Radiografía Política Edición Especial

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La Asociación Mexicana de Ciencias Políticas, a través de la Secretaría de Estudiantes y la Subsecretaría de Asuntos Editoriales, en coordinación con el Instituto Nacional Electoral (INE) llevó a cabo el Proyecto #SomosDemocracia, un proyecto enfocado a la promoción y fortalecimiento de los principios democráticos tanto de los actores políticos pero sobre todo dirigido a los jóvenes mexicanos.

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Junta Directiva de Asuntos Editoriales AMECIP

José Manuel Loque RojasPresidente de la Junta Nacional Directiva

Francisco Javier Serrano GonzálezSecretario de Estudiantes de Pregrado y Posgrado

Diego A. Carrillo TorresSubsecretario de Asuntos Editoriales Comités

Estudiantiles AMECIP

Comité Nacional de Asuntos Editoriales

E s t a d o d e M é x i c o :Ivonne Sotelo

Dante Ulises GonzálezGuerrero:

Linda Gabriela

J a l i s c o :Daphne Alfaro

Eliezer A. Maya Esparza

N a y a r i t :Marco Antonio de León Méndez

Q u e r é t a r o :Arantxa García Cruz

D i s e ñ o E d i t o r i a lKrrrunch | Tecnología Creativa

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Nota DEl editor

La Revista Estudiantil AMECIP: Radiografía Política es una publicación mensual, en formato electrónico, vinculado a temas de interés especializados en el análisis políti-

co y social del ambiente juvenil en México.

Su objetivo es promover la participación de los jóvenes mexicanos en la esfera pública, a través de los Comités Estudiantiles AMECIP, lograr la integración de una red juvenil nacional que impulse la cooperación y la formación de pro-fesionistas más competitivos y activos en su en-torno.

La revista Radiografía Política es un trabajo colectivo que integra una gran diversidad de temas (enfocados a ciencias políticas y ciencias afines).

- E D I C I Ó N E S P E C I A L -

#SOMOSDEMOCRACIALa Asociación Mexicana de Ciencias Políticas, a través de la Secretaría de Estudiantes y la Sub-secretaría de Asuntos Editoriales, en coordi-nación con el Instituto Nacional Electoral (INE) llevará a cabo el Proyecto #SomosDemocracia, un proyecto enfocado a la promoción y fortalec-imiento de los principios democráticos tanto de los actores políticos pero sobre todo dirigido a los jóvenes mexicanos.

En esta edición, la Revista Radiografía Política pre-senta un número especial titulado #SomosDemoc-racia, que tiene el objetivo de fortalecer el voto y la cultura política participativa, previo a las elecciones que se llevarán a cabo en nuestro país el próximo 7 de junio de 2015. Con esto, la revista Radiografía Política pretende ser una herramienta de divul-gación de los valores democráticos de nuestra so-ciedad y además brindarle a los jóvenes artículos e información que ayuden a comprender el funcion-amiento de las instituciones democráticas.

Nuestra democracia es producto del esfuerzo de todos los mexicanos. No dejemos que este gran logro se debilite. Esta edición es un pequeño aporte al fortalecimiento de esta lucha que con-struimos día con día.

CONTENIDO5NOTA DEL EDITOR

6EL VOTO, SU IMPORTANCIA Y SU IMPACTO PARA REALIZAR UN CAMBIO

7EL VOTO, SU IMPORTANCIA Y SU IMPACTO PARA REALIZAR UN CAMBIO

11DEMOCRACIAS Y DEMOCRATIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA

15IV ESCUELA POLÍTICA Y DE GOBIERNO ES-TRATEGIAS EXITOSAS DE CAMPAÑA

16LA EVOLUCIÓN DE LAS ELECCIONES EN LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINAUN ACERCAMIENTO GENERAL A TRAVÉS DE LA OBRA DE DIETER NOHLEN

19EVOLUCIÓN DE LAS INSTITUCIONES ELECTORALES EN MÉXICO

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EL VOTO, SU IMPORTANCIA Y SU IM-PACTO PARA REALIZAR UN CAMBIO

Marco A. López / Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

erencias, sus intereses, su identi-ficación; el individuo elige a quien quiere que lo represente ante la federación o la localidad de una forma libre y escogiendo entre distintas opciones. Así que cuando la ciudadanía busca un verdadero cambio debe creer en la capaci-dad del voto como instrumento de cambio político y social, puesto que no se puede cambiar la en-tidad o el país sin este medio tan indispensable: el voto. En México tenemos un sistema pluripartidista, es decir, son dis-tintos los partidos que representan a los diversos sectores, grupos e intereses de la ciudadanía. Inclu-so ahora existe la candidatura in-dependiente para aquello que no se identifican con ninguno de los partidos político. Este elemento que hace a nuestro sistema más plural y más abierto ante una so-ciedad cada vez más participativa y con distintas necesidades; crea así distintas ofertas políticas de una forma plural y no hegemónica. El pluralismo partidista nos lleva así a una mejor construcción de la mis-ma Democracia en nuestro país. Al seguir este mismo hilo de ideas se puede afirmar que es necesario como ciudadanos conocer bien la oferta política de los distintos can-didatos de los diferentes partidos políticos y saber si son acordes a las necesidades reales de nues-tro entorno y nuestro tiempo. De igual manera es elemental consid-erar la viabilidad de las mismas y como se llevaran a cabo. Pero no solo eso, sino también es necesa-rio conocer a la persona, saber su

