Reflexiones Práctica

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Facultad de Educación Pedagogía Básica con Especialización Autoevaluación y reflexión sobre el desempeño del proceso pedagógico

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Hay cinco reflexiones

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Facultad de Educación

Pedagogía Básica con Especialización

Autoevaluación y reflexión sobre el

desempeño del proceso pedagógico

Motivación para el aprendizaje

Una de las cosas fundamentales para triunfar en la vida, son las metas y

motivaciones, sin embargo, se suelen encontrar personas que nunca saben que hacer con

sus vidas, por ello, constantemente están en búsqueda, pero existen otros casos más

críticos, donde no hacen nada por satisfacer sus necesidades de autorrealización.

Esta situación no está muy al margen de lo que ocurre en los establecimientos

educacionales, puesto que se suelen encontrar diversos estudiantes que no presentan

motivación por el aprendizaje. Si bien este aspecto está claramente relacionado con lo

que el docente ha inculcado o proyectado en el alumno o alumna es él o ella quién las

interpreta en su accionar.

El motivo por el cual sucede todo aquello, se debe principalmente a que las

personas acostumbran a fijarse en el éxito de los demás y no en lo que se es capaz de

hacer como persona, siendo las cosas más comunes el realizar comparaciones como

quien es más rápido, quienes logran mejores resultados, entre otros.

Si siempre se va a estar pendiente de todo eso, nunca se va a estar conforme con

los resultados obtenidos, puesto que siempre existirá alguien el cual será mejor que

nosotros. Es por esto que Gilbert (2005) plantea que estimular a los jóvenes a que

trabajen con una actitud centrada en objetivos es una de las mejores actividades que

podemos enseñarles y que van a conservar de forma activa y gratificante durante toda la

vida, considerando que los alumnos acostumbran a realizar las actividades por cumplir y

no por querer aprender, existiendo algunos que copian a sus compañeros sin hacer el

mínimo esfuerzo por hacer algo auténtico. Según Gilbert (2005) la razón por el cual

sucede todo eso, se debe a que “de todas las claves del aprendizaje eficaz que los

estudios proponen, una y otra vez aparece que el factor individual más importante del

proceso de aprendizaje es el “estado” en que nos encontramos cuando aprendemos. Si

estamos en un mal estado para aprender, seremos incapaces de hacerlo con la misma

eficacia con que podemos hacerlo en el caso contrario”, es por esto que el auténtico

éxito sólo se puede alcanzar mediante la autosatisfacción, al saber que uno ha hecho

todo lo que ha podido dentro de unos límites de su capacidad, para de esta manera,

llegar a ser lo mejor que podía llegar a ser.

Este autor plantea además que el estado de aprendizaje ideal es aquel que

combina unos elevados niveles de desafío con unos bajos niveles de estrés, lo que se

denomina “fluir”. La ausencia de estrés significa desentendimiento: en el peor de los

casos, aburrimiento que conduce a la frustración y a algunas actividades creativas

sustitutivas o, en el mejor de los casos, buscar palabras pasivamente, en silencio y sin

ánimo alguno, como si de una experiencia extracorporal se tratara, en la que las manos

hacen el ejercicio, pero el espíritu hace aviones de papel, lo cual suele suceder en los

centros de práctica, puesto que los estudiantes, no demuestran ningún interés por las

tareas a realizar. Por otro lado, un estrés excesivo puede llevar a los mismos resultados,

aunque por un camino distinto, desentendiéndose por completo de la situación. También

se presentan las situaciones de “elevado desafío y bajo estrés” las cuales aseguran que

pasamos de esta fase y accedemos a las más altas y más intelectuales del cerebro. Bajo

esta perspectiva, se puede señalar que la disposición para el aprendizaje no es algo tan

simple y sencillo, más bien requiere de todo un proceso que debe contemplar muchos

más factores que intervienen sin darnos cuenta, por ejemplo, de repente sí tenemos la

disposición para aprender sobre algo, sin embargo, nuestra mente no es capaz de

procesar la información para realmente comprender lo que se está tratando. Situación

similar se observa en las aulas, puesto que existen alumnos los cuales quieren y tiene la

disposición para aprender, pero no logran hacer las conexiones necesarias para poder

lograrlo, convirtiendo su aprendizaje en algo más mecánico y memorístico, sin ser algo

significativo y duradero para sus vidas.

