Pueblos, nº 49, diciembre 2011

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    Revista de Informacin y DebatenEspecial diciembre 2011nN 49www.revistapueblos.org

    NMERO ESPECIAL

    DESARROLLO , COOPERACINY EMPRESAS TRANSNACIONALES

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    PUEBLOSrEviStadEinfOrmacinydEBatE

    N 49 (II poca)Especial diciembre de 2011

    fUndadaEn 1995Segunda poca n2002

    EditadaPOrPueblos

    C/Gran Va, 40 n5 nofcina 2 n28013nMadrid

    cOOrdinadOrLuis Nieto Pereira

    rESPOnSaBLESdEEStEnmErOESPEciaLPedro Ramiro y Silvia M. Prez

    cOnSEjO EditOriaLAsociacin Paz con Dignidad nCentro de

    Iniciativas para la Cooperacin Bat (CIC Bat) nCentro de Asesora y Estudios Sociales (CAES) nEntrepueblosnInstituto de Promocin de EstudiosSociales - Navarra (IPES-Navarra) nMugarik Gabe

    Euskadi nOrganizacin de Cooperacin ySolidaridad Internacional (OCSI) nngeles Dez n

    Jaume Botey nCarlos Gmez Gil nAdolfoRodrguez Gil nCarlos Taibo

    cOnSEjOdE rEdaccinAloia lvarez Fens, Beln Cuadrado, Isabel

    Duque, Andrea Gago Menor, Luis Nieto,Susana Prez Snchez

    n

    [email protected]

    cOLaBOradOrES/aShaBitUaLESClara Alonso, Paula Cabildo, M Jos Comendeiro,Laura Daudn, Miguel ngel Morales Sols, Alba

    Onrubia, Alejandro Pedregal, Beatriz Tostado

    EntidadEScOLaBOradOraSJusticia i Pau de Catalua, Instituto Galego de

    Anlise e Documentacin Internacional

    diSEO: Andrea Gago MenormaqUEtacin: Silvia M. Prez

    agradEcimiEntOSA Antonio Santos, ilustrador y escultor, por la cesin

    de dos ilustraciones para este nmero, y a todasaquellas entidades y personas que han hecho posible

    la elaboracin del mismo.

    dEPSitOLEgaL: M.47.658-1999.iSSn: 1577-4376

    adminiStracinngela Martn

    Tel./Fax: 91 523 38 24www.revistapueblos.org / [email protected]

    Emanuela Petri,marroqu de nacimiento, italiana depasaporte y espaola residente, viveactualmente en Pars, donde dedicagran parte de su tiempo al diseo y ala creacin grfica. Como el da tiene24 horas, adems de disear, comoprofesin principal, le queda tiempo paraescribir, y no olvidarse de que es perio-

    dista y de que admira profundamente aJulio Cortzar, as como para trabajar ensus labores de agitacin cultural.

    En la cubierta ha puesto en boca de laciudadana los temas ms relevantes que setratan en este nmero. Sobre el debate deldesarrollo, sin embargo, planea el peso deldiscurso econmico, y sobre las polticas de cooperacin, losimpactos de las transnacionales en forma de mancha negra.

    http://emanuelapetri.es

    PUEBLOSSErEaLizacOnELaPOyOdELaSSigUiEntESinStitUciOnES:Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID) n AjuntamentdArt n Ayuntamiento de Crdoba n Ayuntamiento de Granada n Ayuntamiento de Rivas-

    Vaciamadridn Ayuntamiento de Valladolid n Ayuntamiento de Xixn n Bilboko Udala/Ayunta-miento de Bilbao n Diputacin de Bizkaia/Bizkaiko Foru Aldundia n Diputacin de Crdoba nEusko Jaularitza/Gobierno Vasco n Fondo Andaluz de Municipios para la SolidaridadInternacional n Gobierno de Cantabria n Gobiernu del Principu dAsturies n Govern de les IllesBalears n Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

    PUBLicidadEsta publicacin slo incluir publicidad de

    entidades pblicas y privadas cuyo contenido noest en contradiccin con la lnea editorial dePUEBLOS. La publicidad no superar el cinco

    por ciento del espacio fsico de la revista.n

    dErEchOSCopyleft. Cualquier parte de esta

    publicacin puede ser reproducida siempreque se cite la fuente y la autora del texto.

    Este nmero de Pueblos - Revista de Informaciny Debatese ha realizado con el apoyo especial dela Agencia Espaola de Cooperacin Internacionalpara el Desarrollo (AECID)

    Portada del nmero 49

    Emanuela Petri

    Esta publicacin forma parte de un proyecto nanciado por la Agencia Espaola de Cooperacin para

    el Desarrollo (AECID). El contenido de dicha publicacin es responsabilidad exclusiva de Pueblos -Revista de Informacin y Debate y no reeja necesariamente la opinin de la AECID.

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    Informacin y DebatenPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n3

    SOBRE ESTE ESPECIAL

    Reexiones y alternativas sobre el desarrollo.................................................................................4

    DESARROLLOEl debate sobre el futuro de la cooperacin: Desarrollo alternativo o alternativas al desarrollo

    (Koldo Unceta).............................................................................................................................5

    El desarrollo en el marco de la actual crisis global(Pablo Jos Martnez Oss).........................................................................................................9

    Decrecimiento justo o barbarie(Yayo Herrero y Luis Gonzlez Reyes).....................................................................................12

    Debates sobre desarrollo y bienestar desde la economa feminista(Yolanda Jubeto Ruiz)................................................................................................................15

    Desarrollo, postextractivismo y buen vivir(Eduardo Gudynas)....................................................................................................................19

    COOPERACIN

    Cooperacin y movimientos sociales: Perspectivas poco favorables

    (Gonzalo Fernndez Ortiz de Zrate).....................................................................................22

    La necesidad de coherencia en un mundo globalizado(Natalia Milln)..........................................................................................................................26

    Entrevista a David Sogge: La Ayuda Ocial al Desarrollo es uno de los principales

    vehculos de transmisin de la ideologa neoliberal(Silvia M. Prez y Pedro Ramiro).............................................................................................29

    Tensiones entre modelos de desarrollo en los procesos de construccin de losMarco de Asociacin Pas (MAP): El caso de Colombia(Esteban Ramos).........................................................................................................................33

    EMPRESAS TRANSNACIONALES

    Multinacionales, mercado y capitalismo inclusivo: Hacia una cooperacin empresarial

    para el desarrollo?

    (Miguel Romero y Pedro Ramiro).............................................................................................36Brasil: Inversin extranjera y modelo de desarrollo

    (Manuel Sastre Martnez)..........................................................................................................40

    Petrleo, regalas y poltica gubernamental en Colombia(Meliyara Consuegra)................................................................................................................42

    Centroamrica: Un balance de 20 aos de neoliberalismo y de transnacionalizacin(Julia Evelyn Martnez)..............................................................................................................44

    Soberana alimentaria y empresas transnacionales: Las pastillas que no nos alimentarn(Gustavo Duch y Carles Soler).................................................................................................47

    PARA SABER MSPublicaciones y recursos audiovisuales.........................................................................................50

    SUMARIO

    4

    5

    22

    36

    50

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    4 n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    ESPECIAL DEL OBSERVATORIO DE LAS MULTINACIONALES EN AMRICA LATINA

    Con este nmero especial de Pueblos, desde el

    Observatorio de las Multinacionales en Am-rica Latina de la asociacin Paz con Dignidad, pretendemos plantear una reexin, conformada demltiples aristas y pticas, sobre el/los modelos dedesarrollo en el actual contexto de recesin.

    La recesin econmica viene acompaada en laactualidad de una recesin en el discurso, en el marcoterico sobre el desarrollo, sobre el Estado de Bien-estar en los pases del Norte, o sobre la universalidadde los derechos humanos y los derechos sociales en elNorte y en el Sur.

    De la necesidad de refundacin del capitalismo,que defenda un desconocido Sarkozy en el 2008, en

    apenas tres aos hemos regresado a marcos tericosms parecidos a los de hace casi un siglo, que ligan,retraen e igualan el desarrollo exclusivamente al cre-cimiento econmico. Eso s, con la sosticacin y elargumentario de los principales interesados en el re-greso de este viejo paradigma: las grandes empresasy las entidades nancieras. Apoyado y difundido ma-sivamente por los medios de comunicacin; asumidopor gran parte de la poblacin, e implementado enforma de polticas de ajuste estructural, este discursose ejecuta por los polticos (o mejor, por tecncratasprovenientes del mundo nanciero y empresarial, que

    al n y al cabo son ms ecaces que los polticoselegidos por los ciudadanos) respondiendo a los inte-reses de los mercados.

    Por supuesto, si ste es el modelo de desarrollotriunfante en el Norte, las recetas para el Sur y la ar-quitectura de cooperacin Norte-Sur se perlan demanera muy parecida. Y, de nuevo, esta nueva ar-quitectura de cooperacin se ha ido legitimando des-de las grandes organizaciones que rigen el sistema deayuda (Fondo Monetario Internacional, Banco Mun-dial, agencias estatales), pero tambin por algunasorganizaciones que hasta ahora proponan otros mo-delos de desarrollo e incluso impulsaban cambios de

    paradigma. La tendencia de la nueva arquitectura decooperacin anima a las organizaciones y a las agen-cias a apartarse de un discurso basado en los derechos

    y en la justicia para adaptarse a una nueva agenda

    propuesta desde las grandes empresas (inclinando labalanza hacia la lex mercatoria frente a los derechoshumanos).

    En el Observatorio sostenemos que asumir estemodelo de desarrollo (que confunde el bienestar delos pueblos con el crecimiento econmico, y que pro-mueve unos nes claramente utilitaristas en las rela-ciones Norte-Sur) tiene unas consecuencias altamentenegativas. Hoy ms que nunca creemos, y as tambinlo creen muchas otras organizaciones sociales, que esnecesario revertir esta tendencia, y que es necesariobuscar alternativas y reexionar para proponer nue-vos modelos.