trayectoria tanto política, altruis-ta, social, académica y en su efec-to empresarial para elegir de una manera acertada y adecuada por quien debemos de votar. La democracia se mueve si, por la voluntad de las mayorías pero en nuestro Congreso de la Unión tenemos cabida de las minorías, se observa entonces que al ir a votar aunque no gane a quien elegimos tenemos la posibilidad de llevar al Congreso nuestros intereses con estas minorías que tienen cabida pues de una u otra manera las decisiones de ley to-madas deben ser propuestas por todo el cuerpo legislativo y por este mismo cuerpo es por quien son aprobadas. Como jóvenes y como ciudadanos es necesario asumir este derecho de ir a votar puesto que a lo largo de los años se ha debatido sobre la obligatoriedad del voto y mientras se afirma que la obligación haría efectiva la universalidad del voto, en la esencia democrática se criti-ca que esto le quitaría su condición de derecho al voto, restándole ci-erta naturaleza democrática. Se debe asumir este derecho y expre-sar los intereses de cada individuo, así una vez conocidas las diversas ofertas políticas y haber conocido al candidato, definir el sufragio acorde a las necesidades reales de la población. Votar es necesario para el andar y la construcción de una verdadera Democracia en nuestro País.

El voto es un elemento es-encial de los Sistemas Democráticos Modernos puesto que la Democracia

y su fusión con la idea de partidos políticos hace necesario el voto ciudadano para que el individuo elija que Partido Político lo debe representar. Además es necesa-rio recalcar que el sufragio es un derecho el cual ha dado sostén las distintas sociedades Democráticas de los últimos tiempos, puesto que este derecho se ha ampliado a lo largo del tiempo para otorgárselo a los jóvenes, las mujeres y los sec-tores que a lo largo de los años han sido marginados. Se comenta en distintos medios de comunicación sobre el llama-do “boicot electoral” que en otros términos es simplemente negarse a participar en las elecciones, pero dicho fenómeno no hace más que suprimir el mismo derecho del individuo que tantos años le ha costado obtener, al otorgarle la decisión de elegir a otros. Como lo menciona José Antonio Crespo en su obra Democracia y Elecciones cuando menciona que: “se considera que quien voluntari-amente desiste de su derecho a vo-tar, por la razón que sea, automáti-camente transfiere ese derecho a quien si acepta ir a las urnas. Es decir, el derecho de los abstencion-istas a elegir a sus gobernantes no es conculcado en ese caso, sino vol-untariamente transferido a otros.” La importancia que tiene el voto es que con el, la ciudadanía puede realizar un verdadero cambio, es una forma de expresar sus pref-

Ahora que las urnas están bajo los reflectores

Luis Moctezuma Velázquez / Universidad de Guadalajara

transparente y refrescante que nos haga sentir sed de votar. Poco se recuerda sobre lo que propone la democracia y cuando algo se olvida deja de ser útil. Ahí radica el principal problema de nuestra de-mocracia: en su falta de utilidad. Si algún día tomamos un martillo, lo decoramos con diamantes y lo

Ahora se habla mucho del voto y suele decirse que cuando el río suena agua lleva. Si quisiéramos usar

el río para explicar todo nuestro ruido electoral habría que agre-gar los contaminantes que llegan junto con cualquier población humana. Algo falta y eso es agua

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colocamos en el exhibidor de un museo posiblemente nadie recu-erde que su función original era martillar clavos, podría incluso llamársele “mazo de la eternidad” y gastar millones para conservar-lo sin que jamás toque la cabeza de un clavo; lo mismo pasa con nuestra democracia.

de la cámara apagado. El “gobier-no del pueblo” griego comenzó como una propuesta en que las de-cisiones no vendrían de un todopo-deroso (hijo de los dioses o elegido por ellos), como se acostumbraba en las civilizaciones antiguas. En una democracia griega cualquier ciudadano podría participar en las desiciones públicas y así sería responsable de los actos de gobier-no; esa imagen es tan bella como la fotografía de una hermosa modelo que nos hace olvidar el abuso de retoques fotográficos. Imaginemos una reunión en la polis griega para decir so-bre el futuro de algo sencillo, por ejemplo: la próxima invasión mil-itar a un pueblo más débil. Los hombres libres (poseedores de tierras y animales) deliberan y exponen sus puntos de vista; las mujeres (a muchos kilómetros de distancia) cuidan a los niños ya

que su opinión no es relevante dentro de esta democracia; los esclavos (biológicamente idén-ticos a sus amos pero social-mente iguales a un mueble) sirven comida y bebida mien-tras escuchan los planes para atacar a otro poblado de don-de saldrán más esclavos como ellos. Finalmente los hombres libres deciden estrategias mil-itares, presupuestos de guerra, colores del uniforme y todo lo necesario para actuar pública-mente. Visto así la democracia es un éxito pues sólo pueden opinar aquellos que ya pensa-ban igual desde el principio. Los conflictos aparecen cuan-do el grupo de participantes crece y empiezan a existir dis-crepancias, por ejemplo: los experimentos democráticos latinoamericanos que vienen fracasando desde hace casi dos siglos.

La democra-cia es el voto del pueblo”

recita un hombre aparentemente inocente en un spot que invita a votar y miente. Cualquiera que tome un diccionario puede con-firmar que “Democracia” es una palabra con origen griego confor-mada por dos raíces: demos y krá-tos. Cuando comenzó a hablarse de democracia el voto era un con-cepto incipiente y más que refer-irse a votos, la palabra aludía a la participación del pueblo (demos) en el gobierno (krátos). Eso es algo que desde cualquier ángulo que se mire actualmente busca suprim-irse. La participación popular es algo a lo que nuestros gobernantes rehúyen de una forma excepcional y lo hacen gracias a nuestro apoyo.

