Reportaje oscar

88
MERYL STREEP Y GRANDES TRIU LOS OSC

description

Reportaje oscars

Transcript of Reportaje oscar

Page 1: Reportaje oscar

MERYL STREEP Y “THE ARTIST”

GRANDES TRIUNFADORES DE

LOS OSCARS 2012

Page 2: Reportaje oscar

MERYL STREEP Y “THE ARTIST”

GRANDES TRIUNFADORES DE

LOS OSCARS 2012

Page 3: Reportaje oscar

U na contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la

gala se aferró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premi-aron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo men-saje último es: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adap-tarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosa-jona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Val-entine (Jean Dujardin),a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo.

Descubrió The artist días antes de su presen-tación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalameravuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera sim-ple y optimista, en el camino sin retorno del pre-sente.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatch-er, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un po-ema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Elsa Fernández-Santos

Page 4: Reportaje oscar

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el

original. Es decir, carecen de capacidad de abstrac-ción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoff-man como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Mari-lyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nomi-naciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindica-ciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte

con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatch-eristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premia-bles las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edul-coración que aceptan las academias, porque en

ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes prin-cipales han hecho suya esta divisa. Pero si

interpretar también puede ser algo más que repro-ducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo so-cial sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

David Trueba

“Interpretar es más que reproducir a alguien conocido”

Page 5: Reportaje oscar

2 | TRES TRISTES TILDES

Michael Hazanavicius, direc-tor de “The Artist”, recoge el premio a la mejor dirección.

Page 6: Reportaje oscar

TRES TRISTES TILDES | 3

Una contradiccion de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebra-da el domingo en Los Ángeles. Mien-tras la gala se afe-rró tozudamente a los valores seguros

del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor pelícu-la, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contra-rio: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sono-ro, solo cabe adaptarse. Re-cordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Ho-llywood (es la primera pelí-cula no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconoci-miento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fon-do de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mun-do algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor es-tadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arrui-nado por el digital) donde se celebró el domingo la ce-remonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ova-cionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tie-rra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

PREMIOS OSCARS 2012

SALUDO AL PASADO

“The Artist” se proclama, con 5 Oscars, como la gran vencedora de los Premios de la Academia.

por IGNACIO SÁNCHEZ SÁNCHEZ

Page 7: Reportaje oscar

4 | TRES TRISTES TILDES

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zala-mera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente di-simularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no fun-ciona y en esta salvaje re-

conversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco os-cars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hom-bres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Has-

ta un irregular Billy Crys-tal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las pe-lículas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una gran-dísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cual-quier aspirante a su inal-canzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su ter-cer Oscar en la mano, bro-meando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beber-se “dos güisquis” de un tra-go, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

“The Artist” deja un claro mensaje para el mundo del cine: ha comenzado el fin de

una era.

1

2 3

4

1) El equipo de “The Artist” en la Gala 2) El Circo del Sol en el escenario 3) Premio a la mejor canción original 4) Jean Dujardin tras recibir el Oscar a mejor actor.

T3

OSCARS 2012

Page 8: Reportaje oscar

TRES TRISTES TILDES | 5

Los premios de interpre-tación son curiosos. En los últimos años, los Oscar con-sideran las mejores inter-pretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capaci-dad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jor-ge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida espo-sa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección le-tal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Ni-cole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whi-taker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recien-tes.

Puede que Viola Davis in-terrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nomi-naciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hie-rro. Es una lástima que no

esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemen-te torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recrea-ciones de personajes reales siempre que no sean ni de-masiado afiladas ni dema-siado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella fra-se que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convir-tió en un sello, una especie de mantra re-sumido en las inicia-les: TINA. Y no Tina Turner, por cuya in-terpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros diri-gentes principales han he-cho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reprodu-cir a alguien conocido, qui-zá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Meryl Streep durante la ceremonia de los Oscars

DE LA

COPIAAL EXITO por DAVID TRUEBA

Page 9: Reportaje oscar

¡Unos Óscars de película...

Page 10: Reportaje oscar

...para The Artist!

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª

edición de los Oscar, celebrada el domingo en

Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozu-

damente a los valores seguros del cine que conocemos, los

académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, di-

rección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje

último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como

ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del

sonoro, solo cabe adaptarse.

Recordemos que The artist, ese filme encantador,

casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho his-

toria en Hollywood (es la primera película no sonora que

obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona

en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi

inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with

pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valen-

tine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a

su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist

una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo

que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y

distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del

teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigan-

te arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la

ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ova-

cionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz

de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normal-

mente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presentación

en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa des-

pués de un pase privado porque, según explicó más tarde,

encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a

enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El

secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino

que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera

simple y optimista, en el camino sin retorno del presente.

Page 11: Reportaje oscar

“Esta historia”, ha dicho

Weinstein, “lidia con algo que nos afecta

a todos, que a mí mismo me afecta cada

mañana: enfrentarnos a un mundo cuya

tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente disimularlo,

Hollywood está perdido. Su reloj ya no

funciona y en esta salvaje reconversión

nadie sabe qué le espera. La invención

de Hugo, ganadora de cinco oscars téc-

nicos, también bebe de ese dolor y por

eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muer-

te, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un

irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente

ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande:

el iPad”) que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convo-

car por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima

actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y cla-

se que cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Vestida de

estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar

en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que ves-

tía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret

Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep

habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mu-

jeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía

en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es ex-

traño estar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como

es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer

es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan

McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con

la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal,

donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor

pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que

estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

María Suárez García Enviada Especial a L.A.

Page 12: Reportaje oscar

Los premios de interpretación son

curiosos. En los últimos años, los Os-

car consideran las mejores interpretacio-

nes aquellas que te permiten comparar

con la copia con el original.

Es decir, carecen de capacidad

de abstracción. Marion Cotillard hacien-

do de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina

Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su pa-

dre Jorge, Reese Witherspoon como June

Carter, sufrida esposa de Johnny Cash;

Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize

Theron como la ejecutada con inyección

letal Aileen Wournos, Philip Seymour

Hoffman como el escritor Truman Capo-

te, Nicole Kidman como Virginia Wolff,

Julia Roberts como la abogada Erin

Brockovich, Sean Penn como el político

Harvey Milk y Forrest Whitaker como el

dictador Idi Amin. Todos premiados con

la estatuilla en años recientes. Puede que

Viola Davis interrumpa la tradición y no

gane Michelle Williams por su Marilyn o

Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nomi-

naciones, por su recreación de Margaret

Thatcher. Esta última no ha podido ser

más oportuna. Hasta el gobierno argen-

tino ha recuperado las reivindicaciones

sobre las Malvinas como si quisiera su-

marse a este homenaje latente a la Dama

de Hierro.

Es una lástima que no esté no-

minado el estupendo actor Michael

Fassbender, pero ya no tuvo suerte con

Hunger, la película donde encarnaba

a Bobby Sands, aquel hombre salvaje-

mente torturado que murió en huelga de

hambre en los presidios thatcheristas. Lo

cual nos lleva a pensar que son premia-

bles las recreaciones de personajes reales

siempre que no sean ni demasiado afila-

das ni demasiado sangrantes. Habría que

estudiar el grado de edulcoración que

aceptan las academias, porque en ciertos

casos el espectador puede sufrir una acu-

sada subida de azúcar. El verdadero le-

gado de la Thatcher es hoy aquella frase

que la hizo célebre: There Is No Alterna-

tive. Lo repitió tanto que se convirtió en

un sello, una especie de mantra resumido

en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner,

por cuya interpretación estuvo nomina-

da Angela Basset en su día como tocaba,

sino por su significado. “No hay alterna-

tiva”. Nuestros dirigentes principales han

hecho suya esta divisa. Pero si interpretar

también puede ser algo más que repro-

ducir a alguien conocido, quizá gobernar

también podría ser algo más que aceptar

el darwinismo social sin pelear con arrojo

por un mundo mejor.

