Quiroga Marcelo - El Saqueo de Bolivia
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Marcelo Quiroga Santa Cruz
E l sa q u e o d e B o liv ia
ediciones PUERTA DEL SOLCasilla 2188 — La Paz - Bolivia.
P r im era E d ic ió n : J u n i o fi 1 9 7 3 - E d t . C ru is S e g u n d a E d ic ió n : J u l io 1 9 7 3 — E d t . Crisis T e rc e r a E d ic ió n : D ic . 1 9 7 9 E d ic io n es P U E R T A D E L SOL
D E R E C H O S R E S E R V A D O S P O R EL A U T O R
— D e p ó s i to Legal 3 5 9 /7 9- Im preso en G ráficas G a lax ia S. R. L.
La Paz - Bolivia.
COLECCION LUCES Y SOMBRASTítulos publicados:
No. I.* Proceceso y Sentencia a la Reforma Agraria en Bolivia — Luis Antezana E.No. 2.— El Cooperativismo y la Comunidad Indígena (Critica al cooperativismo desde una perspectiva aymara) Rdo. P. Gregorio Iriarte.No. 3.- El Saqu@& de Bolivia -Marcelo Quiroga Santa Cruz
POR PUBLICARSE:Geopolítica y Geofagia en América Latina (Cómo piensan y actúan nuestros vecinos) — Edgar Oblitas F.
Foto portada: Antonio Eguino
Nuestro propósito anunciado en el primer volumen de esta serie dice: “Se pretende sea una colección de debate y polémica y constituye un aporte a sus soluciones. Los intelectuales boíl* víanos que piensen que sientan y crean que pueden aportar, están cordialmente invitados a formar parte de ella”.La Colección LUCES Y SOMBRAS S# enriquece ahora con el libro EL SAQUEO DÉ BOLIVIA, del conocido intelectual y dirigente Sr. Marcelo Quiroga Santa Cruz. Fue nuestro principio ofrecer sólo textos de primera edición, pero hemos considerado que este libro ampliamente difundido en el exterior no fue conocí* do en nuestro país y esa es la razón para incluirlo en nuestra colección. 1 . :.'í;
Los editores.
PROLOGO A LA TERCERA EDICIONEste estudio fue escrito en los últimos meses de 1972. De él se hicieron dos ediciones, ya agotadas, al promediar el año 1973. Redactado en el exilio, sirvió al propósito inmediato de desenmascarar la naturaleza proimperialista de la política económica de la dictadura militar encabezada por Banzer. La inactualidad cronológica de los hechos referidos, habfa aconsejado rehusar los frecuentes pedidos de reedición. Pero la evidente (y amenazante) actualidad del contenido de clase del proyecto político antinacional analizado, así como la activa permanencia de los instrumentos partidarios que en ese entonces jugaron un papel protagónico en “el saqueo de Bolivia”, instrumentos que , como el MNR-H, se proponen hoy día asegurar continuidad “democrática” al sistema de poder de 1971» me han inclinado, finalmente, a permitir esta tercera edición.Siendo costumbre de los escritores dedicar un libro a la persona que inspiró su redacción o en cuyo homenaje se rinde el esfuerzo intelectual, yo quiero que ésta, fruto de una pasión inextinguible por la libertad y la justicia social, le sea dedicada, postumamente, a los que ya no verán la sociedad liberada de mañana que ellos contribuyeron a organizar con su generosa sangre.
MARCELO QUIROGA SANTA CRUZ
Vísperas de Boliria
En octubre de 1969, los latinoamericanos tomaron nota de que en el Altiplano de Bolivia existía un político nacionalista de la pasta del general Enrique Mosconi, de la Argentina, y del general Lázaro Cárdenas, de México. Ese hombre había llegado a la primera fila de un régimen militar cuyos protagonistas centrales, los generales Alfredo Ovando y Juan José Torres, alcanzarían a gobernar, en total, veintitrés meses, desde el 26 de setiembre de 1969 hasta el 21 de agosto de 1971. Fueron veintitrés meses electrizantes, tejidos con conspiraciones internacionales, jaqueados por el imperialismo y minados por las contradicciones internas. Este período intenso de la habitualmente dramática historia de Bolivia ya es recordado por su rasgo más sobresaliente, que sin duda lo marca para siempre: fue entonces cuando la Gulf Oil Corporation, la compañía norteamericana más grande de Bolivia —y una de las mayores del mundo— resultó privada de sus
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concesiones y todos sus bienes fueron nacionalizados.En aquel momento, los latinoamericanos descubrieron los finos rasgos de Marcelo Quiroga Santa Cruz, el joven ministro de Minas y Petróleo que había convertido en leyes sus denuncias parlamentarias contra el monopolio petrolero, y que emprendía una drástica acción de gobierno destinada a rescatar para su país una inmensa riqueza enajenada.Yo viví junto a los nacionalistas bolivianos aquellos días y los siguientes, cuando las manos delgadas de Quiroga Santa Cruz se crispaban ligeramente sobre el caño de la ametralladora, mientras él penetraba en la noche de boca de lobo de La Paz. Este abogado de escrupulosa opinión jurídica, que había construido el instrumento legal para apartar a la Gulf Oil del camino de su pueblo, era sobre todo un intelectual de arma al brazo, en esa admirable síntesis que, cuando se produce, engendra las personalidades más poderosasdel continente.Quiroga Santa Cruz no fue ministro del gabinete del general Torres, que fuera derribado por una conjura reaccionaria, motorizada desde el Brasil, protegida por los Estados Unidos e inicuamente sustentada desde Buenos Aires por malos alumnos de geopolítica, pero buenos empleados de compañías norteamericanas. Para ese entonces, Quiroga Santa Cruz había fundado el Partido Socialista de Bolivia, cuyos ob8
jetivos me tocó recoger en una entrevista de la que ahora reproduzco sus párrafos principales, puesto, que su valor documental se realza al recordar la fecha de su celebración, julio de 1971. Antes de un mes, los cónsules brasileños y los fascistas bolivianos asaltarían juntos el poder. Entonces Quiroga Santa Cruz respondió a mis preguntas de este modo:
—El Partido Socialista de Bolivia fue fundado en un congreso nacional, que culminó con una demostración por las calles de La Paz, hecho poco frecuente, ya que los partidos de este país suelen constituirse en círculos más limitados, que se atreven a la acción pública tiempo más tarde. Desde entonces, ¿qué ha pasado en el país?
— El partido cuenta con 9 comités departamentales, 6 organizaciones funcionales y comisiones nacionales de trabajadores, dependientes del Comité Central y del Secretariado E jecu tivo Nacional (SEN); todas las secciones han trabajado vigorosamente en la organización partidaria para consolidar su estructura interna y hacer posible su expansión. Ha habido un rápido desarrollo político en la clase trabajadora, entre los sectores oprimidos y en la intelectualidad revolucionaria.
—¿Cómo puede explicar que, no siendo los principales dirigentes del PS miembros de la clase obrera, pueda registrarse en ella una buena disposición hacia el partido?
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— La alta dirección del PS es colegiada, hemos eliminado la tradición unipersonal y vitalicia en el mando político de los partidos y su inevitable consecuencia deformadora, que es la reducción de una numerosa colectividad democrática, en un minúsculo grupo de amigos personales del jefe. Por tanto, ninguno de los miembros del Comité Central ni del Secretariado Ejecutivo Nacional es un dirigente “principal”, todos somos iguales en obligaciones y en derechos partidarios. En la historia de la fundación de los partidos políticos bolivianos, el PS ofrece el primer ejemplo de organización de un partido por intelectuales de la pequeña burguesía que deliberadamente, y en acto de consecuencia ideológica, se someten a la dirección de la clase trabajadora. La mayoría de los 24 titulares del Comité Central y la mayoría de los 9 titulares del SEN son dirigentes obreros y campesinos. En cuanto a los 4 que representábamos a las fuerzas fusionadas, todos provenientes de la pequeña burguesía radicalizada, no hemos contribuido a la formación del PS ni formamos parte de su alta dirección en razón de nuestro origen de clase, sino a pesar de ello, contrariando los intereses de la clase de la que procedemos, y porque hemos abrazado apasionadamente la ideología de la clase trabajadora.—¿Cree usted que en Bolivia están dadas las condiciones para la construcción del socialismo?10
— Esas condiciones no son algo que un partido revolucionario debe esperar contemplativamente, como se espera el verano. Tampoco pueden surgir artificialmente, dés la impaciencia o el voluntarismo. Hace 20 años que el nacionalismo popular de ideología pequeño burguesa derrotó al liberalismo, que durante medio siglo fue la expresión ideológica del predominio económico y político de la oligarquía feudal minera. Pero hace también casi dos décadas que el nacionalismo traicionó la causa popular y revolucionaria, pactó con la oligarquía nativa y capituló ante el imperialismo. Nuestro pueblo ha hecho la experiencia del nacionalismo pequeño burgués y la clase trabajadora ha tomado conciencia de que en Bolivia no queda hoy otra posibilidad de desarrollo político hacia adelante que no sea el socialismo.—¿Mediante qué medios el Partido Socialista espera capturar el poder?
— Por cierto que no será respetando las reglas del juego de la tradicional democracia burguesa. El escrutinio electoral clásico permite a quienes disponen de los instrumentos de control electoralista ganar o bien conservar el gobierno. Al PS lo que le interesa no es el gobierno para sus dirigentes y los puestos públicos para sus militantes, sino el poder político para la clase trabajadora y sus aliados, los sectores oprimidos y los intelectuales revolucionarios. Se trata de terminar con las estructuras de la dependencia, no de adII
ministrar una semicolonia condenada a la miseria a causa del régimen de explotación capitalista al que está sometida.—¿Qué posición tiene el PS frente al gobierno del general Torres?— El PS preserva una absoluta independencia respecto del gobierno del general Torres. Eso sí, apoyará toda medida antiimperialista y popular que el gobierno adopte y reclamará nuevas medidas que aseguren la continuidad, profundidad y el contenido popular del proceso revolucionario. El PS también estará junto a la clase trabajadora y a las fuerzas revolucionarias en resistencia popular ante los intentos golpistas de la derecha y del fascismo. El PS juzga al actual gobierno, no obstante sus decisiones de interés popular y aun de signo antiimperialista, una manifestación transitoria, insuficiente y contradictoria de un proceso revolucionario cuyas causas, desarrollo y finalidades sobrepasan en mucho sus posibilidades objetivas.—¿Qué posición tiene ante las FF. AA.?— Ningún proceso de cam bio basado exclusiva y excluyentemente en las FF. AA., sin efectiva participación popular en el poder político, puede sobrepasar los límites de un reformismo progresista incidental
mente antiimperialista. Es indudable que en el área de la dependencia, la miseria, el atraso y el régimen de explotación interna y externa del proletariado y la nación, algunos sectores castrenses se sensibilizan,12
recuperan la conciencia de la clase de la que son oriundos y asumen el liderazgo de un proceso de cambio restringido, que contribuye a la maduración de condiciones de un proceso revolucionario de transformación estructural protagonizada por los sectores populares. No obstante, todo proceso de cambio liderizado y ejecutado por las FF. AA., en cuanto aparato coercitivo del orden establecido, que inevitable, ideológica y constitucionalménte es, tiene un límite restringido impuesto por la necesidad de autoconservación institucional.Aquel pronóstico resultó profètico y los límites que Quiroga Santa Cruz observaba en el proceso político fueron insalvables. Una marea de violencia reaccionaria se desató en el país y, mientras algunos fantasmas insistían en saludar a la manera romana en las calles de La Paz, la Union Oil of California recibía un millón de hectáreas en concesión por treinta años, la más formidable operación que el monopolio petrolero ha concretado en el continente en esta década.El ciclo que los generales Ovando y Torres abrieron, en 1969, con la firma de Quiroga S an ta Cruz al pie del histórico decreto de'nacionalización de la Gulf Oil, quedó cerrado, tres años y cinco meses más tarde, por otro general, Hugo Ban- zer. Este ha exhibido su propensión a la democracia en un solo terreno: hace asesinar, igualitariamente, a sus amigos y a sus enemigos.
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Pero Bolivia, ese laboratorio de ideas que más tarde germinan en todo el continente, bulle ahora, como en vísperas de los grandes sucesos históricos. Los generales que en 1971 torcieron el curso nacionalista de la historia boliviana y masacraron a su pueblo, se m asacran ahora entre ellos, impotentes y desesperados porque Bolivia retorna, irresistiblemente, a aquel curso interrumpido. En las nuevas vísperas de Bolivia, Quiroga Santa Cruz, que ha recorrido el camino del nacionalismo al socialismo junto con su propio pueblo y con todos los de América latina, enjuicia en este ensayo político la obra de los militares cipayos de su patria y dispara sobre ellos la más prolija serie de cargos. Una vez más, Quiroga Santa Cruz ha probado que sabe cargar sus armas.Rogelio García Lupo
Buenos Aires, mayo de 1973.
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Frente a la ocupación de Bolivia
El 21 de agosto de 1971 la burguesía proim- perialista de Bolivia asalta el poder. El 27 de octubre de 1972 asalta la remuneración de los trabajadores. Entre ambas fechas, la Dictadura fascista desnacionaliza implacablemente el patrimonio económico de Bolivia y reduce la autoridad gubernamental a la que corresponde a la administración colonial de un país ocupado. En catorce meses, la Dictadura despojó a la nación de sus riquezas naturales y las obsequió al imperialismo; arrebató los salarios de los trabajadores y los regaló a la burguesía antinacional.
Su acción depredadora ha encontrado en la Ley de Inversiones y la Ley de Hidrocarburos, los instrumentos para legalizar, por medio de la organización de Sociedades Mixtas, la desnacionalización del petróleo, del gas, de la industria de refinación, de la petroquímica, de los más ricos yacimientos de COMIBOL, del Mutún, de la metalurgia y de la siderurgia. La política de exportaciones petroleras, definida por la Gulf, agotará nuestras reservas petroleras antes de ocho años, ocasionará al país una pérdida de cuatrocientos millones de dólares y lo someterá a la condición de importador de hidrocarburos. Las
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transacciones con "Matilde” y la IMPC fueron resueltas reservadamente, con el reconocimiento de sumas cuantiosas por inversiones no realizadas y el obsequio de acciones liberadas. La devaluación monetaria ha sido impuesta por el imperialismo, a través del Banco Mundial, para mejorar la capacidad de endeudamiento del Estado que permita el financiamiento de la desnacionalización de nuestra economía. El empobrecimiento planificado de la clase trabajadora y los sectores oprimidos de la población, así como la imposición de un régimen policíaco que suprime todas las libertades y derechos humanos, incluido el de la vida misma, tienden a asegurar un "clima de garantías" atractivo para el capital financiero internacional del que la Dictadura burguesa es su agencia administrativa.La burguesía antinacional masacró al pueblo en las calles para apoderarse del gobierno. Continuó martirizándolo en las celdas, para conservarlo en provecho del imperialismo. Hoy lo reprime brutalmente para evitar su derrota. Su misión explotadora y entreguista no ha concluido. Pero la paciencia de la clase trabajadora y de los sectores populares ya se ha agotado. El 21 de agosto fueron necesarios los ta^<lues de guerra para abrir las puertas del Palacio de Gobierno. El 27 de octubre han sido indispensables para cerrar el paso a la heroica insurgencia popular.El Partido Socialista de Bolivia tiene el deber de esclarecer ante la conciencia de los trabajadores el carácter burgués de la Dictadura, su naturaleza fascista y su condición proimperialista, explicando cada una de las medidas que comprometen sus intereses de clase y los intereses nacionales. La dirección del PS debe preparar al partido en el conocimiento de las causas, carac*16
terísticas y objetivos de la política general de la Dictadura. Así, su dirección inedia y su militan. cia deben estar en condiciones de actuar en el seno de las organizaciones de masas para orientarlas en su lucha consciente contra la explote* ción social y nacional. Pero la dirección del PS también tiene el deber de caracterizar la presente coyuntura política, de prever su desarrollo, de señalar las perspectivas revolucionarias del pueblo boliviano y de formular las consignas que expresen su concepción estratégica de la lucha revolucionaria. A esa finalidad obedece la redacción de este documento que desarrolla la Declaración de Principios y la Tesis Política del PS, en aplicación de la actual coyuntura.
De la permanente confrontación de la teoría revolucionaria con la realidad concreta, del análisis de cada una de las decisiones de la Dictadura, surgirá una conciencia clara y un espíritu de lucha resuelto. No basta señalar al enemigo. Es necesario explicar cómo actúa. Sólo así sabremos cómo debemos enfrentarlo. Si no explicamos la naturaleza fascista de la Dictadura, no podremos unir a los sectores democráticos y progresistas en una acción popular antifascista. Si no podemos demostrar el contenido de clase burgués de la Dictadura y el predominio de su sector proimperialista no podremos organizar correctamente la lucha de las masas trabajadoras. Si no demostramos el carácter proimperialista de la Dictadura, no podremos movilizar al pueblo de Bolivia en su lucha antimperialista. Si no somos capaces de hacer todo esto, no podemos pretender un puesto en la vanguardia de *a clase trabajadora y los sectores oprimidos.
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1. La desnacionalización de la economía boliviana
La política económica que la Dictadura ha impuesto a los bolivianos no es de ella, por la misma razón que el gobierno instalado en Bolivia no es de Bolivia.
Como suele ocurrir en toda campaña de conquista, en la que el orden de ingreso de los invasores al país ocupado guarda relación inversamente proporcional a su autoridad, el 21 de agosto de 1971 llegaron primero los conspiradores, después los tanques, luego los ejecutivos de las empresas privadas monopólicas y, finalmente, el embajador norteamericano. Siracusa entró en el Palacio Quemado para reconocer oficialmente al nuevo hijo natural de la política exterior norteamericana. Concluida la ceremonia, declaró con indisimulable satisfacción y explicable certidumbre: "Ahora se abren oportunidades para servirnos mutuamente”.
La pretendida mutualidad de servicios era so'-miente una forma menos grosera de reclamar del nuevo gobierno la retribución de un servicio inestimable: el de haberlo inventado. En suma, nada más que la presentación de una factura traducida al lenguaje que, aun entre los
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embajadores norteamericanos, no puede menos que ser diplomático.
Pero como el insigne servicio de confeccionar a mano un gobierno a la medida de las necesidades económicas y políticas del imperialismo y de sus agentes nativos, no es algo que deba comprometer la gratitud del pueblo de Bolivia, obligado ahora a pagar cuentas ajenas, la factura recibió un nombre menos ofensivo adecuado tanto para ocultar su carácter de cobranza tramposa, como para prestarle la atractiva apariencia de un donativo que acrecentaba la obligación. Banzer la ha designado "el despegue económico" y, exagerando el uso de un lenguaje eufemístico tolerable en un embajador pero no en un soldado, frecuentemente se refiere a su compromiso de pago como a toda una política económica.
El “despegue" comienza con la afirmación de que la dependencia nacional sería una ventaja histórica y concluye en la consigna de la desnacionalización de Bolivia, aunque en nombre del nacionalismo. Esta concepción autodenigran- te, repulsiva en la conciencia del cipayo desem- bozadamente entregado al servicio del opresor^ esta visión satisfecha de la propia condición colonial, se reviste, con el mismo ánimo mimético grotescamente imitativo con que el colono reproduce internamente las formas extemas de la sociedad imperial, de algunas ideás comunes que cumplen la finalidad de conferir alguna apariencia de seriedad intelectual, a lo que no es más que una forma ciega y empírica de instituciona- lización política del lucro.
Así, la burguesía nativa del país colonizado, la pobre burguesía intermediaria, la clase agente instalada a la cábezk de un miserable desarrollo capitalista atrasado y dependiente, repite algu20
nos tópicos del repertorio ideológico de la Hao» homónima formada en el desarrollo histórico del capitalismo metropolitano, proceso cuyo máximo y postrer vigor adquiere la forma del imperialismo, es decir de la antinación. ¡Y todo ello, en nombre del nacionalismo!
Impaciente por pagar la ayuda a la que debe su existencia y asegurar su conservación, la Dictadura extendió un pasaporte en blanco que debió servir al traslado masivo del capital financiero internacional a Bolivia: la Ley de Inversiones.El más ligero análisis de su transparente articulado revela, sin embargo, que es algo más que un pasaporte de excepción. Se trata, en verdad, de una autorización para el ejercicio legal del despojo, de una carta-de legitimación de la piratería, de una licencia para el saqueo de la riqueza nacional. Semejante documento, sólo comparable, por su origen y características, al Código Davenport redactado por los propios interesados y sancionado por un parlamento corrompido, señala Como objetivos del mismo, entre otros aparentemente consecuentes, el incremento de la producción y la formación de ahorro interno. Con esta justificación, la Ley de Inversiones establece un régimen de excepción en la concesión de franquicias tributarias que virtualmente elimina toda forma de contribución directa a la formación del presupuesto nacional, en favor de cualquier inversión o reinversión privada extranjera o nacional.
Disposiciones como la liberación total de derechos arancelarios sobre la importación de todo aquello que el inversor considere necesario; la devolución de gravámenes aduaneros que el inversor pudiera haber cancelado extraordinariamente, bajo la forma de cartas de crédito que le permiten descontar aquellas imposiciones que sólo excep
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cion alm en te correspondiera pagar; la exención del impuesto al capital móvil; la supresión de todo impuesto sobre producción y ventas, fuese de carácter nacional, departamental, municipal y aun de los simples recargos universitarios; la liberación de impuestos sobre transferencia, sobre plusvalía, sobre construcciones; la facultad que tiene el inversor para resolver discrecionalmente del régimen de depreciación de activos fijos y de amortizaciones que le permita la recuperación del cien por ciento de sus inversiones en el plazo promedial de sólo cuatro años; la seguridad de que el régimen tributario de excepción (es decir su supresión completa),-no podrá ser alterado en un plazo mínimo de siete años, aunque sí será susceptible de rebaja (¡!); la libre e irrestricta convertibilidad y disponibilidad del capital para la amortización de las inversiones y el pago de dividendos; la liberación del cien por ciento de los impuestos sobre utilidades y renta total, por una década, para las inversiones realizadas en los lugares que se juzgue de menor desarrollo económico y social; la concesión gratuita de terrenos industriales, aunque el inversor no los necesite; la concesión gratuita de tierras fiscales para explotaciones agropecuarias. (Un consorcio brasileño ya ha pedido la concesión de seis mil hectáreas en una zona limítrofe con el Brasil.) He ahí algunos de los privilegios que esta Ley-Ganzúa pone en manos del imperialismo y su agente nativo, la burguesía monopólica, para que con ella abran la economía nacional a la explotación impune del país.
En aplicación de las franquicias antes mencionadas, una compañía extranjera, privada o estatal, podrá recibir el obsequio de grandes extensiones agrícolas para explotarlas sin pago de tributo alguno. ¿Para qué ser. colonizador boli22
viano, que debe pagar impuestos por la misérrima cosecha de bananas, y de yuca que arranca con su esfuerzo al mezquino pedazo de tierra que incorpora a la agricultura? Una compañía minera extranjera, privada o pública, podrá recibir la concesión de un rico yacimiento mineral y lo explotará sin pago de contribución alguna a la economía fiscal. ¿Para qué ser uno de los dos mil pequeños empresários bolivianos o uno de los veinte mil mineros cooperativistas agobiados por la irracional carga impositiva que pesa sobre ellos?¿Hay algún sector de la sociedad boliviana al que beneficia esta Ley de Inversiones? Sí, al sector monopólico de la empresa privada formada por grandes empresas de la burguesía industrial (fabril, extractiva y agropecuaria), comercial y bancaria, al sector que concentra en má- nos de cien de las cinco mil empresas privadas, en manos de los dueños de solamente el 2 % de ellas, la mayor riqueza y poder político generados en la producción, el comercio y el crédito. Es este sector el que, mediante sus dos representantes directos en el directorio del INI y el voto del Ministerio de Industria y Comercio, que es el coto de caza de los ejecutivos de ese sector hegemónico, controla las decisiones que se imponen por encima de "toda autoridad en el país, cualquiera que fuese su jerarquía".
Pero las características hasta ahora señaladas son, comparativamente, las más benignas de este increíble documento. Resta por considerar un aspecto que pe de manifiesto el verdadero carácter desnacionalizador de esta resolución que no evoca la política económica del despotismo asiático, pues en los países árabes aun las monarquías absolutistas sobrevivientes idean formas de hacer retroceder a las empresas multinaciona-
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Ies de occidente que monopolizan la explotación y el comercio mundial del petróleo. La semejanza se da, más bien, aunque de un modo formalmente más sofisticado, con el estulto trueque de marfiles por espejos y abalorios, explicable en una organización tribal, a causa del primitivismo de su desarrollo económico. La misma conducta observada por la dictadura fascista de la Bolivia capitalista de 1972, se explica por los beneficios que el ruinoso intercambio deja en las hábiles manos de un sector de clase, la burguesía monopólica, de las que caen algunos centavos para los gestores político administrativos "resueltos a salvar el país del comunismo", pero con las dos manos.
Para los efectos de esta Ley de Inversiones, las empresas privadas son, indistintamente, aquellas nacionales o extranjeras cuyo capital sea íntegramente privado. Las empresas de economía mixta son aquellas que reúnen capital público y privado, sin indicación de las proporciones, en una combinación tan vaga como conviene a esta inocente disposición. Así, las empresas económicas de Estado, creadas y administradas por la Corporación Boliviana de Fomento, como una planta hidroeléctrica (la de Corani), una fábrica de cemento (la de Sucre o de Cochabamba), una planta industrializadora de productos lácteos (la PIL), un ingenio azucarero (el de Guabirá), podrán ser objeto de enajenación por medio de la constitución de Sociedades Mixtas con capital privado extranjero, en las que éste controle la mayoría del aporte. En otras palabras, la Ley de Inversiones, cuyas disposiciones están por encima de cuaquier otra, sienta las bases de la privatización y la extranjerización del activo de empresas que el E stado organizó, en aquellas zonas y rubros que en ese entonces carecían24
de interés para la clase terrateniente, en obsequio de su heredera, la burguesía agroindustrial e industrial.
Pero no se trata solamente de la producción láctea, azucarera, de cemento o de energía eléctrica que, aunque intervienen de un modo estimable en la formación del PIB, no generan divisas (lo "cuota americana" del azúcar ya desapareció), sino también y sobre todo de la producción minera estatal que hace el mayor aporte del 85 % del volumen de exportaciones anuales del país. Las empresas mineras del estado, todo el activo de Corporación Minera de Bolivia (COMI- BOL), pueden ser objeto de una negociación con capitalistas privados extranjeros de la que resultarán Sociedades Mixtas con participación minoritaria del Estado.
¿No es esto, acaso, lo que Banzer anunció sólo diez días después, de su posesión como Presidente, cuando dijo que para la solución de los problemas económicos de COMIBOL "alternativamente se procedería al establecimiento de sociedades mixtas con inversión privada interna y externa”? ¿Con quién consultó ese programa, cuándo se discutió esta posibilidad de "solución”? ¿Acaso los innecesarios conspiradores del MNR y de FSB y, desde luego, las FF.AA., lograban ponerse de acuerdo, después de triunfado el golpe, en la misma composición del gobierno? Las FF.AA. y los partidos no sabían quién sería el Presidente, pero el que resultó serlo ya sabía que había que desnacionalizar las minas. Por eso fue el elegido.
Así, veinte años después de la nacionalización de las minas, que no se resolvió con la tinta empleada en suscribir el decreto, sino con la sangre obrera derramad? en una lucha de decenios,
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el militar que promete gobernar inspirado en la memoria de Busch y Villarroel, apoyado políticamente por el civil que rubricó el decreto (Paz Estenssoro), sanciona la ley de desnacionalización que el INI les hace llegar desde el escritorio de su director, el mismo que veinte años antes fuera el último candidato presidencial de la casa Aramayo. Ya están todos juntos. Ninguna diferencia los separa.
Para los autores de la Ley-Ganzúa, sin embargo, como para todo hurtador calificado, resulta evidente que en un país cuyo Estado ha tenido la insolencia de organizar algunas industrias estratégicas que la burguesía minera confinó a la región de la mitología, la depredación no puede detenerse (si se le brinda una ocasión como ésta de contar con un gobierno propio que aprueba leyes a la carta), en la desnacionalización de la minería. Por eso han tenido la previsión de establecer que ‘la metalurgia, la siderurgia y la petroquímica, sólo en sus etapas básicas de fundición y refinación, porque las otras son marginadas de hecho del radio de actividad industrial del Estado, se consideran reservadas a éste para su desarrollo a través de sus empresas respectivas. En realidad, es una manera oblicua y quejumbrosa de decir que puesto que el Estado ya tiene en su poder la fundición de minerales y la refinación del petróleo, debe declararse que las tiene, pero, al mismo tiempo, establecerse claramente que dejará de tenerlas. Para ello se dispone que el Estado podrá asociarse con el capital privado extranjero o nacional (que son dos modos de llamarle al capital foráneo que, inscrito a nombre de un "palo blanco" activo, bajo la forma de crédito o de otra modalidad, no cambia su condición extranjera), para la explotación, en dos formas distintas, de esas tres actividades26
consideradas como estratégicas. La más benigna de ambas deja al Estado en minoría, frente al capital privado extranjero y "nacional". La otra determina la mayoría absoluta del capital privado extranjero y transforma al Estado que hoy es el único propietario, en un socio minoritario.
Pero el rigor de la disposición no es implacable. También el imperialismo tiene ciertos rasgos de "nacionalismo" para la exportación. En el caso previsto de una asociación mixta que deje al Estado en franca minoría, el socio ma- yoritario privado, el capitalista extranjero, le venderá un cierto número de acciones que le permita salir de esa condición tan desmedrada (no se dice en qué proporción, por cierto), pero sólo después de esperar nada más que un cuarto de siglo. Al término de este plazo que sólo los impacientes que no atienden a las exigencias de la economía de escala pueden considerar excesivo, el Estado al que se obligó a desandar el camino recorrido en procura de la nacionalización de la economía, tendrá que armarse de paciencia, pues el control de la participación mayoritaria se dará por la suma de su aporte y el del capital privado "nacional", y no por la transferencia de la mayoría del capital extranjero al patrimonio del Estado.