    Por ello proponemos este especial, que comienzacon un primer bloque de contenidos en el que se ana-liza el concepto y los modelos de desarrollo y culeshan sido los impactos y resultados de los mismos; seexponen tambin los debates ms actuales que sobreeste tema han surgido en el marco de la actual crisisglobal, y se proponen otros paradigmas y alternativassobre los que, desde los movimientos sociales y laacademia se estn trabajando (decrecimiento, anli-sis desde la economa feminista o propuestas como elpostextractivismo o el buen vivir). En el segundo blo-que de contenidos, intrnsecamente ligado al primero,

    se reexiona sobre la arquitectura de la cooperacinal desarrollo y sobre cmo el discurso, las formas ylas polticas al servicio del sector privado estn trans-formando la agenda. En el tercer bloque se analizael poder de las transnacionales en la conformacindel modelo de desarrollo imperante,. En el primerode los artculos se hace un anlisis global del papelde las grandes empresas en el desarrollo y su nuevorol como agentes protagonistas en la agenda de co-operacin. Los artculos que completan este bloqueanalizan el impacto de las transnacionales en el desa-rrollo por casos (Brasil, Colombia y Centroamrica) ysectores (soberana alimentaria). El especial conclu-

    ye con una seleccin de recursos que completan esteanlisis sobre desarrollo, cooperacin y empresastransnacionales.q

    OMAL

    Reflexiones y alternativassobre el desarrollo

    SOBRE ESTE ESPECIAL

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    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    Informacin y DebatenPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n5

    Lo cierto es que, durante los l-timos aos, la Ayuda Ocial al

    Desarrollo (AOD) ha ido per-diendo importancia frente a otrosujos de capital dirigidos hacia losllamados pases en desarrollo (los re-ceptores de ayuda), especialmente silos comparamos con el valor de lasremesas enviadas por los emigrantesde los mismos a sus familias, o conlos ujos de Inversin Extranjera Di-recta (IED). Para decirlo de una formagrca, los habitantes de muchas zo-nas de frica estn ms pendientes de

    las remesas de sus emigrantes o de lasinversiones chinas que de los ujos deAOD. Adems, en el plano poltico, lacooperacin al desarrollo ha venidoestando prcticamente ausente de laagenda internacional de los ltimosaos, y slo ha ocupado un lugar enforos y reuniones especcos, convo-cados para hablar de la misma.

    En segundo lugar, conviene recor-dar tambin que la cooperacin al de-sarrollo ha estado muchas veces cues-

    tionada a lo largo de los ltimos 25aos. Por un lado, se ha cuestionadola cooperacin desde algunos sectores

    Ms de seis dcadas despus de que comenzara a dar sus primeros pasos, la cooperacin al desarrollo seencuentra en la actualidad sumida en una fuerte crisis de identidad. Por un lado, el panorama en el que surgipoco tiene que ver con las actuales condiciones del sistema mundial. Por otra parte, las ideas sobre el desarrollovigentes por aquel entonces han sido fuertemente cuestionadas a lo largo de todos estos aos desde diversospuntos de vista. La propia presencia de la cooperacin al desarrollo en los debates internacionales es claramentemenor de lo que lo era en dcadas precedentes. Y, finalmente, la crisis que afecta principalmente a las economasconsideradas ms desarrolladas plantea nuevos interrogantes sobre el futuro de la geopoltica y la economamundial, y sobre las relaciones de cooperacin entre unos y otros pases.

    Koldo Unceta*

    El debate sobre el futuro de la cooperacin

    Desarrollo alternativoo alternativas al desarrollo

    MaraJosCoM

    endeiro.

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    6 n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

    de la derecha, por su supuesto eleva-do coste de oportunidad y su contri-bucin a perpetuar la ineciencia y/ola corrupcin frente a una supuestamayor potencialidad del mercado,defendida desde dichos sectores. Porotra parte, se ha cuestionado la coope-racin desde algunos mbitos de la iz-quierda, por considerar que la mismaslo ha representado una nueva formade neocolonialismo, y el instrumen-to para la imposicin de un modeloeconmico, social y cultural. Y, nal-mente, se ha cuestionado tambin lacooperacin desde las propias orga-nizaciones y gobiernos donantes, porel escaso resultado de muchos de losproyectos puestos en marcha, y por

    los fallos observados en los distintosniveles de gestin de la ayuda, todo locual dio origen a la famosa expresinde la fatiga de la ayuda a mediadosde los aos noventa, y a todo el debatesobre la ecacia y la calidad de la coo-peracin de los ltimos aos.

    Y en tercer trmino, durante losltimos tiempos, la cooperacin aldesarrollo ha estado carente de unfundamento terico y de unas refe-rencias ticas y polticas como las que

    le hicieron surgir. En efecto, criticadadesde la derecha y desde parte de laizquierda, ensimismada muchas vecesen sus propios problemas, impulsadams por la inercia que por la existen-cia de propuestas y objetivos claros, lacooperacin al desarrollo se ha encon-trado carente de referencias slidas,de una base suciente desde la cualreconstruir su discurso y buscar nue-vos caminos. En el campo terico, losestudios sobre desarrollo se han vistosumidos en una crisis de proporcionesnotables, al tiempo que su inuenciasocial, poltica y acadmica iba mer-mando poco a poco. Y en el plano delos valores, la defensa de la compe-titividad entre personas, organizacio-nes y pases como motor del cambiosocial ha acabado por arrinconar losvalores de solidaridad, que necesaria-mente han de estar en la base de unplanteamiento honesto de la coopera-cin.

    Todo lo anterior ha dado como re-

    sultado una cierta crisis de legitima-cin de la cooperacin al desarrollo.Poco a poco, la cooperacin se ha

    encontrado en una situacin caracte-rizada por una menor incidencia, por

    la existencia de dudas crecientes so- bre su ecacia, y por la ausencia deun fundamento terico adaptado a lascircunstancias del mundo globalizadode principios del siglo XXI. En estecontexto, su inuencia se ve cada vezms constreida a determinados secto-res sociales, mientras los gobiernos sedesentienden paulatinamente de estaproblemtica. Ahora bien, incluso en-tre los sectores ms comprometidos,como las ONGD y otros colectivos

    sociales de diverso tipo, la prcticade la cooperacin descansa ms enla inercia y en un cierto voluntarismoque en la existencia de un consensoalternativo, de un planteamiento ca-paz de concretar y hacer operativa laidea de otro mundo posible.

    As las cosas resulta pertinentepreguntarse si ha perdido vigencia laidea de la cooperacin al desarrollo,o si la misma debera replantearse so-bre nuevas bases, distintas de las quela hicieron surgir hace ahora ms de

    seis dcadas. En las prximas lneastrataremos de abordar brevementeesta cuestin, planteando la relacinexistente entre las actuales controver-sias sobre la nocin de desarrollo y lacuestin de la cooperacin.

    LavisinofiCiaLdeLdesarroLLoyLainerCiadeLaCooperaCinComo ha sido muchas veces expli-cado, la ortodoxia neoliberal sobreel desarrollo, impuesta durante los

    aos 80 y primeros 90 del siglo pa-sado, dej tras de s una importanteestela de fracasos que llev a un tmi-

    do replanteamiento de las posicionesociales y una cierta reconsideracinde algunos postulados sobre el papeldel Estado, o sobre la pobreza y ladesigualdad. La mencionada ortodo-xia neoliberal tuvo su correlato en elmbito de la cooperacin al desarrolloconsiderando que la misma suponauna interferencia en el mercado y queslo serva para perpetuar la ineca-cia, corrupcin, y los privilegios dealgunos sectores en los pases recep-tores de ayuda externa. En coherenciacon esta idea, y como hemos podidocomprobar en los ltimos aos, paralos llamados neocon la cooperacinal desarrollo deba limitar su campode actuacin concentrndose en todo

    caso en la ayuda humanitaria y deemergencia.

    Para dicha ortodoxia neoliberal,el problema del desarrollo era bsi-camente una cuestin de menos Es-tado y ms mercado, de manera quela clave se encontraba en la auenciade la inversin privada capaz de gene-rar un mayor crecimiento econmico.Sin embargo, los fracasos cosechadospor este planteamiento acabaron porabrir una brecha en el seno de algunas

    inuyentes instituciones, incluido elBanco Mundial (BM), posibilitandola emergencia de un nuevo punto devista, ms matizado, sobre la cues-tin del desarrollo. Segn esta nuevamirada, el tema deba contemplarsedesde una perspectiva ms amplia,admitiendo la importancia que parael crecimiento econmico tenan otrascuestiones como la desigualdad, el ca-pital social, las instituciones, el medioambiente, o la perspectiva de gnero.No se trataba tanto de cuestionar laapuesta por el crecimiento econmicocomo expresin mxima de la idea dedesarrollo, sino de aceptar que dichocrecimiento dependa de un mayornmero de factores, ms all de la in-versin productiva y la auencia decapitales, o de la simple liberalizacinde los mercados y la mera aplicacinde recetas de ajuste puro y duro.

    El nuevo discurso sobre el desarro-llo surgido a nales del pasado siglosignic no tanto un cuestionamiento

    de los planteamientos anteriores sinouna ampliacin de la idea de desarro-llo, aceptando la relacin del mismo

    Durante los ltimostiempos, la cooperacinaldesarrollo ha estado

    carente de un fundamentoterico y de unasreferencias ticas ypolticas como las que lehicieron surgir

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    Informacin y DebatenPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n7

    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    objetivo el crecimiento econmicocon un mayor nmero de factores.Ello tuvo su correlato en el campode la cooperacin, concretado en laasuncin de un nuevo lenguaje y en

    la incorporacin de nuevos elementoscomo la generacin de capital social,la incorporacin de la perspectiva degnero, la necesidad de institucionesresponsables, o incluso la apelacin aldesarrollo sostenible Y, como con-clusin de todo ello, frente al declogodel Consenso de Washington se vino aplantear la necesidad de un marco deanlisis algo ms amplio, ms com-prensivo, que el BM denomin MarcoIntegral de Desarrollo, y en el que la

    absoluta primaca del enfoque econ-mico eso est fuera de dudas dejabasin embargo algn hueco para otrasperspectivas complementarias.

    Sin embargo, es necesario su-brayar que, por el momento, y salvoexcepciones, este discurso ha perma-necido en general dentro de lo quellamamos el mundo del desarrollo yla cooperacin, tanto de determinadosorganismos internacionales (BM, Co-mit de Ayuda al Desarrollo CAD,agencias de gobiernos donantes)como de algunas ONGD, en las queeste discurso y esta nueva jerga haido calando poco a poco. Hasta hoy,estos planteamientos no han llegadoa traspasar la frontera de los debatesreferidos a la lucha contra la pobrezaen el mbito de las relaciones Norte-Sur. En todo lo dems, la poltica, lasnanzas, y las grandes decisiones em-presariales han seguido siendo, hastahoy, patrimonio de los defensores dela ortodoxia liberal, auxiliados por los

    anlisis y los diagnsticos de un FMIenrocado en sus abstractos plantea-mientos tericos. En este sentido, lasapelaciones de hace apenas dos aosa la refundacin del capitalismosuenan hoy tan lejanas como vacasde contenido. El resultado de todoello es la existencia de un doble len-guaje y de una poltica errtica que,por un lado, reconoce la necesidad deampliar el anlisis y tener en cuentadiferentes temas y factores que inci-

    den en los procesos de desarrollo y,por otro, es incapaz de separarse dela ortodoxia liberal en todo lo que se

    reere a la gestin de la poltica ma-croeconmica.

    A modo de resumen, cabe sealarque la actual visin ocial sobre eldesarrollo, presente en los discursosdel BM, del CAD, y de la mayora delas grandes agencias, mantiene a lacooperacin dentro de una inercia quela hace cada vez ms inecaz frentea las fuertes tendencias impuestaspor el mercado y los ujos privados

    de capital, lo que, a su vez, provocauna mayor desconanza y un mayordescrdito de la misma entre determi-nados sectores sociales.

