RASGOS COrvlUNES DE ESPIRITUALIDAD EN SAN JlJAN DE LA ...

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RASGOS COrvlUNES DE ESPIRITUALIDAD EN SAN JlJAN DE LA CRtJZ' y EN, QLJIJorrg"' "De la á'ventura que le s'l/,cedió con cuerp'o m,uedo." (" Don Quijote", palrte 1, cai). XIX.) P. PABLO DEL SS. SACRAlVfENTO, 0, C. D. "PO/' buen agiie1'0 he leuillo, hel'lnauos, haLer "Islo lo que 'he vis- 'Iu, porque cstON simlos :ti caboUel'os p¡'olesal'on lo ,que yo profesu,. que es el ejercicio de las armas; sino que la d'ilel'cncid, g'ne hay eu- /1'e 1/Ii :ti ellos es I]IlI' eUas (ueron' sl/ntos, :Y pelel/1'on a lo cUvino, 11 SO)} peca.do1', JI peleo 1I lo humano. Ellos conquistaron el cielo a' l'lIcrw de hrazos, pOl'que el cielo padece fnerza, y Y{I hasta ahoru 'no lo que conquislo a fuerza ¡je mis traLajos; pero si mi Dul- cinea del Toboso saliese de los que padece, me,ioránclose mi ventura y '(ldob/\nclosclIlc el juIcio, poclrla sel' que encaminase mis pn:;os po]' mejoJ' ('.¡nljino (!Q] q!lP 11e\'fI" { I \. Cav:ilando los devotos apostilladores del Quijote ,sobre la laven- tura que le sucedió con un cuerpo muerto el-XIX) deducen la COl11r jetura de que el tal San ]l1a'l1 de la Cruz. Barajan fechas, to- man notía de las calenturas que le (juitar011, la vida, reparán en aquel inciso: "Qu:isi.er'({ Don si el cuerpo q1{IC 'l/E'nía en la litém C/'IN¡ huesos o /f.O", que deja traslucir la incorrupc.ión del san- to, yen los encamisa,dos--capas blancas de carmelitias-, envueltos .y revueltos' en sus faldamentos y lobas éjue le daban compañía; fijan, el termino del cam\ino en que los topó y asegtirwrr que, en efeéto, c.oncuerdan los datos de la averl¡tura con los de la tras1a- dón del cuerpo incorrupto del místico fraile, de Ubeda J donde fa- lleció, a Segovia, donde aun reposá, No compr;endo a Cjué tanta reverencia a la Historia cuando debe reina!" la Poesía. Yo 'acepto por bueno, autentico y valedero el encuentro, 'y creo que Cervantes, si Dios no, quiso que-ya: que 110 vivo-Don Quijote encontrara a su Hermano muerto. Y si, así como al hallarlo muerto "se reservó a sí solo su venganza", se hubieran tratiado en vida ... , tendríamos hoy, tendría España, dría la humanidad a San Alonso Quij ano de la Cruz, Icarmelita descalzo. Y hub:léramos per,dido,--todos-en el t,rueque: porque 51 '(1) "DO!l Q1Ii.lO(" (1<, la Jljallclw", p, !J, cap. LVIII.

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RASGOS COrvlUNES DE ESPIRITUALIDAD EN SAN JlJAN DE LA CRtJZ' y EN, "DOl'~ QLJIJorrg"'

"De la á'ventura que le s'l/,cedió con U.1~ cuerp'o

m,uedo." (" Don Quijote", palrte 1, cai). XIX.)

P. PABLO DEL SS. SACRAlVfENTO, 0, C. D.

"PO/' buen agiie1'0 he leuillo, hel'lnauos, haLer "Islo lo que 'he vis­'Iu, porque cstON simlos :ti caboUel'os p¡'olesal'on lo ,que yo profesu,. que es el ejercicio de las armas; sino que la d'ilel'cncid, g'ne hay eu­/1'e 1/Ii :ti ellos es I]IlI' eUas (ueron' sl/ntos, :Y pelel/1'on a lo cUvino, 11 SO)} peca.do1', JI peleo 1I lo humano. Ellos conquistaron el cielo a' l'lIcrw de hrazos, pOl'que el cielo padece fnerza, y Y{I hasta ahoru 'no sé lo que conquislo a fuerza ¡je mis traLajos; pero si mi Dul­cinea del Toboso saliese de los que padece, me,ioránclose mi ventura y '(ldob/\nclosclIlc el juIcio, poclrla sel' que encaminase mis pn:;os po]' mejoJ' ('.¡nljino (!Q] q!lP 11e\'fI" { I \.

Cav:ilando los devotos apostilladores del Quijote ,sobre la laven­tura que le sucedió con un cuerpo muerto el-XIX) deducen la COl11r

jetura de que el tal ~ra San ]l1a'l1 de la Cruz. Barajan fechas, to­man notía de las calenturas que le (juitar011, la vida, reparán en aquel inciso: "Qu:isi.er'({ Don Quijot,~iI'Iimr si el cuerpo q1{IC 'l/E'nía en la litém C/'IN¡ huesos o /f.O", que deja traslucir la incorrupc.ión del san­to, yen los encamisa,dos--capas blancas de carmelitias-, envueltos .y revueltos' en sus faldamentos y lobas éjue le daban compañía; fijan, el termino del cam\ino en que los topó y asegtirwrr que, en efeéto, c.oncuerdan los datos de la averl¡tura con los de la tras1a­dón del cuerpo incorrupto del místico fraile, de UbedaJ donde fa­lleció, a Segovia, donde aun reposá,

No compr;endo a Cjué tanta reverencia a la Historia cuando debe reina!" la Poesía. Yo 'acepto por bueno, autentico y valedero el encuentro, 'y creo que Cervantes, si Dios no, quiso que-ya: que 110 vivo-Don Quijote encontrara a su Hermano muerto. Y si, así como al hallarlo muerto "se reservó a sí solo su venganza", se hubieran tratiado en vida ... , tendríamos hoy, tendría España, ten~ dría la humanidad a San Alonso Quij ano de la Cruz, Icarmelita descalzo. Y hub:léramos per,dido,--todos-en el t,rueque: porque 51

'(1) "DO!l Q1Ii.lO(" (1<, la Jljallclw", p, !J, cap. LVIII.

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460 P. PABLO' DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, O. C. b.

en San. Juan de la Cruz aprendemo;s los cristi'a'11'os a ser santos, en Don Quijote aprenden los hombres a ser cristianos. La venganza -leam<;>s justificación-(si alguna necesitamos nosotros, que no. él) de la doctrina austerla y misteriosa de San Juan de la Cruz la en­oontramo.s rebosante y jocunda en Don Quijote.

I.-FUNDAM1CNTO DE COMPARACIÓN ENTRE SAN JUAN DE LA CRUZ

y DON QUIJOTE

Paradójica la apreciac.lOn que pregona fraternidad entre dt>s hombres' que el corriente sent~r prego.na antípodas; el Doctor Ex­tático y el aábal1ero Andante. Retratado el primero en desnudez y spledad de toda: cosa creada,fijoslos ojos y tendidüs 10s1 brazos al i"nfinito Dio.s; y el o.tro, asend;ereado, armado de, todas sus ar­mas defensivas y ofensivas, recorriendo castillos o. ventas', en pen­dencilas sucesivas y constantes con gentes de toda laya. Con la pluma de ave el uno y el blanc.o pergamino abierto;.eI otro, en­hiesta la fendiente espada y embrazando la izqu:lerda: la rodela an­cestral. 'Aquél, con birrete de Doctor, y éste, coronado oon el bla­ciyelmo de Mambrino; es empresa difícil apurar más el antago­nismO de dos hombres en el mundo de; los 0'jos.

No obstante, un simple reparo ortográfico avienta ,to.das estas cliscordantes v~stimentas y porne a nuestra vista una sustancia es­piritual unif0'rme, d0's v:idas humanas qU,e corren por cauces pa­ralelos, si no por el mismo. Escrib:éndose extático con X", tene­m0's un doctor con un apelativo. sinónimo de andante: extático, que sale fuera de sí; el salir impliqa andar, en un sentido 0' en. otro; en este caso concreto, anclar desde el punto o ál punto' Dios, de la Nada al Todo: un pasito, como puede v;erse.

Ni se diga que no cabe posible parangón entre una persona hi sitóri da, de carne y hueso, corriente y moliente, 'y un tipo ideal, parto de una fantasía-no de una vida-genio. pon Quijote es un ser tan ,real como Alejandro Magno por lo menos. Y no preci­samente por figurar el primero en el canon de :Ios mitos literarios de valor universal, que le da cuerpo de existenda tan valedera como puede prestársela a cualquier personaje la Historia. Don Quijote nos da la sensación de un hombre vivo. entre los vivientes, tan vivo como el mismo Napoleón, por no irme tan lejos. Poco importa que su partida ele nacimiento esté inscrita en las paginas de la Poesía y 11'0 en las de la Historia. Cuánto más que, el Corso muerto, las aguasl.que él alborotó volvieron a sus cauces; y donde Don Qui\j ate pone el c.uento de su lanzón, brotan flo.res y panes

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RAsGOS DE, ESPIRITUALIDAD EN S. JUA.N DE LA CRUZ Y "DON QUIJOTE" 461

de vida eien¡la. Bien cabe, pues, el parangón entre el mito Don Quijote y el histórico Fr. Juan (2),

Es el mismo Sancho quien, a raíz del encuentro con el muerto. !I}OSI pone ante la mirada la semejanza de más bultO' entre el An­dante y el Extático.

