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Número 137 Diciembre 2014 “Quieren tornar a sentenciar a Cristo”

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Número 137 Diciembre 2014

“Quieren tornar a sentenciar a Cristo”

Colección

La colección “Lo inédito sobre los Evangelios” es una publicación de la Librería Editrice Vaticana

Reservas y pedidos en el teléfono (56 2) 24811255 o por email en [email protected]

También disponibles en formato eBook: www.comentandolosevangelios.comEncuadernación en rústica (157 x 230 mm) con ilustraciones a todo color

“Lo inédito sobre los Evangelios”

E sta original obra de monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP, compuesta por siete volúmenes, tiene el mérito de poner la teología al alcance de todos, mediante comentarios a los Evangelios de los domingos y solemnidades

del año.Publicada en cuatro idiomas —español, inglés, italiano y portugués— con un total de 200.000 ejemplares vendidos, la colección ha encontrado una calurosa acogida por su notable utilidad exegética y pastoral.

Ciclo AVol. I: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (464 páginas)Vol. II: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas)

Ciclo BVol. III: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (Próximo lanzamiento)Vol. IV: Domingos del Tiempo Ordinario (Próximo lanzamiento)

Ciclo CVol. V: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (446 páginas)Vol. VI: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas)

Vol. VII: Solemnidades – Fiestas que pueden tener lugar en domingo – Miércoles de Ceniza – Triduo Pascual – Otras Fiestas y Memorias (431 páginas)

La luz brilla en la tiniebla

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

Los santos de cada día

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

Historia para niños... El premio de la inocencia

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

Sucedió en la Iglesia y en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39

Entrevista a Mons. Ángel Galindo García – El ser humano no es sólo materia

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36

Una vida más suave

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34

El Fondo de Ayuda Misericordia conmemora diez años – Auxiliando a las comunidades

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30

Heraldos en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

San Juan de la Cruz – Maestro de la reforma carmelitana

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

Dos conversiones el día de Navidad

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .18

Comentario al Evangelio – El pórtico de entrada del Salvador: María y su virginidad

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8

La voz del Papa – “¡No dejen de andar alegres!”

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6

Serenidad, hija de la confianza inquebrantable (Editorial) . . . . . . . 5

Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Director Responsable:

P. Fernando Gioia, EP

Consejo de Redacción:

Guy de Ridder, Juliane Campos, EP,

Luis Alberto Blanco, Hna. Mariana Morazzani, EP,

Severiano Antonio de Oliveira

Edita: Editorial VERUM S.A.

Av. Américo Vespucio Sur 268-D

Las Condes, Santiago de Chile

ISSN:0717-7690

Suscripciones:

Chile - Santiago: Vespucio Sur 250, Las Condes

Tel. (56 2) 227064000 Fax 224810502

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Ecuador - Quito: Urbanización Campo Alegre

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México - Av. Paseo Lomas Altas #237

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Montaje: Equipo de artes gráficas de

los Heraldos del Evangelio

Imprime: Quad Graphics Chile S.A.

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos,

indicando su fuente y enviando una copia a la redacción.

El contenido de los artículos es responsabilidad

de los respectivos autores.

Año XII, nº 137, Diciembre 2014

SumariORevista mensual de los

Asociación privada internacional de fieles de derecho pontificio

4      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

EscribEn los lEctorEs

Al Rvdmo. mons. João scognAmiglio clá diAs, EPSomos suscriptores de la revista

Heraldos del Evangelio y hace tiem-po que habíamos pensado escribirle. La Santa Iglesia siempre ha estado presente en nuestra numerosa fa-milia, tenemos una sólida devoción a la Virgen y, por tanto, nos alimen-tamos con los hermosos textos que usted escribe. Después de alimen-tados, nos esforzamos por llevar la Palabra de Dios a nuestros trabajos.

Nos gustaría agradecerle el ha-berse dado a la Santa Iglesia y a los Heraldos del Evangelio. Todo es-to es obra de Dios, pues viendo sus excelentes frutos reconocemos en ellos el gran árbol sembrado por la gracia en el terreno fértil de la Igle-sia, cuyo desarrollo se debe al arduo trabajo de un siervo bueno y fiel, co-mo es usted.

Le pedimos que continúe dócil a la voz del Espíritu Santo; le pro-metemos que toda nuestra familia continuará rezando por los Heral-dos del Evangelio y por usted. En sus oraciones pida también por no-sotros.

Hugo Enrique Pessôa Recife – Brasil

“El fundAmEnto dEl PAPAdo”No quería dejar de mencionar la

edición de la revista de agosto, cu-yo tema principal era El fundamento del Papado. Estupendo el Comenta-rio al Evangelio a este respecto. Dios los bendiga por su esfuerzo para que tengamos tan fantástica revista, que siempre destaca la belleza y revela profundos conocimientos.

Cornelia Skonezny Buena Park – Estados Unidos

Busco los EPisodios dE lA vidA dE los sAntos

Recibo la revista Heraldos del Evangelio y entre su vasto y funda-mentado contenido busco los epi-sodios de la vida de los santos, que son, para mí, de interés primordial. Conozco pocas revistas con tan bue-na presentación y artículos con tan excelente redacción.

Rita Teixeira Lobo Oporto – Portugal

“lo inédito soBRE los EvAngElios”

Hace un tiempo recibí algunos volúmenes maravillosos de la colec-ción Lo inédito sobre los Evangelios: I, V y VI. Me sentiría muy contenta si pudiese recibir los otros: II, III, IV y VII. Son de tal belleza y alimento para mi alma que, confieso, son las únicas homilías que degusto, sabo-reo y recuerdo con alegría; las úni-cas que son capaces de saciar mi es-píritu.

No conozco personalmente a Mons. João Scognamiglio Clá Dias; creo que oírlo al vivo es gracia pura, pero ya es una gracia poder tener en las manos el don que nos hace con estos libros santos. Les agradezco su trabajo, que trato de apoyar, entre otros muchos, en estos duros tiem-pos. Que Jesús y María los protejan y los bendigan siempre.

Anna Lia Grandesso Schio – Italia

muy imPoRtAntE PARA instRuiRnos

La revista Heraldos del Evange-lio es perfecta, como todo lo que ha-cen los Heraldos, desde la portada, siempre hermosa, hasta la última página. Es una publicación muy in-

formativa, mencionando los acon-tecimientos que ocurren en la Igle-sia, con el Papa y con los Heraldos del Evangelio. Los temas que abor-da son todos interesantes y la gen-te que escribe lo hace con bastan-te claridad, consiguiendo transmitir sus conocimientos al lector. La His-toria para niños... es muy instructi-va y muestra, de una manera senci-lla, cuánta gracia Dios nos da. Toda la ilustración de la revista es muy es-pecial, llama la atención y nos eleva a una atmósfera maravillosa.

En fin, la revista de los Heraldos es muy importante para instruirnos y conducirnos a una vida llena de gracia, en este mundo, y a buscar la vida eterna.

Teresa Ozawa Dantas São Paulo – Brasil

viEnE siEndo nuEstRo AlimEnto EsPiRituAl

Desde que empecé a recibir la re-vista Heraldos del Evangelio descubrí un nuevo sentido a la vida. Aprendí a vivir la fe, la esperanza y la caridad. Los artículos de su ilustre y bendito fundador, Mons. João Scognamiglio Clá Dias, han sido fundamentales pa-ra mi “conversión” diaria y servicio a Dios y a su Iglesia, por medio de las pastorales a la que pertenezco.

Mi familia lee y estudia la revista como el tesoro más grande de nues-tra fe. Viene siendo nuestro alimen-to espiritual mensual, cuyo “prin-cipal plato” es el Comentario al Evangelio, hecho con bastante sabi-duría y profundidad.

Vladimir Navarro Porto Alegre – Brasil

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“Quieren tornar a

sentenciar a Cristo”

É

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Editorial

Serenidad, hija de la confianza inquebrantable

l dormía. Las olas golpeaban, el viento soplaba. Entre los crujidos de la barca y las voces de los pescadores, el barullo era ensordecedor. Pe-ro Él, impasible, dormía. Los Apóstoles, no acostumbrados todavía a

la mirada de la fe, estaban más preocupados por encontrar soluciones humanas que pedir el auxilio divino. Y fracasados en su intento, en lugar de acudir espe-ranzados a un milagro que viniera de la mano divina, le reprochan enfadados a quien los podía salvar: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (Mc 4, 38).

¡Oh, actitud tristemente frecuente!... La figura del Maestro acostado en una barca que se está hundiendo es clásica. Porque también es clásico que el hombre, inveteradamente autosuficiente, busque en sí, y no en Dios, la solu-ción a sus problemas. Problemas que, a su vez, son permitidos por Dios para que el ser humano reconozca que sin Él no puede hacer nada (cf. Jn 15, 5). Por eso, en algunas ocasiones, Jesús finge que da una cabezada...

El orgullo a menudo se niega a darse por vencido. Algunos ven un ímpetu de venganza en aquellos que exigían la crucifixión del Señor por el hecho de que el Salvador se había negado a concederles la realización de su sueño me-siánico, el cual no consistía en alcanzar la gloria de Dios ni la santidad indivi-dual, sino beneficios humanos y terrenales, cuando no directamente ilícitos.

Así, ante la prueba, el hombre tiene dos caminos: uno sobrenatural, de re-signación humilde y de esperanza confiada, que junta las manos y pide a Dios protección y auxilio; otro, orgulloso, que ve en el dolor, destinado a purificarlo y unirlo más al Padre, un castigo indebido. En estos tristes casos, suele ocurrir entonces que el hombre mundano, desde su iniquidad, acusa a Dios de injusti-cia (cf. Ez 18, 25), y por odio pecaminoso contra el origen de toda justicia tra-ta de matar al Autor de la vida.

En el caos del mundo de hoy, mientras que unos acusan a Dios, otros le consagran una indiferencia sistemática y algunos más se vuelven suplicantes hacia lo mundano, lo terrenal: política, tecnología, soluciones medioambien-tales, acciones sociales... Son pescadores en la tempestad que se afanan en-tre cuerdas, mástiles y velas. ¿Quién se acuerda actualmente de recurrir filial, ardiente y devotamente a Aquel que, serenísimo, parece dormir en la barca?

Y, no obstante, está constantemente junto a nosotros, dispuesto en todo momento a atendernos, ampararnos y protegernos, siempre que a Él acuda-mos con humildad y rectitud; ¿acaso habrá disminuido el poder de Aquel que con una palabra curó a los leprosos, les dio la vista a los ciegos, resucitó a los muertos, expulsó a los demonios?

“Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro”, dice el salmista (Sal 19, 8). Al contrario de lo que predica el mundo, tienen el timón de la Historia los que confían más allá de toda esperanza, con los ojos puestos en Aquel que afirmó: “tened va-lor: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). Y a esos gigantes de la fe es a quie-nes verdaderamente pertenece el futuro. Aquellos para los que, como decía Santa Teresa de Jesús, “sólo Dios basta”. ²

Santa Teresa de Jesús, por Alonso Cano - Iglesia conventual del Buen Suceso, Sevilla (España)

Foto: Francisco Lecaros

“¡No dejen de andar alegres!”

E

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La voz deL PaPa

Cada santo nos manifiesta un rasgo del multiforme rostro de Dios. En Santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo “soberana Majestad,

eterna Sabiduría”, se revela cercano y compañero.

l 28 de marzo de 1515 na-ció en Ávila una niña que con el tiempo sería cono-cida como Santa Teresa

de Jesús. Al acercarse el quinto cen-tenario de su nacimiento, vuelvo la mirada a esa ciudad para dar gracias a Dios por el don de esta gran mu-jer y animar a los fieles de la querida diócesis abulense y a todos los espa-ñoles a conocer la historia de esa in-signe fundadora [...].

La alegría no se alcanza por el atajo fácil

Cada santo nos manifiesta un ras-go del multiforme rostro de Dios. En Santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo “soberana Majes-tad, eterna Sabiduría” (Poesía 2), se revela cercano y compañero, que tiene sus delicias en conversar con los hombres: Dios se alegra con no-sotros. Y, de sentir su amor, le nacía a la santa una alegría contagiosa que no podía disimular y que transmitía a su alrededor.

Esta alegría es un camino que hay que andar toda la vida. No es instantánea, superficial, bullangue-ra. Hay que procurarla ya “a los

principios” (Vida 13, 1). Expresa el gozo interior del alma, es humilde y “modesta” (cf. Fundaciones 12, 1). No se alcanza por el atajo fácil que evita la renuncia, el sufrimiento o la cruz, sino que se encuentra pa-deciendo trabajos y dolores (cf. Vi-da 6, 2; 30, 8), mirando al Cruci-ficado y buscando al Resucitado (cf. Camino 26, 4).

De ahí que la alegría de Santa Te-resa no sea egoísta ni autorreferen-cial. Como la del Cielo, consiste en “alegrarse que se alegren todos” (Camino 30, 5), poniéndose al ser-vicio de los demás con amor desin-teresado. Al igual que a uno de sus monasterios en dificultades, la san-ta nos dice también hoy a nosotros, especialmente a los jóvenes: “¡No dejen de andar alegres!” (Carta 284, 4). [...]

En tiempos recios son necesarios amigos fuertes de Dios

La santa transitó también el ca-mino de la oración, que definió be-llamente como un “tratar de amis-tad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama” (Vi-da 8, 5).

Cuando los tiempos son “re-cios”, son necesarios “amigos fuer-tes de Dios” para sostener a los flo-jos (Vida 15, 5). Rezar no es una forma de huir, tampoco de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de avanzar en una amistad que tan-to más crece cuanto más se trata al Señor, “amigo verdadero” y “com-pañero” fiel de viaje, con quien “to-do se puede sufrir”, pues siempre “ayuda, da esfuerzo y nunca falta” (Vida 22, 6).

Para orar “no está la cosa en pen-sar mucho sino en amar mucho” (Moradas IV, 1, 7), en volver los ojos para mirar a quien no deja de mirar-nos amorosamente y sufrirnos pa-cientemente (cf. Camino 26, 3-4). Por muchos caminos puede Dios conducir las almas hacia sí, pero la oración es el “camino seguro” (Vi-da 21, 5).

Dejarla es perderse (cf. Vi-da 19, 6). Estos consejos de la santa son de perenne actualidad. ¡Vayan adelante, pues, por el camino de la oración, con determinación, sin de-tenerse, hasta el fin! Esto vale singu-larmente para todos los miembros de la vida consagrada. En una cul-

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      7

Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana. La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.vatican.va

demás, especialmente a los más po-bres! ¡Nada hay más hermoso que vivir y morir como hijos de esta Igle-sia madre!

Reza más para comprender bien lo que pasa a tu alrededor

Precisamente porque es madre de puertas abiertas, la Iglesia siem-pre está en camino hacia los hom-bres para llevarles aquel “agua viva” (cf. Jn 4, 10) que riega el huerto de su corazón sediento. La santa escri-tora y maestra de oración fue al mis-mo tiempo fundadora y misionera por los caminos de España.

Imagen de Santa Teresa de Jesús, presente en las conmemoraciones del V Centenario

realizadas en Ávila el 15/10/2014

“El realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor

en vez de ensueños”

tura de lo provisorio, vivan la fi-delidad del “para siempre, siem-pre, siempre” (Vida 1, 5); en un mundo sin esperanza, muestren la fecundidad de un “corazón enamorado” (Poesía 5); y en una sociedad con tantos ídolos, sean testigos de que “sólo Dios basta” (Poesía 9).

Andar juntos con Cristo como hermanos

Este camino no podemos ha-cerlo solos, sino juntos. Para la santa reformadora la senda de la oración discurre por la vía de la fraternidad en el seno de la Igle-sia madre. Ésta fue su respues-ta providencial, nacida de la ins-piración divina y de su intuición femenina, a los problemas de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo: fundar pequeñas comu-nidades de mujeres que, a imi-tación del “colegio apostólico”, siguieran a Cristo viviendo sen-cillamente el Evangelio y soste-niendo a toda la Iglesia con una vida hecha plegaria.

“Para esto os juntó Él aquí, hermanas” (Camino 2, 5) y tal fue la promesa: “que Cristo andaría con nosotras” (Vida 32, 11). ¡Qué linda definición de la fraternidad en la Iglesia: andar juntos con Cristo como hermanos! Para ello no reco-mienda Teresa de Jesús muchas co-sas, simplemente tres: amarse mu-cho unos a otros, desasirse de todo y verdadera humildad, que “aunque la digo a la postre es la base principal y las abraza todas” (Camino 4, 4).

¡Cómo desearía, en estos tiem-pos, unas comunidades cristianas más fraternas donde se haga este ca-mino: andar en la verdad de la hu-mildad que nos libera de nosotros mismos para amar más y mejor a los

Su experiencia mística no la separó del mundo ni de las preo-cupaciones de la gente. Al contra-rio, le dio nuevo impulso y coraje para la acción y los deberes de ca-da día, porque también “entre los pucheros anda el Señor” (Funda-ciones 5, 8).

Ella vivió las dificultades de su tiempo —tan complicado— sin ceder a la tentación del lamen-to amargo, sino más bien acep-tándolas en la fe como una opor-tunidad para dar un paso más en el camino. Y es que, “para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiem-po” (Fundaciones 4, 6)

Hoy Teresa nos dice: Reza más para comprender bien lo que pa-sa a tu alrededor y así actuar me-jor. La oración vence el pesimis-mo y genera buenas iniciativas (cf. Moradas VII, 4, 6). ¡Éste es el realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de ensueños, el rea-lismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso!

Algunas veces la santa abre-via sus sabrosas cartas dicien-do: “Estamos de camino” (Car-

ta 469, 7, 9), como expresión de la urgencia por continuar hasta el fin con la tarea comenzada. Cuando ar-de el mundo, no se puede perder el tiempo en negocios de poca impor-tancia. ¡Ojalá contagie a todos es-ta santa prisa por salir a recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano y el Es-píritu en el corazón! ²

Fragmentos del mensaje enviado a Mons. Jesús García Burillo,

obispo de Ávila, con motivo del V Centenario del nacimiento de

Santa Teresa de Jesús, 15/10/2014

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8      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

En aquel tiempo, 26 el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Naza-ret, 27 a una virgen desposada con un hombre lla-mado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.28 El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alé-grate, llena de gracia, el Señor está contigo”.29 Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.30 El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. 31 Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande, se llamará Hi-jo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de

David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su Reino no tendrá fin”.34 Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”.35 El ángel le contestó: “El Espíritu Santo ven-drá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. 36 También tu parien-te Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, 37 por-que para Dios nada hay imposible”.38 María contestó: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se re-tiró (Lc 1, 26-38).

