Quiero más de ti

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Capítulo1

Hacía diezminutos queun coro discordante de campanas había anunciado lascincodelatarde,antesquePhoebellamaraalapuertadelaoficinaylehubiesendado permiso para entrar. La Hermana Evans estaba ante su escritorio, tanviolentacomosiempre,ysinlevantarlavistapreguntó:

—¿Sí?¿Quéseleofrece?Phoebenopermitióquelaimpacienciasereflejaraensuvoz.—Heterminado,Hermana…acaboalascincoenpunto.

—Muy bien, enfermeraCreswell—con sorpresa, escuchó que la Hermana ledeseabaquetuvieraunanocheagradable.Lediolasgraciasconcortesíaysalióde la oficina para regresar a la sala de los pacientes.Al llegar a la puerta, laseñoraJamesseincorporóenlacama.

—¡Enfermera,enfermera,quierovomitar!

Nohabíaotraenfermeraa lavista.Estaríanocupadasocharlandoíntimamenteenelcuartodelaropablanca…eratiempolibredeocupacionesenlasala,nodebíandarmedicinasalosenfermosyerademasiadotempranoparadistribuirlacena. Tampoco era hora de que el médico supervisor hiciera su ronda y laHermananosemoveríadesuoficina.Phoebesuspiró,fuealcuartodeservicioporunapalanganayvolviódeprisa.Mimalasuerte,pensóensilenciocuandocolocabaunatoallaalrededordelutensilio.NotendríatiempoparaarreglarseyestarlistaenelmomentoqueBasilfueraabuscarla.PasarondiezminutosantesquelaseñoraJamesdecidieraquesesentíamejoryconsintieraenquePhoebevolvieseaacomodarlaparadormir.

Alhospital,rodeadoporpequeñascasasgrises,lehabíanconstruidoanexos,sintomarencuentaelniveldelospisosnielsinfíndeescalerasyporesoPhoebellegósinalientoasuhabitación,enlaresidenciadeenfermeras,unestadoalquenoayudó laprisaconquesequitóeluniforme, seduchóyempezóavestirse.Pensómuchoenlaropaquesepondría,yaqueBasilhabíamencionadoquelafiestalaofrecíasuprima…unaverdaderamujerdemundo,asílallamabaélyposeedoradeunasorprendentebelleza.Phoebe,almirarseenelespejo,deseabaquelaprimaletransfirieraalgodeloquelesobraba.Noeraquefuerafea,pero

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nunca sería famosa: su cabello opaco no la favorecía, y como nadie habíamencionadoquesusojos fueranhermosos,no lesdabamucha importancia.Sesentó, se maquilló y se arregló el cabello, recogiéndolo en un moño yprendiéndoloconcuidado,antesdeponerseeltraje,adquiridoenunabaratadeenero, en un agradable tono en verde y muy apropiado para una noche deprimavera. Sólo había salido con Basil en tres ocasiones y todavía estabasorprendida de que hubiera vuelto a invitarla. Era uno de los médicos máspopulares y podía haber elegido a cualquier chica más bonita que ella. Eraapuesto y siempre tenía tema de conversación. Phoebe lo considerabamaravillosoyconstantementesoñabadespiertaconqueBasil seenamorabadeella,secasabanyélllegabaaserunexitosomédico,mientrasellahabitabaunacasa regia y atendía a sus pacientes elegantemente vestida.Tonterías, se decíavariasvecesaldía,aunqueunrinconcitodesumenteseempeñabaennegarlo.

Se calzó los zapatos para los que había ahorrado, se puso la chaqueta deterciopeloysedirigióalestacionamiento.

AllíestabaelautodeBasil…noasíél,quesehallabaalotroladodelafiladevehículos,hablandoconCollins la Jefadeenfermeras.Phoebe sequedó en susitio,dudabaentreacercarseaellosofingirquenoloshabíavisto.Decidióhacerestoúltimoysesintióaliviada,alescucharlavozdeBasilquienanunciabaqueyaestabaellaallíypreguntabaporquénolehabíahablado.

Ellamurmuró algo ininteligible, le faltaban las palabras, aunque su sonrisa losuplíatodo.BasilabriólapuertadelautoyPhoebesubió.Esperabaqueelogiarasuatuendo,peroapenaslamiróydijoqueteníanquedarseprisasinoqueríanperderselomejordelacomida.

Laprimavivíaavarioskilómetrosdedistancia,cercadeCroydonycomoBasilsiguióunarutaequivocadadondeeltránsitoerapesado,lafiestaestabaentodosuapogeocuandoencontróunlugardondeestacionarelauto.Caminaronhastalasobriacasayelestrépitolosrecibiócuandoabrieronlarejadehierrode tipoantiguoyentraron.Almomento,Phoebevioquesehabíaequivocadoalvestirse.Docenasdechicaslucíanvestidosnegrosadheridosalcuerpo,conescotesbajos;mientrasotrasusabantrajesdepantalón,brillantesdeoroylentejuelas.Lajovenque fue quien los recibió llevaba un atuendo corto, de satén negro pegado alcuerpo un largo pendiente que colgaba de su oreja ymechones color de rosailuminaban sucabellooscuro.Echó losbrazosalrededordeBasil, lobesóconcariñoyluegomiróaPhoebe.

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—¿Tunovia?Basil,nopuedocreerlo.—Lamiradadivertidaquedirigió aPhoebehizoque éstasesonrojara y Basiltambiénlamiró,sonreíairónico.—Digamosquesí—contestó.ApretóelbrazodePhoebeylasonrisaseesfumótanrápidamente,queellapensóquetalvezlahabíaimaginado.

—YosoyDeirdre—sepresentólachicasonriendo.—¿Cómoestás?YosoyPhoebe.

—Entrenyconozcanalosdemás—alguienpasóconunabandejaconbebidasyDeirdrelodetuvo—.Tomenalgoparaempezar.

Phoebe le encontró sabor a petróleo azucarado, pero lo bebió obediente ypermaneció junto a Basil, ya que a nadie conocía. El le mencionaba algunosnombresdevezencuando,perolosrostrosibanyveníancontantarapidez,quenuncasupoquiéneraquién.Ahorasehallósolacontralapared,mientrasBasilestabaalotroladodelcuartorodeadodemuchagenteytodosreíanacarcajadas.Ella había ocultado el vaso detrás de un jarrón lleno de lilas y trataba deaparentar que se divertía, aunque eso no importara, nadie reparaba en supresencia. Parecieron transcurrir horas cuando Basil al fin reapareció, con unvasoenlamano.

—Hola—hablóindiferente¿Tediviertes?Esunaverdaderafiesta…hacíaañosque no me reía tanto —la miró y frunció el ceño—. Pareces un poquitodesanimada,querida…talvezéstenoseatuambiente.

Comoestabaansiosaporcomplacerlo,ellarepuso:—Esencantador.Sóloquevineaquíporunoodosminutosparatomaraliento.

—Vaya, qué bien —le besó la mejilla—. Hay muchos bocadillos en el otrocuarto, supongoqueyahas comido a tu antojo.Se escabullódejándola con labocahechaagua,estabamuertadehambre,ahoraquelopensaba.Elapetitolahizoabrirsepasoentre lagente.Encontróunplatoy tomópequeños trozosdesalchichas,salmónahumadosobrerebanadasdepanconmantequilla,diminutasempanadastrocitosdeapio…Noeraunacomidacompleta,peromantendríasuestómago quieto durante un rato.Luego encontró una silla en un rincón de lasalaysesorprendióalverserodeadadeotros invitados.Unhombredelgadoypálidoquellevabauntrajegrisyqueparecíaunpezfueradelagua,comoella,lepreguntó:

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—¿Estássola?—No,pero…este…elhombreconquienvinetienemuchosamigosaquíy,porsupuesto,quieredepartirconellos.

—Estenoessuambiente—lecomentó,elextraño,mirándolaconfijeza—,nielmío…muchos jóvenes conmuchodineroynadaquehacer.Ustedpareceunapersonaquetrabajaparavivir.

Noerauncumplido,peroleresultabaagradablehablarconalguien.—Sí,estoyhaciendomiprácticacomoenfermera.—BuenDios…¿conquiénvino?—ConBasilNeedham.ElesunpracticanteenSaintCoram.

—Buen Dios —volvió a decir aquel hombre y le dirigió otra mirada decompasión—.Nuncalohubieraesperadodeél.Ellaentendiómalyagregó:—Esmuyinteligente…creoquealgúndíaseráfamoso—susojosbrillaroncondeleitealpensarentalperspectivayelhombreparecióincomodarse.—Notienemuchosaños,¿verdad?—observó.—Veintidós—Phoebemiróasualrededor—.Parecequeempiezana retirarselosinvitados.DeboencontraraBasil...—Ahorairánaalgúnclubnocturno.—Aúnasítengoqueencontrarlo…debemosregresaraSaintCoram.Hasidounplacerconocerlo,creoqueustedtambiéniráalclubnocturno.

—Dios me libre… yo vivo aquí —contestó el nombre y se puso de pie. Semarchóyladejóconlabocaabierta,ellaseolvidódeélcuandovioqueBasilseabríapasoentrelagentequesalía.

—Aquí estás…Todos vamos a una discoteca…Phoebe no lo escuchaba y lepreguntó:—¿Quiéneraesehombre?Dijoqueviveaquí.—Por supuesto, pequeña tonta, es el esposo de Deirdre. Toma tu abrigo…iremosunpocoapretadosenelauto,peronoimporta.

—¿RegresamosaSaintCoram?—¡PorDios,no!¡Muévete!—exigióBasilimpaciente.—No,novoy—replicóPhoebeynosemovió.—¡Noseastonta!Nopuedesregresarsola.

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Yeracierto.Habíapuestoalgunasmonedasensubolsoydeseguronoseríansuficientes para su regreso a Saint Coram. Resultaba un disparate pensar encaminarhastaallá,aunquetomaraunautobúsparacubrirpartedelcamino.

—Sipudierasprestarmealgodedineroparapagaruntaxi…—sugirió.—Voyanecesitartodoloquetraigo.Tomaunautobús.¿Nocambiarásdeparecer?

Ellanegóconlacabezayélsevolviósinmirarlasiquiera.Despuésdeunoodosminutos,Phoebelosiguió,peroelvestíbuloyaestabavacío.Recogiósuabrigo,selopusoysedirigióalapuerta.Ibaasalircuandoeldueñodelacasaapareció.

—¿Sehanmarchadotodos?—Sí,yosólo…graciasporunalindafiesta.—¿Ustednovaaladisco?—No,tomaréunautobús...—Yolallevarédevueltaalhospital.—Esungestomuyamabledesuparte,perononecesitamolestarse.

Porúnicarespuesta,latomóporelbrazo,cerrólapuertadetrásdeellosycruzóelpavimentohaciaunautoestacionadoenlacurvadelaacera.Phoebesubió,erainútilprotestarylallevóatravésdeLondressinmásdiscusión,sinhablarhastaquellegaronalhospitalycuandoPhoebelediolasgraciasélcontestóindolente:

—Denada.Supongoquedeboirabuscaramiesposa.Phoebenoencontróalgoapropiadoquecontestar,ledeseóbuenasnochesysonrió.Lesorprendióqueélseinclinarayledijera:

—Renuncieaél,querida…noesparausted.

Semarchóantesqueellapudieraresponder.Yparecíaqueelteníarazón,novioaBasilaldíasiguiente…nienmuchosdíasmás.Cuandoalfinseencontraron,ella regresaba del laboratorio, el indiferente, inclinó la cabeza y se habríaseguido,siellano lohubieradetenidoconunavoz firmequesorprendióa losdos.

—¿No tepreocupópermitirque regresara soladeaquella fiesta?—lo increpó.—¿Preocuparme?—élsesonrojóunpoco—.¿Porqué?Unachicacomotú…esdifícilqueatraigamiradasmorbosas.

Sutonodeburlalasobresaltóeinsistió:

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—¿Porquéno?

EllasabíalarespuestaycomocreíaqueestabaenamoradadeBasil, ledolería,aunquelacontestaciónfueraamable.Elnosemolestóensergentil.

—Mi querida niña, no eres tan tonta como para creer que eres bonita. . .—Entonces,¿porquémeinvitasteasalir?—Digamosquefueunexperimento…fallido.

La joven, en respuesta, le dio una bofetada, aunque almomento se arrepintió.Era algo imperdonable lo que había hecho, pensó cuando volvía al pabellóndonde encontró a la Hermana, irritada por la tardanza de Phoebe, quien sedetuvo con humildad ante la dama, la dejó que hablara, y cuando le permitióretirarse,regresóasusocupaciones.

Como una de las enfermeras auxiliares estaba ausente por enfermedad, habíamástrabajoquedecostumbre.Sudorosafuedeunlugaraotro,respondíaalosdeseosde lospacientes, aunquealmismo tiempoagradecía tener tanto enqueocuparse,yaqueasílequedabapocotiempoparapensar.Alfinaldelajornadase permitió recordar a Basil. Un sueño roto, reconocía con sinceridad. El seestuvodivirtiendoconella,nolodudaba…comoquiencomeunarebanadadepanconmantequillaentrericospastelesdecrema.

Sesentóanteeltocador,sequitólatocayestudiósurostro.Sesoltóelcabelloyloacomodódeunladoydeotro,juzgandoelefecto.Noleagradaba,a lavistade cualquiera parecería poco interesante. Ahora, con su camisón de dormir,caminóporelcorredoryseunióasusamigasparatomareltéycharlarmientrassu mente consideraba la idea de marcharse. Podría avisar con un mes deanticipaciónyempezardenuevoenotrohospital.Seríapenososiseconsiderabaquehabíasidofelizahíduranteelañoanterior.Nuncalograríaserunaenfermerabrillante,mas tratababiena lospacientes.Además, era joven.Aquella idea sehizofirmecuandosefuea lacama:Unnuevocomienzocerraría laheridaqueBasillehabíacausado.

Durmióbienporqueestabacansadayaldespertarsudecisiónyaeraunhecho.EsamañanairíaaveralaDirectoradeEnfermería,noteníamuchosdeseosdehacerlo, ya que la dama era conocida entre las enfermeras como la “Tártara”,aunque el mote no resultaba apropiado. No era de mal carácter, pero por suexpresión seria y como sólo sonreía los días festivos, infundía miedo. No

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obstantePhoebeestabadecididaynoseibaaarredrarporeso.

No fue necesario que solicitara permiso, cuando entró, la Hermana dijo: —Acabandellamar,enfermera…Debeiralaoficinadeladirectora.

Phoebe caminó de prisa, preguntándose qué habría hecho. Puso una manotrémulaensutoca,llamóalapuertayledijeronquepodíapasar.Laexpresiónimpasible de la “Tártara”, Phoebe la calificó de alegría, aunque habló conformalidad,comosiempre.

—Enfermera Creswell, su tía, la señorita Kate Masón, está enferma. Le hapedidoa sumédicoqueenvíeporusted…Alparecer, es suúnicapariente—dirigió aPhoebeunamiradade reproche—.Ella creequeel lugardeustedesjunto a ella y yo agregaría, enfermera, que como su tía sufre de bronquitiscrónicayartritis,esprobablequenovuelvaasentirsebienyquerequerirádesuscuidados.Esosignificaque tendráque renunciara suentrenamiento,almenosporunfuturoinmediato.

Phoebe contempló la fría mirada de la “Tártara” mientras asimilaba lainformación. Esto la ayudaba… no era lo que hubiera deseado, pero sí unpretexto para escapar. Su tía Kate, irascible, y autoritaria, ignoró a la familiadurante años y Phoebe, que era el único pariente que le quedaba, no la habíavistoenmuchotiempo.ResultabacaracterísticodelatíaKate,pensó,olvidarsedelossuyosyluegoexigirayudacomosituvieratodoelderecho.

—¿Debomarcharmedeinmediato,señoritaRatcliffe?

—Naturalmente.Consideroqueesunaemergenciayelmédicoqueatiendeasutíasubrayólanecesidaddesuayuda,comoenfermeralomásprontoposible.Seleotorgaráunpermisoyselepagaránlosdíasqueestéausente.Yapuedeirse,enfermerayconfíoenqueelañoquehaestadoconnosotraslehayacapacitadoparalastareasquevaadesempeñar.

—Sí,señoritaRatcliffe,harémitrabajolomejorquepuedayagregóconciertatimidez—:Hesidomuyfelizaquí.—Ledeseoquetambiénallálosea,enfermera.Adiós.

Sorprendida, Phoebe volvió de prisa al pabellón para comunicárselo a laHermana. La tía Kate vivía enWoolpit, una villa que Phoebe recordabamuypoco…yaunquehubierasidounpueblogrande,dudabaquetuvieratiempopara

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símisma.Yademáscomolegustabaelcampo,gastaríapartedesusahorrosencomprarunabicicleta,asícuando lequedaraunahora libreomás…sacaríaelmejorpartidodeunamalasituación.Volvióallamaralapuertadelaoficina.

LaHermanasesorprendióyPhoebesesintióhalagada,parecíarenuenteaquelaenfermerasemarchara.—Nopuedoevitarlo,séquesutíanotienequiénlacuide.Phoebe se abstuvo de contestar, que la tía Kate tenía suficiente dinero paracontratarunaenfermeraprivada,silodeseaba.—Esmejorquepartaya—aconsejólaHermana—.Seestabaustedconvirtiendoenunaexcelenteenfermera.Phoebesedespidió,fueasucuartoycomenzóahacerelequipaje.Estabaenesatareacuandoentrarondosdesusamigas,quieneslerogaronquelesescribiera.—¿YBasil?—preguntóunadeellas.—No he tenido tiempo de verlo ni decirle queme voy.Me imagino que nosencontraremosundíadeestos.—Diviértete,Phoebe…vamosaextrañarte.

Ellatambiénlasextrañaría,pensócuandoyaibaeneltren,ymirabaatravésdelaventanillaelcampodeEssex.Quizásencontraríanuevasamistadesenlavilla.Era un viaje muy largo y al llegar el tren a Stowmarket, estaba muerta dehambre.Dejó susmaletasen laestación, sedirigióauncafécercanoycomióalgoantesderecogersuequipajeycruzarlaplazaparaabordarelautobúsqueiba a Woolpit. Era un viaje de ocho kilómetros, Phoebe viajaba casi sola yobservabadeleitada,lasprimerasseñalesdelaprimavera.Elautobústomóunadesviación,traqueteóporelangostocaminoquellevabaalavillaysedetuvoalladodeunosárboles.LacasadelatíaKateestabaenlaparteopuesta,másalláde la bomba de agua. La construcción tenía ventanas de guillotina y altaschimeneas.Phoebeledijoadiósalchofer,llevósusmaletasatravésdelcéspedylasdepositófrentealablancapuertademadera.Enseguidahizosonarlaaldaba.La “Tártara” le había dicho que telefonearía al doctor para informarle quePhoebeiríadeinmediato,perodudabadequelaesperarantanpronto.

Lapuertaseabriódespacioyseasomóunachicadedieciséisaños.—Hola—saludóPhoebe—,VengoacuidardelaseñoritaMasón.¿Puedoentrar?Lachicasonrió,tomóunadelasmaletasyledijosinaliento:

—Oh, señorita, entre por favor.Para obedecer al doctor, dije quemequedaríaaquíhastaqueustedllegara,ahorapuedoirmeacasa.

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—¿Vienesaquítodoslosdías?¿Cómotellamas?—Susan y vengo por lasmañanas a hacer la limpieza…hubo una enfermera,peronoquisoquedarse…nopudosoportareltratodelaseñoritaMasón.

Por eso la urgencia, pensó Phoebe. El doctor, quien quiera que fuera, laconsideraríaunregalodelcielo.Podíaimaginarsualivio,yaquealsersobrinadesuamargadapacientenopodíaabandonarlatanfácilmente.

—Ahoraestoyaquí—dijoPhoebe—.Muéstramemihabitaciónydimeendóndeestátodo.¿Estámitíaencama?¿Dormida?

—Esnormalqueduermaunasiestahastalahoradelté.Debemospermanecerensilencio—Phoebeasintióconlacabeza.Deseabaqueladejaranmiraralrededoryprepararseunatazadeté,siguióaSusanporelvestíbulo.

Recordabamuybienlacasa.Lacocinaestabaaladerechadelpasillo,uncuartograndeyanticuadocuyoúnicoaparatomodernoloconstituíaunaestufadegas.La tíaKate nunca consideraba necesario gastar dinero en lavadoras de ropa yaparatos,asípodíaconseguiralgunajovendelalocalidadparaquedesempeñaralas tareas domésticas por un sueldo bajo. De cualquier modo, era un lugaragradableylimpio.PhoebeasentíacadavezqueSusanindicabaalgoconeldedoíndice: ladespensa, el fregadero, losmúltiples cajonesy el anticuadoarmario.Salierondenuevoensilencio,sindetenerseen lasalanienelcomedor, luegosubieronporlaescaleraaunladodelapuertadeatrás.Elrellanoeraespaciosoyen él seveían cuatropuertas, así comouna angosta escaleraque llevaba a losdesvanes. Detrás de una de las puertas se escuchaban unos ronquidos y sedetuvieronaescuchar, luego fueronaunode loscuartosdel frentede la casa.Tenía pocosmuebles y las cortinas, al igual que la colcha eran verdes. Teníavistaalacalleylaluzdelsolqueentrabalohacíaunpocomásalegre.Phoebepensóqueunjarrónconfloresyunascuantascosasesparcidasporallí,haríanladiferencia.Sequitóel abrigo, lodejó sobre lacamayen silencioacompañóaSusanhastaabajo.

—¿Vendrásmañana?—preguntóPhoebe.—Desdelasocho,señorita,hastapasadaslasdoce—Susanseponíaelabrigo—.Enlaalacenahayalgoparacenar…huevosyotrascosas.

Phoebeabriólapuerta,ledijoadiósylacerródenuevo.Primero,unatazadetéyalgodecomer.TeníamuchahambreotravezyencuantolatíaKatedespertara

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eraprobablequelamantuvieraocupada.

Pusoelaguaahervir,encontróelté,unabotelladeleche,laazucareraymediopaquetedegalletasdietéticas,y se sentóa lamesa.Noeranmanjares,pero sesintióbien,despuésdehaber recogido todo,seasomóa laalacenaparaversucontenido:huevos,algodepescadoenunplato…suficienteparaunapersona…pan,mantequilla,unquesoviejoynadamás.Sepreguntabaquéhabríacomidolaenfermerayquéibaacomerella.Otromuebleconteníaunabuenaprovisióndeharina,avena,arrozyazúcar,si tuviera tiempo,podríaprepararalgopara lainválida.Encontróunabandejaylapreparóporsisutíadespertaba.Eranmásdelascuatroytalvezdeberíaverla.

Nohubonecesidaddehacerlo,sonóunacampanilla,Phoebesubiódeprisaporlaescalera,llamóalapuertayentró.Latía,envueltaenungruesochal,nomostrababuenhumor.

—Asíqueestásaquí—tosió—.Yaeratiempo,porque…cuandounanopuededependerdesusparientesparaquelacuiden,esquelascosasandanmuymal.¡Noséadondevaelmundo!

Phoebetampocolosabíaycomoloscomentariosdelaancianaeranlosmismosdelaúltimavezquesevieron,sólocontestó:—Vinetanprontocomoenelhospitalserecibiótumensaje, tíaKate, lamentoqueestésenferma.

—¡Bah! —exclamó la mujer—. ¡Boberías! Y no creas que vas a recibir uncentavodemidinero,niña…tengoalgomejorquehacerconél.Noesquetengadinero,viviendosolaysinquenadiesepreocupepormí.

—¿Ylaenfermera?—Unatonta,sólopensabaencomer.¿Comesmucho?—Sí—contestóPhoebeconsencillez—.¿Quieresquetetraigaahoraelté?

—Sí… con una rebanada delgada de pan con mantequilla. Cuando lo hayatomado,hablarécontigo—añadióenunataquedetos.

Era difícil compadecer a la anciana, pero como estaba lisiada por la artritis,Phoebeseesforzóporcompadecerla,alregresaralacocina.Preparóelté,cortóuna rebanada muy delgada de pan, le puso mantequilla y al mismo tiempopreparóunosbocadillosdemermeladaparaella,aúnteníahambre.Despuésde

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acomodarasutíacontra lasalmohadasycolocarel téen lamesitadeal lado,bajó de nuevo a prepararmás té para acompañar sus bocaditos.Terminaba decomercuandolatíallamó.

—Tequedarás,porsupuesto—dijolaancianasinningúnpreámbulo—.Eresmisobrina-nietayestudeber.—Heestadoentrenándomecomoenfermera.—Habrá tiemposuficienteparaesocuandoyomehaya ido.Novivirémucho,aunqueesedoctorPritchardafirmaquetodavíaduraréalgunosaños,yoséqueno.

—¿Qué ocurrió con el doctor Bennett? —preguntó Phoebe al recordar a unpulcrohombrecilloquellamabaalatía“queridaseñora”yquealgunasvecessequedabaatomareltéconella.

—Seretiró,malditosea.Ahorahedesoportaraaquelmequetrefequenisiquierameescucha—impacientelatíaempujólabandeja—.Puedesllevarteeso;cenaréunpocodepescado,preparadoconleche,yunflandehuevo.

Phoebeapartólamesitayrecogiólabandeja.—Mañana—indicóconamabilidad,peroconfirmeza—,medarásdineroparacomprarcomida.Casinohayvíveresenlacasa.—Notengobuenapetito—contestólatía.—Esoveo,peroyosí.Simevoyaquedar,quieroestaralimentada,ycomonotengodinero,tendrásquepagarmeunsueldo.

—¿Mipropiasobrinaexigiendounsueldo?—estallólavieja.—Asíes.Despuésdetodo,teníasquepagarloaunaenfermera.

LatíamurmuróalgoconvozirritadayPhoebeentendióqueledaríadineronadamás para sus gastos… y aunque esa suma sólo alcanzaría para comprardentífrico,jabónchampúymedias,ellaquedósatisfecha.Despuésde todo,esosignificaba independencia, y si no hubiera establecido condiciones, se habríaconvertidoenunserdispuestoadejarsepisotear.

Sellevólabandejadeltéyregresóparalavarlacaraylasmanosdesutíaasícomo para prepararle la cama, charlando alegremente mientras lo hacía. Eldoctor, le había dicho su tía, venía por las mañanas y fue quien insistió quenecesitabaunaenfermeraparaquelaatendiera.

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—¿Yporquénoladeldispensario?—preguntóPhoebe.

—Nolaquierocercademí—alaseñoraledisgustabanalgunaspersonas—.Noes más que una libertina. Siempre mirándose al espejo, pidiendo permisos y,alegandoquenecesitadivertirse—.Latíaemitióunpequeñogruñido—.¡Comosinotuvieranadaquéhaceraquí!Susanhacelalimpiezadelacasa.

Phoebenocontestóyluegolepreguntóaquéhoradesayunaba.—Alassieteymedia.Ymehacesfavordeprepararesepescadoconleche.

Phoebedejóunalámparaencendidaalladodelacama,pusoloslentes,unlibro,unpañueloylacampanillaalalcancedelamanodesutíayfuealacocina.Elpescado parecía poco apetitoso, pero unas papas lo mejoraría y prepararía unpurédezanahoria.Acababadeponerelflanenuntrastoconaguatibia,cuandose abrió la puerta del frente. Susan debió dejarla entreabierta, no la habíarevisado.Quefueraalgúnvecino,lodudaba;latíanoalentaba laamistadentreaquéllos.Debía ir al vestíbulo a indagar, pero el flan se echaría a perder si lometíaenelhornodeinmediato.

Alguientomóladecisiónporella.Lapuertadelacocina,seabriódeparenpary entró un hombre alto, fornido, de cabello claro y recortado, apuesto y demodalesenérgicos.

—Asíqueya llegó—ledijo con satisfacción—.Vineparaasegurarme de queestaba aquí, deotramanerahabríamos tenidoproblemas. ¿Cómo se llama?—PhoebeCreswell—fruncióelceño—.¿Yusted?—Pritchard,George—suagradablesonrisa,transmitíaseguridad—.Esperoquesutíaestécontentadeverla.

Phoebecerróconcuidadolapuertadelhorno.—Sí,creoquesí.

—Estáenferma,usted losabe—pasó lavistaalrededorde lacocinaymiró elpescado—.¿Eséstalacenadeella?¿Yusted?Laconmovióelhechodequeaéllepreocuparaeso.

—No hay gran cosa en la casa… no me imagino qué comería la enfermera.Prepararéalgodequesofundido—nohabíacomidomuchoentodoeldíayselehizoagualabocaalpensarenello.

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—Yovivo enfrente.Cuandohaya terminadomis visitas, enviaré ami ama dellavesparaquesequedeaquímientrasustedcenaconmigo.No,nodiscuta,medará la oportunidad de explicarle la enfermedad de su tía e indicarle losmedicamentosquerequiere—consultósureloj—.Alasocho,¿deacuerdo?

Phoebeasintió,feliz.SiésteeraelmequetrefedelatíaKate,aellaleagradaba.Cerró la puerta cuando él se marchó y regresó a la cocina. De pronto,vislumbrabaunapromesaensuvida,nohabíapensadounasolavezenBasil.

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Capítulo2

Aunque nomostró agradecimiento por la cena, la tía comió todo y recordó aPhoebe que tomaría leche caliente a las nueve y la autorizó para que bajara acenar, no sin antes acomodarle las almohadas, acercarle los lentes, unvasodeaguayeldiariolocal.Entoncesañadió:

—Almenoscocinasregularynoteolvidesdemíleche.Estarébienporespaciodeunahoramásomenos.Cuandohayasacabadodelimpiar,puedesdeshacertuequipaje.

—Sí,tía—Phoebepensabaenlacena.

Antesque terminarade limpiar labandeja, entróunadelgadamujeryamayor.Vestíaunagruesafaldayunsuétergris,elcabelloentrecanocortadomuycortoyel pálido rostro, dio a Phoebe la impresión de que miraba un grabado. Sesaludarondemanoycambió suprimera impresión.La señoraThirsk tenía losojosmuyazulesycuandosonreíatodosurostroseiluminaba.—Lacenaestáenlamesa,señorita.

—Porfavor,llámemePhoebe,señoraThirsk.—Phoebe—lasonrisanoseesfumaba—.Eldoctordijoqueyafuera—estudióladelgadafiguradePhoebe—.Parecequenecesitaunabuenacomida.—Asíes…nohahabidotiempo...—Y no hay nada en la casa, se lo aseguro —la señora Thirsk se dirigió alfregadero—.Trajemitejido.Abríguesequehacefrío.

Phoebe asintió con la cabeza, se puso el suéter sobre los hombros, salió de lacasa,cruzóelcéspedyllamóalapuertadelacasadeldoctor.Eramásgrandequeladesutía,deladrillosblancos,techodetejasychimeneasestiloisabelino.Sehizohaciaatrásparamirarlamejorcuandolapuertaseabrió.

—Entre usted—la invitó el doctor Pritchard—. Hay estofado de conejo confrutas,unadelasobrasmaestrasdelaseñoraThirsk.

Elvestíbulo teníaunaescalinatacurvadaaun lado,variaspuertasyelpisodebaldosas estaba cubierto con una alfombra.Un gran perro negro recibió entre

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cabriolasaPhoebe,olfateósumanoyladró.—EsBeauty—informóeldoctor.Ojalálegustenlosperros.

—Sí, aunque nunca he tenido uno —le sonrió con timidez—. También megustanlosgatos.Enlacocinahayuncanastollenodeellos,Venusacabadetenergatitos.Elabrióunadelaspuertasyellapasóalasala,uncuartodetechobajobieniluminadoyconmullidosbutaconescercadelachimenea.—Levendríabientomarunpocodejerez—elhombreleentregóunvasoantesqueellacontestara--.Siéntese.

No hablaron mucho mientras bebían, unas cuantas preguntas y respuestas:¿Cuánto tiempo hacía que no venía aquí? ¿Qué tan adelantado estaba suentrenamientocomoenfermera?¿Teníaintencionesdereanudarlodespués?

AtodoPhoebecontestóconvaguedad,yaquenolohabíapensadotodavíayeldoctor dirigió la conversación hacia temas generales mientras comíanopíparamente. Fue después que llevaron los trastos a la cocina, admiraron aVenusysusgatitos,ymientrastomabanelcaféenlasalaqueélempezóahablardelatíaKate.

—Porsupuesto,yanopuededurarmucho.Sucorazónestámuydébil.Hehechocuantopude,peronoquiereiraunhospitaloaunasiloylaenfermeraqueyolerecomendésefue.¿Yusted?Nohadichograncosahastaahora.

—Nohetenidotiempoparapensarlo—elrostroserenodePhoebeestabavueltohacia el fuego—. Por supuesto, me quedaré a pesar de que a tía Kate no leagrade,yenunoscuantosdíaslodirá,aunqueinsistióenqueyoviniera.Nuncahaqueridoasusfamiliares,ycomoahorasoyelúnicoquelequeda,dicequeesmiobligación—eldoctor laobservabaconfijeza—.Noobstante,yopreferiríamarcharme.

—¿Tienecompromisos?¿Noviooalgoporelestilo?

—No—contestó sonrojándose. Sintió la necesidad de contarle todo acerca deBasil y cómo el haber acudido al llamado de la tía, resolviera su problema.Despuéspensó…acababadeconocerlo.

—Esofacilitalascosas.Ahora,encuantoaltratamiento...—Seguiréalpiedelaletrasusinstrucciones.¿Vaustedaverlatodoslosdías?

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—Sí,nadamásunrápidoexamen,ustedsabe—lesonrióconmuchaamabilidad—.Ynoolvideinformarmedecualquierproblema,porpequeñoquesea.

