Quién Es Quien en El Medievalismo Español

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299 IMAGO TEMPORIS. MEDIUM AEVUM, II (2008): 299-308. ISSN 1888-3931 ORIGINALS OF THE TEXTS NOT WRITTEN IN ENGLISH ¿QUIÉN ES QUIÉN EN EL MEDIEVALISMO ESPAÑOL? GERMÁN NAVARRO UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA RESUMEN A partir de la experiencia del autor como miembro del consejo consultivo de “Historia a Deba- te” y uno de los coordinadores de la experiencia reciente del Taller de Historia de la Universidad de Zaragoza, este artículo ofrece un balance provisional de los primeros resultados obtenidos en la consecución de un ensayo de investigación sobre las tendencias existentes en el medievalismo académico español a principios del siglo XXI. El núcleo central del estudio lo constituye una base de datos con dos centenares de profesores funcionarios de las universidades españolas que poseen plantilla en este área de conocimiento. En dicha base se destaca especialmente el tema de la di- rección de tesis doctorales como indicador primario a la hora de detectar cuestiones tan transcen- dentales en el análisis de tendencias como son la formación de grupos consolidados de discípulos o la promoción consciente de determinadas temáticas sobre otras en los doctorados. Se trata de un proyecto en curso del cual se espera poder completar resultados y redactar unas conclusiones de mayor calado en un futuro próximo. 1. Declaración de intenciones Hemos publicado en equipo recientemente un libro que resume nuestra experiencia en un ta- ller de historia en la universidad 1 . Uno de los capítulos de la obra aborda un aspecto muy polémico de la disciplina: ¿cómo podemos reconocer la identidad historiográfica? Se trata de un problema importante para el alumnado de historia puesto que suele tener bastantes dificultades en la lec- tura lenta y, en consecuencia, en la lectura comprensiva de la bibliografía. Por añadidura, ¿cómo identifica el alumnado las tendencias historiográficas actuales si el profesorado no le hace practicar la lectura lenta y comprensiva de la obra de un autor o autora?. Más aún, el alumnado necesita aprender a investigar tendencias y no simplemente saber en qué consisten. Y este asunto no es tan sencillo como parece, pues no se trata de describir las corrientes existentes en la actualidad, sino que requiere experimentar destrezas que faculten para el reconocimiento de las mismas. En ese sentido, reconocer tendencias, valorar la herencia recibida y evaluar cualquier indicio de relevo generacional entre historiadores son algunas de las cuestiones que introducimos hace años en el Manifiesto 2001 desde la plataforma Historia a Debate 2 . Tales planteamientos conducían directa- 1. Corral, José Luis; García, Carmen; Navarro, Germán. Taller de historia. El oficio que amamos, Barcelona: Edhasa, 2006. 2. Barros, Carlos; Navarro, Germán. “El manifiesto Historia a Debate. Una nueva tendencia historiográfica abierta y global”. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 13 (2000-2002): 365-378; Barros, Carlos; Igual, David; Navarro, Germán. “Historia a Debate. Manifiesto historiográfico”. Revista d’Història Medieval, 12 (2001-2002): 331-388. Véase también Barros, Carlos, ed. www.h-debate.com, o History under Debate. International Reflection on the Discipline, Carlos Barros, Lawrence J. McCrank, eds. New York: The Haworth Press, 2004.

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Quién Es Quien en El Medievalismo Español

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    lIShquin es quin en eL medieVaLismo espaoL?

    gerMn navarro UNIverSIdad de ZaragOZa

    Resumen

    A partir de la experiencia del autor como miembro del consejo consultivo de Historia a Deba-

    te y uno de los coordinadores de la experiencia reciente del Taller de Historia de la Universidad

    de Zaragoza, este artculo ofrece un balance provisional de los primeros resultados obtenidos en

    la consecucin de un ensayo de investigacin sobre las tendencias existentes en el medievalismo

    acadmico espaol a principios del siglo XXI. El ncleo central del estudio lo constituye una base

    de datos con dos centenares de profesores funcionarios de las universidades espaolas que poseen

    plantilla en este rea de conocimiento. En dicha base se destaca especialmente el tema de la di-

    reccin de tesis doctorales como indicador primario a la hora de detectar cuestiones tan transcen-

    dentales en el anlisis de tendencias como son la formacin de grupos consolidados de discpulos

    o la promocin consciente de determinadas temticas sobre otras en los doctorados. Se trata de un

    proyecto en curso del cual se espera poder completar resultados y redactar unas conclusiones de

    mayor calado en un futuro prximo.

