Psicologia Del Encarcelamiento Zimbardo

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Relata tanto experiencias como los resultados obtenidos en un experimento en el cual, estudiantes universitarios fueron sometidos a las dinamicas sociales que se llevan a cabo en una carcel. La relación entre preso y guardia, y la relación entre presos y guardias. El articulo contiene algunos testimonios de los participantes del experimento realizado en la Universidad de Frankfurt y corresponde al articulo original en el que se basa la famosa pelicula Das Experiment

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  • Revista de Psicologa Social. 1986. 1. 95-105O 1986 Rey. Psic. Soc.

    La Psicologa del encarcelamiento: privacin,poder y patologa

    P.J. Zimbardo, C. Haney,WC. Banks y D. Jaffe*

    En la crcel, es lo que se le quita al prisionero y lo que se le niega lo que l msdesea.

    Elridge Cleaver, Soul on ice (1968)Sentimos nuestros poder ms ntidamente cuando quebramos el espritu de unapersona que cuando conquistamos su .corazn.

    Eric Hoffer, The Passionate State of Mind (1954)Todas las crceles que construyen los seres humanos estn edificadas con ladrillosde vergenza y rodeadas de barrotes para que Cristo no vea cmo los seres huma-nos maltratan a sus hermanos.

    Oscar Wilde, The Bailad of Reading Gaol (1898)La crcel es forzar a alguien en contra de su voluntad.

    Epicteto, Discursos (2. siglo)

    En una maana de domingo del mes de agosto varios coches de la Polica se adentraronen Palo Alto haciendo sonar sus sirenas. La Polica efectu la detencin de varios estudiantesuniversitarios de primeros aos de carrera en lo que pareca ser una detencin colectiva. Acada sospechoso se le acus de realizar actividades delictivas, se lo cache, espos y arrojen el interior del vehculo policial y se lo llev a comisara para su identificacin.

    En algunos casos, vecinos curiosos que fueron testigos de las detenciones expresaronsu simpata y preocupacin a las familias de estos desafortunados jvenes. La madre de unestudiante universitario de 18 aos que haba sido detenido por atraco a mano armada ma-nifestaba sobresaltada: Tuve la impresin de que mi hijo haba hecho algo malo porquela polica vino a buscarlo.

    Despus de haber tomado sus huellas digitales y los datos pertinentes para enviarlosal archivo central, cada prisionero fue encerrado en una celda aislada y despus de un rato,y tras haberle vendado los ojos, fue conducido a la Prisin del Condado de Stanford. Enella comenz el proceso de convertirse en prisionero. A cada prisionero se lo desnud, regis-tr, desinfect y se le entreg un uniforme, toalla, jabn y un lecho.

    * en Z. Rubin (ed.), Doing unto others. Prentice Hall, Englewood Cliffs. Los derechos de autor de este trabajo loscedi gentilmente el doctor Zimbardo al traductor para su publicacin en la presente Revista.

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  • En las ltimas horas de la tarde, cuando ya se haban consumado nueve detenciones,estos jvenes que haban cometido su_ primer delito estaban sentados, aturdidos y silenciosos,en los catres de sus enrejadas celdas tratando de dar sentido a los inesperados sucesos quehaban tranformado sus vidas en una forma tan llamativa. Algo extraordinario estaba ocu-rriendo. No eran los procedimientos rutinarios de la Polica ni las detenciones, que se lleva-ron a cabo con la fra eficacia habitual ni el hecho de ser encarcelado tras barrotes metlicosen unas celdas que haba que compartir con un excesivo nmero de personas, por lo dms,completamente desconocidas. Haba algo que no encajaba, algo que obligaba a cada prisio-nero a preguntarse a qu tipo de crcel haba ido a parar y a qu tipo de experiencias severa expuesto antes de ser finalmente liberado o trasladado a otra crcel.

    Todos nosotros somos conejos de indias en el laboratorio de Dios.La Humanidad no es ms que una tarea en desarrollo.

    Tennesse Williams, Camino Real

    Estas personas formaban parte de un tipo muy especial de prisin, en concreto, unaprisin experimental o simulada, creada por unos psiclogos sociales con el propsito deestudiar intensivamente los efectos del encarcelamiento sobre sujetos voluntarios. Cuandoplanebamos las dos semanas de vida de prisin simulada, lo que nos preocupaba primor-dialmente era la comprensin del proceso mediante el cual las personas se adaptan a unasituacin nueva y extraa en la que los llamados prisioneros pierden su libertad, sus dere-chos, su independencia y su intimidad mientras que los as llamados guardias obtienenpoder social aceptando la responsabilidad de controlar y manejar las vidas de las personasque son puestas a su cargo y que dependen de ellos.

