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no se quedó en nuestro suelo, sinoque siguió corriendo hasta los Mayasy c,uizá hacia los aztecas. Todo, lle-vando el signo de lo nuestro que pri-mordialmente, es la tierra, toda la

tierra americana, inmensa coeteleraaf' razas.

Portobelo ----"porto bello"-- comoIn denominó Cristóbal ColÓn ante s\liiiágiea belleza, es en estos tiempo:;

de renovación, sitio de atracción y deestudio. All permanece lo que loi; e:;-pañoles nos legaron en sus altares detalla, recubiertos de colore~ .1' de 01'0,sus construcciones y el reruerdo ale-gre de sus famosas Ferias. A lii ver-dad, el abandono, el tiempo, el llecre.cer de las actividades comerciale"fueron sepultándola en el olvido. A-bre ahora sus ojos Y ~ll l'upihi an~í¡ilos viejos esplendore~, ciialHh fue es-

cogida por la Corona de F;~paña como

sede "de la iiás J\i'anrle. rica y ani-mada reriii de comerdo, del !l!lpvoiiundo",!:n collar 'iue SI" pxticnde

VOl' toda la costa atlántiea la ceniade belleza y de fuprza, con sus ca~-

tllos y fuertes que mantienen aÚn enpie sus ruinas, algunas niantei.'iidasmejor que otras: San Lorenzo. SanFelipe, Santiago, cuânto vigor an¡ui-1.f:d.onico! Cuânta ruda hplIeza y e~-plendor! F:se florón de técnica qne ~e

prendiÚ a la corona hispánica, SP dp-

bió, exclusivamente, al gran Ingenie-

ro Italiano Battista Antonelli que es-

cogió a Portobelo como lugar de di-reccIón para ejecutar su grandiosaohra y establecer el tn\Jico sobre la","ta atlántica que (lió renombre al~, ciudad. Sin la inteligencia, los co-nocimieiit08 y la técnica del Ingenie-

ro itälico, no se hahría logrado mii-ca su exaltación. AHí, dejó su huella.Mas tardf', cuando esta sirena ten(Ii.-do entre dos mares, que es Panand.sur¡.ió a la vida de nación indepen-

diente, otras Insignes figuras de lii

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arquiledura italiana, pusieron su de-finitivo sello de belleza y de dencia:el arquitecto 'G. N. Ruggieri que di-I'igiu cuatro de las más iniportantei;obi'a:; de la (:apital: el Palacio de Go-hiül'no, el Teatro Naeiorial, el Insti-tuto Nacional y el Palaci0 Munidpal.

l':n los inidos de est.e siglo, d soplo,ici rel'HcenlíRllo animÓ las e8t.luctu-1';1,; y 'a,; gallardaR estatuas, los bus-los. lo~ altorelieves con que i;ü 01'.naron; sin ellas .Ias edificaciones ha-

brÍali I'..s\ll(ado rl'aR: pero los rnag-i:ricm; escultorpR Gaetano Chlara-n1onti, i\rtiiro Tumagnini, y 1'. lmiri-('0 Astt'ne, tallaroii en puro niâriiolde ea I'rara laR estatuas e hieIeroiiruiidir aladaR esfinge" qne pareceni'nslodiar al "Nido de Aguijas" que es(01 Iw;tiluto l'acional, y euya cons-11 ucciÓn fue terminada en el ano del!H 1, por inspiración del Presidentf'

I)e Obaldía, y del nI' B~us()bio A. Mo-

rales, Minist.ro de Educación. El DI',\ ntonio Faecio fue su primer Hec-rol"

Esos vestigios de belleza y de artede los qne pnede enorgullecerse Pa-nainá, eslân hoy recuperando su bri,.110. En breve, el Teatro Nacional,

volverá a lucir su recatada gracia.COIlO signo del ayer, de lo que nosleg-a.ron los que en Noviembre de1903, izaron la primera bandera delos cua.dros y las estrellas, diseñada

por otro hombre que fue gloria de es-te país: don Manuel E, Amador.

Novlpllbre, siempre Noviembre enPanamâ.

Lola C. de Tapia

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cumplido el día 3 de Noviembre en curso, es el desenlance lÓ-gico de una situación ya improrrogable, la solución de un pro-blema ¡rravísimo é iiquietante, la manifestación sincera, firme,definitiva é irrevocable de la voluntad d(' un pueblo.

I

No sería justo censurar á los agregios varones que nosemanciparon del poder de España por su determinación de ane-xar el Istmo á la República de la Gran Colombia, que parecíasurgir poderosa y con un porvenir lleno de luz y de prestigiosdel ciclo épico de la Independencia. En idénticas circunstan-cias los contemporáneos habríamos obrado de igual modo; pe-ro bueno es hacer presente que la cuestión de escoger la nacio-nalidad suramericana á que debía unirse el Istmo fue motivode apasionadas y largas deliberaciones entre los próceres. Laincertidumbre de que una comarca pequeña, escasamente po-blada, pudiera sostenerse sola, sin peligro para su soberanía, yla circunstancia de estar nuestro territorio adyacente al de Co-lombia ~aunque la vasta extensión intermedia se hallaba en-tonces, como se halla hoy, desierta, sin vías de comunicación yentregada al imperio casi absoluto de una naturaleza bravfa,_ fueron l'nzones suficientes para que nuestros antepasadosr(~solvieran unir las Provincias del Istmo al Estado republica-no mencionado, conformándose con el único medio de la co-municación marítima, para mantener el trato y la inteligenciaeon un Gobierno asentado en el interior del continente, á cen-tenares de leguas de distancia, sobre el lomo penosamente ae"("~sible de la cordilera de los Andes.

Esos inconvenientes materiales ã que hemos aludido secomplicaron con otros de naturaleza distinta y excepcional-mente graves. Colombia se organizó con un régimen centralque debía ser funesto para el Istmo, porque ese régimen, de-

,iando á Imi provincias en un desamparo tanto mayor cuantoIlás lejos se hallasen de la capital, les quitaba á la vez SiiS me.dio:: y recursos propio:: para satisfacer sus necesidades y lasmantenía en un completo enervamiento. A los Congresos na-cionales concurrían Diputados de las dos provincias del Istmo~Panamá y V el'aguas~ pero la acción aislada de esos Diputa-dos ningún bien podía producir á sus provincias, y su funciónquedó, reducida á compartir responsabildades políticas porefectos del sistema implantado.

Para colmo de males los granadinos, lo mismo que los ve-nezolanos, resultaron ser hombres rehacios á todo sistema or-denado de gobierno, y se mostraron como una raza turbulentay de tendencias disociadoras. A la raíz misma de la indepen-dencia se vieron los primeros síntomas de anarquía y florecie-ron las revueltas intestinas y las conjuraciones más tenebrosas,

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que arrancaron al Libertador Simón Bolívar aquella frase an-g'ustiada de que no alcanzaba á ver salud para la Patria. Laconfusión de ideas era indecible; algunos colombianos llegaronhasta pensar y proponer el establecimiento en el país de unamonarquía, que tuvo numerosos prosélitos, y el Libertador, ad-verso a toda ídea monárquica, declaró que era necesario bw;i.l"al' la protecciÓn de una potencia extranjera.

La contemplación de ese lamentable estado de cosas ins-pírÓ á un historiador colombiano esta reflexíón melancólica:"Colombia había 1!'ivido tan de prisa .~us años de gloria y dehazaiia8 que, n'iñu aún, Uegaba á una decrepitud p1'ema.t'wr."(. )

Fue general el sentimiento de disgusto que se reveló en elIstmo y un arrepentimiento de lo hecho dominó á nuestros mis-mos próceres. La tendencia de separar el Istmo tuvo su géne-~is desde entonces, y en 1830, nueve años apenas después dela espontánea anexión á Colombia, se manifestó crudamenteen una junta popular, convocada en esta ciudad por el Gene-ral José Domingo Espinar, panameño de nacimiento, distinguí~do milítar de la independencia y á la sazón Intendente ó Go-bernador de Panamá y uno de los más fervientes partidarios dela idea separatista.

El acuerdo memorable de esa junta patriótica conteníaesta decisión primera: "Separarse del 1'f'¡fo de la RepÚblica,especialmente del Gobierno de Bogotá."

Ese primer ímpetu seccionador no dejó de ser recogido enlos anales de Colombia. y el mismo historiador á que nos hemogreferido lo menciona de este modo:

"Lamentable era el cuadro de la República que, ya entr!'sombras divisaba el Libertador. El Congreso de Venezuela.i;u patria, pedía su expulsión; Montila se pronunciaba en sufavor en Cartagena, y su ejemplo era seguido por Espinar, enPanamá, y por los hijos de la valerosa Mompox. De varioRpuntos de Venezuela recibía calurosas excitaciones para qUl'aceptara la lucha; Río Hacha se pronunciaba en contra de Bo"livar y pedía auxilios a Venezuela, de donde salia Carujo conla fuerza que luego hubo de batir al Coronel Blanco en SanJuan de Cesar. Las provincias del Atlántico iban hasta laidea de constituir un cuarto Estado, y Pana.má htlsttl 1(1 prohi-bida exageración de anexarse á la Gran B1'etaña,"

Cediendo al reclamo prestigioso del Libertador, los istme-ños acallaron sus anhelos de separación y se sometieron al Go-bierno nacional esperándolo todo del genio y del sublime pa"triotismo del gran caudilo suramericano.

(':') Quijano Otero.5

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uPero el sentimiento no se extinguió, no podía extinguirse,

porque sus causas generadoras no sólo subsistían sino que sereagravaban. Tan pronto como en 1840 se pronunciaron va-rias Provincias de la Nueva Granada contra el régimen central,el pueblo de esta capital se sublevó, el 18 de Noviembre de eseafio, encabezado por el entonces Coronel Tomás Herrera, áquien el porvenir reservaba carrera tan brilante, y proclamóotra vez la independencia del Istmo, dejando constancia delhecho en una acta popular auténtica. Era tan general el favorcon que se miraba la idea de separación que los pueblos todosde las provincias istmeñas se adhirieron inmediamente á laproclamación y enviaron sus delegados á la Convención quepoco después se instaló en esta ciudad para establecer las basespolíticas del Estado independiente y organizar los poderes pú-blicos.

Nuestros compatriotas leerán hoy con interés y entusiasmola Ley fundamental que expidió aquella ConvpnciÓn admira-ble y que ã continuación trauscribimos:

"LEY FUNDAMENTAL DEL ESTADO,"La Convención del Estado del Istmo,

"CONSIDERANDO:

"1o, Que la mayoría de las Provincias de la Nueva Gra-nada se ha pronunciado expresamente en contra del Gobiernocentral, separándose de él, y proclamando la federación, rom-piendo así completamente el pacto social de mil ochocientostreinta ,v dos.

"20. Que mientras se reconstituye la República, segúnel voto de los pueblos, el Istmo no puede permanecer indife-rente á su suerte, sino que ha de emplear, á 10 menos proviso-I'iamente, los medios propios para obtener su seguridad y bie-nestar.

"DI') conformidad con el artículo 150. del acta popular de18 de Noviembre Último.

"DECRET A:

"10. Los cantones de las antiguas Provincias de Panamáy Verag-uas compondrán un Estado independiente y soberano.que será constituido como tal por la presente Convención bajoel nombre de "Estado del Istmo".

"Articulo 2o, Si la organización que se diere la NuevaGranada fuese federal, y conveniente á los intereses de los pue-blos del Istmo, éste formará un Estado de la federación.

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"Parágrafo único. En ningún ca80 se incorporará el Ist-mo a la República de la Nueva Granada bajo el sistema cen-tral.

"Artículo 30. La Convención acreditará dos comisiona-dos cerca del cuerpo que represente debidamente las Provinciasque compusieron la República de la Nueva Granada, para quenegocien la incorporación del Estado del Istmo a la federaciónque aquellos formen. La Convención expedirá, por un acto('¡,pccial, las instrucciones á que deben ceñirse estos comisio-nados, y arreglará todo lo relativo á este asunto.

"Artículo 40. No se admitirá en el Estado ningún puebloque, separándose de alguna de las Provincias de la federa-ción, quiera incorporarse á éL. Tampoco se permitirá que nin-guno de los que hasta ahora han correspondido á las antiguasprovincias de Panamá y Veraguas, se desmembre del Estadodel Istmo.

"Artículo 50. El Estado del Istmo reconoce y ofrece pa-gar de la deuda interior y exterior, que actualmente pesa sobre10:\ granadinos, lo qUQ le toque proporcionalmente á su pobla'ciÓn; ~' también ofrece no distraer de su objeto lo:, fondos des-hIlados al crédito público.

"Dada en la sala de las sesioiwí\ di' la ('onvi'nciÒii."Panamá. á diez y ocho de Marzo de mil ocho('ieiito:, ciia-

renta ~' uno.

El Pre:,idciite, .Jof.é de Obaldía. -El Vicepr,":,i-riente, Diputado por Panamá, Mariano Aroscmena. ---El Dipu-tado P01' el cantón de Alanje, .fiJan Manuel LÓpez. - El Dipu-tado por Bocas del Toro, José Palacios. -El Diputado pOl ßoeas del Toro, José María Trivaldo. -El Diputado por La Cho-lleni, Bernardo Arze Mata. -El Diputado por La Chorrera..Juän Bautista Feraud. -El Diputado por el Darién, Manuel.J osé BorbÚa. -El Diputado por el cantón del Varién, MarianoA.rosemcna Quezada. -El Diputado por Natá, Marcclino Ve-ga. -El Diputado' por Natá, Saturnino Castor Ospina. -ElDiputado por Parita, José CarCÍa de Paredes. -El Diputadopnr Parita. Antonio Amado!'. El Diputado por Panamá. ,Josél\Jal'ia RemÓn. -El Diputado por Portobelo, Ramón Vallarino,--El Diputadn por Portobelo, Antonio Nicanor Ayarza. -ElDiputado por Los Santos, José María Goitía. -El Diputado por\,1 cantón de Los Santos, Francisco Asprilla. -El Diputado porel cantón de Santiago, José Fábrega Barrera. -El Diputado1'01' ~:antiago. Nicolás OI'OSco. -El Secretario de la Convención,.ln:,i) Angel Santos.

"Panama, Marzo 20 de 1841.

"Cúmplase, circúlese y publíquesc,

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TOMAS HERRERA-(L, S.)-Por S. E. El Jefe Superior delEstado, El Secretario General, .JoHé Agustín Arango."La Convención, que permaneciÓ reunida cinco meses, re-

glamentó todos los ramos del servicio público y legitimó el po-der encomendado á la pericia del Coronel Tomás Herrera, almay brazo del movimiento, y del doctor Carlos de Icaza, á quie-''les acompañó como Ayudante y Secretario General el inteli-gente y denodado al par que arrogante caballero don J o:-(~ A-).ustín Arango. (*) De esos actos merecen conoce~se 10H queen seguida insertamos, que parecen cobrar nueva vida al con-bcto de los emocionantes sucesos O\ctiiales:

DECRETO:Concediendo una medalla de honor dvico, al seÏ10r Coro-

nel Tomás HelTera.La Convención Constituyente del EsÜido del Istmo,

e:') Su hijo, de i~ual nombre, I'S iinu di' lus mil'nihros di' la adual Juntade (~obie..no de la República de Panamá.

CONSIDERANDO:10. Que el Coronel Tomás Herrera es acreedor á la gra-

titud de sus conciudadanos por su eficaz cooperación á la trans-formación política, proclamada el ilustre y memorable día dé-cimo octavo del mes de Noviembre de mil ochocientos cuaren-ta, y por el tino administrativo con que ha marchado el Gobier-no provisorio del EHtado, confiado entonces á su patriotismo yea pacidad ;

20. Que estos ;,ervicios son dignos de remunerarse porlos apoderados de todo el pueblo istmeño,

DECRETA:

Articulo Único. Se concede al Coronel Tomás Herrera elliSO de una medalla de oro, que llevará al lado izquierdo delpecho, pendiente de una cinta tricolor. Esta medalla será defigura elíptica, de quince líneas en su diámetro mayor, y deonce en el menor, y llevará en su anverso, en bajo relieve. estelema. orlado de una palma de laurel: "Soldado ciudadano",

J' en el reverso, del mismo modo, este otro: "La Convenciónde los puebJo:- del Istmo en mil ochocientos cuarenta y uno",todo de la manera que se designa en el modelo adjuntó á estedecreto.

Dado en la Sala de las Hesiones de la Convención.

Panamá, á seis de Abril de mil ochocientos cuarflnta y uno.El Presid('nte, Nicolas Orosco, -El Secretario, José Angel San-tos. .8

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Panamá, 20 de Abril de 1841.

Ejecúti.se y publíquese.

CARLOS DE ICAZ;A, -(L. S.)-- Por S. E. El Vice-jefe del Es'tado encargado del Gobierno, el Secretario General, JOSEAGUSTIN ARANGO.

DECRETO:

sobre pabellón y armas del Estado.La Convención Constituyente del Estado del Istmo,

DECRET A:

Art, 10. r:l Estado del Istmo continuará, por ahora, usan-do cl(~l pabellón y armas de la Nueva Granada.

Art. 20, En todos los actos oficiales, en que antes seponía República de la Nueva Granada, se pondrá en lo sucesi-vo Estado del Istmo.

Dado en la Sala de lag ~esiones de la Convención.

Panamá á veinte y seis de Abril de mil ochocientos Cl1a-renta y uno.

m Presidente, MARIANO AROSEMEN A. -El Secretario. J o-sé Angel Santos.Panamá. á 4 de Mayo de 1841.Ejecútese y publíquese.

TOMAS HERRERA. -(L. S.)- Por S. E. el Jefe Superior delEBtado. el Secretario GeneraL JOSE AGUSiTIN ARANGO.

El Congreso constituyente de 1841 eHtaba, como se ha vi:,-to, compuesto de un florido personal istmeño, sobresaliente porsus talentos y por su posición social y política. Fueron esOSconvencionii:taii troncos venerables de distinguidas familias, yla idea de emancipación que ellos abrazaron con tanta decisióny energ-ia tenia que ser, como ha sido. una herencia moral quesus iiucesores recogieron y conservaron.

Las numerosas lagunas que presenta la Historia de Co-lombia respecto de los acontecimientos políticos que sucedie-ron en el segundo tercio del siglo pasado, nos han impedidodescubrir los detalles de la reincorporaciÓn del Istmo de Pana-má á la República de la Nueva Granada, como entoiice!\ se lla-maba, Pero sí sabemos que esa reincorporación fue el reFuI-tado de negociaciones diplomáticas que tuvil'oii 1 ugar en ('staciudad, en 1842, entre el Gobierno del Estado del Istmo y elGobierno granadino representado por el General Tomás e,

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Mosquera, en las cuales hizo éste, con el carácter de que esta-ba investido, promesas generosas tocante á la descentralizaciónpolítica y administrativa, para que los pueblos del Istmo pudie-Poen atender por Hí mismos á sus necesidades é intereses, y co-municó su fé en mejores y más bonacibles tiempos para la Nue-VA Granada,

IIILas pi'omci-al5 fueron falaces, pues en 1843 se expidió en

la República una nueva Constitución que no era sino la copiade la anterior, con retoques y modificaciones aún más autori-tarias y centralbitas, y en la cual nada se provl'a para erear enPanamá un Gobierno adecuado á su posición y á sus neeesirla-des. Las guerras civiles no daban 5ino cOl'tísimas treguas ¿,los ánimos angustiados y devoraban con un apetito de voráginela riqueza privada en pos de la riqueza pública.

Empero el incesante clamor de los istmeños y sus protestas,que estallaban á veces con acento colérico, convencieron al ca-bo á los granadinos de que para evitar que Panamá, herido deel\tupor por el peligro, se desunciera del carro arrastrado conrumbo tan seguro hacia el abismo, era necesario pennitirle unGobierno especial, que fuese creado y organizado por sus pro-pios hijos, con facultades en cierto modo autónomas, resignan-do en sus manos el cuidado de guiar eRta apartada región á lameta de sus destinos.

Más vale farde /fUI' nunca debieron de exclamar nuestro,"!:'onterráneos de la anterior generación cuando se promulgó elActo de 27 de Febrero de 1855, adicional á la ConstituciónGranadina de 1853, por el cual se creó el Estado Federal Sobe-'ano de Panamá, mientras todas las demás Provincias grana--linas peri-anecían atadas al poste del centralismo.

Los nombres de los ciudadanos ilustres que ejercieron el:)oder Ejecutivo en Panamá de 1855 a 1860- Justo Aroseme-\la, Francisco de Fábrega, Bartolomé Calvo, Ramón Gamboa,Rafael Núñez y José de Obaldía- abonan la afirmación de queèl régimen de Gobierno ensayado en ese lustro en este terri-(orio (lió todo el bien que de él podía razonablemente esperar-se. EL, sin embargo, resultó ineficaz para colmar las aspira-ciones patrióticas y i'emediar los males que agobiaban al Istmo,porque la soberanía acordada al Estado era ilusoria, desde queestaba en el fondo coartada por grandes restricciones que man-tenían entre el Estado y la Nación el vínculo que une el vasalloal señor cuyos planes sirve y á quien debe dar lo mejor queposee como inexcusable tributo.

En 1858 se estableció de modo general la FederaciÓn enla Nueva Granada, pero el siguiente año ya se creyó necesario

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amainar velas, por temor de que la nave de la Nación tomasecon demasiado ímpetu un rumbo que muchos creyeron peligro-80 para el poderío del Gobierno central. En 1859 el Congresode la Nación dictó varias leyes -entre ellas una sobre eleccio-nes- que cercenaban gran parte de las facultades concedidasá los Estados y que pugnaban con la Constitución federalistade 1858.

Alzóse airado el Estado del C:.uca, pre~idido pM el Ge-neral Mosquera, desconociendo las leyes que menoscababani-us fueros y rehusando obediencia al Gobierno de Bogotá; lue-g-o subleváronse también los Estados de Bolívar, Santander yotros más, llevando por bandera las conquistas de la Federa-dón v se empeñó una lucha encarnizada y terrible entre lospartidos políticos de la Confederación Granadina,

Durante esa sangrienta revuelta, que se prolongó aun deg-puéf\ de la entrada triunfal del General Mosquera á Bogotá, elEstado de Panamá se mantuvo en relativa calma, pues sóloocurriÓ, el 27 de Septiembre de 1860, el pronunciamiento delGeneral Buenaventura Correoso con otros compañeros. dirigi-do, 110 contra el Presidente del Estado, señor ,José de Obaldía.8ino más bien contra el Intendente don José Marcelino Hurta-do, que servía de Agente al Presidente de la Confederación,don Mariano Ospina, y hacía esfuerzos por comprometer el Ist-mo en la contienda auxilando la causa del Gobierno á quienservía.

Simultáneamente con ese pronunciamiento del GeneralCorreoso, comenzó una nueva agitación en los pueblos del Ist-mo encaminada á su separación de la Confederación Granadi-na, El eminente ciudadano y esclarecido patriota don José deObaldía, desde el encumbrado puesto que ocupaba, había de-cìarado categóricamente en una Circular, que lleva su firma:v la fecha del 4 de ,Junio de 1860, que al Istmo, para asegurart'u bienestar, no le quedaba más camino que el que adoptaríarle emancipar~e para siempre de la desorganizada Confedera-ción Granadina. (*) Los pueblos se ocuparon con ardor enpreparar el movimiento que había de dar al Istmo vida autó~noma bajo el protectorado de los Estados Unidos de Norte A-mérica, de Francia y de Inglaterra, que encontraron justifica-do el intento. Fueron centros activos de la empresa separatis-ta. esta ciudad, la de Santiago de Veraguas, en donde ejercíamerecida influencia el notable istmeño don Francisco de Fá-brega, y otras poblaciones del interior del Istmo.

Pero no faltaron panameños tan discretos como optimis'tas que, confiando en la visión y la cordura de los conductoresde la República, apagaran el ardor de los rebeldes con el fríode sus consejos.

Ya instalado en Bogotá el General Mosquera, con el titu-lo de Presidente Provisorio de los Estados Unidos de Nueva

(:;:) Felipe Pérez, Anales de la RevolueiÓl. 11

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Granada, dirigió, con fecha 3 de Agosto de 1861, al Goberna"dar de Panamá, don Santiago de la Guardia, un interesanteMensaje en que se quejaba de la actitud asumida contra él pordon José de O baldía, y refiriéndose á éste decía:

"La enunciaC'ón nf" p~tos hechos os probará, señor Gober-iiador, el grado de responsabildad que pesa sobre vuestro an-tecesor, cuya política os dejó lleno de embarazos el elevadopuesto que os han confiado los habitantes del Estado. Y cuan-do esta conducta ha puesto al Istmo en un predicamento difícil,el mismo ciudadano, en su calidad de particular, es uno de losque promueven la separación obsoluta de aquel Estado,rompiendo los lazos fraternales que le unen á perpetuidadcon los demás de la Unión, queriendo arrebatar así á ese inte-resante Estado el porvenir que se le espera cuando venga áser, si no la capital. el centro de una grande Confederación enel mundo de Colón."

y luego agregaba:"Yo confió, señor Gobernador, que en respuesta á esta

carta me avisaréis que el Estado de Panamá está unido á losdemás, y que mandéis el Plenipotenciario que debe tomarasiento en el Congreso, cuya convocatoria se os comunica,"

La gran revolución á que sirvió de caudilo el GeneralMosquera había casi disuelto los lazos politicos y sociales queunían las diversas porciones étnicas de la Nación, Los Esta-dos del Cauca y Bolívar, para auxiliarse mútuamente, se ha-bían confederado por medio de un Tratado, que lleva fecha 10de Septiembre de 186, y adoptaron -la denominación de E.'lln-dos Unidos de la Nueva Granaa, y cada sección tenía la ten-dencia á organizarse å su modo.

La ocasión era propicia para que Panamá se constituyesepor sí mismo en Estado libre é independiente, El Presidenteàon Santiago de la Guardia, istmeño leal y partidario decididode la separación, veía bien claro las ventajas de la situación;pero no se resolvió á realizar la empresa, porque esperaba ob-tener el asentimiento unánime de todos los istmeños, sin diso-nancia ninguna. No obstante, sintiendo en torno suyo la res-piración ardiente y poderosa del pueblo avasallado, propensoá la lucha por su libertad, estimó como su deber aprovecharel momento para declarar e nombre de sus g'obernados, que elIstmo no reanudaría sus vínculos con la Nación granadina, si-no en condiciones que le permitieran gozar de la autonomíaque su bienestar hacía indispensable.

Animado de ese espíritu celebró un C(lnvenio en la ciudadde Colón, el día 6 de Septiembre de 1861. con el doctor ManuelMurilo, eminente hombre público, que vino enviado al efectopor el supremo gobernante de la Nación. Ese Convenio debíaser sometido á la Legislatura del Estado y en él se consignaron,

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con el carácter de estipulaciones, las exigencias que el Istmohacía para continuar unido á la Nación granadina.

El texto de ese convenio es como sigue:

"Los infrascrit08, Santiago de la Guardia. Gobernador delEstado de Panamá, por una parte, y Manuel Murilo Toro, Co~misionado del Gobierno de los Estados Unidos de Nueva Gra-nada, por la otra, en vista de las circunstancias en que se ha-lla el territorio de la que fue Confederación Granadina, y con-siderando la necesidad de poner término á la condición anó'mala de este Estado, cuyos intereses reclaman el reconocimien-to de un Gobierno Nacional y un Pacto de Unión en que se con-sagren los principios federales propiamente dichos, han con-venido en el siguiente arreglo, cuya ejecución dependerá de laaprobación de que se trata en el artículo finaL.

"Art. 10. El Estado Sòberano de Panamá se incorpora ála nueva entidad nacional que se denomina Estados Unidos deNueva Granada, y queda en consecuencia formando uno de losEstados Soberanos federales que componen la dicha asociación,en los términos del tratado que se ajustó en Cartagena ellOde Septiembre de 1860, entre los Plenipotenciarios de 108 Esta~dos de Bolívar y el Cauca, al cual se adhiere el Estado de Pa-namá con las únicas reservas y condiciones que ~e expresan enlos artículos siguientes.

"Art. 20. De conformidad con el Decreto de 20 de Ju-lio último, Referente al de 22 de Marzo anterior, el Estado dePanamá enviará á la capital de los Estados Unidos de NuevaGranada un Representante al Congreso de Plenipotenciariospara la revalidación del Pacto de Unión y convocatoria de laConvención nacional que ha de acordar la Constitución, que-dando por lo mismo incorporado á los Estados Unidos mencio-nados; pero el Estado, en uso de su soberanía, se reserva negarsu aprobación á dicho nuevo pacto y á la Constitución que lodesarrolle, siempre que a su juicio se vulneren, en perjuicio dela autonomía de los Estados, los principios consagrados en eldicho tratado de Cartagena de 10 de Septiembre, complemen~tado por el presente, así como si no se reconoce en favor delIstmo en las guerras intestinas, civiles 6 de rebelión, que sur-jan en el resto de los Estados Unidos, la misma neutralidad quele ha sido acordada por el tratado con los Estados Unidos deNorte América en las guerras internacionales.

"En consecuencia y para mayor claridad en la inteligenciadel tratado de 10 de Septiembre entre los Estados de Bolívar yel Cauca, se estipula perentoriamente:

"lo. Que no habrá en el Estado de Panamá otros em-pleados públicos con jurisdicción 6 mando que los creados por

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las leyes del Estado, los cuales serán al mismo tiempo Agentesdel Gobierno de los Estados Unidos de Nueva Granada en to-dos los negocios que son ó fueren de su incumbencia;

"20. Que la administración de jui:ticia será independien-te en el Estado, y los actos de sus funcionarios judiciales exe-quibles sin sujeción jamás á la revisión de otros funcionarios,en todo lo que dicha administración y dichos actos no se refie-ran á los negocios propios del Gobierno nacional;

"30. El Gobierno de los Estados Unidos no podrá ocuparmilitarmente ningún punto del territorio del Estado sin consen-timiento expreso del Gobernador de éste, siempre que el mis-mo Estado mantenga la fuerza necesaria para la seguridad deltránsito de uno á otro mar; y

"40. Que todas las rentas, propiedades y derechos de laConfederación Granadina en el Estado de Panamá pertenece-¡.£tn á este en adelante, en los mismos términos de la estipula-ción undécima del tratado de 10 de Septiembre de 1860 entreBolívar y el Cauca, salvos las obligaciones, compromisos y em-peños contraídos por el antiguo Gobierno de la ConfederaciónGranadina que afecten å dichas rentas, propiedades ó derechosy en los cuales se sustituyen los Estados Unidos, á condición deque lo que erogue ó deje de percibir el Estado por tal motivo sededuzca de la cuota con que debe contribuir para los gastoHgenerales de la Unión, menos el valor de las tierras baldías quefuere preciso ceder en virtud de promesas anteriores respectodel cual no se hará dicha deducción.

