Quine. Dos Dogmas Del Empirismo

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II. DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 1950 Willard V. O. Quine [En: Desde un punto de vista lógico, Orbis, Barcelona, 1985, pp. 49-81] [49] El empirismo moderno ha sido en gran parte condicionado por dos dogmas. Uno de ellos es la creencia en cierta distinción fundamental entre verdades que son ana- líticas, basadas en significaciones, con independencia de consideraciones fácticas, y verdades que son sintéticas, basadas en los hechos. El otro dogma es el reductivismo, la creencia en que todo enunciado que tenga sentido es equivalente a alguna construcción lógica basada en términos que refieren a la experiencia inmediata. Voy a sostener, que ambos dogmas están mal fundados. Una consecuencia de su abandono es, como vere- mos, que se desdibuja la frontera que se supone trazada entre la metafísica especulativa y la ciencia natural. Otra consecuencia es una orientación hacia el pragmatismo. 1. El trasfondo de la analiticidad La distinción kantiana entre verdades analíticas y verdades sintéticas fue anticipada por la distinción de Hume entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho, y por la dis- tinción leibniziana entre verdades de razón y verdades de hecho. Leibniz decía de las verdades de razón que son verdaderas en todos los mundos posibles. Dejando aparte ese pintoresquismo, lo que quería decir es que las verdades de razón son aquellas que no pueden ser falsas. En el mismo sentido vemos definir los enunciados analíticos como aque-[50]-llos enunciados cuyas negaciones son autocontradictorias. Pero esta defini- ción tiene escaso valor explicativo, pues la noción de autocontradictoriedad, en el muy amplio sentido requerido por esta definición de la analiticidad, necesita tanta clarifica- ción como la misma noción de analiticidad. Las dos nociones son la cara y la cruz de una misma problemática moneda. Kant concebía un enunciado analítico como aquel que no atribuye a su sujeto más de lo que ya está conceptualmente contenido en dicho sujeto. Esta formulación tiene dos insuficiencias: se limita a enunciados de la forma sujeto-predicado, y apela a la noción de contenido, dejándola, al mismo tiempo, al nivel de una metáfora. Pero la intención de Kant, que se manifiesta en el uso que hace de la noción de analiticidad más que en su definición de ella, puede precisarse del modo siguiente: un enunciado es analítico cuan- do es verdadero por virtud de significaciones e independientemente de los hechos. Exa- minemos siguiendo esa línea el concepto de significación que queda presupuesto. Recordemos que significar y nombrar no pueden identificarse. 1 El ejemplo de Frege de 'el lucero de la tarde' y 'el lucero del alba' y el ejemplo russelliano de 'Scott' y 'el au- tor de Waverley' ilustran el hecho de que diversos términos pueden nombrar o denotar la misma cosa y diferir por su significación o sentido. No menos importante es la dis- tinción entre significar y nombrar al nivel de los términos abstractos. Los términos '9' y 'el número de los planetas' nombran una sola y misma cosa, pero seguramente deben considerarse diversos en cuanto al sentido; pues para determinar la identidad de la enti- 1 Cfr. ensayo anterior, p. 35.

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  • II. DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO

    1950

    Willard V. O. Quine

    [En: Desde un punto de vista lgico, Orbis, Barcelona, 1985, pp. 49-81]

    [49] El empirismo moderno ha sido en gran parte condicionado por dos dogmas.

    Uno de ellos es la creencia en cierta distincin fundamental entre verdades que son ana-

    lticas, basadas en significaciones, con independencia de consideraciones fcticas, y

    verdades que son sintticas, basadas en los hechos. El otro dogma es el reductivismo, la

    creencia en que todo enunciado que tenga sentido es equivalente a alguna construccin

    lgica basada en trminos que refieren a la experiencia inmediata. Voy a sostener, que

    ambos dogmas estn mal fundados. Una consecuencia de su abandono es, como vere-

    mos, que se desdibuja la frontera que se supone trazada entre la metafsica especulativa

    y la ciencia natural. Otra consecuencia es una orientacin hacia el pragmatismo.

    1. El trasfondo de la analiticidad

    La distincin kantiana entre verdades analticas y verdades sintticas fue anticipada

    por la distincin de Hume entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho, y por la dis-

    tincin leibniziana entre verdades de razn y verdades de hecho. Leibniz deca de las

    verdades de razn que son verdaderas en todos los mundos posibles. Dejando aparte ese

    pintoresquismo, lo que quera decir es que las verdades de razn son aquellas que no

    pueden ser falsas. En el mismo sentido vemos definir los enunciados analticos como

    aque-[50]-llos enunciados cuyas negaciones son autocontradictorias. Pero esta defini-

    cin tiene escaso valor explicativo, pues la nocin de autocontradictoriedad, en el muy

    amplio sentido requerido por esta definicin de la analiticidad, necesita tanta clarifica-

    cin como la misma nocin de analiticidad. Las dos nociones son la cara y la cruz de

    una misma problemtica moneda.

    Kant conceba un enunciado analtico como aquel que no atribuye a su sujeto ms

    de lo que ya est conceptualmente contenido en dicho sujeto. Esta formulacin tiene dos

    insuficiencias: se limita a enunciados de la forma sujeto-predicado, y apela a la nocin

    de contenido, dejndola, al mismo tiempo, al nivel de una metfora. Pero la intencin de

    Kant, que se manifiesta en el uso que hace de la nocin de analiticidad ms que en su

    definicin de ella, puede precisarse del modo siguiente: un enunciado es analtico cuan-

    do es verdadero por virtud de significaciones e independientemente de los hechos. Exa-

    minemos siguiendo esa lnea el concepto de significacin que queda presupuesto.

    Recordemos que significar y nombrar no pueden identificarse.1 El ejemplo de Frege

    de 'el lucero de la tarde' y 'el lucero del alba' y el ejemplo russelliano de 'Scott' y 'el au-

    tor de Waverley' ilustran el hecho de que diversos trminos pueden nombrar o denotar la

    misma cosa y diferir por su significacin o sentido. No menos importante es la dis-

    tincin entre significar y nombrar al nivel de los trminos abstractos. Los trminos '9' y

    'el nmero de los planetas' nombran una sola y misma cosa, pero seguramente deben

    considerarse diversos en cuanto al sentido; pues para determinar la identidad de la enti-

    1 Cfr. ensayo anterior, p. 35.

  • dad en cuestin hizo falta practicar observaciones astronmicas y no bast la mera refle-

    xin sobre significaciones.

    Los anteriores ejemplos constan de trminos singulares, concretos o abstractos. Con

    trminos generales, o predicados, [51] la situacin es algo diversa, pero paralela. Mien-

    tras que un trmino singular pretende nombrar una entidad, abstracta o concreta, un tr-

    mino general o universal no tiene ese alcance, sino que es verdadero de una entidad, o

    de cada una de muchas, o de ninguna de ellas.2 La clase de todas las entidades de las

    que es verdadero un trmino general se llama extensin del mismo. En paralelismo con

    el contraste que se da entre la significacin o el sentido de un trmino singular y la enti-

    dad denotada por l tenemos que distinguir ahora anlogamente entre el sentido de un

    trmino general y su extensin. Los trminos generales 'criatura con corazn' y 'criatura

    con riones', por ejemplo, son quizs iguales en extensin, pero desiguales en significa-

    cin.

    La confusin de la significacin con la extensin es menos corriente en el caso de

    los trminos generales que la confusin de significacin con denotacin en el caso de

    los trminos singulares. Es, en efecto, un tpico filosfico la oposicin entre intensin3

    (o significacin, o sentido) y extensin, o bien, en un lxico diverso, entre connotacin

    y denotacin.

    La nocin aristotlica de esencia fue sin duda la precursora de la nocin moderna de

    intensin, significacin y sentido. Para Aristteles, era esencial al hombre el ser racio-

    nal, y accidental el ser bpedo. Pero hay una diferencia importante entre esa actitud y la

    teora de la significacin. Desde el punto de vista de la ltima puede en efecto conceder-

    se (pero slo por necesidades de la discusin) que la racionalidad est incluida en la sig-

    nificacin de la palabra 'hombre', mientras que el tener dos piernas no lo est; pero el te-

    ner dos piernas puede al mismo tiempo considerarse incluido en la significacin de 'b-

    pedo', mientras que la racionalidad no lo est. As que, desde el punto de vista de la teo-

    ra de la [52] significacin, no tiene sentido decir de un individuo concreto, que sea a la

    vez hombre y bpedo, que su racionalidad le es esencial y que su tener dos piernas le es

    accidental, o viceversa. Las cosas, segn Aristteles, tienen esencia, pero slo las for-

    mas lingsticas tienen significacin. Significacin es aquello en que se convierte la

    esencia cuando se separa de su objeto de referencia y se adscribe a la palabra.

