Recuerdos de La Guerra Del Paraguay - PortalGuarani.com

8/7/2019 Recuerdos de La Guerra Del Paraguay - PortalGuarani.com

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RECUEROOS

DE LA GUERRA DEL PARAGUAY

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REOUERDOSDE LA

G U E R R A D E L P A R A G U A YPOR

JOSE 1. GARMENDIA :,I .

P R I M E R A P A R T EBATALLA DEL S.tUCE-COMBATE DE YATAYTf COR.(-CUBUPAYTf

S E G U I U P A R T ECAMPANA DEL PIKYCIRI. . .. . , ,,.' .

e U A R T A E D lC lO N C O R R E G I D A Y A U M E N T A D A

CASA EDITORAImpr en ta , lI to gr afia y E ncuadernacl6n de Jaoobo P euser

BUENOS AIRES160- Sao Marti;' -158

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ROSARIO629-C6 ...loba-636

1890


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:;s~a obra es propiedad del :;dieor que susarlbe V pone sus derechot: atamparo del dearebo de so de $1iciembre de 182S.

JACOBO PEUSER

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A LOS HEROES OLV IDADOSA L O S C A M A R A D A S D E L A G U E R R A D E L P A R A G U A Y

J O S E I G N A C I O G A R M E N D I ADEDICA

E S T A P A L I D A Y S E N C I L L A N A R R A C I O N D E S U S H A Z A : & A S-~-

M?9843


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~A~~~~-1L~~~~~la _A MIS LECTORES

La historia intima de la guerra del Paraguay aunno se ha escrito. Partes laconicos y escasas y con-fusas narraciones, apenas nos dan una idea de aque-1I0s rudos combates, tan gloriosos para ambosbeligerantes.

Hoy ernprendo una obra modesta que, aunqueincompleta, guardara los recuerdos mas queridosde mi vida militar, corroborados por documentosfehacientes y exposiciones de acto res distinguidosfie aquella sangrienta guerra que daran mas valoral relato, salvando tal vez del olvido 10 que ya setiene olvidado.

Comprendo bien que aquellos heroes merecianotro panegirico, pero he esperado quince ailos, y


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8 REcn


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Senor CoronelDON JOSE IGNACIO GARMENDIA.

Distinguido compatriota yamigo:RRCUERDO que con motivo de su primer escrito sohrela campafia del Paraguay publicado en los folIetinesde La Nadon, invite a usted a que escribiese el cuadrocompleto de aquella epopeya, y esto por dos razones.Primera, porque veta en su estilo vigoroso y facil, nu-trido en las impresiones personales de la lucha y auto-rizado por la competencia de un soldado instruido yvaliente, un exiro de su libro, y despues, porque eseera un ramo de literatura inexplotado entre nosotros,por mas que fuese una necesidad justiciera la de contaral pais las hazafias de .sus hijos, haciendo a estos elhonor del recuerdo que queda de ese modo para ejem-plo y premio en la memoria nacional.

Pues bien; ahora que he tenido sus dos tomos pu-blicados, me congratulo de mi iniciativa, viendo que


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iO RECURRDOS DI': 1,,\ GURRRA DEI, PARAGUAY

usted ha respondido a mi esperanza de aquella impre-sion,

Es usted un brillante narrador de combates y un juezhonrado y severo en la narracion de los hechos. Haproducido usted una obra fecunda y noble, y ha demar-cado en el fatigoso camino de ia historia una sendagalana por donde ha de seguir siempre la curiosidadpalpitante del corazon popular.

Usted hace las batallas y las describe con igual noblezay coraje, porque se necesita mucho de estos dos bellostimbres del alma para sobreponerse a las preocupa-ciones, a las injusticias y a los fallos testarudos y apa-sionados de la opinion en lucha. Es usted, por ejemplo,el primer historiador argentino que rinde el honor me-recido a los valientes brasileros, nuestros aliados, queen aquella campafia han sostenido combates en que handemostrado que eran soldados de primer orden.

Los combates del Sauce y del Yatayti-Cora estan to-cados con un pincel maestro. En Curupayti rebosa lagalanura del hombre de letras, y luego en las batallas deItororo, de Avahy. de Itaivate, en el ataque de Pikyciriyen la segunda de Itaivate (Lomas Valentinas) hay lagrandiosidad del que mira de 10 alto y el color caliente ylos rasgos formidables que ha dejado en sus lienzos es-tupendos Salvator Rosa.

Usted ha hecho con sus dos libros, un alto y justisimo servicio al pueblo argentino, ha abierto una senda nueva


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REcr.mJ)()S DR LA onsnnx DEL PARAGU.\Y t Ien 61a su historia y a su literatura, y ha engrandecidola nobleza de su soldade que saluda y estrecha la manodel valiente que combatio bajo sus banderas.

Usted ve ahora por e1 exito de sus libros, la sinceri-dad de mi consejo. No desmaye en su trabajo, porque61es por la gloria de su pais.

Mientras tanto, y al agradecer el obsequio de sus vo-himenes, agradezco tarnbien las generosas palabras quetraen para su mas humilde compaiiero de armas, com-patriota y amigo que 10 saluda

RICARDO GUTIERREZ.

Su casa-5-IS-S4.


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ANo el relato de un soldado. El arte literario mechocaria brillando en las lineas que reflejan el cuadrosoberbio de los combates. EI que se ha batido y re-cuerda, reproduce inconscientemente at narrar, el calordel momenta pasado, la excitacion del patriotismo rea-parece en la vibracion de la frase incorrecta, tosca, demal gusto a veces para el que la lea con el alma impa-sible, incandescente para el que ve en ella un momentode la historia del alma patria ...

Hace pocos dias, mientras miraba en una sala del Clubde Esgrima un grupo de jovenes argentinos grandes, ro-bustos, vigorosos, manejar las armas con esa delicia quees un rasgo de raza, el coronel Garmendia se me acercoy empezamos a charlar sobre los beneficios inmensosdel mas noble entre todos los ejercicios corporales. Laoonversacion siguio su pendiente natural y pronto re-


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14 RECUERDOS DB LA GUERRA DIU, PARAGUAY

cordamos con orgullo la manera como los argentinossabian batirse y morir en los campos -de batalla. En-tonces acordandome que Garmendia habia escrito algosobre la guerra del Paraguay, paginas que no me habianllegado a Europa, le pedi que me mandara su libro.Er.sr:m.entli


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RECUERDOS DE I,A GUERRA DEL PARAGUAY 15impetu sublime de un oscuro soldado trepando una trin-chera con el estandarte de la patria en la rnano.

No hay una guerra en nuestros anales que no sea unafuente de eterno orgullo para los argentinos, y teniendoen cuenta la influencia de esa tradicion y el caracterguerrero de nuestra raza, no conozco tampoco puebloalguno sobre la tierra que haya mostrado mas dominiode si mismo, que el nuestro, venciendose estremecidoy levantando palabras de paz y concordia cuando lasevoluciones politicas le ofrecian la ocasion de guerrear.

Todos amamos la paz, pero es bueno recordar nues-tras guerras. Es bueno robustecer la conviccion intima deque este pueblo laborioso y progresista tiene la facultadlatente de todos los esfuerzos necesarios. En este sen-tido los libros como el deGarmendia, libros sinceros, sinexageracion, escritos con la verdad que impone el honordel soldado, sin rencor para el enemigo vencido, con res-peto por el valor del aliado de ayer.Ievantandose sobrela torpe preocupacion que ciega a un pueblo entero, lavirtud militar, obra patriotica y digna de encomio.

Puede estar tranquilo el coronel Garmendia y depo-ner la timidez que el espectro de la critica literaria hacenacer en su espiritu. Ha contado como soldado, concalor, con fuego, se ha entusiasmado noblemente anteel heroismo, y Ie aseguro que e1 hombre de letras que,solo en su gabinete, en vez de sentir e1 alma levantada yvibrante, sonriera por las deficiencias del estilo, seria unacabado imbecil digno de errar sin patria por todos los


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f a nltcORR1)(\S DE I.A ,.tERRA DEt, t'ARAOtJA l'ambitos de la tierra, enseiiando el arte de hacer acrosti-cos o poesias en forma grafica de copa.

