¿QUÉ TAL SI CANTAN SUS PROPIAS...

40
¿QUÉ TAL SI CANTAN SUS PROPIAS CANCIONES? Una invitación a que la iglesia local cante lo que sus miembros componen. Por: Noel Navas E ran las 4:00 de la tarde de un sábado de Marzo. El equipo de alabanza de la iglesia Comunidad Crisa- na de Santa Ana (en El Salvador) se reunió para realizar su ensayo semanal previo a la celebración del domingo. Como de costumbre, Hna. Reina de Ayala, líder de la banda y esposa del pastor principal, inició la reunión con un empo de oración. A los 10 minutos de estar oran- do oyó al Espíritu Santo decirle: “¡Este es el momento! ¡Hoy me van a escribir una canción nueva!” Sorprendi- da, recordó algunas palabras profécas que unos meses antes les habían dado con respecto a que sus alabanzas se oirían en las naciones y que entre ellos habían perso- nas con el ´corazón de David´; sin embargo, escuchar al Señor decirle: “Hoy es el día que van a incursionar en la composición” no dejó de inquietarla. Al corroborar en

Transcript of ¿QUÉ TAL SI CANTAN SUS PROPIAS...

¿QUÉ TAL SI CANTAN SUS PROPIAS CANCIONES?

Una invitación a que la iglesia local cantelo que sus miembros componen.

Por: Noel Navas

Eran las 4:00 de la tarde de un sábado de Marzo. El equipo de alabanza de la iglesia Comunidad Cristia-

na de Santa Ana (en El Salvador) se reunió para realizar su ensayo semanal previo a la celebración del domingo. Como de costumbre, Hna. Reina de Ayala, líder de la banda y esposa del pastor principal, inició la reunión con un tiempo de oración. A los 10 minutos de estar oran-do oyó al Espíritu Santo decirle: “¡Este es el momento! ¡Hoy me van a escribir una canción nueva!” Sorprendi-da, recordó algunas palabras proféticas que unos meses antes les habían dado con respecto a que sus alabanzas se oirían en las naciones y que entre ellos habían perso-nas con el ´corazón de David´; sin embargo, escuchar al Señor decirle: “Hoy es el día que van a incursionar en la composición” no dejó de inquietarla. Al corroborar en

2

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

su corazón que verdaderamente era el Espíritu quien le hablaba, oró: “Bueno, Señor ¡Si esto es tuyo vamos a hacerlo!”

Efectivamente, en ese instante detuvo sutilmente la oración, compartió con todos el sentir del Señor y como toda una comandante de tropa dio directrices al equipo para que se dispersaran sobre la tarima y le pidió a cada uno tomar papel y lápiz para comenzar a componer.

A medida que todos se ubicaban, Hna. Reina le dijo a Mauricio, el guitarrista, que él sería parte vital de la can-ción que escribirían para el Señor, le dio instrucciones de que escogiera los mejores acordes musicales que pudie-ra y lo puso a trabajar. Luego, mientras él los escogía y hacía sonar, el resto se dedicó a escribir ideas y pensa-mientos que sentían de Dios en ese momento. Ideas que posteriormente se convertirían en la letra de la canción.

Unos cuarenta minutos después de haber iniciado, cada quien comenzó a cantar, delante de todos, sus propias letras intentando acoplarse a lo que Mauricio tocaba en la guitarra. Algunos lo hicieron con timidez pues no sa-bían en qué iba a parar aquello. Pero al hacerlo notaron que había letras que sí y letras que no se acoplaban a la música. Por lo tanto, decidieron escoger las partes de las letras que sí concordaban hasta definir aquellas que

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

3

incluirían en la canción. Es decir, en la estrofa, el coro y el puente.

Después de transcurrido más de la mitad del tiempo que les ocupa realizar su ensayo, lograron escribir la letra final, definieron la melodía y también los acordes que llevaría la canción. Se dirigieron a la oficina de la iglesia y la imprimieron para comenzar a ensayarla. Todo mundo estaba emocionado por lo que estaba pasando, nadie quería terminar de trabajar. Además, para que no se les olvidaran las partes de la canción aprovecharon ese momento para grabar en sus teléfonos celulares las melodías que estaban cantando.

Cuando terminaron de ensayar la canción todo mundo estaba tan emocionado que comenzaron a aplaudir al Señor espontáneamente. Estaban agradecidos. Sobre todo por haber vencido las barreras del “nunca lo hemos hecho” y del “eso no se puede”. Todos aplaudían con entusiasmo. Después de dos horas de trabajo estallaron en expresiones de gozo producto de haber culminado su primera composición como equipo de alabanza. En palabras de Hna. Reina: “¡Toda la experiencia fue una verdadera aventura!”

El episodio que le acabo de relatar sucedió un mes antes del aniversario de la iglesia Comunidad Cristiana, lugar donde este equipo compositores ministra. Por eso, sa-

4

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

biendo que se acercaba dicha fecha decidieron estrenar la nueva canción el mismo día que conmemorarían su octavo aniversario.

El día del aniversario, luego que Hna. Reina diera unas breves palabras de introducción, cantaron la canción “Al Rey exáltale” ante la congregación. La cantaron con el corazón y con toda la excelencia posible. Cuando ter-minaron no imaginaron que la gente iba a exclamar en voz alta: “¡Otra vez! ¡Otra vez!” Al oír eso Hna. Reina se conmovió. Ellos nunca pensaron que la iglesia iba a reac-cionar de es forma. Así que con entusiasmo volvieron a cantarla.

Al concluir la celebración y mientras todos se retiraban, los miembros del equipo de alabanza escucharon a va-rios niños cantar el coro de la canción en los atrios de la iglesia y además, quedaron tan motivados por esta ex-periencia que han continuado acercándose a Hna. Reina para mostrarle ideas de canciones que han estado traba-jando después de esa primera vez que escribieron.

Hay tres cosas que me llaman la atención de esta expe-riencia inusual de composición:

En primer lugar: la forma en que el Espíritu Santo im-pulsó a este equipo de músicos y cantantes a componer. Esta experiencia confirma lo que la Escritura nos insita a hacer de cantar canciones nuevas. Es decir, su manda-

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

5

miento sigue vigente. Dios aún está interesado en que escribamos canciones propias e inéditas para él.

Segundo: me impresiona imaginar al equipo distribuirse sobre la tarima de la iglesia y utilizarla como escritorio para componer. Ellos comenzaron a escribir lo que sen-tían que serían las letras y los acordes apropiados para la canción que el Señor los impulsaba a hacer. Cuando cada quien mostró su propuesta ante todos, a pesar de la timidez, nadie se burló el uno del otro ni menosprecia-ron las aportaciones que estaban haciendo. ¡Verdadero trabajo en equipo!

