Ramón Máiz, La Construcción Política de Las Identidades Indígenas en AL

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    LA CONSTRUCCIN POLTICA DE LAS IDENTIDADES INDGENAS EN

    AMRICA LATINA*

    Ramn Miz

    La emergencia de las movilizaciones indigenistas en Amrica Latina durante los

    aos ochenta y noventa del siglo XX, conjuntamente con un fenmeno poltico

    de primera magnitud para la democratizacin de los Estados latinoamericanos,

    constituye un notable desafo a la capacidad explicativa de las ciencias sociales.

    Por un lado los datos demogrficos, con todas las cautelas que las estimacionesdisponibles requieren, son elocuentes: en Bolivia alrededor de un 62% de la

    poblacin se autoconsidera indgena segn los, en este caso, muy fiables datos

    censales indgena; en Guatemala las estimaciones sitan la poblacin indgena un

    60%, en Per un 40%, prcticamente lo mismo que en Ecuador. El porcentaje

    desciende en Mxico hasta un 12% y El Salvador a un 10%, en Honduras a un

    4%, en Colombia a un 3%, en Nicaragua a un 2%, y en Venezuela y Argentina

    2%. En total unos cuarenta millones de personas en Amrica latina, un ocho por

    ciento de la poblacin total.

    Sin embargo, este sustrato tnico cultural no haba alumbrado en los siglos XIX y

    XX, salvo excepciones como la sublevacin aymar del Zrate Wilka en Bolivia,

    ms que alguna ocasional y breve movilizacin poltica o rebelin de estos

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    desconoce los movimientos secesionistas entre 1950 y 1995, sino la regin donde

    los niveles ms altos de opresin y discriminacin de la poblacin indgena sedan la mano con los mas bajos ndices de rebelin y movilizacin (Fearon &

    Laitin 2003).

    Sin embargo, pese a estos antecedentes, que anan peso demogrfico indgena,

    riqusima diferencia tnico cultural y desmovilizacin poltica en trminos

    tnicos, esto es, indianistas, el ltimo cuarto del siglo XX ha sido testigo de la

    irrupcin de importantes movilizaciones indgenas en muchos de los pases

    latinoamericanos, que en los casos de Ecuador, Guatemala y Mxico ha

    alcanzado en la dcada de los noventa, y Bolivia en los dos mil, niveles de gran

    intensidad y repercusin nacional e internacional.

    La radical novedad y relieve poltico actual del fenmeno requiere que la

    pregunta que se impone contestar sea cules son las razones que explican la

    multiplicacin de las movilizaciones y demandas indigenistas que proliferan en

    Mxico, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Bolivia, Colombia, Per oChile?. O bien, formulada de otra manera: qu factores intervienen en la

    etnificacin contempornea de las identidades colectivas en Ibero Amrica?.

    Muchas de las explicaciones disponibles parten, en clave de el retorno del

    indio, de asunciones en mayor o menor medida primordialistas: desde esta

    perspectiva la politizacin de las identidades tnicas indgenas no constituye sino

    una ltima fase de un largo proceso de expresin y exteriorizacin de una previa

    realidad tnica objetiva (maya, mapuche, aymar, tzotzil), cristalizada desde

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    asumir un inicial, prstino fundamento tnico de indignidad, dotado de poderes

    causales, la existencia de comunidades indgenas prepolticas fraguadas desdetiempo inmemorial en torno a un conjunto objetivo de lengua, cultura,

    tradiciones, mitos, smbolos e instituciones. Por el contrario, la identidad

    indgena actual se postular como el resultado contingente, interna y

    externamente contestable (y de hecho contestado), uno entre los varios posibles,

    de la movilizacin poltica y sus estrategias organizativas y discursivas, producto

    de un trabajo de filtrado, seleccin e innovacin a partir del heterogneo sustrato

    tnico disponible en cada caso (cultura, lengua, tradiciones, mitos, smbolos,

    memorias), por parte de los intelectuales, lderes y organizaciones indigenistas.

    En el seno de este itinerario se procede adems a vincular la dimensin tnico-

    cultural del nosotros indgenas, nosotros la nacin mapuche, nosotros la

    nacin purpecha etc. con los intereses sociales, econmicos y polticos de los

    diversos grupos en presencia. Por ello la movilizacin indigenista no se limita a

    expresar, a exteriorizar, a hacer visible, sino que propiamente constituye, producela identidad indgena en sus trminos contemporneos. El conflicto tnico no

    expresa sino que genera dimensiones claves de la identidad india actual: los

    criterios de pertenencia a la comunidad, los componentes especficos de su

    cultura, mitos, smbolos y narrativa comunitaria, la memoria histrica, la

    delimitacin del nosotros y el otro, lo propio y lo ajeno, los objetivos y

    demandas polticas del movimiento, el repertorio de movilizacin. De hecho, de

    los avatares de la gestacin del movimiento indianista depender: 1) el xito o el

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    1.- Campesinos o indgenas? Competencia y conflicto de identidades en

    Amrica Latina

    Las identidades polticas constituyen etiquetas o marcos adscriptivos que los

    grupos se autoasignan, o les son asignados por otros grupos, cumpliendo dos

    funciones fundamentales: 1) fijando la pertenencia a un colectivo o comunidad

    (tnica, religiosa, nacional, local); 2) vinculando el pasado del grupo con su

    presente de tal modo que permita una continuidad de reconocimiento

    intersubjetivo en el tiempo; 3) homogeneizando una comunidad por encima de las

    diferencias de clase, religin , localidad etc.. Recogiendo aportaciones de las

    varias perspectivas constructivistas sobre las identidades polticas (Laclau 1994,

    Hardin 1995, Laitin 1998, Fearon 1999, Fearon y Laitin 2000, Lustick 2000, Chai

    2001) podemos sintetizar las siguientes asunciones tericas que orientarn esteestudio:

    1) las identidades colectivas constituyen etiquetas o marcos adscriptivos que se

    autoasignan o son asignados exteriormente a un grupo, fijando a) la pertenencia

    compartida a un colectivo o comunidad, y b) vinculando el pasado del grupo con

    su presente, de tal modo que permita una continuidad de autorreconocimiento en

    el tiempo;

    2) las identidades no son hechos objetivos dados, definitivos, cristalizados, sino

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    que construya un nosotros por encima de las diferencias de clase, cultura,

    religin, contexto geogrfico etc.;3) lo cual no implica que las identidades sean arbitrarias, infinitamente maleables,

    que cualquier configuracin identitaria resulte siempre posible, sino que por el

    contrario, si bien contingentes, resultan duraderas, dependientes de contexto y

    trayectoria. Los cambios identitarios se producen por deslizamiento, en respuesta

    a incentivos y alteraciones exgenas;

    4) las identidades son en principio mltiples, toda identidad es una sntesis ms o

    menos estable, jerarquizada situando un principio identificativo como articulador,

    hegemnico. Una identificacin dominante o la presencia de una identidad

    excluyente de otras, no constituye tampoco un fenmeno dado o natural, sino

    asimismo el eventual producto de un complejo trabajo de lderes, lites,

    organizaciones, discursos, as como de la experiencia especfica de movilizacin y

    conflicto. De ah que la dinmica de contestacin y conflicto exgena

    (nosotros/ellos, propio/ajeno, amigo/enemigo resulte tan decisiva, como elconflicto y tensin endgena al grupo entre principios alternativos de

    identificacin, entre elites y bases, entre radicales y moderados etc.;

    5) Las identidades polticas colectivas poseen un componente fundamental de

    estrategia y eleccin por parte de los individuos singulares que evolucionan con el

    cambio de incentivos, positivos y negativos, instrumentales y expresivos, que

    inciden sobre ellos en cada coyuntura.

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    nacionalizacin de America Latina manifiestan una gran originalidad,

    polmicamente dirigida contra los Estados coloniales de Europa y Amrica; asaber: el mito del crisol de la razas (Gamio 1916), esto es, del mestizajecomo

    fundamento tnico-cultural de la nacin. Frente a las teoras de la raza y sus

    postulados - ideal de pureza tnica, de rechazo del mestizaje como degeneracin,

    de la idea de superioridad de unas razas sobre otras - propias del siglo XIX y XX

    en occidente, en muchos de los pases de Amrica latina, con diversas variantes,

    encontramos el mito fundador de la nacin mestiza (Mallon 1989, Hale 2002,

    Gould 1998, Gutirrez 2001). As, por ejemplo, Vasconcelos, a diferencia de las

    tesis de la degeneracin de Gobineau, entiende que la fusin de las razas

    conduce al progreso y la plenitud, a la esperanza del mundo que representa

    Amrica Latina, de la mano de la raza csmica, fruto de todas las anteriores y

    superacin de todo el pasado (Vasconcelos 1925).

    Este mito fundador latinoamericano preside el entero complejo mtico-simblico

    de la construccin nacional sobre varios ejes:1. la tesis del crisol de las razas (Gamio 1916) como eje del proyecto

    nacional mediante hibridacin de culturas de las tradiciones europea e

    indgena, que en los trminos clsicos bolivarianos de la Amrica en

    Crislida, postular que al fin habr una nueva casta de todas las razas,

    que producir la homogeneidad del pueblo (Bolvar 1976: II)

    2. la tesis de la desaparicin de las culturas indgenas, una vez realizado su

    aporte al mito fundador del mestizaje (Edad de Oro precolombina, pasado

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    building (Daz Polanco 1996, Dietz 1999, Marimn 2003), no es sino el

    correlato de la ciudadana igual en el plano del state-buildingora liberalora autoritario, y el cierre de la ecuacin que vincula indisolublemente

    ambos procesos: un Estado = una nacin = un pueblo = una cultura = una

    lengua .