    1. declaracin de intenciones

    Hemos publicado en equipo recientemente un libro que resume nuestra experiencia en un ta-

    ller de historia en la universidad1. Uno de los captulos de la obra aborda un aspecto muy polmico

    de la disciplina: cmo podemos reconocer la identidad historiogrfica? Se trata de un problema

    importante para el alumnado de historia puesto que suele tener bastantes dificultades en la lec-

    tura lenta y, en consecuencia, en la lectura comprensiva de la bibliografa. Por aadidura, cmo

    identifica el alumnado las tendencias historiogrficas actuales si el profesorado no le hace practicar

    la lectura lenta y comprensiva de la obra de un autor o autora?. Ms an, el alumnado necesita

    aprender a investigar tendencias y no simplemente saber en qu consisten. Y este asunto no es tan

    sencillo como parece, pues no se trata de describir las corrientes existentes en la actualidad, sino

    que requiere experimentar destrezas que faculten para el reconocimiento de las mismas. En ese

    sentido, reconocer tendencias, valorar la herencia recibida y evaluar cualquier indicio de relevo

    generacional entre historiadores son algunas de las cuestiones que introducimos hace aos en el

    Manifiesto 2001 desde la plataforma Historia a Debate2. Tales planteamientos conducan directa-

    1. Corral, Jos Luis; Garca, Carmen; Navarro, Germn. Taller de historia. El oficio que amamos, Barcelona: Edhasa, 2006.

    2. Barros, Carlos; Navarro, Germn. El manifiesto Historia a Debate. Una nueva tendencia historiogrfica abierta y global. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 13 (2000-2002): 365-378; Barros, Carlos; Igual, David; Navarro, Germn. Historia a Debate. Manifiesto historiogrfico. Revista dHistria Medieval, 12 (2001-2002): 331-388. Vase tambin Barros, Carlos, ed. www.h-debate.com, o History under Debate. International Reflection on the Discipline, Carlos Barros, Lawrence J. McCrank, eds. New York: The Haworth Press, 2004.

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    lISh mente al anlisis de la historiografa espaola de los ltimos aos y, dentro de ella, a la observacin

    de reas de conocimiento especficas, como es el caso que aqu me ocupa: la historia medieval.

    Si yo soy un profesor que imparte la asignatura de Tendencias Historiogrficas Actuales

    en la licenciatura de Historia de cualquier universidad espaola, y quiero concentrar mis ex-

    plicaciones en la evolucin del Medievalismo Espaol, la primera pregunta que me hago es:

    Cuntas publicaciones existen sobre este tema? Cuntas tesis doctorales se han realizado y

    cuntas de ellas han podido editarse para el manejo del alumnado? Conoce alguien alguna

    tesis doctoral sobre Tendencias Historiogrficas Actuales en el Medievalismo Espaol? Slo

    corresponde a los contemporaneistas el desarrollo de este tipo de iniciativas? Como las respues-

    tas a estas preguntas me dejan sin puntos de apoyo para llevar a cabo con xito mi asignatu-

    ra entonces tendr que tomar en cuenta otras posibilidades. Explicar hoy da asignaturas de

    Tendencias Historiogrficas Actuales en grupos de alumnado vinculados a historia medieval

    significa necesariamente disponer de estudios empricos como el que presentar aqu, que per-

    mitan a corto plazo comparaciones con otras reas de conocimiento histrico y, en general,

    con lo que est sucediendo en otras partes del mundo. Lo cierto es que no es la primera vez

    que divulgo esta iniciativa. En ese empeo, aprovechando la celebracin del ltimo congreso

    internacional de Historia a Debate en 2004, coordin la presentacin de una ponencia en la que

    estudibamos un colectivo de hasta 212 especialistas en historia medieval que constituan por

    aquellas fechas el funcionariado docente de las universidades pblicas espaolas y que, por lo

    tanto, en nuestra opinin, formaban la vanguardia institucional a partir de la cual se estara

    difundiendo cualquier innovacin investigadora o educativa que competa al rea de conoci-

    miento en cuestin3.

    En el mencionado congreso dos fueron las crticas fundamentales que se vertieron sobre nues-

    tro trabajo. La primera incida en que no era conveniente desgajar el estudio de un rea de conoci-

    miento concreto como la historia medieval del resto de reas y campos de estudio que constituan

    la historiografa espaola. Que lo conveniente era una perspectiva general. La segunda crtica

    tachaba de elitista la propuesta puesto que se concentraba el inters en el profesorado universitario

    fijo y no slo se ignoraba la aportacin de decenas de becarios predoctorales y postdoctorales o

    del profesorado no permanente en el avance de la historia medieval espaola, sino que adems se

    pasaba por alto el numeroso colectivo de historiadores e historiadoras que investigaban y hacan

    avanzar los estudios medievales desde fuera de la universidad. La rplica a estas objecciones es

    clara. En ningn momento se pretenda mirar el ombligo del medievalismo acadmico espaol

    al margen de la evolucin general de la historiografa espaola, europea o mundial, sino que se

    consideraba oportuno concretar de manera muy precisa un primer paso de anlisis al que seguiran

    otros posteriores. De hecho, si nuestra ponencia ya daba de si para una tesis doctoral por la canti-

    dad ingente de produccin historiogrfica reciente generada por doscientas personas en activo, era

    inimaginable lo que supona abarcar estudios en profundidad sobre tantsimos autores. Era por lo

    tanto una estrategia para hacer ms operativo el estudio y en ningn momento una especie de ego-

    historia autocomplaciente. No me cabe duda que el personal docente e investigador no permanen-

    te de las universidades no slo es ms cuantioso en nmero que el funcionariado de plantilla sino

    que por sus propias circunstancias profesionales est generando las tesis doctorales ms recientes,

    3. Navarro, Germn; Villanueva, Concepcin; Gonzlez, Daniel. Tendencias historiogrficas actuales en el medieva-lismo acadmico espaol, III Congreso Internacional Historia a Debate, Santiago de Compostela, 14-18 julio 2004, ponencia presentada a la Mesa Redonda G: Grupos, Redes, Movimientos Historiogrficos.