Esta es la sentencia. El sentenciado es el Estado. El botín al que se llega con la Ley-Ganzúa es YPFB, ENAF, COMIBOL, es decir, la refinación y transformación industrial básica de los hidrocarburos, la fundición de estaño y la siderurgia. La Ley-Ganzúa hace posible no solamente la privatización de las empresas industriales organizadas por la CBF, la desnacionalización de la minería, y la privatización y extranjerización de la metalurgia, la petroquímica, la siderurgia; es decir, de los sectores dinámicos y estratégicos
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del desarrollo económico, sino que acuerda, en beneficio del capitalista desnacionalizados un régimen de franquicias que la Dictadura niega a los cuatro mil novecientos medianos y pequeños empresarios cuyo nombre invocan los representantes de cien grandes empresas monopólicas. Esa es la Ley de Inversiones que el Ministro de Industria y Comercio , llevó personalmente a los Estados Unidos y repartió a los interesados, en una segunda traducción que restableció su idioma original: el inglés.
Los intereses del imperio y la colonia son antagónicos por definición. Los de la burguesía nativa de los países capitalistas neocolonizados y los de la burguesía del país imperialista, comienzan siendo los mismos, a causa de que aquélla se forma como mera intermediaria en la explotación primaria de la riqueza nacional, para ir diferenciándose, a medida que su desarrollo capitalista se hace más orgánico, y terminar entrando en contradicción. Por ello, de la Ley de Inversiones de un país capitalista dependiente cuyá burguesía, puesta en el trance de elegir entre sus propios intereses y los del imperialismo, cuando ellos entran en pugna, debe esperarse disposiciones que restrinjan las prerrogativas del capital financiero m onopólico internacional y amplíen las que correspondan al capital privado nacional. De un país dependiente, donde su burguesía debe esta condición a la identificación de sus intereses con los del imperialismo, puede esperarse una Ley de Inversiones que otorgue un margen indistinto de ventajas al capital extranjero y al "nacional". Pero de la dictadura de un país sometido a la condición de protectorado o Estado asociado de los Estados Unidos, no podemos esperar sino una Ley-Ganzúa. Las estadísticas nos señalan antes que a Haití, en él penúl28
timo puesto, según la producción interna bruta y el ingreso por habitante. Todavía nuestra burguesía monopólica no ha sobrepasado a la burguesía vampiro haitiana que exporta sangre humana para conseguir divisas, aunque ya la hace derramar sin tregua y sin piedad para exportar confianza a los inversores.Como parte de un programa de gobierno in-
formulado cuyo origen se ha convertido, por razones comprensibles, en secreto, Banzer declaró una semana después de su arribo al Palacio Quemado que se enmendaría "la excesiva e irracional absorción, por parte del Estado, de muchas actividades económicas para las que no se encontraba capacitado y la indiscriminada nacionalización de la actividad económica de producción". Un modo seudo técnico de referirse a la nacionalización de la Gulf, de la IMPC y de la MMC, tres, empresas norteamericanas a las que él mismo, siendo ministro, contribuyó a entregar o consolidar la entrega del petróleo y el gas, del estaño residual y del zinc.
Comencemos por "Matilde". El rico yacimiento de zinc, mineral estratégico que los Estados Unidos se procuran en un 50 % mediante la explotación'que sus empresas transnacionales realizan en el exterior, fue revertido al patrimonio del Estado por efecto de la nacionalización de minas decretada en 1952. De las manos de Hos- child, pasó, en avanzado estado de prospección, a la administración de COMIBOL. Diez años después, el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo aprobaron la Ley número 151 y el Decreto Reglamentario número 06000, respectivamente, disposiciones que bajo la forma inaugural de las sociedades mixtas resolvía la desnacionalización de ’Matilde”. Tanto la nacionalización como la
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desnacionalización fueron resueltas por el mismo partido, el MNR, bajo la jefatura del mismo poli- tico, Víctor Paz Estenssoro.
En respuesta a la licitación internacional convocada por la COMIBOL, según consta en el Acta número 420 del directorio de la empresa, en enero de 1964 se aprobó un Acuerdo General con la OMRD-, del Japón, para la explotación de "Matilde". En octubre del mismo año, el presidente de COMIBOL y actual subjefe del MNR, suscribió una Carta de Intenciones ratificatoria de dicho acuerdo. Es verdad que dos semanas después el presidente. Paz Estenssoro es derrocado por su vicepresidente, el general Barrientos Or- tuño. Pero como este ascenso inconstitucional no modifica la posición de las clases respecto del Poder y, mucho menos aún, el programa de gobierno que comparten derrocador y derrocado, el proceso de desnacionalización sigue su curso, sólo que de un modo más expeditivo, como corresponde a la naturaleza militar del nüevo régimen. El primero de noviembre de 1965 la Junta Militar dispone la convocatoria internacional a un concurso para el "arrendamiento" de "Matilde". Como se advierte, el progreso es evidente. Ya ni siquiera se habla de sociedad mixta. A cada gobierno corresponde un lenguaje distinto para designar las mismas cosas. El 25 de julio de 1966, desoyendo el unánime repudio popular, la Junta entrega por 30 años la mina de zinc a la "Matilde Mines Corp.", una compañía organizada por la United States Steel Corp. y Minerals and Chemicals Pholipp Corp., en el Estado de Delaware. Pero esta vez, a diferencia del estado de desarrollo en que fue rescatada para el patrimonio del Estado en 1952, ya está, gracias a la inversión de un millón de dólares hecha por la COMIBOL, en condiciones de explotación inmediata.30
El 30 de abril de 1971, cuando la nacionalización de "Matilde" se convirtió en una existencia popular apremiante, el Gobierno, presidido por el general J. J. Torres Gonzales, decretó la rescisión del leonino contrato de arrendamiento suscrito entre COMIBOL y MMC.
Nadie en Bolivia puso nunca en duda el poder económico del consorcio que se adjudicó la explotación de "Matilde". Dos formas de manifestación de este poder hicieron posible la concesión del yacimiento de zinc y, en la parte que ha debido corresponderle, la consum ación del golpe del 21 de agosto. Si en 1965 fue capaz de obtener la dictación de un decreto unánimemente repudiado, en 1971 pudo evitar la comercialización del zinc nacionalizado. Suscrito el contrato de venta entre el gobierno de Bolivia y la "In- termill", el mineral se abarrotaba en los puertos y el comprador incumplía el contrato. ¿La razón? Que la Intermill y la Philipp Corp. compartían la misma oficina: el número 229 de Park Avenue, en Nueva York. Expropiado y comprador del zinc eran una misma empresa. Pero cuando la influencia económica de esta empresa se hizo desmesurada, fue a partir del establecimiento de la dictadura fascista. La empresa y el gobierno de Bolivia no compartían una misma oficina, pero obedecían al mismo interés. Pero ésta es la historia de "Matilde”. Y lo que ahora debemos denunciar es el cuento de "Matilde”.
La MMC en previsión de una medida como la nacionalización, contrató un seguro con la agencia estatal norteamericana Overseas Prívate In- vestment Corp. (OPIC), entidad que debía pagar la póliza respectiva, si el gobierno de Bolivia no acordaba el pago de la indemnización correspondiente. Pero el gobierno de Bolivia estaba resuelto a mucho más que impedir que la agencia de
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seguros del gobierno norteamericano gastara un solo centavo por cuenta suya.
¿En qué suma aseguró la MMC sus inversiones en Bolivia? Según consta en el certificado otorgado por la “Agency for International Deve- lopment”, de fecha 12 de febrero de 1971, el monto total del seguro contratado por la MMC en la OPIC es de u$s 16.720.000.—. Esta suma, como lo acredita la misma agencia, no corresponde a la realidad efectiva de las inversiones de la MMC, sino a una estimación que incluye otros gastos. La suma que la OPIC tendría que pagar se limita a la que corresponda a inversiones por créditos bancarios documentalmente acreditados, a las que hubiera efectuado esa compañía de sus propios recursos y, finalmente, al monto de sus utilidades correspondientes al período comprendido entre la nacionalización y el pago de la póliza de seguro. Esta suma, a pesar de incluir ítems como el de renta no percibida, en absoluto extraña al concepto de inversión, ha sido estimada por la OPIC en algo más de u$s 12 millones, según información proporcionada directamente por uno de sus personeros al gobierno de Bolivia. Para una correcta evaluación de lo que a continuación afirmamos, conviene recordar que esta suma, de aproximadamente u$s 12 millones, es una estimación del total de inversiones y utilidades no percibidas, y que la propia OPIC no se refiere en absoluto a las que por concepto de amortizaciones o deudas impagas contraídas por la MMC deban descontarse.
El propio Banco Mundial, en el estudio-informe que realizó sobre "La Minería y la Metalurgia en Bolivia", coincide con esta apreciación de las inversiones. Huelga decir que, en ambos casos, se trata de la opinión que merece el pan al panadero.32
Que la suma asegurada es mayor que la realmente invertida, es algo que la propia OPIC reconoce. Pero, tal vez este reconocimiento es menos digno de tomarse en cuenta, por la dictadura, que el testimonio de la propia MMC. Por carta dirigida el 9 de diciembre de 1970 por el gerente de la MMC al gobierno de Bolivia, esa compañía reconoció que a esa fecha sus inversiones totalizaron la suma de u$s 10.910.627.—.
¿Cuál es la estimación que Bolivia ha hecho de las inversiones de la MMC? La comisión que al efecto de la determinación del monto indem- nizable inició sus actividades durante el gobierno del general Torres, concluyó su trabajo bajo la dictadura del coronel Banzel, en noviembre de 1971. ¿Qué dice este informe? Sostiene y prueba que a la fecha de la nacionalización de "Matilde” (30/4/71), el total de inversiones alcanzaba a la suma de de u$s 8.792.848.—. Y algo más: también demuestra dicho informe que a esa misma fecha la MMC registraba un pasivo (deudas que dejó sin pagar) de u$s 2.860.011.—, suma que, deducida de la anterior, arroja una inversión indem- nizable de u$s 5.932.837.—.
Pero la MMC planteó la exigencia de cuadruplicar sü inversión y, Según las publicitadas y amedrentadoras informaciones que la dictadura deslizaba metódicamente, pedía nada menos que 24 millones de dólares. Por cierto que los perso- neros de la MMC no esperaban recibirla, ni siquiera de un gobierno a cuya cabeza está precisamente uno de los firmantes del decreto que le valió tan jugosa concesión, pues para que ello ocurriera impunemente la campaña de represión, silenciamiento y exterminio tendría que acabar con el último de los trabajadores bolivianos. Era nada más que una manera de hacer posible, en mejores términos, la formación de una Sociedad
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Mixta con el Estado, o, en su defecto, el pago de una indem nización superior a lás inversiones, pero inferior a la que originalmente sé pidió. De este modo, el éxito estaba asegurado. O se obtenía la Sociedad Mixta, o se lograba el enervante efecto político de transformar el sobreprecio que se obtendría, en una bondadosa rebaja al país.
No estaba equivocada la MMC. El primero de marzo de 1972, el gerente de la COMIBOL, general Rogelio Miranda, el mismo que como ministro de Agricultura suscribiera seis años antes el decreto de concesión de "M atilde”, envió a MMC un "Memorándum de Intenciones” reservado, que no dejaba dudas sobre su intención. Dicho Memorándum proponía la formación de una Sociedad Mixta entre COMIBOL y la MMC, lo que de por sí implicaba la desnacionalización del zinc por correspondencia reservada y, además, formulaba la oferta de que "la Sociedad Mixta comprará el activo fijo de MMC, por la suma de u$s 13.980.000.—”.
Pienso que no es necesario añadir nada a esta tasación epistolar del general Miranda. El cuan- tifica las inversiones indemnizables de la MMC en una suma mayor que la considerada por la OPIC, mayor que la estimada por el Banco Mundial, mayor que la reconocida por la propia MMC y, desde luego, pero esto último no debiera sorprendernos, superior en más del doble a la determinada por la comisión técnica boliviana.
Pero, lo que sí exige un análisis, es la implicación económica de su proposición y la enormidad del daño que se pretendió inferir a los intereses de la Nación. No se trataba de una sociedad en la que cada una de las partes intervendría en la proporción de sus aportes reales. De ninguna manera. Esta era una asociación digna de la Ley-Ganzúa y fiel reflejo de su espíritu desnacio-34
nalizador. La increíble oferta del general gerente (o gerente general) consistía en que el Estado boliviano le daría a MMC, además de sus yacimientos de zinc, estimados por la propia MMC en u$s 64.6 millones, tomando en cuenta solamente el rendimiento económico neto (renta); además de la devolución del total de sus inversiones no recuperadas (u$s 5.932.837.—); además de la suma de u$s 8.047.163.— (que corresponde a la diferencia entre la suma total que se le ofrece y la equivalente al valor de las inversiones indemnizares); además de todo ello, el obsequio de acciones liberadas para que la MMC hiciera al Estado boliviano el honor de aceptarlo como soc io ... minoritario. Una gestión estupenda. Dar u$s 78.5 millones, a cambio de u$s 6 millones. Oye el Estado pague 13 dólares por cada uno que a él le dé la MMC. La compañía norteamericana no esperaba tanto. Unas cuantas sociedades mixtas como ésta, y el país verá cómo su bandera se traslada en forma de una pequeña estrella, la número cincuenta y uno, a otra bandera. ¡Y en nombre del nacionalismo!
La protesta que a pesar de la represión y el silenciamiento levantó la sospecha pública de lo que se tramaba, dio ocasión para que el gerente de COMIBOL exhibiera una inconmovible tenacidad. El general Miranda asumió la responsabilidad personal de la iniciativa y declaró: "Como una de las posibles soluciones con la ex «Matilde», había planteado yo la posibilidad de la conformación de una Sociedad Mixta”. Luego explicó por qué: “La conformación de una Sociedad Mixta ha sido propuesta con la seguridad de que es la menos onerosa para el país". Resulta inimaginable lo que el general Miranda consideraría como la más onerosa de las soluciones. Frente a la alternativa de indemnización por la que algunos
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pronunciamientos públicos parecen inclinarse, el general añade: "Evidentemente hay que pagar la indemnización que se debe, pero aquí salta la pregunta: ¿Con qué fondos?" Evidentemente, la pregunta paralítica que no salta a la vista del gerente es cómo y por qué ofrece él un pago al contado de u$s 13.980.000.—, al mismo tiempo que declara que no hay fondos para pagar solamente u$s 5.932.837.
Pero la negociación era excesiva, aun para la dictadura, y el temor de'la repulsa popular impuso una rectificación. En su reemplazo, luego de algunos viajes a Washington, la comisión interministerial designada al efecto presentó al gobierno el texto del acuerdo reservado al que arribó con la MMC. La dictadura lo sancionó para satisfacción de los accionistas de la MMC, de los directores del Banco Mundial, verdadero inspirador de toda la negociación, y, desde luego, del gobierno norteamericano. Todos ellos resultaban ganando, aunque por una vía que ofrecía a la Dictadura la posibilidad de ocultar por un tiempo lo que el país perdía y de presentar el despojo como una ganancia.
La Dictadura resolvió el pago de u$s 13,4 millones a la MMC, en el carácter de indemnización por sus inversiones. Al alivio producido en la opinión popular por el abandono del proyecto de sociedad mixta, se sumó el calculado efecto que produjo el conocimiento de una suma notoriamente inferior a la que la propia dictadura divulgó como exigida, para conferir la apariencia de un logro patriótico a lo qué en verdad fue una típica negociación colonialista. (La comunicación oficial hizo una relación casi deportiva de cómo se habría hecho retroceder a la MMC, a 24, a 19, a 16, en una dramática puja que concluía con la proeza de ese 13,4 millones de dólares.)36
¿Qué representa la suma de u$s 13,4 millones? Representa un millón y medio de dólares más de lo que el Banco Mundial y la OPIC estimaron como inversión total, suma para, cuya determinación ninguna de las dos instituciones descontó las amortizaciones de capital ya efectuadas, ni el pasivo de la MMC. Representa dos y medio millones de dólares más de lo que la propia MMC reconoció por escrito como su inversión total,- también sin tomar en cuenta las dos deducciones mencionadas. Representa siete y medio millones de dólares más que la suma estimada por la propia comisión de gobierno, bajo la dictadura actual. ¡Siete y medio millones de dólares regalados por la dictadura a la MMC!
Pero, aún hay más por decir. Como ya lo advirtiera el gerente de COMIBOL, en una sorprendentemente perspicaz observación suya sobre la capacidad de pago del Estado, no había dinero con qué pagar la indemnización. Contrariamente a lo que podía suponerse, en este caso la falta de dinero no era un obstáculo para satisfacer la exigencia empresarial de un pago al contado y por el doble del valor de lo expropiado. El ministro de Minería anunció la solución, al declarar que: “El país tendrá necesariam ente que recurrir a una institución crediticia". Y así füe. Sólo que el crédito fue solicitado con mucha anterioridad al anuncio de la indemnización y su gestión formó parte inseparable y condicionante del arreglo mismo.
La comisión ministerial que en julio de 1972 se trasladó a Pittsburg y Nueva York para defi- nar los términos del acuerdo con los directivos de la MMC, dio su aprobación a la exigencia de un pago al contado de los u$s 13,4 millones, mediante el crédito de una organización banearia internacional, muy probablemente el propio Ban
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co Mundial u otro bajo su patrocinio, crédito que fue asegurado por la OPIC.Ahora sí que la operación había sido completada, a entera satisfacción del interesado. La dictadura, que debe recurrir a la más indigna men
dicidad internacional para financiar el cuantioso déficit del presupuesto nacional que su incapacidad y deshonestidad provocan, no se detuvo a considerar ni siquiera la posibilidad de una indemnización diferida, en consonancia con la rentabilidad de "Matilde”. La Dictadura paga al contado. Y paga, además de los u$s 7,5 millones adicionales al monto de la verdadera inversión, la suma que corresponda por los intereses banca- rios del crédito, suma que, tomando en cuenta el interés del 6 % anual y un plazo de amortización de diez años (período de vida de la mina), fluctúa alrededor de los u$s 4 millones. Y paga, además, la prima que corresponda por la póliza de seguro contratada en OPIC, en beneficio del banco prestamista. Los accionistas de la MMC nunca habrán hecho mejor inversión. Recuperan de inmediato la totalidad de sus inversiones que debían recibir en el transcurso de algunos años; reciben la cancelación del lucro cesante (las utilidades que no percibieron entre la nacionalización y la indemnización); beneficio que hoy día ningún país del mundo les reconocería; obtienen una utilidad equivalente al 120 % de su capital, lo que es muchísimo más que el mejor de los dividendos, y, además, cancelado de inmediato, al mismo tiempo que la recuperación del total de su inversión.
La OPIC, esto es, el gobierno norteamericano, evita, el pagar u$s 12 millones, aproximadamente, suma que debía cancelar hasta fines de setiembre de 1972; logra vender una nueva póliza de seguro por una suma mayor. (u$s 13,4 millones); y, lo38
más importante para ei gobierno de los Estados Unidos, sienta un precedente importante en relación con las nacionalizaciones resueltas en otros países latinoamericanos y que afectan a inversiones norteamericanas aseguradas en la entidad estatal de ese país.El Banco Mundial consigue que "Matilde'' sea
mantenida administrativamente segregada del patrimonio de COMIBOL (exigencia igual a la formulada en relación con YABOG, la entidad transportadora y comercializadora del gas de YPFB); logra que OPIC, es decir, el gobierno de los Estados Unidos, intervenga en la administración de "Matilde" para controlar el pago del crédito asegurado, por medio de técnicos y funcionarios cuyas remuneraciones tendrán que ser pagadas por "Matilde”, es decir, por el Estado de Bolivia. Y este es el momento de sentar la última denuncia, en relación con "Matilde": Bolivia no recibirá ningún ingreso de su explotación hasta la cancelación total del monto del crédito de u$s 13,4 millones destinados a la indemnización acordada en favor de la MMC.
¿Debe sorprender a alguien que el FPN se pronuncie sobre la negociación con MMC, "declarando públicamente su plena conformidad con la victoria nacional obtenida"? ¿Acaso los perso- neros de las organizaciones integrantes de este frente, no son los mismos que sentaron las bases legales de la desnacionalización de “Matilde” (Paz Estenssoro, a la cabeza del MNR); los mismos que con su firma respaldaron la concesión de "Matilde” a la MMC (el coronel Banzel y el general Miranda); los mismos que en 1972 negocian y deciden el obsequio de "Matilde”, en condiciones que no tienen más ni peores precedentes que sus propias decisiones administrativas del pasado? ¿Cómo no admitir que la derrota nacional
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sea para ellos una victoria, si la lúchá por la liberación nacional siempre les pareció trna empresa foránea?
El ministro de Minería declaró, al término de las negociaciones, que: "La solución del problema de la indemnización de "Matilde" permitirá dar luz verde a varias solicitudes de crédito que tiene Bolivia ante organismos de crédito internacional, como ser el Banco Mundial".
Ya está consumada la traición a los intereses de Bolivia. El Banco Mundial y la MMC han vencido. ¡Pero no por mucho tiempo!
Las "colas’’ y "desmontes”, esa montaña hecha a mano por generaciones de trabajadores que la formaron con la parte de su esfuerzo que nunca llegó a las fundiciones de Liverpool, porque carecía de valor económico para las grandes empresas mineras nacionalizadas, fueron entregados a una empresa norteamericana, la International Metal Processing Com. (IMPC), que hace tres años comenzó a explotarlos sin intervención de la clase obrera que la había formado y sin beneficio para el país. De este modo el capital financiero internacional, como un ave que se nutre de despojos, volvió al país del que había sido arrojado y, bajo otro nombre, con medios de profi- tación más aguzados, devora lo que su antecesor dejó como un desperdicio. Se lleva el desecho de otro tiempo que la caída vertical de la ley del mineral y el agotamiento de los viejos yacimientos revalorizó al punto de convertir en una forma apreciable de las reservas estatales.
La nacionalización de la IMPC coincidió con el golpe fallido que el coronel Banzer protagonizó el 11 de enero de 1971. Pero si el conato que él encabezara contribuyó, a pesar suyo, a la adopción de la medida que invalida otro de sus actos40
ministeriales de 1965, una de sus primeras decisiones de gobierno fue la de desnacionalizarla.Para ello, nada mejor que una Sociedad Mixta al amparo de la Ley-Ganzúa y bajo una nueva
razón social que disfrace eficazmente el despojo: Empresa Metalúrgica Boliviana S. A. (EMBOSA). Tal el nombre elegido para identificar a la sociedad mixta constituida por la IMPC y COMIBOL. El 27 de diciembre de 1971, la Dictadura autorizó, por medio del decreto n9 10056, la negociación de dicha sociedad. Todavía no habían transcurrido dos semanas de la aprobación de la Ley-Ganzúa y ya se la empleaba para franquear el ingreso de los solicitados inversores a la explotación de nuestros recursos naturales. El 11 de abril de 1972 se suscribe la minuta de constitución de la sociedad. El 15 dé mayo la Dictadura aprueba tanto la minuta como los estatutos de la nueva sociedad y materializa, por vez primera, el proyecto general de convertir al país todo en el socio minoritario de cualquier inversor sensible a la vocación nacionalista de sus personeros.
¿Qué aporta el Estado a la constitución de EMBOSA? Todo, absolutam ente todo. ¿Y la IMPC? Ella hace la contribución de renunciar al uso de una razón social en idioma inglés, como valioso aporte a la causa del nacionalismo. En efecto, COMIBOL paga a la IMPC, y al contado, la suma de u$s 1.447.066.— que el propio decreto estima equivalente de todas las inversiones de la IMPC y, además, com pensatoria de sus "negocios”.
Pero esto de pagar los innominados negocios, además de Tais inversiones es, sin embargo, la menor y menos escandalosa de las condiciones establecidas para la desnacionalización de las "colas” y "desmontes". COMIBOL aportará los yacimientos (algunos millones de toneladas de desmontes
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con un apreciable contenido estañífero), y todas las instalaciones y maquinarias (puesto que las ha comprado, sobrevaloradas, al pagar por ellas no sólo el precio original, sin castigo por depreciación, sino que además la suma correspondiente a unos "negocios" indefinibles). Y COMIBOL sigue aportando: obsequiará a la IMPC, además de contribuir con el 100 % del activo de la sociedad mixta, el 45 % del capital, es decir, otros u$s 650.000.—, en forma de acciones virtualmente liberadas. Algo muy parecido a la fallida sociedad mixta que se intentó organizar con là MMC para la explotación del zinc.
Con la intención de que esta disposición indignante parezca menos dañina a los intereses del país, la Dictadura fascista y la IMPC resolvieron que diez años después de iniciadas las operaciones, las instalaciones y m aquinarias que COMIBOL compró al contado y con un injustificable sobreprecio, pasarán a ser de COMIBOL. Es decir, que el Estado debe esperar diez años para que se reconozca su derecho propietario sobre lo que ha comprado. Es como una venta a plazo, pero al revés. Estas son, según el mismo decreto, las condiciones "mínimas" en que se basa la comisión mixta. Hay que estar preparados para las máximas.
¿Cuál será el único aporte efectivo de la IMPC a esta sociedad digna del genio financiero y del furor nacionalista de los generales gerentes de la primera y segunda restauración roscofas- cista? La tecnología. Ya estábamos acostumbrados a este tributo empobrecedor que los países dependientes deben pagar por la transferencia de tecnología. Pero la magnitud del benefìcio económico logrado en este caso nos da la dimensión de la distancia a la que está, no la tecnología boliviana del estaño respecto de la norteamericana,
sino la dictadura fascista, en relación con los intereses de Bolivia.
¿Cómo explicar este nuevo despojo? El artículo segundo del decreto desnacionalizador de las "colas” y "désmontes”, "autoriza al Banco Central de Bolivia a conceder a COMIBOL un préstamo de u$s 1.447.066.— destinado al pago de la indem nización acordada”. Pero William Rogers, secretario de Estado, en su informe sobre política exterior de los EE. UU. anuncia que: "También se ha logrado un acuerdo para pagar u$s L4 millones como compensación a la IMPC, cuyo contrato concesionario había sido obligado en dinero. El acuerdo estipula la continuada participación^ de la IMPC en actividades de empresa mixta con el Estado”. En marzo de 1972, los per- soneros de la flamante EMBOSA inician la gestión de un crédito por u$s 10 millones ante el Banco Mundial. Los informantes de la gestión indican que "La solicitud fue bien acogida por el organismo financiero internacional'’
Esa es la explicación, y no otra.Hay una idea recurrente con que el reducto
gerencial de los ejecutivos de la empresa privada acuden presurosos al Palacio de Gobierno, cada vez que a sus balcones asoma la efímera cabeza de un presidente reaccionario: las Sociedades Mixtas. En 1962 .lograron un tortuoso avance legislativo. En 1972 han satisfecho sus aspiraciones. Ya tienen ley'y sociedades mixtas. Y están a punto de lograr lo que realmente esperan: obtener que se desnacionalice la totalidad de las dos actividades fundamentales del país, hoy en manos del Estado, la industria minero-metalúrgica y la petrolera y petroquímica. En lo que hace a la minería, el sueño de los desheredados sobrevivientes de la burguesía industrial minera consiste en compatibilizar la proyectada desnaciona
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lización con las inconveniencias políticas de una medida semejante. Por uno de esos rasgos de clarividencia política que en los hombres que sólo saben de negocios se torna aguda en circunstancias de riesgo, intuyen que el pueblo de Boliyia no toleraría una desnacionalización por decreto y con ese nombre. Su ingenio, y la necesidad que tiene cara de hereje, les ha permitido descubrir la fórmula: La descentralización administrativa de las empresas de la CQMIBOL y las Sociedades Mixtas. Lo primero para separar el casco viejo de COMIBOL, esas minas agotadas, vacías de estaño pero llenas del recuerdo de la sangre obrera y la miseria proletaria, sobre las que no hay el menor interés privado. Lo segundo, para proceder a la desnacionalización subrepticia de los yacimientos que conservan un alto interés económico.
Ya cayeron las “colas” y "desmontes". Ya cayó el zinc. ¿Qué hacer con lo que queda? No hay duda; nuevas sociedades mixtas. No en vano alguien se dio el trabajo de redactar y traducir al castellano esa Ley de Inversiones.
Un día cualquiera las páginas de los diarios, cuyos titulares asombran al trabajador con el cuotidiano anuncio de una copiosa lluvia de dólares que los inversores y los prestamistas se disputan por precipitar sobre el país, pero que nunca llegan a su bolsillo, ni siquiera en forma de unos centavos de aumento en sus remuneraciones, registran una nueva razón social: United Develop- ment Inc. (UNI).
Estimulada por la Ley de Inversiones, la UNI llegó a Bolivia. La COMIBOL, "por instrucciones expresas del Gobierno”, le abrió las puertas de las reservas mineras del Estado. En silenciosas negociaciones con autoridades de Gobierno y de44
COMIBOL que ya han dado muchas muestras de tener en mayor estima la reserva de sus negociaciones que las reservas minerales del país, los personeros de UNI arribaron a un acuerdo y firmaron una Carta de Intenciones. Por la suscripción de ese documento del 17 de agosto de 1972, COMIBOL adquiere el compromiso de entregar a UNI todos los estudios geológicos y de prospección minera de que dispone, algunos de los cuales encargó a una empresa minera mediana competidora! suya, sobre una extensa zona mineralógica que comprende nueve grandes yacimientos de plata, cobre, zinc, plomo y de otros minerales. Cuando UNI resuelva la conveniencia económica de realizar una inversión, hará un aporte de capital de u$s 100 millones. En cuanto a COMIBOL, aportará sus yacimientos (ya hemos visto que éste es un aporte que la dictadura juzga simbólico); amortizará las obligaciones que contraiga con UNI entregándole minerales por un valor equivalente al capital y a los intereses (se reconoce un interés mínimo del 8 % anual); y, además, le entregará a UNI, en "venta”, el 50 % de la producción minera resultante.