APhoebe lepareció elmomentooportunopara retirarsey él no se esforzóenretenerla, sinoque laacompañóhasta lacasade la tía.Esperóaque la señoraThirskabriera,dirigióunasbrevespalabrasaPhoebeyregresóasucasaconsuamadellaves.Lajovencerrólapuertaylosobservómarcharse,confortadaportenerlosmuycerca.

Latíaleíaenlacama.AlentrarPhoebepreguntó:—¿Yaestálistamileche?Eslahora…ytengoquetomarunaspíldoras.

—Sí,tía,traerélalecheahoramismoytuspíldoras.¿Necesitasalgomásantesdetomarlas?—Laancianalehizounalistadesuspequeñasnecesidades.

—Ycercióratedecerrarbien—terminósinaliento—.Nuncaconfiéenesaotracriatura—lediounaccesode tosyal finalañadiócon ira—: ¡PorelamordeDios,Phoebe,notequedesahíparada!

Lellevócasiunahoraacomodarlaparaquepasarabienlanoche.Cuandoestuvosatisfecha, la anciana se acostó sobre las almohadas, permitió que su sobrinadisminuyeralaluzjuntoasucamayanuncióqueestabalistaparadormir.

—Ynoolvidesquemegustatomareltéalassieteenpunto—ordenómientrasPhoebeledeseababuenasnoches.

Había cosas que hacer en el primer piso,mas sólo cerró la puerta y fue a sucuarto,deshizoelequipajeysedesvistió.Elcuartoparecíamejorconsuscosasdiseminadas alrededor. Al otro día recogería algunas flores y buscaría algúncobertordemáscolorido.

LatíaKate,dormida,parecíamásfrágilyPhoebesintióverdaderacompasiónalverla.Consuertedormiríatodalanoche.Entróenelcuartodebaño,encendióelanticuado calentadory sediounduchazo con agua caliente.El día había sidolargo, lleno de eventos y estaba cansada.Hizo un esfuerzo por salir del baño,meterseenlacamaysedurmiódeinmediato.

Acostumbraba levantarse tempranoycuandosonó lacampanillade la tíaKateyaestabaenlacocinapreparandoelté,todavíaenbata.Tomólabandejaysubiódeprisaparaencontraralaancianairritableeimpaciente.

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—¿Todavíaestásenbata?.Esperoquenoseasperezosa...—Mevestirémientrastomaselté,ytearreglaréantesdeldesayuno.

Noesperóaquelatíalacontradijerasinoquesemarchóprecipitadamenteasucuarto,sepusounvestidodelanagrisquenolafavorecía,seatóelcabellohaciaatrásconunacinta,paraganartiempoyregresóconsutía.

La anciana se oponía a que la aseara y le pusiera un camisón limpio, peroPhoebe estaba decidida a hacerlo y ganó. Una práctica que hizo con algunasenfermasleenseñocómomanejaralasancianasquedeseabanhacerloopuestoaloqueselesindicaba.Calma,amabilidadypacienciasinfíneranlastresvirtudesquehabíaadquirido.LatíaKate,casisindarsecuenta,quedóaseadayvestidaconotrodesusanticuadoscamisones,elcabellopeinadoyrecogido.Sentadaenunasillajuntoalacamayalobservarquesusobrinaponíasábanaslimpiasenlacama renegó por el lavado extra que aquello significaba. Phoebe la volvió ainstalarenlacamayellasiguióquejándose.

—Ahora,¿notesientesmejor?Traerétudesayuno.

Huevococido,rebanadadelgadadepanconmantequillayunatazadeté, tododispuestoenunabandeja,nilatíaencontraríafallaenaquello.Phoeberegresóala cocina y puso a hervir un huevo, se preparó unas tostadas y se sentó adesayunarmientraselaborabauna listade lascomprasque teníaquehacer.NohabíaterminadocuandollegóSusan,quienaceptóunatazadetéeinformóqueteníaintencionesdeefectuarunalimpiezacompletaenlacocina.

—LaseñoritaMasónnomequiereensuhabitación—leinformóaPhoebe.

—Yo la arreglaré… preocúpate del resto de la casa, Susan, como lo hacessiempre. Como el doctor Pritchard no viene hasta después de sus consultas,saldréahacerlascompras,tanprontocomohayaatendidoamitía.

Laancianahabíacomidolamayorpartedesudesayuno.—¿Qué te agradaría para él almuerzo? —le preguntó Phoebe—. Voy decompras.¿Quétepareceunaporcióndepolloyunpurédepatatasynabos?—Elpolloesmuycaro—refunfuñólatía.—Esmásbaratoque lacarnede res.Tambiénprepararésopa,damedinero—agregócautelosa.Latíametiólasmanosbajolassábanasysacóunportamonedas,loteníaenunamanomientrasPhoebehabíahecholacama.

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—Soyunaviejapobre—sequejó—.Aestepaso,moriremosdehambre.

—Soy buena administradora. Además, no hay nada en la alacena y necesitasalimentartebien.Ellecheromedijoquesólocomprabasdoslitrosdelechecadatresdíasyyolepedíquedejaradosdiarios.Conlalechepuedoprepararbudinesy flanes. Hay mucho arroz y sémola… no necesitaremos comprarlo durantevariassemanas.

—Utilizarástodoloquehaya—exigiólatía—.¡Ynoderrochesmidinero!

Phoebesacudióelpolvodelosmuebles.Eraobvioquelaenfermeraanteriornohabía limpiado,oque tía sehabíaopuestoaqueellamantuviera lahabitaciónpulcra,oalmenosordenada.Elpisoreclamabaunabuena limpieza,aunque lasobrinadudabaquesutíatuvieraunaaspiradoraenlacasa.Sinhacercasodelasquejas de lamujer, limpió lasmesas, recogió los diarios y la apaciguó conelperiódicoqueacababadellegar.Leprometióestarderegresoa lasonce, tomóun suéter y salió de la casa.Comono eranmásque las nueve, la calle estabatranquila,habíavariosautosafueradelacasadeldoctor.Phoebecaminóhastalacarnicería,latiendadecomestiblesyelCorreo.Entreéstoshabíaunaventanaenformadearcodondeexhibíanpequeñosobjetosantiguos,sedetuvounmomentoparamirarlosantesdeentrarenla tienda.Novioanadie,perounacampanillasonócuandoellaentróyaparecióunamujerbajita.

—Usted es la sobrina de la señoraMasón—anunció satisfecha—. Susan meavisóquevendría.—PhoebeCreswell—sepresentóyleofreciólamano.

—SeñoraPlatt.¿Havenidoasurtirseunpoco?Segúnsesabe,haypocosvíveresen la casa. No puedo decir que culpo a aquella enfermera, aunque deboreconocerquenomeagradaba,eraunaengreída—estudióel rostro,nobonitoperosíagradable,dePhoebeypreguntó—:¿Quévamosadarle?

Lajovenestudiolalistaquehabíareducidohastadondeseatrevió.PorsuertelaseñoraPlattcomprendía.Phoebehizosuscompras,adquirióalgunasestampillaspara ella y fue a la carnicería, donde compró pollo, un hueso grande y doschuletas de cordero; el carnicero se alegró de tenerla como cliente y le deseóbuenosdías.Lavidapodíaserpeor,porunmomentopensóenBasil.Novalíalapena perder el tiempo recordándolo.Regresó a la casa, observó que el doctorPritchardhacíaunapausaentredospacientes.

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Phoebeguardólascompras,hizounalistadeloquehabíagastadoyselallevóasu tía, juntoconunhuevoy leche.Escuchó laperoratade lamujeracercadelcosto de las cosas, le dio el cambio y le dijo que preguntaría a Susan dóndepodíacomprarlasverduras.Salióantesquesutíaempezaraadiscutir.

Susan era unaminade información.Supadre tenía unapequeñahuerta y ellapodíatraerleloquenecesitaracuandoselopidiera.Phoebe hizo otra lista, consultó los precios con Susan y subió de nuevo parapedirdineroalatía.—Sonmásbaratasqueencualquiertienda,ycomoSusantraeráloquevayamosnecesitando,nodesperdiciaremosnada.

Susanpulió lomejorquepudo la cocina.Phoebecompartió el café conellayunavezasolas,comenzóaprepararelalmuerzo.PelabalaspatatascuandollegóeldoctorPritchard,quesaludóamable.

—Nunca llamo —se justificó el médico—. Susan siempre está barriendo osacudiendo y conozco el camino —le dirigió una rápida mirada—. ¿Durmióbien?—¿Yo?Oh,sí,gracias.Mitíapasóunabuenanoche,aunquetieneelpulsoaceleradoyunpocodefiebre.Comiócasitodosudesayunoytomólaspastillas.

—Vamosaverla.Elesperóhastaqueellaselavaralasmanosylasiguióporlaescalera.

Latíalorecibióconunamalhumoradaobservación,enelsentidodequenolonecesitaba.A todo ello él asintió con la cabeza, le dijoque era agradablever queparecíaestarmuchomejoryqueyaqueestabaahí,leexaminaríaelpecho.

Eraamableybondadoso,esperabaconpacienciaaqueelladejaradetoserydegruñir,luchandoporrespirar.Guardóelestetoscopioysesentóaunladodelacamaparainvestigarconcalmacómosesentía.

—Nomesientomejoralverloausted,joven—leespetólaanciana—.Dudoquesepa algo sobremí. Lo único que necesito es algún remedio queme ayude apararmeyuntónicoparalatos.

Denadavalíahablarledeantibióticos,Phoebeloadivinaba,yeldoctorPritchardnoinsistía.Comentóqueuntóniconoleserviríademucho,peroqueleenviaríaunjarabeparaaliviarlatos.

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Phoebemirólosfrascosquesehabíanacumuladoenlamesitadenoche,algunosa medio terminar. Ella y el doctor se miraron, con lo que sobraba cualquiercomentario acerca de aquellos pomos. Cuando bajaron y a punto de abrir lapuerta,éllecomentó:

—Sutíaolvidatodoconfacilidad.Vengaalconsultorioenunamediahorayledaréunfrascodelinctus,seguiremosconlosantibióticos.Sucorazónestámásdébil,peronadahayqueyopuedahaceryaporsuinsuficienciacardiaca.

—La cuidaré —respondió Phoebe—. ¿Vendrá usted si sabe que estoypreocupada?Nohayteléfono.—Vendré—sedespidióysalió.Talvezdebíaofrecerleunatazadecafé,pensóPhoebealmirarsuampliaespaldaquedesaparecíaalentrarensucasa.

La vida de Phoebe se convirtió en rutina, cuidando de una tía cada día másirritable, hacía compras frugales y tomaba un tiempo libre siempre que le eraposible. Él evento más importante del día lo constituía la visita del doctorPritchard…noporquepasaramucho tiempoconella,sinoque ledaba nuevasinstrucciones,lepreguntabasobresubienestarylainstabaaquesalieraatomarairefrescocontantafrecuenciacomopudiera.

—Hágase el propósito de caminar un poco antes de hacer las compras —lesugería—.Susanestáenlacasaymeavisarásimenecesitaconurgencia.Estáusted demasiado delgada y pálida—de repente sonrió—. ¿Será que añora laslucesdelaciudad,oaalgúnnovio?

—No,soymuyfelizaquí—contestósonrojándoseyélnolecreyó.

Losdíasseconvirtieronensemanasyllegóabril.Leíalascartasqueleenviabansus amigas de Saint Coram y decidió que estaba contenta de no estar allá.Aunque no había qué hacer enWoolpit, le satisfacía su vida tediosa, y nadaesperaba. Era tranquilizante vivir al día, olvidando el pasado y sin prestaratenciónalfuturo.Latíaexigíamásymásdesutiempo,yaqueempeoraba.NoteníaapetitoyPhoebepasabahorasestudiandoun librodecocina,preparandopequeñas y apetitosas comidas que la tía rechazaba. Enferma como estaba, lalengua de la anciana no había perdido su mordacidad.Nada le parecía bien:Phoebegastabamuchodinero en comida;no contestaba cuando llamaban a lapuertatanrápidocornodebía,dejabasolaasupobretíadurantehoras...

La joven no protestaba porque la veía cada vezmásmal. El doctor Pritchard

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habíaempezadoairdosvecesaldía,nuncasequedabamásdediezminutos,erareconfortantesaberqueestabapendientedelasituación.HacíatressemanasquePhoebeestabaenWoolpit,cuandolatíacomenzóadesmejorarseconrapidez.Sequedabatodalanocheensucuartoydespertabacadavezquetosíaosemovía.

—¿Estáustedcansada?—preguntóundíaeldoctor—.Sobrellevesipuede…noquisiera alterarla trayendo a una persona extraña. Vendré cerca de la medianoche.¿LegustaríaquelaseñoraThirskvinieraadormiraquí?

—No,gracias.Si…sihayalgoquemepreocupe,iréporusted.—Porfavor,hágalo.Sutíaestabamásdébilcuandoeldoctorllegóesatarde.—Délemucholíquidoymanténgalacómoda—ordenóyvolvióamarcharse.

Por la noche la casa estaba muy tranquila. Phoebe atendió a su paciente, sepreparó una taza de té y ya se iba a la cama.Deseaba descansar, pero la tía,aunque dormía, parecíamás grave. Se arrellanó en una silla junto a la cama,deseabaquellegaraeldoctorPritchard,peroélno loharíahastadentrodedoshoras.

Llegóantes,yalentrarenelcuartodelatía,Phoebesepusodepie.—Mealegroquehayavenido.Nocreo…quemitíaseencuentremuybien...

—Nolaperturbaremos—seinclinósobresupaciente—.Yomequedaré…ustedvayaaacostarse,¡seestádurmiendodepie!—Si…silequedapoco…—elafirmóconlacabeza—,mequedaré,esmitía.Permanecieronfrenteafrenteenlaampliaalcoba,mientraslatíamoríaenpaz.Pasadalamedianoche,eldoctoralfinseincorporó.

—Serámejorquevayaadormiramicasa—sugirióconamabilidad.—Estarébien aquí, gracias. ¿Desea una taza de té antes de marcharse?—Buena idea.Prepararélospapeles.¿Prefierequedarseaquí?

—Sí—fuea lacocina y puso el agua a calentar.Habíamuchas cosas en quépensar,peroestabademasiadocansada.

Bebieronel téensilencio,mientraseldoctorPritchardescribía.Luego, ellaselevantó y lo acompañó hasta la puerta. Era una noche fría y se estremeció,aunquepudodarlelasgraciasydespedirseconserenidad.

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—LaseñoraThirskvendráahacerlecompañía—eldoctorsemarchóantesqueellapudieraprotestar.

LapresenciadelaseñoraThirskresultóreconfortante.EllaignorólasdisculpasdePhoebe,tomólatazadetéqueéstaleofrecióysesentóparahablarduranteunosminutos.LuegosepusodepieymandóaPhoebeaacostar.

—Ynadadelevantarsedemadrugada—leadvirtió—.YoladespertarécuandollegueSusan,antesdeirapreparareldesayunodeldoctor.

Phoebecasinolaescuchó.Lediolasbuenasnochesconunavozapagada,subióporlaescalerayseacostó,escuchandoconaliviolospesadospasosdelaseñoraThirsk,quienentrabaenel cuarto contiguoa la escalera.Pensó, casidormida,quenohabíahecholacamaycerrólosojos.

AlvolveraabrirloslaseñoraThirskestabadepie,aunladodelacama,conunatazadetéenlamano.—Hay mucho tiempo, Phoebe. Beba usted esto y baje cuando esté lista. Hepreparadosudesayuno,ahoramemarcho…¿estarábien?

Phoebe se sentó, teníael cabellodesordenadoyel rostropálido.—Oh, señoraThirsk,¡gracias!Sí,porsupuestoqueestarébien—dudó—.Noestoyseguradequédebohacer...

—Eldoctorvendrácuandoterminededesayunar…élsabráquéhacer.

Ahora las cosas parecían distintas. En la mañana brillaba el sol y el doctorPritchard se encargaría de todo. Phoebe se vistió y tomó su desayuno. LuegoabriólapuertaparaqueentraraSusan,quienyasabíatodoacercadelatíaKate.

—¡Pobreanciana!Estarámejorallá,adondehayaido.¿Cuándoseráelfuneral,señorita?

—Nolosé—contestóymoviólacabeza—…ahoranosénada.EldoctorPritchardllegó,sesentóalamesadelacocinayledijo:

—La enfermera del dispensario estará aquí en unos minutos, ahora,escúcheme…El señor Cole, abogado de su tía, vendrá para el funeral… Porsupuesto,ustedsequedaráaquí.¿Noleimportapermanecersolaenlacasa?

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—No—miróaSusan,sentadaentreellos,escuchabacadapalabra—.Susanyyopodemoshacerunalimpiezageneral.—¿Dormiráaquísola?

—Sí—lo contempló indecisa y él agregó—: Tendrá la casa para usted sola,Phoebe—sedirigióalapuerta—.PidaprestadasubicicletaalaseñoraThirsk,vaya adarunpaseoyno regresehastadespuésde las doce. ¡Son órdenes delmédico!—sonrió.

Eldíasiguiente transcurriódeprisa.Susanvinopor lamañanayentre lasdoslimpiaron y lustraron los pisos, cajones y alacenas. Por la noche, fatigada,Phoebe lo único que deseaba era meterse en la cama. Casi no vio al doctorPritchard,peroestabaallí,alotroladodelcésped,yaellaleconsolabasaberlo.

Lesorprendióqueasistiera tantagenteal funeralyque la iglesia se llenaradepersonas. Sin embargo sólo unas cuantas vinieron a la casa después y no sequedaronmuchotiempo.Cuandoelúltimoasistentesemarchó,elseñorColesesentóenlasalayabriósucartapacio.

—EltestamentodelaseñoritaMasónesmuybreve.Fueformuladohacealgunosmeses,antesqueustedvinieraaatenderla.Ledarélectura.

La tíaKate dejaba cada centavo que poseía, una cantidadmuy pequeña, paraobras de caridad, la casa debería venderse y el producto de la venta debíarepartirse entre una lista de asilos quemencionaba. “Nodejo nada ami únicapariente,PhoebeCreswell,esjovenymuyfuerteparaabrirsepasoenlavida”.ElseñorColetosióydoblóelpapelconcuidado.

—Losiento,señoritaCreswell…porsupuestoquepuedeustedimpugnarlo...

Phoebenegóconlacabeza.Tuvounadébilesperanzadequesutíalelegaraunapequeña cantidad de dinero pero no se sorprendió de lo estipulado en eltestamento,ycomolaanciananodeseabaqueellarecibieranada,porsupartenoteníaintencionesdehaceralgoporobtenerlo.

—Puedovolverapracticarlaenfermeríayenrealidad,noesperabanada,señorCole.TíaKatenomequería…esmás,casinometrató.

—Decualquiermodolosiento,querida—murmuróelseñorCole,malhumorado—.Despuésdetodo,ustedinterrumpiósuentrenamientoparaveniracuidarla.

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—Supongoqueellanolosupoapreciar.Empezarédenuevo.—Porsupuesto,nourgequesemarche.Ellugartendráquevenderse,esollevarátiempoyserámejorquemientrasalguienlohabite.¿Tienedinero?—Podrésostenermeunaodossemanas,peronopagarleaSusan.—Enesecaso,nosotroslepagaremoselsalariohastaquesevendalacasa.¿Sequedaráusted,mientrastanto?

Phoeberespondióquesequedaría.Unasemanaodoslebastaríanparasolicitarsuingresoenalgúnhospital…aunquenodeLondres,noqueríavolverallá,noleimportabaSaintCoram,niBasil.

Elllegóaldíasiguienteensuostentosoypequeñoauto,tocandoelclaxoncontodasufuerza,frentealacasa.Phoebeestabaarriba,doblandounoscobertores,seasomóalaventanaycuandovioquiénera,nodijonada.

—Hola,¿nomeinvitasaentrar?—hablabaconvozaltaparaquelosvecinosloescucharan, y por supuesto, también el doctor Pritchard. Lo miró desde laventanadesuconsultorio,yesperóaverquésucedía.

Phoebebajóaabrirlapuertayleobstruyóelpaso.Noloinvitóapasar.Sedabacuentadequemuchaspersonasespiaríanporsusventanas,masnodeseabaveraBasil.Sepercatódeestocongranalivio, lohabíaolvidadoporcompleto…esmás,almirarloahorasepreguntabacómoalgunavezpudopensarqueloamaba.

—Hola,Basil—saludómuyseria.—¿Nomeinvitasaentrar?—lemostrósuencantadorasonrisa.—No,prefieroquenolohagas.—Hevenidohastaacáparavercómoestántúytutía.—MitíaKatemurióhaceunosdías.—¿Ytedejotodossusbienesylacasa?¡Quésuertetienes!—Nomedejónada.—Vieja miserable…—Basil se detuvo al ver la mirada de Phoebe. —Teníaderechoadejarsudineroaquienquisiera,yocasinolaconocía.—Malasuerte,linda.¿RegresasaSaintCoram?Phoebeleestudióelrostro,esmuyapuesto,perolafaltabaalgo.—No—replicó.—¡Oh,vamos!—¿Porquélopreguntas?

Basil se encogió de hombros. No podía decirle que había apostado con un

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compañeroaquelaconvenceríaderegresaraSt.Coram.—Simplecuriosidad.¿Deverdadnovasainvitarmeaentrar?

—No,estoymuyocupada.Adiós—lecerrólapuertaenlacara.Basilmurmuróalgo para sí, subió al auto y se marchó, mientras el doctor Pritchard, con laexpresióntodavíaserena,llamabaaotropaciente.

Cuando salió a hacer sus visitas de la mañana, cruzó el césped y llamó a lapuertadePhoebe,quienaúnestabaarriba,sacólacabezaporlaventanaydijomuy tranquila: —Oh, es usted… bajo enseguida. Susan acaba de marcharse.Phoebeestabadesarreglada.EldoctorPritchardlamiróyentróenlacocina.

—¿Estámuyocupada?—Sí,haymuchoquehacer,todalacasanecesitaunabuenalimpieza…—¿Nosesientesola?—No,Susanmehacecompañía.

—¿Noledejólacasasutía?—preguntóeldoctor,Phoebenolehabíacontadoanadielodeltestamento.

—No…todolodejó,incluyendolacasa,ainstitucionesdecaridad.Mequedaréunosdías,mientrasvendan lapropiedad.Esomedaráoportunidad de solicitarmientrenamientoenalgúnhospital.

—¿Es loque intentahacer?—él se apoyabaen lamesade la cocina.—Sí—Phoebe recogió la loza que estaba en la mesa y empezó a guardarla. —¿Empezarádenuevo?—Tengoquehacerlo.

—Siasílodesea—sedirigióalapuerta—.Ustedyyodebemoshablar.Esunalástimaqueyo tengaque salir estanoche. ¿Qué leparecemañana, antesde laconsulta?Digamos,a lasocho, tendremosmediahoraparahablar.Desayunoalassieteymedia…¿meacompañará?

—Gracias, pero no es… quiero decir, ¿no es una hora un poco rara? —Meimaginoquenadieenlavillapuedainventarunromanceduranteeldesayuno,alassieteymediadelamañana.¿Yusted?—sonrió.

—Tampoco—contestó ruborizándose—. ¿De qué quiere que hablemos?—Desufuturo,¿dequéotracosa?

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La joven volvió a sus tareas preguntándose por qué él se interesaba, aunquefueraunpoco,enloqueellahacía,sibienesolaalentabaahacerplanesparaelporvenir.Cuando terminócon loscobertores,enormessábanasyfundasque legustaban a su tía, se cambió el vestido por el gris, semaquilló, se arregló elcabelloyfuealatiendadelaseñoraPlatt.Enunextremódelmostradorhabíamuchasrevistassemanalesydiarios,peroniunnúmerodelNursingMirrorodelNursingTimes.Phoebecompróunassalchichasparalacena,luegocruzólacallehacia el conjunto de casitas de ladrillo donde vivía la señorita Wilkins,enfermeradelajurisdicción.Estabaencasaalmorzandoydabadecomerasusgatos.

—Paseusted—respondió al llamadodePhoebeygritó—:estoy en la cocina,entre—sonriócuandovioquiénera—,Hola,cariño,¿tesientesmuysola?—Tengo demasiado quehacer… la casa se pondrá en venta dentro de unoscuantosdíasylaestoyordenando.—¿NoteladejólaseñoritaMasón?Todospensábamosqueeraparati,yteníamuchodinero.—Todoiráaobrasdecaridad.Yonoesperabanada,yaqueestuvoalejadadelafamiliaduranteañosyaños.—Hastaquenecesitóquiénlaatendiera.¿Quévasahacer?—Poresovine.¿TienesalgunacopiadelNursingTimes?Haréunasolicitudparareanudarmientrenamiento.—Yohabía escuchado que ya llevabas un año de capacitación. El hospital endondeestabas,¿novolveríaaaceptarte?—NodeseoregresaraLondres.Mehabíaolvidadodelolindoqueesvivirenelcampoypenséprobarsuerteenél.La enfermeraWilkins, evitó decirle que en el campo sería difícil que hubiera,unaescueladeenfermería.

—Encontrarásunascuantasrevistasenlasala…tambiénhayalgunosnúmerosdelNursingMirror, llévate todos losquequieras.Tepediríaque tequedarasacomer, pero vine nada más media hora. Lamento que hayas tenido tan malasuerte.

—Estábien,heestadomuycontentaaquí,gracias.—Loqueseteofrezca...

Habíamuy pocos hospitales que tenían vacantes. Phoebe tomó nota de ellosmientrasalmorzabayredactólasolicitudparacadaunodeellos.Teníaunpoco

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dedineroahorradoytalvezpudieraencontrartrabajoenStowmarket,mientrasesperabalasrespuestas.ComonoteníatimbresylaseñoraPlatthabíacerradosutienda,sepusounsuéterysalióadarunalargacaminata.Lacasaparecíamuyvacíacuandoregresó.Preparótéysesentóalamesadelacocinaparaestudiarcuánto tiempopodría sostenerseconeldineroque lequedaba.El resultadonofuemuysatisfactorio.Entróen lasalaysedispuso a limpiar la porcelana quehabíaenelmuebleopuestoalaventana.DesdeallíviocómoéldoctorPritchardsubíaasuautoysemarchaba.Sesintiómássolaquenunca.Comióysefuealacama. Deprimida demoró varias horas en dormir. Fue un alivio despertartemprano a una hermosamañana, con el sol que ya brillaba y entraba por laventana.Selevantóysepusoelvestidogrisdenuevo.Searreglóelcabello,conmás severidad que de costumbre, y a las siete y media llamó a la puerta deldoctorPritchard.

LaseñoritaThirskleabrió,conunalegrebuenosdíasylanoticiadequeestabanservidoseltocinoyloshuevosyquedebíapasardeinmediatoalcomedor.

—Eldoctorestáafeitándose,bajaráenunmomento.—Oh…talvezenotraocasión…estarácansado...

—No,sólohambriento.Buenosdías,Phoebe—elbajabaporlaescalera,letomóelbrazoylallevóalcomedor—.Sirvaelcafé.Hizo lo que le pidió, mirándolo furtivamente. No parecía cansado y secomportabasereno,comosiempre.

La señora Thirsk entró con el desayuno, y a excepción de algunas frasescorteses,élcasinohabló.Alllegaralastostadasconmermeladayalaterceratazadecafé,élpreguntó:

—¿Yhahechoalgunosplanes?—LaseñoritaWilkinsmeprestó algunas revistas de enfermeríay he escrito acincohospitalesparaversimeaceptanensuscursosdecapacitación.

—¿Yalasenvió?—No,noteníaestampillas—aPhoebeleparecióunapreguntacuriosa.—¡Québueno!Rómpalas.Tengounaideamejor.—¿Deverdad?—abriómucholosojos—.¿Ycuáles?—Queustedyyonoscasemos.

—¿Casarnos?¿Ustedyyo?—losojosdePhoebecasisesalíandesusórbitas—.

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Perosi…este…nonosconocemos.

—Yosémuchodeusted, losuficientecomoparaestarsegurodequeseráunaexcelente esposa. En cuanto a mí… bueno, vivo aquí y tengo intenciones dehacerlohastaelfinaldemisdías.Megustaellugar,tantocomoviajar.Mimadreesholandesa,viudaypasalamayorpartedelañoenHolanda…TieneunacasaalláyotraenGrantchester,donde,yolavisitoconfrecuencia.

—¿Ustedesholandés?—eraunapregunta tonta,peronosabíaquédecir.—Sí—contestó sonriendo —. Podría ejercer allá si lo deseara… así como enInglaterra.—Estábien…—sonrióasombrada—,¿porquéquierecasarseconmigo?

—Tengotreintaydosañosyestiempodequeecheraíces.Noheconocidoaunasola chica con quien haya deseado casarme, alguien que encaje bien en mivida…comousted.Porsupuesto,podríamosllegaraconocernosmejor,altenerunlargonoviazgo,y¿cuálseríaelobjeto?Ustednotieneplanesparaelfuturo,tampocodinero,nifamilia,sucorazónestáíntegro...

—Sí,aunquenoestoysegura…quierodecir,¿resultaría?

—Creoquenohayrazónparaquenoresulte,nosllevamosbien.Lomejorquepodemoshacerescasarnosyempezaraconocernos—lesonrióamablemente—.Nolaapresuraré,Phoebe,noscasaremosporquenosconviene.—Yo…debopensarlo—todavíaestabaaturdida—…hasidounasorpresa.

Elconsultósurelojyrepusoconnaturalidad:—Yaváyase.Tengoqueempezarconmisconsultas.Prométamequenoenviaráesascartashastaquehayatomadounadecisión.—Muybien.Lopensaréynoenviarélascartas.—¡Buenachica!Ahora,debovolar—le acarició el hombro y salió del cuartocuandoentrabalaseñoraThirsk.—Fueundesayunoexcelente—comentóPhoebe—.Gracias,señoraThirsk—nonotólainquietuddelamujer—.Debohacermiequipaje—saliódelacasa.

—Es una vergüenza que la señorita Masón dejará todo ese dinero para esastontas obras de caridad—le dijo Susan al saludarla.Las noticias se difundíanconrapidezenlavilla.

—Las instituciones de beneficencia son buenas —replicó Phoebe —. Me

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preguntosiyahabránpuestoenventalacasa—sellevóunamanoalacabeza.Debía olvidarse del doctor Pritchard por elmomento, habíamucho por hacer.Más tarde decidiría su respuesta. Le habría gustado tener a alguien en quiénconfiar.

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Capítulo3

Phoebe se desconcertó al no saber del doctor Pritchard los dos días quesiguieron. Por primera vez no le resultaba fácil tomar una decisión y luchócontraeldeseodecruzarelcéspedyllamarasupuerta…Sereprimióhastalanochedel segundodía.Decidida, saliódeprisay llamóa lapuertadeldoctor.AbriólaseñoraThirsk,lahizopasarypreguntó:

—¿Deseabaver al doctor?Ha ido a la granjade losBaxter, pero regresará enunosdiezminutos.Entreysiéntese.—No,no,gracias…loquemetrae…noesdeimportancia…—teníalamanoenelpicaporte.—Yaqueestáaquí,lomássensatoesquesequede,deotramaneraéliríaaverlaencuantopudiera—sonrióylallevóalasala—.Notardaránicincominutos.

Phoebe se sentó en elmás pequeño de los butacones que había al lado de lachimenea. Beauty llegó y se echó junto a ella, bostezando. El agradable ytranquilo cuarto la hacía olvidar que había sido una tontería venir. ¿Cómosolicitaríaconsejoacercadecasarseconalguien,siesealguieneralapersonaaquienibaapreguntarle?

Todoquedóresueltoalentrareldoctor.

—Pareces estar en tu casa, Phoebe—le sonrió y se sentó en el gran butacónfrente a ella. Beauty se acercó y apoyó la cabeza en sus pies—. ¿Cuál es elproblema?—su mirada era penetrante—. ¿O has venido por el placer de micompañía?

—Meagradaestar conusted—reconocióPhoebecon ingenuidad, sin notar elbrilloenlosojosdeél—.Esunpocodifícil,deseohablarconalguien,pedirsuconsejo…respectoausted.

—Haréloposibleporserimparcial—contestómuyserio.—La cuestión es ésta… —hizo una pausa y preguntó de pronto—: ¿Ya hacenadousted…noloestoyreteniendo?—Faltaunahoraomásparalacena,tomaremosunacopamientrashablamos—se levantó y sirvió para ella jerez y para él whisky. Luego volvió a sentarse.

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Phoebetomóunsorbodejerezyluegootro.—¿Mepidióenserioquemecaseconusted?—Sí,fueenserio.—¿Creeustedqueseríamosfelices?Quierodecir,siendosóloamigosysinestarenamorados...—Sí,elhechodeseramigosesmuyimportante…túpuedesamaraalguien,aunsitedesagrada.—Sí—asintióellapensandoenBasil—.Supongamosqueustedseenamoraradealgunamujerdespuésqueestemoscasados...

—Otú,Phoebe,quealguienseenamoredeti.—Nocreoqueesoseaposible.Nosoybonita,sehabrádadocuenta.

—Digamos que lo he notado—su voz era amable—.Y en cuanto amí, amiedad ya podía haberme enamorado y casado, ¿no es así? En innumerablesocasioneshecreídoestarenamorado…comotú,supongo.

Phoebenocontestóporquenoeraunapregunta.—¿Nocreequesimecasaraseríapornobuscartrabajo?—No,nomehabíapasadoesoporlamente—tosió.—¿Enrealidadcreequedaríaresultado?

—Por supuesto que sí… pero vayamos despacio, ¿de acuerdo? Llegaremos aconocernosenunmes,másomenos.

