Rafael Correa, Otro líder tropical que despierta amor y odio

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El presidente ecuatoriano, protagonista de un rescate cinematográfico, es –al mismo tiempo– católico y marxista, y simpático y agresivo, entre otras paradojas de su personalidad. Admira “la belleza y la inteligencia” de la presidenta Cristina.

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INVESTIGACION Y ANALISIS

zo Correa cuando caminó de-cidido al cuartel sublevado era “un dibujo perfecto de su per-sonalidad... a muy pocos se les hubiera ocurrido desafiar a la Policía; y no sólo porque estaba en peligro su vida, sino porque ponía así en riesgo la estabili-dad del sistema político”.

El hombre de la semana. Cuan-do el economista, profesor, cristiano confeso, ex ministro de economía, socialista, boli-variano y férreo opositor de Estados Unidos Rafael Correa asumió como presidente de Ecuador, en enero de 2007, su máxima y última función en ese cargo sería, justamente, lograr terminarlo. Detrás deja-

ba a otros seis dirigentes que desde hacía una década gobernaban Ecuador du-rante varios meses para, inexorable-mente, caer en manos de feroces rebe-liones popu-lares o golpes de militares e indígenas.

La temible c r o n o l o g í a inspiró a Co-rrea a arran-

car su gobierno con fuertes reformas y promesas para in-corporar a Ecuador a la “Amé-rica latina socialista del siglo XXI”; y en su campaña para desterrar el neoliberalismo y lanzar la “revolución popular”, se vio beneficiado por su ca-rácter seductor y amiguero, de buen discurso y entonación, y un pasado de hombre más cer-cano a la gente que a la polí-tica, declarado una y otra vez cristiano, y defensor de su rol de padre de familia.

“El se denomina cristiano y

Pedro YlarriFerviente católico y declarado marxista. Talentoso orador, se valió de los medios para llegar al poder y ahora los persigue. Magister de la Universidad de Illinois y enemigo de Estados Unidos. Cómico y agresivo a la vez. Todas estas disyuntivas y aparentes contradicciones, en-tre otras muchas, forman parte del perfil de Rafael Correa, el presidente de Ecuador pro-tagonista de la epopeya casi cinematográfica que mantuvo en vilo este jueves a gran parte del continente.

Para periodistas y analistas políticos del primer productor de bananas del mundo, sin em-bargo, no fue una sorpresa, y todo lo que pasó y vivió el mandatario tiene que ver con su per-sonalidad y su manera de llevarse con el mundo. Al menos, así lo ve Rubén Da-río Buitrón, u n o d e l o s per iod is tas ecuatorianos que más si -guió a Correa desde sus co-mienzos en la política.

“El presidente tiene una per-sonalidad bastante peculiar por la que nunca se echará para atrás, le cuesta muchísimo ad-mitir un error; tiene un carácter autoritario, tanto como perso-na como en su faceta política, y simplemente no le gusta que lo contradigan”, declara Buitrón a PERFIL desde Quito, sede del periódico El Comercio, en donde trabaja. “En ese marco –agrega– era de esperar que no se iba a quedar quieto ante el reclamo de los policías.”

Para Buitrón, hacer lo que hi-

Otro líder tropical que

despierta amor y odio

el presidente ecuatoriano, protagonista de un rescate cinema-tográfico, es –al mismo tiempo– católico y marxista, y simpáti-co y agresivo, entre otras paradojas de su personalidad. admira “la belleza y la inteligencia” de la presidenta Cristina.

“el sentido de justicia le afloró desde niño”. Lo ejerció siendo boy scout.

La vida lo encontró presi-dente a los 43 años y amigo del venezolano Hugo Chávez (sus detractores lo llaman con sorna “Quico... amigo de Chávez del Ocho”), quien en-tonces sostenía su revolución socialista regional con la popu-laridad que ascendía en forma directamente proporcional al precio del barril de petróleo, que subiría ese año a los 100 dólares. También declaraba su afinidad con Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula Da Silva.

Según los ecuatorianos, Co-rrea se parece a Kirchner, por ejemplo, en su trato con los periodistas. Cuenta el escritor ecuatoriano que al mandata-rio le molesta cuando le hacen preguntas incómodas y se ha distanciado mucho de los me-dios, pese a que han ayudado a instalarlo como un “outsider” de la política. Dice Buitrón que Correa “califica de buenos pe-riodistas a los que no le com-plican la vida y a los que le de-jan hablar, el resto son todos malos”.

