Reportaje Palmira

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Mediterráneo Antiguo y su reportaje sobre Palmira

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  • EL SUEO DE LA REINA DEL DESIERTO

    Portada: va columnada en un amanecer del mes de septiembre de 1989. Autor: Nacho San Marcos. En memoria de Luis Argelles Arabia (DEP) y Sirio, un perro pastor de Canan.

    Texto y maquetacin:

    Mario Agudo Villanueva

    Fotos: Mar Moragues,

    Nacho San Marcos, Zaid El-

    Hoiydi y Direccin General

    de Antigedades y Museos

    de Siria (DGAM)

  • PALMIRA: EL SUEO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterrneo Antiguo | 1

    Cuando el viajero francs Constantin-Franois Chassebuf de La Giraudais, qu paso a la historia como el conde de Volney, se encontraba recorriendo las tierras del imperio Otomano -all por el ao 1787- se top con las ruinas de una legendaria ciudad, cuya fama ya era por entonces excelsa: Palmira. Su evocadora descripcin ha quedado grabada en el imaginario colectivo, convirtindose en el paradigma de la historia del Oriente ms extico, el de los desiertos, los oasis y las caravanas, el de un enorme y cautivador pasado y su legado, todava hoy visible.

    La ciudad aparece citada ya en las tablillas de Ebla, en el 2250 a.C., y en las de Mari, del segundo milenio. Su primera denominacin fue Tadmor, que en lengua local significaba la ciudad de los dtiles. Algunos autores consideran que es la Tamar o Tadmor que la Biblia nos dice que fue reedificada por Salomn (Reyes I, 9-18; Crnicas II, 8-4), aunque parece ms lgico pensar que estamos ante otra ciudad, quizs prxima al Mar Muerto. Su nombre latino es el que ha quedado grabado para la posteridad: Palmira, lugar de palmeras. Ya vemos, por tanto, una caracterstica fundamental de este enclave, su vinculacin con el oasis de Efca, cuyos manantiales hacen fluir la vida en pleno desierto sirio.

    Esta privilegiada posicin permiti que Palmira se convirtiera desde los albores de la civilizacin en un punto de referencia fundamental en las rutas comerciales que unan Oriente con Occidente, la puerta de Europa para las caravanas asiticas y la puerta de Asia para los puertos del Mediterrneo oriental. Un intercambio continuo de gentes y de mercancas que deriv en una riqusima mezcla cultural, en un sincretismo de pueblos y tradiciones que todava hoy podemos adivinar entre sus milenarios vestigios. Un ejemplo de esta bulliciosa actividad es la famosa Estela de los Impuestos, en la que constan las tasas que deban pagar los comerciantes por sus transacciones,

    As llegu a la poblacin de Hems, sobre las riberas del Oronto; y hallndome cerca de Palmira, situada en el desierto, resolv reconocer por m mismo sus ponderados monumentos: al cabo de tres das de marcha en las soledades ms ridas, habiendo atravesado un valle lleno de grutas y de sepulturas, observ repentinamente, al salir de este valle, una inmensa llanura con la escena ms asombrosa de ruinas colosales; era una multitud innumerable de soberbias columnas derechas, que, como las alamedas de nuestros jardines, extendanse hasta perderse de vista en filas simtricas y hermosas. Entre estas columnas haba grandes edificios, los unos enteros, los otros medio destruidos. Por todas partes estaba el terreno cubierto de cornisas, de capiteles, de fustes, de pilastras todo de mrmol blanco, y de un trabajo exquisito. Despus de tres cuartos de hora de camino sobre estas ruinas, entr en el recinto de un vasto edificio, que fue antiguamente un templo dedicado al Sol; admit la hospitalidad de unos pobres campesinos rabes, que haban establecido sus chozas sobre el pavimento mismo del templo y resolv detenerme all algn tiempo, para considerar atentamente la belleza de tantas y tan suntuosas obras.

    Todos los das sala a visitar alguno de los monumentos que cubran la llanura; y una tarde, que, ocupado mi espritu en serias reflexiones, me haba adelantado hasta el Valle de los Sepulcros, sub a las alturas que le rodean y desde las cuales a un mismo tiempo domina la vista la totalidad de las ruinas y la inmensidad del desierto... Acababa de ponerse el sol, y una zona rojiza marcaba todava su curso en el horizonte lejano de los montes de Siria; la luna llena se levantaba por el oriente, sobre un fondo azulado, en las riberas planas del ufrates; el cielo estaba despejado, el aire en calma; la luz moribunda del da aminoraba el horror de las tinieblas; la frescura de la noche calmaba el fuego de la abrasada tierra, y los pastores haban retirado sus camellos; la vista no perciba ya movimiento alguno sobre la llanura montona y sombra; un silencio profundo reinaba en el desierto, y slo a intervalos remotos oanse los lgubres acentos de algunos pjaros nocturnos y de algunos chacales -.