No he sido nunca soldado y soy un mediano hombrede letras; pero, aun cuando hubiera publicado obrasque salvaran mi nombre del olvido, le aseguro que lasdarla todas y mucho mas por haber producido en mediade un campo de batalla, rodeado por el fuego y la me'tralla, batiendorne por mi pais y teniendo esta frase po-co literaria y de admirable estilo: "adelante, 11tuckacho~,y vt."vala patrz'al"

MIGUEL CANE .


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U N L IB R O P A T R IO T IC O (I)

LA historia completa de la guerra del Paraguay no hasido escrita. El publicist a que aborde esa empresa de-bera investigar las causas que provocaron la lucha, laindole de los gobiernos y de las naciones beligerantes, ysus resultados respecto de cada una de ellas. Es unaobra que exige una grande imparcialidad y una ecuani-midad de espiritu que no podria esperarse tal vez de loscontemporaneos, y mucho menos de los que han sidoacto res principales en los sucesos y sentirian natural-mente la necesidad de justificar su obra, al presentarlaante sus contemporaneos.

Pero hay en ese gran trabajo de la historia generalde la guerra una tarea de otro orden, propia de los con-

(I) T"i6una Nacional del 7 de Febrero de 1889.Recuerdcs de Ia guerra del p.,aguay 2


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18 RECUERDOS DE I.A GURRRA DEI. PARAGl.'A Y

temporaneos, y que ha podido ser abordada con venta-ja por uno de sus mismos actores, a la iinica condicionde asociar a una inteligencia privilegiada y a un espiritusereno, en medio de los estragos de la muerte, un carac-ter independiente, recto y elevado. Esa obra es la rese-iia intima de la guerra, la narracion de sus combates ysus episodios heroicos, esos recuerdos que se perderianpara las generaciones futuras si no los recogieramosde aquella fuente, y que constituye, por otra parte, lasmas bellas y gloriosas tradiciones del patriotismo na-cional.

Esa es la obra meritoria que ha emprendido el senorcoronel Jose I. Garmendia, que maneja la pluma 10mismo que la espada, y que asi como marcha a tornarpor asalto una trinchera, va a deseinpefiar una comisioncientifica de que depende la amistad de dos naciones.Gallardo combatiente en la prolongada y sangrientaguerra del Paraguay, su irnaginacion ardiente conservalas vivas imageries de sus variados y terribles acci-dentes, y ha querido antes de que el olvido las arnor-tigiie U oscurezca, reflejarlas en sus animadas leyen-das, en que palpita la fibra de un patriotismo gene-roso.

Asi se ha formado un libro que el coronel Garmendiadedica a los heroes olvidados, sus camaradas en la gue-rra del Paraguay, "que aun no tienen un misero monu-mento que conmemore tanto sacrificio", No importa:(que rnejor y mas digno monumento que cl de ese libro,destinado a conmemorar, en rasgos de fuego, el valor,


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RECUKRDOS hE I,A GUERRA DEI. PAIlAOUAY tola abnegacion y el patriotismo del soldado argentino, enuna guerra que pareciera dispuesta para poner a pruebatodas sus virtudes? Ese libro, que es la mas hermosa le-yenda del heroismo, viviri mas que todos los monumen-tos de granito, porque hablara al corazon y conmoverasus fibras mas delicadas.

El coronel Garmendia ha narrado en ellibro cuya ter-cera edicion tenemos a la vista, la batalla del Sauce, elcombate de Yatayti Cora, el asalto de Curupayti y lacarnpafia del Pikyciri. Sus descripciones del teatro dela guerra, de la forrnacion y maniobras de los comba-tientes, de los avances y repliegues de las columnas, delas cargas y retiradas, de los asaltos y rechazos en lasfortificaciones, de la persecucion de los enemigos, de loscombates nocturnos; y la narracion de tantos episodiosheroicos y conmovedores, absorben y dominan al lectormucho mas que las paginas del mas animado romance'.Es que aqui los personajes son reales; los conocemos;forman parte de nosotros mismos; existen muchos deellos, y los vemos desfilar todavia, como monumentosvivos de la historia. Esto justifica el concepto de MiguelCane que leyo ellibro "de un aliento, con los ojos lle-nos de Iagrimas muchas veces, el corazon latiendo conviolencia siempre."

El mismo escritor ha dicho que el coronel Garmendia"ha contado como sol.lado, cur. calor, con fuego, y seha entusiasmado noblernente ante el heroismo". "Lcaseguro, agrega en su carta al autor, que el hombre delctras que, solo en su gahinete, en vcz de scntir cl alma


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2() nECUERDOS DF: I,A GURRRA DEL PARAOUA Y

levantada y vibrante, sonriera por las deficiencias del es-tilo, seria un acabado imbecil, digno de errar sin patriapor todos los ambitos de la tierra, ensefiando el arte dehacer acrosticos 6 poesias en forma grafica de copa".Muy hien dicho Pero, por nuestra parte, advertimos,mas que deficiencias, bellezas a veces insuperables, enel estilo del narrador, que brota fluido y espontaneo, a1calor de los recuerdos que evoca.

Hayen los "Recuerdos de la guerra del Paraguay"paginas que rayan en 1amas alta elocuencia. Tales sonsus frecuentes invocaciones a los manes de sus compa-fieros de armas, a las virtudes del soldado argentino, aesos hijos del pueblo, "la ultima jerarquia de 1a clasemilitar en la vida y 1aprimera en la muerte"; a los quemueren "sin que nadie pronuncie pomposos discursosen su tumba y sin que magnificos sarc6fagos guardensus despojos"; a los que viven "en la esclavitud de 1adisciplina, rniseros, hambrientos, haraposos, sufriendo10todo en silencio, atados a la cadena del deber, fieles asus banderas, sumisos a sus superiores",

Las descripciones son generalmente cuadros admira-b1es.En la retirada de Curupayti, parece asistirse al des-file de los muertos y de los vivos, iluminados por losiiltimos resplandores del sol. Escenas de melanc61icagrandeza y de supremo horror, que nos ensefian,sin em-bargo, hasta donde puede llegar un pueblo electrizadopor la gloria 6 arrastrado por el amor a su bandera.Tantos rasgos de abnegacion y de valor, tantas excla-macioncs heroicas arrancadas .\ los combatientes, en


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nECU~:RDOS OF. LA GUERRA ORr. PARAGUAY 21medio del fuego, al caer heridos de muerte por el plomoenemigo, son dignos de figurar entre los mas celebresepisodios de que se envanecen las naciones antiguas ymodernas reanimando, a favor de sus tradiciones, el fue-go del patriotismo.

La obra del coronel Garmendia se distingue espe-cialmente por un espiritu de equidad y de justicia queresalta sobre todo cuando se complace en reconocer elvalor del soldado paraguayo, a quien "era necesariodarle muerte y empujarlo para que cayera" como a losrusos de Napoleon, a fin de abrirse paso a . traves de lamuralla de hierro que oponian. La gloria a1canza paratodos, y la resistencia vigorosa del Paraguay da la me-dida del esfuerzo que fue necesario desarrollar paravencerlo en la ultima batalla, Tambien ellos defendianla pat ria, la tierra de su nacimiento y sus hogares. Esehomenaje al vencido es digno del vencedor.

Los "Recuerdos del Paraguay" pueden ser leidos conigual simpatia en las repiiblicas del Plata, en el Brasil yen el Paraguay, porque un grande espiritu de equidad ala vez que un sentimiento patriotico palpita en ellos. Alhonrar el heroismo de los aliados hace justicia al pa-raguayo, y todos pueden recoger una leccion provecho-sa de esas leyendas inmortales.