—Quieredecir,¿despuésquenoshayamoscasado?—Síyestoysegurodeque,coneltiempo,llegaremosaserunmatrimoniofeliz.

Phoebecontemplabaelfuturo.Eldoctoreramuyagradableyella,tantímidaytaninseguraconlagentequeconocía,siempresehabíasentidoagustoconél.Ledijolentamente:

—Siestáseguro,meagradaríacasarmeconusted.¿Mepermitiríacompartirsuvida?Nomegustaríaquedarmeencasatodoeldía…laseñoraThirskpodríanoestardeacuerdo...

EldoctorseinclinóparaacariciarlacabezadeBeauty.

—La señora Thirsk es mi ama de llaves, Phoebe y lo será siempre, pero túmanejarásmi casa… ella con gusto te enseñará en las consultas si lo deseas,

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contestarás la correspondencia… Además, tengo muchos amigos que esperoseantuyostambién.

—Nosoymuyafectaahaceramistades—replicódudosa.—Creoquetedaráscuentadequeesmuyfácilllevarsebienconellos.¿Tienesfamiliaoalgunosamigosquedeseesquevenganalaboda?—NoquedanadiedemifamiliaynotengoamigosíntimosenSaintCoram.

—SeráunabodaconunpardetestigosylaseñoraThirsk,temprano,almediodía.Dispongodeunasemanadevacaciones,iremosaHolandayconocerásamifamilia—sequedópensandoduranteunminuto—.¿CuándoponenalaventalacasadelaseñoritaMasón?

—Mañana.

—Espocoprobablequealguienlacompredeinmediatoyenelcasocontrario,pasaránunaodossemanasantesquelaocupen.Puedesquedarteallíhastaqueyo haga los arreglos para que nos casemos. Como tú querrás hacer algunascompras,tellevaréaCambridge,elviernes.¿Tienesdinero?

Phoebehizoalgunascuentasmentalmente.—Suficienteparacomprarunvestido.—¿Estáscontenta,Phoebe?

Era extraño, pero a pesar de aquella conversación que más bien parecía denegocios, sí lo estaba. Necesitaría acostumbrarse, por supuesto, pero erahermososentirquealguienlaqueríayquenoleimportabaquenofuerabonita.ErararoqueGeorge,ahoradeberíallamarloasí,consuaposturaysuencantonohubierapreferidocasarseconunachicahermosa.Eranaturalque la ropa,otroestilodepeinadoyunnuevomaquillaje,laayudarían.

—¡Eh,regresa!—exclamóGeorge—.Estabasmuylejos.—Mepreguntabaporquémeelegiste…habiendodocenasdemuchachas...

—Docenas—asintióél—,peroningunameagrada—sonrió—.Quizáyonosearomántico.No tuvo oportunidad de contestarle porque el ama de llaves apareció.—¿SequedarálaseñoritaCreswellacenar,doctor?Hayunricofileteypasteldecarne—inquiriólaseñoraThirsk.—Seguroquesequedaráyqueremosqueseausted laprimeraensaberque la

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señoritaCreswellyyovamosacasarnos.

Lamujersepusofeliz..—¡Eslamejornoticiaqueheescuchadonoséencuántotiempo;Todosenlavillasepondránfelices!Leshacaídoustedbien—sedirigióaPhoebe—,eslaesposaperfectaparaeldoctor.¿Cuándoserálaboda?

—Tanprontocomopuedaarreglarlotodo,algomuyíntimo,señoraThirsk,sólonosotros,dostestigosyusted.—Debocomprar un sombrero nuevo—repuso la aludiday se fue a la cocinatarareandolaMarchaNupcial.

—¿Ytú,comprarástambiénunsombreronuevo,Phoebe?—rióél.—Creoquesí—contestómuyseria—,despuésdetodo,esunaboda.

—Vamosacenar—sepusodepieycuandoellatambiénselevantóélletomólasmanosylabesóenlamejilla—.Seremosfelices.

La joven se sentía feliz, aunque pensaba que era probable que por lamañanadespertara aterrada. George no era la clase de hombre que la atemorizaba,llevaríanunavidaagradablejuntosyamedidaquepasaranlosaños,sesentiríanmásunidosyllegaríanaconocerse.Elladisfrutaríasiendolaesposadeundoctory deseaba vivir en Woolpit para siempre. Le llevaría, tiempo acostumbrarse,desdeluego,peroélhabíaaseguradoquenolaapresuraría.Seprometióserunabuenacompañera.

Cenaronjuntos,hablaroncomoviejosamigos.Ella lenarrósuniñez,sindarsecuentadelotristequeparecía;lecontótambiéndeBasil.—Fueunatonteríademiparte—reconoció—,peroestabatancontentadequesehubierafijadoenmí,aunquefuerasólopordivertirse.—¿Estássegura?—lapreguntadeGeorgefuecasual.

—Sí.Quizásal llegaraquí todavía loesperaba…perocuandovinoelotrodía,supequenoqueríavolveraverlo—sonrió—.¿Noescuriosocómosedescubredeprontoquealguien…queunapensóqueleimportaba,nadasignifica?

—Eso ocurre también a la inversa… algo que no significa nada, llega, derepente,asermuyimportante.

Conversaron un rato después de la cena, antes que Phoebe objetara que eratiempode regresar a casa.SedesilusionóunpocoporqueGeorgeno tratóde

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retenerla,perolareanimóelbesoqueélledioalllegaralapuertadelacasadeella.Lodisfrutó, aunquepensandodespuésenél, se inquietó.George lahabíabesado con afecto, como si fuera un viejo amigo y no un hombre que está apuntodecasarse.¿Quémáspodíaesperar?Elnuncamencionóestarenamoradodeella…ynoloestaba.Basillabesómuchasvecesylallamó“querida”,yesonadasignificó.EstabaseguradequeGeorgesólohaciacosasquesentía.Suspiróconunpocodetristezaysedurmió.

Cuandopreparabasudesayunollegóelcartero.Sehabíaquedadodormidaynoseapresuróparavestirse,erancasilanueve.Recibióelavisodequeelseñorylaseñora James irían en media hora para que les mostrara la casa. Devoró eldesayuno, hizo la cama y ordenó todo. Esperaba con su vestido gris, cuandoaparecióunMercedes.

Primerobajóunhombredelgadoyenseguidaunaaltaygruesamujer.FueellaquienllamóalapuertaycontestóelsaludodePhoebe.—Buenosdías—respondióconunmovimientodecabezayagregóimpaciente—:¡Entra,Arthur!

Revisaron despacio toda la casa, comentaron despreciativos las gastadascortinas,losmueblesquePhoebehabíalustradocontantoesmeroyelanticuadopapel tapiz.Susan estaba en la cocina, limpiando el fregadero y lamujer hizounapausa,mirándolafijamente.

—¿Quiénesella?—EsSusan,viveenlavillayvieneaquíporlasmañanas—respondióPhoebe.

—Yocontrataré ami propia servidumbre—repuso la señora James y pasó undedoporunodelosestantesparaversiteníapolvo.

AlfinsemarcharonyPhoebepreparócaféparaellaySusan.—Esperoquenocomprenlacasa,nocreoqueseríanfelicesaquí.

—Parecequeno,señorita—Susannoperdió su tiempo en los James, deseabahablar sobre la boda. De alguna forma se había enterado de que Phoebe y eldoctorPritchardestabancomprometidosparacasarseyaseguróquetodalavillalosabía—.Estamosmuycontentos.¿Quévestidoluciráesedía?

Por la tarde llegómásgenteaver lacasa,parejasagradables,yamayoresquedijeronmuypocoy semarcharon sin expresar sudeseodecomprarla.Phoebe

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tomósutéhorasdespuésycuandoalfinsedesocupó,fueacaminar.NohabíavistoaGeorge,quesehabíamarchadoensuautodesdetempranoynisiquierahabía vuelto la cabeza para mirarla. Regresó pensando qué cocinaría para lacena,yencontróaGeorgeenlapuerta.

—Hola—lasaludóconsuusualamabilidad—.Terminólaconsultaydebohaceralgunasvisitas,deseoquevayasalacasaymeesperesallí.—Sí,muybien…ibaaprepararmicena.—¿Paraqué?Cenarásconmigotodaslasnoches…eslaúnicahoraquepodemoshablar—leacaricióelhombroyenseguida,semarchó.

Phoebesecambióelvestidoporunocolorcafé.Enunoodosdías,pensófeliz,iríade compras.Habíaescrito al banco pidiendo que transfirieran su cuenta aStowmarket. En cuanto los agentes de bienes raíces la dejaran en paz, podríatomarunautobús,iralláaretirarlamayorpartedesusahorros.Siemprecompróropaprácticaahoraseríadistinto.

LaseñoraThirskleabriólapuerta,lallevóalasalayleinformóquetodosloshabitantesdelavillaestabanencantadosconlanoticiadequePhoebeyeldoctorsecasarían,luegosedirigióalacocina.

AlpocoratollegóeldoctorconBeautydetrásdeél.—MepreguntabadóndeestaríaBeauty¿Siempreteacompañaentusvisitas?—inquirióPhoebe.

—Si no son muchas, sí. ¿Ha venido alguien a ver la casa? —le preguntómientras tomaban sus bebidas—.Mañanahablaré con los agentes y les pediréqueenvíenalosposiblescompradoresporlamañanaoporlatarde.¿Aquéhorateparecemejor?

—Porlatarde.¿Creesquetendríanalgúninconveniente?—Tal vez—se sorprendió él—, si no estuvieses allí, tendrían quemandar unempleadocadavezquealguiendesearaverlacasa.

Phoebe no discutió era maravilloso tener alguien que se preocupara por subienestar.Pasaronel restode lanocheplaneando laboday aunqueelbesodeGeorgefue igual al del día anterior, la reconfortó.Cuantomás lo trataba,másseguraestabadequeseríanfelices…sinunromanceapasionadoquizá,peroconungenuinorespetomutuo.

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Porlamañanasalióacaminar,compróalgoparaelalmuerzoysesentóaesperarprobables clientes. Primero llegó una pareja bastante mayor, le parecieronagradablesporquenocriticaronnada.Lasegundaparejaencontrófaltasentodoy le dijeron que ni tuviera esperanzas de vender aquella pocilga. Despuéspreparótéycomoyaeranmásdelascuatro,noeraprobablequellegaraalguienmás.

Lavabalostrastosdel técuandollamaronalapuerta.Suspiróyfueaabrir.Seencontró conun joven, vestidoconun traje depiel,y de cabello largo.Habíaestacionadounamotocicletaenlaverjayyasequitabaelcasco.

—¿Casaenventa?—preguntósonriendo.—¿Loenvíanlosagentes?—Muycierto.Daréunrápidovistazo,amor.

Lahizoaunladoyllegóalvestíbuloantesqueellapudieracontestarypasóalasalaprimeroqueella.APhoebeno le agradó,pero le recitó subrevediscursoacercadelasmedidas,losmuebles,laschimeneasytodolodemás.Lollevóalacocina,nosemostrabamuyinteresado,laalacena,elfregaderoyeljardíndesdelaventanaypreguntó:

—¿Hayotropiso?¿Tieneuncuartodebaño?

Subieron, ella abrió las puertas de los dormitorios y del cuarto de baño, y sequedóenelrellanomientrasélibadeuncuartoaotro.Recordó,preocupada,quelostesorosdeplatadesutíaestabanesparcidossobrelacama,en lahabitaciónmáspequeña.Había tenido la intencióndeguardarlosbajo llaveenel armariodelcuartodesutía.Ahora,elhombreestabaallí,tomabaloscofresdeplata,loscepillos, el pesado espejo y los pequeños floreros. La miró por encima delhombro.

—Bonitas cosas… de cierto valor —comentó el joven—, no puedo decir lomismodelacasa,peroestoserásuficienteparamí.—¡Déjelosdondeestaban!—espetófuriosa—.¡Ysalgadeestacasa!

—¿Antesquellamealapolicía?—seburlóelsujeto—.Nohayteléfonoynuncallegarás a lapuerta,amor. ¡Tomaré lo quemegusteyme iré! ¡Y cuidado condenunciarmecuandomehayamarchado!

Phoebesentíaquelasrodillasletemblaban,perolarabiaquelaconsumíalahizo

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ir a su cuartoy cerrarle lapuerta en lanariz.Sacó la cabezapor laventanaygritó:—¡George!—Porlovistoélnisiquieraseencontrabaencasa,porquesiestuvieraylaescuchara,sabíaqueacudiríaensuayuda.

No tuvooportunidadde saberlo,yaque lapuerta se abriódetrásdeellay allíestabaaquelhombre,consusonrisaofensiva,mirándolafijamente.Aterrorizada,sevolvióyabriólabocaparagritar,denuevo,peroéllaempujóycerródegolpelaventana.Esolediotiempoaellaparadarledepuntapiésenlaespinilla,algoquehizodesesperada.Labofetadaqueél lepropinódespués lehizobrotar laslágrimas, Phoebe le dio otro puntapié antes que él la tomara del brazo y laempujarahastaelrellanodelaescalera.

—Tú lo pediste —le espetó una palabra soez y ella le advirtió con voztemblorosa: —No utilice conmigo ese lenguaje. ¡Salga de la casa antes quevengaalguien!—mirósusbolsillosllenos—.Ydejetodosobrelacama.

Elrufiánsereclinóenlapared,lamirósindecirnada,yellasepreguntabaquéiríaahacer.Georgenolahabíaescuchadoyloqueerapeor,nisiquieraestabaenla casa. Recordaba haber cerrado la puerta después que aquel hombre habíaentradoyalomejorsehabíacerradoconllaveautomáticamente.Tomóaireyseolvidódelmiedo.Alguienveríalamotocicletaysepreguntaríadequiénera.

—¿Quévaahacer?—preguntóPhoebe.—¿Ves esto?—sacó una navaja del bolsillo—. No eres una belleza, pero unrostrofeopuedellegaraseraúnmás...

Una señorita de la época victoriana se habría desmayado por causasmenores,peroPhoebeerafuerte.Teníalabocatanresecaquenopodíahablar, lomirabadesafiante,yalfinmurmuró:

—Esustedunserrepulsivo.

Elrióacarcajadas…fuealgobuenoporquealhacerlo,noescuchóelrechinardelosescalonescuandoeldoctorlossubíadedosendos.Dejódereírcuandosubarbillaentróencontactoconunenormepuñoycayóalsuelo.TodalaplateríadelatíaKatesaliódesusbolsillos,desparramándoseporelpiso.

Georgepasósobreél,quitóaPhoebedelaventana,alaqueestabaaferradaylaabrazóconfuerza.—Mipobreniña…vinetanrápidocomopude,tuvequerodearlacasayentrar

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porlaventanadelacocina.¿Telastimó?

—Meabofeteó—contestóy levantóelpálidorostro.Labofetadahabíadejadounamarcaensumejilla—.Lopateé—empezóallorarcontodassusfuerzas—.Oh,George,supongamosquenohubierasllegado...

—Perolleguéatiempo,ysiemprevendrécuandomenecesites,Phoebe…noloolvides—seinclinóylabesósuavemente—.Eresunachicavalienteyéstaeslaúltimavezquetequedasaquísola.MecomunicaréconlaenfermeraWilkins…podráshospedarteensucasa.

George,todavíaconunbrazoalrededordeella,seinclinósobreelhombrequeyacíaenelsuelo.

—Ahoraveamicasaytelefoneaalapolicía…pídelequevenga—conlapuntadelpietocóalladrón—.Mequedaréaquíhastaquevengan—suvozerafirme,noadmitíaobjeción,yPhoebesedetuvoantesdesalir:

—¿Estarásbien?Tieneunanavaja…George,tencuidado.—Asíquetieneunanavaja—eldoctorsesentóenlaorilladelacama,sonrióyagregó—:tendrécuidado.Phoebe corrió y llamó a la puerta de la casa del doctor, hizo un relatoincoherente a la señora Thirsk y llamó a la policía. Luego se volvió hacia laseñora:—¿CreequeGeorgeestarábien?Esehombrepuedeatacarlo..LaseñoraThirskcontestó:

—Megustaríaverquelointentara…nosepreocupe,señoritaPhoebe,eldoctorsecuidará.Vengaconmigo,lelavaréesamejillayleprepararéunabuenatazadeté…hapasadounmomentodesagradable.

Conaquellasatenciones,Phoebesesentíamuchomejor,aunquealestarsentadabebiendosuté,sepreocupabaporGeorge.Suponíaqueelpilloloatacara…seloimaginabatiradoenelpiso,sangrandoynopudosoportarmás.Dejólatazaysedirigióalapuerta,sedetuvoalverquellegabalapolicía.

Observó desde la ventana…George recibió al oficial, después salieron con elhombre,alquemetieronenelautodelapolicía,ycuandollegabanalacasadeldoctor, Phoebe apenas tuvo tiempode correr otra vez a su silla y adoptar unaexpresióndecalma.

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Ellahizounabrevedeclaración.Contestóalaspreguntasconvozfirmeydejóqueeldoctordiscutieraelresultadoconeloficialdelapolicía.LuegosemarchóyGeorgesirvióbebida,paralosdos.

—¿Tesientesmejor?—suvozeraamable,parecíapreocupadoyPhoebedejódeangustiarse—.Esolodecidetodo…notequedarásmásahí.PuedesdormirenlacasadelaenfermeraWilkinsypasarlosdíasaquí.Recogeremosloquenecesitespara la noche y mañana harás tu equipaje. Los agentes podrán enviar unapersonaparaqueacompañeaquienesquieranverlacasa.

George se levantó y se inclinó sobre ella para examinarle la mejilla. —Mipobrecitaquerida,¿teduelemucho?—Gracias,George,teníatantomiedo—moviólacabeza.

—Nomesorprende,megustaríaquetequedarasaquí,perodebopensarenmireputación.Phoebe lo miró y notó que se reía, no supo por qué. También ella rió, eraagradablesentirseasalvo.Caminaron hasta la casa de ella, George la acompañó a la alcoba y esperósentadoenlacama,mientrasPhoeberecogíaloquenecesitaba.

—VeréaSusanporlamañana—lecomunicóél—,ylediréqueporelmomentonovengamás,leseguiremospagandoyesprobablequecuandolacasasevenda,lagente que la compre se alegrará de tomarla de nuevo a su servicio.Llévatetodastuscosasmañana,Phoebe,laseñoraThirskteacompañaráycerraremoslacasa.Yoatenderéalosagentes,ellosharánsusarreglos.

Phoebe estuvo de acuerdo en todo. Cuando caminaban hasta la casita de laenfermeraWilkins,Georgeleindicó:—Venaalmorzarmañana,Phoebe,dispondremoslodelabodayseloinformaréa JohnMatthews, el vicario. Estaré libre por la tarde e iremos de compras, siquieres.—Me gustaría… aunque tengo que ir primero a Stowmarket… debotransferirmidinero.¿Notienesinconveniente?

—Esoseríaperdertiempo…puedespagarmedespués.Notendréotromediodíalibrehastalasemanapróximayparaentoncesesprobablequeyanoshayamoscasado—hablaba con tanta naturalidad que ella no se sorprendió. Hasta esemomento, no habían fijado la fecha y ella supuso que tendría lugar muchassemanasdespués.Ahorasealegrabadequefueratanpronto.

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—¿Mediráscuántotedebo?—sedetuvoderepente—.George,tehemolestadotantodesdequevineaquí…¿estássegurodequerercasarteconmigo?Elletomólamanoysiguieroncaminando.

—Absolutamente. Es más, me gusta que me molesten. George no se quedómucho tiempo en casa de la señorita Wilkins, llevó la maleta a la pequeñaalcoba,agradecióalaenfermerasuamabilidad,diounligerobesoenlamejillaaPhoebeysemarchó.

—Teveréalahoradelalmuerzo—ledijoaldespedirse.

Phoebe no pudo irse enseguida a la cama, puesto que la enfermera Wilkinsdeseabasaberquéhabíaocurrido.Sesentaronenlapequeñasala,dondePhoebelenarrótodoybebieronté.

—¿Loderribódeungolpe?¿ytambiénloamarró...?¿Quédijolapolicía?—Nolosé.Nodebióhacerlo,elhombrepudoescapar...

—Sí,y hacer lomismo con otra pobre persona. Fue una suerte que el doctorPritchardteescuchara—sirviómástéparalasdos—.¿Quétepondrásparalaboda?—cambiólaconversación.

PhoebenoteníaideadeloquecompraríacuandoGeorgeestacionabaelautoenCambridge. Pasó una noche inquieta, acomodando sus cosas, ayudada por laseñora Thirsk y almorzó con George. Él la había aceptado en su casa sinproblemas y hasta empezaba a sentir que lo conocía desde hacía años, tan agusto se sentía en su compañía, aunque en el fondo de su mente existía lainquietud de que hubiera sido más satisfactorio que su prometido demostraramásinterésenellacomomujer.Leparecíaquelaconsiderabaunaviejaamiga,agradable,peroincapazdeexcitarlo.

—Primeroelvestidoparalaboda—sugirióélylatomódelbrazo.Caminaronmirandolosescaparates,hastaqueélsedetuvoanteuno.

—Este. ¿Crees que sea de tu medida? Eres más bien pequeña y delgada—propusoélylaexaminóconlavista.Phoebeestudióeltrajedelescaparate,eramuyfino,decrepédelanacolormiel,conlafaldaplisada,unsacorectoyunablusadeseda,bordada.—Debecostarmuchoytengoquecomprarotrascosas.Georgenocontestóylahizoentrar.

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Eltrajeparecíahechoparaella,lequedabaalaperfecciónyhabíaunsombrerode ala corta que combinaba con el vestido. En su excitación, Phoebe olvidópreguntarcuántocostabaynofuesinohastaqueGeorgeextendíaelchequequelo recordó.Cuando la vendedora le informó, Phoebe palideció, no le quedaríadineroy todavíadebíacomprarotrascosas.Georgeyahabíadadoelchequeyellanadapodíahacer.Esperóhastaqueestuvieronafuera.

—George…George,noentiendes,¡cuandotepagueloquehasgastadoenesteatuendo,notendrédinerosuficienteparacomprarloquenecesito!

—Compraahoratodoloquetehagafaltaycuandoregresemosacasatrataremoselasunto.Unavezquenoscasemosrecibirásunamensualidadyentoncespodrásdevolvermeeldinero—añadióconnaturalidad.

—Sinoteimporta...—Ahora,¿quésigue?,¿zapatos,guantes,bolso?Sabesquenosvisitaránalgunosamigosyquenosinvitaránasalir.Veamos.

Phoebe compró un traje Jaeger, suéteres, dos bonitos vestidos que, segúnGeorge,eranesencialesensuguardarropa,unvestidodejerseyenazulzafiroyzapatosybolsosparacombinarconellosparalaboda,sandaliasdetacónaltoyunridículopardepantuflas,desatíncolorrosado.

Despuésdetalderroche,Phoebequisodetenerse.—SipudiéramosentrarenMarksySpencer—sugirióella.

—¿Ropa interior?—preguntóGeorge y entraron en la tienda—. Elige lo quequierasyyovendréapagarcuandohayasterminado.Compratrespiezasdecadaprenda,¡noquieroqueandescontacañerías!

UnavezquePhoebecontemplólasdelicadasprendasenexhibición,pensóqueéste no era sitio para escatimar. Le llevaría toda una vida pagarle aGeorge yobediente adquirió tres piezas de cada prenda, disfrutando aquel despilfarro.Cuandovioeltotalenlafacturasintióremordimientodeconciencia,peroyaerademasiado tarde. Salió y George entró a pagar. Extendió un cheque sin quecambiarasuexpresiónyrecogiólospaquetes.

MástardePhoebeconfesó:—Eslatiendamáscaraqueconozco…casimesalíasincomprarnada.

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—Mealegraquenolohayashecho.Vamosatomareltéenalgunaparte,quieroestarsegurodequellevastodoloquenecesitas.Fueron al University Arms, comieron pastelillos calientes untados enmantequillayrevisaronlasfacturasdeloquehabíancomprado.—¿Qué te parece un impermeable y botas Wellington que usarás cuando meacompañesenmisvisitasytengamosquecruzarsenderoslodosos?—preguntóél.—¿Podréacompañarte?Meencantaría—sesonrojó.—Porsupuesto.Locompraremosenseguida, tenemos tiempoantesquecierrenlastiendas.AlllegaraWoolpit,Phoebetratódehacercuentasdeloquehabíagastado,eraunasumaastronómica.

Unavezenlacasa,sentadaconGeorgeenlasala,abordóel temayélreplicócon firmeza que esperara a que estuvieran casados y ella recibiera lamensualidadqueledepositaríaenelbanco.

—Sí,soncientosdelibras.

—Que nunca gasté conmayor placer—se levantó, fue hacia una mesita queestaba al pie de la ventana y abrió uno de los cajones—. Si no te gusta éste,buscaremosotro.Erademiabuelaymeagradaríaquelousaras.

Setratabadeunhermosísimoanillo,conantiguosdiamantesyrubíes,montadosen oro. Phoebe emitió un pequeño suspiro de placer y extendió la mano. Lequedababien.

—Esespléndidoymegustamucho.Locuidaré.—Vabienen tumano.Tienesbonitasmanos,Phoebe,¿te lohandichoalgunavez?—sonrió.—Noymealegroque lasconsideresasí,quizás esocompensemi rostropocoatractivo.

—Creo que ya es tiempo de que alguien te diga que ésas son tonterías—seinclinóylalevantódelasilla—.VamosacenaryluegoteacompañaréalacasadelaenfermeraWilkins,tengotrabajoquehacermástarde.

Phoebeloaceptóconcalma.Nosehacíailusionesacercadesumatrimonio,sóloaprenderíaaencajarenlavidadeGeorgeyaquenoleimportaraqueeltrabajodeélseinterpusieraentreellos.Suponíaquesiloamara,ledolería,perocomoestabanlascosas,seresignabaaocuparunaposiciónsecundaria,aserunaamiga

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comprensiva,dispuestaaeclipsarsecuando locreyeranecesario.Phoebenosepercató de la intensa mirada que él le había dirigido, trataba de descubrir siestabadesilusionada.

Mientras cenaban fijaron la fecha de la boda… sería la semana próxima, eljueves,alasdiezdelamañana.

—Regresaremosaquídirectamente,Phoebe,por la tarde tengouncompromisoenelHospitaldeStowmafketalcualnopuedofaltar.Hehechopreparativosparatomar después una semana de vacaciones… iremos a Holanda el sábado, asíconocerásamimadreyatodalafamilia.

Ellaestuvodeacuerdo,ocultabasusdudas.¿Suponiendoqueasumadrenoleagradara, que la familia la recibiera con indiferencia?No tenía idea de cómoeran.Porsupuestoquesiseparecíanaél,todoiríabien.SeanimóalpensarestoyanuncióqueyaestabalistaparairseacasadelaenfermeraWilkins.TodavíaeramuytempranoylehubieragustadocharlarmásconGeorge,peroenlugardeeso sacaría de los paquetes todas las prendas que había comprado y se lasprobaría para que las viera la señorita Wilkins. No hizo ningún intento porretenerlo,sinoqueledeseóbuenasnochesyquenolodemorabamás,entróenlacasa y cerró la puerta. George emprendió el regreso muerto de risa. Habíadisfrutadoesatardeyestabasegurodequeloharíaelrestodesuvida.Sindudaibaanecesitarpaciencia,peroesoeraloquelesobraba.

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Capítulo4

Phoebe se puso de acuerdo con George, para encontrarse en la puerta de laiglesia.LaseñoraThirskyaestabaallí,asícomoAndrewPowers,eldoctorconquien su prometido intercambiaba servicios de vez en cuando. En el últimominuto llegó la enfermera Wilkins. Phoebe camino hasta el templo con ella,sintiéndose tímida con su atuendo, aunque eso era absurdo porque no habíanadiealrededor.Georgelaesperabaenlapuertadelaiglesiasentadosobreunalápida.Ellasealegrabadequesehubieravestidopara laocasión.Sutrajegrisera de un corte exquisito. Lo saludó con timidez, sin notar que la enfermeraWilkinsentrabasolaeneltemplo.

—Ereslavivaimagendeunanovia—lapiropeóGeorgeallevantarseytomarlelamano—.¿Entramos?

Enelpórticoéltomóunpequeñoramodeflores,selopusoenlasmanosyabrióla puerta. La iglesia estaba llena, toda la villa debía estar allí, pensó Phoebeconfusa.De no haber sido porqueGeorge la llevaba del brazo, hubiera salidocorriendo.

Casinoescuchóunapalabradelservicio.Sólooyósuvoz,unpocoalta,dandolas respuestas correctasy ladeGeorge.Comoenun sueño loobservócuandoponíaelanilloensudedo,firmóellibroderegistroysaliódelacapilla,consubrazoeneldeél,sonriendoatodosaquellosrostros.

—¿Losabías,George?—preguntóalllegaralapuerta.—Sospechabaalgo—leapretóelbrazo.—¿Adondevamosahora?

—TomaremosunacopaconJohnyAndrewyluegoiremossolosaalmorzar.Eseldíadenuestraboda,aunque tengoconsultaesta tarde.LaseñoraThirsky laenfermeraWilkins seencargaránde traer tuscosasamicasa,por supuesto, túahoraregresasconmigo.

Salierondelpatiodelaiglesiaydeprontosevieronrodeadosporlagentequelosfelicitaba.SepusieroncontentoscuandoGeorgevioaldueñodelatabernaylepidióquelessirvieraatodosloquedesearan,lasbebidaseranporsucuentael

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resto del día. Quedaron libres para seguir caminando y la señora Thirsk, laenfermera Wilkins y los dos hombres ya los esperaban. Bebieron champañaconversandoacercadelaceremoniahastaqueGeorgelesanunció:

—Phoebeyyonosvamosahora,tomalasllamadas,Andrew,porfavor.

Fueronaunacasadecampoydespuésdealmorzarcaminaronsininterrupción.Eraundíaespléndidoparaunaboda,indicóGeorge,uncieloazulyunsolqueostentabaelcalordeunpromisorioverano.Encontraronunbancoenunrincónyse sentaron tranquilamente, admiraron el panorama, sin hablar mucho, perocontentos.UnaodosvecesPhoebemiróelanilloensudedoyserecordóqueahora era la señora Pritchard. Emprendieron el regreso y tomaron el té en elhotel;luegosubieronalautoyregresaronaWoolpit.

MientrasGeorgeestabaenelconsultorio,Phoebeordenósuscosasen la lindaalcobaquelaesperaba.HabíauncuartodebañocontiguoycomoelcuartodeGeorgeestabaalotro lado,quisoexplorar.Abriódospuertasmásquedabanadosdormitorios,unomuygrandeconmueblesdeunamaderapálidaqueellanoreconoció.Lacamaestabacubiertaconuncobertoracolchadoquehacía juegocon las cortinas y la alfombra era suave y gruesa. Tal vez ella y George lacompartiríanalgúndía,peroantes,comohabíapropuestoél,deberíanconocersebien.Muyfácilparaél,pensó,alcolgarsuropanuevaenelamplioarmario.Elsólo debía llegar a conocerla,mientras que ella, a toda su familia, en un paísextranjero.Elpensarenellolaatemorizaba,peroalmismotiempoconstituíaunreto.Dejósutareayfueamirarseenelespejodecuerpoentero,desdeluegoquela ropa ayudabamucho y tan pronto como le fuera posible iría a un salón debellezaparaquelearreglaranelcabello.

Bajó a la sala, todavía con timidez y vio que George no había regresado delconsultorio.Después entró la señora Thirsk, quien venía de la cocina, sonreíaampliamenteylepreguntósinecesitabaalgo.

—El doctor no tardará, señora Pritchard, ordenó que le proporcionara todo loquenecesitara.—Loesperaré,señoraThirsk.¿Disfrutóusteddelaboda?

—Sí, como todos. Su rostro… ¡parecía usted tan sorprendida!También estabamuybonita…Formanunabellapareja,—sonrióysedirigióa lapuerta—.Esmejor quevuelvaamicocina…ahoravanacenarustedes, y por la boda, les

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serviréchampaña.

—Parece que hubieras estado aquí toda mi vida —anunció George queregresaba.Phoebenoloconsideróuncumplido,perosonrióyaceptólacopadechampañaqueleofreció.

Cuandoélbrindóporsufuturo,ellatemióquehubieraidodemasiadolejos.

Georgenoparecíapreocupado.Hablósobrelaboda,lainvitóaconocertodalacasa y le dijo que si quería hacer algunos cambios en los muebles o en ladecoración, lohicieray también le informóqueviajaríanaHolandadentrodedosdíasmás.

—AndrewPowerstomaráamispacientesporunpardesemanas.Llevaremoselautoypasearemosparaquepuedasconoceralgodelpaís.—¿Noshospedaremoscontumadre?

—Por unos días, sí. Le hablé por teléfono esta mañana temprano y estáencantadaconlanoticia,tienemuchosdeseosdeconocerte—volvióallenarsucopa—.¿Sabesconducir,Phoebe?—ellanegóconlacabeza—.Noimporta…teenseñaré tan pronto como regresemos. Te llevaré a Stowmarket después quehayahechomisvisitasdelamañana,dispondrédeunahora.Sólonecesitasiralbanco.

—Síyserámuyrápido.¿Deberécancelarmicuentayabrirotraentubanco?—Sí,hazlo,luegodiscutiremostusfinanzasconcalma.