"Art. 30. El territorio de Panamá, sus habitantes y Go.biernos serán reconocidos como perfectamente neutrales en lasg'uerras civiles ó de rebelión que surjan en el resto del territo-rio de los Estados Unidos, en los mismos términos en que el ar-ticulo 35 del tratado con los Estados Unidos del Norte los reco.noce y el derecho internacional define y eRtatuye la neutrali.dad para los pueblos extranjeros.

"Art. 40. Se ha convenido además en que la neutralidadde que trata el articulo anterior será practicada religiosamen-te desde ahora; de manera que este Estado no tomará parte al-guna en favor ni en contra (lel Gobierno de la Unión, mientrassea combatido por los partidarios de la extinguida Confedera-ción y del Gobierno que la representaba. Tampoco será obli-gado el Estado de Panamá á contribuir por medio de emprés-titos forzosos ó contribuciones extraordinarias para Rastos he-chos ó por hacer en la lucha actualmente empeñada en los otrosEstados.

"Art. 50. El Gobierno de los Estados Unidos de NuevaGranada reconocerá los gastos hechos ú ordenados hasta estafecha en el Estado de Panamá para objetos nacionales, siem~

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pre que se comprueben debidamente y estuvieren autorizadospor las leyes que reglan en la Confederación. Del mismo modoserán reconocidos á cargo de la Unión los gastos absolutamen-te indispensables para licenciar y enviar á sus casas á los indi-viduos de la guarnición que en nombre y por cuenta de la ex-tinguida Confederación Granadina, existe aun en la ciudad dePanamá.

"Art. 60, Los individuos encarcelados ó de cualquier mo-do perseguidos, con proceso ó sin él, por motivos provenientesde la guerra civil que han sostenido en los otro!! Estados, seráninmediatamente puestos en completa libertad.

"Art. 70. Los buques, armas y otros elementos de guerraque se hayan adquirido con fondos de la extinguida Confede-ración serán puestos á disposición del Gobierno de los EstadosUnidos como propiedades nacionales.

"Art. 80. El presente convenio se someterá al examen yaprobación de la Asamblea Legislativa del Estado de Panamáactualmente reunida, sin cuya aprobación no puede llevarse áefecto,

"En fe de 10 cual firmamos dos ejemplares del presenteConvenio en Colón, á seis de Septiembre de mil ochocientos se-senta y uno, y serán autorizados por el Secretario de Estado.E. de la Guardia. -M. Murilo.- El Secretario de Estado.~B. Arze Mata."

La Asamblea Legislativa del Estado aprobó el tratado porLey de 15 de Octubre del mismo año, que concluía con esta ex~presa determinación para salvaguardar los intereses del Istmo:

". . . Se autoriza al ciudadano Gobe1'ador del Estado pa-ra que al l'econstituirse la República, lo incorpore á ella sien/-p're que se le hagan la.'t misma.'s col/cesiones q1lt en el Conveniode 6 de Septiembre último,"

ivSosegado ya el país en 1863, convocó¡.e la Gran Conven-

eión nacional que debía reunirse, y que se reuniÓ, en la ciudadde Rionegro, Estado de Antioquia, con el objeto de reconstruirla República. En representación del Istmo concurrieron á esaConstituyente los señores Justo Arosemena, Buenaventura Co-rreoso, Gabriel Neira, Guilermo Lynch, José EncarnaciónBrandao y Guilermo Figueroa, á quienes arrastró, de buen Ódel mal grado, la ola de entusiasmo que brotó entre los conven-cionistas al discutir el proyecto de Constitución en que se adop-taba para la República la misma organización federal implan-tada en los Estados Unidos de Norte América. Sin tener en

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cuenta que la felicidad y el progreso producidos en aquel granpaís por sus instituciones son el resultado de circunstanciascombinadas, muy distintas á las nuestras, creyeron los miem-bros de la Convención haber acertado con la fórmula maravi-llosa de la perfección política, y juzgaron que nada más se ne-cesitaba para que todas las entidades de la República consiiiuie'hen la calma y la prosperidad por que anhelaban, Los com-promisos contraídos por la República en favor de Panamá enel Convenio Guardia-Murilo fueron naturalmente desechadospor la Convención, como inoficiosos y perturbadores de la ar-monía del conjunto.

La Constitución de Rionegro se alzó como árbol frondosoen el suelo de los Estado!! Unidos de Colombia, extendiendo susramas sobre las nueve entidades confederadas. Más á poco hu-bieron de advertir los istmeños que el árbol se desarrollaba enuna atmósfera de tempestad, se nutría de jugos emponzoñadosy proyectaba una sombra maléfica. Notaron á la vez que unade sus raíces penetraba vigorosa y profundamente en el terri-torio del Istmo absorbiendo su rica sa.via y propagando el con--tagio de una enfermedad espantosa, que parece ser connaturaly crónica en la tierra colombiana.

Conforme á la Constitución, la elección de Presidente dela República se hacía por el voto de los Estados, teniendo cadaEstado un voto, que era el de la mayoría relativa de sus respec-tivos electores, según su legislación. El Congreso, compuestode Senadores y Representantes elegidos por los Estados, decla'raba electo Presidente al ciudadano que obtenía la mayoríai~bsoluta de los sufragios de los Estados.

Ese principio establecido en la ley suprema y la facultadque se dejó en la misma al Poder Ejecutivo de la Unión paraorganizar y sostener fuerza pública á su servicio en los Esta-dos, fueron causas muy eficaces del gran desastre que sobrevi-no á la República entera y especialmente á Panamá; pero elfactor principal, el factor determinante de todos 1m, males con-sistió en la ambición de mando; el fanatismo político, caracte-rizado por una intransigencia feroz, y el espíritu revoluciona-rio, avezado á todas las violencias, que parecen ser, con i-eña-ladas excepciones, cualidades inherentes á los hombi.es públi-cos de Colombia, tanto civiles como militares,

Como los Gobiernos seccionales ejercían un influjo inevi-table sobre el resultado de las elecciones populares,cada vezque llegaba la época de reemplazar los Presidentes de los Es~tados, ó de dar sucesor al mandatario supremo de la Nación,Ò de designar popularmente los Senadores y Representantesque en el Congreso habían de concurrir con su vüto á declarardefinitivamente la elección de aquel mandatario, la fuerza pú-

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blica nacional acantonada en cada Estado se entregaba confrenesí á la tarea inmoral de coartar ó violar el sufragio, paraque en los Estados, calificados irrisoriamente de soberanos, nohubiese sino servidores sumisos del círculo político dominanteen la capital, y para que el voto final de cada sección se pro-nunciase en el sentido que más convenía á los intereses de aquelfalansterio bogotano.

Si á eso se agrega que la elección presidencial había sidoinconsultamente regulada por brevísimo período de dos años,fácilmente se acertará con la explícacin de por qué se hizo máflgrave é intenso el mal que afligía á la Nación colombiana. Notuvieron otra causa las guerras generales que con furia se de-sataron, y los choques, escándalos, golpes de cuartel, subleva-ciones, inicuos derrocamientos de Presidentes regionales. todaesa serie de trágicos y luctuosos sucesos que se desarrollaronen el Istmo de Panamá durante un cuarto de siglo, imputablestodos ellos, directa ó indirectamente, á los gobernantes de Co-lombia y que tan desgraciados hicieron á 101' hijos de este sue-lo.

Todos nuestros conterráneos conocen la exactitud de esejuicio, y, sólo por la consideración de que fuera de nuestro te-rritorio se ponga en duda nuestra veracidad, aducimos los si-guientes testimonios oficiales auténticos, tomados al azar entreun número infinito de pruebas.

Sea el primero la célebre réplica, rebosante de indigna-ción, que el doctor Pablo Arosemena, distinguido estadista dePanamá, audazmente derribado de la Presidencia del Estado,porque no secundaba los planes electorales de un Presidente dela Nación, dirigió al General Sergio Camargo, ejecutor delatentado, cuando éste le comunicó su escandalosa intimaciÓn,Dice así:

"Estados Unidos de Colombia.-Estado Soberano de Panamá.-Presidencia.- Panamá, 12 de Octubre de 1875."Señor General en Jefe del Ejército de la Unión.

"Señor: Acabo de recibir con la nota de usted de esta fe-cha, sin número, la resolución que usted ha dictado hoy, de-darándome enemigo del Gobierno general, intimándome arres-to y exigiéndome el desarme de la fuerza que sostiene mi go-bierno y la entrega de todos los elementos de guerra.

., A pesar de todos los atentados cometidos por el Gobier-no de la Unión y por sus agentes, no ha podido menos que sor.prenderme la resolución que usted me comunica, que en Tur-quía daría lugar á una manifestación pública, dictada despuésde haberme dicho repetidas veces que reconocía mi gobierno

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como legítimo, que se entendería con él, y que los rebeldes quelo atacaban no recibirían de usted ningún auxilo.

"Esta conducta de usted me prueba que usted observa rí-gidamente la del Gobierno á cuyo servicío se halla, que rebajacuando dice promover, interviene descaradamente cuando diceprescindir, despedaza las instituciones cuando se jacta de de-fenderlas, y rompe los lazos de unión cuando hace alarde def ortificarlos.

'Rehuso constituil'me prisionero en mi casa, lo mismo queguardar el arresto que usted pretende imponerme con la facul.tad de la guardia colombiana á sus órdenes. Sin fuerzas pararesistir á usted: yo tengo que limitarme á protestar contra eienorme atentado de que usted se hace responsable, que es unnuevo golpe descargado contra las instituciones, que revela laausencia de todo espíritu de justicia y ofrece baldón fresco altítulo político que de este raro laurel ha hecho ya tan abun-dante ccsecha.

"Protesto también en nombre de esta patria hoy humila-da, que en tiempo menos infortunado resistió al Libertador decinco República, y al hombre que hoy vive en la historia y quehonró en Cuaspud los colores nacionales ; contra este poder

perdido que ha reemplazado todo el capítulo de las garantía8individuales con el derecho de la guerra.

"El Jefe de la plaza entregará á las fuerzas de usted to-dos los elementos de que dispone.

"Pablo Arosemena."

Aquel acto audaz mereclO también la siguiente protestade la Asamblea Legislativa del Estado:"La Asamblea Legislativa del Estado Soberano de Panamá

"CONSIDERANDO:

"Que por la prisión impuesta al ciudadano Presidente consti-tucional del Estado, por el General Sergio Camargo, Generalen Jefe de la guardia colombiana, apoyado en las fuerzas na-cionales, no puede aquel distinguido ciudadano desempeñarsus funciones;

"CONSIDERANDO:

"Que el mismo General ha sustituído un Gobierno de he-cho al constitucional, prescindiendo de los sustitutos;

"CONSIDERANDO:

"Que faltando el Presidente constitucional, la Asamblea

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no tiene con quien entenderse constitucionalmente para lasanción de las leyes;

"CONSIDERANDO:"Que la guardia colombiana ha dado decidido apoyo á los

individuos rebelados contra el Gobierno legítimo del Estado,contrariando la ley nacional de 16 de Abril de 1867, sobre or-den público;

"CONSIDERANDO:

"Que el ataque á la soberanía del Estado y el cambio deGobierno se efectuó por la guardia colombiana,

"RESUELVE:

"Protestar, como en efecto protesta ante la Nación, y co-mo cumple a la dignidad del Estado, contra el atentado cometi-do por el Jefe de la guardia colombiana, aprisionando al Pre-sidente constitucional, cambiando su Gobierno por uno de he-cho y destruyendo la soberanía del Estado, que desde este mo-mento queda á merced del Jefe de dicha guardia y de los re-volucionarios á quienes ha acogido bajo su protección; denun-ciar el atentado á los Poderes Federales y á los Gobiernos delos demás Estados de la Unión; y suspender sus sesiones ordi-narias hasta que el régimen constitucional vuelva á imperar enel país.

"Panamá, á 12 de Octubre de 1875,

"J, M. Alzamora, J. M. Casís, Claudio J. Carvajal, Joaquín A-rosemena, Waldino Arosemena, Manuel Paulino Ocaña,J. Bracho, Manuel Marcelino Herrera, Maten Iturralde,Domingo Díaz, Francisco Olaciregui, B. Vallarino, Ale-jandro Arce, Carlos Y. Arosemena, C. Arosemena, JoséE. Brandao, Antonio Maria Escalona, José Mál'quez."

En 1882 el Presidente del Estado, senor Dámaso Cervera,en su Mensaje á la Asamblea, esbozaba con estus rasgos elo-Cuentes la situación creada en el Istmo:

" . , , . . . . . Los resultados de una política franca y amisto-sa, bien se comprende, tenían que ser favorables para el ordeny la estabilidad del Gobierno del Estado, víctima por lo ordi-nario de las influencias indebidas de funcionarios públicos dela Nación, nombrados á veces premeditadamente, sin consul-tar los intereses permanentes del país y, lo que es más, con eldeliberado propósito de hostilizar al Gobierno del Estado.

"Repetidos han sido los escándalos con que una política

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federal, distinta á la observada últimamente, había alejado deeste privilegiado suelo hasta la esperanza de alcanzar una vi-da sosegada y laboriosa al amparo de la paz, y lo peor de todoes que Panamá ha cargado casi siempre ante el mundo civili-zado con el grave pecado de la responsabildad de esos actos,cuando sin la índole y carácter generalmente noble de sus hi-jos, los hábitos del trabajo se habrían perdido y las más tri-viales nociones del bien serían desconocidas, llevándonos conpaso seguro á la barbarie.

"Ya la Administración del Estado en 1878 se había aper-cibido de tamañas irregularidades, causa eficiente de los más:,erios desórdenes en Panamá. . . . . . . . "

Y el año siguiente decía con espíritu optimista en otroMensaje:

"Juzgo que la época en que la guardia colombiana derro-caba Gobiernos constitucionales ha pasado entre nosotros, pe-ro mientras la Ley de Orden Público se preste á interpretacio-nes capciosas, para el encargado de aplicarla, los GobiernosseccIonales que exclusivamente se apoyan en aquella fuerzaestán expuestos á sucumbir cuando menos lo esperen, si asiconviniere á los intereses políticos del Jefe de la Unión."

Investigando las causas generales de la condición desgra-ciada de Colombia. el señor Victorino Lastarria, imparcial pu-blicista chileno, emitía, en un libro que se dió á la estampa en1867, un largo concepto, que se reprodujo como verídico en ElPorvenir de Cartagena, el año de 1886, y del cual acogemosaqui este solo párrafo:

" . . , . , . . . Añádase todavía la falta completa de nocionesy de hábitos de justicia y de moralidad en pueblos educadosbajo un régimen en que la ley ó la fuerza lo justifican todo, ytendremos una explicación de la rabia y crueldad con que sehan perseguido lo:, partidos, y de la facilidad con que han creí-do lícito todo medio de hostildad, toda exclusión, todo ataqueal derecho, aun los hombres que por su probidad personal noO'e permitirian en sus relaciones privadas actos semejantes. Es-ta falta de probidad política y aquella falta de respeto por lasopiniones é intereses de los adversarios, son dos reminiscen-cias de la civilización española que han neutralizado las con-diciones democráticas del Pueblo Colombiano y que han dadoá SUR conmociones un carácter atroz y una singular desmorali-zación que quita todo su valor á las instituciones y á reformas."

Y en 1882 el doctor Rafael Núñez, que había de ser eleva-do por cuarta vez á la Presidencia de la República, para incli-l1ar los pueblos á la reforma de las instituciones por él predica-da, resumía la historia políica de Colombia en esta expresivareflexión:

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"En el cursu de 40 años escasos que llevamos de vida po-liica desde 1832, el mantenimiento del m'den público ha sido,pues, la excepciÓIi y la gUM'ru civil la regla general."

Si en el orùen político fue tan funesta para el Istmo la tu~tela de Colombia, en el orden fiscal y económico no nos fue me-dOS perjudiciaL. Las instituciones no dejaron al Estado sino bie-

nes y rentas de escasa significación para sufragar á sus máspremiosas necesidades, en tanto que la Nación usufructuaha delos proventos y recursos fiscales más valiosos. Favorecido el Ist-mo con una posición inmejorable para el tráfico del mundo, pa-reeÍa equitativo que se le dejase disfrutar, en cuota suficiente,ùe esos medios de prosperidad que Dios le otorgó con mano pró-vida, pero no fue sin grandes esfuerzos como se obtuvo el de-recho de percibir una décima parte de la renta vinculada enel ferrocarril intermarino; y en cuanto á los contratos para laexcavación del canal en nuestro territorio. el Istmo quedó ex-cluído de toda participación en las inmensas utilidades que esaempresa ha producido á la nación colombiana,

Bajo el régimen federal de 1863 á 1885 el espíritu sepa-ratista del Istmo no tuvo revelaciones ostensibles: se adorme-ció; pero ello debe estimarse, hasta 1878, como uno de los ex-traños fenómenos de la insana embriaguez que los pueblos ha-llaron en el fondo de la copa dorada que se les brindó péIfi-damente con el nombre de Soberanía de los Estados; y despuésde aquel año, como efecto de las esperanzas que hizo naceren los istmeños el contrato para la apertura del canal, cele-brado con el señor Luciano N. B. Wise, y cuyas consecuenciasfavorables á nuestra independencia hemos de con"ideral' mÚ",adelante.

En los quince años anteriores á la celebración de ese con-trato, vivieron los Istmeños una vida artificial y engañosa enque perdieron de vista sus verdaderos intereses y SiiS tendencias tradicionales. .

vMientras el Istmo se henchía con una prodigiosa inmigra-

ción de hombres de todas las razas y de todos los climas, quevenían atraídos por la gran obra del canal, ya en plena acti-vidad, y el trabajo remunerador alivíaba la condición aun delos más menesterosos, en la Nación comenzó el apostolado deuna falange de estadistas, á cuya cabeza se destacaba la fi-gura del doctor Rafael Núñez, que predicaban con voz cla-morosa una regeneración fundamental para impedir la catás-trofe política" atribuyendo á la Federación todos los malesque azotaban á la Patria.

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Hubo en la República una tremenda convulsión social, se-guida de una pavorosa carnicería, y las instituciones se trans-formaron.

V olvimos al régimen central de 184:~. Al organismo po"lítico de la Nación se dió otra vez la contextura de un pulpogigantesco, de poderosos é innumerables tentáculos despana-mados sobre el país, de los cuales se servía el monstruo paraahogar la más pequeña manifestación d!' vida autónoma en losmunicipios y devorarles la médula,

En la crísis de 1885 y 1886 no dejaron de ocunir en estaciudad serios trastornos que eran episodios obligados de lasangrienta tragedia nacional; pero es evidente que el nuevoorden de cosas encontró á los istmeños con la bandera negradel escepticismo político plantada en todos los hogares. Así losencontró, desengañados de todas las vanas promesas y pom-posas teorías con que habían anestesiado su espíritu los tribu-nos, estadistas y gobernantes de Colombia.

y como corrían sin cesar los raudales del Pactolo que tra-jo á este territorio la Compañía del Canal, los Istmcños se man-tuvieron en la ribera del maravilloso río, empeñados en labrarsu personal prosperidad con los medios materiales que se ha-llaban al alcance de sus manos. Contados fueron los istmeñosque tomaron algún interés ó alguna participación en los asun-tos públicos, de los cuales la masa se desentendió por comple-to, dejándolos al arbitrio de los colombianos que habían he-cho de ellos una profesión lucrativa. ¿ Quién había ya decreer en la virtud del Centralismo ni del Federalismo, cuandoamboR sIRtemas habían sido ya ensayadoR con igual desastrosoresultado para Panamá, por culpa de la ineptitud y la malafe política de los gobernantes de Colombia? ¡,No eran acasolos mismos hombres, y después sus herederos y discípulos, losaue habían de aplicar las institucioneR? ¿Para qué tratar deinfluir en los destinoR del paíR, cuando el Istmo, como entidadpolítica, no era sino un miembro cuya Ralud dependía del cuer-po incurablemente enfermo en que estaba articulado?

En la Constitución de 1886 hubo una novedad: el excep-cional artículo 201, según el cual el Departamento de Pana-má quedó "sometido á la autoridad directa del Gobierno cen-tral y administrado con arreglo á leyeR especiales."

Aún eRtá por averiguar Ri la mayoría de los legisladoresque establecieron esa especialidad procedieron con recta ó da-ñada intención hacia el Istmo; pero lo cierto es que el citadoartículo constitucional no hizo sino deprimir á Panamá entro-nizando en él una dictadura de las más odiosa especie, Quedóeste Departamento en peor condición que los demás: nuestrasAsambleaR, Gobernadores, corporacioneR y empleados de to-

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do orden no ejercían más funciones que las muy precarias quelûs gobernantes de Bogotá tenían la misericordia ó la mezquin-dad de concederles. El capítulo de garantías individuales, lomismo que los demás derechos asegurados por la ConstituciónÚ los colombianos, no existían para los istmeños. Semejante vi-da era intolerable para un pueblo, y tras mucho bregar se obtu-vo, en 1894, que el precepto abusivo dejara de regirnos.

La generosidad que inspiró á los congresistas de Colombiaen la derogatoria del artículo 201 de la Constitución -que pue-de llamarse Articulo Panamá- se mide por el texto de la leyque lo abolió, concebida en estos términos:

"LEY 41."(6 de noviembre),

que reforma el artículo 201 de la Constitución y el ordinal40. del artículo 76 de la misma,

"El Congreso de Colombia,

"DECRETA:

"Artículo único. Derógase el articulo 201 de la Consti-tución y el ordinal 40. del articulo 76 de la misma: en conse-cuencia, el Departamento de P3.namá quedará comprendido'en la legislación genera! de la República.

"Parágrafo. En materia fiscal podrán dictarse disposi-ciones legislativas y ejecutivas especiales para el Departamen-to de Panamá.

"Dada en Bogotá, á tres de Septiembre de mil ochocien~tos noventa y dos,

"El Presidente del Senado, JOSE DOMINGO OSPINA C.- ElPresidente de la Cámara de Representantes, ADRIANOTRIBIN.- El Secretario del Senado, Enrique de Narváez.-El Secretario de la Cámara de Representantes, MiguelA. Peñaredonda."

; A los istmeños nos tocó sentir por atormentadora experien-cia la profunda verdad que encierra este principio de derechoconstitucional enseñado por los jurisconsultos más notablesdel mundo: que todos los sistemas de gobierno, aun aquellosintrínsecamente mejores, resultan malos, si han de ponerse enpráctica por hombres que no se inspiran en el bien público, quen,o conocen el carác.ter del pueblo, ni sus instintos y que pres-cinden de sus necesidades y aspiraciones.

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La única salvación que se veía para esta comarca era laapertura del canal, porque esta obra, destinada á satisfacernecesidades industriales del mundo entero, nos pondría bajo lavigilancia de naciones poderosas y civilzadas, quienes, por lalógica de los acontecimientos vendrian á ejercer sobre nosotrosun colectivo y benéfico protectorado; nos rescatarían, más omenos pronto, del poder de la turba de alienados en cuyas ma-nos nos pusimos incautamente en 1821; ó bien curarían el malde éstos por los procedimientos científicos más avanzados.

Esa solución era estimada como equivalente de una virtualemancipación de la metrópoli colombiana, y por eso el espí-ritu separatista no volvió á presentarse franco y desnudo, co-mo lo había hecho en ocasiones anteriores, mientras hubo laesperanza de lograr aquel natural y conciliador desenlace.

El canal interoceánico debía ser nuestra redención. Seaque procediesen por instinto, por presentimiento, por convic-ción ó por clarividencia de los bienes futuros á que hemos alu-dído, el hecho es que no ha habido istmeño de sana razón queno fincase sus esperanzas de paz y de dicha en la apertura dela prodigiosa vía intermarina, y que no se considerase obliga-do á hacer cuanto de él dependiese para que la gran obra sellevase á término.

De ahí los ruegos clamorosos, la ardiente propaganda, losplebiscitos, las delegaciones de personas notables enviadas áBogotá, todas esas manifestaciones con las cuales el Istmo ex-presaba al Gobierno de Colomhia su deseo de que la Compañíafrancesa del Canal impetrase las prórrogas que pedía para lle-nar sus obligaciones y, que la quiebra formidable de 1889 ha-bía hecho necesarias.

Vióse al cabo que la mencionada Compañía francesa nocontaba con los recursos suficientes para abrir la ruta; pero elsentimiento de estupor que semejante descubrimiento podíaproducir en el Istmo, fue neutralizado por la noticia de que elGobierno de los Estados Unidos de Norte América, reconocien-do al fin las ventajas de nuestra vía sobre la de Nicaragua, porrazones de seguridad exterior de esa gran Nación y por la ne-cesidad de desarrollar sus ingentes riquezas, consentía en en-cargarse de la ejecución de la magna obra, con tal de que lo-grara ajustar convenios apropiados y equitativos con la Compa-l1ía concesionaria y con el Gobierno de Colombia.

Los accionístas de la Compañía francesa allanaron dificul-tades, y se hizo el arreglo, que quedó pendiente sólo del asen-timiento de la República de Colombia.

Como en el contrato Salgar-Wyse se habia estipulado que

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ia concesión no podía ser transferida á ningún Gobierno extran-jero y como, por otra parte, el derecho escrito de Colombia de-clara á esos Gobiernos jurídicamente incapaces para adquirirbienes raíces en el territorio de la República, el permiso parael traspaso debía ser obra privativa del Congreso, en quienreside la facultad de derogar ó reformar las leyes.

La voluntad de ese cuerpo soberano no podía explorarseen tan grave materia, sino por medio de un convenio ad refe-rendum, pactado entre los gobernantes de las dos nacionescontratantes, el cual, una vez ratificado por los legisladores deambos países, asumiría el carácter solemne de Tratado Públi-co.

Se ajustó el convenio Herrán-Hay y el Senado de NorteAmérica lo aprobó inmediatamente; no así el Senado de Co-lombia, que, contra toda juiciosa expectativa, desconociendolos inmensos beneficios que el Tratado reportaria á la Repúbli-ca, sin miramientos á los grandes intereses de los Estados Uni-nos del Norte y de la Francia, inspirado por un orgullo miopey una arcaica noción del patriotismo, pronunció un veto indig-nado y enfático, que fue un desafío insensato á la civilizaciónv al progreso del orbe.

Quidquid delimnl reges, pleclunlu1' Achivi: "Cada vezque deliran los reyes, reciben golpes los griegos."

La negativa repercutió en los ámbitos del territorio istme-ño como el anuncio pavoroso de inminente cataclismo, porquese sabía que la ruta vial de Nicaragua contaba en Norte Amé-rica con osados y ardientes partidarios, á quienes la actitud delSenado de Colombia acababa de hacer el juego, y porque, si-multáneamente con la decisión de ese cuerpo de legisladores,apareció cercana la elección de Presidente de la RepÚblica, seoyeron voces siniestras, precursoras de una nueva contiendaarmada y las miradas se volvieron con espanto á las antesrientes aldeas y amenos campos del Istmo, convertidos, por laúltima reciente guerra, en desolados departamentos de una vas-ta necrópolis....

La hora había sonado. El pueblo del Istmo, después depadecer una agonía de ochenta años, recibía de sus amos laf.cntencIa de muerte!

Pero la desesperación obra prodigios; ella, como la fe,transporta las montañas y á veces, también, las despedaza conesfUerzo formidable. El ansia de libertad, largo tiempo con-tenida y silenciosa, aunque latía febrilmente en las capas po-pulares, como esas corrientes de fuego que caldean las entrañasdel planeta, brotó, al fin á la superficie con indomable brío, yaventó á lo lejos el poder que se asentaba con abrumadora pe.sadumbre sobre este viril y generoso pueblo.

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VILa suspicacia y la maldad acusarán á los Estados Unidos

del Norte de haber promovido la isurrección en el Istmo; perosemejante cargo, inexacto y vil, no alcanzará á manchar la glo-ria inmaculada de esta hora blanca, de esta hora santa en quelas naciones del mundo saludan con alborozo el advenimientode una nueva República y alaban el pasmoso valor cívico de"us fundadores.

Quien haya leído esta larga exposición se convencerá deque la tendencia separatista se ha trasmitido con fuerza de tra-dición casi secular, de generación en generación, en esta co-marca centroamericana, y que a ella consagraron devoción en..T,usiasta los istmenos mas conspicuos de todos los tiempo:'. QuieiieRtudie serenamente la gradiosa transformación política qUl:acaba de realizarse en el Istmo de Panamá y examine las cau'sas que la produjeron, advertirá claramente que un acto detal magnitud y de tan grandes trascendencias sociales no pue-de tener otro resorte que un sentimiento espontáneo y unánimedel pueblo, que busca con seguro instinto su propio bienestar,y que semejante acto y el modo como se ha cumplido excluyent.oda idea de intervención extraña.

Revelando aptitudes de estadistas, no sospechadas en Co-lombia, los Istmeños no han hecho otra cosa que consultar enla hora precisa los signos del tiempo; calcular con juicio cer-tero la calidad, el número y el poder de los elementos que po-dían favorecer la independencia; prever las contingencias, yobrar con la fe y la resolución que infunde un levantado propó-sito, sin vacilar ante las tremendas consecuencias de un fraca-so posible, Sin contar con la garantía de compromisoR de nin-guna potencia extraña, se dió el paso decisivo, porqne obvio eraque éste había de merecer el aplauso y el favor, no sólo de lagran República norteamericana-próxima á romper sus rela-ciones con Colombia y natural y admirable protectora de to-dos los pueblos oprimidos de este continente- sino también delas demás naciones, que tienen todas intereses tan grandes vin-tulados en nuestro territorio, los cuales acababan de ser teme-rariamente despreciados por los poderes públicos de Colombia.

Esos intereses, que son también los nuestros debían ser,y han sido, razón determinante de una alianza, que no por noi_'star escrita ha sido menos efectiva y que asegurará de modopermanente la independencia y la prosperidad de nuestra Re-pÚblica.

i Loor á los hombres que supieron guiar el movimiento yllevarlo á tan feliz resultado! j Loor al pueblo que para con-quistar sus libertades políticas no ha necesitado lanzarse al ex-:.erminio, ni derramar una sola gota de sangre!

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Para corroborar la extensa enumeración que hcmm; hechode las causas internas que originaron, y que justifican, la defi-nitiva separación del Istmo de la Nación á que ha pertenecido,recogemos aquí las siguientes sentenciosas palabras, que ofre-remos á la meditación del mundo entero, y que nosotros, des-de una curul del Congreso de Colombia, oímos pronunciar cia~ia y distintamente al señor don José Manuel Marroquín, actualPresidente de esa República, el día 7 de Agosto de 1898, en elado solemne en que prestó el juramento:

" . . .... , ,1.08 odios, las envidia, las ambiciones, dividen los(¡ nim.os; e'l lH e.s f t1'a, de la política, se batana con ardor. menoslJOJ" conseguir el triunfo de principios que por hundir ó levan-tar personas 11 bandos.. la tranquilida pÚblica, indispensablepara que cada ciudadano pueda disfrutar tÍ contento del bie-ne.~tur que deba á la suerte o al trabajo, '1WS va siendo descono-cida; vivimos una vida enfermiza; la crisis es nuestro estadonornuil; el comercio y todas las industriaR echan de menos elsosiego que han menester para ir adela.te. La pobreza tocati todas las puertas.

