Reminiscencias al rey

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R EMINISCENCIAS AL REY Dos puntos editorial Víctor Gerardo Grajeda Vargas

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Poesía Dos Puntos Editorial

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REMINISCENCIAS AL REY

Dos puntos editorial

Víctor Gerardo Grajeda Vargas

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Reminiscencias al rey

©Víctor Gerardo Grajeda Vargas

edición digital

©Dos Puntos Editorial

La última ciudad serpiente, Veracruz

enero del 2014

Diseño

Gabriela González

Jesús Gallegos

Ilustraciones de

portada e interior

Víctor Gerardo Grajeda Vargas

Cada libro debe tener una forma única de latir, de vibrar, de

explotar. Nosotros buscamos esa universalidad intentando

crear algo más, para que nuestros libros dejen de ser sólo

libros: que muten y puedan volar.

http://www.dospuntoseditorial.blogspot.mx/

No. 8

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REMINISCENCIAS

AL REY

Víctor Gerardo Grajeda Vargas

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“Descendía este padre

de una antigua estirpe”

Jacob Wassermann

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Primera reminiscencia

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Llegamos al asalto y sólo encontramos recuerdos de tu

paso por el viento, Nos dijeron que había caído el Rey

y fuimos a tu palacio a testificarlo, Pero el viento te

había llevado a otra parte, La neblina también llegó a

despedirte, Hoy los pasillos esperan tus pasos y las

recámaras de tu casa son como bóvedas celestiales,

Cada estancia tiene polvo de estrellas brillando en la

inmensidad de éste vacío, De éste hueco que dejas al

partir, No lo vas a creer, Pero te quise preguntar sobre

mi madre, Sobre tu madre y sobre todas las madres

que han parido robles y estirpes de reyes, Y mis

palabras se quedaron rebotando en mi memoria, No

es que te reclame, Pero ya no tengo quién me cargue

para ver mi reflejo en el agua de la fuente, Ni quién

me dé domingo para ir al cine, Se va el cuerpo y queda

la imagen más fuerte, Más sólida esparcida en tus

dominios, Una caja de herramientas, Una colección de

monedas, Algunos casquillos heredados por tu padre

que heredó de tu abuelo, Vestigios de las guerras por

detener la tristeza de los pueblos, Infinitas batallas

donde muchas veces al Rey se le agotaron sus refugios

y su dama caía en espera de la próxima partida,

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Segunda reminiscencia

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Llegué a despedirme y el frío silencio de la noche me

congeló la sonrisa, Así que decidí no ver a nadie y

buscar consuelo en mis recuerdos, Pero vi los ojos de

tu estirpe sembrados en el pórtico como fuentes

inagotables de infinita tristeza, Me sentí caminando en

el desierto buscando de dónde asir mi desolada

presencia para anclar un poco esto que te come, Que

te arruga el alma, Que te quema como trago de

aguardiente al amanecer, Pero ni siquiera la neblina

vino a consolarme y me refugié en tu ventana, Tu

pequeña y última ventana, Sólo tuya, ni siquiera de

Dios,

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Tercera reminiscencia

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Vino tu compadre a reclamar pieza tocada pieza

jugada, Y se encontró con que Dios había tocado la

pieza y tuvo que jugarla el miércoles a las tres y media

de la tarde, Estoy seguro que se arrepintió, Pero qué

Dios atrás de Dios moverá los designios de lo

desconocido y no acepta arrepentimientos, Yo quería

defender tu feudo, Pero mi mente se pierde en el reino

de la Carne Magra,

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Cuarta reminiscencia

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No se dio café con piquete esa infinita noche que

todavía me amarga la boca de tanto cigarro, O será el

sabor que deja la impotencia de no poder sacarte a

pasear bajo las estrellas, No se dio comida ni se

contrataron plañideras, Para no estropear la buena

voluntad del reino que venía a soltar un residuo de

amistad a tu recuerdo, Yo no dije nada, Qué decir

cuando ves el árbol caído y sientes que Dios hace leña

de ti, Que tú también eres ese árbol pero tu caída es

aún más lenta, Como la noche que empezó a las

quince treinta horas y no acaba de terminar,

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Quinta reminiscencia

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El sacerdote dijo que no te lleve a pasear porque

debes descansar en un lugar, Preparamos todo pero

no es fácil, Preparamos la resignación y el silencio,

Preparamos el cuchicheo y los rosarios, Las sillas y las

luces, Menos a nosotros, Tu estirpe, Mareada de tanto

verte en silencio y sin protestar, Yo todavía siento el

deseo de llevarte al mar, Todavía siento que debo ir

contigo de la mano al jardín, A comer nieve de don

Cuco con sabor a danzón, La mejor nieve del pueblo

decías afónico, También quisiera decir lo que no

escuchaste, Pero la familia no me deja y las crías lloran

como si se les hubiese muerto su abuelo,

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Sexta reminiscencia

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Me llaman para almorzar y no tengo hambre, Desde