    La decisin de investigar estos temas y otros relacionados con ellos en el contexto deuna prisin simulada en lugar de hacerlo en una real se bas en dos premisas. Los sistemaspenitenciarios son fortalezas cerradas, no accesibles a una observacin imparcial y, por lotanto, inmunes a un anlisis crtico proviniente de alguien que no forme parte de la autori-dad del centro. Es virtualmente imposible, incluso para los comits de investigacin del Con-greso, conseguir acceso total y sin limitacin de tiempo a las actividades cotidianas de la pri-sin. La probabilidad que tienen los ciudadanos individuales de conseguir tal acceso es con-siderablemente menor.

    En segundo lugar, en una prisin real es imposible separar lo que el individuo traea la prisin de lo que la prisin produce en l. Por ejemplo, al observar un determinadoacto de violencia o de brutalidad en la prisin, es imposible determinar si ha de ser atribui-do a algn aspecto de la situacin o a las caractersticas ya existentes de la personalidad dela poblacin especial de los que se convierten en prisioneros o en guardias.

    Al poblar nuestra prisin simulada con un grupo completamente homogneo de indi-viduos que eran normales en una serie de dimensiones de personalidad, estbamos mejorpreparados para evaluar el impacto de unas fuerzas situacionales extremas sobre la conductaresultante, controlando el posible influjo contaminante de rasgos crnicos de personalidadusados comnmente para explicar los incidentes en las prisiones.

    Nuestra muestra final de participantes (10 prisioneros y 11 guardias) fue el resultadode una seleccin a partir de una muestra inicial de 75 voluntarios reclutados mediante anunciosen peridicos de la ciudad y de la universidad. Los aspirantes eran en su mayora estudiantesuniversitarios de Estados Unidos y del Canad, que casualmente estaban en el rea de Stan-ford durante el verano y cuya motivacin se explicaba por los 15 dlares diarios que se lesofreca por participar en un estudio sobre la vida dentro de la prisin. Todos los solicitantes

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  • fueron sometidos a una entrevista clnica en profundidad y cumplimentaron un extenso cues-tionario sobre diversos aspectos de su vida y slo se seleccionaron aqullos a los que se juzg,ms all de toda duda razonable, como estables emocionalmente, sanos fsicamente y respe-tuosos de la ley.

    Esta muestra de estudiantes universitarios varones de clase media, de raza blanca (slohaba un oriental) se dividi entonces en forma arbitraria en dos subgrupos mediante ellanzamiento de una moneda al aire. Se asign a la mitad aleatoriamente a desempaar elpapel de guardias y a la otra mitad el de prisioneros. Por lo tanto, no existan diferenciasmensurables entre guardias y prisioneros al comienza del experimento. Aunque al principiose avis a todos que el desempeo del papel de prisionero traera consigo la prdida de inti-midad y de sus derechos de ciudadano y que podran ser sometidos a un trato violento,todos los sujetos estaban convencidos plenamente de su capacidad para soportar todo lo quela prisin pudiese ofrecer en un perodo experimental de dos semanas. Armados con estailusin de invulnerabilidad y autonoma personal, todos los sujetos consintieron sin asomode duda en firmar su permiso para participar. Es importante notar, aunque sea de pasada,que la motivacin que guiaba a estos sujetos a formar parte de esta prisin simulada es pare-cida a la que gua a otros hombres hacia las prisiones reales: la oportunidad de conseguirdinero en una forma fcil.

    Somos conscientes del contenido de la experiencia pero no caemosen la cuenta de que es una ilusin. Vemos las sombras y las con-fundimos con la realidad.

    R.D. Laing, Self and others

    Lo ms sorprendente del resultado de la experiencia de esta prisin simulada fue lafacilidad con que se puede provocar una conducta sdica en jvenes totalmente normalesy el contagio de una patologa emocional entre aqullos que precisamente haban sido se-leccionados con todo cuidado por su estabilidad emocional. Quizs fue ms asombroso to-dava para nosotros la extrema permeabilidad de las fronteras entre la realidad y la ilusin,entre la propia identidad y el rol situacional. Lo que comenz siendo un simple ejercicioacadmico se convirti en una fuerza de proporciones monstruosas, produciendo unas con-secuencias impredictibles en todos aquellos que entraron dentro de los muros de esta pri-sin especial. Sin embargo, como esto es adelantar acontecimientos, volvamos a la historiapresentando la bienvenida .del guardia a los nuevos internos:

    Como ya sabris probablemente, yo soy vuestro Guardia. Todos vosotios ha-bis demostrado que sois incapaces de funcionar en el mundo exterior por unarazn o por otra. Es decir, que carecis de la responsabilidad que caracteriza alos ciudadanos de este gran pas. Nosotros, los de la prisin, el personal correc-cional, os vamos a ayudar a aprender cules son las responsabilidades de los ciu-dadanos de este pas. Aqu tenis la reglas. Dentro de poco habr una copia deellas en cada una de las celdas. Esperamos que las sepis y que seis capaces dedecirlas de memoria. Si segus todas estas reglas y mantenis limpias vuestras ma-nos, si os arrepents de vuestras malas acciones y mostris una actitud de peniten-cia, nos vamos a llevar de maravilla.

