizonte, debemos tomar en cuenta el objetivo del material ofrecido. Por lo tanto para la psicología junguiana la visión causalista es incompleta y recomienda abordar el problema desde ambos puntos de vista para tener una aproximación global.

Hasta este punto podemos decir que los sueños ofrecen una perspectiva de la dinámica psíquica inconsciente en lenguaje simbólico. La mayoría de los autores coinciden en esta apreciación, pero si nos preguntamos: siendo la vida psíquica tan amplia, profunda e ilimitada por que aparecen en un sueño algunos contenidos y otros no? El Dr. Jung respondió a esta pregunta con la observación que los sueños no representan un contenido inconsciente generalizado, sino solo aquellos que se encuentran asociados, actualizados y correlacionados con el estado momentáneo de la consciencia. Me gustaría realizar una opinión personal en esta última afirmación, ya que no podemos hablar de una conciencia autónoma de la dinámica inconsciente ni viceversa. Podemos constatar en la práctica, abismos muy grandes entre ambas posiciones, que podrían llegar a ser polares, pero aun en este caso, va a existir un mecanismo regulador, que intente equilibrar ambas posturas. El ego se encuentra en dependencia con todo el sistema psicosomático.

Por lo tanto para analizar adecuadamente el sueño de un individuo debemos investigar en profundidad la situación consciente del mismo, ya que el sueño viene a ilustrar el lado inconsciente de aquel material que por su nivel de intensidad se ve aparentemente desligado del ego pero continúa en una relación afectiva.

c. Funciones del sueño según la perspectiva de C. G. Jung.

Según la visión de la psicología junguiana, podríamos clasificar las funciones del sueño de la siguiente manera:

Función Compensadora.

Función Prospectiva.

Función Reductiva.

Función Reactiva.

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Función Telepática.

Función compensadora.

Cuando mencionamos los mecanismos reguladores de la psique hablamos del sentido compensatorio del sueño, ya que este reúne todo lo que ha sido reprimido, descuidado e ignorado por la consciencia. El sueño busca rectificar la apreciación, completar la omisión y mejorar la posición general del individuo. Según el Dr. Jung todos los sueños presentan una relación compensadora con la posición de la consciencia, pero esta no puede verse tan claramente en todos los casos, ya que admite que aun es muy poco el conocimiento científico del alma humana. El mismo afirma que existen compensaciones muy remotas, pero debemos recordar que cada persona es un representante de toda la humanidad, y lo que es posible en gran escala en la historia evolutiva es posible en cada individuo. La función compensadora del sueño no es una invención nueva, ni una interpretación tendenciosa, ya que podemos observar diferentes ejemplos históricos que sostienen esta apreciación.

El autor hace la observación que la visión finalista de lo inconsciente tiene poco en común con las intenciones conscientes. En muchos casos la posición del inconsciente se contrapone al consciente, sobre todo en aquellas situaciones donde la consciencia toma direcciones extremas, que desequilibran y representan una amenaza vital para las necesidades individuales. "Cuanto más unilateral y alejada del optimun de las posibilidades vitales se halle la actitud consciente, tanto más habrá que contar con la aparición posible de sueños vivaces y penetrantes, de contenido fuertemente contrastante, pero convenientemente compensador, como expresión de la autorregulación psicológica del individuo" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). Sigue el autor señalando que en su opinión el sueño es una reacción adecuada, que auto regula y aporta a la consciencia, mediante una comunicación simbólica, los contenidos inconscientes en dependencia a la situación consciente.

En los contenidos inconscientes se encuentran todas las asociaciones que por su baja intensidad, no alcanzan el umbral de la consciencia pero presentan suficiente energía como para presentarse en el sueño. Aquí se pueden depositar todos los elementos que en el día anterior han permanecido infra conscientes producto de la represión o la supresión. Como podemos apreciar, el contenido latente del sueño es muy difícil de observar a primera vista, por lo tanto es necesario un análisis exhaustivo para llegar a su contenido manifiesto y por ende a sus elementos compensadores. Debemos hacer hincapié que las compensaciones se hallan estrechamente ligadas a la "naturaleza total del individuo" y su variabilidad es incalculable.

Si aceptamos que el inconsciente presenta al menos una importancia igual que la consciencia, entonces no solo el inconsciente es relativo a la consciencia, sino que la consciencia es también relativa al inconsciente. Entonces no podemos hablar solo de una orientación consciente hacia un objetivo, ya que el inconsciente también presentaría esta capacidad. Por lo tanto el sueño podría representar una visión conductora orientada hacia algún fin de una importancia vital superior a la

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posición consciente temporal. El Dr. Jung hizo la aclaratoria que en ningún momento sostiene que la teoría de la compensación sea la única admisible para explicar la naturaleza del sueño.

Función prospectiva.

Es bien conocido que desde tiempos remotos, se ha atribuido al sueño un carácter revelador de eventos futuros. Si tamizamos esta "superstición" y eliminamos de ella las extravagancias, increíblemente podríamos encontrar algo de realidad. Algunos autores han defendido la hipótesis prospectiva y finalista del sueño, como una función inconsciente orientada a la solución de un conflicto o problema presente, representado simbólicamente. Aquí podemos observar otra función del sueño que acompaña a la compensadora y se ha llamado función prospectiva.

La función prospectiva constituye un "ensayo", un "plan" o un "esbozo" de las posibles acciones futuras de la consciencia, representadas en el inconsciente. En ocasiones ofrece un boceto de la solución a un conflicto presente. Según el Dr. Jung no podríamos tildar como proféticos a estos sueños, ya que simplemente son un pronóstico, un cálculo de probabilidades que pueden concordar o no con el desarrollo de los eventos futuros. En la mayoría de los casos el anuncio de la función prospectiva, supera con creces la capacidad consciente. Debemos recordar que la consciencia es orienta por medio de una función principal, pero en el inconsciente se depositan todas aquellas apreciaciones que han sido desechadas o simplemente no pueden ser alcanzadas por la consciencia. El autor indica que es posible que el inconsciente se encuentre en una mejor posición que la consciencia, al momento de prever el desenvolvimiento de situaciones futuras.

Aunque la función prospectiva es una condición natural del sueño, es importante no sobrestimarla. El investigador de la vida onírica podría caer en la ilusión que el sueño representa una "consciencia superior" o un oráculo infalible, por lo tanto sobrevaloraría el peso del inconsciente para la vida cotidiana. "Pero nuestra experiencia actual nos autoriza a suponer que lo inconsciente posee una importancia aproximadamente igual a la de la consciencia" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). El psicoterapeuta tiene la capacidad de observar que existen actitudes conscientes tan mal adecuadas a la naturaleza individual del paciente, que la actitud inconsciente ofrecida por el sueño, presenta una constelación superior. Hay que señalar que lo mencionado no representa una regla inamovible. Cuando la actitud consciente del sujeto se encuentra parcialmente adaptada a sus condiciones reales y a su naturaleza individual, el sueño solo ampliará algunos fragmentos de esta actitud. Sin embargo, es necesario evaluar la situación consciente del individuo, ya que consideraciones exclusivas presentadas por el sueño, podrían alterar negativamente la vida consciente. "Solo en presencia de una actitud consciente a toda luces insuficiente y defectuosa, se puede atribuir a lo inconsciente una validez superior" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948).

El estudio profundo del sujeto y el conocimiento del carácter individual posibilitan medir cuan desadaptada se encuentra la actitud consciente, pero cuando hablamos de individualidad no podemos dejar a un lado las exigencias colectivas, ya que el ser humano es un ente social. En este

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punto podríamos observar dos categorías, aunque en la realidad esta clasificación no es muy verídica. En el caso de sujetos en condiciones relativamente normales interna y externamente, el sueño se limitara a su función compensadora, pero en aquellos casos donde el sujeto se aparta de la media, tanto interna como externamente, la función de los inconsciente gana en importancia y profundidad, no solo fungiendo como compensadora, sino convirtiéndose en una función prospectiva y conductora, ofreciéndole a la consciencia un nuevo rumbo, más saludable y adaptado que la anterior.

Función reductora.

Pasemos ahora a otro aspecto del sueño. Existen personas, cuya actitud consciente, aunque se encuentran adaptadas a su entorno, no encajan adecuadamente con su carácter. Los esfuerzos de la consciencia por adaptarse a su medio, van más allá de sus posibilidades individuales. Ellas se presentan o se aprecian más grandes de lo que realmente son. Podríamos incluir en este caso personas que experimentan constantemente una inflación del ego para compensar conflictos inconscientes. Este excedente de actitud extravertida, no es alimentado de sustentos individuales, ya que viven dependiendo de la sugestión colectiva. Estas personas suelen ascender a niveles socio económicos, profesionales o familiares, más allá de sus capacidades, gracias a objetivos comunes, beneficios colectivos o protecciones sociales.

La persona no se encuentra al nivel de su entorno, por lo que el sueño viene a representar un papel compensatorio negativo, es decir una función reductora. En estos casos la desvalorización constituye una autorregulación de la psique, donde puede presentar adicionalmente un carácter prospectivo. Usualmente la noción prospectiva alienta a algo "constructivo, preparatorio y sintético", pero que en la práctica se presentan como imagen que "disgregan, desunen, desvalorizan y hasta destruyen y aminoran". El autor señala que la asimilación de un contenido reductivo no debe ejercer un efecto destructivo sobre toda la personalidad del sujeto, si no que tal asimilación tiene un efecto más bien saludable, ya que es reducida solo esta actitud desadaptada. Este tipo de sueño no podría catalogarse como prospectivo; para diferenciarlos de estos el Dr. Jung los llamó sueños reductivos o función reductiva de lo inconsciente, aunque como podemos observar igualmente se trata de un modalidad de la función compensadora. El autor realiza la siguiente conclusión:

"Podemos en consecuencia afirmar hoy día, con seguridad, que la función reductiva del sueño actúa sobre un material compuesto esencialmente por los deseos sexuales infantiles reprimidos (Freud), por los anhelos infantiles de poderío (Adler) y por residuos de instintos, pensamientos y sentimientos arcaicos y colectivos"

("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948).

El psicólogo suizo afirma que aquellos contenidos que presentan un carácter retrospectivo, presentan gran eficacia al momento de regular un orgullo inflado, o contacta al individuo de la fragilidad humana, reduciéndolas a funciones fisiológicas e históricas. La grandeza falaz de una persona se ve socavada ante un sueño reductor, contactándolo con imágenes vergonzosas y

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despiadadas. No podemos catalogar esta función como prospectiva, ya que el material ofrecido es totalmente retrospectivo, conduciendo a un pasado, que se creía olvidado o superado. El autor afirma que es posible que el paciente logre apreciar cómo se relaciona el material onírico con su situación consciente, ya sea compensador, prospectivo o reductivo. Pero este no siempre es el caso, ya que el ego tenderá a manejar el material inconsciente desde su propia óptica patológica.

Existe otra categoría de sueños denominada sueños reactivos. Se observa la tendencia de incluir en esta clasificación, todos los sueños que parecen ser la reproducción de una experiencia emocionalmente aguda. Cuando el análisis no revela la razón profunda de la reproducción, se halla que dichas vivencias presentan un aspecto simbólico que había escapado a la consciencia y es la causa del sueño. Por lo tanto no se deben considerar en este aparte tales sueños, sino aquellos donde ciertos sucesos objetivos han creado un trauma psíquico, cuya formación no es solamente psíquica, sino que representa una lesión física en el sistema nervioso central. Este tipo de sueños se presentan en casos de guerras, catástrofes, secuestro o accidentes, donde el paciente ha experimentado shocks violentos, y el trauma representa el núcleo activante.

La importancia terapéutica de estos sueños radica en la activación frecuente del elemento traumático, donde lentamente va perdiendo su autonomía y se recompone en el sistema psíquico. El sueño aparentemente restituye una fracción autónoma que se ha separado del resto del sistema, pero la asimilación consciente no disminuye la conmoción generada por el sueño. Se puede esperar que el sueño continúe reproduciéndose hasta la completa desaparición del estimulo traumático.

En la práctica no es sencillo determinar si un sueño es reactivo en su esencia o si reproduce simbólicamente una situación traumática. El autor afirma que durante el análisis es posible resolver la incógnita, ya que de ser una reproducción simbólica, este sueño debe desaparecer al ser interpretado adecuadamente, mientras que la reproducción reactiva no desaparece con su interpretación. Es posible hallar sueños reactivos de modo especial en "procesos corporales patológicos", por ejemplo cuando fuertes dolores aquejan al sujeto durante el sueño. El autor describe:

"Según mi opinión los estímulos somáticos, solo por excepción tienen una importancia determinante. Por lo general son integrados a la expresión simbólica del contenido onírico inconsciente, es decir, son utilizados como medio de expresión. No es raro que los sueños presenten una maravillosa e intima conexión simbólica entre una enfermedad física innegable y un determinado problema psíquico, de suerte que el malestar físico aparece justamente como una expresión mímica de la situación psíquica"

("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948).

Función Telepática.

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Por otra parte, el psiquiatra suizo estaba convencido de la veracidad de los fenómenos telepáticos como parte natural de la vida psíquica, afirmando que ejercían una influencia sobre el sueño, pero añadía que su explicación no era tan sencilla como lo afirmaban diferentes escuelas esotéricas. En la mayoría de los casos el significado telepático del sueño era desconocido al momento del análisis. Las imágenes oníricas podían presentar elementos subjetivos que eran acordes con la situación emocional del paciente, por lo que no se podía determinar la naturaleza telepática del mismo. Habitualmente, en los sueños telepáticos no se puede rastrear su origen a través del material asociativo suministrado por el soñante (contenido latente del sueño). El Dr. Jung afirmaba que el contenido telepático se encontraba siempre en la forma manifiesta del sueño.

La bibliografía, usualmente habla de sueños telepáticos que presentan anticipadamente (en el tiempo y el espacio) un evento de carácter afectivo, ligado a la vida emocional del soñante, lo que ayuda a entender la premonición. El autor señala que la mayoría de los sueños telepáticos responden a esta casuística, sin embargo existen otros casos donde el contenido manifiesto del sueño no estaba relacionado con algún interés del soñante. El psiquiatra suizo hizo la observación que nunca afirmó que estos fenómenos estuvieran regidos por leyes sobrenaturales, sino que eran inaccesibles a nuestro conocimiento actual.

d. Análisis a nivel objetivo y análisis a nivel subjetivo.

Después de lo observado, el Dr. Jung conjuntamente con A. Meader llegó a la conclusión que el sueño era una "auto representación espontanea de la situación actual de lo inconsciente en forma simbólica" ("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948). Esta tesis coincidió con las investigaciones independientes de otros pensadores como la de Silberer, lo cual, según el autor apoyaba su teoría.

