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    FILOSOFA n 109 | enero 2006

    Quin est fuera de juego?Antonio Gmez Ramos

    Jos Luis PardoREGLA DEL JUEGO. SOBRE LA DIFICULTAD DE APRENDER FILOSOFAPremio Nacional de Ensayo 2005 La Galaxia Gutenberg, Barcelona. 686 pp. 22,90

    Uno podra preguntarse, para empezar a aprender: a qu juegan los filsofos?Suponiendo que todo el mundo (los economistas, los amantes, los editores, loscantantes y los actores, los profesores y los alumnos, los automovilistas...) juega a algo,y que jugar consiste en interactuar con otros siguiendo ciertas reglas, las del juego al

    que se juegue. Las cosas no son tan fciles, porque no todos los juegos son del mismognero, y ni siquiera est claro que todo el mundo juegue en el mismo nivel. Losnativos de una isla viven segn ciertas costumbres basadas en tradiciones ancestrales,sobre las que no se hacen mayores preguntas.A su modo, juegan. Llega un explorador,un antroplogo, y estudia durante aos la comunidad de los nativos, conviviendo conellos; al final, consigue redactar un catlogo sistemtico de las reglas por las que serige esa comunidad: es capaz de explicar a otros y a s mismo las costumbres con lasque actan los nativos. En cierto modo, puede decirse que ha hecho explcito lo que enel juego de la comunidad de nativos estaba implcito: aquello que ellos hacen sin darsecuenta, inconscientemente. Hay, pues, quienes juegan, y hay quien observa el juego,

    descubre sus reglas. Hay el juego I , implcito; y hay el juego 2 , que juega aexplicitar el juego I .Aun as, las cosas siguen sin ser fciles. En primer lugar, no est claro qu pasa si elexplorador da cuenta a los nativos de aquello que ha observado, si les poneexplcitamente delante lo que estaba implcito en su vida. Es sabido que ms de unjuego se ha echado a perder por esta causa. Pero, adems, en segundo lugar, es raroque haya un explorador en estado puro para sorprender a ningn nativo en estadopuro, y permitirse la gracia de aguarle as el juego nadie. Pues, aunque esconceptualmente fcil diferenciar el juego I del juego 2 , es prcticamenteimposible clasificar a las personas en exploradores y nativos.Todos podemos ser lo unoy lo otro; necesitamos serlo y, a la vez, el ser las dos cosas nos reporta considerables

    problemas. Hablamos cotidianamente, y estamos en un juego I . Estudiamos (algo de)gramtica y explicitamos (algo) las reglas gramaticales con las que hablamos, yestamos en un juego 2 . Sera imposible hablar si tuviramos que estar pensando a lavez las reglas gramaticales que usamos (si mezclramos el juego 2 en el juego I );pero alguna vez, hablando, tropezamos y necesitamos acudir a nuestra gramtica, o aun gramtico experto, cuyo juego 2 nos aclara lo que hacemos. Estamos enamoradosy seguimos el juego (I) del amor. Hay expertos en el tema que escriben artes deamar y manuales de seduccin, hacen el juego 2 ; puede que sea til consultarlos,pero puede ser contraproducente que el ser amado nos pille con dicho manual en elbolsillo. Por ltimo, no est muy claro cunto del juego I cabe en las explicitaciones

    del juego 2 . La aspiracin de los expertos, esos jugadores consumados que todosson, o a veces somos, del juego 2 , es recoger en su catlogo de reglas, en su manual,todo el juego I . Pero a este ltimo, por ser implcito, jugamos intuitivamente,

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    creativamente, con una certeza a ciegas, y lo que hagamos en l no se deja recogerexhaustivamente en un catlogo de reglas. De otro modo, nos sentiramos asfixiados.Las cosas, pues, siguen sin ser fciles; pero al menos, con lo explicado hasta ahora,

    nos hemos hecho una idea de a qu jugamos como enamorados / entendidos en lides de