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    luisResaltadoImportante y buscar la ponencia.

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    lIShas como una produccin historiogrfica cuantitativamente muy superior. Ahora bien, las dificul-

    tades de abasto de esos materiales y, en general, la complicada identificacin de dicho personal se

    convertan en obstculos muy importantes para poder abarcar el objeto de estudio. Adems, como

    quedaba bien claro que nosotros no ignorbamos esa realidad ni pretendamos menospreciarla,

    todo el mundo deba entender que haba prevalecido en nuestro proyecto la operatividad y el

    realismo de las estrategias de investigacin perseguidas. No digamos si hubisemos pretendido

    extender nuestro modesto anlisis a los miles de personas que investigan historia medieval fuera

    de la universidad, y que lo hacen en ocasiones con tanto valor e impacto historiogrfico como

    puede hacerse en el mundo acadmico, sobre todo si tienen acceso a las grandes editoriales comer-

    ciales4. Por algn sitio haba que comenzar y esa fue nuestra eleccin. Slo nos quedaba asumir la

    responsabilidad sobre el relativismo de la decisin tomada y someter a consideracin los primeros

    resultados obtenidos.

    La pregunta que iniciaba nuestra bsqueda era de tipo general: qu tendencias o propensiones

    a determinados fines historiogrficos eran identificables por aquel entonces en el medievalismo

    acadmico espaol? Desde luego, una tendencia historiogrfica no es slo una abstraccin ideo-

    lgica sino que viene representada y avalada por la suma de una serie de trayectorias personales

    concretas que la sustentan con sus publicaciones. El consenso implcito o explcito de determi-

    nados historiadores o historiadoras es observable a travs del contraste profundo de sus obras y

    constituye uno de los indicadores ms evidentes de la existencia de tendencias con nombres y

    apellidos. Si para cualquier otro campo de investigacin en historia se consideraba imprescindible

    disponer de estudios empricos masivos como base sobre la cual construir interpretaciones gene-

    rales en perspectiva comparada, no entiendo por qu en la historia inmediata de las reas actuales

    de conocimiento en Espaa no se contaba con ninguno de ellos ni se proyectaban para nutrir las

    asignaturas dedicadas a su balance cientfico. Por el contrario, el modelo de trabajo ms abundante

    disponible era, y sigue siendo, el clsico estado de la cuestin formado a partir de reflexiones gene-

    rales geogrficas, cronolgicas o temticas que no responde a una investigacin pura en historio-

    grafa inmediata sino que deriva de experiencias acadmicas individuales con un marcado carcter

    de repertorio bibliogrfico subjetivo, donde, por supuesto, la gran mayora de veces no se atreve

    nadie a hablar de tendencias con nombres y apellidos. De hecho, queda siempre por saber quin

    es quin, es decir, quin est y de qu manera detrs de cada rea, escuela, equipo o tendencia

    general identificables.

    El momento para promover una iniciativa de estas caractersticas creamos que era muy propi-

    cio. Las condiciones en que se encuentra la historiografa espaola para efectuar definitivamente

    su transicin hacia el nuevo paradigma del siglo XXI eran buenas. La ausencia de escuelas his-

    toriogrficas propias en Espaa se una al desconocimiento que haba en el extranjero sobre la

    mayor parte de lo que se haca aqu. Las publicaciones de los autores espaoles seguan siendo

    bastante desconocidas fuera de nuestras fronteras, y las traducciones a otros idiomas eran todava

    relativamente escasas. En efecto, desde finales de los aos 80, Espaa vivi una situacin parad-

    jica, llena de oportunidades con una crisis social aguda de la historia, compensada en cambio por

    una fuerte revitalizacin historiogrfica de la que Historia a Debate pareca uno de los fenmenos

    4. Vase a ttulo de ejemplo el nuevo Anuario y Directorio de Asociados que ha editado la Sociedad Espaola de Estudios Medievales en 2006.

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    lISh ms evidentes5. El virtual papel de la historiografa espaola en la transicin internacional a un

    nuevo paradigma, la relacin entre transicin poltica y renovacin historiogrfica en Espaa y,

    sobre todo, el problema del relevo generacional, son cuestiones que ya cuentan con la atencin de

    algunos autores6.

