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Psicothema ISSN: 0214-9915 [email protected] Universidad de Oviedo España Ballesteros, Soledad ¿Existen procesos afectivos no conscientes? evidencia a partir del efecto de la mera exposición y del priming afectivo Psicothema, vol. 10, núm. 3, 1998, pp. 551-570 Universidad de Oviedo Oviedo, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72710303 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Psicothema

ISSN: 0214-9915

[email protected]

Universidad de Oviedo

España

Ballesteros, Soledad

¿Existen procesos afectivos no conscientes? evidencia a partir del efecto de la mera exposición y del

priming afectivo

Psicothema, vol. 10, núm. 3, 1998, pp. 551-570

Universidad de Oviedo

Oviedo, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72710303

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¿Existe emoción sin conciencia? ¿Existeel inconsciente psicológico? ¿Cómo interac-ciona la emoción y los procesos cognitivos?Estas cuestiones son de las más debatidas enla psicología actual. La idea de que es posi-

Psicothema, 1998. Vol. 10, nº 3, pp. 551-570ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEGCopyright © 1998 Psicothema

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¿EXISTEN PROCESOS AFECTIVOS NOCONSCIENTES? EVIDENCIA A PARTIR DELEFECTO DE LA MERA EXPOSICIÓN Y DEL

PRIMING AFECTIVOSoledad Ballesteros

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Una serie de resultados recientes han mostrado la existencia de importantes diso-ciaciones entre pruebas implícitas y explícitas destinadas a evaluar distintos procesospsicológicos como la percepción, la memoria, el aprendizaje, la toma de decisiones, o laemoción implícitas. Estas investigaciones han servido para rehabilitar el interés actualpor el estudio de los procesos inconscientes. El trabajo revisa y resume la evidenciaexistente sobre procesos emocionales no conscientes obtenida sobre todo a partir de dosparadigmas experimentales, el de la mera exposición repetida a estímulos y el del pri-ming afectivo. Abundantes resultados experimentales sugieren que las experiencias pre-vias pueden influir de modo inconsciente en la conducta emocional. Algunos avances re-cientes en las neurociencias, como el descubrimiento de una red neural subcortical queune el tálamo con la amígdala, son consistentes con la hipótesis de la existencia de afec-to inconsciente. Parece que se pueden producir influencias afectivas tempranas difusas yno conscientes sin la participación de procesos cognitivos superiores.

Are there unconscious affective processes? Evidence from the mere exposure andaffective priming paradigms. Recent findings have shown dissociations between explicitand explicit measures in a number of psychological processes such as perception, me-mory, learning, decision making, and emotion. This research has served to renew the in-terest for the study of unconscious processes. The paper reviews and summarizes resultsshowing the existence of unconscious emotional processes. These data were obtainedfrom two main lines of research, the traditional mere exposure and the emotional pri-ming paradigms. A large number of findings suggest that previous experiences influen-ce emotional behavior unconsciously. Some recent neuropsychological findings are con-sistent with the idea of unconscious affects. The identification of a subcortical thalamo-amygdala pathway seems to be in accordance to the hypothesis. It seems like some af-fective influences are mediated by low-level systems. These influences seems responsi-ble for unconscious affects without the implication of higher-level cognitions.

Correspondencia: Soledad BallesterosUniversidad Nacional de Educación a DistanciaCiudad Universitaria28040 Madrid (Spain)E-mail: [email protected]

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ble captar información del medio físico ysocial sin ser conscientes de ello tiene unalarga historia, muy anterior al nacimiento dela psicología científica. En la filosofía, Des-cartes distinguió entre lo consciente y lo in-consciente; y hace casi 300 años, otro filó-sofo destacado, Leibniz, señaló que existenmuchas indicaciones que apuntan a la exis-tencia de percepciones y otros procesos queno están acompañados de reflexión oconciencia (Merikle, 1992).

El tema del inconsciente fue tratado am-pliamente por la tradición psicoanalítica. Sinembargo, una idea compartida por la psico-logía académica es que los conceptos psico-analíticos no pueden ser confirmados ni re-futados de manera empírica (ver Pérez Alva-rez, 1996). El resultado fue que el términoinconsciente desapareció casi totalmente delas publicaciones de la psicología académi-ca. Antes de que surgiera la tradición psico-analítica, los psicólogos Pierce y Jastrow(1884) trataron el tema de la percepción su-bliminal y el problema del concepto de um-bral psicofísico. A partir de este trabajo sur-gió una linea de investigación sobre los pro-cesos psicológicos inconscientes que fue ob-jeto de serios ataques durante años (verKihlstrom, Barnhardt y Tataryn, 1992).

A pesar de que los procesos psicológicosinconscientes constituyen de nuevo un temadestacado dentro de la psicología científica,el tema del procesamiento de la informaciónsin conciencia no ha estado exento de con-troversia (e.g., Greenwald, 1992; Kihls-trom, 1987; Merikle, 1992; Schacter, 1987).La vuelta al primer plano de los procesospsicológicos no conscientes se produjo so-bre todo a partir de una serie de estudiosneuropsicológicos realizados con pacientesamnésicos a finales de los sesenta (Warring-ton y Weiskrantz, 1968). Estos pacientesmostraban la persistencia de experienciaspasadas que no podían recordar de modoconsciente. Con el tiempo, este tipo de me-moria preservado en ausencia de memoria

voluntaria fue denominado memoria implí-cita (Schacter, 1987). En los años setenta, lautilización del término inconsciente cogniti-vo por parte de Rozin (1976) contribuyótambién a renovar el interés por el estudio,tanto de los procesos cognitivos inconscien-tes ocurridos en la memoria o el aprendiza-je, como por el estudio del inconscienteemocional y motivacional.

Este trabajo tiene dos objetivos principa-les. El primero consiste en revisar la evi-dencia empírica que parece soportar la exis-tencia de afecto y emoción no conscientes.El segundo, consiste en intentar aclarar quétipo de relación existe entre los procesosafectivos y cognitivos. Más concretamente,la cuestión se situaría en determinar si la in-teracción de ambos procesos, en el caso deque existiera, sería de naturaleza semántica(con influencia del significado) o presemán-tica (sin influencia del significado, sólo delas características físicas de los estímulos).Para ello nos detendremos en los dos méto-dos más utilizados en el estudio experimen-tal del afecto inconsciente: El efecto de lamera exposición a estímulos y el primingafectivo. Además, para intentar explicar es-tos efectos consideraremos también las rela-ciones entre los efectos emocionales noconscientes y la memoria implícita.

Emociones y procesos cognitivos

Las emociones son procesos psicológicosextremadamente complejos, formados porcomponentes innatos, subjetivos, fisiológi-cos y conductuales muy importantes para laevolución y la adaptación del individuo almedio (e.g., Darwin, 1872; Zajonc, 1980;Plutchik, 1980). Se trata de fuerzas podero-sas que ejercen una gran influencia sobre elcomportamiento de las personas. Sin embar-go, a pesar de la importancia de la emoción,todavía no existe consenso unánime entre loscientíficos sobre qué es la emoción y cuál essu lugar dentro de la ciencia psicológica.