Normas de convivencia

En el transcurso de los últimos años, las relaciones entre profesor y alumno ha

cambiado mucho, de vivir la situación en que el docente tenía todos los derechos con

una clara imagen de autoridad y poder, además de poseer todo el conocimiento en que el

alumno sólo tenía deberes que cumplir pudiendo ser sometido a lo que el profesor

dictaminara, hoy en día la situación ya no es así, ya que el alumno de ser un ser pasivo

receptor de información pasa a ser protagonista de la construcción de su aprendizaje, en

que el docente sólo actúa como mediador en este proceso. Sin embargo, en la actualidad

también ocurre una situación bastante injusta, en la que el alumno en ocasiones se

permite con bastante fluidez diversas agresiones verbales y físicas al docente o a sus

compañeros. Considerando que las normas de convivencia no funcionan ante esta

situación. Es lo que sucede regularmente en el centro de práctica, puesto que existen

alumnos que no respetan la autoridad de la docente, burlándose de de ella en momentos

que dicta su clase, donde la mayoría de los estudiantes participaban con gran

entusiasmo. A esto se refiere Esteve, quien señala que “las relaciones en los centros de

enseñanza han cambiado, haciéndose más conflictivas, y muchos profesores y claustros

no han sabido buscar nuevos modelos de organización de la convivencia y nuevos

modelos de orden, más justos y con la participación de todos”. Siendo que la realidad de

estos problemas de violencia en los establecimientos educacionales es minoritaria y

aislada de todo lo demás, ya que frente a este tipo de alumnos, la solución planteada

siempre es el estar condicional o, simplemente la expulsión del establecimiento. Sin

embargo, según Esteve, “psicológicamente, el efecto del problema se multiplica por

cinco, llevando a numerosos profesores que nunca han sido agredidos y que

probablemente no lo sean nunca, hacia un sentimiento de intranquilidad, de malestar

más o menos difuso, que afecta a la seguridad y confianza de los profesores en sí

mismos”. Respecto este punto, se debe señalar que la decisión de expulsión es algo

valorado por muchos docentes, ya que esta situación tan complicada los hace ver

altamente desvalidos, puesto que está muy por encima de la capacidad y de la

formación inicial recibida por la mayor parte de los profesores. Si bien es cierto, que un

tema muy tratado en la formación inicial docente es el mantenimiento de normas

consistentes y consensadas para la mantención de un ambiente propicio para el

aprendizaje, no lo es de igual manera o con tanto énfasis en este tema, por lo que al

vivenciar una situación de esa envergadura, se tiende a no reaccionar oportunamente, y

por lo tanto muchas veces a no saber que hacer con el alumno. Por otro lado, una

investigación realizada por Esteve, (1995), plantea que las agresiones a los profesores

están generalmente protagonizadas por alumnos varones y con más frecuencia dirigidas

contra profesores varones, en la proporción de 3 a 1. “Sociológicamente se distribuyen

de forma desigual según el emplazamiento de las instituciones escolares, alcanzando al

15% de las escuelas situadas en el extrarradio de grandes aglomeraciones urbanas, al

6% de las situadas en zonas urbanas no masificadas, y sólo al 4% de las ubicadas en

zonas rurales”.

Lo que se llega a deducir que gran parte del total de los alumnos con este tipo de

comportamiento, son pertenecientes a lugares urbanos, en donde no se debe culpar a él

por su forma de actual, si no más bien entender la situación, ya que se debe considerar

que su conducta no es por un mero capricho, si no que se debe a las distintas

problemáticas que vivencia como persona, la cual muchas veces tiene que ver con su

familia o contexto sociocultural en el cual se desenvuelve.