Podríamos pensar que los mexicanos hemos corrompido a la democracia pero esto no es más que una explicación perezosa. Es la pereza la causante de nuestros males de amores electorales pero de esto hablaremos más tarde. An-tes habrá que recordar un poco so-bre ese concepto de museo al que se nos dice que nos acerquemos con mucho respeto y con el flash

La toma de decisiones siempre será fácil cuando el grupo de electores es pequeño. Los políticos mexicanos lo sa-ben, o lo intuyen cuando menos porque lo han llevado a la prác-tica con mucho éxito durante décadas; es conveniente que haya apatía hacia cualquier for-ma de participación ciudadana. Podríamos regresar al ejemplo de los hombres libres toman-do decisiones en la polis grie-ga pero dejémoslo a la imagi-nación por ahora. El voto no es la única forma de participación existente en un sistema que aspira a ser democrático; sin embargo, es un buen medidor del interés público por la toma de decisiones colectivas. Du-rante la época electoral la elec-ción es muy simple: ¿a quién se le concederá el control del presupuesto de la nación? Para la clase política mexicana bas-ta con quedarse ahí. Para un ciudadano común y corriente sería mucho más útil ir más allá, para su desgracia es difícil que note que puede hacerlo.

Casi cualquier sociedad tendrá la necesidad de diseñar clases. A todo esclavo debe acompañarle un amo, un siervo no podría existir sin su señor feudal y así podríamos abund-ar en ejemplos. Los mexicanos tenemos una amplia tradición de buscar a alguien que deci-da por nosotros. Puede parecer lógico si recordamos que desde el encuentro con el viejo mundo (que geológicamente tiene casi la misma edad que nuestro ter-ritorio), se nos ha enseñado que todos somos diferentes y aquello que es diferente produce miedo. ¿Por qué habría un español de preocuparse por los problemas de los indígenas?, ¿qué obliga a un mulato a comprender las necesidades de una castiza?, ¿si un saltapatrás no consigue tra-

bajo no es asunto de las chinas ni de los lobos? Al final toda de-cisión importante vendría del todopoderoso rey español, has-ta que un día México decidió comenzar a decidir por si mis-mo y los mexicanos siguieron necesitando quien eligiera por ellos. Así nació nuestra democ-racia que crearía la nueva casta de gobernantes insensibles a to-dos aquellos que no perteneci-eran a su grupo: ciudadanos al estilo griego que se olvidarían de sus mujeres y esclavos para decir por todos, en este caso de sus votantes.

Cualquier decisión es difícil y lo será todavía más si hay muchos implicados. ¿Qué hacer con un país de más de 112 mil millones de personas (según el censo de 2010)? Evidente-mente siempre habrá conflictos de intereses y lo que beneficie a unos afectará a otros. La op-ción de opinar todos no es vi-able. Lo que si se puede hacer es canalizar propuestas y esto idealmente funciona a partir de nuestros políticos. Todo comien-za con un voto, como las hoguer-as comienzan con una chispa. Es importante votar porque de-muestra disposición a participar en las desiciones públicas; el no votar indica desde el planteami-ento la negación al diálogo y si no existe diálogo es más fácil de-cidir: elige el único que habla, en nuestro caso la clase política.

Votar es la primera par-te de un proceso largo y exten-uante que hasta ahora los mex-icanos hemos esquivado. Se nos ofrece la idea de que votar lo es todo: si lo haces cumples con un deber patriótico y si no lo hac-es eres un apático sin derecho a opinar sobre lo que pasa en el país. Si dejamos esta visión extremista podemos comenzar a diseñar algo que se parezca

a la definición de democracia, si es que esta forma de gobier-no nos convence, también po-dríamos opinar que preferimos algo distinto pero eso se puede decidir únicamente con nuestra participación. Para comenzar, el voto es una opción cerrada de opciones (la mayoría idénti-cas) y nuestra tarea principal es comenzar a cambiar la forma de participar. La ruta más sencilla para modificar un proceso es ev-idenciando su ineficiencia.

La visión pragmáti-ca de un proceso electoral es sencilla: existen personas con necesidades distintas, cada par-tido defiende los intereses de un grupo diferente y al final será elegido quien represente a más personas. En este momento na-die parece sentirse representa-do por esos partidos, entonces parecería lógico no votar. ¿Qué pasaría si nadie votara? La solu-ción es tan sencilla que hasta un político mexicano podría encontrarla; antes de conver-tirse en presidente de los Es-tados Unidos Mexicanos, José López Portillo sabía que no tenía competencia y afirmaba feliz-mente que bastaba con que su madre votara por él para ganar las elecciones. Sobra decir que muy pocas personas, incluida posiblemente la madre de nues-tro expresidente votaron por él. Mientras menos participación ciudadana exista será más fácil que alguien llegue al poder si preocuparse por las necesidades de sus gobernados. Entonces, si las opciones son pocas, no ex-isten diferencias significativas y parece que ningún político se preocupa por quienes gober-nará, ¿valdrá la pena votar?

Si las críticas en casa, las marchas que afectan prin-cipalmente a nuestros vecinos, nuestros comentarios en redes

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sociales y todo intento por bus-car que las cosas cambien no han funcionado, podremos pro-bar con las urnas. Los políticos saben que alguien de entre su casta habrá de salir electo, el sistema está diseñado para eso, pero nada obliga a que sea una tarea fácil ni halagadora. Los gobernantes viven de su imagen, mientras puedan sonreír ante las cámaras y demostrar algún apoyo ciudadano (por mínimo que sea), no necesitarán cambiar nada. Para zarandearlos un poco y recordarles nuestra existencia civil hay otros métodos, quizá no inmediatos pero funcionales. Los votos en contra del partido gobernante siempre ayudarán a replantear la forma en que se están haciendo las cosas, con un poco de suerte elegiremos al-guien que no mienta (realmente se necesita un exceso de suerte), aunque en un sentido más prác-tico presionaremos para cam-biar las decisiones que se están tomando (y esto siempre es un riesgo). Una opción más compli-

cada, lenta y aterradora para los políticos es la anulación; quien anula no rechaza su derecho civil a votar, pero tampoco de-muestra apoyo a nadie y eso si es peligroso.