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La Anunciación, por Spinello Aretino - Iglesia de Santo Domingo, Arezzo (Italia)

El pórtico de entrada del Salvador:

María y su virginidad

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      9

Comentario al evangelio – iv Domingo De aDviento

Por su extraordinario amor a la virginidad, María Santísima mereció ser la Madre de Dios, para mostrar a los siglos futuros cómo esa virtud es fecunda y confiere fuerza y valor, hasta el punto de modelar héroes.

del sosiego y de la tranquilidad. El espíritu hu-mano busca la paz, en medio del movimiento in-tenso al que es sometido en el transcurso de la vida. Así, todos nosotros aspiramos a la estabi-lidad y a la quietud y, por eso, nos agrada el he-cho de poseer una propiedad y construir en ella una casa, en la que podamos vivir sin ninguna aflicción.

A menudo, los hombres tienen la preocupa-ción de hacer que su memoria perdure, dejan-do en este mundo algo concreto que atraviese los siglos y se mantenga a través de las genera-ciones. En este sentido, de entre los pueblos de la Antigüedad destacan los egipcios. La Provi-dencia dio la teología y la religión verdadera a los judíos, la filosofía a los griegos, el derecho a los romanos y a aquellos el Señor les conce-dió la ciencia. La prueba más grande de los ex-celentes conocimientos que cultivaron y del em-peño de prolongar su fama en el futuro son las pirámides, las cuales, pudiendo datar en torno al año 2500 a. C., todavía sorprenden en nues-

I – Todo movImIenTo TIende al reposo

Es inherente al hombre, concebido en peca-do, padecer cansancio; el lado animal de nues-tra naturaleza fácilmente se fatiga. Después de nuestros quehaceres diarios, sean trabajos o es-tudios, cuando llega la noche, tenemos la nece-sidad vital de descansar, con mayor razón aún si nos levantamos temprano. El propio Jesús, libre del pecado original y de cualquier otra mancha, quiso asumir ciertas deficiencias de la naturale-za humana1 y se cansaba, como en el episodio en el que lo encontramos durmiendo en la barca (cf. Mt 8, 23-27) o cuando está sentado junto al pozo de Jacob (cf. Jn 4, 6).

La fatiga ―esa realidad cotidiana― nos trae a la memoria la consideración de Santo Tomás de Aquino,2 hecha con tanta precisión y sabidu-ría, de que todo movimiento tiende al reposo.

¡Cuántas veces vemos a los jóvenes agitarse con rapidez y vigor, de un lado para otro! Pe-ro cuando crecen y maduran adquieren el deseo

El espíritu humano busca la paz, en medio del movimiento intenso al que es sometido en el transcurso de la vida

Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP

10      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

tros días, y cuyo método de edificación continúa siendo un misterio.

Jesucristo no erigió edificios

Jesús, por el contrario, no erigió ningún edifi-cio, ni siquiera tenía una casa, como lo había de-clarado: “Las zorras tienen madrigueras, y los pá-jaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9, 58). Sin em-bargo, marcó la Historia y la dividió en dos partes.

Él es el Hombre Dios, en quien está el crite-rio absoluto, el paradigma de todo, incluso de cómo perpetuar una obra. ¿Qué hizo? Nos legó sus palabras —anotadas más tarde por otros—, es verdad, pero sobre todo reclutó discípulos, formó apóstoles y los transformó en varones unidos a Dios. El monumento que construyó no es material, sino propio a permanecer y atrave-sar los siglos, porque está fundamentado en su alianza: “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edi-ficaré mi Iglesia” (Mt 16, 18).

Israel busca la estabilidad después de largos y turbados siglos

Ese humano anhelo de contar con una si-tuación segura y estable es exactamente lo que trasparece en la primera Lectura (2 S 7, 1-5.8b-12.14a.16) de este cuarto domingo de Adviento. En el transcurso de su conturbada historia, los hebreos sufrieron siempre una enorme inesta-bilidad: ya en sus comienzos, debido a una gran

hambre en toda la tierra, el patriarca Jacob tuvo que trasladarse con su familia a Egipto, donde su hijo José era administrador (cf. Gn 47, 1-6), y sus descendientes se multiplicaron allí. Con to-do, cuando subió al trono un faraón “que no ha-bía conocido a José” (Ex 1, 8), esclavizó “a los hijos de Israel con crueldad” (Ex 1, 13), porque temía que, siendo fuertes y numerosos, se alia-sen con los enemigos de Egipto, percibiendo al mismo tiempo que constituían una valiosa mano de obra para su reino (cf. Ex 1, 10; 14, 5). Opri-midos y reducidos a la esclavitud, vivieron en tierras egipcias más de cuatro siglos,3 hasta que en determinado momento surge Moisés, quien por orden divina los saca de Egipto y los hace cruzar el mar Rojo a pie enjuto, mientras las tropas del faraón eran tragadas por las aguas. A partir de aquí, los israelitas empiezan a deam-bular por el desierto y durante cuarenta años andan errantes, sin encontrar su meta, por ha-berse rebelado contra el Señor (cf. Nm 14, 32-35). Quien tiene la oportunidad de seguir la na-rrativa sagrada utilizando un mapa comprueba, con aflicción, el recorrido que hicieron...

Cuando finalmente llegan a la Tierra Prome-tida, innúmeras fueron las dificultades e incer-tezas que les tocó enfrentar, hasta que fue sus-citado David, el segundo rey de Israel. David sentía los designios de Dios sobre él y era cons-ciente de que su dadivosidad infinita lo premia-ba. Conforme el Señor le había mandado decir,

dejó el pastoreo para ser je-fe del pueblo elegido, como consta en la primera Lec-tura de hoy (2 S 7, 1-5.8b-12.14a.16). También él andaba buscando la tran-quilidad y, con el auxilio di-vino, consiguió librarse de todos los enemigos que lo rodeaban e instalarse en su morada. Pero como era un hombre justo, que tenía su atención puesta en las cosas de lo alto, quería para Dios más que para sí y, por eso, dijo al profeta Natán: “Mi-ra, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda” (2 S 7, 2).

Oprimidos y reducidos a la esclavitud, vivieron en tierras egipcias más de cuatro siglos

Los israelitas saliendo de Egipto, por Benedetto Caliari Museo de Bellas Artes, Caen (Francia)

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Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      11

En efecto, no existía una construcción só-lida que acogiera el Arca de la Alianza y Da-vid anhelaba edificar un templo —y no más una tienda, como la que hasta entonces ser-vía para abrigarla—, a fin de manifestar a Dios su gratitud, o sea, retribuirle todo lo que de Él había recibido, dando estabilidad a aquella figura de Dios que, desde los tiempos de Moisés, acompañaba cons-tantemente al pueblo.

El Arca era tan sagrada que sólo los sacerdotes podían tocarla. Cualquier otra persona que pusiese la mano sobre ella moriría al instante. Fue lo que suce-dió cuando David ordenó que llevasen el Arca desde Baalá de Judá hasta su ciudad: los bueyes que tiraban del carro donde era transportada tropezaron y el Arca iba a caer-se al suelo. Un individuo de nombre Uzá, pa-ra evitar que sucediese eso, alargó su brazo para sujetarla, pero allí mismo cayó muerto, herido por la cólera del Señor (cf. 2 S 6, 1-7). El Arca era un símbolo de la alianza de Dios con Israel, una garantía de que el Señor cumpliría to-das sus promesas; en resumen, simbolizaba la presencia de Dios entre los hombres.

Una promesa que superaba la generosidad de David

Ante la propuesta de David, Natán le acon-sejó que actuara de acuerdo con su corazón (cf. 2 S 7, 3); sin embargo, en aquella noche, el Señor se comunicó con el profeta, revelándole que David no llevaría a término sus intenciones. Siendo Dios el dueño absoluto de todo, podía por sí mismo construir un templo para su gloria, sin necesidad del concurso de las criaturas. No obs-tante, al ver el buen deseo de David, le daría mu-cho más que un templo o un palacio; le edificaría una casa muy especial, confirmando su realeza y prometiéndole descendencia: “cuando se cum-plan tus días y reposes con tus padres, yo suscita-ré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré pa-ra él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre” (2 S 7, 12.14a.16).

A David, que quería levantar un edificio ma-terial, Dios le mostraba que la perennidad de una obra proviene de la alianza hecha con Él. Sin ésta, cualquier acción, aun realizada con inteligencia, perspicacia y astucia humana, no

atraviesa los siglos. Es necesario, por tanto, que esa alianza no sea abandonada nunca, porque es considerada con cariño y santo celo por la Pro-videncia, según leemos en el Salmo responsorial del día: “Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable” (Sal 88, 29). Tan fuerte era la relación que existía entre Dios y David, que Él, conociéndolo todo como pre-sente, contemplaba en David —como ya había visto desde toda la eternidad— al mismo Salva-dor, nacido de su estirpe después de innumera-bles generaciones.

Precisamente en esa particular casa y en ese descendiente, prometidos ambos a David, es donde se centra el Evangelio del último domin-go de Adviento, en una liturgia rica en imágenes preparatorias para la Navidad que se aproxima.

II – maría, Casa de dIos y fruTo de la alIanza

La casa erigida por Dios para la tranquilidad de David es una virgen, oriunda de su linaje, lla-mada María. Ella es la Casa de Dios por excelen-cia, aquella que trae la verdadera estabilidad y la plenitud de la paz. Es el premio de la alianza que

A David, que quería levantar un edificio material, Dios le mostraba que la perennidad de una obra proviene de la alianza hecha con Él

El rey David - Catedral de Colonia (Alemania)

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el Señor firmó con David, su fruto más extraordi-nario. Después de Ella vendrá Aquel cuya perso-nalidad no es humana, sino divina, Aquel que es al mismo tiempo criatura y Creador, nuestro Se-ñor Jesucristo, el Hijo de María Santísima.

El fragmento de San Lucas que analizaremos a continuación es conocidísimo.4 Pero es que el Evangelio, cuyas sucintas frases ―¡oh maravi-lla!― siempre nos presentan aspectos nuevos, se asemeja a un caleidoscopio que, aun tenien-do pocas piedrecitas en su interior, al ser girado incontables veces, nunca forma una figura idén-tica a las anteriores.

Un Dios encarnado pedía un horizonte a la altura

En aquel tiempo, 26 el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Nazaret era una localidad minúscula, situada en una pequeña depresión, en medio de las sua-ves montañas de Galilea. Sus casas, que no esta-ban construidas en el fondo del valle sino encara-madas sobre peñascos, en la falda del monte Nebi Sain, daban al paisaje un toque gracioso y encan-tador. Este monte, el más alto de todos los que

circundan la población, tiene la peculiaridad de poseer una vista maravillosa. “Es seguramente ―comenta Fillion― uno de los más hermosos y más emocionantes [panoramas] de que pueda gozarse en toda Palestina. [...] Por todos lados vastas ex-tensiones, terrestres, aéreas, marítimas, nos atraen a porfía; por todos los valles, montañas, ciudades o aldeas, el mar y su inmensidad. [...] ¡Qué espec-táculo! ¡Cuántas veces nuestro Señor, durante su adolescencia y juventud, no oraría sobre este al-tar sublime y dirigiría sus miradas hacia el mar!”.5

Vemos en este detalle cómo la Providencia, al escoger una aldea sin importancia, quiso re-saltar la pobreza y el apagamiento en el que el Dios encarnado —Aquel que es la Humildad en esencia— prefirió vivir durante un largo perío-do, distante de las miradas humanas. Para rea-lizar tal designio, podría haber optado por una región baja y profunda; pero prefirió habitar en un lugar elevado, con un amplio panorama, por-que su naturaleza divina exigía que la naturale-za humana asumida tuviese un horizonte más de acuerdo con su altura, ¡Dios!

María tuvo la mayor plenitud de gracia posible28 El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Al escoger una aldea sin importancia, quiso resaltar la pobreza y el apagamiento en el que el Dios encarnado prefirió vivir durante un largo período

La actual ciudad de Nazaret vista desde el monte del Precipicio

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La expresión “entrando en su presencia” es una muestra de que María estaba recogida en su casa, indudablemente rezando. ¿Qué le dijo el ángel? “Alégrate, llena de gracia, el Señor es-tá contigo”. Se supone que la frase no fue estric-tamente ésa, sino algo mucho más extenso; no obstante, detengamos nuestra atención en las palabras “llena de gracia”.

Teniendo en cuenta cómo en la economía de la gracia todo ocurre de forma muy diferente a la economía de los hombres, debemos conside-rar que María Santísima recibió, desde su con-cepción, lo máximo de la gracia que se le con-cede a una criatura humana. ¡Y qué excelencia era ésa! Si sumásemos toda la gracia de los án-geles y de los bienaventurados que existieron y existirán hasta el fin del mundo, ya en su grado consumado, no alcanzaría la superabundancia inicial de la Virgen. Además, debemos recordar que, a partir del momento de su creación, Ella poseía la ciencia infusa, así como toda la pie-dad, todas las virtudes y todos los dones del Es-píritu Santo, de modo que su primer acto de vo-luntad fue de amor a Dios. A medida que María iba progresando, esa caridad también crecía: a cada segundo su amor era perfectísimo, com-pleto, y Ella llegaba a la máxima semejanza po-sible con Dios; y al siguiente segundo avanzaba más, teniendo siempre en sí misma la plenitud de la gracia que podía contener en aquel instan-te.

Entonces, ¿por qué y cómo terminó la Santí-sima Virgen el curso de esta vida, una vez que, concebida sin pecado original, no sufrió ningu-na enfermedad y, por lo tanto, no hubo ningu-na causa para su muerte? María fue impelida a abandonar la tierra porque era tal la cantidad de gracia derramada en su alma que se podría decir que Ella había agotado toda la capacidad de recibir... En Ella no cabía más gracia.

El profundo significado de una breve salutación29 Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.

Por la narración del evangelista vemos que María no extrañó la presencia del angélico visi-tante, tanto más que Ella se encontraba en ora-ción. Por tal motivo, varios autores6 concuerdan en afirmar que la Virgen tenía familiaridad con

esos seres celestiales y en nada se alteró; tan só-lo se turbó con sus palabras. Siendo el ángel un embajador de Dios, comprendía que era el Se-ñor quien mandaba transmitir esa salutación. Tal vez incluso hubiese visto ya antes a Gabriel, pues éste no se presentó, como ocurrió en la aparición a Zacarías (cf. Lc 1, 19).

En virtud de su predestinación como Ma-dre del Creador, es evidente que le corresponde también a la Virgen el título de Madre de toda la Creación y, en cuanto tal, Ella estaba relacio-nada con el orden del universo y con el desarro-llo de la Historia, por lo que conocía perfectísi-mamente las Escrituras y tenía una noción clara de los acontecimientos y de las profecías, desde la caída de los ángeles en el Cielo y la expulsión

María Santísima recibió, desde su concepción, lo máximo de la gracia que se le concede a una criatura humana

La Anunciación, por un pintor flamenco del siglo XV Museo de Bellas Artes, Dijon (Francia)

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de Adán y Eva del Paraíso. Tenía conocimien-to de la inminencia del advenimiento del Me-sías prometido.

Es muy probable que en ese momento es-tuviese pensando en el Mesías, como asegura San Juan Eudes: “El Verbo increado y encarna-do es el Hijo y el fruto del Corazón de María, antes de serlo el fruto de su seno. [...] Este Ver-bo adorable quiere que su Santa Madre le pro-duzca por una generación espiritual, antes de producirle por una generación corporal; [...] pa-ra que su generación temporal diga una mayor relación y conformidad con su generación eter-na; y para que su bienaventurada Madre tenga una mayor semejanza con su Padre divino; y pa-ra que el Corazón de la Madre, sea una imagen viviente y un eco santísimo del Corazón del Pa-dre”.7 Así, María se extasiaba elaborando la fi-gura de Jesucristo, hasta el punto de imaginar cómo serían sus gestos, su porte, su mentalidad, su voz, cómo haría el bien; sólo ignoraba quién sería su madre y la buscaba en el horizonte, in-tentando idealizar también sus características.

Ahora bien, la turbación de María mues-tra cómo era profundo su espíritu y cómo pen-só no solamente en el sentido inmediato de lo

que le había sido dicho, sino en el significado de las palabras y en todas sus consecuencias, tanto a su respecto como al del panorama histórico. Con su insuperable ciencia teológica, rápida-mente haría una correlación entre la salutación angélica y la maternidad divina, preguntándose cómo procedería ante aquello que había dedu-cido...

Mantener la virginidad a toda costa30 El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. 31 Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande, se llamará Hijo del Altí-simo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la ca-sa de Jacob para siempre, y su Reino no tendrá fin”.34 Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”.

Para calmar su inquietud, el ángel le anuncia lo que va a suceder, así como los rasgos distinti-vos del reinado del Mesías, los cuales, sin duda, coincidían con los de sus meditaciones. Tal vez incluso la descripción del ángel fuese insuficien-te, pues quizá a éste no le habían sido revelados ciertos detalles que Ella ya había contemplado. Pero en medio de aquella inesperada comunica-ción, le surgía un problema: nunca había pensa-do que podría ser la madre del Mesías. Un úni-co recelo la dejaba troublée, perpleja. En efecto, desde el primer instante de su concepción inma-culada, entre la multiplicidad de las gracias que le habían sido concedidas, relucía un extraordi-nario amor al estado de virginidad y un altísimo llamamiento a la perfecta práctica de la casti-dad. Ya en los comienzos de su existencia, go-zando del uso de razón, había hecho el voto de virginidad y, cuando ingresó en el templo, aún niña, ya se había entregado a Dios como virgen.

El texto evangélico es muy delicado al subra-yar que María no había puesto ninguna obje-ción al plan de Dios y que solamente formuló una pregunta. En realidad, si hubiese manifes-tado otro temor o levantado dudas sobre cual-quier punto, no sería digna de ser la Madre de Dios. Lo que solicitaba era un esclarecimiento acerca de cómo se realizaría ese inefable mis-

Por la narración del evangelista vemos que María no extrañó la presencia del angélico visitante

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terio. Actitud bien diferente, por ejemplo, a la de Zacarías cuando inquirió sobre el nacimien-to de San Juan Bautista: “¿Cómo estaré segu-ro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada” (Lc 1, 18). Y como no dio cré-dito a las palabras del ángel (cf. Lc 1, 20) per-maneció mudo hasta el día de la circuncisión del Precursor.

La Santísima Virgen estaba prometida en matrimonio a José, como leemos en el versícu-lo 27, es decir, las bodas debían estar preparán-dose. Aunque los comentaristas discuten so-bre esta particularidad, no vacilamos en afirmar que San José no sólo fue informado con preci-sión del propósito de María, sino que también estaba en entera concordancia con éste, habien-do ya los dos conversado sobre el asunto y lle-gado a la conclusión de que Dios los preparaba para tal: ambos guardarían la virginidad para el resto de la vida, hasta la muerte. El “no conoz-co” expresa eso; de lo contrario, Ella no interro-garía al ángel y sería llevada a pensar que de la unión conyugal con José nacería el Mesías.

