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Relaciones. Estudios de historia y sociedad ISSN: 0185-3929 [email protected] El Colegio de Michoacán, A.C México García Castro, René; Arzate Becerrril, Jesús ILUSTRACIÓN, JUSTICIA Y TÍTULOS DE TIERRAS. EL CASO DEL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN MALACATEPEC EN EL SIGLO XVIII Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXIV, núm. 95, verano, 2003, pp. 51-92 El Colegio de Michoacán, A.C Zamora, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13709503 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

ISSN: 0185-3929

[email protected]

El Colegio de Michoacán, A.C

México

García Castro, René; Arzate Becerrril, Jesús

ILUSTRACIÓN, JUSTICIA Y TÍTULOS DE TIERRAS. EL CASO DEL PUEBLO DE LA ASUNCIÓN

MALACATEPEC EN EL SIGLO XVIII

Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXIV, núm. 95, verano, 2003, pp. 51-92

El Colegio de Michoacán, A.C

Zamora, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13709503

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NTRO

DU

CCIÓN

En la madrugada del 12 de julio de 1790 los habitantes

del pueblo de La Asunción M

alacatepec, dependientede la alcaldía m

ayor de Metepec, se despertaron con

los intensos tañidos de las campanas. Poco a poco los asom

brados veci-nos se fueron reuniendo en el atrio de la iglesia para escuchar de vivavoz, de sus autoridades y representantes, una noticia extraordinaria einsólita, pero m

uy esperada por su población mazahua: la A

udiencia deM

éxico, máxim

o tribunal de justicia en la Colonia, había pronunciadotres días antes una sentencia a su favor, después de un largo (30 años) ytortuoso litigio por tierras.

El júbilo inundó los ánimos de los atónitos indígenas que no daban

crédito a sus oídos. De repente todo se convirtió en un am

biente festivoy alegre. La noticia se propagó com

o pólvora por todas las poblacionesvecinas. Esta era una ocasión propicia para celebrar en grande, m

áxime

que estaba cerca la fecha de la fiesta patronal. Todo mundo pensó en

una misa para dar gracias al Creador, pero habrían de enfrentar un pe-

queño problema. El cura del pueblo siem

pre se mostró partidario de los

I Este artículo tiene como objetivo analizar el uso de los títulos falsifica-

dos en la defensa jurídica de las tierras corporativas de los pueblos deindios del centro de M

éxico en el siglo XVIII. Se exam

ina el proceso ju-dicial seguido en la A

udiencia de México y el rol jugado por los abo-

gados y magistrados ilustrados para determ

inar como prueba legíti-

ma la presentación de los títulos apócrifos del pueblo de La A

sunciónM

alacatepec, así como las consecuencias de ello.

(Indios, tierra, ilustración, justicia, títulos)

* renegar@uaem

ex.mx D

eseamos hacer patente nuestro agradecim

iento a la licencia-da M

arisela Beltrán Silva, jefa del departamento de la sección histórica del A

rchivo Ge-

neral de Notarías del Estado de M

éxico por la facilidad otorgada para la consulta yreproducción de los títulos de M

alacatepec, así como a Roberto Sversdrup del departa-

mento de cóm

puto del posgrado de la Facultad de Hum

anidades de la UA

EMpor la digi-

talización de los mism

os.

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falsedad de los títulos indígenas? Pero las preguntas más difíciles de

contestar serían las siguientes: y si se percataron de ello ¿por qué dieronpor buena y legítim

a la merced falsa? ¿por qué habrían de actuar en

contra de los miem

bros de su clase, sobre todo si los hacendados habíanpresentado una cantidad apabullante de títulos y evidencias que losam

paraban? ¿por qué arriesgar en un caso así el prestigio y el funciona-m

iento de la Audiencia com

o órgano superior de justicia? y finalmente

¿cómo reaccionaron los afectados directos ante esta situación?

Estas son algunas de las preguntas que trataremos de contestar en

este breve artículo. Pensamos que el tem

a es importante porque a pesar

de que nos adentramos a una realidad lejana y com

pleja, nos remite

también, a final de cuentas, a la problem

ática de los derechos indígenasactuales de nuestro país y al am

biente que rodea a muchas de las reso-

luciones de los conflictos legales en donde ellos son parte.En los dos prim

eros incisos analizaremos las condiciones sociales y

políticas de la época que rodearon los acontecimientos que aquí se estu-

dian. Por un lado, presentamos el contexto general de la N

ueva Españaen el siglo XV

III; y por el otro, el de la historia política y territorial delpueblo de M

alacatepec. En los siguientes dos incisos, examinam

os elpapel jugado por tres personajes claves de esta historia: el protector deindios, el procurador de la A

udiencia y el falsificador de títulos. Final-m

ente, hacemos un breve recuento del curso del litigio, de su prim

eraresolución, de su apelación por parte de los hacendados, de su segun-da resolución y el desenlace final. 3

LA

POLÍTICA

YLA

ILUSTRA

CIÓN

El siglo XVIIIm

exicano se caracterizó por los profundos cambios políti-

cos y sociales, así como las nuevas perspectivas ideológicas que estaban

apareciendo, sobre todo en la segunda mitad de esa centuria. Las lla-

madas reform

as borbónicas estuvieron orientadas a reforzar la centrali-

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hacendados en conflicto y muy reacio a los afanes de los indígenas.

Aunque le solicitaron les diese una m

isa, éste se negó rotundamente ar-

gumentando tener otros com

promisos que cum

plir. Nadie se resignó a

quedarse sin ella. De pronto un vecino denom

inado Atanacio Blanco,

hijo de un ex gobernador del pueblo, se autopropuso para celebrar la di-chosa m

isa en ausencia de su cura y todos estuvieron de acuerdo. Sema-

nas más tarde este personaje sería acusado ante la Inquisición por haber

celebrado misa com

o si fuera un verdadero sacerdote. 1

Tan desbordados ánimos tenían su razón de ser. H

emos dicho que

se trataba de una noticia extraordinaria porque en muy pocas ocasiones

la Audiencia dio la razón jurídica a los indígenas o a sus pueblos, toda-

vía más si en la parte contraria del litigio estaban bien respaldados con

documentos los sectores dom

inantes o españoles. Pero también era una

noticia insólita porque los magistrados de este tribunal reconocieron

como legítim

a una merced de tierras falsificada, de m

anufactura burda,que am

paraba una parte significativa de los derechos territoriales delpueblo. La suerte que habían corrido m

uchas de estas mercedes falsifi-

cadas que habían sido detectadas años atrás, fue su confiscación y la or-den de ser quem

adas. 2

Yhe aquí, el m

eollo del asunto. Si los magistrados y la A

udiencia ha-bían tenido una larga y variada experiencia, desde el m

ismo siglo XV

I,en la presentación de docum

entos falsos por parte de los indígenas uotros sectores sociales, las preguntas obligadas son: ¿En realidad los m

a-gistrados de 1790 no tenían experiencia al respecto porque los últim

oscasos habían sucedido m

uchos años atrás?, ¿acaso nadie se percató de la

1AG

N, Inquisición, vol. 1331, exp. 4, fols. 107-119. Su nombre real era A

nastasio de laCruz. Según sus acusadores era un verdadero pájaro de cuenta, pues se le calificaba derevoltoso e inquietador de los indios y se le acusó adem

ás de vivir amancebado, de haber

derrumbado m

ojoneras y de haber dirigido varias invasiones en contra de los hacenda-dos de la región.

2En este artículo usamos el térm

ino “original” para referirnos al título matriz de M

a-lacatepec, m

ientras que usamos los de “traslado” o “copia” a la reproducción autorizada

del mism

o. En cambio, usam

os el término “legítim

o” para referirnos a los títulos emana-

dos de una autoridad o institución colonial, mientras que em

pleamos los térm

inos de“apócrifo” o “falso” a la im

itación ilegal de los títulos legítimos hecha por un falsificador

profesional.

3También estam

os convencidos de que apenas hemos iniciado el tratam

iento de estatem

ática y de que nos falta un largo camino por recorrer, m

ientras tanto esperamos que

en un futuro próximo habrem

os de presentar nuevos resultados al respecto.

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cación y venta de títulos de tierras. Proliferaron en varias partes de laN

ueva España porque la demanda era m

uy sentida y vivieron de ello alo largo del siglo XV

III. 6

En el nivel ideológico, las ideas de la Ilustración comenzaron a ha-

cerse presentes en la Nueva España a través de la llegada de individuos

y libros que proponían una nueva perspectiva en la manera de concebir

el mundo. Su esencia se podía encontrar en el entronizam

iento de la ra-zón com

o principio gobernante de todo pensamiento y acción, pero sin

abandonar la fe. Es decir, se podría ser ilustrado, sin dejar de ser creyen-te. La m

ayoría de los personajes que profesaron o se sumaron a las ideas

ilustradas eran individuos educados, pero sobre todo estaban ligados alos cargos y funciones del gobierno m

onárquico. En este sentido, po-dríam

os afirmar que la Ilustración en las colonias españolas se desarro-

lló como parte del despotism

o ilustrado. 7

Ciertamente, los ilustrados buscaban la felicidad del hom

bre, perocreían que el m

ecanismo para lograrlo era hacer del Estado el centro de

la vida humana. Com

o agudos observadores de la realidad novohispa-na, estaban en contra del acaparam

iento excesivo de la propiedad raízen pocas m

anos y de la usurpación de las tierras a los pueblos de indios.En varias ocasiones se colocaron del lado de los pobres y los desposeí-dos, propusieron repartos de tierras y sentenciaron a su favor. A

pesarde estos anhelos y triunfos tem

porales, poco se pudo avanzar dentro deestructuras fuertem

ente cimentadas en la corrupción y la defensa de los

intereses de los poderosos. 8

El caso que ahora estudiamos es un ejem

plo de esta compleja situa-

ción en la que se combinaron los esfuerzos de los indios por la defensa

de su territorio y los ideales y valores de algunos funcionarios honestose ilustrados.