" ¿ Quién fué el sabio ami·go que puso en la lengua y en el pen­samiento ii dd fi'el escudero el nombre tapelativo qUe 'había de dis­tinguir por 105 s;iglos de los siglos a su señor de Ia innumeraoIe caterva de los andal1tes c<l;balleros sin gloria? ¿ Quién le inspiró la segura profecía: "Dé ros/ro a fos que. le 1nirmren" que sin más ni más, y sin otra imagen, ni escudo, le lla.J1'l.amn el CABALLERO DE

LA TRISTE 1"1 (;TJJ< A ?" N o otro, cierto, (Jue el muerto, ,el cual, en págo de su buen des,eo de vengarlo, lt;, hada par,ticionero de su propio nombre y hazañas. Hace cuatro siglas que los pa,nza.s de todo ca­lilJre motejan ,ele ridículas y tristes. las excelsas figuras de estos dos paladines. Cabalgando sobre escuálido jamelgo el U11ü,abra-, zado el otro a la desnuda cruz; el uno recuhierto de herrumbrosa armadura ¡anacrónica, el otro am'ortajado de buriel: ninguno de los dos S011 aleg-.res continentes para lo Si ojos que ~se ha de comer la tierra, Esti¡;ado el uno, medio hombre el otro; calvos los dos, magros los dos, avellanados l~s dos: solamente la desenvuelt~a y a11l1:ojadiza Altisidora pudo fingirse enamorada del Andante a des­pecho elel:

.. ¿Ql!é yola, qué ud.u, (Jlff do.naif'e, Ijué !'ostro, (jué cada cosa )JOI'

sI dcstas o todas juntas le enamora/'un? Que en verdad, en verdad que Infle/laS veces 'me pal'o a ¡¡lil'aI'a vueslra merced desde la punta del pie hasla el último cabeUo de la cabeza; 11 que/leo más cosas para espun/a/' que ]JI//'n cnamo'ro}',;" no sé '/JO de IJaé se e/wllloró la po-In'e" (3).. '

A toda esta tiramira tan sólo pudo replicar el amo: "Yo, San­cho) bien veo que 110 soy her'/'ltoso) pero tmnbién conozco q'ue 'no soy d~sfol'1nc." Y, en fin, en fin, apela a la hermosura. del alma que en sí reconoce y que hace el amor ca'!'/; 'Ímpetu, y con ventaja,

y por 10 qu,e al santo atañe, declara la monja María de San Ped:ro: ,.

"Esta- leb'Uuo Ira cOTu;irlc/'{ulo runchas veces (jue con sel" el die/u) .SU1l­lo Padre Fray J1Ian 1/1'1 homl)'!'c no hermoso, ?I peq1/eño, 11 mortificado, que no tenia !las parles que C/l el /I/l/,ndo Uevan los ojos, C01l 'lo(lu eso ---aho¡'o, viene la he/'lIlosll1'U del alma---no sé qué t1'llslucio o veía al' Dios en

l él es la testiga, Uevrillduse los ojos I,ras de s'Í }Jara '/llil'al'lf,

CO'/110 P(ll'a o'frle" (").

(2) POI' DOll !,.Juijote entienuo [auto el persolluje e'omo el libro, ya que lu novela, I'(.n toclo su re Labio de llg'uras, incltlsive el rnislllo Sancho" Cjue ocupa hornacina aparte, ,Ij ha labraclo por y para non Quijote, No ',teng'o inconveniente ~n incluir al mismo padre, clon ilHg'uel de Cervantes SaavellrD, si [J In pluma se viene. Por San JU3n con1~ prendo al nombre con sus lilJl'os, su ,iela y su llistoria.

(3) "Don Quijote", p. n, cap .. L\IlI. (4) P, SILVERIO: "Hist. del Carmen! D~"('i)l.", 1,. y, lJll, V (:ap. XVI. pág', 'QS,

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462 P. PABI"O DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, O. C. D.

¿ Qué tienen que ver los Panzas con los Quijotes? j La hermo­sura del alma ... ! ¿ Pero' existe? Los dos siguen siendo unas tristes figuras que tienen más para espantar que para enlamorar ... , aun­que el santo sonriera siempre. f~sto por lo que hace al aspecto. ex­

'terior, a lo que' entra por los ojQs; para la rlazón l()!'; dos 'son locos, ridículos y menguados. ¿ Cabe nada ·más triste que un loco, que noS' hace reír con sus dolores o que se pasa la ,I:ida cantando las nupcilas idílicas' dd alma' con Diios?

Los dos padecen el m1al en grado superlativo. Y no se curan, "Hay dos clases de IOCOS--110S instruye Sansón Carrasco, el ven­cido caballero del Bosque, bachiller por Sa:!amanca-. :Ua diferen­cia que hay cntre eSos dos locos es que el qué: 10 es por fuerza lo será siempre, y el que lo es de grado, lo dejará de ser cuando quí­si:ere." j Sansón, Sansón, no está CO~l eso conforme tu vencedor, el enamor<lJd'o ele lla sin par Dulcinea! J ustamlente es todo lo' con­

, trario: el que 10 es de por sí podrá curarse, el que loO es: de su pro­pia voluntad lo s·erá mientras viva. No hay peor sordo ... A Don Quiíjote 1).0 le volverán. el juicio ni los encantos, ni los encantado­res, ni los .innumerables palos que en¡ el curso de sus'c.alballerÍas le b¡an dado, ni la pedrada que le dúrÍ'bó la mitad de los ,dientes, ni el desagradecimiento de los galeotes, ni el atrevimiei1to y lluvia ele estacas' de ;10s. yangüeses. ...

y San Juan hace suyas, muy suyas, las palabras del Apóstol: "¿ Quién nos selJw'atrá de> la cartdad-locura--de Cristo? Ni la tri­b'u!adón, l1,i la, ~ngustiaJ ni el hmnbre, ni la dest¡,'Udez, nrP e:,l peligro, l/ti la persecuCÍoóll, ni la espada .... " (5).

Erasmo tiene un libro en elogio de la locura.' Mucho tiene en qué y por qué elogiarla :;i sus locos están cortados del mismo tro11-c.o que estos dos. Es loco quien no alC:anza la razón y loco quien la supera. Ambos viven fuera de sus lindes; pero un abismo in~ sondable-"la misma razón--está ele por medio. Sólo no es loco qtden se debate en el fondo de ese abismo: :los Fausto, los Ham­J.et, los Don Juan, Rodión Ronlanovicht Raskolnikof, Zariathus­tra ...

JT.~ALMA DE ESPAÑA EN SAN JUAN DE LA CRUZ

y EN DON QUIJOTE

Los dos V1l11eron al 111t1nclo en la España que n'O conocía no­che: así salieron tan soleados., luminosos y radiantes.. Pocos días los seplaran. Formado San Juan primero, cedió, como t1tlmilde car­mdita. la mano al caballero. Cuán.to tiempo esp,eró éste, f0rt11ádo,

(5) "Atl nOlll.", VUI, 35 sg's,

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RASCO.S DE ESPIRITUALIDAD EN S. ]V¡\N DE LA CRUZ Y "DON QUIJOTE" 463

a ver la luz no ,lo sabemos. La primera parte d-e Dan Quijote se editó en 1605, y unoseliez años más tar,die la segunda. Fr:ay Juan, muerto en 1591, sus obra's se publicaron en 1618, 'en la v:¡1Ja natal ele Cervantes. Los· mismos aires y los mismos soles,vientos y llu­vias presidieron su gestación y alumbramientci. Justo que~libros espirituales I:unbos--Ia vida espiritual de la época imper:eI sobre sus páginas y los hermane. ¿ N o rEcen que los escritores toman sns ideas del ambiente? ,

Soles· y lunas ele aquellos engendradores de heroísmos, conqt~is­to)5, teología y libros de caballerías. Sobre todo, de libros. de ca­ballerías en imprentas, cmazones y cabezas; campamentos, C011-

venrtos y carabelas. A Cervantes, de s¡:.r ,Qerdad, 'que 110 lo es, que intentó barrer dd orbe tales libros, le acaeció lo que al otro, que, a fuerza de estudiar la religión católica, con ánimo ele combatirla. acabó por confesarse católico. Tanta sátira contra las caballerías termina por darnos d más sazonado fruto, 13 nata del Caballero Andante.