LlególaseñoraThirskparaavisarlesquelacenaestabalista.Losplatillosyeldecoradodelamesafueronesplendidos,ycuandoelamadellavesentróenelcomedor con el café, George le ofreció una copa de champaña, y los tresterminaron la bebida. Fue una lástima que llamaran al doctor para un casourgenteantesquese levantarandelamesa.Phoebeayudóa laseñoraThirskalimpiar y se fue a sentar con un libro que tomó al azar de la bien provistabiblioteca.Noleyómásdeunoodosminutos,teníamuchoenquepensar.Erauna chica práctica, pensó que cuando fueran a Stowmarket, por la mañana,compraríaalgode lanayagujaspara tejer…erabuenaparaeso.Escogería unmodelo complicado que la mantendría ocupada. También tendría una largacharlaconlaseñoraThirsk,nopodríapermanecerociosatodoeldía,debíahaberalgunas labores que pudiera hacer, sin perturbar elmanejo de la casa, era unasuertequelasdossellevaranbien.

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Sequedósentada,sindarsecuentadeltiempo,hastaqueentróelamadellavesapreguntarle si queríamás café. Phoebe examinó el reloj y vio que eran ya lasdiezymedia.Georgehabíatardadomucho.

—Esperaréotroratito.¿Acostumbraustedacostarse,aunqueeldoctornoestéencasa?—Podríarefrescarenlasprimerashorasdelamadrugada.Cerrarétodo,menoslapuertadelfrenteymeiréalacama.¿Estaráustedbien,señoraPritchard?—Todavía no tengo sueño… esperaré un poco más y luego subiré. ¿Y por lamañana,señoraThirsk?

—Ladespertaré a las siete, señora…el desayuno se toma a las siete ymediapara que el doctor tenga tiempo de leer su correspondencia antes de ir alconsultorio.¿Esmuytempranoparausted?

—No… en el hospital tenía que levantarme a las seis ymedia—se desearonbuenas noches, la señora Thirsk volvió a su cocina y Phoebe escuchó suspesadospasosenlaescaleraposterior.

Leyó durante un rato y se sorprendió al ver que había transcurrido una hora.Como ya tenía sueño, cerró el libro y también los ojos y no escuchó cuandoGeorgeentróensilencio.Sinembargo,despertóalsentirlocerca.Lamiradaquevio en su rostro la intimidó, y al observarle el ceño fruncido, se sentó muyderechaensusilla.

—Miqueridaniña,yapasadelamedianoche…¡deberíasestarenlacama!—Losiento,medormímientras leía. ¡No tenía intencionesdeesperarte!—¿No?Nocreíquefuerasaserlaesposaqueanalizaelalientodesumarido.

Sus palabras le dolieron tanto aPhoebe, que podíahaber llorado, pero eso noayudaríayledijoconamabilidad:—Teprometoquenoseráasí—sepusodepieydejóellibrosobreunamesa—.Diosmío,estoycasidormida…hasidounlargodía.Buenasnoches,George.Lesonrió y subió a su cuarto. Se desvistió de prisa, se metió en la cama y porningúnmotivojustificablelloró.AlamañanasiguientellegóalamesaunosminutosantesqueGeorge,lediolosbuenosdías,igualqueálaseñoraThirskytomócafécontostadas.Georgelevantólavistadelascartasqueleía.—Esenoesundesayunoadecuado—lareprendió—.Esperoquemañanacomas

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mejor—leestudióelrostropálido—.¿Dormistebien?—Comountronco—aseguróellaconalegríaypusomantequillaaotratostada.—Medisculpoporlodeanoche,Phoebe—Georgedejólacartaqueleía—.Fueimperdonabledemiparte.—Estábien,meimaginoquetehabíasolvidadodequeyoestabaaquí,creoquemellevaráunpocodetiempoacostumbrarme.—Sí, estoyde acuerdo contigo.De cualquiermodo, lo siento, no fue unbuenfinalparaeldíadenuestraboda.

Phoebepensóenmuchasrespuestas,peroningunaeralaidónea.—¿Aquéhoraquieresqueestélistahoy?

—Alrededordelasdoce—miróelreloj—.Deboirme,tengoqueatenderunpardeasuntosantesdeempezaratrabajar—selevantóyalpasarpordondeestabaella,lepusounamanoenunhombro—.¿Amigos?—lepreguntó.

—Porsupuesto,George—contestósonriendo.

CuandoélsemarchóPhoebesesirvióotratazadecafé.Sabíaquehabríaotrosescollosmásadelante,peroteníaqueestarpreparadaparasortearlos.Aunqueseagradabanmutuamente, todavía no sabíanmucho el uno del otro. Terminó sucaféyllevólabandejaalacocina,dondesesorprendióalencontraraSusan.

—¡Susan!¡Buenosdías…medagustoverte!LamuchachasonrióyfuelaseñoraThirskquienexplicó.

—No tuve oportunidad de decírselo ayer, señora, pero el doctor sugirió queSusanvinieraenlasmañanas,ahoraqueno lanecesitanen laotracasa, loqueme recuerda que debo ayudarla a traer sus cosas. ¿Cuándo quiere que lohagamos?

—Cuandoustedtengatiempo.¿Hayalgoquepuedahaceraquí?—Estamañananohaymuchomásquehacerquearreglarlasflores,aldoctorlegustan.Perosile parece, podríamos ir ahora a la casa de la señorita James. —Muy bien.Terminaremos en veinte minutos —las dos se dirigieron a la puerta —. Ymientras,ustedmedirá cuál es la rutinadeldíay cómopuedoayudar.—Congusto —la señora Thirsk tomó un suéter—. La llave está sobre la mesa delvestíbulo.

La casa de la tíaKate se sentía fría cuandoPhoebe abrió la puerta.Le alegró

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subirdeprisaporlaescalera,tomarsumaletayempezaraguardarelrestodesuropa,mientras la señoraThirsk revisaba cajones y estantes para asegurarse dequenodejabannada.

—Ojalá que gente buena y respetable compre la casa —comentó Phoebe alcerrarlamaleta.Laancianalarecogióysiguióalamuchachaescaleraabajo.

—Ahora,siquiereustedordenarestascosas, señora,yoprepararéel café…aldoctorlegustatomarunatazacuandoterminasuconsulta,estamañananohabíamuchospacientes.¿Almorzaránalauna?

—Esperoquesí, señoraThirsk. IremosaStowmarket tanprontocomoGeorgeterminedehacersusvisitas.Mejorlepreguntamos.Cuando Phoebe acabó de guardar sus cosas el doctor ya había terminado laconsulta.Ellaescuchósuvozyalbajarloencontróenlasala.

—¿Quieresqueyotesirvaelcafé,olohagalaseñoraThirsk?—Ellalohará.¿Hastraídotuscosas?—Sí,lasestabaguardando.—¿Podrásestarlistaalasdoce?¿TebastaráconmediahoraenStowmarket?

—Sí—talparecíaquenotendríatiempoparacomprarlalanaylasagujas,anoserquelaatendieranconrapidezenelbanco.

Así resultó, sóloestuvoahídiezminutosy fuedeprisa a comprar la lana, lasagujas y un patrón complicado y se encaminó hacia el auto.George estaba alvolante,calmadoypaciente.

—Nosquedancincominutos—ledijoalabrirlelapuerta—.¿Todosalióbien?—Sí, gracias. Dicen que tardará una semana. Él ya conducía de regreso aWoolpit.

—No hay prisa, he abierto para ti una cuenta enmi… en nuestro banco y tedepositaréunacantidadcadames.ComolaseñoraThirsksiemprehallevadolascuentasdelacasaysiemprehaodiadohacerlo,¿creesquepodríasocuparte tú,enadelante?

—Megustaría,ellamediráloquetengoquehacer.—Sí,porsupuestoymástardeyotedaréunaideadecuántoes loquepuedesgastar.Liquidaremoslasfacturasafindemes,tupodráshacerloenmilugar.

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MiródesoslayoelrostroexpresivodePhoebeysonrió.—Parecescomplacida.

—Lo estoy… quiero decir, debe haber muchas cosas que pueda hacer paraayudarte y también a la señora Thirsk—hizo una pausa—.Me alegró ver aSusanenlacocina,pudoquedarsesintrabajo.

El no contestó, le preguntó si tenía todo lo que necesitaba para su viaje aHolandayagregó:—ViajaremosvíaHarwich,mañanaporlanocheyestaremosfueraalrededordediezdías.Sinecesitasmásropa,lacomprarásallá.

—Sólounvestidodenoche.Lamirómuyeleganteconsunuevoatuendoysusbrillanteszapatos.

—Esprobablequevayamosabailarunanochedeéstas.Mañanaporlamañana,JohnMatthewsllevaráasuesposaaldentistae irásconellos, regresarásantesdelalmuerzo.Tedarédinero.—Sí,gracias,George,peroyatedebomucho.

—Sí…tendremostiempodediscutirlocuandoestemosdevacaciones.¿Teseránsuficientescienlibras?—¿Cien?¡PorDios,esoesdemasiado!—Entonces,compradosvestidos—detuvoelautofrentealacasaybajarondelauto.Cuandoentraron,ellalepreguntó:—¿Quieresquehagatumaleta?—No te molestes, querida, la haré mañana. ¿Almorzamos en cinco minutos?Debohablarporteléfono...

DespuésdelalmuerzoPhoebepreparósuequipaje,contentaporqueno llevaríaprendasusadas.Tendríaquecomprarunmaletíndemanoporlamañana,siibanapasarlanocheenunbarco.SesentóhacercuentasysepercatódequeestabademasiadoendeudadaconGeorge.

Mientrasesperabanlacena,élleentregódineroyellalediolasgracias;algoensu expresión evitó que añadiera más. Cuando le tuviera más confianza, lepreguntaríacómoqueríaqueledevolvieraeldinero.

Sabíaqueélteníasuficiente,perodebíasostenerlacasa,pagaralaseñoraThirskymantenerelauto.Phoebenopodíapasarporaltoqueélusabaropamuyfina

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que debía costarle bastante y que vivía con comodidades. Ahora ella venía aconstituir un gastó extra y no tenía intenciones de ser una carga. Hizo unacuidadosa anotación de su deuda, la guardó en su bolso y cuando llegara elmomentooportuno,estaríapreparada.

ElreverendoJohnMatthewslarecogióalasnueve.Suesposaestabaconél,latorturabaundolordemuelas,peroestabaintrigadaporlaboda,quefueelúnicotemadeconversaciónhastaquellegaronaBurySaintEdmund,dondeladejaroncercadelastiendasyprometieronesperarlaenelestacionamiento.

—Quenoseadespuésdelasdoceymedia—leadvirtieron.Phoebenoconocíaelpueblo,perolastiendasparecíanestarbien.Comprósumaletíndeviaje,violos escaparates y, con la vista en el reloj, eligió un vestido de crepé azulturquesa.Seloprobóylequedóalaperfección.Pensóqueseríaadecuadoparaun primer encuentro con la madre de George, era de corte sencillo. Tuvosuficientedineroparacomprarunafaldadetafetánverdeoscuroyunablusadeseda. Se daba cuenta de que esas prendas eran un poco anticuadas para ella,despuésdetodo,eraunamujercasada.Senegóaprobarselaropajuvenilquelemostraba la vendedora y regresó al estacionamiento, por fortuna al mismotiempoquelosMatthews.

George todavíanovolvía desus visitas cuando ella regresó a la casa. Puso elvestido, la falda y la blusa en la maleta, agregó algunas cosas y se sentó aesperarlo.—¿Encontrasteloquedeseabas?—lepreguntóélcuandollegó.—Sí,gracias—mientras almorzaban,George recordóque aúnno le había hechounregalodebodasaPhoebe.

—Iremos de compras y podrás adquirir lo que quieras—anunció él.—Ya lohice.¡Nuncatuvetantaropanueva!

—¿No? Como yo llevo una vida social intensa y es probable que salgamosmucho,necesitarásmás.

Ella estuvo de acuerdo y se preguntó qué habría pensado él de sus horriblesprendas. Demasiado tarde deseó haber comprado uno de los vestidos mássofisticadosquelavendedoralemostró.TambiéndeseabaagradarlealamadredeGeorge,quiendebíaserunadamaconideasconservadorasacercadelvestir.

SalieronrumboaHarwich,despuésqueGeorgehizosuservicioenlaclínicayhablóconAndrewPowers.Phoebe,queestabaansiosapormarcharse,consideró

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asuesposodemasiadolento.Llegaronalmuelleconanticipación.Los trámitesen laaduanaresultaronemocionantesparaella,queobservabasupasaporte deturista,cuandolosellaban.Esperabaqueabrieransumaletaylarevisaran,peronolohicieron.Subieronabordo,dejaronelautoenellugarindicadopasaronala cubierta superior.De inmediato los llevarona sus camarotes, dondePhoebesacó lo que iba a ponerse esa noche.En respuesta a la petición deGeorge, loacompañóalrestaurantedondecenaronyatarde.

Elladurmiómuybien,tomóeldesayunoconGeorgeyluegolosdosobservaroncómo atracaba el transbordador, mientras el doctor, paciente y amable, leexplicabaelprocedimiento.Despuésfueronabuscarelauto.

En la aduana, no los detuvieronmucho tiempo y al salir del edificio, Phoebepreguntó:

—Noséadondevamos.—AHilversum…esunahoradecamino.Llegaremosalláalahoradelcafé.—¿TumadreviveenHilversum?

—Sí,tieneallíunacasaqueledejómiabueloyenlacualpasapartedelaño.Esunpuebloagradableyelterrenoquelorodeaesprecioso,cubiertodebosquesymuy tranquilo, no como esto —señaló con la cabeza las llanuras dondeabundaban las vacas blanco y negro y las granjas con sus inmensos granerosapartados del camino—. Esta es la Holanda que siempre espera ver la gente,peroapesardeserpequeña,elnorteylapartequellamamosVeluwesonmuydiferentes.Tellevaréallá,esunsitiopreciosoenestaépoca.

—George,¿teconsiderasmásholandésqueinglés?—inquirióphoebe.

—AquísoyholandéseingléssiestoyenInglaterra—contestóriendo—.Notepreocupes, mi madre habla tu idioma y no tendrás problemas en las tiendas,porquelamayoríadelagentesepreocupaporaprenderaunqueseaunpocodeinglés.

CuandopasaronporRotterdam,Phoebesepreguntócómopodíaélconducircontanta facilidad por aquellas calles tan aglomeradas, ahora estaban fuera de laciudadysedirigíanaUtretch,adondellegaronenpocosminutos.

Noentraronenlaciudad,siguieronelcaminoquelarodeabayenfilaronhaciaelnorte.Lavegetacióneraexuberanteyal llegara lasafuerasdeHilversum, los

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árbolesbordeabanlacarretera,formandounaampliacalzadaquelosconducíaalaciudad.

Elcaminoestabaflanqueadopormansionessólidas,construidasenterrenosmuybiencuidados,cadaunaconunaanchaverja.ElcaminoparecíainterminableyPhoebepreguntó:

—¿EsteesHilversum?¿Noesunaciudad?

—Está un pocomás adelante—George condujo el auto entre unos pilares depiedra,poruncaminodegrjivaquellevabaaunamagníficacasasituadaalfinaldelsendero.Phoebecontuvolarespiración.

—¿Esésta?¿Esaquídondevivetumadre?—Sí,ésteesmihogarcuandoestoyenHolanda—ledesabrochóelcinturóndeseguridad,seinclinóparaabrirle lapuertaylosdosbajarondelauto.Aella leagradó que él, galante le pusiera la mano en el brazo al subir por la ampliaescalinataqueterminabaanteunasólidapuertasnerviosa,bromeó:

—Es el tipodemansión donde una espera que lo reciba unmayordomo—sesorprendiócuandolesabriólapuerta,unhombrealtoydelgado,nomuyjoven,vestidodejacketnegroypantalónarayas.

—Phoebe,ésteesUlco,haestadoconlafamiliadesdequeyoeraniñoyesunodemismejores amigos—George hablaba con amabilidad—.Ulco, ella esmiesposa.

Phoebeextendióunamanoysonrió,ruborizada.—¿Cómoestá,Ulco?…losiento,peronohabloholandés.

—Yohablounpoquitode inglés—respondióUlcoconvozgrave—,yme damucho gusto darle la bienvenida, señora Pritchard—le sonrió y ella tambiénampliósusonrisa—.Sumamáestáenelsalón,señorGeorge.

Los guió a través del vestíbulo, con su pulido piso de madera, tapetesdiseminadosyparedesconpaneles,dedondecolgabanalgunosretratos.Phoebenotuvotiempodefijarseentodo.Laspuertasdoblesalasqueseacercabanseabrierondeprontoyaparecióunadamarolliza.Noeramásaltaquelaenfermerayaunquevestíaconelegancia,exhalabaunairedecomodidadqueaPhoebe leparecióreconfortante.

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—¡George! ¡Querido George! —se puso de puntillas para abrazarlo antes desaludar a la joven—. ¡Y Phoebe… exactamente como George te describió!Bienvenida,hija,me alegramucho conocerte—le dijo algo aUlco y los trespasaronalsalón,uncuartoenorme,amuebladoconunamezclabienbalanceadadecómodos sofás butacones y preciosas antigüedades.George apartó lamanodelbrazodesuesposayfuesumadrequienllevóaPhoebehastaunlindosofácubiertoconterciopelodondelasentó.LaseñoraseacomodóalladoyGeorgeenelgranbutacónfrentealasdosmujeres.

Los minutos siguientes transcurrieron entre preguntas acerca del viaje, cómoestabaWoolpit,laSeñoraThirskyBeauty,elprogresodeGeorgeensuprácticay si Phoebe estaría de acuerdo con que su suegra pasara con ellos una o dossemanas,másadelante.

—Yo tengo una casa enGrantchester —explicó la dama—. Paso allá muchotiempo, perome encantaría hospedarme con ustedes—se interrumpió cuandoUlcoentróconlabandejadelcafé.Luegohablódelosmiembrosdelafamiliaydelosamigos,gentequeGeorgeconocía.

—Daréuna fiestaenhonordeustedes la semanapróxima. Invitaremosaunoscuantos amigos y a la familia. Los demás vendrán después—se volvió haciaPhoebeysonrió,susojoserantanazulescomolosdesuhijo—.Quieroquelosconozcasatodos,mesientoorgullosadetenerunanuera.

Luego llevóaPhoebealpisosuperior, subiópor laescaleracon la ligerezadeuna persona joven. En la galería que quedaba sobre el vestíbulo había varioscorredoresyunbuennúmerodepuertas.LaseñoraPritchardabrióunaylahizopasar.—Llegamos—sonriófeliz—.HayuncuartodebañodetrásdeesapuertaylaalcobadeGeorgeestáenseguida.Cuandonecesitesalgo,llama…todosenlacasahablanunpocode inglésyporsupuesto,mihijo teayudará.Me imaginoquequerrásarreglartedespuésdeeseviajetanlargo,bajatanprontocomoteseaposible,querida.

UnavezasolasPhoebemiróalrededor.Lahabitacióneragrande,amuebladacongustoylujo;elcuartodebañotambiéneraespléndido.Seasomóporlaventanaquedabaaljardín,espléndidoconlasfloresdelaprimavera,elcéspederacomodeterciopelo.Despuésdeunosminutos,selavó lasmanosy lacaraysesentóparaarreglarseelcabelloymaquillarse.Alterminar,nointentópararse,sequedóallí, contemplando su imagen en el espejo. Cuando alguien llamó a la puerta

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contestó:

—Adelante —era George quien se sentó en la cama, y ella se volvió paramirarlo:—¿Porquénomelodijiste?—lepreguntó.Elnofingiódesconcierto.

—Pordiversasrazones…comoves,Phoebe,ésteesmihogar,lomismoqueloesInglaterra.Supongoquetepareceostentoso,peroesperoquelleguesaamarlocomoyo.

—George,¿tumadreesrica?—Sí.Mipadreteníadineroyellaprocededeunafamilianobleholandesa…esbaronesayconservaunacuantiosafortuna.Phoebeabriólabocaparahablar,yélnolediooportunidad.—Tambiényotengobastantedinero,querida,peronuncahepermitidoqueesoinfluyaenmivida.Esperoquenoteimporte.—Nomientrasmeacostumbro…Hubieraqueridoquemeloconfesarasantes…decasarnos.

—No habrías aceptado casarte conmigo —le sonrió y se levantó—. Vamosabajo,mimadresemuereporhablarcontigo.¿Estáscansada?Puedestomarunasiesta,siquieres.

—¿Cansada? —preguntó asombrada—, ni un poquito… Sólo las abuelitasduermenlasiesta…—añadiósonrojándose.—Ytútodavíanoeresunaabuelita—bromeóGeorge.

El día pasó bastante agradable. Después del almuerzo, la llevaron a hacer unrecorridoporlacasayluego,conGeorge,paseóporelgranjardín.El límite loconstituía un bosque poblado en su mayoría por pinos, y como había unapequeñarejaqueseabríaaunsendero,élledijoquepodíancaminarkilómetrosenteros,silodeseaban.

—Nohoy…pasaremosunanochetranquilayteacostarástemprano,Phoebe,hasidounlargodía.—Aunquemuyhermoso,esperohabertraídolaropaadecuada.—Debemosirdecompras mañana —la tomó por el brazo—. Consulta con mi madre quénecesitas…¿Tepreocupalafiesta?

—Sí.Compréunvestido…creíqueeraadecuadoparalaesposadeundoctor—pensaba en lo amable que era él al considerar ese detalle— cuando fui a una

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fiesta con… con Basil, las chicas lucían vestidos muy elegantes o trajes conpantalones,quizásaquítambiénseansofisticadas.

—Me imagino que las más jóvenes lo serán. Me disgustan los trajes conpantalones.—Nolocompraré.Esprobablequeatumadreleparezcaapropiadoalgunodelosquetengo.—Veremosquéopinaella.

Esa noche, para la cena, Phoebe lució uno de los bonitos vestidos que habíacompradoenCambridgeysintióalivioalverquelaseñoraPritchardusabaalgosimilar.Terminarondecenarypasaronalsalónparatomarcafé,cuandollegaronunaspersonasavisitarlos…unaparejayamayoryunalindachica.

Viejos amigos—explicóGeorge, los saludó demano y besó a la joven. EranMijnheer y Mevrouw van Renkel y su hija Corina. Les ofrecieron café y sesentaron. Hablaban inglés, aunque en ocasiones cambiaban al holandés, sedetenían y se disculpaban con Phoebe porque no entendía una palabra. Ellaobservó que Corina hacía aquello con más frecuencia, sonriéndole con unaespeciedediversióndisimulada.APhoebelediogustocuandolosvanRenkelsedespidieronparamarcharse,massedesconcertóaloírqueCorinaanuncióquesequedaba otro rato, explicando que sus padres podrían recogerla después devisitaraotrosamigos.Nilamadrenielhijodemostraronplacerantetaldecisiónysiguieronconversando,incluyendoaPhoebehastaquemamáPritchardsugirióquesisunueraibaasalirdecomprasporlamañana,seríaconvenientequeellasdos subieran a la alcoba para revisar los vestidos. Phoebe la siguió fuera delcuarto,renuenteadejaraGeorgeconCorina,aunquesedabacuentadequesecomportabadeunamaneratontaylesorprendíasudisgusto.Comonodeseabaque laseñora Pritchard lo notara, la acompañó a la habitación y una vez allí,Phoebehizounesfuerzoparasacarsuvestidoazulyponérselo.

—Unvestidomuybonito,querida—aseguró la suegra—,perono te favorece.Comoeresdelgadaymuyjoven,algoconmangasgrandesyescotemásbajo,tuesbeltezsugiereluciresasencantadorasfaldasamplias.¿Quémástrajiste?

Phoebesacólafaldaylablusa.—Tienes buen gusto, querida, pero eres muy joven para usar esas prendas.MañanadebesirconGeorge…¡yaceptasusconsejos!CuandobajarontodavíaestabaCorinaallíylaseñoraPritchard,siempreamable;

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sugirióalachica:—¿Quieresque ledigaaUlcoque te llevea tucasa?GeorgeyPhoebe tienenmuchascosasquehacer...

Por fortuna los padres de Corina regresaron en ese momento, Phoebe estabaseguradequeGeorgeseofreceríaparallevaracasaalajoven.ElmatrimonioselallevódiezminutosdespuésyUlco,sinqueselopidieran,llegóconmáscafé.Lostrescharlaronduranteotramediahora,hastaqueGeorgebruscamentedijo:

—Teestásdurmiendo,querida,veaacostarte.

—Porsupuesto,debeshacerlo—intervinolaseñoraPritchard—,enespecialsivasairdecomprasmañana.George,Phoebenecesitaalgoderopa…llévalaaHilversum—tomólamanodelajovenyledijoconamabilidad—:Querida,noquiero que pienses que te impongo mi voluntad… eres la dulce hija que mehubieraencantadotener.

Phoebelebesólamejilla.—Sinotieneinconveniente,megustaríatratarlacomosifueramimadre,casinorecuerdoalamía.Dio las buenas noches, George abrió la puerta para que saliera y le besó lamejillasusurrándole:—Queduermasbien,querida.Aunquenohabíarazónparalocontrario,inquieta,permaneciódespiertadurantemuchotiempoyCorinaeralacausadedichainquietud.

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Capítulo5

Veinticuatro horas después, Phoebe estaba de nuevo en la cama, pero conpensamientosmuydistintos.HabíasidoundíaemocionanteyfelizynopensóniporunmomentoenCorinavanRenkel.Yacíaacostada,decididaanodormirsehastahaberrepasadocadaminutovivido.Salieronde lacasa,pocodespuésdeundesayunosinprisa,haciaelcentrodelpuebloysesorprendióalverqueeratanmoderno.DejaronelautoenelestacionamientodelhotelHetHofHolland,tomaron café, reservaron una mesa para el almuerzo y fueron a visitar lastiendas. No esperaba que George se interesara tanto en lo que su esposacomprara,niqueeligieravariosvestidosqueellahabíaconsideradodemasiadomodernos.ElinsistióenqueselosprobaraycuandoPhoebelosmodelóparaél,observó que le sentaban de maravilla, aunque desde luego eran prendas quenuncahabíausado…Sesentíaotraalversutransformaciónenelenormeespejo.

LlevaronlosvestidosalautoyPhoebeinquiriócontimidez:—¿Quieresquebusqueunpeluqueropajaquehagoalgoconmicabello?

—Tucabelloestámuybien—enfatizóGeorge—,teveobien,perosiquieres,vea que lo laven, mas no te atrevas a que lo ricen —continuaron su camino,observandolosescaparatesyélsedetuvoamirarunvestidocolorgrisplata,queexhibíanenunaboutique—.Miraeso,parecehechoparati.Vamosacomprarlo.

Así, Phoebe adquirió otro vestidoque era un sueño, con suaves pliegues y unhermosocinturón.DespuésalmorzaronyGeorgesugirióquecaminaranunpoco.RecorrieronLoenen avanzando a lo largodel ríoVecht, cruzaron al otro lado,pasaronporMaarssenhastallegaraHilversum,dondeGeorgehabíaestacionadoel auto. La llevó a un elegante saloncito de té donde ella comió un enormebizcochodecrema,antelainsistenciadeél.

—Soy golosa y esto sabe a gloria —clavó el tenedor en la pasta—. Voy aengordar,esloquemehacefalta.

—Teveobiencomoestásahora,aunqueunoscuantoskilosmásnotevendríanmal.Esgratoestarconunajovenquenoescogesólopanecillossecosyhojasdelechugaparacomer.

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Phoebehizounapausa,coneltenedorenelaire.—¡Oh!…¿salisteantesconchicas…conalgunachicaquenadamáscomíaeso?

—En muchas ocasiones, de eso hace mucho tiempo, Phoebe. Como era unarespuestasatisfactoriaellasonrióycerrólosojos.

Aldíasiguientevendríanaalmorzaralgunosparientes.Eraunamañanafríayelvientosoplabaenráfagasviolentas.Antesquellegaranlosinvitados,Phoebesepuso un impermeable, se ató una pañoleta en la cabeza y salió a caminar conGeorge,porelhúmedobosqueenlaparteposteriordelacasa.Todoestabamuytranquiloyenlossenderosquedabanmarcadassuspisadas.

—Debemos sostener una pequeña charla acerca demi árbol genealógico—ledijoGeorge.

HabíapuestounamanoenelhombrodeellayacortóelpasoparaigualarloaldePhoebe. Habló con calma durante algún tiempo y la joven lo escuchó coninterés;leexplicabacómohabíallegadosufamiliaasertanrica,hacíayamuchotiempo.Losantepasadosdesupadrehabíansidoloqueella,enprivado,llamaba“aristocracia provinciana” y habían invertido sabiamente en los primerosferrocarriles.Siemprehubomédicosenlafamilia,quetriunfaronyaumentaronelcapital.Encuantoasumadre…susancestroshicieronsufortunaenlasIndiasOrientalesHolandesas,enelsiglodiecisiete,eincrementaronsuriquezaatravésdelossiglos.

—En aquellos tiempos el dinero tenía que dividirse entre más personas —contestóGeorge—,pero comoahora la familia es lamitaddenumerosade loqueerahacecienaños,atodosnoscorrespondeunapartemayordelafortuna,siesquemeentiendes.

—Sí…supongoquemeacostumbraréaello.LaexpresióndeGeorgedenotabaciertaarrogancia.

—Naturalmentequeteacostumbrarás.Además,dijistequetegustaríacolaborarconmigocomoenfermera.Meahorraríamuchotiempo…aplicaríasinyecciones,vendajesytodoeso,sostendríasalosniñosycalmaríasalasmadresnerviosas…¿Tegustaríahacerlo?Tequedaría tiempolibreparahacer loquedesearasynocreoquetenecesitaríaporlastardes.

—Me encantaría. No terminé mi capacitación, pero sí domino los primeros

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auxilios—asintiócomplacida.—Meparecebien.¿Quieresqueprobemos?Ellaaccedió,felizyregresaronalacasa.

Llegaron unos cuantos minutos antes que aparecieran los primeros invitados:eran los tíos Oom Charles y Tante Beatrix, un barón y una baronesa, segúnescuchó Phoebe anunciar a Ulco, aunque no lo parecían. El hombre tenía elcabellogrisycaminabaconelcuerpounpocoinclinado,suesposaerapequeñay tímida.Phoebeapenashabía intercambiadoconellosunaspalabrascorteses,cuandosepresentarondoschicasyunjoven.

—Primos—le murmuró George al oído. Juliana, alta, de figura imponente yvestida un poco extraña: con una enorme capa, un sombrero de fieltro de alaancha y un traje verde vivido; Sibilla, más pequeña y más pálida que suhermana,vestíacomoPhoebe,un trajeclásicoyel tercero,Cornelius,bastanteparecidoaGeorge,aunquemásbajoygrueso.Julianaeraartista,loquetalvezjustificaba su raro modo de vestir, pensó Phoebe. Su hermana no teníaocupación,estabacomprometidaparacasarseeinvitóaPhoebeyaGeorgea laboda,losqueaceptarondeinmediato,antesqueCorneliusseunieraaellos.

Ulco distribuía bebidas cuando llegaron los últimos invitados… otra tía,hermanadelaseñoraPritchard,acompañadadesuhija,suesposoyunadamadecabellosblancosmuyderechaygarbosa.

—Miabuela—susurróGeorgealoídodePhoebe—.Nosalemucho,nadamásvinoainspeccionarte,querida.Phoebe pensó que no podía ser peor que la tía Kate y permaneció calladamientraslaancianalaexaminaba.

—Puedesbesarme,Phoebe—lainstólaabueladeGeorge.Phoebedepositóunligero beso en la bien maquillada mejilla y sonrió, no podía pensar en algoadecuado que decir, aunque resultó lo más indicado, puesto que la ancianaasintió con aire imponente, ofreció una mejilla a su nieto y le dijo algo enholandés.ElcontestóenelmismoidiomamientraslosdosmirabanaPhoebe.—Está bien —explicó él —. Estamos de acuerdo con que serás una buenaesposa.

Sonrióalhablaryleasiólamano,reteniéndola,yPhoebe,porprimeravezdesdequesecasaron,sesintiófeliz,aunquenoteníaideadelporqué.

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El almuerzo se alargó con la conversación, casi toda desarrollada en inglés.PhoebeyGeorgesesentaronenlacabeceradelamesaconuntíoacadalado,ellaestabamuycontenta,comoenunagradablesueñoysuponía,consuhabitualcalma,queasudebidotiemposeacostumbraríaavivirenellujo…todoslosahípresenteslodabanporhecho.Además,aunqueGeorgeerarico,suhogarestabaenWoolpityaunquenoteníamuchascomodidades,era…SuscavilacioneslasinterrumpióGeorgealcomentar:

—Estoesencantador,¿verdad,Phoebe?,sinembargo,sientoungrancariñopormihogarenWoolpit.—¿Cómo supiste que yo pensaba lo mismo? —preguntó sorprendida. —Tuexpresióneraelocuente,creoquesiempresabréloquepiensas.

Latardefuemuyagradable.Unoporunotías,tíosyprimos,sesentaronjuntoaPhoebe,muyamablesleformularonpreguntas,paraterminaraconsejándolequeGeorgetomaraprontootrasvacacionesylatrajeradenuevoaHolandaparaunaestanciamás larga. Todos vivían en diferentes partes del país: Groningen, alnorte, cerca de La Haya, en Rhenen, por el Rhin y la abuela en Friesland.Recibió una invitación de la anciana antes que ésta partiera con muchaceremonia,enunantiguoDaimlerconducidoporunviejochofer.

—Mevisitarás—ledijoaPhoebe—.Georgedebedellevartetanprontocomopueda—dirigióunamiradapenetrantealosojosdelachica--.QuieroaGeorgetantocomoestoyseguradequeloamastú,querida.

Phoebetuvolasensacióndequedentrodeellahabíaexplotadounaburbuja.Sepusorojaylefaltólarespiración.Siestabaenamoradadeél,¿cómoeraposiblequeno lohubieradescubierto?Muypálidamirófijamentea laanciana.—Veoqueacerté,querida.