Solemos pensar que cuando soñamos con una persona, esta imagen es idéntica al objeto real, y no vemos que esta relación es solo externa. Las imágenes acaecidas en el sueño son un "complejo de factores psíquicos" subjetivos pertenecientes al soñante, formados a partir de estímulos externos, pero que en muchas casos no tiene nada que ver con el objeto real. Por esta razón, la imagen de las personas que nos rodean son usualmente subjetivas, fragmentos inconscientes que no conocemos o no comprendemos de nosotros mismos. El enfoque freudiano le aporta inmediatamente una analogía sexual o cada símbolo, la visión junguiana remita cada símbolo relacionado con un aspecto psíquico del propio soñante. Como lo expone su autor:

"Toda la génesis del sueño es esencialmente subjetiva; el sueño es el teatro donde el soñador es a la vez escena, actor, apuntador, director, autor, publico y critico. Esta simple verdad forma la base de aquella concepción del sentido de los sueños que he denominado interpretación en el plano subjetivo. Esta interpretación, como su nombre lo indica, ve en todas las figuras del sueño rasgos personificados de la personalidad del soñador"

("Puntos de Vista Generales Acerca de la Psicología del Sueño", 1916/1948)

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La visión del Dr. Freud atribuía las imágenes oníricas a personas u objetos reales, es decir, su interpretación se llevaba a cabo en un plano objetivo. Aunque el enfoque del Dr. Jung, se oponía a tal afirmación, nunca restó importancia al estudio objetivo de las imágenes oníricas, ya que la imagen es una mixtura de elementos internos y externos, subjetivos y objetivos. En tal sentido, propuso que era necesario discernir si la imagen era creada producto de su significado subjetivo u objetivo. Para este análisis estableció el siguiente criterio: cuando el individuo sueña con una persona a quien le une algún interés vital, la interpretación se acerca más al nivel objetivo; pero en el caso que la persona sea ajeno o indiferente, entonces la interpretación se realiza en el plano subjetivo. En la práctica, también es posible que dicha persona indiferente, represente otra persona que está unida al soñante por algún lazo emocional más intenso, lo que representaría una despersonalización del afecto original, o dicho de otra forma, la libido se ha liberado del objeto real. El Dr. Freud decía que en estos cazos, la persona indiferente sustituía a la persona cercana para disminuir la molestia que esta producía.

El análisis en el plano subjetivo, permite observar algunos errores que cometemos y así mejorar nuestra actitud consciente. En aquellos casos donde se encuentra en conflicto una relación vital para el soñante, el plano subjetivo puede carecer de valor, y es necesario atribuir la imagen al objeto real. En todo caso el camino a seguir lo dictará la posición consciente del soñante y la autoreflexión del terapeuta.

Analizar las imágenes a nivel subjetivo, representa la introyección de la energía psíquica depositada anteriormente en objetos externos como figuras, fetiches o personas. Esta visión devuelve todo a uno mismo y exige culparnos, acusarnos, exigirnos, gratificarnos, educarnos y hacernos lo que le hacemos a los demás. Según el Dr. Jung, esta consideración podría crear malentendidos y exageraciones en ambos sentidos.

e. Clasificación de los sueños.

Aunque el Dr. Jung afirmó que la compensación era la mejor forma de expresar la principal función de los sueños, también reconoció que esta era una característica muy general. En los casos de tratamientos prolongados, la recopilación de un gran número de sueños posibilita divisar un proceso evolutivo de la personalidad que sería imposible observarlo con un sueño aislado. Saltará a la vista que las compensaciones aparecerán como eventuales nivelaciones o restablecimientos del equilibrio psíquico. En una lectura más profunda estas compensaciones parecen verse subordinadas a un fin común e inclusive ordenadas en una especie de plan, donde ya no se observan como experiencias sin sentido, sino como un proceso organizado. El Dr. Jung llamó individuación al "proceso inconsciente, expresado espontáneamente en el simbolismo de largas series de sueño" ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948). El suizo aceptó que no contaba con suficientes pruebas para determinar si una serie de sueños, fuera de la experiencia analítica, podía ofrecer tal proceso pero afirmó que el análisis sistemático de los sueños era un "proceso acelerado de maduración" (así lo llamaría Stanley Hall).

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Como lo dijimos anteriormente, el Dr. Jung mencionó que para analizar un sueño se requería una sabiduría especial, inclusive dijo que un profano con suficiente inteligencia, conocimientos psicológicos y experiencia en la vida podía diagnosticar acertadamente la compensación de un sueño, mas sin embargo el suizo juzgó que era "imposible que nadie sin conocimiento de mitología y folklore, sin saber psicología de los primitivos y ciencias de la religiones comparadas, comprenda la esencia del proceso de individuación, base, según todo lo sabemos, de la compensación psicológica" ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948).

Según el Dr. Jung, los primitivos distinguen entre "pequeños sueños" y "grandes sueño". En este sentido, los pequeños sueños, insignificantes o triviales son fantasías que provienen del ámbito subjetivo y personal sin ningún matiz trascendente, por lo que se olvidan con facilidad. Por otro lado, los grandes sueños permanecen guardados en la memoria y en muchos casos representan las experiencias más importantes de la vida psíquica. Los grandes sueños suelen presentarse en edades tempranas, impregnados de imágenes simbólicas características de la historia del espíritu humano, son a estos sueños los que circunscriben el proceso de individuación.

Durante la práctica terapéutica es común toparse en el material onírico, imágenes vinculadas a escenas, mitos o ritos de pueblos primitivos. El Dr. Freud al estudiar este fenómeno lo denominó "remanentes arcaicos". Para el psicoanálisis clásico este término denota la presencia de "elementos psíquicos superviviente de la mente humana desde lejanas edades" ("El Hombre y sus Símbolos. Acercamiento al Inconsciente", 1964). El Dr. Jung no estando de acuerdo con este presupuesto, afirmó que este material era parte fundamental del inconsciente, ya que estos elementos seguían aun llenos de vida y significado. Para la psicología analítica, estos contenidos establecen una conexión entre el mundo racional e instintual, la civilización moderna y los pueblos primitivos, pilares donde se cimentan las emociones humanas.

Los grandes sueños se caracterizan por la presencia de temas mitológicos que el Dr. Jung llamó Arquetipos. El autor se refirió a este término como "las formas especificas y las series alegóricas que se encuentran de un modo análogo en todos los tiempos y regiones, como también en los sueños individuales, fantasías, visiones e ideas delirantes" ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948). A partir de la observación de imágenes arquetípicas, desde las manifestaciones culturales de civilizaciones antiguas hasta las experiencias del hombre moderno, el Dr. Jung llegó a la conclusión que una parte del alma humana era personal y subjetiva, mientras otra era colectiva y objetiva. Es por ello que la psicología junguiana habla del inconsciente personal y del inconsciente colectivo, esta última más cercana a los grandes sueños.

Según el autor, los grandes sueños se presentan en periodos claves de la vida, es decir en la primera juventud, en la pubertad, en la madurez (entre los treinta y seis y cuarenta años) y cerca de la muerte. En estos sueños, las asociaciones que el soñante puede ofrecer son muy limitadas por tratarse de imágenes colectivas pero su importancia radica en su sentido particular y no en una conexión personal.

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En este sentido los mitologémas representan el contexto emocional donde se manifiestan las imágenes arquetípicas, es decir, son esquemas típicos que se presentan en las mitologías de civilizaciones separadas por espacio y tiempo, revelando una emoción colectiva que trasciende a las experiencias personales. En los grandes sueños se presentan mitologémas característicos de la vida del héroe en sus aventuras hacia el camino de iniciación por lo que es común hallar imágenes de dragones, animales benéficos, demonios, ancianos sabios, hombres animal, tesoros ocultos, arboles de los deseos, cavernas y jardines rodeados, hasta los procesos y sustancias de la alquimia. Los grandes sueños plantean un problema humano general y sempiterno que se repite una y otra vez, cuidado en su aspecto subjetivo y que por ello en su objetivo se abre paso a la consciencia.

El autor expone que el ser humano en la mitad de su vida se siente joven y la vejes la percibe como algo lejano, pero alrededor de los treinta y seis a cuarenta años de edad pasa el cenit de la vida sin tener consciencia de este proceso, por lo que es posible que el reconocimiento de este momento se presente como un sueño arquetípico. Mientras la persona es solo consciente de su ego, mas se aleja del ser humano colectivo pero ante esta unilateralidad, tenderá a imponerse una constante corrección y compensación por parte de la naturaleza, con el objetivo de crear una integración de lo inconsciente en la consciencia o lo que es lo mismo una personalidad más amplia. "Todos aquellos instantes de la vida individual en que las leyes de validez universal del destino humano quebrantan las intensiones, esperanzas y concepciones de la consciencia personal, son a la vez estaciones del proceso de individuación. Efectivamente, este proceso es la espontanea realización del hombre total" ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948). En este sentido los grandes sueños no representan el síntoma de un desequilibrio psíquico en general.

f. Sueños típicos y sueños repetitivos.

A pesar de lo dicho no podemos negar que existan sueños o "símbolos aislados" (llamados por el Dr. Jung, "motivos"), que por su frecuencia, podríamos llamar típicos. El autor describe que entre estos "motivos" podemos encontrar: las caídas, los vuelos, ser perseguido por animales peligrosos u hombres hostiles, estar poco o absurdamente vestidos en público, tener prisa o estar perdido entre las apreturas de la multitud, luchar con armas inútiles o estar completamente indefenso, correr mucho sin llegar a ninguna parte, crecer y decrecer infinitamente, o transformarse en otra persona u objeto ("El Hombre y sus Símbolos. Acercamiento al Inconsciente", 1964). Sin embargo el autor aclara que la interpretación de todos estos motivos, no deben tomarse como recetas preestablecidas y que deben estudiarse en el contexto de cada individuo.

El Dr. Jung expreso que los sueños que se repinten se corresponden a situaciones de la consciencia que también se repiten, siendo fácil ver a que alude el sueño ("Psicología y Educación", 1926/1946). Muchos analistas afirman que los sueños repetitivos son intentos de comunicación establecidos por el inconsciente ante una actitud polarizada de la consciencia. En estos casos, el yo se resiste a efectuar las correcciones necesarias para el equilibrio psíquico. He observado que estos sueños presenta un nivel emocional muy alto, que obliga al individuo a recordar y revisar una y otra vez el contenido del sueño. La intensidad emocional hace que los individuos presenten cierto temor ante estas imágenes recurrentes. El Dr. Jung afirmó que en ciertas ocasiones este tipo

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de sueños también aluden a momentos traumáticos o incluso eventos futuros de gran importancia en la vida del sonante. Por mi experiencia los sueños repetitivos suelen ser difíciles de analizar; en aquellos casos donde creemos que llegamos a hacerlo, estos pueden volver a aparecer y llenar de desconcierto.

g. Fases del sueño.

Con respecto a la estructura del sueño, el Dr. Jung planteó una semejanza en relación a la estructura dramática. El autor expone que usualmente los sueños presentan una primera etapa donde se hace referencia al lugar de acción, las personas que actúan y la situación inicial, e esta etapa la llamó exposición. La segunda etapa es la intriga donde se produce una tensión en la trama cuyo desenlace es aún desconocido. La tercera parte la llamó la culminación o las peripecias, donde se produce algo definitivo o un cambio en la dinámica del sueño. La última etapa es el desenlace o la solución, donde se presenta un hecho concluyente que a su vez es el resultado buscado, en esta etapa después de cierta confusión caótica se realiza una recuperación del conocimiento. El Dr. Jung indicó que esta distribución puede utilizarse en la práctica sin grandes dificultades pero solo con esto el sueño no quedaría analizado ("De la Esencia de los Sueños", 1945/1948).

Un aspecto importante en el tratamiento onírico se presenta cuando la persona le da excesiva importancia a los contenidos de los sueños. Es estos casos el soñante puede creer que el sueño presenta una intensión moral, es decir censura, avisa, consuela o pronostica. De esta forma se cree que le inconsciente incluye atributos de decisiones o resoluciones, pero se frustran al no obtener respuesta. Esta sobrevaloración de lo inconsciente puede generar una disminución de la energía consciente, pero lo inconsciente solo trabaja satisfactoriamente cuando la consciencia lleva a cabo su función hasta el límite de sus posibilidades. En estos casos los sueños pueden asistir a la consciencia completando o ayudando donde se ha fracasado pero en ninguna situación se superpone a las funciones de la consciencia.

Aspectos prácticos del análisis de sueños desde la perspectiva de C. G. Jung

En su obra "Psicología Analítica y Educación" (1926/1946) el Dr. Jung describe que existen cuatro métodos para investigar el inconsciente a saber: el meto de de asociación, el método de análisis de síntomas, el análisis anamnésico y el análisis de los sueños. Como la amplitud de este escrito no nos permitiría abarcar todos los métodos, solo nos referiremos a la aplicación práctica del último.

a. Sueños iniciales.

El contenido de los primeros sueños de un tratamiento analítico puede manifestar diferentes contenidos. El Dr. Jung observó que con frecuencia los sueños en esta etapa inicial presentaban el factor etiológico esencial de la neurosis de forma simbólica. En estos casos los sueños suelen confirmar o rechazar la información revelada por la anamnesis.

El Dr. Jung en su obra "La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños" (1934) expuso que una explicación práctica que justifica el análisis de los sueños durante el tratamiento es que "el sueño

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describe la situación interior del que sueña cuya verdad y realidad no reconoce la consciencia o solo reconoce a disgusto". El autor sigue explicando que en muchos casos la persona no ve razón alguna que le impida seguir su carrera y sigue esforzándose por llegar más lejos y más alto, negando su incapacidad, por lo que el contenido del sueño suele manifestarse en los posteriores sucesos de su vida.

Usualmente los sueños iniciales, no solo facilitan el descubrimiento de la etiología de una crisis neurótica, sino que también puede establecer un pronóstico e incluso una indicación de cómo debería iniciar y aplicar el proceso psicoterapéutico. Esto no quiere decir que en todos los sueños iniciales sea posible rastrear el factor etiológico de la neurosis, existen tratamientos donde la verdadera etiología de la neurosis solo se descubre al final, y otras cuya causa carece de importancia. Aunque el Dr. Jung reconoció la importancia del conocimiento de los factores etiológicos, también afirma que no todas las neurosis son productos de eventos traumáticos o sucesos vividos durante la infancia. Este enfoque causal, hace que médico y paciente se orienten solamente al pasado, olvidando la orientación finalista del sueño. Esto hace que la terapia de vueltas en el pasado obviando otros aspectos de mayor importancia.

En algunos casos los sueños iniciales pueden ser bastante claros pero a medida que el análisis progresa esta claridad disminuye. Si por el contrario los sueños siguen manteniendo esa claridad, entonces el análisis no ha descubierto alguna parte esencial de la personalidad del paciente. Esta situación se debe a que llega un momento en que el analista no puede abracar la complejidad de la problemática del paciente. En estos casos sería un error acusar de confusos a los sueños o achacar al paciente resistencias deliberadas, ya que la compresión es un proceso muy subjetivo. Es posible que esta compresión sea unilateral en aquellos casos donde lo hace el terapeuta pero no así el paciente. El Dr. Jung afirmó que no se puede hablar de compresión en aquellos casos que es unilateral, pues al final todo depende de la compresión del paciente. Por lo tanto la compresión debe tener "el carácter de un acuerdo y ser el producto de la reflexión de ambos" ("La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños", 1934).

Usualmente el inicio de una neurosis o una psicosis está marcado por la aparición de sueños que presentan gran importancia y contienen indicaciones sobre las causas y significado de la patología. Según el psiquiatra, el fenómeno se podría explicar como el último intento del inconsciente por hacer brotar símbolos que podría proporcionar una valiosa línea de conducta. Sigue la exposición diciendo, que el brote de una neurosis o una psicosis está marcado por un período de perturbación donde empieza a desaparecer la sensación de seguridad inherente a la vida normal. Esta inestabilidad produce alteraciones en el inconsciente que se rebelan contra la perturbación y la unilateralidad de la consciencia, provocando el sueño en cuestión. Según el suizo este tipo de sueño, junto a los sueños de la primera infancia, son más importantes que se puedan encontrar.