Difícilmente alguien podrá decir que está satisfecho con las decisiones que toman los gobiernos mexicanos. Después de esa afirmación vendrán mu-chas preguntas, comenzando con: ¿qué haremos para que eso cambie? Una propuesta muy sencilla es participar en las elec-ciones, y no conformarse con eso sino buscar otros espacios de participación. El título de “ci-udadano” ya está ganado, lo que falta es ejercerlo. Quizá no poda-mos realizar reuniones masivas cada semana para que cada ciu-dadano mexicano: mujer, hom-bre, mulata, cholo, loba o mes-tizo, opine sobre las políticas públicas y ofrezca soluciones, pero si está a nuestro alcance el hacernos notar.

Las opciones electorales son simples: si estás de acuerdo con los políticos mexicanos vota por alguno de ellos, si no con-fías en ellos anula. Existe una tercera opción que permite au-tomáticamente que las cosas si-gan como hasta ahora: no votes. La participación es un proceso en el que intervienen seres hu-manos, como hablar, correr o enamorarse. Votar es la prim-era palabra, el primer paso o el primer suspiro y después queda mucho trabajo para que ese im-pulso inicial transforme nuestra vida. Quien vota firma un con-trato en el que acepta que no de-jará en otros las decisiones so-bre su propia vida, el camino ya lo vislumbrará mientras avance.

Democracias y democra-tización en América Latina

Ivonne Sotelo Gómez / UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Las Olas Democráticas en América Latina en los siglos XX y XXICaracterísticas y Contexto Internacional de la Democracias en A.L.

Entrevista al Dr. Jesús Tovar Mendoza, Secretario de Relaciones In-stitucionales de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas.

regímenes políticos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, los cuales empezaban a generar marcos competitivos para acceder efectivamente a la autoridad formal del Estado De no ser así, muchos de los países europeos o norteamer-icanos considerados por Hun-tington como democráticos durante ese periodo no serían efectivamente democracias si les aplicáramos los requisitos exigidos hoy en día.

La concepción actualizada de lo que es una democracia incorpo-ra básicamente tres requisitos procedimentales: competencia partidaria, participación elec-toral y libertades civiles. La carencia de algunas de estas características implica, para al-gunos autores, la descalificación de un régimen como democráti-co y en consecuencia ser clasifi-cado como autoritario; mientras que para otros significa que es una democracia disminuida.

En el marco de la cele-bración de actividades de la semana nacional AMECIP se llevó a cabo la

conferencia magistral del Dr. Jesús Tovar Mendoza Secretar-io de Relaciones Institucion-ales de la Asociación Mexicana de Ciencia Política.

¿Qué se puede entender por ola democrática y cuáles son los in-dicadores apropiados para con-siderar a un régimen político como democrático?

En primer término pare entend-er la ola democrática y sus indi-cadores se tienen que entender el uso de la categoría democra-cia que implica una necesaria aproximación hacia lo que en-tendemos por ella, y acerca de cuáles son los indicadores apro-piados para considerar a un régi-men político como democrático. Sin embargo, creemos necesa-rio tomar en cuenta el contexto histórico, sobre todo de aquellos

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Estos casos intermedios son denominados por Gasiorowski como semidemocracias.

Por su parte, Collier y Levitsky reúnen diversos casos de éstos y los califican como subtipos dis-minuidos. El adjetivo que suele añadirse a estos casos por ejem-plo, democracia restringida o democracia limitada resalta la ausencia de algunos requisitos de una democracia y son asumi-dos como ejemplos de países que han avanzado en su proceso de democratización, pero que aún no lo han completado; o en otros casos, como dictaduras que han flexibilizado sus mecanismos represivos.

¿Es correcto determinar unos indicadores generales para la categorización de la democra-cia, para medir sus grados de democratización?

La disparidad de criterios que usan los autores para definir

una democracia no permite que coincidan en cuanto a qué países son regímenes democráti-cos, sobre todo de aquellos que iniciaron su democracia en el continente americano. Así por ejemplo, Huntington, quien pro-pone la clásica diferenciación de las etapas de democratización en el mundo conocidas como las olas de democratización no emplea el mismo criterio para identificar un régimen político como democrático si se sitúa en la tercera ola o en la primera. El estándar para los países que se ubican en el siglo XX ,segunda y tercera olas es más exigente que para los de la primera ola, en el sentido de que incluye como requisito el sufragio universal además del criterio de compet-itividad; mientras que para los países que se ubican en el peri-odo de la primera ola sólo se de-manda que 50 por ciento de los hombres pueda votar, aunque manteniendo el requisito de competitividad, es decir, que

la autoridad ejecutiva tenga el respaldo de una mayoría parla-mentaria o que haya surgido de elecciones populares y periódi-cas Esta disminución del están-dar que hace Huntington le per-mite introducir a algunos países hispanoamericanos en la prime-ra ola: Argentina, Uruguay, Co-lombia y Chile.Por otro lado, Gasiorowski con-sidera que un régimen político es democrático en tanto que cumpla con los tres requisitos: competencia efectiva y pacífica entre grupos organizados para acceder a las posiciones de pod-er, alto nivel de inclusividad para la participación política, tal como es el sufragio univer-sal, y un nivel suficiente de lib-ertades civiles y políticas como para que se pueda asegurar la integridad de la participación y la competencia política. La may-or exigencia de este autor en comparación con Huntington es que restringe el número de países hispanoamericanos de la

