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1 ESTUDIOS Reconciliando la esperanza. Corte Penal Internacional. Maria Florencia Dall´Aglio Abogada, UNLP. Este artículo está realiza- do sobre la base del Trabajo de Seminario realizado por la autora para obtener su título de grado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y So- ciales de la Universidad Nacional de La Plata La Corte Penal Internacional se pensó sin dudas ante la falta de justicia e impunidad demostrada por los siste- mas judiciales nacionales, constituyén- dose en una realidad para todos aque- llos estados que no sólo apoyen el Estado de derecho, sino también que lo defiendan y entiendan como valor indispensable para garantir la seguri- dad y libertad de la humanidad. El establecimiento definitivo de la Corte Penal en el ámbito y Jurisdic- ción internacional, responde a una necesidad imperiosa para la humani- dad, que cobra radical significado en un mundo con diferencias sociales y culturales en donde la globalización, como fenómeno, se radica también en la criminalidad. 1. Marco histórico Introducción: La Corte Penal Internacional cons- tituye el primer intento, en tiempos de paz, para dar respuesta en forma permanente a los fenómenos degena- rativos surgidos tanto en tiempos de guerra como de paz. Constituye sin dudas una iniciativa que persigue la desaparición de lagunas de derecho, caracterizadas por la marginación de los tribunales de justicia en cuestio- nes de terrorismo, genocidio o críme- nes de guerra o lesa humanidad. La idea de una persecución penal internacional, y más precisamente, la de una Corte Internacional, tuvo una lenta evolución, para finalmente dar un gran avance en la década de los ’90. Sin perjuicio del estudio histórico y del desarrollo de los principales pre- cedentes; considero a priori importante hacer una apretada síntesis relaciona- da con la naturaleza jurídica de los crímenes internacionales, por enten- der necesario conceptualizar los ele- mentos y herramientas normativas que posibilitan la actuación evolutiva de la jurisdiccion internacional. Las disposiciones jurídicas interna- cionales sobre crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad se han aprobado y desarrollado en el marco del derecho internacional hu- manitario, o del derecho de los con- flictos armados, rama particular del derecho internacional que tiene sus propias peculiaridades y que desde hace 60 años a esta parte ha experimenta- do un intenso período de crecimien- to, evolución y consolidación. La jurisdiccion penal internacional presentaba, entre otros, el inconve- niente respectivo a la dilusidación de la naturaleza jurídica de los crímenes internacionales, haciendo eco de ello las normas del derecho humanitario referentes a los crímenes y a la res- ponsabilidad internacional, no siem- pre han resultado suficientemente claras, con lo cual en la práctica se desdibujaban sus buenas intenciones. Tradicionalmente se conocía la divi- sión tripartita de categorías de críme- nes, a saber: crímenes de guerra, críme- nes contra la paz, y por último críme-

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Reconciliando la esperanza.Corte Penal Internacional.

Maria Florencia Dall´Aglio

Abogada, UNLP. Este artículo está realiza-do sobre la base del Trabajo de Seminario

realizado por la autora para obtener su título degrado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y So-ciales de la Universidad Nacional de La Plata

La Corte Penal Internacional se pensósin dudas ante la falta de justicia eimpunidad demostrada por los siste-mas judiciales nacionales, constituyén-dose en una realidad para todos aque-llos estados que no sólo apoyen elEstado de derecho, sino también quelo defiendan y entiendan como valorindispensable para garantir la seguri-dad y libertad de la humanidad.

El establecimiento definitivo de laCorte Penal en el ámbito y Jurisdic-ción internacional, responde a unanecesidad imperiosa para la humani-dad, que cobra radical significado enun mundo con diferencias sociales yculturales en donde la globalización,como fenómeno, se radica tambiénen la criminalidad.

1. Marco histórico

Introducción:

La Corte Penal Internacional cons-tituye el primer intento, en tiemposde paz, para dar respuesta en formapermanente a los fenómenos degena-rativos surgidos tanto en tiempos deguerra como de paz. Constituye sindudas una iniciativa que persigue ladesaparición de lagunas de derecho,caracterizadas por la marginación delos tribunales de justicia en cuestio-nes de terrorismo, genocidio o críme-nes de guerra o lesa humanidad.

La idea de una persecución penalinternacional, y más precisamente, lade una Corte Internacional, tuvo unalenta evolución, para finalmente darun gran avance en la década de los ’90.

Sin perjuicio del estudio histórico

y del desarrollo de los principales pre-cedentes; considero a priori importantehacer una apretada síntesis relaciona-da con la naturaleza jurídica de loscrímenes internacionales, por enten-der necesario conceptualizar los ele-mentos y herramientas normativas queposibilitan la actuación evolutiva dela jurisdiccion internacional.

Las disposiciones jurídicas interna-cionales sobre crímenes de guerra ycrímenes en contra de la humanidadse han aprobado y desarrollado en elmarco del derecho internacional hu-manitario, o del derecho de los con-flictos armados, rama particular delderecho internacional que tiene suspropias peculiaridades y que desde hace60 años a esta parte ha experimenta-do un intenso período de crecimien-to, evolución y consolidación.

La jurisdiccion penal internacionalpresentaba, entre otros, el inconve-niente respectivo a la dilusidación dela naturaleza jurídica de los crímenesinternacionales, haciendo eco de ellolas normas del derecho humanitarioreferentes a los crímenes y a la res-ponsabilidad internacional, no siem-pre han resultado suficientemente claras,con lo cual en la práctica se desdibujabansus buenas intenciones.

Tradicionalmente se conocía la divi-sión tripartita de categorías de críme-nes, a saber: crímenes de guerra, críme-nes contra la paz, y por último críme-

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nes de lesa humanidad. En la actuali-dad podemos afirmar que se ha supera-do la difuminación de la categoriza-ción antedicha, quedando comprendi-dos dentro del más amplio y abarcativoconcepto de crimina juris gentium.

1/A los Tribunales MilitaresInternacionales de Nüremberg yTokio.

Aunque la idea de la responsabili-dad penal individual por violacionesdel derecho internacional es antigua,de hecho, fueron los procesos contralos principales criminales de guerra,concluida la II Guerra Mundial, los

que hicieron de dicha idea una reali-dad incuestionable e inobjetada, cris-talizada en el nacimiento de un movi-miento en la comunidad internacio-nal, que claramente comenza a teneruna conciencia más clara de la necesi-dad de entablar juicios por violacio-nes graves a las leyes de guerra, te-niendo en consideración tanto la res-ponsabilidad tradicional de los esta-dos como la responsabilidad personalde los individuos1 .

En vista de los atroces crímenescometidos por los nazis y por los ja-poneses, las Potencias aliadas concer-taron rápidamente acuerdos entre síy, posteriormente, instauraron los Tri-bunales Internacionales Militares deNüremberg y Tokio «encargados deljuicio y castigo de criminales de gue-rra por delitos carentes de una ubica-ción geográfica.

Estas jurisdicciones especiales, des-vinculadas del tan arraigado principioterritorial imperante en la materia,tuvieron también en cuenta las nuevascategorías de crímenes contra la hu-manidad y de crímenes contra la paz.Es dable transcribir al respecto el artí-culo 6 del Estatuto del Tribunal MilitarInternacional de Nüremberg en el cualfueron establecidas las bases jurídicaspara el enjuiciamiento de individuosacusados de los siguientes actos:

- Delitos contra la paz2

- Delitos de guerra3

- Delitos contra la humanidad4

1/B Resultados de Nüremberg yTokio.

La sentencia condenatoria contra24 de los más altos representantes delrégimen nazi, puso un término sim-bólico a ese nefasto régimen y, en elcaso de las 12 sentencias a muerte,también un final real a la vida deaquéllos representantes.

Podemos afirmar, más allá de lasdistintas perspectivas al respecto, que

La jurisdiccion penalinternacional presentaba,

el inconveniente respectivo ala dilusidación de lanaturaleza juridicade los crímenesinternacionales

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1 “Por primera vez, en un texto convencional se preveny definen expresamente en sus elementos constitutivos,los crímenes de guerra, los crímenes contra la paz y loscrímenes de lesa humanidad” P. Dailler /A Pellet, paris1999, pág.676.

2 Delitos contra la paz: Planear, preparar, iniciar o ha-cer una guerra de agresión; violar tratados, acuerdos ogarantías internacionales; participación en planes comu-nes o conspiraciones para la comisión de cualquiera delas acciones descriptas.

3 Delitos de guerra: Violaciones a las leyes y costum-bres de guerra, A continuación se establece una listaentre los cuales se incluye, inter alia los siguientes,asesinato, maltrato o deportación en condiciones de esclavitudtanto de población civil como de prisioneros de guerra;ejecucuines de rehenes; saqueos de propiedad pública oprivada, destrucciones injustificadas de ciudades, villas,aldeas; desvastamientos no justificados por necesidadesmilitares.

4 Delitos contra la humanidad: Asesinatos, exterminios,esclavizaciones, deportaciones, etc. perpetrados contrapoblaciones civiles, antes de la guerra o durante ella;persecusiones por motivos políticos, raciales o religio-sos, con independencia del derecho interno del estadoen donde se haya cometido.

