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Revista boliviana de derecho n3.

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  • IRegimen Juridico de los hidrocarburos en Bolivia.

    A tiempo de presentar a consideracin de nuestros lectores el tercer nmero de esta revista, en busca de dar los primeros pasos hacia nuestra consolidacin como publicacin jurdica peridica, nos congratulamos y nos sentimos orgullosos de contar entre nuestros colaboradores y articulistas a la Dra. Silvia Barona Vilar y, por ello, sentimos como nuestra la alegra y satisfaccin que haya recibido el ttulo que bien merecido se lo tiene: Dr. Honoris Causa por la Universidad Autnoma Gabriel Ren Moreno.

    Como una muestra de nuestro reconocimiento, reproducimos las partes ms sobresalientes de su discurso de oportunidad:

    Hace escasamente unos meses, a comienzos del mes de julio del presente, sala a la luz uno de mis libros, titulado Medidas cautelares en el arbitraje. En l aparece una dedicatoria que quiero leerles:

    Y porque la vida est llena de casualidades y de sorpresas, este libro est dedicado a una de ellas..., a Bolivia, a mis amigos de la Gabriel Ren Moreno y, por supuesto, a cuantos han hecho posible el hermoso proyecto boliviano.

    Cuando recib la comunicacin de la UAGRM otorgndome el ttulo de Doctor honoris causa record inmediatamente las palabras que antecedan al libro, palabras que pretendan ser una transmisin real de lo que senta en aquel momento, y con ello, un brindis al proyecto acadmico ms hermoso de mi vida, al ms gratifi cante en mi espritu. Es indudable, sin embargo, que en la vida de las personas los acontecimientos que se suceden se encuentran ntimamente concatenados entre s. Mi presencia en este estrado est jalonada por una serie de circunstancias que comienzan por una casualidad, casualidad que hizo que mi querida Dra. Yetty Cspedes, Directora de la Unidad de Postgrado de la Facultad de Ciencias Jurdicas, Polticas y Sociales, me llamara a tierras cruceas. Aquella circunstancia, fruto de la imposibilidad de que el docente designado para desarrollar el

    TTULO DE DOCTOR HONORIS CAUSA PARA LA DRA. SILVIA BARONA VILAR

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    Revista Boliviana de Derecho - Yuris Tantun

    mdulo de aquella Maestra pudiera desplazarse a Santa Cruz, hizo que yo viniera por vez primera en el ao 2001. Y precisamente aquella circunstancia gest una red de posibilidades, basada en una estrecha confi anza mutua en el desarrollo de proyectos...convirtindose, a la postre, en el nexo causal de todas las actividades que hemos venido desempeando en estos aos; y digo en plural hemos venido porque el proyecto desarrollado entre la Gabriel y la Universitat de Valencia ha sido el resultado de muchas personas que creyeron y quisieron participar y colaborar en el mismo, tanto espaolas como bolivianas. La distincin que se otorga a mi persona la entiendo desde esa perspectiva, a saber, en representacin de quienes han sabido estar conmigo en todas las actividades que se han desarrollado en Santa Cruz. Muy especialmente la hago extensiva a mi querido amigo Jess Olavarra, mi cmplice, que crey en mis locuras y en ocasiones las alent, en otras, las repos; a Carlos Esplugues, mi hada madrina, que ha sabido siempre estimular mis ideas, mi trabajo, convirtindose en un ocano de paz y de tranquilidad, y a Josefi na Boquera, mi incondicional, sincera y leal amiga, que silenciosamente ha venido ocupando un papel esencial en mi vida en los ltimos aos, compaginando desinteresadamente un ser presente con un no estar. Precisamente ellos estn, quizs por una de las casualidades que da la vida, una ms, aqu conmigo, compartiendo este emotivo acto. (.)

    En el Siglo XIX el ilustre pensador y fundador de la Institucin Libre de Enseanza Francisco Giner de los Ros, afi rmaba que el concepto de Universidad no es una idea absoluta que pueda especulativamente construirse; un factor eterno, indispensable, de la vida social, sino un concepto histrico. Solo apelando a la historia cabe, pues defi nirlo.

    Represe que las universidades surgieron porque los monjes medievales estimaban que era ms efi ciente para la comprensin y avance del conocimiento una comunidad de personas con intereses similares que tener ascetas recluidos aisladamente en sus respectivas celdas. Precisamente esa concepcin fue la que sirvi para que algunas Universidades mantuvieran una misin nica, la bsqueda de la Verdad; el saber por el saber, rechazando el conocimiento aplicado o el conocimiento til. Esta visin, sin embargo, fue duramente criticada por algunos pensadores del Siglo XX, entre los que cabe citar a Ortega y Gasset, quien sostuvo la visin de la Universidad moderna actual, a saber, que los principios bsicos de la enseanza universitaria son: a) la transmisin de la cultura; b) la enseanza de las profesiones intelectuales, y c) la investigacin cientfi ca y la formacin de futuros investigadores.

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    Regimen Juridico de los hidrocarburos en Bolivia.

    Es indudable que la Universidad del Siglo XXI est viviendo un momento de profundo cambio, debiendo afrontar una serie de retos: unos, propios de la institucin universitaria, otros, derivados de la constante evolucin del mundo en que vivimos y que no pueden ignorarse. La Universidad se halla en estos momentos en fase de modernizacin y ante una redefi nicin de los objetivos que han de cumplir. Factores como la sociedad de la informacin, la globalizacin econmica, la participacin voluntaria o involuntaria en un contexto internacional ineludible, la revolucin cientfi co-tecnolgica, y la multiculturalidad exgena fundamentalmente producida por los movimientos migratorios- o endgena, propia de los pueblos, llevan a reconsiderar no slo los mismos fi nes de la Universidad sino esencialmente los medios a travs de los cuales cumplirlos, a saber, las personas y los instrumentos materiales y estructurales para su desarrollo. Se habla de fl exibilizacin de estructuras y procedimientos, de descentralizacin de la gestin, de reformulacin de los planes de estudio, etc. En cualquier caso, en toda esta metamorfosis no debe olvidarse que la Universidad desempea un servicio pblico. Precisamente esa condicin de universidad pblica implica un compromiso intelectual y cvico, cuya misin esencial es la de producir y difundir conocimiento, no dinero. Es por ello que en palabras de Mario Bunge la Universidad debe seguir siendo dirigida por acadmicos, no por empresarios ni por comisarios.

    En esta Universidad pblica, en la que yo creo, las tareas esenciales del universitario son la docencia y la investigacin. La simbiosis entre ambas debe ser innegable: una docencia sin investigacin o una investigacin sin docencia es casi como una vida sin amor. Son intrnsecamente inseparables. El buen profesor es el que estimula la iniciativa de los individuos y los grupos para aprender, facilitando las discusiones, fomentando la creatividad y proporcionando los instrumentos para el aprendizaje. Se trata de lo que la moderna concepcin educativa ha venido denominando como aprender a aprender, y no de aprender una serie de conocimientos que, muy probablemente, olvidar con el tiempo o pasarn a convertirse en arcaicos y en desuso. El docente, por tanto, ante este nuevo reto, debe estar en constante proceso de adaptacin y capacitacin tanto cientfi ca como didctica.

    Curioso es, sin embargo, que en los ltimos tiempos ha surgido una tendencia mundializada imparable hacia la formacin continuada y la capacitacin profesional en sectores especfi cos, lo que obliga, en todo caso, a un cambio de mentalidad y de tcnicas de docencia de los profesores mismos. Esto signifi ca que la Universidad actual no solo asume la formacin de los estudiantes universitarios sino tambin su capacitacin permanente, amn del estmulo de la refl exin crtica, de la que tan necesitada estamos algunos

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    Revista Boliviana de Derecho - Yuris Tantun

    pases occidentales como consecuencia de los nefastos ecos del estado del bienestar, que han llevado a la nadera y al pensamiento amorfo, que no es otro que el pensamiento.

    El anverso de esta funcin es la investigacin cientfi ca, que van anexada al desarrollo y a la innovacin social, tecnolgica, cultural, etc. La investigacin cientfi ca se convirti en una funcin intrnseca de la institucin universitaria durante la segundad mitad del siglo XIX y desde entonces ha venido creciendo su importancia, y no slo en el mbito de las ciencias experimentales sino tambin en el de las humanidades y en el de las ciencias sociales. En la actualidad el principal reto de las Universidades es conseguir recursos fi nancieros para destinarlos a la investigacin, tanto pblicos como privados, adems de reformular estructural e institucionalmente las Universidades, fomentando los grupos de investigadores de excelencia, los Institutos de Investigacin, las bibliotecas, los laboratorios, etc.

    Esas dos tareas de la Universidad se despliegan sobre el material humano ms copioso de la misma: los estudiantes. El colectivo de estudiantes representa el sector ms numeroso y el que le da sentido a aqulla. De ah que su paso por la universidad ha de marcar una etapa fundamental de su vida, y no slo en su dimensin acadmica, sino tambin cvica, humana y cultural. La Universidad debe aportar los espacios de relacin e interaccin acadmica, espacios de cultura, deporte, ocio, relaciones sociales y un entorno enriquecedor que transforme a los jovenes adolescentes que llegan a la Universidad en ciudadanos formados, crticos y comprometidos con la sociedad que les envuelve. Todo ello evitando en todo caso los riesgos de reducionismos del entendimiento que en ciertas pocas y ante ciertos regmenes polticos empequeecen e inmovilizan las mentes, de ah que se haga necesario encontrar, como deca Borges, un tiempo caudaloso donde todo soar tiene cabida...Esa tarea romntica y a la vez pragmtica debe fomentarse desde la Universidad. Esa es su grandeza.

    Y Concluyo: las instituciones las hacen las personas, y es por ello que fi nalizo con gratitud, cario y agradecimiento a todas y cada una de las personas que han hecho posible este hermoso da. Quienes me conocen bien saben lo que siento por este pas, por esta tierra crucea, por este cielo...el ms puro de Amrica, y por esta Casa Universitaria, ahora ms ma si cabe que lo era antes, al ingresar de forma honorfi ca en el claustro de profesores de la Gabriel al convertirme en doctora honoris causa. Si ya antes estaba sentimentalmente unida a esta Universidad, ahora, convertida en parte de la U y de su historia, se me ha concedido el hermoso privilegio de sentirme

  • VRegimen Juridico de los hidrocarburos en Bolivia.

    partcipe con todos ustedes de colaborar en la continuacin, el crecimiento y el desarrollo de la cultura, la educacin y la formacin en Santa Cruz, y como tal, quiero seguir trabajando con y para ella de la mejor manera que s: enseando a aprender a aprender. Los retos son enormes...tambin lo son las oportunidades...pero no debemos olvidar que el futuro es siempre tarea del presente.

