Rebelion

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Estructuras de rebelión I Las formas de dominación a veces enfrentan coyunturas de contesta- ción colectiva a través de formas de movilización que desbordan las ins- tituciones y los espacios políticos reconocidos en la normalidad de las relaciones de poder que articulan al estado. Las rebeliones son procesos de movilización política que instauran una crisis política estatal en tanto cancelan de manera general o parcial la autoridad de las leyes y el gobierno, a partir de una fuerza resistente que a veces se proyecta como base de otra forma de gobierno y de sistema de autoridades. Este breve texto argumenta que las rebeliones que se han dado en el país, en particular las contemporáneas, se han producido y desplega- do a partir de una composición de estructuras sociales y políticas que en momentos críticos pasan de ser organizadoras de la vida social —y en este sentido también del orden político, por lo menos parcialmen- te— a conformar momentos y fuerzas de fusión que las articulan como parte de los procesos de desorganización temporal del mismo orden político. Las cosas se complican más en sociedades con un pasado de colonización. Las rebeliones son una articulación especial de estructuras de acción y pensamiento en coyunturas más o menos largas en las que las prácticas de la participación política, además de ser activadas por las estructuras preexistentes, producen variaciones y novedades. Ya que la crisis política así instaurada genera un tiempo de fluidez en el que las variaciones y desórdenes que la imaginación y la experiencia cotidiana producen, pueden adquirir en esos momentos la forma de una fuerza de acción y prefigurar las formas sustitutas de la vida política y social. Las rebeliones son coyunturas o tiempos de aceleración y conden- sación del tiempo político, y en este sentido, de incertidumbre y cambio social, de novedad en la historia. La hipótesis que desarrollo argumenta que en esos momentos de fluidez de lo social y lo político, de lo político 69

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  • Estructuras de rebelin

    I

    Las formas de dominacin a veces enfrentan coyunturas de contesta-cin colectiva a travs de formas de movilizacin que desbordan las ins-tituciones y los espacios polticos reconocidos en la normalidad de lasrelaciones de poder que articulan al estado. Las rebeliones son procesosdemovilizacin poltica que instauran una crisis poltica estatal en tantocancelan de manera general o parcial la autoridad de las leyes y elgobierno, a partir de una fuerza resistente que a veces se proyecta comobase de otra forma de gobierno y de sistema de autoridades.

    Este breve texto argumenta que las rebeliones que se han dado enel pas, en particular las contemporneas, se han producido y desplega-do a partir de una composicin de estructuras sociales y polticas queen momentos crticos pasan de ser organizadoras de la vida social yen este sentido tambin del orden poltico, por lo menos parcialmen-te a conformar momentos y fuerzas de fusin que las articulan comoparte de los procesos de desorganizacin temporal del mismo ordenpoltico. Las cosas se complican ms en sociedades con un pasado decolonizacin.

    Las rebeliones son una articulacin especial de estructuras deaccin y pensamiento en coyunturas ms o menos largas en las que lasprcticas de la participacin poltica, adems de ser activadas por lasestructuras preexistentes, producen variaciones y novedades. Ya que lacrisis poltica as instaurada genera un tiempo de fluidez en el que lasvariaciones y desrdenes que la imaginacin y la experiencia cotidianaproducen, pueden adquirir en esosmomentos la forma de una fuerza deaccin y prefigurar las formas sustitutas de la vida poltica y social.

    Las rebeliones son coyunturas o tiempos de aceleracin y conden-sacin del tiempo poltico, y en este sentido, de incertidumbre y cambiosocial, de novedad en la historia. La hiptesis que desarrollo argumentaque en esos momentos de fluidez de lo social y lo poltico, de lo poltico

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  • cambiando la forma de lo social, operan algunos soportes histricos quellamar estructuras de rebelin.

    A modo de esquema sugiero que las estructuras de rebelin sonuna articulacin de las siguientes dimensiones: forma de organizacin;una historia comn ms o menos compartida en tanto experiencia dehechos y sentidos; una memoria; un proceso de acumulacin histrica;proyectos polticos; la constitucin de identidades y sujetos polticos;todo esto en relacin con un horizonte de clivajes sociales y polticos ode lo que podemos llamar una estructura de conflicto.

    Explico brevemente lo que considero relevante o contenido encada uno de estos aspectos. Comienzo por lo ltimo, que sirve para nom-brar la articulacin del contexto de las crisis en las que se dan las rebelio-nes. La estructura del conflicto (que presento de manera adecuada a lahistoria boliviana, puede complejizarse en una visin ms comparada)contiene una lnea de clivajes o divisiones sociales y polticas que organi-zan las relaciones de explotacin y desigualdad, por un lado, y las relacio-nes de dominacin y opresin, por el otro, de manera complementaria.

