Puntos Sobresalientes - Isaias 63 a 66

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Capitulo 63===============================

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Isaas pregunta al guerrero que vuelve de la batalla: Por qu est roja tu ropa, y tus prendas de vestir estn como las de uno que est pisando en el lagar?. Jehov responde: La artesa para vino he pisado yo solo, mientras no estuvo conmigo ningn hombre de los pueblos. Y segu pisndolos en mi clera, y segu hollndolos en mi furia. Y su sangre que sala a chorros sigui salpicando mis prendas de vestir, y toda mi ropa la he contaminado (Isaas 63:2, 3). 9 En el bao de sangre descrito de forma tan grfica en este pasaje, hasta las elegantes vestiduras divinas se manchan, como la ropa del que pisa la uva. El lagar es un smbolo adecuado de la difcil situacin en la que se encuentran los enemigos de Jehov Dios cuando l se dispone a destruirlos. En qu momento pisar este lagar? Las profecas de Joel y del apstol Juan hablan asimismo de un lagar simblico, en el cual se huella la uva cuando Jehov aplasta a sus enemigos en Armagedn (Joel 3:13; Revelacin [Apocalipsis] 14:18-20; 16:16). El lagar proftico de Isaas tambin alude a este acontecimiento.

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Jehov pasa a explicar por qu realiza esta tarea personalmente: El da de venganza est en mi corazn, y el mismsimo ao de mis recomprados ha venido (Isaas 63:4). Dios es el nico que tiene el derecho de vengar el dao infligido a su pueblo (Deuteronomio 32:35). En la antigedad, los recomprados fueron los judos que haban sufrido a manos de los babilonios (Isaas 35:10; 43:1; 48:20). En nuestros das son los miembros del resto ungido (Revelacin 12:17). Estos, al igual que aquellos judos, han sido recomprados del cautiverio religioso y, junto con sus compaeros de las otras ovejas, han sufrido persecucin y oposicin (Juan 10:16). As pues, la profeca de Isaas asegura a los cristianos de la actualidad que Dios intervendr a favor de ellos en el momento que l ha designado.

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Jehov prosigue: Segu mirando, pero no haba ayudador; y empec a mostrarme pasmado, pero no haba nadie que ofreciera sostn. De modo que mi brazo me suministr salvacin, y mi furia me sostuvo. Y segu pisando duro a los pueblos en mi clera, y proced a emborracharlos con mi furia y a hacer bajar hasta la tierra su sangre que sala a chorros (Isaas 63:5, 6). 13 No existe ayudador humano que pueda atribuirse el mrito por el gran da de venganza de Jehov. Tampoco necesita Dios que lo sustente ningn hombre a fin de llevar a cabo su voluntad. Con su brazo omnipotente le basta (Salmo 44:3; 98:1; Jeremas 27:5). Adems, su furia lo sostiene. En qu sentido? Tal indignacin no es una emocin incontrolada, sino justa. Como Jehov se basa siempre en principios justos, su furia lo sostiene, lo motiva, cuando hace bajar hasta la tierra la sangre de sus enemigos que sale a chorros, lo que indica que los humilla y derrota (Salmo 75:8; Isaas 25:10; 26:5).

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No obstante, jams debemos abusar de la bondad amorosa de Dios. Isaas afirma a continuacin: Ellos mismos se rebelaron e hicieron que su espritu santo se sintiera herido. Ahora l fue cambiado en enemigo de ellos; l mismo guerre contra ellos (Isaas 63:10). Jehov advirti que, aunque es misericordioso y benvolo, de ninguna manera dar exencin de castigo (xodo 34:6, 7). Como los israelitas se han vuelto unos rebeldes incorregibles, van a recibir su merecido. No olvides cmo has provocado a Jehov tu Dios en el desierto les record Moiss. Desde el da en que saliste de la tierra de Egipto hasta la llegada de ustedes a este lugar, han resultado rebeldes en su comportamiento para con Jehov. (Deuteronomio 9:7.) Han herido o contristado el espritu de Dios al oponerse a los buenos efectos que produce (Efesios 4:30). Han obligado a Jehov a convertirse en su enemigo (Levtico 26:17; Deuteronomio 28:63).