Caso verdaderamente inédito, pues en aque-llos tiempos, tanto para el hombre como pa-ra la mujer —con rarísimas excepciones, como San Elías—, la virginidad no era una opción ad-misible. Si la ausencia de hijos en el matrimonio era interpretada como una falta de bendiciones por parte de Dios, mucho más lo era el no ca-sarse. Sin embargo, María inauguraba una nue-va vía y había encontrado el esposo ideal, al ser oída su oración: él sería la protección de la vir-ginidad de Ella y Ella sería la protección de la virginidad de él.

Por un lado, María no quería negar su con-sentimiento al mensaje divino transmitido por la voz del arcángel; por otro, deseaba mantener a toda costa su virginidad, temiendo ofender a Dios o, al menos, desmerecer ese privilegio, no tanto por lo que éste en sí mismo le importa-ba, sino por la gloria que daba a Dios. De ahí su perplejidad...

La virginidad, una virtud amada por Dios35 El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llama-do Hijo de Dios. 36 También tu parien-te Isabel ha concebido un hijo en su ve-

jez, y ya está de seis meses la que llama-ban estéril, 37 porque para Dios nada hay imposible”.

Ciertos autores dicen que María ni siquie-ra imaginó en aquella ocasión que “el Espíritu” era la tercera Persona de la Santísima Trinidad, porque la Revelación de este misterio aún no ha-bía sido hecha. No obstante, quien aquí escribe no es de esa tesis, pues opina que María ya sabía de la existencia de tres Personas en Dios y, cuan-do el ángel mencionó al Espíritu, Ella entendió claramente su verdadero significado. Sólo la pri-mera parte de la respuesta —contenida en el ver-sículo 35— le bastaba a María Santísima porque, más que nadie, creía en el poder absoluto del Al-tísimo; a pesar de ser innecesario para su fe, el celestial embajador le dio una prueba: su prima Isabel había concebido en la vejez.

Dios bien conocía el insigne amor de la San-tísima Virgen a la virtud de la castidad, sobre to-do a la virginidad, que Él mismo le había infun-dido al crearla. Por eso no solamente tuvo que mandar al arcángel San Gabriel para transmitir un mensaje —“serás madre”—, sino orientar-lo también acerca de lo que iría a suceder, pa-

Para calmar su inquietud, el ángel le anuncia lo que va a suceder, así como los rasgos distintivos del reinado del Mesías

Arriba y en la página anterior: La Anunciación Museo Cluny, París

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ra que resolviese el problema que le surgiría a María en el fondo de su alma, para no sobre-saltarla.

Vemos aquí cómo el aprecio por la virginidad es realzado, no sólo en la persona de la Virgen María, sino también en las otras dos personas involucradas en la Anunciación: San Gabriel y el propio Dios. Él, el Todopoderoso, al encar-narse quiso preservar la virginidad de su Madre Santísima y demostrar que si, por un lado, creó al hombre y a la mujer con vistas al casamien-to, por otro, ama mucho más la virginidad, en sí, que el matrimonio.

Virgen, madre y esclava…38 María contestó: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu pala-bra”. Y el ángel se retiró.

Al oír la explicación del ángel, María hizo un acto de entera sumisión a la voluntad de Dios. Nosotros rezamos esas palabras en el Ángelus todos los días, aunque tal vez sin penetrar en su sentido más profundo. En aquellos tiempos la esclavitud era la condición más deplorable posi-ble para una criatura humana, el más completo oprobio, pues, según el derecho romano —ba-jo el cual se encontraba María—, el esclavo era considerado res, que quiere decir cosa, sin dere-cho a nada. No obstante, Ella dice ser la esclava del Señor con toda conciencia, poniéndose en las manos de Dios que, con entera liberalidad, esperaba de Ella esa respuesta.

Así, sin romper en nada su voto, la Virgen concibe un hijo. El Hijo de Dios se hace hijo de María, como canta San Ildefonso con inspirado lenguaje: “sólo Ella es virgen y madre del Dios Hombre, un solo Cristo. Engendrando un único Hijo en una y otra naturaleza de tal modo que uno mismo sea Hijo de Dios e Hijo del Hom-bre, y no sea distinto el Hijo del Hombre del Hi-jo de Dios”.8

Este divino Hijo tiene como puerta de entra-da en el mundo la virginidad de María Santísi-ma, porque Ella permaneció virgen antes, du-rante y después del parto. ¡Qué hermosa es la virtud de la castidad, qué admirable es el esta-do de virginidad! Aquí se hace patente cómo es errónea la idea de que la virginidad no produ-ce; es, muy al contrario, fértil. Innumerables he-chos en la Historia demuestran que la virgini-dad confiere fuerza y valor, hasta el punto de modelar héroes. “Nada hay más sublime ―ex-clama San Bernardo― que una virginidad fe-cunda y una fecundidad virginal: son dos astros que se enriquecen mutuamente con sus rayos. Ser virgen es una cosa muy grande; pero ser vir-gen y madre desborda todas las medidas”.9

Nuestra Señora, Virgen, pasa a ser Madre de la segunda Persona de la Santísima Trinidad y, por consiguiente, Madre de todos los ángeles y de todos los hombres que, en el transcurso de los siglos, abrazan la vía de la santidad. ¡Éstos serán llamados hijos de María!

III – y el Templo se hIzo Carne

En el momento de su aceptación, cuando María pronuncia su “fiat”, concluye de forma maravillosa y superabundante, como no se po-día imaginar, la promesa que Dios hizo a David, basada en una alianza indisoluble, y la realeza se vuelve eterna. El Padre concede a la humani-dad el Templo por excelencia. Así es como Dios trata a aquellos que son sus verdaderos amigos, hijos y siervos; premia a los que, teniendo una noción clara de su dependencia con relación a Él, le entregan todo lo que es suyo: siempre les otorga mucho más de lo que ellos ofrecen.

El rey David pensaba que le daba lo máximo a Dios dedicándole un templo; sin embargo, el Señor quería que le ofreciese su linaje, porque Él mismo, Dios, ya le había preparado una pos-teridad especialísima. Y al confiarla al Señor,

Vemos aquí cómo el aprecio por la virginidad es realzado, no sólo en la persona de la Virgen María, sino también en las otras dos personas involucradas en la Anunciación

1 Cf. SANTO TOMÁS DE AQUI-NO. Suma Teológica. III, q. 5, a. 3; q. 14, a. 1.

2 Cf. Ídem, I, q. 79, a. 8.3 La duración de la permanen-

cia de los israelitas en Egipto es muy discutida entre los exe-getas sin, con todo, haber llega-do a una conclusión definitiva.

Aquí el autor se limita estricta-mente a los datos del Pentateuco (cf. Gn 15, 13; Ex 12, 40-41), evi-tando entrar en los pormenores de la cuestión.

4 Para otros comentarios acerca de este mismo Evangelio, véase: CLÁ DIAS, EP, João Scognami-glio. ¿María sería capaz de resta-

blecer el orden del universo? In: Heraldos del Evangelio. Madrid. n.º 104 (Marzo 2012); pp. 10-17; Comentarios a los Evangelios de las Solemnidades de la Anuncia-ción del Señor y de la Inmacula-da Concepción de la Virgen Ma-ría, ambos, en el volumen VII de la colección Lo inédito sobre los Evangelios.

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David mereció ser antepasado del Salvador, es-to es, del propio Dios.

María Santísima aspiraba a ser esclava de la madre del Mesías; Dios, con todo, mandó un ángel para invitarla a una esclavitud mucho ma-yor... la esclavitud a Él. Comprendió, desde el primer instante en que recibió el anuncio del ángel, que aquel hijo, incluso siendo suyo, debe-ría ser totalmente restituido a Dios, porque era el Hijo de Dios y, al ser Ella también de Dios, el hijo pertenecía mucho más a Él que a Ella... Por lo tanto, Ella tenía que guiarlo, en todo, de ple-no acuerdo con la voluntad del Padre a respe-to del destino de ese hijo... Le fue revelado ade-más que Él sufriría la terrible muerte de cruz. Y María todo lo consintió por amor a Dios, sa-biendo que Él quería, de esta manera, redimir al género humano.

La estabilidad está en la santidad

Así debemos ser nosotros, que de Dios sa-limos y a Él tenemos que volver. Si buscamos la estabilidad, es sobre todo porque hemos sido creados para servir, alabar y reverenciar a Dios, y mediante esto salvar nuestra alma, con el fin de vivir con Él y contemplarlo cara a cara por toda la eternidad.

En la liturgia de hoy Dios nos llama a la san-tidad y quiere de nosotros un fiat como el de María, una entrega radical, llena de fuego y en-tusiasmo: “Hágase en mí según tu palabra”. Só-lo en la correspondencia a la gracia y en la fide-lidad de la fe, o sea, siendo santos, obtendremos la estabilidad y cada uno de nosotros será “tem-plo de Dios” (1 Co 3, 16), siempre hermoso y en orden, como nuestro Señor Jesucristo es sobe-ranamente el Templo de Dios. ²

Cuando María pro-nuncia su “fiat”, conclu-ye de forma maravillosa y super-abundante la promesa que Dios hizo a David

La Anunciación, por Fra Angélico - Museo del Prado, Madrid (España)

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5 FILLION, Louis-Claude. Vida de Nuestro Señor Jesucristo. Infancia y Bautismo. Madrid: Rialp, 2000, v. I, pp. 206-207.

6 Cf. SAN BUENAVENTURA. Me-ditaciones de la vida de Cris-to. Buenos Aires: Santa Cata-lina, 1945, p. 10; JOURDAIN, Zéphyr-Clément. Somme des grandeurs de Marie. 2.ª ed. Pa-

rís: Hippolyte Walzer, 1900, t. II, pp. 267-268; LE MULIER, Hen-ry. Vie de la Très Sainte Vierge. Pa-rís: Pilon, 1854, t. II, p. 251.

7 SAN JUAN EUDES, apud ALON-SO, CMF, Joaquín María. El Co-razón de María en San Juan Eu-des. Historia y Doctrina. Madrid: Co. Cul., 1958, v. I, pp. 151-152.

8 SAN ILDEFONSO DE TOLE-DO. De virginitate Sanctæ Mariæ. Lect. VI. Toledo: Arzobispado de Toledo; Instituto Teológico San Il-defonso de Toledo, 2012, p. 209.

9 SAN BERNARDO. Sermones Li-túrgicos. Domingo dentro de la Octava de la Asunción, n.º 9. In: Obras Completas. 2.ª ed. Madrid: BAC, 2006, v. IV, p. 407.

Dos conversiones el día de Navidad

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¡Cuán hermosa es la conversión de un pecador, arrancado por Dios de las tinieblas de la impiedad! ¡Qué belleza, también, la de un inocente elevado por la gracia hacia un esplendor más fulgurante!

arís, 25 de diciembre de 1886. Una muchedumbre de fieles acude jubilosa a la catedral de Notre Da-

me para participar en la solemne con-memoración del nacimiento del Niño Dios. Entre ellos se encuentra un jo-ven de 18 años que estaba dando sus primeros pasos como escritor. Sin em-bargo, hacia allí se dirigía, no movido por el amor al divino Infante, sino con la esperanza de hallar en las ceremo-nias de Navidad algo que le inspirase un buen tema para sus escritos.

Todavía no había llegado a la edad adulta y ya se consideraba un ateo convencido. Su adolescencia había transcurrido en un ambiente de indi-ferencia religiosa y de profunda incre-dulidad en las realidades sobrenatura-les. Como la mayoría de los niños de su época, había hecho la Primera Co-munión. No obstante, aquel encuen-tro con Cristo en la Eucaristía “fue a la vez la culminación y el término de mis prácticas religiosas”,1 afirmaría.

Más tarde ingresaría en el liceo Louis-le-Grand, uno de los centros de estudios parisienses con más re-nombre y un foco de difusión del materialismo en su tiempo. A pro-pósito de ese período de su vida, es-cribió: “Pensaba que todo estaba su-

jeto a las ‘leyes’ y que este mundo era un complejo encadenamiento de causas y efectos que la ciencia llega-ría un día a esclarecer perfectamen-te. [...] Por otra parte, vivía en la in-moralidad y poco a poco caí en un estado de desesperación. [...] Ése era el desdichado niño que, el 25 de diciembre de 1886, fue a Notre Da-me de París para acompañar los ofi-cios de Navidad”.2

“En un instante mi corazón fue tocado y creí”

Louis Charles Athanaïse Céci-le Cerveaux Prosper —así se llama-ba ese joven francés que más tarde se volvería mundialmente conoci-do con el pseudónimo de Paul Clau-del— asistió sin gran interés a la Misa matutina y regresó por la tar-de para estar en el Oficio de Vís-peras. Se puso en un lugar desde donde podía contemplar de un vis-tazo el público y la ceremonia. De pie, apretado en medio de la mul-titud, esperaba con indiferencia el comienzo del acto litúrgico que se-ría acompañado por el coro de la ca-tedral, reforzado por el seminario menor. Cuando, al final, los canto-res entonaron el Magníficat, ocurrió el maravilloso acontecimiento que

cambió el rumbo de su vida. Mu-cho tiempo después narraba con pa-labras de vivo arrobo espiritual esa decisiva gracia recibida:

“En un instante mi corazón fue tocado y creí. [...] Intentando, co-mo a menudo lo he hecho, recons-truir los minutos que siguieron a ese extraordinario momento, encuen-tro los siguientes elementos que, sin embargo, formaban un único destello, una sola arma, de los que la Providencia se servía para alcan-zar y finalmente abrir el corazón de un pobre muchacho desesperado: ‘¡Qué feliz son los que creen! ¿Y si, no obstante, eso fuera verdad? ¡Es cierto! Dios existe, está ahí. Es al-guien, es un ser tan personal como yo. Me ama, me llama. Las lágrimas y sollozos me sobrevinieron y el can-to tan suave del Adeste fideles au-mentaba todavía más mi emoción”.3

El comienzo de una dura y larga lucha

Dulce emoción, observa él, pe-ro mezclada con una sensación de asombro y casi de horror, al cons-tatar que permanecía íntegro en su mente el edificio de erradas con-cepciones filosóficas y preconceptos contra la religión.

Diác. Inácio de Araújo Almeida, EP

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      19

De cualquier forma, de regre-so a su casa después de la celebra-ción litúrgica, abrió una Biblia y es-cuchó por primera vez el tono de “voz tan dulce e inflexible” 4 del Li-bro Sagrado, la cual no cesó de re-sonar desde entonces en su corazón. Cada palabra, cada línea, demostra-ba con majestuosa sencillez la di-vinidad de Cristo. “Sí, Jesús era el Hijo de Dios. Es a mí, Paul, entre to-dos, que se dirigía y me prometía su amor. [...] ¿Y qué importaba el res-to del mundo al lado de ese nuevo y prodigioso ser que acababa de ser-me revelado?”.5

Así hablaba en su interior el hom-bre nuevo, pero... el hombre vie-jo resistía con todas sus fuerzas. Y esa resistencia duró cuatro años, so-metiendo al joven literato a una ru-da prueba en defensa de la fe recién adquirida. A ejemplo de San Agus-tín, Claudel no dudada en exteriori-zar lo que pasaba en su alma:

“¿Lo confesaré? En el fondo, el sentimiento más fuerte que me im-pedía declarar mis convicciones era el respeto humano. La idea de anun-ciarles a todos mi conversión, de de-

cirles a mis padres que quería hacer abstinencia el viernes, de procla-marme yo mismo uno de esos cató-licos tan ridiculizados, me provoca-ba fríos sudores, y por momentos la violencia que me estaba haciendo me causaba una verdadera indigna-ción. Pero sentía sobre mí una ma-no firme”.6

Nada que extrañar en esa inmen-sa lucha interior, porque —salvo ra-ras excepciones, como la de Saulo camino de Damasco—, la gracia de la conversión se hace efectiva me-diante un proceso que a veces per-manece toda la vida. Para el neófito, la batalla fue dura hasta el punto de arrancarle este significativo comen-tario: “Los jóvenes que abandonan tan fácilmente la fe no saben lo que cuesta recuperarla”.7

“El gran libro... donde hice mis estudios”

Claudel no conocía a ningún sa-cerdote, ni siquier tenía un amigo católico que pudiese orientarlo en los primeros pasos hacia Dios. En-tonces se empeñó en el estudio de la religión, favorecido por la gra-

cia y por su privilegiada inteligen-cia. Menciona los libros que más lo ayudaron en ese caminar, entre otros, Elevaciones sobre los misterios y Meditaciones sobre los Evangelios, de Bossuet; los relatos de la Beata Ana Catalina Emmerick; Metafísi-ca, de Aristóteles. Y añade, desbor-dante de gratitud: “Pero el gran li-bro que me era abierto y donde hice mis estudios, era la Iglesia. ¡Alabada sea por siempre esa gran madre ma-jestuosa en cuyas rodillas lo apren-dí todo!”.8

Todo lo aprendió, ¿cómo? Así na-rra el efecto que en su alma produje-ron las celebraciones litúrgicas, cuya magnificencia sobrepasaba toda su imaginación:

“No lograba saciarme completa-mente del espectáculo de la Misa, y cada movimiento del sacerdote se inscribía profundamente en mi espí-ritu y en mi corazón. La lectura del Oficio de Difuntos, el de Navidad, las funciones de la Semana Santa, el sublime canto del Exultet, al lado del cual las armonías más embriagadas de Sófocles o de Píndaro me pare-cían insulsas, todo esto me desbor-

Paul Claudel, a la izquierda, en marzo de 1927, cuando era embajador de Francia en Estados Unidos. A la derecha, una ceremonia litúrgica en la catedral de Notre Dame

Cuando, al final, los cantores entonaron el Magníficat, ocurrió el maravilloso acontecimiento que cambió el rumbo de su vida. Mucho tiempo después narraba con palabras de vivo arrobo espiritual esa decisiva gracia recibida

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daba de respeto y de alegría, de re-conocimiento, de arrepentimiento y de adoración. Poco a poco, lenta y penosamente, emergía en mi cora-zón la idea de que el arte y la poesía también son cosas divinas”.9

Por fin, la segunda comunión

Al frecuentar asiduamente la ca-tedral de Notre Dame, cuánta “san-ta envidia” sentía Claudel de los fie-les que comulgaban. Tan sólo se atrevía a, los viernes de Cuaresma, entrar en la cola de los que iban a besar reverentemente la reliquia de la corona de espinas. El tiempo pa-saba y su situación se volvía insopor-table. Le pedía fuerzas a Dios y de-rramaba lágrimas en secreto, pero no se atrevía a abrir su alma al mi-nistro de Dios en la Confesión. Sin embargo, la voz de la gracia con-quistaba terreno en su corazón, y sus objeciones se debilitaban. Al tercer año, consiguió fuerzas para arrodi-llarse en el confesionario de la igle-sia de San Medardo, su parroquia. Aquí tuvo una prueba más: el con-fesor no estaba a la altura de las ne-cesidades de aquella alma. Salió del

confesionario humillado y enfureci-do, y sólo volvió a él un año después.