De Chávez ha copiado “mu-cho más”, dice, como el pro-grama Enlace ciudadano, que aparece los sábados en la tele-visión estatal, “en el que hace una especie de rendición de cuentas de su semana como

carismatico. Notable orador, es un intelectual muy bien formado en Europa y los Estados Unidos.

aliados. El venezolano Chávez, principal respaldo de Correa.

rafael cOrrea

a mí me consta, es un católico practicante, una convicción un tanto extraña cuando se autoproclama de izquierda y, a veces, de izquierda marxista”, destaca Buitrón. “En realidad, hace a su personalidad saber decir lo que el público quiere escuchar; es como esos come-diantes que saben interpretar cómo el público es y actúa en consecuencia”, agrega.

Correa comparte un detalle curioso con el ex presidente de Perú Alejandro Toledo, quien se encuentra en sus antípodas políticas: ambos están casados con mujeres de origen belga. En el caso del ecuatoriano,

lo está con Anne Malherbe, a quien conoció durante sus es-tudios en Ciencias Económicas en la Universidad Católica de Lovaina, la Nueva (Bélgica). Con ella tiene tres hijos.

El mandatario supo conquis-tar a parte de los ecuatorianos diciéndose pobre y devoto del Dios católico. Nació, en efec-to, en un hogar humilde en el puerto de Guayaquil, en una familia de “clase media baja” según él la define. Pudo estu-diar gracias a becas oficiales y de Estados Unidos. Según su madre, Norma Delgado, quien enviudó cuando Rafael apenas superaba la mayoría de edad,

Según el periodista rubén Buitrón, “el presidente tiene una personalidad bastante peculiar por la que nunca se echará para atrás; le cuesta admitir un error; tiene un carácter autoritario”

foto: afp

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Perfil - Domingo 3 de octubre de 2010 el observador - 59

presidente, aunque termina contando qué come, en dónde y cómo durmió, a quién cono-ció o en todas las cosas en las que ha estado pensando”. De Lula Da Silva, copió en cam-bio su estratégica relación con los gremios y los indíge-nas –aprendió incluso idiomas aborígenes– y a seducir en cla-ve emocional a los simpatizan-tes que lo apoyan, agregó.

El mundo comenzó a saber quién era Correa en la prime-ra vuelta electoral, cuando abandonó su faceta técnica en el Ministerio de Economía del gobierno que lo antecedió –el de Alfredo Palacio, quien asu-mió luego de una revuelta po-pular contra Lucio Gutiérrez– y llamó “muy torpe” a George W. Bush. Su entonces rival, Alvaro Noboa, lo llamó “diablo comu-nista” y él respondió que no era

prepotente, sino apasionado. ¿Qué más dice Rafael Correa de Rafael Correa?

“Soy un humanista, cristia-no, de izquierda”, afirmó días antes de ganar las elecciones. “Soy humanista” porque “pa-ra mí la política y la economía están al servicio del hombre”, añadió. Dijo también que es “cristiano, porque me nutro de la doctrina social de la Iglesia” y “de izquierda, porque creo en la equidad, la justicia y la

el album familiar. Norma Delgado posa con sus tres hijos: Fabricio, Rafael y Pierina. Una foto familiar de 1994. Y, de niño, junto a su hermano mayor y su abuela.

“Soy un humanista, cristiano de izquierda. La política y la economía están al servicio del hombre y creo en la supremacía del trabajo sobre el capital,” se define Rafael Correa

sintonia. El la elogia sin reparos; ella expresó su admiración por él durante la rebelión.