En el fondo del corazon, por indiferente y adormecidoque parezca, hay siempre una fibra que responde a la in-vocacion de los recuerdos que dignifican y engrandecenla vida humana. Mantener vivo en los corazones el culto


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2 '2 RECUERUOS DE LA GUERRA UEf. PARAlH'A Y

de la patria, honrar sus tradiciones de gloria. estimu-lar las virtudes civicas, es conservar la fuerza secretaque salva a las naciones en la hora del peligro. Laobra del coronel Garmendia tiene esa noble ten-dencia.


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R B C U B r d o s d B l a g U B r r a d B I P a r a g u a yPRIMERA. PA.RTE

Ba ta lla d el S auc e-Combate d e Va ta ytiCo ra -Cu rupayti


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B A T A L L A D E L S A U C R


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CAPiTULO IApreclaclones a vuelo de pajaro sobre el campo de Tuyutf.-

Descripcl6n topografica,

L A S posiciones ocupadas por el ejercito aliado enTuyuti, acusaban el perfecto aprovechamiento delas ventajas proporcionadas por un terreno variado, deaccesos dificiles para tomar la ofensiva sobre un ene-migo encastillado detras de un gran campo atrinche-rado, con defensas naturales de primer orden, tales comoeran los profundos esteros que costeaban aquellas pro-longadas lineas; presentando al mismo tiempo sus dis-posiciones topograficas una escuela practica de graninteres, que aprovecharon los que hicieron aquella cam-pafia memorable, adquiriendo con gloriosos sacrificiosla experiencia que encarna la guerra mas dificil, que esla que se hace entre 0bstaculos inertes y artificiales.

Selvas, sierras, desfiladeros, pasos de rios, fortificacio-


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28 JlECUF.RDOS DR I.A GUP.RKA DI~I. PAIIAGUAY-------------------------nes, inclemencia del clima, todo se avasallo, y los jove-nes generales que hoy tiene la Republica, conquistaronalli, como jefes y oficiales subalternos, el mayor timbrede su gloria.

Despues de aquel movimrento estrategico tan biencombinado por el general Mitre, y llevado a cabo confeliz exito por el intrepido Osorio, que sefialo la inva-sion del territorio paraguayo a las barbas de su for-midable ejercito, y dio por resultado el abandono inme-diato del famoso campo atrincherado de Paso de laPatria, tomo el ejercito aliado la ofensiva marchandoa ocupar las posiciones de Tuyuti. En este trayectotuvieron lugar dos combates.

El primero fue el 2 de Mayo; rasgo de audacia deseis mil paraguayos que consiguieron algunas ventajasal principio sobre nuestra vanguardia, pero muy luegotuvieron que retroceder abrumados por el mimero, aun-que peleando siempre valerosamente.

El segundo, se redujo a la debit resistencia que conlimitadas tropas opuso el adversario el 20 del mismomes.a la marcha de avance que ejecutaba el ejercito alia-do sobre Tuyuti. Paso sinmayores dificultades, y sentosus reales en aquel campo que en guarani quiere decirbarro blanco, pero que hoy mas propiamente debierallamarse barro de sangre.

El ejercito paraguayo torno posiciones en este mismoparaje, separandolo de sus contenderes el Estero


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RECURltnoS DE l.A GUERRA D~:J. PARAGUAY 29

Bellaco del Norte (I), y anticipo el 24 de Mayo el movi-miento que de antemano fuera concebido por los alia-dos, dando aquella sangrienta batalla en la que fue casitotalmente destruido su ejercito.

Y como se hace necesario conocer las posiciones deambos beligerantes, para poder formar una idea de lossucesos que vamos a narrar, presentaremos a vuelo depajaro la topografia de esos lugares.

Aquel pedazo de suelo que encarna tan caros y tannobles recuerdos para un argentino, estaba oprimido enuna lengua de tierra arenosa; alto en la parte que mira alEste, poblado por un espeso monte de palmas que nosrecordaba los oasis africanos, descendia rapidamente enun plano bajo, que se extendia hacia el Potrero de Piris.

Limitado se encontraba al Norte y al Sud por el Es-tero Bellaco de ambos rumbos, que solo daba accesopor pasos precisos'", al Oeste por la laguna Piris situa-da en el gran carrizal (8) que se observa en esta direc-cion, confluente del Rio Paraguay y en donde desagua-ba el Estero Bellaco del Sud: al Este el mismo EsteroBellaco servia de limite,pues abriendose a cierta distan-

(I) A la parte de este estero que enfrentaba al sector de la lineaenemiga Hamada Paso G6m~z. tamblen se denomlnaba Estero Rojas,pero hemos preferldo la denomlnaclon de Thompson

(2) Resquin, en su declaraclon, dice que el Estero Bellaco del nortepor su Izqulerda era vadeable por todas partes; eso no es del todoexacto; 10 serfa para una patrulla pero no para un ejercito,

(3) Carrlzal es un terrene pantanoso, poblado de juncos y cortadopor profundas lagunas Intermediadas por bosque impenetrable.


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RECURRDOS DE L'\ GUERRA DEI, PAR ....GUA Y 31

disimulado, el ejercito argentino, un angulo casi recto,cuyo costado derecho se extendia un poco al Sud-Este,entrando por consecuencia algo a retaguardia, y suvertice mirando al Norte tomaba el angulo salienteque enfrentaba las posiciones enemigas, mas aleja-das de la linea argentina que de las posiciones brasi-leras.

Ala primera vista se ve que ese campamento habiaobedecido a las exigencias del terreno. Do minando lasventajas que ofrecia, presento al general en jefe un cam-po seguro, que mejorado con algunas obras de fortifi-cacion constituiria en adelante una posicion defensivaofensiva de primer orden. Asl, empleo favorablententeel ejercito aliado todos los obstaculos naturales, com-pletando esta disposicion con una linea de fortificacionpasajera de campafia, 'que nos resguardaba de los brio-sos avances de aquel audaz enemigo.

Los paraguayos ocupaban en esta epoca el terrenofirme que costeaba al Estero Bellaco del Norte; esta li -nea se denominaba de Rojas y se extendia hasta PasoGomez; su direccion era de Este a Oeste indinando suizquierda al Noreste; y con relacion a la linea de losaliados, figuraba el terreno neutral un inmenso angulo,cuyo vertice estaba truncado por el gran Carrizal quelimitaba por la parte Oeste las posiciones de ambosejercitos,

Desde Paso Gomez hasta Paso Rojas, los paragua-yos guardaban esta linea par pequeiios destacarnentos


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~2 RECU~:R[)O~ OR },,\ ClurmR,\ IlEI. PARAGUAY

de las tres armas, que ocupaban todos los accesos has-ta Paso Canoa (I).

La derecha de 1alinea de LOpezse apoya ba en bos-ques impenetrables y en la selva del Potrero Sauce, laque se comunicaba con Paso Gomez por una picadaabierta al traves del bosque que separa ba estos dospuntos, y en el gran carrizal del Oeste que hacia impo-sible ningiinmovimiento envolvente por ese lado (2).

A pesar de las ventajas que para la defensiva ofreciala posicion de los aliados, existia un serio inconvenien-te, que se presentaba como una continua emboscada,que tendria siempre al ejercito aliado en sobresalto, sino sc le dominaba cornpletamente.

