Rebeca

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El relato del matrimonio de Isaac nos traslada a los tiempos patriarcales de Oriente, donde lo pintoresco y la poesía se dan la mano. Rebeca aparece como hija de Najor, hermano de Abraham,

mientras que en el v.24 se dice que es hija de Batuel, hijo de Najor. Gen 24:1-67

Las caravanas que de allí bajaban por Canaán hacia Egipto debían traerle, de vez en cuando, noticias de sus parientes de Siria, y por esto, al tratar de buscar esposa para su hijo, no quiso tornarla

de entre las cananeos, raza para él extraña y, además, adoradores de otros dioses que el suyo.

Aunque Abraham se había despedido de Jarán para no volver a él ni juntarse con los parientes que allí había dejado, no por eso los tenía olvidados.

Debía de tener muchos siervos, y en esta ocasión llama a sí al principal, al que tenía como intendente de su casa y hacienda, para enviarle con una comisión importante a la tierra de su familia.

Abraham parece, igual que en las páginas precedentes, como un gran señor, llegado ya a aquella edad longeva que los hebreos miraban como una bendición de Dios.

En algunas tribus árabes parece que aún se cumple este rito primitivo. Teodoreto dice que el gesto alude a la circuncisión, señal de su alianza con Dios.

Y le pide un juramento de que cumplirá su misión: el siervo debe poner su mano bajo el muslo para designar los órganos sexuales, considerados como algo sagrado, en cuanto que son los transmisores de la vida,

el beneficio por excelencia de Dios.

Por esta misma razón, Jacob irá a casarse con sus primas a Siria. Aunque la familia de Abraham en Siria fuera politeísta(Raquel se llevará los terafim o dioses domésticos)

sin duda que el nivel moral era más alto que el de los cananeos.

El patriarca insiste, que no case a Isaac con una mujer cananea. En la Ley mosaica se prohibirá el matrimonio con mujeres cananeas para evitar el peligro de la idolatría.

Aunque Abraham era oriundo de Ur de los Caldeos, en la Baja Mesopotamia, sin embargo consideraba como su segunda patria el país de Jarán, en la Alta Mesopotamia,

donde había vivido algunos años y donde permanecían sus parientes más cercanos. Por eso habla a Eliecer de “su patria,” el país de su “parentela” (v.4).

Por otra parte, dada la lejanía en que se hallaba de la familia de Abraham, en Canaán no había posibilidad de influencia funesta sobre ésta.

Abraham rechaza de plano esta hipótesis (v.6). Piensa en las promesas divinas, y el retorno de su descendencia a Mesopotamia era renunciar a ellas y oponerse a los designios divinos.

Pero el siervo prevé el caso de que la mujer de su pariente, la que busca para Isaac, no quiera bajar a vivir a Canaán (v.5). Según las leyes asirias, la mujer casada podía permanecer en la casa paterna. Es este caso

previsto por Eliecer: que Isaac tuviera que ir a tomar domicilio en la casa paterna de Rebeca.

Por eso está seguro que enviará su ángel, que le acompañe y proteja, llevando a buen término su cometido. Pero, en todo caso, si la mujer no quiere bajar a Canaán, el siervo queda libre de su juramento (v.8). Aclarada esta posibilidad, Eliecer presta juramento conforme al ritual consuetudinario de la época.

Su experiencia pasada y las comunicaciones familiares con Dios le dan garantía de que esas promesas deben cumplirse y que él no debe oponerse a ellas. Yahvé, “Dios del cielo y de la tierra”

le ha sacado de su parentela para darle una nueva, tierra a su posteridad.

Es una cuestión familiar, y es al jefe-cabeza de familia a quien le corresponde escoger compañera para que su hijo le dé sucesión. Aun hoy día éste es el sistema seguido en las tribus árabes

para formar matrimonios.

Es de notar en todo esto cómo el padre, conforme a las costumbres orientales, trata de buscar esposa a su hijo sin consultarle para nada a Isaac.