    Se puede decir que a un conjunto de estructuras sociales caracte-rizadas por la organizacin de la desigualdad, la exclusin y la explota-cin corresponde una estructura de conflicto ms o menos complejaque se levanta como un segundo piso poltico a partir de las contestacio-nes y resistencias, y las formas de problematizacin y disputa de las rela-ciones de poder existentes. Esta estructura de conflicto depende de lacantidad y gravedad de los clivajes que se vuelven motivo de lucha declases, de lucha poltica.

    La estructura de conflicto en el pas es compleja. Contiene unnivel en el que se despliegan las relaciones de dominacin instauradaspor la colonizacin o la dimensin colonial, que ha ido cambiando deformas pero persiste. Hay un nivel de relaciones de explotacin o de cli-vajes clasistas. Hay un nivel de clivajes polticos diversos, que van desdela relacin gobernantes-gobernados (que se organiza de diversosmodossegn las pocas) que hoy est organizada a travs del sistema de parti-dos y pasa por los conflictos interregionales para terminar en el tipo depolarizacin y distancia ideolgica entre las fuerzas polticamente orga-nizadas, las clases y los grupos.

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  • Hay modos en que las primeras dimensiones aparecen en la orga-nizacin de los clivajes polticos, aunque cabe decir que a fin de cuentastodos son clivajes poltico-sociales.

    Las luchas sociales y polticas dependen de cmo se organiza laestructura de conflicto del pas en diversos momentos histricos, esdecir, de cmo se jerarquizan las estructuras de dominacin y se articu-lan los conflictos en trminos de prioridad en cada fase y coyuntura.

    En la dimensin de formas de organizacin, cabe considerar laforma poltica general del pas, esto es, la organizacin de las relacionesentre gobernantes y gobernados a travs de un rgimen poltico, un con-junto de derechos de inclusin y exclusin; el sistema de institucionesque organiza los espacios pblicos y las normas de participacin. Es enrelacin con la dinmica de esta forma que se dan las rebeliones. Loimportante son las formas de organizacin que dentro de la forma pol-tica general generan espacios de participacin que en coyunturas crti-cas se vuelven espacios de resistencia y contestacin de las relaciones deexplotacin y opresin.

    El caso de las rebeliones indgenas es otra forma poltica gene-ral: es la comunidad, con su sistema de relaciones sociales y su estruc-tura de autoridades, la que se mueve contra la forma poltica domi-nante que ha subsumido de manera colonial la vida poltica de lospueblos dominados. Se trata de otra sociedad que se mueve contra laforma poltica dominante. En estos casos se trata de una relacin anti-colonial.

    A partir del trabajo de Sinclair Thomson1, se puede ver que algu-nos ciclos de rebeliones indgenas son causados y preparados por unadinmica interna a los espacios de comunidades en que se va gestandodescontento contra las propias autoridades que sirven de mediacincon el poder colonial y republicano, producto del abuso cometido porellas. Se despliega una doble lgica igualitaria. Una respecto a las rela-ciones de poder en el seno de las comunidades y la cultura dominada,que cuestiona el desempeo de sus autoridades, y otra en relacin con

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    1. Thomson, Sinclair: We Alone, Will Rule. Andean Politics in an Age of Insurgency,Wisconsin University Press, 2003; Cuando slo reinasen los indios, La polticaaymara en la era de la insurgencia. Muela del Diablo, 2006.

  • el estado boliviano, que por un lado les exige tributo y por el otro lesniega ciudadana poltica.

    En las rebeliones hay una fuerte carga de cuestionamiento y susti-tucin de autoridades, propias y ajenas.

    Esta dimensin anticolonial de las rebeliones comunitarias ayma-ra-quechuas aparece de manera combinada en coyunturas de rebelinde lo que se puede llamar nacional-popular.

    Por lo general, en las rebeliones contemporneas en Bolivia sedespliega una combinacin de las identidades indgenas con lo nacio-nal-popular. sta es resultado de momentos y procesos de fusin entrevarios ncleos clasistas de trabajadores urbanos y agrarios, a veces consectores medios. El horizonte de identificacin en torno al cual se esta-blecen las equivalencias y los sentimientos de pertenencia y de derechospolticos es la nacin.

    Esto funciona conms fuerza en el caso de los grupos y clases queya son resultado de algn grado de modernizacin, es decir, de separa-cin de formas de organizacin comunitaria y de una cultura agraria, loque hace que ahora carezcan estructuras sociales y polticas alternativasa las instituciones de la cultura dominante frente a la opresin y comorecurso de movilizacin.