En esta ocasión encontró a un jo-ven sacerdote misericordioso y cari-tativo, con el que pudo abrirse por entero y, finalmente, salir con el al-ma “más blanca que la nieve” (Sal-mo 50, 9). Y así, en la Navidad de 1890, exactamente cuatro años des-pués de la fulgurante gracia de su conversión, Paul Claudel tuvo la fe-licidad de hacer la segunda comu-nión de su vida.

En el mismo día de Navidad

El mismo día de la Navidad de 1886, en el que la Divina Provi-dencia tocaba de modo irresisti-ble el alma atea de Paul Claudel, una adolescente de 13 años, llama-da Marie-Françoise-Thérèse Martin, recibía la gracia que ella llamaría co-mo su “completa conversión”.10

Aun hallándose todavía en la flor de la juventud, Teresa había avanza-do mucho en el camino de la santi-dad. ¿Entonces cómo habla de “con-versión”?

La propia santa explica, en su maravillosa Historia de un alma, que

desde su primera infancia tenía una sensibilidad muy a flor de piel. Si lle-gaba a ocasionar involuntariamen-te un leve disgusto a alguna persona cercana, rompía en un copioso llan-to; y cuando, por fin, alguien conse-guía consolarla, empezaba de nuevo a llorar por haber llorado... Esto, sin duda, le hacía sufrir, especialmente al ver cómo molestaba a las perso-nas que más quería.

Sin embargo, Dios tuvo pena de ella y obró un pequeño milagro que no sólo la libró de ese inoportuno defecto, sino que fortaleció de tal manera su alma que desde entonces, declaraba ella, “no fui derrotada en ninguna batalla, más bien al contra-rio, caminé de victoria en victoria y empecé, por así decirlo, ‘una carrera de gigante’ ”.11

Empieza el período más hermoso de su vida

Esa gracia de la “completa con-versión” la recibió en casa, estando con su padre y sus hermanas, poco después de haber llegado de la Misa del Gallo. Aunque ya era una mucha-chita, Teresa era la benjamina de la

A la izquierda, objetos que pertenecieron a Teresa Martin expuestos en su casa natal, en Lisieux. A la derecha, la santa carmelita en junio de 1897

En esa noche, la pequeña Teresa había reencontrado la fuerza de alma que había perdido a los 4 años; empezaba el tercer período de su vida, el más hermoso de todos

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Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      21

Detalle del pesebre de la casa de los Heraldos en Ponta Grossa (Brasil)

Todos nosotros necesitamos de continuas conversiones, y la noche de Navidad es una excelente ocasión para pedirle dicha gracia al Niño Jesús

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familia y todavía tenía el “privilegio” de dejar, las noches de Navidad, jun-to a la chimenea un par de zapatos en los que ponían los regalos navideños.

Su padre, el Beato Luis Martin, disfrutaba viendo la alegría de su “pequeña reina” mientras iba sacan-do cada regalo. Esa noche, no obs-tante, queriendo hacerla pasar por una nueva etapa de su vida espiri-tual, Jesús permitió que —ya anciano y lleno de cansancio a esas horas de la madrugada— se aburriese ante la repetición de aquella inocente pero extemporánea costumbre infantil y manifestase su disgusto con palabras que hicieron brotar instantáneamen-te las lágrimas en los ojos de la niña.

Aunque enseguida las reprimió, comprimió los fuertes latidos de su corazón, cogió los zapatos, los pu-so delante de su padre y sacó alegre-mente, uno a uno, todos los objetos. Sorprendidos ante tan inespera-

do cambio, su padre y sus hermanas sonrieron contentos, y su hermana Celina pensaba que estaba soñando.

Pero no era un sueño. “Afortuna-damente —escribía la santa— era una agradable realidad. La pequeña Teresa había reencontrado la fuer-za de alma que había perdido a los 4 años y medio y sería la que conser-varía para siempre... En esa noche de luz, empezó el tercer período de mi vida, el más hermoso de todos, el más lleno de gracias del Cielo... En un instante la obra que no había po-dido hacer a los 10 años, Jesús la hi-zo contentándose con la buena vo-luntad que nunca me había faltado. Como los Apóstoles, podía decirle: ‘Señor, he pescado toda la noche sin coger nada’. Más misericordioso to-davía conmigo que con sus discípu-los, Jesús cogió Él mismo la red, la lanzó y la sacó llena de peces... Hizo de mí un pescador de almas”.12

* * *¡Cuán hermosa es la conver-

sión de un pecador, arrancado por Dios de las tinieblas de la impie-dad o del barro de los pecados y purificado en la pila bautismal o en el sacramento de la Reconcilia-ción! ¡Qué belleza, también, la de un inocente elevado por la gracia, no de las tinieblas a la luz, sino de un esplendor a otro más fulguran-te! Es difícil decir cuál de las dos conversiones es más bonita. Son maravillas de la gracia comple-mentarias, cada una con su propio resplandor.

Pecador o inocente, todos noso-tros, sin excepción, nos encuadra-mos en una de esas categorías de alma y necesitamos continuas con-versiones. Y la noche de Navidad es una excelente ocasión para pedirle dicha gracia al Niño Jesús, a la Vir-gen Santísima y a San José. ²

1 CLAUDEL, Paul. Ma con-version. In: MARCOTTE, Gilles (Ed.). L’expérience de Dieu avec Paul Claudel. Québec: Fides, 2001, p. 33.

2 Ídem, pp. 34-35.

3 Ídem, pp. 35-36.4 Ídem, p. 38.5 Ídem, ibídem.6 Ídem, pp. 38-39.

7 Ídem, p. 37.8 Ídem, p. 39.9 Ídem, p. 40.10 TERESA DE LISIEUX. Ma-

nuscrito A. A graça de Na-

tal. In: Obras Completas. 2.ª ed. São Paulo: Loyola, 2001, p. 138.

11 Ídem, ibídem.12 Ídem, p. 139.

Maestro de la reforma carmelitana

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San Juan De la Cruz

Santa Teresa de Jesús lo consideraba “una de las almas más puras y santas que Dios tenía en su Iglesia”. Ese “medio fraile” de complexión pequeña fue grande en la fe, baluarte del Carmelo Descalzo y de la Contrarreforma.

arece que nuestro pragmático siglo cree que la fórmula efi-caz para solucionar

los problemas del mundo consiste principalmente en adoptar medidas concretas en el campo de la acción, sirviéndose de estrategias diplomá-ticas, recursos técnicos, tratados, le-yes o medidas de educación.

De hecho, muchas cuestiones se pueden resolver por esos medios. Pero bastante diferente es la perspectiva de la fe, la cual enseña que la Historia es-tá bajo la mirada providente de Dios, y éste la gobierna de acuerdo con desig-nios eternos. Todo está subordinado a sus planes, sobre todo lo que se refiere a la salvación de las almas.

En la vanguardia de la Contrarreforma

La Santa Iglesia Católica, a lo lar-go de sus dos mil años de existencia, ha comprobado en varias ocasiones esta maravilla: hombres de oración que, llevando una vida de recogi-miento, fueron llamados a cambiar el rumbo de los acontecimientos. A

ejemplo de la Virgen, cuyos deseos trajeron la Redención al género hu-mano, los justos mueven el corazón de Dios. La santidad puede ser consi-derada, sin que corramos el riesgo de caer en una exageración, la verdade-ra fuerza decisiva de los hechos.

Como nos lo recuerda un teólo-go, “hay almas heroicas que nada le rehúsan al Amor. Dios las eleva infi-nitamente por encima de sí mismas, las diviniza, las configura a imagen de su Hijo único. [...] Sus más insig-nificantes actos cotidianos, lo mis-mo que los de la Madre de Dios, adquieren un valor casi infinito. La Iglesia entera se beneficia de ellos, y su vida corredentora resplandece sobre las de todos los hombres, dan-do frutos de salvación”.1

El que analiza los hechos en base a criterios terrenos se puede sorpren-der con su propio parecer, porque “la historia del universo se reduce, en definitiva, a los avances y retroce-sos de estas misiones divinas. Todo lo restante es secundario y perecerá”.2

Cuando la seudo reforma luterana se levantó contra las leyes de Dios y

de la Iglesia, se alzaron desde las filas de la Esposa Mística de Cristo gritos de lealtad que provenían de sus me-jores hijos. Entre ellos, a dos contem-plativos españoles les correspondió un papel de gran relieve, cuyos nom-bres aún hoy son evocados por los fie-les con especial veneración: Santa Te-resa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Amparado y elegido por la Virgen

Juan de Yepes Álvarez nació en 1542, en la pequeña localidad abu-lense de Fontiveros, incrustada en las amplias planicies de Castilla. Su pa-dre, Gonzalo de Yepes, era un miem-bro de la nobleza toledana que re-nunció a las prerrogativas de su origen para contraer matrimonio con Catalina Álvarez, una humilde teje-dora. De esta unión nacieron tres hi-jos, siendo Juan el más pequeño.

La cruz —que este niño un día es-cogería con encanto para que figu-rase junto a su propio nombre— le acompañó desde sus primeros años. Los sucesivos fracasos en los nego-cios paternos llevaron al hogar a una situación de extrema pobreza, tan só-

Hna. Carmela Werner Ferreira, EP

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      23

San Juan de la Cruz - Monasterio de Santa Teresa, Ávila (España)

Sus anhelos de contemplación clamaban por una convivencia con

Dios mucho más próxima

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lo remediada en parte por los traba-jos del taller de tejedores de la pareja.

Sin embargo, el mayor infortunio se produjo cuando el santo contaba con dos años de edad, con el falleci-miento de su padre, que había sido atacado por una dolorosa enferme-dad. La viuda, sin otro recurso que la protección de la Providencia, em-prendió una lucha sobrehumana por el sustento de la familia. Ante las in-quisitivas e inocentes miradas de sus hijos acerca de su futuro, no tu-vo otra salida que marcharse a otros pueblos, acabando finalmente en Medina del Campo, en un intento de ser mejor remunerada por sus servi-cios. De aquellos años marcados por duras pruebas les quedó un precioso recuerdo: el gran desvelo de María Santísima por esos desamparados.

Cierto día, cuando estaba jugando con sus amigos en torno a una laguna cenagosa, Juan pierde el equilibrio y se cae al fondo de la charca; ense-guida sale a la superficie, aunque de nuevo se hunde; y, mientras se deba-tía por tratar de erguirse, ve que una Señora de celestial hermosura le son-ríe y le alarga la mano para rescatar-lo; pero él no se la quería dar porque se veía tan sucio que no quería man-charla. Por fin llegó un labrador y con la ayuda de una rama lo sacó fuera.

Este episodio inauguró entre el niño y la Virgen un entrañable vín-culo, que se prolongaría durante toda la vida y lo llevaría a ingresar años más tarde en una Orden maria-na, como prenda de gratitud.

El despuntar de su vocación

En una institución de caridad de Medina del Campo, Juan aprendió los rudimentos de la doctrina católi-ca, a ayudar a Misa y a cuidar de la sacristía, entre otros oficios. Su mayor felicidad consistía en ejercer dichas funciones, porque en el altar expan-día su alma en coloquios con el divino Crucificado, en cuya compañía se ol-vidaba de todas las privaciones.

Los bienhechores del joven, al darse cuenta de la inmaculada pure-za de aquella alma y, al mismo tiem-po, de su aptitud para los estudios, le favorecieron la entrada en el colegio de los jesuitas. Aquí permaneció va-rios años aplicado en arduas mate-rias, mientras meditaba con seriedad acerca de su vocación. Cuando ésta quedó evidente, no lo dudó: llamó a la puerta del convento del Carmen y pidió el hábito de Nuestra Señora.

Una página de su célebre Noche oscura nos permite vislumbrar los propósitos con los que ingresó en la vida religiosa: “¡Ay, Dios y Señor mío! Cuán muchos hay que andan a bus-car en ti su consuelo y gusto y que le concedas mercedes y do-nes; mas los que a ti pre-tenden dar gusto y darte algo a su cosa, pospues-to su particular, son muy pocos; porque no está la fal-ta, Dios mío, en no nos que-rer tú hacer mercedes de nue-vo, sino en no emplear nosotros las recibidas sólo en tu servicio, para obligarte a que nos las ha-gas de continuo”.3

Una reunión providencial

En el Carmelo de Me-dina del Campo recibió la tonsura, abrazando la regla de la Orden con el nombre de fray Juan de Santo Ma-tía. Acostumbraba pasar largas horas ante el sagrario y ayudaba a Misa con placer y alegría, hasta que sus superiores lo encaminaron al noviciado de Salamanca.

La legendaria universidad de esa ciudad vivía días de gloria, con maestros de gran erudición y cerca de siete mil alumnos. En los bancos estudiantiles el futuro doctor de la Iglesia aprendía con esos sabios, pe-ro los superaba en virtud, penitencia y recogimiento. En ese ambiente de efervescente interés filosófico y teo-lógico conoció la doctrina de San-

to Tomás de Aquino, que más tarde pondría al servicio de la formación de los Carmelitas Descalzos y utili-zaría en sus escritos, confiriéndoles especial solidez.

En la vieja catedral de la ciu-dad, fray Juan de Santo Matía reci-bió la unción sacerdotal a los 25 años, con unas disposiciones verdadera-mente angélicas. Con todo, sus an-helos de contemplación clamaban por una convivencia con Dios mucho más próxima. Al volver a Medina del Campo consideró cambiar el Carmelo por la Cartuja, donde —suponía él— la oblación de sí mismo sería mayor.

En esas circunstancias, se encon-tró por primera vez con Santa Tere-sa de Jesús. Esta gran reformada ha-bía ido a Medina en 1567 a fundar

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un convento de Descalzas y perci-bió que era la ocasión de extender la reforma a la rama masculina, dado que ya había sido autorizada por el general de la Orden a dar ese paso.

En una entrevista decisiva con fray Juan, en la cual también estuvo presente fray Antonio de Heredia, la madre Teresa le invitó a tomar par-te en la santa aventura, pues su dis-cernimiento le indicaba que era “una de las almas más puras y santas que Dios tenía en su Iglesia”.4 La funda-dora se había dispuesto a conseguir una casa para los primeros Descal-zos y fray Juan, flexible al soplo del Espíritu Santo, se comprometió a se-guirla, pero le pidió, con esa caracte-rística solicitud de los santos, que no tardase mucho...

Curiosamente, fray Antonio era un hombre de imponente estatura que contrastaba con la de fray Juan, de complexión pequeña. La reunión dejó a la madre muy entusiasma-da, y así se lo comunicó a sus mon-jas: “Ayúdenme, hijas, a dar gracias a Dios nuestro Señor, que ya tene-mos fraile y medio para comenzar la reforma de los religiosos”.5

El ideal del Carmelo reformado

Desde entonces Teresa de Jesús contó con la estimable colaboración de fray Juan y “bajo la acción con-junta de esas dos almas de fuego, el movimiento de la reforma se difun-de como una mancha de aceite”.6 En los conventos donde actúan son desterradas las concesiones al espí-ritu del mundo y la mitigación en el cumplimiento de la regla, y la clau-sura empieza a ser practicada en to-do su rigor. Se vive con la intención de reparar las infidelidades cometi-das contra la Iglesia en aquella épo-ca y ese heroico propósito aglutina pujantes vocaciones: “La autoridad y el fervor de los Descalzos les atra-jo muchos hombres de primera cla-se; la austera grandeza de la nueva observancia impresionaba”.7

Fray Juan de la Cruz — como ven-dría a ser llamado— fue protago-nista de las apasionantes páginas de los años de la fundación registradas en los anales del Carmelo Descalzo, moviéndose entre mil y un fioretti mi-lagrosos. En una ocasión, cuando es-taba hablando con Santa Teresa, am-bos fueron agraciados con el doble don del éxtasis y de la levitación, y una de las monjas sólo pudo encon-trarlos, después de pasar varias veces por el locutorio, al mirar hacia arriba.

Sin embargo, fray Juan no dejó de sufrir también la furia de los infier-nos. Durante nueve meses estuvo en-carcelado por los Calzados y al final de su vida lo destituyeron de todos sus cargos y fue abandonado en un convento donde el superior lo maltra-taba con extrema dureza. Una perso-na menos experimentada en el amor a Dios habría sucumbido al peso de tales sufrimientos físicos y morales, pero él lo soportó todo con cordura, llegando a componer en la prisión al-gunos de los poemas que más tarde darían origen a su obra literaria.

Eminente director espiritual

Recorriendo los episodios de la vida del Doctor Místico percibimos que ejerció las funciones más varia-das: maestro de novicios, prior, rec-tor universitario y miembro del Ca-pítulo con cargos directivos. Siempre se mostró dócil instrumento en las manos de sus superiores, sirviendo en todos los frentes y lugares.

Pero parece que su sabiduría se reveló sobre todo en la dirección de las almas. Por obra de la gracia, San Juan de la Cruz fue conducido a las cimas de la vida unitiva y lla-mado a instruir a sus hijos en los se-cretos de la amistad con Dios. A los penitentes, tanto religiosos como se-glares, les dedicaba todo el tiempo que fuera necesario; su presencia era discreta, de gran modestia y manse-dumbre, no obstante, sus penetrantes análisis llegaban hasta el fondo de las

conciencias, como si éstas fuesen un espejo límpido. Al oír las acusaciones enseguida divisaba el foco de los ma-les de las almas y tenía para con ca-da una la palabra justa, inspirada por el Espíritu Santo. Todos sus peniten-tes salían del confesionario con áni-mo redoblado para enfrentar la lucha contra el pecado y progresar a pasos agigantados en el camino de la sal-vación, porque para San Juan de la Cruz, en este camino de la perfección “no ir adelante es volver atrás, y no ir ganando es ir perdiendo”.8

Uno de sus consejos más vehemen-tes, repetido a lo largo de los años a todos cuantos se ponían bajo su orien-tación, era dar primacía a la vida in-terior: “Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agra-daría a Dios, dejado apartes el buen ejemplo que de sí daría, si gastasen si-quiera la mitad de ese tiempo en es-tarse con Dios en oración [...]. Cier-to, entonces, harían más y con menos trabajo con una obra que con mil, me-reciéndolo su oración, y habiendo co-brado fuerzas espirituales en ella; por-que de otra manera todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño”.9

Doctor Místico

El principal legado del reforma-dor a la familia carmelitana y a la Iglesia es, sin duda, su vida mística. Dios, que no perdonó a ese hijo los más atroces sufrimientos, le dio ya en esta tierra una gran recompensa: conforme iba purificando su alma, invitaba al siervo fiel a gozar de su intimidad, como solía hacer con sus mejores amigos.

Fruto de la correspondencia exi-mia de San Juan de la Cruz a los fa-vores recibidos es su trayectoria es-piritual bastante rica y fecunda, que se revela una escuela segura donde son instruidas las almas, dentro y fue-

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      25

Santa Teresa de Jesús visita a San Juan de la Cruz y a fray Antonio de Heredia en Duruelo - Convento de Santa Teresa, Ávila (España)

“Bajo la acción conjunta de esas dos almas de fuego, el movimiento de la reforma se difunde como una mancha de aceite”

1 PHILIPON, OP, Marie-Mi-chel. Los dones del Espíritu Santo. 2.ª ed. Madrid: Pala-bra, 1985, p. 162.

2 Ídem, p. 250.3 SAN JUAN DE LA CRUZ.

