Raul Gómez Jattín

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POR WILLIAM OSPINA Pocos poetas de nuestra tradición han amado más a su tierra de origen que Raúl Gómez Jattin. Ello es inquietante, porque tendemos a imaginar a Raúl, influidos por la visión de sus últimos tiempos, como un nómada sin lugar en el mundo, como ese eterno personaje de Kafka que anhela en vano ocupar un lugar en alguna parte. Pero la verdad es que el mundo de Raúl, en su vida y en su poesía, es nítido. Él tenía, como lo dijo, un corazón de mango del Sinú, y en ninguna parte de sus versos se siente más la plenitud del vivir como en aquellos que describen su tierra. Mención del paraíso es la rayuela bajo el mamoncillo del patio donde jugaba en la infancia perdida con su amiga Isabel, a la que le reprocha después el haberse casado con el alcalde, y tener cinco hijos, y pasearse por el pueblo llevada por un chofer endomingado, y usar anteojos, sólo porque él quisiera seguirla viendo para siempre como era entonces: «Cuando tenías los ojos dorados Como pluma de pavo real Y las faldas manchadas de mango». Ese olor de mango maduro que recorre estos versos alivia la persistente tendencia a la tristeza y la desolación de un hombre que vacila sin cesar entre un futuro en el que no acaba de creer y un pasado que lo invita siempre a la nostalgia y a la deploración de lo perdido. Siempre que pienso en Raúl Gómez Jattin se me aparece la imagen de un hombre que se mece sin fin en su hamaca dejando pasar las horas, mientras fuma y habla y fuma. Tal vez influya en esa imagen el recuerdo de los documentales que hicieron Roberto Triana y Bibiana Vélez, su ángel guardián, pero bien podría ser que su causa principal se encuentre en la poesía misma de Raúl y en su estilo vital, hecho de fugas y retornos, de impulsos y retrocesos, de ansias de idealidad y caídas en la embriaguez

Transcript of Raul Gómez Jattín

  • POR WILLIAM OSPINA

    Pocos poetas de nuestra tradicin han amado ms a su tierra de origen que Ral Gmez

    Jattin. Ello es inquietante, porque tendemos a imaginar a Ral, influidos por la visin de

    sus ltimos tiempos, como un nmada sin lugar en el mundo, como ese eterno personaje

    de Kafka que anhela en vano ocupar un lugar en alguna parte. Pero la verdad es que el

    mundo de Ral, en su vida y en su poesa, es ntido. l tena, como lo dijo, un corazn de

    mango del Sin, y en ninguna parte de sus versos se siente ms la plenitud del vivir como

    en aquellos que describen su tierra. Mencin del paraso es la rayuela bajo el mamoncillo

    del patio donde jugaba en la infancia perdida con su amiga Isabel, a la que le reprocha

    despus el haberse casado con el alcalde, y tener cinco hijos, y pasearse por el pueblo

    llevada por un chofer endomingado, y usar anteojos, slo porque l quisiera seguirla

    viendo para siempre como era entonces:

    Cuando tenas los ojos dorados

    Como pluma de pavo real

    Y las faldas manchadas de mango.

    Ese olor de mango maduro que recorre estos versos alivia la persistente tendencia a la

    tristeza y la desolacin de un hombre que vacila sin cesar entre un futuro en el que no

    acaba de creer y un pasado que lo invita siempre a la nostalgia y a la deploracin de lo

    perdido. Siempre que pienso en Ral Gmez Jattin se me aparece la imagen de un

    hombre que se mece sin fin en su hamaca dejando pasar las horas, mientras fuma y

    habla y fuma. Tal vez influya en esa imagen el recuerdo de los documentales que hicieron

    Roberto Triana y Bibiana Vlez, su ngel guardin, pero bien podra ser que su causa

    principal se encuentre en la poesa misma de Ral y en su estilo vital, hecho de fugas y

    retornos, de impulsos y retrocesos, de ansias de idealidad y cadas en la embriaguez

  • inevitable de una carne que no sabe negarse al placer ni al dolor. A ese movimiento

    pendular que va hacia el anhelo y regresa a la memoria corresponden muchos de sus

    poemas:

    Hay una tarde varada frente a un ro

    y entre los dos un nio canta

    vaivinindose en su mecedora de bejuco.

    Frente a ese ro, el ro de su infancia, est Ral cantando. El sol es como un fantstico

    fruto o como la promesa de una salamandra luminosa. Todo en la naturaleza parece

    capaz de dolor y de vida:

    El huevo dorado del sol anida entre los mangos de la ribera

    El ro es un gusano de cristal irisado

    El viento despliega unas alas de nubes malva.

    Y Ral se retrata a s mismo como alguien detenido en la infancia, que es el pas de la

    cancin, alguien que se mece sin fin:

    Es una tarde enclavada en el recodo de un tiempo

    que va y viene en la mecedora

    y la tarde es como el nio que la mira

    est hecha de recuerdos y deseos.

    Y es de esa tensin entre lo que an no llega y lo que ya se ha perdido de donde brota el

    poema, al que Ral compara con una forma orgnica perdurable donde estuvo la vida y

    donde resuena todava la inmensidad:

    El cuerpo de esa tarde

    es un fluido tenso entre el pasado y el futuro

    que en ciertos lugares de mi angustia

    se coagula como una caracola instantnea.

    Una de las obsesiones de Ral Gmez Jattin es su propio retrato. Cada vez que lo

    emprende no puede dejar de poner en l, como paisaje de fondo, sus llanuras sinuanas,

    los frutos, los animales, el calor de su tierra:

    Soy un dios en mi pueblo y mi valle.

    Un dios cado, tambin; un dios vencido, a veces. Pero un dios corts al modo de Buda o

    de Whitman, un dios tan rico que va por los caminos prescindiendo de hogar en estos

    tiempos donde ser es atrincherarse en las cosas. Un dios que no lo es porque lo adoren

    sino porque adora. En ese poema, El dios que adora, se dira que Ral expone el asunto

    de su religin personal. Lo vemos como una suerte de monje oriental o de cnico griego,

    un extrao discpulo de Digenes, prescindiendo de todo salvo de su voz de trueno que a

  • la vez canta y vocifera. Es capaz de sonrer y de mendigar, sin dejar de ser altivo y

    dominante:

    Porque vigilo al cielo con ojos de gaviln

    Y lo nombro en mis versos.

    Es dueo de una vigorosa personalidad, de una individualidad poderosa que quiere

    bastarse, que le permite a la vez apartarse de las costumbres de los otros, entregarse a

    las llamas de su delirio e incluso destruirse a s mismo:

    Porque no soy bueno de una manera conocida.

    Esa personalidad indomable hizo que se entregara a un destino absolutamente individual,

    sin preguntarle a nadie cmo haba que vivir, qu era lo aceptado, qu era lo aceptable, e

    hizo tambin que se sintiera capaz de imponer condiciones a los otros. Slo parece

    dispuesto a admitir a quienes lo admitan como es. Su destino es heroico, aunque los

    otros quieran verlo como un simple error, como un extravo. Porque l no est

    simplemente visitando los extremos, sondeando las aguas oscuras, sino trayendo de

    ellas, para compartirla con nosotros, su msica. As, nos dice:

    Porque sobre todo

    respeto slo al que lo hace conmigo

    Al que trabaja cada da un pan amargo y solitario y disputado

    como estos versos mos que le robo a la muerte.

    Sin embargo este ser irreductible, que no se pliega a las convenciones, est siempre

    dispuesto a hacer tambin el retrato de los otros. Fue un gran enamorado y un gran

    amigo, aunque gradualmente el fuego de esa sensibilidad exacerbada y estimulada que

    iba calcinando su ser fue cerrando las puertas de su comunicacin con los dems.

