Pueblos, rituales y condiciones de vida prehispánica en el...

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PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA José Vicente Rodríguez Cuenca, Profesor Titular Dpto. de Antropología, Universidad Nacional de Colombia Con la colaboración de: Sonia Blanco, Investigadora INCIVA Alexander Clavijo, Investigador INCIVA Bogotá, D. C, Colombia, 2005

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PUEBLOS, RITUALES

Y CONDICIONES

DE VIDA PREHISPÁNICAS

EN EL

VALLE DEL CAUCA

José Vicente Rodríguez Cuenca, Profesor Titular Dpto. de Antropología,

Universidad Nacional de Colombia

Con la colaboración de: Sonia Blanco, Investigadora INCIVA

Alexander Clavijo, Investigador INCIVA

Bogotá, D. C , Colombia, 2005

Pueblos, rituales y condiciones de vida prehispánicas en el Valle del Cauca

© José Vicente Rodríguez Cuenca © Universidad Nacional de Colombia

Primera edición: abril de 2005 1.000 ejemplares

ISBN: 958-8063-30-2

Foto de portada: Rostros indígenas del Valle del Cauca: pasado y presente

Impreso en Colombia - Printed in Colombia Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso escrito del autor.

Armada digital, impresión y acabados: Editora Guadalupe Ltda. Cra. 42 No. 10A-57 Tel.: 5627250 E-mail: [email protected] Bogotá, D.C.,- Colombia, 2005

TABLA D E C O N T E N I D O

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Introducción 9

Capítulo I

Pueblos y costumbres en el valle del río Cauca 17 1.1. Conquistador, guerra de tierra arrasada y pestilencia 17 1.2. Pueblos, paisajes y costumbres 21 1.3. Organización socio-política 31 1.4. El sacrificio humano: ritual de transferencia de energía 33 1.5. El canibalismo ritual 36

Capítulo II Prácticas funerarias en el Valle del Cauca 47 2.1. El ritual funerario: un fenómeno universal y tradicional 47 2.2. Los enfoques de la Arqueología Funeraria o de la Muerte 48 2.3. Las fuentes etnográficas 56 2.4. Las fuentes etnohistóricas 62 2.5. Las fuentes arqueológicas 63 2.6. Los patrones funerarios del Valle del Cauca 96

Capítulo III Condiciones de vida de la población prehispánica 107 3.1. Presión ambiental y condiciones de vida 107 3.2. Medio ambiente 1 12 3.3. La alimentación 119 3.4. Los fitolitos del cálculo dental: paleoambiente y paleodieta 121 3.5. Estrategias adaptativas: guerras y tierras de nadie 122 3.6. Guerras y rituales: la búsqueda del equilibrio 125

Capítulo IV Principales enfermedades prehispánicas 127 4.1. El estado de salud 127

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4.2. Enfermedades infecciosas 1 30 4.3. Desórdenes hemopoyéticos 141 4.4. Desórdenes metabólicos 143 4.5. Lesiones de las articulaciones 143 4.6. Morbilidad bucodental 144 4.7. Calidad de vida de la población de La Cristalina, El Cerrito 152

Capítulo V Demografía y regulación poblacional 157 5.1. Reproducción y prácticas culturales 157 5.2. Fertilidad y mortalidad 160 5.3. Tablas de vida prehispánicas del Valle del Cauca 161

Capítulo VI Los primeros vallecaucanos y sus orígenes 167 6.1. Características físicas 167 6.2. Los primeros agroalfareros 170 6.3. La población tardía 171 6.4. Los orígenes: entre las migraciones y la microevolución 173 6.5. Sobre las relaciones biológicas 178

Capítulo VII De bárbaros caníbales a sabios ecólogos: el legado del pasado 187 7.1. El ordenado mundo prehispánico 187 7.2. Rituales de muerte: rituales de vida 188 7.3. Mujeres y guerreros: la lucha por la supervivencia 188 7.4. Crisis en el Jardín del Edén 190 7.5. Los mestizos: herederos del pasado 191