    De esas transformaciones se hicieron eco los primeros balances generales sobre el medievalismo

    espaol7 a mediados de aquella dcada de los 80, poniendo nfasis en el aumento inusitado de

    profesorado funcionario nuevo en el momento de la reconstitucin de los departamentos univer-

    sitarios y de las reas de conocimiento que aconteci con la puesta en marcha de la anterior Ley

    de Reforma Universitaria de 1985. Fue en aquella coyuntura cuando los antiguos profesores no

    numerarios que no haban podido acceder al funcionariado por falta de convocatorias de oposicio-

    nes entraron en bloque mediante un concurso de mritos y coparon desde una misma generacin

    biolgica las plazas entonces disponibles para el resto de sus vidas. Adems, el personal funcionario

    existente en el rea de historia medieval se ha multiplicado como mnimo por cinco o ms al da

    de hoy respecto al personal que haba en 1970. Lo que quiere decir que la jubilacin de ms de un

    60 por ciento de la plantilla docente est previsto que se produzca entre 2010 y 2020 y obligar

    sin lugar a dudas a otro recambio generacional de dimensiones insospechables, cuando no a una

    reduccin de plantilla bastante fuerte si atendemos a la ms que probable amortizacin de plazas

    por parte de los diferentes rectorados, cuya poltica de recortes presupuestarios ya se est haciendo

    sentir.

    Con todo, se tiene la sensacin de que la investigacin se ha desintegrado en migajas. Que no

    estamos ante la sustitucin de un paradigma, dominante hasta cierto momento, por otro, como

    aconteci cuando la historia historizante, basada en el acontecimiento relevante y en la hegemo-

    na de lo narrativo, dio paso a la historia econmica y social de corte estructural. Segn Julio Val-

    den8, el verdadero problema es que buena parte de las publicaciones en el medievalismo espaol

    siguen aferradas al puro descriptivismo localista, alejadas por completo de cualquier integracin

    posible en un marco comprensivo de historia general. Por aadidura, la dependencia del exterior

    en lo que a modelos de investigacin se refiere contina y la reflexin historiogrfica es escasa. Y

    es cierto que en Espaa las comunidades autnomas han orientado la investigacin histrica hacia

    marcos cada vez ms estrictamente regionales9 pero eso no es negativo, siempre y cuando no ven-

    ga acompaado de la tendencia a la autosubsistencia que ignora a veces los trabajos sobre temas

    paralelos desarrollados en otras regiones.

    5. Barros, Carlos. La inacabada transicin de la historiografa espaola. Bulletin dHistoire Contemporaine de lEspagne, 24 (1996): 469-493.

    6. Barros, Carlos. El retorno del sujeto social en la historiografa espaola, Estado, protesta y movimientos sociales: Actas del III Congreso de Historia Social de Espaa (Vitoria-Gasteiz, Julio de 1997), Jos M Ortiz Ortuo, Santiago Castillo, coords. Bilbao: Servicio Editorial Universidad del Pas Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea, 1998: 191-214.

    7. Ruiz de la Pea, Juan Ignacio. La investigacin medievalista en Espaa en los ltimos aos, Introduccin al estudio de la Edad Media. Madrid: Siglo Veintiuno, 1984: 232-250. Vase tambin Ladero, Miguel ngel. Aproximacin al medievalismo espaol (1939-1984), La historiografa en Occidente desde 1945: Actitudes, tendencias y problemas metodolgicos: Actas de las III Conversaciones internacionales de Historia. Universidad de Navarra (Pamplona, 5-7 abril 1984), Alfredo Floristn Imcoz, Ignacio Olbarri Gortzar, Valentn Vzquez de Prada, coords. Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra. EUNSA, 1985: 69-86.

    8. Valden, Julio. La historia de Espaa: historia medieval. Revista de Historia Jernimo Zurita, 71 (1997): 19-30.

    9. Segura, Cristina, ed. Presente y futuro de la historia medieval en Espaa, Actas de las Primeras Jornadas sobre la Investigacin Medieval en las Comunidades Autnomas, Universidad Complutense (9-11 noviembre, 1988). Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1990.

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    lIShA todo ello se aade el fenmeno de la multiplicacin masiva de las publicaciones, sobre todo

    cuando en muchos concursos de mritos en la universidad se sigue valorando ms la cantidad que

    la calidad de los trabajos. En su intervencin en la Semana de Estudios Medievales de Estella de

    1998, dedicada precisamente a hacer balance historiogrfico del medievalismo espaol, Jos ngel

    Garca de Cortzar afirmaba que la calidad de los estudios es buena pero se resiente en un nmero

    demasiado abundante de investigaciones que, faltas de aliento conceptual, son meramente repe-

    titivas. En ese sentido, todava son frecuentes las publicaciones exclusivamente descriptivas y no

    son raros los investigadores que escriben ms que leen10. Adems, en las actas de dicha Semana

    de Estudios se edit por primera vez en Espaa una relacin de los centros pblicos de investiga-

    cin en historia medieval, con informacin de todo el personal de los cuerpos docentes, para cuya

    elaboracin el comit cientfico cont con la colaboracin de los propios departamentos universi-

    tarios. Listado que, ya entonces, se consider un instrumento til de conocimiento, informacin

    y acercamiento entre especialistas11. A pesar de ello, en un seminario internacional celebrado en