    Segua aqu la lectura de las 15 reglas bsicas de la conducta del prisionero (que habancompilado el guardia y su plantilla de oficiales 'correccionales):

    Regla nmero uno: Los prisioneros tienen que permanecer silenciosos du-rante los perodos de descanso, despus de apagar las luces, durante las comidasy siempre que estn fuera del patio de la prisin. Dos: los prisioneros tienen que

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  • comer en las comidas y slo en las comidas. Tres: los prisioneros no podrn cons-pirar, daar las paredes, los techos, las ventanas, las puertas o cualquier otra pro-piedad de la prisin... Siete: los prisioneros se dirigirn uno a otro slo por sunmero de identificacin. Ocho: los prisioneros se dirigirn a los guardas comoSr. Oficial correccional... Diecisis: la desobediencia a cualquiera de las reglasanteriores resultar en un castigo.

    La prisin se construy fsicamente en los bajos de la Universidad de Stanford, desiertatras el final de los cursos de verano. Un largo pasillo se convirti en el patio de la prisinlevantando un muro en cada uno de sus extremos. Tres pequeas salas de laboratorio quedaban a este pasillo se convirtieron en celdas; se cambiaron las puertas originales; en lugardel mobiliario primitivo se colocaron tres catres en cada celda. Las oficinas que haba al ladosirviern como alojamiento de los guardias, como salas de entrevista y como dormitoriospara el jefe de guardias (Jajfe) y el Superintendente (Zimbardo). Una cmara de televisinoculta y varios micrfonos tambin ocultos grabaron gran parte de las interacciones verbalesy no verbales entre guardias y prisioneros. El entorno fsico era tal que los prisioneros siem-pre podan ser observados por el personal, siendo la nica excepcin los casos en que se colo-caba a un prisionero en confinamiento solitario (una especie de trastero, pequeo y oscuro,denominado el Agujero).

    Nuestra prisin simulada represent un intento de simular funciona/mente algunosde los aspectos significativos del estado psicolgico del encarcelamiento. No intentamos ge-nerar una simulacin literal de los detalles de la prisin real ni sus procedimientos habi-tuales de actuacin. Ms bien, nuestra preocupacin primordial era conseguir algunos efec-tos psicolgicos equivalentes, por encima de las diferencias entre la forma y la estructura delos procedimientos particulares utilizadas en la Prisin de S. y los que se utilizan en lasprisiones reales.

    Los prisioneros reales informan por lo general de un sentimiento de ausencia totalde poder, de sentirse arbitrariamente controlados, dependientes, frustrados, annimos, des-humanizados, castrados. No es posible, ni pragmtica ni ticamente, crear estos estados cr-nicos en sujetos voluntarios que saben perfectamente que estn en un experimento que du-ra un corto perodo de tiempo. El racismo, la brutalidad fsica, el confinamiento indefinidoy la homosexualidad forzosa no constituan aspectos de nuestra prisin simulada. En su lu-gar, creamos manifestaciones simblicas de aquellas variables que se suponan fundamenta-les en la experiencia de ser encarcelado.

    Se foment la anonimidad por medio de una variedad de procedimientos tendentesa minimizar las caractersticas personales de los prisioneros y su anterior identidad. Los uni-formes, los nmeros de identificacin, las gorras y el haber sido despojados de todos susefectos personales y alojados en celdas con barrotes, todo ello hizo que los sujetos pareciesenmuy similares unos a otros y a menuda imposibles de distinguir para observadores extraos.A la vez esto les impuso a la fuerza una identidad situacional de grupo de prisioneros.El tener que llevar una especie de guardapolvos, similar a un vestido de mujer, y sin ropainterior hizo que los prisioneros tuviesen menos libertad en la realizacin de sus accionesfsicas y que se moviesen en forma ms femenina que masculina. El forzar a los prisionerosa obtener permiso para actividades rutinarias simples tales como escribir cartas, fumar uncigarrillo e incluso ir al servicio provoc en los primeros una dependencia infantil.

    Tambin los guardias estaban desinvidualizados por el hecho de llevar uniformeskakis idnticos y gafas de sol con cristales reflectantes que hacan imposible el contacto vi-sual. Sus smbolos de poder eran porras, silbatos, esposas y las llaves de las celdas y de laentrada principal. Aunque no preparamos formalmente a los guardias para su papel, enla inmensa mayora de los casos no tuvieron mayores dificultades para adaptarse a l. laspelculas, la TV, las novelas y el resto de los medios de comunicacin les haban proporcio-nado un buen nmero de modelos de guardias de prisin a los que emular. De la misma

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  • manera que los oficiales correccionales reales,sometidos a las mismas influencias culturalesnuestros guardias simulados tenan disponibles modelos de conducta de guardia sobre losque podan improvisar desempeos de rol. De la misma forma tambin, nuestros prisione-ros simulados haban aprendido en cierta medida de los medios de comunicacin y habanseleccionado las experiencias vitales que eran adecuadas reacciones de prisionero.