Bibliografía 193

A G R A D E C I M I E N T O S

E l autor y sus colaboradores agradecen a la División de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá y al departa­

mento de Antropología de la Facultad de Ciencias Humanas por su apoyo me­diante las becas de investigación Prometeo 1999, 2002, 2004. Al Instituto para la Investigación y la Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca (INCIVA), por su apoyo a la investigación en los proyectos de resca­te en Ciudad Jardín, municipio de Cali, Coronado, Santa Bárbara, Estadio del Deportivo Cali, El Sembrador, municipio de Palmira, y en La Cristalina, muni­cipio de El Cerrito; también por la beca "Víctor Manuel Patino" Estímulo a la investigación 2001-2002 y su hospitalidad en Calima El Darién para con do­centes y estudiantes del Dpto. de Antropología. A las empresas vallecaucanas comprometidas con la salvaguarda del patrimonio cultural regional, entre ellas las Alcaldías Municipales de Palmira, El Cerrito, Calima El Darién y Cali, la Fundación Ecoparque Llanogrande, el Centro Comercial Llanogrande y el Es­tadio del Deportivo Cali. Al profesor Carlos Armando Rodríguez de la Univer­sidad del Valle y a la profesora Sonia Afchila de la Universidad de los Andes por sus ideas y sugerencias. Al profesor Pedro José Botero de la Fundación Terrapreta por sus enseñanzas sobre los suelos y medio ambiente del Valle del Cauca. A las arqueólogas Marianne Cárdale y Leonor Herrera de la Fundación ProCalima por su apoyo con información aún no publicada. Especiales agrade­cimientos a Yolanda Jaramillo, Alvaro Gómez, Gustavo Cabal, Ticcy Y. Méndez y Carolina Arango, respectivamente por la elaboración de las figuras, su cola­boración en campo, el montaje de la base de datos y revisión del texto, y la labor de divulgación cultural en el Museo Arqueológico Calima que contribu­ye a comunicar con entusiasmo la labor arqueológica a chicos y grandes. A William M. Romero, Ángel M. Medina, Edixon Quiñones y Luz Dary Escobar por su colaboración en la labor de laboratorio.

I N T R O D U C C I Ó N

A su entrada en el siglo XVI al valle del río Cauca las huestes españolas en su afán por apropiarse del oro nativo dejaron la tierra arrasada, las

casas y sementeras destruidas, cabezas, manos y narices cortadas y carnicerías públicas con perros cebados en cuerpos indígenas, en el mayor etnocidio de su época. El mismo conquistador Pascual de Andagoya anotaba asombrado en 1540 que de 500 a 800 casas que había en Jamundí, cuando él pasó por el lugar no quedaba memoria de esos asentamientos, salvo los cimientos pues todo fue despoblado por Sebastián de Belalcázar. La gripe, la viruela, el saram­pión y otras enfermedades se aunaron a los maltratos físicos infringidos por los conquistadores contra la población aborigen. Posteriormente, los sobrevivien­tes de este holocausto fueron subyugados, obligados a pagar tributo para enri­quecer las arcas de la Corona española y la propia empresa conquistadora; finalmente fueron absorbidos como mestizos, ajenos y olvidados en su propia tierra. Los rituales fueron considerados actos paganos y sus deidades produc­ción del diablo; los indígenas a su vez tratados como ateos y desordenados, que no respetaban ninguna norma y no se supeditaban a ninguna autoridad pues eran behetría. Para completar este cuadro de tierra arrasada y justificar sus abusos, los conquistadores declararon que habían pacificado a "bárbaros caníbales", que se mataban y comían unos a otros, y que esta era la causa de su perdición y extinción. Por esta razón fueron convertidos a la religión judeo-cristiana y a las costumbres españolas, es decir, fueron "civilizados" y salva­dos de su ignominia, lo que justificaba el etnocidio.