¿Juan ele y,epes leyó libros de este gé11lero? Ni falta (lile le hizu pa'r'a ser por eaos influenciado. Leyéron1os sus coetálJeo~; sobre todo,·los devoró su madre, hija .Y he¡'mana Santa Teresa; y a tra­yés de ella bien pudieron haber dado sus toqtles al espíritu de fray Juan. ¿ Qué otra cosa 'son sus .Jibros que libros de caballería ajo djíviulO ? No sería difícil dándoles cuerpo y reli'eve, di6fra~

zando de arrieros, yangüeses, vent,eros y galeotes,canónigos, du­ques o princesas a sentidos y potencias, mundo, demonio y car­ríe, arnld1' con ellos otro Don Quijote con encuentros, penden­cias, cllchilladas, .castillos y encantamentos. Don Quijote y San Jtlan haiJ clesUon:ad~ a la turba ele taifas que sumían al mundo en la anarquía y en su lugar n(i)S han entronizado. al Espíót11 Perfecto. Dío lo contrario. no se les poelría perdonar,. a Cervantes sobr'e toelo,d haberse levant:ado contra libros y señores acndantes, que por andan~es precisamente y no estáticos, ni cortesanos, tanto bien hicieron, a Jos españoles sobre todo. ¿Hubiera llegado a ser Santa Teresa la sublime Fémina inquida y andariega, de haber alimentado su ill1sj¡:ll1 de adolescente con ra clara dé huevo de la novela rosa el.:: nuestros días, o con los encaneddos mlerengues ele Panl Bourget? ¿Ac::lsO no son. los tales libros de cabállerías hijos legítiÍ110s de ,la' flnsofía medioevial--ancilla tJz.eologiae-, sazón del lnás bello optiJlIl;:rno de la vida, al <:I:ecir de quien 110

acostumbra a r.egalar Úase:; hellias a la Iglesia ni a España? Don. Quijote ftlé enge:nclc1do en una cárcel, donde toda in,

comodidad tiene su asiento. San Juan, sil 110 todos, que todos c.omprenden una vi,da, por lo ¡nenos s~ sabe ql1~ "El Cántico es,

,

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pirituaJ" -coliazón des-u obra-~, hasta la estrofa que comienza por el verso ¡Oh m:nfas die lu:dea!, la mitad 10 pensó y compu­so, si no lo escribió, en otra cárcel; porque ,si 'Cervant'esl fué preso en su patria por fútiles causas que no se precisan, Fr. Juan ]0

fué también por moti:vos que, de puro inocentes y elevados, fue­ra m',ejor ignol~larlos,

¿Cómo es posible engendrar en una cárcel tales hijos, a no ser previamente. llevados en las entrañas? ¿No saca algu,ien a re­lucir que si Jl;laquia7.Jelo hubiera sido 11·wq·u,z:avéb'c'0 hubiem co­menzado por no escribir, para deducir que el santo es el se'reno de la; noche oscura, un maestro t.eórico, algo así como lel revi!stero d:,e los toros, que los vie desde la barrera? A!llá se las hayta Ma­qu:iavelo C011< su alma, que la de San Juan está' plasmada en sus libros, carne de su carne y huesos de sus huesos; lal igual que en Don Quijote alienta y embiste el alma de Don Miguel de Cer­vantes, el hidaJgo español y soldado. N o todos los libros son hi-jos de m1aare por igual. ' ..

He mentado al hidalgo soldado, como un dato importante en la génesis de Don Quijote. En ¡¡.quellas calendas, el h1:dalgo cons­tituía el corazón ele España. Hildalgo, hijo de nadla, cuando más de sus obras y sentimientos: dignidad, honor, sangre limpia de aj,en,os contactos', moros ° judíos, sangre roja, magüer fuera azul, fanatismo religioso católico y patrio. Eran la sustancia d'e Espa­ña, sus conquistadores y sus frailes, Hida:Jgos y pobres fuero:J,¡ Cortés y los. Piza'rro. Hidalgo y pobre, con medilano pasar, el ca­balIero de la Mancha, y C011 menos que mediano su progenitor, ,el Manco. Hidalgo y pobre fué don Gonzalo de Yepes, que antepuso el tamor a la bella y r,ecatacla doncella Catalina Alvarez a las ri­quezas y comercio' de sus parientes. qued:ando por ellos privado de la herencia y aun de l,a fami,lia. Los hida:!grüs pobres fueron la forj a del imperio español.

A mayor abundami.ento, Íué soldado el uno JI fl'a.ile el otro: {as dos únicas fO'Y'/'/'/a5' serias de;' entender la 'l/1~da, según la psico­logía nuestra.

Item más, ambos "son castelIanos. Muy curiosa y de exacta poes.ía la descripción (¿ cahe decir la definición?) que de Castílla nos hace-more geométrico~-c!on José Ort¡;ga y Gasset: "En ella la, vertical es el chopo JI la horizontal el galgo. ¿ Y la oblicua? Ern la cJnw, tajada de un otero, dlestacándose en el horizonte, es la oblicua n"itest1'0 eterno a,ra,dorinclinándose sobre la gleba. ¿ Y la cu,rva? C01~ gesto de dignidad ofendúl.a: ¡Cabcdlero, en Castilla 11.0 hay c-wrv,as!

i No hay curvas! Ni San Juan de la Cruz, n:i Don Quijote ele,

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la Mancha las conocen. Los dos van rectos, disparad:os, la lo suyo. Ea extático, él escalar la subida de!] Monte Carinelo. El Caballero Andante... :a lo que va. i Cúántos rodeos nos da por filosofías, sodología e historia Raskolnikof antes de asestar el hachazo a la vieja por la .espalda! ¡Qué cavil:acioncs y ser o 110 ser las ele Hamlet. .. para ~Lcabar haciendo representar t1J1\a comedia! De nuestro Santo Padre dice ei1 P. Silverio:

HilJienLra:5 otros autores se piel'dcu UJ/ iuU.!J'JlliuoiJles (_·~~t:(J¡'(:eu,~', {i-

1.llbeando en la, e,rplicac'lón (le 1l1'llc/laS di{lelll/rules mis/ka ..... N/ro drr¡'_ nos al {in 1(na solución tímida 'IJ poco salls(o('(rll'la, 61 SOI//1! COI'/(1 d,· tln taJo v'Í1'U cuantos 'mIdas Y01'dlanos salen (/ Sil plu'II/a, !J 'en, (0/'11111

lal que la inte/'lyencia quei/a con(01'Tac !J solls(cc/1Il (ü),

Fina y tem11inante la respuesta a aquella inocente cuanto cu­riosa prlegnnta de la monja: ¿ Si Dios le inspiraba las pialabras de sus versos? ., Hija, IInas veces /JI(' las daba Dios y otras la., lmscClba .yo 1.' (7). Frases rectas pululan por sus escritos:

,El espíritu' t:¡'lene en /M1 poco la; carne CO'l/10 el árbol una de suS' hojas.

Para ven,ir a gustarlo todo) 1/0 q'uieras tener g'ltsto en JWd(L

Procure sl:e'm,pre 'iinclútarse,' 110 a lo 11"ás fádl, SÚ¡O a lo más

dificultoso. Un! solo pensGI/'Jiiento del h01nbre 'Vale 1'nás que todo el mundo.

y así sólo Dios es digno de él. ¿ Pero a qué espigar fras'es si toda su doctrina es una línea

recta que se pierde en la Saptíshna Trinidad? Basta mirar el di-, bujo que trazó su propia mano al princilpio de la Subida: una

recta del pie de la montaña hastJa la cumbre. N o acl111:ite zigzag. Quien int'ente ladearse, SE' pierde. i Caballero, eN C astWa no hay cúrvas! .

Alguien {KJabund, "Historia de la literatura universal") se atrevió a decir, .comparando al Santo con la Santa, que San Juan es un ser más! del i\cado , y nos atreveríamos él decir más femenino, en todos los aspectos. Y trae a colación unos versos de Una111ullo (que otr!as ocasiol1les sostiene 10 contrario, por no variar).:

"Juan de la Cruz, Hwtlf'edl0, alma (le sonrisa seria, ([lÍe sigues tll senderHo por caminos de miseria ele la mano de tu paelrazu Terosa. que la cOl'te,ja la HluerlC".

Fuerte y varonil la Santa ]\¡Iadre, conforme; pero nada me­lindroso, mi.sera:ble, ni femenino San Juan. ¡SI: en Ca,,-tt:lla "na hay CUJ}"'lJaS" caballero!

(6) P. SILVERlO; EMe., 10. Pl'elilnillul'es, X, llúg'. 145. (7) ,P. SILVERlO: "]{I,¡t, riel Carmen TleseaV', 1. V, 1. V, cap. XXX, púg·. 7~~.

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466 P. PABLO DEL SANTÍSIMO 3ACRAMENTO, O. C. D.

¡ Pues no digiamos' nada del manchego hidalgo! ¿ Por ventma halla nada duro, invencible o infranqueable a su fuerte brazo y an:ttnoso pecho? ¿ Por ventura acomete a ningún enemigo, decla­rado o encubierto, por la espaldla? N o se agazapa como bandole­ro: desafía, provoca; ni filosofa como un cobarde: se arroja y embiste: "Gente ,en dl'a blada, y deSC01N.iII.nal, dejad luego al punto las alta'S princesas que en ese coche lleváis forzadas; SI: no, apare­jaos ... Deteneos, caballeros, q~tien quiera que seais ... Non fu­ya des, cobardes criaturas... Sería el c.uento de nunca acabar. Pero ... , i caba.llero, si en Castilla no hay curvas! Ni las hay en las vidas de estos dos castellanos.

Si el ser castellanos les da carácter diamant:;no~uro y cla­ro-, el ser católicos les da p:articipación de las cualidades de la verdadera Iglesia: unidad, santidad y ecumenidad. Don Quijote se precia de su religión a cada paso, es ferozmente--¡ vaya epí­teto !-catóEco: "Cuan,fo 1/1,ás q~~e yo n'unea pensé q'ue ofendía a sacerdotes ni.([J cosas de la Iglesia, a q~tie'n respeto y adoro como católico .)1 fiel cristiano que soy." La frase que socarronamente suele coJgársde, con la Iglesia hemos topado, Sancho (8), ni es exacta, pues no dice topado, sino dado; ni del contexto se des­prende el sentido que se le atribuye de miedo, desvío, acusación o desdén para con la Santa Madre Iglesi~a.