    Las ruinas de Palmira o Meditaciones sobre las revoluciones de los imperios, conde de Volney, 1791.

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    por el consumo de agua o por sus momentos de ocio. Cargamentos de seda, jade, especias, marfil, mirra, perlas, piedras preciosas, perfumes, bano, as como cermicas, estatuas de mrmol y figuras de bronce transitaban por las calles de la ciudad, que imaginamos angostas y sinuosas, con apenas espacios pblicos, polvorienta y sometida a los rigores del calor del desierto, poblada en su mayora por gentes de origen arameo y rabe.

    Su otra caracterstica es su posicin en zona fronteriza, lo que le confiri un papel de bisagra que fue destacado por el propio Plinio El Viejo: Palmira, ciudad notable por su emplazamiento, por las riquezas de su suelo y por sus agradables aguas, tiene sus campos rodeados por desiertos de arena en un dilatado contorno y, como aislada por la naturaleza del resto de la tierra, se encuentra por una suerte particular en medio de los dos imperios ms poderosos, el de los romanos y el de los partos, siendo siempre la principal

    preocupacin para ambos en tiempo de conflictos (Historia Natural, V-25). Del helenismo a Roma

    Con la campaa de Alejandro Magno en Asia, Palmira ve incrementada, si cabe, su importancia estratgica. La creacin de la Decpolis -en el siglo III a.C.- supone un espaldarazo para la regin, que encuentra en la ciudad del desierto un ncleo comercial de primer orden. Durante el Imperio selucida, la urbe comienza a adquirir una dimensin monumental y empieza a impregnarse de carcter griego, aunque no hay vestigios arqueolgicos de ello. Algunos historiadores afirman que la mayor parte de edificios construidos en poca helenstica deban de situarse en la explanada del templo de Bel.

    Pese a su importancia comercial, la ciudad no alcanzar relevancia poltica hasta la llegada de Roma. Durante el gobierno de Tiberio, entre el ao 14 y el 37 d.C., Tadmor se incorpora a la provincia romana de Siria y toma el nombre de Palmira. En el ao 106, Roma anexiona a sus dominios el reino nabateo y la ciudad asume el liderazgo comercial de la zona por encima de Petra. En el 212 recibi el ttulo de colonia romana. Como vimos, Palmira se convirti en zona de frontera pero, lejos de convertirse en una amenaza, este hecho constituy una gran oportunidad de desarrollo, puesto que ni a los romanos ni a los partos interesaba quebrar el pujante intercambio comercial que all tena lugar. Con la Pax Romana esta red sali ms beneficiada, su intensidad se vio favorecida por las calzadas y las vas de comunicacin construidas por los romanos. La ciudad comienza a crecer hasta alcanzar los 6 kilmetros cuadrados. Los ingresos y la exencin de tasas se dejan notar en grandes construcciones, que van conformando poco a poco el perfil que

    EN PLENO DESIERTO Tras tres das de marcha por el desierto, Volney debi de encontrarse con un paisaje parecido al que muestra la foto. El castillo de Qalat Ibn Man sobre la colina, con las ruinas de dos de las torres del valle de las tumbas. Foto: Nacho San Marcos.

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    conocemos hoy en da y que analizaremos ms adelante. En el ao 129 recibi el status de ciudad libre de la mano de Adriano.

    Llegamos as hasta el siglo III, momento en el que el Imperio se ve sacudido por diferentes problemas, uno de los cuales se manifiesta a las puertas de Palmira. El Imperio persa sasnida, de la mano de Sapor I, emprendi una serie de campaas en la frontera romana que se saldaron con la humillante derrota del emperador Valeriano, que incluso fue hecho prisionero. Lactancio nos cuenta que fue utilizado por el rey persa para subir al carro o montar a caballo apoyndose en su espalda, lo que le convirti en motivo de mofa entre los brbaros. Tras su muerte en cautiverio, fue despellejado y su piel teida de rojo para exhibir en el templo de los dioses como conmemoracin del triunfo obtenido (Sobre la muerte de los perse guidores, I-5). No sabemos hasta qu punto este hecho fue exagera-

    do por el apologeta cristiano, pues en su inters estaba el de dejar patente el trgico final de todos los que osaron perseguir su religin, pero parece claro que, cuando menos, el destino de Valeriano no fue agradable. Pas a la historia como el primer emperador romano apresado por el enemigo.