    En la construccin de los Estados nacionales de Amrica Latina hay, sin

    embargo, grandes diferencias en sus trayectorias histricas en lo que respecta a la

    centralidad del mito del mestizaje. As, desde la versin tnica de la ya

    mencionada raza csmica de Vasconcelos, hasta la ms culturalista y

    espiritualizada sntesis entre indigenismo precolombino y catolicismo de Octavio

    Paz enEl laberinto de la soledad(Paz 1959), ha sido central en la edificacin del

    Estado nacin Mejicano como fusin de legados prehispnico e hispnico. Los

    Nhuatl, el grupo ms numeroso, se considera como la aportacin indgena que

    en contacto con el elemento conquistador, originara la raza mestiza propia del

    pueblo-nacin mexicano. Se producira as un doble proceso: por una parte losindios de Mxico central resultan identificados como campesinos, ms en

    concreto como campesinos pobres en vas de proletarizacin; por otra parte se

    disearan polticas del indigenismo, desde Crdenas en adelante, como

    procedimiento de mexicanizacin: incorporacin al mercado, polticas sociales

    corporativas para campesinos, programas de asimilacin lingstica y cultural etc.

    La creacin del Instituto Indigenista Interamericano en 1940 tras el congreso de

    Ptzcuaro y en 1948 del Instituto Nacional Indigenista, que implementara su

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    ciudadana. Incluso en la dcada democrtica (1944-1954), los gobiernos de

    Arvalo y Arbenz si bien removieron del discurso y prcticas de un reformuladomestizaje algunas de las instituciones ms segregacionistas hacia los indios

    (trabajo forzado), e implementaron medidas correctoras de la marginacin como

    la reforma agraria, la educacin general bsica etc., por otra parte reforzaron el

    poder de las lites ladinasen los niveles estatal y local, y confirmaron a la postre

    la concepcin ladina de la nacin (Hale 2002).

    Los casos peruano y boliviano muestran, a su vez, como se entrelazan los

    procesos de nation building y state building, en este caso, mediante su fracaso.

    En Per, la construccin nacional se presenta como bipolar: Indgenas en las

    montaas y blancos y mestizos de la costa, indios en el campo y blancos y

    mestizos en las ciudades. El mestizaje, como en Guatemala, sirvi para separar

    ms que para soldar el pueblo en nacin: el mestizaje urbano y costero devino en

    la base de la nacin y la ciudadana frente al indgena campesino destinado a la

    modernizacin, la aculturacin o al mestizaje completo o incompleto (cholos). Elproyecto de una hegemona nacional mestiza desde 1968 mediante una dictadura

    militar y el corporatismo autoritario termin en fracaso y represin, evidenciados

    en la matanza de Andahuaylas en 1974. En Bolivia, el dualismo se establece de

    modo diferente: mestizaje blanco quechua y trabajadores mineros en

    Cochabamba, Indgenas Aymar en el altiplano, con sus representantes

    intelectuales en La Paz. A partir de 1952 los intentos de establecer un proyecto

    nacional hegemnico mediante un Estado corporatista fracasara tanto respecto a

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    se prolongan durante el establecimiento del perodo liberal y el desplazamiento

    del eje productivo de la plata a la Paz: Zarate Willka logra formarconfederaciones tnicas quechuaymars en al altiplano paceo.

    En todos los casos examinados existe, empero, un rasgo comn: los indgenas

    mayas, aymars, quechuas, nahuas, totztiles etc. resultan incorporados de modo

    marginal y precario al proyecto nacional, mediante una institucionalizacin

    corporativista del Estado, autoritaria o liberal, a travs de sindicatos, ejidos o

    ayllus, organizaciones campesinas, confederaciones nacionales, reformas

    agrarias, gamonalismo, caciquismo o caudillismo, e identificados primero como

    ciudadanos (de segunda) y posteriormente como campesinos (pobres). Como

    ciudadanos inicialmente, pues tal es el objetivo de las polticasindigenistas a

    partir de los aos cuarenta: la integracin del indio, su nacionalizacin, mediante

    la educacin (programas de bilingismo con el objetivo de la enseanza del

    castellano), desarrollo de arte y artesana indgena, mejoras agrcolas, desarrollo

    comunitario recurriendo a instituciones tradicionales reorientadas yrefuncionalizadas (cabildo abierto o asamblea pblica, mitao trabajo colectivo),

    todo ello mediante el recurso a la ingeniera social y la activa incorporacin de

    las ciencias sociales (antropologa, economa, historia). Como campesinosms

    tarde, pues las reformas agrarias de los setenta organizan a los indios en

    sindicatos, cooperativas y otras organizaciones estructuradas de acuerdo con el

    Estado corporativista y sin respetar ahora las instituciones comunitarias

    tradicionales, consideradas obstculos al desarrollo. Esta identificacin de los

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    Esta construccin identitaria desde el Estado, mediante el mito del mestizaje, de

    los indios como campesinos impregnar incluso los discursos de la izquierdalatinoamericana para la que, excepcin hecha de Maritegui (Maritegui 1969),

    vern en el indio a un campesino, si bien en su dimensin de clase como

    explotado y potencial protagonista de la revolucin. As, el Che Guevara tratar

    en todo momento a los quechuas y aymaras de Bolivia, como campesinos a los

    que hay que convertir en revolucionarios, y no al pueblo guaran que an no

    demandaba los derechos de autogobierno que posteriormente conseguir

    (Bengoa 2000: 251). A su vez, los sandinistas cometeran diversos errores

    aplicando un modelo jacobino de polticas sociales a los campesinos de la costa

    atlntica antes de reconocer autonoma poltica al pueblo Miskito (Gould 1988).

    Durante muchos aos el discurso hegemnico

    No debe deducirse de lo anteriormente expuesto, sin embargo, que la

    configuracin identitaria, por parte de los Estados, de los indios como

    campesinos sea algo artificial, contrapuesto a una supuesta dimensin naturalde las comunidades indgenas. Para las ciencias sociales, a diferencia de lo que

    ocurre con el horizonte interpretativo de la novela indigenista en la que las

    comunidades constituyen mundos aparte, coherentes y estticos, opuestos al

    mundo del Estado y sus ciudades (vase como ejemplos Rumi la comunidad de

    El mundo es ancho y ajenode Ciro Alegra o Abancay la capital provinciana de

    Los Ros profundosde Arguedas)(Miz 2006) las identidades comunales, tanto

    como las nacionales, son constructos histricos y polticos, y se gestan,

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    Por todo ello, como ya hemos sealado, resulta necesario abordar el complejo

    conflicto de identidades polticas latinoamericanas en las tensiones que seproducen a partir de sus tres polos diferenciados: a) asimilacionista y elitista

    criollo/mestiza, b) campesina y c) indgena. El conflicto identitario se presenta

    as en un doble frente: 1) por un lado la confrontacin externaentre la identidad

    dominante en los Estados latinoamericanos, la versin elitista de una ciudadana

    de primera clase, la criolla o mestiza/ ladina elitista, y la identidad indgena

    emergente; 2) por otro lado la competicin interna entre dos alternativos

    procesos de identificacin de las clases populares en zonas de presencia india:

    campesino e indgena, que es el que nos ocupar en estas pginas. Estas dos

    identidades en competencia proveen de un diferente principio de articulacin y

    hegemona a un conjunto de elementos, algunos diferenciados y otros comunes,

    como puede verse en la Figura 1, que enmarcan dos sntesis, impugnadoras

    ambas de la identidad elitista dominante, que a modo de crculos secantes

    engloban dos posibilidades igualmente plausibles de autocomprensin de losintereses econmicos, polticos, culturales etc. de las mismas poblaciones y

    comunidades.

    (Figura 1 aqu)

    Estas tres dimensiones no agotan en modo alguno el complejo escenario de

    identificacin latinoamericano, la emergencia de las organizaciones y

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    deslizamientos en el seno del campo identitario, en adaptacin a incentivos

    externos cambiantes (fracaso de la reforma constitucional y Ley COCOPA de2001).

    Ambas identificaciones que aqu nos ocupan, campesina e indgena, resultan

    polticamente construidas, procesuales y contingentes, esto es, en modo alguno

    garantizadas por una determinacin social originaria o esencial, tnica o de clase,

    sino al albur una u otra de una dinmica de conflicto, estrategia, eleccin y

    eventual desplazamiento. Desplazamiento identitario que resulta producido por

    dos grupos de factores: 1) estructurales: instituciones, estado, economa, 2)

    estratgicos: organizacin, movilizacin y discurso. Esto es, una identidad maya

    o aymar no es producto del redescubrimiento o del retorno de una esencia

    tnica reprimida por la colonizacin espaola y posteriormente por los Estados

    independientes criollos o mestizos, sino que constituye el resultado de un proceso

    de produccin y generalizacin por parte de lites, intelectuales, partidos,

    organizaciones y movilizaciones colectivas contemporneas en determinadoscontextos nacionales e internacionales, a partir del inicial repertorio de etnicidad

    disponible en cada caso especfico.

    La teora de las identidades de la eleccin racional considera que el dilema

    identitario puede ser tilmente modelizado mediante un juego de coordinacin

    de dos jugadores (Hardin 1995:49, Laitin 1998: 22). Ahora bien, en un juego de

    coordinacin los intereses de los dos jugadores (A y B), a diferencia de lo que

    sucede en el dilema del prisionero, no estn en conflicto y pueden ser

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    (Figura 2 aqu)

    Ahora bien, aplicando a nuestro problema el modelo de Laitin para identidades

    lingsticas, este juego de coordinacin aporta dos hiptesis de relieve para el

    anlisis de los procesos de identificacin que aqu interesan; a saber:

    1) una vez fijada una identidad comn mediante coordinacin, esta tiende a ser

    estable y a durar en el tiempo (Hardin 1995), por lo que los grupos o

    comunidades que se encuentran en un determinado equilibrio (campesino-

    campesino) o (indio-indio) tienden a considerar su identidad dada como

    inevitable, incluso natural, existiendo pocos incentivos para la inestabilidad y

    la procura de nuevas identidades. Las identidades as interpretadas como

    equilibrios de Nash de un juego de coordinacin revisten caractersticas de

    autnticos puntos focales en el sentido de Schelling, esto es, aquellas

    situaciones en que todos cooperan, generando coordinacin en torno a una

    identificacin concreta (Schelling 1960, Shepsle& Bonchek 1997). De estemodo: a) ante la existencia de informacin imperfecta, esto es, incertidumbre

    sobre el desarrollo del juego, la comunicacin desempea un papel decisivo pues,

    en el caso que nos ocupa, genera un consentimiento tcito en torno a unos

    elementos diacrticos (etnia o clase, por ejemplo) conferidores de la identidad

    colectiva, la cual se gesta estratgicamente viendo o intuyendo el

    comportamiento identitario de los otros miembros del grupo; y b) a su vez, las

    elites polticas y culturales, dotando a esta identidad de sentido, creencias y

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    organizativos, disponibilidad heurstica en los discursos etc). Todo cambio,

    adems implica conflicto entre lderes y seguidores en el interior del grupo: unosque tratan de mantener la identidad anterior y otros que trabajan en pro de la

    nueva, residiendo en este conflicto no poca tensin e incluso eventualmente

    violencia (Laitin 1998b: 234).