    La movilizacin de estos sectores se realiza a partir de ncleosmodernos de resistencia. El principal es el sindicato y las redes que searticulan a nivel regional y nacional entre sectores de trabajadores. Lossindicatos han sido y son la principal forma de resistencia a la explota-cin y la dominacin en el campo de lo popular. Durante una buenaparte del siglo XX, de los aos cuarenta en adelante, con momentos demayor fuerza y xito, tambin han sido ncleos y redes de articulacinde lo nacional en los procesos de organizacin de parte de la sociedadcivil, en el mbito del mundo del trabajo y sectores medios.

    Hay que considerar el carcter de la autoridad y el lugar de lasautoridades en las formas polticas de organizacin y vida poltica de lascomunidades, por un lado, y de los sindicatos, los partidos y el estado,por el otro. En las comunidades la autoridad es una responsabilidadrotativa. Se podra pensar las rebeliones como una forma de rotacin defacto de las autoridades que establecen las mediaciones entre comuni-

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  • dad y estado, y de las del estado tambin, en el horizonte de sustitucin-restauracin de la forma poltica global.

    Lo que est en juego en las rebeliones es un sistema de autorida-des que se vive como impuesto, arbitrario e injusto, y la demanda y pro-yecto de sustituirlo por uno que emane de s mismo. En esto hay formaspolticas que en ciertos momentos son propicias para funcionar comoestructuras de rebelin. En el caso de las comunidades, es toda unasociedad o un conjunto de estructuras sociales que se mueve contra loque se considera un poder y una autoridad externa e ilegtima. En algu-nos casos este movimiento renueva las autoridades dentro de las mis-mas comunidades.

    En el caso de los sindicatos, se trata de organizaciones deliberati-vas en su ncleo y con representacin hacia el resto del pas, en particu-lar en relacin con el estado. Los sindicatos tienen un espacio pblico: laasamblea, que instituye un grado amplio de fluidez en la vida poltica deestas organizaciones, tanto para la remocin de sus propias autoridadeso representantes como para enfrentar al gobierno y al estado. En la his-toria de los sindicatos se combina un ncleo asamblesta de delibera-cin, que es el principio de organizacin hacia adentro, con la huelgacomo modo de lucha y con la insurreccin cuando se pasa del conflictoparcial sobre salarios y condiciones de trabajo al conflicto general sobrela forma y los sujetos del poder estatal.

    Con esto quiero pasar a la dimensin clave, la de la historiacomn, los hechos compartidos, los sentidos compartidos, la memoriay los proyectos que se van desarrollando y reproduciendo a travs deuna acumulacin histrica, configurando estructuras de rebelin. Lamemoria y el proyecto poltico en particular se vuelven estructuras derebelin. Cabe tomar en cuenta que la memoria y el proyecto existen enplural, en varias versiones, pero como parte de un horizonte comn queproduce la identificacin, que es referente de interpretacin de sentidoy causa de los hechos.

    La configuracin de la memoria va muy ligada a la identificacin,en particular en el caso de lo nacional-popular, as como en el seno delas comunidades, aunque las identidades sean otras y su relacin con lonacional-popular sea a veces problemtica, a veces cercana e ntima.

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  • La memoria es como el fondo histrico vuelto subjetividad ntimae intersubjetividad compartida. La memoria se vuelve estructura derebelin sobre todo cuando contiene elementos de autonoma y libertadcolectiva como ejes articuladores que permiten vincular la presenciaselectiva del pasado con un horizonte de accin.

    Entre la memoria y el proyecto est la cultura en tanto valores,principios y fines que, por un lado, seleccionan en la complejidad de loshechos aquello significativo para la comunidad o la colectividad, de talmodo que son los ncleos de produccin de sentido de lo vivido y de loque se vislumbra como posible y deseable. Nociones de justicia, dere-chos, soberana, nacin, comunidad, dignidad pueden operar comoorganizacin de la relacin memoria-proyecto.

    Es clave el modo en que se articulan memoria y proyecto. Un pro-yecto sin memoria no jala fuerzas del mismo modo y con la mismaintensidad que cuando lo tiene. En este sentido, por ejemplo, en el senode lo nacional-popular es clave la memoria de la insurreccin y el cogo-bierno, y la de las rebeliones de Katari y Amaru en el seno de las comu-nidades. El proyecto contiene, por lo general, la forma del autogobierno,el que se recuerda y actualiza y el que se inventa.