Y por último: me impresiona saber que este equipo, que nunca antes habían escrito una canción, tomó valor suficiente, no sólo para animarse a escribir, sino también para cantar ante la congregación reunida. Eso se llama: ¡Valor! Eso es creer en sus propias canciones y decidir bendecir a otros con las cosas frescas que Dios les está inspirando a escribir.

Pienso que si el equipo de alabanza de Comunidad Cristiana lo pudo hacer, cualquier otro equipo también puede. Pienso que si los equipos de alabanza de nues-tras congregaciones apartaran un ensayo al mes para practicar un tipo de ejercicio de composición similar, sucederían cosas impresionantes. ¿Qué tal si se anima a

6

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

hacerlo? ¿Qué tal si motiva a sus cantantes y músicos a imitar el ejemplo de esta iglesia?

Por mi parte, ya oí la canción del equipo de alabanza de Comunidad Cristiana. Y déjeme decirle que está: ¡Buení-sima! Digna de ser grabada en un disco y ser cantada en las congregaciones.

LA INVITACIÓN DEL SEÑOR A COMPONER

Hay muchas cosas en la Biblia que a mí en lo personal me impresionan. Una de ellas es encontrar en los Salmos la invitación del Señor a que cantemos canciones nuevas. A que incursionemos en la composición. Compruébelo usted mismo:

“Cantadle cántico nuevo; hacedlo bien, tañendo con júbi-lo”. Salmo 33:3.

“Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra”. Salmo 96:1.

“Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho mara-villas ” Salmo 98:1.

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

7

“Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos”. Salmo 149:1.

Como ve, es bíblico componer. El Señor mismo nos invita a hacerlo. Si recuerda, uno de los atributos de Dios es que es ´Creador´ (véase Génesis 1:1) y a la vez es ´crea-tivo´. Al Señor le gusta que nos parezcamos a él. Por eso nos invita a que creemos cosas nuevas. A que compon-gamos. El apóstol Pablo escribió: “Sean pues, imitadores de Dios como hijos amados…” (Efesios 5:1). Por lo tanto, escribir canciones nuevas es un acto de obediencia al deseo de Dios que lo imitemos.

Es más, la Biblia dice que fuimos hechos a su imagen y semejanza (véase Génesis 1:26-27). ¿Lo recuerda? Por eso, desde que nacemos traemos la chispa de la innova-ción en nuestros genes. En este sentido, manifestar un interés por lo nuevo y por los procesos de creación es algo normal en el ser humano. No deberíamos alarmar-nos ante eso, sino alegrarnos por aún poseer este ras-go de nuestro Creador. ¿No cree?

LA COMPOSICIÓN EN LA IGLESIA

Permítame darle mi apreciación de la iglesia en cuanto al tema de la composición. Cuando visito algunas congre-gaciones, cuando veo sus reuniones por la Televisión o

8

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

converso con algunos miembros de equipos de alaban-za, me sorprende corroborar lo renuentes que estamos siendo a la invitación del Señor de cantar canciones nuevas. Como mencioné, es bíblico hacerlo y es el deseo de Dios que lo hagamos. Al afirmar esto no me refiero a que hay que darle la espalda a las canciones de antaño ni a que en cada una de nuestras reuniones todo lo que cantemos debe ser nuevo. No, me refiero a que muchas iglesias han abandonado la innovación saludable.

Por el momento no me detendré a detallar por qué algu-nos líderes y congregaciones son renuentes a la innova-ción, simplemente quiero animarle a considerar la posi-bilidad de comenzar a cantar sus propias canciones en su iglesia. Como dije antes: no está mal que cantemos can-ciones antiguas o de otros en nuestras reuniones. Dios ha levantado a través de los años poderosos ministerios musicales y a grandes compositores para que nuestras congregaciones canten; sin embargo, actualmente veo muy poca (por no decir: ninguna) composición de cantos nuevos de parte de los miembros de las iglesias locales. Estoy hablando de mi país. Sí, cantan los últimos hit´s de la radio. Está bien. Pero, en la mayoría de casos, no cantan las canciones que sus propios compositores están confeccionando.

Permítame preguntarle: ¿cantan en su iglesia canciones hechas por los integrantes del ministerio de música?

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

9

¿Cantan en su congregación canciones hechas por algún miembro de la iglesia? Probablemente no. Luego ve-remos algunas razones del por qué de este fenómeno; sin embargo, por el momento basta con decir que en su congregación hay compositores. ¡Sí, los hay! “¡Escondi-dos!”, pero los hay. “¡Inactivos!”, pero los hay. Como líde-res y miembros comprometidos deberíamos propiciar el surgimiento de nuestra propia música inédita, con sello y huella dactilar nuestra. ¿No le parece?

No me mal entienda. No estoy abogando por tirar por la borda las canciones de otros y que no son de ustedes. No, simplemente creo que hay talento escondido dentro de su iglesia y que debería de apoyarse. ¿Por qué? ¡Por-que necesitamos cantar canciones nuevas! Esa es la invi-tación que hemos recibido del Señor: “¡Canten canciones nuevas!” resuena su voz en los Salmos. “¡Tóquenlas con alegría!” dice el 33:3. “¡Canten canciones nuevas! ¡Cán-tenlas en todo el planeta!” dice el 96:2. “¡Canten cancio-nes nuevas! Que vuestra inspiración son las maravillas que hago por ustedes” dice el 98:1. “¡Canten canciones nuevas!.. ¡Cántenlas en todas las congregaciones!” finali-za el 149:1.

No debemos estancarnos en el pasado ni menospre-ciar lo que nuestros propios compositores están hacien-do. Mi hermano menor me dijo una vez: “Noel, ¿me creerías si te digo que a pesar de la edad que tiene la hu-

10

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

manidad, el número de habitantes que han vivido en este mundo y la gran cantidad de canciones que hasta hoy se han escrito, aún no se ha compuesto siquiera la tercera parte de las canciones que podrían escribirse?”