La abuela ofreció la mejilla a Phoebe para que la besara, cuando George sedirigíahacia ellas, lo tomó por el brazo y caminó hasta donde la esperaba suauto.

Cuando todos semarcharon, elmatrimonio salió de nuevo a caminar. Phoebepensabaqueeramásfácilhablarmientrascaminaban,sin tenerquemirarlodefrente.Charlaronacercadelafamiliayregresaronparatomarelté.

—Unanochetranquilaencasa—comentóGeorgesatisfechoymiróaPhoebe.

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Mas no resultó así. Continuaban sentados después que les habían retirado elserviciodelté,cuandoescucharonquellegabaunauto.Georgenosemovió,yella,almirarloleparecióqueestabamolesto.

—Kasper…—hablóconvozbaja—.¿Loesperabas,mamá?

—No, querido—contestó la señora y frunció el ceño. Se volvió cuandoUlcoentróparaanunciaraMijnheerKasperThyssvanLinke,yabrióunpocomáslapuertaparadejarpasaraljovenquecaminabadetrásdeél.

Sólo había una forma de describirlo: alto,moreno y apuesto. Sonreía con talencanto, que hubiera respondido en igual forma hasta el más malhumorado.Algode loque carecíaGeorge, quien sepusodepie, eravariaspulgadasmásaltoqueelvisitante.

—Es un placer inesperado, Kasper —su voz era amable y también sonreíamientraselreciénllegadocruzabalahabitaciónparabesarlamejilladesutía—.Debesconoceramiesposa…Phoebe,ésteesKasper,otrodemisprimos.

Phoebelediolamanosonrojándoseantelafrancamiradadeinterésquevioenaquellosojososcuros.DespuéslaretiróyaqueKasperlahabíaretenidomásdelodebidoyrecobrólacalmaapesardequeaúnestabasonrojada.

—¿Cómo estás?—saludó a Kasper y se volvió hacia George—. ¡Tienes unafamilia muy numerosa! —sonrió a su esposo, mientras se recriminaba haberenrojecidocomounacolegiala.

No quería volver a encontrarse con aquella mirada oscura, pero tenía quehacerlo,yaqueKasperestabahablando.

—Nosomostantosquenopodamosdarlabienvenidaaunaencantadorapersonaquesesumaalafamilia—miróaGeorge—.Misfelicitaciones,lamentoquetuboda fuera tan íntima… me hubiera gustado ser el padrino de la ceremonia.¿Permaneceránaquíalgunosdías?

—Los necesarios para que Phoebe conozca a tantos miembros de la familiacomoseaposible.¿Ynoestiempoyadequefestejemostuboda,Kasper?

FueentoncescuandoellasediocuentadequeaGeorgenoleagradaba.Aunquenada en su manera de tratarlo lo delatara, la joven suponía que cuando uno

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amaba a alguien, adquiría un sexto sentido que la hacía adivinar sussentimientos.

—Sí, aunque ahora que conozco ami nueva prima, lamento no haber sido elprimeroenverla…¡Heperdidomicorazóndemasiadotarde!

Se golpeó el pecho con tanto dramatismo, que Phoebe rió. Por supuesto quebromeaba…peroalmismotiemposintióunocultodeseodequetambiénGeorgeentregarasucorazónynoenbroma.Loreprimiódeinmediato,porconsiderarlodesleal.

—¿Te quedarás a cenar, Kasper?—preguntó la tía y George añadió.—¿Quédeseasbeber?

—Esperaba queme lo preguntaras. Estoy en camino a Rhenen—se volvió aPhoebe quien estaba sentada, tranquila y había recobrado su color natural—.Vivoallá.Debesiraconocerellugarunodeestosdías...

Phoebe,ansiosaporvolveraunaconversaciónnormaldijo:—Sí,¿noesahídondehabíaobisposhacemuchotiempo?—¿Hasestadoallí?—preguntóKaspersorprendido—.¿ConocesHolanda?

—No, pero cuando supe que vendríamos,me documenté. Phoebe aceptó unacopa de jerez que le ofreció George y sintió alivio cuando él hizo que laconversación se generalizara, al parecer sin esfuerzo. Su madre subió acambiarseparalacenaylajovenlaacompañó.DeseabaquedarseconGeorge,peroansiabaalejarsedeKasperquetantolainquietaba.

Phoebe también se puso otro vestido, se maquilló de nuevo y se arregló elcabello.Almirarseen el espejo, la satisfizo su apariencia.No poseía belleza,perolesacabapartidoaloqueteníayestabaseguradequeGeorgelonotaría.

BajódespacioporlaescalerayencontróaKaspersoloenelsalón.Elfueasuencuentroytomóunadesusmanos,reteniéndolaentrelassuyas.—Esunlindovestidoyunalindachicaquienloluce.Phoebetratódeliberarsumano,peroélnoselopermitió.—Eresmuy amable, pero no soy linda.Además, nome agradan esa clase decumplidos—volvióatratarderetirarsumano—.Ydesearíaquemesoltaras.

Kaspernolehizocaso,mirabasobresuhombroysonreía.

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—George,miegoestáhechopedazos…creoquenolegustoaPhoebe.

—Debo conocer a las personas para saber si me agradan —sonrió ella, nodeseabalastimarsussentimientos,aunqueélnoparecíamolesto.—¿Ustedesseconocendesdehacemuchotiempo?—preguntóKasper,comouninocente.

GeorgemiróaPhoebeysonrió.—Sí,aunquedebodecirtequeeltiemponoesdeterminante,¿verdad,querida?

Phoebe deseaba de todo corazón que él la amara cuando asintió con fervor ycruzóelcuartoparaponerunadesusmanosentrelasdesuesposo.Ladeélsecerróentornoaladeella,dándoleseguridad,aunquesóloporunmomentoyaque la madre llegó para hacerles compañía y él fue a servir una bebida,dejándolasentada,hastaquellegóUlcoyanuncióquelacenaestabaservida.

FuedurantelacomidaquesurgióelnombredeCorina.—¿HanvistoaCorina?—preguntóKasper—.Ustedessiemprefuerongrandesamigos.Lavihaceunmesymedijoquevendríaavisitarlos.

—Corina estuvo aquí ayer. Fue una lástima que no la vieras… las chicastuvieronoportunidaddeconocerse.Creoquelaveremosantesdemarcharnos—George habló con evidente buen humor y Phoebe hervía de ira. No habíapensadoenCorinadurantetodoeldíayheaquíqueaquellaodiosachicavolvíaa su mente para molestarla, aunque fue todo lo que se habló de ella. ComoKaspererasimpáticoyunconversadormuyingenioso,alterminarlacenatodosreían.Estabacontentacuandodejaronlamesa.Kaspersehabíasentadoenfrentede ella y cadavezque levantaba la vista, se daba cuenta de que él lamiraba.George,sentadoalacabeceradelamesa, tambiéntenía losojospuestosensuesposa,peroellanolonotó.

Despuésaltomarelcaféenelsalónyescucharsuvozlentayprofunda,sintióqueestallaríadeamor,denadavalíademostrarle loquesentía.Ensuesfuerzoporocultarlo,opermanecíacalladaocharlabademasiado.Fueunaliviocuandolasuegradijoqueerahoradeiralacamaysedisculpó.PhoebedeseóaKasperbuenas noches, agradeció con cortesía su renovada invitación para que lovisitaran,ofreció lamejillaaGeorgeyacompañóasumadre.SalíandelsalóncuandoKaspergritó:

—Me marcho pronto, Phoebe… no detendré mucho a George. Ella no le

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contestó, pero cuando llegaron a la parte superior de la escalera, lamadre deGeorgesedetuvo.

—¿TeagradaKasper,querida?—Noestoysegura…sóloqueessimpático.¿Nolemolestaquelodiga?

—Deningunamanera.Tehiceunapreguntaymerespondisteconsinceridad—besó la mejilla de Phoebe y ésta pensó que añadiría algo, pero sólo dijo—:Buenasnoches,querida.

Ensuhabitación,Phoebesedesvistiódespacio,sedemorómuchocepillándoseelcabello.NopensabaenKasper,sumentelallenabaGeorge…quienlahabíaqueridolosuficienteparacasarseconella,peroquenodabaseñalesdeamarla.“Debohaceralgoalrespecto”,musitóparasíalacostarse,pensabapermanecerdespierta hasta que encontrara la solución, pero como había sido un día muyagitado,sequedódormidadeinmediato.

MevrouwThyssvanLinkenobajó a desayunar;Phoebe yGeorge lo hicieronjuntos, en un pequeño cuarto detrás del vestíbulo, mientras discutían lo queharíanesedía.

—Podráseraburridoparati,peromegustaríaquedarmeaquí.Quierodecir,sólohoyparapoderdescansar—dijoPhoebe.—Eso haremos. ¿No quisieras caminar hasta el pueblo? Hay un sendero quecruzaelbosque.PodríamoscompraralgoparalaseñoraThirsk.—ParalaenfermeraWilkinsyparaSusantambién.—Porsupuesto.Sabrásquedebemosdevolveralgunasvisitasdefamilia,antesderegresaracasa,lasespaciaremosparaquenoteabrumen.—Eso me gusta, todos viven en diferentes partes del país. Me simpatizó tuabuela.—Iremosalláprimero.Seráunpaseomuyagradable,podemosalmorzarconellaycenarduranteelcaminoderegreso.¿Mañana?—Sí—yllenósutazadecafé—.¿Nosemolestarátumadreporquesalgamostodoslosdías?—Deningunamanera.Somosunafamiliamuyunida,túlosabes.

“Exceptuando a Kasper”, pensó ella en silencio. Suponía que también lovisitaríanydebíareconocerqueaquellosería…interesantevolveraencontrarsecon él.Resultaba halagador que laadmirara, si se consideraba poco atractiva.SonrióalpensarloyGeorgeinquirió:

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—¿Estáscontenta?¡Québueno!Ponteunoszapatoscómodosysalgamos.

Caminaronatravésdelbosque.Lossenderoseranarenososyencontraronmuypocagente,personasquellevabandepaseoasusperrosyunoodosjinetes.Unavezquellegaronalcentrocomercial,tomaroncaféydespuésdeambularonparaobservarlosescaparates.Phoebeeligióunbolsodepielqueleparecióadecuadopara la señora Thirsk, y un par de pañoletas de seda para Susan. Nada másfaltabalaenfermeraWilkins.

—Ella tiene su casa—agregó Phoebe—, algo de porcelana—encontraron unjuegodetéy,satisfechos,regresaron.Llegaronprontoalacasa,ellaseseparódeGeorgeenelvestíbuloparairasuhabitaciónyarreglarseparaelalmuerzo.Sesentíafelizalpensarquesuesposohabíadisfrutadodesucompañía.

Alamañanasiguientesalierontempranoycomoeldíaerafrío,Phoebelucióuntraje abrigador. Se sintió dichosa al ver la mirada de aprobación de Georgeduranteeldesayuno;valió lapena levantarsemás tempranoquedecostumbre,yaquetuvotiempoparamaquillarseyarreglarsebienelcabello.Semarcharonde buen humor, dirigiéndose al norte, primero por la carretera pasando porNijkerkyHarderwikjyluegoporZwolle,dondesedetuvieronparatomascafé.Mástarde,GeorgesedirigióaSteenwijkyluegohaciaLeeuwarde.Muycercadel pueblo dio la vuelta por un camino angosto que los llevó hasta la partesuperior de un dique, aquí los campo eran abiertos, llenos de vacas blanco ynegroyenladistanciaPhoebevislumbróagua.

—¿Eselmar?—Sonlagos,todosconectadospormediodecanalesyríos…casillegamos.

Ella vio un grupo de casas alrededor de una iglesia. George disminuyó lavelocidad,yllegóaunacallequeterminabaenungrupodeárboles.Unminutodespuésestabanenunaentradadegravayalfinalviolacasa.Teníaunapuertaflanqueada por amplias ventanas, era de dos pisos, con un balcón muyornamentado a todo lo largo del primero e hileras de ventanas en el segundo.Phoebe no habló, quizá la abuela tenía otrosmiembros de la familia viviendoahí.

Los recibióunamujerde rostrosevero, los llevóporelampliovestíbulohastalas puertas dobles, que tocó ligeramente y sonrió al abrirla. Antes de entrar,Georgedijo:—Phoebe,éstaesMarthe,elamadellaves—lájovenleestrechóla

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mano.

LaabueladeGeorgeestabasentadaenunpequeñobutacón,cercadelaenormechimenea con su gran campana y el escudo de armas en la parte superior. Elcuarto era grande, recibía mucha luz que entraba por las amplias ventanas yestaba ricamente amueblado. Phoebe, una vez que se saludaron, tuvo tiempoparamirarasualrededor.Sesentóquieta,sintomarparteenlaconversación.Laancianacomenzóahacerpreguntas,algoqueduróhastaque los llamaronparaalmorzar. Comieron en otra enorme habitación de cuyas paredes pendían losretratos de familia. La mesa del comedor era lo suficientemente grande parasentarcómodasadocepersonas.

—Dormirémisiesta—anunciólaancianacuandoterminarondetomarelcafé—.LlevaaPhoebeparaqueconozcalacasa,George.

Se asomaron a todos los dormitorios, que parecían estar en uso constante.—¿Vivesolatuabuela?—preguntóPhoebe.—Lamayor parte del tiempo, sí. La familia se reúne de vez en cuando.—Esmuynumerosa...

—Los primeros Thyss van Linke que vivieron aquí tenían diez hijos y desdeentoncesnuncahahabidomenosdeseis.Miabueloeraunodeochohijosymiabuela era la menor de cinco. Ahora no queda ninguno, pero jamás pensaríadejarlacasa,hasidosuhogardurantemuchotiempo.

Salieron al jardín y a través de una pequeña verja pasaron al bosque.Todavíahacíafríoyestabanublado,aPhoebenoleimportaba,bienpodíaestarnevando.Semarcharondespuésdelté,llevandoelregalodebodasdesuabuela.—Lesirámuy bien —afirmó la dama al besar y despedirse de Phoebe—. Regresensiemprequelodeseen.

—Un día precioso —comentó la joven y suspiró, mientras comían unaespléndida cena en el Grand Hotel Wientjes—. George, ¡qué familia tannumerosa tienes! —no fue su intención demostrar envidia, y él replicó deinmediato:

—Suficienteparalosdos,querida.

Alamañana siguiente fueron a La Haya para visitar a Tante Beatrix y OomCharles. Vivían en los suburbios de la ciudad, en un área boscosa, cerca de

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Wassenaar.Otraenormecasa,aunquemuydiferentealadeFriesland.Estaerade ladrillo rojoyconmuchosadornossobre lasventanas.Tenía techode tejasdos torresa los ladosyunaescalinataparasubira lapuertadel frente, lacualabrióunsirvientemuycorrecto.APhoebeleagradóqueadentrolatemperaturaestuviera tibia.Lajovenllevabaunelegante trajededospiezas,quehacíaseismesesnohabíasoñadousar.Era sorprendente lo rápido que se acostumbraba.LosrecibieronconmuchocariñoyPhoebesupoque labaronesaesperabaqueella contestara a las mismas preguntas que había hecho la abuela de George.Sintió alivio cuando les ofrecieron bebidas y los invitaron a almorzar, unacomidamuyelaboradaenuncomedorimpresionante,conmueblessólidosymásretratosdeantecesoresquemirabandesdelasparedes.Preferíaelsalón,aunqueestabaamuebladoconelmismoestilosobrio.

—¿Ybien?—preguntóGeorgecuandoibanrumboacasa.—Fueronmuyamables—contestóPhoebe—,peromegustómás lacasade tuabuela.—Amítambién.TanteBeatrixesdemasiadoimponente,paramigusto.

Alotrodíanosalieron,caminaronunpoco,charlaronconlamadredeGeorgeyaunqueteníanlaintencióndeiraGroningenesanoche,unallamadatelefónicaloshizoalterarsusplanes.Lena,laprimadeGeorgehabíaenfermadodegripeylesavisaronquenofueran.

—Enesecaso,iremosaRhenen—sugirióGeorge—.Kasperaúnestáencasa…lollamaré—mientrashablabamirabaaPhoebeyellasintióquese ruborizaba.Laexpresióndeélnocambió—.Voyasugerirquecenemos,¿teparece?

—Lo que tú digas—gracias a Dios le volvía el color y esperaba que él nohubieranotadosuturbación.Nodeseabair.

Pasaronlatardecaminandoporelbosqueycharlandosentadosenloscómodossillones,escucharonlaradioyvierontelevisión,hastaquefuerahoradevestirseparalacena.

PhoebesepusoelvestidoqueGeorgehabíaescogido.Sussuavesplieguescaíancongracia,elmagníficocinturónmarcabalapequeñacintura.Estabaseguradeque a su esposo le agradaría que lo usara esa noche. También él semostrabaapuesto,conlospantalonesysuéterdelgadosquehabíausadodesdequeestabanaquí.

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Elsevolvióparamirarlacuandollegóalpiedelaescalera,contantafijeza,queellapreguntósinsaberporqué:

—¿Ocurre algomalo?Me puse este vestido… es el mejor de todos. . .—Esprecioso,vasaimpresionarlos—noeraloqueellaesperabaquecontestara.

Era bastante lejos yGeorge tomó los caminos laterales. Como era una nocheagradableyelcampoestabatranquilo,Phoebeteníadeseosdehablar,peroalfindesistióyaqueGeorge,siemprecortésydeexquisitosmodales,noteníahumorparacharlar.Ellasecontentabaconirsentadaasu lado,observandosusmanosen el volante, soñando despierta, sueños que no había esperanzas de que serealizaran.

LacasadeKasper estabamuyapartadadel caminounpaco antes de llegar alpequeño pueblo de Rhenen. Era una construcción de tamaño regular con unjardínquelacircundaba.AbriólapuertaunamujermadurayKasperlahizoaunlado,saludándolosconunaampliasonrisayconunfloridodiscursoacercadelaencantadoraaparienciadePhoebe.Ellarespondióalsaludo,sinsaberquédecirante loscumplidos.MiróaGeorge,depie juntoaella, imperturbableyeso lamolestó.Kasperletomólamanoydijo:

—Pasen…haytiemposuficienteparatomarunacopaantesdecenar—Phoebelesonrióypasóporelvestíbuloaunsalónqueabarcabatodoelanchodelacasay que estaba escasamente amueblado. Alguien permanecía sentada en unhorriblesofá…Corina.

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Capítulo6

Phoebesehabríaquedadoparadaenlapuerta,peroKasperlateníafirmementeasidadelamano.—¡Sorpresa,sorpresa!—exclamóKasper—.Comolleguéalaconclusióndequetreseraunnúmeropésimoparaunacena,invitéaCorina,loque quiere decir que podré conocerte mejor, querida Phoebe y ella y Georgereanudaránsuviejaamistad.

Corina se levantó y caminó hacia ellos, mientras Phoebe experimentabasensaciones encontradas. En primer lugar, no le agradabaCorina, sentía celosporqueellayGeorgeeranviejosamigos…yesoabarcabaunbuennúmerodecosas… y, en segundo lugar, la invadió una inmensa satisfacción ya que suvestidoeratandistintoaldeCorinadefaldaangosta,desaténnegro,sinespalda.Lasaludóindiferente:

—Hola,Corina,qué sorpresa,meagradavolveraverte—susonrisaalmenosparecía genuina y la pudo conservar cuando la joven se echó en brazos deGeorgeylobesó.

La noche se alargómucho. La cena fue en un comedor tan feo como la sala,llenodesillasincómodasyunamesaconcubiertadecristal.Lacomida,resultóespléndida,aPhoebenolegustó.AunquehabíarebasadoaCorinaenelvestir,nopodíacompetirconsuindudabletalentoparaatraerlaatención,asíquesólosonrióyhablómuypoco,sinmirarasuesposo.Cuandoempezaronahablardegenteextrañayde tiempospasados, de antes queGeorge conociera aPhoebe,éstadeprontoalentóaKasperensusatenciones.Éleramásbienridículo,peroalmenos le ayudaba a ignorar queCorina provocaba aGeorge, quien deberíasaberqueaquelloestabamal.

Porfinterminólacenayvolvieronalsalónatomarelcafé.Phoebe,mirabaelrelojmodernoquedescansabasobrelarepisadelachimenea,vioqueerancasilasdiez…sindudasemarcharíanpronto.PeroGeorgenoparecíatenerprisa,nique importara la forma en que Kasper la monopolizaba. Phoebe se sentíaextraña,contestaba indiferentea laconversacióndeKasperydeseaba terminartodoaquellocuantoantes.

Concluyeronunahoramás tarde y no a su completa satisfacción. Parecía que

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GeorgeestabadispuestoallevaraCorinaasucasaycomoellapidiósentarseenel asiento delantero con George, porque de lo contrario siempre se mareaba,Phoebetuvoquehacerlosola,enelasientodeatrás.YaunqueKasperledijo:

“Fue una noche deliciosa, Phoebe querida, el principio de una amistad muyestrecha…Inglaterranoestátanlejos”ylebesólamano,nadadeestolegustó.

CorinahablósincesarhastaquellegaronaHilversumycuandoGeorgedetuvoelautoybajóparaayudaraPhoebeydespuésabrirlapuertadelacasaparaqueentraraCorinalerogóconamabilidad,quelavisitara.

—Hay muchísimas cosas que debes saber acerca de George y yo soy quienmejortelaspuedecontar—informóCorina.Phoebe regresó al auto, asomó la cabeza por la ventanilla y, en el tono másamablequepudo,replicó:—Creoqueprefierodescubrirlasyo.Buenasnoches,Corina—indiferentelediolasbuenasnochesaGeorgealentrarenlacasa.

CorinavivíaconsuspadresenBaarn,aunoskilómetrosdedistancia.Phoebesepreparóparairalacamayfueasentarsejuntoalaventanahastaquevioelautoquellegabadenuevo.AlmenosGeorgenohizomásquellevaralachicaasucasa…notuvotiempoparaotracosa.

Semetióenlacama,furiosaysedurmiódeinmediato.ComosoñóconGeorge,CorinayKasper,porlamañanadespertósinsaberquétantohabríasidosueñoycuántorealidad.

NoleayudómuchoeldesinterésconqueGeorgelediolosbuenosdíascuandobajóadesayunar.

—Me imagino que no te divertiste mucho en la casa de Kasper —comentómientrasellaservíaelcafé—.Tengomuchísimosamigos,yesperoquetambiénseantuyoscuandolleguesaconocerlos.

Nopermitiría que él sedieracuenta deque eso lemolestaba y repuso en vozdemasiadoalta:

—En realidad, la noche fue encantadora lo que sucede es que no estoyacostumbradaaloscumplidosy…bueno,esaconversaciónenbroma…supongoqueconeltiempomeacostumbraré.

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—AKasper lehasagradado…¿no te sienteshalagada?—lesonrióya ella ledieronganasdearrojarleunplatoalacabeza.—Sí,supongoquesí…tampocoestoyacostumbrada—alversumiradairónicaagregó—:noestoyseguradequemeagradenloscumplidos.—Esoesbueno,yonosoymuyafectoaellos.¿Tegustaríairhoyaalgunaparte?Nosquedantresdías.—A no ser que tú quieras salir… me encantaría quedarme aquí… ¿tendríainconvenientetumadre?

—Le encantará. Ha deseado charlar contigo y mañana estará ocupada,asegurándosedequetodoestélistoparalafiesta—tomóla tazaquePhoebe leofrecía—.Siestásseguradequeesloquedeseashacer,yoiréaLeyden,amiviejo hospital, para ver a algunos amigos—Hablaba en forma casual, con lavistafijaenelrostrodeella.Phoebeinclinólacabezayempezóacomer.

—Muy buena idea. ¿Fue allí donde estudiaste? Es una de las escuelas demedicinamásantiguas.

PorsupuestoqueGeorgenoquerríaqueloacompañara,estorbaríasiélquisieracharlarconsusantiguoscolegas,peroaunasísesintiólastimada,aunquejamáslodemostraría.LoescuchóhablardeLeydensinprestarleatención.

PhoebepasóundíamuyfelizconlamadredeGeorge.Comonohabíamuchoque decir acerca de su propia familia, ya que no la tenía, la señora Pritchardhabló de todos los suyos, cuando agotó la línea holandesa empezó con losparientesinglesesdesuesposo.

—Todos viven en Cumbria y de vez en cuando vienen a Londres y nosreunimos… una sobrina casada vive en Cornwall… tiene cinco… no, seisniños… muy sencilla, pero feliz —miró a Phoebe—. ¿Te gustan los niños,querida?

—Mucho—yaesperabaesapregunta.—Ah,bien,porfortunaGeorgetienelosmediosparasostenermediadocenadeniños.Phoebesonrióyestuvodeacuerdoconlasuegra.

George regresó poco después de la hora del té y el resto de la tarde sedesenvolvióenunambienteagradable,élhablócómohabíapasadolashorasydelosplanesdelaseñoraPritchardparalafiestadeldíasiguiente.

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—¿Vendrámuchagente?¿Deberemosvestirnosdegala?

—Alrededor de treinta personas y sí, pienso que usemos ropa de etiqueta.Conocerásalosdemásparientesyalrestodelosamigos.

Esamañanadesuúltimodía ahíPhoebe se levantó ymiró por la ventana, sesentía triste; ya amaba el lugar donde había llegado a saber mucho más deGeorge. Se vistió y bajó a desayunar para encontrar que él ya estaba allí, ycuandosuespososugirióquefueranacaminarporelbosque,ellaaccedió,feliz.

—¿Hasestadoagustoaquí?—preguntóGeorgeal retirarsede lacasa.—Sí…adoroellugar.Ymeagradamuchotumadre.—Elladicequeereslanueraquedeseaba.

—¿Escierto?Mealegro.Parecesunapersonadiferenteaquí,George…quierodecir,habiéndoteconocidoenWoolpit.

—Poresoquisequeviniéramos.Enunpardedíasvolveréaserunmédicodepueblo—lesonrió,encantadorylatomóporelbrazo—.Ytúseráslaesposayasistentedelmédico.

—Meagrada—sonrióPhoebe—.Ojalátumadrevayaprontoavisitarnos.—Lohará.Caminaronensilenciohastaqueellapreguntó:—¿ConocesaCorinahacemuchotiempo?—Desdehaceaños—respondiócortante—.¿Teparecebonita?

—Sí…ymuyatractiva—habíaunaespeciedetemorensuvoz,yalinstanteellacambióeltemadeconversación—.ElvestidoquecompramosenlaHaya…elquetieneeltallelargoylafaldadegasa…¿seráapropiadoparaestanoche?

—Porsupuestoquesí,creoqueestarásmagnífica…seráslareinadelafiesta.—No,nuncaloseré,aunqueesmuyamabledetuparte.

Noobstante,cuandollególanocheysepusoelvestido,tuvoquereconocerqueera bonito.Y al peinarse el cabello hacia arriba y aplicarse el maquillaje, sesintió complacida con su apariencia. Se preparaba para bajar al salón, almomento que llamaron a la puerta y entró George. La cerró y se quedócontemplándola.

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—Estásmuy linda—almomento sacódelbolsillounamanoyellaviobrillarunasperlas—.¿Quisieras lucirlas?Pertenecierona lamadredepapá…melasdejó para que yo las regalara a mi esposa y esta noche parece una ocasiónapropiada.

Eraunagargantillade perlas de tres hilos, con broche de diamante Phoebe latomóensusmanosyacariciólasgemas.

—Sonhermosas.¿Estássegurodequedeseasqueyolasuse?—¿Noeresmiesposa?Quieroqueseantuyas,querida.

Georgeabrochóelcollaryellasecolocóanteelespejoparamirarlas.Ibanmuybienconelvestido.Sevolvióhaciaélconunamanoenlasperlas.

—Gracias,George…eslacosamáslindaquehevisto...—Mealegraquetegusten—seinclinóparabesarlasuavemente—.¿Bajamos?

LaseñoraPritchardyaestabaenelsalón,dondehabíanarrimadolosmueblesalas paredes para que bailaran los que desearan hacerlo. Lucía un atuendo deterciopelo negro y unos diamantes discretos y Phoebe estaba a punto decomunicarlesuadmiración,cuandoladamaseadelantó.

—Phoebe...querida.George,¿notesientesorgullosodetuesposa?—Siempreloheestado...

Phoebesesonrojóydeseócon todosucorazónque loquedecíafueraverdad.Como sabía que sólo trataba de ser amable, de hacerla sentir bien, repusotímidamente:—Gracias,señoraPritchard,austedlaveoencantadora.

—Soylamadredelnovio—contestólamujerguiñandounojo.SonrióasuhijoyPhoebelomiró.Eraapuestoydistinguido,deseabadecírselo,peronopudo.Elretuvo su mirada y ella lo habría contemplado perennemente, si la señoraPritchardnohubieradicho—:Enlasalahaybocaditoslacenaseservirátardeyparaentoncesestaremosmuertosdehambre.

Caminóatravésdelvestíbuloylosespososlasiguieron.Alamitaddelcaminoélsedetuvo,asióunamanodePhoebeylabesó.Ellalomiró,sorprendida.

—¿Porquélohiciste?—Telodiréundíadeéstos.

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Fue exasperante que sumadre se detuviera delante de ellos y se volviera, asícomo una desilusión que a George no pareciera molestarle. Los invitadoscomenzaron a llegar. Phoebe ya conocía a muchos de ellos y empezó adivertirse,yaconGeorgeasulado,yaenelcentrodesuamablefamilia.Sabíaque les agradabay se sentía revivir enmediode su amable charla.Se hallabaentreuncírculodeinvitadosjóvenesyalgunasprimas,cuandollegaronCorinaysuspadres…aparecierontarde,yPhoebeadivinabaqueeraunplandeliberadodeCorinaparahacersuentrada triunfal.Yasí fue.Laveíamagníficaataviadaconunvestidocoloresmeraldaajustadoalcuerpo,abiertoporunladoyconunenormemoñoenlacaderaquefavorecíasufigura.SaludóalaseñoraPritchardycruzóelsalónparaunirseaGeorgeyaungrupodeamigos.Phoebenoescuchóloquedijo,aunquenolohubieraentendido,yaquehablóenholandés,perovioque puso una mano sobre el brazo de él y le sonrió de tal manera que laenfureció,furiaquenomitigólasonrisadeGeorge.Phoebesevolvió,yfingióno haber observado y cuando Corina y George se acercaron a ella, simulósorprendersealdecir:

—Medamuchogustoverte,¡quévestidotanlindo!CorinaexaminócadapulgadadelcuerpodePhoebe.

—Veoque learrebataste lasperlasaGeorge.Siempremegustaron,aunquenovanconmiestilo.¿EstabaCorina sugiriendo que en alguna ocasiónGeorge le había ofrecido elcollar?ConvozaltaaunqueeltonoamablePhoebereplicó:

—Túnonecesitasperlas,Corina,eresdemasiadohermosasinellas—sonrióysevolvióhacialosdemás—.¿Quélesparecesipasamosacenar?Veremosquéhaydecomer.Creoquetambiénbailaremos...

SintióquealguientomabasumanoysevolvióparaveraKasper,quelesonreía.

—Hola, linda prima—saludó a los demás con un movimiento de cabeza—.¿Escuchéquemencionabasalgoacercadecomer?Estoyhambriento,vayamosanteelbuffet.

Los hizo pasar a todos al comedor, reteniendo la mano de Phoebe, riendo ybromeando,altiempoqueledecíaaCorina:—Losverédespués,Corina…yGeorge.

Quizá,pensóPhoebe,que todosesperabanqueellayGeorgepasaran juntosal

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comedor,peronofueasí.Seencontrórodeadadeunamuchedumbre,conKaspertodavíamuycercaysumanoenelbrazodeella.

—Teveomagnífica—le comentó—,y jamás tanvulgar aCorina—lediounplato de comida y se sentaron a una de las mesas dispuestas en el salón—.BrindopornuestrahadaenelárboldeNavidad—levantósucopahaciaPhoebe.

No se trataba deGeorge, pero la admiración de alguien, aunque a ella no leinteresara, alimentaba su orgullo. Y el primo, para ser justos, era experto enmantenervivoelespíritufestivo.Cuandoregresaronalsalón,yaempezabaaoírlamúsicayPhoebesinsabercómobailabaconKasper.Ellohacíabien,yella,aunquenuncahabíatenidomuchasoportunidadesdebailar,semovíaconritmo.

—Vaya—ledijoKasper—eresmuybuena para bailar…¿Es éste otro de tustalentosocultos,Phoebe?—No sabía que los tuviera—al dar una vuelta, se encontró cara a cara conGeorge,quienselallevóaunlugarquenoestabatanllenodegente.—¿Tediviertes?

—Sí.—Hizo que su voz pareciera entusiasta, casi le faltaba la respiración alestarconél—.Esunafiestamagnífica—lomiróysevolvióhaciaotrolado,sinnotarelairepensativodesuexpresión.

—Mealegroqueasí sea.Cuandovolvamosacasa todoserámuyaburrido.—¡George no! Será hermoso—hizo una pausa al recordar cómo lo había vistosonreír a Corina y agregó sin pensar —: Aunque extrañaré a Kasper, es tansimpático.—Enesecaso,lepediremosquenosvisite,asegúratedehacerloantesquesemarche.

Phoebesearrepintiódesuspalabras.—Podremosescribirle...

—Noesigual—GeorgesevolvióhacialasparejasquebailabanylevantóunamanohaciaKasper,quebailabaconCorina.—Phoebedeseahablarte—ledijo—.Póngansedeacuerdo—lessonrióalosdosyfueabailarconCorina.—Sinosupieraqueestánustedesreciéncasados,pensaríaotracosa—murmuróKasper.—¡Bah,quétontería!—sonrióPhoebe—.AGeorgelegustaríaquenosvisitaras.¿Eresunapersonamuyocupada?Quierodecir,¿aquétededicas?