    Septimio Odenato

    La situacin de Roma en la frontera siria se tambaleaba. Los persas acentuaron su presencia en Siria, Cilicia y Capadocia, que fueron devastadas. Ciudades como Bosra o Apamea sucumbieron ante las campaas de Ardashir y Sapor. Ante este panorama, emergi la figura de Septimio Odenato, noble de Palmira, afn al emperador Galieno, que lleg a hacerse con el poder de su ciudad e, incluso, pudo haber llegado a ser gobernador de una de las provincias sirias y alcanzar el rango senatorial. No se sabe si su familia se enriqueci

    A la izquierda, ureo que representa al malogrado emperador Valeriano. 253-260 d.C. Fuente: http://www.cngcoins.com. A su derecha, retrato figurado de Septimio Odenato, procedente del "Promptuarii Iconum Insigniorum", de 1553. Le sigue una moneda que representa a Zenobia, datada en el 271-272 d.C. Fuente: http://www.cngcoins.com. Finaliza la serie una moneda con el

    rostro de Vabalato. Fuente: http://www.hjkrenzer.de/

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    gracias a las rutas de caravanas o a otro motivo. No hay pruebas de que su linaje fuera muy antiguo. Fue ascendido a su cargo por Valeriano. Los magistrados en jefe de la ciudad reciban el nombre de strategoi, antiguo ttulo de origen griego, habitual todava para designar a algunos funcionarios, pero que en Palmira an tena implicaciones militares, pues all se mantenan importantes contingentes de tropas cuyo cometido era proteger las rutas comerciales. Haba palmirenos sirviendo en el ejrcito romano, como la cohorte de Dura Europos. Las unidades militares ms importantes eran los catafractos, una temida caballera pesada, pero tambin debieron disponer de caballera ligera y de camellos.

    Combinando estos efectivos con refuerzos romanos, Odenato lider la resistencia contra los sasnidas, a los que venci en varias ocasiones hasta provocar su retirada. No contento con eso, en el 262 lider una campaa que lleg hasta Ctesifonte, para luego emprender una segunda, en el ao 266, que, a pesar de quedarse solo en escaramuzas, sirvi para alejar la amenaza persa y restituir el prestigio romano. Sapor se mantuvo a la defensiva desde entonces. Galieno le otorg a Odenato diferentes honores, recibi los ttulos de dux, Corrector Totius Orientis e, incluso, se hizo llamar rey de reyes, denominacin que ostentaban los monarcas persas. No parece que Odenato aspirase al ttulo imperial, le bastaba con dominar, como lo hizo, buena parte de la frontera oriental. En 267, l y su hijo Herodes fueron asesinados por Meonio, supuestamente por una disputa de caza, a la que eran muy aficionados, o por un arrebato derivado de alguna humillacin pblica. El caso es que este magnicidio supuso un cambio en la proyeccin futura de la ciudad, que pasar de su mayor esplendor al ocaso en apenas unos aos, los que dur la regencia de su segunda esposa.

    Zenobia

    Con la muerte de Odenato, el poder pas nominalmente a su hijo Vabalato, pero como era solo un nio, ejerci de regente su madre, Septimia Bathzabbai Zainib, que pas a la posteridad como Zenobia. Los ttulos que su padre haba recibido no eran hereditarios, haban sido otorgados por sus servicios a Roma, pero esta situacin excepcional fue permitida por Galieno, que andaba con otros problemas ms importantes en aquel momento.

    Zenobia provena de la aristocracia de Palmira y tena la ciudadana romana. Las fuentes nos dicen que instruy a sus hijos en latn, aunque no deba de utilizar mucho esta lengua. Hablaba tambin griego, egipcio y tena nociones de siraco. Le gustaba compararse con Cleopatra, de hecho sola afirmar que descenda de las casas reales ptolemaicas y selucidas. Se trataba de una mujer astuta, decidida, culta y bien asesorada por el filsofo Casio Dionisio Longino, de Emesa, que haba enseado retrica en Atenas. Tambin se mantuvo prxima a Pablo de Samsata, a quien rehabilit en el cargo tras ser expulsado de su sede.