Cuando pienso en esa pregunta me impresiono por su magnitud. Por eso pregunto: si aún disponemos de tal caudal de recursos para innovar, ¿por qué no estamos echando mano de ellos? Si Dios es el Dios Creador y no-sotros su imagen y semejanza, ¿por qué no hemos sido capaces de imitar sus pasos? Es más, si Dios ya nos invitó a que le compongamos canciones nuevas, ¿por qué no nos hemos dado a la tarea de conocer lo que nuestros propios compositores están escribiendo? ¿Acaso hemos olvidado que cuando Jesús, el amado novio de la iglesia, está presente, el corazón enamorado de los adoradores se inspira a componer? ¿Acaso no hemos leído el pa-saje que dice: “Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido ” (Cantar de los cantares 2:10-12)? ¡Pareciera ser que sí!

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

11

¿POR QUÉ ALGUNAS IGLESIAS NO CANTAN SUS PROPIAS CANCIONES?

A mi modo de ver el hecho de que las iglesias tengan

compositores entre sus filas y no los tomen en cuenta,

es lamentable. Algo distinto sería que no los tuvieran,

cosa que a veces pasa. Pero si los hay, ¿por qué no se les

busca? ¿Por qué no se canta lo que ellos están escribien-

do? Han de haber muchas razones, he aquí cinco que

vienen a mi mente:

Comodidad.

Cantar una canción nueva, ya sea del último disco de música cristiana o de uno de nuestros propios escritores, implica esfuerzo. Esfuerzo que muchos pastores, direc-tores o equipos de adoración no están dispuestos a dar. ¡Holgazanería pura! Piénselo:

Cantar una canción nueva requiere tiempo de selección. Implica dedicar tiempo para sentarse a escuchar músi-ca, las propuestas de los compositores y escoger la más apropiada para la reunión.

Cantar una canción nueva requiere tiempo de prepara-ción. Implica que alguien debe trabajar en escribir las letras, cifrados o partituras para el ensayo del equipo de alabanza.

12

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

Cantar una canción nueva requiere tiempo de ensayo. Implica que un equipo de músicos y cantantes dedica-rán varias horas a la semana para aprender y dominar la canción que van a enseñar.

Cantar una canción nueva requiere tiempo de ense-ñanza. Implica que el equipo de alabanza se esforzará por mostrar en la reunión de la iglesia la canción que han practicado y que ahora desean que las personas apren-dan.

Cantar una canción nueva requiere tiempo de repetición. Implica que el equipo de alabanza deberá mostrarla a las personas en repetidas ocasiones hasta que esta sea parte del repertorio de la iglesia.

Si a todo esto le sumamos el riesgo de que a la congrega-ción no le guste la canción, algunos atornillan su mente pensando: “Ante tal panorama ¡Mejor sigamos cantan-do lo de siempre!”

Ceguera.

Recuerdo el tiempo que trabajé en una escuela cristiana y no teníamos coordinador para el área de niños. Llamé a pastores amigos para que me recomendaran a alguien para el puesto, entrevisté a varios aspirantes y aún así no encontraba al indicado. ¡Estaba preocupado! Un día, ha-blando con uno de los maestros que impartían clases a

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

13

los alumnos del bachillerato me dijo que su pasión eran los pequeños y que fungía como pastor de niños de su iglesia. A medida que hablábamos y me contaba todo lo que hacía en su congregación en pro de los niños, yo de-cía para mí: “¡Caramba! ¡Todo este tiempo he tenido a la persona idónea entre mis filas! ¿Por qué no me di cuenta de esto antes?” Después de esa conversación gestiona-mos su traslado al área de niños. Y aunque hace algunos años ya no trabajo en dicho lugar, él sigue ejerciendo su ministerio con los pequeños de forma impactante.

A veces podemos tener algo frente a nuestros ojos y aún así no verlo. “Vemos, pero no vemos”. Es decir, padece-mos de ceguera. Pienso que lo mismo sucede en las con-gregaciones locales. Tenemos cantantes, músicos, pin-tores, poetas, ¡compositores!, entre nuestras filas y por culpa de nuestras escamas oculares no vemos a la gente talentosa que está allí. A veces, simplemente bastaría con tener el valor de preguntar desde el púlpito: “¿Hay alguien en este lugar que escriba canciones para Dios?” para darnos cuenta que sí hay escritores entre nuestro pueblo.

Alienación.

Según el Diccionario de la Lengua Española la alienación es: “El estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad”. El pastor, director o

14

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

equipo de adoración alienado piensa: “Las canciones que escriben en tal o cual país o en tal o cual ministerio, son mejores que las que alguna vez podría escribir alguien de mi iglesia. ¡Por eso cantamos lo que ellos componen y no lo nuestro!”

Aunque muchos no lo reconocerían abiertamente, en la práctica manifestamos una mentalidad alienada. Sino tajante, por lo menos leve. Creyendo que lo que hay fuera de las cuatro paredes de nuestra iglesia es mejor que lo que hay dentro. Buscando traer lo de afuera hacia dentro y menospreciando lo nuestro. Con esto no quiero decir que lo de afuera no tiene valor. ¡Claro que lo tiene! Pero también lo que hay dentro tiene valor. Simplemen-te hay de despojarnos de esa mentalidad e interesarnos por lo que nuestros propios compositores están escri-biendo. Seguramente hay tesoros que no hemos descu-bierto por darle más importancia a la mirada externa, que a la interna.

Incredulidad.

Otra razón es la incredulidad. No creemos en lo que nuestra propia gente hace. Esto también tiene que ver con un nivel de alineación que muchos inconcientemen-te padecemos. Pensamos que lo que se hace en otros países es superior a lo que producimos en el nuestro. Que lo que otras congregaciones hacen está arriba de lo

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

15

que nuestra propia iglesia hace aquí abajo. Somos in-crédulos ante lo que nosotros mismos producimos y no creemos que nuestros talentos tengan tanto valor como el de otros. Por lo tanto, los menospreciamos.

Como usted bien sabe, pensar así no está bien. Es decir, seguramente todos necesitamos mejorar, pero el hecho de que a alguien de su congregación aún le falte perfec-cionar su talento no significa que no haga cosas de va-lor. Lo que sucede a veces es que “tiramos el agua de la bañera con el bebé” y no sólo el agua, como debería de ser. El hecho de que como iglesia nos falte mucho por re-correr en cuanto al tema musical debería estimularnos a crecer en excelencia y a superar nuestros propios están-dares. No a estancarnos y quedarnos de brazos cruzados menospreciando a nuestros hermanos con capacidades creativas. Es mejor tener equilibrio. Comenzar a tomar lo mejor de ambos lugares y seguir adelante.

Por eso, un pilar fundamental para que una congrega-ción use las composiciones de sus mismos miembros, es creer en ellos. Si no creemos, ni siquiera apartare-mos tiempo para escuchar sus trabajos; mas si lo ha-cemos, entonces vamos por buen camino. Creer en el talento de nuestros propios hermanos es vital para una iglesia que espera ir en pos de una expresión musical con identidad propia.