San Juan hace preliminares protestas en tod'os sus Iiibros de que cuanto dij ere: "N o es m,¡ ,intención a¡7ortar'/'lle del sano sentid,' JI doctrÍ1w de .la Satnta ll.f ad1ye Iglesia católica. Lo qu.e ditjere, 1 () • s~bjeto totalmente al juicio de la Santa Madre Iglesia (9). Es en" peño vano el intentar encontrar la menor resquebrajadura. heré­tica en su doctrina.

y no sollamente son fieles catóbcos con la fe del carbonero, sino que también con la ilustrada y c.ernida del teólogo: "El diablo me lleve-exclama Sancho-si este mi amo no es teólogo, y si '/1,0

lo es que lo t~?yece como 11m huevo (1, ptro." ,! N o 10 va a ser un hombre de tan. cultivada inteligencia como Don Quijote, cuando en aquellos tiempos de felice memoria eran teólogos cuantos alum­braba el sol de las Españas?

Fray Juan cursó en Salam1anca; don Miguel, en la calle, le­yendo, en su afán desorb:ltado de cultura, cuantos papeles sucios o rotos entreveían sus ojos. La calle estaba entonces limpia, por obra y griacia de la Inquisición, de toda basura heretical. Así que era fuente límpida, agua destilada.

Pero, ¡bueno !,si las coincidencias ele estos dos personajes ra-

(8) "Don Quijote", p. n, cap. IX. (9) .Subida", "Cantos", Prólogos,

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HASGOS DE ESPIRITUALIDAD EN S. JUAN DE LA CHUZ y "DON QUIJOTE" 467

yan eil lo maravilloso. Hasta l:as fuentes árabes, que a la mística de San Juan. señalanl los que se han olvidado de que "después de cinco m:!l años que ha que existen los hombres en el mundo. que piensan y escriben, es muy difícil decir nada nuevo", aunque el Santo nos traiga muchas nuevas ideas y otras nuevamente re~ camadas, tienen S11 parejo en Cide Haill¡et~ Benengeli, histori:ador arábigo, de quien, por 111,ec1i'O ele mi morisco aljamiiado, tradujo al castella110 clon Mig'uel de Cervantes a su hijastro Don Oui-jote (¡ 1). --

Sin mucho escudrifíiar reparamos en. que ambos s~n poetas -peculiar concepción de la v',ida-artífices ele la belleza por el verbo, si bien la mano del fraile es m.ás hábil cincdaclora de ver­soS' que la que se vió precisada a altern\ar el manejo de la pluma con el de la espada. Ambos escriben con palabras s::;(}'Izifz:Wl1ll's y bien colooadas) que es cuanto a un buen escritor pedirse puede.

IlI.-f\RlVIA EN RISTRE BUiOCANDO AVENTURAS

Av.anoemos con respeto un paso más. Vistos los motivos ex­ternos coiric.ident,es y sus dotes personales, examinemos sus actos, sus historias y vidas (si e~ que ambas caben juntas): San Juan

. de la Cruz, que en su vida i;nlterior, según 110S Jam:uestra en sus escritos, es }J11 super-Don Quijote, eu su viela exter;or, digamos hi,stórica, es un Quijote pequeño. El hecho escueto. de pretender. a sus veinticuatro años pasarse a la Cartuja ya nos los acredita de aventllrer.o y andante (y no faltaría algún maestro o preseu­tado ·del paño que se lo echara en rostro). El cogerse elel brazo de la sublime al1idariega para reformar f.railes y 1110nj as, neces~a­riamente 10 coloca, lanza en ristre, en plan de acometer por con­ventos, camíinos y ventas campales batallas o escaramuzas con follones y v,estiglos de carne y hueso, más duros de pelar, digo de y;,encer, que los qne embestía elclel invencible brazo. Ya vimos cómo dieron ,con él en la cárc¡el; y hubieran dado más tarde con sus huesos en Nueva España si su Amad:o, viéndolo en sazón, no lo pusiera la buen recaudo contra 'los m:ahines, atrayéndolo a su lado.

¿ y quién no cae de hinojos ante Don Quijote de la :Mancha y siente des,eos de pedirle su bendición cuando lo contempla en las soledades de Sierra Morena desgranando su ros'ario, "hecho de U11laS' agallas grandes de akornoque que ensartó", y lo que le iatigaba mucho '::ra "no hallar por allí otro ermitaño que le COl1-

fes'ase"? ¿Yen qué desmerecen del más subido misticismo cris­tiano aquellas reflexiones que hace él Sancho; « Puesto que' los r-ris-

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468 P. PABLO DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, O. C. D.

tianos católt'cos 3' G'ndantes cabaUeros más habemos de atender a la glort:a de los siglos venideros, que es eterna en las regiones etéreas :.v celestiales, qUe a la vanidad de la fama, ... (10); y sigue a este tenor discurriendo ~al podríla haoerlo y lo hace su cama­rada Fr. Juan. y pare.ce que le pesa no ser fraile, mas se con, suela pensando que "religión es la caballería JI caballeros santos hay e'r¡, el dielo".

Tan Quijote el Místico como mísú:o Don Quijote. Metám:onos' por los libros,. Antes de llegar a la substancia,

escuchembs lo que percibe el oído. Estrofas hay en llas poesías sanjuanistas que parece han sido puestas en prosa, plagiadas por el Quijote; otras parecen' robadas la Jos labios ,castos del enamo­rado de la sin par Dulcinea'. Esta consonancia externa bien puede sler indido de otra más substancial, vital e íntimla.

San Juan de la Cruz da comienzo a sus libros con estos versos:

En una noche oscura, "on ansias en amores inflamadn, ¡oh dlchosa ventura!, sal! sin ser not'aria, estanúo ya mi casa soseg·aria.

A oscuras y segura, por la secreta eS,cala disfrazada, i oh dichosa ventura!, a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada ..

A poco que se repare se apreciará un sorprendente paralelismo con la narr:aCíón de las salidas de Don Quijote, al dar comIenzo a su nueva vida:

"y as'l, sin da/' pa)'le a pe1'~ona alqUila de sn intención 1J sin (Fue nadie les viese, 'una nw'iía¡n, antes del día, se armó de todas SllS ar­mas; 11 p01' la J1,¡el'la falsa de ¡In COl'1'Il1 salió al campo con grandí­simo contento 1; atboTozO ele ver con cudnta (acUidad hab'/a dado lJ1'i1¡Cipio a su bllen deseo" (11).

La segunda sali,da tiene idél1tiCO exordio, C01110 10 tiene idén­tico el segundo libro de San Juan:

"Sin despedil'se Panza de SllS hifos 11 '/li;uJcl', n'! Don Quijole de Sil

ama 11 sobl'ina, nna noche se selieroll elel IlIrlm' sin filie persona los viese" (i2). .

Pareia la última salida. Sin duda, Cervantes vió lá necesidad vital y poética de que

. los elementos externos y naturales de su narración retrataran la verdad espiritual de la noche de la locura de su héroe, sosegada la casa de su razón.

(10) "Don Quijote", p. n, cap. VUl. (11) "Don Quijote", p. r, cap. n. (12) "Don Qui.iote", p. r, cap. VII,

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RASGOS DE E.SPIRITUALlDAD EN S. JUAN DE LA CRUZ Y ;'DON QUIJOTE'; 469

Luego yla, ¿ quién vacila en poner en el alma de Don Quijote y elh sus labios- la tercera estrofa?:

'NI yo miraba cosa sin otra luz ni g-uía sino la que en el corazón arCl/n.

Aquesta me guiaba. nü\s cierto que la luz 11el meClioClla, adonde me esperaba quien yo bien me sabia en parte donde naCl[e parecla.

¡Nadie, pobre enamorado, nJadie; ni la dama que tú bien te sapías!

Hasta el alto fuimos juntos, Don Quijote; de aquí no pasas, aquí se qU:lebra tu andar. Pero ~s que tampoco comenta más allá, ni t1an a,cá, San Juan en sus dos primeros libros.

Luego sigue el Cántico espiritual, cuyas primeras estrofas pa­. reCen ese,aparse. entre suspiros, dellamoroso pecJlO del hidaJgo (I 3)'

¿A ClónCle te escondiste? .. , Pastores los que fuéredes ... BuscanClo mis amores iré poi' estos montes y rIlJeras,' ni cogeré las llores ni temeré las fleras y pasuré los fuertes y rl'onteras,

En fin, sin violentar demasia~lo el sentido literal, se podría hallar un eco en diversos hechos y plalabras del Caballero enamo­rado a todas las 'restantes estrofas del Cánti1co ... hasta que el Es­poso amado entra en escena:

Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado

. por el otero asoma ..

Hasta estas alturas alcanza Don Quijote, ni un paso más. E.1 esfuerzo humano, la potencialidad humana activa no se eleva más. La Llama de amor viva no hiere su ·cor.azón.