"NUESTROS DISTURBIOS POLITICOS HAN HECHOQUE SE CONFUNDA O SE ANULE LA NOCION DE PATRIA,LA IDEA QUE DE LA PATRIA SE TIENE ESTA DE TALMANERA ASOCIADA CON LA DE LAS TURBULENCIASPOLITICAS y CON LA DE LAS ZOZOBRAS Y DESCON-FIANZAS QUE ELLAS ENGENDRAN, QUE NO ES RAROOlR A UN PAISANO NUESTRO LO QUE NO SE OlRIA ANINGUN NATURAL DE OTRO PAIS; "YO QUISIERA HA-BER NACIDO EN OTRA PARTE"

.. ¿HABRA ENTRE NOSOTROS MUCHOS QUE SEENORGUELLEZCAN AL DECIR "SOY COLOMBIANO", CO~MO UN FRANCES SE ENORGULLECE AL DECIR: "SOYFRANCES?" (*)

Honrados conceptos esos del supremo Magistrado de Co-lombia, como que eran la exacta fotografía de un sentimientogeneral sometido al análisis, la revelación ingenua de un esta-do de alma, dominante en la mayoría de los colombianos. Esaspalabras de corte y sabor casi bíblicos, que tienen un sentidoparticularmente intenso para los habitantes de Panamá, son lamejor, más completa y más alta vindicación de la presente ac-titud de los istmeños y de los que, sin haber nacido en nuestl(lterritorio, vinieron á él; fundaron hogares honorables; manco'munaron con nosotros sus intereses, sus anhelos y sus esperan-zas; padecieron al lado nuestro por los martirizantes extravíosde los Gobiernos de Colombia y, en la hora suprema, nos acom-

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pañaron á formar una patria mejor. dispuestos abnegadamen-te á ofrendarle con nosotros desvelos, tranquilidad y hasta lavida misma, si necesario fuere.

y a los males de que, al igual de sus antecesores, hizobreve y sombrío recuento el actual Presidente de Colombia,han dejado de producir en el Istmo sus funestos efectos, mer-ced á la gloriosa independencia, que extirpó para siempre suraíz. Las almas se serenan; los enemigos ayer mortales, sobreel oreado campo de la incipiente República, se despojan, comode túnica inflamada, de los odios polític()s que en ellos pren-dieron los partidos de Colombia; se adelantan con igual espon-táneo movimiento y se dan el ósculo de paz.

j Bendita sea la obra que empieza por producir un bientan inm enao !

Panamá, Noviembre 18 de 1903.

(*) Discurso inaugural del Presidente de la República, señor Don JoséManuel Marroquín. Diario Oficial, de Colombia, número io, 724, deAgosto de 1898.

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Haciendo pn'¡;cindpncia del carLieter poco (~aritativo del suelto, respectvde los panameiïos aquí reo;idtntf~s, deho hacer constar que no es riguros3-mente cxacto io que insÓlitament(~ afirma. Me consta por lo menos que mipariente, el Dr. don Cil l'..iiice .J., Magistrado del Tribunal de Panamá, queestuvo hasta la si~mana pasada en (~sa ciudad, fue casi diar¡amente a Pala-cio a ver a V. E. y a informars(~ (it lo que acontecía en el Istmo. POl"

lo qU(~ a mi hace me parece balad i toda j ustificaci5n. V. E. me conoeono dc ahora; sabe que mi carácter es refractario, por temperamento, a todanianifestaciÓn ostensibk, en cualqui(~r s/~ntido q\J~ sea; y la circunstancÌ

de vivir en el campo, doiide fuera de mi familia, no tengo más compaii1

ros que mis libros, ha sido causa di: mi rdraimiento en esta emergenciacolisiÚn (it intereses tan varios y coinplexos. No sr, qll~ los demás istmfilO'" q¡J(~ por aqui viven, no hayan ido a V, E. a ofrecer sus servicios; mLi~de cualquier manera que s(~a, me atrevo a asegurar que ninguno di elloeO. traidor I califieativo corrj',iik para todos nosotros I , Dero il siquiercÓmplice (lel movimiento separatista.

Muy sensihle es, verdad, lo que aeontece en el JstrilO. y yo soy el primero en Inl11~ntar la diseordia eiitre hermanos; nada creo esperar del paitido que de laclo ha asumido la heg(~moriia de lo IplC quien sabe si maña

)la será RepÚblica independiente; pero en mi, antes que el fanatiFmo de Inacioiialidad --sofisma de utopías casi siempre ridiculas---, pipvalece (espiritu de justicia, que no tiene demarcaciones; y la verdad humana, rEflej o de la divina, Sl~ i lllporu: por sohre tmbs las pasiones del corazón eilas coiicii~ncias honradas v aparta de si los I~rrores que la inteligencia s(ñala como norma de actos plinisihlcs.

Parianiá, centro del mundo com(~rciaL V1l0 a ser para la Repúblic,de Colomhia, por libre voluntad de los mismos i~trieiios que seindeperidiwron de la Madre Patria, el 2B de Noviembre de 1 ß21, d mó., hermo

80 t",rritorio df' la nii",stra. Siii",mhargo, ninguna secciÓn lit la RcpÚbli(:a, en ningÚn tiempo, ha sido tratada con tanta indiferencia, o ~i si' quit~re nienospp)cio por el Cohierno Central, como aquella.. la Única que h,hecho saber a las naciones i:ulias del gloho donde queda colocada en eplaneta ¡',sta que se llama Colomhia.

fio tnilo de hacer incriminaeiones, que el patriotismo condena ei

estos momentos de suprema¡; angustias, eii que todos los colombianos, eivez de injurias, debl'rIamos hai:cr actos d", contri"ión miiv sincera, per'

el país debe de saber la cau~a dc maks cuyos efecto;; sólo se (~onoi~"'n pa1'a condenarlos sin reflexión ni justicia, para tildar con calificativos, aca

so inmerecidos, a los que no han obrado sino por impulso fatal de hechos cuya ri~sponsabilidad es (:omÚl1 a todos. Con acopio de documentohistóricos, que piden muchas páginas para escribirse, s(~ puede demostralo que afirmo.

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Antes de la reconstitución de la República en lHHÚ, el Istmo habi¡

sido objeto de la codicia de sus demás h~rmani)s, v viejas historias cuentan que, t~n más de una ocasión, se trató de salir de él- como lo hicie

ron los hijos de Jacob con José- para saldar respollsabilidadl's politicas, Vino el año de la actual Constitución, y Panamá, que había sido

según d asentimiento general de los demás colombianos, la "piedra dl'escándalo.' durante el régimen federal engendrado en Ri'lIegro, en lH8iquedó rezagado, por voluntad de los vencedores, en la Constituyente qu~lógieamtmte había de surgir de la revolución de IBaS. y dip;o que que-

dó rezagado o sin ;.(~nuina representaeión, pOHiue, ,'uHlldo todos los an-tiguos Estados Soberanos la tuvieron, más o meiios seled'l. por lo quehaeIa a sus intereses, en d Consejo de Delegatorios que Iiahía di' dur alpaís, la ConstituciÓn vigente, Panamá fue rt~presentada poi' do" cOlll'atric-tas que apenas conocían de èl su situación geográfica, De (.'sa ('poca par.te la seríe de Iwchos que a,,,imula paulatin¡imtmk scdillltnt,o," dt, antago-nismo -más aparente que real- entre los i;;tiicnos y el \'';;t;¡ de los co-lombianos. 1\0 fu(, ese un antagonismo de pueblo a pud,I,I. ui de fami-lia a familia, corno ":e observa en tudas partei;, sino niÚ;; hien un resenti-miento popular vago, indefinido, contra las personas que la dictaron, Lascausas que producen repulsíl'niis o antipatías recíprocus entre los habitan-tes de dístintas regiones, debidas al carácter o costumbres locales, son tanvarias y complejas, que me parece difícil, por no d~cir imposible, hacer eldeslinde exacto de tal fenómeno. Todos los colombianos 'iuizás sinexcepción- que, sin ser punameños, han estado en mi departampnto, i;a-ben la manera franca y sincera como se les hu acogido allí siempre, Ra-zón de más para probar (IUP, de parte de los hijos di' lo que ,i(lui se llamacosta, no ha hahidu nunca ojeriza ni mala voluntad contra los dd iiit"'lior,y t~SO que (pcnlorw V, E. las reservas mentales) los coskiios no pueden

ùeci¡.' lo mismo de ,ns hermanos de por acá.

Sea t'sta -aunquc incidental- propicia ocasimi .k d",ci r a V. E.,sin temor dt~ pquivocurme, que todos los discípulos o ~lJhordinados de lacosta qUl' tuvo V. F:. en los inolvidubles tiempos en qUl' V. F. fut' Hector

muy dignu d",1 Col"'¡iio del Rusarío, guardan por V. l,:. rC"l'do, admira-ciÚn y carl!O de amigos leules y consecuentes.

Creo que fui, allá, por el año de 1896 cuando el Ceiwral Hafael liri-be Uribe, Representuiite de Antioquia en el Cong.reso de ese ario, señalÓ,en términos precisos y daros, d inconveniente de la política exclusivistaqUl' se vil'ne haciendo en Bogotá, con perjuicio visibk de lo," interesesde la República. Con motivo de lo que él dijo, en uno de sus diseursos,en la Cámara de Representantes, escribí un artíeulo ei! Panamá, que meatrajo enemistadei; de la gente de machete, pero que, por utra parte, me

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captÓ la simpatia y eRtimulo de los hombreR civiles, que sIempre Ron me.

nos egoístas que los que llevan dianeleras y galones. Yo era Secretariu

de In"truceión Pública en mi Departamento ; y para ciertos e;;píritus queno entienden lo que es la cultura, ni la verdad, ni la justicia, fue una es-pecie de acto punible que yo, ;;ieHdo conservador y i~mplead() del Gobier-

no, dijese que estaba de acuerdo con el General Urihe lTribe erÌ mucho

de lo que habia ex.pre8ado rderente a ¡iolitica nacional, siendo él liberaly hasta paladin de su partido.

Yo hE' tenido la pena 1'rof undi;;irna i\i escucha r de al;niios culom-biano;; bogotano;; (enipleados o a;;pirantes a empleo;; (:n mi costa istnw-

ña) que mi Departamento carece en ah;;oluto (\i personal para cargos ofi-ciales. Quizá esa cl"~eni:ia, arraigada en la concil'Jlcia di: los que nosestiman en poco, fue lo que motivÚ en alguna ocasiÚn, segÚn se Illt haini:ormado, la reconiendaciÓn úficial ik algÚn individuo dI' (~sta Sahanilpara remero de la TnRpeceiÓn del Puerto de Panamá,

Gobernado por leyes espccia1cs, eomo San Martín o cualquier otroti~nitorio de la Repiihlieii, l'anamÚ ":oporl/i el )'u;;o I¡Ue ;;e le impu;;o concomplaeel1:Iil de ;;us represenlantes cnla Constituyente de 1886, y no bastÓla eondieión humillante a que Re Rornetió a aquel E,,tado SOllfrano, sinoque fuc preciso quitarle toda, sus cner¡iiiis políticas y jiscale;;, como parahacerlc expiar errores que otras seccione'; de la I\ aeiÓri cometieron concreces y con más escándalo del país y del mundo ci v ¡lizado.

En ColÓn, ciiidad iiiporlank del Istmo sobl'' dAilÚniico, se viÓ qut.~

el Municipio de Cart::gen:: poseía lotes di' tITri,)nO, eiiya adqui;;iciÓn tuvoorígenes que ignoro; los den~chos del comercio de cahotaje en la eOSLi

Ü;tmeña de San Bl:is, ArdiipiiJn.go de La8 Mulatas, dc., si'pagaban enla Aduana de la ciudad mencionada, derechos que vinieron a constituir iinanueva renta del lìepaitilnl(~nto dI' Bolívar; y la misma n'pITsimt::eiÓn ddDepartamento en I1H:;;lros Congre"os no fw' ;;ieinpfe genuina, e;; l.lrcir, deindíviduos qU!' conocieran los intereses de su representado, sino de otrosque, aunque IH'rtenecieran a otra": si,cciones de la HepÚblíè", cosa que no

era tacha legal, pues la Patria es para todos, ne, vcnían sino iT hara po.litÙ:a, con meiwscabo de intereses primordiales.

¿, (lué progresos ha mereeiclo Panamá de la NaciÓn, sohre lodo di:sdela reconstitueiÓn dc lHBÜ? Los ignori por compkto.

Panamá es un Dt'partamento que ¡ iene .Ji renta algo como mill.:ll ymedio de pesos, en monedas de plata colombiana, por hienio; y sin ein-bargo de s!,r rico, nada ha podido hacer en su provi,c!io, porque la Na-

.~ión ha venido absorhienrlo eiianto prodUCI' allá el fisco propio. Hay hoyLllH', línea telegráfica, eosteado por el Departmnento, cuando el telégraf,) es~Il todas partes de cargo de la NaciÓn, y si verdad es que éRta reconociÓ

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:-1 gasto de la construcción de la tal linea, también lo es que hasta la fe-,:ha, según tengo entendido, no se ha r:ancelado la deuda. Ni un cami-lO, ni un puente, ni una calzada, ni una escuela, nada que 8ea o pudieraer de ubligaeIÓn de la República di:, en sus secciones, se ha cumplido en)anamá, p"rque aquella, insolvente para llenar sus compromisos, vió siem-

lre cn el Departamento dicho un filón explotable de ambiciones sin tér.mino. El Ferrocarril y el Canal son testimonio elocuente de lo que digo.

Acaso se me dirá que el estado de permanente anarquia en que havivido el país desde su independencia de la Madre Patria es la causa dc

esos males; pero, li pesar de ser esa afirmación innegable, debe conceder-

se en justicia esto, por lo menos; que Panamá ha sido un:i especie de co-lonia de la República, y que ninguna ventaja ha derivado de ésta, a pe-sar de estar allí vinculados grandes intereses nacionales,

QUE' gobernantes beneméritos, dignos de toda gratitud del Dl'parta-

mento, hemos tenido durante el régimen de la RegeneraciÓn, cosa que es in-controvertible. Posada, Arango, Mutis Durán son testimonio vivo de loque puede ser una administración buena en Panamá, pero con ellos y porsobre ellos el espiritu absorbente de la Nación reconstituída se impuso, ytodo quedó anonadado, a pesar de las observaciones que la prensa istme-ña de todos matices vino haciendo desde que se estableció el presente ré.gimen político.

A propósito de la disposición constitucional que dice que los Gober-

nadores de los Departamentos son agentes de libre nombramiento y remo-ción del Presidente de la República, recuerdo que siendo yo estudiante deDerecho en nuestra Universidad, le observaba al Profesor de Derecho Pú-hlico, DI' don Carlos Martínez Silva, el inconveniente, que podia ser gra-vísimo, de la elección de Gobernadores en la forma en que la Constitu-ción lo establece.

En un país eomo el nuestro, donde la pasión política lo anonada to-do, me pareeia desde entonces que el precepto constitueIonal citado eraun peligro, pues las entidades deparmentales quedaban a merced y com-placencia de los caprichos del primer Magistrado de la Nación, y por lotanto entorpecida la rotación natural del pais, desde el punto de vista po,J ítico. El r1octor Martíriez Silva, hombre integro, cuya memoria será siem-plt, grata para todos sus diseípulos, se limitó a responderme que mi ob-servación era fundada, pero que, en todo caso, el país debía tener con.

fianza eii sus Magistrados y creer que no se abusaria del arma que laConstitución ponía en sus manos. El tiempo se encargÓ de demostrarle

a aquel ilustre hombre público, que lo mismo que él defendió con honra-dcz y sineeridad altísimas, se convirtó más tarde en dogal que asfixió amuchos.

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F: últiino nombramiento de Gobernador de Panamá, recaido en lapersona de don José D. de Obaldia, ha siùo, no flin razón, comentado de di-versas maneras por el pÚblico. Reemplazar, sin motivo alguno, ulseñor

doctor don Fa(:undo Mutis Durán, hombre de grandes aptitudes adminis.trativas y de honradez acrisolada, con un señor que, en medio de todaH! hónorabilidad, apenas es conocido en mi Departamento por la cuan-tiosa fortuna que posee, ($ cosa inexplieable, en apariencias a lo menos,

en estos tiempos en que el país exige una administraciÓn just!ciosa pararestañar, en parte siquiera, las profundas heridas que le dejó abiertas laúltima guerra,

El primer acto del Gobernador Obaldía al llegar a PanamÚ, fue de-darar nulos los contratos (:elt~brados por el Departamento con pa rticula-refo" para la explotaciÓn de las hulleras que yacen en los terrenos Ùulnl-iados, de propiedad del mismo Departamento, DeclarÓ por si y ante "iqUE: dichas hulleras son de propiedad de la Naeión, y con su dedaraciónin jurídica y absurda se llevÓ de calle toda la jurisprudencia establecida

en asunto tan delicado, Ya antes que él, un Ministro de Hacienda, el

señor Ramón Lago, h:;bía violado escandalosamimte la ley, cuando contra-tó, sin derecho alguno para dIo, la explotación de una hullera (la de

Bombacha, yacente en el Distrito de Macaraeas, Provincia i-e Los San-tos) con el señor Alberto V iilenzuela. l.l Ministro si,ñor Lago dispuso delo que no es propiedad nacional; no tuvo en cuenta siquiera la correctaresolucI,Sn de su antecesor en el Ministerio, doctor don Miguel AbadíaMéndez, en el mismo asunto; los derechos falsamente adqui rii-os por elseIlOr Valenzuela fueron traspasados inincdiatamenli a un súbriiio ameri-

cano, el General H_ O. .Teffries; y por encima de toi-o, lo quc venimo;;

muchos a ver -aparte de la conculcación de i-erechos perfectos del De-partamento de Panamá sobre las hulleras en rderen(:ia "--fue la sórdidaeodicia de una especulación cuya raiz está en Bogotá.

"Something is rotten in the state of Deninark", dijimos algunos en

Panamá con el trágico inglés; mas, corno los derechos de ese Departa-mento no podían ser arrebatados impunemente, el señor doctor don JoséAngel Porras celebrÓ un contrato con el Gobierno del doctor Mutis Duo

rán, por el cual se explotarian las hulleres mencionadas, eon ventajas vi-

sibles para el Departamento y para los Municipios donde estuviesen cllasubicadas, Este contrato, que mereció el estui-io largo y dcknido de cua-tro meses de un hombre prudente e ilustrado como el doctor Mutis Du-rán, es el mismo que de una plumada fue a echar ahajo el señor Obaldia,causando, con semejante proceder, graves perjuicios a particulares, comoprometiendo la dignidad del Departamento, ocasionándole a éste daño en

sus bienes, puesto que le arrehata lo que es suyo, y a tanto llega la au-

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dacia del senor Gobernador, que no repara en los derechos adquiridos porterceros, y con una simple resolución de su voluntad, intenta destruir loque ha sido seriamente tratado por las partes contratantes hasta dejar cons-tancia de los compromisos y obligaciones reciprocas en escrituras públi-cas. En la Gaceta de Panamá, número 1432, de 20 de Agosto del corrien-te año, se hallan los antecedentes del contrato a que me refiero.

Iniquidad grande es la que se trata de cometer con mi Departamento;y mucho da en qué pensar que, siendo el señor Obaldia istmeño, se hayaprestado a ser instrumento inconsciente de maquinaciones que redundanen contra de la misma entidad que fué a gobernar, y por la cual debieratener especialisimo interés.

Un hecho que demuestra hasta la evidencia la poca o ninguna aten-ciÓn con que la nación ha visto al Departamento de Panamá, es éste; elHospital de Santo Tomás cuenta con una pequeña subvención que algunaley dispuso en su favor. En más de una vez las Hermanas de la Caridad,a cuyo cargo i;e encuentra el Establecimiento, manifestaron al Goberna-dor del Departamento que tendrian que pasar por la pena de no recibircolombianos enfermos en las salas del Hospital, porque la nación no paga-ha la subvención y era mucho lo qUl: personalmente debían, confiadas en

la promesa de aquella! El Departamento salvó la dignidad nacional, ylos re(:ursos no faltaron para que los colombianos pobres de solemnidadno muriesen de hambre en su mi!!ma patria!

Los ;;ueldos nacionales se han pagado siempre con la mayor impun-tualidad; al Poder Judicial se le debieron dos años seguidos, y hasta el

mismo ejército, en tiempo de paz, que se moría de hambre v desnudez,

puso en duros conflictos a los Gobernadores, cuando no había dinero enlas cajas del Departamento, y muchas veces algunos de ellos tuvieron queapelar a préstamos a casa de comercio de la ciudad capital, para pagado¡

despu0~, del Tcsoro de aquel. Fui empleado nacional varios años, y si

alcaii:é mis. sueldos fue porque el Departamento me los pagaba en calidadde préstamo a la nación. De esas causas, como de otras que se veránmá5 adelante, providIie la deuda (iue la Ilación ti~n~ contraída, por variosniilloncs, con mi Departamento.

Como obligado acto de justieia, debo hacer constar que el Ramo d~lnstrucci¿n Pública de Panamá sólo mereció atención seria, en un perío-do de más de quince años, a un Ministro en la Administración del señorCaro. El Presbitero doctor don Rafael María Carraioquilla, hombre cul-tísimo, de sereno juicio, homa y prez de laS letras y del clero colombia-nos, fue el único que, en su Ramo, supo atender a la demanda que losDepartamentos venian haciendo para ver de mej orar la instrucción prima-ria, tan venida a menos en toda la Ilación.

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'focóme a mí de¡;enipeñar la Secretaría de Instrucción Pública enPanamá cuando llegó el seiíor doctor Carrasi¡uilla al Ministerio,

'~u aliento no me faltÚ en las árduas tareas a mí confiadas, y, du-rante el desempeño de sus funciones, las Escuelas del Cauca y de Pana-má tuvieron impulso eficaz dc adelanto. Pcro la politica debía prevale-cer sobre todo inten::,s niicionaL y el señor doctor Carrasquilla se separó(Id Mini~terio, lleno de tristezas y d¡~ contraricdades, porque el bicn quevenía ha,:iendo al país debía sacrificarsc a las exigencias banderiz&s.

y ya que, por incidencia, he hablado del scñor òoclor Carrasquila

con;':: Ministro de InstrucciÓn PÚhlica, voy a refcrir a V. E. otro hechoque revela, con elocuente rasgo, el dcserédito a que la Nación había He"gadc en mi Departamcnto. A penas el doctorCarrasquilla llegÚ al Minis-tcTio, su primer acto de justicia fue pedir a Europa Útiles y lcxtos para lasE~cudct~ primarias, quc ya no tenían ni cariilLls en (pJ(~ cnseiíar a los es-cola reo' ni las primeras Idras. ,.:sos textos y Útiks que despachaba al-guna casa de Paris para el C alH' a, venían consignados a mí, p,:ra ¡iue yo,

a mi vcz, segÚn in"truccIoncs redbidas dd Ministerio, los cnviase al Ad-ministrador de la Aduana de Buenaventura, Las Órdenes transmitidas ami fueron cumplidas; más cuando se tratÓ del pago ¡le fletes ,~n algunosde los vapores calderos de la Compañía Inglesa del Pacífi(~o, el Adminis-trador de Hacienda nacional en el Departainento protestó el pago de laorden contra él girada, hasta no tcner instrucciÓn especial del Ministro deHacienda para hacerlo, y como la demora de las cajas de Útiles poòía oca"sionar perj uicios a las Es¡:udas del Cauc,a, resolví embarcados por micuenta. y de mi bolsilo pagué su conducciÓn hasta ßuenaventura, porque

el Agente de la Compaiîia de vapores manifestÓ que se elitelHleria perso.nalmente conmigo para el pago, pero no con la NaciÓn. ¡Y

los fletes TU

pasaron de cuarent,i y tantos pesos en plata colombiana!El Colegio de ßall)l(l, dirigido por los Padres Escolapios, no nien,ció

la atención debida de parte de los encargados de dirigir la InstrucciónPÚhlica NacionaL. En vano clamé para qUli ese instituto dc en":eñanza se-cundaria tuviese la dirección correspondiente. Oidos de mercader pusie-

ron a mis indicaciones los señores Ministros. La Administración del se-

ñor General don José Maria Campo Serrano lo clau',urÓ de una plumadael año de 19üO en 'luo terminÓ la primera del doctor Mutis Durán (dela cual fuí colaborador), pcro a los Padres del Cole¡.io les quedÓ debien-

do la Nación algo como ClHircnta mil pesos en moneda de 1~lata colom-biana, provenientes dc sus sueldos j ustainente devmigados. Los PadresEscolapios que regentaron el ColegIp son de nacionalidad española, y qui-zás a esa circunstancia se debe el no haber entablado redania¡:ión diplo-mática ninguna, como es de costumbre entre sÚbditos de otras nacic,nes ,,\quienes sc les debe algo por cualquier motivo.

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Ha habido MinIiitro de Instrucción Pública a quicn se le dijo que laNación descuidaba completamente lo de su cargo en el fomenlo del Ra-

mo; y ese Ministro contestó, eon aplomo digno de los romanos del tiem-po de Breno, qUl\ como era de suponerse los muesln.s de las escuelas pri.inarias eran pedagogos, los textos eran por demás, pues lo que la ense.

ÍÍanza dcbía dictarse oralmente, según los Reglamentus. Y ese Ministroignoraba, o aparentaha ignorar, que Panamá no tenia Escuelas Normales

dund~ formar jwrs,mal docente desde hacía muchos años, y que los gas-tos e\¡ Inslruc,'i,')n púhlica venía haciéndolos d Departamento .~on sus re-cu rso;; propios!

Para que Vuestra ExceleneÎa juzgue de lo que son las fiierzas fisea.les dd Ikpartarnento de Panamá, puedo asegurarlc que en el tiempc qui.estuve al frente de la Jnstrucciím PÚblica, se edificaron cerca de setenta

edificios para I':seudas primarias; se llevó o se hizo construir mobiliariomoderno para ellas; se levantó el edificio de Escuela Normal de señori-tas, donde recibieron d grado treinta y lres alumnas; se tratÓ de fundar

de nuevo la Escuela Normal de Varones, proyecto casi realizado que echóa pique un Ministro, y no faltó nada para que el Departamento, con sus

recursos, pusiera el Ramo de InstruceÎón PÚblica a altura envidiable. Lapolítica de Bogotá, y m.is larde la guerra, dieron al traste con todos los

proyedos en tal sentido.Se trató una vez de reunir a todos los elefanciacos del país en un solu

lazareto, y aun cuando el nÚmero de esos infelices hermanos nuestros secuenta por miles en el pais, no se pensó sino en Panamá para que carga-se con la excrecenc!a de loda la Naeiím, Debe tenerse en cuenta que Pa-namá es el Departamento que menos leprosos tiene; quizás no llegan HLuarenta los que han contraído, o se les ha desarrollado por la ley de

h.;rencia, el temible mal; de ei"a cifra la mayor parte es de extranjeros;pero el proyecto de confinar a Coiba -la isla más importantc dc ColoIl-

bia-- a todos los elefanciacos, fue idea que surgiÓ aquí en el cerebro d'i,algún gran f,:sladi"ta, y los panameños tuvieron que soportar la iniquidadque se quiso cometer eon ellos.

1\0 faltaron fJlitei;las pÚblieas en tribunas y periódicos, del mal qu~al Departamento se hada con tan descomunal medida, y si en los espíritusserenos hubo ealma para considerar el descabellado proyecto, a pe¡;ar dela efervescencia patrÍótica que despertó tal idea, me cuento yo entre ellos,pues me dí a la tarea de apaciguar en el ánimo de los istmeños la indig-nación, que, con sobra de justicia, les eausaba la medida ideada por elGobierno: e,;harnos I'neilla a todos los leprosos de la República.

Vino la guerra de IH99. El doctor Mutis Durán fue depuesto de la

GobernaciÓn de Panamá por lo;; nacionalistas, que veían en él una l'esis.

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tencia a 108 fines políticos que proyectaban. El Ejército del Gobierno sepaseó, de uno a otro extremo del l1epartamento, consumiendo la riqueza

privada de amigos y de adversarios, sin que fuese bastante a calmar sused de botin la abnegación dc hombres probos, amigos de las institucio"nes, que se prestaron a jugar la vida en los campos de matanza, sólo porcorresponder a exigencias sagradas quc no podian aplazarse.

J de hubo entonces de las fuerzas constitucionales r¡ue halló medioexpedito de explotar a todos. A los liberales les decía que, eomÓ ad-

versarios del régimen político imperaiit~\ debían dar sus dineros para res-tablecer el orden público por dIos perturbado,. y a los cons'~rvadores, que,

como amigos del Goblerno, debían llevar sus int.ereses a la Caja destina-da a dar lo que habría de poiwrnos a todos en muy santa paz, Se meocurre preguntar, con motivo del triste reeuerdo que evoco: ¿ dónde está

un documento r¡ue cornprlebe las expropiaciones que la Nación hizo, du-rante ia Última guerra, en el Departamento de Panamá? Todo £tu: allíexpoliación y rapiña, y cuando alguna autoridad civil se opuso a los des-manes del Ejército legit.imista, eomo me sucediÓ a mi cuando fuí Alealde,sin sueldo, del Distrito dt, AntÚn (Provincia de Codé) en la h)Oca pa-sada de guerra, no faltÓ soldado miserable que me amanazara de muertecon su rifle, en presencia (k sll mismo Jefe, sólo porque me opuse a quese robaran 105 bienes de lilwrales y de conservadores.

Mi ca'ia, como la de nii pri rno !wrmano, don .T uan A. l'oiice, fue: sa-queada pacíficameritepor la8 tropas aii ¡gas, y todavía estoy debiendo par-te de lo que ellas consumieron., baj ola fe dcmi erÍ'dito personal, para

estar a sus anchas en báquico jOIWJrio, El señor Oscar Terán, represen~

tant.e a este Último Congre!'o, fue Intemlente de ese EjlTCÎlO, y sabe, si-quiera en part.e, la verdad de mi afirmaciÓn.

Vino la negociaciÓn del canal con los Estados L.-iridos, La Asambleade Panamá deposítÓ en mí, voto de confianza, que no podÚ, pagar nun-ca, haeipndome primer suplente del Seirador prineipal !'eñor don .luanBautista PÚrez y Soto. NingÚn compromiso contraje, ni pude codraercon mís paisanos, porque clHHHlo mi elecciÓn leirra lugar. vo vivía aquíe ignoraba el personal de que se componía dicha i\sainblea, Mi amigoel señor Pérez y S0to -ekgido tamhièn Senador principal por el De-partamento de Boyacá,- tuvo a bien desairar a la entidad extraña que lohacía su paladín, y ocupÓ d sillÓn que el voto (11' Panamá, ;on (kparta-

mento, le brindÚ una vcz más. Era conveniente a la política que yo noviniese al Congrcso porqueniis i(kas, rp,,!wCio del CannL ('an bien cono-cidas, como que a nadie le ocultÚ mi pcns¡imiciito en el tia rticular.