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el innegable significado histórico delproceso bajo análisis, es la apertura deuna etapa, conjuntamente con el na-ciente derecho humanitario internacional,de una nueva vigencia de los princi-pios universales de los derechos huma-nos. Ahora bien, es necesario aclararque la medida en que el Tribunal deNüremberg fue capaz de crear prece-dentes para el desarrollo del derecho,dependía no sólo de la historia políti-ca de aquel entonces, sino también desus propias bases jurídicas.

Interesa a los fines de una perspec-tiva futura la cuestión atinente a lajurisdicción material del tribunal mi-

litar, es decir cuales eran los delitosque el tribunal consideraba dentro desu competencia. La respuesta comosabemos la hallamos en el artículo seisdel Estatuto en el cual se hace refe-rencia a las categorias de crímenesanteriormente descriptos.

En los tiempos del Proceso de Nû-remberg, sin embargo, las cosas noeran tan sencillas, es menester desta-car que el término «Derechos huma-nos» no es usado en el Estatuto, eraen aquel entonces exclusivo del reinode la filosofía del derecho o, cuantomucho, del derecho constitucional.

A pesar de la inseguridad concep-tual existente en Nüremberg respectoa las distintas categorías de crímenes,es dable hacer referencia al esfuerzo

realizado por el Tribunal por subsumirla mayor cantidad de crímenes posi-bles a la categoría de crímenes de gue-rra5 ; por su parte a tavés de la lecturade los debates esgrimidos en las sen-tencias se refleja la búsqueda de aquelconcepto salvador, para arribar a unacondena jurídicamente sólida.

El proceso de Nüremberg, tímida-mente, pero de manera notable abriópaso a la idea de la existencia de de-rechos universales del hombre queningún gobierno puede soslayar, tan-to en tiempos de guerra como de paz,sea en contra de sus ciudadanos o losde otra nación.

1/C El después de Nüremberg yTokio.

Por lo expuesto anteriormente, laexperiencia jurisdiccional de Nürembergy Tokio marcó el inicio de un procesogradual de formulación precisa y deconsolidación de principios y normas.Ambos procesos, aunque con menorimpacto el de Tokio, produjeron la emisiónde un gran número de fallos que con-tribuyeron ampliamente a la formaciónde la jurisprudencia referente a la res-ponsabilidad penal individual a la luzdel derecho internacional.

De esta manera y en forma expedi-ta es que en la fecha 11 de diciembre

En vista de los atrocescrímenes cometidos por

los nazis y por los japoneses,las Potencias aliadas con-certaron rápidamenteacuerdos entre sí einstauraron los Tribu-nales InternacionalesMilitares de Nûrem-berg y Tokio

5 El ejemplo más apropiado para demostrar lo absurdo aque se llegó en inflar la idea de los crímenes de guerra,era la sentencia contra Julius Streicher, quien fue conde-nado a la pena de muerte. Ese Streicher, un pequeñoprofesor de un colegio de Nuremberg, se hizo grande conla subida de los nazis, convirtiéndose en uno de lospropagandistas más asquerosos del régimen, con un an-tisemitismo vociferante que hasta causó disgusto a algu-nos nazis. No participó, sin embargo, en la guerra, yaque probablemente era indispensable en su árdua laborde propaganda antisemita. No se sabe si él mismo matóa una sola persona, mucho menos en un contexto deguerra. Su crimen era la permanente incitación al exter-minio de los judíos, antes y durante la guerra, pero sinuna relación inmediata con las acciones de la guerra.Lasentencia tuvo que basarse, en este caso ejemplar, en elcrimen contra la humanidad. Se hizo así, pero no sinagregar, en la última frase, que Streicher también parti-cipó, con su propaganda, en la preparación de la guerra.

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de1946 la Asamblea General de lasNaciones Unidas aprobó por voto uná-nime la Resolución 95, titulada «Con-firmación de los Principios del Dere-cho Internacional reconocidos por elEstatuto del Tribunal de Nüremberg».Después de haber «tomado nota» delAcuerdo de Londres del 8 de agostode 1945 y del Estatuto anexo al mismo(y de los documentos paralelos relati-vos al Tribunal de Tokio), la AsambleaGeneral tomó dos cruciales medidas,de las cuales es dable destacar la pri-mera de ellas en razón de su innega-ble importancia jurídica, a saber: laAsamblea General «confirmaba» losprincipios de derecho internacionalreconocidos por el Estatuto del Tribu-nal de Nüremberg y por las sentenciasde dicho Tribunal. Lo cual implica queal entender del citado organismo, eltribunal militar había tenido en cuen-ta los principios imperantes de dere-cho internacional, pertenecientes alderecho consuetudinario.

Respecto a la segunda de las me-didas en cuestión, consistía en el com-promiso de codificar dichos principios,tarea encomendada a la Comisión deDerecho Internacional (CDI), órganoauxiliar de la Asamblea General de lasNaciones Unidas.

1/D Década del 90’, su especialimportancia

La evolución acontecida y el inte-rés por establecer una jurisdicción penalinternacional, fue decayendo paulati-namente, dejando de estar incluídoen la agenda de los organismos inter-nacionales, en especial en los proyec-tos de la ONU (Organización de lasNaciones Unidas). Situación que serevierte recién en la década del 90, apartir de los aberrantes actos de lim-pieza étnica, genocidio y masiva vio-lación de los derechos humanos ocu-rridos en la ex-Yugoslavia en 1991, yen Ruanda en 1994. Se produce un

nuevo impulso en la comunidad inter-nacional respecto a la creación de tri-bunales internacionales.

Como consecuencia de lo manifes-tado, el Consejo de Seguridad de lasNaciones unidas, se dispuso a la crea-ción de dos organos ad-hoc destina-dos a enjuiciar y en su caso a conde-nar a los responsables de los crímenescometidos en la ex Yugoslavia y Ruanda.

Con la instauración de los tribuna-les para el enjuiciamiento de críme-nes cometidos en ex Yugoslavia (TPIY)y en Ruanda (TPIR), respectivamente,se dio un paso importante en el largoproceso para desarrollar normas sobre

la responsabilidad penal individual envirtud del derecho internacional hu-manitario, representando un progre-so capital hacia la institución de unajurisdicción permanente.

Del estudio de las diversas resolu-ciones emanadas del Consejo de Segu-ridad de las Naciones Unidas, surge elcontenido de una normativa destina-da a preveer actos punibles en virtuddel derecho internacional humanita-rio.

Sin perjuicio de la existencia dediferencias entre el Estatuto del Tri-bunal Internacional para ex Yugosla-via y el de Ruanda, el enfoque globalde sus disposiciones son semejantes.Por otra parte, considero oportuno

A partir de los aberrantesactos de limpieza étnica,

genocidio y masiva violaciónde los derechos humanosocurridos en la ex-Yugoslaviaen 1991, y en Ruanda en1994. Se produce un nuevoimpulso en la comunidadinternacional respectoa la creación de tribu-nales internacionales

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destacar que ambos se encuentran enel presente codificados en un cuerpoúnico, el “Estatuto de Roma“, instru-mento que agrupa de manera orgáni-ca normas y principios aprobado el 17de julio de 1998 por la la ConferenciaDiplomática de las Naciones Unidaspara la creación de una Corte PenalInternacional.

1/E Consideraciones finales.

A partir de la Segunda Guerra Mun-dial, se produjo un considerable avancerespecto de la categorización de loscrímenes, considerando los hasta en-tonces contemplados, a saber, críme-nes de guerra, de lesa humanidad ygenocidio, como parte integrante deun concepto más abarcativo “criminajuris gentium”.

La evolución descrita, presenta comocarasterística peculiar y de trascendenciala proliferación de tratados, como asítambién la intención constante enexpandir el ámbito del derecho inter-nacional a través de la creación dejurisdicciones y el análisis de concep-tos de índole jurídica y de decisionesjudiciales.

Cincuenta años después de los Tri-bunales de Nüremberg y como corola-rio de la evolución incursionada en elámbito internacional, la comunidadinternacional dio un paso decisivo ytrascendental en materia de erradica-ción de la impunidad por graves vio-laciones a los derecho humanos. El 17de julio de 1998 fue aprobado en Roma,Italia, el Estatuto de la Corte PenalInternacional (conocido como el Esta-tuto de Roma), año en el que aconte-cen hechos relevantes, que producenla ruptura, de lo que podemos llamar“barreras de impunidad”, que hastaese momento, y con las excepcionesde los Tribunales ad hoc, habían sidola norma.

Merece especial atención, el hechoque de la mera lectura de sus disposi-

ciones se refleje la intención primogeneade erradicar la impunidad, o si se pre-fiere de acentuar la necesidad de queaquellos crímenes de trascendencia parala comunidad internacional en su con-junto, encuentren castigo; es por elloque también se preven la adopción demedidas que posibilitan la armoniza-ción normativa, y la intensificaciónde la cooperación, para de esta mane-ra asegurar el efectivo sometimientoa la justicia.

2. Marco institucional.

Introducción.

A partir del Tribunal Militar deNüremberg se sucedieron bajo losauspicios de la Organización de lasNaciones Unidas (ONU), numerososproyectos dirigidos a dar forma alEstatuto de la Corte Penal Internacio-nal de carácter permanente, y a latarea aún más ambiciosa, de definir elalcance y contenido de los crímenesque debían constituir la competenciade tal órgano Jurisdiccional.