Nos referimos al espeso bosque del Sauce (3) que seextendia ivanguardia de la izquierda de los brasileros,

(I) Thompson.(2) Nos referlmos al sector de Tuyutf.(3) Cuando el ejerclto allado sento su campo en TUYUII,el generalMitre aconsej6 al general Osorio que asegurase debldamente su flan-co Izquierdo dominando en 10 posible el bosque de Sauce a su van-guardia, y estableciendo un solido servlclo de seguridad, como tam-bien Ie Indlco la necesldad de establecer Sll ejerclto en tres < 1 cuatrollneas, EI general Osorio siguio tan saludable consejo y mantuvo sucampo en cuatro llneas, orden de combate que 10 salvo en la batalladel 24 de Mayo, pues hablcndo perforado los paraguayos sus dos Ifneas de vanguardla, resistlu con la tercera y complete el trlunfo conla cuarta, que Ie servla de reserva, y el adversario, sin sucesldn deesfueraos, se vio a su vcz rechazado, desccho y pcrseguido.Con el tlempo se desculd6 el serviclo de segurldad del Potrero Pi-rts, y dio lugar f a la construcclon de la trinchera enemlga sobre nues-11"0 flanco Izquierdo.


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RF.CtJERDOR DE I,A GUERRA DET, PARAGUAY 33hasta las posiciones de Lopez, y constituia una faja irre-gular de tupidos arboles, limitada por el gran carrizal,que ila altura del Potrero Piris formaba una curva en-trante: su prolongacion seria de mil quinientos y tantosmetros; su anchura desigual mucho menos, y su confi-guracion presentaba varias abras naturales que forma-ban camino en serpenteo y picadas, que algunas serviancomo caminos cubiertos.

Siempre se ha considerado en la eleccion de las posi-ciones militares como un obstaculo desfavorable, bos-ques, alturas, ii otros accidentes de terreno, que a van-guardia sirvan de pantalla para ocultar las operacionesdel enemigo, salvo el casu que se les domine y sean utili-zados en la defensiva; por que de otro modo ocultarianlos movimientos proxirnos del adversario 0 su rnarchaescondida, para caer despues por sorpresa; como tam-bien estaria expuesto un ejercito con tales dcsventa-jas, a la observacion asidua del espia que ae arrastraentre las matas, 0 se esconde detras del pliegue delterreno para descubrir los designios del incauto adver-sario,

Ya en la batalla del 24 de Mayo esta selva ocultohasta cierto momenta el movimiento envolvente quepor una picada abierta en el bosque del Sauce, al bordedel gran carrizal, venia operando el general Barrios,con el intento de tomar al ejercito brasilero por la reta-guardia, y que felizmente fue sentido a causa del retardoocasionado por la falta de preparacion que requeriala march a de una gruesa columna por entre un espeso

Recuerdos de In Guerra del Paraguay 3


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84 RECUERDOS DE LA GUERRA DEL PARAGUAY

bosque. Es verdad que los acontecimientos vinieronrapidos, y que Lopez anticipo aquella batalla, con esedominio que tenia su impaciente ignorancia sobre laexperiencia y la serenidad que se exige para madurarun plan de guerra, y ponerlo en ejecucion con un ejer-cito sin generales.

Como el terreno que ocupaba el bosque del Sauce sepresentaba intermedio entre los dos beligerantes, las ven-tajas y desventajas a primera vista para ambos se mos-traban iguales; pero debiase tener en cuenta que el unose encontraba en su territorio, mientras que el ejercitoaliado por primera vez pisaba una comarca desconocidaen los pequefios detalles que no figuran en las cartasgeograficas, viendose obligado a ejecutar la guerra debosques y posiciones; y a esta causa debiose alguna vezque enlas persecuciones que se hacian a los paraguayosse escapasen estes con la agilidad de su desnudez y conla destreza de los naturales de este pais de ester os yespesas selvas.

Era de suponer que este importante bosque, presen-tase alguna vez la ocasion de ocultar los movimientosdel enemigo que se iniciasen por ese fIanco, sobre todoen la noche. Lo tupido de los arboles impedia nuestroacceso para una prolija exploracion,

Cruzaban aquella espesura enuna forma irregular, pordistintos rumbos, diversos senderos y abras natura-les, siendo la mas notable una que en forma de espa-cioso camino nacia del Potrero Sauce, y aumentando


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RECUERDO!l DE LA GUERRA DEI, PARAGUAY 35su anchura salia al Este a vanguardia del campo delgeneral Flores; y otra que mas at Sud penetraba for-mando una curva entrante, y venia a conc1uir en unapequeiia abra que tambien tenia salida al Este por elmismo boquete del camino que conducia at PotreroSauce.

El ancho camino que arrancaba del Potrero Sauce seencontraba interceptado por una trinchera, abierta, pue-de decirse, en la tangente del abra natural que le daba elnombre, El foso de esta trinchera unio mas tarde elEstero Bellaco del Norte con el gran carrizal del Oestey se construyo alli proximo una esc1usa (I).

Como este camino se presentaba unico para llevar elataque por ese sector de la linea enemiga, parecia aven-turada tal empresa, 0 por 10 menos, sin preparacion, seexpondria el atacante a grandes perdidas,

(1) En un paseo que biclmos a ese punto en aquel tlempo con mlexceleote amigo el Sr. D. Juan Clark, empresarlo del ferrocarrll An.dlno, tuvimos ocasi6n de verla.

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CAPiTULO IICaracter mllltar de Lopez

No estara demas una digresion sobre el caracter militarde Lopez para dar idea en breves rasgos del movil desus aventuradas empresas.

El desequilibrio de sus mas nobles facultades 1 0 im-pulso violento a los mayores desaciertos. Su viaje aEuropa fue de perfida enseiianza: inoculo en su almaselvatica, ya preparada para el poder despotico, el de-lirio de las grandezas, y puso de relieve ante su espfri-tu ofuscado, gloria y conquistas, y tal vez vislumbro unacorona en perspectiva. Desde ese momento puesto enpugna con el ultimo sabio consejo de su padre, no pudosoportar el rol efimero de tiranuelo de un pais de al-deas, sinrepresentaci6n politica en el mundo, escondidoen un rincon boscoso de la America, y su mente tortu-rada por su ambicion desmedida, y herido su amor pro-pio por los stiletazos de la prensa bonaerense, se lanzoat Rubicon, no como e1 gran romano, sino como un


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RECUERDOS DR LA GUERRA DEL PAR.\GUA Y 37

atolondrado inexperto. Inicio la guerra fatal conun actode perfidia vandalica, y sus hordas desparramadas enlos territorios argentino y brasilero I sembraron ladevastacion y el incendio, quedando esas comarcasdesoladas, donde no fue respetado ni el indefenso ysanto hogar de la familia.

Con esa provocacion dio comienzo a la contienda,sin la preparacion necesaria, ni la prevision de los obs-taculos que encontraria en su camino, asaltando deimproviso a un enemigo a quien nunca hubiera vencido,a causa de que las naciones que 10 representaban eraninagotables en hombres y recursos con respecto a el; yes por eso que 10 vemos con un ejercito hambriento,desnudo, armado con viejos canones y fusiles de chispa,sacriflcarlo sin medida ni precaucion en combates este-riles e interminables.

Todo 10 que se puede decir para 'dar una idea de la{alta de preparacion en esta guerra por parte del quetanto parecia haber meditado este gran acontecimiento,es, que al poco tiempo de iniciarse la lucha ya careciael ejercito paraguayo de papel, medicamentos, telas yotros objetos de suma necesidad.

Como consecuencia, la miseria y los sufrimientosoriginaron enfermedades, que diezmando al ejercitoparaguayo le hizo sufrir tan enormes perdidas, quelas del plomo enemigo eran minimas con relacion aaquellas.


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40 nncnxnuos DE LA GUlmRA DEL PARAGl"AYnuestros cuadros venian sin orden y dirninuidos, y asi-mismo, temerarios, sableaban batallones, y aiin rechaza-dos irnponian en su retirada.

Aun admitiendo mejor cornbinacion en aquel plan debatalla, dadas las condiciones favorables que presentabael terreno para la defensiva de los aliados, y los elemen-tos inferiores en armas y rnimero del ejerciro para-gua ),0, tendria siempre aquella accion que haberle dadoun resultado funesto, y obedeciendo su ley fatal a estascausas poderosas, fue vencido por las dos terceraspartes del ejercito aliado, que no necesito mayor sacri-ficio para su esplendida victoria.