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zación del poder del rey, eliminando todo aquello que se opusiera a tal

fin. Pero también estaban dirigidas a la extracción de una m

ayor contri-bución para las arcas de la Corona a través de la im

plantación de unaadm

inistración más eficiente. 4

Desde esta perspectiva, podría entenderse la lucha de la m

onarquíapor la desm

onopolización al interior de la Nueva España. A

sí, poco apoco, se fueron elim

inando los privilegios y la autonomía de que habían

gozado hasta ese entonces muchos de los grupos y corporaciones colo-

niales. Por ejemplo, desaparecieron los sistem

as de “encabezamiento”

de los cobros de alcabala o diezmos por parte de particulares, estable-

ciéndose una recaudación directa. Se reformaron las adm

inistracionesde las tesorerías m

unicipales tanto en los pueblos de indios como en las

villas y ciudades para españoles. Se les obligó a presentar sus estados fi-nancieros en las contadurías respectivas, se les prohibieron hacer gastosinútiles y se les ordenó enviar la m

itad de sus fondos acumulados a una

caja general. Ala par, se im

pulsaron las obras públicas urbanas, las me-

didas de sanidad, los cultivos comerciales (tabaco, grana, algodón y vai-

nilla) y la práctica del libre comercio entre las provincias del interior.

Pero también se fue lim

itando la autoridad de la Iglesia en los asuntosde gobierno y se expulsó a un enem

igo potencial: los jesuitas. 5

En lo social, la población indígena mostró signos alentadores de re-

cuperación demográfica. Sin em

bargo, el incremento poblacional de las

castas y los mestizos, sobre todo en centros urbanos, m

arcó el signo dela época. En las zonas rurales, estos crecim

ientos poblacionales y econó-m

icos crearon una mayor dem

anda por la tierra laborable y en conse-cuencia se m

ultiplicaron los conflictos por su posesión, sobre todo entrelos hacendados y los pueblos de indios. D

entro de este marco, los liti-

gios jurídicos por la tierra comenzaron una nueva época de exigencia

sobre los documentos que am

paraban los derechos de propiedad o po-sesión de las partes. Com

o la mayoría de los pueblos de indios no los

tenía, recurrieron a ingeniosas y necesarias falsificaciones. Así, hubo

individuos que emergieron com

o verdaderos profesionales de la falsifi-

4Pietschmann, Las reform

as borbónicas.5Jáuregui, “Las reform

as borbónicas”, 41-60.

6Velázquez, “Nueva España”, 1501-1526; y “Econom

ía novohispana”, 1527-1554.7Borah, El Juzgado G

eneral de Indios, 388.8Testoni, “Ilustración”, 779-787; Tank de Estrada, “Ilustración, educación e identi-

dad”, 21-40.

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estaba la iglesia o vicaría; San José, donde se autorizó una iglesia de visi-ta; y San Pablo, pero sin iglesia. 11

Apartir de estas fechas, los territorios vacíos o desocupados por los

indígenas comenzaron a ser blanco de los intereses de los españoles,

quienes introdujeron ganado de manera gradual en esta zona, estable-

cieron estancias y construyeron tanto corrales para el ganado como ca-

sas para ellos y sus sirvientes. En la mayoría de los casos, la tierra ocu-

pada por los ganaderos españoles tuvo un origen incierto y no siempre

legítimo (desconocim

iento de arrendadores indígenas, usurpacionespacíficas o violentas, com

pras ilegales, etcétera). Sin embargo, a partir

de mediados del siglo XV

IIla Corona abrió la posibilidad de que esos po-seedores, usurpadores o detentadores de tierra legitim

aran su derechoa través del program

a de “composiciones”, que consistía en “arreglar”

aquello que carecía de títulos, mediante una graciosa donación de dine-

ro. Por ello, los indígenas que permanecían concentrados en esas tres lo-

calidades decidieron entonces retornar a sus antiguos puestos para vol-ver a ocupar y, si era posible, rescatar el territorio am

enazado por losespañoles.

Debido a la situación de subordinación política en la que se encon-

traba Malacatepec con respecto al pueblo de Tlachichilpa (o A

lmoloya)

desde mediados del siglo XV

I, resulta que muchas de las apropiaciones

de su territorio por parte de españoles fueron promovidas, o por lo m

e-nos avaladas, por el gobernador y el cabildo indígena que residían en lacabecera del segundo, generando con ello conflictos irreconciliables en-tre los naturales. Los conflictos entre M

alacatepec y Alm

oloya también

incluían asuntos por excesos del cobro tributario, por el abuso en la exi-gencia del servicio personal y el trabajo com

unitario. Por ello, los natu-rales de M

alacatepec, al igual que otros pueblos subordinados de Mé-

xico, solicitaron ante el virrey y la Audiencia se les concediese su

autonomía política en la segunda m

itad del siglo XVII. En 1687, las auto-

ridades coloniales respondieron positivamente para que La A

sunciónM

alacatepec y 10 localidades sujetas se separaran de Alm

oloya y pudie-ran ser considerados todos un pueblo autónom

o o “de por sí”, además

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LA

POBLA

CIÓN

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TERRITORIO

DE

MA

LACATEPEC

La historia colonial de Malacatepec com

parte los procesos generales pa-decidos por todos los pueblos de indios del centro de M

éxico, aunquecon sus propias particularidades. En sus orígenes este pueblo estabacom

puesto de población predominantem

ente mazahua, pero tam

biénhabía otom

íes y una franca minoría de nahuas.

Es muy probable que los factores geográficos y culturales de M

ala-catepec hayan incidido de m

anera determinante en el arribo m

ás tardíode los procesos históricos que se vivieron entre los dem

ás pueblos delcentro de M

éxico. Entre estos factores podríamos m

encionar que estepueblo estaba ubicado fuera de los cam

inos principales entre la ciudadde M

éxico y Michoacán, o entre el valle de Toluca y la Tierra Caliente.

Adem

ás sus habitantes vivían dispersos y ocupaban un territorio mon-

tañoso y boscoso que lo hacía de difícil acceso y poco atractivo para losintereses de los españoles.

Por ejemplo, en los prim

eros años del dominio hispano este pueblo

no aparece dentro de las listas de encomiendas, lo que hace suponer que

su sometim

iento fue más tardío. Sin em

bargo, hacia 1550 Malacatepec

aparece ya como un anexo subordinado al pueblo y encom

ienda deTlalchichipa, situación política que se m

antendría así hasta 1687. 9Para1569 M

alacatepec tenía una organización territorial compuesta de una

cabecera y 11 sujetos y vivían ahí 630 casados, 61 viudos y 92 jóvenes om

ozos. En la cabecera ya se había edificado una iglesia que funcionabacom

o vicaría del curato de Tlalchichilpa, mientras que en los sujetos

sólo había siete ermitas y en cuatro de éstos no se había construido

nada, lo que representaba un cierto atraso en el proceso de hispaniza-ción con respecto a otros pueblos del centro de M

éxico. 10

Aprincipios del siglo XV

II, las epidemias habían causado grandes

bajas demográficas y la población sobreviviente fue obligada a concen-

trarse en localidades seleccionadas. Los habitantes de Malacatepec que-

daron reducidos a sólo tres localidades y 2 iglesias: La Asunción, donde

9PNE, I, 562, “Sum

a de visitas”.10D

escripción del arzobispado, 153-161.11A

GN, Congregaciones, vol. 1, exp. 189, f. 98v

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Apesar de las m

últiples epidemias que siguieron asolando la re-

gión, la población de Malacatepec com

enzó a mostrar signos de recu-

peración demográfica. H

acia 1754, el pueblo en su conjunto tenía al-rededor de 1679 fam

ilias de indígenas, pero en este reporte se omitieron

los datos de la gente no india que radicaba en los ranchos y haciendasde esa jurisdicción. 14

Esta recuperación demográfica alentó a ciertas secciones del pueblo

a promover tam

bién su separación política de la cabecera. En 1755, laA

udiencia de México dio licencia a los habitantes de la localidad de San

José junto con tres poblaciones más (San Pablo, San Ildefonso y San Fe-

lipe) para que se separaran de La Asunción y form

aran un nuevo pue-blo autónom

o. 15Desde el punto de vista de la corporación indígena, el

pueblo de La Asunción M

alacatepec quedó a partir de entonces dismi-

nuido poblacional y territorialmente y así se m

antuvo hasta el final delperiodo colonial.

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CRIFOS

OTO

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NO

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La merced y otros docum

entos anexos que presentaron los indígenas deLa A

sunción Malacatepec en 1789 a la A

udiencia forman parte de un

conjunto de títulos falsificados de tierras, que fueron elaborados antesde agosto de 1761 por Pedro Villafranca, cacique de Xilotepec, quienvivía de ello. 16

La historiadora Stephanie Wood señala que un juego com

pleto deestos títulos estaba com

puesto por seis folios. En ellos se contenía lam

erced de tierras, el acto de posesión y un mapa a color. El precio de

todo el conjunto era de aproximadam

ente 28 pesos de oro común.

Con base en el examen de algunos de estos títulos, la autora dice que

tenían gran demanda entre los pueblos del centro de M

éxico porque

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de que a partir de entonces podrían erigir su propio gobierno local, conelecciones anuales de gobernadores, alcaldes y regidores. 12

Esta separación política y territorial de Malacatepec no incluyó,

como en casi todos los casos habidos en esta época, la entrega de los do-

cumentos y títulos legítim

os que habían sido adquiridos a lo largo de lacolonia y que estaban en m

anos de las autoridades indígenas de Alm

o-loya. D

e tal manera, que la vida autónom

a de estos pueblos separadoscom

enzó en un estado de indefensión total por la falta de documentos

y títulos legítimos que am

pararan su derecho a las tierras corporativasdel pueblo.

Afinales del siglo XV

IIy principios del XVIII, tanto el gobierno m

etro-politano com

o el colonial impulsaron varias m

edidas legales tendientesa respaldar los derechos de tierra corporativa de los m

altrechos pueblosde indios. Entre los principales decretos destacan los de 1687 y 1695 queestablecían hacer m

edidas de 600 varas por cada viento, el primero a

partir de la última casa del pueblo y el segundo a partir de la iglesia. Es-

tos territorios medidos fueron considerados com

o las tierras mínim

asque debería gozar cada una de las localidades nativas, o com

o se decíaen aquella época eran “las tierras por razón de pueblo”. Sin em

bargo,no nos ha sido posible localizar hasta ahora alguna evidencia de que sehubieran practicado estas m

edidas en las localidades de Malacatepec

antes de 1790.En los prim

eros años del siglo XVIII, bajo el gobierno de los borbones,

se permitió que los pueblos de indios tam

bién gozaran de los beneficiosde los program

as de composiciones de tierras. Varias localidades de

Malacatepec aprovecharon la ocasión en el año de 1717 para “com

po-nerse” con el rey y titular así una cantidad significativa de tierras la-borables o boscosas no incluidas en las 600 varas. Entre estas localida-des destacan: San Lucas Texcaltitlán, San José, San Pablo, San Felipe ySantiago, así com

o la cabecera de La Asunción. 13

12Las 10 localidades sujetas que se separaron junto con la cabecera de La Asunción,

fueron: San Pablo, San José, San Antonio, San Lucas, San Jerónim

o, San Juan, Santiago,San Francisco, San Felipe y San Ildefonso. V

éase AG

N, Indios, vol. 30, exp. 104, f. 93v-97.13

AG

N, Tierras, vol. 2711, exps. 16 y 17; vol. 2712, exps. 1 y 2; y vol. 2340, exp. 1,cuad. 3º.