    No puedo terminar estas palabras sin hacer fi nalmente mencin a cuatro personas que justifi can mi vida, a quienes tanto debo. No han podido estar fsicamente presentes pero yo quiero dedicarles este da: a mis padres, por todo lo que soy y cmo soy, y a mis hijas, por haberme enseado el maravilloso mundo de ser su madre. Muchas gracias a todos de todo corazn!.

  • 1El Precedente Constitucional y su impacto ...

    EL PRECEDENTE CONSTITUCIONAL Y SU IMPACTO EN EL ORDENAMIENTO JURDICO Y LA ACTIVIDAD DE LOS RGANOS ESTATALES

    Jos Antonio Rivera Santivaez*

    SUMARIO: 1.- Concepto y naturaleza jurdica de la jurisprudencia. 2.-La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional. 3.-La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional en el sistema constitucional boliviano. 4.- El precedente obligatorio constitucional su impacto en el desarrollo del sistema constitucional boliviano. 4.1. En la proteccin y defensa de los derechos humanos. 4.2. En el proceso de implementacin del nuevo sistema procesal penal. 4.2.1. La extincin de la accin penal en la etapa preparatoria. a) Defi nicin del momento en que se inicia el proceso a los fi nes del cmputo del plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria. b) A partir de qu momento se computa el plazo cuando existen una pluralidad de imputaciones formuladas sucesivamente. c) Oportunidad en que debe presentarse la imputacin formal. d) La extincin se opera de hecho o de derecho. 4.2.2. La extincin del proceso penal por mora judicial. 5.-Las tensiones generadas por los precedentes creados por la juris-prudencia constitucional

    1.- Concepto y naturaleza jurdica de la jurisprudencia

    Segn la doctrina de las ciencias jurdicas, la palabra jurisprudencia tiene diversas acepciones, por lo mismo ha sido defi nida desde diversas perspectivas.

    As, en el Derecho Romano Ulpiano la defi ni como la noticia o el conocimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto.

    * El autor es ex Magistrado del Tribunal Constitucional de Bolivia; catedrtico titular de Derecho Constitucional en la Universidad Mayor de San Simn de Cochabamba; docente invitado en la Universidad Real y Pontifi cia San Francisco Xavier de Chuquisaca; profesor visitante de las universidades Andina Simn Bolvar, Domingo Savio y Los Andes, en postgrados de Derecho Constitucional y Derecho Procesal Constitucional; Profesor Honorario de la Universidad de Hunuco Per; Profesor visitante de la Escuela Superior de Derecho de Mato Grosso Brasil; miembro de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales; miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional; acadmico de nmero de la Academia Nacional de Ciencias Jurdicas; Secretario Acadmico del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional; miembro honorario del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional; miembro correspondiente de la Asociacin Peruana de Derecho Constitucional; miembro del consejo consultivo internacional del Centro de Estudios Constitucionales de Chile; autor de varios libros y ensayos sobre Derecho Constitucional, Derecho Procesal Constitucional y Derechos Humanos.

  • 2Iuris Tantum - Revista Boliviana de Derecho

    En una segunda acepcin, basada en la teora formalista del Derecho o la corriente positivista se defi ne como la serie de sentencias uniformes emanadas de los mximos tribunales de justicia en las que, a partir de una interpretacin de la ley aplicable al caso concreto, se uniforman o unifi can los criterios respecto a la afl iccin de las disposiciones legales para juzgar de igual forma en una misma cuestin.

    Desde la perspectiva de la corriente anti-formalista o teora reformista del derecho se defi ne la jurisprudencia como el conjunto de criterios emanados de los tribunales al interpretar, integrar y aplicar los supuestos normativos de la Ley en la resolucin de un caso concreto sometido a su conocimiento.

    Sin abandonar los conceptos generales de la jurisprudencia, de manera especfi ca se podra afi rmar que la jurisprudencia constitucional es la doctrina que establece el Tribunal Constitucional, como mximo guardin y supremo intrprete de la Constitucin, al interpretar y aplicar la Ley Fundamental, as como las leyes, desde y conforme a la Constitucin, al resolver un caso concreto, creando sub reglas a partir de la extraccin de normas implcitas, la integracin o interrelacin de las normas constitucionales. En defi nitiva, se podra decir que es una parte de la sentencia emitida por el Tribunal o Corte Constitucional, donde se concreta el alcance de una disposicin constitucional, es decir, en donde se explicita qu es aquello que la Constitucin prohbe, permite, ordena o habilita para un tipo concreto de supuesto de hecho, a partir de una de sus indeterminadas y generales clusulas.

    La naturaleza jurdica de la jurisprudencia est relacionada con el lugar que ocupa en el sistema de fuentes del derecho dentro de un sistema constitucional. Al respecto, corresponde sealar que existen dos escuelas o corrientes principales. De un lado se tiene la escuela identifi cada como la del Derecho Judicial o Jurisprudencial, que se sustenta en el sistema jurdico anglosajn, prctico y emprico por naturaleza, en ella la jurisprudencia es la fuente principal de Derecho, de tal manera que los jueces al momento de dictar sentencia consultan los antecedentes que existan en el conjunto de sentencias precedentes; esta corriente se enfatiza en la nocin de precedente; en ella la ley escrita ocupa un lugar secundario. De otro lado, se tiene la escuela identifi cada como las Derecho Legislado, que se sustenta en el sistema jurdico franco germnico romano, ms especulativo y abstracto, en ella la ley escrita es la principal fuente de derecho; de manera que la jurisprudencia ocupa un lugar secundario.

  • 3El Precedente Constitucional y su impacto ...

    En los sistemas constitucionales que se inscriben en la escuela del Derecho Legislado del sistema franco germnico romano, mucho se ha discutido sobre la fuerza carcter vinculante de la jurisprudencia; debate en el que se puede identifi car dos posiciones contrapuestas.

    La primera, que anclada en el positivismo clsico o la corriente del formalismo, sustenta la tesis negativa, es decir, la tesis de que la jurisprudencia, siendo una fuente auxiliar del Derecho no tiene fuerza vinculante ni horizontal ni vertical; tiene su base en el pensamiento de Montesquieu respecto a la labor meramente subsuntor, sin creatividad alguna, del Juez en la creacin del Derecho, pues habr de recordar que segn el citado tratadista, el juez deba limitarse a pronunciar las palabras de la Ley; en ese marco de pensamiento, el juez no interpretaba ni integraba las normas consignadas en la Ley, por lo mismo sus decisiones no creaban Derecho, por consiguiente no se constituan en una fuente de Derecho.

    La segunda, sustentada en el neopositivismo y, principalmente, en las corrientes anti-formalistas o teoras reformistas del Derecho, que plantea la tesis positiva, en sentido de que la jurisprudencia, al ser fuente directa del Derecho, tiene fuerza vinculante tanto horizontal como vertical. Esta corriente reconoce en el juez un papel activo en la creacin de Derecho, pues es el juez el que mediante la integracin, la interpretacin o interrelacin de las normas que conforman el ordenamiento jurdico desarrolla una autntica labor de creacin de nuevas normas de origen jurisprudencial, lo que en la prctica constituye una verdadera creacin de Derecho.

    Al respecto, uno de los principales exponentes del positivismo, como fue Hans Kelsen, en su Teora pura del Derecho, sostuvo la tesis de que la jurisprudencia o funcin judicial no se limita a concretar la abstraccin de la Ley, ni tiene carcter meramente declarativo (..) el Tribunal hace algo ms que declarar o constatar el Derecho ya contenido en la ley, en la norma general. Por el contrario, la funcin de la jurisdiccin es ms bien constitutiva: es creacin del Derecho. Pues la sentencia judicial crea por completo una nueva relacin: determina que existe un hecho concreto, seala la consecuencia jurdica que debe enlazar a l y verifi ca en concreto dicho enlace (..) Por esta razn, la sentencia judicial es una norma jurdica individual.

    Es importante sealar que en el constitucionalismo contemporneo se ha logrado superar la tesis negativa del positivismo clsico y de las corrientes formalistas del Derecho, respecto a la fuerza vinculante de la jurisprudencia, pues el concepto del sistema de fuentes del Derecho se modifi ca porque

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    se atribuye fuerza vinculante y el carcter de fuente directa o principal del derecho a la jurisprudencia especialmente la constitucional; pues los jueces constitucionales en particular, y los jueces ordinarios en general, al decidir los casos sometidos a su jurisdiccin, crean en ocasiones Derecho, puesto que precisan el alcance de las normas jurdicas existentes, o llenan vacos y resuelven contradicciones del ordenamiento jurdico.

    2.- La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional

    La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional se refi ere a la obligatoriedad horizontal (para el propio Tribunal o Corte Constitucional o tribunales ordinarios de su misma jerarqua), y vertical (para los jueces y tribunales de jerarqua inferior) que despliega la parte de la ratio decidendi de una sentencia constitucional. Ello supone que la doctrina constitucional creada, es decir, las sub reglas creadas por el intrprete de la Constitucin, extrayendo de las normas implcitas de la Constitucin o integrando normas del bloque de constitucionalidad, tienen que ser aplicadas obligatoriamente, por el propio Tribunal Constitucional, por el resto de los rganos del poder pblico, por lo mismo, por los jueces y tribunales que forman parte del poder judicial, en la resolucin de todos los casos que presenten supuestos fcticos anlogos.

    Es importante sealar que la doctrina contenida en la jurisprudencia constitucional se constituye en el precedente obligatorio, dada la fuerza vinculante de la jurisprudencia; ese precedente se constituye en una tcnica indispensable para el mantenimiento de la coherencia en la aplicacin del ordenamiento jurdico dentro de un sistema constitucional; especialmente cuando se trata de la interpretacin y aplicacin de las normas de la Constitucin; pues como sostiene Carlos Bernal Pulido, en su obra El Derecho de los Derechos1, dada la vaguedad, la apertura semntica y estructural de sus enunciados, y su conexin con la poltica y la ideologa, la Constitucin slo puede ser operativa si se concreta en una red establece de precedentes que determinen para un conjunto de casos especfi cos que es lo que est constitucionalmente prescrito; esa red de precedentes debe suplir la abstraccin de la Constitucin; es un mecanismo sin el cual el texto de la Constitucin difcilmente podra tener fuerza como norma jurdica.

