Reflexiones Sobre La Revolución Griega

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REFLEXIONES SOBRE LA REVOLUCIÓN GRIEGA. En base al capítulo con el mismo nombre de Ernst Gombich. En Arte e ilusión Londres: Phaidon, 2010. Platón objetó sobre el cambio. Lo que el artista puede imitar, recordó a sus contemporáneos, es sólo “apariencia”; su mundo es el de la ilusión, el de los espejos que engañan la mirada. Si fuera un hacedor como el carpintero, el amante de la verdad podría tolerarle. Pero en cuanto que es un imitador de ese deslizante mundo de los sentidos, nos aleja de la verdad y se le debe expulsar del estado. La misma violencia con que Platón denuncia ese engaño nos recuerda que cuando escribía, la mímesis era una invención reciente. El gran despertar de la cultura y la pintura griega se produjo entre el siglo VI y los años de juventud de Platón, el siglo V. Las fases de este dramático episodio han sido narradas muchas veces en términos como los del cuento de la Bella Durmiente, cuando el beso del príncipe disipa el maleficio de miles de años y toda la corte empieza a moverse, libre de la rigidez de aquel sueño artificial . Se nos muestra cómo las figuras rígidas y heladas que llamamos kouroi adelantan primero un pie, como luego flexionan los brazos, como su sonrisa de máscara se suaviza, y cómo, en los tiempos de las guerras médicas, la simetría de su tensa actitud queda al fin rota cuando los cuerpo giran un poco, y la vida parece penetrar en el mármol. Lo mismo con las refinadas korai. Y finalmente está la historia de la pintura griega, según la podemos seguir en la alfarería pintada, que refiere el descubrimiento del escorzo y la conquista del espacio en el sigo V y la luz en el IV. Todo el proceso parece tan lógico e inevitable que resulta fácil ordenar las figuras de lo más rígido a lo más natural. Si bien el arte arcaico parte del esquema y la figura frontal simétrica concebida para un solo aspecto, y la conquista del naturalismo puede describirse como la gradual acumulación de correcciones debidas a la observación de la realidad, esto no explica ¿por qué ocurrió que ese proceso comenzara en una época relativamente tan tardía de la historia humana? Se necesitó una gran expansión del horizonte histórico y la investigación en arte de otras civilizaciones para entender el milagro griego y fue justamente un egiptólogo, Heinrich Shâfer, el que problematizó esta “evolución” y recalcó que las correcciones introducidas por el artista griego con el fin de “igualar” las apariencias son completamente únicas en la historia del arte. Lejos de ser un proceder natural son la gran excepción. Lo que es normal para el hombre y niño a través del mundo es el fiar de los esquemas, en el llamado “arte conceptual”. Lo que requiere explicación es el súbito desviarse de ese hábito, que se propagó desde Grecia a otras partes del mundo… El pintor egipcio distinguía por ejemplo, entre un moreno oscuro para las pieles de hombres y un amarillo claro para las de mujer. En aquel contexto,

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REFLEXIONES SOBRE LA REVOLUCIÓN GRIEGA.En base al capítulo con el mismo nombre de Ernst Gombich. En Arte e ilusión Londres: Phaidon, 2010.

Platón objetó sobre el cambio. Lo que el artista puede imitar, recordó a sus contemporáneos, es sólo “apariencia”; su mundo es el de la ilusión, el de los espejos que engañan la mirada. Si fuera un hacedor como el carpintero, el amante de la verdad podría tolerarle. Pero en cuanto que es un imitador de ese deslizante mundo de los sentidos, nos aleja de la verdad y se le debe expulsar del estado.

