Relatoria iii i (1)

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAFACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

SEMIÓTICARELATORÍA

2012-1MICHAEL W. CARDONA

LA MUERTE UN PASO A LA INMORTALIDAD

A lo largo de la historia a muy pocos les fue conferido el poder de controlar el destino del resto de la humanidad, a caciques, tribales y hechiceros poderosos que intervinieron en el orbe apelando al contacto con el inframundo.1 Interpretando los designios sagrados y otorgando una esperanza de prolongación para lo que hubiere sido el temor más grande de la humanidad, la muerte.

Mucho se ha dicho sobre la muerte, pero poco se conoce realmente de ella. ¿Es tan fría como se presume? O quizá ¿Tan cruel como se teme? Para Platón la muerte es la separación del alma y el cuerpo, con la cual aquella libre e inmortal inicia una nueva forma de vida, (TRATADO SOBRE

EL ALMA) o para los existencialistas donde simboliza un limitante a la existencia.

Lo único cierto, es que, en los ritos de las diferentes sociedades, la muerte esta acompañada de la creencia en una existencia diferente a la terrena, donde el ritual fúnebre toma un carácter de obligatoriedad con la intención de consagrar y consolidar la ruptura del muerto con el mundo de los vivos, al mismo tiempo que intenta que el muerto se vuelva intermediario entre el mundo de los vivos y el sobre natural. Con el ritual se busca consagrar la partida definitiva del alma por

medio de lamentos, cantos y llanto, seguido del enterramiento para evitar que el muerto pueda volver según creencias orientales, es por tanto que se prosigue a un segundo enterramiento en el que cual el muerto pasa a ser un antepasado benéfico.

Son ritos mundanos que intentan explicar lo que no podemos entender. Hoy día las matronas2 acompañan el féretro y a través del llanto liberan

el alma del difunto mientras lo ensalzan de cualidades quizá inexistentes. Todo un conjunto de símbolos que rodean el misticismo de un ciclo y un sentir. Así como para los griegos una vez hubo un fallecido, es la familia más allegada del difunto la que se encargaba, preparando al finado, sometiéndolo a un baño de agua y otro de aceite aromático, “Se envolvía al difunto en un sudario dejando el rostro al descubierto y se le ponía algunas alhajas. Lo más significativo y lo que ha pasado a la historia como leyenda tradicional es la moneda que ponían en la boca del

1El inframundo es un término genérico aproximadamente equivalente al término laico "más allá", haciendo referencia a cualquier lugar al que vayan las almas de los muertos.2 Mujeres que a cambio de dinero lloran a los seres queridos en la velación.

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fallecido. Este óbolo3 era de poco valor económico, pero de mucho valor simbólico.”4 La moneda serviría para pagar a Carón, que según la mitología griega era el barquero que transportaría el alma del difunto hasta su destino final, el Hades.5

En la mitología egipcia, se reconocía a un dios de la muerte, Osiris. El rito estaba fundamentado en una vida igual a la terrena por lo que se buscaba preservar el cuerpo y volverlo indestructible a través del embalsamamiento, al mismo tiempo que era enterrado con todas sus posesiones terrenales, de igual manera los antiguos indígenas americanos compartían la creencia de la inmortalidad del cuerpo.

Lavoisier hablo de la energía como un medio indestructible de propagación. “la energía no se crea ni se destruye solo se transforma”. El hombre, estructura compleja, formación de millones de células reducibles a átomos. Forma de más pura energía. ¿Podría discutirse acaso la veracidad de la inexistencia, cuando años después Einstein ha demostrado por medio de su teoría de la relatividad, que lo dicho por Lavoisier era cierto? ¿Acaso al caer un árbol en la mitad del bosque, deja éste de emitir sonidos por no estar cerca de quien los perciban? No es de menos que la tradición arraigada de la muerte, presente tanto misticismo, cuando el hombre que arrojado al mundo se pregunta inevitablemente por la vida, ha de preguntarse también por la muerte. Prácticamente inasible, invivible, ella escapa a toda determinación. Sólo vagas especulaciones que brotan de la impotencia, la inquietud, la desazón, pretenden regularla, hacerla más asimilable, más llevadera. Esta inseguridad se impone al hombre quien trata de buscar un bálsamo, un refugio que satisfaga lo inexplicable.

El rito se presenta como el halito6 de paz, ropaje seguro ante tanta desnudez, y con él, todo un simbolismo que es el único medio, sensible y no racional, de penetrar esa oscuridad. Ya desde “El hombre de Neanderthal que no sólo enterraba a sus muertos, sino que, en ocasiones, los reunía en un mismo lugar (gruta de los niños en Mentón). No puede tratarse ya de una cuestión de instinto, sino de la aurora del pensamiento humano que se traduce por una especie de rebelión contra la muerte.”7 O en la actualidad, donde un claro ejemplo es dado por Finol, cuando tras rigurosas investigaciones expone a dos familias diferentes que relatan paso a paso la cotidianidad de su ser querido, al que han perdido, los síntomas previos a su muerte, el método de curación

3 Moneda griega de plata cuyo valor es la sexta parte de una dracma.4 VARONA, Rosa. Cultura funeraria. La muerte en la Antigua Grecia. [En línea] [Citado el: 08 de julio de 2012]. Disponible en:

http://enmemoria.lavanguardia.com/cultura-funeraria/ritos-funerarios/la-muerte-en-la-antigua-grecia.html.

