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Presentación

Publicada por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población (CIEAP) de la Universidad Autónoma del Estado de México desde 1994, la revista trimestral Papeles de POBLACIÓN

cumple 15 años de edición ininterrumpida. Nuestra revista, aunque joven, ha contribuido notablemente a la difusión del conocimiento sociodemográfi co en el mundo de habla hispana. Esta publicación se mantiene como un medio privilegiado de comunicación entre los interesados en el estudio de las poblaciones humanas desde las más variadas disciplinas, pues es ésta una revista multi, inter y transdisciplinaria. Es decir, se especializa en los temas de población, pero en un sentido amplio, con temáticas heterogéneas. La variedad de los temas tratados en la revista es extensa, pues lo mismo incluye mercado de trabajo, migración interna e internacional, mortalidad, familia, demografía histórica, procesos urbanos, envejecimiento demográfi co, pobreza, marginación, salud reproductiva, medio ambiente, violencia social y doméstica, proyecciones demográfi cas, políticas sociales, procesos electorales y políticas de población. Esta amplia oferta de contenidos ha posicionado a Papeles de POBLACIÓN como un medio de comunicación para la comunidad científi ca, los estudiantes que aspiran a formar parte de ésta y otros interesados en conocer lo que se está investigando en materia de estudios de la población.

Tenemos, pues, gratos motivos para celebrar el XV aniversario de Papeles de POBLACIÓN. La revista fue pensada originalmente por el Dr. B. Jaciel Montoya Arce, coordinador del CIEAP, y en un principio, bajo la dirección editorial de Eduardo Osorio, cumplió funciones de difusión y de divulgación, para luego convertirse en una revista exclusivamente de difusión científi ca bajo la dirección del Dr. Dídimo Castillo Fernández, quien logró consolidar a Papeles de POBLACIÓN como una de las revistas más consultadas por la comunidad de los estudiosos de la población en México

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y América Latina. Ninguna ocasión más propicia para enviar a ellos, y a la comunidad de autores, árbitros y lectores de esta revista nuestro más amplio reconocimiento por haber hecho posible esta empresa científi ca cuyo producto se distribuye físicamente en 42 países y está incluida en 18 índices y bases de datos internacionales de revistas académicas, entre las cuales destacan el Social Science Citation Index (ISI, de Thomson-Reuters), el Índice de Revistas Mexicanas de Investigación Científi ca y Tecnológica del Conacyt y la Red de Revistas Científi cas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Redalyc).

En este primer número del año 15 proponemos tres grandes secciones. En la primera incluimos dos artículos referidos a la juventud. Dichos trabajos centran su preocupación en la etapa del ciclo de vida asociada con la edad, el trabajo y la escolaridad. La segunda corresponde al análisis del trabajo femenino, y en la tercera se incluyen trabajos que describen la situación de los adultos mayores, teniendo como eje articulador al trabajo o la actividad económica.

La primera sección de este número la constituyen dos textos: iniciamos con el ensayo de Ernesto Abdala, de la Organización Internacional del Trabajo, quien expone un panorama de los programas en capacitación y empleo dirigidos a las juventudes: cómo se han evaluado y para qué sirvieron las evaluaciones. Observa los aspectos técnicos y críticos que se consideran esenciales para entender la importancia que tiene el proceso de evaluación de impacto de estos programas en el contexto del modelo neoliberal. El análisis fue hecho sobre una muestra no aleatoria de programas de capacitación y empleo de jóvenes que estuvieron en ejecución dentro del periodo de 1990 a 2004 en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay. En esta misma perspectiva, el trabajo de Gonzalo Saraví, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, explora los procesos no visibles de desigualdad que se gestan y desarrollan en el proceso de transición escuela-trabajo, y que quedan ocultos por la precariedad del mercado de trabajo juvenil. Saraví sostiene que uno de los ámbitos donde pueden verse estos procesos de desigualdad es el de los sentidos y experiencias biográfi cas. Se concentra en el análisis de algunos aspectos de las experiencias biográfi cas de esta transición y los sentidos que los jóvenes atribuyen al trabajo.

Los dos trabajos anteriores coinciden con el análisis demográfi co que indica que el estudio de los jóvenes debe entenderse bajo el paradigma de la transición a la adultez. Dicha transición se ha tratado de analizar desde la perspectiva del ciclo de vida, en el cual la juventud es importante

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porque en ella se procesan una serie de eventos claves en la trayectoria de vida, como la salida del sistema educativo y el ingreso al mercado laboral, abandono del hogar de origen, formación de la pareja e inicio de la vida reproductiva. Estos procesos hacen que los jóvenes asuman una serie de roles laborales y familiares que los ayudan a transitar de la dependencia a la autonomía.

Los estudios demográfi cos han centrado sus preocupaciones en la concentración de los eventos y su magnitud. Por ejemplo, se dice que el porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años de edad que habita actualmente el planeta es el más grande en la historia de la humanidad, debido a que está conformado por aproximadamente dos mil millones de individuos que constituyen cerca de 27 por ciento de la población total, según datos del Fondo de Población de la Naciones Unidas. En México son más de 20 millones, cifra que equivale al 20 por ciento del total de la población. También se ha analizado desde la perspectiva de los enormes cambios demográfi cos de la segunda mitad del siglo XX y cuya característica se ha defi nido como larga, compleja, con una transición consolidada para el mundo desarrollado, y menos ordenada en países en desarrollo. Por tanto, buscar que se cumplan los derechos de este sector de la población como el empleo, la educación, vivienda y salud reproductiva, constituye un reto formidable para las instituciones públicas que hacen investigación y para quienes deciden la política social.

En la segunda sección incluimos un artículo de Mercedes Pedrero, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien analiza la evolución del empleo en los primeros años del siglo XXI en los contextos más urbanizados de nuestro país. La autora toma en cuenta la proliferación de diferentes estrategias de supervivencia entre la población, como la actividad informal, que aumenta la vulnerabilidad de los trabajadores, especialmente de las mujeres. Identifi ca cambios importantes según características sociodemográfi cas y el aumento generalizado de la actividad informal entre hombres y mujeres.

Por su parte, el trabajo de Carmen Fernández Casanueva, del Colegio de la Frontera Norte, analiza la experiencia migratoria de las mujeres centroamericanas que laboran en bares en la frontera sur de México, entre Chiapas y Guatemala, desde el momento en que toman la decisión de migrar hasta su llegada a la frontera sur de México, donde algunas se quedan a trabajar en bares y restaurantes, ámbito desde el cual se integran en diversas redes sociales que les permiten sobrevivir y, eventualmente, continuar migrando hacia el Norte.

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La evaluación de los programas de capacitación laboral para jóvenes en Sudamérica/E. ABDALA

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La evaluación de los programas de capacitación laboral para

jóvenes en Sudamérica

Ernesto ABDALA

Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional (OIT)

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo ofrecer un panorama de los programas en capacitación y empleo dirigidos a las juventudes: cómo se han evaluado y para qué sirvieron las evaluaciones. Se observaron los aspectos técnicos y críticos, que se consideran claves y esenciales para entender la importancia que tiene el proceso de evaluación de impacto de estos programas. El análisis se llevó a cabo sobre una muestra no aleatoria de programas de capacitación y empleo de jóvenes que estuvieron en ejecución dentro del periodo de 1990 a 2004 en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay.

Palabras clave: capacitación laboral, empleo, jóvenes, mercado, Sudamérica.

La problemática del desempleo juvenil es visualizada en el mundo, incluso en los países desarrollados, como un reto social altamente prioritario. El segmento de los jóvenes enfrenta las complejidades

y obstáculos, pero con mayor difi cultad que la media de la población: la tasa de desempleo juvenil duplica y triplica la tasa de desempleo general.

Los jóvenes adquieren un valor trascendente y un rol preponderante, al constituir el recurso estratégico del desarrollo integral de la sociedad, siendo la educación, la formación y la capacitación las llaves para la construcción individual y social.

Abstract

Evaluation of labor training programs for youths in South America

The present article has as an objective to offer a panorama of the programs in training and employment aimed at youths: how they have been evaluated and what the evaluations worked for. The technical and critical aspects were observed, which are considered key and essential to understand the importance the evaluation process of the impact of these programs has. The Analysis was carried out on a non-random sample of programs of training and employment for youth, which were executed in the 1990-2004 period in Argentina, Brazil, Chile, Colombia, Peru and Uruguay.

Key words: labor training, employment, youths, market, South America.

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Los programas de formación laboral enfrentan distintos problemas que los justifi can y también los condicionan, entre ellos podemos señalar:

Vulnerabilidad etaria que se potencia si a la condición de joven se • agrega la de pobreza, género, residencia rural o baja escolaridad, fenómenos que también suceden en los países desarrollados. Esto hace necesaria las intervenciones focalizadas para las distintas “juventudes”.1 Se trata de instrumentos de política diseñados específi camente para la población juvenil o sectores de ésta.Devaluación de las credenciales educativas: cambios en el perfi l de • los trabajadores y la elevación de requisitos de acceso al mercado de trabajo.

El objetivo de los programas de formación para jóvenes implementados en la región se centró en la inserción laboral, a pesar de que la noción más actualizada de formación incluye un aporte educativo en conocimientos y valores que trascienden la aplicabilidad al trabajo.

Las políticas de empleo y capacitación dirigidas a los jóvenes compartieron la idea central del nuevo modelo económico y de sus bases doctrinarias: debe prepararse a las personas para su inserción en el mercado de trabajo, antes que protegerlas de las fl uctuaciones del mismo.

Movilizar y fortalecer nuevos actores: en sus versiones más innovadoras, buscaron una combinación de esfuerzos y recursos públicos y privados que permitieran trabajar, tanto sobre la oferta laboral, como sobre la demanda de empleo. Las nuevas políticas y sus diversos programas representaron un cambio en el rol del Estado. Sintéticamente, este rol puede caracterizarse como un papel subsidiario, por lo cual el Estado abandona la ejecución directa de las acciones, delegándola en oferentes privados y eventualmente públicos, sometidos a competencia a través de licitaciones. El Estado se encargaba del diseño y fi nanciamiento de los programas, defi niendo la población objetivo y mecanismos de evaluación y control.

La necesidad de diversifi cación y renovación de la formación tradicional: que resulta generalmente orientada por las denominadas “señales de mercado”.

1 La noción de “juventudes” es acorde con los procesos inocultables de segmentación, discriminación y exclusión. Ya no se corresponde únicamente con la etapa de transición de la niñez a la adultez, sino que se correlaciona más bien al grupo de pertenencia; de ahí, las distintas categorías de “jóvenes”.