    Zaragoza en mayo de 2004 sobre la presencia de la Edad Media en la red de redes12, se pona en

    evidencia el desarrollo de pginas webs especializadas en otros pases europeos en un intento por

    rentabilizar esfuerzos historiogrficos con vistas a la identificacin de las diferentes comunidades

    de investigadores con sus repertorios de produccin historiogrfica. Tal es el caso de Reti Medievali

    y su apartado dedicado a los perfiles profesionales de los medievalistas italianos, o el Spanienportal

    del medievalismo hispanista alemn. Quizs las nuevas tecnologas sirvan de acicate para una labor

    sistemtica de clasificacin de materiales historiogrficos y la constitucin de un directorio general

    de medievalistas espaoles actualizado, que ayudara mucho en nuestra labor a la vista del desola-

    dor panorama existente en Espaa. Habra que consolidar un portal del medievalismo espaol en

    internet como el que ya ha comenzado a gestionar Jorge Maz en www.medievalismo.org, espacio

    inaugurado el 1 de mayo de 199813.

    2. Las fuentes y la discusin del mtodo

    La problemtica metodolgica que se plantea para una investigacin de estas caractersticas

    ya ha sido puesta de relieve en la publicacin del primer diccionario de historiadores espaoles

    contemporneos14. En dicha obra se empieza por reconocer la escasa atencin que despiertan los

    10. Garca de Cortzar, Jos ngel. Glosa de un balance sobre la historiografa medieval espaola de los ltimos treinta aos (I), La historia medieval en Espaa. Un balance historiogrfico (1968-1998). Actas de la XXV Semana de Estudios Medievales de Estella (14-18 julio 1998). Pamplona: Gobierno de Navarra, 1999: 824.

    11. Profesorado universitario de los Cuerpos Docentes Historia Medieval, La historia medieval en Espaa. Un balance historiogrfico (1968-1998). Actas de la XXV Semana de Estudios Medievales de Estella (14-18 julio 1998). Pamplona: Gobierno de Navarra, 1999: 843-865.

    12. Pescar o navegar: la Edad Media en la red, Actas del Seminario Internacional de Doctorado organizado por el Departamento de Historia Medieval, Ciencias y Tcnicas Historiogrficas, y Estudios rabes e Islmicos de la Universidad de Zaragoza (6-8 mayo 2004). Zaragoza: Universidad, Departamento de Historia Medieval Ciencias y Tcnicas Historiogrficas y Estudios rabes e Islmicos, 2005.

    13. Maz, Jorge. El crepsculo tecnolgico del medievalismo hispnico. Nuevas tecnologas e historia medieval o el ocaso de lo desconocido, Pescar o navegar: la Edad Media en la red, Actas del Seminario Internacional de Doctorado organizado por el Departamento de Historia Medieval, Ciencias y Tcnicas Historiogrficas, y Estudios rabes e Islmicos de la Universidad de Zaragoza (6-8 mayo 2004). Zaragoza: Universidad, Departamento de Historia Medieval Ciencias y Tcnicas Historiogrficas y Estudios Arabes e Islmicos, 2005: 67-83.

    14. Pasamar, Gonzalo; Peir, Ignacio. Diccionario Akal de Historiadores Espaoles Contemporneos (1840-1980). Madrid: Edi-ciones Akal, 2002.

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    lISh repertorios colectivos de historiadores entre los investigadores espaoles, en una especie de ol-

    vido de la tradicin. En contraste, desde principios de los aos 80, los estudios prosopogrficos

    adquirieron carta de naturaleza en las principales historiografas internacionales, generalizndose

    la publicacin de repertorios colectivos de todo tipo. Sea como fuere, los autores seleccionados en

    este diccionario son una pequea representacin de la comunidad de historiadores que existi en

    el trnsito del siglo XIX al XX. Se trata de 526 personas, de las cuales un 70 por ciento son docen-

    tes. Las fuentes primarias de informacin han sido sobre todo sus publicaciones, partiendo de la

    necesidad de responder a la pregunta de cmo los historiadores construyen la historia. Se incluyen

    adems datos sociales y prosopogrficos con el inters de situar mejor en el tiempo y en el espacio

    a las personas censadas, de forma especial en su contexto acadmico e ideolgico. El objetivo final

    es rastrear la implantacin de tendencias, la aparicin de nuevas reas de investigacin y la conso-

    lidacin de intereses cientficos. Me parece un modelo de estudio digno de consideracin.

    Todo conduce a un mtodo de trabajo muy bien definido: el estudio prosopogrfico del co-

    lectivo con vistas a la elaboracin de un retrato comn de tendencias predominantes y minori-

    tarias. Sin embargo, creo que los datos personales fundamentales (sexo, edad, clase, categora

    acadmica), las condiciones actuales de vida o la tendencia ideolgica ms prxima a cada

    persona (izquierda, centro, derecha), slo son significativos en funcin de la incidencia real

    que hayan podido tener en el contenido de las publicaciones efectuadas, las cuales son, al fin y

    al cabo, el material fundamental a partir del cual se inicia la investigacin en tendencias y no al

    revs. De hecho, se puede ser polticamente de izquierdas e historiogrficamente conservador o

    al contrario. En cuanto a esta circunstancia, nuestro cuestionario es rotundo: se manifiesta al-

    guna actitud del profesorado en la letra de sus publicaciones respecto el poder poltico (ignorarlo,

    criticarlo, demandar cambio)? cul es su actitud ante el compromiso tico, social y poltico?

    lo rechaza como terreno propio de la ideologa y no propio de la historia? lo considera la di-

    mensin ms importante de nuestra profesin? le afecta ms bien a su condicin de ciudadano

    o ciudadana? lo asume sin abandonar el rigor en su trabajo? considera que hay que hacer una

    historia ms humanizante?