    Deca Chesterton que hay poetas que saben encontrar poesa en la aristocracia, que hay

    poetas mejores que pueden encontrar poesa hasta en los arrabales y en las multitudes,

    pero que hay poetas tan grandes que son capaces de encontrar poesa incluso en su

    propia familia. Ral Gmez Jattin es un poeta de esa estirpe, que no necesita buscar en

    lo excepcional sus poemas, y que nos ha dejado en el retrato de su madre una de las

    pginas ms ntidas y ms conmovedoras de nuestra poesa. Tambin ese poema se

    mueve pendularmente entre la noche intemporal de su estirpe, un pasado casi

    inalcanzable, y el porvenir inacabable. Entre el tiempo en que Ral no estaba todava en

    el mundo y el tiempo en que Ral no estar ya, y ser slo un recuerdo en la nica

    memoria posible, en el verso. Una vez ms el poema nace de esa tensin extrema entre

    lo que fue y lo que ser. El poeta quiere alcanzar lo imposible. Ver a su madre como era

    antes de nacer l, ver a su madre grvida de l, verla en la plenitud de su vida,

    embellecindose para l, y perfilndose sobre el paisaje de su mundo y bajo el rumor de

    las constelaciones:

    Ms all de la noche que titila en la infancia

    Ms all incluso de mi primer recuerdo

  • Est Lola -mi madre- frente a un escaparate

    empolvndose el rostro y arreglndose el pelo.

    En ese ejercicio mgico el poeta quiere de algn modo desaparecer de su propia

    conciencia, ya que est asistiendo a un momento en el que l mismo no poda existir ms

    que como posibilidad:

    No sabe que en su vientre me oculto para cuando

    Necesite su fuerte vida la fuerza de la ma.

    Pero el poeta no ignora que esa alta concentracin es una ilusin. Por mucho que se

    esfuerce en su vaivn vital por alcanzar esa edad anterior, esa edad de plenitud, por ver a

    su madre fuerte y viva y bella, l sabe muy bien que ella ha muerto, y por eso en la mitad

    del poema lo invade el llanto:

    Ms all de estas lgrimas que corren por mi cara

    de su dolor inmenso como una pualada

    est Lola -la muerta-.

    Esa evidencia, e incluso ese llanto, le permitirn sin embargo terminar el retrato, no el

    retrato inmvil del pintor, sino el retrato viviente del poema, para el cual son necesarios el

    movimiento, la inmensidad del espacio, la realidad del mundo exterior influyendo en la

    imagen central, y los propios rasgos psicolgicos del personaje, una suerte de negligente

    delicia en e l cuidado de s misma:

    Est Lola -la muerta- an vibrante y viva

    sentada en un balcn mirando los luceros

    cuando la brisa de la cinaga le desarregla

    el pelo y ella se lo vuelve a peinar

    con algo de pereza y placer concertados.

    Hay otros pases en su poesa, y el ms importante de todos es ese fabuloso pas perdido

    del que llegaron sus mayores y al que l no puede dejar de asociar con el costado

    femenino de su ser. Tambin Ral, como el poeta Giovanni Quessep, entona en nombre

    de todos nosotros, aun de los propios nativos del continente, el interminable Canto del

    extranjero, el sello ms hondo de la poesa de Amrica. As como Giovanni construye sus

    poemas con esas lgebras de la nostalgia, con ese rigor estelar de una evocacin pura,

    Ral encuentra en sus mayores la chispa de su amor por la belleza y la fuente de su

    sentimiento de extravo. Detrs de la plenitud olorosa a mango maduro de su tierra y su

    ro, que podra hacer de l un hombre satisfecho de su destino pero tambin un poco

    limitado por un horizonte de ceibas y garzas, est

    esa abuela ensoada venida de Constantinopla

    esa mujer malvada que me esquilmaba el pan

    ese monstruo mitolgico con un vientre crecido

    como una calabaza gigante.

  • Tal vez sea su abuela, pero sin duda es algo ms que su abuela, es algo que se parece

    al sueo, la penuria de la fuga, la escasez que viven los emigrantes, la monstruosa

    mitologa de los largos exilios, la fertilidad de las razas modificada y esparcida por el

    mundo, vivida o recordada, presente en el lenguaje, en las nostalgias, en la incomodidad

    de quien no acaba de adaptarse a un mundo siempre cambiante, siempre inestable, un

    mundo del que los inmigrantes saben que es pleno pero inseguro, patria que siempre se

    puede volver a perder. Cmo sabremos si no es esa condicin de eterna incertidumbre lo

    que torturaba al poeta en su remota infancia, y lo que le hace decir de su abuela:

    Yo la odi en mi niez.

    Ya en el poema todo es lenguaje, y gracias al lenguaje del nieto nostlgico la abuela

    informe se va humanizando:

    Vuelve con sus cicatrices en el alma

    de fugada de un harem

    con sus mierda en rabe y en espaol

    con su soledad en esos dos idiomas

    y se convierte en la imagen pura de la belleza, en la estrella de una

    patria perdida y ese vago destello en su espalda

    de alta espiga de Siria.

    Esa manera enftica de vivir de Ral Gmez Jattin, esa pasin, es algo cuyo origen l

    mismo nos ha identificado. Este hijo de las llanuras sinuanas lleva en su corazn el fuego

    de unas montaas remotas. A su madre le dice en otro poema:

    En ti circula un fuego ebrio de las montaas del Lbano

    En m vapores densos de tu delirio nublan mi mediocre razn

    espaola.

    Y es as como comprendemos ese continuo oscilar entre el presente y sus promesas, y el

    pasado y sus parasos. El pas de Ral Gmez Jattin es ese pas ondulante del nio

    fascinado por un presente maduro y tentador pero continuamente llamado hacia atrs por

    la evocacin de un pas mtico. Por eso se mece sin fin entre la pasin del deseo

    incesante y la prisin de un jardn de fbulas que est en su infancia y ms all de su

    infancia, un jardn del que su abuela y su madre son los smbolos vivientes. De esa

    tensin brota su angustia, y tambin brota su poesa. Esa madre es a la vez la memoria y

    el duelo, el amor oscuro y la luz del sufrimiento, la evocacin y el fuego del lenguaje. Por

    eso puede decirle finalmente, en la estrofa con la que comienza su poema Un fuego ebrio

    de las montaas del Lbano:

    Yo te s de memoria Dama enlutada

    Seora de mi noche

    Verdugo de mi da

    En ti estn las fuentes de mi melancola

    Y del fervor de estos versos.

  • "Si yo lo escrib", la poesa de Ral Gmez Jattin

    (Testimonio)

    por Pedro Granados

    Durante el III Festival de Poesa en Medelln (Junio de 1993), escuchamos por primera vez a Ral Gmez Jattin. Este fue de chanclas coloradas y sin libro alguno a su propio recital, lo acompaaban Javier Sologuren, Juan Manuel Roca, y otro poeta del que ahora no nos acordamos. El pblico --que adoraba a Ral-- abarrotaba el cntrico auditorio. Llegado su turno, y despus de dar muchas puyas a Roca, advirti que no poda leer sin espejuelos; de aquella sala tipo anfiteatro fueron descendiendo, entonces, anteojos de diferentes formas y colores. Con el abracadabra de sus pesadas manos Ral fue probndose cada uno; desde inmediatamente el primero, unos cristales de marco grueso y de aspecto muy intelectual; lo mismo hizo con el segundo y con el tercero, discretos lentes de empleado, de disciplinado y tmido ganapn; finalmente, eligi unos de formato ms bien estrecho, pero que quedaban flamendole de modo muy vivo en cada cien. Con estos ley, mejor dicho, este poeta de casi dos metros de alto y de supersticiosos lentes de gatbela, quizo empezar a cantar, pregunt sobre las preferencias del pblico que en ese preciso momento ya lo observaba atnito. -"Qu cancin de Joan Manuel Serrat querran escuchar primero?", y ah mismo empez a tararear la primera cuando poco a poco todo el mundo advirti --antes nosotros-- que no tena entre sus manos texto alguno para leer. Seguidamente pregunt, ya haban pasado algunos desconcertantes minutos, si haba alguien entre la concurrencia que tuviera un libro suyo. Silencio, risas, mayor perplejidad todava. Por ltimo, desde el fondo del auditorio, fue descendiendo a tumbos un nico ejemplar que lleg con xito hasta su mesa.