    Dado que estbamos tan interesados en la conducta de los guardias como en la de losprisioneros, se les concedi una considerable libertad de improvisacin para desarrollar lasestrategias y tcticas de trato de prisioneros. La mayor parte del tiempo los guardias y losprisioneros interactuaban en el patio solos y sin la presencia de personas de mayor status.A los guardias se les dijo que tenan que mantener la ley y el orden en esta prisin y queseran responsables de la solucin de todos los problemas que pudiesen surgir y se les advir-ti de la gravedad de los peligros que conllevaba la situacin en la que iban a entrar. Sor-prendentemente en la mayora de los sistemas penitenciarios los guardias reales no reci-ben una preparacin psicolgica o una formacin mucho ms adecuada que sta para unode los trabamos ms peligrosos, complejos y exigentes que nuestra sociedad puede ofrecer.Se espera que aprendan cmo ajustarse al nuevo empleo sobre todo a partir de la experien-cia en el trabajo y a partir de contactos con los viejos lobos durante un perodo de orienta-cin que es una autntica supervivencia del ms apto.

    Slo se consigue conocer San Quintn con la experiencia que pro-porciona el paso del tiempo. Algunos de los nuestros necesitan mstiempo y experiencia para lograrlo; algunos no lo consiguen nunca.Manual de orientacin del personal a cargo de la prisin de SanQuintn (Julio de 1970)

    La interaccin simblica entre guardas y prisioneros requiere que cada uno desempeesu propio rol y que obligue a los dems a desempear el suyo de una forma adecuada. Na-die puede ser un prisionero si nadie quiere ser su guarda, y nadie puede ser un guarda sinadie lo toma a l o a su prisin en serio. Por lo tanto, a lo largo del tiempo se desarrolluna pervertida relacin simbitica. A medida que los guardas se volvan ms agresivos, losprisioneros se volvan ms pasivos; la autoasercin en los guardas se reflejaba en la depen-dencia de los prisioneros; el autoengrandecimiento se corresponda con la autohumillacin,.la autoridad con la falta de poder y la contrapartida del sentido del dominio y control delos guardas era la depresin y la desesperanza que se apreciaban en los prisioneros. A medi-da que estas diferencias en conducta, en talante y en percepcin comenzaron a ser evidentespara todos, la necesidad de que los guardas, ya justamente poderosos, dominasen a losinferiores e impotentes internos se convirti en una razn suficiente para apoyar cualquierotra indignidad del hombre contra el hombre.

    GUARDA K: Durante la inspeccin me fu a la celda 2 para ordenar el loque el prisionero haba hecho en la cama y l me agarr gritndome que lo habahecho y que no estaba dispuesto a permitir que yo lo arreglase... Me cogi porel cuello y, aunque yo me rea, lo cierto es que consigui asustarme de veras. Loempuj hacia atrs golpendolo con la porra en la mejilla aunque no muy fuertey cuando me zaf fui presa de una fuerte irritacin. Arda en deseos de volvera la celda y de tener un enfrentamiento con l, ya que me atac cuando estabadesprevenido.

    GUARDA M: Yo estaba sorprendido de m mismo... Hice que los prisionrosse llamasen unos a otros por sus nombres y luego los obligu a limpiar los retretes

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  • con las manos. Prcticamente los llegu a considerar como ovejas y estaba conti-nuamente persuadindome de que tena que vigilarlos estrechamente para im-pedir que llevasen a cabo sus maquinaciones.

    GUARDA A: Estaba harto de ver a los prisioneros tendidos en sus catres yde soportar el peculiar olor corporal que despedan en sus celdas. los vea discutirentre ellos por rdenes que nosotros les habamos dado. Desde luego no lo consi-deraban como un experimento. Era algo real y ellos luchaban por mantener suidentidad. Sin embargo, all estbamos nosotros para demostrar claramente quinera el que mandaba.

    El poder considera que las muestras de dolor de sus vctimas sonsimple ingratitud.

    Rabindranath Tagore, Stray Birds

    Dado que el primer da transcurri sin que ocurriese ningn incidente, nos sorprendiy nos pill desprevenidos la rebelin que se produjo durante la maana del segundo da.Los prisioneros se despojaron de sus gorras, descosieron sus nmeros y levantaron barricadasdentro de las celdas poniendo sus camas detrs de las puertas. El problema que se nos plan-teaba era qu hacer frente a esta rebelin. Los guardias tambin estaban bastante alteradosporque los prisioneros comenzaron a rerse y a burlarse de ellos en su cara. Cuando llegel turno de guardias de la maana se irritaron contra los del turno de noche por haber sidotan permisivos y blandos y por haber consentido que la rebelin hubiera llegado a producir-se. Los guardias tenan que enfrentarse solos a la rebelin y fue sorprendente ver las accionesque emprendieron.