Noche Oscura. L. II, c. 19, n.º 4. In: Obras Comple-tas. Madrid: Espiritualidad, 1957, pp. 649-650.

4 CRISÓGONO DE JESÚS SA-CRAMENTADO, OCD. Vida

de São João da Cruz. Paço de Arcos: Carmelo, 1986, p. 97.

5 Ídem, p. 95.6 DANIEL-ROPS, Henri. A

Igreja da Renascença e da Re-forma. II - A reforma católi-ca. São Paulo: Quadrante, 1999, p. 134.

7 Ídem, ibídem.8 SAN JUAN DE LA CRUZ.

Subida del Monte Carme-

lo. L. I, c. 11, n.º 5. In: Obras Completas, op. cit., p. 137.

9 SAN JUAN DE LA CRUZ. Cántico Espiritual. C. 29, n.º 3. In: Obras Completas, op. cit., pp. 889-890.

10 MENÉNDEZ PELAYO, Mar-celino. Discurso. In: ME-NÉNDEZ PELAYO, Mar-celino; VALERA, Juan. Dis-cursos leídos ante la Real Academia Española en la pú-

blica recepción del Doctor Don Marcelino Menéndez Pe-layo. Madrid: F. Maroto e hi-jos, 1881, pp. 45-46.

11 Cf. CRISÓGONO DE JESÚS SACRAMENTADO, op. cit., p. 418.

12 Ídem, p. 475.13 SAN JUAN DE LA CRUZ.

Llama de Amor Viva. C. III, n.º 80. In: Obras Completas, op. cit., p. 1093.

ra de los conventos. La ascensión a la cumbre del Monte Carmelo, imagen del estado de perfección alcanzado por medio de purificaciones y por la noche oscura, se convirtió en uno de los símbolos de santidad más conoci-dos de la piedad católica.

Ese tesoro está consignado en su obra escrita, sobre todo en sus prin-cipales tratados y poemas; Subida al Monte Carmelo, Noche oscura del al-ma, Cántico espiritual, Llama de amor viva. Los dos últimos, difíciles de ser entendidos por principiantes, son ver-sos comparables a un refinado licor, el cual exige del que lo degusta un pala-dar selecto. Es una poesía “angélica, celestial y divina, que ya no parece de este mundo, ni es posible medirla con criterios literarios. [...] Por allí ha pa-sado el espíritu de Dios, hermoseán-dolo y santificándolo todo”.10

Maitines delante de Dios

El año de su muerte, San Juan de la Cruz le confió a su hermano Francis-co de Yepes que le había pedido al Se-ñor la gracia de sufrir más por Él y de ser despreciado.11 Su deseo fue atendi-do, porque desde entonces los pocos meses de vida que todavía le queda-ban estuvieron marcados por terribles pruebas. Un consejo lúcido dado por el santo en el Capítulo de la Orden, en junio de 1591, provocó la indignación de fray Nicolás Doria, el superior ge-neral. Éste lo destituyó de todos sus cargos y lo mandó como simple fraile a un convento distante, como lo hubiera hecho con un hijo perverso.

A los 49 años, fray Juan ya no es-peraba nada más de este mundo; tan sólo quería ser consumido cual lla-ma de amor viva. En septiembre de aquel año una virulenta inflamación en su pierna derecha asumió pro-porciones preocupantes y unos me-ses más tarde ya lo había cogido por completo. Con la aceptación de to-dos los sufrimientos edificó a la co-munidad de Úbeda, donde reci-bió la revelación del momento de su muerte: la medianoche del 14 de diciembre. Pocos minutos antes del instante indicado, le dijo al fraile en-fermero: “A esa hora estaré yo de-lante de Dios nuestro Señor dicien-

do maitines”.12 Y en el cambio de día, expiraba en entera paz.

El insigne doctor de la Iglesia de-jó abierto tras de sí un camino pri-vilegiado para llegar al Cielo, segui-do por legiones de almas amantes del holocausto como medio de ex-piación por las faltas de la humani-dad pecadora. Sus anhelos de resti-tución al Creador se cumplieron, tal como lo había deseado al ingresar en la venerable Orden del Monte Carmelo: “Esta es la gran satisfac-ción y contento del alma: ver que da a Dios más que ella en sí es y vale, con aquella misma luz divina y calor divino que se lo da”.13 ²

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Feria vocacional – El Colegio de La Salle, en la Reina, organizó una concurrida feria vocacional. Entre las numerosas congregaciones invitadas, los Heraldos del Evangelio participaron con un stand.

Misiones en San Antonio – Iniciando el Mes de María, se realizó una misión en la población Covadonga, en la ciudad costera de San Antonio, 5ª Región. Se visitaron los hogares con el Oratorio del

Inmaculado Corazón de María y se finalizó con una Santa Misa campal.

26      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

Liceo Gabriela Mistral en Cañete – La imagen del Inmaculado Corazón de María, llevada por misioneros Heraldos, presidió la Eucaristía en la Parroquia de Cañete, 8ª Región y fue trasladada en procesión

hasta el Liceo Gabriela Mistral, para la inauguración y bendición de las nuevas instalaciones del centro educativo, ocasión en que fue consagrado al Inmaculado Corazón de María.

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“Día con María” en Viña del Mar y Santiago

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n el inicio del Mes de María se realizaron jornadas de formación, oración y convivencia en Viña del Mar —

en la Parroquia de San Antonio— (fotos 1, 2 y 3) y Santia-go —en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católi-ca— (fotos 4, 5, 6 y 7) .

Ambas actividades contaron con la participación de un fervoroso y nutrido conjunto de participantes del apostolado de los Heraldos del Evangelio.

El encuentro comenzó con la Adoración al Santísimo Sacramento y rezo del Santo Rosario, finalizando los úl-

timos misterios del mismo con una procesión eucarística. Se realizaron charlas mostrando la importancia de la de-voción a Nuestra Señora y —en concreto— al Santo Ro-sario y la confianza que debemos depositar en su mater-nal auxilio.

Durante toda la mañana hubo sacerdotes atendiendo a los que deseasen confesarse.

El “Día con María” finalizó con una solemne Eucaris-tía en la que fue coronada la imagen del Inmaculado Co-razón de María.

28      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

Argentina – El día 8 de septiembre la imagen peregrina fue recibida en el Colegio San Alfonso María de Ligorio, en Buenos Aires (a la derecha). Y del 11 al 14 se realizó una misión mariana en la parroquia de San Isidro, en la ciudad

de Lima (Zárate), durante la cual fueron visitadas algunas instituciones, como el asilo San José (a la izquierda).

Brasil – La solemnidad de Todos los Santos coincidió con la devoción de los Primeros Sábados, mensualmente conmemorada por los Heraldos en la catedral de São Paulo (a la derecha). La Celebración Eucarística fue presidida por el cardenal Odilo

Pedro Scherer, que conversó ampliamente después de la Misa con sacerdotes de la asociación (a la izquierda).

Colombia – En Bogotá, los Heraldos conmemoraron el 13 de octubre con una Misa en la catedral, presidida por el P. Carlos Tejedor, EP (fotos del centro y de la derecha). Mil doscientas sillas extras no fueron suficientes para

acomodar a todos los fieles. En Medellín, la festividad tuvo lugar en la parroquia de Santa Gertrudis (a la izquierda).

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La imagen peregrina visita parroquias y escuelas de México

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      29

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isioneros heraldos vienen recorriendo diversas lo-calidades mexicanas llevando a sus iglesias e ins-

tituciones de enseñanza la imagen del Inmaculado Co-razón de María. En octubre, estuvieron en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la periferia de la capital federal, donde todos pudieron venerar a la ima-gen peregrina (foto 1). En la ciudad de Ezequiel Montes cerca de 1.200 fieles participaron en la entrega de cua-

tro nuevos Oratorios (foto 2). En Ojocaliente, una con-currida Misa acogió a coordinadores y participantes del Apostolado del Oratorio (fotos 3 y 4). En la ciudad de Aguascalientes los misioneros visitaron el Colegio Espe-ranza, en cuyo auditorio los alumnos se reunieron para honrar a la Virgen y participar en la Eucaristía (foto 5). Fue visitado también el Colegio Cristóbal Colón (foto 6), donde los niños organizaron un “Rosario Misionero”.

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Auxiliando a las comunidades

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30      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

el FonDo De ayuDa miSeriCorDia Conmemora Diez añoS

Desde comienzos del 2005, el Fondo de Ayuda Misericordia se dedica a dar apoyo a obras de la Iglesia por todo Brasil. Más de

300 instituciones ya han sido beneficiadas.

onociendo las dificultades por las que tantas ve-ces pasan las obras de la Iglesia, el fundador de los Heraldos del Evangelio, Mons. João Scog-namiglio Clá Dias, decidió instituir un sector

específicamente dedicado a conseguir recursos para ellas.Ante un hermano en Cristo que pasa necesidades, es

imposible no acordarse de aquellas palabras del Señor: “tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnu-do y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. [...] En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más peque-ños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 35-36.40).

Con ese espíritu de amor fraterno en Cristo, Señor nuestro, es con el que los Heraldos tra-bajan, a través del Fondo de Ayuda Misericor-dia, para responder a las necesidades materia-les de los evangelizadores. Forma parte de sus reglamentos la anuencia del obispo de la diócesis donde se encuentra la institu-ción beneficiada.

Como símbolo de esta iniciativa, no existe otro mejor que el del pelícano. Se-gún una multisecular tradición, esa ave es una buena figura de Jesús, porque cuando sus crías se quedan sin alimento, ella les da de comer de su propia carne.

Generosos donadores

En los casi diez años que han transcurrido desde su fundación, las peticiones de donaciones han sido las más variadas. Y algunas de ellas, sorprendentes.

También son dignas de mención las manifestaciones de generosidad de numerosos bienhechores. El dueño de una tienda de instrumentos musicales de la ciudad de Presidente Prudente, por ejemplo, regaló todos los instrumentos solicitados para la catequesis en Amazo-

nas. Y una mujer de la capital paulista ofreció espon-táneamente su valiosa colaboración: “Me he enterado de la labor que llevan a cabo los Heraldos del Evange-lio, el Fondo de Ayuda Misericordia, a través del boletín que ustedes publican. He visto el trabajo que hacen con los niños. Confecciono ropa infantil de croché y me gus-taría colaborar con el proyecto dándoles ropa para los niños carentes”. Muchas repercusiones más como éstas dan testimonio de la disposición de los auténticos brasi-leños para cooperar con las buenas obras.

Una petición simbólica

A finales de 2009, la Hna. Tarcisia, misionera de la congregación de las Hijas de Nuestra Se-ñora del Monte Calvario, envió una carta so-licitando “ayuda para la construcción de una capilla en la aldea de Bugigão, de los in-dios pataxós, en Monte Pascoal”. Esa co-

munidad indígena deseaba construir una capilla dedicada a la Patrona de Bra-

sil. La solicitud venía refrendada por Mons. José Edson Santana Oliveira, obispo de Eunápolis y presidente de la Pastoral de los Nómadas de Brasil. Nada más encomiable, por tanto.

El día de la entrega de la ayuda en la propia aldea, la Hna. Tarcisia reu-

nió a los indígenas en una tienda de campaña donde un sacerdote heraldo celebró la Santa Misa y distribuyó es-tampas de la Virgen, rosarios y medallas para todos los miembros de la comunidad, pues todos son católicos. Al final, implantó un Oratorio del Inmaculado Corazón de María que recorre mensualmente los hogares de la al-dea. También dejó un mini oratorio para que circulara entre los niños. A petición de las hermanas, los heraldos aprovecharon el viaje de vuelta para visitar otras aldeas: Madre de Barra Velha, Pará, Boca da Mata.

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      31

Recientes actividades – En los últimos meses, el P. Aumir Scomparin, EP, coordinador del Fondo de Ayuda Misericordia, hizo entrega de numerosas donaciones en varias comunidades, entre ellas: el centro social de la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, de Montes Claros; la comunidad católica Azinheiras de la Justicia, de Valparaíso de Goiás, que acoge a niños necesitados; la guardería benéfica Niño Jesús, de Recife; el Rincón de Nuestra Señora de Lourdes, de São Paulo, que cuida a personas discapacitadas; el Hogar de Santa María de la Paz, de Tijucas; el Hospital Franciscano Nuestra Señora de las Gracias, de San Gonzalo; el Pequeño Cotolengo Paranaense, de Curitiba; el Instituto Farina de Brasil, de Vargem Grande y la parroquia de Nuestra Señora de las Gracias, de Ubatuba.

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32      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

Un tiempo después la Hna. Tarcisia envió esta expre-siva carta de agradecimiento:

“Con enorme alegría le escribo para agradecer-le y presentarle mi pequeña iglesia de Nuestra Seño-ra Aparecida en la aldea de Bugigão, construida con el apoyo del Fondo Misericordia de los Heraldos del Evangelio [...]. La comunidad está muy contenta por tener ahora un sitio propio y digno para rezar y ala-bar juntos al Dios de la vida. Nos sentimos muy feli-ces de poder celebrar la próxima fiesta de la Patrona, Nuestra Señora Aparecida, en un lugar apropiado. [...] Le pedimos a Dios nuestro Señor que colme de bendiciones a los Heraldos del Evangelio y a sus co-laboradores, para que sigan ayudando a los herma-nos menos favorecidos. Hna. María Tarcisia Figuei-redo, FNSMC”.

Más de 300 instituciones beneficiadas

Desde 2005 hasta hoy el Fondo Misericordia ha be-neficiado a 320 instituciones de 156 localidades brasile-

ñas, con un promedio de 21.500 reales (aprox. 8.600 dó-lares estadonidenses) por cada donación.

Un caso especialmente emocionante es el de una ma-dre que vive en San Roque. Al ver que su hijo entraba por el camino de la drogadicción, se esforzó en adaptar una casa de campo para el tratamiento de personas en la misma situación. Y consiguió rescatar a su hijo. En este contexto, buscó a los Heraldos del Evangelio a fin de so-licitarles ayuda para construir un alojamiento destinado a acoger a toxicómanos.

El día de la entrega de la donación a la Comunidad Terapéutica Maanaim de San Roque, fue celebrada una Misa a petición de sus dirigentes. Uno de ellos na-rró después que había recibido mensajes de congratula-ción, de varias partes de Brasil, de personas que habían visto la entrevista con los dependientes en TV Arautos. Un empresario de San Andrés declaró: “Soy donante de los Heraldos. Estoy muy contento por ver que están ayu-dando a obras como ésa. Le felicito a usted por una ini-ciativa tan útil para la sociedad de hoy día”.

Ichu Barreirinha

Santana do Araugaia

Comunidades apartadas – Las comunidades rurales más lejanas de São Paulo también desean ser especialmente beneficiadas por el Fondo Misericordia. En las fotos, entrega de un microbús para la APAE de Ichu;

distribución de cestas básicas en Barreirinha; entrega de un motor de barco en San Pablo de Olivença; y visita a las capillas que están siendo construidas por la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Santana do Araguaia.

San Pablo de Olivença

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      33

Más de150 ciudades atendidas – Desde el 2005 hasta hoy día el Fondo Misericordia ha beneficiado ya a 320 instituciones de 156 ciudades brasileñas, con un promedio de 21.500 reales por cada donación.

Algunos ejemplos más de solicitudes atendidas

En el inmenso estado de Amazonas, las comunicacio-nes se realizan por vía fluvial. Así, pues, para los valien-tes misioneros que trabajan allí es indispensable dispo-ner de un barco adecuado. Respondiendo a la petición realizada por la diócesis de San Gabriel da Cachoeira, el Fondo Misericordia tuvo la alegría de donarle una em-barcación con capacidad para diez personas.

Regido por las Hermanas Misioneras de Cristo Cru-cificado, el Dispensario de Nuestra Señora de los Dolo-res, de Juazeiro do Norte, brinda asistencia social, edu-cativa y religiosa a los niños carentes de esa ciudad. La ayuda dada ha permitido cambiar el tejado, reformar las instalaciones sanitarias y la compra de material escolar para los cursos profesionales.

En enero de 2011, la región de Serrana, del estado de Río de Janeiro, sufrió la mayor tragedia natural de su his-toria: cerca de 900 personas murieron y más de 30.000 se quedaron a la intemperie tras haber perdido sus casas y muebles, destruidos por las inundaciones. Urgía socorrer

a las víctimas. A petición del obispo, Mons. Edney Gou-vêa Mattoso, el Fondo Misericordia hizo una colecta de emergencia entre sus asociados y encaminó a la diócesis de Nova Friburgo una ayuda económica y en especie.

En la localidad de Ichu fue regalado a la APAE (si-glas en portugués de la asociación de padres y amigos de las personas con discapacidad) un microbús destinado al transporte de los niños.

A las Hermanas Oblatas del Niño Jesús les fue propor-cionado un vehículo para auxiliarlas en su abnegada misión de catequesis en las periferias de Brasilia. Y la Guardería San José Obrero recibió complemento mobiliario escolar para uso de los niños que son atendidos por la institución.

* * *De este modo, el Fondo Misericordia de los Heraldos

del Evangelio va llevando un poco de alivio a las institu-ciones que con tanto ahínco se dedican al bien del pró-jimo y a la gloria de Dios. Y, con el favor de María San-tísima y la generosidad de los donadores, espera poder hacer mucho más de ahora en adelante. ²

Una vida más suave

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34      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

Compuesto de materia y espíritu, el hombre necesita un ritmo de vida más tranquilo para poder disfrutar de determinados placeres del alma que la velocidad desordenada ni siquiera permite vislumbrar.

uien no ha vivido en el siglo XVIII antes de la revolución no sabe lo que es la dulzura de

vivir y no puede imaginar que es po-sible tener felicidad en la vida”.1 Fa-mosa se ha hecho esta frase de Talle-yrand, que se refiere a la Revolución Francesa, que destruyó —entre otras muchas cosas— el respeto y la afa-bilidad predominantes hasta enton-ces en las relaciones humanas. Del mismo modo, se podría decir tam-bién que no sabe qué es la serenidad quien no ha vivido antes de que la sociedad estuviera marcada a fondo por los avances tecnológicos deriva-dos de la Revolución Industrial, que cambió la fisonomía del mundo.

De hecho, en otras épocas había tiempo para conversar y pensar, du-rante largos períodos de distensión y despreocupación. Sin embargo, la producción económica, la máqui-na y la tecnología se superpusieron a los valores del espíritu; el mundo se volvió ansioso por tener, hacer, comprar, consumir, correr... La len-titud que permitía experimentar las delicias de una existencia tranquila y equilibrada cedieron lugar a un in-cesante desasosiego.

