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    Que los muertos entierren a sus muertos

    Endnotes

    Traduccin de Carlos Lagos P.

    El siguiente texto es la introduccin al primer nmero de la revista Endnotes [1], aparecida en octubre de 2008.

    En ella se incluyeron tres artculos de la revista Troploin y dos del grupo Thorie Communiste [2]. Esta

    introduccin de los editores de Endnotes inicia la lectura de un debate terico que constituye, seguramente, elmejor intento por hacer un balance general del movimiento proletario del ltimo siglo. Es por lo mismo que

    hemos hecho esta versin: pensamos que esta nota introductoria ayudar a los lectores de habla castellana a

    orientarse en el contexto histrico y terico de los materiales publicados en nuestra pgina web. La mayor parte

    del intercambio aparecido en Endnotes # 1 no ha sido traducida al castellano [3].

    C.L.

    Agosto 2009

    "Desenterrad a vuestros muertos"? (rectificando un error de traduccin)

    Hace algn tiempo un compaero del grupo que publica la revista Endnotes me hizo notar, de una manera muy

    considerada, que yo haba cometido un error al traducir el ttulo del artculo de ellos Bring out your dead (que

    yo titul como Desenterrad a vuestros muertos).

    Tuve que explicar que la eleccin de un ttulo en castellano me haba resultado tremendamente difcil, y que

    finalmente adopt no el que me pareci mejor, sino el que me pareci menos malo. El hecho es que el sentido del

    ttulo original me resultaba demasiado oscuro. La referencia a un famoso prrafo de El 18 Brumario de Luis

    Bonaparte de Marx era muy clara, pero eso no facilit las cosas. Marx haba dicho "que los muertos entierren a

    sus muertos" para dar a entender que la revolucin debe sacar su inspiracin del futuro y no del pasado; frente a

    eso, la frase "bring out your dead", o sea, "sacad a vuestros muertos", no me deca nada. Considerando elcontenido del texto de Endnotes, conclu que se trataba de un juego de palabras con el que los autores haban

    dicho "sacad a vuestros muertos" queriendo decir "desentierren el pasado" para poder criticarlo mejor, para

    superarlo. Por eso le puse simplemente "desenterrad a vuestros muertos".

    Pero yo no haba reparado en una segunda referencia, no tan evidente como la de El 18 Brumario..., pero igual

    de importante. Resulta que en una escena de la serie humorstica inglesa Monty Python se ve a los andrajosos

    habitantes de una aldea medieval sacando de las pauprrimas casas a sus parientes muertos para depositarlos

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    sobre un carruaje conducido por un tipo que, adems de cobrar unas monedas por el servicio, va gritando "bring

    out your dead!" (sacad a vuestros muertos!). El compaero de Endnotes me hizo ver que el sentido de la frase "es

    algo como que hay que desembarazarse de nuestros muertos, por ejemplo las ideas atrasadas que corresponden al

    pasado". Eso dej resuelto el enigma, que en realidad no habra existido si yo hubiese visto alguna vez esa escena

    de Monty Python. Pero casi nunca veo televisin.

    En cualquier caso, he rectificado el error titulando el artculo con la frase de Marx, porque eso de "sacad a

    vuestros muertos" me parece demasiado vago e inexpresivo (sacarlos de dnde, hacia dnde, para qu?). Las

    expresiones que funcionan en un idioma no siempre funcionan en otro.

    Habra preferido no extenderme en estas explicaciones, pero era necesario por dos motivos: primero, porque el

    artculo en cuestin fue incluido - con el ttulo defectuoso - como apndice en el libro Comunizacin: materiales

    para la revolucin social de la Editorial Klinamen, por lo que se haca necesario publicar una fe de errata que

    prevenga a los lectores; y segundo, porque adems de rectificar el ttulo del artculo me pareci importante aclarar

    que algunos errores no se producen por traducir a la ligera, sino precisamente al contrario, por querer aplicar un

    rigor quizs excesivo.

    Tradurre tradire, reza un proverbio italiano: traducir es traicionar. Tras estas pblicas disculpas, espero ser

    perdonado, al menos por esta vez.

    C.L.

    Marzo 2010.

    Que los muertos entierren a sus muertos

    La tradicin de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos La

    revolucin social del siglo XIX no puede sacar su poesa del pasado, sino solamente del porvenir. No

    puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneracin supersticiosa por el pasado. Las

    anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse

    acerca de su propio contenido. La revolucin del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus

    muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido [4]

    Si esto era verdad cuando Marx escribi estas lneas, cuando del comunismo slo se poda hablar en

    futuro, es aun ms cierto hoy, cuando anarquistas y comunistas pueden referir unos y otros su propiahistoria y de hecho parecen no hablar de otra cosa. Hoy el marxismo es una tradicin de generaciones

    idas, pero hasta los situacionistas advenedizos tienen dificultades para dejar atrs el siglo veinte [5]

    No decimos esto desde un engreimiento respecto al presente, ni del consiguiente deseo de actualizar la

    teora comunista. El siglo veintiuno tanto como el anterior est hecho de la contradiccin entre

    trabajo y capital, de la separacin entre trabajo y vida, y de la subordinacin de todo a las formas

    abstractas del valor. Es, en consecuencia, tan necesario dejarlo atrs como el siglo precedente. An

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    cuando el siglo veinte del que hablaban los situacionistas, modelado por sus relaciones de clases, con

    su temporalidad del progreso y sus horizontes post-capitalistas, obviamente pertenece ya al pasado.