14Villaseñor, Theatro Am

ericano, I, 232.15A

GN, Indios, vol. 57, exp. 180, f. 195.

16Este personaje murió, aparentem

ente asesinado, el 24 de agosto de 1761 en la villade Toluca, durante una gira por las localidades cercanas a donde fue a cobrar por los títu-los entregados. V

éase Wood, “Pedro Villafranca”, 472-485.

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al formato, uno de ellos apuntaba que “fue copiado de otras diligencias

que tenían a la vista”, y que “variaron y mudaron lo que a su intento

convenía”; 17mientras que el otro señalaba, con m

ayor diligencia, que eltratam

iento de “señoría” en la refrenda de la merced no se acostum

bra-ba en la época del virrey Velasco, que el escribano “Q

uiterio Etuego” noexistió y que la asignación de 7000 varas era “irregular y ajena” a lasm

ercedes que concedía el virrey Velasco, pues éstas se componían de si-

tios, estancias o caballerías. 18En este sentido, agregó que ni en las orde-nanzas del virrey m

arqués de Falces ni en las demás cédulas y leyes se

encontraba tal asignación de 7000 varas para los pueblos de indios. Ypara concluir, afirm

ó que esta merced era “falsa y contrahecha” com

om

uchas otras “que se han mandado quem

ar” y que por lo tanto “mere-

cía la mism

a pena”. 19

Nosotros hem

os detectado en los títulos de Malacatepec m

uchosotros anacronism

os históricos principalmente en los cargos que ocupa-

ban ciertos personajes, así como varias im

precisiones de estilo y lengua-je que enseguida irem

os anotando con cierto detalle. Por ejemplo, entre

los primeros está el caso de don Lucas de M

edina que se le menciona

como justicia m

ayor de Metepec para 1558. Sin em

bargo, entre 1547 y1566, sólo existía el cargo de “justicia m

ayor del valle de Matalcingo”,

que incluía a todos los pueblos de la cuenca del alto Lerma. Solam

entea partir de 1566 se crearon dos jurisdicciones distintas: el corregim

ientode Toluca, que cubría la parte correspondiente al m

arquesado del Valle;y la alcaldía m

ayor de Metepec, que abarcaba el resto de los territorios

de la cuenca del alto Lerma. O

tro caso es el de don Fabián de los Ánge-

les que se le presenta como gobernador de M

alacatepec. Pero como ya

hemos m

encionado más arriba, este pueblo sólo tuvo licencia para ele-

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ante los ojos inexpertos o descuidados de las justicias podrían haber pa-sado com

o legítimos. A

firma que entre las características m

ás sobresa-lientes estaban las siguientes: a) copiaban la fórm

ula española y eran deestilo refinado; b) el lenguaje y la term

inología parecían auténticos;c) contenían varias fórm

ulas jurídicas; y d) el papel tenía un aspecto an-tiguo, pues había sido som

etido a un tratamiento de envejecim

ientosobre hum

o de ocote.A

pesar de ello, reconoce que aunque las falsificaciones pueden cata-logarse com

o buenas, no eran impecables. Por ejem

plo, dice que habíam

uchas redundancias o errores de concordancia gramatical, casi todas

las fechas eran anacrónicas y muchas veces el área descrita en los docu-

mentos anexos era m

ayor que la contenida en la merced.

Wood afirm

a que Pedro Villafranca estuvo encarcelado entre 1754 y1756 por haber redactado m

ercedes falsas de varios pueblos de la cuen-ca de M

éxico. La Audiencia ordenó en 1756 recogerlos y quem

arlos.H

acia 1777, un funcionario reconocía que “todavía no se acaba de extin-guir esa peste”.

No obstante, hem

os identificado la existencia de poco más de 20 “tí-

tulos Villafranca”, algunos de los cuales todavía se conservan en variosarchivos de M

éxico. Todos ellos pertenecen a pueblos de extracción oto-m

iana (otomíes, m

atlatzincas y mazahuas) que se ubican al norte y po-

niente de la cuenca de México. Es m

uy probable que el falsificador hayatrasladado su zona de com

ercio e influencia a estas áreas después dehaber estado preso en 1756. Y

quizás eso explique que algunos de estostítulos se hayan salvado de la prim

era confiscación y quema.

Los títulos de La Asunción M

alacatepec se apegan con exactitud acasi todas las características señaladas arriba. Se com

ponen de seis fo-lios, tienen una m

erced de tierras de 1558, un acto de posesión y sum

apa acuarelado. Sin embargo, los abogados de los dos hacendados que

litigaban con este pueblo en 1789 señalaron varias características que di-fieren, en cierto sentido, a una parte de las apreciaciones hechas porW

ood.Por ejem

plo, en cuanto al estilo y el lenguaje, uno de los abogadosdijo que estos docum

entos tienen un “lenguaje extraño, [que] es el mis-

mo en que hablan los indios el castellano”; m

ientras que el otro señalóque el estilo y locuciones son propias de “un indio vulgar”. En cuanto

17Adem

ás de estos señalamientos, hem

os detectado que la estructura diplomática de

esta merced es atípica, pues a la “intitulación” sigue la “disposición”, ya que fue om

iti-da la “exposición” que norm

almente aparece entre am

bas fórmulas diplom

áticas.18Pensam

os que el nombre del escribano que aquí se consigna, “Q

uiterio Etuego”, esuna m

ala lectura paleográfica que hizo en aquella época el oficial de pluma que hizo la

copia. Observando el original de la m

erced de 1558, pensamos que Pedro Villafranca qui-

so imitar la firm

a de Antonio de Turcios, quien fuera un personaje am

pliamente conoci-

do como escribano del virrey y la A

udiencia en la época de Mendoza y Velasco.

19AG

N, Tierras, vol. 2340, exp. 1, cuad 3º, fols. 128 y 162.

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pondientes a la presentación, citación, declaración, vista de ojos y pose-sión el tipo de escritura corresponde a los trazos de la procesal encade-nada: se pierde la altura de las letras, no hay hom

ogeneidad en el trazode las m

ismas y es m

uy cursiva. Asim

ismo se notan características de la

bastardilla que incluye la tilde de la i. No obstante, es claro que no se

trata de una escritura procesal propiamente dicha; m

ás bien se trata dedar esta im

presión deformando y enlazando las palabras escritas con

letra bastardilla.La “S” de doble curva aparece en m

últiples casos sobrepuesta al fi-nal de la palabra que la lleva. Sin em

bargo, era más frecuente que la pa-

labra rematara con una sen form

a de sigma griega. A

simism

o, se da unabuso en la utilización de la doble “tt” y la doble “rr”. En cuanto a estaúltim

a letra, en aquella época era común el uso de la rgótica com

o ma-

yúscula, pero vemos que en estos títulos no aparece nunca; en cam

bio,sí lo es con frecuencia la “r” de la escritura itálica o hum

anística.La form

a de representar algunas abreviaturas en estos títulos no co-rresponde al uso del siglo XV

I. Por ejemplo, en diversas palabras que

terminan con “n” se presenta esta letra sobrepuesta al final de la palabra

y no con una tilde sobrepuesta como ocurría en aquel tiem

po. Asim

is-m

o, en palabras con “n” intermedia no se sustituye con una tilde sino

que a veces también se sobrepone, lo cual nunca ocurría.

Palabras como “valor”, “cum

plir” y “por”, entre otras, no muestran

el signo abreviativo especial (or, ir) como era com

ún en aquella época.El signo abreviativo “qua” aparece sin su valor, o sea que se repite la sí-laba y la palabra diría “quaual”, en lugar de qual.

En otros escritos las palabras que llevan el nexo estaparecen fre-

cuentemente, en cam

bio aquí no. En palabras que llevaban la sílaba“cía” (asistencia) se usaba por lo com

ún el nexo cipara expresarla. Aquí

vemos que se da m

uy poco uso de la cy no aparece para nada la ccedi-lla; en cam

bio, predomina el uso de la “s”. En palabras que llevan la ter-

minación m

ientono se usaba el signo especial de abreviación corres-

pondiente sino que se escribía completa.

Finalmente, encontram

os formas sui generis

de representar ciertaspalabras com

o “Anttiqhuada” que nunca hem

os visto escrita de tal ma-

nera en otros escritos, o la palabra alcaldeque se abrevia aquí de m

ane-ra distinta: “altte”.

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gir gobernador y miem

bros del cabildo hasta 1687, año en que se sepa-ró oficialm

ente de Alm

oloya o Tlachichilpa. 20

También podem

os afirmar que la persona que elaboró la m

erced fal-sa im

itó exactamente la rúbrica del virrey Velasco, la cual resulta idén-

tica a la que aparece en otros documentos. En la parte de “posesión” y

“vista de ojos” hay que destacar que el tenor documental term

ina con eltexto siguiente: “A

sí lo certifico y doy fe y testimonio de verdad yo don

Esteban de Alvarado, escribano público y real por su m

ajestad, que Dios

guarde, deste reyno de Metepec, y lo firm

é”. El texto subrayado estáfuera de lugar porque puede afirm

arse que no aparece en ningún otrodocum

ento similar, m

ucho menos la expresión “reyno de M

etepec”.El escribano real y público validaba el docum

ento con su firma, rú-

brica y signo. En la frase correspondiente al refrendo era prácticamente

una regla que se dividiera en dos partes para que el signo quedara a lam

itad de ellas. En este caso, vemos que la frase aparece en form

a conti-nua arriba del signo y no corresponde exactam

ente a la redacción. Dice

“ago mi signio y testim

onio de verdad”; debe decir: “hago mi signo en

testimonio de verdad”. La confusión principal consistió en sustituir el

trazo del nexo enpor la “y”. A

demás, el refrendo dice “escribano públi-

co real”, pero lo más com

ún era escribano real y público.H

emos notado que la frecuente sustitución de palabras se debe cla-

ramente a una m

ala interpretación de las mism

as en los documentos

que le sirvieron de referencia al que elaboró estos títulos: “agenar” porenajenar; “se ha de haber” por se ha de hacer; “quede aca” por quedevaca (vacante); “m

ando a la justicia de su majestad que se fuere de di-

cho pueblo” por mando a la justicia de su m

ajestad que es o fuere dedicho pueblo, etcétera. A

demás, hay que resaltar que estos títulos hacen

referencia al “virrey de la ciudad de México” y no de la N

ueva Españacom

o se acostumbraba en la época.