No había dudas respecto a las defi-ciencias existentes en el sistema derepresión estipulado en el derechointernacional, creyéndose necesarioentonces la adopción de nuevas insti-tuciones y normas, para de esta mane-ra garantir el efectivo enjuiciamientode crímenes internacionales.

En resumidas cuentas podemos de-cir que, el resultado de lo acontecidoen Ruanda y en la ex Yugoslavia, en-

Cincuenta años después delos Tribunales de

Nüremberg, el 17 de julio de1998 fue aprobado enRoma, Italia, elEstatuto de la CortePenal Internacional

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tendido como proceso intenso y com-plejo de toma de conciencia interna-cional no se hizo esperar: el 17 dejulio de 1998, fue la Conferencia Di-plomática de Plenipotenciarios de laNaciones Unidas6 , reunida en Roma,que aprobó el Estatuto de la CortePenal Internacional.7

Entiendo que si bien difícilementepueda lograrse erradicar el crímen através de la instalación de un tribunalInternacional, es innegable su poten-

cial poder de disuasión.8 Por consi-guiente bienvenidos sean los logros yresultados de Roma, propiciando sulabor sin restricciones.

2/A Estatuto de Roma,caracteres especiales.

El Estatuto de la Corte Penal Inter-nacional se compone de un complejoentramado de normas de diverso ca-rácter. La índole misma, escogida parainstrumentar institucionalmente la CortePenal Internacional, a saber tratadointernacional; así como las prescrip-ciones relativas a la cooperación in-ternacional y asistencia judicial, des-tinadas a garantizar el desarrollo ade-cuado de la investigación y enjuicia-miento de los crímenes de su compe-tencia, normados en los artículos 86 y87, le conceden, sin duda, marcadatrascendencia en el ámbito del Dere-cho Internacional Público.

Dentro del conglomerado de dis-posiciones ut supra destacado, el Esta-tuto contiene una serie de normas denítido contenido penal material, cuyoalcance no se limita a la descripciónde los crímenes de competencia de laCorte, sino que se extiende a la deter-minación de los principios garantísticosdelimitadores del ejercicio de su po-der, así como a los presupuestos fun-damentadores de la responsabilidadde los sujetos sometidos a su jurisdic-ción, sin olvidar, además, la relaciónde penas aplicables.

El Estatuto, sigue un modelo defusión de las diversas perspectivas ju-rídicas implicadas en el funcionamientode la Corte, de modo tal que en él secrea y estructura la Corte Penal Inter-nacional, se determina su competen-cia, se definen los crímenes sobre losque ejercerá jurisdicción y los presu-puestos de responsabilidad criminal yse establecen las líneas básicas delprocedimiento aplicable.

Respecto a la composición de la○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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6 La Asamblea General de la ONU acordó la celebraciónde esta Conferencia Diplomática mediante resolución 51/207 del 17-12-96.

7 “Sin ser el propósito quitarle mérito a la conferencia,en razón de su indiscutible éxito, acudieron 160 Esta-dos, es de lamentar el voto en contra de algunos paísesde gran importancia en el reparto del poder mundial,entre los cuales cabe destacar Estados Unidos de Americay China “ Gutierrez Espada, Luces y Sombras del Tribu-nal Internacional, ps.87 y

8 Si el castigo sirve para la disuasión de posibles crimi-nales, es una interrogante sin solución desde los iniciosde la jurisprudencia. Las respuestas siempre han sidomuy contrarias, y lo serán también en el futuro, porquedependen tanto, o tal vez más, de la filosofía de lanaturaleza humana y de la visión de una sociedad queuno tiene que de datos empíricos. Para el pionero de lamoderna filosofía del derecho, el italiano Cesare Beccaria,en su libro «Dei delitti i delle pene» (1764), el castigoera necesario para que los hombres «sientan» la obliga-ción de «no volver al estado primitivo de guerra perma-nente y resistan a aquel principio universal de la disolu-ción que domina en todo el mundo físico y moral”, unavez que la humanidad haya alcanzado el estado de lasleyes, que para Beccaria eran “las condiciones que seimpusieron los hombres independientes y aislados paraconvivir en sociedad”.

El Estatuto se extiende a ladeterminación de los

principios garantísticosdelimitadores del ejercicio desu poder, así como a los pre-supuestos fundamentadoresde la responsabilidad de lossujetos sometidos a su juris-dicción, sin olvidar,además, la relaciónde penas aplicables.

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Corte, podemos manifestar que el Es-tatuto establece el número de diecio-cho magistrados, que necesariamentehan de ser nacionales de algunos delos estados partes, sin que en ningúncaso pueda haber más de un represen-tante del mismo estado. Los magistra-dos se distribuyen en tres secciones,conforme lo normado en el artículo34. B: Las de Cuestiones Preliminares,Primera Instancia y Apelaciones.

Por su parte, el fiscal tiene a sucargo la investigación de los hechos,como así también el ejercicio de laacción penal, según lo previsto en elartículo 42 del Estatuto de Roma. Losaspectos administrativos, por últimoquedan encomendados a la secretaría,(articulo 43).

La estructura y modo de funciona-miento del tribunal ponen de mani-fiesto la clara intención de preservaral máximo su independencia en la tareade investigación y juicio de los críme-nes de su competencia.

Sin embargo, el articulo 16 del Esta-tuto preve una excepción a esa líneageneral que en la práctica encierra unriesgo, a saber, la obstaculización dela actividad normal de la Corte; enefecto, el mencionado precepto obligaa la Corte a suspender la investigacióno enjuiciamiento de un hecho que seencuentre en curso si así se lo imponeel Consejo de Seguridad de las Nacio-nes Unidas por un período de 12 mesesrenovable en las mismas condiciones9 .

Si se tiene en cuenta la composicióndel Consejo de Seguridad y, sobre todo,la presencia en el mismo de de algu-nos de los Estados que votaron en con-tra del estatuto de Roma, no es díficilvislumbrar en esta medida aparente-mente excepcional, una clara amenazade paralización de la actividad juris-diccional independiente de aquel ór-gano, cuando así interese a algun sec-tor con especial protagonismo en elreparto del poder mundial.

Con todo en términos generales,ha de admitirse que la composiciónde la Corte, y las normas sobre ins-trucción y enjuiciamiento de los crí-menes, suponen un importante avan-ce en aras a consolidar una justiciainternacional autónoma y de carácterpermanente.

2/B Análisis de la competenciade la Corte Penal Internacional.

El tema de la competencia, juntocon el referente a los hechos someti-dos a jurisdicción de la Corte PenalInternacional, constituye sin ningúnlugar a dudas uno de los más impor-tantes a desarrollar en la presenteexposición, no siendo casual el hechode que el Estatuto de Roma desde supreámbulo contenga una disposicionexpresa respecto a su ámbito de com-petencia, a saber se declara que laCorte Penal Internacional será “com-plementaria de las Jurisdicciones Na-cionales”.

En términos generales, la mencio-nada complementariedad se consoli-da y concreta en la restricción de su

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9 El texto del artículo resulta confuso pues, si bien enprincipio parece imponer ese período como un máximono superable – la orden de suspensión “no podrá exce-der de doce meses”, dice el precepto, a continuaciónpermite renovar la orden sin determinar el numero deocasiones en que tal renovacion puede tener lugar. Se-gún el autor que seguimos- Gutierrez Espada: es nece-sario propender a una interpretacion restrictiva del art.16 tendiente a evitar un uso abusivo e inmotivado porparte del Consejo de Seguridad.

La estructura y modo defuncionamiento del

tribunal ponen de manifiestola clara intención depreservar al máximo suindependencia en la tareade investigación yjuicio de los crímenesde su competencia.

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competencia a aquellos casos en losque el estado con jurisdicción pararesolver el crímen correspondiente, nopueda llevar a cabo la investigación yenjuiciamiento o, en su caso, no quie-ra hacerlo.

Podemos afirmar entonces que laCorte carece de competencia origina-ria, incluso respecto de los crímenesrecogidos por el propio Estatuto deRoma, adquiríendola sólo de manerasubsidiaria cuando el estado compe-tente no cuente con un sistema deadministración de justicia adecuado parallevar a cabo el procesamiento, o sim-plemente no esté dispuesto a hacerlo.

La posibilidad anteriormente des-cripta, se halla estrechamente relaciona-da con la naturaleza de los delitoscomprendidos en el Estatuto, una decuyas peculiaridades más significati-vas se asocia a la presencia de unapolítica o plan de agresión masiva osistemática contra la población civilque dificilmente pueda entenderse sinla connivencia o, al menos la toleran-cia de quienes ejercen el poder. Portal motivo el artículo 17, expresamen-te autoriza la intervención de la Cortecuando las iniciativas de naturalezajudicial tomadas por el Estado compe-tente revelen el propósito de sustraera los presuntos responsables de críme-nes, sea por la vía de fomentar demo-ras injustificadas en el proceso o seapor cualquier otro medio que resulteincompatible con la intencion de ha-cer comparecer al sospechoso ante lajusticia. En la misma línea, el articulo20, no extiende la garantía de cosajuzgada a quien hubiera sido objetode un proceso previo de carácter ma-nifiestamente ficticio y realizado conel unico propósito de sustraer al acu-sado de la competencia de la Corte.