16

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

Cultura.

La última razón que viene a mi mente del por qué no cantamos lo que nuestros propios compositores están escribiendo, es una razón cultural. Seamos francos, la mayoría de ciudadanos en nuestros países no valoran las artes. ¡Por lo menos en Centroamérica! Lugar de donde soy. Esto se debe a que el aprecio por las ramas artísti-cas no se inculca constante y sistemáticamente a través del hogar y la educación escolar. Aunque sí se enseña desde la infancia, la mayoría de veces dicho énfasis se interrumpe (o disminuye) en algún momento del proce-so educativo para darle prioridad al aprendizaje de otras ramas del conocimiento. Es decir, no se discipula com-pletamente en materia de artes a los niños hasta llegar a la adolescencia, sólo cuando son pequeños. Después ya no. Cuando sí se hace es debido a padres de familia y escuelas que saben lo trascendental que son las artes para sus hijos y estudiantes. Por lo tanto, desean plas-mar en ellos dicho valor. Lastimosamente, esto último es la excepción.

En este sentido, el analfabetismo artístico de la sociedad ha permeado el seno de la iglesia. Todos somos producto de nuestro hogar y de la educación que recibimos. Por eso, no es de extrañarse que la mayoría de miembros de nuestras congregaciones simplemente manifiesten lo que ya son. No tienen cultura musical ni artística. Por lo

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

17

tanto, ella está ausente en la vida de la iglesia. Probable-mente este también sea otro factor por el cual no valora-mos la creatividad de nuestros propios escritores.

TRES RAZONES POR LAS CUALES UNA IGLESIA DEBERÍA CANTAR SUS PROPIAS CANCIONES

Después de comentar cinco probables razones por las cuales algunas iglesias no cantan sus propios cantos, per-mítame hablarle brevemente del por qué es importante cantar dichas canciones en nuestras reuniones. Las razo-nes que a continuación expongo parten de la razón más importante de todas: es el deseo del Señor. Es decir, ya sea que cantemos o no lo que escriben nuestros propios escritores, hemos sido invitados a cantar cánticos nue-vos. ¿Lo recuerda? Los Salmos 33:3, 96:2, 98:1 y 149:1 son evidencia de ello. Basado en esto, creo que hay por lo menos tres razones por las cuales deberíamos cantar canciones nuevas.

Cantar canciones nuevas refresca.

Incluir una canción nueva puede traer frescura a un tiempo de alabanza y adoración congregacional caracte-rizado por la rutina. Claro que se pueden hacer algunas cosas más para lograr dicho fin, pero un canto nuevo cae como anillo al dedo cuando se trata de salir de la rutina de cantar lo de siempre. Por lo general, cuando en una

18

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

iglesia el repertorio musical nunca cambia los miem-bros asocian el tiempo de adoración con aburriendo. No siempre, pero la mayoría de veces sí. Lo que pasa es que las personas no lo dicen; sin embargo, si todos fuéra-mos sinceros, muchos coincidiríamos en que muchas de nuestras reuniones de adoración, donde se canta siem-pre lo mismo, son rutinarias y predecibles.

En cierto sentido, la mala fama que tiene en algunos círculos la adoración congregacional se debe a pastores y directores de adoración sin visión para ella. La adoración no debería ser aburrida. Debería ser dinámica y vibrante. ¡Uno de los tiempos favoritos de los adoradores! En este sentido, incluir periódicamente canciones nuevas rom-pe la pesada monotonía de cantar lo de siempre. ¡Más si una de esas canciones ha sido escrita por uno de los nuestros!

Imagine conmigo lo siguiente: El tiempo de alabanza y adoración de su iglesia inicia. Los hermanos cantan lo más animosamente posible que la rutina de cantar lo mismo les permite. Cantan la primera canción, la segun-da y la tercera de la lista del director. ¡De repente! En el cuarto canto, el líder de alabanza hace una breve inte-rrupción y anuncia que en ese momento va a enseñarles un canto nuevo. ¡Ops! ¡El viejo odre sufre una rotura! A esto, el líder añade que dicho canto no es un simple canto. ¡No, no, no! Es una canción que uno de los inte-

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

19

grantes del grupo de alabanza ha compuesto para que juntos celebren la presencia de Dios. “¡1, 2, 3! ¡Vamos muchachos!” exclama el director. Y comienzan a cantarlo ante la congregación.

¿Sabe qué va a pasar en ese instante? Se quiebra el viejo odre. Los ojos de los congregantes se abren como platos y la expectativa crece. Al punto que desean oír, sentir y disfrutar la composición que uno de los suyos ha escrito para beneficio del pueblo que adora. ¡El odre de la inno-vación comienza a estrenarse!

Yo le garantizo, que si el equipo de adoración tiene tino para escoger las canciones y enseñan dinámicamen-te sus propias composiciones, en unos meses algunos miembros de la iglesia experimentarán tal entusiasmo que comenzarán a acercarse a los integrantes del grupo de alabanza para preguntarles cuándo grabarán dichas canciones. No sólo para beneficio de ellos mismos, sino para que otros más también puedan ser bendecidos. ¡Todo por causa de un líder que tuvo la valentía de inno-var con música inédita hecha por ellos mismos!

Espero no dar la impresión de que cantar canciones nue-vas es la panacea de nuestras reuniones ni que debemos innovar con el fin de grabar un disco. Esa no es mi inten-ción; sin embargo, lo que sí hará la innovación saludable será traer frescura a sus tiempos de adoración, al cora-

20

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

zón de los asistentes y muy probablemente, cambiará la actitud de aquellos que creen que sus reuniones son aburridas y predecibles. Será como un vaso de agua en el desierto de la rutina.

Cantar canciones nuevas consolida.

¡Quién mejor que un compositor de la iglesia local para transmitir, por medio de canciones, el sentir de la con-gregación en general! Como usted bien sabe, Dios tiene un trato personal con cada comunidad de creyentes, con cada iglesia. Lea Apocalipsis capítulo dos y tres, y verá que el Señor tiene un trato específico con cada congre-gación. Ese trato, o mejor dicho: ese sentir de Dios por su pueblo, es transmitido a través del mensajero de la Palabra (el pastor) a todos sus miembros. Por eso, mu-chas veces, los predicadores enseñan sobre un mismo tema a sus iglesias durante varias semanas. Esto se debe a que han discernido que dicho énfasis ayudará a los miembros a obedecer más puntualmente a Dios en sus vidas según lo que el Espíritu les está guiando. Cuan-do eso sucede, un compositor debe prestar atención y valerse de ese recurso y énfasis espiritual para escribir canciones que la iglesia pueda cantar durante dicho pro-ceso.