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La evaluación de los programas de capacitación laboral para jóvenes en Sudamérica/E. ABDALA

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La evaluación: una rendición de cuentas necesaria

Se vuelve imprescindible evaluar con el objetivo de conocer la efi ciencia, efi cacia y pertinencia de los Programas de Formación Juvenil. Se deben señalar los ejes centrales desarrollados en la literatura como base argumental de la necesidad de evaluar:

Los países de la región viven un momento de recesión y ajuste económico. El fi nanciamiento de los programas debe justifi carse, ya que entran en competencia con los gastos públicos y privados que la sociedad moviliza para otros fi nes. La importancia de la evaluación de los proyectos reside también en la producción de conocimiento sustantivo y la materialización de ese saber en estrategias y procesos vivos de cambio social (Corporación Paisajoven, 1998).

El Estado y los organismos que fi nancian el programa tienen el derecho y la necesidad de contar con mecanismos para corregir la planifi cación de sus acciones. Se reconoce aquí el concepto de rendición de cuentas, su vertiente ética, con todos los actores, intervengan o no en el programa. Es indispensable que la cuota de fi nanciamiento que se asigne a las políticas de capacitación laboral que se formulen en el futuro se emplee con el máximo de efi ciencia y asegure un alto grado de efectividad.

Evaluación de impacto

La evaluación constituye un proceso sistemático, metódico y neutral que hace posible el conocimiento de los efectos de un programa, relacionándolos con las metas propuestas y los recursos movilizados, facilitando la identifi cación, la recolección y la interpretación de informaciones útiles a los encargados de tomar decisiones y a los responsables de la ejecución y gestión de los programas.

Desde los primeros intentos de evaluar los programas de educación y de capacitación de jóvenes, los procedimientos evaluatorios han ido creciendo en complejidad metodológica, con algunas difi cultades para el logro de una cultura de evaluación (ver recuadro1). Asimismo, han ido ganando espacios y relevancia hasta volverse imprescindibles en todo proyecto que desee conocer el funcionamiento y los resultados de su accionar en forma clara y transparente.

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Utilidad de la evaluación de impacto

La evaluación de cualquier proyecto debe dar cuenta de las hipótesis que sustentan los modelos de intervención, cuestionando sus estructuras causales. Esto permite responder si existe impacto y si éste es atribuible al proyecto en un tiempo y contexto específi cos. Si no se evalúa, no hay retroalimentación, no se identifi can los ajustes y conexiones para el programa. La evaluación, en cierta medida, posibilita el reforzamiento de los mejores retornos y bondades, sabiendo de antemano que el impacto es muy bajo en épocas de contracción de empleo.

Para hacer correcciones y ajustes rápidos en los programas es recomendable un sistema de información que oriente y alerte a las instituciones sobre sus resultados reales, según las metas que se han propuesto. La información debe circular entre los capacitadores y las empresas para facilitar la adecuación de la capacitación a los nichos ocupacionales del mercado, al igual que entre los capacitadores y los pasantes, para monitorear las difi cultades que éstos últimos tengan con las empresas, tratando de solucionarlas.

Se puede evaluar el destino de los jóvenes capacitados, la calidad de la capacitación como palanca de inserción social, el costo y el benefi cio del proyecto y su impacto como dinamizador social. Es decir, debe conocerse el grado de cumplimiento de los objetivos marcados. La utilidad de la evaluación también radica en la producción de conocimiento y en facilitar a los organismos que ejecutan y fi nancian el programa de la retroalimentación necesaria para nuevos diseños de programas y políticas.

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El monitoreo y la evaluación

Conceptualmente, el monitoreo y la evaluación forman parte del sistema de aprendizaje y retroalimentación de un proyecto, pero cumplen funciones distintas y complementarias.

El monitoreo corresponde a la observación permanente y focalizada de los procesos centrales de ejecución (trayecto de prestaciones) de un proyecto, observación que permite determinar el nivel de logro y explicar las limitaciones, con el propósito de generar información útil y oportuna para la toma de decisiones, todo lo cual contribuye a mejorar la gestión y a prever las situaciones de riesgo. Esto contrasta con la evaluación, que es más amplia y pretende establecer en qué medida la estrategia utilizada (bienes y servicios entregados) resuelve el problema social de un grupo específi co, por medio del cuestionamiento de la hipótesis de intervención.

Al centrarse en el proceso de monitoreo, seguimiento y evaluación en la región

...se constatan debilidades con escasa sistematización, lo que lleva a la multiplicidad y la repetición sin retorno de información ni potenciación del impacto real. Falta rigor metodológico en los objetivos y en la defi nición de cada etapa, con carencia de investigación evaluativa, difi cultad en el registro de información, estadísticas borrosas poco confi ables, que impiden medir el trasvase y sustitución de poblaciones, entre otras variables de confusión. El diseño es complejo por la multiplicidad de indicadores y dimensiones a valorar... (Leite, 2003).

Para optimizar su utilidad, los sistemas de monitoreo y evaluación deben permitir aprendizaje y ajustes a lo largo del proyecto. La experiencia demuestra que el monitoreo es efi caz cuando incluye procesos participativos donde los benefi ciaros tienen oportunidades de aportar sus impresiones durante su ejecución. Con la evaluación intermedia realizada a tiempo se pueden implementar los ajustes necesarios, lo que contribuye a que se obtengan mejores resultados. Se ejemplifi ca aquí con el sistema de monitoreo del Programa Capacitación Solidaria (recuadro 2).

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Evaluando las difi cultades

Aplicada a los programas de capacitación laboral para jóvenes, la evaluación de impacto es un tipo particular de evaluación que pretende indagar, entre otras cosas, acerca de los cambios producidos sobre los

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Desigualdad en las experiencias y sentidos de la transición escuela-trabajo/G. SARAVÍ

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Desigualdad en las experiencias y sentidos de la transición

escuela-trabajo

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

T

Gonzalo A. SARAVÍ

Resumen

El autor explora los procesos de desigualdad que se gestan y desarrollan en el proceso de transición escuela-trabajo, y que quedan ocultos por la homogénea precariedad del mercado de trabajo juvenil. Asume que uno de los ámbitos donde pueden verse estos procesos de desigualdad es el de los sentidos y experiencias biográfi cas. Se concentra en el análisis de algunos aspectos de las experiencias biográfi cas de esta transición, y los sentidos que los jóvenes atribuyen y van construyendo sobre el trabajo. Las fuentes de información para este análisis fueron la Encuesta Nacional de Juventud 2000, y un corpus de 38 entrevistas semiestructuradas realizadas con jóvenes residentes en colonias populares del oriente de la Ciudad de México en los años 2003 y 2006.

Palabras clave: transición escuela-trabajo, trabajo juvenil, exclusión social, Ciudad de México.

Abstract

Inequality on school to work transition meanings and experiences

The author explores the processes of inequality that are gestated during the school to work transition and which are hidden by the uniform precarious youth labor market. He assumes that one of the areas where these processes can be observed is the inequality of the senses and biographical experiences. He focuses on the analysis of some aspects of the biographical experiences of this transition, and the meanings that young people build on the work and attribute to it. Information sources for this analysis were the 2000 National Survey of Youth, and a corpus of 38 interviews conducted with young people living in poor neighborhoods at East of Mexico City in 2003 and 2006.

Key words: school to work transition, youth work, social exclusion, Mexico City.

Introducción

al como lo han mostrado diversos estudios, la participación de los jóvenes en el mercado de trabajo tiende a caracterizarse por su inestabilidad y desprotección, cuando no por el desempleo y,

en términos generales, por las condiciones prevalecientes de precariedad. Sin embargo, cabe preguntarse si esta precariedad es efectivamente un rasgo homogéneamente predominante en el universo juvenil, o si se trata de una imagen superfi cial y estática que oculta procesos en desarrollo de desigualdad social sobre los cuales aún no hemos profundizado lo

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sufi ciente. El objetivo de este artículo consiste precisamente en explorar estos procesos no visibles en la transición escuela-trabajo que dan lugar a una bifurcación —condicionada por desigualdades de origen— en las trayectorias laborales. En este sentido, se analiza la participación laboral de los jóvenes en el contexto de la transición escuela-trabajo. Desde esta perspectiva se explora, por debajo de la precariedad generalizada, la conformación de patrones transicionales divergentes y desiguales, focalizando específi camente sobre la acumulación de desventajas y la reconfi guración de los sentidos atribuidos al trabajo que tienen lugar entre los jóvenes más desfavorecidos.

La incorporación al mercado de trabajo constituye una dimensión clave del proceso de transición a la adultez en la sociedad contemporánea. Durante buena parte del siglo pasado, el trabajo representó, particularmente para los sectores populares, el canal por excelencia de movilidad social ascendente y de incorporación al acelerado proceso de modernización que experimentaban la sociedad mexicana y la región latinoamericana en general. La participación laboral de los jóvenes de sectores populares tiene, además, repercusiones en su capacidad económica —y por ende en el proceso de independencia y autonomía—, pero también en la reformulación de identidades, de las relaciones y dinámicas intrafamiliares, de los proyectos de vida, etc. En virtud de esta centralidad en esferas tan diversas, el trabajo ha constituido, como lo han destacado infi nidad de autores, un componente clave de integración social.

Hoy, el mercado de trabajo juvenil se caracteriza por una acentuada precariedad y desempleo; en los contextos más diversos, los jóvenes (defi nidos de acuerdo con los parámetros internacionales como el grupo etáreo de 15 a 29 años de edad) tienden a presentar peores condiciones de inserción laboral que el resto de la población adulta. Sin embargo, tal como lo señala la OIT en un informe sobre las tendencias del empleo juvenil en el mundo (OIT, 2006: 22), “los jóvenes como grupo no son homogéneos; existen ciertos subgrupos que, además de ser jóvenes, tienen otras desventajas que les difi cultan aún más encontrar un trabajo decente”. Los procesos de reestructuración económica e incorporación a una economía global han implicado nuevas oportunidades tanto económicas como de desarrollo personal y profesional para algunos sectores de jóvenes, mientras que para otros han signifi cado no sólo una creciente precariedad laboral, sino además el entrampamiento en situaciones de vulnerabilidad que parecen condenarlos a la inmovilidad en condiciones de desventaja social. Tal como lo señala Martín Hopenhayn (2004), la reorganización

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Desigualdad en las experiencias y sentidos de la transición escuela-trabajo/G. SARAVÍ

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del trabajo abre nuevas vulnerabilidades y coloca a la precariedad como contrapartida de la plasticidad, lo que se perfi la, concluye el autor, “es una sociedad de contrastes donde aumenta el entretenimiento, el consumo, y la exclusión” (63).