“Los Oscar consideran las mejores interpretacio-nes aquellas que te permiten comparar la copia

con el original”

David Trueba Artículo de opinión.

Page 13: Reportaje oscar
Page 14: Reportaje oscar

El triunfo de la nostalgia

Una contradicción de fondo pesará so-

bre la 84ª edición de los Oscar, celebra-

da el domingo en Los Ángeles. Mientras

la gala se aferró tozudamente a los va-

lores seguros del cine que conocemos,

los académicos premiaron con cinco oscars (mejor pe-

lícula, dirección, actor, música y vestuario) a The artist,

cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era

ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada

que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse.

Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi

mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho his-

toria en Hollywood (es la primera película no sonora

que obtiene el premio desde 1928 y la primera no an-

glosajona en obtener el máximo reconocimiento), aca-

ba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su

protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto)

que le replica George Valentine (Jean Dujardin), pres-

cindible estrella del cine pasado, a su productor (John

Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The ar-

tist una manera amable y sencilla de contarle al mun-

do algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El

productor y distribuidor estadounidense no estaba en

la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado

Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se

celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El

patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sa-

bía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un

filme extranjero en una tierra normalmente vedada a

todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presenta-

ción en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la

mesa después de un pase privado porque, según ex-

plicó más tarde, encontró en ella una historia que sin

palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingo-

bernable paso del tiempo. El secreto de The artist no

es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin

hacernos demasiado daño, de una manera simple y

optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta

historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos

afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada maña-

na: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia

demasiado rápido”.

“Síntoma de la época o pura casua-lidad? Lo cierto es que el pasado, el glorioso pasado de los albores del cine, ha sido el incontestable triun-fador en la ceremonia de los Oscar

Page 15: Reportaje oscar

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está

perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje recon-

versión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo,

ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese

dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres

en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un

mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no

pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en

el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”)

que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de

convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el

de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más

inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a

su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que

ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bro-

meando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en

un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret

Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un tra-

go, Streep habló de acabar de una vez con “la historia

invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca

Ignacio Paramio Gómez

nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que

ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño es-

tar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su ta-

lla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años

Christopher Plummer es un hombre impecable.

Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en

Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la

clase que aprendió en los cine de tarde de su Que-

bec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur

y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso

dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan

orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

The Oscars 2012

Page 16: Reportaje oscar

“Los Oscar consi-deran las mejores interpretaciones aquellas que te

permiten comparar la copia con el original”

David Trueba

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capa-

cidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida es-posa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Ni-cole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abo-gada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Mi-chelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha suma-do 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Y es que Meryl no ha podido ser más oportuna. Hasta el go-bierno argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suer-te con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pen-sar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella fra-se que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar tam-bién puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Page 17: Reportaje oscar

And the Oscar Goes to...

na contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba

con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto fi-nal del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domin-go la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa des-pués de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconver-sión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

UTEXTO. Santiago Torres Pestano

Page 18: Reportaje oscar
Page 19: Reportaje oscar

curiosidades de la Gala

4

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanzable tro-no. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bro-meando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando be-berse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es ex-traño estar aquí, como es extraño volver”.

Una ‘Dama de Hierro’ muy emocionada

Page 20: Reportaje oscar

Es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plum-mer es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal inter-preta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer.

El Oscar a la experiencia

Los premios de interpre

tación son curiosos. En los

últimos años, los Oscar consideran las mejo-

res interpretaciones aquellas que te permiten

comparar con la copia con el original. Es decir,

carecen de capacidad de abstracción. Marion

Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de

la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su pa-

dre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter,

sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como

Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada

con inyección letal Aileen Wournos, Philip Sey-

mour Hoffman como el escritor Truman Capote,

Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts

como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn

como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker

como el dictador Idi Amin. Todos premiados con

la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y

no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl

Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por

su recreación de Margaret Thatcher. Esta última

no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobier-

no argentino ha recuperado las reivindicaciones

sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a

este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es

una lástima que no esté nominado el estupen-

do actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo

suerte con Hunger, la película donde encarnaba

a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente

torturado que murió en huelga de hambre en los

presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar

que son premiables las recreaciones de perso-

najes reales siempre que no sean ni demasiado

afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que

estudiar el grado de edulcoración que aceptan

las academias, porque en ciertos casos el espec-

tador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aque-

lla frase que la hizo célebre: There Is No Alterna-

tive. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello,

una especie de mantra resumido en las iniciales:

TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación

estuvo nominada Angela Basset en su día como

tocaba, sino por su significado. “No hay alterna-

tiva”. Nuestros dirigentes principales han hecho

suya esta divisa. Pero si interpretar también

puede ser algo más que reproducir a alguien co-

nocido, quizá gobernar también podría ser algo

más que aceptar el darwinismo social sin pelear

con arrojo por un mundo mejor

‘En la comparación está el éxito’por David Trueba

Unos invitados muy animados

Los Teleñecos o, como aho-ra hacen llamarse también en España, Los Muppets, tampoco dudaron pasarse por el Teatro Kodak. Ade-más, estos clásicos persona-jes lograron llevarse a casa también su estatuilla por la Mejor Canción Original.

El triunfo del blanco y negro

La gran sorpresa de la noche fue sin duda para la propuesta francesa, The Artist, conviertiéndose así en la primera película no británica o estadounidense en llevarse la codiciada estatuilla.

OPINIÓN

Fin del racismo

Otra de las sorpresas de la noche fue pro-tagonizada por la actriz, Octavia Spencer, quien se convirtió en la sexta mujer de raza negra en obener un Oscar, en este caso, por su papel en el film Criadas y Señoras (Help).

Page 21: Reportaje oscar

ESPECIAL OSCARS

OscarsTHE 2012

Una contradicción de fondo pesará sobre

la 84ª edición de los Oscar, celebrada

el domingo en Los Ángeles. Mientras

la gala se aferró tozudamente a los va-

lores seguros del cine que conocemos, los académicos

premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección,

actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje

último es el contrario: el final de una era ya está aquí

y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso

la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. . Recordem-

os que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en

blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hol-

lywood (es la primera película no sonora que obtiene

el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en

obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi

inaudibles palabras de fondo de su protagonista.

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera

sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella

una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del

tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin

hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno.

2 3

Page 22: Reportaje oscar

ESPECIAL OSCARS

Es imposible no admirar a una

mujer de su talla, como es

difícil no reconocer que a sus

82 años Christopher Plum-

mer es un hombre impecable. Borda al padre

homosexual de Ewan McGregor en Begin-

ners, cuyo cáncer terminal interpreta con la

clase que aprendió en los cine de tarde de su

Quebec natal, donde veía películas de Pierre

Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronun-

ció un discurso dedicado a su hija Amanda

(“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mu-

jer (“que me salva cada día”). Si la noche de

los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar

por si solo pasado, presente y futuro fue el

de una grandísima actriz, Meryl Streep, que

puso más inteligencia, emoción y clase que

cualquier aspirante a su inalcanzable trono.

Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera,

radiante con su tercer Oscar en la mano,

bromeando sobre los zapatos de Ferragamo

que vestía en un guiño a su personaje en La

dama de hierro

Los premios de interpre-

tación son curiosos. En los

últimos años, los Oscar con-

sideran las mejores inter-

pretaciones aquellas que te

permiten comparar con la co-

pia con el original. Es decir,

carecen de capacidad de ab-

stracción. Marion Cotillard

haciendo de Edit Piaff, Helen

Mirren de la reina Isabel de

Inglaterra, Colin Firth de

su padre Jorge, Reese With-

erspoon como June Carter,

sufrida esposa de Johnny

Cash; Jamie Foxx como Ray

Charles, Charlize Theron.

Puede que Viola Davis in-

terrumpa la tradición y no

gane Michelle Williams por

su Marilyn o Meryl Streep,

que ya ha sumado 17 nomi-

naciones, por su recreación

de Margaret Thatcher. Esta

última no ha podido ser más

oportuna. Hasta el gobierno

argentino ha recuperado las

reivindicaciones sobre las

Malvinas como si quisiera

sumarse a este homenaje la-

tente a la Dama de Hierro. Es

una lástima que no esté nomi-

nado el estupendo actor Mi-

chael Fassbender.

✳LA INVENCIÓN DE HUGOGanadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que ago-niza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Por mucho que intente disimularlo, Holly-

wood está perdido. Su reloj ya no funciona y

en esta salvaje reconversión nadie sabe qué

le espera. La invención de Hugo, ganadora

de cinco oscars técnicos, también bebe de ese

dolor y por eso, como señal inequívoca de los

hombres en el lecho de muerte.

“El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resum-ido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner”

DAVID TRUEBA

4 5

Page 23: Reportaje oscar

2| WFellas

OSCARSTHE

2012

8 4 T H A C A D E M Y A W A R D S

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera.

por Pablo Plaza (Granada)Fotos: Juan Yunquera

Page 24: Reportaje oscar

3|WFellas

Uggie, el perro de The Artist, y Jean Dujardin celebran la estatuilla a “Mejor Actor”; una de los 5 que cosechó anoche.

Page 25: Reportaje oscar

4| WFellas

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozudamente a los valores seguros del cine que cono-

cemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la do-lorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adap-tarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera pe-lícula no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista.

Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez. El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una ma-nera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Ko-dak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar

a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio. Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingo-bernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente.

“Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentar-nos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente disimularlo, Ho-llywood está perdido. Su reloj ya no fun-ciona y en esta salvaje reconversión nadie

sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”). Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquiera.

Un Oscar para un mundo que agoniza

The Artist cuenta algo que ni es ama-ble ni es sencillo.[ ]

Page 26: Reportaje oscar

“Los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar la copia con el original” por David Trueba

Puede que Viola Davis interrumpa la tra-dición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Mar-garet Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este ho-menaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarna-ba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes.

Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aque-lla frase que la hizo célebre: There Is No Alter-native. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya in-terpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a al-guien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las me-jores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wour-nos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virgi-nia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Un Oscar para un mundo que agoniza

Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Os-car en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”. Es im-posible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Bor-da al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

1

Page 27: Reportaje oscar

2 MARZO 2012- SQUY - ESPECIAL OSCAR

El fin de una eraUNA NOCHE NOSTÁLGICA QUE RECUERDA TIEMPOS MEJORES EN HOLLYWOOD, COMO NO PODÍA SER DE OTRO MODO, RECONOCE

ESTE MENSAJE EN “THE ARTIST”

Una contradicción de fondo pe-sará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se

aferró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a “The artist”, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adap-tarse. Recordemos que The artist, ese filme en-cantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la prime-ra película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi in-audibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le repli-ca George Valentine (Jean Dujardin), prescindi-ble estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana:

“Enfrentarnos a un mundo cuya tecnología

cambia demasiado rápido”

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en “The artist” una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mu-cho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del tea-tro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gi-

gante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo fran-cés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra nor-malmente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presen-tación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado por-que, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuel-ta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y opti-mista, en el camino sin retorno del presente.

UN MUNDO QUE AGONIZAPor mucho que intente disimularlo, Hollywood

está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta sal-vaje reconversión nadie sabe qué le espera. “La invención de Hugo”, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mun-do que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la panta-lla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

LA EMOCIÓN EN PERSONA: Meryl Streep

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cual-quier aspirante a su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los

zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en “La dama de hierro”, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

VETERANÍA: Christopher Plummer

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre im-pecable. Borda al padre homosexual de Ewan

Jean Dujardin y “Uggi” recogen el

premio al Mejor Actor por “The Artist”

Cinema News GALA OSCAR 2012

POR PILAR TREVIÑO

Page 28: Reportaje oscar

ESPECIAL OSCAR - SQUY - MARZO 2012 3

McGregor en “Beginners”, cuyo cáncer ter-minal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gil-bert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgu-lloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

Un momento de la gala: Spielberg y la “acomodadora”, quien en un guiño al pasado, ofrece al Director de cine

unos dulces ante su sorpresa de éste.

Page 29: Reportaje oscar

4 MARZO 2012- SQUY - ESPECIAL OSCAR

And the goes to...

MEJOR ACTRIZMEJOR ACTRIZ DE REPARTO

“The Artist” al com-pleto. Se llevó cinco de los diez Oscar a los que

aspiraba.

A la derecha, Meryl Streep, emocionada, se

lleva su tercer Oscar. Han tenido que pasar casi

treinta años.

A la izquierda, Octavia Spencer no puede evitar

sus lágrimas al recoger su primer Oscar por “Criadas

y Señoras”

Page 30: Reportaje oscar

ESPECIAL OSCAR - SQUY - MARZO 2012 5

And the goes to...TRUEBA, SIN OSCAR

“Los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar la copia con el original”

Los premios de inter-pretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretacio-nes aquellas que te per-miten comparar la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de In-glaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyec-ción letal Aileen Wour-nos, Philip Seymour Hoffman como el es-critor Truman Capote, Nicole Kidman como

Virginia Wolff, Julia Ro-berts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dic-tador Idi Amin. Todos premiados con la esta-tuilla en años recientes.Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Wi-lliams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominacio-nes, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha po-dido ser más oportuna. Hasta el gobierno ar-gentino ha recuperado las reivindicaciones so-bre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es

una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassben-der, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarna-ba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatche-ristas. Lo cual nos lleva a pensar que son pre-miables las recreacio-nes de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las acade-mias, porque en cier-tos casos el espectador puede sufrir una acu-sada subida de azúcar.El verdadero legado

de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una espe-cie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación es-tuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su sig-nificado. “No hay alter-nativa”. Nuestros diri-

gentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar tam-bién puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gober-nar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor

MEJOR ACTOR DE REPARTO

J-LO Y CAMERON: La nota sexy la pusie-

ron ellas

Page 31: Reportaje oscar

the artist, la gran triunfadora de la

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Án-

geles. Mientras la gala se aferró tozuda-mente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, direc-ción, actor, música y vestuario) a The ar-tist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe

adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor

(John Goodman) al saberse útil otra vez.El astuto olfato de Harvey Weinstein de-tectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gi-gante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ova-cionaba al equipo francés sabía que solo

1

Page 32: Reportaje oscar

the artist, la gran triunfadora de la

Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmen-te vedada a todo cine que no sea propio.Descubrió The artist días antes de su pre-sentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin pala-bras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos

demasiado daño, de una manera sim-ple y optimista, en el camino sin retor-no del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.Por mucho que intente disimularlo, Ho-llywood está perdido. Su reloj ya no fun-ciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, tam-

bién bebe de ese dolor y por eso, como se-ñal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Bi-lly Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) Si la noche de los Oscar tuvo un rostro ca-paz de convocar por si solo pasado, presen-te y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a

2

Page 33: Reportaje oscar

3

Page 34: Reportaje oscar

su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su ter-cer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un gui-ño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre ho-mosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consi-deran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la co-pia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Fir-th de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Jo-hnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Tru-man Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la aboga-da Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

4

“los oscar consideran las mejores interpretaciones, aquellos que te permiten comparar la copia con el original”

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Ma-rilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Marga-ret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupen-do actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde en-carnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni dema-siado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las acade-mias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resu-mido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nomina-da Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor

Page 35: Reportaje oscar

2

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Os-car, celebrada el do-mingo en Los Ángeles.

