Recorrida Por Grecia
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Disertación: “Recorrida por Grecia”
Por: María Florencia Capellini y Edith Fiamingo (2006)
Los invitamos a esta Recorrida por Grecia para conocer juntos las bellezas
naturales y arquitectónicas de este país de la mano de nuestras obras. Vean en
nuestros dibujos, acrílicos, acuarelas, grabados y óleos por qué Grecia fue, es y
será la cuna de nuestra civilización.
Comenzamos el viaje por Corfú para explorar las islas Jónicas del norte y
Cefalonia para visitar las del sur. Quedan escasos vestigios arqueológicos ü os
museos se centran por lo común en la etnografía, cultura y vínculos con Europa.
El turismo viene ante todo por las playas. Las islas mayores satisfarán a quienes
busquen bares y discotecas y también a los que prefieran una estancia más
tranquila en algún centro de veraneo familiar o, simplemente, en un pueblito de
pescadores. La vida tradicional griega pervive en el interior de las islas mayores y
en islas como Maeganísi, frente a Léucade, o en Mathráki, Othoní y Erikóusa,
frente a Corfú. La obra “Viniendo de Stávros” nos muestra una vista típica de
estas islas. La profunda vegetación acompaña la sencillez de la construcción y el
rústico camino nos atrae desde esta escena en la que el tiempo se detiene.
Corfú es una isla verde que ofrece bahías recoletas, costas vírgenes, franjas
de litoral atestadas de centros de veraneo y pueblos tradicionales sobre las colinas.
Entre el 229 a.C. y el 337 d.C. fue colonia del Imperio Romano. Luego vinieron
los bizantinos, con intervalos de dominio godo, normando y angevino. Situada
entre Italia y Grecia continental, su importancia estratégica se mantuvo bajo
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soberanía veneciana (1386-1797). La ocupación francesa (1807-1814) trajo la
restauración del idioma griego y la fundación de la Academia Jónica, dedicada al
desarrollo de las artes. A los años de administración británica (18114-1864) siguió
la unificación con Grecia.
Esta “Vista de Pallaiokastrítsa” nos muestra tres bahías que rodean un tupido
promontorio. Éste es uno de los lugares más populares de Corfú, ideal para
familias, con deportes acuáticos y un ambiente acogedor. Pero esta verde isla
también nos ofrece otras vistas como la “Bahía de Kassíopi”. En esta obra
podemos ver un bonito espigón donde se suceden tabernas, tiendas y bares. Los
colores cerúleos y ftalos se engaman con los verdes de la vegetación y sobresalen
las casitas blancas y las amarillas redes de pescadores.
Paxós es verde y boscosa, con una pocas comunidades agrícolas y pesqueras.
Los tupidos olivares siguen siendo fundamentales en la economía isleña. Según la
mitología, Poseidón creó la pequeña Paxós para su amante, y el tamaño de la isla la
ha salvado de los avatares históricos de sus vecinas. Paxós se integró al estado
griego en 1864, con las demás islas Jónicas. En “Desde la colina” se puede
apreciar el verde profundo de esta isla boscosa sólo interrumpido por una casitas
de piedra que dejan ver su típica blancura.
Ítaca, pequeña y escarpada, es famosa por ser, según la Odisea de Homero,
la patria de Ulises. Los hallazgos de Ítaca se remontan al 4000-3000 a.C. y ya en
tiempos micénicos se había convertido en capital de un reino que incluía a la
vecina Cefalonia. Vathý (también llamada Ítaca) es la atractiva capital portuaria
con casas de tejado marrón apretadas en una recortada bahía. Las colinas
circundantes acogieron los primeros asentamientos, pero el puerto en sí fue
poblado en época medieval, y Vathý se convirtió en capital en el siglo XVII.
Arrasada por un terremoto en 1953, fue reconstruida y declarada espacio protegido,
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lo que obliga a que todos los edificios nuevos se ajusten a los estilos existentes. El
Museo Arqueológico alberga una colección de vasos y exvotos de la era micénica.
En la iglesia de Taxiárchis hay un icono de Cristo del siglo XVII supuestamente
pintado por El Greco.
Con una sola población importante, altas colinas, playas de guijarros y pocas
constr5ucciones, Ítaca resulta muy agradable de explorar. Dos servicios diarios de
ómnibus (cuatro en temporada alta) unen Vathý con los pueblos del norte; además
hay algunos taxis. Stávros, el pueblo más grande del norte de Ítaca, pese a contar
sólo con trescientos habitantes, es una próspera comunidad con un concurrido
mercado. La cercana bahía de Pólis pasa por ser el antiguo puerto de Ítaca y sede
de un importante santuario de culto a las ninfas. “En la Bahía de Pólis” nos
muestra la exhuberancia de la vegetación, unida a los azules del cielo y el mar y
los ocres de la playa.