    Estamos cansados de las teoras de la novedad posmodernismo, posfordismo, y todos los nuevos

    productos de la academia no tanto porque sean incapaces de aprehender una continuidad esencial, sino

    porque la reestructuracin capitalista de los 70 y 80 ya no es ninguna novedad.

    En este primer nmero de Endnotes hemos reunido un conjunto de textos (bsicamente un intercambio

    entre dos grupos comunistas de Francia) relacionados con la historia de las revoluciones en el siglo

    veinte. Como se afirma en estos textos, la historia de esas revoluciones es una historia de fracaso, ya sea

    porque fueron aplastadas por la contrarrevolucin capitalista o porque sus propias victorias tomaron la

    forma de contrarrevoluciones, instaurando sistemas sociales que al depender del intercambio monetario

    y del trabajo asalariado, no pudieron trascender el capitalismo. Claro que en este caso no se trat

    simplemente de traicin; tampoco de errores estratgicos ni de condiciones histricas. Cuando

    abordamos el porqu de esos fracasos no podemos recurrir a suposiciones sobre qu hubiera pasado

    si, culpando de la derrota de los movimientos revolucionarios a todo (a los lderes, a las formas de

    organizacin, a las ideas errneas, a las condiciones inmaduras) excepto a los propios movimientos en su

    contenido determinado. Es la naturaleza de ese contenido lo que se discute en el siguiente intercambio.

    Publicamos estos textos histricos no para inducir un inters en la historia per se, ni para revivir el

    inters en la historia de las revoluciones o del movimiento obrero. Lo que perseguimos es que el estudio

    del contenido de las luchas del ltimo siglo nos ayude a desterrar la ilusin de que ese contenido

    representa nuestro pasado, un pasado que debiramos proteger o preservar. El prrafo de Marx nos

    recuerda cun necesario es deshacernos del peso muerto de la tradicin. Incluso nos atrevemos a decir

    que, excepto por el reconocimiento de la fisura histrica que nos separa de los fracasos revolucionarios

    del pasado, de ellos no tenemos nada que aprender no necesitamos recrearlos para descubrir sus

    errores o destilar sus verdades - , porque en cualquier caso sera imposible repetirlos. Al hacer el

    balance de esa historia, al darla por terminada, estamos haciendo una delimitacin que pone en primer

    plano las luchas de nuestra propia poca.

    Los autores del intercambio que aqu publicamos, Troploin y Thorie Communiste, surgieron ambos de

    una tendencia de comienzos de los 70 la cual, partiendo de los rasgos distintivos de la lucha de clases en

    ese perodo, asumieron crticamente el legado de la ultraizquierda histrica, tanto en su versin

    germano-holandesa (comunismo de consejos) como en la italiana (bordiguismo); as como la obra ms

    reciente de la Internacional Situacionista y de Socialismo o Barbarie. Es por eso que, antes de ir a los

    textos de ambos grupos, presentaremos el terreno comn del que surgieron.

    Del rechazo del trabajo a la comunizacin

    Cuando Guy Debord escribi Jams trabajis sobre un muro de la rivera izquierda del Sena en 1954,

    esta consigna, tomada de Rimbaud [6], estaba todava en deuda con el surrealismo y su progenie

    vanguardista. Es decir, evocaba al menos en parte una visin romantizada de la bohemia de fines del

    siglo diecinueve un mundo de artistas e intelectuales desclasados presos entre las relaciones

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    tradicionales de mecenazgo y el nuevo mercado cultural en el que se vean obligados a vender sus

    mercancas. El desprecio bohemio por el trabajo haba sido una revuelta contra, y una expresin de, esa

    condicin ambivalente: cogidos entre un desdn aristocrtico por lo profesional y un resentimiento

    pequeo-burgus hacia todas las dems clases sociales, llegaron a percibir todos los trabajos, incluso el

    suyo, como denigrantes. Este rechazo fue politizado por los surrealistas, que transformaron los gestos

    nihilistas de Rimbaud, Lautramont y los dadastas, en un llamamiento revolucionario a hacer la guerra

    contra el trabajo [7]. No obstante, para los surrealistas y para otros revolucionarios no ortodoxos (por

    ejemplo Lafargue, algunos elementos de la IWW, as como el joven Marx), la abolicin del trabajo

    segua remitindose a un horizonte utpico posterior a la revolucin, que era concebida en su inmediatez

    -siguiendo el programa socialista como una liberacin del trabajo, como un triunfo del movimiento

    obrero y una elevacin de la clase trabajadora a la posicin de nueva clase dominante. De este modo se

    crea, paradjicamente, que para abolir el trabajo haba que suprimir todos los lmites que lo restringan

    (por ejemplo, eliminando al capitalista que parasitaba del trabajo, as como las relaciones de produccin

    que obstaculizaban la misma); y que por consiguiente, la condicin obrera deba imponerse a todo el

    mundo (el que no trabaja no come) y deba recompensarse al trabajo dndole (mediante diversosesquemas de contabilidad laboral) la parte del valor producida por l.