Según el suizo el peligro de la compresión unilateral radica en que el analista enjuicie al sueño basándose en un prejuicio o una teoría predeterminada. En este caso el éxito de la curación descansaría solamente en la sugestión, ejerciendo acciones sobre la independencia del carácter del paciente, cosa que es preferible evitar. El proceso analítico como el Dr. Jung lo concibió, se

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refiere a la maduración de la personalidad superior a la sugestión, que según el mismo, es solo para salir de apuros, afirmando que la sugestión habría que evitarla por considerándola incompatible con el principio de la terapia analítica. El Dr. Jung continua explicando que "Quien quiera evitar la sugestión consciente tiene que considerar sin valor la interpretación del sueño, hasta que se encuentre una fórmula que obtiene la conformidad del paciente" ("La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños", 1934). La anterior seria una regla fundamental indispensable para el análisis de aquellos sueños cuya falta de transparencia indican la incomprensión tanto del analista como del paciente. Por lo tanto se debería renunciar a todo prejuicio teórico y estar en la disposición a descubrir una teoría del sueño completamente nueva en cada caso.

b. El análisis de los sueños en psicoterapia.

Para el Dr. Jung una interpretación es "una hipótesis, una simple tentativa de leer un texto desconocido" ("La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños", 1934). Solo en muy contadas ocasiones, es posible analizar un sueño aislado con alguna seguridad. El análisis alcanza una seguridad relativa cuando abarca una serie de sueños que permite rectificar en sueños sucesivos, los errores cometidos en el análisis de sueños anteriores.

Por la razón antes mencionada, el Dr. Jung invitaba a sus pacientes a registrar atentamente sus sueños y su análisis correspondiente. Adicionalmente les instruía a que los mismos prepararan sus sueños de manera dedicada, de modo que el acudir a su consultorio, estos llevaran los sueños anotados con su estructura. En las etapas posteriores disponían que elaboraran y completaran las interpretaciones. De esta forma el paciente aprendía a proceder correctamente con su inconsciente sin la intervención del analista.

Según el Dr. Jung esto era posible asimilando el contenido del inconsciente. En este orden de ideas las asimilación significa "la compenetración mutua de contenidos conscientes e inconscientes y no la valoración unilateral, la trasformación o falseamiento del contenido inconsciente por obra de la consciencia, según se piensa y se practica corrientemente" ("La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños", 1934).

El Dr. Jung expone que el inconsciente es un "ente natural moral, estética e intelectualmente indiferente, que solo resulta verdaderamente peligroso cuando nuestra posición frente a él es irremisiblemente falsa. A medida que nos separamos del inconsciente aumenta su peligrosidad. Pero en el momento en que el paciente comienza a asimilar su contenido disminuye también el peligro del inconsciente. La disociación de la personalidad, la temerosa diferenciación de anverso y reverso, termina con la asimilación progresiva".

Esta regla es posible apreciarla en la interpretación de los sueños, ya que la compensación se produce entre la consciencia y el inconsciente. Durante el análisis siempre es importante preguntarse ¿Qué actitud consciente compensa tal o cual sueño?

Es de suma importancia estimar el contenido de un sueño e incluirlo en la posición de la consciencia, como un factor que también es decisivo. De no hacerlo, se continúa en la misma

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situación excéntrica que originó la compensación. Si se colocase el contenido inconsciente en el lugar de la consciencia, desplazaría a este último, volviéndose a presentar el contenido anteriormente consciente en la inconsciencia como un fenómeno compensatorio. Por esta razón cada sueño representa una fuente de información y regulación, por lo tanto representa uno de los recursos más eficaces para la estructuración de la personalidad. Como se mencionó anteriormente, el Dr. Jung relató que cada vez que interpretaba un sueño se preguntaba ¿Qué actitud consciente compensa el sueño? De esta forma se puede relacionar el sueño con la posición consciente, por lo tanto el psiquiatra afirma que no se puede interpretar un sueño, ni siquiera aproximadamente si no se conoce la posición de la consciencia, por lo que se pude concluir que "existe una estrecha relación de causalidad, escrupulosamente equilibrada, entre la consciencia y el sueño" ("La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños", 1934).

Al momento de incorporar el contenido de un sueño a la actitud consciente del paciente, se debe preguntar no solo que genera dicho contenido sino también el objetivo del mismo. Por otro lado es de suma importancia que el contenido inconsciente no hiera o destruya ningún valor positivo de la personalidad consciente, pues de lo contrario no podría asimilarse. Es necesario conservar los valores de la personalidad consciente ya que la compensación es efectiva cuando coopera con una consciencia integral. "La asimilación nunca es cuestión de esto o aquello, sino siempre de esto y aquello" ("La Aplicación Práctica del Análisis de los Sueños", 1934). Adicionalmente es importante conocer las convicciones filosóficas, religiosas y morales de la consciencia con respecto al simbolismo del sueño.

El Dr. Jung expuso que si tuviera que interpretar un sueño teórica o científicamente, hasta agotar los recursos, debería relacionar los símbolos con los arquetipos, pero afirma que estos seria un verdadero error, ya que la situación momentánea del paciente demanda cualquier cosa excepto una desviación hacia la teoría del sueño. Por esta razón, en la práctica es recomendable considerar el significado del sueño en relación a la situación de la consciencia, es decir tratar al símbolo como si no fuera fijo, renunciando a saberlo todo de antemano e investigar lo que las imágenes significan para el soñante. Por esta razón la interpretación teórica sirve de poco y usualmente no pasa del inicio. Cuando el analista utiliza demasiado el significado de los símbolos permanentes puede caer en la rutina, el dogmatismo y por ende arruinar el proceso.

El psiquiatra continúa exponiendo que los fenómenos psíquicos son de una extraordinaria complicación y solo puede comprenderse "desde una gran altura" y aun así su compresión se logra únicamente por intuición. Por esta razón son tan importantes los símbolos.

En resumen los pasos a tener en cuenta al momento de analizar un sueño son los siguientes:

Después de realizada la anamnesis, se debe conocer la situación consciente momentánea del soñante. De igual forma es importante conocer los presupuestos filosóficos, éticos y morales del mismo.

Una vez que el paciente relate el sueño es aconsejable identificar su estructura, destacando los personajes involucrados, el escenario, la trama y las diferentes etapas del sueño.

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Después es necesario preguntarse ¿Qué contenido consciente esta compensando el sueño?

Se debe realizar un examen de contexto o contextura en torno a las imágenes del sueño. Es importante restringirse a las imágenes propias del sueño ya que un desvío nos alejaría de sus contenidos.

Se debe plantear una hipótesis tentativa del análisis del sueño.

Se deben intercambiar opiniones con el paciente en base las hipótesis obtenidas para conocer la opinión de este en base a estas ideas. Es importante que las opiniones del analista no quiebren la integridad de la consciencia, así como no busquen que el contenido inconsciente desplace los contenidos de la consciencia.

Este intercambio de ideas debe mantenerse hasta que ambas partes se sientan de acuerdo con las conclusiones obtenidas.

Se debe hacer el seguimiento del contenido de sueños sucesivos para confirmar las opiniones emitidas hasta entonces o rectificar la dirección propuesta.

El Dr. Jung expuso que el procede de la siguiente forma durante el análisis de un sueño. Primero, divide una página en tres columnas, en la izquierda escribe el sueño espaciando sus frases sucesivas; en el centro, que es un poco más ancha, se escribe el contexto onírico (que se realiza con la ayuda de las asociaciones, como se menciona anteriormente); a la derecha de la hoja, se escriben las conclusiones que se pueden obtener del análisis del conjunto.

La segunda columna (la del contexto) debe ser llenada con los materiales proporcionados por el soñante, pues es el único que puede describir lo que ciertas imágenes oníricas significan para él. Para el analista es imposible saber desde afuera qué función asume determinada imagen, por esta razón los símbolos de los sueños son esencialmente de naturaleza individual. Una vez establecido el contexto, la estructura del sueño aparece mucho más clara y se puede arriesgar a llegar a ciertas conclusiones.

En línea general, el sueño es tratado como si fuera "una inscripción fragmentaria que acabará de ser descubierta que no pudiéramos descifrar y que intentáramos hacer legible" con la asistencia de informaciones y complementos extraídos del soñante.

c. Valor curativo de las imágenes arquetipales.

Según el Dr. Jung, la medicina antigua se focalizaba en elevar a un plano de consciencia superior, el estado inconsciente en que se debate el paciente. En algunos casos donde los médicos eran as u vez sacerdotes, se esforzaban de llevar la patología a un plano mitológico con la ayuda de algún texto sagrado. En la antigüedad el paciente podía ser sumergido más fácilmente en el inconsciente colectivo mediante un relato, cuyas imágenes se apoderaban de toda su anatomía restableciendo el equilibrio comprometido.

Cierre

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Siendo el Dr. Jung, uno de los investigadores que se desarrolló en un período que podríamos llamar de transición, entre la época Moderna y Posmoderna, los fundamentos epistemológicos de su obra se ven plagados de una mixtura de diferentes paradigmas. Las opiniones expuestas en esta recopilación tienen casi un siglo de haber sido escritas y aunque muchos analistas post junguianos han realizado nuevos aportes para el análisis de los sueños, las ideas fundamentales siguen siendo las mismas dentro de los círculos de formación de estudiantes.

Con el devenir de las décadas, la creación de organización internacionales relacionadas a la psicoterapia, la formación de profesionales y la publicación de nuevas investigaciones, podremos ser partícipes de la evolución de los diferentes métodos psicoterapéuticos con el objetivo de ayudarnos a ser un poco más sanos.

In En general, es el proceso mediante el cual se forman y diferencian los seres individuales; en particular, es el desarrollo del individuo psicológico como un ser distinto, de la psicología colectiva general.

El objetivo de la individuación es nada menos que despojar al sí mismo de los falsos atuendos de la persona, por una parte, y del poder sugerente de las imágenes primordiales, por otra.

Como el individuo no es un ser solo y separado, sino que su misma existencia presupone una relación colectiva, se deduce que el proceso de individuación debe conducir a relaciones colectivas más amplias e intensas, y no al aislamiento.

La individuación no nos cierra las puertas al mundo, sino que reúne el mundo para sí.

La individuación tiene dos aspectos principales: en primer lugar, es un proceso interno y subjetivo de integración, y en segundo término, es un proceso igualmente indispensable de relación objetiva. Ninguno puede existir sin el otro, aunque a veces uno de los dos predomina.

La individuación nos separa del ajuste personal y, por lo tanto, de la colectividad. Esa es la culpa que el individuando deja tras sí para el mundo, ésa es la culpa que debe tratar de redimir. Debe ofrecer un rescate en lugar de sí mismo, es decir, debe entregar valores que sean un sustituto equivalente a su ausencia en la esfera personal colectiva. Sin esta producción de valores, la individuación final es inmoral y –más que eso- suicida...

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El individuando no tiene motivo a priori para reclamar ningún tipo de consideración. Debe contentarse con cualquier consideración que fluya hacia él desde afuera en virtud de los valores que él crea. La sociedad tiene el derecho y el deber de condenar al individuando si deja de crear valores equivalentes.

El conflicto real con la norma colectiva sólo surge cuando el camino individual se convierte en norma, que es el verdadero objetivo del individualismo extremo. Naturalmente, este objetivo es patológico y enemigo de la vida. Por consiguiente, no tiene nada que ver con la individuación, que, aunque pueda emprender un camino individual, precisamente por esto necesita la norma para su orientación en la sociedad y para la relación vitalmente necesaria del individuo con la sociedad. Por lo tanto, la individuación, conduce a un aprecio natural de la norma colectiva.

La meta del proceso de individuación es la síntesis del sí mismo.

Una y otra vez veo que el proceso de individuación se confunde con la toma de conciencia del yo y que en consecuencia el yo se identifica con el sí mismo, lo que naturalmente produce una confusión conceptual sin destino. Entonces, la individuación sólo es egocentrismo y autoerotismo. Pero el sí mismo comprende una infinidad de cosas mas que el mero yo, como desde antaño lo ha demostrado el simbolismo. Es tanto el sí mismo propio, y todos los demás si mismos, como también el yo.

La meta es importante sólo como una idea; lo esencial es el opus que conduce a la meta: ése es el objetivo de toda una vida.

Para comenzar pienso que son útiles algunas definiciones: la psicología analítica es también conocida como psicología de los complejos, psicología arquetipal o psicología Junguiana, siendo este su nombre más común; fue introducida en el campo del estudio del alma humana por Carlos Gustavo Jung. Este fue un psiquiatra, psicólogo y pensador suizo, alumno y contemporáneo de Sigmund Freud, de quién se separa después de intensos años de colaboración. Consideraba Jung que la estructura psicoanalítica dejaba fuera de comprensión una serie de pulsiones y motivaciones en el devenir del Hombre.

Por citar algunas de las divergencias diré que para Freud la energía que guía la conducta humana (Líbido) es de origen sexual (erótico) o tanático (destructivo)

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Para Jung la energía es más variada e indefinida, plantea otras necesidades tales como: de trascendencia (reflexivas ó religiosas), de poder (Adler), de hacer cosas, de búsqueda de la plenitud de su existencia, de cumplir con el paradigma existencial, etc.

Freud descubre el Inconsciente y establece que este es un contenido oculto y dinámico de la psique, el cual determina nuestra conducta. Para él esta forma de los contenidos psíquicos está condicionado por la historia personal, es decir que en el encuentro entre el mundo de los instintos y el medio ambiente, los seres humanos vamos aceptando o reprimiendo aquellas vivencias, emociones y deseos. Cuando ellos amenacen nuestra estabilidad y sobrevivencia los represamos en ese departamento psíquico.

Para Freud el alfa y omega de dinámica psíquica estaba fundamentada en las relaciones del niño con sus padres, para explicarla recurre a la mitología Griega y, en la tragedia de Edipo, encuentra el modelo imaginario que da forma a sus ideas.

Jung, tomando como referencia las teoría de su maestro y amigo, se cuestiona la exclusividad del mito; en sus reflexiones, se pregunta ¿por qué basar la conducta humana en una sola historia siendo tan siendo tan rico el Panteón mítico? ¿No se estará siguiendo un patrón monoteísta en contra del politeísmo intrínseco del actuar de los seres humanos?

Las anteriores reflexiones lo llevan a estudiar mitología, y a establecer que los humanos nos comportamos muy distintamente. Esta divergencia parece estar fundamentada en patrones de aprehender y vivenciar. Los patrones se repiten en todas las sociedades y que son ellos los que nos han permitido sobrevivir. A estos formas de estar y vivir llamó Jung, Arquetipos.

Los Arquetipos son eternos, son equiparables a las Ideas Platónicas, ellos se revestirán con los ropajes de la cultura, la educación, la herencia, etc.

Los Arquetipos se deberían encontrar en un lugar aún no descubierto del alma. Jung definirá a este estrato, "Inconsciente Colectivo."

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El Inconsciente Colectivo que se expresa en imágenes y cuya realidad podemos corroborar por la universalidad de los mitos, leyendas, expresiones del folklore y por la emergencia espontanea en sueños y fantasías, de símbolos que pertenecen al todo de la humanidad.

Por último, y ya podemos entrar en la materia de este trabajo, para Freud la conducta humana tenía un "Por qué," esta determinada. Hacíamos esto ó aquello sin saber, debido a qué tenemos vivencias y deseos que no aceptamos en nosotros mismos, las reprimimos y, desde el inconsciente, pugnan por su expresión.