que empezó mi vida a las tres y media de la tarde,

Hace tres días, Empezó también a faltarme el apetito

entre otras cosas, Pero no te fijes, Mejor vamos a

planear cómo le hago para aguantar tu recuerdo que

me pesa como ocho cajas llenas de treinta y dos

batallas cada una, Con todo y sus escaramuzas de

peones alfiles y torres defendiendo al Rey, Me

pregunto si llevas en tus bolsillos a tu ejército, Tus

quince pretorianos, Porque la Reina se queda, Para

que tu reino no se desmorone,

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Séptima reminiscencia

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Todavía preguntan por ti, Todavía nos detienen en la

calle y nos estrujan con fuertes e hipócritas

condolencias, No imagino a quién puedan doler tus

ausentes gritos como a nosotros, Tus desplantes de

varón como a nosotros, Los disparos de odio de tus

ojos llenos de ternura, Todavía espera la gente para

saludar y mandar recuerdos, Nosotros buscamos

cómo fraguar nuestra alma para aguantar el silencio

que pretende desplazarte, Mírame aquí detenido por

un recuerdo tan miserable como el día en que me

llevaste a conocer el mar,

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Octava reminiscencia

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Y decías que el mar es maravilloso, Que estando en él

se conoce a Dios, Y que cura todas las enfermedades,

Y me llevaste para que luchara contra esta enfermedad

que detiene mis pulmones, Pero no dijiste que el mar

es también un emisario de Dios para castigar a los que

no pueden entrar al reino de los cielos, No dijiste que

juega con la vida de los que alimenta y los lleva a

conocer el fondo de su alma, Los invita, Los

consiente, Y ellos ya no quieren salir de sus entrañas,

Se olvidan de todo, De su familia, De la iglesia, De

jugar, Y sucumben ante el angustioso lamento de las

olas,

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Novena reminiscencia

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Le guardamos en secreto tu partida a mi tía, A tu

hermana, A Luchita, Crees que temen por su cordura

cuando nosotros ni siquiera pensamos durante muchas

horas, Cuando nuestro día empezó a la luz de la luna y

nuestra noche no se acaba, Cuando escuchamos tu

voz y platicamos contigo, Y te compramos lo que te

gusta en el mercado para almorzar, O queremos ver

películas en tu sala para que nos mandes al carajo,

Nosotros guardamos en secreto tu mirada, Tus gestos,

Tus bromas, Recogemos lágrimas en las esquinas de tu

casa, Dispersas, Sólidas como el hielo pero

infinitamente tristes, Tu estridente paso por la calle y

ese inmenso deseo de tocarte antes y después de abrir

los ojos,

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Décima reminiscencia

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Recuerdos y tristezas dejas a tu paso, Nada material

suple la nostalgia que inunda nuestro ambiente,

Vamos a lo cotidiano con vehemente resignación,

Nuestra vida se fue en tus manos, Sí, Era nuestra,

Nuestra y de nuestros hijos, Recuerda el que da y quita

con el diablo se desquita, Te llevas todo, Nos ceñimos

al regazo materno más tristes que la lluvia, Y la madre

voltea, Busca para no caer al vacío, Busca en quién asir

sus penas, Busca para ceñirse a Dios, Y no está, No lo

encuentra, Se fue al circo,

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Undécima reminiscencia

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Guardamos duelo por todos, Hemos descubierto que

no somos inmortales y cómo duele, Vamos ahora

temblando de miedo, Ya sabemos que la muerte

puede salir del televisor y llevarte, O te espera al

cruzar la calle, O se estaciona en tu recámara a tejer el

fin de tu historia, Y te lleva, Lo que no sabemos es a

dónde y eso también duele, Vamos descubriendo el

dolor de despertar a la realidad y tú nos dejas, Te vas,

Te despides y haces lo imposible por unirnos para que

tu reino no se confunda con el desierto,

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Doceava reminiscencia

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¡No, escucha!, Tu reino no se desmorona, Son las

ganas de ir por el mundo llorando tu ausencia, Las

ganas de decirte que te quiero, De sentir otra vez tu

cuerpo que se llevó el tiempo, De abrazarte y escuchar

tu voz, Qué te puedo decir ahora que sólo el viento

escucha lo que escribo, Qué te puedo decir si no me

sé el conjuro para que regreses, Y te extraño,

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Treceava reminiscencia

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Hemos decidido no olvidarte, Seguir la vida como nos

enseñaste a vivirla, Cargar cada uno su costal de

tristezas sin regarlas al paso del tiempo, Hemos

decidido esperar en tu casa que llegue algún emisario

del norte para que nos cuente cómo es tu nuevo reino,

Para saber si todavía te interesa el mar, Para que nos

encuentres reunidos, Pues seguimos esperando

despertar,

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REMINISCENCIAS

PARA

RECONSTRUIR A UN HOMBRE

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“Volvió la noche

como todos los días...”