    Entonces, el respeto al precedente constitucional obligatorio contenido en la jurisprudencia cumple funciones esenciales en el ordenamiento jurdico

    1 BERNAL PULIDO, CARLOS. El Derechos de los Derechos. Bogot Colombia. Ed. Universidad Externado de Colombia. 2005. Pg. 155.

  • 5El Precedente Constitucional y su impacto ...

    del Estado, incluso en aquellos que tienen sistemas de derecho legislado. En efecto, cabe sealar que el respeto al precedente constitucional por parte del propio Tribunal Constitucional, as como por los dems jueces y tribunales inferiores, cumple funciones esenciales en un Estado social y democrtico de Derecho.

    Al respecto, siguiendo la lnea de razonamiento de la Corte Constitucional de Colombia, se pueden identifi car bsicamente las siguientes funciones. En primer lugar, por elementales consideraciones de seguridad jurdica y de coherencia del sistema jurdico, pues las normas, si se quiere que gobiernen la conducta de los seres humanos, deben tener un signifi cado estable, por lo cual las decisiones de los jueces deben ser razonablemente previsibles. En segundo lugar, y directamente ligado a lo anterior, esta seguridad jurdica es bsica para proteger la libertad ciudadana y permitir el desarrollo econmico, ya que una caprichosa variacin de los criterios de interpretacin pone en riesgo la libertad individual, as como la estabilidad de los contratos y de las transacciones econmicas, pues las personas quedan sometidas a los cambiantes criterios de los jueces, con lo cual difcilmente pueden programar autnomamente sus actividades. En tercer lugar, en virtud del principio de igualdad, puesto que no es justo que casos iguales sean resueltos de manera distinta por un mismo juez. Y, fi nalmente, como un mecanismo de control de la propia actividad judicial, pues el respeto al precedente impone a los jueces una mnima racionalidad y universalidad, ya que los obliga a decidir el problema que les es planteado de una manera que estaran dispuestos a aceptar en otro caso diferente pero que presente caracteres anlogos.

    La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional (precedente obligatorio) tiene su fundamento en el resguardo del derecho fundamental a la igualdad de la persona en la aplicacin de la ley, as como del principio de la seguridad jurdica; pues si el propio Tribunal Constitucional o cualquier otro juez o tribunal no observa ni aplica el precedente obligatorio creado por la jurisprudencia constitucional, al resolver un caso posterior que tenga supuestos fcticos anlogos, vulnera el derecho fundamental a la igualdad, ya que con esa actitud otorga injustifi cadamente un trato diverso a dos individuos o situaciones jurdicas idnticas o anlogas.

    Cabe sealar que, en el marco de respeto al derecho a la igualdad, que importa el recibir la misma proteccin y trato de las autoridades judiciales; stas no pueden otorgar diferentes consecuencias jurdicas a dos o ms situaciones de hecho anlogos, sin que exista una justifi cacin razonable para el cambio de criterio.

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    3. La fuerza vinculante de la jurisprudencia constitucional en el sistema constitucional boliviano

    En el sistema constitucional boliviano la jurisprudencia constitucional est dotada de la fuerza vinculante, pues as lo disponen las normas previstas por los arts. 4, prrafo segundo y 44.I de la Ley N 1836.

    En efecto, el prrafo segundo del art. 4 de la Ley N 1836 dispone expresamente que los tribunales, jueces y autoridades aplicarn a sus decisiones la interpretacin adoptada por el Tribunal Constitucional. De otro lado, el 44.I de la citada Ley dispone que los poderes pblicos estn obligados al cumplimiento de las resoluciones pronunciadas por el Tribunal por el Tribunal Constitucional. Las sentencias, declaraciones y autos del Tribunal Constitucional, son obligatorias y vinculantes para los Poderes del Estado, legisladores, autoridades y tribunales.

    Las normas referidas tienen su base y sustento constitucional en las normas previstas por los arts. 121.I y IV de la Constitucin, conforme se explica a continuacin.

    En primer lugar, cabe sealar que el legislador ordinario, cumpliendo la remisin constitucional efectuada por el Constituyente, ha emitido la Ley N 1836 para desarrollar las normas previstas por la Constitucin; toda vez que el art. 121.IV de la Ley Fundamental prescribe que la ley reglamenta la organizacin y funcionamiento del Tribunal Constitucional, as como las condiciones para la admisin de los recursos y sus procedimientos. En ese marco, el legislador ha desarrollado las normas previstas por los arts. 116.IV y 119.I de la Constitucin, la primera, que asigna al Tribunal Constitucional la potestad del control de constitucionalidad, y la segunda, que consagra la independencia del Tribunal Constitucional en el ejercicio de su funcin jurisdiccional. De manera que, como se dijo anteriormente, si el Constituyente le ha asignado al Tribunal Constitucional la potestad de ejercer el control concentrado de constitucionalidad otorgndole la independencia, ste rgano se constituye en el mximo intrprete de la Constitucin, en cumplimiento de esa funcin interpreta la Constitucin, as como las disposiciones legales impugnadas confrontndolas con la totalidad de las normas de la Ley Fundamental, como resultado de dicha confrontacin expide fallos con fuerza de cosa juzgada constitucional.

    En consecuencia, el legislador ha cumplido con el mandato constitucional al establecer, a travs de las normas de la Ley N 1836, la vinculatoriedad y obligatoriedad de las sentencias constitucionales.

  • 7El Precedente Constitucional y su impacto ...

    En segundo lugar, cabe sealar que la norma prevista por el art. 121.I de la Constitucin ha consagrado la cosa juzgada constitucional, cuando dispone que contra las sentencias del Tribunal Constitucional no cabe recurso ulterior alguno. La cosa juzgada constitucional, como se dijo anteriormente, alcanza al decisum o parte resolutiva, como a la ratio decidendi o razn de ser de la sentencia constitucional en la que se consignan la doctrina constitucional, as como las sub reglas creadas a travs de la interpretacin constitucional. En consecuencia, al operarse la cosa juzgada material, la sentencia, en su parte de la ratio decidendi, adquiere la fuerza vinculante y en su parte resolutiva el carcter obligatorio.

    Al respecto, el Tribunal Constitucional, en su SC 058/2002, de 8 de julio, interpretando la norma prevista por el art. 44.I de la Ley 1836, en concordancia con lo previsto por el art. 121 de la Constitucin, ha defi nido que la vinculatoriedad de las Sentencias del Tribunal Constitucional, implica que los poderes pblicos que sean aplicadores del derecho, se encuentran sujetos a la manera de cmo los preceptos y principios de la Constitucin, han sido interpretados por el Tribunal Constitucional. En consecuencia, por la efi cacia vinculante de dicha interpretacin, los poderes pblicos estn obligados a seguir la doctrina constitucional que ha resultado de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos constitucionales (..) el art. 44-I de la Ley del Tribunal Constitucional, impugnado de inconstitucional en el presente Recurso, es una norma que importa la efi cacia vinculante que tienen las Sentencias Constitucionales con relacin a los Poderes Pblicos en general y a los Tribunales ordinarios en particular, que implica que la autoridad est obligada a seguir no nicamente el fallo o decisin del Tribunal Constitucional, sino principalmente la ratio decidendi o fundamentaciones de sus resoluciones.

    4.- El precedente obligatorio constitucional su impacto en el desarrollo del sistema constitucional boliviano

    Los precedentes obligatorios emanados del Tribunal Constitucional boliviano, han tenido un signifi cativo impacto en el sistema constitucional boliviano, cuyos resultados es posible identifi car en una triple dimensin.

    En la primera, en la consolidacin, fortalecimiento y profundizacin del proceso democrtico, en cuyo mbito los precedentes obligatorios han contribuido a la solucin de los confl ictos sociales y polticos por las vas

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    previstas por la Constitucin; as, con la SC 0075/2005, de 13 de octubre, que declar la constitucionalidad del Decreto Supremo de convocatoria a la seleccin de ciudadanos por voto popular para la designacin de Prefectos de Departamento; la SC 0076/2005, de 13 de octubre de 2005, que declar Constitucional el Decreto Supremo por el que se convoc a las elecciones generales para Presidente y Vicepresidente de la Repblica, diputados y senadores; o, en su caso, han contribuido a canalizar el ejercicio de la democracia participativa a travs de los mecanismos constitucionales como el referndum popular; as, con la SC 0024/2004, de 8 de julio, que declar la competencia de la Corte Nacional Electoral para organizar y administrar el proceso el referndum popular convocado por el Presidente de la Repblica Carlos Mesa, para consultar al pueblo sobre la adopcin de la poltica energtica del Estado; y la SC 0069/2004, de 14 de julio, que declar constitucional el DS 27449 de 13 de abril de 2004, mediante el cual, el Presidente de la Repblica, convoc a referndum popular para la aprobacin de la poltica energtica del Estado.

    En la segunda, en el pleno goce y ejercicio efectivo de los derechos humanos, a cuyo efecto el Tribunal Constitucional ha desarrollado una slida doctrina, sobre la base de la interpretacin de las normas constitucionales, as como las normas convencionales sobre la materia, aplicando los principios de la fuerza expansiva de los derechos humanos, pro hmine y pro libertate, preferencia interpretativa y preferencia normativa, de la interaccin y promocin; de manera que mediante la jurisprudencia constitucional se han creado sub reglas que han posibilitado dar concrecin normativa a las clusulas abstractas de la Constitucin expandiendo el catlogo de los derechos fundamentales consagrado por la Ley Fundamental o se han desarrollado los contenidos esenciales de los derechos fundamentales, sub reglas que se han constituido en precedentes obligatorios que vinculan a todas las autoridades y funcionarios pblicos, modifi cando en ellos su visin y el comportamiento respecto a la obligatoriedad de preservar y resguardar los derechos fundamentales; as la SC 1662/2003 R 17 de noviembre, mediante la cul se han integrado al bloque de constitucionalidad las normas de los tratados y convenciones internacionales sobre derechos humanos, con lo que se ha ampliado el catlogo de los derechos fundamentales de las personas; o la SC 0600/2003-R, de 6 de mayo, en la que el Tribunal Constitucional ha extrado de las normas implcita de los arts. 16 de la Constitucin, 8.1 y 25 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, la norma que consagra el derecho de acceso a la justicia o la tutela judicial efectiva, no consagrado expresamente en el catlogo de los derechos fundamentales de la Ley Fundamental.