El orgullo de los pobladores contemporáneos es ser descendiente y portar el apellido de alguno de los conquistadores, héroes y nobles según la gesta espa­ñola, villanos y asesinos para los pueblos indígenas. Entre tanto, la memoria de los aborígenes que domesticaron para la humanidad el maíz, la yuca, la papa, el fríjol, la ahuyama y un sinnúmero de plantas que salvaron al Viejo Mundo de la hambruna yace en el olvido.

Muchos vallecaucanos, caldenses y antioqueños desconocen sus propias raíces indígenas, cuando actualmente más del 90% de la población es mestiza y porta en su sangre los genes de madres liles, gorrones, bugas, chancos, ansermas, quimbayas, quindos, armas, carrapas, pozos, paucuras y otros gru-

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pos indígenas, aunque también de padres españoles y africanos. Las mujeres indígenas conquistaron los estómagos y corazones de los europeos, con su maíz, fríjol, yuca, papa, arracacha, ahuyama, pijibayes, guayaba y otros pro­ductos desconocidos para el Viejo Mundo, necesarios para su supervivencia y la empresa colonizadora. Gracias a la riqueza de sus tierras y a la sabiduría de sus gentes el Nuevo Mundo se convirtió en un paraíso para millares de paupé­rrimos campesinos de Extremadura y otras partes de España.

Sobre sus pobladores se han escrito distintas versiones que incluyen desde los cronistas tempranos del siglo XVI1, las relaciones geográficas de los siglos XVI-XVIP, hasta interpretaciones sobre sus sacrificios humanos3, sus proce­sos culturales4 y sus características físicas.5 No obstante, no se ha elaborado una monografía que articule los procesos culturales con los biológicos y ecológicos, en el ámbito de la cosmovisión de la América Indígena, que de cuenta del proceso de adaptación a condiciones de bosques tropicales, sus res­puestas socioculturales dinámicas y su incidencia sobre el estado de salud-enfermedad y la regulación demográfica de las sociedades prehispánicas.

El análisis crítico de la información sobre los sacrificios humanos, cacería de cabezas trofeo y el canibalismo descrito en las crónicas del siglo XVI, las prácticas funerarias (tratamiento de los cuerpos, ajuar, recinto) y las caracterís­ticas bioantropológicas de sus portadores (distribución de la población por sexo y edad, el estado nutricional y de salud-enfermedad, la práctica de la deforma­ción craneal) reportadas en las recientes excavaciones arqueológicas, particu­larmente en el municipio de Palmira (Zamorano, Malagana, Coronado, Santa Bárbara, Estadio Deportivo Cali, El Sembrador), en el ámbito del enfoque teó­rico transdisciplinar de la ecología humana, nos permite replantear la visión de barbarie impuesta por los conquistadores para justificar el sometimiento de las poblaciones indígenas. Esta información bioantropológica nos permite aportar a la reconstrucción de la memoria histórica regional, contribuir a distintas dis-

1 Pedro de Cieza de León, La crónica del Perú, Madrid, Calpe, 1922.

2 Hermes Tovar, Relaciones y Visitas a los Andes S XV. Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica, 1993.

3 G. Eckert, H. Trimborn, Guerreros y caníbales del valle del Cauca. Traducción y edición de M. González, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 2002, pp. 21-58.

4 Julio C. Cubillos, Arqueología del Valle del río Cauca. Asentamientos prehispánicos en la suela plana del río Cauca, Bogotá, FIAN, 1984; Marianne. Cárdale, Warwick Bray, Leonor Herrera, La población prehispánica del valle medio del río Cauca, entre los siglos VII-XVI d.C,. Bogotá, Boletín del Museo del Oro. 24 (1989) pp. 55-71; Carlos A. Rodríguez. Tras las Huellas del hombre Prehisjiánico y su Cultura en el Valle del Cauca. Cali, INCIVA, 1992; El Valle del Cauca Prehispúnico. Cali, Washing­ton, Universidad del Valle, 2002; M, Cárdale, W. Bray, L. Herrera,. Diez Mil Años de Historia en el Suroccidenle de Colombia. Fundación Pro Calima. Primera Edición en Español. Bogotá, Editorial Grafos, 1992.