    Una cuestin capital para la teora de la significacin es la de la naturaleza de su ob-

    jeto: qu clase de cosas son las significaciones? La necesidad tradicionalmente sentida

    de recurrir a entidades mentadas puede deberse a la antigua ceguera para apreciar el he-

    cho de que significacin y referencia son dos cosas diversas. Una vez tajantemente se-

    paradas la teora de la referencia y la de la significacin, basta dar un breve paso para

    reconocer que el objeto primario de la teora de la significacin es, simplemente, la si-

    nonimia de las formas lingsticas y la analiticidad de los enunciados; las significacio-

    nes mismas, en tanto que oscuras entidades intermediarias, pueden abandonarse tranqui-

    lamente.4

    As nos encontramos, pues, de nuevo con el problema de la analiticidad. No hay que

    buscar mucho para dar con enunciados que sean analticos por filosfica aclamacin.

    Esos enunciados se distribuyen en dos clases. Los de la primera clase, que pueden lla-

    marse lgicamente verdaderos, pueden tipificarse mediante el enunciado siguiente:

    (1) Ningn hombre no casado es casado.

    2 Cfr. supra, p. 36 e infra, pp, 159-171.3 En la terminologa tradicional: comprensin o comprehensin. (N. del T.)4 Cfr. supra, pp. 37 s., e infra, pp. 84 s.

  • El rasgo relevante de ese ejemplo consiste en que no slo es verdadero tal como queda

    enunciado, sino que sigue sindolo para toda nueva interpretacin de 'hombre' y 'ca-

    sado'. Si suponemos un inventario previo de partculas lgicas, con 'no' y otras formas

    de negacin, 'si', 'entonces' (en sentido [53] ilativo, no temporal), 'y', etc., puede decirse

    en general qu una verdad lgica es un enunciado que es verdadero y sigue sindolo

    para cualquier interpretacin de sus componentes que no sean partculas lgicas.

    Pero hay adems una segunda clase de enunciados analticos, tipificable por:

    (2) Ningn soltero es casado.

    Lo caracterstico de un enunciado como se es que puede convertirse en una verdad l-

    gica sustituyendo sinnimos por sinnimos; as (2) puede convertirse en (1) poniendo

    'hombre no casado' por su sinnimo 'soltero'. Pero seguimos careciendo de una caracte-

    rizacin adecuada de esta segunda clase de enunciado analtico y, por tanto, de la anali-

    ticidad en general, pues en la anterior descripcin nos hemos basado en una nocin de

    "sinonimia'' que no necesita menos aclaracin que la de analiticidad.

    En aos recientes Carnap ha tendido a explicar la analiticidad apelando a lo que lla-

    ma descripciones de estado.5 Una descripcin de estado es cualquier asignacin exhaus-

    tiva de valores veritativos a los enunciados atmicos, no compuestos, del lenguaje. Car-

    nap admite que todos los dems enunciados del lenguaje se construyen a partir de sus

    clusulas componentes por medio de los expedientes lgicos habituales, de tal modo

    que el valor veritativo de cualquier enunciado complejo queda fijado para cada descrip-

    cin de estado por leyes lgicas especificables. Un enunciado se explica entonces como

    analtico cuando resulta verdadero para cualquier descripcin de estado. Esta explica-

    cin es una adaptacin de la idea leibniziana de "verdad en todos los mundos posibles".

    Pero ntese que esta versin de la analiticidad consigue su propsito slo en el caso de

    que los enun-[54]-ciados atmicos del lenguaje sean recprocamente independientes; a

    diferencia de lo que ocurre con 'Juan es soltero' y 'Juan es casado'. Si no hay tal inde-

    pendencia, habr una descripcin de estado que asigne el valor verdad a 'Juan es soltero'

    y a 'Juan es casado', con lo que 'Ningn soltero es casado' resultara, bajo el criterio

    ofrecido, sinttico en vez de analtico. As pues, el criterio de analiticidad en trminos

    de descripciones de estado no sirve ms que para lenguajes que carezcan de pares sin-

    nimos del tipo que precisamente da origen a la "segunda clase" de enunciados analti-

    cos. Este criterio es pues, en el mejor de los casos, una reconstruccin de la verdad lgi-

    ca, y no de la analiticidad.

    No quiero decir con ello que Carnap se haga ilusiones en este punto. Su simplificado

    modelo lingstico, con sus descripciones de estado, no est primariamente orientado

    hada la solucin del problema general de la analiticidad, sino hada otro objetivo, a sa-

    ber, la aclaracin de los problemas de la probabilidad y la induccin. Nuestro problema

    es en cambio la analiticidad; y en este campo la dificultad no se encuentra en la primera

    dase de enunciados analticos, las verdades lgicas, sino ms bien en la segunda dase,

    que depende de la nocin de sinonimia.

    2. Definicin

    Hay quien considera resolutoria la salida consistente en decir que los enunciados de

    la segunda clase se reducen a los de la primera, a las verdades lgicas, por definicin;

    'soltero', por ejemplo, se define como 'hombre no casado'. Pero, cmo descubrimos que

    'soltero' se define por 'hombre no casado'? Quin lo ha definido as, y cundo? Es que

    5 CARNAP [3], pp. 9 ss.; [4], pp. 70 ss.

  • basta con apelar al diccionario ms a mano y con aceptar como una ley la formulacin

    del lexicgrafo? Esto equivaldra a poner la carreta delante de los bueyes. El lexicgrafo

    es un cientfico emprico, cuya tarea consiste en recopilar hechos [55] antecedentes; y si

    glosa la palabra 'soltero' mediante 'hombre no casado' es porque cree que se da una rela-

    cin de sinonimia entre esas formas, relacin implcita en el uso general o preponderan-

    te anterior a su propia obra. La misma nocin de sinonimia, presupuesta por el lexic-

    grafo, tiene que ser aclarada, presumiblemente en trminos referentes al comportamien-

    to lingstico. Est claro que la "definicin", que no es ms que el informe del lexic-

    grafo acerca de una sinonimia observada, no puede tomarse como fundamento de la si-

    nonimia.

    Pero la definicin no es exclusivamente una actividad de fillogos. Filsofos y cien-

    tficos tienen frecuentemente ocasin de "definir" un trmino abstruso parafrasendolo

    en trminos de un vocabulario ms familiar. No obstante, ordinariamente una tal defini-

    cin, igual que la del fillogo, es mera cuestin de lexicografa, y afirma simplemente

    una relacin de sinonimia anterior a la exposicin en curso.

    Lo que no est aclarado, ni mucho menos, es lo que significa el afirmar una sinonimia,

    qu son las interconexiones que resultan necesarias y suficientes para que dos formas

    lingsticas puedan describirse correctamente como sinnimas; pero, cualesquiera que

    sean, esas interconexiones estn ordinariamente basadas en el uso. Las definiciones que

    aportan casos seleccionados de sinonimia son, pues, informaciones acerca del uso.

    Hay empero un tipo de actividad definitoria que no se limita a informar acerca de si-

    nonimias preexistentes. Pienso al decir esto en la que Carnap llama explicacin, activi-

    dad a la que son aficionados los filsofos y tambin los cientficos en sus momentos

    ms filosficos. En la explicacin, la intencin no es meramente parafrasear, el defi-

    niendum mediante un sinnimo palmario, sino perfeccionar realmente el definiendum,

    afinando o completando su significacin. Pero incluso la explicacin, a pesar de no con-

    sistir meramente en recoger una sinonimia preexistente entre el definiendum y el defi-

    niens, descansa de todos modos en otras sinonimias pre-[56]-existentes. Esta cuestin

    puede considerarse del modo siguiente. Toda palabra digna de explicacin tiene algunos

    contextos que, en conjunto, son lo suficientemente claros y precisos como para resultar

    tiles; el objeto de la explicacin es preservar el uso de esos contextos privilegiados y

    afinar el uso de otros contextos. Para que una determinada definicin sea adecuada a fi-

    nes de explicacin, lo que se requiere no es, por tanto, que en el uso anterior el definien-

    dum fuera sinnimo del definiens, sino slo que todos y cada uno de los contextos privi-

    legiados del definiendum, tomados como un todo en su uso anterior, sean sinnimos del

    contexto correspondiente del definiens.