    Esta aparente contradiccin entre medios y fines, puesta en evidencia por las problemticas relaciones

    entre los surrealistas y el Partido Comunista francs, caracteriz a las teoras revolucionarias del perodo

    de ascenso del movimiento obrero. Desde los anarco-sindicalistas a los estalinistas, la mayor parte de ese

    movimiento deposit sus esperanzas de superar el capitalismo y la sociedad de clases en general, en el

    incremento del poder de la clase obrera al interior del capitalismo. Se esperaba que llegado un cierto

    punto este poder obrero conquistara los medios de produccin abriendo un perodo de transicin al

    comunismo o al anarquismo, perodo en que la situacin de la clase obrera no sera abolida, sino que se

    generalizara. As, el objetivo ltimo de suprimir la sociedad de clases coexista con toda una gama demedidas revolucionarias que presuponan su perpetuacin.

    La Internacional Situacionista (IS) hered esa contradiccin surrealista entre unas medidas polticas

    tendientes a liberar el trabajo, y el objetivo utpico de su abolicin. Su principal logro consisti en llevar

    esa contradiccin ms all del plano exterior donde era mediada por la transicin del programa

    socialista, para situarla en cambio en un nivel interno donde dio vida a su concepcin propia de la

    actividad revolucionaria. Esta concepcin consisti en un examen crtico de la liberacin del trabajo,

    proponiendo el rechazo de toda separacin entre accin revolucionaria y transformacin total de la vida

    idea que estaba expresada ya implcitamente en su proyecto original de crear situaciones. No se debe

    subestimar la importancia de este desarrollo, pues la crtica de la separacin implicaba aqu unanegacin de todo intervalo temporal entre medios y fines (y por tanto de cualquier perodo de

    transicin), as como un rechazo de toda mediacin sincrnica; insistiendo en cambio en la participacin

    universal (democracia directa) en la accin revolucionaria. No obstante, pese a esta capacidad para

    repensar el espacio y el tiempo de la revolucin, el esfuerzo que la IS hizo por ir ms all de la

    contradiccin entre liberar y abolir el trabajo, la llev en ltima instancia a hacer implosionar ambos

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    polos uno contra el otro, generando as una unidad inmediata contradictoria que desplazaba la oposicin

    entre medios y fines hacia una contradiccin entre forma y contenido.

    Tras su encuentro con el grupo neo-consejista Socialismo o Barbarie a comienzos de los sesenta, la IS

    adopt sin reservas el programa revolucionario del comunismo de consejos, glorificando al Consejo

    aparato mediante el cual los obreros auto-gestionaran la produccin y junto a otros consejos ejercerantodo el poder social como la forma al fin descubierta de la revolucin proletaria. A partir de ah,

    todo el potencial y las insuficiencias de la IS quedaron contenidas en la tensin entre su llamado a

    abolir el trabajo y su consigna central: todo el poder a los consejos obreros. Por un lado el contenido

    de la revolucin supona un cuestionamiento radical del trabajo mismo (y no slo de su organizacin),

    apuntando a abolir la separacin entre trabajo y goce; mientras que por otro la forma de esta revolucin

    implicaba que los trabajadores tomaran el control de sus lugares de trabajo y los administraran

    democrticamente [8].

    Lo que impidi a la IS superar esta contradiccin fue que ambos polos, forma y contenido, hundan sus

    races en una afirmacin del movimiento obrero y de la liberacin del trabajo. Aunque la IS adopt deljoven Marx (y de las investigaciones sociolgicas de Socialismo o Barbarie) un inters por la alienacin

    del trabajo, supuso que la crtica de esta alienacin haba sido posible gracias a la prosperidad

    tecnolgica del capitalismo moderno (los potenciales para una sociedad del ocio aportados por la

    automatizacin) y a los batallones del movimiento obrero capaces de impulsar - en sus luchas cotidianas

    -estos avances tcnicos, y de apropiarse a travs de los consejos obreros de su empleo prctico. Por

    tanto, creyeron que la abolicin del trabajo, tanto en sentido tcnico como organizacional, era posible

    gracias a la existencia de un poder obrero en los centros de produccin. Los situacionistas se imaginaron

    que si las tcnicas de los cibernticos y los gestos de los bohemios anti-artistas pasaban a las confiables

    manos callosas de la clase obrera organizada, la abolicin del trabajo sera el resultado directo de su

    liberacin. Es decir, se imaginaron que la superacin de la alienacin resultara de la reestructuracin

    tcnico-creativa inmediata del lugar de trabajo por los propios trabajadores.

    En este sentido la teora de la IS representa el ltimo gesto de fe sincero en una concepcin

    revolucionaria que vea la autogestin como parte integral del programa de liberacin del trabajo. Sin

    embargo, su crtica del trabajo sera asumida y transformada por quienes trataron de teorizar las nuevas

    luchas surgidas cuando este programa entraba ya en crisis irreversible en los 70. Estos ltimos pensaron

    que dicha crtica arraigaba no en una afirmacin del movimiento obrero, sino en las nuevas formas de

    lucha que coincidan con su descomposicin. Sin embargo, en los escritos de Invariance, La Vielle

    Taupe, Mouvement Communiste y otros, el esfuerzo por superar la contradiccin central de la IS se iba a

    expresar en primer lugar como una crtica del formalismo, del predominio de la forma sobre el

    contenido, dentro de la ideologa del comunismo de consejos.