5 José V. Rodríguez, Antropología Física de la población indígena ÜCÍ Suroccidente de Colombia, Cali, INCIVA Cespedesia 16-17 (59), 1990, pp. 181-208.

INTRODUCCIÓN 1 ]

ciplinas como la antropología, arqueología, ecología, historia, medicina, odon­tología, y, ante todo, construir identidad cultural, pues las raíces de nuestra sociedad se iniciaron miles de años antes que llegaran los españoles. La guerra de tierra arrasada y el desplazamiento forzado que se practica actualmente por grupos violentos, también se originaron desde el momento de la conquista. En fin, aquí tenemos las raíces de nuestros genes, gustos, alimentos y nuestra manera de pensar y actuar.

Esta nueva información señala que las comunidades indígenas prehispánicas del valle geográfico del río Cauca, representan un enorme po­tencial informativo para el estudio de su diversidad cultural, ritual, biológica y ecológica, por cuanto desarrollaron hábiles respuestas adaptativas que in­cluían sacrificios humanos, la cacería de cabezas trofeo y actitudes bélicas que les permitieron sostener una población estable y la capacidad de carga de los biomas. Los indígenas de esta región acumularon gran cantidad de riquezas materiales utilizadas en sus rituales, entre ellas pesadas piezas de oro -yelmos, máscaras, pectorales, narigueras, torsales- que despertaron la avaricia de los conquistadores, quienes en su afán por arrebatárselas, arrasa­ron y extinguieron a los nativos. De cerca de un millón de habitantes que había a la llegada de los conquistadores, 40 años después sólo quedaban 35.000, producto del cruento genocidio cometido contra los nativos america­nos y, proporcionalmente, el más grande jamás perpetrado en la historia de la humanidad; ninguna de las grandes matanzas del siglo XX puede compararse con la hecatombe americana.6

Esta situación ha puesto en el orden del día la discusión de alternativas de desarrollo sostenible que propendan por la recuperación del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales. Entre las propuestas se encuentra la conformación de un corredor ecológico que una las cordilleras con reservorios de agua, plantas y animales y espacios en la Universidad Nacional Sede Palmira, CIAT y Corpoica que muestren el desarrollo de nuevas tecnologías, idea pro­puesta y desarrollada por la Fundación Ecoparque Llanogrande (FELLG) del municipio de Palmira. En sentido educativo se propone el rescate de la cosmovisión -concepción del mundo y de la vida- y las técnicas de produc­ción de la América Indígena, que si bien transcurrieron bajo una situación his­tórica particular, hoy día se pueden aprovechar en búsqueda del equilibrio armónico entre los humanos y la naturaleza.7

Tzvetan Todorov, La Conquista de América. El problema del otro, México, Siglo XXI editores, 1989, p. 144.

Rigoberta Menchú, El desarrollo sostenible. Requisito para la supervivencia de la humanidad. En: El vuelo de la serpiente. Desarrollo sostenible en la América prehispánica. Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2000, p. 15.

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Gracias al estudio de la cosmovisión de los pueblos indígenas de Mesoamérica, Andes, y Amazonia, se ha encontrado que desarrollaron una uni­dad entre pensamiento y acción, mediante un uso interrelacionado de la cosmovisión, la ciencia, el arte y la tecnología tendiente a construir desarrollo, entendido como la recreación permanente del mundo mediante una relación fecunda a través de la reciprocidad y la complementariedad, de las tres entida­des del mundo: humanos, naturaleza y deidades.8

El sostenimiento de un diálogo permanente y de relación recíproca entre las tres entidades permitía que la naturaleza se recreara por acción de los huma­nos, y que lo humano fuera nutrido y recreado por la naturaleza, que se mani­fiesta por intermediación de las deidades.