Por un lado y desde el punto de vista paleográfico, el tipo de escritu-ra que m

uestra la merced diríam

os que es una mezcla de procesal y bas-

tardilla. Es probable que la abundancia de trazos superfluos sobre laspalabras responda a la intención de querer dar la apariencia de una es-critura procesal de difícil lectura. Y

por otro lado, en los textos corres-

20García Castro, Indios, territorio y poder, 142-143 y 467.

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Sólo dos años después, en 1767, el visitador José de Gálvez lo nom

-bró subdelegado para la visita de G

uadalajara, con la delicada misión

de organizar y vigilar la expulsión de los jesuitas en esa ciudad, asícom

o en Sinaloa, Sonora y Californias. Su destacado desempeño le valió

el primer reconocim

iento importante por parte del virrey, m

arqués deCroix.

Entre 1768 y 1770 Beleña estuvo asignado a la villa de Los Álam

os,capital de las llam

adas Provincias Internas de Occidente. A

hí se desem-

peñó, con gran diligencia, en los asuntos más espinosos de esa vasta re-

gión. Fue el responsable de establecer una caja real. Posteriormente, fue

nombrado intendente de la Real H

acienda en esas mism

as provincias.Elaboró un im

portante proyecto para reorganizar todo el sistema tribu-

tario de la provincia de Sinaloa. Finalmente, fue nom

brado gobernadorde la de Sonora.

Parece ser que entre 1772 y 1773, Beleña regresó a España. En este úl-tim

o año, el rey Carlos III lo nombró oidor de la A

udiencia de Guatem

a-la. D

urante casi cuatro años, Beleña se desempeñó con éxito en varias

comisiones en esta gobernación centroam

ericana: fue vocal de la Juntade M

ontepíos; protector de viudas y huérfanos; intendente de las fábri-cas de tabaco y del hospital San Juan de D

ios; y juez de las cajas de cen-sos y com

unidades.Bajo el gobierno del virrey A

ntonio María de Bucareli, el rey lo nom

-bró alcalde de la Sala del Crim

en de la Audiencia de M

éxico, cargo queocupó inm

ediatamente. A

provechando su vasta experiencia, el virrey lodesignó m

inistro de la Junta de Montepíos de viudas y pupilos, así

como asesor de la renta de correos. Q

uizás el encargo más delicado que

se le dio en esta época fue la de dividir y formar la diócesis del N

uevoReino de León.

Durante el gobierno de M

atías de Gálvez, Beleña alcanzó los pues-

tos más im

portantes para un jurista en Indias. El rey lo nombró, en 1784,

oidor de la Audiencia de M

éxico y lo designó como asesor del Juzgado

General de N

aturales. Nuevam

ente fue motivo de un preclaro recono-

cimiento, pues el virrey le agradeció haber prom

ovido con éxito el ramo

del papel sellado. Ytenem

os noticias de que elaboró un “reglamento”

para la vigilancia nocturna y una “instrucción” para los guardias urba-nos de la ciudad de M

éxico.

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Es decir, que a pesar de su apariencia antigua, la merced y los títu-

los de 1558 de Malacatepec eran a todas luces una burda falsificación

con rasgos notables de anacronismos y errores visibles en su confección.

Ypor lo visto, cualquier abogado versado m

edianamente en la profe-

sión de su época, podía –sin mucho esfuerzo aparente– identificar la fal-

sedad y los rasgos erróneos de los títulos Villafranca. Yalgo m

uy impor-

tante, era vox populientre los abogados y el personal de la Audiencia

que los títulos falsos de tierras de los pueblos habían proliferado en elsiglo XV

IIIy que su detección debía implicar su irrem

isible confiscacióny destrucción, com

o antes se había hecho. 21

BELEÑ

AY

VA

LLARTA: D

OS

ILUSTRA

DO

SEN

LAA

UD

IENCIA

DE

MÉXICO

Dentro de la A

udiencia de México, el autor intelectual de la sentencia a

favor de los indígenas de Malacatepec fue nada m

enos que el conocidojurista don Eusebio Ventura Beleña. H

aremos una breve sem

blanza dela trayectoria de este ilustre personaje, así com

o de su posición en la po-lítica virreinal entre 1765 y 1794, a fin de señalar e identificar aquelloselem

entos que nos permitan discernir los m

otivos que lo llevaron a to-m

ar tan plausible, pero a la vez tan arriesgada determinación. 22

En pleno auge de las reformas borbónicas, don Eusebio Ventura Be-

leña llegó a México en 1765 en com

pañía del obispo de Puebla, donFrancisco Fabián Fuero. D

ada su formación, fue nom

brado juez de tes-tam

entos, capellanías y obras pías de la nada despreciable diócesis dePuebla.

21Charles Gibson señala com

o uno de los ejemplos m

ás notables de falsificaciones detítulos de tierras, el caso del pueblo de Xochitepec, dependiente de la alcaldía m

ayor deChalco, cuyo gobernador m

andó confeccionar alrededor de 100 mercedes falsas. Esta ac-

ción la hizo para enfrentar la incursión descarada de españoles. Al ser descubiertos estos

documentos por los exam

inadores virreinales fueron consignados al archivo secreto delJuzgado de Tierras, para im

pedir que siguieran siendo utilizados. Véase G

ibson, Los az-tecas, 302.

22Remitim

os al lector a que revise la bibliografía y el apéndice 1 de este artículo, don-de se señalan de m

anera detallada cada una de las fuentes consultadas referentes a Euse-bio Ventura Beleña.

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los indígenas de Asunción M

alacatepec presentaron su famosa m

ercedde 7000 varas y sobre la cual la A

udiencia falló a su favor.Entre 1789 y 1792, don Eusebio Ventura intensificó su labor com

oconsultor. Revillagigedo le pidió que hiciera un estudio y elaborará undictam

en para el arreglo del fondo de minería, así com

o los de pulque-rías, vinaterías y tabernas. Pero quizás el m

ás notable por su relevancia,fue el afam

ado Discurso políticoacerca del com

ercio de México y las ven-

tajas que traería al reino la imposición de la práctica del “com

ercio li-bre” o proceso de desm

onopolización colonial. Asunto de gran interés

tanto para la política del virreinato como para el im

perio español.N

o obstante, no todo fue miel sobre hojuelas. A

l parecer hubo va-rios puntos de desencuentro entre Revillagigedo y Beleña. U

no de ellos,fue la disposición arbitraria que hizo el virrey en 1789 de los fondos delas cajas de com

unidad. Como protector de los indios, Beleña y la A

u-diencia se opusieron a ello con gran indignación. En cam

bio, don Euse-bio no parece haber tenido escrúpulos para em

bargarle al cabildo españolde la ciudad de M

éxico los fondos acumulados por sus rentas de pro-

pios. Un asunto m

enos evidente es el del castigo a los acaparadores detierras que las usurpaban con desvergonzada im

punidad a los pueblosde indios. Tam

poco es de extrañar que la orden del rey, sugerida por Re-villagigedo, para reunificar tanto a las Provincias Internas de O

rientecom

o a las de Occidente en una sola Com

andancia General y quedar

fuera del virreinato, haya causado profundas diferencias con Beleña,pues com

o hemos visto era un am

plio conocedor de esas regiones. 24

De pronto en 1792, don Eusebio fue designado regente de la A

udien-cia de Santa Fe de Bogotá, cargo que al parecer nunca asum

ió. En esem

ismo año, Beleña logró que el rey lo nom

brara regente de la Audiencia

de Guadalajara, cargo que asum

ió hasta 1793. Durante el corto tiem

poque residió en la perla tapatía, siguió fungiendo com

o un asiduo consul-tor de Revillagigedo. El virrey le pidió ayuda para poder interpretar yaplicar lo m

ejor posible la nueva ley y ordenanza de intendentes. Beleñaelaboró varios dictám

enes que tenían que ver con la autoridad de los in-tendentes sobre los subdelegados, el asunto de la delim

itación de la ju-

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Una de sus prim

eras acciones como “Protector de los indios” fue la

de sanear los múltiples actos de corrupción que había entre los em

plea-dos bajos del Juzgado G

eneral de Naturales. A

menos de un m

es de ha-ber tom

ado posesión, don Eusebio descubrió que todos los solicitadoreso “llevadores de docum

entos” cobraban ilegalmente significativas can-

tidades de dinero a los indios por su servicio. Beleña actuó de inmedia-

to en su contra, resultando varios de ellos suspendidos. Esto causó con-m

oción entre el personal de la Audiencia y ello lo obligó a precipitar las

reformas adm

inistrativas que se emprendieron en esta época. N

o obs-tante, don Eusebio fue partidario del aum

ento de salario de los solicita-dores, a cam

bio de un desempeño sin corrupción.

Apartir de entonces y hasta su m

uerte acaecida en abril de 1794, Be-leña fungió com

o uno de los consultores más solicitados por los virreyes

de la Nueva España. La jurista M

aría del Refugio González lo expresa

así: “su relación con los sucesivos virreyes se fue haciendo más estrecha

y Beleña llegó a ser una especie de asesor al que se le pedía su opiniónsobre cuestiones conflictivas que se suscitaban por la im

plantación delas reform

as borbónicas”. 23

Su excelente reputación y relación con la jerarquía eclesiástica hizoque bajo el gobierno del virrey-arzobispo, A

lonso Núñez de H

aro y Pe-ralta, Beleña fuera nom

brado como consultor del Santo O

ficio de la In-quisición y com

o juez protector de la villa y santuario de Nuestra Seño-

ra de Guadalupe. En este m

ismo periodo se publicaron sus fam

ososA

utos acordadosasí como las Elucidationes.

Bajo el reinado de Carlos IVy el gobierno virreinal de M

anuel Anto-

nio Flores, Beleña continuó su labor de consultor, pues en 1788 elaboróun dictam

en sobre asuntos candentes como la reorganización de la Real

Hacienda, del ram

o de agricultura y el de minería. Y

a partir de enton-ces se desem

peñó también com

o juez general de bienes de difuntos,área de antiguo dom

inio suyo.El últim

o virrey novohispano con quien Beleña tuvo comunicación

y además una relación m

uy estrecha fue con don Juan Vicente de Güe-

mes Pacheco y Padilla, segundo conde de Revillagigedo (1788-1794).