Es claro que la "venta" no es más que una manera de encubrir la real propiedad que UNI adquiriría sobré el volumen total de la producción (la suma del equivalente a las amortizaciones y el 50 % de "venta”). Y de este modo, por la puerta de las asociaciones mixtas, o de los "contratos de operaciones", o de las "empresas operativas”, que la Ley-Ganzúa o la Ley de Hidrocarburos abrió pára el saqueo de nuestro patrimonio de recursos naturales no renovables, los desnacionalizadores sientan las bases de la más rápida e intensiva descapitalización de Bolivia, como portaestandartes del capitalismo. Hoy es María Luisa, Cobrecillos, Puntillas, Linares, Agui-
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lar, Huancané, Collpani, Cerrillos, Bonete y San Antonio de Lípez. Mañana será Malmisa, Coro- coro y otras minas.
Quedará el casco viejo que a ningún inversor interesa. Quedará el Campo de María Barzola barrido por el viento de la ignominia. Lo que no podrán privatizar jamás, lo que no podrán desnacionalizar es el espíritu combativo y revolucionario de la clase trabajadora, es su decisión inquebrantable de retomar el cámino de la liberación nacional. Y un día, que no lo olviden, ese pueblo, esos trabajadores mineros que hoy pierden con la firma de un gerente lo que ayer conquistaron al precio de su sangre, marcharán otra vez por el Campo de María Barzola para construir una sociedad popular y nacional que no será mixta, que será una sociedad de trabajadores, porque la dictadura privada les ha enseñado que la burguesía monopólica no tiene patria, sino bolsillos.
Durante muchos años Naciones Unidas se mostró dispuesta a solventar los gastos que demandaban los renovados estudios técnicos para determinar, con una precisión innecesaria y absurda, el tonelaje exacto de las reservas de hierro del Mutún que ya era considerado como el yacimiento más importante del mundo. Siempre fue posible encontrar dinero para el financiamiento de los interminables estudios de calculación. Pero la tarea de obtenerlo para poner en movimiento esa gigantesca concentración de hierro que a su vez empujaría, desde la base misma, el desarrollo d inám ico de la economía nacional, era algo que ni los gobiernos de la burguesía se habían propuesto, ni el crédito internacional privado o público controlado por el imperialismo estaba dispuesto a satisfacer. A menos, claro está, que la explotación del Mutún se entregara precisamente al capital privado extranjero.46
Así lo comprendió el MNR en las postrimerías de su claudicadora gestión cuando, al mismo tiempo que rechazar la oferta de un importante crédito soviético para el desarrollo de esos yacimientos, ofreció el Mutún en licitación internacional que atrajo puntualmente a un oscuro consorcio financiero. Su derrocamiento interrumpió las gestiones que luego recomenzaron y siguieron, intermitentemente, bajo el Gobierno de la Restauración.
Bolivia se había habituado a pensar en el Mutún como en un nuevo “El Dorado". Opulento e inalcanzable al mismo tiempo, el Mutún era sólo un lujo inútil que el azar había puesto en el suelo de éste nuestro pueblo de pastores. El Mutún había entrado a formar parte de la mitología nacional. Había que desarrollar su explotación; pero, al mismo tiempo, había que defender esa riqueza de la voracidad de los inversores que se. mostraban dispuestos a la “aventura” de realizar la leyenda, a cambio del botín. Había que hacer posible la explotación del Mutún pero no al precio del Mutún mismo. En 1969 presenté y obtuve la aprobación del decreto que establece el monopolio estatal de la explotación del Mutún y, al mismo tiempo, encomienda a COMIBOL el inicio de los trabajos experimentales para la explotación de las primeras cincuenta mil toneladas.
Seis días después de constituida la dictadura fascista, el nuevo ministro de Minería y Metalurgia anunció: "Soy partidario de las empresas mixtas y espero que este sistèma de administración se aplique en el caso del Mutún. Se necesita financiar su explotación, acudiendo a la formación de una empresa mixta entre el Estado y la firma extranjera que esté dispuesta, en las condiciones de la licitación internacional que se hará próxi-
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mámente”. De nuevo la licitación., Pero esta vez para la organización de una empresa mixto que permita la desnacionalización del hierro. Y todo esto, antes de que el gabinete se hubiera reunido por primera vez y, desdé luego, cuatro meses antes de la aprobación de la Ley-Ganzúa que legalizaría la formación de sociedades mixtas. ¿Cómo entender una declaración tan rotunda y comprometedora? ¿Cómo comprender ese anuncio cuando el impaciente desnacionalizador ni siquiera había sido presentado a sus colegas de gabinete? Es que el ministro no necesita consultar la opinión de su Gobierno, por la misma razón que Banzer no requería el criterio de las FF. AA. y el Gobierno en su conjunto prescindía del juicio popular. El mandatario consulta al mandante. Y éste no está én Bolivia.
El 6 de octubre de 1972 la dictadura fascista firmó el decreto de desnacionalización del hierro. Lo hizo del modo más farisaico imaginable. Como ni siquiera a ella puede ocultársele la inmensa responsabilidad que contrae al entregar/bajo presión o estímulo, la riqueza fundamental de la que depende nuestro desarrollo industrial básico, los firmantes acuden al inagotable repertorio de argucias leguleyescas de que la burguesía y sus sirvientes disponen con destreja, y esgrime la ficción jurídica de que el Mutún no estaría sometido al régimen de concesiones mineras a personas naturales o jurídicas privadas. Más aún, fingiendo ignorar el decreto vigente que establece el monopolio estatal de su explotación, habla del control del Estado sobre la planificación, explotación y comercialización del hierro. Pero a continuación extrae de la manga la carta fraudulenta y la pone servilmente en la mano del imperialismo para determinar una nueva derrota nacional: la explotación del Mutún deberá realizarse a través48
de empresas fiscales (ya no COMIBOL, sino otras por crearse, sin, la incómoda intervención de esa empresa del Estado que simboliza la institución de la nacionalización de las minas). Pero de empresas fiscales "que podrán Constituir empresas mixtas para, la instalación y manejo de plantas’’. La traición se ha consumado. Pero la Dictadura añade, en una demostración de cinismo insuperable, "si así conviene al interés nacional”.
El decreto desnacionalizados que se muestra c?m? d(f finitorio de una "Política Nacional Siderúrgica", establece que "El financiamiento requerido para la instalación de las industrias del hierro y del acero podrá ser obtenido en cualquiera fuente . Y añade: " de acuerdo con los preceptos constitucionales ’. La exhibioión de esta vo- vación legalista de la Dictadura, entra en contradicción con su irreprimible voluntad de entregar el hierro de Bolivia, a pesar de las mismas normas de la legalidad burguesa que ella invoca y dice defender. La Constitución Política del Estado de Bolivia prohíbe, por disposición de su artículo 25, toda forma de concesión, cualquiera que fuese su modalidad, de parte del suelo o subsuelo nacionales en una zona comprendida dentro de los cincuenta kilómetros de las fronteras del país, a personas o entidades extranjeras. ¿Extranjeros? Esos son los revolucionarios. Para la Dictadura fascista y proimperialista, el inversor privado extranjero es un compatriota. Por eso dispone que la comisión ministerial 'encargada de elaborar un proyecto de nuevo Código de Minería incluya, entre las modificaciones previstas, una que suprima la restricción contenida en el mencionado artículo 25 de la Constitución Política.
El joven oficial, el sargento, el soldado de todas las guarniciones fronterizas, el boliviano de uniforme, el centinela de todas las fronteras
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de la heredad nacional, estará preguntándose qué sentido tiene su actitud vigilante, qué justificación tiene su sacrificada entrega al principio de la defensa de la soberanía y la integridad nacionales, qué destino tienen la Patria, si el enemigo de ella, el imperialismo, nos despoja de nuestras más importantes riquezas, nos arrebata el pan de la nuevas generaciones, nos somete a la condición de un colonia, sin disparar un solo tiro, con sólo pedir a la complaciente Dictadura del coronel Banzer, qué firme algunos decretos.
Y el saqueo no concluye. El imperialismo y la burguesía minera están resueltos a despojar al Estado de todas aquellas riquezas que el pueblo, en su fugaz paso por el poder y al término de heroicas jornadas de lucha por la liberación nacional, recuperó para la Nación. Para ello, les es indispensable desarticular el régimen legal que asegura al Estado un modesto margen de actividad industrial minero m etalúrgica intolerablemente competitivo de la Minería Mediana. Esta, compuesta de pocas empresas, una parte de las cuales está controlada total o parcialmente por capitalistas extranjeros, desempeña hoy día, aunque desde una posición hasta ahora menos hege- mónica, por el menor peso relativo que posee, pero ampliamente compensado por el respaldo que los organismos de crédito internacional controlados por el gobierno de los Estados Unidos le proporcionan, el papel de un nuevo Superesta- do Minero en rápido proceso de crecimiento.
En las décadas del 50 y 60, la Minería Mediana (MM) crece en la misma medida en que la COMIBOL declina. La producción estañífera de COMIBOL desciende en 27 % y la de la MM aumenta en 120 %. Sólo en el período comprendido entre 1965 y 1969 (período de la restauración), la producción estañífera de la MM aumenta enSO
53 %. Si en 1952 la COMIBOL controlaba el 72 % de la producción de estaño, hoy no participa en la producción estañífera sino con el 67 %. La pro- dución de zinc de COMIBOL desciende en 20 °/o, y la de la MM aumenta en 800 %; la producción de cobre de COMIBOL desciende en 22 %, y la de la MM aumenta en 1.000 0/o; la producción de antimonio de COMIBOL se mantiene en un volumen insignificante, y la de la MM aumenta en 22 °'o; la producción de Wolfram de COMIBOL desciende en 20 %, y la de la MM se mantiene estable.
En términos generales, la participación de la producción estañífera en eí volumen de las exportaciones minerales del país, disminuye paralelamente al deterioro de la minería estatal. En 1952, las exportaciones de estaño formaban el 60 % del total de las exportaciones mineras del país. Hoy, difícilmente alcanzan al 50 % de la producción de Wolfram, el 58 % de la producción de cobre y el 60 % de la producción de antimonio. El proceso de concentración y monopolización . de la industria extractiva minera en manos de la MM, sucesora de la gran minería nacionalizada en 1952, se hace más notorio si se piensa que las 22 empresas que compdnen la MM controlan una producción-total dos veces mayor que la producción de dos mil empresas chicas y 22 mil cooperativistas. Una sola emprfesa de la MM controla el 60 % de la producción nacional de Wolfram; una sola controla alrededor del 70 °/o de la producción nacional de antimonio, y una sola llegó a controlar prácticamente el 100 % de la producción de zinc.
¿Cómo se explica este proceso simultáneo de crecimiento de la MM y la declinación de la minería estatal? ¿Por qué, bajo las condiciones "adversas" de que se lamentaban los personeros de la MM, pudo ésta crecer incesantemente? ¿No
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habrá alguna r e l a c ió n de casualidad entre el agi- gantamiento de la Minería Mediana y la jibariza- ción de la estatal? ¿No será que la expansión de la primera se produce a expensas de la segunda? ¿No será que una misma causa determina-lúcidamente ambos procesos inversos?
Bolivia controla entre el 17 y el 20 % de la producción mundial de estaño (la producción mundial es de 180.000 toneladas anuales). El resto corresponde a cinco países, tres de los cuales están situados en una zona conflictiva donde el imperialismo norteamericano ve amagados sus intereses. Los otros dos forman parte de los países africano? que, en su tránsito de, la colonia a la independencia, comienzan a descubrir en la explotación de sus riquezas naturales la razón de su dependencia pero también, como lo reconociera el mundo árabe en su riqueza petrolífera, o los indoasiáticos en sus reservas estañíferas, el talón de Aquiles del imperialismo. Bolivia, monoexpor- tadora, capitalista y dependiente, en el centro mismo del hemisferio y del sistema interamericano, resulta, para la política norteamericana, más que un país con-un gobierno, una reserva estratégica con un administrador. Los Estados Unidos consumen 55.000 toneladas anuales de estaño. Pero no producen ninguna. El total de la producción estañífera de Bolivia no alcanzaría a cubrir más que el 57 % de los necesidades de EE. UU.
Como es fácil comprender, el gobierno norteamericano, representante político de las grandes corporaciones consumidoras de minerales de estaño (incluidas, por cierto, las dedicadas a la industria de la guerra), piensan-que este último depósito de estaño en occidente, esta última reserva de otros recursos minerales estratégicos, no debiera estar en manos de un Estado cuyo poder político, frecuentado, aunque pasajeramente, por52
posiciones progresistas, parece cada vez más al alcance de las masas oprimidas que Kan termina, do por descubrir que entre la explotación social y la dependencia nacional hay una íntima relación. Por el contrario, el imperialismo sabe que los yacimientos mineralógicos y de hidrocarburos deben estar en poder de las corporaciones transnacionales controladas por el capital financiero norteamericano, o por empresas privadas de bolivianos asociados o vinculados con las primeras, en una relación de franca o encubierta dependencia financiera o comercial. ¿Cómo hacer posible que el proceso de reversión de las riquezas nacionales al patrimonio del. Estado, empujado por la toma de conciencia y la movilización de la clase trabajadora y las organizaciones populares, se detengan e inicie el retroceso hacia la desnacionalización de la economía nacional?
Fundamentalmente, reponiendo en el poder a las fuerzas políticas representativas de la burguesía industrial, comercial, agraria y bancaria. Y para esto, movilizando la “ayuda económica” que adquiere las formas más diversas e ingeniosas. Desde la modesta suma destinada a la mercena- rización de aquellos que deben abrir a tiros las puertas del Palacio de Gobierno y franquear el -paso de los gerentes al poder, hasta el financia- miento internacional de un desarrollo capitalista afianzador de la dependencia y destinado al incremento y control de las exportaciones de recursos no renovables y materias primas sin elaboración industrial, pasando por el periódico subsidio para el equilibrio de un presupuesto fiscal crónicamente deficitario.
Un ligero análisis de la estructura del crédito y la inversión para el financiamiento del desarrollo de la industria minerometalúrgica, nos ofrece una prueba irrecusable de que la "ayuda
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económica” que el gobierno de los Estados Unidos administra a través de sus agencias gubernamentales, de las instituciones de crédito internacionales, incluidas las entidades bancarias de las que el Estado prestatario es miembro y, finalmente, por medio de las corporaciones transnacionales, es el factor determinante del proceso de desnacionalización económica del país.
En los primeros doce meses de administración de la Dictadura oligárquico fascista se han gestionado, formalizado o desembolsado, créditos e inversiones por una suma que sobrepasa los 190 millones de dólares, con destino exclusivo a la actividad minera. Esta cantidad, equivalente al 40 % del saldo total de la deuda externa contraída por el país en todas las administraciones pasadas, muestra por sí sola la orientación de un financiamiento que sigue con infalible olfato la ruta trazada por la Ley de Inversiones. Pero la inquietante magnitud dél endeudamiento con un solo destino industrial-extractivo, inocultablemente desproporcionado aun para un país de condición tradicionalmente monoexportadora de minerales, muestra menos de lo que revela su estructura interna.¿En qué proporción de este cuantioso financiamiento participan la minería estatal y la privada? El 96 % está destinado a la privada, y el 4 °,i> a la estatal. La rotundidad de estos indicadores debería eximimos de mayores indagaciones. Sin embargo, hay bastante más que decir. ¿Cómo se descompone ese 4 °'o destinado a la minería del Estado, desde el punto de vista del origen y el destino de los u$s 7.5 millones que representa? El 80 °/o corresponde al crédito de la URSS destinado a la instalación de hornos de volatización de concentrados de estaño (u$s 6 millones); u$s 918.000, provienen de un crédito in54
glés para proyectos de lixiviación de cobre y concentración de estaño; ufs 400.000 se originan en un crédito de la Corporación Andina de Fomento para el estudio de un, proyecto de fundición de antimonio; y el saldo, u$s 230.000, a la suma que recibió COMIBOL de un Plan de Emergencia de la Presidencia de la República financiado por el gobierno de los EE. UU. ¡Doscientos treinta mil dólares para la COMIBOL! Esta es la medida del interés que el fomento de la industria minera del Estado suscita en los planes de "ayuda económica" norteamericana.
En cuanto a los casi ú$s 183 millones gestionados a favor de la actividad minera privada, el 77 °/o (u$s 140 millones) está destinado al fi- nanciamiento de las Sociedades Mixtas que, en el proceso de desnacionalización previsto por la Ley de Inversiones, formarán las empresas privadas extranjeras a expensas del patrimonio estatal. Así, para desnacionalizar el Mutún (u$s 30 millones), las "colas” y "desmontes” (u$s 10 millones), o los yacimientos de María Luisa, Cobre- cilios, Muancané, San Antonio de Lípez, etc. (u$s 100 millones), para todo ello, hay un total de u$s 140 millones. Para prolongar la agonía burocrática de COMIBOL, hay u$s 230.000.
Hasta aquí hemos hablado de la minería privada, sin discriminar todavía entre la mediana y la pequeña. La MM, cuyos personeros, en la Dictadura muestran una temible intransigencia ideológica, se muestran en cambio, a la hora del aprovechamiento de los créditos, con una incomparable tolerancia y abogan por el pluralismo ideológico, siempre que éste se traduzca en dinero. Ya se han apresurado a comprometer en su favor ufs 3 millones del crédito global otorgado por la URSS antes del establecimiento de la Dictadura.
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Desde el 21 de agosto pasado, la MM ya ha comprometido créditos por una suma de u$s 13 millones, cantidad que ese mal administrador e insolvente empresario que es el Estado, tiene que avalar para que el genio administrador de la MM la reproduzca en provecho suyo.¿Qué queda, en verdad, en poder de cada una de las partes a las que tocan esos millones que los EE. UU. prometen y la reiteración periodística multiplica y prolonga en sus efectos publicitarios? De aproximadamente u$s 179 millones, son u$s 166 millones los que quedan en manos de empresas norteamericanas; u$s 13 millones en poder de la Minería Mediana que, en buena parte, es norteamericana; u$s 230.000 para la COMIBOL; y nada, absolutamente nada para los2.000 mineros chicos y los 20.000 cooperativistas. Se comprende por qué el símbolo de esa extraña Alian/a para el Progreso muestra dos manos iguales. Es que las dos son del imperialismo. Una de elals recibe, desde la neocolonia, lo que la otra da desde la metrópoli.
La burguesía minera nativa tiene en el finan- ciamiento internacional una herramienta tan poderosa y dúctil que, si bien no le permite capitalizar sino una parte exigua de aquella, que con su entusiasta respaldo hace posible la descapita- lización del país todo, le sirve en cambio para desmontar toda la estructura jurídico-institucio- nal e impositiva que ofrece el estrecho marco de defensa legal dentro del cual la minería estatal se bate en retirada desde el día siguiente de su constitución. Un buen ejemplo de ello nos lo da el Banco Mundial que condiciona el otorgamiento de sus créditos mineros, entre otras cosas, a la reorganización del Banco Minero de Bolivia (BAMIN). No se trata, sin embargo, de la preocupación que el prestamista tiene por la solven56
cia del prestatario o por la idoneidad de la empresa administradora del crédito. La insolente exigencia que la dictadura recibe con simpatía y acata con obsecuencia, propone nada menos que la conversión del BAMIN en una agencia de crédito intermediaria que, por el sector al que se destinan los préstamos y al que se entrega su administración, la Minería Mediana, debe pasar inadvertidamente del área estatal a la privada.
Por decreto que presenté y, no sin vencer serios obstáculos, fue aprobado hace tres años, se estableció el monopolio estatal del comercio exterior de nuestros minerales, por intermedio del BAMIN. Esta medida fundamenta], dada la estructura de nuestro comercio exterior derivada del carácter monoproductor del país, contrariaba los intereses de la Minería Mediana y los de las casas rescatadoras vinculadas a ella y dependientes de los consorcios financieros que controlan el comercio internacional de los minerales. Por ello, su adopción fue presentada por los damnificados no como una disposición inconveniente para ellos, sino imposible para el país. Como la metalurgia del estaño convertida en alquimia medieval, como la leyenda del Mutún, también el conocimiento de la comercialización de los minerales en un país que hace un siglo y medio vive justamente a pesar de su comercialización privada, fue convertido por la Minería Mediana en una ciencia oculta. Los iniciados en este conocimiento hermético, aquellos que durante ciento cincuenta años nos asombraron con la proeza de vender algo tan exótico e invendible como nuestros minerales, no se avenían a compartir la gloria de esta sapiencia exclusiva con una entidad estatal de fomento como el BAMIN.
¿Cómo devolver la compraventa de minerales a los rescatadores que mediante el empleo de
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una teletipo y un idioma cabalístico hacen posible la realización económica de este pueblo que, sin su ayuda, no sería más que una multitud de topos que extraen de la tierra y acumulan sin sentido algo que nadie quiere comprar? El Banco Mundial tiene la solución y ya la ha formulado como una exigencia perentoria: debe eliminarse la División de Comercialización del BAMIN, y reducir las funciones de este banco a las de una mera intermediación en la concesión de los créditos que la Minería Mediana se otorgará a sí misma. Para que esto último sea posible, el Banco Mundial ya consiguió la aprobación de la Resolución número 158.680 que, en octubre de 1971, eliminó al delegado alterno de los 22.000 mineros chicos y cooperativistas en el Directorio del BAMIN. El sentido de esta eliminación se hace patente si se advierte que son justamente los mineros chicos y los cooperativistas los que en la práctica se mantienen obligados a la venta al BAMIN de su pequeña producción, pues la MM burla el decreto antes referido mediante el pago de una participación irrisoria que le permite seguir practicando esa suerte de prestidigi- tación comercial.
¿Qué hacer con la comercialización de minerales? Declarar que ésta es libre para las veintidós empresas y las casas rescatadoras, pero no para los veintidós mil pequeños productores que como deudores de créditos otorgados a una tasa de interés prohibitivo, pueden pasar a depender de COMIBOL. La derogatoria del decreto que estableció el monopolio estatal de la comercialización exterior de nuestros minerales, restituye a la Minería Mediana y a las casas rescatadoras el control imperialista del comercio interno y externo de una producción minera que, por su composición y su volumen, adquiere un carácter
decisivo en la economía nacional. Con esta medida se intenta transferir a COMIBOL todo el pasivo de BAMIN, incluidas obligaciones sociales y acreencias incobrables o de difícil cobranza; pasar a sus planillas todo el- personal considerado excedente y, finalmente, poner al servicio de la MM no un banco de fomento de la minería pequeña, mucho menos de comercialización minera, sino una saneada agencia de crédito promotora de la libre empresa. Nuevamente la producción minera de 22.000 mineros chicos caerá en manos de las casas rescatadoras; el crédito de fomento no llegará a manos de ellos porque la única garantía que éstos podían ofrecer era la de su producción; una parte apreciable del volumen de producción que COMIBOL exhibe anualmente pero que se origina en la compra de mineral a los pequeños productores, será desviada hacia las casas rescatadoras; y, naturalmente, la producción estañífera de la minería mediana comenzará a burlar la disposición que le obliga a suministrar una parte proporcional de los requerimientos de la Empresa Nacional de Fundiciones (ENAF).
Si la promesa de ún financiamiento internacional de la minería está condicionada a la rectificación de la política minera nacional, ,en el sentido de los objetivos del imperialismo, competido como está por una creciente necesidad de recursos minerales demandados por su propio desarrollo industrial, debe comenzar por servir a la distorsión de nuestra política metalúrgica e impedir que la transformación industrial de nuestros minerales se dé en nuestro país. Esta es la razón por la que el Banco Mundial negó tradicionalmente toda asistencia económica para los inconclusos proyectos metalúrgicos del Estado, y ésta es la explicación de por qué priva de barri-
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lia de estaño a la ENAF, mediante la anulación del monopolio estatal sobre el comercio exterior de los minerales. ¿Qué interés puede tener p ú a la burguesía minera que Bolivia se sustraiga de la dependencia ruinosa de un solo mercado para la fundición de su barrilla? ¿Qué interés puede tener para ella el que Bolivia disminuya su vulnerabilidad externa y logre exportar estaño metálico a diez países* en un solo año, por un valor superior en veinte veces a la suma lograda por la totalidad de nuestras exportaciones manufactureras? Lo importante para ella es que el Ministerio de Industria y Comercio pueda exhibir con orgullo la colocación, en China Nacionalista, de algunas cajas de whisky importado, envasado y reexportado.
Si ENAF obtuviera el financiamiento de la segunda y tercera fases de su plan de fundición estañífera y elevara la capacidad instalada que actualmente le permite una producción exportable por valor de u$s 23.5 millones anuales, para lo que requiere una inversión de no más de u$s 15 millones (pues, gran parte de 1a infraestructura industrial es común a las tres fases), la Minería Mediana se vería obligada a entregar toda su producción a la fundición del Estado y perdería el control sobre su comercialización. Por eso el imperialismo y la dictadura privada coinciden en que, no habiendo podido impedir el establecimiento de ENAF, no deben permitir que su capacidad de fundición comprometa más del 25 % de la producción nacional de estaño. (ENAF funde 7.500 toneladas-año y 800 toneladas de aleaciones). Así, las fundiciones ultramarinas podrán disponer del 75 % y la Minería Mediana tendrá ocasión de seguir vendiendo, en dólares al exterior y no en pesos bolivianos a ENAF, no sólo lo que ella produce, sino lo que los 22.00060
mineros chicos qu&TOO tienen- teletipo le entregan en las condiciones que ellas imponga»;* í f Desnacionalizad© el Mtítún, las “colas” y “desmontes”, los diez yacimientos prometidos a la UNI, segregada “Matilde” y comprometida toda su rentabilidad en el pago de una indemnización fraudulenta, derogados los decretos que establecieron el monopolio estatal de la fundición y la comercialización exterior de los minerales, liquidado el BAMlN, sentenciada ENAF a una existencia limitada, cerrados los canales de fi- nanciamiento para la prospección y explotación minera estatal, ¿qué resta por hacer con ese trágico símbolo de la nacionalización de las minas que es la COMIBOL? Queda por levantar las reservas mineras fiscales y entregar todas esas áreas á su explotación por el capital financiero internacional. Ya lo han pedido los interesados y la dictadura los ha complacido mediante la modificación del Código de Minería.
Ahora sí que el casco viejo de COMIBOL comienza a crujir bajo el insoportable peso de la política minera de la Dictadura. En los agotados yacimientos hurgan desesperadamente miles de trabajadores que deben redoblar sus esfuerzos para compensar la constante disminución de la rentabilidad de sus empresas y el decreciente poder adquisitivo de un salario verticalmente reducido por decreto. Entre las dos formas de cruel escamoteo d d fruto de su sacrificio, el mismo obrero que hace veinte años cediera parte de su salario para la instalación de una fundición de estaño para las minas que su heroica intervención revolucionaria recuperó para la nación, ve cómo la Dictadura expropia el patrimonio minero nacional por causa de necesidad y utilidad privada extranjera. Sí lá suerte del proletariado minero, es la de la nadónproletarizada, el triunfo
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de la clase trabajadora será el de la nación liberada.A seis meses de su constitución y respaldada por el mismo partido que en 1956 procedió a la
aprobación del Código Davenport, la Dictadura ha resuelto la segunda desnacionalización de nuestros hidrocarburos. La primera se operó por medio de aquel código redactado por los abogados de las empresas norteamericanas beneficiarías del mismo, cuyos servicios profesionales fueron pagados con parte de la “ayuda americana" a Bolivia, código elevado a rango de Ley de la República por el Parlamento de un gobierno pequeño burgués, en proceso de claudicación frente al imperialismo y a la burguesía. Esta segunda desnacionalización se ejecuta por la conversión en decreto de un documento redactado con anterioridad al 21 de agosto, como parte substancial de las medidas económicas que los protagonistas del golpe fascista se comprometieron a sancionar. Ya lo dijo el gerente general de YPFB, dos semanas después del golpe: “La empresa (YPFB), con sus propios recursos, no está capacitada para llevar adelante los proyectos petroleros. Consorcios y compañías extranjeras serán invitadas a licitaciones internacionales para invertir sus capitales. Estas inversiones se las dirigirá a las áreas potencialmente aptas para la explotación petrolífera. Los inversionistas privados podrán invertir capitales, sólo conociendo las probabilidades de ganancia o pérdida. Desde luego, los capitales que vengan al país estarán sujetos a un trato especial". ("Red carpet", llaman a este trato los norteamericanos).
Las dos desnacionalizaciones se operan bajo la ficción de una misma inspiración política: el nacionalismo; ambas comprometen al mismo partido en la responsabilidad político administrati62
va: el MNR; las dos son determinadas po*; una misma clase en ejercicio real del poder: la ‘burguesía; ambas, se ejecutan por imposición y en servicio de un mismo interés: el imperialismo norteamericano.Con la ampulosa denominación de Ley General de Hidrocarburos, la Dictadura ha impuesto al país una disposición más cínica que ingeniosa, destinada a desnacionalizar el petróleo en nombre de la vigorización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Dicha ley se funda, aparte de la consabida argumentación de la carencia de ahorro interno común a todas las disposiciones desnacionalizadoras, en la argucia que se designa como la necesidad de llenar con la nueva norma un "vacío legislativo”. Este vacío insoportable para la dictadura es el mismo que asfixiaba a la Gulf en los días que mediaron entre la derogación del Código Davenport y la nacionalización del petróleo (26 de septiembre al 17 de octubre de 1969). Cuando presenté y obtuve la aprobación de los dos decretos respectivos, en circunstancias particularmente difíciles, hasta hoy desconocidas y a las que me referiré en otra ocasión, sostuve que cualquier norma reguladora de la inversión de capital privado internacional en la explotación de nuestros hidrocarburos, por ventajosa que pareciera en los términos de participación estatal, equivaldría a la desnacionalización del petróleo y que, por tanto, era no sólo innecesaria, sino incompatible con el principio de la independencia económica nacional.
Ni la Dictadura ni la Gulf pueden imaginar un país sin una disposición legal que permita la intervención del capital financiero internacional en el aprovechamiento de nuestra riqueza petrolera. ¿Cómo podría la Dictadura concebir su propia existencia al margen del sometimiento eco*
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nómico del pais a los intereses del imperialismo, si es precisamente éste el precio que debe pagar por su origen y conservación?