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—A nada —contestó Kasper—. Soy la oveja negra de la familia. Tenemosmuchísimo dinero y soy el único que pasa la vida gastándolo —mostró suseductorasonrisa—.Iréavisitarloscuandolodesees,primita.

—Inglaterraespreciosaaprincipiosdelverano…enjunio...—Entonces,seráenjunio.¿Meaburriréconlavidarústica?

—No lo sé, me agrada, nunca me aburro y creo que George tampoco —respondiósorprendida—.TenemosunbosquehermosoalrededordeWoolpitysinolosoportas,puedesirenautoaLondres.

—Tratohecho,iréafinalesdejunio…llevaréelautoparaquepodamosexplorartodoaquellomientrasGeorgeestáocupadoconsuestetoscopiooconloquesea—seinclinóylabesóenlamejilla.

Phoebelomirósorprendida.—Tratóhecho—repitióélantelamiradadesorpresa—.NoveoaGeorge…TalvezestéenalgúnrincónexplicandolascosasaCorina.Bailemos.—¿Quéquieresdecir?—preguntóPhoebeconvozbaja.—Nadasiniestro,querida.CorinahabíaclavadosusgarrasenGeorge,desdequedejólaescuela,ynoesdelasqueaceptanunaderrota.

PhoebepensóqueaquelloeraunaadvertenciayvolvióabailarconGeorge.—¿YatepusistedeacuerdoconKasper?—lepreguntóelesposo.

—Sí, irá a fines de junio. George, Corina y tú, ¿estuvieron comprometidosalgunavez?Quierodecir,parece…esdecir,esunaviejaamigatuya...—Asíes,unamuyviejaamiga,peronuncaestuvimoscomprometidos.¿Porquélopreguntas?—Por nada…—trató de simular indiferencia—. Esmuy bonita.—Mucho—bailaron en silencio y Phoebe, para su vergüenza, luchó contra los deseos dellorar,circunstanciaquelaruborizóylepusolosojosbrillantes.

Lagenteempezóaretirarsealrededordelauna.AlfinalsóloquedabanKasper,losvanRankelconsuhijaCorinayunavieja tíaamargadaquevivíacerca,enHilversum. Phoebe la ayudó a ponerse un gran número de chales, además unabrigodepiel,mientrasladamacomentabacómohabíapasadolanoche.

—Muyagradable—respondióensuperfectoinglés—.Serásunapersonamuyútilalafamilia,querida.Georgesetomótiempoparaencontrarunaesposa,pero

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veoquelaeligióconsensatez,—dirigiólavistahastaelvestíbulo,dondeCorinahablabaconGeorgeyKasper—.¡Esunverdaderoalivio!

Georgeseacercóparaacompañaralatíaalautoyacomodarlaconcuidadoenelasiento posterior. Al regresar, los van Rankel se habían despedido y Kaspertambiénsedisponíaaretirarse.

Salierontodosjuntos,Georgeconellos,mientrasPhoebeylaseñoraPritchardsedirigían a la sala y se sentaban. Ulco había dejado una bandeja con café, ybocaditosenunamesita.Casiterminabanlaprimerataza,cuandollegóGeorgeyseacomodójuntoaellas.

—¿Kasperconunacharladeúltimomomento?—preguntólaseñoraPritchard.Georgeaceptóunatazadecaféyunbocadito.—No…eraCorinahablandodetrivialidades.

SesentófrenteaPhoebeyellatuvocuidadodenomirarlo,pusosuatenciónenelcafé.—MeparecióqueelvestidodeCorinaera demasiado llamativo—comentó laseñoraPritchard—.¿TienealgunasintencionesconKasper?

—Noseagradanelunoalotro—agregóGeorge,élparecíaunpocoaburrido.—Entoncesmepreguntoparaquiénsevestiríademaneratanvulgar…—laseñoraPritchardnoesperórespuestaycontinuó—:TuprimaSibilaestabapreciosa—sevolvióaPhoebe—.Eralachicadecabellooscuroquevinoconmihermana,querida.Esunajovenmuydulce...

LacharlacontinuóhastaquelaseñoraPritchardmiróelgranrelojdeparedyalverlahoraexclamó:—¡VálgameDios,sonmásdelasdosdelamañana!Tomaréeldesayunoenlacama…ytúpuedeshacer lomismosi lodeseas,querida.¿Yatienenhechosuequipaje? —Para eso hay tiempo no nos marcharemos hasta por la tarde —replicóGeorge—.Creoquetambiényomeiréalacama.Cuandoélselevantó,Phoebeleofrecióunamejillaparaquelabesarayledeseólasbuenasnochesconlamismaindiferenciadesiempre.

Aldíasiguiente,antesdemarcharsellevaronunenormeramoderosasrojas.Latarjeta que las acompañaba decía: “Parami prima favorita, tot ziens”.Georgepusolasfloresenelasientoposterior,sindarlesimportancia,algoqueenPhoebeprodujo una gran desilusión. “Si tan sólo este tonto supiera que yo preferiría

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recibirunahierbadeljardín,sifueraélquiénlahubieraelegidoparamí”,pensó.Ademásdeesepensamientotuvootrosombrío,quizásélasuvezhabíaenviadorosasrojasaCorina.

Elviajederegresoacasatranscurriósinincidente.LaseñoraThirsklosesperabaconlacenalista.Aceptóconplacerlosregalosqueletrajeron,informóaGeorgequesucorrespondenciaestabaenelescritorioyaseguróaPhoebequenohabíanovedades.Se retiró,mientrasBeautycorría entre el estudioy la sala, locadealegría.

Mediahoramástarde,PhoebesentadafrenteaGeorge,comíaladeliciosatortilladehuevoshechaporlaseñoraThirsk,sesentíacomosiacabaradedespertardeunsueño,masnoeraasí,lasrosasenelgranflorerodecristallotestimoniaban.

Sehizodenochemientrasterminarondecenar.Tomaroncafé,luegoGeorgefueasuestudioyPhoebe,despuésdecambiarunaspalabrasconlaseñoraThirsk,subió a su cuarto a deshacer el equipaje.Colgó sus lindas ropas en el enormearmario y se preguntó cuándo las volvería a usar, no eran apropiadas paraWoolpit y creía que George no era la clase de hombre que pasara las pocasnoches que tenía libres divirtiéndose en Londres. Tomó un baño calientepensando en los sucesos de los últimos días. Le había agradado la madre deGeorge…esmás,sentíacariñoporella,ylesimpatizabasufamilia,aunquenoestabamuyseguraacercadeKasper.Corinaeralaúnicanubenegraensucielo,desafortunadamentemuypeligrosa.QuizáGeorgelaamara,noestabasegura,noexteriorizabasussentimientos,Corinanohabríaresultadounabuenaesposaparaél.Mientrasqueella…“eramásapropiada”,sedijo,“podíacontestarelteléfonoy atender a los pacientes”. Se enjugó una lágrima, “y sería feliz usando ropaseria”.

Permaneció en el agua caliente hasta que ésta se enfrió, luego se secó, untócremaenlacaraysemetióenlacama.PermaneciódespiertahastaqueescuchólospasosdeGeorgequecruzabanelvestíbulo.Sequedódormida.

PorlamañanaPhoebeteníalosojosinflamadosylatezmuypálida,yGeorge,queyadesayunaba,locomentópreocupado.—Esqueayer fueundíamuyagitado—repusoella—.¿Quieresque teayudeestamañanaenelconsultorio?—Saca a Beauty a pasear, si gustas. Andrew llegará luego… hay uno o dospacientesquedebemosexaminarjuntos.Teveréalahoradelcafé.

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PhoebesalióacaminarconBeauty,queestabafeliz,pararegresaracasacuandolaseñoraThirsk llevaba labandejadelcafé.Tomólaaromáticabebidacon losdoshombressentadaenmediodeellosmientrasdiscutíaneltrabajo.DevezencuadoAndrew le preguntaba si había disfrutado su estancia enHolanda, algoque aGeorge también le interesaba. Como ella pensó que estaba allí demás,disculpándoseseescabulló.Noseríasiempreasí,sedijodándoseánimos.

Y no lo fue.Durante el desayuno a lamañana siguiente él la invitó a que sepusieraunabatablancapara ir a la salade espera.Al enterarse lagente en lavilla de que el doctor Pritchard estaba de regreso, los pacientes que habíanpospuestosuvisitaalconsultoriollamaronparahacercitas.

—Si quieres tomar sus nombres y sacar sus expedientes —sugirió él—, meahorraríasmuchotiempo.

Phoebeestabaencantada,alfinserviríaparaalgo.Lasaladeesperaenseguidasellenódespuésqueellallegó,aunqueeldispensarioabriríaunosdiezminutosmástarde.Georgevagabaporel jardínconBeauty, ella loveíadesdeel archivero.Tuvo tiempodeponer lahistoriaclínicade la señoraOwensobreel escritorioantes que él entrara en el consultorio.Además de esa paciente, estaban BillyPearce,consugargantairritada,lamalhumoradamadredeésteylaseñoraPlatt,de la tienda, con lo que ella llamaba un horrible dolor. Phoebe, buscaba losexpedientes,hacíapasaralosenfermosyhacíacitasparaaquellosquedeberíanvolverparaotroexamen.Fueunamañanamuyocupada,yeranmásdelasoncecuandoseasomóalconsultorio.

—Es el último—informó con alegría aGeorge—. He tomado nota para dosvisitas, una en la granjaMappit y otra de un señorWescott, los dos están encama,aunqueningunodelosdosexpresósíntomasclaros.

Elapartólavistadeloqueestabaescribiendo.

—Debe ser el chico Mappit… es asmático… y el señor Wescott padecebronquitiscrónica—hojeóellibroque teníasobresuescritorio—.Tengootrascuatroocincovisitasquehacer…¿quierasvenirconmigo?

LosojosdePhoebebrillaron.—Porfavor,George.¿Tomamoscaféprimero?—elasintióconlacabezayellafuealacocina,luegosubiópararetocarselacaraycogerunsuéter.

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AunquelagranjaMappitsehallabaavarioskilómetrosdeWoolpitnohablaronmucho en el camino, Phoebe pensó que la mente de George estaba en suspacientes, y sequedócallada, contentade estar a su lado.En realidad, esto leparecíamejorquelasfiestasylospaseosdequedisfrutaraenHolanda.

Lamayorpartedelasotrasvisitasseprolongaronmucho,yesperabaenelauto,pacientemente,soñandoensufuturotanincierto.

DespuésdelalmuerzollevaronaBeautyacaminaryregresaronatomarunodelosespléndidostésdelaseñoraThirsk.Georgecomiódeprisaporqueteníaquehacer una visita. Phoebe llevó la bandeja á la cocina, charló un poco con laseñoraThirskyfueaarreglarse.Cuandobajóeracasilahoraparalaconsultadela tarde yGeorge no había regresado. En la sala de espera ya habíanmuchospacientes, ella buscó sus hojas clínicas y las dejó sobre el escritorio. Luegocontestóunallamadatelefónica…setratabadeunavozagitadaquepreguntabasieldoctorpodíair.

—Mi abuela tiene un color muy feo —anunció la voz—. No me gusta suaspecto.

Le llevóalgunosminutos registrar losdatosdelpacienteyunoodosminutosmáscalmar, a lapersonaque llamaba.Felizmente, ladireccióncorrespondía aunadelascasitascercanas,yalcolgarelauricularescuchóelautoquellegaba.

George,enteradodelosdetalles,deinmediatofueaveralaenferma,yPhoeberegresóalasaladeesperaaexplicarsutardanza.Parecíaquelaancianaeraunapersonamuyconocidaenlacomunidadytodosseenfrascaronenunadiscusiónsobrelasoportunidadesqueteníadesobrevivir,hastaqueeldoctorregresó.

Después de ese incidente, todo continuó con normalidad. Cuando el últimopacientesemarchó;Phoebepreguntó:—Laanciana,¿estababien?

—Era indigestión —contestó George apagando la luz de su escritorio yponiéndose de pie—. Tiene ochenta y ocho años y está tan bien como unapersonajoven,peroledagustoalpaladar.¿Quéhayparacomer?Estoymuertodehambre.

Un lindo día, pensó Phoebe ya en la cama, unas horas después. Si siemprepudiera ser así, la vida sería… si no perfecta, casi. Sin Corina, sin Kasper…

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Holandaestabamuylejos,pensósoñolientayellateníaaGeorgeparasí.CasisehabíaquedadodormidacuandopensóquequizásaGeorge lavida leparecierademasiadoaburridaconella.Tratóderecordarloquehicieronesanoche.Nadainteresante…George leyó los diarios,mientras ella, sentada frente a él, tejía.Comparada con Corina, con su linda ropa y con aquella risa sonora, Phoeberesultabasosa.Apartirdeldíasiguiente,sepondríaunlindovestidocadanocheyharíatodoloposibleporconversarconingenio.Ycerrólosojos,esperanzada.

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Capítulo7

Eldíasiguientefuetanbuenocomoelanterioryasíresultaronlossubsecuentes.Amedidaqueeltiempotranscurríayelclimaindicabalapromesadeunveranocálido, empezaron a recibir invitaciones para visitar a los amigos de George.ParaPhoebeeracomoestarenelcieloal irsentadaal ladodeGeorgeduranteesostrayectos,escuchandosucharlaesporádicaacercadecómohabíapasadoeldía,pidiendosuopiniónsobreunacosauotrayriendoconellaacercadealgúnincidentedivertido.Losamigoseranagradables.Antesdelaprimerainvitacióntenía miedo, pero después aceptó que disfrutaba cada minuto. Todos eranjóvenes,teníanniñosyhogarescómodosylaacogierondebuengrado.Despuésellamismadeseabaaquellasvisitas,paralucirlosvestidosqueGeorgeleeligióenLaHayayponermuchocuidadoensuarreglopersonal.

—También nosotros tendremos que ofrecer una cena —comentó George alregresar de una de aquellas visitas—. Empezaremos con cuatro personas, losMansellylosPrice…sellevanbienentresí—lamiródesoslayo—.Serámejorque sea un sábado o domingo por la noche, tenemos más oportunidad deprepararalgoesosdías.

Phoebereplicópreocupada:—Yonunca…nosabríacómoactuar.

—Sólosétúmisma,Phoebe…todostequieren,nosefijaránenlosdefectos.TúylaseñoraThirskpóngansedeacuerdoparaverloquepuedenprepararentrelasdos.Dentrodediezdías,tendrélibreelfindesemana…¿quieresquedecidamosqueseaelsábadoysilosdemásestánlibresesanoche?

—Sí,meparecebien,¿leescriboaMaureenyaLeslie?Ellaesbuenacocinera...—¡UnabuenarazónparaquetúylaseñoraThirsklaopaquen!—sonrió.

Ese comentario hizo que Phoebe se decidiera a tomar un libro de recetas decocinayselollevaraalacamatodaslasnoches,noporqueellacocinaría,pensó.Como resultaron las cosas, estaba equivocada. Como decidió unmenú con laseñoraThirsk,lasflores,losmantelesylaplatería,Phoebe,confiabaenquetodoestabaarreglado,ocupósusdíasenayudaraGeorgeenelconsultorio,caminabaporeljardínqueatendíaunviejotaciturno,quienunavezqueseacostumbróala

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idea, no puso objeciones a que ella trabajara junto a él. Además, hacía lascompras y llevaba las cuentas… sus días estaban agradablemente ocupados yellaerafeliz.Fuelanocheanterioralacena,cuandolaseñoraThirskenfermódegripe.Sentadaenlacama,conuncamisónblancoanticuado,mirabalacaraansiosadePhoebe.

—Necesitaempezarahora,señoraPritchard;todoestáescritoyhaylosuficienteenel refrigerador.Primeroprepare lasopadeberros,élcordero lo traeránestamañana.Jimtendrápreparadoelasadodecorona, lasverdurasseránalgomuyfácil…patatas,comodijimos.Encuantoalpavlova,esoesfácil...

Phoebeestuvode acuerdo,habíacomido el pavlova cuandoGeorge la llevó acenar,perocomeprepararloeraunmisterioquedebíaresolver.LaseñoraThirsknoestabaencondicionesdequelamolestaranconesosdetalles.Fuealacocinaymiróelcontenidodelrefrigerador.Almenospodíanprepararlasopa.Cuantoterminó lavacióenunasoperay lacolocóenel refrigerador.Sólo tendríaquerecalentarlaenelúltimomomento,agregarlelacremaylosberros.

Lepareció que era elmomentode abordar el pavlova.Podría hacer el rellenopocoantesdelacena,yelmerengueloconservaríafrescoenelcongelador.

Acalorada y molesta siguió la receta, y al fin lo puso en el horno. En esemomento Susan se rebanó un dedo, no era una cortada seria, pero necesitóatenciónylachicatuvoquetomarunatazadetéparacontrolarse,Phoebeolvidóelmerengue.Lostrozosquemadosquesacódelhornofueronadaralabasura.

—Decidiócontinuardespuésdelalmuerzo,yaqueerahoradeprepararalgoparaGeorge,quienllegaríadesusvisitasencualquiermomento.Sedecidióporunatortilladehuevosyunaensalada.Teníatodoenlamesacuandoélaparecióyellanotuvotiempoparaarreglarse.

—¿Ocupada?—preguntóélconalegría—.¿Cómoestá laseñoraThirsk?Deboverla.

Phoebe le comunicó que la señora Thirsk se sentíamuy mal y que no habíaquerido almorzarmás que sopa. Seríamucho esperar, pensó con tristeza, queGeorgehicieraalgúncomentarioalentadoracercadesumañanatanatareada.Secontuvodedecirlelolistaquehabíasidoalelegirlasopadeberrosydecómoestropeara el merengue para el pavlova, le aseguró que no había tenidoproblemasparaprepararlacena.

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Despuésdelalmuerzo,SusanlavólostrastosyPhoebevolvióaempezarconelpavlova, esta vez con éxito, estuvo pegada a la estufa hasta que elmerengueestuvo en su punto. Cuando terminó, preparó el arroz con azafrán, algo muylentoconsumediadocenade ingredientes,peroal fin terminó.Luego sacóelcorderoycubriólapuntadecadacostillaconpapelaluminio,animadacon lasexclamacionesdeadmiracióndeSusan.

Tuvo que dejar todo para preparar el té. George había ido a Stowmarket yregresaría alrededor de las cuatro. No tenía consulta por ser sábado, aunquesiempre cabía la posibilidad de que lo solicitaran para alguna visita. PhoebeenvióaSusanasucasayledioinstruccionesestrictasderegresaralassieteymedia, necesitaba ayuda en la cocina y en lamesa. Llevó comida a la señoraThirsk,quiensesentíaunpocomejor,escuchó,agradecida,susinstruccionesdeúltimominuto,ybajóatiempopararecibiraGeorge.

—¿Tuvisteunatardeagradable?—preguntóél,entrandoenlacocinaparallevarlabandejadelté.

—Mucho—lavozdePhoebesonabahueca,aunquesonrió.Disfrutóarreglandolamesa.Elmanteleradebrillantedamascoalmidonado, laplatabrillaba tantocomo los vasos de cristal…George tenía lindas cosas en su casa. Ella habíahechounarregloparaelcentroydecidiónoutilizarvelas,paraaprovecharlaluzdel delicado candelero que colgaba sobre la mesa. Cuando todo estuvo a susatisfacción, era tiempo de vestirse. Tomó una ducha y se puso uno de losvestidos que George le escogiera… verde pálido con un ancho cinturón desatén…Luegosemaquilló,searreglóelcabelloyfueameterelcorderoenelhorno.

No supo cómo pudo estar en el salón minutos antes que llegara el primerinvitado.Casisudabadebidoalcalorquedespedíalaestufaysucabelloestabaun poco alborotado. George la miró largamente cuando entró.—Te veo muybien—esolahizoolvidarelcansancio.

Engeneral, lanoche resultóagradable, todosquedaronsatisfechos.Maureen yLeslieaseguraronqueeraunaespléndidacocineraybrindaronasusalud.—Debiste trabajar mucho sin ayuda de la señora Thirsk —comentó Leslieamablemente y Phoebe se sintió satisfecha al ver la mirada de sorpresa deGeorge.Despuésquetodossemarcharon,incluyendoaSusan,conlossobrantesdelacena,Georgedijo:

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—Fueunespléndidoesfuerzo,Phoebe,debesestarmuertadecansancio.Vetealacama,limpiaremostodoporlamañana.Ella echó un rápido vistazo al comedor. La mesa estaba tal como la habíandejadoyalmiraralacocina,descubrióunamontañadecacerolasyplatos.—No estoy cansada—objetó—. Limpiaré el comedor, será peor dejarlo paramañana.Empezaron por la mesa y casi terminaban cuando sonó el teléfono. —Yocontesto—George dejó unos platos y consultó el reloj. Era pasada la medianoche.—El niñoBissett… parece que tiene difteria—ya iba camino al estudio paratomarsumaletín—.Nomeesperes.

Phoebeexhalóunsuspiródecansanciodespuésqueélcerrólapuertaalsalir.Sindudatardaríahorasenlimpiartodoaquello.Sepusoatrabajarenelcomedor,ycuandoterminósepreparóunatazadeté,sacóaBeautyaljardín,despuésentró,sequitóloszapatosysecolocóundelantal.

Eltélareanimóy,yamásalegre,sededicóapulirlaplatayloscientosdevasosque requerían un lustrado especial. Guardó todo y siguió con el lavado de laloza. Era la una cuando empezó a lavar las cacerolas y, media hora después,llegóGeorge.Looyóencaminarsealestudioyluegoentrarenlacocina.

—Diosmío,pobrecitadeti—lequitólatoalladecocina,laabrazóyellacasiapunto de llorar, ocultó el rostro en el hombro de su esposo. Si la besaba, nosabría quéhacer… pero no lo hizo, nadamás le acarició el hombro y le dijoamable: — Ahora, vete… yo terminaré con esto —cuando Phoebe quisoprotestar,élagregó—:no,nodigasunapalabra…tevasalacama,miniña.

Nadapudoargumentar,murmurólasbuenasnochesyloobedeció.Unavezqueestuvoenlacama,lloróhastaquedarsedormida.

AlotrodíaserierondelincidenteyalterminardedesayunarPhoebe,supoqueGeorgehabíavueltoasalir,alascuatrodelamañana,parallevaralenfermitoyasumadrealhospitaldeStowmarket.

—Entonces no has dormido, gracias a Dios que es domingo —le dijopreocupada.—¿Quieresquevayamosaalgunaparte?

—No.Como hace un día precioso, podemos sentarnos en el jardín y leer losdiariosdespuésdeiralaiglesia—habíadescubiertoqueGeorgeeramuyfirme

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encuantoaoírmisalosdomingos.Asílohicieronyalregresaracasa,tomaroncaféy llevaronaBeautyacaminar,antesde llevaralgodecomidaa laseñoraThirsk, quienya se restablecía.Al volver a la cocina, Phoebe vio queGeorgehabía puesto algunas golosinas en una bandeja y que la llevaba al jardín.Allícomieron y leyeron los diarios. Más tarde, George se durmió sobre el pasto,Phoebelocontemplabaconelamoriluminándoleelrostro.Ellase levantóparallevarlabandejaalacocina,despuéslavaríalostrastos.Volvióasalirysesentócerca deGeorge, con la cabeza de Beauty en sus piernas. Durante un rato sesintiómuyfeliz.

La señora Pritchard telefoneó más tarde, iría a Inglaterra a pasar un par demeses,probablementeenagosto.

—Iré a quedarme con ustedes unos cuantos días, si no tienen inconveniente,después viajaré aGrantchester.No puedo ir antes, tu abuela no se ha sentidomuybien…diceeldoctorquenoescosaseria,peromepidióquemequedeenHolandahastaqueserecupereporcompleto.

Pasaron la tarde hablando sobre esa visita e intercambiaron puntos de vistaacercade lasnoticiasque leyeronen losdiarios.Phoebecocinóunaparrilladamixta que no era Cordón Bleu, pero George la comió y eso era lo que elladeseaba.

LaseñoraThirskestabamuchomejoralamañanasiguienteynoquisoquedarseen la cama.—Bajará después del almuerzo—le persuadió Phoebe—.No haymuchoquehacer.Susanmeestáayudandoypreparéunalmuerzosencilloparanosotros;eldoctortienequeiraCambridgedespuésdesusvisitasynoregresaráhastalahoradelté.

—Yoprepararélacena—insistió,obstinada,laseñoraThirsk.—Por favor, hágalo —cedió Phoebe—. No tiene idea de cuánto la hemosextrañado—esecomentariohizoquelaseñoraThirsksonriera.

Transcurrióunasemana,muyagradable,aunquealfinaldeellaPhoebetuvoquereconocerquenohabíasucedidonadaemocionante.Duranteeldía,ayudabaenel consultorio, trabajaba en el jardín y llevaba aBeautyde paseo.También sehacíacargodelascomprasydelascuentasylequedabamuypocotiempolibre.Porloqueaellatocaba,debíasentirsefeliz…bueno,casifeliz…deseguirasíparasiempre.Elveranoavanzabaycualquiercosapodíasuceder,aunqueno lo

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que ella soñaba constantemente. Fue después de la mañana de un lunes demuchotrabajoenelconsultorio,enqueGeorgehabíasalidoahacersusvisitas,queaparecióunMercedesnegroporlacalledelavillayseestacionófrentedelacasa.Phoebe,queveníadelacarniceríaconuncanastoenelbrazo,sepreguntódequiénseríaaquelauto…quizádealguienque llegaba tardea laconsulta…Apresuró el paso y llegó a la casa en el momento que se abría la puerta delvehículo,bajabaKasperydetrásdeél,Corina.

Phoebe se quedó con la boca abierta, sin dar crédito a lo que veía. El alegre:“Hola, querida prima”, de Kasper, la hizo sentirse peor. Lo miró y luego aCorina,quienestabaelegantísimaconuntrajedepantalónyblusa.

—¡Quésorpresa!Georgedebehaberseolvidadodeavisarme…—porfinhabló.—Nolosabe…decidimossorprenderlos.Deseábamostomarunasvacacionesy¿adondemejorqueconnuestroGeorgeysuencantadoraesposa?Phoebe sepasóel canastoalotrobrazo,pensabaque tendríaque regresar a lacarniceríaparacomprarmásfilete.—Bien, entren…George está haciendo sus visitas de lamañana, pero vendráparaelalmuerzo…¿Sequedarán?

—¿Quedarnos? —preguntó Corina riendo—. Por supuesto que nosquedaremos… hay lugar suficiente para nosotros, me imagino y no tenemosplanes para ir a otro lado —miró a su alrededor—. Debo decir que esto estranquilo… una verdadera villa inglesa—se volvió hacia Kasper—. Trae lasmaletas…¡memueroporuncafé!Phoebe,sinhallarquédecir,abrió lapuertaparaqueentraran.

—Pasena lasala—sugirió—, laseñoraThirskprepararáelcafé—entróen lacocina,tratabadenoobservarlasmaletasquellevabaKasperalvestíbulo…eransuficientesparaunaestanciadeunmes,pensódesanimada.

Enlacocina,laseñoraThirsklimpiabalashabichuelasqueSusanhabíatraído.ObservóelrostrodePhoebeyalinstantepreguntó:—¿Quéocurre,señoraPritchard?

—Tenemos huéspedes inesperados, señora Thirsk… el primo del doctor, deHolanday…unaviejaamiga.Vanaquedarse.¿Podríamosofrecerlescafé?—pusoelcanastodelascomprassobrelamesa—.AhoraustedtraerámásfileteytalvezSusanmásverduras. ¿Lasdoshabitacionesde la parteposterior tienen

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camaspreparadas?Podránquedarseallí.

—No se preocupe por nimiedades, señora Pritchard, los cuartos están listos.Susanpuedeiralacarnicería…¿elalmuerzoseráparacuatropersonas?Ustedatiéndalosyyoiréconelcafédentrodecincominutos.

Así fue. Phoebe, sentada se sentía incómoda, la conversación con Corina eraintrascendente, y escuchaba los comentarios de Kasper acerca del viaje;agradecióquellegaralaseñoraThirskquiensedemoróalcolocarlabandejaenuna mesita, mientras observaba a los visitantes. Como respondió distraídacuandoPhoebelepresentó,alsalirdelahabitación,Corinacomentó:

—¿Tienemalcarácter?Phoebesalióensudefensa.

—PorelamordeDios,no…¿porquélodices?Esmaravillosaymanejalacasacon eficiencia, y además de ser una espléndida cocinera. George y yo laconsideramoscomounaamiga,ademásdeamadellaves.

Corinalevantólasmanos,fingiendoconsternación.

—Parece que te he molestado. Fue sólo la impresión que tuve. No la habíavisto… la última vez que vine estaba de vacaciones. Kasper bebía su café ysonreíaparasí.Phoebe,almirarlo,sepreguntóquéhabríaencontradoenéldeatractivo,enHolanda.Aquíloveíafueradelugar,lomismoqueCorina.

—Quisieratomarunaduchaantesdelalmuerzo—anuncióCorinaaldejarlataza—.¿Endóndevoyadormir?—Vamos,tellevaréatucuarto…siKaspersubetumaleta—intervinoPhoebe.—¡Querrás decir maletas! —rió Kasper—. Corina nunca viaja si no llevaprovisiónderopaalmenosparaunmes.—¡Oh, Dios!…—se quejó Corina disgustada—. Un cuarto miserable, sin unbañoprivado...—Metemoqueno—respondióPhoebecortésmente—.Elbañoestácontiguoatudormitorio,ysólotúyKasperloutilizarán.—Creo que hay otro cuarto de baño, además del que supongo que usan tú yGeorge.Phoebenuncamentía,masnoseavergonzódehacerloestavez.

—Lo lamento, la cañería necesita reparación… por el momento no está enservicio —había entrado en la alcoba con Corina y miró alrededor para

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cerciorarsedequetodoestabaenorden—.Almorzamosalauna,bajencuandoesténlistos.

Bajóporlaescalera,contentadealejarsedeCorina,paradescubrirqueKaspersehallabasentado,conunvasodejerez.

—Te hemos sorprendido, Phoebe.Corina tiene estos repentinos caprichos…yyo,deboconfesarlo,ansiabaobservarteentupapeldeamadecasa—sonrió—.Quizáseamássincerosidigoquedeseabaverte.

Phoebelomiróindiferente.—Sírveteotrabebida,debovigilarelalmuerzo.

Entróenelcomedoryempezóaponerlamesa.Noseapresuróqueríaestarenelvestíbulo cuando regresaraGeorge.Mirópor laventana, vio elMercedesy seapresuróadeciraKasper:

—¿Quieresmovertuauto?DejamoselfrentelibreparaelcochedeGeorge.—Comodigas,queridaPhoebe—bebióelrestodeljerezysalió.LaseñoraThirskentróenelcomedorysequedóobservándolo,conPhoebeasulado.—¿Seráunavisitalarga?—preguntó.

—No lo sé—Phoebe sintió deseos de llorar—.Me parece que se lo dirán aldoctor.PediremosaSusanquevengaadarleunamanoconellavadodetrastosylalimpiezadelacocina.¿Noserámuchotrabajoparausted,señoraThirsk?Yolaayudaréentodoloquepueda.Talveznosequedenmásdeunoodosdías.Yaestáaquíeldoctor.

Llegóalapuertacuandosuesposolaabríayantesquepudieradecirlealgo,notóqueélmirabasobresuhombroyescuchólavozdeCorinadesdelaescalera.—Sorpresa…sorpresa,querido…penséqueteagradaríaquevinieraaalegrarteunpoquito.LaexpresióndeGeorge,deusualbuenhumor,nosealteró.HizounapausaparadarleunbesoaPhoebeenlamejillaysedirigióaCorina.

—¿Quiéntetrajo?—Kasper…loobligué.Estáporaquí.

—Lepedíquemovierasuauto—explicóPhoebeyobservóqueCorinaechabalosbrazosalcuellodeGeorgeylobesaba.Ahoralucíauneleganteatuendo,de

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linoblancoconunsuéterverdeoscuro,elmaquillajeera tanperfectocomosucabello. Phoebe, quien no había tenido tiempo de arreglarse, se sentíadesaliñada.

GeorgeleretirólosbrazosdeCorinadelcuello.—Ya que están aquí, tomemos una copa —miró a Phoebe y sonrió—. ¿Elalmuerzo?

—En diezminutos. Precisamente iba a ver cómo le va a la señoraThirsk.—Vaya,George—comentóCorina—,Phoebeesdemasiadobuenaparaserreal.

ÉlestuvodeacuerdoysevolvióhaciaKasperquienentrabaenlacasa,comosileperteneciera,pensóPhoebefuriosaaldirigirsealacocina.Laseñora Thirsk tenía listo el almuerzo, le dio tiempo a preparar cócteles decamarón.

—Yolosllevaré,señoraPhoebe,dejaremosparadespuéslatartaderuibarboylacrema.Haréunpostredecarameloparaestanoche…¿sequedaránacenar?—Pareceserquesí…leavisaréencuantolosepa.

—No se preocupe, señora, haremos algo más que la tortilla de huevos quehabíamosplaneado…¿Iránalconciertoustedyeldoctor?—Lohabíaolvidado… tal vezpodamosconseguirotrosdosboletos.Tenemosqueir,somosinvitadosespeciales.