Nos interesa destacar esta parte, porque fue durante este periodo que

23González, “Prólogo”, XIII.

24Yuste, Instrucción reservada, 6, 8 y 9; Velásquez, “La Comandancia G

eneral”, 1555-1578.

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EL

LITIGIO

YLA

ACTU

ACIÓ

ND

ELA

SPA

RTES

Afin de analizar brevem

ente la actuación de las partes en este litigiojurídico, lo hem

os dividido en tres mom

entos: uno, antes de la senten-cia; dos, durante la sentencia; y tres, después de la sentencia.

Antes de la sentencia

El litigio jurídico entre los naturales del pueblo de La Asunción M

alaca-tepec y los dueños de las haciendas San Felipe N

eri y La Asunción se

inició aproximadam

ente a mediados del siglo XV

III. Para estas fechas,tanto los indígenas com

o los españoles de esta región se encontraban enconstante conflicto por la posesión de tierras, a pesar de que el progra-m

a de composiciones se había puesto en m

archa en la segunda décadade ese siglo.

Para el pueblo de La Asunción la situación tam

bién se complicó a su

interior, puesto que en 1754 se formó un nuevo curato con cabecera pa-

rroquial en la localidad de San José. Yal año siguiente, com

o ya se dijo,esta localidad de San José junto con tres m

ás se separaron de La Asun-

ción para formar un nuevo pueblo autónom

o.El avance español por las tierras del pueblo no paró y se fue hacien-

do defacto, por lo que los indígenas comenzaron a protestar. En 1770 los

naturales de La Asunción M

alacatepec y San Lucas Texcaltitlán presen-taron ante el juez privativo de tierras, por vez prim

era, la merced de

1558 y los títulos de la composición de 1717 a fin de am

parar las tierrasde su pueblo que estaban siendo usurpadas. Sin em

bargo, es hasta elaño de 1788 cuando los vecinos de estas localidades organizaron, juntocon el solicitador don José M

anuel Vallarta, un litigio formal en el Juz-

gado General de N

aturales en contra de los dueños de estas dos hacien-das (San Felipe y La A

sunción), porque no solamente habían invadido

las tierras de composición (unas 1690 hectáreas) sino tam

bién parte delárea m

ínima de las 600 varas.

Vallarta presentó el asunto al protector general de indios, don Euse-bio Ventura Beleña, quien ordenó copiar y hacer testim

onio de los títu-los de 1558 e iniciar con ello form

almente la querella. Por su parte, los

dueños de hacienda contrataron y dieron poder a cada uno de sus abo-

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risdicción de los jueces militares, o la conveniencia de otorgar jurisdic-

ción a los intendentes sobre asuntos indios, o bien sobre el abuso de po-der y el cobro indebido de contribuciones.

Como se ha visto, no hay elem

entos hasta aquí para suponer queeste experim

entado, cauto, firme e ilustrado jurista haya pasado por

alto el carácter falso de la merced de 1558, propiedad de los habitantes

de Asunción M

alacatepec.Finalm

ente, diremos unas cuantas palabras acerca de la sem

blanzade don José M

anuel Vallarta, solicitador y representante de los natura-les de M

alacatepec. Hem

os logrado reunir varias referencias documen-

tales que indican que este personaje comenzó a trabajar com

o solicita-dor en el Juzgado G

eneral de Naturales en el año de 1784. Y

es muy

posible, que haya sustituido a alguno de los solicitadores suspendidospor Beleña.

Durante su cargo Vallarta atendió a varios pueblos asentados en el

corazón de la cuenca de México (Xochim

ilco, Texcoco, Tacuba y Coyoa-cán), a m

uchos otros de la zona norte (Ixhuatepec, Xalostoc y Cuauti-tlán), así com

o a los del área otomiana al norte y poniente de esta cuen-

ca (Apan, Tetepango, Tepexi del Río, San Bartolom

é de las Tunas,A

culco, Temoaya, M

etepec, Calimaya y M

alacatepec).Vallarta tram

itó en la Audiencia varios testim

onios de títulos de tie-rras a petición de los propios pueblos. Entre ellos están los de Tem

oayaen 1792; 25los de San Lucas A

totomaloyucan, subordinado a A

culco, en1796; 26y el de A

sunción Malacatepec en 1789. 27

Lo que es realmente digno de destacar, es que este agente solicitador

actuó siempre en coordinación y com

partió los mism

os principios y va-lores ilustrados que el protector de indios. Y

no sólo eso, sino que cuan-do Beleña se fue para G

uadalajara y aún después de su muerte, don José

Manuel Vallarta continuó con su ardua labor en favor de la defensa de

los derechos de los pueblos de indios.

25AG

N, Tierras, vol. 1646, exp. 4, f. 1-15v.26A

GN, Tierras, vol. 2093, exp. 3, f. 2.

27AG

N, Tierras, vol. 2340, exp. 1, cuad. 3, fols. 109-224.

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ción de Beleña. Esto independientemente de que alguno de ellos o todos

hayan compartido los valores ilustrados o sim

patizado con la causaindígena.

Así, sin ninguna objeción, los oidores pronunciaron su sentencia el

9 de julio de 1790 sin hacer ningún cambio y tal y com

o lo había sugeri-do el protector general de indios. Esta fue una resolución histórica por-que a sabiendas del carácter falso de un docum

ento se le declaró como

legítimo, cierto y verdadero desde el punto de vista jurídico. A

unquefue una resolución plausible, tam

bién hay que reconocer que fue muy

arriesgada porque puso en evidencia abierta al máxim

o tribunal de esaépoca. A

demás de que, com

o veremos, hubo im

portantes consecuenciasposteriores para la justicia de los pueblos. N

o hay más que decir, que

Beleña y los oidores aceptaron el riesgo y la responsabilidad de dichadeterm

inación.La sentencia incluía tam

bién la orden de que el alcalde mayor de

Metepec diera posesión inm

ediata a los indios de 3500 varas por cadaviento a partir de la iglesia del pueblo de La A

sunción Malacatepec.

Después de la sentencia

Como es de suponer, los hacendados acusados pusieron el grito en el

cielo. Mal acostum

brados a ganar todas, a hacer su voluntad y a impo-

ner su superioridad sobre los indios, los españoles y sus abogados co-m

enzaron por hacer duras críticas en las apelaciones a la resolución delos oidores y el protector general de indios.

Mientras tanto la justicia de M

etepec recorrió junto con los indíge-nas y los españoles afectados todas las tierras que se daban en posesióna los pueblos. A

hí surgieron dos nuevos problemas: uno, sobre la inter-

pretación de las medidas de las 7000 varas; y dos, que dicha posesión se

hizo sobre tierras de otros hacendados no incluidos en el litigio original.En condiciones que podríam

os decir normales, a los pueblos se les

medían sus 600 varas por cada viento a partir de la iglesia del pueblo,

dando por resultado un cuadrado de 1200 x 1200 varas (aproximada-

mente 1 kilóm

etro cuadrado o 100 hectáreas). La sentencia ordenó me-

dir un cuadrado de 7000 x 7000 varas (o sea 3400.59 hectáreas), superfi-cie que superaba en casi dos veces m

ás la cantidad de tierras incluidas

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gados. Una vez establecidas las fechas para la presentación de eviden-

cias y descargas de testigos, los abogados de los hacendados presenta-ron entonces un apabullante núm

ero de documentos, que según ellos

amparaba no sólo la posesión sino tam

bién la propiedad de sus repre-sentados. M

ientras que el solicitador y el abogado de los indios, licen-ciado M

iguel de Larrañaga, presentaron los títulos de 1558, la composi-

ción de 1717 y otros más.

Después de una m

inuciosa revisión de los documentos, don Eusebio

Ventura Beleña se encontró que los hacendados habían presentado tam-

bién un título de composición de 1718 m

uy incierto y que el resto de do-cum

entos no eran más que sim

ples traslados de dominio de unos posee-

dores a otros debido a remates, herencias o ventas, pero sin m

ostrarnunca una m

erced o título legítimo que am

parase el origen de la propie-dad. A

demás se había m

andado hacer una inspección ocular con un pe-rito agrim

ensor (don Diego M

uñoz), quien con base en los títulos de losnaturales reportó que los hacendados efectivam

ente habían invadidolas tierras de las localidades y que la m

erced de 1558 era “cierta y ver-dadera”. Por tal m

otivo Beleña elaboró un dictamen que dirigió a los

magistrados de la A

udiencia en el que determinó que el título de com

po-sición del hacendado Á

ngel José Arias Fabila era falso, m

ientras que eltítulo de M

alacatepec era “legítimo y sin tacha” y que la m

erced de 1558era “cierta y verdadera”. En consecuencia solicitó que así fuera declarado.

Esto quiere decir, que frente a la presentación de los títulos falsifica-dos de cada parte, pero ante la situación descarada de usurpación de lastierras de los pueblos, Beleña se inclinó abiertam

ente en favor de los na-turales y en contra de los españoles acaparadores.

Durante la sentencia

El dictamen de Beleña llegó a m

anos de los oidores de la Audiencia:

Juan Francisco de Anda, José de M

oya y Félix Quijada O

bejero. Después

de lo que hemos analizado, no es difícil im

aginar la actitud de compla-

cencia de estos magistrados ante el innegable peso de la autoridad m

o-ral y jurídica que representaba ya para esta época la persona de don Eu-sebio Ventura Beleña. Es decir, que pensam

os que no hubo ningún oidoren estos m

omentos que intentara oponerse a la recom

endación y peti-

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mediatos en la A

udiencia y el 5 de septiembre de 1796 dictó una nueva

sentencia de este caso: se declaró como falsa la m

erced de 1558, por ellose le m

andó testar o cancelar, pero no quemar com

o se había hecho enotras ocasiones. A

demás, se restituyó a los españoles sus tierras afecta-

das, siempre y cuando se respetaran las 600 varas por cada viento que

debían corresponder al pueblo de La Asunción M

alacatepec.La hora de la revancha había llegado para los hacendados. Y

vayaque se la cobraron. Los naturales y su leal procurador y abogado no lo-graron en m

uchos años que la Audiencia despachara la orden corres-

pondiente para medir las 600 varas. Cuando por fin lo lograron en 1803,

cada vez que se presentaban las autoridades a medir, prim

ero exigieronenorm

es sumas de dinero (460 pesos de oro com

ún) a los naturales yuna vez obtenido se echaron a la fuga sin haber cum

plido con su mi-

sión, quedando los indígenas estafados, burlados y sin la posesión for-m

al de sus tierras mínim

as hasta el fin de la Colonia.