Diversidad en el aula

Dentro de la educación uno de los temas más importantes a bordar, siempre

contempla el conocer su verdadera finalidad y propósito, es por esto que se hace

necesario señalar que su principal motivación es el desarrollo de ciertas capacidades que

promueven de forma intencional el desarrollo de ciertas capacidades y la apropiación de

determinados contenidos de la cultura necesarios para que cada uno de los estudiantes

puedan ser miembros activos en su marco sociocultural de referencia, es decir, se tiene

que ayudar a los estudiantes en la construcción de herramientas necesarias para poder

desenvolverse lo mejor posible dentro de la sociedad.

Sin embargo, cuando se ingresa a los establecimientos educacionales se encuentran

diversas realidades, ya que los alumnos y alumnas que acuden diariamente a este lugar

son tan diversos que muchas veces rompen los marcos de referencia que se tiene de

ellos, sobre todo aquellos que presentan comportamientos disrruptivos. Esto se debe

principalmente a que se desconoce el verdadero concepto de diversidad, el cual “remite

al hecho de que todos los alumnos tienen unas necesidades educativas individuales

propias y específicas para poder acceder a las experiencias de aprendizaje necesarias

para su socialización, cuya satisfacción requiere una atención pedagógica

individualizada” (Blanco, s/a, p.1), lo que claramente se desconoce

tanto a nivel como sociedad y principalmente a nivel institucional, comprendiendo cada

uno de los agente que allí se encuentran. Yo como docente en formación no estoy

alejada de esta situación, puesto que ante la presencia de niños con estos

comportamientos, muchas veces no logro ser capaz de generar estrategias pertinentes

para poder controlar la situación, la cual se me hace insostenible.

Bajo esta perspectiva, se puede señalar que el poco interés y preocupación que

se tiene en los establecimientos educacionales de Chile sobre esta situación, se debe

principalmente a la mayor importancia que se le presta a la reputación y prestigio de la

institución ante un episodio público con estas características, siendo que la

preocupación principal debiera ser el compromiso que han hecho con el apoderado en

cuanto a la formación de su pupilo/a, considerando que como bien saben éstos, según

Blanco, dentro de estos establecimientos se puede encontrar alumnos cuyas diferencias

se tienen en su origen, en una historia personal, educativa o experiencial que no les ha

permitido desarrollarse y/o socializarse adecuadamente. Por tanto, los docentes son los

principales encargados de brindar las ayudas pedagógicas especiales o de carácter

extraordinario pertinentes, los cuales deben ser de forma temporal o permanente, pues

Blanco plantea que estos niños no presentan ningún tipo de discapacidad. Considerando

que muchas veces estos alumnos incluso poseen mayores capacidades cognitivas que

sus demás compañeros, pues resulta insólito que una institución la cual supuestamente

tiene como principal motivación y objetivo la educación integral, prestar mayor interés

en su prestigio para captar mayor cantidad de alumnos, siendo que ni siquiera presta la

atención necesaria a aquellos que asisten a dicho lugar.

Actitud del docente con sus estudiantes

Para que en el aula de clases exista un ambiente grato donde reine la paz y la

armonía, es necesario que las relaciones interpersonales entre docentes y estudiantes

sean seguras y afectuosas, considerando que este aspecto es fundamental para generar al

alumno una seguridad emocional, la cual debe ser fortalecida diariamente. Es por esta

razón, que la imagen del docente juega un rol fundamental en la vida de cada uno de las

y los estudiantes, puesto que es el principal agente encargado de guiar a cada uno de

ellos en su construcción de aprendizajes y además, brindar la seguridad emocional que

necesitan para el desarrollo de su personalidad, a esto se refiere Ringness, (citado por

Zúñiga, 1997), planteando que “el maestro es quien establece el clima emocional a

través de sus actitudes y la forma en que conduzca las actividades” (p. 66), es lo que

sucede con algunos niños del centro de práctica, puesto que presentan una gran

inseguridad en cuanto a su desempeño, lo que trato de remediar cada vez que asisto a

aquel lugar, sin embargo, por razones de tiempo no logro generar grandes cambios ya

que estos alumnos pasan mayor tiempo con la docente a cargo del curso que con

nosotras docentes en formación.