Para Jung, ampliando el concepto, además de existir este "Por qué" existe un "Para qué." Los seres vivos estamos aquí para cumplir con un paradigma existencial, con una entelequia. Este desarrollo esta guiado por la ecuación arquetípica que cada uno de nosotros, en forma universal y personal debe cumplir. Así la forma de vivir de cada uno, si bien guiada por patrones universales, será individual, y tremendamente variada. Tan variada como las imágenes que nos aportan las distintas mitologías. No hay que olvidar que la mitología es psicología expresada en imágenes. Las mitologías fueron los intentos más profundos y primarios del ser humano por entenderse.

El proceso mediante el cual cada uno de nosotros viene a ser lo que intrínsecamente y potencialmente es, desde su nacimiento hasta la muerte, fue llamado por Jung, "Proceso de Individuación." En otra metáfora, podemos decir que individuación es aquel proceso mediante el cual cada uno de los seres vivos logra desarrollar y vivir su propio mito.

No se piense románticamente que es este un proceso fácil. Para cumplirlo hay que sacrificar y renunciar. Es este, sin embargo, un camino inevitable. Cuando lo traicionamos nuestra alma sufre y si este sufrimiento se prolonga, no es reflexionado é integrado, terminamos por enfermarnos. En otras palabras cuando le damos la espalda a nuestra mismidad nos dañamos, algo en nosotros queda lesionado. Tienen estas heridas sentido reestructurativo a pesar de todo. Ellas son intentos del alma por corregir el rumbo. De no cumplirse su intención morimos la peor de las muertes, la del alma.

El Proceso de Individuación de una metáfora de la vida, de mi vida como individuo y de mi vida como ser social.

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Al ser concebido, en el primer huevo, en la primera célula, todo el potencial diferenciante del indivuduo se encuentra engramado en lo genes. Toda la experinecia de humanidad está condensada en ese micromundo. De otra forma no podríamos explicarnos como, de esta unicidad indiferenciada, nacen tejidos y estructuras tan especializadas y diversas.

Una vez nacidos vamos a ser transformados por nuestras experiencias educativas y vivenciales. Cuando un niño nace está indefenso, requiere de la madre para sobrevivir. Se genera una urdimbre entre la madre y el niño, esta debe ser rota por la vida y la mismidad. Peor aún, al romperse este vínculo nos quedamos solos. Todos le tememos a la soledad, es un estado contra-natura, ya que todos buscamos la felicidad ó, al menos, no sufrir. En este momento, si la madre ofrece sus brazos protectores, corremos de vuelta a ella. Nuestra vida se trunca y nuestra entelequia se paraliza.

Otro riesgo es sumergirnos en la inmensidad de nuestro aislamiento. Creamos entonces un mundo individualístico y egoísta donde solo caben yo y mis fantasmas.

La tercera forma, la de la individuación, es construir mi mismidad y, aceptado y trascendiendo mi soledad, encontrarme con otras mismidades. Este encuentro debe ser erótico y mutual.

Lo que es cierto para mi como individuo parece ser cierto para mi como sociedad.

De la sociedad tribal a la mutualidad y el Proceso de Individuación.

Las sociedades originales, siguiendo la línea del pensamiento anterior, surgen de la masa confusa de los tiempos.

"Al principio creó Dios el cielo y a tierra. La tierra era confusión y caos, y las tinieblas cubrían la faz del abismo, más el espíritu de Dios se movía sobre las aguas" (Génesis 1: 1,2,)

Me parece oportuno aclarar que estoy hablando de psicología individual y social. Que estoy robándole a La Biblia sus metáforas para amplificar mi tesis. Digo esto para no generar confusión en el lector, que pudiera pensarme como místico ó como proselitista. La misma metáfora se encuentra en "La Santería," en la mitología Griega, en las religiones Orientales, etc.

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Ante el caos y el temor, los seres humanos tendemos a unirnos en clanes, en grupos sociales donde podamos, desde nuestra inferioridad, defendernos de un mundo hostil y confuso. Esta necesidad esta fundamentada en la sobrevivencia, en un instinto que va, en el tiempo, a condicionar nuestra pulsión a crear grupos, a reunirnos en gremios van desde los Rotarios hasta las pandillas callejeras, pasando por AA., NA., Grupos de Soporte para Diabéticos, Sociedades Psicoanalíticas, Grupos Junguianos, etc.

Se generan las sociedades tribales. Estas le aportan al individuo su sentido de pertenencia, identidad y seguridad. Estas tribus se constituyen en "Egos" colectivos donde la persona se siente protegida y a salvo. Cualquier individuo que comience a cuestionarse y a cuestionar es peligroso para la tribu. Este debe pasar al exilio, ser reprimido ó ser transformado mediante una serie de ritos iniciáticos.

De cualquier forma lo importante en este momento es tener en cuenta la evolución de las sociedades y del individuo dentro de ellas.

En un primer estadio todo es confusión y temor.

En un segundo momento la identidad es tribal. El individuo debe negarse a sí mismo en función del bien común. La Sociedad le provee todo lo necesario para su bienestar. Esta etapa del desarrollo está descrita en los cuentos de hadas, los mitos, las leyendas y las historias del folklore, así como en las manifestaciones artísticas y/o creativas. vemos allí como se vive en un estado de inconsciencia paradisíaca. Este estado es roto por un desbalance, por un conflicto o por una necesidad.

Estas sociedades edénicas son imagos maternas. De la Gran Madre Tierra, de quién todos venimos y a la cual queremos, y tememos, regresar.

Cuando el individuo comienza a verse a si mismo como diferente. Cuando comienza a reflexionarse, que quiere decir inclinarse en si mismo y verse tal como él es. Se inicia el tercer proceso, en él nos volvemos individualistas--si es que no decidimos traicionarnos y nos regresamos--nos hacemos egoístas y nos aislamos. Creamos un territorio que defendemos con pies, uñas, dientes, con lo que sea. Cualquier extraño es sospechoso, incluso nuestros padres, hermanos, hijos y amigos. Yo soy yo, puedo y debo hacer lo que mi yoicidad me dicte.

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Lo anterior ha sido llevado a extremos tales, que encontramos personas que se permiten tener una moral propia. A ellos no les importa transgredir cualquier límite con el fin de satisfacer sus deseos y sus instintos. Seres humanos que, cuando parecen tener alguna sensibilidad social, ella está fundamentada en la visión que ellos tienen de la realidad. Baste con observar a los líderes religiosos, políticos ó de cualquier grupo. Si arañamos ligeramente la superficie de su discurso, nos percatarnos de que sus "altos ideales" están al servicio de su visión egoísta y personal.

Es este, sin embargo, un proceso necesario de desidentificación por el cual todos podemos, y debemos, pasar. Este momento debe coincidir con la adolescencia, cuando se prolonga más allá de ella, hablamos de la cristalización de un proceso.

También la sociedades pasan por esta etapa. Basta con ver el panorama internacional. En él hay países que se consideran desarrollados, hiper-desarrollados, subdesarrollados o en vías de desarrollo. Los primeros, en su concepción individualista, pretenden hacer vivir al resto del mundo de acuerdo a sus patrones. Lo triste es que hay países que, en su minusvalía y sentimientos de profunda depresión, se tragan el cuento y se mimetizan, con lo cual traicionan sus procesos.

En las naciones Latino-Americanas, estamos presenciando el inicio del desarrollo hacia la individualización. La descentralización, la liberación del gobierno central, la emergencia espontanea, y aún caótica, de micro-empresas de individuos. Así como el temor de las clases dirigentes tradicionales a estos cambios, nos recuerdan nuestra adolescencia, cuando queríamos pensar por nosotros mismos y nuestros padres, si no eran adecuados, nos lo prohibían con el solo pretexto de que ellos son mayores. No hay que olvidar que una de las características de la vejez es la negativa a cambiar y a aprender cosas nuevas, el aferrarse a las estructuras antiguas.

También nos recuerda a la adolescencia la cantidad de errores y ensayos que desplegamos. Por medio de la experimentación, por el fracaso y el éxito, vamos incorporando aprendizajes. Esta sabiduría propia de la edad madura debe acompañarse de el entusiasmo de la juventud.

Por lo tanto, el individualismo, es una etapa necesaria en el desarrollo. No debe tampoco cristalizarse transformándose en egoísmo, aislamiento, tiranía y abuso. Debe trascenderse a la siguiente etapa, la de la "Mutualidad."

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Mutualidad puede definirse como aquel momento en el cual el individuo es uno en relación erótica y responsable con sus semejantes, con la sociedad en la cual le toca vivir y con su ambiente.

El individuo en esta etapa es crítico, cuestiona y piensa por si mismo, entendiendo que otros pueden divergir de sus opiniones sin que por ello el tenga que dejar las propias. Puede convivir responsablemente con "El Otro", con él se puede encontrar, dialogar, diferir, pelear, etc.

Esta sociedad mutual no la podemos concebir como un ideal Hippie, divorciada de las pasiones, de las mezquindades y de las inferioridades de la vida misma.

Es por medio de reconocernos en nuestra maldad, de nuestra limitaciones. Es en nuestra "Prima materia" pestilente, donde podemos conocernos, aceptarnos y convivir.

Creo que los ejemplos son redundantes y dejo a la imaginación crítica del lector la libertad de llenar los vacíos, de descubrir los errores y de señalar las deficiencias de este trabajo.

Las cuatro funciones psíquicas

Jung presenta a través de los Tipos Psicológicos su Teoría de la Personalidad. La integración de los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales de la mente dan lugar a formas de relaciones objetales. Jung fue uno de los primeros teóricos de las relaciones objetales y el único de los psicólogos dinámicos clásicos que presentó una Teoría de la Personalidad perfilada. La Personalidad en la concepción jungiana gira en torno a tres polaridades: (1) extroversión/introversión, (2) sensación /intuición y (3) pensamiento/sentimiento.

Entre las formas de relación de objeto (relaciones con otras personas e intereses) esta la polaridad Extroversión/Introversión. Los sujetos extrovertidos están orientados hacia el exterior, hacia las personas, objetos, intereses y situaciones externas. Su reflexión personal esta vinculada a la comprobación y el razonamiento en base a la actividad externa. Los sujetos introvertidos están orientados hacia el mundo interno, especialmente sus pensamientos, reflexiones e imágenes mentales. La extroversión y la introversión son conceptos de los que se sirve la Psiquiatría y la Psicología actual para estudiar la Personalidad.

El segundo eje de relación de objeto es el Eje Perceptivo de la Sensación y la Intuición. La percepción de la Sensación conlleva a apreciar los detalles específicos de las situaciones en el presente. La Intuición por su parte es un modo de aprehensión de la realidad psíquica que integra totalidades en vez de partes y ve el mundo de las posibilidades. El tercer eje de relación de objeto

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está vinculado a como se elabora o procesa la información en la Psique una vez percibida. Esta área Jung la llama la polaridad Pensamiento/Sentimiento. Los sujetos con predominio del pensamiento elaboran sus percepciones en base a juicios basados en la lógica y el razonamiento, mientras que aquellos en que predominan los sentimientos elaboran sus percepciones en base a sus estados afectivos.

La Libido o energía vital puede adoptar cuatro Funciones Psíquicas en la actividad del individuo: Pensamiento, Sentimiento, Sensación e Intuición.

El Pensamiento está relacionado con el razonamiento y la reflexión lógica de los hechos, con el juicio racional. El Sentimiento se relaciona con la percepción afectiva del mundo interno y externo. La Sensación se vincula a la percepción más física del mundo. La Intuición es un modo de relación con el mundo que conlleva la conciencia inmediata y global de las cosas. En el Consciente siempre estará la función más desarrollada mientras que en el Inconsciente estará la opuesta sin desarrollar y por tanto en un estado bastante “primitivo”. Cuando la función inconsciente emerge irrumpe y posee a la Personalidad. Es muy importante hacer consciente la función “inferior” porque forma parte de la Sombra y es esencial en el proceso psicoterapéutico la integración de la misma.

INTRODUCCION

Este informe tratará sobre los conceptos de inconsciente personal e inconsciente colectivo, propuestos por Carl Gustav Jung.

Primero, entregaremos las características generales del inconsciente según Jung, donde encontraríamos el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. Segundo, se definirá el inconsciente personal y su estructura básica, el complejo; la posibilidad de hacer conscientes los contenidos del inconsciente personal, la necesidad de esto y la existencia contenidos inconscientes más allá de lo personal. En tercer lugar, se definirá lo que es inconsciente colectivo y su estructura básica, el arquetipo; se hablará de los métodos que usaba Jung para estudiar el inconsciente colectivo y los efectos perjudiciales que tiene el no considerarlos, tanto para el individuo como para la sociedad.

Este trabajo abordará el tema del inconsciente personal y colectivo sin profundizar en el tema del complejo ni del arquetipo, estructuras conformantes de éstos, ni se ahondará en los desequilibrios que puede provocar la importancia excesiva de una función de la psique por otra.

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El modelo de Jung d la psique humana pertenece a las corrientes psicodinámicas, en su rama analítica.

CONTENIDOS Y LÍMITES DEL INCONSCIENTE PERSONAL Y COLECTIVO

Para Jung, el inconsciente cubriría "todos los contenidos o procesos psíquicos inconscientes, es decir, no relacionados con el ego en forma perceptible"(SHARP, 1994, pag.102); en él existiría un continuo, de acuerdo al grado en que el proceso sea más cercano al instinto o a la consciencia; por un lado, encontramos los llamados procesos psicóideos, "que pertenecen a la esfera de lo inconsciente en calidad de elementos incapaces de conciencia"(JUNG, 1991, pag.128), que están muy relacionados con la base instintiva; por otro, los contenidos que pertenecieron a la consciencia y que la represión los obliga a permanecer bajo el umbral de ésta. A los primeros, cuya más importante fuente radicaría en patrones-tipos de conducta y representación comunes a todos los seres humanos, los denomina Jung inconsciente colectivo, con los arquetipos como estructura básica; a los segundos, producto de la represión y de contenido más complejo y volicional, serían parte del inconsciente personal, con los complejos como estructura básica.

Jung supone que el inconsciente no es se encuentra en estado de inactividad "sino que constantemente está ocupado en la agrupación y reagrupación de los contenidos" (JUNG, 1964, pag.52); esta actividad se realiza para mantener el equilibrio de la psique completa, compensando el inconsciente cualquier omisión del ego de las motivaciones personales no reconocidas conscientemente, provocando la unilateralidad de la personalidad. Esta actividad estaría regulada en los estados de normalidad por la consciencia y sólo estaría en libertad, relativa absoluta, en la presencia de patología: la neurosis sería una "leve disociación de la personalidad debido a la activación de complejos" (SHARP, 1994, pag.130) en la cual "la energía retrocede y se activan contenidos inconscientes en un intento por compensar la unilateralidad de la consciencia"(SHARP, 1994, pag.131); la psicosis sería la completa disociación de la personalidad, en la cual los complejos están completamente desconectados de la conciencia o, como formularía más tarde Jung, la consciencia se vería inundada por el inconsciente colectivo.