    En nuestro caso, a partir de un inicial equilibrio campesino-campesino,

    determinadas circunstancias externas e internas hacen que determinados lideres e

    intelectuales exploren nuevas identidades indgenas y, mediante movilizacin y

    organizacin, consigan que en entornos favorables se alcance una masa crtica y

    se produzca un deslizamiento en cascada (cascade and tipping effect)

    (Schelling 1978) de los grupos y comunidades campesinas hacia una nueva

    identidad indgena. Pero como podemos comprobar, este nuevo equilibrio

    identitario constituye algo tan artificial, esto es,poltico, resultado de estrategia,

    eleccin y contexto, como la previa identidad campesina, por mas que el propio

    esencialismo estratgicode los protagonistas del cambio les lleve a considerarlomediante enunciados performativos - esto es, que producen aquello que predican

    como ya dado- del estilo de el retorno del indio, o la recuperacin de las

    seas de identidad, o an cultura maya autntica etc.

    La figura 3 muestra, siguiendo el modelo de deslizamiento de Laitin aplicado a

    nuestro problema, la relacin entre las dos funciones identitarias campesina e

    indgena. As, en el eje de abscisas situamos - de 0 a 100% - el numero de los

    miembros del grupo que se identifican como campesinos o como indgenas

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    La situacin contempornea en la Amrica latina de los ochenta y noventa

    puede verse as representada en la evolucin correlativa de las curvas II(identidad indgena) y CC (identidad campesina): la presencia creciente de

    incentivos etnificadores de diverso tipo favorece la cada de la identificacin

    como campesinos hasta alcanzar el puntokdonde se alcanza una masa crtica de

    individuos que se autocomprenden como indios, lo que dispara al alza la masiva

    identificacin como indgenas de muchos grupos y comunidades. La dependencia

    de los incentivos, que ahora veremos en detalle, apunta a que, as como la

    etnicidad diferencial y la marginacin los indgenas, que siempre estuvo ah, no

    se tradujo durante siglos en identificacin indgena, tampoco sta, en sentido

    inverso, tiene por qu cristalizarse ahora como un hecho inmutable, habida

    cuenta que resulta precario producto de una compleja concatenacin de factores.

    De esta suerte la erosin o desaparicin de algunos de estos incentivos

    estructurales o estratgicos bien puede traducirse en una eventual

    desindigenizacin, del mismo modo que en los noventa se produjo un procesode etnognesis acelerada de los grupos y las comunidades.

    Todo lo anterior coincide con investigaciones de referencia en torno a los

    conflictos tnicos, como las de Horowitz, que hace tiempo pusieron de

    manifiesto, frente al reiterado esencialismo, que las identidades son ms dctiles

    de lo que se suele considerar y que las fronteras entre los grupos tnicos resultan

    asimismo mucho ms porosas (Horowitz 1985). La movilizacin en sistemas

    estratificados (ranked systems) como los de Amrica Latina, al superponer la

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    indigenista. En lo que sigue nos centraremos, sin pretensin exhaustiva alguna,

    en tres tipos de factores que contribuyen a explicar el salto cualitativo de lasmovilizaciones en trminos de neoindigenismo o indianismo en esta regin; a

    saber:

    1.- Una favorable Estructura de Oportunidad Poltica, tanto nacional como

    internacional

    2.-Una exitosa organizacin poltica tejida a partir de redes organizativas previas

    y un eficiente repertorio de protesta

    3.- Un discurso poltico identitario eficazmente enmarcador de los problemas

    indgenas, delimitando sus protagonistas y sus antagonistas.

    2.- Estructura de Oportunidad y etnificacin de las identidades: actores,

    instituciones y polticas.

    La existencia de una diferencia tnico cultural indgena, as como la presencia demarginacin, explotacin y violencia ejercidas sobre bases tnicas y an racistas

    no predice necesariamente el surgimiento de conflicto y movilizacin poltica

    etnicista (Stavenhagen 1996: 285, Fearon & Laitin 2003, Gurr 2000:70, Cleary

    2000: 1148). Para que este potencial de movilizacin tnica se traslade a la

    accin poltica se requiere adems la concurrencia de acontecimientos exgenos

    que generen inestabilidad en el equilibrio identitario (en este caso campesino)

    tradicional y, en primer trmino, la presencia de una favorable estructura de

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    de Amrica Latina existen al menos tres factores de apertura de oportunidades

    que merecen ser destacados por su capacidad de abrir espacios y actuar defacilitadores de la accin colectiva sobre bases tnicas:

    a) la democratizacin de los sistemas polticos

    b) las polticas de regulacin tnica

    c) el apoyo internacional

    En lo que se refiere al primer factor, es preciso prestar atencin, en primer lugar,

    al hecho de que la apertura democrtica de los sistemas polticos favorece la

    movilizacin popular, pero no explica por si sola por qu estas movilizaciones se

    producen en trminos tnicos e indianistas. Como ejemplifica el caso que podra

    parecer de los mas claros a estos efectos, Guatemala, si bien la democratizacin

    de los ochenta fue decisiva en cuanto supuso la apertura de un ventana de

    oportunidades para la movilizacin maya, por si sola no da cuenta de porqu 1)

    estas movilizaciones surgieron previamente a la apertura democrtica y 2) con

    una perspectiva mayanista (Bastos y Camus 1993, 1995, 2003). Y en, en segundolugar, es necesario explorar las causas de por qu la movilizacin asume

    diferentes repertorios de accin, en unas ocasiones formas violentas de lucha

    armada y en otras ocasiones, mayoritarias, se selecciona un repertorio de

    movilizacin no violento.

    El peso de la oleada democratizadora de los ltimos veinte aos resulta decisiva a

    los efectos de la etnificacin de la poltica latinoamericana por dos razones: 1) la

    liberalizacin de los regimenes y el descenso de la represin, permiti una mayor

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    Ahora bien, tradicionalmente los empresarios polticos populistas y los grupos de

    extrema izquierda haban movilizado la protesta popular en Amrica Latina,incorporando a los grupos y comunidades indgenas como campesinos. De este

    modo, tal y como hemos explicado en el primer apartado de este captulo, un

    equilibrio identitario campesinista se ve reforzado por al masiva asuncin de una

    autocomprensin de clase (paisanos, pobres etc.) as como por el refuerzo de

    los lderes impulsando demandas, representaciones y polticas clasistas,

    bloqueando la dimensin tnica en el discurso y la prctica de los movimientos

    sociales. As en Mxico, Guatemala y Per, por ejemplo, los grupos y

    comunidades indgenas se incorporan como campesinos, en diverso grado y con

    muy diferentes trayectorias y orientaciones polticas, a protestas, rebeliones y

    movilizaciones de diverso tipo. Incluso en Bolivia los partidos populistas

    Conciencia de la Patria (CONDEPA) y Unidad Cvica Solidaridad utilizaron

    motivos indgenas y retrica indigenista pero al servicio de la tradicional poltica

    clientelar de intercambio de votos por favores con los campesinos (Van Cott2000). Habra que esperar al katarismo en los aos 80 en cuyas movilizaciones e

    intelectuales, con anterioridad al MAS de Evo Morales y su movilizacin de los

    cocaleros, se articulara como demanda indigenista. En Nicaragua, los problemas

    de la revolucin sandinista con los Misquitos de la costa atlntica, muestran

    cmo la movilizacin popular y las polticas de sociales y desarrollo se

    pretendan asentar sobre bases de clase, destinadas a campesinos pobres, desde

    una perspectiva mestiza, desconsiderando la problemtica indgena y rechazando

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    las reformas agrarias y las subsiguientes movilizaciones campesinas de la dcada

    de los sesenta y setenta resultan claves para entender la capacidad de etnificacinpoltica posterior en trminos indigenistas, aportando a esta ltima un doble y

    valioso legado: insatisfaccin generalizada y redes organizativas relativamente

    slidas (Alb 1991, Le Bot 1995).

    Los anlisis estadsticos disponibles sobre la relevancia de este factor explicativo,

    arrojan asimismo un balance muy matizado. As, la democratizacin abre una

    oportunidad para la movilizacin, habida cuenta que disminuye el costo de la

    accin, y disminuye la probabilidad de rebelin violenta. Cleary, por ejemplo,

    muestra que el tipo de rgimen autoritario o democrtico constituye la variable

    independiente decisiva para dar cuenta de la presencia de rebelin violenta conperspectiva indigenista, siendo sta ms probable en regmenes autoritarios,

    mientras la movilizacin pacifica es mas probable en regmenes democrticos

    (Cleary 2000).