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Aunque la psicología cognitiva surgida enlos años sesenta descuidó el estudio de lasemociones y motivaciones humanas por con-siderar los procesos afectivos y motivaciona-les como irrelevantes para los procesos cog-nitivos, el estudio del afecto constituye uncomponente destacado del sistema de proce-samiento y de la recuperación de la informa-ción. Por eso, el estudio de las relaciones en-tre las emociones y los procesos cognitivoses en estos momentos un tema central para lapsicología (Forgas, 1995; ver Fernández,Granero, Barrantes y Capdevila, 1997; Si-món, 1997). Sin embargo, la interpretaciónde estas relaciones constituye un problemaconceptual todavía no resuelto de manera sa-tisfactoria. Mientras para unos teóricos lacognición es un prerrequisito para la emo-ción hasta el punto que la activación de lasemociones depende principalmente de pro-cesos cognitivos (e.g., Bower, 1981; Laza-rus, 1982, 1991; Ortony, Clore y Collins,1988), para otros, la cognición es sólo uno delos varios procesos responsables de la acti-vación emocional. En esta última línea, Izard(1993) ha propuesto la existencia de cuatrosistemas diferentes implicados en la activa-ción emocional, de los cuales sólo uno escognitivo (ver Figura 1). Los otros tres siste-mas, el neural, el sensomotor, el motivacio-nal no dependen de la cognición. Estos cua-tro sistemas están interactuando permanente-mente para mantener el fondo afectivo de lapersona y para producir nuevas emociones.

Para comprender las relaciones exis-tentes entre los procesos cognitivos y emo-cionales es necesario distinguir qué se en-tiende por unos y otros. La respuesta que sedé a esta cuestión va a depender de la for-ma como se defina emoción y cognición.La emoción se refiere a un estado psicoló-gico complejo, con un fuerte componentefilogenético que está relacionado con cam-bios conductuales importantes, tendencia aafrontar la situación, y sentimientos perso-nales positivos o negativos. La definiciónde lo que se entiende por procesos cogniti-vos es menos unitaria. Por lo general, porcognición se entiende todo aquello que ten-ga que ver con conocimiento y representa-ción mental, aprendizaje, memoria, pensa-miento y lenguaje (Ballesteros, 1994). Losprocesos perceptivos pueden dar lugar acogniciones cuando producen representa-ciones en la memoria, aunque parece exis-tir otro tipo de percepción que no se tradu-ce en representaciones conscientes, quepueden operar en el sistema emocional (cf.Zajonc, 1980). El problema es que el térmi-no «cognición» a veces se define de unaforma tan amplia que incluye todo tipo deprocesos como la percepción implícita, me-moria implícita, la toma de decisiones yaprendizaje implícito (Kihlstrom, 1987), eincluso cognición social implícita (Green-wald y Benaji, 1995). A pesar de la idea tanextendida de que los procesos cognitivos yemocionales interaccionan entre sí, algunosteóricos defienden la conveniencia de dis-tinguir entre ambos tipos de procesos ba-sándose en datos empíricos obtenidos tantoen el ámbito de la evolución, como a partirde otros datos provenientes del desarrolloontogenético. Estos datos son consistentescon la idea de que el sistema emocionalprecede filogenética y ontogenéticamenteal sistema cognitivo (Izard, 1971; 1993; Za-jonc, 1980). Esta precedencia tiene valoradaptativo para la vida del animal y la delniño preverbal.

SOLEDAD BALLESTEROS

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Procesosneurales

Experienciaemocional

Procesossensomotores

Procesosafectivos

Procesoscognitivos

Figura 1. Los cuatro sistemas responsables de la acti-vación emocional según Izard (1993).

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La relación entre conciencia y emociónes un tema muy complejo, como lo es tam-bién la interacción entre la conciencia yotros procesos psicológicos como la aten-ción, la memoria o la toma de decisiones.Algunos investigadores mantienen que lasemociones, para que existan, deben serconscientes porque la persona debe experi-mentarlas de modo subjetivo (e.g., Clore yParrott, 1994: Schwarz y Clore, 1996). Se-gún LeDoux (1994), las emociones no cons-cientes no existen aunque los estados emo-cionales conscientes son el resultado de pro-cesos inconscientes. Otros investigadores,sin embargo, entre los que se encuentranIzard (1987, 1993) y Zajonc (1980, 1994)defienden la existencia de procesos afecti-vos no conscientes, poco específicos, queserían los encargados de colorear nuestra vi-da afectiva.

¿Existe afecto inconsciente?

El estudio de la existencia de afecto in-consciente ha generado un buen número deinvestigaciones en la psicología científicade los últimos treinta años. Los dos modosprincipales de investigación tendentes amostrar la existencia de afecto no conscien-te han sido la exposición repetida a estímu-los, lo que se conoce en la literatura como elefecto de la mera exposición, y el primingafectivo no consciente. El efecto de la meraexposición se ha definido como el incre-mento del afecto positivo generado en el ob-servador como resultado de la presentaciónrepetida de estímulos que anteriormente re-sultaban no familiares. Cuanto más fre-cuentemente se expone una persona a un es-tímulo, más preferirá dicho estímulo. Lointeresante de este efecto es que puede ob-tenerse, incluso para estímulos que no sonreconocidos conscientemente.

El priming afectivo no consciente se haempleado para mostrar la influencia de unestímulo (prime) presentado muy breve-

mente en condiciones subliminales (sólodurante unos ms) delante de otro estímulo,no relacionado, presentado durante un tiem-po más largo (1 s). Lo habitual es que estí-mulos neutros desde el punto de vista emo-cional reciban valoraciones afectivas máselevadas cuando aparecen precedidos delprime afectivo que cuando no lo hacen(condición de control).

¿Pueden influir en nuestros juicios depreferencia afectiva y en nuestra memoriaestímulos que no somos conscientes de ha-berlos percibido? Este es un tema muy estu-diado actualmente en psicología cognitiva yen psicología social, aunque la observaciónde que la exposición repetida a estímulosaumenta el afecto positivo hacia esos mis-mos estímulos ya fue realizada por Fechner(1876). Desde la psicofísica clásica, la teo-ría del umbral sensorial explicaba que no sepercibían los estímulos demasiado débilesporque al estar situados por debajo del um-bral sensorial no producían ninguna sensa-ción en el perceptor. Con el tiempo, la psi-cología experimental mostró que la teoríadel umbral no podía explicar muchos resul-tados experimentales porque el umbral noes fijo ya que puede variar de una ocasión aotra. Factores como la fatiga, la repeticiónde la tarea, o la actitud del perceptor puedenmodificar el umbral sensorial. Además, seha comprobado que su valor puede variar enfunción del método de cálculo utilizado. Enla actualidad se piensa que la sensación escontinua y no discreta, como mantenía la te-oría del umbral propuesta por la psicofísicaclásica. Por estas razones, la psicología y lapsicofísica abordaron el estudio de la sensa-ción desde nuevos planteamientos que tu-vieran en cuenta no sólo la intensidad de laestimulación física, sino también otras va-riables del sujeto como su estado de activa-ción general, su motivación, o sus actitudeshacia la tarea. Green y Swets (1966) publi-caron su libro sobre la teoría de la detecciónde señales (TDS) utilizando ideas y proce-

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dimientos ya manejados en los años cin-cuenta por los ingenieros de telecomunica-ción. La teoría considera que la sensacióndepende tanto de la intensidad del estímulocomo de la motivación del perceptor (Ba-llesteros y García, 1995; Reales y Balleste-ros, 1994; 1997).