La misma violencia con que Platón denuncia ese engaño nos recuerda que cuando escribía, la mímesis era una invención reciente. El gran despertar de la cultura y la pintura griega se produjo entre el siglo VI y los años de juventud de Platón, el siglo V. Las fases de este dramático episodio han sido narradas muchas veces en términos como los del cuento de la Bella Durmiente, cuando el beso del príncipe disipa el maleficio de miles de años y toda la corte empieza a moverse, libre de la rigidez de aquel sueño artificial. Se nos muestra cómo las figuras rígidas y heladas que llamamos kouroi adelantan primero un pie, como luego flexionan los brazos, como su sonrisa de máscara se suaviza, y cómo, en los tiempos de las guerras médicas, la simetría de su tensa actitud queda al fin rota cuando los cuerpo giran un poco, y la vida parece penetrar en el mármol. Lo mismo con las refinadas korai. Y finalmente está la historia de la pintura griega, según la podemos seguir en la alfarería pintada, que refiere el descubrimiento del escorzo y la conquista del espacio en el sigo V y la luz en el IV.

Todo el proceso parece tan lógico e inevitable que resulta fácil ordenar las figuras de lo más rígido a lo más natural. Si bien el arte arcaico parte del esquema y la figura frontal simétrica concebida para un solo aspecto, y la conquista del naturalismo puede describirse como la gradual acumulación de correcciones debidas a la observación de la realidad, esto no explica ¿por qué ocurrió que ese proceso comenzara en una época relativamente tan tardía de la historia humana? Se necesitó una gran expansión del horizonte histórico y la investigación en arte de otras civilizaciones para entender el milagro griego y fue justamente un egiptólogo, Heinrich Shâfer, el que problematizó esta “evolución” y recalcó que las correcciones introducidas por el artista griego con el fin de “igualar” las apariencias son completamente únicas en la historia del arte. Lejos de ser un proceder natural son la gran excepción. Lo que es normal para el hombre y niño a través del mundo es el fiar de los esquemas, en el llamado “arte conceptual”. Lo que requiere explicación es el súbito desviarse de ese hábito, que se propagó desde Grecia a otras partes del mundo…

El pintor egipcio distinguía por ejemplo, entre un moreno oscuro para las pieles de hombres y un amarillo claro para las de mujer. En aquel contexto, es evidente que la tonalidad real de la carne de la persona representada importaba tan poco como le importa al cartógrafo el color real de un río... ¿Acaso el embalsamador egipcio sabía menos del cuerpo humano que el escultor griego? El carácter conceptual y diagramático de las imágenes egipcias ¿no pudiera tener que ver tanto con la función de dichas imágenes como con la hipotética “mentalidad” del egipcio? A veces se juzga paradójico el que los artistas egipcios demostraron ser tan agudos observadores de animales y razas extrañas en tanto que se contentaban con los estereotipos convencionales de la figura humana ordinaria. Pero desde la óptica del arte diagramático, un tal hábito parece menos misterioso, el egipcio aguzó los ojos para distinguir los perfiles de nubios e hititas, sabía caracterizar peces y flores, pero no tenía razón alguna para observar lo que nadie le pedía que comunicara… Nunca debemos olvidar que miramos el arte egipcio con la colocación mental que todos hemos derivado de los griegos. Estamos acostumbrados a mirar todas las imágenes como si fueran fotografías o ilustraciones, y a interpretarlas como un reflejo de una realidad efectiva o imaginaria. Sin embargo las imágenes egipcias representarían lo que fue y lo que será siempre y lo representarían todo a la vez, de modo que el tiempo se detendría en simultaneidad de un inalterable ahora… Sus imágenes tejen un conjuro para dominar la eternidad, la cual no refiere a la misma idea de eternidad que la nuestra (línea hacia el pasado y el futuro) sino al tiempo recurrente (como la imagen de la serpiente que se muerde la cola)

Platón elogia a los egipcios y sus convenciones artísticas mantenidas durante miles de años, cree que estas se acercan más a la verdad ya que refieren a las Ideas eternas y no a las apariencias fugaces, que estimulan nuestra parte más baja del alma, la que se guía por los sentidos en vez de por el cálculo y la medida: la que excita la imaginación más que la razón. Considera por ende que las artes miméticas se acercan a la brujería o prestidigitación y se basan por tanto en el engaño.