En un mundo transformado aho-ra en una inmensa “aldea global”, la avalancha de información inmedia-

ta y transmitida en fragmentos, co-mo un relámpago, excita y provoca agitación. El ritmo de los aconteci-mientos se vuelve frenético. Ya no hay tiempo para nada y el lema es ser “fast”: en la comida, en las rela-ciones, en los desplazamientos.

El regreso a una vida más “slow”

Pero cuando parecía que la victo-ria de la velocidad y del frenesí había alcanzado todos los aspectos de nues-tra vida cotidiana, gritos de revancha del sentido común se levantan aquí y allá con el objetivo de restablecer la ciudadanía del mundo “slow”...

Así, en el ocaso del acelerado si-glo XX, en 1999, surge en Orvieto, Italia, una asociación internacional denominada Cittaslow, que pretende recuperar la identidad propia y las es-pecificaciones de cada territorio, a fin de promover para sus habitantes una calidad de vida mejor, con una parti-cular atención a la cultura de la ali-mentación y del buen vivir. A pesar de que Cittaslow reconoce que la glo-balización puede ser útil para la di-fusión del comercio y de la cultura, afirma que dicho fenómeno tiende a allanar las diferencias y a olvidar las características de cada realidad singu-lar, y propone modelos intermedios que no pertenecen a nadie e, inevita-blemente, dan lugar a la mediocridad.

En Italia, Alemania, Polonia, No-ruega, Inglaterra y Brasil ya existe una red propia de ese movimiento, pero ciudades de otros países como Francia, España, Australia y Japón han adherido también a esa inicia-tiva. Para ser una città-slow, la po-blación no debe tener más de 50.000 habitantes y ha de respetar al menos el 50% de los requisitos previstos en una lista de sesenta.

Cittaslow nació inspirada en otro movimiento: Slow Food, asocia-ción que surgió en oposición al con-cepto de “fast food” —comida rápi-da— y al estilo de vida acelerado, y que busca defender la legítima gas-tronomía y el placer de una agra-dable y reposada convivencia en la mesa. Extiende su actividad del te-rreno agrícola a la cocina y propone un modelo de desarrollo sostenible donde prevalezca el respeto por la biosfera y por la sociosfera, basado en el uso responsable de los recursos naturales y de los valores culturales.

Dicho estilo de vida —también ya se está hablando de escuelas, tu-rismo, envejecimiento slow...— se caracteriza por el deseo de volver a ritmos más lentos y humanos que permitan combatir el estrés, la pre-sión por lograr objetivos concretos y artificiales y las prisas generalizadas que marcan nuestro día a día.

Juliane Vasconcelos Almeida Campos, EP

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      35

Ese retorno a la mentalidad de una vida más lenta y orgánica nos recuerda un viejo adagio francés: “Chassez le naturel, il revient au ga-lop”, es decir, expulse lo natural que regresará galopando.

Compuesto de materia y espíritu, el hombre necesita un ritmo de vi-da más tranquilo para poder disfru-tar de determinados placeres del al-ma que la velocidad desordenada ni siquiera permite vislumbrar. La bue-na conversación o la contemplación, por ejemplo, sólo son viables en un contexto desprovisto de agitación. El silencio, a menudo tan elocuente, es hermano de la serenidad y del re-cogimiento, y en él suele encontrar-se Dios con los hombres.

El ejemplo de Jesús

Los evangelistas narran varios episodios en los que Jesús se retira-ba a rezar, huyendo de las muche-

dumbres y del bullicio: “Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar” (Mc 6, 46); “Jesús sa-lió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios” (Lc 6, 12).

Dice San Juan Crisóstomo que el divino Maestro así procedía “pa-ra enseñarnos a descansar en todo momento del alboroto y del barullo, pues, efectivamente, la soledad es conveniente para la meditación. [...] Quien se acerca a Dios necesita ale-jarse del ruido y buscar tiempo y lu-gar apartado del tumulto”.2

“Jesús en el Evangelio —afirma Cantalamessa— no da nunca la im-presión de estar asfixiado por la pri-sa. A veces, hasta pierde el tiempo: todos lo buscan y Él no se deja en-contrar, absorto como está en la oración. [...] Si la lentitud tiene con-notaciones evangélicas es impor-tante valorar todas las ocasiones de descanso o de tardanza, que están

esparcidas a lo largo de la sucesión de los días. El domingo, las fiestas, si se utilizan bien, dan la posibilidad de cortar el ritmo de vida demasia-do excitado y de establecer una rela-ción más armónica con las cosas, las personas y, sobre todo, consigo mis-mo y con Dios”.3

Cuántos beneficios puede apor-tarnos la lentitud, y en bastantes cir-cunstancias. Cuán saludable puede ser para las buenas relaciones en-tre los hombres y de éstos para con Dios. Esperemos que el mundo con-temporáneo logre recuperar una vi-da más slow, en la certeza de que no sirve de nada desgastarse y correr tanto para conseguir bienes mate-riales en cantidad, relegando al olvi-do principios y virtudes. Todas estas cosas pasan y lo que realmente tie-ne valor son las riquezas del espíritu que perduran en la vida eterna, don-de, por cierto, no existe reloj... ²

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“El domingo, las fiestas, si se utilizan bien, dan la posibilidad de cortar el ritmo de vida demasiado excitado y de establecer una relación más armónica con las cosas, las personas y, sobre todo, consigo mismo y con Dios”

Boda campestre, por Jan Brueghel el Viejo - Museo del Prado, Madrid

1 TALLEYRAND-PÉRIGORD, Charles-Maurice. La confession de Talleyrand. París: L. Sauvaitre, 1891, p. 57.

2 SAN JUAN CRISÓSTOMO. Homilía XLII, n.º 1. In: Homilías sobre el Evange-lio de San Juan (30-60). Madrid: Ciudad Nueva, 2001, v. II, p. 137.

3 CANTALAMESSA, OFMCap, Ranie-ro. Echad las redes. Reflexiones sobre los Evangelios. Ciclo B. Valencia: Edicep, 2003, p. 259.

El ser humano no es sólo materia

36      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

entreviSta a monS. Ángel galinDo garCía, reCtor magníFiCo De la univerSiDaD PontiFiCia De SalamanCa

En una sociedad basada en el consumo, que pone la ciencia por encima de las personas, buscar sus raíces antropológicas y humanistas es la mejor forma de prepararse para el futuro.

¿Qué busca dar la Universidad de Salamanca a los alumnos del siglo XXI?

En primer lugar, que sean ellos mismos. Es decir, que no tengan una conciencia lavada por la sociedad de consumo y por la sociedad del poder que anula la mente de los ciudadanos. Por tanto, lo que la universidad espe-ra y pretende de los alumnos es que ellos sean inteligentes por sí mismos, que aprendan del profesorado a valer-se profesionalmente por sí mismos.

Claro está, el que “se valga por sí mismo” no quiere decir que lo ha-ga de una manera individualista, si-no como hombres y seres sociales que somos. O sea, en comunidad y en colaboración con los demás. En definitiva, lo que esperamos de los alumnos es que sean buenos pro-fesionales y que no se dejen llevar mentalmente de lo que diga la tele-visión o la sociedad de consumo.

¿Cómo compatibilizar más de siete siglos de tradición con el mundo globalizado de hoy?

Con unas raíces antropológicas y humanistas, que la universidad reci-bió al principio, es la mejor manera

de que el mundo de hoy tenga futu-ro. Sin el humanismo —sea cristia-no o sea filosófico— la sociedad del mañana no tiene sentido. Una so-ciedad que está basada en el consu-mo, que pone la ciencia por encima de las personas, si no cambia y busca

raíces como las que la universidad pontificia tiene desde hace ocho si-glos, esa sociedad del siglo XXI no tendrá futuro.

Nuestra aportación, después de ocho siglos de existencia, es un hu-manismo, porque ponemos en el centro de la ciencia y en el centro de la vida al ser humano.

¿Por qué su tesis de doctorado en Teología fue sobre San Alfonso de Ligorio?

Primero elegí el tema de la op-ción fundamental, la opción radi-cal. Cómo el ser humano puede ha-cer una opción para siempre desde unos fundamentos —en este caso, la búsqueda de la felicidad— y res-ponder con las virtudes teologales a aquellas propuestas que una per-sona ha hecho en su vida. Añadí a San Alfonso María de Ligorio por-que a la hora de redactar la tesis me puse en manos de un gran profesor —aunque al final de su vida tuvo sus desaciertos—, Bernhard Häring, re-dentorista. Entonces me sugirió que hiciera esa tesis de la opción funda-mental desde el mundo de los mís-ticos, el mundo de los santos, y des-

Tras ocho siglos de existencia, Salamanca sigue poniendo al ser humano en el centro

de la ciencia y de la vida

Fachada de la Universidad de Salamanca

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César Manuel Escobar Castro

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Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      37

de el pensamiento de los santos. Y como estudiaba en el Alfonsianum, y tenía material, pues por esa razón escogí a San Alfonso.

Usted siempre tiende a unir lo intelectual con lo pastoral...

Hay dos cosas que me han ayu-dado a hacer esa unión de lo inte-lectual y lo pastoral. Soy sacerdo-te; cuando estudié en el seminario, estudié para ser sacerdote y estar cerca de la gente en las parroquias. Estuve más de seis años de párro-co, y con otras tareas en el obispa-do. Cuando, por obediencia al obis-po, opté por realizar la tesis doctoral vi que una auténtica ciencia teoló-gica lo es si realmente tiene una co-nexión directa con la pastoral. No quiero decir que el intelectual teólo-go tenga que ocuparse de la pasto-ral, sino que al dedicarse a la teolo-gía no pierda de vista la pastoral.

Se ha hablado de la Universidad de Salamanca como el alma mater de las universidades hispanoamericanas. ¿Nos podía decir algo sobre esa influencia?

Sí, ha sido el alma mater, puesto que precisamente en el encuentro de culturas del siglo XVI, a partir de la península ibérica, fueron los gran-des estudiosos salmantinos los que o bien asesoraron a los reyes para que

se evangelizaran las nuevas tierras descubiertas por los europeos o bien fueron los sabios salmantinos los que fueron a América, directamente o a través de misioneros. Y se puede decir que las grandes universidades latinoamericanas, las más antiguas, tienen en sus estatutos la antropolo-gía y el humanismo cristiano que re-cibieron de los intelectuales, teólo-gos y canonistas de Salamanca. Por poner un ejemplo, D. Vasco de Qui-roga, insigne y primer obispo de Mi-choacán, llevó consigo a México to-da una nueva mentalidad que había recibido de la escuela humanista de Salamanca.

Cuando, hace tres años, asumió el cargo de rector de la Universidad de Salamanca, seguramente se había marcado varios objetivos. ¿Está logrando llevarlos adelante?

En un tanto por ciento muy ele-vado, se están consiguiendo los ob-jetivos. Uno de ellos era el servicio a la Iglesia universal y a la españo-la, puesto que la Universidad Ponti-fica de Salamanca pertenece al epis-copado español.

Sobre todo se están alcanzado en cuatro ámbitos: en el campo de la Educación, potenciando varias titula-ciones educativas; en el de la Comu-nicación, presentando más maestrías

acido el 16 de julio de 1948, en Fuentesaúco de Fuentidueña,

provincia de Segovia, D. Ángel Galindo García fue ordenado sacerdote con 24 años. Estudió en la Facultad de Teolo-gía del Norte de España y en la Univer-sidad Pontificia de Salamanca. Obtuvo el Doctorado en la Universidad Latera-nense de Roma, tras defender, bajo la dirección del Prof. Bernhard Häring, la tesis titulada La opción fundamental en el pensamiento de San Alfonso de Li-gorio. Desde 1984 es profesor de Teolo-

gía en la Universidad Pontificia de Sa-lamanca, conciliando este cargo con tareas pastorales al servicio de la dióce-sis segoviana. Ha publicado hasta el mo-mento 28 libros, como autor o coordina-dor, y más de 200 artículos en revistas especializadas, sobre temas como moral económica, política, derechos humanos, emigración, familia y doctrina social de la Iglesia. Siendo decano de la Facul-tad de Teología, en 2011 fue nombrado Rector Magnífico de la misma universi-dad.

Soy sacerdote; cuando estudié en el seminario, estudié para ser sacerdote y estar cerca de la gente en las parroquias

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Un momento de la entrevista realizada en la sacristía de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, Caieiras (Brasil)

38      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

y postgrados en el terre-no de la comunicación de la palabra, de la comuni-cación de la verdad; en el de la Ciencia de la Salud, donde hemos iniciado la titulación de Fisioterapia; también en el de la Lo-gopedia, estamos abrien-do nuevos másteres en ese campo, tanto en Sala-manca como en Madrid.

Y luego el objetivo de las Eclesiásticas. Cuan-do entré en el cargo, ha-bía disminuido mucho el número de alumnos de Ciencias Eclesiásticas. Sin embargo, en estos tres años hemos duplicado ese número en Derecho Canónico —es la facultad más grande en De-recho Canónico de España—, tam-bién Filosofía, y en Teología hemos aumentado bastante el número de los grados, las licenciaturas en Teo-logía, doctorados, etcétera. Hoy en día estamos dirigiendo alrededor de 50 tesis doctorales en Teología.

¿En esos cursos estudian también laicos?

En Derecho Canónico y en los doctorados y licenciaturas de Teo-logía, la mayor parte son sacerdotes y seminaristas. En el bachillerato de

El progreso es auténticamente progreso si tiene relación con los fundamentos que

dan sentido al ser humano

Teología hay religiosos, religiosas y hay bastantes laicos. Pero en Filoso-fía la mayoría son laicos.

En sus obras, usted analiza temas como la relación entre ética y economía, o la ideología del progreso. ¿De dónde le viene ese interés?

Bueno, aunque mi tesis es de Mo-ral Fundamental, me he visto obliga-do a enseñar Teología de la Familia, Doctrina Social de la Iglesia y Moral Social. Desde la Doctrina Social de la Iglesia se ve claramente que el pro-greso es auténticamente progreso si tienen relación con los fundamentos que dan sentido al ser humano, que es el fundamento del espíritu. Por

tanto, yo entiendo —y así lo intento demostrar en mis escritos— que el au-téntico progreso se tie-ne que llamar, como di-ce Pablo VI, “desarrollo integral del hombre”. Porque el progreso va orientado fundamental-mente a la riqueza de las naciones y, sin embargo, la búsqueda del desarro-llo integral del hombre va dirigida a las perso-nas.

El ser humano no es sólo materia, sino

que tiene un cuerpo espiritualiza-do y un espíritu corporalizado, es de-cir, el cuerpo del hombre es mucho más que la pura materia de un ani-mal. Por eso, no se puede utilizar la economía si no es desde el espíritu. Y hoy en día hasta en filosofía y en otras ciencias nos dan la razón. En los estudios filosóficos se ha empeza-do a hablar de la filosofía del don, de la gratuidad. Y hay teólogos que in-tentan investigar sobre la economía del don, la lógica del don, la produc-ción del don, el reparto de los bienes como don, etcétera. En el fondo, ésa es la razón del porqué yo me he incli-nado en mis investigaciones a unir lo económico con lo espiritual.²

ApostolAdo del orAtorio MAríA reinA de los CorAzones

Sea Ud. también Un coordinador del oratorio del inmacUlado corazón de maría

ArgentinA: (011) 4433 12 76Chile: (2) 227064000

ColombiA: (1) 594 86 86eCuAdor: (2) 225 88 40

estAdos unidos: (281) 597-8178méxiCo: (55) 2591 91 61PArAguAy: (21) 66 03 07

r. dominiCAnA: (809) 227 72 65

uruguAy: (598-2) 2320-0712 / 2601-8890

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      39

Enfermera contagiada de Ébola: “Creo en el poder de la oración”

En una expresiva declaración a la prensa estadounidense el 24 de octu-bre, la enfermera Nina Pham, de Da-llas, que había contraído el virus del Ébola tras haber cuidado a un pa-ciente infectado en Texas, y hoy se encuentra curada de la enfermedad, dio testimonio de su confianza en la oración durante el combate a ese te-rrible mal: “Antes que cualquier co-sa y sobre todo, quiero agradecérselo a Dios, mi familia y amigos. Duran-te toda esta prueba puse mi confian-za en Dios y en mi equipo médico”.

La joven enfermera de 26 años, considerada unánimemente por sus conocidos como católica fervoro-sa, atribuyó a la fe un papel impor-tante en su recuperación: “Creo en el poder de la oración, porque mu-chas personas en el mundo han re-zado por mí. Y ahora estoy unida a esa gente rezando por la recupera-ción de los demás”.

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Escuela católica de Alaska sobresale como de las mejores del país

Con sede en Anchorage, en el es-tado norteamericano de Alaska, la Academia Santo Rosario ha sido re-

conocida por la Cardinal Newman Society como una de las mejores es-cuelas católicas de Estados Unidos. Esta asociación, entidad sin ánimo de lucro, analiza las escuelas de Secun-daria del país inscritas en su progra-ma evaluando su grado de identidad católica y calidad educativa. Tan sólo el 6% de dichas escuelas, entre ellas la Academia Santo Rosario, cumplen con todos los requisitos de excelen-cia exigidos por la entidad evaluado-ra, como la clara identidad católica del currículo, la posibilidad de que los alumnos participen en las celebracio-nes litúrgicas, catequesis y retiros, y la facilidad de acceso a los sacramentos.

Jamie Arthur, miembro de la Car-dinal Newman Society, explica que la intención es reconocer las “escue-las que tienen una larga tradición de excelencia moral y académica como parte del sistema de formación cató-lica. Son escuelas fieles a la Iglesia y donde los estudiantes son asimilados por la identidad católica”.

Los ganadores del premio fue-ron dados a conocer en septiembre. La Academia Santo Rosario ya ha-bía sido premiada entre 2004 y 2009, siendo la institución que durante mayor tiempo consecutivo ha logra-do tal resultado.

Vatican Insider planea crear secciones de noticias en latín

La agencia informativa Vatican Insider (www.vaticaninsider.it) agre-gó el latín a los idiomas en los que ofrece en la actualidad sus servicios: italiano, español, inglés y árabe. La elaboración de las noticias en la len-gua de Cicerón es posible a la cola-boración del Pontificium Institutum Altioris Latinitatis, perteneciente a la Facultad de Letras Cristianas y Clásicas de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.

En un principio la agencia publi-cará esporádicamente en esa len-gua, pero su intención es crear en breve una sección propia en latín.

Los interesados en el estudio de las lenguas clásicas pueden leer la pri-mera de esas noticias “De rebus ad-versis, quas in Orientis terris Christi-fideles patiuntur — Sufrimientos de los cristianos en Oriente”, en la di-rección: http://vaticaninsider.las-tampa.it/vaticano/dettaglio-articolo/articolo/latino-latin-37088/.

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Descubren en España una representación de Cristo del siglo IV

En las ruinas de la ciudad ibe-ro-romana de Cástulo, cerca de Li-nares, ha sido descubierta la repre-sentación más antigua de Jesús que se conozca en ese país. Se trata de una patena de vidrio que representa la imagen de Cristo en Majestad, he-cha en el siglo IV y muy bien conser-vada, considerando su antigüedad.