El país adonde se dirige Eliecer es Aram Naharayim, traducido por los LXX y la Vulgata por la región superior Mesopotamia. Naharayim significa los “dos ríos,” es decir, la región comprendida

entre el Tigris y el Éufrates, o mejor, entre el Eufrates y el Orontes en Siria... La “ciudad de Najor” es, sin duda, Jarán, donde moraba la familia de Abraham.

El siervo de Abraham parte como enviado de un gran señor. Lleva diez camellos, en ellos cargó cuanto de bueno había en la casa de su amo. Son los regalos que ha de dar a la novia y a sus parientes

como precio de compra, según las antiguas costumbres orientales.

Eliecer, con un sentido profundo de la providencia divina sobre los asuntos de su amo, pide a Dios que muestre su voluntad para elegir él conforme a ella a la que ha de ser esposa de Isaac.

Llega de tarde a la ciudad y se dirige al pozo para abrevar sus camellos y para buscar ocasión de entablar conversación con las muchas mujeres jóvenes que salen a aprovisionarse de agua,

para enterarse sobre los parientes de su amo.

Que una joven le ofrezca a él de beber, teniendo en cuenta su edad y venir fatigado, sería un hecho corriente;pero que se ofrezca a tomarse el sacrificio de bajar varias veces al pozo para abrevar a sus diez camellos,

será algo fuera de lo normal y un signo de que Dios quiere que sea ella la elegida de Dios para Isaac.

El mismo propone un signo que exprese la voluntad divina: la joven que le ofrezca de beber a él y a sus camellos es la que Dios escogerá.

Eliecer le pide amablemente le dé de beber. Esta no sólo accede a ello, sino que se ofrece a abrevar a los camellos. Queda perplejo, y quiere saber si esta joven pertenece a la parentela de Abraham,

que era la condición impuesta por el patriarca a su mayordomo.

Al punto aparece una joven, llamada Rebeca, con su cántaro sobre la espalda. Era la resobrina de Abraham. El hagiógrafo la describe como extremadamente bella, joven y virgen.

Esta desciende a la fuente por las escaleras del pozo y sube al punto con su cántaro lleno.

Inmediatamente Eliecer tomó la iniciativa, ofreciendo un arillo de oro. Es el nezem, que aún las beduinas llevan en la nariz, y dos brazaletes de diez siclos de oro.

Estos regalos eran desproporcionados al servicio que la joven había prestado; por eso ella, sin duda turbada, midió el alcance de ellos, suponiendo la intención del extranjero,

que le pregunta por su casa y parentela (v.23).

En su casa hay lugar para él y, además, aprovisionamiento suficiente para los camellos (v.25). Ante esta respuesta satisfactoria, Eliecer reconoce en ello la mano de Dios, y, prosternándose,

le rinde gracias.

Al mismo tiempo muestra su interés en pasar la noche en su casa. La respuesta de la joven fue generosa, en conformidad con las leyes de la hospitalidad en Oriente.

En su lugar tiene un hermano llamado Labán, que al punto sale a buscar al misterioso forastero. En el asunto del matrimonio de su hermana, Labán hará las veces de su padre.

Se ha encontrado con una joven de la parentela de Abraham, que es la más indicada para ser esposa de Isaac.

La joven, por su parte, fue a comunicar la novedad a la casa de su madre, lo que supone que es huérfana de padre.

“Bendito sea Yahvé, Dios de mi señor Abraham...” (v.27). Los enviados del rey Abimelec saludarán también a Isaac como el “bendito de Yahvé,”

es decir, el protegido de Dios.

Sin duda que había oído de Rebeca la oración solemne que el forastero había hecho a su Dios:

Pero el enviado de Abraham no quiere perder tiempo, y dice que no comerá nada hasta que haya comunicado el fin de su viaje (v.33). Con gran tacto diplomático les comunica que viene enviado de un

amo que es inmensamente rico gracias a las copiosas bendiciones de Dios.

Llegado a casa de Labán, Eliecer es recibido con todos los honores de la hospitalidad: agua para sus pies y de sus acompañantes (mencionados ahora por primera vez),

provisiones para las bestias y comida para los huéspedes.