Mientras la gala se aferró tozuda-mente a los valores seguros del cine que conocemos, los acadé-micos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contra-rio: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa en-crucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obte-ner el máximo reconocimiento),

The ArtistARRASAUNA NOCHE PREVI-SIBLE, EN LA QUE LA PELÍCULA, MUDA Y EN BLANCO Y NEGRO, SE LLEVÓ CINCO PRE-MIOS.

Irene Valiente

CULTURA

en los Oscar

Page 36: Reportaje oscar
Page 37: Reportaje oscar

4

acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protago-nista. Ese “with pleasure” (con mu-cho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescin-dible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al sa-berse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weins-tein detectó en The artist una ma-nera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El produc-tor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del tea-tro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el do-mingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ova-cionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su pre-sentación en el festi-val de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa

después de un pase privado por-

que, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin ha-cernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada maña-na: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápi-do”.

Por mucho que intente disimular-lo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta sal-vaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técni-cos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muer-te, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irre-gular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las pelí-culas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pa-sado, presente y futuro fue el de una grandísima

actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanza-ble trono. Vestida de estatuilla, o

de lo que ella quiera, radian-te con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su per-sonaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y desean-do beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la his-toria invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nun-ca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como

es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hom-bre impecable. Borda al padre ho-mosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que apren-dió en los cine de tarde de su Que-bec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedi-cado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión, nadie sabe qué le espera.

Page 38: Reportaje oscar

Los pre-mios de interpre-t a c i ó n

son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores inter-

pretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abs-tracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nico-le Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Broc-kovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la

tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recu-perado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera s u - marse a este

homena-je la-

tente a la

D a m a de Hie-

r r o . Es una lásti-ma que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente tor-

turado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afi-ladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tan-to que se convirtió en un sello, una es-pecie de mantra resumido en las inicia-les: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han he-cho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que repro-ducir a alguien conocido, quizá gober-nar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor

“Los Oscar con-

sideran las mejo-res interpretaciones aquellas que te per-miten comparar la

copia con el ori-ginal”

David Trueba

Page 39: Reportaje oscar

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de

los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se afe-

rró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor pelí-cula, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encruci-jada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse.

Recordemos que The artist, ese fil-me encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mu-cho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Good-man) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein de-tectó en The artist una manera amable y sen-cilla de contarle al mundo algo que ni es ama-ble ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por

O S C A R2 0 1 2

el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmen-te vedada a todo cine que no sea propio.

D e s c u -brió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la car-tera sobre la mesa des-pués de un pase privado porque, se-gún explicó más tarde, e n c o n t r ó en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weins-

Un mundo que agoniza

1

Page 40: Reportaje oscar

tein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia muy rápido”.

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención

de Hugo, ganado-ra de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mun-do que agoniza. Hasta un irregu-lar Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las pelí-culas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, pre-sente y futuro fue

el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier as-pirante a su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar

en la mano, bromeando so-bre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hie-rro, Margaret Thatcher, y de-seando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la his-toria invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por he-cho. “Ayer leía en casa un poe-ma que ahora mismo he re-cordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El ac-tor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

“Los Oscar consideran las mejores in-terpretaciones aquellas que te permi-ten comparar la copia con el original”

SCRANCH MAGAZINE

2

Page 41: Reportaje oscar

3

ALGUNA VEZ, PARECE DECIRSE, HOLLYWOOD FUE UNA VERDADERA MÁQUINA DE INVENTAR SUEÑOS; ALGUNA VEZ, EXISTIERON ALGUNOS PRODIGIOSOS PROFESIO-NALES QUE CONVIRTIE-RON CUALQUIER PANTA-LLA EN EL LUGAR DONDE HABITA LA MAGIA.

F otogalería

Page 42: Reportaje oscar

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te

permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isa-bel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Car-ter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Ai-leen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Ro-berts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tra-dición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha su-mado 17 nominaciones, por su recrea-ción de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las rei-vindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente

a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Mi-chael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de ham-bre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni de-masiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el es-pectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de man-tra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación es-tuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes prin-cipales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor .

El corolario es rotundo: se impone el pasado. Y, abrumado-ramente, el pasado que tiene que ver con los años dorados del cine. Por Víctor Ruiz-Alejos

El ÉXITO INMORAL de la

COPIA BURDA

SCRANCH MAGAZINE

Page 43: Reportaje oscar

tambiénEl perrose llevó un premio

Todo un galán

Ana Segura Sáez

Uggie, es el verdade-ro nombre del perrito. Su brillante actuacón en la película “The Artist” fue recompensada siendo elegido Mejor Actor Ca-nino. El premio lo recibió su entrenador, Omar Von Muller, quien dijo de su mascota “es un gran in-térprete”. Por supuesto, no lo ponemos en duda. Uggie se comportó per-fectamente durante toa la gala. Vesrido con una simple pajarita ne-

gra con collar y correa a juego, el perrito derro-chaba elegancia y gla-mour por todas partes.

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozu-damente a los valores seguros del cine que co-nocemos, los académi-cos premiaron con cinco

oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa en-crucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recor-demos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no so-nora que obtiene el pre-mio desde 1928 y la pri-

Jean Dujardin, protagonista de “The Artist”, y Uggie durante la gala.

2

Page 44: Reportaje oscar

mera no anglosajona en obtener el máximo reco-nocimiento), acaba con unas casi inaudibles pala-bras de fondo de su pro-tagonista. Ese “with plea-sure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujar-din), prescindible estrella del cine pasado, a su pro-ductor (John Goodman) al saberse útil otra vez.El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera ama-ble y sencilla de contarle al mundo algo que ni es

amable ni mucho me-nos sencillo. El productor y distribuidor estadouni-dense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llama-do Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el do-mingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacio-naba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triun-far a un filme extranjero en una tierra normal-mente vedada a todo

cine que no sea propio.Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, se-gún explicó más tarde, encontró en ella una his-toria que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secre-to de The artist no es su za-lamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin ha-cernos demasiado daño, de una manera simple y

Jean Dujardin, protagonista de “The Artist”, y Uggie durante la gala.

optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afec-ta cada mañana: en-frentarnos a un mundo cuya tecnología cam-bia demasiado rápido”.Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta sal-vaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ga-nadora de cinco oscars

Emocionados tras los premios

Page 45: Reportaje oscar

técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el le-cho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Has-ta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chis-te (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la panta-lla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pa-sado, presente y futuro fue el de una grandísi-ma actriz, Meryl Streep, que puso más inteligen-cia, emoción y clase que

cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Ves-tida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret That-cher, y deseando beber-se “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mis-mo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reco-nocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre homo-sexual de Ewan McGre-gor en Beginners, cuyo cáncer terminal inter-preta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec na-tal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronun-ció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgullo-so”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