    Dos definientia alternativos pueden ser igualmente apropiados para los fines de una

    misma tarea de explicacin, aun sin ser sinnimos entre s; pues pueden ser ambos

    igualmente apropiados en los contextos privilegiados, y diferir en cambio en otros. Al

    escoger uno de esos definientia en vez de otro, una definicin de tipo explicativo engen-

    dra, por un fiat, una relacin de sinonimia entre definiendum y definiens que no exista

    antes. Pero, como se ha visto, una tal definicin debe su propia funcin explicativa a si-

    nonimias anteriores.

    Queda, de todos modos, un tipo extremo de definicin que no recurre en absoluto a

    sinonimias anteriores, a saber, la introduccin, explcitamente convencional, de nuevas

    notaciones con fines de mera abreviacin. Aqu el definiendum se hace sinnimo del de-

    finiens simplemente porque ha sido precisamente creado para ser sinnimo del defi-

    niens. Este es un patente caso de sinonimia creada por definicin; si esto ocurriera en

    todos los casos, todas las especies de sinonimia seran inteligibles sin ms. Pero, en ge-

    neral, la definicin descansa en la sinonimia ms que explicarla.

  • La palabra 'definicin' ha llegado a cobrar un sonido peligroso por la tranquilidad

    que produce, seguramente a causa de la frecuencia con qu aparece en los escritos lgi-

    cos y matemticos. Ser conveniente ahora hacer una breve di-[57]-gresin para apre-

    ciar el papel de la definicin en l trabajo formal.

    En los sistemas lgicos y matemticos puede preferirse uno de dos tipos antagnicos

    de economa expresiva, cada uno de los cuales tiene su peculiar utilidad prctica. Por un

    lado, puede buscarse la economa de la expresin prctica, facilidad y brevedad en el

    enunciado de relaciones complejas. Este tipo de economa exige generalmente notacio-

    nes concisas y bien distintas para una gran cantidad de conceptos. Por otro lado, en

    cambio, puede buscarse una economa en la gramtica y el vocabulario; podemos inten-

    tar hallar un mnimo de conceptos bsicos tales que, una vez adjudicada una notacin

    precisa a cada uno de ellos, sea posible expresar cualquier otro concepto ulterior que se

    desee mediante la mera combinacin e iteracin de nuestras notaciones bsicas. Este se-

    gundo tipo de economa es poco prctico en un sentido, puesto que la pobreza en ele-

    mentos idiomticos bsicos tiende necesariamente a ocasionar la dilatacin del discurso.

    Pero es prctico en otro sentido: simplifica grandemente el discurso terico acerca del

    lenguaje, puesto que minimiza el nmero de trminos y de formas constructivas en que

    consiste el lenguaje.

    Ambos tipos de economa, aunque incompatibles prima facie, son valiosos cada uno

    a su manera. Por eso se ha desarrollado la costumbre de combinar ambos, fijando en la

    prctica dos lenguajes tales que uno de ellos sea parte del otro. El lenguaje ms ampli,

    aunque redundante en su gramtica y en su vocabulario, es econmico en cuanto a la

    longitud de las comunicaciones, mientras que el lenguaje-parte, llamado notacin primi-

    tiva, es econmico en su gramtica y en su vocabulario. El todo y la parte estn relacio-

    nados por reglas de traduccin gracias a las cuales cada elemento idiomtico que no per-

    tenezca a la notacin primitiva se pone en ecuacin con alguna construccin compleja

    de dicha notacin primitiva. Esas reglas de traduccin son las llamadas definiciones que

    aparecen en los sistemas formalizados. Lo [58] mejor es considerarlas no como agrega-

    das a un lenguaje, como apndices de l, sino como correlaciones entre dos lenguajes,

    uno de los cuales es parte del otro.

    Pero esas correlaciones no son arbitrarias. Se supone que muestran cmo las nota-

    ciones primitivas son capaces de cumplir todos los objetivos del lenguaje redundante,

    excepto su brevedad y su conveniencia. Por eso puede esperarse que, en cada caso, el

    definiendum y su definiens estn relacionados entre s de uno de los tres modos antes in-

    dicados. El definiens puede ser una fiel parfrasis del definiendum en la notacin ms

    reducida (primitiva), recogiendo una sinonimia directa6 como las de usos preexistentes;

    o bien el definiens puede perfeccionar, en el sentido de la explicacin, el anterior uso del

    definiendum; o bien, por ltimo, el definiendum puede ser una notacin creada ad hoc y

    a la que se asigna significacin en ese momento y en ese contexto.

    As pues, tanto en el trabajo formal cuanto en el que no lo es, comprobamos que la

    definicin excepto en el caso extremo de la introduccin explcitamente convencio-

    nal de nuevas notaciones se basa en relaciones de sinonimia anteriores. Tras recono-

    cer, por tanto, que la nocin de definicin no contiene la clave de la sinonimia y la ana-

    liticidad, volvamos a prestar atencin a la sinonimia y dejemos ya la definicin.

    3. Intercambiabilidad

    6 Segn otro sentido importante de "definicin", la relacin recogida puede ser la relacin, ms dbil, de

    mera concordancia en la referencia; cfr. infra, p. 191. Pero en el presente contexto ser mejor olvidar ese

    sentido de "definicin", qu es irrelevante para la cuestin de la sinonimia.

  • Una ocurrencia muy natural y que merece atento examen es la de que la sinonimia

    de las formas lingsticas consiste simplemente en su intercambiabilidad en todos los

    [59] contextos sin que cambie el valor veritativo; intercambiabilidad salva veritate, se-

    gn expresin de Leibniz.7 Ntese que la sinonimia as concebida no se libera necesaria-

    mente de vaguedad, al menos en la medida en que es posible hacer compatibles vague-

    dades.

    Pero no es completamente verdad que los sinnimos 'soltero' y 'hombre no casado'

    sean intercambiables en todo caso salva veritate. Es fcil construir verdades que resul-

    tan falsedades al sustituir 'soltero' por 'hombre no casado'; por ejemplo, con ayuda de

    comillas:

    'soltero' tiene menos de diez letras.

    Pero tales contraejemplos pueden probablemente darse de lado tratando el entrecomilla-

    do 'soltero' como una palabra simple e indivisible (comillas incluidas), y estipulando

    que la intercambiabilidad salva veritate que debe ser piedra de toque de la sinonimia no

    se presume aplicable a instancias fragmentarias en el interior de una palabra. Esta expli-

    cacin de la sinonimia, an admitiendo que sea aceptable en todo lo dems, tiene el in-

    conveniente de apelar a una previa concepcin de "palabra" que puede a su vez, con

    toda probabilidad, presentar dificultades de formulacin. No obstante, puede argirse

    que se ha hecho algn progreso al reducir el problema de la sinonimia al problema de la

    naturaleza de las palabras. Sigamos pues un poco esta lnea, considerando resuelto el

    problema "palabra".

    Sigue en pie la cuestin de si la intercambiabilidad salva veritate (aparte de instan-

    cias en el interior de palabras) es una condicin suficiente de sinonimia o si, por el con-

    trario, hay expresiones heternimas que pueden ser intercambiables del mismo modo.

    Tengamos bien claro que lo que nos preocupa aqu no es la sinonimia en el sentido de

    completa identidad de las asociaciones psicolgicas o de la cualidad po-[60]-tica; en

    este sentido no hay dos expresiones sinnimas. Lo nico que nos ocupa es 16 que puede

    llamarse sinonimia cognitiva. No puede decirse, naturalmente, qu es esta sinonimia

    sino una vez rematado con xito el presente estudio; pero sabemos algo de ella a causa

    de la necesidad que se present de ella en conexin con la analiticidad en el 1. El tipo

    de sinonimia que all se necesit consista meramente en que todo enunciado analtico

    pudiera convertirse en una verdad lgica sustituyendo sinnimos por sinnimos. Em-

    pezando ahora por el final y suponiendo explicada la analiticidad, podramos explicar la

    sinonimia cognitiva en los trminos siguientes (tomando los del ejemplo ya conocido):

    decir que 'soltero' y 'hombre no casado' son cognitivamente sinnimos no es ni ms ni

    menos que decir que el enunciado

    (3) Todos y slo los solteros son hombres no casados

    es analtico.8

    Lo que necesitamos es una explicacin de la sinonimia cognitiva que no presuponga

    la analiticidad, si es que queremos explicar, a la inversa, la analiticidad con ayuda de la

    sinonimia cognitiva, tal como se emprendi en el 1. A nuestra consideracin se ofrece

    7 Cfr. LEWIS [1], p: 373.8 Esta es sinonimia cognitiva en un sentido primario y amplio. CARNAP ([3], pp. 56 ss.) y LEWIS ([2], pp. 83

    ss.) han indicado como puede obtenerse, una vez que se tiene esta nocin, un sentido ms estricto de sino-

    nimia cognitiva, que es preferible para algunas finalidades. Pero esta especial ramificacin en la construc-

    cin de conceptos cae fuera de nuestro presente objetivo y no debe confundirse con el tipo amplio de si-

    nonimia cognitiva que aqu nos ocupa.