    Lo primero que hicieron fue llamar a refuerzos. Los dos guardias que estaban de retnen sus casas vinieron y el turno de noche se ofreci voluntariamente a permanecer en supuesto (sin paga extra) para apoyar al turno de maana. Los guardas tras una deliberacindecidieron oponer su propia fuerza a la fuerza de los prisioneros. Consiguieron un extintorde dixido de carbono que lanzaba un chorro helado y con l obligaron a los prisionerosa retroceder en las puertas, entraron a continuacin en cada celda, desnudaron a los prisio-neros, sacaron fuera los catres, pusieron a los lderes en celdas de castigo (confinamientosolitario) y comenzaron a molestar e intimidar a los prisioneros.

    Despus de aplastar la revuelta, los guardas decidieron prevenir otras posibles creandouna celda privilegiada para los que fuesen buenos prisioneros, y luego sin explicacin tras-ladaban a ellas a algunos de los cabecillas y a los buenos los pasaban a las de castigo. Loslderes de los prisioneros no podan confiar en estos nuevos compaeros de celda porqueno se haban unido a la revuelta e incluso podan ser soplones. A partir de entonces losprisioneros nunca actuaron unidos contra el sistema. Uno de los lderes de la revuelta delos prisioneros confesaba ms tarde:

    Si nos hubisemos mantenido unidos, creo que habramos dominado lasituacin. Sin embargo, cuando vi que la revuelta no funcionaba decid ajustar-me al sistema. Todo el mundo hizo lo mismo. Desde entonces nos controlaronrealmente.

    Fue despus de este episodio cuando los guardias comenzaron de verdad a desplegarinventiva en la aplicacin del poder arbitrario. Obligaban a los prisioneros a obedecer reglasestpidas y con frecuencia inconsistentes, a realizar trabajos tediosos e intiles tales como

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  • trasladar cartones de un retrete a otro una y otra vez o sacar espinas de sus mantas durantehoras y horas. No slo tenan los prisioneros que cantar canciones o rer o dejar de rer cuan-do se les ordenaba sino que tambin tenan que insultarse y vilificase entre s durante losrecuentos. Tambin tenan que decir en voz alta sus nmeros durante interminables pero-dos de tiempo y se les obligaba a tenderse en el suelo y a levantar a alguien que se ponade pie o se sentaba encima de ellos.

    Poco a poco los prisioneros fueron resignndose a su destino. Incluso llegaban a portar-se de forma que realmente ayudaba a justificar el deshumanizado tratamiento que recibana manos de los guardias. El anlisis de las cintas grabadas en las que se recogan las conversa-ciones entre prisioneros y los comentarios que hicieron a los entrevistadores revelaron queel ochenta y cinco por cien de las afirmaciones valorativas de sus propios compaeros eranpeyorativas:

    Prisionero: el 2093, el Sarge, siempre nos sirve de vctima propiciatoria... no podemos comprender cmo puede plegarse mentalmente a todo lo quese le pide.

    Este resultado deber ser tomado dentro del contexto de uno todava ms sorprenden-te. De qu creen ustedes que hablaban los prisioneros cuando estaban solos en sus celdas,gozando de un respiro lejos del mal trato y de la vigilancia de los guardias: de sus chicas,planes de carrera, hobbies, poltica, etc., que parecen ser a primera vista los temas ms im-portantes de conversacin?. Desde luego que no. Sus preocupaciones estaban centradas casiexclusivamente en temas relativos a la prisin. Las conversaciones registradas revelaron queslo el 10 por cien del tiempo se dedicaba a temas del exterior. Durante el restante 90por ciento del tiempo discutan temas como planes de fuga, la horrible comida, quejas otcticas de congraciamiento a usar con guardas especficos. La obsesin de los prisioneroscon preocupaciones de la supervivencia inmediata converta la conversacin sobre su pasadoy su futuro en un lujo ocioso. Sin embargo, el centrarse exclusivamente en temas de prisintena un efecto doblemente negativo sobre el ajuste del prisionero. En primer lugar, permi-tiendo voluntariamente que los temas de la prisin ocupasen sus pensamientos, incluso cuandoya no tenan que desempear sus roles, los prisioneros extendan la opresin y la realidadde la experiencia. En segundo lugar, dado que los prisioneros eran al empezar desconocidosentre s, la nica forma que tenan de conocer cmo eran los otros realmente era compar-tiendo sus experiencias y sus expectativas para el futuro y observando cmo se comportaban.Sin embargo, lo que observaba cada prisionero era cmo sus compaeros permitan que losguardas los humillasen, actuando como ovejas complacientes, llevando a cabo rdenes ab-surdas con obediencia total o incluso siendo insultados por sus propios compaeros (a ins-tancias de los guardas). Despus de haber vivido varios das confinados juntos en este rgidoentorno, muchos de los prisioneros ni siquiera conocan los nombres de la mayora de losotros, de dnde procedan ni tenan la ms ligera idea de qu hacan cuando no eran pri-sioneros. Bajo tales circunstancias, cmo poda un prisionero tener respeto por sus compa-eros o algn tipo de respeto hacia lo que l mismo estaba llegando a ser ante los ojos dequienes le estaban evaluando?