    Otra batera de hiptesis de trabajo en nuestro cuestionario alude tambin a los mbitos o for-

    mas de sociabilidad que comparte cada persona en funcin de lo que ilustran sus publicaciones.

    Nos referimos a equipos, departamentos, institutos, facultades, reas de conocimiento, historio-

    grafa nacional, proyectos internacionales, intercambio acadmico, redes personales, congresos,

    revistas, talleres, internet, u otros contextos de relacin profesional alternativos como pueden ser

    empresas privadas, gestin cultural, archivos, bibliotecas, museos. Todo ello, insisto, siempre y

    cuando est latente en la letra de sus publicaciones. Algo que es fcil observar si atendemos, por

    ejemplo, a los mbitos acadmicos en que se producen dichas publicaciones, es decir, revistas, edi-

    toriales, congresos, locales, regionales, nacionales, internacionales.

    A partir de esos indicadores principales, las tendencias historiogrficas actuales tambin tienen

    que venir definidas por si hay o no un uso habitual de diversos tipos de fuentes (escritura, restos

    materiales, iconografa), lo que a veces contribuye a crear colectivos puros de documentalistas

    o arquelogos con tendencia a la desatencin de otro tipo de fuentes que no sean las suyas. Algo

    similar sucede cuando en las publicaciones se manifiesta o no la cooperacin de la historia con

    otras ciencias o disciplinas (literatura, arte, antropologa, sociologa, psicologa). Est claro que

    nosotros mismos hemos privilegiado el estudio de un colectivo cerrado sobre el estudio de un rea

    cronolgica (prehistoria, historia antigua, historia medieval, historia moderna, historia contempo-

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    lIShrnea, historia inmediata), pero es interesante saber qu porcentaje del profesorado analizado

    ha publicado sobre otras reas cronolgicas distintas a la que define al grupo. Un indicador ste, el

    de la superespecializacin, que tambin puede verse completado si se captan obras que privilegian

    el estudio de una nica rea temtica (biografa, demografa, historia econmica, historia social,

    historia poltica, historia de la cultura, historia de gnero). Y de mayor importancia es, si cabe,

    percibir a quin se dirige cada autor cuando escribe, y si le da importancia al estilo de divulgacin

    de su obra (narracin, recreacin, otros recursos didcticos).

    En el anlisis de tendencias actuales es asimismo fundamental conocer los autores que ms han

    influido en cada cual segn indiquen por s mismos en sus publicaciones. Pero son importantes

    tambin las historiografas nacionales que sirven de referente (Francia, Italia, Gran Bretaa, Espa-

    a, Castilla, Aragn). Lo que conduce a la cuestin de que si se reconoce o no la existencia de

    algn magisterio o la pertenencia a alguna escuela o tradicin historiogrfica. En caso afirmativo

    habra que profundizar en el grado de espritu de magisterio o escuela que se manifiesta, puesto

    que ello constituye uno de los elementos esenciales en la construccin consciente de la identidad

    historiogrfica. En suma, decir qu tendencia historiogrfica se puede considerar ms prxima a

    cada persona a travs de sus publicaciones actuales es un ejercicio complejo en el que podemos

    encontrarnos mltiples variantes de un autor a otro e incluso diferentes etapas historiogrficas en

    una sola persona: ninguna tendencia explcita, neopositivismo, funcionalismo, estructuralismo,

    materialismo histrico, etc. Al respecto, nos parece muy importante indagar si hay o no correspon-

    dencia o coherencia entre la ideologa manifestada por la persona y las filiaciones historiogrficas

    de las que participa, y si el autor o la autora plasma de forma relevante su tendencia ideolgica

    en sus publicaciones. En este terreno nos interesa saber si alguien expresa en su obra para qu

    piensa que debe servir la historia o la funcin social de esta ciencia y el porqu. Las posibilidades

    de respuesta forman un abanico muy grande: conciencia crtica, educacin ciudadana, conciencia

    nacional, respeto al otro, vivir mejor, transformar el mundo, guiar la accin social, dar voz a los

    vencidos, conocer simplemente el pasado, currculum y promocin acadmica, adquirir cultura,

    aficin, entretenimiento, puestos de trabajo. As, la gran cuestin, a modo de colofn, es discernir

    quin est contribuyendo a la renovacin historiogrfica mediante sus publicaciones y en qu

    sentido. En suma, toda una batera general de cuestiones que deben mucho a la reflexin suscitada

    por la encuesta internacional sobre el estado de la historia que realiz nuestra plataforma Historia a

    Debate a ms de 45.000 historiadores e historiadoras de todo el mundo, y cuyos resultados pueden

    consultarse tambin en www.h-debate.com.