Si el señor J uanB. i'érez y Soto iamigo a qiiipn vo acaliahrc de mO.3-

trar absoluta confianza en cierla reuniÓn a que fuínios invitados por el

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sei10r l;eneral don Aristides Fernández, Ministro el la "nlOn dI" Gobiernoy de Hacienda I nie hubiera dejado ocupar mi puesto dI' "iiplente suyo porPanamá en el Senado de la República, yo habría :-oskiiido la'onvenien.cia de la ratificación del Tratado Herráii-Hay, como !" pr"liietí a miscompatriotas istmeños antes de mi último viaje a la "apital, I"ll Agostddel presente ano; quizás hubiera desvanecido aquellos cargos gravisimos

de que el señor Herrán, nuestro Plenipotenciario en Washington, le que-

daba la horca chiquita, por lo del Tratado, y quizás también el Gobierncl

de V. E. huhil"ra tfmi.o en mi un inexperto abogado de sus deri'chos, pe-ro a lo menos un hombre de carácter que se resuelve a tudo, cuando depor medio están fueros sagrados como los de la justicia v la verdad.

Panamá ha queridu y quiere el Canal por su territorio, pcirque susintereses futurus están vinculados a esa colosal empresa. Pero como elseÍÍor l'érez y :- olo dij o que no, porque a él "le iba la cabeza" en la ne.gociaciÓn, hasla el seÍÍor Caro militó con él en la misma campaiia, y :;creconciliaron con beso de hermanos que olvidan antiguos odios, y se jun-taron para hacer al Cobierno que V. E. dirige e! jlLer~uito que todos cono-cen.

A Panamá, como es fácil demostrarlo, no le ha importado nunea lasuma q(W la Nación hubiera de recibir por la gracia otorgada al Gobier-no de los Eslados Lnidos, para la excavaciíin del canal, porque !Jara losistmenos lo niisnio era que la Nación recibiese diez que cien llii1ones,puesto que loda la 'Juma vendría a parar a las arcas del Tesoro para sal-dar compromisos adquiridos con propios v extraños. Panamá viÓ, a pe"sal' de lo sostenido en contrario por su Representante en el COn¡2Te,'o, se.

ilOj' don Juan n. Pérez y Soto, una esperanza para su vida, y ('sa espe-ranza fue la paz, definitivamente establecida, en uno de los artículos de!

referido Tratado. Eso no se tuvo en cuenta cuando los miembros d(~1

Senado lo negaron para dedicarse a hacer instrucciones ridiculas qUe, enconcepto de los qw~ las concibieron, debian ser la norma dc las negocia-

ciorws. Muy al contrario se suprimiÓ del Tratado una de las mej ores

cláusulas, aqui"jja en que el Gobierno americano quedaba cibligado a cons.ti uir acueductos pn ias ciudades de Panamá y Colón, todo ello a cambiode niás inillones para beneficiar la República. Panamá no "ignificabalEida; hiel! podía quedar ll~ducida a un aniquilamienlo ('ompleto; la Ri~-

púhlica se salvaba respaldando sus emisiones de papel moneda, y bienpodía salir por Antequera e! sol. Fue eso una iniquidad más que debeponerse 1m los sumandos de las ya cometidas,

Desde que en Panamá se pensó en la negativa del Tratado Herrán,Hay por el Congreso di~ la Rt~pública, la gente que piensa algo "e preocu.

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pó de los conflictos que podían surgir a la Patria con esa negativa. Na-die podía adivinar lo que acontecería, pero un prescntimiento tri'3tísimogravitaba en los ánimos de nosotros los pobres de espíritu; presentimien-to que no tuvieron los grandes patriotas como ,don Migud i\. Caro y donJuan B. Pérez y Soto ) demás miembros del Congreso, que no se preocu-paron sllo por hacer políÚca o, a lo menos, vcngarsc dd histórico 31 de

Julio,Cuento (,on amigos de la mayor excepclOn que viven aquí y en Pa-

namá y quizá en todos los Departamentos de la RepÚblica, con quienc'3 he

departido íntimamente respecto de mis t¡,Ilores si el 'fratado Herrán-Hay\lO era aprobado por el Congreso; Enrique Gamhoa, Julio y MaximilianoGrillo, General J gnacio S, Hoyos, Enrique Pérez, Emilio Cuervo, GeranIoArrubla, Luis de Roux, G(,neral Rafael Aizpuru, Héctor Valdés, Juan

tombardi, Francisco Vergara Barros, Florcntino Coenaga, Ilustrísimo Se-ñor Ohispo de Nciva, doctor PerdoIlo, Lorenzo Jnsignares, .J ulío Roca In-signar.:s, .Jos(, Angel Porras; .Juan A. IIenrÍqu!:z, Dolsey Carcés, Belisaric)Ayala, Emilii;no Ponc!:, Santos 1. Agui1cra y ciento más son testigos delo quc vengo pensando mUl:ho tiempo antes de qUI, el Tratado en referen-cia fuese negado. Hov veo, con verda(1ira angustia, qU(, mis temores sehan cumplido con más elOCllPncia de lo que mi espíritu pn~veía. . .

Hay desgraeiadamenk entre mis cOlIpatriotas de por acá cierta pro-pensión a creerse infalibles en sus fallos, de tal modo qUt, nosotros, los

qUl, hcmos t'~nido las "ontrariedad(,s de una discusión con dIos, por creersencillamcnte que de nuestra cosa salwlIos mejor (iue los extraños, en másde una ocasión hemos callado iiara evitarIlos disgustos y rompimientos, i:namistadt,s que tienen fuerte vínculo, Ejemplo: Cuando el EjÓrcito del Ge-neral Morales Berti estaba en Aguadulce -PanamÚ, Provincia de Coclé-,pronostiqu(" como conocedor que soy de las po,,iciones que entonces ocu-paba (,slc, que si no buscaba otras sería inddeeliblcmmite derrotado porel Gencral B. Herrera. ~e mr considerÓ alarmista, reo de penas establc.cidas por la ley, apasionad(;, miemigo, en fin, del Cohierno por el cualhabía expuesto mi vida en varias ocasiones, sÓlo porque me atreví a de-cir, con muchos días de anticipación, lo que fatalmente habría de pasar-les a nuestros Ejércitos, que se creían invencibles y capaces de llegar amarchas forzadas al planeta Marte, El señor dodor don Joaquín F. Vé-lez puede decir en cualquier momento si no es cierto que vaticiné a él va otros amig-os que con él estaban, lo que, punto por punto, aconteció al

Ej(,rcito de Morales Berti en Aguadulce uno o dos meses desputs: ladéhadc. Los vencedores de Palonegro fueron tristemente vencidos porcaucan05 y por muchachos de Panamá, que no habían cogido nunca unarma de pelea! No me creo profeta ni mudio menos; pero lo que he

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predicho se ha cumplido, ::ún cuando otros lleven, por voluntad de lasmúltiples, el sello de ungidos.

Nada rcclamo, ni reclamar debo, de los que no han querido ser, pu~diendo serio, salvadores de la situación que estamos presenciando.

t!n país que vive en perdurable anarquía como Colombia, donde lapolitica banderiza está por sobre todo interés patrico marcha nec:c;;iuiamen-

te, por la ley sociológica de fatal cumplimiento, a la ruina y a la disolu-(:1011, No son los panameños los únicof, responsables del mal que estamospresenciando: lo son los colombianos todos que, con cualquiera denomi-

naciói. que hayan llegado al Gobierno, no han puesto el i"teri,,, debid'Jen aquel Departamento, tan importante por Sil riqueza v por su posición

excepcional en el mundo.A los istnwñns se les ha trHtado ('.'li soberana indiferencia (por no

(Iecir de:sprecio) cuando se Iif tratado de intereses que i' ellos particular-mente corresponden. Parece que respecto de ellos I perdóneseme la irre-vcreiicia que pueda tener la comparación) se huhiera repetido la historiadel pueblo de hr:'el cuando, al negar todo dcrecho a N. S, Jesucristo pardpropagar la ßlliiri Nueva, decia: "¡CÓmo! éste es Jesús de ;\azaret, elhijo del carpintero; pero, ¿,y no está escrito que de '\azaret no puede sa"

lir co:sa buena '?" Y ellos nunca han preguntado a la ;\acIóii: "¿, De dón-de :surgió esc Ranco Nacional que diique se fundó para salvar al pais dela crisi:s económica y fiscal que venia devorándolo'( ¿ Qué se han hecholos milloncs de las prórrogas del Canal'" Se ha dicho que la última deesas concesiones tuvo algo de escandaloso por la pequeñez de la sumarecibida, indispensable sin embargo para seguir rnl!táridos('~ los colombia-nos.

Le. re:seIsiÓn launquc justa en el fondo) de una de las cláusulas delcontrato con la Compañía del Ferl")carril, por la cual se ohliga é:sta a pro-longar la vía férrea hasta las islas de 1\ao:s y Peric(;, en ir Bahia de Pa-namá, fue otra negociación poco honrosa para Colombia, Se redujo sen-cillamente a esto: a eximir a la Compañia de un gasto de dos millones(2,000.00) de dollars, aproximadamente, a cambio dc doscientos cincuentamil (2S0.0uOl quc recihió la l\aciún para seguir comprando municiones

y pertrechos con que continuar la matanza.

Cuando en 180B algún periSdico de por acá lanzú la idea de unanegociaeÍÓn con los Estados Unidos para la apertura del CanaL y maño-samente insinuaha la enagenación del Istmo para salvarse el p,tÍ:s de suinmensa deuda interior, la prensa de Panamá proltstó del atentado, y unliberal distinguido -el señor doctor Francisco Ardila- en ariículos pa-

trióticos que aparecieron en El Cronista, le dijo a la !\ación éstas o seme-

j antes palabras que merecieron aplauso de todos los istmeños: "Nosotros

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no somos parias para que se nos vi,mda, y cuando queramos amos que nosgobiernen, nos los darcmos nosotros mismos". La noticia de la manifes-tación pública que se le hizo al doctor Ardila por los liberales y conser-vadores, por sus hriosos articulos en defensa di) Panamá, debió sin dudallegar aqui muy desfigurada, pups entonces el periódico del General Ra-

fael i ribei.ribe -"Fl Autonomista.- dii) d (:onsE'jo de fusilar por la

espalda a los IraÙlo!'cs.T,,,,, :icontecirnicnlos dcl 2;, dc J uljo del presente afio produjeron en

Panam(i una excilación de Únimo muy marcada en coiitra del procedimien-to empleado con vl!cslro ;\gE'nte el d"d"r Facundo :Mutis lhinín; y Cuan-do todos estábamos cariacontecidos con lo que acababa de pasn!' un pe-

riódico de Bolivnr ,,--"Ej Consl'vädor" de Barranquilla- snlia muy orOluLicoil este proy'~cto de negociaciÓn del Canal: qlW Si' les regalara a los LIme.ricanos la 20n:1 dc (JUf' habla E'I Tratndo TTE'rrån.Hav, a condicjÚn de quel)(picllc1s se obligasen a construir en el rE'sto del pais, y donde el Cobier-no lo tuvieSE' por c"nveniei\lC, trescientas 1:100" millas ("lE' ferrocarriles,El rieiirso no podía ser más scncillo: la hisloria.. por disiinto modo, vol.vía a repetirs:~: lo mismo aeonteciÚ con .\ Lwslro Seíior Jesucristo, "F:~preciso -dE'cia el puehlo j udio por hoen de Caifiis que perezca uno pa-ra quc la nación se salve",

Con motivo dd Tralado Herráli.Hay hs patržoiii.l dE' los piutidos po..lÍtico5 protestaron de la negociaci,')J, porque la intE'gridad nacional esta-

ba en peligro. Fill esa, mêtS qUE' todo, una arma (iue la pasi,',n politic.il$¡;rimiÓ contra el gobierno (le V, E. con fines o propÚsitos hipn conoci-

dos d(' los que vivimos a;pnos de odios u oposiciones si,,temáiicas. A V.F: se han hecho los cargos m¡Ís ii. fundados-el de vender b patria, en-

tre otros-, He t('nido la satisfacciÓn de ddeiider Sil-llprC el Gobiern'!

òe V. E., y en mås de \lna vez he tenido que n'~eordar que desd(' que se

I1egoeiÚla c'-n~trlH:eióIl del Ferrocarril de l'aiimiiá, alLt por los aÍlOs de

i1:49, el Istmo fue (:nanE'jado I'n gran parte a los allE'rieanos. TIiiy UUlcláusula del primitivo contrato qiW dicE' que a la Compañia constructorase le adjudican eiim mil heclÚrl'fls 1100.0001 hcelêtrE'nS) de Irrreno, a titu-lo graluiio, entl'~ las Provincias de Vl'rag\las y Panam¡Í.

La HepÚbIica no supo de"de i:nlonces lo que hizo, porque por un.!¡.aite dispuso (k lo que no era suyO, pues enajenaba o cedía iie!'as in-diiltada.l que adquirieron los puebl'h del Istmo por COll\pra quc hi(~ieron,

desdt,~ inudlOs aiios anles de i'xistir la lt"liÚblica de Colombia, a la Co-rona dI' Espaíia; y or otra, la rnE'diciÚn dE' esas tierras. lal como se lec

en el e(jntrato, cs un i'ontrascniido, dada la ael ua! divisiÓn polítiea del

Departamento.ivliiehos colombianos que no ;;011 islineño;;. de todos los pariido!", pien-

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san cunmigu en que no son ellos los únicos responsables de la traieión deque ,¡e les nc\lsa: el mal viene de atrá'i, como resu1iano ;le \lna serie d...acontecimiEntos cuyo origen ha sidc' la política exclusivista y suicida.

En días pa,¡ados, a raiz de los acontecimientos de Panamá, hablabacon uno de mis amigos en Hogotá, hombre de altas ideas, patriuta de ve-ras, y uno de los espiritus mejor cultivados del país: el doctor PedwCarlos Manrique, Hablamos de los sucesos de mi Departamento, Aquel

hombre palidecía a medida que con su palabra fácil y de coiivicci':m pro.funda me decía: "Yo siento esto, amigo mío, como la ruina de afectosmuy hondos; el país se acabará no muy tarde, por los desmembramien-

tos sucesivos; pero ustedes no tienen la culpa, la tiene el país entero".

Nuestros errores.., este régimen político centraL., Hoy en Panamá:mañana, .. i quién sabe!" y nosotros los dc acá del interior, volvere-mos a quedar constituidos en el antiguo Imperio de los Chihdias". yel doctor Manrique reconoció que a los istmeños se ha tratado con dure-za, con desdén inmerecido, acaso con rigor inflexible., ,

~í, Y yo, el último de los colombianos, que puedo hoy comiderarmecorno proscrito cn la misma patria, apelo al patriotismo d~ todos mis her.manos d~~ Colomhia. No más sofistería, ni más declamaciones de retó-riea barata -que eso nada resuelve-. La República se desmorona pau-

latinamente: la idea que hoy se realiza en Panamá, que es la sección máscodiciada de las grandes naciones, bulle en Antioquia, germina en el Cau'ea, fermenta en Bolívar.. i Quien sabe si esas tr\~s secciones. al haiian~en las condiciones favorables de Panamá para su revolución 'ieparatist::,no habrían seguido el mismo rumbo de ésta!

Depongamos nuestros odios, es decir, seamos buenos, y Colombia ni)morirá por completo; de lo contrario, el resultado será el qiW muchos,

sin ser zahoríes, hcmos vaticinado,; la desmembraciÓn de la Patria,j La patria! Ah, cuántas veces, en mis tristezas, me he preguntado

dónde (~slá, ,,i exisk todavía, ¡Qué! t, Acaso el concepto de ella sc re-duce únicamente al lugar donde uno nace? Yo creo que la Patria es laregi¿n e lugar donde UrH, vin;, a la vida, donde sintió el despertar de¡

10;; primerus afectus; pero tambii,n creo que constituyen noci.ón tan her-mosa el acatamiento a la ley, la inviolabildad deía familia, el respetode la propiedad, el sagrado de la conciencia, sobre todo ,~uando se trata

del culto que di~bernos a Dios, Y los colombianos no hemos gozadomá", que de un derecho, desdq que nos constituimos 1m República inde-pendiente: el de la ,querni civil, para destrozanlOs como canibales, a pesarde nue~tra prusopopeya de pueblo culto, con Atenas y sabios y oradores

y poetas,

Es un hecho de la mayor notoriedad que la Prensa de los EstadosCiiidos, casi en su mayoría, comenzó, como el maligno tentador, :i !iah-

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gar a los istmeIlos con ideas de indqJCndencia, bajo la protección de ellos,los americanos, desde que se pensó en la negativa dd Tratado Henán-Hay. "El Relator", .1" ßogotá, si mal no recuenlo, puhlicó algunos delos concq)tos más alarmantes de alguna Revista yankee. En Panamá sehablÓ desde entonces de que el Istmo d(~bia ser para los istnicños, re.inedo tonto si se q uici-e. pero sinccro" de la doctrina Monroe; algunos pue-blos de la Repúhlica, menos cegados q uidis que otros, manifestaron susdeseos de que el Tratndo no fuera negado, y para no haet-~r más que una

cita, mencionaré a Cartagena, ciudada cnpital de! Deparlaniento de Bolí-var, donde se suscribiÓ lujosa adhesiÚn en favor di~ él; las Mui~icipalida.d(:s de PanamÚ dijeroii le. mismo. v hastn en la cOITi:spondencia privada

expusimm; muchos el deseo de la aprobaciÚn, por los tcnlOres, como 11('dicho, de graves complicaciones para el país. Nuestro esfuerzo, Iluestrabuena voluntad no pesaron nada ,y el país se perdiÓ o COIlH:nzÓ ya a per.derse, por la política.

Al considerar d TraLado JIcrnín-JIay, debieron tener en cuent¡i, siem.pre los padres de la Patria que había sido negociado por d ple~ipotetl.cialio ek Colombia, eon instruccIonl:s de ,,u Gohierno, con el Plenipoten-ciario de los EsLados i;nidos; que hahía sido aprobado ya por el Con-greso y d Gobierno de ese pais, y qii' eso nada más, por deficiente quefuera el Tratado, le daba un carÚeLn de seriedad muy grave para ~,er vis-to. como 10 fue. Se j ug5 con candela, creyendo que eran boJitas de pan,

)' d pais cometiÚ, por volwitad de sus lnismos n:presenlaiilcs, una pifi:ii'norme, muy digna de muchachos que no piensan lo qU(: hacen. y e! re.sultado de todo dio lo estamoli ya pn:senciando, muy ilclirgojados y lric;'les, pero sin atrevcrnos todavía, como el Profeta de las larrlf'ntaciones, a¡;uhir a lo,, miiros dc la ciudad sagrada y llorar iÚgrimas tk !,prdíin y dearrcpentim ¡ento,

"La Estrella de Panamá", donde se publicÓ un estudio muy sesudosobri' el lratado, debido a la pluma del doctor Pablo A rosemena, )' unacarta muy juiciosa del señor Ricardo Arias para el Senador spñor docloi'Juan B. Pérez y Soto documentos ambos en que se IjemllfsLra lu con.'icniencia de la ratificacilHl con argumento,, claros y precisos, a la parque comÎncf'nLes- puhlicó Lamhién las piiJabra¡; del President(: Rf)osevelti:uando sr: le comunici, la negatiia definitiva del Senad,. colombiano enbloqiw, insiÍlÙri, Dl'sde cntoru:es comprendiÓ d país, o debiÚ compren.di:r que la ley Spooner se cumpliría de cualquier lnodo, por lo (flit hacíaa la apertura del Canal por Panamá, \ que la uuLorizaciúii 'iue dicha Inle daha para negociaciorws fuLuras para d canal por ,~icar:igiia no que.daha convertida sino r.ll simple sofisma d(~ distraeción, más para noso-lros que para los nicaragüenses.

En alguna solemne ocasión dijo el f'n:sidenk Roosevelt (Estrella de

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Panamá)) que el control obtenido por el Gobierno de los Estados Unidospara la apertura del Canal por la via de Panamá era el triunfo más no-table que la diplomacia americana habia obtenido sobre la de Europa, deun siglo a esta parte. Pero esas palabras, que en el fondo tienen gravI-

sima amenaza para el mu-;do entero, fueron para nosotros de tan pocaimportancia. a pesar de interesarnos directamente, que nadie puso reparosdI ellas. La esperanza de miÍs milone,,, nos ofuscó hasta el punto de

hacer lo de la lechera, si no lo de la gallina de los huevos de oro, Ymientra5 nosotros, at£mitos por el desastre, no sabemos adonde vamos,los Estados Unidos siguen su turbión de conquistas en dondequiera; se

le enfrenta a Europa con su poder irresÍstible y se rie de nosotros a man-dibula batiente. Nosotros, en cambio, les disparamos articulos de pe-riódicos muy bien escritos y versos patáóticos de formas antig;,as y mo-dernas. . ,

Juro ante Dios que jamás pensé q~e los acontecimientos de Pana-

má pudieran desarrollarse de la manera que se han presentado, aunque

si dije mil veces (Dios es el mejor testigo de mis palabras) que el lstmilpodía perderse por falta de cordura de los encargados de dirigir sus de;i-tinos. Yo pensé siempre, con criterio utilitarista, si se quiere, que valíamá:òuna mala negociación -dado por sentado que lo fuese la contenidaen 'e Tratado Herrán-Hay- que la desmembracIón de la República. Y

ya eso está consumado. Panamá será para los yankees, según muchos

pronósticos, como Cuba y Puerto Rico; pero con todo y llevar los istmc.iíos el castigo de su pecado con la absorción de otra raza, que tarde ntemprano se engullrá la nuestra, la nación siempre pierde su mái; ricoflorón, su más valioi;a joya ante el mundo.

La,~, predicciones y temores de nosotros los débiles, los ignorados detodos, i;e han cumplido con extraordinaria elocuencia; los grandes poli-tico~, los oradores graves de nuestro Parlamento, los patriotas, en fin, dela República, que verigan ahora a recomponer lo que sus ambiciones ypa!liones y odios echaron a pique, quizás para siempre.

Cuando se reunió la Ai;amblea de, Dodores y fariseos que tramabanla pèrdida de N. S, Jesucristo, sólo un hombre honrado se levantó entreellos, Nicodeiio, dodol' del Sanhedrín, el discípulo oculto dd Maestro,

y les increpÓ de psta manera: "¿Por ventura nuestra ley condena a nadiesin haberle oido primero y examinado su proceder?" Nicodemo fue in-juriado, y llegó hasta enrostrársele su origen galileo como razÓn elocuen-te de su traieión y de su crimen de lesa palria.

Si mi carácter de istmeDo me atrae injustamente la mala voluntad

de mis compatriotas; si se me señala públicamente al enojo de dios, por-

que me supone traidor, sólo porque nací en aquel territorio colombiano.,

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protesto del cargo, pues ni por soñaelOn he tenido ni tengo que ver coallO revolución que estalló en aquel Departamnto varios meses después deencontrarme aquÍ, al lado de mi faRlilia. Y si alguien, con carácter que

me obligara a obedecer la autoridad del mandato, me exigiera la protestaque se eoncretara únicamente al movimienlo separatista, para que elL:ifuera franca, honrada, sin reservas. comenzaría por protestar antes de lascausas que han originado el rompimiento nacional, y que no son otras

ante mi conciencia, que las que, por vía de ejemplos, dejo ligeramente

enumeradas.

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('un toda bella concepClOn. La experiencia de largos años había demos.trado que el Istmo, en toda época y bajo todos los sistemas, había sido

lastimosamente tratado y la fuerza impulsiva de la necesidad inspiraba a

los istmeños el vehemente deseo de hacer figurar a Panamá en la lista delas naciones, para buscar en la vida independiente, el progreso cn propor-ción a sus capacidades industriales y a sus facilidades comerciales notorias.

"Como era natural, el desenlace, aunque doloroso, tuvo que presen-tarse, porque al Istmo, abandonado a su propia suerte y alarmado conaterradora perspectiva, no le quedaba más reCUrSo que dar un paso al cam-po internacional, y con la palabra ¡Independencia! romper las ligaduras

que le impedían poner a prueba sus capacidades para gobernarse y pararegir sus altos destinos.

"La República de Panamá surgió, pues, al impulso de supremas e im.periosas necesidades; el mundo entero, casi, ha reconocidc su existencia, yuna gran nación, que tiene fijas sus miradas en la obra grandiosa que re.clama el tránsito universal, le dispensa sus favores para robustecerla como(mtidad nacional no bajo un sistema de teorías, sino sobre la garantía delorden y de la libertad, que son las fuentes del progreso y del bienestar delos pueblos.

"Os .ha tocado la honra de iniciar la administración pública en el na-

ciente Estado; y si para atender a 105 variados ramos del servicio tuvisteisla necesidad de crear seis Ministerios y de poner en vigencia las leyes que

habían regido hasta el 3 de Noviembre citado, no abrigamos la menor dudade que el interés en heneficio de la República, habrá sido la mejor garan-tía de buen servicio, de labor inteligente y honrada y de observación cons-tante de nuestras necesidades que habrán tenido los encargados de dichosMinisterios. Toda indicación que en el particular hagan en sus respeti-las memorias, será acogida y honrada en consideración por este Cuerpo,

cuya misión prim:ipalísima es la de constituir la República, legislando eni elación con sus necesidades.

"No han de ":er pue~, las luchas de sistemas políticos ni filo~óficos. loqUe caractericen las labores de esta Corporación. Congregados sus miem-h10S por 1111 acontecimiento inspirado en nobilísimos y grandes ideales,huiremos del peligro de la discordia, procurando, a todo trance, que laj lJsticia regule nuestros actos, y qlH: la libertad bien entendida garanticeel aj(:no derecho.

"La aprohación dada al tratado del Canal por esa Honorable Junta JL confinnaciím por las Miiriicipiilidades y habitantes de la República, noshace creer que los resultadoH de esa gran rwgoeiación con que PanamáE'e ha iniciado en sus relaeIone", internaeionalr~H. serán no solamente prove-

chosas en lo presentl'. sino que la libertad bien entendida mantendrá ase.

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gnrado el patrimonio de las futuras generaciones.

"El gran Pueblo con quien esa negociación se ha llevado a efecto, hamarcado con nosotros, ,generosamente, un rumbo que las demás nacioneshan seguido, no obstante nuestra infancia como Nación. La grandeza deese pueblo no nos intimida, porque tenemos el convencimiento de que noolvidará nUIlca, que nosotros, sin miramientos, ni egoísmos, le hemos ahiel.lo nuestras puertas a sus grandes necesidades, y dado paso libre a la co-

l riente impetuosa del comercio universaL."Ese pueblo, estamos seguros, tendrá siempre presente, que su propia

dignidad y su civilización están interesados en nuestra civilzación y digní-

ded, y que no es posible mantener buenas y útiles relaciones con los ami-gos, cuando no se comienza por atestiguarles estimacióii y respeto, quecomo muy bien ha dicho un notable publicista, son los mejores estimulantespara el que tiene inteligencia y corazón generoso".

Lo que me es honroso transcríbíros, suscribíéndome, con toda ('oiisi-deración y respeto,

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OIOGENES DE LA ROSA

K,;

PARA MI1ia sido encargo di-fícil el de dirigiros la palabraen este acto conmemorativo del3 de Noviembre de 1903.* Laafirmación no es una vacía fi-gura de retórica ni una frasehecha de las que pueblan todoslos discursos de circunstancias.Responde, por el contrario, auna realidad actual en mi men-te. Encuentro tarea henchida deresponsabildad el hablar a unconjunto de personas que se hanreunido precisamente para oírlo que se les dice. De aquí mi re-nuencia a disertar en público enla mayoría de las ocasiones enque se me ha hecho la peticióno la oferta de ello. No siemprese tiene en el cerebro un pensa-samiento que articular, una ver-

dad que proclamar, o un concep-to que postular. Por eso hablaren público, es, para mí, uno delos aetos más empeñosos que ll'vida social reclama, Más en estecaso porque el tema que se acer-ca a mi examen es a la vez gra-ve e incitante. La fecha que hoyrevivimos tienc un valor simbó-lico para todos nosotros. Y deahí la gravedad que lleva ads-crita. Porque ningún símbolovale por su exterioridad sinopor la suma de pasión, de dra-ma, de vida que encierra. ,Delmismo modo que ningún signorepresenta nada para el espíri-tu si no le agita y vitaliza un

significado. Tal ausencia de va-lor va subvirtiendo, en mi opi-nión, el sentido de la fecha que

* Este ensayo fue leído ante el Con8ejo Municipal de Panamá el día y mesdichos de mil novecientos treinta.

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conmemora m o s. Como ocurrecon todos los hechos históricoscuando se dejan abandonados ala fantasía trashumante de losversificadores, cuando se con-vierten en tópico para los pan e-giristas indocumentados, la his-toria del 3 de Noviembre vaquedando sepultada bajo la ho-jarasca de una fraseología men-tirosa y obstaculizadora. La his-toria va siendo sustituída al mi-

to. Muy pocos, entre nosotros,se han ocupado en reunir, com-parar e interpretar los hechosque comprende el movimientode 1903. Quizás haya en esto unpoco de negligencia y mucho detemor reverencial. La primerase explica en un medio como elnuestro donde la dedicación alestudio no constituye el coefi-ciente de la vida colectiva. Perolo segundo no puede admitirseni excusarse. N o hay nada en lahistoria que no pueda decirse ynada en la del 3 de Noviembreque deba perderse, soslayarse osilenciarse. Lo que yo me pro-pongo en este trabajo es, antetodo, delinear un esquema histó'rico de los hechos que desenla-zaron en el 3 de Noviembre de1903 clavando allí la génesis deuna nueva etapa en la vida dellstmo y en sus relaciones inter-nacionales en cuanto las afectala política exterior de los Esta-dos Unidos. Mi intento. por dis-fortuna, quedará ceñido a unadoble limitación. La primera eslo incompleto y fragmentario demi repertorio documental. A pe-sar de haber adjudicado a la ex-ploración de este erial históricomuchos ratos de mi vivir inte-lectual no he podido llegar toda-vía a un promontorio que mepermita aprehenderlo de una so-la mirada. Creo estar bien orien.

tado y sobre el camino que con-cluye en la cumbre vislumbrada.Pero aún me falta mucho trechoque vencer. La segunda limita-ción la imponen las circunstan-cias. Se trata de un discurso yno de una conferencia. No se-ría, pues, apropiado que yo obli-gase vuestra atención duranteun tiempo excesivo. Por todoello no podré hacer más que unfugaz vuelo sobre este panora-ma histórico. Vosotros sabréiscegar las lagunas que encontréiscon mi disertación y apuntar IOR-

datos y las fechas de las cualesme vea obligado a prescindir oque cite con demasiada sumarie-dad.