primera ola como democráticos a solo uno Uruguay.Por su parte, Doorenspleet uti-liza el criterio de democracia mínima, que implica los req-uisitos de sufragio universal y competitividad, aun cuando no pueda existir un nivel elevado de libertades cívicas. A pesar de que Doorenspleet es más laxo que Gasiorowski en cuanto a los req-uisitos de una democracia, no enlista a ningún país hispano-americano como democrático en el periodo de la primera ola.Smith denomina democracia electoral a la que cumple con dos requisitos, por un lado elec-ciones competitivas y por otro el derecho a votar de la may-oría de los ciudadanos adul-tos. Curiosamente, a pesar de coincidir con Doorenspleet en cuanto al número y tipo de req-uisitos, ambos autores no con-cuerdan respecto del primer año democrático en ninguno de los países enlistados. En su pro-puesta, Smith ubica a México y Argentina como las democra-cias más tempranas, y al resto lo sitúa en las décadas de 1940 y 1950. Finalmente, Przeworski señala que basta sólo un rasgo fundamental para identificar a una democracia: “su carácter de competencia abierta a la partic-ipación”, ya que una real com-petitividad entre intereses en conflicto implica la existencia de derechos políticos suficien-temente amplios, así como una suficiente participación elector-al, aunque ésta no llegue a ser universal.

¿A qué hace alusión el concep-to de democracia que propone Przeworski, el cual se centra ex-clusivamente en el criterio de la competitividad para acceder al gobierno y por el cuál asume el concepto de democracia para su investigación?

La condición de competitividad en un régimen democrático im-plica dos aspectos principales: la incertidumbre en los resultados electorales y el carácter transi-torio de los. La incertidumbre en un régimen democrático no significa infinitas posibilidades en el acontecer político futuro, lo cual imposibilitaría el cálcu-lo de probabilidades de los ac-tores sometidos a la competen-cia; por eso Przeworski señala que se trata de una incertidum-bre organizada, en la medida en que la indefinición de un resultado ocurre dentro de un margen de posibilidades calcu-lable y predeterminado por un conjunto de reglas de juego.

En síntesis, la democracia es un sistema en el cual los actores compiten en un escenario reg-ulado, donde ninguna fuerza controla el desenlace a priori y tampoco puede modificarlo a posteriori; por ende, el man-tenimiento y la transferencia de poder no resulta un privile-gio personal, sino un mecanis-mo normado y aceptado por los contendientes.

¿Qué formas de democra-tización haya usted en su in-vestigación en América Latina?

Observamos dos formas pre-dominantes en los procesos de democratización. Una primera vía fueron las transiciones vi-olentas en Chile, Perú y Costa Rica. En los dos primeros países, el régimen liberal autoritario se había negado a conceder espa-cios para la oposición y se em-peñaba en mantener el poder a través de un presidencialis-mo fuerte. En el caso de Costa Rica ya se habían dado pasos significativos hacia la democra-tización de tal forma que la dic-tadura de los hermanos Tinoco representó una reacción autor-

itaria respaldada sólo por una fracción de la oligarquía del café, que fue finalmente derro-tada luego de un breve periodo de enfrentamientos militares.Por otro lado, se encuentran aquellos otros países que em-prendieron el proceso de democratización a partir de la iniciativa de la clase política en el gobierno como Colombia, Argentina y Uruguay. En todos estos casos, los actores políticos oficialistas siguieron teniendo un fuerte protagonismo políti-co en el nuevo régimen des-de sus inicios, ya sea desde el gobierno como el caso del Parti-do Conservador en Colombia y el Partido Colorado en Uruguay, o desde la oposición en Argenti-na, a través de partidos de dere-cha provinciales, luego de la división del gobiernista Partido Autonomista Nacional que dejó el poder en 1916.

Cabe destacar en este modelo de democratización por inici-ativa del gobierno la presencia de alas renovadoras en los par-tidos oficialistas, encabezadas por líderes que impulsaron los cambios desde el interior de sus agrupaciones y desde la pres-idencia de la república, como es el caso de Carlos Restrepo en Colombia, Roque Sáenz Peña en Argentina y José Batlle en Uru-guay. El último de ellos siguió ejerciendo una influencia deci-siva en todo el periodo del nue-vo régimen democrático, gener-ando una corriente al interior de su partido que perdura hasta la actualidad.

Si bien estos procesos democ-ratizadores desde el gobierno fueron pacíficos, en todos los casos preexistió una larga his-toria de violencia política que había convulsionado a sus re-spectivos países durante la mayor parte del siglo XIX e inc-

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luso hasta los inicios del XX; de tal modo que una explicación para entender estas iniciativas oficialistas radica en el temor de caer en una nueva espiral de enfrentamientos militares de resultado incierto para cualqui-era de los partidos.

Ha hablado de olas democráti-cas en América Latina, cuáles son estas y sus características

La Primera Ola se da entre los años 1891 y 1937, su duración de 46 años, alcanzan a 7 de-mocracias durante la década de los 20’s luego de la 1era guerra mundial, empieza en la última década del siglo XIX Chile, 1891 y su declive empieza en la dé-cada de los 30’s, culminando fi-nalmente en 1937 con sólo 3 de-mocracias. Su ascenso se da con el auge del liberalismo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, crecimiento económico, desplazamiento de militares de los gobiernos nacionales, con-stitución de elites civiles de pre-dominancia liberal, primeras elecciones y nuevos conflictos, guerras civiles de orientación ideológica entre liberales y con-servadores, triunfos liberales o pactos entre las élites, entre sus características se encuentran la regularización de procesos electorales, reglas de juego elec-torales más estables, alternan-cia del gobierno entre partidos de notables régimen oligárqui-co, aprovechamiento del auge económico exportador deriva-do de la primera guerra mun-dial, ampliación del marco de libertades civiles y políticas, su declive se da con la caída de la bolsa de valores New York 1929, crisis económica, protestas so-ciales de nuevos grupos organ-izados sindicatos obreros, de-clive ideológico del liberalismo y ascenso de doctrinas antilib-erales: fascismo y comunismo.