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INCONSCIENTE PERSONAL

El inconsciente personal, para Jung, contiene "recuerdos perdidos, ideas dolorosas que están reprimidas (es decir, olvidadas adrede), percepciones subliminales [...] y, finalmente, contenidos que aún no están listos para la consciencia"(SHARP, 1994, pag.106). La estructura básica del inconsciente personal lo constituye el complejo, que puede considerarse como la red de pensamientos, sentimientos y actitudes mantenidas por una idea nuclear o disposición central, pudiendo ser tan poderoso que cuando es activado funciona fuera del control del ego. No siempre los complejos son algo perjudicial, ya que hay complejos que puedan realzar la vida y contribuir al mejoramiento de la humanidad. Jung creía que muchos de los más grandes logros del mundo eran los productos de complejos que lo consumen todo.

La característica principal del inconsciente personal es que contenidos de éste, y específicamente los contenidos reprimidos, tienen la cualidad de que pueden volver a ser conscientes con el reconocimientos, de la persona, de la existencia de éstos. A estos materiales Jung los llama contenidos personales, por cuanto sus efectos o su aspecto parcial o su procedencia pueden demostrarse en nuestro pasado personal. Los contenidos personales serían partes integrantes de la personalidad, y que frente a su falta, la consciencia respondería con un sentimiento moral. "La inferioridad sentida moralmente demuestra que la porción carente es una cosa que, realmente en relación al sentimiento, no debería faltar" (JUNG, 1964, pag.64). La presencia de la sensación de inferioridad demuestra la necesidad de asimilar en el consciente ciertas partes del inconsciente. Este proceso de asimilación trae consigo la transferencia hacia la consciencia de los contenidos del inconsciente personal, por lo cual la persona amplía el área de su personalidad, en lo referente a la consciencia moral y la autocomprensión, ya que los contenidos traídos al consciente generalmente son contenidos desagradables que, por lo tanto, estaban reprimidos.

Jung creía que el inconsciente personal poseería una capacidad limitada, al igual que la existencia individual, por lo que sería posible un llamado agotamiento del inconscientes por el análisis haciendo el inventario de todos los contenidos inconscientes, el inconsciente ya no puede trabajar en formas distintas a las que trabaja el consciente. Jung plantea, asimismo, que "al anularse la represión, quedará inhibida la producción inconsciente por detenerse el descenso de los contenidos conscientes en el inconsciente"(JUNG, 1964,pag.52); esto es posible, como dice el autor, en una medida muy limitada, ya que el inconsciente se sigue manifestando por sus vías de expresión normales - los sueños y las fantasías - lo que demostraría la presencia de contenidos inconscientes que desbordarían lo meramente personal.

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EL INCONSCIENTE COLECTIVO.

El inconsciente albergaría, también, todo contenido psíquico de carácter subliminal, el cual no ha alcanzado los límites de la consciencia. Junto a contenidos de la experiencia personal que nunca alcanzaron a ser percibidos pero fueron registrados, el inconsciente poseería dos tipos de procesos que no serían explicables a través de las adquisiciones personales: los instintos, los impulsos naturales y los contenidos que constituirían imágenes o adquisiciones de orden colectivo, predisposiciones compartidas por toda la gente y manifestado a sí mismo en la conducta, sin tener en cuenta la cultura. Estas imágenes se propagarían a lo largo del tiempo y e una forma universal, que surge gracias a una función psíquica natural. El inconsciente, por tanto, no sólo posee elementos de carácter personal, sino que también posee elementos de carácter impersonal o colectivos expresados en la forma de categorías heredadas o arquetipos, predisposiciones innatas que pueden producir realmente imágenes y conceptos poderosos. Entre los arquetipos importantes encontramos el poder, los de la relación con los miembros del sexo opuesto, los de creencia en algo más grande, la guía, la maternidad y la paternidad.

Es importante destacar que los arquetipos no son contenidos sino formas que, gracias a la experiencia individual repetida, son despertadas por los eventos con el mundo externo, ordenando las representaciones que "aseguran en todo individuo la similitud, y aún la igualdad, de la experiencia y de la creación imaginativa" (JUNG, 1991, pag.54).

En el estudio del inconsciente colectivo y el tratamiento de las afecciones psíquicas encontramos en Jung métodos basados en el concepto del arquetipo: por un lado, encontramos el estudio de la significación de los sueños, que no son considerados, como en la teoría freudiana, como satisfacción de los deseos de la libido, sino como mensajes el inconsciente que revelan el problema, tanto como la solución. Otro método, considerado por Jung uno de los más importantes, es el de la imaginación activa, en el cual el individuo une los materiales pasivos del inconsciente con influjos conscientes a través de alguna forma de autoexpresión, permitiendo la asimilación de contenidos inconscientes. Esta acción no se puede hacer, "por medio de un descenso a la esfera de los instintos, el cual sólo conduce a una inconsciencia incapaz de conocimiento o, peor aún, a un substituto intelectualista de los instintos" (JUNG, 1991, pag.155), sino que debe hacerse "a través de la integración de la imagen que significa ,y al mismo tiempo evoca, el instinto, aunque en una forma bastante diferente a la que se da en nivel biológico"(SHARP, 1994, pag.29). Este método tiene dos etapas: un sueño similar al que se realiza con los ojos abiertos, de naturaleza pasiva, y la participación consciente en las imágenes fantaseadas, de naturaleza crítica.

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Muchos arquetipos deben satisfacerse, ya que constituyen poderosas necesidades humanas, cuya frustración provoca trastornos graves en la personalidad, ya que son instigaciones que vienen de nuestro interior. La falla en tomarlos en cuenta, como la falta de conocimiento o atención a fuerzas externas, los dotan con poder sobre nosotros, adueñándose del ego cuando no han sido satisfechos a través de la conducta. Generalmente, la religión y las tradiciones culturales han sido la expresión externa de los arquetipos, con distintos ritos y acciones que preparaban al individuo para enfrentarse a la fuerza de éstos de una manera integral; en nuestra cultura, la pérdida de estos baluartes ha dado lugar a la creación de variados "ismos" (comunismo, capitalismo), que creen borrar la supersticioso de las costumbres a partir de los supuestos racionales, pero que no entregan los elementos espirituales que permitan encarar al arquetipo de manera constructiva, haciendo caer a los individuos en la masa y en la consciencia social, dejándolos a merced del poder del inconsciente colectivo.

INTRODUCCION

Este informe tratará sobre los conceptos de inconsciente personal e inconsciente colectivo, propuestos por Carl Gustav Jung.

Primero, entregaremos las características generales del inconsciente según Jung, donde encontraríamos el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. Segundo, se definirá el inconsciente personal y su estructura básica, el complejo; la posibilidad de hacer conscientes los contenidos del inconsciente personal, la necesidad de esto y la existencia contenidos inconscientes más allá de lo personal. En tercer lugar, se definirá lo que es inconsciente colectivo y su estructura básica, el arquetipo; se hablará de los métodos que usaba Jung para estudiar el inconsciente colectivo y los efectos perjudiciales que tiene el no considerarlos, tanto para el individuo como para la sociedad.

Este trabajo abordará el tema del inconsciente personal y colectivo sin profundizar en el tema del complejo ni del arquetipo, estructuras conformantes de éstos, ni se ahondará en los desequilibrios que puede provocar la importancia excesiva de una función de la psique por otra.

El modelo de Jung d la psique humana pertenece a las corrientes psicodinámicas, en su rama analítica.

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CONTENIDOS Y LÍMITES DEL INCONSCIENTE PERSONAL Y COLECTIVO

Para Jung, el inconsciente cubriría "todos los contenidos o procesos psíquicos inconscientes, es decir, no relacionados con el ego en forma perceptible"(SHARP, 1994, pag.102); en él existiría un continuo, de acuerdo al grado en que el proceso sea más cercano al instinto o a la consciencia; por un lado, encontramos los llamados procesos psicóideos, "que pertenecen a la esfera de lo inconsciente en calidad de elementos incapaces de conciencia"(JUNG, 1991, pag.128), que están muy relacionados con la base instintiva; por otro, los contenidos que pertenecieron a la consciencia y que la represión los obliga a permanecer bajo el umbral de ésta. A los primeros, cuya más importante fuente radicaría en patrones-tipos de conducta y representación comunes a todos los seres humanos, los denomina Jung inconsciente colectivo, con los arquetipos como estructura básica; a los segundos, producto de la represión y de contenido más complejo y volicional, serían parte del inconsciente personal, con los complejos como estructura básica.

Jung supone que el inconsciente no es se encuentra en estado de inactividad "sino que constantemente está ocupado en la agrupación y reagrupación de los contenidos" (JUNG, 1964, pag.52); esta actividad se realiza para mantener el equilibrio de la psique completa, compensando el inconsciente cualquier omisión del ego de las motivaciones personales no reconocidas conscientemente, provocando la unilateralidad de la personalidad. Esta actividad estaría regulada en los estados de normalidad por la consciencia y sólo estaría en libertad, relativa absoluta, en la presencia de patología: la neurosis sería una "leve disociación de la personalidad debido a la activación de complejos" (SHARP, 1994, pag.130) en la cual "la energía retrocede y se activan contenidos inconscientes en un intento por compensar la unilateralidad de la consciencia"(SHARP, 1994, pag.131); la psicosis sería la completa disociación de la personalidad, en la cual los complejos están completamente desconectados de la conciencia o, como formularía más tarde Jung, la consciencia se vería inundada por el inconsciente colectivo.

INCONSCIENTE PERSONAL

El inconsciente personal, para Jung, contiene "recuerdos perdidos, ideas dolorosas que están reprimidas (es decir, olvidadas adrede), percepciones subliminales [...] y, finalmente, contenidos que aún no están listos para la consciencia"(SHARP, 1994, pag.106). La estructura básica del

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inconsciente personal lo constituye el complejo, que puede considerarse como la red de pensamientos, sentimientos y actitudes mantenidas por una idea nuclear o disposición central, pudiendo ser tan poderoso que cuando es activado funciona fuera del control del ego. No siempre los complejos son algo perjudicial, ya que hay complejos que puedan realzar la vida y contribuir al mejoramiento de la humanidad. Jung creía que muchos de los más grandes logros del mundo eran los productos de complejos que lo consumen todo.

La característica principal del inconsciente personal es que contenidos de éste, y específicamente los contenidos reprimidos, tienen la cualidad de que pueden volver a ser conscientes con el reconocimientos, de la persona, de la existencia de éstos. A estos materiales Jung los llama contenidos personales, por cuanto sus efectos o su aspecto parcial o su procedencia pueden demostrarse en nuestro pasado personal. Los contenidos personales serían partes integrantes de la personalidad, y que frente a su falta, la consciencia respondería con un sentimiento moral. "La inferioridad sentida moralmente demuestra que la porción carente es una cosa que, realmente en relación al sentimiento, no debería faltar" (JUNG, 1964, pag.64). La presencia de la sensación de inferioridad demuestra la necesidad de asimilar en el consciente ciertas partes del inconsciente. Este proceso de asimilación trae consigo la transferencia hacia la consciencia de los contenidos del inconsciente personal, por lo cual la persona amplía el área de su personalidad, en lo referente a la consciencia moral y la autocomprensión, ya que los contenidos traídos al consciente generalmente son contenidos desagradables que, por lo tanto, estaban reprimidos.

Jung creía que el inconsciente personal poseería una capacidad limitada, al igual que la existencia individual, por lo que sería posible un llamado agotamiento del inconscientes por el análisis haciendo el inventario de todos los contenidos inconscientes, el inconsciente ya no puede trabajar en formas distintas a las que trabaja el consciente. Jung plantea, asimismo, que "al anularse la represión, quedará inhibida la producción inconsciente por detenerse el descenso de los contenidos conscientes en el inconsciente"(JUNG, 1964,pag.52); esto es posible, como dice el autor, en una medida muy limitada, ya que el inconsciente se sigue manifestando por sus vías de expresión normales - los sueños y las fantasías - lo que demostraría la presencia de contenidos inconscientes que desbordarían lo meramente personal.

EL INCONSCIENTE COLECTIVO.

El inconsciente albergaría, también, todo contenido psíquico de carácter subliminal, el cual no ha alcanzado los límites de la consciencia. Junto a contenidos de la experiencia personal que nunca

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alcanzaron a ser percibidos pero fueron registrados, el inconsciente poseería dos tipos de procesos que no serían explicables a través de las adquisiciones personales: los instintos, los impulsos naturales y los contenidos que constituirían imágenes o adquisiciones de orden colectivo, predisposiciones compartidas por toda la gente y manifestado a sí mismo en la conducta, sin tener en cuenta la cultura. Estas imágenes se propagarían a lo largo del tiempo y e una forma universal, que surge gracias a una función psíquica natural. El inconsciente, por tanto, no sólo posee elementos de carácter personal, sino que también posee elementos de carácter impersonal o colectivos expresados en la forma de categorías heredadas o arquetipos, predisposiciones innatas que pueden producir realmente imágenes y conceptos poderosos. Entre los arquetipos importantes encontramos el poder, los de la relación con los miembros del sexo opuesto, los de creencia en algo más grande, la guía, la maternidad y la paternidad.

Es importante destacar que los arquetipos no son contenidos sino formas que, gracias a la experiencia individual repetida, son despertadas por los eventos con el mundo externo, ordenando las representaciones que "aseguran en todo individuo la similitud, y aún la igualdad, de la experiencia y de la creación imaginativa" (JUNG, 1991, pag.54).

En el estudio del inconsciente colectivo y el tratamiento de las afecciones psíquicas encontramos en Jung métodos basados en el concepto del arquetipo: por un lado, encontramos el estudio de la significación de los sueños, que no son considerados, como en la teoría freudiana, como satisfacción de los deseos de la libido, sino como mensajes el inconsciente que revelan el problema, tanto como la solución. Otro método, considerado por Jung uno de los más importantes, es el de la imaginación activa, en el cual el individuo une los materiales pasivos del inconsciente con influjos conscientes a través de alguna forma de autoexpresión, permitiendo la asimilación de contenidos inconscientes. Esta acción no se puede hacer, "por medio de un descenso a la esfera de los instintos, el cual sólo conduce a una inconsciencia incapaz de conocimiento o, peor aún, a un substituto intelectualista de los instintos" (JUNG, 1991, pag.155), sino que debe hacerse "a través de la integración de la imagen que significa ,y al mismo tiempo evoca, el instinto, aunque en una forma bastante diferente a la que se da en nivel biológico"(SHARP, 1994, pag.29). Este método tiene dos etapas: un sueño similar al que se realiza con los ojos abiertos, de naturaleza pasiva, y la participación consciente en las imágenes fantaseadas, de naturaleza crítica.

Muchos arquetipos deben satisfacerse, ya que constituyen poderosas necesidades humanas, cuya frustración provoca trastornos graves en la personalidad, ya que son instigaciones que vienen de nuestro interior. La falla en tomarlos en cuenta, como la falta de conocimiento o atención a fuerzas externas, los dotan con poder sobre nosotros, adueñándose del ego cuando no han sido satisfechos a través de la conducta. Generalmente, la religión y las tradiciones culturales han sido

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la expresión externa de los arquetipos, con distintos ritos y acciones que preparaban al individuo para enfrentarse a la fuerza de éstos de una manera integral; en nuestra cultura, la pérdida de estos baluartes ha dado lugar a la creación de variados "ismos" (comunismo, capitalismo), que creen borrar la supersticioso de las costumbres a partir de los supuestos racionales, pero que no entregan los elementos espirituales que permitan encarar al arquetipo de manera constructiva, haciendo caer a los individuos en la masa y en la consciencia social, dejándolos a merced del poder del inconsciente colectivo.

EL INCONSCIENTE JUNGIANO.