Cuando una iglesia es instruida sobre un tema y a la vez canta sobre el mismo, las probabilidades de que las

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

21

lecciones de la Escritura marquen sus vidas crece enor-memente. Nunca las van a olvidar. ¿Por qué? Porque no sólo las oyeron, sino también porque las cantaron y repitieron en sus corazones. Por lo tanto, tenga por seguro que después de cada una de esas reuniones los adoradores podrán llevarse un canto que saben que Dios les dio como recordatorio del énfasis que él está hacien-do en sus vidas, como individuos y como cuerpo. Por eso, cuando un pastor tiene un sentir particular para su congregación y sabe que durará varias semanas, debe pedirle a los compositores de la iglesia que lo apoyen escribiendo canciones que refuercen la enseñanza que impartirá. De esta forma, el ministerio pastoral y musical se unirán, y podrán consolidar al pueblo en el nivel de obediencia que Dios los está llamando.

Cantar canciones nuevas fortalece.

Cantar canciones nuevas no sólo tiene el potencial de traer frescura a la adoración y consolidar a la comunidad de creyentes. Hacerlo también fortalece la vida de las personas y de la iglesia. La Biblia dice: “El gozo del Señor es vuestra fortaleza” (Nehemías 8:10)

La alegría, el gozo y el regocijo que causa cantar lo que los compositores locales están escribiendo fortalece las fibras mismas de la congregación. El hecho de que ellos estén componiendo acerca de los énfasis espirituales

22

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

que Dios está trayendo a sus vidas como iglesia, es sinó-nimo de una relación viva y dinámica, que como cuerpo, están experimentando en el Señor. No estarán escribien-do sobre lo que está sucediendo al otro lado del mundo ni en algún país vecino. Están cantando sobre las obras que Dios mismo está haciendo en medio de ellos. Hacer esto trae vitalidad y fe a la vida de los hermanos. Les permite ver al Señor, no como un ser distante que está allá bendiciendo a otras iglesias, sino como uno que les permite observar de primera fila su trato único y especí-fico para la congregación.

Eso fue lo que le pasó al antiguo Israel. ¿Recuerda cuan-do el pueblo cruzó el Mar rojo? ¿Recuerda cuando fa-raón y su gente de a caballo fueron sepultados bajo el océano? La Biblia dice que cuando Moisés y toda la con-gregación presenciaron este milagro comenzaron a “can-tar este cántico a Jehová: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico ” (Éxodo 15:1-2). Cuando el milagro sucedió Israel no tenía un canto apropiado para celebrar el momento. Por lo tanto, escribieron uno nuevo. ¿De qué nos habla esto? De que cuando Dios hace maravillas entre su pueblo, una forma de perpetuar dicha experiencia es cantar un cántico nuevo que hable sobre ello. De ese modo, cuan-do transcurra el tiempo, a pesar de que ese hecho haya

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

23

sucedido hace mucho, podrán recordar a través de esa canción que él ha estado presente y que nunca los ha abandonado. Y al hacerlo, sus corazones se fortalecerán por el hecho de recordar el trato personal que Dios ha venido teniendo con ellos durante los últimos años como iglesia.

Definitivamente, cantar canciones nuevas puede ser de bendición para su congregación. Será como beber un vaso de agua en medio del desierto de cantar lo mismo. Por lo tanto, ¿cuándo decidirán cantar una canción pro-pia en alguna reunión? ¿Cuándo se animarán a hacerlo? Bueno, esa respuesta sólo la tiene usted y su equipo de adoración.

10 IDEAS PARA COMENZAR A CANTAR CANCIONES NUEVAS

Los siguientes ´tips´ pueden ayudar a pastores, directo-res y equipos de adoración a incluir, dentro del reperto-rio musical de la iglesia, canciones que ellos mismos o miembros de la congregación están componiendo. Las siguientes son algunas de las muchas cosas que pudieran hacer:

Haga una invitación.

Sí, invite a los miembros del equipo de alabanza a que muestren las canciones que han escrito o estén escri-

24

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

biendo. Dígales que desean impulsar poco a poco la propia identidad musical del grupo y de la iglesia. Que cantar lo propio puede bendecir a la congregación. Aní-meles a vencer el temor, a creer en sus canciones y a que las muestren a su líder inmediato para considerar su utilización. Muy probablemente muchos ministerios de adoración se llevarán gratas sorpresas al descubrir can-ciones que nunca pensaron que sus integrantes podían escribir.

Amplíe la invitación.

Sí, amplíe la invitación. No sólo a los integrantes del equipo de alabanza, sino también a los miembros de la iglesia en general. Ponga un anuncio en el boletín o mu-ral de la iglesia, anúncielo desde el púlpito. Invítelos a que traigan sus composiciones para considerar su utili-zación. No les prometa que las usarán, sólo dígales que desean considerarlas. Antes de ampliar la invitación sería prudente establecer requisitos básicos que debe llenar la persona que ofrezca sus composiciones. Por ejemplo: un tiempo mínimo como miembro de igle-sia, bautizado en agua, fiel diezmador, miembro de algu-na casa de oración o célula, etc. El propósito de esto es asegurase, en la medida de lo posible, que el compositor tenga una vida cristiana consecuente con su fe. No vaya a llevarse la sorpresa de que están cantando canciones

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

25

de alguien con una vida desordenada. Por eso, establez-ca requisitos mínimos, además de flexibles.

Defina un perfil.

Defina un perfil básico con las características que desea de las canciones que quiere que los miembros de la igle-sia presenten ante ustedes. Yo le recomiendo comenzar porque sean canciones de alabanza y adoración congre-gacional. No tienen que ser necesariamente canciones muy largas, pueden ser cortas. Apegadas a la sana doc-trina. Que honren el espíritu de celebración y adoración del cristianismo. Pegajosas en melodía y apropiadas para el estilo rítmico musical que caracteriza a la congrega-ción.

Si por alguna razón las canciones que le presentan no son congregacionales o de ritmos que no usarían duran-te un tiempo regular de alabanza, no las deseche. Estas pueden ser usadas en el futuro para el momento de recoger la ofrenda, para puntos especiales de la reunión, en dramas, conciertos o tardes de talentos organizados por la iglesia. En este sentido, considere para utiliza-ción todas las canciones que se presenten. Claro, confor-me al perfil básico que hayan elaborado.