CO

NCLU

SION

ES

Respondiendo a nuestras preguntas iniciales, podemos resum

ir lo si-guiente: Los m

agistrados de la Audiencia de M

éxico en 1790 sí teníanun am

plio conocimiento y experiencia previa acerca de la proliferación

y presentación de títulos falsos de tierras. Los títulos de Malacatepec fe-

chados en 1558, sí pertenecían al conjunto de títulos apócrifos elabora-dos por Pedro Villafranca antes de 1761. Sus evidentes anacronism

os yvisibles errores de estilo fueron perfectam

ente detectados por los aboga-dos de los hacendados, pero tam

bién por el solicitador y el protector ge-neral de indios, aunque estos últim

os lo ocultaron para favorecer a losnaturales a la hora de la sentencia.

Beleña dio por legítima, cierta y verdadera la m

erced de 1558 por-que era la única form

a en que un burócrata ilustrado podía hacer justi-cia a los desventurados indígenas que habían sufrido el despojo desca-rado de sus tierras y que no tenían otra cosa con qué am

pararlas. Losm

agistrados no tuvieron tampoco m

ás opción que acatar la recomenda-

ción y la petición de un hombre experto, prestigioso y sobre todo enor-

mem

ente influyente no sólo con el virrey sino con el mism

o monarca.

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tanto en la composición de 1717 (2SEG

Me + 3C) como en las 600 varas por

razón de pueblo que debía poseer Malacatepec (en total unas 1790 hec-

táreas). Los hacendados afectados propusieron que se debía medir un

cuadrado de 3500 x 3500 varas (unas 856.15 hectáreas), pero para fortu-na de los naturales no fue tom

ada en cuenta.D

e esta forma, el territorio que se dio en posesión form

al a los natu-rales de M

alacatepec, conforme al fallo de la A

udiencia, afectó ahora,adem

ás de los dueños sentenciados, a dos haciendas y cuatro ranchosm

ás propiedad de tres individuos. Estos nuevos afectados se quejarondel “grave y violento despojo” de que habían sido objeto, sobre todo sinantes haber sido partes del litigio o citados para presentar su defensa, ocom

o lo resumieron sus abogados en el principio de que en tal caso to-

dos deben ser primero “oídos y por fuero y derecho vencidos”. O

tro deellos se lam

entaba de la invasión diciendo que “lo que ha sido haciendaha quedado en rancho despreciable”.

No obstante, los hacendados no se quedaron con los brazos cruza-

dos, pues no eran hombres que se resignaban ante el ataque a sus intere-

ses. Pronto recurrieron a contrademandar, pero tam

bién a las mañas y

tácticas dilatorias que eran muy socorridas en esa época y para estos

casos. Afin de evitar la posesión de hecho por parte de los indios, tanto

los dueños de hacienda como los de los ranchos ganaderos exigieron a

la Audiencia que dicha posesión sólo podía darse después de que fue-

ran recogidos sus cultivos de trigo y maíz en las áreas afectadas. A

sí, seganó un precioso tiem

po, por lo menos hasta el fin de ese año. N

o faltóel hacendado que volvió a sem

brar trigo a principios de 1791 sobre losterrenos afectados. Los naturales se dieron cuenta y destruyeron por supropia m

ano las casas y cultivos de los españoles.Cuando la situación se tornaba tensa y los naturales todavía no te-

nían en sus manos todas las tierras dadas en posesión, resulta que Be-

leña se fue a Guadalajara, dejando el caso sin una resolución confirm

a-da y a los indios de M

alacatepec en la tabla. La situación se complicó

aún más en 1794, cuando don Eusebio m

urió y entonces los indígenas síque quedaron a m

erced de su suerte.Poco a poco los españoles fueron ganando terreno en sus dem

andas.U

n nuevo hecho les favoreció, llegó a México el virrey M

iguel de laG

rúa Talamanca, m

arqués de Branciforte. Este personaje hizo ajustes in-

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1CU

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RO1. Breve sem

blanza de los cargos y funciones de don Eusebio Ventura Beleña, 1765-1794.

FechaA

suntoReferencias

1765Llegó a M

éxico en compañía de Fco.

González, “Prólogo”.

Fabián Fuero, obispo de Puebla.

1765Se le nom

bró juez de testamentos,

González, “Prólogo”.

capellanías y obras pías de la diócesis de Puebla.

1767José de G

álvez lo nombró subdelegado

González, “Prólogo”.

para la visita de Guadalajara y lograr la

expulsión de los jesuitas en esa ciudad, asícom

o en Sinaloa, Sonora y Californias.

1768G

álvez lo envió al Real de los Álam

os G

onzález, “Prólogo”; para establecer una caja real y m

ejorar A

GN, Provincias

la Real Hacienda

Internas, vol. 226, exp. 4

1769El virrey m

arqués de Croix (1766-1771) G

onzález, “Prólogo”;lo nom

bró intendente de la Real Hacienda

AG

N, Provincias Internas,en las provincias de Sinaloa y Sonora.

vol. 68, exp. 1; vol. 226, exp. 4, f. 410-509

1770H

asta este año fue gobernador de la A

GN, Provincias Internas,

provincia de Sonora.vol. 68, exp. 3, f. 335-347

1770Proyecto para reorganizar el sistem

a A

GN, Provincias Internas,

tributario en Sinaloavol. 247, exp. 14, f. 210-266

1772El rey le da licencia para ir a España

AG

N, Correspondencia diversas autoridades, vol. 17, exp. 78

1773El rey lo nom

bró oidor de la Audiencia

González, “Prólogo”.

de Guatem

ala. Estuvo comisionado com

o vocal de la Junta de M

ontepíos; protector de viudas y huérfano; intendente de las fábricas de tabaco y del H

ospital de San Juan de D

ios; y juez de las cajas de censos y com

unidades.

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74

Mientras se m

antuvo en perfecta armonía la relación entre el virrey

Revillagigedo, el protector de los indios y los magistrados de la A

udien-cia, nada dañó el prestigio de la A

udiencia ni mucho m

enos su funcio-nam

iento. El asunto comenzó a com

plicarse, cuando Beleña se ausentóde la capital del virreinato y se fue a G

uadalajara. Se agravó cuando donEusebio falleció; y entró en verdadera crisis cuando hubo el relevo delvirrey. Entonces ya nada se pudo hacer y com

enzaron los reveses paralos desam

parados y desafortunados indios. Los hacendados afectadosrecurrieron a todo: contradem

andas, tácticas dilatorias, intimidación,

corrupción y resistencias a dejar lo que consideraban suyo. El tiempo les

dio la oportunidad de recuperar las tierras y de vengarse del triunfotem

poral y parcial de los indios.Esta historia, com

o muchas otras sobre los pueblos de indios, no tie-

ne un final feliz. Pero su conocimiento nos puede ayudar a reflexionar

acerca de las difíciles condiciones que rodean la vida de los indígenas ylos m

arcos institucionales actuales donde se tramitan y sentencian m

u-chas de sus dem

andas. Si eso sucede así habremos alcanzado el propósi-

to de este trabajo.

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FechaA

suntoReferencias

1789Elaboró un dictam

en sobre el fondo del G

onzález, “Prólogo”.cuerpo de M

inería.

1789El cabildo español de la ciudad de M

éxico A

GN, Ayuntam

ientos,se quejó de Beleña por el em

bargo de las vol. 234

rentas de propios

1791Elaboró un dictam

en para el arreglo de G

onzález, “Prólogo”;pulquerías, vinaterías y tabernas. A

sí como

AG

N, Consulado, un “D

iscurso político” acerca del comercio

vol. 123, exp.1de M

éxico y las ventajas del comercio libre.

1792H

asta el 3 de marzo fungió com

o asesor A

GN, Reales Cédulas,

de la renta de correosvol. 151, exp.128.

1792Se le designó com

o regente de la G

onzález, “Prólogo”;A

udiencia de Santa Fe (13 de abril). A

GN, Reales Cédulas,

Al parecer nunca tom

ó el cargo.vol. 228, exp.91

1792Se le nom

bró regente de la Audiencia de

González, “Prólogo”.

Guadalajara, pero ocupó el cargo hasta 1793.

1792D

ictamen sobre la autoridad de los

González, “Prólogo”;

intendentes sobre sus subdelegados A

GN, Clero regular y

(intendente de Puebla vs Tlaxcala) e secular, vol.100,

interpretación de la ordenanza.exp.5, f. 49-61

1793D

ictamen sobre delim

itación de G

onzález, “Prólogo”.jurisdicción de jueces m

ilitares

1793D

ictamen sobre abuso de poder y cobro

González, “Prólogo”.

indebido de contribuciones

1794D

ictamen sobre dar jurisdicción a

Borah, El Juzgado, 384intendentes sobre asuntos indios

1794En el m

es de abril murió Beleña.

González, “Prólogo”.

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FechaA

suntoReferencias

1777El rey lo nom

bró alcalde de la Sala del G

onzález, “Prólogo”.Crim

en de la Audiencia de M

éxico

1777El virrey Bucareli (1771-1779) lo designó

González, “Prólogo”.

ministro de la Junta de M

ontepío de viudas y pupilos; y asesor de la renta de correos.

1779Se le encom

endó la división y formación

González, “Prólogo”.

de la diócesis del Nuevo Reino de León.

AG

N, Provincias Internas, vol. 195, exp. 2.

1784El virrey le agradece haber prom

ovido el A

GN, Reales Cédulas,

ramo de papel sellado

vol. 128, exp. 184

1784El rey lo designó oidor de la A

udiencia de G

onzález, “Prólogo”.M

éxico, durante el gobierno de Matías

de Gálvez (1783-1784).

1784El rey lo nom

bra asesor del Juzgado G

onzález, “Prólogo”;G

eneral de Naturales. Fue partidario del

Borah, El Juzgado, 293; aum

ento de salarios de los solicitadores.A

GN, Reales Cédulas,

vol. 129, exp. 62.

1784Elaboró un “reglam

ento” para la G

onzález, “Prólogo”.vigilancia nocturna y una “instrucción” para los guardias urbanos.

1787Se presenta com

o consultor del Santo Beleña, Recopilación

Oficio de la Inquisición y juez protector

sumaria.

de la villa y santuario de Ntra.

Sra. de Guadalupe

1787Publicó los A

utos acordadosG

onzález, “Prólogo”.y las Elucidationes.

1788Elaboró un inform

e sobre hacienda, G

onzález, “Prólogo”.agricultura y m

inería.