  • 9El Precedente Constitucional y su impacto ...

    En la tercera, en proceso de constitucionalizacin del ordenamiento jurdico del Estado, es decir, el proceso orientado a lograr la total impregnacin de las normas jurdicas ordinarias por las normas constitucionales; en cuyo mbito el Tribunal Constitucional ha procedido al saneamiento del ordenamiento jurdico, expulsando aquellas disposiciones legales que son contrarias o violatorias de los valores supremos, principios fundamentales, derechos y garantas constitucionales as como las dems normas orgnicas de la Constitucin; de manera que, a travs de los precedentes obligatorios creados por la jurisprudencia constitucional, ha afi anzado el sistema de valores y principios fundamentales como bases esenciales del sistema constitucional boliviano; as, SC 004/1999, de 10 de julio, que ha declarado inconstitucional el art. 37 de la Ley de Telecomunicaciones porque la misma era incompatible con la norma prevista por el art. 20 de la Constitucin que consagra el derecho a la intimidad y privacidad declarando inviolable toda comunicacin privada; la SC 004/2001, de 5 de enero, que ha declarado inconstitucional los arts. 20 inc. h), 46 inc. b) y 48 inc. j) del D.S. N 24423 del Rgimen de Migracin, por ser contrarias al principio de la reserva legal y vulnerar los derechos fundamentales de la libertad de expresin y la libertad de trnsito o circulacin de las personas extranjeras; o la SC 095/2001 de 21 de diciembre que ha declarado inconstitucional los arts. 1 y 5 de la Ordenanza Municipal N 202/2002 HAM-HCO 168/2000 por vulnerar los principios fundamentales de la legalidad y seguridad jurdica, as como el derecho a la propiedad privada consagrados en la Constitucin.

    4.1. En la proteccin y defensa de los derechos humanos

    En el mbito de proteccin y defensa de los derechos humanos, Tribunal Constitucional, que tiene entre sus atribuciones el de conocer en grado de revisin las sentencias pronunciadas en los recursos de Hbeas Corpus, Amparo Constitucional y Hbeas Data, a partir del inicio de sus funciones jurisdiccionales en junio de 1999, se ha alineado a la tesis permisiva respecto a la procedencia del amparo constitucional contra las sentencias judiciales con aparente calidad de cosa juzgada, con la fi nalidad de otorgar proteccin inmediata, efectiva e idnea a los derechos fundamentales restringidos o suprimidos de manera ilegal o indebida por los jueces y tribunales en la substanciacin de los procesos judiciales.

    En la SC 111/99-R de 6 de septiembre, la que se constituye en la sentencia hito o generadora de la lnea jurisprudencial que crea el precedente obligatorio, el Tribunal Constitucional se ha alineado en la tesis permisiva,

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    sosteniendo la procedencia del amparo constitucional contra las decisiones judiciales con aparente calidad de cosa juzgada, para tutelar los derechos fundamentales o garantas constitucionales que hubiesen sido lesionados en la tramitacin del proceso judicial o en la emisin misma de la resolucin judicial. Para fundamentar su posicin el Tribunal Constitucional desarroll la doctrina de nulidad de una decisin judicial que lesiona el contenido esencial de un derecho fundamental; as en la citada sentencia constitucional sostuvo que cuando una resolucin ilegal y arbitraria afecta al contenido normal de un derecho fundamental, no se puede sustentar su ilegalidad bajo una supuesta cosa juzgada; en cuyo caso inexcusablemente se abre el mbito de proteccin del Amparo Constitucional; consagrado por el Art. 19 de la Constitucin Poltica del Estado; a su vez en la SC 504/01 de 29 de mayo, ha sealado que cuando una resolucin ilegal afecta al contenido esencial de un derecho fundamental no se puede sustentar su ilegalidad bajo una supuesta cosa juzgada, en cuyo caso se abre el mbito de aplicacin del Amparo Constitucional; pues en criterio del Tribunal Constitucional los actos o decisiones que de manera ilegal o indebida restrinjan o supriman un derecho fundamental o garanta constitucional estn viciados de nulidad y un acto nulo no nace a la vida jurdica, por lo tanto la cosa juzgada no se opera materialmente; as lo ha entendido en su Sentencia Constitucional N 338/01-R, de 16 de abril, cuando al fundamentar su decisin ha sealado que los actos de los recurridos se encuentran viciados de nulidad y atentan contra los derechos del recurrente a la legtima defensa y al debido proceso, sin que su supuesta ejecutoria impida la tutela de los derechos conculcados.

    La posicin asumida por el Tribunal Constitucional para adoptar los precedentes referidos tiene su base en los fundamentos normativos y doctrinales que expresan a continuacin:

    1 Bolivia, por defi nicin expresa de la norma prevista por el art. 1.II de la constitucin es un Estado democrtico y social de Derecho, se entiende de Derecho Constitucional; empero, no existe Estado democrtico constitucional si las autoridades o funcionarios disponen de poderes ilimitados; o de existir lmites impuestos stos carecen de efectividad para controlar el campo de su actuacin vlida. De manera que un adecuado funcionamiento del Estado democrtico constitucional y el desarrollo equilibrado de las relaciones entre las personas particulares y el Estado, conlleva el establecimiento de lmites al accionar de las autoridades o funcionarios. Esos lmites estn previstos por la Constitucin con la distribucin de funciones a los rganos de poder, la delimitacin de competencias y atribuciones, la proclamacin de los

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    derechos fundamentales y la fi jacin de las garantas constitucionales. En consecuencia, cabe sealar que, all donde una autoridad pblica pueda traspasar el lmite fi jado por la Constitucin y sus actos u omisiones sigan, no obstante, teniendo valor jurdico, no sirve tener Constitucin o, como sostuvo Lassalle2, sta es apenas una hoja de papel sin contenido material alguno.

    Entonces, si se toma en cuenta que el respeto a los derechos fundamentales es uno de los ms importantes lmites que la Constitucin impone a los rganos del poder pblico, as como a sus autoridades y funcionarios3, es fcil entender que los Jueces y Tribunales de justicia no pueden estar exentos de esos lmites; por lo mismo no puede alegarse la inimpugnabilidad de sus sentencias en aquellos casos en los que stas vulneren franca y abiertamente los derechos fundamentales o garantas constitucionales de las partes que intervienen en el proceso.

    De contrario, admitir que las sentencias judiciales no puedan ser impugnadas a travs del Amparo Constitucional invocando la autoridad de cosa juzgada, as aquellas violen la Constitucin, colocara a los jueces y tribunales por encima de la Ley Fundamental convirtindolos en un poder omnmodo, lo cual es inadmisible en un Estado democrtico constitucional. Porque en los hechos, la sentencia judicial prevalecera sobre la Constitucin no obstante su incompatibilidad; en cuyo caso sta, lmite supremo, frente a las sentencias, dejara de ser la Ley Fundamental del ordenamiento jurdico del Estado; en consecuencia las sentencias y sus autores, los jueces, no tendran lmites.

    Cabe recordar que en un Estado democrtico constitucional, el control constitucional de las leyes, actos administrativos y sentencias, tiene por fi nalidad el que ninguno de los tres rganos del poder pblico, mediante actos ordinarios, puedan modifi car la Constitucin, norma

    2 LASSALLE, Ferdinand. Qu es una Constitucin?. ed. 7. Ed. Colofn S.A. Mxico. 1996. Pg. 25.

    3 Al respecto cabe citar las normas previstas en los arts.: 6-II La dignidad y la Libertad de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado; 34 Los que vulneren derechos y garantas constitucionales quedan sujetos a la jurisdiccin ordinaria; 35 Las declaraciones, derechos y garantas que proclama esta Constitucin no sern entendidos como negacin de otros derechos y garantas no enunciados que nacen de la soberana del pueblo y de la forma republicana de gobierno; 116-VI Los Magistrados y Jueces son independientes en la administracin de justicia y no estn sometidos sino a la Constitucin y la Ley; 228 La Constitucin Poltica del Estado es la ley suprema del ordenamiento jurdico nacional. Los tribunales, jueces y autoridades la aplicarn con preferencia a las leyes, y stas con preferencia a cualesquiera otras resoluciones; y 229 Los principios, garantas y derechos reconocidos por esta Constitucin no pueden ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio ni necesitan de reglamentacin previa para su cumplimiento.

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    bsica de la convivencia pacfi ca y lmite infranqueable a la accin de las autoridades pblicas instituidas para llevar adelante los fi nes del Estado. Empero, esa fi nalidad se vera fracturada si se admite la tesis de la no-impugnacin de las sentencias judiciales por la va del Amparo Constitucional, pues ello signifi cara permitir que las sentencias judiciales puedan convertirse en vehculos de reforma material de la Constitucin. Es fcil entender que, si una sentencia puede violar los lmites de la Constitucin -el respeto a los derechos fundamentales- sin perder ni arriesgar por ello su validez y efi cacia, all tendramos un medio ordinario con capacidad para alterar el contenido y alcance de la Constitucin. Ello es simplemente incompatible con los principios fundamentales que sustentan el sistema constitucional del Estado.

    2 Frente a la tesis de la cosa juzgada como lmite al alcance del Amparo Constitucional en la tutela de los derechos fundamentales y garantas constitucionales, cabe recordar que la cosa juzgada no es un derecho fundamental sino un principio procesal que tiene su fundamento en la Ley ordinaria, pues el legislador la ha instituido con la fi nalidad de imprimir un carcter defi nitivo e inmutable a los fallos judiciales; sin embargo, ese carcter se adquiere cuando la decisin judicial se ajusta a las normas previstas en la Constitucin, de contrario se somete al control de constitucionalidad para reparar los actos ilegales o indebidos en que incurra la autoridad judicial.

    En ese marco de razonamiento, la procedencia del Amparo Constitucional contra la decisin judicial con aparente calidad de cosa juzgada no puede ser califi cada como un acto violatorio de la Ley procesal, debido a que dicho control tiene su base en la Constitucin, y en el marco del principio de la supremaca constitucional la Ley Procesal que consagra la cosa juzgada tiene que subordinarse a la Constitucin y no a la inversa. Sustentar una posicin irreductible de que el Amparo Constitucional no procede contra una sentencia judicial pasada en calidad de cosa juzgada signifi cara que la Constitucin que consagra los derechos fundamentales y las garantas constitucionales- se subordine a la Ley procesal, lo cual resulta inadmisible en un Estado Democrtico Constitucional, porque resultara un desconocimiento absoluto del principio de la supremaca constitucional.