    La vida es el arte de ser bien engaado; y para que el engao pue-da surtir su efecto tiene que ser habitual y continuado.

    W.M. Hazzlitt. On pedanhy. The Round' Table

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  • As, la combinacin de elementos simblicos y realistas en este experimento se fusiona-ron para crear una ilusin vivida de encarcelamiento. Esta ilusin se fundi inextricable-mente con la realidad, por lo menos durante parte del tiempo, para cada individuo que par-ticip en esta situacin. Era notable observar con qu facilidad nos deslizamos en nuestrosroles, cedemos temporalmente nuestras identidades y permitimos que estos roles asignadosy estas fuezas sociales de la situacin guen, modelen y al final acaben controlando nuestralibertad de pensamiento y de accin.

    Es posible, cabe preguntarse, que unas personas voluntarias que tienen un alto gradode inteligencia y de educacin formal, hayan podido perder la perspectiva de la realidad,de que no hacan ms que actuar como parte de un juego elaborado (de policas y ladrones)que iba a tener que acabar? Hay muchas fuentes de evidencia que indican no slo que esposible sino que tambin nosotros (los experimentadores) perdimos esa perspectiva. Al-gunos ejemplos demostrarn la medida en la que un experiencia de simulacin de desem-peo de rol puede, bajo ciertas circunstancias, convertirse en una situacin vital de compro-miso total.

    El prisionero 819, que cay en un estado de rabia incontrolable seguido por un ataquede llanto, estuvo a punto de ser liberado prematuramente de la prisin cuando un guardapuso en fila a todos los prisioneros y les hizo cantar a coro: el 819 es un mal prisionero;por culpa del dao que hizo a la propiedad de la prisin, todos tendremos que pagar;el 819 es un mal prisionero y repetirlo una y otra vez. Cuando pensamos que el prisionero819 estara resistiendo estos cantos fuimos a la habitacin donde se supona que deberaestar descansando y lo encontramos llorando, y preparndose para volver a la prisin dadoque no poda abandonarla en tanto que los dems pensasen que era un mal prisionero.A pesar de que se senta mal, tena que probar a los otros que no era un ' mal prisionero.Tuvo que ser persuadido de que no era en absoluto un prisioneo, de que all todos eranestudiantes, de que aquello no era ms que un experimento y no una prisin y de que elpersonal directivo de la prisin no eran ms que psiclogos sociales.

    Considrese lo excesivo de la reaccin que manifestamos ante el rumor de la prepara-cin de una fuga masiva que uno de los guardianes aseguraba haber odo. El rumor decalo siguiente: el Prisionero 8612, que haba sido liberado con anterioridad a causa de proble-ms emocionales haba fingido dichos problemas. En realidad, estaba reuniendo un grupode amigos con los que asaltar la prisin inmediatamente despus de la hora de visita. Enlugar de recoger datos sobre la pauta de transmisin del rumor, elaboramos planes para man-tener la seguridad de nuestra institucin. Lo primero que hicimos fue introducir a un cola-borador nuestro en la celda que haba ocupado 8612 con el fin de que obtuviese informa-cin acerca de los planes de fuga. A continuacin, el Superintendente se desplaz hasta elDepartamento de Polica de Palo Alto para solicitar el traslado de nuestros prisioneros ala vieja crcel de la localidad. Su apasionada peticin fue desestimada a ltima hora cuandoun concejal puso de relieve el problema de seguridad y de responsabilidad legal que plan-teaban nuestros prisioneros a la ciudad.

    Enfurecido por esta ausencia de cooperacin institucional el personal formul otro plan.Se desmantel la crcel; los prisioneros, encadenados y con los ojos vendados, fueron con-ducidos a un lejano almacn. Cuando llegasen los conspiradores, se les dira que el estudiohaba concluido, que sus amigos haban sido enviados a sus casas respectivas y que no habaall nada que liberar. Una vez que se hubiesen ido, se reforzara la seguridad de nuestraprisin para hacer intil cualquier intento de fuga. Llegamos incluso a planear hacer volveral ex prisionero 8612 con algn pretexto para encarcelarlo de nuevo bajo la acusacin dehaber conseguido su libertad alegando falsos motivos.

    Result que el rumor era eso: simplemente un rumor, pero habamos dejado transcu-rrir un da entero sin recoger ni un solo dato; habamos trabajado increblemente para des-

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  • mantelar primero y reconstruir a continuacin nuestra prisin. Sin embargo, nuestra reac-cin fue tanto de alivio y alegra como de agotamiento y frustracin.

    Tal vez la versin ms elocuente del siniestro desarrollo de esta nueva realidad y de lagradual metamorfosis kafkiana del bien en el mal se evidencia en los extractos del diariode uno de los guardias, el guardia A:

    ANTES DEL EXPERIMENTO: Como persona pacifista y no agresiva me resultaimposible imaginar una situacin en la que pueda ser guardia de otras criaturasvivas, mucho menos maltratarlas.TRAS LA REUNION DE ORIENTACION: La compra de uniformes al final dela reunin confirma la atmsfera de pasatiempo de todo este montaje. Tengo du-das de que muchos de nosotros compartamos las expectativas de seriedad queparecen tener los experimentadores.