1789Se desem

peña también com

o juez general A

GN, Intestados, vols. 131,

de bienes de difuntos133, 135, 160, 291.

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AN

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SENTEN

CIAD

E LAA

UD

IENCIA

(9 DE JU

LIO D

E 1790)

f. 138)

“Fallamos que debem

os declarar y declaramos que los referidos natura-

les [de La Asunción M

alacatepec] probaron bien y cumplidam

ente loque debieron; y que no lo han hecho los poseedores de las haciendas deSan Felipe N

eri y La Asunción.

Yen consecuencia m

andamos que se libre Real Provisión, com

etidaal justicia del partido, para que con citación de los colindantes procedaa m

edir a los naturales, desde la iglesia del pueblo de La Asunción, tres

mil quinientas varas de tierra por cada uno de los cuatro vientos; para

hacer efectivas las siete mil varas de que se les hizo m

erced el año de1558; entrándoles en posesión y poniendo linderos fijos. Para lo cual senom

brará un perito de cada parte y el justicia elegirá [a] un tercero encaso de discordia.

Yestas diligencias originales de entregarán a los indios con los de-

más títulos que en este juicio han presentado. Y

deben devolvérselesquedando razón para que los conserven en su arca de com

unidad, enguarda de su derecho.

Ypor esta nuestra sentencia, definitivam

ente, juzgando en grado devista, así lo pronunciam

os.Eusebio Ventura Beleña, Juan Francisco de A

nda, José de Moya,

Félix Quijada y O

bejero.”Fuente: A

GN, Tierras, vol. 2340, exp. 1, cuad. 3, fols. 109-224.

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DICE

2

CU

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RO2. D

escripción e historia de los títulos de La Asunción M

alacatepec,1761-1798.

FechaA

sunto

antes de agosto 1761Títulos elaborados por Pedro Villafranca, consistente en 6 folios: M

erced del virrey Luis de Velasco (1558) de “7000 varas para la fundación y congregación del pueblo”; los actos de posesión; y el m

apa.

1770 (21 de agosto)Los naturales de La A

sunción presentaron los títulos a la A

udiencia en el Juzgado Privativo de Tierras.

1788Los naturales de La A

sunción presentaron los títulos a la A

udiencia en el Juzgado General de N

aturales.

1789 (6 de julio)El protector de los naturales (don Eusebio Ventura Beleña) ordenó trasladar o copiar estos títulos. El oficial de plum

a fue Felipe José G

odoy.

1790 (30 de julio)Los títulos originales fueron entregados al solicitador (don José M

anuel Vallarta), quien los entregaría a sus representados para su guarda, después de que la m

erced fue reconocida com

o legítima en la sentencia del 9 de

julio de ese año.

1796 (5 de septiembre)

La Audiencia determ

inó que la merced era falsa y debía

ser testada (o cancelada) tanto en el original como en el

traslado o copia.

1796 (16 de septiembre)

La cancelación la hizo el fiscal de la Audiencia (don José

Mariano Villaseca), dibujando varias líneas onduladas a

lo largo de las hojas de la merced.

1796 (19 de octubre)Los títulos originales con la m

erced testada fueron entregados al solicitador don José M

anuel Vallarta, quien debía rem

itirlos a sus representados.

1798 (4 de mayo)

Los títulos originales testados estuvieron empeñados en 26

pesos. Según Patricio Antonio López, vecino de la ciudad

de México, fueron desem

peñados en esta fecha por algunas personas de Tezontepec.

Siglos XX y XXILos títulos originales testados se conservan hoy día en el A

rchivo General de N

otarías del Estado de México, en la

No.1 de Toluca, en la caja 21, legajo 3. M

ientras que la copia testada se conserva en el A

rchivo General de la N

ación, ram

o Tierras, volumen 2340, expediente 1, cuaderno 3ª,

folios 109-119.

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AN

EXO2

Transcripción paleográfica del original de los títulos apócrifos de LaA

sunción Malacatepec

Jesús.

Don Luis de VeLasco, visorrey, gov[ernad]or e caPitán g[eneral] por su

mag[estad] en esta

nueva Spaña e presi[den]te de la rreal aud[ienci]a que en ella rreside, [etcétera]

por el prese[n]te, en nombre de su m

ag[estad], sin perju[ici]o de su d[e]r[ech]o ni de

otro terce[r]o alguno les ago m[e]r[ce]d a los naturales del pu[ebl]o de

maLacatepeque de siette m

yl varas asiento de ttierraspara su fun[daci]on y congre[gaci]on que en cada un pu[ebl]o de yn[dio]s

se a de aver se-gun Lo que m

anda y dispone a su mag[es]t[ad] en ter[m

i]nos de unos cerr[o]s

grandes, Lo qual, en virtud de un mandam

[ien]to acordado delvisorrey que fue desta salinas, fue a ver y vido de d[on] Lucas m

edi-na, jus[tici]a m

ayor del pue[bl]o de Metepeque, Lo quaL

aviendoseff[ech]o las dilig[encia]s y avergua[cione]s nesesa[ria]s conform

e a lo que se Le m

andode dar o y dio por parecer star sin perj[uici]o y podersele a-ser la d[ic]ha m

[e]r[ce]d; lo qual les ago con cargo y condi[cio]n d[ic]ho sustt[it]u[lo]s que agan su fun[dacio]n y pobla[cio]n con todos hordenes

y en ninguntiem

po las pueda[n] despoblar ni agenar ni camv[ia]r ni aver per[son]a

alguna so pena sta m[e]r[ce]d sea ninguna m

anera ningún v[alo]r y efectoquede aca las dilig[encia]s para poder aser m

[e]r[ce]d de ellos libre-m

ente notra persona y que no sea despojado su posec[io]n sinprim

[er]o sea oydo p[o]r fuero d[e]r[ech]o vensido y mando a la jus[tici]a

de su mag[es]t[ad] que se fuere de d[ic]ho pu[ebl]o agan guardar

y cump[li]r e ejecutar lo deste m

andatto contenido que ni[n]gu[n]apersona vaya contra el tenor dél s[eño]r. Ff[ech]o en M

ex[i]co a veynte del

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de siete myl varas asiento de tierras para n[uest]ra fun[dació]n y con-

gre[gació]n de d[ic]ho n[uest]ro pu[ebl]o y asi como Jus[tici]a se sirba de

mandar o pasar a d[ic]ho n[uest]ro pu[ebl]o am

pararnospose[ció]n y rreconoser las d[ic]has tierras dada porm

[e]r[ce]d y las dilig[encia]s y poseciones que se *por v[uestra] m

[erce]d se sirba de mandar que se nos buelba

original juntamente con la m

[e]r[ce]d para en guardade n[uest]ro derecho y por tanto y dem

ás que desir puedaal fabor.A

v[uestra] m[erce]d pedim

os y suplicamos A

sí lo mande aser com

o pedi-m

os y por ser de Jus[tici]a juramos en debida form

a en[uest]ro escripto ser cierto y no de m

alicia y en lo nes[es]a[ri]o, etcétera.d[on luis fran[cis]co G

usmán (rúbrica)

D[o]n fabián de los áng[ele]s, gov[ernado]r de quachichionol (rúbrica)

don Jo[a]n lóp[e]s de s[an Antoni]o (rúbrica).

En d[ic]ho día, mes y año, d[on] Lucas de m

edi[n]aJus[tici]a m

ayor de d[ic]ho pu[ebl]o de mettepeque

aviendo bistto la pett[ició]n con la m[e]r[ce]d

destta y presen[ta]da por el común

y natturales de d[ic]ho pu[ebl]o de malacate-

ttepeque, sugetta destta d[ic]ha cabeseram

ediantte el yntterpetre les dio en-ttender de sus expreciones de e-llos lo q[ua]l d[ic]ha m

[e]r[ce]d obedesco

con el acattamyentto debido esttoy

proctto a gecuttar y cumplir el con-

ttenido de d[ic]ha m[e]r[ce]d por lo

que myran

de las siette myl baras asientto de

de ttierras dada por m[e]r[ce]d para su

fun[dació]n y congre[gació]n del rreferido pu[ebl]o.

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de febrero de mil e qui[nient]os

sinquenta y ocho a[ño]s.D

on Luys de Vel[as]co (rúbrica)[Por m

anda]do de su s[eñori]aA

ntonio de Turcios (rúbrica)

[Al m

argen izquierdo:] PRESEN

TACIÓ

N

En el pu[ebl]o y cabesera de mettepett

a sinco del mes de abril de m

yl e qui[niento]s y sin-

quentta y ocho a[ño]s, d[o]n Lucas de m

edina, jus[tici]am

ayor por su mag[esta]d que D

[io]s g[uard]e de d[ic]ho pu[ebl]o de m

etepequeauttuando ante m

i como Juez de reseptor con

el scribano pu[blic]o y rreal, se presentto esttapetti[ció]n Juntam

ente con la m[e]r[ce]d por el con-

ttenido en ellas.

[Al m

argen izquierdo:] PETICIÓN

D[o]n luis fran[cis]co G

usmán, d[on] fabián de los áng[ele]s, d[on] Joan

Lópes de s[a]n antt[oni]o, phelipe de s[a]ntiago, antt[oni]o sánchezy dem

ás común y nattu[rale]s por nos y en nom

vre de n[uest]rarepú[bli]ca prestando bos y caución del pu[ebl]o de m

alacate-peque y en la form

a que mexor proseda por d[e]r[ech]o

salbos los favorables de que protestamos usando

de y ante quien nos conbenga paresemos A

nte v[os]asem

os demostra[ció]n y presentam

os una m[e]r[ce]d de u

de una foja, dada y librada por su ex[celentísi]mo s[eño]r bisorre-

y de la siudad de méxico que nos hecho gracia

e don[ació]n y m[e]r[ce]d a su ex[celentíci]m

o s[eño]r perten[ecien]te e perteneser

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do de d[ic]ha m[e]r[ce]d y se dan por sittados y por b[ueno]

la poseción que piden tomar de sus ti[erras]

dada por m[e]r[ce]d de d[ic]ho com

ún que ni[n]gun[o]ttienen que conttradesir ni enbarasede d{ic]ha poc[eció]n, anttes ttodos esttán en passin discordia de ninguno ni conttra[dicció]n ded[ic]ha congre[gació]n y posec[ió]n en cuya conform

idadse debe cum

plir el conttenido de d[ic]ha m[e}r[ce]d

y amparar la poc[eció]n que se prettende dar y aser

en nombre de d[ic]ho com

ún por lo expresadode d[ic]ha m

[e}r[ce]d y pedim[en]to y por no ser en perJu[ici]o de tter-

cero alguno ni aun de la rrepú[bli]ca al prese[n]-tte alguno. estto die[ro]n por respuestas.y lo firm