    La crtica del Consejismo

    Desoyendo las instrucciones de la IS, los trabajadores que tomaron parte en la huelga de masas de mayo

    del 68 en Francia no se apoderaron de los medios de produccin, no formaron consejos ni trataron de

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    hacer funcionar las fbricas bajo control obrero [9]. En una inmensa mayora de las empresas ocupadas

    los obreros se conformaron con dejar toda la organizacin en manos de sus delegados sindicales, y stos

    con frecuencia tuvieron dificultades para convencerlos de presentarse a las asambleas de ocupacin para

    votar la continuacin de la huelga [10]. En las luchas ms importantes de los aos posteriores, sobre

    todo en Italia, la forma consejista, modelo indiscutible del radicalismo proletario durante el ciclo

    anterior (Alemania 1919, Espaa 1936, Hungra 1956), brill por su ausencia. Con todo y

    paradjicamente, en estos aos la ideologa consejista tuvo un nuevo auge, pues la percepcin de una

    clase obrera cada vez ms indisciplinada y la escasa viabilidad de las viejas organizaciones parecan

    indicar que slo faltaba una forma ms apropiada a esas luchas espontneas y no-jerrquicas. En ese

    contexto grupos como Informations Correspondance Ouvrieres (ICO) en Francia, Solidarity en

    Inglaterra, Root and Branch en Estados Unidos, y en alguna medida la corriente obrerista en Italia,

    lograron revivir el inters en la izquierda germano-holandesa, mediante el recurso de culpar de cada

    nuevo fracaso a los viejos enemigos del consejismo: los partidos y sindicatos de izquierda, los

    burcratas, como los llamaba la IS.

    Este punto de vista no tardara en encontrar resistencia, bajo la forma de un resurgimiento de la otra

    tradicin comunista de izquierda. Bajo el liderazgo de Amadeo Bordiga, la izquierda italiana vena

    criticando largamente al comunismo de consejos (Lenin en La enfermedad infantil de la izquierda

    comunista haba metido a ambas corrientes en el mismo saco) por su excesivo inters en la forma en

    desmedro del contenido, y por su concepcin acrtica de la democracia [11]. Tal es la posicin, filtrada

    por la influencia del bordiguismo disidente de la revista Invariance, que inspira la crtica del consejismo

    formulada por Gilles Dauv en su Contribucin a la crtica de la ideologa de ultra-izquierda, uno de

    los textos fundacionales de la tendencia que estamos describiendo [12]. Dauv acusa a los consejistas de

    caer en el formalismo, por dos razones: porque en relacin con el problema de la organizacin ven la

    forma organizativa como el factor decisivo (un leninismo invertido), y porque su concepcin de lasociedad post-revolucionaria convierte la forma (los consejos) en el contenido del socialismo,

    concibiendo este ltimo como un asunto esencialmente administrativo. Para Dauv, al igual que para

    Bordiga, ste era un falso problema, ya que el capitalismo no es un modo de gestin sino un modo de

    produccin en que los administradores de todo tipo (capitalistas, burcratas, o incluso los

    trabajadores) no son ms que funcionarios mediante los cuales se articula la ley del valor. Como

    afirmaran ms tarde Pierre Nashua (La Vielle Taupe) y Carsten Juhl (Invariance), tal preocupacin por

    la forma en lugar del contenido efectivamente reemplaza el objetivo comunista de destruir la economa,

    por un mero rechazo a su administracin burguesa [13].

    Crtica del trabajo: el regreso

    Por s sola esta crtica del consejismo no poda ms que conducir a una reelaboracin de las tesis

    cannicas de la izquierda italiana, ya sea mediante una crtica inmanente (a la Invariance) o

    desarrollando una especie de hbrido talo-germano (a la Mouvement Communiste). Lo que dio el

    empuje para una nueva concepcin de la revolucin y del comunismo (entendidos como comunizacin)

    no fue nicamente la comprensin del contenido del comunismo derivada de una lectura atenta de Marx

    y Bordiga, sino tambin el influjo de la oleada de luchas de clase de fines de los sesenta y comienzos de

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    los setenta, luchas que daran una nueva significacin al rechazo al trabajo en tanto contenido

    especfico de la revolucin.

    A principios de los 70 los periodistas y socilogos empezaron a hablar de una revuelta contra el

    trabajo que afectaba a toda una nueva generacin de obreros en las industrias tradicionales, y que se

    expresaba en unas tasas de ausentismo y sabotaje cada vez mayores, as como en un desdn generalizadohacia la autoridad de los sindicatos. Los comentaristas culpaban indistintamente al sentimiento de

    precariedad e inseguridad generado por la automatizacin; a la asertividad creciente de las minoras

    tradicionalmente oprimidas; a la influencia de la contracultura anti autoritaria; a la fuerza y al sentido de

    vala creados por el largo auge de post-guerra y su bienestar social tan duramente conquistado.

    Cualquiera sea la razn de estos fenmenos, lo que pareca caracterizar las nuevas luchas era una ruptura

    con las formas tradicionales que los obreros haban empleado para tratar de obtener el control sobre el

    proceso de trabajo, dejando en su lugar apenas la expresin de un aparente deseo de trabajar menos. Para

    muchos de los que haban recibido la influencia de la IS, este nuevo asalto proletario estaba marcado

    por un rechazo al trabajo liberado ya de los elementos tecno-utpicos y artstico-bohemios que la IS

    nunca haba podido dejar atrs. Grupos como Ngation e Intervention Communiste afirmaron que en

    estas luchas lo que estaba siendo atacado no era slo el poder de los sindicatos, sino tambin el conjunto

    del programa marxista y anarquista de liberar el trabajo e instaurar el poder obrero. Lejos de liberar al

    trabajo ponindolo bajo control obrero y usndolo para tomar el control de la sociedad mediante la

    autogestin de las empresas, en el mayo francs y en el otoo rampante italiano la crtica del trabajo

    tom la forma de cientos de miles de obreros desertando de sus puestos. La ausencia de consejos obreros

    durante este perodo no se entendi como un signo de que las luchas no haban ido lo bastante lejos, sino

    como expresin de una ruptura con lo que llegara a ser conocido como el movimiento obrero clsico.