  • ahora, precisamente, una tal independiente explicacin de la sinonimia cognitiva: la in-

    tercambiabilidad salva veritate en todas partes excepto en el interior de palabras. La

    cuestin que se nos plantea cojamos el cabo del hilo es la de si esa intercambiabi-

    lidad es una condicin suficiente de la sinonimia cognitiva. Podemos [61] convencernos

    pronto de que lo es, mediante ejemplos del tipo siguiente. El enunciado

    (4) Necesariamente todos y slo los solteros son solteros

    es evidentemente verdadero, incluso suponiendo que 'necesariamente' se construye tan

    restrictivamente que no sea correctamente aplicable ms que a enunciados analticos. Si

    'soltero' y 'hombre no casado' son intercambiables salva veritate, el resultado de poner

    'hombre no casado' por una de las instancias de 'soltero' en (4), a saber,

    (5) Necesariamente todos y slo los solteros son hombres no casados

    tiene que ser verdadero como (4). Pero decir que (5) es verdadero es decir que (3) es

    analtico y, por tanto, que 'soltero' y 'hombre sin casar' son cognitivamente sinnimos.

    Veamos qu hay en esa argumentacin que le da su aspecto de arte de birlibirloque.

    La condicin de intercambiabilidad salva veritate tiene mayor o menor fuerza segn la

    riqueza del lenguaje de que se trate. La anterior argumentacin supone que estamos tra-

    bajando con un lenguaje lo suficientemente rico como para contener el adverbio 'nece-

    sariamente' construido de tal modo que da el valor verdad siempre y slo si se aplica a

    un enunciado analtico. Pero podemos admitir un lenguaje que contenga ese adverbio?

    Tiene realmente sentido ese adverbio? Suponer que lo tiene es suponer que hemos con-

    seguido ya un sentido satisfactorio de 'analtico'. Y entonces, para qu seguimos traba-

    jando tan celosamente?

    Nuestra argumentacin no era un flagrante crculo vicioso, pero s algo parecido.

    Por decirlo metafricamente, tiene la forma de una curva cerrada en el espacio.

    [62] La intercambiabilidad salva veritate carece de sentido a menos que se relativice

    a un lenguaje cuya amplitud est especificada en algunos importantes respectos. Supon-

    gamos que consideramos un lenguaje que contiene precisamente los siguientes elemen-

    tos. Hay una reserva indefinidamente grande de predicados mondicos (por ejemplo, 'F';

    'Fx' significa que x es un hombre) y polidicos (por ejemplo, 'G'; 'Gxy' significa que x

    ama a y), la mayora de los cuales se refieren a materias extralgicas. El resto del len-

    guaje es lgico. Los enunciados atmicos consisten cada uno de ellos en un predicado

    seguido por una o ms variables 'x', 'y', etc.; y los enunciados complejos se construyen

    partiendo de los atmicos mediante funciones veritativas ('no', y, 'o', etc.), y la cuantifi-

    cacin.9 Un tal lenguaje goza de los beneficios de la descripcin y, por tanto, de los tr-

    minos singulares en general, los cuales pueden ser contextualmente definidos del modo

    visto.10 Tambin los trminos singulares abstractos que denotan clases, clases de clases,

    etc., son contextualmente definibles con tal de que la reserva de predicados incluya el

    predicado didico de pertenencia de individuo a clase.11 Ese lenguaje puede ser ade-

    cuado para la matemtica clsica y para el discurso cientfico en general, excepto en la

    medida en que este ltimo incluye expedientes discutibles como los condicionales con-

    trafactuales o adverbios modales como 'necesariamente'.12 Un lenguaje de este tipo es

    extensional en el siguiente sentido: siempre que dos predicados coinciden extensional-

    9 En pp. 125 ss., infra, se encontrar una descripcin de un lenguaje as, con la particularidad de que no

    contiene ms que un predicado, el predicado didico ' ' [pertenencia de miembro a clase. N. del T.]10 Cfr. supra, pp. 31-34, infra, pp. 130 ss., 237 s.11 Cfr. infra, p. 134.12 Sobre tales expedientes cfr. tambin el ensayo VIII.

  • mente (esto es, son verdaderos de los mismos objetos) son intercambiables salva verita-

    te.13

    En un lenguaje extensional, por tanto, la intercambiabili-[63]-dad salva veritate no

    garantiza una sinonimia cognitiva del tipo deseado. Que 'soltero', y 'hombre no casado'

    son intercambiables en un lenguaje extensional salva veritate no nos garantiza absoluta-

    mente nada ms que la verdad de (3). No hay ninguna seguridad de que la coincidencia

    extensional de 'soltero' y 'hombre no casado' descanse en la significacin y no en cir-

    cunstancias fcticas accidentales, como ocurre con la coincidencia extensional de 'cria-

    tura con corazn' y 'criatura con riones'.

    Para muchos propsitos la coincidencia extensional es la mejor aproximacin a la

    sinonimia que podemos conseguir. Pero sigue en pie el hecho de que la coincidencia ex-

    tensional queda lejos de la sinonimia cognitiva del tipo requerido para explicar la anali-

    ticidad del modo emprendido en el 1. El tipo de sinonimia cognitiva que se necesita

    tiene que ser tal que permita sentar la equivalencia de la sinonimia de 'soltero' y 'hombre

    no casado' con la analiticidad de (3) y no simplemente con la verdad de (3).

    Tenemos pues que reconocer que la intercambiabilidad salva veritate construida en

    relacin con un lenguaje extensional no es condicin suficiente de la sinonimia cogniti-

    va en el sentido requerido para derivar de ella la analiticidad a la manera del 1. Si el

    lenguaje contiene un adverbio intensional, el adverbio 'necesariamente', en el sentido

    antes indicado, u otras partculas que tengan el mismo efecto, la intercambiabilidad sal-

    va veritate ser en ese lenguaje una condicin suficiente de la sinonimia cognitiva; pero

    ocurre que un tal lenguaje no es inteligible ms que si la nocin de analiticidad se en-

    tiende ya por anticipado.

    Es posible que el esfuerzo dirigido a explicar primero la sinonimia cognitiva para

    derivar luego de ella la analiticidad, como se apunt en el 1, yerre su direccin. En lu-

    gar de esforzarnos segn esa lnea podramos intentar explicar la analiticidad de algn

    modo que no apele a la sinonimia cognitiva. Luego podramos sin duda derivar la si-

    nonimia cognitiva de la analiticidad de un modo plenamen-[64]-te satisfactorio. Hemos

    visto que la sinonimia cognitiva de 'soltero' y 'hombre no casado' puede explicarse como

    analiticidad de (3). La misma explicacin sirve para todo par de predicados mondicos,

    como es natural, y puede generalizarse de modo obvio a los predicados polidicos. Tam-

    bin pueden incluirse en la explicacin, de un modo paralelo, otras categoras sintcti-

    cas. Por lo que hace a los trminos singulares puede decirse que son cognitivamente si-

    nnimos cuando el enunciado de identidad formado escribiendo '=' entre aquellos trmi-

    nos singulares es analtico. Por lo que hace a los enunciados, puede decirse simplemente

    que son cognitivamente sinnimos cuando su bicondicional (el resultado de unirlos me-

    diante la conectiva 'si y slo si') es un enunciado analtico.14 Si queremos reunir todas

    esas categoras sintcticas en una sola formulacin, podemos nacerlo al precio de

    volver a cargar con la nocin de "palabra'', a la que ya antes se apel en esta seccin

    describiendo como cognitivamente sinnimo cualquier par de formas lingsticas que

    sean intercambiables (aparte de instancias en el interior de palabras) salva analyticitate

    (y no ya veritate slo). Surgen entonces ciertos problemas tcnicos sobre casos de ambi-

    gedad o de homonimia; pero no nos detendremos ahora en ellos, ya que an nos en-

    contramos en nuestra larga digresin. Abandonemos ms bien el problema de la sinoni-

    mia y volvamos de nuevo al de la analiticidad.

    4. Reglas semnticas

    13 Esa es la sustancia de QUINE [1], * 121.14 Entendiendo "si y slo s" en el sentido veritativo-funcional. Cfr. CARNAP [3], p. 14.

  • Pareci al principio que la manera ms natural de definir la analiticidad consista en

    apelar a un reino de significaciones. Afinando esa solucin, la apelacin a significacio-

    [65]-nes dio lugar a la apelacin a la sinonimia o a la definicin. Pero la definicin mos-

    tr ser un fuego fatuo, y en cuanto a la sinonimia, result que sta no puede entenderse

    correctamente sino mediante una previa apelacin a la analiticidad misma. Y as volve-

    mos al problema de la analiticidad.