    Zenobia se permiti el lujo de despreciar al emperador Galieno, a quien su marido haba sido fiel, y a Claudio II Gtico, que estaba empeado en la guerra contra los godos y alamanes. Una inscripcin del ao 271 describe a Vabalato como el restaurador de todo Oriente. Hasta el ascenso de Aureliano al trono imperial todas las monedas acuadas en las zonas controladas por Zenobia y su hijo siguieron unos patrones estndar. Se empezaron a producir monedas con dos caras: un Aureliano con barba y corona apareca con sus ttulos imperiales; al otro lado, el nio Vabalato, llamado el hombre ms distinguido (senador), rey de Palmira, general victorioso (imperator) y lder de los romanos (dux romanorum). Es

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    difcil precisar si estamos ante una maquinaria propagandstica orquestada por Zenobia para presentar a su hijo como el coemperador de Aureliano. Lo cierto es que a medida que Roma dejaba de intervenir directamente en la zona, los dominios de Zenobia se iban incrementando. Emprendi campaas hacia el sur, hacia Arabia. En el ao 270, una parte del ejrcito lleg a Egipto, donde derrotaron a un contingente liderado por el gobernador provincial. La composicin mixta del ejrcito palmireno, liderado por Septimio Zabda y Septimio Zabdai, ambos originales de la ciudad del oasis, permiti a Zenobia que Roma no le diera importancia, de momento, a sus escaramuzas, que llegaron a extender sus dominios hasta gran parte de Asia Menor fue rechazada en Bitinia-, Siria, Egipto y parte de Arabia.

    En 271 los acontecimientos comienzan a precipitarse. Vabalato sustituye a Aureliano por completo en las monedas que se acuan desde este momento en lugares tan significativos como Alejandra o Antioqua. El emperador romano es reemplazado, a veces, por la propia Zenobia. La provocacin no qued ah, sino que madre e hijo se otorgaron el ttulo de Augustos. No parece que aspiraran a gobernar todo el Imperio, pero s a que Vabalato fuera el corregente de Aureliano.

    En 272 Aureliano march sobre Asia Menor. El primer encontronazo con los palmirenos fue cerca de Antioqua, en Immae. Una maniobra de retirada del ejrcito romano provoc la carga de los soldados sirios, que quedaron luego atrapados al producirse la reagrupacin de las legiones. El ejrcito de Zenobia se retir a Emesa. El emperador romano continu la marcha hacia all, donde derrot por segunda vez a los palmirenos. Poco despus, tras la reconquista de Egipto por Probo, y animado por la muerte de Sapor, se present en las puertas de Palmira, que asedi hasta que Zenobia, sin ninguna

    esperanza, trat de escabullirse. Su huida no dur mucho, pues fue apresada cerca del ro ufrates. Las tropas de la ciudad se rindieron. Aureliano no saque Palmira, fue generoso con Zenobia, pero no con Casio Longino, su filsofo asesor, que fue ejecutado. De Vabalato no sabemos nada, lo que hace suponer que su peso real en todo este asunto era ms bien reducido.

    En 273, una vez que Aureliano retir sus tropas de Palmira, estall otra rebelin. Ahora s, no hubo piedad. La ciudad fue saqueada y comenz el principio de la decadencia. Las rutas comerciales se desviaron, probablemente hacia Dura Europos y Aureliano regres a Roma para celebrar un gran triunfo, datado en el ao 274, en el que cuentan las fuentes que se hizo desfilar a Zenobia cargada de oro. Sobre su futuro posterior, algunos apuntan a que fue ejecutada, mientras que otros aseguran que se cas con un senador romano y vivi hasta sus ltimos das en paz, retirada en una villa que mand

    Moneda en la que aparece Aureliano, personificacin del sol, derrotando al Imperio de Palmira y celebrando el ORIENS AVG, el sol naciente Augusto. Fuente: http://www.cngcoins.com http://www.cngcoins.com

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    construir el propio Aureliano.