A diferencia del concepto freudiano, el inconsciente en la obra de Jung es extraordinariamente rico y complejo, de una sorprendente riqueza y amplitud cualitativa y cuantitativa [2], que no solamente (aunque también) integra los contenidos reprimidos por ser inaceptables a la conciencia, y cuyo funcionamiento no está regulado únicamente por el llamado proceso primario (ausencia del principio de no-contradicción, alogia, libre desplazamiento, automatismos primitivos sin valor adaptativo, predominio del principio del placer y de inmediata descarga pulsional, etc.) [7] ya que en el seno del propio inconsciente junguiano [14] se dan procesos creativos (primordiales, autogenerados y no sólo reactivos a la experiencia de la consciencia yoica), teleológicos (orientados hacia un fin, objetivo o propósito), sincrónicos (coincidentes con otros sucesos por su significatividad y no por su causalidad espacio-temporal) [20], procesos a largo plazo que pueden durar toda una vida (no sólo descargas inmediatas), adaptativos (mejora la relación del sujeto con el mundo exterior) y trascendentes (hacen evolucionar al sujeto hacia una mayor madurez e integración personal.

Este último factor, el de la función trascendente como motor teleológico proveniente del inconsciente, resultó ser uno de los puntos de la teoría meta psicológica en los que Freud y Jung resultaron enteramente opuestos e irreconciliables: Freud se apoyaba en el materialismo positivista anglosajón (St. Mill, Spencer) y alemán (Haeckel, Moleschott) mientras que Jung se encuentra influido por la filosofía de la naturaleza y sus profundidades que va de Eckhardt a Dilthey pasando por Cusa, Paracelso, Boheme, Hegel y en parte Nietzsche. Además las marcadas personalidades de ambos psiquíatras sin duda influyeron decisivamente en el desarrollo teórico de la naturaleza, amplitud y contenidos del inconsciente: el extrovertido y racionalista Freud era ateo declarado, el introvertido e intuitivo Jung siempre se consideró un hombre abierto a lo numinoso y espiritual [14].

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Quizás el aspecto mas diferenciador entre la concepción freudiana y junguiana del inconsciente radica en la aceptación de éste último de un inconsciente colectivo u objetivo además del personal o subjetivo [9]. De hecho, al inconsciente personal se le considera un emergente resultante de la confrontación entre los posibles modelos preexistentes de experimentación potencial que radican en el inconsciente colectivo, y los avatares particulares y temporales que la vida hace acontecer al sujeto en el plano físico, psíquico y social. Asimismo la Psicología Analítica valora al inconsciente prioritariamente como no necesariamente patologizante para el individuo, sino poseedor de valiosos contenidos, procesos y potencialidades que serán de inestimable ayuda para el autoconocimiento y la evolución completa del hombre hacia su propia identidad [19].

LOS CONTENIDOS DEL INCOSCIENTE

Los contenidos que Jung describió como pertenecientes al inconsciente son múltiples, variados y pertenecientes a diferentes niveles de profundidad y complejidad del psiquismo. Su origen puede ser triple, en un esquema común a la idea de series complementarias de S. Freud [8], esto es la constitución innata colectiva (herencia genética), las vivencias infantiles individuales traumáticas o defectuológicas (conflictos o carencias que funcionarán como elementos inhibitorios del desarrollo espontáneo armonioso futuro) y vivencias reprimidas de la vida reciente. Estas ideas se constituyeron en el fundamento teórico de la orientación general y técnicas específicas de la psicoterapia junguiana [10] e influenciaron poderosamente a otras formas terapéuticas como la del Ensueño Dirigido de R. Desoille [27] y terapias afines de autores tales como H. Leuner, A. Wolberg, A. Ahsen, M. Guillerey o E. Shorr.

Jung llegó a considerar una serie de elementos, algunos de los cuales se adelantaron a su tiempo, hoy día confirmados por comprobaciones etológicas [5] y otros datos provenientes de las neurociencias [32,34]. Podemos citar, ELABORANDO EN CIERTO GRADO los aportes junguianos [16,31] y RELACIONÁNDOLOS en un breve apunte con algunos autores psicoanalíticos:

1- Arquetipos e Instintos. Para Jung la psique del neonato no es una vacía "tabula rasa" sobre la que el medio externo marcará todos sus contenidos y procesos. Arquetipos e instintos representan modelos innatos preexistentes a toda experiencia sensorial y que generan, bajo ciertas necesidades y estímulos, unos prototipos de acciones (instintos) o unos modos privilegiados de captación del mundo (arquetipos). Son propios de la especie humana, se han ido

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seleccionando a lo largo de su filogenia y por ello constituyen parte del acervo genético específicamente humano. Preexisten a la experiencia concreta de un individuo en particular ya que son meramente formas heredadas sin contenido [17] y por ello son patrones universales y comunes a todas las personas independientemente de su condición, edad o sexo, educación formal o pertenencia a una cultura u otra de un tiempo histórico u otro; constituyen fundamentalmente lo que se conoce como inconsciente colectivo u objetivo [15]. Representan pre-programaciones potenciales, tendencias formativas o predisposiciones formales [5] que mediatizan privilegiadamente los modos posibles y concretos de experimentar, percibir, pensar, relacionarse con otros y en última instancia de progresar hacia el pleno desarrollo del potencial individual (individuación, diferenciación y mismidad) de cada ser humano.

Los arquetipos no son directamente accesibles a la consciencia ya que se encuentran vacíos de contenidos concretos, y por ello su conocimiento teórico es siempre aproximativo. Sus representaciones espontáneas y naturales, conocidas como imágenes arquetípicas de alto valor simbólico, esto es son plurisignificativos, sí pueden ser accesibles a la consciencia pero son muy variables en sus manifestaciones concretas (en contraste con el arquetipo único del cual derivan) dependiendo de factores culturales y sociales, así como de los momentos evolutivos por los que atraviesa un individuo en particular [30]. Tales imágenes arquetípicas pueden ser encontradas comunitariamente en las religiones, mitos, tradiciones rituales, leyendas folclóricas de todas las culturas y épocas [21]; y también pueden ser halladas individualmente en los sueños [6], visualizaciones espontáneas o inducidas (por ejemplo a través de la técnica de la Imaginación Activa), diferentes productos personales no voluntariamente provocados por el sujeto [18]… "Si el arquetipo es la estructura que tiende a hacer de nosotros un ser universal, la imagen arquetípica es lo que encierra nuestra singularidad" [30]. Con las diferencias teóricas reconocidas, los arquetipos y las imágenes arquetípicas muestran similaridades con ciertos desarrollos de las teorías psicoanalíticas de Melanie Klein sobre el "mundo interno" constitucionalmente heredado y sobre los "objetos parciales arcaicos" y las "fantasías primitivas" universales y típicas de la posición esquizo-paranoide generadas endógenamente por el infante pre-verbal [24]. Igualmente la noción de algo trascendente y preexistente al neonato, que estructurará el devenir del sujeto, es común a los arquetipos de Jung y a los significantes (el "Otro") de Jaques Lacan [40].

2- Elementos que nunca han sido conscientes. No son arquetipos, ya que pertenecen al inconsciente personal aunque sus raíces se encuentran en el inconsciente colectivo. Sin embargo no han podido acceder armoniosamente a la consciencia y por ello no son reconocidos como parte de la identidad del yo. Normalmente no están investidos por suficiente energía psíquica (libido en términos junguianos) para superar el umbral de la consciencia cotidiana, aunque eventualmente pueden ejercer sus efectos patógenos sobre el psiquismo por ejemplo a través de lo que se ha venido en denominar complejos inconscientes, es decir agregados perdurables de representaciones afectivas alrededor de un elemento nuclear significativo inconsciente [33], que

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funcionan de forma autónoma no integrada con los otros elementos de la psique, asociados a una peculiar carga emocional, que actúan como un "cuerpo extraño" intrusivo para el yo, y que pueden interferir, mediatizar o distorsionar poderosamente la forma de vincularse el sujeto consigo mismo (autoestima y propia imagen) y con los demás (sumisión, retraimiento o desconfianza) [22].

El yo no puede tomar consciencia de tales factores inconscientes meramente por un esfuerzo de voluntad, aunque sí reconozca sus manifestaciones caracteriales o sintomáticas [13]. Solamente pueden ser revelados mediante un proceso especial específico, por ejemplo a través del trabajo analítico terapéutico o didáctico [11]. Aunque los complejos dependen por un lado de la predisposición innata genética y derivan de estructuras arquetípicas, también dependen por otro lado de experiencias generalmente negativas y extremadamente tempranas enraizadas en los períodos anteriores al desarrollo del lenguaje a través de las relaciones fundamentales e identificaciones con personas significativas (padres, cuidadores, hermanos, acontecimientos traumáticos vitales infantiles). Y así mismo en otro cierto grado pueden depender de los acontecimientos vitales reiterados en la segunda infancia e incluso adolescencia, ya no como adultos, y generalmente sufridos de forma pasiva como fracasos en el despliegue evolutivo. Igualmente con las reservas teóricas oportunas, algunos de estos elementos junguianos se pueden poner en conexión con los desarrollos psicoanalíticos de los modelos "del déficit" y con la noción de escisión horizontal, o sea los trabajos de autores centrados en el vínculo temprano defectuológico; por una parte las teorías del apego de J. Bowlby y fallas vinculares de DW. Winnicott por ejemplo la descripción de "falso self" [39], y por otra parte las teorías de las carencias narcisistas del self de H. Kohut [25] y los fallos en la función de adaptación yoica de Brenner.

3- Elementos no verbales en relación al soma: modos de funcionamiento globales del organismo, actos reflejos o casi reflejos, formas de reacción fisiológicas y corporales ante los estímulos significativos, funciones que identifican al sujeto tales como el tipo de respiración ante el estrés, las posturas corporales y los gestos idiopáticos [26]. Representan lo que hoy se conoce como "representaciones procedimentales" del psiquismo [3]. Las demás personas son muy conscientes de tales elementos corporales de los demás, y si el individuo se lo propone puede hacerlos conscientes con una cuidadosa atención voluntaria, pero suele desconocer su significación profunda. Constituyen en parte el substrato de los fenómenos psicosomáticos (campo de interconexión entre lo mental y lo biológico). Las teorías de la Escuela Psicoanalítica de Psicosomática de París (P. Marty, M de M'Uzan, M. Fain) reconocen asimismo la existencia y la importancia de éstos y otros factores inconscientes afines en la génesis de múltiples desórdenes psicofísicos [4].

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4- Elementos que fueron una vez conscientes y que ahora se encuentran reprimidos en el inconsciente, pero activos y generando síntomas. Estos contenidos son conflictos de naturaleza personal, sedimentos de la existencia de un sujeto en particular. Pertenecen de pleno derecho al llamado inconsciente individual. Fueron rechazados fuera de la consciencia por ser inaceptables por el sistema ético-moral (por ejemplo deseos sexuales considerados desviados, o deseos agresivo-destructivos contra los padres) o representacional del propio sujeto (por ejemplo el mostrar sentimentalismo para una persona que se valora como fundamentalmente lógica y racional) [12]. Este campo del inconsciente individual es el ampliamente desarrollado por la teoría psicoanalítica desde Sigmund Freud y otros autores psicoanalíticos clásicos que se adscriben fundamentalmente al modelo pulsional y económico. Para Jung los contenidos del inconsciente individual no son estáticos e invariables, sino que son modificables por la maduración del sujeto (integración trascendente hacia la individuación) o por la psicoterapia, y se hallan constantemente en procesos de agrupación y reagrupación con otros materiales inconscientes de alta carga emocional (formación, activación y desactivación de complejos).

REFLEXIONES PARA LA INTEGRACIÓN CON LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA DEL PSICOANÁLISIS

Los escritos junguianos revelan una aguda y profunda sensibilidad en la percepción de los problemas del ser humano, riqueza descriptiva en la variedad de los contenidos y procesos inconscientes implicados, y una sorprendente originalidad en los enfoques terapéuticos utilizados por los terapeutas de esta orientación. E igualmente sorprende aún más el desconocimiento de tales desarrollos teóricos y prácticos dentro del corpus teórico psicoanalítico general actual. Hoy día la IPA (International Psychoanalytic Association) integra una gran cantidad de aportes muy dispares provenientes de autores freudianos, kleinianos, kohutianos, lacanianos, etc. [37] y múltiples considerandos no incompatibles sino más bien complementarios entre sí tal como la teoría del conflicto versus del déficit en la configuración de la patología, tal como el predominio de lo intrapsíquico versus lo intersubjetivo en la formación de la personalidad, tal como el analista objetivo versus facilitador, tal como técnicas interpretativas versus correctivo-emocionales, etc [36]. Excepto el peso de la traumática historia de la ruptura personal entre Freud y Jung en 1913 (¡ya casi hace un siglo!), ¿que razones de peso persisten [9] y fundamentan la impermeabilidad que muestra con frecuencia la Psicología Analítica respecto a legar a integrar los aportes del Psicoanálisis llamémoslo tradicional, y por supuesto también a la inversa? Por ejemplo, ¿cuántos analistas junguianos saben quién es Bjorn Killingmo y sus importantes aportaciones?; y ¿cuántos de entre los psicoanalistas internacionales han leído o siquiera oído hablar de Robin Robertson o incluso de la propia Marie-Loise von Franz?

Es cierto que a veces es difícil de compaginar el pensamiento y peculiar lenguaje junguiano, literario y lleno de imágenes floridas y casi esotéricas para el profano, con la actual tendencia al

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rigurosismo terminológico psicoanalítico y su acercamiento a los paradigmas metodológicos derivados por ejemplo de la Medicina Basada en la Evidencia. Pero como psicoanalista personalmente no veo ningún escollo insalvable y sí posibilidades de enriquecimiento mutuo para romper los peligrosos aislacionismos dogmáticos de escuela. Es de lamentar que un terapeuta que legítimamente se adscribe a una corriente principal, termine por no relacionarse con ningún otro profesional sino los de su grupo analítico de referencia, no lea artículos o libros sino los de su teoría particular en la cual se ha formado, y no acuda a congresos sino los de su propia escuela.

El Psicoanálisis actual destaca tanto por la consideración multimodal y modular de la complejidad del psiquismo en su totalidad sin reducirlo a un único y privilegiado factor (la pulsión sexual de Freud, la agresividad de Klein, el narcisismo de Kohut, el apego de Bowlby, la cadena significante de Lacan, la adaptación yoica de Brenner, etc) [29]; como por el esfuerzo en la adecuación de la aplicación de la técnica analítica más adecuada a un paciente en concreto con un trastorno patológico en especial renunciando a categorías diagnósticas generalistas y reduccionistas e intervenciones terapéuticas estereotipadas y monocordes [1]; como a la integración teórica de las diferentes corrientes analíticas y a la apertura a los aportes de otras disciplinas como las neurociencias, el cognitivismo-construccionismo, o la psiquiatría biológica [32].

¿Qué pueden aportar en éste contexto las ideas de Jung y seguidores? Un primer valioso elemento radica en el valor prospectivo, teleológico, de auto superación y maduración al que apunta su terapia; es decir el reconocimiento del potencial evolutivo que existe en todo individuo a través de la función trascendente. El proceso terapéutico junguiano va más allá de la mera eliminación de molestos síntomas patológicos (angustia, depresión, obsesiones, fobias) o caracteriales (rasgos rígidos de personalidad poco adaptativos) focalizando toda la atención en el pasado; también se proyecta hacia el futuro en un proceso continuo de evolución y mejora personal. Este enfoque junguiano resulta atractivo para un buen número de pacientes clínicos, o personas "normales" en general, que desean enriquecimiento (lo espiritual considerado como una vivencia válida en sí misma y no sólo como un derivado neurótico) y progreso futuro y no sólo remoción de traumas regresivos y lastres pasados.

