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  • TEMA DEL MESPEDAGOGA SISTMICA MULTIDIMENSIONAL

    72 JUNIO 2015457 CUADERNOS DE PEDAGOGA

    Incluir una mirada sistmica a su labor como educadoras sociales les lleva a elaborar nuevas propuestas y actividades, sin olvidar las herramientas usadas anteriormente. Esta nueva perspectiva les permite realizar un acompaamiento familiar que ayuda a las familias a tomar conciencia de su situacin, a responsabilizarse y a movilizarse hacia la mejora y el cambio.

    Carme Secilla Cabello y Anna Sol TrenchsEducadoras sociales. Servicios Sociales Bsicos de Sabadell (Barcelona).

    [email protected] / [email protected]

    D esempeamos nuestro trabajo como educadoras sociales en Servicios Sociales Bsicos de Sabadell, una ciudad de la provincia de Barcelona. Forma-mos parte de un equipo multidisciplinar que atien-de las necesidades sociales bsicas de nuestro territorio, un barrio del extrarradio. El equipo est formado por trabajado-ras sociales, trabajadoras familiares y administrativos, que distribuyen las intervenciones segn necesidades y proble-mtica principal.

    Somos profesionales que trabajamos para la mejora y la pro-mocin de la persona. Nuestra intervencin se centra en la atencin a familias, siendo el acompaamiento socioedu-cativo uno de nuestros principales encargos. Intervenimos a nivel individual y familiar, trabajamos la prevencin, la deteccin y la atencin. Los casos nos llegan la mayora de las veces de forma externa, a partir de la coordinacin con otros profesionales, como pueden ser centros escolares, sa-nitarios u otros agentes sociales. Detectamos situaciones de riesgo y a partir de ah elaboramos planes de trabajo con las familias. Velamos por el bienestar integral de los menores (biopsicosocial) y eso implica cierto control, ya que prote-ger infancia y adolescencia es nuestro principal objetivo. Como representantes de la Administracin pblica tenemos un marco legal que nos rige y debemos poner en marcha protocolos de actuacin y proteccin ante situaciones de riesgo grave.

    Realizamos este acompaamiento desde el rol del educador social, un profesional que no responde al rol de profesor, de mediador o de terapeuta pero que engloba y utiliza estrategias comunes con algunos de estos profesionales. Definir el tra-bajo del educador en el mbito de los Servicios Sociales no siempre es fcil; tenemos unas funciones y directrices con-cretas pero la realidad con la que nos encontramos es com-pleja. A menudo nos convertimos en cajones de sastre recep-tores de necesidades y anhelos que no tienen cabida en otros mbitos o disciplinas.

    En nuestro municipio, las educadoras lideramos la interven-cin socioeducativa, distribuyendo los casos segn la franja de edad de los menores. En nuestro equipo, concretamente, somos dos educadoras sociales, una de nosotras interviene en infancia (familias con hijos de 0 a 12 aos, es decir, en etapa Preescolar y Primaria) y la otra con familias con adolescentes y jvenes (de los 12 a los 25 aos).

    Nuestras actuaciones oscilan desde garantizar la cobertura de las necesidades bsicas (alimentacin, educacin, salud, re-cursos extraescolares, derivaciones a servicios especficos), hasta la proteccin del menor, en caso de no poder garantizar su bienestar dentro del ncleo familiar. Gestionamos emo-ciones, recursos, dinmicas relacionales, y facilitamos apo-yo y orientacin en situaciones de crisis.

    REPENSAR LA INTERVENCIN SOCIOEDUCATIVA

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  • TEMA DEL MESPEDAGOGA SISTMICA MULTIDIMENSIONAL

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    AMPLIAR LA PERSPECTIVA PARA ENRIQUECER LA INTERVENCIN

    En la intervencin con familias, si tenemos en cuenta la glo-balidad del sistema familiar y los sucesos vitales, se vislumbran repeticiones de hechos, actitudes y sufrimientos que respon-den a una lgica mayor.