    Resulta ms factible la opcin de que recibiera un trato favorable, al igual que en el caso de Ttrico, proclamado emperador en la Galia. Tanto uno como otro no eran vistos como lderes nacionalistas que trataran de separarse de Roma, sino usurpadores que pretendan alcanzar el poder de una manera moderada, sin atacar a los propios romanos de forma abierta, pero buscando controlar zonas concretas del Imperio. Tanto Ttrico como Zenobia mantuvieron un grado de gestin que Roma no estaba en condiciones de garantizar. Las instituciones romanas no dejaron de funcionar y esto permiti que el debilitado gobierno central no acabara por desintegrarse antes. Suponan un peligro para la autoridad Imperial, pero significaban una garanta para el control del territorio bajo el manto de Roma. El fin de la edad de oro de Palmira

    Diocleciano construy un campamento militar muy prximo a la ciudad, lo que la convirti en una posicin de defensa fronteriza como las muchas que se levantaron por la zona. En poca cristiana, los bizantinos edificaron algunas iglesias sobre antiguas ruinas, pero la

    ciudad no consigui recuperar su esplendor. Palmira va cayendo poco a poco en el olvido hasta que en el ao 636, con la llegada del Islam, recupera su nombre original, Tadmor. Las iglesias se convirtieron en mezquitas y el templo de Bel fue fortificado. Ms tarde se edific el castillo de Qalat Ibn Man, que todava hoy se alza sobre las ruinas de la vieja urbe. Desaparecido el comercio, la ciudad fue ocupada por los beduinos, que se establecieron en los alrededores del templo, hasta ya bien entrado el siglo XX.

    El yacimiento en la actualidad

    La Palmira original, previa a la llegada de griegos y romanos, deba de ser una ciudad sin trama urbanstica definida, una amalgama de viviendas e instalaciones vinculadas con su actividad principal: el comercio. Se trataba, por tanto, de una ciudad de tipo oriental, que fue adquiriendo poco a poco una fisonoma romana. En palabras de la escritora inglesa Vita Sackville-West: Palmira es una beduina, que llora porque est vestida como una mujer romana (1928). Este hecho es perceptible si observamos el trazado de su famosa va columnada, que hace un ligero escorzo para adaptarse a la planta de la antigua ciudad.

    Otro factor reseable es que, aunque Palmira presenta algunos edificios caractersticos de una ciudad romana, como el teatro, no dispone de otros que s tienen el resto de urbes importantes: templos de culto imperial, anfiteatro, gimnasio o baos, aunque Diocleciano construy unas termas ya en el ocaso de la urbe. Esta peculiaridad puede deberse al mayor peso de la tradicin local y helenstica frente a la dominacin romana, que debi de quedar ms reducida al mbito administrativo.

    Castillo de Qalat Ibn Man, que se alza sobre la ciudad de Palmira y desde el que se obtienen unas maravillosas vistas del conjunto y el paisaje circundante. Foto: Mar Moragues.

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    Por otro lado, los templos ms importantes estaban consagrados a tradas de origen semtico, representadas con un estilo hbrido entre oriental y grecorromano: la de Bel-Aglibol-Yarhibol y la de Baalshamin-Aglibol-Malakbel. Esta manera de agrupar las divinidades recuerda a las tradas sumerio-acadias y babilonias, de carcter astral, que muy posiblemente ejercieron una importante influencia sobre las gentes de la ciudad. Cabe recordar, en este sentido, que tambin existe en Palmira un templo consagrado al dios Nabu, de origen babilnico. Pero el panten palmireno era amplio y complejo. A travs de las abundantes inscripciones funerarias que nos ha dejado su necrpolis, conocemos tambin dedicaciones a las diosas rabes preislmicas Al-Lat identificada con Minerva- y Manat, que junto con Al-Uzzaa, formaban una trinidad relacionada con la vida y la muerte. Tambin encontramos inscripciones a Asthot (la diosa Astart) y a Arsu y Azizu, divinizaciones del amanecer y anochecer de sexo masculino. Poco ms sabemos, pues muchas de las dedicatorias son genricas, como las que rezan al dios bueno, seor del mundo, gran diosa u otros semejantes. No faltan tampoco las representaciones mitolgicas de origen griego, como el

    mosaico de Aquiles en Skyros, de la llamada casa de Aquiles, conservado en el Museo de Palmira o la representacin de Casiopea en la casa del mismo nombre, que ahora se conserva en el Museo Nacional de Damasco. Todo ello es una muestra evidente del hervidero cultural, mezcla de gentes de diversos orgenes, que la actividad comercial aport a la ciudad. Como ejemplo, basta con analizar el nombre del propio Vabalato, hijo de Zenobia, para desentraar esta maraa: Lucius Iulius Aurelius Septimius Vaballathus Athenodorus, los primeros nombres son romanos, Vaballathus viene del rabe Wahb Allat (regalo de la diosa Al-lat) y Athenodorus, del griego (nombre relativo a la diosa Atenea). El templo de Bel

    Bel era la divinidad ms importante de Palmira, de ah que el templo en el que se le renda culto fuera el de mayor tamao. Fue erigido en el ao 32 d.C. sobre una colina muy estratificada, en la que se han localizado los restos ms antiguos de la ciudad, que se remontan al tercer milenio. Bajo el templo hubo un primer templo de Bel y luego un templo helenstico, de los que no se ha conservado nada.