Tenazmente ofuscado aquel orgulloso tirano, nosaco experiencia de tan duras lecciones, y tan-teando un ojicz 'o que no conocia, y que solo se ad-quiere 0 par el genio, o pOl' una larga practica dehaber hecho la guerra, olvido el proverbio de unastuto guerrero que dice: "Que cuando el lobogrande se come al chico, es preciso buscar los mediosde que ellobo no sea tan grande."A pesar de su ineptitud para tomar la ofensiva 0

llevar a cabo la mas sencilla operacion de guerra,habilrnente eligio sus posiciones. Es verdad que elterreno fue siempre un libro abierto, de una instruc-cion sin igual; tan claro para darle un huen consejo,que no necesito mas para aprender a guardar su frentey sus flancos, y aprovecho con eficacia las ventajasde un suelo desigual para construir sus formidables


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RECUKRDOS DE LA GfJERRA DEL PARAGUAY 41

lineas, que nos recordaron siempre las colosales obrasde los campos romanos.

Tarnbien es verdad, que si se sostuvo tanto tiempoen el cuadrilatero, fue por no haber coadyuvado entiempo oportuno como era de esperarse, la escuadrabrasilera ejecutando el paso de Humayta, que mas tar-.de 10 ejecuto con valero so impulso, y no llevarse acabo antes de Curupayti el plan del general Mitre queaconsejaba el movimiento envolvente por la derecha,que posteriormente tuvo el exito deseado, dando fina la carnpafia de Humayta (1), la mas diflcil y gloriosapara el ejercito aliado.

Otro de los grandes errores de 1a ignorancia de L o -pez,se reflejaba en ese deseo inquieto que 10 dominabaconstantemente de dar pequefios combates sin ventajasenperspectiva, que lentamente aniquilaban su hermosoejercito: combates parciales que comprometian despuesmayores fuerzas. Siempre tomaba la ofensiva sin pre-ver de antemano las inmensas ventajas del adversario,que anonadaba con su potente artilleria y multiples

(I) La campaila del Paraguay, a mi entender, debe dlvidlrse encuatro perlodos:1.0 Desde el principia hasta el paso del Rio Parana (Campana deCorrientes y Matta Grosso).2.) Desde el paso del Rio Parana hasta la rendlclon de la guar-nlcldnde Humayta en la peninsula (Campaila de Humayta],3. Desde la calda del cuadrflatero hasta la batalla de Itavalte(Campana de Plkycirl).4.0 Desde la batalla de Itavalte hasta la conclusion de la guerra{Campana de Azcurra).


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42 RECUERDOS DE I.A GUERRA DEL PARAGUAYesfuerzos, aquel avance irreflexivo, Puede bien decirseque jugaba a los dados el destino de sus infortunadastropas 0 bacia la guerra por petits paqteets como deciael capitan del siglo, ridiculizando la formula de combatede algunas mediocridades militares de su tiempo.

Aquella imaginacion calcnturienta, atorrnentada porlos contrastes de su inmenso orgullo, reflejaba a Anteo:buscaba fuerzas en el infortunio, y a pesar de su faltade valor fisico (1), tenia un gran caracter moral, perse-verancia incorregible que 10 manifesto inquebrantablehasta el ultimo momento; tenacidad calculada que sacri-ficando su bienestar personal a todo, la puso alserviciodel sosten de su barbaro poder, Templado en los reve-ses, las derrotas no 10 arredraban, y en su ardientefantasia transforrnaba envictorias tan rudos golpes, con-fiando en seguida a nuevos esfuerzos el resultado desea-do, y asi fue que sacrifice esterilrnente un pueblo dignode mejor suerte a sus caprichos de ignorante tirano, ca-prichos que inspiraban esas empresas aventuradas, con-cebidas con la rapidez de su imaginacion vertiginosa,y llevadas al terreno por generales que solo tenian labravura del toro y la obediencia del esclavo; y laconsecuencia de la falta de direccion suprema y de tan-tos errores de detalle en una guerra en que el poseiagrandes ventajas por e1 terreno, fue el exterminio de esepueblo oprimido, tan heroico en la lucha, tan constanteen las privaciones, y tan barbaro en la represalia.

t I l Thompson


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CA PiTULO IIILos paraguayos construyen una baterfa sobre el fJancoizqulerdo del

ejerclto allado - Combate del d!a 16- Los braslleros toman latrinchera.

DRSPUES de los tiltimos contrastes y de la batalla del24 de Mayo, en la que el ejercito paraguayo perdiomas de doce milsoldados (1), fue reorganizado de nuevodando de alta a seis mil esclavos y otros contingentesque 10 elevaron a treinta mil hombres. Estos elementoseran inferiores en todo sentido al ejercito veterano ani-quilado anteriormentc; ancianos, muchachos, convale-cientes, todo fue a las filas para formar aquella nuevamasa de combatientes; un ejercito escualido, pero fana-tico y esclavo, en el que la obediencia pasiva se Ilevohasta el ultimo grado, y no desrnintio un solo momentosu buena reputacion, aunque no tenia la misma solidezde su antecesor.

(I) AI comlenzo de la guerra constaba el ejercito paraguayo yus depositos de 60.000 hombres. En la epoca de la batalla del 24de Mayo estaba ya reducido a 24.000 soldados en Tuyut! y 14.000en Humayta; los demas hablan muerto 6 estaban prisloneros.


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44 RECUERDOS DE LA GUERRA DEI. PARAGUAY

En esta situacion, despues de haber adiestrado Lopezen continuas maniobras y ejercicios de fuego a estasnuevas tropas, y en los combates del 10 y del II deJulio donde como siempre comprometio un puiiado dehombres que fueron rechazados, trato de extender su li-nea fortificada de la derecha, de manera que tomase elflanco izquierdo de las posiciones de los aliados. Comose ve era atrevida la empresa, encarnando en si un plantan descabellado, como suponer que el ejercito aliadopermaneciese impasible ante tanta audacia, que 10 obli-gada a retroceder vergonzosamente allende el EsteroBellaco.

Thompson repite 10 que dice el semanario de la Asun-cion, que la mente de Lopez al provocar esa batalla, fuecon la intenci6n de obligar a los aliados a llevarle unataque a sus posiciones. La tenacidad de los ataquesparaguayos en este episodio, desmiente 10 bastante se-mejante asercion (1)

Primero tuvo la idea de colocar una pieza de artille-ria en un lugar denominado punta Naro, que se encuen-tra en la Iinde del bosque del Sauce, sitio proximo alcampamento del general Flores y que descaradamenteenfilaba aquella posicion, de modo que para atacar estepunto hubiera sido necesario sufrir los fuegos de la bateria del potrero Sauce y de la del Paso Gomez.

(1) Sabre el ataque del 18 de Julio el general Victorino arroja larespuusabilidad al general Flores, y se ha dlcho que fue por iniclatlvade Palleja que se llevo a cabo, deseando festejar el anlversario del 18'A Julio


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RECUERDOS D~ LA Gl'ERRA DEI. PARAGUAY 45

Este plan primitivo fue abandonado, ordenando en-tonces Lopez un prolijo reconocimiento el dia 13 en elterreno comprendido entre la trinchera del PotreroSauce y Potrero Piris, que formaba propiamente la sel-va del Sauce, con el proposito de hacer construir duran-te la noche una trinchera que abrazara el espacio situa-do entre la isla Carapa (1), Punta Naro y Potrero Piris,que se extendia sobre dos elevaciones de terrene limi-tada al Este por un bafiado situado sobre el frente dela posicion que ocupaban los orientales. Cerraba estatrinchera los dos boquetes de los caminos que salian alEste y que se comunicaban interiormente como ya 10explicamos at referirnos ila selva del Sauce, estable-ciendo en la que cerraba la desemhocadura del caminoque va iPotrero Sauce una bateria: atrevida posicionque comprometia e1 flanco izquierdo de los brasileros yla retaguardia del general Flores. Esto hacia insosteni-ble aquella situaci6n: era arrojarnos iItapini,

La audacia de Lopez no tenia limites, porque era unaaudacia que nunca puso en peligro su vida, y 10 peores que la hacia servir a sus empresas mal preparadassacrificando sin provecho un ejercito que debio siempreconservar.