El palacio de Ulises pudo estar sobre Stávros, en lo alto de la colina que
llaman Pilikáta. En el Museo Arqueológico, de una sola sala, se encuentran
hallazgos locales. Entre ellos figura un trozo de máscara de terracota de la cueva
de Pólis con la inscripción: “Dedicada a Ulises”.
Ahora quisiéramos contarles la leyenda del regreso de Ulises a Ítaca. Ulises,
rey de Ítaca, era reacio a dejar a su esposa Penélope y a su hijo Telémaco para
unirse a Agamenón en la expedición contra Troya; pero, una vez en combate, su
destreza como guerrero y orador y su astucia resultaron vitales. Sin embargo, el
retorno al hogar estuvo erizado de peligros, entre ellos, el cíclope, la bruja Circe y
la seductora Calipso. Al cegar al cíclope se ganó el odio de Poseidón, quien, a
pesar del apoyo a héroe de Atenea, se cuidó de que Ulises perdiera a todos sus
hombres antes de que los feacios lo devolvieran a su hogar, diez años después de
abandonar Troya. En Ítaca, Ulises halló a Penélope asediada por numerosos
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pretendientes; disfrazado de mendigo y con la ayuda de su cuidador de cerdos
Eumeo y de su hijo, Ulises dio muerte a todos y recuperó a su esposa y reino.
Los hallazgos arqueológicos en la isla Cefalonia se remontan al 50.000 a.C.
En tiempos micénicos Cefalonia floreció y se mantuvo griega hasta el siglo II d.C.,
en que fue tomada por los romanos. Disputadas por muchas potencias, entre 1500
y 1700 compartió con las demás islas Jónicas la ocupación veneciana. Entre sus
atractivos se cuentan concurridas localidades playeras y el parque nacional de
Monte Aínos, en torno al pico más alto de la isla.
Lleva tiempo explorar la mayor de las islas Jónicas pero vale la pena
sentarse al volante y descubrir sus bellos rincones. Los lugares más animados son
Lássi y las localidades playeras de la costa sur. El resto son pueblos tranquilos y
sugestivos paisajes. Una línea de ómnibus une Argóstoli con casi toda la isla. El
pueblo encalado de Kástro, capital de Cefalonia hasta 1757, sigue creciendo
extramuros de la fortaleza bizantina de Agio Geórgios, que fue reformada por los
venecianos en 1504, sufrió los terremotos de 1636 y 1637 y cayó derribada al fin
por el sismo de 1953. El vasto interior, cubierto de maleza, está poblado de
mariposas de cola de golondrina. En 1264 hubo un convento donde hoy se alza
Moní Agíou Andréa. La primitiva iglesia resultó dañada en 1953, pero ha sido
restaurada y convertida en museo para albergar los iconos y frescos que el sismo
dejó sin techo. La nueva iglesia aloja la más preciada reliquia del monasterio: el
supuesto pie del apóstol Andrés.
En el monte Aínos de una altura de 1.630 metros hubo un santuario dedicado
a Zeus. En el parque nacional del mismo nombre hay caballos salvajes y las
laderas del monte están cubiertas por un abeto autóctono, el abies cephalonica.
Hacia la cima sube una carretera que pronto se convierte en un camino
intransitable.
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En la costa este, Sami tiene servicios de ferry con el Peloponeso e Ítaca.
Cerca hay dos cuevas: la de Drogkaráti, tres kilómetros y medio al sudoeste, y la
cueva-lago de Melissáni, dos kilómetros al norte. Drogkaráti, erizada de
estalactitas, tiene el tamaño de una sala de conciertos y por su acústica se usa a
veces como tal. La subterránea cueva-lago de Melissáni fue en tiempos micénicos
un santuario del dios Pan. Parte de su techo callizo se ha derrumbado, creando un
lugar fascinante de profundas aguas azules. Un canal conduce a la sección cerrada,
donde según la leyenda se ahogó la ninfa Melissaní cuando fue rechazada por Pan.
Fiskárdo, incólume tras el terremoto de 1953, es el pueblo más bonito de
Cefalonia. Sus casas venecianas de color pastel se arraciman junto al muelle,
amarradero habitual de yates; en verano reina mucha actividad con servicios
diarios de ferry y excursiones en barco desde otros puntos de Cefalonia. A pesar
del gentío y las tiendas de regalos, Fiskárdo conserva todo su encanto.