La Ley de Desnacionalización del Petróleo comienza por repetir la ficción jurídica de la iná- lienabilidad e imprescriptibilidad del derecho estatal sobre nuestros hidrocarburos, aunque su condición de recursos no renovables ctínViérten la concesión de su usfructo en una forma dé transferencia objetiva del derecho dé propiedad sobre la parte explotada. Pero a continuación establece que todas las operaciones, fuesen dé exploración, explotación, transporte y comercialización que teóricamente estarían reservadas a YPFB, pueden ser desarrolladas por "terceros”, en nombre suyo. Estos "terceros” pueden ser, indistintamente, un particular’ boliviano o éx- tranjero, o una empresa privada o pública extranjeras, "cuando así convenga al interés nació* nal", previsión que, dada la identificación dél interés nacional con el interés capitalista en qué la Dictadura cree dogmáticamente, anunciá qué el tercero podrá ser la Gulf Oi! Company, con ese u otro nombre, o PETROBRAS, la empresa estatal petrolera brasileña.
¿Cuándo y cómo entraría el "tercero” a explotar el petróleo desnacionalizado "en nombre y representación de YPFB”? Cuando la Gulf o PETROBRAS, por ejemplo, reciban una concesión que la Ley de Hidrocarburos prefiere designar con la traquilizadora denom i n a ^ de " e s trato de Operación", por un tiempo de 30 años. Siguiendo esta práctica dé cambiar los nombres que en propiedad sirven para designar el género de las relaciones jurídico-económicas, la Ley de Hidrocarburos prefiere llamar "aportes” a la inversión que el "tercero" debe realizar en el área que se le conceda en exclusividad y nombrar "con64
tratista” al concesionario que invierta "por su cuenta y riesgo”. La finalidad de esta nueva adulteración terminológica es dejar la impresión de que el "tercero" es un filántropo enternecido por la pasión desnacionaliza dora del coronel Ban- zer, dispuesto a gastar su dinero, sin la menor preocupación por recuperarlo, en la búsqueda casi quimérica de algo inencontrable. O que la dictadura es a tal punto celosa en la defensa de los intereses nacionales, que acepta la desnacionalización del petróleo pero a condición de que el "tercero” haga el favor de liberar al Estado de la obligación de resarcirle de inversiones improductivas.Pero, la verdad es muy distinta. Y es que esta ley, inspirada por el Banco Mundial y la Gulf, servirá al retorno embozado de esta empresa a la posesión de áreas que le son a tal punto conocidas que sus inversiones dejarán de ser de "riesgo”, y la p re ten d ía filantropía del anónimo "tercero” será, otra vez, un excelente negocio de la Gulf, y por treinta años. Esta ley desna- cionalizadora pretende introducir a la Gulf de contrabando. Como teme al patriótico control de los trabajadores de YPFB, la disfraza de un inofensivo especialista en operaciones que cobraría sus servicios solamente si encontrara petróleo en el fondo de los pozos. Pero el disfraz se resiste a adaptarse a la anatomía empresarial monopólica de la Gulf. La Ley Desnacionaliza- dora explica la contradicción sosteniendo que, en realidad, más que un técnico en perforaciones, es un socio que en vez de ejecutar trabajos por contrato "aporta” todo el capital que se requiere. Pero ocurre que la ley confiesa que el "tercero” no sólo "aportará" todo el capital requerido, sino también todas las instalaciones, los equipos, los materiales, el personal, la tecnolo
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gía y, sobre todo, el control efectivo de la administración. Es entonces que, sorprendida en acto de contrabando, la Ley Desnacionalizadora en la que se combina la astucia altoperuana de los ocultos asesóles adiestrados en el oficio de monederos falsos, con la grosera imposición del prestamista internacional usurario, comienza a referirse al "tercero’* como a un concesionario al que por razones explicables mantiene de incógnito.
¿Cómo recuperará sus inversiones el "tercero"? En esencia, del mismo modo que lo hacia la Gulf. Ella disponía de la producción que lograba en las áreas que le fueron entregadas en exclusividad. También el "tercero" podrá éxpor- tar libremente los volúmenes de hidrocarburos que le correspondan por la explotación de las áreas que con carácter exclusivo se le concedan. ¿Qué género de obligaciones tendrá el "tercero" con el Estado? Básicamente, las mismas que tenía la Gulf. La Gulf estaba obligada a vender a YPFB el petróleo que esta entidad requería para la atención proporcional de las necesidades internas. También el "tercero" deberá hacerlo, pero los pesos bolivianos que YPFB le pague por su petróleo, podrán ser cambiados por dólares de libre disponibilidad. Esta facultad concedida al "tercero” no sólo ratifica el derecho dé propiedad efectiva que sobre el petróleo se reconoce en su favor, sino que obliga a que el Estado invierta sus escasas divisas en la compra de lo que es suyo. La compra en dólares que el Estado hará de su petróleo es una operación comercial tan original como la de importar algo que el propio país produce, a menos que se reconozca en beneficio del "tercero" algo como el derecho de extraterritorialidad de que disfrutan solamente Jas sedes diplomáticas. La Gulf construía oleo-66
duelos para su .servicio con una inversión que YPFB debía pagarla (Sica Sica-Arica). También el “tercero” podrá financiar la construcción de oleoductos que usará prioritariamente para el transporte de^sus productos. (¿De qué otro modo podría llevarlos del pozo al puerto?), pero la obligación de pago recaerá en YPFB. La Gulf pagaba el 11 % de regalías departamentales. El "tercero” pagará lo mismo. La Gulf pagaba un impuesto sobre utilidades. El “tercero” pagará al Estado el 19 % sobre el valor del petróleo en boca de pozo. La cancelación de ese 30 % sustituye el pago de todo impuesto sobre utilidades y renta total. Ambas formas de tributación son iguales a las que pesan sobre la producción propia de YPFB. Para que el trato que la Ley Des- nacionalizadora acuerda al monopolio extranjero y a la entidad fiscal del petróleo no sea tan formal y ostensiblemente igualitario, se establece un impuesto que el "tercero" deberá pagar a YPFB en petróleo y que la ley no determina ni en el monto ni en la forma de su aplicación, aunque no por olvido. Deja a YPFB la facultad de negociar la cuantía y la modalidad de su percepción, sin que a este respecto le importe a la Dictadura ese vacío legislativo que, cuando se refiere a una norma que haría posible la reanudación del saqueo del país, le produce una nostalgia intolerable.
Lo que sí consignan con precisión los autores de esta ley es la obligación que se impone a YPFB de pagar tanto el 11 % como el 19 % de regalía departamental y de impuesto nacional, respectivamente, sobre esa parte que recibiría del "tercero”. Sin duda que el Ministro de Energía e Hidrocarburos tenía razón cuando frente a los miembros del "Bolivian North American Business Council” explicó que: "Uno de los prin
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cipales objetivos de la Ley de Hidrocarburos es precisamente el de atraer y garantizar la utilización de capitales extranjeros”.
¿Cuál es la aparente innovación que esta ley ofrece respecto del régimen de concesión que estableció el Código Davenport, y que sirve a la confección de esta nueva piel de cordero que los monopolios petroleros se han echado al lomo para ocultar el colmillo? Son dos: el pago de los impuestos en hidrocarburos y la presunta irre- cuperabilidad de aquellas inversiones totalmente improductivas. Y ambas son formas distintas de engatusar a los ingenuos o dar coartadas a los picaros. Lo que realmente importa no es la naturaleza física del medio de pago ("dinero o petróleo”), sino el valor de aquello con que se paga. Y a este respecto, naturalmente, la ley vuelve a exhibir una contradictoria indiferencia por los vacíos legislativos. ¿Cuál es el precio en boca de pozo que el "tercero” deberá estimar para el pago de la parte que corresponda a YPFB como indemnización periódica por la expropiación de sus hidrocarburos? La ley no pierde el tiempo en la mención de estas cosas superfluas. Habla vagamente de "volúmenes” que ya serán definidos entre el "tercero" e YPFB. No estamos, pues, ante un caso de pago en especies o trueque, sino ante un ardid capitalista. El aprovechamiento del petróleo sigue un ritmo ininterrumpido que se inicia en el flujo del subsuelo y sigue en el transporte y su comercialización internacional, y no es un producto que se preste a la entrega y devolución en canastas, como las papas. Por tanto, aquello de que el "tercero" entregará el petróleo que extraiga de su concesión, para luego recibirlo en devolución, previo descuento de la parte equivalente a la suma que deba por impuestos, no pasa de ser una comedia ofensiva, ya68
no solamente para el conocimiento que los hombres de YPFB tienen dé la industria petrolífera, sino también para el simple sentido común.
En cuanto a aquello de que el concesionario fuera a invertir capitales que no podría recuperar sino encontrando hidrocarburos, es un modo desvergonzado de decir que gracias a esta ley el Estado habrá conquistado el extraordinario privilegio de incumplir una obligación universal de resarcimiento por daños y perjuicios. Y esto ya es demasiado. El Código Davenport del que esta ley intenta diferenciarse formalmente aunque reproduciendo lo esencial de sus disposiciones, permitía exactamente lo mismo. En aplicación de ese Código derogado es que once compañías extranjeras, nueve de las cuales eran norteamericanas, invirtieron sin resultado en la exploración de nueve millones de hectáreas y se fueron del país sin pretender, ni siquiera del gobierno de entonces, la recuperación de sus inversiones por otra vía que no fuera la de encontrar petróleo. Se dirá que la innovación a este respecto comienza a ser válida a partir del momento en que el concesionario encuentre petróleo, porque ella le impediría la recuperación de sus inversiones fallidas. Pero es que esta increíble granjeria que hace diez y seis años las compañías norteamericanas se dieron a sí mismas, no es admitida, hace mucho tiempo, por ningún país que libera sus reservas de hidrocarburos a la explotación privada. Por lo demás, su aplicación es imposible, aun desde el punto de vista técnico, en otro sistema de participación estatal que no sea sobre un margen de utilidad imponible, lo que resulta de la definición de un costo al que se incorporaría la deducción correspondiente a !a amortización de las inversiones anteriores no reproductivas. Y éste, no es el caso.
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Es a todo esto que la Ley Desnacional iza- dora llama "Contrato de Operaciones", denominación sospechosamente semejante a aquella “Operación Conjunta" que la Gulf ideó en 1967, como señuelo para obtener la concesión de medio millón de hectáreas en el altiplano, con la promesa de otorgar al Estado un trato apenas menos abusivo que el que aseguraba el Código Davenport.
La ley dispone que YPFB intervenga, sin que se sepa en qué proporción, en la integración de una Junta de Control qúe cumplirá la función de supervisar la ejecución de los trabajos. En esta participación casi simbólica se refugia la preterida institución petrolera del Estado para dar algún viso de verdad a la patraña aquella del Contrato de Operaciones. Pero si YPFB es objeto de una expropiación del patrimonio petrolero nacional entregado a su custodia el 17 de octubre de 1969, su situación burocrática es menos desmedrada que la del Ministerio de Hidrocarburos, despacho al que la ley de su creación le asignó la tuición de la entidad fiscal del petróleo. YPFB puede decidir, sin participación del Poder Ejecutivo y con absoluta prescindencia del Ministerio de Hidrocarburos, de la idoneidad dé los "terceros”, de la concesión de áreas «de explotación y de todos los términos del contrato, incluida la magnitud y la modalidad de la participación estatal.
Como se ve, ,el Estado pierde atribuciones legislativas en favor de la autarquía, y ésta pierde su patrimonio petrolero en favor de "terceros”. ¿Y el Poder Ejecutivo? A él le está reservada la honrosa y difícil tarea de levar un registro de los contratistas, en el despacho de Hidrocarburos. A juzgar por el número de "terceros" que cederán al espíritu desnacionalizador de esta70
ley. será una tarea muy fatigosa. Es claro que él "tercero" tiene más autoridad que el Estado, pues puede expropiar terrenos de particulares. Aquí, la facultad legislativa del Estado pasa directamente a la empresa privada extranjera. Y en este proceso de suplantación interminable, el Estado mismo queda reducido al Poder Ejecutivo, pues n inguna de las instancias, absolutamente n in gu n a, requiere del conocimiento de algún poder representativo de la voluntad popular que los gerentes y los generales han resuelto, siguiendo su mania persecutoria, expulsar de sus intermitentes fervores legalistas. ¿Cómo poner en duda la afirmación del Ministerio de Hidrocarburos de la dictadura, a tiempo de presentar esta Ley Desnacionalizadora?: "La característica principal de la nueva Ley de Hidrocarburos es que está basada en principios netamente nacionalistas".Sin embargo, no hay por qué creer en una hipertrofia de YPFB que halaga un sentimiento patriótico general, adormece de satisfacción a técnicos desaprensivos de esa entidad, y sirve de coartada a los que desde dentro de la autarquía del petróleo se han comprometido con su liquidación. Estas engañosas concesiones al incremento de la capacidad de negociación y de la autonomía burocrática de YPFB, en detrimento del poder del Estado, no son más que modos de cebar la trampa en que caerá todo el patrimonio de YPFB y ,con él, el de hidrocarburos de toda la nación. Porque esta ley nos tiene reservada una última sorpresa.Siguiendo la ruta trazada por la Ley-Ganzúa, como un anexo interpretativo suyo, la Ley autoriza la formación de Sociedades Mixtas a costa del activo de YPFB, para la "...ejecución de proyectos industriales y de refinación de produc
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tos destinados a la exportación". Después de establecer .de este modo categórico Ja desnacionalización, no ya solamente de las reservas de hi- drocarburos, sino de toda la actividad industrial (incluida la producción de carburantes y lubri- cantes), que YPFB posee en la actualidad, y de la,. que debe desarrollar dentro de la petroquímica, en el marco del acuerdo subregional andino, la Ley se desentiende del asunto. Ni un solo artículo explicatorio, ni una sola mención más, nada que oriente sobre la manera cómo se consumará la desnacionalización integral de YPFB.
Aunque la Ley ya nos tiene acostumbrados a estas reaccione? contradictorias que la legislación petrolera provoca en la Dictadura y que van de la repulsión a la ansiedad por el "vacío”, el entusiasmo que muestra por el silenciamiento de lo que concierne a la privatización de YPFB es excesivo y reclama una explicación. És que en la mente de sus redactores y para la secreta voluntad de la Dictadura, el artículo 13? que establece la asociación mixta de YPFB con Gulf u otra compañía similar, no es más que una referencia a la ley que norma la desnacionalización del petróleo, del gas, de las "colas" y "desmontes”, de ENAF, de COMIBOL: la Ley-Ganzúa, la Ley de Inversiones.
Después de todo lo expuesto, conviene decir que tal vez el único aporte de la Dictadura a la redacción de la Ley de Hidrocarburos, sea la introducción de un artículo que la muestra más embargada por preocupaciones zoológicas y botánicas que petroleras: “Art. 15 - j. - Adoptar las medidas adecuadas para la preservación de la fauna y ño r a . . No es difícil reconocer en la patriótica defensa que los autores hacen de la fauna, la expresión de un respetable instinto de conservación. Veamos ahora qué resultados ten72
drá para et país esta inqüietudpor preservar algunas reservas zoológicas, con absoluta despreocupación por la defensa de nuestras reservas petroleras.Desnacionalizada la riqueza petrolífera y gasífera por medio de los Contratos de Operaciones; privatizado y desnacionalizado el patrimonio industrial de refinación y transformación petroquímica, por medio de las Sociedades Mixtas, debemos preguntarnos si al menos YPFB podrá disponer de las reservas en actual explotación para asegurar la satisfacción de las necesidades internas del. país.Cualquier país que no soporte la ruinosa administración neocolonial que ejercita la dictadura empresarial de Bolivia, limita la explotación de sus hidrocarburos con el propósito de preservar su existencia en cantidad suficiente ..para satisfacer la demanda nacional durante un período de quince años. Claro está que esta regulación de la relación reservas-producción, por la que los países productores utilizan un barril de cada quince de que disponen, se establece tanto por medio de la restricción en la explotación como por el incremento de las reservas.
Las reservas de petróleo de que YPFB disponía en sus doce campos, al primero de enero de 1969, eran de 40.560.000 barriles, y los de la Gulf, a la misma fecha, de 42.200.000 barriles. Entre ambas empresas, las reservas sumaban 82.760.000 barriles. La producción de 1969(14.757.000), la de 1970 (8.820.000), la de 1971(13.446.000), y la de 1972 (que sumará la cantidad de 53.523.000 barriles que, restadas de los82.760.000 con que las dos empresas contaban al primero de enero de 1969, reducen las reservas de petróleo de Bolivia, al primero de enero de 1973, a la cantidad de 29.237.000 barriles.
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¿Cuál es la producción actual de petróleo? Entre las exportaciones al Brasil (12.000 barriles diarios); al Perú (7.000 barriles diarios); y a Chile (5.000 barriles diarios), todas ellas por el puerto de Arica; y las exportaciones a la Argentina (15.000 barriles diarios), nuestras ventas al exterior totalizan la cantidad de 39.000 barriles diarios. A ello hay que añadir la cantidad destinada al consumo nacional (13.000 barriles diarios), lo que totaliza la cantidad de 52.000 barriles diarios o, lo que es lo mismo, de 19.000.000 de barriles al año. ¿Para cuánto tiempo alcanzarán los 29.237.000 que quedan como reservas al primero de enero de 1973? Al ritmo de producción señalado, para un año y medio. Bolivia explota en dieciocho meses, lo que el gobierno dé cualquier país capitalista y no el administrador de un protectorado, explota en quince años.
¿Por qué? V enezuela, país cuya industria petrolera está controlada por los con sorcios petroleros in ternacionales, pugna por aum entar la tributación petrolera en 100 °/o. La D ic ta d u r a de B oliv ia , país que hace tres años nacionalizó su p etróleo , lo devuelve a las em presas im peria listas y les libera de im p u estos. V enezuela, que exporta m illon es de barriles al día, porque cuenta con una de las m ayores reservas m undiales, resuelve d ism in u ir su producción en 15 °/o. La D ictadura de B oliv ia , país que tiene una m odesta reserva d e crudo, ha decid ido perm itir el agotam iento de sus recursos petroleros en un año y m edio.
Ante sem ejante situación y evidencia incontrovertib le, la Dictadura fascista, fiel a su costum bre de escam otear la verdad, nos m uestra una reserva suplem entaria, la del "condensado”. Las reservas de "condensado" que G ulf tenía en sus c o n c e s io n e s revertidas al dom inio del E stado,74
en los campos de Colpa y Rio Grande, eran de125.000.000 de barriles. ¿Cuánto tiempo durará esta reserva de "condensado”? Al ritmo de explotación actual (52.000 barriles diarios) y sin considerar el incremento de 8 a 10 % anual que experimenta el consumo interno, alcanzará para seis años y medio.
¿Qué es el “condensado"? La Dictadura oculta al país la característica y la importancia económica de este hidrocarburo. Desde luego, su explotación para la obtención de petróleo es a tal punto antieconómica que prácticamente todos los países, entre ellos Venezuela, han prohibido esta forma de aprovechamiento. La razón es que por cada barril de "condensado” que se obtiene, se pierden 25.000 pies cúbico de gas. Si tenemos en cuenta el precio de 25 centavos de dólar los mil pies cúbicos de gas (es el precio mínimo vigente en el contrato de venta suscrito con Argentina), describiremos que para producir un barril de petróleo cuyo precio promedial vigente es de u$s 2,90 (entre los ufs 2,80 que rige para todas las exportaciones sobre el Pacífico, y los ufs 3,00 fijados para las ventas a la Argentina), se perderán 25.000 pies cúbicos de gas con un precio de ufs 6,25. En conjunto y al término de la explotación de las reservas de "condensado" de los campos de Colpa, Palmar y Río Grande, la operación de aprovechamiento de su coiftenido de petróleo permitirá la obtención de ufs 362,5 millones (por la venta dé 125 millones de barriles al precio promedio de ufs 2,90), en vez de la suma de ufs781.250.000, que es el valor de los 3.125.000.000.000 de nies cúbicos de gas al precio de ufs 0,25 los mil pies cúbicos). Lo que significa la pérdida para el país de ufs 418.750.000 (cuatrocientos dieciocho millones, setecientos cincuenta mil dólares), en el plazo de seis años y medio.
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¿ Por qué YPFfi destina una sufría importante de su magra economía (u js 3 m91ones)re¿tándola dé' las necesidades de Inversión en-exploraciones que incrementen, sus reservas, en lá ampliación de la producción de Río Grande con el-aumento consiguiente de seis mil barriles de "condensado” al día? ¿Por qué a partir del primero de setiembre de 1972 la explotación se ha incrementado en tres mil cien barriles diarios (un aumento equivalente al diez por ciento respecto de la producción del mes anterior), alcanzando al volumen mayor en los últimos treinta años?
Alguna explicación debe tener esta demencial política petrolera que en un año y medio agotará nuestras reservas de crudo y en seis años y medio liquidará nuestras reservas de "condensado", ocasionando la pérdida de una suma igual al presupuesto nacional de tres años; alguna finalidad debe tener la Dictadura para convertir a Bolivia, antes de ocho años, de país exportador en país importador de petróleo. ¿Es que el déficit acusado por el presupuesto fiscal y la perspectiva de un déficit igual o mayor para la próxima gestión, obligan a forzar la contribución de YPFB a la formación del presupuesto nacional? ¿O es que la incidencia de un aumento de nuestras exportaciones en la balanza comercial determina esta política?
No. La explicación es otra. Y para comprenderla en toda su significación, es preciso recordar los términos de un decreto al que seis días después de ser aprobado califiqué como el "Acta de Transacción con la Gulf”. Me refiero al decreto de indemnización a la Gulf. Dicha disposición estableció el monto indem nizable en la suma de u$s 78.622.171,44 y resolvió que su cancelación se haría mediante el descuento del 19,5 % del valor bruto de todas las exportaciones de petróleo y gas76
originadas en las que fueron reservas de la Gulf, o en las de YPFB, en caso de que esta entidad resolviera la venta prioritaria del petróleo de sus propios yacimientos. Dicha disposición añadía que el plazo de amortización sería de veinte años, transcurridos los cuales cesaría todo pago a Gulf, aunque no se hubiera cancelado la totalidad de la indemnización. En el "Acta de Transacción con la Gulf” se demostró que dicho decreto fue redactado de modo de asegurar una más pronta indemnización a Gulf, por el procedimiento del descuento de un porcentaje fijo sobre una producción variable e ilimitada, lo que aseguraba el pago de la indemnización total en un máximo de ocho años y no en veinte.
Y esto es lo que confirma la realidad y, al mismo tiempo, explica la política de exportaciones intensivas e irracionales que la Dictadura impone por cuenta de la Gulf y con la complicidad de la administración superior de YPFB.
¿Cómo aplica la Dictadura y con qué resultados el decreto referido? Entre las exportaciones al Perú (7.000 ba. día), a Chile (5.000 ba. día), y al Brasil (12.000 ba. día), nuestras ventas por Arica alcanzan a 8.760.000 barriles anuales al precio de u$s 2,82 el barril, con un valor total de u$s 24.703.200. Las exportaciones a la Argentina (15.000 ba. día), suman 5.475.000 barriles anuales al precio unitario de u$s 3,00 lo que totaliza una venta de u$s 16.425.000 al año. A las exportaciones de petróleo, hay que agregar las exportaciones de gas a la Argentina (54.750.000.000 de pies cúbicos anuales, al precio de u$s 0,25 centavos los mil pies cúbicos), las que arrojan la suma anual de ufs 14 millones. El total anual de las ventas de crudo y de gas es de ufs 55.128.200, suma de la que el 19,5 % (u |s 10.749.999), corresponde a la Gulf, en amortización anual de la suma
de u$s 78.622.171,44 determ inada, por el decreto de indem nización .
¿En cuánto tiem p o se pagará el tota l de la indem nización? Al ritm o de am ortización indicado, en el p lazo de siete años. T iem po co in cid en te con el del agotam iento de nuestras reservas de p etró leo y de " con d en sad o”. ¿Por qué co in cid e e l p lazo de am ortización con el de agotam iento de nuestras reservas? Porque la G ulf calcu ló que el 19,5 % del va lor d e las reservas que ella con ocía m uy b ien, eq u ivalían al m on to de la indem nización que ex ig ió en pago. A B oliv ia le in teresa restringir su s exp ortacion es de petró leo para asegurar la satisfacción de las n ecesid ad es nacionales por un p lazo n o m enor de qu ince años. Pero a la G ulf le in teresa recuperar su s inversiones en el *menor tiem p o p osib le y para e llo es necesario que nu estro p etró leo se agote en un año y m edio. Se hace lo que con vien e a la G ulf y lo que perjud ica al país. A B oliv ia no le conviene la venta de con ten id o de petró leo que hay en su s reservas de " c o n d e n sa d o ”, porque pierde cu atrocientos m illon es de dólares. Pero a la G ulf le es im prescin d ib le que el " c o n d e n sa d o ’' se agote en se is añ os y m ed io para obtener un pronto pago de su indem nización . S e hace lo que interesa a la G ulf y perjudica al país.
En la cerem onia inaugural de las exportaciones de gas a la Argentina, el coronel Banzer con fiesa que: “El gasod u cto y las exportaciones de gas con stituyen hasta la fecha el proyecto industrial m ás grande acom etid o por nuestra nación durante su vida republicana". Y en el m ensaje del 6 de agosto añade: "El sector de H idrocarburos ha adquirido en nuestra econom ía una im portancia sin paralelo en el curso de toda su h isto ria”. Am bos ju ic io s im plican el reconocim iento involuntario del in m en so b en eficio eco n ó m ico de78
rivado de la Nacionalización del Petróleo. Lo que no impide que un secreto rencor político común a la burguesía antinacional y el sometimiento de la Dictadura de clase a los intereses del imperialismo, le dicte esta declaración: "Debe terminar la excesiva e irracional absorción por parte del Estado de muchas actividades económicas para las que no se encontraba capacitado, así como la indiscriminada nacionalización de actividades económicas de producción”. Y esta rendición de cuentas: “Mi gobierno se consagró a la tarea de restablecer el clima de confianza que exigía el país para atraer al inversionista extranjero y asociarlo a la riqueza natural de nuestro suelo".
Antes de la Nacionalización, la Gulf producía el 80 % del petróleo y YPFB solamente el 20 %. Pero como el consumo nacional era un 50 % mayor que la producción de YPFB, el mercado interno dependía de las ventas que en la misma proporción hacía Gulf a YPFB. Después de la Nacionalización YPFB produce el 100 % del petróleo nacional, satisface todas las necesidades internas y es el único exportador de todo el excedente. Antes de la Nacionalización, Gulf poseía el 80 % de las reservas de petróleo, y YPFB solamente el 20 %. Las reservas que YPFB poseía antes de la Nacionalización se habrían agotado en siete años (antes de 1976). Las reservas de que dispone después de la Nacionalización alcanzarían para treinta y cinco años de suministro nacional. Gulf poseía el 90 % de las reservas de gas, y YPFB solamente el 10 % . Después de la Nacionalización YPFB posee el 100 % de las reservas de petróleo y de gas. Antes de la Nacionalización nuestro petróleo tenía un solo mercado exterior privado: el de la propia Gulf y al precio determinado por ella misma. Después de la Nacionalización nuestro petróleo tiene cuatro mercados exteriores es-
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tatales al precio definido por la cotización .internacional en el área. Antes de la Nacionalización ía Gulf pagó al departamento de Santa Cruz, por concepto de regalías correspondientes a todos los años de su gestión, la cantidad total de u$s 5,4 millones, con un máximo anual de u$s 2,4 millones; Después de la Nacionalización YPFB pagó a Santa Cruz, hasta el 31 de diciembre de 1972, la suma de u$s 8 millones. El próximo año pagará la cantidad de u$s 5 millones. En un solo año YPFB pagará a Santa Cruz una suma superior en 100 9ó a la pagada por la Gulf c igual a la que esa em presa canceló a ese departamento desde el princip io hasta el fin de su intervención en Bpli- via. Antes de la Nacionalización la Gulf tributaba, en tre las regalías departam entales y el im puesto nacional sobre u tilidades, la sum a m áxim a de uSs 6 m illon es anuales. Pero después lus recuperaba por }a venta anual de tres m illon es de barriles de p etró leo d estin ad os a YPFB. 'D espués de la N acionalización YPFB contribuyó, a pesar del boicot de la G ulf y la con sigu ien te dem ora en la in ic iación de las exp ortacion es de gas y la interrupción de las exp ortacion es de crudo, con una cantidad de uSs 20 m illon es. Antes de ía N acionalización la G ulf .canceló , por con cep to de im p u estos, un tota l de so lam en te u$s 11 m illon es corresp on dien te a todos lo s años de su gestión em presarial. En un so lo año, el próxim o de 1973, YPFB pagará im p u estos d epartam entales y nacionales por una su m a de u$s 18 m illon es. Antes de la N acionalización el aporte de la G ulf a la eco n om ía nacional se reducía al m áxim o de u js 6 m illon es de trib u tación anual. D espués de la’ N acionalización el ingreso bruto de YPFB sob rep asó los u$s 100 millones y, a partir del primero de enero de 1973, será de u$s 70 m illon es anuales. Antes de la Nacionalización las necesid ad es in ter80
naS de petróleo, de gasolina, de kerosene, de lubricantes; las necesidades nacionales de gas para uso doméstico (licuado), para la generación,de energía termoeléctrica en Santa Cruz, para su aplicación en el desarrollo de los planes metalúrgicos de ENAF, de la siderurgia del Mutún, de la petroquímica, todos dependían de las reservas controladas por la Gulf. La Nacionalización del Petróleo liberó al país de esta dependencia.
Es a este resultado al que la Dictadura y los plumarios de la burguesía antinacional se refieren como a una empresa altamente perjudicial a los intereses del país.