Esta sociedad de contrastes tiene uno de sus motores en los patrones de transición de la educación formal al mercado de trabajo, la cual es una de las dimensiones clave de la transición a la adultez. En efecto, los contrastes en la participación laboral de los jóvenes no se reducen ni se traducen necesariamente en situaciones estáticas que solamente pueden captarse en un momento fi jo en el tiempo, como la tasa de desempleo, el porcentaje con ingresos inferiores al mínimo o la proporción de jóvenes en la informalidad. Los contrastes y desigualdades se producen y reproducen de manera ampliada en un proceso que se extiende a lo largo de la transición escuela-trabajo. Resulta necesario mirar los datos que dan una imagen puntual del mercado de trabajo juvenil en un momento dado, pero también hace falta asumir una perspectiva de análisis integral y procesual que permita dar cuenta de las experiencias y sentidos que se van entretejiendo en el transcurso de esta transición, y que van dando lugar a patrones transicionales desiguales. Desde esta perspectiva, y a efectos de responder al objetivo enunciado inicialmente, en este artículo analizo algunas experiencias biográfi cas de los jóvenes de los sectores populares durante estos años de transición y su vinculación con transformaciones en los sentidos que van construyendo sobre la escuela y el trabajo. Si bien el análisis se focaliza sobre los jóvenes de los sectores populares, y en particular sobre los más desfavorecidos, en la medida que las fuentes de información lo permiten hago referencia a las condiciones de aquellos jóvenes que provienen de hogares con mejores condiciones socioeconómicas a fi n de poder marcar la emergencia de patrones contrastantes y desiguales. Las fuentes de información para este análisis son la Encuesta Nacional de Juventud 2000, y un corpus de 38 entrevistas semiestructuradas, realizadas con jóvenes residentes en colonias populares del oriente de la Ciudad de México.1

Condiciones del mercado de trabajo juvenil

Existen en México numerosos estudios que exploran las condiciones de trabajo de los jóvenes, e incluso especifi can las características de sus primeras experiencias laborales. Pero casi todos ellos podrían clasifi carse

1 Las entrevistas fueron realizadas en dos etapas: 21 de ellas a fi nes de 2003 en colonias vecinas de Iztapalapa y Nezahualcóyotl, y otras 17, a inicios de 2006, en una colonia de Valle de Chalco.

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en dos áreas temáticas: a) la caracterización de la situación prevaleciente en el mercado de trabajo juvenil, ya sea a nivel general o focalizando sobre cierto sector de jóvenes, y generalmente destacando sus condiciones de precariedad, y b) la exploración de los posibles factores que condicionan la incorporación de los niños, adolescentes y jóvenes al mercado de trabajo, así como su peso relativo, nuevamente, para diversos subgrupos de jóvenes. En ambos casos se trata mayoritariamente de análisis socio-demográfi cos del mercado de trabajo.

Gracias a estos estudios conocemos la magnitud del trabajo de niños y adolescentes, o el peso de sus contribuciones a la economía familiar. En el contexto latinoamericano, México se ubica en el grupo de países con los niveles más altos de participación económica de la población de 13 a 17 años; en 32 por ciento de los hogares mexicanos hay al menos un joven de 12 a 24 años que trabaja y recibe ingresos y, aun más, en uno de cada ocho hogares es un joven el que aporta el mayor ingreso (Camarena, 2004: 96). También sabemos que la inserción laboral de los jóvenes, como ocurre en la mayor parte de los mercados de trabajo, tiende a caracterizarse por la precariedad, la escasa formalidad y la pobreza de las remuneraciones recibidas.

En América Latina, cifras recientes muestran que 58.6 por ciento de los jóvenes de 15 a 19 años que trabajan lo hacen en el sector de más baja productividad del mercado de trabajo, pero lo más preocupante es que se llega a este porcentaje como resultado de una tendencia que viene en ascenso desde comienzos de los años noventa (Schkolnik, 2005). En el caso específi co de México, diversos datos confi rman este panorama regional: poco más de 80 por ciento de los jóvenes de 15 a 17 años que trabajan lo hacen bajo un acuerdo verbal con el patrón, sin ningún otro tipo de contrato (Camarena, 2004), cerca de la mitad de los jóvenes que trabajan reciben como ingreso menos de un salario mínimo en su primer trabajo (Horbath, 2004); la gran mayoría de los jóvenes trabajadores carecen de todo tipo de prestaciones sociales (Miranda López, 2002); más de la mitad de los jóvenes que trabajan (54 por ciento) lo hacen en la informalidad (Pérez Islas y Arteaga, 2001). Podrían enumerarse muchos otros datos, algunos de ellos que incluso mostrarían discrepancias con respecto a la magnitud de estas condiciones, pero lo signifi cativo es que en todos los casos se presenta un mercado de trabajo para los jóvenes caracterizado por la precariedad, la informalidad y los bajos ingresos.

De igual manera, también contamos con cierto corpus de conocimientos respecto a los factores y condiciones que favorecen la participación

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Desigualdad en las experiencias y sentidos de la transición escuela-trabajo/G. SARAVÍ

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económica de niños y adolescentes. Diversos estudios han explorado el efecto de variables tales como la estructura y composición de la familia, la ocupación y educación de la madre y el padre, las características del mercado de trabajo local, el área de residencia rural o urbana, etcétera.

El tipo de estructura familiar prevaleciente en el hogar parece presentar cierta asociación con la probabilidad de participación económica de niños y adolescentes; así por ejemplo, los hogares nucleares con jefatura masculina son los que muestran menor riesgo de una temprana participación laboral de los hijos, mientras que las monoparentales y extensas, y particularmente los hogares encabezados por una mujer, muestran la situación inversa, con el mayor riesgo de que sus miembros menores trabajen (Mier y Terán y Rabell, 2001; Estrada, 2005). Es cierto, sin embargo, que esta asociación, tal como lo señalan Mier y Terán y Rabell, depende sustancialmente del sector socioeconómico al que pertenezcan las familias. En este sentido, tanto la educación como el tipo de inserción laboral de los padres constituyen factores de mucho peso. El nivel de educación del jefe del hogar opera en la dirección esperada, es decir, a medida que éste aumenta, la probabilidad de que los niños y adolescentes trabajen disminuye (Estrada Quiroz, 2005). En cuanto a la ocupación de los padres, se han establecido ciertas asociaciones vinculadas con distintos aspectos. Así, la participación del jefe del hogar en el sector primario incrementa sensiblemente la probabilidad de que los niños trabajen, mientras que en el extremo opuesto se encuentran los hogares en los cuales el jefe es un trabajador no manual (Estrada, 2005). Giorguli Saucedo (2005) también ha observado que la participación de las madres en el sector informal tiende a asociarse con una mayor probabilidad de que los hijos en edad escolar trabajen; mientras que Horbath (2004) sugiere que cuando los hijos se incorporan a las mismas actividades que sus padres, se incrementan las probabilidades de que esta inserción se dé en condiciones precarias.

Esta breve revisión de algunos estudios recientes sobre la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo nos permite formarnos una idea de las áreas en las que se han concentrado los estudios sobre el tema. Al mismo tiempo hace evidente la perspectiva que ha prevalecido, y los espacios que han permanecido inexplorados. En este sentido, la contribución de este artículo parte de asumir una perspectiva basada en la “integralidad del tránsito juvenil al empleo” (Pérez Islas y Arteaga, 2001: 373), lo cual implica no sólo detenerse en las condiciones laborales, sino en una densa red de experiencias y sentidos que se van construyendo en este proceso de transición.

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De la escuela al trabajo

La transición escuela-trabajo es considerada en los estudios sociodemográfi cos como una dimensión clave en el proceso de transición a la adultez (Elder, 2000; Hogan y Astone, 1986). En término generales, se defi ne por dos eventos: el abandono de la educación formal y la obtención de un empleo asociado a la independencia económica (Hogan, 1978). Sin embargo, estos dos eventos sólo se consideran como puntos de referencia o marcadores, pues en realidad ellos también constituyen momentos de procesos más amplios y dinámicos. La transición escuela-trabajo constituye un proceso complejo, con múltiples situaciones, sentidos y patrones posibles. Comprende desde las incertidumbres respecto a continuar o no estudiando, la combinación de distintas actividades o el reinicio de otras abandonadas, hasta la posible sucesión de una serie de empleos durante los primeros años de la trayectoria laboral.

Un primer paso en este análisis consiste en explorar la condición de actividad de los jóvenes. La gráfi ca 1 presenta las actividades principales en las que se ocupan los jóvenes a distintas edades, encontrándose algunas de las tendencias esperadas. A medida que aumenta la edad disminuye la proporción de aquéllos que sólo estudian, mientras que se incrementa la de quienes se dedican exclusivamente a trabajar o a las tareas del hogar. Pero resulta de interés detenerse en algunos aspectos puntuales. En el grupo de 15 a 19 años sólo la mitad de los jóvenes se dedican exclusivamente a estudiar (51.8 por ciento); la otra mitad se encuentra integrada por jóvenes que o sólo trabajan (21.4 por ciento), que combinan el estudio con el trabajo (12.3 por ciento) o que están desocupados (3.9 por ciento) o son amas de casa (7.3 por ciento). Lo signifi cativo es que una proporción importante (38 por ciento) del total de adolescentes ya se ha incorporado al mercado de trabajo, en la mayoría de estos casos abandonando defi nitivamente la escuela.

Otro aspecto a destacar es el abrupto descenso de la proporción de jóvenes que sólo estudian en el grupo de 15 a 19 años, y en el grupo de 20 a 24 años: de 51.8 a 18.7 por ciento. Este dato debe leerse conjuntamente con lo ocurrido en las otras categorías de actividad. Contrariamente a lo que uno esperaría encontrar, la proporción de jóvenes que estudian y trabajan no experimenta ningún cambio; el porcentaje de jóvenes que combinan estudio y trabajo permanece en el grupo de 20 a 24 años en 12.3 por ciento. Los que ya no estudian como única actividad se desplazan al mercado de trabajo o a las tareas del hogar como actividades exclusivas. Sintetizando

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Desigualdad en las experiencias y sentidos de la transición escuela-trabajo/G. SARAVÍ

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y expresándolo en otros términos, los jóvenes de áreas urbanas tienden a incorporarse muy tempranamente al mercado de trabajo, muchos de ellos combinándolo con la escuela; sin embargo, a medida que aumenta la edad no aumenta la proporción de aquéllos que continúan estudiando y empiezan a trabajar, antes bien, esta categoría desciende, contrariamente a lo esperado y a lo que ocurre en otros países. Lo que sucede entonces es que hacia el fi nal de la adolescencia se produce una clara bifurcación en los patrones de actividad, que se expresa en una polarización entre una minoría que sólo estudia (18.7 por ciento) y una amplia mayoría que sólo trabaja o permanece en el hogar (69.0 por ciento).

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GRÁFICA 1CONDICIÓN DE ACTIVIDAD, SEGÚN GRUPOS DE EDAD.

MÉXICO, ÁREAS URBANAS, 2000

Áreas urbanas con más de 15 000 habitantes.Fuente: elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Juventud 2000.