Existe percepción subliminal cuando es-tímulos situados por debajo del umbral sen-sorial influyen sobre la conducta del obser-vador de alguna forma que pueda apreciarsede modo objetivo. La percepción subliminalha sido uno de los tópicos más controverti-dos de los últimos años. Sin embargo, el es-tudio de la percepción subliminal no es nue-vo. Se inició con el estudio clásico de Poetzl(1917/1960) al principio del siglo XX. Po-etzl mostró a los sujetos un dibujo comple-jo durante sólo 10 ms y evaluó después larecuperación consciente de los sujetos pi-diendo que describieran y dibujaran todo loque recordaran del dibujo. A continuaciónles pidió que anotaran cualquier sueño quetuvieran durante la noche y volvieran al díasiguiente. El resultado fue que las imágenesdel sueño contenían rasgos del dibujo pre-sentado el día anterior. Este resultado sugie-re que estímulos de los que no somos cons-cientes pueden registrarse en la memoriadurante muchas horas. Esta observación esconsistente con los estudios actuales deaprendizaje y memoria implícitos.

Más recientemente, el interés por el estu-dio de la percepción subliminal surgió antela controversia creada por los resultados dealgunos estudios realizados en los años cin-cuenta en el campo de la publicidad. Estosestudios intentaban demostrar que cuandose exponía de forma subliminal a supuestosconsumidores a una serie de mensajes pu-blicitarios verbales, su conducta resultabainfluida por tales mensajes (McConnell,Cutler y McNeil, 1958). Aunque las prime-ras investigaciones adolecían de importan-tes problemas metodológicos, el interés porel estudio de la posible influencia de ciertos

estímulos presentados de manera subliminalsobre la conducta continuó interesando a losinvestigadores que intentaron averiguar através de experimentos mejor controlados silos estímulos percibidos sin conciencia po-dían influir en el afecto y en el reconoci-miento. Hoy se acepta que estímulos de losque no somos conscientes pueden ser proce-sados por el sistema perceptivo (Cheesmany Merikle, 1986; Dixon, 1981; Marcel,1983). Un reciente meta-análisis realizado apartir de los resultados de 2517 pacientes y44 estudios ha indicado que los pacientesrecuerdan información específica ocurridadurante la anestesia hasta 36 horas más tar-de. Sin embargo, las sugestiones positivaspresentadas durante la anestesia no pareceninfluir en la recuperación postoperatoria delpaciente (Merikle y Daneman, 1996).

El efecto de la mera exposición

El estudio pionero de Zajonc (1968)mostró que la simple exposición repetida aestímulos influía en las preferencias afecti-vas del observador. La pregunta a la que de-seaba responder fue si el hecho de darsecuenta de forma consciente de la presenciade ciertos estímulos constituye un prerre-quisito necesario para poder observar uncambio en la actitud de las personas haciatales estímulos. El procedimiento experi-mental consta de dos fases, la fase de expo-sición a los estímulos y la fase de prueba.Zajonc realizó varias exposiciones de polí-gonos o pictogramas y comprobó que la ex-posición repetida era suficiente para quemejorara la preferencia afectiva del indivi-duo hacia dichos estímulos. Según Zajonc,la exposición (no reforzada) a un estímuloaumenta la preferencia afectiva por dichoestímulo de entre otros estímulos de su mis-ma clase.

Kunst-Wilson y Zajonc (1980) utilizaronel paradigma de la mera exposición paramostrar que la exposición a polígonos irre-

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gulares no familiares, presentadas sublimi-nalmente producían efectos observables enlas preferencias de los sujetos. Estos inves-tigadores presentaron una serie de 10 octó-gonos irregulares, cinco veces cada uno, enexposiciones de sólo un milisegundo encondiciones de baja iluminación y sin más-cara. Una vez finalizada la presentación detodos los estímulos de la serie pidieron a losobservadores que realizaran elecciones for-zadas entre pares de estímulos. En cada en-sayo aparecía un estímulo de los presenta-dos durante la primera fase del experimentojunto a un estímulo nuevo. Los observado-res tenían que emitir dos juicios (de maneracontrabalanceada): elegir el polígono quepreferían y señalar, además, el estímulo quereconocían como familiar. Los resultadosmostraron que mientras la precisión mediade reconocimiento de los estímulos presen-tados previamente no superó el nivel de azar(48%), los participantes prefirieron los estí-mulos presentados previamente (60%) másque los estímulos nuevos. Obtuvieron pre-ferencia afectiva con estímulos que no sepodían reconocer.

Harrison (1977) revisó los estudios sobreel efecto de la mera exposición y encontróque variables como el retraso entre la expo-sición a los estímulos y los juicios de valo-ración, la complejidad de los estímulos uti-lizados, y la secuencia heterogénea de pre-sentación de los estímulos, aumentaban lafuerza del efecto. Sin embargo, Harrison notuvo en cuenta el efecto de otras variablescomo la duración de la exposición y el nú-mero de exposiciones estimulares. Borns-tein (1989) ha realizado un meta-análisispara analizar la investigación realizada de1968 a 1987. En el estudio incluyó 134 artí-culos publicados y un total de 208 experi-mentos. Los resultados mostraron que va-riables como el tipo de estímulo, su comple-jidad, la secuencia de presentación, la dura-ción de la exposición, el número de presen-taciones de los estímulos, la edad, el retraso

entre la exposición de los estímulos y su va-loración, y el número máximo de exposicio-nes influyen en la magnitud del efecto depreferencia afectiva. Este efecto es máspotente con exposiciones estimulares brevesy con la presentación de los estímulos enuna secuencia heterogénea, lo que pareceindicar que el aburrimiento es un factor quelimita la aparición y fuerza del efecto.

Consistencia y robustez del efecto de lapreferencia afectiva

El efecto de la mera exposición es muyconsistente y ha sido replicado muchas ve-ces con polígonos irregulares (Seamon,Brody y Kauff , 1983a, 1983b; Bonnano yStillings, 1986, Exps. 1 y 2). Mandler, Na-kamura y van Zandt (1987) realizaron unexperimento en el que presentaron 10 octó-gonos irregulares muy brevemente (2 ms)durante la primera fase del experimento 5veces, en un orden al azar. En la fase deprueba añadieron otros 10 octógonos paraconstruir los pares de estímulos expuestos yno expuestos previamente. Los resultadosreplicaron también los de Kunst-Wilson yZajonc. Los juicios de preferencia por losestímulos expuestos fueron 59%, resultandosignificativamente mayores que los juiciosde reconocimiento (50%), que no se dife-renciaron del nivel de azar.

El efecto se ha replicado también con es-tímulos mucho más complejos como foto-grafías e interacciones personales en una si-tuación social. Bornstein, Leone y Galley(1987) replicaron el efecto en el laboratoriocon polígonos irregulares introduciendo al-gunas modificaciones metodológicas en elprocedimiento experimental (Exp. 1). Laspreferencias afectivas de los observadorespor las formas geométricas no familiares sevieron significativamente influidas por lapresentación subliminal de los estímulos.Cuando dicha presentación fue de 4 ms, laspreferencias afectivas por los estímulos ex-

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puestos fue del 58% (significativamente su-perior al nivel de azar), a pesar de que no pu-dieron reconocer los polígonos como ante-riormente expuestos (50% correcto). Cuan-do la exposición estimular fue de 48 ms, losjuicios de preferencia de los estímulos pre-sentados fue del 56%, mientras fueron capa-ces de reconocerlos explícitamente el 94%.