La Dictadura, por su naturaleza de apéndice policíaco burocrático de los intereses imperialistas que le dieron origen, está compelida a desandar el camino que el pueblo de Bolivia avanzó en procura de su indepedencia económica. Pero como los beneficios económicos derivados de la Nacionalización del Petróleo son inocultables, la Dictadura optó pór una desnacionalización indirecta que la protegiera dé las consecuencias políticas negativas de semejante determinación. Y esto es lo que ha hecho por medio de la Ley de Hidrocarburos y la política de exportaciones intensivas. Ambas medidas persiguen la pronta liquidación de YPFB y su reemplazo por el capital financiero internacional.
La Dictadura llama a licitación internacional para explotar a Bolivia. La Dictadura ha puesto en remate al país entero. Su astucia es tanta como su deshonestidad. Dejará en poder del Estado el casco viejo de COMIBOL y los más antiguos campos de YPFB. Los exhaustos socavones de “Siglo xx” y los agotados yacimientos de Ca- miri nos recordarán dentro de poco, como hace tiempo líos lo recuerda el cerro de Potosí, la implacable descapitalización de Bolivia colonizada.
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El ministro de Finanzas de la Dictadura ha declarado que la capacidad de endeudamiento externo del país es equivalente al 20 ó 25 % del Producto Nacional Bruto (PNB), límite del que estaríamos muy lejos; que nuestra capacidad de pago nos permite hacer frente a amortizaciones anuales de hasta u$s 50 millones; y que, finalmente, no recuerda el monto al que ascendía la deuda externa del país al 31 de diciembre de 1971, auque cree que era de aproximadamente u$s 500 millones. Es admirable, pero de las tres apreciaciones, el ministro acertó solamente en la confesión última de su mala memoria. En efecto, el total de la deuda externa al 31/12/71, fue de u$s 601,2 millones. Sin duda que la Dictadura en- eontró el partido adecuado y el partido halló al hombre recomendable para ejecutar la política económica que convenía al imperialismo. El MNR siente por la inflación monetaria tanta indiferencia como su ministro de Finanzas exhibe por la veracidad y la congruencia de la política financiera de que es responsable.
Pero la diferencia de cien millones de dólares en la estimación de la deuda externa, es nada más que un aspecto del equívoco integral de sus aserciones y, ciertamente, el menos perjudicial. Lo que realmente preocupa es su manifiesta inclinación por el endeudamiento. El PNB del país asciende en 1972 a los mil millones de dólares. En consecuencia, siguiendo al ministro, el país podría contraer deudas hasta el límite de doscientos a doscientos cincuenta millones de dólares. Pero ocurre que al 31/12/71 ya debía u$s 601,2 millones, es decir, casi tres veces la cantidad fijada como máxima y equivalente al 60 % del PNB. No estamos, pues, “muy por debajo”, sino muy por encima del margen final de endeudamiento señalado. Respecto de la capacidad de pago del país,82
el ministro afirma que podemos hacer frente a amortizaciones anuales de hasta u$s 50 millnnft«; También esta vez la mala memoria no le permite reparar en que el índice de amortización anual ha sido en la gestión pasada de u$s 21,4 millones. ¿Es que estamos frente a un nuevo "milagro”, esta vez no económico sino puramente financiero, por el que, contrastando con el reclamo de los países pobres que se unen en la exigencia angustiosa de un refmandamiento global de la deuda externa cuya asistencia com prom ete una parte excesiva de sus presupuestos nacionales y de sus disponibilidades de divisas, la dictadura de Boli- via nos deslumbra con el anuncio de que tiene una capacidad de pago ociosa y que, por tanto, estaría en condiciones de contraer nuevas obligaciones hasta por un 140 % de las que ya tiene?
Para seguir el pensamiento del ministro, el país estaría en condiciones de endeudarse en una suma superior al PNB. Y lo dice el gobierno cuya situación financiera es a tal punto comprometida que a los seis meses de iniciada su gestión pidió diferir el pago de la deuda pública externa; lo dice el gobierno que ni siquiera puede lograr el desembolso de créditos ya aprobados, por incumplimiento en el pago de los aportes gubernamentales; lo dicé el gobierno que a la asistencia de la deuda externa e interna debe destinar el 20 % del presupuesto de 1972.
Un análisis del incremento de la deuda externa bajo la administración de la dictadura, nos mostrará que más que frente a¿m caso de alucinación, estamos en presencia de una racionalización o explicación "a posteriori”, de una política irresponsable ya consumada. Durante los primeros doce meses de administración pro-imperia- lista, la Dictadura ha obtenido la aprobación de créditos por un monto superior a los u$s 130 mi-
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Uones y extendido solicitudes formales por un total de u$s 306 millones adicionales, lo que hace un total de aproximadamente u$s 436 millones, sin contar no pocos créditos de proveedores, banca privada extranjera y otros. En un solo año la Dictadura ha resuelto elevar la deuda externa del país en una suma equivalente al 75 % del total acumulado en los últimos treinta años (1942/72). El crecimiento anual de la deuda externa durante los últimos nueve años fue de un promedio de ufs 44,7 millones. En un solo año de administración fascista, se contraen obligaciones por ufs 130 millones.
El pueblo de Bólivia se pregunta si estos créditos servirán al mejoramiento de sus condiciones de vida; se pregunta, sencillamente, si estas deudas que la Dictadura contrae en su nombre lo tienen en cuenta como al futuro partícipe de la riqueza que su inversión contribuiría a generar, o solamente como al deudor involuntario que deberá resignarse a peores condiciones de vida para am ortizarlas. La respuesta surge de un ligero análisis de la estructura del crédito.
En el inicio de la asistencia económica que a través de la dictadura fascista el gobierno de los EE. UU. presta a las corporaciones norteamericanas, a costa del trabajo de los bolivianos y a expensas *de la riqueza nacional, hay una e* na alegórica de toda la política crediticia ejecutada bajo el nombre de "Ayuda Americana”. Es aquella que se desarrolla la mañana del 24 de agosto de 1971, cuando el embajador Siracusa entrega al coronel Banzer .un donativo de dos millones de dólares. Todavía no se han recogido todos los cadáveres, aún se escucha el tableteo de las ametralladoras y no ha cesado el vuelo de los cazas sobre la Universidad, pero el cheque llega a manos de un gobierno al que todavía no se ha84
reconocido. Tres semanas después llegan doce millones de dólares. Tres meses después llegan cinco millones en armas y pertrechos de guerra y represión. Un año después la "ayuda" sobrepasa los cincuenta millones de dólares. Todo lo cual hace exclamar a USAID que: "Nuestra ayuda a los bolivianos es mayor que la que damos a los países africanos”. Naturalmente. En Africa los EE. UU. pretenden reemplazar al colonialismo europeo. En América latina deben financiar la represión continental para preservar el régimen neocolonial que controlan.
El promedio de "ayuda” americana en los últimos treinta años fue de u$s 14 millones anuales. En el primer año de la Dictadura fue de u$s 55 millones, lo que equivale a un aumento del 400%. Esta suma corresponde al 11 % del total otorgado por el gobierno norteamericano, a través de su Agencia Internacional para el Desarrollo (AID), a todos los países de América Latina y, de hecho, es muy superior a la entregada al Brasil.
¿Cuál es la composición y la característica de esta asistencia económica? Bajo la Común denominación de "ayuda” se mezclan todas aquellas sumas entregadas en calidad de créditos y de donativos. Así, globalmente considerados como una "cooperación” del gobierno norteamericano al de Bolivia, donativos como las armas y pertrechos represivos o los gastos de asistencia ‘‘técnica’’ a los servicios policiales, sirven para que el préstamo de cincuenta millones de dólares adquiera el carácter aparente de un obsequio, lo que se aprovecha publicitariamente para mostrar como menos indigna la obsecuencia de la Dictadura y ofrecer a la burguesía nativa el asidero para su prédica de la inviabilidad histórica de Bolivia al margen de la "caridad” de los EE. UU. La asistencia económica otorgada a Bolivia por el go-
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biemo norteamericano a través de USAID, tuvo y tiene, ahora en mayor medida, el carácter de un periódico soborno presupuestado para comprometer a los gobiernos, las instituciones y las personas de los que éstos dependen. Como "soporte” del deficitario presupuesto nacional, como préstamo de emergencia para el pago de sueldos y salarios en una empresa descentralizada; como financiamiento de insignificantes obras públicas propagandísticas; como avituallamiento y dotación de armamento y material bélico a las FF. AA. y como asistencia técnica a los organismos policiales; como entrega de harina bajo las prescripciones de la Ley 480 y la formación de los fondos de contrapartida: como presupuestos reservados de algunos Ministerios; como asistencia económica a las organizaciones laborales, educacionales, a las comunidades campesinas, a los asentamientos de los colonizadores; o, simplemente, como gratificación económica directa a los más altos funcionarios del Estado. Con todos estos destinos, la "ayuda” americana ha sido empleada para corromper la moral funcionaría, para obtener la aprobación de disposiciones legales, desde Resoluciones Ministeriales hasta Leyes de la República, contrarias al interés nacional; para la distorsión de políticas tributarias; para la definición del régimen de salarios; para la determinación de la política económica e internacional del país; para la penetración ideológica y el control de las FF. AA.; para la dirección efectiva del gobierno interior y el control de los mecanismos de represión política y social; para la infiltración corruptora en el seno de las organizaciones campesinas y laborales. Ahí están las pruebas: el Código Da- venport y la Ley de Hidrocarburos; el Decreto 06556, que entregó el monopolio del comercio exterior de Bolivia a los EE. UU.; ahí están los con86
tratos de construcciones públicas, los de provisión de materiales o los de asistencia técnica; ahí está el Plan Triangular que decretó el despido masivo de trabajadores y la reducción de los salarios de los que quedaban; ahí está la Ley de Inversio- siones; ahí está la devaluación de la moneda; la confesión y las declaraciones judiciales de ex ministros que sirvieron a la CIA; ahí están los técnicos de Seguridad Pública, los asesores militares, los cursos en Panamá, la presencia de la ORIT, de los Cuerpos de Paz; ahí están las cuentas reservadas formadas en los fondos de contrapartida.
La s u m í entregada por USAID en lo s ú ltim os treinta años, destinada a lo qu e se den om in a S eguridad Pública, A dm inistración y A suntos Labórales, que son tres ítem d istin to s pero una so la form a de sob orno y d e con tro l p o lic ía co p o lítico d e parte del aparato esta ta l, e s cuatro veces superior a la destinada para Salud Pública, por ejem plo, y d os vcees m ayor que la d estinada para E ducación , pero encubierta en la denom inación genérica de A sistencia T écnica para el D esarrollo.
¿Cóm o se descom p on e esa asisten cia que sobrepasa lo s cincuenta m illon es de dólares? Treinta y d os han sid o d estinad os a las d os fases del llam ado Program a N acional de E m ergencia de la Presidencia de la R epública. Com o su nom bre lo indica, no se trata de un aporte al financiam iento del d esarrollo econ óm ico nacional, s in o de un préstam o p olítico a la persona del Presidente, para que éste pueda so lven tar algunas necesidades fisca les aprem iantes (uSs 5 m illon es para cubrir una parte pequeña del d éfic it presupuestario de 1971) y, sobre todo, para la ejecución , bajo su p atrocinio y sin fisca lización de ningún género, d e m enudas obras públicas d em ográficam ente uti-
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tizadas para proporcionarle algún ascendiente político. De este modo, este refuerzo al presupuesto de la Presidencia de la República, del que solamente dos terceras partes bastarían para financiar la ampliación de ENAF hasta el total de la producción de COMIBOL para generar un ingreso bruto por exportación de estaño metálico del orden de los u$s 70 millones anuales, se destina a otros fines que por razones comprensibles interesan más a USAID y a la Dictadura: la iniciación o conclusión de 376 pequeñas obras, algunas de las cuales son tan importantes como el cambio de color de la fachada de un edificio público, o, bajo la denominación más oblicuamente técnica, el pago.de los servicios personales que exigen los organizadores de una manifestación espontánea de apoyo político. Claro está que entre uno y otro destino de la inversión de esta "ayuda”, USAID y el coronel Banzer dan la espalda a la metalurgia y prefieren decididamente aquel que les permita pronunciar 376 discursos y colgar 376 carteles recordatorios de que aquellas obras básicas y dinamizadoras de un desarrollo industrial acelerado, son obra de la alianza de la burguesía nativa y los militares que representan sus intereses, con el Gobierno de los EE. UU., para el progreso de las inversiones imperialistas.
Pero el condicionamiento y la unilateralidad del financiamiento del desarrollo económico afianzador de la dependencia, se hace más evidente si se piensa que, con excepción del crédito otorgado por los proveedores (una parte del cual también es norteamericano), el cien por ciento de la deuda externa se origina en créditos concedidos por el Gobierno de los EE. UU. (AID), o por las instituciones de crédito nacionales o multinacionales norteamericanas que controla (Eximbank, Banco Mundial, banca privada norteamericana y BID).88
Esta sumar que al 31/12/71 alcanza a u$s 341 millones y que la Dictadura está incrementando con nuevos préstamos de las mismas fuentes, por un total superior a los ufs 430 millones, fue otorgada previo el cumplimiento de condiciones onerosas para el país, ofensivamente limitativas de la auioridad y la autonomía del Estado, violatorias del espíritu de la propia legalidad burguesa contenida en la Constitución Política, lesivas a la soberanía nacional y consolidadoras del régimen de explotación popular y de dependencia nacional.
A despecho del carácter multinacional del BID, el control que los EE. UU. ejercen en la administración de los créditos, tanto en razón del peso específico de sus aportes, como por el derecho a veto de que dispone sobre los "fondos especiales", hace que el monto de los créditos no guarde relación con los aportes de los Estados miembros, sino con las preferencias derivadas de la política exterior hemisférica de los EE- UU. Así, Brasil, por ejemplo, que aporta el 12,5 % del capital, recibió en los doce años de existencia del BID el equivalente al 22 % del total prestado (u$s 1.031 millones). Continuando esta política discriminatoria, en la última gestión crediticia del BID los préstamos otorgados al Brasil llegan al 50 % del total aprobado ,para todos los países de América Latina (u$s 437 millones), y junto a los concedidos en favor de México, comprometen el 80 °/o de la suma total prestada al conjunto de las naciones latinoamericanas. Pero a Chile y el Perú, en el mismo período, el BID no ha prestado ni un centavo. A la notoria e irritante segregación de los países que asumen la defensa de sus riquezas, se añade el trámite dilatorio y las trabas burocráticas opuesta; a la concreción efectiva de los créditos gestionados, cuando el país o el destino del préstamo carecen de interés para el im-
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;rialismo. Bolivia obtuvo en 1961 la aprobación e créditos por un total de u$s 122.8 millones. )iez años después no se habían desembolsado nás que u$s 74.4 millones (el 62 %).
En cuanto a la voluntad del Banco Mundial para satisfacer los requerimientos económicos del país, comencemos por recordar que nuestra experiencia ilustra su absoluto desinterés en el finan- ciamiento del desarrollo. En los últimos cinco años el Banco Mundial desembolsó créditos otorgados a Bolivia por un total de u$s 7 millones. En el mismo tiempo, sólo el Gobierno argentino desembolsó créditos por más del doble (u$s 16.3 millones). Pero el Banco Mundial hace algunos servicios menores. Y como la caridad comienza por casa, de los u$s 10 millones solicitados por la Dictadura para la ampliación de la capacidad eléctrica de nuestro país, cuatro están destinados a una empresa norteamericana que por muchos años figuró como canadiense y que ahora ha adoptado el nombre de Compañía Boliviana de Electricidad (ex Bolivian Power Co. Ltd.). En este caso, el Estado compromete su garantía para el crédito que un Banco norteamericano otorga a una empresa norteamericana (con lo que acrecienta la deuda externa del país y disminuye su capacidad de endeudamiento) y, por añadidura, adquiere el compromiso de autorizar nuevas alzas de tarifas de consumo para garantizar la capacidad de pago de la empresa beneficiada con el préstamo. En otras palabras, el usuario, empleado u obrero, debe pagar tarifas más altas para que una compañía norteamericana de electricidad pueda obtener un crédito de un Banco norteamericano, con garantía del Gobierno de Bolivia. ¿Quién presta? Un Banco norteamericano. ¿Quién se beneficia con el préstamo? Una compañía norteamericana ¿Quién es el deudor? El Estado bo-90
v h n o . ¿Quiéi Pag,' el nróstam o? El pueblo liviano. ¿Quién paga el préstamo? Bltpjttstíwocon-sumidor. n nT,,.n ,7 , iC . ! jrnne tialism o i>...Para este Banco que el impert&M$akO utiliza como el gran ariete que abre las puertas de los países en desarrollo a la penetración del capital financiero internacional, Bolivia carece de interés como mercado para la instalación de la industria fabril privada y su política crediticia, naturalmente, le prohíbe el fmandamiento de empresas estatales. ¿Acaso los acuerdos subregionales que amplían los espacios económicos y crean mercados complementarios, han modificado esta visión de Bolivia? ¿Cuánto ha prestado el Banco Mundial, efectivamente, de esa alucinante cantidad de dólares que la Dictadura menciona y repite majaderamente? Nada; absolutamente nada. Pero la sola aceptación de formularios por un total de u$s 98 millones destinados a la desnacionalización del Mutún, de lo más ricos yacimientos de COMIBOL, de las "colas" y "desmontes’’, del petróleo, del gas, ya le ha permitido obtener de la Dictadura la aprobación de la Ley de Inversiones, la Ley de Hidrocarburos, la modificación del Código de Minería, la cancelación del monopolio estatal del comercio exterior de los minerales, del monopolio estatal de la metalurgia, de la siderurgia, de la petroquímica, decisiones e instrumentos que garantizan a los mandahtes de ese Banco, el régimen de impunidad necesario para la explotación de Bolivia y de los bolivianos.
Hay, siirembargo, tres exigencias más que el Banco Mundial y el Gobierno de los EE. UU. hacen a la Dictadura de su dependencia. Una de ellas, la modificación del artículo 25 de la Constitución Política del Estado, para hacer posible la desnacionalización del Mutún, ya ha sido satisfecha mediante una mera rectificación del Código de Minería. La Carta Magn», ese libro sagrado de91
la in stitu cion alid ad y la legalidad burguesas que la D ictadura invoca para justificar la cruel represión del pueblo boliviano, no podía áfer un ob stácu lo para lo s p royectos desnacionalizadores del p restam ista y del inversor.
La segunda exigencia ha sid o identificada por el grupo m on opólico de la burguesía industrial, com ercial y bancaria que invoca el in terés de toda la activ idad privada para respaldar el reclam o y las im p osiciones antinacionales de cien em presas. S e trata del régim en com ún de tratam iento a los cap ita les extranjeros estab lecid o por la cláusula 21- del Acuerdo de Cartagena. E llos explican que esta cláusula es incom patib le con su d ecisión de u sar " . . . su m áxim a creatividad en la generación de nuevos p royectos que sean atractivos para la inversión extranjera”, y piden la rem oción de esta d isp osic ión lim itante. Ya está form ulada la exigencia.
El m od esto esfuerzo que los países signatarios del Acuerdos Subregional Andino han hecho por aprovechar las con trad iccion es que se dan en el cam po del cap ita lism o y por lim itar la acción im peria lista en el m ercado qué les es com ún, lo que se traduce en el control concertado de las in version es privadas originadas fuera del área de com p rom iso (fin a lid ad que está m uy le jos de ser revo lu cion aria ), resu lta in tolerab le para los ejecu tivos del grupo de las cien em presas y, por cierto , para el B anco M undial. ¿Cóm o podrían ellas y su D ictadura em presarial aceptar que un cam po de activ idades com o el de serv ic io s públicos, la banca y lo s seguros, lo s m ed ios de com unicación colectiva , los transportes, sea vedado para la inversión privada extranjera? ¿C óm o abandonar a la B oliv ian P ow er, por ejem p lo , o al F irst N ation al City B ank? ¿Cóm o podrían e llo s aceptar que las com p añías privadas n orteam ericanas92
establecidas en Bolivia, sean obligadas a ceder el 51 % de sus acciones a los inversionistas nacionales, si lo que ellos están obteniendo es precisamente lo contrario, la transferencia de las acciones del Estado en provecho del inversor privado norteamericano? ¿Cómo podrian aceptar que se limite la expatriación de las utilidades de las compañías privadas extranjeras, al 14 % anual, precisamente cuando ellos celebran la ilimitada franquicia que al respecto confiere la Ley de Inversiones? ¿Cómo aceptar que algunos países dependientes acuerden relacionar sus economías complementarias y crear un mercado recíproco para el estímulo de su desarrollo, en lugar de formar una gran masa consumidora regional para el establecimiento de industrias privadas imperialistas a un costo menor de producción? El Acuerdo de Cartagena nos habla de nacionalizar el capital extranjero por la vía de las Sociedades Mixtas. Los ejecutivos y su Dictadura, con empleo de la Ley-Gáñzúa y la de Hidrocarburos, hacen posible la cxtranjerizacióñ del capital nacional por la misma vía: las Sociedades Mixtas. ¿Por qué habrían de aceptar ellos el establecimiento de limitaciones concertadas a la inversión extranjera, lo que pone fin a la competencia que nuestros países libran por ofrecer mayores franquicias al capital foráneo, si la Dictadura y sus empresarios están resueltos a regalar todo el país? Por todo ello, no hay duda de que la segunda exigencia del Banco Mundial está en vías de ser cumplida.
La tercera, la devaluación monetaria, ya ha sido ejecutada. Si la Ley de Inversiones y la de Hidrocarburos sientan las bases legales de la desnacionalización de nuestra economía, la devaluación monetaria la completa haciendo posible el financiamiento interno, al precio de la miseria popular.
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2 E l empobrecimiento del pueblo
¿Cómo justifica la Dictadura boliviana la devaluación monetaria? Estas son algunas de las condiciones favorables a la estabilización monetaria con que ella contó: Las exportaciones del primer semestre de 1972 aumentaron en ufs 32 millones, respecto de las realizadas en el mismo período del año anterior. Pero no se trata, propiamente, de un incremento del volumen de las exportaciones, sino del valor de las mismas. En 1971 la cotización internacional del estaño promedió el precio de u$s 1,58 la libra fina. En 1972 alcanzó el precio promedial de u$s 1,71 la libra fina, cotización que se asemeja a la más alta de los últimos veinte años. Se iniciaron las exportaciones de gas, aumentaron las de petróleo y subieron los precios del crudo, determ inando un crecimiento global de los valores de exportación de hidrocarburos de ciento por ciento. La balanza comercial del primer sémestre arrojó una diferencia favorable de u$s 8,5 millones (exportaciones por ufs 97,6 millones, e importaciones por ufs 89,1 millones). En el mismo período de este año las ventas de divisas hechas por los sectores mineros, petrolero y agropecuario aumentaron en ufs 22,7 millones respecto de las realizadas en el primer semestre del año pasado (ufs 57,9 millo
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n es en los prim eros se is m eses de 1971, y u$s 80,6 m illon es en el m ism o período de 1972). E l créd ito externo substancialm ente d irigido al finan- ciam ien to del Presupuesto del G obierno Central (sea directam ente, por los p réstam os originados en la ap licación de Fondos de C ontrapartida o por la su stitu ción de inversiones públicas o de a p o r te s lo c a le s , o in d ir e c ta m e n te , por m edio de los p réstam os de AID d estinados a lo s Program as de E m ergencia de la P resid en cia ), sobrepasó cuanta asisten cia presupuestaria se obtuv¿p en el pasado. El au m en to del créd ito in terno, prepon- derantem ente orig inado en créd ito p ú b lico realizado por interm edio de las in stitu cion es privadas, se m ide por el n ivel de las u tilid ades que en el prim er sem estre h icieron los bancos privados y que registró un increm ento d el 100 % en relación con el prim er sem estre del año pasado. Por a lgo m ás de un año calendario y d os gestion es aca d ém icas, la D ictadura e lim in ó del presu pu esto nacional el ítem corresp on dien te a las U niversidades ciel país. D urante catorce m eses la D ictadura em presarial e lim in ó por la fuerza tod o aquello que su s m andantes consideraban com o traba legal, ob stácu lo de h ech o o factor adverso a la "estabilidad p o lítica y al clim a de con fianza que requieren las inversiones y la activ idad privada para realizar todas sus in ic iativas y su capacidad cread ora”. Suprim idas las libertades d em ocráticas, la clase trabajadora fue ob ligada a sop ortar e l con gelam ien to de su eld os y salarios, a p esar del alza con stan te del co sto de vida, y la paz socia l im puesta por el terror ev itó toda huelga o interrupción del trabajo.
En sum a, que el au m en to de lo s in gresos púb licos por con cep to d el in crem en to d el va lor de las exp ortacion es y de las p ercep cion es tributarias, así com o la d ism in u ción d el gasto p ú b lico p or elim i96
nación de ítems o sustitución del fínanciamiento, por una parte; y el aumento en los ingresos de divisas, por otras; hacían pensar a los titulares de la Dictadura y a sus epígonos en una perspectiva tranquilizadora sobre el equilibrio financiero público y sobre la estabilidad monetaria. La exterio- rización y utilización política de esta confianza logró comprometer la buena fe de algunos sectores de mayores ingresos, y el volumen de dinero depositado en las cuentas de ahorro alcanzó niveles sin precedentes y superó al depositado en las cuentas corrientes.
Contrariando esta optimista apreciación oficial de la situación financiera y monetaria, el trabajador percibía dolorosamente cómo su salario perdía valor adquisitivo, el funcionario público cobraba su remuneración mensual con creciente atraso, y el importador verificaba que la cotización no oficial del dólar subía incesantemente, a pesar del régimen de libre cambio. Es entonces que los representantes de la Dictadura acuden a todo el poder de persuación que tienen las estadísticas cuando aparecen en letras de molde y, sobre todo, cuando su mención se acompaña con la sigla de alguno de esos organismos internacionales que prestan jerarquía técnica al negocio de la explotación de los países dependientes. En el informe que la D ictadura presentó al CIAP sostuvo que’: "El objetivo de la política monetaria es el fínanciamiento de la actividad económica, en base al mantenimiento de la estabilidad monetaria". El presidente del Banco Central, a su retomo de la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), en Washington, declaró que: "El FMI no da consejos o presiona al gobierno de Bolivia, para obtener la devaluación monetaria".
Pero el trabajador, por razones que la burguesía y sus mandatarios no entienden, cree me
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nos en lo que dice el FMI o el ministro de Finan* zas, que en lo que su propia experiencia le enseña. Es más, por razones aún menos comprensibles para la clase propietaria, sabe que el optimismo y la satisfacción de la burguesía intermediaria es justamente la confirmación de que sus perspectivas económicas son sombrías y que el crecimiento de la riqueza concentrada en manos del grupo hegemónico de la burguesía, no puede operarse sino a expensas del empobrecimiento de las masas trabajadoras.
Ante las primeras manifestaciones de inquietud por el inocultable desequilibrio financiero reflejado en un anteproyecto de presupuesto para la gestión de 1972, el ministro de Finanzas ensayó una explicación confusa y contradictoria, que remató en una confesión imprudente: "Si a esto agregamos algunas medidas de seguridad que el gobierno tenía que tomar para garantizar la paz pública y un clima propicio para las inversiones, tenemos que el presupuesto fiscal subió a un déficit de ochocientos millones de pesos”. ¿De modo que no eran suficientes los cinco millones de dólares en armamentos y pertrechos represivos donados por el gobierno norteamericano, para asegurar ese "clima propicio”, esa atmósfera de pólvora y sangre tan grata al olfato de los exigentes inversores de cuyo interés por comprar Boli- vía depende la estabilidad de la Dictadura y la felicidad de la burguesía monopólica?
Semejante confesión no hizo sino transformar la inquietud en protesta popular y convertir la sospecha en una amarga certidumbre. Para contrarrestar su efecto adverso y presentar un nuevo presupuesto, el titular de ese mismo despacho preparó una proclama marcial: "Nuestro presupuesto es definitivamente una barrera contra la inflación y un escudo contra la devaluación.98
Nuestra premisa es mantener la paridad de nuestro signo monetario. Sostenemos que con el presupuesto aprobado, se ha eliminado el fantasma de la devaluación”. De la solidez de ese escudo, de la idoneidad administrativa de los partidos de la burguesía, y de la condición intelectual del ministro, podía juzgarse leyendo la frase final que destacaba orgullosamerite la brevedad del tiempo dedicado a la preparación del presupuesto: "Quiero destacar que se ha podido reformar el Presupuesto General de la Nación, prácticamente en una sola noche”. No quedaba, pues, la menor duda de que el "fantasma de la devaluación” no había sido alejado, sino invitado a tomar posesión de la economía popular.
Si el financiamiento externo del gasto público era excepcional y las percepciones tributarias aumentaron, ¿por qué se anunciaba tan cuantioso déficit? Si la balanza comercial mostraba un saldo favorable, si las entregas de divisas al Banco Central elevaron el nivel de las reservas, a causa del aumento del valor de las exportaciones, si el régimen de libre cambio se mantenía vigente y el FMI no ejercía presión alguna, ¿por qué se de- valuaba nuestra moneda?
El presupuesto general de 1972 fue aprobado con un déficit de $b. 616,3 millones, suma equivalente al 50 % del presupuesto total de Ingresos correspondiente al año 1971. El mayor déficit de los últimos diez años fue de $b. 191,6 millones, en 1968. Este de 1972, es tres veces mayor. Entre el año 1971, de cuyos últimos cuatro meses de administración es responsable la Dictadura, y 1972, el Presupuesto del Gobierno Central y de las Instituciones Descentralizadas aumentó en $b. 265,8 millones de los cuales $b. 219,2 millones corresponden al aumento registrado por el ítem de Servicios Personales. En el primer semestre de 1972,
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los gastos públicos aumentaron en $b. 93,2 millones, de los que el 50,5 % corresponden a sueldos del personal administrativo. El incremento desmesurado del presupuesto de servicios personales, a pesar de la eliminación de la parte correspondiente a las Universidades clausuradas y del ahorro introducido mediante las masacres blancas de funcionarios insuficientemente derechistas, prueba no solamente la milagrosa multiplicación de los puestos públicos al conjuro de la Dictadura y para satisfacción del insaciable apetito burocrático del MNR y de FSB, sino también el entusiasmo que los sueldos públicos despiertan en los furiosos partidarios de la empresa privada.