La obra “Llegando a Asos” nos conduce a un pueblo bien conservado de la
costa oeste. Las colinas circundantes llaman la atención por sus huertas en
escalón, bancales de piedra, que en tiempos cubrieron toda la isla. Enfrente,
cruzando el itsmo, yacen las ruinas de una fortaleza veneciana construida en 1595,
testigo de la ocupación véneta y de la presencia de franceses y rusos en el siglo
XIX. Hoy Asos recibe sobre todo a excursionistas, por o que el alojamiento es
escaso. Al sur del pueblo está la bahía de Mýrtou, una preciosa bahía con la mejor
playa de la isla.
La obra “Las cuevas azules de Zante” nos conduce a visitar esta isla
habitada por los aqueos hasta que la tomaron los atenienses en el siglo V a.C., a
quienes sucedieron los espartanos, macedonios, romanos y bizantinos. Los
venecianos la gobernaron desde 1484 hasta 1797 y Zante se unió por fin a Grecia
en 1864. Es una isla verde con bellos pueblos sobre las colinas, monasterios,
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fértiles llanuras y hermosos parajes. Zante capital fue destruida por el terremoto
que en 1953 asoló las islas Jónicas, la capital ha sido reconstruida con esmero para
que recobre su antiguo encanto. Las tradicionales calles con soportales discurren
paralelas al muelle, al que todas las mañanas arriban las barcas con pescado fresco
y, más abajo, los ferries atracan junto a los grandes cruceros del Mediterráneo.
En el extremo sur del puerto está la imponente iglesia de Agios Dionýsios
(1547-1622), patrono de la isla. El templo, que guarda el cuerpo de san Dionisio
en un ataúd de plata, fue construido en 1925 y sobrevivió al terremoto. El Museo
Bizantino contiene una maqueta de la elegante ciudad veneciana antes del sismo y
también una colección de iconos y frescos rescatados de las iglesias y monasterios
de la isla. Al norte queda el Museo Salomós, con la tumba del poeta Dionýsios
Salomós (1798-1857), autor del himno nacional griego. La colección ilustra la
vida de otros eminentes hijos de Zante. Dando un corto paseo hacia el norte, la
colina de Stráni ofrece magníficas vistas pero aún mejores son las que se obtienen
desde el kástro veneciano que domina la ciudad, cuyos muros derrumbados
esconden restos de varias iglesias y abundante fauna y flora.
Nos trasladamos a la ciudad de Epidauro en el golfo Sarónico. Algunos
kilómetros hacia el interior se observa una construcción grandiosa, cuyo prestigio
internacional llegó a su punto culminante en el siglo IV A.C., el teatro de
Epidauro. La obra “El teatro griego” nos permite adentrarnos en los aspectos más
importantes del teatro clásico. Los festivales dramáticos griegos tenían antiguos
orígenes campesinos. Las primeras representaciones del siglo V se efectuaron en
un mercado desocupado, con un carro como fondo. El propio teatro se estableció
donde se celebraban las asambleas políticas. En esta nueva instalación con forma
de herradura, el festival dramático se convirtió en parte del nuevo estado
democrático. El escenario elevado y el telón en que se pintaba una perspectiva
aparecieron a continuación. En el plazo de cien años surgieron la maquinaria
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escénica y las decoraciones recargadas. El teatro de Epidauro es el mejor
conservado y se le atribuye al arquitecto Policleto en el siglo IV A.C. La cávea
acomoda a una 24 mil personas en 24 filas y su acústica es particularmente buena.
La arquitectura y las esculturas eran de suma riqueza, con cierta pesadez que
señala el final de la plenitud clásica
La obra “Puerto de Kapsáli” nos acerca a la isla de Citera, ubicada cerca de
Creta y denominada como una de las islas más tranquilas de Grecia. Suspendida
en el cabo Maléa es, según la leyenda, uno de los lugares de nacimiento de Venus
(el otro está en el sudoeste de Chipre). Es en esencia una meseta inhóspita cubierta
de tomillo y rasgada por frondosas quebradas. Forma parte de una lengua de tierra
sumergida, entre el Peloponeso y Creta, de donde llegaron muchos refugiados
venecianos en el siglo XVII. Las importantes mansiones con azotea de la parte
baja de la villa fueron construidas entre los siglos XVII y XIX. Todavía sigue
intacto un elaborado sistema de aljibes abovedados, mientras que en lo alto
algunos cañones oxidados que guardan una iglesia veneciana parecen innecesarios,
dada la increíble caída vertical hasta el mar de Kapsáli. Esta isla ofrece playas con
cuevas marinas para explorar. Donde éstas finalizan, se ubica el puerto pesquero
de Avlémonas, al cual la mitad de la población de las islas va a comer los fines de
semana en su principal taberna de pescado.