    3. resultados provisionales

    Las fuentes utilizadas en la base de datos se han limitado por ahora al anlisis de tres millares de

    ttulos de publicaciones diversas que constituyen la obra actual de todas y cada una de las personas

    estudiadas, aunque da a da se incrementa. En un segundo plano de informacin se han realizado

    bsquedas masivas en la red para obtener datos curriculares y biogrficos disponibles entre pgi-

    nas webs de departamentos, repertorios de medievalismo y otros recursos afines. En un futuro

    prximo se ampliar, en la medida de lo posible, la tipologa de fuentes especialmente mediante

    entrevistas directas a los interesados. El resultado provisional ms contundente son las 212 fichas

    prosopogrficas de docentes a partir de un censo oficial de enero de 2003 que recogi la web de

    universidades del Ministerio de Educacin. Al respecto, hemos contrastado tambin los datos del

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    lISh profesorado numerario de las otras reas de conocimiento, tal y como puede consultarse todava

    hoy en la web ministerial. En suma, nuestra base de datos prosopogrfica recoge como campos

    principales el nombre del profesorado, su categora acadmica, la universidad de destino, el tema

    de la tesis doctoral, el director de tesis y el ao de presentacin de la misma. Adems se adjuntan

    otros campos y subcampos numricos con referencia a los libros, artculos, ponencias, comunica-

    ciones y otros textos identificados y registrados para cada persona.

    El profesorado numerario de las universidades pblicas espaolas en el momento del estudio

    (enero de 2003) alcanzaba la cifra de 46.950 personas, jerarquizadas en cuatro categoras, es decir,

    7.932 catedrticos de universidad (el 17 % del total), 25.633 profesores titulares de universidad (54

    %), 2.271 catedrticos de escuelas universitarias (5 %), y 11.114 profesores titulares de escuelas

    universitarias (24 %). Los centros con mayor nmero de profesorado adscrito eran la Universidad

    Complutense de Madrid (3.507 personas) y la Universidad de Barcelona (2.411). Si sumbamos

    el profesorado de todas las universidades madrileas (Complutense, Autnoma, Carlos III, UNED,

    Politcnica y Juan Carlos I) y barcelonesas (Barcelona, Autnoma, UNED, Politcnica de Catalua

    y Pompeu Fabra) observbamos que concentraban juntas casi un tercio de todo el colectivo na-

    cional.

    De las 199 reas de conocimiento existentes en las universidades pblicas espaolas slo 10

    superaban la cifra de 650 profesores cada una: Economa Aplicada (1.440), Matemtica Aplicada

    (1.440), Fsica Aplicada (1.200), Economa Financiera y Contabilidad (1.079), Filologa Inglesa

    (864), Bioqumica y Biologa Molecular (775), Ingeniera Qumica (758), Enfermera (732), Len-

    guajes y Sistemas Informticos (689), y Organizacin de Empresas (666). Economa, matemticas

    y fsica tenan las reas ms grandes multiplicando por tres o por cuatro a las reas de historia que

    estaban encabezadas por Historia del Arte (536), Historia Contempornea (410), Historia Moderna

    (255), Historia Medieval (212), Prehistoria (172), Historia de Amrica (98), Arqueologa (91) y

    Ciencias y Tcnicas Historiogrficas (74). A ttulo ilustrativo, la cantidad media de profesorado por

    rea en las universidades pblicas espaolas era entonces de 236 personas, cifra slo superada,

    como se ha visto, por Arte, Contempornea o Moderna.

    En lo concerniente al rea de Historia Medieval, sta se compona de 141 hombres y 71 mu-

    jeres (un tercio del total y slo 4 de ellas catedrticas de universidad). En un clculo estimativo,

    la media de edad del colectivo se situara en torno a los cincuenta aos. El reparto por categoras

    acadmicas era de 45 catedrticos de universidad (el 21 % del total) y 158 profesores titulares

    de universidad (74 %), adems de 4 catedrticos y 5 profesores titulares de escuela universitaria

    (5 %). Se trataba pues de un cuerpo docente adscrito por la naturaleza de las licenciaturas que

    imparta a facultades de Filosofa y Letras, Historia o Humanidades y, en muy contadas ocasiones,

    a las antiguas escuelas universitarias de Magisterio, ahora de Profesorado de Educacin Infantil y

    Primaria. Por otro lado, si atendemos al campo referente a las universidades de destino, nuestra

    base de datos volva a situar a Madrid y Barcelona como los lugares de mayor concentracin de

    profesorado, y eso sin contar con el personal investigador del CSIC adscrito al medievalismo que

    existe en dichas ciudades y que no recoge nuestra base de datos. Ms all de los departamentos de

    esas ciudades, slo los de Granada, Salamanca, Santiago de Compostela, Sevilla, Valencia, Valla-

    dolid o Zaragoza alcanzaban la decena de profesores entre el conjunto de cuarenta departamentos

    existentes con personal del rea adscrito. En otras palabras, la cuarta parte de los departamentos

    rena a ms de la mitad de los docentes.