Silvina Marquez“Hay seres con dos atributos sutiles, que son fuente inagotable de vida: la belleza y la in-teligencia y tú, mi querida Cristina, posees las dos a raudales”. Así se le declaró en una ocasión Rafael Correa a la Presidenta, con la que vive un auténtico romance afectivo y di-plomático al que, por cierto, no es ajeno Nés-tor Kirchner. En aquella ocasión –la primera visita oficial de Cristina, como Presidenta, a Ecuador, en abril de 2008– entre la firma de aburridos convenios energéticos en el Pala-cio Carondelet, el mismo desde el cual aren-gó a la multitud el viernes, tras ser liberado de su secuestro, el presidente ecuatoriano, al que seguidores y rivales reconocen su verba florida, continuó con sus elogios: “Siento afecto, admiración y gratitud” por Cristina, confesó. “Envidio y admiro su capacidad. Es brillante. Ya lo había visto en el acto de su asunción en Buenos Aires, cómo articuló un extenso discurso lleno de contenido y sin leer una línea.” fue más allá. En lo que hace a los países que representan, Correa siem-

pre destaca la coincidencia entre Argentina y Ecuador, sobre todo “en la fortaleza para enfrentar los intervencionismos camuflados, las extorsiones, los chantajes, las agresio-nes de todo tipo y toda clase de ataques a nuestro ser nacional, a nuestra soberanía”. La misma Presidenta argentina enriqueció este encuentro, en abril de 2008, resaltando que “hay un punto de inflexión porque lo estamos haciendo entre latinoamericanos y para latinoamericanos”. Estos aires de mu-tua solidaridad y elogios estuvieron presen-tes en todos los encuentros, inclusive en los anteriores, como cuando Néstor y Cristina se llevaron a su invitado a un acto oficial en Merlo, en el corazón del Gran Buenos Aires, donde las “chicas de la rama femenina” del PJ pudieron apreciar lo buen mozo que es el presidente ecuatoriano. “Gracias Rafael por estar acompañándonos. Todas las chicas están enloquecidas con el Rafa Correa. El sector femenino lo aclama”, dijo Cristina, entonces primera dama y a punto de ser pro-clamada candidata. n

Un amor correspondido

cedoc perfil

fotos: www.fabriciocorreadelgado.com

supremacía del trabajo sobre el capital”. A Correa le encanta hablar y hacerlo en público, y lo hace en inglés y en francés, y con ciertas dificultades en idioma quichua, el que apren-dió viviendo con los indígenas de esa comunidad en su rol de “misionero voluntario”.

Primeros pasos. Correa tuvo una acelerada carrera política y prácticamente no era conoci-do en la escena pública hasta

abril de 2005, cuando fue lla-mado para ocupar la cartera de Economía y Finanzas de Al-fredo Palacio. Antes que eso, Correa era economista y su lugar de trabajo eran las aulas y universidades. Cursó sus es-tudios primarios en el colegio San José La Salle de la costera ciudad de Guayaquil, donde –contó en varias oportunida-des– jugaba con sus compañe-ros a emular un gobierno en el que él siempre era presidente.

Con apoyo económico, Correa se recibió de economista en 1987 en la Universidad Católi-ca de Santiago de Guayaquil. En 1991, obtuvo un máster de Artes en Economía en la Uni-versidad Católica de Lovaina la Nueva (Bélgica), luego, en 1999, consiguió otro máster de Ciencias en Economía en la Universidad de Illinois y en 2001, finalizó el doctorado en Economía allí mismo, además de ser instructor.

Entre 1987 y 1988 fue parte de las misiones salesianas en Zumbahua, Cotopaxi, donde dirigió un proyecto de desa-rrollo económico rural para comunidades indígenas. Sien-do ministro de Economía, su nombre comenzó a aparecer en los medios, desde donde empezó a tener arraigo en la sociedad la paradoja del ins-truido joven economista cris-tiano de izquierda y simpati-zante del modelo chavista que quería hacer una revolución popular.

Correa lanzó su campaña presidencial con la irónica consigna de dar “correazos” a la corrupción, y mientras caía simpático con ella comenza-ba a hacerse popular su férrea oposición al Tratado de Libre Comercio (TLC) de Ecuador con Estados Unidos, así como

el rechazo a la renovación de la base militar estadounidense en la localidad de Manta.

El 15 de octubre de 2006, Correa salió segundo en las elecciones presidenciales de-trás de Alvaro Noboa, del Par-tido Renovador Institucional Acción Nacional (Prian). Pe-ro en la segunda vuelta, el 26 de noviembre, fue electo con 56,67 por ciento de los votos. El 15 de enero de 2007 juró en el cargo. n

Antes de ser presidente, Correa fue ministro de Economía y en ese cargo imitó algunas de las políticas de Hugo Chávez, de quien se hizo un ferviente simpatizante