La vida entendida como un tejido, conjunto de hilos entrelazados por una urdimbre que forma la base, la estructura unificadora que da coherencia e iden­tidad global, y de trama que se interrelaciona con la urdimbre para brindar expresión de diversidad, conforma un todo unitario compuesto de diversida­des. Cualquier intento homogenizador de imponer la propia verdad como una verdad de todos, desconociendo los distintos factores ambientales, culturales y étnicos, producirá un sistema desequilibrado, caos y enfermedades con altos costos ecológicos y humanos.

En las sociedades de selva húmeda tropical la relación naturaleza y huma­nos está mediada por referentes similares a los que regulan las relaciones so­ciales, por tanto un gran número de plantas y animales son considerados gente, y a la naturaleza se le confiere el estatus de selva humanizada. En ellas, el chamán como depositario del conocimiento ancestral transmitido durante ge­neraciones, cumple el papel de regulador ecológico, administrando los ciclos, los rituales y los roles de cada uno en la sociedad, generando normas con un alto valor adaptativo.9

Cuando ni el diálogo ni la reciprocidad se da, sobreviene el caos y la enfer­medad, pues lo que debe fluir entre todos, se detiene acaparado por alguien,

Ricardo Delfín, La sociedad maya prehispánica. Una relación sociedad-naturaleza. En: El vuelo de la serpiente. Desarrollo sostenible en la América prehispánica. Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2000, p. 55; Roberto A. Restrepo, El concepto de desarrollo en las altas culturas de la Antigua América, Andes Centrales. En: El vuelo de la serpiente. Desarrollo sostenible en la América prehispánica. Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2000, p. 142; Carlos A. Rodríguez, María C. van der Hammen, Biodiversidad y manejo sustentable del bosque tropical por los indígenas Yukuna y Matapi de la Amazonia colombiana. En: El vuelo de la serpiente. Desarrollo sostenible en la América prehispánica. Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2000, p. 89.

Gerardo Reichel-Dolmatoff, Cosmología como análisis ecológico: una perspectiva desde la selva pluvial. En: Estudios antropológicos, G. y A. Reichel-Dolmatoff. Bogotá, Biblioteca Básica Colom­biana, 1977, p. 358; Philippe Descola, Las cosmologías de los indios de la Amazonia. Mundo Cientí­fico No. 175, 1997, p. 60.

INTRODUCCIÓN 13

descomponiéndose la vida al igual que el agua que no fluye. De aquí deriva el tiempo del caos y el peligro de la supervivencia de la propia sociedad.

Así como se organizaba el caos en el mundo mediante una cosmovisión ordenada y práctica tendiente a regular el flujo de energía, también se regula­ban los cultivos, la caza, la pesca, la recolección, el intercambio, los matrimo­nios, el número de hijos, en fin, la producción y el consumo, y el mismo crecimiento de la población.

Dado que los dioses, personificaciones de distintos aspectos de la naturale­za, crean a los humanos y les suministran agua, frutos, animales y materiales, éstos deben, a su vez, alimentarlos a través de energía, es decir, nutrirlos en sentido figurado. Aquí el sacrificio humano, el consumo del cuerpo de la vícti­ma y la unción de los ídolos con su sangre cumplían esta función. Este era el rol de los rituales, tratando de mantener la armonía y el orden en el cosmos, distribuyendo adecuadamente la energía para que no se detuviera en un solo sitio y fluyera, atendiendo las crisis periódicas, cíclicas u ocasionales.10

De esta manera se aprecia una profunda diferencia entre la sociedad occi­dental, sociedad de masacres, consumista, derrochadora, cuyo fin es la ganan­cia en bien del individuo, mediante el dominio, control y explotación de la naturaleza, y la sociedad indígena, sociedad de sacrificios, integrada por per­sonas que regulaban el consumo y su propia reproducción, mediante la reci­procidad, la complementariedad, la diversidad, los sacrificios y la recreación permanente de la naturaleza. Mientras que en la primera se pretende el domi­nio y explotación de la naturaleza, sin importar su degradación, en la segunda se busca mantener el equilibrio del universo.