Pero como la inflación de militantes remunerados se hace mayor cuanto mayor es la miseria popular extendida por la política económica de la Dictadura, obediente a la concepción capitalista del desarrollo económico, y la fabricación de billetes con que se satisface las necesidades del Tesoro Nacional para el pago de sueldos se transparenta en el déficit fiscal, la Dictadura descubrió que la mejor manera de nutrir a los dos partidos era despojar a todo trabajador del país del 1 % de sus remuneraciones, en beneficio de ese organismo presupuestívoro que es el frente oficialista (FPN). En un año de vigencia de esa disposición que reglamenta el robo periódico y tomando en cuenta solamente a los funcionarios del gobierno central (excluidas las instituciones descentralizadas del Estado y toda la actividad privada, cuyos trabajadores y empleados también estaban obligados a esta contribución, dicho descuento alcanza a la suma de $b. 9,8 millones.
Así, al soborno internacional para comprometer lá entrega del país y su patrimonio; a la mercenarización para el servicio armado de los intereses de la burguesía antinacional; se suma160
la conversión del salario de cada trabajador en un botín a disposición de los dirigentes de los partidos que cumplieron la hazaña de sentarse detrás de los escritorios de las oficinas públicas. Entre la burguesía y los partidos que representan sus intereses, han llegado a un pragmático intercambio de servicios: puestos públicos, despojo de remuneraciones honradamente ganadas, malversación de fondos públicos y contrabando, en favor de los partidos. Leyes para la desnacionalización de nuestra economía, disposiciones para la privatización del patrimonio económico del Estado, impunidad para la explotación de la clase trabajadora, en favor de la burguesía.
¿Cuál ha sido el resultado de esa política financiera que combina el incesante aumento del gasto público improductivo con la disminución de los ingresos? Que el presupuesto de Egresos para la gestión de 1972 fue fijado con un aumento del 30 % respecto de la gestión precedente, índice de crecimiento que de hecho es el mayor de los últimos diez años y sólo comparable al registrado durante el primer año de la Restauración, en 1965, pero cuya ejecución, a octubre del presente año, mostró que las más pesimistas previsiones habían sido sobrepasadas por la realidad de una administración deshonesta e incapaz. El incesante aumento del gasto público en Servicios Personales innecesarios: el desmesurado crecimiento de la deuda pública contraída con fines demagógicos o desviada al subsidio de déficits fiscales; el pago al contado de indemnizaciones fraudulentamente sobrevaloradas que obligaron al endeudamiento interno y externo, con el consiguiente incremento de las partidas destinadas al servicio de esas deudas (entre "Matilde" y la IMPC, u$s 15 millones); el aumento de los presupuestos ministeriales y de la Presidencia de la República destinados al fi-
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nanciamiento directo o indirecto (gastos reservados o ítem aparentes), de los servicios de represión uniformada o civil (que totalizan fb. 402 millones, o el 30 % del Presupuesto); la práctica del turismo oficial con viáticos que no guardan relación con la economía nacional; todo ello en el orden de los egresos. La vigencia de una tasa de descuento del valor de nuestras exportaciones de hidrocarburos, en beneficio de la Gulf, lo que disminuye proporcionalmente los ingresos fiscales (u$s 10,7 millones anuales); el uso de la economía de las empresas del Estado (principalmente COMIBOL, YPFfi, LAB y otras), en subsidios directos o indirectos al f mandamiento de campañas políticas oficialistas, gastos que a la hora de la liquidación de regalías se descuentan de los aportes que esas empresas deben hacer a la formación del presupuesto nacional; la pérdida de u |s 30 millones por el contrabando estimulado y organizado por los más altos funcionarios públicos y dirigentes políticos. La condescendencia de la Dictadura con los correligionarios y favorecidos suyos, durante los años que el MNR y la Junta Militar gobernaron el país y a quienes no se ejecutan las Notas de Cargo por contratos de construcción o provisión incumplidos, o por adelantos no devueltos, o por préstamos de honor no pagados, y que suman u$s 14 millones; la cancelación del monopolio estatal del comercio exterior de minerales, con la consiguiente transferencia de utilidades generadas en la intermediación del Estado al sector privado;, todo ello en lo que hace a los ingresos. Dichas medidas no podían menos que contribuir a la aceleración del desequilibrio financiero.
El desfinanciado presupuesto por ejecutar estimaba un ingreso de $b. 623 millones para el primer semestre de 1972. La realidad de las per102
cepciones en ese período mostró un ingreso de solamente $b. 535,1 millones, lo que aumentó el déficit en $b. 88,5 millones. En cuanto a los egresos del primer semestre de 1972, crecieron en tal proporción que el déficit presupuestario general del Gobierno Central, al 30 de junio de 1972, ya totalizó la suma de $b. 256 millones, cantidad que importa un aumento de $b. 100 millones en relación con el mismo semestre del año anterior.
¿Cómo financió la Dictadura él déficit del año 1971 y el que arroja la presente gestión? En 1971 el déficit del Presupuesto Nacional alcanzó la suma de $b. 297,8 millones, de los cuales $b. 250,7 millones fueron financiados con créditos del Banco Central, y $b. 18,5 millones por USAID. El proyecto de financiamiento del déficit de $b. 616,3 millones que arroja el presupuesto de 1972, toma en cuenta, entre crédito fiscal ($b. 230 millones), préstamo de próxima gestión ($b. 150 millones), y déficit sin financiamiento ($b. 102,7 millones), todo lo cual se traduce en crédito del Banco Central, la suma global de $b. 482,7 millones.
Hasta el 30 de junio del año 1972, el Banco Central ya había otorgado créditos al Tesoro de la Nación que totalizaban la cantidad de $b. 230 millones. En suma, que entre los créditos otorgados en 1971 y el primer semestre de 1972, para el financiamiento del déficit presupuestario del Gobierno Central, el Banco Central entregó la cantidad de $b. 480,7 millones. ¿Dónde se origina el dinero que el Banco Central tuvo que prestar al Tesoro de la Nación? En la emisión inorgánica de moneda, en la fabricación de billetes. El 21 de agosto de 1971 el circulante alcanzaba a la cantidad de $b. 1.535 millones. Al 30 de junio de 1972 totalizaba los $b. 1.777 millones. El aumento del circulante entre 1971 y 1972 registra el porcentaje más alto de los últimos siete años, 12,5 % dé cre
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c im ien to anual d el m ed io c ircu lante. Pero n o se trata so lam en te de lo s p réstam os a l T esoro N acion al. D e 1971 a jim io de 1972, e l créd ito in tern o del sistem a b an cario a l sec tor privado y p ú b lico generó u n au m en to d el c ircu lan te su p erior a lo s $b. 600 m illon es, lo que, en relación co n e l to ta l m en cion ad o al térm in o d el p rim er sem estre d e este añ o , da u n a id ea de la gran in flu en cia que este factor de exp an sión m on etaria tu vo en la creación de u n a corrien te in flacion aria y de su con sigu ien te p resión sob re nu estras escasas reservas m on etarias.
Q ueda en c laro que la D ictadura fa sc ista contó con con d icion es generales de producción , m ercad o y fin an ciam ien to excepcion alm ente favorab les. F actores com o e l a lto n ivel alcanzado por la s co tizacion es in tern acion ales d e lo s m inerales y e l au m en to de lo s p recios d el petró leo; la incorp oración d e n u evos rubros de exp ortación de h id rocarburos y agropecuarios d e a lta rentab ilidad , com o e l gas y e l algodón; y e l extraordinario f in an ciam ien to extern o, o frecieron la s con d icion es econ óm ico-fin an cieras que la b urguesía y su gob iern o juzgaron adecuadas para e l d esarro llo cap ita lis ta y dep en diente que p ostu lan , y , en con secu en cia , para u n a e fic ien te ad m in istración liberal d e . la s finanzas p ú b licas. Pero tam b ién queda en ev id en cia e l resu ltado: u n d éfic it cu an tio so financiad o con la fab ricación de b ille tes , e l d esen cad en am ien to de un p roceso d e in cesan te encarecim ien to d el co sto de v id a , y la d eva lu ación de la m on ed a. Ya h em os id en tificad o la s cau sas d el d éfic it, su m agnitud y su s caracter ísticas, así com o e l recu rso al que se acu d ió para fin an ciarlo . R esta d ecir cóm o y en b en efic io d e q u ién se em p ob rece a la c la se trabajadora y a lo s sec tores populares, có m o y p or im p o sic ió n d e q u ién se devaluó la m oneda.104
Cuando los gobiernos de la burguesía proimperialista se vieron enfrentados al problema del financiamiento de un presupuesto desequilibrado, siempre optaron por una combinación de cuatro procedimientos: la gestión política reservada ante el gobierno de los EE. UU. para la obtención de un crédito o donativo como "soporte"; la fabricación de billetes; la creación o aumento de impuestos indirectos que pesan sobre el consumidor y no sobre el productor; y la disminución directa o indirecta de los sueldos y salarios. La Dictadura ha sido fiel a esta práctica, pero la ha extremado. Ya nos hemos referido a cómo echó mano de los dos primeros procedimientos. Veamos ahora cómo ha usado de los otros dos.
Todos los gobiernos de la burguesía hablaron de la necesidad de estimular las exportaciones como una manera de aumentar las participaciones fiscales y, en suma, de incentivar la creación de riqueza nacional. El resultado de esta política, dado el carácter fundam entalm ente minero de nuestro comercio exterior, fue el de acentuar la condición monoexportadora del país, de mantener un exiguo nivel de contribución a la formación del presupuesto, de aumentar el gasto de divisas en la importación de todo lo que el país, acentuadamente üfonoproductor, necesitaba, y, finalmente, de concentrar la riqueza, empobrecer al pueblo y descapitalizar al país. Para acentuar esta política, la Dictadura se ha guiado directamente por los resultados y de ellos ha hecho todo un programa en el que, a las exportaciones de productos naturales no renovables, ha añadido la de productos agropecuarios, perpetuando el sistema descapitaliza- dor pero bajo la apariencia de una política de diversificación industrial y de sustitución de importaciones. Pero pasemos de las aserciones generales, a la señalización de algunos casos concretos.
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Hace ya algunos años qué Bolivia ingresó al mercado internacional del azúcar con una pequeña cuota destinada a los Estados Unidos. Bastante antes que ello ocurriera, el país logró, por acción del Estado, el autoabastecimiento de este producto alimenticio fundamental^ lo que lé permitió un apreciable ahorro de divisas. Pero en 1972, como ocurrirá con el petróleo: raí 1980, si es que el pueblo no arroja del poder antes a la burguesía, Bolivia se ha convertido de país exportador, en país importador de azúcar. ¿Por qué? En 1971 la molienda de caña bajó de un millón y medio de toneladas a solamente setecientas mil. La Dictadura tuvo, que importar 41.000 toneladas de azúcar brasileña por un precio de aproximadamente u$s 6 millones. En 1972 Santa Cruz debe producir 2.800.000 quintales y producirá solamente 1.120.000. El déficit tendrá que ser compensado con nuevas importaciones, por esta vez por un precio de u$s 12 millones.
¿Cómo se explica esta caída vertical de la producción de caña y de azúcar? En gran medida, porque la extraordinaria rentabilidad del cultivo del algodón y el régimen excepcional de franquicias que se le brindó, de apoyo financiero, de insignificante tributación, de rápido retomo de las inversiones convertidas en dólares, y de absoluta libertad en la política de precios, competía ventajosamente con un cultivo que, como el de la caña, estaba de algún modo sometido al control indirecto de precios determinado por su incidencia visible en la economía popular.
Simplemente que el cañero dejó de cultivar caña y comenzó a cultivar algodón.
Como en muchos otros aspectos de la política económica de la Dictadura burguesa, el principio liberal de la regulación de la producción y el mer106
cado por la concurrencia de la oferta y la demanda, se convirtió en una norma insuficiente confrontada con su irreprimible deseo de servir a sus mandantes. De la indefensión de la masa consumidora y de la debilidad del pequeño productor, se pasó resueltamente a la planificación de la miseria popular y a la liquidación del pequeño productor, en obsequio de la burguesía exportadora a la que estimuló y respaldó como corresponde a un gobierno que le pertenece por todo concepto. La disminución del azúcar en la alimentación popular es algo que tenía sin cuidado a la Dictadura. Hasta que la incidencia en la balanza comercial y la de pagos de los u$s 18 millones destinados a la importación de azúcar, en dos gestiones agrícolas, le permitió descubrir, tardíamente, que no hay azúcar sin caña y que ésta no se cultiva porque el algodón que crece en su reemplazo enriquece ahora a otro sector de la burguesía agraria. La Dictadura encaró el problema que representaba esta contradicción de la manera más congruente. Resolvió estimular el cultivo de la caña autorizando un aumento del precio de ésta. Pero como no se trataba de beneficiar a un sector de la burguesía agraria, a costa de las utilidades de otro sector de la burguesía agroindustrial, decidió, transferir el incremento de los costos de fabricación de azúcar al consumidor. Así, los cañeros, incentivados por el sobreprecio, tornarían al cultivo de caña. Los ingenios aumentarían su producción y sus utilidades permanecerían intactas. Quedaba, solamente, el problema de la protesta popular que aunque siempre es posible someterla, podría crear un clima de intranquilidad ingrato para la rubia clientela de inversores privados extranjeros que no se decidían a comprar Bolivia.
¿Qué hacer? Se autorizó la fabricación de dos tipos distintos de azúcar. Uno de ellos, 11a
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mado "popular”, lo que en la mente de la Dictadura quiere decir apto para el consumo de ciudadanos de segunda clase, de subhombres, sería de una calidad notablemente inferior a la que siempre se consumió en el país. Para este tipo de azúcar de menor costo y menor propiedad alimenticia, los fabricantes harían el favor de mantener el precio que tenía el azúcar de mayor costo de producción y de mayor poder calorífico. El otro tipo, idéntico al que tradicionalmente se fabricó en Bolivia, se elevaría de precio. La Dictadura había encontrado dos maneras de enriquecer a los ingenios y dos modos de empobrecer a los sectores populares: menor calidad por el mismo precio y mayor precio por la misma calidad.
Como la especulación, alentada por la escaso/ de azúcar, continuó haciendo presa de las masas consumidoras, a pesar de la elevación de precios, la Dictadura encontró ocasión para exhibir una sensibilidad social insospechable. Por intermedio de su Ministerio de Industria y Comercio acometió resueltamente una campaña contra la especulación. Mediante avisos periodísticos, recomendaba al consumidor no confiar en su memoria y llevar consigo una libreta de notas para el registro de la dirección de aquellas tiendas donde tuviera la buena suerte de encontrar azúcar mc: nos cara. Y como no se podía pedir a la Dictadura una parcialidad tan manifiesta con el consumidor, también se acordó de los propietarios de los ingenios azucareros: dispuso que el Banco del Estado otorgara a los ingenios privados "La Bélgica’ y “San Aurelio”, sendos créditos a tres años plazo, por Sb. 9 millones y §b. 6 millones, respectivamente.
Sólo resta decir que, a pesar del déficit azucarero ya señalado, la Dictadura dispuso la exportación de 163.000 quintales. De este modo, cum108
plía ejemplarmente su programa: el país gastaba divisas del Estado en la importación de azúcar, y los fabricantes de azúcar, salvados de la obligación de venderla en la envilecida moneda nacional, guardaban para sí los dólares obtenidos en la exportación de su producto. Esta provechosa operación no ha sido repetida en la presente gestión agrícola. Pero no porque la Dictadura hubiera resuelto poner fin a este original intercambio, sino porque una ley norteamericana prohíbe la importación de azúcar de aquellos países que en 1972, no cubran sus necesidades internas. Como se ve, la Dictadura pro imperialista ha ido tan lejos que ha entrado en contradicción hasta con la ley norteamericana.
El área de cultivo del algodón subió, con el manifiesto estímulo de la Dictadura, en relación inversamente proporcional a la disminución de la destinada a la caña. Para la gestión agrícola del 71 al 72, el rendimiento de cuarenta y siete mil hectáreas aumentó el 100 °/o la producción algodonera (de 5.000 a 10.000 toneladas). ¿Cuáles son las condiciones bajo las cuales fue posible este incremento? ¿Que estímulos mueven esta opulenta actividad económica que, en el desa- rrolio histórico de nuestra sociedad monoexpoi- tadcra de productos naturales, inscribe el nombre del algodón junto al de la plata, de la goma o del estaño que en su tiempo caracterizaron un período y se identificaron con el predominio de una clase o de un sector de clase? ¿Qué otras circunstancias propicias han hecho posible que en los fardos de algodón anide y crezca este nuevo poder económico que combina las características regresivas del feudalismo terrateniente con la agresividad de la moderna empresa capitalista? Porque, claro está, el genio empresarial del reducido grupo que controla su exportación
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no puede explicarlo todo. ¡Al fin y al cabo, ellos no han inventado el algodón!
Veamos. Los campesinos están obligados a aportar el 65 % de los fondos requeridos para el financiamiento de 439 proyectos de desarrollo de las comunidades campesinas. De quince proyectos preparados por el Instituto Nacional de Colonización, en las zonas agrícolas tropicales y subtropicales, once han sido abandonados por falta de presupuesto. En ambos casos, citados a modo de ejemplo, los campesinos deben autofi- nanciarse o seguir roturando la tierra con el arado egipcio y resignarse a la desnutrición y su secuela de morbilidad y mortandad infantil. Para el financiamiento de la gestión agrícola de 1972 en cambio, los productores de algodón contaron con un crédito de u$s 15,7 millones, de los cuales u |s 13,3 millones comprometen la economía del Estado, por el origen del préstamo o por la intermediación en la administración dél mismo. ¿Qué representa esta suma? Es nada menos que dos y media veces el valor total de la producción algodonera de la gestión agrícola pasada y superior, cuando menos en 30 %, al valor total de la producción estimada para el próximo año.
La Empresa Nacional de Ferrocarriles del Estado acusa un déficit que la mantiene al borde de la quiebra. Sus administradores resuelven que el sistema tarifario tradicional en la Red Oriental debe ser sustituido por otro que tome en cuenta el valor de la mercadería transportada, lo que importa un aumento en las tarifas que pagan los productos agropecuarios. La Dictadura resuelve acoger el reclamo de los exportadores y deja sin efecto dicha disposición. Pero no todo está perdido para la Empresa de Ferrocarriles. Hay modos de ahorrar sin poner en110
riesgo el "despegue económico", mientras el Banco Mundial contempla el cumplimiento de otra de sus imposiciones: en aplicación del decreto de "Racionalización” N? 10.173, se decide el despido de 900 trabajadores de esa empresa.
La noción de impuesto a la renta lleva implícita la idea de-que a mayor utilidad corresponde mayor tributación. Pues la dictadura invierte este sentido y, segura de interpretar los deseos de los exportadores de algodón, para los que la indagación de sus costos y de sus utilidades por las autoridades de la Renta Nacional es una impertinencia, aprueba el Decreto Supremo N? 10245 que establece que: "Para la cosecha de algodón correspondiente al 71-72, el cumplimiento del pago de impuestos sobre utilidades debe ser objeto de un tratamiento especial, como un incentivo al cultivo de este producto", y, por tanto, decreta que los algodoneros cancelarán "u$s 0,50 centavos por quintal de algodón, sustitutivo, por esa gestión, del impuesto a las utilidades". Casi al mismo tiempo la Federación Departamental de Cooperativas Agropecuarias de La Paz protesta porque la Dictadura ha modificado la Ley de Sociedades Cooperativas e impuesto nuevas cargas tributarias sobre utilidades. Son dos "tra- tramientos especiales”, pero distintos.
Pero, no basta esa graciosa concesión tributaria. El pequeño grupo de ejecutivos de ADEPA que hegemoniza la actividad económica algodonera, ensaya una especiosa y cazurra argumentación por la que intenta probar que en Bolivia la fijación de un impuesto sobre la renta agrícola seria una tarea imposible a causa de la "ignorancia contable” de las masas campesinas analfabetas. Aunque no es el caso de estos ejecutivos letrados, que parecen más bien duchos en cuestiones tributarias, la ocasión es buena para capi
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tal izar hasta la ignorancia que tantos réditos ya ha dado a la burguesía exportadora a lo largo de nuestra historia. Van más allá y descartan el impuesto sobre exportación, justamente por las razones contrarias: "porque no toma en cuenta el margen de utilidad de la cosecha exportable”. Puesto que para los exportadores de algodón no es posible el impuesto sobre utilidades y tampoco lo es el gravamen sobre el producto bruto, es claro, que lo inadmisible para ellos es pagar impuestos, cualquiera que fuese el procedimiento o el monto. ¿Acaso ellos mismos no comienzan por reconocer que la agricultura debe tributar para el financiamiento del desarrollo de la misma agricultura? ¿Quién debe pagar impuestos en el campo? Naturalmente que los campesinos pobres. Y así volvemos al frustrado impuesto predial rústico que bajo el gobierno de la primera restauración se intentó imponer a las masas campesinas.
Parte de esos campesinos, a los que a pesar de su ignorancia contable el grupo monopólico de los algodoneros ha elegido para que lo reemplace en la obligación de pagar impuestos, son aquellos miles de hombres a los que el proceso de subdivisión de la tierra, generado en la reforma agraria pequeño burguesa, arroja en condición semiproletaria o proletaria agraria a las faenas de la moderna empresa agrícola. Son justamente ellos los que alquilan anualmente sus manos para recoger los capullos producidos por la tierra que no tienen. Se necesita un hombre para cosechar una hectárea. Cuarenta mil hombres en 1971 y sesenta mil en 1972. Pero como el salario y las condiciones generales de trabajo que se les ofrece no logran atraer ese número de campesinos desde otros puntos de la república, el presidente de ADEPA se dirige al coronel Ban-112
zer por medio de un radiograma: "Rogamos a su autoridad, dado carácter de emergencia, disponer de los conscriptos de las unidades de Santa Cruz para que puedan ser utilizados en las labores de recolección de algodón". La respuesta no se deja esperar. Se dispone el reclutamiento militar de los civiles en doce zonas del país. Como tampoco por este medio coercitivo se logra el número de brazos que deben enviarse a Santa Cruz, donde ya trabajan en la cosecha algunos centenares de menores de edad, el Ministro de Defensa declara: "Hay que salvar a cualquier precio la cosecha de algodón". Y añade: "En el futuro, esta será la forma de actuar de las Fuerzas Armadas en el programa de cooperación al desarrollo". La forma de cooperación a que se refiere el general Ministro de Defensa, es la intervención de toda la Octava División del Ejército. Siete mil quinientos reclutas son enviados a cosechar algodón. Esa es la respuesta que la Dictadura dio al radiograma del presidente de ADEPA.
¿Qué más se puede pedir? Créditos estatales superiores a los requerimientos de financia- miento; tarifas de transporte ferroviario estatal subvencionadas; exención de impuestos que deben pagar al Estado; cosecha por soldados que prestan servicio militar en la institución armada del Estado. Hay que confiar en que cuando menos esta vez a los empresarios privados no les parezca mal la intervención del Estado.
Hace algunos años que la relación producción-consumo de carne en Bolivia muestra un equilibrio inestable. A pesar de que se vive con la impresión de que el país produce la carne que necesita para el consumo de su población, lo cierto es que con alguna frecuencia ha debido tomarse en cuenta alguna partida de importa
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ción legal o ilegal. En los últimos añbsel consumo aumentó en 3,5 % al año, y la reproducción del ganado nacional es solamente el 3 %. Esta es una diferencia que, de convertirse en una tendencia sostenida, no puede menos que anunciar una rápida extinción, a pesar de las óptimas condiciones de crian2a que el país ofrece.
Pero, la Dictadura resolvió que era conveniente el fomento de la exportación de carne. Sin duda que lo era, pero no para el país ni para la economía popular; ni siquiera para los mil ochocientos ganaderos del Beni, sino para el pequeño grupo que en su representación controla el negocio de la exportación. El incremento de sacrificio de reses llegó al 5 % al finalizar 1971, y continuó aumentando en el curso de 1972. Cumplido el primer semestre del presente año, las exportaciones legales de carne totalizaran u$s 3,7 millones y nada hace pensar que éstas fueran superiores a las ilegales. El resultado inmediato fue una aguda escasez que hizo crisis en los centros mineros. La solución fue, naturalmente, el encarecimiento que, como en el caso del azúcar, se materializó por el sistema de la diferenciación de las calidades de carne, dependiendo de la clase social consumidora.
El gobierno militar del Brasil, en cuya imagen y ejemplo se inspira la Dictadura de Bolivia,' prohíbe las exportaciones de carne, en resguardo de su riqueza ganadera y de sus necesidades internas. Es más, hace la vista gorda al contrabando de ganado en pie que desde Bolivia y con la complicidad de las autoridades bolivianas, ingresa a su territorio fronterizo en cantidades cada vez mayores. Que sea justamente el Brasil, país que exporta anualmente 160.000 toneladas de carne, por un valor de u$s 200 millones, el114
que adopte esa medida proteccionista del consumo nacional, es algo que la Dictadura fascista prefiere ignorar. Son otras las medidas brasileñas que entusiasman a la Dictadura.
No importa que el Banco Agrícola preste el 75 % de su capital (u |s 29,1 millones), para el fomento de la ganadería, del cultivo del algodón y de la industria azucarera, con los resultados y en las condiciones ya conocidos. No importa que un día el pequeño productor de arroz, abandonado a su suerte por FENCA, organismo al que el Banco de Estado le niega un financia- miento de su cosecha por encima del 26 % de su valor, vea pudrirse sin destino el fruto de su trabajo, o que otro día el consumidor no tenga arroz que comer. No importa la liquidación de IMBOLCA y la entrega de los pequeños productores de café a los turbios manipuleos de los res* catadores que venden "cupos de exportación” y no granos de café. No importa que las tarifas de energía eléctrica suban en aplicación en un Código de Electricidad que convierte al consumidor en el verdadero deudor del dinero que un banco norteamericano prestó a la Bolivian Power Co. No importa que Bolivia pase, en un solo año, de la condición de exportador a la de importador, y de la de importador a la de exportador de los mismos productos, obedeciendo, no al volumen de nuestra producción, ni siquiera a su valor exportable, sino al margen cambiante de utilidades que deja en poder de los grupos hegemónicos de la burguesía exportadora. No importa que los excedentes exportables no sean resultado de una producción muy grande, sino de un consumo muy pequeño, y tampoco que esto no se deba el escaso número de habitantes, sino a la miseria de la población consumidora. Nada de eso importa. Lo que realmente interesa
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es que los empresarios de la burguesía exportadora que' integran el FPN utilicen el poder para hacer buenos negocios. Para eso lo tomaron el 21 de agosto y en eso lo utilizan metódica e implacablemente. Pero nunca mejor que en el negocio de la devaluación monetaria qüe el imperialismo comparte con ellos y la Dictadura, aunque en proporciones distintas de provecho.
La D ictadura declaró form alm ente que "no optaría por la devaluación m onetaria, por con stitu ir una alternativa d esven tajosa para el país". Y cuarenta y och o horas después de adoptada la alternativa d esven tajosa, el Fondo M onetario Internacional (F M I), afirm aba que aprobó la devaluación de la m oneda "propuesta" por la d ictadura. Con ello , el FMI pretende que, aunque dicha m edida m erece su conform idad técn ica y aun su apoyo financiero , no tiene parte en la responsab ilidad de la in iciativa. Tam bién la Dictadura se ha m ostrado m uy interesada en extender un certificad o de inocencia en ben efic io del FMI. Y aquí con cluyen las coin cid en cias. Porque en la exp osic ión de los m otivos determ inantes de la devaluación , am bos acusan una desintelijTencia tan o m ás inquietante que la con cert ada excu 1 paci ó n .
El FMI sostien e que la causa no es otra que “un crónico d eseq uilib rio en la balanza com ercial”. Pero ocurre que en los ú ltim os cin co años el valor de las im p ortacion es fue de uSs 832,5 millones y el de las exp ortacion es de uSs 863,5 millones, lo que evidencia un saldo favorable de uSs 31 millones. En 1970, el sa ldo a favor fue de uSs 29,6 m illon es. S ólo en el prim er sem estre de 1972, la balanza com ercial arrojó una sum a a favor de uSs 8,5 m illon es. Tal vez convenga, m ás b ien , d irigir la m irada hacia la B alanza
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de Pagos. E ncontraíam os que la de 1969 dejó un superévit de u$s 0,5 m illon es, y la de 1970, otro d e u js 5,2 m illon es, lo que perm itió increm entar las reservas internacionales. D ejem os para después el an álisis de lo ocurrido a este respecto en las dos ú ltim as gestion es adm inistrativas, pero puntualicem os que esto de la Balanza de Pagos ya tiene algo que ver en el asunto, cuando m enos en lo concern iente a lo s m otivos financieros que aprem iaron a la Dictadura.