    "Me dejaste en el momento en que ms te necesitaba", ley, o creemos que ley, y con esto se instal en la sala una incontenible gravitacin que lo tena a l como eje, exclusivamente a l.. "Despreciable y peligroso/ Eso han hecho de m la poesa y el amor", fueron otros versos ahora inolvidables. Sin embargo, todava muy poco se conoce la poesa de Ral Gmez Jattin (desaparecido trgicamente en 1997), apenas se ha difundido fuera de Colombia, y mucho menos se la ha estudiado. Extraordinario poeta celebrativo, con su Machado, Vallejo, Borges, Whitman, Paz y Lorca bajo el brazo, pero de catadura muy propia, su obra posee la frescura y vitalidad slo comparable a la de otro de sus contemporneos, el peruano Luis Hernndez Camarero (Lima, 1941-1977). En ambos poetas, tan inteligentes y no menos cultivados, lo primero de lo primero es el gozo, esa ave rara hoy en da y a la que supo convocar siempre, por ejemplo, nuestro maestro Rubn Daro. Marginales y centrales a su modo --y tan latinoamericanos-- a sus obras no las coact la racionalidad poltica, ni tampoco la cobijaron bajo oportunista teora literaria alguna; fieles siempre a su corazn, entendieron la poesa ante todo como dignidad --propia

  • y ajena-- que es, a la larga, la que nos pone a la altura de aquel chimpanc que aspira arrobado una pequea flor del iluminado jardn (foto en la National Geographic en Washington).

    "El putas", algunos en Colombia denominan as a nuestro poeta; nombre carioso que no lo define por entero, pero que quiz ayuda a entendernos, sobre todo si nos circunscribimos a aquellos poemas que ms fcilmente (de facilismo, de comodidad) lo identifican; por ejemplo, el famossimo:

    Te quiero burrita

    Porque no hablas

    ni te quejas

    ni pides plata

    ni lloras

    ni me quitas un lugar en la hamaca

    ni te enterneces

    ni suspiras cuando me vengo

    ni te frunces

    ni me agarrras

    Te quiero

    ah sola

    como yo

    sin pretender estar conmigo

    compartiendo tu crica

    con mis amigos

    sin hacerme quedar mal con ellos

    y sin pedirme un beso".

    Sin embargo, Ral Gmez Jattin, cuenta con un repertorio ms vasto que el aludido, aunque igualmente concentrado (los suyos no son ms de un centenar de poemas). A la vertiente, digamos, narcisista --al antes y despus de la juventud y la belleza-- que ilustran tambin otros textos admirables:

    En este cuerpo

    en el cual la vida ya anochece

    vivo yo

    Vientre blando y cabeza calva

    Pocos dientes

    Y yo adentro

    como un condenado

    Estoy adentro y estoy enamorado

    y estoy viejo

  • De lo que soy

    sucede una poesa histrica, recreacin o dilogo que entabla el poeta con algunos personajes universales de la historia o de la fbula, Hijos del tiempo es el libro al que nos referimos:

    No volver a ver la Alhambra en su esplendor

    ...

    Tantos siglos construyendo pueblos y ciudades

    irrigando llanuras

    cultivando frutales

    enseando la Alquimia y el Algebra

    la Potica, la Astronoma y la Msica

    Y todo se ha perdido en unos cuantos aos

    En unas pocas batallas todo se esfum

    como un espejismo en medio del Sahara

    El rey moro

    En el mismo ao de 1993, cuando lo conocimos en Medelln, tuvimos la oportunidad de revisar --acompaando a la pintora Bibiana Vlez Cobo, persona excepcional y entraable amiga del poeta de Ceret-- lo que sera, no estamos seguros, su ltimo libro de poemas, Esplendor de la mariposa; edicin reducidsima de la que escribimos una resea para un peridico de Barranquilla y detectamos, nos entristeci comprobarlo, cierta prdida de rigor en la estructura de sus textos, ciertos versos de menos o de ms, cierto exceso de lugar comn en sus imgenes, pero jams la ausencia, y esto harto nos alegraba, de autntica poesa. Era el ramalazo lcido --luz o sabidura-- en medio de su tenaz adiccin. De modo anlogo a lo que seala Angel Rama respecto al maestro, en el Prlogo a su edicin de la poesa de Rubn Daro para la Biblioteca Ayacucho, el estilo, el vocabulario, los temas, la esttica de Ral Gmez Jattin podr pasar de moda, pero su poesa y la pregunta por su poesa --y por la persona de Ral-- tendrn vigencia permanente.

    Volviendo a la ancdota. Luego de leernos tres o cuatro poemas, y todava mientras su voz de ngel crecido en las calles --entre gritos y puetazos-resonaba en la platea, el poeta se despoj solemnemente de sus gafas celestes y las coloc abiertas sobre la mesa. De un momento a otro, sus espaldas alcanzaban ya la puerta ms cercana mientras los otros poetas an estaban en sus lugares respectivos y el pblico continuaba como hipnotizado, embebido. Mas, repentinamente hubo alguien que reaccion, y despus otro y

  • otro, hasta que el reclamo, aunque corts, se hizo general y unnime. El libro, el libro!, comenzaron a vociferar en toda la sala. El poeta gir una sola vez la cabeza, efectivamente, entre sus manos enormes sostena un pequeo y trajinado volumen, y antes de abandonar definitivamente el lugar respondi al coro: "Si yo lo escrib".

  • TRAS LOS PASOS DE RAUL Por: Leo

    Hoy camino de lado a lado en mi lugar, pero nada se me ocurre para

    iniciar esta reflexin de el ltimo gran poeta colombiano del siglo

    pasado. No s que decir sobre l: perfecto, imperfecto, poeta, loco,

    soador. Para hablar de RAUL GOMEZ JATTIN, no basta con detenerse

    en su vida Rimbaudiana, porque l fue tan slo un poeta, pero hay que

    irse un poco ms all, a esa descripcin caribe del ser: un soador en un

    mundo soado. An me parece verlo, en una de las pocas entrevistas

    coherentes que le pudieron hacer, en su hamaca, en una pensin de

    quinientos pesos la noche, en Bazurto, Cartagena, el hombre con su

    cigarro en la mano, la mirada extraviada, las palabras entrecortadas,

    pero con la poesa a flor de piel:

    Si las nubes no anticipan en sus formas la

    historia de los hombres

    Si lo colores del ro no figuran en los designios

    del Dios de las aguas

    Si no recomiendas con tus manos de astromelias las

    comisuras de mi alma

    Si mis amigos no son una legin de ngeles

    clandestinos

    Qu ser de m.

    Para m era, es y ser, asombroso verlo all, un genio de la talla de

    Octavio Paz o de T.S Eliot, un Whitman en su grandeza, uno y nico ser

    dedicado a la pureza de las palabras pero llevado, por el estorbo de la

    vida, a ese eterno laberinto al que a veces nos lleva ese bendito arte de

    sacar la verdadera esencia del alma en las palabras, advirtiendo que, por

    un lado est el poeta y por el otro aquel mundo que le ha tocado llevar

    y, a su vez, se deshace en creacin, que es lo nico que en realidad le

    puede quedar al poeta, mucho ms all del ser existente, porque el

    poeta es un ser imaginario:

    El Dios que Adora

    Soy un dios en mi pueblo y mi valle

    No porque me adoren Sino porque yo lo hago

    Porque me inclino ante quien me regala

    unas granadillas o una sonrisa de su heredad

    porque voy donde sus habitantes recios

    mendigar una moneda o una camisa y me la dan

    Porque vigilo el cielo con ojos de gaviln

    lo nombro en mis versos Porque soy solo

  • Porque dorm siete meses en una mecedora

    y cinco en las aceras de una ciudad

    Porque a la riqueza miro de perfil

    mas no con odio. Porque amo a quien ama

    Porque s cultivar naranjos y vegetales

    an en la cancula. Porque tengo un compadre

    a quien le bautic todos los hijos y el matrimonio

    Porque no soy bueno de una manera conocida

    Porque no defend el capital siendo abogado

    Porque amo los pjaros y la lluvia y su intemperie

    que me lava el alma Porque nac en mayo

    Porque s dar una trompada al amigo ladrn

    Porque mi madre me abandon cuando precisamente

    ms la necesitaba Porque cuando estoy enfermo

    voy al hospital de caridad Porque sobre todo

    respeto slo al que lo hace conmigo Al que trabaja

    cada da un pan amargo y solitario y disputado

    como estos versos mos que le robo a la muerte.

