Rapunzel (adaptación)

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Fuente: ink.imagedjinn.com RAPUNZEL Adaptación por Natalia Scantamburlo y Claudia Calva

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Cuento adaptado en el marco del Master en Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona, 2010.

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Fuente: ink.imagedjinn.com

RAPUNZELAdaptación por Natalia Scantamburlo y Claudia Calva

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Erase una vez, hace mucho mucho tiempo, bueno en realidad no tanto, un matrimonio que vivía en soledad, soñando con tener hijos, hasta que finalmente, después de pagar un montón de dinero a diferentes doctores y probar todos los tratamientos posibles llegó el bebé que tanto esperaban.

El matrimonio vivía en una casa junto a una excéntrica millonaria que tenía fama de hacer brujería y que le echaba el "mal de ojo" a todo aquél que la contradijera o la hiciera enojar. La vieja tenía una gran extensión de tierras en donde sembraba y cosechaba frutas variadas que exportaba a precios exhorbitantes pagando sueldos míseros a sus trabajadores.

El señor -que era trabajador en el campo- un día saliendo de su jornada laboral, decidió llevarse dos sandías que tanto le gustaban a su mujer y -que por el estado en el que se encontraba- era uno de sus antojos que no había podido tener por el precio al que las vendían.

Al salir por la tercera puerta de la gran extensión de tierra, el capataz lo descubrió y lo llevó frente a la vieja.

¿Cómo osas llevarte mercancía de mi negocio? ¿qué te has creido ladrón? dijo la vieja.

Por favor, ten piedad de mi, solo eran dos sandías que ayudarán a mi esposa a sentirse mejor, no he podido comprarle lo necesario para que se alimente como lo necesita, está embarazada y muy débil, por favor perdóneme, no volverá a pasar, dijo el hombre con voz que se quebraba.

Está bien, son dos sandías, pero el precio del perdón será alto replicó la vieja.

El hombre, por miedo asintió después de escucharla y aceptó entregarle al bebé cuando naciera, para que se criara con ella y trabajara en las tierras desde pequeño.

Cuando el niño nació, se presentó la vieja bruja a reclamar su pago. Antes de entregarlo sus padres lo nombraron Ramón Ociel pero todos lo conocían como Rapunzel.

Rapunzel era el niño más feo del mundo y cuando cumplió los doce años, la vieja bruja lo puso a trabajar en sus tierras sin derecho a ir a ninguna otra parte que no fuera dentro de los sembradíos. Como no tenía posibilidad de ir a la ciudad ni siquiera a cubrir sus necesidades básicas y mucho menos pequeños lujos o gustos de su edad, el pelo comenzó a crecer y crecer, sus rulos negros y la barba en la cara comenzaron a cubrir su feo rostro y el largo de sus cabellos recorrian kilómetros y kilómetros hasta llegar a casa de la vieja, por lo que ella aprovechó esto para convertirlos en una gran trenza que sirviera de rienda para controlar que Rapunzel trabajara de sol a sol y si se pidía un poco más, y no se le ocurriera -ni en sueños- escapar. 

Pasó mucho tiempo, y Rapunzel -como buen líder obrero- comenzó a organizar a todos sus compañeros para revelarse en contra de las injusticias de la vieja terrateniente. Un día organizaron un mitin y Rapunzel con su masculina, fuerte e imponente voz, alentaba el grito de sus compañeros. Una joven, con ideales de igualdad en la sociedad viajaba con sus compañeros visitando diferentes pueblos. Cuando escuchó el griterío, se acercó, escuchó, le interesó el discurso del vocero y deslumbrada por la compatibilidad de sus ideales decidió que al final se acercaría a ese hombre barbón y con esa trenza interminable, para charlar e intercambiar puntos de vista.

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Durante la noche la plática fue volviéndose cada vez más interesante, y ella le compartió de la comida, la bebida -entre otras cosas- que traía con sus compañeros. Los dos bajo la luz de la luna, al rededor de las 6 de la mañana, cuando el primer rayo de luz comenzaba a salir, él dijo: lo que he sentido esta noche y lo que estoy sintiendo ahora, nunca en mi vida lo había experimentado, creo que te amo. Ella, que tampoco le era indiferente el chico, le dijo: tú también me gustas, podemos salir, tomar algo por ahí, conocernos y después ver qué pasa... Él con cara de tristeza oculta le tuvo que confesar que eso era imposible, pues estaba amarrado a través de su trenza a su ama. Ella con una gran rabia en contra de injusticias como ésta, decide regalarle su navaja de viaje para que nunca la olvidara. Cuando de repente....

¿Quién es la que está distrayendo a mis trabajadores? ¿y tú, escuincla hippie qué te crees de entrar en mis tierras sin permiso? gritó desaforada la vieja bruja.

Después de una acalorada discusión, la vieja bruja llamó a sus sirvientes, a la policía y a todos sus contactos, para que se la llevaran junto con sus amigos, lejos de sus tierras y no pudieran volver jamás. A Rapunzel le cortó la barba para disfrutar su cara de tristeza y la trenza para tenerlo más cerca y más checadito.

Después de unos meses de gran tristeza y dolor, Rapunzel se fue cortando poco a poco, con la navaja, el cabello hasta quedar totalmente pelón, y una noche decidió amarrar la trenza a una piedra y escapar en busca de su amada.

Caminó y caminó, atravesó valles, montañas, ríos y desiertos, pasó hambre, frío, calor y cansancio, pero nada era mucho para buscar al amor de su vida. Hasta que un día, llegó a un poblado en donde reconoció a uno de los compañeros de su amada. Preguntó por ella y corrió hacia sus brazos. Ella, al ver llegar a Rapunzel, sin barba y sin pelo en la cabeza, apenas lo reconoció. El le dijo: recorrí cientos de kilómetros para llegar a tí, pero al ver tu bella cara todo el cansancio y el hambre se me han ido. Ella con cara extrañada, pensó: "pero qué feo está sin esa barba que le cubría la cara" y le respondió: sinceramente no te recuerdo, ¿en dónde nos conocimos?  

Y cada quién tomó un camino diferente y fueron felices para siempre.

FIN