La Segunda Ola es entre 1943 1973, su duración es de 30 años, alcanza a 9 democracias, empi-eza con el retroceso fascista en la segunda guerra mundial en 1943 y su declinación empieza en 1960 a partir del impacto de la revolución cubana; termi-nando con el golpe de estado de Pinochet en 1973, se logran mantener 3 democracias, su de-spliegue empieza con el replieg-ue de las fuerzas militares del eje en Europa y Asia, coalición de las potencias occidentales democráticas con la Unión So-viética, declaratoria de guerra de países latinoamericanos a la Alemania Nazi, creación de alianzas políticas amplias en América Latina, nueva relan-zamiento de procesos elector-ales Entre sus características se da el surgimiento de un nue-vo tipo de partidos: partidos de masas, incorporación de de-mandas de sectores populares en el Estado nueva orientación ideológica diferente a los mar-cos tradicionales: populismo, líderes populistas de arraigo popular, transformaciones económicas profundas , cues-tionamiento ideológico de los polos de poder mundial tanto económicos como políticos el declive de esta ola comienza con la Guerra Fría, triunfo de la revolución cubana, rompi-miento de la izquierda y sur-gimiento de una alternativa insurreccional, crisis de los mi-siles, polarización de opciones ideológicas, primeros fracasos de los gobiernos populistas, coaliciones políticas entre la clase alta y los militares.

La Tercer Ola y no menos im-portante, comienza en 1978 hasta el presente, viene du-rando 36 años, empieza a fines de la década de los 70´s con la crisis de la deuda y llegó en su máximo momento a 19

democracias a inicios del sig-lo XXI. Actualmente tenemos 17 democracias, de las cuales se puede excluir a Cuba, Haití y Venezuela. El ascenso de la misma de debió a la Crisis, orientación favorable a la de-mocracia en el gobierno de los Estados Unidos de Carter prin-cipalmente, fracaso políticos y económico de los gobiernos militares. Resurgimiento de los partidos en una nueva modal-idad, las características es que se dieron diversos ajust-es económicos para superar la crisis económicas hechas por los nuevos gobiernos de-mocráticos, declive y caída del bloque, regularización y per-feccionamiento de sistemas electorales, desarrollo y con-solidación de una clase media y nuevos sectores económicos, surgimiento de una nueva opción política crítica de los partidos, el auge económico a partir del siglo XXI y nuevo impulso al Estado de Bienestar. Su declive no se conoce aún, pero se espera la inestabilidad de gobiernos democráticos, re-corte de libertades políticas en gobiernos neo populistas

IV Escuela Política y de Gobierno Estrategias Exitosas de CampañA

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La evolución de las elecciones en los países

de América LatinaUn acercamiento gener-al a través de la obra

de Dieter NohlenDiego A. Carrillo Torres / Universidad de Guadalajara

A pesar de las críticas ex-istentes, las elecciones son parte vital de la de-mocracia, ya que son éstas

las que permiten darle frescura y funcionalidad a un sistema político conformado por pesos y contrapesos partidistas, que permiten la desconcentración del poder en una sola cúpula y garantizan la representativi-dad de distintos sectores de la sociedad. Pero el fenómeno y el significado de las elecciones no siempre ha sido el mismo, varía según el sistema político en el que se lleven a cabo las elecciones. En la historia de los países de América Latina, los sistemas políticos han sufrido cambios fundamentales, y con ellos, las elecciones. Como es bien sabido, en la década pasa-da, los países latinoamericanos pasaron por un periodo autori-tario que coincide en tiempos y fechas, algunos construidos so-bre bases democráticas y otros que son fruto de la poca in-

stitucionalización de partidos y poderes públicos. Pero cabe señalar que en la mayoría de los casos, existen similitudes que permiten contrastar las trans-formaciones políticas, sociales e institucionales que ha tenido la región latinoamericana. To-mando como base la tesis desar-rollada por el autor alemán Di-eter Nohlen, este texto pretende hacer una aproximación gener-al a la evolución que han tenido las elecciones en los países de América Latina.

Las palabras de Dieter NohlenDieter Nohlen es un académi-co distinguido por sus grandes aportaciones a los sistemas electorales y especialista de la política latinoamericana. Para este tema, me gustaría pro-fundizar en una de sus obras más importantes: Sistemas electorales y partidos políti-cos (1998), específicamente en el capítulo titulado: Concep-to, importancia y función de las elecciones. En este texto, Nohlen explica el concepto de elecciones. Así, la primer idea que esboza este autor es que las elecciones representan el méto-do democrático para designar a los representantes del pueblo, y “tal vez sean lo más aproxi-mado al control del gobierno por el pueblo que se pueda al-canzar en la moderna socie-dad industrializada en masas móviles (Milbrath, 1972, citado en Nohlen, 1998). Lo interesante de esta obra se encuentra en la aclaración que nos hace el propio Nohlen: las elecciones representan una técnica de des-ignación de representantes… En consecuencia, las elecciones no son exclusivas de las democra-cias (Nohlen, 1998: 9). Lo que nos trata de decir nuestro au-tor es que aunque en un país no exista una verdadera democra-

Para poder ejercer real-mente el sufragio, el elector debe tener oportunidad de elegir y gozar de la libertad de elección. Sólo quien tiene la opción entre dos alterna-tivas, por lo menos, puede ejercer verdaderamente el sufragio”

Dieter Nohlen.