PREJUICIOSEXTREMOS

DOS AFIRMACIONES pre-juzgan el concepto y la interpre-tación del movimiento de 1903.La una, que denominaríamos co-lombiana, describe la secesiónde Panamá como obra exclusivadel oro saxoamericano que com-pró a todos los istmeños a la ma-nera de un enorme lote de escla-vos. Es la idea que domina y di-rige el libro "La feria del cri-men" de Alexander S. Bacon.La otra, que diríamos paname-ña o patriótica, es la que presen-ta ese hecho como resultado tam-bién exclusivo del sentimientonacionalista del pueblo paname-ño que en un instante de indig-nación se alzó, con raro unani-mismo, para forjar una corpo.reidad política propia y autóno-ma. Este es el concepto que mo-tiva los relatos y escritos que to-

dos los años, en esta ocasión,leemos en numerosas publicacio-nes. Es necesario decir que am-bos criterios están descalificados

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por unilaterales y exagerados.La verdad histórica dice otracosa.

TRES CAUSAS

PABLO AROSEMEN A refie-re la secesión de Panamá a es-tascausas: la geografía, el ré-gimen de "la regeneración" y laconducta de los jefes militarei'colombianos en la guerra civiliue soportó el Istmo de 1899 a1902 y el rechazo del tratadoHerrán-Hay por el Senado deColombia. Yo prefiero resumiresa¡, causas en dos factores y a"ñadirle uno más que es, predsa-mente, el que alejan, con temory vergüenza insistentes, todoslos que escriben sobre este te-ma. Tres factores convergierona producir la secesión de Pana-má, Uno es lo que don Pablonombra precisamente: la ge04grafía. Otro los males, las difi-cultades, los tropiezos que cons-

tituyeron la historia del Istmodurante su adhesión política aColombia. El último: la expan-sión del poder de los EstadosUnidos hacia el Sur y hacia elPacífico. Muy sudntamente exa-minaré los dos primeros porquehan sido discutidos in extensopor un gran número de escrito-res panameños. Sólo el últimoatraerá bastante mi atención.

VIS ION DE JUSTOAROSEMEN A

SERA SIEMPRE el estudiomás penetrante, nutrido y am-plio sobre la cuestión nacionalpanameña el que publicó el doc-tor Justo Arosemena en 1855bajo el título de "El estado so-berano de Panamá". Los artícu-los de Ramón M. Valdés y Pablo

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Arosemena en defensa del mo-vimiento de 1903 y la carta delGeneral Tomás Herrera al pre-sidente Alcántara Herrán enj ustificacIón del pronunciamien.to de 1840, aportan datos valio-sos al asunto. Pero el estudio de.Justo Arosemena toma la cues-tión desde su origen y la focali-za certeramente desde el puntode vista de la geografía, de lahistoria y de las necesidades vi-

tales del Istmo. Parece ser unaverdad histórica, dice el autorde los "Estudios constituciona-les" que la población del Istmoformó siempre una unidad apar-te aún desde las borrosas épo-cas precolombinas. Al menos sepuede conjeturar que si enlaza-ba de algún modo con cualquierotro sistema étnico, careCÍa deligámenes con los que residíanal sudeste de este brazo ,geoló-gico. Y esto era así por obra delmedio fisico. El Istmo de Pana-má, según los geógrafos, no tie-ne parentezco inmediato con lacuña contradictoria y dramáticaque forma la América del Sur.Su espinazo orográfico no en-tranca, como asegura una infor-maC'ón errónea, con el macizoarrogante de los Andes. N o pa-rece ser, ni siquiera, la degene-ración de aquella cordilera tem-pestuosa e inescalable. Es unaserie de colinas tímidas que ape-nas ponen una variante sinuosasobre el plano uniforme de lastierras bajas. Una mancha debosque 'indomable interpóneseentre-el Istmo y el hombro de laAmérica del Sur que parece sus-tentarlo. Justo Arosemena, diceal respecto: "Tal es nuestro ais-lamiento, que toda suposición esigualmente natural, y si unagran catástrofe del globo sepul-

tase al Istmo en el océano, y

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franquease asi la navegación denorte a sur, el hecho no se ha-ria notorio en Cartagena y elChocó, sino cuando los marinosviesen sorprendidos que sus car-tas' hidrográficas no correspon-dian con la nueva configuraciónde las costas. Hoy mismo, cuan-do los volcanes de Centro Amé-rica sacuden fuertemente la tie-rra, la conmoción se hace sentiren todas las provincias istme.ñas, pero rara vez atraviesa losrios y las montañas que nos se-paran de las demás que siguenhacia el oriente. La naturalezadice que alli comienza otro país,otro pueblo, otra entidad, y lapolítica no debe contrariar suspoderosas e inescrutables mani-festaciones". La conquista y lacolonización se sujetaron casisiempre a ese hecho geográfico.El eminente panameño que ven-go glosando declara: "La colo-nia española que en tiempo deNicucsa se llamó Castila de Oroque más tarde se conoció por elnombre de Darién, y que ennuestros días se denomina gene-ralmente Istmo de Panamá, nose gobernó siempre con estrechadependencia del Nuevo Reino deGranada. Su situación aislada yel haber sido la primera coloniadel continente, hicieron que con-

tinuara gobernándose por muchotiempo con sujeción directa a lametrópoli. Muy gradualmente seconvirtió en provincia del Nue-vo Reino, y acaso no sería aven-turado sostener que hasta 1805no fue cuando en realidad se leincorporó, por la real cédula Quefijó los límites occidentales del

Virreinato en el Cabo Gracias aDios". La decisión de los eman-cipadores de 1821 al incorporarel Istmo al conjunto colombianocontradijo lo que decretara la

geografía y ratificaba la histo-ria. "No comunicándonos portierra con las provincias grana-dinas limitrofes, y sí con nues-tros vecinos de Occidente, ¿ pa-recería más racional que el lst-mo hiciese parte de Nueva Gra-nada que de Centro América oque fuese tan independiente co-mo cualquier otra de las actua-les naciones de la América Es-pañola? Tal interro g a n t e loplantea el mismo autor. ¿ Quérazones, en efecto, condujeron alos hombres de 1821 a ligarse políticamente a Colombia? Actua-ba, sin duda, en su espiritu liiimperiosa fascinación que sobre

aquella época romántica obrarala figura de Bolívar. Ningún tes-timonio mej or de la admiraciónque en ellos encendia que unirsea la nación que el Libertadoiarrancaba del coloniaje penin-sular. Pero aquel motivo senti-mental era, con todo, menos 'po-deroso que la razón política. A-quellos hombres intuiían, segu-ramente, el significado de la fa-talidad geográfica que desde en-tonces iba a empujar como unafuerza ciega el proceso de esta

parcela de la humanidad, Mien-tras España dominó la mayoiporción del continente apenas sedibujaba sobre el panorama his-tórico el rol dramático de nues-tra posición terrestre, Carecíade expresión peculiar en el vas-to fenómeno del feudalismo es-pañol hincado en América. Peroal quebrarse la unidad políticadel coloniaje en una pluralidadde nacionalidades débiles surgiócomo una revelación desconcer-tante el peligro que para noso-tros significaba el hecho de serel paso más fácil del continente.Nuestras esperanzas y nuestrostemores residían en una misma

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cosa. El Istmo no podría asegu-rar su independencia sino ads-cribiéndose a una de las naeIo.nes mås fuertes entre las quehabían emergido del sistema co-lonial hispånico. Entre Méxiccy Colombia la razón de proximi-dad inclinó a los hombres de1821 por la última. Desde luegoesperaban de aquella unión to-das las bondades posibles,

TESTIMONIOIRRECUSABLE

LA ESPERANZA fue ilusio-naria, Las ocho décadas de es-tancia dentro del régimen colom-biano fueron para el Istmo unaserie de desastres. ¿ He de reedi-tar la requisitoria incandescen-te contra la administración co-lombiana que es ya un lugar co-mún de nuestra literatura his-tórica? No es preeIso. Sin em-bargo no es inoportuno reprodu-cir aquí el resumen que el doc-tor Santander A. Galofre hizode aquel período en un artículobastante conocido: "Cuando elIstmo en 1821 selló su indepen-deneIa y se incorporó espontá-neamente a Colombia, abrigabasin duda la convicción de quenosotros no anularíamos sus de-rechos y su libertad como pue-blo, y que respetaríamos siem-pre la integridad d2 su gobier-no propio, Si faltamos o no a laconfianza que los istmeños de positaron en el país, que lo diganuestra historia en los último~veinte años y la obra de iniqui-dad y despojo realizada en Pa-namá en el mismo lapso. De due-ños y señores del territorio (lo~panameños) los convertimos enparias del suelo nativo. Bruscae inesperadamente les arrebata-mos sus derechos y suprimimos

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todas sus libertades. Los despo-jamos de la facultad más precio-sa de un pueblo libre: la de ele.gir sus mandatarios, sus legisla-dores, sus jueces. Restringimospara ellos el sufragio: falsifica-mos el cómputo de los votos, ehicimos prevalecer sobre la vo.luntad popular la de una solda-desca mercenaria y la de un trende empleados aj enos por comple-to a los intereses del Departa-mento. Les quitamos el derechode legislar, y como compensa-ción, les pusimos bajo el yugode hierro de leyes de excepcio-nes. Estado, provincias y muni-cipios perdieron por completo laautonomía que antes disfruta-ban. Se limitaron las rentas y lafacultad de invertirlas. En lasciudades verdaderamente cosmo-politas del Istmo no fundamosescuelas nacionales donde apren-dieran los niños nuestra reli-gión, nuestro idioma, nuestrahistoria, y a amar a la patria. Ala faz del mundo castigamos conla prisión, el destierro, la multay el látigo, a sus escritores porla expresión inocente del pensa-miento. Desde diciembre de 1884hasta octubre de 1903, presiden-tes, gobernadores, oficiales ysoldados, jefes e inspectores yayudantes de policía, la policíamisma, capitanes y médicos depuertos, magistrados, jueces decat2gorías diversas, fiscales, to-do bajaba de las altiplaniciesandinas o de otras regiones dela República para imponer en elIstmo la voluntad, la ley o el ca-

pricho del más fuerte, para tra-ficar con la justicia o especularcon el tesoro, y aquel tren deempleados, semejantes a un pul-po de múltiples tentáculos, chu-paba el sudor y la sangre de unpueblo oprimido y devoraba lo

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que en definitiva sólo los pana-meños tenían derecho a devorar.Hicimos del Istmo una verdade-ra Intendencia miltar. Y cuan-do aquel pueblo de trescientoi:cincuenta mil almas tenía hom-bres de reputación continentalcomo Justo Arosemena, notabi-lidades del primer orden y depopularidad casi irresistible co-mo Pablo Arosemena y Gil Co-lunje, talentos e ilustraciones co-

mo Ardila, insignes diplomáti.cos como Hurtado y celebrida-des científicas de notoriedad eu.ropea, como Sosa, los dejamos aun lado, los relegamos al olvido,en lugar de llevarlos al solio delIstmo para calmar la sed infini-ta de equidad y justicia y satis-facer las aspiraciones legítimasde todos los panameños. Seme-jante proceder hirió el orgullo,la dignidad y el patriotismo detodos los hombres esclarecidosdel Istmo y fomentó y provocóel odio y la cólera de la masa po-pular. El resultado de todos es-tos errores lo estamos hoy pal-pando. Los últimos 20 años sonpara los panameños demasiadosamargos y crueles, y ellos noquerrán en lo sucesivo ser co-lombianos si han de continuarviviendo bajo el régimen que noles permite ser ciudadanos en supropio territorio", Esta viva vexaltada descripción viene de UDcolombiano y debe aceptarse co-mo un testimonio imparciaL.

LA REVOLUCIONINCONCLUSA

PERO QUEDARIA incomple.to el examen de este retazo dehistoria si no ensayásemos unaexplicación del mismo. La histo-ria viva no puede ser Sólo rela-

to. Ha de importar también lacrítica. Una causa aparente ope-raba la mala administración delIstmo por los gobernantes delaltiplano: la distancia que los

separaba y las difíciles, tardíaEe irregulares comunicaciones qU2entre ellos se tendía, Estimo in-necesario detenerme en prolijaiiconsideraciones sobre los efec.tos de este hecho. Suficiente esdecir que dentro del sistemacentralista siempre vigente enColombia no era posible que elIstmo fuese gobernado acerta-damente ni que los hombres di-rigentes de la capital pudiesenenterarse de sus necesidades yproveer a su satisfacción, Otracausa hay más profunda que de-bo recoger aquí. Una observa-ción atenta nos entera de que los

males que saturaban de laceran-te dramatismo la vida istmeñamatizaban también el paisaje deotras regiones colombianas y dela mayoría de las naciones quesurgieron al segmentarse el co-loniaje hispánico en América. Yuna crítica histórica sagaz nossitúa sobre la ruta que los llevaa la clave de este malestar ,qe-neral.

La lucha de las regiones con-tra el centro es, en efecto, un fe-nómeno general de la historiahispanoamericana en el siglodécimo nono. La tragedia de esemosaico de naciones llega al oídocon una misma tesitura incon-fundible. desasosegada, violenta,Es la contienda de Buenos Airescontra las provincias, de Limacontra la sierra, de Caracas con-tra los llanos y las comarcas an-dinas, de Guayaquil contra Qui-to, de Bogotá contra varios esta-dos entre ellos Panamá, ¿ Cuálera el recóndito origen de tal in-

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quietud e inseguridad? No pue-do más que exponerlo sumaria-mente, La revolución de la inde.pendencia no llegó en la Améri-ca hispana hasta su fin lógico.Quedó truncada y la interrup-ción se tradujo en la falta de or-ganicidad, en la ausencia de unritmo uniforme, en el tempo en-trecortado eon que transcurre lavida política hispanoamericamien todo el siglo pasado y en par-te del actual. La revolución deindependencia la hicieron hom.bres permeados por el pensa-miento liberal que animaba lasrevoluciones norteamericana yfrancesa, La promovieron y en-cabezaban ciertos núcleos decriollos más o menos ilustradosmás o menos ignorantes a quie~nes seguían masas de mestizos,mulatos, negros e indios sobrelos cuales se abatía el peso delcoloniaje. Pero los que jugaronel rol de jefes, al que llegaronunos por su ilustración y otrosa través de sus hazañas guerre-ras, no apuraron las eonsecuen.~ias . de la ideología que parecíainspirarlos. Habría sido necesa-rio que el régimen feudal espa-ñol se hubiera liquidado en elpunto donde residía en su esen.cia y de donde emanaba su fuer-za: en la organización de la propiedad territoriaL. Y aquí todcpermaneció intocado. A los se-ñores feudales llegados de la pe-nínsula, a los encomenderos, ;"1los capitanes delentadores d:enormes latifundios sucedieron~n el usufructo y la posesión deestos, los caudilos encumbrado':por las guerras. Una clase dfpropietarios fue sustituída porotra. Y cuando quiera que la:'masas que formaban el substrac-to social intentaban reivindicarsu derecho a la tierra eran so.

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metidas en nombre de la Repú-blica que para ellas no podía sersino una realidad tan dura e in-humana como la colonia.

N o habiéndose transformadocl régimen de la propiedad terri-torial, base de toda la estructu-ra social, no podía cambiar lavida política. El colonialismo si-guió subsistiendo en las institu-ciones políticas, en la conviven-eIa cotidiana, en las costumbres,en el pensamiento y en la litera-tura. Los caudilos y sus descen-dientes cumplian papel igual alde los nobles y capitanes espa-ñoles. La imitación del sistemafederal saxoamericano les per-mitió acrecentar el poder queretenían en las comarcas. Deaquí su lucha contra las tenden-cias hegemónicas del centro. Enesas contiendas interminableslibradas bajo la divisa de prin~cipios partidistas aparentcmenute contradictorios, la plebe de-

pauperada actuaba como una;:imple masa coral que atada alcarro de los caudilos se reducíaa satisfacer los intereses de ésto E!

y repetir sus declamacio n e s,Esta es, quizás, la causa másprofunda que le ha encontradoa. las convulsiones hispanoame-rIcanas del siglo pasado y el pre-sente una crítica rigurosa labo.riosa y desprevenida. Un~ cau-sa que sedimentaba también enel fondo de la escena colombia-na, que se traducía en la mise-rable situación del Istmo y coo-peraba a mantener en ebullciónel sentimiento nacionalista ist.meño.

Varias veces irrumpió sobrela superficie la fuerza de esesentimiento: en 1830, 1831, 1840y. 1a61. Pero los intentos sece-sionistas no podían plasmar en

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una obra segura. El poder mate-rial del centro los cancelaba,Lograban articularse trabajosa-mente cada vez que una conmo-ción interna en Colombia reven~taba o relajaba los resortes con

que ésta manejaba la vida polí-tiea del Istmo. Pero en cuantoal centro adquiría una normali-

dad relativa hacia allá gravita-ba nuevamente Panamá, Sólouna fuerza mayor que la de Co-lombia, que pudiese por lo tanto,;upeditarla, conseguiría que elIstmo clausurase definitivamen-te su unión con la altiplaniciebogotana. Y esa fuerza habíavenido descendiendo desde elnorte en todo el decurso del siR'lo. Habíase residenciado en Panamá desde la primera mita('del siglo pasado y allí permane-ció creciendo hasta que, lIegad~;a un punto decisivo de su desa.rrollo, convergió con otras eorrientes históricas que arrastra-ron al Istmo fuera del orbe co-lombiano. Era el desenlace quenos marcaba nuestra fatalidadgeográfica.

PREOCUP ACIONINDECLINABLE

ANTES DE copiar, en red u-cidísima escala, la trayectoriade esa gran fuerza histórica quefue el factor inmediato y deci-sivo de la secesión de Panamá,l'onviene reseñar la actuaciónque el gobierno colombiano tuvoen el problema del canal inter-oceánIeo. Contrasta rudamentela atención que centraba en est::extremo con la negligencia conque miraba los demás asuntoedel Departamento. Un buen re-sumen de esta gestión se hallaen el Informe de Comisión Par-lamentaria que estudió el Tra-

tado de 6 de abril de 1914 ~ntreColombia y Estados Unidos, re-cogido por el presidente de esacomisión, doctor Antonio JoséUribe, en su libro "Colombia ylos Estados Unidos de Améri-ca", Dice: "Durante casi toda laúltima centuria hubo una dila-tada y persistente labor de nues-tros legisladores y diplomáticasa fin de lograr que la grandevía acuática se abriese, en con-diciones de igualdad, para todaslas naciones del globo, al travésdel Istmo colombiano, (~n virtuJde privilegios otorgados ora aindividuos particulares, ora acompañíaR de distintas naciona-lidades, ora a gobiernos extran-jeros. En efecto, ya desde 1835el Congreso Granadino expedíael decreto de 27 de mayo, porel cual se concedió privilegio aCarlos Barón de Thierry para laapertura de un canal fluvial queuniera los dos océanos por el IRt-mo de Panamá; el 29 de mayode 1838 sancionó otro decreto le-gislativo para conceder privile-gio a varios ciudadanos grana-dinos y franceseR; en decreto de19 de julio de 1842 excitó al Po~

del' Ejecutivo para que convo-case a los individuos que quisi2-'len hacer propueRtaR para optarun nuevo privilegio; el 18 de ju-lio de 1851 se concedió éste porel Congreso a los señoreR Ma-nuel Cárdenas y Florentino Gon-zález, con el objeto de abrir un('anal que pusiese en comunica-ción los mares Atlántico y Pací-fico, por el Atrato, y en decretode la misma fecha se hizo igualconcesión a los señores Ricardode la Parra y Benjamín Beaglepara comunicar los dos océanos,uniendo las aguas de los ríos A-trato y San Juan entre los para.lelos 5 y 6. La ley de 1 n de julio

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de 1852 concedió privilegio a lo~señores Patri e i O Wils, JuanHenderson y otros, para abrirel canal por el Istmo del Dariénentre el golfo de San Miguel yla ensenada de Caledonia. En la¡,instrucciones dadas en 1833 poiel Secretario de Relaciones Ex-teriores, doctor Mariano Ospina,al Encargado de Negocios de laRepública en Inglaterra, donManuel María Mosquera, le or-denaba que promoviese las geR-tiones conducentes a que los go-biernos de la Gran Bretaña,Francia y los Estados Unidm;,Holanda y España, tomasen asu cargo la apertura del Canalde Panamá; el decreto legisla-tivo de 18 de abril de 1855 hizouna concesión a los señores JoséGoording y Ricardo Vanegas pa-ra que abriesen el canal entrelos paralelos 4 y 8, uniendo las

aguas del Atrato y RUS afluen-tes con las caen al Pacífico; el25 de enero de 1865 se celcbróun contrato para el mismo obje-to con el apoderado del señorHenry Duestbury, contrato qui:improbó la ley 60 de 27 de .i unic'de 1866, que encierra las base!'que debían servir al poder eje-cutivo para celebrar un contra-to sobre apertura del canal yque ordenó que tales bases sepublicaran en los principalesperiódicos de Europa y Norte-américa, a fin de abrir una lici.tación en el particular; el 14 deenero de 1869 firmaron en Bo-gotá los plenipotenciarios de losEstados Unidos de Colombia,doctores Miguel Samper y To-más Cuenca, con el Ministro Re.sidcnte de los Estados Unidos deAmérica, honorable señor PeterJ. Sullvan, un Tratado entrelos dos Gobiernos para la exca-vación de un Canal que uniese

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al Atlántico con el Pacífico, através del Istmo de Panamá yDarién, El Congreso de aquelaño no aprobó el referido Tra-tado, pero excitó al Poder Eje..cutivo, para que reanudase lasnegociaciones con el gobierno a-mericano, a fin de que, de a-cuerdo con las reformas intro-elucidaR por el miRmo Congreso,He celebrara un tratado defini.tivo sobre la misma materia.Hízose así, en efecto, y el 26 deenero de 1870 se firmó el nuevotratado en Bogotá por los pleni-,potenciarios de Colombia, doc.tores Justo Arosemena y Jaco.,bo Sánchez y el entonces Minis-,tro de los Estados Unidos deAmérica, honorable señor Ste-phen A. Hurbult. Discutido esteConvenio en la inmediata reu-nión de las Cámaras Legislati-vas, se aprobó con algunas re-formas y llegó así a ser la leycolombiana número 97 de juliode 1870. A pesar de las gestio-nes de nues t r a Legación enWashington, el Senado america-no no llegó a tomar en conside-ración aquel Tratado, por loèualel Congreso de Colombia expi-dió la ley 33 de 1876, a fin deautorizar al Poder Ejecutivopara negociar la apertura delcanal sobre las bases que la mis-

ma ley contiene y que fueron a-doptados en el contrato de 26 demayo del mismo año, celebradopor el Secretario de RelacionesExteriores de la República, doc-

tor Manuel Ancízar, yel apo-derado en Bogotá del GeneralEtienne Turr; el tal contrato nose llevó a efecto, pero dio lugaral que se celebró en Bogotá porel General Eustorgio Salgar, Se-cretario de Relaciones Exterio-res de Colombia, y el señor Lu-cien N. B. Wise, apoderado de

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la Compañía Francesa del Capnal Interoceánico, contrato quese aprobó por la ley 28 de 1878,y fue prorrogado por la 107 de1890, por la 21 de 1892, por elcontrato de 4 de abril de 1893 ypor el Decreto Legislativo de 23de octubre de 1900".

EXP ANSIONIRRESISTIBLE

"LA POLITICA norteameri.cana en el Mar Caribe ~ diceel internacionalista español Ca-milo Barcia Trelles en "El im-perialismo del petróleo y la pazmundial" ~ ha girado en tornoa un problema detreminante: lacuestión de Panamá, problemaque en hora temprana preocupaa los Estados Unidos", Para en-tender los motivos y los objeti.vos de esa política, que con im-perturbable continuidad germi.na en 1826 y logra su fruto en1903, es necesario recoger lospasos acelerados de la expansiónterritorial estadinense. Se ve en-

tonces cómo el dominio saxoa-mericano va avanzando primerohacia el Oeste hasta llegar alPacífico y luego hacia el Surhasta convertir el Mar Caribeen un mar interior controladopor Washington. En "El desti-no de un continente" define Ma,nuel Ugarte a los Estados Uni-dos como el país de las fronte-ras movibles. La definición alu-de a la expansión territorial a-presurada que le permitió a laprimitiva Confederación multi-plicar varias veces su cabida enmenos de un siglo. Las 13 colo-nias norteamericanas q u e en1776 insurgieron contra la do-minación inglesa y siete añosdespués iograban el reconoci-miento de Londres, eran una

breve cinta de tierra situada en.tre los Alleghanies y el Atlán-tico. La encajonaban por el O-este la Louisiana, posesión fran-cesa, y por el Sur la Florida,perteneciente a España, Pero la~fuerzas económIeas que gesta-ban en el seno de aquellos treceestados iban a crecer y a impul-

sarlos hacia el Oeste. Los ele-mentos de la sociedad capitalis-ta habían conseguido ya romper.en Europa y América, el mareode la economía feudaL. La má-quina, la técnica y el tallernúcleo de la usina, invencÌóiieuropea - iban a operar en eìsuelo americano una revoluciórirresistible. Transportados dEun continente no exhausto, perosí muy trabajado, a una tierrarica en potencialidades, trans-

formaron en breve tiempo la ba~se material de la vida norteame-ricana. El capital excedente ca-da vez mayor y polarizado ensectores siempre minoritariosempujó a los hombres de las 13colonias hacia los territorios in-explotados del Oeste. El aflujode capital humano, los milone::de emigrantes europeos, aceleróel ritmo de este movimiento. Unpueblo nuevo fue surgiendo enaquellas tierras que las 13 colo-

nias adquirieron al comenzar elsiglo xix, José Martí describeaquel fenómeno en páginas vi-vaces. Así fue como obtuvieronde Francia la cesión de la Loui-siana en 1803 y de España laventa de la Florida en 1808, Ya

mucho antes Hamilton profeti-zaba la integración de un impe-

rio americano que cobijase a losEstados Unidos y las AméricasCentral y del Sur "en un gransistema americano, superior aldominio de toda fuerza de in-

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fluencia trasatlántica y capaz didictar los términos de un con-trato entre el viejo y el nuevomundo". Poco después de esasprimeras adquisiciones postula-ba el presidente Monroe la doc-trina que ha sido insuperableinstrumento diplomático de laexpansión saxoameri can a. Yunos años mås tarde Henry Clayadvierte a los delegados esta di-nenses al congreso de 1826 enPanamå la importancia de con-siderar el proyecto del canal através del Istmo. El pensamien-to de Clay era sin duda previsoi'aunque incorrecto. No podía irms-s allá porque los Estados Uni.,dos no habían logrado su unidadpolítica. Ahondåbase la diver"gencia entre los estados del Atlántico, sujetos al modo de pro..ducción capitalista que reclamael trabajo "libre" o asalariado,y los del Sur, encerrados en unaproducción esclavista. Las inci-dencias de esta pugna precipita-rían a ambos grupos sobre lastierras adyacentes. Texas, un eS-

tado mexicano colonizado porsaxoamericanos, se alzó en 1830contra el gobierno de la mesetay proclamó su independencia.Francia e Inglaterra le recono~

cieron inmediatamente_ Pero unpartido anexionista surgió enTexas y en los 13 estados y laprovincia insurrecta fue anexa-da en 1847 por el presidente Ty-ler. La anexión provocó la ini-cua guerra méxico-estadinenseque desenlazó en el despojo dela Alta Colifor n i a y NuevoMéxico,

Los Estados Unidos habíanllegado al Pacífico, A poco sur-gió oro en California. En segui-da apareció ante ellos la necesi-dad de encontrar o construir

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una vía interoceánica que acor-tara la comunicación entre SUEcostas. Pero el momento de rea-lizar ese designio estaba lejano.

Sobre el Mar Caribe caía la som-bra del poderio naval britånico,Inglaterra detentaba posicionesestratégicas desde las cuales do-

minaba el golfo de México y laAmérica Central. La construc-ciÓn de un canal por los EstadosUnidos significaba el aminora-miento de ese poder, resultadoque Inglaterra no toleraría im-pasible. Los Estados Unidos nopodían aún situarse en arreosde combate ante Inglaterra. LaUnión debía todavia a Europafuertes sumas que había obteni-do para aplicarlas a su desarro-llo industriaL. Le era necesariopactar con su rival y procurar-se ventajas diplomáticas. Lo úl-timo es el objeto del tratado quesuscribe con la Nueva Granadaen 1846 en el cual se acuerdanconcesiones recíprocas. NuevaGranada promete a Estados U-nidos (lue no serian excluidos dela futura vía y le reconoce el de-

recho de libre tránsito a travésdel Istmo. Los Estados Unidosse obliga a mantener la sobera-

nía de Colombia sobre este te-rritorio. El tratado Clayton-Bul-wer entre la Unión e Inglaterratestifica la debildad de la pri-mera en esos momentos. Ambospaíses se comprometen a no ase-gurarse un control exclusivo so-bre el Canal por construirse encualquiera de los istmos centro-americanos: Tehuantepec, Nica-rågua o Panamá. El tratado eraun mentís a la doctrina Monroey un desconocimiento de la so-berania de tres naciones hispa-n oamerieanas.

Los Estados Unidos se limita-ron a dejar que el tiempo trans-

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curriera sin hacer nuevas ges-tiones en torno al canaL. Los he-

chos cambiaron bien pronto a sufavor. Liquidado el problema es-clavista con el vencimiento delos Estados del Sur, la Unión selanzó por la vía ancha del in-dustrialismo. El año de 1870 se-ñala el inicio del maquinismovertiginoso, La industria yan-qui empezó a producir en canti-dades excedentes del consumo yla nación antes deudora se pre-paró a exportar capitales, Unsuceso renovó las actividades dElos Estados Unidos alrededor delcanaL. Colombia había contrata-do en 1878 la construcción delCanal por Panamá con LucienN. B. Wise, representante de laCompañía Francesa del CanalInteroceánico. El presidente Ha-yes envía al Congreso un men-saj e en que repite la fórmula deGrant: un canal americano, so-bre suelo americano, pertene-ciente al pueblo americano. Ha-yes concreta así el postuladoque va a normar fatalmente lÐ,política estadinense respecto alcanal: "La política de nuestropaís debe tender a la construc-ción de un canal colocado bajoel dominio norteamerieano, Lo;,Estados Unidos no pueden per-mitir que el dominio futuro delcanal caiga en manos de una po-tencia europea o de una asocia-ción de potencias europeas; uncanal interoceánico a través delistmo americano modificará e-sencialmente las relaciones geo-gráficas entre las costas atlán-tica y pacífica de los EstadosUnidos y el resto del mundo;tal vía interoceánica constituirávirtuosamente parte de la fron-tera marítima de los EstadosUnidos. Nuestro interés comer-cial en el canal sobrepasa al de

los demás países; las relacionesentre el canal y nuestra prospe-ridad como nación, nuestra po-tencia, nuestros medios de de-

fensa, nuestra paz, nuestra se-guridad, son problemas de inte.rés supremo para los Estado~Unidos". Pauta acerada que na-da romperá y que conducirá alos Estados Unidos hasta no.viembre de 1903.