    La pedagoga sistmica nos ofrece la posibilidad de enrique-cer, ampliar estilos y tipologas de intervencin, partiendo del enfoque de Bert Hellinger. Podemos investigar y observar a las familias, intuir las implicaciones, las dinmicas ocultas, y desde nuestro lugar acompaar a la persona en el proceso de toma de consciencia.

    En la intervencin tenemos que tener en cuenta la mirada que utilizamos y cmo la usamos. Qu miro y cmo lo miro? La presencia ante el otro me permite irradiar alguna cosa, reac-cionar de determinada manera, segn el mapa del mundo que tenga: ideas, creencias, valores, cultura. Es vital que seamos conscientes de nuestra percepcin o filtro de la realidad y de cmo esta condiciona al otro, a la relacin de ayuda y al pro-ceso de mejora. Para establecer un vnculo de confianza con el otro, nuestra mirada debera ser acogedora y humilde, que incluya sin juzgar las particularidades de la persona.

    Ampliar la mirada es mirar ms all de lo que vemos, tener en cuenta que una consciencia sistmica, colectiva o grupal se antepone a la consciencia personal. Aparecen lealtades sistmicas e inconscientes que velan por el sistema familiar y aseguran su existencia, poniendo a cada familiar a su servi-cio. La consciencia sistmica reacciona ante sucesos y hechos de forma global, intentando restablecer los principios sist-micos de los rdenes del amor: pertenencia, orden y equilibrio entre dar y recibir.

    Es importante tambin detectar aquello que no podemos mirar, aquello que nos resuena y nos paraliza dificultando un buen acompaamiento al otro. Necesitamos haber transitado por algunos caminos de la propia historia y experiencia personal, para conocer el terreno, y ser capaces de estar al lado del otro.

    La intervencin desde una mirada sistmica nos plantea nue-vos retos, nuevos horizontes. Requiere de un recomenzar par-tiendo de la mirada tradicional, y una ampliacin con nuevas formas de intervenir y nuevas estrategias para abordar los casos. Potenciar el clic familiar pero tambin hacer un clic profesional.

    Nuestro mbito laboral proviene de una cultura asistencial y de un tipo de ayuda paternalista que alejaba las realidades del ayudado y ayudador, fomentando estereotipos y no poten-ciando la autonoma y el cambio. En las ltimas dcadas se inicia un cambio enriquecedor hacia la promocin del indi-viduo, pero estos ltimos aos de crisis econmica, debido al

    contexto socioeconmico, hemos recado, por necesidad, a la asistencia inicial: los educadores sociales hemos sido ex-pendedores y tramitadores de recursos. Los recortes han sido injustos y difciles de gestionar tanto para profesionales como para usuarios, pero han permitido replantearnos nuestras ac-ciones y buscar maneras ms sostenibles de intervenir.

    Con esta nueva mirada, podemos poner en prctica acciones concretas con familias para deshacer los nudos que les impi-den realizar, con xito, sus actividades de vida cotidiana (cui-dar de los hijos, estar motivados hacia la bsqueda de traba-jo, formacin y participacin en actividades culturales y sociales). Esta perspectiva agradece y utiliza las herramientas ya conocidas, y las reinventa con pinceladas sistmicas.

    El enfoque sistmico prioriza el trabajo del contexto y la ubicacin, empezando por nosotras mismas, colocadas en nuestro lugar como profesionales. Deberamos tener en cuen-ta otra de las aportaciones de Hellinger, los rdenes de la ayuda: uno solo da aquello que tiene y solo espera y toma aquello que realmente necesita. En nuestro da a da pode-mos encontrar resistencias de las familias a dejarse ayudar por miedo o desconfianza, nos pueden vivir desde el control y no confiar en la relacin de ayuda. Depender de nuestras capacidades como profesionales el sabernos colocar desde una autoridad amorosa pero teniendo claras nuestras fun-ciones, siendo honestos con las personas a las que atendemos e implicndolos en los planes de trabajo. Al fin y al cabo, ellos son los protagonistas de su propia vida y dueos de su propio destino.