    II

    En la historia de Bolivia hay bsicamente dos tipos de rebeliones: ind-genas y obreras, que se vuelven nacional-populares con un ncleo obre-ro en principio. Hay varios ciclos de rebeliones en la zona andina y otrosen la zona del oriente, la Amazona y el Chaco. Las rebeliones indgenasse han dado por siglos de manera separada. Durante el periodo coloniallas rebeliones son bsicamente indgenas. En los procesos de la Guerrade Independencia se vive la experiencia de las republiquetas, que seranlas primeras formas autnomas de lo nacional-popular. En el siglo XX sedan las formas de articulacin de lo comunitario indgena con lo nacio-nal-popular y la tendencia a componerse o combinarse. Por cuestionesde tiempo, me concentro en comentar y analizar la veta de desarrollo delo nacional-popular y su relacin de composicin con lo comunitariorebelde.

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  • Me centro en tres momentos: la revolucin del 52, noviembre de1979 y el ciclo que comienza en abril de 2000, para luego plantear doshiptesis sobre los ciclos y la dinmica de cambio de estas estructurasde rebelin.

    La revolucin del 52 es un proceso compuesto de varios procesosde acumulacin poltica e histrica que se fusionaron para producir lascrisis del estado y la reorganizacin del pas. El 52 fue un resultado de lacomposicin de un golpe de estado preparado por el MNR y una insu-rreccin obrera y popular, seguida de movilizacin campesina en algu-nas zonas en las que se tomaron tierras y haciendas.

    Una lnea de acumulacin histrica es la del MNR, que tena unadcada desde su fundacin y haba ganado las elecciones de 1950, cuyosresultados fueron escamoteados por un gobierno impuesto. Aqu caberesaltar que el mtodo de las capas medias para participar en la disputapor el poder poltico fue la organizacin en partido, las elecciones y elgolpe de estado el 52, en combinacin con la polica. El MNR articul asu favor la acumulacin poltica que empezaron a gestar los socialistasdesde inicios de siglo, en particular el programa de Marof2: tierras alpueblo y minas al estado.

    Otra lnea de acumulacin histrica es la del movimiento obrero,que viene tambin desde inicios de siglo. Desde la dcada de los cuaren-ta entra en una etapa de maduracin y extensin que le permite enfren-tar cada vezms el despotismo del capitalminero. Aqu cabe sealar quela forma primordial de organizacin de la clase obrera es el sindicato ysu articulacin sectorial y nacional, y de forma secundaria, los partidospolticos. En lo que concierne a su forma de lucha, se trata de un proce-so que parte de la organizacin interna en torno a la asamblea del sindi-cato, pasa a la huelga y de ella a la insurreccin armada.

    La articulacin de estas dos lneas de acumulacin histrica causla rebelin del 52, produciendo la coyuntura de crisis y refundacin delestado en Bolivia. Se podra decir que en la forma obrera de rebelda estincorporada la forma comunitaria de rebelin, combinada ya con la dis-ciplina sindical y el discurso nacionalista y socialista.

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    2. Marof, Tristn: La justicia del inca.1921.

  • Como proyecto, el ncleo articulador es la nacin, no la comunidad.Hay una finalidad moderna. Se trata de organizar la soberana del estadonacional. En torno a ello confluyen las formas de rebelin de los sectorespopulares urbanos y la de los obreros, as como parte de las capas medias.

    Las estructuras de rebelin fueron la forma poltica comunidad enalgunas zonas y la forma poltica sindicato. stas reaparecen como losprincipales ncleos de las estructuras de rebelin a fines de los setenta ydesde el ao 2000. La comunidad tiene un peso o presencia cada vezms fuerte. En el 52 no fue extensiva ni central. En torno a estas dos for-mas se fue ampliando el espectro de organizaciones que componen lasestructuras de rebelin.

    La estructura del conflicto fue articulada por estos procesos deacumulacin histrica. Por un lado, la articulacin del discurso naciona-lista revolucionario en la dcada de los cuarenta configura el horizontemoral e intelectual del proyecto poltico. El clivaje que el MNR establecees el de la contradiccin entra nacin y antinacin, en torno al cual searticulan los bloques sociales y polticos, en particular el bloque rebeldeantioligrquico. El proceso de formacin de la clase obrera y su organi-zacin sindical articula el otro clivaje, el clasista, que opera el 52 demanera secundaria pero con fuerza.

    En el discurso del nacionalismo no estaba planteado el clivajeentre propiedad terrateniente y servidumbre; en algunos otros discursossocialistas s, como en el deMarof, que, comomencionamos, propone elprograma de la poca: minas al estado y tierras al pueblo. Esta contra-diccin s estaba planteada por una serie de rebeliones indgenas quetuvieron su momento ms alto a fines del siglo XIX con el cerco de LaPaz. Luego contina en otra serie de rebeliones alrededor de Chayantaen la dcada de los veinte3, en los procesos de articulacin del proyectode la repblica del Tahuantinsuyu planteada por Nina en las primerasdcadas del siglo XX, como parte de unmovimientoms amplio de orga-nizacin de los caciques apoderados de las comunidades en la deman-da por sus tierras.