Bornstein y colaboradores extendieron elefecto a estímulos más complejos como foto-grafías de caras de personas con una expre-sión facial neutra. Además de los dos tiemposde exposición utilizados en el primer experi-mento, incluyeron otra condición consistenteen 200 ms de exposición porque un estudiopiloto mostró que los observadores a veceseran incapaces de reconocer correctamentelas fotos con una exposición de sólo 48 ms.El resto del procedimiento fue semejante aldel primer experimento. Los resultados repli-caron los del experimento con polígonos yapoyaron la hipótesis de que la presentaciónsubliminal repetida de fotos de caras huma-nas aumenta las preferencias afectivas de losobservadores hacia esas fotografías.

El problema es que no existe hasta el mo-mento una explicación plenamente aceptadade este efecto aunque algunos resultados re-cientes parecen atribuirle un sentido actitu-dinal implícito (Greenwald y Banaji, 1995).Bornstein y D´Agostino (1992) encontraronque el efecto es más fuerte cuando las con-diciones hacen que los sujetos recuerdenmenos las exposiciones que producen elefecto. En esos casos, es como si a medidaque la facilidad para la identificación de losestímulos aumenta por su exposición conti-nuada, el sujeto lo atribuyera erróneamentea la preferencia y lo evaluara positivamente.

Importancia crítica de la duraciónde la exposición

Paradójicamente, presentaciones suprali-minares de estímulos han mostrado una dis-minución del efecto a medida que aumenta

el tiempo de exposición. Mientras que dura-ciones inferiores a1 segundo suelen produ-cir un fuerte efecto de preferencia afectiva,duraciones de entre 1 y 60 segundos produ-cen efectos muy pequeños (Hamid, 1973;Harrison y Zajonc, 1970; Marcus y Hakmi-ker, 1975).

Seamon et al. (1984) estudiaron de formasistemática la influencia de duraciones mu-cho más breves sobre los juicios afectivos yel reconocimiento. En el estudio participa-ron 160 observadores a los que se presenta-ron 10 polígonos irregulares cinco veces enun orden al azar y en condiciones de bajailuminación. Los sujetos se dividieron enseis grupos y cada uno se le asignó a una ex-posición (0, 2, 8, 12, 24, y 48 ms). En la fa-se de prueba se presentó en cada ensayo unpolígono previamente presentado junto aotro nuevo (distractor). A los observadoresdel grupo asignado a la condición 0 ms nose les presentó ningún estímulo durante lafase de estudio. Los resultados de este gru-po sirvieron como línea-base en los juiciosde preferencia y de reconocimiento. La ac-tuación en los juicios de preferencia en lacondición control (0 ms de exposición) nosuperó el nivel de azar. Los resultados delresto de los grupos, tanto para los juicios depreferencia afectiva como para los de reco-nocimiento, mostraron que la duración de laexposición del estímulo influía de maneradiferente en los juicios afectivos y en losjuicios de reconocimiento. La función paralos juicios afectivos aumentó rápidamente apartir de los 2 ms de exposición y permane-ció prácticamente constante hasta el tiempomáximo de exposición (48 ms). Los obser-vadores prefirieron los polígonos previa-mente presentados frente a los nuevos el60% de las ocasiones, incluso en exposicio-nes tan breves como 2 y 8 ms, mientras quelos juicios de reconocimiento no superaronel nivel de azar. Por el contrario, los juiciosde reconocimiento se mantuvieron sin cam-bio hasta los 8 ms de exposición, para a par-

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tir de ahí aumentar rápidamente. Estos datosreplicaron el efecto de la mera exposición almostrar que los observadores prefieren losestímulos previamente presentados a pesarde que no los pueden reconocer. Ademásmostraron que el efecto de preferencia afec-tiva de estímulos que no se pueden recono-cer ocurre sólo con duraciones muy breves,y el aumento del tiempo de exposición ape-nas influye sobre este tipo de juicios. Por elcontrario, los juicios de reconocimiento exi-gen exposiciones estimulares más largas, yestán más directamente influídos por la du-ración de la exposición estimular. La inves-tigación realizada hasta ahora se ha referidoa la modalidad visual y no se ha probadocon estímulos auditivos o hápticos.

Los resultados de la investigación sobre larelación exposición-afecto tienen aplicaciónen publicidad donde se está utilizando la ex-posición repetida a ciertos estímulos (pro-ductos) con el fin de aumentar las preferen-cias del espectador (consumidor) hacia estosproductos. Por ejemplo, en la publicidad te-levisiva los anuncios son bastante breves, in-teresantes, y aparecen en secuencias hetero-géneas entremezclados con otros anuncios.En la clínica, el efecto de la mera exposiciónpuede ser útil también en el tratamiento defobias. En realidad, la técnica de la desensi-bilización sistemática engloba varios princi-pios del efecto. Los pacientes tratados conesta técnica son sometidos a una serie de es-tímulos que producen cada vez más ansie-dad. Se supone que la presentación repetidade estos estímulos o situaciones estresantesreducirá la ansiedad del paciente ante talesestímulos, a la vez que le predispondrá máspositivamente hacia ellos (Bornstein, 1989).

Interpretación del efecto de la preferenciaafectiva de estímulos que no pueden

reconocerse explícitamente

Zajonc (1980) ha interpretado el efecto dela mera exposición como apoyo empírico a la

separación o independencia de los procesosafectivos y cognitivos. Desde esta perspecti-va, las reacciones afectivas hacia la estimula-ción del medio son diferentes de los procesoscognitivos (ver también, Izard, 1993). SegúnZajonc, se trata de un fenómeno afectivo quese produce en un momento temprano del pro-cesamiento de la información sin necesidadde que intervengan los procesos cognitivos.Esto es posible porque los observadores co-difican diferentes cualidades de un estímulo,de forma que mientras los juicios afectivosse realizan a partir de ciertos rasgos estimu-lares que pueden resultar demasiado vagos einsuficientes para producir su reconocimien-to, los juicios de reconocimiento se basan enrasgos discriminables de los estímulos queno tienen valor afectivo.

Otros investigadores han explicado elefecto desde la perspectiva de los modelosde la memoria de reconocimiento (Bonnanoy Stillins, 1986; Seamon et al. 1983a,1983b). Cuando se pregunta al observador¿Qué estímulo le gusta más? o ¿Qué estí-mulo reconoce como aquel que ha sido pre-sentado previamente?, éste dispone de uncontexto diferente para examinar la infor-mación almacenada en la memoria. Si sepregunta por la preferencia afectiva, el ob-servador puede que no sea consciente deque ha accedido a dicha información. Sinembargo, su actuación por encima del niveldel azar indica que, aunque sea de manerainconsciente, ha accedido a ella. En el casodel reconocimiento, el observador accedede nuevo a la información almacenada ypuede ser consciente del contexto en el queanteriormente experimentó el estímulo. Se-amon et al. (1983a) interpretan estos resul-tados a partir del modelo de los dos proce-sos propuesto por Mandler (1980) sobre lasdecisiones de reconocimiento. Los estímu-los pueden reconocerse, o bien porque re-sulten suficientemente familiares, o porquese produce una búsqueda para determinar siel estímulo puede localizarse en la memoria

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a largo plazo. Según Seamon y colaborado-res, el aumento del afecto positivo que defi-ne el efecto de la mera exposición puede ex-plicarse por el desarrollo de la fluencia per-ceptiva mientras que cuando los observado-res tienen que indicar si reconocen o no elestímulo ponen en funcionamiento un pro-ceso de búsqueda que resultará efectivo ono, dependiendo de los recursos atenciona-les y del tiempo invertido en la codificaciónde los estímulos.