    LaCrtiCadeLaCooperaCinCoMoexpresindeunareLaCinneoCoLoniaL

    Dentro de los debates sobre el desa-rrollo y la cooperacin cabe destacar-se, en segundo trmino, la existenciade posiciones cada vez ms exten-

    didas en determinados sectores querechazan el desarrollo como objetivoy consideran que la cooperacin cons-tituye, en general, un vehculo queperpeta las injusticias, anula la di-versidad cultural, y amenaza an msla sostenibilidad.

    Estas posiciones parten de consi-derar que el desarrollo constituye unproblema en s mismo, en lnea conlos enfoques del postdesarrollistas, yplantean la necesidad de abandonar

    dicho objetivo, sin tratar de reformu-lar el mismo de diferentes maneras.Vistas as las cosas, las propuestas en

    torno al desarrollo humano, el desa-rrollo sostenible, el desarrollo conidentidad, y otras que han surgido enlos ltimos aos, no aportaran otracosa que ms confusin en el debate.

    En lnea con estos razonamientos,a lo largo de las dos ltimas dcadasha ido cobrando fuerza, entre bastan-tes movimientos sociales y crculosintelectuales, la idea de que promoverel desarrollo en el mundo no ha sidootra cosa que intentar expandir losvalores y las formas de vida occiden-tales, con su corolario de injusticias yde vctimas, de destruccin de cultu-ras, y de esquilmacin de recursos na-turales. Y desde esta perspectiva que

    en el mbito acadmico goza de ciertopredicamento en el campo de la antro-pologa la cooperacin al desarrolloha sido vista como un instrumentopara perpetuar el modelo y, en conse-cuencia como un problema aadido.

    Para estas corrientes postdesarro-llistas, no se tratara por tanto de bus-car una nueva referencia de desarro-llo, tarea que se considera intil. Nohabra ningn modelo que perseguir,ni objetivo de desarrollo global parael que cooperar. Por el contrario, des-de este punto de vista, lo mejor seraolvidarse de buscar un nuevo desarro-llo, ya que la propia nocin constitui-ra en s misma un constructo occiden-tal, considerndose que, en general, sudefensa no ha trado prosperidad sinofrustracin y vctimas.

    El auge de estas posiciones no esajeno en modo alguno a los escasosresultados, incluso a los fracasos,cosechados por el sistema de coope-racin al desarrollo a lo largo de las

    ltimas dcadas y la incidencia delas mismas puede observarse en dosplanos distintos. Por un lado, existendentro del mundo de la cooperacindiferentes sectores y organizacionesque, a lo largo de los ltimos aos, hanido proponiendo un discurso centradoen el apoyo a las alternativas localesde desarrollo o a los planteamientosde desarrollo con identidad. En al-gunos casos, ello ha representado unacierta prioridad hacia las actuaciones

    con sectores indgenas o hacia pro-yectos orientados a reforzar la diver-sidad cultural y/o las culturas locales.

    La actual visin ocial sobreel desarrollomantienea lacooperacindentrode una inercia quela hace cada vez msinecaz frente a lasuertes tendenciasimpuestas por el mercadoylos ujos privados de capital

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    8n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

    La posibilidad de undesarrollo alternativorequerira un enfoque no

    slo econmico, sinotambin poltico, cultural,o ecolgico

    *Koldo Unceta

    es catedrtico de Economa Aplicada

    de la Universidad del Pas Vasco (UPV/EHU)

    y miembro del Instituto Hegoa.

    BIBLIOGRAFA

    Koldo Unceta, El sistema de cooperacin frente a la crisis del desarrollo, Revista de Economa Crtica, 1 (2003),Asociacin Cultural Economa Crtica. Valladolid, pp. 189-200.

    ___, Los desafos de la cooperacin al desarrollo en el marco de la globalizacin, en A. Ferrer y J.R. Jimnez (co-ords.), Cooperacin al Desarrollo. Universidad y voluntariado, Universidad de Granada, Granada, 2005, pp. 55-64.

    ___, Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo: una mirada transdisciplinar sobre el debate y sus impli-caciones, Carta Latinoamericana, 7 (2009), D3E- CLAES, Montevideo, 35 pp.Koldo Unceta y A. Arrinda, Development cooperation in transition, en idem (eds.), Development Cooperation. Facing

    the Challenges of Global Change, Current Research n 3, University of Nevada (USA), 2010, pp. 7-12.

    Desde esta perspectiva se ha preten-dido armar un modelo de coopera-cin diferente del llevado a cabo porgobiernos y agencias multilaterales, ycompatible con el protagonismo y el

    liderazgo de las comunidades locales.Sin embargo, al mismo tiempo quese producen estas prcticas, podemosobservar la existencia de otro discur-so, mucho ms radical en su crticahacia la cooperacin al desarrollo,que considera a las ONGD como par-te subordinada de un sistema orienta-do a perpetuar un modelo de domina-cin y una forma de imposicin de ununiverso cultural determinado. Desdeeste punto de vista, los intentos de al-gunas ONGD de impulsar proyectos yactuaciones ms enraizados en las tra-diciones y culturas locales plantearanms inconvenientes que ventajas, yaque podran servir para enmendar laimagen de la cooperacin sin por ellolograr mejores resultados.

    LaspropuestasparaundesarroLLoaLternativoyunaCooperaCintransforMadoraFinalmente, en este brevsimo repaso,

    encontramos los esfuerzos de algunossectores por armar la necesidad deun desarrollo alternativo, basado en eldesarrollo humano, la sostenibilidad,la equidad de gnero, y el respeto alos derechos humanos y a la diversi-dad cultural, lo que implicara a su vezun cambio profundo en la manera deentender la cooperacin al desarrollo.

    Desde este punto de vista, el avan-ce hacia un desarrollo alternativopasara por reconocer la multidimen-sionalidad de la propia nocin de de-sarrollo, sin que la misma pueda en-tenderse en una clave de crecimiento,o meramente econmica, ni tampococomo el simple aadido de algunostrminos en el discurso tales comodesarrollo sostenible o enfoque de g-nero sin variar el ncleo principal delmismo. En este sentido, la posibilidadde un desarrollo alternativo requeriraun enfoque no slo econmico, sinotambin poltico, cultural, o ecolgi-co. Por ello, no se tratara de sumar

    nuevas propuestas a una perspectivade raz economicista, sino de posibi-litar una aproximacin multidiscipli-

    nar, basada en metodologas de an-lisis acordes con los requerimientosplanteados.

    Un enfoque de este tipo precisa

    de una reconsideracin de lo que hansido los medios y los nes del desa-rrollo, evitando subordinar el bienes-tar de las personas y la vida de las fu-turas generaciones a lo que son merosinstrumentos. Es el caso de la nocinde crecimiento econmico (la preo-cupacin por producir ms), el cualpuede ser un medio (y hasta una nece-sidad) del desarrollo en determinadoslugares del planeta o en determinadosmomentos, pero que en absoluto pue-de considerarse un n en si mismo.

    Asimismo, un enfoque alternativonecesita abordar el estudio de los pro-cesos de desarrollo en diferentes m-bitos y escalas complementarias (co-munitarios, locales, estato-nacionales,o globales), superando la tradicionalvisin del desarrollo como desarrollonacional que traera, como subpro-ducto, el bienestar de las personas. Enconcreto, es necesario incidir de ma-nera especial en los aspectos macrode la cooperacin, poniendo el foco

    sobre algunos asuntos fundamentalesy replanteando una visin de la coo- peracin excesivamente centrada enlo micro, y en lo que se conoce comola cadena de la ayuda, o relacin bi-lateral entre los llamados donantes yreceptores.

    Dichos aspectos macro son, ade-ms, los que condicionan buena par-te de las posibilidades de xito delas actuaciones a nivel micro, y en elmomento actual adquieren una impor-

    tancia trascendental dada la interde-pendencia entre unos y otros fenme-nos en el marco de la globalizacin.En este sentido, cooperar para el logrode unas reglas de comercio ms jus-tas; para detener el deterioro medio-ambiental y frenar el cambio clim-tico; para establecer mecanismos deproteccin universal de los derechoshumanos; para el establecimiento detasas e impuestos internacionales quecontribuyan a una mejor redistribu-cin de los recursos; para modicarunas normas sobre las patentes y lapropiedad intelectual que condicionannegativamente la salud y la vida delas personas en muchos lugares; paraestablecer normas que regulen el fun-cionamiento de las empresas transna-cionales son aspectos de la coope-racin que deben ocupar una atencinespecial. De lo contrario, como en lahistoria de Penlope, lo tejido duranteel da continuar destejindose duran-te la noche.

    Es evidente que todo lo anteriorobliga a considerar la cooperacin aldesarrollo de manera radicalmentedistinta a como ha estado promovin-dose hasta hoy, cuestin que afecta alos objetivos, a los procedimientos,los agentes y los mbitos de actuacin.Sin abordar todos estos asuntos, es di-fcil que la cooperacin al desarrollopueda ser en el futuro un instrumentoecaz para avanzar en la justicia so-cial, la sostenibilidad y la defensa de

    los derechos humanos, para avanzaren denitiva hacia un mayor bienestarde los seres humanos en unos y otrospuntos del planeta.q

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    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    Informacin y DebatenPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n9

    El desarrolloen el marco de laactual crisis globalPablo Jos Martinez Oss*

    Enfrentamos el riesgo de intentar recuperar cuanto antes, y a cualquier precio, la senda del crecimiento econmico y

    que, en consecuencia, queden postergadas cualesquiera otras consideraciones, incluidas las relativas a la equidad, la

    sostenibilidad, o los derechos humanos, ahondndose as en las caractersticas del mencionado maldesarrollo

    KoLdo unCeta1 (2009)

    dequCrisishabLaMosYa antes de 2008 estbamosviviendo una crisis global dedimensiones entrelazadas y sobre laque exista numerosa literatura. Unacrisis caracterizada por el desastreecolgico causado por el modelo deproduccin, distribucin, comercia-lizacin y consumo de los bienes;legitimado por un reduccionismoeconomicista de la idea de desarrolloy simbolizado en las cifras del cre-cimiento de los productos brutosnacionales. Una crisis caracterizadatambin por la creciente desigualdadconsecuencia de una concentracin dela riqueza sin precedente en la histo-ria de la humanidad, que se expresatanto en trminos de desigualdad in-ternacional como en el crecimiento dela desigualdad interna de pases o re-

    giones2. Una crisis caracterizada tam-bin por el progresivo desplazamientodel poder internacional3 de manos delos Estados-nacin a manos de otrosactores transnacionales cuya legiti-midad no est basada en mtodos de-mocrticos sino en la fuerza que lesproporciona la disposicin de capitaly la consiguiente capacidad para in-vertir y para otorgar nanciacin paralas necesidades tanto pblicas comoprivadas.

    El panorama dibujado por estedesplazamiento del poder amenazacon convertir a las democracias en

    regmenes irrelevantes para la con-duccin de los asuntos pblicos, dela misma forma que torna en prescin-dible la participacin poltica de laciudadana. Se genera as la sensacinde que los asuntos pblicos dependenms de la gestin que de la poltica.