La tabla 1 permite ver aun con mayor claridad el paulatino ensanchamiento de los contrastes en el tipo de actividades en que se ocupan los jóvenes. A medida que aumenta el nivel de educación alcanzado por la madre, es mayor la proporción de adolescentes y jóvenes que se dedican exclusivamente a estudiar. Lo opuesto ocurre con el porcentaje de quienes sólo trabajan o se dedican a las tareas del hogar, cuya presencia disminuye consistentemente. Nuevamente, vuelve a ser interesante detenerse en lo que ocurre con los jóvenes que combinan el estudio y el trabajo: su presencia

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Las condiciones de trabajo a principios del siglo XXI. Presencia.../M. PEDRERO-NIETO

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Las condiciones de trabajo a principios del siglo XXI. Presencia de

las mujeres en el sector informal

Universidad Nacional Autónoma de México

L

Mercedes PEDRERO-NIETO

Introducción

Resumen

En este artículo se analiza la evolución del empleo en los primeros años del Siglo XXI en el conjunto más urbanizado de México. Se toma en cuenta la proliferación de diferentes estrategias de supervivencia entre la población, como la actividad informal, que aumenta la vulnerabilidad de los trabajadores, especialmente de las mujeres. Se encontró que las diferencias en participación masculina están marcadas fundamentalmente por la edad; en cambio, entre las mujeres también cuenta su estado civil, su posición en el hogar, el número de hijos que tenga y su escolaridad. Se observó en la estructura ocupacional una reducción en los grandes grupos de ocupaciones productivas que representaban experiencia acumulada. Estos cambios van acompañados del aumento generalizado de la informalidad, no obstante el esfuerzo demostrado por hombres y mujeres que han alcanzado más años de escolaridad.

Palabras clave: mercado laboral, economía informal, empleo, perfi l laboral, México

a interdependencia económica internacional y de interacción a distancia se ha venido acelerando desde fi nales de la década de 1960, esto ha provocado una nueva división internacional del trabajo,

Abstract

Labor conditions in the early XXI century; presence of women in the informal sector

In this paper we analyze the evolution of Mexican urban employment in the fi rst years of the XXI century. It takes into account different survival strategies, such as developing informal activities with high vulnerability in particular among women. We found differences between formal and informal sectors, for men based on their age structure. However for women other social and demographic features are relevant, such as being head of household, their fertility level and a schooling level above high school. We face an occupational structure that does not include the most experienced and productive occupations, altogether with an expansion of the informality, regardless the huge efforts of women and men to achieve higher education.

Key words: labor market, informal economy, employment, labor profi le, Mexico.

dada por el dominio del capital sobre el trabajo en la etapa monopólica del capital a nivel internacional, el cual deja de lado a volúmenes importantes de trabajadores que no son absorbidos por las empresas. Por tanto, estos trabajadores tienen que buscar su supervivencia en otros ámbitos, como

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el autoempleo o la informalidad, aunque esos trabajadores no dejan de interactuar de alguna manera con las actividades del gran capital, un ejemplo ampliamente difundido son los trabajadores insertos en cadenas de producción subcontratadas.

Las políticas neoliberales por parte de los estados y la apertura a la competencia internacional tanto fi nanciera como del comercio han provocado que las actividades de producción se lleven a cabo con tecnologías intensivas en capital y las grandes transacciones comerciales se desarrollen a través de oligopolios que establecen grandes centros comerciales o redes poderosas de distribución ocultas que llegan a los consumidores a través de vendedores ambulantes. Todo esto ha hecho que se deterioren en general las condiciones laborales de los trabajadores asalariados, además de la contracción de las oportunidades del propio empleo asalariado, provocando la proliferación de diferentes estrategias de supervivencia entre la población, como la actividad informal. Es decir, se ha polarizado la economía, y en particular ha aumentado la precarización entre los trabajadores, especialmente aumenta la vulnerabilidad de las mujeres trabajadoras y se limitan más sus oportunidades de acceso a empleos con las condiciones laborales mínimas que marca la legislación.

Fujii y Ruesga (2004: 18), refi riéndose a la situación económica actual, señalan: “Uno de los mayores desafíos se concentra en el plano laboral”. En México y en general en América Latina, un gran volumen de trabajadores lo hace bajo condiciones precarias, sin seguridad social y con bajos ingresos. El mercado ya es plenamente fl exible y presiona sobre el mercado formal y da lugar a la caída del salario real. Las limitaciones del mercado laboral, en general, no se refl ejan en las tasas de desempleo, porque la mayor parte de las personas que pierden un empleo asalariado recurre al autoempleo (venta ambulante, prestación de servicios precarios, etc.), lo que resulta en una proporción muy elevada de los ocupados ubicados en el denominado sector informal, puesto que no existe el seguro de desempleo, y dadas las bajas remuneraciones no hay posibilidades de contar con un fondo de ahorro, ni personal ni familiar, para poder dedicar tiempo a buscar trabajo sin realizar ninguna actividad económica, condición que forma parte de la defi nición del desempleo.

Esta situación plantea grandes interrogantes. Para responder a algunas de ellas se analizan las condiciones laborales de los primeros años del siglo XXI.1 O sea, las condiciones de trabajo, la composición ocupacional y el 1 Se consideran los años del 2000 al 2004 únicamente, porque en 2005 la Encuesta Nacional de Empleo en la que se basa este análisis cambió algunos conceptos y formas de captación que necesariamente tienen impacto en los indicadores, pero dicho impacto aún no ha sido evaluado.

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Las condiciones de trabajo a principios del siglo XXI. Presencia.../M. PEDRERO-NIETO

121

perfi l sociodemográfi co de las y los trabajadores. Las grandes preguntas

que se busca responder son: a) ¿Qué tanto se ha dado un proceso de

polarización respecto a la formalidad o informalidad de las unidades

económicas? b) ¿Los cambios han sido benéfi cos o perjudiciales tanto para

hombres como mujeres? c) ¿Las brechas entre hombres y mujeres se han

cerrado o lo contrario?

En los recientes 25 años han sucedido grandes transformaciones

económicas en México, las cuales han afectado profundamente al mercado

laboral. Julio López ya lo señalaba en 1999 con claridad:

A partir de 1982, el crecimiento del empleo formal (concebido como asalariado

y estable) ha estado muy por debajo de las necesidades de generación de fuentes

de trabajo estables y adecuadamente remuneradas que se requieren en el país.

Esta situación se puede califi car como de desequilibrio estructural del mercado

formal de fuerza de trabajo en la economía mexicana (López, 1999).

En primer término abordaremos los aspectos sociodemográfi cos. Tales

cambios, en general, siguen una trayectoria de largo plazo, que sin duda

son afectados por fenómenos coyunturales, pero son menos sensibles que

las formas de inserción laboral y las condiciones de trabajo que se verán

más adelante. En este documento sólo se toma el contexto geográfi co más

urbanizado, esto es, la población que vive en localidades con más de 100

mil habitantes.2 Ahora consideraremos la participación económica según

la edad, la escolaridad, el estado civil, la condición de jefatura de hogar,

y en el caso de las mujeres, también el número de hijos, para observar los

cambios en el periodo del perfi l de las y los trabajadores. Más adelante se

consideran los aspectos propiamente laborales y al fi nal se pondrá énfasis

en las diferencias entre los sectores formal e informal.

La tasa de actividad económica presenta comportamientos diferentes

entre hombres y mujeres. Así, al considerar la tasa de participación de

mayores de 12 años, observamos que permanece la supremacía masculina

en la participación en actividades extradomésticas, aunque los indicadores

globales de participación casi no se modifi caron de 2000 a 2004, pues la

participación de los hombres sólo bajó dos puntos porcentuales, al pasar de

73 a 71, y aparentemente la participación global de las mujeres permaneció

estancada alrededor de 39 por ciento, lo que sorprende porque desde la

década de 1970 se había observado un crecimiento sistemático, pero

como veremos más adelante, esto se debe a que disminuyó ligeramente

2 Desde los primeros trabajos sobre el sector informal, éstos se han referido al ámbito urbano, obedeciendo tanto a aspectos conceptuales como metodológicos. Al respecto hay una amplia bibliografía que sería excesivo mencionar aquí.

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122

la participación de las mujeres muy jóvenes, por permanecer más tiempo en la escuela; ellas tienen un gran peso en la estructura por edad, pero tal disminución fue compensada por la participación más alta de mujeres adultas. No obstante, se puede afi rmar que en México la mayor participación de la mujer en todos los ámbitos y en particular en la actividad económica es un fenómeno irreversible, que sobresale desde la década de 1970: la tasa de participación del conjunto de mujeres mayores de 12 años pasó de 19 por ciento en 1970 a 39 por ciento en 2004.

El esquema que presentan las tasas masculinas por edad está de acuerdo con el patrón universal, las tasas en edades centrales son siempre elevadas y las variaciones se ubican en las edades extremas, mismas que se reducen a través del tiempo. La participación cercana al 100 por ciento de los hombres en edades centrales corresponde sin duda a que el trabajo es su actividad principal, no así entre las mujeres que tienen que asumir la responsabilidad de la crianza de los hijos, la gerencia del hogar y en la mayoría de los casos también el trabajo doméstico; en consecuencia, en distintas situaciones el grado de participación de las mujeres en el trabajo extradoméstico varía (gráfi ca 1).

El aumento de la participación de la población femenina en la actividad económica en edades centrales es el resultado de varios fenómenos, en parte por la caída del poder de compra de los ingresos que obliga a más miembros del hogar a contribuir al presupuesto familiar para mantener un mismo nivel económico. Otro factor es la monetarización de toda la economía mexicana: lo que antes se producía para autoconsumo en el hogar ahora se compra, por ello se necesita más dinero. A la población se le ha gravado con más gastos monetarios, como impuestos, transportes y cuotas escolares. A esto se suma la mayor permanencia de los hijos en la escuela por la necesidad de credenciales para que los jóvenes puedan conseguir empleo asalariado; esto hace que en determinados grupos sociales la madre tenga que trabajar para que el hijo o la hija alcance mayor nivel de escolaridad. Además, de gran relevancia son las aspiraciones genuinas personales de las propias mujeres incentivadas por su mayor presencia en todos los ámbitos, es decir, la mujer busca empleo no sólo por razones económicas, tiene otros motivos: su mayor escolaridad y la reducción de la fecundidad le dan una ubicación en el mundo que la motiva a buscar otros horizontes, además de ser madre.

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En relación con la edad, se observan cambios en dos pautas de participación en actividades económicas. En la gráfi ca 1 se ilustran los cambios a largo plazo por edad, ya que no sólo ha aumentado la participación, sino que se ha modifi cado el patrón por edad; en ella se pueden observar las transformaciones de la participación femenina por edad en los últimos 35 años. Entre las mujeres, los cambios son sobresalientes. En el pasado eran las mujeres jóvenes y solteras las que más participaban; ya no se retiran después del matrimonio o al nacimiento del primer hijo, día con día las mujeres de edades maduras, casadas y con hijos son las que han venido engrosando en mayor medida el contingente de las trabajadoras, como se verá detalladamente más adelante.