    3 De otro lado, en el marco de la invocacin de la autoridad de cosa juzgada como lmite a la procedencia del Amparo Constitucional como va de tutela efectiva e idnea de los derechos fundamentales,

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    es importante tener presente que, conforme al principio de legalidad, una sentencia judicial solo adquiere la autoridad de cosa juzgada si ella es fruto de un proceso substanciado con resguardo de los derechos fundamentales consagrados en la Constitucin y las leyes orgnicas que forman parte del bloque de constitucionalidad.

    Los actos o decisiones que lesionan los derechos fundamentales o garantas constitucionales no pueden ser considerados vlidos, por lo mismo, no surten un efecto legal, por cuanto el respeto de los derechos fundamentales es una condicin de validez de todos los actos estatales. En esa lnea de razonamiento cabe sealar que los actos jurisdiccionales violatorios de los derechos fundamentales consagrados en la Constitucin o las leyes que forman parte del bloque de constitucionalidad, carecen de legitimidad y validez legal, por lo mismo no pueden merecer acatamiento, porque un acto nulo no nace a la vida jurdica. En consecuencia, la pretendida cosa juzgada slo se opera en apariencia, es decir, no se produce en derecho sino de hecho, no siendo oponible como impedimento para la procedencia del Amparo Constitucional en tutela a los derechos fundamentales vulnerados.

    Si la Constitucin ha consagrado los derechos fundamentales y garantas constitucionales, como una concretizacin de los valores y principios fundamentales de la libertad, la igualdad, la dignidad humana y la justicia, se entiende que una restriccin o supresin de los mismos signifi ca una violacin de la propia Constitucin, de manera que la decisin, as sea judicial, se convierte en inconstitucional, por lo mismo susceptible de control por la va del Amparo Constitucional para reparar sus efectos, mxime si se toma en cuenta que el Recurso de Inconstitucionalidad, en el sistema adoptado en Bolivia, no procede contra las resoluciones judiciales.

    Entonces, tomando en cuenta lo referido precedentemente, pretender que aquellas sentencias judiciales que desconocen los valores, principios y derechos fundamentales, no se sujeten al control constitucional por la va del Amparo Constitucional, es librar la vida comunitaria al arbitrio de los tribunales y jueces.

    4 La procedencia del Amparo Constitucional contra las decisiones judiciales, per se no afecta ni lesiona el principio de la cosa juzgada, pues simplemente lo difi ere en el tiempo, es decir, posterga momentneamente la verifi cacin de ese acontecimiento procesal, ya

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    que la cosa juzgada se operar una vez que concluya el proceso de control de constitucionalidad realizado a travs del Amparo.

    As, la jurisprudencia constitucional cre el precedente obligatorio respecto a la procedencia del amparo constitucional contra las sentencias judiciales con aparente calidad de cosa juzgada, en aquellos casos en los que dicha decisin sea emergente de un proceso judicial sustanciado con una abierta y grave lesin de los derechos fundamentales o garantas constitucionales de alguna de las partes, en cuyo caso, a juicio del Tribunal Constitucional, se ha viciado de nulidad el acto procesal por lo que no se ha operado la cosa juzgada material.

    El precedente obligatorio creado por la jurisprudencia constitucional ha cambiado radicalmente la conducta y posicin de los tribunales y jueces de Amparo, quienes han pasado de la posicin pasiva que haban asumido en el pasado prximo hacia una conducta activa en la proteccin de los derechos fundamentales y garantas constitucionales en el mbito judicial, frente a los actos u omisiones de las autoridades judiciales que, en la substanciacin de los procesos judiciales ordinarios, los vulneran con mucha frecuencia. En efecto, hasta la emisin de la SC 111/99-R, de 6 de septiembre, los tribunales y jueces de Amparo declaraban improcedente el Amparo Constitucional contra las sentencias judiciales pasadas en aparente calidad de cosa juzgada, ello porque la Corte Suprema de Justicia, que era la instancia mxima del control de constitucionalidad, se haba alineado a la tesis negativa respecto al tema; de manera que los tribunales y jueces de Amparo en primera instancia y la Corte Suprema de Justicia como instancia de revisin declaraban improcedente el Amparo Constitucional sin siquiera examinar el fondo.

    A partir de la creacin del referido precedente constitucional obligatorio los jueces y tribunales de Amparo han concedido tutela las personas que, como parte procesal, fueron vctimas de la vulneracin de sus derechos fundamentales, de manera que han anulado las decisiones judiciales adoptadas por los jueces ordinarios en los procesos judiciales en los que se vulneraron esos derechos fundamentales.

    La creacin y la aplicacin del precedente obligatorio de la procedencia del amparo constitucional contra sentencias judiciales con aparente calidad de cosa juzgada emergentes de acciones de hecho violatorias

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    de derechos fundamentales, ha tenido un importante impacto en las actividades de los jueces y tribunales ordinarios, quienes han tomado sus previsiones para cuidar que los procesos judiciales se substancien con absoluto resguardo y proteccin de los derechos fundamentales y garantas constitucionales de las personas.

    4.2. En el proceso de implementacin del nuevo sistema procesal penal

    Uno de los mbitos en los que mayor impacto positivo han tenido y tienen los precedentes obligatorios creados en la jurisprudencia constitucional, es el procesal penal; pues en la fase de transicin del sistema inquisitivo al sistema del juicio oral acusatorio, y la implementacin misma de este ltimo, la labor de la jurisdiccin constitucional fue de vital importancia en la medida en que elabor una slida doctrina y cre los precedentes obligatorios a partir de la interpretacin de las normas de la Ley Fundamental, as como de las normas procesales penales desde y conforme a la Constitucin; desarroll una slida doctrina constitucional que permiti una pacfi ca, ordenada y regular transicin de un sistema procesal penal a otro.

    Sin temor a incurrir en un exceso de valoracin, se podra sostener que el Tribunal Constitucional boliviano, a travs de su jurisprudencia y los precedentes creados en ella, contribuy signifi cativamente al proceso de implementacin del nuevo sistema procesal penal, resolviendo los aparentes confl ictos entre las normas procesales del nuevo Cdigo de Procedimiento Penal con el sistema de valores supremos, principios fundamentales, y los derechos fundamentales de las personas consagrados en la Constitucin.

    En el proceso de implementacin del nuevo sistema procesal penal, oral acusatorio en reemplazo del sistema inquisitivo, como era de esperar surgieron problemas en diversos rdenes, especialmente en lo referido a la proteccin y resguardo de los derechos fundamentales y garantas constitucionales de los imputados o procesados y, en su caso, de las vctimas; problemas que tienen su origen, de un lado, en la inadecuada interpretacin de las normas constitucionales y de las normas procesales en concordancia con la Constitucin; y, de otro, en las aparentes contradicciones de las normas procesales con la Ley Fundamental.

    En esa diversidad de problemas surgidos en el proceso de implementacin del nuevo sistema procesal penal, se puede identifi car uno con connotaciones para las vctimas y los imputados; es el referido a la extincin de la accin

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    penal por retardacin de justicia o la mora judicial, prevista por los arts. 27.10); 134 y la Disposicin Transitoria Tercera, del Cdigo de Procedimiento Penal.

    4.2.1. La extincin de la accin penal en la etapa preparatoria

    Conforme a la confi guracin procesal prevista por la Ley 1970 del Cdigo de Procedimiento Penal, el proceso penal se desarrolla en tres partes, a saber: 1) La Etapa Preparatoria; 2) La Etapa Intermedia y 3) El juicio propiamente dicho (oral y pblico). A su vez, cada Etapa est integrada por sub etapas o fases claramente marcadas, cumpliendo cada una de ellas una fi nalidad especfi ca dentro de la genrica que todas ellas tienen en su conjunto; as, la Etapa Preparatoria se halla integrada por tres fases: 1) Actos iniciales; 2) Desarrollo de la etapa preparatoria y, 3) Conclusin de la etapa preparatoria.

    En resguardo del derecho del imputado o procesado a un proceso en un tiempo razonable y sin dilaciones indebidas, consagrado por el art. 8,1) de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos y art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, el legislador boliviano ha previsto que los procesos penales tendrn una duracin mxima de tres aos, as lo dispone el art. 133 del Cdigo de Procedimiento Penal; en concordancia con dicha norma procesal, el legislador tambin ha previsto que la etapa preparatoria tendr una duracin mxima de seis meses, as lo dispone el art. 134 del citado Cdigo. Asimismo ha previsto extincin de la accin penal por mora judicial, como gnero, y la extincin de la accin en la etapa preparatoria, como especie.

    El art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal, de manera textual dispone lo siguiente:

    Artculo 134.- (Extincin de la accin en la etapa preparatoria)

    La etapa preparatoria deber finalizar en el plazo mximo de seis meses de iniciado el proceso.

    (..) Si vencido el plazo de la etapa preparatoria el fiscal no acusa ni presenta otra solicitud conclusiva, el juez conminar al Fiscal del Distrito para que lo haga en el plazo de cinco das. Transcurrido este plazo sin que se presente solicitud por parte de la Fiscala, el juez declarar extinguida la accin penal, salvo que el proceso pueda continuar sobre la base de la actuacin del querellante, sin perjuicio de la responsabilidad personal del Fiscal del Distrito.

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    En la aplicacin de las normas procesales glosadas emergieron problemas de interpretacin con relacin a los siguientes temas: a) el momento en que se considera iniciado el proceso a los fi nes del cmputo del plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria; b) a partir de qu momento se computa el plazo cuando existe una pluralidad de imputaciones formuladas sucesivamente; c) oportunidad en que debe presentarse la imputacin formal; y d) s la extincin se opera de hecho o de derecho.

    Los problemas de interpretacin de las normas procesales citadas por s sola no tendra relevancia constitucional alguna; empero, los resultados de la interpretacin colisionaban con la Constitucin, toda vez que vulneraban los derechos de las vctimas o, en su caso, de los imputados, ello en razn a que las interpretaciones de las normas procesales realizadas por los jueces cautelares no fueron realizadas desde y conforme a la Constitucin; de manera que los casos fueron llevados ante la jurisdiccin constitucional por las vas tutelares de amparo constitucional o, en su defecto, el hbeas corpus. De manera que el Tribunal Constitucional, al resolver las acciones tutelares sometidas a su conocimiento ha interpretado las normas procesales referidas desde y conforme a la Constitucin creando los respectivos precedentes obligatorios, que los describe y explica a continuacin:

    a) Defi nicin del momento en que se inicia el proceso a los fi nes del cmputo del plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria

    Como se tiene referido precedentemente, uno de los problemas surgidos en la interpretacin de las normas procesales que regulan la extincin de la accin penal en la etapa preparatoria es el relacionado a la determinacin del momento en que se inicia el proceso penal a los fi nes del cmputo de duracin mxima de la etapa preparatoria, del juicio oral.