2Isaas concluye de manera impactante esta profeca con las palabras: As condujiste a tu pueblo para hacer para ti mismo un nombre hermoso (Isaas 63:14b). Ah se ve claramente la finalidad de la vigorosa lucha de Jehov a favor de su pueblo: hacerse un nombre hermoso. De modo que la profeca de Isaas constituye un recordatorio poderoso de que llevar el nombre de Jehov es tanto un formidable privilegio como una gran responsabilidad. Los cristianos verdaderos de la actualidad aman Su sagrado nombre ms que su propia vida (Isaas 56:6; Hebreos 6:10). Por tanto, estn resueltos a no hacer nada que le cause oprobio en modo alguno. Responden al amor leal de Dios mantenindose leales a l. Y como aman el hermoso nombre de Jehov, anhelan que llegue el da en que l huelle a Sus enemigos en el lagar de su clera, pero no solo por los beneficios que ellos recibirn, sino porque as se glorificar el nombre del Dios al que aman (Mateo 6:9).

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Capitulo 64===============================Oh, que hubieras rasgado los cielos, que hubieras bajado, que a causa de ti las montaas mismas se hubieran estremecido, como cuando un fuego enciende la maleza, y el fuego hace hervir el agua misma, a fin de dar a conocer tu nombre a tus adversarios, para que a causa de ti se agitaran las naciones! (Isaas 64:1, 2). Jehov tiene, sin lugar a dudas, el poder de salvar. Podra haber bajado para pelear por su pueblo, rasgando gobiernos comparables a cielos y desintegrando imperios semejantes a montaas. Podra haber manifestado su celo ardiente en favor de su pueblo y as haber dado a conocer Su nombre.

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Jehov ya lo haba hecho en el pasado. Isaas narra: Cuando hiciste cosas inspiradoras de temor que no podamos esperar, descendiste. A causa de ti las montaas mismas se estremecieron (Isaas 64:3). Con aquellas obras maravillosas, Jehov puso de manifiesto su poder y divinidad. No obstante, los judos infieles de los tiempos de Isaas no tienen derecho a esperar que intervenga de igual modo en favor de ellos.

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La oracin proftica de Isaas es ms que una confesin formal de los pecados: expresa el reconocimiento sincero de que la nacin es incapaz de salvarse a s misma. El profeta dice: Llegamos a ser como alguien inmundo, todos nosotros, y todos nuestros actos de justicia son como una prenda de vestir para perodos de menstruacin; y nos marchitaremos como follaje, todos nosotros, y nuestros errores mismos nos llevarn justamente como un viento (Isaas 64:6). Es posible que al finalizar el destierro, los judos arrepentidos ya hayan dejado sus prcticas apstatas y hayan recurrido a Jehov con actos de justicia. Pero siguen siendo imperfectos. Sus buenas obras, aunque loables, son comparables a vestiduras inmundas, por lo que no sirven para expiar los pecados. El perdn de Jehov es una ddiva inmerecida que l otorga por su misericordia; no es algo que se pueda ganar (Romanos 3:23, 24).

3El profeta contina con su oracin: No hay nadie que invoque tu nombre, nadie que se despierte para asirse de ti; pues has ocultado tu rostro de nosotros, y haces que nos derritamos por el poder de nuestro error (Isaas 64:7). La condicin espiritual de la nacin es psima. Los judos no han invocado el nombre de Dios en oracin. Si bien ya no son culpables del grave pecado de la idolatra, al parecer descuidan su adoracin y no hay nadie que se despierte para asirse de Jehov. Es obvio que no disfrutan de una buena relacin con el Creador. Tal vez se sientan indignos de orarle o estn tan absortos en sus quehaceres diarios que no piensen en l. Hay, claro est, modelos de fe entre los exiliados, como Daniel, Hananas, Misael, Azaras y Ezequiel (Hebreos 11:33, 34). Cuando los setenta aos de cautiverio estn a punto de concluir, hombres como Ageo, Zacaras, Zorobabel y el sumo sacerdote Josu estn listos para dar el ejemplo invocando el nombre de Jehov. No obstante, parece que la mayora de los desterrados se hallan en la condicin descrita en la oracin proftica de Isaas.

