Relato salomé

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UNIDAD DE RESCATE ANIMAL Salomé Domínguez Santana. Colegio Decroly, Tenerife. Todo empezó una mañana tranquila en las plácidas aguas del Altlántico. Una pequeña manada de delfines mulares nadaba sin prisa pero sin pausa. Las madres de las crías miraban cómo jugaban, y algunas de ellas se disponían a jugar, mientras que los machos seguían al frente y quizás buscaban comida, ya que se estaban trasladando a un lugar con mayor cantidad de peces y con menos contaminación y peligro. Así podían intentar que los humanos no los cazaran. Sé que suena como si fuésemos monstruos, pero es la realidad, y estos pequeños seres lo pagan con creces. Aún así son felices porque son libres y aún viven, y mientras haya vida, hay esperanza. De repente, los machos emitieron unos sonidos que indicaban que habían avistado comida, y por supuesto, todos fueron al encuentro, era un banco de peces enorme, toda la manada fue hacia allí y cuando acabaron, saltaron felices. Sin embargo, todo no era felicidad. Allí, uno de los delfines hembra llamó al resto, al parecer faltaba una cría que se había despistado y se había ido más lejos de la zona en la que estaban. Todos daban vueltas y buscaban a la otra cría pero poco después lo dejaron y siguieron su camino. Unos kilómetros lejos de allí estaba la pequeña cría nadando en círculos y emitiendo sonidos que no eran muy agradables, el pequeño intentó buscarlos un poco más lejos, pero sin saberlo, iba a contracorriente, iba al lado contrario. Y continuó, el delfín llegó a su vieja casa, y siguió haciendo ruido, pero entonces empezó a tener hambre y vio una red. Él no sabía qué era, solo sabía que dentro de esa ¨cosa¨ había comida, y sin poder evitarlo fue a coger una de esas delicias del mar cuando se enredó en la red, por mucho que se agitó y bociferó, acabó por subir a la superficie, a un barco pesquero. Los pescadores, al verlo, decidieron venderlo como un manjar, pero llegó el jefe del barco y lo evitó e hizo que sus pescadores sacaran el barco de esa zona protegida y de inmediato llevaron al delfín a una reserva para que lo trataran de sus heridas y le dieran de comer. Después, los pescadores fueron multados por pescar allí donde no debían pero no fue muy grave porque salvaron al pequeño delfín y avisaron de que debían limpiar las aguas de la zona protegida y evitar que tiraran más basura y desechos. Días más tarde los investigadores comprobaron la zona y pudieron ver que la manada de delfines que estaban allí se había ido, desde ahí empezaron a localizarla.

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UNIDAD DE RESCATE ANIMALSalomé Domínguez Santana.Colegio Decroly, Tenerife.

Todo empezó una mañana tranquila en las plácidas aguas del Altlántico. Una pequeña manada de delfines mulares nadaba sin prisa pero sin pausa.Las madres de las crías miraban cómo jugaban, y algunas de ellas se disponían a jugar, mientras que los machos seguían al frente y quizás buscaban comida, ya que se estaban trasladando a un lugar con mayor cantidad de peces y con menos contaminación y peligro. Así podían intentar que los humanos no los cazaran. Sé que suena como si fuésemos monstruos, pero es la realidad, y estos pequeños seres lo pagan con creces. Aún así son felices porque son libres y aún viven, y mientras haya vida, hay esperanza.De repente, los machos emitieron unos sonidos que indicaban que habían avistado comida, y por supuesto, todos fueron al encuentro, era un banco de peces enorme, toda la manada fue hacia allí y cuando acabaron, saltaron felices. Sin embargo, todo no era felicidad. Allí, uno de los delfines hembra llamó al resto, al parecer faltaba una cría que se había despistado y se había ido más lejos de la zona en la que estaban. Todos daban vueltas y buscaban a la otra cría pero poco después lo dejaron y siguieron su camino.Unos kilómetros lejos de allí estaba la pequeña cría nadando en círculos y emitiendo sonidos que no eran muy agradables, el pequeño intentó buscarlos un poco más lejos, pero sin saberlo, iba a contracorriente, iba al lado contrario. Y continuó, el delfín llegó a su vieja casa, y siguió haciendo ruido, pero entonces empezó a tener hambre y vio una red. Él no sabía qué era, solo sabía que dentro de esa ¨cosa¨ había comida, y sin poder evitarlo fue a coger una de esas delicias del mar cuando se enredó en la red, por mucho que se agitó y bociferó, acabó por subir a la superficie, a un barco pesquero. Los pescadores, al verlo, decidieron venderlo como un manjar, pero llegó el jefe del barco y lo evitó e hizo que sus pescadores sacaran el barco de esa zona protegida y de inmediato llevaron al delfín a una reserva para que lo trataran de sus heridas y le dieran de comer. Después, los pescadores fueron multados por pescar allí donde no debían pero no fue muy grave porque salvaron al pequeño delfín y avisaron de que debían limpiar las aguas de la zona protegida y evitar que tiraran más basura y desechos. Días más tarde los investigadores comprobaron la zona y pudieron ver que la manada de delfines que estaban allí se había ido, desde ahí empezaron a localizarla.