Otro elemento a considerar es el reconocimiento de la complejidad de la psique que ofrece la teoría junguiana: 1- posee varios niveles (inconsciente personal, inconsciente colectivo, preconsciente, consciente); 2- con riqueza de contenidos (arquetipos, imágenes, complejos, representaciones reprimidas, etc); 3- diferentes niveles posibles funcionales en el estado de lo inconsciente (lo que nunca ha sido consciente ni lo podrá nunca ser, lo que es producto de lo inconsciente pero puede llegar a ser consciente por insight volitivo propio o terapéutico, lo que fue una vez consciente pero ya no lo es al haber sido reprimido o al haber sufrido diferentes maniobras defensivas, lo desactivado sectorial y temporalmente por avatares externos aunque no

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reprimido, etc.); y 4- el inconsciente no es considerado un sector primitivo, caótico, sin estructuras discernibles, alógico y peligroso donde la satisfacción de las pulsiones biológicas son la única ley, sino también allí donde reside la mismidad del sujeto (selbst), favorecedor de la maduración vital y capaz de generar vivencias y secuencias de mensajes complejos, bien estructurados, creativos y llenos de significatividad.

Un tercer elemento radica en la consideración de la utilidad y validez de las técnicas terapéuticas propias de los analistas junguianos: la imaginación activa y los diálogos internos, la amplificación divergente de los significados del sueño en especial encontrando paralelismos con elementos del folclore, la mitología, etc; la atención a las coincidencias significativas a-causales (sincronicidad); el uso de técnicas activas de facilitación de la expresión de los contenidos inconscientes tal como el dibujo espontáneo, la danza, la manipulación de materiales, la consulta del I-Ching, etc; y en general la creatividad y libertad de acción con la que los terapeutas junguianos encaran cada proceso terapéutico o de counselling en particular.

Finalmente hay que remarcar la pervivencia en la Psicología Analítica del impulso fecundante respecto a la cultura, que se ha dejado aletargar en el Psicoanálisis estándar muy volcado en las últimas décadas en el estudio y refinamiento de los aspectos técnicos y metodológicos del proceso analítico en sí. La corriente junguiana sin embargo mantiene un constante y vitalizador interés por las actividades humanistas, realizando importantes y sugestivos aportes a la literatura, las diferentes artes, la religión comparada, la antropología filosófica, el feminismo y los cambios sociales de la identidad personal y los valores occidentales, la psicología transpersonal y la moderna espiritualidad (impensable la New Age sin Jung), los grupos de auto-ayuda y superación personal, los estudios de relaciones interculturales e intertemporales, la revalorización de las sabidurías tradicionales y el orientalismo, e incluso el diseño logotípico (por ejemplo la moda de los mandalas como elementos figurativos ornamentales).

Sincronidad

sincronicidad (sin-, del griego συν-, unión, y χρόνος, tiempo) es el término elegido por Carl Gustav Jung para aludir a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». «Así pues, emplearé el concepto general de sincronicidad en el sentido especial de una coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, cuyo contenido significativo sea igual o similar». Para evitarse malentendidos «lo diferenciaré del término sincronismo, que constituye la mera simultaneidad de dos sucesos»

Establece Jung que su tratamiento del fenómeno no representa ninguna prueba definitiva sino mera conclusión desde determinadas premisas empíricas objeto de reflexión. La sincronicidad constituye en sí misma «una magnitud sumamente abstracta e inmaterializable». Representa un criterio de comportamiento al igual que el espacio, el tiempo y la causalidad. Se renunciaría así a la

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hipótesis de una psique asociada a un cerebro vivo, el factor formal sería ajeno a una actividad cerebral. De ahí que se plantee la pregunta de si todo proceso psicofísico tendría como fundamento la sincronicidad y no la causalidad. De esta última se deducen dos posibilidades que ponen en entredicho la experiencia y el entendimiento:

Procesos físicos generan la psique.

Psique inmaterial que determina procesos físicos.

De este modo, la sincronicidad, o disposición a causal o con sentido, representaría una posibilidad de esclarecimiento de la encrucijada cuerpo-alma o paralelismo psicofísico. En esta dirección apunta el «saber absoluto», o sentido absoluto, implícito al fenómeno, caracterizado de trascendental al hallarse en un espacio psíquicamente relativo o continuum espacio-temporal irrepresentable.

Ante experiencias de inconsciencia donde paradójicamente permanecen procesos psíquicos conscientes cabrían darse etiológicamente dos posibilidades:

Sincronicidad ante la imposibilidad de remitirnos a procesos de substratos biológicos subyacentes.

Cuando esto último es factible cabría la posibilidad de deducir como portador de las funciones psíquicas al sistema nervioso simpático. Dicha actividad transcerebral sería responsable así mismo del fenómeno del sueño.

En conclusión, la clásica imagen física tríadica del mundo compuesta de espacio, tiempo y causalidad se convertiría en una tétrada o cuaternio al unírsele la sincronicidad. Ello posibilitaría un juicio global que se aproximaría a un concepto unitario del ser eliminándose la incompatibilidad entre sujeto y objeto

«La sincronicidad en sentido estricto sólo es un caso especial de un orden general acausal que da lugar a actos de creación en el tiempo».

Finalmente, debe evitarse interpretar toda situación aparentemente sin causa como acausal. La sincronicidad solo acontece cuando ni siquiera es pensable una causa. Es decir, dicha «falta de explicación» incluye:

Una causa desconocida.

Dicha causa no es pensable intelectualmente.

Entre algunos psicólogos, obras de Jung tales como La interpretación de la naturaleza y la psique, fueron recibidas como problemáticas. La revisión de Fritz Levi de 1952 en el Neue Schweizer Rundschau criticó la teoría de la sincronicidad de Jung como vaga en la determinabilidad de eventos sincronísticos: el hecho de que Jung nunca explicase de manera explícita su rechazo hacia la "causalidad mágica", con la que un principio tan acausal como la sincronicidad debería estar relacionado, y también cuestionó la utilidad de la teoría.

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Una posible explicación de la percepción de Jung de que las leyes de la probabilidad parecían desmoronarse con algunas coincidencias se puede apreciar en la Ley de Littlewood.

En psicología y ciencia cognitiva, el sesgo de confirmación es una tendencia a buscar o interpretar nueva información de manera que confirme las ideas preconcebidas propias y evite información e interpretaciones que contradigan creencias previas. Es un tipo de sesgo cognitivo y representa un error de inferencia inductiva, o como una forma de sesgo de selección hacia la confirmación de la hipótesis bajo estudio o refutación de una hipótesis alternativa. El sesgo de confirmación es relevante en la enseñanza del pensamiento crítico, pues este se ejecuta incorrectamente si un escrutinio crítico riguroso es aplicado sólo para evidenciar el desafío de una idea preconcebida, pero no para evidenciar lo que la apoya.

Wolfgang Ernst Pauli, un científico que en su vida profesional fue severamente crítico con el sesgo de confirmación, emprendió algún esfuerzo en investigar el fenómeno, siendo coautor con Jung de una obra sobre el tema. Algunas pruebas que Pauli citó eran que ideas que se producían en sus sueños tendrían analogías sincronísticas en la correspondencia posterior con colaboradores distantes.

Se ha afirmado que la teoría de la sincronicidad, de la psicología analítica de Jung, es equivalente a la intuición intelectual.

Lo que llamamos casualidades o coincidencias significativas, son eventos que se presentan sin ningún vínculo causal entre sí, pero que sin embargo comparten un sentido común y que aparecen claramente acompañados por una simultaneidad psíquica que los liga con el estado de ánimo o los pensamientos de ese momento. Por ejemplo, pienso en una persona, y unos minutos más tarde, me llama por teléfono… En ese contexto de revelación o presagio, Jung hace intervenir los arquetipos.

Jung descubrió que en los sueños y en los delirios de los dementes había ciertos elementos, donde se confunden los instintos y la memoria, que se manifiestan como un fondo colectivo de imágenes y símbolos arcaicos. A estos elementos los llamó arquetipos. Estos símbolos colectivos constituyen lo que se ha llamado el inconsciente colectivo porque es compartido por comunidades enteras. Su expresión en los grupos humanos conduce un entendimiento universal sobre el origen étnico de la persona-social. Los arquetipos configuran ciertas vivencias básicas que se manifiestan simbólicamente en los sueños, en la inspiración o en el delirio. Son la base de la comunicación, el trasfondo de la historia y son contenidos, más o menos encubiertos, en las leyendas, los cultos y los mitos de todas las culturas. Demás está decir la importancia que tiene la simbología los sueños en la teoría de Jung.

Los arquetipos más clásicos son los que tienen que ver con el miedo (la oscuridad símbolo de lo tenebroso, de lo desconocido, de la muerte…) o con el amor (sentimiento incondicional entre

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tragedia y felicidad o los amores incestuosos de la mitología). Pero hay una infinidad de ejemplos, como la sabiduría del Viejo Sabio, el símbolo del corazón visto como el centro de las emociones humanas, etc., que al fin de cuentas, forman nuestro contexto cultural. Jung tenía en alta estima al I Ching, libro compuesto de una gran variedad de imágenes arquetípicas cuyos mensajes evocan la sabiduría colectiva, el “sentido común”.

Explicando en términos modernos el fenómeno de la adivinación en las artes adivinatorias, nosotros buscamos estas coincidencias significativas en una tirada de Tarot, de I-Ching o de Runas. Ellas también conciernen a las interpretaciones astrológicas. Buscamos acordar nuestro inconsciente individual al inconsciente colectivo para actuar de una manera conveniente y asi poder configurar la realidad siempre cambiante de la vida.

Jung identificó cuatro funciones psicológicas fundamentales:

a) Pensamiento – Se ocupa de la verdad objetiva del juicio y del análisis impersonal.

b) Sentimiento – Se centra en los valores. Comprende la formulación de juicios del tipo bueno o malo, o bien, correcto o incorrecto.

c) Sensación – Denota una preferencia por la experiencia sensorial directa, la percepción de los detalles y los hechos concretos: lo que se puede ver, tocar y oler.

d) La intuición – Es una forma de aprovechar la información sensorial por sus posibilidades, la experiencia del pasado, las metas o los objetivos del futuro y los procesos inconscientes. Debido a que con frecuencia incluye materiales inconscientes, el pensamiento intuitivo parece moverse mediante saltos y asociaciones.

No todos fomentan por igual las cuatro funciones. Cada persona tiene una función dominante y una función auxiliar parcialmente desarrollada. Cuanto más desarrolladas y conscientes sean las funciones dominante y auxiliar, tanto más profundamente ocultas quedarán sus funciones inversas.

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El tipo de función de cada persona indica las cualidades y los defectos relativos, así como las actividades preferidas.

Estos cuatro tipos funcionales corresponden a los medios evidentes por los cuales obtiene la conciencia su orientación hacia la experiencia. La percepción (es decir, la percepción sensorial), nos dice que algo existe; el pensamiento nos dice lo que es; el sentimiento nos dice si es agradable o no lo es, y la intuición nos dice de dónde viene y adónde va"

Pero estas 4 funciones no estan integradas totalmente en la parte conciente del ser humano, individualmente cada uno lo hace en proporciones diferentes. Tal que ...

"...si una de estas funciones o actitudes no es empleada en la consciencia, se desarrolla y se pierde en el inconsciente, provocando perturbaciones psíquicas. Sin embargo, no es posible hacer simultáneamente a todas las funciones conscientes en alto grado ni diferenciarlas todas a la vez, de lo cual resultan diferenciaciones singulares y específicas de la psique humana"

Asi cada quien es una mezcla unica de estas 4 funciones :

"La exclusividad de la personalidad de un individuo está dada, según esta teoría, por su función dominante, la más diferenciada, eje en torno al cual se organiza el pensamiento consciente. Así, algunas personas prefieren pensar sobre las cosas y adaptarse a la vida mediante el pensamiento; otras establecen fácilmente relaciones sociales y un gran sentido de los valores dejándose guiar por el sentimiento; otras crean y viven situaciones en las que despliegan su intuición; y otras recurrirán sobre todo a sus sensaciones"

Por suerte, a la funcion domininante o diferenciadora, le corresponde su opuesto o inferior, que posibilita el balance :

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"Pero así, como hay una función dominante, también hay una función inferior, la cual corresponde a la función contraria, (pensamiento-emoción, intuición-sensación), como se mencionó anteriormente. Esta función inferior no posee las cualidades de una función consciente diferenciada, que puede ser manejada por la intención y la voluntad, está en estado arcaico-inconsciente "

Otras funciones ayudan a la funcion dominante, y es la funcion secundaria :

"..junto a la función dominante o principal, siempre se encuentra una función auxiliar, de significación secundaria, de menor diferenciación y relativamente determinante; es decir que no se confía en ella únicamente de modo absoluto, ni se la considera decisiva, como ocurre con la función primaria, sino que se la tiene en cuenta como función complementaria. Esta función auxiliar, debe corresponder a una que no esté en contradicción con la función principal; por ejemplo, nunca aparecerá junto al pensar el sentir como función secundaria. "

Otras funciones ayudan a la funcion dominante, y es la funcion secundaria :

"Teniendo en cuenta lo anterior, se puede establecer una jerarquía entre las cuatro funciones según la interacción dinámica de las preferencias del tipo psicológico: función primaria o dominante, función secundaria o auxiliar, función terciaria (la opuesta a la auxiliar) y la función cuarta o inferior (la opuesta a la dominante). Donde, si la función dominante es típicamente extravertida, las otras tres funciones serán típicamente introvertidas, y al contrario, si la función dominante es claramente introvertida, las otras tres serán claramente extravertidas (Briggs-Myers, 1995; Briggs-Myers y Myers, 1995)."

Significa que debe buscarse un balance entre las 4 funciones en este proceso de conocimiento personal? O acaso dominarlas individualmente para usarlas segun se requiera?

"Durante el proceso de individuación, se busca llegar a un estadio singular en el que se usen cada una de las funciones según lo requiera la situación; pero este uso óptimo de las cuatro funciones no se obtiene mediante un estricto nivel de igualdad, sino por un desarrollo selectivo de cada

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función, en razón tanto a la importancia que tiene para el individuo como a la utilidad de su relación con las otras funciones. Lo cual, según Briggs-Myers (1995), requiere:

- La búsqueda de la perfección de la función favorita o dominante.

- El desarrollo adecuado y equilibrado, pero no igual, de la función auxiliar.

- La utilización deliberada y consciente de las otras funciones menos desarrolladas al servicio de la dominante, incluso cuando ese uso exija que las funciones dominante y auxiliar sean conscientemente puestas a un lado para que la tercera y cuarta funciones resulten más conscientes.

- El uso de cada función para realizar las tareas en las que sean más apropiadas"

El Complejo y el Arquetipo

Los Complejos del Inconsciente Personal

Los Complejos en sí mismos no son patológicos, pero se “patologizan” cuando se separan de la personalidad y se consolidan como una pequeña personalidad aparte. El yo vivencia ese estado como una “perdida del alma” o también como una “posesión” frente a la cual no puede hacer nada. El Complejo en sí mismo no es negativo, pues “son manifestaciones normales de la vida”. (Jung, 1950)

Un Complejo es la imagen de cierta situación psíquica que tiene una fuerte carga emocional y que además es incompatible con la actitud normal de la Conciencia.