La selva situada entre potrero Piris y Potrero Sauce,puede decirse que era terreno neutral; ninguno de los

(I) Se denominaba as! a la elevation de terreno donde esta situadala desembocadura al Este del camino que va a Potrero Sauce. A estePUDtose ha Hamado despues el Boquer6n.


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48 RECUERDOS DII! I.A GUERRA DEr. PARAGUAY

general Diaz, jefe superior de las operaciones que ibana sobrevenir.

Los trabajos se efectuaban como a setecientos me-tros del ejercito brasilero, pero como el servicio de se-guridad se habia descuidado mucho por esa parte, comosucede en las largas campaiias (I), no echo de ver aquelel peligro que oculto 10 amenazaba, y si acaso sospe-cho la ohra del enemigo escondic1oentre el bosque, porel ruido que debieron hacer los trabajadores al chocarsus instrumentos de zapa, creeria oportuno no aventu-rarse en una noche tenebrosa a un tanteo entre tinieblas,que no dana mas resultado que la perdida de algunoshombres.

Amanecio el dia 14 y se pudo ver bien distintamentea corta distancia una trinchera en comienzo, que flan-queaba audazmente al ejercito aliado.

Inrnediatamente se ordeno un reconocimiento, quecomprobo los trabajos enemigos y los preparativos pa-ra artillarlos con cuatro piezas que se creyo descubrirentre ramas de arboles. Entonces se toco general a y elejercito brasilero se PllSO sobre las armas.

En esta circunstancia la artilleria de la vanguardia yla de la . 2 . a linea rompieron un nutrido fuego, esperando

(1) Napoleon dice con mucha raz6n, "que las largas campanas co-,rromo",n 1 '1 dlsclpllna. n


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RECUERDOS DE I.A GUERRA DRT. PARAGUAY 5l3000 soldados formaban en las filas de la division

Sousa, esparcidos en la H." y 13.a brigada; la primera alas ordenes del coronel Guimaraens y la segunda a lasdel Brigadier Pereira.

Constituian la 1I." brigada los batallones 10 y 14 delinea y 20 Y31 de voluntarios, y la I3.a el 12 de linea, yel I, 19 Y24 de voluntarios.

A las 5 1 / 2 de la manana se lanzaron los brasil eros ala bat alia atronando el espacio con un hurrah impo-nente.

El avance fue bizarre; aquellos ocho batallones car-garon con decision a la nueva trinchera; los paraguayosaunque sorprendidos en el primer momento, reacciona-ron, y resistieron con tenacidad y dando mas solidez a ladefensa, reconcentraron las fuerzas que tenian esparci-das en algunos puntos proximos al combate.

Al mismo tiempo apoyaba este ataque la arrilleriadel general Flores, cuyo fuego, combinado con el de lainfanteria brasil era, hizo sufrir al enemigo grandes per-didas. Despues de una hora de combate tenaz en queparecia inquebrantable la resistencia de los paraguay os,los batallones 20 y 31 de voluntarios apoyados por el10 y el 14 de linea, haciendo un supremo esfuerzo arre-metieron a la bayoneta y conquistaron la posicion, apo-derandose como trofeo de gran mimero de armas, 2 co-heteras y 146 instrumentos de zapa, que habian servidoa los paraguay os para la construccion de sus obras.


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5~ RRCUERDOS DE I.A. GUERRA DEL PARAGUAYUna vez perdida esta primera posicion, retirose el

enemigo a su espalda, y ocupando otro punto volvio aresistir nuevamente. Pero tambien alii fue convulsiona-do por los fuegos de la infanteria y artilleria brasilera yoriental Cedio el terreno por un momento, corriendosea la izquierda de la nueva posicion, y esparcidos en laespesura del bosque continuaron el combate esperandolos refuerzos que no tardaron en llegar.

El coronel Aquino volvio con tropas de refresco yataco a los brasileros, haciendo esfuerzos constantespara reconquistar la posicion perdida. Se vio entoncesuna lucha sangrienta y despiadada: tres veces aracaronlos paraguayos y tres veces fueron rechazados y perse-guidos hasta la otra trinchera, donde reforzados con nue-vos combatientes repelian a su vez a los brasileros, apo-yados por las cuatro piezas que alli habian establecido,las coheteras, y la artilleria del Potrero Sauce y PasoGomez, cuyos sostenidos fuegos se dirigian tanto alcampamento de la vanguardia como a la trinchera to-mada por las tropas imperiales. Cesaba el avance alabayoneta y continuaba el fuego tremendo que cubriacon una capa espesa de humo aquella selva sombriadonde tenia lugar tan refiido combate.

Cuando eran rechazados los paraguayos, se escurrianpor el bosque prosiguiendo rudamente la batalla. Aque-Ila tactica entonces era dificil para los brasileros, por-que oculto el enemigo entre los arboles y el malezal nopresentaba blanco; el humo de los disparos solo anun-ciaba su presencia, y el retumhar de las detonaciones


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CAPiTCLO IVContlnuaclo del Combate del dia J6. - La dlYisioo Cooesa entraen Cuego.-Inaccion del dia 17.-Primer avaoce del dia 18.-Recbazo de esse amago.

MIENTRAS tanto, en el Potrero Piris, ademas de la bri-gada Bello, se envio como refuerzo 3 regimientos decaballeria desmontada y armados con fusiles, ascendien-do estas fuerzas a 1600 hombres.

EI general Mena Barreto ordeno entonces al coronelBello que con la fuerza de su brigada (l) tratase de pene-trar por una picada que se encuentra al borde del grancarrizal, con el intento de envolver el flanco derechodel cnernigo y tomarlo por la retaguardia. Estas tro-pas avanzaron por el estrecho desfiladero hasta ciertadistuncia de la derecha de la posicion de Lopez en elPotrero Sauce, pero desde alli retrocedieron juzgandolotemernrio, en razon de la escasa fuerza que llevaban, no

(I ) J Y .. do linen, 4 y I4 de voluntarlos.


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RECUERDOS I)E f.A GUERRA DEL PARAGUAY 57

pudiendo por consecuencia llenar su proposito que eraatacar por un lanco 0 por la retaguardia al adversarioque combatia con la division Sousa. Ademas de 10que hem os dicho, las dificultades del terreno hicieronabandonar en su comienzo esta operacion, que llevada acabo, era de presumir, tal vez, la sorpresa del enemigo,o por 10 menos su forzosa retirada a su linea prin-cipal (1).

Exhaustas de fatiga las tropas del general Sousa,fueron relevadas a las 91/2 de la manana por 10 restantede la La division al mando del general Argollo, pues losbatallones que anteriormente mencionamos viniendoen auxilio del general Sousa pertenecian a esta unidadde fuerza y formaban la 8.a brigada.

El general Argollo se establecio en la trinchera con-quistada con 1a 10.a brigada, dejando alli proxima comoreserva a la 8.a

La 10.a brigada era mandada por el teniente coronelRocha y se componia de los batallones 13 de linea,20, 22 Y 26 de voluntarios.

Al primer golpe de vista abarco el ilustre generalaquella situacion, implanto el orden y dispuso sus tro-

. pas con pericia, y alentandolas con su ejemplo, no seeconomizo un solo momenta el peligro.

(I) Sauce.


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58 RECU~RD08 DE LA GUERRA DEL PARAGUAY

EI fuego continuo, disminuyendo a eso de las 10 dela manana, 10 que daba a comprender que el enemigohabia desistido de su aventurada ernpresa, siendo est acausa la que promovio la retirada de los batallones 6de linea y 2 de voluntarios de la brigada Paranhos.