    No s si el enunciado 'Toda cosa verde es extensa' es analtico. Traiciona mi indeci-

    sin ante ese ejemplo una comprensin incompleta, una incompleta captacin de las sig-

    nificaciones de 'verde' y 'extensa'? Yo creo que no. La dificultad no est en 'verde' ni en

    'extensa', sino en 'analtico'.

    Se dice a menudo que la dificultad de distinguir entre enunciados analticos y enun-

    ciados sintticos en el lenguaje ordinario se debe a la vaguedad de ste, y que la distin-

    cin es clara cuando se trata de un preciso lenguaje artificial con "reglas semnticas"

    precisas. Voy a intentar mostrar que eso es una confusin.

    La nocin de analiticidad en torno de la cual nos movemos es una relacin entre

    enunciados y lenguajes: de un enunciado E se dice que es analtico para un lenguaje (o

    en un lenguaje) L, y el problema consiste en conseguir un sentido general de esa rela-

    cin, es decir, para 'E' y 'L' como variables. La gravedad del problema no es menos per-

    ceptible en lenguajes artificiales que en lenguajes naturales. El problema de dar sentido

    a la frase 'E es analtico para L', con 'E' y 'L' variables, sigue siendo correoso aunque li-

    mitemos el campo de la variable 'L' a lenguajes artificiales. Intentar ahora poner esto

    de manifiesto.

    En materia de lenguajes artificiales y de reglas semnticas es natural dirigirse a los

    escritos de Carnap. Sus reglas semnticas toman varias formas, y para precisar mi tarea

    tendr que distinguir algunas de esas formas. Supongamos, para empezar, un lenguaje

    artificial L0 cuyas reglas semnticas tengan explcitamente la forma de una especifica-

    cin recursiva o de otro tipo de todos los enunciados analticos de L0. Las reglas

    nos dicen que tales y cuales enunciados, y slo ellos, son los enunciados analticos de

    L0. La [66] nica dificultad en este caso es que las reglas contienen la palabra

    'analtico'... que es la palabra que no comprendemos. Comprendemos cules son las ex-

    presiones a las que las reglas atribuyen analiticidad, pero no comprendemos qu es en

    realidad lo que las reglas les atribuyen. Dicho brevemente: para que podamos entender

    una regla que empieza diciendo 'Un enunciado E es analtico para el lenguaje L0 si y

    slo si...', tenemos que entender antes el trmino general relativo 'analtico para'; tene-

    mos que entender 'E es analtico para L' siendo 'E' y 'L' variables.

    Podemos naturalmente tambin considerar la llamada regla como una definicin

    convencional de un nuevo smbolo simple, el smbolo 'analtico para L0', que valdr ms

    escribir, sin tendencia psicolgica, 'K' por ejemplo, para que no parezca indebidamente

    que arroja luz sobre la palabra que nos interesa, 'analtico'. Cualquier nmero de clases,

    K, M, N, de enunciados de L0 puede especificarse en atencin a diversas necesidades o

    sin ninguna finalidad; qu significa entonces decir que K, a diferencia de M, N, etc., es

    la clase de los enunciados "analticos" de L0?

    Enumerando los enunciados que son analticos para L0 explicamos 'analtico para L0',

    pero no 'analtico' ni 'analtico para'. No explicamos la frase 'E es analtico para L' con

    'E' y 'L' variables, ni siquiera limitando el campo de 'L' a los lenguajes artificiales.

    En realidad, conocemos lo suficiente de la significacin buscada de 'analtico' como

    para saber que los enunciados analticos se suponen verdaderos. Atendamos por ello

    ahora a otra forma de regla semntica, la cual no dice que tales o cuales enunciados son

    analticos, sino, simplemente, que tales o cuales enunciados se incluyen entre los verda-

    deros. Una regla de este tipo no est sujeta a la crtica por contener la palabra 'analtico',

  • cuya comprensin se busca; por amor de la argumentacin podemos suponer que no hay

    dificultades a propsito del trmino, ms amplio, 'verdadero'. No se supone que una re-

    gla semntica de este segundo tipo, [67] una regla veritativa, especifique todas las ver-

    dades de su lenguaje; slo precisa recursivamente o de otro modo un cierto nmero

    de enunciados que deben considerarse verdaderos junto con otros que no especifica.

    Puede concederse que una tal regla es suficientemente clara. Sobre ella puede luego pre-

    cisarse derivativamente la analiticidad del modo siguiente: un enunciado es analtico si

    es verdadero por la regla semntica (no simplemente verdadero).

    Pero con ello no se ha conseguido ningn progreso real. En vez de apelar a la inex-

    plicada palabra 'analtico' estamos apelando ahora a la inexplicada frase 'regla semnti-

    ca'. No todo enunciado verdadero que dice que los enunciados de una clase determinada

    son verdaderos puede tomarse como una regla semntica, pues entonces todas las verda-

    des seran "analticas" en el sentido de ser verdaderas por virtud de reglas semnticas.

    Todo parece indicar que la nica caracterstica de las reglas semnticas consiste en figu-

    rar en una pgina encabezada por el rtulo 'Reglas Semnticas', y este rtulo carece por

    su parte de significacin.

    Podemos pues decir que un enunciado es analtico para L0 si y slo si es verdadero

    segn tales y cuales "reglas semnticas" precisamente especificadas, pero con ello vol-

    vemos a encontrarnos esencialmente en el mismo caso inicialmente discutido: 'E es ana-

    ltico para L0 si y slo si...'. Y puesto que lo que queremos explicar es 'E es analtico

    para L' en trminos generales para la variable 'L' (aunque admitiendo su limitacin a los

    lenguajes artificiales), la explicacin 'verdadero segn las reglas semnticas de L' es es-

    tril, pues el trmino relativo 'regla semntica de' necesita por lo menos tanta, aclaracin

    como 'analtico para'.

    Puede ser instructivo comparar la nocin de regla semntica con la de postulado.

    Dado un conjunto de postulados, es muy fcil decir qu es un postulado: es un miembro

    del conjunto dado. Y dado un conjunto de reglas semnticas, es tambin muy fcil decir

    qu es una regla semntica. Pero dada simplemente una notacin matemtica o de otro

    [68] tipo, entendida como se quiera en cuanto a la traduccin o a las condiciones verita-

    tivas de sus enunciados, quin puede decir cules de sus enunciados verdaderos tienen

    el rango de postulados? Es obvio que la cuestin carece de sentido; tanto como la pre-

    gunta que inquiriera qu lugares de Ohio son puntos de partida. Toda seleccin finita (o

    infinita, pero efectivamente especificable) de enunciados (quiz preferiblemente verda-

    deros) es un conjunto de postulados con el mismo derecho que cualquier otra seleccin.

    La palabra 'postulado' es significante slo si es relativa a un concreto acto de investiga-

    cin; aplicamos la palabra a un conjunto de enunciados en la medida en que al mismo

    tiempo pensamos en esos enunciados en relacin con otros que pueden obtenerse de

    ellos mediante un conjunto de transformaciones al que hemos tenido que prestar nuestra

    atencin. La nocin de regla semntica es tan concreta y significativa como la de postu-

    lado si se concibe con el mismo espritu relativo relativo, en este caso, a la tarea de

    informar a alguna persona acerca de las condiciones suficientes de la verdad de enuncia-

    dos en un determinado lenguaje, natural o artificial, L. Pero desde este punto de vista

    ninguna indicacin de una subclase de verdades de L es por derecho propio ms regla

    semntica que otra, y si 'analtico' significa 'verdadero por reglas semnticas', ninguna

    verdad de L es ms analtica que otra.15

    Podra pensarse en argir que un lenguaje artificial L (a diferencia de un lenguaje

    natural) es un lenguaje en el sentido ordinario de esa palabra ms un conjunto de reglas

    semnticas explcitas constituyendo el conjunto, digamos, un par ordenado; y que las

    15 El prrafo anterior no figuraba en la primera edicin de este ensayo. Ha sido inspirado por MARTIN (v.

    bibliografa), igual que el final del ensayo VII.

  • reglas semnticas de L son entonces simplemente especificables como el segundo ele-

    mento del par L. Pero, con el mismo resultado y menos dificul-[69]-tad, podemos cons-

    truir un lenguaje artificial L como un par ordenado cuyo segundo elemento es la clase

    de sus enunciados analticos; en este caso los enunciados analticos de L son especifica-

    bles sencillamente como los enunciados que componen el segundo elemento de L. O,

    mejor an, podemos dejar de una vez de intentar levantarnos tirndonos de nuestras pro-

    pias orejas.