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Nos cuesta dimensionar el escándalo y la excitación que las primeras imágenes ilusionistas tuvieron que provocar en quienes las vieron en los escenarios o las paredes de las casas, a mediados del siglo IV, cuando la revolución griega empezó a encaminarse hacia su clímax y los artificios del escorzo a unirse con los del modelado por luz y sombras para producir la posibilidad de un verdadero trompe l’óeil. Si tomamos como inicio de esta revolución a mediados del siglo VI cuando el arte arcaico empieza paulatinamente a cobrar vida, vemos que en tan sólo doscientos años, seis generaciones, consiguieron romper con una tradición milenaria. Es obvio que sólo un cambio total en la función del arte puede explicar tal revolución.

El carácter de la narración griega podría tener una importancia fundamental. La poesía épica tal como la conocemos por Homero marca un quiebre con la tradición oriental en la medida que no sólo le interesa contar qué pasó sino cómo sucedieron los acontecimientos míticos y para eso el poeta se presenta como un testigo ocular de los hechos y su trabajo aparece como una o un conjunto de ilustraciones narrativas creadas a partir de la libertad narrativa. Cuando los escultores y pintores clásicos descubrieron el carácter de la narración griega, pusieron en marcha una reacción en cadena que transformó los métodos de representación del cuerpo humano; y bastante más que eso. El arte griego parte entonces del arte del antiguo Oriente pero este es modificado y adaptado para una distinta función, es reinterpretado a partir de otro instrumental mental y por tanto es visto con ojos distintos. La estatua egipcia no representa a un hombre rígidamente erecto ni a un hombre erecto con naturalidad: su asunto es el qué y no el cómo. Es posible que el pedir más le hubiera hecho a un artista egipcio el mismo efecto que a nos otros nos haría el que alguien preguntara qué edad o qué carácter tiene el rey del ajedrez.

El arte narrativo lleva forzosamente al espacio y a la exploración de los efectos visuales, y a su vez la lectura de tales efectos requiere un “aparato mental” de especie diferente… Pero Platón tenía razón al sentir que algo se había sacrificado en aquel cambio: la función intemporal de la imagen poderosa, el Faraón dominando para siempre a sus enemigos, tenía que abandonarse a favor de un imaginario fugaz instante, que fácilmente podía tentar a un artista a la trivialidad. Así el filósofo reprocha al pintor que no puede representar una cama según es sino sólo según aparece desde un lado. Si un cuadro tiene que transformarnos en actores de una escena imaginaria, tiene que sacrificar aquella integridad diagramática que exigían las anteriores funciones del arte. De esta forma ya no es necesario representar la imagen completa hay una conquista del espacio que hace que las figuras consigan sugerir lo que ya no se puede mostrar. La figura en el espacio sólo puede concebirse cuando hemos aprendido a verla como un signo que se refiere a la realidad exterior, imaginada. Se espera de nosotros que sepamos que un brazo o una pata (ver fig. 1) tiene que estar allí pero que el artista no podía verlo desde donde se encontraba, y tampoco podemos nosotros.

A partir de la revolución griega las personas cultas encargan copias y reproducciones de obras para sus casas y jardines, surgiendo una industria dedicada a la producción para venta que significó una verdadera novedad. La imagen ha sido arrancada del contexto práctico para el que fue concebida y se la admira y disfruta por su belleza y su fama, o simplemente dentro del contexto del arte. Porque esta es la consecuencia lineal de aquella gran “reacción en cadena”: La creación de un reino imaginativo llevó a reconocer la existencia lo que actualmente llamamos “arte” es decir un ámbito de creación caracterizado por una especificidad propia.

“Nuestros escultores dicen que si Dédalo naciera hoy e hiciera obras como las que le dieron fama, todo el mundo se reiría de él”

Platón, Hipias mayor