Si bien estas previsiones apuntande modo casi exclusivo a tratar lossupuestos en que la justicia nacionalactúa con parcialidad favorable alimputado, la doctrina considera, a mi

entender felizmente, que al menos anteel supuesto de los límites a la cosajuzgada pueden extenderse al casocontrario, es decir a aquel en que lafalta de imparcialidad de los órganosjudiciales nacionales juega en contradel reo.

Ninguno de los límites analizadosut supra, modifica el criterio rector decompetencia establecido en el Estatu-to; continúa rigiendo la idea de subsi-dariedad de la Corte Penal Internacio-nal. Pero surge un interrogante de in-negable respuesta, :¿qué sucede cuan-do el estado no cuente con legislaciónadecuada a los efectos de castigar eldelito?. Carecería a todas luces de sen-tido, que un crímen previsto en el Es-tatuto y reconocido por tanto comoun grave atentado a los derechos hu-manos por la comunidad internacio-nal, pudiera quedar impune por noencontrarse tipificado en la legislaciónpenal interna del estado implicado.

Creo evidente entender que ante elsupuesto de laguna legislativa, la Cortepodrá absover –si se me permite el tér-mino- la competencia de procesamien-to. Cabe destacar que el Estatuto nocontempla tal supuesto, sin pensar queello constituya un obstáculo, despuésde todo podemos argumentar en su favorque se encuentra implícitamente con-templado en el artículo 17 “El Estadono puede llevar a cabo el Juicio”.

2/C Aspectos materiales.

En lo que respecta a la competen-cia de índole material, la actuaciónde la Corte Penal Internacional, tam-bién encuentra una serie de resticciones,a los efectos del efectivo sometimien-to a su jurisdicción.

En especial el artículo 5 del Estatu-to, legisla respecto a la competenciade la Corte, limitando la misma a losdelitos, entendidos por la comunidadinternacional como “crímenes trascen-dentales” que a continuación se enun-

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10 Concorde a lo espuesto en el punto B., respecto a lacompetencia subsidiaria de la Corte Penal Internacional.

cian,: genocidio, lesa humanidad, deguerra y de agresión.

A priori podemos sostener lo es-cueta que resulta la competencia deíndole material atribuída a la Corte,no obstante lo cual es dable destacarque el Estatuto deja abierta la posibi-lidad de que otros comportamientossean considerados crímenes de Dere-cho Internacional, más allá de sus pre-visiones.

En doctrina no hay acuerdo sobreel auténtico alcance de los delitosinternacionales; figuras tales como elnarcotráfico o el terrorismo se encuen-tran en el límite de la definición bajoanálisis, (aunque existe unanimidadde criterio respecto a su futura inclu-sión en el texto del Estatuto), y otroscasos, a saber la piratería o la trata depersonas con fines sexuales, pareceninscribirse más bien en la categoría delos llamados “delitos transnacionales”,esto quiere decir que son aquellos queafectando bienes jurídicos de ordeninterno, requieren sin embargo de lacooperación internacional para su efi-caz persecución y castigo.

Continuando con el tema de expo-sición, la fragmentación de la compe-tencia material obliga una vez más amantener la vista atenta en el dere-cho interno10 , con el propósito de evitarque la falta de previsión de los críme-nes internacionales no recogidos porel Estatuto de Roma pueda producirun pernicioso e injustificado efectode impunidad.

2/D Hechos sometidos a lajurisdicción internacional.

Atendiendo al ámbito de compe-tencia de la Corte Penal Internacio-nal, el tema en cuestión, representaotra limitación de radical importan-cia, derivada según autorizada doctri-na, en buena medida de la forma ju-rídica adoptada para constituir la Cor-te –tratado-, vinculándose a los he-

chos que pueden ser sometidos a sujurisdicción. En este sentido la reglageneral consiste en restringir la com-petencia del tribunal a los crímenescometidos en el territorio, o por unnacional de alguno de los estados partes

o, en su caso, de un estado que sinpertenecer al Estatuto, acepte de ma-nera individualizada la intervenciónde la Corte para la investigación yjuicio de hechos concretos. Para elsupuesto contemplado, la aceptaciónad hoc por un estado que no sea par-te, se requiere una declaración expre-sa de consentimiento depositada enpoder del secretario de la Corte PenalInternacional.

Excepcionalmente, sin embargo, cabela posibilidad de intervención directade la Corte, aun contra la voluntaddel estado implicado, si la iniciativaprocede del Consejo de Seguridadactuando conforme las facultades quele concede el Capitulo VII de la Cartade las Naciones Unidas para el mante-nimiento de la Paz y Seguridad Inter-nacionales.

A primera vista, solo esta últimavía directa permite garantizar hastacierto punto el efectivo enjuiciamien-to de aquellos crímenes que se come-tan desde los propios órganos del es-tado o con su connivencia o toleran-cia – la gran mayoría de los previstos

La Corte carece decompetencia originaria,

incluso respecto de los críme-nes recogidos por el propioEstatuto de Roma,adquiríendola sólo demanera subsidiaria

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en el Estatuto-, pues en los demás casosla necesidad de contar con el consen-timiento precisamente de quienes sonresponsables de tales hechos bloquea-ría, desde el principio, la actuaciónde la Corte. Sin embargo, esta conclu-sión inicial es relativa, al menos pordos órdenes de motivos. En primerlugar, por que conforme a lo dispues-to en el artículo 12.1, todo estadoparte, por el solo hecho de adherir altratado, acepta automáticamente lacompetencia del tribunal para cual-quier suceso futuro, reduciéndose asíla posibilidad de un rechazo posteriorad hoc. Además tampoco debemosperder de vista el carácter alternativo(y no acumulativo) de las condicionesque permiten la actuacion de la Cor-te. En efecto conforme al artículo 12.2,basta alternativamente, con que seaparte en el Estatuto, bien el estadodel lugar de comisión o el de la nacio-nalidad del presunto autor de los he-chos – punto de conexión doble-. Lafórmula estudiada, consigue al menosevitar que los estados no dispuestos aadmitir una auténtica justicia interna-cional, conserven la capacidad de in-munizar de modo ilimitado y pleno asus nacionales frente a la Corte PenalInternacional; y ello porque, al mar-gen de la posibilidad ya indicada deromper esa inmunidad mediante lainiciativa directa del Consejo de Se-guridad, los ciudadanos de un estadono parte tampoco podran escapar alenjuiciamiento de la Corte si cometenuno de los crímenes de su competen-cia en el territorio de un estado adhe-rido al Estatuto de Roma.

La cuestion referente a la jurisdic-ción constituye, sin lugar a dudas unode los temas mas espinosos y difícil deresolver. Con todo, resulta imposibleocultar que la subordinacion generalde la competencia de la Corte a lavoluntad de los estados constituye unode los auténticos puntos débiles delEstatuto de Roma, solo susceptible de

cierta relativización, insisto, median-te la adhesión al mismo de un númerorealmente amplio de estados – tantoen cantidad como en importancia es-tratégica-.

2/E Función del Fiscal.

Entiendo oportuno hacer referen-cia en este acápite a la participacióndel Fiscal, especialmente en virtud delas facultades atribuídas en el Estatu-to de Roma, destacando en particular,la potestad de iniciar de oficio unainvestigación relacionada a los cuatrocrímenes de competencia de la Corte.

Cabe destacar que, mediante la in-hibición de competencia, se halla elfiscal investido de potestad a los finesde solicitar a la Corte pronunciamien-to respecto a la competencia, en arasa esclarecer la efectiva adjudicaciónde la misma.

La solución alcanzada en Roma,respecto a la potestad de incoar dili-gencias por parte del Fiscal, manifies-ta un acuerdo entre los estados, quepor un lado se mostraban temerososde tener un Fiscal sobrecargado ypolitizado, y por otro aquellos deseo-sos de que un Fiscal independientegarantice el funcionamiento de unaCorte apolitica y eficiente.

Entiendo a la Fiscalía, como órga-no independiente, autónomo y sepa-rado de la Corte, no obstante lo cualen el texto del Estatuto las normasrelacionadas con su labor pecan deabstracción. Considero que si el Esta-tuto de Roma, prevé para el órganobajo estudio la potestad de llevaradelante la acción penal contra quiénprima facie resulte responsable de uncrímen de competencia de la Corte, sedebería establecer, o mejor, precisarlos alcances de su legitimación e in-tervención, cuestión a mi entender deinnegable necesidad a los efectos deconsolidar una Fiscalía con ampliacapacidad de obrar.

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Por otro lado, el Estatuto normarespecto a la competencia para reali-zar investigaciones, recibir y remitirinformaciones, todo lo cual adolecede una reglamentación adecuada, trans-formándose quizá la feliz intenciónde colaboración en letra muerta.

Es dable en éste acápite mencionarque fue nombrado con fecha 21 deabril de 2003, por unanimidad, el ar-gentino Luis Moreno Ocampo en elfunción de Fiscal.

2/F Aspectos relativos alDerecho Penal material.Principios imperantes.

El Estatuto de Roma recoge una seriede garantías básicas para el justiciableque en buena medida reproducen losprincipios configuradores del iuspuniendi característicos de cualquierestado de derecho.

A continuación relizaré una exposi-ción de los principios, que a mi enten-der dotan al Estatuto de innegable valor.