    No todas las explicaciones de la analiticidad conocidas por Carnap y sus lectores

    han sido explcitamente cubiertas por las anteriores consideraciones; pero no es difcil

    ver cmo pueden stas ampliarse a las dems formas. Slo habra que mencionar an un

    factor adicional que interviene algunas veces: en ocasiones las reglas semnticas son en

    realidad reglas de traduccin al lenguaje ordinario, caso en el cual los enunciados anal-

    ticos del lenguaje artificial se reconocen efectivamente por la analiticidad de sus especi-

    ficadas traducciones al lenguaje ordinario. Realmente, en este caso no podr decirse que

    el problema de la analiticidad quede eliminado por el lenguaje artificial.

    Desde el punto de vista del problema de la analiticidad, la nocin de lenguaje artifi-

    cial con reglas semnticas es un feu follet par excellence. Las reglas semnticas como

    determinantes de los enunciados analticos de un lenguaje artificial no tienen inters

    ms que si hemos entendido ya la nocin de analiticidad; pero no prestan ninguna ayuda

    en la consecucin de esa comprensin.

    La apelacin a lenguajes hipotticos de un tipo artificialmente sencillo podra proba-

    blemente ser til para la aclaracin de la analiticidad, siempre que el modelo simpli-

    ficado incluyera algn esquema de los factores mentales, comportamentsticos o cultu-

    rales relevantes para la analiticidad, cualesquiera que ellos sean. Pero es poco verosmil

    que un modelo que toma la analiticidad como un carcter irreductible pueda arrojar luz

    a la hora de intentar explicar la analiticidad.

    Es obvio que la verdad en sentido general depende a la [70] vez del lenguaje y del

    hecho extralingstico. El enunciado 'Bruto mat a Csar' sera falso si el mundo hubie-

    ra sido diverso en algunos aspectos de lo que ha sido, y tambin lo sera si resultara que

    la palabra 'mato' tuviera el sentido de 'procre'. Por eso se presenta la tentacin de supo-

    ner que la verdad de un enunciado es algo analizable en una componente lingstica y

    una componente fctica. Dada esa suposicin, parece a continuacin razonable que en

    algunos enunciados la componente fctica se considere nula; y estos son los enunciados

    analticos. Pero por razonable que sea todo eso a priori, sigue sin trazarse una lnea se-

    paratoria entre enunciados analticos y enunciados sintticos. La conviccin de que esa

    lnea debe ser trazada es un dogma nada emprico de los empiristas, un metafsico art-

    culo de fe.

    5. La teora deja verificacin y el reductivismo

    En el curso de estas sombras reflexiones hemos conseguido una visin bastante os-

    cura de la nocin de significacin primero, luego de la de sinonimia cognitiva y, final-

    mente, de la de analiticidad. Y la teora de la verificacin, que es una teora de la signi-

    ficacin? se preguntar. Esa frase teora de la verificacin se ha establecido tan fir-

    memente como marca de fbrica del empirismo que habra sido muy poco cientfico no

    buscar antes por otros lados una posible clave del problema de la significacin y dems

    problemas asociados con l.

    La teora de la verificacin, tan destacada en la literatura a partir de Peirce, sostiene

    que el sentido o significacin de un enunciado es el mtodo de confirmacin o confuta-

  • cin emprica del mismo. Un enunciado analtico es aquel caso lmite que queda confir-

    mado en cualquier supuesto.

    Como se dijo en el 1, podemos perfectamente obviar la cuestin de las significa-

    ciones como entidades y dirigimos directamente hacia la de la identidad de significa-

    cin, o si-[71]-nonimia. Pues lo que la teora de la verificacin dice es que unos enun-

    ciados son sinnimos si y slo si coinciden en cuanto al mtodo de confirmacin o inva-

    lidacin emprica.

    Es sta una explicacin de la sinonimia cognitiva de enunciados, y no de formas lin-

    gsticas en general.16 No obstante, partiendo del concepto de sinonimia de enunciados

    podemos derivar el concepto para otras formas lingsticas mediante consideraciones

    bastante parecidas a las hechas al final del 3. Presuponiendo la nocin de 'palabra', po-

    demos en efecto explicar la sinonimia de dos formas cualesquiera por el hecho de que la

    sustitucin de una instancia de una forma en cualquier enunciado (aparte de instancias

    en el interior de una "palabra") por la otra forma produce un enunciado sinnimo. Por

    ltimo, dado as el concepto de sinonimia para formas lingsticas en general, podemos

    definir la analiticidad en trminos de sinonimia y verdad lgica como en el 1. En reali-

    dad, podemos definir la analiticidad ms simplemente en trminos de mera sinonimia de

    enunciados ms verdad lgica; no es necesario apelar a la sinonimia de formas lingsti-

    cas diversas de los enunciados. Pues un enunciado puede describirse como analtico con

    tal de que sea sinnimo de un enunciado lgicamente verdadero.

    As pues, si la teora de la verificacin puede aceptarse como explicacin adecuada

    de la sinonimia de enunciados, la nocin de analiticidad se salva en ltima instancia.

    Pensemos, de todos modos. La teora dice que la sinonimia de enunciados es la igualdad

    de mtodo de confirmacin o invalidacin emprica. Pero, qu son esos mtodos que

    hay que comparar para establecer su igualdad? Dicho de otro [72] modo: cul es la na-

    turaleza de la relacin entre un enunciado y las experiencias que contribuyen a su con-

    firmacin o la impiden?

    La concepcin ms ingenua de esta relacin consiste en suponer que se trata de una

    referencialidad directa. Tal es el reductivismo radical, qu sostiene que todo enunciado

    con sentido es traducible a un enunciado (verdadero o falso) acerca de experiencia in-

    mediata. En una forma u otra, el reductivismo radical precede a la teora de la verifica-

    cin propiamente dicha. As, por ejemplo, Locke y Hume sostenan que toda nocin se

    origina directamente en la experiencia sensible, o bien es un compuesto de nociones as

    originadas. Recogiendo una indicacin de Tooke, podemos reformular esta doctrina en

    la jerga tcnica semntica diciendo que para ser significante un trmino tiene que ser el

    nombre de un dato sensible, o bien un compuesto de tales nombres o una abreviatura de

    un compuesto de esa naturaleza. As formulada, la doctrina sigue siendo ambigua por-

    que se refiere a la vez a datos sensibles como acaecimientos sensoriales y datos sensi-

    bles como cualidades sensibles; y es adems vaga en cuanto a los modos admisibles de

    composicin (de nombres de datos sensibles). An ms: la doctrina es innecesaria e

    inadmisiblemente restrictiva por la casustica crtica de trminos que impone. Ms razo-

    nablemente aunque sin rebasar los lmites de lo qu he llamado reductivismo radical

    podemos tomar como unidades significantes enunciados completos, y exigir que

    nuestros enunciados sean traducibles como totalidades al lenguaje de los datos sensi-

    bles, y no que lo sean trmino por trmino.

    16 Pero la doctrina puede formularse con trminos en vez de enunciados como unidades. As, LEWIS

    define la significacin de un trmino como "un criterio mental por referencia al cual somos capaces de

    aplicar, o negarnos a aplicar, la expresin en cuestin en el caso de cosas o situaciones presentes o imagi-

    nadas'' ([2], p. 133). Para una instructiva exposicin de las vicisitudes de la teora de la verificacin,

    centrada en la nocin de significatividad y no en las de sinonimia y analiticidad, vase HEMPEL.

  • Esta correccin habra sido sin duda bien recibida por Locke, Hume y Tooke, pero

    histricamente no se produjo hasta el momento de la importante reorientacin de la se-

    mntica por la cual se pas a ver el vehculo primario de la significacin en el enuncia-

    do y no en el trmino. Esta reorientacin, ya explcita en Frege ([1], 60), est en la

    base del concepto russelliano de smbolo incompleto definido por el [73] uso;17 tambin

    est implcita en la teora de la significacin que consideramos, la teora de la verifica-

    cin, puesto que los objetos de la verificacin son enunciados.

    El reductivismo radical, concebido con los enunciados como unidades, se pone la ta-

    rea de especificar un lenguaje de los datos sensibles y de mostrar la forma de traducir a

    l, enunciado por enunciado, el resto del discurso significante. En esta empresa se em-

    barc Carnap en Der logische Aufbau der Welt.