26

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

Cumpla su promesa.

De nade sirve invitar a que la gente presente sus cancio-nes si con el transcurrir del tiempo no van mostrarse pú-blicamente en alguna reunión. Eso sería prometer algo que no se va a cumplir. Si logra reunir un grupo de can-ciones, por lo menos debería mostrar una cada cuatro o seis semanas. Si usted cree que eso es poco tiempo, está bien. Cada líder y equipo de alabanza deben establecer sus propios períodos de innovación y exposición de can-ciones nuevas. Por mi parte le recomiendo mostrar una cada mes o mes y medio.

Insisto: si por alguna razón las canciones que lleguen a sus manos no son de alabanza y adoración congre-gacional, no deben desecharse. Estas se pueden mos-trar como punto especial en alguna reunión o evento. Lo importante aquí es que quienes muestren sus canciones para evaluación vean que sí se están cantando en públi-co conforme a lo que se prometió y que no se les está in-centivando a una utopía. Esto no significa que usted está obligado a cantar todo lo que los hermanos le han dado. No, debe escoger las mejores canciones para enseñarlas a la iglesia. No todas, sólo las mejores. Pero por favor: ¡Cumpla su palabra! Déle seguimiento a esta iniciativa y muestre en público lo que sus propios compositores están haciendo.

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

27

¡Anime, anime, anime!

Anime a los miembros del equipo de alabanza y de la iglesia a escribir canciones permanentemente. No sólo una vez; siempre. Pídales que hagan canciones basadas en los sermones dominicales, que escriban cantos escri-turales, que compongan según el trato personal que Dios está llevando acabo en sus vidas, etc. Es decir, no basta con invitarlos a que muestren sus canciones una vez. Ese sólo es el paso inicial. Debe animarlos periódicamente a que compongan y muestren sus obras para considera-ción las veces que sea necesario. No se duerma en sus laureles. Animar a otros a que escriban debe convertirse en un estilo de vida para la iglesia. No en un evento que hará una sola vez. Debe motivarlos cada vez que pueda.

No se desborde.

Cuando comience a estimular la composición de can-tos en su iglesia, por favor sea sobrio. No se desborde. Menciono esto porque puede ocurrirle que sean tantas y tan buenas las canciones que estén llegando a sus ma-nos que quieran comenzar a cantar cada domingo puras canciones nuevas. ¡Tenga cuidado! Eso puede resultar en detrimento de la adoración congregacional. Escojan ´la mejor de las mejores´ para que debute en la lista de can-tos del director de adoración. Yo recomiendo que estre-nen una canción cada cuatro o seis semanas. Sólo una,

28

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

mientras simultáneamente utilizan canciones de otros dentro del repertorio. Otros quizá prefieran cantar más en ese período de tiempo. Está bien, pero tenga cuidado. Administre bien su celo por innovar.

Por otro lado, no seda fácilmente a la tentación de gra-bar un disco de música cristiana cuando comience a reci-bir canciones nuevas. Muchos, al ver tal caudal de creati-vidad, piensan que es la voluntad de Dios que graben un disco de alabanza y adoración congregacional. Yo no digo que no lo sea, pero le animo a que busque seriamente a Dios sobre ello y luego decidan. Que el caudal de crea-tividad no sea la razón por la cual grabar, sino porque están experimentando un mover de Dios en adoración que es digno de mostrar a las naciones.

No se desanime.

Aunque las recomendaciones que estoy planteando están orientadas al lado positivo de la recepción de can-ciones, también existe la posibilidad que reciban poco o nada cuando inviten a los miembros de la iglesia a que las muestren. Eso también puede suceder. El caudal de creatividad está supeditado al número de composito-res amateurs con que una congregación cuenta. En este sentido, entre más grande el número de miembros de una iglesia, más probabilidades de que hayan más com-positores. Lógicamente, entre menos miembros, menos

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

29

escritores. Aunque esta regla no está escrita en piedra, por lo general se cumple. Sin embargo, no se desanime. Insista e invite a todo mundo a presentar sus canciones, que sino es en este momento, en el mediano plazo y a medida que la obra local vaya creciendo irán surgien-do personas que le mostrarán canciones con potencial para ser cantadas en público.

Capacítelos.

Provea recursos para aquellos que ya componen o para aquellos que manifiesten interés por aprender a hacerlo. Es decir, capacítelos. Sea que sean miembros del equipo de alabanza o miembros de la congregación sugiérales, cómpreles o présteles materiales que les ayuden a cre-cer en su vida como escritores. Recomiéndeles sitios en Internet que puedan consultar (www.laaventuradecom-poner.com puede ser uno de ellos). Patrocíneles congre-sos, seminarios, clínicas o talleres de música o de com-posición. Vamos, no escatime este esfuerzo. ¡Invierta en ellos! Se dará cuenta de que al hacerlo experimentará una de las satisfacciones más grandes que una persona puede tener en la vida: contribuir al crecimiento de su prójimo.

30

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

¡Haga un concurso!

¿Qué tal si hace un concurso de composición? A veces a la iglesia le hace falta creatividad. Piensan que hacer eventos premiados es imitar al mundo. Pero no, no se confunda. Hace unos meses mi iglesia hizo un concurso de composición junto con la alcaldía de la ciudad. Como el alcalde iba a lanzar un programa para mejorar las re-laciones entre sus habitantes, llamado: “El buen vecino”, la iglesia se unió a dicha campaña e hizo un concurso de composición. La idea era crear una canción cuyo título tenia que ser: “El buen vecino” y el premio sería $100.00 en efectivo. Aunque no participaron muchas personas, el resultado fue extraordinario. Quienes se inscribieron presentaron canciones muy bien hechas y muy creativas.

¿Qué tal si usted hace lo mismo? ¡Quizá hasta pueda unirse a otras iglesias para realizar el evento! Por eso, es-tablezca un tema sobre el cual componer, elija un equipo de evaluadores y aunque no ofrezca dinero en efectivo como primer premio, puede recurrir a miembros de la iglesia o ministerios en la ciudad para que colaboren con usted con premios sorpresa para los ganadores.

No estorbe.

Lo peor que una persona puede hacer con un compo-sitor o con un aspirante a serlo, es no creer en él. Hay muchas formas de manifestar esa actitud. Por favor,

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

31

¡evítelas! Nunca se burle de la canción de alguien. Nunca le diga a alguien que jamás llegará a ser un buen escritor. Nunca haga gestos de desprecio cuando alguien le mues-tre su canción. Ojo: No le estoy diciendo que mienta. Si la canción de alguien no es buena y necesita mejorarla, hay que decirle la verdad en amor. Pero tampoco sea grosero y aplaste el llamado en el que alguien ha co-menzado a caminar. Crea en ellos, anímelos, dedíqueles tiempo para escuchar sus canciones y déles palabras de aliento. No destruya lo sueños de alguien que muy pro-bablemente se convertirá en un gran compositor en esta generación.