Regresó al salón, aceptó un vaso de jerez que le ofreció George y empezó aconversarconKasper,yaqueCorinahablabaconGeorgeycomolohacíanenholandés, Phoebe no lo entendía. Se quedó sentada, escuchando la divertidaperoratadeKaspercasisinponerleatención,puestoque tratabadedescifrar loque decía Corina. La señora Thirsk anunció que la comida estaba servida yGeorgeagregó:

—CorinayKasperplaneanquedarseconnosotrosvariosdíasPhoebe.Elladeseóqueelhorrorquelecansabalanoticianosereflejaraensurostroycontinuó:—Québien…Debemosorganizaralgunospaseosmientrasestánaquí.Elcampoestanbonito...—¡Oh,quéaburrido!—rióCorina—.Estábienparati,Phoebe…erescampiranadecorazón.Yodeseoirdecomprasyvisitarlosrestaurantes.—Podemos empezar esta noche—intervinoGeorge, apacible—. Phoebe y yoestamos invitadosaunconciertoynoqueremos faltar.Conseguirédosboletos

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más.

—¿Quéclasedeconcierto?—preguntóKasper.—Deorquestaypiano.—¿Piano?—chillóCorina—.¿Nohayporaquíalgunadiscoteca?

—Esprobable,nuncahepreguntado—continuabaGeorge todavía tranquilo—.IndagaréytúyKasperpodránirabailartodalanoche.—Esonofueloquequisedecir—contestólachicaconresentimiento—,¿porquénovienestambiéntú,queridoGeorge?—Prefieroquedarmeencasa…comosoyunhombremuyocupadodisfruto latranquilidad.—Tendremosquemodificartushábitos,¿verdad,Kasper?—replicóCorinaconojosbrillantes.—Almenospodemosintentarlo.¿Quédicestu,Phoebe?—AmímegustacomplaceraGeorge—sonrióatodos—.¿Tomamoselcaféenlasala?—miróasuesposo—.George,¿notendrásprisa?—Nadamásunpardevisitas,puedoquedarmemediahora.Averiguaréacercadeesosboletos.

Mientrastomabanelcafé,Corinadirigiólaconversación,hablabadegentequePhoebenoconocía,recordandoocasionesenqueellayGeorgefueronabailaroa cenar. Resultó un gran alivio cuando George se levantó para marcharse,negándosellevarconélaCorina.

—Meesperarásaquí.LaúnicapersonaaquienllevoconmigoesaPhoebe…esenfermeraymeayudacuandolonecesito.Corina semostró aburrida desde elmomentoqueGeorge semarchó.—Voy adeshacer mi equipaje —anunció —, y tomaré una siesta… Alguien puedellevarmeunatazadetéalascuatro...

—Te avisaré cuando sea la hora del té—objetóPhoebe—.Lo tomamos en lasala.KaspersonreíayPhoebeselevantó.

—Tengo algunas cosas que hacer… si gustas puedes salir a caminar, esreconfortante…Teveréalahoradelté.

—¡Meparecequeno teagrada tenernosaquí!—abriómucho losojos.Ella separófrenteaélyleclavósumirada.

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—Yaquelodices,no,nomeagrada,peroustedessonhuéspedesdeGeorgeyyoharéloquepuedaparaquesediviertan.—¡Bien, bien,mi primita tiene una lengua afilada!Esperemos queGeorge noseavíctimadeella.

—Georgenolanecesita.EnlacocinalaseñoraThirskafrontabaunamontañadetrastossucios.

—Susanvolverá pronto—explicó—, cuando termine de cenar…quiso ir a sucasa…esunabuenachica.

—Ya lo creo. Yo le ayudaré y mientras planearemos el menú de mañana.Nuestroshuéspedesdesayunaránconnosotros…esprobablequeCorinapidasudesayuno en la cama, pero tendrá que ajustarse a los horarios del doctor. Nopermitiréqueloincomode.

—Porsupuestoqueno,señora—aprobólaseñoraThirsk—.¿Quélepareceunbuen trozo de pescado con patatas, guisantes y una salsa para mañana? —Espléndido. ¿Ypara esta noche?Tenemos que cenar a las siete en punto…elconciertoempiezaalasochoymedia.—Sopadetomate,chuletasdecordero,unaensaladayheladoparaelpostre.¿Leparecebien?

—Excelente.¿Necesitaayuda,señoraThirsk?Unasemanaesmuchotiempo...LamujermiróelrostrotristedePhoebe.

—Pasarápronto—laanimó—.Susanyyonoslaarreglaremosbien.Losjóvenespuedenatendersesolosmientrasustedestáenelconsultorioconeldoctor…meimaginoquesaldrándepaseo—hizounapausaparaesperarlarespuesta.—No,nolocreo,señoraThirsk,masnolosé.

Elamadellavesmurmuróalgoincomprensible.Noculpabaalaseñoraporestarmolesta.

Esanoche,cuandoestabaenlacama,Phoebellegóalainfelizconclusióndequelacomidahabíasidoundesastre.“RecordóqueCorinaloshizoesperarparalacenayaparecióconunvestidorosavividoyparaprolongaraúnmáslaespera,tenía que beber algo antes de sentarse a cenar. Luego se negó a comer laschuletasdecorderoypidióunatortilladehuevos.Cuandoestuvieronlistosparamarcharseyaeratarde.Porfortunateníanqueircerca.Aunasíapenas tuvieron

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tiempo de acomodarse en sus asientos”. Phoebe estaba sentada en la cama yfuriosa golpeó las almohadas.Corina se había dadomaña para quedarse atrásconGeorge,PhoebetuvoquesentarsealladodeKasperyCorinaenmediodelos dos hombres. La situación mejoró cuando al final del concierto, cuandoGeorgelaasiódelbrazoydejóquelosdosjóvenesseadelantaran.

—¿Disfrutasteelconcierto?—lepreguntó.—Mucho…Megustólacomposición.

—¿Quévamosahacermañanaconnuestroshuéspedes?¿Tienesalgunaidea?—caminabanlentamenteymuchagentelosseparabadeCorinaydeKasper.

—No,¿lesgustaríairacaminarporelcampo?Georgeriódebuengrado.

—Corina,¿conesostaconesdecuatropulgadas?Nolocreo.Además,hayvariosniñosquevendránmañanaparasuvacunatripleyquisieraquemeayudaras…esmejor que por la mañana salgan solos—le sonrió con tanto afecto, que ellasintióqueselehacíaunnudoenlagarganta.TambiénPhoebelesonrió,felizdenuevo.Esafelicidaddurópoco.CorinasevolvióhaciaellosypasóunbrazoporeldeGeorge,deseabasabersihabíaalgúnlugaradondepudieranirabailar.

Georgecontestóconunnorotundo.—Olvidas que soy un hombre que trabaja —le recordó y la respuesta habíaconsoladoaPhoebe,almenosenparte.Alamañanasiguientelaenfermeraselevantóconlospárpadospesados,despuésdeunanochedeunsueñointranquiloybajóparaencontraraGeorgealamesa.

—Buenos días —saludó él y la miró—. ¿Qué hay de Kasper y Corina? —Tomarontémuytempranoysabenquedesayunamosalassieteymedía.

—Querida-—Georgeseinclinóhaciaatrásysonrió—,sospechoqueescondessentimientosqueyotodavíanollegoasondear.

Phoebenocontestó,sesirviócafé,untómantequillaenunatostadaycomenzóadesayunar.DiezminutosdespuésaparecióKasper.Noparecíadeltodobienesamañana,pensóella.Surostroestabainflamadoynohabíaseñalesdesuhabitualencanto.

—Me asomé al cuarto de Corina y todavía duerme —comentó él. —¡Qué

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lástima!

Phoebehablóconasperezaynoquisover lamiradasorprendidadeGeorge—.Yoestaréhoyenelconsultorio,duranteunahoraomás.Normalmentetomamoscafédespués,perosiustedesdosquierensalir,avísenlealaseñoraThirsk,ellasabrá qué hacer para el almuerzo —sonrió amablemente—. Y ahora, si medisculpas,deboiralacocina.

Cuandoregresó,GeorgeyasehabíaidoparaelconsultorioyKasperseguíaalamesa,fumando.

—Vanaveniralimpiarlamesa—leinformó—,losdiariosestánenlasala.—¿YeldesayunodeCorina?—preguntóKasper.

—Lo siento, pero como ves, tenemos horarios muy estrictos para tomar losalimentos, excepto si George está de vacaciones.Me imagino que ella bajarácuandovengamosatomarelcafé.

Semarchóde prisa, tomó su bata y fue hacia la sala de espera donde, con sucalmahabitual,atendióalospacientes.

LaconsultadurómásdelonormalydespuésPhoebetuvoquelimpiar,mientrasGeorgellenabaformasytomabanotas.Ellaahoralamentabalaasperezaconquehabló durante el desayuno y no dijo nada. Volvieron juntos a la sala, dondeencontraronaCorinadeambulandocomountigreenjaulado.Kasperdescansabaenunsillón,leyendolosdiarios.

—Debo decir… —Corina estalló en un torrente de palabras en holandés,ignorandoaPhoebe.

—Creo que sabías cuando decidiste visitarnos—contestóGeorge en inglés—,que yo trabajo todos los días, lo mismo que cualquier persona que tiene queganarselavidaycomoPhoebemeayuda,tenemosmuypocotiempoparaotrascosas—élparecíamuyrazonableyagregó—:Aquíestáelcafé…¿porquénovanacaminarporlavilla?Phoebedebeirahacerlascomprasyluegoprepararelalmuerzo.Talvezestatarde...

—Yoirécontigocuandohagastusvisitas—sonrióCorinadenuevo.—No—élmiróaPhoebe—.¿Mesirvescafé,querida?

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EldíatranscurrióentrelanegativadeCorinadesalirconKasperysuslamentosyseanimóalregresarGeorge.Undíapésimo,pensóPhoebealirsealacama.

Eldíasiguienteseportómejor,conscientedequenohabíasidohospitalariaconsushuéspedes.PersuadióaKasperdequelasllevaraaCambridge,lesmostrólaciudad, los llevó a almorzar al University Arms y esperó paciente mientrasCorinaentrabaysalíadelastiendas,conlasmanosvacías.

—DebenllevarmeaLondres—reclamóenfadada.Phoebenohizocomentarios.

Alotro día comieron en el campo y resultó un desastre porque llovió.Al díasiguiente,Phoebesólopudosugerirquefueranaverunapelícula,enCambridge,aunqueCorinaseanimabaysonreíacuandoGeorgeregresabaporlasnoches.

Ciertodíadespuésdelacena,sentadosenlasala,PhoebetratódeignorarcómoCorina le coqueteaba a George, mientras ella apenas atendía a lo que Kasperdecía.Yaibaaterminarlasemanaynohablabandesupartida.Georgedijo:

—A propósito, tenemos una epidemia de sarampión. Aunque molesto ycontagioso, no esmalo en los niños, pero ya dos adultos lo adquirieron y enéstosresultapeligroso.

Corina, recostadagraciosamenteenel sofá, se sentóalmomento.—Nomehadadoelsarampión.¿Sonunasmanchas?¿Esgrave,George?

—Noesmortal,perolaerupciónesmolestaysepuedendesarrollarinfeccionesenelpechoyenlosojos.Tambiénsecaeelcabello.

—No me quedaré aquí con esta epidemia, aunque me niegues. Kasper, mellevarás a Londres mañana—miró a George—. Estos pacientes… ¿vienen alconsultorio?

—Suelen hacerlo—se encogió de hombros—…no siempre se dan cuenta dequetienenlossíntomas.—Nosmarcharemosdespuésdeldesayuno.Phoebenohablaba,nuncahabíaescuchadounanoticiamejor.

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Capítulo8

Elrestodelanochelopasaronconversando,George,pacienteydebuenhumor,KasperdivertidoyCorinairritable.Phoebecasinohabló, lamayorpartede laconversaciónfueenholandésyestabaseguradequecualquiercosaquedijera,aCorinanoleimportaríamucho.Ofreciómáscafé,lesdijoqueestaríapendientede que les hablaran a tiempo por lamañanay se ofreció a ayudar a Corina aprepararelequipaje.

—Nohaylugarparadosenesamiserablealcoba—replicóirritadaCorinaydenuevovolviósuatenciónaGeorge.—DebesveniraLondres.Nonoshemosdivertido…quierobailarycenarenunrestaurantedecente.—Kasper bailamejor que yo y conocemuy buenos restaurantes.Además, nopodemosalejarnosdeaquí.

CorinaledirigióunamiradamalignaaPhoebe.—¿Tetienenamarradodeunapierna?—preguntóyserió.

Alamañanasiguiente,alobservarelMercedesquesemarchaba,Phoebepensóquenuncahabíasidotanfeliz…unafelicidadopacadaporlasensacióndequehabía resultado mala anfitriona, si bien Corina la había provocado. Entró denuevoenlacasayseencontróconlaseñoraThirskquesalíadelcomedor.

—Mealegraqueestemos solasdenuevo,señoraPritchard. ¿Qué le parece unsoufflé de quesoy espárragos para el almuerzo?Susanha traído fresas. . .—¡Delicioso, señoraThirsk!—Phoebesubiópor laescalerayempezóaarreglarlascamas,eldíaerayabrillanteytibio.

Cuando George llamó con la campanilla del consultorio para que le fuera aayudar, se dio cuenta de que casi no había hablado con élmientras Corina yKasperestuvieronahí…noasolas.Sepusosubataypasóatravésdelasaladeesperaalconsultorio,paraencontraraGeorgeconunamadrellorosayunniñoquegritaba.—SipudierassosteneraRonnie,querida,mientrasbuscomanchasdeKopek...

Phoebesonrióalajovenmujeraltiempoquelevantabaalpequeñoyloponíaen

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sus piernas. A pesar de ser pequeña era fuerte, lo sostuvo con firmeza,aprisionandosusbrazoscontralosdeellaafindequeGeorgeleabrieralabocaeinsertabalaespátulaapropiada.

—Sí,creoqueessarampión,señoraWatt.Lléveloacasayacuéstelo…ytengacuidadodequenoseacerque al bebé.Yo irémás tarde a llevarlemedicina yaprovecharéparaexaminaralotromáspequeño.

CuandolaseñoraWattyRonnie,llorosos,semarcharon,Georgecomentó:—Eselterceroestamañana…nuevecasosdesdeeljueves.Graciasalcieloquealamayoría de los niños los han vacunado. Pasa al otro paciente, por favor. Alterminarlaconsulta,élsedispusoadesinfectarloquehabíautilizadoyPhoebeaarreglarlasaladeespera.Mástardeelladijo:—Elcaféestálistocuandoquieras,George—volvióalacasamientraslaseñoraThirskllevabalabandeja.—Estoestámuytranquilosinnuestrosvisitantes—comentóGeorgecuandoellaservía.

—Síyaburridoparati—lodijosinquerer.—¿Aburrido?—Corinaes…alegre,divertidaybonitayKaspermuysimpático.

—¿Locreesasí?Tenía la impresióndequepensabas locontrario.Elladejó latazaysumanotemblaba.

—Supongoquefueporquedebíaplanearlascomidas…ytodolodemás.—Escierto,casinotehevisto.Phoebesintióquelainvadíaunextrañomalhumor.

—No —contestó alterada—. Creo que si fuera una anfitriona experimentadahabría resuelto todo con facilidad, pero no lo soy… Para mí es un problemaescoger un menú, y ocuparme del trabajo extra de la casa… arreglar camas,limpiarhabitaciones,prepararcaféatodashorasytenerqueestaraquí,sentada,hablandotonteríasmientrasséque tengoquedisponer lamesa.Georgedejó latazayellasepusofuriosaalverquereía.

—MipobrePhoebe,yyoquepenséquetealegraríatenercompañíajoven.¡Metemoquenuncaanalicétodasesastareas!

¡Erademasiado!Selevantó,saliódelcuartoysubiórápidamenteporlaescalera.

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Todavía había camas para arreglar y quizá, si se ocupaba en algo se sentiríamejor. Diciéndose que él no debió reírse, dejó que las lágrimas contenidasrodaranporsusmejillas.

Enelalmuerzo,denuevocalmadayconelmaquillajeretocado,preguntósobrela epidemia de sarampión,mencionó una invitación que tenía para cenar conunosamigosycomentóqueeldíaestabamuybonito.

GeorgecontestóatodoconunacalmaqueaPhoebelepareciósospechosa.Casihabíanterminadodealmorzarcuandoélsugirió:

—¿Qué te parece si vamos esta noche a divertirnos? Podríamos encontrarnosconKasperyCorina,iracenaryabailar.Seríacomounapequeñarecompensaatodoeltrabajoquehasrealizadodurantelaúltimasemana.

La rabia quePhoebe antes contuvovolvió con fuerza, casi ahogándola.AquelparsehabíanmarchadoapenashacíaunashorasyheaquíqueGeorgeproponíaquecorrierandetrásdeellos…eraprobablequeélyCorinasehubieranpuestodeacuerdo,¿noinsistíaaquellaquelallevaraabailar?

—Nopodríapensarennadamejor—mintió—.¿Cuándoiremos?Georgelamiróyentrecerrólospárpados.—¿Teparecebienelsábado?Podemosponernosdeacuerdoparaencontrarnosconellosenalgúnlugar...

—Muybien.¿Vendrásparalahoradelté?PensabairaveralaseñoraDown…preocupada por su gato, que no quiere comer. Si está enfermo llamaré alveterinarioparaquevayaaexaminarlo—hablabasinentusiasmo.

—¿Eresfeliz,Phoebe?—preguntóderepente.—¿Yo?—sonriósinmirarloalosojos—.Sí,gracias,George.—¿Porquémedaslasgracias?¿Notearrepientesdehabertecasadoconmigo?Phoebedeseabapodercontestarleconlaverdad.

—¡Cielos,no!Meencantaviviraquí,esunavillahermosaytodoélmundoesamable…estangratosaberquelanecesitanauna.ComoGeorgelamiraba,ellafruncióelceño,quizáshabíadichounatontería.—Lagenteme cuenta de sus problemas y además, está el consultorio y la casa.Nuncahetenidotiempoparaaburrirme.—¿Estáscontenta?

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Casiquisogritarlequeno,quenuncaloestaríahastaquelaamaracomoellaaél,yesonoeraposible.

—Mucho—yagregó—:mesimpatizamuchotumadre.Noteníaobjetoagregarmás.

Pensóqueseríaespléndidoqueenfermaradesarampión,asíGeorgetendríaqueirsoloaLondres.

Peronuncaestuvomássana.EsanochesepusoelvestidoquehabíausadoparalafiestaenHolanda,seesmeróenelarreglodelcabelloyelmaquillajeyseunióaGeorgeenelvestíbuloparasalir rumboaLondres.Había rogado todoeldíaquesurgieraalgunaemergenciaque lomantuvieraocupado,aunque,porserelfin de semana libre de George, aquella la hubieran transferido a otro de losdoctoreslocales.Sibienlasospechadeunaapendicitisodeunfémurfracturadohubieran sido providenciales… lo habrían retenido hasta que fuera demasiadotardeparairaLondres.Noobstante,todosenlaaldeapermanecíansaludablesyPhoebesubióalautosintiéndoseculpableporhaberalbergadotalesideas.

Eraunanochehermosayloscaminosestabandespejados.Elviajefuerápidoyatiempo se estacionaron frente al restaurante. No hablaron mucho durante eltrayecto,comentarioscasuales,lacharlafácildeviejosamigos.AunquePhoebeesperó un elogio acerca de su aspecto, él nada más comentó: “Es un bonitovestido”. Se preguntó si notaría que había cambiado de peinado.Me teñiré elpeloderojo,pensóenfadada…aversiasílonota.

KasperyCorinaestabanenelbarylosprimeraspalabrasdeellafueron:

—Hola,queridos…Phoebe,¿denuevousasesevestido?…Porsupuestoquenotendrásmuchasoportunidadesdevestirtedegalaaquí—ledirigió una sonrisadulzona y besó a George, lo que hizo que Phoebe aceptara con facilidad elsaludoafectuosodeKasper.

LesonriótambiénaCorinayrepusoamable:

—Sisehubiera tratadode algunaocasiónespecial, habría comprado uno—sequedómirandoelvestidorosadeCorina—.¿Todavíanohasidodecompras?—sonrióaKasper—.Megustaríabeberalgo…ginebraconaguatónica,porfavor.

Nunca la había probado, no le gustaba el olor de la ginebra, le recordaba la

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gasolina,perolabebíatantagente,quealgodebíatener…Laprobóylepareciódesagradable, comosupuso,yalverqueGeorge laobservaba sonriente,bebióotrotragoyaseguróquelegustaba.

Charlaron y bebieron antes de pasar al restaurante y Phoebe, resignada a nodivertirse,nopudoevitarturbarsedeemociónanteaquellaelegancia.Sihubieseestado a solas conGeorge habría exclamado con deleite, pero como los otrosactuabanconnaturalidad,hizolomismo,eligiendoconprudenciaenmoussefríopara empezar y el Supreme de Turbotin Walwska como segundo platillo. Elbizcochoal jerez leparecióunabuenaelección,unpostredeliciosoquecomióconplacer,ignorandoaCorinaqueapartabalacomidaysequejaba.Phoebesepreguntóquéhabríaopinadodelossencillosplatillosquecomiócuandoestuvoconellosensucasa.Conrazónlachicaestabatandelgada.Bebieronchampaña,Corinapidióotrabotellaymoviósusillahaciaatrás.

—Ven,George,quierobailar.

Phoebeno lomirócuandose levantóysiguióaCorinahasta lapistadebaile.Deseóquealgunodeellos,olosdos,setorcieranuntobillo,luegolehorrorizóaquelpensamiento.

—¿Quieresbailar?—lepreguntóKasper.—Todavía no… me gustaría tomar café, por favor. El lo ordenó y volvió asentarse,mirándolaysonriendo.—¿CuántotiemposequedaránenLondres?—inquirióturbada.—Supongoqueunoscuantosdías.DependedeloqueCorinaquieracomprar,odecuántotiemponossoportemosunoalotro.

—Phoebesevolviósorprendida.—Ustedessonviejosamigos...—Esomedicenyprocurorecordarlo—ellasirvióelcaféylediounataza.—¿Eresfeliz,Phoebe?—Sí,¡mucho!—contestósonriendo—.¿Porquélopreguntas?

—George tardó mucho para casarse, yo suponía que era feliz llevando unaexistenciadesoltero,perodespuésdetodo,haycompensaciones.—Espero que las haya—sentenció ella con calma—. . eso puede aplicarse acualquierestadodevida.¿Vienesaquíconfrecuencia?Esmagnífico.—Me has puesto enmi lugar.Me pregunto qué ocurre detrás de esa imagen

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tranquila,Phoebe—sonrió.

Ellanocontestó,dejósutazayledijo:—Quierobailar.

Aunque la pista estaba atestada de parejas, de inmediato vio a George y aCorina.Elnohablaba,peroellasí,mirándoloalacarayriendounpoco.Phoebesevolvióyseconcentróenelbaile.

CuandoregresaronalamesayaestabaallísuesposoyCorina.Eltomabacaféyellaseguíabebiendochampaña.Seriócuandoellossesentaron.

—¿Qué les parece si vamos a un club nocturno? Yo sé que George quierellevarme, pero dice que tú no estás dispuesta, Phoebe.De cualquiermodo, yoquieroir.Kasperpuedellevartederegresoatuvilla.

—Has bebido demasiado —intervino George—. No tienes idea de lo quedices…yesofensivatumaneradeportarte.Notengointencionesdellevarteaninguna parte, voy a bailar conmi esposa y luego regresaremos juntos a esa“villanuestra”.Kasperconocetodoslosclubesnocturnos,éltellevará.

—NoquieroirconKasper.

—Dale café—sugirió George y se levantó—. Phoebe, ¿bailamos? Phoebe sesintióenlagloriaconlosbrazosdeGeorgealrededordesucuerpo.Bailababien,sinamaneramiento.

—¿Tediviertes,Phoebe?¡Québonitavoztenía,profunda,lentaycálida!

—Sí,es fabuloso.Nuncaestuve enun lugar comoéste—lomiró a la cara—.George,siquieresquevayamosaunclubnocturno,nomeopongo,noquisieraestropearleslanoche.

—Porloqueamíconcierne,yaestáestropeada,Phoebe.

Ella no contestó. Bailaron en silencio mientras ella se preguntaba qué quisodecir.¿Habríaellaarruinadolanoche?Aunqueseesforzó,nohabíaprogresadomucho desde aquella desastrosa fiesta a laque asistió con Basil; todavía eratímida e insegura y fue desatenta con Corina. Era cierto que aquella chica

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detestable también había sido grosera con ella, al parecer si una era bonita ydivertida,lodemásnoimportaba.

TerminarondebailarycuandovolvieronalamesaKasperyCorinateníanjuntaslascabezas,reíanquedoycuchicheaban.Losmiraronysonrieron.—Vamos a un club nocturno —anunció Kasper—. Corina decidió que si nopuedeteneraGeorge,seconformaráconmigo.Georgesequedómirándolos,sonrióunpocoyagregó:

—Quesediviertan.AvísennoscuandoregresenaHolanda—besóaCorinaenlamejilla—.Fueunanochemaravillosa—estrechóunamanoaKaspery esperópacienteaquelasdoschicasbesaranelaire,cercadesusmejillas.KasperbesóaPhoebeysesepararonenlamesa,dejandoqueGeorgepagaralacuenta.

Phoebe salió adelante de George, unos minutos después que el gerente delrestaurantedetuvieraaGeorgeparahablarconél.Vioconsatisfacción,quesuesposoeralaclasedehombrequeameritabaaquellaatención.

Subió a su auto y se sentó a su lado. Los teatros estaban vacíos desde hacíamuchashorasynoveíanamuchagenteenlascalles.PasaronTowerHamlets,ysedirigieronaChelmsfordRoadantesqueGeorgehablara.

—Esunalástimaqueesosdosnosecasen,tienenmuchoencomún.Seconocendesde hace tanto tiempo que no existe ninguna novedad entre ellos… aunqueKasperestáalgoenamoradodeti.

Phoebe,queibasentadacómodamente,seenderezó.—¿Quéquieresdecir?¡Quétontería…yotambiénpodríadecirquetúestásmásqueparcialmenteenamoradodeCorina!Podíahabersemordidolalenguayagregóconhumildad:—Es absurdo—comoél no contestó ella hablódenuevo—:Corina estarmásqueunpocoenamoradadeti.Detectósarcasmoensuvozcuandoélrepuso:—Corina se enamora a medias de cada hombre que conoce—lo oyó reír—.Debíasentirmehalagadodeesaideatuya.

Phoebemurmuróalgo.Eltratabaaquellocomosifueraunabroma,paraellanoloera.Lehubieragustadoexteriorizarlarabiaquesentía,nopodíahacerlosinque él preguntara por qué, ella normalmente tan controlada, se mostraba tanviolenta.

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—¿Nodicesnada,Phoebe?

—Fueunaideatonta—lasonrisaeraforzada—.Debeserporlasemocionesdela noche —ansiaba llevar la conversación hacia un tema menos personal ycontinuó—:noimaginabaqueeserestaurantefueratangrandioso.¿Hasidoallíconfrecuencia?

—Devezencuando.Ahoramiprácticaenlamedicinaestanabsorbente,quehedejadodefrecuentarlaslucesdelaciudad.

—¿Lasextrañas?—Yano,aunquedeboconfesarqueconunabuenaacompañante,aúnmeatraen.

Aquívamosdenuevo,pensóPhoebe.EracomosiCorinaestuvierasentadaentrelos dos. ¡Si regresara a Holanda para quedarse! No, Holanda no estaba losuficientementelejos…seríamejorAustraliaolasselvasdeBrasil.Eraunreto,y Phoebe se preguntaba si se habría casado con George si hubiera sabido deCorina,aunqueporélestabadispuestaasoportaraunadocenadeCorinas.

SalíandeChelmsfordyelcamposehallabatranquilobajolaluzdelaluna.—Mañana tendremos un buen día—comentó George—. Pasémoslo en casa sinhacernada.Ellaaccediócontalfervor,queéllamiró.Suexpresiónparecíatristeapesardesuspalabras.Ellepusounamanosobrelarodilla.—Tevimuybonitaestanoche.Ella le dio las gracias en unmurmullo,mientras se preguntaba si lo decía decorazónosiseríaunintentoamableparahacerlasentirbien.

—Lodigoenserio—añadióydetuvoelauto.Phoebenoestabapreparadaparasuprecipitadobeso,nonecesitódecirpalabra,porqueenseguida,élcontinuósucamino,y cuandoellavolvió ahablar fueparahaceruncomentario acercadellevaraBeautyalveterinariolasemanasiguiente.

Entraron juntos en la casa. El vestíbulo parecía acogedor con su lámpara depantallasobreunamesayenlasalalaseñoraThirskhabíadejadounabandejacon tazas y un termo con café.Georgemiró su reloj.—Es tarde, quizás estéscansada,peroúltimamentenoshemosvistomuypoco. ¿Tomamosuna tazadecaféycharlamos?

Phoebenoestabacansada,sesentaronaconversarduranteunahora…comolo

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hacíancuandoacababandeconocerse…aunquenuncavolveríaaserigualparaella,suesposonoteníaporquésaberlo.SepreguntócómosehabríasentidoconrespectoaCorinasinohubieraestadoenamoradadeGeorge.

Searrellanóenunbutacónysequitóloszapatosmientrasélservíaelcafé,luegosesentófrenteaella,conBeautyapretadocontrasuspiernas.

—Esperemosquenohayamáscasosdesarampiónhastaellunesporlamañana,porsupuestoquesoyoptimista.Senecesitaquehayaunaepidemiaparaquelasmadresvacunenasushijos.

—¿Algunodelosniñosestágrave?—Noyojaláqueningúnbebésecontagie.DebemospreguntaraSusansiestávacunada,eslamayordecuatrohermanos.¿CómosellevaconlaseñoraThirsk?

—Muybien—Phoebeestabafelizdepoderdiscutiraquellosasuntosconél.Depronto se sintió tímida ante George, sentada aquí, él muy elegante con suesmoquinyalgoremoto.Elqueríahablar,noseguramentesobreelsarampión.¿Le querría decir que su matrimonio no estaba resultando como esperaba?Rechazódeinmediatoestaidea,noteníantantotiempodehabersecasadoparadarleuncalificativoquefuerajusto.QuizádeseabaexplicarlelodeCorina,perotampoco creía que fuera eso, no tenía por qué aclarar. Si no fingieron estarenamoradoscuandosecasaron,élnoresultabainfiel,eramalasuertequeCorinahubiesellegadoasusvidas...

BuscabaalgomásdequéhablarcuandoGeorgeledijo:—¿QuisierassaberacercadeCorina?

—No,nomegustaría—almismotiempodeseabanegarloquedecía—.Nomeinteresaademástodoestanobvio,quierodecir,esunaviejaamiga.Debesestarcontentodehaberlavistodenuevo—continuóhablandocomo tonta—.Es tanbonitay…todoesunapérdidadetiempo,creoqueestoycansada.

Se levantó del butacón, cruzó el cuarto con los pies descalzos y corrió haciaarriba,comosiesperaraqueGeorge la siguiera,pero no lo hizo.A lamañanasiguiente,duranteeldesayuno,élsecomportócomosiladespedidanohubierasidotandesagradable.Hablódeunacosaydeotraycuandoselevantarondelamesa,dijoquellevaríaaBeautyacaminarantesdealcanzarlaeneljardín.

Phoebe deseaba acompañarlo, mas sabía que él no la invitaría… se había

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comportado como una tonta. La oportunidad de volver a aquella relaciónamistosaparecíamásremotaquenuncaytodoporsutorpeza.

Deambulóporlacasadespuésqueélsemarchó,estorbandoalaseñoraThirsk,hastaquealfintomósutejidoyfuealjardín.Eraunamañanapreciosayelsolbrillaba. Se sentó en una silla y trató de parecer despreocupada… aunque sinéxito… porque el estambre se enredó y estaba en el proceso de desenredarlocuandoélllegó.

BeautyveníaconGeorge,quientraíalosdiariosdeldomingobajoelbrazoysesentóenunasillajuntoasuesposa.

Phoebe,quedeprisahacíaunabolaconelestambre,anunció:—Traeréelcafé.

—LaseñoraThirsklotraerá,meviovenirhaciaacá—cerrólosojosyBeautyseechóenelpasto.Debíanparecerunapareja románticay feliz,pensóPhoebeycreyóqueelamadellavespensabalomismo.

—Está bien, disfruten de su descanso…no hay como una hora o dos con losperiódicosdeldomingo,yo siempre lodigo—sonrióaPhoebe—.Tendremospolloparalacena,señora.

—Gracias,señoraThirsk—Phoebeseesforzóporparecerunamadecasafeliz.Laancianacontinuósonriendo.—Como es el cumpleañosde lapequeña Jane, saldré y creo que regresaré unpoquitotarde.—Hay un pequeño paquete para Jane en lamesa del vestíbulo…—intervinoGeorgeguiñandounojo.

Phoebe sirvió el café y él se durmió.Al verlo, le parecía que era demasiadoapuesto. Siguió tejiendo y luego también cerró los ojos. Cuando los abrió,despuésdemediahora,Georgelamirabaporencimadeldiario.

—¡Oh,Dios!¿Estabaroncando?—noesperóaquelecontestarasinoquetomósulaborycontinuótejiendo.—No.Observabaquedormías—sonriócon tal encantoquePhoebequedó sinaliento—.Eslaprimeravez.Siempreestásdespiertayllenandocontrabajolashoras.—¿Temolesta?Siempretuvealgoquehaceryahorasinoestoyocupada,me siento culpable… —agregó, ansiosa por complacerlo—: cambiaré, te lo

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aseguro.—Nocambies,querida,megustascomoeres—volvióatomareldiario—.Apropósito,encontrétuszapatillasylasdejéentucuarto.—Gracias—musitó sonrojándose—.Lamento… lodeanoche.Georgemiró elrostroencendidoyvolvióasulectura.—Tambiényo,peromeimaginoqueespormotivosdiferentes.