La patena, que pudo ser recons-truida en más del 80%, fue locali-zada en el interior de un edificio destinado al culto religioso; mide 22 centímetros de diámetro y unos 4 de altura; se hizo usando un vi-drio de tonalidad verdosa, y la de-coración se realizó mediante la téc-nica del esgrafiado: además de la figura del Señor, sosteniendo una cruz en su mano derecha, aparecen dos Apóstoles flanqueándolo; en los bordes se ven dos palmeras, que en la iconografía católica simbolizan la inmortalidad o la eternidad.

El contexto arqueológico y la ex-cepcionalidad de la patena han des-pertado gran interés internacional, y los responsables de los trabajos han sido invitados por la International

40      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

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Año Jubilar en honor a Santa Teresa de Jesús

l pasado 15 de octu-bre comenzaba en

Ávila el Año Jubilar Teresia-no, que conmemora el quin-

to centenario del nacimiento, en esa ciudad, de la gran Tere-

sa de Jesús, doctora de la Iglesia. Fue inaugurado con una Misa presidida por el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episco-pal Española, Mons. Ricardo Blázquez Pérez, y con-celebrada, además del obispo de Ávila, Mons. Jesús García Burillo, por los cardenales Antonio Cañiza-res Llovera y Carlos Amigo Vallejo, y varios otros ar-zobispos y obispos. En el acto religioso participaron más de 7.000 personas.

Los celebrantes salieron en cortejo desde la igle-sia de San Pedro, desplazándose hasta el altar levan-tado junto a la muralla, donde, antes de empezar la Eucaristía, fue leído el mensaje que el Papa Francis-co mandó a Mons. García Burillo (véanse unos frag-mentos en la sección La voz del Papa).

En su homilía, Mons. Blázquez destacó el sufri-miento padecido por Santa Teresa ante la situación en la que se encontraba la Iglesia de su época. Tras recordar, con palabras de ella, que en “tiempos re-cios” han de existir los “amigos fuertes de Dios” (cf. Vida 15, 5; 33, 5), concluía el prelado: “Los ‘ami-

gos fuertes de Dios’, no los mediocres o relajados, tienen la capacidad por el poder del Espíritu de Je-sucristo de fermentar la masa, de interpelar a los que ponen su confianza en el dinero, de iluminar las ti-nieblas, de poner orden en el caos y la confusión”.

También participaron en la ceremonia el prior ge-neral de la Orden del Carmen, el P. Fernando Millán, y el prepósito general de los Carmelitas Descalzos, el P. Saverio Cannistrà, a quien le cupo bendecir el bas-tón que perteneció a la santa, el cual desde ese mis-mo día, como símbolo de un camino que empieza, acompañará a los peregrinos por los cinco continen-tes. Dicha reliquia teresiana estará de vuelta en Ávila el 28 de marzo de 2015, V Centenario del nacimien-to de Santa Teresa, tras haber recorrido 30 países de América, África, Asia y Oceanía.

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Sobre estas líneas, la plaza de Santa Teresa abarrotada de gente durante la Celebración Eucarística. Más arriba, a la derecha, dos monjas carmelitas participan en la Liturgia de la Palabra; a la izquierda,

junto al título, la imagen procesional de Santa Teresa de Jesús atribuida a Gregorio Fernández

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La cofundadora de las Scalabrinianas es

beatificada en São Pauloa catedral de São Paulo, Brasil, acogió con gran alegría, el pasa-do 25 de octubre, al cardenal Ángelo Amato, SDB, prefecto de

la Congregación para las Causas de los Santos, enviado por el Santo Padre para la beatificación de la Madre Assunta Marchetti, cofunda-dora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo, más conocidas como Misioneras Scalabrinianas.

La Celebración Eucarística fue presidida por el arzobispo de São Paulo, el cardenal Pedro Odilo Scherer, acompañado por 20 obis-pos y más de 100 presbíteros. Miembros de todos los movimientos eclesiales de la arquidiócesis y numerosos fieles llenaron el templo y el paseo central de la plaza de la Sé, donde se instalaron sillas y panta-llas gigantes para permitir la asistencia a la ceremonia.

La Madre Assunta Marchetti nació el 15 de agosto de 1871 en Lombrici, Camaiore (Italia), y murió en São Paulo el 1 de julio de 1948, en el Orfanato Cristóbal Colón. Llegaba a Brasil con 24 años, en atención a la petición que le había hecho su hermano, y también cofundador de la congregación, el P. José Marchetti, que la llamaba para que le ayudara en el cuidado de los huérfanos.

Arriba, llegada de los cardenales Scherer y Amato a la catedral de São Paulo; abajo, Hermanas Scalabrinianas participando en la ceremonia

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Association for the History of Glass a participar en el próximo congreso en Suiza, en septiembre de 2015.

Presentada la traducción al ruso de “Jesús de Nazaret”

El pasado 26 de septiembre fue presentada en el Centro Cultural Puertas de Pokrovsky, Moscú, la ver-sión rusa del segundo tomo de la tri-logía Jesús de Nazaret, escrita por el Papa Benedicto XVI. La publicación fue auspiciada por el arzobispo me-tropolitano de Moscú, Mons. Paolo Pezzi, FSCB, por el Nuncio Apostóli-co de la Santa Sede en la Federación Rusa, Mons. Iván Jurkovic, y por el obispo de Saratov, Mons. Clemens Pickel, que asistieron al lanzamiento del libro, presentado por el director del centro, Jean-François Thiry.

La idea de la traducción surgió durante los ejercicios espirituales di-rigidos por Mons. Pickel en el jar-dín de Getsemaní, Jerusalén, en los que la obra fue utilizada como guía espiritual, y entonces el prelado de-seó compartir con el lector ruso di-cha experiencia.

El P. Dariusz Pelyak, SVD, es-pecialista en teología bíblica, habló acerca del lenguaje relativamente sencillo del libro, que lo hace acce-sible y al mismo tiempo resume dé-cadas de estudios teológicos. Por su parte, el especialista bíblico y lingüis-ta Andrei Desnitsky disertó sobre la meticulosa investigación históri-ca que hace de la obra una erudición bíblica contemporánea. La publica-ción estuvo a cargo de la Editorial Franciscana de Moscú. La traduc-ción al ruso del primer volumen de la trilogía fue lanzada en 2010.

Parroquia escocesa dona órgano a Kazajistán

Debido a los trabajos de remo-delación por los que estaba pasan-do el templo, el órgano de la iglesia parroquial de Craigiebank, Dun-dee (Escocia), corría la suerte de ser

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El Movimiento de Schönstatt conmemora su primer centenario

el 16 al 19 de octubre se desarrollaron en Va-llendar, Alemania, las conmemoraciones del

Movimiento Apostólico de Schönstatt, fundado en esa ciudad por el P. Joseph Kentenich.

La Misa del día 18 fue presidida por el enviado del Papa para el evento, el cardenal Giovanni La-jolo. En su homilía el purpurado afirmaba: “Ha-ce cien años la Divina Providencia eligió al P. Ken-tenich para plantar una nueva semilla en el Reino de Dios. Por la Alianza con María, la pequeña ca-pilla se transformó en un lugar de peregrinación y centro de la vida del movimiento de Schönstatt. Da-mos gracias a Dios por los frutos de esa plantación. Cantamos nuevamente con María el Magnificat a la grandeza de Dios. Le agradecemos al P. Kentenich su amor a la Iglesia, el cual, bajo el dolor de no ser comprendido durante mucho tiempo, maduró en una profunda lealtad”.

Los días 24, 25 y 26 de octubre, miembros del mo-vimiento procedentes de los más variados países se encontraron en Roma, donde fueron recibidos en au-diencia privada por el Papa Francisco. Se clausuraban así los centenares de eventos promovidos en memo-ria del P. Joseph Kentenich y de la obra fundada por él, que hoy cuenta con doscientos santuarios esparci-dos por el mundo.

Aspectos de la Misa presidida por el cardenal Giovanni Lajolo el día 18 de octubre, en Vallendar

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destruido. Para salvar al valioso ins-trumento, compuesto por 1.446 tu-bos, la firma italiana de fabricantes de órganos Alessandro Giacoba-zzi, de Modena, entró en contacto con una iglesia de Kazajistán, a ca-si 5.000 kilómetros de distancia, que ansiaba recibirlo.

Fabricado alrededor de 1890, el órgano se hallaba instalado en una iglesia de Londres bastante afectada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En 1949 fue trasla-dado a Dundee, donde se encuentra actualmente.

Para el especialista Robert Light-band, “el negocio debe haber sido he-

cho en el Cielo”. La empresa que va a asumir el traslado “es fanática de los buenos órganos y consideró la oferta de Craigiebank extraordinaria”.

Las preferencias gastronómicas de la Guardia Suiza

Cocinero de demostrada expe-riencia antes de pasar a formar parte del “ejército del Papa”, el alabarde-ro David Geisser decidió aprovechar su estancia en el Vaticano para reu-nir la pintoresca recopilación de es-pecialidades culinarias favoritas de los oficiales y guardias en su día a día, que acaba de ser publicada en el libro Buon Appetito. También cons-

tan algunos platos preferidos de los tres últimos Papas —Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco — y de otras personalidades vaticanas, co-mo el cardenal Pietro Parolin y el ar-zobispo Georg Gänswein.

Las recetas van acompañadas de un texto compuesto por el sargento Erwin Niederberger, que narra cu-riosidades de la vida de la Guardia Suiza, como el hecho de que reci-ben regalos del Santo Padre con mo-tivo de la Navidad. Como todos és-tos son diferentes, son destinados a cada guardia por sorteo. Los auto-res no se han olvidado de incluir tres oraciones para la bendición de las

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Congreso de la Fundación Ratzinger–Benedicto XVI en Medellín

a Fundación Vaticana Joseph Ratzinger–Bene-dicto XVI realizó su IV Congreso Internacio-

nal en la ciudad colombiana de Medellín, del 23 al 24 de octubre, bajo los auspicios de la arquidiócesis y de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), en cuyas instalaciones tuvo lugar el evento. Con el te-ma El respeto por la vida, un camino para la paz, entre los ponentes estuvieron el Nuncio Apostólico en Co-lombia, Mons. Ettore Balestrero, y el arzobispo de Medellín y gran canciller de la UPB, Mons. Ricardo Tobón Restrepo.

También son dignas de mención las exposiciones de Mons. Jean-Louis Bruguès, OP, archivero y bi-bliotecario de la Santa Iglesia Romana, y Mons. Luis Romera Oñate, rector magnífico de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, llegados de Roma es-pecialmente para participar en el simposio.

El Papa emérito envió un saludo a los congresistas donde, entre otras cosas, afirmaba: “La fe en Dios

Creador es el fundamento de la dignidad del hombre y el núcleo esencial de todo orden de derecho. Los temas de la paz y del respeto por la vida del hombre están cerca de la fe en el Dios Creador y garantizan nuestra dignidad”.

Mons. Giuseppe Scotti, presidente de la funda-ción, en la introducción de las sesiones del Congre-so, decía: “Me parece importante recordar, en estos momentos, que es en Medellín, al final de los años sesenta, que la Iglesia latinoamericana asumió e hi-zo suyo el Concilio Vaticano II, el cual se había con-cluido tres años antes, en 1965”. Y añadía: “Hoy, co-mo sucedió en 1968, Medellín parece que vuelve a ser lugar vinculante de un esperanzador futuro. Es Pablo VI que en Bogotá, inaugurando la Asamblea de Obispos [...], dirá: ‘¡La Paz!..., repetimos nuestros augurios por la paz; la paz verdadera que nace de los corazones creyentes y fraternos; [...] la paz de Améri-ca Latina; vuestra paz”.

En las fotos: Mons. Jean-Louis Bruguès (1), Mons. Ricardo Tobón (2) y Mons. Luis Romera (3) durante sus respectivas exposiciones; Mons. Ettore Balestero, Nuncio Apostólico en Colombia, conversa con Mons. Giuseppe Scotti y Mons. Ricardo Tobón (4); un aspecto de la sesión de apertura, presidida por el Nuncio Apostólico (5) y vista general del auditorio durante las conferencias (foto 6)

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comidas: una clásica, otra para niños y la tercera en latín.

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Más de 2 millones de peregrinos participan en el “Cirio de Nazaret”

Como viene siendo costumbre to-dos los años, las festividades en ho-nor de Nuestra Señora de Nazaret llegaron a su auge durante la pro-cesión del Cirio de Nazaret, el pasa-do 12 de octubre. Más de 2 millones de personas recorrieron varios kiló-metros por las calles de Belén, Bra-sil, para honrar a su Patrona, en una tradición que cumple 222 años de existencia, y ostenta el honroso títu-lo de la procesión católica más gran-de del mundo.

El día anterior, más de 5.000 em-barcaciones, según Radio Globo, participaron en la también tradicio-nal procesión fluvial. Las festivida-des, no obstante, sólo se clausuraron el 26 de octubre con la Eucaristía conclusiva celebrada por el arzobis-po de Belén, Mons. Alberto Taveira, en la basílica santuario de Nazaret.

Seis millones de flores para la Virgen del Pilar

La ofrenda floral que los arago-neses hacen a su Patrona el 12 de oc-tubre alcanzó un auge este año: fue-ron ofrecidas cerca de 6 millones de flores. Las ofrendas que aportaron los grupos parroquiales y corpora-ciones totalizaron 531, siendo que el año anterior habían sido 496.

Ante el impresionante número de 340.000 oferentes —100.000 más que en 2013— y 150.000 asistentes, el alcalde de Zaragoza, Juan Alber-to Belloch, afirmaba: “Creo que no hay ningún otro acto en el que ha-

ya más participantes que espectado-res”. La mayor parte de los oferen-tes viste trajes regionales, aragoneses en su mayoría, pero también hay an-daluces, gallegos y grupos hispanoa-mericanos que acuden al evento pa-ra manifestar su particular devoción a Nuestra Señora del Pilar.

La ofrenda comenzó a las 7:30 ho-ras de la mañana y se prolongó inin-terrumpidamente hasta casi las diez de la noche. Antes de 1958 ya era ha-bitual que los aragoneses ofrecieran claveles, rosas y nardos para ador-nar la capilla de la Virgen el día de su fiesta, pero en ese año la alcal-día decidió transformar la espontá-nea iniciativa en la primera Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, en la que participaron unas 2.000 personas. En 1964 el acto ya es considerado una tradición, y el ayuntamiento contribu-yó con 8.000 docenas de claveles. En 1998 el manto de flores que se teje te-nía 55 metros de profundidad, 18 de anchura y más de 15 metros de alto.

Obispo inglés obsequia a todos los fieles de su diócesis

Mons. Philip Egan, obispo de Portsmouth, Inglaterra, conmemo-ró el mes del Rosario con un regalo especial para los miembros del reba-ño a él confiado: un CD con el rezo del Santo Rosario. Después de la Mi-sa dominical, el 26 de octubre, se le-yó una carta pastoral suya en las igle-sias de la diócesis recordando a la Virgen María como “la perfecta Ma-dre de Dios, la Madre modelo para nosotros”, y avisando que “al salir de la iglesia, recibirán un regalo mío: un CD para escucharlo en casa o en el coche”. El obsequio, explica el obis-po, “ayudará a todos a reflexionar so-bre los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de la fe católica, porque el CD contiene el Rosario”.

Mons. Egan aprovechó la ocasión para animar a los fieles de su dióce-sis a convertir en acciones concretas el rezo del Rosario: “La Iglesia de

nuestro tiempo nos llama a la evan-gelización, nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expre-sión. Para ello necesitamos mucha creatividad. Al rezar el Rosario, pi-dan especialmente para que el vien-to y el fuego del Espíritu Santo mue-van los corazones de los que tienen poca o ninguna fe, para que todos lleguen a conocer, servir y amar a Jesucristo en plena comunión de su Cuerpo, la Iglesia”.

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Criadores de caballos de Camarga peregrinan a Lourdes

Más de 5.000 peregrinos de la re-gión francesa de Camarga, 90 de los cuales montaban sus respectivos ca-ballos, se reunieron en el santuario de Lourdes el último fin de semana de octubre.

El evento, que se tiene lugar ca-da dos años, empezó el sábado 25 de octubre con una Eucaristía en lengua provenzal. Esa noche se realizó una procesión mariana a la luz de las velas. El domingo estuvo marcado por una solemne Celebración en la explanada de la basílica de Nuestra Señora del Rosario, seguida de una procesión eu-carística; y al día siguiente, lunes, los actos fueron clausurados con una Mi-sa en la Gruta de las Apariciones.

La peregrinación, que cuen-ta con el patrocinio del arzobispa-do de Montpelier, es organizada por los criadores de caballos de la aso-ciación Nacioun Gardiano, institu-ción fundada en 1904 por el mar-qués Folco de Baroncelli-Javon, con la finalidad de preservar el patrimo-nio cultural de la región, así como el dar a conocer sus tradiciones.

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El nuevo arzobispo de Madrid preside la Celebración de la Almudena

El pasado 9 de noviembre los fie-les llenaron la plaza Mayor de Ma-drid para participar en la Misa so-lemne en honor a la Virgen de la Almudena, Patrona de la Arquidió-cesis. La celebración fue presidida por el recién nombrado arzobispo metropolitano, Mons. Carlos Oso-ro Sierra, y concelebrada por el Nun-cio Apostólico, Mons. Renzo Fratini, por los obispos auxiliarles, Mons. Fi-del Herráez, Mons. César Franco y Mons. José Antonio Martínez Cami-no, SJ, por los miembros del Consejo Episcopal y del Consejo Presbiteral y por otros muchos sacerdotes.

En su homilía, el arzobispo recor-dó que la fe de María desata el nu-do del pecado: “¿Qué significa esto? El nudo de la desobediencia de Eva

lo desató la obediencia de María. Lo que ató Eva por su falta de fe, lo de-sató la Virgen María por su fe”.

Terminada la Celebración Euca-rística, la imagen de la Virgen de la Almudena fue llevada en procesión hasta la catedral acompañada por miles de madrileños.

Sacerdotes chinos participan en la procesión del Señor de los Milagros

La cuarta salida procesional de la venerada imagen del Señor de los Mi-lagros, realizada el pasado 28 de oc-tubre en Lima, contó este año con la presencia de un nutrido grupo de sa-cerdotes chinos, que se encontraban en Perú para reunirse con la comuni-dad procedente de aquel país asiático.

La tradicional procesión, cu-yo origen se remonta a más de 350 años, fue precedida por la Santa Mi-

sa celebrada en el atrio del santua-rio de las Nazarenas, en el centro de la ciudad, a la que asistieron dece-nas de miles de personas que desde la madrugada se habían congregado para participar en el acto litúrgico. Antes de comenzar la Eucaristia, el arzobispo de Lima, el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, saludó al car-denal Joseph Zen Ze-kiun, SDB, ar-zobispo emérito de Hong Kong, con cálidas palabras de bienvenida: “Te-niendo aquí a estos amigos, herma-nos nuestros, hijos de Dios, repre-sentantes del pueblo chino, ¿cómo no pedir al Señor el milagro de la conversión de millones que buscan la fe, que te buscan a ti, Señor?”.