    En efecto, los operadores del sistema procesal penal establecieron diferentes entendimientos respecto al momento que debe considerarse como el inicio del proceso penal; as, los fi scales entendieron que el proceso se inicia con la presentacin de la imputacin formal, en cambio los abogados defensores entendieron que se inicia con la presentacin de la denuncia o sindicacin en sede judicial o administrativa; unos jueces asumieron la interpretacin de los fi scales y otros la de los abogados defensores. A ello contribuyeron, de un lado, la no previsin expresa por la norma procesal; y, de otro, la existencia de las normas previstas por el art. 5 del mismo Cdigo de Procedimiento Penal, las que de manera textual disponen lo siguiente:

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    Artculo 5.- (Calidad y derechos del imputado). Se considera imputado a toda persona a quien se atribuya la comisin de un delito ante los rganos encargados de la persecucin penal. El imputado podr ejercer todos los derechos y garantas que la Constitucin, las Convenciones y los tratados internacionales vigentes y este Cdigo le reconozcan, desde el primer acto del proceso hasta su finalizacin.

    Se entender por primer acto del proceso, cualquier sindicacin en sede judicial o administrativa contra una persona como presunto autor o partcipe de la comisin de

    un delito.

    La norma prevista por el segundo prrafo del citado artculo, fue aplicada por algunos operadores del sistema procesal penal, de manera supletoria ante la ausencia de una previsin expresa en el art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal.

    La diversidad de entendimientos extrados de la norma procesal prevista por el primer prrafo del art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal gener incertidumbre en los usuarios del sistema, con el potencial peligro de que se lesionen los derechos fundamentales de las vctimas o, en su caso, de los imputados, al asumir los jueces cautelares una u otra posicin respecto a las solicitudes de extincin de la accin penal en la etapa preparatoria; pues si si se asuma el entendimiento de que el inicio se opera con la sindicacin o denuncia en sede judicial o administrativa contra una persona, se corra el peligro de que ningn proceso penal pueda prosperar, con lo que se lesionara el derecho fundamental de acceso a la justicia o tutela judicial efectiva; en cambio se asuma el entendimiento que se inicia con la presentacin de la imputacin, sin que se lo cite al imputado, se corra el riesgo de que se lesione el derecho a la defensa de ste.

    El caso fue llevado al tribunal constitucional por la va de una accin de Amparo Constitucional, por personas a quienes se las haba sindicato de haber incurrido en delitos de orden pblico y contra quienes de abri la investigacin respectiva. Los recurrentes impugnaron las actuaciones del Fiscal de Materia, planteando como problemtica el hecho de que en vez de imputarlos formalmente al inicio de la investigacin, conforme a lo previsto por el art. 300 del Cdigo de Procedimiento Penal lo hizo despus de un ao, el 11 de mayo de 2002, presentando la acusacin el 15 de mayo del mismo ao; que, la etapa preparatoria del juicio dur ms de un ao y no los 6 meses sealados por ley; que el Juez Cautelar debi declarar la extincin de la accin penal en la etapa preparatoria, conforme a lo previsto por el art. 134 y 130 Cdigo de Procedimiento Penal, toda vez que el Fiscal de Distrito no se pronunci expresamente en el plazo de 5 das ante la conminatoria expedida,

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    sin embargo no obr de esa forma; por lo que consideraron lesionados su derecho al debido proceso, en sus elementos de la presuncin de inocencia, el derecho a la defensa, as como la lesin de sus derechos fundamentales a la dignidad humana y la seguridad jurdica.

    Sometido a su conocimiento el caso, el Tribunal Constitucional lo resolvi mediante la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto, en la que expres, entre otros, los siguientes fundamentos jurdicos:

    (..) la Etapa Preparatoria (..) se halla integrada por tres fases: 1) Actos iniciales; 2) Desarrollo de la etapa preparatoria y, 3) Conclusin de la etapa preparatoria.

    1) La primera fase, es decir, los actos iniciales o de la investigacin preliminar, (art. 284 y siguientes CPP), comienza con la denuncia, querella o con la noticia fehaciente que reciben las autoridades llamadas por ley (Polica-Fiscala), sobre la comisin de un delito

    2) La segunda fase, esto es, el desarrollo de la etapa preparatoria, empieza con la imputacin formal (art. 301.1 y 302 CPP), y representa el inicio del proceso penal. Los supuestos 2), 3) y 4), que acoge el art. 301 no hacen al desarrollo de la Etapa Preparatoria, pues son opciones alternativas a la imputacin formal.

    3) La tercera fase se denomina conclusin de la etapa preparatoria, y est constituida por los actos conclusivos, entre los cuales se encuentra la presentacin de la

    acusacin por el fiscal al juez o presidente del Tribunal (art. 323 CPP).

    De lo anterior se extrae que, aunque la ley no lo diga claramente, el proceso penal se inicia con la imputacin formal, a partir de la cual corre el trmino de los seis meses de

    duracin de la Etapa Preparatoria establecida por el prrafo primero del art. 134 CPP.

    Sobre la base de esa delimitacin de las fases que integran la etapa preparatoria del proceso penal, el Tribunal Constitucional interpret la norma prevista por el primer prrafo del art. 134 desde y conforme a la Constitucin, aplicando los principios de la unidad y la concordancia prctica; en ese orden se debi armonizar la norma interpretada con las normas procesales que estn orientadas a resguardar y proteger, de un lado, los derechos y garantas de los imputados; y, de otro, de las vctimas, adems de preservar la efi cacia de la aplicacin efectiva de la coercin penal, de manera tal que se pueda lograr un equilibrio entre la bsqueda de la efi ciencia y la salvaguarda de los derechos y garantas, para que el Estado pueda cumplir efi cazmente las tareas de defensa social. Sobre la base de esas consideraciones, efectuada la labor hermenutica, el Tribunal Constitucional concluy que la solucin acorde con el sistema procesal penal y el orden constitucional era que el proceso penal se inicia con el acto procesal por el cual el Juez Cautelar pone en conocimiento del encausado o imputado la imputacin formal presentada por el Ministerio Pblico; as lo expres en la sentencia objeto de anlisis:

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    De lo anterior se extrae que, aunque la ley no lo diga claramente, el proceso penal se inicia con la imputacin formal, a partir de la cual corre el trmino de los seis meses de duracin de la Etapa Preparatoria establecida por el prrafo primero del art. 134 CPP, cuando textualmente dice: La etapa preparatoria deber finalizar en el plazo mximo de seis meses de iniciado el proceso (..) Queda claro que, razones de tcnica legislativa no permitieron que esto quedara explcitamente establecido,

    sino de manera implcita.

    Con la fi nalidad de precisar el entendimiento respecto al momento en que se inicia el cmputo del plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria del juicio oral, el Tribunal Constitucional, en su ratio decidendi, ha sealado lo siguiente:

    (..) dado el carcter pblico del proceso, el cmputo de los seis meses previstos por el art. 134 CPP para el desarrollo de la Etapa Preparatoria, empieza a partir de que el Juez cautelar pone en conocimiento del encausado la imputacin formal, siendo ste el actuado jurisdiccional que marca el inicio del proceso penal, y a partir de ah se tiene un trmino mximo de seis meses para presentar la acusacin, ampliable nicamente

    en el supuesto establecido por el segundo prrafo del art. 134 CPP.

    La doctrina que defi ne el inicio del proceso penal y el momento en que se inicia el cmputo del plazo mximo de duracin de la etapa preparatoria del juicio oral, al estar consignada en la ratio decidendi de la sentencia constitucional se constituye en un precedente obligatorio que vincula horizontalmente al propio Tribunal Constitucional as como a la corte Suprema de Justicia y, verticalmente a los tribunales y jueces de jerarqua inferior.

    En la sentencia objeto de anlisis, el Tribunal Constitucional cre la sub regla que defi ne el inicio del proceso penal, extrayndola de la norma implcita del primer prrafo del art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal; de manera que cre un precedente obligatorio con el que se defi ni de manera clara y precisa el inicio del proceso penal y el momento en que se inicia el cmputo del plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria del juicio oral, poniendo fi n a las diversas interpretaciones que se venan realizando de la norma procesal al respecto; asumi una solucin que armoniz la fi nalidad garantista de salvaguarda de los derechos fundamentales del nuevo sistema con la efi cacia del ejercicio de la potestad del ius puniendi del Estado como defensa social; porque como sostuvo el Tribunal Constitucional, en su sentencia objeto de anlisis sostener, como errneamente lo hacen los recurrentes, en sentido de que el inicio del proceso comienza con la denuncia, supondra fi sonomizar al Cdigo procesal vigente como propio de un modelo procesal de puras garantas, con escasas posibilidades reales de aplicacin de la ley sustantiva;

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    lo que de un lado, como se precis lneas arriba, resultara incompatible con el sistema procesal moderno, imperante en el mundo contemporneo y, de otro lado, dada la inefi cacia previsible, el mismo no sera capaz de proteger de manera real los bienes jurdicos lesionados por las diversas acciones delictivas concretas, lo que provocara que la misin de defensa de la sociedad que la Constitucin le encomienda al Ministerio Pblico (Ttulo Cuarto, Captulo I, Parte Segunda CPE), sea una mera declaracin formal, sin posibilidades de realizacin material.

    Queda claro que una solucin diferente basada en una aplicacin supletoria de la norma prevista por el art. 5 del Cdigo de Procedimiento Penal, cuya ratio legis tiene otra fi nalidad, disminuira la efi cacia de la persecucin penal del crimen al grado de neutralizarla, toda vez que computando el plazo de duracin mxima a partir de la presentacin de la denuncia o sindicacin en sede policial o judicial, gran parte de las acciones penales se extinguiran en la etapa preparatoria, porque no se podra desarrollar una adecuada investigacin, especialmente en aquellos casos en los que en el primer momento ni siquiera se logra identifi car al o los posibles autores del crimen, en cuyo caso sera poco menos que imposible que el Ministerio Pblico presente su requerimiento conclusivo al cabo de los seis meses.

    b) A partir de qu momento se computa el plazo cuando existen una pluralidad de imputaciones formuladas sucesivamente

    Defi nido el problema anteriormente referido, en la implementacin del nuevo sistema procesal penal surgi un otro confl icto a resolver; pues la norma procesal no defi ne de manera expresa a partir de qu momento se computa el plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria cuando existe una pluralidad de imputaciones formuladas en tiempos sucesivos.