Eliecer sigue redondeando su discurso, diciendo que su rico amo tiene un hijo único, heredero de una inmensa fortuna, y dando detalles del modo como Abraham le encomendó la misión

de buscar una esposa de su parentela para su hijo.

Después narra las vicisitudes del encuentro feliz con Rebeca, recordando las coincidencias habidas al ofrecerle agua para él y los camellos, como él deseaba, y que él consideraba como un signo

de la benevolencia divina. De este modo insinúa se le permita llevar a Rebeca para esposa de Isaac.

Caso de que no accedan, volverá a Abraham para después buscar otra solución viable.

Con toda franqueza les plantea ahora la petición: quiere que le digan si acceden (“hacer gracia y fidelidad”) a la petición de Abraham; en caso contrario, desea que se lo digan tajantemente,

para saber a qué atenerse: y me dirigiré a la derecha o a la izquierda (v.50).

“De Yahvé viene esto, no podemos decirte ni bien ni mal” (v.50). Sin consultar a Rebeca se ha tomado el acuerdo. Era un asunto que decidía la familia, y Labán en su representación.

Pero después, cuando se trata de partir, piden la opinión de Rebeca (v.57)18.

Labán, en nombre de la familia 17, como hermano mayor, responde afirmativamente. Las circunstancias son tan providenciales, que ellos no tienen lugar a elegir:

Después tuvo lugar el banquete, y Eliecer, fiel servidor de su amo, no quiere dilatar el regreso para comunicarle el feliz éxito del viaje (v.54). Pero los familiares de Rebeca se resisten a dejarla tan pronto,

y quieren retenerla por algún tiempo. Eliecer insiste, y entonces se pide la opinión a la propia Rebeca, la cual también, deseosa de conocer a su nuevo esposo, decide emprender el viaje sin tardanza.

Eliecer, una vez conseguida la entrega de Rebeca como esposa de Isaac, ofrece los regalos tradicionales a la novia, al hermano y a su madre. Eliecer ofrece a la novia joyas, oró, plata y “vestidos.”

La caravana emprendió el regreso llevando a Rebeca con sus doncellas y nodriza.Se dirige hacia el Negueb, al sur de Bersabé. Y allí estaba Isaac junto al pozo de Jai-Roi (“Viviente que ve”),

cuyo nombre recordaba la aparición de Dios a Agar.

La madre y el hermano la despiden con ternura, deseándola una fecundidad dichosa (v.60)22. En su suerte será asociada a las bendiciones hechas por Dios sobre la descendencia de Abraham:

Y se adueñe tu descendencia de las puertas de tus enemigos.

Tampoco Rebeca le conoce. Al decirle el siervo que es Isaac, su “señor,” Rebeca se cubrió con el velo (v.65).Según las antiguas costumbres orientales — aún vigentes entre beduinos,

el novio no puede ver a su novia hasta después del matrimonio.

Era por la tarde, cuando Isaac salía a pasear por la campiña. De lejos ve la caravana, sin darse cuenta que eran los camellos de su padre.

Isaac habitó después de la muerte de su padre en Jai-Roi, que es donde Rebeca le encuentra.

Eliecer narró a Isaac todo lo ocurrido, y éste condujo a Rebeca a la tienda de Sara, su madre (v.67), aceptándola por esposa y amándola, consolándose de la muerte de su madre (v.67).

TEXTOS CONSULTADOS

Biblia Comentada Por Alberto Colunga. O.P. -Maximiliano García Cordero. O. P.Adaptación Pedagógica: Prof. Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol. PALIS in VIGOUROUX, Diccionario de la Biblia; BENNETT en HASTINGS, Dicc. de la Biblia; Enciclopedia Bíblica;

GIGOT, Introducción Especial al Estudio del Antiguo Testamento; Enciclopedia Judía. Driscoll, James F. The Catholic Encyclopedia. Biblia Latinoamericana.

LUIS ALONSO SCHÖKEL, La BIBLIA de NUESTRO PUEBLO.

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