    Este tipo de anlisis apunta adems inequvocamente a que en pases con unademocracia muy frgil, defectiva o no consolidada, la movilizacin tnica

    constituye el resultado de la frustracin de expectativas causada por la

    incapacidad de los Estados de hacer frente a las demandas de los grupos

    indgenas, especialmente all donde ha existido una tradicin de movilizacin

    social sobre bases no tnicas. Gurr y Moore, en este sentido, sealan en un

    importante estudio la necesidad de desglosar democratizacin y represin, de tal

    suerte que el uso de la democracia como un proxy para la presencia de baja

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    produzca. As, incluso en procesos de democratizacin, la persistencia de

    regmenes hbridos en Amrica latina (Karl 1995), permite el mantenimientode altos niveles de represin que juegan un papel decisivo en la etnificacin de

    las demandas por dos razones: 1) apertura formal o dispar de oportunidades de

    expresin de demandas, por un lado, y represin por la otra, lo que exacerba la

    frustracin de expectativas; y 2) represin selectiva de los indgenas en cuanto

    indgenas, lo que refuerza la etngenesis de los actores objeto de la misma. As,

    en Chiapas el carcter represivo del Estado y las elites locales se convierte en

    factor de atraccin de empresarios polticos varios para la movilizacin colectiva

    y, con el tiempo, se convierte en fuente de etnificacin poltica (Harvey 1998:

    127). En Juchitn la represin del COCEI constituy durante los aos setentauno de los elementos fundamentales de rearticulacin de las demandas de

    campesinos pobres en indgenas zapotecas en demanda de su autonoma (Rubin

    1997: 227). En Bolivia, el movimiento kataristaresulta deudor de la fractura del

    pacto campesino-militar pos revolucin de 1952 tras la masacre de Tolata, queradicaliz a muchos intelectuales aymaras los cuales pasaran a defender, a partir

    de entonces, una lnea poltica indigenista (Rivera 1986). La expresin del poder

    dual en Bolivia y la vitalidad de los mineros como expresin de la direccin

    poltica, distancia el caso Boliviano del bipolar peruano (serranos y costeos) o

    Guatemalteco (ladinos vs. Indgenas), y est en la base de que la Confederacin

    Sindical nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, procediendo del legado

    corporatista del nacionalismo, se reoriente a finales de los 70 en una perspectiva

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    En este orden de cosas algunos investigadores (Lpez Rivas 1995, Polanco 1997,

    Yashar 1997, Snchez 1999) ha sealado que, por un lado, la liberalizacinpoltica de los aos 80 en Amrica latina ha significado en el nivel macro la

    apertura de oportunidades de movilizacin, habida cuenta que la

    desmilitarizacin y apertura de los regmenes han permitido abrir nuevos

    espacios de libertad de expresin y organizacin. Y en el nivel micro la

    aparicin de incentivos para que se produjera movilizacin en trminos

    indianistas, derivados tanto de la frustracin de expectativas polticas

    democrticas de la participacin de las comunidades campesinas, cuanto del

    desmantelamiento de las instituciones corporativas agrarias tradicionales. En este

    sentido, se ha argumentado que las polticas neoliberales han erosionado la frgilautonoma de las a las comunidades indgenas tanto en lo que se refiere a las

    propiedad comunitaria, cuanto a las formas de autoridad locales que mantenan

    un precario nivel de autonoma. Las movilizaciones de los aos noventa serian

    as el resultado de la erosin de los derechos y libertades comunitarios debido ala desaparicin de las anteriores polticas corporatistas que, si bien se traducan

    en prcticas de clientelismo y corrupcin mediante intercambio de apoyo poltico

    por favores y la utilizacin de fondos pblicos para fines privados, permitan un

    relativo flujo de recursos a estos grupos y una cierta capacidad de autogobierno

    tradicional. As, en varios pases como Bolivia, Ecuador o Mxico, los aos

    noventa estaran marcados, por una parte, por la desaparicin de las polticas

    corporatistas, por otra, por una masiva penetracin del mercado, prdida de la

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    movilizacin de los campesinos en cuanto indios articulando la demanda de

    derechos individuales (polticos y sociales) conjuntamente con la demanda dederechos colectivos tnicos (Yashar 1997: 14).

    Sin embargo, este argumento debe ser matizado, pues presenta algunos

    problemas de encaje temporal. Por una parte parece claro que la liberalizacin de

    las polticas corporatistas, el fin del populismo agrario y el giro neoliberal se han

    traducido en reduccin de la afluencia de recursos mediante intercambio directo,

    la frustracin de expectativas y una suerte de percepcin de abandono de los

    Gobiernos a las poblaciones indgenas. Las polticas liberales iniciadas en

    Mxico partir de 1982 significaron para los campesinos chiapanecos, por

    ejemplo, el fin de los subsidios a la produccin agrcola y del apoyo a lacomercializacin, as como que, por ejemplo, los pequeos productores de caf se

    vieran inermes ante las multinacionales cafetaleras. En 1992, con la reforma del

    artculo 27 de la Constitucin se abri la posibilidad de privatizacin de los

    ejidos y la nueva Ley agraria permitira a los ejidatarios vender o arrendar sustierras a las compaas privadas, desapareciendo adems el derecho de los

    campesinos sin tierras a solicitarlas al Estado para su cultivo (Mattiace 2002: 35,

    Snchez 199: 25).

    Esto dara lugar a la activacin del mecanismo del miedo comunitario al futuro,

    subrayado por estudiosos del conflicto tnico (collective fears of future). El

    desentendimiento del Estado dara lugar al empeoramiento de las condiciones de

    vida y a la percepcin generalizada de abandono y temor, lo cual facilitara su

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    comunicacin) de eventual coordinacin en trminos tnicos e indigenistas

    (Lake & Rothchild 1998: 11).Pero el neoliberalismo constituyen un factor sobrevenido, que agudiza procesos

    que se venan registrando desde mucho antes, al menos de los aos setenta, y que

    constituyen momentos claves de la movilizacin indigenista. Algunos autores,

    por ejemplo, argumentan que las movilizaciones indgenas se originaron a raz

    del fracaso de las polticas agrarias desarrollistas y las reformas agrarias de los

    aos sesenta y setenta. As sucede en el caso de Guatemala con los procesos de

    modernizacin y el fracaso de las polticas desarrollistas de modernizacin de la

    agricultura (Le Bot 1994, Bastos y Camus 1993, 1995). En el caso de Ecuador,

    Rosero ha puesto de relieve cmo la crisis agropecuaria de los setenta,profundizada en la dcada siguiente, generara los primeros impulsos del

    indigenismo poltico que se reafirmara con las medidas neoliberales de los 90

    (Rosero 1990, Porras 2001). Respecto a Mxico, otros autores afirman que ser el

    incumplimiento de las promesas de la revolucin: crditos, reforma agraria,precios polticos en la dcada de los ochenta, y slo ms tarde con Salinas y el

    neoliberalismo de los 90 se producir la crisis definitiva y el despegue de la

    etnognesis indigena (Collier 1994). Otros ponen de relieve que el

    neozapatismo nace sobre la base del amplsimo repertorio de capital social redes,

    lideres y movimientos campesinos puestos en pie durante los aos setenta y

    ochenta (Harvey 1998: 134), a los que se incorporaran universitarios

    proletarizados post 68 de la universidad de Mxico (Marcos) y solo muy

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    como las polticasindigenistas, diseadas para conseguir la asimilacin mediante

    aculturacin de los indgenas y su conversin en ciudadanos del Estado nacincorrespondiente, tuvieron a largo plazo consecuencias no intencionales debido a

    su efecto sustantivador de las identidades (target effect) de las comunidades. Y

    es que tratar poblaciones de modo diferenciado, singularizndolas mediante

    polticas de regulacin tnica produce a menudo el efecto, como se ha sido puesto

    de manifiesto en investigaciones comparadas (Satvenhagen 1996: 294, McGarry

    & OLeary 1993, Gurr 1993, Brubaker 1996), de reforzar la identidad colectiva

    de los pueblos o minoras objeto de tales polticas, deviniendo factores de

    refuerzo identitario. Esto es, al tratar de modo especfico a las comunidades

    indgenas, al normalizar lingsticamente en castellano, por ejemplo, empleandolas lenguas y profesores nativos para su enseanza, as como al implementarse

    estas y otras polticas como las agrarias a travs del sistema de autoridades y

    estructuras institucionales tradicionales etc se contribuy a reforzar el sentido

    de pertenencia a la comunidad y con ello a poner las bases susceptibles de seractivadas posteriormente por empresarios polticos indianistas (Stavenhagen

    1996: 294). As, en Amrica Latina las polticas indigenistas reforzarn

    involuntariamente la pertenencia comunitarista sobre bases tnicas, actuando

    sobre la base ya mencionada ms arriba de frustracin de expectativas (privacin

    relativa) y redes organizativas preexistentes (Stavenhagen 1992, Le Bot 1995).

    En Mxico, por ejemplo, desde la dcada de los 30 hasta los setenta la

    organizacin mas poderosa par los indios fue la Confederacin Nacional

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    canalizar sus tradicionales reivindicaciones campesinas reformuladas ahora desde

    el nuevo principio hegemnico indigenista (Fox 1994, Mattiace 1997: 231).En segundo lugar, ha de llamarse la atencin sobre el parcial reconocimiento

    constitucional de las culturas y comunidades indgenas en diversos pases de

    Amrica Latina. Por ms que en muchos casos el reconocimiento cultural

    formal no de lugar a desarrollos efectivos y no se implemente polticamente,

    constituyendo lo que se ha denominado Reconocimiento retrico del

    multiculturalismo (Van Cott 2000), su efecto de refuerzo de las demandas

    indianistas ha resultado muy importante para la etnificacin de los actores

    populares y sus movilizaciones, suponiendo de hecho el final de la larga

    invisibilidad de los indios. Habida cuenta que las instituciones no solamenterestringen el abanico de cursos de accin a disposicin de los actores, sino que

    generan preferencias e incluso, con el paso del tiempo, identidades, las

    regulaciones constitucionales del reconocimiento del multiculturalismo, abriendo

    una brecha en los Estados nacin monotnicos de Amrica Latina basados en elmestizaje, constituyen un factor de etnogentico de primer orden. De esta suerte

    las regulaciones constitucionales, constituyendo una inicial respuesta a demandas

    y concepciones previas, devienen a su vez en incentivos institucionales que

    potencian la creacin de identidades colectivas indgenas en el seno del Estado.

    Las reformas de las constituciones constitucionales de Guatemala (1985, 1998),

    Nicaragua (1987), Brasil (1988), Mexico (19921994, 1995), Colombia (1991),

    Per (1993), Ecuador (1998), Venezuela (2000) etc. indican un camino creciente

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    - reconocimiento del derecho de propiedad colectiva de la tierra y su

    proteccin

    - reconocimiento de la cooficialidad de las lenguas indgenas

    - derecho a la educacin bilinge en las comunidades indgenas.