Concelebraron también la Euca-ristía el Nuncio Apostólico en Perú, Mons. James Green y el obispo auxiliar emérito de San Francisco (EE. UU.), Mons. Ignacio Chung Wang.

El premio de la inocencia

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HiStoria Para niñoS... ¿o aDultoS llenoS De Fe?

Inmersa estaba en esos pensamientos, cuando oye un estrépito de cabalgaduras y de gente hablando en voz alta. ¿Qué hacía aquella comitiva en un barrio de pastores alejado del centro de la ciudad?

uando el día ya iba decli-nando en Jerusalén, Su-sana volvía del campo, seguida fielmente por

el rebaño de su padre, Simeón. Al-canzado el aprisco, las primeras es-trellas aparecieron centelleando en el firmamento. Tras dejar a las ove-jas en lugar seguro, se sentó un po-co al aire libre para contemplar los astros. ¡Había llegado el mejor mo-mento del día!

Le gustaba imaginar que las es-trellas eran pequeños diamantes, co-mo los que había visto alguna vez destellar en las suntuosas ropas del sumo sacerdote. Y pensaba encanta-da: “¡Qué perfecto es Dios! Hasta el cielo ha querido engalanar. Cuando el azul celeste se oscurece, hasta el punto de volverse casi negro, Él lo llena de diamantes...”.

¡Cómo deseaba contemplar de cerca por lo menos una estrella! Y seguía meditando cómo Dios, el To-dopoderoso, debía ser luminoso. Sin duda mucho más que las estrellas. Aunque éstas servían para darnos una pálida idea de su grandeza.

Pero aquella noche notó que los astros brillaban con una fuerza nun-ca vista antes. Su fulgor los hacía tan cercanos que parecía que se podían tocar con las manos.

—¿Y si me subo a un sitio alto? A lo mejor consigo coger una estre-lla. ¡Cómo me gustaría tener una...! —se decía para sí.

Inmersa estaba en esos pensa-mientos, cuando oye de pronto un estrépito de cabalgaduras y de gente hablando en voz alta. Una gigantes-ca caravana de camellos, dromeda-rios, jumentos y elefantes, nobles y

siervos, hombres y mujeres, se dete-nía frente a su casa. Saltó de la pie-dra donde se hallaba sentada y salió corriendo a su encuentro. Deslum-brada con tanta pompa le parecía estar soñando... ¿Qué hacía aquella comitiva en Jerusalén, en un barrio de pastores alejado del centro de la ciudad?

Se acercó hasta un enorme came-llo que llevaba a un hombre muy dis-tinguido, vestido de finísima seda y que ostentaba una espléndida coro-na de oro y piedras preciosas. Y ha-ciendo una profunda reverencia le preguntó:

—Noble señor, ¿qué buscáis en nuestro humilde barrio?

Y él le respondió:—Me llamo Melchor. Hemos ve-

nido siguiendo a una estrella bri-llantísima que nos ha guiado desde

Hna. Mary Teresa MacIsaac, EP

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Persia hasta aquí. Sin embargo, ha desaparecido y el rey Herodes nos ha mandado a Belén. Ya estamos llegando a los límites de Jerusalén y no sabemos qué rumbo tomar aho-ra.

Susana no podía creer lo que es-taba escuchando. ¡Una estrella orientaba a toda esa comitiva! Qui-zá también estarían buscando dia-mantes... ¿Acaso no podría unirse a ellos? Y poniéndose de rodillas im-ploraba:

—Conozco el camino de Belén y os lo suplico: tened la bondad de permitirme que acompañe a vuestra caravana. Yo también ando tras una estrella.

El rey, al oír sus palabras, se son-rió y le dijo:

—Mi pequeña, no estamos via-jando para descubrir estrellas... Va-mos en busca del Rey Supremo que acaba de nacer y cuya estrella nos ha traído hasta aquí. Queremos rendirle homenajes y ofrecerle al-gunos regalos, porque será grande en todo el universo. Si quieres pue-des venir con nosotros. ¿Te dejará tu padre?

Susana se fue corriendo a hablar con Simeón que, al verla en tan insigne compa-ñía, se sintió muy honrado de que su hija fuese con ellos. La niña no cabía en sí de tan-ta felicidad. Además de se-guir a una estrella, iba a visi-tar al Rey del universo, que tendría, seguramente, mu-chos diamantes para darle.

Andando al frente de la comitiva, los condujo hasta el camino que llevaba a Belén. Tan pronto como retoma-ron el trayecto, una inmen-sa luz dorada cruzó el cielo, muy próxima a la tierra, ilu-minándolo todo, quedándose algo más adelante, encima de ellos, avanzando lentamen-te. Todos se alegraron al re-

encontrar a la estrella. Susana sal-taba, cantaba y reía de tanta alegría como tenía. Incluso derramó unas lágrimas de contento, por el prodi-gio que estaba viendo con sus pro-pios ojos.

Y a Belén llegaron siguiendo al astro luminoso, que se paró sobre una casa muy sencilla. Al percibir los reyes —había otros dos monar-cas más: Gaspar y Baltasar— que habían llegado al lugar tan anhela-do, bajaron de sus monturas y en-traron en esa humilde morada. Su-sana los siguió, pero se puso detrás. Los vio cuando se prostraron en tie-rra ante una joven y bondadosa mu-jer que tenía en sus brazos a un tier-no bebé, lindo y luminoso, más bello que el sol.

Cuando los reyes terminaron de ofrecer sus regalos, la pequeña aprovechó la oportunidad para acer-case al Niño y rendirle también ella sus homenajes. Se movió con agili-dad entre la gente que llenaba el re-ducido espacio y logró ponerse bien delante de Él, postrándose en ado-ración. Al levantarse, el Niño la mi-raba y sonreía. Su divino rostro era

Cuando la pequeña se levantó, el Niño la miraba y sonreía...

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tan reluciente y espléndido que Su-sana cayó nuevamente de rodillas, arrebatada por su luz.

Se había quedado tan extasiada que no sabía ni lo que tenía que ha-cer... y besó sus manos y sus pies. Pa-recía que el Niño Jesús estaba con-tentísimo al ver a otro niño como él en medio de esa multitud y abrió sus brazos, queriendo abrazarla. María lo puso en el regazo de la pequeña, que lo acariciaba y lo abrazaba. Des-pués de devolverlo a su Madre, salió de la casa junto con los reyes, llena de entusiasmo.

En la cara de la niña había queda-do para siempre reflejada la luz divi-na. Tan grande era su amor por las estrellas creadas por Dios y por su Creador hecho niño, a quien había tenido entre sus brazos, que se ha-bía vuelto como un astro espejeando la luz de Cristo, el Salvador. Su de-seo de poseer una estrella había si-do atendido, pues la luz que ahora llevaba en su corazón era más fulgu-rante que cualquier diamante de es-te mundo... Dios ama tanto la ino-cencia que la premia de los modos más magníficos. ²

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Los santos de cada día ________________________ diciembre1. Beata María Clara del Niño Je-

sús, virgen (†1899). Fundó en Lisboa la Congregación de las Hermanas Franciscanas Hospi-talarias de la Inmaculada Con-cepción.

2. San Silverio, Papa y mártir (†537). No queriendo rehabilitar al obispo herético Antimo en la sede de Constantinopla, fue en-viado al destierro por orden de la emperatriz Teodora a la isla de Palmarola, Italia, donde falleció.

3. San Francisco Javier, presbítero (†1552 Shangchuan - China).

San Sofonías, profeta. En tiempos de Josías, rey de Judá, anunció la ruina de los impíos en el día de la ira del Señor y robus-teció con la esperanza de la sal-vación a los pobres y meneste-rosos.

4. San Juan Damasceno, presbíte-ro y doctor de la Iglesia (†c. 749 Mar Saba - Israel).

San Bernardo de Parma, obis-po (†1133). Siendo monje, se apli-có a una vida de perfección; des-pués como cardenal, buscó el bien de la Iglesia; y ya como obispo, procuró la salvación de las almas de su diócesis de Parma, Italia.

5. Beato Nicolás Stensen, obispo (†1683). Polímato, médico y ana-tomista danés de origen lutera-no que se convirtió al catolicis-mo. Murió en Schwerin, Alema-nia, siendo Vicario Apostólico en el norte de Europa.

6. San Nicolás, obispo (†s. IV Mira - Turquía).

San José Nguyen Duy Khang, mártir (†1861). Catequista apre-sado durante la persecución del emperador Tu Duc, siendo fla-gelado y encarcelado, para ter-minar degollado en Hai Duong, Vietnam.

7. II Domingo de Adviento.San Ambrosio, obispo y doctor

de la Iglesia (†397 Milán - Italia).Santa María Josefa Rosello,

virgen (†1880). Fundadora del Instituto de Hijas de Nuestra Se-ñora de la Misericordia, en Savo-na, Italia.

8. La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen.

San Teobaldo de Marliaco, abad (†1247). Superior del mo-nasterio cisterciense de Les Vaux de Cernay, Francia, alcanzó la fa-ma de santidad aún en vida.

9. San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (†1548 Ciudad de México - Mé-xico).

San Pedro Fourier, presbítero (†1640). Escogió para ejercer su

ministerio la pobrísima parroquia de Mattaincourt, Francia, y fun-dó el Instituto de Canonesas Re-gulares de Nuestra Señora.

10. Beato Marco Antonio Duran-do, presbítero (†1880). Religioso de la Congregación de la Misión, que fundó las Hermanas de la Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno, en Turín, Italia.

11. San Dámaso I, Papa (†384 Ro-ma).

San Daniel Estilita, presbíte-ro (†493). Después de vivir en un monasterio, a ejemplo de San Si-meón permaneció en lo alto de una columna hasta su muerte, durante treinta y tres años, en Constantinopla, Turquía.

12. Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América Latina.

Beato Bartolo Buonpedoni, presbítero (†1300). Atacado por el mal de Hansen a los 60 años, se retiró a una leprosería en Ce-llole, Italia, donde atendió a los enfermos allí internados.

13. Santa Lucía, virgen y mártir (†c. 304/305 Siracusa - Italia).

Beata María Magdalena de la Pasión, virgen (†1921). Funda-dora de la Congregación de las Hermanas Compasionistas Sier-vas de María, en Castellammare di Stabia, Italia.

14. III Domingo de Adviento.San Juan de la Cruz, presbí-

tero y doctor de la Iglesia (†1591 Úbeda - España).

Beato Buenaventura Bonac-corsi, presbítero (†c. 1315). Reli-gioso de la Orden de los Siervos de María, que ayudó a San Felipe Benizi a pacificar las facciones en las ciudades italianas. Murió en Orvieto, Italia.

Santa Lucía, por Juan Gascó Museo Espiscopal de Vic (España)

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Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      49

Los santos de cada día ________________________ diciembre15. Santa Virginia Centurione Bra-

celli, viuda (†1651). Fundó y rigió la Obra de Nuestra Señora del Refugio de Monte Calvario, Gé-nova, Italia.

16. San Everardo, confesor (†867). Siendo duque de Friuli fundó el monasterio de canónigos regu-lares de San Calixto en Cysoing, Francia, en el cual fue sepulta-do algunos años después de su muerte.

17. Beata Matilde del Sagrado Cora-zón de Jesús, virgen (†1902). Fun-dadora de la Congregación de las Hijas de María, Madre de la Igle-sia, en Don Benito, España.

18. San Gaciano, obispo (†s. III). Primer obispo de Tours, Francia, que según la tradición fue envia-do desde Roma a aquella ciudad, donde se encuentra enterrado.

19. Beatas María Eva de la Provi-dencia y María Marta de Jesús, vírgenes y mártires (†1942). Reli-giosas de la Congregación de las Hermanas de la Concepción In-maculada, que fueron fusiladas en Slonim, Polonia.

20. Santo Domingo de Silos, abad (†1073). Tras haber sido ermita-ño, restauró el monasterio de Si-los, España, que se hallaba rela-jado, introdujo la disciplina y fa-voreció la alabanza divina.

21. IV Domingo de Adviento.San Pedro Canisio, presbítero

y doctor de la Iglesia (†1597 Fri-burgo - Suiza).

San Temístocles, mártir (†s. III). Según cuenta la tra-dición, se ofreció en lugar de San Dióscoro, que era buscado para ser ajusticiado, y fue tortu-rado hasta la muerte en la región de la Licia, actual Turquía.

22. San Isquirión, mártir (†c. 250). Murió en Egipto, atravesado con una puntiaguda pértiga, por re-husar sacrificar a los ídolos.

23. San Juan de Kety, presbítero (†1473 Cracovia - Polonia).

San Ivo, obispo (†1116). Re-formó la Orden de los canónigos e hizo y escribió mucho en favor del sacerdocio, la concordia del imperio y la utilidad de la Iglesia.

24. Santa Irmina, abadesa (†c. 710). Tras haber enviudado, fundó y di-rigió un monasterio en los alre-dedores de Tréveris, Alemania. Fue bienhechora de San Willi-brordo.

25. La Natividad del Señor.Beato Miguel Nakashima, re-

ligioso y mártir (†1628). Cate-quista jesuita que, a causa de su fe en Cristo, fue sumergido en agua hirviendo en Unzen, Japón.

26. San Esteban, diácono y proto-mártir.

San Dionisio, Papa (†268). Después de la persecución del

emperador Valeriano, consoló con cartas piadosas y con su pre-sencia a los hermanos afligidos, con dinero redimió de los sufri-mientos a los cautivos y enseñó a los ignorantes los principios de la fe.

27. San Juan, apóstol y evangelista.

Beato Francisco Spoto, pres-bítero (†1964). Sacerdote de la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres, asesina-do por guerrilleros Simba cuan-do era misionero en Biringi, Congo.

28. Domingo. Fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José.

Los Santos Inocentes, márti-res.

Beato Gregorio Khomysyn, obispo y mártir (†1945). Obispo de Ivano-Frankivsk, que murió en la cárcel de Kiev, Ucrania.

29. San Tomás Becket, obispo y mártir (†1170 Canterbury - Ingla-terra).

Beato Gerardo Cagnoli, reli-gioso (†1342). Franciscano do-tado de dones taumatúrgicos, los cuales manifestó curando a los enfermos en Palermo, Ita-lia.

30. San Lorenzo de Frazzanò, mon-je (†c. 1162). Llevó vida monásti-ca según la observancia de los pa-dres orientales en Frazzanò, en la isla de Sicilia.

31. San Silvestre I, Papa (†335 Ro-ma).

Santa Catalina Labouré, vir-gen (†1876). Religiosa de las Hi-jas de la Caridad, que recibió en París las revelaciones de Nuestra Señora de las Gracias.

San Pedro Canisio, pintura sobre cobre

Rijksmuseum, Ámsterdam

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50      Heraldos del Evangelio · Diciembre 2014

Cuando parecía que la oscuridad del pecado dominaba el mundo, nace en Belén un Niño que nos dejó su luz refulgiendo por siempre.

ay ciertas horas de la noche en las que pa-rece que las tinieblas extienden su reina-

do por todas partes. Las alegrías y vivacidades del día son sustituidas por una densa oscuridad, inunda-da de silencio y cargada con el fati-goso peso de la incertidumbre y del peligro. Ante ella, podríamos pre-guntarnos: ¿habrá triunfado defini-tivamente la oscuridad sobre la luz?

Pero la respuesta está a la espe-ra... En determinado momento, un débil haz de luz rompe la negrura de la noche y una claridad suave empie-

locado sobre las pajas de un pese-bre, para redimir al género humano y vencer a las tinieblas del pecado.

“En la noche más feliz de la His-toria, los atributos de Dios se nos hi-cieron menos infranqueables para nosotros. Jesús, más allá de exterio-rizar la grandeza de su omnipoten-cia, elevando al hombre a la divini-zación por la gracia, pudo decir de sí mismo que era impecable: ‘¿Quién de vosotros puede acusarme de pe-cado?’ (Jn 8, 46). [...] Todas esas dádivas empezaron su curso en la gruta de Belén, traídas por el Niño Jesús, cubierto no sólo por

za a desvelar las bellezas de la Crea-ción. ¡Ha llegado la aurora anuncian-do el día!

Sin embargo, existen tinieblas mucho más densas y terribles que las de la noche: son las del pecado, que comenzaron a dominar el mun-do después de la culpa original. Y para vencerlas también es necesa-rio esperar, ¡durante siglos!... Hasta que “la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió” (Jn 1, 5).

Cuando todo parecía inmerso en las sombras de la muerte, nace “la luz verdadera” (Jn 1, 9), Dios hecho hombre, el Cordero sin mancha co-

la tiniebla

Diciembre 2014 · Heraldos del Evangelio      51

el estrellado manto de la noche, sino también por un velo de misterio”.1

¡Y qué misterio!... Incluso des-pués de consumada la Redención, quiso dejar que su luz resplandecie-ra por siempre en la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana. Ella es la dispensadora de las gracias, mediante los sacramentos, y trans-forma las almas más gélidas y oscu-ras en auténticos faros de santidad. Es la que matiza el cielo de la His-toria, ora con las luces de la inocen-cia, ora con la brillante púrpura del sufrimiento, ora con el morado de las almas penitentes.

Hna. Leticia Gonçalves de Sousa, EP

Arriba, el Niño Jesús de la Virgen de las Sombras, por Fra Angélico; abajo, presebre catequético de la casa de los Heraldos en Cariacica (Brasil)

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Que en ella fulgure siempre la luz de Cristo y que María Santísima, Ma-dre de la Iglesia, al traer al mundo la aurora de la salvación, obtenga la gra-cia de que su acción se extienda por to-dos los rincones de la tierra, conquis-tando todos los pueblos para su divino Hijo, que vino como “luz para alum-brar a las naciones” (Lc 2, 32). ²

1 CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio. Eternidad de paz. In: Lo inédito sobre los Evangelios. Co-mentarios a los Evangelios dominicales. Domin-gos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor del Tiempo Ordinario. Ciclo A. Città del Vaticano-São Paulo: LEV; Lumen Sapientiae, 2013, v. I, p. 120.

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Detalle del pesebre catequético instalado en la casa de los Heraldos en Maringá (Brasil)

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deuchos cristianos tienen la costum-bre de preparar en sus casas, antes

de Navidad, un pesebre para representar el nacimiento de Jesucristo; pero son pocos aquellos que piensan en preparar sus co-razones, a fin de que pueda nacer en ellos y reclinarse el Niño Jesús. Mas entre estos

pocos queremos ser contados nosotros, para alcanzar la gracia de quedar abrasados en este dichoso fuego, que hace a las almas felices en la tierra, y bienaventuradas en el Cielo.

San Alfonso María de Ligorio, “Once discursos para la novena de Navidad”