En la gráfi ca 2 se ilustran los cambios recientes (2000-2004). Las mujeres hasta el año 2000 entraban al mercado de trabajo a una edad temprana, pero ahora muestran tasas más reducidas de mujeres menores de 25 años que en años previos, y como ellas constituyen 31 por ciento de las mujeres mayores de 12 años, el cambio que presenten en sus tasas tienen gran impacto en la tasa total. Por otra parte, se observa un incremento en la participación de las mujeres de entre 25 y 65 años. Es importante destacar que hay mujeres maduras (después de 40 años), que se incorporan por primera vez al trabajo extradoméstico, lo cual tiene que ver con la necesidad de contribuir al ingreso del hogar. Este hecho observado en años recientes sorprende porque en la juventud se puede iniciar la vida con patrones de comportamiento diferentes a los de generaciones pasadas, pero la gente ya formada tiene que romper con pautas culturales en un mercado más competitivo y con desventajas de formación académica y experiencia laboral.

El aumento se debe a una mayor participación de mujeres casadas y eso indica grandes cambios culturales y de organización de la vida familiar, lo cual también puede estar relacionado con los descensos de la fecundidad o con las exigencias de escolaridad para los hijos, quienes ahora se incorporan al trabajo a una edad más alta, y siendo así, las madres son quienes deben aportar el ingreso que ellos aportaban en otros tiempos, además de tener que cubrir los gastos necesarios de los escolares.

Al observar las tasas por estado civil entre los hombres (gráfi ca 3-A), las diferencias signifi cativas se encuentran entre los solteros y los viudos, quienes ostentan tasas más bajas que los unidos o casados. Los solteros fundamentalmente son gente joven, con pocos compromisos, y los viudos quizás no trabajan por su avanzada edad. En general, los viudos jóvenes se vuelven a casar. Los divorciados y separados presentan tasas aproximadas a los 10 puntos porcentuales por abajo de los unidos, que tienen las tasas superiores, cerca de 95 por ciento.

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Experiencias de mujeres migrantes que trabajan en bares.../C. FERNÁNDEZ-CASANUEVA

173

Experiencias de mujeres migrantes que trabajan en bares de la frontera

Chiapas-Guatemala

Carmen FERNÁNDEZ-CASANUEVA

El Colegio de la Frontera Norte

EIntroducción

Resumen

Se presenta una exploración de la experiencia migratoria de las mujeres centroamericanas que laboran en bares en la frontera sur de México, entre Chiapas y Guatemala, desde el momento en que toman la decisión de migrar, hasta el momento en que han cruzado la frontera y se encuentran trabajando en ese sector. Se busca comprender la relación dinámica que estas mujeres tienen con su contexto, y también el rol de las redes sociales durante el proceso.

Palabras clave: mujeres migrantes, trabajadoras sexuales, redes sociales, trayectorias migratorias, frontera sur de México.

Abstract

Experiences of migrant women who work in bars on the Chiapas-Guatemala border

This article explores the entire migratory experience of female Central American migrant workers who work as sex workers on the southern border of Mexico, particularly between the state of Chiapas and Guatemala, from the moment they decide to migrate, cross the border, until they begin working in this economic sector. It also endeavors to understand the dynamic relationship that these women have with their context and the role that social networks play during the migratory process.

Key words: migrant women, sexual servants, social networks, migrant trajectories, southern border of Mexico.

l análisis de la experiencia migratoria de las mujeres provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador que trabajan en el comercio sexual y bares en la región fronteriza entre Chiapas y Guatemala

se llevó a cabo a partir de observar las ‘trayectorias migratorias’ de estas trabajadoras; es decir, a través de un acercamiento a sus historias migratorias, desde el momento en que toman la decisión de dejar su comunidad, hasta el momento en que han cruzado la frontera y se encuentran en la región del Soconusco, en Chiapas. Esto forma parte de un estudio comparativo del movimiento migratorio de mujeres y hombres provenientes de Centroamérica que buscan entrar al territorio estadunidense (trayectorias

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transmexicanas)1 o que desean cruzar la frontera Chiapas-Guatemala con la intención de trabajar en la región del Soconusco, en Chiapas (trayectorias locales), en los sectores comercial, doméstico, agrícola, la construcción, el sector servicios y el trabajo sexual.

Así, con base en esa amplia investigación, en este artículo sólo se observa al grupo de las migrantes que prestan servicios sexuales en bares situados en la frontera entre Guatemala y Chiapas. Un grupo constituido por migrantes locales, pero que también se sitúa en el contexto de la migración hacia Estados Unidos.

El artículo está organizado en dos secciones. La primera describe de manera breve a la región fronteriza entre Chiapas y Guatemala y su fenómeno migratorio, la metodología utilizada para esta investigación, y el marco teórico para su análisis. En la segunda sección se presenta al grupo de las migrantes que trabajan en el sector sexual, para posteriormente analizar, por un lado, sus trayectorias migratorias, y por otro, discutir el rol de las redes sociales durante este proceso. Al fi nal se presenta una breve conclusión en relación con la manera en que estas trabajadoras interactúan de forma dinámica con su contexto, a lo largo del proceso migratorio.

Sentando las basesEl Soconusco y su fenómeno migratorio

El Soconusco constituye ocho por ciento del territorio de Chiapas (74 415 km2). Seis de los 16 municipios de esta región hacen frontera con Guatemala: Suchiate, Frontera Hidalgo, Metapa, Tuxtla Chico, Cacahoatán y Unión Juárez.2 Estos municipios, junto con el municipio de Tapachula, son una zona que conecta América Central con el resto de México y siempre se ha considerado estratégica para la inversión extranjera (Arriola, 1995). El punto principal de cruce de Guatemala a Chiapas se encuentra entre Ciudad Hidalgo y Tecún Umán; dos ciudades divididas por el río Suchiate. Este es un cruce lleno de contradicciones, en el que los límites entre la legalidad y la ilegalidad son vagos.

1 A migrantes con trayectorias transmexicanas también se les denomina ‘transmigrantes’. Este término ha sido utilizado dentro de la literatura de trasnacionalismo y se refi ere a migrantes que viven en dos o más espacios sociales (Glick Schiller, 1992). Sin embargo, en mi estudio, el concepto se utiliza para diferenciar a aquellos migrantes que intentan cruzar el territorio mexicano para trabajar en Estados Unidos, de los y las que emigran para trabajar en Chiapas.2 Los municipios de la región del Soconusco son Acacoyagua, Acapetagua, Cacahoatán, Escuintla, Frontera Hidalgo, Huehuetán, Huixtla, Mapastepec, Mazatán, Metapa, Villa Comaltitlán, Suchate, Tapachula, Tuxtla Chico, Tuzantán y Unión Juárez (Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, 2003; Arriola, 1995: 17).

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Experiencias de mujeres migrantes que trabajan en bares.../C. FERNÁNDEZ-CASANUEVA

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En el contexto contemporáneo se distinguen diversos fl ujos migratorios

provenientes no sólo de Centro y Sudamérica, sino también de países de

fuera del continente americano. Sin embargo, el grupo más numeroso es el

de migrantes (niños y niñas, hombres y mujeres) que provienen del llamado

triángulo norte-centroamericano (Guatemala, Honduras y El Salvador).

Estos migrantes, como mencioné anteriormente, tienen por objetivo migrar

hacia Estados Unidos o cruzar la frontera para trabajar principalmente en la

región del Soconusco, Chiapas, en sectores como el comercial, el doméstico,

el agrícola, la construcción, el sector servicios y el sector de bares y trabajo

sexual. Algunos migrantes en esta zona son indocumentados, otros no; los

hay temporales y permanentes; algunos llegan a realizar su plan original de

migración, pero otros tendrán que adaptar y reajustar dicha meta.

Anotaciones metodológicas

Este análisis está basado en una investigación de campo cualitativa

realizada durante los años 2002 y 2003, en la cual se realizaron entrevistas

a personas clave y 38 entrevistas semiestructuradas a migrantes en edad

laboral, representantes de los siete grupos estudiados; es decir, a migrantes

que trabajaban en los sectores comercial, agrícola, doméstico, de la

construcción, de servicios, sexual y a migrantes transitorios o ‘de paso’,

que no se encontraban trabajando en ningún sector. Durante este periodo

también se llevó a cabo observación participante y análisis de documentos

generados por actores locales tales como el Instituto Nacional de Migración

(INM), Grupo Beta y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de

Córdova (CDHFMC).

De la muestra de migrantes a quienes se les aplicaron entrevistas

semiestructuradas, siete fueron trabajadoras sexuales. Además de estas

entrevistas, por medio de la observación participante pude entablar charlas

informales con varias de ellas y con actores con quienes ellas se relacionan

(personas tales como el personal del centro de salud en Ciudad Hidalgo,

encargados de algunos bares, vecinos de los bares y ‘coyotes’). Esto me dio

la oportunidad de complementar la información documental y la obtenida

mediante entrevistas, de tal modo que logré una visión más amplia sobre

su experiencia migratoria.

El enfoque, al colectar la información, consistió en ubicar las razones por

las cuales las migrantes trabajan en este sector, la manera en que iniciaron

su trabajo en él, y la relación entre su trabajo y sus planes originales de

migración; es decir, el grado de ajustes que estas migrantes han tenido

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que hacer a sus planes originales y al destino que querían alcanzar en un inicio (muchas de ellas planeaban trabajar en Estados Unidos) de acuerdo con las circunstancias que encuentran durante el proceso migratorio. Fue prioritario también anotar el rol de las redes sociales en este proceso.

Anotaciones teóricas

El marco teórico para el análisis se fundamenta en la teoría de la estructuración; concretamente, la migración vista como un proceso de estructuración (Morawska, 1985, 2001). Este planteamiento hace posible entender al fenómeno desde el inicio del proceso y a lo largo del mismo, considerando estructuras en el nivel global, medio y local, interactuando de forma dinámica con las acciones y motivaciones de los agentes (los y las migrantes).

Con base en ello, mi argumento es que las trayectorias migratorias van tomando forma por la manera en que los migrantes reaccionan a las circunstancias que deben enfrentar a lo largo del proceso. Estructuras en distintos niveles, desde un nivel global hasta las estructuras más inmediatas (entre ellas las redes sociales), establecen las condiciones que expulsan y atraen migrantes, lo cual da forma a sus experiencias durante el proceso. Sin embargo, éste es un proceso de doble sentido, puesto que los migrantes son agentes activos con capacidad creativa, que tienen emociones, motivaciones y metas, y que reaccionan de forma distinta entre sí —de acuerdo con las oportunidades que el contexto les presenta— a las imperfecciones o huecos que encuentran en dicho contexto, y al mismo tiempo, de acuerdo con sus objetivos y motivaciones individuales.