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    3. Cfr. Hylton, Forrest: Tierra comn: caciques artesanos e intelectuales radicalesy la rebelin de Chayanta en Ya es otro tiempo el presente. Cuatro momentos deinsurgencia indgena, Muela del Diablo, La Paz, 2003.

  • De los varios clivajes existentes en el pas el 52, el conflicto se con-centra en torno al par de contradicciones nacional y clasista, que orga-nizan a los bloques sociales en pugna y tambin el horizonte del proyec-to y las reformas del estado.

    La forma partido, que fue importante el 52, ha ido perdiendo pesoen las formas de rebelda y se ha ido adaptando por lo general a la repro-duccin y gestin de las estructuras de gobierno existentes. En las dca-das de los setenta y los ochenta los partidos han tenido un papel muysecundario y despus de la asamblea popular, a inicios de los setenta. Sepodra decir que los partidos ya no forman parte de las estructuras derebelin, aunque s de las de resistencia durante los setenta y ochenta.Durante los noventa y hasta hoy los partidos no participan para nada delas estructuras de rebelin. Son ms bien parte de las estructuras contralas cuales hay rebelin.

    Hay que tomar en cuenta los componentes del proyecto de larebelin del 52 y algunos de sus resultados ms significativos. El prime-ro es la nacionalizacin o la soberana estatal sobre los recursos natura-les, y a travs de esto, la industrializacin y la soberana econmica delpas. Lo menciono porque hoy reaparece como centro del proyectonacional-popular.

    Uno de los resultados de la rebelin es el cogobierno. Esta expe-riencia queda como parte del proyecto poltico. Las reformas, la rebeliny/o la revolucin por hacer deben incorporar como mnimo algunaforma de cogobierno con los trabajadores obreros y campesinos.

    La reforma agraria no ha generado ncleos o estructuras de rebe-lin sinoms bien ncleos de sustento, ms omenos conservadores, delnuevo estado. Se puede ver, por el contrario, que all donde la reformaagraria no ha desorganizado la forma comunitaria, a pesar de la intro-duccin de la pequea propiedad, todava se siguen activando ncleosde rebelin.

    El otro momento importante de rebelin es la resistencia al golpemilitar de Natush Busch en noviembre de 1979. Aqu reconstruyo elargumento de Ren Zavaleta4. En noviembre del 79 se habra ampliado

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    4. Zavaleta, Ren: Las masas en noviembre, Juventud, La Paz, 1983.

  • el universo humano o el sujeto y la forma de lo nacional-popular, a par-tir de la confluencia en torno a una convocatoria obrera realizada por laCOB contra el golpe militar. En torno a la centralidad proletaria conflu-yeron campesinos con sus propias formas de lucha, en particular el blo-queo organizado por sus sindicatos, y tambin otros sectores urbanospopulares.

    A esta fusin Zavaleta la llammasa, que es una forma de lo nacio-nal-popular que articula comunidades que aparecen polticamente en lonacional como sindicatos agrarios, los sindicatos obreros y las formas gre-miales de organizacin de los sectores populares urbanos y estudiantes.

    La masa, en este sentido, es una forma y estructura de rebelin.Cuando lo que aqu se est considerando como estructuras de rebelinse articula y fusiona en unmovimiento antigubernamental y antiestatal,configura lo que Zavaleta llam la masa, que no es algo informe sinoms bien una forma rebelde que se articul a partir de varios ncleosorganizativos, en la que se produce, reproduce y desarrolla la identidadnacional-popular. En la coyuntura del 79 la rebelin, que fue vencida,tena como programa la democracia, no precisamente la versin liberalde la democracia, sino su versin nacional-popular. Esta implica la com-binacin de derechos polticos para todos, el cogobierno como formaprctica del principio de igualdad poltica y, nuevamente, la renaciona-lizacin de la economa.

    Aprovechando la reflexin de Zavaleta, me animo a decir que lamasa es la forma que adopta toda rebelin en sus modalidades nacio-nal-popular y comunitaria. Se trata de gente actuando ms all de lasociedad civil y la comunidad, aunque a partir de ellas, en un grado defusin poltica que hace que no slo sean obreros, campesinos o algunaotra identidad sectorial, sino parte del pueblo rebelde.