    Izquierda: exterior de la cella del templo de Bel. Foto: Zaid El-Hoiydi. Derecha: interior de la cella. Foto: Mar Moragues. Abajo: bajorelieve con una dedicatoria de Baalay a Bel, Baalshamin, Yarhibol y Aglibol.Fuente: Museum of Fine Arts, Lyon.

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    El edificio es una sntesis de estilo oriental y grecorromano. Est rodeado por una serie de prticos y es de forma rectangular. Se alza sobre una base pavimentada, rodeado por una larga pared, de 205 metros de longitud, con un propileo. En el centro de la base

    pavimentada hay un podio sobre el que se ubica la cella, que est rodeada por completo de columnas corintias, interrumpidas para abrir el acceso que a travs de una escalinata procede del exterior. Dentro de la cella hay sendos adyton, al norte y al sur, en los que se renda culto probablemente a otras divinidades. En este lugar se encontr una representacin en bajorrelieve de los siete planetas conocidos y de las constelaciones del zodiaco, as como una representacin de camellos y mujeres. La cella est iluminada por sendas ventanas que se abren en la parte alta de los muros que la delimitan. En las esquinas del edificio se ubicaron escaleras que conducan a las terrazas. Tambin se conserva una rampa, probablemente a travs de la que se conducan los animales que iban a ser sacrificados. El exterior estaba rematado por una cornisa de formas triangulares, de tipo oriental, algunas de las cuales se conservaban hasta la actualidad. El templo fue fortificado y convertido en mezquita en el perodo islmico, lo que permiti que se mantuviera en un gran estado de conservacin.

    De origen semtico, Bel el Seor o el Amo- aparece casi siempre acompaado por Aglibol y Yarhibol. A Aglibol se le representa como un joven coronado por un disco solar y un creciente lunar. Esta iconografa ha hecho pensar a los estudiosos que se trata de un dios lunar. Su nombre significa ternero de Bel, por lo que el creciente lunar podra representar tambin a los cuernos del toro. Yarhibol aparece representado de una manera muy semejante, pero solamente con el disco radiado completo. Se ha considerado como divinidad solar, sin embargo, la etimologa de su nombre presenta un problema. La raz yarh es el apelativo sirio de la luna, por lo que podra tratarse de un dios lunar en vez de solar.

    Juan Antonio Belmonte, investigador del Instituto Astrofsico de Canarias y arqueoastrnomo, ha planteado la interesante posibilidad

    Trada que representa a Baalshamin (centro), acompaado por Aglibol

    (izquierda) y Malakbel (derecha). Divinidades orientales con

    indumentaria militar de inspiracin romana y reminiscencias astrales

    babilnicas. Fuente: Museo del Louvre.

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    de que estemos ante una trinidad y no ante una trada. Los tres dioses seran diferentes manifestaciones de una misma divinidad, el gran dios lunar rabe. Bel podra ser la forma abstracta de la divinidad; Aglibol, en su fase de luna nueva y Yarhibol en su fase de plenilunio. Estamos acostumbrados a considerar el disco radiado como el sol, pero la luna tambin genera luz y fue representada como tal en algunos discos de la tradicin megaltica (Belmonte, 1999). El templo de Bel est orientado segn los cuatro puntos cardinales pero con la puerta principal de acceso abierta hacia el oeste. Es el nico templo que tiene esta orientacin, pues los de Al-lat o Baalshamin estn orientados al sol naciente.

    El templo de Baalshamin

    Baalshamin era el Seor de los cielos, dios de origen cananeo identificado con Zeus por los griegos. En algunos ciclos mticos fenicios, Baal aparece relacionado con la lluvia y la vegetacin, por ejemplo en el mito de Baal, Aliyan y Mot, que explica el ciclo agrcola o el mito en el que Baal caza a los ugarim, o demonios devoradores de cuernos y rabos, que explica cmo la lluvia triunfa sobre la sequedad del desierto y acaba generando los oasis. No debera extraarnos, pues, que el culto de Baalshamin pueda tener relacin en el contexto palmireno con la importancia que para la poblacin tena el oasis de Efca.