Klinger y Greenwald (1994) han intenta-do explicar el efecto de la mera exposicióna partir de un modelo de memoria. Sugierenque sólo las características físicas de los es-tímulos se codifican automáticamente en lamemoria. Esta memoria perceptiva se acti-vará cuando en la fase de prueba se vuelvaa presentar el estímulo, lo que producirá unsentimiento de familiaridad. El modelo su-giere además que las atribuciones no cons-cientes realizadas sobre los estímulos sonlas que median el cambio de afecto que seproduce como resultado de la exposición re-petida. Este modelo fue propuesto para in-tentar explicar el efecto de lo atractivo queresultaban los estímulos en el efecto de pre-ferencia. Para estos autores, el afecto de-sempeña un papel destacado en el fenóme-no, aunque mediado por la cognición. Lascualidades afectivas de los estímulos sonimportantes para determinar las atribucio-nes que se realizan sobre los estímulos. Larelación existente entre el efecto de pre-ferencia afectiva y la memoria implícita (in-consciente) se contempla más detallada-mente en el apartado siguiente.

Preferencia afectiva y memoria implícita

Los términos implícito-explícito consti-tuyen quizás la dicotomía más empleada enla psicología actual. Estos términos captanuna serie de distinciones como inconscien-te-consciente, indirecto-directo, automáti-co-controlado, procedimental-declarativo.

Schacter (1987) atribuyó este efecto a lamemoria implícita para estímulos presenta-dos de manera subliminal sin reconocimien-to consciente. Otros estudios posteriores(Bargh y Pietromonaco, 1982) mostrarontambién el efecto de la exposición sublimi-nal a palabras hostiles. Observadores quehabían sido expuestos subliminalmente apalabras hostiles calificaron más negativa-mente a una persona que otro grupo de ob-servadores a los que no se les había presen-tado dichas palabras mientras que la evalua-ción del reconocimiento de las palabras hos-tiles no superó el nivel de azar. El efecto dela presentación subliminal se ha obtenidotambién con otros tipos de palabras no hos-tiles (Bargh, Bond, Lombardi y Tota, 1986).

Durante los últimos quince años, el estu-dio de la memoria implícita y explícita se haconvertido en una de las áreas de investiga-ción más fructíferas. Su origen se sitúa enuna serie de observaciones realizadas enambientes clínicos con pacientes amnési-cos. Estos pacientes aunque no podían recu-perar conscientemente la información, man-tenían intactas otras habilidades (Warring-ton y Weiskrantz, 1968). Poco después, losestudios de Jacoby y sus colegas (Jacoby yDallas, 1981; Jacoby y Witherspoon, 1982)mostraron la existencia de resultados seme-jantes en estudiantes universitarios; porejemplo, la mejora en una tarea de deletreocon palabras presentadas previamente encomparación con palabras nuevas, o la habi-lidad de identificar palabras expuestas bre-vemente o en condiciones degradadas. Estasnuevas pruebas indirectas mostraban quehabía un tipo de memoria diferente a la eva-luada con las pruebas de memoria conscien-te habituales (pruebas de recuerdo o de re-conocimiento). Para revisiones sobre el te-ma, véase Richardson-Klavehn y Bjork(1988); Schacter (1987); Roediger y Mc-Dermott (1993).

La memoria implícita se ha definido co-mo la recuperación no intencional (incons-

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ciente) de la información previamente ad-quirida. Generalmente, este tipo de memo-ria inconsciente se ha solido evaluar a travésdel priming de repetición, entendido éstecomo la ventaja a favor de estímulos pre-sentados previamente en comparación conotros del mismo tipo no presentados. Este ti-po de memoria se ha inferido a partir de lamejor actuación en pruebas que no exigen larecuperación voluntaria de la experienciaprevia. Por el contrario, la memoria explíci-ta supone la recuperación intencional (cons-ciente) de información codificada previa-mente y se avalúa mediante las pruebas tra-dicionales de reconocimiento, recuerdo li-bre y recuerdo señalado (Graf y Schacter,1985).

En ocasiones, la distinción entre pruebasimplícitas y explícitas resulta controvertida,dada la falta de acuerdo en la distinciónconsciente/inconsciente. Para intentar supe-rar esta dificultad, Schacter, Bowers y Boo-ker (1989) propusieron el criterio de la re-cuperación intencional. Este criterio suponeque las claves externas de las dos pruebasde memoria (la implícita y la explícita) de-ben ser idénticas, y lo único que debe cam-biar son las instrucciones que se proporcio-nan a los observadores a hora de realizar laspruebas (Reales y Ballesteros, submitted,Exp. 3). Mientras que la prueba implícita nodebe hacer referencia al encuentro previocon los estímulos, la explícita insistirá en larecuperación de los estímulos presentadospreviamente. Para cumplir este criterio, elinvestigador debe además identificar ciertasvariables que influyan en un tipo de pruebapero no en la otra, de forma que puedan apa-recer disociaciones entre los resultados de laprueba implícita y explícita.

Los estudios sobre el efecto de la meraexposición a estímulos, a los que acabamosde referirnos, satisfacen los dos criteriospropuestos por Schacter et al (1989). Por unlado, los estímulos presentados en la fase deexposición (conocida en la literatura como

fase de estudio o fase de codificación) y enla fase de prueba (en la que se evalúa la me-moria) son los mismos de forma que sólolas instrucciones proporcionadas para la re-alización de la tarea de reconocimiento ha-cen referencia explícita a la necesidad de re-cuperar conscientemente la informaciónpresentada previamente. Durante la realiza-ción de la prueba de preferencia afectiva,por el contrario, el experimentador no men-ciona en ningún momento la exposiciónprevia a la estimulación. Por otro lado, losestudios sobre el efecto de preferencia hanmanipulado una serie de variables con el finde comprobar cómo influían en la expresióndel afecto y en la memoria de reconoci-miento, mostrando las disociaciones exis-tentes entre las pruebas de preferencia y lasde reconocimiento (Bornstein, 1989). Porun lado, estos estudios han mostrado que unaumento del afecto positivo como resultadode la presentación repetida de estímulos queal principio resultan no familiares; por otro,los sujetos no son capaces de reconocer losestímulos presentados previamente de otrosestímulos nuevos. Estos dos resultados pa-recen sugerir que el efecto de la mera expo-sición constituye una indicación de la exis-tencia de memoria implícita (Schacter,1987; Schacter, Cooper y Delaney, 1990).

Seamon et al. (1995) han estudiado di-rectamente la relación existente entre elefecto de la mera exposición y la memoriaimplícita. Para ello, intentaron replicar la di-sociación habitual entre el afecto de la me-ra exposición y la memoria de reconoci-miento en función del tiempo de exposiciónde los estímulos (Seamon et al. 1983a,1983b, 1984). Además, estudiaron otras va-riables que podrían mostrar disociacionesentre los juicios de afecto y de reconoci-miento. De este modo, pretendían propor-cionar una prueba más directa de que elefecto de la mera exposición es el resultadode la memoria implícita a estímulos previa-mente presentados. A la hora de buscar cuá-

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les podrían ser estas variables, Seamon ycolaboradores se basaron en la investiga-ción de Schacter, Cooper y sus colegas so-bre memoria implícita para objetos visualesposibles e imposibles (e.g., Cooper, Schac-ter, Ballesteros y Moore, 1992; Schacter etal. 1990; Schacter, Cooper, Delaney, Peter-son y Tharan, 1991) con el fin de detectarqué variables mostraban la existencia de di-sociaciones entre la tarea implícita de deci-sión del objeto (indicar si un objeto no fa-miliar es posible o imposible) y la tarea ex-plícita de reconocimiento (indicar si se tratade un estímulos presentado previamente ono). Según Seamon, si los juicios afectivosy la actuación en la tarea de decisión del ob-jeto se basan en las mismas representacio-nes mentales sobre las que descansa la me-moria implícita, deberían encontrar el mis-mo tipo de disociaciones entre los resulta-dos de la prueba de reconocimiento y laprueba de preferencia afectiva que las quehabían obtenido Schacter, Cooper y sus co-legas entre las pruebas de decisión del obje-to y de reconocimiento.