    PRIMER DIA: Presiento que los prisioneros se burlarn de mi aspecto. Pondren marcha mi primera estrategia bsica fundamental es que no sonra ante na-da que pueda decir o hacer lo cual equivaldra a admitir que esto no es ms queun pasatiempo... En la celda 3 me detengo y con voz grave y baja digo al nmero5486: ecle qu te res?, De nada. Sr. Oficial Correccional. Bien, asegratede que es as. (Cuando me marcho, me siento como un estpido).SEGUNDO DIA: 5704 me pidi un cigarrillo y no le hice caso ya que no fumoy no puedo empatizar... Mientras tanto, y, dado que s empatizaba con 1037, de-cid no dirigirle la palabra... Despus del Recuento y de que se apagasen todaslas luces, el Guardia D y yo mantuvimos una conversacin a voces relativa a ira visitar a nuestras chicas y a lo que bamos a hacer con ellas.

    TERCER DIA: (Preparativos de la primera Noche del Visitante). Tras advertir alos prisioneros que no planteasen quejas si no queran que la visita se ocortase,dejamos entrar a los primeros padres. Consegu ser uno de los guardias del patiopuesto que ello me brindaba la primera oportunidad del tipo de poder manipu-lativo que realmente me gusta el de ser una figura bien visible con un controlcasi completo sobre lo que se dice o no. Mientras los padres y prisioneros ocu-paban unas sillas, yo me sent en el extremo de la mesa moviendo los pies negan-do.todo lo que se me ocurra... 817 se est comportando de forma odiosa y parecepedir a gritos que se lo vigile ms estrechamente.

    CUARTO DIA: ...el psiclogo me increpa por esposar y vendar los ojos de unprisionero antes de abandonar la oficina (de consejo y orientacin) y le contestoofendido que es necesario desde el punto de vista de la seguridad y que, en cual-quier caso es asunto mo.

    QUINTO DIA: Acoso a Sarge que se obstina tercamente en obedecer enexceso todas las rdenes. le he seleccionado especialmente para maltratarlo por-que se lo ha ganado a pulso y porque me cae mal, sin ms. El problema verdade-ro empieza en la cena. En nuevo prisionero (416) se niega a comer su salchicha...

    Lo arrojamos al Agujero y le ordenamos que cogiendo salchichas en cadamano las mantenga en alto. Tenemos una crisis de autoridad. Esta conducta re-belde puede socavar el control completo que tenemos sobre los dems. Decidi-mos sacar partido de la solidaridad de los prisioneros y decirle al nuevo que sino da cuenta de su cena privar a los dems de la visita... Al pasear por delantede la puerta del Agujero doy porrazos en ella... Siento una gran irritacin haciaeste prisionero que crea molestias y problemas a los dems. Decid hacerlo comera la fuerza pero se resista a tragar, de modo que la comida que le daba le caaresbalando por la cara. No crea que fuera yo el que haca , esto. Me odiaba porobligarlo a comer pero lo odiaba a l todava ms por negarse a comer.

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  • SEXTO DIA: El experimento ha finalizado. Me siento gozoso pero al mis-mo tiempo asombrado de enterarme de que otros guardias estn desilusionadospor perder dinero y porque se lo estaban pasando bien.

    Ya no estbamos implicados en un ejercicio intelectual en el que se estaba evaluandouna hiptesis de una manera desapasionada dictada por los cnones del mtodo cientfico.Nos vimos atrapados por la pasin del presente, por el sufrimiento, la necesidad de contro-lar a las personas y no simplemente las variables, la escalada del poder y todos los sucesosinesperados que estaban producindose a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Tuvimosque interrumpir el experimento! As, nuestra simulacin que se haba planeado para dossemanas, fue abortada despus de slo seis das y seis noches (efueron slo seis?).

    Hemos ido demasiado lejos en nuestro viaje y nuestro mpetu hacomenzado a crecer; caminamos vanamente hacia la eternidad, sinposibilidad de aplazamiento y sin esperanza de explicacin.

    Tom Stoppard. Rosencrantz and Gutidenstein are Dead

    Pero, vala la pena todo esta sufrimiento para probar algo que ya todos sabamos deantemano: que hay personas sdicas, que hay otras que son dbiles y que las prisiones noson precisamente un lecho de rosas? Si es esto todo lo que demostramos en nuestra investi-gacin, desde luego no vala la pena. Creemos que hay muchas implicaciones significativasque se pueden derivar de esta experiencia, slo algunas de las cuales se sugerirn aqu.

    El valor social potencial en este estudio deriva precisamente del hecho de que jvenesnormales, sanos y con alto grado de educacin formal pudieran ser transformados radical-mente bajo las presiones institucionales del entorno de una prisin. El argumento seguiraas: si esto sucede en tan corto tiempo, sin los excesos que son posibles en las prisiones rea-les, en la flor y la nata de la juventud del pas, entonces no cabe ms que echarse a tem-blar ante la imagen de lo que la sociedad est haciendo tanto a los guardias como a losprisioneros reales que en este mismo momento estn participando en ese antinatural expe-rimento social.