    El lenguaje que Carnap adopt como punto de partida no era un lenguaje de datos

    sensibles, en el sentido ms estricto imaginable, pues inclua tambin notaciones lgicas

    hasta el nivel de la teora de conjuntos superior. Inclua, en efecto, todo el lenguaje de la

    matemtica pura. La ontologa implcita en ese lenguaje es decir, el campo de valores

    de sus variables abrazaba no slo acaecimientos sensoriales, sino tambin clases de

    clases, etc. Hay empiristas que se aterraran ante tal prodigalidad. En cambio, el punto

    de partida de Carnap es muy econmico en su parte extralgica o sensorial. En una serie

    de construcciones en las que aprovecha con mucho ingenio los recursos de la lgica mo-

    derna, Carnap consigue definir una amplia coleccin de importantes conceptos adicio-

    nales de tipo sensorial que, a no ser por sus construcciones, nadie habra imaginado de-

    finibles sobre tan estrecha base. Carnap fue el primer empirista que, no contento con

    afirmar la reducibilidad de la ciencia a trminos de experiencia inmediata, dio serios pa-

    sos hacia la realizacin de esa reduccin.

    Si el punto de partida de Carnap es satisfactorio, sus construcciones no eran en cam-

    bio, como l mismo subrayaba, ms que un fragmento del programa entero. Incluso la

    construccin de los enunciados ms sencillos acerca del mundo fsico quedaba en un es-

    tadio esquemtico o de esbozo. A pesar de su carcter esquemtico, las sugestiones de

    Carnap [74] en este terreno eran realmente sugestiones sugestivas. Explicaba los

    puntos-instantes espacio-temporales como conjuntos de cuatro nmeros reales, y estu-

    diaba la asignacin de cualidades sensibles a los puntos-instantes segn ciertos cnones

    Sumariamente resumido, el plan consista en asignar cualidades a los puntos-instantes

    de tal modo que se consiguiera el mundo ms perezoso compatible con nuestra ex-

    periencia. El principio de accin mnima deba ser nuestra gua en la construccin de un

    mundo a partir de la experiencia.

    Pero Carnap no parece haber visto que su tratamiento de los objetos fsicos no al-

    canzaba la reduccin no slo por su carcter esquemtico, sino por principio. Segn sus

    cnones, haba que atribuir valores veritativos a enunciados de la forma 'La cualidad c

    se encuentra en el punto-instante x; y; z; t', maximizando y minimizando ciertos rasgos

    generales, y con el enriquecimiento de la experiencia haba que revisar progresivamente

    los valores veritativos dentro de esa misma lnea. Creo que esto es una buena esquema-

    tizacin (sin duda deliberadamente simplificada) de lo que realmente hace la ciencia;

    pero no da la menor indicacin, ni siquiera la ms esquemtica, sobre cmo podra tra-

    ducirse al inicial lenguaje de datos sensibles y lgica un enunciado de la forma 'La cua-

    lidad c se encuentra en x; y; Z; t'. La conectiva 'se encuentra en' es una conectiva aadida

    y no definida; los cnones nos guan en su uso, pero no en su eliminacin.

    Carnap parece haber apreciado este problema ms tarde, pues en sus posteriores es-

    critos ha abandonado la nocin de traducibilidad de los enunciados sobre el mundo fsi-

    17 Cfr. supra, p, 31.

  • co a enunciados acerca de la experiencia inmediata. El reductivismo en su forma radical

    ha dejado de figurar en la filosofa de Carnap hace ya mucho tiempo.

    Pero el dogma reductivista ha seguido influyendo en el Pensamiento de los empiris-

    tas en una forma sutil y ms tenue. Persiste la opinin de que con cada enunciado o con

    [75] todo enunciado sinttico, est asociado un nico campo posible de acaecimientos

    sensoriales, de tal modo que la ocurrencia de uno de ellos aade probabilidad a la ver-

    dad del enunciado, y tambin otro campo nico de posibles acaeceres sensoriales cuya

    ocurrencia eliminara aquella probabilidad. Esta nocin est sin duda implcita en la teo-

    ra de la verificacin.

    El dogma reductivista sobrevive en la suposicin de que todo enunciado, aislado de

    sus compaeros, puede tener confirmacin o invalidacin. Frente a esta opinin, la ma,

    que procede esencialmente de la doctrina carnapiana del mundo fsico en el Aufbau, es

    que nuestros enunciados acerca del mundo externo se someten como cuerpo total al tri-

    bunal de la experiencia sensible, y no individualmente.18

    Incluso en su forma atenuada, el dogma reductivista est en ntima conexin con el

    otro dogma, a saber, que hay una distincin entre lo analtico y lo sinttico. Nosotros

    mismos nos hemos visto llevados de un problema a otro a travs de la doctrina de la sig-

    nificacin ofrecida por la teora de la verificacin. An ms directamente, el primer

    dogma sostiene al segundo del modo siguiente: mientras se considere significante en ge-

    neral hablar de la confirmacin o la invalidacin de un enunciado, parece tambin signi-

    ficante hablar de un tipo lmite de enunciados que resultan confirmados vacuamente,

    ipso facto, ocurra lo que ocurra; esos enunciados son analticos.

    Los dos dogmas son en efecto idnticos en sus races. Antes dijimos que en general

    la verdad de los enunciados depende obviamente del lenguaje y del hecho extralingsti-

    co; y ya entonces notamos que esa circunstancia obvia lleva consigo, no por inferencia

    lgica, pero s muy naturalmente, la sensacin de que la verdad de un enunciado es algo

    analizable en una componente lingstica y otra factual. Des-[76]-de un punto de vista

    empirista, la componente factual debe reducirse a un campo de experiencias confirmati-

    vas. En el caso extremo de que lo nico que importe sea la componente lingstica, el

    enunciado es analtico. Pero creo que ahora estaremos bastante impresionados por la te-

    nacidad con que la distincin entre analtico y sinttico ha resistido a toda precisin.

    Personalmente me impresiona tambin lo confuso que ha sido siempre el problema de

    llegar cualquier teora explcita de la confirmacin emprica de un enunciado sinttico

    dejando aparte los prefabricados ejemplos de las bolas blancas y negras en la urna.

    Quiero sugerir en est momento que hablar de una componente lingstica y tina com-

    ponente factual en la verdad de cualquier enunciado particular es un sinsentido que da

    lugar a muchos otros sinsentidos. Tomada en su conjunto, la ciencia presenta esa doble

    dependencia respecto del lenguaje y respecto de los hechos; pero esta dualidad no puede

    perseguirse significativamente hasta los enunciados de la ciencia tomados uno por uno.

    Como ya hemos observado, la idea de definir un smbolo por el uso fue un progreso

    respecto del imposible empirismo de los trminos individuales propios de Locke y

    Hume. Con Frege, el enunciado lleg a ser reconocido, en vez del trmino, como la uni-

    dad relevante para una crtica empirista. Lo que ahora afirmo es que nuestra red sigue

    siendo de mallas demasiado estrechas incluso cuando tomamos el enunciado entero

    como unidad. La unidad de significacin emprica es el todo de la ciencia.

    6. Empirismo sin dogmas

    18 Esta doctrina fue bien argida por DUHEM, pp. 303-328. Ver tambin LOWINGER, pp. 132-140.

  • La totalidad de lo que llamamos nuestro conocimiento, o creencias, desde las ms

    casuales cuestiones de la geografa y la historia hasta las ms profundas leyes de la fsi-

    ca atmica o incluso de la matemtica o de la lgica puras, es una fbrica construida por

    el hombre y que no est en con-[77]-tacto con la experiencia ms que a lo largo de sus

    lados. O, con otro smil, el todo de la ciencia es como un campo de fuerza cuyas condi-

    ciones-lmite da la experiencia. Un conflicto con la experiencia en la periferia da lugar a

    reajustes en el interior del campo: hay que redistribuir los valores veritativos entre algu-

    nos de nuestros enunciados. La nueva atribucin de valores a algunos enunciados impli-

    ca la re-valoracin de otros en razn de sus interconexiones lgicas y las leyes lgi-

    cas son simplemente unos determinados enunciados del sistema, determinados elemen-

    tos del campo. Una vez redistribuidos valores entre algunos enunciados, hay que redis-

    tribuir tambin los de otros que pueden ser enunciados lgicamente conectados con los

    primeros o incluso enunciados de conexiones lgicas. Pues el campo total est tan esca-

    samente determinado por sus condiciones-lmite por la experiencia que hay mucho

    margen de eleccin en cuanto a los enunciados que deben recibir valores nuevos a la luz

    de cada experiencia contraria al anterior estado del sistema. Ninguna experiencia con-

    creta y particular est ligada directamente con un enunciado concreto y particular en el

    interior del campo, sino que esos ligmenes son indirectos, se establecen a travs de

    consideraciones de equilibrio que afectan al campo como un todo.