Seamon y colaboradores utilizaron algu-nos de los objetos posibles e imposibles deSchacter, Cooper y sus colegas. En la fasede estudio, presentaron cada objeto cincoveces en cinco órdenes diferentes estableci-dos al azar. Durante esta fase, cada grupo deobservadores recibió un tiempo de exposi-ción diferente consistente en 2, 4 y 6 ms.Los resultados obtenidos indicaron que losobservadores a los que se expusieron los es-tímulos durante 4 ms mostraron una pre-ferencia mayor para los estímulos presenta-dos durante la fase de estudio que para losdistractores, pero no reconocieron los estí-mulos presentados en la fase de estudio. Es-te resultado replica los obtenidos en la in-vestigación sobre el efecto de preferenciaafectiva. Veinte ms (5 exposiciones de 4 mscada una) parecen suficientes para mostrarla existencia de preferencia afectiva en au-sencia de reconocimiento consciente.

En el siguiente experimento, Seamon ycolaboradores intentaron replicar los resul-tados de Schacter et al. sobre la influenciadel tipo de codificación del estímulo sobrela memoria implícita y explícita utilizandola tarea de la preferencia afectiva. Los re-sultados mostraron que la codificación glo-bal de los estímulos produjo mejores resul-tados en la tarea de la preferencia afectivaque la codificación local. Sin embargo, losresultados de Schacter et al. (1990) no mos-traron diferencias entre un tipo de codifica-ción y otro. La variable número de exposi-ciones mostró disociaciones entre el recono-cimiento y los resultados de la tarea de losjuicios de preferencia, lo mismo que Schac-ter et al. (1991) encontraron en la tarea dedecisión del objeto. El número de exposi-ciones no influyó ni el la tarea de decisióndel objeto empleada por Schacter y sus co-legas para evaluar la memoria implícita nisobre los juicios de preferencia. Por el con-trario, el reconocimiento explícito fue mejoren ambos casos cuando el número de expo-siciones fue mayor.

Al contrario que Schacter y sus colegas(Cooper et al. 1992; Schacter el al., 1990,1991), Seamon et al. encontraron efectos depreferencia tanto para objetos posibles co-mo para imposibles. La segunda diferenciafue que la codificación local frente a globalinfluyó en la memoria implícita evaluadacon la prueba de decisión del objeto, perono en la prueba de preferencia afectiva. A lavista de estos resultados, los autores conclu-yeron que aunque el efecto de la mera ex-posición es el resultado de la memoria im-plícita parece que está basado en un tipo derepresentaciones implícitas diferentes a lasque parecen subyacer a la memoria implíci-ta evaluada a través de la prueba implícitade decisión del objeto. Según Seamon, pa-rece que hacen falta varios segundos paragenerar una representación de la estructuraglobal del objeto mientras es posible quepuedan generarse representaciones estructu-

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rales de las partes posibles de los objetos,tanto posibles como imposibles, en un tiem-po mucho más breve. Seamon ha interpreta-do los resultados obtenidos en su investiga-ción sobre el efecto de preferencia dentrodel marco del sistema de representación es-tructural propuesto por Schacter y Cooper(Cooper et al. 1992; Schacter, et al. 1990,1991). De acuerdo con esta interpretación,es posible que prefiramos los objetos quehemos visto previamente (tanto posibles co-mo imposibles) porque el sistema de repre-sentación estructural es capaz de calcularlas descripciones estructurales de los obje-tos posibles y las descripciones estructura-les de las partes posibles de los objetos im-posibles.

Resultados semejantes se han encontradotambién cuando la memoria implícita se haevaluado mediante juicios de complejidad(Gooding, Mayes y Meudell, 1997). Patro-nes previamente expuestos fueron juzgadospor los observadores como menos comple-jos que otros patrones semejantes nuevos.Otros investigadores han utilizado juiciossobre la experiencia subjetiva como pruebasindirectas (implícitas) de otros procesos. Porejemplo, la altura percibida de un ruido defondo fue menor cuando los observadorestenían que contestar a preguntas con cargaemocional que a preguntas neutras (Jacoby,Lindsay y Toth, 1992). Jacoby y sus colegashan informado también de la existencia deotras ilusiones basadas en la memoria queamplían la lista de los juicios de preferenciaafectiva. Así, la presentación previa de unaserie de nombres aumenta la familiaridad delos mismos lo que, a su vez, produce un au-mento en la fama atribuida a dichos nombres(Jacoby, Woloshyn y Kelley, 1989).

Priming afectivo: Juicios evaluativoso primacía del afecto

Una serie de estudios han informado dela influencia de los estados afectivos en las

atribuciones (Schwarz y Clore, 1996, parauna revisión). Sin embargo, no se ha de-mostrado hasta el momento que el modelo«afecto-como-información» pueda explicarel priming subliminal. Dentro de esta pers-pectiva, las influencias afectivas se atribu-yen a que los juicios están basados en esta-dos afectivos conscientes. Cuando los suje-tos tienen que realizar una tarea compleja,lo que hacen es basarse en su reacción sub-jetiva hacia el estímulo, pudiéndose equivo-car sobre los sentimientos preexistentes. Es-to daría lugar a más evaluaciones positivascuando se está en un estado de ánimo posi-tivo en vez de negativo. Aunque el modelodel afecto-como-información puede darcuenta de la congruencia de estado de áni-mo, tiene que ser suplementado con otras te-orías (Forgas, 1995).

Zajonc y sus colegas han estudiado la in-fluencia del afecto no consciente sobre elpriming (la forma más frecuente de evaluarla memoria implícita). La técnica utilizadaconsiste en presentar una fotografía de unacara sonriendo durante muy poco tiempo (4ms). A continuación, se presenta un estímu-lo neutro, o no relacionado con el anterior(por ejemplo, un ideograma chino), diga-mos, durante 1 segundo. El resultado es queel pictograma chino recibe mejor valoraciónafectiva cuando aparece precedido por lacara sonriente que cuando no se presentaningún estímulo, o cuando le precede unacara enfadada (Murphy y Zajonc, 1993;Murphy, Monahan y Zajonc, 1995; Winkiel-man, Zajonc y Schwarz, 1997). Lo curiosoes que cuando el prime se presenta en con-diciones supraliminares y, por tanto, los ob-servadores son conscientes de su presenta-ción, no se produce priming; esto es, lasevaluaciones de los pictogramas no varíanen función de que hayan sido o no presenta-das previamente. Zajonc (1994) explica es-tos resultados paradójicos asumiendo que elpriming con estímulos subliminales suponela participación de una especie de afecto in-

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consciente. Se trataría de un tipo de afectodiferente al afecto en el que se basa la valo-ración cognitiva (Lazarus, 1991).