La obra mística de San Juan de la Cruz cabe dividirla así, a bulto, en dos partes, lau11Jque en la primera adelante algún tanto el sabor de la segunda; y en la segunda, dé algún que otro retoque a .la primera. Esta comprende la Subida, del Monte C armelo y la Noche oscu.ra., en las que únicamente declara y explana las dos primeras canc:lones, porque el resto de la poesía 10 explica en la segunda parte. En. el Cántíco espiritual insiste con nuevos modos,

(13) Salvados todos Jos respetos, pues así como el Doctor Extático pide dispenslI por emplear para subidos amores divinos semejanzas humanas; as! calle ent.enClerlos pura nuestro propósito en un sentido meramente literal y humano.'

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47Ó j,. PAÍlLO DEL SANTIsIMO SÁCRÁMEl'nO, Ó. C. b.

ideas y palabras en lo mismo, hasta que aplareceel Esposo en la estrofa 13, Y se ,roba al alma y se la lleva a través de 10 !restante del Cá'ntico y en La Llama de a'mor m'va a regiones donde no le es lícito al homhre penetl'ar.ni aun imaginar.

A Don Quijote nU11Jca le salió al encuentro Dulcinea, los bra­zos amorosos abiertos. No tiene oorrespondencia exterior su es­fllei-zo amoroso.

¿Pero es que Don Quijote salió al campo en busca de Dul­cinea?

Estamos lal pie de las altas torres.

IV.-LA PSICOLOGÍA DE LAS PURGACIONES SEGÚN SAN JUAN DE

LA CRUZ y SEGÚÑ DON QUIJOTE

¿ Qué .intención persigue-y consigue-San Juan de la Cmz en sus escritos? Cabe condensarla en esta tesis doble: Vaciar el alma (corromp:lc1a ion sus pasiones por el pecado original) de S! mismla y llenarla de Dios: transformar el alma en Dios por unión con él en fe y amor.

Hemos dicho que a ojo podría dividirse la obra escrita de San Juan en dos partes. En la primera nos presenta al hombre -alma y cuerpo-viviendo el pi'oceso de vaciarse, conjunto al de llenarse ele Dios (cor1''ltptio l/Idus formae genera;fio aJte'ri'l.ts) , En la segunda nos da al alma henchida, rebosante ya de la Divinidad¡ unida a su esposo amlaelo, en matrimonio espiritual con todas Iat ~lulcedü111bres, arrobos, transverberación y llmna, de alw/.O'r viva que tierl/(t'IIlenfe hiere del a 1111, a en el" lIU1.S profundo centro, que lleva 'onsigo este amor perfecto, y el sentirse plena y personalmente ca 1'respondida por el Amado. Esta segunda parte me está veclado ue~' florada. Es la cúspide' del santo monte Cirmelo, donde tras penos;\ dscensión la amada encuentra al amado y celebran el "juge cOllvi· "i11m". Y )~a dijimos que al otro, al homhre Don Quijott>, no le cOl'responde--l1unca-su morfal amada.

Fijémo11os en un hreve y superficial análisils de la prim~ra, 11101-ele en el que hemos ele vaciar el alma de Don Quijote (IL~).

En estas retrospectivas declarac.iones, el Miaestro toma al alma en estado ele moral justicia cristiana, o sea en estado de gracia san" tificante, pero víctima de sus apetitos graneles o chicos (1< eso 'file do que esté una avo asida a l/N hilo delgado que a '/In grl./JCso, en tan,to

(11) Distillgamos tic pasu(la, que en las poesías "Noclle oscura" y la mlLud del "C(tntico", no en el resto de este, el alma canta la ohra consumada: sal1, e.'!o'{/(10 Vl1 mi' casa sosegada; en tanto que en las declaraciones nos YR contRnelo los PUSOS que pal'a salir hullO ele haber daelo. .

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RASGOS bE ESPIRITUALIDAD EN S. JUAN DE LA CRUZ y ¡'DON QUIJOTEH 4:ii

qu,e no lo q'uebrase para,vo!ar"), que la traen cansada, atormen~ tada, 6bia y flaca, sucia y oscurecida; y la va grad'ua1mente des­biastando, purgando o purificando con sucesiva,s negaciones. Pri­meramente aplica su desnuda y lacerante nada a los sentidos ex­teriores: "Privando al al111.a su .apetito en el gusto de torJo lo que al ,sentido del oído puede deleitar ... " Siguen los internos. Niega tenJazmente las cuatro pasiones inseparables,' esperanza y temo!", gozo y tristeza, por cualquier objeto creado. Estas oscureódas en fe, toca el turno al hombre superior, o parte superior del hombre; las tres potencias eLel alma, memoria, entendimientO' y voluntad, con cuantas especies inteligibles o amables u objetos que no son de Dios caen bajo sus dominios:

, ,

"Dos contm1'tos no caben en un Bujelo; por'que lo que no es, 1(0

p'lIcde convenir con lo que es; y todas las criaturas compm'adas con mas nada son y menos que nada ... El alma no se une con Dios en esta vida por el entender, ni pOI' el gozar, ni por el imaginm', ni pOI' otro cualquier sentir, sino sólo por fe, según el entendimiento, y flOJ'

e.peranza. según la memoria. 11 ,Jo'r amor. según la ,/,(J/'1Intad" (15),

No por tan absoluta y total negación de todo lo creadO', que no es Dios, queda el alrria v:acía o hueca, corno diría Santa Te­resa, ni¡ pasmada O' mema como un yogui. LO' que 'esta purgación O' negación va desalojando viase llenandO' de fe, esperanza y amor divinos:

"Porque menguando 11 acabando las unas de estas {'llenas han dI' aumentarse V crecer las con/1'al'ias pOl' cuyo impedimento no cree/ano Mi entendimiento salió de si. volviéndose (je humano 'Y natural en divi­no; porlJlle uniéndose por Inedio de esta purgación con Dios, ya no en· ltende pOl' su vigor nat'ural, sino por la divipa sabidllrill con quc se lln-W, Y mi lJoll"t1ad sali6 de sí haciéndose' divina porque unida con el divino amor ya no ama bújamente con su fuerza nal1l1'ill (16). El cl/al amor, tanlo más lugar 1/ dis]Jr>stción halla en el alma pam unirse con ella ¡¡ hel'irla cuanto más cerrados U enMenaclos e inhabilitados le Nene lodos los apetitos para podel' gUSt01' de cosa de cielo ni de la tie­'rra (17).

En reso'lUclOn, San Juan de la Cruz nos presenta a un cris­tiano ,empeñado, esfO'rzándose en vivir, no según los s,entidO's" no según las pasione", no 'según la carne, no según la razón, sino en fe y eD- 'amor p~¿ d, unirse' en esta vida mortal con Dios.

¿ Qué entiende el Místico Doctor por fe y qué por amor? So­bre los vulgarizados conceptos filosóficos y teológicos acerca de la fe añadamos a,lgunas frases suyas:·

"La luz de la re, 1'01' su gran eJ'ceso, opr'inlc 11 vence l! tu Ile 1Juesl1'o entendimiento, la. cual sólo se extiende de .'l/yo a la ciencia. natuml,'

(15) "SubIda", lib. r, cap, IV, ~; lib. n, cap. VI, l. (6) "Noche oscura", !lb. n, cap. IV, ~,

('17) "Noche oscura", lija, n, cap. XI, 2,

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411 P. PABLO DEL SANTJSIMO SAcRAMENTO, O, C. b.

(fUIUI//e tiene de sI/yo poll;ncfa, abedel/dal ]Jara lo sObrenattl'ral, para ("/lImrlo Dios Nuestro Se'fim' 111 r¡/liNf' panel' 1'11 ficto ,.nIJrenalural" (1 H),

La fe n.os dke cosas que nunca vimos ni entendimos en sí l1i en sUs semejanz!as, pues no las tienen.

La fe es el admirable 'medio pa'ra, ú' al téJ'1núw, q'we es Dios, y así se queda el alma a .oscuras de toda IU1nbre natural de sen­tido y entendimiento, saliend.o de t.odo limite nJatural y racional para subir p.or esta divina escala de la fe,

" ... que cscala !I penetro has/a lo pro{uu¡j(} ele Dios. El.c/elfo, si no 1''' bien cie[Jo, no se deja bien [Juiar tlel mozo tic ciego, 'sino que por ll11 jlOCO que ve" p'lellsrt l/"e ]Jo/' cualquier parte es mejor ,d'/' porque no Ve

Ol1'a8 mejores ... , 'IJ I/.sI, el alma, si estrilJa en algún 8abel'wu¡¡0, [Justar () senth' (le Dios ... , {licilmente ¡¡en'a o se dettenp por no se lJuedm' 11'/1'11

{'/erlo 1'11 fe, que es 811 I'PI'r/nrlem gll'!n" (l\l).