Dentro del marco de la teoría de la estructuración también considero la contribución que Sewell (1992) y Emirbayer y Mische (1998) hicieron, replanteando el modelo original elaborado por Giddens (1976) y Bourdieu (1977). Sewell sugiere que ser un agente implica justamente tener la capacidad para transformar, pero esta capacidad está adscrita a un marco cultural e histórico. Sewell considera que la ‘capacidad de gestión autónoma’ del agente (o agency como es su término en inglés) es “la capacidad del actor para reinterpretar y movilizar un conjunto de recursos en esquemas culturales distintos a los que originalmente habían constituido”.3 De esta forma, las estructuras —concluye— son dinámicas y evolucionan a lo largo del tiempo.3 Cita original en inglés: “the actor’s capacity to reinterpret and mobilize an array of resources in terms of cultural schemas other than those that initially constituted the array” (Sewell, 1992: 19).

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Experiencias de mujeres migrantes que trabajan en bares.../C. FERNÁNDEZ-CASANUEVA

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Por su parte, el replanteamiento que Emirbayer y Mische (1998) hacen del concepto de “gestión autónoma” (o agency) permite entender cómo las decisiones y acciones de los agentes (masculinos y femeninos) están directamente relacionadas con su pasado, su presente y su futuro; considerados éstos no como simples etapas sucesivas en el tiempo, sino como dimensiones que infl uyen las acciones de la o el agente de manera

simultánea. De esta forma, Emirbayer y Mische consideran que la ‘capacidad

de gestión autónoma’ del agente es tridimensional —noción crucial para

mi análisis: una dimensión ‘repetitiva’, una ‘práctico-evaluativa’ y una

‘proyectiva’ presentes de manera simultánea.4 La primera se refi ere a los

patrones interiorizados que ayudan a construir identidades y universos

sociales. La segunda dimensión está relacionada con la capacidad de

tomar decisiones prácticas para afrontar situaciones y urgencias presentes.

La tercera tiene una orientación hacia el futuro y está relacionada con la

imaginación, los sueños y posibles opciones y trayectorias de acción para

el futuro. Estas tres dimensiones dotan al agente de capacidad creativa para

enfrentar (y modifi car) su medio ambiente.

También tomo en consideración la distinción de Schutz (1967a; 1967b)

sobre los motivos que tienen las personas para actuar: los ‘motivos de

razón de ser’, que se refi eren a fuerzas basadas en estructuras externas y en

recursos externos, y los ‘motivos de fi nalidad’, que representan los sueños

y las motivaciones de las personas.5

Las trabajadoras sexuales

Dentro de este contexto, la industria sexual se ha establecido dependiendo

fuertemente del trabajo de mujeres centroamericanas que cruzan para

trabajar en la región fronteriza o que cruzaron con el objetivo de llegar

a Estados Unidos. Estas migrantes son trabajadoras provenientes

principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador, las cuales iniciaron

el trabajo en este sector a edad temprana, en algunos casos desde los 14

años (Vázquez, 2001).

Mediante mis visitas a los bares y al Centro de Salud en Ciudad Hidalgo,

así como por información contenida en documentos, me fue posible

identifi car que, al igual que en el sector doméstico, el empleo en bares es

una opción principalmente para mujeres, pero que la diferencia es que las

4 Términos traducidos del inglés: iterational (repetitiva), practical-evaluative (práctico-evaluativa), y proyective (proyectiva). (Emirbayer y Mische, 1998).5 Términos traducidos del inglés: because of motives (‘motivos de razón de ser’) e in order to motives (‘motivos de fi nalidad’) (Schutz, 1967a; 1967b).

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mujeres que trabajan en el sector doméstico y los servicios de bar vienen de condiciones familiares muy distintas. Mientras que las mujeres que trabajan en el sector doméstico emigran principalmente de zonas rurales, las sexoservidoras pueden ser también tan jóvenes como las trabajadoras domésticas, pero vienen de ambientes más urbanizados y la mayoría de ellas enfrentan violencia intrafamiliar —usualmente con sus parejas—, además de que la mayoría son madres.

Mediante entrevistas con personal del INM y el CDHFMC, así como por medio de observaciones realizadas durante el trabajo de campo, fue claro que el estatus migratorio de una trabajadora sexual es normalmente indocumentado: viven y trabajan sin autorización ofi cial. No cuentan con ningún contrato formal, lo que les permite cierta ‘libertad’ para moverse de un bar a otro (siempre y cuando no estén en deuda con el dueño). Pero al mismo tiempo, el trabajar de forma irregular las sitúa en una posición vulnerable, en la cual deben soportar malas condiciones de trabajo, abusos de las autoridades y de sus empleadores. Además, aun en los casos en que decidan quedarse en la región, la posibilidad de solicitar un FM36 es mínima; y aunque lograran obtener este documento, su posición marginal no cambiaría. Al mismo tiempo, es posible notar que aun cuando no cuentan con ninguna protección legal, ni tienen documentos de residencia y su contrato es informal, sí tienen la obligación de hacerse una prueba de VIH cada sábado en el centro de salud local. Estos centros de salud tienen un lista de las mujeres que trabajan en cada bar, lista que el dueño tiene la obligación de presentar. Si por alguna razón no asisten el sábado al centro de salud, son multadas, lo cual también signifi ca que las autoridades locales tienen conocimiento de su presencia y del lugar donde trabajan.

Trayectorias de migrantes sexoservidoras

Las trayectorias de migrantes trabajando en el sexoservicio, desde el momento en que toman la decisión de migrar, hasta el momento en que se encuentran en la región del Soconusco en Chiapas, son el resultado de la interacción entre ellas, su medio ambiente y las circunstancias que tienen que enfrentar a lo largo del proceso.

Mediante la información recogida durante el trabajo de campo se pudo identifi car que este movimiento migratorio se sitúa dentro de una estructura tolerante (o permeable) cuando se trata de trayectorias locales;

6 FM3 es el documento que faculta a los no nacidos en México a trabajar y vivir en el territorio mexicano.

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Situación laboral de los adultos.../J. MONTOYA-ARCE y H. MONTES-DE-OCA-VARGAS

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Situación laboral de la población adulta mayor en el Estado de México

B. Jaciel MONTOYA-ARCE y Hugo MONTES-DE-OCA-VARGAS

Universidad Autónoma del Estado de México

E

Resumen

Este artículo presenta un análisis de la participación económica de los adultos mayores (60 años o más) del Estado de México. Los resultados muestran que tanto la participación económica como las características sociodemográfi cas cambian con la edad. La mayoría de los adultos mayores que laboran lo hacen en el sector agropecuario. Tanto hombres como mujeres trabajan cerca de siete horas diarias, pero ellas reciben un salario promedio notablemente menor. Las características asociadas positivamente con la participación económica son: sexo masculino, contar con buen o excelente estado de salud, tener experiencia laboral, vivir solo y residir en localidades rurales. Por otra parte, alrededor de 40 por ciento de los adultos mayores manifi estan que les gustaría aprender un ofi cio y que aceptarían un empleo si se los ofrecieran.

Palabras clave: vejez, envejecimiento demográfi co, Estado de México, pensiones, participación económica, características sociodemográfi cas.

l objetivo de este artículo es analizar las características demográfi cas asociadas a la participación laboral de la población adulta mayor en el Estado de México. Para ello

Introducción

realizamos un análisis estadístico de los factores asociados a su participación económica. Entre otros, estudiamos el peso de factores tales como el tipo de localidad, tipo de hogar, recepción de ayudas familiares, recepción de pensión, experiencia laboral, estado de salud, sexo y edad. Toda vez que

Abstract

Labor situation of the elderly in the State of Mexico

This articles presents and analysis of the economic participation of the elderly people (60 years of age and older) in the State of Mexico. The results show that both economic participation and the socio-demographic characteristics change with age. Most of the elderly people who work do it in the agricultural sector. Both men and women work for nearly seven hours a day, however women receive a notably lower average wage. The characteristics positively associated to economic participation are: masculine gender, have a good or excellent physical health, have labor experience, live alone and abide in rural localities. On the other side, circa 40 percent of the elderly declare they like to learn a trade and they would accept a job if they were offered one.

Key words: old age, demographic aging, State of Mexico, pensions, economic participation, socio-demographic characteristics.

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la participación económica presenta importantes diferencias por sexo, repetimos el análisis de factores asociados tanto para hombres como para mujeres. También indagamos acerca de los deseos y aspiraciones laborales de los adultos mayores.

Nuestra fuente de datos es la Encuesta Sociodemográfi ca del Envejecimiento Demográfi co del Estado de México (ESEDEM 2008). Dicha encuesta forma parte del proyecto de investigación intitulado “Diagnóstico integral de la situación actual del envejecimiento demográfi co en el Estado de México”, que se lleva acabo en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población de la Universidad Autónoma del Estado de México. La encuesta fue aplicada durante los meses de junio, julio y agosto del año 2008. La encuesta consta de dos instrumentos de captación de información: 1) un cuestionario de hogar, y 2) un cuestionario individual. De esta manera contamos con dos bases de datos: una de hogares donde reside al menos un adulto mayor y otra donde se capturan las características individuales de las personas con 60 años o más.

La ESEDEM es una encuesta probabilística de la población residente en hogares con al menos un adulto mayor (60 años o más), lo que permite aproximarse al estudio de las condiciones de vida de dicha población. Durante el trabajo de campo se aplicó un censo a todas las viviendas particulares ocupadas, existentes en las manzanas y segmentos seleccionados.1 En el operativo de campo se visitaron 2 304 viviendas para lograr 1 998 entrevistas de hogar completas. Además, se logró completar 2 434 entrevistas individuales completas de ancianos residentes en esos 1 998 hogares. Para el análisis de este artículo se utilizaron ambas bases, retomando las secciones de condición de actividad actual, prestaciones laborales, seguridad social y derecho a pensiones.

La seguridad económica

Hoy en día, la seguridad económica de la población en edades avanzadas se ha convertido en un tema de gran interés, pues con el paso de los años disminuyen las posibilidades de generar ingresos de forma autónoma para la población activa, y aun más para la gente en edades avanzadas. Si consideramos que la población con 60 años o más se encuentra en su transición hacia el retiro y la viudez, los ingresos se reducen y aumenta

1 Se seleccionaron 140 Ageb (áreas geoestadísticas básicas) y 60 localidades rurales, según la distribución de población urbana y rural en la entidad.

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Situación laboral de los adultos.../J. MONTOYA-ARCE y H. MONTES-DE-OCA-VARGAS

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la probabilidad de pobreza en sus hogares2 (Del Popolo, 2001). Esto se convierte en un factor de vulnerabilidad para la seguridad económica en la vejez, cuestión que difícilmente es solucionada y superada por los propios adultos mayores (Huenchuan y Guzmán, 2006). La seguridad económica de los ancianos no sólo radica en la edad, sino también en las características individuales y generacionales en que ha trascurrido la historia laboral y en la acumulación de activos de los individuos en edad avanzada. Otra fuente importante de seguridad económica para las personas de 60 años o más son las transferencias y los apoyos familiares, según Guzmán (2002) y Huenchuan (2006).