    amor, como profesores / expertos en pedagoga, como hablantes / lingistas... Sinembargo, la pregunta persiste: a qu juegan los filsofos? Y ya de paso, dos cuestionesno menores: qu tiene eso que ver con la poltica y la comunidad? Cmo puedeaprenderse todo eso, cmo aprender un juego cualquiera, cmo aprender filosofa? Adiscutir estas cuestiones, y en cierto modesto modo, a responderlas, se dedica Laregla del juego. Sobre la dificultad de aprender filosofa , libro que se autodefine comoun folletn por entregas. Es verdad que lo es, quiz por una estrategia retrica: laque permite a Jos Luis Pardo presentar setecientas densas pginas sin producir fatigani perder rigor, con esa tensin propia de los grandes folletines de la literatura, quepiden, descomunalmente, ser ledos de un tirn, contra los lmites fsicos y otrasservidumbres del lector, exponiendo lo ms trgico irnicamente,pero con un humorhecho de desencanto y deseo, como los versos de los Beatles que van abriendo unoscaptulos cuyos protagonistas predominantes son Scrates, Platn y Aristteles, y cuyostemas son, perdnese lo gastado de la expresin, de nuestro tiempo.De todos modos, no es un folletn. Las quince aporas que articulan el libro tienen ms

    bien una estructura godeliana, o a lo Escher, de modo que la primera: Del aprender, odel leer y escribir, contiene in nuce todo lo dems, que ir creciendo ymetamorfosendose por todo el libro y los dos niveles de juego que hemos sealado,ms la promesa, o aspiracin, de un tercero. La cuestin es: uno juega al juego I , quees el juego, cualquier juego primitivo de la vida. Pero, cmo es posible aprenderlo sinpasar mnimamente por el juego 2 , sin que a uno le expliquen las reglas de cmo se

    juega? Cul es entonces, antes, el juego I o el juego 2 ? Y, sobre todo, habr unaespecie de superjuego, un juego 3 que englobe y gobierne a los otros dos? Quin lojuega?

    Una vez expuesto el escenario, me permitirn que les desvele algunas claves delfolletn. La vctima, como se imaginarn, es Scrates, el filsofo, o el hombre del que nose sabe a qu juego jugaba. Pero, como se dice melanclicamente al comienzo: Loslibros de filosofa comienzan todos el mismo da: al da siguiente de la muerte deScrates. Es una de esas vctimas iniciales que no dejan de intervenir en toda lahistoria.A rengln seguido, se dice, por razones que no quedarn sin explicar, quetodos los libros de filosofa terminan el mismo da: el da antes de la muerte deAristteles. Pero, aunque la filosofa est siempre entre esas dos muertes, tan lejanas,la aclaracin de la muerte de Scrates, que es la filosofa misma, hace a ste interveniren asuntos bien cercanos, como el llamado multiculturalismo, las condiciones deltrabajo en el nuevo capitalismo o tan emparentadas con ste la ideologa pedaggicaque hoy se nos impone.Sabemos bien quin mat a Scrates; pero no del todo por qu.Alguien ha pensado

    que era el caso de los nativos que matan al sacrlego explorador. Otros, que Scratesera el nativo que le levantaba el dedo al explorador por profanar lo sagrado de lacomunidad. Pero, no le acusaron de sofista? Los sofistas, en todo caso, tienen la culpade casi todo, aunque no son, ni de lejos, los ms perversos del folletn. Slo pusieron aldescubierto que hay efectivamente dos juegos, el implcito y el explcito, el I y el 2 ,

    y se propusieron jugar exclusivamente al segundo, que ellos crean dominar: si unojuega bien en el 2 , ganar siempre en el I , y ellos cobraban por ensear cmohacerlo. Haba algo de lucidez, de sana desacralizacin y de liberacin en su

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    descubrimiento, porque saber desvelar las reglas de la tribu en que uno ha nacido es elprimer paso a la mayora de edad. Pero tambin haba una descarada impostura,porque el juego 2 no absorbe todo el I , no puede explicitarse todo lo implcito, y lajugada del sofista ms bien le colocaba ventajosamente en los estadios finales del juego