La vía regia al Inconsciente Personal, según Jung, no es el sueño como suponía Freud, sino el Complejo.

Los Complejos interfieren en las intenciones y en la voluntad consciente, producen alteraciones en la memoria y bloquean el flujo de las asociaciones. Aparecen y desaparecen regidos por sus propias leyes, influyen de manera inconsciente y se comportan como entidades autónomas. Producen un conflicto que aparece entre el Yo y el Inconsciente Personal, en los deseos y las motivaciones que son ajenas a la voluntad y la razón consciente.

Experimentar un Complejo supone estar ante la presencia de una parte de nuestra Psique que no es asimilada y elaborada adecuadamente. Un Complejo se vuelve patológico cuando se niega, ya que cuanto más se niegue más inconsciente se vuelve. Para Freud el Complejo es una cierta cantidad de energía vinculada a un deseo inconsciente (por ejemplo: “el Complejo de Edipo” y “el Complejo de Electra”). Jung acepta lo expuesto por Freud, pero va aún más lejos ya que para él, un Complejo es un núcleo de energía psíquica que vincula determinadas asociaciones entre sí a través de una tonalidad afectiva. Los Complejos pueden reactivar los niveles más profundos del Inconsciente Personal, activando los Arquetipos del Inconsciente Colectivo.

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Los Arquetipos del Inconsciente Colectivo

El Inconsciente Colectivo es la región más profunda de la Psique. Es la fuente de toda la energía psíquica, incluida la Consciencia, y es la parte básica de la Libido. Contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la Humanidad, las grandes "imágenes primordiales", y constituye el fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo Hombre. Es el Inconsciente "objetivo" al contener la misma información heredada para todos los sujetos, frente al Inconsciente Personal que es de tipo "subjetivo" al contener las experiencias y deseos personales de la vida particular de cada uno .El Inconsciente Colectivo es una imagen histórica especular del mundo y es también en cierta manera un mundo, pero un mundo de imágenes. Los contenidos del Inconsciente Colectivo son los Arquetipos. El Arquetipo es en primer lugar, una epifanía, es decir, la aparición de lo latente a través de la visión, el sueño, la fantasía y el mito. Todas estas manifestaciones según Jung (1920) son frutos de la vida interior en perpetuo fluir des de las profundidades, en un proceso parecido al de la creación en su gradual desarrollo. Si la creación determina el surgimiento de seres y objetos, la energía de la psique se manifiesta a través de la imagen, entidad que está entre lo informal y lo conceptual, entre lo que es tenebroso y lo que es luminoso, entre la ambivalencia y la paradoja. Jung (1920) utiliza la palabra Arquetipo para referirse a aquellos símbolos universales que revelan la máxima constancia y eficacia, la más gran virtualidad respecto a la evolución anímica, que conduce de lo inferior a lo superior. Pero también los relaciona con la estructura de la psique: “ Los Arquetipos son elementos estructurales numinosos de la psique y poseen cierta autonomía y energía específica, en virtud de la cual pueden atraer los contenidos de la conciencia que les convengan”. Y después añade: “No se trata de representaciones heredadas, sino de cierta predisposición innata en la formación de representaciones paralelas que denominé “Inconsciente Colectivo”. Llamé Arquetipos a estas estructuras que corresponden al concepto biológico de “pautas de comportamiento” (Pág. 47). Y continua: “Hay un reino intermedio entre la unidad del alma individual y su soledad y la multiplicidad Universo............y este reino es la representación del mundo en el alma y del alma en el mundo, es decir, el lugar de lo simbólico que funciona en les vías preparadas de los Arquetipos que son presencias eternas, siendo el problema dilucidar si la conciencia los percibe o no" (Pág.62).Por tanto el Arquetipo tiene una doble función, por una parte seria el creador de les imágenes simbólicas y por otra parte son los elementos estructurales numinosos del Inconsciente Colectivo. En este sentido son incognoscibles porqué en esencia están más allá del espacio y el tiempo. Nuestra consciencia se mueve en parámetros espacio – tiempo, por tanto no puede entender lo que se mueve fuera de estos parámetros.

Jung define la esencia del Arquetipo diciendo que son sistemas disponibles de imágenes y emociones a la vez, son heredados con la estructura cerebral y son su aspecto psíquico.Toma la expresión de Sant Agustín, que lo utiliza en un sentido muy próximo al de Platón y su concepto de Idea, es decir, la realidad primordial de la que surgen como ecos i desdoblamientos, les realidades existenciales. El significado de los Arquetipos solo es parcialmente accesible, permaneciendo secreta su identidad más profunda, porqué son anteriores al hombre y se proyecten más allá de el

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La estructura de la Psique

La Consciencia y el yo, el Inconsciente Personal y el Inconsciente Colectivo

En el modelo de Jung la Psique consta de tres partes: la Conciencia, el Inconsciente Personal y el Inconsciente Colectivo.

La Conciencia tiene una función fundamental que es servir al sujeto para adaptarse al ambiente. El yo es la parte central de la Conciencia y tiene la función de otorgar el sentido de continuidad e identidad personal a través de la vida, el sentido de si mismo. Organiza la actividad consciente que consta de pensamientos, recuerdos, percepciones y sentimientos conscientes.

Además el yo juega el papel de guardián del umbral de la Conciencia, de modo de que todo lo que no entre en su actividad permanece inconsciente. El papel selectivo del yo permite que el individuo mantenga su sentido de identidad y continuidad personal, pues a través de la selección y eliminación de ciertos materiales psíquicos el sujeto se siente organizado y portador de una identidad.

El Inconsciente Personal abarca aquellos aspectos de la Psique que han sido reprimidos y los recuerdos aparentemente olvidados. También contiene las funciones de la "percepción subliminal" y la actividad de los sueños y fantasías relacionadas con recuerdos, deseos y experiencias personales reprimidas u olvidadas. Jung, en este aspecto, subscribe parcialmente la concepción de Freud.

También, el Inconsciente Personal, puede contener experiencias personales olvidadas o reprimidas por otras motivaciones, y sobre todo en su actividad destacan los "Complejos”. El Inconsciente Personal, a diferencia de los procesos conscientes que pueden ser conocidos directamente, solo puede ser inferido a través de ciertas actividades humanas como los síntomas, los Complejos y los Símbolos.

El Inconsciente Colectivo, es muy importante en la vida del sujeto. Es el substrato mas profundo de la Psique, presente en todos los individuos desde su nacimiento. Conforma la dimensión objetiva de la Psique (frente a la subjetiva del Inconsciente Personal), al contener la experiencia humana de las generaciones del pasado de la Humanidad. El Inconsciente Colectivo está dotado de propósito e intencionalidad, cuya fuerza energética reposa en elementos primordiales llamados "Arquetipos”. No puede enfermar, ya que contiene las experiencias y los mensajes primordiales de la Humanidad y no deriva de las experiencias ambientales y personales del sujeto.

El Complejo y el Arquetipo

Los Complejos del Inconsciente Personal

Para Jung (1962) es fundamental la fe confiada en la Naturaleza sabia, por su Lumen Naturae que decían los antiguos filósofos, que es ciega e inocentemente impasible, pero también puede aparecer como creadora y destructora la vez. Este carácter paradójico indica su riqueza y potencial

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de ser indiferenciado, que puja por la progresiva diferenciación en un proceso evolutivo y vital que en el ser humano, a nivel psíquico se manifiesta en la polaridad instintivo-espiritual. El hombre tiende evolutivamente a desarrollar su vida como individuo de una especie con la mayor plenitud posible. Hay que dar un voto de confianza al Inconsciente Colectivo que representa la naturaleza arquetípica, genéticamente programada en cuanto Homo Sapiens que debe diferenciarse y realizarse desplegando sus potencialidades innatas hasta devenir un individuo único. Lo que tiene que hacer el arte terapéutico es ayudar a la Naturaleza como decían los Alquimistas.

La psicoterapia analítica consiste en un proceso dialéctico, es decir, un dialogo (explicación, análisis, confrontación) entre dos personas y consigo mismo. A través de este diálogo el yo-hijo retorna una y otra vez al seno materno del Inconsciente Colectivo en forma simbólica para encontrar sus raíces vitales (maternas) perdidas. La figura de la Madre representa la esencia perdida, mientras que la figura del Padre se manifiesta en forma del Arquetipo del Espíritu o del Sentido, personalizado por el Viejo Sabio y en la fuerza o dinamismo del Arquetipo.

Jung es más bien ateorico, no tiene un método o técnica preparada, porque cada paciente es singular e irrepetible y por lo tanto utiliza diferentes métodos en una especie de pragmatismo abierto y crítico:

Aceptación incondicional del paciente. El psicólogo ha de aceptar al paciente tal cual es, con sus aspectos más sombríos y con su modo de pensar y estilo opcional de vida.

Provocación de experiencias numinosas: técnica de la imaginación activa. El paciente ha enfermado por su desarraigo vital de las fuentes inconscientes, por haber perdido su propio mito que daba sentido a su vida, por lo tanto es preciso provocar en él experiencias vivenciales que le iluminen y conmuevan a la vez.

Técnica amplificadora de hermenéutica comprensiva. El objetivo es lograr la plena eficacia simbólica de transformación en el paciente. Para ello se necesita no solo la afloración de mitologemas y símbolos que emergen del Inconsciente, sino también la comprensión complementaria del yo consciente. Para trabajar con el lenguaje mítico del Inconsciente Colectivo se necesita una técnica amplificadora de carácter transcultural e histórico- comparativo.

Discusión de la Weltanschauung (visión del mundo de cada individuo). Al proceso dialéctico de la psicoterapia hay que ir con todo el equipo tanto paciente como terapeuta, sin reservase nada, para someterlo a análisis y confrontación crítica. Esto exige flexibilidad por parte del terapeuta y la aceptación de las resistencias del paciente.

Sacar lo positivo de lo negativo. Todo lo oscuro encierra su luz, todo lo malo encierra algo bueno. Toda neurosis es un esfuerzo positivo de curación, así la Psique llevará al paciente a un mayor encierro en sí mismo hasta un punto límite, en que no pudiendo soportar más la soledad se provoque un movimiento enantiadrómico y empiece el proceso de curación a través de la experiencia arquetípica.

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Acompañamiento del paciente en un proceso dialéctico de individuación transformador. Jung (1929) confía en el Inconsciente-Naturaleza o mundo anímico del paciente y lo acompaña a recorrer su propio camino de individuación confiando que cuando llegue el momento “nacerán del fondo del alma, de donde provienen los elementos destructores, igualmente los factores de reconstrucción de la personalidad” (pàg.21).

En este recorrido psicoterapéutico irán apareciendo personificaciones arquetípicas entrelazadas o deformadas con Complejos y otros elementos de lo personal-biográfico, que hay que separar cuidadosamente, iluminar, interpretar, simbolizar e integrar de forma asimiladora. Es un proceso desalienante de las dependencias infantiles y de las masificaciones sociales, de las proyecciones de la Sombra, del Ánima y del Ánimus que ejercen una fascinación y posesión en el individuo. El paciente irá encontrando las raíces perdidas de su propio mito reintegrando su personalidad en un equilibrio dinámico y creativo. Es el encuentro con la propia Alma, con el Espíritu que da sentido a la existencia, en definitiva, con el Sí-Mismo.

Los símbolos : La ambivalencia y la paradoja

Según Jung, (1920) el Símbolo es una máquina psicológica que transforma energía y a través de les representaciones modifica la Libido. Los Símbolos nunca fueron inventados conscientemente sino producidos por el Inconsciente, a través de la revelación o la intuición. Es muy probable que gran parte de los Símbolos Históricos procedan directamente de los sueños o al menos haya estado suscitado por los mismos. Las ideas fundamentales que forman el orden simbólico, Jung (1920) las ordena dentro de un sistema de lógica simbólica y en relación con la Libido o energía vital. Explica que tenemos les siguientes posibilidades de simbolización:

La comparación analógica (es decir, entre dos objetos o fuerzas situadas en una misma coordenada de “ritmo común”), por ejemplo: el Fuego y el Sol.

La comparación causativa u objetiva (que alude un término de la comparación y substituye esta por la identificación), por ejemplo: el Sol benefactor.

La comparación causativa subjetiva (identifica de una forma inmediata la fuerza con un símbolo u objeto en posesión de función simbólica apta para esta expresión), por ejemplo: Falo o Serpiente.

La comparación activa (que se basa no ya en los objetos simbólicos, sino en su actividad, introduciendo dinamismo y dramatismo a la imagen), la Libido fecunda como el toro, es peligrosa como el jabalí etc. La conexión con el Mito es evidente.

El Símbolo es el lenguaje de los Arquetipos y pertenecen al dominio de éste, las Religiones, los Mitos y las Leyendas.

La analogía simbólica

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Según la Tabula smaragdina el triple principio de la analogía entre el mundo exterior y el interior consiste en: la unidad de la fuente o del origen de ambos mundos, el influjo del mundo psíquico sobre el mundo físico, y del mundo material sobre el espiritual. Pero la analogía no solo consiste en esta relación entre lo interior y lo exterior, sino también entre los fenómenos del mundo físico. La similitud material, formal, es solo un de los casos de la analogía, esta también puede existir en la acción y en el proceso. Por ejemplo, el Proceso de Creación, que les Teogonías expresan como una multiplicación progresiva, que es en realidad una división, porque todo proviene del Uno, tiene su manifestación analógica en el mito de la descuartización de Osiris, en Egipto, de Prajapati en la India o de Dionisio en Grecia.

a analogía como procedimiento de unificación y de ordenación aparece en el Arte, en el Mito y en la Poesía continuamente. Su presencia delata siempre una fuerza “mística” en acción, la necesidad de reunir lo que está disperso. La analogía es la piedra angular de todo el edificio simbólico. Si establecemos dos acciones paralelas “El Sol vence a las Tinieblas” y “el Héroe mata al Monstruo”, hay una correspondencia entre las dos frases y acciones. Hay una analogía de proceso: ambos sujetos, ambos verbos y ambos predicados se corresponden entre si. Como además, hemos escogido dos acciones de ritmo común se podrían substituir libremente e intercambiar los elementos de las series sin que el sistema se rompa, y podemos decir: “El Héroe vence a les Tinieblas” y “el Sol mata al Monstruo”.

La función esencial de lo que es simbólico es penetrar en lo desconocido y establecer paradójicamente la comunicación con lo incomunicable. Diel (1992) explica la diferencia entre Alegoría y Símbolo con un ejemplo interesante: “Zeus lanza el rayo”, esto significa en el plano meteorológico una simple alegoría, esta se transmuta en Símbolo cuando la acción adquiere un sentido psicológico. Zeus se convierte en Símbolo del Espíritu y el rayo lanzado simboliza la repentina aparición del pensamiento iluminante (Intuición) que se supone es enviado por la Deidad.

El ser humano se despliega, se desarrolla y se realiza gracias a los procesos de simbolización, gracias a ellos consigue una sana y equilibrada circulación de la energía psíquica enferma de neurosis cuando se escinde o se desequilibra. Cuando el yo se desarraiga de sus fuentes vitales solo puede recobrar su salud gracias a los símbolos unificadores creados espontáneamente por los Arquetipos y con la colaboración del Inconsciente. Mediante la ayuda del psicoterapeuta los símbolos se traducen para hacer comprensibles e integrables sus significados.