é y auttué con d[ic]ho Scribano pú[blico] y ttodoslos que supie[ro]n firm

ar.Lucas de m

edina (rúbrica)D

[on] estteban de albarado, [e]s[criban]o pú[blic]o r[ea]l (rúbrica)

[Al m

argen izquierdo:] POSESIÓ

N

En d[ic]ho pu[ebl]o de malacattepeque,

sugetto de la cabe-sera de m

ettepeque, en onse días de d[ic]ho

corrientte myl e qui[niento]s y

sinquentta y o-cho a[ño]s, esttando yo d[o]n Lucas

de medina

Justt[ici]a mayor en d[ic]ho lugar de m

a-lacattepeque, disttan[ci]a dies legu[a]sy m

edia poco más o m

enos de d[ic]hacabesera, en conpanía del s[eño]rescribano pú[blic]o d[on] estteban de albara[do]y el alguasil m

[ayo]r agusttín gar[cí]ay el ynttérp[r]ette nom

brado Loren[zo]

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[Am

argen izquierdo:] CITACIÓ

N

y así debía mandar y m

ando y lesago saber sitta[ció]n a los besinosy linderos de la pose[sió]n que pidenttom

ar de sus ttierras del rre-ferido com

ún y así el que ttubiereque deD

ucir o pedir que conpares-ca denttro del ttérm

yno de ttresdías destte Jusgado assí lom

andé y auttue y firmé con d{ic]ho

escribano pú[blic]o d[on] esttebande albarado y los de m

y asis-ttencia.don Lucas de m

edina (rúbrica)D

[on] estteban de albarado, [e]ss[criban]o pú[blic]o r[ea]l (rúbrica)

[Al m

argen izquierdo:] DECLA

RACIÓ

N

En el pu[ebl]o n[uest]ra s[eñor]a de asup[ció]n de mala-

cattepeque sugetto destta d[ic]ha cave-sera de m

ettepeque, en ocho díasdel m

es de abril de myl e qui[niento]s y

sinquentta y ocho a[ño]s, antte my d[on] Lucas

de medina, Jus[tici]a m

ayor de d[ic]ho pu[ebl]o de mettep[eque]

conpare[ciero]n las personas del rreferidocom

ún y demás besinos de d[ic]ho pu[ebl]o de m

ala-cattepec, se le ysie[ro]n saber y enttender lapett[ició]n y la m

[e]r[ce]d presentado por d[ic]ho común

y el autto probeydo y sitta[ció]n se le die[ro]n entte[nder]y digie[ro]n que los oyen, y enttendidos de su[s]expreciones dige[ro]n que conosen attodos el com

ún y consttarles que son lasfun[dacione]s anttiqhuada de d[ic]ho pu[ebl]o y ser astta do enpoc[esió]n de sus povla[ció]n y ttierras m

ensiona-

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serbantte y ttodos en presenteen d[ic]ho rrepú[blica] y dem

ás besinosttodos en pres[enci]a m

andé que seleyeron ña m

[e]r[ce]d y el autto sitta[ció]ny al ttenor de ellos Les dio a entten-der d[ic]ho ynttérp[r]ette en la LenguaE ydiom

a y ttodos rrespondieronque los oyen, y entten[di[dos de su Efec[to]sy se dan por sittados y por buenola poc[eció]n que se piden, en cuya con-form

ydad, en nombre de su m

ag[esta]dque D

[io]s g[uard]e, Le mandé el alg[uaci]l

ma[yo]r

Le coxió por la mano el al * y fun[dado]r

d[on] Luis fran[cisc]o gusmán, lo m

e-ttió en poc[eció]n am

paro en la puertade la herm

ytta anttiquada porasia a la partte del ponienttelo pasió abrió y serró puerttattiró piedras E arrancó yer-bas y dem

ás señal de pose[ció]n.estto fue en el sem

entterio senttro de las d[ic]has ttierrasdada por m

[e]r[ce]d. es como se

sigue al rreconosimyento

y vistta de ojos: primeram

[en]tefuim

os por asia a la partedel horientte por ttoda astta el c[err]ode s[an] antt[oni]o astta en la partte quellam

a La lagu[n]a y por estteLugar m

ediantte el ynttér[pret]e

Nom

brado, a quien Les dio enttenderde la Lengua E idiom

a a ttodos rres-pondie[ro]n dige[ro]n que al ttenor de lam

[e]r[ce]d astta quí llega[ba]n Las siette myl

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d[ic]hos besinos. proseguimos adelan-

tte por asia a la partte del **llam

a oxtottipa honde ase un pue[rt]oy caña[d]a y por estte Lugar ay ottro

pretten[ció]nde ottro fun[dació]n que nonbra s[an]ttiagopero no ofende ni ofendieron de unoy ottro porque por estte Lugar ay basttan-tte ttierras huecos y valdíos en con-form

idad de eso y lo conttenido de d[ic]ham

[e]r[ce]d dige[ro]n ttodos que a estte Lugar lle-

garon a las ttierras de d[ic]ho pu[ebl]o. y pro-seguim

os adelantte siempre p[o]r

el hor[ie]ntte anttesedentte por arribade un ce[rr]o honde ase una ca[ñad]a astta el d[ic]ho Lu-gar que llam

a yxla y por estta partte man-

dé que se leyeran la m[e]r[ce]d y [e]l autto sitta[ció]n

y probeído del pedim[en]to y la declara[ció]n de tto-

dos Los vesinos que se hallaron y sehallan en presentte en m

y compa[ñí]a

mediantte de d[ic]ho yntterpette a quien

Les dio enttender de la d[ic]ha Lengua E ydio-m

a tto rrespondie[ro]n diGe[ro]n que los

oyen y enttendidos de su expre[ció]n y se adado y se dan por sittados y por buenoLa pose[ció]n que en virttud de d[ic]ha m

[e]r[ce]d aquí lle[ga]nLas ttierras de d[ic]ho pu[ebl]o estta fue La últti-m

a poc[eció]n rreconosim[ien]to y vistta de ojos

de los quattro vienttos y conttornode las siette m

yl varas asientto dettierras dada por m

[e]r[ce]d y el amparé

pose[ció]n d[ic]ho alc[al]de y fun[dado]r ttierras, monttes

pasttos y aGuajes y sin conttra[dicció]n ni

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baras de tierras y ay huecos y bal-díos m

ás de leghuas. y prosegui-m

os adelante por asia a la partedel nortte por ttodo un lado del cerro * de

grandeque nom

bra quayaloco astta ellugar que llam

a s[an] ydefonso y por es-tta partte m

andé que s[e] l[e]yera La m[e]r[ce]d

el autto sittación y al ttenor de d[ic]ham

[e]r[ce]d Les dio a enttender de la LenguaE ydiom

a e ttodos rrespondie[ro]n de unm

esmo bos dige[ro]n que los oyen y entten[di]-

dos de su[s] expre[cione]s y se dan por sittadosy por bueno La poc[eció]n y vistta de ojos assí-m

ismo por estte lugar sin conttra[dicció]n

ni perJu[ici]o de ninguna persona asíttanbién ay ttierras huecos y valdíosy crusam

os adelantte por asia a lapartte del ponientte por honde ase unpuerto astta en la partte que nom

braastta el ce[rr]o de s[an] Lucas y por estte Lugar Lom

ismo m

andé que al ttenor de d[ic]ha m

[e]r[ce]dLes dio enttender de d[ic]ha Lengua el yntter-pette nonbrado a ttodos dige[ro]n que losoyen y ttendidos de su efecttos y ttodos

dige[ro]nde un m

esmo bos que astta quí llega

Las ttierras de d[ic]ho pu[ebl]o y a sttado en poc[eció]n an-

ttighua quietto sin perJu[ici]o de tterceroalguno y com

o que no ubo conttra[dicció]n ni dis-

cordia de ttodos Los que se hallan en pre-sentte en birtud de eso no ttienenqué desir aora ni adelantte a los

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de verdad yo d[on] estteban de albarado, escribanopú[blic]o y r[ea]l por su m

ag[esta]d que D[io]s g[uard]e destte Reyno

de mettepec y lo firm

é.

Ago m

i signio y ttestimonio de verdad (un signo)

D[o]n estteban de albarado, s[criban]o pú[blic]o r[ea]l (rúbrica).

Fuente: AG

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perJu[ici]o de ttercero alguno y que a labuelta destta va m

apiado y senttadosegún el Lugar y ttierras y que no seadespojado su pose[ció]n sin que prim

[er]o seaoydo por fuero derecho be[n]sido assíLo cum

plí y mandé y firm

é con d[ic]ho S-

Cribano pú[blic]o d[o]n estteban de albaradoY

ttodos Los que supie[ro]n firmar.

D[o]n Lucas de m

edina (rúbrica)A

gustín gar[cí]a, yntérp[ret]e (rúbrica)Lorenzo Servantes, algua[ci]l m

ayor (rúbrica)A

ntthe my, D

[o]n estteban de albarado, s[criban]o pú[blic]o r[ea]l (rúbrica)

En d[ic]ho pu[ebl]o de n[uest]ra s[eñor]a de la Asunpción de

malacattepeque

sugetto de la cabesera de mettepec en ocho

días del mes de abril de m

yl E qui[niento]s y sin-quentta y ocho a[ño]s m

andó d[on] Lucas de medina

Jus[tici]a mayor de cabesera de m

ettepec que seLe enttrieguen a esttas dilig[encia]s y pose[ció]n de ttí-ttulos al rreferido com

ún que son seisfojas m

[e]r[ce]d, pett[ició]n, sitt[ació]n, decla[ració]n, pos[eció]nde vistta de ojos, m

apa, ttesttimonio don-

de constta la mayor cum

plim[ien]to que yso

d[ic]ha Jus[tici]a del conttenido de d[ic]ha m[e]r[ce]d dada

y librada por su ex[celentísi]mo s[eño]r bisorrey de la siu-

dad de méxico perttenesientte y pertte-

nesen de siette myl varas asientto

de ttierras para su fun[dació]n y congre[gació]n ded[ic]ho com

ún Los quales de d[ic]hos ttíttulosse vuelva original de d[ic]ho com

ún paraen guarda de su d[e]r[ech]o en ttodo ttiem

po A-

sí lo serttifico y doy fee y ttesttimonio

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RTÍCULO:17 de junio de 2003

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AL:23 de junio de 2003

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