    El concepto de Comunizacin

    As como contribuy a difundir la antedicha crtica del consejismo, la publicacin bordiguista disidente

    Invariance fue un importante precursor de la reflexin crtica acerca de la historia y funcin del

    movimiento obrero. Para Invariance el viejo movimiento obrero haba sido una parte integrante de la

    transicin del capitalismo desde una fase de dominacin formal hacia una de dominacin real. Las

    derrotas obreras eran necesarias por cuanto su principio organizador haba sido constituido por el

    capital:

    El ejemplo de la revoluciones alemana y - sobre todo rusa, muestra que el proletariado era

    perfectamente capaz de destruir un orden social que se presentaba como un obstculo al desarrollo de las

    fuerzas productivas, y por tanto al desarrollo del capital, pero que llegado el momento de establecer unacomunidad diferente, sigui prisionero de la lgica de la racionalidad del desarrollo de esas fuerzas

    productivas, y limitndose al problema de cmo gestionarlas [14].

    As, lo que para Bordiga haba sido un error terico y organizacional, Camatte lo convirti en la

    definicin misma del papel histrico del movimiento obrero dentro del capitalismo. La auto-liberacin

    de la clase trabajadora significaba as nicamente el desarrollo de las fuerzas productivas, por cuanto la

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    principal fuerza productiva era la clase trabajadora misma. No haca falta seguir a Camatte en su xodo

    hacia lo silvestre [15] para estar de acuerdo con su diagnstico. Despus de todo, en los 70 estaba claro

    que el movimiento obrero haba jugado un papel esencial, al menos al comienzo, en el crecimiento sin

    precedentes de la capacidad productiva de los estados socialistas; mientras que en occidente las luchas

    obreras por mejores condiciones haban desempeado un rol crucial en el auge de post-guerra y la

    consiguiente expansin global del modo de produccin capitalista. Incluso hubo muchos que vieron la

    crisis de las instituciones del movimiento obrero en los 70 como la evidencia de que esa funcin

    puramente capitalista estaba entrando en crisis, y que los trabajadores podran al fin desembarazarse del

    peso muerto de su historia. Para Mouvement Communiste, Ngation, Intervention Communiste y otros,

    el fracaso del viejo movimiento obrero deba ser celebrado, no porque el liderazgo corrupto de las

    organizaciones obreras no fuera ya capaz de restringir la autonoma de las masas, sino porque ese

    cambio significaba ir ms all de la funcin histrica del movimiento obrero, lo que a su vez sealaba el

    resurgimiento del movimiento comunista, el movimiento real que suprime el estado de cosas actual

    [16]. Y lo haca en un sentido inmediato, porque las revueltas y huelgas salvajes de esa dcada fueron

    interpretadas por esos escritores como un rechazo total de las mediaciones del movimiento obrero, no enpos de una mediacin ms democrtica como la de los consejos obreros, sino de un modo que

    planteaba la produccin inmediata de relaciones comunistas como el nico horizonte revolucionario

    posible. Si antes se pensaba que el comunismo deba ser creado despus de la revolucin, ahora la

    revolucin era concebida como la produccin misma del comunismo (abolicin del trabajo asalariado y

    del Estado). La idea de un perodo de transicin fue as abandonada [17].

    En un texto reciente Dauv resume su visin del movimiento obrero clsico:

    El movimiento obrero que exista en 1900, e incluso en 1936, no fue aplastado por la represin fascista

    ni fue comprado a cambio de transistores o refrigeradores: se autodestruyo como fuerza transformadora

    por cuanto se propuso como objetivo perpetuar la condicin proletaria, en vez de superarla La

    finalidad del viejo movimiento obrero era hacerse cargo del mismo mundo y gestionarlo de una forma

    nueva: poner a trabajar a los ociosos, desarrollar la produccin, introducir la democracia obrera (al

    menos en principio). Slo una nfima minora, tanto anarquista como marxista, afirm que una

    sociedad diferente significaba destruir el Estado, la mercanca y el trabajo asalariado, aunque rara vez

    entendi esto como un proceso, sino ms bien como un programa que haba que llevar a la prctica

    despus de la conquista del poder [18].

    Contra ese enfoque programtico, grupos como Mouvement Communiste, Ngation, y La Guerre

    Sociale invocaron una concepcin de la revolucin como destruccin inmediata de las relaciones de

    produccin capitalistas, como comunizacin. Como veremos, la forma de entender esta comunizacin

    difiere en los distintos grupos, pero en esencia significa la aplicacin de medidas comunistas dentro de la

    revolucin como condicin de su supervivencia y como principal arma contra el capital. Cualquier

    perodo de transicin es visto como algo inherentemente contrarrevolucionario, no slo porque da

    lugar a una estructura de poder alternativa que se resistir a extinguirse (vase por ej. las crticas

    anarquistas de la dictadura del proletariado), ni tampoco porque parece dejar intactos ciertos aspectos

    fundamentales de las relaciones de produccin, sino porque la base misma del poder obrero que cimienta

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    esa transicin aparece ahora como algo fundamentalmente ajeno a las luchas mismas. El poder obrero es

    slo la otra cara del poder del capital, es el poder de reproducir a los trabajadores como trabajadores; de

    ah que la nica perspectiva revolucionaria que queda sea la abolicin de ese vnculo recproco [19].