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cia, con diversidad e igualdad política y una verdadera com-petencia, la técnica de las elec-ciones también se lleva a cabo en regímenes autoritarios y to-talitarios, concluyendo así que el concepto de elecciones y su función varían según el sistema político en el cual se apliquen. Fuente: Nohlen Dieter. Sistemas electorales y partidos políticos.

A partir de esta base, Nohlen se pregunta: ¿qué importan-cia tienen las elecciones en los diferentes sistemas políticos? Si tomamos en cuenta las carac-terísticas particulares de los tres sistemas políticos a los que hace mención nuestro autor (sistemas democráticos, autoritarios y to-talitarios) las elecciones tendrán distintas funciones. En el caso de las democracias liberales, las elecciones son la fuente de le-gitimación del sistema política, y además, representan el ele-mento central de participación democrática en las democracias occidentales (pp. 12), siendo és-tas una de las formas de partici-pación política que se tienen en un sistema democrático liberal como el nuestro. Lo más impor-tante de tener elecciones bajo este esquema, es que se tiene la oportunidad de que la mayoría de la población participe en la vida política de un país. En las dicta-duras totalitarias, las elecciones son utilizadas como un simple in-strumento de ejercicio del poder y ningún rasgo de la sólida estruc-tura está en peligro, ya que las elecciones están sujetas al control absoluto del partido dominante y no hay oposición que pueda artic-ularse. Por último, en los sistemas autoritarios las elecciones sirven para “reafirmar las relaciones de poder existentes” como afirma nuestro autor; además, si bien en este tipo de sistemas la oposición sí puede articularse, resulta tan débil que el poder político del par-

tido que domina no está en juego, algo parecido a lo que ocurre en las dictaduras totalitarias, pero con la esencial diferencia de que en el autoritarismo la expresión de inconformidad es aceptable, aunque aún limitada.Para concluir con esta parte y cerrar con la argumentación de nuestro autor, hay que apuntar también las diferentes funciones de las elecciones según Nohlen. En las elecciones competitivas (que se dan en un sistema de-mocrático) la técnica de las elec-ciones sirve para: 1) expresar la confianza del electorado en los candidatos electos; 2) constituir cuerpos representativos funcion-ales; 3) controlar al gobierno. En elecciones semicompetitivas (sistemas autoritarios), lo que se pretende al aplicarlas es: 1) estabi-lizar su régimen; 2) la distención política hacia dentro de la estruc-tura; 3) mejorar su imagen hacia el exterior; 4) reajustar al sistema. Las elecciones realizadas en las dictaduras sólo tienen la sencilla función de ejercer el poder.

Evolución de las elecciones en América Latina

América Latina siempre ha sido una región bastante estudiada por diversos especialistas en materia política, y muchos de los trabajos desarrollados abordan atinada-mente los fenómenos ocurridos que permitieron cambiar de un sistema político a otro y con ello, la función de las elecciones tam-bién han cambiado –tal y como lo argumenta Dieter Nohlen-. A mediados de los 70´s y hasta fi-nales de los 80´s, la transición democrática fue la constante en toda la región y en la mayoría de los países los cambios han co-incidido en tiempos pero sobre todo, han sido cambios bastante radicales. Algunos casos son Ar-gentina y Brasil. En países como Chile y Costa Rica, la democracia

ya funcionaba con cierto orden y efectividad antes de la llegada de las dictaduras militares, pero la agresividad de este cambio radi-cal de sistemas parece que enterró las prácticas democráticas medi-anamente desarrolladas hacien-do que una vez iniciado el proceso de re-democratización fuera tam-bién radical. El caso de México parece excluirse un poco de los demás países, ya que en este país la evolución de su sistema no ha sido tan radical, sino que ha sido más bien un proceso lento, en el que las transformaciones se han ido adecuando a las ideas sociales y en el que la voluntad política del régimen autoritario fue abriendo espacios para distribuir el poder en pequeños grupos políticos que representaban minorías, pasando por la experiencia totalitaria que terminó a principios del siglo XX, después por la estructuración de un autoritarismo que a finales de los 80´s (coincidente también con los demás países) logró dar el paso a la democracia. Es posible decir entonces que en un solo país se pueden dar las características de las tres elecciones que nos expone Dieter Nohlen, no son hechos aislados y puede verse la evolu-ción de su concepto. Sin duda, el tema de la evolución de las elec-ciones en los países latinoamer-icanos partiendo desde el punto de vista y las aportaciones de este importante autor alemán, es un tema que puede desarrollarse de manera más profunda. Una vez hecha esta relación, lo que sigue es desarrollar esta relación, para entender los puntos más impor-tantes.

Referencia:- Nohlen, Dieter (1998) Sistemas electorales y partidos políticos. Concepto, importancia y función de las elecciones, México, FCE, pp. 9-18.

Evolución de las institucioneselectorales en México

Entrevista al Dr. José Reynoso Núñez, consejero electoral del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPC)

En su opinión, desde la creación de las in-stituciones electorales en nuestro país, ¿qué tan-

to han evolucionado?

Habría que hacer una dis-tinción entre instituciones ad-ministrativas e instituciones jurisdiccionales.