    Uno de los rasgos de las rebeliones es precisamente la suspen-sin/sustitucin y cuestionamiento de las jerarquas previas, de lasseparaciones entre gobernantes-gobernados, de las mediaciones y lossistemas de autoridades. El momento de fluidez y crtica que instauranlas rebeliones produce, a su vez, la forma de fusin poltica que pode-mos bien llamar masa. Esto se puede mostrar y argumentar en el con-temporneo ciclo de rebelin en el pas.

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  • En 1979 la estructura del conflicto est configurada de maneracentral por el clivaje poltico dictadura-democracia, que tena comosoportes sociales a sindicatos obreros que son los que empujan latransicin a travs de un proceso de rearticulacin nacional y de articu-lacin de otros sectores populares en torno a su movimiento por unlado, y al ejrcito y la confederacin de empresarios que son los queinstauraron y sustentaron la dictadura, con apoyo de los gobiernos mili-tares de la regin y de EE UU por el otro.

    En tanto el sujeto obrero es la base de articulacin de la demandade democratizacin del pas, la estructura del conflicto tambin estcompuesta por el clivaje clasista, que es la base social en movimiento,que opera o instituye la centralidad del clivaje poltico a favor de lademocratizacin.

    En estos aos y coyuntura se empieza a desplegar ya el kataris-mo como movimiento poltico aymara que organiza el nuevo sindica-lismo y sus partidos polticos, el MITKA y el MRTK, que logran tenerrepresentacin en el parlamento durante el proceso de transicin pol-tica. Esta emergencia plantea que el clivaje tnico-cultural forma partede la estructura de conflicto, y aquel es introducido en el sistema departidos.

    El siguiente ciclo de rebeliones comienza en abril de 2000 con laguerra del agua y la constitucin de la Coordinadora. Un primer rasgoque vale la pena resaltar es que se trata de un movimiento victorioso.Cabe recordar tambin que en la historia del pas slo algunas rebelio-nes nacional-populares han sido exitosas; no as las rebeliones indge-nas, que han sido derrotadas militarmente despus de largos cercos.

    Un rasgo de las rebeliones victoriosas abril de 2000 y octubre de2003 es que no se haban propuesto una revolucin o un cambio glo-bal del poder poltico y el orden social. Tenan fines parciales, limitados,reformas dentro del estado existente: la cancelacin de leyes y de la pol-tica econmica; la ltima, la cabeza del presidente. A partir de deman-das y fines limitados y parciales se fueron planteando, sin embargo,cuestiones globales, como el cambio de modelo econmico y la consti-tuyente, en la veta nacional-popular, y en cierto momento de septiem-bre de 2001, la autonoma aymara.

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  • En primer lugar, la coyuntura de la guerra del agua fue una revuel-ta urbana en torno a la cual fueron confluyendo los sindicatos agrarios ylos comits de regantes, sobre todo. Fue resultado de la movilizacin dealgunas estructuras de organizacin que activaron la revuelta. Se tratde una composicin de comits de regantes, sindicatos agrarios, la fede-racin de fabriles y algunos grupos cvicos regionales de manera secun-daria, pero la clave fue la constitucin de su forma de articulacin gene-ral: la Coordinadora, que es un resultado de la rebelin. La Coordinadorase vuelve la principal estructura de la rebelin.

    Desde la guerra del agua se ha incorporado la forma de laCoordinadora como un rasgo que tiende a aparecer y organizarse en lascoyunturas de movilizacin general y crisis poltica. Desde entonces vamadurando la idea de una coordinadora de losmovimientos sociales, enlo que hay avances y retrocesos. Aparece y desaparece, pero ya formaparte del horizonte de organizacin y accin popular.

    La Coordinadora se hizo necesaria para la articulacin y la repre-sentacin de una diversidad y pluralidad de organizaciones, fuerzas yopiniones. Responde, a la vez, a la condicin de fragmentacin inducidapor la economa y la poltica neoliberal, pero tambin a la diversificaciny el desarrollo de la sociedad civil.

    En la coyuntura de la guerra del agua se actualiza la memoria del52 y la del 79 como revuelta que confluye hacia la ciudad en la que seenfrenta al ejrcito con la polica, y a travs de ellos, al gobierno. Seactualiza tambin el proyecto de nacionalizacin o renacionalizacin eneste caso, primero del agua y luego de la economa del pas.

    De la coyuntura misma de la guerra del agua sale la consigna de laconstituyente. Desde entonces se liga el programa de nacionalizacin ydemocratizacin o reforma del estado con presencia de los trabajadores.El eje del proyecto es nacionalizacin y democracia. Se trata de la actua-lizacin de lamemoria y proyecto nacional-popular, pero con desarrolloy cambios.