    Pese a la existencia de una gran distancia entre las declaraciones jurdicas y la

    implementacin de polticas pblicas que las actualicen y an del hecho de que

    casi en ningn pas - con la excepcin de Ecuador a partir de la reforma de 1998

    y Bolivia tras las reformas de 1993/1997 (Snchez de Lozada) - cristalizan las

    cinco reas mencionadas, la presencia de derechos colectivos de base indgena

    comunitaria han permitido no solamente romper con la lgica monocultural del

    Estado nacin (un Estado = Una nacin = un pueblo = una cultura = una lengua),sino dotar de una base jurdica y poltica a las demandas de derechos culturales y

    lingsticos, as como, lo que constituye un salto cualitativo, del derecho a la

    autonoma y autogobierno territorial. A estos efectos, se ha distinguido entre una

    primera etapa de etnificacin de las demandas (1992-1995) centradas en elreconocimiento constitucional de los derechos culturales y educativos; y una

    segunda etapa (1996-1998) en la que la autonoma y la autodeterminacin se

    convierten en las demandas centrales del movimiento indgena de la mano del

    EZLN (Trejo 2002: 10). El reconocimiento de la autonoma del Estado de

    Oaxaca tras las modificaciones constitucionales de 1998 constituyen buena

    muestra del nuevo mbito de reforma institucional, an muy limitado, al que

    aludimos. Por ello, aun cuando deba reconocerse el crnico dficit de

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    demandas econmicas, polticas y culturales: derecho a desarrollar y

    autoadministrar los recursos naturales; el derecho al autogobierno, al

    reconocimiento de las autoridades tradicionales y del derecho consuetudinario, y

    al gobierno compartidoen los niveles local, regional y nacional; reconocimiento

    de la oficialidad de los idiomas indgenas, la educacin bilinge, y el respeto a

    tradiciones y costumbres. Otro tanto sucede en las propuestas mapuches en Chile

    donde la autodeterminacin asimismo se reformula como derecho a la autonoma

    de la nacin mapuche (Marimn 2003).

    El desarrollo reciente de la reivindicacin de autonoma y con ello de la reforma

    de los Estados nacin centralistas de Amrica Latina sintoniza con algunas de las

    aportaciones recientes de la investigacin en la materia. En efecto, el debateclsico enfrentaba a quienes sustentaban que en la resolucin de los coflictos

    tnicos las soluciones de acomodacin y reconocimiento previenen la opresin y

    promueven la integracin y la convivencia (Horowitz 1985, MacGarry &

    OLeary 1993, Gurr 1993), y quienes insistan, por el contrario, en que ladotacin de derechos colectivos provee de adicionales recursos y dispara al alza

    las demandas de los movimientos tnicos o nacionales, agudizando el conflicto

    (Zinder 2000, Mozaffar & Scarrit 2000). Actualmente el anlisis es ms

    matizado: si bien se acepta que las polticas de acomodacin rebajan tensin,

    despotencian la violencia y promueven la integracin, se hace depender su xito

    del diseo cuidadosamente democrtico y participativo de las instituciones de

    autogobierno, de que no fijen fronteras estancas ni permitan apoderamiento

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    un escaln mas, cualitativo, de autogobierno al sistema federal, reformulando

    ste por entero en muchos de sus supuestos histricos (comenzando por el

    mestizaje fundador), repensado desde el pluralismo y la participacin (un cuarto

    piso regional). De este modo, ms que desde el aislacionismo etnicista de un

    Mxico profundo (Bonfil 1987: 9) postulado en oposicin al Mxico

    imaginario, que tiende a volver polticamente innegociables las demandas y a

    generar identidades excluyentes y no superpuestas, se trata de rearticular un

    federalismo pluralista y descentralizado que conjugue cohesin y diversidad,

    autogobierno y gobierno compartido. Solamente en una perspectiva de

    democratizacin autonmica, adems, podr procederse a superar los obstculos

    internos, derivados de las formas de gobierno y autoridad tradicionales, talescomo la superacin de la subordinacin poltica de los jvenes las mujeres

    (Mattiace 2002, Diaz Polanco 1994, 1996, Sanchez 1999, Van Cott 2000).

    Finalmente, en tercer lugar, entre los eventos exgenos que abren la estructura de

    oportunidad poltica facilitando el deslizamiento desde una identidad campesina

    hacia la activacin de identidades colectivas indgenas, ha de incluirse la

    dimensin internacional. En efecto, decisivos cambios que tuvieron lugar en la

    arena internacional se tradujeron en el cambio de mentalidades e ideologas, as

    como en la reorientacin de instituciones y actores internacionales, que

    supusieron una presin externa adicional hacia el interior de los Estados

    nacionales monotnicos de Amrica Latina.

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    tnicas en Amrica Latina (Stavenhagen 2001). Asimismo el final de la Guerra

    Fra despotenci la dependencia de la izquierda latinoamericana del movimiento

    revolucionario internacional comunista, lo que afectos internos permiti una

    nueva poltica de identidad indgena, y a efectos externos diluir las acusaciones

    de conexiones internacionales comunistas que se lanzaban sobre el movimiento

    campesino (Bengoa 2000).

    En segundo lugar, debe mencionarse el reconocimiento internacional de los

    derechos indgenas. En primer lugar, el apoyo de la ONU a partir de la

    aprobacin de la Convencin 169 en el ao 1989 sobre pueblos indgenas y

    tribales. Esta convencin supuso un punto de inflexin en la generacin de un

    clima internacional de favorecimiento de los derechos de los pueblos indgenas yla dotacin a los lderes y organizaciones indianistas de un valiossimo

    instrumento de refuerzo para sus demandas. En concreto, el derecho al

    mantenimiento y desarrollo de la propia lengua y cultura de los pueblos

    indgenas, as como el reconocimiento del derecho de autodeterminacin

    concebido como derecho al autogobierno y a la autonoma, constituyeron un

    apoyo externo fundamental para las movilizaciones indigenistas en Amrica

    Latina. Los procedimientos de supervisin (informes, reclamaciones etc.)

    supusieron una ventana de oportunidad poltica: el caso de la aparicin de los

    informes alternativos paralelamente a los informes peridicos, muestra el

    aprovechamiento de esa ventana como recurso adicional en favor de la

    movilizacin y las estrategias de los movimientos indgenas. La progresiva

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    contenida, no puede traducirse en la minusvaloracin del efecto de apertura de la

    EOP que en el plano discursivo, simblico y estratgico ha supuesto. Otro tanto

    puede afirmarse, ms recientemente, de la creacin en el 2000 de la relatora

    especial sobre derechos indgenas en la ONU desde la Comisin de derechos

    humanos que, ejercida por un antroplogo y activista latinoamericano en

    derechos indgenas (Rodolfo Stavenhagen) ha propiciado con sus informes y

    visitas (muy centradas en Amrica Latina) estmulo, visibilidad e incentivos

    movilizadotes a las organizaciones indgenas de Chile, Ecuador, Guatemala,

    Colombia y Mxico. Finalmente debe mencionarse la labor de la Comisin de la

    Corte y la Comisin Interamericana de Derechos humanos que, sobre todo a

    partir del caso Awas Tingni en Nicaragua en 2001 constituyo una nueva aperturade espacios de movilizacin y reclamos que no tardaran en generar nuevos

    pronunciamientos (Anaya 2004). Todo ello ha supuesto una auto-apertura de

    propias oportunidades por parte de los movimientos, una ampliacin de

    visibilidad de sus demandas y un adicional fortalecimiento de las organizaciones

    y ampliacin de sus redes nacionales e internacionales (Brysk 2002). Pero al

    mismo tiempo las regulaciones internacionales configuran las preferencias e

    identidades indgenas, reforzando por ejemplo el vinculo autonoma-territorio en

    la propiedad comunal indgena y contribuyendo a etnificar la identidad colectiva

    de las comunidades indgenas, al poner primer plano la dimensin Territorio

    (Territorio y autonoma) vs. la dimensin tierra (tierra y libertad), como

    medio de produccin, propia de la identidad campesina y clasista. La

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    resultar en muchos lugares muy favorecida por este aporte externo. En efecto, las

    ONG aportarn a las comunidades indgenas recursos de todo tipo: econmicos

    (fondos y programas de ayuda al desarrollo, agrcola y comunitario),

    organizativos y polticos (redes de capital social y conexiones en el mbito

    americano y europeo), intelectuales y morales (autorrespeto y dignidad de la

    propia cultura, lengua y tradiciones).

    A todo ello debe aadirse la importante aportacin de programas de cooperacin

    de gobiernos europeos y norteamericanos (la Sociedad alemana para la

    cooperacin tcnica, la DANIDA de Dinamarca, la CIDA de Canad, la AECI

    espaola, el programa noruego para los pueblos indgenas etc.), as como los

    programas del PNUD, el BID y, por ltimo, el cambio de las polticas anterioresde instituciones como el Banco Mundial a partir de la Directiva Operativa sobre

    pueblos indgenas de 1991, el programa de 1993 para los pueblos indgenas de

    Amrica latina, o el apoyo al Corredor biolgico Mesoamericano.

    En cuarto y ltimo lugar debe mencionarse un factor externo que sera de no

    escaso relieve para la movilizacin indigenista y que muestra adems la

    naturaleza dinmica de la EOP, esto es, la posibilidad de ampliacin poltica por

    parte del movimiento de sus oportunidades iniciales; a saber: la celebracin del

    Quinto Centenario del Descubrimiento de Amrica en 1992, que proporcionara

    un contexto de gran visibilidad internacional para las demandas indigenistas en

    Amrica Latina. La Campaa Quinientos Aos de Resistencia impuls la

    creacin en casi todos los pases latinoamericanos de Comisiones en las que

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    la Dignidad y resistencia India como la concentracin en la Plaza Mayor, El

    Zcalo, de Mxico, se dieron la mano con la concesin del Pemio Nobel de la

    Paz a Rigoberta Mench, indgena Guatemalteca, en ese mismo ao de 1992, y

    sirvieron para dotar al movimiento indigenista de una excepcional repercusin

    nacional e internacional. Todo ello realiment notablemente en las otras

    dimensiones internacionales ya citadas suscitando nuevos apoyos econmicos y

    polticos de instituciones internacionales, programas de ayuda especficos para

    comunidades indgenas, masiva llegada de ONGs etc. lo cual no solo contribuy

    a la creacin de un entorno internacional favorable para las organizaciones, sino

    adems una presencia ante la opinin pblica, un mayor control y vigilancia

    sobre la represin ejercida sobre las movilizaciones, y un flujo ciertamenteimportante de recursos.