    Se va congurando un mundo gober-nado por plutcratas, con la colabo-racin de cuerpos de tecncratas quecontina expulsando a gran parte de lapoblacin mundial de los benecios.La idea de ciudadana con derechos seva transformando progresivamente enla de clientes con capacidad adquisiti-va para acceder a los servicios.

    Es importante la caracterizacin dela crisis para saber no slo de qu cri-sis hablamos, sino tambin para saberqu crisis queremos resolver. Porque

    si asumimos que la crisis slo apare-ci con la implosin de los mercadosnancieros causada por la desregula-cin de los mismos, o por los fallos delas instituciones de supervisin, y quepor lo tanto es una crisis bsicamentede liquidez, tendremos que asumir quela salida de la crisis consiste en hacerlos esfuerzos necesarios para regresara la senda de crecimiento econmicoanterior a 2008. sta es la perspectivacon que los gobiernos, representantes

    de las empresas, instituciones y me-dios de comunicacin nos hablan dela crisis. sta es la perspectiva que

    justica la necesidad de acelerar losprocesos de ajuste de nuestras econo-mas, mediante el recetario conocidodesde hace tres dcadas: recorte delgasto pblico; reduccin del dcitsin aumentar los ingresos scales de-rivables de los benecios societarios;

    privatizaciones de empresas y servi-cios pblicos, y profundizacin en losmecanismos de desregulacin y libe-ralizacin de todos los mercados, es-pecialmente el laboral y el nanciero.Desde la perspectiva de recuperar lasenda de crecimiento econmico tanslo se puede conar en que el sec-tor privado encuentre nuevos mrge-nes para ampliar sus rentabilidades.Mrgenes basados en la constriccinde espacios pblicos generadores dederechos, es decir, en el traspaso delas obligaciones del Estado al negociodel mercado. Desde esta perspectivaparece imposible introducir conside-raciones y crticas al modelo de de-sarrollo, urgidos por las dramticasconsecuencias que se expresan en al-tas tasas de desempleo y en prdida depoder adquisitivo. Todos los esfuerzosse orientan a retornar al crecimientoeconmico positivo.

    qunosdiCendeLosreCortesen

    CooperaCin paraeLdesarroLLo?Estamos ante la primera ocasin enque los fondos de Ayuda Ocial al

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    10n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

    ms vulnerables y empobrecidas delplaneta, aqullas que eran las bene-ciarias de las polticas de cooperacin.El Banco Mundial (BM) y la FAOanunciaron que el nmero de perso-

    nas en pobreza extrema y padeciendohambre superaban respectivamentelos 1.400 y 1.000 millones. Los pasesdonantes podan permitirse recortarsus ya exiguas ayudas porque ahoranuestras necesidades se imponen alas necesidades de los de fuera.

    En consecuencia podra decirseque la poltica de cooperacin inter-nacional para el desarrollo no es laexpresin de la corresponsabilidad delos pases ricos con los retos del desa-

    rrollo internacional, sino una polticade generosidad, propia de los tiem-pos de bonanza, y con el alto grado deprescindibilidad mostrado en pocasde ajuste. Los Objetivos de Desarro-llo del Milenio (ODM) pueden espe-rar; el 0,7 por ciento tambin puedeesperar. La poltica de ayuda quedasupeditada a los objetivos del ajusteestructural de la economa, al menoshasta que se retorne a la senda delcrecimiento econmico. Se despreciade esta forma lo que suponamos queera una poltica de Estado destinadaal desarrollo. En realidad los ejes delmodelo de desarrollo vigente no sonms que el crecimiento econmico yla liberalizacin comercial.

    No deberamos aceptar con re-signacin los discursos y argumen-tos basados en el establecimiento de prioridades, cuando arman que lacoyuntura de crisis nanciera obligaa seleccionar los gastos en funcinde las prioridades. En primer lugar

    porque supone una falsedad evidentepor cuanto slo en un ao (2008) lospases donantes han destinado 20 ve-ces ms dinero a rescatar y a avalarentidades nancieras en gran medidaresponsables de la crisis que lo quehan destinado en 50 aos de ayuda aldesarrollo6. sas son las verdaderas prioridades. En segundo lugar, de-biramos considerar qu visin deldesarrollo nos transmiten cuando enel discurso sobre las prioridades en

    tiempos de escasez, nos enfrentan lasnecesidades en nuestros pases con lasnecesidades de los pases empobreci-

    Desarrollo (AOD) estn siendo drs-ticamente recortados en la historiadel sistema espaol de cooperacin.Hasta ahora la AOD espaola se habaconsolidado primero en torno al 0,23

    por ciento de AOD/RNB entre 1994y 2004, para, a partir de entonces,iniciar su incremento hasta alcanzarel 0,45 por ciento en 2008. Desde en-tonces hasta los presupuestos de 2011se han reducido ms de 500 millonesde euros, situndose en el 0,404 porciento. La veda para el descenso seabri en el discurso del presidente delgobierno Rodrguez Zapatero ante elpleno del Congreso de los Diputadosen mayo de 2010, en el que junto a

    otras medidas anunci expresamentela reduccin de 800 millones de eurosde AOD entre 2010 y 2011. A partir deeste instante el recorte de AOD dejabade tener costo poltico para los res-ponsables de las distintas administra-ciones que se apresuraron a anunciar

    bajadas presupuestarias importantesen los fondos destinados a coopera-cin internacional y a educacin parael desarrollo.

    Apenas en un ao pudimos com-

    probar, adems, que el recorte deAOD estaba sobredimensionado res-pecto del resto de recortes realizados.Entre 2009 y 2010 el gasto pblicodescendi algo ms de un 6 por cientomientras que el recorte de AOD casialcanza el 20 por ciento. En realidadel recorte de AOD responda a una de-ciente consolidacin institucional ydoctrinal del sistema de cooperacininternacional5 y, en consecuencia, auna escasa integracin de los princi-

    pios del desarrollo humano, equitativoy sostenible entre los marcos polticosde la administracin espaola. Pocoimportaron que las cifras publicadaspor las instituciones internacionalesdemostraran que la crisis nancierase estaba cebando en las poblaciones

    MuraLdebansKyenreino

    unido.

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    *Pablo Jos Martnez Oss

    es coordinador de la Plataforma 2015 y ms,

    [email protected].

    Slo en un ao los pasesdonantes han destinado 20

    veces ms dinero arescatary a avalar

    entidades financierasque lo que han destinado

    en 50 aos de ayuda aldesarrollo

    Informacin y Debate nPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n11

    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    1 Koldo Unceta, El peligro de volver a comenzar. El debate sobre el desarrollo en tiempos de crisis, Rebelin,7/05/2009. Vase del mismo autor una reflexin ms completa y extensa acerca de los debates sobre el concepto dedesarrollo en idem, Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo. Una mirada transdisciplinar sobre eldebate y sus implicaciones, Carta Latinoamericana, 7 (2009), Centro Latinoamericano de Ecologa Social.

    2 Branko Milanovic, WorldsApart: Global and International Inequality 1950-2000 , Princeton University Press, 2005.3 J.A. Sanahuja, Un mundo unipolar, multipolar, o apolar? El poder estructural y las transformaciones de la sociedad

    internacional contempornea, en VVAA, Cursos de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de Vitoria-Gasteiz, Bilbao, UPV/EHU, 2007.

    4 Esta cifra se refiere a lo presupuestado para 2011, ao en el que se han sucedido los anuncios de recortes tanto enla Administracin General como en las Administraciones Autonmicas y Locales, lo que asegura que la cifra real serbastante menor. Respecto a las previsiones para 2012, dado que los Presupuestos Generales han sido prorrogados,no es posible aportar datos, aunque es previsible esperar un nuevo descenso en funcin de las declaraciones yanuncios por parte de los diferentes responsables polticos.

    5 Ignacio Martnez y Pablo Martnez, Balance de la cooperacin espaola: crisis, estancamiento y debilidad poltica,

    en Plataforma 2015 y ms, Las polticas globales IMPORTAN. Anlisis de los retrocesos y rupturas en la prctica dela lucha contra la pobreza y la desigualdad en 2010 , Octavo informe anual de la Plataforma 2015 y ms, 2011.

    6 Alianza Espaola contra la Pobreza, Manifiesto de la Semana de Lucha contra la Pobreza del 16 de octubre de2009.

    dos. Si permitimos que confronten y pongan a competir a los pobres deaqu con los pobres de fuera habre-mos hecho un aco favor al pretendi-do carcter universal de la idea de de-

    sarrollo que promovemos. No cabraresponder que, al n y al cabo, pobresde aqu y de fuera no son ms que vc-timas de los mismos planes de polti-ca econmica, de los mismos planesde ajuste estructural, de las mismasprioridades, y de los mismos acuerdosrealizados por las lites? No se trata,en denitiva, de la extensin del mis-mo modelo de desarrollo insostenible,que genera exclusin e inequidad, queconcentra la riqueza y aumenta la des-

    igualdad, que traslada la poltica deuna virtud ciudadana a un espectculotelevisivo?

    quagendaparaqusaLidadeLaCrisisgLobaL?En primer lugar no debemos caer enla tentacin de identicar crisis concrecimiento econmico negativo,pues caeramos en el mismo reduc-cionismo que denunciamos cuandoidentican crecimiento positivo condesarrollo. La crisis global que debe-mos superar es anterior, ms profunday compleja, y est enraizada en losmodelos de produccin y de consumoque las polticas neoliberales de losltimos treinta aos han privilegiado.En ese sentido ms nos valdra evitarcualquier tentacin en forma de rece-tarios milagrosos. El futuro debe serconstruido mediante la recuperacinde la poltica por parte de la ciuda-dana, mediante la recuperacin dela corresponsabilidad por los asuntos

    pblicos. Lo pblico no puede estarms en manos de lites econmicasy cuerpos de tecncratas, que supedi-tarn sin lmites derechos y serviciosa sus intereses de rentabilidad. La re-cuperacin de los espacios pblicos,que protagonizan movimientos ciuda-danos en muchos pases, simboliza larecuperacin por el derecho ciudada-no a participar efectivamente en losasuntos pblicos. Es la mejor noticiaque nos trajeron movilizaciones como

    el 15M.En realidad, las respuestas en for-

    ma de articulaciones y movilizaciones

    sociales a la crisis global tambin son

    anteriores. A lo largo de la dcada delos noventa fueron construyndosemovimientos de participacin ciu-dadana articulados en diversas redessociales transnacionales, organizadosa partir de diferentes marcos reivindi-cativos de emancipacin y empode-ramiento de los colectivos excluidos:desde el ecologismo y el feminismohasta las propuestas vinculadas a ladenuncia de las consecuencias que losacuerdos de liberalizacin comercialtienen para las poblaciones ms vul-

    nerables, o los grupos organizadosen la promocin de un nuevo marcode scalidad internacional para laeconoma especulativa y las redes dedenuncia por las violaciones de dere-chos humanos, polticos, econmicos,sociales o culturales. La convergenciadesde la diversidad de enfoques e in-tereses se expresa en movilizaciones,maniestos y propuestas polticas queponen de maniesto la posibilidad deescoger otras alternativas al modelo

    de desarrollo.