    Comunizacin y ciclos de lucha: Troploin y Thorie Communiste

    El entorno que vio nacer la idea de comunizacin no fue nunca muy unificado, y a medida que pasaba el

    tiempo sus divisiones no hicieron ms que acrecentarse. Algunos terminaron abandonando todo rastro

    del rechazo consejista al partido y en cambio retornaron a lo que quedase del legado de la izquierda

    italiana, congregndose en torno a sectas atvicas como la Corriente Comunista Internacional (CCI).

    Muchos otros interpretaron la crtica del viejo movimiento obrero y del ideal consejista como un

    cuestionamiento del potencial revolucionario de la clase trabajadora. En su versin ms extrema - en la

    revista Invariance - esta tendencia condujo a un abandono de la teora del proletariado,

    reemplazndola con una exigencia puramente normativa de abandonar este mundo, mundo en el que la

    comunidad del capital, por obra de la dominacin real, habra suplantado a la comunidad humana.

    Incluso entre quienes no llegaron tan lejos surgi la persistente nocin de que mientras las luchassiguieran atadas al lugar de trabajo, no podran expresarse ms que como una defensa de la condicin

    asalariada. Pese a tener puntos de vista diferentes, Mouvement Communiste, La Guerre Sociale,

    Ngation y sus descendientes acabaron validando las revueltas de los 70 en los lugares de trabajo y las

    concurrentes luchas en torno a la reproduccin, en tanto esas luchas parecan traspasar las limitaciones

    impuestas por la identidad de clase, liberando a la clase para s de la clase en s, y revelando por

    consiguiente el potencial de comunizacin como realizacin de la verdadera comunidad humana. Unos

    pocos asociados a esta tendencia (sobre todo Pierre Guillaume y Dominique Blanc) llevaran la crtica

    del anti-fascismo (compartida hasta cierto punto por todos los defensores de la tesis de la comunizacin)

    al extremo de implicarse en el affair Faurisson a fines de los 70 [20]. Otra tendencia, representada por

    Thorie Communiste (en adelante TC), busc historizar la tesis misma de comunizacin, viendo en ella

    la expresin de unos cambios en las relaciones de clases que apuntaban a debilitar las instituciones del

    movimiento obrero y la identidad de clase en general. Ms tarde concibieron este cambio como una

    reestructuracin fundamental del modo de produccin capitalista, acorde con el fin de todo un ciclo de

    luchas y con el surgimiento, mediante una contra-revolucin exitosa, de un ciclo nuevo. Para TC, el

    rasgo distintivo de este nuevo ciclo es que contiene el potencial de comunizacin como lmite de una

    contradiccin de clase situada nuevamente al nivel de la reproduccin (ver el posfacio para una

    clarificacin de TC acerca de este punto) [21].

    Si TC desarroll su teora de la reestructuracin a fines de los 70, otros le siguieron en los 80 y 90,

    mientras que el grupo Troploin (formado principalmente por Gilles Dauv y Karl Nesic) ha intentado

    recientemente hacer algo semejante en sus textos Wither the World e In for a Storm. Entre ambas

    concepciones hay diferencias ostensibles, debidas en grado no menor al hecho de que las ltimas fueron

    elaboradas en parte como rplicas a las primeras. El intercambio entre Thorie Communiste y Troploin

    que aqu publicamos tuvo lugar en los ltimos diez aos. Aunque en estos textos ambos grupos

    reafirman la historia revolucionaria del siglo veinte, en ellos subyacen concepciones diferentes de la

    reestructuracin capitalista, as como distintas interpretaciones del perodo actual.

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    El primer texto, When Insurrections Die, est basado en una introduccin escrita por Dauv para una

    antologa de artculos de la revista de la izquierda italiana Bilan, referidos a la guerra civil espaola. En

    este texto Dauv quiere mostrar cmo la oleada de revueltas proletarias de la primera mitad del siglo

    veinte fue aplastada por las vicisitudes de la guerra y por la ideologa. En Rusia la revolucin fue

    sacrificada en nombre de la guerra civil y luego destruida por la consolidacin del poder bolchevique; en

    Italia y Alemania los obreros fueron traicionados por los partidos y sindicatos, por la mentira de la

    democracia; y en Espaa fue de nuevo la marcha hacia el frente (al son del anti-fascismo) lo que sell el

    destino de todo un ciclo, en que la revolucin proletaria qued atrapada entre dos frentes burgueses.