¿ y por amor? Por todos Jos bellísimos párrafos que sobre este fuérte y dú!st'ro, antiguo JI famosisimo seFíor, ha elestiládo la ;inspirada plum1a del D.odor Extático, valga el siguiente, aun­que un poco largo: '

"8ielllp/'e pode/dOS liudl' que desde el principio de esta noche !Jo. e/ olmo. tocaela eOIl ',ansias rle amOl', aho1'a ele estimación, aho1'(! también tle in/lamacióT/. y "es'c que la mayal' pasión q1l e siente entl'e estos t1'O.­liajos es esle ""cel" (pensar' si tiene perdido a. Dios y pensar si está dejada de El), pOl'l)iwsi entonces sc li1ldiera certifica./' que no estd todo }lerrlido ;IJ acabado, sino que aq1leUo qu.e pasa es pOI' 111ej01'; como lo ('s,. I! '1l/e Dios no está c'l/ojarlo, no sc le rla1"lfl nada de todas aqueUps ]lenas, anles se, hO~[J(I'!'ia sableneloque ele ellos se sil've Dlos. porque es /lIn Ifí'euule el amor de est:lm,ación IJlte llene de Dios, aunque a" 08ClJ.1'a8, .. in sentil'lo ella, que no 8,ólo eso; sino, lJue holgal'üJi mucho de moríl' dlllchas veces llOI' satisfacerle. Pero cuando la llama ya ha inflamado 11/, almo juntamel¡te con l.r~ esllmactdn que !Jo. tiene de Dios, suele co­/Ji'al' (al {uerza !J brio 1/ tal ansia po)' mas, comunicdndosela el calor de amor, qlÍe con gmulle 'osa(lIo, sin mirar en cosa alguna ni tener 'I'es­pelo a '/lada., en la {uerza IJ embl'ia,ljuez del amOl' ,y deseo, sin m'lra!' Iil11e/1fI lo que hace, ha'do, cosas exlrafl.as e inusitadas pOI' Glwlquíe)' /l/orlo !I mancm que SI! le afl'celcse, lJ01' poder enconll'(I1' con el que

"(f}JlH , .... /f alma" (ln).

Otro parrafito único: "Porque ('s de st/IJel' (Iue el alnw Huí . ..,' ri.'le donde a'flw que en el

c1lerJlo clone/e anima, pOl'ijue CII el cuel'po ella no tiene su vida, antes elln lo da 111 CUP1'j1lJ '/ ella "ive' ]/01' Ilmo¡' cn lo que nma" (21),

Si estos dos párraf.os no s.on la filacteria que rodea el corazón de Don Quijote, n.o sé que pueda darse otra filoso,fía de la histo­rÍla y vida del p.obre enamorado ele ,la sin par Dwlcinea,

¿ Vale la pena intentar, en cuanto esté en nuestras manos, esta

(lB) "Subida", liIJ. JI, cap. VIlI; "Noehc 08CllI'II", lUlo' JI, ,~ap, XVI, 11, (lP) "Subida", lib. I1, cup, IV, ::. ' (~O) "Noehc oscura ", 1it1. n, enp, XTJI, ;" (21) "(;<Íntlco", VIII, :l.

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j~ASCOS DE ESPIRITUALIDAD EN s. JUAN DE LA CRUZ Y ¡'DON QUIJOTE" 473

vida espiriltual? ¿ Es una solución al problema de nuestro l: empu y de todos los tiempos? ¿ Puede s'er la ,YáJlvulw de e<;{'ape al senti­miento trágico delta vida en nos hombre9Y en los plleb10s? :\ esto nos va a responder Don Quijote de la Mancha. Y, desde luegC' es preciso adelantar que nos contesta que si a las tres preguntas. Un sí rotundo, jocundo, un sí ele transverberación mística que en­traña el más subido placer y el más profundo dolor. Un 'Sí que 'le hlaCie sudar sangre y que le da vida, y vida abundante. Un sí que es vida C01TIIO la vida ,es: lágrimas y carcajadas. Un sí optimilsta, plenamen~e optimista, a pesar... de todos los pesares.

¿ Qué filosofía, qué cu1ltura, qué religión, qué vida, en una pa­labra, entrañá el Caballero de la Triste Figura? ¿ Qué finalidad persigue, si persigue alguna finalidad?

Don Quijote es dis6nto para cada lector; y aun varias veces distinto para un lector mismo. Muy vacío de m!oUera ha de ser quien de sus· páginas solamente saque la feroz carcajada. Muy po­bre, pobrísimo de espíritu quien rubrique con solas lágrimas a to­dos los pasajes. Quien, tal fin', 'de Icada Ciapítulo se ponga a fi'loso­far meditabunQ.o y cabizbajo, tampoco dará gusto al Manco, ni a su hij.o. Aunque Don Quijote nos haga filosofar, llorar y reír. El Qui!jote a los lectores avisados les hlace vivir, porque Don Qui­jote es la vicla humana y CLlanto la vida éncierra. . Todo el mundo ha d~clo en la flor de tomar un poco a guasa la declaración de Don Miguel de que su libro es una sátira contra los de caballerías. Así, no dando c,rédito al autor, queda el cam­pa abierto para que cada hijo de su madre interprete a su talante el personaje y el libro.

Don Quijote es, simplemente, el hOllrtado hidalgo manchego Alonso Quijano el Bueno, viviendo la primera parte de [a mística de San Juan de la Cruz---Ia primera-, en la que el alma va ca­minando por la noche oscurla hacia la luz de su amado, purificán­dos'e y aderezándose para su encuentro. Don Quijote vive esta primera parte nada más, en tanto que el alma descrita por San Juan de la Cruz llega la vivir la segunda, el encuentro y rega.:ladá. unión con su Esposo Amado, en la última parte del Cántico y en la Llama dé amor v¡lva, (22).

Aquí la venglanza de Don Quijot'e contra los &~tractores de la doctrina de San Juan. Si humanamente es posible v~vir la no­che oscura, sin la unión y sin ,la espemnza de la l.l11ión, cual la

(22) Podrlamos llamar a esta vida quijolesca llscél,ica, ya que toda nace del es­ruerzo propio y personal, mielltras en la mistica la operación activa. corre a cuenta de Dios; pero es. tan intensa, tan levantada, esta vida de Don Qujlote, que llena má~ la 'boca y el eorazón y I)nsta la inteligencia denominarla migtlea.

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474 P. PABLO DtL SAN'IlSIMO SACRAMENTo, O. C. o:

Vlve Don: Quijote, en plano meramente humlano (vida que más tarde, avisado a I pesar de su locura, y precisamente por dla, eleva al orden sobrenatural, exclamando: "religión es la caballería"), cuán posibl'e no será vivirla a 10 divino con la promesa y esperanza cierta de ver coronados sus esfuerzos con la posesión: ,Idel Amado. N o carece de misterio ¡I,a misión que ~e reservó al caballero Cer-vantes de vengar al muerto. '

Analicemos, sin perder de vista que Don Quijote es la misma persona del honrado manchego Alonso Quijano, cómo San Juan de la. Cruz es: el hijo de Gonzalo de Yepes. El punto de arranque de ¡la transformación es la lectura, el discurso, la meditación en ambos. Se sirven de la razón como trampoHn para saltar fuera ele ella y ,asaltar las alturas de sus ideales. Evidente, que razonar no es estarse len cu.clillas c.ontemplando de hito en hito, sin pes­tañear, un disco iuminoso.

"Lo pl'inle1'o-dice San Juan--traiga un ordülario apetUo <Je imita¡' (/ C1'/sto en todas sus cosas, conf01'mándose con su vida, la cuál ha de ~onside1'01'8e para saberla imi/m'; y haberse en todas las cosas como se hubiera él" (23). "Cayendo el alma en la cuenta de lo que está obl'l­({ada a hacer, viendo q1le la vida es breve"., las cosas clel munclo S01l

vanas y engañosas,,,; y que gml! parte de su vicia se ha ido en el ai1'e".; ,'enunciando todas las cosas, daudo de mano a 10((0 ne,gocio, si-n Iclilatar un clia ni una hom, con ansia y gemiclo 8aNdo ((el corazón, lIer,/((o ya riel amor rle Dios, comienzo a invocm' a su. Amarlo" (~4),

En el primer ,capítulo del Quijote leemos: "Es, pues, de sabe1' que e .• le sobredwlto hi((atgo l.os mIos 'fue estabu

ocioso (que eran los más del .. 110) se Jaba a leer libros de caballería con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun trI, aclm"nlstramó1i de su hacienaa ... En resolución, él se enfrascó tanto en 811. leclura, que se le pasaban las noc/les leyendo de claro en [;10.1'0 1i los (Has ((e turbio en tllr'IJto ... Y asentósele. de tal modo en la imaginación que e1'o verdad toda aqueUa mil quina <le aque­llas soñaclas invenciones que leta, que para et no había otra historia más cierta en el llwnclo. En efeclo, 1'ematado ya su ,Íuiria, vino acial' en el más ext1'aflo pensamiento que jamás clió loco en el munclo, y fuI' que le pareció convenible y .necesa)'io, as! para el aumento ,le su hon1'a romo para el servicio de su república, hacerse caballero andante. Y ast, con estos agl'Qclables penBamientos y,uevaclo del extl'Oflo guslo que en rilo S sl'n!.la, se rlió priesa (f lwnm' 1'11. ('ferto, lo f]1If' de,.eaba" (25\.

¿ Qué es' esto? ¿ Simples fenómenos de la atención en ambos' casos? '¿ Cómo, pues, cohonestar en San Juan esa atención, si de­limita el campo de su actividéllQ espirituall o psíquica a su idea fi:a, con su cargo de definidor) que es el motivo que esgrime quien le llama el sereno de la noche oscura? ¿ Cómo armonizar en Don Quijote su idee1- fija con los slabios y atinados consejos que da

(23) "Subida", 1. XIII. (24) "Cántico". anotac!Ou a la CanG!ón r. ,0<5) "Don Quijote", p. J, cap. I. .