    3.-Desarrollos organizativos indigenistas y repertorios de movilizacin

    La movilizacin sobre la base de una distincin categorial o grupo, sea de clase o

    tnico, depende que se frage una solidaridad relativamente slida y estable entre

    quienes comparten determinadas caractersticas e intereses. Mutua dependencia

    entre los miembros y control interno constituyen determinantes claves de la

    solidaridad del grupo que solo se consiguen mediante una organizacin estable.

    La organizacin posee una funcionalidad decisiva: genera preferencias,

    identidades y accin colectiva. Por todo ello las organizaciones constituyen

    autnticos prerrequisitos para la formacin de identidades colectivas (Hetcher

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    principales: 1) la utilizacin de organizaciones preexistentes de diverso tipo en

    las zonas indgenas; 2) la construccin mediante federacin de organizaciones

    estables e integradas a nivel supralocal; 3) el empleo de un repertorio estratgico

    de protesta que permitir la ampliacin de las bases en las comunidades locales y

    nuevos apoyos en los niveles nacional e internacional.

    Comenzando por el primero de los factores mencionados, los anlisis de basados

    en el modelo de la movilizacin recursos sealan que la actualizacin del

    potencial de movilizacin requiere no solamente una favorable EOP sino

    asimismo una dotacin de recursos organizativos preexistentes. En este orden de

    cosas es de destacar el rico capital organizativo previo con que cuentan a sudisposicin las movilizaciones indigenistas en los aos ochenta y noventa. En

    efecto, stas no nacen en un vaco previo sino partir de densas redes de diverso

    tipo y procedencia que sern incorporadas o reformuladas en una direccin

    indigenista. Este campo multiorganizativoprevio esta integrado principalmente

    por:

    1) Las iglesias catlica y protestante

    2) Las organizaciones campesinas locales

    3) Los activista polticos de los grupos revolucionarios de la izquierda

    4)

    Los intelectuales indgenas y sus asociaciones

    La aportacin de recursos materiales, organizativos, intelectuales y morales

  • 7/24/2019 Ramn Miz, La Construccin Poltica de Las Identidades Indgenas en AL

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    En los casos de Mxico, Per, Bolivia, Guatemala y Ecuador las redes de las

    iglesias tuvieron una extraordinaria importancia, no solamente en la organizacin

    de las comunidades campesinas y sus demandas, sino en el deslizamiento hacia

    una identidad colectiva indgena en trminos culturales y polticos (Yashar 1997:

    19). Durante los aos cincuenta y sesenta los misioneros protestantes se

    adentraron en las regiones con alta presencia indgena, procediendo a la

    evangelizacin socializndose en su cultura e incluso predicando la Biblia en las

    lenguas nativas (Rosero 1990, Bastos y Camus 1993, 1995; Le Bot 1994, 1995).

    Asimismo la Iglesia Catlica progresista, a partir de la Conferencia de Obispos

    de Medelln en 1968, el Concilio Vaticano II y especialmente a raz de los

    cambios promovidos por la Teologa de la Liberacin, procedi a laevangelizacin encarnada en las penosas condiciones de vida, pero asimismo

    mediante la revaporizacin de la cultura, lengua y tradiciones de los grupos

    indgenas. As, la creacin de comunidades de base proporcion impulso al

    redescubrimiento cultural, a la recuperacin de la autotestima en trminos de la

    propia lengua, a la autoorganizacin y apoderamiento de las comunidades,

    formacin de nuevas lites y dirigentes, as como al establecimiento de vnculos

    supralocales entre comunidades muchas veces en rivalidad secular, as como el

    flujo de recursos desde el exterior y la publicitacin de las demandas indgenas.

    En Ecuador, por ejemplo, el Obispo Lenidas Proao lider un proceso de

    reforma de la Iglesia Catlica que transform no solamente el mensaje religioso

    tradicional, contextualizndolo en las comunidades indgenas, sino que propici

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    articulando la evangelizacin con las demandas sociales y culturales (Le Bot

    1994, 1995). En Chiapas el Obispo Ruiz desempe un papel fundamental de

    predecesor y apoyo en las demandas y movilizaciones campesinas y luego

    indigenistas mediante el movimiento de catequistas (Collier 1999).

    Parte de la funcionalidad etnificadora de la aportacin de las iglesias vendra

    constituida por la competicin discursiva y organizativa entre catlicos y

    protestantes. La inicial evangelizacin protestante: traduccin del Nuevo

    testamento, grupos de lectura bblica, cooperativas, clnicas de salud etc., fu

    respondida por la Iglesia catlica con la indianizacin de su mensaje, en especial

    del Antiguo Testamento, creando una teologa indgena, modernizando ritos,

    creando escuelas y sanatorios, as como un muy militante movimiento decatequistas (Wilson 1995, Collier 1999, Le Bot ). Guillermo Trejo, siguiendo a

    Kalyvas, entiende que el conflicto de elites, mecanismo latente generador de

    identidades, tiene lugar en Amrica latina precisamente en el seno de la

    competicin entre las iglesias catlica y protestante de tal suerte que el despertar

    de la conciencia indgena es en buena medida un resultado colateral de la

    competicin religiosa y la utilizacin a tales efectos de las lenguas y culturas de

    las comunidades (Trejo 2000: 215). Tanto en Ecuador como en Chiapas o en los

    mayas Qeqchi de Guatemala encontramos la pauta de la competicin: la inicial

    presencia y actividad de las iglesias evanglicas presionara a las autoridades y

    sacerdotes catlicos, as como a los seglares comprometidos con la causa

    popular, no solamente a ser ms activos en la movilizacin, sino a hacerlo desde

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    sociales y culturales de los Quechuas y sera mas tarde secularizada bajo el

    influjo de grupos y lderes de izquierda originando la CONAIE. Asimismo, la

    federacin de indgenas evanglicos aparecida en 1980 sera extremadamente

    activa en la movilizacin indianista (Porras 2001).

    Un volumen significativo de recursos materiales, polticos e intelectuales y

    morales fueron canalizados, bien directamente a travs de esas redes cristianas,

    bien indirectamente a travs de ONG y agencias de cooperacin conectadas a

    aqullas. En la amazona, por ejemplo, los centros educativos en lenguas

    indgenas, los nuevos lideres procedentes de los catequistas, maestros, o tcnicos

    formados al hilo de estos programas, las emisoras radiofnicas etc. fueron

    decisivos simultneamente en la recuperacin lingstica, el desarrollocomunitario y como medios de organizacin y articulacin supralocal (Gonzales

    Urday 2001).

    Estas organizaciones Cristianas proveyeron a los grupos con empresarios

    polticos que suplieron las carencias de unas comunidades empobrecidas,

    reprimidas y desmovilizadas, proporcionando la inicial direccin, capital

    ideolgico y organizativo y asuncin de riesgos - las matanzas de los catequistas

    y sacerdotes catlicos en Guatemala constituye un dramtico ejemplo de ello

    (Wilson 1995) - que sirvieron de base para la posterior autoorganizacin de los

    propios indgenas.

    Debemos mencionar, en segundo lugar, a los activistas y grupos polticos de

    izquierda radical que se instalaron en las comunidades indgenas desde finales de

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    poltica de clase campesinista y adopcin de un lnea poltica predominantemente

    indianista.

    A diferencia de agitadores que trataran de instrumentalizar los agravios y

    necesidades de los campesinos como poderoso instrumento poltico para fines de

    la Revolucin, estos empresarios polticos establecidos en el seno de las

    comunidades durante aos, se beneficiaran del factor clave del conocimiento

    local, informacin y confianza en las relaciones cara a cara de las comunidades

    (Kalyvas 1999, Fearon & Laitin 2002). Compartiendo los problemas de los

    indios, estos activistas de varia ndole suministraran a las comunidades decisivos

    recursos materiales (mejoras en la agricultura, salud, educacin y formacin),

    polticos (organizacin civil o militar, liderazgo, estrategia) e intelectuales ymorales (autorrespeto y sentido de la propia dignidad, apreciacin de la propia

    lengua y cultura, discurso) (Harvey 1998, Paramio 2000). De este modo, la

    identidad indgena frente a la mestiza o ladina, se construye progresivamente y

    no sin dificultades a partir de bases comunitarias y localistas, pues no debe

    olvidarse que, frente a identidad ladina o mestiza amparada desde el Estado, la

    identidad indgena se encuentra enraizada en muy heterogneas comunidades

    locales totztil, tojolabal o quich etc. mas que en un sentido general de

    pertenencia indgena maya o aymara, y no digamos indgena, pues la

    indianidad necesita ser producida mediante organizacin, accin colectiva y

    discurso, esto es, polticamente.

    Y ello, inicialmente como movimientos sociales introductores de un nuevo

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    Todava en 1982 el EGP declaraba en uno de sus textos: Los indgenas en tanto

    que tales no son parte de las fuerzas motrices de la revolucin. Pero en tanto que

    proletarios agrcolas e industriales aportan el contingente mayoritario de clase a

    obreros y campesinos (Bastos y Camus 2003: 124). Posteriormente con la

    Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca se abrir camino poco a poco, y

    con muchas tensiones, las reivindicaciones en clave tnica: Nacionalidades

    mayenses, pueblo maya, nacin maya que no cristalizarn hasta principio

    de los aos 90.

    En el caso del zapatismo, como ya se ha visto antes, sus primeros pasos se dieron

    como organizacin revolucionaria campesinista. En Chiapas, la formacin en

    enero de 1994 del Consejo de Organizaciones indgenas y campesinas (CEOIC)implicara en una movilizacin campesina (ocupacin, expropiacin y

    distribucin de tierras) a 11 organizaciones y ms de 8000 demandantes de

    tierras. Incluso cuando en 1994 los zapatistas llaman a la insurreccin lo hacen

    con la retrica de la revolucin socialista, llamando al apoyo y coordinacin con

    organizaciones campesinas de otras zonas de Mxico con menor presencia

    indgena que Chiapas. Solamente e partir de la segunda convencin de

    Aguascalientes se introduce un sesgo indigenista articulado en torno a la

    demanda de reconocimiento cultural y autonoma, que tomara plena carta de

    naturaleza en seno de un programa indigenista en 1996 en los acuerdos de San

    Andrs (Daz Polanco 1997, Harvey 1998, Collier 1994).