En cuanto al pen sam ien to de la D ictadura, conten ido en el decreto respectivo, enuncia los efectos b u scad os y m enciona só lo d os causas que están m uy lejos de revestir el carácter determ inante y perentorio que habría explicada una m edida de las graves consecuencias que tiene la devaluación m onetaria. D ice el decreto que una de ellas es la necesidad de poner fin a un plan de estab ilización que n o puede ser indefinido, lo que sign ifica que, p u esto que las cosas tienen que term inar algún día, cualquier día es bueno para que term inen. La segunda explicación es casi tan in teligente com o la anterior. Se refiere a la artific ia lid ad ” del tipo de cam bio vigente por quince años. ¿En qué queda ese dogm a de fe en la determ inación del valor por la libre concurrencia de la oferta y la dem anda? ¿Cóm o pudo el dólar "artificialm ente" barato m antenerse durante quince años bajo las narices de gente de tan buen o l fa to , sin que hubiera reparado en la con ven ien cia de com prarlo? La verdad, de la que la d ictadura m uestra só lo el revés, es que la estab ilid ad m onetaria se basa en el su m in istro de un respaldo en m oneda extranjera no generado por la propia econ om ía v d estinad o a com pensar el d eseq uilib rio entre la dem anda y la oferta , aum entando esta ú ltim a. Por tanto , la preservación d el tip o de cam b io durante tres lus
tros no es en absoluto una prueba de salud económica nacional, sino de miseria. La economía nacional no tuvo, en las condiciones de simple subsistencia en que se mantuvo su desarrollo, capacidad de absorción de ese fondo de estabilización exógeno. La política cambiaría de los gobiernos de la burguesía hizo todo lo posible por la dilapidación de las reservas. La dictadura hizo hasta lo imposible. Se mantuvo (porque es una de las exigencias fundamentales del Acuerdo con el FMI), el régimen de libre cambio y Bolivia fue durante quince años el único país donde cualquiera podía comprar cualquiera cantidad de dólares con cualquier propósito. Desde el atesoramiento del dinero originado en malversaciones de fondos fiscales y depositado en una cuenta numerada de la banca suiza, hasta la importación de helados peruanos a una ciudad que, como La Paz, está rodeada de hielo. A ello se añade un estado de liquidez que permitía, con un 20 9b de los medios de pago ($b 1.777 mi- llonés), comprar la totalidad de las reservas (u$s 33 millones).
Puesto que nadie imponía restricciones a la compra de dólares y sobraban billetes con qué comprarlos, ¿cómo se explica tanto y tan prolongado desinterés por comprar algo tan "artificialmente’’ barato? Porque una parte del dinero está inmovilizado por las propias y constantes necesidades de su empleo en el pago de bienes y servicios, y porque, en gran medida, está en manos de las masas campesinas y obreras cuya condición económica y nivel de vida las mantienen al margen de las actividades especulativas. Pero también porque los sectores de mayores ingresos, luego de la anulación temporal de la clase terrateniente y de la expropiación de la gran minería, tardaron en desarrollarse y concentrar118
se hasta adquirir la magnitud y características que ahora tienen la minería mediana y la agroin- dustria, vinculadas ya al mercado y circuito financiero internacional, lo que por mucho tiempo limitó su capacidad de compra especulativa de divisas. El régimen de libre disponibilidad que a esos sectores de exportación permitía la retención del total de la moneda extranjera proveniente de sus ventas al exterior, prolongó esa limitación. Finalmente, está el hecho de la progresiva confianza de las capas medias de la población en la estabilidad de nuestro signo monetario. Todo lo cual limitaba la demanda a términos que no podían poner en riesgo de agotamiento al fondo estabilizador.
¿Cuándo se rompe este equilibrio?Los tres ministros de finanzas que hasta
ahora tuvo la Dictadura repitieron a su turno que las reservas se incrementaban constantemente o, en el peor de los casos, que se mantenían en un nivel estable que garantizaba la preservación del tipo de cambio. Veamos. En los últimos siete años las reservas del sistema bancario se mantuvieron en una suma próxima a los u$s 33 millones. En 1970 subieron a u$s 38,6 millones. Pero a junio de 1972 cayeron hasta u js 28,1 millones. En 1971, las compras del Banco Central fueron de ufs 174,7 millones y sus ventas de u$s 193,2 millones. El déficit general de la gestión es de u$s 8,5 millones. En el primer semestre de 1972, este déficit aumenta en u$s 6,7 millones. El total de u$s 15,2 millones, para una gestión y media, es el mayor déficit de los últimos 10 años para un período semejante. ¿Por qué se da esta diferencia desfavorable? Substancialmente por el empleo que la dictadura hizo de las reservas internacionales para cubrir el déficit dé la Balanza
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de Pagos. ¿Por qué, se produce este déficit? Por el pago neto que demandó la retribución de inversiones.
Otro factor coadyuvante es la creciente presión de la demanda del sector privado. ¿Cómo se explica esta demanda de dólares? Por las mayores compras de un sector que termina adquiriendo cuatro veces más divisas que las que produce. El Estado aporta el 80 % de los dólares provenientes de todas las exportaciones del país, y el sector privado solamente, el veinte por ciento. Pero el sector privado utiliza el ochenta por ciento de esos dólares y el sector público solamente el veinte por ciento. En 1971 el sector privado compró u$s 156,4 millones, y el sector público solamente u$s 36,8 millones. Del total comprado por el sector público, las empresas descentralizadas (COMIBOL, ENAF e YPFB), que son las que aportan la casi totalidad del 80 % correspondiente a las ventas del sector público, adquirieron solamente u$s 19,9 millones (el lO %). En el primer semestre de 1972, el sector privado vendió u$s 21,6 millones, pero compró u$s 73 millones.
A pesar de la im portancia del déficit de u$s 6,7 millones correspondiente al primer semestre de 1972 en el mercado de cambios, ¿puede afirmarse que revela una tendencia a tal punto amenazante para las reservas monetarias que determinó la devaluación? No, en absoluto. En 1967 el déficit fue de u$s 10,8 millones y, sin embargo, no se adoptó esa medida. ¿Por qué, pues, se ha procedido a esta devaluación en frío que la dictadura presenta bajo el nombre de "Nuevo Plan de Estabilización"? Por las siguientes razones: 1?) Por exigencia del . Banco Mundial que, mediante la infrevaloración de la mo120
neda nacional, proyecta mejorar la capacidad de pago del Estado para viabilizar el financiamiento global de la desnacionalización de los sectores básicos y estratégicos de nuestra economía, bajo la forma de Sociedades Mixtas beneficiarías de préstamos que el Estado debe garantizar. 2?) Para ofrecer a los inversores privados extranjeros, atraídos por la Ley de Inversiones y la de Hidrocarburos, una relación monetaria que asegure, por el envilecimiento de nuestro signo monetario y la sobrevalorización del dólar, un costo de producción más bajo que le permita mejores condiciones de competencia y mayores márgenes de rentabilidad, dentro de los mercados regionales y subregionales. 3?) Para modificar el régimen de ingresos estables en moneda nacional que la burguesía exportadora nativa obtenía por la venta de los dólares generados por sus ventas al exterior y, de este modo, incrementar el margen de sus utilidades. 4?) Porque la Dictadura necesita aumentar el rendimiento en moneda nacional de los dólares generados por las exportaciones de las empresas descentralizadas del Estado, pero no con destino a obras de desarrollo, sino para equilibrar el cuantioso déficit fiscal. De este modo, eleva su capa¿idad de endeudamiento hasta los límites fijados por las exigencias del Plan Desnacionalizador del imperialismo y el Banco Mundial y cede a la inocultable presión del FMI.
El decreto desvalorizador de la Dictadura confiesa el primer objetivo al afirmar que su aprobación " . . . debe estar necesariamente condicionada a la obtención de un substancial financiamiento externo..."; reconoce el segundo propósito al sostener que busca modificar una "...posición competitiva de Bolivia que desalienta la expansión de nuestras exportaciones...";
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acepta la tercera finalidad al afirmar que na debe seguir .ocasionándose ingresos fijos en moneda nacional al sector exportador.. .". En cuanto .al cuarto objetivo, este Decreto del Hambre no lo menciona porque implicarla la admisión del sentido oculto que tiene el primero y las consecuencias finales de toda su servil política económica.
Usualmente, los países que acuden a limitadas desvalorizaciones periódicas, ló hacen a là zaga de la modifícación del tipo de cambio operada en el mercado "negro'* o "paralelo". Lá fijación dé las nuevas paridades tiende a aproximar la cotización oficial a la ilegal, Sin alcanzarla nunca. En Bolivia la Dictadura ha invertido los términos y fijado ün tipo de càmbio (9b 20 por dólar) que deja lejos la cotización determinada por las transacciones ilegales ($b 16 ó 17 por dólar): No se trata, pues, de una desvalorización cualquiera, sino de ún brutal envilecimiento de la moneda.
¿Cuáles son los beneficios que el Decreto dél Hambre reporta a sus autores, legalizadores y destinatarios? Con excepción, naturalmente, dél provecho que ya obtuvieron aquellos que, enterados de la inminente devaluación, se apresuraron a comprar dólares en el Banco Central, con pesos bolivianos prestados por el Banco Central. El Banco Mundial ha puesto a su cliente, la Dictadura, en estado financiero lo suficientemente solvente como para hacerse merecedor del crédito que hará posible la desnacionalización del patrimonio económico del Estado y de la nación. La Dictadura, a su vez, ha dado solución transitoria a un déficit que ponía de manifiesto su incapacidad y deshonestidad administrativas, pero sobre todo el irremediable fracaso de la política económica de la burguesía monopólka. Los122
inversores extranjeros que se aprestan a la asociación mixta con un Estado en minoría, han obtenido la seguridad de que encontrarán un país no sólo pacificado, sino también muy barato. El Decreto del Hambre establece, por ejemplo, que la producción exportable de goma, castaña, o la del campesino que una vez al año recoge una magra cosecha de café, debe pagar el 15 % sobre el valor neto. Pero el petróleo de los inversores que al amparo de la Ley de Hidrocarburos lleguen al país, está liberado de esta tributación. ¡La Dictadura no podía olvidar a sus connacionales! Los tiene en cuenta en toda disposición. El artículo 35? del Decreto del Hambre dispone que nadie estará exento del pago de impuestos, que nadie gozará de liberaciones aduaneras, con excepción, naturalmente, de todas aquellas concedidas por la Ley de Inversiones y la de Hidrocarburos, en favor de las empresas extranjeras que se acojan a los beneficios de ambas. Las empresas del sector público deben pagar todos los impuestos y regalías “al igual que cualquier otra persona natural o jurídica”. ¡La Gulf no es cualquiera persona, no faltaba más!
La burguesía exportadora monopólica tendrá su parte. El volumen de sus exportaciones está por encima de los u$s 50 millones anuales. Al tipo de cambio de $b 12 por dólar, ella obtenía $b 600 millones. Al tipo de cambio de $b 20 el dólar, obtendrá $b 1.000 millones. La diferencia de $b 400 millones que obtiene se convertirán, en el régimen de libre cambio, en u$s 20 millones, que incrementarán sus utilidades.
¿Cuáles son las consecuencias para el pueblo? Los sectores medios de la población, con un nivel de ingresos ligeramente superior al de simple subsistencia de las masas obreras y cam
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pesinas, pero todavía muy lejos de la condición propietaria de la clase burguesa, contribuyeron al ahorro en moneda nácional. Ciento siete mil ahorrantes entregaron un total de $b 345 millones a las Asociaciones y Cooperativas. Si se suman los $b 441 millones depositados en las cuentas de ahorro de las Cajas, observaremos que los $b 786 millones ahorrados que antes de la devaluación representaban u |s 65 millones, ahora se han reducido a u$s 39 millones. Cien mil ahorrantes y las familias que de ellos dependen, medio millón de personas a las que se les ha despojado de treinta y nueve millones de dólares.
El total del circulante alcanza a $b 1.777 millones, con un equivalente, en números redondos, de u$s 140 millones. El 24 % está depositado en cuentas corrientes y el 76 % está en manos del público, en efectivo. Se estima que de esta suma una cantidad apreciable pero indeterminada permanece inmovilizada o semiinmovilizada en manos del campesinado. El equivalente de u$s 140 millones a que alcanzaba el circulante antes de la devaluación, se ha reducido, por efecto del nuevo tipo de cambio, a solamente u$s 85 millones. Todos los tenedores de dinero han perdido un total de cincuenta y cinco millones de dólares.
En los últimos siete años el costo de vida registra un aumento del 39 %. Pero en un solo día, el 27 de octubre, subió en el doble. En 1965 y por decreto complementario del Plan Triangular, se rebajaron en 45 % los salarios de los trabajadores mineros. En 1972 el Decreto del Hambre disminuye a la mitad los sueldos y salarios de todo trabajador. En ambas ocasiones, los inspiradores y los ejecutores son los mismos. El valor adquisitivo de los sueldos y salarios ha sufrido una pérdida inicial efectiva del 67 % y124
una incalculable disminución progresiva determinada por el efecto incesantemente desvalori- zador que tendrá el congelamiento de sueldos y salarios, por una parte, y el incontrolable encarecimiento del costo de vida, por otra. ¿Cómo compensa a los trabajadores la Dictadura? Con un aumento equivalente al 12 % del promedio de las remuneraciones vigentes en la industria manufacturera, minera, petrolera y en las funciones públicas y privadas.
¿Dónde va a parar la mitad del salario o sueldo de todo trabajador? Es que el gobierno norteamericano piensa que la clase trabajadora de Bolivia debería compartir con el tesoro norteamericano la carga de financiar el plan económico que la Dictadura burguesa ejecuta en servicio del imperialismo. Eso es todo. Ante la protesta que los trabajadores que se resisten a tolerar un decreto que los condena al hambre, la Dictadura responde cercando los centros fabriles con tanques. Pero cuando el reclamo surge de algún sector de la burguesía que, por las contradicciones propias del sistema capitalista, resulta menos favorecido que otro, la Dictadura hace saber que: “El Gobierno ha optado por revisar algunas de las medidas complementarias a la devaluación monetaria, después de que influyentes sectores empresariales privados manifestaron su disconformidad con ellas".
¿Quién gana y quién pierde con el Decreto del Hambre? Las respuestas llegan en el lenguaje propio de las clases y los sectores beneficiados o afectados. El imperialismo celebró la medida con un respaldo de u$s 54 millones (u$s 24 millones del gobierno de los EE. UU. y u$s 30 millones del FMI). A la burguesía exportadora, Banzer le recuerda: "En cuanto a la empresa privada, ahora que el Estado ha hecho su parte, cuenta con una
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alternativa para lograr sus objetivos. Pero la Dictadura toma conciencia de que ha suscrito el acta de su defunción política: “No existe otra opción. Tenemos que creer en nosotros mismos, porque el que pierde la fe, ha perdido la batalla”. Tres días después de esta confesión de Ban- zer, los tanques avanzan sobre los barrios fabriles a imponer la devaluación monetaria y a perder la primera batalla. Cae la primera baja en las filas del pueblo. La clase trabajadora ha pasado de la resistencia pasiva a la barricada. ¡Esa es la respuesta!
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3. La ocupación del país
El rápido, profundo y extenso desarrollo político de las masas bolivianas, el extraordinario ritmo de su radicalización y de su ascenso, planteó al imperialismo norteamericano la necesidad inaplazable de restablecer en el poder a la burguesía proimperialista para afianzar su dominación interna. La peligrosidad que para el imperialismo entrañaba el simultáneo aunque distinto desarrollo político liberador que en Bolivia, Perú y Chile se daba antes del 21 de agosto, amagando sus intereses hemisféricos sobre el Pacífico e introduciendo un importante factor de desequilibrio continental en la correlación regional de fuerzas, hizo que la ocupación de Bolivia dejara de ser un problema referido solamente al control del poder interno y se transformara en una exigencia para la restauración de su dominación en el extremo sur de América. La intervención norteamericana en el golpe del 21 de agosto y la consiguiente eliminación de uno de esos tres factores nacionales de perturbación, justamente de aquel donde el desarrollo político de las masas oprimidas y el nivel de su conciencia revolucionaria se manifestaban más radicales, debía tener, como consecuencia de ello y de la particular posición
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geográfica de Bolivia, el efecto de una seria agudización de la vulnerabilidad externa del proceso liberador que se operaba en los otros dos países.
En esencia, la lucha por el poder en el área de la dependencia siempre tiene un carácter internacional. Pero la manifiesta internacionaliza- ción regional de la lucha por el poder en Bolivia corre paralela no solamente al cambio del contenido de clase de las corrientes en pugna y a la modificación cualitativa del desarrollo político revolucionario interno, sino al cambio de la correlación de fuerzas en el plano internacional. Internamente, la lucha por el poder ya no se da entre sectores de una misma clase burguesa por cuotas de poder, sino entre clases antagónicas por la totalidad del poder. Internacionalmente esto se desarrolla en un conflicto entre la nación explotada y la metrópoli explotadora. Es esta contienda la que, en el marco de la explotación neocolonial de América Latina, puso en movimiento represivo a la estructura continental de dominación que desembocó en la intervención delegada brasileña en el golpe del 21 de agosto.
Desde el punto de vista económico, Bolivia es para el imperialismo un mercado irrenuncia- ble de abastecimiento de recursos naturales no renovables de carácter estratégico que no produce y cuyas fuentes tradicionales de suministro se escapan progresivamente de su control. Pero también para el gobierno brasileño Bolivia es no sólo el campo de acción de la misión política delegada por los EE. UU. de contener regional-. mente el proceso de liberación revolucionaria, sino el mercado inscrito en los proyectos expan- sionistas del desarrollo industrial capitalista de la burguesía brasileña cuyos intereses traduce ese gobierno en planes de ocupación y de anexión militar.128
¿Cuáles fueron los factores Internos que el imperialismo puso en movimiento para la ejecución del golpe restaurador de su dominación en Bolivia?
La intervención directa de una burguesía minera controlada por el imperialismo a través de la inversión, del financiamiento o del mercado y afectada por la intervención monopólica o simplemente competitiva del Estado en el campo de la minería, de la comercialización y de la metalurgia. La participación de una burguesía agraria surgida de las nuevas relaciones de producción establecidas en la explotación de la tierra y vinculada al capital financiero internacional. La combinación de estos dos sectores de clase que reemplazan a la vieja alianza del superesta- do minero con la clase terrateniente y que permitió el control oligárquico del poder durante la primera mitad de este siglo, constituyó el comando nativo del golpismo proimperialista. La acción de respaldo de la burguesía comercial, industrial y bancaria, íntimamente ligada^ a la minera y la agraria. La adhesión inactiva de los pequeños empresarios dependientes de Jos grandes grupos empresariales de la burguesía proimperialista que monopolizan la producción, el crédito y el comercio. La temerosa conformidad de la pequeña burguesía que se sentía políticamente desplazada por el desarrollo revolucionario y a la que la derecha presentaba como víctima de una inminente expropiación anárquica e indiscriminada. La anulación de las capas medias de la población y aun de los sectores pobres no obreros a los que la provocación y la propaganda reaccionaria mostraban como marginados de un programa político excluyentemente proletario. La neutralidad de algunos sectores obreros política
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mente atrasados e influidos por el nacional populismo y la prédica sindical salarialista. La dispersión y la pasividad de las masas campesinas minifundiarias, explicablemente rezagadas en el proceso de ascenso revolucionario que ya no se movía ideológicamente con la pequeña burguesía antifeudal, sino por la concepción proletaria an- timperialista y antiburguesa.
En el aspecto militar, el control ideológico y organizativo de las estructuras de mando de las FF. AA. y la presencia de los sectores reaccionarios y golpistas que fueron mantenidos en situaciones de mando superior; la Influencia política que en el grueso de la oficialidad tuvo el desplazamiento hacia posiciones regresivas de las capas medias de que son originarios; el efecto unifica- dor que tuvieron las provocaciones de un antimilitarismo indiferenciador; y el uso que la derecha hizo de esas provocaciones para suscitar un sentimiento de autodefensa profesional colectiva e individual, todo lo cual concluyó por anular la acción francamente minoritaria de una fracción progresista pero vacilante.
En el aspecto político, el imperialismo dispuso del Movimiento Nacionalista Revolucionario y de Falange Socialista Boliviana, partidos a los que unió en un pacto conspirativo forzoso para dar una cobertura política a la alianza de los ejecutivos de la Confederación de Empresarios Privados con los altos mandos castrenses, única manera de encubrir la índole clasista y proimperialista del golpe. El MNR es el partido que representó a la pequeña burguesía antifeudal y antioligárquica al inicio del proceso revolucionario de 1952, concluyó encabezando al sector proburgués de esa clase oscilante en una deserción que le llevó a pactar con la burguesía hege- mónica y a claudicar ante el imperialismo. Para130
el proletariado de mayor conciencia de clase y nivel político, el MNR ya era un partido contrarrevolucionario. Para las capas políticamente atrasadas de la clase trabajadora y para la pequeña burguesía no reaccionaria, conservaba alguna imagen progresista. Para la burguesía industrial, comercial y bancaria, era un partido convertido a su causa y entregado a su servicio, aunque de lejanas raíces populistas que le intranquilizaban inmotivadamente. Para la vieja clase terrateniente, era el antiguo partido expropiador identificado con la Reforma Agraria. Para las FF. AA., era el partido del que les separaba un imborrable rencor institucional derivado de su derrota armada en 1952 y de la dominación política que ejerció sobre ellas por muchos años. Para el imperialismo, el MNR era el partido que en su doble condición de conductor y traidor al proceso revolucionario del año 52, ofrecía una ventaja también doble. Servía para atrapar a las capas pobres de la pequeña burguesía en la confusión ideológica de sus postulaciones "policlasistas", y para neutralizar a los sectores obreros de menor formación política con ayuda de la imagen vaga e impropiamente progresista que conservaba a causa de su derrocamiento por el golpe militar del 4 de noviembre de 1964. Pero también ofrecía la garantía de su probado transfugio político y, por tanto, de su utilidad como correa de transmisión de la burguesía proimperialista al poder. La encubierta participación de este partido en el fracasado golpe fascista del 4 de octubre de 1970 y su ulterior expulsión del Comando Político de la Asamblea Popular, fueron insuficientes para desenmascararlo del todo ante las masas.
La necesidad de compatibilizar la utilidad política que podía prestar el MNR, con la injustificada y débil desconfianza que inspiraba a las
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FF. AA. a parte de la burguesía tradicional, llevó al imperialismo a exigir la alianza del MNR con FSB, partido éste cuyo origen de clase, vocación militarista, coincidencia ideológica con la radica* lización de la derecha y antigua y apasionada enemistad con el MNR, cumpliría el papel de aval del carácter inofensivo que asumiría la participación movimientista en el golpe, haciendo posible el levantamiento del veto militar que pesaba contra el partido jefaturizado por Paz Estenssoro.
¿Cuáles han sido los efectos sociales y políticos del golpe? En primer término se ha operado un cambio en la composición de clase del poder. De manos de la pequeña burguesía nacionalista ha pasado a manos de la burguesía proimperialista, en mayor medida y con un carácter más resueltamente oligárquico que en el caso del gobierno de la Restauración concluido el 26 de setiembre de 1969. Hasta entonces la burguesía proimperialista participaba del gobierno por medio de viejas y casi inexistentes agrupaciones políticas reaccionarias, unidas al oportunismo de derecha y de izquierda. Ahora lo hace por la intervención directa en el gabinete de los ejecutivos de las empresas privadas monopólicas. El desarrollo de la lücha de clases ha polarizado la contienda por la captura del poder. Esta polarización ha traído como consecuencia la radicalización de las posiciones de clases antagónicas. La izquierda se ha hecho revolucionaria y la derecha se ha tomado fascista. Para la derecha, derrotada ideológicamente, el fascismo es hoy en Bolivia la última trinchera de fuerza donde se bate en retirada, como en su tiempo fue el nacional populismo claudicador su última simulación para sobrevivir históricamente. Agotada ideológicamente, incapaz de contar con un partido de masa? que exprese sus intereses, la burguesía liberal proimperialista132
ha recurrido a la impostura de un nacionalismo chauvinista para dar coherencia política a su inevitable fascistización. Pero esta apelación desesperada a la violencia la ha obligado a renegar de la propia institucionalidad y de la legalidad burguesa que durante un siglo y medio invocó y usó para conservarse en situación de dominio. Se ha desembarazado del orden jurídico e institucional que ayer legitim aba su condición, explotadora, porque hoy se ha convertido en un osbtáculo para la guerra a muerte que ha declarado contra las fuerzas sociales que la lucha de clases y el desarrollo histórico empujan hacia el poder. La burguesía se ha desenmascarado. Y la consecuencia es que la democracia burguesa se ha convertido en la Dictadura de clase de la burguesía. Ese es el carácter que asume el gobierno surgido del golpe del 21 de agosto: una Dictadura burguesa pro- imperialista que esgrime el nacionalismo para explicar políticamente su fascistización.
Con los objetivos y los instrumentos señalados, sobre la base de las condiciones sociales y políticas generales a referidas, y con el poder dictatorial en manos de la burguesía, el imperialismo inició la ejecución de un plan que reconocía dos etapas de realización. En la primera se propuso utilizar al máximo las ventajas derivadas de la situación de fuerza para crear las condiciones políticas, económicas y sociales favorables a la consolidación del poder de la burguesía proimperialista. En la segunda pretende el repliegue táctico de las FF. AA. a sus cuarteles, su conservación como el factor de poder determinante, y su reemplazo en Junciones de gobierno por una alianza orgánica de los partidos golpistas que pudiera llenar el vacío de poder político de la derecha y asegurar continuidad al proceso restaurador de la oligarquía.
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¿En qué medida se cumplieron estos planes? Fracasaron en la primera etapa. Fracasarán en la segunda.
En lo político se propusieron la liquidación de la izquierda revolucionaria, el exterminio de su vanguardia, la dcspolitización del movimiento universitario y estudiantil, la conscripción política de las masas en las filas del nacional populismo proburgués y la preservación de la estabilidad política. Pero fracasaron. Ñi la proscripción de las fuerzas revolucionarias, ni la prisión y muerte de muchos de sus dirigentes, ni la adopción de un régimen punitivo pseudo legal que suprimió el "habeas corpus” y estableció la pena de muerte para castigar la militancia revolucionaria y el compromiso patriótico, ni la cancelación de todas las libertades, garantías, derechos y fuero democráticos y sindicales, ni la explotación chauvinista e hipócrita del sentimiento patriótico del pueblo, ni el cuantioso respaldo económico oficial y privado al FPN, ni el reparto masivo de puestos públicos, de prebendas económicas y de impunidad para el robo y el crimen, nada de eso ha hecho posible que los partidos oficialistas y la ideología burguesa avancen a costa de las posiciones revolucionarias en el seno de las clases desposeídas y oprimidas. Tampoco la suspensión del año escolar, ni la clausura de las universidades, ni la supresión de la autonomía universitaria y la entrega del sistema pedagógico superior a una estructura clasista dependiente dé la autoridad individual del presidente de turno de la Dictadura, han podido ni podrán destruir el espíritu combativo y la insobornable conciencia revolucionaria y patriótica de la juventud boliviana.
En lo económico proyectaron la desnacionalización de los sectores básicos y estratégicos, la privatización de las empresas del Estado y el fo134
mentó de un desarrollo capitalista y dependiente. Pero también prometieron, por razones políticas, la activación general de la economía, el bienestar económico de las capas medias, la creación de nuevas fuentes de trabajo, la defensa del valor adquisitivo de las remuneraciones, la preservación de la estabilidad monetaria y la absorción de la mano de obra desocupada. Pero fracasaron. Han aprobado las leyes desnacionalizadoras y las han empleado. Han comprometido el agotamiento de las reservas petroleras, y las están agotando. Han fomentado el enriquecimiento de la burguesía y la concentración de la riqueza, pero lo han hecho empobreciendo a todo el pueblo, elevando el costo de vida, disminuyendo los sueldos y salarios y aumentando la cesantía.
En lo social se propusieron utilizar al MNR en la desarticulación de la COB, de la FSTMB y, en general, en la suplantación de la organización obrera revolucionaria por el sindicalismo amarillo; preservar la paz social marginando a la clase trabajadora de la represión masiva, sólo táctica y temporalmente, y conservando el nivel de sus remuneraciones; anular políticamente al campesinado mediante la extensión y profundización del "pacto” militar campesino; y mantener a la pequeña burguesía unida a los intereses políticos de la burguesía. Pero fracasaron. La conciencia revolucionaria de la clase obrera identificó a los agentes y a los desertores, defendió la independencia de sus organizaciones sindicales y eligió a dirigentes con tradición de lucha. Los sectores medios y pobres de la pequeña burguesía, defraudados en sus expectativas de bienestar, han dado la espalda a la burguesía proimperialista y comienzan a'moverse en dirección de la clase pbre- ra. Las masas campesinas, empujadas por la pobreza, inician la ruptura del cerco militar "pacta
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do”. La clase trabajadora rompe la paz social impuesta por el terror y gana las barricadas.
En cuanto a la segunda parte del plan consistente en el relevo constitucional de las FF.AA. en funciones de gobierno, por una alianza orgánica de los partidos golpistas que haría posible el repliegue táctico de la institución castrense, también fracasará.
El FPN está compuesto por el Alto Mando Militar, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), el MNR y FSB. Los dos primeros organismos son los determinantes porque representan de modo directo los intereses de clase de la burguesía proimperialista, en cuanto institución de fuerza contralora del poder gubernamental y como comando oligárquico poseedor del poder económico, respectivamente. El primero de ellos hizo esfuerzos inútiles, que ya ha abandonado, por completar la unificación del MNR y FSB que el imperialismo impuso como requisito para el apoyo internacional al golpe del 21 de agosto. ¿Por qué estos partidos que cumplieron la exigencia de su reconciliación conspirativa para llegar al gobierno, no pueden aceptar la de su fusión para heredarlo?
Porque los intereses de clase que representan, inicialmente confundidos, son distintos, tienden a diferenciarse inevitable y rápidamente y entrarán en contradicción. FSB fue el partido joven de la clase terrateniente afectada por la Reforma Agraria. El MNR fue el partido de la pequeña burguesía insurgente que anuló a esa clase. Aunque el proceso inconcluso de afectación de la tierra dio origen al capitalismo agraiio con que el MNR está identificado, lo que lo ac "edita vinculado con los intereses de la burguesía (una parte de la comercial también se formó o fortificó bajo su Gobierno), la subsistencia de formas feudales136
y semifelídales de explotación de la tierra preserva una contradicción en el seno de la oligarquía que las relaciones del MNR y de FSB no pueden menos que expresar en el plano político. En suma, que los intereses de clase o grupos de clase subsisten y que, en consecuencia, las diferencias entre los partidos que los representan también se preservan. En la conspiración y el disfrute inicial del poder, los intereses de la burguesía y de la pequeña burguesía parecieron confundidos. Pero el control del poder por la burguesía monopólica y el daño que la pequeña burguesía ha sufrido a causa de la política económica de la Dictadura, han restablecido las diferencias que a medida que pasa el tiempo tienden a acentuarse. Esta es la razón fundamental de la impracticabilidad de la fusión que el imperialismo pretende. Los partidos no pueden estar sino allí donde están las clases cuyos intereses representan, ni siquiera tratándose de uno tan oportunista como el MNR, pues FSB es reaccionariamente consecuente. Y la burguesía no puede mantener la adhesión política de la pequeña burguesía si su potenciamiento desde el poder se realiza parcialmente a expensas de los intereses de ésta.