    Si esta visin es correcta, ser entonces errneo hablar del contenido emprico de un

    determinado enunciado especialmente si se trata de un enunciado situado lejos de la

    periferia del campo. Adems, resulta entonces absurdo buscar una divisoria entre enun-

    ciados sintticos, que valen contingentemente y por experiencia, y enunciados analticos

    que valen en cualquier caso. Todo enunciado puede concebirse como valedero en cual-

    quier caso siempre que hagamos reajustes suficientemente drsticos en otras zonas del

    sistema. Incluso un enunciado situado muy cerca de la periferia puede sostenerse contra

    una recalcitrante experiencia apelando a la posibilidad de estar sufriendo alucinaciones,

    o reajustando enunciados de las llamadas leyes lgicas. A la inver-[78]-sa, y por la mis-

    ma razn, no hay enunciado alguno inmune i a la revisin. Hasta una revisin de la ley

    lgica de terci excluso se ha propuesto como un expediente para simplificar la mecni-

    ca cuntica; y qu diferencia hay en principio entre un cambio as y el cambio por el

    qu Kepler sustituy a Ptolomeo, o Einstein a Newton, o Darwin a Aristteles?

    Por motivos de plasticidad he estado hablando de distancias respecto de una perife-

    ria sensible. Aclaremos ahora esta nocin sin metforas. Algunos enunciados, aunque se

    refieren a objetos fsicos y no a experiencia sensible, parecen hermanarse caracterstica-

    mente con la experiencia sensible y, adems, de un modo selectivo: esto es, tales

    enunciados con tales, experiencias, tales otros con tales otras, etctera. En nuestra met-

    fora, los enunciados que estn especialmente hermanados con experiencias determina-

    das se describen como prximos a la periferia. Pero en esa relacin de "hermandad" no

    veo ms que una laxa asociacin que refleja la relativa probabilidad de que en la prcti-

    ca escojamos un enunciado en vez de otro para someterlo a revisin caso de presentarse

    una experiencia negativa. Podemos, por ejemplo, imaginar experiencias negativas para

    acomodar a las cuales nuestro sistema nos inclinaramos sin duda a cambiar los valores

    anteriormente atribuidos a un enunciado como el de que hay casas de adobe en el Paseo

    de Gracia,19 junto con otros asociados y relativos a ese mismo tema. Podemos imaginar

    otras experiencias crticas para acomodar a las cuales nuestro sistema nos inclinaramos

    a dar un nuevo valor al enunciado de que no hay centauros y a otros emparentados con

    l. Segn he dicho, una experiencia imprevista puede acomodarse en el sistema median-

    te una de varias nuevas valoraciones posibles en otros tantos sectores del sistema; pero

    19 Texto original: "...that there are brick houses on Elm Street... " . (N. del T.).

  • en los casos que hemos imaginado, nuestra natural tendencia a perturbar lo menos posi-

    ble el sistema en su [79] conjunto nos lleva a centrar la revisin en esos especficos

    enunciados relativos a casas de adobe o a centauros. Por eso se tiene la sensacin de que

    esos enunciados tienen una referencia emprica ms precisa que los muy teorticos

    enunciados de la fsica, de la lgica o de la ontologa. Puede considerarse que stos es-

    tn situados en una zona relativamente central de la red, lo que significa meramente que

    presentan poca conexin preferencial con algn dato sensible determinado.

    Como empirista, sigo concibiendo el esquema conceptual de la ciencia como un ins-

    trumento destinado en ltima instancia a predecir experiencia futura a la luz de la expe-

    riencia pasada. Introducimos con razn conceptualmente los objetos fsicos en esta si-

    tuacin porque son intermediarios convenientes, no por definicin en trminos de expe-

    riencia, sino irreductiblemente puestos con un estatuto epistemolgico comparable al de

    los dioses de Homero.20 Yo por mi parte, como fsico lego que soy, creo en los objetos

    fsicos y no creo en los dioses de Homero, y considero un error cientfico orientar su

    creencia de otro modo. Pero en cuanto a fundamento epistemolgico, los objetos fsicos

    y los dioses difieren slo en grado, no en esencia. Ambas suertes de entidades integran

    nuestras concepciones slo como elementos de cultura. El mito de los objetos fsicos es

    epistemolgicamente superior a muchos otros mitos porque ha probado ser ms eficaz

    que ellos como procedimiento para elaborar una estructura manejable en el flujo de la

    experiencia.

    Esa actitud que pone objetos fsicos no se reduce al nivel macroscpico. Tambin al

    nivel atmico se pone objetos para que las leyes de los objetos macroscpicos y, en

    ltima instancia, las leyes de la experiencia sean ms simples y manejables; y no de-

    bemos esperar ni pedir una plena definicin de las entidades atmicas y subatmicas en

    trminos de entidades macroscpicas, ni tampoco una defini-[80]-cin de las cosas ma-

    croscpicas en trminos de datos sensibles. La ciencia es una prolongacin del sentido

    comn que consiste en hinchar la ontologa para simplificar la teora.

    Los objetos fsicos, los grandes y los pequeos, no son las nicas entidades puestas.

    Otro ejemplo son las fuerzas; y efectivamente hoy nos dicen que la separacin ente ma-

    teria y energa est anticuada. Las abstractas entidades que son la sustancia de las mate-

    mticas en ltima instancia, clases y clases de clases y as sucesivamente son tam-

    bin entidades puestas en el mismo sentido. Epistemolgicamente, todos esos son mitos

    con la misma base que los objetos fsicos y los dioses, y por lo nico que unos son me-

    jores que otros es por el grado en que favorecen nuestro manejo de la experiencia sensi-

    ble.

    La extensa lgebra de los nmeros racionales e irracionales est subdeterminada por

    el lgebra de los nmeros racionales, pero es ms cmoda y conveniente que ella, y la

    incluye como parte coja o manca.21 La ciencia total matemtica, natural y humana

    est anlogamente subdeterminada por la experiencia, de un modo an ms extremado.

    El contorno del sistema tiene que cuadrar con la experiencia; el resto, con todos sus ela-

    borados mitos y sus ficciones, tiene como objetivo la simplicidad de las leyes.

    Desde este punto de vista, las cuestiones ontolgicas van de par con las cientfico-

    naturales.22 Considrese la cuestin de si deben admitirse las clases como entidades. Se

    trata, como he indicado en otros lugares,23 de la cuestin de si deben cuantificarse varia-

    bles que toman clases como valores. Carnap [6] ha sostenido que sta no es una cues-

    tin factual, sino de eleccin de la forma lingstica conveniente, del esquema o estruc-

    20 Cfr. supra, pp. 44.21 Cfr. supra, p. 43.22 "L'ontologie fait corps avec la science elle-mme et ne peut en tre separe". MEYERSON, p. 439.23 Cfr. sufra, pp. 39 s.; infra, pp. 153 ss.

  • tura conceptual conveniente para la ciencia. Puedo estar de acuerdo con esa opinin,

    siempre [81] que se conceda lo mismo respecto de todas las hiptesis cientficas en ge-

    neral. Carnap ([6], p. 32 n.) ha reconocido que slo puede sostener una diversidad de

    criterios para las cuestiones ontolgicas por un lado y para las hiptesis cientficas por

    otro asumiendo una distincin absoluta entre lo analtico y lo sinttico; y no es necesa-

    rio repetir que sta es una distincin que ya he rechazado.24

    La cuestin de si hay o no hay clases parece ms bien una cuestin relativa al esque-

    ma conceptual conveniente. Y la cuestin de si hay casas de adobe en el Paseo de Gra-

    cia o la de si hay centauros parecen ms bien cuestiones de hecho. Pero he indicado que

    esta diferencia es slo de grado y se basa en nuestra vaga inclinacin pragmtica a rea-

    justar un determinado ramal de la red de la ciencia, en vez de otro u otros, cuando inten-

    tarnos acomodar en ella alguna experiencia negativa inesperada. En esas decisiones de-

    sempean algn papel el conservadurismo y la bsqueda de la simplicidad.

    Carnap, Lewis y otros adoptan una actitud pragmtica en la eleccin entre formas

    lingsticas o estructuras cientficas; pero su pragmatismo se detiene ante la imaginaria

    frontera entre lo analtico y lo sinttico. Al repudiar esa frontera expongo un pragmatis-

    mo ms completo: Todo hombre recibe una herencia cientfica ms un continuo y grane-

    ado fuego de estmulos sensoriales; y las consideraciones que le mueven a moldear su

    herencia cientfica para que recoja sus continuos estmulos sensoriales son, si raciona-

    les, pragmticas.

    24 Se hallar una eficaz expresin de otros motivos para dudar de esta distincin en WHITE [2].