    El eterno dilema del reflejo de la vida presente y la vida potica ser

    presentado a travs de su obra. La vida potica est llevada al ensueo,

    a la creacin en si misma, pura, virgen, inocente e infantil, pero a su

    vez, el poeta estar enmarcado en el terreno de su propia existencia. En

    una intil huda, los sueos del poeta se convierten en su refugio , pero

    he ah el inicio del dolor de la vida. La vida se plantea, entonces, como

    un problema existencial o una atadura para la creacin esencial, sencilla,

    transparente. El poeta evita ante todo su condicin de ser l, para

    convertirse en un anhelo.

    Pequea elega

    Ya para qu seguir siendo rbol

    si el verano de dos aos

    me arranc las hojas y las flores

    Ya para qu seguir siendo rbol

    si el viento no canta en mi follaje

    si mis pjaros migraron a otros lugares

    Ya para qu seguir siendo rbol

    sin habitantes

    a no ser esos ahorcados que penden

    de mis ramas

    como frutas podridas en otoo.

    Todo va girando en imgenes, convertidas en palabras sutiles, pero ellas

    van reflejando la soledad y el encierro que lleva el poeta en su propia

  • razn de ser. Me refiero a que es embotellar, en un cuerpo temporal, a

    una imaginacin libre con sus irrealidades y mundos imaginarios. El

    poeta comprende (y lo har en mltiples ocasiones) que la vida, a pesar

    de la poesa, sigue su transcurrir natural: nacer, crecer, reproducirse y

    morir. Pero para l, todo va mucho ms all que un ciclo lgico y

    escriturado y se convierte en un ser ilgico que refleja el gran poder de

    amar la palabra, los sueos y la pureza en s misma. Su poesa,

    entonces, se convierte en una reaccin porque, a pesar de todo, l se

    niega a poner la otra mejilla y conserva su esencia de solitario. El poeta

    vive en su propio mundo pero sonre al entorno.

    Conjuro

    Los habitantes de mi aldea

    dicen que soy un hombre

    despreciable y peligroso

    Y no andan muy equivocados

    Despreciable y peligroso

    Eso ha hecho de m la poesa y el amor

    Seores habitantes

    Tranquilos

    que slo a m

    suelo hacer dao.

    Las palabras son reflejos de un ideal de vida, pero a su vez expresan el

    dolor de vida, en encierro del cual el poeta quiere liberarse, el eterno

    sueo de aquel Bel Morir tantas veces anhelado por Maqroll el Gaviero.

    La poesa se convierte en el nico camino para la liberacin dolorosa de

    la triste vida corprea:

    De lo que soy

    En este cuerpo

    en el cual la vida ya anochece

    vivo yo

    Vientre blando y cabeza calva

    Pocos dientes

    Y yo adentro

    como un condenado

    Estoy adentro y estoy enamorado

    y estoy viejo.

    Descifro mi dolor con la poesa

    y el resultado es especialmente doloroso

    Voces que anuncian: ah vienen tus angustias

    voces quebradas: pasaron ya tus das

  • La poesa es la nica compaera

    acostmbrate a sus cuchillos

    que es la nica.

    La figura de Ral Gmez Jattin, el perseguidor de la pureza escrita y a la

    vez el descubridor del dolor de vida, servir para todos los que estamos

    llegando y jugando en este bendito juego peligroso llamado Poesa. Ese

    hombre que podra conocer y amar a la muerte y que muri atropellado

    por un taxi, y a quien por poco entierran como N.N. Ese nio grande que

    se deshaca poco a poco en versos y ese loco que cantaba a gritos

    desvertebrados:

    El Suicida

    Airoso en su galope

    levant la mano armada

    hasta su sien

    y dispar:

    suave derrumbe

    del caballo al suelo

    Doblado sobre un muslo

    cay

    y sin un solo gemido

    se fue a galopar

    a las praderas del cielo.

    El poeta en s mismo no puede recordar, porque su vida es siempre el

    momento, aunque ese momento est lleno de fantasmas del pasado,

    pero, simplemente, la vida potica es una visin de la dualidad que por

    siempre ha enmarcado al ser humano. El recuerdo es una nocin de

    vida, pero la imaginacin transcurre por su solitario camino, hay que

    alejarla de cualquier encasillamiento.

    Qu te vas a acordar Isabel

    de la rayuela bajo el mamoncillo de tu patio

    de las muecas de trapo que eran nuestros hijos

    de la baranda donde llegaban los barcos de La Habana cargados de...

    Cuando tenas los ojos dorados

    como pluma de pavo real

    y las faldas manchadas de mango

    Qu va

    t no te acuerdas

    En cambio yo no lo notaste hoy

    no te han contado

    Sigo tirndole piedrecillas al cielo

  • buscando un lugar donde posar sin mucha fatiga el pie

    Haciendo y deshaciendo figuras en la piel de la tierra

    y mis hijos son de trapo y mis sueos de trapo

    y sigo jugando a las muecas bajo los reflectores del escenario

    Isabel ojos de pavo real

    ahora que tienes cinco hijos con el alcalde

    y te pasea por el pueblo un chofer endomingado

    ahora que usas anteojos

    cuando nos vemos me tiras un "qu hay de tu vida"

    fro e impersonal

    Como si yo tuviera de eso

    He ah un pequeo homenaje a quien nos demuestra lo grande que es la

    poesa y lo leve y corta que es la vida, o este espacio vital.

    Leo

  • La historia desde el mito

    Hijo del tiempo Ral Gmez Jattin Ediciones El Catalejo, Cartagena, 1989

    "Sabe que ha envejecido, mucho; lo siente y lo ve./Y, sin embargo, el tiempo en que fue joven le parece ayer./ Qu poco tiempo hace, qu poco tiempo! / ...se burla ahora de su sensatez sin seso". Estos versos pertenecen al inolvidable poema titulado Un viejo de C. P. Cavafis, y su magia expresiva reside ms all de la ancdota, ms all de la exactitud de las palabras, ms all del dolor humano, en la posibilidad de condensar el tiempo que se ha escapado y que sigue fluyendo, traspasando un cuerpo que an no logra reponerse del atropello, que an no logra tomar conciencia de las cicatrices que le ha tatuado el tropel de los aos.

    Esta misma impresin es la que deja el ltimo libro de poemas de Ral Gmez Jattin titulado Hijos del tiempo; aqu el poema aparece como consumacin del tiempo, saca de la memoria, o mejor, del olvido ciertos nombres: Homero, Micerino, Sheherazada, Moctezuma, La Malinche, Aquiles, Li Po, reconstruyendo la historia vista desde el mito. Es otra propuesta, es la destruccin de un tiempo histrico y la recuperacin de un tiempo mitco y, ms an, de un tiempo potico. "Pero no-El Mito es el indiscutible centro de la historia".

    Estos Hijos del tiempo, en cierta forma, son quienes han podido convertir los segundos, los aos, en imagen de la eternidad, y en voz del poeta son recuperados en un "durar" que se desliza a travs de estas pginas. "Ms all de este verso que me mata en secreto! est la vejez la muerte el tiempo inacabable".

    Gmez Jattin, con un tono sobrio, ms dramtico que lrico, se acerca en este segundo libro, por su forma, ms a la parbola: parbolas del poder, el amor, la soledad, la escritura. Sale del yo potico que cantaba en el Trptico cereteano (Fundacin Guberek, 1988), para hablar por otros que ya han escrito el poema en la historia pero que la memoria pierde. La palabra, entonces, va en la reconquista del fracaso.

    Este libro puede constituir una tercera poca para el poeta: la primera en Retratos, autobiogrfica de tono existencial; la segunda, en Del

  • amor; y esta tercera, en Hijos del tiempo, que recupera en cierta forma

    su primera poca en el teatro, cuando en palabras del poeta: "Me

    dedicaba a cosas menos serias".

    Con un dominio absoluto de la expresin, con la pureza y equilibrio en el

    lenguaje, Gmez Jattin logra en esta ltima produccin conseguir la

    expresin del sentimiento humano en cada uno de los personajes que

    soportan el mito. "Alcanzar se pregunta Micerino a morir a

    tiempo?". El tratamiento de la ancdota histrica no pasa de ser un

    pretexto, la solucin es por el lado de lo individual y no de lo social;

    reconstruye el drama interior de los personajes, descubre y edifica la

    totalidad secreta de una vida; el viaje, pues, comienza con el final. Al

    final queda la grandeza o la miseria humana y con ella el olvido: como

    lo trgico del destino. "Y todo se ha perdido en unos cuantos aos! En

    unas pocas batallas todo se esfum/ como un espejismo en medio del

    Sahara".