Ella hubiese deseado preguntar cuáles eran aquellos motivos, pero él estabaabsortoenlapáginadeportiva.Volvióasutejido,talvezlascosasnomarchabantal como ella pensaba. Corina vino y se fue, tal vez no volverían a verla enmucho tiempo,el suficienteparaqueellapudieraacercarsemásaGeorge.Noestaba segura de cómo lo haría, no conocía trucos sexuales y su aspecto noresultabamuyespecial.Loúnicoquepodíahacereraestarahí,vestir lomejorposible,serbuenacompañerayagradableanfitrionaparalosamigosdeél,estardispuestaaayudarloenelconsultorioyaescucharlocuandoquisierahablar.

Elrestodeldíalopasaronmuytranquilos.LaseñoraThirsk,quelucíasumejorsombrerodeverano,semarchóconelsobrinopara iraBuryStEdmundsy lacasaquedósilenciosa.Sevolvierona sentarenel jardín, leyerony tomaronelsol,sinhablarhastaquePhoebeselevantóparaentrarapreparareltéyGeorgellevólabandejaafueracon losbocaditosque laseñoraThirskhabíapreparadoasícomounpasteldenuez.

—Porloqueamírespecta,estatardededomingo,enparticular,podíadurarparasiempre—comentóGeorge—.EsmejorquelleveaBeautyadarunpaseoantesdeiralaiglesia.

No sugirió que Phoebe lo acompañara y ella no se lo pidió, aunque habíaesperadoquelohiciera,yaquehabíanvueltoaserbuenosamigos.Cuandoélsemarchóelladispusolamesaparalacena,seaseguródequelacomidaestuvieralista cuando George regresara y subió a tomar una ducha y ponerse algodiferentealvestidodealgodónsinmangasquehabíausado todoeldía.OyóaGeorgellegaryluegoentrarensucuartomientrasellasearreglaba.Sepusounbonitovestidofloreadodesedayunsencillosombrerodepaja,guantesybolso.Se examinó satisfecha en el espejo. Parecía la esposa de un doctor y erasatisfactorio ver su propia opinión reflejada en la mirada de George alencontrarloenelvestíbulo.Tratódeescucharelsermón,eradifícilnosentirsehalagada con las miradas de aprobación que le dirigían desde los asientoscercanos.

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Georgefueasuestudiodespuésdelacena,ellarecogiótodo,pusolamesaparaeldesayunoyfuealacocinaalavarlostrastosydejartodolistoparalamañanasiguiente.ComoGeorgenodioseñales de acompañarla,ella llamó a la puertadelestudio,asomólacabeza,ledeseóbuenasnocheysubióasucuarto.Podríaleerenlacama.

Alamañanasiguiente, lasaladeesperaestaballena.Phoebeseasomódespuésde desayunar, llevó los platos y los cubiertos a la cocina y se puso su bata.GeorgesalióaljardínconBeautyantesdeiralconsultorioyellaempezóasacarlas historias clínicas de los pacientes. El señorMaggs llegó muy angustiado,inspirabalástimayestabamuyasustado,noteníafamiliaqueseocuparadeél.Encontrósuexpediente,leaseguróqueseríaelprimeroenpasarysiguióconlaseñoritaStokes,quiensequejabaconvozaltadesureumayledecíaatodoelquelaquisieraescuchar,queelmundoeraundesastre,yaqueenunfuturonomuylejano,undoctornopodríavisitaralospacientesensuscasas.

—Siustednopudiesevenir—leindicóPhoebetratandoderazonarconella—,eldoctoriríaavisitarladeinmediato.

Hubo un murmullo de aprobación de parte de todos los presentes. Querían aGeorge, era confiable y Phoebe, al escuchar que se alzaban algunas vocesalabándolo,rebosabadeorgullo.

PasóelseñorMaggscuandoGeorge llamóyellafuedeunasillaaotra,habíapequeñosconheridas,dosniñasconmachassospechosas,unadolescenteconundedoinfectado,lamujerdelcarniceroconunamanoquemada…transcurrieronun par de horas antes que pasara el último paciente a consulta. Phoebe seapresuró y ahora acomodaba las revistas, enderezaba las sillas y abría lasventanas.Luegosubiríaaarreglarlascamasymástardeiríadecompras.

—Nomeexplicocómomelasarreglabaantesdecasarmecontigo.Estamañanarealizasteuntrabajoespléndido,Phoebe—tomólatazadecaféysesentóensubutacón—.Siteparecedemasiado,melodicesybuscaréunaenfermeraqueseocupedelarecepción.

—¡No!—exclamócontantafuerza,queéllamirófijamenteylahizoenrojecer—.Loquequierodeciresquedisfrutodeltrabajoynotengocasiquehacerenlacasaestandoallí laseñoraThirskyahora tambiénSusan…Quieroque todosigaigual—agregócasicondesesperación.

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El rostro de George no se alteró, pero ella tuvo la impresión de que estabaenfadado…talvezdesilusionado,eralapalabramásadecuadaysepreguntóporqué, luego desechó el pensamiento, ya que él continuó hablando tranquilo,acercadelavisitadesumadre,casialfinaldelverano.

Elrestodeldíacasinolovio,lamitaddeloshabitantesdelavillarequirieronsusservicios.Casialterminardecenarlollamaronparaquefueraaunadelasgranjas y aunque no tardómucho, apenas llegó a la casa en elmomento quesonaba el teléfono y fue al estudio a contestar. Como dejó la puerta abierta,Phoebe,quehojeaba una revista, no pudo evitar oír que hablaba en holandés.Fue a la cocina a charlar con la señora Thirsk porque si se quedaba temíaentender lo que decían… una palabra aquí y otra allá, era probable queequivocaraelsignificado.

Cuandoregresó,Georgeestabadenuevoensusilla,leyendounarevistamédica,yaunque le sonrióno ledijoquiénhabía llamado.Sihubierasidosumadreoalguno de sus amigos holandeses, lo habría dicho… Phoebe continuó con larevista,sepreguntabasiseríaCormaquienllamara.

Hubo tan pocos pacientes el resto de la semana que no la necesitaba en elconsultorio.Recogiófrutadeljardínparalapreparacióndemermeladas,arreglólas floresypulió laplata.Sesubióenunaescalera,para frotarconcuidadoelcandildelasala,cuandoGeorgeentró,unamañana.

—¿Yaterminaste?—ellasebalanceóunpocoyéldetuvolaescalera.

—Sí…—contestó.—Hayalgoquedebodecirte,Phoebe—laescaleravolvióabalancearse,enestaocasiónporqueellatemblabadebidoalmiedosúbitodequesetrataradealgoquenodeseabaescuchar.Elestirólosbrazosparaayudarlaabajar.Lateníaabrazadacuandoseabriólapuertadelfrente,Phoebeescuchóelchirridodelaantiguachapaymirósobresuhombrohacialasala.

Corinaestabaenelvestíbuloycaminabahaciaellos.

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Capítulo9

Phoebesintió que lasmanos deGeorge apretaban su cintura, la levantaba sinprisayladejabaenelpiso.—Hola, Corina. ¿Qué te trae por aquí?—no parecía sorprendido ni molesto.Corinaseabalanzósobreéllepasólosbrazosporelcuelloylobesó.Alhablarsemostróindiferente:

—Hola, Phoebe—la saludó y volvió su atención aGeorge—.Me aburrí conKasper…lomandéderegresoaHolandaydecidíveniravisitarlosdenuevo…—empezóahablarenholandésyaunqueGeorgesehabíaquitadolosbrazosdelcuello, la escuchó a medio sonreír. Cuando ella hizo una pausa para tomaraliento,élpreguntóaPhoebe:

—Querida,¿podemoshospedarduranteunosdíasaCorina?—Porsupuesto…—contestóPhoebecon laboca reseca—.Hayuncuartoqueestálisto.Medarágustotenerlaentrenosotros,portodoeltiempoquequiera.—¿Cómollegasteaquí?—preguntóGeorge.—Por treny en taxi… todavía está afuera.El salió para recoger el equipaje yCorinadijo:—Sé bueno y págale, George —luego se volvió a Phoebe —. ¿Te hesorprendido? Es probable que no, debes saber que no me doy por vencidafácilmente.Phoebecontuvoelimpulsodeabofetearla.—Subea tu cuarto—la invitó condulzura—.¿Pudiste comprar algode ropa?Metemoquedenadateserviráaquí,somosalgoanticuados.

Corinarióalseguirlaporlaescalera.—Georgenoloes…¿nolohasdescubierto?

Phoebe ignoró el comentario, abrió la puerta del cuarto que Corina ya habíaocupado.—Bajacuandoestés lista,elcaféseserviráentonces.EncontróaGeorgeenelvestíbulo,rodeadodemaletas.

—Esunasorpresa.—Paramílofue,meimaginoquenoparati.—¿Puedesexplicarte?—sepusomuyserio.

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—Recibisteunallamadaenholandés…nomedijistequiénera,ahoralosé.Sedirigióalacocina,ignorandosumirada.

—Más chuletas de cordero y no alcanzarán los guisantes—anunció la señoraThirsk.—Iréalavillatanprontocomohaya tomadocafé—leprometióPhoebe—.Eldoctornotienetrabajoestamañana…Corinanosesentirásola.Sutonofuetansarcástico,quelaseñoraThirskdejóloqueestabahaciendoparamirarla.

—PuedoenviaraSusan.—No, iré yo…Susan tiene que arreglar el comedor. Phoebe tomó la bandeja,volvióalasalaylapusosobrelamesajuntoalaventana.GeorgehabíasalidoaljardínconBeautyyellallegóalvestíbuloalescucharlavozdeCorina.

—DileaGeorgequesubamineceserPhoebe,deboarreglarmicara.

—Elestáeneljardín.Tuscosaspermanecenenelvestíbulo,¿porquénobajasyte llevas loquenecesitas?Tomaremoselcafé,asíqueno tardes—agregó conamabilidad—: Supongo que no importa mucho tu cara… nada más nosotrosestamosaquí.

VolvióalasalasinescucharlosmurmullosdedisgustodeCorinaysuspasosenlaescalera.

Phoebe,mirabaelretratodeunodelosantepasadosdeGeorgeylecomentó:—Meestoycomportandodeunamaneraincreíbleynololamento.

ElancestrolamiróconsusojostanazulescomolosdeGeorgeyhabríajuradoqueleguiñóunojo.Imaginaciónono,lediovalor.—¿Quisieras esperar para tomar tu café? —preguntó a su esposo cuando élregresó—.SupongoqueCorinanotardaráenbajar.

LamiróyPhoebesintiófríoalverlairaenaquelrostro.—Enesecaso,esperaré.

—Muy bien. ¿No te importa si voy a la villa? Necesitamos más chuletas yalgunasotrascosas.AlregresarCorinaestarálista.Se tardómásde lodebido.Llevósuscomprasa lacocinayentróen la sala adisculparseyatomarsucafé.

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—Estándescongelandoelrefrigeradorynohaymásquelonecesarioparaunpardedías—explicóPhoebe.SediocuentadequeaCorinaaquellonoleinteresaba.

—¡Quéaburrido!—Corina sevolvióhaciaGeorge—.Nopuedesestar todoeldía ocupado, soy tu huésped y debes atenderme —abrió muchos sus ojos yagregó—:Antessiemprelohacías.

—Lo he olvidado —se puso de pie—. Me marcho, regresaré a la hora delalmuerzo,Phoebe—seinclinóylebesólamejilla,estrechólamanodeCorinaysalió.Lasdoschicasquedaronunafrentealaotra,consustazasllenasdecafé.

—¿Tienesalgunosplanes?—preguntóPhoebeporcortesía—.Creoquenohaymuchoquepuedashacer.—Estaré bien—Corina sonrió ampliamente—.Seré…¿cómodices tú?…unamásdelafamilia.

ElrestodeldíaresultóunapesadillaparaPhoebe,tuvoqueescucharlaincesantecharladeCorinasobreropaymaquillaje,hastaqueGeorge llegóyentonces lavisitante,concentrósuatenciónenél.Phoebe,almirar lasmaletasen laalcobade Corina, pensaba con desconsuelo que la estancia sería larga. DecidiópreguntarleaGeorgecuandotuvieratiempodehablarconél.

Era más fácil decirlo que hacerlo. El se fue a su estudio, alegando que teníatrabajoquehacerdespuésdelacenaycomoalasonceaúnnosalía,PhoebesevioobligadaasugerirleaCorinaquesefueranalacama,algoquelachicanoquería hacer, por lo que las dos subieron juntas, deseándose un mentiroso“buenas noches”. George salió del estudio mucho después y fue a su cuarto.Phoebetardómásdeunahoraendormirse,escuchabalossonidosfamiliaresdelaviejacasa.Alfinconcilioelsueño,paradespertartempranoybajaraprepararelté,antesquelaseñoraThirskselevantara.

Corina no bajó a desayunar. La señora Thirsk limpió la mesa después queGeorgesemarchóalconsultorio.—¿Deseaqueprepareunabandejaylasubaalcuartodelajoven?—preguntó—.Susannovendráhastalasdiezytengoqueprepararlacomida.—No, no es necesario —subrayó Phoebe—. Corina sabe a qué horadesayunamosyyaleaclaréquesinobajaba,tomaríamoselcaféalterminarlaconsulta.

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LaseñoraThirskasintióconlacabeza.—Yolosé,señora.¿Iráustedaayudaraldoctor?

—Sí, creo que debo ir, la sala de espera está llena de pacientes.Arreglaré lascamas después y Susan limpiará cuando venga. Si Corina baja antes que yoregrese,dígalequehayunassillaseneljardín,sideseasentarseallá.

Seencaminóhacialasaladeesperayempezóconlosexpedientes.Georgehabíalocalizado los dos o tres primeros, pero quedaba otra media docena que elladebíasacar.Ellediolasgraciascortésmentecuandoselosllevó,luegolepidióquevendaraunaúlceravaricosayquehicieraalgunascitas,todoestodebuenamanera,talcomolohizoduranteeldesayuno,loqueaellalaconfundía.

Vendólaúlcera,hizolascitasyvolvióalasaladeespera.Bien,éseeraunjuegodedos,sedijoconira.EnelmomentoquelaenfadosaCorinasemarchara…yojaláfuerapronto…hablaríaconél.Ellasiemprepensóquepodríaaceptartodoamándolo y ocultando sus sentimientos, pero ahora veía que no funcionaba.Llevólahistoriadelúltimopacienteyvolvióalacasa,paraencontraraCorinafuriosa.

—Nohedesayunado—selamentó—yesamujerdijoquedebíaesperarhastalahoradelcafé.Creíquealguiensubiríaunabandejaamicuarto.

—Mal hecho. La señora Thirsk tiene bastante que hacer en las mañanas parallevarbandejasaloscuartossuperiores,yyoestoyocupadaenelconsultorio.Sinopuedesbajaradesayunaratiempo,tendrásqueesperarhastalahoradelcafé.— ¡Phoebe, pareces enfadada! —Corina abrió mucho los ojos—. Cualquieradiríaquenomequieresaquí.

—No recuerdohaberte invitado—Phoebe siguió escaleras arriba para arreglarlas camas. Cuando regresó, George estaba en la sala registrando sus visitas yCorina,sentadaenel borde de unamesa balanceaba las piernas. Era evidenteque había hablado de Phoebe, por la mirada de triunfo que le dirigió a estaúltima en el cuarto. Enseguida musitó, con voz infantil: —Ya ves, George,Phoebepareceenfadada.Noquierequemequede…dijoqueellanomehabíainvitado...

—Ya has dicho eso Corina y estoy seguro de que si Phoebe lo dijo fue sinintención.Mi esposa es hospitalaria con nuestros huéspedes—su voz se hizograve—,estoysegurodequehablósindarsecuentaysedisculpará.

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Phoebesequedóquieta,mirándolo.Elhabíahabladoenserioyporelmomentoellanopudopensarenotracosamásqueendisculparse.

—Lo lamento…no quiero ser grosera, pero tal vezCorina comprenda que elllevarbandejasconcomidaasualcobaesunpocodifícil.LaseñoraThirskestáocupada,mas si tú lo decides, dejaré de ir al consultoriomientrasCorina estéaquí...

Lomiróairadaypensóqueélsereíadeella.—EstoysegurodequeCorinaseajustaráanuestrasocupaciones.¿Quésucedeconesecafé?Noparecíamolesto.Phoebe,alrepartirlastazasdecafé,deseóarrojarlealgoalacara,lomismoqueaCorina,quiensonreía.

Losdíassiguientestranscurrieronenunaincómodatregua.Corinanoseesforzóporhacercumplirsuscaprichos,aunquemolestabaaPhoebesiemprequepodía.Criticabalacomida,sequejabadenopoderdormirporlasnoches,dequehacíademasiadocalorparasaliraljardín,dequeestabamuycansadaparaleer.Phoebele contestaba con calma y le sugería que quizás encontrara la vida másgratificante si regresaba a su casa. Había pasado casi una semana y nomencionabalapartida,untiempoenelquePhoebenotuvooportunidaddeestarasolasconGeorge.Lasúnicashorasenqueestabansoloseranlasdeldesayuno,cuandoélseenfrascabaenlalecturadesucorrespondencia,revisabala listadelasvisitasy sudiario,entremezclando algunos comentarios acerca del tiempo,mientras ella respondía con monosílabos. Este era un George que ella noconocía, se había esfumado la comunicación que existió entre ellos; laindiferentecortesíaconlaquelatratabaresultabacasiinsoportable.Sipudierantener media hora para hablar… pero Corina estaba siempre allí, paramonopolizar la conversación, suplicando a George que la llevara en el autocuandohacíasusvisitasyrefunfuñandoporqueélsenegaba.

—Sinoestásdeacuerdo,George,novolveréapedírtelo,peroalmenospodrásllevarmeaalgúnlugarinteresante.Escuchéqueestaráslibreelsábado,llévameaCambridge, quiero comprar algunas cosas, almorzaremos allí y por la nocheiremosacenaryabailar.

Estabansentadosenel jardíndespuésde tomarel té.Todavía faltabaunahorapara la consultayGeorgeyacía recostado sinhacernada, al igualqueCorina.Phoebe,furiosatejía.

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—¿Qué dices a eso, Phoebe?—habló demanera casual y lamiró a los ojos.Antesqueellacontestara,Corinaintervino:

—APhoebe le gustará quedarse sola en la casa durante unas cuantas horas…Además,tresesdemasiadagente.

Georgelaignoró.—¿Phoebe?

—Megustaríair…nohemossalidomuchoúltimamente.Corinalomiró,parecíaquererfulminarla.—¿HabráalguienaquienpodamosinvitarparaPhoebe?—Nodeimproviso—Georgehizounamueca—.Todosnuestrosamigosestánfelizmentecasadosylesgustasalirconsusesposas.—Enesecaso,noiremos—replicóCorinadisgustada.—Por supuesto que iremos. Te gustará Cambridge, hay algunos edificioshermosos…loscolegios,sabes.Corinapronuncióalgoenholandésysepusodepie.—Tengomuchocalor,voy a sentarmeadentro—se levantóyvolvió a decir aGeorgealgoenholandés.Suvoz,tuvoqueadmitirPhoebe,eramuyseductora.

—No,gracias,estoybienaquí.Phoebe—lavozeratangentil,queelladejócaersutejidoparamirarlo—.Phoebe,queridaPhoebe…—enesosonóelteléfono—.¡Oh,diablos!

Else levantóparacontestar,mientras laesposaasimilabael tonoconqueél lahabía llamado, “querida”. ¿Se le habría escapado inadvertidamente? ¿O habíatratadode calmarla para que accediera a quedarse en casa el sábado?Ansiabaqueregresaraparaaveriguarlo.

AlvolversequedóunossegundosparadecirqueteníaqueiralagranjaPake.

—LaseñoraPakesufrióunatrombosiscoronaria.Nomeesperenparacenar…tendréqueacompañarlaalhospital.Dilesalospacientesquevenganaconsultaqueregresenmástarde.

Se marchó sin mirar para atrás. Tal vez ella había soñado aquel pequeñoincidente.Noregresóparalacena,eranmásdelasnuevecuandollegóyvariospacientesobstinados,esperabandecididosaque losconsultaraaunquetuvieranqueesperar toda la noche.Pasóotramedia horapara quevolviera a la casay

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Phoebe le sirviówhisky antes de ir a la cocina por la sopera, y por la señoraThirsk, quien llevó carnes frías, patatas al horno y ensalada. Corina, aunresentida,lasiguióalcomedorysesentóalamesajuntoaGeorge,charlando.

—¡PobreGeorge!…¿porquéhacesesehorribletrabajocuandopodríasvivircontoda comodidad sin tener que hacer nada? ¡Todos esos enfermos!—hizo unamuecayPhoebemiróhaciaotro lado.Sabía loqueparaGeorgesignificabasucarrera, daría hasta el último centavo que tenía si se trataba de elegir entre eldinero y aquélla. No se sorprendió al escuchar elmurmullo de reproche y sealegrómuchísimo.

Lo miró amorosa, veía las líneas de cansancio en el rostro y preguntó: —¿Llegasteatiempo?—Esoespero,elviejoPakeestámuyafectado.—Iréallámañanaporlamañana,sicreesquepuedoayudar.

—¿Loharás?Piensoquesíayudará.Vendráunadesushijasmañana,cercadelmediodía.

—Mequedaréhastaqueellallegue,puedoirdespuésdelaconsulta.ElasintióysevolvióhaciaCorina,quienlepreguntabaalgoenholandés.—Oh,no,notemoeso.Tendrélibreelsábado…Andrewvaasuplirme.

LaseñoraThirskentróconelcaféreciénpreparadoyPhoebeleayudóalimpiarlamesa,mientraslosotrosdospasaronalasala.Cuandoseunióaellos,George,reclinadoensusilla,revisabalacorrespondenciadelatardeyCorina,sentadaenunodelossofás,nohacíanada.Quizá,pensóPhoebe,seiríaaacostar,

Pero no fue así. Se quedó allí, en silencio por única vez, hacíamás difícil laconversación,hastaqueGeorgedijo:—¿Qué les parece si nos acostamos temprano?—se puso de pie y les deseóbuenasnoches.

La consulta de la mañana no fue extenuante. Phoebe hizo lo necesario y semarchóensubicicleta.Habíaseiskilómetroshasta lagranjaPakeyelcaminoeradirecto.Unavezallá,semantuvoocupada,preparóunacamaparalahija,lesirvióalancianoundesayuno tardíoy lo tranquilizócon respectoa suesposa.Estabacansadaalemprenderelretornoacasa.

Durante el trayecto practicó un juego que consistía en convencerse de que

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Corina se habría marchado cuando ella llegara, no eramás que un juego. Lachicaaúnestabaallí, con lospies subidosenunsofá, sinhacernadacomodecostumbre,conrevistasregadasalrededoryunatazavacíaenelsuelo.Phoeberecogiólataza,lediolosbuenosdíasyfueadiscutirconlaseñoraThirskquécomerían.

George,comosiempre,estuvocalmadoduranteeldesayuno.Phoebe,frenteaél,habíaesperadoquevolvieraallamarla“querida”,masnolohizo.ComentósobrelafamiliaPakeysaliórumboalconsultorio.Además,porlatardeasistiríaaunareunión en el hospital de Bury Saint Edmunds. Phoebe suspiró, no teníaesperanzasdehablarconél.

Georgeregresóparaelalmuerzoyvolvióamarcharseencuantoterminaron,sinfijarseenqueCorinasequejabadeaburrimiento.

—Phoebenotieneauto,nisiquierasabeconducir—comentóCorinaaGeorge.—No ha tenido tiempo de aprender —la justificó —. ¿Es malo usar unabicicleta?—¿Conestecalor?Además,¿adondepodríair?—Regresaréparalaconsultadelatarde—informóGeorgeysalió.

Latardefueinterminable,Phoebeagradecióquelasaladeesperaestuvierallenadepacientes,despuésdelté,paramantenerseocupadahastalahoradelacena.

Parasusorpresa,Corinalosacompañóadesayunarlamañanasiguiente,vestidaparasuviajeaCambridge…lucíaunvestidodesedasinmangasyunapequeñachaqueta,propiapara llevarladuranteeldía…sin laqueel trajepodríausarsepor la noche y para ir a bailar. Phoebe, se puso su vestido de algodón, revisómentalmentesuguardarropaparaversipodíausaralgomejor.

—Nosiremosalasdiez—avisóGeorgeyfueasuestudio,mientrasCorinasesentabaenlasalayPhoebelimpiólamesaparaluegosubiracambiarsederopa.

Eligióunvestidoazulpálido,muysencilloperoelegante.Searreglóelcabelloylacara,encontróunapequeñachaquetaazulqueibabienconelvestidoybajócuandoGeorgesalíadelestudio.

El cruzó el vestíbulo para darle un beso furtivo y, sin hablar, abrió la puerta.Phoebe,untantoturbadaporaquelbeso,fueadespedirsedelaseñoraThirskydeSusanycaminóhaciaelauto.EramuchoesperarqueCorinasesentaraenelasientoposterior,yaestabaacomodadajuntoaGeorge.

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Apenas se habían alejado unos quince kilómetros deWoolpit, cuando sonó elteléfonodelauto.Georgedisminuyólavelocidad,tomóelauricularysedetuvo,escuchando.Alfinrespondió:

—Voyhaciaallá—diolavueltayregresómásrápidodeloquehabíanvenido.¿Porquéregresar?—quisosaberCorina—.VamosaCambridge,¡loprometiste!Ellaignoróyporencimadesuhombrocomentó:

—EraAndrew…está atendiendo un parto y no puede regresar.Cuatro chicosingirieronsemillasdecodeso.∗No esperó respuesta y Phoebe no habló, dando gracias de que el maletínestuvieraenelauto.FueCorinaquienrompióelsilencio.—George,quieroiraCambridge,notienesqueregresar,estudíadedescanso.

Ibanya por la calle principal deWoolpit y no le contestó, sinoque se detuvofrenteaunahileradecasitas,alfinaldelavilla,tomosumaletínybajódelauto.La puerta de una de las cabañas estaba abierta y había un grupo de mujeresafuera.GeorgeentróyPhoebelosiguió;viocuatroniños,todosmuyenfermosytres madres junto a ellos… necesitaría ayuda. El se inclinó sobre uno de lospequeños.

∗Codeso.-ArbustooriginariodelosAlpes,defloresamarillas.—Phoebe,sacalasjeringasdemimaletín—lavozeratranquilaypausada—.Luegocolocaalosotrostresdelado…debemoshacerquevomitenparalimpiarsusestómagos—después de un minuto agregó—: Cuando lo hayas hecho, ve alteléfono,quieroqueenvíendosambulancias,rápido.Alguiendebehaberllamadoya,ysiesasí,pídelesqueseapresuren.

Nadielohabíahecho,todosestabandemasiadoasustados;aalguienseleocurriócomunicarse con el consultorio y fue la señora Thirsk quien pasó el recado aAndrew.Phoebelaencontrócuandolaseñorallegabaalascabañasyellacorríahaciaelcorreoqueestabacercayllamabaalapuerta.

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—El teléfono—pidióPhoebecon la respiraciónentrecortadacuando laseñoraPlattabriólapuertaypasódeprisajuntoaella.

Los niños permanecían semiinconscientes y aunque dos de ellos habíanvomitado y parecían estarmuchomejor, a los otros dos Phoebe los veíamuymal. Hizo lo que George le indicó mientras, la señora Thirsk se dirigió a lacocinaypreparótépara lasmadres.Apenaslo terminabancuandollegaronlasambulancias.

—Yoirécondosdelosniños—dijoGeorge—,ytúconlosotrosdos.Esmejorquelasmadresvengantambién—ledijoalaseñoraThirsk—:Asegúresedequealguiencuidedelosotrosniños.

PartieroncasisindarsecuentadequeCorinallamabaconiraaGeorgedesdeelauto,peroestabandemasiadopreocupadosparaescucharla.En el hospital se llevaron adentro a los niños y Phoebe se sentó a esperar aGeorge.Elregresódespuésdemediahora,guiandoalasmadres.

—Ahora,vuelvanacasa,sushijosestánbien.Verésipuedopediruntaxi.Peronohubonecesidad,afueraestabasuautoconelseñorPlattalvolante.

—LaseñoraThirskmedijoquevinieraabuscarlos,doctor,esperohaberhechobien.—Porsupuestoquesí,benditosseanlosdos.Ustedes,señoras,subanalaparteposterior,Phoebeiráadelante,enmediodenosotrosdos.

Ibanapretados,perroanadieleimportaba.ElseñorPlattylasmujeresbajaronalentrar en lavillayGeorge sedirigióa sucasa.Pudieronescuchar aCorinaalentrar,bajócorriendoporlaescaleracuandoellosllegaronalvestíbulo.

—¡Nomequedaréunminutomásaquí!—lesgritó—.Mírate,Phoebe…estáshechaunasco…¡noteacerquesamí!,quemaneratandetestabledevivir…—se acercó aGeorge, quien tenía unamano sobre el hombrodePhoebe—. ¡Noquierovolveraverte!—chilló—. ¡Creíque seríadivertidoalejartedePhoebe,peroteladejo!Puedesbajarmismaletas,vendráuntaxipormí,nomemarchotanprontocomoquisiera—mirócondescaroaPhoebe—.¡Hueleshorrible!

George rió.Apretó su brazo alrededor de Phoebe y se inclinó para besarle elrostroencendido.—Vealavarte—sugirió—.Yodespediréanuestrainvitada.

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Phoebe escuchó a Corina subir de prisa por la escalera para encontrar que laseñoraThirskestabaallí,preparandoelbañoydisponiendounastoallas.—Todoestá listo, señora Pritchard y déme ese vestido, lo pondré en la basura, ya nopuedesalvarse.Yquéesunvestido…losniñosyaestánbien.—Sí,señoraThirsk—Phoebesequitólaropa—.¿DeverassemarchaCorina?¿Yapreparósuequipaje?

—GraciasaDiosyalohizo…meordenópediruntaxi.Medijoquesemarchaacasa,noquierevolveraquí—laseñoraThirskasomólacabezaalcuartodebaño—¿Deberésacarropatambiénparaeldoctor?

—Por favor, señora Thirsk, está tan sucio como yo. ¿Podremos comer algo?Aunqueseaalgofrío…quizábocadillos.—Déjelodemicuenta,señora—ysemarchó.

Phoebesesentíafrescadespuésdelbaño,sucabellolavadoysueltoparaquesesecara. Se puso un vestido sinmangas, unas sandalias y bajó por la escalera.CorinadebíahabersemarchadoyGeorgeestaríaensucuarto.Nohabíanadieenlasalanienelcomedoryelsalónestabavacío.Porunmomentoseparóenelvestíbulo,desechabalaideadequeGeorgehubierallevadoaCorinaenelauto.Se dirigió lentamente a la puerta y la abrió paramirar hacia afuera. Como elcochenoestabaallí,sequejóconvozalta:—¡Oh,George!

Dioungritocuandosintiólosbrazosdeélalrededordesucuerpo.—¿Todavíainsistesenpensar lopeordemí?—lahizovolverse.—Sí…no…estoes, ¿endóndeestáCorina?

—Se ha marchado. Me olvidé de preguntarle hacia dónde —y agregó conternura—.¡Quétontaeres,mivida!Siempretuvelaimpresióndequeunachicasabíacuándounhombrelaamaba…túereslaexcepciónalaregla.

—¿Cómopodía saberlo?Nadiemehaamado—de pronto estalló en llanto—.¡George,ojalámeamaras…Oh,noquisedecireso!

—Pero lo dijiste y ya no puedes retractarte. Dios, ya pensaba que estábamospredestinadosasernadamásquebuenosamigospara toda lavida…nopodíasoportarlopormuchotiempo...

—¿Soportarqué?—Fingirsersólotuamigocuandoheestadoenamoradodeti…desdesiempre…

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almenosdesdequenosconocimos.

—Nuncalodijiste...—Porsupuestoqueno,habríashuido—seinclinóylabesó—.¡Querida!...

Jamáslahabíanllamadoasíylahizosentirunpocomareada.Detodosmodos,dijo:—¿YquéhaydeCorina?

—La conozco de toda la vida y nunca me ha agradado, pero como nuestrasfamiliassostenían relacionesamistosas, salimos…deesohaceaños.Ycuandoaparecióencasademimadre,consideréunabuenaideaprovocartecelos.

—Sí,lolograste,yalllegaraquíconKasper…yluegoregresó…penséquetú…queella…esallamadatelefónica.—No,miamor,ellanomeimporta.Ylallamadaerademiabuela.NotelodijeporquememolestóquedierasporhechoquesetratabadeCorina.

La oprimió más contra sí, a tal grado, que ella casi no podía respirar. —Miadorada,seremosfelices,conunmontóndeniños.¿Noteaburrirás?

—¿Aburrirme?George,¿cómopuedoaburrirmecontigo?—lobesósaboreandodeantemanoelmaravillosofuturoquelesesperaba.Lesonrióyéllabesó,estaveznoconamabilidadyellatemblódeemoción.

LaseñoraThirsk,quienatravesabaelvestíbulo endirección a la sala con unabandeja con café, se quedó parada sin hacer ruido, giró sobre sus talones yvolvióalacocina.AntelamiradainquisitivadeSusan,ledijofeliz:

—No querrán café ahora, tienen otras cosas en qué pensar. Y no te atrevas aentrarenelvestíbulo,miniña,hastaqueyotedigaquepuedeshacerlo.—Parecequeseaman—comentóSusanpelandootrapatata.—Sucedequesí—reafirmólaseñoraThirsksonriente—.Yyaeratiempo.

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Fin