    CAPACITAR A LAS FAMILIAS

    A lo largo de nuestra trayectoria profesional hemos podido observar que nuestras intervenciones estaban ms centradas en las dificultades familiares que en sus capacidades. En nues-tra nueva etapa intervenimos desde el refuerzo positivo, te-niendo en cuenta aquello que ha funcionado para conectar con los recursos de xito de familia.

    Actualmente, en lugar de ver el sntoma como una dificultad, agradecemos que este aflore porque nos da la oportunidad de observar el malestar de la familia o de alguno de sus miem-bros. Las pistas del sntoma nos mostrarn hacia dnde diri-gir nuestra intervencin.

    Poniendo en prctica los principios sistmicos hemos refor-mulado objetivos y contenidos para trabajar la parentalidad y reconectar familias. Trabajar con el sistema familiar impli-ca conocer y aceptar la historia familiar, dignificar y sanar races, y permitirse el reconocimiento y agradecimiento a los padres. Es necesario ubicarse en el sistema familiar y sanar los vnculos. Una vez conectados a la fuerza del sistema nos podemos abrir a la vida, ubicndonos as en otros contextos.

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    Reinventndonos como educadoras, teniendo en cuenta las herramientas que utilizbamos hasta ahora y dndole un toque sistmico, hemos puesto en prctica nuevos recursos y activi-dades. En las entrevistas individuales de exploracin de la bio-grafa y la historia vital, realizamos un genograma, una herra-mienta muy utilizada en trabajo social: se trata de una representacin grfica en forma de rbol del sistema familiar. Antes de nuestra formacin sistmica, el genograma era ms simple, representaba el ncleo familiar, es decir, padres, hijos y hermanos, y a veces abuelos. Actualmente cuando exploramos una famlia recogemos datos de tres generaciones, y de esta manera podemos observar las repeticiones relacionadas con he-chos traumticos (adicciones, accidentes, muertes traumticas) en distintas generaciones. Otra herramienta que hemos intro-ducido en nuestras intervenciones son los movimientos sist-micos con objetos (crear imgenes con muecos), que permiten poner sobre la mesa dinmicas familiares y hablar de ellas de una forma distendida y amena, para construir y acompaar, en pequeos movimientos de reconciliacin, mejora o solucin.

    GUIAR EN LA CRIANZA

    El menor depende del adulto, que le ayuda a crecer, le protege y vela por sus necesidades. Por lo tanto, acompaar en este pe-riodo es orientar y asesorar a padres y/o cuidadores en el proce-so de crianza. Ser un referente para aquellos adultos que mues-tran dificultades, algunos de los cuales son conscientes de ellas, y otros no. Los pequeos muestran disfuncionalidades cuando existe algo en alguno de sus contextos que no funciona, y a menudo es su sistema principal, el familiar. La conducta del menor es una seal que nos invita a la mejora de su familia, una oportunidad de cambio que no debemos dejar escapar.

    Partiendo de la realidad de nuestro barrio, se detect la ne-cesidad de acompaar a familias monoparentales con meno-res entre los 0 y los 3 aos, que no asistan a la escuela infan-til y con dificultades diversas en torno a la crianza de los hijos. Son mujeres que provienen de relaciones de pareja basadas en la desigualdad, algunas con violencia, hbitos poco sanos como pueden ser dependencias a sustancias txicas, con pocos recursos econmicos, personales y laborales, baja autoestima, embarazos no conscientes Madres solas o con poco soporte familiar y social que a menudo provienen de infancias propias bien complejas.

    Se plantea una intervencin grupal que se ver reforzada por la intervencin individual. La parte grupal consiste en un taller de madres que surge con el objetivo de responder a las necesidades identificadas en nuestro trabajo diario. La acti-vidad est dirigida a las madres y a los bebs, menores de 0 a 3 aos en la etapa Preescolar, que no asisten a guardera. Se trata de casos en los que se han detectado dificultades rela-cionadas con el manejo en las capacidades marentales. Se considera importante intervenir en esta etapa porque es el

    momento en que se consolida el vnculo de apego, necesario para el desarrollo social y emocional del nio. Dependiendo del tipo de vnculo que establezcan, los bebs desarrollarn un carcter u otro. Las respuestas emocionales que reciben los pequeos en esta etapa sern muy importantes para crecer seguro. Cuando los cuidadores responden conscientemente a las necesidades de los recin nacidos, estos aprenden a con-fiar y a establecer relaciones de amistad y confianza segura.