Fernando Vallejo

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(I)

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Yo no le compro sus broncas pero es mi amigo,

Decías tirando derecha e izquierda con ciertos aires de

profesionalismo, Y la rockola apretando el hígado y el

corazón de Daniel Santos pidiendo perdón a la vida de

su vida, Yo, Lejano, Como siempre, Desde siempre,

Te abrazo y siento que la madrugada calla como una

muestra de respeto, Sabe bien que empiezas a

convencerte de partir, Yo también, Y sólo te abrazo, Y

nos movemos al ritmo de la vida, De la marea baja,

¿Recuerdas cuando me cuidabas?, Nací enfermo y

frágil, Y sin embargo he sacado la casta, Ni siquiera el

llanto me derrumba, Pero no me mires, Ni me pidas

que te abrace, Porque empiezo a flotar y siento que la

noche habita mis entrañas y luego me duele el vacío

donde tuve el corazón, Y mis pies fijos, Sembrados,

Sin moverse, Se quedan quietecitos, Y sólo el aire que

entra a mis pulmones me detiene y evita que todo mi

ser se desintegre de tristeza,

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(II)

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Un mes y no regresas, Un mes y no vas a regresar, Y

no hay fiesta en la cocina, Pero hay muchas imágenes

con tu nombre, Un mes y dormimos esperando tu

beso protector, Pero tenemos el afán de transmitir tu

fuerza a la progenie, Tratamos de cumplir tus

encargos, Pero no te angusties si algo se retrasa o no

se cumple como esperas, Mejor recordemos tu

infancia, Tu empleo de policía, Las noches con los

soldados en Teotihuacan, En la calzada de los

muertos, Tu decisión de dejar el cigarro, Para llegar a

viejo, Decías, Y así fue, Cuidaste a tus hijos, A tus

nietos, Y te despediste en Otoño, Cuando las hojas

son el pretexto para descubrir al viento, Y nos

alejamos del sol, Y nos roza el frío de tu ausencia por

la mañana, Y el invierno amenaza con hospedarse en

nuestra casa para siempre,

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(III)

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Has dejado tu memoria en la vitrina, Ocultado tus

historias de viajes, El estudio está minado de tableros

de ajedrez, Te sorprenderían los ecos distantes de la

lluvia, Mi madre quiere un garaje en su casa para

expandir su soledad, Nosotros buscamos fotografías,

Y te vemos victorioso levantando trofeos, Bailando

vestido de frac en la feria, Tocando las claves mientras

miras la espesura de tu vaso, Ahuyentando las moscas

a balazos, Y mi madre ingrávida y gentil en inútil

comparsa a tus desvelos,

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(IV)

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Vamos por ahí cantando a solas, Buscando querella

después del cine, Buscando migajas para las palomas

del parque, Vamos contra el tiempo y las estrellas,

Contra la tan desdichada gracia de Dios, Recogiendo

esos lagos de silencio y soledad sembrados en tu calle,

Para encerrarlos en el fondo de nuestra existencia,

Para llenarlos de nostalgia, Del ardor del hielo en tu

imagen de mis recuerdos, Para encerrarlos como

encerraste tus ojos, Tu corazón cansado de trotar en

las canciones, Vamos por ahí como cenizas al viento,

Como el otro día tomados de la mano, Como si fuera

domingo y tú con la alegría de vivir, De ser el supremo

patriarca, Qué ibas a pensar en el futuro, En tus

rosarios, Que me lleve el mar y no el silencio decías,

Que mi amor se esparza a donde nunca fui, Te quedas

a cargo, Resguarda mi ausencia, Los machos no lloran

aunque se los lleve el tren,

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Índice

Capítulo 1

Reminiscencias al rey

Primera reminiscencia Pág. 5

Segunda reminiscencia Pág. 9

Tercera reminiscencia Pág. 13

Cuarta reminiscencia Pág. 17

Quinta reminiscencia Pág. 21

Sexta reminiscencia Pág. 25

Séptima reminiscencia Pág. 29

Octava reminiscencia Pág. 33

Novena reminiscencia Pág. 37

Décima reminiscencia Pág. 41

Undécima reminiscencia Pág. 45

Doceava reminiscencia Pág. 49

Treceava reminiscencia Pág. 53

Capítulo 2

Reminiscencias para reconstruir a un hombre

(I) Pág. 61

(II) Pág. 65

(III) Pág. 69

(IV) Pág. 73

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Víctor Gerardo Grajeda Vargas

Nace en Huauchinango Puebla, México, en 1958. Poeta y narrador. Tiene publicados los libros “Ojos de Luna Llena sin Conejo”, cuentos (UJAT, 2004) y “El Club de la Libélula”, poesía, con éste libro ganó el premio estatal de poesía José Carlos Becerra 2005, su obra aparece en diferentes diarios y revistas del estado de Tabasco, así como en dos antologías de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Con su trabajo “Reminiscencias al Rey”, ganó el primer lugar en el certamen nacional de cuento, “Dr. Jesús Amaro Gamboa”, convocado por la Universidad Autónoma de Yucatán en el 2005. Fue coordinador de literatura del IEC del Estado de Tabasco (2007-2012)