    La agenda est abierta en canalpor parte de las articulaciones socia-les transnacionales que vienen a mo-dicar las narrativas y los discursoshegemnicos vigentes. sa es nuestra

    particular tarea en la transformacinde las actuales relaciones de poder.La necesidad de acuerdos globalessobre la reduccin de gases de efec-to invernadero; el establecimiento deun impuesto global a las transaccio-nes nancieras; el cambio de modeloproductivo y de consumo basado enprincipios de soberana alimentaria;el establecimiento de auditoras a ladeudas pblicas externas; la igualdadefectiva de derechos, oportunidades y

    reconocimientos para hombres y mu-jeres; la transicin a un modelo ener-gtico limpio y sostenible; el cumpli-miento de la legalidad internacionalpara Estados y transnacionales; ladesaparicin del fraude scal consen-tido mediante la existencia de parasosscales; la generacin de espacios departicipacin poltica ciudadana crea-tiva y comprometida; la erradicacinde la pobreza extrema, y la reduccinde las brechas de desigualdad.

    Entre otras, stas son las priorida-des para aprovechar la oportunidad yrescatar el debate sobre el desarrollo.Para que en esta ocasin la crisis no seconvierta en una nueva excusa y sirvaotra vez para que unos pocos den otradentellada a lo pblico, para que nosconviertan un poco ms en clientesendeudados, y para que varios cente-nares de millones engrosen la nminade los desheredados.q

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    maximizar el benecio individual enel menor tiempo. Uno de sus corola-rios inevitables es que el consumo derecursos y la produccin de residuos

    no puede parar de crecer.Vemoslo con un ejemplo. ElBanco Santander toma prestados unosmillones de euros del BCE y despusse los presta, a un tipo de inters ma-yor, a Sacyr-Vallehermoso, para que pueda comprar el 20 por ciento deRepsol-YPF. Para que Sacyr renta-bilice su inversin y le devuelva elprstamo al Santander y ste a su vezal BCE, Repsol no puede parar de cre-cer. Si no hay crecimiento, la espiralde crditos se derrumba y el sistemase viene abajo.

    Y cmo crece Repsol? Vendiendoms gasolina y aumentando el cam-bio climtico, recortando los costessalariales, extrayendo ms petrleoincluso de Parques Nacionales o dereservas indgenas, bajando las condi-ciones de seguridad1... En denitiva, acosta de las poblaciones de las zonasperifricas y de la naturaleza.

    Y esto tambin es aplicable al m-bito de la economa nanciera, ya que

    se articula sobre la productiva, que essobre la que tiene que ejercer, en lti-mo trmino, su capacidad de compra.

    Por lo tanto, el capitalismo es in-trnsecamente incompatible con loslmites fsicos del planeta. Por ello haido desarrollando toda una serie de

    pseudo-soluciones que intentan de-mostrar que se puede seguir crecien-do indenidamente en un planeta derecursos limitados. Entre ellas destacala promesa de la desmaterializacinde la economa a partir de la ecoe-ciencia. La eciencia es condicinnecesaria pero no suciente. El efectorebote que ha acompaado a muchasinnovaciones tecnolgicas que pre-tendan desmaterializar la economada buena muestra de ello.

    deCreCiMiento yCaLidaddevidaCuando la poblacin vive en condi-ciones de miseria, incrementos en elconsumo de recursos y energa se aso-cian directamente con el aumento dela calidad de vida. Esto est claro envarios indicadores, como el aumentode la esperanza de vida, el acceso a laeducacin o la felicidad.

    Sin embargo, a partir de un de-terminado umbral, esa correlacin sepierde. Por ejemplo, incrementos con -

    tinuados en el consumo de energa porencima de una tonelada equivalentede petrleo por persona y ao no van

    En nuestra sociedad, que podra llamarse la sociedad del exceso, paradjicamente la mayor parte de las cosasimportantes o imprescindibles van a menos. Las reservas pesqueras disminuyen de forma alarmante debido al exceso

    de pesca; el petrleo, base de nuestra organizacin econmica, empieza a agotarse a causa de la extraccin excesiva;el equilibrio climtico se quiebra debido al exceso de transporte motorizado; los ecosistemas se fraccionan y deteriorandebido al exceso de cemento y hormign; el agua, el aire y el suelo se envenenan debido al uso excesivo de productos

    qumicos; las desigualdades sociales se profundizan porque existe una acumulacin y consumo excesivo de bienespor parte de una minora; la articulacin social que garantizaba los cuidados se est destruyendo, entre otras cosas,

    porque hombres y mujeres deben dedicar un tiempo excesivo a trabajar para el mercado; la diversidad social y culturaldesaparece ante los excesos de un modelo homogeneizador.

    Yayo Herrero y Luis Gonzlez Reyes*

    Decrecimiento justo o barbarie

    12n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

    Si los problemas que afrontamosestn causados por una extrac-cin excesiva de recursos, porla ingente generacin de residuos, por

    la incautacin excesiva de los tiempospara la vida por parte del mercado ypor una acumulacin obscena de ri-queza por una parte de la humanidad;si los problemas que colocan la vida,tal y como la conocemos, en situacinde riesgo vienen dados por la extrali-mitacin, es fcil imaginar por dndetendrn que ir las soluciones.

    Si el planeta est sujeto a lmi-tes, en su seno nada puede crecer. Elineludible hecho de que el sistema

    econmico se encuentre dentro de la biosfera, de que requiera materialesy energa, y de que emita residuos ycalor, implica que no puede sostener-se sobre el crecimiento ilimitado. Elcamino hacia la sostenibilidad pasaforzosamente por la disminucin de laextraccin y la generacin de residuosde las poblaciones que ms lo hace-mos.

    LaadiCCinaLCreCiMientodeLCapitaLisMoVivimos en un sistema, el capitalista,que funciona con una nica premisa:

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    Informacin y Debate nPUEBLOSnEspecial diciembren 2011n13

    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    de reproduccin social, ni tampocopuede subsistir sin ella, por eso esainmensa cantidad de trabajo perma-nece oculta y cargada sobre las muje-res. Cualquier sociedad que se quieraorientar hacia la sostenibilidad debereorganizar su modelo de trabajo paraincorporar las actividades de cuidadoscomo una preocupacin colectiva deprimer orden.

    Pero adems es necesaria una granreexin sobre el empleo remunerado.Es evidente que un frenazo en el mo-delo econmico actual termina des-

    embocando en despidos. Hay trabajosque no son socialmente deseables,como las centrales nucleares, el sec-

    tor del automvil o los empleos quecreados alrededor de burbujas nan-cieras. Las que s son necesarias sonlas personas y, por tanto, el progresivodesmantelamiento de determinadossectores tendra que ir acompaadopor un plan de reestructuracin en unmarco de fuertes coberturas socialespblicas.

    El avance hacia la sostenibilidadcreara nuevos empleos en sectoresque ya son fuertes generadores de tra-bajo, como las renovables, el reciclajeo el transporte pblico6. Adems la red

    pblica de servicios bsicos deberncrecer. Por ltimo, la reduccin delconsumo de energa, inevitable por

    Vivimos en un sistema,el capitalista, quefunciona con una nicapremisa: maximizar el

    beneficio individualen el menor tiempo

    acompaados de incrementos signi-cativos en indicadores como la espe-ranza de vida, la mortalidad infantil o

    el ndice de educacin2. Una toneladaequivalente de petrleo es el consumoenergtico aproximado de Uruguay yCosta Rica, que tienen indicadores decalidad de vida similares, aunque algomenores, a Espaa, cuyo consumoronda las 3,6 toneladas.

    Esta cifra podra ser un punto dereferencia que respondiese a la pre-gunta de hasta dnde decrecer?, aun-que podramos tomar otras referenciasms bajas, como la de los/las habitan-

    tes de Can Masdeu, en la periferia deBarcelona, que tienen una calidad devida excelente con un consumo queronda el cuarto de esa tonelada equi-valente de petrleo3.

    Otros estudios, en EEUU4 o Irlan-da5, apuntan a que la felicidad tam-poco guarda una correlacin con elcrecimiento a partir de determinadolmite.

    deCreCiMiento ytrabaJoAjustarse a los lmites del planeta re-quiere reducir y reconvertir aquellossectores de actividad que nos abocanal deterioro, e impulsar aquellos otrosque son compatibles y necesarios parala conservacin de los ecosistemas yla reproduccin social.

    Nuestra sociedad ha identicadoel trabajo exclusivamente con el em-pleo remunerado. Se invisibilizan aslos trabajos que se centran en la soste-nibilidad de la vida (crianza, alimen-tacin, cuidados a personas mayores

    o enfermas) que, siendo imprescindi- bles, no siguen la lgica capitalista.El sistema no puede pagar los costes

    ContranunCio

    deConsuMehastaMorir,u

    nproyeCto

    deeCoLogistasenaCCin,

    www.C

    onsuMehastaMorir.o

    rg.

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    1 Marc Gavald y Jess Carrin, Repsol YPF, un discurso socialmente irresponsable, gora Nord-Sud y Observatoridel Deute en la Globalitzaci, 2007.

    2 Rosa Lago e Iaki Brcena, A la bsqueda de alternativas, en Iaki Brcena, Rosa Lago y Unai Villalba (eds.),Energa y deuda ecolgica, Icaria, 2009.

    3 Ibidem.4 Avner Offer, The Challenge of Affluence, Oxford University Press, 2006.5 Manfred Max-Neef, Economa transdisciplinaria para la sustentabilidad , 2005. Disponible en: http://www.inakioe.net/

    volpa_vieja/documentos/max-neef.pdf.6 Wordwatch Institute, Empleos verdes: Hacia el trabajo decente en un mundo sostenible con bajas emisiones de

    carbono, PNUMA, 2008.7 Anna Coote, Jane Franklin y Andrew Simms, 21 horas, Nef y Ecopoltica, 2010.8 Puede consultarse la propuesta de Ecologistas en Accin en http://www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf/mix_

    electrico_2020.pdf.

    * Yayo Herrero y Luis Gonzlez Reyes son miembros de

    Ecologistas en Accin.

    otra parte, y el replanteamiento de lautilizacin de tecnologa de alto nivel,implicarn una mayor intensidad en eltrabajo y, por lo tanto, la necesidad dems empleo.