Los elegidos como mejores actores: Meryl Streep y Jean Dujardin

4

Page 46: Reportaje oscar

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten com-parar con la copia con el origi-nal. Es decir, carecen de capa-cidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Withers-poon como June Carter, su-frida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la eje-cutada con inyección letal Ai-leen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kid-

man como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.Puede que Viola Davis inte-rrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Ma-rilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Has-ta el gobierno argentino ha recuperado las reivindicacio-nes sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este home-naje latente a la Dama de Hie-

rro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la pelí-cula donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvaje-mente torturado que murió en huelga de hambre en los presi-dios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premia-bles las recreaciones de per-sonajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edul-coración que aceptan las aca-demias, porque en ciertos ca-sos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.El verdadero legado de la That-

cher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resu-mido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya inter-pretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá go-bernar también podría ser algo más que aceptar el darwi-nismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

“Los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas

que te permiten comparar la copia con el original”

David Trueba

Peggy y Gustavo tampoco faltaron a la ceremonia

Page 47: Reportaje oscar

THE ARTIST SILENCIA HOLLYWOOD

Por Arturo Tena

La película francesa, muda y en blanco y ne-gro, se erige como la gran triunfadora de esta 84 ºedición de los

premios Oscar

Una contradicción de fondo pesará so-bre la 84ª edición de los Oscar, cele-brada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozuda-mente a los valores seguros del

cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llega-da del sonoro, solo cabe adaptarse.Recordemos que “The artist”, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera pelícu-la no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglo-sajona en obtener el máximo reco-nocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasu-re” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), pres-cindible estrella del cine pasado, a su pro-ductor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

Page 48: Reportaje oscar

THE ARTIST SILENCIA HOLLYWOOD

El actor Jean Dujardin en el mo-memnto de recibir su premio al Mejor Actor.

Oscar 2012

Page 49: Reportaje oscar

Una contradicción de fon-do pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró to-zudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos

premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje úl-timo es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio des-de 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máxi-mo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles pa-labras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su pro-ductor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The ar-tist una manera amable y sencilla de contarle al mun-do algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Ko-dak, ese gigante arruinado por el digital) donde se cele-bró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme ex-tranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después

de un pase privado porque, según explicó más tarde, en-contró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pa-sado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin re-torno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje recon-versión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una gran-dísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanza-ble trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromean-do sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Mar-garet Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Oscar 2012

3

Page 50: Reportaje oscar

Oscar 2012

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores in-

terpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Fir-th de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Ca-pote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos pre-miados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradi-ción y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno ar-gentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender,

pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los pre-sidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siem-

pre que no sean ni demasiado afiladas ni demasia-do sangrantes. Habría que estudiar el grado

de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador pue-

de sufrir una acusada subida de azúcar.El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo cé-lebre: There Is No Alternative.

Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido

en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada

Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nues-

tros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gobernar tam-bién podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Por David Trueba

4

"Los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten com-parar la copia con el original"

Page 51: Reportaje oscar

REPORTAJE

LA DAMA UNIDA AL BLANCO Y NEGRO

Page 52: Reportaje oscar

LA DAMA UNIDA AL BLANCO Y NEGRO

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier as-pirante a su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recor-dado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Page 53: Reportaje oscar

Karla María Simoes Oviedo

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala

se aferró to-z u d a m e n t e a los valores seguros del cine que co-nocemos, los a cadém i co s premiaron con cinco oscars (mejor pelícu-la, dirección, actor, música y vestuario) a The ar-tist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse.

“The Artist” una pelicula triunfadora

Recordemos que The artist, ese filme encanta-dor, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo re-conocimiento), acaba con unas casi inaudibles pala-bras de fondo de su protagonista.

Una vuelta al pasado

Descubrió The artist días antes de su presenta-ción en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, en el ca-mino sin retorno del presente. “Esta historia lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Un equipo al completo

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sen-cillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacio-naba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

El rival técnico de “The Artist”

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars téc-nicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crys-tal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Una gala octogenaria

Es imposible no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de

Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

Page 54: Reportaje oscar

“INTERPRETAR PUEDE SER ALGO

MAS QUE REPRODUCIR A

ALGUIEN CONOCIDO”

David Trueba

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las me-jores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Co-tillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, su-frida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Sey-mour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobier-no argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni de-masiado sangrantes. Habría que estudiar el gra-do de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador puede su-frir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aque-lla frase que la hizo célebre: There Is No Alterna-tive. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alterna-tiva”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también pue-de ser algo más que reproducir a alguien conoci-do, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

La gala en imágenesLOS MEJORES MOMENTOS

1. EL MEJOR ESPECTÁCULO

Cirque Du Soleil: Un inicio con mucha altura

2. LOS MAS DIVERTIDOS

La rana Gustavo comentando la gala con Peggy

3. LOS MAS GLAMUROSOS

Ellas de “Blanco” y Ellos de “Negro”

4. LAS MAS EMOTIVAS

Una gala de sonrisas y lágrimas

Page 55: Reportaje oscar

Los OSCAR de 2012: l a n o c h e d e The Artist

Un oscar para una era que agonizaUna contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles.

Mientras la gala se aferró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premia-

ron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último

es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la

llegada del sonoro, solo cabe adaptarse.

1

Page 56: Reportaje oscar

Los OSCAR de 2012: l a n o c h e d e The Artist

Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y

negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglo-sajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valenti-ne (Jean Dujardin), prescindi-ble estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distri-buidor estadounidense no es-taba en la foto final del teatro

(qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de bu-tacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weins-tein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a

todo cine que no sea propio.Descubrió The artist días antes de su presentación en el festi-val de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin pala-bras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable

paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin re-torno del presente. “Esta histo-ria”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a to-dos, que a mí mismo me afec-ta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.Por mucho que intente disi-mularlo, Hollywood está per-dido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La in-vención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muer-te, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el mó-vil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca es-tos tiempos.

Una película muda, en

blanco en negro y en forma-

to 4:3. Una apuesta suicida

que apunta a convertirse en

la primer película muda en

ganar un Oscar desde... la

primer película en ganar un

Oscar (Alas, 1929).

2

Page 57: Reportaje oscar

Los OSCAR de 2012: los protagonistas

Meryl Streep,

una vez más

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro ca-

paz de convocar por si solo pasado, presen-

te y futuro fue el de una grandísima actriz,

Meryl Streep, que puso más inteligencia,

emoción y clase que cualquier aspirante a

su inalcanzable trono. Vestida de estatui-

lla, o de lo que ella quiera, radiante con

su tercer Oscar en la mano, bromeando

sobre los zapatos de Ferragamo que ves-

tía en un guiño a su personaje en La dama

de hierro, Margaret Thatcher, y deseando

beberse “dos güisquis” de un trago, Streep

habló de acabar de una vez con “la historia

invisible de las mujeres” y de saber vivir

sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía

en casa unDavid Trueba poema que aho-

ra mismo he recordado, decía: ‘es extra-

ño estar aquí, como es extraño volver”.

3

Page 58: Reportaje oscar

Los OSCAR de 2012: los protagonistas

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores inter-pretaciones aquellas que te permiten comparar con

la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen

Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida

esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal

Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia

Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en

años recientes.Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane

Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret

Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindica-ciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que

no esté nominado el estupendo actor Michael Fassben-der, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde

encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premia-bles las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Ha-bría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las

academias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió

tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día

como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que repro-ducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear

con arrojo por un mundo mejor.

“Los Oscar consideran las mejores interpretaciones

aquellas que te permiten comparar la copia con el

original”Es imposible no admirar a una

mujer de su talla, como es difícil

no reconocer que a sus 82 años

Christopher Plummer es un hom-

bre impecable. Borda al padre ho-

mosexual de Ewan McGregor en

Beginners, cuyo cáncer terminal

interpreta con la clase que apren-

dió en los cine de tarde de su Que-

bec natal, donde veía películas de

Pierre Brasseur y Lewis Gilbert.