Sedan las dos de la tarde cuando sintio el generalArgollo que se reforzaban los paraguay os, e inmediata-mente dio aviso al general Polidoro.

Al momento fueron enviados de nuevo los batallonesque recientemente se habian retirado.

Apenas tuvieron tiempo de alcanzar a la trinchera,cuando fue atacada vigorosamente por los paragua yosacaudillados por el coronel Jimenez, que habia susti-tuido al bravo Aquino.

Las instrucciones que traia del general Diaz, eran ter-minantes sobre la conquista a todo trance de la posi-cion perdida. Con tal orden y con tales ejecutantes,debio constituir un empefio heroico aquel asalto, y asifue, porque ruda y tenaz trabose una lucha encarnizada,en que al principio parecia que la violencia del ataqueobtenia ventajas, pero reforzados los brasileros con losbatallones 14de linea, 2 y 31 voluntarios de la brigadade Guimaraens (1) repelieron el violento avance de aqueleoemigo que parecia inquebrantable.

(I) I4.tt Brigada.


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----------------------------------------Sauce; pero al momento tuvieron que replegarse arne-trallados pot los fuegos del frente y de los flancos. Re-trocedieron los batallones con m a s orden que el quehabian aracado, imponiendo al adversario con la sere-nidad de aquella marcha retr6grada.

La constanciade los repetidos ataques de-los aliados,ejerdan dominante una supremacia bien definida sobrelas tropas paraguayas, y fue esta la causa, que aunqueveneedores con el rechazo, se limitaban apenas a unacorta ofensiva, que aproveehaban con alborozo, paraasesinar impunemente a nuestros infortunados heridos,tendidos cerca de sus posiciones.

De corto alcance era, pues, su ofensiva, volviendoen seguida detras de sus parapet os a esperar nuevosataques.

Mientras que esto sucedia, el general Polidoro refor-zaba la fuerza de Mena Barreto con los batallones 8 y16 de linea y 10 de voluntarios, y e12.0 y 3. regimien-tos de caballeria ligera y un cuerpo de guardias nacio-nales, armados todos como infanteria, con la brigadade cazadores a caballo del 2. cuerpo. Esta fuerza debiaoperar una seria demostracion para distraer la atenciondel enemigo del punto principal, y ocupar al mismotiempo una posicion avanzada.

Los batallones 3 y 4 de infanteria avanzaron poruna picada construida sobre la orilla Oeste de laselva delSauce que conduce a la linea principal y que arranca


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ltECUERDOS DE J..l. GUERRA ner , PARAGUAY 67del Potrero Piris (1) llevando el intento de' envolver laderecha del enemigo. Despues de grandes dificultadespudieron ponerse al frcnte del adversario, pero con ta-les desventajas, que siendo rechazados, ocuparon nue-vamente una posicion mas a retag uardia en donde semantuvieron firmes, construyendo una obra avanzada yguardaron al mismo tiempo, puede decirse, el flanco iz-quierdo de nuestras tropas combatientes.

Frustrada la primera tentativa sobre la trinchera delPotrero Sauce, ordeno el general Flores al coronel Do-minguez, que obedeciese ordenes del coronel Pallejasy atacase de nuevo la posicion.

El coronel Dominguez que mandaba una Division, yque por su edad y antigiiedad podia aspirar al mandosuperior, con noble abnegacion se puso a las ordenesdel coronel Pallejas y mas tarde veremos que aquellavieja amistad de un dia, fue interrumpida por un mo-mento por ese inexorable destino que condena casisiempre a los militares de batallar continuo, a una muer-te segura en el campo de batalla.

(I) Esta plcada y otras, fueron construldas por orden de Lopez an-tes de la batalla del 24 de Mayo con ellntento de que por ese caminotrajera Barrios su ocuIto ataque

+0 o


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72 RF.C{1ERDOS DE I,A GUERRA DEI, PARAGl1A Y

por la derecha, y el San Juan y Cordoba, un poco mas;j , vanguardia, siguieron por la izquierda El airoso ba-tallon Florida marchaba de reserva apoyando el movi-miento de los cuerpos de adelante. Como cuerpo delinea era el nervio de aquel as alto; mandado por un dis-tinguido y bravo oficial, el capitan don Enrique Pereda,debia una vez mas inscribir en su bandera otra fechainmortal.

En el paraje donde la division hizo alto, formaba unaespecie de recodo el camino, que servia de amparo alas tropas que avanzaban 0 se retiraban del asalto,

Un momento despues de dejarla division aquel abrigoy de cnfrentar la trinchera enemiga, fue acogida por unfuego terrible de mosqueteria y metralla, haciendolasufrir horriblemente.

Estas perdidas se manifestaban mas sensibles en losdos b~tallones de vanguardia, que se reforzarou inme-diatamente con los otros tres que seguian mas a reta-guardia, y asi la division, con fund ida y en desordencargo resueltamente al baluarte paraguayo.

Aquellos batallones de soldados ciudadanos, apoya-dos por un sosten de linea, al atravesar aque1 espaciofatal, soportaron en silencio el fuego sin piedad que seles hacia, y que abrla inmensos claros sombrios en susfilas: se rnarchaba en confusion, tropezando con losmuertos y los heridos, pero se avanzaba siempre sinmirar arras, y animados por sus jefes y oficiales, nada


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RECUERDOS DR I,A G.VERRA DEr, P.\RAOUAY 73los detuvo: ni la metralla, ni el plorno, ni las grandesbornbas de sesenta y ocho, que explotaban como unareventazon de dinamita, La columna rodaba irnperte-rr ita, triturada, como una ola embravecida, dejando filasenteras que caian como si fueran soldados de plorno,soplados por el aliento de Ia muerte.

Llegaron a la trinchera, y dio comienzo con furorviolento la lucha al arma blanca. AqueUos demoniosde paraguayos se batian desesperados; embriagadoscon el frenesi de la batalla, parecian leones enfurecidos.Habian cesado las detonaciones que aturden, domi-nando el ruido seco de los aceros que se chocan enel entrevero, y erizan con el horror de la muerte.Defendian la trinchera ciegos de coraje, a bayonetazos,con piedras y balas que lanzaban con ln mano, paladasde arena que arrojaban para cegar al asaltante, a cula-tazos, a golpes de escobillon, a sablazos, a botes delanza (I).

El movimiento y el sordo rumor de aquella lidia, eraimponente.

En la cima del parapeto, algunos parecian gigantesbronceados, medio desnudos, con el morrion de cuerohacia arras y el escapulario mugriento descansando so-hre el sudado pecho, levantando unos brazos que caianpara matar, y muriendo sin decir un py!

(I) Vease el parte del coronel Dominguez.


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76 RECUERDOS DE I.A GUERnA DRI. PARAGUAY

Fue entonces que el coronel Dominguez solicito delgeneral Flores una cornpafiia de zapadores.

Ochenta brasileros, a las ordenes del teniente Car-valho avanzan con sus palas y sus picos, pero antes quese pusieran a la obra, las tropas argentinas escalaron laposicion, quedando por orden expresa el batallon Flo-rida de reserva formado en batalla sobre un lado delcamino y aunque completamente diezmad0 era el iinicoapoyo con que se contaba en caso de un reves, Erapues la Have de nuestra victoria.

La division se 'precipito como una avalancha sobrela trinchera (1), y se vio flamear alli con gloria, casi si-multaneamente, las banderas agujereadas de los batallo-nes Cordoba y San Juan (2).

(I) Los partes braslleros dlcen que con la divlsl6n del coronel 00-mingut"z entraron al Potrero Sauce, restos del 21 de voluntarlos y al-I!'una~ compaiilas del 2 y del 5 de linea y 16 de voluntarlos extranje,ros.Esto es inexacto a estar a los Informes de much os de los actores deaquel drama y de-l parte del coronel Dominguez, que 5610 expone queen la retlrada fue protegido por fuerzas brasil eras.