    En todo caso hay informes7 queapuntan que necesitamos trabajarmenos para mantener el sistema deproduccin que tenemos. Por lo tanto,ya hoy, con un reparto adecuado deltrabajo, nuestra jornada laboral, in-cluyendo las labores de cuidados, dis-minuira notablemente. Esto centra elfoco de discusin social en el repartodel trabajo, no en la creacin de msempleo. Desde esta perspectiva, elenfoque del sindicalismo mayoritario

    debera volver a reivindicaciones an-teriores, como la jornada de 35 horas.

    iguaLdadydistribuCindeLapobreza

    La economa neoclsica presenta unareceta mgica para alcanzar el bienes-tar: incrementar el tamao de la tar-ta, es decir, crecer, soslayando as laincmoda cuestin del reparto. Sinembargo, el crecimiento contradice lasleyes fundamentales de la naturaleza.As, el bienestar vuelve a relacionarsecon la distribucin.

    Reducir las desigualdades nos su-merge en el debate sobre la propiedad.Nos encontramos en una sociedad quedeende la igualdad de derechos en-tre las personas y sin embargo asumecon naturalidad enormes diferenciasen los derechos de propiedad. En unacultura de la sostenibilidad habra quediferenciar entre la propiedad ligadaal uso de la vivienda o el trabajo de latierra, de la ligada a la acumulacin y

    poner coto a la ltima.

    enquhayquedeCreCer?Reducir el tamao de una esfera eco-nmica no es una opcin que poda-mos escoger. El agotamiento del pe-trleo y de los minerales, y el cambioclimtico van a obligar a ello. Estaadaptacin puede producirse por lava de la pelea feroz por los recursosdecrecientes, o mediante un reajustecolectivo con criterios de equidad.

    El decrecimiento puede abordarsedesde prcticas individuales, comuni-tarias y tambin a nivel macro. Entre

    ellas resaltamos algunas, sobre todocentradas en el nivel macro:

    Introducir lmites al uso de recursos

    Reducir el consumo en los pases del

    Norte para igualarlo con el Sur, quedebera aumentar hasta poder garan-tizar la salida de la miseria de sus po-blaciones. Una iniciativa en este sen-tido es poner un lmite mximo de usode recursos. Estudiar la puesta en marcha de unahuella ecolgica de consumo mximo por persona en forma de tarjeta dedbito de impactos. Prohibir la produccin en sectoresque destruyan la vida. Reducir los residuos.

    Medidas de aumento de la ecien-cia. Aumentar la participacin de los ele-mentos renovables en la economa, yasea en forma de energa o en forma demateria, sin olvidar que van a podercubrir un consumo inferior al que te-nemos en la actualidad8. Medidas de sensibilizacin a la po-blacin sobre los lmites del planeta.

    Priorizar los circuitos cortos de

    distribucin Incentivar una reruralizacin de lapoblacin. Promocionar un urbanismo compac-to, de cercana y bioclimtico. Fomento de grupos de consumo ymercados locales.

    Poner lmites a la creacin de dinero

    Anclaje de las monedas a valoresfsicos como una bolsa de alimentosbsicos o de minerales estratgicos oa la cantidad de poblacin.

    Prohibicin de que los bancos creendinero saltndose sus depsitos. Eli-minacin de los mecanismos de titu-larizacin de la deuda.

    Promocin de monedas locales y re-des de trueque.

    Internalizacin de costes

    Puesta en marcha de un sistema deecostasas nalistas y redistributivas. Responsabilidad por parte de los fa-bricantes de todo el ciclo de vida del

    producto. Introducir ms controles a la produc-cin no ecolgica que a la ecolgica.

    Polticas activas de fomento de la

    economa ecolgica y solidaria

    Volver a hacer pblico el controlde los sectores estratgicos, como elenergtico o la banca. Medidas para el reparto de la riquezay la limitacin de la capacidad adqui-sitiva: renta mxima y reparto del tra-bajo (productivo y reproductivo). Introducir como nicos los criteriossociales y ambientales en las polticaspblicas de subvenciones. Etiquetado de trazabilidad del pro-ducto indicando las formas de produc-cin y de transporte. Poltica de compras verdes y justaspor parte de las administraciones p-blicas. Disminuir incentivos al consumo.Un ejemplo sera la limitacin y elcontrol de la publicidad.q

    Hay informes que apuntanquenecesitamos trabajarmenosparamantenerel

    sistema de produccin quetenemos

    14 n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

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    Informacin y Debate nPUEBLOSnEspecial diciembren 2011n15

    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    Esta reexin tan inspiradora dela economista y agricultora neo-zelandesa Marilyn Waring reco-

    ge de forma escueta y clara una crticaprofunda al sistema econmico capi-talista que es compartida por muchaseconomistas feministas que llevandcadas denunciando la utilizacinfraudulenta de conceptos como bien-estar, desarrollo, o progreso.

    Siendo conscientes de que la eco-noma feminista es un concepto am-

    plio y diverso, puesto que igual queno existe un nico feminismo tampo-co existe una nica visin de la eco-

    noma, s podemos partir de algunoselementos comunes sobre los quereexiona y hace propuestas que re-sultan muy signicativos en estos de-bates, para pasar a centrarnos en aque-llos que son crticos con este sistemaexpoliador.

    En primer lugar, la economa fe-minista es consciente de que muchosde los supuestos y metodologas queutilizan las escuelas de pensamientoeconmico ms inuyentes, y pre-

    dominantemente la teora econmicahegemnica, la neoclsica, tienen unfuerte sesgo de gnero, ya que han

    considerado como universales e im-parciales normas masculinas burgue-sas y etnocntricas.

    Esta visin androcntrica de laeconoma ha condicionado las cate-goras analticas bsicas utilizadas(desde el concepto de trabajo vincu-lado exclusivamente con el empleo,el de actividad con la participacin enel mercado, el de la unidad domsticacon un espacio en armona, hasta el debienestar y desarrollo vinculados a la

    maximizacin de la utilidad y al cre-cimiento del Producto Interior Bruto).Por ello, la economa feminista ha

    El trmino bienestar se ha elaborado a partir del expolio de los recursos naturales, de la esclavitud de los

    miserables del mundo, de la devaluacin de las mujeres, del uso intolerable de los nios y nias como productosy mano de obra barata y de la utilizacin de la fuerza blica irracional.

    MariLyn waring1 (1994)

    Yolanda Jubeto Ruiz*

    Debates sobre desarrollo y bienestardesde laeconoma feminista

    anniMo,

    ste

    nCiLCaLLeJero.

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    trado en el impulso de una rpida acu-mulacin de capital y en la industria-lizacin como medio principal paraobtener el bienestar.

    Este enfoque a favor de la moder-nizacin capitalista se supona aplica-ble a todas las sociedades de una for-ma lineal y consista en una serie deestadios que les llevara de sociedadesagrarias atrasadas a sociedades in-dustriales modernas3. Adems, estapropuesta se combinaba con las teo-

    ras del capital humano para abogarpor una ampliacin de los sistemaseducativos que permitiera formar a unsuciente volumen de personal queparticipara en el proceso de cambiopropuesto. Se sostena que los bene-cios del crecimiento y la moderni-zacin conduciran a mejores condi-ciones de trabajo, mayores salarios,educacin y bienestar.

    Esta propuesta modernizadora hatenido una visin explcita o implci-ta del papel que tenan que jugar loshombres y las mujeres en este proce-so. Los hombres modernos eran losequivalentes del hombre econmicoque propugnaba la teora econmicaneoclsica, ya que en ambos casos elcomportamiento racional era su ca-racterstica principal, comportamien-to regido siempre por la autonoma,el inters propio, el egosmo, el dina-mismo, la capacidad de innovacin,la competitividad y la capacidad deasumir riesgos.

    En el caso de las mujeres, desdeun principio se presupona que todoslos cambios hacia la modernizacin

    las beneciaran, tanto a las que entra-ran en el mercado laboral dado quelos procesos de cambio tecnolgicoles permitiran dedicar menos tiempoa los trabajos domsticos (en ningn

    momento, por supuesto, se planteabala posibilidad de compartir estos tra-bajos con los hombres), como a lasque ejercieran exclusivamente tareasdomsticas y de cuidados.

    Entre los economistas las referen-cias a las implicaciones del desarrollopara las mujeres fueron menores queen otras disciplinas, como la socio-loga, pero tal como recoge Kabeer4,cuando estos se posicionaban solanconsiderar que las mujeres se bene-

    ciaran siempre de estos procesos.As, Arthur Lewis, uno de los econo-mistas defensores del crecimiento in-dustrial en el Tercer Mundo que tuvomayor inuencia, declaraba que dis-cutir la conveniencia para las mujeresdel crecimiento econmico era comodiscutir si las mujeres deberan tenerla oportunidad de dejar de ser bestiasde carga e incorporarse al gnero hu-mano.

    aLgunos

    Mitos

    deL

    sisteMa

    Todos estos planteamientos ignorabanque la acumulacin primaria de capi-tal se haba basado en los procesos decolonizacin de la mayor parte delmundo, que se fueron extendiendo apartir de nales del siglo XV, y queconsistan en la usurpacin de tierrasy de sus productos y de la expulsin/marginacin de sus habitantes. Estanecesidad de acaparar recursos hapromovido enfrentamientos y sucesi-vas guerras a lo largo de los ltimos

    siglos (muchas de ellas silenciadas),que han desembocado en unas socie-dades altamente militarizadas y enunos organismos internacionales queno han servido hasta la fecha para ga-rantizar la paz mundial ni la seguridadalimentaria5.

    El mito de que todas las socie-dades, si queran progresar, debanatravesar las mismas fases que habantenido lugar en el occidente capitalis-ta por medio de unas etapas de creci-

    miento (vase nota 3), se une al mitode que el ser humano poda controlartotalmente la naturaleza. As esta pas

    La economa feministaha realizado una revisincrtica de los contenidos delpensamiento econmico,haciendo hincapi en lainvisibilizacin de muchasactividades desarrolladashistricamente pormujeres

    realizado una revisin crtica de loscontenidos del pensamiento econmi-co, haciendo hincapi en la invisibi-lizacin de muchas actividades desa-rrolladas histricamente por mujeres

    que han sido relegadas a la esfera delo no econmico.

    Asimismo, ha subrayado la discri-minacin a la que deben hacer frentelas mujeres en la esfera socio-econ-mica (tanto en la productiva domsti-ca, en la de cuidados, como en la deltrabajo mercantil), como en la esferapoltica (niveles de participacin enlos procesos de toma de decisiones polticas que inuyen directamenteen nuestras condiciones de vida), y ha

    apostado por nuevas categoras anal-ticas no androcntricas, que contribu-yan a visualizar y valorizar las expe-riencias y actividades desarrolladas alo largo de la historia primordialmentepor mujeres.

    Este esfuerzo por superar las fron-teras impuestas sobre lo econmico2afecta directamente a las polticaspblicas, puesto que el pensamientodicotmico sobre lo que es objeto deanlisis de la economa y lo conside-rado extra-econmico impacta direc-tamente en lo que debe ser abordadopor la poltica pblica y lo que se pue-de excluir de la actuacin pblica.

    eseLdesarroLLounproCesoLineaLuniversaL?La parcialidad en los anlisis econ-micos tambin es aplicable a los con-ceptos de progreso y desarrollo,puesto que durante dcadas el modeloa seguir ha tenido como patrn prin-cipal el de acumulacin de capitalpracticado por el mundo occidentalen los ltimos siglos. Esta pauta decomportamiento hegemnica ha mar-ginado y despreciado otras propuestasalternativas a este modelo, provenien-tes tanto de pueblos autctonos nooccidentales, como de los colectivossubordinados o subalternos, entre losque destacaramos las mujeres de gru- pos considerados marginales porlos tericos occidentales.