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a Sancho, o con todas las manifestaciones de su persollé1!lidad nor­ma,l y relevallt~ en todos los .demás aspectos o situaciones en que se desenvuelve? La lógica, partiendo de un falso sUp'uesto o lapo­yada en anécdotas., conduce a situacilOnes de no fáci1 explicación. Tema es este pai-a tratarlo despacio y en otra opoliunicllacl'. La fe y el amor no son solamente fenómen0's ele la atención. Tal vez ésta-contemplación--sea escuela del amor. 0, por 10 menos, la atención, cómo .alguien .la explica, no Inicle la espiritualidad.

Ninguno de !los dos n0's describe el proceso de la transforma­ción; nos 1.0 dan hecho: el uno, se lanza a buscar sus aVenturas después de estar loco ele remate, con los aposentos vacíos de' ra­zón y Ilen:os de fe; el oi:o, estando ya su casla sosegada. La evo·· 1ución, la lucha con el hombre viejo, se supone; sin duda :cada cual la tiene individual y 110 se somete a regla:s generales. San Agustín nos recuerda la amarga y persistente queja de sus apetitos aQ verse a punto de ser negados: ,1 ¿ Y para siempre nos has de dejar?" ¿Es posible qi.le Alonso Quiiano no escuchara las quejas de su ama y sobrina? ;, N o le tiraría hacia 'atrás su afición a la caza? ¿ N o le de­tendría su homa y remoquete de Bueno? ¿ N 0' pondrían el grito en el cielo los cinco sentidos y S11 razón tan ilustrCllcla? Nada de esto 110S dice Cervantes; se 10' calla por sabido. En lias luchas que tuvo que sO'stener su héroe hecho ya Quijote nos refiere, sin duda alegó ricamente, retrospectivamente, las que tuvo que sostener en el ín· terin pasaba los días ele claro en claro y las noches de turbio en t!.Jr­

bio, entregado la sus libros contra razón y sentidos, follones' y ves­tiglos íntimos, enemigos de toda vida sublime y loca, sacrificada y heroica.

"Filosofar propiamente es 110 vivir, y vivir propiamente es no ~IO'sofar", se ha dicho. Sin embargo, nuestrO' héroe con seguridad miró con ansia y aun se probó lla armadura de sus bi'sabuelos ante~ de vestirlad~finitivamente y lanzarse a buscar sus aventuras. Pri­merO' se medita, se filO'sofa, y luego se vive 10 que se ha fi~O'sofado, conforme; pero hay un intermedio, durante el cual, miel1trlas se fi- ' losofa, se ensaya la nueva: vida, .·so pena de que la filosofía resulte yerma. r. El que quiera creer-di.ce Pascal-, que comience por san­tiguarse." Fi'¡osof'ar y vivir para más tarde vivir sin filosofar, que es la viela de Don Quijote y de San Juan, vida ,sin nuevos razona­mientos, vida, en fin, en fe y en amor. Mas el inter~ud'io, largo o corto, en que' van simultáneos vivi'r y filosofía, 110 nÜ'Si lo hacen pre­sente. Pero lo suponemos cuando alguna vez hemos sentido envidila de San Juan o de Don· Qui jote.

Así, Cerva.ntes 110S da un Alonso Quijano Iconvertido de la no­che a la mañana en Don Quijote; haciendo unJa vida no según los

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sentidos, no según la razón, no según la carne, sino diametralmente opuesta a todos ellos. Es una vida sublime, que no se detiene él¡ mi­rar por de pronto en el pardJ qué y sólo en el cómo; una vidá que es una protesta contra la que lleva el Caballero del Verde Gabán, por ejemplo. Y tal vez se diferencia en esto de ia de San Juan: que en la de éste la fe y el amor son medios, mientras que en Don Quijote son fines, 1:Ial vez. Fines que a la postre n0' le satisfacen y los rebaja a medios para: lograr ... la vida eterna, único objeto digno de sus esfuerzos. Lla vida eterna, 10 mismo que San Juan. Sólo que és,te la consigue--uniéndose a Dios-en esta vida, en tanto que el otrÜ' la espera" para los ,sig10s venideros" en las regiones, etéreas y celestiales;

Don Quijot,e no vive según los sentidos, ni según la razón, ni según la carne. Y basta esto, que ~s el todo, para apreciar la paridad con la doetrina de San: Juan. No recuerdo si en el Qujiote se mien­ta alguna vez la palabra fe. Pero el Quijote es la ,exaltación de 11a idea que esa palabra significa. Y repito: si es posible una vida en fe la lo humano, ¿ cuánto más no lo será a lo divino en el orden de la gracia? Bi:en que los proOfanos TlÍO akancen a ver en la mística de San Juan otra cosa que un fenómeno dela atención. ¿Por qué Don Quijote no llegó nunca a fant'asearse una posesión de Dulcinea? ¿ Por qué tÜ'dos lÜ's cristianos, aun los que de propósito y seria­mente se ejerdtan en im¡tar a Cristo, no suben a lacim:a del Monte Carmelo?

Por otra parte, ¿ nÜ' caería por tierra toda la sublime fábula si Don Quijote consiguiera gozar del éxito de su ·esfuerzo? ¿ Hay bajo la capa del sol u¡;¡a mujer capaz de hacer ,la felicidad de un hombre como loO erla la del héroe manchego? ¿ N o resultaría toda posesión deficiente y mezquina? Pero i si no existe en la tierra ob­jeto capaz de llenar las profunda" cavernas del alma, í' las cuales son tan profundas cuanto de .qrandés biénes son capaces, pues no se lle­nan con me1WS que 'Í1tfl:nito!" (26). ¿ N o representa por todo ellü Don Quijote al hombre que persigue un ideal inasequible, aparte de Dios? ¿ N o están en esto contextes todos ,los corazones sublimes de la tierra? Ni .la sociedad con MefistOfeles ni el triunfo de la carne en Don JUlan dan al hombre el logro de sus deseos infinitos. No; Dulcinea no es más que el prdexto, cons'cientemente admitido, para otra vida superior. Don Quijote no busca a Dulcinea; se busca a sí mismo; busda la solución al problema de esta vida mezquina, vulgar, triste y sin s'alida ... ; a creer a la razón humana, a creer al Doctor Fausto, a creer a Don Juan, o a Rodion Romanovich, o la

(26) "Llama", Canción lIl, 18.

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Juan Karamazof, o a Unamuno, por citar a un hombre de canie y hueso.

Don Quijote 110 vive según los sentidos. Convierte las ventas en castillos y los silbatos de los~ castradores en trompetas ele enanos feudales; a Maritornes, en una alta y fermosa princesa.

Pero sobre .todos 10'S pasajes, el en:cuentro con Dulcinea, encan­tada y transmutada en lla soez aldeana, supera tanto toda razón, que al leerlo la vida humana se vuelca en la más encendida protesta, que acaba por esfumarse en lágrimas incontenibles. Jamás pluma ha logrado poner a la fe eDila. picota del ridículo ni en la cúspide de ,]0 sublime. N oi se puede rec01~dar al caballero postrado de hino­jos ante la bllrrla y su amazona, baJbuciendo ternezas, con ojos des­encajados y vista turbada, a la que Sancho llamaba reina y señora. Esto 110 es :caricatura. Esto es ¡!a locura de la Cruz que predica a Cristo y a Cristo cmcificado. Libreme Dios de intentar un paran­gón irrepestuoso. Para los sabios tal locura es la del místi'co como la de Don Quijote; parados elegidos es la v.i rtud de Dios; piara los hombres, la tragedia humana. De este pasaje arranta la tristeza que sucede en los ·demás capítulos. Cuando estlaba 'Su esfuerzo en el pa­roxismo, cuando ya creía llegado el tiempo de conseguir el fruto de sus trabajos, sólo halla una soez aldeana. Aquí comienzan a en­treabrírsele los ojos, que estarán daros en el lecho ¡fe la muerte. De este hecho parte la búsqueda, subconsciente p,ero persistente, de una solución satisfactoria a sus trabajos, sin dejar de ser Don Qui­jote, sin tornar a ser Alonso Qllijano. H ¡ Y que nü viese yo todü eso, Sancho!-clijo Don Quijote--. Ahora torno 'a decir, y diré mil veces, que soy el más desdichado ele los hombres" (27).

Tras esta exclamación, punto de arranque de la transferencia . de su esfuerzO' al orden religioso y' sobrenatural, sigue en el capÍ:­tulo siguiente la meditaóón sobre lla comedia humana. Y no basta a rehacerle la victoria que sobre el Caballe:ro de los Espej os consi­guió, ya que se vió amargada "por no hallar arte, modo o manera cómO' desenclantar a su señora Dulcin~a". Todo 10 demás son risas

. y tonterías de los ch.1CJues y gracias de Sancho gobernador, hasta que Don Quijote canta nuevamente \la libertad Y' se ve en posesión de sí mismo, libre de las trabas que su propia cortesía le imponía en pla1acio ... , y se .tropieza con los santos (aballeros que acaban: de abrirle los oj os. "¡Santos JI caba.tleros, reli:gión es la caballería!") pregona triunfal. Se ha dichO' que Don Quijote es la crítica del es­fuerzo puro. ¡Alto! El capítulo LVIII rehace todo el Quijote. En é1, 110 sabi'endo qué conquistar .afuerzü~ de sus trabajos, apela a la r(:­ligión y se resguarda en ella, elevando así a orden sobrenatural Su

(27) "Don QuiJote", p. II, cap. X,,

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esfuerzo, curándose en salud' y disponiéndose para una muerte cás­tiana, vencedor de sí tnismo, 'como lo define Sancho el cristilano, que es el mayor 'vencimiento que gesearse puede. "Del yugo que atenaza a todo individuo sálvese todo aquel que sabe vencerse", dirá más t1arde Goethe. En esta frase está compendiado Don Qui­jote: Agneget sem,et1:psum; qui perdider# ani1tW1J1: sltam inveniet eam. ¿ Qué otra. cosa nos enseña a hacer y ha hecho San' JU1an de la Cruz? Vencer la razón por la fe y la concupiscencia por el amor.