En México, la edad de retiro laboral está regida por disposiciones legales y por una variación según la ley que la regule, que oscila entre los 60 y 65 años (INEGI, 2000). Sin embargo, al llegar a estas edades hay quienes continúan trabajando, como resultado de un deseo personal, o bien, de la necesidad económica por la falta de seguridad económica en la vejez (Del Popolo, 2001). Lo anterior nos indica que la baja percepción de ingresos por algún trabajo realizado y la falta de cobertura de seguridad social en lo que respecta a jubilaciones y pensiones son factores que obligan a los adultos mayores a continuar trabajando.

Sin embargo, a medida que avanza la edad, el ingreso por remuneraciones al trabajo es el principal medio de contar con seguridad económica, y sólo una pequeña proporción de población con 60 años o más obtiene ingresos por concepto de jubilación o pensión. En este contexto, el apoyo familiar adquiere gran importancia, sobre todo entre los grupos con bajos ingresos y que carecen de apoyos institucionales (Huenchuan y Guzmán, 2006).

A continuación abordamos la situación de la población económicamente activa y no activa, para avanzar en el análisis de la seguridad económica de las personas con 60 años o más en el Estado de México.

Fuentes de ingreso

El ingreso que percibe la población envejecida es de suma importancia, pues al igual que el resto de la población, tiene necesidades que satisfacer y debe cubrir sus gastos de atención médica, así como tratar de tener una vida digna, lo cual será difícil de conseguir con ingresos bajos y falta de seguridad económica (Montoya Arce y Montes de Oca Vargas, 2006). Al

2 Algunos estudios señalan que si no se tomara en cuenta las transferencias de diversa índole recibidas por las personas con 60 años o más, la pobreza de dicha población se incrementaría considerablemente (Goldani 2006, citado en Huenchuan y Guzmán, 2006).

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respecto, cabe preguntarse ¿cuántas de estas personas acceden a este tipo de ingreso? ¿De qué institución proviene la pensión o jubilación? ¿Cómo se relaciona esto con la historia laboral de los adultos mayores? Las respuestas a estas preguntas serán abordadas en este apartado, enfatizándose las diferencias por sexo, edad y tamaño de localidad.

Antecedentes laborales

El derecho a una pensión o jubilación es una forma de lograr que los adultos mayores cuenten con seguridad económica. De hecho, esta fuente de ingresos ocupa el segundo lugar entre los mecanismos por los cuáles las personas con 60 años o más obtienen dinero. Las pensiones y jubilaciones están frecuentemente asociadas con las actividades laborales que los individuos con 60 años o más hayan experimentado a lo largo de su vida. Al observar el cuadro 1 podemos darnos cuenta de que más de 95 por ciento de los que reciben pensión trabajaron a lo largo de su vida; sin embargo, también destaca el hecho de que más de 85 por ciento de los adultos mayores que trabajaron durante su vida no reciben pensión o jubilación. Esto último puede ocurrir porque para tener derecho a ingresos por retiro es necesario haber tenido un empleo formal, en el cual se deben cubrir determinados requisitos que no todos los trabajadores alcanzan a cumplir. Al respecto, según la Cámara de Diputados (2005), en la Ley del Seguro Social se menciona que una de las condiciones para obtener la jubilación consiste en que el trabajador labore durante 30 años. Por supuesto que esto pone en desventaja a los que participaron en el mercado de trabajo formal durante un periodo no prolongado. Particularmente, quienes estarán en peores condiciones económicas serán las mujeres, porque históricamente han estado dedicadas a los quehaceres y atención de los hogares, lo cual limita su participación en el mercado de trabajo formal. También es importante señalar que más de 36 por ciento de las personas que no reciben pensión o jubilación trabajan en la actualidad, proporción que es mayor a la de los que reciben pensión; es decir, las condiciones económicas en las que se encuentra la población obliga a los ancianos a seguir insertos en el mercado de trabajo como una estrategia de sobrevivencia (véase el cuadro 1).

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Situación laboral de los adultos.../J. MONTOYA-ARCE y H. MONTES-DE-OCA-VARGAS

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Pensiones o jubilaciones

De los hogares con población adulta mayor en el Estado de México, se registra que gran parte de los adultos mayores que residen en ellos no reciben ingresos, pensión o jubilación, siendo más grave la situación para las mujeres, ya que 91.5 por ciento de ellas no recibe ninguno de estos ingresos; en cambio, sólo 76.7 por ciento tampoco tienen derecho a jubilaciones o pensiones (véase cuadro 2). De los hombres que declararon recibir pensión, sólo 30.57 por ciento recibe pensión por jubilación, 19.87 por vejez, 19.30 por cesantía y 16.12 por ciento por retiro. En cambio, la mayor parte de la población femenina que recibe pensión lo hace por viudez (55.8 por ciento) y sólo 12.93 por ciento la percibe por jubilación. Estas pensiones principalmente son otorgadas por el IMSS (78.72 por ciento en hombres y 75.22 en mujeres), y en menor medida por el resto de las instituciones de seguridad social. En lo que respecta al ingreso medio por pensión al mes, para los hombres es de 1 824 pesos, y para las mujeres, 1 500 pesos.

El panorama anterior se agudiza cuando distinguimos entre localidades urbanas y rurales, debido a que en estas últimas generalmente la población no participó en actividades económicas que les hayan otorgado prestaciones sociales. Es decir, tenemos que una gran proporción de hombres (94.72 por ciento) y mujeres (97.71 por ciento) que vivían en localidades rurales no

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reciben pensión o jubilación. En ambos contextos destaca la desventajosa situación económica de las mujeres (veáse cuadro 3).

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Transición demográfica y pensiones en el claustro académico.../C. ELIZALDE-SÁNCHEZ

239

Transición demográfi ca y pensiones en el claustro académico de la UAEM

Carlos Cebarut ELIZALDE-SÁNCHEZ

Universidad Autónoma del Estado de México

HIntroducción

Resumen

Se examina la transición demográfi ca del claustro académico de la UAEM. Específi camente, se muestra el gradual envejecimiento que observan los docentes mediante la medición de su edad media. Los datos e indicadores que presenta permiten identifi car los retos laborales y académicos que enfrentará la UAEM derivados del envejecimiento de su cuerpo académico, del creciente número de docentes jubilados y del eventual retiro en los próximos años de los universitarios que construyeron la UAEM a lo largo de sus 50 años. Asimismo, se recuperan ciertas experiencias presentadas por las universidades públicas del país sobre la demanda de pensiones y sus repercusiones en los presupuestos.

Palabras clave: envejecimiento, edad media, género, jubilación, pensión.

Abstract

Demographic transition and retirement pensions in the academic body of UAEM The demographic transition of the academic bodies of UAEM is analyzed, specifi cally showing the gradual ageing observed in the academia, by means of the median age. The displayed data and indicators allow identifying the future faced by labor and academic challenges from the aging of UAEM’s academia. It also presents some experiences previously took by the public Universities of the country about the pension demand and its repercussion on budgets.

Key words: ageing, median age, gender, retirement, pension.

asta hace un par de décadas, la frase “envejecimiento de la sociedad” transmitía una idea de decadencia. La gradual decadencia de algunas sociedades, de las más industrializadas.

Asimismo, solía referir la pérdida de facultades de los individuos, pérdida que les imposibilitaba seguir desarrollando plenamente todo su potencial productivo. Todavía más: denotaba la idea de que las personas mayores de 60 años, al perder ciertas facultades vitales de su salud y de su capacidad productiva, eran altamente vulnerables frente a la dinámica socioeconómica vigente, por lo que solían representar cierta carga familiar y social. Este mismo autor destaca que más bien el envejecimiento de la población debería relacionarse con el dominio de la ciencia, toda vez que los individuos viven más porque han elevado notablemente su bienestar

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Papeles de POBLACIÓN No. 59 CIEAP/UAEM

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integral. En efecto, todas las sociedades observan en mayor o menor medida una transición demográfi ca, por ello, cuando se habla de envejecimiento demográfi co sería más apropiado referirnos a una democratización de las sociedades, antes que aludir erróneamente a su aparente decadencia.

El tema del envejecimiento de la población ha cobrado una importancia fundamental en el contexto de la globalización en curso, y por los efectos que desencadena en los mercados laborales y el fi nanciamiento de las pensiones, lo cual genera repercusiones particulares en el desarrollo académico de las universidades; además, está provocando cambios excepcionales y sumamente acelerados en campos como el ahorro, el consumo, el ingreso familiar, los servicios fi nancieros, el segmento de los seguros y, más visiblemente, en la salud, la alimentación, las comunicaciones, el transporte, la vivienda, los cuidados y servicios médicos y el ocio.

La transición demográfi ca se está presentando en prácticamente todas las sociedades del mundo. Su estudio (ONU, 2002) advierte que este evento demográfi co ha dejado de ser un fenómeno para convertirse en la actualidad en un claro proceso por el que transitan prácticamente la mayoría de las sociedades del mundo.

Así, tenemos que sobre las pensiones se dice que “pocas cosas han marcado tan profundamente un cambio en la vida de los hombres como la aparición y extensión, desde principios del siglo XX, de los sistemas de pensiones” (Consejo de Europa, 1987). Para Gary S. Becker (2002), precursor de la teoría del capital humano, “el avance más benéfi co (del siglo XX) para el hombre común y corriente fue la prolongación de sus expectativas de vida”. En tanto que Manuel Castells (Guillemard, 1992) destaca que:

...el fenómeno del envejecimiento de la población que se está produciendo en todas las sociedades más desarrolladas (y no desarrolladas) del mundo constituye sin duda la transformación social más importante producida en este fi nal de siglo.

Es evidente que el aumento de la esperanza de vida de la población trae aparejados eventos sumamente extraordinarios, como los signifi cativos retos económicos y nuevas demandas sociales. Su evolución se siente cada vez más en campos como la economía, la política, la cultura, los estilos de vida o la familia.

Este trabajo apoya las ideas de que el envejecimiento de la población trae consigo el reforzamiento de los derechos de ciudadanía y de que la vejez es una etapa igualmente importante del ciclo vital de los individuos.

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El envejecimiento demográfi co está provocando la fl exibilización de los mercados de trabajo, y parte de ello consiste en plantear de manera insistente la disminución de la jornada de trabajo de los ancianos, al tiempo de favorecer el ingreso de los jóvenes que soportarían el fi nanciamiento de las pensiones y todas las prestaciones de seguridad social. De ahí que los sistemas de pensiones tienden inevitablemente a penalizar las jubilaciones tempranas, al tiempo que favorecen el retraso de las jubilaciones. Por otro lado, los benefi cios fi scales también se han hecho sentir entre la población adulta, como ocurre en los diferentes planes de pensiones, en los fondos de ahorro, el consumo, el transporte, la salud y los medicamentos. Éstos y otros hechos más se están presentando en mayor o menor medida en prácticamente todos los países: vivimos la civilización de los jubilados (Péne, 1999).