    As, el modelo de desarrollo que

    ha servido de base a las polticas dedesarrollo econmico impulsadas porlas agencias internacionales se ha cen-

    16 n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

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    a ser considerada un factor de produc-cin ms (la tierra y sus componentes pasaron a ser recursos naturales ex-plotables), y por lo tanto, privatiza-bles, comercializables y al servicio de

    los intereses del capital6. El objetivoltimo del sistema capitalista, que fuemadurando y extendindose por elmundo, consista en obtener el mayor benecio econmico posible a cor-to plazo, ignorando la sostenibilidaddel sistema a largo plazo, al no teneren cuenta en sus clculos los lmitesdel planeta ni las consecuencias quetenan para la mayora social las prc-ticas capitalistas de explotacin.

    Una visin cada vez ms reduccio-

    nista de las actividades econmicas,que prioriza las mercantiles por en-cima del resto, fue aislando progresi-vamente la actividad econmica mer-cantil de la esfera poltica as como delresto de las actividades bsicas para lareproduccin de la vida, en las que sesostena. La falacia de los mercadosautorregulados, base de la economade mercado, solo puede funcionar sila sociedad se subordinara de algnmodo a sus requerimientos7.

    Asimismo, este patrn de mercadoexcluye como no econmicas al con-

    junto de actividades relacionadas conla sostenibilidad de la vida que no pa-san por el mercado, justicando queal no tener un componente mercantilson difcilmente cuanticables y f-cilmente excluibles8.

    Del mismo modo, aunque el siste-ma capitalista ha aumentado exponen-cialmente las posibilidades de produc-cin de mercancas, promoviendo unaumento de la capacidad de consumo

    por parte de las personas con ingresoseconmicos potenciando al mismotiempo su endeudamiento, ignora lasnecesidades de todas aquellas perso-nas que habitan en el planeta que notienen recursos monetarios sucientespara participar en el mercado.

    voCesCrtiCasaLModeLohegeMniCo deaCuMuLaCinLos modelos de desarrollo basados enla acumulacin de capital han hecho

    caso omiso a las voces crticas que hasuscitado este modelo por autores quehan denido el capitalismo norteame-

    ricano como la sociedad del despilfa-rro y como un modelo inviable9.

    Hasta la dcada de los aos 70del siglo XX, aunque haban apareci-do voces crticas en el Sur respecto a

    estos procesos, la visin hegemnicadel Norte y de sus organismos inter-nacionales se haba impuesto tras eln de la II Guerra Mundial.

    Las polticas de desarrollo que seexportaron al resto del mundo con-sideraban a las economas agrariascomo atrasadas, y a sus pueblos yculturas inferiores vinculadas a losalvaje e irracional10; discursosque haban prevalecido incluso trasla independencia de las zonas colo-

    nizadas.El personal poltico y tcnico quediriga las polticas de desarrollo notena en cuenta las consecuencias deesos procesos histricos, muchas ve-ces con altas dosis de racismo y an-drocentrismo, sobre las diversas et-nias que habitaban los pueblos del Sur(muchas de ellas ignoradas y margi-nadas completamente por los poderesdominantes en sus pases) ni para lasmujeres de los diversos estratos so-ciales sobre los que se queran aplicarestas polticas de desarrollo.

    En las dcadas de los 50 y 60 delsiglo XX pocas veces se mencionabana las mujeres como protagonistas acti-vas del desarrollo, y cuando se haca,se las supona beneciarias potencia-les de los programas de desarrollo,

    desde una posicin paternalista, yaque se subrayaba su rol maternal, ig-norando su papel como sustentadorasy actoras activas de la organizacinsocio-econmica en la que vivan.

    Las economistas feministas, prin-cipalmente del Sur, comenzaron aexpresar en la dcada de los 70 susvaloraciones crticas ante una repre-sentacin de la modernizacin comoun proceso universal y lineal, cuandoen la prctica demostraba ser un unavisin parcial y androcntrica del de-sarrollo que defenda un mundo dualque antepona lo moderno frente a lotradicional, y que ignoraba y manipu-laba los roles de los diversos colec-

    tivos sociales y especialmente los delas mujeres.No obstante, la aportacin que tuvo

    ms repercusin en esa dcada fue lade Ester Boserup, ya que desvel lamarginacin a la que estaban siendosometidas las mujeres del Sur por losdiseadores de programas de desarro-llo, al ser consideradas receptoras pa-sivas de las polticas implementadas.Durante una dcada el enfoque Mu-jeres en Desarrollo (MED), fruto delas anteriores reexiones, inuy enlos donantes y en el movimiento in-ternacional de mujeres. Intent que setuvieran en cuenta las necesidades yopiniones de las mujeres en el diseode los programas de desarrollo paraque fueran incluidas en los procesosde desarrollo. Su crtica principal sebasaba en las carencias de recursospara los proyectos de desarrollo eco-nmico destinados a las mujeres, yaque solo se les destinaban recursospara polticas sociales basadas en las

    necesidades bsicas.Pronto fue patente que no era su-

    ciente con incluir a las mujeres enplanes de desarrollo que no eran dise-ados desde sus propias necesidades yque no cuestionaban el orden patriar-cal en el que se hallaban, es decir, lasrelaciones de poder existentes entremujeres y hombres y su construccinsocial. Esto impuls en la dcada delos 80 un cambio en el enfoque do-minante que pasar a ser denominado

    Genero y Desarrollo (GYD), puestoque la construccin social en la que sebasaban las relaciones entre mujeres y

    Una visin reduccionistade las actividadeseconmicas, que

    prioriza las mercantilespor encima del resto, fue

    aislando la actividadeconmica mercantil de

    la esfera poltica as comodel resto de las actividades

    bsicas para la

    reproduccin de la vida

    Informacin y DebatenPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n17

    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

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    hombres y tambin entre los diversoscolectivos de mujeres tena que sertenida en cuenta a la hora de disearlas polticas, no solo microeconmi-cas, sino macroeconmicas, y ah lasvoces de las propias mujeres cada vezse consideraban ms importantes, enalgunas propuestas.

    Las dicultades para aplicar esteenfoque aumentaron en una poca deajustes estructurales y visiones neoli-berales de la economa, as como porla falta de comprensin de la centra-lidad de esta problemtica. No obs-tante, en esta poca se impulsaron

    conceptos como transversalidad degnero y de empoderamiento de lasmujeres que sern objeto de debatesy propuestas prcticas hasta la actua-lidad.

    La transversalidad de gnero (gen-der mainstreaming) implica un pro-ceso sistemtico de situar los temasrelativos a la equidad entre mujeres yhombres en el centro de los procesosde decisin poltica, de las estructurasinstitucionales y de la asignacin de

    recursos, incluyendo las propias vi-siones de las mujeres respecto a losprocesos y sus prioridades en la tomade decisiones sobre el desarrollo. Esteconcepto va a conseguir una repercu-sin internacional al ser incluido enla Declaracin de Beijing y de Plata-forma de Accin acordadas en la IVConferencia Internacional de la Mujerde la ONU.

    Asimismo, tambin se fue incor-porando la necesidad del empodera-miento de las mujeres, idea surgida

    aos antes y que fue expresada confuerza por la plataforma de mujeres delSur, DAWN. Para ellas, el empodera-miento supona un cambio interno ascomo de las relaciones de dominaciny jerarquizacin existentes a otras enlas que los hombres y el sistema asu-mieran su nivel de responsabilidad, decuidados, apertura, y negacin de las jerarquas preexistentes. Adems, elempoderamiento, aunque sea un con-cepto utilizado con diversas acepcio-

    nes, est muy vinculado con otro tipode desarrollo, un desarrollo que sur-ge desde las mujeres y hombres por

    medio de procesos participativos quepermiten expresar, consensuar y deci-

    dir sus proyectos de futuro en pie deigualdad. Por ello, cuando aparece elconcepto de desarrollo humano a na-les de los 80 hay quien vincula ambaspropuestas por el potencial de cam-bio que inicialmente mostraban. Hoyen da existe un gran debate sobre elconcepto y contenidos del desarrollohumano. No obstante, existe un granconsenso sobre los graves problemasque genera la discriminacin secularde las mujeres, entre los que destacala violencia sistemtica que se ejerce

    contra sus vidas en todo el mundo, ycon especial virulencia en pases asi-ticos como China o India, problem-tica ya denunciada por Amartya Senhace unas dcadas en su famoso en-sayo Faltan ms de 100 millones demujeres.

    En este sentido, resulta muy ins-pirador el pensamiento feminista queproviene del Sur y es crtico con losprocesos y discursos impulsados por

    las agencias internacionales de de-sarrollo, denominado pensamientopostcolonial por su crtica al modelocolonial dominante. Como ejemplomencionar la aportacin de VandanaShiva, pensadora e investigadora in-dia, doctora en Fsica Cuntica por laUniversidad de Ontario, que ha cues-tionado tambin el orden econmicoimperante a partir de una crtica abier-ta a los procesos impuestos por elBanco Mundial y el Fondo MonetarioInternacional en el Sur, siendo muyconsciente de los perjuicios que estngenerando una visin economicista y

    de mal desarrollo.En la actualidad consideramos

    imprescindible tener en cuenta la vi-sin postcolonial en el anlisis de losprocesos relativos al desarrollo de lospueblos del Sur, ya que nos permi-ten ser conscientes de cmo tenemosconstruida nuestra mirada sobre losmismos y sobre las relaciones entrelas mujeres y hombres que habitan enellos. Esta nueva lectura desvela tam-bin la inuencia cultural, en general,

    y del proceso educativo, en particular(desde los medios de comunicacinhasta los libros de texto), en nuestrassimplistas visiones de estos pueblos,diversos y muy frecuentemente mu-cho ms complejos y desconocidos delo que pensamos, dadas las distorsio-nes con las que los observamos.q

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

    18n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    1 Marylin Waring, Si las mujeres contaran. Una nueva economa feminista, Vindicacin Feminista, Madrid, 1994.Toma-do de Carmen Alborch, Libres, Santillana, 2004.

    2 Marianne A. Ferber y Julie Nelson (eds.), Beyond economic man. Feminist Theory and Economics , The University ofChicago Press, 1993.

    3 Walter W. Rostow, Las etapas del crecimiento econmico. Un manifiesto no comunista, Madrid,Ministerio de Trabajoy Seguridad Social, 1993.

    4 Naila Kabeer, Realidades trastocadas. Las jerarquas de gnero en el pensamiento del desarrollo, Ciudad de Mxico,Paids, 1998.