Es por este motivo que se hace necesario señalar que producto de todas aquellas

interacciones personales entre las y los estudiantes con el docente, pueden generar

actitudes positivas, como así también una gran cantidad de actitudes y sentimientos

negativos, lo que puede traer consigo una gran cantidad de problemas en el desempeño

académico y emocional lo que afectaría considerablemente en la autoestima del

estudiante. Por esta razón, es muy necesario “que los docentes establezcan una relación

de empatía, donde el afecto, la confianza, el respeto, el diálogo y la comprensión estén

siempre presentes, con el fin de crear un ambiente positivo basado en el afecto y la

autoridad” Artavia (2005, p.4), lo que muchas veces se confunde, ya que se plantea que

un docente afectuoso es aquel que es muy flexible y permisivo y en cambio el docente

que presenta un mayor grado de autoridad, aquel que es poco comprensivo y poco

asequible a las y los estudiantes, lo que no es así, puesto que estos dos factores pueden

ser perfectamente integrados de manera equilibrada, considerando que “es esencial que

los alumnos estén convencidos de que son personas valiosas e importantes para que

puedan tolerar las desilusiones de la vida, tomar decisiones con confianza y, finalmente,

ser felices y productivos” Slavin (1995, p.65), lo que quiere decir que este aspecto

contribuye significativamente en lo que respecta su futura vida en la integración a la

sociedad, ya que será en la escuela donde se sientan las bases de lo que será su

personalidad y manera de relacionarse con el resto de la humanidad.

Relación padre alumnos

Como bien se sabe, cada uno de los estudiantes que acuden a los

establecimientos educacionales, lo hacen con la clara intención de aprender, a nivel

conceptual como también actitudinal. Ante esto, el docente es el principal encargado de

formar a los alumnos y alumnas, por lo que se le atribuye la mayor responsabilidad del

comportamiento y aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo, muchas de las cosas que

suceden en la sala de clases no son responsabilidad del docente, puesto que los alumnos

y alumnas traen de sus hogares y entorno social muchas costumbres las cuales no

pertenecen a la que se les ha enseñado en el colegio, ante esto se refiere el MINEDUC

(2001) señalando que “no todas las tareas educativas son realizadas por personas

formadas como docentes. La educación es una tarea compartida; participan en ella la

familia, la escuela y los diversos agentes sociales con los que interactúa el educando”

(p.6), ahí está el gran desafío del docente, puesto que tiene enfrentarse a alumnos y

alumnas que traen hábitos que no corresponden a un buen comportamiento y que ni .los

propios padres y apoderados responden ante ello, más bien lo hacen de una manera

natural incluso alabando lo que realiza su pupilo. Frente esta situación el docente a

cargo se ve bastante disminuido con cierto grado de impotencia, debido a que no es

mucho lo que puede hacer considerando que no tiene el apoyo necesario y por lo mismo

se puede mal entender la situación, ocurriendo casos en que los apoderados son

personas sobreprotectoras de sus hijos los cuales no quieren siquiera que se les llame la

atención.

Bajo todo lo dicho anteriormente, cabe precisar cuál es la misión educativa

específica del docente y en ese contexto, cuáles son los conocimientos, capacidades,

habilidades y actitudes que corresponden a esas tareas. Aunque resulte dificultoso es

necesario hacerlo, puesto que como se planteó anteriormente son muchos los factores

que influyen en esta labor, ya que hay cosas que están fuera del alcance del docente, por

tanto, la misión de éste es educar, pero es un buen educador quien realiza una tarea

comprometida y efectiva de educación contribuyendo en el crecimiento de los

estudiantes, visto desde el punto de vista biológico, afectivos, cognitivos, sociales y

morales, mediando en cada uno de estos procesos en el contexto en que se valora a los

demás, respetando cada uno de los aspectos individuales y sociales, por lo que lo

primeramente necesario es el creer en los alumnos y alumnas teniendo expectativas de

lo que pudiese realizar con ellos y por lo mismo lo que ellos pudiesen aprender.

Ante el poco apoyo por parte de los padres, se hace necesario una mayor

motivación y aliento con respecto a esta labor, ya que como ocurre con muchas

profesiones existen variados inconvenientes que afectan el buen transcurso de ella,

considerando que esta es una en la que prima la diversidad y por tanto comportamientos

humanos.