DECISIONHISTORICA

VEINTE A1\OS después lo::Estados Unidos alcan z a n la~vertientes de la meta ansiada,La guerra hispano-yanqui de1898, elausurada con el Tratadode París en 1900, deja un saldofavorable a los Estados Unidos:la posesión de Puerto Rico y Fi-lipinas, La guerra y sus resulta-dos plantearon urgentemente lanecesidad del canaL. Los hechosfacilitaron la satisfac c i ó n de

esta urgencia. Inglaterra pola-rizaba sus preocupaciones hacialos problemas que convulsiona-ban sus posesiones en otros con-tinentes. Después de varias difi-cultades Estados Unidos consi-g'ue la sustitución del TratadoClayton - Bulwer por el Hay-Pauncefote de 1901, medianteel cual Inglaterra le deja en li-bertad de construir el canal ba-jo ciertas garantías teóricas in-eficaces. El Senado estadinensepromulga en 1902 la ley Spoonerque autoriza al ejecutivo parapactar la cODi,trucción del canalDespués de algunas vacilacionesel gobierno de Washington esco-ge la vía de Panamá. Consiguede la Compañía Nueva del Ca-nal de Panamá la cesión de lae,obras efectuadas, del materialde construcción y de los dere-

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chos contenidos en el contratocuya última prórroga caducabaen 1904, Negocia laboriosamen-te con Colombia un tratado quefirman el 22 de enero de 1903el plenipotenciario colombianoTomás Herrán y el secretariode estado Hay. El Senado esta-dinense aprueba el instrumentGel 17 de marzo. Pero en Colom-bia el tratado SUiicita una emo-

cionante agitación, Se consideraque limita los derechos sobera-

nos de Colombia en el Istmo yque equivale a la entrega delDepartamento, El debate en elcongreso es apasionado. Unaspocas voces piden aprobaciónpreviendo que la negativa reso-nará peligrosamente en Pana-má. Pero los opositores no seconvencen, De otro lado el en-cargado de negoeIos estadinen-se, Mr. Beaupré, dirige a la can-cilería colombiana notas sucesi-vas que enardecen más la dh;cu-sión. La última, del 5 de agosto

de 1903, es terminante: "Si Co-

lombia desea de veras mantenerlas amistosas relaciones que alpresente existen entre los dospaíses y al propio tiempo asegu-rarse la extraordinaria ventajaque habrá de producirle la cons-trucción del canal por su terri-torio, en caso de ser respaldadapor una alianza tan ítima a lo~,intereses nacionales como la que

habría de sobrevenir con los Es-tados Unidos, el tratado pen-diente deberá ratificarse exacta-mente en el formal actual, sinmodificación alguna. Digo estoporque estoy convencido de quemi Gobierno no aceptará modi-ficaciones en ningún caso", Fuela extremaunción del tratado. ElSenado colombiano lo rechazc

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unánimemente en la sesion del12 de agosto de 1~)03. Pero losEstados Unidos dirigidos porRomwvelt, no consideraban can-celado el negocio.

i. QUERIA EL PUEBLOLA SEPARACION?

i. ES VERDAD que el pueblopanameño deseaba unánimemen-te la aprobación del tratado?¿ Es cierto que ese estado deánimo 10 disponía a los recursosextremos en caso de rechazo?La generalidad de los que re-cuerdan este instante de la vidaistmeña contestan tales interro-gantes afirmativamente, No obs-tante, algunos panameños nota-bles de aquella época lo nega-

ban. Entre ellos los doctores Be-Iisario Porras y Carlo:; A. Men-doza y el señor Benjamín Quin-tero A. Una ligera meditaciónpuede inclinamos por la prime-ra tesis. La guerra civil de lostres años había arrastrado alIstmo a una situación agoniosa,En la construcción del Canal sevislumbraba como una lluviaáurea que Iimpiana todas lasmiserias. Un pueblo con hambreno discrimina entre los caminos

que lo pueden llevar a calmarla.Se lanza por el más cercanoaunque sea escarpado y doloro-so. Es de suponer que el pana-meño prefiriera la separación ala pérdida de sus ilusiones. Y seseparó, Sería inútil relatar loshechos que se produjeron en su-cesión atropellada desde octu-bre a noviembre de 1903. Aco-gido el plan separatista por al-gunos panameños de cierta no-

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toriedad, (1) consiguieron la ad-hesión de varios estadinenses yluego, por mediación de Buneau-Varila, el apoyo de los EstadosUnidos. Los acontecimientos a.vanzaron a marchas forzadas.El 3 de Noviembre se declaróen la ciudad de Panamá la inde-pendencia. El 6, el gobierno deWashington iniciaba relacionesoficiales con los jefes del movi-miento, El 13 recibía a Buneau-Varila como enviado extraordi-nario y ministro plenipotencia-rio de Panamá y el 18 se firma-ba entre éste y el secretarioHay el tratado que recibió susnombres. El gobierno colombia-no ofreció ratificar el tratadoHerrán-Hay por medio de undecreto y someterlo a un con-greso especialmente "elegido" siEstados Unidos le garantizabasu soberanía sobre el Istmo. Elsecretario Hay respondió a Bau-pré, trasmisor de aquella pro.puesta: "Habiendo disuelto elpueblo de Panamá, por un movi-miento al parecer unánime, suunión política con la Repúblicade Colombia y recobrando su in-dependeneia y habiendo adopta-do I1n gobierno propio de carác-ter republicano, con el cual elgobierno de Estados Unidos deAmérica ha entrado en relacio-nes, el Presidente de los Esta-dos Unidos, de acuerdo con loslazos de amistad que durantetanto tiempo y tan felizmentehan existido entre sus respecti-vas naciones, recomienda contodo interés a los Gobiernos de

Colombia y Panamá que lleguena un pacífico y equitativo arre-glo de todas las cuestiones pen-dientes ante ambos". Era lasanción inapelable. Siete añosdespués se refería Roosevelt asu actuación en el asunto: "Es-toy interesado en el canal dePanamá, porque yo lo inicié. Sihubiera yo seguido los métodosconservadores tradicionales, hu-biera sometido al Congreso unsolemne documento oficial, pro-bablemente de 200 páginas, y eldebate no habría terminado to-davía. Pero adquirí la Zona delCanal, y dejé al Congreso dis-cutir, y mientras el debate sigUesu curso el canal también lo si-gue" .

MIEDOHISTORICO

LOS HOMBRES que hemosnacido después de 1903 apunta-mos ciertos hechos incomprensi-bles en los sucesos de noviem-bre, ¿ Por qué, verbigracia, SEencomendó la defensa y guardade los neR'ocios del Istmo a Buneau~Variiia? ¿ No se advertíi;que este personaje tragicómicGhabría de jugar un rol traicio.nero al país representado? Bu-neau-Varila cooperaba en elmovimiento sólo por interés devender los derechos y las perte-nencias de la Compañía France-sa del Canal cuya mayor partehabía adquirido a precio ínfimo.Su bolsa pesaba en su concien-cia mil veces más que el futuro

(1) No se debe entender en sentido literal esta flasé meramente condicionaL.La partida de nacimiento de la secesión tiene datos que hasta ahora nohan sido descifrados a cabalidad. El movimiento separatista no es cier-tamente, un hijo expósito. Constituye un caso de doble paternidad que Beatribuyen, de una parte, Roosevelt y, de otra, los "próceres",

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de cuatrocientos mil hombres.Lo demostró cumplidamente alfirmar de prisa un tratado en elque todo lo ofreció de propio im-

pulso sin reclamar nada. En unlibro que escribiÓ años despué"lo declara sin rubor. ¿ Cómo, di-go, comprender la imprevisiónde su nombramiento? Por la"::ircunstancias que obraban so-bre 108 hombres que dirigieronel país en aquellos días. De larelación del señor José AgustínArango se deriva la certeza deque una densa atmósfera de te-mor oprimía a los conjuradoR enla tarde del 3 de Noviembre. Elacceso de tropas colombianas alT stmo provocÓ en la mayoría deelloR un derrumbe espirituaL.Sólo a una falta de acuerdo en-tre dos instrucciones se debió lamarcha del pueblo aquella tar-de. ER fácil reconstruir in men-te esos instantes. En trances ta-les en que los hombres se venempujados por fuerzas que elloRinvocaron, pero que no puedendeterminar ni señorear, )OR pa-raliza siempre una especie demiedo histórico. Obra sobre ellosun poder que no saben localizarni señalar. pero que es Riempr~dominante. imperioso, invenci-ble como el Ananké de los grie-gos. Todo ese confuso y patéticctemor dominaba a aquellos hom-bres que entregaron a Buneau"Varilla el destino de un pueblo.Sentían la proximidad del de-rrumbe y quisieron evitarlo. LOfdesesperaba también, sin duda,el reclamo insistente del merea-der que solicitaba la represen-taciÓn, Pero este linaj e de razo-namientos puede conducIrnos alejanos parajes, La crítica histórIca no conRiente conjetura,'.sino analiza y explica hechos. Yen eRte caRO concluye que el ~

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de Noviembre de 1903 es el pa-raj e hacia donde se dirigía des-de cincuenta añoR antes la co-rriente absorcionista de EstadosUnidos que nuestros pueblos de-pauperados, sin capital, sin in-dustrias, eran incapaces de re-presar,

¿HEMOSPROGRESADO?

ESTA REVISTA histórica,por cuya extensión inusitada osdemando excusas, tiene que de-clinar en un balance ineludible.l, Los veintisiete años de inde-pendencia han traído un apor-te valioso para el progreso na-eIonal '! La escabrORa preguntase ha formulado en muchas oca-siones como esta, Desgraciada-mente la respuesta casi siem-pre estuvo condicionada por laspreocupa c ion e s sectarias dequienes plantearon aquella, Yocreo no tener reato para con-testar con la objetividad de unobservador que explora el pre-dio histórÌeo acIcatado por elafán científico de localizar laoculta veta de la verdad. Hayque declarar que la cuestiónse abRuelve favorablemente poruno de sus aspectos. En cuantoalude al orden material nuestroprogreso es evidente. Evidente,pero no absoluto, ni rítmico, niproporeionado. Han progresadomaterialmente y en progresióncasi geométrica las dos ciuda-des engastadas sobre los flancosdel CanaL. Pero en las eomarcasinteriores las iniquidades de me-joramiento apenas han rasgu-ñado la periferia de la vida.Sólo ahora se observa en ciertoscentros cuasi-urbanos una tem-blorosa reviviscencia. Sin em.bargo yo me he acercado al fon-

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do de esa existencia, he intro-ducido una mirada zahorí en lossitios donde habita la masa dela población campesina, y adver.tido aún las caracteristicas dela vida sedentaria, impasible,patriarcal, que está muchas dé-cadas atrás de nuestro tiempo,Todavía resta mucho que hacera todo lo largo y lo ancho denuestra cam p i ñ a y nuestrosmontes para llevar la vida lim-pia, exuberante, preñada de amobiciones, a eada uno de esos pue-blos y a cada bohío donde vivenhombres de cuyo espíritu se haausentado el deseo y hasta la ap.titud de la irritabildad que apa-rece cn los más bajos grados dela escala biológica.

UN JUICIOSEVERO

¿ Y EN el o r den político 'jQuiero lImitarme a reproduciraquÍ párrafos de un ensayo deldoctor Eusebio A. Morales qut-catorce años después de escritotodavía es exacto: "Quienquie-ra que medite algo sobre la na-turaleza y el alcance de nuestro~males políicos y sociales tienrque llegar a la conclusión de quenuestro mal más hondo es la ca-si total ausencia del sentimientode la nacionalidad en la masadel pueblo panameño, El senti-miento no nace y se desarrollasino al calor de dolores y de in-fortunios comunes de luchas lar-gas y sangrientas, del sacrificiode preciosas vidas y del marti-

rio de algunos seres predestina-dos que vienen a ser finalmen-te los creadores de la naciona-lidad, porque ellos han encarna-do, condensado y revelado ensus obras, en sus vidas y aúnen su martirio los pensamientos

incoherentes y las aspiracionesintituitivas de todo un pueblo.Pero Panamá, país nacido a lavida independiente sin luchas ysin sangre, sin actos de heroís-mo y sin el sacrificio de ningúnmártir, se encontró súbitamen-te disponiendo de un bien queno había conquistado con su es-fuerzo, y es natural que todavíahoy, treee años después de la in-dependencia, este bien inestima-ble no sea apreciado en todo suvalor. Aún entre los mismos pro-motores del movimiento de se-paración había hombres que nocreian en la permanencia de loque estaban fundando y paraquienes lo esencial era resolverun problema económico inme-diato y personal, más bien quereconocer el espíritu y consa-grar la existencia de una nacio-

nalidad. Hombres de elevada po.sición política en el país me handicho en alguna ocasión: "aquítendremos dos o tres Presiden-tes, después. . , no tendremosmás". Otros me han manífesta-do su convicción profunda deque ésto, es decir, la República,no puede durar mucho. A hom-bres de representación en el paísy en sus partidos políticos leshe oído exclamado n e s comoésta: "Antes de permitir quefulano llegue a ser Presidentede Panamá, preferimos que seacabe el país", Y por último entodos 105 círculos políticos y po.

pulares prevalece la creeneia de

que ningún ciudadano puede ele.varse a la Presideneia aunqUt:para ello cuente con los votos delpueblo panameño, si antes notiene la simpatía o la venia delos Estados Unidos. . , Yo me hepreguntado a mí mismo muchasveces: ¿ es éste realmente unpaís, un pueblo, una nacionali-

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dad? ¿ Existe aquí un verdaderoespíritu nacional digno de seradmirado por 10R historiadoreR,cantado por los poetas y trans-formado en leyenda inspiradoraen el hogar y en la escuela?¿ Poseemos como colectividad ladecisión enérgica, capaz del he-roísmo y la resolución Rupremacapaz del martirio? Y en el re-cogimiento de mi propia con-ciencia he contestado que sí",

CAlDAY SOLUCION

¿ COMO EXPLICAR este apa-gamiento en la tónica de un pue-blo que durante ochenta añostuvo prendido el Rentimiento dela nacionalidad? El doctor Mo-rales insinúa la causa: "la facil-dad con que el Istmo obtuvo,primero, su independencia deEspaña en 1821, y después suseparación de Colombia en 1903,la hemos pagado con la compen~sación dolorosa de poseer un or-ganismo nacional anémico, sinespíritu, sin fuerza y sin fe",Yo, que tengo la convicción delas explicacio n e s económicas,quiero apurar un poco más estaobservación. Al oro que llegó en1903 de los Estados Unidos enpago de la cesión de la Zona ca-be referir el origen de tal de.caimiento. Se ha apuntado qucel oro de América fue uno de lo~,

DIOGENES DE LA ROSA

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factores del estancamiento socialy político y luego de la decaden-cia de España. Pareja conclu-sión puede deducirse respecto aPanamá, El dinero, instrumentode cambio, no siempre es signode riqueza, Lo es cuando resul-ta de la actividad productoraque ha incrementado 10R ingre-dientes materiales de la vida yestimulado su circulación. Peroun chorro de oro como el que recogimos en 1903, que no resul.taba de nuestro trabajo, ni eraíndice de nuestra potencia eco-nómica, ni acumulación de nue:;.tra tarea productora tenía qUEtraducirse en una prosperidadficticia y eminentemente aleato-ria, Fue un golpe de fortuna \'la fortuna no suscita energía'sni las vivifica, El remedio está,pues, en este mismo orden. Loque precisa, para prescindir deconsideraciones minuciosas, esuna reorganización de nuestravida económica que resguardenuestros elementos inexplotadosdespierte iniciativas, y levantey coordine esfuerzos. Esta e!i lamás firme y segura política por-que la polítiea, dijo el genialpensador alemán, es "economíaconcentrada", Todas las demáselucubraciones sentimen tal e s,abstractas, "idealísticas ", sonmera pirotecnia verbaL.

OCTUBRE,1930,

3 de Noviembre

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conquista y la colonia, ni anteun siglo lleno de brumas y deinterrogantes como aquel enque vivimos unidos a Colom~bia. Ahora hay que ver a unPanamá cercano a nosotros,con sus glorias y sus vejáme~nes, con sus virtudes y sus pe~cados, con sus pasiones, susproblemas y sus vacíos. En dospalabras, se trata de.l Pana-má cotidiano.

Quizás los momentos quevivimos no sean los más pro-pios para explicar y deducir,En realidad, en esta vida ac-tual en que nos agobian losacontecimientos, en que cundela desorientación moral, polí-tica y económica, y en que portodas partes brotan llorosasCasandras anunciando el finalde la República, las circuns-tancias son más propicias pa~ra ,que se forjen quejas apa-sionadas que reflexiones sere-nas y constructivas.

Indudablemente, hoy másque nunca, el destino se haceincierto entre nosotros, Senti~mos, como diría Huizinga,"un vago miedo del mañana",Atravesamos horas tristes yhasta bochornosas para elbuen nombre de Panamá. Vi~vimos en una encrucij ada enque los valores se derrumbanen medio de una recelosa zo~zobra o de un indiferente es~cepticismo. La igualdad en lasoportunidades se pierde enuna selva enmarañada de res~tricciones y privilegios, crean~

do así, en la ciudadanía, losiiposdel resentido y el incon-dicional; dos opuestas psicólo-gíasque chocan y mutilan launidad nacionaL. Nuestra vida

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constitucional y nuestras ins-tituciones democráticas se tor~nan inestables. Y nuestra so~ciedad se comercializa máscada día hasta e.l extremo deque cuando se invoca la na-cionalidad se piensa en el Ca-nal y cuando hablamos de cul~tUl'a se piensa en los nego~cios.

Pero ante todo, soy optimis~ta. Creo que atravesamos unaetapa de transición. Esta cri.sis será el punto de partida deiina renovación de actividadpatriótica. Por ello me atrevoa diagnosticar que el mal denuestra República es, sencilla~mente, que empieza a cambiarde voz.

N o es de extrañar entoncesque las nuevas generacionesque viven y sienten en carnepropia la angustia presente sepregunten con insistencia:i. Qué pasó el 3 de Noviembi'e?Hasta ahora, a nuestros próce~res de la Independencia n08los mostraban, si se perdonala analogía, como aquel Li~cenciado Vidriera que decía:"No me toqueis, porqu(' soyde vidrio muy tie.rno y quebra~dizo", La mentalidad críticaque caracteriza a la juventudde nuestros días, insiste ('npregiintar para saber la ver-dad, y como aquellos mucha-chosque amenazaban con pi~~dras al inolvidable personajecervantino, estos perturban latranquila gloria de los pro-hombres de 1903. Y es que, enrealidad de verdad, en rela~ción con nuestra Separaciónde Colombia se han formadoalgunas estratificaciones his-tóricas que han dado origen a

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lo que el sesudo periodistaManuel M. Valdés ha llama-do acertadamente "la leyendanegra sobre Panamá".

Las estratificaciones históri-cas a que me refiero son lassiguientes:

Primero: La ausencia de unconocimiento global del aeve-nir histórico del Istmo. Meatrevería a censurar a los pró-ceres que justificaron la Se-paración y a muchos de nues-tros historiadores, de antañoy hogaño, de no haber com~prendido a Panamá en el tiem-po ni en el espacio. De no ha-ber vìsto a nuestra historia co-mo un todo indivisible que nopermite su fraccionamiento,

Segundo: A la populariza-ción en nuestro medio de in-terpretaciones extranjeras. del3 de N oviembre, principal-mente colombianas y norte-americanas.

Tercero: A la participaciónactiva de los Estados Unidodde Norteamérica en nuestraIndependencia.

Cuarto: A la actitud nega-tiva de algunos historiadoreslocales de mirar la caótica si-tuaci6n política de Colombiaen el siglo xix como un fenó-meno que actúa sólo en el Ist-mo y no en todas las Provin-cias.

Quinto: A la falta de since-ridad con que se ha estudiadoy enseñado hasta ahora elcontenido del movimiento se-paratista de 1903. Se han omi-tido voluntariamente hechos ycircunstancias que parecíanvergonzosos, dando origen a.

una ingenua "leyenda dora-da" contra la que se reaccionaexageradamente hoy en día.

Todas estas razones y otras,de las .que no quiero acordar-me, han creado en la juven-tud un complejo de inferion-dad con relación a la Indepen-dencia. No sería exagerado a-firmar que hasta hay paname-ños que se avergüenzan deella.

Aquel gran místico espa-ñol de nuestro tiempo que fueDon Miguel de Unamuno, pro-ponía, en uno de sus más ad-mirables ensayos, emprenderuna santa cruzada para resca-tar el sepulcro de Don Quijo-te "del poder de los bachile-res, curas, barberos, duques ycanónigos que lo tienen ocu-pado". Cruzada semejante ca-bría entre nosotros para res-catar a la historia de la sece-sión de 1903 de manos de ines-crupulosos políticos, de maloshistoriadores, de demagogos yde otras personas que se quie-ren apoderar de ella sin com-prenderla ni quererla. Se im-pone hoy, con más exigenciasque nunca, una revisión totalde todo el estudio de nuestropasado. Con un criterio since-ro y nacional, hemos de ir enbusca de una historia pana-meña para nosotros los pana-meños. Dentro de esa tónicarevisionista podremos m u ybien. observar que nuestra se-paración tiene muy poco devergonzoso y que ella signifi-ca, sobre todo, la cristaliza-ción efectiva de la nacionali-dad. N os daríamos cuenta enesa faena constructiva y crea-dora, útil y aprovechable, que

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no hay mayor absurdo queperder el tiempo en esa acti-tud tan en boga entre los pa-nameños, de estar discutiendosi tal o cual Prócer tiene o nodefectos, pues veríamoil que'por encima de todo, e-stuvo elvalor de hacer las cosail sinpretender una perfección ina-sequible y que es obligaciónnuestra continuar su obra pa-ra enmendarla y superada.

Sería injusto culpar a nues-tra juventud de no haber em-prendido con anterioridad es-ta tarea que se ha calificadode urgente y necesaria. Ad-viértase que somos generacIo-ne,s huérfanas, sin tradición ysin maestros. En efecto, nues-tro Justo Arosemena, aquelgran señor de la panameñidades poco conocido y menos leí-do entre nosotros que cual-quiera de sus contemporáneoilpe,nsadores americanos. Lasgeneraciones anteriores no sehan hecho entender con niti-dez, Viviendo en torres demanil, no nos han trasmitidoun mensaje edificante ni unejemplo a seguir, El EstadoPanameño se ha hecho partí-cipe de culpa por su apegosibarita a la ley del menor es-fuerzo, sin preocuparse porimprimir una orientación na-cional a la educación y a lacultura panameñas. Y nues-tros valores positivos, pues he-mos tenido, aunque aislados,egregios casos de autenticidady de saber, han sucumbido an-te la falta de oportunidades yde aprecio por parte de nues-tros gobernantes.

Es pues labor nuestra rei-vindicar la historia nacional y

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dentro de ella buscar una ex-plicación satisfactoria al 3 deNoviembre de 1903. La histo-ria narrativa nos lo ha dichohasta ahora más o menos enla siguiente forma: D e s d e1821 el Istmo entró a formarparte de la actual Repúblicade Colombia, Cuando el go-bierno norteamericano se vióurgente de una ruta interoceá-nica a través del Istmo, se ce-lebró con Colombia un tratadointernacional, comunmente co-nocido por el tratado Herrán-Hay, que, por considerarlo in-conveniente para los interesescolombianos, fue rechazadopor el Congreso de este país.Ante este paso de incompren-sión, se formó aquí una juntarevolucionaria que 'entró ennegociacioneil con los EstadosUnidos, logrando darnos vidaindependiente a partir del 3de Noviembre de 1903. Paraestos historiadores simplistasla República surge entre noso-troil bruilcamente, gracias ala¡ circuniltancias del momen-to, a los intentos expansionis-tas de una nación extranjeray a la obra de una "élite" re-sentida y codiciosa.

Estos historiadores, bien po-dríamos observar, miran el pa-sado panameño con un criterioanatómico. Hacen una radio-grafía de la historia paname-ña en que los nombres, datos

y fechas sería la materia ósea,y fuera de ello, nada les inte-resa. Pero la historia es algomás. Al pasado histórico hayque verIo con un criterio bio-lógico, puesto que la historiapropiamente tal, no son lossimples hechos sino el fluir deestos, as la vida misma y el

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destino humano. Al querer ex-plicar la secesión en la formaantes dicha sólo se está mos4trando una pequeña fase delproblema. Sólo se está contes.tando a la pregunta de ¿ cómonació la República? Y junton esta interrogante, es nece.sario que veamos otra pregun4ta, más honda y trascendental,qUE; sin alte,rar los hechos, nosdé una visión integral y diná-mica de nuestra Independen-cia. Ella es: ¿ Por qué nacióla República?

A esta inquietante preguntase ha contestado desde muydiversos ángulos, desde la ge-nf2ración de los próceres hastanuestros días, Desde el mismomomento de la Independenciasale el vibrante manifiesto es-crito por Eusebio A. Moralesen el .que se hace una exposi-cicn de la vida del Istmo enrelación con Colombia. Se ana-liza como fuimos gobernados"con el criterio estrecho queen épocas ya remotas aplica-ban a sus colonias las nacio-nes europeas". Más sistemáti-camente se estudian las cau-sas de nuestra Independenciaen el Mensaje de la Junta deGobierno en 1 904 a la Con-vención Nacional Constituyen-te y que se debe a la plumaÒel mismo autor.

En eE'e prec.ioso documentose analiza cómo el Istmo se"incorporó voluntariamente aColombia" en 1821. Como sin-tió los efectos perjudicialesdel Régimen Central y cuyodescontento se podría notaren el movimiento de 1840. Se-ñala Morales cómo el EstadoFederal creado en 1855 tam-poco llenó las aspiraciones del

pueblo panameño y cómo nose pudo por ninguno de lossistemas ensayados contribuiral adelanto intelectual, moraly material de esta tierra.

En 1903 aparece el opúscu-lo de Don Ramón Valdés, yque. como su título muy bienlo indica, se estudian los an-tecedentes, las causas y la jus-tificación de la Independen-cia del Istmo de Panamá, Elpropósito del ensayo es demos-trar que el movimiento sepa-ratista no fue obra de "unosespeculadores", ni tampocohechura de los Estados Unidosñ.e Norteamérica, sino el pro-ducto de la voluntad popular."El desenlace lógico de unasituación ya improrrogable.--no ha de decir-, la soluciónde un problema gravísimo I~inquietante, la manifestaciónsincera, firme, definitiva eirrevocable de la voluntad deun pueblo",

Al igual que Morales el en-sayo de Valdés es un análisisde nuestras relaciones políti-CRS con Colombia a partir de1821 y a través del resto delsiglo XIX. Si a veces su prosase torna apasionada, brusca ylapidaria, como por ejemplo.cuando estudia los efectos delfederalismo y el centralismoen Panamá, las más de las ve-ces, su estilo es sobrio y equi-librado.

Creo sinceramente que lavisión histórica de estos dosautores es fragmentaria. Po-cas líneas le dedican al pro-blema económico e internacio-nal del Istmo y no hay ningu-na refe.rencia a nuestra vidacultural en el siglo XIX. Sin

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embargo, entre Morales y Val-dés hay algunas diferenciasque fácilmente se pueden ob-servar en sUs interpretaciones.En aque.l predomina el criteriodel estadista y del organiza~doro En efecto, en la segundaparte del Mensaje en mención,hay una feliz Híntesis deldesenvolvimiento administrati-vo de la República en su pri~mer año de vida Independien-te y una visión equilbraaa yjuiciosa del porvenir históricode Panamá. Valdés en cambio,"meditabundo y reposado" co-mo lo calificaría Diógenes dela Rosa, se. perdió en la obraque él contribuía a crear y diouna solución errónea al des-tino político panameño al con-siderar el Canal "como la úni-ca salvación que se veía paraesta comarca", y al pedir 1 ue-go una alianza tácita (no es~uita). con los Estados Unidosde Ntirteamérica "que asegu-ra de modo permanente la in-dependencia y la prosperidadde la República",

Más completa, más lógica,más profunda y más viril es lainterpretación sobre la Inde-pendencia que nos ha dadoPablo Arosemena. Este autolha dividido en cuatro las cau,sas que- originaron la Secesióndel Istmo. Ellas son: Primero:La Geografía; segundo: La"Regeneración" de Núñez quedestruyó el sistema federal;tercero: La acción miltar enla llamada "Guerra de laR MilDías"; y cuarto: El rechazodel tratado Herrán-Hay.

Como es fácil notar. PabloArosemena no se limitó a ana-lizar los hechos políticos, a

n

los que naturalmente les con-cede importancia. Miró certe~ramente el papel de la geo-grafía, planteó el problemaele la separación irremediableque existiera entre el Istmo dePanamá y el resto de la Re.pública colombiana, debido ala "región bravía, desierta einaccesible", que imposibilta-ba el tráfico terrestre, La dis~tancia, para él, sería cómplicesilencioso de los obstáculosnaturale-s. Bogotá, enmarcadoen el corazón de la sierra co~lombiana, quedaba bastantedistante de la ruta marítima,A todas estas razones podría-mos agregar una más. Mien-tras Colombia iba creando enel siglo XIX un desarrollo detipo ganadero, agrícola e indus~trial, en Panamá prevaleceráa partir de 1848, con el descu~brimiento del oro en Califor-nia, la vida comercial y marí-tima. Cabe señalar, que si laselva nos alejaba del resto delas provincias, como, ya se hadicho, el mar no fue un ele.mento vinculado, como fue el"mare nostrum" para los ro-manos. Fue entonces el Istmo,un punto de atracción, un aci-cate para naciones extranje-ras sedientas de pode-río y defuerza, c o m o Inglaterra yFrancia, o para potencias quese encontraban en pleno pe-ríodo de expansionismo vital,como los Estados Unidos deN orteamérica.

N o es la intención de estetrabajo hacer un prolijo inven-tario crítico de los escritos delos Próceres. Tarea semejanteestá al margen de este estu~dio en que no se pretende to-mar a la historia como mera

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historiografía, reduciendo, porconsiguiente, sus fronteras.Me he de limitar a decir quea renglón seguido de estos en-sayos representativos, el deValdés, Morales y Pablo Aro-semena, han de seguir las sim-ples crónicas, como la de JoséAgustín Arango, Jorge Boyd yEsteban Huertas, principal-mente,

Dentro de los historiadoresnacionales que se han ocupa.do de nuestra Independencia.recordaré apenas una brevesucesión y selección de nom-bres.

En 1910 aparece la prime-ra Historia de Panamá prepa-rada por los señores Juan R.Sosa y Enrique Arce para ser-vir de texto en las escuelas.El estudio de la Independenciadentro del pasado panameñoes un tanto confuso y enreve-sado, Se puede imaginar fácil-mente la tremenda torturaque sería la lectura de este li-bro para los niños de las es-cuelas primarias por la abun-daiicia de nombres, fechas ydetalles menudos que tantopululan, no sólo e-n esta partesino a todo lo largo del libro.Por esta razón, el Compendiode Arce y Sosa, ha sido y si-gue siendo duramente critica-do. N o es éste un texto hechoeon rigor científico sino conla afición candorosa del "ama-teur" preso de- una tremendafiebre erudita y sin ningunachispa creadora.