En el ámbito de la enseñanza universitaria también se están presentando cambios agudos que requieren nuestra atención: las instituciones de educación superior y sus claustros académicos también envejecen y por lo tanto requieren de un tratamiento laboral, fi nanciero y académico específi cos. Frente a ello, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué sabemos de la transición demográfi ca del claustro académico de la Universidad Autónoma del Estado de México? ¿Qué sabemos y cómo estamos enfrentando las contingencias derivadas del creciente número de académicos jubilados? ¿Qué sabemos de las edades de los docentes, su capital humano y su antigüedad? O ¿qué organismos académicos o áreas del conocimiento experimentarán jubilaciones sucesivas de sus docentes? Los siguientes datos e indicadores estadísticos muestran la transición demográfi ca por la que atraviesa la UAEM.

El claustro académico de las universidades públicas mexicanas observa un relativo envejecimiento, que deriva en una creciente demanda de pensiones.

En la presente década, las universidades públicas del país han destacado la creciente demanda de jubilaciones y pensiones provenientes de sus respectivos claustros académicos y empleados administrativos, derivada de su gradual pero constante envejecimiento, hecho que ha propiciado, por parte de las diferentes autoridades universitarias, la instrumentación de toda una campaña nacional ante las autoridades estatales y federales del ramo para enfrentar en conjunto el fi nanciamiento de estas prestaciones, como lo establecen los respectivos contratos colectivos de trabajo de cada una de ellas.

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Por el lado de los trabajadores, a través de sus respectivos sindicatos, también se han venido manifestando por medio de movilizaciones locales y hasta nacionales frente a sus autoridades universitarias y de los gobiernos estatales y federal, con el propósito de hacer valer sus respectivos contratos colectivos de trabajo, particularmente en lo tocante a las cláusulas que establecen los derechos de fi niquito laboral, pensiones y otras prestaciones afi nes. Otro mecanismo que vienen utilizando para fortalecer y difundir las demandas sobre esta materia son los foros nacionales que año con año realizan en varias universidades estatales sobre jubilaciones y pensiones. Se trata de foros donde se expresa la particular visión y lucha de los sindicatos universitarios sobre una de las necesidades más apremiantes y recurrentes de los trabajadores universitarios, como lo son sus jubilaciones y pensiones.

Derivado de un estudio actuarial presentado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) (Reforma, 2002), los rectores de universidades públicas estatales de Oaxaca, Guanajuato, Colima, San Luis Potosí, Jalisco, Puebla, Querétaro, Yucatán y Estado de México admitieron las presiones laborales y fi nancieras que enfrentan, particularmente los altos presupuestos que requerían para solventar la demanda creciente de pensiones. Agregaban, además, que en las décadas por venir el presupuesto de estas partidas habrá de incrementarse de manera importante; en la medida que el número de académicos y empleados administrativos alcancen la edad de jubilación, lo cual ocurrirá de manera más pronunciada. Incluso, se hizo ver que ciertas universidades estatales venían observando esta problemática desde fi nales de la década pasada.

Los rectores de estas universidades coincidían en que las jubilaciones y pensiones de los docentes universitarios deben ser atendidas como lo establecen los contratos colectivos de trabajo, las disposiciones de la Ley Federal del Trabajo, las Leyes del IMSS e ISSSTE y, según el caso, las respectivas de los institutos de seguridad social estatales. Aunque también insistían en que su solución dependía de la cooperación de los académicos y sus sindicatos. Y por supuesto, del fi nanciamiento estatal y federal. Sobre ello destacamos dos hechos que han marcado la visión y las políticas sobre la materia entre todas las universidades públicas del país: en primer lugar, las autoridades universitarias se han encargado de difundir la idea de que uno de los mecanismos que permitirían garantizar a los académicos una pensión tiene que ver con que los sindicatos fl exibilicen sus demandas, por ejemplo, mediante la construcción de un sistema de pensiones de reparto o

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de capitalización individual o con la combinación de ambos, sistema que fi nanciaría las pensiones por medio de las cotizaciones de los académicos y por las contribuciones de las autoridades universitarias. Esta medida iría acompañada de aumentos en los rubros de edad de jubilación, en las tasas y años de cotización. Podemos decir que varias universidades, como las de Guadalajara, Nuevo León y Aguascalientes instrumentaron su sistema de jubilaciones y pensiones atendiendo éstas y otras recomendaciones; en segundo lugar, el gobierno federal derivado de las demandas y presiones llevadas a cabo por la ANUIES y la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (Contu), instrumentó el Fondo de Apoyo Extraordinario a las Universidades Públicas Estatales (excluidas las de la capital del país), destinado al fi nanciamiento de los pasivos contraídos por las universidades estatales en materia de jubilaciones y pensiones. Así, entre el año 2002 y 2006, destinó 2 774 millones de pesos, recursos que permitieron sortear dichos pasivos en tanto las propias universidades llevan a cabo sus respectivos programas o reformas a sus sistemas de pensiones. De este presupuesto total, la Universidad de Guadalajara recibió 354 millones de pesos (13 por ciento); la de Nuevo León, 305 millones de pesos (11 por ciento), y la de Aguascalientes, 117 millones de pesos (4.2 por ciento). Por razones que atañen al objetivo del Fondo, la UAEM recibió escasamente 12 millones de pesos.

En la solución satisfactoria de este problema son también determinantes la cooperación de las instituciones de seguridad social, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y los institutos de seguridad social estatales. Es decir, que para enfrentar con éxito los derechos de pensiones y jubilaciones de los docentes universitarios habrán de participar coordinadamente todas las dependencias relacionadas con la materia, debido a la precariedad de los presupuestos, por la diversidad de sistemas de fi nanciamiento, porque varias de ellas no cuentan con sistemas de retiro y fi niquito laboral y porque varias universidades soslayaron este derecho de sus académicos.

Las 54 universidades públicas estatales estimaban en más de 125 mil millones de pesos el costo de las pensiones y jubilaciones; 30 de ellas acumulaban solamente 77 mil millones de pesos; otras 30 universidades alcanzaban un ratio de 8 mil 609 trabajadores próximos a pensionarse, contra 7 mil 913 que gozaban ya de este derecho; destacaban que en 30 de estas universidades existían 11 trabajadores en activo por cada pensionado, ratio considerable todavía, en comparación con los exhibidos por el IMSS

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y el ISSSTE. Adicionalmente, la esperanza de vida de los trabajadores universitarios pasó de 49 a 75 años entre 1940 y 2000; mientras que las pensiones promediaban entre 1 100 pesos y 11 850 pesos. A estas contingencias había que agregar que la UNAM, UAM y el IPN absorben más de 50 por ciento del presupuesto nacional.

Los sindicatos, por su parte, sostienen la necesidad de profundizar en las medidas que conduzcan, en el mediano y largo plazos, a solventar exitosamente el fi nanciamiento de las pensiones. Asimismo estas organizaciones reconocen que los costos de las pensiones han venido aumentando, aunque sin los riesgos alarmantes que pretenden hacer ver ciertas autoridades universitarias y funcionarios del ramo. Particularmente, la Contu se ha pronunciado en favor de que cada sindicato y su respectiva universidad encuentren soluciones viables, democráticas, solidarias y equitativas para enfrentar holgadamente este derecho establecido en los contratos colectivos y en las respectivas leyes de seguridad social: se trata de encontrar (y mantener) un equilibrio que refl eje los derechos de los trabajadores universitarios y la obligación de las universidades de extender, bajo la normatividad establecida, las pensiones y jubilaciones convenidas.

Las pensiones y jubilaciones son un tema candente entre las autoridades universitarias y los trabajadores sindicalizados, pero también con el gobierno federal y los estatales. Una encuesta de la Contu ponía de manifi esto que siete de las universidades consultadas no contaban con algún fondo específi co de jubilación; 80 por ciento de los sindicatos consultados reconocía posibles problemas fi nancieros agudos entre los años 2005 y 2010, derivados de la falta de programas específi cos de pensiones y jubilaciones; cinco sindicatos advertían que sus contratos colectivos no contaban con cláusulas relativas a las pensiones y jubilaciones; mientras que más de la mitad de los sindicatos entrevistados señalaban con preocupación las difi cultades para pagar las pensiones derivadas de las complejas y diversas fuentes de fi nanciamiento entre las universidades, gobiernos estatales, gobierno federal, IMSS o ISSSTE; ocho de ellos sostenían que sus respectivas universidades no otorgaban ninguna prestación a sus trabajadores a la hora del fi niquito laboral; aunque la mayoría de ellos declaró que los trabajadores universitarios recibían de sus universidades prestaciones por fi niquito laboral.

Como se puede ver, el tema de las jubilaciones y pensiones de los trabajadores universitarios es sumamente candente, complejo y delicado en sus perspectivas laboral, presupuestal y académica: como es de esperarse, las autoridades universitarias y gobiernos federal y estatales y, por qué no

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En la tercera sección escriben tres autores de la Universidad Autónoma del Estado de México, por un lado, B. Jaciel Montoya Arce y Hugo Montes de Oca Vargas analizan la participación económica de los adultos mayores del Estado de México. Sus conclusiones indican que la participación económica, como las características sociodemográfi cas, cambia con la edad. Otros hallazgos son que la mayoría de los adultos mayores de ambos sexos que trabajan lo hacen en el sector agropecuario y que tanto hombres como mujeres trabajan cerca de siete horas diarias, pero ellas reciben un salario promedio notablemente menor. Las características que están asociadas positiva y signifi cativamente con la participación económica son: sexo masculino, contar con buen o excelente estado de salud, tener experiencia laboral, vivir solo y residir en localidades rurales. También identifi can que la recepción de una pensión es un factor que permite a los adultos mayores salir del mercado laboral. Por otra parte, alrededor de 40 por ciento de los adultos mayores manifi estan que les gustaría aprender un ofi cio y que aceptarían un empleo si se los ofrecieran.

Por otra parte, Carlos Cebarut Elizalde Sánchez examina la transición demográfi ca del claustro académico de la UAEM. En concreto, muestra el gradual envejecimiento de sus docentes, tomando como referencia la edad media del personal académico. Los datos adicionales que presenta permiten identifi car los retos laborales y académicos que enfrentará la UAEM derivados del envejecimiento de su cuerpo académico, del creciente número de docentes jubilados y del eventual retiro en los próximos años de los universitarios que construyeron la UAEM a lo largo de sus 50 años. Asimismo, el autor recupera ciertas experiencias presentadas por las universidades públicas del país sobre la demanda de pensiones y sus repercusiones en los presupuestos.

Juan Gabino González Becerril

Director de Papeles de POBLACIÓN