    Ello dio lugar a que el Ministerio Pblico y algunos jueces interpreten en el sentido de que el plazo se computa a partir de la ltima imputacin formal; en cambio, otros jueces y los abogados defensores entiendan que se computa a partir del momento en que el Fiscal de Materia presenta el informe del inicio de investigaciones al Juez Cautelar.

    El caso fue llevado nuevamente ante el Tribunal Constitucional por va de la accin de Amparo Constitucional por Fiscales de Materia que dirigieron la investigacin de una denuncia presentada por una entidad pblica por la supuesta comisin de delitos por ex funcionarios de dicha entidad, as como servidores municipales y trabajadores de empresas constructoras particulares,

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    delitos cometidos en la adjudicacin de obras de mejoramiento de caminos y proyectos agroforestales, planteando como problemtica el hecho de que la Jueza Cautelar haba dispuesto la notifi cacin al Fiscal de Distrito con la conminatoria para que en el plazo de cinco das siguientes presente el requerimiento conclusivo, bajo conminatoria de decretar la extincin de la accin penal en la etapa preparatoria, ello con el argumento de que la etapa preparatoria habra concluido por cuanto el informe del inicio de investigaciones se present el 12 de mayo (2002) y que a la fecha en que emiti la conminatoria (12 de noviembre de 2002) habran transcurrido los seis meses (plazo mximo de duracin de la etapa preparatoria); ante esa situacin los fi scales impugnaron la decisin de la Jueza cautelar invocando el precedente creado por la jurisprudencia constitucional establecida mediante la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto, segn el cual el proceso se inicia con el acto por el que el Juez Cautelar pone en conocimiento del imputado la imputacin formal, en el caso que motiva el recurso presentaron tres imputaciones formales y en momentos sucesivos diferentes, la primera el 22 de agosto, la segunda imputacin el 30 de agosto y la tercera imputacin el 15 de octubre, por lo que debi computarse el plazo mximo a partes de esta ltima imputacin; la Jueza Cautelar, apartndose del precedente obligatorio rechaz la impugnacin y ratifi c la conminatoria.

    Sometido a su conocimiento el caso, el Tribunal Constitucional lo resolvi mediante la SC 173/2003-R, de 14 de febrero, en la que expres, entre otros, los siguientes fundamentos jurdicos que forman parte de la ratio decidenci del fallo:

    (..) el proceso penal se inicia con la imputacin formal, a partir de la cual corre el trmino de los seis meses de la Etapa Preparatoria establecida por el prrafo primero del art. 134 CPP, cuyo cmputo empieza a correr desde que el Juez Cautelar pone en conocimiento del encausado la imputacin formal, siendo ste el actuado jurisdiccional que marca el inicio del proceso penal y a partir de ah se tiene un trmino mximo de seis meses para presentar la acusacin.

    (..) se inici la investigacin preliminar que fue puesta en conocimiento de la Jueza de Instruccin Cautelar por informe de 11 de mayo de 2002, en cuyo proceso investigativo por el nmero de implicados, la naturaleza de los delitos y ser compleja la investigacin, el Ministerio Pblico realiz tres imputaciones formales la primera en 22 de agosto, luego el 30 del mismo mes y el 15 de octubre del mismo ao, de manera que la etapa preparatoria se inici el 15 de octubre de 2002, fecha sta a partir de la que debe computarse el trmino de los seis meses que establece el art. 134 CPP que

    concluye el 15 de abril de 2003.

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    El Precedente Constitucional y su impacto ...

    Con la doctrina glosada el Tribunal Constitucional ha defi nido que, cuando existe una pluralidad de imputaciones formales presentadas por el Ministerio Pblico en forma sucesiva, el cmputo del plazo mximo de duracin de la accin penal en la etapa preparatoria se inicia a partir de la citacin al imputado con la ltima imputacin formal o al ltimo de los imputados.

    A travs de la sentencia objeto de anlisis, el Tribunal Constitucional cre una segunda sub regla que, complementando a la anterior creada por la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto, resuelve el confl icto respecto al entendimiento de la norma prevista por el primer prrafo del art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal.

    c) Oportunidad en que debe presentarse la imputacin formal

    Un problema concurrente a los anteriormente referidos y resueltos mediante la jurisprudencia constitucional, fue el referido a la oportunidad en la que debe presentarse la imputacin formal; ello debido a que la norma procesal prevista por el art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal no la defi ne de manera expresa. La solucin a este problema tuvo su importancia en la medida en que se defi ni que el cmputo para el plazo mximo de duracin de la accin penal, en su etapa preparatoria, se realiza a partir del momento en que el Juez Cautelar ponga en conocimiento del imputado la imputacin formal. De otro lado, la importancia de la solucin al problema se explica porque la defi nicin de la oportunidad en la que debe presentarse la imputacin se vincula a la oportunidad en la que debe presentarse el requerimiento acusatorio, de manera que se resguarde el derecho al debido proceso del o los imputados.

    Al no haber sido resuelto el problema en la jurisdiccin ordinaria y debido a que a partir de una incorrecta interpretacin de la norma procesal se vulneraron derechos fundamentales de los imputados sometidos a la accin penal, el caso fue llevado a conocimiento del Tribunal Constitucional, por la va tutelar del Amparo Constitucional, con la problemtica planteada en el mismo caso resuelto mediante la SC 1036/2002-R, de 29 de agosto; de manera que el Tribunal Constitucional mediante la referida sentencia resolvi el problema, a partir de una interpretacin sistemtica de las normas procesales, aplicando el mtodo teleolgico.

    Para defi nir el problema el Tribunal Constitucional ha tomado en cuenta que la imputacin debe ser el resultado de la identifi cacin del o los probables autores del delito denunciado, as como de la acumulacin de indicios

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    sufi cientes que hagan presumir la participacin del o los imputados y con probabilidad sean los autores, que ello supone la realizacin de la la primera fase de la etapa preparatoria, es decir, la realizacin de los actos iniciales o de la investigacin preliminar. Sobre esa base el Tribunal Constitucional ha creado el siguiente precedente obligatorio:

    Si bien el Cdigo de Procedimiento Penal no establece de manera explcita el plazo en que la imputacin formal debe ser presentada por el fiscal; del contenido del art. 300, 301 y 302 CPP, se entiende que la misma debe emitirse a la conclusin de los actos iniciales de investigacin, cuando, obviamente, existan indicios suficientes sobre la existencia del hecho y la participacin del imputado; sin embargo, del contenido del art. 301.2 CPP, en el que se concede al Fiscal la facultad de Ordenar la complementacin de la diligencias policiales, fijando un plazo para el efecto, se extrae que, en el sentido de la ley, al fiscal no le es exigible presentar la misma en la generalidad de los casos en el momento sealado; sino slo en aquellos supuestos en

    los que existen indicios suficientes.

    Con la fi nalidad de evitar un entendimiento incorrecto del precedente obligatorio creado en su jurisprudencia, el Tribunal Constitucional, en la misma sentencia objeto de anlisis, hizo la siguiente precisin:

    Esto no significa, sin embargo, que el fiscal carezca en absoluto de plazo para presentar la imputacin formal; pues, tal entendimiento no guardara sujecin al mandato constitucional de celeridad procesal consagrado por el art. 116.X CPE, de lo que se extrae que el fiscal est impelido a presentar la imputacin formal en un plazo que debe ser fijado por el juez, atendiendo la complejidad del asunto, en los casos en que el fiscal no lo haga en un plazo razonable; plazo que en ninguna circunstancia, puede exceder al establecido por el art. 134 CPP, para la conclusin de la Etapa

    Preparatoria.

    Finalmente, como complemento a la solucin establecida para el problema analizado, con la fi nalidad de resguardar el derecho al debido proceso del o los imputados, el Tribunal Constitucional, en la misma SC 1036/2002-R, de 29 de agosto, ha creado el siguiente precedente obligatorio, respecto al plazo en el cual debe presentarse un requerimiento acusatorio, por parte del Ministerio Pblico, una vez presentada la imputacin formal:

    (..), debe tenerse presente que, conforme a los principios de igualdad (art. 12 CPP), el Fiscal no puede emitir acusacin de manera simultnea a la imputacin formal o prxima a sta, sino que debe existir un lapso de tiempo razonable entre la imputacin formal y la acusacin, que posibilite al imputado ejercer ampliamente su derecho a la defensa. Dicho trmino debe ser fijado por el Juez cautelar, y puede ser ampliado, en su caso, a peticin de las partes, pero nunca ms all del lmite de tiempo

    fijado para la Etapa Preparatoria.

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    d) La extincin se opera de hecho o de derecho

    Uno de los contenidos esenciales del derecho al debido proceso en materia penal, es el derecho de los imputados o procesados a un proceso en un plazo razonable y sin dilaciones indebidas. En resguardo de ese derecho, ningn proceso penal debe prolongarse ms all de un plazo razonable, de manera que, de un lado, los sistemas procesales deben prever en su confi guracin normas que permitan o en su caso, obliguen a los jueces o tribunales imprimir el impulso procesal; y, de otro, los jueces y tribunales penales deben desarrollar los procesos penales en los mrgenes de la regularidad, con la debida continuidad y celeridad de manera que puedan concluir en los plazos razonables; la lesin del referido derecho debe sancionarse con la extincin de la accin judicial por mora judicial.

    Es en el marco de lo referido que las normas del art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal, han previsto, por una parte, un plazo de duracin mxima de la accin penal en la etapa preparatoria; y, por otra, la extincin de la accin penal en esa etapa por incumplimiento de ese plazo mximo de duracin, es decir, para el caso de que en dicho plazo el Ministerio Pblico no presente un requerimiento conclusivo en una de las formas previstas por el art. 323 del mismo Cdigo.