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    lIShEl campo concerniente a los directores de tesis dej identificar hasta tres generaciones histo-

    riogrficas, la ms antigua de las cuales ya no est en activo. Nos referimos en primer lugar a las

    tesis dirigidas por Jos Mara Lacarra de Miguel (1907-1987), Emilio Sez Snchez (1917-1988),

    lvaro Santamara Arndez (1917-2004), Juan Torres Fontes (1919), Salvador de Mox Ortiz de

    Villajos (1921-1980), Eloy Benito Ruano (1921), Antonio Ubieto Arteta (1923-1990), Luis Surez

    Fernndez (1924), ngel Juan Martn Duque (1926) o Manuel Riu Riu (1929). Por lo menos un

    tercio de las tesis doctorales de todo el profesorado fueron dirigidas por ellos antes de 1990. Para-

    lelamente, se confirma una segunda generacin de directores de tesis en activo, discipulos directos

    de la anterior generacin, nacidos en torno a 1936-1946 ms o menos. Se trata de Jos Luis Martn

    Rodrguez, Jos ngel Garca de Cortzar Ruiz de Aguirre, Julio Valden Baruque, Miguel ngel

    Ladero Quesada, Manuel Gonzlez Jimnez y Paulino Iradiel Murugarren, entre otros. Algunos de

    ellos con ms de diez tesis dirigidas dentro del actual profesorado funcionario, sumando juntos otro

    tercio del total de tesis, y con aos de lectura que en este caso se concentran entre 1980 y 1996.

    Por ltimo, la tercera generacin de directores ms jvenes, discpulos de estos ltimos asumiran

    el tercio restante.

    En general, los temas de las tesis doctorales del profesorado universitario espaol de historia

    medieval se centran sobre todo en analizar cabildos de las catedrales, concejos y municipios, linajes

    nobiliarios, monasterios, obispados y dicesis, rdenes militares, administracin real, cortes, fueros

    y seoros. Como se ve, predomina el referente de historia institucional y, en menor porcentaje, los

    anlisis de historia econmica, social o cultural. Los estudios sobre pobreza, marginacin, minoras

    religiosas, historia de las mujeres, mentalidades o vida cotidiana no han recibido tratamientos mo-

    nogrficos cuantitativamente significativos. Si trasladamos nuestra atencin a campos y subcam-

    pos de libros, artculos, ponencias, comunicaciones y otros materiales, la situacin parece tender

    a compensarse.

    Uno de los fenmenos que salta a la vista cuando se observa el alto volumen de productividad

    historiogrfica existente es el de la investigacin por encargo, consistente en aceptar invitaciones

    a congresos, seminarios o publicaciones que hay que sacar adelante en plazos de tiempo relativa-

    mente cortos, lo que genera un tipo de investigacin acelerada a ritmos de produccin ajenos mu-

    chas veces a la propia trayectoria de los autores, vidos de cumplir sus compromisos profesionales

    en breve plazo. Como consecuencia se publica mucho, incluso demasiado, de manera muy desor-

    ganizada, sin programas generales de investigacin, sin atencin a los debates historiogrficos, ni

    tan siquiera con revisiones o actualizaciones crticas de la produccin propia. El tipo de avance es,

    por tanto, acumulativo y extensivo, y la masificacin bibliogrfica tiende a diversificar intereses, y

    a saturar ms en forma de caos que a agrupar temas y lneas maestras de investigaciones.

    En conclusin, las doce tesis con las que anuncia Alain Guerreau los imperativos que deberan

    regir el futuro del medievalismo francs en el siglo XXI quizs puedan aplicarse como reflexiones

    generales al caso espaol15. Pero la cuestin no radica slo en repensar las fuentes que se emplean

    en las investigaciones, cooperar con otras disciplinas, o evaluar y discutir la operatividad de los

    modelos interpretativos vigentes, entre otras cuestiones, sino ms bien, antes que nada, en conocer

    quines estn trabajando y de qu manera, porque la innovacin historiogrfica ser imposible sin

    tomar autoconciencia colectiva de quines somos y adnde queremos llegar desde nuestros luga-

    res de trabajo dispersos. Si ste no es el primer paso y persiste la tradicin reflexiva que no habla

    15. Guerreau, Alain. Lavenir dun pass incertain. Quelle histoire du Moyen ge au XXIe sicle? Pars: ditions du Seuil, 2001.

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    lISh de tendencias con nombres y apellidos, creemos que el error de contenidos seguir desvirtuando

    cualquier tentativa de cambio y el futuro continuar siendo incierto. En ese sentido, los contenidos

    de las actas de aquel curso de verano organizado por Flocel Sabat y Joan Farr en Balaguer el ao

    2002 sobre las nuevas perspectivas del medievalismo espaol16 deviene un punto de partida im-

    prescindible para seguir debatiendo sobre el devenir de nuestra rea de conocimiento en el nuevo

    espacio europeo de la enseanza y la investigacin en historia.

    16. Sabat, Flocel; Farr, Joan, coords. Medievalisme: noves perspectives. Lleida: Pags editors, 2003.

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