    I puro, manteniendo permanentemente a sus clientes-discpulos en el primer pasopara salir de la minora de edad.A partir de ahora, los personajes se multiplican, y las situaciones se complican. Estnlos nativos de la tribu, o los ciudadanos de Atenas, que no perdonan a los sofistas suactitud, y hubieran preferido no mirar al juego 2 , seguir funcionando intuitivamentecomo si slo hubiera juego I , tomando toda ficcin por realidad. Est el tirano, quequiere mantener a sus sbditos en la permanente minora de edad del juego I ,donde, por no haber reglas explcitas, nadie le podr acusar nunca de nada. Est elpoeta, el creador, personaje por antonomasia del juego I . Estn los nios terriblesaqu, un tremendo ajuste de cuentas con muchos nihilismos del siglo XX dispuestos a tomar toda realidad por ficcin y confundir por las buenas los dos juegos.Est la ciudad, ese conjunto de reglas instituidas (juego 2 , pues), sobre los restos deuna comunidad pura de reglas implcitas (juego I ), que nunca ha sido realmente.Est el espacio pblico de esa ciudad, donde siempre faltan ciudadanos capaces demoverse entre el juego I y el 2 , o de tener juicio. Est el tiempo, y la pregunta dequ es antes y qu es despus. Est la vana ilusin de creer que se puede armonizartodo, y que Platn lo hizo en una supuesta teora de las ideas.Y estn casi todas lascuestiones sobre las que se ha discutido seriamente en el pensamiento durante losltimos aos: la lectura, la memoria, el dilogo, la Ilustracin, lo pblico y lo privado, lajusticia, el gusto, la narracin, la praxis y la accin...

    Los folletines suelen tener un desenlace. Aqu tambin, pero con esa combinacin de

    ambigedad y evidencia que, segn Merleau-Ponty, caracteriza a toda buena filosofa.Yesa mezcla me permite que se lo anticipe sin estroperselo. El juego I es cualquiercosa menos una ingenuidad desdeable y superable; el juego 2 no existe a solas,pero no es el juego I . El juego I es anterior al 2 , pero slo despus de que hayajuego 2 , y esa anterioridad posterior es, adems, la forma en que somos temporales.Pero slo Scrates y los sofistas saban, saben, esto. Por eso, aunque filsofo y sofistason dos cosas distintas, el filsofo nunca estar seguro de no haberse quedado ensofista. La lnea sutil que separa a Scrates y la sofstica slo funciona cuando hayespacio pblico, crtica y poltica. Lo que s sabe Scrates es que no hay un ltimojuego 3 que ordene los otros dos como pueden creer los telogos, los platnicos demanual, los que organizan las obras de Aristteles al da siguiente de su muerte, yalgunos optimistas de la razn, sino slo la escisin permanente e insuperable entre eljuego I y el 2 ; y mantener el recuerdo de esa escisin que es no jugar a ningunade las dos cosas es lo que convierte al filsofo en extranjero inadaptable dentro de lacomunidad poltica la comunidad de los que estn practicando los dos juegos, a la vezque la necesita. Es lo que deja al filsofo, en cierto modo, fuera de juego. Desde esaposicin, Scrates sabe que no vale jugar slo a uno de los juegos: ni slo al I , comoel tirano, o como creen poder hacer los nostlgicos, o los restauradores de valores detoda laya; ni slo al 2 , como creen hacer los sofistas y los tecncratas de todo tipo.(No hace falta que se imaginen la mezcla de unos y otros: es demasiado real.) Enrealidad, aunque fuera de juego, Scrates est ms comprometido en l, y sabe que

    donde otros hablan de contradicciones, slo hay contrariedades, donde hablan de loimposible, hay lo difcil, lo dificilsimo, que se quiere evitar haciendo trampas con losjuegos. La filosofa es difcil porque no las hace; pero, justo por eso, tampoco se sabe

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    del todo a qu juega.Todo es cuestin de tiempo, esa cosa tan enrevesada que slo tiene el que es libre,

    esa cosa que, entre supuestos nativos y supuestos exploradores, se quiere ordenarahora en la fbrica y en la escuela, cada segundo en su sitio. Como si no fuera, ms

    bien y esa es, creo, la tesis filosfica ms fuerte del libro, que ningn segundo tienesu sitio, sino que cada momento est ya diferido: como Scrates, como su muerte. Poreso, este lo de los juegos, del antes y el despus. Por eso, podemos hablar: deScrates,de las causas de su muerte,de este libro que les cuento, en diferido, en ciertomodo, fuera de juego.

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