    Imgenes de lenta majestuosidad vehiculan el desenlace, en el poema,

    del hombre y, por ltimo, del tiempo como eje estructurante. La

    duracin, el fluir del poema remata en un verso fulminante ("de cola

    ancha"), que a la vez contiene y unifica totalmente el texto. All aparece

    lo fugaz, la eternidad del instante; all la imagen es la historia. El poema

    es un camino para llegar a este ltimo verso, que es la poesa

    condensada:

    El artista tiene siempre un mortal enemigo! que lo extena en su

    trabajo interminable/ y cada noche lo perdona y/o ama: l mismo

    Ms all del relato de las peripecias, del balance de los hechos, como un

    pequeo dios que de antemano conoce el fin, Ral Gmez Jattin no

    propone un veredicto ste ya est dado; propone el poema con la

    memoria ancestral que da un plazo, un espacio para entrar y ver a la

    muerte con los ojos abiertos; el verdugo es el tiempo. "Duerme bajo

    tierra, duerme bajo el tiempo", dijo con certeza un poeta francs.

    El sentenciado es el amor, incrustado en el corazn del hombre; el

    campo de batalla, la vida:

    Beber todo el da y al anochecer la luna lo llamar en silencio a mirarla borracho

    ms hermosa que en lo alto del cielo y borracho creer realizado el milagro de tocarla y mirarla de cerca y besarla

    Y Li Po va en busca de la luna en el agua

  • del ro Amarillo. De donde nunca jams Li Po volver

    JORGE CADA VID

  • Abuela Oriental

    A esa abuela ensoada

    venida de Constantinopla

    A esa mujer malvada

    que me esquilmaba el pan

    A ese monstruo mitolgico

    con un vientre crecido

    como una calabaza gigante

    Yo la odi en niez

    Y sin embargo vuelve

    en esta noche aciaga

    con algo de hermosura

    Por algo se dice

    que con el tiempo uno perdona casi todo

    Vuelve con sus cicatrices en el alma

    de fugada de un harn

    con sus "mierda" en rabe y en espaol

    Con su soledad en esos dos idiomas

    Y ese vago destello en su espalda

    de alta espiga de Siria.

    Al Tuerto Lpez

    Cartagena. Por tus calles angostas

    transit aquel poeta

    de sonrisa torcida y malestar citadino.

    Don Luis Carlos Lpez Escauriaza

    Ests muerto y yo le escribo

    a tu poema ambiguo agradecido

    por toda tu maldad y todo tu realismo

    por tu soneto crtico

    que a ms de uno indign

    No contentos con que natura

    te hubiera torcido un ojo

    te apodaron el tuerto.

    An muchos en Cartagena

    no dicen el Poeta Lpez

    sino el Tuerto Lpez

    para vengarse de alguna ofensa familiar.

    nico entre nosotros:

    sonredo y desgarrado

  • sigues alegrando y doliendo a la vez.

    Cancin del Amor Sincero

    Prometo no amarte eternamente,

    ni serte fiel hasta la muerte,

    ni caminar tomados de la mano,

    ni colmarte de rosas,

    ni besarte apasionadamente siempre.

    Juro que habr tristezas,

    habr problemas y discusiones

    y mirar a otras mujeres

    vos mirars a otros hombres

    juro que no eres mi todo

    ni mi cielo, ni mi nica razn de vivir,

    aunque te extrao a veces.

    Prometo no desearte siempre

    a veces me cansar de tu sexo

    vos te cansars del mo

    y tu cabello en algunas ocasiones

    se har fastidioso en mi cara

    Juro que habr momentos

    en que sentiremos un odio mutuo,

    desearemos terminar todo y

    quizs lo terminaremos,

    mas te digo que nos amaremos

    construiremos, compartiremos.

    Ahora si podrs creerme que te amo?

    Casi obsceno

    Si quisieras or lo que me digo en la almohada

    el rubor de tu rostro sera la recompensa

    Son palabras tan ntimas como mi propia carne

    que padece el dolor de tu implacable recuerdo

    Te cuento S? No te vengars un da? Me digo:

  • Besara esa boca lentamente hasta volverla roja

    Y en tu sexo el milagro de una mano que baja

    en el momento ms inesperado y como por azar

    lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado

    No soy malvado trato de enamorarte

    intento ser sincero con lo enfermo que estoy

    y entrar en el maleficio de tu cuerpo

    como un ro que teme al mar,

    pero siempre muere en l.

    Conjuro

    Los habitantes de mi aldea

    dicen que soy un hombre

    despreciable y peligroso

    Y no andan muy equivocados

    Despreciable y Peligroso

    Eso ha hecho de m la poesa y el amor

    Seores habitantes

    Tranquilos

    que slo a m

    suelo hacer dao.

    Consolacin

    Cuanta congoja agazapada

    llevas Eusebio

    El paisaje moral de tus contemporneos

    te afect como una lepra blanca

    Eres demasiado sensible muchacho

    Recgete en los libros

    en tu alquimia

    en el calor de tu madre

    El resto no vale la pena Eusebio

    Son fantasmas

    Muchedumbres de fantasmas ebrios.

  • De lo que soy

    En este cuerpo

    en el cual la vida ya anochece

    vivo yo

    Vientre blando y cabeza calva

    Pocos dientes

    y yo adentro

    como un condenado

    Estoy adentro y estoy enamorado

    y estoy viejo

    Descifro mi dolor con la poesa

    y el resultado es especialmente doloroso

    Voces que anuncian: ah vienen tus angustias

    Voces quebradas: pasaron ya tus das

    La poesa es la nica compaera

    acostmbrate a tus cuchillos

    que es la nica.

    Desencuentros

    Ah desdichados padres

    Cunto desengao trajo a su noble vejez

    el hijo menor

    el ms inteligente

    En vez de abogado respetable

    marihuano conocido

    En vez del esposo amante

    un soltern precavido

    En vez de hijos

    unos menesterosos poemas

    Qu pecado tremendo est purgando

    ese honrado par de viejos? Innombrable?

    Lo cierto es que el padre le habl en su niez de libertad

    De que Honor de Balzac era un hombre notable

    De la Cancin de la vida profunda

    Sin darse cuenta de lo que estaba cometiendo

  • El amor brujo

    He robado parte de tu cuerpo y de tu alma

    Le he tendido una celada a los recuerdos

    que aqu te recuerdo Recuerdas amor?

    El cielo de la noche casi azul se asoma

    entre tus pestaas Noche vibrtil

    Una vez me fui hasta tu regin de monte

    enfermo de hongos y tristezas muy tristes

    Y alucin con tu imagen alta y flexible

    galopando un caballo de nube Luego

    Venas por la tarde desde el Retiro de los Indios

    en tu carruaje blanco y yo iba a pie

    por la carretera Como un sonmbulo

    Sonres desde lejos como si masticaras

    mi corazn entre tus colmillos

    Mis palabras le quitan a tu vida muerte

    Vives en este libro aunque te tengo miedo

    Aunque apenas si hemos hablado

    Pero te amo tanto como siempre

    Tanto como puedas imaginar

    Y estamos lejos

    Como el sol del mar.

    El Dios que adora

    Soy un Dios en mi pueblo y mi valle

    no porque me adoren sino porque yo lo hago

    porque me inclino ante quien me regala

    unas granadillas o una sonrisa de su heredad.

    O porque voy donde sus habitantes recios

    a mendigar una moneda o una camisa y me la dan.

    Porque vigilo el cielo con ojos de gaviln

    y lo nombro en mis versos.

    Porque soy solo.

    Porque dorm siete meses en una mecedora

    y cinco en las aceras de una ciudad.

    Porque a la riqueza miro de perfil

    mas no con odio.

    Porque tengo un compadre

    A quien le bautic todos los hijos y el matrimonio.

  • Porque nac en mayo.