El actor pronunció un discurso

dedicado a su hija Amanda (“de

la que estoy tan orgulloso”) y a su

mujer (“que me salva cada día”).

4

TRUEBA

Page 59: Reportaje oscar

® 2012OSCARS

THE

1

Page 60: Reportaje oscar

"the Artist"Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar,

celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozu-

damente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos

premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y

vestuario) a THE ARTIST, cuyo mensaje último es el contrario: el final

de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que

supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The

artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que

ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que ob-

tiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el

máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de

fondo de su protagonista.

2

CULTURA

Page 61: Reportaje oscar

El astuto olfa-

to de Harvey

Weinstein detectó

en The artist una

manera amable y

sencilla de contarle

al mundo algo que

ni es amable ni mu-

cho menos sencillo.

El productor y dis-

tribuidor estadouni-

dense no estaba en

la foto final del tea-

tro donde se celebró

el domingo la cere-

monia. Ni falta que

hacía.

Descubrió The ar-

tist días antes

de su presentación en el

festival de Cannes. Puso

la cartera sobre la mesa

después de un pase pri-

vado porque, según ex-

plicó más tarde, encon-

tró en ella una historia

que sin palabras se atre-

vía a enunciar algo uni-

versal: el ingobernable

paso del tiempo. El se-

creto de The artist no es

su zalamera vuelta al pa-

sado, sino que nos pone

sin hacernos demasiado

daño, de una manera

simple y optimista, en el

camino sin retorno del

presente. “Esta histo-

ria”, ha dicho Weinstein,

“lidia con algo que nos

afecta a todos, que a mí

mismo me afecta cada

mañana: enfrentarnos a

un mundo cuya tecno-

logía cambia demasiado

rápido”.

Si la noche de los

Oscar tuvo un ros-

tro capaz de convocar

por si solo pasado, pre-

sente y futuro fue el de

una grandísima actriz,

Meryl Streep, que puso

más inteligencia, emo-

ción y clase que cualquier

aspirante a su inalcanza-

ble trono. Vestida de es-

tatuilla, o de lo que ella

quiera, radiante con su

tercer Oscar en la mano,

bromeando sobre los za-

patos de Ferragamo que

vestía en un guiño a su

personaje en La dama de

hierro, Margaret That-

cher, y deseando beber-

se “dos güisquis” de un

trago, Streep habló de

acabar de una vez con

“la historia invisible de

las mujeres” y de saber

vivir sin dar nunca nada

por hecho.

María Ortiz

CULTURA

3

Page 62: Reportaje oscar

CULTURA

Identidad de la copia: copia VS original

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran

las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar la copia con el original.

Es decir, carecen de capacidad de abstracción.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn

o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret That-

cher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recupe-

rado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje

latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor

Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a

Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en

los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreacio-

nes de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado san-

grantes.

María Ortiz 4

Page 63: Reportaje oscar

THE ARTIST | 1

Page 64: Reportaje oscar

AND THE OSCARGOES TO...THE

ARTISTUna gran contradicción de fondo pesará en la 84ª edición de los Oscar. The Artist arrasa en la gala con cinco estatuillas. Un filme mudo, en blanco y negro que ha enamorado a la alfombra roja: Oscar a mejor película, mejor director, mejor actor, mejor vestuario y mejor banda sonora son, sin lugar a duda, la mejor carta de presentación.

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Os-car, celebrada el do-mingo en Los Ánge-les. Mientras la gala se aferró tozudamente a

los valores seguros del cine que conocemos, los académicos pre-miaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, músi-ca y vestuario) a The artist, cuyo

mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa en-crucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sono-ra que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajo-

na en obtener el máximo reco-nocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with plea-sure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey

THE ARTIST | 2

Page 65: Reportaje oscar

The Artist

“LOS OSCAR CONSIDERAN LAS MEJORES INTERPRETACIONES AQUELLAS QUE PERMITEN COMPARAR LA COPIA CON

EL ORIGINAL” por DAVID TRUEBA.

Los premios de interpreta-ción son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten compa-rar con la copia con el

original. Es decir, carecen de ca-pacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isa-bel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Withers-poon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nico-le Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis inte-rrumpa la tradición y no gane

Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha suma-do 17 nominaciones, por su re-creación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobier-no argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvi-nas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre sal-vajemente torturado que murió en huelga de hambre en los pre-sidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premia-bles las recreaciones de perso-najes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni dema-siado sangrantes. Habría que es-tudiar el grado de edulcoración

que aceptan las academias, por-que en ciertos casos el espec-tador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la That-cher es hoy aquella frase que

la hizo célebre: There Is No Al-ternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una espe-cie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a al-guien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

DAVID TRUEBA

Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos senci-llo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casua-lidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovaciona-ba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presentación en el fes-

tival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según ex-plicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiem-po. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “li-dia con algo que nos afecta a to-dos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente disimu-larlo, Hollywood está perdido.

Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal in-equívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al pa-dre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

FERNANDO RODRÍGUEZ F,DEZ

THE ARTIST | 3

Page 66: Reportaje oscar

Los Oscar, en imagenes:El mismo número de estatuillas, cinco, pero con un claro vencedor. Lo que comenzó de forma muy prometedora para Martín Scorsese y La invención de Hugo se convirtió en la gran noche de The Artist.

1

2

3 4

5

6 7

Page 67: Reportaje oscar

EL TRIUNFO DE LO DIFERENTE

The Artist fue la gran vencedora de los Oscars tras conseguir cinco estatuillas de las siete a la que optaba. La otra protagonista fue Meryl Streep, que volvía a co-

ronarse tres años después.

TEXTO VÍCTOR M. DEL RÍO ROBLES

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozu-

damente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor pelí-cula, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que ob-tiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El productor y distribui-dor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arrui-nado por el digital) donde se celebró el domingo la cere-monia. Ni falta que hacía. Con estos galardones, el cine ve como se produce un cambio. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

LOS OSCARS 2012

1 | MARZO 2012 | ESPECIAL OSCARS

Page 68: Reportaje oscar

“Los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten com-parar la copia con el original”

David Trueba

ESPECIAL OSCARS |MARZO 2012 | 2

Page 69: Reportaje oscar

3 | MARZO 2012 | ESPECIAL OSCARS

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa des-pués de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”. Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje recon-versión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evi-tar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca

estos tiempos. Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapa-tos de Ferragamo que vestía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: “es extraño estar aquí, como es extraño volver”. El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El pro-

Page 70: Reportaje oscar

ESPECIAL OSCARS |MARZO 2012 | 4

ductor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domin-go la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio. Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plum-mer es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal in-terpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

David Trueba

“LOS OSCARS VUELVEN A ROMPER LOS MOLDES”

Los premios de interpretación son curiosos. En los últi-mos años, los Oscar consideran las mejores interpreta-ciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abs-tracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufri-da esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Char-les, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whi-taker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera su-marse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Mi-chael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá go-bernar también podría ser algo más que aceptar el darwi-nismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Page 71: Reportaje oscar

Un Oscar para un mundo que agoniza Una contradic-

ción de fondo pesará sobre la 84ª edición de

los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozudamente a los valo-res seguros del cine que conocemos, los académi-cos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la do-lorosa encrucijada que supuso la llegada del so-noro, solo cabe adaptar-se. Recordemos que The artist, ese filme encanta-

dor, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Ho-llywood (es la primera película no sonora que obtiene el pre-mio desde 1928 y la p r i m e -ra no anglo -sajona en ob-tener el máximo r e c o n o -c i m i e n to ) , acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protago-nista. Ese “with pleasu-re” (con mucho gusto) que le replica George Va-

lentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su pro-ductor (John Goodman)

al saberse útil otra vez.El astuto olfato

de Harvey Weinstein

detectó en The a r t i s t u n a m a -n e r a

a m a b l e y sencilla

de contarle al mundo algo

que ni es amable ni mu-cho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no es-taba en la foto final del

teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equi-po francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea pro-pio.