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Ahora, oh Jehov, t eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro, y t eres nuestro Alfarero; y todos somos la obra de tu mano (Isaas 64:8). Con estas palabras se reconoce nuevamente la autoridad de Jehov como Padre o Dador de Vida (Job 10:9). Los judos arrepentidos son comparados a barro maleable; si responden a Su disciplina, l los moldea en armona con sus normas. Pero esto solo puede suceder si Jehov, el Alfarero, les concede el perdn.

-----------------------------------------------------------------------------------------------Pese a todo, es posible que el Dios de Israel no se compadezca de su pueblo arrepentido al ver las calamidades que sufre? Isaas concluye su oracin proftica con dicho interrogante. En nombre de los judos desterrados, pregunta en tono suplicante: Ante estas cosas, continuars contenindote, oh Jehov? Te quedars callado y dejars que se nos aflija hasta el extremo? (Isaas 64:12). Al final Jehov perdona a su pueblo y en el ao 537 a.E.C. lo devuelve a su tierra para que reanude all la adoracin pura (Joel 2:13). No obstante, siglos ms tarde, Jerusaln y su templo fueron destruidos otra vez despus de que Dios repudiara definitivamente a la nacin del pacto divino por haberse apartado de Sus mandamientos y haber rechazado al Mesas (Juan 1:11; 3:19, 20). Jehov reemplaz a Israel con una nueva nacin, en este caso espiritual, a saber, el Israel de Dios (Glatas 6:16; 1 Pedro 2:9).

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Capitulo 65===============================Me he dejado buscar por los que no haban preguntado por m. Me he dejado hallar por los que no me haban buscado. He dicho: Aqu estoy, aqu estoy!, a una nacin que no invocaba mi nombre (Isaas 65:1). La gente de las naciones acudir a Jehov, pero la obstinada nacin de Jud se negar a hacerlo, lo cual dice muy poco en favor del pueblo del pacto divino. Isaas no es el nico profeta en predecir que Dios terminara escogiendo a un pueblo al que antes no reconoca (Oseas 1:10; 2:23). El apstol Pablo cit Isaas 65:1, 2 de la Septuaginta para demostrar que gente de las naciones alcanzara la justicia que resulta de la fe, aun cuando los judos naturales no quisieron hacerlo (Romanos 9:30; 10:20, 21).

4Jehov explica por qu permitir que su propio pueblo sufra calamidades: He extendido mis manos todo el da a un pueblo terco, a los que estn andando en el camino que no es bueno, en pos de sus pensamientos (Isaas 65:2). La accin de tender la mano denota una invitacin o una splica. Dios ha extendido sus manos, no por un rato, sino todo el da, porque desea sinceramente que Jud regrese a l. Con todo, su testarudo pueblo no le ha respondido.

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Isaas explica: Esto es lo que ha dicho Jehov: Del mismo modo como se halla el vino nuevo en el racimo y alguien tiene que decir: No lo arruines, porque hay una bendicin en l, as har yo por causa de mis siervos para no arruinarlos a todos. Y ciertamente har salir de Jacob una prole; y de Jud, el poseedor hereditario de mis montaas; y mis escogidos tienen que tomar posesin de ella, y mis propios siervos residirn all (Isaas 65:8, 9). Al compararlos con un racimo, Jehov utiliza una ilustracin que les resulta fcil de entender. En su tierra abundan las uvas, cuyo producto, el vino, es una bendicin para la humanidad (Salmo 104:15). Quizs se quiera transmitir la imagen de un racimo con algunos granos buenos, pero no todos, o de un solo racimo bueno acompaado de otros verdes o podridos. Sea como sea, el viador no destruye las uvas buenas. Jehov asegura de este modo a la nacin que no la aniquilar, sino que le perdonar la vida a un resto fiel. Afirma que este resto favorecido poseer las montaas de Dios, es decir, Jerusaln y la tierra de Jud, el pas montaoso que l tom para s.

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Jehov explica: Sarn tiene que llegar a ser una dehesa para ovejas, y la llanura baja de Acor un descansadero para ganado vacuno, para mi pueblo que me habr buscado (Isaas 65:10). El ganado lanar y el vacuno desempean un papel importante en la vida de muchos judos, y la abundancia de pastos contribuye a la prosperidad en tiempos de paz. Jehov menciona dos extremos del pas para pintar un cuadro de paz y bonanza. Al oeste, en la costa mediterrnea, se extiende la llanura de Sarn, clebre por su belleza y fertilidad, y el valle de Acor forma parte del lmite nordeste de la tierra (Josu 15:7). Durante el destierro, ambas regiones yacern desoladas, junto con el resto del pas. No obstante, Jehov promete que, tras el exilio, se convertirn en hermosas dehesas para el resto repatriado (Isaas 35:2; Oseas 2:15).