Este ordenamiento del mundo con sus prácticas rituales fue parte de la cosmovisión de los indígenas del valle del rio Cauca, lo que contribuyó a con­solidar hace más de dos mil años sociedades con alto nivel de desarrollo eco­nómico y complejas costumbres funerarias como Malagana entre el río Bolo y el zanjón Zumbaculo en Palmira, una de las tierras más fértiles de Colombia, y a la supervivencia de otras como la Cristalina en el municipio de El Cerrito, que por las condiciones pantanosas en que habitó vivió difíciles momentos de vida. A la llegada de los españoles la mayoría de sociedades indígenas disfru­taba de una calidad de vida adecuada, pues sus fértiles suelos prodigaban a sus pobladores de plantas, animales y materias primas suficientes para su supervi­vencia, fiestas y rituales, estos últimos celebrados en señal de agradecimiento a sus dioses.

10 Yólotl González, El sacrificio humano entre los mexicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 30

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Para rastrear todo el proceso adaptativo en sentido temporal, infortunadamente no existen restos precerámicos que nos permita estudiar los cambios bioculturales desde los cazadores y recolectores hasta el surgimiento de la agricultura, y sus implicaciones para el estado de salud de las poblaciones. Tampoco existen restos conservados disponibles para análisis ni de la cordillera Occidental ni de la Cen­tral. De ahí que el análisis se limitará a la llanura del valle del río Cauca, y al periodo circunscrito a los dos milenios antes de la llegada de los españoles.

El estudio del material óseo humano, por ejemplo, nos indica la presencia de distintas enfermedades ya reportadas en otras regiones como los Andes", aunque con la diferencia de que por ser clima tropical la parasitosis era más incidente, y por ende, la morbi-mortalidad infantil. La esperanza de vida al nacer según las tablas de vida alcanzaba apenas los 20 años de edad; la mortalidad infantil oscilaba entre el 15-58% para los primeros 10 años de vida. No obstante, la probabilidad de muerte entre los 10-20 años, especialmente entre 10-15 años era muy baja, pues en ninguno de los sitios se han localizado individuos de esa edad. Finalmente, ninguno de los sitios ha sido sometido a un estudio epidemiológico, desde la pers­pectiva biocultural e interdisciplinaria, por lo cual amerita su revisión, para obte­ner una visión más amplia, holística, que indague por las causas, el impacto, las respuestas y consecuencias del cuadro de morbi-mortalidad.

Desde la óptica etnogenética -de sus orígenes-, se ha planteado una estre­cha similitud entre la población del valle del Cauca y las andinas de la cordille­ra Oriental.12 Además del apoyo craneométrico y craneoscópico se cuenta con la posible filiación chibcha de Timba, Lile, Jamundí, Atunceta y Xitirixiti, Va­lle, y la dispersión de la familia lingüística Chibcha por el valle del río Cauca13; igualmente la posibilidad de unas profundas raíces culturales compartidas que se remontarían a una época precerámica.14 Con el tiempo, el incremento del tamaño de las muestras comparadas evitará los sesgos estadísticos, y una me­jor interpretación de los sucesos antiguos.

La metodología aplicada es transdiciplinar, donde se cruza la información osteológica y dental con la ambiental -básicamente el estudio de suelos y pai-

I 1 José V. Rodríguez, Los chihchas: pobladores antiguos de los Andes Orientales. Adaptaciones bioculturales.. Bogotá. FIAN, 1999.