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, en-

Por Nerea Zusberro

-17- Cinéfagos

Page 72: Reportaje oscar

contró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo univer-sal: el ingobernable paso

del tiempo. El secreto de The artist no es su vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos dema-siado daño, de una mane-ra simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente di-simularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje

reconversión nadie sabe qué le espera. La inven-ción de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal in-equívoca de los hombres en el lecho de muerte, in-voca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo prefiero la panta-

“Los Oscars consideran las mejores interpreta-ciones aquellas que te permiten comparar la copia con el original”

La noche de los OSCARS

Octavia Spencer, emociona-da al recibir el premio a la

mejor actriz secundaria

Jean Dujardin puso el toque de humor a la ceremonia.

Page 73: Reportaje oscar

lla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pa-sado, presente y futuro fue el de una grandísi-ma actriz, Meryl Streep, que puso más inteligen-cia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Ves-tida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferraga-mo que vestía en un gui-ño a su personaje en La dama de hierro, Marga-ret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que aho-ra mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admi-rar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plum-mer es un hombre im-pecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal in-terpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronun-ció un emotivo discurso dedicado a su hija Aman-da (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mu-jer (“que me salva cada día”).

And the winner is... Michel Hazanavicius se llevó la estatuilla al mejor director por la película “The Artist”, la gran triun-

fadora de la gala dorada.

Meryl Streep -mejor actriz- y Jean Dijardin -mejor actor- comparten emoción e instantánea en los Oscars.

Page 74: Reportaje oscar

No hay alternativaPor David Trueba

La noche de los OSCARS

Penélope Cruz otorgó el premio a Mejor Música original a Ludovic Bource, por

su trabajo en “The Artist”.

-20- Cinéfagos

Los premios de inter-pretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las me-jores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de In-glaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman

como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Ju-lia Roberts como la abo-gada Erin Brockovich, Sean Penn como el po-lítico Harvey Milk y Fo-rrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la esta-tuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Wi-lliams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominacio-nes, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha po-dido ser más oportuna. Hasta el gobierno ar-

argentino ha recuperado las reivindicaciones so-bre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté no-minado el estupendo ac-tor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bo-bby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreacio-nes de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes.

Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las acade-mias, porque en cier-tos casos el espectador puede sufrir una acu-sada subida de azúcar.El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternati-ve. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las inicia-les: TINA. Y no Tina Tur-ner, por cuya interpre-tación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros di-rigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar tam-bién puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gober-nar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Page 75: Reportaje oscar

2 ECLECTIC MAG

84 EDICIÓN DE LOS PREMIOS

OSCAR

ª

silencia HollywoodThe Artist

Cinco estatuillas se lleva para Francia la primera película muda en ganar desde 1929. Entre ellas, las joyas de la coro-na: Mejor película, director y actor.

Por Óscar Smith Una contradicción de fondo pe-sará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en

Los Ángeles. Mientras la gala se aferró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor pe-lícula, dirección, actor, música y vestua-rio) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa en-crucijada que supuso la llegada del so-noro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que

ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo re-conocimiento), cuyo mensaje último es el contrario: acaba con unas casi inaudi-bles palabras de fondo de su protagonis-ta. Ese “with pleasure” (con mucho gus-to) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein de-tectó en The artist una manera amable y

^

2 ECLECTIC MAG

Page 76: Reportaje oscar

ECLECTIC MAG

Jean Dujardin, alegre en inglés, exultante en francés, salio al escena-rio a recoger el Oscar a Mejor Actor acompaña-do por la mascota del film.

Page 77: Reportaje oscar

Descubrió The artist días antes de su pre-sentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin pala-bras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple

y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weins-tein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente disimularlo, Ho-llywood está perdido. Su reloj ya no fun-ciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, tam-bién bebe de ese dolor y por eso, como se-ñal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregu-lar Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el mó-vil, pero yo prefiero la pantalla grande).

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, pre-sente y futuro fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inte-ligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Ves-tida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferraga-mo que vestía en un guiño a su personaje

“Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: es extra-ño estar aquí, como es extraño volver”. Meryl Streep

en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por he-cho. “Ayer leía en casa un poema que aho-ra mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre homo-sexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la cla-se que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, bromeando sobre los zapa-tos de Ferragamo, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sen-cilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Kodak, ese gi-gante arruinado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme extranjero en una tierra nor-malmente vedada a todo cine que no sea

^

“Nos enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápi-do”. H. Weinstein

1

2

4 ECLECTIC MAG

REPORTAJE

Page 78: Reportaje oscar

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores in-

terpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstrac-ción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Ai-leen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Ro-berts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recrea-ción de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las rei-vindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Mi-chael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemen-te torturado que murió en huelga de ham-bre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni de-masiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el es-pectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes prin-cipales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

David Trueba

1. Michel Hazanavicius recogien-do el galardón a mejor director por ’The Artist’.2. Meryl Streep con el Oscar de ’La dama de hierro’, el tercero de su carrera.3. Christopher Plummer con-siguió el Oscar a mejor actor secundario por su papel en ’Beginners’.4. Billy Crytal, presentador de los OSCAR 2012, dio la bienve-nida a la gala con unos minutos musicales.5. El Circo del Sol realizó un acrobático número en el Kodak Theatre.

3

5

4

ECLECTIC MAG 5

OSCAR 2012

Page 79: Reportaje oscar

ESPECIAL PREMIOS OSCAR 2012

Una contradicción de fondo pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domin-go en Los Ángeles. Mientras la gala se afe-

rró tozudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensaje último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supuso la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse.

Recordemos que The artist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha he-cho historia en Hollywood (es la primera pelícu-la no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máximo reconocimiento), acaba con unas casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al sa-berse útil otra vez.

El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadouniden-se no estaba en la foto final del teatro (qué ca-sualidad, antes llamado Kodak, ese gigante arrui-nado por el digital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme ex-tranjero en una tierra normalmente vedada a todo cine que no sea propio.

Descubrió The artist días antes de su presentación en el festival de Cannes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo univer-sal: el ingobernable paso del tiempo.

El inexorable paso del tiempoAna Marta Ramos

Page 80: Reportaje oscar
Page 81: Reportaje oscar

El secreto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el camino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecnología cambia demasiado rápido”.

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconversión nadie sabe qué le espera. La invención de Hugo, ganadora de cinco os-cars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muerte, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irregular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las películas en el móvil, pero yo pre-fiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.

Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y fu-turo fue el de una grandísima actriz, Meryl Streep, que puso más inteligencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su inalcanzable trono. Vestida de estatuilla, o de lo que ella quiera, radiante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que ves-tía en un guiño a su personaje en La dama de hierro, Margaret Thatcher, y deseando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.

Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reconocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mu-jer (“que me salva cada día”).

Meryl Streep y Jean Dujardin

Page 82: Reportaje oscar

Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las me-

jores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, Helen Mirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su pa-dre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Sey-mour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman como Virginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tradición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recreación de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobier-no argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje latente a la Dama de Hierro. Es

una lástima que no esté nominado el estupen-do actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente tor-turado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las recreaciones de perso-najes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que es-tudiar el grado de edulcoración que aceptan las academias, porque en ciertos casos el especta-dor puede sufrir una acusada subida de azúcar.