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Jehov les advierte sin rodeos: Ciertamente los destinar a la espada, y todos ustedes se encorvarn para ser degollados; por razn de que llam, pero no respondieron; habl, pero no escucharon; y siguieron haciendo lo que era malo a mis ojos, y escogieron la cosa en que no tuve deleite (Isaas 65:12). Jehov les dice, valindose de un juego de palabras con el nombre hebreo del dios del Destino, que a los adoradores de esta deidad falsa los destinar[] a la espada, es decir, a la destruccin. Mediante Sus profetas, los ha instado una y otra vez a arrepentirse, pero ellos no le han hecho caso y han escogido tercamente la conducta que saben que le desagrada, demostrando un gran desprecio por Dios. En cumplimiento de la advertencia divina, la nacin sufrir un azote terrible en el ao 607 a.E.C., cuando Jehov permita que los babilonios destruyan Jerusaln y su templo. En ese momento, el dios de la Buena Suerte no proteger a sus devotos que vivan en Jud y Jerusaln (2 Crnicas 36:17).

5Mediante Isaas revela: Miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no sern recordadas, ni subirn al corazn (Isaas 65:17). Esta promesa se cumplir con toda seguridad, razn por la que en hebreo, tal accin futura de restaurar se expresa con una forma del verbo crear (creo) que da a entender que ya est sucediendo. La profeca tuvo un cumplimiento inicial en el ao 537 a.E.C., cuando el resto judo regres a Jerusaln. Qu constituyeron los nuevos cielos en aquel entonces? La gobernacin de Zorobabel, apoyada por el sumo sacerdote Josu y con sede en Jerusaln. El resto judo restablecido fue la nueva tierra, la sociedad limpia que se someti a dicha gobernacin y ayud a restaurar la adoracin pura en el pas (Esdras 5:1, 2). El gozo de esa restauracin compens con creces todos los sufrimientos pasados e hizo que ni siquiera se recordaran (Salmo 126:1, 2).

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Capitulo 66===============================Ahora bien, todas estas cosas mi propia mano las ha hecho, de manera que todas estas llegaron a ser es la expresin de Jehov (Isaas 66:2a). Imaginmonos a Jehov realizando un amplio ademn con la mano mientras dice: todas estas cosas, en otras palabras, todo cuanto hay en el cielo y en la Tierra (Isaas 40:26; Revelacin [Apocalipsis] 10:6). El Magnfico Creador del universo entero merece que se le dedique ms que un simple edificio. Merece que se le adore no solo en apariencia.

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l mismo nos responde: A este, entonces, mirar: al afligido y contrito de espritu, y que tiembla ante mi palabra (Isaas 66:2b). En efecto, para que la adoracin que se le rinde sea pura, es esencial tener la actitud correcta (Revelacin 4:11). El siervo de Jehov debe estar afligido y contrito de espritu. Significa eso que l desea que seamos desdichados? No, pues como Dios feliz, quiere que sus adoradores tambin sean felices (1 Timoteo 1:11; Filipenses 4:4). No obstante, todos erramos con frecuencia, y no debemos tomar a la ligera nuestros pecados. Hemos de sentirnos afligido[s] por haberlos cometido, tristes por no haber cumplido con las justas normas de Jehov (Salmo 51:17). Tenemos que demostrar que estamos contrito[s] de espritu arrepintindonos, luchando contra nuestras tendencias pecaminosas y pidiendo a Jehov que nos perdone (Lucas 11:4; 1 Juan 1:810).

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Jehov dice a continuacin: Yo mismo, en cambio, escoger maneras de maltratarlos; y traer sobre ellos las cosas que les son aterradoras; por razn de que llam, pero no hubo quien respondiera; habl, pero no hubo quienes escucharan; y siguieron haciendo lo que era malo a mis ojos, y escogieron la cosa en que no tuve deleite (Isaas 66:4). No cabe duda de que Isaas puede repetir estas palabras con profunda conviccin. El profeta es desde hace muchos aos el instrumento de Jehov para llamar y hablar a Su pueblo, y sabe muy bien que, en general, no le han escuchado. Como han seguido obrando mal, inevitablemente recibirn su merecido. Jehov escoger el castigo adecuado para su pueblo apstata y har que le sobrevengan sucesos aterradores.