    Finalmente, debemos mencionar la labor de los intelectuales indgenas y sus

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    sus organizaciones procedieron a elaborar un discurso indianista netamente

    diferenciado del indigenismo tradicional de los estados latinoamericanos,

    destinado a la modernizacin, la asimilacin y la aculturacin de los indgenas

    (Favre 1998, Gutirrez 2001). Este trabajo intelectual y organizativo de los

    intelectuales orgnicos del indianismo a la vez precede y acompaa en sus

    desarrollos a la movilizacin poltica. De ah que no pueda ser reducida su

    presencia a una mera fase cultural inicial y previa a la propiamente poltica,

    habida cuenta de que sus demandas, objetivos y organizacin fueron

    estrictamente polticos desde un comienzo.

    Los casos de Mxico y Guatemala, por ejemplo, muestran el papel orgnicode

    estos intelectuales y sus asociaciones en la etnificacin de la poltica, as como enle proceso de etnognesis por medio del cual se producen las identidades

    colectivas indgenas. As, por ejemplo, en Mxico la Organizacin de

    Profesionales indgenas Nahuas fue creada en los aos setenta precisamente por

    intelectuales surgidos de las propias polticas indigenistas de asimilacin, los

    profesores bilinges Nahuatl. La Alianza Nacional de Profesionales Indgenas

    (ANPIBAC) se cre en 1977 por profesores bilinges en aras de recuperar las

    culturas indias, combatir la polticas asimilacionaistas, e incluso defender el

    autogobierno llegando a reemplazar el concepto de grupo tnico por el de

    nacionalidad y postular la creacin de un estado multinacional (Gutierrez

    2001: 168). De este entono surgira la revistaEtniasque sirvi de plataforma de

    contacto entre varias organizaciones indigenistas mexicanas y otros movimientos

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    Por su parte, las asociaciones mayanistas culturales de Guatemala evolucionaron

    crecientemente hacia una mayor politizacin de sus demandas y una posterior

    convergencia con organizaciones polticas. Libros como el de Demetrio Cotj

    Configuracin del pensamiento poltico maya (1991), la labor de la Academia

    Maya de la Lengua, las publicaciones de la editorial Cholsamaj etc.

    desempearon un papel cada vez ms poltico: de ellos surgira el Consejo de

    organizaciones Mayas de Guatemala (COMG) (Bastos y Camus 1995: 96). Las

    iniciativas y preocupaciones lingsticas de la Academia Maya de la Lengua en

    pro de la escritura maya, se prolongaran en demandas de reconocimiento de las

    lenguas mayas y posteriormente extenderan su actividad hacia la poltica de

    identidad, articulando la defensa de la cultura y lengua mayas, con elautogobierno y an con la defensa del medio ambiente, la preservacin de los

    espacios naturales en que se desarrollaba el estilo de vida tradicional de los

    pueblos mayas. Cholsamaj incorporara un progresivo nfasis en la

    plurinacionalidad del Estado guatemalteco. COMG asimismo ira mas all de

    objetivos puramente culturalistas en aras de proveer de informacin a las

    comunidades, procurando alternativas a los planes oficiales de desarrollo y

    modernizacin, y finalmente demandando derechos de autonoma y

    autodeterminacin, como puede comprobarse en un documento decisivo como

    Derechos especficos del pueblo maya de 1990 (Cotj 1994).

    En cuanto al formato organizativo, una de las claves del xito del movimiento

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    federativo en varios niveles, que por un lado resulta muy eficaz pero por otro

    plantea serios problemas de coordinacin. Las estructuras organizativas

    indianistas, articulando representacin y participacin, permiten tanto la

    incorporacin de las organizaciones locales mediante mecanismos de

    representacin y toma de decisiones, cuanto permiten la coordinacin necesaria

    para movilizaciones masivas como el levantamiento emblemtico de 1990 en

    Ecuador. Sin embargo, la proliferacin de mecanismos de consenso en aras de

    evitar decisiones mayoritarias, resta en ocasiones capacidad de decisin y la

    coordinacin da muestras de inestabilidad con el paso del tiempo.

    La estructura federativa de las organizaciones indigenistas se estructura en tres

    niveles fundamentales: 1) en el nivel local, las asociaciones se encuentranimplicadas directamente en las actividades de las comunidades (educacin, salud,

    trabajos agrcolas, comercializacin, autogobierno local, etc). En este escaln el

    grado de politizacin es mnimo y la presencia de ONG y las iglesias sirve tanto

    para la captacin de recursos de primero orden (materiales e intelectuales),

    cuanto de segundo orden: la incorporacin a redes y organizaciones ms

    amplias; 2) en el nivel regional, se produce una coordinacin en

    espaciosgeogrficos y lingsticos, y deben abordarse ya problemas complejos,

    en especial el pluralismo tnico, histrico o sobrevenido, y la no correspondencia

    etnia/ fronteras regionales, y por tanto la convivencia entre mestizos, colonos y

    diversas etnias indgenas, fuente de numerosos problemas en la construccin de

    las autonomas de las regiones pluritnicas; 3) en el nivel estatal, las

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    As, por ejemplo, la coordinacin de las organizaciones mayas a finales de los

    noventa, ascenda desde las organizaciones de base, pasando por las

    coordinadoras ideolgicas (IUCM, COMG APM, Tukum ALMG) etc y las

    coordinadoras sectoriales como COPMAGUA, el comit del Decenio o

    Menmagua, hasta el Consejo Nacional Maya. Pues bien, el fracaso del

    referndum de 1999, hizo estallar las tensiones acumuladas aos atrs y en junio

    de 2000 COMG (Consejo de organizaciones mayas de Guatemala) y ALMG

    (Academia de lenguas mayas de Guatemala) se retiraron de la coordinadora y

    COPMAGUA entr en crisis debido a desacuerdos polticos tanto sobre el

    proceso de paz, como sobre la estructura y funcionamiento internos de la

    macroocoordinadora (Bastos y Camus 2003: 216).Ya hemos mencionado que las organizaciones indigenistas nacieron como

    movimientos sociales al margen de los partidos polticos oficiales, ante la

    conviccin y la experiencia de que los partidos resultaban deudores del

    nacionalismo de Estado monotnico y su acercamiento a los problemas indgenas

    revesta un talante instrumental de la mano, por ende, de mecanismos clientelares

    desmovilizadores. Este componente clientelar, de intercambio de votos por

    favores, no solo resulta incompatible con el lenguaje de los derechos colectivos e

    individuales de las demandas indianistas, sino que, ms grave an, desincentiva

    estructuralmente la accin colectiva y con ello la solidaridad grupal (Miz 2003)

    de la que depende de forma capital, como hemos visto, la posibilidad misma de la

    cristalizacin de una identidad colectiva indigenista. De ah que la reaparicin de

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    alternativa sino como instrumento adicional de movilizacin (Van Cott 2005:

    213). En 1995 en Ecuador CONAIE crea el partido Pachakutik para las

    elecciones de 1996. En 1997 comienza una escalada organizativa y competitiva

    en el conjunto del sistema que finalizar en 2002, en difcil y de futuro incierto

    coalicin con militares demcratas (Partido Sociedad Patritica) y partidos de

    extrema izquierda MPD (Movimiento Popular Democrtico), conduciendo a la

    Presidencia del gobierno a Lucio Gutierrez. En Agosto de 2003, sin embargo, se

    producira una grave crisis y los tres ministros Pachakutik saldran del gobierno

    Gutirrez por serias divergencias sobre poltica econmica. Y en Bolivia el

    Movimiento al socialismo (MAS) en las elecciones de 2002 alcanz al 21% de

    los sufragios de la mano del liderazgo de Evo Morales, mientras el MIP de FelipeQuispe obtuvo un 6%, formndose una gran coalicin para evitar su llega a la

    presidencia del pas sobre un pacto del MNR y Paz Zamora. La victoria final del

    MAS de Morales, quien alcanzara el gobierno con una mayora muy amplia,

    incorporando sectores populares no indgenas, mientras Quispe quedara con un

    porcentaje residual de votos. En general, los factores que han favorecido la

    formacin de partidos indianistas, son tanto externos como internos. As, entre

    los primeros, los procesos de descentralizacin, la existencia de reserva de

    escaos para indgenas y los desalineamientos electorales ( derivados , por

    ejemplo de la crisis de los partidos de izquierda en Ecuador, Bolivia, Per y

    Colombia) han desempeado un papel de facilitadotes de la partidificacin de los

    movimientos indgenas (Van Cott 2005). En cuanto a los segundos, la existencia

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    clientelismo etc.) han generado crisis y tensiones, ejemplificadas en los

    problemas surgidos entre CONAIE y Pachakutik en Ecuador.

    Finalmente en lo que atae al repertorio de movilizacin, aspecto apenas

    estudiado hasta el momento, debe destacarse que los movimientos indigenistas

    han desplegado una variada gama de estrategias de carcter muy innovador. La

    primera caracterstica a subrayar, y que ya hemos mencionado, es el abandono de

    la va armada y la violencia. De hecho en los estudios estadsticos (Fearon &

    Laitin 2003) la inexistencia de violencia tnica en Amrica Latina no sirve de

    proxypara la movilizacin poltica, lo que marca una distancia decisiva frente al

    las movilizaciones de clase: desde la guerrilla, pasando por el foquismo hastaSendero Luminoso. Incluso en un movimiento militar como el EZLN la

    dimensin poltica, el repertorio no violento y la negociacin se contraponen en

    todo momento a la violencia reactiva, propugnando explcitamente, en trminos

    de la Cuarta Declaracin de la Selva Lacandona, Una nueva forma de hacer

    poltica, una nueva organizacin poltica, o negndose abiertamente en el

    comunicado de enero de 2003 a ser la versin mexicana e indgena de ETA,

    rechazando las prcticas terroristas. De hecho, desde el levantamiento de 1994 el

    EZLN no ha desarrollado ninguna ofensiva militar y ha insistido en cambio en

    movilizar polticamente a la sociedad civil, lo que fue visibilizado

    comunicativamente en Convencin Democrtica Nacional de 1994 en las cintas

    blancas en los fusiles y, en los trminos del lenguaje potico y paradjico de

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    innovacin en cuanto al repertorio estratgico: aceptacin del pluralismo (un

    mundo en que quepan muchos mundos) y la deliberacin, abandono de la

    retrica leninista y maosta, renuncia a la posicin de vanguardia, construccin

    una estructura organizativa relativamente horizontal (mandar obedeciendo) o

    introduccin de polticas de gnero frente a los usos y tradiciones de las

    comunidades indgenas (Johnston 2000).