El principio de legalidad se encuen-tra contemplado en el artículo 22.1,constituye la formulación estricta de lagarantía criminal - nullum crimen sinelege -. A diferencia de algunos prece-dentes de importancia, en esta ocasiónse opta por restringir el catálogo dehechos punibles a los estrictos caucesdel texto del tratado, sin admitirse otrasfuentes de creación de delitos. talescomo la costumbre internacional o losprincipios generales del derecho.11

Por otra parte y como complemen-to al principio anteriormente expues-to, encontramos la expresa prohibi-ción de la analogía e incluso de lainterpretación de manera extensiva encontra del reo, este último deducibledel artículo 22.2, donde se impone lainterpretación favorable a la personaenjuiciada cuando el texto legal re-sulte ambiguo.

Hay autores que sostienen, a micriterio con certeza, la difícil compa-

tibilidad de tan estricta regla garantisticacon los criterios previstos en el propioEstatuto para definir algunas conduc-tas punibles. Particularmente resultacriticable, en este sentido, la fórmulaabierta utilizada por el artículo 7 paracompletar el catálogo de crímenes delesa Humanidad, a través de la cual secontempla cualquier acto inhumanode carácter similar a las conductas enel descritas, (artículo 7.k)

El artículo 24, proclama la absolutairretroactividad del Estatuto y, con ello,la incompetencia de la Corte para juz-gar los crímenes anteriores a su entradaen vigor. Esta regla no afecta al Dere-cho Penal Internacional material sinosólo a los límites temporales de actua-ción de la Corte Penal internacional.

El principio de legalidad se com-pleta en el Estatuto con la garantia

penal nulla poena sine lege, previstaen el artículo 23. Ciertamente, a lavista de la escasa determinación delas penas previstas en este cuerponormativo, los efectos prácticos de talgarantía han de relativizarse. Sinembargo, su reconocimiento no dejade ser beneficioso siquiera sea por dosmotivos: de un lado, porque impide a

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11 Esta posibilidad quedaba abierta, por ejemplo, en laDeclaración Universal de Derechos Humanos de 1948 yen el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticosde 1966.

El Estatuto de Roma recogeuna serie de garantías

básicas para el justiciableque en buena medida repro-ducen los principiosconfiguradores del iuspuniendi característi-cos de cualquier esta-do de derecho.

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la Corte sobrepasar ciertos límitesgenéricos establecidos en el Estatuto (en particular, el máximo de 30 añosprevisto para la reclusión temporal); yde otro, cierra las puertas de mododefinitivo a la posible aplicación porla Corte Internacional de una sanciónafortunadamente ausente en el textodel Estatuto de Roma: la pena de muerte.

Con todo, ni el alcance real de estagarantía, limitada a los casos juzgadospor la Corte en aplicación del Estatuto,ni el indiscutible valor testimonial implí-cito en la eliminación de la pena de muerteen un texto internacional consensuadopor un buen número de naciones civili-zadas, consiguen eliminar el riesgo deque alguno de los crímenes contenidosen el texto de Roma pueda sancionarsecon tan inhumana e injusta pena. Y ellocomo consecuencia no grata del ya co-mentado principio imperante de “com-plementariedad”. En efecto si un estadoen el cual esté prevista la pena de muer-te, apelando a su preferencia de compe-tencia, decide ejercer su jurisdicción in-terna, nada ni nadie podra impedir queaplique la pena capital a los culpables.De hecho es dable destacar que los Esta-dos partidarios de tal sanción se preocu-paron y ocuparon de la inclusión de unaclaúsula específica en donde se expresaque “nada de lo dispuesto en la presenteparte se entenderá en perjuicio de laaplicación por los Estados de las penasprescriptas por su legislacion nacional”.(artículo 80).

El principio non bis in idem se en-cuentra proclamado en el artículo 20

del texto de Roma, mediante el ex-preso reconocimiento de la intangibi-lidad de la cosa juzgada, cuyos efec-tos impiden la actuación de la Cortepor hechos ya sentenciados tanto porella misma como también por otrotribunal, salvo el supuesto ya tratadode juicios ficticios o carentes de im-parcialidad. A su vez también se ex-tienden a lo sentenciado por otro ór-gano de carácter jurisdiccional, inclu-so nacional, respecto de hechos yaresueltos por la Corte.

Desde la perspectiva procesal, perodirectamente relacionado a los límitesdel ejercicio del ius puniendi, cabe des-tacar por último el expreso y amplioreconocimiento en el artículo 66, de lapresunción de inocencia, en virtud delcual toda persona será consideradainocente hasta que el fiscal, a quien seatribuye la carga de la prueba, demuestrelo contrario, es decir su culpabilidad,convenciendo de ello a la Corte, “másallá de toda duda razonable”.

En estrecha vinculación con estagarantía, el artículo 55.1 proclama,entre otros, los derechos de toda per-sona investigada por la Corte a nodeclarar contra sí misma ni a declarar-se culpable y a no ser privada de sulibertad de manera arbitraria.

2/G Presupuestos deresponsabilidad.

El Estatuto, bajo el epígrafe gené-rico de “De los principios generalesdel derecho penal”, prevé junto a lamayoría de las garantias ya estudia-das, los presupuestos materiales sobrelos cuales se asienta la responsabili-dad penal por los crímenes en él con-templados.

Podemos decir que el texto de Romade esta manera presenta un compen-dio auténtico de normas de la partegeneral de derecho penal internacio-nal, más allá de que estas habrán deser complementadas en el futuro por

El artículo 24, proclama laabsoluta irretroactividad

del Estatuto y, con ello, laincompetencia de laCorte para juzgar loscrímenes anteriores asu entrada en vigor.

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los llamados “elementos del crímen”,cuya función será la de añadir mayo-res precisiones para de esta forma ayudara la Corte a interpretar y aplicar lascorrespondientes figuras delictivas.

Como veremos, la opción por unsistema de aplicación directa del de-recho penal internacional, confiere ala Parte General ciertas particularida-des no siempre fáciles de comprenderdesde una perspectiva rígida centradasólo en uno de los modelos penalesimperantes en el mundo.

Respecto a los sujetos pasivos, esdecir penalmente responsables, comopunto de partida el Estatuto opta porlimitar su aplicación a las personasnaturales, haciéndolas individualmenteresponsables por los crímenes en élcontemplados (artículo 25).

La competencia de la Corte tampo-co se extiende al Estado que haya in-tervenido en la comisión de aquelloscrímenes, pero el artículo 25.4, se ocupade aclarar que la responsabilidad deéste es independiente de la puniciónde los autores individuales y se rigeconforme a normas imperantes en elDerecho Internacional Público.

Otro de los aspectos a tener en cuenta,es el relativo al momento a partir delcual surge la responsabilidad delictiva,el principio general lo sitúa en la fasede la tentativa, expresado a través dela exigencia de que el autor haya dado“un paso importante” para la ejecu-ción del delito. Entiendo que se tratade una solución adecuada a la natura-leza de los crímenes contenidos en elEstatuto, cuya extrema gravedad jus-tifica que la renuncia a la pena –unavez iniciada la ejecución- dependa entodo caso de la auténtica evitación deresultados lesivos.

Respecto a las reglas relativas a laparticipación y autoría, cabe destacarque se presentan algo confusas, noobstante lo cual podemos inferir lapunición de formas habituales, así elartículo 25.3ª recoge los supuestos de

autoría única, coautoría y autoríamediata.

En materia de participación, los casoscontemplados en la letras b, c, y d,del artículo 25.33, innecesariamentecasuístico, pueden reconducirse a lasclásicas formas de inducción12, com-plicidad y encubrimiento.

Seguramente con el propósito deevitar posibles lagunas de punibilidad,el Estatuto prevé de modo expreso laresponsabilidad por omisión de los

superiores jerárquicos por las conduc-tas criminales de sus subordinados. Asíel artículo 28 extiende la responsabi-lidad criminal tanto a los jefes milita-res - de profesión o de facto –,respec-to a los hechos cometidos por sus tro-pas, como a los superiores civiles porlas conductas antijurídicas realizadaspor sus subordinados. En ambos ca-sos, el fundamento de la punición sehace residir en la falta de ejercicio deldeber de control sobre las personas asu cargo.

Un aspecto de suma importancia adestacar resultante del alcance de laresponsabilidad por los crímenes decompetencia de la Corte, se encuentraen la expresa declaración de responsa-bilidad universal e igualitaria, no so-metida a restricción alguna derivadadel cargo oficial que pudiese ocuparel presunto autor de los hechos, seaeste Jefe de Estado o de Gobierno,

El texto de Roma presentaun compendio auténtico

de normas de la partegeneral de derechopenal internacional.

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12 Al exigirse en todos los supuestos el comienzo de laejecución, es decir la tentativa, las diferencias desapa-recen y ambos conportamientos pueden reconducirse alsupuesto único de crear en otro, con eficacia, la volun-tad de cometer el crímen.

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parlamentario, o cualquier otro repre-sentante o funcionario público. El ar-tículo 27 del Estatuto se ocupa de dejarclara esta cuestión, quitando toda re-levancia a las inmunidades del Dere-cho Interno o Internacional de cara alejercicio de la jurisdicción de la CortePenal Internacional.