    Porque mi madre me abandon

    Cuando precisamente ms la necesitaba.

    Porque cuando estoy enfermo

    Voy al hospital de caridad.

    El que no entendi nunca

    Fuiste un testigo indolente

    ni comprendiste

    Ni a ayudaste a la vct ima

    Fuiste un cmplice de la perfidia y la ignorancia

    Tcitamente aceptaste

    que aquel hombre no vala la pena

    Cuando lo llevaban al matadero

    estabas cerca de l

    y slo miradas de rencor le prodigaste

    Cuando te preguntaron

    si aquel amigo que apareca en sus poemas eras t

    lo negaste airado

    Hoy que vives entre cosas cotidianas

    te olvidas de aquella poca ilustre

    cuando a tus pies tuviste la poesa?

    El suicida

    Airoso en su galope

    levant la mano armada

    hasta su sien

    y dispar:

    suave derrumbe

    del caballo al suelo

    Doblado sobre un muslo

    cay

    y sin un solo gemido

    se fue a galopar

  • a las praderas del cielo.

    Electra

    El agua del pozo est turbia pero refleja

    la cabeza rapada de la princesa aterida

    quien llena un cntaro para que beba Orestes

    Ya ha venido tres veces antes y el hermano

    se ha lavado la sangre de Clitemnestra

    Y mientras cuenta y cuenta Scherezada

    la madre de ambos matada por los dos

    Todava en su memoria resuenan los gritos

    de la muerta tratando de inspirar compasin

    Todava en su memoria Electra guarda

    la faz descompuesta por el miedo y el dolor

    Mas la nieta de Atreo tiene sangre de crimen

    en las venas y facilidad para el olvido

    y aunque apenas han pasado unas hora

    de consumarse lo que ella ansi largamente

    la matricida sonre a la imagen del pozo

    y piensa en el cuerpo esbelto de Plades

    -el amante de Orestes - que el hermano

    le ha prometido como esposo y se toca los senos.

    Ella se lamenta

    Me hubiera gustado ser varn

    para poseerte

    Para darnos trompadas en seal de ternura

    y de fidelidad

    Para ponerme las botas de capataz

    y cabalgarte desnudo

    Para amenazarle con un revlver

    Pero yo

    Una mujer

    Una simple mujer

    Qu puede hacer de memorable

    en la prosecucin de un amor?

  • Ellos y mi ser annimo

    Es Ral Gmez Jattin todos sus amigos

    Y es Ral Gmez ninguno cuando pasa

    Cuando pasa todos son todos

    Nadie soy yo Nadie soy yo

    Por qu querr esa gente mi persona

    Si Ral no es nadie pienso yo

    Si es mi vida una reunin de ellos

    que pasan por su centro y se llevan mi dolor

    Ser porque los amo

    Porque est repartido en ellos mi corazn

    As vive en ellos Ral Gmez

    Llorando riendo y en veces sonriendo

    Siendo ellos y siendo a veces tambin yo blanco papel

    A que gentes de otros mbitos conocieran sus noches estrelladas

    de espermas de fandangos cuando la Candelaria

    y esa alma gentil y bondadosa de ustedes mis amigos

    que saben con una botella de ron blanco

    entre pecho y espalda

    prometer este cielo y el otro Los amo ms en el exilio

    Los recuerdo con un sollozo a punto de estallar

    en mi loca garganta

    He aqu la prueba

    Equilibrio

    A vuestras espaldas Vino fuerte

    Amores desdichados de mi vida Los ms

    Me constru poderoso y soador

    y ustedes se quedaron

    con las hilachas inasibles de mi poesa

    Seres queridos

    De cuerpos intocados

    De pieles adoradas

    Seres que me preservaron del destierro de la carne

    al ejercitar en m la sexualidad enamorada

  • Seres inhospitalarios As me gustaban

    Ellos me ensearon que cuando se ama as se pierde

    y que cuanto se pierde en el amar

    se gana en el alma.

    Gracias seor

    Gracias seor

    por hacerme dbil

    loco

    infantil

    Gracias por estas crceles

    que me liberan

    Por el dolor que conmigo empez

    y no cesa

    Gracias por toda mi fragilidad tan flexible

    Como tu arco

    Seor Amor

    Intentas sonrer

    Intentas sonrer

    y un soplo amargo asoma

    quieres decir amor y dices lejos

    ternura y aparecen dientes

    cansancio y saltan los tendones

    Alguien dentro del pecho erige

    soledades

    clavos

    engaos

    fosos

    Alguien

    hermano de tu muerte

    te arrebata te apresa te desquicia

    y t indefenso

    estas cartas le escribes.

    La soledad de Gmez Jattin

  • No s donde arders ahora corazn mo

    Necesito entregarte siempre como esclavo

    Pobre de ti

    Es urgente que enfermes otra vez y otra vez

    Qu voy a hacer contigo ah desocupado

    como estpida biologa

    Vamos deshazte

    de tu pesadumbre y emprende vuelo

    Qu te sugiere el momento?

    Te gusta esa mirada

    envejecida pero atenta de tu buena sobrina?

    Ve y hblale de cuando llor sin motivo

    O cuando de la risa se orin en los calzones

    O mejor recorre el campo y siembra un rbol

    suntuario

    O llvate cordel y navaja

    y construye un barrilete y eleva con l

    tu soledad hasta las nubes

    No

    No queremos los dos amigo mo hacer nada de eso

    Queremos acostarnos otra vez sobre tu vientre

    Pero esos tiempos han pasado

    Su cuerpo y su deseo

    deambulan entre cines y bares de la urbe

    enfebrecidos detrs de otros cuerpos y otros deseos

    Y eso est bien

    Es su vida sin nosotros

    Tiene derecho tambin a un placer libre

    All est sola la luna y no se muere

    Solo est el viento

    T me tienes a m

    Y a Nuestra Seora La Soledad de Gmez Jattin.

    Li Po

    Las flores del duraznero han cado a la

    grama

    Tienen algo de caracola o de piel sonrosada

    El viejo poeta chino se levant muy

    temprano

    y triste ha sorprendido el desastre del viento

  • Anoche se embriag con unos nuevos amigos

    que anduvieron muchos das para conocerlo

    Todava conserva en el bolsillo el poema

    escrito con afecto para uno de ellos

    en la mano una copa de vino

    y bebe emocionado mientras mira las flores

    Ha escrito tantos versos como ha podido

    y siente a la muerte vigilndole los pasos

    Beber todo el da y al anochecer la luna

    lo llamar en silencio a mirarla borracho

    a perseguir su brillo entre las hojas hmedas

    en el reflejo sobre los montes lejanos

    y en el agua del ro la mirar

    ms hermosa que en lo alto del cielo

    y borracho creer realizado el milagro

    de tocarla y mirarla de cerca y besarla.

    Lola Jattin

    Ms all de la noche que titila en la infancia

    Ms all incluso de mi primer recuerdo

    Est Lola - mi madre - frente a un escaparate

    empolvndose el rostro y arreglndose el pelo

    Tiene ya treinta aos de ser hermosa y fuerte

    y est enamorada de Joaqun Pablo - mi viejo -

    No sabe que en su vientre me oculto para cuando necesite

    su fuerte vida la fuerza de la ma

    Ms all de estas lgrimas que corren en mi cara

    de su dolor inmenso como una pualada

    est Lola - la muerta - an vibrante y viva

    sentada en un balcn mirando los luceros

    cuando la brisa de la cinaga le desarregla

    y el pelo y ella se lo vuelve a peinar

    con algo de pereza y placer concertados

    Ms all de este instante que pas y que no vuelve

    estoy oculto yo en el fluir de un tiempo

    que me lleva muy lejos y que ahora presiento

    Ms all de este verso que me mata en secreto

    est la vejez - la muerte - el tiempo incansable

    cuando los dos recuerdos: el de mi madre y el mo

    sean slo un recuerdo solo: este verso.