Continuamos nuestro viaje por la segunda isla más grande de Grecia, Eubea,
la cual posee una rica historia propia a pesar de estar muy cerca del continente.
Sobre el mapa Eubea tiene el aspecto de una pieza de rompecabezas de gran
tamaño un poco desplazada de su sitio. La principal ciudad de la isla, Calcis, se
encuentra lo suficientemente cerca del continente para que un viejo puente
levadizo facilite la comunicación. Se supone que Aristóteles se sintió tan frustrado
tratando de entender las corrientes del estrecho canal, muy irregulares y en
ocasiones rápidas, que se suicidó arrojándose al agua. En la Antigüedad las dos
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ciudades más importantes eran Calcis y la cercana Erétria, las cuales se
convirtieron en poderosas ciudades mercantiles que establecieron colonias en Siria,
Italia y Sicilia.
“Pescando en el puerto de Calcis” nos muestra la imagen de ahora una
ciudad industrial a orillas de un mar azul profundo. Vale la pena visitar el Museo
Arqueológico y una sinagoga construida a mediados del siglo XIX, que todavía
utiliza la pequeña comunidad judío romana. Llegando al sur de la isla, en la
ciudad de Erétria, nos encontramos con un paisaje más seco y menos verde. Cerca
del pueblo de Stira se encuentran las ruinas de tres edificios construidos con unas
piedras enormes que se conocen en la región como las casa del dragón
(drakóspita), son restos muy antiguos, pero se desconoce la fecha exacta de su
edificación.
Las islas más septentrionales de Grecia no reciben demasiados turistas, pese
a que también poseen ruinas antiguas, playas desiertas y pueblos pintorescos. Este
es el caso de Samotracia. El paisaje contiene imponentes cumbres graníticas sobre
las pedregosas costas y las aguas azotadas por las tormentas. Homero describió a
Poseidón encaramado en lo alto del monte Fengári, la cima más prominente del
Egeo, desde la cual se observaba el devenir de la guerra de Troya hacia el este. El
lado sudoeste de la isla presenta pueblos diseminados y perdidos entre los olivares,
uno de los cuales podemos observar en la obra “La aldea de Kástro”. Las laderas
orientadas hacia el norte son más húmedas, con castaños y robles. Abundan los
manantiales y hay incluso cascadas que caen directamente sobre el mar.
Otro precioso paisaje de Samotracia se encuentra en las afueras de la antigua
capital, Paleópoli. Desde finales de la Edad de Bronce hacia los inicios de la era
cristiana, el Santuario de los Grandes Dioses fue el principal centro religioso del
Egeo. Estas ruinas se pueden visitar hoy en día datan de en su mayoría de finales
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del período helenístico, y aún muestran un imponente y sobrecogedor aspecto.
Otros monumentos son el templo de la segunda iniciación, reconstruido en parte; el
curioso Arsinoeion, redondo, que se utilizaba para los sacrificios; un área de teatro
circular, para las actuaciones durante el festival de verano; y el sepulcro de la
fuente donde se descubrió la célebre escultura Victoria de Samotracia.
La estatua de la Victoria de Samotracia o Atenea Niké merece un párrafo
aparte. Ejecutada en 220-190 A.C., ésta Niké o mujer alada, símbolo de las
victorias navales, se levantaba en el fondo de un ninfeo, reflejándose en el agua del
mismo. De autor desconocido, esta insuperable obra helenística, refleja la armonía
y expresividad clásica, y el realismo y dinamismo barroco. Fue realizada para
conmemorar la victoria rodia sobre Antioco III y estuvo destinada a ocupar el lugar
más sobresaliente de un teatro desde el cual se dominaba el mar. A través de los
pliegues de sus vestidos, la obra plantea el problema del gusto de algunos
escultures de los siglos III y II A.C. en la representación del vestido femenino:
tejidos pegados al cuerpo, delicados y transparentes. Fue descubierta en 1863 por
un diplomático francés, Charles Champoiseau, quien la envió inmediatamente a
París, al Museo del Louvre. El gobierno griego lleva mucho tiempo pidiendo que
sea devuelta, pero hasta la fecha ha tenido que conformarse con una copia de
escayola.