Ciertamente, el alcance de esta ra-dical renuncia de inmunidades sólo seextiende a la competencia de la Cor-te, sin afectar en nada la legislacióninterna de los estados partes.

En el ámbito subjetivo, el artículo30 exige, como regla general, la pre-sencia de “intencionalidad’. Tal vez através de una mera lectura del Estatu-to, se podria caer en el error de infe-rir que crímenes de competencia de laCorte requieren necesariamente dolodirecto. Sin embargo analizando ensu totalidad el precepto podemos afir-mar que el N. 2 del articulo deja enclaro que aquella estricta exigenciavolitiva únicamente se impone parala conducta típica - el sujeto ha deproponerse incurrir en ella- sin exten-derse, en cambio, a sus consecuencias– esto es al resultado -, respecto de lascuales basta con la sóla conciencia desu producción conforme al “cursonormal de los acontecimiemtos’.

La responsabilidad criminal descriptaaquí en sus rasgos esenciales, no seextingue por el transcurso del tiem-

po. En este sentido el articulo 29 esterminante al disponer que, los “crí-menes de competencia de la Corte noprescribirán”.

Por el juego del principio de com-plementariedad y con el fin de man-tener la coherencia entre los ordena-mientos internos de los estados par-tes, y las disposiciones del Estatuto,seguramente muchos paises se veranobligados a modificar sus legislacio-nes internas en este ámbito.

2/H Régimen de circunstanciaseximentes.

En cuanto a las eximentes de laresponsabilidad criminal, el Estatutoregula las de mayor relevancia, perosin cerrar las puertas a otras causasextraídas por la Corte de los princi-pios generales del derecho o del orde-namiento interno del estado con com-petencia originaria sobre los crímenesobjeto de enjuiciamiento.

Dentro del ámbito de la antijuricidad,cabe iniciar el análisis de la legítimadefensa, cuyas condiciones de admi-sión se encuentran establecidas en elartÍculo 31.1.c: los bienes susceptiblesde defensa han de entenderse restrin-gidos, en general, a la vida e integri-dad del propio autor o de un terceroy, solo en el caso de crímenes de gue-rra, también a los bienes que resultanimprescindibles para la supervivenciadel autor o de un tercero o para larealización de una misión militar.

A mi entender, mediante la dispo-sición en cuestión, se vuelven a eregiren causas de justificación, es decir deexención de la responsabilidad penal,el estado de emergencia, la legitimadefensa, y la necesidad militar.

En segundo lugar, el texto de Romacontempla la eximente de estado denecesidad, legislada en el artÍculo 31.1.d,causal que se encuentra limitada a loscasos de amenaza inminente para la

Un aspecto de suma im-portancia se encuentra

en la expresa declaración deresponsabiliad universal eigualitaria, no sometida arestricción alguna derivadadel cargo oficial quepudiese ocupar elpresunto autor de loshechos

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vida o para algún aspecto esencial dela integridad corporal del autor o deun tercero.

En otro orden de cosas, el artículo33 contempla la polémica eximientede obediencia debida, en términosrestringidos. En efecto, si bien los re-quisitos para la admisión de esta cau-sa de exención de pena se correspon-den, en principio con sus rasgos esen-ciales –orden no manifiestamenteantijurídica, de obligado cumplimientopor imposición legal y desconocimientode la ilicitud por el autor-, lo cierto esque el N.2 del mencionado preceptointroduce una presunción que, en loshechos, viene a limitar de modo drás-tico su ámbito de aplicación: “A losefectos del presente artículo –dice ladisposición citada- se entenderá quelas órdenes de cometer genocidio ocrímenes de lesa humanidad son ma-nifiestamente ilícitas”.

Entonces podemos decir que que-da desvirtuada la posibilidad de ape-lar a la obediencia debida en todosesos crímenes, pues en ellos faltarásiempre, por expresa disposición le-gal, una de las condiciones para sureconocimiento. Así las cosas en lapráctica el artículo 33 reduce el cam-po de aplicación de esta eximente alos crímenes de guerra.

La doctrina, en términos generalessostiene que la decisión de aprobar elartículo 33, constituyó una soluciónsensata y práctica que era dable apli-car en todos los casos; se entendió yreconoció que la conducta que equi-valiese a genocidio o a crímenes con-tra la humanidad sería en consecuen-cia tan manifiestamente ilícita que,coherentemente con la norma deNüremberg, se debía negar completa-mente la invocación de la eximiente.

En materia de culpabilidad, cabecitar, ante todo, el artículo 26, dondese declara la incompetencia de la Cor-te para juzgar a quienes “fueran me-nores de 18 años en el momento de la

presunta comisión del crímen”. Comose ve, no se trata de una declaraciónde inimputabilidad de los menores deaquella edad, sino solo de la falta decompetencia de la Corte para proce-sarlos. Por esta vía se eludió la casiimposible tarea de consensuar un cri-terio de fondo en uno de los aspectoscon mayor diversidad de solucionesen el derecho comparado.

Podemos sostener desde mi puntode vista sobre el particular, que lasolución antes mencionada constituyeun riesgo para los menores desde elpunto de vista garantista, pudiendodar lugar, incluso, a graves desigual-dades respecto a los adultos. Piénseseen el supuesto de un Estado que ade-más permite juzgar a los menores comoadultos, nos podríamos encontrar conel contrasentido de que sus jefes mili-tares o civiles fueran juzgados por laCorte, beneficiándose así de la seguraexclusión de la pena capital, mientrasque el menor quedaría a merced detan drástica e injusta penalidad.

Las causales de inimputabilidad, ensentido estricto aparecen recogidas enlos incisos a y b, del artículo 31, rela-tivos a las alteraciones psíquicas y alos Estados de intoxicación como fuentesde incapacidad para comprender lailicitud de la conducta o para contro-lar el comportamiento a fin de notransgredir la ley.

La conducta queequivaliese a genocidio o

a crímenes contra lahumanidad seríamanifiestamente ilícita ycoherentemente con la normade Nuremberg, se debíanegar completamentela invocación de laobediencia debida.

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El Estatuto no contempla las situa-ciones de imputabilidad disminuida,pero es de imaginar que tales preci-siones –dirigidas en última instancia agraduar la pena- constituirán uno delos objetivos de las futuras reglas deprocedimiento y prueba. En todo casohay que tener en cuenta aquí y desta-car la capacidad del fiscal, en aplica-ción del principio de oportunidad, deno ejercitar la acción penal si por ra-zón de la edad o enfermedad del pre-sunto autor considera que el procesono redundaría en interés de la justicia(artículo 53.2.c.).

2/I Rasgos esenciales de loscrímenes de competencia de laCorte.

Dentro de un panorama general,que aquí se pretende ofrecer, sobrelos contenidos penales básicos de estecuerpo normativo, bastará con seña-lar las claves sobre las que se asientala selección de conductas en el com-prendidas.

El artículo cinco no deja lugar adudas sobre el criterio esencial de aquellaselección: Este se sitúa en la gravedadde los crímenes desde la perspectivade su importancia para la comunidadinternacional. Siguiendo este lineamien-to, las conductas de competencia dela Corte Penal Internacional se estruc-turan en torno a cuatro clases de crí-menes, en concreto: Los de genoci-dio, de lesa humanidad, de guerra yde agresión, aunque este último per-manece en el terreno teórico a la es-pera de un acuerdo de los estados partessobre su definición.

De modo complementario, el artí-culo 70 del Estatuto recoge una seriede delitos que atentan contra el fun-cionamiento eficaz, independiente eimparcial de la Corte, para los que seprevén sanciones de hasta cinco añosde reclusión o multa. En términosgenerales, estas figuras se concretan

en los siguientes comportamientos tí-pico: Falso testimonio, presentaciónde pruebas falsas o destrucción o alte-ración de las verdaderas o interferen-cia en las diligencias dirigidas a obte-nerlas, soborno o represalias contratestigos, soborno a funcionarios de la

Corte y solicitud o aceptación de dá-divas e intimidación a los funciona-rios de la Corte para impedir u obsta-culizar el ejercicio de sus funciones.

2/J Penas aplicables.

Probablemente uno de los aspectosmenos satisfactorios del Estatuto deRoma es el relativo a las sanciones.Sin perjuicio de lo cual, es dable des-tacar la saludable exclusión de la penade muerte.

En particular resulta criticable elescaso grado de determinación de laspenas y su falta de vinculación a lasdiversas conductas punibles previstasen los artículos 6, 7 y 8. En lugar deeste criterio – sin duda el más respe-tuoso con los principios de legalidady de seguridad jurídica- el artículo 77ofrece una relación genérica de penasaplicables.

Es imprescindible llamar la aten-ción en orden a las dificultades para

Las conductas decompetencia de la Corte

Penal Internacional seestructuran en torno a cuatroclases de crímenes: los degenocidio, de lesahumanidad, de guerra y deagresión, aunque este últimopermanece en el terrenoteórico a la espera deun acuerdo de losestados partes sobresu definición.

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fundamentar una pena de reclusiónperpetua dentro del ámbito normati-vo destinado a resforzar la tutela delos derechos humanos.