    Dauv no aborda las posteriores luchas de los 60 y 70, pero es obvio que las afirmaciones que hizo en

    este perodo, por ejemplo sobre la naturaleza del movimiento obrero en su conjunto, revelan su idea de

    lo que le falt a las anteriores oleadas de lucha derrotadas. En su crtica al artculo When Insurrections

    Die, TC atribuye a Dauv lo que ellos consideran un punto de vista normativo, que confronta las

    revoluciones reales con lo que podran o deberan haber sido; es decir, con una frmula - nunca

    enunciada a cabalidad - de lo que es una verdadera revolucin comunista. TC coincide ampliamente con

    la idea de revolucin de Dauv (esto es: comunizacin), pero le critica el imponer ahistricamente esa

    idea a las luchas revolucionarias anteriores, como medida de su xito y de su fracaso (siendo por tanto

    incapaz de explicar la aparicin histrica de la tesis misma de la comunizacin). Segn TC, la

    consecuencia de ello es que la nica forma en que Dauv puede explicar el fracaso de las revoluciones

    pasadas es mediante la afirmacin tautolgica de que no fueron lo bastante radicales: las revoluciones

    proletarias fracasaron porque los proletarios no hicieron la revolucin [22]. Por el contrario, ellos

    sostienen que su teora puede explicar consistentemente la totalidad del ciclo de revolucin,

    contrarrevolucin y reestructuracin, mostrando que las revoluciones llevaban en su seno su propia

    contrarrevolucin, en tanto lmite inherente a los ciclos que les dieron vida y les pusieron fin [23].

    En los tres textos subsiguientes del intercambio (dos de Troploin y uno de TC) se indaga en algunos

    puntos controversiales, como el papel del humanismo presente en la idea de comunizacin defendida

    por Troploin, y el papel del determinismo presente en la de TC. Aunque ste es para nosotros el

    aspecto ms interesante de este intercambio, la razn de que publiquemos estos textos es que constituyen

    el esfuerzo ms sincero que conocemos por afirmar el legado de los movimientos revolucionarios del

    siglo 20. Esto, en trminos de una concepcin del comunismo no como ideal ni como programa, sino

    como movimiento inmanente al mundo del capital, movimiento que suprime las relaciones sociales

    capitalistas sobre la base de unas premisas ya existentes en la actualidad. Es para interrogar estas

    premisas, para volver al presente a nuestro punto de partida , que tratamos de analizar las condiciones

    que las hicieron nacer en los anteriores ciclos de lucha y revolucin.

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    Notas

    (Ndt: Las versiones castellanas de los textos estn indicadas entre corchetes.)

    1. www.endnotes.org.uk [NdT]

    2. Slo existen versiones castellanas de Cuando las insurrecciones mueren de Troploin, y de Historia

    normativa de Thorie Communiste. Ambos textos se encuentran en www.geocities.com/cica_web [NdT]3. Los materiales an no traducidos al castellano son: Human, all too human? y Love of labour? Love of

    labour lost de Troploin; Much ado about nothing de Thorie Communiste; y un posfacio de los editores deEndnotes. [NdT]

    4. Karl Marx, El 18 Brumario de Louis Bonaparte, 1852 (MECW 11), pp. 103-106. Todas las referencias a las

    obras de Marx y Engels corresponden a las Obras Escogidas de Marx-Engels, por Lawrence & Wishhart Marx-

    Engels Collected Works (MECW) [para esta traduccin hemos usado la versin del Archivo Marxista en internet:

    www.marxists.org].

    5. Ahora, la SI (IS no.9, 1964). Christopher Gray, Leaving the Twentieth Century: the Incomplete Works ofthe Situationist International (Rebel Press 1998) [existe versin castellana de este texto en el Archivo

    Situacionista Hispano: www.sindominio.net/ash].

    6. Jams trabajaremos, oh oleadas de fuego!, Arthur Rimbaud, Qu'est-ce pour nous, mon cur (1872) en:

    uvres compltes (Renville & Mouquet, 1954), p.124.7. La Rvolution Surraliste no.4 (1925). En la prctica el rechazo surrealista al trabajo se limitaba a los artistas,y se expresaba en sus denuncias del efecto del trabajo asalariado sobre la creatividad, y en su exigencia desubsidios pblicos para cubrir su subsistencia. Incluso en un texto escrito en colaboracin por Breton y Trotsky,

    Hacia un arte revolucionario libre, parece distinguir entre dos regmenes revolucionarios, uno para los artistas e

    intelectuales, y otro para los trabajadores: si para un mejor desarrollo de las fuerzas de produccin material la

    revolucin debe construir un rgimen socialista bajo control centralizado, para desarrollar

    la creacin intelectual lo primero ser establecer un rgimen anarquista de libertad individual. Una de las razonesde que los surrealistas descuidasen la contradiccin entre liberacin y abolicin del trabajo, pudo haber sido que

    vean la primera como un problema de otros.

    8. Los situacionistas estaban concientes de la posibilidad de esta crtica e intentaron conjurarla. En los

    Preliminares sobre los Consejos y la Organizacin Consejista (IS n 12, 1969 [en castellano en

    www.sindominio.net/ash]) Riesel afirma: se sabe que no tenemos ninguna inclinacin obrerista del tipo que sea,pero a continuacin explica cmo los obreros siguen siendo la fuerza central en los consejos y en la revolucin.

    Cuando ms se acercan a cuestionar la afirmacin del proletariado, es decir en su teora de la autogestin

    generalizada, es cuando son ms incoherentes; por ejemplo: slo el proletariado, negndose a s mismo, le da

    una forma reconocible al proyecto de autogestin generalizada, puesto que contiene tal proyecto en s mismo,

    subjetiva y objetivamente (Vaneigem, Aviso a los civilizados sobre la autogestin generalizada, ibid.). Si elproletariado lleva dentro de s mismo el proyecto de la autogestin generalizada, se sigue que al negarse a s

    mismo debe negar tambin dicho proyecto.