  • Memoria

    Ms all de la muerte y sus desolaciones

    que perviven intactas como la vida misma

    hay un sol habitado de palomas y rboles

    que guarda tu futuro en mitad de mi infancia

    Joaqun Pablo mi viejo nio y amable

    la edad nos confundi y nos separ dolidos

    en maanas de Mayo esperando la lluvia

    y en las horas del brillo y las escaramuzas

    de los gallos de ria entre los matorrales

    Hay un silencio grave parecido al olvido

    que me nubla mis ojos y quiebra mi garganta

    en tus voces que guardo como una tibio sbana

    para el fro de los aos y la soledad cansada

    Eras el ltimo hombre honrado que sobreviva alegre

    Eras aquel sentido sembrador de amorosas pasiones

    En mitad de la vida se me escap tu cuerpo

    Como un frutal cargado soleado y cuidadoso

    que me hered sus mangos en lo ms dbil del alma.

    Ni siquiera una dulce noche

    Aquel amor de fiebre y de tormento Aquel estar

    pendiente de la luna entre los cocoteros Por si ella

    me traa presagios de tu cuerpo Pero en vano

    Pero estaba demasiado enfermo para soportar

    la intimidad de tus caricias No hubieras conocido

    en m sino el temblor de un poeta y de su muerte

    Aquel temor de mirarnos a los ojos no era vano

    Estabas revestido de otro mundo Estabas lejos

    Sobre todo cuando yo te amaba Cuando era

    de ti como la nube en el reflejo del agua

    Dentro pero lejos Dentro en el vientre

    de una realidad inventada y fugaz

    Era ntegramente bello porque no toquete;

    tu cuerpo aunque t lo queras y yo tambin

    Pero antes de mi deseo estaba mi futuro

    Estabas t antes de mi deseo de ti

    antes que el deseo estaba el amor

  • Antes que el amor estaba la vida y la maldad

    Aquel amor que no tuvo una noche

    Ni siquiera una dulce noche amor mo.

    Pjaro

    En la clnica mental vivo

    un pedazo de mi vida.

    All me levanto con el sol

    y entre tanto escribo

    mi dolor y mi angustia.

    Sin angustias ni dolores

    ataraxia del espritu

    en que mi corazn

    como una mariposa

    brilla con la luz

    y se opaca como un pjaro

    al darse cuenta

    de los barrotes que lo encierran.

    Pequea elega

    Ya para qu seguir siendo rbol

    si el verano de dos aos

    me arranc las hojas y las flores

    Ya para qu seguir siendo rbol

    si el viento no canta en mi follaje

    si mis pjaros migraron a otros lugares

    Ya para qu seguir siendo rbol

    sin habitantes

    a no ser esos ahorcados que penden

    de mis ramas

    como frutas podridas en otoo.

    Scherezada

    Est enamorada del asesino que la obliga

    noche tras noche a exprimir su memoria

  • de la ancestral leyenda multiforme y extensa

    para salvar por un momento

    su indefensa vida

    Y mientras cuenta y cuenta Scherezada

    el Califa la besa y acaricia lujurioso

    y ella tiene que seguir entretenindolo

    contando

    porque el verdugo espera

    en cada madrugada

    Est a merced de quien la oye emocionado

    pero no levanta la sentencia a muerte

    El artista tiene siempre un mortal

    enemigo

    que lo extena en su trabajo interminable

    y que cada noche lo perdona y lo ama:

    l mismo.

    Serenata

    Asmate amor mo

    que el cielo ha encendido un fandango

    en su comba lejana

    Y no hace fro

    El viento msica entre rboles un gemido

    que parece t sintindome el placer

    que parece t inclinado en mi rostro

    secretendome seales en el camino

    "Todava no" o "Aprisa que me muero"

    Asmate y no temas a tu padre con su Colt 45

    que yo traje el mo

    Me oyes? No deseas que nuestro amor

    realice bajo los astros otra jornada? Como dioses

    No le echaste al viejo en el caf la valeriana

    para que duerma y nos deje hacer lo nuestro?

    As te supliqu y no respondiste

    Despus supe

    que das antes te haban mandado de vacaciones

    a Pars Para que te olvidaras de m

    El poeta

    del pueblo

    Ese que se ha ganado una triste

    fama de marica por tu cuerpo adorado

  • No olvides que a mi

    ese asunto me tiene sin cuidado

    Que es pura envidia

    Puta tontera de tu viejo

    y sus aburridos compadres verdugos de la vagina

    y de tus amigos falsos que les gusta mi falo

    No olvides que el amor es ms valioso

    que todos esos juntos

    Que hemos luchado

    an contra nosotros mismos

    Que nuestro placer

    tiene toda la belleza viril que ellos nunca han tenido.

    Siento escalofros de ti

    Siento escalofros de ti

    hermana muerte

    de verme en esta sala

    mirando un cuadro de David

    y sbitamente entrar en la vejez

    sin ningn diente

    y todas las arrugas

    y los vientos negros

    esparciendo mis cabellos

    Yo te conozco hermana

    se que eres una nube

    de ojos yertos

    que busca otra de luz

    hasta convertirse en una

    Te conozco y sin embargo

    encontrarte en la sala del David

    frente a frente

    fue un gran susto

    hermana ma

    Vena del mercado excitada y dispuesta

    Maritza

    Qu nombre tan horrible

  • Como su cara

    Pero tena un culo que sacaba la cara por ella

    Y unas tetas como papayas blanditas

    que no haba necesidad de tocar

    Vena del mercado excitada y dispuesta

    Me llevaba a un rincn y me acariciaba

    lo ms rpidamente posible

    Y lo mamaba

    de maravilla

    Fantstico como dira Jos Barguil

    Yo la quera ms que a nadie

    El chiquito

    lo tena caliente y querendn Y

    saba moverlo como una licuadora

    Despus del asunto me temblaban las piernas

    y al cuerpo le entraban un sudor fro

    y unas ganas de irse para donde mi mam .

    Veneno de serpiente cascabel

    Gallo de nix y oros y marfiles rutilantes

    Qudate en el ramaje con tus putas mujeres

    Hazte el perdido El robado Hazte el loco

    Anoche le o a mi padre lleg tu hora

    Maana aflame la tijera para motilar al talisayo

    Me ofrecieron una pelea para l en Valledupar

    Levntate temprano

    Y atrpalo a la hora del alimento Dijo mi padre

    Talisayo campen en tres encuentros difciles

    He rogado y llorado que te dejen para siempre como padre gallo

    Pero a mi viejo ya le dieron el dinero

    Y me compr un juego de domin para engaarme

    Pero ya ests cantndole a la oscuridad

    Para que se vaya Te contestaron tus vecinos

    Y mi padre est sonando sus chancletas en el bao

  • Es imposible evitar que te manden otra vez a la guerra

    Porque si maana te espanto padre de todas maneras

    har prenderte por Jos Manuel el indio As que

    Preprate a jugarle sucio a tu contendor Pues

    le rob al indio un veneno de serpiente cascabel

    para untarlo en las espuelas de carey

    En medio del tumulto y la msica de acordeones

    me har el pendejo ante los jueces que siempre

    me han credo un nio inocente y te untar

    el maranguango letal Es infalible como el mismo diablo

    Voy a apostar toda mi alcanca a nuestra victoria

    Con lo ganado construir un disfraz de carnaval

    Y lo adornar con tus mejores plumas.

    LoS PoeTaS, AMoR Mo...

    Los poetas, Amor mo, son

    Unos hombres horribles, unos

    Monstruos de soledad, evtalos

    Siempre, comenzando por m.

    Los poetas, amor mo, son

    Para leerlos. Mas no hagas caso

    A lo que hagan en sus vidas.

    ReTRaTo...

    Si quieres saber de Ral

    Que habita estas prisiones

    Lee estos duros versos

    Nacidos de la desolacin

    Poemas amargos

    Poemas simples y soados

    Crecidos como crece la hierba

    Entre el pavimento de las calles.

    DeSLuMBRaMieNTo PoR EL DeSeo...

  • Instantneo relmpago

    Tu aparicin

    Te asomas sbitamente

    En un vrtigo de fuego y msica

    Por donde desapareces.