Por lo demás, tampoco debe des-preciarse la expresa remisión que enestos aspectos efectúa el Estatuto alas “reglas de procedimiento y prue-ba”, normativa complementaria quebien podría contribuir en un futuropróximo a reducir el excesivo gradode discrecionalidad judicial derivadode los preceptos estudiados.

3. Marco político.

3/A Impulso político para laaprobación y ratificación delEstatuto de Roma.

“El desarrollo de la Justicia PenalInternacional, y por tanto, la ratifica-ción del Estatuto de Roma, es unaexigencia ética, una necesidad jurídi-ca y una obligación política” 13

Desde los prolegómenos de las re-uniones preparatorias celebradas durantelos meses de abril y agosto de 1995 seobservan con nitidez disímeles posicio-nes respecto a aspectos constitutivos dela futura Corte Penal Internacional.

Resulta a todas luces llamativo queuna norma como el Estatuto, que davida a la primera Jurisdicción Interna-cional permanente bajo los principiosde legalidad, independencia, impar-cialidad e inamovilidad de los jueces,sea denostada, atacada y desconocidapor la potencia norteamericana. Másaún cuando Estados Unidos aceptó yapoyó la creación de los Tribunalespara la Ex Yugoslavia y Ruanda

Las autoridades norteamericanasargumentan que la constitución de laCorte Internacional producirá un en-torpecimiento en la lucha contra elterrorismo; lo cual representa un ra-zonamiento carente de sentido todavez que el combate contra el terroris-mo puede someterse a las normas in-

ternacionales, por otra parte la CorteInternacional no es un organismo com-petente para pronunciarse respecto adeterminadas políticas, sólo sobre hechosdelictivos.

Entre otros de los argumentos es-grimidos por el estado norteamerica-no, se encuentra el relacionado con elhecho de que la Corte pudiera ejercersu jurisdicción sobre estados no parteen el Tratado, posibilidad que, a sujuicio, constituiría una violación fun-damental del principio de que “nin-gún estado puede quedar obligado porun tratado al que no se ha adherido”

Por su parte los países de EuropaOccidental se encontraban nucleadosen la postura contraria a la de EstadosUnidos. Una excepción fue la posiciónadoptada en un principio por España.Este estado partía de la base de que elcriterio norteamericano iba a triun-far, haciendo caso omiso al trabajodel Parlamento Europeo y a la presiónde los grupos de derechos humanos.

Creo necesario mencionar un pun-to esencial, al cual en gran medida sele debe el éxito de Roma: las O.N.G.defensoras de derechos humanos eimpulsoras de acción humanitaria.Seguramente sin el estímulo de ellasel resultado hubiera sido negattivo.Su labor coordinada obligó a gobier-nos a cambiar su posición ante la pre-

Las autoridadesnorteamericanas

argumentan que laconstitución de la CorteInternacional producirá unentorpecimiento en lalucha contra elterrorismo

13 Palabras de Baltasar Garzón en Cuentos de Navidad“es posible un mundo diferente”○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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sión y difusión de sus propias postu-ras. Tampoco debemos olvidar a unode los organismos que más apoyó yexhortó a los estados a efectos de queratifiquen el Tratado: El Comité Inter-nacional de la Cruz Roja.

Finalmente, el 17 de julio de 1998se aprobó el Estatuto de la Corte Pe-nal Internacional, con el voto favora-ble de 120 representaciones guberna-mentales, 7 representaciones votaronen contra (entre ellas las de EstadosUnidos, Israel, China e India) y 21 seabstuvieron.

El gran interrogante que surgía endentro de la comunidad internacio-nal, a posteriori de la firma del Trata-do, era sin ningún lugar a dudas, laactitud frente a la Corte que adopta-ría Estados Unidos, me refiero a unaposición de displicencia e indiferen-cia, o por el contrario una políticaembebida de agresividad diplomáticay jurídica.

Los primeras acciones estadounidensesse inclinaron en la segunda de lasconductas mencionadas con anteriori-dad. El Senador republicano Jesse Helmesen una carta remitida a la Secretariade Estado Madelaine Albright, el 26de mayo de 1998, declara que cual-quier Estatuto de la Corte Internacio-nal estará “muerto al llegar” al mun-do a menos que Estados Unidos tengapoder de veto sobre la Corte. Cierta-mente nos encontramos ante una pos-

tura que predice la desvinculación actualde Estados Unidos de la Corte.

Por otro lado se objeta la denomi-nada “jurisdicción universal”, por lacual si Estados Unidos nunca firma elTratado, o si el Senado rehúsa ratifi-carlo, los países parte en el Tratadoseguirán afirmando que los soldadosy ciudadanos americanos están bajola jurisdicción de la Corte.

De todos modos, el 31 de diciem-bre de 2002 el Presidente Clinton fir-mó el Tratado de Roma14, reiterando“su preocupación por las deficienciassignificativas del mismo”, y esperan-do que el hecho de que Estados Uni-dos firmara “les daría la posibilidadde influir en el futuro y contribuiría asu esfuerzo por arreglarlo”.

Esta acción, si bien mostró el apo-yo estadounidense a la Corte Interna-cional, no comprometió a su adhesiónhasta la ratificación –lo que como severá más adelante, lejos estuvo decumplirse-.

El mismo día, también Israel firmóel estatuto, después de que EstadosUnidos le garantizara que la Corte PenalInternacional no iba a lesionar susintereses.

Finalmente el 11 de abril de 2002,la Corte Penal Internacional obtuvolas ratificaciones de 60 estados y en-tró en vigor el 1 de julio de este mis-mo año.

Ante la inminente entrada en vigorde la Corte Penal Internacional, el 6de mayo de 2002, el gobierno de Esta-dos Unidos advirtió formalmente alSecretario General de las NacionesUnidas, Kofi Annan, que no pretendíaser parte en el Estatuto de Roma de laCorte Penal Internacional, y subrayan-do que no pesa sobre él ningún tipode obligación legal que pueda deri-varse de la firma que oportunamentehiciera del Estatuto.

Si bien esta acción se enmarca per-fectamente en la politica exterior dela administración Bush, ha receptado

14 En el último día de plazo que tenía para hacerlo.

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El 11 de abril de 2002, laCorte Penal Internacional

obtuvo las ratificacionesde 60 estados y entró envigor el 1 de julio deeste mismo año.

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algunas críticas en el Congreso esta-dounidense. Por ejemplo, del SenadorChristopher Dodd, quien manifestó estarprofundamente decepcionado por di-cho anuncio, calificó a la decisión deretirarse de la firma del Tratado de laCorte Penal Internacional como irres-ponsable, aislacionista y contraria aintereses nacionales vitales.

A mi entender, las consecuenciasde la linea adoptada por Estados Uni-dos implican, entre otros posibles, elhecho de que no podrá hacer escucharcon credibilidad su opinión acerca dequién ha de ser nombrado como juezo fiscal para la Corte. Tampoco podráser tenido en cuenta en serio si inten-ta usar su puesto en el Consejo deSeguridad de la ONU para remitir si-tuaciones a la Corte.

3/B Intereses en juego luego desu puesta en vigor.

El 1º de julio de 2002, se puso for-malmente en marcha en La Haya laCorte Penal Internacional, generandoseen torno suyo dos posturas contrarias.

Por un lado encontramos el crite-rio encabezado por la Unión Europea,que aboga por su pleno y total fun-cionamiento. Así, el secretario de Asun-tos Europeos danés, Bertel Haarder,sostuvo en uno de los debates parla-mentarios de la Unión Europea, quela Corte Penal Internacional “es unimportante hito desde la Segunda GuerraMundial para que el mundo sea máspacífico y justo”, pensamiento com-partido por los demás grupos políti-cos del Parlamento europeo.

La Unión Europea también con-cretó en mayo de 2002 un Plan deacción para desarrollar la llamada “Posición común”. A tal fin, sus esta-dos miembros se comprometieron aponer todo su empeño en favorecereste proceso, planteando entre otrascuestiones, la idea de que el mayornúmero posible de países ratifiquen,

acepten o aprueben el el Estatuto deRoma o se adhieran a él.

Por otro lado, se erige la posturacontraria, sostenida por la primerpotencia mundial, que se rehúsa a quela Corte entre en funcionamiento, yprincipalmente, a que se aplique aciudadanos estadounidenses. En este

sentido, en un reportaje reciente con-cedido a Le Monde, el Secretario deEstado de Norte América, Colin Powell,sostuvo que su país es el que más jó-venes envía a todo el mundo, y consi-dera que los mismos deben estar so-metidos a la Constitución y leyes esta-dounidenses, y que si bien esto es re-conocido por la Corte Penal Interna-cional, el Estatuto de Roma dice quesi los jueces consideran que su país noactuó de una manera que les satisfa-ga, se reservan el derecho de acusar alas personas cuestionadas.

En el mismo sentido, el ex Secreta-rio de Estado Adjunto para Asuntosdel Hemisferio Occidental norteame-ricano, Otto Reich, sostuvo que obje-tan la Corte Penal Internacional por-que creen que presenta graves defec-tos y que puede convertirse en unobstáculo para la justicia. Señala comopreocupaciones importantes, que elEstatuto de Roma contradice los prin-cipios básicos de la soberanía nacio-nal al afirmar jurisdicción sobre ciu-

La Unión Europea abogapor el pleno y total

funcionamiento de la CortePenal Internacional mientrasque la primer potenciamundial se rehúsa a que laCorte entre en funciona-miento, y principalmente,a que se aplique aciudadanosestadounidenses.