Winkielman et al. (1997) han puesto aprueba un aspecto específico de la relaciónentre afecto y cognición; concretamente, lahipótesis de que la exposición a estímulosafectivos presentados por debajo del umbralde la conciencia influye en la evaluación deestímulos no relacionados y que esta eva-luación no depende de procesos atribucio-nales (cognitivos). Para ello, manipularon elpriming afectivo sin conciencia y las atribu-ciones de los observadores. Según Zajonc,los procesos afectivos tempranos son auto-máticos y no están representados como sen-timientos conscientes. La hipótesis de la pri-macía afectiva predice que el priming subli-minal afectivo es independiente de los pro-cesos atribucionales. Winkielman y sus co-legas informaron a los observadores en al-gunas condiciones de que iban a ser expues-tos a primes subliminales que podían produ-cir en ellos a algún sentimiento. De acuerdocon la condición experimental, informarona tres grupos independientes de observado-res de que iban a experimentar un afecto po-sitivo, negativo, o no se les informó sobre lavalencia del afecto. Estas atribuciones secruzaron con la valencia de los estímulosque actuaban como primes subliminales(caras expresando felicidad o enfado). Losresultados mostraron priming afectivo, conlo que replicaron los resultados de Murphyy Zajonc (1993).

El resultado más importante del estudiofue que la manipulación de las atribucionesno influyó sobre el priming afectivo. Lossujetos informados de que estímulos (pri-mes) no perceptibles podían influir en susjuicios no se diferenciaron de los no infor-mados, y tampoco se observó el aumento ola disminución del efecto en los grupos in-formados de forma inconsistente o con-sistente con la valencia (positiva o negativa)del prime. Además, los sujetos informados

de que iban a ser expuestos a primes subli-minales, pero no sobre su naturaleza (positi-va o negativa) fueron los que mostraron unmayor efecto. Los autores apuntan a que enesta condición es posible que las instruccio-nes crearan un estado de expectación quehiciera que los sujetos atendieran más a losestímulos. Los autoinformes de los sujetosindicaron que no habían sido conscientes dehaber experimentado ningún sentimientohacia los estímulos o hacia los primes. Se-gún los autores, es posible que como en es-te experimento la valencia afectiva del pri-me varió de ensayo a ensayo, resultara muydifícil seguir todas las reacciones. En otroexperimento, con el fin de aumentar y pro-longar las reacciones afectivas, presentaronsecuencias de cinco ensayos en los que elprime aparecía siempre con la misma valen-cia a la vez que pusieron música que habíamostrado tener éxito en otros estudios e in-formaron a los sujetos que la música lesproduciría sentimientos positivos o negati-vos, según la condición experimental. Losresultados replicaron de nuevo la existenciade priming subliminal afectivo que no res-pondió a la manipulación de las atribucio-nes. Las respuestas al autoinforme mostra-ron que los sujetos no fueron conscientes dehaber experimentado reacciones afectivas alos primes aunque si percibieron los cam-bios afectivos producidos por la música.Los resultados mostraron priming afectivoque resultó ser independiente del tiempo derespuesta.

En general, los resultados son consis-tentes con el modelo de Zajonc. Parece po-sible la influencia afectiva en juicios eva-luativos sin la necesidad del papel mediadorde la experiencia emocional. Sin embargo,varios datos del estudio de Winkielman ysus colegas no son totalmente compatiblescon la versión fuerte de la tesis de la inde-pendencia entre afecto y procesos cogniti-vos defendida por Zajonc. Por ejemplo, lossujetos retuvieron la evaluación formada

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previamente ya que los juicios a los estímu-los en el segundo bloque estaban correlacio-nados positivamente con los mismos estí-mulos del primer bloque incluso aunque enel segundo bloque los estímulos se empare-jaron con primes afectivos opuestos. Ade-más, la fuerza del priming varió con la res-puesta a la música. Estos resultados parecenmás compatibles con la interacción entre elafecto y procesos cognitivos de bajo nivelque con la tesis de la independencia total.

Forgas (1995) ha propuesto un modelomultiproceso de infusión de afecto según elcual las personas adoptan distintas estrate-gias en función de una serie de variablescontextuales. El modelo distingue cuatro ti-pos de estrategias disponibles para compu-tar un juicio, dos de bajo nivel (de accesodirecto, motivacional) y otras dos de alto ni-vel (heurístico, substantiva). La estrategiadel acceso directo es la forma más sencillade producir un juicio que suponga la recu-peración directa de una evaluación pree-xistente. Esta estrategia está basada en la re-cuperación directa de juicios preexistentes.La estrategia del procesamiento motivadose utilizaría cuando existieran presionesmotivacionales específicas para que se pro-duciera un juicio particular. Un ejemplo pa-radigmático sería cuando las preferenciasvienen a guiar nuestras inferencias (Zajonc,1980). La estrategia heurística se utilizaríacuando se quiere construir un juicio utili-zando atajos. Finalmente, la estrategia deprocesamiento substantivo se emplearíacuando hay que recurrir a un procesamientoselectivo y constructivo de la informacióndisponible y hay que basarse en una serie deprocesos de memoria y de aprendizaje.

El sustrato neural de la emoción

Varios equipos de neurobiólogos estánestudiando los circuitos emocionales del ce-rebro implicados en las reacciones emocio-nales. Hasta el momento, las neurociencias

han identificado una serie de redes neuralesy de neurotransmisores implicados en laemoción (e.g., Agleton y Minsky, 1986; Le-Doux, 1987, LeDoux, 1995; Pankepp,1986). La mayor parte de los conocimientosdisponibles hasta ahora proceden de estu-dios animales. La emoción que más se haestudiado a nivel neuropsicológico ha sidoel miedo. Su elección se debe a que estaemoción está presente en la vida del indivi-duo prácticamente desde el momento de na-cer y se trata de una emoción básica que seda en todas las culturas, y que existe tantoen la especie humana como en los vertebra-dos. La Figura 2 muestra un esquema de lasdos redes neurales implicadas en la activa-ción de las emociones: la red subcortical yla red corticolímbica. El elemento central deestas dos redes neurales es la amigdala, unapequeña estructura nerviosa del tamañoaproximado de una almendra, situada deba-jo de cada lóbulo temporal. Esta pequeñaestructura está directamente implicada enmuchas funciones emocionales. Ciertos de-sórdenes mentales como las fobias o la an-siedad parecen deberse al mal funciona-miento de la amígdala. Hasta el momento,se conoce bastante mejor la función de la

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Corteza cerebral

Tálamo Amígdala Hipocampo

HipotálamoTroncocerebral

EmociónEstímulossensorialesexternos

Estímulossensorialesinternos

Conductaemocional

ActividadSNA

Actividadhormonal

Red corticolímbicaRed subcortical (tálamo - amígdala)

Figura 2. Representación esquemática de las redesneurales de la emoción: La red cortico-límbica y la redsubcortical, según LeDoux.