    Deslumbras mis ojos

    Y quedas en el aire

    La hamaca nuestra

    Ven hasta la hamaca donde escrib

    el libro dedicado a tu sagrada presencia

    Ella me recuerda toda esa soledad

    que dorm en ella Todos esos gestos de mi alma

    persiguindole el vuelo a las palabras

    que grabaran en un tiempo menos frgil

    la lluvia de tus lgrimas El reposo soado

    en tu pecho. La maana eternamente memorable

    de nuestras manos enlazadas en medio del tumulto

    En el vientre de esa hamaca recost

    mi cansancio de la vida Acu dolores

    Me defend de la cancula Y so:

    T venas en medio de la noche a consolarme

    y eso dije Escriba un poema que preservara

    tu memoria y eso hice Desatar mis alas tristes y llor

    Tindete que yo te mecer para refrescarte

    si te es posible duerme Que yo velar

    Un probable Constantino Cavafis a los 19

    Esta noche asistir a tres ceremonias peligrosas

    El amor entre hombres

    Fumar marihuana

    Y escribir poemas

    Maana se levantar pasado el medioda

    Tendr rotos los labios

  • Rojos los ojos

    Y otro papel enemigo

    Le dolern los labios de haber besado tanto

    Y le ardern los ojos como colillas encendidas

    Y ese poema tampoco expresar su llanto.

  • La ltima morada del poeta Gmez Jattin Textos y Fotos: William Fernando Martnez..

    Un fantasma recorre los pasillos de este manicomio. Se aparece frente a la cmara fotogrfica. Es el fantasma de un poeta. Se aparece una y otra vez, en el rostro de los pacientes, que describe con sus poesas de enfermos mentales y hroes alucinados. Reaparece en la mirada implacable de los enfermeros y en el lento caminar de los pacientes, dominados ms por las drogas psiquitricas que por la propia locura.

    Es el piso tres del Hospital San Pablo, de Cartagena de Indias, reiterada morada del poeta Ral Gmez Jattin. Este piso y la habitacin nmero diecisis fueron su ltimo techo de vida, antes de irse a vivir a las calles de la Heroica para recitar versos fnebres hasta el da en que se arroj contra un bus urbano y muri atropellado frente a la estatua de la India Catalina y ante la mirada atnita de los repartidores de peridico.

    Ese 22 de mayo de 1997, todos los poemas que antes escriba un indigente se leyeron en las emisoras de radio, en los noticieros de televisin y fueron publicados al da siguiente en todos los diarios del pas, encabezando la noticia de su muerte. Hoy todos los libros de Gmez Jattin estn agotados en Colombia.

    Segn un repartidor de peridicos que lo vio esa maana, se ba y se visti, como pocas veces lo haca, y se dirigi hacia el sector de la India Catalina donde se arroj a un bus y muri atropellado. Este abogado y poeta haba nacido en 1945 en Cartagenita, una calle de Ceret, Crdoba, y se traslad desde pequeo con su familia a Cartagena, donde estudi derecho. Reconocido internacionalmente por su poesa descarnada y realista, el poeta Gmez Jattin haba empezado a deteriorarse fsica y sociolgicamente debido al consumo indiscriminado de droga que termin por llevarlo al suicidio.

    Todos los poetas, los cuasipoetas, los que presumen de ser poetas, los que se sienten poetas, los que alardean de ser muy creativos y haber escrito un libro de poesa, los que suean con escribir un poema. Todos esos colombianos que algo tienen que ver con la poesa, se dieron cuenta cmo un verdadero poeta pasaba a la historia. Algunos sintieron envidia por el loco ese que dorma en las bancas de parque en la Ciudad Vieja, rabia por el taciturno aquel que drogado recitaba frases inolvidables caminando descalzo por las murallas, o tal vez enroscado dentro de una garita, escribiendo con pedazos de ladrillo.

  • En esa semana todos los indigentes que deambulaban por Cartagena comenzaron a escribir libros en hojas de cartn, todos queran ser lo que fue Gmez Jattin, pero un poeta es irrepetible. Para el escritor William Ospina, el poeta Gmez Jattin era como un nmada sin lugar en el mundo, como ese eterno personaje de Kafka que anhela en vano ocupar un lugar en alguna parte. Pero la verdad es que el mundo de Ral, en su vida y ensu poesa, segn el escritor, es ntido. l tena, como lo dijo, un corazn de mango del Sin. Esa personalidad indomable hizo que se entregara a un destino absolutamente individual, sin preguntarle a nadie cmo haba que vivir, qu era lo aceptado, qu era lo aceptable, e hizo tambin que se sintiera incapaz de imponer condiciones a los otros. Slo parece dispuesto a admitir a quienes lo admitan como es. Su destino es heroico, aunque los otros quieran verlo como un simple error, como un extravo. Porque l no est simplemente visitando los extremos, sondeando las aguas oscuras, sino trayendo de ellas, para compartirla con nosotros, su msica, su poesa.

    Muchas cosas se dijeron con la muerte de Gmez Jattin, algunas hirieron susceptibilidades y otras crearon reflexin. Una nota publicada en el Boletn Cultural y Bibliogrfico de la Biblioteca Luis ngel Arango, escrita por el crtico literario Jorge Cadavid, deca que para la mayora de nuestra sociedad literaria y extraliteraria la sola presencia de una figura como la de Ral Gmez Jattin (Ceret, 1954-Cartagena, 1997) incomodaba. Un poeta en estado puro, un mstico en estado salvaje, un loco -espejo de una sociedad enferma, "crcel de salud"-, no es, por cierto, la figura ms deseable. Eso fue Ral Gmez Jattin ante todos: un marginado (suicidado de la sociedad).

    Para Silvana Durango, en su Elogio a la Locura. El poeta maldito. Su vida fue un excitante torbellino de confusin y seguridad, de dudas y respuestas, de elogios y soledades. Sus poesas son el retrato de un hombre grande de porte y de pensamiento, que causaba temor y haca cambiar de acera; pero sobre todo, de un ser que, no conforme con la voltil condicin humana, decidi pasar a un nivel mayor, que muchos no comprendieron y por lo tanto, no toleraron.

    El nadasta Jota Mario Arbelez anunciaba en su columna dominical: "El poeta Ral Gmez Jattin se permite informar a su numerosa clientela de admiradores que ha salido de este mundo arremetiendo con toda la fuerza de su humanidad contra un vehculo de transporte urbano en movimiento. El poeta fue conducido a la morgue de Cartagena, y el bus a un cementerio de automviles".

    Otro de la misma lnea de Arbelez, Jaime Jaramillo Escobar, senta una profunda admiracin por Gmez Jattin, alguna vez le escribi una carta, de ella son estos dos prrafos "...T eres lo nico que se desborda, que brama, que tiene impulso y pasin, el nico vendaval que nos refresca, primitivo, animal y selvtico como un desodorante de TV. Eres el viento, eres un potrillo, eres el ro que arrasa, no limitas con nada, no tienes cuados en el cielo, no tienes participacin en la bolsa de valores, eres un bruto, eres Atila, eres el mismsimo Adn, Dios en persona completamente loco deshojando los bosques y tirando las hojas al aire, eres el cicln, la barriga pelada, el escndalo furioso, todo lo que yo no soy ni hay aqu poeta que lo sea, eres el fauno, el unicornio, el centauro, el volcn, -eres el putas!"

  • Muchos quisieron describir a Gmez Jattin, pero definitivamente su poema autorretrato del libro Esplendor de la Mariposa, escrito en el Hospital de San Pablo, es lo ms cercano al mundo de Gnez, un mundo donde slo l poda llegar:

    "Si quieres saber del Ral/ que habita estas prisiones/ lee estos duros versos/ nacidos de la desolacin/ poemas amargos/ poemas simples y soados/ crecidos como crece la hierba/ entre el pavimento de las calles."

    Muchos de los poemas de Gmez Jattin permanecen inditos y gran parte de su obra trata de recuperarse antes de que se pierda. Un grupo de investigadores de la biblioteca de Cartagena realiza esta investigacin. Entre los resultados se encontr un indito que habla sobre los finales de su vida:

    "Siento que la muerte me ama/ Y me busca para llevarme a su inframundo/ Siento que tiende trampas a mi alrededor/ Y me llama luctuosa a festejar mi entierro./ La muerte intenta enloquecerme de terror/ Trastoca los caminos de mi sueo/ Y me dicta implacable estos versos/ Pero la muerte no sabe que el poema/ Es un escudo, una espada, una armadura/ En la guerra de los das/ Y que en cada verso me entrego a la vida/ Y sta se me devuelve multiplicada."