    Aparece, como Bel, acompaado de otros dos dioses. De nuevo Aglibol, lunar; y Malakbel, un dios de la vegetacin y la fertilidad solarizado. Su templo es uno de los mejor conservados de Palmira, erigido en el siglo II d.C., tal y como indica una inscripcin del ao 131 dedicada por el senado de Palmira a su benefactor, un oficial palmireno llamado Agripa. Est flanqueado por un extenso prtico

    Foto superior: Vista exterior del templo de Baalshamin, con el prtico que rodeaba la cella. Foto: Nacho San Marcos. Foto inferior: evocadora imagen del interior del templo. Foto: Mar Moragues. Izquierda: panormica de las ruinas. Autor: Zaid El-Hoiydi.

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    Izquierda arriba: arco monumental / derecha arriba: vista general de la va

    columnada con el templo de Bel al fondo. Izquierda abajo: Tetrapylon / derecha

    abajo: dovela del arco ligeramente desplazada. Fotos: Nacho San Marcos (1989).

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    de columnas de orden corintio. La cella est precedida por un pronaos de cuatro columnas del mismo orden, con estilizados acantos de influencia egipcia. Sus muros estn decorados con pilastras. El interior presenta tres capillas formadas por elegantes columnas de fuste estriado y capiteles corintios dispuestas a modo de exedra. Se ilumina por dos ventanas abiertas en los muros. En poca cristiana, fue utilizado como iglesia.

    El templo de Nabu

    El templo de Nabu se asienta sobre un podio de grandes sillares. Solo se conservan las columnas que rodeaban la cella rectangular. Estaba consagrado al dios babilonio de la escritura y la sabidura, Nabu, patrn de los escribas, que los griegos identificaron posteriormente con Apolo, pero tambin con Hermes, pues la astrologa tarda de Babilonia atribuy a este dios el planeta Mercurio.

    La va columnada

    La va columnada es uno de los iconos de Palmira. Desde la lejana, el bosque de columnas parece emular al bosque de palmeras del oasis cercano. Se prolonga ms de un kilmetro y realiza un ligero escorzo para adaptarse al entramado urbano, que cruza de este a oeste. Cuenta con ms de 200 columnas corintias que conservan las peanas de las estatuas de quienes las sufragaron, segn las inscripciones en griego y palmireno. Originalmente estaba porticada.

    El arco monumental y el tetrapylon

    La planta triangular del arco monumental le permite orientar la va columnada hacia el templo de Bel. Est decorado con relieves de formas vegetales. Las dovelas estn ligeramente desplazadas, pero

    aguantan el equilibrio de los siglos de una forma frgil, aunque cautivadora.

    El tetrapylon marcaba la unin de las dos vas principales. Est formado por cuatro pabellones de columnas de granito rosa erigidas sobre un podio, dentro de los cuales se elevaba una estatua. Solamente una de las columnas es original, el resto est reconstruido.

    Templo de Nabu. Foto: Mar Moragues

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    PALMIRA: EL SUEO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterrneo Antiguo

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    Escena del teatro de Palmira. Conservada en

    fabuloso estado. Foto: Zaid El-Hoiydi

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    El teatro

    El grado de conservacin del teatro es excepcional. Permanecen todos los nichos y columnas originales de la escena. Los asientos cavea- estn separados del espacio escnico orchestra- por una barrera de losas verticales. Al parecer, qued inacabado.

    La plaza oval

    Solo queda un tramo de columnas con capiteles corintios en forma de arco y enlazaba la va columnada con una de las puertas de la ciudad. A su lado se levant el campamento de Diocleciano. Las columnas estaban unidas por un arquitrabe decorado con refinadas cenefas y recuerda, salvando las distancias, las plazas ovales de ciudades como Gerasa, Jordania.

    Otros edificios

    En Palmira se encuentran tambin los restos del Senado, que dispone de un pequeo patio peristilado al lado de los asientos de los senadores y se encuentra prximo al teatro. Tambin all se encuentra el gora, lugar de reunin, centro de la vida pblica, que estaba decorado con estatuas. Prximo a uno de los lados de la va columnada se encuentran las Termas de Diocleciano y un ninfeo. Son reconocibles por las cuatro columnas de granito rosa trado de Egipto que an se alzan en pie. Contaba con las tres salas tpicas de estas instalaciones: caldarium, tepidarium y frigidarium. De esta poca es tambin el conocido como Campo de Diocleciano, un fuerte romano donde destaca el Templo de los estandartes, el lugar donde se custodiaban las insignias y los estandartes. Fue levantado por el gobernador de Siria, Sosianus Hierocles, en el mismo lugar sobre el que se alzaba el palacio de Zenobia.