Por último, seguramente hay más ideas creativas para estimular la composición en la iglesia local. Esta lista no pretende ser exhaustiva. Está abierta para añadir aque-llas que se puedan implementar y así comenzar a favore-cer la innovación saludable en nuestras congregaciones.

SUGERENCIAS ADICIONALES

Una cosa es estimular la composición en su equipo de alabanza y congregación, y otra saber presentar una can-ción nueva ante la iglesia. Usted puede montar un buen programa de motivación para que su gente comience a mostrar las canciones que están escribiendo, pero si no sabe introducir sabiamente dichos cantos al repertorio de la iglesia todo puede venirse abajo. En este sentido,

32

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

permítame brindarle algunas sugerencias que creo pue-den ayudarle cuando vayan a presentar un canto nuevo delante de la congregación.

Esté conciente que puede haber oposición.

La oposición a la que me refiero no es de índole espiri-tual, sino a la renuencia normal que algunos hermanos pueden manifestar cuando usted cante canciones nuevas que usted desea que aprendan. Como dice Bob Sorge en su libro “Exploración a la adoración”: “Como regla gene-ral, a las personas no les gusta aprender cantos nuevos. Es un proceso que requiere energía y pensamiento, y se supone que la iglesia es el lugar donde se debe minimizar el uso de estos recursos. Se espera cierta resistencia ini-cial cuando se enseñe un canto nuevo, pero con la insis-tencia se verán resultados positivo”.1 Por lo tanto, a pesar de la posible oposición, usted siga adelante e introduzca canciones nuevas en el repertorio de la iglesia.

Haga uso de ayudas visuales.

Si su iglesia cuenta con proyector y pantalla, ¡utilíce-los! Eso facilitará que los hermanos se aprendan lo más pronto posible la canción nueva. A veces me sorprendo de directores de adoración que tienen estos recursos a su alcance y no los usan. A mi modo de ver, si una iglesia cuenta con proyector y pantalla debería ser obligato-1 Sorge, Bob. Exploración de la Adoración. Segunda Edición, 2002. Editorial Vida. Pág. 202.

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

33

rio que el equipo de alabanza proyecte las letras de las canciones de la lista de cantos para beneficio de la con-gregación que dirigen. Lastimosamente hay directores de adoración que no comprenden la importancia de estos recursos a la hora de introducir canciones nuevas. Si su misión como director es velar por la adoración participa-tiva, ¿por qué no utilizarlos para maximizar la participa-ción de la iglesia?

Si su iglesia no cuenta con proyectores me imagino que sí contará con un boletín que reparten a los miembros cuando entran al templo. Si este fuera el caso, también debería ser obligatorio que el equipo de alabanza inclu-ya en dicha hoja la letra de la canción nueva que van presentar. Hacerlo hará sentir al adorador que se le está tomando en cuenta. De lo contrario, se sentirán como simples espectadores.

Dominen la canción.

Si van a introducir una canción nueva es lógico pensar que el director de adoración y el equipo de alabanza deben conocer a cabalidad la canción; sin embargo, por sorprendente que parezca, muchos se aventuran a can-tar canciones nuevas sin siquiera dominarlas. Por favor, nunca haga eso. Ni Dios ni la gente se merece eso. Su canción puede sufrir el síndrome del ´debut y despedida´ por su negligencia de no ensayarla lo suficiente. Le ani-

34

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

mo a que sea paciente y espere a que todo el equipo de alabanza domine el canto antes de enseñarla por prime-ra vez a la congregación.

Sé de equipos de alabanza que introducen cantos nuevos en la iglesia sin importar que los cantantes se los sepan. Todos la dominan, menos las voces de apoyo. A mi modo de ver introducir un canto sin que todos, cantantes y mú-sicos, conozcan la canción, es incorrecto y cae en el irres-peto. Sé que puede haber excepciones, pero aunque los cantantes hayan accedido a mostrar un canto a la iglesia sin ellos saberlo, como regla general todo integrante del equipo de alabanza debe dominar las canciones antes de enseñarlas a la congregación. Esto es cuestión de ética. Tiene que ver con hacer sentir a cada integrante como parte importante del equipo de alabanza. No es correc-to pretender que toda la iglesia se aprenda algo que ni siquiera los integrantes del ministerio conocen.

Preséntenla como ´punto especial´.

¿Qué tal si en lugar de cantar la canción nueva en el tiempo regular de alabanza, la cantan como punto es-pecial de la reunión o cuando recogen la ofrenda? De este modo, cuando llegue la hora de cantarla dentro del tiempo de alabanza la congregación estará familiarizada con la canción. Claro, es una sugerencia. Pues si la iglesia cuenta con proyectores y pantalla, o boletín, no tendría

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

35

que haber mayor problema al introducirla en el tiempo regular de la celebración.

Canten una canción nueva cada mes o mes y medio.

Aunque no hay nada escrito en piedra sobre esto, lo más recomendable es cantar una canción nueva cada 4 ó 6 semanas. Aunque sé de iglesias que cantan una canción nueva por semana, sería bueno evaluar con objetividad qué tan beneficiosa está siendo esa velocidad de inno-vación. En este sentido, creo que enseñar una canción nueva cada mes o mes y medio es saludable, ya que le permitirá a la congregación adoptar como suyas dichas canciones antes de comenzar a aprenderse otras nuevas.

Administre bien cada canción.

Hay algo que yo llamo: ´La buena administración de can-tos´. Lo cual trata sobre saber administrar correctamente los cantos que se introducen por primera vez al reperto-rio de la iglesia. Por ejemplo, cuando comiencen a cantar una canción nueva cántenla el tiempo normal que debe cantarse. Es decir, 4 ó 5 minutos. ¡No más! A menos que el Espíritu Santo los dirija de distinta forma. Lo que suce-de es que algunos directores de adoración en su afán de que la iglesia aprenda la canción nueva la cantan has-ta 10 minutos seguidos pensando que ´más es mejor´, cuando en realidad eso provoca rechazo. Tenga cuidado,

36

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

administre bien el canto. Recuerde que esa primera vez no será la última vez que la cantará, tendrá más oportu-nidades.