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dadanos de países que no son partesdel acuerdo, y que la Corte Penal In-ternacional podría usurpar la autori-dad de los estados soberanos en lamedida en que pretende ser el árbitrofinal de si las investigaciones o juiciosde cualquier país son «legítimos».

La principal política de EstadosUnidos para sustraerse de la jurisdic-ción de la Corte Internacional, consis-te en la campaña llevada a cabo parapersuadir a otros estados a efectos deque firmen los llamados “acuerdos deinmunidad” mediante los cuales se buscaimpedir que ciudadanos estadounidensesacusados de genocidio, crímenes delesa humanidad o crímenes de guerrapuedan ser entregados a la Corte Pe-nal Internacional. Estos acuerdos norequieren que Estados Unidos ni otrosupuesto estado implicado investiguenni, en el caso de que hubiere pruebasadmisibles suficientes, procesen a losciudadanos estadounidenses acusadospor la Corte Penal Internacional detales repugnantes crímenes. En estalínea al menos tres estados partes enel Estatuto, Rumania, Taykistán y TimorOriental, ya han firmado tales acuer-dos con Estados Unidos.

Sin dudas Estados Unidos ejerce unapolítica tendiente a obtener la mayorcantidad de acuerdos, para de estaforma no sólo presionar a los estadosque no han firmado, sino también yprincipalmente mostrarle a la Unión

Europea que cada vez son más los paísesque restan apoyo a que la jurisdicciónde la Corte Penal Internacional abar-que a ese país.

Amnistía Internacional, otras ONGy algunos gobiernos han demostradorepetidamente que el temor de Esta-dos Unidos a que la Corte pueda uti-lizarse para procesar, por motivospolíticos, a ciudadanos estadouniden-ses es infundado, ya que el Estatutode Roma contiene salvaguardias sus-tanciales y garantías relativas a la ce-lebración de juicios justos.

3/C Nacimiento de la Corte PenalInternacional.

Nace, entre tormentas, la Corte PenalInternacional. Grandes dudas afloranrespecto a su efectividad, en particu-lar en razón a la acérrima oposiciónde Estados Unidos y de países comoIsrael, China o Rusia, quienes esgri-men temor a que el organismo puedaser manipulado por sus enemigos po-líticos.

Conformada por dieciocho magis-trados, que el día once de marzo delcorriente, dieron juramento de des-empeñar sus cargos “con conciencia eimparcialidad”, juramento público quemarca la toma de posición efectiva delos ministros de la Corte quienes juz-

Lprincipal política deEstados Unidos para

sustraerse de la jurisdicciónde la Corte Internacional,consiste en la campaña lle-vada a cabo para persuadir aotros estados a efectosde que firmen losllamados “acuerdosde inmunidad”

El establecimientodefinitivo y permanente

de la Corte Penal concompetencia en el ámbitointernacional, demuestra eltriunfo tardío aunque real delos valores y principios depromoción, respeto yamparo de losderechos y garantíasfundamentales

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garán en el futuro las violaciones másgraves de los derechos humanos.

La ceremonia de juramento se desa-rrolló en la ciudad de La Haya, en pre-sencia, entre otros del Secretario Gene-ral de la O.N.U., Kofi Annan y de lareina Beatriz de Holanda, donde losmagistrados celebraron una audienciasimbólica, pública que supuso el comienzode la andadura de la nueva Corte.

3/E3/E3/E3/E3/E Consideraciones finales.

Creo oportuno manifestar mi crite-rio respecto a la postura esgrimidapor los Estados Unidos, en razón deencontrarla injustificada y hasta meatrevo a decir carente de razonabili-dad, toda vez que si la intención es deque sus militares no se involucren enacciones de índole delictivas, nada tienenque temer.

La instauración de la Corte PenalInternacional puede significar que losresponsables políticos y militares deestados agresores, sin la previa auto-rización de la ONU puedan ser lleva-dos ante ella en el supuesto de que selleguen a plantear “casos concretoscomo crímenes de guerra o contra lahumanidad”.

Hoy, a la luz de los últimos aconte-cimientos internacionales,surge unevidente interrogante, que indefecti-blemente se encuentra supeditado aldevenir de la política interestadual ¿Elaccionar del gobierno estadounidensepodrá ser sometido a la jurisdicciónde la Corte?. O mejor dicho ¿Se podráaplicar la jurisdicción universal con-

forme lo preve el Estatuto de Roma?.Cabe destacar que ya se han alzadovoces en este debate: el magistradoespañol Baltasar Garzón manifiestó laposibilidad de que tanto los responsa-bles políticos como militares sean so-metidos a la Corte Penal internacio-nal, ante denuncias concretas.

4 Conclusiones

El establecimiento definitivo y per-manente de la Corte Penal con com-petencia en el ámbito internacional,demuestra el triunfo tardío aunquereal de los valores y principios de pro-moción, respeto y amparo de los de-rechos y garantías fundamentales in-herentes a la persona, y al desarrolloy convivencia pacífica de los pueblosy la tolerancia como norma de vida.

La suscripción del Estatuto de Roma,constituye una muestra evidente delesfuerzo por hacer prevalecer la cul-tura de paz mundial.

No existe, a mi criterio, justifica-ción alguna que pueda ser esgrimidapor parte de un estado soberano, a losefectos de evitar su adhesión al Estatu-to de Roma. Desde otro punto de vistapodemos pensar en la adhesión, comoun acto tendiente a demostrar propó-sitos de enmienda por los pecados co-metidos en el pasado, y como correlatode ello, la decidida intención de unfuturo comprometido con elementalesleyes de humanidad.

Todas las naciones del mundo quevaloren la libertad y la tolerancia debenpropiciar el funcionamiento eficaz,imparcial e independiente de la nue-va Corte Penal Internacional, para queprocese y juzgue con el apoyo delConsejo de Seguridad de NacionesUnidas, serias violaciones a los dere-chos humanos.

El Estatuto de Roma contiene lasherramientas necesarias para el ejerci-cio de la Jurisdicción de carácter in-ternacional. Entiendo oportuno men-

La suscripción del Estatutode Roma, constituye una

muestra evidente delesfuerzo por hacerprevalecer la culturade paz mundial.

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cionar, entre sus méritos, el reconoci-miento expreso del principio de Justi-cia Universal como elemento que con-tribuye a erradicar y/o combatir laimpunidad.

Hoy en día, nos encontramos anteun reto de suma importancia, la CortePenal Internacional comenzó a fun-cionar en medio de fuertes críticas yacciones tendientes a su fracaso. Qui-zá resulte aventurado predecir su des-tino, queda un largo camino por reco-

rrer, en un escenario empapelado dedísimiles intereses políticos.

Entiendo, que la labor de la comu-nidad internacional no ha terminado;siendo indispensable reforzar los lo-gros alcanzados a través de la adecua-ción de los tipos penales necesariosen la legislación interna de cada esta-do. quienes tienen la obligación depropiciar los mecanismos adecuadospara combatir los crímenes de genoci-dio, guerra, lesa humanidad, creandolas estructuras necesarias a través delas normas que les den vida.

Esta vía de “implementación” es, ami criterio, el mejor indicador de que laCorte Penal Internacional viene a com-plementar las jurisdicciones nacionales

El derecho internacional sólo pue-de servir a la paz si conseguimos searespetado, y para ello es necesario elapoyo de la sociedad civil, basado

fundamentalmente en la conciencia yen la información.

Podemos decir que hoy la comuni-dad internacional ofrece una nuevaoportunidad de dotar a las leyes in-ternacionales de una institución fuer-te: La Corte Penal Internacional.....

Bibliografía consultada:

-Baltasar Garzón, “Cuento de navi-dad; es posible un mundo diferente”.

-Consejo General del Poder Judicialespañol 1999 “La criminalidad y labarbarie”.

-Edoardo Cresppi, “La evolución dela responsabilidad penal individual bajoel derecho internacional” RICR nro.835 sep. 1999, pag. 531 y ss.

-Mario Fuentes, “Estatuto de la CortePenal Internacional. ¿Por qué adherir-se?

-Rainer Huble, “De Nüremberg a laHaya, los crímenes de derechos huma-nos ante la justicia, problemas, avan-ces y perspectivas”.

-Marie Claude Roberge, “El nuevoTribunal Penal Internacional, Evolu-ción preliminar” RICR nro.148 dic. 1998,pág. 723 y ss.

-----Juan Antonio Girón, “En busca dela rendición, castigando los más gra-ves crímenes contra la humanidad. RICR.

-P. Dailler / A. Pellet, Paris 1999,pág.676 y ss.

-Kaiambos, “Impunidad y derechopenal Internacional” Revista de cien-cias penales, 2000.

-Isabel Lirola, Magdalena MartíMartinez, “La Corte Penal Internacio-nal. Justicia Versus Impunidad”.

- “La Corte Penal Internacional esuna realidad”, Human RightWatch aplaude el hito histó-rico y judicial, Nueva York,11 de abril de 2002.

El derecho internacionalsólo puede servir a la paz

si conseguimos que searespetado, y para elloes necesario el apoyode la sociedad civil,basado fundamentalmente enla conciencia y en lainformación.