    Del agua se ha pasado a la tierra, en lo que cabe distinguir tresvetas de movilizacin: la de los pueblos del oriente, la Amazona y elChaco, que tuvo un ciclo demovilizaciones que se acompaa de un con-junto de reformas que incluye el reconocimiento de las tierras comuni-

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  • tarias de origen. Esta veta no ha experimentado rebeliones, sino un pro-ceso de movilizaciones reformista que ha sido exitoso en el medianoplazo.

    La otra veta es la del Movimiento Sin Tierra, que combina algo dela experiencia brasilea con la memoria del 52 y un poco de polticacomunitaria. La tercera veta, la ms fuerte y conflictiva, es la de lascomunidades y sindicatos aymaras y quechuas en el Altiplano, que tuvosumomentoms fuerte en septiembre de 2001. Aqu la principal estruc-tura de rebelin es la comunidad misma, es decir, la forma general deotra sociedad o sistema de relaciones sociales que se mueve contra elgobierno y el estado. Esto implica que se actualiza no slo el problemairresuelto de la reforma agraria, sino tambin el del autogobierno de lascomunidades, aunque el conflicto se articule en relacin con el estado,como demanda de tractores, inversin, cambio de la Ley INRA o rgimenjurdico de la propiedad de la tierra.

    Uno de los rasgos de octubre fue un rpido desplazamiento de losncleos de conflicto y movilizacin, a la vez que la proliferacin y acti-vacin de varios ncleos de resistencia, movilizacin y accin poltica.Empez en el altiplano con demandas parciales y locales, a las que sesumaron las movilizaciones contra la venta del gas por Chile y por uncambio en la Ley de Hidrocarburos que recupere el gas bajo controlnacional. A esto se articula el proceso de movilizacin de El Alto por susdemandas locales, universidad e impuestos.

    La represin produjo una veloz articulacin de varias temporali-dades o ciclos de movilizacin, algunos de rebelin poltica.

    Mi hiptesis es que estn desplegndose por lo menos dos ciclosde rebelin en la historia reciente del pas. Por un lado, se ha iniciado unciclo demovilizacin y rebelda aymara-quechua o comunitaria, con susextensiones en las ciudades andinas, en particular en El Alto. Esto seviene gestando desde hace tiempo, desde la dcada de los setenta, peroaparece recin produciendo crisis desde el ao 2000 en la arena polticanacional. Se ha pasado de la acumulacin interna, y en el seno de la pol-tica nacional a travs de formas y fases reformistas, a la de la rebelin.Considero que estamos en los inicios de un ciclo ms o menos largo derebelin comunitaria.

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  • Hay que tener en cuenta que las coyunturas fuertes de las rebelio-nes indgenas anteriores no son hechos aislados en el tiempo, sino resul-tado de la acumulacin histrica de varias dcadas. En este sentido, espertinente la nocin de ciclos de rebelin.

    Hay otro ciclo de rebeliones que ha comenzado a desplegar elcampo de lo nacional-popular desde la guerra del agua en abril de 2000.A veces lo nacional-popular penetra lo comunitario aymara-quechua, aveces esto penetra y se compone con lo nacional-popular.

    Se est ampliando el espectro de las formas organizativas queoperan como estructuras de rebelin. En abril de 2000 aparecieron loscomits de regantes y la Coordinadora. En octubre de 2003, las juntasvecinales se vuelven por primera vez estructuras de rebelin. La dife-rencia entre abril de 2000 y octubre de 2003 es que en 2003 no haycoordinacin general, sino la confluencia espontnea en unamoviliza-cin que tena cada vez ms carcter nacional. Uno de los rasgos deoctubre es que fue una convergencia contra la tirana del gobierno,contra la venta del gas y por su nacionalizacin, y por las reivindicacio-nes particulares de cada sector: una combinacin de lo general y loespecfico.

    La estructura de los conflictos que se despliegan los ltimos aosest compuesta y tensionada por el clivaje clasista que hoy se mueveen torno a la contradiccin privatizacin-renacionalizacin. Lalucha de clases se despliega en torno a ncleos macro, una vez que lasreformas desreguladoras del trabajo y el capital trataron de desorgani-zarla e invisibilizarla al nivel micro de los lugares de trabajo y produc-cin. La disputa por el excedente no est tanto al nivel del salario, sinoal del control de los recursos naturales y las posibilidades de su redis-tribucin en produccin y reproduccin social. La estructura de con-flicto tambin est compuesta por el clivaje planteado por las organi-zaciones aymaras y quechuas, por un lado, y las organizaciones de lospueblos de las tierras bajas, la Amazona y el Chaco, por el otro. En losltimos hay una apuesta estratgica por la va de las reformas inclusi-vas en el seno del estado boliviano. En el mbito aymara y quechua secombinan las prcticas y perspectivas de reforma con los momentosde rebelin.