Un hombre benemérito, DonErnesto J. Castilero Reyes,ha estudiado principalmentelas causas inmediatas de nuea-tra Independencia. En 1930

publicó una colección de "do-cumentos históricos sobre laIndependencia del Istmo dePanamá". Significa esta obrauna de las empresas más a-pre,ciables, en el campo de laeurística, que se han acometi-do en nuestro país. Por mediode este libro se pusieron enmanos de los estudiosos y delpúblico en gene-ral una seriede fuentes y testimonios im-portantes, hasta entonces des~perdigados en opúsculos inac-cesibles o en colecciones deperiódicos extensas. Es ciertoque tan noble propósito de di-vulgación no fue acompañadode la pericia científica, tantoen la elección del material,co-mo en la falta de una valora-ciÓn crítica y anotación delmismo; pero la obra cumpliósu misión y sigue teniendo va-lor como un muy estimable li.bro de consulta.

Publio A. Vásquez en su só-lida tesis doctoral estudió la"Personalidad Internacionalde Panamá" bajo el funda-mento histórico, político y ju-rídico. Felipe Juan Escobar haanalizado en su delicioso y ju-venil libro "El Legado de losPrÓceres", la importancia delmovimiento separatista dei 903, su contenido histórico ysu función sociaL. Rodrigo Mi-ró contempló la secesi6n prin~cipalmente de-sde el punto devista literario y sociaL.

El ensayo de Diógenes de laRosa sobre "El 3 de Noviem-bre" merece un breve aparte.Es indudable que este autorno tuvo presente la documen-tación suficiente en la confec-ción de este trabajo. Apenasutilzó algunos estudios impor-

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tantes, pero, hay que ver co-mo los hace hablar en sus ma-nos! Hay en De la Rosa unavigorosa formación sociológi-ca y un olfato de legítimo his-toriador. Si desdeña la obrapaciente y meritoria de la eu-ristica, sabe, con gran acierto,aplicar al análisis y a la crí-tica del devenir histórico na-cional sll amplia cultura mo-derna. Es este ensayo, unahistoria de las ideas más quede los hechos. Se estudian a-quí, con brevedad, pero con0ficacia. todo el ambiente so-cial, político, internacional yeconcmico que prece.de a laformación de la República. Esindudable que el aporte deDiógenes de la Rosa abrió am-pìíos horizontes para la com-prensión del cuadro espiritualde nuestra separación,

En f'sta breve sucesión y se-lección de nombres, hay querecordar, por su gran impor-tancia dentro de la historio-gl'afía panameña, la figura tant.iscutida de non Oscar Te-rán.

T d verdad histórica exigeque al estudiar las causas geo-gTáficas. históricas, poiíticas einternacionales, a n a I icemos

tamhién las pe.rsonales. y es-toi: dos últimos fuero!! los te-mas preferentemente tratad(\~,nor el autor a través de Sll (,.bra periodística y en especial,en sus dos gruesos volúmenesintitulados "Del Tratado He-lTán-Hay al Tratado Hay-Bu-,1::1l ,Varila".

Terán se nos había mmiti'a-do como un romántico tantopor Sil vida sentimental, comoDor Sil amor a las épocas le-janas en el tiempo. Su delicio-

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so libro de viajes a la TierraSanta nos 10 mostraba comohombre de exquisita sensibil-dad impregnada de una sóli-da cultUra clásica y católica.Con gran agildad y graciaartística nos dejó páginas im-borrables de su mundo senti-mental en su encuentro con elpasado clásico, y contrastagrandemente, este tono ama-ble y tierno con el que hemosde e.ncontrar en su obra sobrela Independencia. Aquí, conun derroche de erudición, enmedio de una fría y enrevesa-da hermenéutica, sin que exis-ta, como diría Michelet, "unamadurez potente, un dulce yt'ico sabor de otoño", con unainsoportable densidad, perotambién, y es justo decirlo,con mucha sinceridad y valen.tía, nos dejó un cuadro depri-rD(mte del movimiento del 3de N oviem bre y de los próce-1'lS, Este libro es la orila o-puesta a las interpretacionesh~stóricas de Valdés, Morales.Y Arosemena. A base de loslibros de Terán, se podría es-'~l'ibir la historia más triste denuestra secesión. Y es que Te-I"án usó la historia como armade propaganda y ataque parala nueva República, Induda-blemente fue exagerado y par-cial, ofuscado por una cróIiicaintoxicación patriótica, su crí-tica es esencialmente personaly localista, notándose clara-mente su incapacidad paracontemplar el fenómeno pana-meño en su forma integra yen su sentido universaL.

Después de este fugaz viajepor la historiografía paname-ña, en la que se ha hecho, tansólo una breve escala en losE'studios representativos sobre

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el 3 de noviembre de 1903, sinpretender exhibir un pesadoequipaje (p r o p i o para lasgrandes travesías), podemosllegar a la conclusión de quela verdadera falla de nuestraindependencia es que no hatenido aUn su historiador. Yes que al Panamá que se ini-cia en la vida republicana en1903, hay que contemplarlocomo el resultado de una seriede elementos, todos actuantes,que no son un simpre produc~to, ni sÓlo un cúmulo de he-chos concretos, sino la unióníntima de una serie de acon-tecimientos con un dinamismovital que los anima y los une.

Ya se dijo que los Próceresno comprendieron a Panamáen el tiempo. Para ellos, lahistoria del Istmo comenzó acontar a partir del ano 1821,o sea, con nuestra independen~cia de España y la voluntariaanexión a Colombia. Hubo en-tonces la tendencia, un tantochauvinista e imprevisora, deexaltar ellO y el 28 de no-viembre, como fechas repre-sentativas, sin antes haber he-cho un estudio desapasionadoy sincero, de estos movimien-tos. Pero todavía se fue máslejos al comparar nuestra si~tuación dentro de la realidadcolombiana a lo largo del si-glo XIX, con la de un hijo ol-vidado por su padre y aban-donado a su propia suerte,Hoy en día, con un criteriomás amplio, se mira a Colom-biacomo páís fraterno por ex-celencia. Tampoco compren-dieron los fundadores .de laRepública a Panamá en el es-pacio. La realidad geográficadel Istmo distó mucho de seranalizada en forma sistemáti-

ea, Apenas se dieron algunosperfies apresurados, que in-dudablemente pueden dar lu~ces sobre el asunto, pero queel investigador actual, dlebesiempre, rectificarlos o dese-"harlos. Las generaciones nue~vas, con los inteligentes ensa-yos de Ernesto J. Castilero,Publio A. Vásquez, FelipeJuan Escobar, Diógenes de laRosa y Rodrigo 'Miró, ya se havisto que han dado contribu-ciones de primera, magnitudpara el delineamiento del am~biente, las circunstancias ylas ideas que actuaron en nues-tra Independencia; pero, porjesgracia, ninguno de estosensayos juveniles pasó a con-vertirse en obra de fondo,

Urge pues que surja el es~tudio de gran envergadura quecanalice todos estos esfuerzos,uniéndolos en feliz síntesis,con la obra representativa denuestra nacionalidad: "E,l Es-tado Federal de Panamá" deJusto Arosemena.

En efecto, "El Estado Fede-ral de Panamá" es el estudioesencial para el conocimientode la fisonomía panameña yel mejor revelador de la c(ill-ciencia nacionaL. Contamos,para orgullo nuestro, con este~studio integral ,que representa,para nosotros, lo que las cartasde Bolívar para los venezola-nos y colombianos, el "Facun-do" de Sarmiento para los ar~gentinos, o las "Horas de Lu-cha" de González Prada paralos peruanos. Hay en este in-signe trabajo dè Justo Arosc-mena una feliz síntesis de logeográfico y lo histórico pa-nameño, indicaciones certerasde nuestros rumbos políticos,

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un admirable tono profético,pinturas magníficas del mo-mento, y sobre todo, está ani-mado por una fecunda pasiónpatriótica.

Diógenes de la Rosa ha ca-liicado con razón al "EstadoFederal", como "el estudiomás amplio y penetrante so-bre la cuestión nacional pana-meña". Se inicia este trabajocon atinadas consideracionessobre el problema de la nacio-nalidad en la historia antigu...,para pasar al estudio de lossistemas de gobierno central yfederal que han de servir depreliminar, o mejor dicho, demarco al estudio del fenóme-no panameño. Se señalan aquílas grandes diferencias geo-gráficas e históricas que se-paran al Istmo de la _NuevaGranada, y estas últimas, nolas estudia a partir de 1821,'3ino que se remonta a los pri-meros momentos deI descubri-miento y la conquista. Se pue-de observar en este aspecto,cómo Justo Arosemena intuyela importancia de las RealeaAudiencias en la formación delas nacionalidades americanas,tesis esta que ha de ser ma-gistralmente desarrollada en1916 por el argentino EnriqueRuÍz Guiñazú en su libro in-titulado "La Magistratura In-diana". Resume Arosemena Siltesis histórica señalando laIndependencia que ha tenidoel Istmo de Panamá, tanto enla colonia como en la Repú-blica, con el resto del territo-rio neogranadino.

Teniendo presente entoncestodos estos factores, podemosver que en el nacimiento denuestra República intervienen

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dos grandes causas, unas quepodríamos calificar como per-manentes, y que son los fenó-me,nos geográficos y los histó-ricos, y otras como causas in-mediatas, que son los hechospolíticos, económicos, interna-cionales y personales. Las pri-meras estudiadas por Don Jus-to y las segundas contempla-das por los próceres y los his-toriadores contemporáneos.

Uniendo todos estos aspec-tos, valorándolos y dándolesactualidad, es como mejor po-demos comprender el hondosignificado del 3 de N oviem-bre de 1903.

Teniendo esta amplia visiónde todo el devenir panameño,veremos que este momento,tan importante en nuestra his-toria, no es posible contem-plarlo como el triunfo de uno'3..uantos aventureros audaces.Es indudable que en nuestraseparación, algunos Prócerescometieron sus pecados, y pu-sieron de manifiesto sus viciosy defectos. ¿ Quién ha de du-dar que el Canal corrompió amucha gente en Panamá y qUf:el dollar tomó desde 1903 unsitio reverencial en nuestrasociedad? Pero esto no es to-do.

Por debajo de todas estasmanifestaciones reales hay al-go más profundo, más hondoque el mero concepto del Es-tado y el provecho personaL.Está la idea de la nacionalidadpanameña.

Un gran sabio, que tambiénfue un gran artista, estudió enforma admirable los elemen~tos que constituyen la nacio-nalidad. Para Ernesto Renán,

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la nacionalidad no está cons-tituída por la unidad de len~gua, de raza, de religión o porlos vínculos económicos. Esalgo más. Es "un alma, unprincipio espirituaL. Dos cosasque a decir verdad, no sonmás que una sola, constituyenesta alma, este principio espi-rituaL. Una se halla en el pa-sado, la otra en el presente.Una es la posesión en comúnde un rico legado de recuer-dos, la otra el consentimientoactual, el deseo de vivir encomún, la voluntad de con-tinuar haciendo valer la he-rencia indivisa que se ha re-cibido" .

Es este espíritu nutrido delmismo pasado y con los mis-

mos destinos; es este factorideal el que dio aliento a lasfechas decisivas de nuestrahistoria. Al 10 Y al 28 de no-viembre de 1821, con nuestraIndependencia de España, alos movimientos separatistasdel siglQ xix, a nuestra sepa-ración en 1903, y es este mis-mo espíritu el que animó a lamuchachada que se lanzó alas calles en 1947 para pro-testar contra el convenio delas base,s, No hubo aquí el afánde cambiar un gobierno, o deceder un territorio para un ca-e,al extranjero, sino la espe-ranza inmensa de una profun-da transformación nacionaL.

Panamá, Noviembre de 1951.

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RODRIGO MIRO

Con acento humorístico aun-que seria intención se ha dtchomás de. una vez que el conoci-miento del pasado es saberinútil y la Historia como cien.cia mero espejismo. Pero esedecir, testimonio de ligereza olamentable incomprender laíndole de lo histórico, no ame.rHa el homenaje de una refu-tación prolija. Cabe observar,0S0 sí, que se trata de un su-jeto complejo, por naturalezaextraño a simplificaciones có-modas. Agregando que sólosacará provecho de. sus pre-misas y postulados quien pre-viamente intuya su peculIarj-clad. Por otra parte, la con-ciencia del ayer es, en indivi-duos y pueblos, ingredientemoral de probada virtud de-terminante. De donde se in-fiere que el cultivo de la his-toria patria constituye factormedular en la educación de

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todo ciudadano. No obstante,esa conciencia de nuestro pa-sado apenas si alienta e,n lasnuevas generaciones paname-ñas, corroídas por dudas queentibian su entusiasmo y ma-logran muchos empeños posi-bles. Semejante estado de co-sas, extravagante e intranqui-lizador, pe,rturba el desarrolloarmónico del ser nacionaL. Ya ese respecto, ningún hechomás necesitado de esclareci-mientos que la creación de laRepú blica, suceso acerca delcual existe inexplicable con-fusión, Puntualizar los ante-cedentes que lo fundamentany legitiman y recordar lascircunstancias que lo hicieronposible es mi propósito.

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Cuando, el 4 de Noviembrede 1903, un Cabildo Abierto

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confirmó lo actuado por elConcejo Municipal de Pana-má la noche anterior y la tar-de de ese mismo día, utiizan-do antiguo expediente de lospueblos del Istmo, se realizabano sólo el acto de trascenden-cia máxima en nue.stra hísto-ria contemporán'ea, síno tam-bién uno de los eventos de ma-yor significado en el orden in-teramericano y mundiaL. Por-que la independencia del Ist-mo -viejo anhelo paname-ño- tuvo su causa inmediataen la necesidad de asegurarla construcción del canal in-teroceánico, empresa que elvoto negativo del Congreso deColombia pareció condenar.

Frente a los hechos cumpli-dos,1 el sentimiento colom bia-no elaboró argumentos quepresentaron como una traiciónlo ocurrido en Panamá, vícti-ma y cómplice del imperialis-mo yanqui. En los Estados U-nidos de América la opiniónoficial fundamentó en urgen-cias nacionales que coincidíancon el progreso del mundo, yen derechos adquiridos segÚnel tratado MalIarino-Bidlack.la justicia de su apoyo mani~fiesto a los separatistas; aun-que el jactancioso aserto deTeodoro Roosevelt: yo toméPanamá. brindó luego fácilcoyuntura a ,quienes conveníainterpretar nuestra indepen-dencia como un simple episo-dio de piratería .internacionaL.

Nadie reparó en las razonesdel tercer personaje del dra.ma, el pueblo de Panamá, cu-ya palabra, débilmente pro-ferida entonces, es cierto, noalcanzó la resonancia desea-ble. Aquella inicial insufi-

ciencia expre.siva nunca fuesuperada, Y en ese cuasi si.lencio de me.dio siglo está, enparte al menos, el origen delmalentendido en que viven to-davía muchos panameños. Por.que a pesar de algunos inten-tos de exégesis, muy merito-rios, una ve.rsión incompleta ymezquinamente divulgada haimpedido, no ya para el ex-traño sino incluso para el hijodel país, la explicación abun-dante que a todos satisfaga,

Ese fatal olvido de hechosde un pasado que fundamentay anuncia el 3 de Noviembrede 1903 ha dado pábulo a que:odiente en sectores de LO!. opi-nión panameña, especialmen-te entre el pueblo y la juyen-tud, cierto complejo de (~ulpa-bilidad, la oscura impresi.ónde que los hombres directa-mente responsables de la crea-ci6n de la República actuaroncomo agentes de una empresaprivada, de espaldas al inte-rés de la nación. Y sustenta,así mismo, la creencia de que,en el recuerdo de la posteri-dad, esos hombres son usu-fructuarios de una gloria in-merecida. Nada más lejos dela ve.rdad, sin embargo, Perola significación cabal de suconducta no será comprendidamientras sigamos desconocien-do los antecedentes que la hi-cieron posible y natural. Por-que la gesta separatista que elpu.eblo legitimó con su respal-do unánime. el 4 de Noviembrede 1903 era la culminacióndramática de un largo proce-so iniciado la hora exacta enque rompimos los lazos quenos ataban a la España impe-riaL.

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En efecto, desde que, pornuestro propio esfuerzo, apro-vechando una coyuntura fa-vorable, sustituímos la depen-dencia colonial por el sistemade instituciones de la repúbli-ca liberal, según el texto delActa de 28 de Noviembre de1821, la organización demo-crática de la vida política fuenecesidad v condición de nues-tro existir.' Al incol'porarnos aColombia procedimos de a~cuerdo con la lógica de lostiempos, y no debe entenderseesa conducta como renuncia ala propia autodeterminación,Por el contrario, fue ella mis-ma un acto de libre voluntad,aconsejado por la conve.nien-da de buscar seguridades quecontrarrestaran nuestra inde-fensión, por el sentimientocontinental característico deaquellos días y por el presti.gio del Libertador. EntoncesHispanoamérica luchaba porconsolidar sus conquistas, y laidea de los estados naciona-les, en su contenido actual, a-penas si se presentía, Por otraparte, la espontánea agrega-ción de Panamá a un estadoincipiente Se produjo en mo-mentos de feliz oportunidad.Panamá contribuyó luego conla sangre de sus hijos a des-pej al' una situación continen-tal todavía problemática en1821. Batallones panameñosse batieron en las últimas ydecisivas batallas de la eman~cipación americana, Una ban-dera que confeccionaron ma-nos panameñas flameó en loalto del Cundurcurca anun-ciando la victoria de Ayacu-cho. Y panameños como To-más Herrera, José AntonioMiró, José Domingo Espinar,

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Bernardo Vallarino, etc., hi-cIel\m una afortunada carre-ra en los ejércitos libertado-res. Otro panameño, ilustredignatario de la Iglesia, el Dr.Rafael Lasso de la Vega, pres-tó con sus luces y habilidadpolítica notables servicios a lacausa independiente; y no de-bemos olvidar que en Panamáreunió Bolívar el congresodonde por prime.a vez se dis-cutieron los problemas de A-mérica. Panamá no buscó,pues, sólo y egoístamente, suprotección sumándose a Co-lombia: dio también sus me-jores esfuerzos a la obra co-mún de asegurar la libertadnaciente, sin olvidar por esosus propios y particulares in-tereses, que hizo valer tanpronto una nueva etapa en eldesenvolvimiento histórico deHispanoamérica inició el ca-pítulo doloroso de los ajustes.

Al producirse la primeracrisis interna de Colombia, ycuando la incomunicación conel gobierno del centro entor-pecía su progreso, Panamá a-cordó, en Septiembre de 1830,separarse, manifestando su de-seo de que el Libertador asu-miese el mando de la RepÚ-1) lica "como medida indispen-sable para volver a la unióna las partes de ella que se hanseparado baj o pretextos dife-rentes, ,quedando desde luegoeste Departamento bajo suinmediata protección", segúnreza el acta pertinente. Aun-que el movimiento fue inspi-ración y obra de los partida-rios de Bolívar, a poco rein-corporados al gobierno cen-tral, se puso entonces de ma-nifiesto la necesidad de insti-

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tuciones locales que asegura-sen nuestro desarrollo pacífi~co.

Meses más tarde, el 9 deJulio de 1831, en vísperas deuna constituyente, coincidien-do los temores de un déspota-Juan Eligio Alzuru- con laopinión mayoritaria, celosa delos fueros istmeños, un Cabil-do Abierto acordó lo siguien-te: "Panamá se declara en te-rritorio de la confederacióncolombiana y tendrá una ad-ministración propia por mediode la cual se eleva al rangopolíico a que está llamado na-turalmente". Verdad que casien seguida se produjo el re-torno al seno de Colombia;pero quedó, una vez más, tes-timonio de nuestra aspiraciónautonomista.

Nueve años después, cons-tituída ya la Nueva Granada,una guerra civil que amena-zaba extenderse a nuestro te-rritorio aconsejó a los pana-meños, ajenos por completo asus motivaciones y empeña-dos en evitar sus consecuen-cias, la proclamación, el 18de Noviembre de 1840, delEstado del Istmo, estimulanteexperiencia que duró más deun año, permitiéndonos el e-jercicio pleno del gobiernopropio, y que cesó cuando,h~rminada la guerra, y me.diante convenio especial, elgobierno de la altiplanicie re-conoció lo actuado durante laexistencia del Estado y ofre-ció en documento solemne"promover que se concedan yotorguen a estas provincias to-dos los ensanches municipa-les que se,an necesarios paraconsultar y fomentar los in-

tereses de las localidades, a-tendida la posición geográficade estos pueblos, y las dificul-tades para que puedan ser fo-m e n t a das convenientementepor las leyes generales de laRepública". Era la compren-sión cabal de las necesidadesde Panamá, formulada en teo-ría aunque inmediatamentenegada en la práctica.

Esa actitud alerta de losistmeños, prontos a reaccionarcada vez que las peripecias dela política del centro compro-metían su tranquildad, susci-tó entre los dirigentes de Bo-gotá el temor de la pérdida detan valioso territorio. Cons-cientes de su propia incapaci-dad para impedirlo pensarondelegar en una o varias po-tencias la responsabilidad degarantizar la soberanía de laNueva Granada en Panamá.Ese mismo año de 1841 se fir-mó un acta mediante la cualse encomendaba a Gran Bre-taña la protección del Istmo,pero las negociaciones se es-tancaron por la protesta delgobierno de los Estados Uni-dos de América, que vio en elhecho una violación de la Doc-trina Monroe. Meses después¡: I gobierno de la Nueva Gra-nada propuso al de los Esta-dos Unidos un tratado ,queconcedía a éstos especialesprivilegios en el Istmo a cam-bio de la garantía, por partede la nación norteña:, de lasoberanía neogranadina en Pa-namá. El tratado Mallarino-Bidlack se firmó, en efecto, el12 de Diciembre de 1846, enla ciudad de Bogotá. Allí sepuede leer lo siguiente: "ElGobierno de la Nueva Grana-

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da garantiza al Gobierno delos Estados Unidos que el de-recho de vía o tránsito al tra-vés del Istmo de Panamá, porcualquiera medios de comuni-cación que ahora existan o enlo sucesivo puedan abrirse, es-tará franco y expedito paralos ciudadanos y Gobierno delos Estados Unidos". Paraseguridad del goce tranquilùr cpnstante de estas ventajas,y en espe.cial compensación deellas y de los favores adqui-ridos según los artículos 4, 5Y 6 de este Tratado, los Esta-dos Unidos garantizan positi-va y eficazmente a la NuevaGranada, por la presente es-tipulación, la perfecta neutra-lidad del ya mencionado Ist~mo, con la mira de q u een ningún tiempo, existiendoeste Tratado, sea interrumpidoni embarazado el libre trán-sito de uno a otro mar; y porconsig-uiente garantizan de lamisma manera los dere,chosde soberanía y propiedad quela Nueva Granada tiene y po-see sobre dicho territorio".Nueva Granada conservaba deese modo su dominio, peroperdía la razón moral de esedonihiio, (1)

Limitadas nuestras posibili-dades de separación absolutapor el convenio aludido, lasaspiraciones panameñas se encaminaron entonces a la con-,iecución de un estatuto autó-nomo local, tanto más cuantoque así lo urgía la nueva si-tuación creada por el descu-brimiento de las minas de Ca-

lifornia, que hizo de nuestroterritorio eslabón clave en el~istema de comunicación entreel este y el oe,ste norteameri-canos, y que determinó, asi..mismo, la construcción del Fe-rrocarril de Panamá. La nue.va meta se logró cuando, porel Acto adicional a la Consti-tución de la Nueva Granada,de 27 de Febrero de 1855, secreó el Estado Soberano dePanamá. Otra vez tuvimos laoportunidad de ejercitamos enlas tareas plenas del gobiernopropio, pues fue necesario,como cuando el Estado delIstmo, votar una constitucióny leyes y preparar, además, loscódigos que iban a ser normade la vida jurídica locaL.

A la creación del Estado dePanamá siguió, en el ámbitode la Nueva Granada, la erec-:ión de otros, regularizándosesu status por la Constituciónde 1858, fundamento dela e o n f e d e r a c i ó n Grana.,dina. Sin embargo, y co-mo siempre, la política denartido obraba en contra delbienestar común. Pronto elPresidente de la Confedera-ción, D. Mariano Ospina, sepronunció en forma conside-rada inconstitucional por losgobiernos de algunos Estados,La crisis no tardó, Los Esta-dos del Cauca, Bolívar y Mag~dalena se separaron de laConfederación, mientras serestablecía la normalidad. Aestas medidas contestó el Jefedel Ejecutivo Nacional ponién-dose al frente de un ejército.

(1) 'En una sesión secreta de la Cámara de Representante celebrada el 19d:? marzo de 1850 Romualdo Liérano propuso que se vendiera el Istmo,

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Los Estados disidentes consti-tuyeron una nueva entidad po-Iítica: Estados Unidos de Nue-va Granada, e invitaron al Es-tado de Panamá a sumárse-i~~.

Entretanto, el desarrollo dela guerra civil planteó a lospanameños, una vez más, elpeligro de una inútil pertur-bación del orden interno, ycomo en casos precedentes sedispusieron a tomar las me-didas encaminadas a evitarlo.El 21 de marzo de 1861 ungrupo de notables celebróreunión en la ciudad de San-tiago de Veraguas. Luego deamplias deliberaciones deci-dieron solicitar del Goberna-dor del Estado, D, Santiagode la Guardia, la convocato-ria de una Legislatura extra-ordinaria para someter a suconsideración la convenienciade separar el Istmo de la Con-federaci6n Granadina. Ei elartículo primero de la parte,resolutiva del Acta de Santia-go, se lee: "Declarar, comodeclaran, que los habitantesdel Departamento de Fábrega,cuyos sentimientos se atrevena interpretar los infrascritos,desean que el Estado de Pa-namá se separe de la Confe-deración Granadina, y se or-ganice completamente comoun Estado aparte"~

El 31 de ese mismo mes deMarzo, es decir, sólo diez díasdespués, otra junta popularcelebrada en la ciudad de Da-vid, expresión de la voluntadmayoritaria de.l departamentode Chiriquí, luego de extensosy prolijos razonamientos, ad-hirió el acuerdo de Santiago yse manifestó ante el ciudada-

no Gobernador en los mismostérminos. Entre otras muchascosas importantes, decía elActa de Chiriquí: "Desde quese reconozca, como está uni-versalmente reconocido, quelos pueblos se asocian para sucomún utildad, y de ningunamanera para la utilzación des610 una parte del cuerpo po-líico. que una larga expe-rie'nci~ ha demostrado y siguedemostrando, que la unión delIstmo a la Nueva Granada noha conducido ni conduce a lafelicidad del primero; que, enfuerza de las ideas reinantesen la Confederación no hayesperanza alguna de que, S;lterminar la guerra que la am-quila, se deje al Istmo en li-bertad de constituirse en Es-tado independiente, si así leconviniere; que, partiendo deesta creencia, se ve él en lanecesidad de consentir en laindefinida continuación de losmales que sufre, siendo unode ellos la falta de recursospara su existencia como Est~-do, por privársele del me~1Omás rico y seguro de sus m-gresos, en favor del Tesoro dela República, o de hacer ce-sar,como debe. hacerlo, tandura y penosa situación, apro~vechando para ello la favora-ble coyuntura que ahora sepresenta; desde que se reco-nozcan las doctrinas y los he-chos consignados aquí, el par-tido propuesto de la Indepen-dencia de.l Istmo no puede te-ner otros adversarios, que lapasión o el interés, móvilesque, por desgracia, ponen mu-chas veces una venda sobrelos ojos más perspicaces", Tales la mentalidad y el ánimode lo más representativo de

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los Departamentos del inte~rior, Fue entonces cuando D.Manuel Murilo Toro, plenipo-tenciario de los recién consti-tuidos Estados Unidos de NUe~va Granada, vino a negociarla adhesión de los panameños,y en la ciudad de Colón, el1) de Septiembre de 1861, Mu-rillo Toro y D. Santiago de laGuardia firmaron el Convenioque precisa las condicionesdentro de las cuales aceptába-mos formar parte de la nuevaentidad, Allí se consagraba laiwutralidad del Istmo en 108casos de "guerras intestinas,civiles o de rebelión, que sur-jan en el resto de los Estados'Unidos", en los mismos térmi-nos en que se hallaba conte-nida en el Tratado con los Es-tados Unidos de América enrelación con las guerras inter-nacionales; se exigía la inde-pendencia en la administra-ción de justicia, etc., y se re-fería todo lo convenido a laaprobación ulterior de la A-sl',mblea del Estado. Panamáaceptó porque el Convenio ga-mntizaba los principios y c"on~quistas por los que siempreluchó, y porque de no hacerl.)se exponía a los rigores deuna invasión armada. Los he-chos demostraron despuésjiJs-tas sus previsiones, En efecto,para la seguridad de los Esta-dos Unidos de Nueva Grana-cia, cada día militarmente másfuertes, la posesión del Istmotornábase asunto vitaL. Y 10'1principios fueron ignoradoilcuan,do su observancia parecicindeseable, Triunfante TomásCipriano Mosquera, caudilode la lucha contra el podernacional, envió al Istmo iinbatallón al mando del coronel

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Peregrino Santacoloma, con-trariando de ese modo el Con-venio de Colón y el espírituciel pacto federaL. Don Santia-go de la Guardia, gobernantepatriota y probo, resistió laspretensiones de Santacoloma.Decididamente opuesto a susdemandas, que consideró ile-gales, marchó con su gobiernoa la ciudad de Santiago. Aflo-ró entonces la pequeña políti-ca, y los aspirantes al porleilocal, apoyados en las bayone-tas del centro, se declararongobierno en Panamá, rebela-dos contra la legítima autori-dad, Organizaron un ejércitov marcharon al encuentro del:refe del Estado, En el comba-te de Rio Chico, ocurrido el19 de Agosto de 1862, San-tiago de la Guardia murió enun consciente sacrificio, de-fendiendo la causa de la auto-nomía local y convirtiéndose,así, mártir de la nacionalidad.Las aspiraciones panameñasfueron satisfechas, no obstan-te, cuando meses más tarde seaprobó la Constitución de RíoNegro.

A partir de 1863, año enque se expidió la Constituciónde Río Negro, rotunda confir-mación del federalismo, hastael momento en que el Presi-dente Rafael Núñez la decla-ró insubsistente y convocó un\.~onsejo de Delegatarios quevotó la carta centralista de1886, el Istmo vivió en cons-tante ag-itación, consecuenciade la pobreza general y la ne-fasta participación de los mi-liares en la política. Innume~rabIes revueltas y golpes deestado, ocasión para múltiplesintervenciones nortamerica-

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nas, mantuvieron en continuazozobra a lOs habitantes delIstmo. Esta situación pareciómejor,ar al iniciarse los traba-jos del Canal Francés. La vidaeconómica cobró bríos y plu~ralcs perspectivas se, abrieron

a los hijos de esta tierra, Em-pero, la revolución de 1885,nuevo azote del ámbito colom-biano, tuvo un lamentable ecoen Panamá. Los disturbios deese año culminaron con el pa-voroso ince.ndio de la ciudadde Colón, y una nueva y pe-nosa intervención norteameri-cana.