    Las necrpolis

    Existen cuatro grandes reas de tumbas en Palmira: las del sureste, las del suroeste, las del noroeste y las del conocido Valle de las Tumbas.

    Termas de Diocleciano, situadas en la zona del llamado Campo de Diocleciano, muy

    probablemente sobre el antiguo emplazamiento del palacio de Zenobia. Foto: Nacho

    San Marcos (1989)

  • PALMIRA: EL SUEO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterrneo Antiguo | 15

    Arriba: vista

    general del valle

    de las tumbas.

    Derecha vertical:

    tumba-torre de

    Elhabel. Autor:

    Nacho San

    Marcos (1989).

    Planta del

    hipogeo de

    Yarhai, uno de

    los ms

    importantes de

    Palmira. Foto:

    DGAM.

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    El valle de las Tumbas, el ms conocido, est formado por tumbas-torre e hipogeos, que son autnticos mausoleos que podan acoger a cientos de difuntos. Los interiores acumulan una gran cantidad de obras de arte, pues estn decorados con pinturas, relieves y estatuas de los muertos.

    Estas obras estn a medio camino entre el realismo romano y la idealizacin asitica. La primera familia enterrada sola representarse en un gran grupo escultrico, con el padre y la madre reclinados sobre un divn y los hijos de pie, detrs. El resto de miembros de la familia iban colocndose en nichos decorados con sus bustos, lo que cubra las paredes al completo, al estilo de una galera de retratos.

    La torre de Elhabel es la de mayor altura. Se compone de tres plantas. Su interior est decorada con elegantes pilastras coronadas por capiteles corintios. En los espacios entre pilastras se abren los nichos con los bustos de los miembros de la familia que reposa all para siempre. Dada la envergadura del enterramiento, la tumba parece pertenecer una rica familia de la ciudad. Las otras tumbas-torre son las de Kithoth, Iamliku y Atenatn, todas ellas de estructura semejante a la de Elhabel, pero de dimensiones ms reducidas.

    Entro los hipogeos ms destacados destaca, por ejemplo, el de los Tres Hermanos, que cuenta con ms de 400 enterramientos y su decoracin recrea escenas de la Ilada. Se trata de uno de los enterramientos con la decoracin pictrica ms hermosa de la ciudad.

    En el rea sureste destaca la tumba de Artaban, un hipogeo formado por una gran galera subterrnea adornada por pilastras y

    Decoracin interior de la tumba de Yarhai, actualmente en el Museo Nacional de

    Damasco. Se observa la acumulacin de bustos de los miembros del linaje que yaca

    enterrado en este hipogeo. Foto: DGAM 2004.

  • PALMIRA: EL SUEO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterrneo Antiguo | 17

    estructurada en nichos de diferentes tamaos en los que se alojaban los bustos de los fallecidos. En esta zona se encuentra tambin la tumba de Tybul, de las mismas caractersticas que la anterior. En ella se hall un hermoso busto de una mujer palmirena que fue expoliado y posteriormente recuperado por las autoridades sirias. Otra tumba de esta zona es la tumba de Ibn Bulha Nabushori, que mand construir en el ao 88 para l y sus hijos. Una de las tumbas ms grandes es la de Yarhai, cuya decoracin fue trasladada, en parte, al Museo Nacional de Damasco cuando la tumba fue reconstruida en los aos 30.

    Arriba: otro detalle de la tumba de Yarhai. Foto: DGAM 2004.

    Izquierda, parte superior: interior de la tumba de los Tres

    Hermanos. Foto: DGAM 2004. Derecha, parte inferior: relieve

    funerario palmireno conservado en el MET de Nueva York. Foto:

    MET

    Interior de la tumba de los Tres Hermanos. Foto: DGAM 2004.

  • IN MEMORIAM

    KHALED AL-ASAAD

    (1932-2015)

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    BIBLIOGRAFA Fuentes Clsicas

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    Blzquez, Jos Mara (2007). Arte y religin en el Mediterrneo Antiguo.

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    Pginas web

    http://www.dgam.gov.sy/

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    http://www.viatorimperi.com/palmira