    5 En la actualidad, el acaparamiento de tierras contina y se est intensificando especialmente en frica y en Amricadel Sur, incluso con el apoyo del Banco Mundial (ver informes en www.grain.org).

    6 Karl Polanyi, La Gran Transformacin. Los orgenes polticos y econmicos de nuestro tiempo, Ciudad de Mxico,FCE, 2003.

    7 [] Una economa de mercado debe comprender todos los elementos de la industria, incluidos la mano de obra, latierra y el dinero. Pero la mano de obra y la tierra no son otra cosa que los seres humanos mismos, de los que secompone toda sociedad, y el ambiente natural en el que existe toda sociedad. Cuando se incluyen tales elementosen el mecanismo de mercado, se subordina la sustancia de la sociedad misma a las leyes de mercado, Polanyi(nota 6, p. 122).

    8 Marilyn Waring, If women counted, Londres, Macmillan, 1988; Michle A. Pujol, Feminism and Anti-feminism in EarlyEconomic Thought, Vermont, Edward Elgar, 1992.

    9 John K. Galbraith, La cultura de la satisfaccin, Barcelona, Ariel; y Waring (nota 8).10 Ver Boaventura de Sousa Santos, El milenio hurfano: ensayos para una nueva cultura poltica , Trota/Ilsa, 2005.

    Es imprescindible tener encuenta la visin postcolonialen el anlisis de losprocesos relativos aldesarrollo de los pueblosdel Sur

    * Yolanda Jubeto Ruiz es

    profesora agregada del Departamento de Economa

    Aplicada de la Universidad del Pas Vasco (UPV/EHU).

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    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    Informacin y DebatenPUEBLOSnEspecial diciembren 2011 n19

    Enseguida se sumaron ms cues-tionamientos y crticas sobre lo que podramos calicar como lmites

    econmicos. Se sealaron serias asi-metras econmicas, donde lo que sepresentaba como desarrollo en unossitios slo era posible a costa del sub-desarrollo en otros rincones del pla-neta.

    A inicios de la dcada de 1970,quedaron en evidencia los conocidoslmites ecolgicos. Los recursos norenovables, como el petrleo o losminerales, son nitos, y enfrentamosel agotamiento de algunos de ellos. A

    su vez, las reas naturales se deterio-ran y reducen ao tras ao, dejandouna estela de especies en extincin.

    La contaminacin supera los umbra-les de la capacidad de regeneracin delos ecosistemas.

    En paralelo a stas y otras adver-tencias se han sumado las alertas ydenuncias de organizaciones sociales.Ellas expresan los ascos concretosde muchos proyectos de desarrollo,sus impactos negativos en los planossocial y ambiental, as como sus du-dosos benecios econmicos.

    Desde entonces, las tensiones nohan dejado de crecer. Unos denuncianlos impactos de proyectos etiqueta-dos como desarrollo, y pero otros

    vuelven a reclamar ms desarrollo para superar la pobreza. Si bien al-gunos reconocen las limitaciones en

    El desarrollo contemporneo hasido uno de los grandes mitos del

    siglo XX. Represent tanto el sueode una vida mejor para millones de

    personas, como una legitimacinterica y prctica para diseminar

    en todo el planeta la creencia en elcrecimiento econmico.

    Esa postura tambin estprofundamente arraigada,

    asumindose que las economasnacionales, y por lo tanto la econo-ma planetaria, podran crecer por

    siempre en un proceso deexpansin perpetua.

    Desarrollo, postextractivismoy buen vivir

    Eduardo Gudynas*

    Estas ntimas vinculaciones entrelas ideas de progreso, desarro-llo y crecimiento se generaronen las primeras dcadas del siglo XX,y cristalizaron hacia mediados de ladcada de 1940.

    Sin embargo, por lo menos des-de mediados de los aos sesenta,comienzan a sumarse las crticas yadvertencias sobre esos postulados.Por un lado, se sealaron los llamadoslmites sociales, tales como las tensio-nes en las aglomeraciones urbanas, lasegregacin impuesta por los ingresosmonetarios, o la marginacin espa-

    cial donde los pobres se arrinconanen unos barrios mientras los ricos seprotegen en otros.

    AlliKAusAy: eLbuenvivir. fotografa: aLtairLibre (www.fLiCKr.CoM).

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    las ideas del desarrollo, todava no selogr un consenso en conceptos quela reemplacen. En ese escenario esdonde surge con intensidad el debatesobre el buen vivir actualmente en

    marcha en Amrica del Sur.

    eLextraCtivisMounavezMsBuena parte de estas contradiccionesy tensiones se expresan hoy en da al-rededor del llamado extractivismo: laextraccin de enormes volmenes derecursos naturales para exportacin,tal como se observa en la minera acielo abierto o la explotacin petro-lera.

    El extractivismo no es una novedad

    en Amrica Latina, y sus antecedentesse rastrean a tiempos de la colonia.Eso explica que tenga profundas ra-ces culturales. Sigue prevaleciendo laidea que el continente tiene enormesrecursos a ser aprovechados, sin lmi-tes evidentes al crecimiento, dada susenormes extensiones y la riqueza de lanaturaleza. Los obstculos seran, enrealidad, instrumentales, tales como ladisponibilidad de inversin o personaltcnico cualicado. Las advertencias

    sobre sus lmites, sean sociales o am-bientales, son desestimadas, ya quese concibe a la naturaleza como unaenorme canasta de recursos que estlejos de agotarse o deteriorarse.

    Bajo el extractivismo actual esasideas se llevan a un extremo. Soneconomas de enclave que exportanhacia los mercados globales materiasprimas. A su alrededor se disparan se-rios impactos sociales y ambientales,que van desde el desplazamiento decomunidades a severa contaminacin.Asimismo, sus benecios econmicosson ms que dudosos, y en varios ca-sos son negativos.

    Pero a pesar de esa crecienteevidencia, es un sector que vive unnuevo apogeo. Mientras que la crisiseconmico nanciera golpea a variospases industrializados, los altos pre-cios de las materias primas y su sos-tenida demanda, hacen que muchasnaciones sudamericanas acenten elextractivismo generando una bonanza

    macroeconmica. Esas exportacionesaumentan en valor y volumen, y laracionalidad extractivista se expande

    a otros sectores, en particular los mo-nocultivos intensivos de exportacin(como la soja transgnica).

    Amrica Latina repite su historiacomo proveedora de materias primas,

    aunque han cambiado los destinos ylos productos. Mientras que en el pa-sado, exportaba los recursos naturaleshacia las metrpolis coloniales, hoy lohace hacia China. En el siglo pasadoreciba a cambio manufacturas alema-nas, inglesas o estadounidenses; en laactualidad, los productos chinos o co-reanos inundan los centros comercia-les o las pequeas tiendas de barrio.

    iMpaCtosaMbientaLesyfragiLidadsoCiaLLa intensicacin del extractivismoes uno de los principales factores deimpacto ambiental, y explica que el balance actual sea negativo. El re-ciente informe sobre el estado del am-biente en Amrica del Sur del CentroLatinoamericano de Ecologa Social(CLAES) recuerda que se pierdenreas naturales y recursos naturalesa un ritmo mucho ms rpido que loslogros obtenidos por las medidas de

    control ambiental.Algunos ejemplos agudos son laminera a gran escala a cielo abiertoy la explotacin petrolera en selvastropicales. All se observan casos decontaminacin de suelos y aguas porla minera o derrames petroleros enambientes amaznicos. Se desplazancomunidades locales, se desva el usodel agua hacia la minera, se pierdenreas agropecuarias y se limita la par-ticipacin ciudadana. Esto regular-mente desemboca en intensas protes-tas y conictos. Factores de este tipohacen que ese estilo sea un extracti-vismo depredador.

    A pesar de toda esta problemti-ca, el extractivismo sigue disfrutandode un amplio consenso en la opininpblica, y es apoyado incluso porlos gobiernos de la nueva izquierdasudamericana. En buena medida estose explica por un cambio sustancial,donde los gobiernos progresistas cap-tan parte de la renta generada por el

    extractivismo para nanciar sus pro-gramas de asistencia social. Ms alldel real volumen de dinero derivado

    a esos nes, lo cierto es que esos go-biernos insistentemente deenden en

    sus discursos al extractivismo comoindispensable para sostener sus bonosy compensaciones a los grupos mspobres.

    sta es una nueva paradoja: eldesarrollo clsico, y en especial elextractivismo, pasa a ser defendidocomo necesario no solamente para elcrecimiento econmico en general,sino especcamente como medioindispensable para nanciar la luchacontra la pobreza. Sin embargo, bajo

    ese camino se cae en una relacin per-versa donde se hacen necesarias com-pensaciones econmicas de los daosextractivistas, lo que a su vez requiereembarcase en nuevos proyectos ex-tractivos para obtener esos recursoseconmicos. Tampoco se reconoceque esas economas de enclave impi-den revertir la subordinacin produc-tiva y comercial de Amrica Latina,sino que la agravan. Por este tipo decontradicciones, el extractivismo de-predador es un callejn sin salida.

    Los problemas alrededor de sec-tores como minera y petrleo dejanclaro que el extractivismo est cho-cando con lmites democrticos, eco-lgicos y econmicos. Esto explica lacreciente oposicin ciudadana que seobserva a los proyectos mineros encasi todos los pases de la regin. Po-siblemente las ms conocidas sean lasrecientes protestas en el departamentode Puno, en el sur de Per, pero unexamen atento muestra situaciones si-

    milares en Argentina, Bolivia, Colom-bia, Ecuador, en varias naciones cen-troamericanas, y hasta en Uruguay, un

    La intensificacin delextractivismo es uno delos principales factoresde impacto ambiental,

    y explica que elbalance actual

    sea negativo

    20n 2011 n Especial diciembrenPUEBLOSn Informacin y Debate

    DESARROLLOnDesarrollo, cooperacin y empresas transnacionales

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    Informacin y Debate nPUEBLOSnEspecial diciembren 2011n21

    Desarrollo, cooperacin y empresas transnacionales nDESARROLLO

    *Eduardo Gudynas esintegrante de CLAES (Centro Latino Americano

    de Ecologa Social), en Montevideo.

    www.ambiental.net

    pas que no era minero, pero donde sugobierno propone una megaexplota-cin de hierro.

    despusdeLextraCtivisMo

    La necesidad de ensayar una salida para despus del extractivismo sevuelve indispensable. Por un lado, eseesfuerzo tiene un sentido de urgen-cia, en tanto distintas comunidadeslocales sufren los impactos sociales,ambientales y econmicos de los em-prendimientos extractivistas. Por otrolado, esa tarea es inevitable. Recursos,como los mineros o los petroleros, seagotarn inevitablemente. Ahora seadmite que hemos entrado en la poca

    del declive del petrleo, y se suma laevidencia que otro tanto sucede conalgunos minerales. Los lmites ecol-gicos mencionados antes no eran unafantasa sino que estn aqu y, en al-gunos casos, han sido superados. Estohace que la discusin de una estrate-gia para despus del extractivismoen lugar de ser algo