V,-PSICOLOGÍA DEL AMOR

N ada hemos dicho de CQsa tan inteligente, tan sagrada, tan bella, tan fuerte y tan perfecta como es el amor, y, sin embargo, es la otra atIla necesaria para elevarse y salir de sí mismo. Decir amiol' es decir Don Quijote. Pero, ¿qué es amor? Hay quien ha proferido como un oráculo esta frase: (, El amor está más allá del bien y del mal." El arriar, ¿ eh?, el amÜlf, sí es,tá más ¡allá del bien y del mal; la COllJCtlpiscenCÍ'a, no, porque no es amor. Esa frase tien:: su justif1cación en esta de San Juan de la Cruz: "Los, limpios de corazón .1'011, llamados P01' Dios bienaventurados; lo' cual es de­cú' tanto como ena11wrados, p~bes que biénaventuranza no se da /)01' menos q'lle por a'mor." Y ahí me tenéis hecha verdad la tan ja­leada frase de Nietsche.

¿Amor más limpio que el amor de Don Quijote? ¿Cuándo? ¿ Ell quién? "Así que, Satlcho, paIro. lo qu,e yo quiero a, Dulcinea d~l Toboso ta,nlo vale como la 11iás alta princesa¡ de la tierra; sí que Iba todos los poetas que alpban a sus damas debajo' de un nombre qu,e ellos a su albedrío les jJone'JI es 'verdad que Zas tienen." ¿ Para qué, pues, quería Don Quijote a Dulcinea? Parla ser perfecto ca­ballero andante; porque quital'le a éste su dama es quitarle los ujos con que mira; "que el caballero andwntc sin da1'lw es co'mo el áirbo¿ sin hojas ~v la, sombra sin cuerpo de q~úen se ca~zse". No es Don Quijote para Dulcinea, sino Dulcinea para Don Quijote. En~ tre suspiros compone en ,;u soledad montarlaz, hecho ermitaño, es­tos versos:'

Es aquí el lug'tLl' adonde el amador más leal de su sefíora se 'esconde, .\' ha venido a tanto mal sin saber cómo o por dónde (~8),

"Pol'que sin Muer el alllw ¡JO/' 'd6nde va, se ve aniquilarla acerca .de 10dllS las cosas de a'l'1'iba y de abajo que 80 lía, (Justar; 1/ s610 se

l'C el/amorada sin saber cómo," '

(~8) "Dol] Q~¡j,jOl\l", p, r, cap, ~6,

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Amor penitente. Amor f1el y constante. Amor intrép;do. Amor ... .. sin saber ni entender particularmente 10 que ama".

Am.or que sólo exige el acrecentamiento del mismo amor: ., Por­que el qUé con p%rísimo amor obra. por Dios ... , ni lo hace porq'ue lo sepa el mis'mlo Dios, el cual, au.nque nunca lo h~tbiese de saber, no cesa'rí:a. dé hacerle los mism:Os Sé1'vicios con la, misma alegria J! P'IM'e:::lW de MHor . ..

El caballero manda mensajeros y vencidos a su dama, sabien­do que ésta nunca 10 ha de saber.,., porque :no existe más que en su corazón. Lo hace por cump1ill' las normas, caballerescas. Se lo echa en rostro la duquesa y él mismo no ¡sabe cómo desemb'ara­zar.se de la pregunta enojosa: "Dios sabe si hwy D'uicinea o 1/0 en el

11'ltu.ndo, o si es fantástica, o no és fantástü:a, y éstas no s01'~ las co­sas rUJ!a G'verig'llación. se ha de l/evar al cabo."

i Cuántas veces ambos se curan ,en salud c:onfesando que sus vidas no COrre11 por cauces ordinarios! "Pienso si es enca.ntamiento el q'ue tiene o embelesamiento, :)1 anda 'maravillada' de las' cosas qUé Uf' Y u:ve, parcc'é-ndiole 'l'nwy peregrinas JI e.'¡;f·wFws." N o son de! Qui­jote estas palabras, aunque en ellas suene el encantamiento~ sino de S'an Juan, que sabe que dice dislates para los que no hayan experimentwclo esta vida, igual que Don Quijote inquiere antes si es caballero su interlocutor. El ,a:nimCillis homo, por muy filosófico que sea, no c.omprende el espíritu. Y las vidas de estos superhom\.. bres son espíritu perfecto.

Cu.ando menos para los profanos se impone el respeto, toda vez que" después qu.e soy caballero a.ndante soy va.liente, comedido, li­beral, bien criado, generoso) cortés) atrevido, bla.ndo, paciente. su­frido de trebejos, de ln'ísionesJ de encanto". Que no nos los equi­paren a las zarandajas de la darne .. ¿ Qué es eso' de amor-vanidad, amor-gusfo, amor-pasión? Todo puede ser menos amor. Y que no nos comparen ;¡ xiuestro Don Quijote ni con Chichilwf 'ni con el Príncipe idiota.

CONCLUSIQ¡N

A Don Quij.ote se le arraigó una c.alentura que le tüvo seis días en la .cama (calenturas mataron. a fray Juan). Fué el! parecer del médico que melancolías y desabrimientos le lacababan. Durmió y, benldita. la miserkordia ele Dim' .se despertó cuerdo. Le acom­paña Sansón Carra'sco exig:énclo.le el cumplimiento de su pala­bra: "Ahora señor Don Quijote. q'ue tene'mos nueva que está. des~ enca~ztad(1 la señora D·/.¡'/c'nea ... , ,'q1l1:erf vuesal'l'lerced hacerse fr-·

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mitaño? -- Déjese de cuentos. - Los de hasta aquí~replic6 Don Q1.tijote·-, que han sido verda,deros en 1'ni daFío) los ha, de volver 1'I'I:í muerte con ayuda delcielol énmi prove.c]w." Medítense estas palabras. Religión es la caballerÍ1a.

"Y como el C1ltW dijese qu:e los libros de ca-ba,uería.s q'ue Don Quijote había, leído ¡le habían v1teltol el j1ÚC'ÍO) dijo e~ ventero: no sé yo c6mo puede ser eso) qu.e en verdad que a 10' que yo entiendo

. no' ha,y mejor lectura en, el m'lfndo ... ) a lo iJ11C1toS de mí sé decir q1.te cuando oyo decir aq'uellos furibundos JI terribles .qolpes que los caballeros pegaIt) q'J.teI 1Jte t011/;a gana de hacer otrd tantO JI qUd querría: estar oyéndolos noches y días." (II, LVIII.)

Así murió D011 Quijote. La espiritualidad de su Oaballería An­dante la resumió don Miguel de Cervantes en esas palabras del cura y del ventero. Yo creo que llevab1a más razón el ventero.

"No esa libertad de eoncienc:ia-/wb/.a de los prindpios fundamen­lales del FlIe'l'o de los Espaííoles-que impUca la negación de lq, con­ciencia y en definitiva la negación de la verdadera libertad, sino la ((ue, glorificada en el Calvario, rnantuvo su de'l'echo f1'ente al absolll­l'ismo de los Césares, se ti11ó de sangre en el ecúleo de los mártires, }'edi?JIü; a la mujer, libertó al esclavo, digni{icó al pueblo, acabó con la sl'i'/!ülmnlJ1'e de la gleba, inventó la verdadera ciudadanía, practicó la venladera democmcia 'Y fulmülóy sigue fulrninando todos los días desde la. colina del Vaticano su' anatema constante contm fados los déspotas del mundo y contm todos los tiranos de la H'istoria."

"¿Dónde' s'i '/lO en nuestras maravillosas Leyes de Indias apren.­d'iel'¡)Jl, e/. sentido de la lihF?1'tad ?/ de la d1:gnidad humana muchos di:! los pueblos que se sentn!,an en la Confe1'encia de Califo'l'1l'ia? Era 'un sentirlo ]JI'o{undo de la dignidad lL1tmana, qUI!, junto con el verdadel'o concepto de la autoTidael, .. , encontra1'C( fiel expl'es'ión en los ve1'SOS de nllesf'l'o gmn dramaturgo, síntes'¿s de una constituC'ión ver'dadera­mente espml.ola y católica, el'ictada para la 'inmortalidad por los labios rudos df!l alcalde de Zalamea: "Al 1'ey, la hacienda ~Ij la v'ida se han de dar; pero el hOnor' es patrimonio del allna, 11 el alma sólo es de l)iOs, "

D, ES'l'EflAN BILBt\O (14 de julio).