6Isaas prosigue: Oigan la palabra de Jehov, ustedes los que estn temblando ante su palabra: Sus hermanos que los odian, que los excluyen por causa de mi nombre, dijeron: Sea glorificado Jehov!. l tambin tiene que aparecer con regocijo de parte de ustedes, y ellos son los que quedarn avergonzados (Isaas 66:5). Los hermanos de Isaas, sus compatriotas, recibieron de Jehov Dios la responsabilidad de representarlo y someterse a su soberana. Al no cumplir con ella han incurrido en un pecado muy grave, y lo han agravado an ms al odiar a quienes son fieles y humildes, como Isaas. Tales apstatas odian y rechazan excluyen a los fieles por causa del nombre de Dios, es decir, porque estos representan al Altsimo debidamente. Al mismo tiempo, los siervos falsos de Jehov afirman representarlo y usan de forma santurrona expresiones piadosas, como Sea glorificado Jehov!.

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La profeca contina: Porque esto es lo que ha dicho Jehov: Aqu voy a extenderle paz justamente como un ro, y la gloria de naciones justamente como un torrente inundante, y ustedes ciertamente mamarn. Sobre el costado sern llevados, y sobre las rodillas sern acariciados (Isaas 66:12). En este versculo se combina la imagen de la madre que amamanta con la de un raudal de bendiciones, comparado a un ro y un torrente inundante. Jehov bendecir a Jerusaln no solo con paz abundante, sino tambin con la gloria de naciones que afluir al pueblo de Dios. Esto significa que una gran cantidad de gente de las naciones se unir a dicho pueblo (Ageo 2:7). En la antigedad se cumpli la profeca cuando personas de diversas nacionalidades se incorporaron a Israel, convirtindose en proslitos judos. No obstante, en nuestros das ha tenido lugar un cumplimiento mucho mayor, pues una gran muchedumbre [...] de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas un verdadero torrente humano se ha unido al resto de judos espirituales (Revelacin 7:9; Zacaras 8:23).

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Jehov expresa su amor con hechos. De ah que diga a continuacin: Ciertamente vern, y su corazn no podr menos que alborozarse, y sus huesos mismos brotarn justamente como la hierba tierna. Y la mano de Jehov ciertamente se dar a conocer a sus siervos, pero l realmente denunciar a sus enemigos (Isaas 66:14). Un hebrasta indica que la expresin ciertamente vern implica que miren donde miren los repatriados en su tierra restaurada, solo vern alegra. La emocin indescriptible de haber regresado a su amada tierra de origen les causar verdadero alborozo. Se sentirn rejuvenecidos, como si sus huesos recuperaran la fortaleza, como si reverdecieran al igual que la hierba en la primavera. Todos sabrn que esta condicin bendita no se debe a ningn esfuerzo del hombre, sino a la mano de Jehov.

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En cuanto a sus obras y sus pensamientos, vengo a fin de juntar todas las naciones y lenguas; y ellas tendrn que venir y ver mi gloria (Isaas 66:18). Jehov est al tanto no solo de las obras, sino de los pensamientos de quienes dicen ser sus siervos, y los juzgar por todo ello. Jud afirma creer en Jehov, pero sus actos idoltricos y sus prcticas paganas desmienten tal afirmacin. De nada sirve que sus ciudadanos se purifiquen segn los ritos paganos. La nacin ser destruida, y a la vista de sus vecinos idlatras. Estos vern la gloria de Jehov en el sentido de que presenciarn los acontecimientos y tendrn que reconocer que la palabra de Dios se ha cumplido. Qu paralelo tendr esto en la cristiandad? Cuando llegue su fin, muchos de sus anteriores amigos y socios comerciales se vern obligados a contemplar el cumplimiento de la palabra de Jehov sin poder hacer nada (Jeremas 25:31-33; Revelacin [Apocalipsis] 17:15-18; 18:9-19).