Según los antiguos griegos, Rodas es “más bonita que el sol”, gracias al
atractivo de su suave clima, sus cautivadores paisajes y una historia única. Es la
capital del Dodecaneso y es la cuarta isla más grande de Grecia.
El legado de los antiguos griegos, caballeros cruzados, otomanos e italianos
conforman un apasionante mosaico cultural, desde los torreones de los castillos
hasta el antiguo plano de la ciudad. Hay pilares de templos e iglesias bizantinas,
mezquitas con alminares, además del ciervo gemelo de bronce que guarda las
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aguas del puerto de Mandráki, en el lugar donde quizás en otro tiempo se alzase el
Coloso. Esta extraordinaria estatua que representaba a Helios tenía más de 30
metros de altura, imponente desde cualquier punto de vista. El monumento se
mantuvo en pie hasta que en el año 226 A.C. un terremoto lo derribó.
En la actualidad, la isla se divide en dos partes bien definidas: la Ciudad
Nueva y la Ciudad Vieja. Si observamos la obra “Barcos en el puerto de
Mandráki”, tendremos la sensación de estar prontos a zarpar rumbo a la isla de
Sime, una de las tantas excursiones que se pueden realizar desde la Ciudad Nueva.
Además, desde el monte Smith, se podrá contemplar una bella panorámica de la
ciudad. En este lugar, donde estaba emplazada la acrópolis helenística de Rodas,
hay un estadio, un odeion muy restaurado, y se hay vuelto a erigir unas evocativas
columnas del templo de Apolo que datan del siglo III A.C.
“Calles adoquinadas de la antigua Rodas” es una acuarela que nos permite
adentrarnos en la Ciudad Vieja. La zona medieval amurallada, con sus defensas,
las once puertas que perduran las estrechas calles adoquinadas, está tan
magníficamente bien conservada que fue declarada patrimonio cultural de la
humanidad por la UNESCO.
Finalizamos nuestro viaje por la isla de Nísiros. Más próxima a Turquía que
a Grecia, esta isla perteneciente al Dodecaneso del norte, muetra una evidente
influencia oriental. En la mitología griega, Poseidón, persiguiendo al titán
Polipotes, arrancó una roca de la cercana Cos aplastó a su adversario con ella.
Esta roca sería Nísiros. Todavía resultan audibles los lamentos del titán bajo la
superficie del cráter en el lugar más imponente de la isla, el volcán que conforma
el corazón de Nísiros. En la actualidad está inactivo, pero la última vez que entró
en erupción fue en 1933, y es una isla eminentemente volcánica, desde los
guijarros negros de las orillas hasta un balneario de aguas sulfurosas. Este
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particular aspecto se puede observar en la obra “La negra orilla volcánica de
Nísiros”.
Una vez lejos del puerto, se muestra como una ciudad atractiva, los balcones
de madera cuelgan alegres desde lo alto de blancas casas dispuestas en torno a unas
huertas de frutales comunitarias en el centro. En las alturas, el castillo de los
caballeros da cobijo al monasterio de Panagía Spilianí.
Viajar es hermoso pero también lo es regresar a casa. Esperamos que hayan
disfrutado esta recorrida tanto como nosotras. Tal vez nos encontremos en alguna
playa en Icaria o Mykonos. O visitando una guardería de barcas en Melos. O
caminando por las callecitas de Firá. Sea donde fuere recordaríamos esta
recorrida pictórica y sabremos que nuestras obras fueron la inspiración del viaje.
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Bibliografía
Del Prado, H. et al, Islas Griegas, Col. “Guías Visuales”, Santillana, Barcelona,
1998.
Pike, Jeffrey et al, Islas Griegas, Col. “Guías Océano”, Océano Grupo Editorial,
Barcelona, 1999.
Spyrou, M.A., Athens General Information, Documento Editions, Greeece, 1999.
Viñuales, Julián, Grecia Cuna de Occidente, Volumen I, Col. “Atlas Culturales del
Mundo”, Folio, Barcelona, 1993.
Viñuales, Julián, Grecia Cuna de Occidente, Volumen II, Col. “Atlas Culturales
del Mundo”, Folio, Barcelona, 1993.
Nota: Algunas de las obras mencionadas en esta disertación están en
www.artmajeur.com/edithfiamingo
Se deja constancia que la disertación “Recorrida por Grecia” que abarca del
folio 1 al 12 es de autoría de María Florencia Capellini y Edith Fiamingo. Fue
presentada en la Sala Galateas de Cultural Inglesa de Versalles, sita en Cervantes
1948 – Ciudad de Buenos Aires, el 8 de mayo de 2006 a las 20 horas
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