En el caso de las instituciones administrativas, primero ya saben que el Instituto Feder-al Electoral (IFE) se creó desde principios de los años noventa y fue evolucionando, pero prim-eramente el Ejecutivo, a través del Secretario de Gobernación estaba presente dentro de la institución, después ya no tuvo participación en la institución y se hizo una institución más ciudadana. Posteriormente esta ciudadanía que integraba el Consejo General se tuvo que pro-fesionalizar. Las instituciones electorales tuvieron que evolu-cionar, tuvieron que profesion-alizarse y si bien los consejeros son ciudadanos, son servidores públicos también, que reciben un sueldo como tales. A nivel federal después de la reforma de febrero de 2014 el Institu-to Federal Electoral se trans-forma en el Instituto Nacional Electoral (INE). A nivel local yo creo que primero hay una

enorme diversidad de institu-tos desde todas las dimensiones y ahora desde la creación del INE se hace homogénea la in-tegración, al menos a partir de su nombramiento y también se profesionalizan, se hace un pro-cedimiento como si fueran a ser servidores públicos de carrera, porque para llegar aquí nos ha-cen un examen, un ensayo, una entrevista, esto respecto de las instituciones administrativas. Respecto de las instituciones jurisdiccionales, el tribunal electoral federal, primero fue un tribunal administrativo, después pasa a formar parte del poder judicial de la feder-ación desde 1996 y comienza a especializarse de forma que el derecho electoral se convierte en una de las materias de dere-cho más especializadas. Habría que precisar si con la evolución mencionada se ha mejorado. Si lo vemos desde una perspectiva comparada, han mejorado las instituciones pero no sé si eso signifique necesariamente una mejora en la política, dado que en palabras de un conferencista que escuché en el CUCSH, que hace un estudio comparado de las instituciones electorales, el tener instituciones electorales más sofisticadas no significa necesariamente que haya confi-anza en ellas, confianza no solo

de los ciudadanos, sino tam-bién de los partidos políticos y en general de los participantes en las contiendas electorales. El que haya instituciones elec-torales más avanzadas y más sofisticadas no significa nece-sariamente que esté mejorando el desarrollo de las elecciones y que esté mejorando la cultu-ra política. Quizá se requiere tanta sofisticación en las in-stituciones electorales, porque la cultura política no da por sí sola para solucionar sus propi-os conflictos. El profesor Dieter Nohlen por ejemplo es de la idea de que tiene que dejarse espacio para la política, el derecho in-tenta sustituir a la política y si todo se va a que lo solucionen los tribunales o los institutos electorales, se limita el desar-rollo de pactos y acuerdos. A mí me parece que las instituciones electorales en México son una especie de acción afirmativa, para sustituir defectos en la cultura política.

¿Qué papel jugará la fiscalía general en estas elecciones? Te refieres a la fiscalía de del-itos electorales. Existe una a nivel federal y otra a nivel lo-cal y tiene como propósito el conocer todas las infracciones electorales que sean delitos.

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Me parece que jugará un pa-pel muy importante sobre todo para que no haya compra de vo-tos, que no haya conductas que impliquen delito o abusos de funcionarios, pero es una par-te muy importante que es poco conocida, poca gente sabe cuál es su función y la atención se centra más en el papel de las in-stituciones electorales adminis-trativas como el IEPC.

¿La idea que tienen las perso-nas sobre que algunos partidos tienen influencia en las deci-siones del tribunal?

Desde mi experiencia person-al como consejero yo no he re-cibido en mis decisiones nin-guna presión de ningún actor político. Yo creo que hay que tener una sana distancia con los partidos políticos y con los candidatos, yo creo que tene-mos que tener mucho cuidado de sí tomarlos en cuenta, pero el principio de imparcialidad debe regir en nuestra relación con ellos y respetarlos. Esto quiere decir que recibimos por igual a todos los partidos políti-cos, y si se establecen prece-dentes en nuestras decisiones, esos mismos precedentes tene-mos que utilizar para todas las decisiones que tomemos en to-dos los casos. Debemos tratar a todos los partidos y candidatos por igual, con la ética de la im-parcialidad.

Usted que preside la comisión de prerrogativas hacia los partidos políticos ¿Cuál es su opinión sobre la distribución que se hace, y el tipo que se dan y cree que son justas las prer-rogativas?

La distribución está prevista en la constitución, entonces lo que hacemos es simplemente aplicarla. Para valorar si el fi-

nanciamiento de los partidos políticos es muy alto o no lo es, habría que hacer una valo-ración de manera comparada. Yo creo que las prerrogativas y su distribución es justa en la medida en que se aplican las reglas iguales para todos, las re-glas ya están establecidas. Por otra parte, para una valoración con un sustento empírico com-parado tendríamos que hacer un estudio comparado sobre cuánto se da en otros países a los partidos. Tendríamos que considerar en esa valoración el contexto en México y en los países comparados. Considero en todo caso que es mejor si el financiamiento es público para los partidos políticos y los can-didatos, porque quizá esto lo puede hacer más transparente. Incluso creo que en el caso de los candidatos independientes se tendría que optar también por un modelo predominante-

mente público, más equitativo y transparente. Otro tema den-tro de las prerrogativas es el de radio y televisión. Como sabe-mos, corresponde de forma ex-clusiva al INE la distribución de los tiempos del Estado para los partidos políticos y candidatos, ahora también los candidatos independientes. Los partidos y candidatos ya no pueden ad-quirir tiempos en radio y tele-visión. Esto tiene como propósi-to el que haya equidad en el acceso a los medios de comuni-cación. En nuestro contexto en México el modelo de prerrog-ativas público que se combina con el privado es muy impor-tante. Sin embargo, el contexto hace la diferencia en el tipo de instituciones electorales que se requieren. Lo que digo con esto es que el contexto deter-mina qué tipo de instituciones se necesitan y cuáles funcionan mejor en uno u otro país.

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