¿Quién era el propietario del predio donde se erigió el Teatro Iturbide?

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12 Revisado el local volvamos al pórtico, donde la concurrencia masculina espera animosa la llegada de las damas. El pórtico estaba alumbrado perfectamente, en su reducido espacio se veía el expendio de boletos, una cantina pequeña y una mesa con dulces a la entrada del teatro; los aduaneros teatrales recogían los boletos. El buen tono femenino de Querétaro es delicioso, es encantador, es la civilización fundiéndose, amoldándose a la finura, a la modestia, a la amable popularidad del carácter nacional, es el lirio en los jardines, pero con su modestia del valle, con las ingenuas tintas de su beldad nativa La vista del teatro concurrido, es un extremo agradable. Las plateas y los palcos primeros y segundos los ocupa y embellece lo más florido de la población; es un horizonte de gasas y flores, son collares de hermosuras que tienen sus encantos celestiales. ¡Cómo, al vibrar de la orquesta, al estremecer sus armonías aquella atmósfera luciente, al irradiar en la seda y las joyas, el oro y el estuco de las columnas, aquella luz artificial bañada en perfumes, reflejando en beldades, me transportaba mi imaginación al teatro de mi México, del México en que lloraban por mí, María y mi madre! Algunos palcos segundos, la galería y el patio eran únicamente lo característico. En esos palcos veíase, junto a la señora de chal y guantes, al pariente ranchero protegido y al chico con un mamón desmesurado en la mano formando una lluvia de migajas magnífica. En la galería personajes económicos, pilmamas ladinas, zaraperos, tejedores y gente que sabe tirar un peso cuando se trata de gastar.” 9 ¿Quién era el propietario del predio donde se erigió el Teatro Iturbide? Ya vimos que el predio donde se construyó el Teatro Iturbide fue propiedad de un tal Juan Durán, quien a su vez lo vendió a Juan Caballero y Medina que a su vez lo heredó a sus hijos Juan y Nicolás Caballero y Ocio, quienes a su vez permitieron que el Ayuntamiento de Querétaro lo utilizara como Alhóndiga, no sin antes advertir en su testamento que los réditos obtenidos pasaran a los hermanos franciscanos y a las hermanas carmelitas descalzas de Santa Teresa, si es que ellas finalmente se 9 Guillermo Prieto, Viajes de orden suprema”, Colección México en el siglo XIX, Tercera edición, México, Editorial Patria, 1970, pp. 104-110.

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Revisado el local volvamos al pórtico, donde la concurrencia masculina

espera animosa la llegada de las damas.

El pórtico estaba alumbrado perfectamente, en su reducido espacio se

veía el expendio de boletos, una cantina pequeña y una mesa con dulces

a la entrada del teatro; los aduaneros teatrales recogían los boletos.

El buen tono femenino de Querétaro es delicioso, es encantador, es la

civilización fundiéndose, amoldándose a la finura, a la modestia, a la

amable popularidad del carácter nacional, es el lirio en los jardines, pero

con su modestia del valle, con las ingenuas tintas de su beldad nativa

La vista del teatro concurrido, es un extremo agradable. Las plateas y los

palcos primeros y segundos los ocupa y embellece lo más florido de la

población; es un horizonte de gasas y flores, son collares de hermosuras

que tienen sus encantos celestiales. ¡Cómo, al vibrar de la orquesta, al

estremecer sus armonías aquella atmósfera luciente, al irradiar en la seda

y las joyas, el oro y el estuco de las columnas, aquella luz artificial bañada

en perfumes, reflejando en beldades, me transportaba mi imaginación al

teatro de mi México, del México en que lloraban por mí, María y mi madre!

Algunos palcos segundos, la galería y el patio eran únicamente lo

característico. En esos palcos veíase, junto a la señora de chal y guantes,

al pariente ranchero protegido y al chico con un mamón desmesurado en

la mano formando una lluvia de migajas magnífica.

En la galería personajes económicos, pilmamas ladinas, zaraperos,

tejedores y gente que sabe tirar un peso cuando se trata de gastar.”9

¿Quién era el propietario del predio donde se erigió el Teatro

Iturbide?

Ya vimos que el predio donde se construyó el Teatro Iturbide fue

propiedad de un tal Juan Durán, quien a su vez lo vendió a Juan Caballero

y Medina que a su vez lo heredó a sus hijos Juan y Nicolás Caballero y

Ocio, quienes a su vez permitieron que el Ayuntamiento de Querétaro lo

utilizara como Alhóndiga, no sin antes advertir en su testamento que los

réditos obtenidos pasaran a los hermanos franciscanos y a las hermanas

carmelitas descalzas de Santa Teresa, si es que ellas finalmente se

9 Guillermo Prieto, Viajes de orden suprema”, Colección México en el siglo XIX, Tercera edición, México,

Editorial Patria, 1970, pp. 104-110.