    9. Ms tarde la IS revelara la profundidad de su auto-engao al asegurar, en retrospectiva, que los obreros

    haban estado objetivamente, en varias ocasiones, a slo una hora de instaurar Consejos durante los sucesos de

    mayo. El comienzo de una era (IS no.12, 1969) [www.sindominio.net/ash].10. Bruno Astarian, Les grves en France en mai-juin 1968, (Echanges et Mouvement 2003).

    11. Por ejemplo: Las frmulas de control obrero y gestin obrera pierden todo sentido. En el socialismo ya noexiste la sociedad seccionada entre productores y no productores, porque ya no existe una sociedad dividida en

    clases. El contenido del socialismo (si se quiere emplear esta pobre expresin) no ser la autonoma, el control y

    la gestin del proletariado, sino la desaparicin del proletariado, del asalariado, del intercambio (aun del ltimo,

    que se efecta entre moneda y fuerza de trabajo), y, en fin, de la empresa. All no habr nada que controlar y

    administrar, nadie respecto a quien pedir autonoma. Amadeo Bordiga, The Fundamentals of Revolutionary

    Communism (1957) (ICP, 1972) [versin castellana en

    http://www.sinistra.net/lib/bas/progra/vali/valiidodis.html].

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    12. Publicado por primera vez en ingls en Eclipse and Re-Emergence of the Communist Movement (Black and

    Red, 1974) [publicado en castellano por Ediciones Espartaco Internacional: Eclipse y resurgimiento de la

    perspectiva comunista, en www.edicionesespartaco.com].

    13. Pierre Nashua (Pierre Guillaume), Perspectives on Councils, Workers Management and the German Left (La

    Vielle Taupe 1974). Carsten Juhl, The German Revolution and the Spectre of the proletariat (Invariance, Serie II

    no.5, 1974).14. Jacques Camatte, Proletariat and Revolution (Invariance, Serie II no.6, 1975).15. Camatte, especialmente a travs de su influencia sobre Fredy Perlman, se convertira en uno de los principales

    inspiradores del pensamiento primitivista vase This World We Must Leave: and Other Essays (Autonomedia,

    1995).

    16. Marx & Engels, The German Ideology (MECW 5), p.49 [en castellano en www.marxists.org]17. La idea de un perodo de transicin, presente sobre todo en los escritos polticos de Marx y Engels, fue

    compartida por casi todas las tendencias del movimiento obrero. Se supona que durante ese perodo los

    trabajadores tomaran el control de los aparatos poltico (leninismo) o econmico (sindicalismo) hacindolos

    funcionar de acuerdo a sus propios intereses. Esto era coherente con la idea generalmente aceptada de que los

    obreros podran administrar sus lugares de trabajo mejor que los patrones, y que por consiguiente tomar el control

    de la produccin sera al mismo tiempo desarrollarla (solucionando ineficiencias, irracionalidades e injusticias).

    Al postergar el problema del comunismo (el problema prctico de abolir el trabajo asalariado, el intercambio y el

    Estado) para despus de la transicin, el objetivo inmediato, la revolucin, se convirti en un asunto de superarciertos aspectos malos del capitalismo (desigualdad, tirana de una clase parasitaria, anarqua del mercado,

    irracionalidad de las ocupaciones improductivas ) para mantener otros aspectos de la produccin capitalista

    bajo una forma ms racional y menos injusta (igualdad de salarios y de la obligacin de trabajar, retribucin

    de todo el valor producido por uno tras la deduccin de los costes sociales).

    18. Gilles Dauv, Out of the Future en Eclipse and Reemergence of the Communist Movement (1997) pp. 12-13

    [se tata de un prefacio escrito por Dauv para la reedicin del libro por Antagonism Press, en 1997. No fue

    incluido en la edicin castellana].

    19. Hay que hacer notar que algo semejante a una tesis de comunizacin fue propuesta independientemente por

    Alfredo Bonanno y otros anarquistas insurreccionales en los aos 80. Con todo, ellos tendan a verla como una

    leccin que se deba aplicar a cada lucha en particular. Tal como afirma Debord en relacin con el anarquismo en

    general, tal metodologa idealista y normativa abandona el terreno histrico al asumir que todas las formas

    correctas de la prctica ya han sido descubiertas (Debord, Society of the Spectacle (Rebel Press, 1992), 93 p.49[en www.sindominio.net/ash]). Como un reloj roto, ese anarquismo siempre puede decir la hora correcta pero slo

    por un instante: cuando finalmente llegue la hora indicada, su acierto no tendr mucha importancia en realidad.

    20. Robert Faurisson es un historiador burgus que se hizo conocido a fines de los 70 por negar la existencia de

    las cmaras de gas en Auschwitz (no as el exterminio masivo sistemtico de civiles por los nazis). Esto le vali a

    Faurisson enfrentar un juicio. Por motivos que slo l mismo conoce, Pierre Guillaume se convirti en un

    destacado defensor de Faurisson y logr comprometer en esa causa a varios allegados de La Vielle Taupe y LaGuerre Sociale (especialmente a Dominique Blanc). Esto produjo una verdadera guerra a muerte dentro de la

    ultraizquierda parisina, polmica que se prolong por ms de una dcada.

    21. Otros grupos que descienden de esta (apenas definida) tendencia son: La Banquise, L'Insecurit Sociale, Le

    Brise Glace, Le Voyou, Crise Communiste, Hic Salta, La Materielle, Temps Critiques.

    22. Ver ms abajo, pg.207.23. Para una discusin ms detallada sobre las diversas premisas puestas en juego en este intercambio, vase elposfacio al final de este nmero.