    La patologa observada en este estudio no se puede atribuir razonablemente a diferen-cias preexistentes de personalidad de los sujetos, al haber sido eliminada tal opcin por nues-tros procedimientos de seleccin y la asignacin aleatoria. En su lugar, las reacciones anor-males de los sujetos, tanto desde un punto de vista social como personal, deben ser considera-dos como un producto de su transaccin con el entorno cuyos valores y contingencias apoya-ban la produccin de una conducta que sera patolgica en otros contextos, pero que enste resultaba apropiada. Si hubisemos observado reacciones comparables en una prisinreal, un psiquiatra hubiese atribuido sin duda la conducta del prisionero a defectos de ca-rcter o a deficientes ajustes de la personalidad, mientras que los crticos del sistema de laprisin hubiesen etiquetado la conducta de los guardas como psicoptica. Esta tendenciaa ubicar la fuente de la conducta en el interior de una persona o grupo particular infraesti-ma el poder de las fuerzas situacionales para determinar la conducta mientras que superva-lorar la eficacia de las disposiciones y los rasgos de personalidad. Existe una notable abundan-cia de investigacin que indica que hay poca generalidad transituacional en los rasgos depersonalidad y, ms an, que la consistencia de la personalidad est ms en la mente delobservador que en la conducta de los que son observados.

    Desgraciadamente la insistencia por parte de los psiquiatras tradicionales, los psicoana-listas y los psiclogos de la personalidad en que la conducta desviada o patolgica es un

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  • producto de los dbiles, de rasgos latentes y de toda una cohorte de disposiciones internassupuestas ha hecho un flaco servicio a la humanidad, los que ocupan posiciones de poderhan recibido de esta forma un arsenal de etiquetas para aplicar a los que carecen de poder,a los pobres, a los disidentes, a los incorformistas, a los revolucionarios, etc. permitindolesmantener el status quo convirtiendo a las personas en problema en lugar de las injusticiasen la situacin vital econmico/socio/poltico. Adems, este anlisis disposicional se con-vierte en un arma en manos de los legisladores reaccionarios y de las agencias encargadasde sancionar las leyes, ya que entonces las personas que son consideradas como problemapasan a ser tratadas por una de las instituciones ya existentes mientras que las situacionesproblema son ignoradas o despreciadas como irrelevantes o demasiado complejas para cam-biar fcilmente.

    Entre todas las formas vulgares de escapar de la consideracin dela influencia moral y social sobre la mente humana, la ms vulgarde todas es la que consiste en atribuir las diversidades de conductay de carcter a diferencias naturales inherentes.

    J. Stuart Mill, Principios de Economa Poltica

    La leccin ms inquietante de nuestra investigacin procede de los paralelismos entrelo que ocurri en la prisin simulada y las experiencias diarias de nuestras vidas, y supone-mos que tambin de la suya. La institucin fsica de la prisin no pasa de ser una metforade acero y hormign frente a la existencia de prisiones ms generales, desgraciadamente menosevidentes, de la mente que cada uno de nosotros crea, puebla y perpeta. Nos referimosaqu al racismo, al sexismo, la desesperacin, la timidez y similares. La institucin social delmatrimonio se convierte, por ejemplo, para muchas parejas en un estado de encarcelamien-to en el cual un componente consiente en ser el prisionero o el guarda, obligando o permi-tiendo al otro desempear el rol recproco, siempre sin hacer explcito el contrato. Enqu medida nos permitimos a nosotros mismos llegar a estar encarcelados al admitir dcil-mente los roles oye los otros nos asignan o, en realidad, decidimos permanecer prisionerosdado que ser pasivos y dependientes nos libera de la necesidad de actuar y de ser responsa-bles de nuestras acciones?

    Sin embargo, a pesar de la caracterizacin profundamente negativa de las prisionesque cabe extraer de nuestros resultados y de otros presentados por..otros autores, existen to-dava razones de favor de un moderado optimismo en relacin con la posibilidad de refor-mas constructivas. En realidad, si la patologa de las prisiones se puede aislar como un pro-ducto de las relaciones de poder en la estructura psicosociolgica de la misma institucin,el cambio todava es posible. Las instituciones sociales, siendo como son creaciones de losseres humanos, y nuestros limitados experimentos sobre el control poltico y social, son su-ceptibles de modificacin al ser confrontados con una conciencia humana que protesta antesu falta de adecuacin.., y preocupada por eliminar todas las formas de la injusticia. Lasposiciones institucionalizadas tienen que ser cambiadas radicalmente, hay que buscar alter-nativas al encarcelamiento de tal forma que los valores humanos sean fomentados en lugarde destruidos y pervertidos. aunque no va a resultar fcil.

    Traduccin: J. Francisco Morales.

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