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establecían en Querétaro. El benefactor Caballero y Ocio muere en 1707.

La benefactora de Querétaro, doña Josefa Vergara y Hernández, muere

en 1809, dejando como albacea de sus cuantiosos bienes al Municipio de

Querétaro, quien administrará ese legado hasta 1898.

La pregunta de oro es ¿Cuándo dejó de ser propiedad de Caballero y Ocio

para pasar al patrimonio de doña Josefa Vergara? Los defensores de la

Junta Vergara, como Leopoldo Espinosa Arias y Thomas Landeros, aducen

que el terreno del teatro siempre fue de doña Josefa, ignorando los

antecedentes de propiedad encontrados por los insignes historiadores

Gabriel Rincón Frías, Ignacio Urquiola Permisán, Rodolfo Anaya Larios y

Alejandra Medina, mismos que publicaron en su libro “Don Juan Caballero

y Ocio, La Generosidad y el Poder”, con el sello editorial del Municipio de

Querétaro en 2013. El mismo Valentín Frías sostiene esta teoría de que la

propiedad fue de Caballero y Ocio pero sin dar tantas pruebas o señalar

fuentes como los autores universitarios arriba citados.

Los románticos de la Historia y la Crónica, como Eduardo Rabell Urbiola

sostienen que como el presidente Antonio López de Santa Anna saqueó el

patrimonio de la hoy Junta Vergara de Beneficencia, quedándose con la

hacienda de La Esperanza y varias fincas anexas a ella, el Ayuntamiento

de Querétaro decidió restaurar un poco los daños a la herencia de la

benefactora Josefa Vergara y Hernández y cedió a la sucesión de doña

Josefa varios bienes inmuebles, entre ellos aquel donde se construyó el

entonces Teatro Iturbide, haciendo partícipe a la masa hereditaria en las

acciones de la compañía fundada exprofeso en el caso de éste, entre

cuyos constructores aparece como benefactora dicha fundación.

No hay que dejar a un lado que si el Municipio de Querétaro utilizó fondos

de la masa hereditaria de doña Josefa Vergara para terminar de construir

el Teatro Iturbide, pues lo más lógico es que destinó los productos de las

funciones artísticas en favor del legado de la benefactora, al igual que

escriturar el inmueble a su favor.10

Lo que es cierto es que en 1855, cuando ya funcionaba el Teatro Iturbide

inaugurado en 1852, el Municipio de Querétaro entabló una demanda civil

e inició un procedimiento administrativo para quitarle el arrendamiento

del coso al empresario teatral José Castelán, mismo al que se le había

10 Manuel M. de La Llata, “Así es…¡Querétaro! Cronología”, Municipio de Querétaro, Querétaro, 2013, p.

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dado el uso y explotación por haber cooperado con las obras para terminar

la construcción del coliseo queretano.11

Las dudas que me quedan es saber con precisión si el Municipio de

Querétaro demandó en su carácter de propietario o como albacea y

representante legal de la heredad. En el expediente que está en poder de

Salvador Thomas Landeros no queda claro.

Cuando el Municipio de Querétaro renuncia en 1898 a seguir

administrando el sufrido patrimonio de la benefactora Vergara el gobierno

del Estado, encabezado por Francisco González de Cosío, asume esa

función, situación que se prolongó hasta 1992 en que el gobernador

Enrique Burgos García regularizó todo el patrimonio de Josefa Vergara y

creó una institución de asistencia privada con mucha certeza jurídica. En

ese momento es cuando por fin aparece en el Registro Público de la

Propiedad y El Comercio la inscripción en favor de la Junta de Asistencia

Privada Josefa Vergara y Hernández, quien le cedió la administración del

Teatro de la República al Estado de Querétaro mediante el pago de

sesenta mil pesos mensuales.

Cuando el gobernador Antonio Calzada Urquiza quiso escriturar el Teatro

en favor de la Legislatura estatal no pudo hacerlo por la falta de estos

antecedentes jurídicos, pero sí lo dignificó al convertirlo en la sede del

Poder Legislativo.

Teatro Iturbide, magno tribunal de guerra

El bello coso, el mejor de su época, es pequeño en materia, pero gigante

en espíritu porque ha sido escenario de los acontecimientos más

importantes de la historia de México:

Fue el escenario donde se consagró de México para el mundo la talentosa

soprano Ángela Peralta en el último tercio del siglo XIX. Fue sede del

Tribunal de Guerra que juzgó y sentenció a muerte a Maximiliano,

Miramón y Mejía en junio de 1867 y su techo de plomo fue desmantelado

11 Salvador Thomas Landeros, “La herencia de Josefa Vergara y Hernández”, Tesis para obtener el grado de

maestro en Historia, U.A.Q., Querétaro, 2012, anexos.