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amígdala en la emoción de miedo que lafunción que desempeña en otras emociones,a pesar de que parece estar implicada enemociones con valencia tanto positiva comonegativa. Otras estructuras nerviosas dife-rentes como el hipocampo y las áreas corti-cales de asociación están implicadas espe-cialmente en los procesos cognitivos (me-moria, lenguaje). Además de la vía cortico-límbica, que conecta la estimulación exte-rior con el tálamo, la corteza prefrontal, laamígdala, el hipocampo y el hipotálamo,existe otra vía mucho más rápida que co-necta directamente la información propor-cionada por los estímulos sensoriales con eltálamo y la amígdala. La red subcorticalpuede activar emociones sin que intervengala corteza cerebral (LeDoux, 1987). Esta víaparece que permite, al menos, que algunaparte de la información de los estímulospueda ser procesada rápidamente y ponga alindividuo en disposición de responder coneficacia a los peligros del medio, antes in-cluso de que la corteza pueda interpretarplenamente su significado. Pero la amigda-la influye también en el procesamiento cor-tical cognitivo a través de la red corticolím-bica con un mayor número de sinapsis. Estaforma de activación es más lenta pero pro-porciona una información mucho más com-pleta sobre el estímulo. Para una explica-ción detallada sobre la participación de laemoción en la toma de decisiones, ver Si-món (1997). Lo importante para el tema quenos ocupa, es que la activación de la emo-ción a través de la vía subcortical (tálamo-amigdala) tiene un claro valor de supervi-vencia al permitir al individuo que emitauna respuesta rápida ante situaciones de pe-ligro, mucho antes de que sea consciente delmismo. Un estudio realizado con un pacien-te con cerebro dividido ha proporcionadoevidencia compatible con esta interpreta-ción (Làdavas, Cimatti, Del Pesce, y Tuoz-zi, 1993). Este paciente, reconoció el valoremocional de los estímulos pero no fue ca-

paz de reconocer otras características demismos, lo que parece sugerir que existe unmecanismo encargado de computar el signi-ficado afectivo de los estímulos y que estémecanismo es independiente, al menos has-ta cierto punto, de otro tipo de procesos.

Otros resultados recientes en el campo delas neurociencias parecen consistentes conla existencia de una ruta emocional directa ycon la idea de que los circuitos emocionalesde la amígdala (utilizando posiblemente lared subcortical mostrada en la Figura 2) per-miten el procesamiento de expresiones fa-ciales aunque no se reconozcan (Adohls,Tranel, Damasio, y Damasio, 1994). Este ti-po de procesamiento inconsciente puede serel responsable de ciertos sesgos no cons-cientes encontrados en sujetos normales entareas de toma de decisiones (Bechara, Da-masio, Tranel, y Damasio, 1997).

Los resultados revisados son consistentescon el modelo propuesto por Murphy y Za-jonc (1993) y por Öhman, Dimberg y Este-ves (1989) del continuo de conciencia. Se-gún estos modelos, el afecto se procesapronto en el sistema de procesamiento de lainformación. Con exposiciones del estímulomás largas es posible que nueva informa-ción supere el afecto temprano. Los descu-brimientos neurofisológicos recientes hanproporcionado un apoyo convergente a laidea de que existen procesos afectivos tem-pranos que pueden ser independientes de losprocesos cognitivos, aunque unos y otrosinteraccionan continuamente. El descubri-miento de LeDoux (1987) de una ruta direc-ta entre la amígdala y el tálamo permite aaquella responder unos 40 ms más rápida-mente que al hipocampo. Esta red puede ha-cer posible que prefiramos algo antes de sa-ber exactamente lo que es, o que huyamosde prisa antes de que podamos comprenderel verdadero peligro que puede entrañar unruido extraño.

En resumen, la investigación ha puestode manifiesto un número de fenómenos que

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resultan difíciles de explicar si no se suponela existencia de algún tipo de afecto noconsciente. Fenómenos como el incrementodel afecto positivo como resultado de la ex-posición subliminal repetida (Kunst-Wilsony Zajonc , 1980; Seamon et al, 1994), el pri-ming afectivo inconsciente (Kitayama,1991; Murphy, Monahan y Zajonc, 1995;Murphy y Zajonc, 1993, 1995; Winkielmanet al, 1997), o la percepción subliminal(Shevrin, 1990), requieren que se apele a laactivación no consciente del afecto para po-der explicarlos.

Conclusiones

Después de años de olvido, se observa enel psicología actual un interés creciente porel estudio de los procesos psicológicos in-conscientes. Como señalan Kihlstrom y co-laboradores (1992), el concepto de incons-ciente se está ampliando considerablementeya que incluye áreas de estudio como la per-cepción, la memoria implícita, el pensamien-to, el aprendizaje y la emoción implícita.

En el ámbito de la emoción, la investiga-ción ha mostrado que el efecto de la meraexposición se trata de un efecto potente yreplicable (Zajonc, 1968) que se producecuando las exposiciones repetidas del estí-mulo son breves, los estímulos se presentanentremezclados, el número de exposicionesdel mismo estímulo no es demasiado gran-de, y los estímulos son complejos. Pareceque la relación entre la presentación repeti-da y la preferencia afectiva se producesiempre que se evite el aburrimiento,(Bornstein, 1989). Este efecto se ha obteni-do con estímulos subliminales que los ob-servadores son incapaces de reconocerconscientemente como estímulos presenta-dos previamente (Kunst-Wilson y Zajonc,1980). Este resultado ha sido replicado ennumerosas ocasiones y varios teóricos hanconsiderado este efecto como una forma dememoria implícita (Klinger y Greenwald,

1994; Schacter, 1987; Seamon et at. 1995;Squire, 1992).

La investigación realizada por Schacter,Cooper y sus colegas sobre la memoria im-plícita se ha relacionado con el efecto de laexposición (no reforzada ) a estímulos (Se-amon et al. 1995), mostrando efectos com-parables en cuanto a las disociaciones entrelos juicios de afecto y de reconocimiento.Estos resultados pueden sugerir que el efec-to está basado en la memoria implícita. Sinembargo, como Seamon y sus colegas hanencontrado este efecto tanto para objetosposibles como imposibles (resultado quenunca había obtenido Schacter y sus colegasen ninguno de sus estudios), podría estar ba-sado en un tipo diferente de representacio-nes de la memoria implícita que las utiliza-das en la tarea implícita de decisión del ob-jeto.

Una característica de la memoria implí-cita es que no se ve afectada por la variableniveles de procesamiento, lo que sugiereque las representaciones que soportan elpriming son de naturaleza presemántica(e.g., Reales y Ballesteros, submitted;Schacter et al., 1990). Dado que el efectode la preferencia afectiva parece tratarse deuna forma de memoria implícita, tendríasentido suponer que la interacción afecto-cognición, de producirse, sería de naturale-za presemántica. Los resultados de las dife-rentes líneas de investigación revisadas pa-recen sugerir que puede accederse a ciertasformas de emoción básica sin necesidad dela mediación de procesos cognitivos de altonivel. Las emociones pueden representaruna ayuda valiosa en el proceso de toma dedecisiones. Los fenómenos de la mera ex-posición y del priming emocional parecenconsistentes con la existencia de una ciertaindependencia entre las emociones y losprocesos cognitivos, al menos en los prime-ros momentos del procesamiento de la in-formación. Algunos avances recientes delas neurociencias son consistentes con esta

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interpretación. El descubrimiento de unared subcortical que une el tálamo con laamígdala permite que ésta capte rápida-mente información del medio, poco elabo-rada, y que responda con prontitud ante unasituación comprometida. Esta respuesta ca-si automática, de manifiesto valor adaptati-vo, puede ayudar al individuo a salvar suvida al reaccionar rápidamente ante la si-tuación de alarma.

Agradecimientos

La preparación de este trabajo se ha realizadodentro del proyecto PB94-0393 financiado por laDGICYT. Enviar correspondencia sobre este tra-bajo a Soledad Ballesteros, Departamento de Psi-cología Básica II. Universidad Nacional de Edu-cación a Distancia. Ciudad Universitaria, 28040.Madrid, Spain. E-mail: sballest ( cu.uned.es

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