    Entre las estrategias pacficas de movilizacin indigenista en Amrica Latina

    destacan las marchas sobre las ciudades (Lima, Quito, Mxico DF o La Paz).

    Movilizaciones que comenzaron en 1992, con motivo de la celebracin de los

    Quinientos aos de Resistencia Indgena, y que se prolongaran con la marcha

    sobre Mxico organizada por los zapatistas en 1997, o en la movilizacin de5000 indgenas a travs de las municipalidades para generar dialogo sobre la

    implementacin los acuerdos de San Andrs, en la caravana de la Marcha del

    color de la tierra en 2001, con presencia final en el Parlamento mexicano del

    EZLN. Y en Bolivia, ya en agosto de 1990, bajo el liderazgo de Marcial

    Fabricano las organizaciones indgenas de las tierras bajas (Central de Pueblos

    indgenas del Beni, afiliada a la CIDOB) organizaron una larga caminata para

    exigir el cese de las explotaciones forestales incontroladas; y en mayo de 2002

    otra marcha llegara a La Paz desde Santa Cruz en demanda de Asamblea

    Constituyente y Evo Morales presidiendo la Marcha por la soberana popular y

    los recursos naturales, reclamando entre otras cosas la aplicacin de la Reforma

    agraria de 1996 que reconoce entre otras cosas el derecho de autonoma de los

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    demandas indgenas de Amrica Latina en el contexto internacional. La

    insercin del zapatismo en las redes internacionales de lucha contra la

    globalizacin neoliberal constituye otra estrategia que ha permitido tanto la

    difusin de sus demandas, cuanto la articulacin de apoyos de una comunidad

    virtual dispersa En el mismo sentido debe mencionarse la utilizacin de las

    tecnologas de comunicacin: Internet, paginas web y en general la actividad de

    ciber guerrilla, con ataques informticos por ejemplo a las web sites del

    Gobierno mexicano (Castells 1999).

    4.- Discurso indianista y estrategias enmarcadoras identitarias

    Finalmente, un tercer aspecto de la movilizacin indianista en Amrica Latinacontempornea es la elaboracin de un complejo discurso identitario que ha

    contribuido de forma muy notable a la etnificacin de las demandas polticas y a

    la construccin, a partir de identidades campesinas o comunitarias locales

    heterogneas, de una identidad colectiva en cuanto indgenas mayas, aymaras,

    toztiles e incluso a la aparicin de una genrica identidad indgenanacional o

    latinoamericana. Es preciso insistir desde un comienzo en la doble dimensin que

    concurre en este proceso de elaboracin discursiva: 1) por una parte la

    construccin antagnica de un nosotros como parte de una cadena de

    significacin de oposiciones binarias: indgenas/criollos, indgenas/mestizos,

    nosotros/ellos, lo propio/ lo ajeno, amigo/enemigo etc.; y 2) por otra parte el

    difcil camino de produccin discursiva indgena, harto mas complejo que la

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    aspiraciones de los grupos tnicos y, por otra, articular una identidad colectiva

    positiva, merecedora del autorrespeto, frente a al estereotipo histrico de la

    inferioridad del indio y su correlato de autoodio. Estos marcos identitarios,

    como en general actan todos los marcos interpretativos, proveen de esquemas

    sencillos de sentido que generan autorreconocimiento, facilitan la accin

    colectiva y generan a la vez la identificacin (Benford & Snow 2000).

    El discurso indianista genera una narrativa especfica empleando mecanismos de

    tres tipos: morales, de evidencia emprica y estticos que dan significado y

    otorgan evidencia social y poltica de naturalidad al equilibrio identitario en

    trminos de indianidad, frente a otras posibles alternativas (campesinos,

    trabajadores, mestizos). Siguiendo las pautas bsicas delframe analysispodemosdetectar tres estrategias enmarcadoras empleadas por los lderes e intelectuales

    indianistas:

    a)De objetividad emprica: que muestra como realidad incontestable de la

    comunidad indgena, la existencia de una nacionalidad o pueblo a

    partir de un comn pasado que se remonta en el tiempo a las civilizaciones

    precolombinas, la sustancial homogenidad tnica interna y su diferencia

    radical frente a otros grupos tnicos y la nacin mestiza o ladina

    dominante en el Estado. De este modo la situacin presente de opresin,

    explotacin, violencia y miseria se atribuye a factores externos a la propia

    comunidad: la metrpoli colonial, el Estado nacin centralista, la

    globalizacin neoliberal etc.

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    c)De provisin de sentido: la inmersin en las races de la comunidad, la

    recuperacin de la memoria histrica, el mito del despertar, es construido

    como la fuente de la existencia autnticay fuente la propia dignidad, que

    pasa por la fusin del destino individual con el destino de la entera

    comunidad indgena.

    (Figura 4 aqu)

    Este discurso se esquematiza de modo muy sucinto, ntido y contundente, y de

    ah su eficacia, mediante tres tipos de marcos, de diagnstico, de pronstico y de

    motivacin:a)De diagnstico. Los marcos de diagnostico interpretan las realidades y

    acontecimientos negativos cotidianos para la comunidad (pobreza,

    aculturacin, represin) como sntomas de un mas amplio sndrome que

    requiere solucin perentoria para la supervivencia del grupo que se

    presenta como amenazada. El peligro de desaparicin como colectividad

    constituye el ncleo de lo que se configura en la narrativa indianista como

    el problema indgena: el etnocidio. De este modo el enmarcamiento

    comienza definiendo la indignidad como un dao insoportable en el seno

    de un marco de injusticia. De este modo, los diferentes contenidos de los

    agravios (miseria, violencia, etc.) se rearticulan de su original versin

    campesina en una nueva sntesis tnica. S, por ejemplo, en Guatemala el

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    destruyen las bases (instituciones, propiedad) del tradicional formas de

    vida comunitarias. Por ello, la identidad campesina, como identidad social

    no ha desaparecido si bien se ha desactivado relativamente como identidad

    poltica: muchos de sus elementos, las demandas de tierras y crditos, por

    ejemplo, se articulan ahora en una nueva formacin discursiva que los

    amalgama con reclamaciones culturales, lingsticas y de autonoma. El

    caso de Bolivia resulta ejemplar a estos efectos: en la regin de Ayopaya(Cochabamba) los sindicatos campesinos rearticularon sus demandas en

    clave tnica, autodenominndose campesinos originarios y rearticulando

    las demandas territoriales tradicionales de la mano de nuevos reclamos

    culturales y lingsticos.Resultan de inters algunas diferencias discursivas entre las

    movilizaciones indgenas en Guatemala y Mxico, resultado de las

    diferentes trayectorias poltico-semnticas respectivas. As, mientras en

    Mxico se mantiene el vocabulario de auto comprensin en trminos de

    indgenas: como indgenas estuvimos oprimidos, como indgenas nos

    liberaremos, en Guatemala la carga negativa del termino indgena

    derivada del racismo ladino ha conducido a la utilizacin del termino

    maya, pueblo maya, nacin maya etc. (Chihu 2002, Bastos y Camus

    2003: 305). Sin embargo, en ambos casos la etnia indgena es considerada

    como la fuente de un status de independencia original que los poderes

    coloniales y criollos han destruido. Los actuales descendientes de los

  • 7/24/2019 Ramn Miz, La Construccin Poltica de Las Identidades Indgenas en AL

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    precolombino; y 2) el marco de guardianes de la naturaleza concebida

    sta como el medio ambiente de la propia identidad tnica. Los artfices de

    esta nueva sntesis de medio ambiente y cultura tradicional fueron los

    lderes de las zonas selvticas, bosques tropicales y regiones no

    campesinas (Bengoa 2000: 73). Pero habida cuenta que la devastacin

    medioambiental se presenta como la destruccin de la propia cultura y por

    ello se cierne como una amenaza total para las comunidades, seraprogresivamente adoptada por muchos otros grupos.

    El marco de diagnstico, de acuerdo con todo lo antedicho, apunta con

    claridad y evidencia al elenco de causas y responsables del problema

    indgena. Como causas se presentan, mediante diversas fomulaciones: 1)El Estado mestizo o ladino y su naturaleza etnocrtica; 2) las polticas

    econmicas neoliberales, que se traducen en la desestabilizacin de las

    comunidades indgenas mediante la agresin del mercado y las

    multinacionales; 3) las polticas asimilacionistas promovidas por el

    nacionalismo de Estado, resultado de la imposicin de le la agenda tnica

    del mestizaje o la ladinizacin ; 4) la sobreexplotacin y destruccin de los

    recursos naturales .

    A su vez como responsables del problema indgena y antagonistas de la

    movilizacin se sealan entre otros: 1) las elites nacionales mestizas o

    ladinas, 2) elites locales colaboradoras con el Estado,3) las empresas

    multinacionales mineras, pretrolferas, madereras, hidroelctricas, 4) la

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    La fase inicial del pronstico procede a formular los trminos del

    redescubrimiento de seales de identidad, de tal suerte que lo que constituye

    un proceso creativo de recreacin, filtrado y negociacin de elementos varios

    procedentes de la tradicin indgena, de las ideologas revolucionarias, de la

    lucha contra la globalizacin liberal, del ecologismo etc. se presenta como

    recuperacin de una esencia tnica prstina perdida tras la colonizacin. La

    sustantividad ahistrica de las comunidades se sustancia a travs de undesplazamiento significante de grupos o comunidades indgenas a

    pueblos o naciones indgenas elaboradas sobre dos elementos principales

    de anclaje: lengua y territorio. Este giro lingstico permite vincular: 1) la

    etnicidad esencial que configura objetivamente la identidad colectiva y suresistencia al paso del tiempo,