12 José V Rodríguez, Diversidad, adaptación y etnogenesis en la población prehispánica de los Andes Orientales. En: Los chihchas: Diversidad y adaptación de la población prehispánica de los Andes Orientales. Bogotá, Colciencias-Universidad Nacional de Colombia, 2001, pp. 251-310.

13 Sergio E. Ortiz. Lenguas y dialectos indígenas de Colombia. Historia Extensa de Colombia. Bogotá, Academia Colombiana de Historia. Ediciones Lerner, Vol. I, Prehistoria, 1965. pp. 33-36.

14 M. Cárdale, L. Herrera. Caminos y comerciantes en el suroccidente de Colombia entre 2500 y 1500 AP. En: Perspectivas regionales en la arqueología del suroccidente de Colombia y norte del Ecuador, C. Gnecco ed. Popayán, Editorial Universidad del Cauca, 1995, p. 197.

INTRODUCCIÓN ) 5

sajes-, el contexto cultural deducido del ajuar funerario, la orientación y dis­posición de los restos, las dimensiones del recinto fúnebre, y la comparación etnográfica, desde la perspectiva poblacional y regional.

El método aplicado es el comparativo dentro del marco de la teoría evolu­tiva, teniendo en cuenta que los cambios fenéticos -morfológicos- observa­dos en la estructura ósea obedecen a la relación entre las mutaciones que aportan la materia prima y la selección natural que las fija o elimina, el flujo génico, las migraciones y el efecto de poblaciones pequeñas, marginadas o aisladas, según los sistemas religiosos, sociales y económicos producidos por los distintos grupos étnicos para una mejor supervivencia. Los cambios bio­lógicos pueden ser bruscos en tiempos cortos, y graduales en tiempos am­plios, o una combinación de ambos efectos en lo que se denomina "equilibrio puntuado".

El presente trabajo sigue la perspectiva de la ecología humana de carácter regional, iniciada con las excavaciones de yacimientos prehispánicos tempranos en el municipio de Palmira adelantadas en los últimos 10 años (Coronado, San­ta Bárbara, Estadio) y en El Cerrito (La Cristalina).15 Consta de 8 capítulos, en donde el primero da cuenta de las versiones de los cronistas españoles sobre las sociedades indígenas vallecaucanas, su ubicación, recursos, poblaciones y prácticas culturales. En el segundo se discute la problemática funeraria me­diante el cruce de información cultural y bioantropológica con el propósito de establecer asociaciones entre distintas variables bioculturales. En el tercero se aborda la relación entre los humanos y el medio ambiente, los recursos y su impacto sobre las condiciones de vida. En el cuarto se describen las principales enfermedades prehispánicas. En el quinto capítulo se contextualizan los datos paleodemográficos a la luz de la incidencia de la esperanza de vida, expectati­va de muerte por cohortes de edad, mortalidad infantil y estructura demográfi­ca en las estrategias de reproducción biológica y cultural de las sociedades prehispánicas. El capítulo sexto acude a la información craneométrica y de rasgos epigenéticos para abordar el problema de los orígenes de las poblacio­nes prehispánicas del Valle del Cauca. Finalmente, el capítulo séptimo hace referencia a la adquisición y aplicación del conocimiento sobre las comunida­des prehispánicas a la solución de problemas contemporáneos, tendiente al rescate de valores y actitudes hacia la naturaleza que tiendan a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones actuales.

15 J. V Rodríguez, S. Blanco, P. Botero. Hombre y medio ambiente en una comunidad a groa I forera temprana de El Cerrito, Valle del Cauca. Bogotá, Cali, Universidad Nacional, INCIVA, Informe MS, 2002.

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El texto recoge la experiencia acumulada por el autor y sus colaboradores durante cerca de 20 años de investigaciones bioarqueológicas en el Valle del Cauca, con el apoyo del INCIVA, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad del Valle, las alcaldías municipales y algunas empresas valle­caucanas privadas como la Fundación Ecoparque Llanogrande (FELLG).