El verdadero legado de la Thatcher es hoy aque-lla frase que la hizo célebre: There Is No Alterna-tive. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su significado. “No hay alterna-tiva”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también pue-de ser algo más que reproducir a alguien conoci-do, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

GALERÍA DE FOTOS

David Trueba

OPINIÓN

Page 83: Reportaje oscar
Page 84: Reportaje oscar

The Oscars

2012 Los premios de interpretación son curiosos. En los últimos años, los Oscar consideran las mejores interpretaciones aquellas que te permiten comparar con la copia con el original. Es decir, carecen de capacidad de abstracción. Marion Cotillard haciendo de Edit Piaff, HelenMirren de la reina Isabel de Inglaterra, Colin Firth de su padre Jorge, Reese Witherspoon como June Carter, sufrida esposa de Johnny Cash; Jamie Foxx como Ray Charles, Charlize Theron como la ejecutada con inyección letal Aileen Wournos, Philip Seymour Hoffman como el escritor Truman Capote, Nicole Kidman comoVirginia Wolff, Julia Roberts como la abogada Erin Brockovich, Sean Penn como el político Harvey Milk y Forrest Whitaker como el dictador Idi Amin. Todos premiados con la estatuilla en años recientes.

Puede que Viola Davis interrumpa la tra-dición y no gane Michelle Williams por su Marilyn o Meryl Streep, que ya ha sumado 17 nominaciones, por su recrea-ción de Margaret Thatcher. Esta última no ha podido ser más oportuna. Hasta el gobierno argentino ha recuperado las reivindicaciones sobre las Malvinas como si quisiera sumarse a este homenaje

latente a la Dama de Hierro. Es una lástima que no esté nominado el estupendo actor Michael Fassbender, pero ya no tuvo suerte con Hunger, la película donde encarnaba a Bobby Sands, aquel hombre salvajemente torturado que murió en huelga de hambre en los presidios thatcheristas. Lo cual nos lleva a pensar que son premiables las re-

creaciones de personajes reales siempre que no sean ni demasiado afiladas ni demasiado sangrantes. Habría que estudiar el grado de edulcoración que aceptan las acade-mias, porque en ciertos casos el espectador puede sufrir una acusada subida de azúcar.El verdadero legado de la Thatcher es hoy aquella frase que la hizo célebre: There Is No Alternative. Lo repitió tanto que se convirtió en un sello, una especie de mantra resumido en las iniciales: TINA. Y no Tina Turner, por cuya interpretación estuvo nominada Angela Basset en su día como tocaba, sino por su signi-ficado. “No hay alternativa”. Nuestros dirigentes principales han hecho suya esta divisa. Pero si interpretar también puede ser algo más que reproducir a alguien conocido, quizá gobernar también podría ser algo más que aceptar el darwinismo social sin pelear con arrojo por un mundo mejor.

Page 85: Reportaje oscar
Page 86: Reportaje oscar

Los oscars se callanLos oscars premian el cine mudo. The Artist se corona como un film que supone el fin de un época, para dar pasa a otra nueva a la que habrá que adaptarse si se quiere sobrevivir.

Una contradicción de fon-do pesará sobre la 84ª edición de los Oscar, celebrada el domingo en Los Ángeles. Mientras la gala se aferró to-

zudamente a los valores seguros del cine que conocemos, los académicos premiaron con cinco oscars (mejor película, dirección, actor, música y vestuario) a The artist, cuyo mensa-je último es el contrario: el final de una era ya está aquí y, como ocurrió en la dolorosa encrucijada que supu-so la llegada del sonoro, solo cabe adaptarse. Recordemos que The ar-tist, ese filme encantador, casi mudo, en blanco y negro y francés que ha hecho historia en Hollywood (es la primera película no sonora que obtiene el premio desde 1928 y la primera no anglosajona en obtener el máxi-mo reconocimiento), acaba con unas

casi inaudibles palabras de fondo de su protagonista. Ese “with pleasure” (con mucho gusto) que le replica George Valentine (Jean Dujardin), prescindible estrella del cine pasado, a su productor (John Goodman) al saberse útil otra vez. El astuto olfato de Harvey Weinstein detectó en The artist una manera amable y sencilla de contarle al mundo algo que ni es amable ni mucho menos sencillo. El productor y distribuidor estadounidense no estaba en la foto final del teatro (qué casualidad, antes llamado Ko-dak, ese gigante arruinado por el di-gital) donde se celebró el domingo la ceremonia. Ni falta que hacía. El patio de butacas que ovacionaba al equipo francés sabía que solo Weinstein es capaz de hacer triunfar a un filme ex-tranjero en una tierra normalmente ve-dada a todo cine que no sea propio.Descubrió The artist días antes de su

presentación en el festival de Can-nes. Puso la cartera sobre la mesa después de un pase privado porque, según explicó más tarde, encontró en ella una historia que sin palabras se atrevía a enunciar algo universal: el ingobernable paso del tiempo. El se-creto de The artist no es su zalamera vuelta al pasado, sino que nos pone sin hacernos demasiado daño, de una manera simple y optimista, en el ca-mino sin retorno del presente. “Esta historia”, ha dicho Weinstein, “lidia con algo que nos afecta a todos, que a mí mismo me afecta cada mañana: enfrentarnos a un mundo cuya tecno-logía cambia demasiado rápido”.

Page 87: Reportaje oscar

LOS TRIUNFADORES DE LA NOCHE

A LA VIEJA AUSANZA

Por mucho que intente disimularlo, Hollywood está perdido. Su reloj ya no funciona y en esta salvaje reconver-sión nadie sabe qué le espera. La invención

de Hugo, ganadora de cinco oscars técnicos, también bebe de ese dolor y por eso, como señal inequívoca de los hombres en el lecho de muer-te, invoca al padre, al origen de un mundo que agoniza. Hasta un irre-gular Billy Crystal no pudo evitar el chiste (“Ahora la gente ve las pelí-culas en el móvil, pero yo prefiero la pantalla grande: el iPad”) que marca estos tiempos.Si la noche de los Oscar tuvo un rostro capaz de convocar por si solo pasado, presente y futuro fue el de una grandísima actriz, Vestida de es-

tatuilla, o de lo que ella quiera, ra-diante con su tercer Oscar en la mano, bromeando sobre los zapatos de Ferragamo que vestía en un gui-ño a su personaje en La dama de hierro, MaWWrgaret Thatcher, y de-seando beberse “dos güisquis” de un trago, Streep habló de acabar de una vez con “la historia invisible de

las mujeres” y de saber vivir sin dar nunca nada por hecho. “Ayer leía en casa un poema que ahora mismo he recordado, decía: ‘es extraño estar aquí, como es extraño volver”.Es imposible no admirar a una mujer de su talla, como es difícil no reco-nocer que a sus 82 años Christopher Plummer es un hombre impecable. Borda al padre homosexual de Ewan McGregor en Beginners, cuyo cáncer terminal interpreta con la clase que aprendió en los cine de tarde de su Quebec natal, donde veía películas de Pierre Brasseur y Lewis Gilbert. El actor pronunció un discurso dedicado a su hija Amanda (“de la que estoy tan orgulloso”) y a su mujer (“que me salva cada día”).

Meryl Streep, que puso más inteli-gencia, emoción y clase que cualquier aspirante a su in-alcanzable trono.

Mario Sánchez Jara

Page 88: Reportaje oscar