A esta contradicción de clase se añaden las contradicciones derivadas de las relaciones del gobierno de los EE. UU., el Alto Mando de las FF. AA.. y la CEPB, con uno u otro partido, en función de la defensa de sus respectivos intereses que, siendo esencialmente coincidentes, manifiestan tendencias tácticas progresivamente diferenciadas en sus expresiones políticas inmediatas. Para el imperialismo el MNR converso, por su incomprensión original del carácter antimperialista que asume la lucha por la justicia social, su identificación con el propósito general de modernización burguesa de la sociedad (del feudalismo al
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capitalismo agrario), como meta histórica, por la ambigüedad, de su posición ideológica "policla- sista", por la influencia que pudiera ejercer sobre las masas campesinas propietarias, por el peso político que pudiera conservar entre las capas pobres de la pequeña burguesía, por su populismo demagógico de otra hora, por su probada resistencia pequeño burguesa aí avance de la clase obrera, por su sincera .reconciliación con la derecha; por su eficaz servicio a los intereses imperialistas, por la experiencia adquirida por algunos centenares de funcionarios medios'en más de una década de ejercicio del poder, mostraba las condiciones que lo recomendaban como al heredero gradual del gobierno surgido el 21 de ágosto. En FSB, en cambio, reconoce el imperialismo la representación de un sector anacrónico de la sociedad, sin gravitación política popular ni poder económico, de utilidad represiva pero sin las condiciones mínimas de experiencia político-administrativa y con una imagen irremediablemente negativa en las masas campesinas y obreras. En suma, carente de viabilidad política.
Aunque la CEPB, en cuanto comando político nativo de la burguesía monopólica proimperialista, no podía sino coincidir con esta apreciación general, acusó una desinteligencia interna respecto de la rehabilitación completa del MNR, dependiendo del punto de vista de los sectores tradicionales y modernos de la oligarquía y de la mayor o menor vinculación de ese partido con la estructura capitalista nativa y con la burguesía nacional que se propuso crear.*
También en el seno de las FF. AA. se dio desde el inicio una contradicción sobre la intervención del MNR y sobre el carácter que asumiría esa intervención, resultante del distinto condicionamiento de clase de los sectores castrenses y138
a pesar del común resentiinienio y «laeoafiaan que les inspiraba. En términos generales, los mandos jerárquicos superiores, a causa d e su mayor relación de dependencia con la política del Pentágono, su antigüedad militar que acredita en la mayor parte de los casos su pasada militancia en el partido que gobernó al país y controló políticamente a las FF. AA. durante doce años, su paso por* funciones administrativas, políticas o diplomáticas que m odificaron su status económico aproximándolos a la convivencia con la burguesía, aceptaban la intervención del MNR. Lo hacían comprendiendo una exigencia impuesta por su orfandad política, con el propósito de que el MNR amortiguara política y sindicalmente el efecto negativo que tendría en las masas populares la cancelación del proceso revolucionario y en la esperanza de que llenara el vacío político dejado por la proscrita izquierda revolucionaria. El sector militar vinculado socialmente con la clase terrateniente afectada después del año cincuenta y tres y con las capas altas de la pequeña burguesía, sector que fue marginado de las FF. AA. bajo el gobierno del MNR y reincorporado en 1965, -lideriza una oposición definida a este partido. El grueso de la oficialidad joven, originaria de las capas pobres de la pequeña burguesía y, en menor proporción, de algunos sectores obreros, artesanales y aun campesinos, vacila confundido, sin ceder en un sentimiento antimovimientista institucionalmente cultivado, aunque para la mayor parte de ella sin relación con una experiencia profesional concreta, entre el bando de los que fueron arrojados de la institución poi el MNR, hace veinte años, y el bando de los que restablecieron al MNR en el gobierno el año pasado. Ambos'sectores desarrollan una intensa campaña de proselitismo y de presión y se disputan la adhe
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sión de la oficialidad joven indecisa. Las frecuentes crisis militares que concluyeron en el desplazamiento de los hombres fuertes del Ejército que impugnaron la participación del MNR en el gobierno, revelan que hasta ahora el sector resuelta y tradicionalmente antimovimientista muestra militarmente la debilidad que socialmente corresponde a los sectores de clase de que es oriundo; pero, sobre todo, descubre que el Alto Mando conduce a las FF. AA. institucional y jerárquicamente siguiendo el rumbo señalado por el imperialismo a través del Pentágono y en aplicación de su doctrina militar hemisférica.
Pero la posición de estos factores de poder fundamental, respecto de las fuerzas políticas accesorias de que se valen, no es inmutable, pues lo que les interesa es emplearlas en el afianzamiento de su dominio y no dar pruebas éticas de fidelidad a ellas. Por el contrarío, se modifica con la frecuencia y rapidez con que evoluciona la situación política y social. El alejamiento de la pequeña burguesía defraudada en sus expectativas de mejoramiento económico y social, arrastra inevitablemente a las bases del MNR, empuja a ciertos sectores de ese partido no comprometidos con la camarilla cómplice de la Dictadura hacia posiciones progresistas, aísla a la fracción gobernante y la reduce a la dimensión y significación de un grupo residual palaciego, cada vez más divorciado de su propia militancia y, por tanto, de progresiva insignificancia e inutilidad política para la propia burguesía.
Si el interés político del comando oligárquico- militar en el MNR disminuye rápidamente, también se invalidan en la misma medida y con mayor celeridad las motivaciones por las que FSB toleró una alianza golpista que forzaba el grado de autonomía que este partido podía permitirse140
respecto de la clase terrateniente y del sector tradicional de la burguesía de que es exprer'V política, a lten« que lastimaba el sentimiento de sus bases aunque satisfacía la avidez burocrática senil de ambas direcciones partidarias. En la misma wif<liHa en que la dirección del MNR se aleja de sus bases de sustentación social, se acerca a la dirección de FSB. Nunca antes hubo entre ambas direcciones menos diferencias ideológicas y programáticas que las que ahora las distinguen casi imperceptiblemente.
El ¿codo de los sectores sociales que hace un aftn todavía fueron representados o influidos parcialmente por .el MNR, a causa de la empobrec e d la política económica y monetaria de la Dictadura, liquidó el engañoso proyecto populista originalmente concebido sobre la dirección de ese partido que ahora ha entrado en conflicto con su propia base social y precisamente a causa de su adhesión a esa política económica.
¿Qué significado tiene la última exigencia militar de incorporar en el frente oficialista al "ba- rrientismo”, esa reserva reaccionaria y oportunista, rosquera, seudolegalista y carente de toda base de sustentación social, pero fielmente representativa de los intereses de la burguesía proimperialista y en la que ésta sobrevive políticamente de un modo artificial?
Fracasado el proyecto de institucionalización del poder burgués por m ediodel relevo constitucional de la Dictadura proimperialista uniformada, por el organismo político resultante de la fusión del MNR y FSB, el imperialismo ensaya distintas combinaciones de reagrupamiento político que puedan llenar el peligroso vacío dejado por la rápida e irremediable desvalorización del MNR. Ante la impracticabilidad de ese proyecto de alianza burocrática concebido al margen de la realidad
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del desarrollo de la lucha de clases y de su expresión política, busca una solución que viabilice el repliegue institucional de las FF. AA.El imperialismo y la burguesía agente asisten confundidos a la disolución política del poder dic
tatorial que instauraron a tiros y buscan, entre sus desorientados y desmoralizados efectivos, piezas de recambio para restaurarlo precariamente, vacilando entre las siguientes alternativas:
1. Persistir en el plan original de constitu- cionalización del gobierno, sobre la base de la actual estructura partidaria o de fracciones disidentes de los partidos oficialistas. Para ello, preparatoriamente, hacer ciertas concesiones sala« ríales, introducir algunas modificaciones en su política económica de corto plazo para detener el desbande de los sectores sociales medios queg hoy están más cerca del barrio obrero de Villa Victoria que del Palacio de Gobierno, rescatar 4 la pequeña burguesía y desarrollar una política que ofrezca a la dirección cómplice del MNR motivos de reconciliación con sus bases partidarias.
2. Abandonar el proyecto constitucionaliza- dor de un gobierno nacional-populista. Afianzar el régimen de fuerza imperante, sometiendo la protesta popular. Eliminar todos los factores par* tidaríos conflictivos, p rofund izar y extender lai coherencia de su política económica desnaciona- lizadora, darle aún mayor definición en el carácter burgués de clase que le corresponde y culminar el proyecto de organización de una dictadura militar-tecnocrática proimperialista com partida por el sector reaccionario de las FF. AA. y los representantes del grupo monopólico de la burguesía nativa.
3. Promover la reestructuración del gobierno mediante la incorporación de la reserva reac-142
d o n a r ía " barrien tista”, de lo s grupos p o lítico s de la b urguesía q u e h asta h oy n o in tervin ieron en fu n cion es gubernam entales y a lo s que correspondería el "m érito" de d esfascistizar el régim en, de restitu ir u n ca lcu lad o y restr in gid o m argen d e lib ertad es dem ocráticas, de paliar transitoriam ente el e fec to negativo que la devaluación ha ten id o en la econ om ía de los sectores de m ayores ingreso s de la pequeña burguesía , p ero sob re tod o , de elim in ar d el con ju n to de m ed id as adoptadas en relación con la devaluación m onetaria, aquellas d isp osic ion es tributarias que acentúan las contrad iccion es in ternas en e l serio de la propia burguesía . T odo e llo com o arte del trabajo preparatorio d e la con stitucion alización dei gob ierno que haga p osib le el rep liegue in stitu cion al castren se, que detenga la radicalización p o l í t ic a de las m asas abriéndoles una vá lvula d e escap e e lectora lista , q u e im pida e l a islam ien to tota l de la burguesía , que la con so lid e y legalice en el gob ierno y que confiera carácter legal a la p olítica desnacionali- zadora de nuestra econ om ía , privatizadora de las em presas estratég icas y b ásicas d el E stad o, de exp lotación de las m asas trabajadoras, d e represió n del m ovim ien to obrero, de proscripción de su s partidos de c la se y de su p ed itación co lon ia l d e su p o lítica exterior.
El im peria lism o y el com an do n ativo oligár- quico-gorila barajan esta s p osib ilid ad es que van desde la rad icalización derech ista y la con so lid ación de la d ictadura burguesa sobre la sangrienta represión del m ovim iento obrero y popular, h asta la sim ulación dem ocratizante, lá cticam en te reform ista, pero estratég icam ente contrarrevolucionaria, aunque sin d ecid irse a jugar ninguna. Intuyen que todas están destinad as al fracaso. Pero la in d ecisión y la inacción prolongada es tam bién
m
una respuesta a la pregunta por una salida política pará la burguesía: No hay ninguna. Las tres alternativas importan un cambio en la composición partidaria del régimen y el desplazamiento total o gradual de los partidos con los que Banzer compartió la Dictadura, terminará por arrastrarlo a él mismo. Las tres exigen la intervención de las FF.AA. en d istin tas modalidades de golpes de rectificación interna por los que se intentará prolongar políticamente, bajo formas distintas, la misma estructura de poder y de dominación.
Ha llegado, pues, el momento en que la burguesía antinacional, que todavía puede jugar tácticamente para demorar su retirada, ya no tiene una estrategia para conservar el poder en sus manos. Pero también ha llegado el momento en que al imperialismo, urgido de conservar en el poder a su clase agente, no le queda otra cosa que probar, angustiosamente, distintas y efímeras combinaciones burocráticas y de fuerza que posterguen la inevitable derrota histórica de la burguesía. Es frente a esta realidad que la izquierda debe actuar asimilando críticamente la valiosa y dramática experiencia recogida en los catorce meses transcurridos desde el 21 de agosto. Y es como parte de ella que el Partido Socialista asume su responsabilidad en la organización de la lucha popular por la liberación social y nacional.
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4. La liberación nacional
La batalla que la izquierda perdió el 21 de agosto no fue militar, sino política. Es la previa derrota política la que empujó a sus organizaciones de. vanguardia a la defensa armada y tardía que, por ello mismo, estaba condenada al fracaso. Pero como la lucha política no es otra cosa que la forma más alta de expresión de la lucha de clases, la derrota de la izquierda comenzó con la pérdida de los sectores pobres no obreros y de las capas medias de la pequeña burguesía, cuyos intereses fueron confundidos con los de la burguesía, dejando a la cíase trabajadora aislada y enfrentada a una correlación de fuerzas francamente desventajosa. El 21 de agosto puso de manifiesto que la exacerbación de las diferencias ideológicas que hasta entonces antagonizaron a las distintas fuerzas de izquierda trabadas en una contienda suicida por la primogenitura de la revolución, cedían ante la común necesidad de impedir la cancelación del proceso revolucionario; que las masas obreras no acudían al combate, y que esta renuencia revelaba el certero instinto de clase y la extraordinaria experiencia de ludia de las masas obreras que les permitió advertir la
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políticas populares, tampoco podía tener el efec- existencia de una correlación de fuerzas adversa y la carencia de una vanguardia unitaria.
La conversión de la unidad de resistencia en unidad política de conducción, bajo la forma de un frente antimperialista, era la respuesta que correspondía dar a la izquierda, dialécticamente, frente a la unidad operada en el seno de la derecha para la captura del poder por la burguesía proimperialista. Pero no una alianza que, de un modo mecánico, reproduzca y prolongue el tipo de unidad emergente del 21 de agosto, institucionalizando la errónea concepción militarista del carácter esencialmente político que asumió esa derrota y proyectándola a la índole que tendrá la lucha por la liberación nacional, sino la alianza de los partidos de la clase trabajadora y de las fuerzas populares de avanzada para la reorientación y conducción de las masas oprimidas en el proceso revolucionario de emancipación de los explotados y de liberación de la patria ocupada. Sin embargo, así como la coincidente intervención tardía en la infructuosa acción de defensa armada no podía modificar, por sí sola e instantáneamente, la colocación política de las clases, el solo hecho de la unificación antimperialista de las fuerzas to inmediato de un reagrupamiento clasista consecuente con la rectificación de la conducta de esas organizaciones. Mientras ello no ocurriera, y no podía ocurrir sino como resultado de una modificación de las adversas condiciones económicas, políticas y sociales generales, entre las que debe destacarse el reflujo del movimiento obrero y la desarticulación de las estructuras partidarias, la constitución del Frente Revolucionario Antimperialista, en cuanto vanguardia efectiva de las clases oprimidas acaudilladas por el proletariado, en cuanto comando político representativo de la146
unidad de esas clases en torno de intereses comunes, no pasaba de ser una inmadura aunque correcta aspiración qüe la realidad política y social prevaleciente impedía concretar orgánicamente y cuya coherencia interna y viabilidad tampoco podía probarse en tanto esa misma realidad no le abriera posibilidades de confrontación práctica.
Pero la burguesía ha creado, en un solo año de ejercicio del poder dictatorial, las condiciones sobre las que la unidad antimperialista y antifascista debe desarrollar su acción de vanguardia, condiciones que configuran una coyuntura cualitativamente nueva y frente a la cual, recogiendo críticamente la experiencia frentista, esa unidad debe consolidarse redefiniendo sus términos y objetivos.
Lá Dictadura burguesa hizo todo esfuerzo por preservar y aun acentuar la correlación de fuerzas sociales que le permitió montar el golpe fascista del 21 de agosto, manteniendo la adhesión de los sectores medios de la población, aislando y neutralizando al proletariado y forzando, desde fuera, la eliminación de las contradicciones que se daban en las FF. AA. Esgrimió los fantasmas de la supresión de toda propiedad privada, de la cancelación de toda libertad democrática, de la represión sangrienta de toda conducta y pensamiento no marxista, de la eliminación total de las FF. AA., de la supresión de la libertad de culto y, por último, el fantasma de la desmembración, de la desintegración de Bolivia antimperialista, y los atribuyó todos al programa de la izquierda y a sus consecuencias internas e internacionales, en una desvergonzada explotación del temor que inspiraban ellos en las masas campesinas y en los sectores medios de la población, y en una cínica apelación al sentimiento cristiano y patriótico de nuestro pueblo. Marginó de la represión masiva, tác
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ticamente, al movimiento obrero, habilitó al MNR para la suplantación de las direcciones obreras y para la organización de un sindicalismo amarillo, canceló el régimen de garantías y libertades sindicales y, finalmente, restableció y extendió los efectos del "pacto militar-campesino” para enfrentar el campesinado a la clase obrera.
Pero pudo más la realidad que la impostura. Y la realidad de la política antinacional y antiobrera de la dictadura mostró objetivamente que lo que las capas medias de la población debían temer no era al programa revolucionario de cambio estructural de la sociedad formulado por la izquierda, sino a la acción dictatorial que la burguesía ejercita y que ellas sufren desde el 21 de agosto, a la expropiación constante de su economía en beneficio del enriquecimiento de la burguesía monopólica, la prisión, el destierro y la muerte por disentir del pensamiento reaccionario oficialista. El movimiento religioso progresista, la iglesia no reaccionaria, tuvo la confirmación de que lejos de temer a la nueva sociedad sin explotados con que se le amenazó, debe combatir junto a los oprimidos por establecerla, siguiendo su vocación cristiana y revolucionaria. La oficialidad joven progresista o no reaccionaria, ha podido hacer la experiencia de cómo invocando su misión de defender la soberanía, la independencia y la integridad nacionales, de una supuesta "intervención extranjera extremista”, el sector corrompido y proimperialista de los altos mandos utiliza a toda la institución militar y la asocia a la oligarquía, en la conformación y sostenimiento de un régimen que negocia la soberanía nacional, permite la ocupación extranjera económica del país, el control extranjero de su propia institución, la subasta de nuestro patrimonio y la posesión efectiva de parte del territorio nacional.148
El pueblo todo ha podido comprobar cómo la Dictadura que explota su sentimiento patriótico con el argumento de la desmembración territorial de Bolivia por los países limítrofes, en caso de triunfar la causa revolucionaria, como un modo de persuadirlo de la presunta inviabilidad histórica de la revolución boliviana, comenzó y termina haciendo de la ocupación extranjera del país, del control extranjero de su economía y de sus instituciones, su razón de ser, su origen y su destino.
Los planes imperialistas de habilitar al MNR como un "ala izquierda” de la Dictadura y de Vestir toda forma de resistencia popular con el uniforme de un "guerrillerismo" aventurero, proyectos destinados al potenciamiento político del MNR como fuerza de relevo populista, y a tornar invia- ble en<el seno de las masas la lucha revolucionaria por la liberación nacional y el socialismo, han fracasado. El MNR cómplice de la Dictadura ya no podrá servir más como agente del imperialismo incrustado en la lucha revolucionaria por la liberación nacional y el socialismo, en las organizaciones populares. Su descalificación inhabilita también al nacional populismo de ideología pequeño burguesa. En cuanto a la alianza antimperia- lista concertada inmediatamente después del 21 de agosto, ella abrazó la ideología de la clase trabajadora, reconoció el papel dirigente que le corresponde, se propuso organizar la lucha popular por la liberación social y nacional siguiendo el desarrollo político, la movilización, la organización de la clase trabajadora y los métodos propios de la revolución proletaria, descartando toda forma de vanguardismo y de acción política al margen de las masas.
Ninguna medida de la Dictadura sirvió más y mejor al esclarecimiento de su índole burguesa y proimperialista, ninguna afectó económicamen
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te al conjunto de la población en mayor medida y, por tanto, ninguna influyó más en la colocación de las clases respecto del poder, que la revaluación monetaria.. La aprobación del decreto deva- luatorio de la moneda nacional marca nítidamente el fin de una etapa en las luchas del pueblo boliviano y el principio de otra nueva, cualitativamente distinta. El plan de desarrollo económico capitalista afianzador de la dependencia, ha señalado con el dedo del hambre a las clases trabajadoras: ellas deben pagar el costo social y económico de ese plan imperialista que persigue la desnacionalización económica de Bolivia y el enriquecimiento de la burguesía intermediaria.
La pérdida del valor adquisitivo de los sueldos y salarios, su disminución efectiva, la desvalorización del ahorro y el encarecimiento incontrolado del costo de vida, como efecto de una medida monetaria impuesta por el imperialismo y de desigual beneficio para la burguesía intermediaria, permitió a las capas pobres de la pequeña burguesía y después a toda ella en su conjunto, descubrir que entre sus intereses y fos de la burguesía proimperialista que con su adhesión inactiva asaltó el poder y lo conservó durante el primer año, no sólo que no hay la presunta coincidencia invocada por la primera, sino que los de la burguesía se incrementan a expensas de los intereses de la clase trabajadora y comprometen inevitablemente los de la propia pequeña burguesía* La comprobación de una mayor comunidad de intereses entre la clase obrera y los sectores pobres y medios de la pequeña burguesía, que entre los de éstos y los de la burguesía, ha modificado substancialmente la correlación de fuerzas imperantes e invertido los términos de la situación prevaleciente inmediatamente antes y después del 21 de-agosto.150
Cesado el reflujo del movimiento obrero, la. clase trabajadora ha retomado la iniciativa. La lucha reivindicatoría de desechos y fueros vulnerados y por mejores condiciones de vida, ha alcanzado, frente al saqueo de sus salarios, un nivel y una condición que revelan en las masas la conciencia del carácter político que asume la lucha por la justicia social y la dirección .revolucionaria que esa lucha debe tomar. La clase trabajadora ha pasado de la resistencia pasiva a la acción masiva antioligárquica. Las capas medias y pobres de la pequeña burguesía han iniciado un claro viraje que los aleja rápidamente de la burguesía monopólica y los aproxima a la clase trabajadora. El distinto beneficio resultante de la devaluación y'la transitoriedad de una parte de él, por el efecto dístorsionador de la economía que tendrá el incontrolable proceso de encarecimiento del costo de vida, há introducido importantes factores conflictivos entre los distintos sectores de la burguesía, agudizañdó sus contradicciones internas y debilitando sensiblemente la identificación de esa clase con el poder ejercido por la parte francamente proimperialista de ella. El viraje hecho por los sectores pobres de la pequeña burguesía de los que proviene el grueso de la oficialidad, ha comprometido la posición interna del sector reaccionario de las FF. AA. y permitido qué el sector "ins- titucionalista" que apremia al Alto Mando por un abandono castrense de las responsabilidades de gobierno, gane posiciones y debilite el nexo político-militar que sustenta a la dictadura.
Las masas campesinas comienzan a tomar conciencia de que el "pacto militar-campesino" no impide que en aplicación del pacto de la burguesía con el imperialismo, el sector reaccionario de las FF. AA. que se ha apoderadodel Alto Mando utilice el poder para empobrecerlos en bene
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ficio de los herederos de la clase terrateniente que monopolizan la moderna producción agropecuaria exportable.
El 21 de agosto encontró confundidos los intereses de la burguesía monopólica y los de la pequeña burguesía empobrecida. La clase trabajadora estaba aislada y, por acción de los sectores obreros políticamente atrasados e influidos por la prédica de las direcciones nacional populistas, penetrada de una tendencia neutralizadora de su conciencia de clase. Hoy la situación es inversa, aunque todavía no maduramente inversa. La burguesía está aislada y en su seno se agudizan las contradicciones internas. Este nuevo alineamiento de clases, todavía en proceso de definición de sus objetivos comunes, encuentra a la izquierda precariamente unida, pero exige que esta unidad sea capaz de formularlos, demanda que el desarrollo de esa unidad y su traducción en las tareas de conducción del nuevo ascenso popular se adecúe a las características determinadas por la nueva correlación de fuerzas sociales y por el renovado avance del movimiento obrero. Corresponde a la vanguardia de las clases oprimidas prever el desarrollo de esta coyuntura caracterizada por la desintegración política de la Dictadura y por el nuevo vigoroso flujo popular.
Hace poco más de un año el imperialismo y sus agentes nativos pudieron interrumpir por la fuerza el ascenso revolucionario de las masas trabajadoras, restablecer a la burguesía intermediaria en el poder y detener el proceso de emancipación nacional. Pero en sólo catorce meses han mostrado que ni con el abuso de la fuerza pueden anular el profundo desarrollo político revolucionario de las masas obreras, ni asegurar estabilidad política al caduco poder burgués, ni consolidar el sistema de dominación nacional. Fracasado152
su postrer intento de institucionalización impune de la Dictadura burguesa o de constitucionaliza- ción del poder burgués, el im perialism o busca prolongar la agonía histórica de su clase agente mediante desesperadas maniobras que van desde la radicalización derechista impuesta a sangre y fuego, hasta la simulación democratizante, des- movilizadora y contra insurrecional. Dentro de la estructura de poder creada por su participación el 21 de agosto, cualquiera de estos recursos de rectificación interna demandará o provocará una nueva intervención de los altos mandos militares en el desplazamiento parcial o total del régimen de gobierno presid ido por el coronel Banzer.
No importa la variante que se elija. Lo que si importa es esclarecer en la conciencia de las masas que cualquiera de ellas sirve al mismo propósito de prolongación de fuerza o burocrática de un sistema de explotación social y nacional históricamente agotado y, por tanto, condenado al fracaso. Lo que sí interesa es que el pueblo esté preparado para resistir y vencer la represión masiva y que esté prevenido para rechazar la ilusión democratizante con que se intentará someterlo sangrientamente o desmovilizarlo políticamente. Pero también importa y en la misma medida, evitar que las masas caigan en otra ilusión, en la ilusión de una victoria inminente o fácil. Lo primero puede llevar al aplastamiento y a la desarticulación del movimiento obrero, o a la división de las filas populares. Lo segundo puede conducir a la impaciencia y a la aventura provocadora y consolidadora del régimen. En ambos casos, el resultado no sería otro que una postergación de la victoria popular y nacional. No puede subestimarse la capacidad de maniobra de la burguesía ni la decisión del imperialismo de acudir a
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toda forma de .violencia para impedir la liberación nacional. Ni puede perderse de vista que no todas las soluciones desesperadas a que acuda exigirán la misma respuesta ni que todas ellas demandarán el mismo costo social en el camino de la liberación.
No hay, pues, la menor duda de que ninguna tarea es más importante hoy día, que la de perfeccionar la unidad de conducción antiimperialista para que asuma su papel de vanguardia y sea capaz de organizar el nuevo ascenso obrero y popular, para que esté en condiciones de orientarlo, y prepararlo para transformar la próxima rectificación golpista de la estructura de dominación, en el inicio de un poderoso y orgánico proceso insurrécional que conduzca al pueblo oprimido a la captura del poder.
La unidad antimperialista está enfrentada a una coyuntura social y política cualitativamente nueva, en la que las masas realizan el proyecto unitario y avanzan a pesar del atraso de sus vanguardias. Es preciso que éstas se muestren capaces de superar el rezago y de actuar unitariamente junto a las masas, interpretando sus aspiraciones y expresando sus intereses, formulando sus objetivos de lucha, conduciéndolas por el camino de la liberación nacional y social y evitando los riesgos de desviación claudicadora o aventurera.
Ha comenzado una nueva etapa ascencional en la historia de las heroicas luchas del pueblo boliviano. EL PARTIDO SOCIALISTA, partido de la clase trabajadora, asume la responsabilidad que le corresponde en las tareas unitarias, organizativas y de conducción de esta lucha. Como parte de la vanguardia del proletariado y recogiendo el ejemplo de sus dirigentes y militantes muertos, encarcelados, exiliados y perseguidos.154
el partido ocupa su puesto en la trinchera del pueblo.Las masas explotadas se unen en torno de sus intereses comunes y avanzan resueltas á im- pner la justicia social. Los primeros triunfos han
fortalecido su moral combatiente. La burguesía y sus instrumentos políticos y de fuerza vacilan entre la transacción y el genocidio; la desmoralización domina el ánimo de sus conductores y la desorientación y la deserción se extiende en sus filas- El imperialismo arma hasta los dientes a la Dictadura para preservar el régimen de dependencia nacional y evitar su derrota. La vanguardia revolucionaria arma ideológicamente a las masas para la victoria popular y nacional. El pueblo vencerá en la lucha entre el Estado Asociado de los apatridas y la Patria Libre de los bolivianos.
¡Abajo la Dictadura!Santiago de Chile, noviembre de 1972.
Nota: Todos los indicadores, informaciones estadísticas, cifras, gestiones, acuerdos o¡ disposiciones mencionados a lo largo de este análisis, están respaldados documentalmente por informaciones oficiales del Ministerio de Planificación, Banco Central de Solivia, Instituto Nacional de Estadísticas, Anuarios de Comercio Extenor, Informe Anual al CIAP, Presupuesto General de la Nación, Memorias Anuales de las distintas empresas del Estado, Banco Mundial, BID, FMI, disposiciones gubernamentales pertinentes. Informes Oficiales Reservados de comisiones de estudio, distintas publicaciones ae carácter oficial, así como por declaraciones de ministros y altos funcionarios públicos, r-nnsignaH»« por la prensa nacional.
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V ísperas de BoliviaFrente a la ocupación de B oliv ia1. La desnacionalización de la econom ia
boliviana2. El em p ob recim ien to del pueblo3. La ocupación del país4. La liberación nacional
EL ESCRITOREscri tor y conductor del social ismo en
Bolivia, Marcelo Quiroga Santa Cruz, autor de la Nacionalización del Petróleo (1969), la medida antimperia l is ta más importante de nuestra h i storia, es hoy día, desde la cátedra universi taria, el Congreso Nacional y la l iteratura comprometida, una de las personal idades más orientadoras para las nuevas generaciones.
LA OBRAUn p e n e t r a n te y d o c u m e n ta d o an á l i s i s
cr ít ico de la po l í t ica económica del gobierno de Banzer, que revela los mecanismos de la dominación y anticipa el colapso de la economía nacional, que hoy es una dramática realidad.
Ediciones PUERTA DEL SOLCasilla 2188 - La Paz - Bolivia
LU C E SY
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