    El nombre del taller es Fortaleciendo races, eleccin de una frase de Hellinger: primero es tomar y despus puedo dar; si no tomo primero, si no me lleno, cmo puedo dar aquello que no poseo? La primera fuente son los padres. Se abordan temas relacionados con la educacin de los hijos y en torno a la crianza. Los objetivos son principalmente reflexionar sobre cuestiones relacionadas con la crianza, encontrar solu-ciones consensuadas para hacer frente a diferentes problemas que tienen los nios en los primeros aos de vida, sensibilizar a las madres sobre las dificultades que se puedan encontrar, ayudarlas a solucionar problemas que puedan surgir, capaci-tarlas y sobre todo acompaarlas en el proceso de crianza.

    Las sesiones grupales son quincenales, estn lideradas por las educadoras de Servicios Sociales y en algunas contamos con el apoyo de otros profesionales. El taller consta de ocho se-siones, en principio, aunque a veces se ha hecho alguna sesin ms, y no excede de las doce o quince participantes. En la primera sesin se convoca a las participantes (madres y bebs) para una sesin informativa. Las sesiones restantes sern de contenidos seleccionados para trabajar el vinculo madre-hi-jo, reflexionar sobre el cuidado de los bebs y el de la madre. El empleo del taller permite mayor interaccin entre los par-ticipantes y la posibilidad de trabajar con ms profundidad situaciones especficas que las madres expresan. Las sesiones duran aproximadamente 1 hora y 30 minutos, donde 45 mi-nutos son de exposicin (teora) y unos 45 minutos, de re-flexin y debate con las asistentes.

    Tanto en el taller como en las sesiones individuales partimos de los principios sistmicos: dignificar las races, ordenar los vnculos y hacer crecer alas. Por lo que hemos puesto en prc-tica algunas actividades que nos estn ayudando.

    Uno de los recursos que se han puesto en prctica en el taller es la confeccin de un diario. Se proporciona una libreta a la madre, en la que ir apuntando todo aquello importante que suceda en el taller entre ella y su beb. Tambin se le pide que narre la historia del beb desde la concepcin, cmo fue el embarazo, la eleccin del nombre, las relaciones familiares con el beb. En la ltima sesin se pedir a alguna madre si quiere compartir con el grupo la historia que ha relatado.

    La primera sesin es de presentacin, en la segunda se trabajan hbitos de alimentacin, sueo, rutinas y resolucin de conflic-tos en torno a estos. En la tercera se visiona un vdeo para tra-

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    bajar los estilos educativos. Hay una sesin de masaje infantil en la que colaboran las comadronas del ambulatorio y otra para trabajar la comunicacin con los menores a travs del juego, el tocar, los cuentos. Otra sesin se dedica a la relajacin sin bebs, una sesin de yoga con las madres: al finalizar esta sesin se re-flexiona sobre la importancia del bienestar en la madre y de cmo este afecta al beb. Las dos ltimas sesiones estn desti-nadas a explicar los recursos existentes en el barrio: biblioteca, guarderas, recursos laborales, etc. La ltima sesin ser para reflexionar sobre las sesiones en general y hacer una pequea despedida. Dependiendo de cmo funciona el taller, las sesiones se amplan si es necesario, si se ha creado red y si hay demanda.

    Las sesiones individuales se realizan mediante entrevistas de seguimiento paralelas al taller en las que se utilizan recursos sistmicos para ayudar a las madres y trabajar su propia his-toria. Se utiliza el genograma transgeneracional, movimien-tos sistmicos con objetos y con muecos, biografa; trabaja-mos con la madre para que tome conciencia de dnde viene, quines son sus padres, qu similitudes tiene con sus proge-nitores, qu hechos se han repetido en la historia y qu es aquello que la dificulta.