El cese del regimen federalcolocó el territorio del Estadoen condición de absoluta de-pe,ndencia del poder ejecutivo.Se anunciaron leyes acordescon las peculiaridades del Ist-mo, nunca votadas, y vivimossujetos a la buena o a la malavoluntad del Gobierno de Bo~gotá. Sin embargo, nada cues-ta reconocerlo, el período dela regeneración trajo cierto so-siego, y las administracionesde Posada, Aycardi, Arangoy Mutis Durán realizaron me-joras de tipo material, a lasque contribuyó el esfuerzo deD. Tomás Herrera, durantecasi todo ese tiempo Prefectode la Provincia de Panamá.Nuestra queja mayor de en~tonces apunta a la práctica delejecutivo nacional según lacual se excluyó sistemática-me.nte al elemento nativo dela Jefatura del gobierno local,con la excepción única de D.Ricardo Arango. Esa conduc-ta no estuvo limitada a fun-cionarios de alta jerarquía. Encarta memor,able, SalomónPonce Aguilera recordaba al

Vicepresidente Marroquín, ennoviembre, de 1903, el caso deun pacífico natural de la alti-planicie nombrado para elcargo de remero en el puertode la ciudad de Panamá.

La fracasada intentona li-beral de 1895 apenas si tuvorepercusiones aquÍ. Pero pre-dispuso al gobierno contra latoler.ancia del elemento civil;y para asegurarse el Istmo detoda contingencia nos fue en-viado un nuevo gobernantemilitar, el General CamposSerrano, sUstituto inesperado,le 'Mutis Durán, quien se ha-bía ganado ya la estima delos panameños.La situación económica vol~

vió a mostrarse dificil, a con-secuencia del fracaso de laCompañía Universal del Ca-nal Interoceánico. Todas las€spe,ranzas se fincaron en lareanudación de esos trabajos;pero la empresa no logró su-perar los obstáculos que suruidoso trastorno original pro-vocó. Algunos periódicos delcentro hablaron entonces desupuestas actividades anexio-nistas en Panamá y hasta sepropuso la venta del Istmocomo medio de solventar, ven-tajosamente para Colombia,una situación de antiguo mo-lesta. La reacción panameñano tardó. Y en la prensa y enactos públicos el sentimientonacional herido se pronuncióvirilriente, y la ide.a separa-ti~a tuvo otra vez prosélitos,El Dr. Francisco Ardila dio aa la prensa escritos que con-testaron con dignidad a la in-fame propuesta de vendernos,y en una manifestación que elpueblo de Panamá le ofreció

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en testimonio de simpatía yrespaldo la noche del 2 deMayo de 1898, el joven poetaLeón A. Soto, vocero de losmanifestantes, planteó clara-mente el problema de la in-aepe,ndencia: "Podemos en-trar resueltamente ~dijo~,Ðn ~na lucha que llamaremosde emancipación, sin temor deque en el porvenir se nos c~-lifique con el bochornoso ti.tulo a que se han he,cho acree-dores nuestros hermanos delcentro. La lucha que empren-demos en defensa de la honrade nuestro territorio será só-lo aceptación de un reto des-ventaj oso hecho en varias oca-siones con sobra de deslealtady falta de franqueza. Esa lu-cha está, pues, justificada".rales hechos provocaron lareacción airada de las autori-dades, y Soto fue vejado y laprensa que a tanto se atrevi.aperseguida con saña, A partirde ese momento nuestros ne.-xos con Bogotá iban a depen-der del modo como se solu-cionara la cuestión canalera.

La guerra civil que sobre-vino larga y cruenta, signifi-có ~na pausa, aunque agregónuevos agravios a la cuentaya sobrecargada, en razón delos desmanes perpetrados porlos ejércitos del gobierno. Larevolución de los mil días secoloró en Panamá de un ma-tiz nacionalista que no puedesoslayarse. La opinión pana-meña abrumadoramente libe-ral ;io en la contienda frati-cid~ un vehículo para liquidarel régimen que con tanta con-sistencia se negó a reconocerSUs fueros locales. De ahí lafuerza del liberalismo en Pa-

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namá, que el fin de la guerrano encontró abatido.Para entonces, el asunto

del Can a 1 ofrecía nuevosángulos. El g o b i e r n o a-mericano se ha b i a ase,gu-rado los derechos de la Nue-va Compañia del Canal ynegociaba un tratado con Co-lombia, pendiente de la apro-bación del Congreso. En elIstmo se deseaba ardientemen-te el voto favorable. Sin em-bargo, no faltando ahora tam-poco la idea de la venta, enexceso de original celo patrió-tico y desoyendo la adverten-cia de D. Luis de Roux, repre-sentante panameño, quien pro-fetizó nuestra separación, elCongreso de Colombia recha-zó el tratado. El desalientocundió en Panamá. No queda.ba otro camino que buscar" elremedio por nosotros mismos.y en los ánimos se afianzó lavoluntad irrevocable de inde.pendencia, Entró entonces enfunciones la Junta Revolucio-naria que organizó y Ilevó asu desenlace el movimiento se-paratista. Y otra vez la vozde la prensa se alzó en defen.sa de los inte,reses panameños.Por sus artículos favorables ala creación de la Repúblicafu€:: procesado D. Rodolfo A-guilera.

No respondía, pues, la ac-tividad de Manuel AmadorGuerrero, José Agustín Aran-go, Ricardo Arias, C a r losConstantino Arosemena, Fede-rico Boyd, Manuel EspinosaBatista, Nicanor A. de Oba-lrio a simple capricho ni ama.quinaciones de trastienda.Esa actividad se apoyaba enel descontento y las esperan-

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zas de todo un pueblo, en as-piraciones añejas que tuvieronotrora paladines gallardos enun Tomás Herrera y un San-tiago de la Guardia. Eran losmiembros de la Junta los hom-Lre.s que las circunstanciasexigían. Y cumplieron cabal-mente su misión en las condi-ciones en que fue posible. Siel observador de hoy adviertealgo confusos los aconteci-mientos del día 3 de N oviern-bre de 1903, ello se explica alsaberse que los planes. de laJunta estaban fijados para eldía 28, aniversario de nuestrafecha clásica, FUe, pues, pre-cipitado todo. Por obra de laJ unta Revolucionaria, leal-mente secundada por el pue-blo de Panamá y por el JefeMiltar de la Plaza, GeneralEsteban Huertas, terminó esedía la relación que por ochodécadas nos vinculó a Colom-bia, y por obra y gracia delConcejo Municipal de la ciu-dad de Panamá, cuya inter-vención dio al movimientoel inapreciable respaldo quesu naturaleza de órgano po-pular representativo le pres-taba. Porque en el Concejoresidía la persona legal delpueblo de Panamá, y el Con-sejo asumió para sí la respon-sabilidad de lo actuado por laJunta.

Responsable desde ese mo-mento del ulterior desarrollode la empresa separatista, enla se-sión del día 3 de Noviem-bre decidió convocar para elsiguiente a una nueva sesióny a un Cabildo Abierto. Y de-cidió, asimismo, comunicar alPresidente de los Estados U-nidos de América lo ocurridof'n Panamá, solicitándole, a-

demás, la protección de la na-ción norteña. Durante muchotie.Pìpo ese acuerdo del COI,-cejo parece haber determina-do la ocultación del Acta dela sesión celebrada el día 3.Un errado concepto de sobe-rllnía creyó ver en aquella so-licitud una debildad que aca-so convenía no mostrar. Por-que, en rigor, nada había quemantener oculto. Aquella de-cisión se tomó por los legíti-mos representantes del puebloe interpretaba el s"'utimieniode su horE. Los intereses pa-nameños y norteamericanoscoincidían, y era natural bus-

car apoyo en quien podía ytenía interés en ofrecerlo. PorÚltimo, fue una acción volull-taria, un acto de libre dispo-sición no impuesto por extra-ñas presiones, Los pueblos sonlibres para disponer de susdestinos, y en 1903 los pana-meños decidimos lo que juz-gamos conveniente.

La República se estableció,sin odios ni rencores para Co-lombia, a cuyo gran pueblonos unirán siempre glorioso:'recuerdos comunes. Pero fuetraicionada al momento mis-mo de nacer por la deslealtadde un hombre que no supo co-locarse a la altura del puebloque le honró más allá de loque sus servicios autorizaban.Desoyendo el parecer de laJunta Provisional del Gobier-no. Phillipe Buneau Varila fir-mó el Tratado del Canal de1903, cuyo texto gravó onero-samente a la recién creada en-tidad internacionaL.

00000A lo largo de la pasada cen-

turia --queda demostrado-,

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la conducta política de los pø-nameños se caracterizó poruna ejemplar conciencia de suparticularismo y la sostenidaaspiraciÓn a la autonomía. Na-da tan natural y previsible,pues, como el desenlace deprincipios de siglo. Por otraparte, la expresión de ese p;ir-ticularismo, aquí limitado alaspecto político, tuvo otrasmanifestaciones e 1.0 c u' entes.Hállase nítidamente dibujadoen la poesía; alienta en lapostura cordial y firme denuestra prensa frentf~ a. la lu,.cha nacional de los cubanos-sin duda por lo que habíade común en el drama de am-bos pueblos-; brota espontÎl-neo e inesperado en los escri-tos de Justo Arosemena, deManuel Gamboa, de SalomónPonce Aguilera, para mencio-nar sólo tres nombres señeros.

Ocurrencias que en ningunaforma comprometen la legiti-midad de nuestro comporta-miento como nación, y la mag-'iltud de las fuerza." nuevasque a partir de 190:) irrum-pieron en el escenario pêma-meño transformando de raíznuestras condiciones de viday colocándonos ante fenóme-nos imprevistos e incoiitrola.hles, tal vez expliquen esa fa-lla de la conciencia históricaa que me referí al comenzar.

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Todas nuestras energías des-tináronse entonces a amolti-gU8r el impacto del peligrosoacontecer. Afortunadamente.esa etapa puede estimarse hoysuperada. Acomodados a lanueva realidad, empezamos adisponer de los recursos quepermiten a los pueblo" ejer-cicios de introspecciÓn, A horavuelve a ser posible la refle-xión histórica. Y todo aconse-ja un esfuerzo por rescatar(.l b~mpo perdido. A esa metase orientan mis palabras, quenada descubren. Debem(." pro-piciar la faena del investiga-dor que gana para nuestro co-nocimiento viejas velòadt'sinéditas, y, al mismo tiempo,insistir en la divulgación de, lassabidas aunque a medias pro-clamaò a~,.

En esa faena actualísima laAcademia Panameña de laHistoria tiene una irrenuncia-ble responsabilidad, Pero se-guirá impedida en su queha-cer mientras el Estado pana-meño no adquiera él mismoconciencia de nuestra historiay se disponga a ofrecer el a-poyo adecuado.

(Discurso pronunciado en la sesionde la Acadl'mia Panameña de la His-toria celebrada la noche del 2 dejunio de 1955, en el Auditorium de laFacultad de Dl'recho y Ciencias Po-líticas de la Universidad de Panamá)

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"La literatura de la época colonial, embrionaria y escasa, ger-

minó en los conventos y en las crónicas de unos cuantos historia.dores eclesiásticos o miltares. Sin embargo, en medio del inciensomístico y del ruido de las armas que cargaban la atmósfera de laColonia, no es raro encontrar aquí y allá uno que otro débil ful-gor literarío y un reducido grupo de criollos avanzados para sutiempo y el medio ambiente en que vivían.

"Entre los más ilustres de esos istmeños que deposítaron al-

gún tributo intelectual en el pobre y austero cofre de este perío.do de incubación están, sin duda el Obispo panameño Franci£(':f)Javier de Luna Victoria y Castro, orador sagrado elocuente y fun-dador de la Universidad de San Javier en el Colegio de los Jesuí-tas; el gran pintor y poeta místico don Fernando de Rivera (1591-1646), después Hermano de la Cruz y confesor de la Beata quite-ila Mariana; y el sabio naturalista y hombre de letras don Sebas-tián López Ruiz, miembro de la Real Academia de Medicina Ma-tritense, socio de la Real Sociedad Médica de Panamá, autor devarias memorias científicas, unas en latín y otras en castellano,entre ellas la relación de su viaje a los Andaquíes, un estudio acer~ea del árbol que produce el bálsamo del Perú, otro sobre la ma~nera de cultivar la canela silvestre, una discusión sobre el ver-dadero descubridor del árbol de la quina, una traducción delopúsculo de M. La Condamine sobre la quina y varias publicacio-nes más que vieron la luz en el Memorial Literario y en las Va~l'iedades de Ciencias, Literatura y Arte de Madrid, en los años de1793 y 1794.

"Si se tiene en cuenta la prohibición y las dificultades rigu-r-osas impuestas en las colonias españolas a la circulación de li-bros de materias profanas, fabulosas o fiosóficas, hay que conve-nir en que espíritus como el de López Ruiz obraron en su épocaprodigios de autocultura y valentía. En Panamá no hubo siquie-ra una imprenta hasta principios de la revolución de la indepen-dencia y la instrucción pública no existía casi".

En 1821 se separó Panamá de España, sin ayuda ajena, y,por un acto propio de su voluntad, se unió a Colombia. Eran esoslos días en que la espada de Bolivar trazaba un signo de gloria enel cielo de América y haCÍa rebosar de entusiasmo los pechos crio-llos con la epopeya redentora que se condensó en Boyacá y Ca-rabobo. Esa unión tuvo una duración de ochenta y dos años y nofue por cierto pródiga en beneficios para Panamá, que supo másdel estruendo de la fusilería fraticida que de los afanes escolares.La poesía, durante un período de más de setenta años, contó conescasos cultivadores, aunque algunos de ellos fueron notables. Re-cordemos. ahora, los principales: Tomás Martín Feüilet, que mu-rió asesinado a los 27 años en la montaña de Berruecos, en el surde Colombia, poco tiempo antes de serlo all mismo su jefe, maes-no y amigo, el poeta colombiano Julio Arboleda, autor éste delpoema épico "Gonzalo de Oyón", joya de la poesía española. Feüi-

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Het fue un romántico, como casi todos sus contemporáneos. Tienebellsimas composiciones, siendo las principales "La flor del Espí-i-itu Santo", "Tristeza" y "Quédate así", Es también notable sutraducción de "La hoja", del francés Arnauld, por lo exquisita ydelicada y por su preciso ajuste a la idea del autor. De Feüilet di-JO don Rafael Pamba, notable pota y critico colombiano: "Teníacorazón y sentimiento poético: si no hubiese poseído aquella fataldote que suele aplaudirse con el nombre de facilda; es decir, sihubiese escrito menos y pensado más, el tomo de sus poesías seríaun libro de oro".

No sería justo que al hablar de este período dejar en el ol-vido, sin mencionarlos siquiera, ya que otra cosa no es posible, aJosé Dolores Urriola, repentista admirable, Gil Colunje y Maxi-mino Walker, los mejores del grupo después de Feüilet; a JoséMaria Alemán y Manuel José Pérez, de corte clásico; a Franciscode la Zerda y Leonardo Calancha y, como últimos brotes de esacosecha, a Emilo Briceño, autor de un valiente soneto intitulado"El periodista"; Jerónimo Ossa, autor de la letra del Himno Na-cional y Federico Escobar, llamado "el poeta negro", humilde car-pintero que se elevó al Parnaso en alas de la inspiración. Agregue-mos una dulce poetisa, Amelia Denis de !caza, cuyos sentidos ver-sos, "Al Ancón", todavía se recitan con cariño. Todos estos poe-tas, como es natural, se inspiraban en Espronceda, Bécquer, 20-rrila, y un poco en Byron y en La martine.

El tercer período de la lírica panameña comienza, según miopinión, en los años de 1890 a 1895, en que se dió a conocer unajuventud brilante que pasó casi toda como un meteoro por la viday por las letras. Fue un periodo mironiano, por una parte; y porotra -la mayor- de influencia frances, ya que Leconte de LisIe,Banvile, Gautier, Mareas, Mendes y Verlaine, se imponían enton-ces en América, cubierta aún por la nube, oro y azul, de VíctorHugo. América supo adorarlos y trató de imitarlos, gracias a Ma-nuel Gutiérrez Nájera, Rubén Darío, Julián de Casal y José Asun-ción Silva. Componían es pléyade Darío Herrera, buen poeta, ga-llardo estilsta y magníico prosador; Ramón Maximilano Valdés,que rompió su lira demasiado pronto, y, dedicado a la poliica,llegó a ser Presidente de la República; Adolfo García, soñador yhuraño, profundamente pasional; Cristóbal Martínez, bohemio in-corregible, empeñado en ahogar en alcohol su gran talento natu-ral, aunque poco cultivado, por desgracia; Abel Ramos, AlejandroDutari y Octvio Valdés y Ar, que agotaron la vida por no sa-ber ser fuertes contra las tentacione,, como tampoco lo fueron Ed-mundo Botello, de musa popular y retozona, y Rodolfo Caicedo.cuya inspiración era a veces grandiocuente. Por último, citaré aLeón Soto, delicado y romántico, alma de artista, que vió esca-pársele la vida en edad temprana, "como la flor al soplo de lalJcha", dejó trunca una labor valiosa expresada casi toda en so-netos.

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De esos poetas pocos alcanzaron a llegar a los cuarenta aflOS.Hoy sólo viven dos: José de la Cruz Herrera, traductor exquisitoy fiel de poetas griegos y latinos; poeta él mismo en su lengua es-pafiola, que sigue fervorosamente las huellas de los clásicos máspuros de la antigüedad; y Aizpuru Aizpuru, de musa a veces ju-guetona, a veces filosófica, que escribe versos sentidos y hace cpi-

. gramas de corte fino y recio a la vez. Otro de ellos, Samuel Lewis,que presidió, al formarse, la Academia Panameña de la Lengua,murió no hace apenas un año. Versos, los suyos, cálidos y bien la.brados. Tradujo admirablemente "El Crucifijo" de Lamartine, pe-ro abandOnÓ la poesía por la historia, cultivando ésta con innega-ble maestria.

Con la separación de Colombia y la constitución de Panamáen un Estado independiente, comenzó una vida nueva para el pais,Se dió entonces gran impulso a la instrucción; se atendió a la cul-tura y al desarrollo literario, y soplaron vientos de renovación so-bre cuanto al espiritu atafle. Cúpome la satisfacción de cooperaren este movimiento con la publicación, de 1904 a HlO6, de El He-raldo del Istmo, la primera revista literaria ilustrada panameña,y, más tarde, con los cuadernos de la "Biblioteca de Cultura Na-cional". Comenzaron en tal época a surgir los que yo conceptúoromo muy delicados, muy exquisitos y muy inspirados poetas: Ri-cardo Miró, Gaspar Octavio Hernández, Enrique Geenzier, Deme-trio Korsi, Hortensia de Icaza, José Guilermo Batalla, DemetrioFábrega y unos pocos más que seria prolijo enumerar. De losmencionados, Gaspar Octavio Hernández fue un poeta hosco y som-brío, De la misma raza que Escobar, se envolvió en una capa derebeldía literaria sin dejar por ello de ser un gran patriota y uncorazón de oro. Vió escapársele la vida material muy pronto, co-mo ocurrió a Soto, en un golpe de tos, y su muerte ha sido unduelo para las letras panameñas,

Hortensio de Icaza, que vive aún, es un poeta vibrante y ner-vioso, cuya poesia se reviste de grandes imágenes e intenso colo-rido.

Batalla y Geenzier son poetas de amores y amorios. Cultivanen sus jardines liricos rosas de pasión, y ponen en sus versos sua-vidades de guante y perfume de nardos, Pero Batalla es amadorcomo don Juan, y Geenzier sibarita como un abate versallesco.'Ello, sin perjuicio de que uno y otro pulsen en ocasiones cuerdasmás vibrantes de su lira, y canten, Geenzier a España en versosadmirables, y Batalla al gran Marti en una composición de cálidasestrofas y noble visión, Lástima que Geenzier haya casi enmude-ddo, y que Batalla derroche su inspiración en letrilas y epigra-mas politicos que tienen escasa duración, pues pasan con la mis-ma fugacidad que las campañas electorales.

Demetrio Fábrega, muerto ya, fue un poeta aristocrático, quesE:ntia la belleza y la cantaba con suavidad infinita, con un vago

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añorar de cosas muertas o imposibles, de aquells que gustaban aSilva y gustan a Valencia. En cambio Korsi, mezcla de sangre grie-ga y sangre de indio americano, es bravío, fanfarrón, irónico, bo-hemio, gustador de la vida y sus andanzas, pronto a la loa, al dic-terío y a la sátira, dispuesto siempre a llenar con la despreocupa-ción de un sofista de los tiempos de la dominación de Roma enGrecia, cualquier menester literario o simplemente la publicidad.Se ha dormido en Capua y produce ya poco, o no publica sus pro-ducciones, lo que es sensible, porque tiene empuje, y su inspira-ción conoce los caminos de las cumbres. Está ahora dedicado alperiodismo políico y es director de la Biblioteca Municipal en laciudad de Panamá.

Tengo para mí que Ricardo Miró, muerto hace cinco meses,el 3 de marzo de 1940, es nuestro gran poeta nacionaL. Regó susversos caprichosamente, como él mismo lo confiesa. Fue un bohe-mio del tipo más acabado. Curioso en su indumentaria muy barriolatino y en su modo de hablar, despectivo e hiriente; al par sagazy chispeante. Fue Secretario de por vida de la Academia Pana-meña de la Lengua, a la que atenàía con la misma despreocupa-ción que a todo cuanto se le encomendaba. Tenía la costumbre dedialogar con las estrellas largamente, noche tras noche, con lo queo.ueda dicho que era un noctámbulo incorregible. Mostró siempreexagerada devoción al culto de Dyonisos y al de Venus, y era uncaso complejo el suyo, ya que el hombre y el poeta vivían en cons-tante contradicción. Tenía el mismo defecto físico en el rostro queLuis C. López, "el tuerto genial" de Cartagena de Indias. Poseíatambién un corazón de oro y era un camarada de lo más curiosoe interesante, a pesar de sus defectos. Cuando quiso, supo subirmuy alto, y ha dejado una obra poética que hasta ahora no hafido igualada, ni menos superada, entre nosotros.

Réstame hablar de nuestras poetisas y de la nueva genera-ción lieraria. Respecto a las primeras, diré que la mujer pana-meña también ha expresado en versos sus tristezas y sus alegrías,aunque antes no tanto como ahora. En el ayer lejano sólo recuer-dú a Amelia Denis de Icaza, ya citada, que era dulce y amorosa,Poesía cordial la suya; la inspiración visitábala con frecuencia; po-

seíala como un dios a las pitonisas. La llamamos "la dulce palo-ma del Ancón"; y algunos versos suyos corren aún de boca en bo-ca. En un ayer cercano floreció Nicole Garay, uno de los tempe-ramentos más artísticos que he conocido. Dama ilustradísima, asíuna abejita por lo laboriosa: pintaba, componía música, hacia ver.sos, enseñaba, escribia en periódicos y revistas, todo con grandeagildad. Hace unos cuantos años se perdió en el misterioso máriallá; pero hasta en sus últimos momentos desbordóse su talentopoético: todavía unas pocas horas antes de morir escribió sus úl.timos versos.

Hoy contamos con Zoraida Díaz, que por desgracia poco can-tu ya, y que tiene versos que llegan muy adentro, al fondo del

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alma; y con Maria Olimpia de Obaldia, nuestra mejor poetisa, ins-pirada siempre en la paz de su hogar, con emoción romántica yi"uave devoción para cantar las virtudes y las inefables alegrías de

esposa y de madre. María Olimpia de Obaldia es oriunda de unaprovincia nuestra, limitrofe con la República de Costa Rica, lla-mada Chiriqui, lo que en lengua india guaimi significa "Valle de13 Luna", Esa provincia es un edén, con llanuras y valles fertil-~imos, altas montañas rematadas por el imponente y apagado vol-cán de Barú; ríos de corriente caudalosa yagua clara y espe-

Jcante; variadas fauna y flora; hombres intrépidos, trabajadores einteligentes, mujeres seductoras, amantes de su hogar y poseedo-ras de bellas prendas morales. Nuestra poetisa ha sido consagradapor la fama como "la alondra chiricana" y coronada, en una ve-lada literaria, como "Maria Olimpia de Panamá".

Entre la llamada generación republicana, o sea la que surgióde 1904 a 1910, y la actual, se hizo presente un grupo de poetas,entre los cuales debo mencionar a José Oller, José Isaac Fábre-ga, Ignacio de J. Valdés, Carlos Vilalaz, Guilermo MacKay, Be-nigno Palma, José María Guardia, Santiago Anguizola, Elías Alaín,.Jorge Enrique de Icaza, Alberto de Alba y Demctrio Herrera. Yluego, como una corriente que crece impetuosa, rompe los diquese invade la llanura, aparecen los nuevos: Moisés Castilo, LucasBárcenas, Octavio Fábrega, Eduardo Maduro, Tobías Díaz, Alfre-do de Alba, Eduardo Ritter Aislán, Antonio Isaza y Rodrigo Mi-ró; y las poetisas Ana Isabel Ilueca, Ofelia Hooper, María Magda-lena de Briceño, Dora Pérez, Elvira Elena uardia y otros y otras,llenos de noble emulación y de patrióticos afanes. No todos sedistinguen de igual manera ni alcanzan idéntica estatura; la ma-yoría huye del estudio y de la meditación, pero cada cual en suesfera contribuye al esplendor de las letras y al prestígio intelec-1ual de su país,

He dejado expresamente para mencionar por separado a ungrupo formado por dos poetisas y tres poetas que se destacan en-tre sus compañeros, y son astros que están ya bien altos en elhorizonte. Me refiero a Stella Sierra, Rosa Elvira Alvarez, Roge-lío Sinán, Roque Javier Laurenza y Ricardo Bermúdez. Las dospoetisas son muy jóvenes y su poesía está llena de emoción. StellaSierra se pierde a veces en las encrucijadas de la poesía geomé-trica moderna pero, por fortuna, no se aventura muy lejos en ellas.Rosa Elvira vive en Los Angeles, es casada, madre de famila, ytiene, listo para dar a la publicidad, un libro de versos en que SE'muestra tal cual es en la vida: sencila, candorosa, delicada, aman.te de su tierra y de cuanto a ella toca. Ambas .poetisas prometenmucho y la cosecha será magnífica.

Roque Javier Laurenza, con su predominio del ancestro ita-liano meridional, es atrevido, verboso, original, pero no ha rotopor completo los viejos moldes retóricos, aunque los ataque pordeporte y por alardes de iconoclasta. Posee una fibra poética vi.

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goros, es rico en imágenes; y el estudio, la disciplina, y sobretodo "nuestra Señora la Vluntad", lo llevarian a gran altura sifuera más constante en su trato con las musas. Más que él, Si-nán y Bermúdez son productos sin cruce de esta época arbitrariay renovadora, en que la juventud, influida por el desequilbrio delos valores espirituales, la confusión de ideas y la bancarrota de lacultura, es presa de inquietudes inexplicables y de anhelos confu-sos; ansiosa de cortar al hilo de la tradición marcha al encuentrodel porvenir con nuevas ideas, nuevas formas y nuevos métodos yÌlasta ahora sólo ha conseguido perderse en un bosque intrincadoen que cada árbol es un enigma y cada piedra un jeroglífico. Si-nán es, en Panamá, el maestro de esa juventud y encabeza el gru-po con donaire, aunque tiene abandonada la poesia hace algunosaños y se ha dedicado a cultivar con arrobo el cuento largo. Ri-cardo Bermúdez, como Calixto Velado en El Salvador, Ricardo Ta-mayo en Colombia y Demetrio Fábrega en Panamá --ue tuvie-ron profesiones que parecen tan alejadas del trato de las musas,como la de banquero el primero, dentista el segundo y farmacéu-tico el último-, estudia arquitectura en una gran Universidad deLos Angeles. Tiene publicado lln libro de versos raros, Poemas deausencia, que yo en broma y atendiendo a sus estudios universita.flOS llamo "Poemas geométricos", Y tiene inéditos unos poemasindios, de traducción bellsima, artística, que valen mucho, quehan de aquilatar su personalidad literaria cuando los publique,

Para concluir daré mi opinión sobre las inquietudes estéticasde los poetas nuevos, o mejor dicho, sobre la poesía de vanguar-dia. Dado mi eclecticismo literario acepto y me explico, aunqueno claramente, la actitud de los poetas vanguardistas. Temo a ve-ces que están perdiendo su tiempo y que son como náufragos enlos mares de la Idea. Es cierto que a una época determinada con-vienen representantes con modos de expresíón que traduzcan sus,;'npresíones personales ante la vída, y es imposible pretender que::os poetas de estos años preñadas de inquietudes morales, de cam-tios politicos, de alteración de las costumbres sociales y hogare-fías, de maquinismo, de una civilzación a veces grandiosa y a ve-('es absurda y de una cultura herida de muerte, aunque sientan eldolor y el amor, la cólera y la alegría, como humanos al fin, ex-presen sus sentimientos de la misma manera que los poetas deayer. Pero tal vez se han ido demasiado lejos y se han extraviadoal buscar la senda de la felicidad. En la imposibildad de cambiarsu naturaleza y postura ante la vida. yo los acepto tal cuales son,y los aplaudo, cuando creo que aciertan. Pero, como es lógico,sigo prefiriendo a los grandes modelos universales, con cuya com-pañía me deleito y olvido a ratos las angustias de una vida llenade inquietudes morales, espirituales y de azares materiales. Losnuevos bardos me hablan en un indioma que poco dice a mi inte-ligencia y nada a mi corazón. Soy respecto a ellos como un hom-bre maduro ante un coro de nifios, que ríe con sus juegos, que losaplaude bondadosamente, pero que no podría acompañarlos en sus

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travesuras ni recibir de ellos más que emociones pasajeras, A ve-ces he pretendido retener en la memoria algunas poesías vanguar-distas, de las que han parecido menos difusas y confusas. .. y nohe podído. Y con sorpresa he comprobado que lo mismo ocurre noya a partidarios de las viejas formas, sino a entusiastas ami-gos de lo nuevo, que en cambio pueden recitar sin tropiezos ver-sos de los antiguos maestros, cuyos prestigios apenas si se ocul-tan tras la neblina de la distancia, pero no perecen; pues las co-sas viejas, cuando son buenas, tiene la tenaz persistencia de unrItornello arrullador y emotivo.

Quizás se me haya olvidado citar en estas breves considera.dones a algunos poetas panameños que merezcan ser nombra-flos. Sería sensible, pero, bien visto, no tendría mayor importanciael olvido si consideramos que, sobre los hombres y sus obras, caepronto ese inevitable velo. Dichosos aquellos cuyos nombres se re-C'uerdan pasado un siglo, y más dichosos aún los que sean no sólorecordados en antologías y enciclopedias, sino también leídos. Esoya se reserva a los genios y éstos son rarísimos en la vida milena-ria de la Humanidad,

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