La buena administración de cantos también tiene que ver con cantar una canción nueva la cantidad de sema-nas apropiadas. Es decir, está bien cantarla 3 ó 4 domin-gos seguidos. Pero después ya no. Luego de 4 domingos es mejor guardarla por un par de semanas y luego vol-verla a sacar y cantar de nuevo otras 2 semanas segui-das. Luego, vuelva a guardarla y sáquela unas semanas después según crea conveniente. Lo que se pretende con esto es no cansar a la iglesia con un mismo canto. Los directores de adoración no deben ceder a la tentación de ´obsesionarse con una canción´ y dejarla descansar según la buena administración de cantos lo dicta. Si sabe administrar su celo por innovar es más probable que sus canciones gusten por mucho más tiempo que si las canta durante 6 meses seguidos sin parar.

Sepa perder.

En algunas ocasiones, no siempre, cuando se introduce un canto nuevo no se obtienen los resultados esperados. La verdad es que eso a veces pasa. En el sentido de que hay canciones que son bien recibidas por la congrega-ción y otras que no. No es que los hermanos la rechacen porque la escribió algún integrante del ministerio de

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

37

música, sino que la canción no es tan buena como se cree. A veces a los integrantes del equipo de alabanza les falta tino a la hora de escoger bien de entre sus propios cantos. Cuando pase eso y la reacción de la iglesia no sea favorable, sepa perder. Sea humilde y evalúe qué suce-dió. Tal vez la introdujeron en un momento inapropiado, tal vez la canción no era tan congregacional como pen-saron o el género rítmico no era el indicado para el estilo al que la gente está acostumbrada. Por eso, si por alguna razón perciben que la canción no contribuye a elevar el espíritu de alabanza y adoración de la iglesia, entonces déjenla de lado y sigan adelante con sus deseos de inno-var. Claro, ahora con más tino.

Escoja un buen momento.

¿En qué momento de la reunión es oportuno introdu-cir un canto nuevo? Mi opinión es que cualquiera. Si el equipo de alabanza domina la canción, la proyectan en la pantalla y la cantan las veces necesarias, pienso que sea que la canten al inicio, en medio o al final de la re-unión cualquier momento es el oportuno. Algo que le puede ayudar a definir en qué momento de la reunión debe cantar un canto nuevo es revisar su lista de can-tos. Cuando la haya definido, revise el énfasis temático de la canción que quiere introducir y su género rítmico. Cuando lo haya hecho, ubique la nueva canción antes o después de las canciones que usted crea conveniente.

38

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

No se preocupe si al comenzar a cantar la canción nadie se une a cantarla. Eso es normal. Obvio: nadie la sabe; sin embargo, continúe cantándola recordando que esa no será la única vez que la mostrará. Vea hacia el futuro y sea paciente, que a medida que la iglesia vaya familiari-zándose con ella la adoptará como propia y la adoración participativa crecerá.

Cántela con dignidad

Cuando le sugiero que cante una canción con dignidad me refiero a que la cante con el alma, con su corazón y con todas sus fuerzas. Como dice el salmo: “Ponga gloria en su alabanza”. Es decir, haga que su interpreta-ción cuente. Sí, cántela con fervor. Recuerde que esa es una canción que el Señor les permitió escribir y usted debe sentirse privilegiado de cantarla delante del Trono y delante de los redimidos. Por lo tanto, no se amilane, cántela con la excelencia que amerita y como si fuera la última vez que va a dirigir la alabanza en su iglesia. De este modo, cuando termine de cantarla podrá tener la certeza que han honrado al Señor con todo su ser y ser-vido a los hermanos con la calidad que se merecen.

UNAS PALABRAS FINALES

Luego de la experiencia inusual de composición del equipo de alabanza de la Comunidad Cristiana de Santa

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

39

Ana, que relaté al inicio del libro, ellos han continuado escribiendo canciones para Dios. Después de escribir su primera canción: “Al Rey exáltale” y de presentarla en el aniversario de la iglesia, el pastor principal les pidió que prepararan algunos cantos especiales para el Día de las madres que estaban por celebrar. Como dentro de la membresía de la iglesia ellos cuentan con una hermana que siempre ha cantado cantos tradicionales para dicha ocasión, no pensaron que iba a ser dificultoso preparar algo especial para las mamás. El asunto es que debido a su trabajo dicha hermana no iba a poder colaborarles en esa ocasión. Por lo tanto, la preocupación invadió al grupo. En medio de la alarma y del dilema de “¡qué hacemos!”, Juan Carlos, el sonidista, le dijo a todos: “Bueno ¿Y por qué no escribimos algo nosotros?” De inmediato, alguien argumentó: “¡Pero es que no tenemos mucho tiempo!” Juan Carlos respondió: “¡Claro que sí! Se puede, ¡hagámosla!” Al escuchar sus palabras de fe, algo sucedió en el corazón de todos. Cobraron ánimo y comenzaron a decir: “¡Hey! ¡Sí! ¡Juan Carlos tiene razón! ¿Por qué no escribimos algo nosotros?” Así que algunos del grupo se entregaron a la tarea de componer para dicha ocasión. Para hacer de una historia larga una corta, escribieron una canción nueva y la cantaron el Día de las madres.

40

¿Qué tal si cantan sus propias canciones?

La verdad es que todo esto que hemos hablado sobre cantar nuestras propias canciones tiene que ver con cambiar paradigmas. No es fácil dejar los ´no puedo´ y abrazar los ´sí puedo´. Transformar la mente es un proce-so de todos los días. A mi modo de ver, el equipo de ala-banza de la Comunidad Cristiana de Santa Ana ya entró en ese proceso. Actualmente ellos continúan cantando “Al Rey exáltale”, la primera canción que escribieron y ha sido tal el impacto de estas dos experiencias de compo-sición en el ministerio que tienen planeado, a parte de seguir componiendo, desarrollar un proyecto denomina-do: “¡Despierten arpa y lira!” con el que pretenden capa-citarse ellos mismos en materia de composición a través de plenarias, talleres y tiempos de ministración.

¿Y qué de usted y su equipo de alabanza? ¿Ya están ha-ciendo planes para comenzar a cantar sus propias can-ciones? Es mi deseo y oración que así sea.

Si este libro ha sido de bendición para su vida y ministerio le invito a que nos escriba a: [email protected] y nos cuente al respecto. Además, si desea profundizar sobre el tema de escribir canciones le invito a visitar: www.laaventuradecomponer.com

Escrito por: Noel NavasDiagramación y Diseño: Alejandro Alvarez, [email protected]