    ACOMPAAR EN LA ADOLESCENCIA

    Nuestra experiencia con adolescentes del barrio nos present como problemticas y sufrimientos recurrentes historias de vida de chicos y chicas de entre 12 y 18 aos, mayoritariamente inmigrantes con un proceso migratorio mal elaborado, con una gran ausencia de alguno de sus progenitores, aun cuando no de los dos. Un cctel de circunstancias que puede aumentar la inestabilidad y reducir la energa vital de estos jvenes, en un momento clave para su desarrollo personal.

    Como cualquier otra persona, un adolescente necesita estar conectado a su sistema familiar, sentir que pertenece y sen-tirse reconocido por su familia de origen. El reconocimiento y la pertenencia son necesidades transversales al ser humano, y en todos sus contextos, pero en esta etapa son fundamen-tales para que un buen arraigo propicie el desarrollo de alas hacia su autonoma personal.

    Cuando faltan progenitores por diversidad de motivos desco-nocimiento, abandono, muerte, marginacin, etc. o el vn-culo sistmico est daado o interrumpido, el nio o joven puede sentirse falto de energa vital, desarraigado o desubicado. Tiene dificultad para registrar parte de sus races e interferen-cias para conectarse con el combustible vital. En la bsqueda inconsciente de un progenitor ausente, la conducta adoles-cente puede desencadenar en demandas mal canalizadas o subs-titutos poco recomendables (cnnabis u otras adicciones).

    La intervencin socioeducativa con los adolescentes comienza con un par de sesiones donde se entrevista a los tutores o padres,

    y junto con estos se realiza el genograma transgeneracional, se investiga sobre el proceso migratorio propio y del joven y se comparte la cotidianidad del menor, sus puntos fuertes y sus puntos dbiles. Y sobre todo, se priorizan las preocupaciones y dificultades que perciben del menor. La base del trabajo con estos jvenes es obtener el permiso de padres y/o tutores, que exista la percepcin de que somos un equipo y que trabajamos con objetivos comunes, acordados en dichas sesiones.

    Iniciamos el trabajo con el adolescente acercndonos de ma-nera asertiva, con una exploracin similar a la del adulto, que nos site ante su visin de la realidad, de su experiencia en el proceso migratorio y de sus propias potencialidades y debilida-des. El reto del profesional es crear un espacio acogedor donde a partir del creciente vnculo se puedan trabajar el autocono-cimiento, la reflexin y la gestin emocional. Y es importante respetar sus tiempos, sus prioridades, e incluso que sea l mismo quien paute la periodicidad de los encuentros.

    Proponemos actividades a partir del dibujo, el relato o la vi-sualizacin para trabajar y sanar la imagen interna de familia: conectar su propia historia con el amor y el deseo, separar la tarea de quien te brinda la vida de los que cuidan esta vida, e iniciar un proceso de agradecimiento a la semilla de la vida (unin padre y madre). Las educadoras contamos con una batera de actividades sistmicas de propia creacin, con otras consultadas de la creciente bibliografa sobre el tema y con otras expuestas en las peridicas jornadas sistmicas, donde profesionales de distintas disciplinas comparten experiencias que enriquecen y redefinen nuestra intervencin.

    Hasta el momento, el trabajo con adolescentes se centra en la atencin familiar individualizada, principalmente padres o tutores y menores por separado, aunque juntos tambin. A largo plazo existe la voluntad de crear espacios de trabajo grupal con los adolescentes, donde la energa del grupo (tra-bajada y bien gestionada) pueda potenciar los frutos de la intervencin. Con todo ello hemos conseguido algunos logros profesionales que nos llenan de satisfaccin y esperanza.

    Olvera, Anglica P.; Traveset, Merc; Parellada, Car-les (2011). Sintonizando las miradas. Soluciones amorosas y breves a los conflictos entre la escuela y la familia. Mxico: Grupo Cudec.

    Ajuntament de Sabadell. Departament de Serveis Socials (2010). Eina 3: Perfils de professionals de referencia. Sabadell [documento interno].

    Ajuntament de Sabadell. Departament de Serveis So-cials (2014). Eina 1: La intervenci socioeducativa. Manual de processos. Sabadell [documento interno].

    PARA SABER MS

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