La trinchera del Sauce fue tomada por cuatro batallones argentl-nos, y el bata116n Ftorlda, no dos como dlcen los partes brasil eros.

Es exacto que los zapadores de Carvalho Ilegaron cuando losorientales y argentinos habfan tornado la trinchera y en la obra desu demollcl6n rue muerto el distlnguldo tenlente Fontaura y sorpren-didos por el retroceso de nuestras fuerzas abandonaron el trabajo sinconcluir,(2) Cuando vi6 1a luz publica este eplsodlo por primera vez, se des

lizaron algunos errores, y entre estos atrlbulmos al comandante Agus-tin G6mez ser conductor de la bandera de 5Ucuerpo en ese dfa; hoymejor informados, podemos decir que ya se encontraba herldo estevaliente oficlal, cuando tuvo Iugar el momenta preciso de la toma de,- trinchera.


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En ese momento solemne se encontraba el general E.Mitre en la entrada del boqueron presenciando aqueldesfile sangriento. Al pasar el Mayor Mayorga con losrest os de su batallon Ie dice:

-IMayorl ~y 10 demas de su cuerpo, donde estaiSe detiene Mayorga, toma la posicion militar, saluda,

lanza la mirada entristecida al rumbo de la liza, y exten-diendo el brazo con la espada torcida en esa direccion,contesta con una voz quebrada, no por la batalla, sinopor el infortunio,

-iGeneraI, han muerto por la patrial (1)Al pronunciar esta frase se enturbiaron los ojos del

valiente oficial,y continuo en silencio su camino.El general sintio que el corazon golpeaba violento:

aquella apoteosis en una frase le habia conmovido:incline la cabeza, quiso hablar, y no pudo.

Atguna vez, en la desventura de los combates, los ge-nerales no son generales .... son camaradas.... . .

Las bajas de la division Dominguez alcanzaron enmuertos, a 10 oficiales y 109 soldados; en heridos a 4

(I) Relato del ayudante del coronel Dominguez, don BonifacioLastra, hoy uno de 1 0 mas dlstinguidos mlembros del foro argentino.


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RECUERDOS DE I,A GUERRA DEL PARAGlJA Y 83jefes, 14 oficiales y 180 soldados, y en contusos a 6oficiales y 60 individuos de tropa; se ve, pues, que fueuna perdida enorme dado el pequefio efectivo de loscuerpos y la desproporcion entre los muertos y he-ridos.

Al hacer este compute, se entreve facilmente la glo-riosa faena de esa intrepida division, porque su perdidarepresenta la mitad de la fuerza que asisti6 a la batallaen tropa y oficiales.

Aquel avance temerario e irreflexivo ordenado porun general fue una de las mas grandes glorias del solda-do en la guerra del Paraguay.


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'RKCUElIDns DK I,A GUERRA DEL PARAGUAY 89

timientos humanos, en que el soldado mas soldado essacudido por una fuerza extrafia.

El trayecto seguido por esta columna fue el mismoque el de la tercera division: avanzo sin conocer e1 te-rreno por la margen exterior del bosque, cuando mejordirigida 10 pudo hacer por el camino interior que rema-taba en la embocadura de la via que conducia al Po-trero Sauce, salvandose asi de los fuegos de la artille-ria de Paso Gomez; y como aquella, sufrio las pri-meras perdidas antes de abrigarse en el recodo de laentrada. Alli hizo alto, y reorganize sus filas.

El 2 de linea, en columna cerrada, marcho a vanguar-dia, siguiendo por el costado derecho del ancho camino;mas a retaguardia, y sobre el costado izquierdo, avan-zaba en la misma formacion el 1.0 del 3.:batallon por-tefio bravo y entusiasta, mandado por un viejo de co-razon esforzado, que vive como un recuerdo santo enel corazon de sus camaradas.

EI comandante Fortunato Flores fue el guia enviadopor el general Flores para conducir esta columna poraquella via encharcada ya con abundante sangre aliada:jValiente oficiall no desmintio un solo instante el linajeque llevaba en sus venas.

Mientras tanto, losparaguayoshabian reconcentrandograndes masas en el Potrero Sauce, y esperaban con lamecha encendida y las punterias hechas, que se agol-pasen nuestras tropas a la via para barrerlas con el


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RECUP.RDOS DE I.A GIJERRA DEI. PARAGUAY 91

desigual al mortifero de la trinchera, de los flancos, detodas partes: detras de cada arbol un fogonazo, enorrnesproyectiles que cruzaban rugiendo como una jauria detigres; se tropezaba en los muertos; los lamentos seconfundian con las detonaciones, y aquel modo de mo-rir era tan barbaro, que solo el aturdimiento de labatalla puede hacer soportar como un automata espec-taculo tan conmovedor.

Mateo Martinez confieza en su parte "que la opera-cion se bacia dificil, y que despues de media hora defuego, aprovechando un momento de sublime entu-siasmo, pi de al abanderado Miguel Massini el estandartepara iniciar la carga, y aquel joven oficial con el ardorde sus afios, Ie contesta vehementc: Ire donde vaya fabandera, y mt"mayor glorz'a sera ma1tckarla con 11Iz'sangre. (Donde quz'ere que fa clave? concluye, sacu-diendola convulso (1).

-iAllif-Ie dice Mateo Marttnez, dominado un tantopor el denuedo del alferez, y sefiala con la espada lapavorosa trinchera.

Dialogo sublime sostenido en el torbellino de la tumbaen medio de los compaiieros que caen, de los horroressin nom brel Si aquel cornbate no hubiera tenido masque estas frases, seria 10 bastante para la gloria deese dia,

(1) Vease e1 parte del comandante Martinez.


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92 RECUERDOS OF. I.A GUERRA DFI. PARAG.UAY

Un batallon con tal abanderado debio 1anzarse comoun torrente a la batalla, y asi fue: todos siguieron a lasagrada ensefia, que avanzo rapida a1enemigo.

EI 2 de linea, que seguia a vanguardia sobre el cos-tado derecho, marchaba con el empuje de la tropa delinea y e1estoicismo de 1adiscip1ina. Aquellos altivossoldados devorados por e1 fuego de sus gloriosas tra-diciones, impasibles desafiaban 1amuerte como el rudocumplimiento de su deber.

Esa masa oscura, nerviosa.: automatica, envue1ta enuna nube de blanquecino humo, de cuyo centro seerguia con una vanidad ostensible 1a bandera de losArgentines ilesa en la honra de las batallas, refulgentepor sus victorias, y noble por su cuna, representaba alliados glorias de Buenos Aires como para comp1etar e1cuadro de los heroicos sacrificios de 1aRepublica.

Los dos cuerpos casi a la misma altura avanzabanganando terreno, dejando a cada paso un reguero deabundante sangre. El intrepido Borges acababa de serherido y tomaba el mando de su cuerpo e1 capitanSaenz. Y esos dos grupos tan bravos y tan constantes,soportando toda 1aatrocidad de un combate desigual,continuaron la ascension gloriosa de la inmortalidad.

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CAPiTULO VIIIEI abanderado Dantas y Moritan.

EN el 2 de linea, como en casi todos los cuerpos exis-tian pequefias enemistades entre algunos de sus oficiales.El alferez Dantas y el teniente Moritan no se llevabanen buena armonia.

Dantas era un joven altanero, insubordinado, por10 que estuvo algunas veces preso; pero leal amigo,corazon esforzado y generoso, y de un caracter nobley caballeresco: le dolia la disciplina, y conociendo quetenia temple de soldado, deseaba cuanto antes un as-censo espectable.

Moritan era mas soldado, porque se habia educadoen un cuerpo de linea, y por consecuencia conocia me-jor sus deberes y soportaba con mayor paciencia laobediencia pasiva. Poseia tambien excelentes condi-ciones militares; era valiente y sereno y algo estu-dioso.


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