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  • III

    Hay dos ciclos de rebeliones que estn desplegndose demanera parale-la, combinndose, interpenetrndose, separndose tambin, en coyun-turas de crisis general, pero tambin en el tiempo de acumulacin hist-rica, sobre todo porque lo indio ya no es exclusivamente rural sino tam-bin urbano. Esta condicin tiende a imbricarlo con lo nacional-popular,adems de la historia o memoria de la revolucin nacional del 52.

    En cada nueva coyuntura de rebelin no se repite el mismo patrnde composicin y movilizacin, en lo social y en lo poltico. Hay un pro-ceso de mutacin en las formas de accin y organizacin, pero sobretodo en las formas de fusin o de la masa que se configura en losmomentos de rebelin.

    Se trata, sin embargo, de formas y momentos de rebelin queestn actualizando la memoria de organizacin y proyecto contenida enla historia de lo nacional-popular y lo comunitario en el pas.

    Cada una de las coyunturas de crisis del ao 2000 en adelante hatenido de una composicin diferente en lo que concierne a la articula-cin de las estructuras de rebelin y de los grupos sociales, as como en lo que se refiere a las formas de identificacin, al proyecto polticola forma de fusin, aunque reaparezcan de manera recurrente algunosmtodos y formas de accin, como el bloqueo, la marcha, la huelga.Ahora se estn dando de manera simultnea, con resultados generalesmutantes en trminos de la forma de la masa.

    La forma de la masa, que es la forma del sujeto compuesto de larebelin, est mutando. Lo nacional-popular ha vuelto a adquirir laforma de la masa. A la vez que actualiza su memoria histrica, estmutando rpidamente. Lo nacional-popular est en fluidez y se estmasificando conms frecuencia. Se trata de unamasa rebelde que tieneun proyecto de nacionalizacin y la reconstitucin de la democraciacomo cogobierno entre trabajadores.

    En la ltima coyuntura de crisis estatal, desplegada en mayo yjunio de 2005, se ha experimentado una nueva forma y secuencia defusin y articulaciones aleatorias. Las movilizaciones empezaron con

    Estructuras de rebelin

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  • marchas organizadas por el MAS, el partido campesino de proyectonacional. Simultneamente comenzaron marchas de los sindicatoscampesinos, luego de losmineros. Paralelamente, las juntas vecinales dela ciudad de El Alto comenzaron tambin las marchas y los bloqueos.Las fuerzas circulan, empiezan en Cochabamba hacia La Paz, haciadonde se mueven tambin las movilizaciones del resto del pas en esteprimer momento.

    Lo peculiar de las movilizaciones es que si bien varias fuerzasestn en movimiento y atraviesan la ciudad de La Paz casi cada da, nose fusionan, a no ser en los momentos de la lucha callejera. La conver-gencia se da en torno al programa del momento: nacionalizacin yasamblea constituyente. Una vez que el congreso decide irse a sesionara Sucre, nuevas fuerzas se mueven hacia la capital del pas: mineros ycampesinos que, junto a los estudiantes, cercan nuevamente a los parla-mentarios y evitan la sucesin presidencial que implicaba el paso a lafase autoritaria y altamente represiva del estado boliviano.

    En esta coyuntura se vio que los elementos de programa nacionalse sobreponen a los de carcter indio o indgena. Las fuerzas campesi-nas y comunarias tambin defienden la continuidad, pero reformada,de las instituciones de aquello que todava se llama democracia. Todaslas estructuras de organizacin popular se han activado para evitar lavuelta de los partidos al gobierno, pero estn actuando cada una por sulado y conmandos autnomos, que se articulan difcilmente a no ser enlos momentos de intensidad del enfrentamiento poltico y militar.

    El horizonte poltico del presente siglo est configurado por lasrebeliones nacional-populares y comunitarias que bloquean la recom-posicin del dominio neoliberal en el pas, aunque todava no han logra-do sustituirlo. Demanera paralela, se ha incorporado en ese horizonte lavictoria electoral del partido campesino que contiene el voto nacional-popular y comunitario, posibilidad alimentada bsicamente por lasrebeliones. Estamos en el horizonte de una victoria electoral cuya con-dicin histrica de posibilidad es el ciclo de rebeliones, y la defensa dela misma pasa por la latencia de otras rebeliones. Los cambios polticosen el pas se estn alimentando de esta relacin entre rebeliones y pol-tica electoral.

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