5Alude tanto al antiguo inframundo griego como al dios de éste.6 Aliento: hálito de vida.7 MORIN, Edgar. El hombre y la muerte. Barcelona: Kairos.1994. Pág. 21.

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empleado, su muerte y finalmente, el lugar y las especificaciones bajo las cuales se veló el cuerpo.

Además de lo anterior, se identifican elementos presentes en el rito mortuorio, tales como el discurso y contexto, actores, símbolos, espacios y límites. Los cuales a su vez, permitirán identificar con claridad cada detalle al interior del rito, bien sea el color de la ropa del difunto, las personas que rodean el féretro, el lugar en el cual se lleva a cabo la velación y la posición y actitud de las personas presentes en dicho espacio. Relata varios tipos de muerte las cuales pueden ser degenerativas o súbitas, acompañadas de síntomas muy precisos como el calor y el dolor sinónimo de que algo no anda bien. Otro patrón señalado por Finol. Es el de una mujer cuyo esposo ha fallecido, por lo que se sentía sola y triste. Dio algunas especificaciones para su velorio, tales como: que la vistieran con un vestido de color azul, la perfumaran con una colonia especial y que además, la velaran en su propia casa. Poco después se le llenaron los pulmones con líquido, lo cual le ocasiona la muerte por neumonía. A partir de este corto análisis de los hechos se puede ver como la muerte trasciende las dolencias del cuerpo y se aproxima a las dolencias del alma. Ratificándose la tesis platónica del alma vinculada al cuerpo. Los ritos que revisten la muerte siempre han estado en las antípodas de sus respectivas interpretaciones, así como la trascendencia del alma y la rencarnación, el luto y la resurrección, la muerte y la vida, la alegría y la tristeza. Visibles en culturas tan cercanas como las occidentales y tan lejanas como las orientales. Cuando en unas culturas puede más el luto en su expresión de dolor, pena y tragedia en el otro tiene cabida la paz propia de la transición terrenal, es por ello, que a pesar del sufrimiento, normal de la situación, también se alude al saber, que ese ser querido ha dejado un mundo plagado de sufrimiento, para trasladarse a uno nuevo lleno de serenidad, por lo que el rito es acompañado del ágape a fin de celebrar su acenso.

Algunas explicaciones a las diferentes percepciones sobre la muerte en la actualidad las encontramos en la historia de los países sudamericanos donde la inopia opresión afligió los corazones más nobles, forjo la tradición del luto y acompaña la pena tras la pérdida de un ser querido. En otras culturas más antiguas, ya se ha pasado por la etapa del dolor y es considerada hoy la muerte como un estado de armonía cósmica, la separación de un alma pura de un cuerpo viciado por los males de la tierra, de la cual ha salido y a la cual presume volver. Es así que cuando los pueblo del nuevo continente celebrar la semana santa otorgan mayor importancia a la muerte de Cristo, por su sufrimiento y redención, análogas a su pasado, mientras los pueblos del antiguo continente dos días después del acto ritual americano se encuentran celebrando la resurrección símbolo de la continuación del alma, motivo por el que adornan al Cristo con alhajas y vestimenta de la mejor calidad y los colores más vivaces. Equivalente a que la muerte humana ha estado cargada a lo largo de su historia de toda clase de simbología, rituales y espiritualidad.

Los rituales fúnebres han evolucionado y se han adaptado a cada religión; Sin embargo, el carácter trascendental del alma por encima de la muerte y la degradación del cuerpo, se ha convertido en un elemento clave y común en la mayoría de las culturas. Inclusive hoy, cuando el ritmo de vida si acaso deja espacio para vivir, la sociedad se ha encargado de inmortalizar a

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aquellos seres queridos con la mayor cantidad de elementos de los que pueda disponer, con la finalidad de engrandecer su nombre y su paso en esta vida. Así la vida nos brinda la oportunidad de darle gratitud y satisfacción a quien ha fallecido y se encuentra en “el cielo, nirvana, hades, Walhalla, etc” y darle trascendencia a su recuerdo, para sellar su paso en vida, para que familiares, amigos y conocidos le rindan tributo y demuestren la importancia de su existencia y la inmortalidad de su recuerdo. Por lo tanto, el análisis detallado de los ritos mortuorios puede ser suficiente para identificar la clase social del fallecido, su importancia social e inclusive, sus aficiones personales y creencias.

Bibliografía

VARONA, Rosa. Cultura funeraria. La muerte en la Antigua Grecia. [En línea] [Citado el: 08 de julio de 2012]. Disponible en: http://enmemoria.lavanguardia.com/cultura-funeraria/ritos-funerarios/la-muerte-en-la-antigua-grecia.html.

MORIN, Edgar. El hombre y la muerte. Barcelona: Kairos.1994. Pág. 21.

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FINOL, José Enrique y MONTILLA Aura. [[email protected]]. RITO Y DISCURSO: CUERPO, ENFERMEDAD Y MUERTE EN DOS TEXTOS FUNERARIOS. [En línea]. En: Lingua Americana.Año X Nº 18. 2006; p.p 77 – 105. Disponible en: [http://revistas.luz.edu.ve/index.php/lin/article/viewFile/8813/8448]. Consulta: (25-06-2012).