    La interpretacin y aplicacin de las normas procesales referidas dio lugar al surgimiento de los problemas anteriormente referidos, los que fueron resueltos por el Tribunal Constitucional mediante la creacin de precedentes constitucionales consignados en la jurisprudencia constitucional. Un ltimo problema a ese respecto fue el referido a que s la extincin se opera de hecho o de derecho; pues algunos jueces cautelares y abogados defensores entendieron que la extincin se opera de hecho con el solo transcurso del plazo mximo de duracin de la accin penal en la etapa preparatoria; en cambio otros jueces cautelares y fi scales de materia entendieron que la extincin se opera de derecho; lo que dio lugar a una aplicacin diferenciada de la norma procesal con relacin a la extincin de la accin penal en la etapa preparatoria, vulnerando, en muchos casos, los derechos fundamentales de las vctimas o de los imputados o procesados.

    Ante la situacin descrita, en un caso concreto en el que los imputados consideraron lesionado su derecho fundamental a la libertad, llevaron el caso ante el Tribunal Constitucional por va de la accin de Hbeas Corpus, planteando como problemtica el hecho de que la Jueza Cautelar, que ejerca el control jurisdiccional del desarrollo de la etapa preparatoria de la accin

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    penal abierta ante la denuncia de supuestos delitos cometidos por ellos, rechaz su solicitud de levantar las medidas cautelares de arraigo que les haba impuesto siendo as que la etapa preparatoria ya se habra extinguido por haber transcurrido ms de seis meses desde la iniciacin de la investigacin que fue puesta en conocimiento de la Jueza cautelar.

    El Tribunal Constitucional resolvi el caso aplicando los precedentes creados mediante la jurisprudencia constitucional, respecto a: i) el momento en que se considera iniciado el proceso a los fi nes del cmputo del plazo de duracin mxima de la etapa preparatoria, SC 1036/2002-R, de 29 de agosto; ii) a partir de qu momento se computa el plazo cuando existen una pluralidad de imputaciones formuladas sucesivamente, SC 173/2003-R, de 14 de febrero; y, iii) la oportunidad en que debe presentarse la imputacin formal, SC 1036/2002-R, de 29 de agosto; asimismo realizando una interpretacin de las normas previstas por el tercer prrafo del art. 134 del Cdigo de Procedimiento Penal; sobre la base de los precedentes constitucionales obligatorios y la interpretacin de las normas procesales desde y conforme a la constitucin, concluy que la extincin no se opera de hecho sino de derecho; as lo defi ni en su SC 764/2002-R, de 1 de julio, en la que cre el siguiente precedente constitucional obligatorio:

    (la) extincin no se opera de hecho - por el solo transcurso de los seis meses de plazo de la etapa preparatoria sin que el Fiscal haya presentado la solicitud conclusiva- sino de derecho, porque, vencido el sealado trmino, la parte deber pedir al Juez Cautelar conmine al Fiscal de Distrito para que presente la citada solicitud conclusiva, y, en caso de que dicha autoridad no lo haga en los cinco das siguientes a su notificacin, el Juez Cautelar deber dictar una resolucin expresa declarando

    extinguida la accin penal.

    Con el precedente constitucional obligatorio creado por la jurisprudencia constitucional se ha encaminado una solucin razonable al problema de la declaracin de la extincin de la accin penal en su etapa preparatoria resguardando los derechos de los imputadas a un procesamiento en un plazo razonable y sin dilaciones indebidas, pero tambin el derecho de las vctimas a la tutela judicial efectiva.

    4.2.2. La extincin del proceso penal por mora judicial

    Como se tiene referido precedentemente, en resguardo del derecho que tiene toda persona procesada penalmente a un proceso dentro de un plazo razonable o proceso sin dilaciones indebidas, el legislador boliviano ha previsto un plazo mximo de duracin del proceso penal y, en coherencia con ello, ha previsto la

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    extincin de la accin penal por mora judicial, como una sancin a la inaccin del Estado en el ejercicio de su potestad del ius puniendi.

    En efecto, segn la norma prevista por el art. 133 del Cdigo de Procedimiento Penal todo proceso penal tendr una duracin mxima de tres aos; y por mandato del art. 27.10) del mismo Cdigo, la accin penal se extingue por vencimiento del plazo mximo de duracin del proceso, es decir, cuando en el plazo de tres aos no ha concluido el proceso penal con sentencia ejecutoriada pasada en calidad de cosa juzgada.

    De otro lado, el legislador al adoptar el nuevo sistema procesal penal ha previsto un proceso de transicin del anterior sistema procesal inquisitivo al nuevo sistema procesal oral acusatorio, de manera que los proceso penales iniciados en aplicacin del anterior Cdigo de Procedimiento Penal concluyan su trmite sujeto a las normas de dicho Cdigo, pero a la vez mximo para que los mismos puedan concluir, ya que el anterior Cdigo de Procedimiento Penal omiti dicha defi nicin; de manera que si en ese plazo fi jado por las disposiciones transitorias no concluyen los procesos penales se extinguirn los mismos por mora judicial.

    En efecto, la Disposicin Transitoria Tercera de la Ley N 1970 del Cdigo de Procedimiento Penal, expresamente dispone lo siguiente:

    Tercera.- (Duracin del proceso). Las causas que deban tramitarse conforme al rgimen procesal anterior, debern ser concluidas en el plazo mximo de cinco aos, computables a partir de la publicacin de este Cdigo.

    Los jueces constatarn, de oficio o a pedido de parte, el transcurso de este plazo y

    cuando corresponda declararn extinguida la accin penal y archivarn la causa

    La aplicacin de las normas procesales de referencia no estuvo exenta de difi cultades operativas, de manera que surgieron problemas concretos que pueden ser resumidos en los siguientes hechos: a) difi cultades en los operadores directos del sistema (tribunales, jueces y fi scales) originadas en mltiples causas, entre ellas limitaciones estructurales y de la sobrecarga procesal; y b) la conducta dilatoria asumida por los por los imputados o procesados, con la intencin de prolongar la duracin del proceso para lograr la extincin por mora judicial.

    Debido a las difi cultades referidas, los procesos penales iniciados en vigencia del anterior Cdigo de Procedimiento Penal no concluyeron con su tramitacin en el plazo de los cinco aos siguientes a la publicacin

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    del nuevo Cdigo de Procedimiento Penal, como manda la Disposicin Transitoria Tercera de la Ley N 1970. Ante esa situacin, la Corte Suprema de Justicia, en ejercicio de la iniciativa legislativa que le reconoce el art. 71.II de la Constitucin, present al Congreso Nacional un proyecto de Ley para ampliar el plazo. El Legislativo sancion la Ley N 2683 de 12 de mayo de 2004, mediante la cual modifi c la Disposicin Transitoria Tercera de la Ley N 1970, eliminando el plazo y previendo que los proceso penales sean tramitados sin plazo alguno hasta su conclusin fi nal. La referida Ley dispone expresamente lo siguiente:

    ARTICULO UNICO.- Modifcase la Parte Tercera (Duracin del Proceso), de Disposiciones Transitorias de la Ley N 1970, de 25 de marzo de 1999, en los siguientes trminos:

    1) Las causas con actividad procesal sujetas al rgimen anterior continuarn tramitndose hasta su conclusin.

    Es disposicin legal fue impugnada mediante el recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad por considera que era incompatible con las normas previstas por los arts. 6, 9.1, 16.IV y 116.X de la Constitucin.

    Sometido el caso a su conocimiento, el Tribunal Constitucional lo resolvi mediante su SC 101/2004, de 14 de septiembre, declarando la inconstitucionalidad de la Ley impugnada; en la sentencia, analizando los principios fundamentales de la legalidad y la irretroactividad de la Ley, as como citando las normas previstas por los arts. 8.1 de la convencin americana sobre Derechos Humanos, 14.3) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, 16 y 116.X de la Constitucin, concluy sealando que:

    (..) la finalidad que persigue el legislador constituyente boliviano al introducir, en concordancia con los preceptos internacionales aludidos, el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable, es que el imputado pueda definir su situacin ante la ley y la sociedad dentro del tiempo ms corto posible, desde un punto de vista razonable; poniendo fin a la situacin de incertidumbre que genera todo juicio, y la amenaza siempre latente a su libertad que todo proceso penal representa. Con esto se persigue evitar que la dilacin indebida del proceso, por omisin o la falta de la diligencia debida de los rganos competentes del sistema penal, pueda acarrear al procesado lesin a otros derechos, entre ellos, el de la dignidad y la seguridad jurdica, que resulten irreparables (..) En coherencia con esto, la Disposicin Transitoria Tercera del CPP, para dar concrecin prctica al derecho a que el proceso concluye dentro del plazo razonable a que aluden los Pactos, estableci el plazo de cinco aos para la conclusin de las causas bajo el rgimen anterior (Cdigo de Procedimiento penal de 1972).

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    El Tribunal Constitucional, ha expuesto como fundamento de su decisin el hecho de que la Ley 2683 de 12 de mayo de 2004, al establecer que Las causas con actividad procesal sujetas al rgimen anterior continuarn tramitndose hasta su conclusin, elimin la posibilidad de que se declare la extincin de la accin penal en los procesos tramitados con el anterior rgimen y, como resultado de ello, prolong de manera indefinida el plazo para su conclusin; en consecuencia, resulta ser una norma

    penal desfavorable.

    Si bien en el recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad resuelto mediante la SC 101/2004, de 14 de septiembre, no se impugnaron las normas previstas por los arts. 133 y la Disposicin Transitoria Tercera de la Ley N 1970 del Cdigo de Procedimiento Penal, el Tribunal Constitucional, por considerar que dichas disposiciones procesales tena conexitud con la Ley impugnada, en aplicacin de lo previsto por el art. 58.IV de la Ley N 1836 del Tribunal Constitucional, las examin y someti a juicio de constitucionalidad.

    En ese cometido en Tribunal Constitucional ha invocado los precedentes constitucionales obligatorios creados en su jurisprudencia con relacin a la extincin de la accin penal, misma que establece que la extincin del proceso penal no se opera de manera automtica con el solo transcurso del plazo fi jado por la disposicin procesal, sino que cada caso debe ser objeto de un cuidadoso anlisis para determinar las causas de la demora en la tramitacin del proceso penal en cuestin.

    De otro lado, ha tomado en cuenta la doctrina y la jurisprudencia emanada de los rganos regionales de proteccin de los Derechos Humanos, como la Corte Americana de Derechos Humanos, respecto a que se entiende por un proceso sin dilacin indebida a aquel que se desenvuelve en condiciones de normalidad dentro del tiempo requerido y en el que los intereses litigiosos pueden recibir pronta satisfaccin; de esa doctr